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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 189, de 16/04/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1997 VI Legislatura Núm. 189



ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA



PRESIDENTE: DON FERNANDO FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS



Sesión núm. 18



celebrada el miércoles, 16 de abril de 1997



ORDEN DEL DIA:



--Comparecencia del señor Vicepresidente Segundo del Gobierno y Ministro
de Economía y Hacienda (De Rato y Figaredo) para explicar el grado de
cumplimiento del Programa de Convergencia. A solicitud del Grupo
Socialista del Congreso. (Número de expediente 213/000077) (Página 5259)



--Comunicación del Gobierno sobre el Programa de Convergencia de España
de 1997. (Número de expediente 200/000002) (Página 5259)
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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a comenzar esta sesión de la
Comisión de Economía, Comercio y Hacienda. Antes de iniciarla quiero
someter a su consideración, a propuesta de la Presidencia de la misma y
de acuerdo con lo establecido en el artículo 68 del Reglamento, la
alteración del orden del día en el sentido de que se incluya, en la
medida en que ha superado toda la tramitación necesaria de acuerdo con el
Reglamento, la comunicación del Gobierno sobre el Programa de
Convergencia de España de 1997, de acuerdo con lo prevenido en los
artículos 196 y 196 del Reglamento. (El señor Eguiagaray Ucelay pide la
palabra.) El señor Eguiagaray tiene la palabra.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Presidente, por lo menos en nombre del
Grupo Socialista quiero expresar mi voto negativo. (El señor Aguirre
Rodríguez pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: El señor Aguirre tiene la palabra.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: En nombre del Grupo Popular quiero expresar
mi voto positivo a dicha presencia del Vicepresidente para presentar la
comunicación del Gobierno relativa al Programa de Convergencia. (El señor
Eguiagaray Ucelay pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: El señor Eguiagaray tiene la palabra.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Presidente, si no intervengo ahora,
pediré después un turno de explicación de voto.




El señor PRESIDENTE: Sometemos a votación la inclusión en el orden del
día de la comunicación del Gobierno sobre el Programa de Convergencia de
España de 1997.




Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos a favor, 22; en
contra, 14.




El señor PRESIDENTE: Queda aprobada la inclusión en el orden del día de
la comunicación del Gobierno sobre el programa de Convergencia de España
en 1997. En la medida en que de acuerdo con el artículo 69 del Reglamento
la documentación no ha estado disponible para los señores Diputados con
48 horas de antelación, vamos a celebrar inmediatamente una reunión de la
Mesa a efectos de la justificación de la reducción de este plazo de 48
horas en la medida en que oficiosamente sí que está dicha documentación
en poder de los grupos parlamentarios y de los señores Diputados con
bastante más de 48 horas de antelación.

Por consiguiente, si no les importa a ustedes, señoras y señores
Diputados, suspendemos la Comisión por unos breves instantes y pasamos a
la celebración de la reunión de la Mesa. (El señor Eguiagaray Ucelay pide
la palabra.) El señor Eguiagaray tiene la palabra.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Quería, como le he dicho antes, consumir unos
breves instantes para explicar el voto del Grupo Parlamentario
Socialista, que es un voto hecho desde el respeto a las mayorías, pero al
mismo tiempo desde la afirmación del legítimo derecho de las minorías, en
este caso del Grupo Parlamentario Socialista, a que las normas
procedimentales que para todos sirven sean utilizadas de una manera
unívoca y en la misma dirección permanentemente.

Probablemente nadie como nosotros, o por lo menos nadie más que nosotros,
tendrá interés en que se discuta abiertamente y se llegue a
aproximaciones, si posible fuera, en una materia tan importante para
España como es el Programa de Convergencia, los problemas de la Unión
Económica y Monetaria, etcétera. Sin embargo, nadie podrá expresar al
menos con más indignación la que a este grupo le cabe cuando, tras muchos
meses de solicitud de comparecencia del Vicepresidente y Ministro de
Economía para explicar la marcha del Programa de Convergencia, es
utilizada nuestra propia solicitud de comparecencia para modificarla en
el sentido de explicar no lo que ha venido ocurriendo, sino lo que al
Ministro de Economía le interesa legítimamente explicar, como es el nuevo
Programa de Convergencia.

Señor Presidente, no es de recibo el que se cambien los órdenes del día
sin respetar ni siquiera los plazos establecidos reglamentariamente. Los
documentos, con independencia de que informalmente hayan sido
distribuidos, han sido calificados ayer mismo por la Mesa del Congreso de
los Diputados y es hoy, sin embargo, cuando se pretende celebrar, a uña
de caballo, un debate sobre el Programa de Convergencia.

Que nuestro interés en esta cuestión está por encima de lo formal me
parece que es algo difícil de discutir. Sin embargo, quiero que quede
expresa constancia de que incluso en esta materia, y precisamente por ser
tan importante, las formas necesitan ser especialmente vigiladas. Y,
señor Presidente, creo que no se han vigilado ni las formas ni la
consideración, ni el mínimo respeto hacia grupos que en este momento
somos minoritarios en la Cámara, pero que tenemos alguna importancia,
creo, ahora y en el futuro, para lo que es el futuro de España.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea consumir un turno para
explicación de voto? (Pausa.)
El señor Aguirre tiene la palabra, por el Grupo Popular.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: El Grupo Popular entiende que se han
respetado, en el marco del Reglamento, todos los plazos y procedimientos
que marca dicha norma y, por tanto, teniendo presente el respeto que nos
merece la intervención del señor Eguiagaray, no compartimos su contenido.

Por esas razones hemos votado favorablemente la inclusión en el orden del
día de la comparecencia, que nos parece se viene a sumar a otras



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que el Vicepresidente Segundo del Gobierno y Ministro de Economía ha
realizado en esta Comisión para hablar de la marcha de convergencia y de
Ecofin, que, en definitiva, hace que esta Comisión se acerque a la
realidad de cuál es el momento y posición que España tiene respecto a
todo el proceso de convergencia e integración europea.




El señor PRESIDENTE: Suspendemos unos breves instantes la Comisión a
efectos de proceder a la reunión de la Mesa, a fin de estudiar lo que
determina el artículo 69. (Pausa.)
Habiéndose producido un empate en la Mesa a efectos de apreciar o no la
concurrencia de los requisitos señalados en el artículo 69, la
Presidencia entiende que es de aplicación lo dispuesto en el artículo
88.2, dando lugar a la apreciación de voto ponderado para dirimir la
discordia. Por consiguiente, entendemos suficientemente justificado, a
efectos del artículo 69, el que no se haya remitido la documentación
oficialmente con las 48 horas de antelación previstas.

Dicho lo cual, vamos a proceder a iniciar la sesión de esta Comisión de
Economía, Comercio y Hacienda con la comparecencia del señor Ministro de
Economía y Hacienda y Vicepresidente Segundo del Gobierno, don Rodrigo de
Rato.




--COMPARECENCIA DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO
DE ECONOMIA Y HACIENDA (DE RATO Y FIGAREDO) PARA EXPLICAR EL GRADO DE
CUMPLIMIENTO DEL PROGRAMA DE CONVERGENCIA. A SOLICITUD DEL GRUPO
SOCIALISTA DEL CONGRESO. (Número de expediente 213/000077.)



--COMUNICACION DEL GOBIERNO SOBRE EL PROGRAMA DE CONVERGENCIA DE ESPAÑA
DE 1997. (Número de expediente 200/000002.)



El señor PRESIDENTE: Si les parece bien, procederemos a la acumulación de
ambas comparecencias en una sola, comenzando, a efectos de la discusión,
de la siguiente forma: intervendrá el señor Ministro de Economía y
Hacienda exponiendo la comunicación del Gobierno; posteriormente, las
señoras y señores Diputados tendrán un turno de quince minutos, en
principio, para fijar las posiciones al respecto; por parte del señor
Ministro serán contestadas las posiciones, las preguntas y las peticiones
de aclaración formuladas por los demás grupos parlamentarios; después,
cada grupo parlamentario que así lo requiera tendrá un nuevo turno de
diez minutos para acabar de fijar su posición. Repito, cada grupo
parlamentario dispondrá en principio de dos turnos de intervención.

Primero, un cuarto de hora, como siempre, con la elasticidad suficiente,
y después un segundo turno, también con la elasticidad suficiente, de
diez minutos. Concluirá la sesión con la intervención final del señor
Ministro. Posteriormente a todo ello abriremos un plazo para que por los
diferentes grupos parlamentarios se presenten propuestas de resolución
ante la Mesa, que se cerrará el viernes al mediodía, y celebraremos una
nueva sesión de esta Comisión de Economía, Comercio y Hacienda el próximo
lunes, a partir de las cuatro y media, en que someteremos a discusión, en
su caso, por tiempo de cinco minutos las propuestas de resolución
formuladas por los grupos parlamentarios, que a continuación se someterán
a votación.

Ruego a los Servicios de la Cámara que comuniquen al señor Ministro que
puede pasar para comparecer ante la Comisión. (Pausa.)
Bienvenido, señor Ministro. Vamos a proceder a la acumulación de las
comparecencias, una a petición del Gobierno y otra a petición del Grupo
Socialista. La del Gobierno, a efectos de realizar la comunicación, de
acuerdo con lo señalado en los artículos 196 y 197 del Reglamento, del
programa de Convergencia para 1997. Asimismo, en relación con la
solicitud de comparecencia formulada por el Grupo Socialista, para que
explique a la Comisión el grado de cumplimiento del Programa de
Convergencia anterior.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO Y MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (De
Rato y Figaredo): Quiero ante todo agradecer a los grupos parlamentarios
la oportunidad de comparecer ante la Comisión de Economía para presentar
el Programa de Convergencia y estabilidad de la economía española para el
período 1997-2000. Esta es la tercera ocasión en que el Gobierno de
España presenta en el Parlamento un programa de convergencia, y como los
precedentes que algunos de SS. SS. conocen, la presentación siempre ha
tenido un perfil similar al de ésta.

Comparezco ante la Comisión de Economía para presentarles el Programa de
Convergencia y estabilidad después de haberlo sometido a un debate en el
Consejo de Política Fiscal y Financiera con todas las comunidades
autónomas, donde fueron aprobadas resoluciones al respecto que no
obtuvieron ningún voto en contra, sólo tres abstenciones y todos los
demás votos a favor. Ese sí es un precedente nuevo, desde el punto de
vista de los programas de convergencia, imprescindible en opinión del
Gobierno, habida cuenta de que, en los cuadros en los que se especifica
la evolución del gasto y del déficit público a lo largo del período de
vigencia del programa, los entes territoriales, como SS. SS. saben, están
afectados. Por tanto, al Gobierno le ha parecido imprescindible, repito,
que, además de las relaciones bilaterales en las comisiones de trabajo,
el Programa de Convergencia tuviera el conocimiento y el respaldo del
Consejo de Política Fiscal y Financiera.

Este programa recoge la evolución prevista de la economía española hasta
el año 2000 y se caracteriza por un crecimiento intenso en creación de
empleo, sostenido a lo largo del tiempo y estable como consecuencia de
los equilibrios macroeconómicos. Es un nuevo modelo de crecimiento que
claramente nos permite participar en el proyecto de unión monetaria desde
el primer momento, cumpliendo los requisitos establecidos en el Tratado
de la



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Unión. A partir de 1999, como SS. SS. son conscientes, una vez que España
forme parte de la moneda única, las cifras contenidas en este programa
serán las del programa de estabilidad para España y estarán dentro de los
acuerdos de la cumbre de Dublín de diciembre de 1996.

Quisiera resaltar que, a diferencia de ocasiones anteriores, en este
Programa de Convergencia no se trata de diseñar o de hablar de un tren
que aún no ha salido de una estación y al que incluso le faltan vagones;
se trata de hablar de un tren que está en marcha, que está llegando en el
momento adecuado y previsto a los destinos fijados; estamos hablando de
una realidad que ya se está produciendo en la economía española. No se
trata de formular un deseo, por muy importante que éste sea, sino de
expresar una realidad que al Gobierno le parece más importante.

Para crear empleo y estar en el comienzo de la unión monetaria es claro
que es necesario un marco de estabilidad de precios, es decir, unos
niveles moderados e inflación en línea con los que registran los países
de nuestro entorno, unos tipos de interés similares a los de los países
de menor inflación, un crecimiento económico intenso en empleo, un sector
exterior competitivo, unos mercados de sectores productivos más
eficientes y un proceso riguroso de consolidación de las cuentas
públicas. Y la credibilidad de este programa, como he dicho, está basada
en que está produciéndose ya como una realidad en la economía española.

Así, en 1996, junto al cambio de Gobierno, se ha producido un cambio de
política económica que está dando resultados, como demuestran los
principales indicadores. La inflación en 1996 redujo su diferencial con
los tres países más estables de la Unión en un punto y una décima,
situándose el IPC del mes de diciembre, como SS. SS. saben, en el 3,2, lo
que mejoraba el objetivo de inflación del 3,4 que se había marcado el
Gobierno. En 1997 ha continuado, y de manera aún más intensa, el proceso
de reducción de los precios, situándose la tasa del IPC anual en el mes
de marzo en el 2,2 por ciento y la tasa interanual en el 2,2 por ciento,
la más baja de la serie en la historia y claramente dentro de los
diferenciales de precios establecidos como condiciones de la convergencia
monetaria.

Tipos de interés. En 1996 se ha producido una significativa reducción del
diferencial de tipos de interés a largo plazo, denominado también prima
de riesgo, de 400 a menos de cien puntos básicos en este momento. Un
crecimiento económico que inicia 1997 con un ritmo de 2,6, que son los
datos del cuarto trimestre según todos los indicadores, mejorados en el
primer trimestre de 1997 y que está permitiendo un crecimiento del empleo
del 2 por ciento o superior a ese 2 por ciento. En ese sentido hay que
destacar que en 1996 la media de crecimiento de la Unión Europea se situó
en el 1,5, frente al 2,5 de 1995. Sin embargo, España mejoró su
diferencial de crecimiento con la Unión Europea en 1996, situándose 7
décimas por encima del crecimiento medio de la Unión Europea frente a 3
décimas en 1995.

Es importante resaltar también que en 1996 se ha consolidado una
situación que garantiza la estabilidad de la economía española, como es
la evolución del sector exterior, que ha registrando una aportación
extraordinariamente positiva del crecimiento de 0,6 puntos, con unas
exportaciones que han crecido en torno al 11 por ciento frente a un
aumento estimado del 6 por ciento del comercio mundial, es decir, se
ganan cuotas de mercado teniendo en cuenta dos circunstancias que me
parecen muy relevantes para destacar ante sus señorías. La primera es que
esta recuperación de nuestras exportaciones con crecimientos tan intensos
se produce cuando nuestros principales mercados tradicionales, los
mercados de la Unión Europea, estaban creciendo hasta tasas
significativamente inferiores que las del promedio. Y la segunda, que se
ha producido un claro aumento de las exportaciones en un momento en que
la demanda interna se recuperaba en un modelo de crecimiento distinto del
de épocas anteriores. Los datos de 1997 de los primeros meses confirman
la buena situación del sector exterior, que además ya está superando
claramente el impacto que supuso la incorporación a la Unión Europea, al
Mercado Común entonces, teniendo ya un superávit con el área.

Este cambio sustancias de las bases de la economía española es el
resultado de la aplicación de una política económica decidida --no hemos
de olvidar, y quisiera recordarlo y recalcarlo, que la nueva política
económica fue puesta en marcha a las cinco semanas de que el Gobierno
tomara sus responsabilidades--, y continuada en el tiempo, como lo ha
demostrado las decisiones tomadas alrededor y coincidiendo con la Ley de
Presupuestos Generales del Estado para 1997.

Por un lado, esta nueva política económica está caracterizada por una
política presupuestaria orientada a la reducción del déficit público
mediante una contención efectiva del crecimiento del gasto. En 1996 se
consigue el objetivo del plan de convergencia anterior, del 4,4 por
ciento y en 1997 se conseguirá el objetivo, también del plan de
convergencia anterior y de éste, del 3 por ciento. Quiero recordar a SS.

SS. que el déficit público del año 1993 fue del 6,7 por ciento, del año
1994 fue del 6,3 por ciento, y del año 1995 fue del 6,6 por ciento. Por
tanto, es significativa la reducción del déficit público sin aumentos de
la presión fiscal.

Por otro lado, se ha producido, en coincidencia con esta política
presupuestaria estricta, una ambiciosa política de reformas estructurales
para mejorar el funcionamiento de los mercados y de los sectores
productivos acompañada de unas importantes reformas tributarias para
favorecer el ahorro, la competitividad y, por tanto, el empleo. Así,
hablando de las primeras cinco semanas de Gobierno, en junio de 1996 se
emprenden reformas en los siguientes sectores: suelo, vivienda,
telecomunicaciones, energía, servicios municipales, colegios
profesionales, defensa de la competencia y política de precios. Se
adoptan además medidas para mejorar la financiación de nuestro sector
productivo, tanto en el sistema financiero como en el marco de las pyme,
y desde el punto de vista tributario, respecto a la internacionalización
de la empresa, las ganancias de capital y la actualización de balances.

Este proceso, iniciado en junio de 1996, continúa a lo largo del año
pasado y en los primeros meses de 1997. En concreto, y sólo
mencionándolas puesto que han sido ampliamente debatidas en



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esta Cámara y los grupos han tenido ocasión de fijar sus posiciones sobre
ellas, quisiera mencionar la Ley de Disciplina presupuestaria, la Ley de
Presupuestos Generales del Estado, la Ley de Acompañamiento, el Plan
bianual de lucha contra el fraude, el cumplimiento del Pacto de Toledo,
el nuevo sistema de financiación autonómica, el Protocolo eléctrico, el
nuevo marco de privatizaciones y el adelantamiento del calendario de
liberalización de las telecomunicaciones a diciembre de 1998. A ello hay
que sumar, en las últimas semanas, las reformas que se introducen en el
mercado laboral después de los acuerdos con los interlocutores sociales,
y el nuevo plan de liberalización, aprobado por el Gobierno en febrero de
1997, al que haré mención posteriormente.

Ahora, señorías, quisiera detenerme un momento en la descripción de este
nuevo modelo de crecimiento. El nuevo modelo de crecimiento, que es una
realidad, que está ya dando resultados, supone que nuestra incorporación
a Europa, a la nueva Europa monetaria, no puede plantearse en términos de
sacrificios sino en términos de oportunidades para crecer y para crear
empleo. Las claves de este nuevo modelo son un crecimiento de la economía
por encima de los precios, situación absolutamente novedosa. La economía
española va a crecer una media anual del 3,2 por ciento en el período del
plan, frente a un 2,3 del aumento medio del deflactor del consumo
privado.

Aquellos que estuvieron en el año noventa y dos en esta Cámara en el
debate del primer plan de convergencia, recordarán que el entonces
ministro presentaba, curiosamente, un balance de crecimiento de los años
anteriores de un promedio del 4 por ciento con una inflación del 6 por
ciento. Pues bien, el modelo ha cambiado, se trata de que la economía
crezca por encima de lo que crecen los precios, lo cual produce efectos
extraordinariamente positivos desde el punto de vista de la
sostenibilidad y desde el punto de vista de sus efectos sobre el
saneamiento de las cuentas públicas. Precisamente por ello se produce un
intenso crecimiento del empleo, que, a su vez, se verá reforzado por una
reforma laboral, la primera planteada con consenso en muchos años, y
además la primera que se plantea en un momento en que el empleo está
creciendo, cambiando también claramente de filosofía. El Gobierno, lo ha
anunciado muchas veces, ha apostado por intensificar las reformas en el
momento en que la economía está aumentando sus tasas de crecimiento
siguiendo la filosofía de que es a través de mayores liberalizaciones y
de mayores reformas como conseguiremos asentar ese crecimiento, hacerlo
más duradero y, por tanto, garantizar que pueda llegar a más número de
ciudadanos. Esto ha sido compartido por los interlocutores sociales, que
en una negociación extraordinariamente importante han llegado a un
acuerdo que comentaré más adelante.

Además de un crecimiento por encima de los precios y de un crecimiento
intenso en empleo, asentado en nuevas reformas pactadas en consenso, el
nuevo modelo diseña un crecimiento sostenible en el tiempo, que no se ve
amenazado ni por los desequilibrios en precios ni por los desequilibrios
en la balanza de pagos, modelo muy distinto del que acompañaba al primer
plan de convergencia. Para que la economía crezca por encima de los
precios, el Gobierno va a seguir aplicando --y me gustaría subrayar él va
a seguir-- la política económica, que gira en torno a una política de
reducción del déficit público, con un nuevo modelo del crecimiento del
gasto, y a un proceso de reformas que en 1997 y 1998 se concretarán
principalmente en el plan de liberalización al que ya he hecho mención y
en nuevos avances en la reforma fiscal.

La reducción del déficit público, como ya se ha puesto de manifiesto en
1996, está claramente capitalizando la economía española. Se liberan
recursos que pueden ser utilizados por el sector privado para crear más
empleo con una actividad más intensa, y esto contribuye claramente a una
reducción de las tensiones sobre los tipos de interés. Este proceso de
consolidación fiscal --esencial desde el punto de vista del Gobierno--
permitirá situar el déficit público en el 1,6 por ciento del producto
interior bruto para el conjunto de las administraciones públicas en el
año 2000, desde el 6,6 en 1995. Esta reducción del déficit público se
consigue mediante la siguiente evolución del gasto. El gasto público
crecerá por debajo del PIB nominal en el período. Frente a un 5,8 de
media del PIB nominal, el gasto público crecerá el 3,8, lo que permitirá
una reducción del total del ratio de gastos del producto interior bruto
de 3,3 puntos entre los años 1996 y 2000, pasando del 45,3 en 1996 al
41,9 en el año 2000, como he dicho, con un crecimiento medio anual del
gasto público del 3,8.

La distribución de las principales partidas determina un comportamiento
distinto del sector público. El consumo público ha sido uno de los
grandes protagonistas de la demanda interior en los últimos años, y las
cifras del decenio 1985-1995 son muy ilustrativas, SS. SS. las conocen y
si no, las podemos comentar más adelante. Sin embargo, el consumo público
en el nuevo plan de convergencia reducirá su peso en el producto interior
bruto en 1,4 puntos, del 16,1 por ciento en el año 1996 al 14,7 por
ciento en el año 2000, con un crecimiento medio del 3,5.

Los intereses de la deuda se reducirán en 1,1 puntos del producto
interior bruto, con una caída media anual del 0,5. Esta es una partida en
la que claramente ha incidido la credibilidad concedida por los mercados
a la nueva política económica desde junio de 1996, como lo demuestra el
recorte de más de 300 puntos básicos en nuestra prima de riesgo, en
nuestro interés a diez años en relación con el interés alemán.

Las prestaciones sociales experimentarán un crecimiento medio anual del
4,8, por tanto superior al crecimiento medio del gasto público, y
mantendrán su participación en el producto interior bruto. Ahora bien, si
tenemos en cuenta la reducción de los gastos en desempleo como
consecuencia del intento aumento del empleo, podremos comprobar que los
gastos en pensiones y en sanidad se verán claramente mantenidos en su
porcentaje del PIB a lo largo del período.

Las subvenciones de explotación y otras transferencias corrientes, que
como SS. SS. saben incluyen no sólo las destinadas a sanear empresas
públicas sino las ayudas a familias, en educación, las aportaciones al
presupuesto comunitario y las ayudas internacionales, registraron un



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crecimiento del 5,2, también un poco superior a la media del gasto
público, manteniendo su participación en el producto interior bruto.

Los gastos de capital, tras una fuerte reducción en los años 1996 y 1997,
recuperarán su posición en el producto interior bruto, situándose en el
4,5 por ciento en el año 2000, lo cual es especialmente significativo con
un déficit público en esa fecha del 1,6, que representa un promedio para
el conjunto del período del 4,6 por ciento.

Especialmente significativo, como consecuencia de la reducción del
déficit público y del aumento del superávit primario, es que, en el
período considerado, el ahorro público pasará, de registrar cifras
negativas de menos 0,9, a situarse en el 1,6; es decir, el ahorro público
tendrá un aumento de 2,5 puntos en el producto interior bruto. Este
aumento va a ser el que permita financiar internamente el aumento de la
inversión, garantizando la sostenibilidad del modelo, y quiero recordar a
SS. SS. que esto se hace en las previsiones del Gobierno sin aumento de
la presión fiscal en el período. Al contrario, a partir de que el déficit
público se sitúe por debajo del 2 por ciento del producto interior bruto,
se produce una suave disminución de la presión fiscal de cuatro décimas
en dos años, pasando del 40,7 del producto interior bruto en 1997 al 40,3
en el año 2000.

Como he dicho antes, y quiero destacarlo porque creo que es el objetivo
básico del programa, este crecimiento económico es muy intenso en la
creación de empleo. Desde luego, la política económica del Gobierno tiene
como objetivo primordial la creación de empleo, y de ahí nuestra apuesta
por un crecimiento estable y sostenido. La previsión del Gobierno en este
plan de convergencia y estabilidad es que el empleo crezca, en media, el
2,1 por ciento. Creo que es importante destacar a SS. SS. que este
crecimiento se está produciendo ya en el primer trimestre de 1997. Esta
evolución del empleo se ve sustentada y afianzada, por un lado, por la
reforma laboral que acaba de ser pactada por los interlocutores sociales
y que, a diferencia de otros programas de convergencia anteriores, puede
formar parte de las previsiones del Gobierno en cuanto a reformas
estructurales.

Al mismo tiempo, la moderación salarial, imprescindible desde el punto de
vista de la creación de empleo y del mantenimiento de los equilibrios,
debe ser entendida en un entorno de estabilidad de precios de manera
distinta, puesto que la referencia básica es la productividad. Así, en
opinión del Gobierno, y a través de la flexibilidad del mercado laboral,
los salarios reales crecerán por debajo de la productividad, lo que
permitirá reducir los costes laborales unitarios reales, que son los que
definen nuestra competitividad, y con ello claramente mejorar nuestras
posibilidades en un mercado globalizado. Al mismo tiempo, con
crecimientos de los precios tan moderados como los que ya se están
produciendo, se garantiza el mantenimiento del poder adquisitivo.

Tengo que decir que esta moderación salarial, como lo indican las cifras
de negociación de 1997, está siendo claramente ya aceptada por la
sociedad española, en parte como consecuencia de las nuevas expectativas
de inflación que se están asentando en una nueva cultura de la
estabilidad. Desde el punto de vista del Gobierno, es fundamental, en
este sentido, seguir avanzando en el proceso de contención de la
inflación.

Para el conjunto del período, se estima un deflactor del consumo privado
del 2,3 por ciento de media entre los años 1997 y 2000. En este sentido,
me gustaría destacar y resaltar que la experiencia y la credibilidad
ganada por el Banco de España en estos años de autonomía en la gestión de
la política monetaria son un factor clave para la consecución de estos
objetivos. A diferencia de lo que ocurría en el anterior planteamiento,
la política monetaria ya no tiene que actuar en solitario, en la medida
en que la nueva política presupuestaria que se está aplicando está
orientada en la misma dirección, es decir, en la dirección de la
estabilidad.

Me gustaría leerles a SS. SS. un párrafo del último informe del Banco de
España. Leo textualmente: Estos resultados se han alcanzado con un
contexto de recuperación de la actividad económica, basada
fundamentalmente en la aportación de la demanda exterior y de
consolidación fiscal, y han permitido una mejora de las expectativas y
nuevos descensos de los tipos de interés en todos sus plazos,
configurándose así una combinación de políticas macroeconómicas favorable
a la estabilidad y al crecimiento a medio plazo. Cierro la cita.

Por último, el crecimiento económico, como he dicho antes, no es un
crecimiento simplemente estable, sino que es sostenible en el tiempo,
porque, además de la corrección de la inflación, se elimina el otro
estrangulamiento clásico de la economía española, que era el sector
exterior.

Como ya he comentado, en 1996 el sector exterior español se ha demostrado
claramente competitivo, ganando cuotas de mercado en el exterior en una
situación de atonía de las economías europeas, que eran y son nuestros
principales mercados, y en un contexto de recuperación de la demanda
interna, por tanto, en un modelo distinto de épocas anteriores en que las
exportaciones sólo crecían cuando la demanda interna no se estaba
recuperando. En el período del programa, entre los años 1997 y 2000, se
proyecta un crecimiento medio de las exportaciones del 9,5.

Esta mejora de la competitividad interna de la economía española, que
garantiza nuestra presencia en los mercados internacionales, también
coincidiendo con una clara estabilidad de la moneda, se sustenta en la
reducción de los costes de producción, tanto energéticos, como
financieros, como de comunicaciones, como laborales, y en el proceso de
reformas estructurales de liberalización que el Gobierno va a continuar,
según su programa de liberalizaciones, para el año 1997.

El Gobierno como ya ha anunciado y quiero ya resaltarlo hoy aquí ante SS.

SS., pondrá especial interés en la evolución de los precios de los
servicios que, como SS. SS. saben, ya en marzo han registrado una ligera
caída tras meses de estancamiento, y para ello pondrá en marcha las
medidas liberalizadoras que sean precisas para complementar en el sector
servicios los efectos positivos de la moderación salarial.

Con respecto a las reformas estructurales, no ya puestas en marcha en
1996 sino anunciadas en 1997, quisiera informar



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a la Comisión de que, con respecto al plan de liberalización aprobado el
21 de febrero, en poco más de un mes se ha aprobado un 22 por ciento de
las medidas contempladas, y se encuentra en una fase muy avanzada de
análisis otro 19 por ciento. Por tanto, yo espero que para la
finalización de este período de sesiones, a finales de junio, el
cumplimiento del plan de liberalización de 1997 se encuentre cercano al
50 por ciento. Además, en 1997 se van a poner en marcha la reforma del
mercado de trabajo acordada por los agentes sociales y la reforma de la
financiación sanitaria pública que se acuerde en la Comisión pertinente
del Congreso de los Diputados.

