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DS. Senado, Comisiones, núm. 35, de 18/11/1993
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Año 1993 V Legislatura
Comisiones. Núm. 35



CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
SENADO



COMISION DE ASUNTOS EXTERIORES



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. DON JOSE LUIS LOPEZ HENARES
Sesión Informativa
celebrada el jueves, 18 de noviembre de 1993



ORDEN DEL DIA:
-- Comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores, Excmo. Sr. don
Javier Solana Madariaga, para exponer la posición y las líneas básicas de
las propuestas que el Gobierno español defendió en las reuniones de Jefes
de Estado y de Gobierno, de Viena, y del Consejo Europeo, así como el
contenido de los acuerdos tomados. A petición del Grupo Popular. (Número
de expediente 711/000003.)



Aprobación de Tratados y Convenios Internacionales:
-- Código Europeo de Seguridad Social, hecho en Estrasburgo el 16 de
abril de 1964. (Número de expediente 610/000004.)
-- Convención sobre un Código de Conducta de las Conferencias Marítimas
de las Naciones Unidas, hecha en Ginebra el 6 de abril de 1974, así como
Reservas y Declaración que España va a formular en el momento de la
Adhesión. (Número de expediente 610/000005.)
-- Documento sobre los Miembros Asociados de la Unión Europea Occidental
(UEO) referente a la República de Islandia, al Reino de Noruega y a la
República de Turquía, firmado en Roma el 20 de noviembre de 1992. (Número
de expediente 610/000006.)



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-- Protocolo para enmendar el párrafo 2 del artículo X del Convenio
Internacional para la conservación del Atún Atlántico, hecho en Madrid el
5 de junio de 1992. (Número de expediente 610/000007.)
-- Protocolo de Enmienda al Convenio Básico de Cooperación Científica y
Técnica entre el Reino de España y la República Islámica de Mauritania de
22 de mayo de 1990, firmado en Madrid el 2 de marzo de 1993. (Número de
expediente 610/000008.)
-- Tratado General de Cooperación y Amistad entre el Reino de España y la
República de Colombia, junto con el Protocolo de Cooperación Técnica y
Científico-Tecnológica, el Protocolo de Cooperación Educativa y Cultural
y el Acuerdo Económico integrante del mismo, firmados en Madrid el 29 de
octubre de 1992. (Número de expediente 610/000009.)
-- Acuerdo sobre Relaciones Cinematográficas entre el Reino de España y
la República Argentina, firmado en San Sebastián el 20 de septiembre de
1992, y Canje de Notas que modifica el artículo VI del mismo. (Número de
expediente 610/000010.)
-- Canje de Notas por el que se modifica el Convenio relativo al
transporte marítimo entre España y el Reino de Marruecos, firmado en
Madrid el 29 de diciembre de 1979. (Número de expediente 610/000011.)
-- Tratado de Amistad y Cooperación entre el Reino de España y la
República de Bulgaria, firmado en Sofía el 23 de mayo de 1993. (Número de
expediente 610/000012.)
-- Convenio de extradición y asistencia judicial en materia penal entre
el Reino de España y la República de Bulgaria, firmado en Sofía el 23 de
mayo de 1993. (Número de expediente 610/000013.)
-- Convenio Constitutivo del Fondo Multilateral de Inversiones, hecho en
Washington el 11/2/92. (Número de expediente 610/000023.)
-- Convenio de Administración del Fondo Multilateral de Inversiones,
hecho en Washington el 11/2/92. (Número de expediente 610/000024.)
-- Resolución de EUMETSAT sobre el programa preparatorio del Sistema
Polar de EUMETSAT. (Número de expediente 610/000025.)
-- Resolución de EUMETSAT sobre el programa METEOSAT Segunda Generación.

(Número de expediente 610/000026.)
-- Acuerdo Europeo por el que se crea una Asociación entre las
Comunidades Europeas y sus Estados Miembros, por una parte, y la
República de Rumania, por otra, hecho en Bruselas el 1/2/93. (Número de
expediente 610/000027.)



Se abre la sesión a las nueve horas treinta minutos.




El señor PRESIDENTE: Señoras Senadoras y señores Senadores, se abre la
sesión.




Por el señor Letrado se procede a la comprobación de las señoras y de los
señores Senadores presentes y representados.




El señor PRESIDENTE: A continuación, vamos a someter a la Comisión un
cambio del orden del día, puesto que con motivo de la llegada esta mañana
del Presidente Arafat el Ministro no puede permanecer con nosotros, como
era su propósito, la totalidad de la mañana y tendrá que ausentarse
pronto. Con ese motivo, de acuerdo la Mesa y Junta de Portavoces, vamos a
reducir el contenido del orden del día, de tal forma que trataremos sólo
el punto primero, Informe sobre la Cumbre de Viena y el Consejo Europeo,
celebrado a finales del mes de octubre, dejando para más adelante el
segundo punto del orden del día --importantísimo y solicitado a petición
del Grupo Socialista--, sobre Iberoamérica y el proceso de paz en Oriente
Próximo. En principio, como fecha provisional, fijamos esta próxima
sesión para el día 14; en su momento se hará la convocatoria, de
conformidad con el Ministro.

A continuación de la comparecencia del Ministro veremos algunos Tratados,
que no tienen problema, pero que hay que someter a conocimiento de la
Comisión. ¿Está de acuerdo la Comisión en que cambiemos el orden del día
en tal sentido? (Pausa.) Así se acepta.

Antes de pasar a la comparecencia del Ministro, vamos a proceder a la
aprobación del Acta de la sesión anterior, de la que están informados sus
señorías, puesto que se comunicó a los señores Portavoces. ¿Hay alguna
objeción a la misma? (Pausa.) Queda aprobada el Acta de la sesión
anterior.

A continuación, pasamos al punto principal del orden del día,
comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores.




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-- COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES. (711/000003.)



El señor PRESIDENTE: En nombre de la Comisión y en el mío propio damos la
más cálida bienvenida al Ministro en esta primera sesión que tiene la
Comisión de Asuntos Exteriores en esta Legislatura, agradeciéndole mucho
su presencia, dado que sabemos de su apretada agenda y, por tanto, hay
que agradecer su buena disposición a atender nuestros requerimientos para
que nos informe sobre esta importante actividad del Gobierno de España.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchísimas
gracias, señor Presidente, por sus palabras y por la oportunidad que me
brindan sus señorías de comparecer ante esta Comisión, creo que por
primera vez en esta V Legislatura.

Los temas que hoy nos ocupan tienen, fundamentalmente, un hilo conductor
común que es la construcción europea, en dos planos que trataré de
exponer durante la mañana de hoy. El primer plano, el Consejo de Europa,
la Cumbre de Viena, y el segundo plano, el Consejo Europeo --a veces los
nombres se confunden-- que tuvo lugar en Bruselas no hace muchas fechas;
trataré de explicarlos, aunque sea brevemente, en perspectiva, también,
con el próximo Consejo Europeo de los días 10 y 11 de diciembre.

Empezaré por la primera parte de la comparecencia, relativa a la reunión
de Viena, primera vez que se realiza una Cumbre del Consejo de Europa a
nivel de Jefes de Estado y Jefes de Gobierno. La existencia de un alto
consenso sobre la base de la política exterior de nuestro país, que creo
que es un elemento clave, un elemento determinante de la coherencia de
esa política exterior, tiene una manifestación, quizá muy clara, en los
dos temas que vamos a tratar durante la mañana de hoy. En este caso, una
palabra sobre la importancia que tiene ese consenso básico sobre los
elementos fundamentales de la política exterior de nuestro país, que han
permitido que tenga un rumbo claro, unas bases sólidas, y que nos permite
avanzar e imprimir ese gran impulso a la política exterior de España:
quisiera decirles que la Cumbre de Viena fue una reunión de
extraordinaria importancia, y muy especialmente para España. El Consejo
de Europa es una institución especialmente querida por los españoles. Los
españoles de la democracia tuvimos en ese Consejo de Europa un punto de
referencia durante muchos años, y todavía en el Parlamento de hoy, entre
los Diputados, se encuentran miembros de la primera generación de
españoles que participaron en la construcción del Consejo de Europa. Por
tanto, para nosotros los españoles quizá tenga un sentido especial, y
quizá comprendamos mejor el profundo significado que tuvo la reunión de
Viena en el sentido de incorporarse al Consejo de Europa un número muy
importante de nuevos países que han tenido que atravesar también
desiertos de situaciones dictatoriales y que hoy, afortunadamente,
vuelven a estar en el ámbito de los países democráticos, y se incorporan
al Consejo de Europa con la esperanza, con el aliento, con el estímulo
con que otros lo hicimos en años anteriores. Me voy a referir, por tanto,
a esta reunión.

El Consejo de Europa, como les decía, es una organización decana entre
las organizaciones europeas, y en sus más de cuarenta años de existencia
ha realizado una labor que yo me atrevería a calificar de ingente y que
se concreta en más de 150 convenios internacionales. El fin de la
división europea ha dado, sin duda, un nuevo impulso, una nueva
relevancia, no solamente a los valores que encarna el Consejo de Europa,
sino también a la cooperación --tan rica y tan estrecha--
intergubernamental; como saben sus señorías, el Consejo de Europa es una
instancia de cooperación intergubernamental. Pero se han producido
también necesidades de reformular ese papel en el nuevo complejo
entramado de relaciones y de instituciones que actúan sobre el continente
europeo. Si hubiera que buscar un antecedente a esta reunión de la cumbre
de Jefes de Estado y de Gobierno, quizá habría que ponerla en una
iniciativa, ya hace años, del Presidente francés Mitterrand, quien hizo
la sugerencia de una cumbre a ese nivel que fue acogida por el Comité de
Ministros, que correspondía entonces a Austria, y por la Secretaría y la
Asamblea Parlamentaria.

Finalizó la Cumbre de Viena con la adopción de una declaración política
importante, la llamada Declaración de Viena, y tres Anejos: el primero
sobre la reforma del mecanismo de control del Convenio Europeo de
Derechos Humanos; otro, relativo a las Minorías nacionales, y finalmente
la Declaración y el Plan de Acción sobre la lucha contra el racismo, la
xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia.

A continuación, paso muy brevemente a analizar cada uno de estos
documentos. El primero, la Declaración de Viena, fue fruto de un
ejercicio de consenso y recoge una serie de ideas que, a nuestro juicio,
deberían dar un impulso al Consejo de Europa. Destacan, entre ellas, las
siguientes: En primer lugar, la idea de la seguridad democrática, que,
como señaló en su intervención nuestro Presidente del Gobierno, es
indisociable de la profundización de la democracia, hasta el punto de que
este binomio constituye el núcleo auténtico de la política de la
Declaración. En este complejo entramado de instituciones europeas, sin
duda ninguna al Consejo de Europa le corresponde definir el área de la
seguridad democrática; todos los países que forman parte del Consejo
comparten, fundamentalmente, los valores de la democracia tal como la
entendemos nosotros y, por tanto, de los distintos círculos que podemos
definir en la arquitectura europea es el círculo donde la seguridad
democrática



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es el elemento fundamental. La Declaración señala que el Consejo puede
contribuir a la consecución de esta seguridad democrática mediante la
traducción al ámbito jurídico de los valores que definen esta identidad
europea. Los Jefes de Estado y de Gobierno se pronunciaron, en el mismo
sentido, a favor de la utilización plena de este foro político que
constituye el Comité de Ministros y la Asamblea Parlamentaria, para
reforzar este concepto de seguridad democrática en Europa.

En segundo lugar, la Declaración destaca lo referente a la ampliación del
Consejo a las nuevas democracias del Centro y del Este de Europa. La
Declaración política subraya que el Consejo de Europa es la Institución
política europea por excelencia, que está en condiciones de acoger, en un
plano de igualdad y dentro de estructuras permanentes, a las nuevas
democracias europeas. Para todo ello es preciso continuar los programas
del Consejo para ayudarles en la transición democrática. Como saben sus
señorías, las adhesiones sólo deben producirse cuando el país candidato
es conforme con los niveles de exigencias tradicionales, de la misma
manera que los países que anteriormente se unieron al Consejo tenían que
cumplirlas.

Como documento de consenso, la Declaración se limita a reiterar esos
niveles mínimos y esos criterios. Sin embargo, señorías, como no se les
ocultará, el trasfondo político para las nuevas adhesiones es cada vez
más complejo por los problemas que los países candidatos plantean no
solamente en el cumplimiento de los requisitos, sino en sus relaciones
con países que ya son miembros del Consejo. El problema central de la
ampliación sigue siendo, tras la Cumbre de Viena, e independientemente de
esta Declaración sobre Rusia, qué hacer con Rusia y cómo se resuelve la
solicitud de adhesión de este país.

En tercer lugar, la Declaración destaca la importancia de la cooperación
cultural como elemento esencial para la cohesión de Europa y el respeto a
su diversidad.

Y, finalmente, la Declaración incluye en su parte dispositiva un párrafo
en el que se encarga al Comité de Ministros que introduzca en los
estatutos las necesarias mejoras de funcionamiento del Consejo, teniendo
en consideración las propuestas que, de manera entiendo que sensata, ha
formulado la Asamblea parlamentaria. En concreto, y dando aliento a la
continuación de los trabajos en curso para la reforma de la actual
Conferencia de Poderes Locales y Regionales de Europa, los Jefes de
Estado y de Gobierno reunidos en Viena incluyeron en la declaración la
decisión de aprobar en principio --y cito--: la creación de un órgano
consultivo que represente auténticamente tanto a las colectividades
locales como a las regionales en Europa. Esto es el contenido esencial de
la Declaración, y brevemente paso a describirles el contenido de los
documentos anejos.

En el primero, el relativo a la reforma del sistema de control del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, como sus señorías saben, el actual
sistema jurisdiccional de doble instancia, que se había constituido por
la Comisión de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, lógicamente ha quedado desfasado, como lo pone de manifiesto la
enorme cantidad de casos o recursos acumulados. Y, quizá, no podía ser de
otra manera, ya que el mecanismo en funcionamiento fue creado para diez
Estados, que formaban el Consejo de Europa en 1949, y en los momentos
actuales los países que componen el Consejo, todos ellos firmantes del
Convenio, son treinta y dos. Por tanto, nadie pone en duda la necesidad
de esa reforma del Tribunal.

De una negociación larga se consiguió extraer una fórmula, que está
recogida en la Declaración final, que consagra un Tribunal único --antes,
como saben, había un Tribunal de doble instancia-- y da un mandato al
Comité Director de Derechos Humanos para que en el texto del protocolo de
reforma del Convenio se ultime, de forma que pueda abrirse a la firma de
los Estados con ocasión de la sesión ministerial de mayo de 1994. Esta
solución de Tribunal único, aunque seguramente necesita un desarrollo
posterior, satisface en principio la aspiración que España había
planteado, que no es otra que la de dinamizar el mecanismo de control de
los derechos humanos.

En la formulación de los principios del Estado de Derecho y la
conveniencia democrática y en la protección de los derechos humanos
reside, justamente, la gran energía, la gran fuerza del Consejo de Europa
y su campo de competencias fundamental. Este es el primer anejo.

