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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 80, de 15/06/1995
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DIARIO DE SESIONES DE LAS
CORTES GENERALES
COMISIONES MIXTAS
Año 1995 V Legislatura Núm. 80
PARA LA UNION EUROPEA
PRESIDENTA: DOÑA ISABEL TOCINO BISCAROLASAGA
Sesión núm. 23
celebrada el jueves, 15 de junio de 1995,
en el Palacio del Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana Madariaga)
para informar sobre el Consejo de Asuntos Generales de la Unión Europea
(UE) del día 12 de junio. A petición propia. (Número de expediente
Congreso 214/000109 y número de expediente Senado 711/000136.)
Comunicación sobre la Presidencia española del Consejo de la Unión
Europea. A petición propia. (Número de expediente Congreso 200/000008 y
números de expediente Senado 574/000003 y 700/000003.)



La señora PRESIDENTA: Señorías, se abre la sesión. Buenas tardes a todos.

Agradecemos, una vez más, la presencia del señor Ministro en esta
Comisión, en la que comparece para presentar la comunicación que el
Gobierno ha hecho, como primer borrador, de lo que puede ser el programa
de la Presidencia española en el Consejo de la Unión Europea.

Existe otro punto en el orden del día, la comparecencia del señor
Ministro de Asuntos Exteriores para informar sobre el Consejo de Asuntos
Generales que se celebró el pasado día 12 de junio.

Aunque ambos temas no sean idénticos y tengan bastantes matices
diferenciados, creemos que, habida cuenta de que ha sido necesario
retrasar esta reunión porque el



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Pleno ha terminado ahora mismo, quizá fuera conveniente que el señor
Ministro informase en un mismo punto del orden del día de ambos temas y,
después, los distintos portavoces pudieran hacer alusión a una u otra
parte de la intervención, según les parezca, e inclusive, si vamos bien
de tiempo, podría haber una pequeña réplica, para que todas SS. SS.

queden conformes con las explicaciones que el señor Ministro pueda dar.

Por tanto, si les parece, empezamos dando la palabra al señor Ministro de
Asuntos Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señora Presidenta.

Señorías, de acuerdo con los compromisos que asumí hace pocos días se ha
hecho llegar a la Comisión Mixta una comunicación del Gobierno en la que
se describen con amplitud las líneas de actuación que se han previsto
para la presidencia española, a partir del próximo día 1 de julio. Voy a
limitarme, por tanto, a exponer aquí los puntos más relevantes de lo que
puede constituir dicha presidencia y trataré de hacerlo, como bien ha
dicho la señora Presidenta, quizá entremezclando en la intervención
algunas reflexiones sobre los últimos consejos, sobre todo el último, de
Asuntos Generales, que durante la presidencia francesa han tenido lugar
en los últimos días.

Algunas de las informaciones que puedo dar a SS. SS. en este momento,
quizá, no tengan todavía un carácter definitivo, al no haber finalizado
aún la presidencia francesa y faltar la celebración de algunos consejos
de carácter sectorial de una cierta importancia, entre ellos el Consejo
Europeo de Cannes.

La presidencia española representa en gran medida una cierta continuidad,
como ya tuve ocasión de decirles a SS. SS. en una intervención anterior,
ya que nos vamos a ocupar de muchos asuntos que se han iniciado en
presidencias anteriores. Hemos tratado de coordinar de la mejor manera
posible con las presidencias alemana y francesa, y posteriormente con la
presidencia italiana que nos sucederá a partir del 1 de enero de 1996, y
hemos tratado de seguir esas orientaciones que están definidas en los
consejos europeos más recientes. Hemos trabajado, como les he dicho, en
contacto especialmente con ellas y creemos que, si nos sale todo bien,
podremos conseguir que las prioridades de esta presidencia, que tendré la
ocasión de exponer a SS. SS. en esta sesión, produzcan un éxito para
todos, para España y para Europa.

El próximo día 3 de julio, es decir, el lunes siguiente a que tomemos
posesión de la presidencia de la Unión Europea, está prevista que en
Madrid se produzca la reunión entre el Gobierno español y la Comisión
Europea presidida por el Presidente de la Comisión, el señor Santer, es
decir, ya el propio día 3 empezaremos los trabajos de la manera más
intensa posible. La presidencia española tiene también el interés de
mantener las relaciones más fluidas con el Parlamento Europeo en primer
lugar, especialmente en tres tipos de cuestiones: aprobación del
presupuesto comunitario para 1996, preparación del programa legislativo
también para 1996 y preparación de la Conferencia Intergubernamental para
la reforma de los tratados.

Como ya he venido haciéndolo en el pasado, tengo la intención de mantener
también una estrecha colaboración con SS. SS., con estas Cortes, pues
considero fundamental que estén puntualmente informadas del desarrollo de
la presidencia española. Por tanto, señorías, señora Presidenta,
compareceré cuantas veces sea necesario ante esta Comisión o ante las
otras comisiones del Parlamento, dentro de las dificultades de calendario
que vamos a tener todos, para tratar de mantener informadas a sus
señorías.

Señora Presidenta, señorías, la Unión Europea, como saben bien, se
aproxima a una encrucijada decisiva en los próximos años, y entiendo que
es responsabilidad de todos nosotros asegurar que la dirección por la que
se encamine sea la más adecuada para todos. Los problemas a los que nos
enfrentamos, como saben SS. SS., son de índole diversa. La globalización
económica mundial, la lucha contra el desempleo, que sigue siendo la gran
prioridad de todos nosotros, la inestabilidad en algunas regiones
próximas a la Europa de los Quince y la ampliación de la propia Unión son
algunos de los desafíos más importantes, por citar solamente éstos. Los
ciudadanos europeos --lo saben bien SS. SS.-- reclaman la solución de sus
problemas con eficacia y reclaman también que se resuelvan sus problemas
con transparencia. Sin duda, lo que hagamos en los próximos años debe
tener una repercusión en el desarrollo de la Unión Europea y en la
evolución de todo nuestro continente más allá de las fronteras que
componen los quince países en las primeras décadas del siglo XXI.

Teniendo presentes estas breves reflexiones, nosotros, los españoles,
pretendemos trabajar, ciertamente, durante nuestra presidencia con rigor,
con seriedad, con profesionalidad y, sin duda, también con imaginación,
en estrecho contacto con las demás instancias de la Unión, los Estados
miembros, todas las instituciones comunitarias.

Si me permiten, señorías, avanzaré algunas de las líneas principales que
deben marcar el camino que se ha trazado la presidencia española. La
presidencia española se articulará tras el debate que tengamos --ésta es
la proposición que el Gobierno hace en este momento procesal-- dentro de
los siguientes ejes: en primer lugar, el relanzamiento económico en un
marco socialmente integrado; en segundo lugar, trabajar por una Europa lo
más abierta a los ciudadanos y a sus problemas; en tercer lugar, una
Europa abierta al mundo, estable, una Europa segura en busca de la
libertad y de la solidaridad y, en cuarto lugar, una Europa que sea capaz
de abrirse hacia el futuro y cuyas bases deben sentarse durante la
Conferencia Intergubernamental de 1996. Pasaré brevemente a descifrar o a
describir estos cuatro puntos que acabo de señalar.

El primero, el relanzamiento económico en un marco socialmente integrado.

Señorías, yo creo que todos estaríamos de acuerdo al afirmar que el
principal reto que tiene Europa ante sí en este momento es conseguir el
afianzamiento de una economía fuerte pero, sobre todo, de una economía
generadora de trabajo, generadora de empleo y que permita, por tanto,
traducir el fruto del crecimiento en puestos de trabajo. Ese es nuestro
desafío como españoles y también es nuestro desafío como europeos. Por
tanto, vamos a continuar avanzando y trabajando en la estrategia



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que ya se diseñó en el Libro Blanco sobre crecimiento, competitividad y
empleo, y nuestra presidencia va a tratar de establecer un procedimiento
--me importa subrayarlo-- de seguimiento anual de la evolución del empleo
en la Unión, de conformidad con aquello que acordamos en el Consejo
Europeo de Essen. En consecuencia, durante estos meses elaboraremos el
primer informe anual que se presentará en el Consejo Europeo de Madrid en
el mes de diciembre. Por tanto, la Cumbre de Madrid debería poder
establecer un programa plurianual redactado en colaboración con los
agentes sociales sobre el empleo en Europa. Tendremos en cuenta, como
podía ser de otra manera, todos los informes de los distintos grupos de
trabajo que existen en este momento sobre desregulación y sobre
competitividad.

En el área de economía y finanzas, para pasar por los consejos
sectoriales que tienen que ver con el relanzamiento económico, nos
corresponderá trabajar en la clarificación de los mecanismos del paso a
la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria, en una mejor
definición de la armonización fiscal --con los problemas que luego tendré
ocasión de referir a SS. SS.-- para garantizar la libre competencia en el
mercado interior en la definición de una estrategia para la protección
jurídica de los intereses financieros de la Comunidad y en la aprobación
de las normas en el ámbito de los servicios financieros. Estas serán
prioridades que debemos impulsar en el área de economía y finanzas.

Trabajaremos también durante nuestra presidencia para lograr la plena
consecución del mercado interior, una vez que ya se ha terminado
prácticamente el programa que se inició en el denominado Libro Blanco del
Mercado Interior. Creo que será importante que adoptemos de manera
definitiva la puesta en práctica de la decisión del Consejo sobre el
procedimiento de información mutua, que responde, como SS. SS. saben, a
una iniciativa de España, para detectar aquellos obstáculos a la libre
circulación de mercancías que todavía subsisten en los sectores en los
que no se ha armonizado la normativa técnica. Trataremos también, por
otra parte, de que se adopten las normas necesarias para lograr el pleno
funcionamiento de la Oficina Armonizadora del Mercado Interior que, como
saben SS. SS., tendrá su sede en Alicante. Vamos a dar importancia
particular al seguimiento del Libro Blanco sobre la aproximación
legislativa de los países de Europa Central y Oriental al Mercado
Interior, que debe ser debatido previamente en el Consejo Europeo de
Cannes, de las próximas semanas.

Paso al área de la industria, donde nuestra Presidencia debe abordar la
cuestión del futuro del Tratado CECA, que expira en el año 2002, y el
desarrollo del Programa Integrado para las Pequeñas y Medianas Empresas.

En el área de energía, sobre la que alguna señoría me hacía una pregunta
el otro día, continuaremos el examen de las propuestas de directivas
sobre normas comunes en el mercado interior de la electricidad y del gas
natural. Aquí, como SS. SS. quizá sepan, se suscitan algunos problemas,
que pueden ser delicados, por el rechazo por parte de algunos Estados
miembros al acceso a las redes de electricidad y de gas de operadores de
otros Estados miembros.

Señorías, por seguir en este ámbito de la generación económica, pasaría a
decir dos palabras sobre la investigación y el desarrollo tecnológico.

Tras la aprobación del IV Programa-marco tenemos que determinar los
debates sobre el complemento financiero de ese IV Programa-marco, para
darle las posibilidades que desde el punto de vista presupuestario
todavía se nos permite aportar.

En el terreno de la agricultura, tan sensible para nosotros, impulsaremos
las reformas pendientes de las organizaciones comunes de mercado de
aquellos productos mediterráneos como frutas y hortalizas, que tuve
ocasión ya de relatarles a SS. SS., en el sector vitivinícola y en el
arroz. Algunas de éstas debían haber sido impulsadas o aprobadas durante
la presidencia francesa y desgraciadamente no han sido suficientemente
impulsadas, de manera tal que nos corresponderá a nosotros hacerlo. No
puedo garantizar en este momento que estemos en situación de terminar el
impulso y dar su aprobación antes de que acabe la presidencia española
durante el segundo semestre.

Otra cuestión importante será una primera discusión de las cuestiones
agrícolas, y esto es enormemente importante para todos, en la perspectiva
de la pre-adhesión de los países de Europa Central y Oriental. Habrá que
examinar el primer informe que la Comisión nos debe aportar sobre las
consecuencias de la ampliación a los países del Centro y del Este de
Europa, particularmente en el ámbito de la Política Agrícola Común. No
puedo exagerar con mis palabras la importancia que este debate puede
tener. Será un debate que se iniciará durante nuestra presidencia y que
muy probablemente dure más de una presidencia posterior a la nuestra,
pero será un tema de gran importancia para todos.

En materia de pesca tendremos que desarrollar las medidas de gestión de
la actividad pesquera de la flota comunitaria, lo cual debe asegurar la
plena integración de España y Portugal a la Política Pesquera Común, y
trataremos de desarrollar la política de acuerdos comunitarios de pesca
con países terceros.

Sobre medio ambiente nuestra presidencia incidirá en la protección del
medio natural, el medio ambiente, fundamentalmente en aquellos aspectos
más dañinos para nuestro país, como son la desertización y los recursos
hídricos, que siguen siendo los dos grandes problemas medioambientales
para los países del Sur, y más concretamente para un país como el
nuestro.

Como saben, en el Consejo informal de Medio Ambiente --si no lo saben se
lo digo ahora-- se va a presentar el tema «El Agua y el Medio Ambiente»
como elemento de reflexión básico para ese Consejo. Aprovecharemos
también la revisión del Reglamento «Lige», que es el instrumento
financiero que la Comunidad tiene para el medio ambiente, para dotarlo de
recursos mayores con los que se puedan financiar las actuaciones
encaminadas a la creación de la red de espacios naturales protegidos, que
entiendo tiene un gran interés para España y, por tanto, para todos
nosotros.

Con respecto a los transportes, durante la presidencia española debemos
centrar nuestros esfuerzos en promover algunas gestiones que estén en
relación con el tráfico aéreo



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que, como saben, por situaciones de saturación, a veces tienen problemas
en algunas comunidades autónomas españolas, o en algunas regiones de
España, y que resulta también de gran importancia para los ciudadanos
europeos.

En el área de las telecomunicaciones, el marco reglamentario preciso para
facilitar la liberalización del sector seguirá siendo uno de nuestros
objetivos, fundamentalmente en el servicio de telefonía vocal previsto
para 1998, pero que hay que empezar a impulsar, garantizando también el
servicio universal del mismo.

Como decía al principio, corresponderá también a nuestra presidencia --lo
reitero una vez más-- la finalización del procedimiento presupuestario
para el ejercicio de 1996.

Concluyo aquí la primera parte de los cuatro puntos a los que quería
hacer referencia para adentrarme en el segundo de los mismos: Construir
una Europa abierta a los ciudadanos y a sus problemas.

En este punto querría decir --aparte de hacer una llamada para, en
colaboración con SS. SS., tratar de impulsar la eficacia y la
transparencia en este Parlamento, así como también en la sociedad
española y en los otros ámbitos de la Unión Europea-- que los objetivos
básicos de la Unión serán o deben ser esa apertura, esa eficacia, esa
proximidad a los ciudadanos, que entiendo que desde nuestra propia
presidencia y en colaboración con el Parlamento español debiéramos hacer.

Me referiré muy brevemente a algunas de las actividades más relevantes
que podríamos encajar en este aspecto, o en este epígrafe de proximidad a
los ciudadanos, de temas relacionados con una Europa abierta. Aquí me
gustaría referirme a temas relativos a la educación y a la formación en
sentido amplio. Durante nuestra presidencia daremos un impulso al debate
sobre todos los temas relativos al capital humano, que tienen una
componente del Libro Blanco de Delors, pero que tienen también una
componente de desarrollo de la proximidad de los ciudadanos y de la
construcción de una Europa más próxima, y abordaremos también las
cuestiones correspondientes a temas de gran importancia para nosotros
como son las calificaciones profesionales, en un momento en que también
en España estamos realizando ese proceso, desde la perspectiva de los
planes de Formación Profesional, la formación de doctores, que también es
algo que debíamos hacer para la homologación de los mismos, así como la
eliminación de obstáculos para la movilidad de los estudiantes.

Brevemente, en el capítulo sanitario --por englobar estas cuestiones
relativas al bienestar de los ciudadanos en un solo epígrafe--,
trabajaremos para que definitivamente se adopten los programas de acción,
que no están todavía aprobados, en materia de lucha contra el cáncer,
contra el sida y otras enfermedades contagiosas, y seguiremos en el
tratamiento, desde el punto de vista político de la lucha contra la droga
desde la perspectiva estrictamente sanitaria. Más adelante me referiré a
aquellos extremos que tienen que ver con el tercer pilar.

En relación con la política de los consumidores --siento ser tan
detallista en algunos de los temas, pero me parece que es importante
comunicárselo a SS. SS.-- insistiré en que la protección del consumidor
debe ser otro ámbito de importancia para el ciudadano que debemos
impulsar. Estamos a la espera de que la Comisión presente el Plan de
acción que se comprometió a ofrecer sobre los consumidores, en materia de
protección e información, para que pueda ser debatido por el Consejo, y
esperemos poderlo hacer durante nuestra Presidencia.

Trataremos también de reforzar la identidad europea, especialmente, como
ya tuve ocasión de decir a SS. SS., en el sector audiovisual. El
desarrollo de la política audiovisual, como saben SS. SS., viene siendo
uno de los objetivos principales de las últimas presidencias, muy
particularmente de la francesa, y lo debe seguir siendo a lo largo de los
seis meses próximos, es decir, durante la nuestra. Proseguiremos los
trabajos con el examen de las propuestas de la Comisión sobre el programa
Media 2 --creo que lo podremos aprobar-- y sobre la modificación de esa
directiva tan importante sobre televisión sin fronteras.

Impulsaremos la construcción de un espacio de libertad (me estoy
refiriendo ahora y me adentro en lo que pudiera llamar el tercer pilar
del Tratado) y una de las prioridades fundamentales debe ser alcanzar la
libre circulación de los ciudadanos de la Unión. Es uno de los elementos
fundamentales que dan contenido a la ciudadanía europea y, por tanto,
debe ser una de nuestras preocupaciones. España se debe felicitar de la
puesta en marcha y de la aplicación del Convenio de Schengen y nuestro
objetivo debe ser el que el mayor número posible de Estados miembros se
integren en el Convenio de Schengen.

Para la consecución de este espacio al que me estoy refiriendo, de
libertad y de seguridad, España va a aportar varias ideas, y las
principales serán las siguientes: la prevención y la lucha contra el
terrorismo, que debe ser uno de los objetivos esenciales de la
cooperación policial en el seno de la Unión; la construcción del espacio
judicial europeo, que requiere el reconocimiento mutuo de decisiones
judiciales y el desarrollo de mecanismos de extradición para evitar zonas
de impunidad; y, por fin, que los Estados miembros no deban aplicar el
derecho de asilo a un nacional de otro Estado miembro. Saben que tuvimos
algún problema con un Estado miembro no hace mucho tiempo.

La cooperación en este ámbito se impulsará durante nuestra presidencia y
centraremos nuestra labor en los siguientes puntos: conseguir la firma de
Europol, en caso de que no se pueda terminar durante la presidencia
francesa. España desea que la Oficina Europea de Policía se convierta en
un instrumento eficaz de lucha contra el terrorismo, los tráficos
ilícitos de drogas y todas las formas posibles de delincuencia
internacional.

Querríamos avanzar, y avanzaremos en una política común auténtica de
inmigración (éste es uno de los temas que preocupan no solamente a España
sino a muchos de los países de la Unión) y proseguiremos los esfuerzos
para desarrollar esa política común de asilo con la próxima entrada en
vigor del Convenio de Dublín, del que SS. SS. tienen ya información por
parte del Ministro de Justicia e Interior.




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También trabajaremos para superar lo que antes denominaba los obstáculos
para alcanzar un espacio judicial común. Incrementaremos durante nuestra
presidencia los esfuerzos para alcanzar un convenio sobre extradición
para luchar contra la criminalidad organizada, como he dicho antes, a
escala internacional e impulsaremos la extensión del Convenio de Bruselas
por la repercusión que tiene sobre las relaciones familiares de los
ciudadanos de la Unión.

Dejo aquí el punto 2 para empezar el punto 3 que denominaba al principio
una Europa abierta al mundo estable y segura. España, lógicamente, se
debe esforzar a lo largo de estos meses por confirmar el lugar destacado
que corresponde a la Unión Europea en la escena internacional, y debe
hacerlo impulsando las relaciones con países terceros con una acción que
se base en los valores de la estabilidad, la seguridad, la libertad y la
solidaridad. Desde el fin de la guerra fría se nos plantean nuevos retos
y desafíos y debemos diseñar un nuevo modelo de seguridad que evite la
creación de nuevas divisiones en nuestro continente. Nuestra presidencia
tratará de contribuir, por tanto, de manera activa a esta tarea en todos
los foros, y muy especialmente en la Organización de Seguridad y
Cooperación en Europa y en la UEO de la que también ostentaremos la
presidencia durante este semestre.

Pasaré a describirles brevemente lo que serán los puntos más importantes
bajo este epígrafe de Europa abierta al mundo. En primer lugar, la
gestión y el impulso de la Política Exterior y de Seguridad Común.

Deberemos asegurar en este ámbito el funcionamiento y la gestión normal
de todo lo que es la vida de la PESC, que es verdaderamente densa; el
número de coreus que llegan todos los días es enorme y el número de
grupos de trabajo alcanza a 34, que se reúnen con gran periodicidad y que
están todos ellos estructurados. Deberemos atender también a los
compromisos prioritarios que la actualidad internacional nos demande (en
algunos casos, desgraciadamente suelen ser de carácter conflictivo) y
coordinar y presentar la posición de la Unión en los principales foros
internacionales.

Les recuerdo que el número de foros internacionales más allá de los
relativos a la Unión Europea del año 1995 son múltiples. Por empezar, la
Conferencia Mundial de la Mujer, de Pekín, donde tendremos que ostentar
la representación de la Unión Europea; los dos períodos de sesiones de
Naciones Unidas, el ordinario y el extraordinario que corresponde al 50
Aniversario; los consejos ministeriales y la Asamblea Parlamentaria de la
Unión Europea Occidental y la Reunión Ministerial de la organización de
Seguridad y Cooperación en Europa.

En cuanto al reforzamiento --por pasar al segundo tema-- de la política
común de seguridad y de defensa, nos va a corresponder, como les decía,
presidir también la Unión Europea Occidental y dentro de ella conseguir
dos objetivos fundamentales: en primer lugar, la terminación del libro
blanco sobre la seguridad europea, que fue encomendado a la Unión Europea
Occidental, y, en segundo lugar, proponer a los miembros y aprobar --si
fuera ése el caso; espero que sí-- la posición oficial que la Unión
Europea Occidental aportará, de acuerdo con el Tratado de Maastricht, a
la Conferencia Intergubernamental de 1996, además de las contribuciones
de los miembros en materia de defensa y política de defensa, donde hay la
obligación de que la Unión Europea, como tal, haga su aportación propia y
nos corresponderá a nosotros tomar la iniciativa en esta materia e
intentar de esa manera definir lo que va a ser la posición de la unión
Europea Occidental y la relación con la Unión Europea de cara al siglo
XXI.

