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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 34, de 04/05/1994
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DIARIO DE SESIONES DE LAS
CORTES GENERALES
COMISIONES MIXTAS
Año 1994 V Legislatura Núm. 34
PARA LAS COMUNIDADES EUROPEAS
PRESIDENCIA DE DON DEMETRIO MADRID LOPEZ,
VICEPRESIDENTE PRIMERO
Sesión núm. 10
celebrada el miércoles, 4 de mayo de 1994, en el Palacio
del Congreso de los Diputados



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda (Solbes Mira),
para informar sobre revisión y perspectivas del mercado interior. A
solicitud de la Mesa y Portavoces de la Comisión, según acuerdo adoptado
en la sesión del día 6 de abril de 1994. (Número expediente Congreso
213/000291 y número expediente Senado 711/000058.)



Se abre la sesión a las once de la mañana.




El señor VICEPRESIDENTE (Madrid López): Se abre la sesión con la
comparecencia del señor Ministro de Economía y Hacienda para informar
sobre la revisión y perspectivas del mercado interior.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas gracias a
todos por su presencia hoy aquí.

Hablar de revisión y perspectivas del mercado interior nos podría
permitir presentaciones de naturaleza muy distinta. Al final, yo he
elegido hacer una reflexión general sobre la situación del programa del
mercado interior en el momento actual, cuáles son las perspectivas de ese
mercado interior en el contexto comunitario, especialmente con los
últimos documentos, y, finalmente, comentar tal vez aquellos aspectos que
pudieran ser de más interés para mi Departamento, que son los vinculados
a la armonización fiscal, a los temas de seguros, y una pequeña reflexión
sobre la Unión Económica y Monetaria.




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En diciembre de 1993, como requisito previo para el inicio de la segunda
fase de la Unión Económica y Monetaria a primeros de enero, el Consejo
evaluó la aplicación de la legislación comunitaria sobre mercado
interior; evaluación que yo creo que es positiva, no sólo en términos
cuantitativos (se han cumplido prácticamente todos los objetivos que se
habían previsto en el año 1985), sino también desde el punto de vista
cualitativo, en la medida en que se ha producido un importante esfuerzo
de adaptación en materias de gran importancia y trascendencia; estoy
pensando no sólo en movimientos de capital, sino también en prestación de
servicios financieros y de seguros o en la abolición de fronteras
fiscales. Ahora bien, sin perjuicio de destacar este esfuerzo importante
que se ha realizado en los últimos años, conviene en estos momentos
reflexionar sobre lo que queda por hacer. ¿Qué medidas son convenientes
para completar o mejorar ese programa de mercado interior? Es verdad que
el mercado interior nunca debe considerarse como algo totalmente
resuelto, siempre hay nuevos elementos, siempre hay nuevos factores,
estamos en un marco normativo móvil que tendrá que ir adaptándose a las
nuevas realidades y en ese proceso continuo de asimilación y ejecución de
normativa que nos va a llevar a un planteamiento distinto al que ya
conocíamos en esa segunda fase del mercado interior que tendrá que
ponerse en marcha una vez finalizado el proceso legislativo al que he
hecho referencia.

Hoy la Comunidad, en opinión de la Comisión, debe concentrarse sobre todo
en dos frentes. En primer lugar, transformar las oportunidades jurídicas
que abre el nuevo marco legal en oportunidades reales, controlando la
aplicación y valorando las repercusiones de la legislación del mercado
interior, de manera que se refuerce su eficacia. En segundo lugar, hay
que pensar también en la interacción entre mercado interior y otras
acciones comunitarias que permitan reforzar el funcionamiento de unos y
otros. En esta línea, la Comisión presenta, en diciembre del pasado año,
un programa estratégico que prevé no sólo finalizar el programa
legislativo sino también poner en marcha acciones coordinadas de la
Comunidad y de los Estados miembro y conectarlos con otras políticas
comunitarias para conseguir el mejor efecto positivo posible. A ello me
referiré posteriormente.

Segundo punto, después de este breve comentario sobre la situación
global: ¿cuáles son las perspectivas del mercado interior? El mercado
interior yo creo que lo podríamos enfocar desde dos puntos de vista. En
primer lugar, como instrumento de crecimiento económico, ¿en qué medida
ha coadyuvado al crecimiento económico? En segundo lugar, ¿cuál es su
futuro, cuál es el programa estratégico al que he hecho referencia? Es
difícil siempre evaluar los beneficios derivados de la creación del
mercado único. Yo creo que existe una filosofía general aceptada de que
el mercado único ha sido un importante éxito, que se ha creado un marco
jurídico necesario para su funcionamiento y que, sin duda alguna, los
agentes económicos ya empiezan a comprobar algunas de las ventajas
materiales que este mercado único supone. Estoy pensando en la
eliminación de fronteras físicas, la supresión del control de cambios, la
armonización de normas técnicas o cualquiera de los múltiples elementos
que afectan al mercado interior. Todo ello ha traído consigo una mayor
internacionalización y europeización de las estrategias comerciales de
las empresas, lo cual, sin duda alguna, cambia la forma de actuar clásica
que han tenido las empresas europeas.

Las ventajas del mercado interior, sin embargo, son difíciles de evaluar,
incluso yo diría que es un momento excesivamente temprano para hacer una
valoración global sobre esas ventajas del mercado interior. El período
recorrido desde su puesta en vigor total es excesivamente corto, pero,
por otra parte, al coincidir en un momento especialmente difícil con la
recesión económica, se provoca una ralentización de parte de los efectos
de ese proceso global. Sin embargo, con estas salvedades de esa marcha
atrás o de ese no alcanzar los objetivos inicialmente previstos, la
Comisión se ha atrevido a lanzar algunas cifras sobre el efecto que la
integración ha aportado entre los años 1986 y 1992 y hace referencia a
que considera que el incremento anual adicional en ese período sería de
aproximadamente el 0,4 por ciento. Es verdad que todavía se basa en
evaluaciones y en cálculos enormemente preliminares y que está trabajando
en un informe que debe presentar al Consejo en el año 1996, en el que,
sin duda alguna, llevará a cabo una valoración mucho más correcta,
tomando en consideración, como punto de partida, la metodología del
Informe Ceccini y, en consecuencia, en qué medida las previsiones que
entonces se hicieron se están cumpliendo en la realidad.

El segundo punto importante, además de este efecto crecimiento, es en qué
medida el mercado interior, como elemento de estrategia comunitaria, está
afectando al crecimiento, a la competitividad y al empleo. Una
aproximación inicial, parece que nos debería llevar a aceptar una
afirmación de ese tipo. Y es cierto que en algunos documentos
comunitarios ya se incluye al mercado interior como un punto fundamental
de esa estrategia. Estoy pensando, sobre todo, en dos: en el Libro Blanco
presentado por la Comisión al Consejo Europeo de Bruselas y en el Plan de
acción contra el desempleo, aprobado por ese mismo Consejo Europeo de
Bruselas.

En cuanto al Libro Blanco, lo que se propone es aprovechar al máximo el
mercado único para mejorar la posición competitiva de las empresas
europeas, y para ello propone avanzar en tres direcciones: por una parte,
asegurar la coherencia entre la normativa comunitaria y la normativa
nacional, cosa razonable en la medida en que vayamos a ese mercado
unificado; en segundo lugar --y éste es un tema que reaparecerá también
en el Plan de acción contra el desempleo--, facilitar la inserción de las
pymes en el mercado único, emprendiendo una tarea inmediata de
simplificación de trámites administrativos, de adaptación de fiscalidad,
de tratamiento jurídico diferenciado; y, en tercer lugar --y era un punto
importante en el Libro Blanco--, impulsar la construcción de redes
transeuropeas de infraestructuras.

En el Plan de acción contra el desempleo se insiste en algunos de esos
puntos y se introducen otros. Se hace referencia nuevamente al tema
pymes, se hace referencia al



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ámbito normativo necesario para que el mercado único acabe finalmente
aplicándose. Es cierto que se considera que el programa legislativo
básico ya está en marcha y, en consecuencia, lo único que hay que hacer
es poner en funcionamiento modificaciones parciales o cambios menores que
no afectan a los elementos esenciales. Y, en tercer lugar, y es tal vez
el punto más interesante en el Plan de acción contra el desempleo, está
la aplicación estricta de normas sobre competencia y control de ayudas
públicas que, sin duda alguna, permitirá una clarificación de las reglas
del juego en el mercado comunitario y una actuación más clara. Eso, y la
mayor eficacia en el mercado de capitales, que debería facilitar la
afluencia del ahorro hacia inversiones productivas generadoras de empleo,
podrían ser elementos importantes que permitiesen que ese plan de empleo
tuviese efecto.

Decía que mercado único o mercado interior no únicamente se hace
referencia a él en documentos comunitarios de la Comisión y del Consejo
Europeo, sino que también la propia Comisión pone en marcha --y a él me
he referido-- un programa estratégico para optimizar los beneficios del
mercado interior. Ese programa estratégico se presenta al Consejo en el
mes de diciembre del pasado año e insiste, yo diría, en tres tipos de
actuaciones fundamentales. En primer lugar, la de finalizar el marco
jurídico básico sobre el que estamos trabajando. Ya he dicho
anteriormente que el entramado fundamental del mercado interior está en
marcha. Sin embargo, siempre es perfectible y siempre es necesario
introducir modificaciones adicionales.