El segundo anejo está relacionado con las minorías nacionales. Como
saben, la Cumbre de Viena ha prestado una atención especial a este tema,
que se ha colocado en el primer plano tras la desaparición de los
regímenes comunistas. Teniendo en cuenta la complejidad enorme que
encierra este fenómeno, la actuación del Consejo ha de coordinarse con
otras instancias del entramado de la arquitectura europea, como la
Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa, la CSCE, que
cuenta ya con un Alto Comisionado para las Minorías, y en el futuro con
los trabajos que se están realizando actualmente en el seno de la Unión
Europea --la Comunidad Europea de ayer para realizar el proyecto del
denominado Pacto Europeo de Estabilidad, que se articulará en torno a la
cuestión de las minorías y de las fronteras. Como veremos más adelante,
una de las acciones en política exterior de la Unión Europea será este
Pacto Europeo de Estabilidad.

En el documento aprobado en Viena se recoge el mandato para elaborar
medidas de confianza, promocionar ayuda a la negociación y cumplimiento
de tratados sobre minorías y, sobre todo, se recoge un mandato para la
redacción de un convenio-marco que precise los principios



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necesarios para la protección de las minorías nacionales. Los Jefes de
Estado y de Gobierno encargaron también al Comité de Ministros que
iniciara los trabajos de redacción de un protocolo que complemente el
Convenio Europeo de Derechos Humanos en el ámbito cultural mediante las
disposiciones destinadas a garantizar los derechos individuales,
especialmente para las personas que pertenecen a minorías nacionales.

Les resumo muy brevemente en los siguientes puntos cuál fue la posición
que mantuvimos. Primero, el Gobierno español defendió la idea de que no
existe titular de derechos humanos distinto del individuo, siendo éste el
primer punto de partida de la posición española. Segundo, ningún
individuo puede ser discriminado en el ejercicio de sus derechos por su
pertenencia a una minoría, ni es aceptable que se pretenda una
discriminación positiva por dicha pertenencia. Tercero, el ejercicio de
determinados derechos fundamentales por individuos integrantes de una
minoría, nacional o no, puede justificar, no obstante, la petición de que
se atiendan por los poderes públicos determinadas necesidades colectivas.

A este respecto, es esencial distinguir, a semejanza de lo que ocurriera
con los llamados derechos materiales, entre lo que los técnicos llamarían
el desiderátum de una sociedad, por ejemplo, el derecho al trabajo para
todos, el derecho a una vivienda digna, etcétera, y los derechos
fundamentales, reglas de juego democrático que no se pueden trasgredir en
ningún caso. Estos son los tres puntos sobre los que basamos nuestra
intervención sobre el documento anejo referente a los derechos de las
minorías.

El siguiente anejo, al que he hecho referencia anteriormente, tiene que
ver con la declaración y el plan de acción en la lucha contra el racismo,
la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia. Como es lógico, España
ha defendido siempre el planteamiento tal y como hoy lo hace suyo el
Consejo de Europa, y no me extenderé en explicarles lo que contiene la
Declaración. Es verdad que el resurgimiento, en general, en algunos
países de Europa de manifestaciones de carácter racista o xenófobas, que
afectan fundamentalmente a las raíces mismas de la convivencia, se oponen
al ideal que defiende el Consejo de Europa. Por tanto, se hizo esa
Declaración, que espero tenga las consecuencias que todos deseamos.

Y, por fin, una reflexión sobre el papel del Consejo de Europa en esta
nueva época. Esta Cumbre, a la que estoy haciendo referencia, ha servido
también para realizar una reflexión política al nivel más alto sobre el
papel que este nuevo Consejo de Europa puede y debe jugar en una Europa
enfrentada a grandes crisis --económicas, sociales, etcétera--. Se trata,
por tanto, de una reflexión que habrá que continuar en el camino de la
consecución de la arquitectura europea nueva capaz de hacer frente a los
retos del presente y del futuro, pero creo que se han decantado ya a lo
largo de la sesión de Viena principios y conceptos, a mi juicio muy
importantes.

Nadie ha abogado por la creación de nuevas instituciones, y me parece que
esto es también significativo. Creemos que las instituciones que en este
momento existen en Europa son las que deben mantenerse y no hay necesidad
de crear nuevas. Basta, digo, con las ya existentes, que lo que tienen
que hacer es coordinar con mayor énfasis sus labores y adaptar también
algunos modos de actuación a una realidad distinta de cuando fueron
fundadas, a la realidad de 1993, ya prácticamente dando los últimos pasos
en el siglo XX. Para el Consejo de Europa ello significa una mayor y
mejor cooperación con la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación
en Europa y también con la Unión Europea.

En relación con la cooperación con la Unión Europea, el Comisario
encargado de las relaciones exteriores, señor Van Den Broek, lo expresó
con toda claridad y nitidez en el sentido de la complementariedad
necesaria que debe presidir las relaciones entre las dos organizaciones
para evitar duplicaciones o acciones reiterativas. Lo esencialmente nuevo
--y cito la intervención española-- es que el ámbito ideológico del
Consejo se extienda hoy a toda Europa, y no es dable constatar la
formación de esa identidad común europea, una identidad que del mero
compartir raíces culturales comunes está pasando a ser constitutiva de
unas nuevas formas de convivencia internacional y empieza a aglutinar una
auténtica conciencia democrática paneuropea.

Con esto, señorías, he tratado de darles una explicación breve, para dar
paso al diálogo que ustedes quieran poner de manifiesto esta mañana,
sobre lo que han sido los elementos fundamentales de una Cumbre
histórica, en el sentido de que es la primera vez que se celebra en la
historia del Consejo de Europa una cumbre a ese nivel. Creo que los
resultados son positivos, que hemos tratado de dar un paso más para que
esta compleja, pero a la vez enriquecedora y fructífera, arquitectura
europea, en los nuevos elementos o en los viejos elementos, siendo el más
viejo de todos seguramente el Consejo, esté a la altura de las
necesidades, de los desafíos que las sociedades europeas tienen en este
momento. El que un Consejo de Europa, que cuando se inició estaba formado
por diez países, y que hoy tenga en su seno treinta y tantos países, y
que de la época en que España se incorporó, en los primeros años de la
segunda década de los setenta, a ahora, prácticamente se ha multiplicado
por dos el número de países que comparten los valores fundamentales de la
democracia pluralista y de la economía social de mercado, me parece que
es algo de tal envergadura, de tal importancia, que merece la pena que
los pongamos de manifiesto, como se hizo en la Cumbre de Viena por parte
de los Jefes de



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Estado y Jefes de Gobierno de los países que lo componen.

Nada más, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Como saben sus señorías, en el orden del día había dos puntos referentes
a Europa, que eran las dos Cumbres relacionadas con los dos grandes
proyectos en marcha de la construcción europea.

Hemos convenido, en una breve conversación anterior con el señor
Ministro, que sería conveniente, teniendo en cuenta que son,
efectivamente, proyectos distintos, distinguir en la comparecencia del
señor Ministro la Cumbre de Viena y el Consejo Europeo. Por esa razón,
vamos ahora a dar paso a la intervención de los portavoces y algún
miembro más, rogándoles brevedad, ya que va a ser difícil que la
totalidad de los componentes de la Comisión puedan intervenir --aunque
probablemente deseen hacer preguntas-- debido a la escasez de tiempo del
que disponemos, y a que el otro punto que queda por tratar es muy
importante, y me van a disculpar que haga esta petición.

A continuación, tienen la palabra los señores portavoces, por el orden
reglamentario y habitual.

Tiene la palabra el representante del Grupo Mixto.




El señor VIROSTA GAROZ: Gracias, señor Presidente.

En primer lugar, quiero agradecer al señor Ministro su presencia ante
esta Comisión y las explicaciones dadas. No tengo ningún ánimo de entrar
en debate ni de dilatar esta Comisión, porque además soy consciente de
los compromisos que el señor Ministro tiene.

Deseo manifestar mi conformidad con los documentos salidos de la Cumbre
de Viena, y hacer una especie de reflexión. La reunión de Viena ha sido
calificada como un paso más hacia adelante en la unificación de Europa.

La unificación de Europa supone --o al menos así se prevé por parte de
algunos analistas políticos-- la constitución del Estado único, fin al
que todas estas reuniones parece deben llevar, aunque ya se nos ha
aclarado por parte del Ministro que en esta reunión nadie ha abogado por
la constitución de nuevas organizaciones, pero eso es lo que, al menos,
algunos analistas políticos así predicen.

La pregunta que yo quiero formularle es muy sencilla: ¿cómo se prevé la
constitución de este Estado único? O sea, ¿se ha debatido el tema, ha
surgido a debate en esas reuniones? Y, siguiendo con la misma pregunta,
¿qué papel van a jugar los actuales Estados una vez constituido ese
Estado único? Teniendo en cuenta, señor Ministro, que estos Estados
tendrían que ceder parte de sus competencias, y teniendo en cuenta además
que Estados como el nuestro, autonomistas o federalistas, muchas de las
competencias las tienen transferidas ya a las regiones, ¿qué contenido
les va a quedar a estos Estados?
Gracias.




El señor PRESIDENTE: Como estamos escasos de tiempo, los señores
portavoces pueden realizar las preguntas pertinentes.

¿Desea intervenir el Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas
Vascos? (Renuncia.) ¿Grupo Parlamentario de Coalición Canaria? (Pausa.)
Por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergència i Unió,
tiene la palabra el Senador Ferrer.




El señor FERRER I ROCA: Muchas gracias, señor Presidente.

Naturalmente, quisiera agradecer al señor Ministro el informe sintético,
pero concreto, de la reunión de Viena.

Simplemente me gustaría manifestar al señor Ministro que es evidente,
como usted ha dicho, que estamos en el marco de una profundísima
reestructuración de Europa; que por primera vez en muchos siglos Europa
vuelve a estar entera políticamente; que estamos también en plena
tempestad económica en la mundialización de la economía. Por
consiguiente, la información que usted nos ha dado sobre Viena son buenas
noticias, pero qué duda cabe de que todos tenemos la convicción de que
las instituciones europeas van a tener que galopar a mucha más velocidad
de la normal, porque los tiempos son, no diré de profundísima crisis,
pero sí de profundísima reestructuración; no se trata tampoco de anunciar
un cataclismo, pero sí hay que subrayar el hecho de que estamos ante una
profunda reestructuración. Así, en el campo de los derechos humanos, pero
también en muchos otros campos: en el económico, en el de las culturas,
etcétera, será necesario que estas instituciones europeas se planteen
calendarios mucho más intensos. Esta es la convicción que tenemos.

No deseo formular ninguna pregunta más, simplemente dar las gracias al
señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra su portavoz.




El señor RAMIREZ PERY: Gracias, señor Presidente.

Quisiera dar las gracias al señor Ministro por su comparecencia, por sus
palabras tan interesantes e ilustradoras, y desearía hacer un pequeño
hincapié ante todos los presentes, después de oír lo que es esa magnífica
construcción europea que se nos aproxima. Después de esa espléndida
arquitectura, yo preguntaría al señor Ministro y deberíamos preguntarnos
todos en nuestro fuero interno si, realmente, eso empieza ya a servir
para algo o todavía tiene que estar ocurriendo lo de Yugoslavia --a la
vista de una magnífica construcción



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teórica--; eso, señor Ministro, es una cosa que preocupa y sería
conveniente saber hasta qué punto va a durar esa ineficacia que
desgraciadamente todavía tenemos en esos terrenos.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra don Alfonso Cucó, portavoz del Grupo Parlamentario
Socialista.




El señor CUCO GINER: Muchas gracias, señor Presidente.

Yo también quisiera, en nombre del Grupo Socialista, reiterar la
bienvenida al señor Ministro en esta primera comparecencia de la V
Legislatura, y más todavía, como él mismo ha señalado, por tratar de un
tema entrañable para muchos de nosotros, como es el del Consejo de
Europa, una entidad que contribuyó a homologar la naciente democracia
española después de las elecciones de junio de 1977 y antes precisamente
de la Constitución de 1978.

Con esa homologación de la España democrática de 1977 se cerraba un
espacio en el mundo de la Europa Occidental, que se identificaba
definitivamente con unos valores, como son la democracia pluralista o
parlamentaria, como es la preeminencia del Derecho y como es la
universalidad de los derechos humanos. Desde entonces, desde el momento
de esa homologación española, hemos entrado en una segunda etapa que se
inicia fundamentalmente tras la caída del Muro de Berlín en 1989, y en el
que el Consejo de Europa ha constituido un foro de contacto con los
países de Europa central y oriental y, desde entonces, primero ha
observado cuidadosamente su evolución jurídica y política y se ha
convertido en un motor para completar una política paneuropea global. En
ese sentido, yo creo que podemos afirmar que el Consejo de Europa no se
ha limitado a ser una escuela de democracia, sino a convertirse en un
club de democracias pleno.

La Cumbre de Viena ha señalado los principios de esta segunda etapa de la
política paneuropea, y ha analizado una serie de problemas que la nueva
etapa, tras la caída del Muro de Berlín, conlleva; por una parte,
ambiciones territoriales de todos conocidas, por otra parte, unas formas
agresivas del nacionalismo que se han puesto de relieve en la Europa
central y oriental, tan presentes, no solamente en el territorio de la
antigua Yugoslavia, sino en todo el territorio de la antigua Unión
Soviética donde, en estos momentos, los carros de combate están presentes
en muchos de aquellos países, y ha asistido también a un renacimiento
larvado de ideologías intolerantes o incluso de ideologías totalitarias,
como el Ministro ponía de relieve hace un momento, y en esta perspectiva
se han impulsado unas nuevas medidas para soslayar tales amenazas.

Yo quisiera señalar las tres más relevantes, incluso con el riesgo de
repetir un poco las palabras del señor Ministro, pero creo que es
evidente que, en primer lugar, se ha intentado la confirmación de una
política de apertura y cooperación hacia los nuevos países democráticos
de la Europa central y oriental que necesitan unas directrices para
ayudarles en su complejo proceso de transición; proceso de transición que
nosotros, con otras perspectivas, también hemos conocido y somos
perfectamente conscientes de ello.

Por otra parte, y como ponía de relieve la Primera Ministra, socialista,
noruega, hemos asistido a un especial renacimiento de estas ideologías
intolerantes, poniendo de relieve la necesidad de una sensibilidad
especial en la lucha contra el racismo y la xenofobia en una campaña
especialmente dirigida hacia la juventud.

Por último, deseo destacar lo que, a mi juicio, es el tema estrella de la
Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, que es el de las minorías
nacionales. Y, en este sentido, el Anexo III del documento, al que el
señor Ministro hacía referencia, lo dice muy claramente --y leo
textualmente--: «Somos conscientes de que la protección de las minorías
nacionales es esencial para la estabilidad y la seguridad democrática de
nuestro continente.»
Es cierto que la cuestión de las minorías nacionales --y a esto se
refería el Presidente del Gobierno español, señor González-- es un tema
especialmente delicado, por muchas razones. Y, si me permiten, yo
quisiera parafrasear la conocida frase de Jean-Paul Sartre cuando decía:
el infierno son los demás --«l'enfer c'est les autres». Siempre las
minorías son las minorías de los demás, son las minorías de los otros, y
uno tiene tendencia a olvidarse de las minorías propias. Por eso es una
cuestión especialmente delicada.

