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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 46, de 11/09/1996
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1996 VI Legislatura Núm. 46



ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA



PRESIDENTE: DON FERNANDO FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS



Sesión núm. 5



celebrada el miércoles, 11 de septiembre de 1996



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia del señor Secretario de Estado de Economía (Montoro
Romero), para informar de las materias propias de su competencia, previa
remisión del informe correspondiente. (Comparecencia cuatrimestral.)
(Números de expediente 161/000095 y 161/000104.)



Se abre la sesión a las diez y diez minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días, señor Secretario de Estado de Economía;
buenos días, señoras y señores Diputados.

Vamos a comenzar esta sesión con la comparecencia del Secretario de
Estado de Economía, una vez que, solucionados los problemas de tráfico
debidos a la lluvia, las personas que debían intervenir en la
comparecencia están todas presentes en la sala.

Quiero disculpar a los miembros del Grupo Catalán (Convergència i Unió)
ya que, como saben todas SS. SS., hoy es el día de la Diada nacional de
Cataluña y están allí, compareciendo. Además, ya saben ustedes que el día
21 de septiembre es fiesta local en Salamanca y posiblemente



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este Diputado tampoco pueda asistir a esta Comisión; y como también lo es
en Logroño, no se podrá celebrar esta Comisión en la medida en que el
Presidente y el Vicepresidente son diputados, respectivamente, por La
Rioja y Salamanca. Para suerte de esta Comisión de Economía el día 21 de
septiembre es sábado, con lo cual no haremos a SS. SS. sufrir por este
percance.

Dicho lo cual, pasamos a la sesión anunciada para hoy, consistente en la
comparecencia cuatrimestral del Secretario de Estado de Economía, para
informar de las materias propias de su centro directivo, que es como creo
que se llaman ahora las secretarías de Estado, en función de la
proposición no de ley aprobada por esta Comisión en el pasado mes de
junio.

Como siempre, prevengo a SS. SS. y al señor Secretario de Estado de que
el régimen de la sesión será el siguiente: por parte del Secretario de
Estado, señor Montoro, se procederá a realizar el informe
correspondiente; con posterioridad, los grupos que lo soliciten fijarán
su posición, así como formularán las preguntas o aclaraciones sobre el
informe del señor Secretario de Estado, por orden de mayor a menor,
interviniendo en último lugar el grupo que apoya al Gobierno;
posteriormente el señor Secretario de Estado procederá a contestar, en la
forma que tenga por conveniente, a las aclaraciones y preguntas
formuladas y posteriormente abriremos un breve turno de puntualizaciones
y cerrará el debate del señor Secretario de Estado.

Señor Secretario de Estado, tiene la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMIA (Montoro Romero): En esta
primera comparecencia como Secretario de Estado del nuevo Gobierno deseo,
en primer lugar, saludar a todos los miembros de esta Comisión
parlamentaria y agradecer de antemano sus aportaciones. Tengo la
seguridad de que la intención común de acertar en el diagnóstico de la
situación económica tiene la fuerza necesaria para dar cauce y provecho a
las diferentes opiniones y, en lo que a mí respecta, para completar y
perfeccionar con su ayuda el análisis del escenario económico que, entre
otras cosas, condiciona la política del Gobierno. Pienso también que el
horizonte de Maastricht y la voluntad política, ampliamente compartida,
por lograr que España acuda puntual a la cita de la Unión Económica y
Monetaria, refuerza el tronco común de las ideas coincidentes y polariza
las diferencias.

En pocas ocasiones, pero ésta es una de ellas, la política económica se
aproxima al rango de una política de Estado y urge al Gobierno, a los
partidos políticos y a los agentes económicos y sociales a un mayor
esfuerzo de diálogo. A ello contribuyen estas comparecencias
cuatrimestrales y una actitud constructiva, guiada por el interés
general, que por mi parte les garantizo.

Voy a comenzar mi exposición con la descripción del estado actual de la
economía española y la percepción que el Gobierno tiene de su evolución
próxima; seguirá un análisis valorativo y predictivo del crecimiento
económico y sus componentes, de los tres sectores de la economía y de las
principales magnitudes, las magnitudes macroeconómicas, para terminar con
un repaso del grado de cumplimiento de los criterios de convergencia de
Maastricht.

Nuestra economía, señorías, está de nuevo viviendo un proceso de
recuperación tras el bache, la ralentización del crecimiento económico
que se ha apreciado desde mediados del pasado año. Podemos hablar de
recuperación dentro de la expansión, ya que nuestra economía no llegó a
registrar tasas negativas sino un acusado descenso del ritmo de
crecimiento. Voy a enumerar algunos de los factores que explican la
situación actual, esto es, la recuperación que estamos comenzando a
experimentar.

Como primer factor figura la mejoría del clima político, económico y
social de España. El aumento del nivel de confianza de nuestra sociedad
es evidente. La normalización del panorama político, con unos pactos de
gobierno sólidos, confieren una notable estabilidad al Gobierno actual y
eleva la confianza y las expectativas de los agentes económicos. La
confianza en la favorable evolución de la situación económica, la
confianza en el futuro, en una palabra, juega un papel decisivo en la
recuperación que comenzamos a percibir. La nueva estabilidad política se
transmite al conjunto de la sociedad, en la actitud a la vez dialogante y
firme de un nuevo estilo de gobierno y en la resuelta adopción de una
nueva política económica.

Esta fase de mayor crecimiento económico que se vislumbra es posible
gracias a la corrección de los principales desequilibrios básicos de
nuestra economía. Además, este hecho confiere una especial calidad a la
recuperción económica, pues crecemos mientras siguen mejorando los ratio
del déficit público y de la inflación. Si estos dos desequilibrios,
inflación y déficit público, no se contienen, el crecimiento económico
caerá en saco roto y será precario. Vamos, pues, por el buen camino, pero
queda un largo trecho por recorrer. Es el momento de aprovechar las
condiciones y los impulsos favorables para considerar nuestra economía
con la ayuda de algunos certeros esfuerzos adicionales que después
plantearé.

Avanzamos también en el proceso de convergencia con los países de la
Unión Europea, tanto en los parámetros nominales establecidos en el
Tratado de Maastricht como en términos reales, pues nuestro crecimiento
es superior a la media europea, pero no podemos bajar la guardia, ya que
aún no cumplimos los criterios de convergencia y nuestra renta per capita
no llega al 80 por ciento de la media de la Unión Europea.

Insisto en que la situación que atravesamos exige, más que nunca,
redoblar los esfuerzos que nos lleven a consolidar esta recuperación
incipiente, aunque de poco sirve que el Gobierno lo tenga claro, incluso
que haya una opinión ampliamente coincidente entre los expertos
económicos y los partidos políticos, si el conjunto de la sociedad no
siente la necesidad de hacer un esfuerzo solidario que nos permita vencer
las dificultades.

El Gobierno asume su responsabilidad en el momento actual y pide a los
agentes económicos y sociales, y a toda la sociedad, un esfuerzo, sobre
todo en las áreas en las que su contribución es más sensible, como ocurre
en la lucha contra la inflación, la moderación salarial y la conciencia
de la limitación de los recursos públicos. La aceleración



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económica, señorías, se hará más patente en la segunda mitad del año y
será cada vez más perceptible para el conjunto de la sociedad.

Hay una serie de factores que avalan este moderado optimismo. En primer
lugar, figura el contexto económico internacional más favorable. La
recuperación de algunos de nuestros socios en Europa, por ejemplo
Alemania, que, como SS. SS. han conocido esta misma mañana, ha revisado
al alza la tasa de crecimiento prevista para el año 1996, o el Reino
Unido, así como la evolución económica en Estados Unidos y las mejores
perspectivas en Japón, deben tener un reflejo positivo favorable en la
economía española.

Además, estamos asistiendo a un intenso proceso de creación de empleo.

España ha rebajado sensiblemente el umbral de crecimiento necesario para
generar nuevos puestos de trabajo. A ello se añade la mayor calidad de
muchos de los nuevos empleos, lo que está haciendo que gane porcentaje,
peso específico, la contratación estable, fija, frente a la contratación
temporal. Este hecho contribuye, sin duda, a elevar el nivel de confianza
y se suma a los efectos positivos de la estabilidad política a los que me
he referido anteriormente.

Nuestra economía comienza esta nueva fase de crecimiento con unas
condiciones de financiación francamente favorables. La evolución a la
baja de los tipos de interés, a la que hemos asistido, es un factor clave
para el buen funcionamiento de todo el sistema económico y especialmente
positivo para impulsar las expectativas y los proyectos empresariales.

La capacidad que muestra España para registrar un crecimiento económico
mayor que el de las medias europeas, incluso en fases de ralentización,
es prueba del elevado potencial que atesoramos. Hay que hacer un uso
inteligente del potencial, lo que exige tomar las medidas correctas que
hagan aflorar las energías dormidas en beneficio de toda la sociedad, a
la vez que contribuyan a sentar la recuperación en bases más sólidas.

El objetivo del actual Gobierno es claro: favorecer la recuperación
económica y cumplir los criterios de convergencia de la Unión Monetaria.

A estos fines sirve la política económica que ya estamos aplicando. Buen
ejemplo fue el paquete de medidas de liberalización económica adoptado
por el Gobierno el pasado 7 de junio, centrado en sectores clave como las
telecomunicaciones, la farmacia, el suelo, los colegios profesionales,
así como en la mejora de algunas figuras tributarias que han reducido su
carga fiscal. Así pues, el 7 de junio comenzó el descenso de la carga
fiscal de algunos de los principales impuestos en España.

También se ha facilitado, a partir del 7 de junio, el acceso a la
financiación más cómoda, más favorable, para una parte tan importante de
nuestro sistema productivo como son las pequeñas y medianas empresas, un
importante conjunto de medidas adoptadas por la vía de urgencia para
fortalecer el crecimiento económico y, en definitiva, para propiciar la
creación de empleo.

Decía antes que la economía española está reviviendo un proceso de
recuperación, así lo ponen de manifiesto las cifras de la contabilidad
nacional trimestral publicadas por el Instituto Nacional de Estadística,
del primer trimestre de 1996. En relación al trimestre anterior, el PIB
real ha crecido un 3,3 por ciento en términos anualizados, tasa que
mejora sustancialmente la del último trimestre de 1995, 0,2 por ciento, e
indica una nueva flexión al alza del ciclo económico después de la
tendencia al debilitamiento que caracterizó la evolución de la economía a
lo largo del pasado año y al práctico estancamiento en los últimos meses
de 1995.

No obstante, cuando el índice se expresa en términos interanuales, al
establecerse la comparación de los meses transcurridos de 1996 con los
mismos de 1995, en los que el crecimiento económico fue particularmente
elevado, se obtienen tasas de aumento del producto interior bruto todavía
moderadas. En concreto, si el primer trimestre de este año se compara con
el primer trimestre del año anterior, el PIB real ha aumentado un 1,9 por
ciento, cifra ligeramente inferior al 2,3 por ciento que, según las
nuevas cifras revisadas, se registró en el cuarto trimestre de 1995.

En resumen, a pesar del moderado aumento del PIB en términos interanuales
del primer trimestre de este año, dado el perfil claramente ascendente de
la tendencia y las razonables previsiones positivas del segundo semestre,
por las circunstancias a las que antes me he referido, podemos contar con
un crecimiento del 2,3 por ciento para 1996. A esta misma conclusión
llega el informe del grupo de expertos independientes de previsión
económica que asesora al Gobierno, que señala un crecimiento del 2,3 por
ciento en 1996, lo que implica, de facto, una convergencia real con la
Unión Europea, puesto que ese crecimiento se sitúa claramente por encima
del crecimiento esperado para la media europea. Es significativo que
algún miembro de este grupo de expertos llega a predecir incluso una tasa
algo más elevada de crecimiento para el año 1996.

Los indicadores disponibles de corto plazo sustentan este cambio de
tendencia y muestran también que el repunte se hará más nítido en el
segundo semestre de este año. El indicador sintético de actividad,
elaborado por los servicios de coyuntura de la Secretaría de Estado de
Economía, señala claramente que el crecimiento se acelerará respecto al
del primer trimestre. En la documentación que se ha distribuido a SS. SS.

pueden encontrar ese indicador y estudiar su significado, en concreto en
la página 33 del informe, en el gráfico 10.

El Banco de España, en su informe trimestral de la economía española,
publicado en julio de 1996, también coincide con estas afirmaciones, y
estima que el crecimiento interanual del PIB en el segundo trimestre del
presente año habrá registrado un crecimiento similar al del primer
trimestre, lo que traducido a tasas intertrimestrales anualizadas supone
al menos un crecimiento del 3 por ciento. Estamos, pues, superando el
bache en el crecimiento, como afirman las cifras de la contabilidad
nacional y la mayoría de los indicadores publicados posteriormente a esas
cifras de contabilidad nacional ya conocidas. Vuelvo a insistir en esta
idea, nuestro ritmo de crecimiento es superior a los de la Unión Europea,
lo que muestra que España tiene un elevado potencial de crecimiento.

Baste como ejemplo la tasa



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de crecimiento interanual del primer trimestre del año, que en la Unión
Europea alcanzó un 0,5 por ciento mientras que en España llegó al 1,9 por
ciento. Este mayor crecimiento relativo facilita el proceso de
convergencia con la Unión Europea y el cumplimiento de los criterios de
Maastricht, siempre que se adopten las políticas adecuadas.

El objetivo de crecimiento es un objetivo que hace suyo el Gobierno por
un doble motivo: genera empleo y riqueza, es decir, genera empleo y
bienestar, y facilitará que figuremos en la primera fila del concierto de
los países que pretendemos acceder a la Unión Económica y Monetaria
Europea. Pero el objetivo del crecimiento no es sólo un objetivo del
Gobierno, sino que, antes al contrario, debe constituir un objetivo común
de todos los agentes sociales, cuyo comportamiento ha de ser consecuente
con el logro de dicho objetivo. En un momento en que se vislumbra una
recuperación, en que la creación de empleo y la actividad repuntan, es
necesario pedir un esfuerzo adicional al conjunto de la sociedad.

El análisis de la situación económica desde la perspectiva de la demanda
permite identificar una recuperación, aunque todavía moderada, del
consumo privado. La incidencia de esta magnitud en el conjunto del
producto interior bruto es sin duda muy relevante, pues representa más
del 60 por ciento de la demanda interna, aunque es cierto que el patrón
de la última fase expansiva de nuestra economía, hasta el momento actual,
se ha caracterizado por una relativa debilidad de esta variable. En
cualquier caso, no parece lógico esperar una explosión del consumo como
la que hemos vivido en recuperaciones económicas anteriores y, sin
embargo, lo que sí podemos esperar es un gradual ascenso, una
recuperación patente en los dos últimos trimestres de este año, que tiene
sus causas en los siguientes elementos. En primer lugar, en el aumento de
la confianza, derivado de la estabilidad política y de la subsiguiente
mejoría del clima social. En segundo lugar, de la creación de empleo, no
sólo en volumen, sino en la calidad del nuevo empleo que se está creando.

La EPA correspondiente al segundo trimestre del año muestra que, respecto
del mismo período del año anterior, el empleo había crecido en 314.570
personas, un incremento del 2,6 por ciento. Además, la creación neta de
empleo es de carácter estable, en la medida en que tenemos un 5,5 por
ciento más de asalariados con contratos indefinidos y un 1 por ciento
menos con contratos temporales.

A los dos elementos que acabo de citar, el aumento de la confianza y la
neta e intensa creación de empleo, hay que añadir la paulatina reducción
de los tipos de interés, que está contribuyendo sin duda alguna a
financiar nuevas decisiones de consumo, en definitiva, a estimular el
crecimiento del consumo privado. Los tipos de interés a largo plazo han
bajado desde el 9,95 por ciento, en diciembre de 1995, al 8,86 por
ciento, en agosto de 1996. De hecho, esta incipiente mejora del consumo
se advierte en la positiva evolución de algunos indicadores.

A este respecto podemos destacar, en primer lugar, el comportamiento del
índice de producción industrial de bienes de consumo. Este índice marca
una decidida tendencia positiva. En los dos últimos meses conocidos,
abril y mayo, el nivel medio de actividad se recupera en un 2,6 por
ciento respecto al primer trimestre del año. Asimismo, las importaciones
de bienes de consumo han registrado un creciente dinamismo en el segundo
trimestre, con un incremento en volumen respecto al primer trimestre que
alcanza el 6,5 por ciento. Las matriculaciones de automóviles prosiguen
en su senda de crecimiento sostenido, hasta agosto han aumentado un 4,9
por ciento en tasa anual; además comienza a ganar peso la venta a
particulares frente a la renovación de las flotas de vehículos de
alquiler. Las ventas de grandes superficies han aumentado un 2,7 por
ciento en términos reales durante el primer semestre en relación al mismo
período del año anterior, superando el estancamiento que sufrieron en
dicho año, y el nivel de la cartera de pedidos industriales provenientes
del interior --insisto en que esto es la demanda nueva que proviene del
interior de nuestro país, de nuestra economía-- cambia de tendencia
claramente en el mes de junio, al pasar del menos 27 por ciento al menos
16 por ciento.

Dado que el del consumo privado es el principal capítulo de la demanda de
las pymes españolas, su favorable evolución servirá de impulso al
conjunto del proceso de inversión en España, al proceso de inversión que
depende del mundo empresarial. En efecto, la inversión en bienes de
equipo viene dando signo de reactivación tras haber sufrido una
moderación en la segunda mitad de 1995.

Parece claro, pues, que la demanda interna se consolida como el auténtico
motor de la recuperación económica. Será el buen comportamiento de la
misma, de la demanda interna, lo que nos lleve a un crecimiento próximo
al 2,3 por ciento este año y permita continuar en esta senda y acelerar
esa tasa el próximo año, es decir, que en 1997 registremos un crecimiento
económico netamente superior al de este año.

La demanda externa neta, que durante el primer trimestre de 1996
contribuyó negativamente al crecimiento del PIB, está teniendo un
comportamiento más positivo durante el segundo trimestre gracias al
dinamismo mostrado por las exportaciones. Para el conjunto del año se
espera un comportamiento aproximadamente neutro sobre el crecimiento. El
dinamismo de las exportaciones ha conducido a una corrección del 11 por
ciento del déficit comercial en el primer semestre del año respecto a un
año antes.

En cualquier caso, la financiación del déficit comercial no presenta
ninguna dificultad, gracias al aumento del superávit de los servicios y
de las transferencias, lo que ha conducido a la obtención de una cifra
muy próxima al equilibrio en la balanza por cuenta corriente hasta el mes
de junio. Por otra parte, la cuenta de capital registra un abultado
superávit de 357.000 millones, que supone un incremento del 23 por ciento
respecto a igual período del año anterior. Esta rúbrica recoge
importantes transferencias de capital provenientes de la Unión Europea.

Vista la economía desde los sectores productivos, la recuperación de la
actividad se sustenta en el fuerte crecimiento de la agricultura y en la
evolución más estable de los servicios, mientras que la desaceleración de
la industria da muestra de haber alcanzado un mínimo cíclico.




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La construcción, con el desfase característico de esta variable, suaviza
la intensidad de su tendencia aún descendente. Estos son los datos que
apoyan esta valoración: escuetamente, la agricultura, desde comienzos del
año, está haciendo gala de un notable dinamismo. Ha crecido un 6,3 por
ciento en el primer trimestre de 1996. Las buenas condiciones climáticas
--que hoy también nos acompañan con esta lluvia de final de verano-- dan
pie para confiar en que esta tendencia se prolongue todo el año. El
aporte al crecimiento del producto interior bruto de la agricultura en
1996 podría situarse en torno a 0,5 puntos porcentuales.

En cuanto a la industria, su crecimiento ha sido sólo de un 0,6 por
ciento en el primer trimestre de 1996. No obstante, los últimos
indicadores de la actividad industrial dan signos de haber alcanzado el
punto de inflexión de la pendiente negativa o iniciada a mediados de
1995. En los meses de abril y mayo el IPI (índice de producción
industrial), debidamente corregido por los efectos del calendario
laboral, registró un moderado descenso interanual, aunque compatible con
su previsible acercamiento a una tendencia positiva. De hecho, el nivel
medio de estos meses superó al del primer trimestre. La encuesta de
coyuntura industrial ha mostrado una mejora en el indicador de confianza,
tanto en el mes de junio como para el conjunto de lo que fue ya el primer
semestre.

En lo que se refiere a servicios, lo que se está experimentando es un
crecimiento suave de este sector, del 1,6 por ciento en el primer
trimestre. La desaceleración comenzada el pasado año se ha detenido,
pues, como lo muestra el 0,4 por ciento en tasa trimestral anualizada
frente al 0 por ciento en el último trimestre del año anterior.

En cuanto a precios, la evolución del crecimiento de los precios se puede
considerar satisfactoria, ya que desde diciembre de 1995 hemos reducido
el IPC general desde el 4,3 por ciento hasta el 3,7 por ciento registrado
en julio, y el repunte de una décima que se registró ese mes puede
calificarse como pasajero, dado que crecieron especialmente los precios
de algunos alimentos frescos y del turismo, mientras la inflación
subyacente perseveraba en su tónica de contención. Por ello, esperamos
que, a partir del verano, la inflación prosiga en su senda descendente y
nos permita cumplir sobradamente el objetivo del 3,5 por ciento en
diciembre de 1996.

Sin embargo, la necesidad de reducir la inflación a niveles similares a
los de nuestros socios europeos, que por otra parte coincide con el
lógico empeño en perfeccionar el funcionamiento de los mercados, nos
obligará a adoptar medidas adicionales que incentiven la competencia
económica y a buscar el apoyo de toda la sociedad para que acepte,
entienda y participe en este especial esfuerzo en la lucha contra la
inflación, que naturalmente opone mayor resistencia en la conquista de
las últimas posiciones.

Será necesario en este capítulo insistir en la moderación salarial. El
Gobierno contribuye con la determinación de un objetivo realista para los
años 1996 y 1997, con la orientación básica de su política económica y
con la limitación del crecimiento de los precios administrados, ninguno
de los cuales crecerá por encima del IPC ni este año ni el año próximo.