Es cierto que se parte de una concepción algo distinta en el momento
actual a la inicial. Se insiste cada vez más en la aplicación del
principio de subsidiariedad, en la medida en que ese principio de
subsidiariedad nos debe permitir un mayor margen de actuación nacional.

Es cierto que ello plantea otro tipo de problemas, y luego me referiré a
ello cuando hable de la opción entre directivas o reglamentos en el
ámbito comunitario. Sobre esa base del principio de subsidiariedad lo que
se piensa es que deben retirarse aquellas propuestas aún no desarrolladas
y que, a la luz de ese principio, no cumplan los criterios definidos para
aplicar el mismo, vinculados a la necesidad de efectividad o
proporcionalidad de la norma.

El segundo gran elemento de reflexión de este programa estratégico --y es
tal vez el más interesante-- es el de la gestión del mercado único. Hemos
pasado ya de la época de definición del mercado único; las grandes normas
están en vigor, lo que tenemos que hacer es aplicarlo y aplicarlo bien.

¿Qué debemos hacer para aplicarlo bien? Según la terminología de la
Comisión, una aplicación correcta del mercado único va a exigir una
cooperación intensa entre las administraciones de los Estados miembros y
la propia Comisión. Para ello es imprescindible actuar en distintos
campos.

En primer lugar, hay que controlar la trasposición de las normativas
comunitarias a los nuevos Estados miembros. Y aquí surge la polémica a la
que anteriormente hacía referencia sobre la conveniencia de utilizar el
instrumento directiva o utilizar el instrumento reglamento, como sistema
correcto de aplicación del mercado interior. Mientras que muchos países
consideran que la directiva tiene la enorme ventaja de conceder una mayor
flexibilidad y permitir una adaptación a la realidad de cada Estado
miembro, algunos otros pensamos que el reglamento tiene, sin embargo, la
ventaja adicional de ser de aplicación directa y, en consecuencia, evita
problemas de discusión futura en cuanto a esa trasposición de normativa
comunitaria y, sobre todo, no da pie a que países con mayor margen de
actuación en función de normas técnicas o de otra naturaleza introduzcan
elementos de distorsión del mercado que pueden tener efectos negativos.

De ahí que nuestro país esté defendiendo, en términos globales, la mayor
utilización del concepto reglamento que, sin duda alguna, permite una
aplicación más rápida y, además de ello, permite un mejor tratamiento
desde el punto de vista del equilibrio de las condiciones aplicadas en
cada Estado miembro.

El control de la trasposición de la normativa comunitaria es, sin
embargo, una parte del problema. La otra parte del problema es el control
de la aplicación de esas normativas ya traspuestas. Para ello es
imprescindible poner en marcha un procedimiento mucho más eficiente que
el que actualmente tenemos.

En ese sentido, la Comisión insiste en algunos aspectos que convendría
destacar. En primer lugar, parece imprescindible que se refuerce la
asistencia mutua entre las autoridades nacionales encargadas de la
aplicación de la legislación comunitaria y las propias autoridades
comunitarias. Dicho de otra forma, el brazo que al final aplica la norma
es, sin duda alguna, el de la legislación y el de los instrumentos
nacionales y, en consecuencia, parece absolutamente imprescindible que
exista una buena coordinación entre las autoridades nacionales y las
autoridades comunitarias. En segundo lugar, la Comisión pretende el
establecimiento de una red de corresponsales en los Estados miembros,
corresponsales que serían prácticamente uno por sector y que tendrían
como objetivo coordinar la información al resto de los Estados miembros y
cara a la Comisión sobre las actuaciones de cada una de las autoridades
responsables de los temas en los diferentes países. Y, finalmente, los
principios de proporcionalidad y confidencialidad adquieren un valor cada
vez mayor en la aplicación de este sistema de cooperación específica
entre unos y otros. Proporcionalidad que debe afectar tanto a la
información solicitada, que debe ser razonable y limitarse al mínimo
imprescindible, y confidencialidad en la medida en que una parte de los
elementos, que son de gran importancia para sectores específicos, deben
transmitirse sólo con el debido cuidado para no tener efectos negativos
desde el punto de vista de los sectores a los que afectan.

La Comisión, con todo ello, lo que pretende son dos cosas: en primer
lugar, saber lo que está sucediendo, que se eliminen los obstáculos
existentes; en segundo lugar, evidentemente, que no pongamos en marcha
nuevos obstáculos que impidan que el mercado único acabe funcionando de
forma correcta.

Sin embargo, decía que, aparte de la aplicación del mercado único
propiamente dicho, a la Comisión le preocupan otros elementos, y le
preocupa, sobre todo, la interrelación



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entre la política de mercado único y otra serie de políticas vinculadas a
la misma.

El programa estratégico de la Comisión propone, consecuentemente, un
paquete de medidas, que no necesariamente tienen que ser de naturaleza
legislativa, que constituyen en sí mismas el objetivo de políticas
distintas en el ámbito comunitario, que hacen referencia a la cohesión, a
la competencia de las ayudas públicas, y que van a resultar factores
claves, sobre esa aplicación del mercado interior cara al futuro.

Esas nuevas medidas pretenden dar respuesta también a las nuevas
necesidades de la Unión y pretenden interrelacionar el desarrollo del
mercado interior con el Libro Blanco sobre competitividad, crecimiento y
empleo.

En definitiva, yo diría, y por resumir los objetivos de esta segunda
etapa, que el programa lo que pretende es, fundamentalmente, mejorar la
transparencia en la actuación de la Comunidad, mediante una adecuada
valoración de las iniciativas legislativas; de acuerdo con los principios
citados, los agentes económicos deberían tener un mayor acceso a la
información. En segundo lugar, además de esta mejora de la transparencia,
se debe conseguir una mejora del entorno empresarial, y en ese sentido el
programa estratégico se concentra en algunas medidas complementarias,
como la mejora de los pagos transfronterizos de las empresas, reduciendo
los costes de los sistemas empleados, acortando los plazos y evitando la
duplicidad de pagos. En tercer lugar, pretende también esta mejora del
entorno empresarial a través de una mejora del transporte; la libre
circulación de personas y bienes debe descansar en un funcionamiento
competitivo de los transportes que garantice la libre movilidad. En
tercer lugar, debe pensarse en un régimen fiscal favorable a las
empresas, simplificando la aplicación de los impuestos indirectos y
eliminando la doble imposición en el caso de los directos y, finalmente,
un apoyo a las pymes. Además de esos dos aspectos de transparencia y de
mejora del entorno, también la Comisión se preocupa por mejorar la
protección de los consumidores, que, sin duda alguna, es el objetivo
final de toda esta operación de creación del mercado único.

Desde el punto de vista específico del Ministerio de Economía y Hacienda
me gustaría hacer algunas reflexiones sobre tres elementos que me parecen
importantes: en primer lugar, cómo ha funcionado la armonización fiscal;
en segundo lugar, cómo afecta a los servicios financieros y entidades
aseguradoras, y terminaré haciendo una corta reflexión sobre la Unión
Económica y Monetaria, específicamente sobre algunos problemas planteados
a la Unión Monetaria.

En la armonización fiscal se han seguido pautas muy diferentes según nos
refiramos a la imposición directa o a la imposición indirecta. En la
imposición indirecta los impuestos sobre el consumo, IVA e Impuestos
Especiales, se ha alcanzado un nivel de armonización que puede
considerarse ya muy elevado. Se han fijado reglas comunes en la
determinación de los elementos esenciales de cada impuesto. Con ello se
pretende evitar distorsiones de competencia, se fijan tipos mínimos y se
establece un sistema de cooperación entre administraciones que permite
evitar el fraude y la evasión fiscal. Tal vez el caso más complejo ha
sido el del IVA. En el IVA, en el sistema originario todas las
operaciones intracomunitarias tributaban en destino en el mismo régimen
fiscal que las operaciones con países terceros, y ese sistema originario
se ha sustituido por un régimen transitorio que se aplicará hasta el 1 de
enero de 1997.

En el régimen transitorio ya la situación es distinta, se someten las
operaciones intracomunitarias a un sistema mixto con las características
siguientes: las operaciones intracomunitarias realizadas entre sujetos
pasivos --básicamente entre actividades comerciales por entendernos--
mantienen el régimen actual de tributación en el Estado miembro de
destino, aunque sin control en frontera --y éste es el cambio fundamental
que se produce en 1993--, por lo que son declaradas junto con las
restantes operaciones interiores y, en consecuencia, no se consideran
como importaciones. Sin embargo, se inicia ya un camino diferenciado para
las adquisiciones realizadas por particulares que tributan en el Estado
miembro donde se realizan, por tanto, en el origen. Se establece también
un sistema de intercambio de información entre administraciones partiendo
de los datos que deben ser declarados por los sujetos pasivos. Es verdad
que se han detectado algunos problemas puntuales como consecuencia de
este sistema, aunque la valoración global del Consejo de Ministros, del
Ecofin, de la Comunidad ha sido en general satisfactoria. Sin embargo, en
países como el nuestro y especialmente en lo que se refiere al año 1993
aparece una clara distorsión en las cifras de IVA-importación como
consecuencia de la aplicación del nuevo sistema. Vemos que esa situación
se va corrigiendo a lo largo del año 1993 y que parecía prácticamente
como distinta en 1994, en el que podemos ver cómo disminuyen de forma
clara las operaciones o la tributación de IVA-importación y, sin embargo,
aumenta de forma clara la tributación de IVA por operaciones interiores.

