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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 54, de 08/11/1994
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DIARIO DE SESIONES DE LAS
CORTES GENERALES
COMISIONES MIXTAS
Año 1994 V Legislatura Núm. 54
PARA EL ESTUDIO DEL PROBLEMA
DE LA DROGA
PRESIDENTE: DON ANTONIO MARTINON CEJAS
Sesión núm. 11
celebrada el martes, 8 de noviembre de 1994,
en el Palacio del Senado



ORDEN DEL DIA:
--Estudio de la Proposición no de Ley sobre la creación de un fondo de
ayudas para la prevención de la drogodependencia, así como para la
rehabilitación de las personas afectadas por la misma. (Números de
expediente S. 572/000019; C. D. 161/000301) (Página 1120)
--Comparecencia del Ministro de Defensa, Excmo. Sr. don Julián García
Vargas, para informar de los planes de prevención de lucha contra la
droga en los tres ejércitos. (Números de expediente: S. 711/000064; C. D.

213/000338) (Página 1121)



Página 1120




Se abre la sesión a las diez horas.




El señor PRESIDENTE: Buenos días. Iniciamos la reunión.




--PROPOSICION NO DE LEY SOBRE LA CREACION DE UN FONDO DE AYUDAS PARA LA
PREVENCION DE LA DROGODEPENDENCIA, ASI COMO PARA LA REHABILITACION DE LAS
PERSONAS AFECTADAS POR LA MISMA. (S. 572/000019; C. D. 161/000301).




El señor PRESIDENTE: A propuesta del portavoz del Grupo Popular, la Mesa
propone a la Comisión la modificación del orden del día de forma que la
proposición no de Ley prevista como segundo punto se debata en primer
lugar, con el compromiso de tratarla con mucha brevedad.

¿Hay algún reparo por parte de alguno de los miembros? (Pausa.)
No habiéndolo, damos la palabra al portavoz del Grupo Parlamentario
Popular para la defensa de la proposición no de Ley.




El señor ROBLES OROZCO: Muchas gracias, señor Presidente, y muy
brevemente.

Como saben sus señorías, aprobamos la Ley de Prevención del Blanqueo de
capitales y quedaba pendiente, a través de la adicional tercera, el
desarrollo de lo que hemos venido llamando en términos coloquiales la Ley
del Fondo.

Creo que es un consenso de todos los grupos parlamentarios y también de
la sociedad el que sería conveniente dotarnos de un instrumento que nos
permitiera que los bienes que se les decomisa a los narcotraficantes
puedan revertir en beneficio de las víctimas, es decir, de aquellas
personas que son afectadas en términos de enfermedad o de deterioro
social, al mismo tiempo que puedan utilizarse estos fondos para hacer
campañas de prevención y disuasión.

Esto que, como digo, estaba previsto en la Ley de Prevención del Blanqueo
de Capitales, tiene que desarrollarse, y desde hace un año estamos
pendientes de que se pueda desarrollar. En la última interpelación
parlamentaria hubo un compromiso por parte del Gobierno, a través del
Ministro de Justicia, y también en la posición de los diferentes grupos,
y nosotros considerábamos que era conveniente cerrar un plazo y un
compromiso más estable.

Hemos considerado y aprovecho para decir a la Mesa que, puesto que la
proposición fija un término, el 31 de octubre, ya superado, nuestra nueva
redacción, que sería presentada como una enmienda «in voce», sería la de
que antes de que finalice el actual período de sesiones entre en la
Cámara un proyecto que desarrolle la adicional tercera. Y también
aprovecho para así fijar el espíritu más concreto en la proposición no de
Ley y sumar las voluntades de otros grupos, por lo que en donde se dice
«para la rehabilitación de las personas afectas» se diga «especialmente
para la prevención de la drogodependencia, así como la rehabilitación»,
de forma que no se descarte la posibilidad de que también pueda ser
destinado a otros fines de la lucha contra el narcotráfico, lo que
también nos parece positivo.

Como ven, esta es la finalidad, es decir, desarrollar la disposición
adicional tercera de aquella Ley, que podamos tener un instrumento válido
que está reclamando la sociedad, y que los compromisos que todos hemos
adquirido tengan una fecha concreta antes de que finalice el actual
período de sesiones.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Senador Robles, se han presentado varias enmiendas
«in voce» al propio texto presentado por el Grupo Parlamentario Popular.

Donde dice «el Congreso de los Diputados...» debe decir que «las Cortes
Generales instan al Gobierno a que con anterioridad al 31 de diciembre de
1994 remita a las Cortes un proyecto de Ley que establezca la creación de
un fondo de ayudas para la prevención...




El señor ROBLES OROZCO: ...un fondo de ayuda en la lucha contra la droga,
especialmente para la prevención, así como para la rehabilitación de las
personas afectadas.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún Grupo quiere fijar posición?
Tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Muchas gracias, señor Presidente, intervendré de
forma sintética, atendiendo a su petición inicial.

Mi Grupo Parlamentario va a votar a favor de esta proposición no de Ley
que, en realidad, es la concreción de acuerdos consensuados ya entre
todos los grupos de esta Cámara y que va a posibilitar que estos bienes
que se decomisan a los narcotraficantes puedan ser destinados a la
globalidad de la lucha contra la droga, especialmente a los temas de
prevención, rehabilitación y reinserción de drogadictos. Insisto en que
mi Grupo va a votar positivamente esta proposición no de Ley.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Vázquez.

En nombre del grupo Parlamentario de Convergència i Unió, tiene la
palabra el señor Cardona.




El señor CARDONA I VILA: Muchas gracias, señor Presidente.

Señorías, intervengo para fijar la posición de nuestro Grupo en relación
a esta proposición no de Ley que ha presentado el Grupo Parlamentario
Popular sobre la creación de ese fondo de ayudas.

Ya se ha dicho que sería conveniente preservar algunos aspectos. No he
llegado cuando tenía que llegar, y no sé exactamente cuál es la nueva
redacción. En cualquier caso eso no debería representar ningún problema,
puesto que la redacción en sí no es la cuestión más importante, sino lo



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que contempla o se propone con esta proposición no de Ley.

Por otra parte, respecto de las medidas enunciadas por el entonces
Delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, señor Garzón,
en su comparecencia ante la Comisión el 19 de octubre de 1993, ya decía
que se estaba ultimando la elaboración de una normativa sobre la creación
de un fondo de lucha contra la droga, a través del cual quedarían
afectados todos los bienes y efectos decomisados provinientes del tráfico
ilícito de drogas, con lo que se podrían llevar a cabo políticas de
prevención, rehabilitación, represión y cooperación internacional en esta
materia en el marco de las competencias del Plan Nacional sobre Drogas.

Entendemos que no ha representado obstáculo alguno el llegar a un acuerdo
respecto de los diferentes objetivos, ya que son coincidentes, porque, si
por una parte se contempla la prevención y la rehabilitación en la
redacción de la proposición no de Ley del Grupo Parlamentario Popular, en
los objetivos que nos anunciaba el Delegado del Gobierno figuraban la
prevención, rehabilitación, represión y cooperación internacional, lo que
creo que se ha salvado con el nuevo redactado. Por otra parte, tampoco
tiene que ser obstáculo --como decía-- porque, si la vía ha de ser el
proyecto de Ley, en el trámite parlamentario correspondiente cabe la
posibilidad de mejorar el texto con las aportaciones enriquecedoras que
entendemos que haremos todos los grupos.

Estando, por tanto, de acuerdo en el fondo de la cuestión, nuestro Grupo
lo apoyará, buscando la forma más adecuada en esta redacción, porque al
fin y al cabo se trata de una de las cuestiones que nuestro Grupo ya
ponía en consideración hace ya algún tiempo en la Comisión Mixta de la
anterior Legislatura al entonces Delegado, señor Miguel Solans.

El motivo fundamental para apoyar la iniciativa --permítanme que insista
en esta cuestión-- de crear un fondo de estas características es por
entender que se trata de una buena forma de aprovechar unos recursos
económicos que siempre vienen bien, cuando las necesidades son cuasi
infinitas, mientras que los recursos siempre son escasos, pero
fundamentalmente por lo que representa de actitud, de voluntad, de
expresión de lucha frontal contra estos delincuentes, que tendrán que ver
cómo sus ilícitas ganancias son utilizadas para luchar contra lo que
ellos con su acción precisamente están fomentando. Es en esto donde creo
que tiene fundamentalmente un valor complementario la medida que nos
propone con esta proposición no de Ley el Grupo Parlamentario Popular.

Por eso lo apoyaremos con mucho gusto.

Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Cardona.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Rodríguez Zapatero.




El señor RODRIGUEZ ZAPATERO: Muchas gracias, señor Presidente.

También intervendré con la máxima brevedad, para manifestar que el Grupo
Socialista va a apoyar esta proposición no de Ley del Grupo Popular. Y
diré brevemente las razones.

En primer lugar, creo que esta Ley es una aspiración que latía ya en la
Comisión Mixta de la anterior Legislatura y que, además, es un compromiso
electoral del Partido Socialista, anunciado y comprometido por el
Gobierno a través del Ministro de Justicia e Interior y también del
propio Delegado, por lo que nosotros también deseamos, lógicamente, que
el compromiso se cumpla antes del 31 de diciembre, en respuesta a ese
primer hito que supuso la disposición adicional tercera de la Ley del
Blanqueo, así como lo que los Presupuestos del Estado establecieron para
el año 1994.

Creo que es una medida acogida por todos los grupos parlamentarios, por
la sociedad en general y las ONG y esperamos que en el desarrollo del
trámite parlamentario de la Ley se pueda tener el mismo consenso que el
deseo que hoy se manifiesta de forma unánime.

Por último, lógicamente, nos complace que el Grupo proponente acepte que
no quedara constreñido únicamente el destino del fondo, como en el texto
inicial, a lo que es prevención y rehabilitación, sino que, con ese
carácter general, seguramente podremos hacer un juego más enriquecedor en
la Ley.

Nada más, sino reiterar el apoyo a la proposición.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Rodríguez Zapatero.

