Ruta de navegación

Publicaciones

DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 121, de 08/02/1995
PDF





CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
PLENO Y DIPUTACION PERMANENTE
Año 1995 Núm. 121 V Legislatura
PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FELIX PONS IRAZAZABAL
Sesión Plenaria núm. 119
celebrada el miércoles, 8 de febrero de 1995



Página



ORDEN DEL DIA:



Juramento o promesa de acatamiento a la Constitución por
nuevos señores Diputados (Página 6437)
Comunicación del Gobierno:
--Comunicación del Gobierno para el debate de política general
en torno al estado de la Nación (número de expediente
200/000006) (Página 6438)
(Continúa el orden del día en el «Diario de Sesiones» número
122, de 9 de febrero de 1995.)



Página 6432




SUMARIO



Se abre la sesión a las doce del mediodía.




Juramento o promesa de acatamiento a la Constitución por
nuevos señores Diputados (Página 6437)



Comunicación del Gobierno para el debate de política general
en torno al estado de la Nación (Página 6438)



El señor Presidente del Gobierno (González Márquez) comienza
su intervención reiterando la condena por el asesinato de
Gregorio Ordóñez y la firme confianza de que entre todos van a
ganar la lucha contra el terrorismo en el marco de los
acuerdos de Ajuria Enea.

Recuerda a continuación su manifestación pública reciente
sobre su convencimiento de que estaba afrontando la situación
política más compleja y grave que ha vivido en la Presidencia
del Gobierno, lo que le ha llevado a solicitar de la Cámara
que el período normal de sesiones se inicie con el debate
sobre el estado de la Nación, ofreciendo la oportunidad de que
los representantes de la soberanía popular examinen las
actuales circunstancias de la vida nacional y propongan las
soluciones que cada asunto merezca en el marco de las
previsiones constitucionales.

Señala que en las últimas semanas han asistido a un
enrarecimiento de la vida política de tales características
que podría parecer que nos encontramos en una situación límite
a la que hubiera que responder con medios excepcionales, a la
vez que se producía una reiterada petición de convocatoria de
elecciones generales. Expone, sin embargo, que este clima
político se produce en un momento en que España está
solucionando algunos de los problemas más importantes de los
últimos años, como la superación de la crisis económica, que
considera evidente, o la consolidación de algunas de las
conquistas básicas del Estado de bienestar.

Pero ocurre que muchos ciudadanos están preocupados y
conmocionados por la sucesión de informaciones que alteran su
tranquilidad y su confianza en el Gobierno, siendo la causa
principal de inquietud las responsabilidades que se imputan al
Gobierno o personalmente a su Presidente. Su primer deber en
el día de hoy es responder a esta situación y contribuir a
disipar la incertidumbre política y proporcionar mayor sosiego
a nuestra convivencia, dejando claro que el Gobierno no ha
estado ni estará implicado en operaciones ilegales, que
condena abiertamente y que combate con los medios a su
alcance, que le perjudican más que a ningún otro grupo
político y que, además, afectan a sus propias señas de
identidad histórica, a las que no piensa renunciar. Reconoce
que el pasado año estuvo marcado por el impacto que causó en
la opinión pública el conocimiento de distintos escándalos que
afectaban a personas con funciones de gran relevancia en la
vida pública, pero los señores Diputados saben que el
esclarecimiento de los hechos y la depuración de las
responsabilidades correspondientes se está produciendo sin
dificultades ni obstáculos por los cauces previstos en la
Constitución, prestando el Gobierno su colaboración a la
investigación de estos hechos para el más eficaz
funcionamiento de la justicia, a la par que está llevando a la
práctica medidas legales y administrativas a que se
comprometió con la mayoría de la Cámara hace diez meses.

En relación con las acciones delictivas de los llamados grupos
antiterroristas de liberación, recuerda que en múltiples
ocasiones, desde el año 1983, ha dicho que el Gobierno ha
actuado en el marco estricto de la legalidad. El Gobierno
siempre ha trabajado para que las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado actúen utilizando medios legales y quien
afirme lo contrario miente, siendo las acusaciones falsas y,
por tanto, calumniosas. Una vez más, quiere repetir con toda
solemnidad y firmeza que en el Estado de Derecho sólo pueden
perseguirse las infracciones a la legalidad desde la más
estricta legalidad y que ningún terrorismo justifica acciones
violentas de signo contrario.

Por otro lado, se ha reprochado al Gobierno provocar un
conflicto institucional al haber lesionado la independencia
del Poder Judicial, y en este tema desea ser contundente
señalando que durante las últimas semanas el Gobierno ha
reiterado su voluntad de no hacer manifestación alguna que
pusiera en peligro la independencia de jueces y tribunales. El
Gobierno no sólo respeta la total independencia del Poder
Judicial sino que la exige y la sirve de manera activa y
esencial, sin matices ni reservas.

Agrega el señor Presidente del Gobierno que desde las pasadas
elecciones generales no les han perdonado que ganaran esas
elecciones, pero la realidad es que existe una estabilidad
parlamentaria que ha permitido que el Gobierno haya cumplido
los compromisos adquiridos ante esta Cámara en el anterior
debate sobre el estado de la Nación, haciendo posible que
España avance decididamente por la senda de la recuperación
económica y la creación de empleo. Para ello, el Gobierno ha
gozado de apoyo parlamentario suficiente, a través de un
amplio acuerdo con Convergència



Página 6433




i Unió, y logrado también el apoyo frecuente del Partido
Nacionalista Vasco y de Coalición Canaria, manifestado en
forma expresa en la votación de los Presupuestos Generales del
Estado para 1995, que han obtenido así el mayor apoyo político
logrado en nuestra historia parlamentaria. Menciona algunos de
los logros económicos obtenidos en este marco de estabilidad
parlamentaria y contribución a la gobernabilidad, que han
permitido asimismo adoptar las reformas estructurales a que se
comprometieron en el anterior debate en orden a seguir el
proceso de modernización del marco en que se desenvuelve la
actividad económica, dando así mayor solidez a la
recuperación, y a que España se consolide como una nación
fuerte, competitiva y con presencia acentuada en la esfera
internacional. En esta tarea han contado, a lo largo del
último año, con una ayuda importante como es el concurso
responsable de los interlocutores sociales, contribución que
el Gobierno ha valorado positivamente.

En otro orden de cosas, recuerda que en el discurso de
investidura se comprometió a hacer de esta legislatura un
período decisivo para perfeccionar el Estado de las
autonomías, y así lo han hecho durante este año desarrollando
el pacto autonómico suscrito entre el Partido Socialista y el
Partido Popular.

También este año ha sido importante para el proceso de
construcción europea, cuya apuesta de futuro plantea, sin
embargo, la necesidad de defender relevantes intereses
nacionales. Dos cuestiones en particular han merecido la
atención del Gobierno y, en ambas el Gobierno ha obtenido
resultados satisfactorios, como son, por un lado, el
mantenimiento y la suficiencia de los fondos estructurales y,
por otro, la incorporación de España a la política pesquera
común a partir del próximo año.

En relación con la postura de algunas fuerzas políticas, que
han venido abogando por una participación electoral como forma
de restablecer la tranquilidad política, piensa que el mejor
servicio que puede hacer a la democracia es el mantenimiento
del mandato recibido en junio de 1993. Es firme partidario de
cumplir de forma estricta el uso de los preceptos
constitucionales y, siendo frecuente que en las democracias
más consolidadas las etapas intermedias de cada legislatura
registren los índices más bajos de aceptación pública de la
acción del Gobierno, sin embargo nadie plantea seriamente la
necesidad de disolver las Cámaras y adelantar las elecciones.

Estamos viviendo el período más largo de estabilidad política
de nuestra historia reciente y no quiere contribuir a
romperla. Sobre este particular, desea recordar que nuestra
Constitución está claramente diseñada para impedir
definitivamente la vuelta al clima de inestabilidad política
del primer tercio del siglo XX, que resultó tan dañino para
España. Esta es la razón de la moción de censura constructiva
y las reglas del juego de nuestra democracia, a las que
conviene que se atengan todos ahora y en el futuro. En
consecuencia, van a seguir gobernando haciéndolo sobre los
tres ejes fundamentales de los que depende el progreso de
nuestro país, como son: primero, la consolidación de la
recuperación económica, para conseguir empleo y mantener el
bienestar social; segundo, la continuación del proceso de
reformas políticas, jurídicas y administrativas esenciales
para modernizar nuestra sociedad y, por último, la definición
de una política europea que asegure para España un lugar
relevante y respetable entre los países más avanzados.