El régimen transitorio, tal como lo acabo de citar, se concibe como una
fase intermedia que debe concluir, como he dicho anteriormente, el 1 de
enero de 1997 con la implantación de un régimen definitivo, y el régimen
definitivo tiene ya una naturaleza distinta de este régimen transitorio a
caballo entre el régimen inicial y el régimen final.

En primer lugar, en el régimen definitivo todas las operaciones
intracomunitarias tributarán en origen, lo mismo que las operaciones
realizadas en el interior de cada Estado. La atribución a cada Estado de
la recaudación que corresponda a su consumo interno se realizará mediante
un sistema de «clearing» o de compensación en el que se ajustarán las
recaudaciones y los consumos efectuados en cada Estado miembro. No cabe
duda que el problema de la caja de compensación y el sistema de cálculo
de esa recaudación va a constituir el elemento crucial de discusión sobre
la aplicación del régimen definitivo. Este sistema ya se intentó poner en
marcha en la discusión anterior y, ante la imposibilidad de llegar a unos
resultados aceptables para toda la Comunidad, tuvo que optarse por el
régimen transitorio que actualmente estamos aplicando.




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El paso del régimen transitorio actualmente en vigor al régimen
definitivo del IVA constituirá, sin duda alguna, el expediente
legislativo de mayor importancia pendiente en la realización del programa
del mercado interior. Además de ello, existe también una serie de
propuestas específicas pendientes de poner en práctica y que son
importantes para la aplicación del régimen definitivo, aunque es cierto
que son temas menores comparados con el tema global del que estamos
hablando, y me estoy refiriendo a aspectos como la armonización de la
tributación del oro, el transporte de personas, las operaciones que no
dan derecho a deducción o la supresión de excepciones al régimen general
para simplificar el sistema actual.

Segundo punto, el de la imposición indirecta: además del IVA, ¿qué sucede
con los Impuestos Especiales? En los impuestos que gravan los productos
petrolíferos, los alcoholes y el tabaco el régimen está prácticamente
armonizado ya de forma definitiva y fundándose en los principios
siguientes: los productos sujetos tributan en destino, es decir, en el
lugar del consumo, y para suplir la ausencia de fronteras fiscales se
establece un sistema de circulación de productos a través de depósitos
fiscales interconectados, tributando a la salida del depósito en el
Estado en que se realiza el consumo. Dicho de otra forma, el tráfico de
mercancías se realiza como mercancías estancas y sólo cuando pasan a
consumo se produce la tributación y, en consecuencia, se recauda por
parte del país en el que el consumo se realiza. Como excepción a este
régimen general, los bienes adquiridos y transportados por particulares
para su propio consumo tributan en origen, es decir, en el lugar donde se
adquieren. Aquí no tiene tanto interés el sistema de intercambio de
información, distinto del sistema tradicional de asistencia mutua que se
sigue aplicando. Las propuestas pendientes de modificación del sistema, a
diferencia de lo que sucede con el IVA, son absolutamente de carácter
secundario, y se refieren más a simplificación del sistema, a
introducción de algunos tipos reducidos en algún impuesto especial como
es el caso del combustible agrícola, a normas de este tipo, que a normas
de gran importancia. Es cierto que, aunque también aquí se ha suscitado
algún problema específico en la aplicación del nuevo régimen, los
problemas no son mayores, y yo creo que, en términos globales, el sistema
funciona sin graves dificultades.

¿Qué está sucediendo con la imposición directa? La armonización de la
imposición directa presenta mayores dificultades que la armonización de
la indirecta. En el Impuesto sobre Sociedades la armonización se ha
limitado a adoptar las medidas imprescindibles para que la doble
imposición no perjudique las concentraciones de empresas a nivel
comunitario. Es cierto que con la armonización de la fiscalidad en las
fusiones de empresas y la supresión de la doble imposición en los
dividendos pagados entre matrices y filiales se produce un cierto
estancamiento en el proceso, derivado, quizá, de que algunos Estados no
consideran imprescindible un mayor grado de armonización para garantizar
el funcionamiento del sistema. En el momento actual el Consejo está
examinando algunas propuestas pendientes que se centran sobre todo en la
supresión de la retención a cuenta en los pagos de intereses y cánones
entre empresas establecidas en distintos Estados miembros y en la
compensación de pérdidas entre matrices y filiales o establecimientos
permanentes, temas que mientras que el primero está previsto que se
desarrollase a partir del mes de junio, en base a propuestas de la
Comisión, el segundo todavía está en una fase de análisis muy preliminar.

Además de este aspecto de armonización de la imposición de sociedades,
querría hacer alguna referencia a la armonización de la fiscalidad del
ahorro. Este es un viejo y complicado tema que se ha planteado múltiples
veces en el ámbito comunitario, sin que hasta ahora se haya podido llegar
a una solución satisfactoria. Entre la doble opción, la retención mínima
en el origen o la declaración a la administración fiscal, no se ha podido
llegar a un acuerdo que permita avanzar en una u otra dirección. De ahí
que, sobre todo como consecuencia de la presión de la República Federal
de Alemania, debido a sus problemas constitucionales internos, se haya
intentado buscar una solución híbrida, en la cual se permitiría a los
Estados miembros o bien someter los rendimientos a una retención mínima
del 15 por cien, o bien una declaración a la administración fiscal del
país de residencia, con lo cual se resolvería el problema. No cabe duda
que para países como el nuestro una fórmula de este tipo plantea
dificultades, entre otras razones porque las declaraciones a la
administración fiscal, en la práctica, hasta el momento actual, no están
dando los resultados deseables. Sin embargo, la fórmula que se propone
tiene la ventaja de ser enormemente flexible, por lo que ha conseguido,
en principio, un consenso más bien favorable de la mayor parte de los
Estados miembros y ha permitido seguir trabajando en esa dirección.

El segundo punto al que hacía referencia era el relativo a servicios
financieros y entidades aseguradoras. El mercado único en este punto
concreto ha consistido, en esencia, en algo muy simple. Establece un
sistema de pasaporte comunitario de licencia única, de modo que la
empresa autorizada para operar en un Estado miembro, y controlada por lo
tanto por las autoridades supervisoras correspondientes en dicho Estado,
puede operar en otros Estados miembros, bien a través de un
establecimiento o bien en régimen de libre prestación de servicios. La
mayor parte de las medidas legislativas contenidas en el programa del año
1985 han sido ya aprobadas por el Consejo y se aplican en la práctica
totalidad de los Estados miembros, sin perjuicio de los períodos
transitorios autorizados. Es cierto que en nuestro caso, en España,
todavía tenemos un cierto retraso en la aplicación de algunas directivas,
especialmente las referentes al año 1992, 93 y 94, que están incluidas en
el anteproyecto de ley de seguros que debe ser remitido en un plazo
relativamente corto a esta Cámara. También existen algunas otras
propuestas, en fase de estudio o negociación, de carácter complementario
o secundario y referentes al saneamiento y liquidación de entidades de
crédito y entidades aseguradoras, una directiva sobre instituciones de
inversión colectiva, otra sobre gestión de fondos de jubilación, otra
sobre supervisión prudencial de grupos consolidados de entidades
aseguradoras y de grupos mixtos



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financieros-seguros y, finalmente, la adaptación a productos derivados de
ciertas directivas ya aprobadas.

Esos son los grandes elementos del mercado interior, pero no querría
terminar mi exposición sin hacer una corta reflexión sobre el mercado
interior y la Unión Económica y Monetaria. No cabe duda que, en la
concepción global comunitaria, mercado interior y, yo diría, Unión
Económica y Monetaria corrían en paralelo hacia el mismo objetivo final.

Es cierto que la Unión Monetaria está replanteada como consecuencia
precisamente de la ampliación de las bandas de flotación en el mes de
agosto del año 1993. La gran discusión comunitaria en el momento actual
es si esas bandas deben reducirse o no. En términos jurídicos formales,
la reducción de las bandas aparece como un requisito necesario para
cumplir las obligaciones de Maastricht. Recordemos que en Maastricht se
habla de que el paso a la tercera fase se hará por una serie de Estados
miembros que, entre otras condiciones, deben cumplir la de estar durante
un cierto período de tiempo en la banda estrecha del sistema. La realidad
económica nos ha demostrado que la supresión del sistema de bandas está
teniendo efectos benéficos desde el punto de vista económico y, sin
embargo, no ha introducido elementos de competencia desleal a través de
devaluaciones competitivas, que era el gran temor que podía existir por
parte de algunos Estados miembros de la Unión Europea. En consecuencia,
aun siendo conscientes de esta contradicción, en el momento actual el
Ecofín es partidario más bien de mantener la situación actual, lo cual
nos plantea una segunda pregunta de importancia mayor y es cuáles deben
ser las condiciones para pasar a la tercera fase. ¿Se va a cumplir o no
se va a cumplir el estrechamiento de bandas?, primer elemento. ¿Eso
significa que incumplimos formalmente lo establecido en el Tratado de
Maastricht? Segundo elemento que me parece relevante: ¿Estamos en
condiciones de pasar de la segunda a la tercera fase sin un
estrechamiento de bandas y, por lo tanto, con una decisión política que
significaría dar ese salto del todo a la nada o de la nada al todo, que
tanto se discutió en momentos pasados, que se consideró siempre como la
gran opción en términos técnicos, pero que siempre planteó problemas de
gran importancia desde el punto de vista político? Ese es uno de los
grandes temas actualmente pendientes de discusión y estoy seguro de que
será uno de los temas a los que vamos a prestar mayor atención en las
próximas reuniones del Ecofín.