Conviene advertir que la evolución de los salarios, hasta marzo de 1996,
confirma un cambio de tendencia en la moderación salarial, cifra que ya
supera claramente la inflación y casi iguala al crecimiento de la
productividad. El momento actual exige retomar la vía de la moderación
salarial si se quiere asegurar la creación de empleo y aliviar la presión
sobre los precios.

La encuesta de población activa revela un aumento de la ocupación de
314.570 personas en el segundo trimestre de 1996 respecto al mismo
período del año anterior, lo que supone un aumento interanual del 2,6 por
ciento. A pesar de que el dato incorpora un considerable sesgo
estadístico, constituye un indicador relevante de que el bache de
crecimiento de la segunda mitad del año pasado se está superando.

La creación de empleo sigue siendo muy fuerte en el sector servicios y se
aprecia una recuperación del empleo en la construcción; aunque en la
industria la valoración de empleo es ligeramente negativa, los datos de
afiliación a la Seguridad Social de junio parecen indicar que ya se
podría estar produciendo una ligera recuperación del empleo en este
sector.

No obstante, y como consecuencia del continuado incremento de la
población activa, la tasa de paro se ha reducido tan sólo medio punto
respecto al mismo trimestre del año anterior, situándose en el 22,3 por
ciento. Este hecho, el aumento de la población activa, no es negativo,
pues registra un incremento del número de personas que desean trabajar,
que manifiestan su voluntar de incorporarse al mundo del trabajo, y ello
es un indicio de que están mejorando las expectativas en la sociedad
española de encontrar nuevos empleos.

Los últimos datos de paro registrado del Inem confirman la tendencia
apuntada: 251.074 parados menos entre enero y julio, lo que representa la
reducción más importante desde 1984, reducción acumulada en lo que va del
año 1996 del 8,19 por ciento.

También en lo que va de año el déficit del Estado se está ajustando a las
previsiones. Además del ajuste realizado en mayo hay que destacar las
medidas de control presupuestario que sin duda está contribuyendo a
cumplir el objetivo de contención del déficit público. El déficit de caja
no financiero acumulado hasta julio se ha reducido en un 18,7 por ciento
respecto a igual período de 1995. Con ello ha mejorado la tendencia de
los meses anteriores hasta amoldarse al objetivo previsto para el
conjunto del año. Ello se explica fundamentalmente por un incremento de
los ingresos del 8,5 por ciento frente a un aumento de los pagos del 4,4
por ciento.

Desde marzo de 1996 se ha producido, señorías, una aceleración en el
descenso de los tipos de interés, en lo que ya era una tendencia marcada
desde hace algo más de un año de suavización de los tipos de interés que
paga la economía española. En este terreno, el comportamiento reciente de
los mercados españoles merece una calificación muy positiva. Si bien es
verdad que la fuerte influencia del contexto internacional ha limitado la
caída de los tipos de



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interés en términos absolutos, no es menos cierto que su comportamiento
relativo ha sido muy favorable, especialmente tras las elecciones
generales celebradas el pasado marzo, tal y como lo demuestra el cierre
de nuestro diferencial de tipos a diez años con Alemania, desde los 360
puntos básicos de principios de año a los 345 puntos básicos en fechas
previas a las elecciones, y a los 230 puntos básicos que se registraban
ayer mismo.

Hay que buscar las claves de esta satisfactoria evolución en la mayor
estabilidad política alcanzada tras las elecciones en el firme compromiso
del nuevo Gobierno y sus socios nacionalistas con el proyecto de la Unión
Monetaria y la política económica que ello lleva aparejada, en el rigor
presupuestario puesto de manifiesto en la propia evolución del déficit de
caja, y en la positiva evolución de la inflación.

A todo ello hay que añadir la rápida adopción de medidas de carácter
liberalizador, con beneficiosas consecuencias en la evolución de los
precios futuros y el compromiso de rigor en la elaboración de los
presupuestos para el año próximo, 1997, en pos del objetivo del 3 por
ciento del producto interior bruto de déficit del conjunto de las
administraciones públicas. En definitiva, todas ellas son las causas que
explican el respaldo que los mercados están otorgando a la política
económica del Gobierno, desde el convencimiento de estos mercados de que
España estará en la meta de Maastricht con toda seguridad.

Los tipos de interés a corto plazo se han situado en la actualidad en
mínimos históricos, 7,20 por ciento, frente al 8,50 por ciento de
principios de marzo, gracias al recorte de 1,5 puntos porcentuales,
llevado a cabo por el Banco de España, al tiempo que los tipos a largo
han descendido más de un punto porcentual para situarse en el 8,70
actual, todo ello en un contexto de mantenimiento de los tipos a largo a
nivel internacional. Sin embargo, este proceso de cierre de diferenciales
y de mayor estabilidad en el comportamiento de los mercados internos se
ha visto ralentizado a partir de primeros de julio por una serie de
acontecimientos. Por un lado, la debilidad del dólar, especialmente en
sus cruces con el marco, que ha arrastrado consigo a las monedas y a los
mercados de deuda periféricos europeos, al actuar el mercado alemán como
refugio de las inversiones internacionales. Por otro, las dudas de que
algunas economías europeas puedan alcanzar los objetivos de déficit
público para 1997, dada la debilidad de su crecimiento y, como
consecuencia, el esfuerzo suplementario que deben afrontar desde el punto
de vista fiscal o presupuestario. Los mercados han quedado, pues, a la
espera de conocer los proyectos de presupuestos para 1997 en los
principales países europeos y los datos económicos estadounidenses que
puedan dar una idea del sesgo futuro de la política monetaria en aquel
país.

En conjunto las perspectivas resultan positivas para España. Nuestros
fundamentos económicos resaltan la tendencia a la corrección de los
principales desequilibrios de nuestra economía, precios, déficit público
y saldo exterior. La política económica de rigor presupuestario, control
de la inflación y de reformas estructurales cuenta con el favor de los
mercados que sólo necesitan ver confirmado los anuncios que hasta la
fecha se han venido haciendo.

Quiero referirme en esta última parte de mi intervención, señor
Presidente, a la convergencia de España con los criterios establecidos en
el Tratado de la Unión Europea, conocidos como los criterios de
Maastricht, para realizar un balance de la situación actual; una
situación que se caracteriza por el progresivo acercamiento de España al
cumplimiento de esos criterios.

En materia de inflación, desde febrero a julio de este año, el criterio
de inflación se ha suavizado ligeramente al haber aumentado el valor de
referencia que sirve para enjuiciar el cumplimiento o incumplimiento del
criterio. El valor de referencia en febrero era 2,56 por ciento y el
valor de referencia en julio fue de 2,69 por ciento. España, sin llegar a
cumplir con el criterio todavía, ha acortado las distancias que nos
separan del valor de referencia. En febrero estábamos a 1.94 puntos
porcentuales y en julio a 1.21. Siendo la diferencia que nos separa del
cumplimiento del criterio todavía notable, la reducción conseguida de
febrero a julio es importante. Lo es por su cuantía y, sobre todo, lo es
porque esta reducción se explica en un 82 por ciento por la mejora de la
inflación española, mejora, pues, de carácter interno, y sólo en un 18
por ciento por el aumento del valor de referencia, es decir, porque los
demás han empeorado.

En lo que se refiere al criterio de tipos de interés, tomando como base
de comparación el mes de febrero, el valor de referencia de este criterio
en agosto ha disminuido, es decir, se ha endurecido el cumplimiento del
criterio. El valor de referencia en febrero era 9.37 por ciento, mientras
que en agosto ese mismo valor de referencia fue 8.39 por ciento. Este
endurecimiento se explica, en parte, por la sustitución de Bélgica por
Alemania en el grupo de los tres países mejores en inflación y la
consiguiente rebaja en el cómputo del criterio de tipos, al ser éstos más
bajos en Alemania que en Bélgica, y por la disminución de tipos en los
otros dos países que completan el trío de los destacados en materia de
inflación, Finlandia y Holanda. A pesar del endurecimiento del criterio,
España se ha aproximado a su cumplimiento. En febrero estábamos a 1.53, y
en agosto hemos estado a 1.31.

En lo que se refiere al criterio de finanzas públicas, el Tratado de
Maastricht establece que los países que vayan a formar parte de la
tercera fase de la Unión Económica y Monetaria no podrán tener un déficit
público superior al 3 por ciento del PIB. Pues bien, eso es precisamente
lo que el Gobierno pretende hacer con el diseño de un presupuesto
escrito, de un presupuesto riguroso para 1997, que nos llevará al
cumplimiento de dicho compromiso. El déficit total de las
administraciones públicas del año próximo quedará desglosado de la manera
siguiente: Administración central, 2,7 por ciento del PIB; Estado, 2,5
por ciento; Seguridad Social, 0,2 por ciento; comunidades autónomas y
entes territoriales, 0,3 por ciento. La reducción del déficit público va
a lograrse mediante la contención en términos reales del gasto público,
es decir, que no podrá crecer este gasto público por encima de la
inflación prevista por el Gobierno para el año próximo. Es necesario
incidir en el hecho de que



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la presión fiscal en España se mantendrá constante, puesto que no es
deseable avanzar en la corrección del déficit público mediante el recurso
a nuevas elevaciones, elevaciones que fueron constantes en el pasado, de
nuestra carga tributaria, como país de nuestro nivel impositivo. La
evolución del déficit público en 1997 tendrá su reflejo en la Deuda
Pública. El presupuesto estricto del año próximo, el que se está
diseñando, que está cerrando el Gobierno estos días, permitirá reducir el
ratio Deuda Pública-PIB conforme a lo establecido en el Tratado de la
Unión Europea.

En cuanto al criterio de tipo de cambio, su cumplimiento tiene un doble
componente: es la pertenencia al mecanismo de tipos de cambio del Sistema
Monetario Europeo y observación de sus bandas, normas de fluctuación, más
o menos del 15 por ciento, sin devaluar el tipo de cambio central
durante, al menos, dos años antes del examen de convergencia, que será,
como SS. SS. recordarán, a mediados de 1998. España cumple sobradamente
el primer componente, la pertenencia, y en marzo de 1997 cumpliría el
segundo, estabilidad. Recuerdo a SS. SS. que la devaluación última que
sufrió la peseta, dentro del mecanismo de tipos de cambio, fue en marzo
de 1995. Incluso el criterio de estabilidad debería juzgarse en relación
con los fundamentos económicos y no en base a causas ajenos a éstos, es
decir, si la inestabilidad cambiaria obedece a desequilibrios económicos
o si obedece a otro tipo de factores.

Señor Presidente, España está hoy más cerca de su integración plena en la
Unión Económica y Monetaria Europea. Maastricht constituye una
oportunidad histórica que la sociedad española no puede desperdiciar. Las
grandes oportunidades requieren esfuerzos. En esta ocasión el esfuerzo
vale la pena. El camino de Maastricht es el camino del crecimiento, del
bienestar y de la creación de empleo. Los presupuestos de 1997 van a ser
una señal clara y un marco del compromiso de España con Europa. Debemos
aprovechar la actual recuperación económica para romper una inclinación,
una tendencia histórica al pesimismo económico en nuestro país. Somos una
nación con un potencial de crecimiento muy superior al de nuestros socios
europeos. Si somos capaces de utilizarlo, de aprovecharlo y, mediante el
esfuerzo de todos los sectores sociales y de todas las administraciones
públicas, de doblegar nuestros tradicionales desequilibrios, me refiero a
controlar el déficit público y hacer descender la inflación, el resultado
será un crecimiento sostenido y equilibrado que nos debe aproximar a los
niveles de bienestar de los ciudadanos europeos; un bienestar que, en
nuestro caso, debe orientarse fundamentalmente a mejorar nuestra tasa de
empleo. Para ello necesitamos ese esfuerzo común. Esa es la oportunidad
que se nos plantea. Consolidar el crecimiento con una renovada
credibilidad presupuestaria y reducir nuestros desequilibrios en materia
de déficit e inflación son la antesala del descenso de los tipos de
interés, del aumento de la inversión y consiguientemente del empleo.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir. (Pausa.)
Por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Montoro, gracias, en primer lugar, y
sea usted bienvenido esta vez en su calidad de Secretario de Estado a la
Comisión de Economía y Hacienda. En ella ha tenido en el pasado, muchas
veces, la ocasión de intervenir, criticando a quien ocupaba su lugar, el
que usted ocupa ahora; a otros que teníamos responsabilidades en el
Gobierno nos compete ahora ocupar también el papel de la oposición.

A mí me gustaría hacer algunas cosas que probablemente ustedes en el
pasado no hacían y es no decir lo que no pienso, o no decir lo que no
ocurre en la economía española, pero quiero empezar por reconocer que he
notado ya en su intervención, tras solamente tres o cuatro meses de
Gobierno, un tono bien distinto del que utilizaba usted anteriormente.

Incluso diré más, su intervención hoy describiendo la situación económica
de nuestro país es radicalmente distinta de la que hizo el Vicepresidente
del Gobierno señor Rato, un poco antes del verano, y no porque los datos
ni los fundamentos económicos sean radicalmente distintos, sino porque
todavía el chip de la oposición tenía una potencia extraordinariamente
importante y quizá porque en este momento esa combinación entre Gobierno
y oposición al menos se mueve entre dos aguas. Es bueno, por lo tanto,
que alguna de las cosas que había que decir en el pasado se sigan
diciendo si son verdad, con independencia del papel que cada uno ocupa y
del que ustedes ocupaban u ocupan ahora.

En poco tiempo se han situado ustedes en un análisis que lleva a concluir
que pareciera que estuviéramos como Alicia en el país de las maravillas.

Han llegado ustedes al Gobierno y resulta que no sólo en su análisis ha
cambiado la confianza, la situación política, sino que también los mismos
datos que servían para hacer hace dos meses un análisis de una profunda
recesión de la economía española que significaba la imposibilidad de que
se recuperasen las tasas de crecimiento económico, el empleo y, por
tanto, que se pusiera incluso en cuestión la verosimilitud de alcanzar
los objetivos de Maastricht, hoy esos datos son en sus palabras no sólo
posibles sino muy probables y, al mismo tiempo, se deben naturalmente a
la acción del Gobierno.

Ha hablado usted, y es su primera expresión, de recuperación dentro de la
expansión. Fíjese que para fundamentar la recuperación dentro de la
expansión que se está produciendo se ha referido usted a las únicas
cifras de las que disponemos hoy, como disponíamos hace dos meses, a los
datos correspondientes al primero y al segundo trimestre de 1996, es
decir, aquellos que no tienen nada que ver con su responsabilidad de
Gobierno. Por lo tanto, era falso el análisis que ustedes hacían; era,
por el contrario, perfectamente cierto el análisis que hacíamos nosotros,
el mismo que hice yo durante la comparecencia del Vicepresidente del
Gobierno señor Rato cuando critiqué la fundamentación del nuevo cuadro
macroeconómico y especialmente las previsiones que se habían hecho en
materia de empleo. Recuerde usted que entonces decían: la economía
española está en una profunda recesión, esto hace pensar que habrá que
ajustar las cifras... Esto era algo que veníamos diciendo desde hacía
mucho tiempo, pero no porque se hubiera



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producido un error especialmente intenso, sino porque había cambiado el
contexto internacional en el que se movía la economía española, que es el
mismo que sirvió de fundamento para la elaboración del nuevo cuadro
macroeconómico y el que sirve de fundamento para ilustrar lo que ya se
preveía entonces, una recuperación adicional de la economía, reconociendo
que el primer semestre de 1995 era ya una inflexión sobre lo que había
venido ocurriendo en el segundo semestre de 1995 y que tenía que
acelerarse durante el año 1996, de acuerdo con las previsiones del
Gobierno anterior y del Grupo Socialista en el momento presente.

Por lo tanto, nos ha expresado usted algo que es un cambio de análisis y
de énfasis basado en las mismas cifras de que disponíamos hace unos meses
respecto de las que disponemos hoy. La economía española no está en una
situación radicalmente distinta hoy de la que estaba hace dos meses. Es
su análisis el que es radicalmente distinto, como consecuencia de que
ustedes hacían un análisis sólo desde la oposición, tendente a poner
todas las cosas en negro, y hoy pretende atribuirse hasta lo mismo que
criticaba en el pasado, que las tasas de crecimiento del empleo medidas
por la EPA sean del 2,6 por ciento, aunque anteriormente eso le llevaba a
la conclusión de que la EPA estaba sesgada porque se había hecho una
modificación de carácter muestral que vence en el primer semestre del año
1996, cosa que nadie ignoraba, pero que a nadie le impedía reconocer que
la intensidad de generación de empleo, ralentizada en el segundo semestre
de 1995, sin embargo, había reemprendido el ritmo en el primer semestre
del año 1996.

Me alegro, en todo caso, señor Montoro, que reconozca estas cosas. Creo
que es bueno que empiecen a ejercer de verdad como Gobierno y que se
olviden de que han sido durante muchos años la oposición, y nosotros
ejerceremos de oposición, olvidándonos también de que hemos sido durante
muchos años Gobierno. Lo que no se puede es manipular las cifras para
pretender presentar ahora un panorama absolutamente optimista de la
economía española como resultado, y éste es su análisis señor Montoro, de
las espléndidas medidas que el Gobierno actual de España adoptó en el mes
de julio para liberalizar la actividad económica, reactivarla y
desfiscalizarla. Ni entonces era cierto que eso iba a servir para
reactivar la actividad económica, ni el resultado de esas medidas es ese
cúmulo de milagros que han permitido esta recuperación dentro de la
expansión a la que usted ha hecho referencia. Nada de todo eso es cierto
en términos de análisis.

Vayamos, si le parece, por partes. Es bueno que la economía española vaya
razonablemente bien, y es bueno que aunque el Partido Socialista esté en
la oposición, lo diga, y es bueno que nos congratulemos de que un proceso
de recuperación, de resolución de desequilibrios macroeconómicos pueda ir
resolviéndose y ajustándose para alcanzar objetivos que nosotros siempre
hemos defendido y a los que ustedes sólo recientemente se han incorporado
con decisión, como son los objetivos de convergencia de Maastricht. Es
bueno, por lo tanto, empezar por ahí.

Habría que decir que la revisión de los datos de crecimiento económico de
contabilidad nacional llevada a cabo por el Instituto Nacional de
Estadística lo único que han puesto de manifiesto, como usted ha señalado
anteriormente, es que el crecimiento durante el año 1995, mejor dicho, el
proceso de recesión que se produjo en el año 1995, sin haberse modificado
la tasa de crecimiento medio de la economía, que se sigue situando en un
3 por ciento, es distinto entre el primero y el segundo semestre. Es
verdad, por lo tanto, que fue más intenso el proceso de desaceleración en
el crecimiento en el año 1995, lo cual pone de manifiesto la importancia
que tiene que durante el año 1996 se hayan producido, incluso en el
primer semestre, tasas de crecimiento interanual del 1,9 ó 2 por ciento,
que es la estimación. Eso ya implica una recuperación que se había dado
ya mucho antes de que ustedes tuvieran responsabilidad de Gobierno, y es
bueno que ustedes lo reconozcan. Pero ése es exactamente el análisis que
hacíamos nosotros, el que yo mismo tuve ocasión de hacer durante la
comparecencia del Vicepresidente del Gobierno.

¿En dónde estamos ahora? Estamos en una tendencia leve, pero parece que
razonable a la recuperación del consumo, todavía con alguna duda. Quiero
decirle, señor Montoro, que es verdad que hay elementos positivos en esta
dirección, el incremento del empleo en volumen y en calidad, como usted
ha señalado, la tendencia a la reducción, hasta ahora --luego hablaremos
de esa cuestión--, de los tipos de interés, u otros elementos adicionales
que puedan incorporarse y en los cuales seguramente mi acuerdo con sus
palabras sea menor. En cambio, hay un elemento extraordinariamente
importante que hoy está incidiendo también en la no pulsión del consumo,
y es la desconfianza que ustedes están generando sobre el futuro. Me
refiero a aquella desconfianza que tiene que ver con el poder adquisitivo
de las pensiones o con el mantenimiento de determinadas rentas en nuestro
país en función de todos los anuncios, amenazas e, incluso, propuestas
que desde su Gobierno se han venido haciendo nada más ocupar la posición
que tienen. Quiero decirle, señor Montoro, y lo digo sin ninguna
animosidad pero con toda sinceridad, que si en los meses de junio, julio
y agosto los ciudadanos españoles perciben anuncios todos los días de
aumentos de imposición de tasas o de incertidumbre sobre el futuro del
Estado del bienestar y de las pensiones, el factor de confianza al que
usted está haciendo referencia como un elemento que explicaría, a su
juicio, un crecimiento del consumo es un elemento extraordinariamente
dudoso. Le puedo dar muchísimos ejemplos de personas y de grupos que
están adoptando medidas precautorias en previsión de algo que quizás este
año no se produzca, pero que tienen la sensación de que el Gobierno al
que usted pertenece tiene toda la intensión de producir el futuro. Creo
que hay ahí un elemento que está actuando no sólo contra la recuperación
del consumo, sino contra la recuperación de la confianza económica
necesaria para crecer a las tasas que deseamos todos.

Es verdad que el otro elemento importante desde el punto de vista de la
demanda es la inversión, que ciertamente ha tenido una ralentización
durante el primer semestre. Es verdad que en lo que hace referencia a
bienes de equipo hay una recuperación. Da la sensación, por algunos



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análisis de coyuntura, de que este ritmo vuelve o puede empezar a volver
a crecer, y me congratulo de ello, pero me parece que todavía tenemos
enormes incertidumbres sobre el nuevo pulso que el sector de la
construcción, y especialmente la demanda residencial, pueda tener en este
momento. Creo que algunas de las medidas que se han tomado en esa
dirección, y especialmente algunas que tienen que ver también con
decisiones de carácter presupuestario, están afectando seriamente a las
posibilidades de recuperación de la demanda de inversión, especialmente
en el sector de la construcción.