Leo como queda finalmente la redacción de esta proposición: Las Cortes
Generales instan al Gobierno a que con anterioridad al 31 de diciembre de
1994 remita a las Cortes un proyecto de Ley que establezca la creación de
un fondo de ayuda en la lucha contra la droga, especialmente para la
prevención de la drogodependencia, así como la rehabilitación --el
Vicepresidente Primero propone que se añada «y reinserción», si ningún
grupo tiene inconveniente-- de personas afectadas por la misma,
financiado fundamentalmente con cargo a los ingresos provenientes de los
bienes afectos e instrumentos decomisados a los que se refiere el
artículo 344 bis e) del Código Penal.

Señorías, votamos la proposición. (Pausa.)



Efectuada la votación, fue aprobada por unanimidad.




El señor PRESIDENTE. Queda aprobada por unanimidad.

Se suspende la sesión el tiempo necesario para que se incorpore el
Ministro de Defensa. (Pausa.)



--COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA. (S. 711/000064; C. D.

213/000338.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, reanudamos la sesión. Comparecencia de don
Julián García Vargas, Ministro de Defensa, a solicitud del Grupo
Parlamentario Popular,



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para informar de los planes de prevención de lucha contra la droga en los
tres Ejércitos.

El señor Ministro de Defensa tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Muchas gracias, señor
Presidente.

Señorías, permítanme iniciar esta intervención expresando mi satisfacción
por encontrarme de nuevo ante esta Comisión Mixta para el Estudio del
Problema de la Droga, esta vez en mi condición de Ministro de Defensa; ya
lo hice en otro tiempo, cuando ejercía las funciones de Ministro de
Sanidad y Consumo, en la época en que se puso en marcha y se consolidó el
Plan Nacional sobre Drogas con el concurso de todos los partidos
políticos y de todas las Comunidades Autónomas. Examinaré hoy con sus
señorías los programas que el Ministerio de Defensa mantiene siguiendo
las directrices de la Delegación Nacional del Gobierno para el Plan
Nacional sobre Drogas.

Los problemas generados por el tráfico, tenencia o consumo de drogas en
el ámbito estricto del Departamento de Defensa presentan prácticamente
las mismas manifestaciones que en el resto de la sociedad. Los que tienen
hábitos relacionados con las drogas dentro de las Fuerzas Armadas no son
distintos de los que los tienen fuera; la única diferencia es que están
sometidos a los principios de los Ejércitos, es decir, organización
jerarquizada y disciplina militar. Como en cualquier otro ámbito, los
planes y programas sobre drogas en los Ejércitos tienen como fines la
prevención, el tratamiento y la represión. La prevención persigue la
reducción de la demanda, prioridad básica también del Plan Nacional sobre
Drogas. A este objetivo se dedica el esfuerzo principal de la
Administración Militar, en cooperación con las distintas Administraciones
Públicas que tienen competencias en esta materia. En primer lugar, cada
Ejército ha establecido un plan específico. Así, el Ejército de Tierra
puso en marcha, en octubre de 1984, el Plan de Prevención y Control
(Pycode); la Armada adoptó iguales criterios, y los formalizó a través de
la Instrucción Permanente de Inteligencia y Seguridad, de diciembre de
1990, y el Ejército del Aire adoptó un Plan antidroga en marzo de 1988.

Estos planes, como he dicho, mantienen criterios comunes de prevención y
control.

Una vez promulgada la Ley Orgánica 13/1991, de 20 de diciembre, del
Servicio Militar, y en aplicación de lo que determina su artículo 36,
sobre prevención de la drogadicción y alcoholismo, así como lo
establecido en los artículos 55 y 56 del Reglamento de este servicio
militar, publicado, como saben sus señorías, este mismo año 1994, la
Dirección General del Servicio Militar está redactando un único Plan de
prevención de la drogadicción y el alcoholismo en las Fuerzas Armadas.

Dicho Plan recogerá el contenido y experiencia de los tres programas
vigentes en los Ejércitos, manteniendo unas líneas que se han aplicado
hasta ahora.

Más concretamente, los Cuarteles Generales y la estructura orgánica de
cada Ejército, a través de las Regiones Militares y de las Zonas
Marítimas y Aéreas, han llevado a la práctica las acciones preventivas
configuradas en los planes expresados. En su aplicación se han completado
los laboratorios de analítica de drogas en orina. El Ejército de Tierra
tiene estos laboratorios en los hospitales de Madrid, Sevilla, Ceuta,
Melilla, Valencia, Burgos, Baleares y Santa Cruz de Tenerife; la Armada,
en San Fernando, El Ferrol, Cartagena (Escuela Naval Militar) y en la
Policlínica Naval de la Zona Marítima de Canarias; el Ejército del Aire,
en el Laboratorio Central de Toxicología del hospital de Madrid y en los
grupos y secciones de farmacia de Sevilla, Zaragoza, Las Palmas, Academia
General del Aire, León y Palma de Mallorca.

En los tres Ejércitos, las medidas preventivas se dirigen hacia los no
consumidores para evitar su inicio en estos hábitos, y también hacia los
consumidores, para que modifiquen sus comportamientos. Para ello,
proporcionan tanto a los soldados como a los cuadros de mando una
información clara sobre las drogas y las consecuencias que producen, con
un enfoque de educación para la salud. El folleto de carácter general,
que tiene como título «La Droga: conócela», se distribuye a todos los
jóvenes que pasan por las Fuerzas Armadas.

Por otro lado, en las distintas Regiones del Ejército de Tierra se han
iniciado y llevado a cabo planes regionales de prevención, en su mayoría
en colaboración con las Comunidades Autónomas. Así, en la Región Militar
Centro y en la Comunidad Autónoma de Madrid se han elaborado y
desarrollado dos planes Alfa correspondientes a los años 1992 y 1993,
actualizados también en este año 1994. En la Región Militar Pirenaica
Oriental, y en cooperación con la Generalitat de Cataluña, se ha
elaborado un plan de prevención en el acuartelamiento Los Templarios, en
Lérida, que ha sido desarrollado ya en su segunda fase. En la Región
Militar Sur existe colaboración con el Comisariado Andaluz para la Droga
y se desarrolla un programa común de prevención. En la Zona Militar de
Canarias se ha formalizado también la colaboración con la Dirección
General de Atención a las Drogodependencias de esa Comunidad y se ha
activado un programa de formación y prevención en estas materias. En la
Región Militar Pirenaica Occidental esta cooperación se ha realizado con
Cruz Roja. Asimismo, la Dirección de Enseñanza del Ejército de Tierra
recibe el apoyo de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción en
asesoramiento de todo tipo.

Otro programa básico y complementario, enmarcado en los planes de
modernización del servicio militar, es la modificación del contenido y
ocupación del tiempo libre. Este programa se está llevando a cabo en
todas las Regiones, especialmente en Levante, Pirenaica Occidental y
Noroeste, así como en Ceuta y Melilla.

Dentro de estas actividades se incluyen formaciones destinadas a un mejor
conocimiento de los efectos del consumo de drogas, incluidas sus
consecuencias de carácter penal y disciplinario. Para estas conferencias,
que se imparten a todos los llamamientos, se cuenta con el apoyo de
medios audiovisuales y se producen dentro de un ambiente participativo.

En la Armada se impartieron 56 conferencias a lo largo del pasado año;
asimismo, se han impartido cursos de una mayor especialización a quienes
integran las Policías Militar, Naval y Aérea.




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Con el fin de que toda la información que se proporciona a soldados y
marineros sea acertada, desde 1992, y con periodicidad anual o semestral,
se celebran cursos de formación de cuadros de mando. La Academia de
Infantería de Toledo, en cooperación con el Instituto Complutense de
Drogodependencia de la Universidad Complutense, convoca un curso básico
de prevención con una duración de 45 horas lectivas. En este año 1994
este mismo curso se ha impartido en la Escuela Naval Militar, en la
Academia General de Zaragoza y en las Academias General y Básica del
Aire, además de en el Centro de Adiestramiento de Seguridad y Defensa de
este último Ejército. Estos cursos se dirigen fundamentalmente a quienes
son alumnos del último año de carrera de las escalas superiores, medias y
básicas de cada Ejército. Además de estos cursos específicos, en las
unidades, centros y dependencias tienen lugar ciclos de formación y de
perfeccionamiento para sus mandos. Estos ciclos están impartidos por
expertos, especialmente médicos y psicólogos, tanto civiles como
militares, y amplían, actualizan o completan los conocimientos previos.

La estructura orgánica que soporta estas actividades está dirigida por el
Subdirector General de Estudios y Planes de la Dirección General del
Servicio Militar, que es el representante del Departamento en el Grupo
Técnico Interministerial del Plan Nacional sobre Drogas, quien a su vez
preside la Comisión Interejércitos, integrada por representantes del
Estado Mayor de la Defensa y de los Cuarteles Generales de los Ejércitos.

Una de las decisiones principales de esta Comisión desde 1991 ha tenido
como fin conocer, mediante datos fiables, las actividades sobre el
consumo de drogas por los jóvenes que realizan el servicio militar. Esta
información ha permitido después la adopción de medidas concretas y, en
este sentido, todos los años se realiza una encuesta unificada para la
obtención de esos datos. Asimismo, se ha creado un modelo único de ficha
de consumo, tenencia o tráfico, conocida por las siglas FCTTD, que
incorpora los datos de quienes están implicados en hechos relacionados
con estos tres comportamientos. Esta ficha es en las Fuerzas Armadas lo
que el Sistema Estatal de Información de Toxicomanías, el SEIT, en el
Plan Nacional sobre Drogas. De sus datos, que respetan en todo caso la
intimidad de quienes aparecen en ellos, y mediante un proceso informático
«incriptado» que así lo garantiza, se obtienen los resultados de consumo,
tenencia o tráfico que les relato a continuación.

Es un cuadro de doble entrada, en el que tenemos, por un lado, el
consumo, la tenencia, el tráfico y el total de casos, y por otro los
distintos tipos de drogas: cannabis, opiáceos, cocaína, alucinógenos,
anfetaminas, barbitúricos, inhalables y otras. Simplificando el cuadro,
en 1990 los que han presentado algún problema en relación con el consumo
eran 3.761 y 2.789 en 1993; la secuencia concretamente es: 3.761 en 1990,
4.034 en 1991, 2.085 en 1992 y 2.789 en 1993. Estos consumidores lo son
en una inmensa mayoría de cannabis, concretamente en 1990 el 80,5 por
ciento, en 1991 el 79,0, en 1992 el 84,4 y en 1993 el 78,9. El total de
los casos relacionados con la tenencia presenta una secuencia temporal
como sigue: 822 casos en 1990, 1.036 en 1991, 438 en 1992 y 726 en 1993.