El anexo segundo del documento de la Cumbre de Viena, a mi juicio,
implica el inicio prometedor de un camino. Señor Presidente, yo no puedo
abusar de mi tiempo glosando dicho texto con detenimiento, pero creo que
es necesario encontrar a partir de él los instrumentos jurídicos
internacionales apropiados para hacer de este anexo un texto operativo en
el cual, sin duda, la experiencia del Comisario de minorías nacionales de
la CSCE será también una fuente muy valiosa. Si llegamos a avanzar en el
reglaje de una cuestión tan delicada políticamente como la de las
minorías, tengo el convencimiento de que habremos ganado una batalla
importante contra los nacionalismos agresivos. Y representa una etapa más
en ese espacio de paz, seguridad, y libertad, que es la Europa que
queremos. Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senador Cucó, por sus interesantes
palabras.

Quiero indicar a la Comisión que me voy a permitir solicitar al señor
Ministro que dé las instrucciones pertinentes



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a la Oficina de Información Diplomática para que nos envíe a todos su
ejemplar de la Declaración de Viena, que es realmente muy importante y
debe ser un texto ilustrador para nuestras acciones futuras.

Tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, con muchísimo gusto contestaré a su demanda de información.

Tengo la impresión, casi la certeza, me atrevería a decir, de que el
texto fue enviado al Senado con el ruego de que fuera distribuido entre
aquellos Senadores que tuvieran interés en tener la copia del documento.

Por lo menos ése fue mi deseo, no sé si ha llegado o no. En cualquier
caso, con sumo gusto lo enviaremos al Senado por el conducto
reglamentario.

Con la mayor brevedad, voy a hacer algunas puntualizaciones a las
posiciones de los distintos miembros del Senado. Al representante del
Grupo Mixto yo quisiera decirle que no debe preocuparse, si es que ésa es
su preocupación, no lo sé, sobre la marcha de Europa hacia la
constitución de un Estado único. Ninguna persona responsable de la
construcción europea en las distintas instancias, por lo menos de las que
yo conozco, tiene en la cabeza la construcción de un Estado único
europeo. Semejante cosa está fuera de todo debate y consideración. En el
terreno en el que más avanzamos, tras la ratificación del Tratado de
Maastricht, es en la Unión Europea, que es una instancia política en la
que es cierto que los países miembros entregan a una instancia superior
una parte pactada de elementos de su soberanía. Pero en ningún caso, ni
siquiera estamos avanzando hacia un Estado Federal europeo. Como decía,
en lo que más se está avanzando es en lo contenido en el Tratado de
Maastricht, pero que está muy lejos de un Estado único. Yo no conozco a
ningún dirigente político europeo que afirme, tenga en sus programas
políticos o tenga vocación o anhelos de la construcción de un Estado
único europeo. No creo que esté en la mente de nadie. Por tanto, es muy
difícil solicitar, como su señoría solicita, información sobre semejante
paso, camino o discurrir, porque en ningún caso se está discutiendo en la
idea de construir un Estado unitario europeo. El mayor paso que se ha
dado es en el círculo correspondiente a la Unión Europea, que como usted
sabe, está contenida, fundamentalmente, y yo creo que en mucho tiempo no
se darán más pasos hacia adelante, en el Tratado de la Unión, el Tratado
de Maastricht.

El Consejo de Europa, como su señoría sabe bien, es un órgano
intergubernamental. Por tanto, en ese caso no se da ningún paso en la
dirección de compartir soberanía en el ámbito del Consejo de Europa.

Insisto en que es una instancia de cooperación intergubernamental. Lo que
sí tiene de hermoso y de atractivo el Consejo de Europa es ver, como le
decía anteriormente, cómo hemos pasado de la Europa que surge de la
catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, en los años en los que da sus
primeros pasos el Consejo, en que está formado por diez países --diez
países que son los únicos que tienen en su seno los elementos de
democracia pluralista y de economía social de mercado, que hoy
afortunadamente forman parte del acervo común de treinta y tantos países
europeos-- a que, por primera vez, podamos ver ese espectáculo tan
hermoso que hacía muchos años que no se podía contemplar, de ver
alrededor de una mesa compartiendo los mismos valores, a más de treinta
países que forman parte de la vieja o la joven Europa. Pero, en cualquier
caso, en el ámbito de una cooperación estrictamente intergubernamental.

Yo les decía, señorías, que en esta complicada construcción de la
arquitectura europea, donde hay ya un buen número de instancias o de
instituciones, todos estamos tratando de que cada una de estas instancias
se pueda definir como un área de una cierta seguridad. El Consejo de
Europa, quizá lo pudiéramos definir como el área de la seguridad
política, de la seguridad democrática. De la misma manera que el área de
la seguridad en la defensa o de la seguridad en la seguridad --si me
permiten la redundancia-- sería la Conferencia de Seguridad y Cooperación
en Europa. El área donde tenemos una seguridad más defensiva sería la UEO
o el área de la Alianza Atlántica. Y el área de la seguridad económica y
política sería la Unión Europea, la unión que surge del Tratado de
Maastricht.

Por tanto, podemos definir un conglomerado arquitectónico que puede ser
de estética muy positiva, donde vamos definiendo diferentes áreas de
seguridad en distintas materias. El área de la seguridad democrática es
básica y por ello el Consejo de Europa tiene que ser un área querida y
respetada por todos. He dicho al inicio de mi intervención que para los
españoles el Consejo de Europa significa también algo especial; fue la
primera morada europea a la que nos pudimos incorporar, incluso como se
ha repetido, antes de tener ratificada y aprobada la Constitución
democrática de 1978. En definitiva, no me quiero extender más, no se
preocupe su señoría, porque no vamos en la dirección de un Estado único
en la construcción europea en ninguno de estos ámbitos.

El representante de Convergència i Unió hace una reflexión en metáfora
hípica que yo comparto; que deberíamos galopar todos más deprisa. Sin
duda, es verdad. En todas las instancias europeas tenemos que hacer un
esfuerzo por acomodarnos a un ritmo que es más rápido que aquel por el
que en algunos momentos pensábamos que iba a discurrir la vida europea.

Como sabe usted muy bien, el movimiento es algo relativo, uno se mueve en
relación a otra cosa. En la construcción europea podemos movernos muy
deprisa, pero si el paisaje al cual nos referimos se mueve todavía más
deprisa, pudiera parecer que estamos quietos. y no hay duda



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de que el paisaje mundial se está moviendo a gran velocidad. Y si las
instituciones europeas no adquieren una velocidad --me atrevería a decir,
una aceleración-- que en este momento es necesaria, pudiera decirse que
no nos movemos al ritmo que el mundo y los ciudadanos europeos esperan de
nosotros. Por tanto, estoy totalmente de acuerdo en que hay que galopar
con rapidez para que todas estas instituciones adquieran su valor en un
mundo distinto del mundo para el que fueron inicialmente configuradas.

Al representante del Partido Popular, quiero agradecerle sus palabras
constructivas sobre lo que supuso la Cumbre de Viena, y decirle que
ciertamente, sin duda, a todos nos conmociona ver el sufrimiento de la
antigua Yugoslavia. Yugoslavia lógicamente no pertenece al Consejo de
Europa ni a ninguna de las instituciones europeas y, como saben, tampoco
pertenece a ninguna de las instancias internacionales, ni siquiera a
Naciones Unidas, que en este momento tiene retirada de entre sus miembros
a Yugoslavia.

Pero merece la pena que nos hagamos alguna reflexión. Estamos
acostumbrados a ver estas imágenes tan tremendas del sufrimiento en la
antigua Yugoslavia. Pero cuando nos autoflagelamos, quizá demasiado,
sobre el comportamiento europeo en la antigua Yugoslavia, habría que
pensar qué sería de nosotros y de Europa en este momento con ese
conflicto de Yugoslavia si no estuvieran consolidadas algunas de las
grandes instituciones europeas. Yugoslavia, como saben ustedes bien, ha
sido el foco de tensión mundial a lo largo de los últimos siglos en
varias ocasiones. Y el hecho de que no hubiera en Europa una Unión
Europea o no existiera el Consejo de Europa o sus equivalentes, trajo
consigo que de aquellos focos de tensión acabaran surgiendo las grandes
guerras, primero europeas y después mundiales. Creo que una función
fundamental que han tenido todas las instituciones europeas ha sido la de
contener ese conflicto, para que no se extendiera como había ocurrido en
ocasiones anteriores. Pequeño consuelo, se puede decir, pero, sin duda
alguna, si se mira desde otra perspectiva, gran avance.

Por tanto, las instituciones europeas han servido y están sirviendo, sin
duda alguna, para que haya una paz más duradera en Europa. Llevamos
muchos años, afortunadamente, de paz, por lo que va a ser difícil que en
Europa estalle una situación de guerra como la que nuestros mayores
conocieron en los primeros años del siglo y en la Segunda Guerra Mundial.

Así pues, soy un acérrimo defensor de estas instituciones, instituciones
respecto de las que, a veces, en el día a día quizá no se llega a
apreciar el sentido y la importancia que tienen, pero, cuando uno se
distancia un poco y mira en perspectiva la labor realizada, produce una
gran satisfacción el ver que en Europa hubo líderes políticos con visión
de futuro, con estatura moral, con estatura política capaces de construir
poco a poco --poco a poco, desgraciadamente, quizás a otros les hubiera
gustado hacerlo más deprisa-- , pero sólidamente estas instituciones que,
sin duda, están contribuyendo a la paz, al desarrollo, al bienestar de
los ciudadanos europeos como no había pasado en la historia de Europa en
tantísimos años.

Por tanto, compartiendo con su señoría la conmoción, el dolor, la
consternación que nos produce ver el sufrimiento de Yugoslavia, creo que
no debiéramos pensar que hoy aquí un fracaso de las instituciones
europeas, sino, al contrario, tratar de mirar lo que hubiera ocurrido de
no existir aquéllas en esta Europa nuestra tras el estallido de
Yugoslavia, o posibles estallidos que puedan surgir ligados a conflictos
de fronteras o a conflictos nacionalistas en el futuro. Por tanto, vuelvo
a insistir, creo que todos compartimos la importancia que estas
instituciones tienen para la construcción de la paz en nuestras tierras,
en las tierras europeas.

Al representante del Grupo Socialista, también le agradezco, como a todos
los demás, sus planteamientos, su posición constructiva y le diré que
comparto toda su reflexión subrayando lo que sí me parece que tiene algo
de sentimental para muchos de nosotros el hecho de que este Consejo de
Europa haya tenido en el año 1993 este empujón, este impulso hacia
adelante con la presencia de los Jefes de Estado y de Gobierno me parece
que es significativo y que le debiéramos dar la importancia que tiene.

Los documentos que surgen son intergubernamentales, como decía
contestando al Senador del Grupo Mixto. Por tanto, tienen que ser
documentos de consenso. En el Consejo de Europa nada puede surgir que no
sea fruto del consenso. Esa es una belleza y también, en cierta medida,
su limitación, pero creo que hay que subrayar más su belleza. Por ello
los documentos que surgen a veces tienen, como fruto del consenso,
algunos elementos que a unos les gustaría que fueran más intensos y que a
otros les gustaría que fueran un poquito menos.

No obstante, creo que los documentos que surgen de la Cumbre de Viena, la
Declaración y los tres documentos anejos, son importantes. Considero que
el de las minorías es muy importante y el mandato que se da al Consejo de
Ministros para que siga trabajando en esta cuestión es fundamental. El
problema que podemos tener en el futuro en Europa estará ligado a
conflictos de minorías. Por ello creo que el haber tomado esta resolución
en paralelo con el Plan de estabilidad para Europa, que va a ser una de
las acciones comunes que la Unión Europa va a poner en marcha y que
espero que en el próximo Consejo Europeo se discuta, es un buen paso y de
eso sí que nos debiéramos felicitar.

Nada más, señor Presidente. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.




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Pido ahora la comprensión de los miembros de la Comisión, ya por esta vez
no va a haber turno de nuevos intervinientes, puesto que tenemos un
segundo punto importantísimo que tratar que, como saben, es el referente
al Consejo Europeo.

Por tanto, tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señor Presidente.

Continuamos hablando de instancias europeas. En este caso, pretendo
darles una información que ya conocen sus señorías, por lo que lo haré
brevemente, ya que se dio a los dos días de la terminación del Consejo
extraordinario que tuvo lugar en Bruselas hace poca semanas. Sí pasaré a
manifestarles, quizá con un mayor detenimiento, cómo vemos el próximo
Consejo de diciembre y, desde luego, cómo lo vemos desde la perspectiva
fundamentalmente económica y social. Por tanto dividiré la intervención
en dos partes, una primera para relatarles lo que allí aconteció, en sus
elementos más importantes, y, al hilo de alguna intervención del
Presidente de la Comisión, del señor Delors, trataré de enmarcar lo que
puede ser la respuesta que Europa dé, desde la perspectiva de la
Comunidad, a la crisis económica y social por la que atraviesa Europa en
estos momentos.

Les recuerdo muy brevemente los contenidos fundamentales del último
Consejo. Como saben ustedes, fue un Consejo extraordinario, convocado en
Bruselas el día 29 de octubre y que tenía como objetivo fundamental el
poner en marcha la ratificación del Tratado y, por tanto, poner en marcha
el Tratado de la Unión. Así pues, tenía un sentido a) de celebración de
un acontecimiento y b) de poner en marcha el acervo nuevo de la Unión
Europea. Por tanto, el Consejo tiene fundamentalmente una declaración
política, en la cual los dirigentes políticos de la Europa de los Doce
ponen de manifiesto su satisfacción porque finalmente el proceso de
ratificación del Tratado de la Unión se finaliza y se pone en marcha el
propio Tratado. Por tanto, primera cuestión --no me extiendo en ella--,
la declaración política, donde, frente a los llamados europesimistas,
surge una línea de acción que pudiéramos calificar de eurorrealista, de
aquellos dirigentes políticos que quieren seguir construyendo Europa
desde la perspectiva del Tratado de la Unión, del Tratado de Maastricht,
y que son conscientes a la vez de que hay dificultades, pero dificultades
ante las que estén dispuestos a cooperar para su superación. Por tanto,
primera cuestión, declaración política, que sus señorías conocen y no me
paro en ella.

El segundo tema es la creación del nuevo acervo de la Unión Europea.

Dejamos ya de hablar del término de Comunidad Europea para hablar de la
Unión Europea y empezar a dar pasos en la construcción de su acervo. ¿En
qué dirección? En cuatro direcciones. Primero, en la de la eficacia, la
transparencia, las relaciones con el Parlamento y todas las instituciones
que tienen que ver con lo que dábamos en llamar la legitimidad de la
institución. Y en este sentido, ¿qué es lo que se pone en marcha? Se pone
en marcha días antes de la reunión todo el proceso de codecisión con el
Parlamento Europeo. Por primera vez éste empieza a tomar parte en los
temas de codecisión. Se pone en marcha el Estatuto del Defensor del
Pueblo, los nuevos mecanismos de coordinación entre los Parlamentos
nacionales y el Parlamento Europeo, los temas relativos a la ciudadanía
europea y, en cuarto lugar, algo importante para nosotros, el Comité de
Regiones, fijándose ya para el mes de enero de 1994 su primera reunión.

Por tanto, hay una primera construcción del acervo de la Unión Europea en
los puntos que les acabo de comunicar lo que creo que es importantísimo.