Las relaciones --por pasar al tercer punto-- con los países de Europa
central y oriental también tiene que ser una de nuestras prioridades. Ya
he tenido ocasión de decirles anteriormente que uno de los temas más
significativos de este criterio de preadhesión con el que estamos
denominando el diálogo estructurado con estos países se va a centrar,
aparte de los consejos de asociación con Polonia y con Hungría que
tendrán lugar bajo nuestra presidencia, al análisis del documento que nos
presente la Comisión en relación con las consecuencias de la ampliación,
fundamentalmente en relación con la política agrícola común.

Les diré dos palabras --por no olvidar los temas más importantes que
durante la presidencia francesa se han realizado en esta materia-- sobre
el pacto de estabilidad. Fue una iniciativa del Gobierno francés, se
firmó durante su presidencia y permitió avanzar en algunos de los
extremos que podrían potencialmente ser conflictivos y que, por tanto,
dificultarían la aproximación de estos países a la Unión Europea.

Pasaré a hacer un breve comentario sobre Yugoslavia, puesto que entiendo
que en el debate posterior SS. SS. querrán tener más información. Les
diré dos cosas: la primera, darles información sobre lo que aconteció en
las últimas reuniones bajo la presidencia francesa --como me he
comprometido a hacer-- y, la segunda cuestión, darles algunas líneas
maestras de lo que pudiera ser la acción preferencial de la presidencia
española en relación con este terrible conflicto. Las últimas iniciativas
de la presidencia francesa --quizá la más importante-- fue la
convocatoria a nivel ministerial del Grupo Contacto, que tuvo lugar hace
dos lunes en la ciudad de La Haya, una reunión maratoniana que empezó a
las ocho de la tarde y quiero recordar que acabamos a las tres menos
cuarto de la madrugada. Hacía mucho tiempo que no se producía una reunión
ministerial del Grupo de Contacto --desde el mes de diciembre-- y tuvo
como efecto fundamental volver a cimentar las relaciones entre todos los
países que componen el grupo de Contacto, fundamentalmente entre los
países de la Unión Europea, los Estados Unidos de América y Rusia, donde,
como saben SS. SS., después de las últimas acciones militares que habían
tenido lugar sobre el suelo bosnio, había habido algunas disfunciones
entre los planteamientos de unos y de otros. Por tanto, creo que se pudo
cimentar, una vez más, la posición común de todos los países del Grupo de
Contacto y España tuvo la posición --como miembro de la «troika» que
participó en esa reunión ministerial-- de aprobar el documento, que tenía
básicamente tres elementos, que les paso a relatar.

El primer elemento era la consecución de la libertad inmediata de los
rehenes. Hoy les puedo afirmar que ayer por la tarde se produjo la
liberación de los últimos rehenes, con una última gestión con el
Presidente Milosevic en la



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tarde del lunes. El segundo elemento era el reforzamiento de las fuerzas
de Unprofor, hacer que las fuerzas de Unprofor estén más seguras en el
desarrollo de las funciones que tienen encomendadas, aprobando ahí por
primera vez la idea de la formación de una fuerza de acción rápida para
momentos de emergencia, fundamentalmente destinada a la protección de las
fuerzas que están sobre el terreno. Esa idea, que se elevó por parte de
Naciones Unidas a los comandantes que están sobre el terreno, ha tomado
ya el procedimiento natural, el ámbito del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas y en el día de hoy, o a lo más tardar, en las próximas
horas, en el día de mañana, estará ya formulada como proposición o como
resolución del Consejo de Seguridad para su debate y aprobación, en su
caso, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El tercer elemento más
importante que se trató en aquella reunión del Grupo de Contacto fue la
continuación del ámbito de la relación diplomática entre el Grupo de
Contacto y los serbios de Belgrado. La iniciativa que se tomó, y se sigue
en ella, es llevar a la práctica, si es que es posible, una negociación
con Milosevic, de manera tal que se puedan levantar o, mejor dicho,
siendo más preciso, suspender una parte importante de las sanciones --no
todas, pero sí una parte-- a Belgrado, y que tuviera como corolario el
reconocimiento por parte de Belgrado de las fronteras de
Bosnia-Herzegovina. El embajador Frasure, en representación del Grupo de
Contacto, sigue en Belgrado, tratando de negociar esta cuestión, sin
haberse conseguido en esta materia el éxito definitivo que esperábamos,
pero con perspectivas un poco más optimistas que las que teníamos el
lunes de hace dos semanas.

Con respecto a nuestra posición a lo largo de nuestra Presidencia.

Durante nuestra Presidencia nos vamos a enfrentar a una situación
relativamente nueva. A lo largo de este verano nos vamos a encaminar
hacia una de las últimas --a nuestro juicio, la última-- oportunidades de
hacer un gran esfuerzo diplomático de paz en la región. Si llega el
invierno de 1995-1996 con una situación similar a la que tenemos en este
momento, encararíamos el cuarto invierno y entiendo que ese cuarto
invierno va a producir una gran fatiga en algunos de los países que en
este momento tienen tropas desplegadas sobre el terreno. Por tanto, sí
les puedo decir que la sensación que yo tengo después de haber hablado
con los responsables de casi todos los países que tienen fuerzas
desplegadas sobre el terreno es la de percibir una cierta fatiga si no se
ve a lo largo de los próximos meses una iniciativa que pueda tener visos
de fructificar en la dirección que todos deseamos, en la dirección de
llegar a una paz global y duradera en la zona.

Como saben, la semana pasada dimitió David Owen, que era la persona que
representaba a la Unión Europea en la Conferencia de Londres y, por
tanto, el negociador en nombre de la Unión Europea, y se ha nombrado a
una nueva persona, el señor Carl Bildt, que fue primer ministro de
Suecia, y que el día 28 hará su primera visita aquí, a España, para,
conjuntamente con la presidencia, poder analizar y tratar de coordinar
cada uno su papel, de manera tal que podamos intentar dar un impulso en
estos meses, antes de que se nos eche encima el invierno. La dirección de
la actuación sería la siguiente. En primer lugar, tratar de conseguir un
alto el fuego de la manera más tenaz posible y que ese alto el fuego nos
pudiera permitir el inicio de unas negociaciones como las que se
produjeron hace algunos meses, que tuvieron como término un alto el
fuego, que, desgraciadamente, meses después se volvió a quebrar. Esta es
la obsesión que vamos a tener y en ello vamos a ser todo lo tenaces que
seamos capaces y desplegar toda la energía que tengamos; lo que no
garantizamos, lógicamente, es el éxito de la misión, pero sí quisiera,
como digo, trasmitir a SS. SS. que, por nuestra parte, haremos todo lo
que esté en nuestras manos en la dirección de encontrar, juntamente con
el negociador de la Unión Europea, una paz que pueda ser duradera en
aquella región tan próxima a nosotros.

En lo que se refiere a Yugoslavia, nosotros mismos, puesto que seremos
también los presidentes de la Unión Europea Occidental, tendremos también
la responsabilidad Mostar. Como saben, en Mostar están desplegadas
nuestras fuerzas, pero, además de por estar nuestras fuerzas, por estar
en la presidencia de la Unión Europea Occidental, tenemos también la
responsabilidad de la evolución de Mostar, bajo control de la Unión
Europea y de la Unión Europea Occidental.

Paso, por fin, a decirles dos palabras sobre los temas relativos al
Mediterráneo, y aquí englobaré también lo que aconteció el lunes pasado
en el Consejo de Asuntos Generales, aunque no me extenderé mucho. Sus
señorías conocen el objetivo que tenemos: tener en Barcelona, en la
segunda mitad del mes de noviembre --tuve ocasión de explicárselo ya a
SS. SS.--, la primera reunión entre los quince miembros de la Unión
Europea y los países del Mediterráneo de la ribera sur del Mediterráneo,
que tienen algún tipo de relación, de asociación con la Unión Europea. La
«troika» de embajadores ha hecho ya el primer viaje por todos ellos y la
reacción es buena; teníamos alguna dificultad, algún problema con Siria y
Líbano y, como saben, el Ministro de Asuntos Exteriores de Siria vino a
España inmediatamente después de la visita que había hecho a Washington;
tuvimos un día de trabajo muy intenso y creo poder afirmar que tanto
Siria como Líbano participarán en la reunión de Barcelona.

Los tres planos en los que la conferencia va a estar estructurada --lo
que pudiéramos llamar el diálogo político, la cooperación y el diálogo
cultural o diálogo de civilizaciones, como quieran SS. SS. denominarlo--
marchan en los documentos yo creo que bastante avanzados. En la Cumbre de
Cannes se aprobarán definitivamente los tres documentos para empezar ya,
no a nivel de embajadores, sino bajo la «troika», presidida por quien les
habla, las reuniones con todos y cada uno de los países y tratar de
encontrar el consenso que debía estar prácticamente alcanzado antes del
inicio de la conferencia en Barcelona. Ese es mi objetivo y pondré mis
mejores capacidades para ese fin.

Sobre el segundo plano, que es el de la cooperación económica y
financiera, les puedo dar la última información del lunes pasado. El
lunes pasado tratamos en el Consejo de Asuntos Generales la propuesta de
la Comisión para aprobar lo que es la rúbrica 4 --política exterior de la



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Unión Europea de aquí a 1999-- en las vertientes más importantes, sobre
todo la relativa a los pecos y la relativa al Mediterráneo. Hay otras
rúbricas que están destinadas fundamentalmente a ayuda humanitaria,
etcétera, pero las dos grandes rúbricas son las correspondientes a pecos
y al Mediterráneo.

Lo que les puedo decir es que no hubo un acuerdo todavía. Tiene que pasar
la decisión por el Coreper porque se llegó a un acuerdo a Quince y en
ultimísimo momento, ya por la noche, Alemania, después de haber dado su
visto bueno a ese planteamiento, ha mantenido una reserva, reserva que
tiene que intentarse resolver en el Coreper de aquí a la semana que
viene. De lo contrario, tendría que llegar el tema abierto, al menos con
una reserva, a la Cumbre de Cannes.

El acuerdo que se alcanzó, y al que se puso una reserva por parte a
Alemania, es el siguiente. Con relación al año 1996, la siguiente
distribución: 700 millones de ecus para 1996 para los países del
Mediterráneo, que entiendo que es lo que más interesa a SS. SS., lo que
supone un aumento de 1995 a 1996 de, aproximadamente, un 27 por ciento. A
partir de ese momento, el acuerdo que los Quince adquieren es el de
reequilibrar la relación entre pecos y Mediterráneo de acuerdo con los
objetivos que se fijaron en Esse y, al mismo tiempo, la Comisión hace una
declaración pública en su nombre diciendo que año a año, en todas las
anualidades, presentará los mismos datos que obran en su propuesta, que,
para que SS.SS. recuerden, asciende a la cifra de 5.150 millones de ecus
al final del período. Todos los años, como saben SS. SS., tiene que ir al
Parlamento Europeo en el debate presupuestario, puesto que el debate
presupuestario anual, en las perspectivas para la política exterior y
seguridad común, tiene tres partes: la propuesta de la Comisión, la
propuesta del Consejo y la propuesta parlamentaria. La Comisión va a
plantear año a año las cifras que conocen SS. SS. y que tuve ocasión de
describírselas no hace mucho tiempo. Los datos que tenemos es que el
Parlamento puede poner incluso cifras superiores a ella y nos quedaría el
debate en el Consejo.

El debate en el Consejo, diré a SS. SS., con toda franqueza, que puede
preocuparnos porque hay algunos países que quieren en este momento
arrastrar un poco más las piernas o los pies en relación con las
prestaciones presupuestarias o los presupuestos destinados tanto a los
pecos cuanto al Mediterráneo. Una vez planteada la iniciativa de la
Comisión, y tiene el acuerdo del Parlamento, como
SS. SS. saben, en la tramitación presupuestaria normal anual, para que
esa proposición no sea aprobada o, al contrario, sea aprobada basta con
el apoyo de los países siguientes: España, Francia e Italia. Como
tendremos, además, el apoyo de Grecia y Portugal, prácticamente estarán
garantizadas las posiciones de la Comisión bajo el supuesto de que el
Parlamento apruebe e incluso puede que supere las ofertas presentadas por
la Comisión. Pero, insisto, esta propuesta, que para nosotros era
positiva, en este momento tiene sobre sus hombros el peso de una reserva
alemana, reserva alemana que si no se levanta en el Coreper próximo
tendrá que quedar abierta hasta el Consejo de Cannes. De la misma manera
sigue con una reserva también la distribución financiera para el período
para la línea destinada a los pecos. Queda también abierto, porque no se
cerró en la reunión de Luxemburgo del lunes pasado, todo lo
correspondiente al VIII FED de la Unión Europea.

Como saben ustedes, el Tratado de Lomé vencía las cantidades anteriores y
había que tomar la decisión sobre el VIII FED, y ahí hay imposibilidad
total en este momento de llegar a acuerdo. Hay, fundamentalmente, dos
países --Gran Bretaña y Alemania-- que en este momento no están en
disposición de ofrecer al VIII FED las contribuciones que lógicamente les
correspondería aportar.

Por tanto, la presidencia francesa tiene todavía que intentar encontrar
una fórmula definitiva antes de Cannes, en el siguiente Coreper; de lo
contrario será otro de los temas financieros que irán abiertos al Consejo
de Cannes.

Por consiguiente, la posibilidad de que vayan abiertos pecos,
Mediterráneo casi cerrado, pero con alguna apertura, debido a Alemania, y
los temas relativos al Tratado de Lomé, es decir, al FED VIII, es muy
probable que se produzca.

Pasando ya a otro tema que tiene que ver con el Mediterráneo, quisiera
decirles unas palabras sobre el proceso de paz en Oriente Medio.

Tras la última visita, el domingo pasado, de Simon Peres a Madrid, les
puedo decir que las distintas bandas, que en este momento están en marcha
para el proceso de paz, están funcionando, de acuerdo con la información
que me dio Simon Peres y que me había dado, no hace muchos días, el
Secretario de Estado norteamericano, bien. Y cuando digo bien insisto en
que empieza a marchar la banda Siria. Esta es seguramente la noticia
mejor que se nos podía dar, porque era la banda que no tenía
posibilidades de iniciarse. Ha habido ya un principio de inicio en la
banda siria y el lunes que viene hay una reunión en Washington que puede
empezar a desbloquear la banda siria. Si eso es así, el proceso de paz
podría tomar un gran impuso y encontrar, durante el segundo semestre de
1995, la vía de una solución global al proceso. Digo final de 1995, por
una razón: porque en1996 empezará la campaña electoral en Israel y todo
el mundo desea que, antes de que se inicie la campaña electoral en
Israel, el proceso de paz esté encauzado de la manera mejor y más
definitiva posible. No les oculto tampoco que desde la vertiente
americana, desde la Administración Clinton, también querrían, puesto que
en 1996 para ellos es un año también electoral, que el proceso estuviera
cerrado.

Por tanto, se nos solicita a nosotros como Presidencia europea que
hagamos todo lo posible, por parte de Europa, para que, en el segundo
semestre de 1995, se pueda dar un impulso definitivo en todas las bandas.

Con respecto a las elecciones en los territorios ocupados, también
tendrán lugar en el segundo semestre de 1995. La Unión Europea va a
asumir la responsabilidad de vigilancia de las elecciones. Por tanto,
también asumiremos una responsabilidad extra en esta materia, si las
partes, como parece indicar que lo van a hacer, aceptan este
planteamiento.

Las relaciones con Iberoamérica las conocen SS.SS., y no voy a insistir
mucho más en ellas. Estamos en buena



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disposición de firmar durante nuestro mandato el acuerdo con Mercosur,
avanzar con Chile y desarrollar un poco más el acuerdo que se ha iniciado
con Méjico.

Por fin, quiero darles información sobre lo que no pude darles en la
última comparecencia, que es todo lo referente a la relación
transatlántica entre Europa y los Estados Unidos de América.

Como quizá ya sepan, hay un deseo por parte de la Unión de poner al día
la relación transatlántica, cuya declaración data de 1990. Como SS. SS.

podrán comprobar, desde 1990 hasta nuestros días, muchas cosas han pasado
que bien justifican el que haya un nuevo nexo de relación entre la Unión
Europea y los Estados Unidos de América. Hasta ahora, desde 1990, esa
relación se ha ido concentrando básicamente en los temas estrictamente
defensivos. Hemos colaborado, como es lógico, en temas comerciales, en
organizaciones como el GATT, etcétera, pero fundamentalmente ha tenido un
enfoque más bien defensivo alrededor de la Alianza Atlántica. Lo que se
desea ahora es dar un impulso en las siguientes direcciones: primero, en
los temas comerciales. No avanzar rápidamente hacia lo que pudiéramos
denominar una zona de libre comercio, puesto que nos gustaría, por lo
menos a los europeos, que se asentara de una manera más firme la nueva
Organización Mundial del Comercio, que acaba de nacer el 1 de enero de
1995, y por tanto, que el ámbito multilateral de las relaciones
comerciales pudiera asentarse de una manera más sólida. Sí nos gustaría
avanzar en la caída de aquellas barreras arancelarias, no estrictamente
tarifarias; en algunos convenios sobre inversiones; en relaciones en
investigación y desarrollo tecnológico, donde creo que hay un camino que
se puede avanzar con interés para todas las partes; y también nos
gustaría avanzar en lo que denominamos el tercer pilar y que ellos
denominan de otra manera, es decir, en la cooperación en materia
policial, en materia de lucha contra el crimen organizado, de cooperación
judicial, etcétera; y, por fin, tratar de organizar una cooperación
política más allá de lo que estamos haciendo en estos momentos.

Como saben, la cooperación política entre la Unión Europea y los Estados
Unidos de América en estos momentos se limita a lo que estrictamente se
denominan consultas. A ser posible, nos gustaría dar un nuevo impulso y
pasar de las consultas a una mayor cooperación política en sentido más
estricto o etimológico del término cooperación.

Estos serían los ingredientes que querríamos que tuviera esa relación. Yo
iré a Washington los primeros días del mes de julio para empezar ya a
poner en marcha esta relación. Lógicamente, lo haremos en sintonía con la
propia Comisión, que tiene la iniciativa en algunos de los temas a los
que he hecho referencia, fundamentalmente el comisario Brittan. Si esto
no saliera bien, cabría la posibilidad de convocar al final una especie
de reunión de expertos, de altos funcionarios, que se reunieran
periódicamente y que fueran, de alguna manera, el sombrero o paraguas que
acogiera todas estas ideas de una nueva relación entre los Estados Unidos
de América y la Unión Europea que sustituyera al vínculo que data de
1990.

Muy brevemente, para no aburrir a SS. SS., les diré que también se
tratará durante nuestra Presidencia algunas iniciativas en relación con
Asia, porque también me corresponderá presidir la reunión de Asean en los
primeros días del mes de agosto o últimos días del mes de julio, y sentar
las bases para lo que quisiera ser, en el año 1996, la primera cumbre
entre la Unión Europea y los países de Asia, los países reunidos en
Asean, más Japón y Corea. Por lo tanto, también nos corresponderá una
cierta iniciativa en esa dimensión.

No les aburro con los temas que tienen que ver con la Organización
Mundial del Comercio. Si SS. SS. entienden que merece la pena debatirlos,
tendré ocasión de hacerlo con mayor profundidad con SS. SS., porque es el
segundo semestre de vida de la Organización Mundial de Comercio y todavía
hay un buen número de cuestiones que requieren una afirmación por parte
europea y una constatación por parte de los países que configuran la
Unión.

Están tratados, señorías, los temas más importantes. No les aburro ahora
con los relativos a la Conferencia Intergubernamental. Si quieren SS.

SS., los podemos ver luego, pero creo que hay una ponencia especial para
ello, donde tuve ocasión de comparecer una vez más. Si SS. SS. tienen
interés, les podría dar información detallada de las dos reuniones que
hasta este momento ha tenido el grupo de reflexión. La primera reunión
tuvo lugar en Mesina y la segunda en Luxemburgo. Tengo la información
suficiente de las dos. Si SS. SS. creen oportuno que se la dé, con sumo
gusto, en el turno de preguntas y respuestas, les daré toda la
información que obra en mi poder.

Estos son, básicamente, algunos de los retazos más importantes de una
Presidencia densa, me atrevería a calificarla de densísima, que con la
ayuda y la buena voluntad de todos esperamos llevar a buen puerto.

Sus señorías tienen ahora la palabra, tienen la documentación de la
comunicación que envía el Gobierno para que, con el trabajo ulterior
hasta la fecha que estimen oportuno y el tiempo que necesiten, a poder
ser no más allá de los primeros días de julio, lleguen a un consenso lo
más amplio posible sobre la resolución y tengamos ocasión, en el momento
procesal oportuno, de debatirla aquí o en el Pleno de la Cámara.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Ministro, por sus palabras,
fundamentalmente dirigidas a lo que podríamos considerar prioridades de
la Presidencia española en este próximo semestre. Quizás puedan tener
ocasión los portavoces de formular alguna pregunta sobre el primer punto
del orden del día, referente a la reunión de Asuntos Generales de la
Unión Europea, y el señor Ministro podrá contestar con mayor precisión a
este primer punto, que a lo mejor ha quedado algo menos concreto.

Tiene la palabra el portavoz del Grupo Popular don Rafael Arias-Salgado.




El señor ARIAS-SALGADO MONTALVO: Muchas gracias, señor Ministro, por su
comparecencia y por la información que se nos ha suministrado sobre el
último Consejo



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de Ministros y sobre los primeros pasos del programa de la Presidencia
española.

En relación con el Consejo de Ministros, querría hacerle tres preguntas
muy concretas. La primera afecta a la financiación de las acciones
exteriores, concretamente al reparto de fondos entre los países del
Mediterráneo y los pecos. Ha habido un principio de acuerdo, pero con una
reserva alemana. Me gustaría saber, si es posible, en qué consiste la
reserva alemana, información para nosotros especialmente importante, dada
la particular relación que tenemos con el Grupo Parlamentario de la CDU
alemana.

En cuanto a la segunda pregunta, según la información de que dispongo,
hubo también un acuerdo en todo lo que afecta a Africa del Sur. Este país
está llevando a cabo un proceso ejemplar, y toda la ayuda que se preste
debe ser bienvenida. Sin embargo, no deja de sorprender que el
procedimiento elegido para la prestación de ayuda a este país sea su
adhesión a la Convención de Lomé. No me parece que sea el marco más
adecuado, teniendo en cuenta las características de Africa del Sur, que,
por otra parte, y potencialmente, es uno de los países más ricos del
mundo.

En tercer lugar, el acuerdo con Israel. No sé si finalmente hay un
acuerdo total. Me gustaría saber si ese acuerdo total existe, si se ha
concluido ya y cuáles son los términos. Lo que me interesaría saber
concretamente es si tiene o no repercusión automática en relación con las
exportaciones de cítricos marroquíes en la Unión Europea; es decir, si se
aplica como consecuencia de la preferencia marroquí la cláusula de nación
más favorecida.

Al mismo tiempo que formulo la pregunta, tendría que hacer una reflexión.