Como ejemplos del tipo de políticas en el que deseainsistir
para conseguir una economía más moderna, flexible y capaz de
aprovechar las oportunidades que se le presentan, menciona la
reforma del marco legal de las telecomunicaciones, el del
suelo, para conseguir el acceso a la vivienda de los
españoles, y especialmente de los jóvenes, a precios
razonables, junto a iniciativas tan importantes como la Ley
del comercio y la reforma del Impuesto sobre Sociedades, así
como los planes de liberalización del transporte en todas sus
modalidades, con la eliminación de un importante cuello de
botella para nuestra eficiencia productiva. Igualmente es
propósito del Gobierno prestar una atención especial a los
sectores de tecnología avanzada, porque en ellos está el
futuro, unido al apoyo a las pequeñas y medianas empresas,
porque en ellas es donde se crea la mayoría de los puestos de
trabajo.

Menciona, por otro lado, algunas de las iniciativas
legislativas que el Gobierno pretende remitir a la Cámara y
termina aludiendo a nuestra próxima Presidencia de la Unión
Europea, por segunda vez en la historia, que necesariamente
será una de las tareas prioritarias del Gobierno a lo largo
del presente año.

Concluye mostrando su esperanza de que todos sean capaces de
conducir el debate sin caer en la descalificación o el insulto
y, si lo consiguen, estarán sin duda acortando la distancia
que en ocasiones se introduce entre ciudadanos y políticos y
revitalizando el normal funcionamiento del sistema
democrático.

Se suspende la sesión a la una y quince minutos de la tarde.

Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.

En nombre del Grupo Popular interviene el señor Aznar López,
que comienza agradeciendo a todos los



Página 6434




Grupos de la Cámara y a todos los señores Diputados las
muestras de solidaridad, de comprensión y afecto que han
recibido con motivo del asesinato de Gregorio Ordóñez. También
quiere agradecerles a los ciudadanos vascos y españoles que
han dado un gran ejemplo de respuesta serena ante un hecho
trágico y compromete la posición del Partido Popular en la
lucha de todos los demócratas, que espera que siempre estén y
sigan juntos hasta vencer la lacra terrorista.

Expone seguidamente que, después de escuchar con atención al
señor Presidente del Gobierno, ignora a qué ha venido esta
mañana a la Cámara, pasando por alto tan precipitada
convocatoria en relación con un debate que no sabe bien si es
sobre el estado de la Nación, una cuestión de confianza
vergonzante o simplemente un gesto teatral para salir del
paso. Que está empeñado en seguir en el Gobierno ya lo sabían,
puesto que es su discurso preferido y no necesita repetirlo, y
que cuenta con el apoyo de Convergència i Unió también lo
conocían, puesto que lo han repetido dos veces al día desde
que comenzó el año. Si es todo lo que tenía que decir, podrían
haberse ahorrado este trámite parlamentario. Sin embargo, un
debate no hace milagros y, por tanto, no va a ser suficiente
para la superación de la crisis, como si aquí no pasara nada o
como si todo hubiera pasado ya. Crisis que altera de manera
creciente el normal funcionamiento del país, que provoca
enfrentamientos institucionales, que incapacita al Gobierno y
que acarrea abundantes consecuencias económicas, alejándonos
de Europa. Es una crisis que no se podrá resolver, por más que
el señor González se empeñe, reforzando la cohesión de la
misma mayoría parlamentaria.

Recuerda que en abril de 1993 el Gobierno disfrutaba de una
mayoría absoluta que garantizaba su estabilidad parlamentaria
y se decidió la disolución de las Cortes alegando que el clima
de crispación política no le permitía gobernar. Afirma que no
se trata de un problema de mayorías, que, al final, sólo
sirven para que el señor González siga en el Gobierno, pero no
para solucionar la crisis sino para prolongarla. La crisis que
padecemos hoy los españoles no se puede resolver con una
cuestión de confianza ni con una moción de censura, y mucho
menos con un debate circunstancial como éste, porque, al
final, no depende de las decisiones de este Parlamento.

Tampoco se trata de una crisis institucional sino de una
crisis de Gobierno, crisis larga que el señor Presidente se
empeña en disimular, pero que los acontecimientos han
evidenciado en toda su intensidad. Ocurre que los agentes
económicos españoles y extranjeros dan por sentado que el
Presidente del Gobierno ya no es solvente, que ha perdido su
crédito, que no inspira confianza y que sus días al frente del
Gobierno están contados, quedándoles sólo por despejar el
cuándo.

No pretende, ni mucho menos, decir que el asunto GAL sea el
único responsable de esta crisis, ya que, si bien es
importante por sí mismo, cobra una importancia política
extraordinaria cuando se suma a otros escándalos que han
reventado en cadena, dando motivos sobrados para abonar la
desconfianza, porque la confianza no se pierde en un momento
por un solo asunto. El GAL ha sido la gota que ha desbordado
el vaso de una serie de cosas raras, a las que esta mañana se
les ha llamado desgracias, y que afectan al Banco de España,
la Dirección General de la Guardia Civil, el «Boletín Oficial
del Estado», la Cruz Roja, la Renfe y el escándalo de los
fondos reservados, sobre los que desea dejar bien clara su
posición favorable a que se investigue su uso en todos los
casos en los que existan sospechas fundadas de que hayan
podido ser utilizados con fines delictivos, no aceptando de
ninguna manera que puedan existir delitos que se amparen en el
secreto oficial. Asegura que, cuando hace nueve meses
preguntaba cuál sería el próximo escándalo, no pensaba que
España llegara nunca a esta situación, pero el caso es que
ahora, guste o no guste, el señor González vive bajo sospecha,
y no se habla de imputaciones alegres sino de tres
procedimientos penales abiertos que afectan a su Gobierno y
que son, en gran medida, los que provocan procedimientos
relacionados con el asunto GAL, la presunta malversación de
fondos públicos y el asunto Filesa. Cuando un país vive más
pendiente de la Audiencia Nacional que del Congreso de los
Diputados es que no inspira suficiente confianza, que España
está enferma de su Gobierno, y no se culpe a nadie de esta
situación porque es él quien la ha provocado, siendo él
también quien devalúa el papel de esta Cámara con su
resistencia a dar explicaciones en este Parlamento cada vez
que se le demandan.

En cuanto a la situación económica, en la que ha centrado
buena parte de su discurso el señor Presidente, tiene que
decirle que la crisis política existente arrastra inevitables
consecuencias económicas y, por otra parte, tampoco aquí sus
actuaciones resultan muy tranquilizadoras, puesto que el
Presupuesto para 1995 es el que más rápidamente se ha
modificado en la historia democrática española, y por valor de
más de medio billón de pesetas, veinte días después de su
aprobación. Alude también a la evolución de los precios y las
cifras de desempleo, que doblan la media comunitaria, todo lo
cual le lleva a pensar que la situación no es para lanzar las
campanas al vuelo.

Termina manifestando que el señor Presidente del Gobierno
resiste y que el Partido Popular no tiene



Página 6435




prisa, a la vista de los últimos resultados electorales; pero,
mientras tanto, pregunta qué pasa con España, si puede
permanecer en esta situación, ya que de lo que, en definitiva,
se trata es de resolver lo que mejor convenga a los intereses
de los españoles.

En turno de réplica y dúplica intervienen, sucesivamente, los
señores Presidente del Gobierno y Aznar López.

En nombre del Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, interviene el señor Anguita González, que alude a
la expectación levantada por este debate, la mayor de los
últimos años, y un interés mezclado con el asombro y la cólera
de los ciudadanos ante lo que ocurre día tras día y, por lo
que lleva visto del debate, teme que esa cólera se vea
mezclada con la decepción más profunda.

Si en el anterior debate sobre el estado de la Nación estaban
presentes los casos y los nombres de Roldán, Rubio y De la
Concha, en este de hoy, junto a los anteriores, existen otros
varios que relaciona y que evidencian una trinidad
inquietante, como son: tramas financieras, tramas de
terrorismo de Estado --los GAL-- y malversación de caudales
públicos en el uso y manejo de los fondos reservados.

Discuten hoy una acción de Gobierno que desde 1993 tiene dos
responsables, que son don Felipe González y don Jordi Pujol, y
con ellos sus respectivas fuerzas políticas. En esta
situación, la respuesta a las demandas ciudadanas que pretende
dar el Gobierno se basan en tres ejes, que son, primero, la
existencia de una recuperación de la economía que permita la
creación de 200.000 puestos de trabajo durante el presente año
1995; segundo, que el Gobierno tiene la estabilidad suficiente
para gobernar y, tercero, que en el segundo semestre del
presente año nuestro país presidirá la Unión Europea, lo que
obliga a todas las fuerzas políticas a trabajar para que ésta
honre a nuestro país. Se trata, por tanto, del mismo esquema
de discurso de siempre, que no sirve para superar la crisis en
que nos encontramos y que el propio señor Presidente del
Gobierno ha reconocido que es una de las más complejas a las
que hemos tenido que enfrentarnos, lo cual es cierto.