El sector exterior es verdad que ha tenido un comportamiento razonable e
incluso expansivo desde el punto de vista de las exportaciones, unido a
una cierta contención, al mismo tiempo, de las importaciones, como ayer
nos explicaba el Secretario de Estado de Comercio, lo cual ha significado
una contribución hasta positiva durante este período, con independencia
de que la previsión para el conjunto del año sea neutral.

Ya habíamos previsto, señor Montoro, que la contribución de la
agricultura fuera --ustedes lo ocultaban anteriormente-- de medio punto,
incluso algo más al crecimiento del PIB durante el año 1996. Hay que
recordar que en 1995 se produjo una caída del PIB agrario de varios
puntos, casi de un 11 por ciento de la producción, lo cual quiere decir
que, naturalmente, las posibilidades de recuperarse por este lado eran
relativamente importantes. Y es verdad también, desde el punto de vista
de los otros sectores, que en servicios y en industria se produce una
mayor estabilidad en el comportamiento del sector servicios y una cierta
inflexión, todavía pendiente de confirmar, de la industria.

Ahora, de todo esto, señor Montoro, no hay una línea sustancialmente
distinta a la que ya se podía dibujar de previsiones de comportamiento
antes del verano. ¿Dónde están los problemas en este momento? Los
problemas los tenemos en lo que ha sido la última parte de su
intervención fundamentalmente: por un lado, en si estamos más o menos
cerca de los objetivos de convergencia; si, por otro lado, el horizonte,
bastante edulcorado, que usted ha pintado en materia de precios o en
materia de déficit es un horizonte fácil o posible de conseguir en este
momento, y si, de otra parte, las medidas que ustedes han adoptado y las
que piensan adoptar son congruentes con estos objetivos.

Vamos con los precios. Ha habido un repunte. Reconozco que tiene usted
razón. Me parece que sería absurdo polemizar de manera oportunista
diciendo que no ha sido un repunte temporal lo que ha tenido lugar en el
mes de julio, porque es verdad que la subyacente ha tenido un
comportamiento correcto. Seamos, por tanto, rigurosos en ese sentido.

Ahora, usted sabe --y eso es lo que usted ha evitado decir-- que los
datos del mes de agosto razonablemente no serán buenos y que los datos de
los meses siguientes pueden ser también igualmente negativos,
especialmente porque los datos de finales del segundo semestre de 1995
fueron especialmente buenos, lo cual significa que en los próximos meses
vamos a tener una tendencia al aumento del índice del IPC. Por tanto, eso
nos va a situar en un horizonte algo menos boyante o brillante del que
usted ha descrito, y me parece que sería un esfuerzo de sinceridad por su
parte, e incluso bueno a fin de suscitar los esfuerzos que todo el mundo
deba hacer, explicarlo y no contentarse con decir que hemos reducido en
cinco o en cuatro puntos el diferencial sobre el referencial en los meses
pasados. Tenemos, por tanto, unas perspectivas de avance en el IPC que no
son especialmente buenas en este momento y probablemente haya razones
para temer que podamos terminar el año con un interanual que supere desde
luego el 3,7 de julio, lo cual, naturalmente, no nos sitúa en una
posición especialmente buena de cara a los objetivos de convergencia,
señor Montoro.

Eso quiere decir que no sólo hay que contentarse con expresar que en
aquellos decretos-leyes de julio se hablaba --creo que mucho más
retóricamente que con realismo-- de reformas estructurales para
introducir más competencia, como hemos puesto de manifiesto en nuestras
enmiendas de totalidad a la ley de colegios o a la ley del suelo o a
tantas otras medidas que ustedes han adoptado --y no entro en este
momento en otro tipo de críticas--, sino que hay que decir que el
esfuerzo en esa dirección, sin duda alguna, va a tener que ser mayor.

Creo que el problema de Maastricht acabará por no ser el del déficit,
sino el de la inflación, y en la inflación tenemos todavía dificultades,
señor Montoro, que usted no debe ignorar y creo que es muy malo que el
Gobierno diga al país que la inflación está ya yugulada porque no es
verdad.

Segundo, en materia de empleo usted se refería al éxito que estamos
consiguiendo. Ya nos pareció especialmente poco creíble que con motivo de
la revisión del cuadro macroeconómico que llevaron a cabo anunciaran nada
más y nada menos que una modificación tan grande en lo que estaba siendo
el comportamiento de la economía española en materia de generación de
empleo --que se había caracterizado ya desde la reforma del mercado de
trabajo por ser capaz de generar puestos de trabajo, tasas de crecimiento
relativamente más modestas que en el pasado, incluso del 2 por ciento,
como en este momento parece el umbral de la generación neta de empleo--
que les llevaron en aquel momento a prever un crecimiento del empleo
durante el año 1996 del, si no me equivoco, 1,1 en términos medios, que
era tanto como anunciar un comportamiento del empleo peor en los tres
trimestres que quedaban --de acuerdo en que no había datos del segundo
trimestre de 1996-- de 1996 respecto de lo que ya había ocurrido en el
primer trimestre del mismo año, algo que me sirvió para decirles: están
ustedes tratando de pintar un panorama falso, a sabiendas de que es
falso, para apuntarse después unos tantos que no les corresponden, y no
les corresponden porque no era ni técnicamente previsible ni razonable
pensar que con una tasa de crecimiento que difícilmente podría situarse
por debajo del 2 por ciento en el año 1996 la economía española no fuese
capaz de superar un 1 por ciento de generación de empleo, cuando había
estado creciendo a tasas superiores al 2.

Estamos, por tanto, en este momento en la situación de decirles que la
encuesta de población activa o los datos de afiliaciones a la Seguridad
Social ya confirman que ustedes se han equivocado; es decir, que aquellas
previsiones



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eran falsas y que esto solamente servía para hacerse la propaganda de que
las medidas que iban a adoptar iban a servir para la recuperación
económica y del empleo. No era verdad aquello; no era verdad que esas
medidas tuvieran esa eficacia y naturalmente estamos en este momento en
la feliz coincidencia porque el empleo tiene un mejor comportamiento del
que ustedes habían anunciado y en la necesidad de decir que ustedes
simplemente habían falseado los datos que técnicamente eran previsibles y
probables.

En tercer lugar, sobre el déficit, me preocupa porque creo que las cosas
no son solamente como usted las ha dicho, para ser respetuoso y riguroso.

Usted ha dicho, si no me he equivocado al tomar nota, que se ha producido
una reducción de déficit de caja hasta julio del 18 por ciento --así reza
también en los datos que nos ha proporcionado sobre ejecución
presupuestaria del Estado--. Pero hagamos un ejercicio que no sea el de
la reducción y el de la comparación en términos absolutos.

Probablemente, a estas alturas del curso y cuando llevan ya algún mes en
el ejercicio del Gobierno, tengan ustedes la ocasión de decir en público
que se equivocaron cuando impidieron la aprobación del presupuesto para
1996. Fue un error, no sé si algún día lo reconocerán, pero, en todo
caso, el presupuesto non nato para 1996 que ustedes no aprobaron y que se
devolvió fue y sigue siendo el marco de referencia para la política
presupuestaria de 1996, incluso para la que ustedes quieren seguir
haciendo. Pues bien, en aquel presupuesto lo que se preveía respecto del
año anterior era una reducción del déficit del 18,4 por ciento. En este
momento no hemos alcanzado todavía ese objetivo de reducción del déficit
de caja en relación con el año anterior. Todavía, por tanto, no se han
alcanzado las previsiones del presupuesto non nato.

En segundo lugar, respecto de los ingresos, con los datos hasta julio,
ustedes están por debajo de la previsión de ingresos hecha en ese
presupuesto. Eso quiere decir que hay una desaceleración en el
crecimiento de los ingresos en el segundo trimestre respecto del primer
trimestre de 1995. Según los datos que ustedes nos han presentado, existe
un 8,5 por ciento de crecimiento de los ingresos, comparando los
acumulados hasta julio de 1996 con los de julio de 1995, pero con una
composición muy distinta a la prevista en los presupuestos que sirven de
referencia. Los impuestos han crecido un 8,3 por ciento, y la previsión
del presupuesto era de un 10,9, de un 11 por ciento prácticamente, lo que
quiere decir que la menor distancia que se ve en el total de ingresos se
debe al crecimiento, completamente distinto a lo previsto en los
presupuestos, de ingresos patrimoniales, es decir, un menor crecimiento
en los ingresos por impuestos compensado por ingresos patrimoniales, que
les están sirviendo para tratar de presentar unas cifras algo más lucidas
de las que se deducen de la evolución de los impuestos.

Pero es que por el lado del gasto no están ustedes controlando el gasto
como estaba previsto que se controlara, y el gasto está creciendo cinco
décimas más de lo que estaba previsto en los presupuestos, un 4,4, frente
a un 3,9, de acuerdo con sus cifras. Esto es lo que hace que no solamente
lo diga yo, sino que el propio Banco de España en su informe diga que el
control presupuestario y la reducción del déficit, ofreciendo unas cifras
de reducción absoluta respecto del año anterior, no están todavía
ajustándose ni siquiera a lo que el proyecto de presupuestos para 1996,
que sirve de referencia, había previsto.

En esa dirección, señor Montoro, quiero seguir expresando mi preocupación
por la evolución de los ingresos y, sobre todo, mi preocupación por la
adopción de algunas de las medidas que son exactamente una contradicción
con las necesidades de la política económica de este país y de la
coyuntura, especialmente de los objetivos de Maastricht, aunque formaran
parte de su programa electoral y aunque lamentablemente ustedes hayan
adoptado medidas en esa dirección, que no tienen tanto efecto en 1996,
pero que lo tendrán en 1997, como son algunas medidas desfiscalizadoras
aprobadas en el marco de los decretos-leyes de julio de 1996.

Por tanto, inflación, señor Montoro, empleo, déficit público y tipos de
interés. En tipos de interés es verdad que estamos en una tendencia a la
reducción, pero ha olvidado, cuidadosamente también, señor Montoro, decir
que esa tendencia no solamente se ha quebrado en el mes de agosto, aunque
ahora haya vuelto a recuperar en parte su ritmo, por las perturbaciones
producidas en el mercado americano, en Wall Street, como consecuencia del
especialmente buen comportamiento de la economía americana y la
modificación en la paridad del tipo del dólar en relación con el marco,
sino que también se produce por decisiones que ustedes adoptan desde el
punto de vista político y que significan eso que ya hemos discutido en el
pleno, y sobre lo que no quiero volver otra vez, que es simplemente ese
ejercicio de taumaturgia en virtud del cual una parte del déficit y del
esfuerzo que este país tiene que hacer quieren ustedes trasladarlo al
pasado, a 1995, para facilitarse la tarea. Esto es lo que ustedes
hicieron con la generación contable de un agujero no existente,
demostrado no existente, pero que tuvo el efecto no solamente de
desalentar la confianza de los mercados, sino de producir un aumento del
diferencial respecto del bono alemán durante el mes de agosto, del que
solamente estamos saliendo bien recientemente.

Por tanto, medidas como éstas son las que no le dan confianza a uno,
porque ustedes están eludiendo una parte del esfuerzo que tienen que
hacer, tratando de que ese esfuerzo repercuta sobre la historia, sobre el
pasado; políticamente es algo comprensible, aunque no muy digno, pero, en
todo caso, es algo que no da confianza en que puedan adoptar ustedes las
medidas correctas en materia presupuestaria en el año 1997. Lo veremos.

Esto de hoy no es más que un análisis de lo que viene ocurriendo.

Realmente la confianza de los mercados, la confianza de los españoles,
antes que la de los mercados, se tendrá que producir fundamentalmente
porque se adopten las medidas correctas.

Ya dije --lo hemos dicho con reiteración-- que a nosotros es difícil
tener que convencernos, no nos tienen que convencer de la necesidad y de
la conveniencia para este país, en términos de convergencia real, en
términos de empleo, en términos de bienestar, de alcanzar los objetivos
de Maastricht. Ahora, no vamos a estar, naturalmente, dispuestos



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a aceptar, como ustedes están haciendo, que las dificultades tengan que
ver con las insuficiencias de las acciones del pasado o, muchísimo menos,
con supuestos agujeros creados por ustedes contablemente para aliviarse
del esfuerzo que les toca en este momento. Creo que hay todavía, señor
Montoro, algunas dudas serias sobre la evolución de la economía española.

En primer lugar, quiero congratularme de que la economía española vaya
como habíamos predicho a comienzos de 1996 que iba a ir, aunque ustedes
lo negaran. En segundo lugar, quiero decirle que esto tiene muy poco que
ver con las medidas supuestamente reactivadoras, que no lo son, adoptadas
por ustedes, pero que han generado problemas, básicamente de ingresos
públicos, para el futuro, y algunos otros más de distribución de la carga
fiscal. Creo que es bueno que nos alegremos de que al menos hasta ahí el
crecimiento económico se esté manteniendo en niveles cercanos al 2 por
ciento y que pueda acelerarse. Pero, señor Montoro, en inflación tenemos
problemas; en déficit ustedes no están cumpliendo con lo que nosotros
habíamos previsto en el presupuesto que ustedes no quisieron aprobar, y,
finalmente, quiero decir que ese optimismo sobre los tipos de interés que
usted ha expresado es verdad que sobre el pasado es una constatación, se
ha producido una reducción, aunque ustedes la han alterado con sus
decisiones durante el mes de julio. Ahora, no es seguro que los llamados
márgenes para reducción de tipos de interés se sigan teniendo si no hay
de verdad una credibilidad muy fuerte con los presupuestos que ustedes
presenten y si efectivamente la yugulación de las tendencias
inflacionistas que todavía existen no se produce de verdad con
intensidad.

Ojalá que en el futuro la autoridad monetaria pueda acompañar los
esfuerzos de una política presupuestaria seria, pero en este momento creo
que nadie podría decir con sensatez, otra cosa es que se diga desde el
deseo, que el Banco de España pueda producir inmediatamente una rebaja de
sus tipos de intervención en la situación actual. Creo que si no se hace
un esfuerzo serio para que la evolución de ingresos y gastos se ajuste a
las previsiones, y ustedes no lo están haciendo todavía, y si no tenemos
una claridad y una credibilidad en el proyecto de ley de presupuestos, me
parece que los objetivos, en los cuales coincidimos y seguiremos
coincidiendo en tanto que ustedes sean consecuentes, seguirán estando
todavía en el campo de la incertidumbre.

Señor Montoro --y termino--, ejerzan de verdad de Gobierno; los debates
del pasado son parte del pasado. Hoy creo que ha estado usted más en una
posición de Gobierno que otras veces, desde luego mucho más que cuando
intervenía desde otros foros y, naturalmente, mucho más que cuando estaba
en los escaños de aquí abajo. Creo que tienen que acabar por hacer esa
ruptura. Son ustedes responsables de lo que ocurre. Hoy han dicho,
finalmente, que lo que ocurría a comienzos de 1996 era lo que habíamos
dicho nosotros. Yo me congratulo de ello. Es lamentable, en todo caso,
que hayan tenido ustedes que pintar un horizonte tan dramático a
comienzos de 1996 para justificar medidas que realmente tienen
justificación bien distinta de la que ustedes pretendieron darle. Pero si
la economía va todavía con sombras, con dudas y con dificultades, aunque,
en todo caso, por la senda que se había trazado, yo me congratulo, aunque
ustedes sean quienes en este momento pretendan apropiarse indebidamente
de ese resultado.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra el señor Alcaraz.




El señor ALCARAZ MASATS: Montoro es el país de las maravillas, perdóneme
la confianza, señor Montoro. Inmediatamente añado que le agradecemos su
comparecencia y le damos la bienvenida como Secretario de Estado. A poco
más de cuatro meses de Gobierno su discurso ha cambiado de una manera
absolutamente radical e intenta usted que su discurso se conecte con la
realidad, lo que querría decir que la realidad también ha cambiado de una
manera radical, cosa que, a nuestro juicio, en absoluto se corresponde
con la verdad. Creemos que hay un desajuste entre su discurso y la
realidad, un desajuste muy serio, como serio es el desajuste que ha
habido entre su discurso actual y el de hace cinco o seis meses. Pensamos
que la realidad tiene otra lectura, incluso las mismas fuentes a las que
usted ha aludido, la contabilidad nacional, el Banco de España, la
encuesta de población activa, tienen, sin duda también, otras fuentes que
nos acercan mucho más al sentimiento real, al sentimiento social que hoy
existe.

Señor Montoro, yo no sé si usted anda por la calle, si habla con la
gente, o si ve las consecuencias sociales de la información diaria que se
da en los medios de comunicación, porque, si estuviera en sintonía con
este sentimiento social, vería que hay hoy cierta alarma o cierto,
digámoslo así, desconcierto en la opinión pública, que posiblemente
empiece a aumentar ahora de cara a lo que usted ha dicho que nos va a
acercar a la convergencia, los presupuestos generales del Estado para
1997. Se está percibiendo, señor Montoro, con independencia del discurso
que hoy ha leído, la impresión de un cierto fraude electoral, la
impresión de un fuerte balbuceo en el Gobierno, y, antes mucho más,
cuando hablaba el señor Barea, y ahora todavía en ciertas ocasiones, una
provocación constante a través de una política de globos sonda, que sin
duda va a tener consecuencias sociales y sobre el consumo, como también
se ha dicho aquí.

Ustedes --y yo recuerdo la comparecencia del señor Rato y la intervención
del señor Homs-- están empezando a llamar estabilidad a gobernar a
dictado de Convergència i Unió. El señor Homs aquí empezó a dictar una
serie de prisas que incluso tuvieron consecuencias con respecto a los
mercados y ciertas cotizaciones, y esas prisas, con una crítica puntual
que se hizo al señor Homs, tuvieron una virtualidad, ustedes empezaron a
galopar, empezaron a correr mucho más deprisa en las palabras que en los
hechos, pero anunciando algunos hechos que sin duda después han cuajado
en función de ciertos anuncios, quitando los más escandalosos e
intentando corregir, sobre la marcha, otros. Y ustedes también llaman
estabilidad política quizá a que,



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por la intervención que he oído anteriormente, es difícil encontrar un
margen cuando uno se sitúa en la misma matriz política, se sitúa en el
mismo terreno, el de los objetivos de Maastricht; es difícil y se anda a
la búsqueda de un discurso perdido. Yo creo que poco a poco se irá
encontrando, porque la realidad social nos irá demandando posiciones de
izquierda, posiciones normales en una situación de provocación y de
empobrecimiento social, en un momento en el que efectivamente el señor
Arenas está funcionando bien como un cierto hechicero que marca el
límite, hasta dónde no se puede llegar en la movilización social, a
través de un diálogo social bastante hábil en estos momentos, que sin
duda también se aprovecha de una cierta somnolencia sindical, porque, en
función de los anuncios que se han hecho y de las medidas que se están
tomando, las reacciones no se corresponden con lo que debiera ser la
respuesta social, tal como poco a poco se está expresando en la calle.

Llaman estabilidad social también a algo que intentan introducir, a
partir de hoy de manera muy explícita, en la opinión pública y política
de esta Cámara, y es que intentan elevar a razón de Estado la política
partidista y de gobierno de Maastrich.

Usted lo ha dicho, Maastricht es una política de Estado, es la razón de
Estado otra vez, es algo que, por tanto, no se puede, no se debe
discutir; y nos encontramos con un encadenamiento de hechos políticos que
están siendo poco a poco elevados a razones de Estado, es decir, a
terrenos donde no se puede entrar en el debate ni siquiera político en
las Cámaras, pero mucho menos en el debate social o en la reacción
social, porque plantearían desestabilización; palabra contundente y
altisonante que nos puede llevar al infierno de la satanización en muchos
aspectos a partir del debate que se produzca con respecto, repito, a
ciertos temas que se están elevando constantemente a cuestión de Estado,
a la razón de Estado. Y Maastricht no es una cuestión de Estado, señor
Montoro; mucho menos ahora en que en toda Europa, incluso bastantes
partidos socialistas que se van encadenando a la crítica, se empiezan a
cuestionar muchas de sus consecuencias, fundamentalmente el tema de la
creación de empleo, diciéndose ya en muchos sitios que habrá que elegir
entre la velocidad que se ha marcado y el volumen de los criterios y la
creación de empleo. Habrá que empezar a elegir. Usted ha citado la EPA y
ha citado ciertas cuestiones, yo citaré otras, desde una lectura que yo
creo que es rigurosa, que no se corresponden con lo que usted acaba de
decir o con el mensaje tremendamente benéfico y edulcorado que usted
acaba de lanzar desde aquí, a cuatro meses exactamente del otro mensaje.

Y los indicadores no han cambiado tanto, en absoluto, ni la tendencia,
señor Montoro, para de pronto iniciar un discurso a la inversa que no ha
ido acompañado por un descender a los infiernos del señor Eguiagaray, que
ha estado en ese sentido más ajustado a lo que indudablemente es la misma
matriz política: los objetivos de Maastricht, el ataque a los salarios,
la reducción del Estado del bienestar, que es lo que se está operando
sobre los hechos, junto a los beneficios fiscales que también aquí se han
criticado antes.

En el proceso deflacionista que se está anunciando en la Unión Europea,
señor Montoro, las dificultades de la convergencia se producen en
relación a la distancia con los objetivos. Eso lo ha enfocado usted. Nos
ha dado las cifras de manera absoluta, ha dicho que estamos más cerca o
más lejos, sin decir de qué. Pero sí nos ha anunciado que con respecto a
dos indicadores, fundamentalmente el déficit, el acercamiento se va a
producir a través del enorme esfuerzo de ajuste que se va a operar a
través de los presupuestos generales del Estado para 1997, sin citar,
efectivamente, la evolución negativa que se prevé para la inflación a
partir de agosto y septiembre, que sin duda también agudizará el proceso
de ajuste que se ha empezado a operar, en un momento además en que la
Comisión Europea, entre las previsiones de crecimiento, ha rebajado
considerablemente la de ciertos países europeos para 1996.