Segundo gran tema sobre el acervo, aquello que tiene que ver con el pilar
comunitario, fundamentalmente la puesta en marcha del Instituto Monetario
Europeo y todo lo que significa la preparación para el inicio el 1 de
enero de 1994 de la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria. Por
tanto, puesta en marcha del Instituto Monetario Europeo, nombramiento del
Presidente de esa institución y también el cierre de la asignación de las
distintas sedes de las diferentes instituciones de la Unión Europea.

Tampoco me extiendo en ello --lo conocen sus señorías bien--, pero sí me
gustaría subrayar que el pilar comunitario da un paso hacia adelante
fundamentalmente en el ámbito de la Unión Económica y Monetaria dando los
primeros pasos para el Instituto, nombrando su director y cerrando el
problema de las sedes.

Tercera gran cuestión es el pilar que pudiéramos llamar de la política
exterior y de seguridad común. Como saben ustedes, hasta la entrada en
vigor del Tratado de la Unión las relaciones en seguridad y política
exterior estaban enmarcadas en lo que dábamos en llamar la cooperación
política. Al entrar en vigor el Tratado de la Unión se avanza un paso
cualitativo poniendo en marcha la política exterior y de seguridad común
de la Comunidad. Y no solamente se pone en marcha de forma retórica, sino
que se define lo que van a ser las primeras acciones comunes de la Unión
en materia de política exterior y de seguridad.

Les recuerdo muy brevemente cómo está contemplada en el Tratado de la
Unión la política exterior y de seguridad común. Hay que definir unas
acciones comunes, que se definen por unanimidad, y a partir de ese
momento las acciones concretas relacionadas con aquellas primeras comunes
no necesariamente se deben realizar por unanimidad pero los temas en los
que de forma común y colegiada la Comunidad o la Unión Europea va a
actuar en política exterior tienen que ser definidos por unanimidad. Le
reitero cuáles son: Yugoslavia, Rusia, Oriente Medio y Sudáfrica. Estas
son las



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acciones comunes que se han definido para esta primera entrada o primer
tramo de la construcción de la Unión Europea, las primeras acciones
comunes donde la Comunidad va a actuar conjuntamente.

En Yugoslavia, vamos a tener una reunión el próximo lunes, día 22, los
doce Ministros de Asuntos Exteriores para dar un impulso a lo que pudiera
ser el contenido de la acción común, impulso que quiere ser doble. De una
parte, el esfuerzo humanitario, tratando de abrir incluso nuevas vías
para que la ayuda humanitaria llegue; y de otra, que ese esfuerzo de
carácter humanitario no esté desligado del impulso político. Por tanto,
trataremos también de dar un impulso político a lo que ha sido siempre la
posición comunitaria, que es la vía de encontrar un acuerdo que permita
que la paz se instaure en esa zona con el máximo consenso posible de las
partes implicadas. No quiero ser optimista porque en estos momentos las
palabras optimismo y Yugoslavia son dos términos antitéticos, pero sí
quisiera decir que quizá en las próximas semanas podamos encontrar algo
de luz en este desgraciado túnel. Pero, insisto, no quisiera utilizar la
palabra optimismo porque creo que está fuera de lugar al ver tanto
sufrimiento como todavía acontece.

Sobre Rusia la acción común va a ser fundamentalmente una acción limitada
en el tiempo, que va a estar ligada a la presencia de observadores
europeos comunitarios para las elecciones del día 12 de diciembre. Por
tanto, habrá una acción común relativa a la buena marcha de las
elecciones en Rusia. Como conocen ustedes --no lo sabíamos cuando tuvimos
el Consejo Europeo, pero sí se puede decir ahora-- existe el compromiso
de recibir en Bruselas el día 9, la víspera del inicio del Consejo de
diciembre, al Presidente Yeltsin en las instituciones europeas, tres días
antes de las elecciones legislativas en Rusia.

La tercera gran acción común es la relativa a Oriente Medio, y aquí sí
que me gustaría subrayar que, en los temas relativos a Oriente Medio, la
Comunidad Europea debería estar orgullosa de su acción. A veces los
propios europeos en el ámbito comunitario no somos conscientes de la
labor que se realiza en algunas acciones de política exterior.

En el ámbito de Oriente Medio la Comunidad Europea ha sido el primer
bloque que ha cooperado con los territorios ocupados, es la que más
dinero está poniendo sobre la mesa, la que está haciendo un esfuerzo
mayor, aunque a veces parezca que las medallas se las ponen unos u otros,
pero el esfuerzo real fundamental del proceso de cooperación en el
Oriente Medio, sin ningún género de dudas, es principalmente europeo. La
Comunidad ha tomado unas decisiones de gran envergadura económica,
tenemos el compromiso de 500 millones de ecus en los próximos cinco años,
que es una cifra muy importante de ayuda al desarrollo de los territorios
ocupados y al proceso de paz. Aunque en algunos momentos pudiera pensarse
que hay otros que están haciendo un esfuerzo mayor, no es correcto. El
esfuerzo mayor que el mundo está realizando en relación con los
territorios ocupados y el proceso de paz, sin duda alguna está en el
ámbito de la Comunidad Europea.

Y, por fin, Sudáfrica. Nos parecía que una acción común de la Unión
Europea para dar el apoyo y el aliento necesario al proceso de transición
en Sudáfrica era de suma importancia.

Por tanto, éstas son las cuatro grandes acciones comunes que la Comunidad
ha tomado como suyas en este primer caminar de la Unión Europea en lo que
es el pilar de la política exterior y de seguridad común.

Con respecto al tercer pilar, al pilar de justicia e interior, les
quisiera decir que no solamente se fue más allá de una declaración
retórica, poniéndola en marcha, sino que se definieron lo que pudiéramos
llamar el equivalente a las acciones comunes en este pilar de justicia e
interior, que paso a relatárselas.

En primer lugar, el desarrollo de la cooperación policial, tema
importantísimo que va a distinguir el tiempo de la Unión Europea del
tiempo de la Comunidad Europea; en segundo lugar, una acción común que
establezca medidas eficaces para la lucha contra la droga y el blanqueo
de fondos obtenidos ilegalmente; en tercer lugar, una acción común en
materia de política de asilo, como ya fijaba el artículo 31 del Tratado;
en cuarto lugar, la elaboración de la lista de países terceros a cuyos
nacionales se les exigirá el visado de entrada en la Unión, es decir,
empezar a tener una política común de fronteras exteriores, y quinto, el
refuerzo de la cooperación judicial, en particular en aquello que tiene
que ver con la extradición.

Por tanto, se ponen en marcha en este tercer pilar, el de justicia e
interior, pilar nuevo que no existía antes del Tratado de la Unión, cinco
líneas de acción común que estimamos que son de enorme importancia.

A veces se nos pregunta en qué van a notar los ciudadanos europeos el
paso de la Comunidad Europea a la Unión Europea. En este pilar de la
justicia e interior hay elementos fundamentales que pueden repercutir de
manera muy directa en nuestra propia vida cotidiana, más allá de lo que
van a repercutir, sin duda alguna los temas de carácter económico y
monetario y los temas de política exterior. Aquí hay elementos
fundamentales en la eficacia de la lucha contra el crimen organizado, en
los temas de fronteras exteriores, el derecho de asilo, etcétera, que
tendrán que ver con problemas domésticos de nuestra vida cotidiana y de
nuestras propias sociedades de manera muy importante. Por tanto, éste es
otro pilar de enorme envergadura que se pone en marcha con el Tratado de
la Unión.

Dicho todo esto, sería quizá una equivocación por mi parte no decir unas
palabras sobre la situación económica y social de la Unión. Sin duda
alguna el problema



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fundamental que en este momento la Unión Europea tiene es un problema de
carácter económico, y quizá dos datos bastarían para que sus señorías
tomaran conciencia de la situación --si es que hace falta que la tomen--,
porque creo que todos son conscientes de la situación por la que Europa
atraviesa en este momento desde el punto de vista económico.

En el momento en que los países miembros firmamos el Tratado de la Unión
--estamos hablando del mes de febrero de 1992-- hay dos datos de nuestra
economía que son relevantes.

Primer dato: el crecimiento medio de la economía europea estaba alrededor
del 4 por ciento, un poco por encima, y teníamos tasas de desempleo
medias que estaban en torno a la misma cifra, aproximadamente el 4 por
ciento; estamos hablando de febrero de 1992. Un año después, en el
momento en que el tratado de la Unión tiene que ser ratificado por los
países que lo firmaron, la situación económica, por tomar los dos mismos
parámetros, era la siguiente: una tasa de crecimiento medio que con
dificultad superaba el 0 por ciento, es decir, países que estaban por
debajo del 0 y países que estaban ligeramente por encima del 0, es decir,
de crecimiento nulo, y tasas de desempleo superiores al 10 por ciento,
casi rozando el 12 por ciento en aquellos meses. Por tanto, la situación
en muy poco tiempo dio un giro de una cierta envergadura en la mala
dirección.

Por tanto, la preocupación mayor que ahora tenemos es que este magnífico
edificio que estamos tratando de construir entre todos, de la Comunidad y
de la Unión Europea, tenga la solidez necesaria desde el punto de vista
económico y desde el punto de vista social para poder afrontar los
grandes desafíos que tiene delante Europa en un mundo que, como hemos
visto esta madrugada, cada vez va a ser más globalizado. El acuerdo o la
ratificación del Tratado de Libre Comercio esta madrugada da un paso, a
nuestro juicio en la buena dirección, hacia una economía cada vez más
globalizada y, sin duda, va a abrir unas perspectivas grandes para que
antes del 15 de diciembre, se pueda terminar la Ronda de Uruguay sobre el
comercio mundial. Ante este paisaje tan distinto es ante el que la Unión
Europea tiene que reaccionar.

¿Cuáles son los elementos sobre los cuales debe construirse esta
reacción? Yo creo que fundamentalmente debe realizarse sobre tres
elementos. Un elemento primordial es el de reactivación económica. Yo
creo que es muy importante subrayar que en la cumbre del 29 de octubre se
le volvía a dar un nuevo impulso a la iniciativa de crecimiento que se
puso de manifiesto en Edimburgo al darse los primeros pasos. Recordarán
sus señorías que la iniciativa de crecimiento de Edimburgo tenía
fundamentalmente tres elementos: en primer lugar, un elemento de poner a
disposición recursos para dar un impulso a los sectores públicos de
nuestras economías; en segundo lugar, una ayuda por la vía de tipos de
interés del Banco Europeo de Inversiones para las pequeñas y medianas
empresas y, en tercer lugar, la posibilidad de que aquellos países que
tenían fondos estructurales concedidos pudieran anticipar esos fondos por
vía de apoyos de la banca y pudieran ponerlos en marcha para tratar de
reactivar sus economías.

En la cumbre de Bruselas abrimos la posibilidad de que tanto el punto uno
como el punto dos, de los que acabo de señalar, se pudieran extender a
otro tipo de cuestiones, fundamentalmente a tres nuevas cuestiones: Temas
relacionados con el transporte, temas relacionados con la energía y temas
relacionados con la construcción o la reparación de las viejas ciudades o
de las nuevas ciudades, es decir, la ayuda a la restauración de
monumentos, no solamente monumentos en sentido clásico, sino también de
viviendas, de restauración de las viejas ciudades. Por tanto, tres
direcciones de un nuevo impulso de reactivación económica. Primer gran
golpe: reactivación económica mediante la posibilidad de recursos nuevos
en la vía comunitaria.

Segundo, una modificación «in extenso» de lo que pueden ser las
relaciones industriales o las relaciones laborales en el contexto
europeo. En el contexto europeo, señorías, el problema del desempleo se
convierte, sin ningún género de dudas, en el fundamental, y algunos datos
quizá merezca la pena que los conozcan sus señorías.

Si hablamos, por ejemplo, de las tasas de paro en los tres bloques
económicos fundamentales, Europa, Estados Unidos y Japón, nos encontramos
con que los últimos años la tasa de crecimiento de empleo en la Comunidad
europea prácticamente se ha mantenido constante, cuando no ha disminuido,
mientras que en los otros bloques, Japón y Estados Unidos, la tasa de
empleo ha ido creciendo en los últimos años, manteniéndose, en media, en
tasas de desempleo alrededor del 7 por ciento. Les reitero que nosotros
estamos en tasas muy por encima de ellas. Pero la dificultad que las
economías europeas, en general, están teniendo para generar empleo, que
es grave, es más grave todavía si consideramos a los desempleados de
larga duración.

En la Comunidad Europea se está dando un fenómeno enormemente preocupante
que es el desempleo de larga duración. Piensen por un momento --y esta
cifra, sí que es una cifra importante-- que los parados de larga duración
en Europa son aproximadamente el 40 por ciento de los parados en este
momento. Los parados de larga duración en Estados Unidos están
aproximadamente en el 12 por ciento de la población parada, y los parados
de larga duración en Japón están por debajo del 6 por ciento de la
población parada. Es decir, que Europa, nuestra vieja europa, tiene una
tasa de desempleo alta, pero tiene también una flexibilidad para la
incorporación de los parados al mercado de trabajo



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mayor que la que tiene la economía americana o la japonesa.

Por tanto, estando como estamos adentrándonos en un mundo globalizado,
desde el punto de vista económico, a todas estas cuestiones las tenemos
que dar una gran prioridad. Y ahí viene el segundo gran bloque de
reflexión sobre las estructuras sociales de mercado de trabajo en Europa
en las que vamos a tener que trabajar y vamos a tener que cuestionar en
la próxima Cumbre de diciembre. De ahí el Libro Verde, del que habrán
conocido ya sus señorías alguna indicación, porque se ha filtrado en
estos días, sobre algunas sugerencias de adaptación, para, manteniendo el
edificio fundamental de lo que hemos dado en llamar el Estado de
bienestar o las sociedades del bienestar europeas, ver cómo hacerlo
compatible, cómo defenderlo de un mundo cada vez más globalizado, en el
que el empleo debe ser nuestra prioridad fundamental.

Y el tercer gran bloque de cuestiones tiene que ver con la formación en
sentido amplio, es decir, con todo aquello que tiene que ver con el
desarrollo educativo, de la formación profesional, en sentido estricto, y
lo que tiene que ver con la investigación y desarrollo tecnológico. Es en
este tercer bloque donde Europa, si no hacemos un gran esfuerzo, se puede
quedar ligeramente desfasada frente al impulso que están adquiriendo los
otros dos grandes bloques, el bloque del Pacífico y el bloque de Estados
Unidos. Y de ahí la importancia que queremos dar al programa marco de
Investigación y Desarrollo Tecnológico comunitario y el impulso que
queremos dar a todos los temas relacionados con la formación y con la
educación, es decir, todo aquello que tiene que ver con la inteligencia
de los ciudadanos europeos.

Europa tiene que competir fundamentalmente en los bienes intangibles, en
bienes que tienen que ver con la inteligencia. Somos de los que creemos
que la materia prima más importante que Europa tiene es la materia gris,
la materia intelectual de sus ciudadanos, y el valor añadido más
importante que Europa puede poner en su producción, sin ningún género de
dudas, es valor añadido que da el saber. Por tanto, tenemos que hacer un
esfuerzo en esa dirección.