Respecto a la reforma del mercado de trabajo, simplemente quisiera
mencionar ante SS. SS., porque me parece obligado, aunque ya los conocen,
los puntos principales: la creación de un nuevo contrato indefinido para
los colectivos más afectados por el desempleo y para los trabajadores con
contrato temporal, con una indemnización por despido improcedente de 33
días por año trabajado, con un tope de 24 mensualidades, frente a la
indemnización de 45 días con un máximo de 42 mensualidades, vigente en
este momento; un nuevo contrato de formación para jóvenes entre 16 y 21
años, que sustituye al actual contrato de aprendizaje y la revisión de
las 17 modalidades de contratación temporal, con objeto de simplificarlas
y suprimir algunas de ellas. Además, el acuerdo incluye una definición
más clara y precisa de las causas de despido objetivo, lo que sin duda
simplificará los procesos de ajuste de plantillas por exigencias de la
demanda o por mejoras de la posición competitiva. Es una reforma
ambiciosa que cubre aspectos sustanciales de nuestro mercado laboral y
que, además, es capaz de superar algunas de las cuestiones que parecían
insuperables en fechas relativamente recientes.

En materia de sanidad, además de seguir las recomendaciones que plantee
la Comisión parlamentaria, el Gobierno propondrá un sistema de control de
las desviaciones en los gastos de incapacidad temporal, de forma que las
mejoras que se obtengan en este terreno supongan mejoras para la
financiación sanitaria, además de aquellas que se acuerden por los grupos
parlamentarios.

Con respecto a los años siguientes, a partir de 1997, el Gobierno seguirá
avanzando en las reformas del sector público en lo que se refiere al
consumo, intensificando los esfuerzos en la racionalización de la Función
pública con la aprobación de un Estatuto de la Función pública, así como
en el saneamiento y en la negociación de los contratos programas de las
empresas públicas. También se va a continuar en la reforma tributaria ya
iniciada en 1996, cuando se adoptaron las medidas urgentes para reformar
la fiscalidad del ahorro, cuyo papel ha sido decisivo para mejorar la
financiación de la economía y, por tanto, reducir los tipos de interés
reales, dinamizar la actividad y, en consecuencia, la creación de empleo.

Queremos avanzar también, como lo hemos hecho hasta ahora, en una reforma
del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, con un nuevo
tratamiento de la fiscalidad del trabajo, y vamos a seguir avanzando en
la reforma de tributación de las pequeñas y medianas empresas, que están
claramente demostrando su condición de motor de crecimiento y de creación
de empleo, en una política significativamente distinta de las seguidas en
períodos anteriores.

Voy terminando, señor Presidente. Como conclusión de todo lo anterior,
quisiera destacar cuatro elementos recogidos en el programa de
convergencia que me parecen fundamentales. El primero de ellos es que se
produce un círculo virtuoso entre la evolución macroeconómica y la
presupuestaria. La consolidación fiscal de los años 1996 y 1997 lleva a
una reducción intensa de los tipos de interés, lo que, a su vez, alienta
el crecimiento económico. Esta mejora de la actividad en un contexto de
baja inflación permite correcciones adicionales del déficit público, en
el horizonte temporal del programa, junto a una disminución de la presión
fiscal, y además los gastos en inversión recuperan su porcentaje en el
producto interior bruto.

El segundo elemento fundamental es que la reducción del déficit público
libera recursos para el sector privado, lo que permite financiar el
intenso proceso de aumento de la inversión privada sin generar tensiones
en la balanza de pagos. Tercero, el comportamiento del empleo mejora
notablemente como consecuencia de la mejor flexibilidad prevista en el
mercado de trabajo y de una evolución congruente de los salarios, que
permite el mantenimiento del poder adquisitivo y, al mismo tiempo, la
reducción de los costes laborales unitarios reales. Y cuarto, las
previsiones del programa se sustentan en una política económica que
persigue dos objetivos: la estabilidad macroeconómica, vía una
combinación adecuada y rigurosa de política fiscal y monetaria, como la
que ya se está produciendo, que ha sido claramente identificada por el
Banco de España, y que se concreta en bajos niveles de inflación y de
tipos de interés nominales y reales y, al mismo tiempo, reformas
estructurales tendentes a mejorar el funcionamiento de los mercados, como
las que ya están establecidas en el programa de liberalización del año
1997. De este modo, la economía española está ya en condiciones de
alcanzar el objetivo final de conseguir un crecimiento estable y
sostenido, con una elevada capacidad de generación de empleo que permita,
en última estancia, elevar el nivel de bienestar de los ciudadanos.

Estos objetivos internos se producen, como SS. SS. son plenamente
conscientes, en un marco europeo extraordinariamente importante. Europa
está a punto de dar un paso sustancial, en su proceso de integración
económica, con la puesta en marcha del proyecto de la moneda única. Desde
el punto de vista del Gobierno español, el proceso de integración
monetaria es esencial si Europa quiere, por un lado, dar respuesta al
proceso de globalización internacional y, por otro, asentarse como una
realidad económica independiente con sus propios ciclos y con su propia
política monetaria. En ese sentido, el programa de Convergencia y de
Estabilidad del Gobierno coincide en el tiempo con un momento
extraordinariamente importante de la evolución europea.

Por todo ello, yo quisiera terminar, señor Presidente, diciendo que ha
sido la voluntad del Gobierno el proponer que este Programa de
Convergencia y Estabilidad fuera presentado al Parlamento y que se
pudieran producir propuestas



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de resolución de los grupos. Es voluntad del Gobierno en esta propuesta
enriquecer y aceptar las propuestas de los grupos parlamentarios. En la
encrucijada en la que nos encontramos en este momento, desde el punto de
vista europeo, a diferencia de lo que sucedía en 1994, en que tanto las
posibilidades como el calendario eran, en ambos casos, muy distantes, la
proximidad de las fechas aconseja que el Parlamento español tenga la
oportunidad de definir al Gobierno sus prioridades en un momento tan
extraordinariamente importante como el de que a pocos meses se
establezcan los países miembros de la moneda única. En ese sentido,
quiero agradecer a los grupos parlamentarios su atención y colaboración
en el proceso hasta ahora y en lo que se produzca en el debate de este
Programa de Convergencia hoy y en las propuestas de resolución, e
insistir, una vez más, en que la economía española está en claras
condiciones de cumplir esos objetivos, que esos objetivos están siendo
cumplidos y que, por tanto, lo que tenemos que hacer es preservar en una
dirección que claramente se está demostrando como la adecuada.

Señor Presidente, con respecto a la evolución del Programa de
Convergencia al que viene a sustituir el presente, quiero decir que, para
1997, el Gobierno tiene claramente previsto cumplir el objetivo de
déficit público del 3 por ciento, así como el objetivo de tipos de
interés que, para 1997, como SS. SS. son conscientes, está en relación
con el diferencial de los tres países más estables de la Unión Europea, y
que en este momento ya cumplimos con los datos del mes de marzo. Tengo
que decir que este Gobierno lo ha cumplido en 1996 y lo va a cumplir en
1997, años en los que este Gobierno ha sido responsable del cumplimiento
del Programa de Convergencia elaborado en 1994, y que venía a sustituir
al Programa de Convergencia de 1992. Las bases sentadas en esos dos años
para el nuevo Programa de Convergencia y Estabilidad son las que en estos
momentos nos permiten afirmar que estamos no ante objetivos de futuro,
sino ante realidades de presente. Quiero, una vez más, agradecer a SS.

SS. su atención y me pongo a su disposición.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.) Por el Grupo
Socialista, tiene la palabra el señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Vicepresidente del Gobierno y Ministro
de Economía, me parece que éste es un buen momento para hacer un análisis
de la situación de nuestra economía y el futuro. Quería celebrar su
comparecencia, más allá de las discusiones que hemos tenido sobre la
forma, del modo, la oportunidad de que ésta se celebrara diciéndole que
para el Grupo Parlamentario Socialista, como usted no ignora, es tan
importante el objetivo de la presencia no en Europa, donde ya estamos,
sino en la Unión Económica y Monetaria desde el primer momento, que, sin
duda alguna, ése es un esfuerzo al que siempre hemos estado dispuestos a
arrimar nuestro hombro. Yo celebro el que usted comparezca hoy aquí
diciéndole que tendrá el apoyo del Grupo Parlamentario Socialista para
contribuir a dar credibilidad a los esfuerzos de presente y de futuro
para que nuestra economía y nuestro país formen parte de la Unión
Económica y Monetaria. Yo creo, señor Rato, que es una buena idea.

Nosotros también pensábamos que era una idea obligada en el terreno
político, no en el terreno formal, el contribuir a la credibilidad de los
esfuerzos de presente y de futuro de nuestro país, prolongando el plazo o
la continuidad del Programa de Convergencia vigente que expira en 1997,
con un programa de continuidad que no se puede llamar todavía plan de
estabilidad, que tiene que ser naturalmente un programa plurianual
susceptible de transformarse en el futuro en un plan de estabilidad, pero
que significara, como está significando para otros países que tenían
programas de convergencia trazados hasta el año 1996 y que, por tanto,
tenían que prolongarlos también para 1997, la posibilidad de poner de
manifiesto que no solamente en 1997 haremos los esfuerzos, sino que estos
esfuerzos pueden ser, deben ser, tienen que ser sostenibles si queremos
realmente garantizar el que se nos vea no solamente como un país fiable,
el que los mercados no nos jueguen malas pasadas, sino, al mismo tiempo,
el que las políticas que diseñemos vayan en esta dirección. No teníamos
obligación, pero ésta es una buena idea que el Grupo Socialista comparte
como forma de contribuir, al mismo tiempo, a reducir las tensiones que
ciertamente no han abandonado el panorama razonable. hemos pasado ya por
algunas tensiones, injustas en muchos momentos; hemos pasado, sin duda
alguna ahora y hace más tiempo también, por tensiones. Cuando uno analiza
la situación de la economía en función del último estridente grito de los
mercados, quizás tiene uno una impresión distinta a si la analiza uno
viendo cuáles son sus fundamentos económicos, y probablemente no hemos
pasado por todas las tensiones que aún es posible pasar. Cuando ocurre,
como estamos viendo y se está poniendo de manifiesto, que no siempre
todos los mentideros o lugares donde hay intereses económicos y políticos
en la forma en la que se llegue a la creación de la Unión Económica y
Monetaria son coincidentes con la participación de todos los países, uno
está obligado incluso desde la oposición a repetir lo que para todo el
mundo es conocido: el Grupo Parlamentario Socialista colaborará, hasta
donde sea posible, para tratar de dar credibilidad a los esfuerzos
españoles en relación con la entrada y con la participación en la Unión
Económica y Monetaria.

Esto es algo, señor Rato, que no tiene demasiado que ver ni con sus
méritos, los del Gobierno, ni sus deméritos; es simplemente nuestra
obligación como grupo parlamentario. Como responsables políticos que
somos así lo entendemos. Incluso me atrevo a decir --y espero que no le
parezca una impertinencia, pero es exactamente como lo pienso-- que a
pesar de ustedes, tendrán ustedes este apoyo. Como digo, no es un
problema de méritos o deméritos, es un problema de nuestras propias
convicciones. Creemos en esto, hemos luchado por esto cuando algunos
tenían muchas dudas, hemos trabajado para hacerlo posible y, ahora, nos
congratulamos de que puedan existir datos que se puedan exhibir y que
contribuyan a dar más credibilidad a la posibilidad de que España forme
parte de la Unión Económica y Monetaria. J. P. Morgan decía hace



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unos días, el 14 de abril, en su último informe, que, naturalmente, tiene
que ver con el mercado de bonos, que la probabilidad de que España
formara parte de la Unión Económica y Monetaria era del 75 --en algún
período ha sido más alta incluso--; Portugal estaba en el 79, etcétera.

Sin duda alguna, estamos en un porcentaje significativo, por encima de
otros países, como Suecia; desde luego, como Italia. Yo quiero decir que
éste es un buen dato que debe animarnos a seguir haciendo esfuerzos.

Todo lo que yo diga a continuación, señor Rato, tendrá que ser entendido
desde la perspectiva de lo que acabo de decir. Y lo que acabo de decir es
que éstos son nuestros objetivos, que uno se congratula de que se haga un
Programa de Convergencia de continuidad y que, incluso si se presenta
como --perdone la comparación-- aquello que Lenin llamaba la nueva
política económica, esto es, una especie de ruptura radical con el
pasado, uno tenga que decir que en los objetivos hay una absoluta
continuidad. Porque, naturalmente, crecer más, crecer con empleo, crecer
con estabilidad, crecer sin desequilibrios y reducir la inflación y el
déficit son los objetivos a los que se dedicó el primer plan, el segundo
plan y los esfuerzos de los Gobiernos que han sucedido en este país y los
esfuerzos, me atrevo a decir, de todas las personas que creen saber,
entender algo y pensar en serio en el futuro de este país.

En esa dirección, hay una continuidad clara de la que, además, me parece
que no tendríamos ninguno que avergonzarnos, porque uno no parece que
deba llevar su oposición al sentido de oponerse a que la estabilidad de
precios se alcance, a que se reduzca el déficit o a otra serie de
objetivos que pueden parecer razonables en estos tiempos. Es más, le
diré, señor Rato, que, como quiera que usted y yo sabemos --y seguramente
todos los que se aproximan al análisis de la realidad económica--, los
resultados que a veces se cosechan son el fruto de siembras que se han
hecho hace mucho tiempo. Con independencia de que todos los gobiernos,
incluido el suyo, tienen el legítimo derecho político a apropiarse de
todos los resultados, de los buenos y de los malos --esto es parte del
juego político--, cualquiera sabe que una parte de los resultados
económicos que en este momento pueden exhibirse son el fruto de siembras
hechas hace bastante más tiempo del que ustedes llevan en el Gobierno. Yo
me alegro de que ustedes se lo puedan apuntar, siempre que sepamos todos
distinguir entre lo que se debe a la actuación de uno y lo que es el
fruto de un esfuerzo colectivo, no digo siquiera de los gobiernos
anteriores. Es obvio que la climatología no suele estar en manos de los
gobiernos; a veces, la reducción generalizada de tipos de interés en
Europa no está en manos de los consejos de ministros nacionales y,
ciertamente, mejoras que se producen en el clima internacional para un
país como España son elementos que escasamente se dejan influir por las
decisiones de los gobiernos; lo sabemos todos. Hay cosas que se producen
allende las fronteras y que, sin embargo, tienen un efecto mucho más
importante, en ocasiones, que lo que son las propias decisiones de los
gobiernos. Por ejemplo, cuando hoy, que nos podemos congratular de tener
buenos --digo y lo subrayo-- resultados en materia de inflación, uno
tiene que ser capaz de reconocer que se está produciendo, que se ha
venido produciendo una caída en los niveles de precios que no siempre ha
tenido la intensidad que en este período, pero es que en algunos períodos
la ha tenido incluso mayor.

No es cuestión ahora de enseñar o discutir sobre gráficos. Sabemos que se
pueden distinguir muy diferentes períodos. Este es uno de ésos (Mostrando
un gráfico a la Comisión.) que muestra cómo este país ha bajado del monte
de la superinflación, en la cual estaba en la transición y muchos después
de la misma, a niveles de llano, que son niveles mucho más razonables.

Una parte se ha producido con gobiernos anteriores y otra parte se ha
producido con este Gobierno, y éste es un buen momento para decir que
estamos en niveles razonables. Pero, por ejemplo, Italia ha tenido en el
último año una reducción de la inflación superior a la nuestra. Entre
febrero de 1996 y febrero de 1997, la inflación en Italia se ha reducido
nada menos que en 2,5 puntos; en nuestro país, se ha reducido en 1,2
puntos. ¿Quiere ello decir que se ha hecho más esfuerzo por el Gobierno
italiano? Tengo muchas dudas de que eso sea exactamente así. Lo que
quiero decir es que algunas cosas no dependen sustancialmente, no tienen
tanto que ver, no son el resultado causal de las acciones de los
gobiernos. Todos los gobiernos, aun cuando políticamente el juego sea
otro, debieran alguna vez tener el arrojo de reconocerlo.

En tipos de interés, por ejemplo, es muy difícil sacar la conclusión de
que, como se ha producido una reducción de los tipos de interés a largo
plazo (en este momento, felizmente, estamos cumpliendo el indicador de
tipos de interés en materia de convergencia), sea el resultado de la
acción de este Consejo de Ministros o del anterior, cuando uno observa, a
veces, un paralelismo absolutamente mimético entre la reducción de tipos
de interés de Suecia y los españoles que no parece que tenga demasiado
que ver con que las decisiones del Banco de España o del Consejo de
Ministros español hayan tenido influencia en la cotización de la corona
sueca ni en los tipos de interés de corto o de largo plazo que operan en
esa economía. Hay, por tanto, algunas cosas que tienen que ver; otras
tienen menos que ver y algunas, simplemente, coinciden en el tiempo, pero
son el resultado de procesos más amplios.

Yo quería citar algunas cosas que han tenido lugar; lo digo como
introducción a lo que después señalaré, señor Presidente. Sin duda, las
previsiones económicas son el campo más abonado para hacer un debate
político brillante en ocasiones, no siempre especialmente justo; pero, en
todo caso, brillante y efectista. Si uno quisiera fácilmente desmontar
una parte de los argumentos triunfales con que se exhiben los resultados
de 1996, le sería fácil afirmar con toda justeza que se han cambiado las
previsiones que el Gobierno actual hizo al poco de llegar al Gobierno y
que le han servido para decir que se han conseguido los resultados que se
perseguían en 1996, porque, si usted recuerda bien, se perseguía alcanzar
un objetivo de crecimiento del 2,3 por ciento del PIB, con un perfil de
evolución de la demanda que en absoluto se ha cumplido. Esto es, el
Gobierno se planteaba reactivar la economía desde el punto de vista de la
demanda de consumo y de la demanda de inversión,



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y se ha obtenido un resultado que no es el del 2,3 (según las
estadísticas oficiales, hoy puede ser del 2,2), pero es parecido, y, en
todo caso, se ha obtenido con un perfil radicalmente distinto. ¿Qué
quiero decir? Que ha sido el sector exterior y no la demanda interna,
contra las previsiones del Gobierno y los objetivos incluso perseguidos
por él, los que han producido ese crecimiento. Es algo equivalente a
decir --si uno quisiera, insisto, que yo no quiero más que valorar
positivamente la marcha de la economía en algunos aspectos-- que uno ha
viajado de Galicia a Madrid, pero, en vez de llegar exactamente a Madrid,
se ha situado en Toledo; y en vez de venir por Valladolid, que es por
donde lo había previsto, ha dado un ligero rodeo pasando por Valencia.

Esto no es exactamente el colmo de la virtud, en términos de una política
económica. No se han cumplido los resultados, el perfil es totalmente
distinto, y algo parecido ocurre entre las previsiones del Gobierno
hechas en los presupuestos para 1997 y lo que en el Programa de
Convergencia se señala en este momento. De nuevo, el perfil, hace
solamente tres meses de evolución de la demanda, no tiene nada que ver
con el que se prevé en este momento. ¿Por qué? Porque ya no será la
demanda de bienes de inversión, fundamentalmente la formación bruta de
capital fijo, la que contribuya al crecimiento, contribuirá en mucho
menor medida, sino que se producirá esto por una mayor contribución, de
nuevo, del sector exterior como salvador de algunas de las insuficientes
recuperaciones internas, no obstante la política, tantas veces señalada
por el Gobierno, de contribución al crecimiento y al impulso de la
demanda interna, tanto de consumo como de inversión.

Señor Rato, todo ello sirve no para que yo ponga en cuestión cosas que
son evidentes; sirve, simplemente, para constatar que entre las
previsiones y la realidad se suelen producir desviaciones. Se produjo en
los planes de convergencia anteriores, como a usted le gusta señalar una
y otra vez. Solamente quiero reseñar que en el tiempo que lleva en el
Gobierno, han modificado dos veces el cuadro macroeconómico y, a pesar de
que en este momento señalen que se está cumpliendo todo, evidentemente,
hay que adaptar la realidad a lo que ocurre y no, a veces, a lo que uno
ha deseado, ha previsto o ha perseguido, porque no siempre se obtiene;
dos veces en unos pocos meses.

Los resultados del sector del año 1996 no solamente tienen un perfil
distinto, sino que si no se hubiera llegado a producir una evolución de
las cosechas, que desde luego nada tiene que ver con lo que estaba en
manos del Gobierno, el crecimiento de la economía, como reconoce el
propio texto del Programa de Convergencia, hubiera sido un tercio
inferior al que de hecho fue. Si no hubiera habido una aportación del
sector exterior de 0,6 puntos, si no hubiera habido una acumulación de
stocks de 0,2 décimas del PIB, hubiéramos tenido un perfil y un
crecimiento incluso inferior.

Ahora estamos en otro panorama, y me quiero referir, señor Rato, al
futuro. No es ninguna descalificación, es una constatación. Todos tenemos
que aprender de algo de lo que uno no puede legítimamente apropiarse, al
menos con rigor, más que políticamente, pero no siempre es razonable
hacer eso en términos económicos.

Yo quisiera, desde la afirmación que he hecho de la voluntad de
contribuir a la credibilidad, no renunciar al papel que le corresponde a
una oposición que institucional y legítimamente tiene también que cumplir
la función de señalar aquello que no le convence, aquello en lo que
difiere o aquello en lo que simplemente duda. Señor Rato, quiero hacerlo
también con toda lealtad, la lealtad a esos objetivos que he señalado,
pero, al mismo tiempo, mi deber de cumplir con esta obligación en tanto
oposición. Este grupo comparte objetivos de inflación, comparte objetivos
de crecimiento, comparte objetivos de empleo, comparte objetivos de
reducción de déficit, comparte los objetivos que se declaran de
sostenibilidad. No puede dejar de compartir intenciones que son
legítimas, buenas y que son presumibles de todo el mundo. Los problemas
de este grupo, como los de quienes se aproximan al análisis del Programa
de Convergencia, son de dos tipos. Uno, ¿son factibles estos objetivos
con los medios que se utilizan, señor Rato? Dos, ¿son deseables los
medios que se utilizan en relación con otros medios alternativos? Ahí es
donde me parece que se tienen que discutir seriamente las diferencias
entre unos y otros, sin que esta discusión tenga por qué conducir a un
descrédito y, mucho menos, a una minusvaloración de la posición de España
en esta difícil discusión y en este período que seguramente será movido
antes de abril o mayo de 1998.

El Programa de Convergencia prevé un crecimiento medio del PIB del 3,2
por ciento a lo largo de cuatro años. Lo primero que quiero decir, señor
Rato, es que, a mi juicio --y no solamente al mío--, esto se sitúa en la
banda alta de las posibilidades técnicas. ¿Qué quiere decir? Quiere decir
que vamos a lograr --lo cual no digo que no sea deseable, que lo es--
cerrar lo que puede ser la brecha entre el producto efectivo y el
potencial. ¿Ese es un objetivo deseable? Sin duda alguna. ¿Es un objetivo
posible? Sí. ¿Es un objetivo que se sitúa en una cierta banda de
optimismo? También hay que decirlo. No quiero señalar con esto la
imposibilidad, lo que quiero señalar es el riesgo, sobre todo cuando una
buena parte de las previsiones y de los resultados dependen de que se
alcancen de una forma bastante crítica. Sobre todo, los objetivos en
materia de déficit están críticamente ligados a que se alcancen, a pesar
de que sea previsto un sendero de evolución más moderada, los objetivos
de crecimiento en estos términos.

Su programa es muy sensible. Fíjese que algunos analistas en este momento
están previendo incluso una modificación por parte del Instituto Nacional
de Estadística de la senda de crecimiento que se ha seguido en el año
1996. Algunos señalarían --recientemente lo han indicado-- que es
previsible que el perfil de evolución de la contabilidad nacional
trimestral cambie en la próxima revisión que haga el Instituto Nacional
de Estadística, y algunos han pronosticado --está escrito en las listas
que usted conoce y que no quiero mencionar por no introducir más
contradicciones-- que el crecimiento del año 1996 se podía situar, una
vez hecha la revisión en los términos parecidos a los que el INE hizo en
el año anterior, en 1,9 por ciento de crecimiento;



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que el crecimiento del año 1997 podría ser un 2,6 por ciento y el del año
1998, un 3 por ciento. Quién sabe. ¡Vaya usted a saber! Lo que quiero
señalar es hasta qué punto lo que estoy diciendo es algo que tiene,
naturalmente, algunos apoyos y nos sitúa en una banda relativamente
optimista.

Partimos en este momento, quizá revisable a la baja, como mínimo de un
2,2 por ciento de crecimiento en el año 1996. Pasar a un 3,2 por ciento
sostenido a lo largo de cuatro años está bien --¡ojalá que pueda ser
mayor!--, pero nos sitúa en esa banda de riesgo. Algunos no dan demasiada
fe a la hipótesis de un crecimiento del 3 por ciento en el año 1997, que,
con mucho, es aquel sobre el que podemos hacer predicciones más fiables.

Coincidirá usted conmigo en que es proporcionalmente decreciente la
credibilidad de las previsiones a la distancia que nos separa de los años
1998, 1999 y 2000. Pues bien, incluso las previsiones que hay más
comúnmente admitidas en este momento para la economía española en el año
1997 nos sitúan en el 2,7, 2,8 por ciento. Estas tienen más consenso
entre los analistas que la del 3 por ciento.

Segunda cuestión, inflación. He hablado antes de los buenos resultados de
inflación. Si no he tomado mal nota --por decirlo y no para aguar la
fiesta a nadie, señor Rato--, usted ha dicho que con los resultados de
inflación nos situamos claramente dentro de las condiciones de
convergencia. Si lo ha dicho, es posible que haya sido una imprecisión.

En todo caso, quiero decirle que hoy no estamos cumpliendo el objetivo de
convergencia en materia de inflación. Como veo una confusión en la
opinión pública alrededor de esto, quiero señalarlo, no porque desee
aguar la fiesta. Reconozco, cómo no, y me alegro, además, que estamos
mejorando ostensiblemente ese indicador, pero, como todo el mundo sabe,
la inflación no se mide, en términos de Maastricht, por el crecimiento
interanual, mes a mes, sino por la media de los últimos doce meses en
relación con la media de los doce meses anteriores. De acuerdo con esto y
según datos elaborados por su propio Ministerio, en este momento nos
faltan 8 décimas para situarnos --con datos de febrero, porque todavía no
están hechos los correspondientes a marzo-- en lo que podría ser el
horizonte de la convergencia. ¿Eso quiere decir que no se puede cumplir?
No. Yo creo que hoy vamos en una senda en la que será posible cumplirlo,
así lo deseo. Pero, señor Rato, déjeme decirle algo en lo que me alegro
además que usted haya incidido, y es que harán más esfuerzo en materia de
servicios.

Creo que legítimamente se puede decir que los resultados de la inflación
no tienen demasiado que ver con lo que la política del Gobierno en
materia de liberalización ha hecho. En general, la reducción de los
precios son el resultado de muchas cosas pero, fundamentalmente, me
remito, entre otras cosas, porque nadie crea que estoy haciendo política
crítica de oficio, al informe de inflación del Banco de España. Todo el
mundo sabe que en el último año se ha producido una reducción de la
inflación de algo así como un 1,2 puntos. Pues bien, la inflación en
materia de servicios, aquella sobre la cual un proceso de liberalización
puede actuar en mayor medida, solamente se ha traducido en una reducción
--hablo del último dato conocido en esta dirección, que es hasta
febrero-marzo-- de 0,4 décimas. Ha mejorado un poco en marzo, es verdad,
tiene usted razón, señor Rato, pero no es menos cierto que la inflación
de servicios está por encima del 3 por ciento en términos interanuales,
lo cual quiere decir que una cosa está siendo un discurso, sin duda
alguna necesario, en materia de liberalización y otra cosa está siendo la
realidad práctica de la evolución de los precios en casi todas las áreas
menos sensibles a la competencia, que son aquellas en las que
precisamente no se está produciendo la inflexión a la baja de los
precios.

Que los servicios turísticos crezcan el 17 por ciento, como señala el
informe del Banco de España, o los financieros, a pesar de la competencia
existente en el sistema bancario, un 13 por ciento en términos
interanuales, pone bien a las claras la necesidad de que, además de
discursos liberalizadores, haya algunas prácticas que conduzcan,
efectivamente, a acreditar que eso se produce. Y por ahí puede venir una
parte del riesgo. El que tengamos buenas cosechas, el que tengamos una
evolución del tipo de cambio que lo favorezca, el que tengamos otra serie
de cuestiones, no está siempre en manos del Gobierno, no depende del
Gobierno. Algunas cosas sí pueden depender del Gobierno, al menos en
mayor medida.

Señor Rato, yo tengo respecto al déficit público algunas dudas. Usted ha
hecho una lectura que, naturalmente, es hoy la canónica de acuerdo con la
nueva legalidad, fruto de la nueva política económica que ustedes han
implantado, ésa que permite trasladar al pasado déficit del presente y al
futuro también déficit actual. Es una discusión que hemos hecho en otro
momento, ni siquiera quiero que nos metamos en eso, salvo que usted lo
desee. En todo caso, ha hablado del déficit de 1995, que sería una cifra
naturalmente modificada, un 6,6 por ciento, en función de ese ejercicio
de traslación hacia el pasado, hábil por cierto, de responsabilidades
actuales, pero ésa es otra cuestión, ya la hemos discutido diecisiete
veces. Lo que quería señalarle es un problema al que tenemos que hacer
frente todos, ustedes y yo. Fíjese, este grupo parlamentario, con
independencia de que se sienta en la obligación de decir algunas cosas,
simplemente porque a pesar de nuestro entusiasmo porque España forme
parte de la Unión Económica y Monetaria no queremos que se nos tome por
ignorantes, está afirmando --a veces mordiéndose los labios-- que algunas
cosas que ocurren tienen que ver con determinados procesos, y no lo
digamos muy alto para que aquellos que no tienen demasiado interés en que
cumplamos los objetivos no tengan argumentos contra nosotros, sobre todo
cuando nosotros también podemos tener algunos argumentos contra ellos.