A nuestro juicio, por tanto, en función de esa política que se deriva, en
función de esa prisa a la que usted ha aludido queriéndolo convertir en
razón de Estado, no existen muchas dudas, dentro de Izquierda Unida, de
que la prioridad en la forma de construcción de la Unión Europea impide
poner en práctica políticas encaminadas a la creación de empleo, que es
el primer problema, el problema número uno en nuestro país. Las
condiciones económicas actuales en nuestro país, señor Montoro, teniendo
en cuenta su debilidad productiva, la tasa de paro, la tasa de
precariedad, en definitiva el atraso relativo en relación a otras
economías de la Unión Europea, se verán embarcadas, como he dicho
anteriormente, en una política no sólo de ajuste, sino de ajuste
permanente, considerando el examen de mediados de 1998 y la convergencia
duradera a partir de ese tres por ciento de déficit que usted ha citado
como objetivo primordial a conseguir. Ahí no terminará el objetivo, señor
Montoro; empezará la convergencia duradera, el ajuste permanente y, si
entramos con nota por debajo del aprobado a través de una especie de
amnistía en el examen de 1998, nos someterán al compromiso de un ajuste
ya de caballo a galope a partir de mediados de 1998 para conseguir los
límites que se marquen en la convergencia duradera. Desde ese punto de
vista, no extrañará que nosotros situemos como objetivo fundamental,
dentro de la política general de Izquierda Unida y sus consecuencias con
respecto a la política económica, el desacuerdo total por los indicadores
monetaristas, los indicadores que siempre remiten el discurso a cifras
macroeconómicas, llevando la situación a que pueden mejorar las cifras
macroeconómicas, como relativamente pueden estar mejorando, mientras
empeora la vida social, como decía aquel andaluz: Y si estamos tan bien,
¿por qué estamos tan mal? Es decir, que puede empezar a haber una
contradicción tremenda teniendo en cuenta las prioridades que se han
marcado ustedes, los límites y las prescripciones vigentes que usted
acaba de refrescarnos. En todo caso, lo que sí es cierto es que, a corto
plazo, a cortísimo plazo, considerando lo que ha pasado en los dos o tres
últimos meses, los criterios de convergencia están siendo una coartada
perfecta para aplicar políticas de tinte conservador bastante duro,
bastante cierto, bastante denso. Me parece que The Economist el 1 de
agosto de 1996 ya lo advertía de manera concretísima con referencia



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singular. Decía: Los criterios de Maastricht se están revelando como
útiles para los reformadores fiscales tanto en España como en Italia, por
nombrar sólo dos casos. Esto está siendo realmente así, con críticas que
ya hemos realizado en el Pleno y que yo hoy aquí, sin alargarme
excesivamente, repetiré.

En el primer trimestre de 1996, de acuerdo con el avance de la
contabilidad nacional trimestral --tanto usted como el señor Eguiagaray
se han referido a ella--, la economía española acentuó la desaceleración
que viene registrando desde principios de 1995. Me parece que yo no he
leído ese texto igual que usted, señor Montoro. El producto interno bruto
creció un 1,9 por ciento, frente al 2,3 del cuarto trimestre de 1995,
siendo ya cuatro los trimestres en los que la variación del PIB viene
siendo cada vez menor. Por lo tanto, no entiendo cómo usted proyecta esto
de una manera diferente acompañándose de estas fuentes. Si fuera de
otras, de ciertos técnicos, se podría hacer, pero la lectura de estas
fuentes resulta bastante distorsionada en su versión. La tasa de
crecimiento del consumo, con moderado ritmo de crecimiento por lo que
respecta al consumo privado, mucha mayor desaceleración en el público y
la anterior evolución de la inversión --usted ha hablado de ella--
explican, sin duda, yendo a cifras medias, un cierto, pero constatable,
debilitamiento de la demanda interna. Creció un 2,2, es decir, un punto
porcentual menos que la media de 1995. Luego no entiendo --perdóneme,
señor Montoro-- la lectura que usted ha hecho, hablando desde una
perspectiva que no aparece documentada en los textos que usted ha leído o
que usted ha interpretado. Y el sector exterior restó al crecimiento del
producto interno 0,3 puntos. Las exportaciones crecen un 5,3 --cuatro
puntos menos que en el año 1995-- y también las importaciones en un 5,9,
3,8 puntos menos que en 1995. Eso está así, señor Montoro, y las medidas
que ustedes han adoptado --que todavía han sido pocas-- no están
produciendo los efectos a los que usted alude. Ya veremos si se consigue
con las nuevas medidas a las que ustedes se refieren, entre ellas, un
ajuste de un billón 200.000 millones en los presupuestos generales del
Estado para 1997, de cara a acercarnos a los indicadores de convergencia.

Señor Montoro, teniendo también en cuenta lo que ha dicho el Ministerio
de Economía y Hacienda en el informe de coyuntura de abril de 1996 y que
el consumo privado es la variable fundamental en el posible proceso de
reactivación económica --cosa que usted acaba de repetir hoy también--,
nos encontramos con elementos básicos de la situación económica española
que no ponen de manifiesto que se pueda permitir esta reactivación clara
del consumo. Por una parte, el consumo público va a sufrir un leñazo
tremendo en los presupuestos de 1997 y, desde luego, no parece que este
bajón claro pueda ser compensado con un aumento del consumo privado, en
función de indicadores que usted ha utilizado. Por cierto, no se ha
referido a los fundamentales en las cifras reales, incluso tomando la EPA
como punto de partida. Usted ha hablado de que se van a producir bajadas
en los tipos de interés y que esto va a conducir a una reactivación casi
mecánica. Bien, puede haber ahí un porcentaje de reactivación, pero
también tenga usted en cuenta otro factor: Las bajadas de tipos de
interés que se están produciendo en aspectos sociales fundamentales como
hipotecas, la reducción que se tiene que operar de inmediato en cajas de
ahorro y bancos, no están repercutiendo de manera real, sin que el
Gobierno tome medidas o haga indicaciones que, tal como ustedes me dicen
en una respuesta parlamentaria, se podrían hacer de cara a que el Banco
de España, o quien corresponda --entre ellos, ustedes--, haga que la
bajada de tipos de interés repercuta realmente en el precio del dinero
para productos sociales de primera necesidad, empezando, naturalmente,
por la hipoteca.

Por lo que se refiere al empleo, la seguridad en el empleo, la creación
de empleo y el aumento de la calidad, cuestiones sobre las que nosotros
no tenemos una visión positiva, teniendo además en cuenta que ustedes
acaban de anunciar, de nuevo, para esta legislatura una reforma del
mercado laboral --se supone que con mayor flexibilidad y desde luego
mejores condiciones para el empresario en la forma del despido--,
pensamos que no se puede hablar del cambio de la incertidumbre en el
consumo privado --que empieza a bajar de nuevo, dentro de esa subida a la
que usted ha aludido-- en el próximo futuro, considerando también las
consecuencias que se van a derivar de la política presupuestaria para
1997.

La conclusión, los mensajes que ustedes están dando están clarísimos y
son absolutamente contradictorios, como usted comprenderá con una
política de izquierda. Ustedes dicen: Es preciso un mayor ajuste; es
preciso reducir el gasto público. Usted ha repetido hoy que hay que
profundizar en la moderación salarial y hay que acabar --no lo ha dicho
hoy, pero constantemente lo vemos reproducido en los medios de
comunicación-- con las rigideces en los mercados de bienes y factores,
referida esta rigidez, fundamentalmente, al mercado de trabajo.

En cuanto al empleo, la lectura que nosotros hacemos --ya se lo he
anunciado, señor Montoro-- es diferente, incluso tomando la misma fuente
que usted ha leído. Según las últimas previsiones del Gobierno, del 24 de
mayo de 1996, la tasa de paro alcanzará el 22,9 por ciento en 1996, con
respecto a la población activa. Aparte de la consideración que nos
merezca esta previsión, lo cierto es que ese nivel de desempleo, señor
Montoro, certifica, sin lugar a dudas, que el paro es el principal
problema económico y social de este país y no los indicadores de
convergencia de Maastricht. En todo caso, éstos pueden empezar a ser
contradictorios respecto a la creación de empleo, tal como actualmente se
está discutiendo en toda Europa, empezando, sin duda, por Italia.

Ha hablado de la creación de empleo desde la encuesta de población activa
y nosotros pensamos que eso debe ser matizado de manera fundamental. En
1995 se renovaron las bases censales de la encuesta de población activa.

El Instituto Nacional de Estadística ha cambiado las bases sobre las que
realiza la encuesta de población activa para la última actualización del
censo. Este cambio comienza en enero de 1995 y concluye en junio de 1996.

Por lo tanto, una buena parte del aumento de la ocupación a la que
ustedes se han referido --no sólo aquí, sino también anteriormente--



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se corresponde con un simple efecto estadístico y, en este sentido, las
variaciones de empleo que usted ha señalado están, a mi juicio,
absolutamente sobrestimadas. El propio Ministerio de Economía reconoce lo
siguiente y dice textualmente en el documento que le he citado antes: El
empleo que más ha aumentado es el empleo indefinido. Esto se corresponde
con lo que le acabo de decir sobre la variación en las bases estadísticas
y que fundamentalmente estamos hablando de la creación de empleo
estadístico.

En este marco, señor Montoro, ustedes han emprendido una serie de
actuaciones de política económica, que, a nuestro juicio, son
profundamente criticables, como ya hemos manifestado en el Pleno y ahora
las voy a reproducir de manera muy sucinta. Ustedes han anunciado una
especial política presupuestaria --que efectivamente está en consonancia
con la que también evocó el Gobierno anterior-- en el sentido de
orientarla exclusivamente a conseguir la consolidación de los criterios
de convergencia. Y en ustedes esto se está transcribiendo como una
consolidación fiscal, tanto en las medidas concretas que hasta ahora
hemos sufrido como en las que nos anuncian. El Gobierno decidió, en este
marco de la política presupuestaria, el 10 de mayo de 1996, la no
disponibilidad de créditos presupuestarios por un importe de 200.000
millones de pesetas, que se sumaban al recorte anterior del ciclo
socialista, que tuvo un montante de unos 875.000 millones, y ahora se
empieza a barajar un ajuste --al que quiero que usted se refiera
concretamente, si es posible-- de un billón 200.000 millones de pesetas,
de cara a alcanzar los criterios de Maastricht, sin tener en cuenta cómo
va a impactar este recorte en todas las evoluciones positivas que usted
acaba de citar, empezando por el consumo privado, el consumo público, los
precios, etcétera. No tiene en cuenta el coste deflacionario de esta
medida, de este recorte de un billón 200.000 millones, en estas
previsiones sonrosadas que nos hace, de cara al próximo futuro, incluso
teniendo en cuenta los datos que afectan al presente inmediato. Le repito
que nadie puede asegurar en este marco que la economía privada, el
consumo privado, compense las políticas públicas absolutamente
restrictivas que ustedes nos están anunciando.

Al mismo tiempo, señor Montoro, y se ha dicho por activa y por pasiva, la
reducción del déficit que desde el principio están operando ustedes entra
en flagrante contradicción con las medidas fiscales recientemente
aprobadas, incluso las medidas que ustedes están adoptando para cubrir no
se sabe qué tipo de agujero. Teniendo en cuenta que efectivamente ha
habido abusos a la hora de establecer la ejecución presupuestaria, están
cubriendo esos agujeros posteriormente a su consideración, pagándolos
todos mientras al mismo tiempo están concediendo beneficios fiscales a
las rentas de capital o, en todo caso, a las rentas más altas.

El tratamiento de las plusvalías, la actualización de balances y las
medidas posteriores que están ustedes adoptando conducen a una política
que voy a intentar sintetizar de manera directa, para no andar con
rodeos, después de la intervención que he hecho hasta este momento.

Estamos absolutamente en desacuerdo, señor Montoro. Las medidas que
anuncian, a nuestro juicio, van a tener una respuesta social seria. No
estamos hablando de respuesta electoral, eso es otro problema, aunque se
advierten contradicciones con respecto a lo que ustedes anunciaron en la
campaña electoral y anteriormente a ella. Como medida general, están
ustedes disminuyendo los impuestos directos y están aumentando los
indirectos. De manera sistemática, están empezando a establecer esa
política, como si no hubiera consecuencias con respecto al discurso que
usted acaba de realizar. Han disminuido la fiscalidad de las rentas de
capital y han aprobado la actualización de balances, sin actuar hasta
ahora y sin anunciar medida alguna hasta este momento con respecto a las
rentas del trabajo. Y, para cerrar el ciclo de esta política, siguen
aumentando los impuestos indirectos.

Señor Montoro, y hablo otra vez del famoso agujero presupuestario, del
famoso desfase o déficit presupuestario, consideramos que el anterior
Gobierno socialista en la ejecución presupuestaria quizá cometió
prácticas abusivas. Ustedes recabaron un informe oficial de la
Intervención General del Estado y nosotros no tenemos nada que decir
contra ese informe, en principio. Pero ¿no parece lógico, señor Montoro,
que antes de clarificar las cuentas públicas --que era el discurso del
otro día en el Pleno del Congreso de los Diputados-- se vean las
consecuencias de todo tipo y que no se debieran haber bajado los
impuestos a los que más tienen? ¿Por qué primero se bajan los impuestos a
los que más tienen, a las rentas del capital, después se dice que hay un
agujero y con posterioridad se dice: paguemos entre todos ese agujero, al
mismo nivel los que más tienen que los que menos tienen? Ese es un primer
error del Gobierno, a nuestro juicio, de gran volumen. Ustedes, sin duda,
han beneficiado --y explíquemelo si este proceso no se ha hecho con las
secuencias que yo acabo de relatar--, han primado a los que más tienen, a
las rentas del capital, a las rentas más altas y en absoluto, hasta
ahora, han tomado medida alguna que afecte de manera positiva a las
rentas del trabajo. ¿No era mucho más sensato, señor Montoro, clarificar
primero las cuentas y luego actuar sobre la fiscalidad, y no sólo sobre
la fiscalidad de unos pocos, con beneficios, sino sobre la fiscalidad en
general, la fiscalidad del conjunto de la sociedad española? Ustedes
primero reducen los impuestos, repito, luego dicen: sorpresa, hay un
agujero, y a continuación dicen: paguemos entre todos ese agujero,
aportando lo mismo los que más tienen que los que menos tienen o aquéllos
que tienen una pensión de 45.000 pesetas mensuales. Vamos a aportar todos
lo mismo a la hora de tapar ese agujero, pagando el alcohol, pagando el
tabaco y con ciertas amenazas que se siguen cerniendo sobre la población
española, como el tema de las recetas u otros por el estilo.

Nosotros le decimos, señor Montoro, que no estamos de acuerdo en cómo
quieren ustedes que se paguen las cosas, que no estamos de acuerdo en
cómo quieren conseguir los indicadores de convergencia y que no estamos
de acuerdo con los indicadores, con los criterios de convergencia y con
la velocidad a la que ustedes los enfocan.




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Termino, señor Montoro. A nuestro juicio, las medidas económicas que
ustedes están practicando, las que ustedes han anunciado, las que ustedes
han puesto sobre la mesa si se rompe el diálogo social --y si no se rompe
y se mantiene seguirán presionando, arrinconando la respuesta sindical--,
son medidas que no compartimos y que configuran, a nuestro juicio, un
marco alarmante de regresividad social y económica. Desde luego, nosotros
no nos situamos en ese margen estrecho de cómo se entra en la primera
velocidad de Maastricht a mediados de 1998, matizando las medidas que se
toman. No entramos en ese estrecho marco, en esa franja en la que se
entra haciendo ciertas piruetas, desde el punto de vista de otros
discursos. Nosotros no compartimos el fondo y al mismo tiempo pensamos
que es posible otra política, porque incluso partidos que no se
corresponden con las características de Izquierda Unida en España, por
ejemplo, de izquierda transformadora, partidos socialdemócratas e incluso
de derecha moderada ya están empezando a criticar ésta en toda Europa,
porque contradice la propia creación de empleo y contradice algo que
usted no ha citado --hablando sólo de estabilidad política--, la propia
estabilidad social en ciertos países europeos, que se están empezando a
alterar de manera clara --lo hemos visto en Alemania-- y veremos cómo se
va a encadenar esa situación a partir de ahora. Configuran un marco
reaccionario, señor Montoro, porque están disminuyendo las rentas de
capital.

Voy a intentar caracterizar su política. Ustedes conceden beneficios
fiscales a las rentas del capital, aumentan los impuestos especiales que
afectan a todo el mundo, plantean una política, que usted ha reiterado
hoy, de congelación salarial --ya han congelado los salarios de los
funcionarios-- y hablan de moderación salarial, teniendo en cuenta los
que publicó el Banco de España en su momento como indicadores de
referencia para el cálculo de los salarios y una medida extraliberal que
se citaba en el informe del Banco de España. Ustedes anuncian una
disminución muy importante de la inversión pública, anuncian tasas
sanitarias que en el fondo se constituyen, a nuestro juicio, como
auténticos impuestos, y nos anuncian también una cadena de
privatizaciones, sin considerar qué plan hay que establecer y ni siquiera
tener el plan informativo que había que haber establecido. Simplemente el
anuncio que hizo el señor Piqué, que cuando compareció en el Pleno del
Congreso demostró que no tenía nada claras las ideas, nos ha hecho perder
unos 100.000 millones de pesetas, teniendo en cuenta la situación del
mercado y las características de nuestra Bolsa, etcétera. Unos 100.000
millones de pesetas, repito. Lo dijo el señor Borrell el otro día y yo lo
comparto perfectamente. Ahí están las valoraciones, las cotizaciones y
las consecuencias de todo tipo que se han llevado a cabo incluso para
complementar ciertas cuestiones en ciertas empresas públicas, en función
de su política de aumento de los impuestos indirectos.

En definitiva, señor Montoro, la política que ustedes están realizando
produce una redistribución muy regresiva de la renta --hasta ahora
podemos caracterizarla así--, por dos procedimientos singulares:
sustituyendo impuestos directos por impuestos indirectos y erosionando
poco a poco, ya veremos qué velocidad adquiere esta política en el
próximo período, el Estado social y democrático de Derecho, el Estado del
bienestar alcanzado en nuestro país.

Y todo esto, según el discurso que acaba hoy de pronunciar, situándolo
bajo la santa advocación de Maasttricht, convertidas las consecuencias de
esta decisión, según usted pretende, en una especie de cuestión de Estado
que impida la inestabilidad política, incluso a través del debate social
o político que se pueda hacer a partir de ahora.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria,
tiene la palabra el señor Gómez Rodríguez.




El señor GOMEZ RODRIGUEZ: Muchas gracias, señor Montoro, por su
comparecencia. Por una inoportuna conjuntivitis alérgica no puedo hacer
lectura de todos sus datos, y eso va a ir en beneficio de todos, porque
voy a ser breve, y no olvidemos la frase de Gracián: Bueno y breve, dos
veces bueno.

Yo comprendo, desde la atalaya canaria, el criterio y la posición del
Gobierno, y también comprendo el criterio y la posición de la oposición,
y recuerdo el ejemplo del vaso de agua que, llenado a la mitad, el
Gobierno dice que está lleno a la mitad y la oposición dice que ya está
vacía la mitad. Los hechos son palpables, son reales.

Yo quisiera hacer un análisis de cada una de las partidas de los cuadros
macroeconómicos que se han publicado y que nos han facilitado --y creo
que es un avance enorme tener estas informaciones a mano--, y hay una
cosa que el pueblo palpa, hay unas verdades incontrovertibles en estas
cifras: señores, en este país hay una paz social; señores, en este país
el paro se va reduciendo; señores, en este país la demanda interna va
creciendo; señores, estamos alcanzando los puntos máximos de tesorería en
divisa de la historia de la economía española; señores, el paro, a pesar
de las todavía vergonzosas cifras, se va reduciendo y mejorando en
calidad; señores, hay ilusión por trabajar; señores, la juventud se va
colocando poco a poco, la juventud se va especializando cada vez más. He
dicho que las reservas han alcanzado los puntos máximos, los países del
entorno van mejorando y nuestra economía no es una economía aislada, sino
concatenada, y eso nos beneficia. Claro que nos preocupan las cuatro
metas de Maastricht, y el camino es difícil, pero aunque no existiera
Maastricht habría que adoptar esas medidas, no se podía seguir gobernando
este país con déficit tan inconmensurables.

En cuanto al agujero --y yo no creo que nadie se haya llevado un duro--,
es falta de formalizaciones contables presupuestarias, o excesos
presupuestarios o pagos que se veían obligados a hacer por las multas
europeas, que no se contabilizaron, y yo me resisto a dudar de la
veracidad del informe de la Intervención General, porque, si no, me
fallan todos los esquemas. Si no creo en un informe de la Intervención
General, algo se quiebra en la información. Yo coincido con la
Intervención General en que el déficit originario por esa mala
contabilización o por defectos en las contabilizaciones no son 700.000,
sino 500.000 millones.




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Podría seguir hablando, pero en aras a la brevedad y porque me gustaría
conocer también la opinión del señor Montoro, quisiera terminar haciendo
no un canto, pero sí un aplauso a las posiciones de cada una de las
partes. También me gustaría que la oposición, con sus críticas, acertadas
o no, sugiriese soluciones, porque este país tenemos que salvarlo entre
todos. Estamos en un momento importantísimo en la historia de nuestro
país y necesitamos que todas las inteligencias concurran no en
Maastricht, sino en salvar nuestra economía, se esté en el Gobierno o en
la oposición.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra
el señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: Señor Montoro, bienvenido a esta Comisión,
felicidades por su nombramiento. Desde el Grupo Popular le deseamos tanto
suerte como acierto en su gestión por el bien del caminar de la economía
española.

Los debates del pasado son del pasado, decía un portavoz que ha
intervenido con anterioridad a este Grupo. Posiblemente no todos, pero sí
algunos, estamos --y digo estamos-- por influir en las situaciones
inmediatas y en las situaciones de futuro. Ahora bien, no cabe duda de
que, si se nos quiere remitir a debates del pasado, no tendremos por
menos que recordar las distancias políticas de esos debates del pasado.