Aquí también encontramos una incidencia mayoritaria de tenencia de
cannabis en proporciones similares a las que he mencionado antes al
referirme al consumo. En cuanto al tráfico, los casos han sido los
siguientes: 109 en 1990, 95 en 1991, 55 en 1992 y 54 en 1993. Hay la
misma relación respecto al cannabis. En total, 4.692 casos de consumo,
tenencia o tráfico en 1990, 5.165 en 1991, 2.578 en 1992 y 3.569 en 1993.

El cannabis tiene una incidencia del 81,4 por ciento en 1990, del 80 en
1991, del 82 en 1992 y del 81,5 en 1993.

Señorías, estos datos tienen que ponerse necesariamente en relación con
los volúmenes del contingente anual, aproximadamente entre 220.000 y
230.000 jóvenes. Como se ve, el promedio de la incidencia de los casos de
consumo, tenencia o tráfico es muy bajo, aunque la existencia de un solo
caso nos tiene que preocupar. Este promedio en el Ejército de Tierra, el
más numeroso en soldados, ha sido durante los años 90-93 el siguiente: en
1990 el 1,89 del total del contingente tuvo algún problema relacionado
con el consumo, tenencia o tráfico, el 1,72 en 1991, el 1,38 en 1992 y el
1,36 en 1993. Se observa, pues, un descenso alentador, quizá explicable
--como afirmó el Delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas
ante esta Comisión el pasado 11 de octubre-- porque los jóvenes se están
planteando con más fuerza si la droga es una moda aceptable, como lo fue
en otro tiempo, o por el contrario es una actitud peligrosa. Estos datos
indican también el esfuerzo realizado en la prevención, que está
empezando a tener éxito.

Quiero referirme también, señorías, a otros datos procedentes de la
encuesta que anualmente se realiza entre los componentes de reemplazo,
especialmente los del Ejército de Tierra, el reemplazo más numeroso, y
los de la Armada. Concretamente, en el reemplazo del Ejército de Tierra
la encuesta se realiza sobre un total de casi 3.000 encuestados. Los
datos de la encuesta realizada en septiembre de 1993 nos muestran que
durante la prestación del servicio militar hay un 60,5 por ciento de
jóvenes que afirman que nunca han consumido drogas, hay un 24,5 que se
declaran consumidores esporádicos y un 15 por ciento que afirman ser
consumidores habituales. Estos datos no son coherentes con los que
presenta la Armada. La encuesta entre soldados de reemplazo que son
destinados a la Armada da los siguientes datos: el 37,4 por ciento se
declaran consumidores esporádicos y el 10,5 que se declaran consumidores
habituales. La inmensa mayoría de esos consumidores, tanto esporádicos
como habituales, lo son de cannabis.

De estos dos últimos grupos, consumidores esporádicos y habituales, el 65
por ciento afirma que ha consumido drogas antes de los 18 años, al menos
en una ocasión; en los que se declaran consumidores habituales ese
porcentaje se amplía hasta el 85 por ciento. Algunos de ellos, el 16,8
--y me estoy refiriendo siempre a los datos del contingente del Ejército
de Tierra-- dicen que lo hicieron por primera vez entre los 10 y 13 años.

Sin embargo, tan sólo entre un 4,3 y un 4,8 de los soldados que se
declaran a sí mismos consumidores manifiestan haber probado la droga por
primera vez en el servicio militar. Este dato no es de todos modos
absolutamente fiable, como tampoco lo es el



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resto de la encuesta, porque parece tener un sesgo, ya que la encuesta se
realiza entre soldados próximos a licenciarse, especialmente consumidores
previos, según informaciones complementarias. No obstante, esas cifras
que les acabo de leer, esa proporción del 4,3 ó 4,8 que manifiesta haber
probado por primera vez la droga en el Servicio Militar entre los que son
consumidores habituales o esporádicos, se tienen que poner en relación
con las cifras de los que abandonan el consumo durante el Servicio
Militar, porcentaje que se sitúa entre el 5,06 y el 5,3.

En cuanto al alcohol, su consumo varía notablemente si se registra en el
fin de semana o a diario. Según la encuesta del reemplazo del Ejército de
Tierra, a diario un 44 por ciento de los soldados manifiesta que no
consume ninguna bebida alcohólica; sin embargo, en días festivos ese
porcentaje se reduce al 14,3 por ciento. Más del 50 por ciento de los
soldados expresa que su consumo de alcohol no ha experimentado variación
alguna con ocasión del ingreso en el Servicio Militar; un 20 por ciento
cree que se ha incrementado, y un 11 por ciento que ha descendido. Con
estos datos, señorías, se desvirtúa la afirmación de que el Servicio
Militar es tiempo de iniciación en el consumo de drogas o de bebidas
alcohólicas. Esta opinión, según estos datos, aunque tengamos que aceptar
su carácter relativo por los sesgos que pueda contener la encuesta,
carece de fundamento objetivo.

Por lo que se refiere al conocimiento de las actitudes y formación de los
cuadros de mando sobre estos problemas, así como los programas de
prevención de sus unidades, la unidad de psicología de la Secretaría
General Técnica del Ministerio ha confeccionado y aplicado a lo largo de
este año una encuesta que todavía continúa y cuyos datos no podremos
obtener hasta finales de este año.

Pasemos a hablar del tratamiento. El tratamiento de estos casos se presta
más intensamente en hospitales. Como dato específico traslado a sus
señorías la siguiente información: Los casos tratados en 1992 fueron
1.954; 669 por cannabis, 507 por opiáceos, 318 por cocaína, 15 por
alucinógenos, 229 por anfetaminas, 216 por otras. En 1993 se trataron un
total de 469 personas: 76 por cannabis, 183 por opiáceos, 47 por cocaína,
36 por alucinógenos, 21 por anfetaminas, 7 por barbitúricos y 99 por
otras drogas.

Antes o después de la asistencia hospitalaria los Ejércitos disponen de
otros órganos que efectúan análisis de comportamientos psicológicos
previos o seguimientos de ayuda, como son los gabinetes de psicología;
asimismo preparan y emplean equipos cinológicos para la detección. El
empleo de estos últimos es limitado y siempre en casos en que aparecen
indicios racionales. Sin embargo, han demostrado su utilidad disuasoria
al tiempo que sus actuaciones en este aspecto son fundamentales para la
formación e instrucción de personal guía y de perros. En el Ejército de
Tierra estos equipos cinológicos intervinieron en 45 ocasiones en 1991,
año de su primer empleo; en 240 en 1992 y en 326 en el año 1993.

En cuanto a la obtención de la droga, ésta se produce mayoritariamente a
través de los compañeros, y un 50 por ciento así lo confirma. Los lugares
de ocultación suelen ser las taquillas o camas y más de un 40 por ciento
afirman llevarla permanentemente consigo. El consumo se produce
mayoritariamente los fines de semana y fuera de las unidades.

A continuación, señorías, analizaré la regulación jurídica de estos
aspectos en el ámbito estrictamente castrense. En primer término, quiero
informarles que existe una estrecha colaboración entre la Fiscalía
Antidroga y la Fiscalía Jurídico-militar; esta última suministra con
periodicidad a la primera toda la información que recaba y le traslada
todas las actuaciones en que interviene.

El Código Penal Militar, promulgado a finales de 1985, no incluyó en su
articulado el tráfico de estupefacientes en lugar militar, atribuyendo su
conocimiento a la jurisdicción ordinaria; sólo en el caso de embarcar sin
autorización drogas tóxicas o estupefacientes en un buque de guerra o en
una aeronave militar constituye delito del que conoce la jurisdicción
militar.

Creo, señorías, que quizá deba revisarse este criterio incluyendo en el
ámbito de este Código el tráfico de estupefacientes en unidades, centros
y dependencias militares, porque estas conductas no afectan sólo a la
salud pública, sino que tienen una incidencia gravísima sobre la
disciplina. El Ministerio aborda, en estos momentos, la creación de una
Comisión de Estudio y Adaptación del Código Penal Militar a los criterios
del nuevo Código Penal Común. Quizá sea en esta adaptación en la que
debamos examinar este aspecto competencial.

Sobre el consumo de drogas tóxicas o la embriaguez la regulación es más
explícita y completa. Existe una gradación de conductas que tienen su
escalón inferior en la tipificación como falta leve y disciplinaria el
embriagarse o consumir drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias
psicotrópicas vistiendo uniforme o en acuartelamientos, bases, buques o
establecimientos militares. Es decir, el consumo en estas dos
circunstancias de uniforme o en lugar militar está sancionado levemente.

El segundo grado sería consumir esos mismos productos durante el servicio
habitualmente, lo que conllevaría ya sanciones de privación de libertad
de uno a tres meses como conductas disciplinarias graves. Sólo sería
constitutiva de delito y sancionada con una pena de tres meses y un día a
seis meses de prisión aquella conducta protagonizada por el militar que
en acto de servicio de armas o transmisiones voluntaria y culposamente se
embriagase o drogase, resultando disminuida su capacidad para prestar ese
servicio. Si el militar ejerciese mando, la pena sería superior en grado.

La aplicación de estas previsiones legales ha tenido los siguientes
resultados en los años 1992 y 1993: 2.306 y 3.141 faltas leves, 68 y 106
faltas graves, y 204 y 84 delitos, estos últimos tanto de la jurisdicción
ordinaria como de la militar. En consecuencia, han estado sancionadas
disciplinariamente o sometidas a procedimiento penal 2.578 y 3.338
personas en los dos años referidos.

Estas consideraciones penales y disciplinarias son de la mayor
trascendencia para el buen funcionamiento de las Fuerzas Armadas. No se
olvide que el consumo de droga y alcohol está relacionado con muchos
casos de las llamadas novatadas que se están erradicando tajantemente.