Señor Ministro, paso a paso y acuerdo a acuerdo, muchas veces se pierde
la visión de conjunto y en cada uno de estos acuerdos se dejan algunos
jirones que afectan a nuestros sectores productivos. Es evidente que el
acuerdo con Israel se ha visto con enorme preocupación en zonas del
territorio nacional, no por la naturaleza del acuerdo en sí o por la
capacidad exportadora que pueda tener Israel, sino por las repercusiones
que tiene en el conjunto de los convenios de la Unión.

No sé, señora presidenta, si termino aquí o paso al tema siguiente.




La señor PRESIDENTA: Mejor continúe.




El señor ARIAS-SALGADO MONTALVO: Continúo, pues, con el programa de la
Presidencia.

Querría, señor Ministro, agradecerle la detallada exposición que ha hecho
sobre los criterios, objetivos y prioridades que van a inspirar a la
Presidencia española, y debo agradecerle también la naturaleza y las
características del documento, toda vez que implica un gran esfuerzo y
mucho trabajo por parte de los funcionarios. Sin embargo, querría
comenzar por hacer una reflexión sobre el contexto en el que se va a
desarrollar la Presidencia española, marcando cuatro circunstancias. No
voy a insistir mucho en ellas, pero sí querría dejarlas formuladas.

Ya ha puesto de relieve el Presidente del Gobierno el agobio de trabajo
como consecuencia de las circunstancias en que se ha desarrollado tanto
la presidencia alemana como la francesa, por lo que hay una acumulación
de temas pendientes que van a hacer de la Presidencia española una
presidencia particularmente agobiada de trabajo.

En segundo lugar, existe el inicio del trabajo del grupo de reflexión, lo
que se ha traído el señor Ministro, y la convocatoria de la conferencia
intergubernamental no formalmente realizada, pero que políticamente opera
como si estuviera formalmente convocada, que inhibe muchos de los
procesos de decisión que se dan en el seno de la comunidad, lo cual, a su
vez, dificultará también el ejercicio de la Presidencia.

Hay otras dos circunstancias interiores que no puedo dejar de mencionar
aquí. Por una parte, la existencia de una opinión pública, una cierta
regresión en cuanto a lo que significa apoyo al proceso de construcción
europea. Los últimos resultados que afectan a programas concretos
españoles no han sido plenamente satisfactorios, y ello está creando un
ambiente delicado. La Presidencia española sería una buena oportunidad
para intentar hacer ver a la opinión pública española particularmente
todo aquello que tiene de positivo para España la pertenencia a la Unión
Europea y el proceso de construcción europeo.

Y hay una última circunstancia a la que no me voy a referir ampliamente,
sino dejar señalada, porque es inevitable, señor Ministro. Basta con leer
la prensa internacional para comprender que la situación política
española no puede dejar de tener influencia en el desarrollo de esta
Presidencia. Nosotros, vaya por delante, deseamos que la Presidencia
española se desarrolle en los términos más dignos y eficaces posibles,
pero no podemos dejar de manifestar nuestra preocupación por una
situación política interior que, de alguna manera, puede afectar al
ejercicio de la Presidencia que le corresponde a España.

Establecidas estas cuatro cordenadas en que se desarrolla la Presidencia
española, querría hacer referencia al documento y a la exposición del
señor Ministro. Este es un documento prolijo y detallado, como
corresponde a un programa. Sin embargo, señor Ministro, yo quisiera que
la redacción final del programa de la Presidencia española tuviera más
identidad. Creo que la comunicación del Gobierno, con todo lo detallada
que es, podría haber sido perfectamente redactada por el Ministro de
Asuntos Exteriores de cualquier otro país, y no quiero mencionar ninguno.

Ello, para mí, lejos de ser una virtud, es un defecto, y voy a decir por
qué. Acudiendo a las dos últimas presidencias, si se lee con detalle el
programa de la presidencia alemana, incluso el programa de la presidencia
francesa, más deficiente y de mucha menos calidad que el de la
presidencia alemana, es fácil, sin embargo, saber que son programas de la
presidencia francesa y de la presidencia alemana. Del documento del
Gobierno, salvo por alguna referencia genérica, y de la propia
intervención del señor Ministro sería difícil deducir que se trata del
programa de la Presidencia española, por detalles; nadie podría decir que
es el proyecto de programa de un país europeo, del sur, mediterráneo y
con el 23 por ciento de paro. Del texto de ese programa no se podría
deducir, y hago solamente referencia a objetivos de la construcción
europea. Las presidencias no pueden ser sólo una rutina. Estamos luchando
permanentemente



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por un equilibrio intracomunitario, y las presidencias se ejercen cada
demasiado tiempo como para no dar un sesgo, como es lógico, a cada una de
las presidencias que se producen.

Lo que hay en el documento está bien, no estamos en discrepancia con el
documento; simplemente no nos parece bastante, no tanto en el terreno
cuantitativo, no tanto en el terreno de las cosas que faltan, como en el
terreno de la orientación o de la inclinación. Por eso presentaremos
algunas resoluciones que trataremos de consensuar para dar, por así
decirlo, una identidad al programa de la presidencia española.

Por poner varios ejemplos, y con ello me voy refiriendo a los temas
principales. En relación con el empleo, que es una de las prioridades
declaradas en el documento, no debe haber ningún obstáculo para recoger
explícitamente en el programa de la presidencia española, justamente los
cinco puntos de acción adoptados en Essen, porque es una manera de dar
énfasis a la lucha contra el desempleo que deriva del Libro Blanco sobre
la competitividad, el crecimiento y el empleo.

En relación con la política agraria común, parece lógico que haya una
mención explícita a la defensa de sectores y actividades que tienen mucha
importancia en comarcas euromediterráneas y que hasta ahora han sido
marginadas del planteamiento de la política agraria común; zonas que
producen frutos secos, leguminosas, etcétera. Quizá desciendo demasiado
al detalle y la formulación no tiene por qué ser concreta, pero,
evidentemente, por ahí se obtiene un sesgo en lo que es el impulso de la
presencia española a la política agraria común. De la misma manera que me
parece importante que la presidencia luche por corregir el desequilibrio
que introduce la suma de tratados preferenciales que tiene la Comunidad;
tratados preferenciales que propician, por así decirlo, la importación de
productos mediterráneos como las frutas y hortalizas y, en cambio, no
fomentan la importación en la Unión Europea de productos continentales.

Hay un desequilibrio en perjuicio de las agriculturas mediterráneas en
todo lo que afecta a la promoción de las importaciones que regulan esos
tratados preferenciales. Debemos luchar por reequilibrar esa dimensión.

En relación con la pesca, ocurre algo parecido. ¿Por qué no introducir
como objetivo de la presidencia española la búsqueda, prospección y
estudio de nuevos caladeros en aguas internacionales? ¿Por qué no
reequilibrar también para los futuros acuerdos de pesca que firme la
Unión determinado tipo de cláusulas que implican una discriminación
práctica para la flota comunitaria, predominantemente de pabellón
español? Por ejemplo, los tratados de pesca que tiene la Unión perjudican
a la flota comunitaria en todo lo que afectan a paradas biológicas, artes
pesqueras o tallas mínimas, de tal manera que se aplican a la flota
comunitaria, pero no se lo amplian a sí mismos los países firmantes de
los convenios.

En relación con el mercado interior, al que se dedica una parte
importante --y creo que de manera positiva-- en la comunicación del
Gobierno, aquí haría mayor énfasis, si es posible, en las dificultades
que todavía tiene el mercado interior y que afectan de manera muy
particular a aquellos países cuyas empresas exportadoras son en gran
medida pequeñas y medianas. Todo lo que falta por realizar en el mercado
interior perjudica a la actividad exportadora de empresas pequeñas y
medianas españolas en mayor medida que perjudica a las empresas grandes,
que tienen menos dificultades para, por así decirlo, superar los
obstáculos que plantea todavía la insuficiencia de las normas reguladoras
del mercado interior y los obstáculos que aún subsisten al funcionamiento
del mercado interior. Yo creo que los sectores exportadores españoles
tienen buena información sobre ello; está dentro de la lógica de la
construcción europea, está dentro de la lógica del perfeccionamiento del
mercado interior, y luchar por ello desde la presidencia española también
caracterizaría de alguna manera, o debería caracterizar a la presidencia
española.

En relación con el presupuesto, señor Ministro, yo creo, y usted tiene,
por supuesto, en este terreno mucha más experiencia que yo, que los temas
importantes, los que tienen un alcance estructural, por así decirlo,
exigen dentro del trabajo comunitario un planteamiento muy anticipado en
el tiempo. Por poner el ejemplo que tenemos delante de nosotros, todo lo
que afecta a la ampliación a los pecos se ha puesto en marcha con mucha
antelación a la iniciación de las negociaciones formales que están
previstas para cuando concluya la Conferencia Intergubernamental. Se ha
hecho un esfuerzo enormemente inteligente en todo lo que afecta al
diálogo estructurado con los países del Este, porque es una forma de
trabajar enormemente positiva; se trabaja con mucha antelación. Pues
bien, yo creo que en el tema del presupuesto, pienso que se puede iniciar
un proceso conducente a lo que es el replanteamiento del presupuesto de
la Unión, con estudios preliminares, con impulsos. ¿Por qué digo esto,
señor Ministro? Porque en estos momentos está en juego toda la lógica de
la integración y del proceso de construcción europea, y se hace única y
exclusivamente hincapié en la lógica de la integración en el terreno
institucional, solamente en eso, y nadie se plantea seriamente la lógica
de la integración en el terreno presupuestario, y no me estoy refiriendo
a los fondos estructurales ni a los fondos de cohesión, sino a la
introducción de un principio básico que, de una u otra manera, se va a
tener que plantear --y me voy a referir a ello después en relación con la
ampliación--, que es el principio de prosperidad relativa como mecanismo
de financiación de la Unión, inevitablemente, si no queremos dejar
reducida la Conferencia Intergubernamental a mejorar simplemente ciertos
mecanismos institucionales.

¿Por qué creo que se puede empezar a plantear este tema? Justamente
porque hasta ahora, señor Ministro, yo creo que el debate sobre la
ampliación a los pecos no está planteado en todas sus dimensiones y, a mi
juicio, no está planteado con la debida claridad. Y España debe hacer, en
mi opinión, un esfuerzo por que se analicen todas las dimensiones que
conlleva la ampliación, no desde una lógica egoísta, porque siempre los
países más ricos piensan que España va a tener una actitud de reserva o
una actitud negativa por cuanto puede resultar perjudicada por esa
ampliación. No me estoy refiriendo a eso. Pero lo que no me



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parece honesto, y tuve ocasión de decírselo así a los dos representantes
del Parlamento Europeo en el grupo de reflexión cuando comparecieron ante
esa Comisión, es que los principales países de la Unión, que tienen en
particular interés en esa ampliación, como debemos tenerlo todos, se
nieguen sin embargo a hablar de todas las consecuencias que la ampliación
plantea. Están muy preocupados por los procedimientos de votación, y es
lógico; están muy preocupados por el funcionamiento mejor y más adecuado
de los pilares; están muy preocupados por el funcionamiento de una Unión
de 20 ó 25 miembros, y nadie se plantea que la ampliación tiene unos
enormes costes, no solamente en relación con los fondos de cohesión,
tiene unos enormes costes en todos los ámbitos de la Unión y que eso es
algo que hay que poner encima de la mesa si no queremos que la operación
de la ampliación hacia el Este europeo produzca un proceso de
frustraciones más que un proceso de ampliación, de racionalización y de
mejora de la Unión Europea.

Por último, señor Ministro, en relación con el documento del Gobierno y
de su intervención, querría referirme brevemente a los temas de
proyección internacional. Yo creo que es la parte donde se puede
encontrar mayor grado de identidad y de coincidencia, probablemente,
entre todos los grupos parlamentarios y con el Gobierno. Creo que el
concepto de provisionalidad al que se ha referido el señor Ministro aquí
y previamente a la cumbre de Cannes tiene mayor sentido. Haría,
simplemente, las siguientes consideraciones.

Creo que se podría introducir en el programa de la presidencia española
alguna formulación sobre el alcance político de carácter definitivo que
debería tener la Conferencia Euromediterránea (éste es un problema de
forma más que de fondo, sé que está en el planteamiento del Gobierno), en
el sentido de que no debe concluir la Conferencia Euromediterránea en el
mero hecho de su celebración, sino que, por el contrario, alguna
reflexión más allá del hecho mismo de la Conferencia debería quedar
plasmada en el programa de la presidencia.

Yo introduciría también, señor Ministro, la idea de una evaluación
conjunta de los acuerdos de asociación que con los países del norte de
Africa tiene particularmente planteado en un proceso negociador la Unión
Europea. Es decir, hemos de saber qué consecuencias tiene la suma
conjunta de todos esos acuerdos de asociación: Túnez, Marruecos, Israel,
Egipto, Jordania, etcétera. Eso tiene unas consecuencias, mucho más para
los países mediterráneos, como España, que para otros países miembros de
la Unión.

Haría, por último, una explícita referencia a Argelia, a la necesidad de
una salida pacífica y al mantenimiento de un diálogo con todas las partes
involucradas en el proceso argelino.

En relación con Iberoamérica sugeriría, señor Ministro, la introducción
de un matiz, por así decirlo, y es hacer expresa referencia no a las
reformas políticas y económicas de Cuba, sino una mención expresa a la
necesidad de impulsar la transición pacífica a la democracia en Cuba. Lo
que se dice en el documento del Gobierno de favorecer las reformas
políticas y económicas en el fondo es una expresión ambigua que no dice
nada. Creo que el objetivo de transición pacífica a la democracia debe
ser un objetivo de la política global de la Unión Europea.

Creo que está bien planteada la parte que afecta a la relación
transatlántica y, asimismo, en lo que afecta a la ayuda al desarrollo,
nosotros presentaremos alguna formulación específica respecto a la
introducción de la cláusula democrática y a la configuración de la ayuda
humanitaria, como una ayuda incondicionada. Marcaría únicamente, si se
quiere, una discrepancia. Creo que la continuidad es algo obligado entre
presidencias, creo que está dentro de las reglas a respetar de una
presidencia a otra, pero mi Grupo Parlamentario tiene siempre especial
interés en poner de relieve que, en el tema de la identidad cultural
europea, que nosotros como formulación suscribimos, hay un aspecto que
puede ser altamente perjudicial para España. Nosotros, que tenemos una
lengua de alcance cuasi planetario, no podemos propiciar mecanismos de
protección que se vuelvan contra la proyección cultural española ni
contra la expansión de los productos de la industria cultural española.

Esto es evidente. Digamos que la identidad cultural europea, en los
términos en que Francia lo plantea, no es trasladable a España. Si
nosotros introducimos mecanismos de protección en favor de la identidad
cultural europea, veremos barreras de protección para lo que es también
la identidad cultural española en relación con todo el mundo de habla
española, que, obviamente, no se circunscribe a lo que podríamos
denominar continente iberoamericano, sino que incluye también a más de 20
millones de hispanohablantes que existen en el sur de los Estados Unidos.

Y esa consideración debería llevar a una formulación de la identidad
cultural europea mucho más matizada y mucho más suave que lo que pretende
en el fondo la presidencia francesa.

Concluyo, señor Ministro. Todo esto trataremos de trasladarlo a proyectos
de resolución con objeto de que el programa final de la presidencia
recoja lo que podría denominarse un amplio consenso parlamentario, en el
deseo de que la presidencia española pueda desarrollarse con la máxima
dignidad y con el mayor grado de eficacia, en beneficio de la
construcción europea y, en la medida en que España es un Estado miembro,
en beneficio también de los intereses de España.




La señora PRESIDENTA: Para contestar a sus preguntas, tiene la palabra el
señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
ser breve para que no se alargue la sesión de la Comisión, dado lo tarde
que ha comenzado la misma. No tengo nada que hacer hasta las diez y media
de la noche. No sé si SS. SS. tienen que hacer a lo mejor algo antes.

Trataré de contestar a las dos partes de la intervención del portavoz del
Grupo Popular, la primera parte en relación con el último Consejo de
Luxemburgo, con las tres preguntas que me formula, y finalmente la
reflexión sobre el documento en su conjunto y la intervención que he
tenido esta tarde ante SS. SS.




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En la primera parte hace S. S. tres preguntas sobre la situación en la
que se encuentra en este momento la distribución de la línea IV
presupuestaria en relación, fundamentalmente, Mediterráneo-pecos.

Entiendo que ésa es la preocupación de S. S. Le vuelvo a reiterar que hay
una reserva alemana. ¿Cuál es el contenido de la reserva alemana? Hay una
reserva a la totalidad. Por tanto, lo que Alemania desea es que se vuelva
a analizar el tema. Entiendo que es una reserva pro forma. Donde Alemania
tiene alguna reserva, que es seguramente la que planteará en el Coreper
--la reserva total es meramente una formulación para poder seguir
hablando del mismo temas--, es en el incremento que se produce de 1995 a
1996. Como he dicho, de 1995 a 1996 el incremento aprobado es de un 27
por ciento, y a la posición alemana le parece que dicho incremento es
excesivamente alto. No creo que tenga ninguna otra reserva mayor. Creo
que esta reserva es más bien para «asustar» --entre comillas-- sobre lo
que pueda pasar en años ulteriores más que para lo que puede ser
estrictamente el año 1996.

Ya que S. S. hace una referencia al Grupo Parlamentario de la CDU, con
quien tiene buenas relaciones, sí que le quisiera decir lo siguiente. En
los últimos meses entiendo que hay un cierto cambio en la posición de la
CDU y del Gobierno alemán en relación con el Mediterráneo. Alemania ha
jugado un papel muy constructivo durante la presidencia alemana, haciendo
un discurso muy pro Mediterráneo, entiendo que para tratar de compensar
el gran afecto y el gran interés que tenía en que los demás aceptaran el
desarrollo hacia los países del Centro y del Este de Europa. Ha mantenido
durante la mitad de la presidencia francesa una posición similar. Ya en
los últimos meses de la presidencia francesa se veía que flaqueaba la
posición en relación con el Mediterráneo, y en las últimas semanas de la
presidencia francesa comprobamos y constatamos públicamente, a través del
portavoz en aquel momento, que era el Ministerio de Asuntos Exteriores,
que al menos hay una posición francamente retardataria en cuanto a la
posición mediterránea. Afirmaciones tales como los países del Centro y
del Este de Europa son cualitativamente distintos a los países del
Mediterráneo, porque unos tienen vocación de ser parte de la Unión
Europea y los otros no lo tienen, no se oían en el hemiciclo donde se
reúne el Consejo de Asuntos Generales desde hacía mucho tiempo. Entiendo
que entre todos seremos capaces de vencer esta posición y, por lo tanto,
las perspectivas financieras son muy altas. Lo que es más chocante quizá
para algunos países no es la cantidad global, sino la velocidad a la cual
crece, en un período de tiempo que nos lleva hasta 1999 crece a una media
anual de un 25 por ciento, de forma acumulativa. Por tanto, sí es verdad
que hemos obtenido, en compañía de la Comisión --y aquí creo que España
se pueda apuntar un cierto tanto--, la aceptación de unos crecimientos
significativos que alcanzan los 5.150 millones de ecus al final del
período. Esa es la reserva que hay en este momento, irá al Coreper y
estoy seguro que será levantada en el Consejo de Cannes tras alguna
intervención con algunos tintes dramáticos para poner de manifiesto la
cantidad de dinero que los alemanes ponen a disposición de este proyecto.

No creo que vaya más lejos de eso.

Lo que sí quisiera afirmar a SS. SS. es que el procedimiento, salvada esa
reserva, a nosotros nos va bien, por la siguiente razón. Porque teniendo
garantizados el año 1996 el crecimiento importante del 25 por ciento, nos
ponemos en un umbral bastante significativo. Además, como el
procedimiento presupuestario de aprobación de los años siguientes
necesita la contribución del Parlamento, de la Comisión y del Consejo;
teniendo la expresa garantía de la Comisión de que va a mantener las
mismas cifras que hasta este momento, teniendo esa garantía, a menos que
la CDU en el Parlamento Europeo se comporte de una manera radicalmente
distinta a como lo ha venido haciendo hasta ahora, las cifras en el
acuerdo Parlamento-Comisión sin duda van a ser las que están en los
documentos de la Comisión. Y como hay cuatro países --no serían
necesarios ni tan siquiera cuatro porque la iniciativa es de la Comisión
y al venir avalada por el Parlamento, la mayoría o minoría de bloqueos,
según se mire, la tenemos garantizada-- no nos debía preocupar en
demasía. Lo que hay que señalar es que políticamente sí es verdad que
Alemania está teniendo una posición de mayor freno no en cuanto a la
filosofía, pero sí en cuanto a los recursos destinados para el
Mediterráneo.

La segunda cuestión que me plantea es Africa del Sur, que sí es verdad
que tiene una situación singular, no por las razones que S. S. apuntaba
solamente, también por ésas, sino porque con Africa del Sur tenemos una
acción común. De las pocas acciones comunes en la PESC que tiene la
Unión, una de ellas es Africa del Sur. Pensaba que S. S. me iba a llamar
la atención sobre una cosa más chocante. No es tan chocante que Africa
del Sur se incorpore a la Convención de Lomé; lo chocante es que en la
misma sesión, en el mismo Consejo de Asuntos Generales, concretamente uno
de los países que se negaba a que hubiera una planificación plurianual
para pecos y Mediterráneo apoyara con gran pasión que hubiera 500
millones de ecus para cinco años para Africa del Sur, lo que no deja de
ser una contradicción, pero de estas contradicciones está empedrado el
camino de la construcción europea. Lo que no suele ser normal es que se
produzcan en el mismo día, pero en días sucesivos este tipo de
contradicciones de producen con una cierta frecuencia.

La tercera cuestión que me plantea es Israel. El acuerdo final no se
alcanzó. Hay un acuerdo político definitivo y el Coreper tiene que afilar
los últimos flecos que quedan pendientes, que no están en relación con
España. España tiene prácticamente el acuerdo con la posición que tuve
ocasión de discutir el domingo con el Ministro de Asuntos Exteriores de
Israel. Quedan posiciones chocantemente de reserva por parte de Bélgica,
chocantemente de reserva de una parte de Francia y chocantemente de
reserva de una parte de Alemania. Creo que son reservas que se pueden
levantar; las nuestras estaban ya levantadas y correspondían a los
siguientes extremos.

El primero se refiere a importaciones de autobuses, de piezas de reserva.

Tenemos un contrato con una empresa privada de Israel y queremos que los
autobuses que se importan puedan venir acompañados sin dificultad de las
piezas de repuesto correspondientes. Hay algunos problemas,



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porque no es una empresa pública la que compra los autobuses, sino una
empresa privada, pero creo que tenemos la garantía de que eso se pueda
resolver desde este momento hasta la ratificación del acuerdo con Israel.