Cuando uno mira los elementos fundamentales de Europa, ¿qué es lo que nos
diferencia de otros bloques económicos o políticos mundiales? Territorio
tenemos, bienes naturales o bienes básicos no tenemos tantos como los
otros bloques del mundo, financiación tenemos, y mucha, es un bloque con
ahorro importante, y lo que tenemos fundamentalmente son recursos humanos
desde el punto de vista intelectual. El nivel de formación y desarrollo
intelectual de los ciudadanos europeos seguramente es el más alto.

Nuestra ventaja comparativa tiene que estar muy ligada a estos temas
relacionados con la formación, con los bienes intangibles, con la
investigación, con la alta tecnología, etcétera.

Señorías, éstos son los temas que como europeos, política y
económicamente, nos debemos plantear de aquí a un futuro cercano, y éstos
serán, sin duda, los temas que estarán en el corazón del debate de la
próxima Cumbre, de los días 10 y 11 de diciembre, en Bruselas.

Señorías, no les canso más con estas reflexiones, pero sí quisiera poner
de manifiesto en esta primera intervención lo que ha sido la Cumbre del
29 de octubre, una cumbre que tiene dos vectores: la celebración de la
finalización del proceso del Tratado de la Unión, y los primeros pasos en
la construcción del acervo comunitario, en el aspecto económico y
monetario, en el aspecto de política exterior y de seguridad común, en el
tercer pilar, de justicia e interior, y en el reparto de las sedes; y
empezar la discusión, que ya está en marcha, para tener preparados los
grandes temas de carácter económico, de carácter social, que van a ser la
nuez de la Cumbre de diciembre, en los debates nacionales, en los debates
sociales, en los debates públicos y que, desde una perspectiva, sea un
éxito.

Soy de los que piensan que sin tener una Europa cohesionada socialmente,
una Europa que crezca desde el punto de vista económico, una Europa donde
el paro empiece a decrecer, una Europa, por tanto, con esperanza,
difícilmente podremos dar el esplendor que este edificio que entre todos
estamos construyendo y que todos deseamos que tenga, debe tener. Ahí nos
jugamos mucho y yo creo que todos, las personas responsables como sus
señorías, mucho tenemos que hacer para lograr este éxito.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro por este denso y
detallado informe en el que ha hecho realmente un brillante esfuerzo de
síntesis.

Vamos a pasar al turno de portavoces, y una vez más me van a disculpar
que, teniendo en cuenta el tiempo y para poder dar la oportunidad de que
algún otro miembro de la Comisión pueda hacer alguna pregunta, les ruegue
a los portavoces un gran esfuerzo de síntesis en sus intervenciones.

Tiene la palabra el portavoz del Grupo Mixto.




El señor VIROSTA GAROZ: Gracias, señor Presidente.

Vuelvo a agradecerle al señor Ministro sus explicaciones. Voy a ser muy
breve.

Señor Ministro: ¿Va a llevar nuestro Gobierno, a la próxima Cumbre,
alguna propuesta que hoy ya podamos saber, en aras a todos los problemas
que usted ha analizado y ha denunciado?



El señor PRESIDENTE: El Grupo de Senadores Nacionalistas Vascos renuncia.

Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el Senador Galindo
Santana.




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El señor GALINDO SANTANA: En nombre de Coalición Canaria, le doy las
gracias, señor Ministro, por su comparecencia en esta Comisión.

Voy a intentar ser breve. Creo que el Consejo de Europa, la Cumbre de
Viena, hasta el propio Tratado de Maastricht culmina con lo que pudo ser
o lo que es --sin tratar de ser excesivamente optimista, como me parece
que, con buen acierto, el Ministro ha expresado-- ese gran esfuerzo de la
construcción de Europa occidental.

Señor Ministro, lo que usted ha explicado, poco más o menos, se conoce,
pero no lo que subyace en esos miembros de las Comisiones en el propio
Consejo de Europa con respecto a los países del área del Este. Hemos
terminado la dimensión de los países occidentales. ¿Cómo captan los
miembros de los países occidentales la incorporación de esos países,
porque eso es una parte de Europa con muchas dificultades y con muchos
problemas? ¿Qué posibilidades hay para que esos países del área del Este
se incorporen de pleno derecho a esa unidad europea? Porque yo creo que
es ahí donde está el grave problema. Yo espero que no se suscite lo que
se suscitó en 1955, cuando se planteó todo el tema de la Comunidad
Económica Europea, de la unidad europea. Yo creo que eso es lo que puede
dar estabilidad, seguridad a Europa: saber la predisposición del resto de
los países para acercarlos a la filosofía, al contexto democrático, a
nuestra cultura, con independencia de que cada uno de estos países tenga
sus especificidades y sus propias idiosincrasias, que va a ser
tremendamente difícil de adaptar a nuestra mentalidad occidental. ¿Estos
dirigentes occidentales, qué es lo que piensan con respecto a la
incorporación de pleno derecho del resto de los países del área del Este?
Muchas gracias, señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra el portavoz del Grupo de Convergèn-cia i Unió.




El señor FERRER I ROCA: Gracias.

Deseo agradecer nuevamente al señor Ministro la información que nos ha
proporcionado.

Me voy a ceñir, de forma muy rápida, a una cuestión.

Hace pocos días, el corresponsal en Frankfurt de un prestigioso periódico
francés publicaba una crónica que se titulaba: Una misma crisis: dos
modelos. En ella explicaba cómo se vive la crisis en Alemania: con gran
preocupación, pero con la absoluta seguridad de que será superada, y cómo
se vive en Francia: con un gran temor ante los fenómenos nuevos que
sacuden a Europa y al mundo.

Esta crónica del periodista francés podría atribuirse también a muchos
otros países de Europa. En realidad, existe no sólo lo que a veces
comentamos --un déficit democrático-- sino que sobre todo hay en este
momento un gran déficit informativo, y ésta es la pregunta que formulo al
señor Ministro. ¿No cree, señor Ministro, que una iniciativa nuestra
dirigida a las más altas instancias europeas sería que éstas hiciesen un
esfuerzo de explicación al ciudadano europeo, una nueva carta europea, no
un nuevo documento fundacional, sino un documento explicativo de las
causas de fondo que sacuden al mundo y muy concretamente a Europa, y que
están ocasionando una nueva época, es decir, la necesidad de una acción
informativa en forma de documento concreto y, al ser posible, una
diagnosis?
Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra el portavoz del Grupo Popular.




El señor RAMIREZ PERY: Gracias, Presidente. Gracias, señor Ministro, por
esa amplia explicación.

Hay una cosa que me ha gustado en particular, y es que el señor Ministro
ha sabido hablar de lo que se va a hacer en el futuro, y no sólo de lo
que se ha hecho hasta ahora. Esto es algo que nos ha gustado y que, por
tanto, queremos resaltar, porque creemos que ésa es la vía: ver cómo se
camina, no mirar hacia atrás.

Hay una cosa que también debo decir y que no está relacionada con la
intervención del señor Ministro, sino con la cuestión de Europa. En este
momento, cuando se mira lo que está pasando, se siente un cierto mal
sabor de boca por el resultado final que estamos teniendo hasta este
momento en España como contraprestaciones. Parodiando un poco lo que
decía Winston Churchill: Nunca tantos dieron tanto por tan poco cambio.

Hasta el momento, lo que España está recabando de agricultura y de pesca
--no quiero dar cifras--, produce una sensación de desazón, de que ahí
falta algo. Yo lo dejo sobre la mesa. No me quiero meter en
profundidades, ya que el tiempo de que disponemos es muy corto. Agradezco
su intervención y dejo hechas estas puntualizaciones.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra la portavoz del Grupo Socialista.




La señora FLORES VALENCIA: Muchas gracias.

En primer lugar, quisiera sumarme también al resto de los portavoces
expresando al señor Ministro nuestra más cordial bienvenida en ésta su
primera comparecencia en la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado en
esta legislatura que acabamos de iniciar.

Voy a ser también muy breve, pues sabemos de las obligaciones y
compromisos del señor Ministro, que hacen que tenga que ausentarse. Pero
sí quisiera expresar en nombre de mi Grupo la total coincidencia con la
valoración que ha hecho el señor Ministro sobre la



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cumbre del Consejo extraordinario de Bruselas del pasado 29 de octubre.

Sin duda --lo ha subrayado muy bien-- uno de los objetivos fundamentales
era incidir sobre el nacimiento de la Unión. A mi juicio, se ha tratado
de emitir un mensaje para los ciudadanos europeos de renovada ilusión en
un proyecto que, aun con las dificultades que conlleva todo proyecto de
largo alcance, constituye, sin duda alguna, un hito en el proceso de
construcción europea. Era necesario --lo ha dicho bien el Ministro--
retomar el impulso inicial que hizo posible la aprobación del Tratado de
Maastricht --el Tratado de Unión Europea-- por parte de los jefes de
Estado y de Gobierno en diciembre de 1991, pues entendemos que sus metas
y sus objetivos siguen estando absolutamente vigentes, yo diría incluso
que hoy están más vigentes que en el momento de su aprobación, como los
acontecimientos históricos han venido a demostrar.

El Ministro ha subrayado --y es un hecho ya universalmente reconocido--
que la Comunidad Europea ha proporcionado a los ciudadanos las mayores
cotas de paz, de libertad y de prosperidad de las que posiblemente hayan
gozado nunca a lo largo de su historia. Y no es menos cierto que esos
valores, esos referentes de paz, de libertad y de prosperidad se
constituyeron también --como he dicho-- en el referente o en el punto de
partida para el conjunto de los pueblos de Europa, y muy especialmente a
partir de la caída del muro de Berlín y del proceso de aceleradas y
profundas transformaciones políticas y económicas que tuvieron lugar en
Europa central y oriental.

Como mencionaba anteriormente, los acontecimientos históricos en los
últimos años --y también lo ha puesto de relieve el señor Ministro: la
guerra en la antigua Yugoslavia, el resurgir de los nacionalismos
exacerbados, la crisis económica internacional a la que acaba de hacer
referencia, por mencionar sólo los más significativos-- ponen de
manifiesto la urgente necesidad --y de ahí la importancia de la cumbre--
de aplicar las medidas y las políticas contenidas en el Tratado, una vez
superadas esas vicisitudes y esas incertidumbres que han mantenido una
cierta parálisis en los últimos veinte meses.

En su momento, con motivo de la ratificación del Tratado por esta Cámara,
tuvimos ocasión de analizar los contenidos del Tratado y las políticas.

Por tanto, es evidente que no me voy a extender en ello. Pero sí quisiera
poner de relieve --y también lo ha hecho el señor Ministro-- que, en este
momento, esas políticas contribuirán a sentar las bases para solucionar
algunos de los problemas que tenemos que afrontar en el conjunto de
Europa.

A mi juicio, reforzará la cohesión política de los Estados miembros
evitando la tentación de ese fenómeno tan recurrente en etapas de crisis
en Europa, como es el de la renacionalización de las políticas; impulsará
los mecanismos previstos en la Unión Económica y Monetaria, asentando las
bases para la superación de la actual crisis, mejorando la coordinación
de las políticas económicas y esperando que esos datos a los que acaba de
hacer referencia el señor Ministro puedan mejorar en un futuro lo más
breve posible. Supondrá, en fin, como muy bien ha señalado el señor
Ministro, la institucionalización de la política exterior y de seguridad
común, lo que reforzará la capacidad de la Unión para influir más
decisivamente en los conflictos a los que otros portavoces también han
hecho referencia, como el de Bosnia, o evitar el surgimiento de nuevos
brotes de violencia en otras partes de Europa y del mundo. Desarrollará
--y también es importante subrayarlo-- la dimensión social en la Unión
Europea, cuya concreción en la llamada Carta o Protocolo Social, pese a
ser sólo un acuerdo a once, es, sin duda, un paso importante. Quiero
señalar que la Confederación Europea de Sindicatos lo tachó de hito
histórico en la etapa de construcción europea. Reforzará la solidaridad
entre los pueblos y las regiones de Europa al incorporar la cohesión
económica y social que informa todas las políticas de la Comunidad, y
crea el Comité de las Regiones. Y, en fin, desarrollará los mecanismos
que permitirán acercar la Unión a los ciudadanos --también lo ha
subrayado el señor Ministro--; la ciudadanía europea, la institución del
Defensor del Pueblo, las mayores competencias del Parlamento Europeo
caminan todas en esa dirección de acercar la Unión a los ciudadanos.

Creo que, además, hay un elemento intangible pero no menos importante, y
es que la entrada en vigor del Tratado creará confianza, tan necesaria
para esa recuperación económica a la que hacíamos referencia. A veces,
esto no se tiene en cuenta como un elemento objetivo, pero no por ello
carece de importancia, y quisiera destacarlo.

Deseo hacer una última reflexión, para dejar paso también a otros
Senadores. Se trata de incidir sobre algunos aspectos que creo que son
importantes y que pueden haber quedado diluidos por esos meses de
incertidumbre a los que hacía referencia. Creo que la Unión Europea, con
todas sus potencialidades y también con las insuficiencias --por qué no
señalarlo, sobre todo para los que, como el Grupo Socialista, apostamos
decididamente por el proyecto de construcción europea-- lleva ya, de
forma indeleble, el sello español. La cohesión económica y social a la
que hacía referencia la ciudadanía europea, el impulso al Comité de las
Regiones, creo que son aportaciones de extraordinaria importancia de la
que todos debemos sentirnos orgullosos, y pienso que todos debemos
celebrar la entrada en vigor de este Tratado, compartiendo la
construcción europea.

Mi Grupo también comparte la reflexión que el Presidente del Gobierno
realizó con motivo de su comparecencia en el Congreso de los Diputados
para informar



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de este Consejo extraordinario de Bruselas. La reflexión venía a decir,
más o menos, que aun cuando las circunstancias hayan atenuado o diluido
el impacto de este Consejo y de este momento, la fecha del 1.º de
noviembre de 1993, cuando sea analizada con la suficiente perspectiva
histórica, será recogida como uno de los momentos decisivos de la
historia europea de finales de este siglo.

Reitero las gracias al señor Ministro por su comparecencia.

Gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senadora Elena Flores.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchísimas
gracias, señor Presidente.

Quiero agradecer a los portavoces de los distintos Grupos parlamentarios
la forma en que se han producido en esta sesión, que ha sido de una
manera muy constructiva, y quiero agradecerlo colectivamente a todos,
aunque pase a hacer algunos comentarios sobre las afirmaciones o las
reflexiones que en voz alta cada uno ha realizado.

Empezaré por el representante del Grupo Parlamentario Mixto, que pregunta
si el Gobierno ha enviado alguna iniciativa para el Consejo de Ministros
del mes de diciembre. Le diré que sí, y debería conocerla quien la
quisiera conocer, porque debe estar también en el Parlamento. El envío
que el Gobierno ha hecho ha sido para contribuir a la elaboración del
Libro Blanco de la Presidencia de la Comisión, del señor Delors, que, en
su caso, tendrá que ser aprobado o ratificado por el Consejo. Es el
denominado Libro Blanco que conocen sus señorías, sobre temas referidos a
las reformas en el mercado de trabajo en España, que tiene su aprobación,
su visto bueno o su aval por el Consejo Económico y Social de España. Esa
es la contribución que España ha realizado, fundamentalmente, y es una
contribución creo que importante, porque uno de los temas fundamentales
que se van a tratar en el Libro Blanco, aparte, como he dicho, del
impulso de reactivación económica, mediante la puesta a disposición de
créditos, a través del Banco Europeo, o mediante una financiación, a los
tipos de interés de las pequeñas empresas, va a ser el debate estructural
sobre nuestras sociedades y el mercado de trabajo en nuestras sociedades.