Ahora bien, pregunta por los procesos que han conducido a esta
crisis y de dónde emana la gravedad de la misma. Menciona los
artículos 35 y 41 de la Constitución, afirmando que ésta
abordaba el auténtico reto que tenía y sigue teniendo nuestro
país, cual es la modernidad, que no es otra cosa que la
consecución de derechos humanos. La transición dio el primer
paso, consistente en la aprobación de la Constitución y, para
culminar esta hermosa tarea, el pueblo otorgó al señor
González, y a la fuerza política que dirige, la confianza
masiva que como nunca en toda la historia de España se había
otorgado a nadie por parte del pueblo español.

Sin embargo, lo que se ha producido es la destrucción intensa
y reciente del tejido productivo, la desaparición de sectores
enteros de la producción y el abandono de multitud de empresas
nacionales y extranjeras. Se ha pasado también de un paro del
16 por ciento en 1982, al 24,3 por ciento en 1994, y el empleo
se ha ido degradando de tal manera que el mercado laboral se
ha transformado en un submundo de empleo inestable, mal pagado
y poco adecuado a la competitividad, tan reiterada por el
Gobierno. Pese a ello, preparan, con Convergència i Unió, otra
vuelta de tuerca, consistente en abaratar los despidos con la
excusa de hacer fijos los contratos. Por otra parte, en los
últimos años se ha desatado una contrarreforma fiscal basada
en la mayor presencia de los impuestos indirectos, como el
IVA, que inciden en mayor medida sobre las capas populares,
mayor fiscalidad sobre las rentas del trabajo y, como telón de
fondo, no han abordado con seriedad y rigor el fraude fiscal,
evaluado en 3,3 billones de pesetas. Paralelamente, la
cobertura del desempleo ha pasado en sólo diez meses del 64,2
por ciento al 40,9 por ciento, encontrándonos con ocho
millones de personas que están por debajo del umbral de la
pobreza, con unos ingresos inferiores a 37.790 pesetas
mensuales. A partir de 1993, la política antisocial y errática
se ha intensificado y, mientras tanto, como muestra de la
gobernabilidad pregonada, de que tanto se habla, se producen
discrepancias públicas diarias entre los diversos ministros
del Gobierno.

En relación con el debate en torno a los GAL expone que no se
trata de decisiones coyunturales ni de simples debilidades
humanas sino que son las tendencias que surgen del propio
sistema político y de sus relaciones con lo económico y lo
social. Frente al Estado legal se constituyen aparatos
paralelos en los que se entrecruzan y deciden los negocios
gentes de las Administraciones Públicas y algunas fuerzas
políticas. El reabierto caso de los GAL y los acontecimientos
que estamos viviendo estos días vienen a abonar las tesis del
doble Estado y también las manifestaciones derivadas del
mismo. Sucede que el caso de los GAL, además de una cuestión
de terrorismo de Estado, implica el mal uso de los fondos
reservados y hasta la malversación de los mismos, en un
escándalo sin precedentes, de todo lo cual el señor González
es el responsable político máximo.

Considera que no está escrito en ninguna parte ni es
ineludible que después del felipismo gobierne el Partido
Popular, pero el señor González ha allanado el camino al señor
Aznar.

Concluye que es necesario poner punto y final a esta época y
que, cuanto más tarde en producirse la



Página 6436




marcha del felipismo, más profunda será la crisis. Desean
salir de esta situación, y para ello tiene dos elementos
fundamentales, que son programa y voluntad, y a ellos apela en
este momento.

Replican y contrarreplican los señores Presidente del Gobierno
y Anguita González.

El señor Molins i Amat, en nombre del Grupo Catalán
(Convergència i Unió), manifiesta que desde el 6 de junio de
1993, y como consecuencia de los resultados electorales, se
definieron dos estrategias políticas: por un lado, la de
aquellos que consideraban la convocatoria de nuevas elecciones
porque entendían que con el Gobierno resultante de aquellas
elecciones no había ninguna posibilidad de protagonizar una
recuperación económica, y una segunda estrategia integrada
alrededor de los que creían que se debía trabajar sobre la
base del resultado electoral del 6 de junio para desarrollar
una política económica más acorde con las necesidades del
país. Nadie duda de que ésta ha sido la estrategia defendida
por su Grupo Parlamentario. Añade que, transcurrido año y
medio desde entonces, las estrategias siguen siendo las
mismas, aunque apoyadas ahora en argumentos distintos. Por
parte de su Grupo, animados por los resultados producidos en
materia de recuperación económica, aprovechan esta oportunidad
para seguir avanzando en el proceso de dicha recuperación que
una convocatoria anticipada de elecciones podría ralentizar o
incluso hacer retroceder. Su valoración de lo que conviene al
país les lleva a seguir apoyando la acción de gobierno, en la
medida en que ésta se identifique con unos planteamientos que,
desde la discrepancia, pueden compartir en el campo de la
política económica y en el desarrollo autonómico de España.

Así lo dijeron en 1993, lo han venido practicando en 1994 y lo
harán en 1995, y es su voluntad seguir haciéndolo en los
nuevos ejercicios presupuestarios mientras exista una política
que comparten. La estabilidad no flaqueará por falta de una
mayoría suficiente ni en el Congreso ni en el Senado. Es así
cómo entienden que debe servirse al interés general.

A continuación, alude a la evolución económica desde junio de
1993, con mención al producto interior bruto, grado de
cumplimiento de los Presupuestos, inflación y tipos de
interés, todos los cuales marcan unos índices que denotan una
situación bien distinta a la existente en los inicios de 1994.

Seguidamente formula las siguientes afirmaciones. Primera, su
apoyo pleno e identificación total con la resolución del
Consejo General del Poder Judicial reclamando respeto para su
función y para la independencia que debe acompañarla. Segunda,
persecución de cualquier caso de corrupción con tenacidad y, a
poder ser, con celeridad y garantías procesales, a la vez que
un escrupuloso respeto en la defensa de la presunción de
inocencia. Tercera, lucha contra los que atentan contra el
Estado de Derecho desde el más escrupuloso respeto a las
normas de ese Estado de Derecho, pero sin convertirse en
sustitutos de la acción de la justicia ni desarrollar
justicias paralelas con capacidad para condenar.

Concluye, refiriéndose a la situación económica, pidiendo el
reforzamiento de las acciones tendentes a la reducción del
déficit público y el de las acciones en el mercado de trabajo,
complementarias a la reforma del mercado laboral, que
contribuyan a intensificar el proceso de creación de empleo;
control de la inflación, avance en la reforma y cambios
fiscales, ya iniciados, a todo lo cual se referirán en sus
propuestas de resolución, concretando en medidas específicas
la consecución de esos objetivos.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez),
replicando el señor Molins i Amat.

En nombre del Grupo Parlamentario Vasco (PNV) interviene el
señor Anasagasti Olabeaga, manifestando que a nadie se le
oculta que vivimos tiempos difíciles en los que, mientras unos
dicen que la situación se resuelve con elecciones anticipadas,
el Gobierno presenta un plan para la finalización de la
legislatura. Esta situación le suscita una primera reflexión
que tiene que ver con el actual contexto, y es que existen
sobradas razones para el desencanto, sin que se trate de un
capricho de la ciudadanía o de los medios de comunicación
social. Una segunda consideración es que el ciudadano no está
desencantado porque sí, sino por el comportamiento del
liderazgo que se ha ejercido, en el que se acumulan los
incumplimientos, se está a la defensiva, no se plantean
objetivos ambiciosos, la corrupción nos apabulla y las
instituciones dan espectáculos poco edificantes en una
democracia joven, porque la gente se siente manipulada.

Es cierto que hace año y medio se celebraron unas elecciones,
en un ambiente de gran crispación, y el señor González las
ganó. Pero el Gobierno no sólo tiene que gobernar sino evitar
también la sensación de que aquí no hay política de Gobierno
sino, a lo más, política de ministros, donde cada uno anda por
su lado.

Recuerda que su Grupo presentó en el debate anterior 18
propuestas de resolución, de las que 12 fueron aprobadas, de
las cuales ninguna de las importantes se ha cumplido, salvo
las genéricas, con recomendaciones. Añade que la ciudadanía
constata a diario que el Presidente del Gobierno ha optado por
políticas muchas veces contradictorias,



Página 6437




que su actuación como gobernante es muy lejana y que su lucha
contra la corrupción ha sido hecha a remolque de los
acontecimientos. Para que el ciudadano recupere la confianza
no basta con elecciones anticipadas, que podrían entorpecer la
recuperación económica, sino que la situación sólo se arregla
gobernando en serio, cumpliendo las promesas y estando
presentes en el debate de la sociedad, haciendo autocrítica y,
en definitiva, siendo eficaces.

En relación con el importante asunto del GAL afirma que el
terrorismo hay que atacarlo de frente, sin subterfugios, sin
argucias, con las armas poderosas de la razón y la eficacia
que se asienta en la Ley. Se preguntan algunos por qué se
investiga un asunto de hace doce años, olvidando
interesadamente que el caso no pudo ser investigado en
profundidad en su día. Se trata de una argumentación
absolutamente tendenciosa, como lo es también el tratar de
descalificar al magistrado por su paso por la Administración,
no deseándose, al parecer, por parte de algunos, que ciertos
asuntos sean investigados, en una cierta comprensión hacia el
buen terrorismo, lo que en un Estado de Derecho es
absolutamente inadmisible. Entiende que hay que dejar a la
justicia que actúe si de verdad se cree en el Estado de
Derecho.