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Por último, me referiré a la modificación introducida en el Reglamento de
Reclutamiento sobre la incidencia del consumo en la exclusión del
servicio militar: Como conocen sus señorías, la actitud psicofísica para
el servicio militar se determina mediante la evaluación de siete áreas
funcionales, a cada una de las cuales se le asigna tras un reconocimiento
médico por parte de uno o varios calificadores un coeficiente de uno a
cinco que indica el mayor o menor grado de aptitud, desde la normalidad o
aptitud sin reparos, hasta la afección grave. En una de estas áreas
funcionales se incluye el alcoholismo y la drogodependencia en cuanto
provocan trastornos psicoorgánicos.

Como consecuencia de la aplicación de las evaluaciones de esta área, las
decisiones adoptadas sobre exclusiones del servicio militar temporales o
definitivas en los dos últimos años han sido las siguientes: En el año
1992 se produjeron 1.059 exclusiones temporales y 1.128 en 1993; estas
cifras referidas a exclusiones definitivas fueron respectivamente 1.454 y
862. La drogadicción esporádica no grave no lleva aparejada en ningún
caso la exclusión del Servicio Militar.

Señor Presidente, señorías, éstas son, en síntesis, las informaciones de
que dispone el Ministerio de Defensa sobre la incidencia de toxicomanías
en el ámbito de toda la Administración Militar. Creo que no tengo que
reiterar que las tres actuaciones fundamentales, prevención, erradicación
del tráfico y represión constituyen una preocupación permanente de todas
las autoridades y mandos del Ministerio de Defensa y de los Cuarteles
Generales de los Ejércitos, y que existe un extremo interés en conseguir
el máximo rendimiento de los planes y programas aplicados.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Robles.




El señor ROBLES OROZCO: Muchas gracias, señor Presidente.

En primer lugar, quiero dar la bienvenida al Ministro de Defensa a la
Comisión y agradecerle su información.

Como sabe el señor Ministro, estamos elaborando en la Comisión en este
momento la revisión del informe de 1991 y a iniciativa en este caso de
nuestro Grupo y en otros casos de la mayoría de los Grupos de la Cámara
estamos analizando los diferentes aspectos de la Administración en
relación con la prevención y represión del tráfico de drogas. Yo creo que
hasta ahora se nos había pasado por alto, entre comillas, una de las
áreas o departamentos que yo creo que tienen más información y también
más importancia en el ámbito de lo que en este momento estamos analizando
que es el ámbito de la prevención, de la rehabilitación y también de la
disuasión del tráfico de drogas, y ello por muchas razones: porque la
población objetiva de la que estamos hablando es una población que tiene
un problema importante en algunos casos de consumo, porque es una
población controlada reemplazo tras reemplazo que nos permite, por tanto,
conocer y evaluar los planes que estamos siguiendo, y porque
intrínsecamente es parte de la sociedad y, por tanto, debemos coordinarlo
dentro de los planes nacionales y regionales de lucha contra la droga.

Ese ha sido el sentido y la preocupación de nuestro Grupo al solicitar la
comparecencia del señor Ministro, es decir, intentar coordinar con el
resto de la Administración y también con los planes autonómicos lo que se
esté haciendo desde el Ministerio de Defensa.

Cuando he estado recabando información previa a esta comparecencia del
señor Ministro, me he encontrado con que, efectivamente, dentro de los
tres Ejércitos se han desarrollado notables esfuerzos en la realización
de programas de prevención e información. Pero tengo que decir también
que junto con esos notables esfuerzos llevados a cabo por brillantes
profesionales y por personas que han hecho un esfuerzo casi a título
personal, me he encontrado también con una cierta desconexión entre los
diferentes planes que se están desarrollando en los tres Ejércitos.

Usted ha mencionado los planes Alfa, que creo son un ejemplo válido, y
que son en realidad programas específicos de prevención. Sé también que
este año se va a sacar un nuevo programa del Plan Alfa, y usted ha citado
el de Lérida, el de Toledo y el de la Escuela de Sanidad. Es decir, hay
poco más que pueda ser entendido como planes de prevención, porque el del
Pycode que usted ha mencionado es un Plan que se refiere más a control de
la oferta que a prevención del control de la demanda. Yo no cuestiono si
este Plan tiene que hacerse, lo que quiero decir es que, en mi opinión,
en realidad tiene otra finalidad y otro ámbito de actuación.

Por tanto, la primera conclusión que se me ocurre sacar --y me alegro que
el señor Ministro lo haya mencionado, lo único que le pediría es que se
concretara algo más-- es que debería haber una unidad centralizada en el
Ministerio de Defensa que coordinara todos estos programas en los tres
Ejércitos, unidad que partiera de unos criterios homogéneos y que llevara
a cabo un seguimiento global de los programas que se están realizando en
los tres Ejércitos con un esfuerzo notable y con profesionalidad.

Desearíamos conocer en qué momento se va a poner en marcha esa unidad,
qué criterios se van a seguir y, en resumen, qué otra información nos
puede aportar sobre esa unidad que ha mencionado su señoría que creo
sería la pieza fundamental para coordinar estas acciones entre los
propios Ejércitos y asimismo entre las Administraciones Públicas.

Por el análisis de los datos que ha mencionado el Ministro y también por
lo que he tenido ocasión de ver en los diferentes estudios de los planes
y encuestas realizadas en relación con los mismos surgen algunas dudas y
algunos análisis a realizar.

En primer lugar --con todos mis respetos, señor Ministro--, hay algunos
datos que no coinciden demasiado, que son un tanto dispares. Por tanto, y
sin dudar en absoluto de la cualificación de las encuestas ni tampoco de
la sinceridad de las respuestas, en realidad podemos decir que dudamos un
poco de su validez ya que en algunos casos son algo contradictorios. Y es
que, dado que en sociología se estudian las tendencias, y ciñéndome a los
datos que usted nos ha proporcionado sobre consumo, tenencia y tráfico,



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podemos decir que ahí hay un hecho favorable a mi juicio, que han ido
disminuyendo los casos de consumo, los casos de tenencia y también los
casos de tráfico.

Pero no quiero minimizar el volumen del problema puesto que, por el
contrario, los otros datos que nos ha mencionado, así como especialmente
esa afirmación cualitativa que recogen todos los planes que he podido
estudiar y que creo usted también ha mencionado, es lo cierto que, al fin
y al cabo el Ejército recoge lo que va llegando desde la sociedad, y
esto, desgraciadamente, viene ya con un índice alto de consumo de
alcohol, de hachís y de otras sustancias. Es decir, en la sociedad
persiste un alto índice de consumo que se traslada después a los tres
Ejércitos.

Por tanto, sin intentar minimizar que esto sigue siendo un problema serio
cuya solución requiere nuestro esfuerzo, parece que se produce una
disminución en el consumo según los datos que usted nos da.

Esto me parece un hecho positivo que, además, arroja algo de luz a un
debate que, por cierto, hemos mantenido muy recientemente, sobre la
efectividad de las políticas que se están siguiendo en materia de lucha
contra las drogas, sobre si es bueno combinar al mismo tiempo políticas
de prevención y de disuasión con políticas de control y de disuasión.

Según los datos que usted nos ha mencionado, que enmarcan una clara
disminución, y que, además, dicen que el 80 por ciento de quienes
consumen ese tipo de sustancias son consumidores de cannabis, se deduce
que el consumo de esta droga ha ido disminuyendo de forma notable en los
Ejércitos. Por tanto, me parece que para ese debate que solicitábamos el
otro día en el Pleno del Congreso éste ya es un hecho positivo que a lo
mejor rompe con esa dinámica que están creando algunos grupos que en este
momento tienen intereses en seguir otra política, la de cuestionar que
estén siendo eficaces las políticas de prevención, disuasión y control.

Creo que aquí tenemos un buen ejemplo de que cuando se sigue una política
sistemática de disuasión del consumo, de control de la oferta, de control
de la tenencia y también de control de las redes de distribución se
consiguen objetivos importantes. Por tanto, éste no me parece un mal dato
sino un hecho positivo que, a mi juicio, no nos animaría a aventurarnos
en políticas de otra naturaleza.

Insisto en que ese dato es positivo, pero no me parecen tan positivos los
datos globales de consumo ya que siguen dando unas cifras importantes.

Pero, en todo caso, no creo que pueda imputarse, contra lo que muchas
veces ha venido manteniendo la opinión pública, que esa responsabilidad
esté en los Ejércitos, lo que comparto con el Ministro. De todas las
estadísticas que he podido seguir, y que coinciden con la que nos acaba
de facilitar el señor Ministro, se deduce que los porcentajes de los que
se inician en el consumo de estas sustancias en el Ejército son muy
similares a los que lo abandonan, y me refiero a drogas ilegales, quiero
hacer esa salvedad ya que el tema del alcohol creo que merece capítulo
aparte.

Por tanto, creo que la causa del consumo de este tipo de drogas no se
debe a un problema interno sino a un problema de la sociedad en general.

Creo que el Ejército puede y debe colaborar y por eso hemos solicitado
esta comparecencia en relación con los programas de prevención, máxime
cuando se trata de una población que pasa nueve meses realizando,
digamos, un curso en el que puede recibir información y valores con un
concepto de prevención integral. Es decir, no se trata solamente de
realizar una prevención específica de drogas sino también de prestar una
atención humana que puede ayudar en el concepto que se debe tener del
Servicio Militar, de los Ejércitos y asimismo de una vida tendente a la
salud y a los valores.

Creo que el consumo de alcohol sí merece un análisis más detallado y
distinto. Efectivamente, por ser una droga legal, social e
intrínsecamente vinculada a nuestra cultura, creo que deben ser
utilizados otros parámetros de análisis. Creo que la experiencia de los
que lo hemos conocido de cerca es que, efectivamente, el consumo de
alcohol, no solamente en los Ejércitos sino en otros ámbitos juveniles,
es extraordinariamente alto, aunque quizá el riesgo de ese consumo se
multiplica en el Ejército.

Por eso, me gustaría conocer si existe en el Ministerio algún Plan
específico sobre el alcohol al igual que los que existen, como hemos
visto, sobre el consumo, tenencia y tráfico de drogas ilegales. Quisiera
saber si el Ministerio tiene previsto algún proyecto para desarrollar
alguna política de disuasión, prevención, concienciación o formación
encaminada a un consumo racional que frene lo que tradicionalmente ha
sido un consumo alto, como las propias cifras nos dicen, y que se
aproveche ese período de tiempo de permanencia en el Ejército para lograr
una concienciación sobre los riesgos del alcohol, que indiscutiblemente
los tiene, en relación con la salud de los individuos en general.