Por tanto, formará parte, sin duda alguna, de la reflexión, la aportación
española.

El representante del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria hace una
pregunta de carácter genérico, muy importante, sin duda. Es una de las
grandes preguntas que nos tenemos que hacer todos: ¿cómo los países del
Este ven Europa, entendiendo por Europa la Unión Europea, y cómo los
países de la Unión Europea ven la incorporación de los nuevos países del
Este? Es una pregunta de doble dirección. Empezaré por la primera parte.

¿Cómo ven en los países del Este la construcción europea o ven Europa?
Pues la ven como un gran sueño. En cierta manera los ven de la misma
forma en que la veíamos los españoles en los años 60. Europa para ellos
es el territorio de la libertad y Europa para ellos --entiendo por Europa
la Unión Europea-- es el territorio de la prosperidad relativa. Sin duda
ninguna, ésa es la visión que los ciudadanos de los países del Este
tienen de la Europa de los Doce en este momento, y por eso llaman a
nuestra puerta con tanta intensidad, porque creen que ahí encontrarán la
estabilidad política y creen que en ese círculo encontrarán también la
prosperidad económica.

Desde la otra parte, ¿cómo vemos los países de la Unión Europea la
incorporación de los viejos países del Este? Sin duda ninguna, la tenemos
que ver sometidos a un gran principio, que es el principio de
solidaridad. Realmente, es difícil, ya que tienen que hacer unas
transiciones mucho más complejas que las transiciones que otros tuvimos
que hacer, pues tienen que encaminarse en una transición doble, una
transición política muy compleja, muy difícil, pero también una
transición económica --si me permiten-- casi más compleja y más difícil.

Algunas de ellas son sociedades en que no se tienen elementos de economía
de mercado prácticamente alguno. Son sociedades donde construir una
economía social de mercado va a ser de enorme dificultad. Por tanto,
tienen dos planos de dificultad: el plano estrictamente político y el
plano económico.

Aquí es donde tenemos que poner de manifiesto también los Doce, los
miembros de la Unión Europea, nuestra visión de Europa, en el sentido más
profundo, y más allá; quizás, nuestra visión del mundo y nuestra visión
de la solidaridad, más allá de las palabras. Sin duda ninguna, son países
que tienen en estos momentos costes unitarios de producción mucho más
baratos que los que tenemos nosotros. Tienen una remuneración del factor
trabajo más baja que la que tienen los países desarrollados de la Unión
Europea, y, por tanto, a veces tienen unas producciones que pueden ser
incorporadas al comercio europeo a precios más bajos, y las reacciones
ahí son de carácter proteccionista, en algunos, o reacciones de carácter
más abierto, en otros.

Creo, por la posición de España, que al menos hay que ayudar a que estos
países se puedan incorporar al ritmo que sus economías lo permitan --no
más deprisa, porque de lo contrario sería un fracaso para sus propias
economías-- a lo que es la Europa Comunitaria. Pero hay que hacerlo
también, tratando de defender los intereses de los países miembros,
introduciendo algunos elementos que tienen que ver con la variable
tiempo. Me paro un momento en la variable tiempo. En este gran debate
sobre protección y libre cambio, sobre proteccionistas



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y librecambistas, creo que todas las personas sensatas y personas morales
tenemos que ser partidarias del libre comercio. Yo recuerdo muy bien
cuando los países más pobres que nosotros nos decían: «No queremos tanta
ayuda en cooperación; queremos más comercio.» La mejor forma de ayudar al
desarrollo de algunos países para que salgan de ese círculo infernal de
la pobreza es la posibilidad de mayor comercio, y lo que no vale es
decirles en los momentos malos: «El Fondo Monetario Internacional ya os
dará recetas de cómo reaccionar ante los cambios estructurales en
vuestras economías.» Y cuando viene el momento en que esos cambios
estructurales, duros, los realizan, el resto del mundo no les permite
desarrollarse a través del comercio.

Sí creo que es imprescindible que pongamos en funcionamiento la variable
tiempo. ¿A qué ritmo las economías desarrolladas pueden asumir ese nuevo
comercio? ¿A qué velocidad podemos adaptar los demás nuestras economías,
para que ese equilibrio se produzca? Aquí es donde yo creo que está el
gran debate; es el gran debate que ha tenido lugar en estos últimos meses
con relación al Tratado de Libre Comercio entre Canadá, América y Méjico.

Nadie creo que pone en cuestión la bondad de ese tipo de medidas. Lo que
algunos ponían en cuestión es la velocidad a la cual esos proyectos se
pueden llevar a cabo. Y lo mismo nos va a pasar a nosotros con los países
de Visegrad, y con Rumania y Bulgaria e, incluso, más allá, con el
tratado que en este momento queremos firmar con la propia Rusia, porque,
lógicamente, son países que a veces nos plantean dificultades en algunos
sectores estratégicos para Europa, y por eso tenemos que ser capaces de
incorporar la variable temporal, para que nos dé plazo a hacer nuestros
cambios estructurales, que nos permitan, sin ser insolidarios con los
otros, no dañar de una manera irreparable nuestras propias estructuras
sociales o económicas. Por tanto, éste es el problema.

El segundo problema que tienen es que la Europa que hoy mira hacia el
Este, lógicamente debe ser una Europa que no puede olvidar, que no debe
olvidar que no es la única frontera que Europa tiene; Europa tiene otra
frontera en el sur, la frontera mediterránea, y a esa frontera debe dar
también una atención especial.

Le recuerdo que la Unión Europea tiene en estos momentos firmados
tratados de asociación --que es un grado más de los tratados sin llegar
al tratado de incorporación definitiva-- con los países de Visegrad, es
decir, con Polonia, con Hungría, con la República Checa y con Eslovaquia,
y está a punto de terminarlos con Rumania y con Bulgaria. Son tratados de
asociación; el mismo que se quiere firmar, y que seguramente firmaremos a
finales de año o a principios del año próximo, con Rusia. Y es el mismo
que se quiere firmar con los países del Magreb, fundamentalmente el que
va más avanzado, que es con Marruecos; aunque Marruecos no forma parte,
geográficamente, de Europa, la Comisión tendrá un mandato para definir un
tratado de asociación también con Marruecos.

Por tanto, estamos intentando un equilibrio entre la frontera este y la
frontera sur, de manera tal que el centro de gravedad total de la
Comunidad o de la Unión Europea no se desplace solamente hacia la
frontera este, pero aquí estamos viendo también los posibles brotes de
unas medidas proteccionistas, que tenemos que ser capaces de equilibrar
con los conceptos de generosidad y de libre cambio.

Al portavoz del Grupo Parlamentario Catalán, en el Senado de Convergència
i Unió le quisiera decir que es verdad que hay una visión que puede ser
más pesimista de la salida de la crisis, y una visión más optimista de la
misma. No solamente se le puede achacar a Alemania o a Francia como un
todo. Creo que dentro de la sociedad alemana hay sectores sociales más
proclives a contemplar con optimismo la dinámica en que nos encontramos
en este momento, a la vez que hay otros más retardatarios que lo miran
quizá con mayor temor o con mayor pesimismo. Lo mismo ocurre en Francia,
país donde hay unos sectores que miran el futuro con gran entusiasmo y
optimismo, y donde hay también otros más retardatarios, y que están más
preocupados. Esto se puso de manifiesto, desde el punto de vista de la
estructura social del voto, cuando se celebró en Francia el referéndum de
ratificación del Tratado de Maastricht. Allí se pusieron de manifiesto
los sectores más dinámicos, los que miran hacia el futuro, y los más
retardatarios o los más imbuidos por el miedo, o incluso en algunos casos
más influidos por el terror, surgidos, posiblemente, del temor a la
ampliación de Europa.

Pero quiero hacer una reflexión sobre la información. Cuando hablamos a
Senadores de nuestro Parlamento, cuando nos dirigimos a líderes
políticos, como sus señorías, a propósito de la información, no debemos
pensar que son otros los que tienen que darla. Imagínense que todos
pensáramos que son otros los que tienen que darla, que la información
está en otro sitio y que los responsables de elaborar esa información y
de dársela a nuestra sociedad están en otro sitio. Imagínense que esto
también lo dijeran los líderes políticos de España, Francia, Alemania,
Holanda, los líderes de la Europa de los Doce; llegaría un momento en que
nos encontraríamos con que la información debería surgir de lo que en
matemáticas llamaríamos el conjunto vacío, dado que la construcción
europea no es sino la suma de lo que somos nosotros. No hay otra Europa
distinta de la que nosotros representamos, no hay otros dirigentes
políticos distintos de lo que representan sus señorías. Por tanto, la
obligación de dar información a nuestras sociedades no está en Bruselas,
sino en nosotros mismos. Pero, o nos convencemos de ello, no tratando de
echar las responsabilidades a otros niveles, o nunca tendremos ese
compromiso de información.




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Son los dirigentes políticos elegidos por la sociedad española quienes
tenemos la responsabilidad de explicar y de hacer la diagnosis de nuestra
crisis económica, de la europea y de la española, porque si nosotros no
lo hacemos, nadie lo va a hacer por nosotros.

A veces criticamos a la Comisión porque se dice que adquiere un excesivo
burocratismo, y que se desearía un mayor control por parte de los
Parlamentarios nacionales de la marcha política y económica de la
Comunidad, pero para ello nosotros también tenemos que asumir nuestras
responsabilidades. Somos nosotros, los Diputados y los Senadores de
España, los representantes de la soberanía popular española, quienes
tenemos que dar la información de una parte muy importante de nuestra
vida cotidiana que tiene que ver con Europa. Quiero hacer esa llamada,
porque es nuestra responsabilidad --repito-- que la sociedad española
lata con nosotros, esté en sintonía con nuestras preocupaciones y tenga
también el optimismo y la esperanza de que no hay mejor solución para los
problemas de España que con una Europa más amplia. No hay posibilidad
alguna de salvarse en solitario. Para salir de esta crisis, que tiene una
componente estructural y coyuntural, no hay salida si va cada uno por su
lado. La única salida, y la mejor, es hacerlo en compañía de otros, y,
¿quiénes mejores compañeros en este caminar que la Europa de la Unión?
Seguramente para España no haya otros mejores. Eso sí, tenemos que asumir
que somos nosotros los responsables y que no hay otros que vayan a hacer
las cosas por nosotros. Nosotros somos los que tenemos que hacerlas.

El Libro Blanco, que se aprobará seguramente en la Cumbre de diciembre,
contendrá no solamente medidas, sino que tratará de contener una
prognosis de lo que está ocurriendo en este momento, con las dificultades
que conlleva elaborar algo así. Porque así como durante la crisis del
petróleo de los años 70 sabíamos cuál era el enemigo, la causa de esta
crisis, la subida de los precios de una materia prima fundamental, hoy es
muy difícil señalar cuál es la causa concreta de la crisis que sufrimos
en este momento. La crisis es múltiple, y tiene distintos vectores que
configuran una resultante que nos pone en la situación actual a los
países desarrollados. Tiene, sin duda, una componente estructural, que
debemos afrontar, y también una componente coyuntural, ligada al ciclo
económico y a los grandes ciclos, cuya salida veremos probablemente en un
futuro cercano. Pero la parte estructural tenemos que atajarla con mayor
imaginación y con mayor sentido. Alguien ha dicho que estamos viviendo
una crisis tan importante como la que tuvo lugar a causa de las profundas
transformaciones que se dieron en el siglo XIX --desde el punto de vista
de los cambios estructurales de nuestras sociedades--, cuando se
produjeron cambios tecnológicos de una importancia capital, desde la
utilización de nuevas energías hasta el transporte y muchos otros. Sin
duda alguna, en esta época que estamos viviendo los cambios tecnológicos
son de una envergadura tremenda. Estamos viviendo en una sociedad donde
la información, en sentido amplio, adquiere unas dimensiones capitales, y
trae consigo unas transformaciones sociológicas de extraordinario calado,
a las que tenemos que hacer frente desde Europa, porque si no los otros
grandes bloques económicos serán quienes les hagan frente, a lo cual
nuestra importancia relativa en el conjunto internacional se vería
disminuida. Quisiera decir que Europa es la solución, no es la causa del
problema. Los que creemos seriamente que podemos encontrar la solución,
tenemos que seguir apostando por la construcción europea.

En cuanto al representante del Grupo Popular, a quien agradezco también
sus palabras iniciales, con el máximo afecto quiero decirle que no se
deje llevar por la idea de que para España la incorporación a la
Comunidad Europea ha podido significar menos de lo que se esperaba. Lo
que ha ocurrido es que esta segunda etapa de nuestra incorporación ha
coincidido con una crisis económica de un calado extraordinario, que
también ha llegado hasta nuestro territorio. Piense un momento que no
hace muchas fechas, cuando negociábamos en la Comunidad Europea los
fondos estructurales para España --me tocó hacerlo a mí en nombre del
Gobierno--, fondos estructurales que surgieron de la Cumbre de Edimburgo
y que se vieron plasmados posteriormente, en realidad estábamos hablando
de transferencias netas a España de gran envergadura, de unos seis
billones de pesetas, en lo que va de aquí a la finalización de las
perspectivas económico-financieras en el año 1999. Por tanto, estamos
hablando de transferencias que se aproximan al 1 por ciento de nuestro
producto interior bruto, de transferencias muy grandes, que a veces no se
producen ni tan siquiera entre Estados federales, en relación con el
producto interior bruto. Es cierto que hay otros países con una
prosperidad relativa menor que tienen transferencias aún mayores, pero
creo que no deberíamos aspirar a tener transferencias mayores, ya que
ello significaría que nuestra prosperidad relativa respecto de la media
europea sería menor. Nuestra aspiración debe ser tener transferencias
cada vez menores; eso significaría que nuestro país tiene una prosperidad
relativa mayor. En este momento no solamente vamos aproximándonos a la
media, sino que vamos superándola.

Ese es el desafío que tenemos, pero creo que no debemos dejarnos llevar
por momentos en los que hay dificultades --no hay duda de ello--, aunque
son dificultades que no tienen que ver con nuestra incorporación a
Europa, sino que tienen que ver con crisis estructurales y coyunturales
de los países industrializados. Al contrario, hay que seguir insistiendo
en nuestra sociedad en que la solución de nuestros problema no está en
que haya menos Europa, sino en que haya



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más Europa. Este es un país en el que todavía existen elementos de
aislacionismo importantes. No debemos dar pie --no sería bueno para
nuestro país, antes al contrario-- a que ese aislacionismo surja con
mayor energía. Por el contrario, deberíamos ser grandes abogados de las
ventajas que para nuestro país tiene la apertura, la incorporación a esta
gran construcción de la Unión Europea.