El señor VICEPRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Para hacer las preguntas e intervención general, tiene la palabra, en
nombre del Grupo Catalán, el señor Ibarz.




El señor IBARZ I CASADEVALL: Permítame, señor Ministro, que, en nombre
del Grupo Catalán, le agradezca su comparecencia para hablar hoy ante
esta Comisión sobre el tema del mercado interior y que este
agradecimiento sea muy especial, además, porque, probablemente, para
tratar este tema hubiera sido más adecuado que compareciera la persona
que dentro de su Ministerio es el más directamente responsable del tema,
el Secretario de Estado. Por tanto, doblemente, gracias.

El Libro Blanco sobre crecimiento de la competitividad y del empleo hace
un análisis del escenario europeo y apunta hacia las tendencias de lo que
constituirá el marco económico del siglo XXI, en el que, a fin de
cuentas, habrá de desenvolverse la Unión y su mercado. Ayer tuvimos
ocasión, con el Ministro Borrell, de hablar, en este marco, de la
política europea en materia de grandes redes transeuropeas y sobre las
llamadas autopistas de la información, un aspecto sin duda importante de
futuro. Hoy, no obstante, si su benevolencia me lo permite, quisiera
centrar mi atención sobre los temas que usted ha apuntado en su
intervención muy de pasada, pero que creo que tienen su interés.

El Acta Unica Europea vino a crear un espacio sin fronteras interiores,
en el que se pretendía la libre circulación de bienes, servicios y
capitales de forma además que esta libre circulación quedara garantizada.

Sin embargo, supongo que me reconocerá usted que aún estamos lejos de
alcanzar este objetivo, en el que las empresas y sobre todo los
ciudadanos puedan tener un nivel total de igualdad en las condiciones de
concurrencia, con el fin de que el mercado alcance su auténtica capacidad
y goce de la debida credibilidad. A este respecto, es de capital
importancia que las normas comunitarias reguladoras de los derechos de
los consumidores, que tantas veces nos ponemos en boca pero que al final
tenemos abandonados en cuanto a nuestras acciones concretas de gobierno,
legislativas, alcancen el grado de armonización suficiente para igualar
el marco legislativo de acceso a los productos, bienes y servicios. Le
supongo enterado de que recientemente el Senado aprobó, por unanimidad de
todos los grupos de la Cámara, una moción instando al Gobierno a la
trasposición de las directivas europeas que tienden a la protección de
los derechos de los consumidores. Entre ellas, a mi entender y a los
efectos de su comparecencia, creo de interés resaltar una, que es aquella
que hace referencia al crédito al consumo. Se lo traduciría en una
pregunta. ¿Podría indicarnos, señor Ministro, los proyectos o las
perspectivas que tiene planteadas el Gobierno respecto a la trasposición
de esta directiva en concreto?
Un segundo tema, que de una manera u otra tiene relación con lo anterior
y que también ha sido mencionado de paso por usted en su intervención, es
el referido a que el Libro Blanco propone la adopción de una política de
apoyo al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, para garantizar
un mercado interior plenamente eficaz. Por supuesto que no se me escapa
--tampoco se le escapa a usted-- el hecho de que en lo que llevamos de
Legislatura se ha adoptado un importantísimo paquete de medidas que, sin
duda, van a contribuir a mejorar las condiciones de competitividad de
nuestras empresas.

Las medidas presupuestarias fiscales y laborales son, a tal efecto, un
logro del que, en la parte de responsabilidad que atañe a nuestro Grupo
Parlamentario, nos felicitamos. En un aspecto, no obstante, los
resultados parece ser que están siendo poco tangibles. En los últimos
meses se ha producido un descenso notable de los tipos de interés, pero



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este descenso ha tenido una escasa repercusión en la disminución de los
gastos financieros de las pequeñas y medianas empresas. Hoy, los
favorables tipos de interés vigentes básicamente favorecen a los grandes
consumidores de crédito. ¿Podría informar a la Comisión sobre las medidas
que piensa adoptar el Gobierno para mejorar el acceso de dicho sector
empresarial de las pequeña y medianas empresas a la financiación y al
crédito en condiciones acordes con la nueva situación, y todo ello en
consonancia con las recomendaciones del Libro Blanco?



El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Gracias, señor Ministro, por su comparecencia
para hablar de una cuestión tan importante y trascendente para la
sociedad española como es el mercado único en momentos de agitación
política, con alto grado de temperatura política interna en España, que
está afectando gravemente a la situación económica de nuestro país.

Voy a formularle una pregunta partiendo de una realidad. Evidentemente,
señor Ministro, el mercado interior existe; el mercado único europeo está
en funcionamiento, pero la pregunta fundamental es ¿realmente el mercado
está funcionando? ¿Realmente el mercado está cumpliendo las expectativas
que se habían depositado en él? Esto lo digo porque es una reflexión de
partida obligada en un momento de crisis económica en Europa, en un
momento de crisis económica en España, en un momento en el que los
agentes económicos están sencillamente desconcertados porque las
expectativas que se habían depositado en ese mercado único no se están
viendo cumplidas.

Usted en su exposición ha hecho referencia a esa estimación cuantitativa
de la Comisión de las Comunidades Europeas relativa a lo que ha sido la
aportación del mercado único al crecimiento de Europa. Esa aportación,
que es la que contiene el último informe, el informe anual, que todavía
es un borrador, que es el que estamos todos manejando, es el
reconocimiento de que la economía europea ha crecido un 0,4 por ciento
desde que se lanza el objetivo del mercado único. Esta cifra es bastante
inferior a las expectativas que se habían originado en cuanto al impacto
de ese mercado único. Esto, como decía, se debe fundamentalmente a la
falta de confianza de los agentes económicos, que está afectando a los
consumidores y, gravemente, al sector empresarial en toda Europa, y
especialmente en España.

Es cierto que la entrada en vigor del mercado único en Europa ha
coincidido con la fase de un ciclo depresivo de la economía europea.

También es cierto que ha sucedido lo que, en definitiva, estamos pagando
todos los europeos, y es la unificación de las dos Alemanias; pero no es
menos cierto que en ese desconcierto, en esa desconfianza que se está
generando en los agentes económicos están influyendo las políticas
económicas de los gobiernos; gobiernos como el español que, lejos de
contribuir a despejar incertidumbres, lo que hacen con esa política
económica es aumentar el desconcierto. El mercado único era el gran
momento de aplicar políticas económicas de certidumbre para esos agentes
económicos y no lo estamos consiguiendo. Esto es especialmente grave
cuando estamos encarando las elecciones europeas, las que celebraremos el
12 de junio, es especialmente grave porque en buena parte de los sectores
de la sociedad española se percibe ya a Europa como una amenaza cuando
Europa ha sido un elemento de confianza; se percibe ese mercado único
como una amenaza para la seguridad en el empleo; el desplazamiento de
empresas dentro de ese mercado único, o a países limítrofes del mercado
único, se percibe como causa directa de la pérdida de puestos de trabajo.

Ese malestar que se percibe en nuestra sociedad es fruto de las
características, de los rasgos, a los que antes me he referido, entre los
que destaco la carencia de políticas económicas que contribuyen
eficazmente a despejar esa incertidumbre en la que estamos inmersos una
parte de las sociedades y entre ellas la española.

La pasividad de los gobiernos, como la del Gobierno de España a la hora
de asistir pasivamente a la pérdida de las ventajas comparativas de la
economía española en ese mercado único, la pasividad en la gestión de una
crisis económica cuyo rasgo fundamental es que esta crisis nos está
alejando de Europa, nos está haciendo menos europeos y, por tanto, nos
está haciendo estar más incómodos en ese mercado único, esa pasividad de
los gobiernos es un rasgo fundamental que está haciendo que el mercado
único no funcione en la medida que sería conveniente que funcionara.

Voy a referirme a los problemas básicos de lo que podemos llamar
insuficiente funcionamiento del mercado único, insuficiencias que nos
gustaría que el Gobierno español estuviera empeñado en superar, pero no
vemos esa actitud por parte de nuestro Gobierno. En lo relativo a
circulación de personas, el mercado único no acaba de completarse en
cuestiones básicas como los derechos de residencia, el reconocimiento de
títulos profesionales; no estamos, de verdad, en un auténtico mercado
único de personas. Mientras no estemos en ese mercado único no vamos a
hablar con propiedad de ese gran mercado interior. Limitarlo a los
bienes, a los servicios y a los capitales no será suficiente, en tanto no
se llegue a esa circulación libre de personas. Pero incluso en la
circulación de bienes seguimos apreciando graves deficiencias, como
sucede, por ejemplo, en la circulación de determinados productos
agrícolas donde España tiene una relación de peor grado de competencia
que otros países. Otra insuficiencia de ese mercado único la encontramos
en la legislación, en la adopción de legislaciones comunes en los países
miembros, en la no explicitación de eso que se ha llamado el principio de
reconocimiento mutuo, que no vemos concretado en ámbitos que son básicos
para el funcionamiento completo y eficiente del mercado, como es el
ámbito de la legislación mercantil. Seguimos con demasiadas dudas. No
existe una legislación común, al menos en sus niveles mínimos exigibles
para que haya un funcionamiento operativo de mercado único, para que la
legislación no sea un entorpecimiento, no encontremos una barrera legal
en el funcionamiento de las empresas en este mercado único.