Uno está dispuesto a aceptar algunas cosas, pero no está dispuesto a
ignorar otras que sin duda van a seguir pesando sobre el futuro. Cuando
uno analiza lo que ustedes presentaban como avance de liquidación de los
presupuestos para 1996, en la presentación de los presupuestos se
encuentra con una cifra: los ingresos presupuestarios iban a ser 15
billones 184.000 millones de pesetas; como digo, septiembre de 1996. En
la liquidación ya formalizada por la GAE resulta que los ingresos han
sido de 554.000 millones de



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pesetas menos. ¿Esto sería un problema muy grave? Depende de cuál sea el
origen. La parte que se explica porque el proceso de privatizaciones se
ha retrasado no es la más grave, sin duda alguna, y ésa es recuperable;
de hecho, ustedes --luego volveré sobre eso-- pretenden recuperarla con
creces. Pero la parte que deriva de que algunos ingresos, y especialmente
los fiscales, se han caído, sí tiene importancia y ocurre que en el
conjunto de los impuestos directos, fundamentalmente como consecuencia de
la caída del IRPF, más allá de las explicaciones no siempre claras sobre
devengos, derechos reconocidos e ingresos en caja, se ha producido una
caída de 290.000 millones de pesetas en las previsiones sobre IRPF que
ustedes hacían en septiembre de 1996. ¿Cuál es el resultado? Que el
esfuerzo en materia de ingresos que hay que hacer en 1997 no es el mismo,
ya que la liquidación prevista ya no es. Ahora el esfuerzo hay que
hacerlo tomando como referencia la liquidación real que sí se sabe que ha
sido, por lo cual, para alcanzar los objetivos que ustedes preveían, que
sugerían un crecimiento compatible con la reducción del déficit del 6 por
ciento en materia de ingresos, tenemos que pasar a un crecimiento del 10
por ciento. Si no es así, no tendremos el escenario previsto. Esto es
especialmente más grave, más importante, en materia de ingresos fiscales,
porque para que las cifras casen en materia de ingresos fiscales hay que
aceptar un crecimiento de los impuestos directos en relación con la
liquidación del año anterior de casi el 12 por ciento, lo cual está muy
por encima de la elasticidad en relación con el PIB y algo muy distinto
de lo que ustedes habían previsto en el escenario presupuestario. Por eso
plantea esto algunos problemas que quizá tiendan a resolver por otra vía,
por la vía de las privatizaciones, sobre lo que después volveré.

Perdone la interrupción, señor Rato. Señor Presidente, yo no quisiera
abusar del tiempo, por lo que le ruego que me diga de cuánto dispongo,
porque es posible que haya transcurrido más del que tengo.




El señor PRESIDENTE: Señor Eguiagaray, como usted sabe, tenemos una
flexibilidad absoluta en lo que se refiere a las primeras intervenciones.

De modo que dentro de la prudencia, que dejo a su juicio, puede seguir
interviniendo el tiempo que considere oportuno.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Se lo agradezco, señor Presidente, pero como
no he mirado el reloj no sé cuántos minutos llevo.




El señor PRESIDENTE: Lleva usted 30 minutos, señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Gracias por su flexibilidad, señor
Presidente. Trataré de abreviar.

Decía que sobre el déficit quizá podamos volver en otro momento. Señor
Rato, otro problema que me preocupa es el del empleo. Nosotros no podemos
dejar de compartir que éste es el primer objetivo de la economía española
y ciertamente es un objetivo plausible. Usted ha formulado, más que como
objetivo, como previsión el que piensan crear un millón de puestos de
trabajo en estos cuatro años próximos. Yo quiero hacerle algunas
consideraciones sobre esta cifra de forma breve, entre otras cosas porque
en este momento no sé de qué estamos hablando y me parece que éste es un
tema que merece algún cuidado. Cuando ustedes hablan en este momento de
un millón de puestos de trabajo no se sabe qué quieren decir, porque no
se sabe si son puestos de trabajo de los de ahora o de los de antes; de
los de antes de la modificación de la encuesta de población activa, de
los de durante la modificación o de los de después; no se sabe si son
puestos de trabajo de antes de la guerra o de después de la guerra, de
los fijos o de los no fijos. En definitiva, y perdóneme la broma, señor
Rato, no se sabe si estamos hablando de personas o de unidades de cuenta.

¿Qué quiero decir? Los datos de la EPA ponen de manifiesto que en 1996 el
crecimiento medio del empleo ha sido de 373.000 puestos de trabajo. Eso
significa un crecimiento del 2,7 por ciento y significa que ha crecido
dos décimas menos que en 1995. El Instituto Nacional de Estadística ha
hecho una corrección de esos datos para, de acuerdo con sus estimaciones
de sesgo, reducir el crecimiento del empleo al 1,4 por ciento. El Banco
de España ha utilizado otros criterios para reducir el sesgo supuesto de
la encuesta de población activa. En este momento no sabemos cuántos son
los puestos de trabajo creados y no sabemos cómo se pueden comparar los
datos de 1996, de acuerdo con lo que dice el INE, con los de 1995, con
los de 1994 o con los de 1993. Naturalmente, si uno diera credibilidad
exclusivamente a la cifra revisada, ésa según la cual se acepta el que
una parte de la creación de los empleos eran empleos ficticios que ya
estaban anteriormente en la economía, nos podemos encontrar, señor Rato,
con que se esté haciendo una previsión de gran creación de empleo que en
el fondo sea simplemente la creación de números sobre empleos ya
existentes o todo lo contrario.

Por tanto, en principio, tal y como ustedes las formulan, yo no creo que
estemos hablando de creaciones extraordinariamente importantes. En todo
caso tomamos nota de lo que ustedes han dicho, pero convendría que nos
pusiéramos de acuerdo en cuáles son las cifras de referencia, porque si
no estaremos hablando de tasas de crecimiento en función de la EPA, de
tasas de crecimiento en función de lo que dice el Instituto Nacional de
Estadística, el Banco de España u otros, y al final no sabremos si
estamos hablando de personas o simplemente de unidades de cuenta, lo cual
me parece extraordinariamente grave en una cuestión de esta naturaleza.

Finalmente tengo que decir, señor Rato, que las previsiones de gasto que
ustedes hacen merecen una discusión. Plantean un escenario del Programa
de Convergencia que significa aceptar el que --por una vez lo reconocen--
la presión fiscal en este país es una de las más bajas de Europa,
discurso que no es aquel al que nos tenían acostumbrados, y sin embargo
pretenden mantener o bajar ligeramente la presión fiscal y, a la vez,
reducir el gasto público en un escenario compatible con la reducción del
1,4 del déficit en el período 1997-2000. Esto se hará --dicen ustedes--
mediante una reducción del gasto corriente de dos puntos y mediante una
ligera elevación, de dos décimas,



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de la participación de la inversión en el producto interior bruto. El
problema que se plantea, señor Rato, es el de la compatibilidad. Creo que
tienen un serio problema al pretender mantener una estrategia como la que
mantienen de evolución de los ingresos públicos con los datos que ya
arroja la liquidación del presupuesto de 1996 y que introducen muy serias
dudas --por lo menos este grupo las tiene, señor Rato-- sobre la
sostenibilidad del modesto pero existente Estado del bienestar. Ustedes
se contentan con decir que, como mucho, se va a poder mantener la cifra
de gasto social. Yo no sé por qué el objetivo del mantenimiento estricto
es plausible en un país en el que algunos todavía pensamos que tenemos
que hacer un cierto proceso de convergencia con otros países más
avanzados. Aquí estamos pensando en un crecimiento superior a la media
europea no seguido por una mejora en nuestros indicadores de gasto social
y otros en relación con los demás países, sino exclusivamente en el
mantenimiento. Pero incluso desde la perspectiva del mantenimiento, señor
Rato, uno tiene dudas de cómo puede ser posible --y las dudas solamente
se pueden formular en estos términos-- que un escenario de reducción de
la presión fiscal y de reducción del déficit público, con una elasticidad
que sin duda alguna es superior a la unidad en el gasto en materia
sanitaria, no puede ser seguido, a pesar del Pacto de Toledo, por una
política que conduzca al sostenimiento de todo el resto del gasto social,
gasto de educación incluido y otras cuestiones. Y esto es algo que deben
ustedes contribuir a demostrar. Yo tengo la obligación de dudar porque no
me parece posible la cuadratura del círculo, no me parece posible un
escenario de desfiscalización como el que ustedes proponen, un escenario
de reducción de la presión fiscal, un escenario de desfiscalización de
las rentas del capital, de afección de las rentas del trabajo, de
afección de otra serie de impuestos, incluidas otras series de figuras, y
de sustitución de esos ingresos a los cuales se renuncia en términos
relativos, simplemente por una política de tasas y precios públicos que
se ha iniciado en 1997, cuyos resultados están por ver pero que, con
independencia de los efectos redistributivos que tiene en términos de
equidad, sin duda alguna puede conducir a efectos nada deseables.

En esa dirección me parece, señor Rato, que el elenco de reformas
estructurales que se constituyen meramente en enunciados en el Programa
de Convergencia no justifica el que estos resultados se vayan a
conseguir. Por consideración a todos ustedes no puedo dedicar mucho más
tiempo a lo que me gustaría poder dedicar con algún detalle porque me
parece que el tema lo merece, pero, por ejemplo, ustedes saben que en el
presupuesto de 1997, por no citar más que un caso, han dejado de
presupuestar los déficit de las empresas públicas. Son aproximadamente
230.000 millones de pesetas que este año no están en el presupuesto
aunque sí están en la realidad. Las empresas simplemente tienen que
financiarse con avales públicos mediante el crédito. En algún momento
tendrán que pasar por el presupuesto. Dicen que van a modificar los
contratos-programas para ahorrar y para reducir la carga que esto
significará cuando decidan que pasen por el presupuesto. No se dice cómo
se va a hacer esto y éste es, ciertamente, uno de los elementos de
credibilidad para 1997, para 1998, para 1999.

Me plantea algunas reformas estructurales que a su juicio van a
contribuir muy positivamente a la marcha de la economía y cita, entre
otras, las continuidad de los procesos que han tenido lugar desde la
aprobación de diferentes decretos-leyes en materia fiscal, por ejemplo,
en relación con las rentas del capital o con determinadas figuras de
ahorro. Comprenderá, señor Rato, que éste no va a ser, no parece que
pueda ser un elemento de especial confluencia. Me temo que ésa no es la
vía más adecuada. Creemos que tiene efectos negativos, incluso que es
incongruente con los objetivos de déficit y, además, tiene otros efectos
profundamente injustos. O la reforma de la Losen. Si la reforma de la
Losen, si la liberalización del sistema eléctrico consiste en otorgar a
las empresas eléctricas dos billones de pesetas, como está previsto en
este momento en el protocolo eléctrico, sin duda alguna será una curiosa
forma de liberalizar a costa del consumidor y en perjuicio de los
diferentes ciudadanos usuarios y en beneficio de las compañías
eléctricas. O ustedes plantean --y me parece que esto puede ser una de
las claves explicativas de la sostenibilidad en 1997, pero hay algunas
dudas más en 1998 y en 1999-- una política de privatizaciones intensa. En
los presupuestos para 1997 se preveían ingresos por 90.000 millones de
pesetas; en el Programa de Convergencia están planteando ingresos por
privatizaciones ya de un billón 600.000 millones; y aunque el profesor
Barea y usted mismo se encargaron de decirnos, durante todo el año 1996,
que los ingresos por privatizaciones no serían utilizados para la
reducción del déficit público, nos encontramos con esa amplia explicación
que ha dado, entre otros, su Subsecretario de Economía y Hacienda, en
virtud de la cual de Telefónica se utilizarán no menos de 190.000
millones de pesetas, Bruselas mediante, para aumentar los ingresos
públicos computables en términos de contabilidad nacional. Si ésta es la
variable de cierre, puede ser. Lo que pasa es que ésa es una variable de
cierre muy temporal, es una variable de cierre válida para 1997,
difícilmente para 1998, que nos arroja algunas dudas.

Termino, aunque sin duda alguna podría seguir con otros elementos, señor
Rato. Entienda que lo que le estoy diciendo quiere ser una contribución
responsable a algo que me parece que nos debiera unir a pesar de ustedes
y, si quiere usted decirlo también, a pesar de nosotros. Yo creo que hay
objetivos muy serios para este país. La Unión Económica y Monetaria es un
objetivo deseable, es un objetivo que al menos en su formulación global
lo compartimos, todos hemos trabajado por eso y vamos a seguir
trabajando. Tenemos el legítimo derecho a diferenciarnos en las opciones
para alcanzarlo. Tenemos la obligación desde la oposición de suscitar
algunas dudas, pero quiero que estas dudas que suscito se entiendan desde
la congratulación porque hoy tengamos resultados indicadores que nos
hacen prever y posible la entrada en la Unión Económica y Monetaria. Ese
es un objetivo que podemos compartir y por el que seguiremos trabajando.

Sin embargo, creo que en beneficio de nuestra entrada y, sobre todo, de
la sostenibilidad de la política económica tienen ustedes la obligación
de clarificar



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cómo es de sostenible el Estado del bienestar, cómo son de sostenibles
las cifras que en este momento se arrojan y cuáles son los esfuerzos de
clarificación que habrá que hacer para que este programa, a cuya
credibilidad global, incluso internacional, nos gustaría contribuir,
pueda también merecer internamente nuestro apoyo al menos en esos
términos. No aspiro, señor Rato, a hacer la misma política fiscal que
usted, no aspiro a tener la misma política en empresas públicas, no
aspiro a nada de todo eso y, sin embargo, creo que debe haber un terreno
para algún acuerdo y debe haber un terreno legítimo para la discrepancia,
compartiendo objetivos como son éstos en términos nacionales.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya tiene la palabra el señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Señor Presidente, intervengo desde una posición
muchísimo más nítida después de escuchar, durante más de 40 minutos, el
esfuerzo heroico del señor Eguiagaray por conseguir un margen de maniobra
argumental para fijar su posición. A nuestro juicio había dos opciones a
elegir, dos opciones de política económica y estratégica para este país.

El Gobierno y no sólo el Gobierno sino anteriormente otras estrategias
han elegido una de esas opciones si se cumplen, y los intentan cumplir de
manera absolutamente estricta y rigurosa, los criterios de convergencia
monetaria, aunque esto suponga deprimir la economía, recortar gastos
públicos y una serie de cuestiones que usted ha recogido en el Programa
de Convergencia y Estabilidad y que ha desgranado aquí esta mañana de
manera bastante habilidosa por lo que compete a la estructura de la
síntesis que ha hecho usted. Porque usted es un maestro en lanzar señales
a los mercados, usted es un maestro en la semiótica de los mercados.

Efectivamente ha hablado de los sacrificios (por descontado no ha
utilizado esa palabra) que hay que hacer y que ya se están realizando de
cara a lo que ya se llama en Europa, con lenguaje campanudo, la
construcción de la primera gran catedral de la nueva fase histórica que
es el euro. Usted ha definido sin pelos en la lengua en qué consiste la
reforma del mercado laboral. Usted la ha definido: despido más barato,
más rápido y más fácil. Usted lo ha dicho claramente, sin ambages, sin
ningún afeite y sin ningún programa de difuminación. Usted ha hablado
también de que otro de los elementos fundamentales para la construcción
de esta fase es la moderación salarial, que estará incluso por debajo de
la productividad en cuanto a los salarios reales. Sin embargo, no ha
hecho ningún tipo de referencia a la inflación que producen los
beneficios, que es superior a la inflación de los salarios. Usted ha
hablado de la revisión que se contiene en el cuadro macroeconómico
incluido en los presupuestos, ha hablado de una reducción seria de la
inversión y de un proceso de privatizaciones incluso agudizado en su
ritmo, desde luego muy profundo desde el principio. Por tanto, estamos
construyendo esa catedral con unos enormes sacrificios que usted aquí ha
enumerado, subrayando varias veces la bondad de la situación política
macroeconómica, pero, señor Rato, sin lanzar ni una sola señal a la
sociedad, sí a los mercados, y en la semiótica social real, en la vida
cotidiana que estamos viviendo, usted --permítame decírselo-- no es un
experto o no quiere serlo.

Nos presentan ustedes aquí el nuevo Programa de Convergencia y
Estabilidad para los años 1997-2000 que es contemporáneo de la firma
interconfederal de la reforma del mercado laboral. No sólo es
contemporáneo sino que son dos piezas absolutamente indisolubles a partir
de ahora. No se podría entender la reforma del mercado laboral que acaba
de firmarse sin tener en cuenta este paisaje, esta matriz que acaba de
documentar aquí parlamentariamente. Son dos piezas absolutamente unidas
que coinciden en el tiempo y que desde el punto de vista de la estrategia
que han adoptado es un triunfo. Desde el nuestro supone agudizar los
sacrificios que estamos realizando de cara a la consecución de una
política económica que no tiene en cuenta el objetivo que nos planteamos
desde primera hora y con decisión, que es la creación de empleo, la lucha
beligerante contra el desempleo, desde políticas macroeconómicas
igualmente beligerantes y en el seno de una política presupuestaria
flexible que en este caso no tendría que asumir obedientemente, como se
está haciendo, casi como el primero de la clase, los planteamientos del
plan de estabilidad, muy endurecido en las últimas reuniones del Ecofin.

El Programa de Convergencia que nos presentan sin duda está enmarcado en
esa apuesta que se está haciendo para eliminar los obstáculos que están
presentando los países centrales europeos con respecto a la estructura
económica de los países del Sur. Para acceder a la moneda única con esa
serie de obstáculos estamos haciendo un esfuerzo muy superior a la media
europea, ya que algunas de las medidas estructurales son mucho más agudas
en su desmantelamiento con respecto a esta media europea. También figura
otra nueva señal que usted ha dado a los mercados al no haber sido
totalmente beligerante contra la rigidez de criterios y el volumen de las
sanciones últimamente adoptado, concretamente el pasado día 5 de abril,
que endureció el pacto de estabilidad acordado en el Consejo de Europa de
Dublín en diciembre de 1996. Acaba de dar una nueva señal a los mercados
no luchando suficientemente contra ese endurecimiento de las sanciones
que a partir de ahora no van a afectar solamente a los paíes díscolos,
sino que van a ir mucho más allá y afectarán también a los países
virtuosos. Desde luego, se trata de un interesante ejemplo de
redistribución de la renta.

Ustedes ratifican el compromiso de España con esta política económica de
manera tremendamente rigurosa y señalan una serie de cuestiones en un
cuadro macroeconómico que incluso corrige el que figuraba en los
presupuestos de 1997. Aparece la necesidad de alcanzar un 3 por ciento de
crecimiento en términos reales, lo que según ustedes vendrá impulsado
fundamentalmente por la demanda interna, que aumenta un 2,5 por ciento,
con un crecimiento del consumo privado del 2,7 por ciento y una
disminución del público del 0,3. Recogen un aumento de la inversión del 4
por ciento y paralelamente hablan de que mejorará muchísimo el sector
exterior y que consecuentemente tendrá



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una aportación positiva al crecimiento del producto interior bruto.

En este planteamiento que recogen en el Programa de Convergencia y de
Estabilidad destaca, señor Rato, una sensible revisión de las
proyecciones establecidas para 1997 en los Presupuestos Generales del
Estado. El ritmo de crecimiento es el mismo, el 3 por ciento, pero se
estimaba un mayor crecimiento de la inversión, un 6,5, que ahora baja al
4 por ciento. También aparecía --han cambiado esa proyección-- una
aportación negativa del sector exterior prevista en 0,3 puntos
porcentuales. Para 1997, también según el Programa de Convergencia, se
espera un aumento de los precios del 2,5 por ciento y en los Presupuestos
Generales del Estado establecían un 2,8 por ciento. Se recoge como línea
fundamental de trabajo la moderación de los aumentos salariales y un
crecimiento del empleo del 2 por ciento, esto es, unos 230.000 puestos de
trabajo que, sin embargo, no impedirá que la tasa de paro se sitúe muy
por encima del 21 por ciento de la población activa. Para todo este
período de tiempo se prevé que los salarios --ya lo he dicho
anteriormente--, incluidos los deslizamientos, crezcan por encima de la
inflación, pero por debajo en todo caso de la productividad, continuando
a nuestro juicio con ese proceso de distribución regresiva de la renta
nacional.

Las proyecciones presupuestarias, íntimamente ligadas a todo lo anterior,
suponen que la ratio ingresos públicos-producto interno, la presión
fiscal, se mantiene constante en 1998 (40,7 por ciento), pero se reduce
durante los años 1999 y 2000, a pesar de que, como en el mismo documento
se dice, la presión fiscal se encuentre entre las más bajas de Europa, 7
puntos porcentuales por debajo de la media de la Unión Europea. Por lo
tanto, este tipo de política fiscal se pretende realizarla, eso sí,
acompañándola de otra serie de medidas que a nuestro juicio empeoran
muchísimo la situación de cara al futuro en función de los parámetros de
la lógica que hemos asumido.

Desde su punto de vista, se trata de intensificar la racionalización de
la Función pública. Cuando se habla de racionalización parece que al
mismo tiempo se está hablando de racionar, es decir, de reducir el peso
del sector público en la economía, con lo cual se amenaza, respecto a
ciertos gastos que se han señalado anteriormente y que vuelvo a exponer,
con actuar sobre la política sanitaria, ya que se nos advierte del gran
coste que supone esta política sanitaria que alcanza casi un tercio del
consumo público, y se nos habla de que se continuarán aplicando medidas
de gestión mixta en los centros sanitarios y se adoptarán medidas
tendentes a limitar el crecimiento del gasto sanitario y farmacéutico.

Vamos a ver por dónde marcha la cadena constante de sacrificios que se
está exigiendo a la sociedad española. Inmediatamente añaden que hay que
tener en cuenta cómo se están produciendo las prestaciones sociales y se
nos dice que hay que intensificar las medidas para el control del fraude.

De acuerdo. Pero enseguida también se nos dice que hay que seguir en la
aplicación de lo acordado en el Pacto de Toledo. En el último acuerdo ya
figura una reducción de las nuevas pensiones y ustedes apuntan a la
agudización de esa lectura regresiva que se ha hecho en el acuerdo del
Pacto de Toledo. También dicen que en los dos próximos años se culminarán
los procesos de privatización y saneamiento del sector público
empresarial y respecto a los ingresos públicos hablan de una reforma
profunda del IRPF, en la línea en que se ha movido a lo largo de su
intervención.

En definitiva, señor Rato, el programa que nos presentan está en el seno
de una burbuja optimista, teniendo en cuenta la reducción de la
inflación, una cierta consolidación fiscal y sobre todo --ahora me
referiré a él-- al acuerdo sindicatos-patronal que a nuestro juicio en
absoluto corrige la contrarreforma de 1994.

Nosotros pensamos, según lo que usted ha dicho aquí de que se cambian las
previsiones respecto de los presupuestos de 1997 --me refiero al tema del
sector exterior-- que ustedes subestiman la influencia en nuestra
economía de la reforma de los ajustes contemporáneos que van a realizar
en todos los países de la Unión Europea de cara al examen de marzo o
abril de 1998. No tienen en cuenta de manera rigurosa --pensamos
nosotros-- las consecuencias que pueden derivarse de esa reforma y de
esos ajustes, de cara al examen de la entrada en la primera velocidad.

Todos los cuadros del programa apuntan a una disminución de las
administraciones públicas, por lo que consecuentemente estamos hablando
de menores capacidades para incentivar políticas de igualdad de
oportunidad, de cohesión social, de promoción del sector público y del
tejido productivo y tecnológico. Por otro lado, contemplan la vigencia de
unas relaciones laborales que no suponen, en absoluto, una redistribución
progresista de la renta nacional y que por tanto es contraria a las
rentas salariales. Todo esto teniendo en cuenta el gran acuerdo, desde su
punto de vista, que se ha producido sobre la reforma del mercado laboral.

Usted ha dicho --son palabras que aquí constan-- que hay un contrato
indefinido que supone una rebaja de la percepción, por tanto es un
contrato más barato, y ha afirmado que la definición más clara y precisa
del despido objetivo permitirá mayor facilidad para el ajuste de
plantillas, en función de la fluctuación de la demanda y de la marcha de
la competitividad. Efectivamente, usted lo ha dicho directa y claramente:
despido más barato, ajuste de plantillas mucho más fácil. Aparece ya la
reforma del mercado laboral y las figuras que en ella se contemplan como
un elemento estructural de la nueva política económica. Es decir, con el
cambio del artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores y el que habrá
prácticamente a partir de ahora (porque la demanda es fluctuante, es
cíclica y el tema de la competitividad también es abstracto, muy inasible
en muchos momentos al ver la cuestión) ustedes están hablando ya de un
despido procedente como despido normal, regular. Lo que antes era
excepcional se convierte en normal y la reforma laboral pasa a ser un
elemento fundamental estructural de la política económica que ustedes
están llevando a cabo de cara al examen de marzo o abril de 1998. Incluso
al principio de este acuerdo se decía que hay que tener muy en cuenta las
previsiones que se contemplan a la hora de ajustar la economía para la
entrada en la Unión Económica y Monetaria.




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Usted no lo ha dicho pero yo sí lo digo, y es que se mantienen ocho tipos
de contratos precarios; no se han quitado. A la vez se crea una especie
de contrato, desde luego no indefinido porque no va más allá de cuatro
años, lo que quiere decir que de nuevo habrá una opción muy clara hacia
los ocho tipos de contratos precarios frente al un poco más estable que
la CEOE y los sindicatos han recogido en la reforma del mercado laboral y
que ustedes mecánicamente van a recoger ahora al trasladarlo al
Parlamento español. Desde luego no aparece lo que a nuestro juicio sería
la estructura de política de largo alcance fundamental a la hora de la
creación de empleo, que es la reducción de la jornada laboral, el reparto
del tiempo de trabajo, la reducción drástica de las horas extraordinarias
y la reducción de la edad de jubilación. Aparece simplemente sólo a nivel
de declaración retórica, y no como un elemento fundamental a la hora de
definir políticas respecto al problema número uno que tiene este país: el
paro, el desempleo y la escasa posibilidad de creación de empleo que se
deduce de esta política que usted ha defendido aquí pormenorizando
fundamentalmente el cuadro macroeconómico. Cuando usted habla de la
creación de un millón de puestos de trabajo está creando una falsa
expectativa, unas falsas esperanzas o, como se decía antiguamente, señor
Rato, está usted engañando a la gente. Con esta política no es posible
más que hablar de una serie de contratos que se pueden hacer, que usted
podría cuantificar, pero no de la creación de un millón de puestos de
trabajo, cuando el entorno comunicativo en el que nos estamos moviendo
habla de que se ha creado el puesto de trabajo indefinido. Se está
engañando a la gente, señor Rato.

Nosotros pensamos que se está constitucionalizando, con la única
oposición de Izquierda Unida, un dogma monetarista claro: la política de
convergencia, temas que en absoluto se contienen en la reforma de la
Conferencia Intergubernamental. Consiguientemente, ahí está el pacto de
estabilidad y la creación, con sus estatutos consiguientes, de la red de
bancos centrales o del Banco Central Europeo en 1998, la limitación
tremenda de los Gobiernos nacionales para desarrollar políticas
económicas y sociales basadas en el protagonismo público, en las
necesidades propias de cada territorio. No vamos a converger en cifras
cotidianas, reales, referidas al desempleo respecto a la media europea, y
desde luego se abandona cualquier tipo de política nacional sobre la
redistribución más justa y la lucha contra el desempleo.

En el debate de hace unas semanas, cuando nosotros insistíamos en el tema
del empleo, usted decía: No; ésa es una política nacional. Si usted se
lleva todos los instrumentos, si los instrumentos fundamentales son
arrastrados por esta política de convergencia rigurosísima que se dibuja
en ese plan que ustedes nos han presentado, señor Rato, que ajusta la
política --usted decía el otro día que no hay ajuste-- que se contenía en
los presupuestos para 1997, una bajada superior, que ya era profunda, de
la inversión y el resto de las cifras que le acabo de citar, todo de cara
a que el sector exterior pueda mejorarse fundamentalmente y se pueda
relanzar la demanda interna, nada de eso es comprobable en estos
momentos. Están bajando los tipos de interés, pero su repercusión está
siendo nula respecto a los temas estructurales a los que yo me estoy
refiriendo. Por cierto, no se denota en el Gobierno ni en las autoridades
monetarias que la repercusión de la bajada de los tipos de interés llegue
a la gente. Sí está llegando en los depósitos que la gente tiene en los
bancos y cajas de ahorro, donde el interés está al 4 ó 4,5 por ciento. Al
día siguiente de la bajada de este cuartillo ya están las circulares en
las cajas de ahorro y los bancos para bajar los tipos de interés de los
depósitos de los ahorradores, pero las hipotecas siguen al 8, al 8,5, al
9, al 10 y no bajan de manera adecuada a como lo hace el precio del
dinero, y nadie controla de manera rigurosa el mibor ni otros elementos
de referencia que se están desarrollando en este país. (El señor Homs i
Ferret: ¿El mibor?) Cuando le toque a usted le cederé la palabra
gustosamente, señor Homs. (Rumores.)
Por tanto, señor Presidente, nosotros queremos decir que nuestra posición
está clara, es fácil de entender y se podría aplicar. Pensamos que su
identificación absoluta con la integración, como anteriormente también se
produjo con el Programa de Convergencia necesario para entrar en la
primera velocidad, no es adecuada y requiere matizaciones profundas. Por
tanto, no podemos compartir las críticas que se limitan a cuestionar la
intensidad o ritmo con que se aplica esta política. Nosotros no
compartimos las críticas que se limitan a matizar, que intentan
heroicamente buscar un margen de maniobra argumental que a veces no se
encuentra, porque si se encontrara de manera rotunda funcionarían como
obstáculos a ese tipo de integración. Nuestra posición es más clara.

Nosotros no compartimos los objetivos y mucho menos las consecuencias que
se van a desprender a partir del cumplimiento riguroso de esos objetivos
como primeros de la clase, fundamentalmente porque somos un país del Sur
al que se le va a exigir un mayor rigor en el mantenimiento de los
cambios y de la estructura que se está diseñando para la tercera fase.

Nosotros en Izquierda Unida criticamos esa política, la estructura
profunda de esa política, con independencia de quién la aplique o con qué
entusiasmo, habilidad o eficacia la esté aplicando. Esa eficacia va en
contra de planteamientos fundamentales como la creación de empleo, la
redistribución de la riqueza y la lucha contra la marginalidad social.

Por tanto nosotros no la compartimos. Pensamos que fenómenos como la
venta del patrimonio público acumulado durante tantísimos años, durante
generaciones, con un sacrificio social profundo, y el desmantelamiento
del sector público que se prevé en el horizonte de dos años y más allá
también en el Programa de Convergencia y Estabilidad no son aceptables
por nosotros. Comprendemos que viene de atrás, que tiene un largo camino,
puesto que larga es la coyuntura, la estrategia que mantiene la andadura
de esta política. Nosotros pensamos que las políticas tendentes a
desregular el mercado del trabajo y a eliminar derechos de los
trabajadores se producen hace tiempo pero se están agudizando en esta
recta final de cara al examen y se están creando condiciones muy duras en
ese plan de convergencia para el próximo futuro. Es posible que las
cifras macroeconómicas respondan de manera adecuada, pero le aseguro que
la sociedad puede empezar a reflexionar



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sobre cómo se produce en la vida cotidiana, en la realidad, en el devenir
de cada día.