Quiero darle las gracias a la portavoz del Grupo Socialista por su
intervención. Comparto completamente con la señora Senadora que en
momentos de dificultad y de crisis la tendencia hacia la
renacionalización de las políticas existe, pero hay que vencerla. De nada
nos serviría volver a meternos en nuestra propia casa, desde el punto de
vista familiar, o en nuestro propio país, desde el punto de vista
nacional. Los problemas que tenemos --como he dicho tantas veces-- tienen
mejor solución en compañía de otros que en soledad. En soledad no
encontraríamos la solución, mientras que en compañía de nuestros amigos y
de nuestros socios seremos más eficaces a la hora de encontrar la
solución. Por tanto, esa llamada a la confianza me parece buena.

Pero déjeme hacer una pequeña reflexión sobre la confianza referida a
nuestro país. En nuestro país debemos hacer un esfuerzo para recuperar
confianza. Cuando uno mira los datos referentes al ahorro neto de estos
últimos meses en España --y estoy seguro de que sus señorías entienden de
esto incluso más que yo--, uno se queda muy sorprendido de la tasa tan
importante de ahorro que tenemos en este momento. ¿Por qué ese ahorro no
se convierte en inversión? Pues porque no existe el clima de confianza
suficiente. Y todos los que estamos comprometidos, desde el punto de
vista nacional --más allá de nuestras afinidades políticas, o de nuestra
pertenencia a una u otra formación--, es decir, comprometidos con el
resurgir de nuestro país hacia adelante y con la resolución de nuestros
problemas, tenemos, sin duda alguna, la obligación de generar un clima de
confianza; clima de confianza que tiene que ver con nuestro país, y
también con la construcción europea. Por tanto, suscribo la reflexión
sobre la confianza efectuada por la portavoz del Grupo Socialista, y creo
que es importante que la hagamos todos.

Por último, quiero recordar que, sin ningún género de dudas, el 1 de
noviembre de 1993 será una fecha que todos recordaremos: los que somos un
poco más mayores, y sus señorías que, por definición, son más jóvenes que
los Ministros. Pero, independientemente de la biología, los que ya hemos
entrado en la cincuentena, cuando miremos hacia atrás y veamos el 1 de
noviembre de 1993, pondremos esa fecha en paralelo con las grandes citas
que ha tenido la construcción europea.

Voy a terminar con una frase de optimismo. Esta mañana he leído en un
periódico que el Premio Nobel, Octavio Paz, llegaba a Madrid, y me ha
dado una gran satisfacción que lo hiciera hoy. Llegaba en una noche muy
querida para él, porque estoy seguro de que, desde el punto de vista
intelectual, ha sido uno de los grandes constructores del sentido que
tiene el Tratado de Libre Comercio, sentido más allá de lo económico, que
es muy importante desde el punto de vista de la construcción
iberoamericana. Recuerdo que no hace muchos días leí que decía que
todavía no somos capaces de dar un nombre a la época en la que nos
estamos adentrando, en este mundo nuevo, y es verdad; las épocas sólo
tienen nombre, cuando han dejado de serlo. A los siglos pasados les damos
un nombre, y los recordamos con él.

Pero es cierto que, sin ser capaces todavía de dar un nombre a la época
en la que nos estamos adentrando, empezamos a ver algunos signos de su
rostro; unos, que nos gustan, y otros, que no. Desgraciadamente, los
políticos no tenemos una goma de borrar para tratar de suprimir algunos
de los trazos del rostro de la nueva época en la que estamos. No tenemos
la goma de borrar, ni el lápiz para dibujar, pero debemos tener la
voluntad política para indicar el camino por el que queremos seguir. Y si
queremos, podemos. Al presentar el Tratado de Maastricht en el Parlamento
dije, tanto en esta Cámara, como en el Congreso de los Diputados, que
está en nuestras manos, y depende de nuestra voluntad, hacer las cosas.

Si queremos, podemos, y España tiene la oportunidad de querer y poder.

Por tanto, desde mi modesta posición en estos momentos, y con la vista
puesta en el próximo Consejo Europeo, en el mes de diciembre, de enorme
trascendencia, quisiera hacer esa llamada a la confianza, no desde una
posición de optimismo ingenuo, sino realista y de confianza en las
capacidades y en el vigor colectivo que un país puede desplegar cuando lo
desea. Y creo que en este momento es cuando se debe poner de manifiesto
que somos capaces de desplegar ese vigor colectivo porque queremos.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Aunque ya hemos rebasado el tiempo, si existe algún miembro de la
Comisión que no haya intervenido y desee hacer alguna pregunta, puede
solicitar la palabra. Sus señorías me van a permitir que reparta las
intervenciones entre los grupos, en el caso de que haya muchas
peticiones. (Pausa.)
En primer lugar, tiene la palabra el Senador Rodríguez.




El señor RODRIGUEZ GOMEZ: Gracias, señor Presidente y, gracias, señor
Ministro, por sus explicaciones.

Creo que tiene usted toda la razón al decir que los Diputados y los
Senadores tenemos la responsabilidad de explicar los éxitos y los
fracasos de la política. Espero



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que también piense que somos los que tenemos que dar determinados
informes. Por tanto, como muchas de las personas que estamos en esta sala
formamos parte de la Comisión Mixta, nos gustaría que, debido a la
transparencia que solicitamos, a dicha Comisión se llevase un número
determinado de cuestiones.

Voy a referirme, brevísimamente, a un tema de la Unión Económica y
Monetaria. Usted sabe que el Tratado de Maastricht tenía serias
connotaciones federales. Después, se suprimieron; pero si en el Tratado
ha quedado algo de ese federalismo, es en todo lo relativo a la materia
económica. Por ejemplo, en esta segunda etapa hay claras muestras de que
el Instituto Monetario tiene que hacer recomendaciones, controlará,
coordinará, etcétera. Con respecto a ese cierto autoritarismo o control,
¿qué piensa España en relación con la sentencia del Tribunal
Constitucional alemán? Porque, prácticamente, lo que va a hacer es dejar
estos temas al arbitrio del Parlamento y del propio Estado.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra el Senador Castro Rabadán.




El señor CASTRO RABADAN: Gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, le voy a hacer, brevemente, una pregunta. En estos
momentos se está discutiendo en el Parlamento Europeo la ampliación de la
Unión Europea. Hasta ahora, los diferentes Estados se ponían de acuerdo,
al margen de la mayor o menor población de los mismos, lo que ha servido
para llegar, históricamente, a un punto de consenso entre los Estados, a
los efectos de que Europa crezca hacia la unión y el futuro.

Pero, al parecer, ahora se trata de tener en cuenta el factor población
de una forma más específica --lo que no se hacía antes--, para adoptar
los acuerdos de ampliación, y, posiblemente, también los de reforma
institucional, previos a esos nuevos acuerdos. Por otra parte, se podrían
crear tensiones entre los países grandes y pequeños, cuando hasta ahora
el consenso ha hecho posible el crecimiento y el que se llegara a
acuerdos, e incluso España se ha beneficiado muchas veces del apoyo de
los pequeños Estados europeos, en nuestros primeros pasos en Europa.

¿Podría suponer el nuevo criterio del factor poblacional --que es
legítimo, desde un punto de vista político, al crecer la Unión Europea
con nuevos Estados-- un atentado o un retraso del consenso, a los efectos
del desarrollo de la Unión Europea? ¿Qué postura mantienen los
representantes españoles al respecto?
Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senador Castro.

Tiene la palabra el Senador Carrascao Gutiérrez.




El señor CARRASCAO GUTIERREZ: Gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, no quisiera que contestara con amplitud a mi pregunta,
pero quisiera saber si usted comparte el criterio y, en consecuencia, la
preocupación, acerca de que el resultado de la modificación o de la
extensión del fondo de pensiones gibraltareño va a implicar graves
perjuicios para más de 7.500 pensionistas, ex trabajadores españoles en
Gibraltar, aproximadamente 2.500 trabajadores en activo, y también
alrededor de 5.000 trabajadores con expectativas de derecho, ya que han
acreditado haber cotizado a la Seguridad Social gibraltareña desde 1986.

También la Seguridad Social española tendría evidentes perjuicios, dado
que unos derechos y unas expectativas de derechos van a ser alterados
sustancialmente, y, como consecuencia de ello, nuestra Seguridad Social
tendría que asumir determinadas cargas económicas. Asimismo, y por
último, pienso que se crearía un precedente peligroso, y Gibraltar se
convertiría en un territorio con ventajas considerables, a efectos de la
libre competencia.

Gracias, señor Ministro, y gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, Senador Carrascao.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Gracias,
señor Presidente.

En cuanto al Senador Rodríguez, en primer lugar, quiero decirle que, sin
duda, trataremos estos temas con mayor precisión en el ámbito de la
Comisión Mixta. también quiero hacer una llamada a la estructuración de
nuestro debate, ya que estas cuestiones se pueden debatir en cuatro
instancias distintas. Como sabe su señoría, la Comisión Mixta está
convocada para el día 24 por la mañana, en la que comparecerá el Ministro
de Economía, para dar toda una visión de los temas de carácter económico,
y el día 25, por la tarde, creo que estoy convocado yo, para dar otra
parte de esa visión, correspondiente al Consejo de diciembre.

Por tanto, por nuestra parte existe el deseo de comparecer ante la
Comisión Mixta, teniendo en cuenta las limitaciones de horarios que
tenemos y las que a veces se tienen en relación con el conocimiento del
orden del día de los Consejos, que, como sabe su señoría, en ocasiones
llegan con poco tiempo de antelación, porque vienen precedidos siempre de
un viaje, de una ronda del Presidente en ejercicio por los doce países,
para acabar de perfilar los temas.

Con respecto a la pregunta más de fondo, sobre la sentencia del Tribunal
de Karlsruhe, le diré que dicha sentencia, leída en profundidad --lo que
creo que casi



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nadie ha hecho, porque tiene ciento y pico páginas densas, aunque yo la
he leído, y me han hecho el informe preciso sobre su significado--,
contiene fundamentalmente una resolución muy importante, que autoriza que
el proceso siga adelante, y noventa y ocho páginas de reflexiones
interpretativas, que no tienen carácter vinculante alguno. Y al leerlas
con detenimiento, nada dicen que contradiga el deseo que tenemos todos de
poder continuar hacia adelante con el Tratado de la Unión. Pero no
solamente en este Tratado, sino en posibles modificaciones, que, en el
sentido más federal, pudieran hacerse en el año 1996, en la Conferencia
Intergubernamental, porque todo lo que dice son cosas obvias; el
Parlamento, lógicamente, tendrá su qué decir, si hay modificaciones, pero
eso que es predicable para el Parlamento alemán, es perfectamente
mediable para el Parlamento español. ¡Faltaría más! Por tanto, no hay
ninguna cuestión que esté en la interpretación de la sentencia, que sea
distinta de la interpretación que daríamos cualquiera de nosotros sobre
la posible evolución del Tratado de la Unión. Ahí, pues, no veo yo temor
alguno; al contrario, me parece que es una sentencia que fija en lo
importante y de manera contundente la posición para poder seguir
avanzando.

El señor Castro plantea los problemas ligados a la ampliación. Son
muchos. Algunos tienen mayor dificultad para su resolución, que son los
de carácter institucional, y que tenemos que intentar que no generen más
tensiones de las imprescindibles. Es verdad que hay una posición entre
algunos países --entre los que se encuentra España-- para que el factor
población tenga un peso mayor. ¿Cuál es el problema fundamental? Es el
que pudiéramos llamar la mayoría o la minoría de bloqueo, en la nueva
situación, cuando se abra la Comunidad a los nuevos socios; cuál es la
minoría que puede bloquear una decisión, que es un tema de importancia.

Pero creo que lo resolveremos bien, si hiciéramos una traslación
mecánica. La minoría de bloqueo puede beneficiar a España; está en 23; si
hiciéramos una traslación mecánica estaría en 27, y ya no nos satisfaría
de la misma manera que ocurre con los 23. Pero creo que habrá fórmulas
que lo permitan, porque no es una preocupación que tenga solamente
España, sino que la tienen también los demás países.

En cuanto al debate, grande o pequeño, es un debate un poco artificial.

Sin duda ninguna, hay países que tienen 40, 50 u 80 millones, y otros,
sumados todos ellos, no llegan a tener lo que tienen otros países; la
construcción europea es así y, por tanto, en la intergubernamentalidad,
es decir, en el peso de cada país en las relaciones intergubernamentales,
y en la comunitarización tenemos que encontrar el equilibrio, el cual
seguramente pasa por dar una consideración un poco mayor a la componente
poblacional.

Los llamados países pequeños estiman que la componente poblacional está
ya contemplada en el Parlamento, y que, por tanto, las decisiones de los
Consejos, en las mayorías cualificadas o en las minorías de bloqueo, las
componentes poblaciones no deberían de pesar. Pero creo que, al final, se
abrirá camino, y un cierto peso de la componente poblacional estará
presente. Por tanto, lo que tenemos que hacer es desdramatizar este
debate, que no se convierta en un enfrentamiento entre países grandes y
pequeños --también hay países medianos--, y hacer que las cosas funcionen
mejor en dos direcciones: en mayor legitimidad --el factor poblacional,
sin duda, da una mayor legitimidad-- y en mayor eficacia, es decir, que
en las futuras presidencias y en las futuras troikas --sobre todo lo
relacionado con la política exterior y de seguridad común-- no nos
encontremos con que están tres países nuevos, sino que haya un país con
una mayor experiencia, un país grande, uno pequeño, uno nuevo, etcétera.

De la misma manera que cuando le correspondió a Portugal el turno a la
Presidencia, lo dejó pasar, no pasaría nada porque los turnos de las
presidencias se fueran acoplando a una situación nueva. Por ahí, yo no
veo un problema muy serio. En la ampliación veo otros problemas de otro
calado, que me gustaría que pudiéramos superar entre todos; quizá más
complejos que algunos de los que tienen que ver con el carácter
institucional.

Al Senador señor Carrascao le diré que soy perfectamente consciente del
problema --lo conozco perfectamente-- y estamos en ello. Está en ello el
Ministerio de Trabajo, que es el que tiene una responsabilidad mayor
sobre la materia, y yo estoy en ello, en las relaciones con Gran Bretaña,
y creo que encontraremos fórmulas para que se resuelva el problema; un
problema que no es bilateral de España con Gran Bretaña solamente, sino
que también es un problema de España con la Comunidad Europea, o de ésta
con Gran Bretaña. Es un tema que tiene unos ingredientes de carácter
comunitario, que no podemos echar en saco roto. Por tanto, también
estamos actuando en la vía comunitaria, y, lógicamente, en la bilateral
con mayor intensidad, si cabe.




El señor ARDAIZ EGÜES: Me permite, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Sí.




El señor ARDAIZ EGÜES: Iba a realizar una protesta por haberme negado el
uso de la palabra, sin embargo, he optado por ofrecerme a su señoría,
para que, en el caso de que en una próxima sesión tenga usted problemas
de utilización del tiempo --como ha dicho al principio el señor
Ministro--, a una mera sugerencia suya, renuncie yo mismo al uso de la
palabra.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: ¿Mantiene la protesta, para hacerla constar en acta,
si quiere?



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El señor ARDAIZ EGÜES: No; ya le he dicho lo que tenía que decir.




El señor PRESIDENTE: Ya he anunciado que el señor Ministro tenía que
terminar --según me había indicado-- a las once y veinte, y he solicitado
de la Comisión --en ese momento no ha habido ninguna indicación-- el
poder tomarme la libertad de limitar el número de intervenciones, y ha
habido dos del Grupo Socialista.