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Seguimos con asuntos también bastante serios como deficiencias en la
regulación de la propiedad intelectual y, por supuesto, en todo el ámbito
de la empresa pública, la legislación relativa a empresas públicas. ¿Qué
son las empresas públicas? ¿Qué papel juegan las empresas públicas y, por
tanto, los gobiernos como propietarios de esas empresas públicas en el
mercado único?
Otro problema del mercado único está en la existencia de las barreras
técnicas. Usted, señor Ministro, sabe perfectamente que no estamos en un
mercado libre. Usted sabe perfectamente que no existe libre cambio entre
los europeos. Sabe perfectamente que hay países que practican lo que se
ha llamado el nuevo proteccionismo --que de nuevo tiene poco, ya se va
convirtiendo en un planteamiento secular-- que está dañando el
funcionamiento eficaz de ese mercado único. Barreras técnicas que lo que
hacen es entorpecer la presencia de empresas que a nosotros nos perjudica
como españoles fundamentalmente. Me refiero a la pequeña y mediana
empresa. Esta es la gran perjudicada de la presencia de esas barreras
técnicas y ahí no advertimos por parte del Gobierno español una actitud
beligerante, una actitud superadora de esas barreras técnicas. El
Gobierno español no está luchando contra ese proteccionismo que está
afectando a una situación que se está dando en Europa y que nos hace, a
nosotros, ser menos competitivos por esa vía, que no es otra que la
presencia del proteccionismo. No tiene otra justificación. Además, vemos
también insuficiencias en ese mercado único en lo que se refiere a la
falta de liberalización de sectores que son claves para el conjunto de
nuestro ordenamiento económico y que no están funcionando dentro de lo
que podemos llamar mercados únicos parciales. No estamos ante un mercado
único financiero plenamente; no estamos ante un mercado único de la
energía plenamente. La energía es otro gran factor del que tenemos que
derivar una ventaja comparativa en España, tenemos que abaratar los
costes para ser, en definitiva, competitivos por esa vía, para que
nuestra producción sea competitiva. No estamos ante un mercado único de
comunicaciones, y seguimos sin estar en un mercado único pleno en el
sector de transportes. Por tanto, en esos sectores donde se sigue
planteando una política económica demasiado cerrada, demasiado
nacionalista es donde hay un estrangulamiento del mercado único que, en
definitiva, está repercutiendo negativamente en el conjunto, y no podemos
hablar propiamente de la existencia de la aplicación plena de ese mercado
único en tanto no solventemos esto.

El Gobierno español ni que decir tiene, señor Ministro, que está siendo
muy reticente en el reordenamiento de estos sectores que son claves para
el funcionamiento del mercado único y en particular para una economía
española que tiene que estar a gusto, que tiene que estar aprovechando
plenamente sus ventajas comparativas en ese mercado único.

Otro punto que vemos dudoso --aunque reconocemos, obviamente, los pasos
que se han dado en el funcionamiento del mercado-- es la política de
competencia y la presencia de los monopolios. La admisión de monopolios,
por ejemplo en el sector tabaco, sigue presente --y no hace falta que
digamos dónde está ese problema porque está en España también-- y
mientras existan esos monopolios, cuya razón de ser hoy día no tiene
sentido alguno, no podemos hablar con propiedad de ese mercado único.

Finalmente, referirme a las compras públicas como otra actividad, otro
sector muy importante a abrir, a liberalizar, para ganar ventajas en ese
mercado único y donde el Gobierno español mantiene una actitud que se
puede entender otra vez como proteccionista, en definitiva, como una
actitud de defensa de lo nacional, pero en nuestra opinión una mala
interpretación de la defensa de lo nacional, puesto que a nadie le debe
de interesar más abaratar sus costes de funcionamiento que a ese sector
público que tiene un problema presupuestario tan grande. También aquí
vemos un estrangulamiento de ese mercado único y no vemos actitudes por
parte de los gobiernos europeos y del Gobierno español por solucionar
este problema.

Unión monetaria europea, señor Ministro. Es inevitable que para que el
mercado único sea eficaz tengamos una unión monetaria europea. Somos
firmes partidarios de ella entendida como estabilidad de las monedas. Si
no se logra dar estabilidad a las monedas va a haber una circulación
dubitativa o una circulación no suficientemente fluida ni de bienes, ni
de servicios, ni de mercancías, ni de capitales. Va a existir la amenaza
de los controles de capital, que es lo que, como usted sabe, señor
Ministro, piensan los inversores internacionales del Gobierno español.

Mientras estemos en esa situación de relativa debilidad para afrontar la
unión monetaria europea, no vamos a alejar los fantasmas de las barreras,
de los controles de capitales, y esos inversores internacionales van a
exigir primas de riesgo, como lo están haciendo, al Gobierno español a la
hora de comprar Deuda Pública.

Unión monetaria. ¿Cuál es el proyecto del Gobierno español respecto de la
unión monetaria? Usted nos ha hablado esta mañana de reflexión. Ya
estamos otra vez en esa acción. Esta no es la hora de reflexionar, señor
Ministro, es hora de actuar en política económica. El señor Ministro
habla continuamente de reflexionar sobre la bondad o no de mantener
bandas de fluctuación; la bondad o no de aplicar políticas monetarias más
o menos estrictas, etcétera. Ya sabe, señor Ministro, que desde hace
meses le vengo insistiendo en que en un país en crisis económica, en un
país que está aquejado incluso en lo que es la esencia de su pertenencia
a la Unión Económica y Monetaria de Europa, lo que no puede usted
confundir es la acción de un Ministerio tan importante como el suyo con
la pertenencia a un seminario universitario. No estamos para reflexionar,
estamos para actuar, y el Gobierno español tiene que estar tomando
decisiones, tiene que estar actuando en lo que es la construcción de esa
unión monetaria europea, porque si no lo hace se va a encontrar con la
Europa de las varias velocidades y España va a ser como un satélite, como
un aspirante eterno a integrarse en esa unión monetaria europea, cosa que
es bastante normal que ocurra.

No vemos claridad de ideas en el Gobierno español. No vemos firmeza en
planteamientos de políticas económicas que conduzcan a esa unión
monetaria europea, y mientras no lo veamos --y no me refiero a la
oposición, sino a los



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inversores y a los inversores internacionales--, señor Ministro, no vamos
a entrar en esa elite de países merecedores de una estabilidad monetaria.

Acabo con una reflexión general --en este caso utilizo la palabra con
propiedad, porque yo sí estoy en capacidad, digamos, como Grupo
Parlamentario de oposición de obtener una conclusión reflexiva respecto
de lo que es la posición del Gobierno español-- que es la siguiente. El
mercado único existe pero no funciona, y no se puede hacer funcionar a
ese mercado único si no se prepara a una economía como la española para
su completa integración en ese mercado único. Este es el gran fallo del
Gobierno español, no entender qué es la armonización fiscal. No entienden
que para hacer eso que llamamos armonizar tiene que actuar el Gobierno
español en materia de eliminación de la doble imposición internacional,
tiene que hacer el cambio del impuesto sobre sociedades; son
responsabilidades estrictas de ese Gobierno y, una vez hecho, es cuando
tiene que ir a los órganos comunitarios a empujar para que se realice en
esa órbita comunitaria, en ese nivel comunitario, lo que se está haciendo
dentro, que no es otra cosa que la preparación y la aplicación para un
mejor funcionamiento de ese mercado interno.

Pero mientras el Gobierno español siga reflexionando, siga meditando, en
medio de una crisis económica severa como la que seguimos padeciendo, y
desde luego mientras el Gobierno español esté aquejado por la
inestabilidad política que sufre debida a esa sombra de la corrupción,
mientras esto siga así planteado es muy difícil, por no decir imposible,
que estemos en una auténtica construcción de lo que es el mercado único,
del que nosotros somos firmes partidarios.

Nos encontrará siempre que trate efectivamente de impulsar ese mercado
único; pero nos encontrará en el planteamiento estricto de lo que
entendemos que es el mercado único: preparar a la sociedad española
internamente en su pertenencia a ese mercado único, y eso significa
desbrozar, superar los escollos, los obstáculos que he ido enunciando
como elementos de imperfección en el funcionamiento del mercado único.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra la
Diputada señora Mendizábal.




La señora MENDIZABAL GOROSTIAGA: Señor Presidente, agradecer, en primer
lugar, al señor Ministro su comparecencia hoy en esta Comisión y
adherirme a lo que ha dicho antes el portavoz de Convergència i Unió: que
esta comparecencia debía haber sido del Secretario de Estado, en términos
generales, pero que usted, como Ministro de Economía, ha sabido sacar
provecho del tema y nos ha hecho una intervención que creo que nos ha
resultado a todos interesante y cómoda de seguir.