No fue un error el rechazo de los Presupuestos de 1996, fue una pérdida
de confianza en el Gobierno por situaciones políticas, fue una pérdida de
confianza en el Gobierno socialista, que debido a hechos que este
portavoz no quiere traer a esta Comisión, se vio solo, sin el respaldo de
esos apoyos parlamentarios que hasta esa fecha le hacía posible aprobar
año tras año sus presupuestos. Por tanto, no fue un rechazo provocado por
una situación generada desde la oposición, sino provocado por una pérdida
de respaldo, por una pérdida de confianza de sus coaligados
parlamentarios, que además tuvo después su refrendo en las elecciones de
marzo con la pérdida de confianza y de respaldo de la mayoría de los
ciudadanos españoles. Por tanto, imputar cada cosa a su sitio es hablar
de la realidad de cómo y por qué se produjo aquel debate.

Yo creo que ningún portavoz del Gobierno ni del Grupo Parlamentario
Popular, desde el inicio de este año, ha utilizado para calificar la
situación de la economía española el término «recesión». Sí creo --y
quiero recordar los Diarios de Sesiones-- que el término utilizado ha
sido «desaceleración del crecimiento». Y curiosamente la desaceleración
del crecimiento no sólo ha sido una afirmación desde el Gobierno y desde
el Grupo Popular, sino que ha sido una afirmación refrendada por informes
del propio Banco de España, que recientemente ha podido decir que la
economía española, a partir del quinto o sexto mes, tiene claros signos e
indicios de haber superado el momento de desaceleración del crecimiento,
pasando a tener claros indicios y signos de un crecimiento propio de una
fase de recuperación. Por tanto, no es que estemos teniendo un discurso
hace tres meses de una forma y ahora de otra. Ahora, si se quiere poner
en boca de los portavoces del Grupo Popular o del Gobierno palabras no
pronunciadas, como la palabra «recesión», es una habilidad dialéctica
parlamentaria que no se ajusta a la realidad, porque el término utilizado
por el Gobierno y por este Grupo ha sido «desaceleración».

Es curioso que, cuando se intenta plantear la revisión de algunas cifras
del cuadro macroeconómico, no se quiera recordar que el Gobierno del
Partido Popular revisó al inicio y a la toma de posesión las cifras de
crecimiento, y quiero también aquí traer al recuerdo de esta Comisión
que, con ocasión de aquella revisión de las expectativas de crecimiento
económico, se nos dijo desde la oposición que era una revisión falseada
para posteriormente apuntarnos el tanto de un mayor crecimiento. Hoy no
hemos podido oír nada sobre la revisión del crecimiento, lo cual quiere
decir que ese silencio está avalando que aquella revisión del crecimiento
hecha por el Gobierno del Partido Popular era una revisión realista. Y
esa revisión realista no sólo la hace el Gobierno del Partido Popular al
tomar posesión de sus tareas, sino que viene refrendada también por los
informes del grupo de expertos que asesoran al Gobierno y por los
informes del Banco de España que ha situado también esa revisión en
cifras muy próximas a las anunciadas por el Gobierno.

Siguiendo en esta línea argumental tampoco he oído decir a ningún
portavoz del Grupo Popular, y mucho menos del Gobierno, que la inflación
se encuentre yugulada. He oído decir --y aquí esta mañana se ha dicho por
el Secretario de Estado-- que la inflación se encuentra en una senda de
contención, que es cierto que esa inflación todavía tiene algunas
tensiones, tensiones, además, que son transitorias, pero que no es menos
cierto que la inflación subyacente camina por una buena senda. Además se
ha afirmado que la estimación, de cara a la evolución de la inflación
hasta fin de año, puede llegar a declarar que se cumplirá el objetivo de
inflación del 3,5. Es bueno que esa afirmación que se ha hecho en esta
comparecencia pueda no ser compartida por algún portavoz; por tanto,
estaremos en la discusión de si se cree en el cumplimiento del objetivo
de inflación a fin de año o no se cree en él. Veremos cuáles son los
argumentos que avalan a aquellos que defendemos que se va a cumplir el
objetivo de inflación y cuáles son los argumentos que avalan a aquellos
que no creen en ese cumplimiento. Pero, insisto, nunca se ha dicho, ni
por parte del Gobierno ni por parte de ningún portavoz del Grupo Popular,
que la inflación se encuentre yugulada. Cuando decimos que tenemos
fundadas y alentadoras posiciones respecto al cumplimiento del objetivo
de inflación, no es un anticipo voluntarista. Ahí está el índice de
precios industriales como faro de aviso de por donde puede caminar la
inflación, y ahí está el buen estado de la marcha de la inflación
subyacente.

El paro, otro de los indicadores de una situación económica
razonablemente buena --ésta no es frase mía, es una frase pronunciada por
algún interviniente con anterioridad--, camina razonablemente bien en su
disminución. Ese dato satisfactorio está complementado con una
composición de la creación de empleo que es francamente esperanzadora.

Casi me atrevería a decir que, por primera



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vez, esa composición tiene un aumento más importante en lo que se refiere
a empleo fijo que a empleo temporal.

Es de destacar también, se quiera o no se quiera que, en relación con el
diferencial, con el bono alemán a 10 años, auténtico indicador de
confianza en las economías, España se encuentra a la fecha de este
informe en una marcada senda de mejora de ese indicador, en el punto más
bajo en el curso del ejercicio.

Tengo que tomar buena nota de que algunos opinan, y digo algunos, que los
informes de la Intervención General del Estado son artificiales. Yo creo
que esta afirmación tan penalizadora convendría, como mínimo, revisarla,
porque si ponemos en solfa o si llegamos a confirmar que esos informes de
la Intervención General del Estado son artificiales, creo que estamos
poniendo en quiebra uno de los elementos de confianza de las cuentas
públicas españolas. Y eso, señoras y señores Diputados, no es bueno.

Coincido con aquellos portavoces que han dicho que la economía va
razonablemente bien. Sentimos desde el Grupo Popular que va
razonablemente bien porque, a la fecha de hoy, podemos afirmar que se
está haciendo posible la compatibilización de los dos retos principales
de la economía española. El reto de la lucha contra el paro, y el reto de
los criterios de convergencia. El empleo mantiene un crecimiento
satisfactorio, saneado en su composición; la convergencia está en una
senda de progresivo acercamiento. Tanto empleo como convergencia, los dos
retos que hay que compatibilizar en la economía española, nos presentan
una situación cargada de signos para la confianza, una situación
claramente alentadora en el horizonte del examen de convergencia de 1998.

Hoy aquí no he escuchado ninguna voz de las que se han pronunciado desde
el rigor, y no desde el exotismo, que haya negado la situación de
recuperación en la que se encuentra la economía española. Pero no sólo es
este Parlamento el que está avalando y dando argumentos que fundamentan
el estado de recuperación de la economía española, sino que ha sido
también el Banco de España en sus informes, muchos observatorios
económicos y el propio grupo de expertos quienes se han pronunciado en
relación con los signos de esa recuperación. Esa recuperación hay que
acompañarla con una esperanzadora situación de recuperación en algunas
economías de nuestro entorno, como pueden ser la de Estados Unidos y la
de Alemania, y también con una esperanzadora corrección de los
desequilibrios más importantes de nuestra economía. Y me estoy refiriendo
al déficit, que se encuentra en corrección, a la inflación, que se
encuentra en una senda de contención y también a los tipos de interés.

Por qué no decirlo, todos estos datos favorables, acompañados de la buena
evolución de las cifras de empleo, hacen que el Grupo Popular también hoy
aquí respalde la iniciativa del Gobierno de pedir un esfuerzo adicional
no sólo al Gobierno, que ya lo tiene que hacer en materia de déficit, en
materia de rigor presupuestario, en materia de salarios de la
Administración, sino también a los agentes sociales --y aquí mi Grupo le
quiere mostrar un respaldo especial al Gobierno y al Secretario de
Estado--, para que refuercen sus actuaciones para apoyar este proceso de
recuperación en dos materias fundamentales: en materia de formación de
precios y en materia de moderación salarial.

Desde el Grupo Popular entendemos que el patrón de crecimiento y la
evolución de las variables están mayoritariamente colocadas en la senda
de mejora, consumo, agricultura, empleo, inflación, déficit, tipo de
interés --indicadores de confianza--, que aquellos otros que presentan
todavía signos de debilidad o de momentos de desaceleración --y me estoy
refiriendo fundamentalmente a industria y construcción--. Hay otros
indicadores, los relativos al sector exterior y servicios, que parece que
todavía tienen una contribución neutra a este patrón de crecimiento.

En este sentido nos gustaría recabar la opinión del Secretario de Estado
sobre cuál es su valoración en relación con la aportación actual y futura
--y por tanto en el marco de este ejercicio--, del sector exterior. Desde
el Grupo Popular opinamos que lo que ha sido una contribución negativa
está trasladándose claramente a ser una contribución neutra y podríamos
tener algunos indicios de que esa contribución neutra pasara, inclusive,
a final de año, a una contribución positiva del sector exterior.

Quisiéramos consultarle al Secretario de Estado si comparte la opinión
que tenemos, todavía no extremadamente fundada, respecto al sector
exterior o realmente el sector exterior se va a quedar en esa
contribución neutra que ya casi todo el mundo no discute.

Por último, señor Secretario de Estado, no podemos por más que estar
también de acuerdo con aquellos otros portavoces que han dicho que la
economía se encuentra razonablemente bien, porque si miramos el estado de
los criterios de convergencia a la fecha de hoy, no podemos por más que
ver que tanto inflación como tipo de interés se encuentran en un
progresivo acercamiento que marcan sendas claramente alentadoras para
llegar al examen de 1998 con cifras conformes al Tratado de Maastricht. Y
no podemos por más, también, que congratularnos de la situación en la que
se encuentra o se puede encontrar en un breve plazo tanto deuda como
tipos de cambio.

Todo esto nos lleva a decir que la situación y el informe que aquí hoy
hemos escuchado, y los argumentos que se han oído desde la oposición, no
dejan más que indicios para decir que la situación económica está cargada
de signos para la confianza y que es francamente esperanzadora de cara al
horizonte del examen de convergencia de 1998.

Queremos cerrar esta intervención diciendo que para el Grupo Popular --y
así se lo requiere al Gobierno-- el objetivo de compatibilizar creación
de empleo y proceso de convergencia tiene que venir clarísimamente
apoyado por parte del Gobierno por hacer el esfuerzo de rigor
presupuestario necesario para poder exigir a los agentes sociales su
máxima contribución a los objetivos de inflación que, como ha dicho otro
portavoz, se está convirtiendo probablemente en una de las variables cuyo
cumplimiento se hace casi más importante que algunas otras que tanto
preocupan en el marco del Tratado de Maastricht.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a los señores portavoces tiene la
palabra el señor Secretario de Estado.




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El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMIA (Montoro Romero): Ante todo
quiero agradecer las palabras de salutación que han tenido todos los
portavoces en relación con mi presencia en esta comparecencia, y
agradecer también el tono que han empleado tanto al expresar su
valoración de lo que ha sido la primera parte de la comparecencia como de
lo que han sido sus visiones particulares. Creo que el tono empleado es
el propio de una situación como la que estamos viviendo y es el que
requiere el desafío del tiempo al que estamos enfrentados.

Efectivamente, alguno de los portavoces a la hora de saludar mi presencia
han insistido en el hecho de que no hace muchos meses yo estaba
precisamente asumiendo esa otra responsabilidad, sentando materialmente
en los escaños --aunque éstos sean unos escaños algo más funcionales que
los del Pleno--, ejerciendo una labor de oposición durante la V
legislatura, de portavoz económico del Grupo Popular en la oposición.

Tuve ese privilegio auténtico de tener la tarea de ejercer de oposición.

Pude aprender personalmente cuál era el contenido de ese ejercicio de
oposición que es, en primer término, el de controlar al Gobierno y, en
segundo, ofrecer alternativas a la sociedad, en este caso a la sociedad
española, para que si el Gobierno no acierta en sus planteamientos pueda
encontrar en esas alternativas una opción razonable para resolver sus
problemas sociales, políticos y económicos. Ese es el ejercicio de la
oposición, ése es el ejercicio fundamental de la democracia, y en ese
sentido tenemos que felicitarnos de que, en un país como España, y cada
día con más intensidad, se pueda desarrollar la oposición como ejercicio
de control y de ofrecer alternativas a los planteamientos, y en este caso
el que estamos valorando hoy en cuanto a política económica del nuevo
Gobierno.

En ese buen tono, que yo quisiera mantener también en mi réplica o en mi
valoración de lo que han sido las opiniones vertidas por los diversos
portavoces, debo, en primer término, clarificar que todo el contenido de
mi exposición se ha dedicado a explicar las previsiones económicas del
Gobierno para el año 1996. En ese sentido, ninguna de mis afirmaciones de
esta mañana, ninguna de las cifras que he manejado, se diferencian de lo
que es el cuadro macroeconómico revisado por el nuevo Gobierno y que fue
presentado por el Vicepresidente Segundo y Ministro de Economía y
Hacienda, don Rodrigo Rato, ante los medios de comunicación y ante esta
Cámara. Por tanto, no hay ninguna desviación en lo que deben entenderse
como objetivos económicos del Gobierno contenidos en el cuadro que se
revisó para el conjunto del año 1996. Todas las explicaciones que he dado
yo hoy aquí se atienen estricta y escrupulosamente al contenido de ese
cuadro.

Ocurre que, obviamente, ese cuadro supuso la revisión del cuadro
macroeconómico de las previsiones económicas del anterior Gobierno;
ocurre que esas previsiones habían caído en una completa obsolescencia.

Recordemos que la previsión de crecimiento para este año era de un 3,4
por ciento. Esa era la previsión que estaba establecida en los
Presupuestos del Estado que fueron rechazados por esta Cámara, por cierto
en un formidable ejercicio de democracia, una vez que habían primado
razones, incluso de orden político, superiores a las estrictamente
económicas que motivaron ese rechazo. En consecuencia, había que hacer
una revisión urgente de un cuadro macroeconómico de previsión del
Gobierno que había quedado completamente superado por las circunstancias.

Y los objetivos nuevos, renovados, son los que se mantienen esta mañana
tras mi comparecencia: registrar un crecimiento de la actividad económica
del 2,3 por ciento.

¿Qué supone ese crecimiento? Lo he explicado. Supone una recuperación de
actividad en el segundo semestre de este año, y esa recuperación de la
actividad económica --y ahí está el cambio, si quieren de orden más
cualitativo-- tiene que venir, y lo está haciendo ya, de la demanda
interna de la economía, está viniendo ya de ese consumo privado o de una
reacción positiva, más favorable que en el pasado, del consumo privado.

Este elemento cualitativo es lo que distingue la recuperación en la que
estamos entrando de la recuperación anterior que se registra en la
economía española a partir del año 1994, exactamente de la segunda mitad
de dicho año, porque esto es lo que hace que la recuperación sea más
perceptible por la sociedad española. Esta es la clave política de la
recuperación económica que estamos viviendo, es decir, que lo sienta el
ciudadano, que esa recuperación sea sentida por el ciudadano, algo que no
ocurre cuando el protagonismo de la recuperación económica procede de la
exportación o exclusivamente de la inversión de las empresas. Cuando el
consumo se reanima lo suficiente es cuando el ciudadano percibe que está
en la recuperación económica. De esa recuperación es de la que yo he
venido a hablar aquí esta mañana, una recuperación cualitativamente
diferente de la que se experimenta desde el año 1994 hasta que comienza a
desfallecer en la segunda mitad del año 1995.

Señorías, por eso yo no he venido a hablar de maravillas, sino a hablar y
a intentar construir una recuperación que efectivamente sea percibida por
el ciudadano. Esa es la recuperación que tenemos que labrar entre todos y
es la que el Gobierno tiene que procurar con su acción de Gobierno, con
su política económica; y la oposición también tiene que contribuir
activamente defendiendo sus propias actitudes y, en definitiva,
ejerciendo ese control del Gobierno que es ineludible, que es
consustancial al sistema democrático.

Por eso decía que realmente, señorías, en esta explicación que he
intentado simplificar, no hay una valoración distinta de lo que ha sido
el Partido Popular cuando ejercía como grupo parlamentario de la
oposición a cuando tiene la responsabilidad de Gobierno y es grupo
parlamentario en esta Cámara. No existe ninguna diferencia en el
análisis, en la identificación de las causas de esa recuperación en
relación con lo que fue el pasado, como tampoco existe ninguna diferencia
en lo que han sido las acciones del Gobierno en relación con el programa
de política económica que expuso como alternativa al programa económico
ejercido por el anterior Gobierno, que fue refrendado por la confianza de
la mayoría de los españoles el pasado 3 de marzo, y que motivó ese cambio
de Gobierno.




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Las decisiones de política económica que se tomaron con urgencia --puesto
que había una desaceleración económica que vencer para despejar ese
horizonte y procurar una mayor recuperación, un mayor crecimiento de la
actividad económica y, por tanto, también la recuperación del empleo--,
son exactamente las que expusimos en nuestro programa electoral a los
españoles y que fueron refrendadas por esa mayoría de españoles que
depositó su voto de confianza. Es decir, procedimos, en primer lugar, a
reducir el gasto público, a contener ese gasto público como primera
decisión para modular unos presupuestos que, a su vez, eran prórroga de
los presupuestos de 1995, y que no eran convenientes para la economía
española de 1996. Esos presupuestos ya los criticamos en la oposición. En
definitiva, lo que hicimos fue modular esos presupuestos con una
contención del gasto público.

En segundo lugar, procedimos a simplificar la Administración pública, a
reducir el número de altos cargos, en definitiva a simplificar, a
procurar que la Administración pública esté más cerca de los ciudadanos.

En tercer lugar, procedimos a una liberalización de sectores económicos
clave que ya está rindiendo sus primeros frutos. Esa liberalización nos
está trayendo una bajada de precios, no ya una subida, por debajo del IPC
en ámbitos que son básicos para nuestro funcionamiento como sociedad y,
en definitiva, en ámbitos que son básicos para poder construir un mayor
nivel de bienestar y de creación de empleo. En cuarto lugar, el 7 de
junio, como he insistido en mi comparecencia, cumpliendo estricta y
escrupulosamente nuestro programa, redujimos los impuestos. Como habíamos
anunciado, lo hicimos, en primer lugar, en relación con los impuestos que
pagan las pequeñas y medianas empresas. Quiero recordar esta mañana que
el 7 de junio bajamos los módulos de las pymes. Evitamos la penalización
que suponía el pago en forma de mayores módulos a los pymes que son más
creadores de empleo a través de una mayor contratación. Es decir, se
procedió a bajar ese tipo de impuesto para la pequeña y mediana empresa.

El resultado es que la recaudación va francamente bien.

Lo que hicimos también el 7 de junio fue proceder a otros cambios
fiscales, como reducir el pago del Impuesto sobre Sucesiones y
Donaciones, para favorecer que las actividades económicas pudieran
traspasarse entre los miembros de una familia sin tener que cerrar ese
negocio y perder los puestos de trabajo y el nivel de actividad. También
declaramos exentos en aquellos reales decretos la transmisión del
patrimonio básico de la familia que constituye el patrimonio
inmobiliario. El 7 de junio bajamos los impuestos. La recaudación
tributaria en todos sus capítulos va bastante bien e irá mejor en el
segundo semestre de este año, a partir de esa recuperación, cuando
tengamos un mayor nivel de actividad económica.

El 7 de junio también tomamos otras medidas para alentar la contratación
de las clases sociales más desfavorecidas, de los discapacitados, en
definitiva estimulamos esa creación de empleo. Tomamos medidas fiscales
para que aquellas empresas españolas que operan en el exterior no paguen
doble imposición. Hicimos cambios importantes para favorecer la
capitalización de nuestras empresas a través de una actualización de
balances, y también hicimos cambios en la fiscalidad de lo que se llama
técnicamente la ganancia de capital, que atañe a millones de españoles y
no, como se dice, a los más ricos. Supongo no hablamos de los más ricos
cuando nos referimos a cuatro millones de fondistas, o no llamaremos
ricos a los españoles que son propietarios de un inmueble. Supongo que
estaremos reconociendo que tener propiedades en una sociedad como la
nuestra no es marchamo de riqueza, sino que es una condición que los
ciudadanos aspiran a tener noblemente y que las finanzas públicas, y en
este caso las agencias fiscales, deben favorecer tener.

Cuando se argumenta que eso produce una pérdida de recaudación, quiero
insistir que en España los ingresos por ganancias de capital de las
plusvalías en el IRPF no superan los 60.000 millones de pesetas al año.

Decir que hay un agujero fiscal porque se cambia el tratamiento de la
ganancia de capital, cuando la recaudación del IRPF está en torno a 5,5
billones de pesetas, es un absurdo. Por eso, cuando se habla de
fiscalidad yo recomiendo que se hable con los datos en la mano y con la
evolución de la recaudación en la mano. Es importante decir a la sociedad
española que cuando se cambian los impuestos para racionalizarlos, cuando
se modifican los impuestos a la baja, impuestos que son perturbadores
para la actividad económica, lo que se está haciendo es favorecer la
actividad económica, favorecer la creación de empleo y la recaudación de
los impuestos. Esa es la línea que comenzó el Gobierno el 7 de junio en
aplicación de su programa, en la que pronto habrá novedades, porque es la
línea que nos exige nuestro compromiso con los millones de españoles que
el 3 de marzo votaron ese programa económico.

Igualmente, a través de ese diálogo social permanente que tenemos abierto
con todo el ámbito sindical y con las organizaciones empresariales,
estamos llevando adelante la elaboración de una serie de reformas que son
importantes para que se proceda a la modernización de lo que son esas
actividades económicas en España de las que depende, en definitiva, la
creación de empleo. Ese es el nuevo talante del Gobierno que está
combinando la firmeza de sus decisiones con la apertura de un diálogo que
se extiende más allá del propio Parlamento y se lleva a los ámbitos
sociales.