En cuanto a los tratamientos en los hospitales, que también parece que
han disminuido, creo que también merece un análisis más completo. No sé
si la política de tratamiento que se sigue es la más correcta. En el
Grupo Popular consideramos que un tratamiento no debe dirigirse
exclusivamente a la desintoxicación sino también a la reeducación de la
persona. Invito al Ministro a que nos diga si se ha estudiado algo a ese
respecto o al menos se plantee el Ministerio llegar a acuerdos con los
planes regionales y con Plan Nacional de tal forma que, durante el tiempo
que están en filas, durante los nueve meses del Servicio Militar,
pudieran seguir no sólo programas de desintoxicación sino también de
reeducación. Hay programas en comunidades terapéuticas y en centros
públicos que están en esa línea. Me parece que el hecho objetivo de que
mantengamos a una población determinada durante nueve meses bajo
responsabilidad del Estado tiene también unas enormes ventajas a la hora
de prestar ese servicio de rehabilitación y reeducación.

Quiero dejar para el final el capítulo que ha mencionado el señor
Ministro sobre la responsabilidad, la incidencia y los riesgos que tiene
el consumo de droga en el Servicio Militar. He entendido bien que el
Ministro está en la línea de un mayor control precisamente a través del
Código Militar, que cree que hay una laguna en ese terreno que debería ir
al ámbito militar, quizá porque se están produciendo, me imagino,
problemas e incidencias que es



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bueno controlar. También interpreto que el fenómeno de la
drogodependencia, sea por drogas legales o ilegales, acarrea un riesgo a
determinados servicios en el Ejército. Creo que esto, como los datos
sobre el consumo que mencioné al principio, también arroja algo sobre el
debate que en estos momentos estamos planteando en esta Comisión; es
decir, la mayor flexibilidad en el consumo o la mayor tolerancia hacia el
tráfico --que todos estamos de acuerdo produciría una mayor extensión del
fenómeno de la droga-- si lo toleráramos y lo contempláramos con esa
misma óptica en el Ejército estaría probablemente multiplicando el número
de incidencias, incluso de seguridad en los tres Ejércitos.

Me gustaría que se extendiera un poco más sobre ese tema; es decir, qué
valoración hace el Ministro de la posibilidad, por ejemplo, de un consumo
legal del hachís, si tendría una incidencia positiva o negativa sobre la
seguridad en el Ejército, y cómo se podría contemplar este hecho de un
posible consumo legal en la sociedad y no un consumo dentro de los tres
Ejércitos.

Por último, desearía hacer una pregunta muy concreta, precisamente
vinculada a este hecho de la seguridad. Me consta que, por ejemplo, para
manejar determinados vehículos militares se realizan unos «screening» de
determinación de orina de determinadas sustancias. Tiene pensado el
Ministerio ampliar este tipo de prueba a otro tipo de operaciones, que
pueden llevar aparejados riesgos y que sería lógico, a mi juicio,
intentar que se realicen en las mejores condiciones de seguridad para los
propios individuos que la realizan y para la propia misión en general:
manejo de armas, determinadas comunicaciones, etcétera, de forma que
tengamos la seguridad absoluta de que quien maneja ese tipo de mecanismos
e instrumentos lo hace en las condiciones óptimas de conocimiento de lo
que está realizando.

Termino dando las gracias al señor Ministro, expresándole que la voluntad
de la comparecencia ha sido precisamente la de brindar esta ocasión para
reflexionar conjuntamente e incorporar al informe temas que se están
elaborando y también, por qué no decirlo, creo que es de lógica reconocer
que se está haciendo un esfuerzo en los tres Ejércitos para intentar que
la eficacia mejore día a día y la coordinación entre ellos sea un hecho.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Robles.

Para responder a las preguntas formuladas, tiene la palabra el señor
Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Muchas gracias, señor
Presidente; muchas gracias, señor Robles.

En mi intervención he dicho de pasada --y usted lo ha recogido a pesar de
que no he insistido mucho en ello-- que creo que uno de los puntos
esenciales es el de la eficacia de los programas que se llevan a cabo en
los Ejércitos. No hay la conexión entre los programas de los tres
Ejércitos que debería haber. El hecho mismo de que se hayan puesto en
marcha en distinta época, en algunos casos con varios años de diferencia
entre un Ejército y otro, y el que los resultados se presenten de manera
diferente, no ayuda a tener una visión global del problema. Por eso estoy
totalmente de acuerdo en que hay que llevar a cabo una coordinación con
una sola unidad de los tres programas; que esa unidad debe estar ubicada
en el Ministerio, y ésa es precisamente la finalidad del programa que se
está redactando ahora, de acuerdo con el Plan Nacional sobre Drogas, que
comprenderá los tres que se aplican en cada uno de los Ejércitos y que
tendrá al frente un servicio en la Dirección General del Servicio
Militar.

Creo, señor Robles, que lo tendremos preparado para finales de este año o
quizá para el primer trimestre del año 1995, teniendo en cuenta que le
tiene que dar el visto bueno el Plan Nacional sobre Drogas y hacer las
sugerencias que estime pertinentes.

En cuanto a las encuestas, he dicho que demuestran evidentes disparidades
de datos. No es muy lógico que haya esta diferencia en el porcentaje de
consumidores habituales o consumidores esporádicos entre el Ejército de
tierra y la Armada. Es más, yo tengo la impresión de que el dato de
consumidores, tanto habituales como esporádicos, está sesgado al alza en
las dos encuestas, en la de la Armada y en la del Ejército de Tierra. Por
lo tanto, estoy convencido de que hay que cruzar mejor las encuestas,
aumentar el número de preguntas que se puedan contrastar entre sí para
evaluar la sinceridad de las respuestas, y contrastar también el enfoque
que tienen las preguntas ya que da la impresión de que estimulan el sesgo
al alza en las respuestas por parte de los encuestados. Quizá haya que
plantear también el momento de la realización de la encuesta. Quizá no
sea el mejor momento cuando ya se está acabando el Servicio Militar,
donde alguna contestación puede tener un carácter algo menos cuidadoso o
más frívolo que si la encuesta se hiciera al principio y al final, que es
lo que probablemente deba hacerse, de forma que coincida en final de un
reemplazo con el principio de otro, y después repetirlo para que haya de
nuevo ese solapamiento.

En cualquier caso, se dispone de datos ciertos, comparables, referidos a
aspectos sustanciales, referidos a casos de consumo, de tenencia y de
tráfico, a casos tratados hospitalariamente, a faltas, tanto leves como
graves como delitos, y a exclusiones. Efectivamente, a través de esos
datos ciertos se comprueba que hay una tendencia a la baja en los últimos
años que se corresponde, además, con los datos del Plan Nacional sobre
Drogas; es decir, aquí no hay ningún dato original.

Los datos sobre consumo, tenencia y tráfico creo que permiten una cierta
explotación adicional con el Plan Nacional sobre Drogas --porque yo les
he leído los datos ciertos y finales, sobre todo teniendo en cuenta esa
incidencia tan elevada de cannabis-- y podríamos profundizar sobre todo
en los casos de consumo, con qué frecuencia se produce y en qué momento.

Creo que ahí podríamos hacer una explotación mejor de lo que tenemos.

En cuanto a los casos tratados, los datos reflejan también esa
disminución: 1.954 casos en el año 1992, y 469 en 1993. Pero aquí se
puede producir un repunte y hay experiencias



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del Plan Nacional sobre Drogas en el sentido de que esto tiene un cierto
carácter cíclico.

En cuanto a las faltas, la disminución no existe. En las leves hay 2.306
faltas en 1992 y 3.141 en 1993; graves, 68 en 1992 y 106 en 1993, y los
delitos siguen disminuyendo: de 204 a 34. Da la impresión de que esto
tiene más que ver con la eficacia en la capacidad de detección por parte
de los servicios de las propias Fuerzas Armadas y probablemente esto
tiene que ver con los programas de erradicación de novatadas que se
llevan a cabo en todos los acuartelamientos.

Sí son reveladores los datos de las exclusiones. Se mantienen desde el
año 1990 en un tono relativamente similar, ligeramente por encima de
1.000 las temporales. Las que sí vienen disminuyendo en los últimos años
son las definitivas que se refieren a casos graves y a casos en los que
se presentan ya alteraciones de la conducta. Han sido 1.454 en 1992, y
862 en 1993, con una tendencia, que viene de años anteriores, a la baja.

Esto nos permite hacer una consideración general, y es que el problema
tiene aproximadamente la misma incidencia que en cualquier otro colectivo
de la misma edad, con una tendencia a la disminución que se observa
también en el colectivo global y con unas dificultades de estudio de la
incidencia real, sobre todo esporádica, debido a la dificultad de conocer
la fiabilidad de las encuestas.

Con respecto al alcohol, el señor Robles dijo una frase que no estoy de
acuerdo con ella, y es que el riesgo en el Ejército se multiplica. Yo no
creo que sea mayor en el Ejército que fuera de él, sobre todo porque el
consumo, igual que sucede fuera, se produce en los fines de semana, y en
los fines de semana los chicos no están en los acuartelamientos. En
cualquier caso, en el nuevo programa que ha coordinado a los tres
Ejércitos se le tiene que dar una mayor trascendencia a la prevención del
alcohol. Concretamente esto ya está previsto por le mismo Reglamento del
Servicio Militar. El Reglamento del Servicio Militar, en el artículo 53,
establece que en los acuartelamientos, en las cantinas, no se expedirán
bebidas alcohólicas superior a los 13 grados; es decir, que el consumo
alcohólico se va a quedar limitado al de vino. Esto se está ya poniendo
en marcha en todos los acuartelamientos.

En cuanto al tratamiento de la drogadicción, llevarlo a cabo a lo largo
de los nueve meses, o de los que resten para la conclusión del Servicio
Militar, aprovechando que el Ejército es una organización jerarquizada y
disciplinada, también tiene inconvenientes. De hecho, esos tratamientos
no se pueden realizar en el seno de las Fuerzas Armadas sin la
contribución de comunidades terapéuticas o de centros especializados y
sus señorías saben perfectamente que su duración normalmente es superior
a los seis meses. Por tanto, únicamente en el caso de que la drogadicción
se detectara en una primera etapa de la presentación del Servicio Militar
podrían tener éxito, pero lo normal es que eso ocurra cuando el Servicio
Militar está mediado, por lo que en esos casos no se podría completar la
duración normal de dichos tratamientos.