El segundo tema tiene que ver con las naranjas. Como sabe S. S., lo que
nosotros no queríamos y no queremos --y lo digo con una cierta discreción
para que tampoco sea una noticia que pueda correr el mundo entero en unas
horas--, bajo ningún concepto, es ceder en el precio de entrada a las
naranjas dentro de la negociación con Israel. ¿Por qué? Porque hay una
carta del Comisario de Agricultura o del Director General de Agricultura
por la cual se compromete a que los precios de entrada que se concedan a
un país del área mediterránea casi automáticamente se convirtieran en
genéricos. No le oculto que si tenemos que hacer eso alguna vez,
preferiríamos no hacerlo con Israel y sí con algún otro país al que
pudiéramos sacar unas ventajas en la negociación más favorables para
España. Creo que con esto está todo explicado, sin ser más explícito.

La tercera cuestión no tenía que ver tanto con la naranja sino con la
mandarina, que en este momento se convierte en uno de los productos
agrícolas más importantes de exportación. La mandarina tiene dos
problemas: el volumen de mandarina que podemos importar de Israel y lo
que suele ser más importante para algunos países, que no es el volumen,
sino las fechas, el período, el calendario en el que el mercado europeo
se abre para ellos. La preocupación de Israel en relación con la
mandarina es que se abra el proceso de importación antes del 1 de abril.

Nuestra posición es que se aproxime lo más posible al 1 de abril o al 15
de marzo. No es tanto un problema de volumen, porque nosotros exportamos
a Europa millones de toneladas de mandarinas, y lo que Israel pretende
importar no llega ni a cientos de toneladas; el problema es el calendario
y hemos llegado a un acuerdo de fechas para que 16.000 toneladas se
puedan exportar a partir de abril, que es lo que nos interesa a nosotros,
9.000 toneladas se puedan seguir exportando de abril a noviembre y para
las 5.000 restantes hemos hecho el siguiente acuerdo: que se puedan
exportar desde el 15 de marzo, es decir, que puedan entrar el 15 de
marzo, en tanto en cuanto el mismo volumen de exportación que se produzca
de mandarina nos lo den ellos en atún y sardinas. Por tanto, yo creo que
hemos hecho un acuerdo bastante inteligente, que nos permite un acuerdo
global, que creo que es como debemos tratar de hacer los acuerdos con
estos países.

Por lo tanto, con Israel, por nuestra parte, no debemos tener mucho
problema; los problemas siguen siendo con otros países de la Unión,
sorprendentemente, porque parecía que con los países del sur íbamos a
tener más preocupación, y no ha sido así.

Paso al programa de la presidencia, señorías. Me alegro que haya
considerado el documento como positivo. De los cuatro elementos del
contexto de la presidencia, puesto estar de acuerdo con dos de ellos, sin
ninguna duda. Con respecto a la densidad de trabajo, creo que va a ser
una presidencia muy densa por los temas en sí que tienen que tratar y va
a ser densa también porque tiene algunas colas derivadas de temas que no
han sido, desgraciadamente, terminados, o por lo menos impulsados con la
suficiente intensidad durante presidencias anteriores, que, por otra
parte, han sido buenas presidencias. No quisiera yo que quedara de mis
palabras ninguna interpretación de que la presidencia alemana o la
presidencia francesa no han sido presidencias eficaces, que sí lo han
sido.

La segunda cuestión, en cuanto al grupo de reflexión, es verdad que puede
sustraer una cierta parte de la energía, pero sin duda ninguna es una
parte importante de la presidencia española, y en cualquier caso,
tuviéramos la presidencia o no la tuviéramos, el grupo de reflexión y la
reflexión que debe acompañar a la Conferencia Intergubernamental habría
que hacerla. Por tanto, aunque es verdad que puede sustraer una parte de
la energía de los equipos de la Administración y de los grupos
parlamentarios, creo que lo podríamos hacer y hacerlo bien.

El tercer elemento del contexto consta de dos partes, una que es
descriptiva y otra que es valorativa. En la que es descriptiva puedo
estar de acuerdo. En España en este momento hay una sensibilidad hacia
Europa menor que la que había en el año 1989; es lo mismo que está
ocurriendo en todos los países de la Unión Europea, prácticamente. En
España se puede pensar quizá que la velocidad a la cual nos hemos
incorporado a la media europea puede ser más rápida, también partíamos de
cotas más altas por razones históricas que todos comprendemos.

Pero en lo que ya no estaría tan de acuerdo con S. S. es en la parte
valorativa de la afirmación. ¿Por qué se puede producir eso? En parte, se
puede producir eso por razones objetivas que tienen que ver con una
ensoñación de que Europa era la solución del problema del paro, por
ejemplo, como ha pasado en Francia o como ha pasado en Alemania, pero hay
una parte en la que quisiera no hacer responsable a S. S., pero sí
hacerle copartícipe de la responsabilidad que todos tenemos. Yo creo que
en los últimos años, muy concretamente en los últimos meses, S. S. podrá
decir que por errores del Gobierno --y es legítimo que lo diga--, pero yo
digo que por errores de la oposición --y también es legítimo que yo lo
diga, sí es verdad que unos y otros no hemos hecho una buena pedagogía
europea, y S. S. esta tarde tampoco la ha hecho, desde mi punto de vista
y con toda la simpatía se lo quiero decir.

Su señoría viene a decir que la Presidencia europea por parte de España
tiene que tener las señas de identidad muy claras de defensa estricta de
los intereses de España. (El señor Arias-Salgado Montalvo: Yo no he dicho
eso.) ¿No ha dicho exactamente eso? Bien, su señoría ha dicho que tiene
que tener unas mayores señas de identidad de defensa de los intereses de
España. Si le gusta más esa matización, estoy dispuesto a hacerla.

Su señoría también, de la lectura del documento que ha leído, espero que
con toda atención, llega incluso a decir que podría ser escrito por
cualquier Ministro de Asuntos Exteriores de Europa. Yo le ruego a S. S.

que lo vuelva a leer, y le ruego a S. S. que coteje con alguno de sus
amigos, que estoy seguro que los tiene, potenciales ministros o incluso
alguno ministro ya de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, y le
pregunte de verdad si habría escrito semejante documento. Su señoría, al
final, pasa revista al



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mismo, y dice: no se habla de paro. Señoría, este documento está
atravesado de la primera a la última página de todos los temas relativos
al paro. Lo que pasa, señoría, es que los problemas del paro tienen una
dimensión de solución en el ámbito europeo, tienen una dimensión de
solución en el plano nacional, tienen una dimensión en el plano de las
comunidades autónomas y otra en los municipios, pero es un documento que,
desde mi punto de vista al menos --no sé si habré sido capaz de
trasladarlo al papel--, se hace eco de lo que para mí --lo he dicho
siempre-- es la prioridad número uno, por muchas razones, por razones
económicas, por razones humanas, y por razones de aproximación de los
ciudadanos a Europa, y que es el empleo. No sé si habré dejado en alguna
línea de mencionar la palabra empleo o de reflejar la preocupación por el
empleo, pero cualquiera que me haya oído hablar sabe que eso debe estar
presente siempre.

Ciertamente, no están recogidos explícitamente los cinco puntos de Essen,
que forman parte de la cultura y del acervo, si S. S. prefiere los
podemos poner, pero forman parte del acervo de todos nosotros. Yo creo
que no es necesario volver a poner los cinco puntos, como no es necesario
volver a poner los ocho puntos que están descritos en el Libro Blanco de
Delors; también los podríamos especificar, pero creo que seguramente no
es necesario.

Su Señoría pasa después a hablar de la política agrícola común. Señoría,
le vuelvo a recordar que sólo se habla de las organizaciones comunes de
mercado de los productos mediterráneos, sólo se habla de eso. No creo yo
que un Ministro de Asuntos Exteriores de Holanda o de Austria hablara de
los problemas de las organizaciones comunes de mercado de lo que se habla
aquí, que sólo se habla de ésas, sólo se habla de frutas y verduras, de
hortalizas, del vino y del azúcar. Son las únicas de las que se habla y
las únicas que se mencionan, porque son, ciertamente, las que más nos
pueden interesar. Por tanto, sí hay una vertiente de preocupación por los
temas que nos ocupan a nosotros.

Su señoría habla de pesca, y en la parte correspondiente a pesca está lo
más importante, aquello que no podíamos soñar que pudiera ocurrir en este
año, y es que España el 1 de enero de 1996 pueda estar incorporada en la
política pesquera común. No lo podíamos soñar y es un auténtico éxito que
pueda ser así. Exito que debemos a la ampliación a los Quince, éxito que
debemos a Noruega, porque, al final, su referéndum fue el que hizo que
Noruega no se incorporara a la Unión Europea; fue la negociación por
Noruega la que, al final, permitió que podamos estar tan próximos a que
durante nuestra presidencia nos podamos incorporar a la política pesquera
común. Creo que la nuez más importante, la almendra más importante de
nuestra presidencia es conseguir eso y conseguirlo bien.

Del mercado interior, también son ciertos los temas que S. S. ha
mencionado sobre exportación de las pequeñas y medianas empresas, que
están contenidas. No recuerdo exactamente en qué momento están
contenidas, pero, si me ha escuchado bien, están mencionadas en las
páginas que hoy he leído, como podrán comprobar en el «Diario de
Sesiones».

Voy a hacer una reflexión, antes de pasar al tema presupuestario, sobre
algo que me preocupa, y que me preocupa mucho, porque estoy bastante de
acuerdo con lo que S. S. ha dicho. Hay una pedagogía que tenemos que
hacer, señoría, y la tenemos que hacer todos. Creo que España es un país
que tiene sus relaciones exteriores, sus relaciones internacionales más
próximas más intensas con países con los cuales tiene economías
complementarias y parte de economías competitivas. Los países más
próximos a nosotros, desde el punto de vista de nuestro interés, fuera de
Europa, países terceros, son países que tienen una componente de su
economía muy competitiva con la nuestra; no sólo con la nuestra, pero
competitiva con la nuestra. Por no pensar en los países del Mediterráneo,
donde tenemos la patata temprana, el tomate o la pesca, etcétera,
podíamos pensar en países un poco más lejanos, al otro lado del océano. A
veces no nos damos cuenta pero con Chile tenemos un contencioso, por
ejemplo, con la manzana. Se nos olvida que lo tenemos, pero lo tenemos y
muy fuerte. A veces se nos olvidan esas cosas.

¿Cuál tiene que ser nuestro planteamiento? Lo he dicho muchas veces y lo
reitero hoy. Este año, 1995 y el final de 1994, ha sido un año de gran
movilización de las conciencias españolas sobre la ayuda al Tercer Mundo,
y creo que todos hemos hecho un esfuerzo. Todos los grupos políticos
hemos llegado a resoluciones conjuntas. Incluso hemos llegado a aceptar y
a aprobar gastos que todavía no se aproximan al 0,7 pero se tiene la idea
de que se vayan aproximando al 0,7. Señorías, debemos tomar el toro por
los cuernos. Por mucho 0,7, si queremos ayudar a los países del Tercer
Mundo y a los países más próximos a nosotros del Tercer Mundo, nada puede
ser comparable con que abramos nuestros mercados a algunos de sus
productos. Nada puede ser comparable. Todo el 0,7 que movilicemos es muy
inferior a lo que podamos conseguir haciendo un esfuerzo para que entren
algunas de las materias o productos que esos países producen. Si de
verdad queremos que los países del Tercer Mundo se puedan incorporar al
círculo de los países en desarrollo, no hay duda de que lo más importante
que tenemos que hacer es abrir nuestros mercados. Y no hay duda de que la
organización mundial del comercio es un ingrediente fundamental de
justicia en el mundo, si se usa bien. Ese debate lo tenemos que tener, y
lo tenemos que tener nosotros, en España. Porque es verdad que es muy
difícil hablar con países muy próximos a nosotros cuando nos piden, por
ejemplo: déjenos tener unas relaciones más intensas, déjenos entrar unas
toneladas más de tomate. Y decimos que no, porque hay una región de
España donde se produce tomate y hay unos cientos de personas que no
pueden dejar que el tomate que se produce allí pueda compensarse con el
tomate que viene de Marruecos. Entonces nos dicen: que no entre tomate,
que entre patata temprana. Pero hay otra zona de España donde los que
producen patata temprana dicen: no, aquí no, porque nos hace daño. Pues
que no sea tomate, que no sea patata temprana, déjenos entrar flores
cortadas. Y resulta que hay una región de España donde hay un colectivo
de personas que dice: no, no dejen entrar flores cortadas porque nos
hacen daño. Y así sucesivamente.




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Este es un debate que honestamente deberíamos tener, cómo podemos ser
capaces de tener acuerdos más globales que permitan a esos países
desarrollarse y que nos permitan a nosotros defender partes muy
importantes de nuestro sector productivo. Esta es la pedagogía que
tendríamos que hacer, señoría. Es la pedagogía que yo entiendo que a su
Grupo Parlamentario le corresponde hacer también, porque esto forma parte
de un debate de solidaridad y no un debate solamente de defensa de
pequeños o grandes intereses de un país.

Ahí sí quisiera que hiciéramos un esfuerzo colectivo todos los grupos
parlamentarios, porque cada día nos vamos a encontrar más en situaciones
como ésta, muy proclives a la demagogia, muy proclives a apoyarnos con
una mentalidad quizá un poco pequeña de vuelo bajo, sin que de esa manera
estemos defendiendo realmente los intereses a medio plazo de nuestro
país. Ahí sí quisiera encontrar un consenso con SS. SS., porque ésa sería
también una manera de hacer un buen debate sobre estas cuestiones, no
culpando a Europa de algunas cosas de las que no tiene la culpa; la culpa
es del afán de justicia que yo creo que todos tenemos y el afán de
solidaridad que a muchos de nosotros nos une.

Paso al presupuesto. Señoría, le quiero decir que en esta presidencia es
la primera vez que se va a tratar el presupuesto en términos de la
ampliación. He dicho, y está en el documento, que durante esta
presidencia tendremos que analizar las consecuencias de la ampliación
nada más y nada menos que de la política agrícola común, nada más y nada
menos; es decir, el punto nuclear de las implicaciones presupuestarias
que va a tener la ampliación va a ser la política agrícola común, es el
80 por ciento o el 50 por ciento del presupuesto. Su señoría habrá tenido
la experiencia, igual que yo e igual que otros miembros del Parlamento,
de estar hablando con diputados de otras formaciones políticas o de las
mismas formaciones políticas de otros países --yo tuve la ocasión no hace
muchos días de hacerlo con británicos, con conservadores británicos-- y,
tras un elogio importantísimo de cómo nos tenemos que abrir a los países
del Centro y del Este de Europa, se hace después la pregunta del millón:
Y esto ¿cómo se va a pagar?, pregunta uno con modestia para ver qué cara
ponen. Dicen: ¡Ah! Pues nosotros desde luego no podemos poner una peseta.

Y uno va a Alemania y hay el canto: hay que abrirse no solamente a los
del Centro y del Este de Europa, hay que abrirse a los bálticos. ¡Ah, muy
bien! Y uno con cierta modestia pregunta: ¿Y ustedes están dispuestos a
pagar más? ¡Ah! Nosotros ni un solo marco. Señorías, pues esto no suma,
porque aunque dijéramos que el 80 por ciento del presupuesto actual, que
está dedicado a política agrícola común, rúbrica uno, y a política
estructural, rúbrica dos, e incluso a la rúbrica tres, política de
investigación y desarrollo, aunque dedicáramos todo, con el uno coma
veintitantos del producto interior bruto de la Unión dedicado al
presupuesto, no habría la posibilidad de incorporar a países. Y no digo
Polonia, cito a Hungría que tiene una renta per cápita que está como un
treinta y tantos por ciento de la media. Y no les quiero decir, señorías,
si citamos Letonia, que seguramente está en una renta per cápita que es
inferior a la décima parte de la la media de la Unión Europea.

Tenemos que pensar seriamente y ese debate es un debate que yo, desde
luego, no solamente no quiero escaquear, sino al contrario, quiero
llevar. Por eso, durante nuestra presidencia forzaremos a que haya ese
primer debate sobre estas cuestiones.

Por fin, sobre la proyección internacional, me alegro de que el consenso
sea amplio, de que el consenso sea grande, yo creo que ésa es una buena
noticia. S. S. sabe que es nuestro deseo que la Conferencia mediterránea
no sea un acto que nazca y muera en Barcelona, sino que sea algo que abra
en Barcelona una nueva página de relaciones entre la Unión Europea y los
países del Mediterráneo. Sobre Argelia todo lo que podemos hacer en la
vía del diálogo lo haremos; se da la circunstancia positiva, si lo
miramos con optimismo, de que durante este semestre se van a producir
elecciones presidenciales en Argelia; todos deseamos que sean unas
elecciones que puedan legitimar, mediante la participación de las fuerzas
políticas que quieran participar, un proceso que abre una nueva página
también en la historia de Argelia.

Sobre Cuba, señoría, no sé muy bien cuál es su posición. Leí un teletipo
una vez no hace mucho tiempo puesto en su boca, me extrañó que fueran
palabras textuales suyas, seguramente fue una mala interpretación de sus
palabras, pero sí le puedo decir lo siguiente: los quince países europeos
tienen relaciones diplomáticas con Cuba, los quince. De los quince, trece
tienen acuerdos bilaterales con Cuba, trece, doce u once, no me acuerdo
exactamente, de ese orden. Pues seguramente ha llegado el momento,
teniendo los quince relaciones diplomáticas con Cuba y de ellos trece o
doce relaciones de cooperación con Cuba, de hacer un esfuerzo porque todo
eso tenga también una componente europea; al tener una componente europea
tendrá más fuerza en todas las direcciones, en la ayuda y, sin duda
alguna también, en la preocupación que S. S. tiene y que yo comparto de
la evolución política de Cuba.

Esto es tan sencillo que me parece que podríamos compartirlo todos.

La última reflexión que ha hecho sobre la lengua la comparto totalmente.

No es nuestra posición exactamente la posición francesa, porque es verdad
que una posición excesivamente defensora de la «cultura» --entre
comillas-- europea podría hacer desmerecer el mercado y la relación que
tenemos con Latinoamérica, pero no hacerlo llevaría a un predominio
excesivo de la otra parte de América, de la América del Norte.

Por tanto, señorías, agradeciendo sus palabras, creo que tenemos
territorio común para poder trabajar juntos durante estos meses y
conseguir entre todos una digna presidencia española.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió) tiene la
palabra la señora Alemany.




La señora ALEMANY I ROCA: Señor Ministro, en el Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió), ante esta situación en que se encuentra en
estos momentos este proceso de construcción de la unidad europea y
también muy conscientes de la trascendencia histórica del momento,



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queremos manifestar nuestra plena convicción de que la presidencia
española --del Consejo de la Unión Europea debe ser una oportunidad más
de esta integración que, aunque tardía, ha supuesto un decidido impulso
de modernización, de apertura política y económica y, sobre todo, de
participación en el proyecto histórico de la construcción europea.

Por ello, el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió),
consciente de que este proceso le permite reafirmarse también en su clara
vocación europeísta, que emerge decididamente de la larga tradición
histórica del catalanismo político que siempre se ha manifestado
partidario de la construcción de una Europa libre, democrática, plural y
solidaria, considera que la construcción de esta Unión Europea debe
fundamentarse en la variedad de las identidades nacionales que la
integran. Entre estas indentidades que configuran la Unión Europea deberá
encontrarse garantizada con dignidad e igual la realidad plural del
Estado español consagrada constitucionalmente y este consenso democrático
que permitió la aprobación de la Constitución de 1978, incorporando los
principios básicos al proceso constituyente europeo. Desde esta
perspectiva, señor Ministro, este Grupo manifiesta especialmente su
voluntad de participar en las responsabilidades que pueda haber en esta
tarea de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea.

En principio, sólo me referiré a unos objetivos prioritarios que para
nuestro Grupo Parlamentario en este momento girarían en torno a tres ejes
básicos: primero, el relanzamiento económico; segundo, la Conferencia
Euromediterránea y, tercero, cómo sentar las bases de la Europa del
futuro en la Conferencia de 1996, la reforma del Tratado.

Estamos de acuerdo con lo que se expone en la comunicación del Gobierno
bajo el epígrafe relanzamiento económico de Europa, crecimiento,
competitividad y empleo en un marco socialmente integrado, siguiendo el
Libro Blanco de Delors. Sin embargo, creemos que es preciso incidir en
dos aspectos fundamentales: el autoempleo y la formación profesional.

Como se expone en el Libro Blanco es preciso establecer mecanismos
encaminados no sólo a paliar el desempleo, sino, sobre todo, a crear y
desarrollar empleo.

El autoempleo y la formación profesional adecuada a las necesidades
reales del mercado laboral pueden colaborar a conseguir dicho objetivo.

Es necesario establecer las bases que propicien un crecimiento económico
sostenido y no sólo puntual. Este crecimiento económico sostenido precisa
de un alto grado de competitividad y éste, a su vez, tiene una de sus
bases en la formación del potencial humano.

Referente a la Conferencia Euromediterránea de Barcelona, suscribimos que
no debe ser un acto que se agote en sí mismo, sino que debe ser el
comienzo de un proceso interactivo que continúe en el futuro. Pero no
basta con la buena intención. Hay que trabajar y profundizar en los
mecanismos que posibiliten dicha interacción. Es preciso establecer una
estrategia global para los países del Mediterráneo, encaminada a
gestionar la cooperación y no a gestionar a veces la confrontación. Como
hemos dicho en otras ocasiones, si la confrontación continúa siendo el
principal núcleo de desgase de energías políticas, la Unión Europea
pierde su sentido básico y primordial, teniendo además graves y
lamentables consecuencias a nivel humano.

También creemos, señor Ministro, que en este índice que nos ha presentado
el Gobierno faltan algunos objetivos claros que nos gustaría mejorar, a
través de las propuestas de resolución que nuestro Grupo pueda presentar,
si es posible conjuntamente con otros grupos, para poder trazar entre
todos unos objetivos más claros, tanto a nivel sectorial como a nivel
político (industria, agricultura, pesca, etcétera).

Pensamos que hay que consolidar las políticas que se están llevando a
cabo, pero también hay que desarrollar otras nuevas si no queremos caer
en el estancamiento y la muerte lenta. Nuevas políticas comunes que
favorezcan que la Unión Europea sea una unión flexible, ágil y fuerte a
la vez, capaz de dar respuesta a las necesidades por las que se creó.

En la reforma del Tratado se debería prestar especial atención al
principio de subsidiariedad, ya que la subsidiariedad refuerza la
legitimación, la eficacia y la transparencia. La legitimidad, en cuanto
acerca la Unión a los ciudadanos, nos parece un proceso necesario, la
eficacia también, puesto que permite el ejercicio de las competencias en
el nivel de Gobierno que mejor pueda gestionarlas, así como la
transparencia, que permite a los ciudadanos la identificación de lo que
corresponde actuar a cada poder público. Por todo ello, creemos que es
preciso fortalecer el principio de subsidiariedad, haciendo posible la
participación de los poderes regionales y locales en todos los procesos
de la Unión Europea.