Dicho esto, quisiera hacer una reflexión, porque en el Partido que apoya
al Gobierno también reflexionamos y creo que bastante. Pienso que es
indudable, y está fuera de toda duda, la importancia que ha tenido el
mercado interior en la construcción europea, pero creo que no tenemos que
perder la perspectiva, lo que significa que desde el Tratado de Roma se
empezó a hablar del mercado único, pero han hecho falta cuarenta años y
un Acta Unica para que al mercado interior se le empezara a dar un nuevo
impulso. ¿Qué quiero decir? Que el mercado interior acaba de empezar a
funcionar o ha llevado una política de impulso fuerte por parte de los
Estados miembros de la Comisión en los últimos años y que estamos
precisamente en esa construcción.

Yo creo que ya es indiscutible, una vez dicho esto, que el mercado
interior ha empezado a funcionar, por supuesto en una situación de
crisis, con una serie de problemas generalizados a todos los Estados
miembros, y además es lógico que exista un período de adaptación en el
que las cosas no van como todos quisiéramos que fueran. Ahora bien, creo
que también somos todos conscientes de que todavía queda mucho camino por
andar y por hacer, pero no hay que olvidar que se han alcanzado la mayor
parte de los objetivos establecidos inicialmente respecto a la libertad
de circulación de mercancías, de servicios y de capitales. En este
aspecto me adhiero a lo que ha dicho el portavoz del Grupo Popular sobre
que hay una ciertas restricciones en el ámbito de circulación de personas
y creo que de eso somos todos conscientes, en primer lugar el propio
Gobierno español, porque aparte de haber salido del ámbito de la decisión
comunitaria y haber pasado al ámbito de lo intergubernamental con los
acuerdos de Schengen, también somos conscientes de que todavía no se ha
puesto en marcha el Convenio sobre el acuerdo de Schengen. Por tanto, yo
creo que aquí sí existe cierto déficit respecto al objetivo que la
Comunidad se plantea, vuelvo a insistir, desde el Tratado de Roma y que
tiene un nuevo impulso con la aprobación del Acta Unica.

Respecto al tema de la evolución legislativa, que yo creo ha sido la más
importante, el balance que podemos hacer se puede considerar bastante
satisfactorio desde el punto de vista de España y desde la propia
Comunidad. Quizá tenemos mayores problemas en la aplicación de esa
legislación y pueda haber ciertos retrasos en algunos países, en unos más
que en otros, unos en unos temas, otros en temas distintos, pero yo creo
que son producto de cómo tienen que ir funcionando las cosas.

La aprobación del programa estratégico por parte de la Comisión, que
incluso ya está introducido en el Libro Blanco, me parece que es un
impulso importante porque, efectivamente, no sólo es la legislación la
que hay que llevar adelante sino que es importante el control de la
trasposición de las normas. En ese aspecto yo quisiera destacar lo que ha
señalado el señor Ministro de la importancia que puede tener que esto se
haga a través de reglamentos o a través de directivas. Me parece
importante la opción que toma el Gobierno español de preferir la
aplicación a través de los reglamentos que de las directivas porque,
efectivamente, evita que haya otros que tengan un cierto margen de
maniobra, aparte de que su aplicación pueda resultar bastante más ágil, y
no se trasladan problemas hacia más adelante. Respecto a la otra parte,
el control de la aplicación, yo creo que es importante que exista buena
coordinación entre todas las autoridades administrativas, y las medidas
que se propone por parte de la Comisión para que esto sea más eficiente
tienen su importancia.




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Sobre lo que ya ha presentado el señor Ministro como temas que afectan
más directamente a su Ministerio, quisiera decir que, a pesar de ciertas
reticencias, no creo que la fiscalidad sea uno de los grandes problemas
en estos momentos para la construcción del mercado interior. El tema del
IVA, concretamente, y del resto de los impuestos indirectos yo creo que
ha funcionado de manera bastante satisfactoria, en todo caso. Quizá
exista cierta preocupación por el tema de los impuestos directos, pero yo
creo que la preocupación es comunitaria, de los Estados miembros y de los
intereses de cada uno de los Estados miembros y no un problema de lo que
en determinado momento se cree, desde algunos puntos, que el Gobierno
español debe de hacer con el Impuesto sobre Sociedades o con la
armonización fiscal. La armonización fiscal con el resto de los Estados
miembros de la Comunidad depende de a dónde se mire para que las
apreciaciones sean de una manera o de otra.

¿Estamos en la media de la presión fiscal? ¿Estamos creciendo por encima
del aumento de la presión fiscal? Esta es una polémica que desde un grupo
o desde otro se mantiene continuamente con el Grupo Socialista. ¿Qué
significa la armonización fiscal? Vamos a aclararnos bien en este tema.

En el siguiente punto que ha tratado el señor Ministro sobre los
servicios financieros, los seguros y todo el tema de la liberalización
del mercado de capitales creo que desde el punto de vista del mercado
único resulta bastante satisfactorio. Efectivamente, nosotros tenemos
pendiente la trasposición del tema de seguros. Es un tema que quedó
pendiente en la anterior legislatura y espero, creo y estoy segura de que
el proyecto está próximo a entrar en la Cámara y, por tanto, seguiremos
avanzando en esta construcción del mercado interior.

No quisiera terminar mi intervención sin hacer otra reflexión respecto a
la última parte de la intervención del señor Ministro, que es el tema de
la Unión Económica y el mercado único. Efectivamente, el mercado único, y
enlazo quizá con el principio de mi intervención, es algo totalmente
previo al tema de la Unión Económica y Monetaria, pero ésta es una
necesidad para que ese mercado interno pueda realizarse plenamente.

Creo que el Acuerdo de Maastricht, el Tratado de la Unión Europea, y en
esta Cámara ya se ha comentado más de una vez, se hizo un poco con una
visión de crecimiento que se ha visto frustrada por los acontecimientos
reales. Esto ha sido producto de un acuerdo entre los doce países
miembros y, efectivamente, creo que las perspectivas que había en el
momento de establecer el Tratado de Maastricht hicieron que los criterios
de convergencia fueran de determinada manera y no de otra. En cualquier
caso yo siempre he defendido, y creo que por parte del Gobierno se ha
dicho también más de una vez en esta Cámara, incluso en la anterior
legislatura, la poca importancia que puede tener en algunos casos la
rigidez de esos criterios de convergencia. Es decir, las circunstancias
obligan y muchas veces hay que adoptar una actitud flexible respecto a
estos criterios. En este momento las condiciones de entrada a la tercera
fase, como muy bien ha dicho el Ministro, son producto de una decisión
política y pienso que España, el Gobierno español como en todas las
negociaciones anteriores, sabrá dar la talla, dejarnos a la altura y
defender los intereses del Estado español o, mejor dicho, los intereses
de los ciudadanos españoles, como los ha defendido siempre.




El señor VICEPRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Señor Presidente,
señorías, voy a intentar referirme a los distintos puntos que se me han
planteado.

En primer lugar, al señor Ibarz le diría que es cierto que el espacio sin
fronteras aún está lejos, pero que, como siempre, como en la anécdota del
optimista y del pesimista, depende de cómo veamos la botella, medio llena
o medio vacía. El proceso no está culminado, pero reconocerá conmigo que
el avance ha sido realmente espectacular.

Cuando oigo a los críticos que no se avanza, que no se hace nada y todo
este tipo de temas, yo recuerdo siempre, porque me parece que es
enormemente sintomático, que en 1986 este país todavía tenía en marcha el
Servicio Nacional del Trigo, y era obligatorio vender el trigo a un
comprador público. De este país no podían entrar ni salir divisas sin un
control previo. Este país todavía tenía comercio de estado con Cuba, por
ejemplo, para comprar azúcar. Podríamos sacar otros muchos ejemplos; digo
esto porque me parecen enormemente sintomáticos de las profundas
transformaciones que se producen, que luego las vamos olvidando porque
más que razonable lo consideramos ya como algo adquirido, como algo que
hubiera existido siempre, sin valorar que eso se ha dado como
consecuencia de unas decisiones que un determinado Gobierno adopta en un
preciso momento. En consecuencia, en espacio sin fronteras aún no somos
los Estados Unidos de Europa, evidentemente, pero yo creo que en el tema
se ha avanzado enormemente.

¿Existen o no existen suficientes normas reguladoras de armonización en
los derechos al consumidor? Esta es una vieja polémica, a la que luego
volveré, con las barreras técnicas. ¿Debemos ir a una armonización al
consumidor a nivel de protección alto o bajo? Si damos un nivel de
protección muy alto al consumidor, lo cual en términos teóricos puede ser
perfectamente razonable, significa una barrera técnica para aquellos
países que tienen mayores niveles de calidad y, en consecuencia, los
países más desarrollados por esa vía pueden obtener un sistema de
protección que indirectamente, en una fórmula de protección al
consumidor, lo que está dando como resultado es la protección a la
industria que en otros términos no sería competitiva, pero sí lo es si
ponemos unos estándares de calidad excesivamente altos. La discusión
sobre los estándares de calidad fue un tema vital en la discusión del
Acta Unica Europea, fundamentalmente porque algunos países, especialmente
Dinamarca, sobre todo con el apoyo de Alemania, pretendían esos estados
de calidad como elementos de protección. Por tanto, protección a los
consumidores sí, pero, por favor, real protección a los consumidores y no



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indirectamente elementos que sirvan como protección para ciertas
industrias, que, en otras condiciones, tendrían dificultades.

A la pregunta relativa al crédito al consumo no le puedo dar una
respuesta en este momento. Yo tenía la impresión de que esto ya estaba en
marcha, pero se la daré por escrito porque no plantea ningún problema.