Termina refiriéndose brevemente a la situación económica y al
desarrollo económico y anunciando que, a la vista de lo
sucedido con las resoluciones del año anterior, este año no
presentarán propuestas de resolución, ya que alguna se
aprobaría, pero tiene la impresión de que no se cumpliría y no
desean avalar este sistema de incumplimientos.

Contesta el señor Presidente del Gobierno, replicando el señor
Anasagasti Olabeaga y duplicando el señor Presidente del
Gobierno Por alusiones, interviene el señor Barrionuevo Peña.

En representación del Grupo Parlamentario de Coalición
Canaria, el señor Olarte Cullen expone que el presente debate
se produce en este momento para alejarnos de la celebración de
las elecciones municipales, y lo comprende, dado que el
vertiginoso descenso del partido del Gobierno es tal que,
lógicamente, habría sido absolutamente inadecuado situar el
debate en la proximidad de esas elecciones. Añade que, sin
perjuicio de que en alguna ocasión hayan expresado apoyos
puntuales al Gobierno, ello no quiere decir que renuncien a
una posición de crítica que han mantenido a lo largo de esta
legislatura y que ratifica, como contraria fue la posición del
Grupo de Coalición Canaria en el debate de investidura. Ello
se debe a la pérdida de credibilidad y de autoridad moral que
el Presidente disfrutó desde sus primeros años de Gobierno.

Señala que la comunicación del Gobierno quiere dar una
sensación de normalidad, descansando tal planteamiento en el
crecimiento económico y en la estabilidad parlamentaria, pero
tal estabilidad parlamentaria no es precisamente la
tranquilidad ni el sosiego en la calle, pues en pocos momentos
de nuestra reciente historia democrática ha habido una
disfunción tan grande como la posesión de una mayoría en esta
Cámara y la situación que la calle vive.

Expone finalmente que, a partir de su alineamiento, no ya con
la gobernabilidad del país, sino en favor del prestigio de las
instituciones, tiene que decir que desde el primer momento
expresaron su repulsa absoluta y categórica al GAL, que hoy
cobra especial importancia al sumarse a otros escándalos.

Muestra, por otra parte, su desacuerdo total con la política
de deterioro que se ha producido en el Poder Judicial, por
responsabilidades de los cargos públicos, todo lo cual les
impide prestar su respaldo a la actuación del Gobierno, que,
además, en su caso concreto, les ha fallado en la reforma del
Estatuto de Autonomía de Canarias.

Contesta el señor Presidente del Gobierno, replicando el señor
Olarte Cullen.

En representación del Grupo Mixto intervienen la señora Rahola
i Martínez y los señores Mur Bernad, Albistur Marín y
Chiquillo Barber.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez).

En nombre del Grupo Socialista hace uso de la palabra el señor
Almunia Amann.

Se suspende la sesión a las diez de la noche.




Se abre la sesión a las doce del mediodía.




JURAMENTO O PROMESA DE ACATAMIENTO A LA CONSTITUCION POR
NUEVOS SEÑORES DIPUTADOS:



El señor PRESIDENTE: Comienza la sesión.

Con carácter previo al tratamiento del orden del día, vamos a
proceder al juramento o promesa de acatamiento a la
Constitución por parte de don Francesc Xavier Tubert i Alsina
y don Antonio Fernández Gordillo. Don Francesc Xavier Tubert i
Alsina, Diputado proclamado electo por la Junta Electoral
Central en sustitución de don Miguel Roca i Junyent, y don
Antonio Fernández Gordillo, Diputado proclamado electo por la
Junta Electoral Central en sustitución de don León Máximo
Rodríguez Valverde.

Don Francesc Xavier Tubert i Alsina, ¿jura o promete S.S.

acatar la Constitución?



Página 6438




El señor TUBERT I ALSINA: Sí, prometo.




El señor PRESIDENTE: Don Antonio Fernández Gordillo, ¿jura o
promete S.S. acatar la Constitución?



El señor FERNANDEZ GORDILLO: Sí, prometo.




El señor PRESIDENTE: Don Francesc Xavier Tubert i Alsina y don
Antonio Fernández Gordillo han adquirido la condición plena de
Diputados. Bienvenidos a la Cámara.




COMUNICACION DEL GOBIERNO:



--COMUNICACION DEL GOBIERNO PARA EL DEBATE DE POLITICA GENERAL
EN TORNO AL ESTADO DE LA NACION (Número de expediente
200/000006)



El señor PRESIDENTE: Punto único del orden del día:
Comunicación del Gobierno para el debate de política general
sobre el estado de la Nación.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señoras y señores Diputados, en nombre del
Gobierno, quiero empezar reiterando la condena por el
asesinato de Gregorio Ordóñez y la firme confianza de que,
entre todos, vamos a ganar la lucha contra el terrorismo. Lo
haremos en el marco de los acuerdos de Ajuria Enea y de
Madrid, lo haremos prosiguiendo con la colaboración
internacional y apoyando a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
que defienden la convivencia democrática y pacífica de los
ciudadanos.

Señorías, hace muy pocos días tuve ocasión de manifestar
públicamente mi convencimiento de que estaba afrontando la
situación política más compleja y grave que he viviendo en la
presidencia del Gobierno. Esto me ha llevado a solicitar de la
Cámara que el período normal de sesiones se inicie con el
debate sobre el estado de la Nación. El Gobierno se propone
con ello ofrecer la oportunidad de que los representantes de
la soberanía popular examinemos las actuales circunstancias de
la vida nacional y propongamos las soluciones que cada asunto
merezca, en el marco de las previsiones constitucionales.

En las últimas semanas hemos asistido a un enrarecimiento de
la vida política de tales características que podría parecer
que nos encontramos en una situación límite, a la que hubiera
que responder con medios excepcionales. Hemos oído que nos
hallábamos en un momento de riesgo para el clima democrático
mayor que el de 1981, hemos leído propuestas de modificación
de la Constitución para revisar la facultad de disolución de
las Cámaras y hemos asistido a una reiterada petición de
convocatoria de elecciones generales. Sin embargo, este clima
político se produce en un momentoen que España está
solucionando algunos de los problemas más graves de los
últimos años. Así, la superación de la crisis económica es ya
evidente, como lo es también la consolidación de algunas de
las conquistas básicas del Estado del bienestar.

Pese a los buenos datos de nuestra economía y a los reiterados
apoyos expresados por los grupos que garantizan la mayoría
parlamentaria, la incertidumbre política y la intranquilidad
de los ciudadanos se han incrementado en estas semanas que han
transcurrido desde que el Congreso de los Diputados se reunió
en Pleno en los últimos días de diciembre del 94. Muchos
ciudadanos están preocupados y conmocionados por la sucesión
de informaciones que alteran su tranquilidad y su confianza en
el Gobierno. La causa principal de la actual inquietud nace de
las responsabilidades que se nos imputan como Gobierno o las
que, como Presidente, se me imputan a mí. Por ello, considero
que, antes de entrar en el balance concreto de lo realizado
desde el anterior debate sobre el estado de la Nación y antes
de formalizar las propuestas para el año próximo, mi primer
deber en el día de hoy es responder a esta situación y
contribuir, desde mi responsabilidad, a disipar la
incertidumbre política y a proporcionar mayor sosiego a
nuestra convivencia.

¿Qué se imputa al Gobierno, señorías? En primer lugar, haber
consentido, o no haber advertido con suficiente diligencia,
comportamientos irregulares de personas que han desempeñado
cargos públicos y los han utilizado en beneficio propio, dando
lugar a graves escándalos político-financieros. En segundo
lugar, organizar, o al menos amparar, la actuación de un grupo
terrorista que, en la década pasada, respondió con acciones
violentas a la violencia de ETA. En tercer lugar, haber
provocado un conflicto institucional particular con el Poder
Judicial. Y a todo ello me referiré a continuación con cierto
detalle, porque deseo dejar claro que el Gobierno no ha estado
ni estará implicado en operaciones ilegales, que condena
abiertamente, que combate con los medios a su alcance, que le
perjudican más que a ningún otro grupo político y que, además,
afectan a sus propias señas de identidad histórica, a las que
no piensa renunciar.

Es innegable que el pasado año ha estado marcado por el
impacto que causó en la opinión pública el conocimiento de
distintos escándalos, en los que aparecieron implicadas
personas a las que se había dado un depósito de confianza
extraordinario, encargándoles funciones de gran relevancia en
la vida pública. Saben SS.SS. que el esclarecimiento de estos
hechos y la depuración de las responsabilidades
correspondientes se están produciendo sin dificultades ni
obstáculos por los cauces previstos en la Constitución. El
Grupo Socialista



Página 6439




ha trabajado activa y responsablemente en las comisiones de
investigación que han venido funcionando en el Parlamento, de
acuerdo con los compromisos adquiridos en el debate de
investidura y en el anterior debate sobre el estado de la
Nación. Asimismo, el Gobierno está prestando su colaboración a
la investigación de estos hechos para el más eficaz
funcionamiento de la Justicia y está llevando a la práctica
medidas legales y administrativas a que se comprometió con la
mayoría de la Cámara hace diez meses.