Creo, pues, que es mejor que haya acuerdos con las Comunidades Autónomas
y que se proceda a la exclusión del Servicio Militar en los casos de
drogadicción grave, o que se ponga en conocimiento de la familia y que
sea ésta la que decida en los casos de drogadicción leve. Esta, si se
considera como tal en las Fuerzas Armadas, no tiene como consecuencia
ninguna alteración de la conducta. En todo caso, si se produjera tal
reacción, se consideraría grave y supondría la exclusión inmediata. Por
tanto, los tratamientos que se puedan impartir tampoco pueden ir mucho
más allá de la contribución de la familia para controlar la conducta de
la persona afectada.

Con respecto al tratamiento penal, he insistido en este asunto porque el
consumo en el seno de las Fuerzas Armadas pone en riesgo la eficacia de
los servicios, con consecuencias sobre la seguridad en el manejo de armas
y vehículos, y también tiene una consecuencia grave sobre la disciplina.

En este último caso, nos encontramos con los problemas de alteraciones
graves de las relaciones entre los soldados, que se conocen normalmente
como novatadas. Por tanto, si queremos tener unas Fuerzas Armadas que
funcionen bien operativamente hablando, que mantengan unos altos
estándares de seguridad, y en donde las relaciones entre mandos y
soldados y de éstos entre sí sean correctas y civilizadas, hay que actuar
con un criterio de disciplina lo más objetivo y, al mismo tiempo, lo más
severo posible. Por eso, para nosotros, tanto el tratamiento disciplinado
como penal tiene una trascendencia mayor que en otras organizaciones.

Por lo que se refiere al «screening», se lleva a cabo en todos los casos
en los que haya que garantizar la seguridad. Así, cuando a un soldado,
tanto de reemplazo como profesional, se le atribuye una responsabilidad o
un cometido que pueda tener consecuencias sobre la seguridad o el buen
funcionamiento de los sistemas de armas, los vehículos o los sistemas de
comunicaciones, se le practica el «screening» por el propio interés de la
unidad. Y se está produciendo de forma inexorable un aumento del número
de «screenings» realizados, ya que cada vez más se tiene que garantizar
un estándar de seguridad más alto en todo tipo de sistemas de armas,
vehículos, comunicaciones o en cualquier otro elemento que pueda tener
efectos sobre terceros.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Tiene la palabra el señor Robles.




El señor ROBLES OROZCO: Gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, sólo me queda agradecerle de nuevo la información que nos
ha suministrado. Creo que tanto ésta como su valoración de los datos han
sido útiles y podremos incorporarlas a la reflexión general de la
Comisión.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Robles.

Por el Grupo de Convergència i Unió, tiene la palabra el señor Cardona.




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El señor CARDONA I VILA: Muchas gracias, señor Presidente.

Quiero agradecer la comparecencia del señor Ministro de Defensa, así como
su exposición que, como siempre, ha sido documentada y sistematizada,
como es habitual en él; agradecimiento que, además de corresponder a la
cortesía parlamentaria inexcusable, expreso con más gusto y mayor
satisfacción por tratarse de quien se trata. Me refiero a la anterior
responsabilidad del señor García Vargas como titular del Ministerio de
Sanidad y Consumo y, por extensión, responsable del Plan sobre las Drogas
cuando estaba ubicado en dicho Ministerio.

Lo hemos manifestado en otras ocasiones, pero no me resisto a repetirlo
una vez más, abusando de la amabilidad del señor Presidente y de sus
señorías, al contar hoy con la presencia del señor Ministro. Desde
nuestro punto de vista, el Gobierno, y su Presidente al frente, puede
ubicar --y lo respetamos-- el Plan donde mejor lo considere, pero
nosotros encontrábamos que estaba muy bien enmarcado en Sanidad; no en
vano ha costado lo suyo contemplar al drogodependiente como un enfermo.

Puede que en esta opinión también influya un cierto grado de deformación
profesional, en tanto que soy médico, pero no he querido dejar pasar la
oportunidad de manifestarlo hoy ante la presencia de quien fuera durante
unos años el responsable --aunque indirecto-- del citado Plan.

Deseamos someter a la consideración del señor Ministro una reflexión
epidemiológica que incide directamente en sus actuales responsabilidades
en el Ministerio de Defensa y que, en cierta forma, ya se ha planteado.

Con la incorporación a filas de forma periódica se producen unos
movimientos migratorios de jóvenes que tienen gran incidencia
epidemiológica tanto en las enfermedades infecciosas --y en éstas,
típicamente-- como en las drogodependencias. Se trata, por una parte, del
factor de agregación, cuando miles de jóvenes procedentes de lugares muy
dispares se ven agrupados en una colectividad más o menos numerosa y de
mentalidad muy diversa. Qué duda cabe de que, además de la edad, las
circunstancias de una nueva forma de vida durante un período determinado
ayudarán a que se vea favorecida la posible invitación a algunos de ellos
a probar nuevas sensaciones. Este factor epidemiológico de agregación nos
parece que debe tenerse muy en cuenta. Más que criticar el sistema en sí,
lo cierto es que dicho factor es inevitable y se puede tener en cuenta
desde un punto de vista constructivo.

Por otro lado, cuando finalice el período de servicio militar se
producirá un nuevo fenómeno epidemiológico que también hay que
considerar, como es el factor de dispersión. Es decir, que los hábitos y
costumbres que se hayan adquirido serán transmitidos a distancia en sus
propios ámbitos, produciéndose una verdadera extensión o propagación de
los mismos. Este fenómeno, indudablemente, es palpable a nivel del uso de
cualquier sustancia que pueda producir dependencia, tanto de las que
conocemos como ilegales, pero entendemos que más aún de las toleradas,
como el tabaco, del que no se ha hablado --cuántos no habrán iniciado su
etapa de fumador en este período de su vida, aunque no olvidemos que
puede darse el contrario, es decir, dejar de consumirlo-- pero, sobre
todo, del alcohol, considerado hoy por hoy como la droga que, desde el
punto de vista sanitario, más daños produce en nuestra sociedad. Este año
se deriva de la gran extensión de su consumo, evidentemente, consecuencia
a su vez de haber entrado en nuestro acervo cultural propio del área
mediterránea.

Hemos tomado nota de lo que ha dicho el señor Ministro en relación a que,
actualmente, y sobre la base de la encuesta que se ha llevado a cabo, no
parece que el período del servicio militar sea favorecedor del consumo de
alcohol. Pero no debemos olvidar un factor que muchas veces no tenemos en
cuenta o que, por lo menos, a juicio de este Diputado, no consideramos
con la debida atención. Podríamos hablar del uso del alcohol, y hasta
podría ser saludable; yo entiendo que lo es, a pesar de lo que
últimamente ha dicho la OMS. Pero se puede caer en el abuso. Y en
relación con éste, es distinto el abuso en días determinados --los fines
de semana-- que el caso del usuario --por llamarlo de alguna forma-- que,
debido a una hipersensibilidad al alcohol, se hará alcohólico. No es,
pues, lo mismo que el joven consuma alcohol un fin de semana determinado
que el que lo haga en un período de su vida --que en nuestra área
normalmente se produce mucho antes de llegar al Servicio Militar-- que
puede convertirle en alcohólico. Y no olvidemos que todos los ex
alcohólicos reconocen que nunca jamás podrán oler un poco de alcohol,
precisamente por esa hipersensibilidad.

Por tanto, no es lo mismo hablar de abuso, ya que en un momento
determinado uno puede estar borracho pero no ser alcohólico. Puede no ser
alcohólico y puede estar alcoholizado, pero, en todo caso, una cosa es
serlo, por esa predisposición, por esa hipersensibilidad, y otra cosa es
estarlo en un momento determinado por abusar de una sustancia.

En cualquier caso, agradezco que se me haya permitido esta disquisición,
porque quería someter a la consideración del señor Ministro esta
referencia, relativa a lo que entiendo que en esta fase del Servicio
Militar es lo más perjudicial, que, por cierto, al considerarse como
sustancia tolerada, no viene reflejada en el informe del Plan Nacional
sobre Drogas.

Reitero el agradecimiento por la comparecencia y la exposición del señor
Ministro.

Nada más y muchas gracias, señor Presidente, señorías.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Cardona.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Muchas gracias, señor
Presidente.

En correspondencia, le tengo que agradecer al señor Cardona el apoyo que
en la Comisión del Plan Nacional sobre Drogas siempre recibí de él cuando
estuve encargado de ponerlo en marcha y luego consolidarlo.

Yo no me atrevo a opinar en este momento sobre si una ubicación u otra es
la más correcta, sinceramente. Sí quiero referirme al factor agregación
como factor epidemiológico. Evidentemente, aquí hay un riesgo, hay un



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cambio en la experiencia del joven cuando se tiene que trasladar del
lugar de residencia a otra Comunidad Autónoma u otra provincia cuando
inicia la prestación del Servicio Militar. Ocurre algo parecido con
motivo del acceso a la profesión a través de estudios universitarios o de
formación profesional. En cualquier caso, este factor existe.

No hay datos sobre el efecto que este factor pueda tener respecto al
consumo de tabaco. No se han hecho preguntas sobre el tabaco en las
encuestas llevadas a cabo en el Ejército de Tierra y en la Armada. Sobre
el alcohol sí se ha hecho bastante hincapié. El resultado ha sido
relativamente tranquilizador, porque en el seno de las Fuerzas Armadas
había el estereotipo, que se compartía con el de la sociedad, de que la
iniciación al alcohol se producía, sobre todo, durante la realización del
Servicio Militar.