Teníamos un problema en el nuevo Gobierno y se llama el gap de
credibilidad de la política económica que teníamos que recuperar. Ese es
el trabajo que hemos estado haciendo desde el primer día y que está
rindiendo sus frutos en un indicador que es esa bajada de la prima de
riesgo país, a la que me he referido esta mañana, y de la que he dado los
datos exactos. Ahí tenemos ese juicio diario inexorable que no es
controlable por los gobiernos. Como país estamos sometidos a esa
valoración en el entorno de los mercados financieros abiertos y libres,
en definitiva, como demandante de recursos estamos directamente sometidos
a esos mercados. Ahí está la valoración de ese juicio.

Seguimos teniendo un problema de credibilidad en España. Eso es lo que
está motivando que el Gobierno tome medidas de cambio legislativo en
materia de control del



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gasto público para evitar que problemas como los que nos han llevado a
aflorar este agujero presupuestario, esta insuficiencia presupuestaria
del año 1995, puedan repetirse en el futuro. No se repetirán porque no
será posible debido a los cambios legislativos que el Gobierno está
trayendo a la Cámara. Son pasos para ganar la credibilidad en la política
económica. De nada vale que los responsables de esas políticas económicas
comparezcan en esta Cámara y empleen la palabra cuando detrás tienen la
posibilidad legal de evitar que las finanzas públicas reflejen la
realidad de los presupuestos. Hay que corregir esa situación. Esos son
los pasos que ha dado el Gobierno con decisión y firmeza para recuperar
la credibilidad de la política económica en España que estaba muy
resentida.

La palabra clave de la recuperación económica es mucho más que una
palabra, es un concepto, es la confianza de los españoles en su futuro,
es la confianza de los consumidores a la hora de emplear sus rentas en la
satisfacción de necesidades básicas o menos perentorias, en definitiva
necesidades que contribuyen en su satisfacción a reforzar o aumentar su
bienestar. Esta confianza está reforzándose. Quiero insistir en esta
réplica en que existen indicadores objetivos de la recuperación de esa
confianza y, más que indicios, realidades que van demostrando que esa
confianza ha aumentado en España. Esa confianza tenemos que recabarla
desde el diálogo en el seno de este debate que realizamos en el Congreso
y con la opinión pública a través de los medios de comunicación. Tenemos
que transmitir esa confianza porque es de la que depende la recuperación
de la creación de empleo y el bienestar de los españoles, y tenemos que
labrar esa confianza sobre bases sólidas. Eso nos lleva, precisamente, a
ver que la confianza es la clave por la que descienden los tipos de
interés en nuestro país; es la confianza en el futuro la que tiene que
propiciar que haya un mayor descenso de tipos de interés, puesto que
existe la posibilidad de que los tipos de interés, aunque han descendido
en la cuantía a la que me he referido en mi primera intervención, sigan
bajando en España. ¿Cómo hacerlo? Para propiciar esa bajada de tipos de
interés tenemos que elaborar y aplicar presupuestos del Estado estrictos,
rigurosos, donde el control del gasto sea una realidad, donde el esfuerzo
que pedimos a los españoles se manifieste precisamente en la renuncia que
hace el Estado a gastar por encima de lo estrictamente necesario.

En segundo lugar, esa bajada de los tipos de interés se construye a
través de la reducción de la inflación y en concreto en la reducción de
las expectativas de inflación en nuestro país. Esa es la tarea que tiene
por delante el Gobierno y estamos trabajando, labrando ese camino de
descenso de las expectativas inflacionistas en un país que
históricamente, como es el caso de España, ha estado acostumbrado a tasas
de inflación muy altas.

El objetivo del Gobierno para el año próximo es finalizar con un
crecimiento del IPC, como ustedes saben diciembre sobre diciembre, 1997
sobre 1996, del 2,6 por ciento, lo que significará que tenemos que seguir
procurando ese descenso a partir de los niveles actuales.

Me he alegrado mucho de que el portavoz del Grupo Socialista afirme esta
mañana aquí que él ve el problema en la inflación y no tanto en el
déficit. Eso quiere decir que ya ve claro que el Gobierno tiene una
voluntad, y mucho más que una voluntad, una acción en el control del
déficit público, porque es así, efectivamente (eso es lo que traerán los
nuevos presupuestos del Estado), y el asunto nos queda abierto en materia
de inflación. Esta mañana no he venido aquí a felicitarme sólo por la
evolución de la inflación, sino a reiterar nuestro compromiso en el
control de la inflación.

Pero es importante, en primer lugar, que convirtamos la inflación en el
centro de debate social de los españoles y por eso celebro la actitud que
ha tenido el portavoz socialista en esta materia, porque realmente es
importante lo que nos jugamos en materia de inflación. Es exigente el
descenso que tenemos que llevar adelante no sólo para cumplir Maastricht,
sino para que eso que llamamos el esfuerzo de la sociedad se vea
compensado con una recuperación de poder adquisitivo a través de menores
precios. Es para que tengamos un país más competitivo, para que podamos
exportar más ágilmente, para que podamos vender mayores partes de nuestra
producción en Europa y en el mundo. En definitiva, el control de la
inflación es el pasaporte para el crecimiento económico y la creación de
empleo y es el pasaporte de la modernidad de nuestra estructura
económica. Por eso decía que realmente es importante, y me felicito de
que en las intervenciones de esta mañana haya estado presente ese
objetivo de inflación, que es también uno de los objetivos fundamentales
de este Gobierno, objetivo al que el Gobierno está dedicando la mayor
atención y está dedicando, en primer término, la elaboración de reformas
de sectores económicos, reformas estructurales, reformas liberalizadoras
de la economía de esos sectores. La política de privatización está
enfocada precisamente hacia ese descenso de precios, y hablamos de
descenso de precios en el sector de la energía; hablamos de precios
menores en el sector de las comunicaciones, suelo y en vivienda; en
definitiva, hablamos de precios también en servicios que son clave para
la economía, para toda la actividad, como son los servicios
proporcionados por los colegios profesionales. Hablamos, en definitiva,
de abaratar efectivamente los costes de producción de nuestro país para
que haya más negocios, más actividad económica, más pequeña y mediana
empresa y, en definitiva, que haya más empleo y más bienestar.

Por eso el objetivo de inflación pasa por esas reformas estructurales,
pasa por la liberalización de la economía, por la privatización, porque
creo que nadie defenderá a estas alturas del siglo XX que determinados
monopolios, por muy públicos que sean, tengan que ser monopolios, cuando
lo que han hecho ha sido pasar una carísima factura en el pasado a los
españoles. De la liberalización, de la desregulación y de la
privatización están viniendo efectos muy positivos en forma de menores
precios. Estoy en condiciones de anunciarles esta mañana que vendrán
efectos todavía más positivos en los próximos meses. Vamos a seguir en
esa senda y vamos a poder traer a la sociedad española descensos directos
de precios que son, en definitiva, mejoras de su competitividad, de sus
costes de producción, de su actividad y de su empleo.




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También en esa misma línea tenemos que insistir en la importancia de la
moderación salarial, como ha hecho muy bien el portavoz del Grupo Popular
cuando ha insistido en que tenemos que reclamar una colaboración, e
incluso hacer un esfuerzo adicional en esta materia, desde el
convencimiento de que cuando hablamos de moderación salarial no hablamos
de pérdida de poder adquisitivo. No estamos pidiendo a los españoles que
pierdan poder adquisitivo, estamos pidiéndoles que con la moderación de
salarios contribuyan a la creación de empleo, a abaratar la contratación;
estamos pidiéndoles, en definitiva, que contribuyan a que aumente la
competitividad en nuestra producción y mejore la posición internacional
de nuestro país.

Por tanto, insisto en esta idea, cuando estamos hablando tanto desde el
Grupo Popular como desde el propio Gobierno de moderar los salarios, no
estamos nunca demandando un esfuerzo de pérdida de poder adquisitivo,
sino que lo que estamos pidiendo es exactamente lo que significa esa
palabra: que se modere el salario a la expectativa de inflación, que no
supere esa expectativa de inflación, toda vez que el crecimiento
económico el año próximo será alto y esto hará que exista un margen de
competitividad de la economía española suficiente para que haya también
una recuperación de la inversión, que es la llave de la creación de
empleo. Por eso decía que estamos en ello, estamos en ese compromiso.

En materia de inflación los precios son administrados directamente por el
Gobierno, que fue otro de los cambios que introdujimos por decisión del
Consejo de Ministros celebrado el 7 de junio: aplicar en España una
técnica de regulación de precios conocida internacionalmente como el IPC
menos equis, que deja en manos del Gobierno el crecimiento de los precios
administrados y la garantía de que esos precios no solamente no van a
superar el IPC, sino que algunos de ellos van a tener importantes
reducciones en términos reales, porque de esa manera van a contribuir a
mejorar la competitividad de nuestro país.

Han expresado también algunos de los portavoces su preocupación por la
inflación en este verano. Tengo que tranquilizarles en el sentido de que
realmente el Gobierno confía en que la inflación este verano habrá sido
lo suficientemente moderada; quiero decir que cuando juzguemos el
comportamiento de este verano podamos ofrecer un balance positivo que
permita que efectivamente se cumpla el descenso de inflación esperando
para los próximos meses que nos lleve al registro un crecimiento del IPC,
diciembre sobre diciembre, del 3,5 por ciento.

En ese sentido tengo que tranquilizarles; los indicios que tenemos en
cuanto al comportamiento de la inflación son positivos y creo que de eso
nos tenemos que felicitar todos. Ello a pesar de que ha habido que tomar
decisiones, que para este Gobierno han sido muy incómodas de tomar, como
la subida de algunos impuestos especiales, que lamentablemente se suelen
identificar con inflación; es verdad que van al IPC, pero no son
inflación. Cuando se sube el impuesto de un consumo finalista eso no es
inflación. Inflación es una subida generalizada de los precios de un
país, mantenida a lo largo del tiempo, eso es inflación, no una subida
determinada en un momento concreto. Pero a pesar de que ha habido que
tomar esa medida de la subida de impuestos especiales que evidentemente
perjudica al IPC, no habrá más subidas en los presupuestos de 1997 que
perjudiquen al IPC, es decir, no habrá subidas sustanciales, y a pesar de
que se ha tomado esa medida realmente tenemos la confianza de que el
comportamiento de los precios este verano va a ser el mejor testimonio de
que estamos en un descenso importante de inflación en España y que, por
tanto, el objetivo marcado para 1996 es alcanzable, sin duda alguna
exigente --y quiero insistir esta mañana en ello--, pero alcanzable.

También han manifestado algunos de los portavoces su preocupación por los
presupuestos de 1996. De mis palabras anteriores se deduce que esa
preocupación no tiene mayor sentido. No se preocupe que el presupuesto de
1996 va bien y va a ir bien también en materia de recaudación. Lo que no
he entendido es lo del aumento de ingresos patrimoniales, porque este
presupuesto la verdad es que en este capítulo no va a tener unas
aportaciones significativas. Alguno de los principales ingresos
patrimoniales vienen precisamente de los beneficios del Banco de España y
estos ingresos no van a ser unos ingresos que vayan a salvar el déficit
público, aunque bienvenidos sean y ojalá el Banco de España registre
mayores beneficios en su actividad normal de presencia en los mercados
financieros.

En cuanto a Maastricht --me alegro mucho de haber escuchado al portavoz
de Coalición Canaria--, no es ya una exigencia del proyecto europeo de
España, que sería importante, sino que es una condición para el
crecimiento económico y para la creación de empleo, en el sentido de que
lo que incorpora Maastricht es la exigencia de reducir la inflación y el
déficit público. Decía que ésta es la forma de abaratar el precio del
dinero. En ese sentido, cuanto más profundicemos en la bajada del déficit
y en la bajada de los precios, más estamos abaratando el precio del
dinero, y creo que eso todos los portavoces de esta Cámara lo reconocen.

Quiero recordarles aquí que cuando se conoció el dato del IPC de julio,
el Grupo Socialista se pronunció demandando una bajada del precio del
dinero. Creo que estamos todos en la misma sintonía, y es importante que
veamos que realmente existen esas expectativas positivas de que se pueda
producir en España en el futuro un abaratamiento del precio del dinero,
además de la bajada tan significativa que se ha producido.

Decía, en una palabra, que aunque no existiera Maastricht habría que
inventarlo, porque como país, como economía, como sociedad, en un mundo
abierto, en un mundo integrado, no tenemos futuro, no tenemos
crecimiento; no vamos a poder crear empleo si no bajamos la inflación, si
no hacemos un presupuesto mucho más estricto, como demandaba muy bien el
señor Gómez Rodríguez; con esos presupuestos, con esos agujeros, con esa
vía, lo que hacemos es infundir desconfianza, no generamos la
credibilidad suficiente en materia de política económica. En las nuevas
circunstancias políticas tenemos la oportunidad de llevar a delante esa
tarea. Ello significa que cumplir con los criterios de Maastricht es, en
una palabra, sentar las condiciones para que haya en España una
recuperación del empleo, una recuperación del bienestar.




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Creo que todas SS. SS. coincidirán conmigo en que es tan importante lo
que está en juego en este comienzo del curso --no es un curso escolar, es
un curso, en este caso, parlamentario--, es tan importante lo que nos
jugamos en este tramo de la legislatura, en forma de consolidar la
recuperación económica y de conseguir que España sea un candidato firme
en la integración en la Unión Monetaria, que estoy convencido de que
nadie va a oponerse a esa recuperación económica y nadie va a oponerse a
que España llegue con éxito a esa Unión Monetaria Europea. Más que del
éxito de un Gobierno, más que del éxito de un partido político, estamos
hablando del éxito de un país en cuanto a resolver los problemas sociales
que, como todas SS. SS. han identificado esta mañana, son la falta de
empleo, la falta de puestos de trabajo, especialmente para nuestros
jóvenes.

Desde ese objetivo común, que yo entiendo de las palabras de SS. SS. esta
mañana como un objetivo reforzado --me congratulo especialmente como
español de ello--, tendremos discrepancias --algunas de ellas las ha
marcado claramente el portavoz de Izquierda Unida, señor Alcaraz--, pero
esas discrepancias forman parte de la vida política, de la vida pública,
son la esencia de la democracia y es hasta sano que no las tengamos en
mente. Lo que sí es importante --y estoy seguro de que en eso
coincidimos-- es que no se frustre esta recuperción económica, porque lo
que está en juego en la integración de España en Europa no es sólo un
objetivo monetario, es mucho más que eso, es un objetivo de calado
político, de envergadura social, como para que con las discrepancias
nadie contribuya a su frustración.

En un ámbito algo más concreto, se me ha preguntado que de dónde venía
esa reducción de los Presupuestos Generales del Estado del año 1997, del
famoso ajuste de 1,2 billones de pesetas. Estas son cifras magnánimas que
han ido circulando por ahí. El rigor con que se han elaborado esos
presupuestos, desde el momento en que se han hecho desde unas premisas
económicas de relativa recuperación, de comportamiento de los ingresos a
tenor de esa recuperación económica, obliga a una contención de gasto,
que es la cifra que se ha ido barajando, habida cuenta de que hay
partidas de gasto irrenunciables. para este Gobierno, como también lo son
para SS. SS., me refiero a las partidas de gasto destinadas a mantener el
poder adquisitivo de las pensiones, a las partidas de gasto destinadas a
financiar la sanidad o, por supuesto, también las destinadas a financiar
a la Unión Europea, de la que somos miembros activos.

A partir de ahí viene una contención de gasto que traslada el esfuerzo al
Estado. Realmente lo que hace el Estado, todas las administraciones
públicas españolas, es un esfuerzo de contención efectiva de su gasto,
precisamente para contribuir a esa recuperación económica, para que de
esa forma podamos también despejar el horizonte de nuestra integración en
Europa.

En cuanto a la pregunta relativa al comportamiento del sector exterior,
que realizaba el portavoz del Grupo Popular, señor Aguirre, diré que
antes, en mi comparecencia, he hablado de un buen comportamiento del
sector exterior. Todos ustedes recuerdan que una de las características
de la recuperación fue precisamente que el sector exterior tuvo un buen
comportamiento, aunque salimos con un déficit en cuenta corriente, cosa
que, habida cuenta de la profundidad de la crisis económica, no era usual
en anteriores etapas recesivas de la economía española, nunca habíamos
salido de una recesión con un déficit por cuenta corriente tan importante
como el que registrábamos. Pero fue el sector exterior uno de los motores
de la recuperación a partir del año 1994, y la proyección del Gobierno es
que este año el sector exterior tenga una aportación neutra --no
ligeramente negativa, sino neutra-- al crecimiento económico como
resultado del buen comportamiento de las grandes partidas que configuran
la balanza de pagos de España. En cuanto a ese comportamiento es verdad
que algunos analistas --y supongo que ésta también es la intención de la
pregunta-- del sector privado, personas muy cualificadas, de reconocido
prestigio, empiezan a apuntar que el sector exterior podría tener incluso
un comportamiento positivo este año, por lo bien que van esas cifras. Por
el momento el Gobierno prefiere reservarse, queremos tener unas
previsiones y queremos mantenernos en unas estimaciones lo más realistas
posible. Esa prudencia nos lleva a una estimación neutra de la aportación
del sector exterior, pero que también es significativa a la hora de
conseguir ese 2,3 por ciento en el conjunto del año.

No hace falta que insista en que un 2,3 por ciento en el conjunto del año
significa que habida cuenta del comienzo que hemos tenido, por debajo del
2 por ciento, el 1,9 por ciento, nos lleva a un crecimiento a final de
año superior al 2,5 por ciento; nos lleva a un perfil de crecimiento que
es ascendente y que es el que he tratado de argumentar en mi
comparecencia esta mañana.

Nada más señorías. Insisto en las ideas fundamentales. La propia
naturaleza del momento que estamos viviendo, la propia trascendencia, si
quieren utilizar esa palabra, nos lleva a insistir en la importancia del
diálogo como fuente de elaboración de las políticas económicas y de las
políticas sociales en España, diálogo que no debe estar reñido, que no
debe ser contradictorio con las decisiones firmes que el Gobierno seguirá
tomando, precisamente para conseguir que esa recuperación no se malogre,
para que se asiente esa recuperación y para que el proyecto de
integración de España en Europa sea un éxito.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Secretario de Estado.

Vamos a conceder un turno de puntualizaciones a los señores portavoces,
no con el ruego, sino con la exigencia de brevedad.

Tiene la palabra el señor Eguiagaray.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Gracias, señor Montoro. Yo también le quiero,
cortesía por cortesía, agradecer el tono siempre moderado de su
intervención, pero no por ello dejando de significar algunas cosas que me
han parecido bastante distintas en el acento en su segunda intervención
en relación con la primera.




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En su segunda intervención he tenido la sensación de que ha vuelto usted
a convertirse en el portavoz económico del PP en la oposición, no tanto
en el Secretario de Estado de Economía, fundamentalmente cuando ha
querido justificar que su posición hoy es la misma que antes de asumir
las responsabilidades del Gobierno y antes incluso del verano. El
micrófono y los altavoces lo aguantan todo, los oídos también, pero es
bastante evidente que ni su discurso ha sido el mismo esta mañana que el
que hacía usted cuando estaba en la oposición, ni siquiera es el mismo
que el que hizo el señor Rato cuando vino aquí a justificarnos el cuadro
macroeconómico. Yo supongo que usted tiene el deseo de la coherencia,
pero la coherencia no se obtiene por afirmar que uno siempre piensa o
dice lo mismo, porque usted ha dicho cosas muy distintas en diferentes
momentos, incluso refiriéndose a cosas similares, como es la situación
económica de este país.

A esto es a lo que he hecho referencia en mi discurso. Cuando ustedes
hicieron el cambio en el cuadro macroeconómico, tuvieron a bien
justificar dicho cambio, derivado fundamentalmente de algo que ya
habíamos dicho que había que hacer y que no había sido posible porque no
se había aprobado un nuevo presupuesto para 1996, que era el que
naturalmente la situación económica internacional era distinta a cuando
se habían elaborado las cifras anteriores del programa de convergencia.

Algo tan evidente que llevaba a que una cosa fuera lo que figuraba en el
programa de convergencia en términos de previsión de crecimiento del PIB,
y otra el que estuviéramos contando con esas previsiones. Pero esto que
es pacífico y que es claro no debiera llevarle a usted ahora a
convertirse de nuevo en un predicador no precisamente de los fundamentos
económicos, sino fundamentalista.

Con todo respeto pero también con idéntica convicción, una parte de lo
que ha dicho usted, señor Montoro, forma parte de una especie de
militancia fundamentalista neoliberal en algunas cuestiones que tienen,
en cambio, muy poca justificación. No es verdad que lo que ustedes
dijeron antes sea lo mismo que ahora. No es verdad que se hayan mantenido
los objetivos. En todo caso, señor Montoro, no cometa usted la enorme
contradicción de jactarse porque el empleo va bien y, al mismo tiempo,
decir que no han modificado un ápice nada de lo que estaba previsto en el
cuadro macroeconómico que elaboraron en las previsiones de finales de
junio, cuando establecieron un crecimiento del empleo del 1,1 por ciento,
en manifiesta contradicción con lo que nos ha dicho usted esta mañana. Es
decir, para que se cumplieran las previsiones de su cuadro tendría que ir
el empleo peor. Si usted quiere ser coherente con eso que ya estaba
falseando técnicamente antes, debiera hacer una política dirigida a
reducir la ocupación en nuestro país, porque será imposible que se
cumplan las previsiones afortunadamente, porque estaban falseadas
inicialmente para decir que las cosas iban a ir mejor. Eso es a lo que he
hecho referencia antes y creo que se debiera entender.

En segundo lugar, dice usted que la clave política de esta recuperación
tiene que basarse en el consumo. ¿No pretenderá, señor Montoro, que esto
sea un descubrimiento de su Gobierno? Porque creo que todos habíamos
previsto y estábamos instando un proceso de recuperación que decíamos
sano y, por cierto, casi de libro, en el que se empezaba por el sector
exterior, le acompañaba la inversión interna, y era después continuado
por el consumo. Eso no me parece que sea algo fruto de su cosecha y
muchísimo menos de las medidas que ustedes han adoptado, porque el
crecimiento, en el comienzo de 1996, como usted ha acreditado
elocuentemente, está esencialmente basado en un componente como es el
consumo, incluso modesto, pero que se sitúa en el umbral del 2 por
ciento. De eso es de lo que estamos hablando, no de que ustedes lo hayan
instado, sino que ése era el perfil de la recuperación en esta fase del
ciclo. Otras recuperaciones históricas han tenido otro perfil, pero ésta
tenía éste, no porque ustedes lo quisieran, sino porque o se producía de
esa forma o no había recuperación.