En cuanto a los procesos sectoriales, la política de inmigración y de
asilo, pensamos que cada vez resulta más necesaria una política común
integrada, así como el relanzamiento y el desarrollo común de la Europol
ante el acuerdo de Schengen y la necesidad de ampliación del
reconocimiento por parte de todos los países de este acuerdo.

En lo que se refiere al ámbito de educación y cultura, pensamos que es
preciso garantizar el respeto a las diferencias porque, lógicamente, ello
refuerza la unidad y la solidaridad. En este ámbito, pensamos que es
necesario hacer hincapié en el respeto a la diversidad lingüística,
protegiéndola especialmente en aquellos casos de lenguas utilizadas
usualmente en la formación universitaria; pensamos que el respeto a la
diversidad es una fuente de riqueza cultural, así como una garantía de
los derechos de las personas y de los pueblos.

Estamos de acuerdo, señor Ministro, en esta Europa abierta al mundo, a la
estabilidad, a la seguridad, a la libertad y a la solidaridad. Una
estrategia global de asociación con los países mediterráneos, un
reforzamiento de los lazos con Iberoamérica, fortalecer la relación
transatlántica con Estados Unidos, favorecer las relaciones más estrechas
con los países de Asia, una Europa más solidaria con países en vías de
desarrollo, vínculos de cooperación con las repúblicas de la Comunidad de
Estados Independientes



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y Georgia, continuación de la ayuda a estos países en sus procesos de
reforma, así como esfuerzos de pacificación en Bosnia-Herzegovina. Todo
este proceso será trabajoso y largo, pero nuestro Grupo piensa aportar
sus ideas y llevar a cabo sus trabajos con la máxima colaboración y con
la propuesta de su realidad.




La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Contestaré
muy brevemente las reflexiones que ha hecho la portavoz del Grupo de
Convergència i Unió, puesto que son muy parecidas o tienen una longitud
de onda muy similar a la que hemos expuesto en la comunicación del
Gobierno y en la intervención que he tenido.

Compartimos totalmente las tres prioridades que S. S. señala. En el
relanzamiento económico, lo que se pueda hacer desde la Unión Europea,
desde ese nivel político, sin duda alguna sigue siendo una prioridad
fundamental para todos nosotros. En la Conferencia Euromediterránea, S.

S. ha hecho hincapié sobre todo en la continuación, que no sea un acto
que nazca y muera en sí mismo; totalmente de acuerdo, aunque tendremos
alguna dificultad para conseguirlo. Yo creo que no deberíamos poner en
marcha una estructura burocrática excesivamente pesada, pero sí que
hubiera una cierta continuidad para que esas relaciones que se inician en
Barcelona puedan continuar para el bien de todos. Por fin, la Conferencia
Intergubernamental, que la prepararemos con el Grupo de Reflexión y con
los debates que en esta propia Cámara tendrán lugar y que debe ser capaz
de definir con una cierta altura de miras --me gustaría subrayar el volar
un poco alto-- lo que la Europa de principios del siglo que viene debe
ser; una Europa que sin duda nos gustaría que jugara un papel más
importante en el mundo y que tuviera, por tanto, una política exterior y
de seguridad, de la que yo no me cansaré de hablar con SS. SS. cuantas
veces sea necesario, que pueda, de verdad, hacer valer las posiciones de
más de 400 millones de habitantes que viven en la región donde los
derechos humanos, las libertades básicas y la solidaridad seguramente
están más desarrollados en el mundo.

Su señoría ha puesto énfasis en dos temas: autoempleo y formación
profesional. Están contenidos en las resoluciones de Essen y en el Libro
Blanco de Delors. Me parece que todo lo que podamos hacer por el capital
humano en el nivel europeo lo debemos hacer y lo que podamos hacer en
infraestructuras físicas, desde la perspectiva europea, también.

No he hecho hincapié en la primera intervención en el tema de las grandes
redes, que será algo que se debatirá en el Consejo de Cannes y donde se
pondrán finalmente ya recursos suficientes para poderlas poner en marcha.

Durante más de una presidencia hemos estado discutiendo sobre cómo se
encontraban los recursos para ponerlo en marcha. Creo que se van a poder
encontrar los recursos y en la Cumbre de Cannes espero, espero que la
presidencia francesa pueda hacerlo.

Sobre las nuevas políticas comunes en la Conferencia Intergubernamental
hay la posibilidad de aceptarlas; nuevas políticas que pasen o bien que
se incorporen al pilar número uno, al pilar comunitario, o bien que vayan
pasando del pilar segundo al pilar primero o del pilar tercero al pilar
primero. Esas transformaciones no van a ser fáciles. Les recordaré que
hacer muy pocas horas se ha producido otro documento de la CDU alemana,
del señor Lamers, donde yo creo que apunta algunas decisiones que, desde
mi punto de vista, no están mal pensadas en relación con transferencias
hacia la comunitarización de algunas decisiones del segundo pilar. Me
parece que hay una reflexión ahí en la que bien merece la pena
profundizar, porque podríamos encontrar, quizás, un consenso mucho más
grande de lo que son los países que en este momento ya lo tienen. No sé
si llegaríamos a alcanzar a Gran Bretaña, pero creo que ahí hay
ingredientes para una buena reflexión sobre políticas comunes.

Del principio de subsidiariedad, y yo puedo estar de acuerdo con algunas
definiciones de lo que es ese principio, tengo que decir que puede ser
utilizado prácticamente para casi todo. Sabe S. S. que los británicos el
principio de subsidiariedad lo utilizan desde una perspectiva
absolutamente distinta de cómo lo utilizaría S. S. o un alemán. Es uno de
esos términos que sirven para todo y que, por tanto, pueden ser útiles en
un determinado momento para que en la confusión podamos avanzar pero que,
en algún momento, tendremos que definir de verdad qué decimos sobre el
principio de subsidiariedad los unos y los otros.

Por fin, tengo que decirle que estoy totalmente de acuerdo con su
preocupación sobre el tercer pilar. El tercer pilar es fundamental. Es
verdad que seguramente tendremos que darle una estructura más potente
desde el punto de vista de su gestión, lo mismo que tendríamos que hacer
algo quizá de mayor robustez en la gestión del segundo pilar. Son pilares
intergubernamentales que a veces se quedan difuminados y no alcanzan
todas las potencialidades por falta de una estructura de seguimiento más
eficaz.

Quiero darle las gracias por su intervención, señoría, y decirle que, en
términos generales, podremos encontrar, sin ningún género de dudas, un
territorio común que nos permitirá trabajar conjuntamente a lo largo de
los próximos seis meses.




La señora PRESIDENTA: Pido disculpas al representante del Grupo de
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, porque tenía que haber
intervenido él antes, pero, quizás por solidaridad femenina, he dado la
palabra a la representante del Grupo Catalán (Convergència i Unió).

Tiene la palabra don Diego López Garrido.




El señor LOPEZ GARRIDO: El documento que se nos ha presentado por el
Gobierno en relación con la presidencia española es básicamente correcto.

Es un documento sobre el que no es fácil encontrar puntos muy importantes
de desacuerdo. Hace un recorrido de prácticamente todos los temas objeto
de una presidencia. Tiene una cierta ausencia de aristas, probablemente
buscado a propósito, es decir, de puntos importantes de personalidad en
ese documento,



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de personalidad de una determinada presidencia. Está presidido por la
continuidad. El propio señor Ministro ha hablado de esa característica de
continuidad y nosotros, sin embargo, creemos que la presidencia española
debería intentar dar una determinada orientación, aun manteniendo
evidentemente aspectos necesarios --todos los necesarios de continuidad--
que siempre una presidencia de un carácter tan corto además, como seis
meses, conlleva. Prácticamente una presidencia termina lo que otra no ha
podido terminar e inicia lo que otra presidencia terminará. Pero no se
debe renunciar a que una presidencia tenga una importante concreta,
porque si no esto se convierte en una sucesión de continuidades en donde
un país o un gobierno prácticamente no aporta nada nuevo. En este caso es
un gobierno que se llama socialista, es un gobierno que se supone que es
progresista y que, por tanto, tendría que dar una impronta progresista a
esta construcción europea que pasa por momentos tan delicados como los de
los años noventa. Porque efectivamente en los años noventa se han
producido grandes problemas y acontecimientos negativos; se ha paralizado
--aunque parece que empieza a repuntar-- un crecimiento económico, nada
menos que dos grandes crisis monetarias; se ha consolidado un paro
estructural; hay importantes problemas de inestabilidad política, no
solamente en España, sino también en otros países europeos; continúa el
conflicto bélico de Yugoslavia; todo ello exige respuestas concretas y
positivas. La ciudadanía no por casualidad está pasando por una etapa de
euroescepticismo o de europesimismo --especialmente en nuestro país-- y a
esto hay que responder concretamente, positivamente. Por consiguiente,
más que el documento a nosotros nos importarán, lógicamente, lo hechos,
lo que suceda en estos seis meses, con independencia de las previsiones
de este documento que efectivamente puede parecerse a otros; lo
importante son los hechos.

Es cierto que el Gobierno español no está en su mejor momento para poder
afrontar con firmeza y fortaleza esta presidencia; tampoco pienso que sea
excesivamente difícil mejorar anteriores presidencias; no quisiera
suscitar un conflicto internacional, pero podíamos pasar un tupido velo
por anteriores presidencias porque desde luego no pasarán a la historia
como magníficas, espléndidas y maravillosas presidencias; por tanto, no
creo que sea difícil mejorarlas. Pero no se trata solamente de eso, sino
de darle una impronta, es decir, que no se dedique la presidencia
española a gestionar sin más; que intente generar una confianza en la
opinión pública, que no vaya a remolque de los acontecimientos y de los
mercados, financieros, fundamentalmente, y que no se conformen con ver
que se consolidan esos 17 millones de parados, esos 52 millones de
excluidos en la Unión Europea, esa guerra de Bosnia, ese desapego de la
opinión pública. Por ello, creemos que la presidencia española debería
utilizarse para reorientar la deriva de la Unión Europea hacia una
verdadera unión política que fortaleciese la integración política y
social y que debatiese y se opusiese a esa idea de núcleo duro que me
parece que es uno de los elementos que están horadando de forma más
negativa el futuro de la Unión Europea; esa perspectiva de núcleo duro,
excluyente. Nosotros podemos entender que en un momento determinado, ante
un bloqueo de la integración europea, ante un bloqueo del progreso de la
construcción europea, pueda haber una distinta dimensión --se llamó en
alguna ocasión una geometría variable--, pero sólo en un momento
absolutamente excepcional y sobre la base del mantenimiento de una
solidaridad. Es decir, que el núcleo duro no sea la ruptura del principio
de solidaridad en la Unión Europea.

Nosotros creemos que los objetivos fundamentales de esta presidencia
europea, con independencia de todo lo que tiene que hacer una presidencia
en cuanto a continuidad, deberían ser los siguientes, y voy a intentar
ser lo más breve posible. En esta línea iría en el futuro nuestra
colaboración constructiva por esta presidencia española aporte lo más
posible a la Unión Europea y tenga el mayor éxito posible.

En primer lugar, algo de lo que se ha hablado repetidamente, de lo que se
habla constantemente: la priorización de la lucha contra el desempleo.

Nadie discute que ésa es la prioridad, pero nos da la impresión de que
realmente faltan propuestas audaces para combatir el desempleo. El Libro
Blanco, que sí tiene elementos de audacia, brillantes, no sé hasta qué
punto se puede decir que sigue vigente en este momento. ¿Hasta qué punto
sigue vigente el conjunto del Libro Blanco? El señor ministro ha hablado
de que en Cannes, por fin, se van a aportar fondos para los proyectos de
redes transeuropeas; es decir, eso que fue, sin duda, el elemento
estrella del Libro Blanco. Me ha gustado mucho escuchar que en Cannes se
van a encontrar esos fondos; me gustaría que nos explicase por dónde va
en este momento la película de esos fondos, porque hasta este momento nos
daba la impresión de que el Libro Blanco estaba desvaneciéndose
peligrosamente en cuanto a propuestas de creación de empleo, lo que
constituye el corazón de ese libro. En estos momentos realmente habría
que enfocar con audacia esto de la creación de empleo, habría que enfocar
las ecoindustrias, habría que enfocar la necesidad de fortalecer las
industrias de la salud. El otro día leía un libro, pavoroso, más
exactamente un trabajo, en el que se veía cómo las seguridades sociales
europeas están alimentando la industria sanitaria norteamericana y, sin
embargo, no hay suficiente desarrollo de estas industrias, que solamente
con la Seguridad Social europea tendrían un mercado importantísimo.

También las industrias culturales. Yo comparto lo que se ha señalado
anteriormente sobre la posición de Francia; no comparto la posición de
Francia, pero sí lo que se ha dicho sobre la posición de Francia, que no
es exactamente la que más nos interesa a nosotros. Estoy muy de acuerdo
con lo que señalaba el portavoz del Grupo Popular en cuanto que esta
política de cuotas, que es una política muy defensiva, pero no es una
política de promoción, considera que todo lo que viene de América Latina
no es europeo, con lo cual no consume la cuota europea y nuestra
proyección de la lengua castellana se vería profundamente obstaculizada
si se consolidase esta orientación de lo audiovisual que en estos
momentos Francia defiende tan fieramente y que nosotros no podemos
compartir, por lo menos en todos sus extremos.




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Naturalmente, un segundo objetivo sería intentar poner fin a la guerra de
Bosnia. Esto es más fácil decirlo que hacerlo y, por supuesto, España, el
Gobierno español, debe formar parte del Grupo de contacto, y va a contar
con el apoyo de nuestro grupo para este objetivo, en esta línea de
intentar acabar con esa expresión no solamente de barbarie humana, sino
de impotencia de la política exterior y de seguridad común europea. La
PESC, hasta este momento, es una decepción, es una experiencia
decepcionante, y seguramente uno de los puntos clave por los que se podrá
valorar el éxito o el fracaso de la Conferencia intergubernamental es si
se da con la tecla de ir hacia una auténtica política exterior y de
seguridad común.

Hay un tercer objetivo, que nos parece central, que debe estar muy
presente en el semestre de presidencia española, y es encontrar unos
nuevos marcos de cooperación entre Europa y el Sur del mundo. Quisiera
detenerme algo en ello. El señor ministro se ha referido a ese tema y yo
coincido absolutamente con lo que ha dicho en cuanto a la necesidad de un
debate que ponga de manifiesto que no basta con el 0,7, sino que es
necesario ir a la libertad de mercados con esos países. Es decir, hay que
plantear que si de verdad queremos una ayuda real al desarrollo económico
de esos países, y estoy hablando, sobre todo, de los países del Magreb,
tiene que convertirse en un problema europeo, no solamente Mediterráneo,
sino europeo, la ayuda a través de esa vía, mucho más de fondo, mucho más
estructural, que es la libertad de comercio.

Me ha parecido que ha señalado como un avance la Organización Mundial de
Comercio, pero respecto de los países del Magreb no ha sido ningún
avance: habrá que reconocerlo. Lo que ocurre es que a ellos no les viene
bien necesariamente, porque para esos países que tienen en algún caso
acuerdos preferenciales, cuando se rebaja el arancel a otros países que
no son ellos como consecuencia de las conversaciones del GATT, aumenta la
competencia para entrar en Europa. En este caso la OMC no ha sido
precisamente un beneficio para estos países.

Tengo en mi poder el documento en francés correspondiente a la
Conferencia Euromediterránea de Barcelona --no sé si existe un documento
en castellano--, que me parece se vio en el Consejo de Ministros de 12 de
junio y que se aprobará supuestamente en Cannes. Está bien, es un buen
documento, es un buen informe, pero el problema sinceramente es si los
objetivos van a ir unidos a los medios para que eso no sea así. Toda la
problemática euromediterránea es una bomba de espoleta retardada.

Dispongo de unas cifras que son impresionantes. Por ejemplo, Marruecos en
20 años va a pasar de 27 a 60 millones de habitantes; Argelia, igual.

Túnez, de siete a 14 millones de habitantes. Es decir, en cuestión de dos
décadas el Magreb se sitúa con unos 140 millones de habitantes y España
seguirá con sus 40 millones de habitantes.

Es una situación explosiva que presiona sobre el conjunto de la Unión
Europea, no solamente sobre los países mediterráneos. Yo creo que uno de
los éxitos de España, si enfoca bien esa Conferencia Euromediterránea,
será convertir eso en un problema de la Unión Europa, porque tendremos
que recibir la solidaridad de todos los países europeos para enfocar bien
ese problema, que, al final, a quien va a perjudicar más, si se produce
esa apertura de libre comercio, es a nuestro país y a los países
mediterráneos, que son los que compiten fundamentalmente con la
producción mediterránea.

Como parte de esos nuevos marcos de cooperación, durante la presidencia
española se producirá el acuerdo de asociación con los países de Mercosur
--es un aspecto muy significativo-- y en él habrá que garantizar
cláusulas sociales y económicas, sin olvidar naturalmente la situación de
Méjico, de Chile o de los países del Pacto Andino, lo mismo que se tendrá
que aprobar --y en estos momentos parece que no es fácil-- el VIII FED
para que se intenten satisfacer las necesidades de los países ACP --Asia,
Caribe y Pacífico--. También bajo la presidencia española debería
prepararse el referéndum de autodeterminación del Sáhara Occidental para
que hubiera, por fin, una consulta al menos en 1996. Creo que debe ser un
elemento de consideración en esa presidencia.

Me voy a referir con cierto detalle al asunto cubano. A mí me parece
extraordinariamente tímida la expresión que hay en el documento sobre la
asociación con Cuba y tímidas las palabras del ministro hace un momento,
que no acaban de decir lo que hay que decir, y es que en la presidencia
española por fin hay que ir a un acuerdo de cooperación de la Unión
Europea con Cuba.

Sería realmente vergonzoso que durante la presidencia española no se
llegase a un acuerdo de cooperación con Cuba. No sé si son Laos, Corea,
Camboya y no sé si algunos más, pero Cuba es de los pocos países del
mundo con los que no hay acuerdo de cooperación de la Unión Europea. No
puede ser que la Unión Europea siga el enfoque estadounidense,
naturalmente con sus diferencias, porque en Estados Unidos no todo el
mundo piensa lo mismo en cuanto al problema cubano. Todo el mundo dice
que los objetivos coinciden, pero el problema son los medios. Las
reformas políticas, la democratización de Cuba, pero ¿cuál es el mejor
medio para conseguirlo?
Hasta ahora el enfoque norteamericano es embargo --éste es el medio según
Estados Unidos para conseguirlo-- y está preparando un proyecto diabólico
--el proyecto Helms-- de sanciones a empresas no estadounidenses que
negocien con Cuba, que, por cierto, afectaría también profundamente a
nuestro país porque hay fuertes inversiones en estos momentos de empresas
españolas en Cuba con progreso significativo. El enfoque debe ser el
contrario; debe ser un enfoque positivo de cooperación, de ayuda por
diversos medios, por ejemplo, a través de ONG, para que, mediante esos
programas de ayuda o de empresas mixtas, se cree un tejido económico que
es fundamental para la evolución no solamente económica, sino política en
Cuba.

Por tanto, nosotros creemos que esto debería ser algo fundamental, una
seña de indentidad de esta Presidencia. Habría que obtener un acuerdo de
asociación de la Unión Europea con Cuba, no, como dice el documento, creo
recordar, si las circunstancias lo aconsejan. No sé exactamente a qué se
refiere el documento; qué circunstancias pueden no aconsejar que no se
llegue a acuerdos de cooperación



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a los que se ha llegado con prácticamente todos los países del mundo.

El proceso de ampliación también ha sido objeto de referencia; es, por
supuesto, uno de los grandes objetivos futuros de la Unión Europea, pero
que puede desestabilizar la evolución de la construcción europea si no se
hace con enorme cautela, y que puede acabar con la Unión Europea, tal
como la concebimos, no solamente como un espacio de libre comercio, sino
un espacio de integración y de cohesión económica y social.

Ahí están las distintas posiciones de los países del Centro y del Norte
de Europa o de los países del Sur de Europa respecto de la ampliación, de
los Pecos y no está claro cuál va a ser el resultado final. Si, por
ejemplo, en cuanto a los temas de fondos estructurales, va a haber que
atender con el mismo dinero a otros países que entran, quienes van a
estar perjudicados evidentemente son los países de la cohesión, entre
ellos España. Hay un gran problema político en ese proceso de ampliación
que se debe encarar con mucha cautela, no sólo desde el punto de vista
económico, sino político, para que no lleguemos a que la Unión Europea se
difumine hasta el punto de que se convierta, pura y simple, en una zona
de libre cambio, ese proyecto tan querido para algunos sectores muy
importantes del Reino Unido y de otros países, no especialmente
pro-comunitarios, y que esto termine por perjudicar seriamente a los
países que necesitan más la cohesión, como es, por ejemplo, el nuestro.

España presidirá también la UEO en este semestre. Creo que éste debía ser
un buen momento para reflexionar sobre un nuevo marco de seguridad
paneuropeo, que no descanse en instituciones surgidas de la guerra fría,
sino que se vaya seriamente a una identidad europea de defensa, incluida
dentro de la política exterior y de seguridad común, no en paralelo. La
política de defensa debería ser un elemento, una dimensión de esa
política exterior y de seguridad común y debería estar introducida en ese
ámbito.

Nosotros entendemos que otro objetivo fundamental de esta presidencia
debía ser el de la Europa de la igualdad y la solidaridad. La Unión
Europea, bajo la presidencia española, tendrá ocasión de ayudar a
preparar la Conferencia de Pekín sobre la situación de la mujer. También
en este año, que es el año contra el racismo y la xenofobia, se podrá
incidir claramente sobre ese problema y que a través de esta Presidencia
se encabece una lucha decidida contra el racismo y la xenofobia, a lo que
no ayudan algunos documentos aprobados en la Unión Europea, como el
propio convenio de Schengen, que tiene algunos aspectos muy preocupantes
desde el punto de vista de las desigualdades o de las dificultades de
integración en Europa de inmigrantes extranjeros que no pertenezcan a la
Unión Europea.

Por último me voy a referir a la Conferencia Intergubernamental de 1996.

Hay una parte del documento del Gobierno español que hace referencia a
esa Conferencia Intergubernamental que va a estar presidida por España
que evidentemente va a funcionar en paralelo, a la presidencia española y
en la que va a tener mucho que decir España. El hecho de que la presida
no debe significar que España se limite a hacer una presidencia
silenciosa o de no implicarse, tomándolo como coartada para no tomar una
posición. España tiene que tomar una posición en esa Conferencia
Intergubernamental, aunque la presida.