Quienes hoy deseen aprovecharse de su preeminencia política,
social o económica, van a tener ciertamente más dificultades
que en el pasado para conseguir sus propósitos. Se someten a
un sistema de responsabilidad más riguroso, la Cámara tiene
más control sobre el comportamiento de los responsables
públicos, está desapareciendo la sensación de impunidad que
han podido tener los ciudadanos en algún momento y, en
definitiva, hemos puesto los medios para impedir, en la medida
de la posible, que se repitan casos de corrupción o para
reprimirlos con mayor rigor si se producen.

Pero más grave aún, señorías, es que se imputen al Gobierno
responsabilidades en las acciones delictivas de los llamados
Grupos Antiterroristas de Liberación. En múltiples ocasiones,
desde 1983, he dicho que el Gobierno ha actuado en el marco
estricto de la legalidad, y lo ha hecho así en una tarea
extraordinariamente compleja y difícil como es la lucha
antiterrorista. Como Gobierno, siempre hemos respondido a la
convicción de que en la lucha contra el crimen sólo se pueden
utilizar instrumentos democráticos. Siempre he condenado las
acciones que no se ajustan a la legalidad y siempre seguiré
haciéndolo.

En una lucha tan desigual como la que se libra contra el
terrorismo, las Fuerzas de Seguridad, protagonistas del máximo
esfuerzo para defendernos de esta lacra y que han padecido
miles de gravísimas agresiones, han tenido un comportamiento
ejemplar, comparable a los más respetuosos que se conocen en
los países democráticos con semejante problema.

Nosotros, como Gobierno, siempre hemos trabajado para que las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado actúen utilizando
medios legales. Quien afirme lo contrario, señorías, miente. Y
como esto es así, nunca se ha podido demostrar --espero que no
me se interprete mal-- lo que no ha existido. Las acusaciones
--veladas o no-- son falsas y, por consiguiente, calumniosas.

Con esto, señorías, habría dicho lo que sustancialmente
tendría que decir sobre la cuestión. Pero la inquietud es tan
grande que me detendré un poco más.

Las actividades violentas atribuidas a grupos armados
anti-ETA, que causaron varias docenas de muertos y heridos, se
realizaron entre 1975 y 1986; se iniciaron, pues, antes de
nuestra llegada al Gobierno y fue precisamente con este
Gobierno con el que acabaron (Rumores y protestas.), y esto se
consiguió con años de esfuerzo, en una línea inequívoca de
defensa de la legalidad (Nuevos rumores y protestas.), con el
propio trabajo de las Fuerzas de Seguridad y con la
cooperación internacional. (Rumores.) Todos los atentados que
se atribuyen a los GAL, con una sola excepción que, por
cierto, nunca fue reivindicada, tuvieron lugar fuera de
nuestras fronteras. Por tanto, ofrecieron y ofrecen para
España, sus autoridades y tribunales, dificultades especiales
para su investigación y sanción.

Quiero subrayar la importancia que la colaboración de las
autoridades francesas ha tenido y está teniendo para el éxito
de las operaciones contra ETA y también contra los GAL, y
quiero recordar que, en estos días, estas mismas autoridades
francesas han subrayado su convicción de que el Gobierno
español ha actuado contra ETA con respeto a las leyes y a las
reglas democráticas.

Resulta hiriente tener que recordar hoy aquí, señoras y
señores Diputados, que este respeto por las normas del Estado
de Derecho ha sido una de las condiciones de nuestra
integración europea y, desde luego, de la cooperación
antiterrorista de Francia y de otros países. Ninguna de las
sentencias que a lo largo de estos años han dictado en Francia
y en España, por hechos relacionados con estas actividades
ilegales, los tribunales han apreciado responsabilidad alguna
de los servicios de seguridad del Estado. Sostener lo
contrario supone desconocer lo que con reiteración han
declarado probado los tribunales de justicia y sólo puede
entenderse como un pretexto para atribuir responsabilidades al
Gobierno.

Desde que comenzó sus actividades, ETA ha asesinado a 756
personas. Que nadie vea en esto ninguna justificación de
conductas que, como he dicho, condeno abiertamente, pero lo
cierto es que durante muchos años ETA ha sometido a un
chantaje intolerable a la sociedad vasca y a la sociedad
española. También durante demasiados años las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad han padecido el ataque feroz de estos
desalmados y lo han aguantado aplicando rigurosamente la
legalidad, porque, pese a tener la fuerza a su alcance, han
tenido siempre la voluntad de defender el Estado de Derecho y
las órdenes del poder constituido en ese marco. Es bueno decir
esto con claridad, señorías, porque la lucha contra el
terrorismo ha sido para mí, como lo fue para mis antecesores,
una prioridad absoluta en la acción de gobierno, y lo ha sido
no sólo por evitar el dolor injustificado de tantas familias
sino también porque el terrorismo ataca las bases mismas del
sistema democrático, cuestionando la existencia misma del
Estado.

Siendo esto así, los españoles están siendo testigos de
imputaciones sin fundamento que siembran dudas sobre la
actuación de un Gobierno democrático, dudas que no es posible
aceptar que se formulen en un Estado



Página 6440




democrático por el simple hecho de que se haya probado la
intervención de algunas personas pertenecientes a los Cuerpos
de Seguridad en acciones de los GAL. Esto no lo voy a discutir
aquí; probarlo es algo que han debido hacer, hacen y harán los
tribunales de justicia. Sí insistiré, sin embargo, en que
estos comportamientos individuales fueron y son condenables no
sólo por contrarios al funcionamiento del Estado de Derecho
sino también por la convicción que nos asistía, en el momento
en que estos hechos sucedieron, de que su desarrollo podía
obstaculizar la cooperación internacional y suponer una rémora
para la eficacia de la investigación policial.

Con toda solemnidad y firmeza quiero repetirlo una vez más: en
el Estado de Derecho sólo pueden perseguirse las infracciones
a la legalidad desde la más estricta legalidad. Ningún
terrorismo justifica acciones violentas de signo contrario. A
juicio del Gobierno, cualquier actuación contraria al
principio de legalidad sirve objetivamente a los fines de los
terroristas, porque la quiebra de la legalidad puede, más que
cualquier otra circunstancia, generar fenómenos de falsa
legitimación de estas bandas de asesinos. Por ello, quiero
pedir a todos los Grupos presentes en la Cámara un ejercicio
de especial responsabilidad: el ejercicio de impedir que, al
amparo de un tratamiento partidista de este asunto, demos alas
a estrategias terroristas que han creído ver la ocasión para
quebrar la solidaridad de los partidos democráticos.

Por último, al Gobierno se le ha reprochado provocar un
conflicto institucional al haber lesionado la independencia
del Poder Judicial. En este tema, señorías, quiero ser breve
pero contundente. Durante las últimas semanas, el Gobierno ha
reiterado su voluntad de no hacer manifestación alguna que
pusiera en peligro la independencia de jueces y tribunales (Un
señor Diputado: ¡Qué cara!). El Gobierno entiende que esa
independencia requiere respeto a sus decisiones y que, además,
esa independencia se lesiona con críticas injustificadas o
inoportunas y también jaleando o aplaudiendo determinadas
resoluciones. El Gobierno no sólo respeta la total
independencia del Poder Judicial sino que la exige y la sirve
de manera activa y esencial, sin matices ni reservas. Por
ello, el Gobierno confía en el comportamiento justo de todos
los jueces y magistrados. El Gobierno confirma su voluntad de
cooperar con los tribunales de justicia en la investigación
que tienen abierta e insiste en la necesidad de que, mientras
no haya un pronunciamiento por parte de los tribunales, nadie
niegue el derecho a la presunción de inocencia, porque es la
base misma del Estado de Derecho.

Hasta aquí, señorías, la respuesta del Gobierno a las
imputaciones que se le formulan. Las tres carecen de
fundamento, pero ello no ha impedido la hipocresía con la que
estas imputaciones se están tratando, ni su utilización
partidista, aun a sabiendas de que lo que se perseguía era un
deterioro del Gobierno basado en atribuirle responsabilidades
que no eran suyas, sin interés alguno por la verdad. Tampoco
ha impedido algo tan temerario como utilizar una investigación
judicial en marcha como elemento central del debate político.