En tercer lugar, pretende usted también ser coherente con las medidas
adoptadas y dice que son las prometidas en el programa electoral. Ha
pretendido justificar --y no quiero volver sobre una vieja discusión--
las medidas famosas de antes del verano como medidas para la
reactivación. No tienen nada que ver con la reactivación económica,
incluso técnicamente se podría discutir hasta si era necesario una
reactivación económica, y a posteriori fíjese usted si este razonamiento
es económicamente correcto que hoy usted en su segunda intervención, como
protagonista mucho más que como economista, ha venido a justificar, no en
términos económicos, sino de coherencia, con su propio programa
electoral. Si usted dice que la recuperación con sus cifras hoy, con la
revisión del INE, etcétera, se estaba produciendo con más intensidad en
el primer y el segundo semestre, antes de que ustedes tomaran ninguna
medida, razón de más para que no tuvieran ninguna justificación, en
términos técnicos, medidas específicas de reactivación porque, por
cierto, no había una relación de medios afines o de instrumentos u
objetivos en las que ustedes adoptaron y la recuperación ni de la demanda
de inversión ni de la demanda de consumo, como es conocido. Ustedes dicen
que adoptaron medidas de reducción del gasto público. ¿De qué gasto
público? Si lo que hicieron es impedir el que se adoptaran esas medidas
durante el Gobierno en funciones para después volver a hacer lo mismo y,
por cierto, todavía sin saber a qué aplicaciones se ha producido la
reducción decidida por el Consejo de Ministros; debate que supongo que
seguiremos teniendo pero que todavía no ha sido aclarado suficientemente
ni por usted ni por el Secretario de Estado de Presupuestos ni por el
Vicepresidente económico.

En cuarto lugar, medidas de coherencia con esa reducción de gastos
también basada en la Administración pública a base de reducción de cargos
públicos. Señor Montoro, por favor, otras razones más sólidas tendrá para
justificar su coherencia que ese ridículo que fue la reducción de altos
cargos basada en la reducción de gasto, justificada por razones de
reducción de la Administración, porque eso fue, como usted sabe, un
fiasco y una de las muchas contradicciones entre lo que ustedes decían en
su discurso económico anterior y lo que ustedes han hecho.




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En cuanto a la liberalización, tan traída y tan llevada, ¿liberalización
en qué sentido? Este grupo se ha caracterizado por hacer un buen número
de medidas de liberalización en estos años pasados, en precios, en
funcionamiento de sectores y en otras cosas que ojalá ustedes sean
capaces de seguir de una manera coherente. Pero una cosa es hacer un
discurso con el cual se llenan titulares de periódicos sobre la
liberalización, y otra cosa es adoptar las medidas que efectivamente
significan liberalización, porque si de algo están haciendo ustedes gala
es de intervencionismo en la vida económica incluso de las empresas,
hasta el punto de alterar los parámetros de decisión empresarial mediante
decisiones administrativas o políticas. Por referirme a una cosa muy
evidente y que todos los españoles conocen, liberalización debe
significar reducciones de precios, y ustedes simplemente con ese discurso
pretenden justificar cosas que no tienen ningún efecto. Han liberalizado
--ya lo dije-- los precios de los gasóleos. ¡Maravilla de maravillas! Van
a bajar, naturalmente. Esa es la lógica de su silogismo. Pues no, han
subido. ¿Por qué? Porque los precios máximos no tenían nada que ver con
los precios efectivos y, por tanto, daba igual o relativamente igual el
que existieran o dejaran de existir, pero desde que ustedes liberalizaron
el precio del gasoil, que era de 85,4 pesetas en julio, ha pasado a 91,9,
porque no hay una relación de causa-efecto entre decir que un precio
máximo desaparezca y que los precios efectivos en el mercado se comporten
de una determinada forma. ¿Esto quiere decir que no hay que liberalizar?
No. Lo que no quiere decir es que no se pueden hacer discursos
fundamentalistas, que hay cosas que no tienen nada que ver en la práctica
económica.

Dice usted que es coherente porque han reducido los impuestos. Nunca
lamentaré --y creo que el conjunto de los españoles, ni siquiera los que
estamos muy convencidos de la necesidad de alcanzar los objetivos del
déficit-- el que ustedes hayan sido sólo muy parcialmente coherentes con
lo que habían dicho en esta primera parte de su ejercicio gubernamental
en materia de reducción de impuestos. Han reducido los módulos de las
pymes, la doble imposición; han aprobado la actualización de balances;
han generado un nuevo impuesto en esta materia; han afectado al Impuesto
sobre la Renta de las Personas Físicas y me ha dicho usted unas cuantas
cosas. Señor Montoro, no quiero hacer de nuevo el debate que hemos hecho
ya muchas veces, pero, si se empeña, tendré que decirle que hasta el
Banco de España, en su último informe, habla de la pérdida de recaudación
que se va a producir por diferentes razones, por la reducción de módulos,
que naturalmente tiene un efecto de pérdida de recaudación, aunque usted
ahora ha pretendido de nuevo desmentirlo. Usted ha dicho, señor Montoro,
que la recaudación va muy bien. Esto tiene muy poco que ver, porque
estamos hablando del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.

Según sus datos, va bien el Impuesto de Sociedades, señor Montoro, que
dice que ha crecido un 31,4 por ciento hasta julio, cuando estaba
previsto un 13,2. Naturalmente la significación de esto en el volumen de
ingresos es simplemente ridícula. En cambio, el IRPF no va bien. Señor
Montoro, el IRPF ha caído, está creciendo hasta julio un 6,8 cuando
estaba previsto que pudiera crecer un 8,5. Por tanto, no va bien.

El Banco de España les alerta respecto a que ahí se producirá una pérdida
de recaudación. Pero les alerta también sobre algo que nosotros dijimos
--naturalmente, dicho por nosotros tiene otra fuerza distinta que si lo
dice el Banco de España, al parecer, al menos a los oídos de algunos--, y
es que no solamente esto es profundamente injusto, desde el punto de
vista de la justicia distributiva, del Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas y en términos de progresividad o regresividad de los
impuestos, sino que tendrá un efecto recaudatorio. Y no sólo por eso, que
es una argucia parlamentaria --en este caso, suya-- para limitar los
efectos recaudatorios que tiene la reducción de las plusvalías, señalando
la cifra de 60.000 millones de pesetas como recaudación por ganancias de
capital, sino por un efecto mucho más importante, además de los de
regresividad, que es la desviación de productos financieros desde las
ganancias o rentas explícitas a las ganancias implícitas de capital. Eso
es sobre lo que les advierte también el Banco de España, que por ahí
habrá una pérdida de recaudación neta en el Impuesto sobre la Renta de
las Personas Físicas y un agujero presupuestario, que han generado
ustedes mediante medidas no solamente inconstitucionales, sino que tienen
efectos negativos.

No vale la pena que sigamos con la discusión sobre el agujero
presupuestario. Ya quedó claro que era falso. Se han hartado de hablar de
cosas como agujeros presupuestarios, sugiriendo a los españoles que la
Administración anterior, el Gobierno español anterior había estado
haciendo prácticas no solamente ilegales, sino que pudieran, incluso,
encubrir otro tipo de intereses. Ya quedó claro que eso era totalmente
falso. Ya quedó claro que lo que ustedes hicieron tuvo efectos
desestabilizadores sobre el tipo de cambio y sobre los tipos de interés.

Ya quedó claro que en el mes de agosto ustedes tuvieron que hacer frente
a algunos de los problemas derivados no solamente de la relación entre el
dólar y el marco, sino precisamente de la imprudencia de su política,
aunque esto les haya servido para justificar un menor esfuerzo. Pero
--fíjese-- lo que han hecho ustedes mediante el crédito extraordinario es
restaurar una parte del gasto que inicialmente habían dicho reducir. Han
restaurado la capacidad de contratación y de gasto de algunos ministerios
que inicialmente habían reducido en exceso, como era el Ministerio de
Fomento, y en este momento ustedes están inyectando, por esa vía, nueva
liquidez y nueva capacidad de gasto a la economía, que tendrá un efecto
no solamente en términos de ajustes contables, culpabilización del
Gobierno anterior --absurdamente, falsamente, simplemente
vindicativamente, como han hecho--, sino que además tendrá un efecto
expansivo, inadecuado en términos de inflación. Tendrá el efecto de
restaurar capacidad de gasto de ministerios que no podían contratar, lo
cual llevará, probablemente, a una política más restrictiva del Banco de
España y, eventualmente, a una adopción más prudente de una política de
reducciones de tipo de interés, probablemente, por la autoridad
monetaria.




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El señor PRESIDENTE: Señor Eguiagaray, le ruego concluya.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Sí, gracias, señor Presidente.

Algunas cosas, señor Montoro, forman parte de un discurso que es mucho
más el discurso fundamentalista, político del PP, que el discurso del
Secretario de Estado que usted ha hecho o ha pretendido hacer, y yo creo
que en buena medida lo ha hecho en la primera parte de su intervención.

Ya le he reconocido que hoy ha pretendido presentar un país que es Alicia
en el país de las maravillas tras el acceso del señor Montoro y del señor
Rato a las responsabilidades económicas. Es un discurso radicalmente
distinto del que ustedes hacían, porque los datos sean básicamente los
mismos que existían hace dos, tres o cuatro meses, en la evolución
económica y en la evolución internacional. Pero me parece que la segunda
parte de su intervención desmerece ostensiblemente de la primera.

Quiero terminar, señor Presidente, tomando en consideración su petición.

Creo, señor Montoro, que al Grupo Popular nunca le ha faltado la
insistencia del Grupo Socialista en la importancia de lo que significan
la convergencia y Maastricht. Ni siquiera quiero recordarle, cada vez que
diga esto, que no hemos tenido siempre esta certidumbre por parte del
Grupo Popular. Es más. Usted mismo y algunos otros de los que hoy tienen
responsabilidades han puesto en duda en muchos momentos los objetivos de
la convergencia, la conveniencia, etcétera, pero no iré en esa línea.

Ustedes lo han asumido y bienvenido sea; aunque sea tarde, bienvenido
sea. Esto es importante para este país.

Lo que quiero señalarle, sin embargo, señor Montoro, es que en absoluto
está garantizado, con su política, el que estos objetivos se logren en
los términos que me parece deben lograrse, esto es, en términos de
permanencia. Nada hay peor que un ajuste presupuestario; o quizá sí, un
ajuste presupuestario que sea falso, un ajuste presupuestario basado en
el maquillaje, un ajuste presupuestario con unos presupuestos que no sean
efectivamente aquellos que den credibilidad a la economía española, que
den credibilidad ante los mercados. Naturalmente, si ustedes ocultan
algunas de las cosas, como puede ser la reducción de ingresos a la que
están sometiendo al presupuesto público merced a sus medidas, y ocultan
los efectos que eso tendrá también sobre los presupuestos del año 1997,
no están haciendo un buen favor a la credibilidad de estos presupuestos.

Y si usted cree que solamente se puede predicar, a base de decirlo muchas
veces, la bondad de la reducción de tipos de interés cuando efectivamente
se está produciendo, en este momento, un repunte de la inflación, y eso
puede tener efectos también sobre las posibilidades de reducción de tipos
de interés, me parece que no está haciendo lo que debe hacer el
Secretario de Estado de Economía.

Estos han sido, fundamentalmente, mis dos mensajes. La inflación no es,
naturalmente, algo desdeñable. No quiero decir --como usted ha
interpretado mis palabras-- que el objetivo de déficit esté fácilmente al
alcance de la mano. No lo está, señor Montoro. Y no lo está, en
condiciones de credibilidad, pero no es verdad que la inflación esté
yugulada. No es verdad, por lo tanto, que, a pesar de que los datos hasta
julio sean razonables, tengamos esta batalla ganada. Y, desde luego,
tengo un serio temor a que una política de reducción de precios mediante
la imposición a las empresas, en las cuales hay precios administrados
--afectando al valor de las cotizaciones; afectando, por lo tanto, al
valor de capitalización; afectando, en consecuencia, a las posibilidades,
incluso, de privatización que ustedes han anunciado a bombo y platillo--,
sea una política coherente con el conjunto de la política que ustedes han
decidido llevar a cabo. Con una política de privatizaciones a go-go que
ustedes habían anunciado y, naturalmente, con una política de reducción
de la inflación como la que ustedes anuncian, pero que en este momento
están tratando de conseguir a base de obligar a los gestores de las
empresas a que adopten decisiones que no son las que hubieran adoptado en
las áreas en las cuales existen precios que se podían entender
administrados, cuando existen empresas que cotizan en la Bolsa de Nueva
York. Con esto quiero decir que me parece muy bien que bajen los precios
de la electricidad. ¡Ya lo dije yo en su momento! Es más. Habíamos hecho
una programación en esa dirección. Lamentablemente, algunos de ustedes,
entonces, pensaban otra cosa distinta y decían que lo que había que hacer
era algo radicalmente diferente. Pero no quiero volver, de nuevo, sobre
debates viejos. ¡Ojalá que lo hagan! Pero, por favor, lo que no deben
hacer es simplemente una política de imposición administrativa en contra
de los mercados. Intervencionismo no me parece que es lo que ustedes
predican; aunque la realidad, a veces, hace dudar mucho de que haya
coherencia entre su discurso y su práctica.

Señor Montoro, que tenga usted suerte, usted y todos. Sin embargo, el que
coincidamos en los objetivos, ahora, por fin, no debe, de ninguna manera,
ser interpretado --y no se engañe usted-- como que podamos y debamos
coincidir sobre todas las medidas que ustedes adopten. Hasta ahora, hay
un buen número de ellas sobre las que no coincidimos y, por lo tanto, lo
seguiremos diciendo.




El señor PRESIDENTE: Espero que haya concluido ya, señor Eguiagaray.

(Asentimiento.)
Señor Alcaraz, tiene la palabra.




El señor ALCARAZ MASATS: El portavoz del Partido Popular ha considerado
que nuestra intervención, la que yo he hecho en nombre de Izquierda
Unida, estaba basada en el exotismo. Creo que esa valoración del señor
portavoz es una valoración excéntrica desde el punto de vista de lo que
hoy se está debatiendo en toda Europa, incluso ya en España --y hemos
visto que los instrumentos se han afinado en este segundo encuentro
dialéctico entre el señor Montoro y el señor Eguiagaray--, pero también
excéntrica en el sentido de que ustedes empiezan a abandonar el centro de
manera acelerada. Ha sido una intervención excéntricamente neoliberal,
que esperemos que no inicie el camino, o por lo menos que no sea muy
acelerado, hacia la caverna neoliberal. Esperemos que se mantenga,



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al menos, en parámetros semiaceptables. En nuestro caso, en absoluto
aceptables porque, incluso, el titular en el que se ha basado la
intervención del señor portavoz es un titular que o se rompe en cuanto a
su dialéctica interna o no dice la verdad --en este sentido, también
afecta al señor Montoro--, porque cuando se repite hasta la saciedad
--elemento dialéctico en el que ha caído incluso el señor Eguiagaray--
que la economía va radicalmente bien, eso no establece una comprensión
real de lo que está sucediendo hoy en este país. Vamos a agregarle la
parte que le falta, que está rota dialécticamente con respecto a esa
premisa. La economía va razonablemente bien y la vida de la mayoría de
los españoles va razonablemente peor. Establezcamos la dialéctica rota
entre cifras macroeconómicas y debates que sacralizan la economía con
respecto a la vida cotidiana de los españoles, a los que se está pidiendo
un ajuste de cinturón, un apretón, un sacrificio. Y cuando se les pide un
sacrificio ¿que se les está pidiendo, que vivan mejor o se les está
diciendo que van a vivir mejor? Se les está diciendo que van a vivir
peor. Por tanto, no confunda usted la demagogia con lo que acabo de
decir. Se les está pidiendo un sacrificio, y esa palabra tiene unas
determinaciones semánticas absolutamente ineludibles y unívocas.

Como está rota, a mi juicio --y voy a ser tan breve como el señor
Eguiagaray e incluso un poco más--, la política económica que nos ha
planteado hoy aquí el señor Montoro, está rota la lógica interna de esa
política económica, pero él lo sabe, siempre lo ha sabido la derecha o
quienes han practicado una política de derechas. Y se intenta cubrir esa
ruptura con el manto de Maastricht en este momento, en otras ocasiones
han sido otros mantos, que se han intentado convertir en razones de
Estado. Ahora se trata de la advocación a Maastricht, como objetivo común
que puede establecer matizaciones, variantes de superficie, pero no la
variante estratégica fundamental.

Nosotros consideramos que podemos llegar a Maastricht, como ustedes
dicen, pero vamos a llegar exhaustos, con los bolsillos vacíos de una
gran parte de la población y con las alacenas también vacías. No hay aquí
objetivo común, señor Montoro, con respecto a Izquierda Unida. Nosotros
proponemos, y lo vamos a plantear antes de los resultados de la
Conferencia Intergubernamental, un documento de reforma del Tratado de la
Unión Europea, porque corresponde --es lo que va a hacer también esta
Conferencia--, y, al mismo tiempo, vamos a plantear que ese tema de
fondo, la reforma del Tratado de la Unión Europea que va a abordar la
Conferencia Intergubernamental, se dirima a través de un referéndum en
este Estado. Por tanto, no hay objetivo común, y no vamos a asumir las
consecuencias de esta forma de construir la Unión Europea.

Decía antes que la propuesta que usted nos hace aquí, aunque viene
encubierta, está rota en cuanto a su dialéctica interna. Me refiero a la
política económica que ustedes presentan y que también se ha planteado en
otras ocasiones. Por ejemplo --y voy a ir a los puntos claves que usted
ha denotado como fundamentales en cuanto al motor de su política
económica--, han dicho, y lo dijo también el Ministerio de Economía, que
el consumo privado es la variable central con respecto al posible proceso
de reactivación económica y, como consecuencia, de entrada en la primera
velocidad de Maastricht, y se reconoce que la inversión va a tener
problemas si el consumo interior no muestra un mayor dinamismo. Esto es
lo que nos han dicho ustedes en definitiva. Y a partir de ahí nos han
desglosado las medidas de Gobierno que van a acometer, en función del
primer discurso que usted ha realizado ante esta Comisión.

Nos ha dicho que el elemento fundamental dinamizador de la demanda va a
ser la bajada de tipos de interés, o lo ha repetido, aunque después han
adoptado otros criterios que ha desarrollado fundamentalmente el señor
portavoz del Partido Popular. Nosotros pensamos que estos elementos que
tienen que funcionar, los tipos de interés, pueden bajar, tienen margen
de sobra para bajar, primero, y para repercutir, después, de verdad en
los temas fundamentales del consumo social --no están repercutiendo de
manera adecuada--, pero el factor más importante, a nuestro juicio, para
la reactivación del consumo interior, señor Montoro, está en relación con
la renta real de las familias, renta real de las familias que tiene
problemas muy serios para tener un comportamiento un poco más que
moderado, como lo está teniendo en estos momentos, con disminuciones
serias en algunos de los años anteriores. Por tanto, la moderación
salarial, tema que han señalado como objetivo fundamental a partir de
ahora en la acción del Gobierno --como decía el señor portavoz del Grupo
Popular y después ha repetido el señor Montoro--, la baja calidad del
empleo creado --un 33 por ciento es provisional--, la desaceleración de
las prestaciones sociales y la falta de confianza --usted ha aludido a
ella, señor Montoro-- con respecto al futuro, con respecto al empleo, con
respecto a la renta familiar, son factores que no van a permitir ese
relanzamiento del consumo interior al que usted ha aludido como motor
fundamental de la reactivación política y de la forma de entrar
adecuadamente en 1998 en la primera velocidad de Maastricht.

Y lo más curioso de este argumento que ustedes nos han reiterado hasta la
saciedad, elevándolo a nivel de conclusión, es que la atonía del consumo
se valoraba hasta ahora --y existen documentos de sobra-- como un factor
positivo del moderado ciclo expansivo que empezó a comienzos de 1994. Se
nos explicaba que esto evitaba repuntes inflacionistas y ahora se nos
dice que hay que ir a él para bajar la inflación y se nos apuntan las
medidas que llegarán a partir de ahora, medidas que vendrán que sin duda
--ya sabe usted que está habiendo una nueva tensión en las mesas de
diálogo a partir de esta última semana-- van a establecer una nueva
situación social y política en este país si se aplican desde el umbral de
la caverna, como aquí casi se nos ha anunciado, señor Montoro.

A nuestro juicio, la política restrictiva del ajuste macroeconómico que
se nos puso sobre la mesa y que ahora se mantiene, está fundamentalmente
orientada, es cierto, a reducir significativamente la inflación. Era ése
el objetivo fundamental que se ha marcado el Gobernador del Banco de
España, la reducción de precios, y, efectivamente, si se lee la ley de
manera detallada, ése es el objetivo fundamental del Banco de España.

Pero hay que añadir a continuación, en función de sus intervenciones aquí
--mucho



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más clara la del señor portavoz del grupo-- que se trata de sacrificar
cualquier otro objetivo de política económica a la reducción acelerada de
la inflación. Esto es lo que nos han venido a decir, que hay que
sacrificar cualquier otro objetivo. Por tanto, ya entra en el terreno de
lo retórico el tema de la creación de empleo, el tema del mantenimiento
en su lectura real del Pacto de Toledo, etcétera, porque teniendo en
cuenta este objetivo de activación del consumo interior, del consumo
privado como motor de la situación económica a partir de ahora, ¿eso
coincide, señor Montoro, de verdad lo cree usted, con el tema del aumento
de impuestos indirectos, con el tema de la política de globo sonda,
constantemente amenazando la capacidad adquisitiva de los salarios, de
las pensiones, con el tema de las privatizaciones, aludiendo a que se van
a cambiar los contratos programas, aportando no un billón de pesetas,
como se había consensuado hasta finales de siglo, sino aportando sólo
500.000 millones y cerrando Hunosa y empezando a atacar, sin tener en
cuenta la situación territorial de Andalucía o Asturias, centros de
Astilleros y otras empresas públicas? ¿Esto consuena con el anuncio
constante de una nueva reforma, de un nuevo apretón del mercado laboral a
lo largo de esta legislatura o concuerda con el anuncio de tasas
constantes?