Nosotros rechazamos, señor Rato --y así lo recogeremos en la resolución a
presentar-- el Programa de Convergencia del Gobierno sustentado por el
Partido Popular. Creemos que parte de un planteamiento erróneo del
proceso de construcción de la Unión Europea, que a nuestro juicio se
aleja cada vez más de las demandas y necesidades de los ciudadanos y de
las ciudadanas europeos. Nosotros plantearíamos un cambio en esa política
económica. No sólo estamos en contra, presentamos la posibilidad de otra
política económica, de otro camino de convergencia y la necesidad de que
se luche por una alternativa al Tratado de la Unión Europea, documento
que también presentaremos a partir de la síntesis que se produzca con
nuestro voto particular en la subcomisión referida a la Conferencia
Intergubernamental. Nosotros lo vamos a hacer fundamentalmente en tres
líneas urgentes de actuación. La primera, la necesidad de que se
emitieran directivas obligatorias que recogiesen un estatuto de derechos
mínimos de los ciudadanos europeos para armonizar con criterios de
igualación al alza sus condiciones laborales y sus condiciones con
respecto a las prestaciones sociales. Hace falta ese estatuto europeo de
derechos económicos y sociales efectivo, que afecte de verdad a todos los
ciudadanos y ciudadanas, o nos vamos a encontrar con una unidad europea
falsa, no sólo de geometría variable sino que produzca unas tendencias
estructurales irreversibles a medio plazo.

En segundo lugar, nosotros pensamos --cuestión que en nada se refleja en
el texto que usted nos mandó hace unas cuantas horas-- que es necesario
que se apruebe un marco general vinculante de diseño fiscal, de
aplicación de los sistemas tributarios para garantizar no sólo la
suficiencia de recursos públicos sino para hablar de verdad en Europa de
una solidaridad fiscal basada en el criterio de progresividad.

Actualmente, incluso a partir de fenómenos como el dumping fiscal y
otros, estamos abonando un diseño no sólo dual sino con distintas
velocidades y con distinto futuro.

En tercer lugar, señor Rato, nosotros pensamos que debe ser un principio
básico el problema de la creación de empleo, de cara a los próximos
consejos y de cara a la construcción de la Unión Europea. Hasta ahora no
se ha logrado que ningún documento, que ninguna perspectiva, que ninguna
decisión política de fondo recoja como objetivo fundamental coordinado, a
nivel de todos los Estados miembros, el problema de la creación de
empleo. No figura en las agendas reales, sí en las retóricas y
comunicativas, pero no figura en las agendas estructurales de fondo. No
está prevista la creación de empleo en este plan de convergencia y
estabilidad, no está prevista la creación de empleo en la construcción de
la Unión Europea en el próximo período. Por lo tanto nosotros pensamos
que es un elemento diferencial de primerísima magnitud que iremos viendo
a lo largo del tiempo, que no se trata de una simple proclama, que no se
trata de una simple oposición sistemática, porque estamos en el otro
lado, sino que es un tema que se está produciendo, que nos está llevando
no sólo a una relación de precariedad tremenda, insoportable en muchos
estratos de la sociedad, sino a la imposibilidad de crear empleo real,
empleo estable, empleo indefinido a pesar de que cada vez se utiliza más
esta palabra, pero de manera absolutamente gratuita.

Por lo tanto, señor Presidente --termino--, en esa resolución vamos a
recoger todo este tipo de planteamientos que marcan una segunda opción,
una segunda opción posible. Ya sabemos que desde un tiempo a esta parte
se están aplicando con rigor políticas contrarias a esta opción, a esta
alternativa, pero las consecuencias de esas políticas las estamos
viviendo de manera nítida. En la revisión que ustedes hacen de los
cuadros anteriores, incluso recogidos en los presupuestos para 1997, no
hablan de reducción de gastos sociales, de reducción drástica de la
inversión, no hablan de reducción salarial real, con respecto a la
productividad, moderación salarial como elemento fundamental de cara a
indicadores como la inflación y otros, y nos están hablando de una
reforma laboral que tampoco compartimos. Por lo tanto, nosotros vamos a
luchar porque no se establezca como se ha establecido en función del plan
de estabilidad y en función de los últimos acuerdos del Ecofin, una
especie de tiranía de los mercados; vamos a luchar porque haya un margen
de maniobra real desde cada territorio, que no se subsuman totalmente,
como se viene haciendo --con mayor grado incluso se está pidiendo que lo
hagan los países del sur, la soberanía nacional--, sin romper la
posibilidad de una construcción armónica, la construcción de la Europa de
los pueblos. Desde ese punto de vista pensamos que cabe una democracia
económica que no sería otra cosa en definitiva, a nuestro juicio, que el
derecho de la sociedad, en este caso de la sociedad española, a aplicar
la política económica que libremente haya elegido. Ustedes no están
aplicando esa política económica libremente elegida; ustedes son los
cónsules de una política económica que no les deja ningún tipo de margen
de maniobra y que está convirtiendo a este Parlamento en algo que tiene
discursos que se podrían aplicar en la realidad, pero que no permite que
se aplique el plan de convergencia ideado y el diseño de la Unión Europea
que se está aplicando con mucha más fuerza en este último período.




El señor PRESIDENTE: Por parte del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), tiene la palabra el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Señor Vicepresidente Segundo y Ministro de
Economía, este Programa de Convergencia para el período 1997-2000 tiene
la aprobación del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió).

Tenemos algunas puntuales observaciones que se las transmitiré en mi
intervención, pero tiene esencialmente la aprobación del Grupo
Parlamentario Catalán de Convergència i Unió.

Este Programa de Convergencia tiene un adecuado diseño económico, señor
Ministro, sus elementos son correctos. La política económica que define
este Programa de Convergencia tiene para nosotros una correcta
orientación económica, creo que se ajusta a los elementos que mi grupo
parlamentario defiende hace años y que ya hace



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unos tres o cuatro años venimos compartiendo en la orientación que se le
da a la política económica. Lo hicimos en los últimos años con el
anterior Gobierno y lo hacemos ahora. Señor Presidente, señor Ministro,
este Programa de Convergencia guarda perfecta correspondencia con los
compromisos expresados por mi portavoz en el debate de investidura al
fundamentar el apoyo de este grupo parlamentario a la investidura del
Presidente del Gobierno del que usted forma parte como Ministro y máximo
responsable económico. De otra forma, no le daríamos apoyo en este
momento, señor Ministro. Por lo tanto, quisiera transmitirle esta
coincidencia, por otra parte expresada textualmente en el pacto que mi
grupo parlamentario ha formalizado con el Grupo Parlamentario Popular,
pacto denominado PP-CiU. Este Programa de Convergencia recoge los
elementos esenciales expresados en aquel compromiso político. Repito, de
otra forma, no podríamos darle aprobación en este momento.

Señorías, este Programa de Convergencia que nos propone el Gobierno
tiene, a nuestro juicio, un elemento económico de gran valor, y es que es
posible, yo diría más, es creíble; y lo es, señorías, porque, al diseñar
un marco económico que permite crecer sostenida y establemente en un
contexto de mayor competitividad y de creación de empleo, lo hace a
partir de la evidencia del desarrollo de la economía del año 1997. El
valor que tiene este Programa de Convergencia no es un cúmulo de
propósitos y de buenas intenciones en el ámbito económico, es que tiene
un punto de salida y es que todas las medidas y todas las decisiones
económicas que se han tomado ya al iniciar esta legislatura a lo largo de
este último año 1996 y primeros de 1997, han dado como resultado ya una
evolución de la economía positiva, que nos da fuerza y credibilidad a lo
que se extiende para el período hasta el año 2000. No estamos haciendo un
conjunto de buenos deseos, estamos haciendo, señorías, una extensión de
lo que ya se está aplicando y se ha empezado a aplicar en estos últimos
meses. Y ésta, señorías, yo diría que es la cuestión central, la
credibilidad que puede tener en los mercados y en el mercado europeo el
Programa de Convergencia que hoy estamos debatiendo.

Señorías, una segunda observación. Este Programa de Convergencia asegura
plenamente la incorporación de la economía española a la tercera fase de
la Unión Monetaria y, lo que es más, su más inmediata permanencia en los
próximos años. Es éste un compromiso político de mi grupo, que lo ha
expresado reiteradamente. Creemos que es bueno para los ciudadanos
españoles, para la sociedad, que España se incorpore plenamente en la
tercera fase de la Unión Monetaria. No titubeamos en cuanto a este
objetivo político. Es más, creemos que es muy positivo que sea así. Por
lo tanto, este Programa de Convergencia es un anuncio a los mercados, un
anuncio a los agentes económicos, un anuncio a las principales
autoridades económicas de la Unión Europea. El poder político y
responsable del Gobierno y de la política económica de España está
apostando decididamente por la incorporación de nuestra economía a la
Unión Europea. Quisiera apuntarle, señor Ministro, que no sólo está
comprometido el Gobierno en este objetivo, lo está la mayoría política
que le está dando apoyo en esta Cámara. Ahí me implico como responsable
económico de mi grupo que le va a dar al Gobierno todos los apoyos
políticos necesarios para garantizar y asegurar esta incorporación de la
economía a la Unión Europea. Pero esto no es un cheque en blanco, esto no
es un compromiso sin ningún tipo de exigencias. Vamos a ser también un
grupo muy exigente ante la ejecución de todo el programa económico,
porque compartimos su construcción, compartimos su estrategia y los
elementos concretos de las medidas que contiene. Vamos a continuar siendo
muy exigentes y rigurosos en la aplicación y en el cumplimiento de todos
estos propósitos. Quizá ahí está el riesgo mayor de todo lo que estamos
tratando: que acertemos en la ejecución, que acertemos en la aplicación
de todos estos compromisos económicos. Ahí va a tener, señor Ministro, la
colaboración exigente de mi grupo, como siempre, en el sentido de no
fallar, de no defraudar, de no errar en la aplicación de todo el Programa
de Convergencia.

¿Qué elementos han cambiado de forma esencial en este Programa de
Convergencia de los otros que hemos ido planteando en la Unión Europea?
Quisiera destacarlo porque es importante que la opinión pública que sigue
este debate, y los analistas que puedan estar interesados en él, sepan
dónde están los acentos políticos de la nueva etapa económica. Este
Programa de Convergencia tiene muchos elementos, pero quisiera destacar
tres. Hay un compromiso política en una más intensa y rigurosa política
presupuestaria. Ahí ha nacido un desarrollo de las repercusiones de una
orientación de la política económica matizadamente distinta de los años
anteriores. La política presupuestaria es, quizá, el paso que se da con
mayor intensidad política al empezar esta legislatura: poner el
crecimiento del sector público en función del crecimiento de la economía.

Se trata de eso. Sólo crecerá el sector público si crece más la economía,
no al reves. Esta es una cuestión central muy importante. También se
deriva de ello que no van a poder crecer los ingresos tributarios más que
el ritmo que nos permita el crecimiento de la economía. Nos interesa que
crezca la economía y de ello se desprende un crecimiento de ingresos
tributarios. El sector público va a tener más recursos para hacer más
funciones en el ámbito de la sociedad, pero siempre detrás del
crecimiento de la economía, nunca delante. Hemos vivido una etapa en
donde la expansión del sector público ha estado por delante del
crecimiento de la economía. Este es un elemento central de la nueva
orientación económica. Mi grupo la defiende, la ha defendido siempre, la
propugna y la comparte con lo que hoy nos expone el Programa de
Convergencia.

De esta política más rigurosa y más exigente en la naturaleza
presupuestaria se desprenden dos elementos claves. Uno de ellos es que se
está bajando el tipo de interés mucho más de lo que lo hizo en anteriores
etapas, porque hay más rigor en el control del déficit público. Señor
Ministro, quisiera transmitirle un compromiso importante que algún
portavoz también ha expresado. El mercado está interiorizando la bajada
del tipo de interés oficial. Le pido, señor Ministro, que adopte
actuaciones políticas para extender al máximo esta reducción a todos los
elementos posibles de



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la sociedad, empezando, por ejemplo, por reconsiderar si debiéramos tomar
la decisión urgente de bajar el tipo de interés legal del dinero,
decisión que puede tomar el Gobierno. Mi grupo tiene intención de
presentar hoy una proposición de ley, en el sentido de pedirle al
Gobierno que baje el interés legal del dinero, unos puntos, un punto,
medio punto, como ejemplo, frente a la sociedad, de la voluntad de
contribuir a la rebaja del tipo de interés del dinero en todos los
activos. Es verdad, como ha dicho algún portavoz, que el sector
financiero se apresura enseguida a bajar los intereses en el pasivo y no
lo hace en los activos. Creo, señor Ministro, que debíamos pensar, sin
quebrar las normas del mercado, cómo podemos estimular más eficazmente
que en todos los activos del mercado se bajen los tipos de interés.

El otro elemento importante de una política presupuestaria rigurosa es la
intensa caída de la inflación. La política presupuestaria rigurosa que
contempla ese Programa de Convergencia es un elemento que está cosechando
ciertos resultados positivos, y que quiero destacar. Es una clara
voluntad política de liberalización, de flexibilización, de reformas
estructurales en la economía española. Este compromiso está generando
buenas expectativas económicas, que no hay que frustrarlas con las
reformas que se adopten a partir de ahora. Tendremos que ser muy eficaces
en hacer bien estas reformas estructurales, porque del acierto de las
mismas depende la consolidación de la evolución que hemos empezado.

Tercer elemento importante. Atribuyo un buen acierto al Programa de
Convergencia y a la política económica que usted dirige, señor Rato. En
esta legislatura se ha logrado una mayor implicación de la sociedad en la
política económica. Esto es muy importante. Estamos logrando una mayor
implicación de la sociedad en el compromiso de conducir la política
económica. ¿En qué puntos? En la política de rentas, porque la sociedad
se está implicando mucho más en el compromiso de moderar la política de
rentas para no quebrar el crecimiento de la inflación. Parece como si la
sociedad hubiera entendido plenamente que inflaciones bajas es lo más
positivo para las rentas bajas y para las rentas laborales, e inflaciones
altas es lo más negativo para las rentas laborales y las rentas bajas.

Eso se ha entendido y se ha extendido en todos los comportamientos del
mercado. El Gobierno ha conseguido en esta legislatura una mayor
implicación de la sociedad en la dirección de la política económica. Hay
otro elemento. El acuerdo que se ha tomado entre sindicatos y empresarios
es un gran respaldo al momento económico. Es una imagen muy positiva, que
damos al mundo y a Europa, que hay que saber aprovechar.

Señor Ministro, en el espacio de tiempo que tengo queremos transmitirle
estas observaciones generales, pero queremos hacerle también algunas
observaciones concretas al Programa de Convergencia. Lo hemos estudiado,
lo hemos podido hacer con tranquilidad y lo hemos leído extensamente. La
primera es que, compartiendo la política económica, considerando que es
creíble, hemos de estar muy vigilantes en muchos puntos de este Programa
de Convergencia. No le puedo comentar todos, pero sí uno que es el
control del consumo público. Nos jugamos mucho en acertar en la exigencia
del control del consumo público. Estos presupuestos de 1997 han adoptado
compromisos de austeridad y de reducción del gasto, incluso del gasto
corriente. Tenemos que tomar más decisiones para poder garantizar que el
esfuerzo de contención del gasto corriente va a alcanzarse y se van a
cumplir los objetivos que tenemos en estos momentos. No nos relajemos en
la exigencia en el consumo público. Ahora bien, compartiendo ese
objetivo, nuestro grupo quisiera transmitirle que hay algunas naturalezas
del consumo público que no se podrán reducir, señor Ministro. Usted lo
sabe, incluso lo ha dicho: los gastos sociales no podrán reducirse. Y de
los gastos sociales priorizamos pensiones, que habrá que mantener este
gasto, pero están sanidad y enseñanza.

En el tema de sanidad quisiera transmitirle, señor Ministro, y usted lo
sabe, la preocupación de nuestro grupo en torno a sensibilizar a la
opinión pública y también a los máximos responsables políticos del país.

Por exigencias de la evolución del envejecimiento de la población y por
exigencias de la evolución de las nuevas tecnologías, el país debe
entender que para garantizar el nivel adecuado de asistencia sanitaria
que queremos garantizar tendremos que destinar más recursos a los
servicios de asistencia sanitaria. Y usted sabe que esto es una
preocupación de mi grupo parlamentario, a la que no queremos renunciar;
es un elemento social importante de la política económica. El país debe
saber y debe estar seguro de que el poder político le va a dar las
garantías de unos niveles aceptables de calidad en la prestación
sanitaria y la exigencia que va a tener el sistema, como consecuencia del
envejecimiento de la población, está asegurada. Por ello, en el Programa
de Convergencia, cuando hablamos de consumo público y de bajar el consumo
público, debemos tener en cuenta el complemento de que se tendrá que
hacer una redistribución de las preferencias del consumo público, y ese
tercio de consumo público que corresponde a la sanidad quizá no se podrá
reducir, pero tendremos que compensarlo con una mayor reducción de los
dos tercios del resto de consumo público, no por capricho político, no
por capricho de mi grupo parlamentario, sino porque, señorías, la
sociedad envejece a ritmos crecientes por la pirámide de edades que
tenemos, que no es la que tiene Europa. Y digamos a Europa que vamos a
garantizar ese nivel de gasto en este punto, pero que lo vamos a
compensar en otros gastos de consumo, que vamos a tener que ajustar,
porque globalmente no podemos quebrar el compromiso que tiene el Programa
de Convergencia. Estamos de acuerdo en ese objetivo global. Queremos
matizar que deberemos tomar una decisión de reestructuración interna, de
forma que la sanidad no quiebre esta necesidad de atención económica y
financiera que vamos a tener.

Segunda cuestión que quisiera transmitirle: el control del déficit
público. Estamos de acuerdo en el compromiso político de reducirlo;
incluso se ha apuntado que esa pretensión de ir hasta el 1,5 por ciento
del déficit público, en términos de PIB, es extremadamente voluntarista.

Creo que es posible, mi grupo cree que es posible; cree que con la
dinámica de crecimiento, que se sitúa en el 3,2 por



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ciento de media, con la dinámica de creación de empleo a tasas anuales
del 2,2, con una perspectiva de creación de tasas de inversión del orden
del 7,5 u 8 por ciento y con una perspectiva de crecimiento de los
ingresos y del control de los gastos, podremos evolucionar de forma que
en los tres próximos años el déficit público pueda situarse en ese nivel.

Sin embargo, yo quisiera decirle, temerosa y cautelosamente, que mi grupo
quiere transmitirle que si antes no hacemos las dos reformas básicas que
afectan a las administraciones autonómicas y locales, podríamos estar en
un ciclo de centrifugación del déficit público que nosotros no podemos
compartir, que no caigamos en el error de hacer un ajuste en la
Administración central, de hacer unos grandes compromisos de
racionalización y de control del gasto en la Administración central y no
nos demos cuenta de que estamos trasladando a las administraciones
autonómicas y locales el déficit que se está reduciendo; no
centrifuguemos. Para ello le planteamos la conveniencia de afrontar las
dos reformas más importantes que hoy tiene la Administración pública en
estos momentos, desde esta óptica económica y financiera: la reforma de
la financiación de la sanidad y la reforma de las haciendas locales. Si
no hacemos estas dos reformas podría suceder que, en los próximos tres
años, sin darnos cuenta o dándonos --aquí no queremos prejuzgarlo--,
estuviéramos centrifugando el déficit hacia esta dirección.

La tercera observación puntual es la de que la economía, señoras y
señores Diputados, se orienta hacia un crecimiento del 3,2 por ciento de
media, por encima de la media europea. Es un dato muy positivo, muy
esperanzador y creo que debemos aprovecharlo. Mi grupo quisiera
trasladarle, señor Ministro, que para consolidar de una forma estable
este objetivo, que creo que es posible como ustedes nos proponen, la
clave está en que seamos eficaces en cambiar el marco de la pequeña
empresa. Estamos todos de acuerdo: este Programa de Convergencia tiene
muchos objetivos dirigidos a la pequeña empresa, pero, señorías, hemos de
ser mucho más fuertes para cambiar el marco jurídico, fiscal,
administrativo y financiero de la pequeña empresa, no de la mediana, sino
de la pequeña empresa. En este asunto quisiera trasladarle, señor
Ministro, una preocupación de mi grupo. Creo que deberíamos pensar más
cosas para la pequeña, incluso para la empresa individual y, yo diría,
para la creación de pequeña empresa nueva. A menudo, en mis paseos,
cuando me dirijo a mis ámbitos territoriales y hago mi función de
conexión con la sociedad como parlamentario, me encuentro con que muchas
veces se me transmite que hoy muy difícilmente un joven se lanza a crear
una empresa, que hay muchas dificultades, que crear una empresa es un
gran riesgo, un esfuerzo que el marco normativo que tenemos lo
desincentiva y no lo estimula. Yo creo, señor Rato, que ustedes deberían
afrontar en su etapa cambiar ese marco, esa mentalidad incluso. La
sociedad no se proyecta hacia la creación de empresas; son pocas las
personas que se lanzan a iniciar una experiencia de creación de empresas.

Hemos de crear muchas más pequeñas empresas. Les invitamos a hacer más
cosas para la pequeña empresa, para la creación de la pequeña empresa.

Creo que deberíamos reflexionar sobre cómo podríamos ser eficaces para
cambiar el marco de los dos o tres primeros años de creación de una nueva
actividad económica, darle flexibilidad para poder compensar el riesgo.

Hoy difícilmente, repito, un joven que sale de la universidad o que sale
de sus ámbitos formativos especializados, se lanza a una actividad
económica propia, y ésta es la clave de nuestro crecimiento y de la
consolidación de nuestro crecimiento, porque por ahí podemos crear mucho
empleo y dinamizar mucha actividad económica. Le pedimos que modifiquemos
trámites, que modifiquemos fiscalidad, que modifiquemos marcos
financieros, que creemos instrumentos que potencien la creación de la
pequeña empresa. En esa línea tendremos mucho que hacer, y lo más
importante: cambiar la mentalidad que hasta ahora se ha ido consolidando
durante los últimos 10 ó 13 años, porque ahí nadie se lanza a una
actividad económica. Me gustaría que la nueva etapa económica abriera una
mentalidad distinta de expectativas de favorecer las posibilidades
reales, de estimularlas para crear pequeña empresa, inicio de pequeña
empresa. Puesto que veo que el Programa de Convergencia tiene ciertos
compromisos en esta dirección, creo que deberíamos intensificarlo mucho
más para ser más positivos.

Segunda observación muy concreta --quizá es la cuarta, pero la segunda
concreta-- en cuanto a las reformas y medidas que ustedes nos proponen en
este Programa de Convergencia: la fiscalidad, una orientación de la
fiscalidad, que compartimos, en la que, de alguna forma, me siento
reflejado en alguno de estos objetivos, porque han sido muy debatidos y
considerados con el Gobierno durante estos últimos meses. A mí me
gustaría, señor Ministro, reforzar el compromiso de la armonización con
Europa. La reforma fiscal que se está desarrollando debe tener como
propósito armonizarnos y ponernos en los mismos niveles de Europa, en los
mismos; ni más ni menos. En ese sentido, salgo al paso de alguna
observación de algún portavoz: no se preocupen. Si vamos a la Unión
Europea, hemos de tener el mismo marco fiscal que Europa, ni más ni
menos: el mismo. Y no se preocupen si esta dirección es una dirección que
les genera algunas inquietudes, puesto que, si no lo hacemos así, vamos
en contra de los intereses propios de los ciudadanos de nuestro país,
porque nuestros ciudadanos deben tener el mismo marco, las mismas
oportunidades que tienen los demás ciudadanos de Europa; si no, señores,
vamos contra nuestros propios intereses. En este sentido, quisiera
decirle, señor Ministro, que creemos que la reforma no puede ser más que
selectiva, y la reforma fiscal debe priorizar la creación de empleo. Le
apuntamos, señor Ministro, que las nuevas modalidades de contratación
quizá deberían acompañarse de compromisos políticos para reducir y
estimular la contratación nueva de empleo. No sé si es una buena
oportunidad para que usted nos diga su opinión al respecto. ¿Está el
Gobierno dispuesto a potenciar fiscalmente la creación de empleo estable
a largo plazo y complementar esas medidas que se han adoptado en el marco
de la negociación sindical y empresarial para garantizar una utilización
muy intensiva de los instrumentos que se han acordado en ese marco?



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La segunda cuestión en temas fiscales: eficacia en el saneamiento fiscal;
lucha contra el fraude. Se puede hacer mucho más y deberíamos ser mucho
más eficaces en la lucha contra el fraude. Va a tener mi apoyo y el apoyo
de todo mi grupo para tomar las medidas necesarias para poder sanear al
máximo posible el marco fiscal en España. Pero también, a la vez que
actuamos en la lucha contra el fraude, hay que adoptar algunas decisiones
para poder estimular la normalización, para abrir puertas hacia la
normalización y entrar plenamente en Europa en 1999, en el marco más
saneado y más normalizado posible, porque si el país debe competir con
eficacia en Europa debe estar en condiciones de poder hacerlo en la más
óptima situación de normalización en ese campo.

Otra cuestión, la última, señor Ministro, que quisiéramos transmitirle:
reformas de los procedimientos judiciales. No podemos diseñar un plan de
convergencia y un plan económico de la calidad y eficacia que creo que
puede tener ese plan, sin abordar unas reformas en los procedimientos
judiciales. El tema relativo a la morosidad y a la seguridad en el
tráfico mercantil, le preocupa a mi grupo y a mí personalmente. Sé que el
Gobierno está a punto de elaborar una reforma del procedimiento civil;
será muy bienvenida esa reforma en esta Cámara, sin duda, pero le ruego,
señor Ministro, que esta reforma no se haga estrictamente desde la óptica
de los conceptos técnico-jurídicos ni desde las observaciones y
posiciones más judiciales. Que esta reforma, señor Ministro, se haga
también desde la óptica del Ministerio de Economía, desde la óptica de
las necesidades de la sociedad, desde la óptica de superar las rigideces
que hoy tienen los procedimientos civiles para poder conectar mejor con
las problemáticas que hoy tiene la economía y la sociedad. Que no sea una
visión --por decirlo en términos muy simples-- sólo del Ministerio de
Justicia y sea él el que defina los ejes de esta reforma, sino que
también se implique en ella la visión de otros ministerios. En
definitiva, que no responda ni se ajuste a algunas tensiones que puedan
generar ciertos intereses corporativistas; que se haga una reforma muy en
función de las necesidades que tiene la evolución económica de nuestra
sociedad. La economía necesita otro marco procesal en el ámbito de la
jurisdicción distinto del que tenemos, más ágil, más rápido, más seguro.

Si no lo hacemos, señorías, vamos a quebrar unas buenas expectativas que
la sociedad tiene respecto de este tema.

Por último, hay un cuarto elemento que le transmitimos, la formación, la
formación como un elemento básico en el cuatrienio que definimos,
complementario al plan de convergencia, sin duda. Pero la economía, la
sociedad, necesita también unas reformas en el ámbito de la formación
para adaptar un pilar fundamental de la sociedad para poder aprovechar
ese crecimiento. Aprovechar el crecimiento económico pasa por reformas en
el ámbito de la formación. Le pido que el Ministerio de Economía y el
responsable máximo en economía, intensifique también la alerta, la
necesidad, la preocupación de afrontar urgentemente las decisiones en el
ámbito de formación. Sé que no están en su responsabilidad más directa,
pero como Vicepresidente segundo de Asuntos Económicos creo que es
importante que también se vinculen las necesidades de reformas en este
campo, que el Gobierno está estudiando, a las interpretaciones que desde
la visión económica hay que hacer. La sociedad necesita especializarse,
la economía necesita personas especializadas, el futuro pasa por la
especialización y la especialización pasa por una buena formación. La
creación de empleo pasa por buenas formaciones, por especializaciones.

Por eso, señor Ministro, que su área y su ámbito se implique también más
en esas reformas, porque creo que va a ser importante.

Los cuatro temas que he apuntado: pequeña empresa, fiscalidad,
procedimientos judiciales y formación, son cuatro cuestiones --sobre las
que no quiero ser exhaustivo, porque no puedo extenderme más--
prioritarias que le transmitimos con la pretensión de que las tengan en
cuenta de forma complementaria; quizá podrían dar pie a algunos puntos de
resoluciones al debate que vamos a tener. Tenemos la esperanza, señor
Presidente, señor Ministro, de que estas cuestiones puedan llevarse a
cabo en esta legislatura y puedan garantizar complementariamente la
eficacia del éxito de este Programa de Convergencia.

Quiero concluir volviendo a mi primera afirmación. Mi grupo
parlamentario, señor Ministro, aprueba el Programa de Convergencia que
ustedes nos proponen. Creemos que es el que hoy necesita la sociedad,
creemos que es creíble, que es posible y nos va a generar un compromiso
de mucha estabilidad para poder garantizar nuestra incorporación en
Europa.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Vasco (PNV) tiene la
palabra el señor González de Txabarri.




El señor GONZALEZ DE TXABARRI MIRANDA: Señor Ministro, podía empezar y
terminar diciendo que desde el Grupo Parlamentario Vasco estamos de
acuerdo. Quizá a estas alturas del debate tampoco queda mucho más margen
para fijar posiciones distintas. Estamos de acuerdo con la intervención
que el señor Ministro ha realizado en la mañana de hoy en la presentación
de este Programa de Convergencia y estamos básicamente de acuerdo con la
intervención que, con rigor, el señor Homs acaba de realizar en nombre
del Grupo Catalán (Convergència i Unió). Por ello, no voy a ser
reiterativo. Voy a marcar, simplemente, aquellas notas básicas en las que
el Grupo Parlamentario Vasco se encuentra mejor reflejado en este
documento y en la intervención del señor Ministro y señalar alguna de las
preocupaciones con el fin de que en el «Diario de Sesiones» quede
constancia de la posición del Grupo Parlamentario Vasco, dada la
trascendencia que este debate puede tener de cara al futuro.