Nosotros coincidimos básicamente con el enfoque de la Conferencia
Intergubernamental, tal como se ha señalado en el informe sobre el
funcionamiento del Tratado de la Unión Europea elaborado por la Comisión
europea, y coincidimos básicamente con el informe Bourlanges/Martin,
aprobado hace muy pocas semanas, creo que el 17 de mayo, por el
Parlamento Europeo. Sin embargo, creemos que también en esto habría que
dar cierta impronta a esta Conferencia Intergubernamental. Lo primero,
que esta Conferencia trate todos los temas y cuando digo todos los temas,
me estoy refiriendo también a la Unión Económica y Monetaria.

En el documento del Gobierno sobre la presidencia, cuando se habla de los
cinco grandes aspectos que va a tratar la Conferencia Intergubernamental,
no está la Unión Económica y Monetaria; yo no la he visto y debiera ser
objeto de debate, a no ser que se considere absolutamente intocable. Creo
que todos los temas deben debatirse. Deben debatirse la filosofía de esa
Unión, las condiciones, los plazos, debe reflexionarse sobre eso, si se
debe ir por ese camino, tan exclusivamente centrado en la lucha contra la
inflación, si no debe haber una mayor flexibilidad en esos plazos, si no
debe haber un mayor contenido político a la hora de valorar esas
condiciones. Por ejemplo, temas tan importantes como la posición del
Banco Central Europeo, el gobierno de la economía europea, quién va a
fijar los tipos en el futuro, si los va a fijar el Banco Central
autónomamente o los va a fijar ese Banco Central a instancias del Consejo
Europeo. Este no es un problema cerrado, ni mucho menos, la prueba es que
he visto las versiones alemana, francesa e inglesa de Maastricht y no
tienen la misma redacción. Mientras en la versión alemana se habla de que
el Ecofin da simplemente orientaciones al Banco Central --tesis más
alemana, claro--, en las otras versiones se habla no de orientaciones
sino de algo un poco más fuerte que orientaciones. Por tanto, hay una
diferencia de sensibilidad que también creo debería ser objeto de
discusión. Sin embargo, no he visto que éste sea un objeto de discusión
en la Conferencia Intergubernamental. Me gustaría que el ministro nos
hablase también de esa laguna y cuál es la posición que España tiene al
respecto.

Coincidimos con la importancia que tiene el presupuesto comunitario,
porque sistemáticamente toda la bronca comunitaria siempre recae sobre
los gastos, cuánto se da, si se da mucho o poco o si se dan 5.000
millones a la cuestión euromediterránea --por cierto, nos hemos quedado
muy preocupados con esa reserva alemana--; pero no se habla de la
profunda injusticia de los ingresos en la Comunidad. Es una enorme
injusticia porque los países con nivel de vida inferior, con PNB
inferior, proporcionalmente están aportando mucho más que los demás
países. La reforma presupuestaria es otro gran tema que también tendrá
que tratarse en esa Conferencia, lo mismo que el tema de la PESC, que
debe ser autónoma y efectiva, el



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famoso asunto del déficit democrático o la ciudadanía europea; por
cierto, aportación española interesante, pero sólo definida en
Maastricht, en el sentido de que los ciudadanos europeos son los
ciudadanos de cada uno de los países europeos y no mucho más. Se puede
captar el apoyo de los ciudadanos europeos, de la opinión pública
europea, por entender que ser ciudadano europeo significa algo, significa
un valor añadido, significa una carta de derechos. Este es un tema muy
importante que debe tener en cuenta esa Conferencia Intergubernamental;
es decir, llegar a una verdadera unión política. Es preocupante la
evolución última, preocupación que me imagino usted comparte, de la Unión
Europea desde que somos 15 países y parece que lo intergubernamental
avanza poderosamente. Todo ello debe hacerse con una participación de la
opinión pública. La preparación de esta Conferencia Intergubernamental, a
través del grupo de reflexión y, a su vez, este grupo de reflexión
debería tener una transparencia, debería haber una fuerte asociación de
los parlamentos nacionales, del Parlamento Europeo; sería interesante
convocar una conferencia parlamentaria europea.

Nuestra posición, coincidiendo con muchas otras, también con el
Parlamento Europeo, es que al final de esa Conferencia Intergubernamental
haya un referéndum, a ser posible único y simultáneo, en Europa. Es la
forma de que la opinión pública se comprometa con eso que se está
debatiendo; fue uno de los errores de la forma de construcción del
Tratado de Maastricht.

Ya termino, señora Presidenta; veo que con la mirada me está instando a
que acabe de una vez. Muy rápidamente, termino diciendo que la
presidencia española, a la que nosotros no vamos a juzgar por el hecho de
ser española, sino fundamentalmente europea, también tiene que defender
los intereses españoles, como es lógico.

Ha habido algunos éxitos, como la entrada en la política común de pesca,
que es importante; pero en relación con la pesca también ha habido
importantes fracasos, como es el asunto de Canadá, el asunto de Marruecos
tan debatido aquí --no voy a insistir en ello--, el problema de la OCM
del vino, o tantos otros que hacen que España en este momento encabece el
euroescepticismo, cuando encabezó el eurooptimismo; en estos momentos la
opinión pública española está entre los más euroescépticos. Hay que
intentar contrarrestar esto con la apertura a la opinión pública, a las
comunidades autónomas, a las organizaciones sociales, al Parlamento
español, que deberá estar muy asociado a esta presidencia con su acción
de control y de propuesta, exigiendo la presencia del Ejecutivo en plenos
y comisiones, lo mismo que en el Parlamento Europeo.

A pesar de que no es la mejor situación, como decía, la del Gobierno
español, nosotros, el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida va a tener
una posición constructiva en todo el semestre de presidencia española,
tanto en el Parlamento español, como en el Parlamento Europeo. Apoyaremos
o criticaremos al Gobierno español en cuanto ejerciente de las funciones
de Presidencia del Consejo Europeo. En esta línea presentaremos en su
momento las oportunas propuestas de resolución con el espíritu de lograr
el máximo consenso y el máximo éxito --lo decimos con toda sinceridad--
de esta presidencia española que, a nuestro juicio, lo tendrá si sigue
las orientaciones que he desarrollado anteriormente.




La señora PRESIDENTA: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Quiero
iniciar mi intervención dando las gracias muy sentidas al portavoz del
Grupo de Izquierda Unida, diputado Diego López Garrido. Ha hecho una
intervención muy constructiva, muy positiva y no tengo más que manifestar
mi agradecimiento por la misma. Muchas veces se encuentra uno en la
Cámara con posiciones menos constructivas por parte de algunos grupos
parlamentarios, pero tengo que decir que su intervención me produce una
gran satisfacción y creo que nos podremos aproximar en muchas posiciones.

Si el planteamiento que S. S. y su grupo hace de la presidencia, es tal
como ha expuesto, no tendremos grandes dificultades en encontrar buen
terreno para coincidir. Las cuestiones que nos pueden separar son de
matiz. Es verdad que hay matices con mayúscula y matices con minúscula, y
la gracia que habremos de tener S. S. y yo mismo es tratar de que las
mayúsculas sean pocas y las minúsculas muchas en cuanto a los matices.

No voy a contestar a algunas de las afirmaciones que S. S. ha hecho,
solamente decirle que el documento que se ha presentado en nombre del
Gobierno para debate o para análisis, para estudio, ciertamente S. S. lo
ha calificado como quizá con ausencia de aristas. No creo que sea una
componente negativa del mismo. Al final, es un documento que el Gobierno
presenta a solicitud de los distintos grupos parlamentarios tras una
reunión que tuvimos con los portavoces de dichos grupos parlamentarios,
en la búsqueda de que a partir de ese mismo documento se pudiera
encontrar un consenso lo más amplio posible. Lógicamente, por tanto, se
ha buscado ya por parte del Gobierno disminuir aquellos puntos donde
pudiera haber una divergencia mayor entre unos y otros.

Sí quisiera decir, como he dicho contestando al portavoz del Grupo
Parlamentario Popular, que si el documento se lee con rigor --y no tengo
duda de que S. S. lo ha hecho-- encontrará, en comparación con los
documentos de otras presidencias anteriores, que en este documento y en
estas prioridades sí hay señas de identidad claramente españolas o
claramente distintas de otras presidencias.

Señoría, cuando analice los ocho puntos en que ha distribuido su
información de manera ordenada, verá que muchos de ellos están contenidos
en el propio documento y en la información que yo les he podido aportar
esta mañana y ponen de manifiesto una cierta concepción de Europa y,
además, una cierta preocupación por temas que nos son propios. Si S. S.

echa una mirada hoy a la Europa que tenemos y trata de analizar cuáles
son los vectores fundamentales de relación de política externa en una
presidencia anterior a la nuestra o antes de que llegue nuestra
presidencia, encontraría, sin duda, que los vectores de volumen o de
intensidad mayor se encontraban dirigidos a otras partes, a otras
direcciones de cómo están dirigidos los vectores



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que esta Presidencia quiere poner en marcha y quiere instituir.

Esta presidencia, si nos sale bien --y no tengo duda de que nos saldrá
bien, con el apoyo de SS. SS.--, será una presidencia que cierre el
círculo de las relaciones internacionales de la Unión Europea, que las
cierre. La Unión Europea tiene buenas relaciones con Estados Unidos de
antaño; tiene buenas relaciones con Asia de antaño, porque muchos países
mantenían relaciones con aquellos países desde hace muchos años. La Unión
Europea a partir de esta presidencia cerrará unas relaciones muy
intensas, muy profundas con el Magreb, con los países del Mediterráneo,
con todos los países del Mediterráneo, que no tenía, o al menos no las
tenía con la estructura que hoy se quiere dar, y tendrá unas relaciones
con América del Sur muy importantes, con los primeros bloques que se
vayan construyendo en América del Sur. Mercosur, señoría, tiene escasos
meses de vida; el 1.º de enero de 1995 se puso en marcha Mercosur y el 31
de diciembre de 1995 muy probablemente la Unión Europea ya tenga relación
establecida con Mercosur. Por tanto, la presidencia española tiene
impronta y señas de identidad muy intensas desde esa perspectiva.

El Presidente Delors, no hace muchos días, en una conferencia que dio en
un local en Madrid, ponía de manifiesto, al hacer una afirmación sobre lo
que habían sido las últimas presidencias de los últimos dos años (ponía
de manifiesto él, siendo francés y, por tanto, no siendo ya Presidente de
la Unión --el grado de chauvinismo que casi es proporcional a todo
francés inteligente--), que ésta era una presidencia que cerraba un ciclo
de relaciones internacionales y de relaciones en la dirección que
apuntaba S. S., relaciones internacionales en sentido amplio, no
solamente las relaciones exteriores en el sentido clásico, sino de
relaciones comerciales y de relaciones de solidaridad.

Si analizan con un poquito más de detenimiento y desde esta perspectiva
las prioridades que acabamos de apuntar, verán la comparación con
perspectivas anteriores. Yo he hecho gracia a SS. SS. de leerles las
cuatro prioridades de la Presidencia francesa, les he hecho gracia de
leérselas; podía haber iniciado mi intervención diciendo: hemos
coordinado con Francia y con Alemania y darles lectura de las cuatro
prioridades francesas y de las cinco alemanas y verían que ahí sí que es
verdad que eran intercambiables entre ellas dos, seguramente con la
danesa y muy probablemente con la belga. Lo que yo les acabo de decir,
por mucho que SS. SS. se empeñen, no podría estar escrito por un belga ni
podría estar escrito por un danés o por un finlandés.

Tiene esta presidencia el contenido de ser presidencia, por tanto, no de
representar estrictamente los intereses de España, y permítame esta
digresión. Durante la presidencia de un país no es el momento para
resolver los problemas de ese país, es el momento para impulsar la Unión
Europea en la dirección que ese país cree, pero no es el momento para
resolver el pequeño problema que cada país tiene con la Comisión o que
tiene con aquel otro país. Hombre, nos toca la presidencia una vez cada
mucho tiempo, no nos volverá a tocar hasta el siglo XXI; por tanto,
tendremos mucho tiempo para resolver los problemas, mayores o pequeños,
que con otros países tengamos. Aprovechemos esta presidencia para dejar
una cierta impronta, como S. S. decía, en la construcción europea, con
una cierta grandeza de espíritu, no para resolver nuestro pequeño
problema, por muy serio que sea, para determinados colectivos, en tal o
cual sector. Así entiendo yo y así creo que deberíamos entender todos el
sentido que tiene dirigir la presidencia europea en un momento de la
importancia como el que tenemos.

Su señoría hablaba del euroescepticismo. Es verdad que en poco tiempo en
nuestra sociedad se ha podido asentar no diría yo un cierto
euroescepticismo, sino más bien una frustración con algunos temas muy
concretos y muy específicos que se han relacionado con Europa. Sin
embargo, S. S. tiene una gran experiencia política y tiene también una
gran experiencia social, por el partido al que representa. ¿Me permite
que le ponga un ejemplo? No hay aquí en este momento, me parece, ningún
representante de la Comunidad valenciana, pero S. S. se acordará del
conflicto de Sagunto. ¿Se acuerda de lo que supuso Sagunto? Sagunto nunca
se interpretó como un problema internacional, cuando Sagunto era un
problema internacional de primera magnitud porque estábamos peleando nada
más y nada menos que con Japón y Corea, porque la dificultad que tenía la
acería que estaba en Sagunto no era desaparecer por desaparecer era
desaparecer porque había competencia con Corea y con Japón, y no tuvo las
repercusiones desde el punto de vista de la afrenta a lo que pudiéramos
llamar, entre comillas, orgullo nacional, como puede tener un problema en
la costera del bonito en el mar Cantábrico o un problema que podamos
tener con el tomate o con la flor. Es decir, yo creo que a veces nosotros
mismos alimentamos esa reacción con algunos problemas nacionales, que los
tenemos que tener y que los tendríamos estando en Europa o sin estar en
Europa, y que estando en Europa tenemos la posibilidad de algunas
compensaciones muy importantes, muy significativas, por el mero hecho de
formar parte de la misma Unión Europea. Por tanto, yo creo que a veces
nosotros mismos cargamos las tintas y generamos una cierta sensibilidad
por culpar a Europa de lo que realmente no es Europa culpable. Culpable
podemos ser en cierta manera nosotros, y culpable es un mundo que avanza
a la velocidad de la luz. Yo decía ayer por la mañana de las autopistas
de la información, tan bellas, esa idea tan bonita que a S. S. le gusta
tanto y a mí también, ¿para qué se están usando? Fundamentalmente se
están usando en este momento para que por ellas circule a la velocidad de
la luz el dinero. Su señoría hablaba de las grandes fluctuaciones
financieras y económicas que se han producido en los últimos años. ¿Por
qué se producen? Se producen porque por todas esas autopistas de la
información, en esta hora, fluye a la velocidad de la luz, es decir, a
muchos kilómetros por segundo, el dinero de todo el mundo. Por tanto,
estamos en ese mundo, y ese mundo no puede culpar de nuestros problemas
estrictamente a Europa; es un mundo que cambia mucho.

¿Me permite que le haga una pequeñísima reflexión desde mi deformación
profesional? Todavía algo sé de mecánica;



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sé muy poco ya, pero todavía me queda algo. Sé que el movimiento es
relativo, y sé que uno se mueve en relación con otra cosa. Y si el
paisaje no se mueve y usted se mueve, parece que va usted muy deprisa;
pero si el paisaje se mueve muy deprisa y usted va despacio, parece que
va muy despacio e incluso que va marcha atrás. Pues bien, el paisaje se
mueve y muy deprisa, y el paisaje en el cual nos movemos es la historia,
y es el resto del mundo, y si no somos capaces de adaptarnos a ese ritmo,
desgraciadamente nos quedaremos o quietos o iremos hacia atrás. ¿Debemos
culpar a Europa de ello? No. Tenemos que asumir también nuestras propias
responsabilidades. Y una parte de la proyección de euroescepticismo es
una parte de proyección de nuestra propia frustración; y no la podemos
tener. Esta sociedad, señorías --lo he dicho muchas veces--, no necesita
hacer sacrificios, entendiendo por sacrificio, tal y como lo define el
diccionario de la Real Academia, perder algo que se tiene. No necesita
hacerlos. Esta sociedad necesita hacer esfuerzos, y esfuerzo, de acuerdo
con el diccionario de la Real Academia, significa ser capaz de movilizar
el empeño de una sociedad que tiene la capacidad de vencer un desafío
colectivamente. Tenemos ese desafío, tenemos las posibilidades, tenemos
las capacidades. Venzámoslos, pero no carguemos las culpas donde no
debemos cargarlas y, a mi juicio, a los responsables políticos y sociales
nos corresponde también una cierta responsabilidad sobre ello.

Paso a los ocho puntos en que distribuye su intervención, señoría.

Primero, el empleo. Estoy totalmente de acuerdo, señoría. Pero sea usted
capaz de extraer del Libro Blanco de Delors los ingredientes
fundamentales para la política nacional de empleo y para la política
europea de empleo. ¿Cuáles son los ingredientes básicos del Libro Blanco?
El Libro Blanco tiene cuatro ingredientes fundamentales. El primero es
--en la terminología francesa, siempre tan retórica pero a la vez tan
bella--: busquemos nuevos yacimientos de empleo. Los podemos encontrar,
pero no los podemos encontrar en Europa; los tenemos que encontrar en
nuestro país, en nuestra comunidad autónoma y en nuestro pueblo. No van a
ser encontrados los yacimientos de empleo nuevos en el ámbito europeo
sino en nuestra propia ciudad, en nuestro pueblo, en nuestra comunidad
autónoma y en nuestro país, porque son yacimientos nuevos que tienen que
ver con actividades nuevas relacionadas con la proximidad de la vida, y
la proximidad de la vida lógicamente está más relacionada con nuestra
vivencia cotidiana en nuestro pueblo que en el ámbito europeo. En el
Libro Blanco se describen mecanismos nuevos de generación de empleo, pero
que no encuentran su realización en el marco europeo; lo encuentran
realmente en el marco de nuestro propio país.

El segundo gran tema que plantea son las cotizaciones sociales. Sabe muy
bien que lo que apunta el Libro Blanco de Delors es la reducción de las
cotizaciones sociales, de manera tal que el coste del factor trabajo sea
más pequeño. Es decir, que la componente del salario real, del salario en
mano, sea más pequeño. ¿Por qué? Porque las cotizaciones bajan. ¿Cuántos
países pueden hacer eso? Seguramente muy pocos. ¿Qué margen tiene España
para hacerlo? Usted sabe muy bien --y si no la sabe se lo digo-- que el
equilibrio que tiene la Seguridad Social española, en este momento, está
ligado a que las cotizaciones sociales tienen el peso que tienen en el
salario real. Si bajáramos más de un punto y medio las cotizaciones
sociales, el peso que tienen en el salario real, entraríamos en España en
una gran incertidumbre desde el punto de vista de todo el sistema de la
Seguridad Social. Por tanto, ¿qué margen tiene un país como España para
reducir las cotizaciones sociales y hacer que el coste que la empresa
paga en el salario real sea un poco más bajo? Tiene muy poco margen.

Sobre eso tenemos que reflexionar también. Por consiguiente, esta segunda
medida quizá la puedan poner otros países. Tampoco la puede poner
Dinamarca, que, como sabe S. S., financia todo su sistema de Seguridad
Social por el IVA, o lo financia por el impuesto indirecto o por el
impuesto directo. No tiene cotizaciones. Por tanto, son consejos que no
son aplicables a nivel europeo sino sugerencias para que cada uno aplique
en su propio país, en la medida de sus capacidades.

La tercera gran impronta del Libro Blanco de Delors tiene que ver con la
formación. Aquí se puede hacer mucho a nivel nacional y a nivel europeo.

Sin duda, la variable estratégica más importante con que se encuentran
las sociedades que se enfrentan con el final del siglo XX y principios
del XXI es la que tiene que ver con la inteligencia y el desarrollo de
sus ciudadanos. Se puede hacer y se debe hacer una buena formación, que
puede tener unos ingredientes europeos --los programas Erasmus, los
programas de formación profesional--, pero también tenemos que hacer una
buena parte en casa, en nuestro país.

La última es lo que pudiéramos llamar --grato para S. S., también para
mí-- políticas neokeynesianas, que son las que están en marcha con las
grandes obras, las grandes infraestructuras, que algunas son físicas, de
carreteras, puertos, etcétera, y otras en la vía de las
telecomunicaciones, es decir, en las tecnologías del futuro. Yo apuesto
por eso y en eso, señoría, nos encontraremos. ¿Tiene contraindicaciones?
Sí las tiene. No es perfecto. ¿Dónde no podemos encontrarnos con otras
personas de otros grupos políticos que están aquí? Pues que todas estas
cosas significan de alguna manera aumento de gasto, gasto europeo o gasto
de nuestros países. Ciertamente, la lucha contra el déficit público tiene
que ser y es un objetivo de progreso. No es un objetivo no progresista
tener un gasto desbocado o un déficit desbocado, que al final,
desgraciadamente, por las autopistas por donde circula el dinero, que
también circulan, entre comillas, los tipos de interés y se fijan los
tipos de interés, hay que pagarlo. Por tanto, en ese equilibrio es donde
nos podemos encontrar. En esos cuatro puntos: nuevos yacimientos de
empleo, políticas de formación, políticas neokeynesianas --si me permite
la expresión-- y cotizaciones sociales algo podemos hacer. Este año en
nuestro presupuesto España ha reducido un punto en las cotizaciones
sociales. No tenemos muchísimo margen más, pero algo todavía se puede
hacer. Podríamos reflexionar sobre ello. Me alegro mucho del
planteamiento que ha hecho S. S. porque entiendo que es de gran sentido
de la responsabilidad, y ahí nos podemos encontrar.




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El tema de Bosnia lo ha presentado como segunda importante preocupación
de S. S. La comparto totalmente. No me atrevo a decir que sufro más con
el tema de Bosnia que S. S. --que sé que sufre mucho--, pero lo veo casi
a diario. Estoy metido hasta las cejas en el tema de Bosnia, y cada día
más. Dentro de pocas horas voy a tener una responsabilidad mayor todavía
de la que he tenido hasta ahora con el ex primer Ministro Bildt. Haremos
de verdad todo lo que de nuestra mano esté. No dude S. S. que por mi
parte haré todo lo que mis capacidades den de sí, intelectual y
físicamente. No cejaré ni un minuto en trabajar para encontrar la paz en
Bosnia. No le puedo garantizar el éxito. Sería una persona excesivamente
audaz, incluso rayando en la locura, si le dijera que le voy a garantizar
eso. No se lo puedo garantizar. Sí le puedo garantizar mi esfuerzo, sin
perder un segundo de mi tiempo útil, para ayudar a resolver ese problema.