El señor PRESIDENTE: Señor Alcaraz, le ruego vaya concluyendo.




El señor ALCARAZ MASATS: Señor Presidente, el señor Eguiagaray ha
intervenido durante 19 minutos. Permítame por lo menos esa convergencia
porcentual, hasta la una y 29 minutos. Voy a ir acortando, no se
preocupe. Me ha cortado el tono, pero voy a recuperarlo de inmediato.

¿Usted cree que el anuncio que se ha hecho con respecto a las pensiones,
la lectura, a nuestro juicio, sesgada, desde el punto de vista
conservador, del Pacto de Toledo puede coincidir, de verdad, seriamente,
con el relanzamiento del consumo interior? ¿Es en el tema de los
salarios, que se ha tocado aquí de manera fortísima, la moderación
salarial o la congelación en el caso de los funcionarios coincide con la
reactivación del consumo interior, lo piensa usted seriamente? Señor
Montoro, explíqueme en qué se basa, porque eso no tiene ningún sentido si
al mismo tiempo no se hace depender de algo que usted ha tocado aquí,
aunque no con la palabra clave que a partir de ahora se va a emplear: el
sacrificio necesario, solidario, patriótico, a la hora de o en la
necesidad de intervenir en la política europea de otra manera, a partir
de 1998. Al mismo tiempo nos dice que se va a vivir mejor, con aumento
del consumo interior y se nos pide un sacrificio. Explíqueme usted eso,
señor Montoro, porque como mucha gente en el exterior --y es peligroso
asomarse al exterior--, yo tampoco lo entiendo, no lo percibo, no tiene
lógica interna, está rota la lógica interna de ese discurso, de esa
política económica.

Y termino hablando de los salarios, señor Presidente. Ustedes hablan de
presionar a la baja los salarios, en este sentido siguiendo las
indicaciones del último informe del Banco de España, donde dice que
fundamentalmente se trata ahora de establecer una indización distinta con
respecto al cambio anual de los salarios utilizando otra serie de
coordenadas absolutamente nuevas y que endurecen muchísimo la situación
laboral de miles de personas, y desde luego esta consideración sí se hace
desde una excentricidad neoliberal pura y dura; el tema de la moderación
salarial, cuando no de la congelación salarial. Los salarios siguen
estando en el centro de la cuestión, y, sin embargo, hay que decir que
los costes laborales unitarios, los reales, han disminuido en nuestro
país un 6,5 por ciento en tan sólo cinco años. Por tanto, no se pide ya
una moderación sino una supermoderación, seguir acentuando esta
disminución en el coste laboral unitario real de los salarios. Hay una
pérdida de participación de los trabajadores, de las rentas del trabajo,
en la renta nacional, esto es evidente, y ahora se pide una mayor
participación en esta disminución.

Por otra parte, la moderación salarial, que es un hecho, ha implicado que
hasta ahora el crecimiento de los salarios ha sido inferior al
crecimiento de los precios más el incremento de la productividad, pero
esto no es suficiente, según usted. Ahora se pide que los salarios
crezcan por debajo de los precios, es decir, que las rentas del trabajo
pierdan poder adquisitivo. Ese es el mensaje directo, crudo, eso es lo
que se le está diciendo a la gente, que tengan menos capacidad
adquisitiva, que vivan peor. Vamos a decirlo más finamente, la cláusula
de revisión salarial y los mecanismos de indización en general
constituyen algunos de los obstáculos todavía existentes para la
consolidación de un entorno económico coherente con la estabilidad de
precios y cuya incidencia sería necesario reducir: Banco de España. Más
claro dicho en términos de metalenguaje económico, pero que se traduce en
términos de lenguaje real en disminución de la capacidad adquisitiva de
los trabajadores y de los rentistas procedentes del mundo del trabajo en
general. Y esto en el marco --termino, señor Presidente, no se preocupe--
de otro dato que hay que tener sobre la mesa, señor Montoro, que el coste
laboral --salarios y cotizaciones sociales-- en nuestro país es de los
más bajos de la Unión Europea. Con ese dato encima de la mesa habrá que
operar con mucho cuidado, no vayamos a partir de ahora, teniendo en
cuenta un objetivo que no aparece como real --el aumento del consumo
privado--, a empezar a trabajar de verdad hacia otro objetivo, tomando
como espoleta fundamental de esta llamada reactivación la disminución de
los salarios, la moderación salarial, cuando no la congelación abrupta de
los salarios.

Por tanto, señor Montoro, no coincidimos en la política económica,
estamos aludiendo a una alternativa posible a la hora de establecer la
política de inflación o la política con respecto al déficit público, de
cara a aumentar la demanda interna. Pensamos que su propuesta está rota,
está cubierta por una razón de Estado, que es Maastricht, y que en esta
situación y con esta lógica no vamos a llegar en las mejores condiciones
sociales y laborales a mediados de 1998. Usted puede tener posiblemente
un consenso político amplio --aquí lo ha dicho--, que no abarca sin duda
a Izquierda Unida. Vamos a ver el consenso social que logra de cara a
mediados de 1998, y en todo caso vamos a ver las



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consecuencias de esta política equivocada, a nuestro juicio, y que desde
luego es, señor portavoz del Partido Popular, excéntricamente neoliberal.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Aguirre.




El señor AGUIRRE RODRIGUEZ: Con brevedad, para dejar constancia de que
puede desmerecer pasar del rigor de las intervenciones a la vehemencia, y
también parece que de alguna manera alguien no tiene todavía muy claro
que ha abandonado el Gobierno como resultado de unas elecciones
democráticas y de unos pactos suscritos por la mayoría ganadora de esas
elecciones, y se quiere permanentemente colgar de una percha que viene a
decir algo así como: no reeditemos debates del pasado, pero,
curiosamente, después de esas afirmaciones, inmediatamente se traen
debates del pasado a las valoraciones políticas y se califica de falsos
informes de la Intervención General del Estado. Yo había pedido que se
reconsiderara la terminología de artificial, pero parece ser que la hemos
endurecido un poquito más y hemos pasado de lo artificial a lo falso. Si
no se hubieran hecho ciertas prácticas en el pasado, la Intervención
General del Estado no habría identificado maniobras contables y
compromisos adquiridos sin respaldo de crédito presupuestario, pero
lógicamente parece ser que vamos a estar marcados en estos debates por
intentar justificar lo injustificable. Pueden ustedes seguir utilizando
calificativos de artificial o de falso, pero los datos están ahí, y
aquellos desfases presupuestarios que se han producido son los que
provocan que haya que poner en marcha una serie de créditos
extraordinarios.

Yo discrepo también de algunas de las afirmaciones que aquí se han hecho
en torno a las medidas propuestas por el Gobierno y quiero poner de
manifiesto una frase, hasta el momento real y que, por tanto, avala que
en el futuro también vaya a ser real en las medidas próxima que contenga
el presupuesto, y es aquella por la que el Grupo Popular puede afirmar
que todas las medidas puestas en marcha por el Gobierno del Partido
Popular desde que tomó las responsabilidades de Gobierno son medidas que
dejan intactos los pilares del Estado del bienestar. Ese es el mejor aval
para confiar en que las medidas que contengan los presupuestos y las
futuras leyes van a estar dentro del compromiso del mantenimiento de los
pilares del Estado del bienestar, como hasta la fecha lo son las medidas
que se han adoptado.

Debo reconocer que este portavoz no hubiera querido tener que estar
argumentando sobre cuáles han sido las aportaciones en el pasado, sino
hablar de cuáles tienen que ser las contribuciones al inmediato futuro,
pero no puede dejar de tener que volver a recordar --argumento este que
se ha esgrimido ya varias veces en esta Cámara, pero no he escuchado
todavía ninguna argumentación suficiente que lo descalifique-- que 161
meses de anteriores gobiernos hicieron tan sólo el 30 por ciento del
recorrido de la contribución al proceso de convergencia con la Unión
Europea. Resta, por tanto, el mayor esfuerzo, el 70 por ciento, que hay
que cumplir en tan sólo dieciséis meses que median hasta las fechas de
1998. El desequilibrio del esfuerzo realizado anteriormente en relación
con el esfuerzo por realizar deja en evidencia cuáles han sido los
compromisos que parecían claramente más ajustados a declaraciones y a
compromisos verbales que a compromisos avalados por los hechos que se
llevaron a cabo durante esos 161 meses. Yo creo que el Gobierno del
Partido Popular tiene un reto ineludible, irrenunciable, que es
compatibilizar la creación de empleo con ese proceso de convergencia, y
cuando digo compatibilizar la creación de empleo estoy hablando
claramente del mantenimiento de los pilares del Estado del bienestar, y
todo eso parece que apunta a que se están poniendo las bases y llevando a
cabo las actuaciones y los hechos de Gobierno que avalan que se está por
el buen camino.

Por tanto, por todas esas razones, el Grupo Popular termina su
intervención y este debate con una auténtica declaración de que el
horizonte presenta claros signos de esperanza para que podamos llegar a
esa unión con Europa que todos deseamos o que desea la mayoría de este
parlamento, como ha declarado en este debate de la mañana de hoy.




El señor PRESIDENTE: Para concluir, sin perjuicio de que luego les dirija
a todos ustedes unas palabras esta Presidencia, tiene la palabra el señor
Montoro.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ECONOMIA (Montoro Romero): No quiero
hacer una intervención reiterativa sobre lo que en las dos ocasiones
anteriores he tenido la oportunidad de exponer ante sus señorías. Para
finalizar, si me permiten, quiero hacer una valoración e intentar trabar
un consejo en cuanto a lo que debe ser el debate, el debate político y
público, sobre la política económica del futuro de España, que es lo que
realmente interesa a los españoles. Lo que sí que es cierto es que para
poder construir racionalmente este debate de futuro tenemos que superar
el pasado. No digo que lo olvidemos, pero cuando nos enredamos en este
pasado lo que estamos es confundiendo a la propia opinión pública sobre
valores que al ciudadano entiendo que le interesan bastante menos que lo
que va a ser su puesto de trabajo en el futuro, su renta de futuro, qué
va a hacer España en Europa, qué va a hacer España en el concierto de las
naciones más desarrolladas del mundo. Esto es lo importante. Esto es
hacia lo que tenemos que mirar y tener un debate público y político en
torno a cómo se llega a ese objetivo, a cómo se llega a la satisfacción
de esas necesidades sociales. Porque es que si no, me va a permitir señor
Eguiagaray que simplifique un poco, con la insistencia de ustedes sobre
la inexistencia del agujero, para un economista --y perdone que ya me
vaya del otro territorio y ya no me vea como un político--, llega un
momento en que no sabe bien cómo se pueden discutir determinadas
categorías, si es que estamos hablando de facturas impagadas, estamos
hablando de facturas no contabilizadas e impagadas. Por eso, porque están
impagadas es por lo que usted, y fíjese en su propia exhibición del
argumento anterior, ha hecho el razonamiento siguiente. Dice: ahora se
van a pagar y eso puede provocar más inflación.




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¿Se da cuenta que usted mismo es el que está reconociendo un efecto
económico en el presente a lo que es un impago a una deuda existente del
pasado? Luego no diga que no existe el agujero. Usted dirá que eso se lo
permitía hacer la ley. Por eso vamos a cambiar las leyes de procedimiento
presupuestario, por eso es urgente que, para dotar de credibilidad a
nuestro país en materia de política presupuestaria, que es el eje de la
política económica moderna, evitemos que los gobiernos, sean del color
que sean, lleven adelante esas prácticas.

¿Ya hemos olvidado que en el año 1993 el Gobierno que se sucede a sí
mismo aflora casi dos puntos del PIB? ¡Con los mismos miembros del
Gobierno cambiándose de carteras entre sí sacan dos puntos del PIB!,
porque se lo estaba permitiendo la ley en aquel momento. Eso es lo que
tenemos que evitar en el futuro. Eso es construir el futuro. Por eso el
Gobierno, el Gupo Parlamentario Popular van a traer a la Cámara
iniciativas para evitar esa práctica contable y que las leyes y los
procedimientos presupuestarios en España permitan la existencia de estos
problemas. Por tanto, dejemos esos problemas y vamos a mirar cara al
futuro. Vamos a hablar de cómo va a ser el comportamiento de esa
economía, de qué vamos a hacer para que esa recuperación se traduzca en
un incremento del bienestar de los ciudadanos. Vamos a hablar del empleo
del futuro, de cómo se llega a Europa, de cómo se llega a los criterios
de convergencia. Este es el objetivo común. A la coincidencia de
objetivos es a lo que me refería. Coincidencia de objetivos de la que,
incluso, el señor Alcaraz en su intervención ha intentado desprenderse,
muy lícitamente, por cierto. Pero hay uno, que es la creación de empleo,
objetivo ese del que no puede irse muy lejos. Y ese objetivo, el empleo,
se creará en algún sitio: o se crea en el sector público o se crea en el
sector privado. Y hoy todos vamos a coincidir que en el sector privado no
se va a crear mucho más empleo neto. Luego, vamos a ver si sentamos las
condiciones objetivas para que exista un tupido tejido empresarial que
sea capaz de ir adelante en cuanto a creación de empleo y pueda
satisfacer las necesidades de nuestros jóvenes, y de las mujeres
españolas que son las más discriminadas en su acceso al mercado de
trabajo. En eso estamos de acuerdo. A eso me refería. No estará de
acuerdo en lo que significa el procedimiento para llegar a esa creación
de empleo. Esto es más que lícito, es la sustancia de la democracia y es
elemental en sí mismo. Lo que también es interesante es que aportemos una
visión en este momento de cómo se va a crear empleo, cuáles son las vías
de esa creación de empleo y qué vamos a hacer para que los ciudadanos
sientan en sí mismos, en su bienestar, en su comportamiento de cada día,
esa recuperación económica. Este es el debate político. Llenar de
contenido este debate con propuestas es lo que se espera de lo que es
este tipo de confrontaciones como la que estamos realizando esta mañana,
por cierto, insisto, en un tono muy propio de lo que exige el momento.

El debate de las previsiones económicas y de los objetivos nosotros, como
Gobierno, no lo vamos a hacer. No vamos a decir a la sociedad que vamos a
suplir su propia capacidad de crear empleo. Lo hemos dicho en nuestros
programas políticos. Quienes crean empleo son las empresas, es la
sociedad. Lo hemos dicho desde el primer momento y no tenemos ningún tipo
de previsiones en el sentido de objetivos. No tenemos ese tipo de
planteamientos políticos, o sea, que no nos busque por ahí. Queremos que
haya un crecimiento económico para que se cree empleo, y como el empleo
lo crean las pymes hemos empezado a trabajar por esa creación de empleo
desde el primer momento, y hemos intentado facilitar fiscal y
financieramente a esas pymes lo que sería un comportamiento más activo en
claves de recuperación económica y de decisiones de inversión. Esas son
las medidas urgentes y, en definitiva, las propias previsiones económicas
del Gobierno.

El Gobierno se marca unos objetivos, por ejemplo, el de inflación, y
tenemos que comportarnos coherentemente con ese objetivo; pero el
Gobierno no se marca el objetivo de empleo, señor Eguiagaray. No nos lo
hemos marcado nunca políticamente. De lo que hemos hablado siempre es de
que necesitamos un crecimiento económico, un crecimiento de la inversión
para crear empleo. Este es el principal y el último objetivo no sólo de
este Gobierno, sino que es la aspiración de la sociedad, y para
satisfacer esa aspiración es para lo que está trabajando este Gobierno.

En cuanto a las ideas, a través de esa actitud dialogante estamos y
estaremos en disposición de ir recibiendo las iniciativas de los demás
grupos para el cumplimiento de ese objetivo, objetivo que, por lo demás,
es muy coherente, porque observen que en la terminología --y las palabras
son muy importantes en política-- este Gobierno no habla de sacrificios,
ni lo ha hecho el portavoz del grupo parlamentario. Hemos hablado de
esfuerzos. Esfuerzo significa adecuarse. Esfuerzo tiene una connotación
positiva: adecuarse a una nueva circunstancia que, en sí misma, es
favorable como es la propia recuperación económica.

Una moderación salarial no es perder poder adquisitivo, como he insistido
antes. Es que se incremente la renta disponible de las economías
familiares a través de la creación de empleo --eso es lo que está
ocurriendo ya-- y a través de una creación de empleo que tiene que ser
empleo estable para que de ese mayor empleo se desprenda, a su vez, más
confianza en el futuro. Ese es el círculo virtuoso en el que estamos
empezando a entrar. Es importante que todos colaboremos a que no se
rompa, a que todos los elementos confluyan en lo que debe ser ese
objetivo común de crear empleo. Y desde nuestra opinión se crea empleo en
el camino de Maastricht, se crea empleo reduciendo la inflación,
reduciendo el déficit público, se crea empleo también con la estabilidad
del tipo de cambio de nuestra moneda y se crea empleo, en definitiva,
abaratando el precio del dinero en España. Por eso decía que estamos en
el momento de las ideas y vamos no hacia un debate de ideologías, que es
viejo, sino hacia un debate de aportaciones e ideas, que es lo
importante.

En este territorio me van a permitir que me sienta muy bien después de
oír la intervención del portavoz socialista, porque lo que deduzco de sus
palabras es que el Gobierno no está liberalizando suficientemente. Pues
bien, vamos a tener que continuar por esa senda, señor Eguiagaray.

Estaremos encantados con que la oposición socialista diga que España
necesita más liberalización de sus mercados, de sus sectores económicos y
que España necesita, en definitiva,



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una flexibilización de esas condiciones económicas. Si ésa es la
aportación del Grupo Socialista, va a hacer una aportación importante
para el futuro, porque el futuro está ahí, está marcado por ese objetivo
por el que está trabajando el Gobierno. (El señor Eguiagaray Ucelay pide
la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Eguiagaray, el debate ha concluido.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Presidente, únicamente pretendería,
teniendo en cuenta las alusiones directas personales que ha hecho el
señor Montoro, que me dejara un minuto, por esa exclusiva razón, aunque
usted entienda que no procede, pero entonces le hubiera agradecido que le
hubiera advertido al señor Montoro que si se refería directamente a mí,
con mi nombre y apellidos, para citar argumentos textuales y rebatirlos,
naturalmente era inevitable que solicitara un turno por alusiones. Si la
Presidencia entiende que, no obstante lo que acabo de decir, no procede,
no insistiré, pero, señor Presidente, en cualquier caso, le quiero
advertir que me hubiera parecido conveniente que le dijera al señor
Montoro que, si mete el dedo en el ojo a alguien, naturalmente pedirá un
turno por alusiones.




El señor PRESIDENTE: Señor Eguiagaray, las alusiones en un debate como
éste, en el que necesariamente se dan argumentos personificados, son
lógicas. Es normal y coherente que se cite a la persona que acaba de
exponer la argumentación que se quiere contradecir, se quiere rebatir, se
quiere puntualizar, o que acaba de exponer la pregunta que se quiere
contestar.

No ha habido alusiones. Yo entiendo que no las ha habido. Las alusiones
pueden producirse cuando se alude a una persona que no interviene en el
debate, que está presente y desea intervenir.

Sin perjuicio de ello, y si de verdad se compromete, señor Eguiagaray, y
me da su palabra de honor de que va exclusivamente a consumir un minuto,
usted lo tiene.




El señor EGUIAGARAY UCELAY: Señor Presidente, si no cree que tengo
derecho, no aceptaré simplemente porque me lo conceda.




El señor PRESIDENTE: Evidentemente, creo que no tiene derecho.

Señoras y señores Diputados, para el futuro de este tipo de sesiones
parlamentarias, esto no es una interpelación, esto es una sesión
informativa por parte del Gobierno, y paso simplemente a recordar a SS.

SS. que estas sesiones se regulan en los artículos 44 y 203 del
Reglamento, cuyo desarrollo viene concretado en los apartados 2 y 3, que
paso a leerles para que, por favor, los tengan en consideración: «Después
de la exposición oral del Gobierno podrán intervenir los representantes
de cada grupo parlamentario por diez minutos, fijando posiciones,
formulando preguntas o haciendo observaciones, a las que contestará aquél
sin ulterior votación.

En casos excepcionales, la Presidencia podrá, de acuerdo con la Mesa y
oída la Junta de Portavoces, abrir un turno para que los Diputados puedan
escuetamente formular preguntas o pedir aclaraciones sobre la información
facilitada. El Presidente, al efecto, fijará un número o tiempo máximo de
intervenciones.»
Les quiero recordar esto, porque si no vamos a hacer estas sesiones
absolutamente interminables, y eso que hoy, por gracia o desgracia, no
hemos contado con la presencia del señor Homs, pero evidentemente si
hubiera estado hoy el representante de Convergència i Unió posiblemente
no hubiéramos podido ni asistir esta tarde a las cuatro a la sesión
plenaria.

Por todo ello, les ruego a las señoras y señores Diputados que contengan
sus expresiones, que no utilicen permanentemente argumentos recurrentes y
que no reproduzcan debates que ya hemos tenido, no una, sino dos y tres
veces en el Pleno de la Cámara y también en las Comisiones.

Ruego a SS. SS. que en un futuro sepan atemperarse a los tiempos y a la
cuestión objeto del debate, porque si no podemos hacer que se degrade
absolutamente el sentido de las comparecencias y tengamos que aplicar
desgraciadamente el Reglamento, cosa que, desde luego, esta presidencia
ni pretende ni desea.

Se levanta la sesión.




Era la una y cuarenta y cinco minutos de la tarde.