Estamos de acuerdo, como he indicado, en los objetivos y en la
metodología de trabajo que se propone en este documento y no sólo
participamos de los objetivos donde sí se puede establecer una línea de
continuidad, como han indicado otros portavoces. A nadie se le oculta que
el cambio de gobierno en el Estado ha conocido singularmente un cambio en
la política económica que gobiernos anteriores venían desarrollando,
circunstancia que celebramos en el



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Grupo Parlamentario Vasco. Entendemos, señor Ministro, que en este último
ejercicio el Ministerio y la Vicepresidencia que usted detenta ha podido
demostrar, como se venía reiterando desde distintos grupos
parlamentarios, que había posibilidad de realizar políticas económicas
distintas para llegar mejor a los mismos objetivos. Entendemos que el
Grupo Popular y otros grupos que han venido sosteniendo la posibilidad de
hipótesis de trabajo distintas, pueden verse reconfortados con los
parámetros y con los indicadores económicos que estamos conociendo en los
últimos tiempos, dado que son la mejor confirmación de ese cambio, de esa
ciaboga en profundidad que ha conocido la política económica.

Entendemos que el modelo que se nos presenta y a través del cual está
trabajando en políticas económicas concretas el Gobierno del Estado está
comenzando a dar frutos concretos y generando una nueva expectativa en
los propios ciudadanos. Desde esta perspectiva, en la que tanto la
Vicepresidencia de Asuntos Económicos como el propio Ministerio de
Trabajo están siendo las estrellas del Gobierno popular, entendemos que
son la mejor muestra de que lo que es fundamental en la orientación de un
gobierno está funcionando correctamente, circunstancia que nos satisface.

La orientación de la política económica, de la política industrial, de la
política fiscal, recogiendo las posiciones del propio Grupo Popular, las
del Grupo Catalán, Grupo Vasco o las del Grupo de Coalición Canaria son,
desde nuestra perspectiva, un claro indicador de una política económica
de centro muy inteligente que, en nuestra opinión, nos está llevando
mejor a los mismos objetivos europeos.

Desde el Grupo Parlamentario Vasco, en su conjunto desde el Partido
Nacionalista Vasco hemos seguido con detenimiento la elaboración de este
Programa de Convergencia en sus distintas fases y nos encontramos
reflejados en aquellas posiciones que entendemos que son las razonables y
las correctas y nos vemos mejor reflejados todavía en los métodos de
trabajo que se proponen para llegar a esos mismos objetivos.

En relación a las distintas observaciones que quisiéramos realizar en el
día de hoy, podía enumerar las siguientes. Respecto a las estimaciones
macroeconómicas que están contenidas en este Programa de Convergencia y
en relación a los parámetros que otros portavoces han indicado, las
estimamos un tanto elevadas y quisiéramos manifestar la necesidad de
rigor, de no crear falsas expectativas en relación a esos componentes
para no generar frustraciones a posteriori, y evitar también esa
metodología de trabajo de ir corrigiendo sistemáticamente a lo largo del
tiempo las previsiones macroeconómicas. Por ejemplo, las últimas
previsiones publicadas por la Ceprede, que estiman un crecimiento más
moderado tanto del PIB como del empleo, pueden estar mejor ajustadas a la
realidad. En el programa de convergencia que hoy se presenta el
crecimiento del PIB está basado en la positiva evolución de la demanda
interna, siendo la inversión su componente de crecimiento más relevante.

Por tanto, desde nuestra posición entendemos que será necesario mantener
unos niveles de inversión tanto pública como privada elevados para poder
acceder a esos parámetros, circunstancia que no vemos suficientemente
contrastada en los propios documentos. Por ejemplo, desde la óptica de
las administraciones públicas, como dato que se puede recoger con mayor
rigor o con mayor suficiencia, parece que puede ser bastante complicado
llegar a dichos niveles de inversión si, por ejemplo, se recogen las
previsiones que sobre materias presupuestarias figuran en el mismo
documento. Igualmente nos parece excesiva la estimación de creación de
empleo que se prevé en el programa de convergencia a pesar de las
reformas estructurales que se anuncian o que ya se están realizando.

Quisiéramos que todos esos datos fuesen encajándose suficiente y
sincrónicamente a los efectos de que la política económica estuviera
sustentada en los datos reales que se van generando en el día a día.

Desde esta óptica sí quisiéramos realizar una consideración que nos
parece importante. A estas alturas del debate, señor Ministro, el tema de
la convergencia nominal y la convergencia real prácticamente ha perdido
peso. Nadie está haciendo ese tipo de debate, y nos parece que es
importante ser conscientes de esta situación. El que se haya avanzado
suficientemente de manera que hoy los programas puedan ser más creíbles y
todos los veamos más ajustados a la realidad nos tiene que llenar de
satisfacción, y es digno de ser mencionado el hecho de que este debate
sobre convergencias nominales y convergencias reales prácticamente ha
perdido peso y ya no se recurre a él como argumento.

También quisiéramos mencionar, al igual que ha hecho el portavoz de
Convergència i Unió el señor Homs, la situación de reducción de déficit
de algunas comunidades autónomas. Entendemos que éste es un tema que no
está suficientemente abordado y que habría que tratar con la mayor
rapidez. Es posible que en el ejercicio para 1998, como se recoge en los
datos del programa, algunas comunidades autónomas tengan problemas para
alcanzar el déficit fijado para las mismas si asumen, por ejemplo,
competencias en materia de educación y sanidad. Creemos que este supuesto
hay que contemplarlo con mayor extensión.

Igualmente nos preocupa el tema de los déficit consolidados de la empresa
pública, nos preocupa el déficit de Radiotelevisión Española. Nos
gustaría que desde el propio ministerio se fuesen abordando soluciones
reales a estos temas de manera que no fueran asuntos marginales que
dependieran de los datos que fueran dando los diferentes parámetros,
porque esos problemas están ahí y entendemos que deberían ser resueltos
suficientemente.

Siendo éstas las observaciones más importantes que podríamos tener sobre
un plan que podríamos sostener desde el Grupo Parlamentario Vasco sin
ningún problema, no quisiera terminar, señor Ministro, sin indicar que,
quizá, es la batalla de la opinión pública la que no tenemos ganada a
estos efectos. Los viejos eslóganes siguen vendiendo a estos niveles.

Nosotros somos partidarios de que la competitividad y la solidaridad sean
parámetros ideológicos que vayan de la mano, sean parámetros ideológicos
que se conjuguen simultáneamente, y vemos que a veces es difícil que la
opinión pública sea capaz de alcanzar estos niveles de sustanciación de
los propios términos. Entendemos que



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desde esta perspectiva el Gobierno debería acometer una seria labor de
objetivación de los componentes de justicia social, de justicia
económica, etcétera. Desde el Grupo Parlamentario Vasco entendemos que el
hecho de que una sociedad cree empleo y genere riqueza es su máximo
componente de solidaridad. Nosotros no abogamos por una sociedad que esté
persistentemente empeñada en el subsidio, que esté persistentemente
empeñada en marcar componentes sociales como si fuesen auténticas
muletas. Para que no haya muletas, señor Ministro, hay que generar
empleo, hay que crear riqueza y ahí están las bases que generan ese
bienestar a los ciudadanos del país. Entendemos que si bien los
documentos responden a la realidad y a programas muy sensibles de cara al
futuro de los ciudadanos de este país, sin embargo existe una batalla en
la opinión público que hay que ganar haciéndole ver que los mayores
componentes de justicia social se crean precisamente generando empleo y
riqueza, que son los objetivos de este programa de convergencia.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria tiene la palabra
el señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Haré una breve intervención primero para
agradecer al Vicepresidente del Gobierno señor Rato sus palabras, la
presentación de un programa de convergencia y la apertura de un debate
parlamentario que en nuestra opinión a partir de ahora tendrá sucesivos
capítulos alrededor de lo que es un programa de convergencia europea a
medio plazo y que supongo que pronto repetiremos como uno de los
elementos esenciales en el debate sobre el estado de la nación, porque se
trata de un tema fundamental del debate político.

En orden a lo mismo que han señalado algunos otros portavoces, he de
decir, en primer lugar, que el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria
está de acuerdo con el programa de convergencia porque cree que recoge
los elementos esenciales de lo que nosotros firmamos en el pacto de
estabilidad parlamentaria con el Gobierno, de lo que llamamos el desafío
europeo, el reto europeo y, por tanto, las respuestas que tiene que dar
la sociedad española, la política económica española para cumplir los
objetivos de convergencia. Estamos avanzando y, como se ha señalado,
ahora tenemos una probabilidad del 75 por ciento, y creo que con los
datos de los últimos meses en estos momentos es más alta. Estoy
convencido de que vamos a alcanzar un objetivo básico de la sociedad
española, como es cumplir los criterios de convergencia y entrar en la
convergencia europea a partir de enero de 1999, y esto es una buena
noticia, una gran noticia que enmarca este debate parlamentario.

En segundo lugar, este programa de previsiones es razonable, como es
evidente, pero sin duda alguna no entra en el terreno de las profecías.

No se trata de acertar en los números y en las décimas. Se trata de hacer
un cuadro, un marco que iremos ajustando en los próximos años, pero un
marco razonable en una estimación que permita --y éste es el segundo gran
dato de este debate-- un crecimiento económico desde una referencia
absolutamente distinta a la que hemos tenido en los últimos años.

En mi opinión, en este caso ya no se trata de la cuadratura del círculo.

Si la economía crece por encima de los precios, como ha señalado muy bien
el señor Rato, la situación es absolutamente distinta a si la economía
crece por debajo. Esto hace que un proyecto, un programa de equilibrio y
de saneamiento económico que no se basa no sólo en el rigor
presupuestario, aunque sea un instrumento muy importante que refleja el
esfuerzo que se ha hecho este año y que nos permitirá estar más
desahogados para los presupuestos 1998, 1999 y 2000. El de este año era
el auténticamente difícil y yo creo que los próximos ya serán con
márgenes más amplios, y esos márgenes los da precisamente el que la
economía empieza a crecer por encima de los precios, que tenemos una
inflación que puede ir ajustándose poco a poco hasta llegar a cerca del
2,3 el próximo año, o incluso puede descender más, lo cual hace que los
tipos de interés puedan estar --y yo creo que hay que decirlo ya--
alrededor del 4 por ciento en un futuro relativamente corto de un año
aproximadamente. El Banco de España podrá ir ajustando esos tipos de
interés con inteligencia política y económica. Vamos a ir a un tipo de
interés del 4 por ciento y a un déficit del 3 por ciento que en el año
2000 estará en el uno y pico por ciento. Eso cambia completamente las
posibilidades de actuación económica y de política social, porque el
pacto que hace Coalición Canaria con este Gobierno es, primero, cumplir
el reto europeo, por tanto, mantener una política equilibrada y saneada
y, al mismo tiempo, reducir el déficit público, mantener e incrementar el
gasto social y mantener el Estado del bienestar.

Eso es lo que los compañeros del Grupo Catalán (Convergència i Unió) y el
Grupo Vasco (EAJ-PNV) han llamado una política de centro y nosotros
llamamos una política de centro reformista que es posible cumplir. Y no
es porque haya como en el debate de investidura un planteamiento
voluntarista, que podría haberlo. Es que a partir de este momento, con
los datos de 1996 y el primer trimestre de 1997 ya no es más que la
constatación de unos hechos, la creación de unos cimientos que permiten
construir el programa de convergencia en los próximos cuatro años.

Tenemos los cimientos. Es decir, con la inflación que tenemos hoy, con
los tipos de interés que tenemos hoy, con los datos de déficit público
que empezamos a tener, sin duda alguna tenemos el cimiento del nuevo
edificio de una economía equilibrada y saneada. Yo creo que en esa
dirección vamos bien y convendría y desde mi modestia como grupo
parlamentario me permitiría aconsejar que es mucho más rentable apostar
por el éxito que apuntarse al fracaso. Y lo digo no sólo para los grupos
que apoyan al Gobierno sino para la oposición. Algún grupo de la
oposición ha dicho hoy que esto es consecuencia de la política que inicia
Solbes --y en parte lo es, aunque ahora hay mucho más rigor que en aquel
momento porque hay una estabilidad política que no había entonces--, pero
si el origen está ahí, en 1995, convendría no echar incertidumbre o
temores de fracasos y apostar a un éxito que puede ser de todos, que
puede ser de España, que es por lo que apostamos nosotros, con toda
claridad, con toda contundencia y sin ninguna reserva.




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Repito que de lo que trata aquí no es de ver si el señor Rato va a
acertar la décima exacta de inflación o de déficit público del año 2000.

Yo entiendo que no se trata de que el señor Rato, como buen ministro de
economía que está demostrando ser, pase a la historia como profeta sino
como alguien que realmente es capaz de crear un marco presupuestario y
defenderlo, y un marco económico y defenderlo. Yo creo que nosotros
estamos en ese marco económico, primero por lo que he dicho, porque crea
un tipo de crecimiento que hace posible crecer económicamente y al mismo
tiempo mantener los gastos sociales y el Estado del bienestar.

También es necesario acometer --y ahí es donde están algunas dificultades
porque hace falta estabilidad política y voluntad política-- las reformas
estructurales, entendidas para que bajen los precios de la energía, del
transporte, del suelo, de las telecomunicaciones e incluso el precio del
dinero. El precio del dinero no son sólo los tipos de interés, entiendo
yo, como profano en estas historias. Porque si los bancos lo que hacen es
que inmediatamente aplican la bajada en los depósitos pero tardan muchos
meses en aplicar la bajada en los tipos de créditos están produciendo
márgenes que no son socialmente justos ni económicamente coherentes.

Deberíamos hacer alguna presión para que todo el mundo sea coherente,
tanto en las políticas de energía, en los precios de la energía, del
transporte, del suelo, de las telecomunicaciones, como ha pasado con
Telefónica; en fin, que sean consecuentes. Todos tenemos que hacer el
esfuerzo, no sólo una parte. Además ese esfuerzo hay que repartirlo luego
en una política de renta que cree cohesión social, porque el proyecto
europeo, si no tiene la base de la cohesión social, si crea una sociedad
dual, es un proyecto socialmente fracasado.

Yo creo que estamos avanzando en esa dirección. Europa está compitiendo
en el mundo, puede competir en el mundo manteniendo el Estado del
bienestar y la cohesión social. Y resulta que la política económica del
Gobierno del Partido Popular este año también lo ha demostrado y puede
demostrarlo en los próximos años. Espero que el señor Rato anuncie pronto
que en los presupuestos de 1998 --a lo mejor lo anuncia hoy, no lo sé,
aunque no le pido que lo anuncie, haga usted lo que le parezca-- es
posible mantener el poder adquisitivo de los funcionarios, de los
empleados públicos, lo que no pudimos hacer en 1997. Eso es evidente que
se puede mantener. También que en el presupuesto de 1998 las pensiones
mantendrán la capacidad adquisitiva --estamos hablando de la capacidad
adquisitiva del 2,2 por ciento o del 2,3 por ciento, eso es lo que lo
hace posible--; o incluso que los salarios puedan crecer, mejorar
capacidad adquisitiva, porque es un dato que a partir del 2,3 de
inflación es posible. Por eso, cuando la economía crece por encima de los
precios no hace falta la cuadratura del círculo, es simplemente el
círculo; cuadra.

Lo que estoy planteando es que podemos conseguir que el gasto corriente
siga siendo austero, pero que los funcionarios, los empleados públicos,
ganen el año que viene y en los próximos años lo que tienen que ganar;
que las pensiones se mantengan; que la sanidad --lo ha planteado el Grupo
Catalán (Convergència i Unió)-- crezca un poco por encima del PIB. Digo
un poco porque tiene que crecer un poco, porque hay un déficit sanitario
importante, pero también hay que decir que no metamos en el crecimiento
del gasto sanitario, como gasto social, las ineficiencias de nadie. Ahí
tenemos que controlar y cuidar. El déficit público en ese terreno tiene
que ser muy riguroso, pero puede crecer un poco por encima porque el
marco de política económica, el marco macroeconómico y el marco
presupuestario lo permiten. Ese pacto de la sanidad, que es el tercer
gran pacto después del pacto de pensiones y de la reforma laboral, será
muy interesante --como ha anunciado el señor Rato-- que lo tengamos antes
del verano. Así nos empieza a dar un marco presupuestario para el año
próximo bastante interesante manteniendo el gasto social e incluso
incrementándolo en pensiones, etcétera.

Ahora hace falta la aplicación de la reforma laboral y aplicarla lo antes
posible, sin mucho debate, porque nos ha costado. Aquí se ha dicho que
los agentes sociales han tenido un largo debate y han hecho un esfuerzo.

Los sindicatos se han comprometido con un enorme riesgo y han tenido el
valor y el coraje de hacerlo, así como los empresarios, porque las
posiciones empresariales de partida eran bastante más reticentes de lo
que han llegado al final. Ya no es una reforma laboral desde el Gobierno
que provoca huelgas generales, es un compromiso de sindicatos y
empresarios que los compromete y los vincula a generar empleo estable
frente a la reforma de 1994 que generó una enorme cantidad de empleo
precario. Es una condición básica para la cohesión social y la
estabilidad social de este país. Hay que trasladar, ya no hablo de empleo
indefinido, que ya quisiera yo, pero no estamos en esos tiempos ni los
futuros son tiempos de empleo indefinido, pero sí de empleo estable y no
de empleo precario. Los récords españoles de empleo precario son
lamentables. Yo creo que tenemos que pasar de empleo precario a empleo
estable en cantidades importantes. Este es un objetivo fundamental, no
sólo para mantener los ingresos de la Seguridad Social y para que se
creen de elementos de equilibrio presupuestario, sino por una razón de
justicia social evidente.

Luego está el gran pacto de la enseñanza y de la formación que tendremos
que acometer a continuación. Y está el gran tema del estatuto de la
Función pública y la reforma de la Función pública, porque este país,
dentro de los anacronismos enormes que tenía para una sociedad moderna,
competitiva y solidaria --y yo defenderé hasta el final lo de solidaria--
tiene una administración pública con un componente despilfarrador y
anacrónico, por lo que necesita modernizarse más deprisa y no convertirse
en privilegios corporativos que a veces establecen una discriminación
respecto a la sociedad en general.

Por tanto, señor Rato --y perdone que me haya extendido, porque a estas
horas no conviene mucho, pues veo el enorme cansancio de los señores
Diputados--, nosotros estamos de acuerdo, vamos a apoyarlo y aportamos
algo que nos parece importante no sólo para un pacto de estabilidad
económica y de convergencia, y es que lo que falta quizá al final --y es
muy interesante que en este debate se haya aportado-- es estabilidad
política. Yo creo que el señor



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Rato ha hecho su programa, con el apoyo del Gobierno, y nosotros lo
apoyamos. Nosotros no hacemos pasar a nadie por el aro, nos interesa
dialogar porque la estabilidad política es la clave, y el único elemento
que garantizaría, en mi opinión, que este proyecto cumpla el objetivo del
año 2000, y que cambiaría la sociedad española de manera importantísima,
sería la estabilidad política.

Los procesos electorales abiertos y determinadas cuestiones ponen
nerviosos y se hacen declaraciones excesivas. El equilibrista está
demostrando que tiene los elementos, el palito que le permite
equilibrarse, pero lo que no hay que hacer es moverle la cuerda, porque
si le movemos la cuerda, podrá tener una magnífica política económica
pero sin estabilidad política. No se trata de transmitir a los mercados,
que a mí eso de los mercados me suena a veces fatal; transmitimos a los
ciudadanos, empresarios y trabajadores de este país que este proyecto
mejora la calidad de vida de los españoles y mejora, moderniza y reforma
la sociedad española en la línea de un proyecto europeo que es bueno para
todos.

En esa dirección, contará siempre con el apoyo del Grupo Parlamentario de
Coalición Canaria.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: No está de más que mi grupo diga que respalda
plenamente el programa de convergencia del Gobierno, pero lo que le ha
sorprendido a mi grupo es escuchar en una segunda intervención un mar de
dudas, e inclusive he podido anotar la frase de que ustedes, señores del
Gobierno, tiene que demostrar, y la oposición está obligada a dudar.

Yo no comparto esta afirmación. Considero que una parte de ella --la de
que ustedes tienen que demostrar-- es cierta, pero aquella que se refiere
a la oposición --de que tiene la obligación de dudar-- no la comparto.

Considero que la oposición tiene la obligación de presentar alternativas,
de proponer alternativas. Aquí es cierto que he escuchado un segundo
discurso moderado, muy equilibrado, pero vacío de propuestas, y ya es muy
reiterativo que en los debates económicos estemos permanentemente en la
apertura de dudas y nunca en la propuesta de alternativas.

Yo quiero recordar aquí para los más veteranos de la Cámara que, con
ocasión del debate de la actualización del programa de convergencia de
1992, que se produjo en julio de 1994, mi grupo, en aquella ocasión en la
oposición, tuvo a bien presentar un documento, que puedo trasladar a
cualquiera de los portavoces a quien sea de interés, bajo el título de El
nuevo modelo de crecimiento, en el que, si se tiene la paciencia y el
interés de podérselo leer, se va a ver cómo ya en 1994 este grupo que hoy
está respaldando al Gobierno, y este partido que hoy está en el Gobierno,
anticipaba clarísimamente cuáles eran los ejes generales de su política
económica que quedan reflejados de manera casi matemática en este
programa de convergencia.

Por lo tanto, aunque no se imite lo que hacíamos en otros tiempos, desde
en la oposición, sí es el momento de pasar de las dudas, de las dudas
retóricas además, a las propuestas concretas. Yo invito claramente a que
se planteen propuestas como las que han expuesto otros portavoces, muy
concretas, de Coalición Canaria, del Grupo Vasco, de Convergència i Unió
e inclusive de Izquierda Unida, porque debo de reconocer que no he
escuchado propuestas del mayor partido de la oposición, y sería bueno
que, transcurrido un año de su ejercicio como oposición, ejerciera
también la alternativa.

Se decía que algunos no dan demasiada fe a las cifras de crecimiento. Yo
creo que esto de la política económica no es una cuestión de fe, es una
cuestión de credibilidad fundada en datos ciertos y en hechos
demostrados. Desde luego si hay algún elemento que pueda demostrar la
confianza en una política económica --lo sabemos los que estamos y los
que se quieren aproximar a todo este debate de convergencia-- es el
comportamiento del diferencial con los intereses a largo plazo, y
coincidirán conmigo en que ese comportamiento ha sido francamente
favorable para la economía española. Podemos anotar que aquellos
quinientos puntos básicos de diferencia que se podían registrar en 1995,
o los cuatrocientos que se registraban en el primer trimestre de 1996, se
han reducido hoy aproximadamente a cien puntos básicos.

Es cierto que las previsiones a veces no se cumplen, pero debo de
reconocer que si nos atuviéramos al cuadro macroeconómico del presupuesto
de 1996, que fue rechazado y por lo tanto prorrogado, en él se estimaba
un crecimiento de la economía del 2,8. Al llegar el Partido Popular al
Gobierno revisó ese crecimiento de la economía del 2,8 al 2,3 y si nos
fijamos en cómo ha cerrado el año de 1996, da la impresión de que
aquellos que decíamos que el crecimiento en 1996 sería del 2,3 y no del
2,8, como estaba previsto, aquellos que apostamos por ese crecimiento
menor estábamos más cerca de la cifra final del 2,2 que ha resultado.

No puedo compartir algunas afirmaciones que se han realizado en torno a
la inflación, mucho menos cuando se pone como ejemplo a Italia, que, como
es conocido por todas SS. SS., se encuentra en una fase de desaceleración
y por lo tanto tiene que estar registrando inflaciones más bajas. No
comparto la afirmación de que España no cumple el criterio de inflación
por una sencilla razón, porque el criterio de inflación, como saben todas
SS. SS., es un criterio móvil, que tendrá que obedecer a valores de
referencia en una temporalidad de los doce últimos meses, y lo que se
está confirmando en la evolución de la inflación en estos últimos
trimestres del año 1996 y primeros de 1997 es que España está en una
senda clarísimamente de corrección y que, de seguir a ese ritmo, España
cumplirá el criterio de inflación en el examen que todos deseamos aprobar
en la primavera de 1998.

Sobre la caída de ingresos que aquí ha sido mencionada, no puedo por más
que traer a referencia el comportamiento de los ingresos fiscales y muy
concretamente del IRPF y del IVA en el primer trimestre de 1997, donde
las previsiones del Gobierno están siendo superadas de manera sobrada. En
este momento, en los últimos datos que obran en poder de todas SS. SS.,
se puede identificar que se está creciendo a un nivel muy superior en el
caso del



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IVA del 4 por ciento, y que hay un crecimiento de más de 90.000 millones
en el caso del IRPF.

Debo de constatar que el empleo en modelos anteriores de crecimiento
tenía un umbral de creación situado aproximadamente en el 2,5 y 3 por
ciento del crecimiento del PIB, y, para satisfacción de aquellos que
apostamos por la mayor capacidad de crear empleo en los modelos de
crecimiento, vemos y podemos constatar que el umbral de creación de
empleo se ha situado aproximadamente en 1 por ciento del crecimiento del
PIB.

Es cierto que hay una buena situación del mercado para poder afrontar
privatizaciones, pero yo quiero tranquilizar aquí a todos los grupos en
el sentido de que el Gobierno, así lo ha anunciado y constaba en aquel
informe de propuestas políticas con las que nos presentamos al
electorado, todos los recursos provenientes de las privatizaciones serán
destinados a la eliminación de deuda, porque no puede ser de otra manera,
ya que el Tratado de Maastricht impide que se destine a la eliminación
del déficit.

Por lo tanto, yo creo que no puede estar permanentemente dudando del
Gobierno, de si va a poder o no poder mantener el esfuerzo en pensiones,
y ha podido y ha firmado un acuerdo; de si va a poder o no poder mantener
los esfuerzos en el subsidio agrario, y ha podido y ha firmado un
acuerdo; de poder mantener todas las relaciones con los sindicatos y con
los empresarios, que de antiguo andaban bastante deterioradas, y se ha
podido impulsar, gracias a la responsabilidad de empresarios y de
sindicatos una buena reforma laboral. Por lo tanto yo considero que este
Gobierno se ha marcado objetivos muy ambiciosos, pero muchos de ellos hoy
son ya objetivos ejecutados. Y respecto a si cuadran o no las cifras del
presupuesto, es muy sencillo. Cuando termine el año, si aquellos anuncios
que ha hecho el Gobierno y que respalda mi grupo parlamentario no se
cumplen, se les reclama en una comisión como ésta o en un Pleno, en
definitiva en esta Cámara, y asunto concluido. Mientras tanto, aquellos
objetivos marcados para la política presupuestaria de 1996 se han
cumplido y estamos en la confianza de que ese cumplimiento es el mejor
aval de que se alcanzarán también los objetivos presupuestarios para
1997.

El Programa de Convergencia presentado por el Gobierno es para el Grupo
Popular, desde luego, un motivo de satisfacción, señor Vicepresidente.

Consideramos que el Gobierno, a través de este programa, está reafirmando
y demostrando su compromiso con el reto europeo. En nuestra opinión, la
política económica debe estar dirigida a cumplir con los requisitos de
convergencia y a que nuestro país sea socio fundador de la Unión
Monetaria. Pero no debemos engañarnos. España tiene que pasar un difícil
examen en abril de 1998, y de que pasemos o no esa prueba con éxito
depende en gran medida el bienestar de nuestro futuro. Ciertamente que
durante el último año se ha avanzado, y mucho por cierto, en la
consecución de nuestros objetivos. En mayo de 1996 España cumplía sólo un
criterio de convergencia. Hoy podemos decir que, pasado un año, España
está en la senda de cumplir tres de ellos: tipos de cambio, tipos de
interés e inflación. En la actualidad, sólo los criterios de finanzas
públicas no son cumplidos por nuestro país. Por ello, señor
Vicepresidente, debemos concentrar nuestros esfuerzos y arbitrar el mayor
número de medidas en lo relativo al control del gasto público y al
control de déficit. En nuestra opinión, este control presupuestario debe
realizarse manteniendo el actual nivel de protección social. El
mantenimiento del Estado de bienestar, así como el apoyo a las medidas
para la contención del gasto público en el consumo público, en la lucha
contra el fraude, en las privatizaciones de empresas públicas y en el
control de las subvenciones, tienen que constituir un punto básico del
Programa de Convergencia presentado por el Gobierno.

El último año se ha dado un gran salto en el proceso de convergencia con
Europa, fundamentado en el cumplimiento de los criterios establecidos en
Maastricht. Todos deberíamos preguntarnos cuáles son las causas de este
gran salto. En opinión del Grupo Parlamentario Popular, el nuevo Gobierno
constituido en mayo ha logrado restablecer la confianza de la sociedad en
su futuro, poniendo en práctica una política económica creíble, una
política basada en el consenso, una política basada en el diálogo y en la
negociación. El Gobierno ha hecho compatible un talante abierto con la
toma de decisiones firmes, adoptando una actitud, a nuestro entender,
responsable. El diálogo y la negociación son elementos claves para
garantizar el éxito presente y futuro. También los agentes sociales han
dado muestras de esta responsabilidad; sindicatos y empresarios han dado
muestras de este espíritu de diálogo y de negociación que está
caracterizando la etapa que se inauguró con el nuevo Gobierno del Partido
Popular. Se ha firmado, lo decía antes, un acuerdo para la reforma del
mercado de trabajo que constituye un hito histórico. Se trata de una
reforma que la sociedad demandaba, lo cual da aún mayor relevancia, si
cabe, al acuerdo, porque los agentes económicos y sociales han
interpretado esas demandas dándoles cumplida respuesta. Se trata de la
primera reforma del mercado de trabajo, que cuenta con el respaldo de los
dos sindicatos mayoritarios y de las dos fuerzas empresariales
mayoritarias. En nuestra opinión, el acuerdo permitirá un clima óptimo
para la creación de empleo y para que el mismo sea estable. Hoy la
sociedad desea que España cumpla su compromiso histórico y que salde así
con éxito el reto del 98. Ello nos permitirá afrontar con garantías el
siglo XXI. Nosotros aplaudimos esta actitud del Gobierno y, lo que es más
importante, aplaudimos el talante de diálogo y negociación del que está
haciendo gala. Hoy existen dos tipos de actitudes claramente delimitadas.

Los que estamos por el cumplimiento de los criterios de Maastricht, y por
consiguiente en una posición de futuro, y aquellos que se encuentran
anclados en planteamientos limitados, lejos de la realidad de un entorno
económico cada vez más abierto e integrador. Pues bien, el Grupo Popular
tiene un planteamiento de futuro y ese futuro pasa ineludiblemente por la
integración económica de Europa y porque España juegue un papel
importante en la misma.