Es cierto que se ha producido una ruptura con el lenguaje, los
usos y los modos habituales en una democracia sólida. Es
cierto que hay quienes basan toda su estrategia política en la
descalificación, el insulto y la erosión sistemática. Es
cierto que, en algunas fuerzas políticas y en algunas
instancias sociales, se ha instalado la doctrina del todo
vale. Demasiado a menudo se pretende desconocer la presunción
de inocencia o la necesidad de que sea el que acusa quien
pruebe sus imputaciones. (Rumores.)
Desde la celebración de las pasadas elecciones generales
venimos asistiendo a un movimiento destinado a negar
legitimidad al Partido que las ganó limpiamente y al Gobierno
que legítimamente se constituyó a partir de entonces. No nos
han perdonado, señorías, que ganáramos esas elecciones
(Protestas.--Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.),
como no han perdonado a quienes, contribuyendo a la acción del
Gobierno, han asumido y proclamado el compromiso de apoyar la
gobernación del país con quienes les ofrecían mayores
perspectivas de estabilidad, mayores coincidencias para el
desarrollo político, social y económico de España y mayores
garantías para el reconocimiento del modelo autonómico del
Estado y para su integración armónica en Europa.

Señor Presidente, señorías, la situación política es, pues,
difícil y compleja, pero la estabilidad parlamentaria ha
permitido que el Gobierno haya cumplido los compromisos
adquiridos ante esta Cámara en el anterior debate sobre el
estado de la Nación y esto ha hecho posible que España avance
decididamente por la senda de la recuperación económica y la
creación de empleo.

Hoy comparezco, pues, ante SS.SS. en un debate de carácter
general que nos va a permitir hacer balance de lo ocurrido en
estos meses, al tiempo que nos da la oportunidad de exponer
ante la Cámara cuáles son las propuestas e iniciativas del
Gobierno para el presente año.

En el debate del pasado año 1994 señalé el inicio de la
recuperación económica. Aseguré la adopción de medidas para
disminuir el número de parados, anuncié iniciativas para el
desarrollo del Estado de las autonomías, reafirmé la voluntad
de seguir profundizando en el impulso democrático, compartí,
una vez más, con esta Cámara nuestra voluntad de participar
activamente en la construcción europea y reiteré nuestra
decisión de luchar contra la corrupción y de dignificar la
vida pública.

En todas las líneas de trabajo que he citado hemos avanzado,
porque España cuenta con un ejecutivo estable



Página 6441




que ha gozado y goza de apoyo parlamentario suficiente a
través de un amplio acuerdo con Convergència i Unió. El
Gobierno ha logrado, asimismo, el apoyo frecuente del Partido
Nacionalista Vasco y de Coalición Canaria, que se ha
manifestado de forma expresa en la votación de los
Presupuestos Generales para el año 1995 y que reflejan una
coincidencia profunda con las líneas de la política económica
del Gobierno y una clara voluntad de contribuir a la
gobernabilidad y a la estabilidad política.

De esta forma, señorías, los Presupuestos para el presente año
han obtenido el mayor apoyo político logrado en nuestra
historia parlamentaria. Esta contribución a la gobernabilidad
explica que se haya podido desarrollar un programa de cambio y
de modernización que se ha plasmado, entre otras cosas, en un
buen número de leyes, de forma que 1994 ha sido el segundo año
más fructífero en la acción combinada del Gobierno y de las
Cámaras para el perfeccionamiento de nuestro sistema
normativo. En este sentido, a quienes reivindican para sí la
exclusiva del interés por el desarrollo de la Constitución me
gustaría señalarles que este año ha habido el mayor número de
leyes orgánicas promulgadas y que existe, además, una serie de
proyectos de particular relieve que se están discutiendo en
las Cámaras.

La labor del Gobierno no se ha limitado a la iniciativa
legislativa. Hace diez meses estábamos todavía en una
situación económica débil, pero ya anuncié entonces que
comenzaban a observarse las primeras señales de la
recuperación; recuperación, señorías, que en el pasado debate
negaron algunos portavoces parlamentarios. Es más, entonces se
negó incluso que fuera a crearse empleo y auguraron que la
crisis económica no sólo proseguiría sino que comportaría un
mayor crecimiento del desempleo. Atribuyeron después los
logros que se iban alcanzando a la coyuntura internacional y
aseguran ahora, como entonces, que el obstáculo para una mayor
recuperación es el propio Gobierno.

Como recordarán SS.SS., en aquel debate se llegó a decir que
al final de este año habría más paro que al final del año
pasado. Pues bien, el paro registrado se redujo a lo largo del
año en casi 150.000 personas. (Rumores.) Esta reducción del
paro confirma claramente el cambio de tendencia que se ha
producido. Igualmente excepcional ha sido el comportamiento de
las colocaciones que han ascendido a casi seis millones, lo
que supone un millón más que las que se produjeron en 1993.

Los datos referidos al empleo son, obviamente, la prueba más
elocuente de la buena marcha de la economía, pero hay otros
indicadores que también reflejan con toda nitidez esta
situación.

La economía española ha experimentado en el pasado año un
importante cambio de signo. El crecimiento sostenido de las
exportaciones, la progresiva recuperación de la demanda
interna, tanto de la inversión como del consumo, la
significativa moderación de salarios y de costes, la
recuperación del resto de las economías occidentales y la
política económica de apoyo a la actividad productiva son
todos ellos factores que han permitido que el año haya
terminado con un crecimiento económico del 2 por ciento, que
el índice de producción industrial haya crecido por encima del
6 por ciento y que en 1995 el crecimiento previsto se sitúe en
torno al 3 por ciento.

En materia de déficit público, 1994 ha supuesto también un
claro punto de inflexión: el déficit de Caja del Estado se ha
cerrado con un 8,2 por ciento por debajo del alcanzado en el
año anterior y el gasto se ha reducido en un 0,2 por ciento.

La desviación respecto al déficit previsto para todas las
administraciones públicas habrá sido prácticamente
inexistente.

En materia de inflación la tendencia es claramente
descendente, y quiero señalar que el 4,3 por ciento alcanzado
es el mejor dato de los últimos 25 años. Pasado el efecto de
la subida del IVA, que tendrá sin duda un impacto puntual a
principios de este año, no tenemos ninguna duda de que el
diferencial de precios seguirá reduciéndose con Europa.

En el anterior debate nos comprometimos también a adoptar las
reformas estructurales que permitieran seguir el proceso de
modernización del marco en el que se desenvuelve la actividad
económica y dar así mayor solidez a la recuperación.

A este respecto se han adoptado importantes medidas que van
encaminadas a que España se consolide como una nación fuerte,
competitiva y con presencia asentada en la esfera
internacional.

En esta tarea hemos contado a lo largo del último año con una
ayuda importante: la que ha proporcionado y sigue
proporcionando el concurso responsable de los interlocutores
sociales. El esfuerzo de los trabajadores al pactar
incrementos salariales claramente por debajo del crecimiento
medio de los precios ha contribuido, sin duda alguna, a que
ganemos competitividad y ha ayudado, además, a que hayamos
podido cumplir nuestros compromisos de mantenimiento del nivel
de protección social.

Como recordarán SS.SS., el Gobierno ha alcanzado un pacto con
sindicatos y asociaciones para revalorizar las pensiones
durante la legislatura y también
para asegurar la evolución de las retribuciones de
funcionarios y empleados públicos.

El Gobierno ha valorado positivamente, por lo que tiene de
factor importante para consolidar la recuperación, que
sindicatos y empresarios hayan asumido por propia iniciativa
su voluntad de contribuir a la recuperación económica, a la
contención de la inflación y a la creación y el mantenimiento
del empleo.

En otro orden de cosas, señorías, en el discurso de
investidura me comprometí a hacer de esta legislatura un
período decisivo para perfeccionar el Estado de las



Página 6442




autonomías. Durante este año así lo hemos hecho, desarrollando
el pacto autonómico suscrito entre el Partido Socialista y el
Partido Popular. Lo hemos hecho también incorporando la visión
de los nacionalismos moderados a la expresión colectiva de una
nueva forma de construir el Estado, como se puso de manifiesto
en el debate que celebramos el pasado mes de septiembre en el
Senado. La presencia en esa Cámara de los Presidentes de las
comunidades autónomas sirvió para reafirmar el compromiso
colectivo con una España plural.

Además, en este período se ha aprobado la modificación de los
estatutos de las comunidades del artículo 143 de la
Constitución. Se ha acordado la revisión del sistema de
financiación autonómica y la del sistema público de salud. Se
ha dado participación a las comunidades autónomas en la
aplicación de los fondos de cohesión. Se han elaborado los
Estatutos de Ceuta y Melilla. Se ha proseguido la política de
traspaso a las comunidades del 143. Se han realizado procesos
en la lectura conjunta de los Estatutos de las comunidades del
151 y se están sentando las bases para alcanzar un pacto
local.

Este año también ha sido importante para el proceso de
construcción europea. La apuesta de futuro que implica la
ampliación de la Unión Europea ha planteado, sin embargo, la
necesidad de defender relevantes intereses nacionales. Dos
cuestiones en particular han merecido la atención del Gobierno
y en ambas hemos obtenido resultados satisfactorios: por un
lado, el mantenimiento y la suficiencia de los fondos
estructurales y, por otro, la incorporación de España a la
política pesquera común a partir del próximo año.