En cambio, no puedo estar de acuerdo con la decepción que le produce la
PESC. La PESC nos produce a todos una cierta decepción. Pero, señoría,
quisiera que hiciera la siguiente reflexión. Imaginemos por un momento la
situación ideal en que Bosnia no existiera, no existiera la guerra. La
PESC hoy tendría una dimensión infinitamente superior a la que tiene. La
PESC ha nacido prácticamente en paralelo con la guerra en Yugoslavia. La
PESC es coetánea con el conflicto de Bosnia y, desgraciadamente, no ha
podido volar, no ha podido tener tiempo para desarrollarse porque ha
nacido ya con el peso en las alas de una guerra terrible, y no se
esperaba que esto fuera así y que tuviera los pocos instrumentos que
tiene para defenderse. Me imagino un tiempo en que no tengamos un
conflicto de estas dimensiones y la PESC pueda recoger todo lo que
todavía tiene en sí, que no es todo lo que pueda dar. Pero tiene
ingredientes en sí mismo que le deben permitir desarrollarse más con los
instrumentos que tiene. Son insuficientes, sin ningún género de duda. Hay
que ir a más, sin ningún género de duda. Pero le planteo alguna reflexión
también sobre ello. ¿Debemos ir a una comunitarización completa de la
PESC? Su señoría afirma que sí. Pero le rogaría que hiciera una reflexión
sobre si interesa a España ir a una comunitarización total de la PESC.

Habría que pensárselo un poco porque nuestros intereses en el mundo no es
el interés medio de la Europa básica, de la Europa central. Así como
decíamos antes que en el tema de los medios audiovisuales nuestro interés
básico no tiene por qué coincidir totalmente con el interés francés,
nuestros intereses en la política exterior Europea no tienen por qué
coincidir, digamos, con el interés básico del bloque franco-alemán,
incluido el británico. Por tanto, algún margen de maniobra debiéramos
dejar y alguna posibilidad de poder hacer otras políticas que no nos
vetaran --porque hubiera posibilidad de veto--, y de vetar --si es que
pudiéramos-- algunas políticas que podrían ser enormemente caras si nos
obligan a ello. En la PESC tendríamos que hacer la operación inteligente
de permitir que algunos ingredientes básicamente fueran
intergubernamentales y otros empezaran a ser comunitarizados. Esta es la
reflexión que España debe hacer serenamente para ver cómo defiende mejor
sus intereses en la esfera internacional, en política exterior, y en
cierta manera también con el corolario que tiene en política comercial,
aunque ya esté comunitarizada. En esta Comisión o en otra, hoy o mañana
--no es hoy el día y seguramente no es una decisión para tomar en seis
meses--, habría que reflexionar sobre esos intereses de España.

A S. S. le preocupa el núcleo duro. A mí también. Hemos sido, como sabe,
partidarios de que no haya el concepto de núcleo duro como excluyente.

Podemos imaginar una geometría variable temporal. Es decir, que a nadie
se le obligue para siempre a estar fuera ni a nadie se le obligue para
siempre a no llegar donde no puede. Esta reflexión la hemos hecho muchas
veces. Creo que nos podemos poner de acuerdo sobre la geometría variable,
entendida más bien como círculo de solidaridad reforzada. Estoy seguro de
que si pensamos conjuntamente llegaríamos a un acuerdo, porque es una
buena posibilidad.

La tercera parte de su reflexión tiene que ver con Europa y el mundo del
sur. Creo que en esta presidencia estamos haciendo un gran esfuerzo
porque Europa se abra también al sur del mundo, en este caso a los países
mediterráneos, a los países latinoamericanos y centroamericanos. Por
cierto, en mi primera intervención no he hablado de Centroamérica, pero
durante nuestra presidencia tenemos que revisar también el sistema de
preferencias generalizadas para los países andinos y centroamericanos,
algo absolutamente vital para su desarrollo económico, y lo vamos a hacer
de manera que no requiera una revisión anual. Tendríamos que ser capaces
--vamos a ver si lo logramos-- de que esa revisión tuviera un período más
largo que el año, de forma tal que pudieran planificar un poco más sus
excedentes comerciales, etcétera, y por tanto sus presupuestaciones, los
países del Grupo Andino y los países centroamericanos que tienen SPG o
sistemas de preferencias generalizadas con nosotros.

En la reflexión que ha hecho S. S. sobre la demografía ha aportado unas
cifras que son verdaderamente sorprendentes y que asustan si se piensan
un poco. Yo las veo desde otra perspectiva. Se las expongo globalmente,
porque a mí me impresiona más así que país a país, como S. S. ha dicho.

Si no estoy muy equivocado, hace quince años, la relación de población en
la ribera norte del Mediterráneo versus la ribera sur era un tercio/dos
tercios; dos tercios en la ribera norte, un tercio en la ribera sur. En
las extrapolaciones que yo conozco del año 2020, o una cosa así, la
situación será la contraria: habrá un tercio en la ribera norte del
Mediterráneo, dos tercios en la ribera sur. Esa situación es
verdaderamente insostenible si no hacemos un gran esfuerzo de cooperación
que nos debe llevar a diversificar nuestras producciones y a que ellos
diversifiquen las suyas para llegar a un equilibrio que permita
desarrollarse a estas personas y a estos países. De lo contrario, S. S.

estará de acuerdo conmigo en que o bien hay recursos que fluyen del norte
al sur o hay personas agobiadas con la vida que fluyen del sur hacia el
norte. No hay otra forma de ver las cosas. Así es como nos vamos a
encontrar el mundo. Aceptamos lo uno o tendremos que aceptar lo otro.

El VIII FED no se ha aprobado todavía. Espero que se pueda aprobar.




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Respecto a Cuba le querría decir que personalmente me gustaría que
hubiera un acuerdo con Cuba, porque es verdad que es de los poquísimos
países con los que la Unión Europea no tiene acuerdo. Estoy seguro de que
si el Grupo Popular, que tiene alguna reticencia a ello, hiciera una
reflexión un poquito más serena, podría llegar a suscribir ese acuerdo
también. El problema es que necesitamos el acuerdo de todos. Como sabe,
en este momento hay un doble informe: de la Comisaria Bonino, que es la
responsable de ayuda humanitaria, y del Comisario Marín, español, que es
el responsable de aquella zona geográfica. Los dos son muy positivos con
respecto a lo que antes decía yo. No tiene fácil comprensión que quince
países que tienen relaciones diplomáticas con un tercer país, y que la
mayor parte de ellos tienen relaciones de cooperación con ese país, no
tengan una relación conjunta de los mismos, porque eso es lo que da un
valor añadido a la relación por parte de Europa. Pero para eso
necesitamos la unanimidad. Vamos a ver si la conseguimos. La posición de
la mayor parte de los países europeos está evolucionando muy rápidamente,
y lo está haciendo así porque está evolucionando también la posición
americana. A los que siguen los temas cubanos --y sé que S. S. así lo
hace-- no se les habrá escapado el nombramiento que ha hecho el
Presidente Clinton. Creo que para toda persona que conozca lo que
significa Estados Unidos y su relación con Cuba, el haber puesto al señor
Nunccio como asesor personal del Presidente Clinton estrictamente para
Cuba es una decisión de un gran valor y, por tanto, tendremos que
analizar también el significado que pueda tener.

A los temas de la ampliación ya he contestado antes.

Las perspectivas financieras nos duran hasta 1999. Ahí sí que tendremos
que ir todos con casco. Cuando se abra el debate para las perspectivas
financieras posteriores a esa fecha sí nos va a hacer falta el casco, ya
que va a ser una pelea verdaderamente importante. Estaremos entonces en
el umbral de la ampliación y tendremos que ver qué hacemos con algo tan
importante como los recursos propios que S. S. apuntaba. Si no somos
capaces de introducir el quinto recurso, difícilmente vamos a conseguir
recursos suficientes para los gastos que necesitamos. Y es muy difícil
incorporar el quinto recurso. Ya hemos sido capaces de cortar un poco el
momento en que entra el cuarto recurso, pero encontrar la introducción
del quinto recurso en su totalidad va a ser un esfuerzo verdaderamente
difícil, y es el auténticamente progresivo. Si España o cualquier país
europeo tuviera sus ingresos de la manera que los tiene Europa, serían
reformas fiscales tan reaccionarias que hasta la derecha política,
representada tan dignamente en esta sala, no sería posible que lo
aceptara, por pura reacción, porque el quinto recurso realmente es el que
introduce la proporcionalidad y no lo tenemos en el ámbito europeo.

Sobre la igualdad y la solidaridad estoy totalmente de acuerdo, pero no
me pida que la Conferencia de Pekín la asuma desde la presidencia
española. Si no está preparada ya, preparada y muy bien preparada, poco
es lo que yo pueda hacer para el éxito de la Conferencia de Pekín que se
inaugura dentro de pocos días, con miles y miles de personas y con una
organización de una sofisticación enorme. Podrá usted ponerme una muy
mala nota si fracasa la Conferencia de Pekín y me hace a mí responsable
de ello, porque poco podré hacer desde el día 1 de julio al día 1 de
agosto para resolver semejante problema.

Sobre la Conferencia Intergubernamental, me gusta que le guste el informe
de la Comisión. No se le escapará a S. S. que el informe de la Comisión
habla de todo, pero habla en proporción inversa a las responsabilidades
que tiene. Habrá caído S. S. en ello. El informe de la Comisión dedica un
tiempo muy largo a cómo debe funcionar el Parlamento, un tiempo un
poquito menos largo pero también largo a cómo debe funcionar el Consejo,
y un tiempo relativamente pequeño a cómo debe funcionar la Comisión. Nos
gusta lo que el informe de la Comisión dice sobre el Parlamento, nos
gusta lo que nos dice del Consejo, pero tenemos una cierta duda sobre lo
que la Comisión dice sobre la propia Comisión, porque dice muy poco. Pero
es un buen informe ¡qué duda cabe!
Sobre el informe que ha hecho el Parlamento, el informe Martin, me
produce una gran satisfacción que le guste porque estoy seguro de que nos
podremos encontrar. Mi impresión es que no le iba a gustar mucho porque
es un informe que a mi juicio, para ser del Parlamento Europeo, podría
haber volado un poco más, pero me encanta y me gusta que nos podamos
encontrar en ello. Por tanto, señoría, desde la satisfacción que me
produce haberle escuchado, el respeto que me producen sus palabras y el
afecto que sabe que le profeso, creo que podremos trabajar bien y mucho a
lo largo de los próximos meses.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo de Coalición tiene la palabra el señor
Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, quiero agradecerle la amplia
exposición que al principio ha hecho usted del documento, y paso
seguidamente a hacerle las siguientes observaciones.

En primer lugar, Coalición Canaria, en la lectura detallada y primera que
hemos hecho de este documento, le da una valoración positiva. Nosotros
también participamos, de entrada, del criterio de que es un documento de
letra y espíritu europeo, y esperamos que a lo largo de los próximos seis
meses la presidencia española lo sazone o lo aromatice, que tenga un
poquito de olor español. Verdaderamente, señor Ministro, este documento,
junto a las propuestas de resolución que los grupos presentemos y se
incorporen al mismo, va a significar para Coalición Canaria, y supongo
que para otros grupos de la Cámara, el examen final de la presidencia
española, porque es un compromiso --entiendo yo-- que el Gobierno español
en esta presidencia próxima del semestre final de 1995 contrae y, por
tanto, va a ser un documento de contrastación de los objetivos señalados
en las prioridades. Ya veremos si a partir del 31 de diciembre, después
de la conferencia en Madrid o donde se celebre, tenemos la garantía de
que el saldo o el balance haya sido lo más positivo, como deseamos. Lo
deseo por el Gobierno español y lo deseo por España y por todos los
sectores socioeconómicos comprometidos.




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Y paso rápidamente a hacer las observaciones puntuales al texto del
documento.

Señor Ministro, respecto al funcionamiento pleno del mercado interior se
encuentran ustedes con el gran problema de la armonización fiscal y el
régimen definitivo del IVA. No le voy a pedir provincianismo. Yo sé que
es un documento amplio, lo valoro positivamente, y no exigiría apellidos
de segunda fila pero sí tener en cuenta, señor Ministro, cuando se está
hablando de IVA, aquellas peculiaridades legales reconocidas para
Canarias, ya que nos movemos en un marco distinto del común europeo
dentro del acervo comunitario, como es el régimen del Poseican para
Canarias, sus especialidades y especificaciones, en que no rige el mundo
IVA pero sí la arquitectura impositiva.

La segunda observación, señor Ministro, es en el campo de la agricultura
y de la pesca. Creo que la presidencia española puede actuar en ello
inteligentemente, con un documento que en verdad no tiene por qué
levantar susceptibilidades en los demás socios europeos. Creo que es un
arma legítima, diplomática, que les tengo que conceder a ustedes, porque
la inteligencia de la presidencia consistirá en ir colgando en estos
ganchos las perchas que tengan una significación para el común de los
intereses legítimos españoles, fundamentalmente para tener mucha cautela
con las reformas pendientes de la OCM de los productos mediterráneos.

Creo que ustedes se han comprometido --es verdad-- con el documento
español, porque hablar de OCM de productos mediterráneos --el arroz, las
hortalizas, la fruta-- es estar hablando de problemas españoles,
indudablemente. Son problemas más que de la Europa del sur de la Europa
mediterránea y concretamente de España. Por tanto, señor Ministro, que no
juegue la República Federal de Alemania a intentar cambios de OCM, como
en el caso del plátano para Canarias con su partenaire norteamericano;
que el Comisario europeo de Agricultura se deje de ir por ahí, a Estados
Unidos, a hacer frivolidades con la OCM que tenemos en este momento. Y le
puedo decir para satisfacción de todos, señor Ministro, que en Canarias
hay muy poco euroescepticismo. Hemos tenido unos niveles muy altos de
adhesión al espíritu europeo precisamente por estos logros concretos que
se han alcanzado.

Señor Ministro, ustedes tienen también la oportunidad de poner fin a los
períodos transitorios previstos en el Acta de Adhesión para la pesca.

Supongo que Portugal va prestar pleno apoyo a la política española para
el desarrollo de las medidas de gestión de la actividad pesquera por la
flota comunitaria. Y esto es hablar de España, porque hablar en el mar
con un documento en el que no vamos a poner el registro, la matrícula y
la patente del puerto andaluz, canario, gallego o vasco que tenga en este
momento la flota es estar hablando de pesca, es estar hablando de España
y creo que tendremos el apoyo de Portugal para poner fin a los períodos
transitorios y a que ésa sea una de las prioridades en este campo del
Gobierno español.

Señor Ministro, hay una cuestión que me preocupa en la estrategia global
de asociación con los países del Mediterráneo, y es aquel que está
referido al espinoso problema de las zonas de libre cambio con Marruecos
e Israel fundamentalmente, porque la de Túnez la verdad es que no ha
traído problemas. Se introduce un elemento de preocupación en el sector
hortofrutícola español, tanto el levantino como el meridional, el andaluz
y el canario, así como en el resto del sector frutícola español, con la
creación de las zonas de libre cambio. Habrá que hilar muy fino y yo
espero que, con inteligencia, la presidencia española tenga un pulso
firme y unas ideas muy claras al respecto.

En este mismo apartado de la estrategia global de asociación con los
países del Mediterráneo ustedes han corrido ampliamente el listón, y lo
comprendo. Es poco lo que se dedica en este documento a la Conferencia de
Barcelona, pero estamos trabajando mucho en Ponencia en esta casa y no le
voy a hacer ninguna observación a ese respecto. Pero sí me sumaría a lo
que ha dicho antes el señor López Garrido. Dado que aquí se habla de la
preparación y observación de las elecciones palestinas, que España
plantee el tema del Sáhara. Es decir, dentro del marco de Naciones
Unidas, la delegación del Minurso no puede seguir en la inoperancia total
en el tema del referéndum para el Sáhara Occidental. Por tanto, junto a
las elecciones palestinas coloquemos esa preocupación de inmediatez
absoluta para la política española que es la aceleración del censo y la
celebración del referéndum en el Sáhara. Esperemos que la comisión del
Consejo de Seguridad, que estos días ha estado allí, eleve el informe
pertinente.

Otro tema en el que le hago una observación, señor Ministro, es en el
fortalecimiento de la relación transatlántica con Estados Unidos. No
tendría inconveniente, dado el contenido de este apartado, que comparto
plenamente, en extenderla, porque si hay una relación transatlántica no
es solamente con Estados Unidos sino también con Canadá. Hay una serie de
factores respecto a los cuales tenemos que ser realistas. Nuestro gran
contencioso lo acabamos de tener con Canadá. Usted mismo nos anunció --y
le hemos aplaudido la medida-- que para mantener el tipo de la posición
española había que exigir un visado a los ciudadanos canadienses para
entrar en España. Es una realidad que está ahí y con la que ustedes se
van a encontrar.

Usted hace referencia --y esto creo que es importante-- a que Estados
Unidos hace un día ha propuesto el desarrollo de un temario común de
acción con la Unión Europea. Como usted se ha ofrecido, al principio, a
remitirnos información sobre los acuerdos del grupo de reflexión en la
reunión de Mesina y la última habida, si puede, añada usted, señor
Ministro, el temario común de acción para la Unión Europea que haya
ofertado, según dicen ustedes en la página 19 de su documento.

Desearíamos que este temario común de acción con la Unión Europea
pudiéramos conocerlo y analizarlo, porque ustedes en la presidencia se
van a encontrar con que, al menos, van a tener que estudiarlo y ver qué
propuesta le ha hecho la Unión Europea para que administre o concilie la
presidencia española en este aspecto.

Lo que me extraña, señor Ministro, aparte de esta ausencia de vincular
esta relación transatlántica no solamente con Estados Unidos sino con
Canadá --y, de paso, resolveríamos contenciosos en el caso de la pesca--,
es que no aparece ninguna referencia a Japón. Nos estamos



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encontrando con una realidad que ustedes van a tener, que es el Grupo de
los Siete grandes, donde estando todas estas naciones europeas y
asistiendo siempre el Presidente de la Unión Europea --ahora asistirá el
señor Santer-- también están Estados Unidos, Canadá y Japón, que forman
parte de ese grupo máximo de países industrializados del mundo, por lo
tanto, habrá que mantener abierta una puerta con Japón. Usted sabe, señor
Ministro, que se van a encontrar con el mismo problema de los productos
tecnológicos japoneses en el área de la electrónica y en el área del
automóvil, que también viene siendo un motivo de conflicto dentro del
seno de la Unión Europea y las relaciones con Japón.

Y terminando ya, señora Presidenta y señor Ministro, yo desearía pedirle
que en esta impregnación, digamos, de un aroma español haya también una
preocupación de tipo institucional que no he visto reflejada en el
documento. El documento español, incluso cuando en el punto cuarto se
refiere a sentar las bases de la Europa del futuro en la Conferencia de
1996, no hace mención de dos instituciones que yo creo que la Presidencia
española debe acoger con el máximo interés, que son el Comité o Consejo
de las Regiones, la Europa de las regiones, porque está ahí, y, en
segundo lugar, la figura del Defensor del Pueblo. Si la Presidencia
española sigue avanzando y concretando en el tema de las instituciones,
yo creo que deberían introducir en la agenda el Consejo o el Comité de
las Regiones y la figura del Defensor del Pueblo, que en las candidaturas
que se había presentado anteriormente figuraba hasta un candidato
español, el señor Gil-Robles, el anterior Defensor del Pueblo español. Es
un reflexión que le hago y que nosotros también quisiéramos tener en
cuenta en las propuestas de resolución.

Por todo lo demás, señor Ministro, vamos a apoyar plenamente toda esta
larga y amplia serie de prioridades que puedan definir la calidad de la
presidencia española para bien de todos los intereses legítimos y
generales y de todas las fuerzas políticas de España.




La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Brevemente
porque los temas planteados por el Diputado señor Mardones o ya están
tratados o tenemos una cierta sintonía en cuanto a ellos. El aroma
español o el olor español creo que se encuentra, como S. S. ha puesto de
manifiesto, en algunos temas muy concretos, ya pueden ser las OCM
mediterráneas, ya pueden ser los temas de la pesca. Sobre los temas de
armonización fiscal masiva no se preocupe, porque los temas canarios,
lógicamente, quedarán garantizados. No están especificados todos ellos,
por ejemplo, en el programa Poseican, pero sí es la formulación que,
lógicamente, seguirá teniendo en cuenta la situación particular de
Canarias en relación con la Unión Europea.

Me satisface que traiga a colación la OCM del plátano, porque es verdad
que ha habido unas declaraciones del Comisario de Agricultura francamente
inoportunas y, si me permite, iría más lejos, son realmente criticables y
duramente criticables. El señor Comisario de Agricultura no es quién para
dar su opinión sobre algo que no le compete y, por tanto, no es quién
para dar su opinión sobre algo que la Unión Europea, colectivamente, no
solamente ha aprobado sino que los tribunales de justicia han ratificado.

Por tanto, comparto con S. S. la poca fortuna de las declaraciones del
Comisario austriaco, que más bien se ha comportado como un austriaco que
como representante de la Comisión. Pero permítame que traiga a colación
sus propias palabras sobre que en Canarias no hay euroescepticismo, o hay
poquito, y me alegro mucho de que lo reconozca, pero realmente el
esfuerzo que la Unión Europea hace por Canarias, por ejemplo, manteniendo
el cultivo del plátano, es un esfuerzo que bien merece que sea reconocido
generosamente por los ciudadanos canarios y que tengan el sentimiento de
solidaridad con los demás que realmente manifiesta.

En las zonas de libre cambio S. S. plantea un problema conceptual
delicado. Las zonas de libre cambio hasta la entrada en vigor de la
Organización Mundial del Comercio se podrían hacer a la carta: se podría
hacer una zona de libre cambio estrictamente industrial o,
potencialmente, se podría hacer una zona de libre cambio estrictamente de
servicios o estrictamente agrícola. La Organización Mundial del Comercio
introduce unas novedades en cuanto a zonas de libre cambio. Las zonas de
libre cambio compatibles con la Organización Mundial del Comercio tienen
que tener en su seno --no fija la cuantía o la cantidad o la producción--
la mayor parte de los intercambios comerciales entre los países que se
incorporan. Por tanto, algo de agricultura, no toda, tiene que entrar en
las nuevas zonas de libre cambio.

Es verdad que cuando se habla de Marruecos o de Israel estamos hablando
de un horizonte que alcanza ya el siglo XXI. Cuando se habla en los
documentos que S. S. ha manejado, se habla de potenciales zonas de libre
cambio entrado ya el siglo XXI. Realmente queda bastante tiempo para ver
cómo evoluciona la propia Organización Mundial del Comercio, cómo
evolucionan estos países y cómo evoluciona la Unión Europea, así que es
un compromiso relativamente blando en cuanto a zonas de libre cambio.

Sobre la situación de Estados Unidos y Canadá sí le quiero decir que la
posición que ha mantenido la Comisión hasta este momento y nosotros, es
que la relación trasatlántica incluye estrictamente en este momento a los
Estados Unidos de América. La introducción de Canadá y la no introducción
de Méjico, por ejemplo, haría una situación completamente asimétrica en
cuanto al Tratado de Libre Comercio con los tres países que lo componen.

Por tanto, lo que querríamos es profundizar en las relaciones con los
Estados Unidos de América, porque abrir una negociación en la que se
incluyera todo Nafta o todo el TLC sería una situación verdaderamente
insostenible por su dificultad y nos llevaría años y años el tratar de
resolverla. Demos tiempo al tiempo. Hagamos las cosas que se pueden hacer
en el marco de un intervalo temporal razonable, y no nos pongamos
objetivos que son de difícil consecución en un tiempo razonable.