Desde luego nuestra idea es la trasposición de todas las normas
comunitarias y también las de crédito al consumo.

¿Han sido poco tangibles los resultados de la traslación de los tipos de
interés de la pequeña y mediana empresa? Evidentemente, en un mercado
siempre hay elementos de negociación y es cierto que la gran empresa
tiene un mayor margen de negociación en el sistema financiero que la
pequeña y mediana empresa. Este es un proceso recurrente que se nos
plantea cuando hablamos de financiación, que se nos plantea cuando
hablamos del «input» o se nos plantea cuando hablamos de grandes
centrales de comercialización o de distribución, donde, al final, lo que
se está suscitando es una diferencia de tamaño y, en consecuencia, un
desequilibrio en la negociación que hay que mejorar.

El sistema financiero español yo creo que es bastante competitivo. Es
cierto que, entre todos, hecho echado una mano al consumidor privado, al
menos protegido a través de las normas hipotecarias, y es cierto que la
financiación de las pymes tiene hoy circuitos paralelos que permiten
ciertas ventajas comparativas, pero son las pymes las que tienen que
organizarse a través de elementos que permitan aglutinar sus posiciones y
defenderse mejor frente a aquellos que negocian con ellas.

El Gobierno ha hecho muchas cosas. De hecho, hay en marcha un plan que se
ha visto ya por la Comisión Delegada sobre apoyo a las pequeñas y
medianas empresas y también hay en marcha una serie de elementos de
enorme interés que, sin duda alguna, permitirán reforzar esta situación
de las pequeñas y medianas empresas e ir hacia adelante.

Señor Montoro, en primer lugar le quiero decir que sí estamos en momentos
de agitación política pero no se preocupe que esa agitación política no
cambia para nada nuestra línea de conducta en nuestra actuación día a día
de las cosas que hay que hacer.

Su señoría parte de un análisis que es parecido al del señor Ibarz pero
llega a conclusiones distintas. Su tesis es: el mercado existe, pero
¿realmente está funcionando? ¿Se cumplen las expectativas que se habían
depositado en él? Su señoría, en cierta medida, se da una respuesta a las
dificultades que plantea pero sin atreverse a reconocer totalmente las
conclusiones.

En el informe de la Comisión se hace referencia a los problemas de la
crisis económica, a la unificación alemana, al nuevo contexto europeo al
que tenemos que hacer frente, y, evidentemente, todo esto son datos, sin
duda alguna relevantes, para que el efecto final del mercado interior no
haya sido el que en su momento se había previsto. Su señoría, sin
embargo, saca una conclusión contraria; con su viejo retintín y su vieja
cantilena, al final dice que es todo un problema de carencia de políticas
económicas y de pasividad del Gobierno para no adaptarse a la realidad
que es la que nos separa de Europa.

El mercado interior creo que está funcionando bastante bien; es cierto
que ha habido mala suerte en la medida que hemos coincidido en un momento
de crisis, en un momento difícil; es cierto que en un momento de auge los
resultados hubieran sido mejores pero yo creo que los resultados son
francamente positivos.

Cuando se analizan temas comunitarios, existe una tendencia a intentar
analizarlos en espacios de tiempos excesivamente cortos. Es cierto que
cuando uno está trabajando en el día a día de las reuniones de Bruselas
tiene la impresión de que nada avanza; sin embargo, cuando se toma una
cierta distancia de los temas y se analiza lo que se produce en un
período de cuatro o cinco años, hay que reconocer que la aceleración con
que se está produciendo la integración europea en muchos aspectos es
enormemente relevante.

Es verdad que junto a esto hay fallos estrepitosos; pensemos, por
ejemplo, en los aspectos vinculados a cooperación política, en todos los
temas de seguridad, con las dificultades que se han planteado. Yo creo
que hay que reconocerlo; no hemos tenido reflejos ni capacidad de
reaccionar a los nuevos retos que se nos ha planteado, pero no
precisamente en estos temas de mercado interior, donde yo creo que el
proceso sí ha funcionado y ha funcionado francamente bien.

¿Que hay muchas cosas pendientes? Sin duda alguna, muchas, pero a mí no
me cabe la menor duda que el cambio producido desde el año 1985 hasta
ahora es enorme. Si analizamos el año 1985, cuando el entonces comisario
responsable de temas de mercado interior Lord Cockfield plantea su
documento inicial, su Libro Blanco sobre mercado único, en el que habla
de 260 medidas, y pensamos que en 1994 dichas 260 medidas están aplicadas
por los Estados miembros (hemos suprimido las fronteras, hemos eliminado
todos los obstáculos existentes desde el punto de vista jurídico-formal),
yo creo que el avance es enorme. ¿Que quedan cosas por hacer? Sin duda
alguna, y ése será el trabajo, indudablemente, del programa específico a
que hacía referencia la Comisión para poner en marcha, digamos, la mejora
de la aplicación del mercado único que, sin duda alguna, hay que mejorar
y modificar.

A partir de ahí, su señoría plantea elementos o preocupaciones por la
insuficiencia del mercado único. Su señoría dice que el mercado único no
funciona; hay insuficiencias. Yo más bien me quedaría con la segunda
parte de su afirmación. Creo que el mercado único funciona. Es verdad que
el mercado único tiene problemas y hay insuficiencias, se lo acepto
perfectamente porque creo que es correcto; pero no estoy tan de acuerdo
con algunas de las insuficiencias que S. S. plantea.

Su señoría, y la señora Mendizábal también, dice que la libre circulación
de personas no está todo lo bien que nos gustaría. Es verdad, pero sí
existe libertad de derecho a residencia --no ha desaparecido--, sí existe
un sistema de reconocimiento de títulos, que funciona bastante bien. ¿Que
no es automático? Sin duda alguna, porque estamos en un proceso de
armonización de sistemas educativos. Ahí nos tendremos que plantear otro
problema: ¿Es deseable que el sistema de armonización de títulos sea tan
absolutamente homogéneo que, al final, todos los estudiantes estudien lo



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mismo? No tiene ningún sentido; por tanto, siempre tendrá que existir un
sistema de reconocimiento de títulos.

Es verdad que en la libre circulación de personas existen algunos
obstáculos como consecuencia de Schengen y de que algunos países no
consideran que deban suprimirse las fronteras para las personas. Para
alguien que cree en Europa no deja de ser contradictorio que no existan
fronteras para las mercancías y sí para las personas, pero es cierto que
esto responde a la peculiar idiosincrasia de algunos Estados miembros de
la Comunidad que han forzado que sea la negociación Schengen y los
acuerdos intergubernamentales los que nos permitan avanzar en esa
dirección.

¿Existen problemas para los bienes? Su señoría está pensando más bien, yo
diría, en patologías del sistema que en situaciones normales. Su señoría
hace referencia a que los productos españoles agrícolas no funcionan. Yo
ahí estaría en desacuerdo. ¿Que de vez en cuando --esperemos que cada vez
menos-- tenemos problemas, desgraciados problemas con las fresas
españolas y que la sociedad lo percibe cada vez más como inaceptable una
situación de este tipo? Sin duda alguna existe, y debe ser cada vez más
inaceptable; pero no olvidemos que hasta 1991 España no podía exportar
fresas en estos momentos del año. Por tanto, aunque tenemos alguna
dificultad, es cierto que el avance sigue siendo enorme. No sé si a S. S.

le preocupan otros temas que a mí sí me preocupan y es en qué medida
normas de tipo agrícola preexistentes en la adhesión de España tratan
peor a España que a los miembros de la Comunidad. Pero ése es un problema
diferente y ahí estaremos absolutamente de acuerdo todos en que hay que
intentar modificar el sistema y, por eso, posiciones como las que
mantiene el Ministro de Agricultura, yo las apoyo totalmente cuando nos
referimos, por ejemplo, a la modificación de la organización común de
mercados de vino, que en este momento, indudablemente, intenta perpetuar,
o incluso empeorar, situaciones que son inaceptables.

A su señoría le preocupa el tema legislativo. Hay problemas en
legislación mercantil, en propiedad intelectual, es verdad, y hay
diferencias, pero no olvidemos que la concepción de la propiedad
intelectual en el sistema anglosajón y en el sistema de la Europa de
Derecho romano es radicalmente diferente.

Hemos avanzado mucho en ese camino. Todavía somos muy distintos; pero
volvemos a los temas de antes. Esa supresión de obstáculos debe ser
suficiente para que no impida el libre tráfico de los productos, para que
no impida la competencia, pero creo que nunca debe llevarnos a unos
modelos tan homogéneos que, al final, nos identifique a todos actuando de
la misma forma.