En materia de seguridad europea hemos proseguido las
conversaciones para nuestra integración en el Cuerpo Europeo
del Ejército y hemos mantenido nuestra vocación por la paz
mediante la dedicación y el esfuerzo de los soldados presentes
en la antigua Yugoslavia, así como del destacamento de la
Guardia Civil.

Durante el tiempo transcurrido desde el último debate, el
Gobierno, señorías, también ha actuado decididamente en el
ámbito de la lucha contra la corrupción. Se ha remitido a las
Cámaras un importante paquete de medidas legales que incluyen
la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, la
creación de una fiscalía especial anticorrupción, la Ley de
incompatibilidades de altos cargos o la que regula el uso de
los fondos reservados. Junto a estas normas, hay que citar
también las previsiones contenidas en el proyecto de ley de
Código Penal, las incluidas en el proyecto de ley de delitos
contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social, las
posibilidades abiertas para el acceso a información fiscal y
bancaria, la creación de una unidad especial anticorrupción en
la Abogacía del Estado y las disposiciones administrativas que
se vienen adoptando en el ámbito específico de actuación de
los diferentes departamentos ministeriales.

En aquel debate se aprobaron también las resoluciones para
constituir comisiones de investigación en este Parlamento, la
mayor parte de las cuales han rendido ya sus informes,
esclareciendo las correspondientes responsabilidades políticas
y trasladando a la Justicia las conclusiones de las mismas,
cuando de ellas se podía presumir la posible comisión de
delito. El Gobierno espera que las conclusiones de una de
estas comisiones, la de estudio e investigación en la
financiación de los partidos políticos, sirva para formular
propuestas de futuro que aseguren su transparencia y disipen
las dudas que sobre su financiación y funcionamiento haya
podido albergar la sociedad española.

Desde este momento, anuncio el propósito de incorporar esas
conclusiones al proyecto de ley que remitiremos inmediatamente
a la Cámara para su tramitación urgente y que acompañaremos de
un proyecto sobre el Tribunal de Cuentas para incrementar sus
capacidades de investigación y control no sólo de las cuentas
del Estado y de los distintos entes públicos, sino también de
los partidos políticos y de cuantos agentes económicos entren
en relación con ellos.

Señor Presidente, señorías, hasta aquí el diagnóstico de la
situación actual y un breve balance de lo realizado en el
tiempo transcurrido desde el anterior debate sobre el estado
de la Nación. Ha sido un tiempo ganado para la recuperación
económica y decisivo para empezar la creación de empleo. ¿Qué
podemos hacer ahora, señorías para calmar la situación
política y evitar que ésta perjudique a la recuperación? A mi
juicio, señorías, hay dos propuestas antagónicas con algunas
variantes: una, disolver y anticipar elecciones,
interrumpiendo en su mitad el período de legislatura, y otra,
continuar la tarea de Gobierno respondiendo a los problemas
prioritarios de la sociedad española. Algunas fuerzas
políticas han venido abogando por una anticipación electoral
como forma de restablecer la tranquilidad política. Con total
respeto por los que así piensan, permítanme que muestre el
desacuerdo del Gobierno y exponga mi propuesta sobre lo que
debemos hacer desde el Ejecutivo para combatir este estado de
cosas.

La Constitución establece un período legislativo de cuatro
años y faculta al Presidente del Gobierno para disolver las
Cámaras anticipadamente. Pienso que el mejor servicio que
podemos hacer a la democracia es el mantenimiento del mandato
que recibimos en junio de 1993. (Rumores.) Soy firme
partidario de cumplir de forma estricta el uso de los
preceptos constitucionales de manera que los programas, los
mandatos y las tareas del Gobierno puedan desarrollarse
durante el tiempo previsto, y para que la opinión de los
ciudadanos disponga también del tiempo y la distancia
necesarios para enjuiciar esta acción y sopesar las ventajas y
los inconvenientes de las distintas alternativas que se le
ofrezcan. A lo largo de cada período cuatrienal son muchas las



Página 6443




contingencias que pueden afectar a un Gobierno. De hecho, es
frecuente observar que en las democracias más consolidadas las
etapas intermedias de cada legislatura suelen registrar los
índices más bajos de aceptación pública de la acción de
Gobierno y, sin embargo, nadie plantea seriamente la necesidad
de disolver las Cámaras y adelantar elecciones.

Estamos viviendo, señorías, el período más largo de
estabilidad política de nuestra historia reciente; no quiero
contribuir a romperlo. El primer tercio del siglo XX dejó en
España una imagen nada envidiable de crisis política
permanente. La causa de ello era, entonces, el
aprovechamiento, por parte de los políticos más ávidos de
llegar al poder, de cualquier escándalo, desgracia o
circunstancia adversa para, con la ayuda de la prensa adicta
(Rumores y protestas en los bancos del Grupo
Popular.--Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.),
magnificar los movimientos de opinión pública y utilizarlos
para crear crisis y divisiones políticas en los partidos
turnantes. (Continúan los rumores.) No deberían sentirse
aludidos. Tales crisis servían de base para pedir el decreto
de disolución de las Cortes, con lo que se convocaban
elecciones bajo la dirección --nunca mejor utilizada esta
expresión-- del político que, utilizando un atajo, pretendía
llegar a la Presidencia del Consejo de Ministros.

(Rumores.--Un señor Diputado: ¡Muy bien!)
No deseo, señorías --por eso les rogaba que tuvieran calma--,
utilizar esta referencia histórica para hacer comparaciones
con algunas propuestas recientes de la oposición que, por otra
parte, han recibido el rechazo de los grupos parlamentarios,
pero sí deseo recordar que nuestra Constitución está
claramente diseñada para impedir definitivamente la vuelta de
aquel clima de inestabilidad política que resultó tan dañino
para España. Esta es la razón de la moción de censura
constructiva, evitar las veleidades políticas y garantizar que
cualquier ataque parlamentario que pretenda cambiar al
Gobierno se produzca previa elaboración de un programa
alternativo, que debe ser defendido por un candidato idóneo,
capaz de confrontar sus propuestas con las del Gobierno y con
las de los restantes grupos de la Cámara y tras conseguir
aglutinar en su favor una mayoría parlamentaria alternativa a
la del Gobierno existente. Estas son las reglas del juego de
nuestra democracia y a ellas conviene que nos atengamos todos,
ahora y en el futuro.

Estoy convencido de que otra cosa sería nociva para el sistema
democrático, que no se basa sólo en reglas y en procedimientos
sino que requiere hábitos y modos de actuar que sirvan para
profundizar sus efectos. Esta es, a mi juicio, una razón
política de enorme importancia para el fortalecimiento de
nuestro sistema democrático, pero no les oculto que si en este
momento considerara que la mejor forma de afrontar esta
situación de dificultad fuera el adelanto de la convocatoria
electoral, utilizaría la facultad que me otorga la
Constitución para disolver el Parlamento. Pero no es así como
lo considero y, por consiguiente, creo que hay que hacer
frente de otra manera a los problemas en el momento presente.

Y no lo creo, señorías, por varias razones. Hace apenas veinte
meses ganamos limpiamente las elecciones generales, tenemos
una mayoría parlamentaria suficiente y estable para gobernar,
tenemos responsabilidad por no poner en riesgo el proceso de
crecimiento económico y, en definitiva, porque tenemos un
programa político que seguimos creyendo es el más adecuado
para afrontar los retos que España tiene por delante.

Señor Presidente, señorías, vamos, pues, a seguir gobernando y
lo vamos a hacer sobre los tres ejes fundamentales de los que
depende el progreso de nuestro país: la consolidación de la
recuperación económica para conseguir empleo y mantener el
bienestar social; la continuación del proceso de reformas
políticas, jurídicas y administrativas, que son esenciales
para modernizar nuestra sociedad, y la definición de una
política europea que asegure para España un lugar relevante y
respetado entre los países más avanzados.

El cambio de ciclo que la economía española ha experimentado
en el año 1994 hoy lo reconoce todo el mundo; no sólo eso,
incluso se reconoce que la intensidad de ese cambio ha sido
superior a lo que en principio se esperaba. Ahora bien,
señorías, una vez alcanzada esta fase inicial de la
recuperación, despejado el horizonte coyuntural, la
preocupación principal del Gobierno es sentar las bases para
que esa recuperación se consolide y sea lo más duradera
posible. Nuestro objetivo es volver a crecer con fuerza,
porque esta es la mejor manera de aumentar el ritmo de
creación de empleo, porque el empleo, a pesar de que ha habido
buenos resultados en 1994, sigue siendo, sin duda nuestro
principal problema. Para conseguirlo es necesario contar con
un marco económico estable y con un tejido productivo
eficiente; contar, en definitiva, con un sistema económico
capaz de responder a los retos que plantea un mundo con
mercados globales y fuertemente competitivos. De ahí la
importancia de seguir con una política económica que funciona,
que está dando resultados. De ahí la importancia de seguir
controlando el déficit público y la inflación para asegurar el
cumplimiento de los criterios de convergencia con Europa y
nuestra pertenencia al grupo de países que van a entrar en la
tercera fase de la Unión Económica y Monetaria.