Muchas gracias.

Señor Ministro, con esto ha acabado la comparecencia. y, por tanto, sólo
me queda agradecer --en nombre de la Comisión y en el mío propio-- su
presencia, y decirle que tendremos la satisfacción de tenerle de nuevo
pronto entre nosotros, y sí quiero decir, brevísimamente, que la
intervención del señor Ministro hoy y la de los miembros de la Comisión,
no solamente han dado lugar a una importante sesión informativa, sino
también a una meditación y reflexión sobre Europa, que creo muy necesaria
en estos momentos, en que, por diversas razones, hay un cierto
escepticismo europeo, y es necesario recobrar en Europa el optimismo. No
hay salvación --estoy de acuerdo con lo que ha dicho el señor Ministro--
sin la construcción europea. Lo demás, es estancamiento y regreso.

Se interrumpe la sesión por tres minutos, para después continuarla.

Muchas gracias. (Pausa.)



TRATADOS Y CONVENIOS INTERNACIONALES:



El señor PRESIDENTE: Como saben sus señorías, el resto del orden del día
es muy breve y hemos incorporado al mismo la aprobación de tratados cuyo
plazo de enmiendas o reservas ha concluido ya.

Voy a dar cuenta de cuáles son estos tratados, por si hubiera, por parte
de los distintos Grupos o por algún miembro de la Comisión, alguna
objeción.




-- CODIGO EUROPEO DE SEGURIDAD SOCIAL, HECHO EN ESTRASBURGO EL 16 DE
ABRIL DE 1964. (610/000004.)



El señor PRESIDENTE: En primer lugar, Código Europeo de Seguridad Social,
hecho en Estrasburgo el 16 de abril de 1964.

¿Existe alguna objeción o petición de palabra? (Pausa.)
No es así. Que queda aprobado.




-- CONVENCION SOBRE UN CODIGO DE CONDUCTA DE LAS CONFERENCIAS MARITIMAS
DE LAS NACIONES UNIDAS, HECHA EN GINEBRA EL 6 DE ABRIL DE 1974, ASI COMO
RESERVAS Y DECLARACION QUE ESPAÑA VA A FORMULAR EN EL MOMENTO DE
ADHESION. (610/000005.)



El señor PRESIDENTE: Convención sobre un código de conducta de las
conferencias marítimas de las Naciones Unidas, hecha en Ginebra el 6 de
abril de 1974, así como reservas y declaración que España va a formular
en el momento de adhesión.

¿Existe alguna reserva o petición? (Pausa?)
No es el caso. Queda aprobado.




-- DOCUMENTO SOBRE LOS MIEMBROS ASOCIADOS DE LA UNION EUROPEA OCCIDENTAL
REFERENTE A LA REPUBLICA DE ISLANDIA, AL REINO DE NORUEGA Y A LA
REPUBLICA DE TURQUIA, FIRMADO EN ROMA EL 20 DE NOVIEMBRE DE 1992.

(610/000006.)



El señor PRESIDENTE: Documento sobre los miembros asociados de la Unión
Europea Occidental referente a la República de Islandia, el Reino de
Noruega y a la República de Turquía, firmado en Roma el 20 de noviembre
de 1992.

¿Existe alguna reserva o petición? (Pausa?)
No es el caso. Queda aprobado.




-- PROTOCOLO PARA ENMENDAR EL PARRAFO DOS, DEL ARTICULO X DEL CONVENIO
INTERNACIONAL PARA LA CONSERVACION DEL ATUN ATLANTICO, HECHO EN MADRID EL
5 DE JUNIO DE 1992. (610/000007.)



El señor PRESIDENTE: Protocolo para enmendar el párrafo dos, del artículo
X del Convenio Internacional para la conservación del atún atlántico,
hecho en Madrid el 5 de junio de 1992.

¿Alguna petición? (Pausa?)
No es el caso. Queda aprobado.




-- PROTOCOLO DE ENMIENDA AL CONVENIO BASICO DE COOPERACION CIENTIFICA Y
TECNICA ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA REPUBLICA ISLAMICA DE MAURITANIA,
DE 22 DE MAYO DE 1990, FIRMADO EN MADRID EL 2 DE MARZO DE 1993.

(610/000008.)



El señor PRESIDENTE: Protocolo de enmienda al Convenio básico de
cooperación científica y técnica entre el Reino de España y la República
Islámica de Mauritania, de 22 de mayo de 1990, firmado en Madrid el 2 de
marzo de 1993.

¿Alguna petición de palabra? (Pausa?)
No es el caso. Queda aprobado.




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-- TRATADO GENERAL DE COOPERACION Y AMISTAD ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA
REPUBLICA DE COLOMBIA, JUNTO CON EL PROTOCOLO DE COOPERACION TECNICA Y
CIENTIFICO-TECNOLOGICA, EL PROTOCOLO DE COOPERACION EDUCATIVA Y CULTURAL
Y EL ACUERDO ECONOMICO INTEGRANTE DEL MISMO, FIRMADOS EN MADRID EL 29 DE
OCTUBRE DE 1992. (610/000009.)



El señor PRESIDENTE: Tratado general de cooperación y amistad entre el
Reino de España y la República de Colombia, junto con el Protocolo de
Cooperación Técnica y Científico-Tecnológica, el Protocolo de Cooperación
Educativa y Cultural y el Acuerdo Económico integrante del mismo firmados
en Madrid el 29 de octubre de 1992 (610/000009).

¿Alguna petición de palabra? (Pausa?)
No es el caso. Queda aprobado.




-- ACUERDOS SOBRE RELACIONES CINEMATOGRAFICAS ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y
LA REPUBLICA ARGENTINA, FIRMADO EN SAN SEBASTIAN EL 20 DE SEPTIEMBRE DE
1992 Y CANJE DE NOTAS QUE MODIFICA EL ARTICULO VI DEL MISMO.

(610/000010.)



El señor PRESIDENTE: Acuerdos sobre relaciones cinematográficas entre el
Reino de España y la República Argentina, firmado en San Sebastián el 20
de septiembre de 1992 y canje de notas que modifica el artículo VI del
mismo.

No existe petición de palabra. Queda aprobado.




-- CANJE DE NOTAS POR EL QUE SE MODIFICA EL CONVENIO RELATIVO AL
TRANSPORTE MARITIMO ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y EL REINO DE MARRUECOS,
FIRMADO EN MADRID EL 29 DE DICIEMBRE DE 1979. (610/000011.)



El señor PRESIDENTE: Canje de notas por el que se modifica el convenio
relativo al transporte marítimo entre España y el Reino de Marruecos,
firmado en Madrid el 29 de diciembre de 1979.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




-- TRATADO DE AMISTAD Y COOPERACION ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA
REPUBLICA DE BULGARIA, FIRMADO EN SOFIA EL 23 DE MAYO DE 1993.

(610/000012.)



El señor PRESIDENTE: Tratado de amistad y cooperación entre el Reino de
España y la República de Bulgaria, firmado en Sofia el 23 de mayo de
1993.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




-- CONVENIO DE EXTRADICION Y ASISTENCIA JUDICIAL EN MATERIA PENAL ENTRE
EL REINO DE ESPAÑA Y LA REPUBLICA DE BULGARIA, FIRMADO EN SOFIA EL 23 DE
MAYO DE 1993. (610/000013.)



El señor PRESIDENTE: Convenio de extradición y asistencia judicial en
materia penal entre el Reino de España y la República de Bulgaria,
firmado en Sofia el 23 de mayo de 1993.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




-- CONVENIO CONSTITUTIVO DEL FONDO MULTILATERAL DE INVERSIONES, HECHO EN
WASHINGTON EL 11 DE FEBRERO DE 1992. (610/000023.)



El señor PRESIDENTE: Convenio constitutivo del fondo multilateral de
inversiones, hecho en Washington el 11 de febrero de 1992.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




-- CONVENIO DE ADMINISTRACION DEL FONDO MULTILATERAL DE INVERSIONES,
HECHO EN WASHINGTON EL 11 DE FEBRERO DE 1992. (610/000024.)



El señor PRESIDENTE: Convenio de administración del fondo multilateral de
inversiones, hecho en Washington el 11 de febrero de 1992.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




-- RESOLUCION DE EUMETSAT SOBRE EL PROGRAMA PREPARATORIO DEL SISTEMA
POLAR DE EUMETSAT. (610/000025.)



El señor PRESIDENTE: Resolución de Eumetsat sobre el programa
preparatorio del sistema polar de Eumetsat.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




-- RESOLUCION DE EUMETSAT SOBRE EL PROGRAMA METEOSAT SEGUNDA GENERACION.

(610/000026.)



El señor PRESIDENTE: Resolución de Eutmetsat sobre el programa Meteosat,
segunda generación.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.




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-- ACUERDO EUROPEO POR EL QUE SE CREA UNA ASOCIACION ENTRE LAS
COMUNIDADES EUROPEAS Y SUS ESTADOS MIEMBROS, POR UNA PARTE, Y LA
REPUBLICA DE RUMANIA, POR OTRA, HECHO EN BRUSELAS EL 1 DE FEBRERO DE
1993. (610/000027.)



El señor PRESIDENTE: Acuerdo europeo por el que se crea una asociación
entre las Comunidades Europeas y sus Estados Miembros, por una parte, y
la República de Rumania, por otra, hecho en Bruselas el 1 de febrero de
1993.

No hay petición de palabra. Queda aprobado.

(La señora Flores Valencia pide la palabra.)
Tiene la palabra, Senadora Flores.




La señora FLORES VALENCIA: Muchas gracias, señor Presidente.

Es verdad que ha hecho al principio la consideración de que algunos de
los tratados y convenios internacionales que acabamos de aprobar tenían
carácter de urgencia y otros, como ha señalado el señor Letrado, tenían
que entrar también en el Pleno de la Cámara, si no recuerdo mal, el día
30. Por ello, es una circunstancia excepcional la que nos ha llevado a
aprobarlos ahora, pero sí me gustaría decir, al menos en nombre de mi
Grupo, que los tratados y convenios internacionales que suscribe España
son realmente importantes y que creo que deberíamos tener la necesaria
reflexión y sosiego en otras reuniones de la Comisión de Asuntos
Exteriores para poder conocerlos más en profundidad y, en su caso,
también defender la importancia de algunos de ellos.

Muchas gracias.

(El señor Galindo Santana pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el representante del Grupo de
Coalición Canaria.




El señor GALINDO SANTANA: Gracias, señor Presidente.

Nosotros estamos totalmente de acuerdo con los tratados y convenios que
se han desarrollado. Lo que nos preocupa tremendamente son las relaciones
y los acuerdos que se están tomando con Marruecos.

En Canarias hay una gran sensibilidad porque, entre otras cosas, nosotros
analizamos las relaciones que ha habido en el último período, los
cinco-diez últimos años, entre el Gobierno español y Marruecos, y además
me parecen loables, pero éste no es el fondo de la cuestión. El fondo de
la cuestión es que si se intenta entablar relaciones económicas,
sociales, políticas y de todo tipo, hay que considerar cómo se ha
desarrollado nuestra incorporación a Europa sobre la base de la libertad
y de la democracia.

Por el problema se profundiza porque Marruecos está recibiendo
inversiones muy importantes que están perjudicando a Canarias, a nuestra
agricultura, a nuestros puertos, a nuestro turismo, y yo les digo
sinceramente, señorías, que Canarias es una parte de España, también son
los intereses de España y, en consecuencia, por el mutuo respeto a
nuestros países vecinos, lo menos que podemos pedir nosotros es que esos
países se desenvuelvan en libertad y en democracia, porque yo entiendo
que incluso los canarios podemos entablar mejores relaciones con países
democráticos y en plena libertad.

Por eso quiero hacer esta aseveración en función de que discutamos estos
temas en profundidad porque se están perjudicando los intereses de España
en esa parte que es el archipiélago canario.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

¿Alguna otra intervención? (Pausa.)
Yo agradezco mucho las reflexiones que han hecho la Senadora Elena Flores
y el representante del Grupo de Coalición Canaria, que yo creo que todos
compartimos, y además creo que viene bien que en una rápida aprobación de
tratados tan importantes se puntualicen estas observaciones. Por ello,
sugiero no sólo a los portavoces que han intervenido, sino también al
resto que contemplen si, a su juicio, fuera conveniente hacer alguna
consideración en el Pleno, ya que, sin perjuicio de que se aprueben los
tratados, si así lo consideran oportuno, viene bien que la Cámara sea
consciente de la importancia de los mismos para la política exterior en
relación con determinadas áreas o países. (Pausa.)
Si no hay ninguna otra intervención, pasamos a ruegos y preguntas.

¿Algún ruego? ¿Alguna pregunta? (Pausa.) No es el caso, por lo que vamos
a concluir ya con dos breves consideraciones. Una es recordarles lo que
decíamos al principio sobre que, afortunadamente, vamos a tener con
nosotros de nuevo al Ministro señor Solana. Sólo como fecha orientativa,
cuya oportuna convocatoria recibirán en su momento, tomen nota de que
probablemente el día 14 de diciembre por la mañana tendremos otra sesión
informativa, y posiblemente con alguna incorporación al orden del día, si
así los asuntos lo requieren.

La segunda consideración es decirles que voy a hacer gestiones para que,
efectivamente, de acuerdo con lo que ha dicho el Ministro, puedan tener,
si no lo han recibido directamente, la declaración sobre la Cumbre de
Viena y también esta otra información a la que el señor Ministro se ha
referido. Y aprovecho esta oportunidad para decir que, aun cuando están
siempre muy bien dispuestos en el Ministerio de Asuntos Exteriores y al
que quiera hacer peticiones seguro que le van a atender muy bien
personalmente, si considera algún miembro de la Comisión que
institucionalmente debemos



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requerir alguna información, la Presidencia y la Mesa con mucho gusto
seremos vehículo para recibir esa información que deseen.

Finalmente, agradezco mucho la colaboración de todos, ya que teníamos hoy
el gran problema de la falta de tiempo por tener que respetar un horario
muy preciso que nos había rogado que cumpliéramos el señor Ministro, y
todos han sido muy caballerosos en atender a mis llamadas a ser concisos.

Muchas gracias.

Tiene la palabra el señor Barreiro.




El señor BARREIRO GIL: Agradeciendo a su señoría la celeridad con que
prepara la celebración de la próxima reunión de la Comisión, le pediría
que hiciese las gestiones oportunas respecto al Cuerpo de Taquígrafos,
porque tengo entendido, por mis responsabilidades en la Presidencia de
otra Comisión, que entre el día 9 y el día 15 los Taquígrafos tienen
asignadas, no sé si con carácter exclusivo, las funciones de asistencia a
la Comisión de Presupuestos, con lo que nos encontraríamos con una
comparecencia de Ministro que no podría ser asistida por el Cuerpo de
Taquígrafos, en principio.

En todo caso, pido solidaridad de Presidente a Presidente para
solucionarlo.




El señor PRESIDENTE: Yo espero que el Congreso no tenga ese día mucho
trabajo, pero, en fin, agradezco muchísimo esta sugerencia que ha hecho
el Senador Barreiro y la tendremos en cuenta.

Se levanta la sesión.




Eran las once horas y cincuenta minutos.