Los datos que les he ofrecido --que pueden estar algo sesgados, igual que
los de droga-- sobre consumo de alcohol demuestran que el estereotipo o
el tópico no es cierto. Concretamente, un 21 por ciento de soldados
declaran que han aumentado su consumo de alcohol durante la realización
del Servicio Militar; un 10,6 por ciento declaran que lo han reducido; un
50 por ciento, que no lo han modificado y un 18 por ciento no ha
contestado. Reitero que el 44 por ciento de los jóvenes no consume
alcohol a diario, a pesar de que en el menú del almuerzo de las unidades
habitualmente se les permite optar entre vino, cerveza, una bebida
gaseosa o agua. Es decir, lo tienen a su alcance y, sin embargo, el 44
por ciento no hace uso, ni siquiera, del vino y de la cerveza.

Sin embargo, ya les he referido que en fines de semana este no consumo se
reduce espectacularmente, es decir, de un 44 por ciento que no consume a
diario se baja a un 14 por ciento que no consume los fines de semana. Lo
contrario significa que el 86 por ciento podría consumir en el fin de
semana. Probablemente habrá una franja de no sabe o no contesta o no
quiere contestar y no llegaremos al 86 por ciento, pero sí estaremos en
una cifra relativamente alta, posiblemente parecida a la que hay en el
conjunto de la población juvenil, que está en torno al 70 ó 75 por
ciento.

Con respecto al alcohol, no está tan clara esa iniciación durante el
período del Servicio Militar. Probablemente porque eso era cierto en otra
época, pero no ahora, que los jóvenes adquieren una mayor independencia,
tanto económica como de horario, en una edad anterior a la prestación del
Servicio Militar; probablemente porque la edad media de prestación del
Servicio Militar también se ha elevado, debido a las opciones que tienen
los jóvenes para elegir la edad y debido, en general, a que con respecto
al alcohol se ha producido en toda la sociedad española una actitud
colectiva de cierta permisividad por contraste con otras drogas. Es
decir, se ha visto y se ha estudiado en el Plan Nacional sobre Drogas que
en muchos hogares se ve el consumo de alcohol como un mal menor respecto
al consumo de drogas. Por tanto, hay una permisividad mayor que la que
existía hace un decenio o más tiempo.

No obstante, el problema del alcohol es muy grave. Puede tener, si no se
controla, relación con los accidentes de tráfico de ida al hogar o de
vuelta al acuartelamiento durante los fines de semana. Por eso, hay que
seguir insistiendo en ello, aunque se tendrá que hacer exclusivamente en
el campo de la prevención, apelando a la racionalidad de los jóvenes,
porque, como le he dicho antes, en los acuartelamientos está ya
eliminándose el consumo de alcohol de alta graduación y, por tanto, el
uso de ese alcohol de alta graduación se hará fuera del acuartelamiento y
esto difícilmente se podrá controlar por los mandos militares.

Muchas gracias, señor Presidente, señorías.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor
Lagunilla.




El señor LAGUNILLA ALONSO: Muchas gracias, señor Presidente.

En primer lugar, quiero unirme al resto de los grupos parlamentarios al
dar la bienvenida y el agradecimiento por la comparecencia del señor
Ministro, por un doble motivo, como ya han dicho algunos de los que me
han precedido en el uso de la palabra: por su especial relación con estos
temas, dada su anterior responsabilidad como Ministro de Sanidad, y
también, principalmente, por la importancia que en principio puede
parecer que tiene el trabajo de prevención, de erradicación y de
tratamiento de las drogadicciones y del alcoholismo en una época como la
del Servicio Militar.

Esta época para mi Grupo es importante. No es un tiempo tan largo como el
de antes, ya lo ha dicho el señor Ministro, lo cual probablemente reduce
esos efectos específicos o esa especificidad de la situación en el
Servicio Militar respecto a las drogas y el alcohol, puesto que no hay
que olvidar que los jóvenes están nueve meses en el Servicio Militar.

Aquí tendríamos que tener en cuenta que hoy en día el tiempo de presencia
en los cuarteles es mucho menor que el que existía hace muy pocos años.

El joven durante su época de prestación del Servicio Militar pasa muchas
horas fuera del cuartel y, por tanto, fuera del ámbito estrictamente
militar, con lo cual el tiempo del que dispone, después de la entrada en
vigor del nuevo Reglamento del Servicio Militar, es muy amplio fuera del
acuartelamiento. Yo creo que la utilización o no de esas drogas o los
comportamientos de ese joven respecto a las drogas y el alcohol --tal y
como se deduce de la comparecencia del Ministro, y entraré en ello-- es
muy similar a lo que existe en jóvenes de edad equivalente que no están
cumpliendo el Servicio Militar.

No obstante, la importancia del trabajo que se puede llevar a cabo desde
el Ministerio de Defensa y desde los Cuarteles Generales en el
tratamiento, prevención y erradicación de estas lacras sociales no cabe
duda que es importante y merece esta comparecencia, por la cual mi Grupo
se felicita y felicita al señor Ministro por la misma.

Ya he hecho alguna advertencia sobre el hecho de que hay que considerar
este problema desde esa perspectiva de la menor presencia de los jóvenes,
tanto en cuanto a meses de duración como en tiempo, en el cuartel. Hay
algunos datos, aunque el señor Ministro en su segunda respuesta ha
contestado parcialmente o ha incidido en ello, que a mí me gustaría
aclarar y que voy a repetir, aunque no hace falta



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que el señor Ministro conteste, porque ya lo ha hecho al responder al
Grupo que solicitaba su comparecencia. Se trata de esa discrepancia entre
los datos, esa divergencia o disparidad de criterios en los datos según
se analicen las encuestas en un aspecto u otro. Eso, a criterio de mi
Grupo, parece que es así --no lo he entendido del todo bien, y por eso le
pido al Ministro que nos lo aclare--, y eso hace conveniente que haya una
unidad de acción en todos los tratamientos de prevención, lucha y estudio
del tema de la droga en los Ejércitos. He creído entender --si es así,
nosotros estamos absolutamente de acuerdo en ello; si no, lo aclarará el
señor Ministro-- que va a pasar de depender de una acción diferenciada
desde cada uno de los Cuarteles Generales de los Ejércitos a la Dirección
General del Servicio Militar para que haya una unidad de actuación o de
criterio, sin que ello quiera decir que lo hecho hasta ahora sea
desechable. Yo creo que esto representa un enriquecimiento muy importante
y que puede servir para corregir aquellos errores que se detectan, sobre
todo en cuanto al planteamiento de las preguntas, como ha dicho el
Ministro, de otros asuntos. Pero una coordinación sí que sería importante
para que, por lo menos, los resultados sean lo más homogéneos posible y
no haya discrepancias en cuanto a preguntas, distintos momentos de
celebrar la encuesta, etcétera. Si es así, mi Grupo apoya totalmente ese
tipo de trabajo, de coordinación interna.

También, cómo no, desearía, si puede ser, que incidiera un poco más el
señor Ministro en la importancia de que esa unidad encargada de estos
trabajos y perteneciente al Ministerio de Defensa esté en una
coordinación permanente, total e íntima con la Delegación del Gobierno
para el Plan Nacional sobre Droga. Creo que de la comparecencia del
Ministro se deduce la necesidad de esta coordinación. La conclusión que
podríamos obtener de la exposición del señor Ministro, es que dado que no
parecen detectarse especificidades concretas respecto de la drogadicción
y el alcoholismo en el Servicio Militar, puesto que parece que no hay un
gran número de jóvenes que se incorporen a los mismos en el Servicio
Militar --ha hablado de un 4 por ciento de iniciados, creo recordar, y de
un 5,6 que lo abandona, por lo que considero que se trata de un
porcentaje pequeño--, y dado que tampoco respecto del alcoholismo se
detecta, como ha dicho en su última intervención el señor Ministro
respondiendo a Convergència i Unió, que el Servicio Militar sea la
ocasión en la que masivamente nuestros jóvenes se incorporen al consumo
del mismo --estamos todos hartos de ver cómo jóvenes mucho más jóvenes
que los que están en el Servicio Militar se inician en el alcoholismo--,
puesto que no se detectan esas circunstancias especiales respecto del
Servicio Militar --o también respecto del militar profesional, sobre lo
que igualmente quería preguntar al señor Ministro, porque parece que nos
olvidamos de este apartado en un Ejército que cada día es más
profesionalizado--, es muy importante que esa coordinación cada vez sea
mayor. Es decir, me atrevería a afirmar que el protagonismo de la
prevención, lucha y erradicación de los problemas de la droga entre los
jóvenes que están en los Ejércitos debe ser cada vez mayor desde el Plan
Nacional sobre Drogas, si bien no se detectan, como parece concluirse de
su exposición, insisto, problemas muy específicos que deban tener un
tratamiento igualmente muy específico desde el punto de vista militar.

Son, diríamos, los problemas generales de los jóvenes de esa edad, y
habría sólo un problema concreto, mencionado al final, cual es el de la
agregación, es decir, el estar en una convivencia especial en los
cuarteles, aunque, insisto --y hay que recordarlo siempre--, cada vez
menor. Hoy día prácticamente el soldado cumple de ocho a tres en el
cuartel y a esa hora se marcha. Pero habría que tratar de que durante ese
tiempo se considere la especificidad necesaria de su situación militar.

En ese sentido, creo que hay que seguir profundizando en todo lo que aquí
nos ha expuesto el señor Ministro, en lo referente a los folletos
divulgativos, los cursos a los mandos que han de explicar y luchar contra
este tipo de lacras, los cursos de formación --a los que se ha referido
muy por encima, pero que son muy importantes-- a quienes ejercen de
policías militares en los cuarteles, etcétera. Por tanto, hay que seguir
profundizando en la coordinación con el Plan Nacional sobre Drogas y
avanzar en ese sentido.

Por último, he creído entender que todas estas labores, que parece que
aquí se han estado refiriendo siempre a los constrictos del Servicio
Militar, se refieren también al personal militar profesional. Es decir,
hoy día tenemos un modelo de Ejército en el que cada vez más se tiende a
una mayor profesionalización, hasta que en su momento lleguemos a un 50
por ciento del total, por lo que cada vez hay más profesionales que
firman contratos de corta o larga duración. Me imagino y doy por supuesto
que todos estos programas y actuaciones se refieren también a ellos,
puesto que no por el hecho de ser profesionales no están sometidos a los
mismos riesgos que nuestros jóvenes cuando se encuentran cumpliendo el
Servicio Militar.