Llegado a este punto de la intervención, creo necesario realizar algunos
comentarios al Programa de Convergencia que el Vicepresidente Segundo y
Ministro de Economía hoy nos ha presentado. Es justo reconocer que su
postura



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y planteamiento vienen avalados por la credibilidad que tiene la política
económica desarrollada por el Gobierno, a la que anteriormente he hecho
referencia. La política económica del Gobierno ha creado un marco de
estabilidad, que también ha sido subrayado por algún que otro portavoz,
que nos permite a todos ser optimistas respecto al futuro. El Gobierno
cuenta hoy con el crédito que le otorgan los datos económicos concretos,
resultados palpables de la política económica que está desarrollando.

Estos hechos se reflejan, por ejemplo, en que los tipos de interés hayan
disminuido al 5,50 por ciento, es decir, desde mayo el tipo de interés
oficial ha disminuido en 2,25 puntos. La inflación ha disminuido de forma
vertiginosa. Hoy nos situamos en un índice de inflación del 2,2 frente al
3,8 existente en el mes de mayo de 1996. Es decir, en sólo nueve meses la
inflación se ha reducido prácticamente a la mitad y, lo que es más
importante, en la actualidad España está en la senda de cumplir el
criterio de convergencia de inflación. El paro ha disminuido en 178.000
personas entre marzo de 1996 y marzo de 1997, lo cual constituye un
elemento más para la satisfacción de todos. El crecimiento económico ha
experimentado también una excelente evolución. Frente a un crecimiento,
en los primeros seis meses de 1996, inferior al dos por ciento, en el
segundo semestre de ese año se experimentó una aceleración que indica una
tendencia de futuro con tasas de crecimiento ascendente, lo que permitió
que el crecimiento al final de año se situara en el 2,2. Frente a un
crecimiento inferior del dos por ciento, como he dicho, en el primer
semestre de 1996, hemos crecido a una tasa media superior al 2,4 en ese
segundo semestre de 1996, coincidiendo con el arranque del Gobierno del
Partido Popular. Hoy es creíble y es realista un crecimiento del tres por
ciento para 1997.

Estos datos, señor Vicepresidente, junto a otros que podríamos seguir
dando referentes a balanza de pagos, al comportamiento del turismo y del
tipo de cambio son una tarjeta de credibilidad. Créame que se lo digo no
de forma gratuita. Los mercados, es decir, los agentes económicos, tanto
nacionales como internacionales, depositan diariamente la confianza en la
política económica de este Gobierno. Valga como botón la referencia que
he hecho anteriormente a la evolución del bono alemán a diez años con el
bono español a diez. Sin embargo, el hecho más destacable de la política
económica de estos meses, a entender de este grupo parlamentario, es su
sensibilidad social, es decir, el efecto social que está teniendo el
crecimiento económico en las capas de ciudadanos españoles. No sólo no
nos referimos al incremento de empleo sino que es necesario y sería justo
reconocer que la reducción de tipos de interés ha permitido incrementar
la renta disponible de todos aquellos ciudadanos que tienen un crédito
para comprar su vivienda o para otros fines, reduciendo al mismo tiempo
la renta disponible de los rentistas. Es decir, que se ha producido a
través de esta bajada de tipos de interés un elemento equilibrador de la
distribución de la renta.

La política económica, apoyada en las reformas estructurales que se han
mencionado en esta sesión, reformas estructurales que consideramos que
deberían acelerarse y que son valientes, ha permitido flexibilizar el
funcionamiento de determinados mercados, mercados de bienes y servicios,
haciéndolos más eficientes, lo cual se ha traducido en la reducción de
los precios de determinados servicios como el importe del recibo del
teléfono, de la luz, el precio de los medicamentos, del suelo y de la
vivienda, por poner algunos ejemplos. Creo que sin lugar a dudas estas
medidas han tenido una fuerte dimensión social, beneficiando a aquellos
con menores recursos. En definitiva, el progreso económico ha ido unido a
una mayor cohesión social y desde mi grupo debemos aplaudir el talante
social del Gobierno, que está dando indudables muestras de efectividad.

Señor Presidente, otros grupos lo han dicho anteriormente y mi grupo
recoge el guante. Se trataría, una vez finalizado este debate, de
presentar un conjunto de propuestas de resolución. Alguien ha llegado a
decir que quería encontrar un terreno de acuerdo. Mi grupo está en plena
disposición de llegar a un terreno de acuerdo con todos los grupos de
esta Cámara y para ese fin establecerá las conversaciones oportunas, una
vez finalizado este debate, con el objeto de poder redactar --ésa es
nuestra voluntad--, de forma conjunta, un grupo de propuestas de
resolución que atienden todos aquellos requerimientos que de forma
sensata han sido pronunciados por los diferentes portavoces de los grupos
parlamentarios.

Sin más que reiterar el respaldo al Programa de Convergencia, que lo
consideramos bueno para la economía española y creíble para las economías
internacionales, defiendo la postura del Grupo Popular insistiendo en
nuestra oferta de diálogo para poder redactar las propuestas de
resolución, de forma conjunta, por todos los grupos parlamentarios de
esta Cámara.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a las cuestiones planteadas, tiene la
palabra el señor Vicepresidente Segundo y Ministro de Economía y
Hacienda.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO Y MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (De
Rato y Figaredo): Señor Presidente, quiero ante todo gradecer una vez
más, puesto que ha sido la tónica de otras presencias mías, el tono de
todos los portavoces de los grupos parlamentarios y la aportación a lo
que, en mi opinión, puede y debe ser el aumento de un debate económico y
social constructivo en esta cámara y con elementos que vayamos depurando
a lo largo del tiempo entre todos, y por tanto quiero significar el
talante de todas las intervenciones y las aportaciones que han hecho.

Elegiré la fórmula tradicional de contestar a los portavoces de uno en
uno, que me parece la más respetuosa con las intervenciones de cada uno
de ellos y sus posiciones políticas. En algunos casos quizá haga
alusiones a otras intervenciones, al hilo de contestaciones concretas,
que espero me perdonen los afectados si es que en su momento no les
contesto, si ya lo he hecho, sobre cuestiones específicas.

Empezando por la intervención del señor Eguiagaray, considero muy
importante su oferta de colaboración. La colaboración ofrecida por parte
del primer grupo de la oposición en una cuestión de esta importancia me
parece esencial.




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En cuanto a sus reflexiones sobre la presentación del Programa de
Convergencia a partir de 1997 si no teníamos obligación, indudablemente
teníamos que presentar un programa a partir de 1998, parecía lógico que
el Gobierno pusiera su impronta en la evolución de 1997 y, además, desde
el punto de vista europeo, como en este semestre se está produciendo el
debate de todos los programas de convergencia, parece lógico que España
también someta el suyo. Esa ha sido la razón, por otra parte intuida
claramente por el señor Eguiagaray, de plantear este programa en este
momento.

Ha hecho referencia a las situaciones de los mercados, incluso las ha
calificado en algunos casos de injustas. Creo que lo mejor que podemos
hacer en el caso español con respecto a los mercados es centrarnos en las
declaraciones sobre nuestra propia realidad. El Gobierno --y yo desde
luego lo he hecho-- ha insistido en más de una ocasión en que las
declaraciones sobre otros países y sobre otras realidades por
responsables de gobierno --y no me atrevo a dar consejos a SS. SS.-- las
declaraciones especulativas y abiertas son extraordinariamente peligrosas
en este momento y no benefician a la tranquilidad de los mercados. Bien
es cierto que hemos vivido unos primeros meses del año muy distintos a la
situación actual y muy distintos a la situación de finales de año, pero
también hemos de ser conscientes de que la economía española y sobre todo
las variables que dependen de los mercados, es decir, la cotización de la
peseta y los tipos de interés, no se han movido de situaciones del mes de
noviembre. Es decir, estamos ganando espacio y cada vez que se producen
movimientos en los mercados nuestro retroceso es menor. Por otra parte,
ello se justifica no sólo por las ganancias de espacio en términos de
tipos de interés, sino sobre todo por las razones fundamentales de la
economía que en ese sentido me parece que son positivas y que todos
tenemos que perseverar en ellas, y probablemente con una responsabilidad
muy importante, el Gobierno.

En cuanto a la participación de países, creo que ése es un debate más
intenso en el pasado que lo va a ser en el futuro, puesto que se está
produciendo una realidad de convergencias. La mayor parte de los países
está evolucionando en una tendencia extraordinariamente convergente en
tipos de interés, en tipos de inflación, en déficit público, lo cual es
una garantía no sólo de que se cumpla la Unión Monetaria sino de que
Europa está realmente integrada en términos económicos. Esa es la
garantía de que la Unión Monetaria sea posible y además sostenible. Desde
el punto de vista español es muy interesante que eso se produzca, no sólo
porque somos parte de la Unión Monetaria sino porque la evolución de la
economía europea es un componente básico de nuestro futuro. Nuestros
diferenciales de crecimiento, por las conexiones cada vez más profundas
entre nuestra economía y la economía europea, son extraordinariamente
importantes para nosotros. Nuestros principales clientes son países
europeos. Nuestro comercio exterior en un alto porcentaje, casi el 70 por
ciento, se realiza con Europa. Por tanto, para nosotros, el hecho de que
en Europa se estén produciendo situaciones de convergencia y evoluciones
positivas del ciclo económico creo que es una buena noticia desde el
punto de vista de nuestra solidaridad o de nuestra pertenencia a la Unión
Europea y también desde el punto de vista interno de nuestra futura
evolución.

El señor Eguiagaray ha dicho una vez más que el Grupo Socialista comparte
los objetivos del Gobierno, pero que es --y aquí no puedo coincidir
totalmente con él-- un programa de continuidad. El programa es de
continuidad en los objetivos, probablemente porque no podía ser de otra
manera, pero no es de continuidad en los resultados ni en los
instrumentos y, por tanto, tiene variaciones sustanciales que me gustaría
comentar, sin tratar con ello de crear ningún tipo de debate, puesto que
seguramente tendremos muchas oportunidades para hacerlo. Desde el punto
de vista político, creo que es llamativo que en estos momentos el debate
se pueda centrar en quién es el responsable de que las cosas vayan bien.

Eso desde el punto de vista de una legislatura es nuevo y, por tanto,
quizá es una de las novedades consecuencia de la nueva política
económica, porque yo he ejercido en papeles de oposición en otros
momentos, buenos y malos para el ciclo, y no hubo este planteamiento. A
lo mejor era culpa nuestra, pero en cualquier caso quiero decir que es
novedoso.

Quiero poner de relieve que, por ejemplo, en la evolución del gasto
público, en lo que se han centrado las intervenciones de la mayor parte
de los portavoces y con razón, la experiencia 1990-1995 nos indica un
aumento de la presión fiscal en total de ingresos en porcentaje del PIB,
un aumento del peso del Estado en el total de gastos en porcentaje de
PIB, un aumento del consumo público, una disminución del gasto de
inversión en porcentaje de PIB, una disminución del ahorro bruto, un
aumento del porcentaje de los intereses desde el punto de vista del peso
de su coste en porcentajes del PIB y un crecimiento --hay que reconocerlo
también-- del porcentaje del PIB de las prestaciones sociales. Por tanto,
hay grandes diferencias, no todas, con respecto a lo que se plantea en
este cuadro macroeconómico y en este plan de convergencia que son
esenciales. Es decir, el hecho de que el Gobierno actual plantee una
reducción del total de gastos en el peso del producto interior bruto es
una posición política indudable, y no digo que no pueda ser compartida,
desde luego a nosotros nos gustaría que lo fuera, pero es una variación
de lo que ha venido sucediendo hasta ahora. No es ahora momento y me
parece que no tiene sentido alguno, puesto que todos hemos hecho debates
en las pasadas legislaturas y campañas electorales y, por tanto, no se
trata de hacer un debate sobre el pasado pero sí de ver lo que fue el
pasado, ver lo que pretendemos que sea el futuro y percibir que hay
diferencias. ¿Que esas diferencias son compartidas? Estupendo. ¿Que esas
diferencias no lo son? Menos estupendo, pero no cabe duda de que hay
diferencias, y esas diferencias tienen consecuencias muy importantes y ha
sido puesto de relieve por el señor Homs y por el señor González de
Txabarri cuando han insistido en que el modelo de reducir el gasto
público ha tenido un efecto extraordinariamente importante en el modelo
de política económica aplicado por el nuevo Gobierno.

No voy a apropiarme de ningún resultado. Ya he dicho que me parece
novedoso que estemos discutiendo sobre



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quién es el responsable de lo que sucede en este momento o quién es el
que lo ha causado, pero sí es importante que no hagamos ejercicios
erróneos. Es decir --y se ha puesto de relieve por el portavoz del Grupo
Popular-- las comparaciones con Italia en este momento yo creo que son
muy difíciles de hacer. Italia está reduciendo su inflación porque tiene
una situación de crecimiento económico realmente llamativa, además de
otras cuestiones que no me toca a mí comentar. Por tanto, creo que
podemos compararnos con otros países de nuestro entorno, como Portugal o
Francia, puesto que estamos haciendo reducciones de inflación al mismo
ritmo que ellos. Es verdad que ellos antes iban mejor que nosotros, como
es el caso de Portugal, pero yo creo que estamos ganando algún tiempo
perdido.

Sobre las realidades que sucedían en años anteriores, no quisiera hacer
ahora un repaso de cuáles fueron los cumplimientos de los programas
anteriores de convergencia en materia de inflación, déficit público o
crecimiento, pero sí quisiera decir que está bien que a un gobierno se le
pidan cuentas de que no cumple su cuadro macroeconómico --al Gobierno hay
que pedirle cuentas no diré de casi todo sino de todo--, pero hay una
diferencia entre no cumplir el objetivo de crecimiento y cumplirlo pero
no con los componentes previstos; como digo es distinto. Seguramente es
bueno que en la Comisión de Economía del Congreso español se afine tanto
que ya no sólo se le pida al Gobierno que cumpla los objetivos sino que
además tiene que ser con los componentes previstos, y si no que se
discuta. Me parece absolutamente lógico. Pero también quiero decir que
hay una diferencia entre tener un crecimiento como el previsto, aunque
los componentes sean distintos, a no tenerlo. Además tiene consecuencias
distintas, como SS. SS. saben, desde el punto de vista del empleo --para
empezar-- y desde otros puntos de vista.

El cuadro macroeconómico del año 1996, que nosotros pusimos en marcha en
el mes de mayo, se ha cumplido con unas variaciones que se han continuado
a lo largo de las del año 1997, que preveíamos en el mes de septiembre, e
indican claramente que, por un lado, se está produciendo una recuperación
de la demanda interna vía consumo privado, a ritmos muy moderados que
dejan espacio para el crecimiento del ahorro, y, por otro lado, el
crecimiento de nuestra competitividad a través de nuestras exportaciones
es muy intenso. Sin embargo, la recuperación de la inversión, sobre todo
en el componente de construcción, es mucho más lenta de lo que
preveíamos. Esta situación se ha producido en el año 1996 y se sigue
produciendo en 1997. Por tanto, es una situación no preocupante, puesto
que estamos cumpliendo nuestros objetivos de crecimiento, y que sin duda
debe indicar cuál debe ser la política de intención del Gobierno y de
control del Parlamento desde el punto de vista de ir incorporando nuevos
elementos al crecimiento de la demanda interna durante el próximo futuro
y los próximos ejercicios.

El señor Eguiagaray ha planteado dos preguntas; una, si son fiables las
previsiones del cuadro macroeconómico, y otra, si las intenciones además
de fiables son compartibles. Sobre la fiabilidad quiero decirle
categóricamente que nosotros no tenemos ninguna duda de que la previsión
realizada por el INE del 2,2 del PIB del año 1996 de ser revisada lo
sería al alza, no vemos ninguna posibilidad que sea revisada a la baja,
según nuestras informaciones del propio INE. En este sentido quiero
despejar sus dudas.

Ha hecho referencia el señor Eguiagaray a que hay previsiones que apuntan
a que la economía española podía crecer menos de lo que prevé el plan de
convergencia. Seguramente, pero las del Fondo Monetario Internacional y
la OCDE, no. En el año 1997 prevén dos décimas menos, pero en cambio en
el año 1998 el Fondo Monetario Internacional prevé dos décimas más y la
OCDE prácticamente la previsión del Gobierno. Por tanto, yo creo que nos
estamos moviendo en un entorno del 3 por ciento, que es
extraordinariamente positivo. Todos somos conscientes de que una décima
de crecimiento depende de variables muy difíciles de medir y que quizás
una décima de crecimiento puede llevar a un debate extraordinariamente
riguroso, pero desde el punto de vista de lo que nos puede preocupar en
este momento: si nos vamos a mover en lo que el plan de convergencia
denomina el escenario de crecimiento moderado, parece que no. Parece que
este escenario de crecimiento moderado, en el que el déficit público se
mantendría entre el 2,5 y el 2 por ciento, sólo se podría producir si
hubiera un estancamiento de las economías europeas. Y eso en este momento
no es sólo lo previsible sino lo que no está sucediendo. La recuperación
de la economía francesa es un hecho, la recuperación de la economía
alemana lo es también. Por tanto, a todas luces parece que para los años
1997 y 1998 no nos encontramos en esa circunstancia. Estoy de acuerdo con
el señor Eguiagaray en que las previsiones se van afianzando según nos
vamos alejando en el tiempo, pero también es verdad que según se vayan
cumpliendo las más inmediatas vamos dándole base a que se cumplan las
siguientes.

Respecto al empleo es verdad que los datos de la EPA han tenido un sesgo
estadístico --nosotros lo hemos dicho-- y además en las cifras que ha
dado el señor Aguirre relativas a 1996 ya se reconoce claramente ese
sesgo estadístico, si no estaríamos hablando de casi 300.000 empleos. Por
tanto, nosotros somos conscientes del sesgo estadístico. Pero también es
bueno que la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados sea
consciente de que el sesgo estadístico se acaba aproximadamente entre el
segundo y el tercer trimestre de 1996 y que, por tanto, ya está
absorbido. En ese sentido quisiera dar algunos datos. En 1996 la
población ocupada se situó en 12,1 millones de personas. En el año 1997
se estima un aumento del empleo del 2 por ciento que situará a la
población ocupada en 12.350.000 personas, es decir, 238.100 empleos más.

Las cifras de empleo que recoge el Programa de Convergencia están
adaptadas a la EPA depurada. Es decir, ya hemos descontado el efecto
estadístico que fue muy intenso en el año 1995, de 213.000 empleos
reales, aunque las cifras sean muy superiores, un crecimiento con sesgo
del 2,7 por ciento del empleo que con realidad fue el 1,8; fue muy
intenso, todavía más, en el año 1996, un crecimiento teórico del empleo
del 2,9 que realmente fue del 1,5 y, sin embargo, nosotros creemos que su
efecto a partir de finales del tercer trimestre de 1996 es prácticamente
nulo.




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Es verdad que las inflaciones se miden por medias, pero también es verdad
que estamos cumpliendo en este momento el objetivo. Por tanto, si
continuamos en esta tendencia y se mantiene, o incluso pudiera ser más
acusada en algunos momentos, aunque no en todos, estamos plenamente en el
objetivo del cumplimiento de inflación desde el punto de vista de la
convergencia. El señor Eguiagaray nos ha dado un dato y es que los
servicios de un determinado banco internacional nos dan el 75 por ciento.

Yo creo que no es una mala cifra y que seguramente vamos a conseguir que
se vaya aproximando al cien por cien en los próximos meses.

Entramos en las dudas del déficit público. El señor Eguiagaray, en un
recurso parlamentario que me permitirá utilizar también, ha dicho que no
quiere entrar en el tema del agujero presupuestario de 1995, pero ha
hecho una matización y ha dicho que con eso nosotros habíamos arreglado
el déficit de 1996. Sin entrar en un debate, porque lo hemos debatido
mucho y seguramente lo debatiremos a lo largo de nuestra vida
parlamentaria, por lo menos en esta legislatura, no tendría ningún
sentido que este Gobierno absorbiera gastos devengados en 1995 y que
pertenecían a 1995 en el déficit de 1996. No tiene ningún sentido y no
creo que ésa sea la propuesta. Como los gastos claramente estaban
devengados en el año 1995, lo único que podríamos sacar como consecuencia
es que el Gobierno de 1995 quiso endilgarle al déficit de 1996 lo que no
era suyo. En cualquier caso, yo creo que el Tribunal de Cuentas está
dando ahora unas cifras muy considerables respecto a los déficit de años
anteriores y el debate seguramente lo podemos canalizar por ahí.

Y entramos en el tema de la evolución de los ingresos tributarios. Esto
es importante puesto que debemos --cada cual debe hacerlo bajo su
responsabilidad-- ser consecuentes con lo que está sucediendo. El
Gobierno hace una previsión de recaudación para el año 1996, previsión de
recaudación que en términos tributarios --puesto que en términos de
ingresos depende de la variación del ritmo de las privatizaciones--, en
términos de contabilidad nacional, se ha saldado positivamente, incluso
con 54.737 millones de más. Es verdad, como hemos reconocido, que hay una
desviación observada en las retenciones del trabajo, no ingresadas por la
Seguridad Social, que son las que justifican la mayor parte de las
desviaciones en términos de caja. Pero en términos de contabilidad
nacional creo que no hay ninguna duda --y quiero insistirles en este
punto a todos los portavoces y, en especial, al señor Eguiagaray-- en
cuanto a la evolución de los ingresos, como tampoco la hay en estos
momentos en cuanto que a que el déficit de España, reconocido también por
la Unión Europea, es el 4,4 en 1996.

Respecto a las evoluciones de los rendimientos de capital en 1996 el peor
comportamiento no está asociado con los intereses sino con dividendos de
otros rendimientos como consecuencia de la Ley del Impuesto sobre
Sociedades aprobada en 1995, que fue votada por mi grupo y que ya he
dicho en más de una ocasión que fue una ley extraordinariamente generosa.

Quizá no haya que aprobar leyes tributarias un mes antes de disolver las
Cámaras; quizá ésa sea una norma que deberían aplicarse todos los grupos,
pero, en cualquier caso, la apliquemos o no en el futuro, desde luego la
Ley del Impuesto sobre Sociedades de finales de la pasada legislatura fue
una ley que ha producido efectos, como no podía ser de otra manera, tanto
desde el punto de vista de los rendimientos del capital como desde el
punto de vista, por ejemplo, de la exención total del Impuesto sobre
Sociedades de las administraciones públicas y otras entidades. También
hay que tener en cuenta que la reducción de tipos de interés afectan
claramente a la recaudación por retenciones sobre el rendimiento del
capital mobiliario. En lo que se refiere al capital mobiliario creo que
es un debate que hemos tenido en muchas ocasiones, y la evolución del
crecimiento de los fondos se produce como consecuencia de las
modificaciones fiscales de 1991.

Quisiera pasar ahora al tema de las recaudaciones del primer trimestre.

Quiero hacer énfasis en lo que ya ha dicho el señor Aguirre: la
recaudación del período enero-marzo se sitúa en torno a 3 billones
140.000 millones de pesetas, algo más de 88.000 millones de pesetas por
encima de lo esperado para el primer trimestre del año. Esta cifra supone
un incremento de recaudación del 6,9 correspondiente al mismo período del
año anterior, y en términos brutos el 9,5, corrigiendo el efecto de las
devoluciones. La buena marcha del primer trimestre se explica por el buen
comportamiento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas que ha
permitido ingresar un 11,66 más que en el mismo período del año pasado y
un 3,65 por encima de las previsiones, y también por la favorable
evolución del Impuesto sobre el Valor Añadido del 10 por ciento en
relación con el primer trimestre y un 4 por ciento por encima de las
previsiones.

Por tanto, señor Eguiagaray, con la máxima cordialidad le diría que por
el lado de los ingresos no es por donde usted va a ejercer su labor de
oposición más exitosa. Yo creo que tampoco por el lado de los gastos,
pero por el lado de los ingresos no la va usted a ejercer. Y no es que yo
tenga interés alguno en que usted la ejerza, pero creo que si usted me
pregunta yo le tengo que contestar a usted. Tampoco tengo interés alguno
en que no lo haga. Esa es ya una responsabilidad que no entra dentro de
mis prerrogativas.

Compatibilidad y sostenibilidad de los ingresos públicos. Creo que el
plan indica claramente que los ingresos públicos son perfectamente
compatibles con la evolución presupuestaria. Nosotros prevemos una caída
del consumo público del 1,4 en la totalidad del período; una caída del
coste de los intereses del 1,1; un mantenimiento de las prestaciones
sociales; un mantenimiento de las subvenciones a explotaciones y
transferencias corrientes; un mantenimiento de los gastos de inversión en
relación con 1997; un pequeño decrecimiento en relación con 1996 y una
caída del total de los gastos en porcentaje de PIB nominal. Por tanto,
ésta es la explicación de nuestro modelo.

Hay una cosa que sí tengo que contestarle en términos políticos. Su grupo
parlamentario, diciendo que nosotros no vamos a cumplir la política
social, no es un grupo cualquiera, no sólo porque tengan ustedes un
montón de Diputados y un montón de votos, sino porque se han pasado
ustedes



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la vida diciendo que no íbamos a pagar las pensiones, que no íbamos a
pagar la educación, que no íbamos a pagar la sanidad. O sea, que en eso
no son ustedes un grupo cualquiera. Por eso le tengo que contestar con
especial énfasis. Señor Eguiagaray, nosotros ya estamos pagando las
pensiones, cosa que nunca debieron ustedes poner en duda porque, además,
no había ninguna base ni teórica, ni práctica para decirlo; no sólo
estamos pagando la sanidad sino que le hemos aumentado la base este año
en más de 70.000 millones. Estamos preparando un plan de convergencia en
el que claramente se ve --con la disminución del coste de desempleo que
se deriva de la reducción del paro y del aumento de la ocupación-- que no
sólo es nuestra intención sino nuestro compromiso el mantenimiento de las
políticas sociales, y el mantenimiento de las políticas sociales en
términos de producto interior bruto, lo que quiere decir es que va a
haber aumentos en las políticas sociales desde el punto de vista de lo
que los ciudadanos perciban.

Por tanto, yo le tengo que decir con toda rotundidad y con toda
cordialidad, señor Eguiagaray, que en este tema ustedes no son un grupo
cualquiera. Se pasan ustedes la vida y yo diría que incluso llevan
ustedes años diciendo que nosotros no vamos a cumplir nuestros
compromisos sociales. A ver cuando no lo dicen ustedes más porque no es
verdad, y no es bueno estar toda la vida diciendo cosas que no son
ciertas. Por tanto, si ustedes las dicen, nosotros tendremos que
contestarlas con la misma rotundidad, pero ya está bien; incluso es
posible que hayan ganado ustedes alguna elección diciendo eso, pero ya la
han perdido y, por tanto, además de perderla, si nosotros hemos cumplido
sería bueno que entrásemos en otros debates, aunque usted es libre de
decir lo que quiera, pero reconocerá que yo también. ¿Usted tiene o no
obligación de dudar? Esa es una cuestión que yo no estoy seguro que sea
así. Usted debe interpretar sus obligaciones como le parezca. Yo lo que
sí quiero decir es que en este momento la realidad no lleva a la mayor
parte de la gente a dudar sobre el futuro. Cuál sea su posición o la de
su grupo es exclusivamente responsabilidad de ustedes.

En cuanto al tema de las privatizaciones yo quisiera decir, primero, dos
cosas: una, cuando se hacen los números sobre la previsión de
privatizaciones para 1997 hemos de tener en cuenta algo que es muy
importante, y es que la Bolsa se está moviendo, y a favor del Estado. Por
tanto, resulta que las semanas que transcurren le hacen al Tesoro
público, como a los demás que tengan acciones en Bolsa, ganar mucho
dinero si las venden, y eso es lo que nos ha sucedido en alguna
privatización y nos está sucediendo. Por tanto, la cifra de
privatizaciones seguramente va a evolucionar. Lo que es importante no es
la cifra de privatizaciones sino, primero, que se cumplan los objetivos
de las privatizaciones en el procedimiento que nosotros hemos establecido
--por cierto es la primera vez que se establece un procedimiento de
privatizaciones reglado y que se conoce-- y, segundo, que las apliquemos
en lo que hemos quedado. Nosotros hemos dicho en el debate de
presupuestos, en contra de la opinión de su grupo, pero lo hemos dicho,
que nuestra intención era aplicar las privatizaciones fundamentalmente a
la reducción de deuda pública, que nuestra intención era aplicar 145.000
millones a fórmulas de inversión pública que hemos puesto en marcha como
son, por ejemplo, las que se refieren a inversión en medio ambiente o a
inversiones ferroviarias, y ésa es la cantidad por la que ustedes nos
tienen que medir. Y también hemos dicho claramente que íbamos a dedicar
las cantidades que se expresan en el presupuesto del Ministerio de
Industria a la política de saneamiento y de reestructuración de empresas
públicas, que es la que estamos llevando a cabo --por cierto, también
quiero decir que con acuerdos sindicales que antes tampoco se producían y
que seguramente indican que el debate en la empresa pública está
llevándose por otros derroteros--. En cualquier caso, todo lo que se
produzca como consecuencia de las mejoras de la Bolsa irá directamente a
la amortización de deuda, como va a ir la mayor parte de las cantidades
de privatizaciones que dependen de la Dirección General del Patrimonio.

Yo creo que ya se ha producido el debate de las empresas eléctricas y los
costes sumergidos. En cualquier caso, creo que sería interesante ver
cuáles serán los costes que se pretendían asignarse en otros momentos y
los que ahora se han asignado. Tengo la impresión de que no hemos sido
generosos en ese sentido.

Me parece que he hecho un repaso de casi todo lo que el señor Eguiagaray
me ha planteado, de todas sus dudas en la intervención que acabo de
hacer. Simplemente quisiera poner de relieve, para acabar, que el modelo
de presupuestos en España está plenamente diferenciado. Entre 1985 y 1995
el crecimiento medio del consumo público fue de cinco puntos cada año. El
crecimiento medio del consumo público entre 1996 y 1997 ha sido de menos
0,2. Ha habido un ajuste indudable. Y el crecimiento medio del consumo
público en el Programa de Convergencia es del 0,7. Por lo tanto, hay un
cambio de política presupuestaria, eje de nuestra política económica, y
que además es reconocido, entre otros, por el Banco de España cuando hace
referencia a los márgenes que está produciendo ese cambio de política
económica.