A S. S. le preocupan las barreras técnicas, como me preocupan a mí. Dice
usted que el Gobierno no es beligerante en cuanto a la supresión de las
barreras técnicas. Ahí S. S. y yo tenemos una diferencia de concepto. Yo
creo que hay unas barreras técnicas mínimas que ahora deben superarse,
pero lo cierto es que las barreras que hoy se ponen en marcha son
enormemente sutiles y seguramente coherentes con la evolución de los
tiempos. Pensemos, por ejemplo, en productos alimenticios, en la mejora
de calidad del producto; pensemos en productos que se califican como
naturales; pensemos en productos que tienen un contenido menor de impacto
medioambiental. ¿Debemos luchar para que los demás no hagan eso o debemos
ser suficientemente eficientes como para ser capaces de cumplir esos
requerimientos? Lo que aquí está en juego no es un problema de tipo
normativo, sino un tema de educación social y de opciones de una sociedad
determinada. La diferencia radica en que cuando un alemán va al
supermercado, opta por el producto alemán frente a cualquier otro
producto extranjero que tenga en el supermercado porque considera que el
alemán es mejor. No sé si tiene razón o no, pero, en todo caso, él lo
considera así. Desgraciadamente, en otros países, entre ellos el nuestro,
existe esa especie de cultura de que lo extranjero es mejor, posiblemente
respondiendo a historias de pasado que no corresponden para nada a la
realidad. En ese camino debemos avanzar para la superación de obstáculos
técnicos y, al mismo tiempo, evitar problemas que se plantean. La famosa
discusión del tema de los yogures en un determinado Estado en Alemania
Federal es totalmente inaceptable, pero no es menos cierto que hay que
intentar cumplir con los requisitos máximos que en este momento se van
imponiendo a demanda de las sociedades más desarrolladas de la Unión
Europea.

Preocupa a S. S. la falta de liberalización en los sectores clave y hace
referencia al sector financiero. Yo creo que el sector financiero en
España está bastante liberalizado; no existen, en mi opinión, grandes
problemas.

Su señoría se refiere al sector de la energía. A mí también me gustaría
partir de cero y decir: podemos poner en marcha un modelo de política
energética que no tome en consideración para nada la historia. Pero la
historia existe; existe en la energía como en lo demás, especialmente en
la energía, y es radicalmente diferente la política energética alemana,
dependiendo de un carbón caro, aunque no tanto como el nuestro; de la
británica, con un carbón históricamente abundante y caro también, pero
con unas alternativas importantes en gas y petróleo; la francesa, con una
opción nuclear realizada hace muchos años; o la opción holandesa,
vinculada al consumo de gas natural barato y susceptible de ser explotado
de forma fácil. A mí me gustaría que su análisis fuese un paso más lejos
y dijese cómo liberalizaría la energía. ¿Suprimiendo la producción de
carbón? ¿Poniendo en marcha nucleares en este país? Creo que no basta, no
es suficiente decir: quiero liberalizar la energía. Yo también, pero
¿quién paga la deuda de las eléctricas? ¿Hacemos que quiebre toda la
industria eléctrica de este país y tenemos un precio más barato? Ese es
el tipo de razonamiento que hay que hacer y el tipo de problemas que hay
que plantearse.

Al Gobierno, evidentemente, le preocupa enormemente todo el tema de
reordenación de estos elementos claves de la competitividad, llámese
energía, llámese comunicaciones, llámese transportes, aunque creo que
también ahí se ha avanzado, en algunos casos más de lo que se puede
apreciar. Por ejemplo, yo no pienso que en el transporte por camión este
país esté peor que ningún otro país europeo; más bien estamos, junto con
Holanda, en excelentes condiciones. Creo que hemos avanzado bastante en
el cabotaje marítimo, aunque, por supuesto, todavía queda por hacer.

Pensemos que partimos de un país prácticamente cerrado en sí mismo hasta
hace muy pocos años y que



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intentamos ponerlo a la altura de países que tienen una gran tradición y
han hecho grandes cambios.

Su señoría dice: como la competencia es buena «per se», yo no quiero
monopolios y tampoco los quiero en el sector tabaco. Ahí le diría que
personalmente no me repugna nada el monopolio en el sector tabaco, me
puede repugnar en otro tipo de sectores, en el del tabaco, no. Lo único
que me preocupa del monopolio en el sector tabaco es intentar que el
efecto monopolio no tenga una incidencia excesivamente dañina en cuanto a
los costes de producción y, por tanto, que no tengamos una empresa
pública ineficiente. Ahí seguramente no nos encontraremos S. S. y yo,
porque S. S. partirá del supuesto de que toda empresa pública, por ser
pública, es ineficiente, tesis que yo, en principio, no comparto. Yo
considero que una empresa pública eficiente puede cumplir perfectamente
su papel y, en el tabaco en concreto, creo que puede funcionar sin
grandes dificultades.

Respecto a las compras públicas, tengo que decir que en este momento ya
está en el Congreso la nueva ley de contratos, que no es ni más ni menos
que la legislación comunitaria sobre compras públicas, que pretende,
sobre todo, dos cosas, y creo que S. S. estará de acuerdo conmigo:
conseguir mayor transparencia y mayor competencia. Paradójicamente, esa
mayor transparencia y esa mayor competencia en un mundo tan complicado
como el de las compras en el sector público nos lleva a una regulación
enormemente minuciosa. La paradoja ahí no es, evidentemente, que el
modelo es de gran libertad, sino que el modelo es enormemente regulado,
precisamente para conseguir esos objetivos.

A S. S. le preocupa que yo haga referencia, no al Gobierno, ya que no he
hecho esa referencia, sino a que Ecofin reflexione sobre el futuro modelo
de unión monetaria. A S. S. tal vez le gustaría que Ecofin tomase
decisiones, pero cada decisión hay que tomarla en su momento oportuno y
Ecofin no tiene que tomar esa decisión hasta el año 1996; por tanto,
estamos y seguiremos reflexionando hasta ese año 1996, momento en el que
tomaremos la decisión. Si quiere conocer mi opinión, se la puedo decir
claramente: yo, personalmente, soy partidario de mantener la banda ancha.

Creo que la banda ancha está funcionando perfectamente y el único riesgo
que tenía era la utilización de forma competitiva de devaluaciones que
permitiesen una mejora de competitividad. La seriedad en el
comportamiento de los diferentes gobiernos durante este período ha sido
enorme y creo que es mucho mejor el sistema actual que cualquier otro que
hubiese permitido una especulación en contra de las diferentes monedas
nacionales que crearía problemas de toda naturaleza.

No se preocupe S. S., no hay parálisis en el Gobierno y ningún elemento
externo va a impedirnos actuar como teníamos previsto. Por tanto --espero
que en un plazo relativamente corto-- S. S. podrá disfrutar con la nueva
propuesta de Impuesto sobre Sociedades, pues sigo manteniendo el
compromiso que en su momento anuncié de intentar traer a esta Cámara un
proyecto antes de fin de año, porque estoy de acuerdo con S. S. en que
éste es un cambio importante que hay que introducir en la legislación de
este país.

A la señora Mendizábal le diré que estoy de acuerdo con su análisis a
largo plazo. Ya he hecho referencia a ese punto anteriormente. Creo que
los temas comunitarios no se pueden ver con la perspectiva de un año; hay
que analizarlos con un plazo mucho más largo.

También discrepo, como le decía, en cuanto a que las restricciones en
circulación de personas sean relevantes. Existen, sin duda alguna, pero
yo creo que se ha avanzado mucho. Pensemos simplemente en la desaparición
de múltiples fronteras, especialmente terrestres; pensemos en que la
adecuación de aeropuertos es lenta, es compleja; pensemos también en que
hay problemas en el marco de Schengen como consecuencia de las posiciones
francesas, pero también aquí se está evolucionando de forma rápida.

La evolución legislativa ha sido enormemente satisfactoria. En 1985 no
hubiera apostado por que hubiéramos sido capaces de poner en marcha
elementos tan importantes y ahí valoro de forma distinta a S. S. la
importancia de los temas fiscales. Imagino que S. S. se ha referido a los
aspectos fiscales futuros porque es cierto que en los aspectos fiscales
pasados el avance ha sido realmente histórico y con soluciones que en los
momentos iniciales nos parecían utópicas, que pensábamos no se iban a
poder aplicar, como cuando reflexionábamos sobre qué sucedería en este
país en el momento en que se suprimiesen las fronteras y cómo íbamos a
controlar el IVA. La práctica nos está demostrando que todo eso se puede
hacer. Es cierto que la mejora tecnológica nos permite avanzar por
caminos que en el pasado hubieran sido impensables, y yo creo que los
resultados, en el momento actual, están a la vista y son claramente
satisfactorios.

En servicios financieros, creo que el avance ha sido importante por parte
de este país.

En cuanto a la Unión Económica y Monetaria, estoy de acuerdo con S. S. en
que es indisociable del mercado único. Pensar en un mercado único en el
que no exista una unión monetaria produce una ruptura y yo creo que ahí
estamos todos de acuerdo porque, al final, esa ruptura a través del tipo
de cambio, lo que hace es trastocar todos los elementos de competencia
que pretendemos establecer, o de igualdad de condiciones, a través del
mercado único. Es cierto que ha sido una, digamos, mala suerte histórica
que Maastricht coincida con una crisis, pero tampoco olvidemos que la
Comunidad se forma y se pone en marcha a base de crisis y estoy
convencido que esta crisis también la superaremos. No estoy tan
convencido, sin embargo, de que superada esta crisis recuperemos la
Comunidad que dejamos antes de la crisis. Yo creo que las
transformaciones políticas que se producen en Europa son de tal
envergadura y de tal magnitud que, seguramente, la nueva Unión Europea a
la que tengamos que hacer frente en los próximos años sea muy distinta de
la que dejamos con el Tratado de Maastricht.




El señor VICEPRESIDENTE: Gracias, Ministro de Economía y Hacienda, señor
Solbes, por su presencia e intervención en esta Comisión.

Se levanta la sesión.




Eran las doce y treinta y cinco minutos del mediodía.