Por tanto, termino con esas dos preguntas al señor Ministro, reiterándole
nuestro agradecimiento. Creemos que es importante la coordinación más
exquisita y absoluta en el propio Ministerio de Defensa, es decir, que
haya una unidad encargada de que todas las labores sean homogéneas y
tengan los mismos criterios y, en segundo lugar, que dicha unidad --la
Dirección General de Servicio Militar parece una buena ubicación--, o
cualquier otra que se decidiera por parte del Ministerio, tenga una
coordinación exquisita, profunda e intensa con el Delegado Nacional del
Plan sobre Drogas, puesto que parece, según se desprende de la
comparecencia del señor Ministro, que las especificidades existentes en
el problema de las drogas respecto del Servicio Militar --insisto-- son
tan pocas que más bien hacen necesaria su incardinación en el Plan
Nacional, como en otros aspectos sociales se está ya llevando a cabo
desde el Gobierno.

Nada más y muchas gracias, señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Lagunilla.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Muchas gracias, señor
Presidente.




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Efectivamente, señoría, hay un problema con el que todavía no hemos
terminado de enfrentarnos del todo --estamos empezando ahora--, que es el
del nuevo régimen del Reglamento militar en cuanto a la utilización del
tiempo, en cuanto a la presencia de los soldados en los acuartelamientos.

Es cierto que el Reglamento tenía una finalidad principal, que era
equiparar el Servicio Militar a cualquier otra actividad docente o
laboral especialmente en cuanto a horario, por lo que nos encontramos con
una nueva situación, que es la ausencia del acuartelamiento de los
soldados desde las dieciséis o diecisiete horas del día hasta las ocho
horas del día siguiente. Por tanto, existe una mayor dificultad de
control y seguimiento y creo que habrá que hacer un especial hincapié en
la prevención, teniendo en cuenta esta nueva circunstancia.

En cuanto a la coordinación de actuaciones, por supuesto que, dada esta
nueva situación respecto a los horarios, se debe aumentar la relación con
el Plan Nacional. Y la coordinación que queremos establecer consiste
sobre todo en una superposición de los planes que hasta finales de este
año se aplicarán por los tres Ejércitos. Se trata de que se aproveche la
experiencia de los tres, que sean más similares, aunque tenemos que
mantener unas ciertas peculiaridades en los planes teniendo en cuenta las
diferencias que hay entre los Ejércitos. Concretamente, no es lo mismo
una unidad de servicios en el Ejército de Tierra que una unidad embarcada
en la Armada y donde el error o cualquier conducta fuera de lo habitual
de cualquiera de los miembros de la tripulación puede provocar perjuicios
a todos. O no lo es lo mismo una unidad administrativa que una unidad de
transporte dentro del mismo Ejército de Tierra. Por tanto, hay que
conservar algunas peculiaridades de los planes, pero sobre todo se trata
de que la actuación sea más intercambiable y que los profesionales que
tenemos puedan actuar en un Ejército o en otro según la necesidad.

Tampoco tenemos tantas personas preparadas. Cada Ejército debe tener su
programa específico, pero lo tiene que contrastar con los otros dos, y el
encargado de que esto suceda así tiene que ser la Dirección del Servicio
Militar a través de ese servicio que antes mencioné.

Es cierto que las Fuerzas Armadas no son el lugar de iniciación en drogas
que algunas veces se ha dicho, y los datos de que disponemos lo indican,
sean cualesquiera de ellos los que se consideren para compararlos con la
población juvenil general. No obstante, creo que tendríamos que dar la
vuelta a ese tópico y transformar las Fuerzas Armadas en el lugar donde
el consumidor habitual o esporádico, que inició su consumo en una edad
relativamente temprana, antes de llegar a un acuartelamiento, reciba más
información, una información más insistente y sea objeto de un control
mayor. Podríamos conseguir así que el Servicio Militar, aprovechando la
organización jerarquizada que las Fuerzas Armadas aportan, fuera la
ocasión donde el consumidor se encontrase en un ambiente más propicio
para reconsiderar su situación.

Por último, su señoría ha hecho una referencia que creo que puede ser muy
interesante, es decir, que desagreguemos todos los datos --que los he
leído--, y no solamente por consumo, como dije antes, para saber cuáles
son los estereotipos del consumidor de cannabis sobre todo, sino que los
desagreguemos también por tipos de unidad, cuestión sobre la que no
dispongo de datos. Creo que se podrá conseguir, puesto que al fin y al
cabo el cuadro de doble entrada que antes leí es la agregación de datos
de todo tipo de unidades.

Pero tendríamos que ver qué es lo que sucede en las unidades donde existe
una mayor proporción de profesionales y en las unidades donde hay mayor
proporción de soldados de reemplazo. La impresión que tenemos es que
también, rompiendo con algunos estereotipos, en algunas unidades que
tienen una alta proporción de profesionales puede haber una incidencia de
esta cuestión menor, contrariamente a lo que algunas veces se ha creído.

De todas maneras, esto se lo digo con cierta precaución. Tengo que
estudiarlo y haré llegar a la Comisión los resultados de esta
desagregación.

Todos los datos elaborados por los tres Ejércitos, que están
sistematizados por la propia Dirección General del Servicio Militar,
están a disposición de la Comisión, por supuesto, con las salvedades y
las precauciones que antes mencioné, sobre todo lo que se refiere a las
encuestas, sobre las que tenemos que seguir trabajando y respecto de las
cuales estaríamos muy satisfechos en el Ministerio de Defensa si
recibiéramos sugerencias por parte de esta Comisión, que probablemente
conoce con más conocimiento de causa que nosotros qué encuestas podrían
servir de orientación para mejorar las que se realizan en el seno de los
tres Ejércitos.

Muchas gracias, señor Presidente. Muchas gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro, por sus
explicaciones detalladas y por lo muy útiles que van a ser sus
comentarios para los trabajos de esta Comisión (El señor Robles Orozco
pide la palabra.)
¿Desea intervenir, señor Robes Orozco?



El señor ROBLES OROZCO: Señor Presidente, queremos saber si, según la
práctica habitual que hemos seguido otras veces, los Senadores o
Diputados podrían formular alguna pregunta individualmente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Robles, por recordármelo, el señor
Ministro no tiene inconveniente y a mí se me ha pasado.

¿Algún parlamentario desea intervenir? (Pausa.)
Tiene la palabra el señor Moreno.




El señor MORENO DEL CUVILLO: Muchas gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, dentro de la población civil --vamos a llamarla así a
efectos de la pregunta-- se está produciendo un rebrote fortísimo y
gravemente preocupante de la tuberculosis, enfermedad sumamente
contagiosa, a causa de la interacción de determinados hábitos en ciertos
drogodependientes y ciertas enfermedades, como el sida y otras dolencias.

¿Se está notando este mismo grave y preocupante



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fenómeno dentro de la población miliar, de los estamentos militares?
Gracias, señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Gracias.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Gracias.

Señoría, cuando el soldado de reemplazo tiene que incorporarse a su
unidad, previamente es objeto de un reconocimiento médico muy completo
que incluye, sobre todo, las posibles enfermedades infecciosas y de
manera muy particular el sida o la tuberculosis. Por lo tanto, el
porcentaje que se detecta al realizar este reconocimiento es idéntico al
de la población en general. Una vez pasado ese control, la posibilidad de
que haya un contagio con respecto al sida es mínima y la posibilidad de
que exista contagio con respecto a la tuberculosis es algo mayor, pero,
en cualquier caso, siempre es causa inmediata de exclusión en el caso del
sida y en el caso de la tuberculosis de tratamiento, que lleva consigo un
internamiento, sobre todo en determinados hospitales, y que suele suponer
un período de recuperación equivalente al de la duración del Servicio
Militar que aún resta. No hay, por lo tanto, una incidencia mayor que en
la población civil. Se detecta antes, se corresponde con la de la
población civil y después las posibilidades de que aparezca son menores,
como es lógico, una vez producido ese examen previo.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Tiene la palabra la señora Becerril.




La señora BECERRIL BUSTAMANTE: Muchas gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, en su primera intervención, cuando trataba el tema del
alcohol, dijo que las novatadas que todavía se producían iban unidas en
muchos casos al consumo de alcohol. Parece, pues, que en algunos casos se
deben seguir produciendo las novatadas, si bien ha dicho que se está
procurando erradicarlas tajantemente.

A mí me parece estupendo que se adopten medidas para erradicar unos actos
que son bárbaros, salvajes y perversos muchas veces, por eso le pregunto:
¿podría decirme qué acciones, qué medidas, qué órdenes se dictan para
erradicarlas y qué perspectivas tiene el señor Ministro de que
desaparezcan lo antes posible esas conductas?
Gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Becerril.

Tiene la palabra al señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Muchas gracias, señor
Presidente.

Señora Becerril, yo creo que esto podría ser motivo de una comparecencia
específica, puesto que los avances en este terreno en los últimos años
han sido bastante significativos y, aunque no estamos del todo
satisfechos, creemos que en las Fuerzas Armadas se va por una dirección
correcta, sobre todo por la aplicación del Código Penal y del Reglamento
Disciplinario; es decir, estas conductas se tienen que erradicar con la
aplicación de las normas de tipo disciplinario, y eventualmente penal,
que están previstas, instruyendo a los mandos para que actúen
enérgicamente en caso de que se detecten y estableciendo programas
específicos sobre todo para ese período de tiempo, ese momento del día
bastante largo que va desde que acaba la actividad en el acuartelamiento
hasta que comienza de nuevo al día siguiente, puesto que es casi siempre
durante estas horas cuando se producen las llamadas novatadas, que usted
ha calificado con adjetivos muy oportunos.

A lo largo de los últimos años las denuncias dentro de los
acuartelamientos por estas conductas han ido disminuyendo y ha ido
aumentando --si bien en los últimos años se ha producido una
estabilización: aumentó mucho a finales de los ochenta y principios de
los noventa, pero luego se ha estabilizado-- el número de soldados que
han tenido privación de libertad por arresto o que directamente han sido
procesados por este motivo. Pero insisto en que esto podría ser motivo de
una comparecencia específica porque es interesante.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro, de nuevo gracias en nombre de la
Comisión.

Recuerdo a los portavoces y miembros de la Mesa que ahora hay una
reunión.

Se levanta la sesión.




Eran las once horas y cuarenta minutos.