Yo, señor Eguiagaray, no sólo espero su contribución responsable y la de
su grupo a este debate sino que estoy convencido de ella. Usted decía al
final, no sé si desesperado, que a pesar de ustedes y a pesar de
nosotros, aunque yo tampoco vería a todos así. Yo estoy convencido de su
contribución responsable. Este es un debate muy importante y va a ser un
debate muy largo. Ahora tenemos unas propuestas de resolución, tenemos el
debate sobre el estado de la Nación dentro de pocas semanas, tenemos el
debate de presupuestos y habrá muchas cuestiones a discutir. La situación
de competencia de nuestra economía es buena, pero los desafíos son muy
importantes y, por lo tanto, vamos a tener muchas ocasiones de perfilar y
profundizar en la resolución de las dudas que usted planteaba hoy. Yo
creo que he contestado a la mayor parte de las preguntas planteadas en su
intervención.

El señor Alcaraz me ha formulado algunas preguntas, y después me ha
planteado casi una enmienda a la totalidad que estamos debatiendo él y yo
desde hace mucho tiempo y que seguramente seguiremos debatiendo, puesto
que no sé si cambiaremos de opinión.




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Desde el punto de vista de las preguntas concretas --después pasaré al
planteamiento general-- quisiera decir al señor Alcaraz y al conjunto de
SS. SS. que se está produciendo un cambio muy importante en el modelo de
la intensidad en la creación de empleo. Para que nos hagamos una idea
diré que la media de creación de empleo, de intensidad de crecimiento del
empleo entre 1986 y 1991 fue del 0,58. La media de 1985 a 1995 fue del
0,28. Por lo tanto, ahí hay un salto cualitativo importante que
seguramente tiene que ver con la moderación salarial y con reformas que
se plantean en otros momentos. Y la media de 1996-1997 es la más alta, es
del 0,67. Eso quiere decir que estamos creando empleo a tasas menores de
crecimiento y eso es importantísimo para la economía española, porque
según estamos involucrados en la economía internacional
--independientemente de nuestra voluntad o no de pertenecer a la moneda
única vamos a estar involucrados, estamos involucrados-- nuestra
posibilidad de tener grandes diferenciales de crecimiento con la media
europea es cada vez más reducida, como le pasa al resto de los países.

Por lo tanto, nosotros tenemos que crear empleo a tasas de crecimiento
mucho más moderadas que antes.

En ese sentido, yo creo que es un objetivo de la economía española que se
está consiguiendo. Por eso el acuerdo que acaban de firmar los
interlocutores sociales es tan importante, porque en un momento en que se
está creando empleo sin embargo se da un avance para que se cree más
empleo. Ahí yo tengo que estar en completa oposición con su señoría. No
se trata de hablar de despido más barato y más fácil en un país que ha
tenido un fracaso de empleo como el que ha tenido entre el año 1970 y el
año 1990, ya que ha sido el país, según el libro Delors del empleo, cuyo
PIB ha crecido más y no ha creado ningún empleo neto. No es posible
seguir diciendo en España que una mejora de la flexibilidad laboral y
unas mayores posibilidades de crear empleo estable se definen así. Aquí
de lo que se trata es de crear empleo más intensamente y de que ese
empleo sea de mejor calidad, más estable, como ha hecho referencia el
portavoz de Coalición Canaria. Lo que han hecho en España los
interlocutores sociales ha sido hacer modificaciones para que nuestros
ciclos económicos no sean un valle de desempleo del que después sea
terriblemente difícil recuperarse. Cada vez que se produce un cambio de
ciclo económico, cada vez que el ciclo económico tiene una caída en
nuestro país, se ha producido una auténtica masacre de empleos, como
consecuencia de la inflexibilidad del sistema. De lo que se trata es de
que no estemos siempre abocados a esas subidas y bajadas de la creación
de empleo, sino que tengamos un sistema flexible, que vayamos asentando
cada vez bases más sólidas en la creación de empleo.

Además, miremos a nuestro alrededor; no sólo aprendamos de nuestros
errores, sino miremos a nuestro alrededor. ¿Qué es lo que sucede en
países como Holanda, Dinamarca o Austria? Las condiciones laborales las
tenemos que aproximar a esas realidades, porque es lo que necesitan
nuestros trabajadores. No podemos abrirnos a la competencia internacional
como nos estamos abriendo, con claras ventajas para nuestra economía,
porque eso nos va a permitir crecer por encima de la media, sin aproximar
esas realidades. No cabe duda --volviendo un momento atrás-- de que el
hecho de que se esté produciendo un crecimiento económico más apoyado en
el sector exterior lo que nos da es garantías de que según se recupere la
demanda interna nuestro diferencial de crecimiento va a aumentar, porque
si en este momento en que nuestros principales socios no están todavía en
su velocidad de crucero de crecimiento nuestras exportaciones crecen al
ritmo que crecen, cuando nuestros socios estén en esa velocidad de
crecimiento y nuestra demanda interna también se encuentre más alta,
estaremos con mayores posibilidades de diferenciales de crecimiento. Por
lo tanto, hemos de movernos en el contexto de que nuestra economía sea
flexible, con garantías claras para los trabajadores, con lo que supone
para los sistemas de protección social y lo que supone el compromiso de
empresarios, de sindicatos y de fuerzas políticas de fomentar el empleo
estable buscando fórmulas que canalicen más empleo precario hacia empleo
estable, en una situación como la española en la que existe una gran
cantidad de empleo precario. Me parece que todas las fórmulas tienen que
ser avaladas y el hecho de que nuestros interlocutores sociales lleguen a
un acuerdo es una demostración de lo que el señor González de Txabarri
planteaba antes como duda, es decir, si en la economía española hay que
cambiar de mentalidad. Algunos ya están cambiando y es bueno que en esta
Cámara nos enteremos de que algunos ya están cambiando, que son los que
están fuera de esta Cámara, los que están a pie de obra. Y por lo tanto,
si los que están a pie de obra están cambiando, seamos nosotros capaces
también de reconocer que ese cambio se tiene que producir en el debate
político, porque si no lo que vamos a hacer será simplemente disociar el
debate político de lo que la realidad de la calle está diciendo. A mí no
me cabe ninguna duda de que tanto los directivos sindicales como
empresariales responden a sus bases claramente, y han tomado acuerdos
porque saben que sus bases respaldan esos acuerdos. Y si sus bases
respaldan esos acuerdos --y cuando hablamos de las bases de sindicatos y
de empresarios estamos hablando de la gente que está produciendo en este
país en unas posiciones o en otras-- no podemos en esta Cámara ignorar
esa realidad. Ellos no están en el debate político, ellos no se presentan
a las elecciones, ellos no tienen por qué apoyar o dejar de apoyar a un
Gobierno. Ellos toman decisiones para ganar credibilidad en donde tienen
que ganarla, que es en la sociedad. No hagamos nosotros ejercicios para
perderla. Y con eso no trato de establecer cuál debe ser la posición de
ningún grupo.

No estamos hablando de despido más barato y más fácil. En un país que no
ha creado empleo neto entre el año 1970 y el año 1990 no hablemos de
despido fácil, porque ha sido una auténtica catástrofe en la que
seguramente hay responsabilidades de todo tipo. Se están haciendo
esfuerzos desde hace muchos años en España, y no exclusivamente a partir
de mayo de 1996 sino mucho antes, para llevar nuestro sistema laboral a
una situación en la que eso no vuelva a suceder, en la que España no se
distinga por ser el país donde hay más paro. Si hay más paro es porque ha



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sido donde ha habido más despidos. Es así. La gente no nace parada. La
gente normalmente, para su desgracia, está en paro porque no encuentra
empleo o porque lo ha perdido. Pues si somos el país que produce más
paro, cambiemos nuestras reglas. Yo creo que ahí hay un consenso,
independientemente de que después podamos o no llegar a acuerdos
concretos en medidas. No podemos seguir definiendo estas cuestiones en
términos de despido más barato, porque, aunque este país ha creado el
paro que ha creado, los esfuerzos que se llevan haciendo desde hace años
para mejorarlo y el hecho de que hoy nuestros interlocutores sociales nos
transmitan un mensaje indudable de que la España productiva entiende las
cosas de otra manera, no puede caer en oídos sordos en esta Cámara. Con
eso no trato, señor Alcaraz, de decir que usted no pretende defender esas
cuestiones, pero me parece una afirmación muy injusta la del despido más
barato y más fácil. Otra cosa es que las medidas se puedan o no compartir
técnica o teóricamente; no estamos en ese modelo.

Volviendo a las responsabilidades más directas del Gobierno, diré que
estamos planteando moderación salarial en términos de productividad. ¡Qué
duda cabe! Es que si no no podríamos crear empleo. Necesitamos un margen
entre los salarios y la productividad para crear empleo. ¡Es que si no no
hay empleo! Ahora bien, si los salarios absorbieran toda la
productividad, señor Alcaraz, olvidémonos del empleo. Lo que pasa es que
al tener una inflación del 2 por ciento se puede dar una circunstancia
extraordinariamente positiva y es que se tenga moderación salarial y no
se pierda poder adquisitivo. Como ya se ha producido en el año 1996,
donde los pensionistas han ganado poder adquisitivo sin necesidad de
subirles las pensiones más allá del IPC previsto, ¿por qué?, porque hemos
tenido un IPC más bajo. Ese es el camino por el que tenemos que ir, no me
cabe duda alguna. Le puedo decir que en eso no tengo duda alguna; podemos
tenerlas en otras muchas cosas, pero si conseguimos mantener los precios
bajos --y la moderación salarial es un instrumento básico para mantener
los precios, por ejemplo, en los servicios a niveles moderados-- estamos
metiéndonos en un círculo que produce efectos positivos y se
autoalimenta, igual que si nos metemos en un círculo de precios altos,
indexaciones, para protegernos de esos precios altos, nos metemos en un
círculo negativo que a todos nos destruye, y yo creo que esa experiencia
la hemos vivido en España y otros países la han vivido más intensamente
todavía que nosotros.

No hay una reducción de la inversión, señor Alcaraz, perdóneme; en
términos del producto interior bruto, hay un mantenimiento de la
inversión en el 4,5 superior a la previsión del año 1997, por tanto la
inversión pública ya no va a ser el componente de ajuste del déficit
público, lo va a ser el consumo público, y eso me parece que es una
intención clara de este Gobierno en su modelo.

El señor Alcaraz dice que yo lanzo mensajes a los mercados y no a la
sociedad. Yo no estoy de acuerdo, señor Alcaraz, no cabe duda que el
empleo, el poder adquisitivo, la reducción de los tipos de interés, las
posibilidades de ahorro, si no son mensajes a la sociedad, ¿qué sociedad
hay en España? La gente ahorra, si puede; le interesa saber cuánto va a
crecer el empleo, le interesa saber cuánto van a crecer los precios, le
interesa saber cuánto van a crecer los intereses de su hipoteca. ¿De qué
sociedad estamos hablando? De ésa, porque ésos son los españoles que
existen. ¿Los mercados? Hay una parte de españoles que colocan sus
ahorros en los mercados, señor Alcaraz, no nos olvidemos de los éxitos
que están teniendo algunas privatizaciones que se están produciendo, y
otras posiciones en Bolsa que no son empresas públicas. Por lo tanto no
empecemos a despreciar y pensemos que es que los ahorradores son todos de
otro país; hay un montón de ahorradores en este país muy interesados en
lo que está sucediendo, de pequeños ahorradores, pero de todas maneras
los mensajes del Gobierno que en este plan de convergencia se contienen
son mensajes que claramente van dirigidos a la principal prioridad de la
sociedad española, que es el empleo. Todo este plan de convergencia no
tendría ningún sentido si no fuéramos capaces de plantear un crecimiento
intenso del empleo, mucho antes --se lo subrayo-- que cualquier proceso
de integración internacional, mucho antes. Yo creo que la única manera de
sostener política y socialmente un programa de convergencia es que los
ciudadanos perciban beneficios en ese programa de convergencia, si no, no
va a haber programa de convergencia que resista la realidad de la opinión
de los ciudadanos.

El cuadro macroeconómico, señor Alcaraz, ha variado en el año 1997. Lo he
explicado antes, pero en lo único que quiero insistir es en que es una
situación que se nos ha producido durante los años 1996 y 1997, y es una
mayor intensidad del sector exterior y, en cambio, un menor crecimiento
del previsto en la demanda interna, especialmente de la inversión y,
sobre todo, del sector de la construcción. El Gobierno está tomando
medidas, como es el proyecto de ley que ustedes han recibido sobre
sociedades y fondos de inversión mobiliaria, nuestro plan de vivienda; el
deseo que tenemos de llevar a cabo una política de reforma de la Ley del
Suelo dentro de los límites que nos ha marcado el Tribunal
Constitucional, y lo que es también claro, que es la transmisión de las
mejoras en intereses a los tipos de las hipotecas y a los tipos generales
del activo de los bancos. Ahí todos los grupos parlamentarios han
planteado sus dudas. Yo quiero decir que el Gobierno sigue detenidamente
la evolución de la competencia del mercado financiero y que desde luego
me llevo el claro mensaje de que las fuerzas políticas desean que ese
seguimiento sea exhaustivo, por lo tanto lo será; ya lo era, pero lo
será. Es decir, no tenemos ninguna duda de que la competencia en el
sistema financiero tiene que aumentar. En España es muy profunda la
disminución de los costes de intermediación ha sido muy considerable a lo
largo de los últimos años. Este Gobierno en el mes de noviembre hizo un
acuerdo voluntario con las cajas y con los bancos para trasladar el coste
de las hipotecas más rápidamente a los usuarios, pero yo no soy sordo y
me llevo claramente el mensaje de que los grupos parlamentarios le piden
al Gobierno una vigilancia lo más exhaustiva posible del funcionamiento
de la competencia del sector financiero; la estamos desarrollando y la
vamos a seguir desarrollando. Una reducción de la presión fiscal se
produce en la segunda parte del proceso del plan de convergencia



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y estabilidad, a partir de que el déficit público se sitúe por debajo del
2 por ciento.

No hay una reducción en la política sanitaria, señor Alcaraz, no la hay,
es decir, no la ha habido en el año 1997. Acabamos de llegar al Gobierno
y hemos aumentado la base sobre la que se financia la sanidad pública. Si
nos tiene que juzgar por nuestros hechos, júzguenos; hemos aumentado la
base de la sanidad pública en más de 70.000 millones, y si nos tienen que
juzgar por nuestras intenciones, júzguennos también. Estamos diciendo que
se van a mantener en porcentaje del producto interior bruto las políticas
sociales, lo que quiere decir que si desciende el desempleo las otras dos
más importantes se van a ver beneficiadas, que son pensiones, y, sobre
todo, sanidad, porque la evolución de las pensiones viene marcada por la
propia ley. En ese sentido, júzguennos o por nuestro hechos o por
nuestras intenciones, pero lo que no es posible es que nos juzguen
ustedes por algo distinto de nuestros hechos o nuestras intenciones,
porque entonces es un debate con el que no llegamos a ningún sitio.

Sobre el millón de empleos, señor Alvarez, nosotros, yo, personalmente,
creo que la economía española pueda crear alrededor de 240.000 empleos al
año, los está creando, sin desvíos estadísticos, en el año 1997; con un
crecimiento como el que se prevé en el plan de convergencia y
estabilidad, ésa es una posición absolutamente razonable. Por lo tanto,
no se trata de plantear grandes cifras de varios años, se trata de hablar
de lo que podemos hacer cada año e irlo acumulando. Yo no quisiera
centrar el debate sobre una cifra mágica de empleo en un período de
varios años, pero sí me parece interesante decir que si somos capaces de
crear 240.000 empleos al año, aun con un aumento del 0,8 en el conjunto
del período de la población activa, estamos reduciendo la tasa de paro y
sobre todo estamos creando un montón de empleos nuevos en la economía
española, y la voluntad clara de los interlocutores sociales es darnos la
oportunidad de hacer modificaciones legales que le den más estabilidad y
más calidad a este empleo.

Ha hecho referencia el señor Alvarez a que no comparte los objetivos
--está claro que no lo hace-- con los de los países del sur. Yo creo que
desde el punto de vista de la Unión Europea España tiene unas
características, y no estoy convencido de que tenemos que situarnos en
unas definiciones territoriales o de latitudes. Yo creo que nosotros
tenemos una economía que en este momento está creciendo por encima de la
media europea, que sin embargo está llegando a niveles de estabilidad
similares a los de los países centrales; que tiene un potencial de
crecimiento de su sector exterior muy importante, que tenemos que
fomentar; que tiene una flexibilidad interna y una capacidad de
adaptación social muy importante, como ha demostrado el acuerdo entre los
interlocutores sociales y otros acuerdos más concretos en los sectores
como el naval o el minero, como se está produciendo en la vida diaria de
las empresas españolas. Todo eso es muy positivo y el mercado único nos
da grandes oportunidades de beneficios de esa situación. Le diré otra
cosa, nadie nos da otra oportunidad similar. Es decir, si la cuestión se
trata de: vea, compare y, después, compre, no hay duda, porque nadie nos
da otra oportunidad similar que la integración europea. Por lo tanto, si
vemos, comparamos y compramos, lo que tenemos que hacer es comprar eso
porque eso nos da una oportunidad creciente para un país con grandes
ventajas comparativas en coste, con una capacidad de crecimiento
considerable y con una sociedad para nada anquilosada en no cambiar. Eso
supone grandes oportunidades para cambiar, para mejorar, para ofrecer
oportunidades a los ciudadanos, que yo creo que es en lo que estamos
todos en este debate, y desde luego yo lo reconozco a todos los grupos
parlamentarios.

En cuanto a un estatuto europeo social, el Gobierno español está
planteando que haya un capítulo social en la Conferencia
Intergubernamental, en el Tratado. Eso no quiere decir que la política
laboral y social no sea una responsabilidad interna; yo creo que a España
le conviene tener su propia política social, es un elemento que tenemos
que adaptar a nuestra realidad y que no nos puede venir impuesto por
otros países desde el punto de vista de la legislación comunitaria. En
ese sentido España comparte el capítulo social del Tratado de la Unión y
quiere un capítulo sobre el empleo. Yo creo que ahí se introducen muchas
de las preocupaciones de su señoría. Otros países no lo desean, pero
desde luego España, creo que con posibilidades de éxito, está trabajando
con otros países para que haya un capítulo del empleo, igual que nosotros
respaldamos el hecho de que España respaldara el capítulo social del
Tratado de la Unión.

En cuanto al marco fiscal vinculante a nivel europeo, ése es un debate
importane, en el que es difícil que se produzca un consenso por
unanimidad y en el que España tiene que ser muy cuidadosa para que no
traten de imponernos restricciones a nuestra competencia vía ese camino,
y desde luego lo vamos a hacer, porque esto nos perjudicaría grandemente
en el empleo. Nosotros tenemos que tener un sistema fiscal que sea
suficiente, que sea justo, que responda a las necesidades de nuestro
país, en el que podemos tener acuerdos o divergencia, pero lo que no
podemos hacer es someternos a unas directrices de países cuyo mayor
interés va a ser claramente evitar competencias como las que de hecho ya
produce la economía española.

Vuelvo a insistir en que no se producen reducciones en los gastos
sociales ni de inversión. Además, tengo que agradecer claramente una
última frase que ha dicho, y es que la integración europea se está
produciendo en este período con más intensidad. Estoy de acuerdo. Estamos
integrándonos mucho más deprisa en términos macroeconómicos de lo que lo
estábamos haciendo antes.

Paso a contestar al señor Homs. Indudablemente este plan de convergencia
responde a los acuerdos de investidura, y con ello contesto también al
PNV y a Coalición Canaria. Los acuerdos de investidura fueron públicos,
escritos, entregados a la opinión pública, y uno de los objetivos claros
de dichos acuerdos, por no decir el más importante, en todos los casos
fue el garantizar que la política económica era un instrumento de
integración de España en Europa.




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En ese sentido no sólo Convergència i Unió no respaldaría este programa,
es que no lo presentaríamos nosotros. Creo que ahí hay una coincidencia
que, por otra parte pone de relieve algo que el señor Mauricio ha dicho y
a lo que ahora hago referencia, que es el tema de la estabilidad
política, y yo creo que ése es un tema muy importante. La estabilidad
política es la que garantiza el que podamos realizar una política
económica como la que se está realizando en este momento.

En ese sentido me parece también importante destacar que las
estabilidades políticas, como la experiencia está demostrando, incluso
las efectividades, no dependen de la soledad de un grupo parlamentario, y
eso quizá para el futuro de nuestro país, tal y como se comportan los
electores, deba ser algo a tener en cuenta.

Ha planteado cuestiones en las que estoy absolutamente de acuerdo, como
son el hecho de que se ha hecho una política posible y creíble, y que la
política presupuestaria es básica en ese elemento, como lo es también el
talante de diálogo, que yo interpreto, en el caso del señor Homs, que va
no sólo referido a los temas de modernización del mercado laboral, sino
también a otros, como son el contacto con los sectores productivos, a
nuestra política de pequeña y mediana empresa, a nuestra política de
exportación, a nuestra política de turismo, y a lo que en este momento es
una colaboración muy intensa con los sectores productivos de este país en
la propia elaboración de la política económica.

Es verdad que éste es un programa distinto de otros programas de
convergencia. El señor Homs ha puesto el acento en los temas en que yo
coincido. Desde luego hay una mayor implicación de la sociedad, eso me
parece muy relevante, y desde luego hay una política presupuestaria mucho
más restrictiva y mucho más claramente definida.

Creo que efectivamente hay que ser vigilantes en el control del consumo
público. Cro que ése es un debate y una obligación muy importante. Hay
que serlo ya en el año 1997. Su grupo ya en más de una ocasión me ha
planteado esas cuestiones en la Cámara. Tenemos objetivos muy ambiciosos
en la disminución del consumo público y eso exige funcionamientos
distintos de la Administración pública, que son responsabilidades del
Gobierno y que el Gobierno asume.

Estoy absolutamente de acuerdo --lo he dicho-- en que los gastos sociales
tienen que evolucionar, tienen que mantenerse en términos de PIB y, por
tanto, crecer, en un PIB que va a crecer.

Nuestra preocupación por la sanidad la hemos puesto de manifiesto en el
año 1997, y la vamos a poner de manifiesto en el acuerdo que firmemos con
las comunidades autónomas que tienen transferida la sanidad como
prestadoras de servicios públicos sanitarios. Es indudable que hay que
reconocer la evolución del gasto sanitario real y hay que ir a una
financiación de la sanidad suficiente y, al mismo tiempo, como ha puesto
de relieve el señor Mauricio, en todas las Administraciones públicas hay
que llevar a cabo una política de eficacia en el gasto sanitario y de
control del mismo, como hemos puesto ya de relieve en el gasto
farmacéutico.

También creo que se pueden hacer importantes avances --como he dicho en
mi primera intervención-- en el control del fraude en la incapacidad
temporal porque eso puede beneficiar a fuentes de financiación del gasto
público y del gasto sanitario en concreto.

¿En déficit público es posible el 1,6? Nosotros creemos que es claramente
posible. De todas maneras vuelvo a insistir en que si SS. SS. ven el
escenario del crecimiento moderado, estamos moviéndonos en déficit
públicos extraordinariamente bajos, incluso con crecimientos del producto
interior bruto inferiores a los que estamos teniendo ya en este momento.

Centrifugación del déficit. Yo quisiera decir que, primero, hay un nuevo
sistema de financiación autonómica muy beneficioso para las comunidades
autónomas, puesto que liga sus ingresos a la evolución de los ingresos y
no del PIB, que se produce por encima, y que, por tanto, a lo largo de
los años irá ampliando esas ventajas.

Segundo, en cuanto al esfuerzo sobre el déficit por parte de las
comunidades autónomas quisiera hacer una simple referencia. El conjunto
de esfuerzo que se les ha pedido a las comunidades autónomas en los tres
planes de convergencia es del 80 por ciento. En esta última parte es del
33. Por tanto, digamos que en esta última parte es claramente el Estado
central el que va a hacer el mayor esfuerzo de reducción del déficit
público. Con esto introduzco alguna idea que se ha planteado por el
portavoz del Grupo Vasco, y es que hemos de ser conscientes de que hay
que buscar una fórmula para que la reducción del déficit de las
comunidades autónomas sea gradual. Eso se debatió en el Consejo de
Política Fiscal y Financiera y creo que podemos encontrar fórmulas en las
distribuciones de los grupos de trabajo que cumplan el plan de
convergencia y que mantengan esta gradualidad.

Sobre las transferencias, quiero insistir en algo que es obvio, y es que
el Estado no transfiere déficit. El Estado transfiere competencias
financiadas. El déficit se lo queda el Estado. Por lo tanto, no creo que
las comunidades autónomas estén en una mala situación. Coincido con el
señor Homs en la necesidad de plantear en esta legislatura un acuerdo de
financiación de haciendas locales.

En cuanto a su insistencia en la necesidad de nueva creación de empresas
y de política de pequeña empresa, el Gobierno ya ha dado muestras de
querer tener una política discriminatoria en cuanto a las pequeñas y
medianas empresas. Lo ha hecho en términos fiscales y en términos
financieros. La participación del tejido productivo español en la
formulación de la política económica es ya un hecho, como ha reconocido
el señor Homs. Un marco de estabilidad también es un marco que incentiva
las actitudes emprendedoras de la sociedad. En un marco de precios
estables, de economía competitiva, de flexibilidd, de apertura exterior,
se produce claramente un ambiente en el que ser emprendedor es muy
distinto que cuando las condiciones macroeconómicas que te dicta la
política presupuestaria pueden acabar con cualquier empresa en cualquier
momento, como consecuencia de que la política monetaria tenga que hacer
de única ancla. En ese sentido, se puede avanzar con medidas concretas,
pero el marco hoy es muy superior al de otros momentos.




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Coincido en la necesidad de armonizarnos con Europa y también en la
necesidad de que el Gobierno tenga en cuenta, en las modificaciones de
los procedimientos judiciales, la vertiente de la realidad económica. Las
nuevas modalidades de contratación han llevado al Ministerio de Trabajo y
al de Economía a un proceso de revisión de los incentivos fiscales que
hay en este momento. Si hay un cambio de marco laboral, debemos hacer un
nuevo marco de incentivos fiscales. No se trata de sumar incentivos
fiscales a los que ya existan, sino de revisarlos todos y de poner el
acento en algo que los grupos parlamentarios compartimos, que es el
acento en la estabilidad. En ese sentido, se puede hacer un trabajo de
cambio de incentivos en el que la colaboración de los grupos será muy
elocuente. Respaldo plenamente que existan propuestas desde la Comisión
de Economía del Congreso respecto a la formación y que se introduzcan en
el programa de convergencia. Me parecen muy adecuadas. Agradezco el
respaldo del programa.

Al señor González de Txabarri, del Grupo Vasco, también le agradezco su
respaldo. Coincido en las apreciaciones sobre el cambio de política
económica. Es muy importante resaltar que estamos dando frutos concretos
a las expectativas de los ciudadanos. Hoy en España los ciudadanos
perciben que la estabilidad macroeconómica les produce beneficios a ellos
personalmente, no a las discusiones políticas o técnicas. En ese sentido,
me parece que estamos en un camino en el que la cultura económica en
nuestro país puede cambiar, y lo está haciendo, como lo demuestra el
ejemplo que todos hemos vivido de la posición y del liderazgo que han
tenido sindicatos y empresarios, que creo que es una muestra clara de lo
que sucede en este momento en España. Una política económica de centro,
como la ha calificado el señor González de Txabarri, es una política en
la que se conjugan crecimiento económico y solidaridad, porque,
efectivamente, competitividad y solidaridad no pueden ser conceptos
contrapuestos, o estamos apostando por el desempleo masivo, que es la
peor forma de solidaridad posible. Por tanto, yo ahí coincido
absolutamente y además estimo mucho los subrayados políticos que ha hecho
el portavoz del PNV, porque creo que hoy la sociedad española no necesita
ya que se lo expliquemos, sabe mejor que nosotros que la capacidad de
creación de empleo reside en la competitividad de las empresas. Por eso
creo que los énfasis que ha hecho el señor González de Txabarri son
absolutamente imprescindibles.

Por otro lado, ha hecho una afirmación, entre las muchas que ha hecho, y
que no se había hecho hasta ahora, que me parece positiva, y es que ahora
ya nadie discute la convergencia nominal. Me parece que es bueno que
España haya superado una fase en la que todos discutíamos la convergencia
nominal y que ahora estemos discutiendo ya el interior, pero convencidos
ya de que lo vamos a conseguir. Lo que tenemos que hacer es continuar en
el esfuerzo --en el que estamos en este momento-- de conseguirlo, sobre
todo desde el punto de vista del gasto público.

En cuanto a si estamos en unas estimaciones macroeconómicas optimistas,
si lo estamos, coincidimos con una visión optimista del Fondo Monetario
Internacional, de la OCDE, con la alemana y la francesa, y tenemos
nuestro escenario moderado que, vuelvo a repetir, tampoco nos pone en una
situación extremadamente complicada. Por tanto, agradezco la intervención
del señor González de Txabarri. Creo que la mayor parte de las cuestiones
sobre las comunidades autónomas las había contestado antes, salvo
respecto a la empresa pública. Quiero llamar la atención de que el
crecimiento de las transferencias y gastos corrientes mantiene su
porcentaje de producto interior bruto, por lo cual no todo es, ni mucho
menos, transferencias a empresas públicas; hay transferencias a familias,
contribuciones a la Unión Europea, contribuciones a organismos
internacionales, que demuestran la voluntad del Gobierno de llevar a cabo
una política de saneamiento y de modernización de la empresa pública.

Por lo que se refiere al señor Mauricio, de Coalición Canaria, le
agradezco su respaldo --como no podía ser de otra manera-- y el
reconocimiento de que el programa de convergencia es plenamente la
consecuencia de los acuerdos políticos del pacto de gobernabilidad que
firmamos con Coalición Canaria. Como ha dicho el señor González de
Txabarri, estamos en la convergencia nominal, y eso no se discute en este
momento. El señor Mauricio ha puesto el acento en algo que he hecho yo
también y que quisiera destacar ante la Comisión. No se trata de cuadrar
ningún círculo, pero el círculo en el que nos encontramos en este momento
de crecimientos superiores a los precios, de rigor presupuestario y de
tipos de interés descendentes, como consecuencia de los dos primeros, es
un círculo en el que podemos crear mucho empleo y mejorar sustancialmente
la realidad de la economía española, y en ese sentido el programa de
convergencia y su modelo de crecimiento responden a eso. Esta situación,
sin duda, cambia las posibilidades de la política económica y social. Es
una política económica de centro, como también ha dicho el portavoz del
PNV, afirmación con la que estoy absolutamente de acuerdo, en la que se
combina la eficacia y la solidaridad de manera no sólo suficiente, sino
acorde con la voluntad de la mayoría de los ciudadanos.