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Sobre el Sáhara le diré que no es un tema que cuente con la sensibilidad
europea. Lo sabe muy bien. Es muy difícil encontrar en los países de la
Unión Europea sensibilidad hacia este tema, no la había. La había mayor
en Estados Unidos de América; y le tengo que decir que las últimas
noticias que tenemos de los Estados Unidos de América en relación con las
operaciones de mantenimiento de la paz, que como saben muy bien, el
Senado americano quiere reducir hasta tasas inferiores al 25 por ciento,
es decir, que la financiación de las operaciones de mantenimiento de la
paz se van a convertir en muy difíciles si los Estados Unidos aprueban la
enmienda de recorte de gasto presupuestario mantenida por el Partido
Republicano, puede ser que una de las operaciones de mantenimiento de la
paz que traten de no mantener financieramente sea Minurso. Si eso es así
entramos en una situación ciertamente delicada.

Los representantes del Consejo de Seguridad que han visitado la región,
como saben, tampoco han vuelto con un gran entusiasmo de lo que han
visto. Tenemos que seguir trabajando, insistiendo, porque algunas
declaraciones que se han producido no fomentan el que ese conflicto tenga
una solución rápida y suficientemente aceptable por las partes. Sí le
quiero decir que no será un tema de fácil tratamiento; en el seno de la
Unión Europea no hay conciencia de él, no hay una sensibilidad
suficientemente grande.

Japón no lo he contemplado en mi intervención ni está en el documento
porque durante el semestre no habrá con Japón nada más que una reunión en
el borde --como se dice en la jerga comunitaria-- de la reunión de Asean,
pero no corresponde este semestre el tener la reunión de troika con
Japón; la tuvimos en París durante la presidencia francesa hace muy poco
tiempo. Por tanto, con Japón no habrá grandes novedades en este semestre.

Las habrá en el año 1996, segunda parte, si se pone en marcha la
Conferencia Euroasiática, porque sería una conferencia básicamente con
los países de Asean, pero se sumarían a ellos China, como he dicho antes,
Corea y Japón. Esto es un poco el esquema de trabajo que más bien nos
lleva a 1996, con alguna novedad; lo demás sería seguir trabajando con
Japón con las relaciones que tenemos.

Las dos instituciones a que ha aludido (Comité de Regiones y Defensor del
Pueblo) no tienen el rango necesario para ser tratadas inicialmente en la
Conferencia Intergubernamental, pero, sin duda ninguna, las trataremos y
veremos a ver qué es lo que se puede hacer. Por lo que se refiere al
Comité de Regiones, como S. S. sabe, no solamente hay iniciativas en este
Parlamento sino también en otros parlamentos de países europeos para que
se trate este tema.




La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Costa.




El señor COSTA COSTA: Señor Ministro, a estas alturas del debate, uno
tiene la tentación de decir que muchas gracias, que coincide plenamente
con los objetivos de la presidencia que ha presentado el Gobierno, como
resulta tópico en todos los parlamentos por parte del Grupo que apoya al
Gobierno, pero no lo voy a hacer, voy a hacer una intervención de mi
Grupo porque creo que estamos ante una circunstancia que lo merece y
porque no es un tópico coincidir con el programa de la presidencia que
hoy nos ha sido presentado. Un programa que creo que tiene una primera
virtud: la de ser capaz de concitar un acuerdo básico en su entorno de
todas las fuerzas parlamentarias que han intervenido hasta ahora y que
suponen una amplia mayoría del Parlamento. Un programa, por tanto, que, a
pesar de las objeciones puntuales que ha merecido, en su conjunto, en su
núcleo principal, yo diría que ha obtenido el gran acuerdo de los
portavoces de los diferentes grupos parlamentarios.

Este tema no es banal, yo creo que es un tema importante y relevante
porque mantiene una posición sólida de España en la política europea. Una
posición sólida que no sólo percibimos dentro de las paredes de este
Parlamento, sino que, cuando tenemos contactos con personalidades
internacionales, con delegaciones de otros países, podemos comprobar que
envidian esta posición, una posición que da fortaleza, credibilidad y lo
absolutamente necesario para que la presidencia española pueda traducirse
en un éxito.

Yo no he podido resistir la tentación de reflejar en un papel las tres
últimas presidencias, incluida la española, y viendo los programas de las
distintas presidencias uno detecta que hay una diferenciación básica
entre ellas, y es la densidad del programa español, la multitud de
actuaciones que los seis meses de presidencia española tiene por delante
y la importancia que para el futuro de la Unión Europea tienen estas
actuaciones. No he querido, puesto que creo que es un ejercicio del todo
inconveniente, comparar los resultados de las últimas presidencias ni
compararlos con los resultados de la española a finales de diciembre,
pero quizá en ese momento tengamos la tentación de hacerlo, no sólo de
comparar los programas sino también los resultados, porque la lectura
rápida de los programas y resultados de cada una de las presidencias nos
traería sorpresas interesantes y seguramente no agradables para los que
creemos en la construcción de la política europea.

La presidencia española coincide además con un momento en el que en
España estamos celebrando el décimo aniversario de nuestra incorporación
a Europa, un aniversario que ha marcado de manera decisiva la historia
reciente de nuestro país. Yo creo que la integración en Europa ha
supuesto un sólido marco de referencia, en el cual España ha encontrado
la estabilidad y la potencialidad adecuada para sus proyectos de
modernización y apertura económica. Coincide también con un contexto de
consolidación del crecimiento económico en el conjunto de la Unión
Europea, un contexto que se empezó a vislumbrar en el Consejo de Essen
pero que se ha ido consolidando en el tiempo y donde vemos que van
mejorando sistemáticamente los datos macroeconómicos, se recuperan los
índices de confianza de empresarios y consumidores, disminuyen las tasas
de paro o se estabilizan, y nace otra vez la esperanza para miles de
personas de encontrar un puesto de trabajo, con todo lo que ello implica
de independencia, seguridad y estabilidad personal. Este contexto nos
permite ser optimistas ante las importantes tareas que el devenir



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europeo ha reservado a la presidencia española, y la primera idea que
debería presidir esta presidencia es la de la recuperación de una cierta
ilusión por la construcción europea.

Voy a copiar una cita del Ministro de Asuntos Exteriores en un foro
diferente al parlamentario. Decía el señor Solana que la utopía es una
verdad prematura. Si me permiten yo creo que las utopías han nacido
habitualmente en el sur y es el momento de escuchar la voz del sur en
Europa y, si me permiten, crear ideas-fuerzas; crear una idea-fuerza que
yo algunas veces he puesto en Icaro. Icaro que quería volar y terminó
estrellado en el mar porque se acercó demasiado al Sol. Sin embargo, ha
condensado la voluntad del hombre de volar y seguramente ha sido el que
más ha contribuido a que el hombre termine desplazándose a gran velocidad
por el aire. Yo creo que la presidencia española puede recuperar la
ilusión colectiva en el proyecto común de la construcción de una Europa
próspera, libre, solidaria y abierta que mantenga la cohesión política,
económica y social. La eficacia en el ejercicio de la presidencia es, sin
duda, la mejor contribución que podemos hacer a este proyecto.

Se ha dicho aquí que este proyecto no tiene tintes socialdemócratas y me
gustaría contestar a esto desde un marco positivo. El proyecto de la
presidencia española dedica gran parte de su primer apartado al empleo,
al crecimiento económico y a la competitividad europea. Sitúa el empleo
dentro del capítulo económico con políticas orientadas a crear nuevos
puestos de trabajo. El empleo sigue siendo la mayor preocupación del
Grupo Parlamentario Socialista ya sea, como muy bien ha dicho el
Ministro, en la política local, en la autonómica, en la estatal o en la
europea. Desde todos los ámbitos hay que implementar las políticas que
contribuyan a crear nuevos puestos de trabajo.

Las prioridades de la presidencia española de la Unión Europea contemplan
continuar con las reformas estructurales que se están ejecutando en el
contexto de la estrategia del Libro Blanco sobre crecimiento,
competitividad y empleo. Nuevas políticas sociales y medioambientales
constituyen, sin duda, nuevos nichos de puestos de trabajo en los que hay
que profundizar, y España en este sentido puede aportar una experiencia
que nosotros no valoramos suficientemente. Hemos apostado por un programa
de viajes para la tercera edad, como ejemplo. Este programa de viajes
para la tercera edad ha dado respuesta a una demanda creciente de ocio de
un segmento de la población española, pero, además, ha permitido de una
manera notable rentabilizar recursos humanos y económicos, recursos
empresariales, aumentando la actividad económica y creando numerosos
puestos de trabajo. Este sería un ejemplo a seguir. Hay otros elementos
que todavía no han sido experimentados en nuestro país y si la
idea-fuerza que lanzamos en Europa somos capaces de difundirla a cada uno
de los niveles donde se crean los puestos de trabajo, es decir, a nivel
estatal, autonómico y local, seríamos capaces también de crear grandes
posibilidades de nuevos puestos de trabajo en temas medioambientales que
tienen un gran campo de actuación en nuestro país.

Junto a estos elementos el programa prevé continuar con proyectos de
formación profesional de dimensión europea. Prevé las inversiones
públicas y privadas en materia de redes transeuropeas que, sin duda,
contribuyen a la competividad global de las economías de la Unión y son
instrumentos que ayudan notablemente al objetivo de crear empleo en una
Unión más próspera y más cohesionada. Avanzar hacia la Unión Económica y
Monetaria y perfeccionar el funcionamiento y el mercado interior ayudarán
también, sin duda, a alcanzar una economía más sólida en el marco de la
cual es posible realizar los objetivos anteriores.

Todo este apartado de diferentes actuaciones, con políticas keynesianas,
con nuevas ideas-fuerza que sólo han empezado a discutirse en el contexto
de la Unión Europea es, sin duda, un programa con un tinte claramente de
solidaridad, de cohesión económica y social, es un proyecto que podemos
firmar y sentirnos orgullosos los socialdemócratas.

La dimensión cultural que prevé el programa de la presidencia es también
importante. No voy a insistir en ello porque las palabras del señor
Ministro han dejado claro cuál es el proyecto y cuál es el uso que
debemos dar a las nuevas tecnologías para preservar las singularidades de
la cultura europea, sin olvidar nuestras propias singularidades que nos
hacen también algo diferentes al resto de los países o a alguno de los
más influyentes dentro de la Unión Europea.

Quisiera destacar también el apartado relativo a la política exterior y
de seguridad común. Y quisiera en este sentido decir que lo más
importante del paquete de actuaciones de la presidencia española,
salvando el problema yugoslavo que estamos heredando, es que pone en
funcionamiento una política preventiva que, si se le da consistencia y
persistencia, será capaz de evitar, sin duda, los problemas que ahora
sufrimos en el seno de la propia Europa y, concretamente, en Yugoslavia.

Tenemos ya encaminada una estrategia de incorporación de los países
asociados de Europa Central y Oriental. Es verdad que ello nos plantea
graves problemas de tipo presupuestario que tendremos que resolver, que
va a resultar difícil incorporar estos países con culturas diferentes,
pero es verdad también que a través del diálogo estructurado, a través de
un trabajo constante de las continuas presidencias, estos países, en un
plazo de tiempo determinado, pueden y deben incorporarse para su
seguridad, su bienestar y para nuestra seguridad y bienestar al proyecto
de una Europa común.

Es verdad que la dimensión mediterránea, que plantea por primera vez de
una manera ya muy estructurada la presidencia española, tiene una
dimensión diferente, porque no pretende incorporar a estos países en el
seno de la Unión; pero también es verdad que no es menos importante por
ser diferente, seguramente es más importante en términos de seguridad y
estabilidad. Una prioridad de la política exterior de la Unión Europea
debe ser garantizar un entorno estable, de prosperidad y seguro.

En la política mediterránea vamos a tener la Conferencia de Barcelona en
el mes de noviembre y el Grupo Socialista



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no puede más que coincidir con el programa de la presidencia en los tres
aspectos que se inician en esta conferencia de la que todavía tardaremos
en ver sus frutos de una manera más sólida. La mejor relación política
con todos los países del área mediterránea, con un diálogo permanente con
ellos; la cooperación a través de los fondos que el Consejo de Cannes
pueda habilitar, que la Comisión ha propuesto y que seguramente el
Parlamento Europeo va también a ratificar; la comprensión y la tolerancia
en el tema cultural, son los elementos básicos que hacen sentir al Grupo
Socialista que esta Conferencia puede tener éxito y que posiblemente será
el inicio de un irreversible camino hacia adelante.

También está la impronta española en la política con Latinoamérica. Las
relaciones con Mercosur, con México, con Chile son políticas que se han
ido implementando desde que España se ha incorporado a la Unión Europea y
no ver en el programa de la presidencia española los aspectos no tanto de
la Presidencia española sino del trabajo constante que se ha ido
realizando en estos años dentro de la Unión Europea para conseguir que
objetivos comunes de España y de la Unión Europea fueran incorporados a
la política europea, es simplemente no querer ver la realidad.

Tenemos en esta política exterior el problema de Yugoslavia; un problema
heredado, sin duda, difícil, pero en el que también tenemos la fuerza
moral de tener hombres destinados en misiones de paz dentro de este
conflicto. Esto da una fuerza tremenda y se están implementando con
nuestra colaboración, con nuestra participación, los mecanismos para
hacer posible que cambien las voluntades de acabar con ese conflicto, que
creo que es lo más importante, porque, tal como ha dicho el Ministro, es
imposible intervenir cuando no existe la voluntad de dialogar, de acabar
con el conflicto. Ese debe ser el núcleo básico de nuestra actuación:
intentar cambiar las voluntades para hacer posible un acuerdo, un
reconocimiento mutuo, el analizar conjuntamente, el tratar conjuntamente
un problema que es común a quienes están implicados en él y a todos los
europeos.

La relación trasatlántica. Tras el acuerdo de 1990, y teniendo una
dimensión seguramente satisfactoria en el tema de defensa, tiene
importantes déficit en todo lo que hace referencia a economía y comercio
y, junto con la Organización Mundial de Comercio, puede crear un nuevo
marco de relaciones económicas entre la Unión Europea y Norteamérica.

Yo diría que éstos son los apartados que más cabe resaltar dentro de la
política exterior de la Unión Europea y que le dan, yo diría,
singularidades en las que se puede ver perfectamente la mano, la
influencia, la capacidad de convicción del Gobierno español. Pero, no nos
equivoquemos, estos elementos, para ser eficaces, deben ser compartidos
por el conjunto de países de la Unión Europea. No basta con que España
quiera; tenemos que lograr la participación convencida de nuestra
presidencia y de las siguientes presidencias para que cada uno de los
elementos que se están poniendo en funcionamiento en nuestra presidencia
continúe avanzando y concluya con la finalidad que se prevé al principio.

Este elemento, que cuando hablamos de singularidades españolas dentro de
nuestra presidencia no queremos ver, creo que es el más importante de
todos; éste es el elemento que permite a la Unión Europea ir alcanzando
objetivos. Si cada uno de los países que tienen la presidencia se dedican
a arreglar su problema local, su problema de las patatas, de las frutas y
verduras o la pesca, por muy importantes que ellos sean, si cada uno se
dedicara sólo a arreglar sus problemas, no seríamos capaces de afrontar
estos retos que la Unión Europea y la comunidad internacional tienen
planteados de una forma muy seria.

En justicia e interior no voy a alargarme, pero todo ese apartado tiene
que ver con cuestiones que no pueden ser resueltas por los Estados
nacionales dentro de las fronteras de los Estados nacionales, tal como
los hemos concebido hasta ahora. Si preguntáramos a los ciudadanos de la
Unión Europea, de cualquier país de la Unión Europea, si creen que hoy es
posible hacer una política contra el terrorismo sólo con los medios que
tiene un Estado, o contra los narcotraficantes sólo dentro del marco de
un Estado, o hacer políticas de asilo o de inmigración fuera de un
espacio común, estoy convencido de que todos ellos, con sentido común,
nos dirían que no, que eso es imposible, que tenemos que crear espacios
de seguridad, espacios donde los derechos y las libertades individuales
de los ciudadanos de la Unión estén protegidos por normas comunes, que
tenemos que crear un espacio judicial europeo. En esto es en lo que
estamos poniendo cada una de las piezas para hacerlo posible y, por lo
tanto, es lo que tenemos que ser capaces de explicar a los ciudadanos.

Finalmente, para acabar, quisiera resaltar dos ideas. El Tratado de
Maastricht tiene defectos, pero es un buen tratado. El mayor defecto del
Tratado de Maastricht ha sido que se ha hecho de espaldas a las opiniones
públicas de los países nacionales, que se ha realizado en un foro
cerrado, que no se ha sabido explicar al conjunto de los ciudadanos y no
se han sentido parte de él. Se han encontrado con un instrumento de
repente que no comprendían. Ahora tenemos la ocasión en la Conferencia
Intergubernamental de cambiar el método, de hacer que los ciudadanos, que
los grupos de interés económico --sindicatos y empresarios--, social
--profesionales--, intelectuales --la universidad--, participen
directamente, conozcan cada uno de los pasos que se están dando en la
Conferencia Intergubernamental; hacerles participar de los retos que
tiene; profundizar y ampliar casi simultáneamente; prepararse para acoger
a 27 países, reformando las instituciones, profundizando a la vez en la
democracia, en la transparencia y en la eficacia de las instituciones de
la Unión. En esto España tiene una gran responsabilidad con la
presidencia del Grupo de Reflexión.

Estoy convencido desde el Grupo Socialista que se está haciendo un gran
trabajo, que el primer documento que ha emitido el Gobierno español sobre
la Conferencia Intergubernamental ha permitido establecer un diálogo
sobre bases sólidas para esta Conferencia y que de las distintas
reuniones que se vayan produciendo va a tener lugar, primero, el
inventario de los problemas que se tienen que abordar y, en segundo
lugar, un abanico de posibilidades para afrontar esos problemas. Y habrá
que decirles a los ciudadanos



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--y nosotros, los diputados, sin duda, tenemos una gran responsabilidad
en ello; los medios de comunicación comparten de una manera también
importante esta responsabilidad-- que hay problemas dentro de la Unión
Europea que no se pueden combatir desde los Estados nacionales y que hay
políticas que, una vez que han sido decididas, se pueden realizar mejor
en el ayuntamiento, en la comunidad autónoma o en el Estado que en la
comunidad europea, pero que, desde un punto de vista global, necesitamos
instrumentos eficaces para resolver los grandes problemas (estas
autopistas de la información, esa contaminación ambiental u otros
aspectos de la vida) de los ciudadanos, que hoy necesitan y exigen una
respuesta profunda.

Como no tengo muchas preguntas que hacer, porque creo que el documento es
bueno y que el trabajo del Gobierno en este campo va a ser muy arduo, va
a ser realmente difícil --y tengo la sensación no de hacer perder el
tiempo al Ministro, porque creo que venir al Parlamento a explicar los
programas no es perder el tiempo, es una necesidad y una conveniencia--,
que sepa que tiene el apoyo de nuestro Grupo, que tendrá también nuestra
comprensión ante la agenda que le espera y que, si podemos, colaboraremos
en todo aquello que nos sea posible para que la presidencia española sea
el éxito de todo el pueblo español y el éxito, por lo tanto, de todos los
europeos.




La señora PRESIDENTA: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Voy a ser muy
breve porque, a escasez de preguntas, escasez de respuestas, pero sí
quiero sumarme a la reflexión que S. S. ha hecho y que comparto
prácticamente en la totalidad.

Quiero subrayar solamente un extremo sobre el crecimiento y empleo, que
me sigue pareciendo uno de los debates más importantes que debemos
mantener, y quiero recordar a S. S., y recordarles una vez más a todos,
que por primera vez se va a hacer un análisis del empleo con criterio
anual en la Unión Europea y que por primera vez va a haber una reunión
para hacer ese trabajo conjunto del Ecofin --es decir, el Consejo de
Asuntos Económicos-- y del Consejo de Asuntos Sociales o de Trabajo.

Para los que conocen el funcionamiento de la Unión Europea, saben que ése
es un paso muy importante porque el territorio Ecofin es un territorio
defendido con murallas que a veces es muy difícil de asaltar. El haberlas
asaltado y conseguir que en el ámbito del Ecofin haya también un
planteamiento más amplio, no estrictamente macroeconómico, en el que se
introduzcan también variables sociales, creo que es una buena noticia.

Estoy totalmente de acuerdo sobre lo que ha dicho acerca de la proximidad
a los ciudadanos. Yo creo que todos hemos aprendido algunas lecciones.

Ciertamente, tendremos que hacer los tratados y los acuerdos de una
manera más próxima a los ciudadanos. A veces no es fácil. Yo siempre
pongo como ejemplo las sesiones que se hacen al inicio de cada
presidencia, con transparencia total, con la televisión mundial
retransmitiendo en directo y a veces son tan aburridas como si se
hicieran sin televisión, porque todo el mundo se dedica a leer un
proyecto de documento que ya tiene preparado, con fines estrictamente
dirigidos al colectivo que sabe que le va a escuchar, por razones a, b o
c, y que le interesa que le escuchen, y tampoco se avanza mucho por ahí
en lo que es una transparencia y proximidad real con los ciudadanos.

Por tanto, una vez más, estoy de acuerdo con las reflexiones que ha hecho
el Diputado señor Costa y le agradezco su apoyo y su sostén.




La señora PRESIDENTA: Señor Ministro, queremos darle las gracias muy
sinceras por el tiempo que ha dedicado en esta tarde-noche a esta
Comisión y por la extensión de sus explicaciones. Creemos que ha sido
positiva esta primera presentación del programa de la Presidencia
española en Europa, porque el señor Ministro puede llevarse la impresión
de que todos los grupos vamos a estar dispuestos, como él nos pedía, a
dejar esa impronta en la construcción europea con grandeza de espíritu.

Tenemos también la esperanza de que el señor Ministro, el Gobierno, a
través de la vía de las propuestas de resolución, en la línea de la
vivencia cotidiana de la que él nos hablaba, porque queremos sinceramente
llevar a la práctica esa buena pedagogía europea que él nos pedía, sea
sensible y, sin aristas, pero sí con esas tildes que ha intentado
encontrar en el logotipo de la Presidencia española, sepa impregnar de
ese aroma español, de esas señas de identidad, de esas singularidades
que, sin lugar a dudas, caracterizan a España y que queremos sean
realmente defendidas, como estamos seguros que lo va a hacer el Gobierno
español durante este semestre de Presidencia española.

Muchas gracias, señor Ministro.




El señor COSTA COSTA: Para una cuestión de orden. ¿El plazo establecido
para presentar las resoluciones es hasta el martes, a las ocho de la
tarde?



La señora PRESIDENTA: Así es.

Se levanta la sesión.




Eran las nueve y cuarenta minutos de la noche.