En cuanto a la idea de que la cohesión social debe ser parte de la
política de competencia y viceversa, que ya ha sido puesta de relieve
antes, estoy absolutamente de acuerdo. Ha hecho referencia al tema
sanitario en las líneas que ya he argumentado con el señor Homs, con las
que también estoy conforme y agradezco el apoyo al programa de
convergencia.

Por lo que se refiere al señor Aguirre, del Grupo Popular, es verdad que
nosotros en el año 1994 pusimos encima de la mesa nuestra propuesta de
política económica. Creo que podemos estar satisfechos de haberlo hecho,
de poder leerla en este momento y me alegro de que el Grupo Popular la
exhiba. Se ha producido, sin duda, una mejora en la credibilidad de la
economía española, no sólo en cuanto a las cifras de diferencial con
Alemania, sino en cuanto a las cifras de expectativas de los consumidores
y de los empresarios. En este momento estamos en posiciones que desde
finales de los años 80 no se tenían en España en cuanto al futuro, tanto
de consumidores como de empresarios, y creo que eso es algo muy
importante, puesto que las expectativas



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juegan un papel determinante en las políticas económicas y en las
realidades económicas modernas.

Reitero lo que ha dicho el señor Aguirre sobre la caída de los ingresos,
que yo también he subrayado. No se está produciendo una caída de los
ingresos y por ese camino no va a haber un debate demasiado sostenido
sobre el presupuesto. Reitero también lo que ha dicho sobre el umbral de
creación de empleo que en este momento se sitúa no muy lejos del 1 por
ciento del producto interior bruto, lo cual es extraordinariamente
positivo para nuestra economía.

El señor Aguirre ha planteado algo que me parece muy interesante. Si hay
grupos parlamentarios que no creen que los avances que el Gobierno va
dando sobre la evolución del presupuesto en cada mes vayan a responder al
final a la propuesta de presupuestos que presentamos, tienen el debate de
presupuestos del año 1998 hecho. Si nosotros a finales de 1997 no
cumplimos nuestros objetivos presupuestarios, creo que el debate del
presupuesto de 1998, para los grupos parlamentarios que no lo compartan,
está hecho. Ahora, si lo cumplimos, también está bastante hecho. En ese
sentido, todo lo que sea incentivar al Gobierno de manera positiva o
negativa, en cualquier caso incentivarlo a cumplir el presupuesto, va en
beneficio de la política económica y, por tanto, en beneficio de los
ciudadanos.

El grupo mayoritario reitera que este programa es un motivo de
satisfacción, coincidiendo con lo que otros grupos que apoyan al Gobierno
han hecho, y también reitera el compromiso del Grupo Popular en las
políticas de protección social y en la disminución del consumo público.

Es verdad que hemos hecho una política como la que habíamos dicho, hemos
aumentado la confianza, hemos aumentado el consenso y hemos aumentado la
eficiencia; estamos manteniendo una política de talante abierto,
importante, que espero que pueda tener también traslaciones a nivel
parlamentario. Al mismo tiempo, estamos tomando decisiones firmes,
consiguiendo que los ciudadanos perciban la realidad como una oportunidad
y no como sacrificio, que es como debe percibirse porque es la realidad,
es una gran oportunidad para afrontar con garantía el siglo XXI, como ha
dicho el señor Aguirre.

Por último, quisiera reiterar, en nombre del Gobierno, la importancia de
los acuerdos. Espero que con las divergencias que indudablemente existen,
y que por otra parte son normales, podamos recibir, desde el punto de
vista del Gobierno, mensajes --como algunos que ya se han manifestado--
de los grupos parlamentarios respecto a lo que es el respaldo
mayoritario, lo más mayoritario posible, no sólo sobre los objetivos,
sino sobre medidas que garanticen el sostenimiento y la posibilidad de
conseguir estos objetivos. En ese sentido, si ustedes me lo permiten,
invito a los grupos parlamentarios a que acerquen posiciones, si es
posible, a lo largo de los próximos días, hasta que se presenten las
mociones. Vuelvo a repetir que el Gobierno cree que es imprescindible que
en este plan de convergencia han de ser una realidad y que se han de
presentar en un horizonte temporal razonable, puesto que estamos muy
cerca de decisiones europeas muy serias y es bueno que el Gobierno
conozca la posición concreta de los grupos parlamentarios.

Señor Presidente, una vez más quiero agradecer a todos los grupos su
talante y su aportación, y estoy a disposición de la Comisión.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

¿Grupos que desean replicar? (Pausa.)
Ruego a los grupos que sean breves. En todo caso, contaré estrictamente
diez minutos.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Presidente, son muchas las cosas que la
intervención --que agradezco-- del señor Rato me sugieren y hay algunas
que merecerían una clarificación.

Me da la sensación de que no es éste probablemente el mejor de los
momentos para reiniciar otro turno de dúplica y de réplica, que
naturalmente cerraría el señor Vicepresidente. Por eso, voy a renunciar a
una buena parte de lo que pensaba decir.

Quiero decir al señor Rato lo que le he dicho exactamente al principio.

El sabe que a pesar de la política del Gobierno, a pesar de algunos
comportamientos, a pesar de algunas cuestiones formales, este grupo
comparte objetivos que son comunes, y ése es un terreno que me parece que
es proclive a un cierto entendimiento. Quiero señalar también que una
buena parte del lugar donde hoy nos situamos es el resultado también de
trabajos anteriores, pero ése es un debate que podría eternizarnos.

Sólo quiero hacer una puntualización, señor Rato. He tratado de ser
riguroso en la expresión de algunas cosas, y me parece que no es bueno
que digamos --y en su réplica usted, lo mismo que el señor Aguirre, han
vuelto a decirlo-- que estamos hoy en el cumplimiento del objetivo de la
inflación. He empezado por decir que creo que es posible que se acabe por
cumplir, es verdad que es un objetivo móvil; pero, medido en términos
Maastricht, hoy estamos, aproximadamente, a 8 décimas del cumplimiento,
según la publicación del Ministerio de Economía y Hacienda del 14 de
abril de 1997. Una cosa es decir que estamos en el buen camino y otra
cosa es decir que estamos ya cumpliendo. No es verdad, señor Aguirre, lo
siento; no estamos hoy todavía en el cumplimiento del objetivo medido en
términos Maastricht, aunque yo soy el primero en decir que las cosas van
bien. Por tanto, no confundamos a la opinión pública. Nos queda algún
trabajo por hacer y la inflación, probablemente, repuntará en el segundo
semestre, como todas las previsiones están diciendo, incluidas las del
Ministerio de Economía y Hacienda. ¿Eso va a imposibilitar que se cumpla?
No. ¿Tiene interés la oposición en decir que eso va a ocurrir? No; todo
lo contrario, pero, por favor, seamos rigurosos. Eso es lo que trato de
decir, nada más.

Tercero, señor Rato, yo sigo teniendo desconfianza fundada en los
resultados del déficit. No quiero volver a una discusión sobre números,
pero ni siquiera los datos de evolución del primer trimestre en materia
de déficit de ingresos y gastos, tal y como la IGAE los viene dando,
desmienten lo que yo he dicho, porque para hacerlo compatible



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con las cifras obtenidas en el presupuesto, los crecimientos de los
ingresos tendrían que estar situados en los impuestos directos alrededor
del 12 por ciento, que no se está alcanzando con esos datos. Eso es lo
que se deduce del análisis. Pero va más allá de esto que nos puede llevar
eternamente a que yo no cumpla lo que he empezado por decir que quería
hacer en esta última intervención.

Señor Rato, tendremos tiempo a lo largo de esta legislatura de discutir.

Quiero decirle que mi grupo toma la palabra al Gobierno. Ojalá que lo que
ustedes dicen, se cumpla, en los términos en los que lo dicen, por lo
menos en los objetivos de crecimiento, de creación de empleo, de
reducción del déficit, de la inflación. Hay tiempo para vigilar esto.

Nosotros no podremos diferir en muchos de los medios que piensan poner en
práctica; de algunos es manifiesto que diferimos, algunos que son
continuidad de políticas que han hecho anteriormente y que ahora siguen
anunciando, y en otros, señor Rato, probablemente tendremos que
discutirlo tan pronto como se presenten las correspondientes iniciativas.

También en esas cuestiones creo que es posible aproximaciones hasta donde
es posible, no para negar la existencia de distintas políticas, que es
obvio que hay políticas diferentes, pero sí para que este grupo, como
grupo de la oposición, tenga que seguir diciendo que le parece harto
difícil compatibilizar la reducción del déficit público que ustedes
plantean, la reducción de la presión fiscal y su énfasis, notoriamente
expresado en que no debe crecer el gasto corriente, expresado incluso por
esa especie de queja, a que haya crecido el gasto corriente en el período
1985/1995, que es exactamente la base del Estado social que tenemos en
este momento, esto es, del Estado del bienestar en materia de educación,
en materia de pensiones y de tantas otras cosas. ¿Será eso compatible? Si
tienen razón, yo tendré que desdecirme de lo que he dicho, pero a mí me
parece que no es compatible. Por ello pienso que tendrán que acabar, una
de dos: por aumentar la presión fiscal a pesar de lo que dicen o, por
hacer explicable, y aceptable para quienes en este momento no les parece
demasiado aceptable, que algunas partidas de gasto, de ese gasto
corriente que, por ser corriente, parece como que hubiera que reducir, y
que es el que sostiene casi todas las políticas de transferencias; ése
tendrá que experimentar algo que yo creo que es incompatible con el
mantenimiento de su participación en el producto interior bruto. Sobre
esto es sobre lo que me parece que tiene que sostenerse nuestra actitud,
sensata, razonable, de colaboración en lo que es posible y de
diferenciación en lo que no creemos, con una política a la que, en todo
caso, queremos contribuir, a pesar de nuestras dudas, señor Rato, para
que pueda, al menos, en este período, entre 1997 y los primeros meses de
1998 hacerse posible que nuestro país forme parte de la Unión Económica y
Monetaria. Me parece que lo que ocurra después es mucho más complicado, y
la política de privatizaciones me temo que está actuando en esta cuestión
como el auténtico colchón de un conjunto de cosas que, en el corto plazo
hasta, llevado al extremo, pueden casar, pero que en el medio plazo es
imposible que casen.

El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra el señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: También brevemente, señor Presidente.

Señor Rato, efectivamente, tiene usted nuestra más clara y hasta
descarada, aunque de buen tono, oposición en este tema. No compartimos
esa especie de pinza de Estado que conjuntamente ha formado el resto de
los grupos porque nos parece que es una senda equivocada. Son objetivos
equivocados, con una política que no tiende a repercutir de manera
beneficiosa en el futuro de este país. Sabe usted que presentaremos un
documento alternativo a la reforma del Tratado de la Unión Europea y que,
indudablemente, la resolución que aquí defenderemos el lunes será
contraria a este programa de convergencia y estabilidad.

Contestándole a lo que usted me agradecía cuando me refería a que se
están agudizando los procesos de integración, el sentido que yo le daba
es el que reitero, posiblemente con otras palabras, en este momento.

Nosotros creemos que se apuesta por cumplir con unos criterios nominales
estrictos --y esta apuesta es la que se agudiza, a pesar de las cosas que
se han dicho aquí en sentido contrario-- y que se apuesta con
independencia, sin considerar rigurosamente cuál es el estadio de
capacidad productiva, de capacidad empresarial y tecnológica y sin tener
en cuenta la necesidad de proveer de manera adecuada a los servicios
públicos en nuestro país. Se apuesta en abstracto, sin tener en cuenta
estos condicionamientos reales que debieran provocar una convergencia, en
este caso sí, real.

En todo caso, con esta política --eso sí-- se está determinando quiénes,
qué conjunto de personas, serán los beneficiarios de esta especie de
senda económica darwinista que tiende, a nuestro juicio, a provocar mayor
exclusión social. Porque incluso las cuentas que ustedes nos daban, de
cara a los presupuestos y de cara a la aplicación del programa de
convergencia y estabilidad en los próximos cuatro años, dan la impresión
de que tienen en cuenta a todo el país menos a tres o cuatro millones de
personas que están fuera de estas previsiones, de ahora en adelante y en
la senda que se ha inaugurado con un horizonte de cuatro años.

Dice usted que el acuerdo de reforma laboral que se ha hecho no abarata
el despido. Sus palabras textuales han sido que recoge una definición más
clara y precisa del despido objetivo, lo que permitirá, con mayor
facilidad, el ajuste de plantillas en función de la fluctuación de la
demanda y la competitividad. Esto es decir que el despido es más barato,
señor Rato, porque permitirá el ajuste de plantillas de una manera mucho
más fácil. Después ha hablado de que se baja a 33 y 24, teniendo en
cuenta los días y las mensualidades, por el despido que se ha
considerado. Además, si tenemos en cuenta que por la reforma del artículo
52 los despidos procedentes aumentarán muchísimo en las sentencias,
estamos hablando sin duda, de un despido más fácil y más barato en ese
marco del criterio de flexibilidad que ha estado presente en toda su
intervención. Por tanto, el acuerdo sobre la reforma del mercado laboral
se constituye



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como uno de los documentos básicos de este programa de convergencia, es
indisoluble al mismo y es contemporáneo, absolutamente, en el tiempo y en
la propia coyuntura, en su más estricto sentido.

Otra cosa es que haya que constatar que es el tercer acuerdo importante
que consiguen, porque están ustedes viviendo una especie de luna de miel
con los sindicatos
--eso hay que constatarlo--, pero eso no nos lleva a enfrentarnos
con ellos ni tampoco a asumir cualquier acuerdo que hagan, y éste no lo
podemos asumir por las consecuencias que se pueden derivar. Usted ha
hablado de un millón de empleos y nosotros pensamos que eso no es
posible. Cuando ha hablado de que el crecimiento se produce a partir de
ciertas fechas, ya está utilizando usted los criterios de la reforma de
1994. Nos está hablando usted de contratos de dos horas a la semana, como
si eso fuera la creación de empleo, por decirlo directamente, tal como se
comenta en la calle, ya que usted afirma que esto puede responder a las
bases sociales que pueden contemplar esto como positivo. Lo que se dice
en la calle y recogen las estadísticas es que hay una precariedad enorme.

La incorporación de los jóvenes a los puestos de trabajo es muy inferior,
en los últimos años, a pesar de las reformas laborales, tal como detallé
en la anterior comparecencia de hace una semana. No sabemos cómo se va a
crear ese empleo estable. Añadamos ahora lo de estable, señor Rato,
porque el acuerdo laboral que se está vendiendo es el del empleo estable,
para nosotros del despido fácil y barato.

Si esto es así, ¿quiere decir que el millón de puestos de trabajo va a
estar radicado en el contrato de cuatro años? Si esto es así, ¿se está
manteniendo que la contratación que se va a hacer fundamentalmente va a
ser ésta y no la que se refiere a las otras ocho modalidades de
contratación precaria, que se mantienen en el acuerdo de la reforma
laboral? Si esto es así, señor Rato, ¿qué compromisos reales, concretos e
incluso legislativos se van a adoptar para que sea empleo estable, para
que se supere la cifra guineana de empleo precario a la que hemos llegado
en esta última etapa? Porque hemos visto en el acuerdo de reforma laboral
--termino, señor Presidente--, todos los compromisos que han
adoptado los sindicatos y las cesiones que han hecho se van a recoger a
nivel legal. Se van a transformar aquí en un proyecto de ley o en un real
decreto-ley, pero los compromisos que adopta...




El señor PRESIDENTE: Señor Alcaraz, vaya concluyendo.




El señor ALCARAZ MASATS: Termino, señor Presidente.

Como decía, los compromisos que adopta el Gobierno no sabemos exactamente
cómo se van a recoger ni el compromiso que adquieren a nivel legislativo,
no sólo ante la historia y ante la convergencia europea en este período,
no vayamos a encontrarnos con una política de ajuste duro de cara a la
convergencia, ajuste que se irá agudizando pues este Programa de
Convergencia agudiza el ajuste de los presupuestos de 1997. Y si se
aplican los presupuestos de una manera determinada a partir de ahora --ya
veremos qué pasa con los de 1998--, nos podemos encontrar con un ajuste
encubierto y cada vez más duro de cara a la convergencia europea.

Termino, señor Presidente. Nosotros no compartimos el Programa de
Convergencia y Estabilidad. Nuestra resolución irá en la dirección
contraria e, indudablemente, también plantearemos, bajo la necesidad de
un referéndum estatal, un documento alternativo a la reforma del Tratado
de la Unión Europea, que sólo va a ser matizado en función del
conocimiento que tenemos de las propuestas que se van a realizar.




El señor PRESIDENTE: Por último, por el Grupo Popular, tiene la palabra
el señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: Mi grupo confía plenamente en que las cifras
de empleo que se van a registrar en los próximos dos años hagan revisar
el discurso a algunos portavoces, y concretamente al señor Alcaraz, en el
sentido positivo de que las medidas que va a adoptar el Gobierno van a
resultar beneficiosas para este período de crecimiento de empleo.

En otro orden de cosas, no puedo dejar de mencionar, para que nadie tenga
una idea que no responda a la realidad, que el criterio de inflación es
móvil en función de los tres valores de referencia de menor inflación de
Europa. Incluso en el horizonte de aquí a abril de 1998, ese criterio de
inflación puede sufrir endurecimientos, como ya se ha producido a finales
de 1996. Lo que es importante en este momento es saber que se está en la
senda de corrección y contención de los altos niveles de inflación de los
que partíamos, y de que esa senda está marcando un horizonte de
cumplimiento como el que se está marcando en este momento en materia de
inflación.

En relación con la institución presupuestaria, debo de reconocer que ha
habido fases en las que ha estado baja de credibilidad y casi en las
puertas de ser sancionada por expediente de déficit excesivo. En el
presente, parece ser que se vislumbra y se despeja y, por lo tanto,
confiamos --y así requerimos a los grupos de la Cámara que puedan estar
en la desconfianza de las cifras y del cumplimiento de ejecución
presupuestaria-- en la evolución de 1997 para formular estas críticas,
porque mi grupo está absolutamente seguro de que, al igual que ocurrió en
1996, se producirá el cumplimiento de todas las cifras concernientes a la
institución presupuestaria. Ha quedado claro para mi grupo que estamos
ante un modelo económico distinto, que pone de relieve que no era verdad
aquella frase de que sólo había una política económica posible. Ha
quedado claro para mi grupo que la fase expansiva que iniciamos, y que de
alguna manera viene reflejada en el Programa de Convergencia, estará
caracterizada por una mayor creación de empleo, no va a arrastrar ningún
tipo de desequilibrios y va a crecer por encima de los precios.

Por último, señor Presidente, quiero subrayar las palabras de algunos
portavoces que han hecho mención a que en este momento se vive un clima
de estabilidad política que reside en el pacto de legislatura, se vive un
clima de estabilidad social que reside en el diálogo fluido con los



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agentes sociales. En aras a esa estabilidad, mi grupo reitera su oferta
de poder suscribir de forma conjunta, con todos los grupos de la Cámara,
unas propuestas de resolución que respalden con fortaleza la posición
española en el proceso de convergencia.




El señor PRESIDENTE: Para concluir y responder a las cuestiones
formuladas, tiene la palabra el señor Ministro de Economía y Hacienda.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO Y MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (De
Rato y Figaredo): Muy brevemente, señor Presidente.

Sobre el debate del cumplimiento del criterio de inflación, está claro
que en este momento nuestro diferencial está dentro de lo exigido por
Maastricht. Es verdad, como dice el señor Eguiagaray, que tenemos que
mantenerlo durante doce meses, pero no es menos cierto que en este
momento la perspectiva es que lo vamos a mantener. Y estamos manteniendo
hacia atrás la evolución de la inflación de febrero, la evolución de la
inflación subyacente, etcétera. El hecho es que se está produciendo. Es
verdad que llueve, pero también es verdad que hoy vale bastante más el
coste de un barril de petróleo, en términos de dólares. No sé si es
equiparable una cosa con la otra, pero lo ideal sería que lloviera, que
el dólar estuviera mucho más barato y el barril de petróleo también. No
se han producido las dos cosas al mismo tiempo, y si se producen yo diré
que es gracias al Gobierno, indudablemente. (Risas.) Permítanme ustedes
esa pequeña licencia a estas horas.

Vuelve a insistir el señor Eguiagaray en la desconfianza del déficit. En
términos de contabilidad nacional, el Gobierno no tiene ninguna razón
para tener desconfianza. Sin duda, es bueno que se mantenga ese debate.

Me parece muy positivo que el Gobierno se sienta vigilado por el
Parlamento en términos de presupuestos. Me parece esencial y, en ese
sentido, todo lo que sea exigirle explicaciones al Gobierno es positivo.

Usted me toma la palabra y yo se la tomo a usted. Usted me dice que lo
que nosotros planteamos es difícil. Yo creo que lo que nosotros estamos
haciendo es difícil y, por lo tanto, veremos qué es lo que al final se
produce. Pero si el Gobierno cumple sus escenarios este país entrará en
una buena fase. El hecho de crecer por encima de los precios nos va a dar
grandes oportunidades. Por ello, el déficit y el control de la inflación
son los elementos básicos de la política económica, los elementos básicos
para crear empleo.

En cuanto al gasto corriente, ya sé que los sueldos de los médicos y las
enfermeras no forman parte de las prestaciones sociales, pero si no les
pagamos será muy difícil que podamos tener una buena sanidad pública. En
cualquier caso, señor Eguiagaray, nosotros vamos a reducir el consumo
público. Con ello no trato de demonizar ningún elemento del gasto, trato
de decir que en este momento la sociedad española debe reducir el consumo
público para mantener las prestaciones sociales y que las cosas se pueden
hacer más eficazmente. Esta Cámara, con acuerdos, además, ha tomado
decisiones para realizar prestaciones sanitarias de manera más eficaz y
flexible. Como, por otra parte, las comunidades autónomas gobernadas por
unos y por otros están haciendo en el tema sanitario. Todos somos
conscientes de que la Administración pública es un elemento básico de la
política económica y, sobre todo, de la política de servicios públicos al
ciudadano. Si no hay Administración pública, ¿quién le va a prestar
servicios públicos al ciudadano y quién va a efectuar las labores
imprescindibles y necesarias para garantizar el funcionamiento del
Estado? Pero también somos todos conscientes de que se puede hacer con
más eficacia. Ese es un desafío que este Gobierno asume con toda
rotundidad.

Es verdad que en el período 1990-1995, las prestaciones sociales
aumentaron su porcentaje en el PIB, pero menos que los intereses de la
deuda. En ese sentido, tenemos que aprovechar el hecho de que nuestra
política monetaria hoy no sea el único elemento de estabilidad de la
economía para hacer que las prestaciones sociales mantengan su porcentaje
del PIB, que con la disminución del desempleo, sin duda, estará en
niveles como los de 1990-1995 en sanidad y pensiones y, sin embargo,
tengamos una política monetaria que nos permita, por un lado, bajar el
déficit y, por otro, crecer más.

El señor Alcaraz pregunta quiénes son los beneficiarios. Los
beneficiarios son los ciudadanos que busquen empleos, que tengan empleos,
que paguen hipotecas, que pretendan crear una empresa en este momento,
que paguen impuestos; ésos son los beneficiarios, los hombres y mujeres
españoles de a pie a los que se les aplican las normas del Estado,
tributarias o de servicios públicos. Esos son los beneficiarios, los
millones de españoles, todos, salvo aquellos a quienes no les importe lo
que suceda con la sanidad pública, que son una minoría a la que no están
dirigidas las políticas generales del Gobierno, o quienes no estén
interesados en cuál sea el precio del dinero o cuáles sean los impuestos
sobre las nóminas. A esas personas van dirigidos nuestros esfuerzos y no
hay nadie que quede fuera, ni mucho menos, teniendo en cuenta que tenemos
un tema de protección social, que no sólo tiene las prestaciones
contributivas, sino una importante red de pensiones no contributivas.

Entramos, señor Alcaraz, en el meollo de su intervención desde el punto
de vista del debate político. Usted ha descrito muy bien la cuestión: hay
un montón de gente que hoy no tiene derecho al despido. ¿Por qué? Porque
tienen contratos precarios. Entonces, ¿de qué estamos hablando, de qué
reducción de costes estamos hablando? Estamos hablando de que estas
personas pasen a tener contratos estables y despidos garantizados. De eso
se trata con la reforma y, si no se produce, no afectará a nadie, pero de
lo que no cabe duda es que los derechos adquiridos están garantizados,
nadie pierde derechos en esta reforma y los gana un montón de gente.

Estamos de acuerdo en que este país tiene un problema de precariedad y
ese problema de precariedad afecta a muchas cosas, entre ellas a que no
se tienen prácticamente derechos ante el despido, y la intención de los
interlocutores sociales --que, vuelvo a repetir, no me cabe duda de que
es reflejo de la realidad de la sociedad española, porque los
interlocutores sociales no responden políticamente, pero sí responden
socialmente-- es



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que hay que dar una oportunidad a toda esa gente que está en una
situación precaria para que su situación sea estable.

Usted, señor Alcaraz, habla de ajustes de plantillas. Los ajustes de
plantillas no son siempre en una dirección. ¿Es que creemos realmente que
las empresas no se ajustan a la demanda si las cosas van bien o van mal?
En España empezaba a pasar que no se ajustaban más que a mal, nunca a
bien, porque la experiencia obligaba a ese tipo de planteamientos.

Rompamos ese círculo y hagamos que el ciclo económico cambie.

Indudablemente, cuando hay una mala situación económica, por las razones
que sean, se produce una situación de menos empleo y cuando hay una buena
situación económica se produce una situación de más empleo, pero
fomentemos que en una buena situación económica ese empleo sea más
estable y que, además, los ajustes duren el menor tiempo posible, porque
si hay una experiencia que podemos tener clara los españoles es que los
ajustes se producen; cuando las cosas van mal, antes o después el empleo
cae. Lo que hemos aprendido los españoles es que puede caer mucho más de
lo necesario y tardar mucho más de lo necesario en recuperarse. Yo creo
que la intención de los grupos que apoyan las reformas laborales y la
intención de los interlocutores sociales es que los malos momentos duren
el menor tiempo posible.

No podemos estar hablando de que se están facilitando los despidos. ¿A
quién? ¿A las personas que tienen contratos precarios? ¿Qué despidos
estamos facilitando si tienen contratos precarios? Seamos consecuentes
con el discurso completo; enfrentémonos al problema completo;
enfrentémonos a la situación real completa, y es que, en España, el 35
por ciento de los ocupados tienen contratos temporales o a tiempo
parcial, contratos que no van a desaparecer con una reforma, porque
muchos de ellos responden a realidades nuevas, como es la incorporación
parcial de personas al mundo laboral que no tienen interés en
incorporarse plenamente u otras situaciones absolutamente lógicas del
mercado. Vayamos a una situación razonable, como la que hay en otros
países europeos continentales, donde se asombran de que tengamos esa
precariedad, que tienen legislaciones laborales como las que han pactado
nuestros interlocutores y que son imprescindibles para que nuestro país
pueda aprovechar las oportunidades que se le están ofreciendo en el mundo
internacional y en el mundo europeo.

No puedo compartir el análisis de S. S. con respecto a lo que los
interlocutores sociales hoy nos están diciendo con rotundidad y como
consecuencia de un mensaje social. Los mensajes sociales son los que
vienen de la sociedad, no son mensajes políticos, sino sociales los que
nos están lanzando. Aquí tendremos después la responsabilidad política de
aprobarlos con las determinaciones que el Parlamento soberanamente tome,
pero no cabe duda de que nos han mandado un mensaje social de la calle,
de la sociedad al que tenemos que responder. Me parece que no podemos
responder escudándonos en unas situaciones que no se producen, porque
todos reconocemos que las situaciones precarias son precarias porque no
dan lugar a derechos. Todos tenemos que hacer un claro esfuerzo de
responder a lo que los españoles quieren oír de su legislación laboral, y
es que cree empleo de la mejor calidad posible y que las malas
situaciones duren lo menos posible, que es a lo que tienen que responder
las definiciones de los marcos legales y laborales.

Vuelve a criticar S. S. la cifra de empleo. El Gobierno cree que la
creación de 240.000 empleos anuales es una cifra razonable que se va a
producir en el año 1997 y que se va a seguir produciendo en el escenario
del crecimiento europeo en el que en este momento están las predicciones
de nuestro país y de todos los demás países europeos.

Respecto a nuestro compromiso real, es el que hay en el plan de
convergencia, que baje el déficit público, que mantenga la inversión
pública, que flexibilice la economía. Esos son los compromisos que el
Gobierno adquiere, y con esos compromisos se crea el empleo. En cuanto a
ese plan de convergencia, tómeme usted la palabra. Ese es el compromiso
que el Gobierno adquiere y la sociedad española nos juzgará en función
del grado de aproximación con el que lleguemos a esos compromisos. Esos
son los compromisos que adquiere porque son los que puede adquirir. Es
posible crear 240.000 empleos, pero lo que sí creemos que es nuestra
responsabilidad es que el déficit público se sitúe en las cifras en que
se debe situar en función del crecimiento de la economía y de que se
produzcan las reformas y los crecimientos que he planteado en términos de
ingresos o de consumo público.

Señor Presidente, señorías, agradezco, una vez más, el tono del debate y
la contribución de SS. SS. al mismo. Sin duda, no es el debate de hoy
sino el de toda la legislatura. Estoy seguro de que tendremos oportunidad
de avanzar, concretar y perfilar las posiciones de todos nosotros a lo
largo del tiempo.

Una vez más, quiero agradecer a la Comisión la oportunidad que me brinda
y espero que el Gobierno pueda recibir las propuestas de consenso que se
han planteado, así como las propuestas de resolución que cada grupo tenga
a bien plantear.




El señor PRESIDENTE: Les recuerdo a los grupos parlamentarios que el
plazo para presentar propuestas de resolución concluye pasado mañana,
viernes, a las dos de la tarde. Se presentarán en el Registro General de
la Cámara y se someterán a debate y posterior votación al próximo lunes,
a partir de las cuatro y media.

La Mesa de la Comisión calificará las propuestas de resolución en una
reunión que celebraremos a las cuatro y cuarto del mismo lunes, con
anterioridad a la celebración de la Comisión.

Se levanta la sesión.




Eran las tres de la tarde.