Si queremos reforzar nuestra vocación europea debemos eliminar
los desequilibrios que marcan las diferencias que aún
persisten entre nuestra economía y las economías más sólidas
de Europa. Debemos agotar las posibilidades abiertas por la
reciente reforma laboral para asegurar la colocación de los
jóvenes y de los parados de larga duración.




Página 6444




Sin embargo, en las últimas semanas los buenos resultados
económicos del año se han visto parcial y transitoriamente
ensombrecidos por la inestabilidad de nuestra moneda en los
mercados internacionales y por el aumento de los tipos de
interés. Pero hay que ser cuidadosos a la hora de identificar
cuáles han sido las causas de esta inestabilidad. Sería
absurdo afirmar que la situación política no ha tenido nada
que ver con estos problemas. Los momentos de incertidumbre
política afectan de una forma u otra, aquí y en todas partes,
a la evolución de los mercados financieros.

Pero, dicho esto, debe tenerse en cuenta que durante las
últimas semanas no sólo nuestra moneda se ha depreciado o
nuestros tipos a largo plazo han aumentado. Problemas de esta
naturaleza se han dado también en otros países europeos y no
europeos como consecuencia de la crisis financiera
internacional provocada por la situación económica de Méjico.

España, como es obvio, se ha visto afectada por esta
inestabilidad financiera, pero, como también es patente, y hoy
lo pueden comprobar, ha sido capaz de absorberla y de
restablecer de nuevo la calma. En ese sentido, quiero que
quede claro que, junto a la ajustada liquidación del
presupuesto de 1994, los mecanismos de control y de ejecución
del Presupuesto serán aún más fuertes en 1995. Cualquier
aumento de ingresos por encima de los previstos se dedicará a
la reducción del déficit y cualquier aumento de gasto que se
produzca se compensará por una disminución del mismo en otras
partidas. Ejemplos palpables de ello son las recientes
decisiones del Consejo de Ministros por las que se establece
una reducción del gasto de 150.000 millones para compensar el
impacto negativo que tendrán los aumentos de tipos de interés
observados durante las últimas semanas en el servicio de la
deuda pública y la limitación de las obligaciones reconocidas
por un importe de 400.000 millones, para prevenir la
posibilidad --caso de que las hubiera-- de desviaciones en
distintos gastos a lo largo del año.

Además, a la vista de los datos más recientes, señorías, no
puede decirse, como algunos argumentan, que la inversión
extranjera haya dejado de confiar en España. La inversión
extranjera directa en nuestro país aumentó un 26 por ciento el
año pasado, alcanzando la nada despreciable cifra de 2,3
billones de pesetas. España sigue siendo, pues, un país
financieramente sólido y con un gran potencial de crecimiento.

Si las tendencias que están apareciendo después de este último
episodio de inestabilidad se confirman y si preservamos la
política económica actual, para la segunda mitad de 1995
podremos contar con unos tipos de interés a largo plazo más
bajos que los actuales, lo cual considero esencial para la
consolidación de la recuperación. Podemos contar con una
moneda estable y tal vez más alta que la actual, lo que
ayudará a reducir el diferencial de inflación con nuestros
vecinos europeos y con un sistema económico más flexible y
moderno como consecuencia del programa de reformas
estructurales que estamos llevando a cabo.

Varias de estas reformas, como bien saben SS.SS., se han
emprendido a lo largo de esta legislatura, pero el Gobierno
quiere seguir insistiendo en esta política reformadora porque,
ante la creciente competitividad internacional, es
imprescindible conseguir una economía moderna, flexible y
capaz de aprovechar las oportunidades que se le presentan. Un
ejemplo del tipo de políticas en el que queremos insistir es
la reforma del marco legal de las telecomunicaciones. En este
ámbito hemos dado un paso muy importante que sin duda mejorará
la situación del sector y redundará positivamente en todas las
actividades del país, que se van a encontrar con unas
comunicaciones de mayor calidad y más baratas. Cuando las
nuevas licencias de telefonía móvil, cuando el cable, cuando
las mejoras ya puestas en marcha comiencen a llegar a todos
los usuarios, la vida cotidiana de los españoles cambiará y
España contará con una capacidad industrial significativa en
este sector y con unos operadores modernos, competitivos y
capaces de extender su actividad al exterior.

Otra reforma estructural a la que al Gobierno va a dedicar la
máxima atención el próximo año es la del suelo. Debemos
conseguir que el acceso a la vivienda de los españoles, y
especialmente de los jóvenes, sea posible a precios razonables
y que el alquiler sea una opción tan atractiva como la compra.

Con la Ley de Arrendamientos Urbanos hemos dado un primer
paso; ahora, con la reforma de la normativa del suelo vamos a
completar una tarea que es importante para el bienestar de los
ciudadanos: la movilidad geográfica del trabajo y, en
definitiva, para el buen funcionamiento de la economía.

Estas son dos políticas que por sus efectos sobre los
ciudadanos son quizá las más conocidas, pero existen muchas
otras iniciativas tan importantes como las anteriores para
modernizar y fortalecer nuestra economía. La Ley del Comercio
y la reforma del Impuesto de Sociedades van a tener notables
repercusiones sobre las condiciones en que se desarrolla la
actividad económica. Los planes de liberalización del
transporte, en todas sus modalidades, supondrán la eliminación
de un importante cuello de botella para nuestra eficiencia
productiva.

Por último, la actividad económica en general todavía está
regulada por normas muy antiguas que, como en los
procedimientos de suspensión de pagos, necesitan ser puestas
al día. Por ello hemos creado una comisión para que marque las
pautas de actuación legislativa necesarias en este campo.

Por otra parte, señorías, el Gobierno está convencido de que
un crecimiento estable y duradero, capaz de generar empleo,
sólo es posible mediante un desarrollo industrial y
tecnológico que lo sustente y mediante



Página 6445




el reforzamiento de la presencia de la empresa española en los
mercados exteriores. Para ello, además de un marco
macroeconómico estable, es necesaria una política industrial
que implique al Gobierno, a las empresas y a los
interlocutores sociales. Con esta política industrial abierta
al diálogo queremos prestar una atención especial a los
sectores de tecnología avanzada porque en ellos está el
futuro. Queremos apoyar a las pequeñas y medianas empresas,
porque es en ellas donde se crea la mayoría de los puestos de
trabajo, y queremos plantear el papel del sector público en la
industria y hasta qué punto el capital privado puede y debe
tomar el relevo para asegurar la creación y el mantenimiento
de grupos industriales españoles del tamaño necesario para
competir globalmente.

Señor Presidente, señorías, el segundo eje de la actuación del
Gobierno se centrará en proseguir las reformas jurídicas,
políticas y administrativas que mejoren el funcionamiento de
las instituciones democráticas.

En lo que se refiere a las instituciones del Estado, el
Gobierno, tras el dictamen de la ponencia constituida al
efecto, elaborará y tramitará el proyecto de ley de reforma de
la Constitución para modificar el Título III con el fin de
revisar la composición y atribuciones del Senado en cuanto
Cámara de representación territorial.

En este ámbito, el Gobierno va a remitir también a esta Cámara
iniciativas legislativas relativas al Tribunal de Cuentas, a
la organización y funcionamiento de la Administración Pública
y, después de las conclusiones que alcance la Comisión
parlamentaria correspondiente, a la financiación de los
partidos políticos.

En el ámbito de la justicia, el pacto de Estado ofrecido al
comienzo de esta legislatura ha visto ya realizadas algunas de
sus previsiones, como son la Ley Orgánica del Poder Judicial y
la Ley del Tribunal del Jurado, actualmente en trámite. El
Gobierno quiere ahora remitir a la Cámara dos proyectos de ley
de excepcional importancia: el de la jurisdicción
contencioso-administrativa y el de enjuiciamiento criminal.

Además, la aprobación de estas leyes se verá acompañada de un
programa de gestión de efectos inmediatos, destinado, por una
parte, a extender geográficamente el sistema de justicia
rápida y, por otra, a incrementar la labor de prevención de
delitos mediante el plan de seguridad ciudadana que ya ha
comenzado a aplicarse.

Asimismo, el Gobierno se propone analizar y someter a la
consideración de los partidos políticos la posibilidad de
avanzar en la revisión de las competencias y sistemas de
financiación de las corporaciones locales.

En relación con la política autonómica, señorías, ya he hecho
referencia a algunos de los problemas en cuya solución estamos
trabajando. Quiero añadir a ello la mención de tres cuestiones
sobre las que esperamos lograr acuerdos importantes en los
próximos meses: el avance en el proceso de traspasos de
funciones y servicios, el perfeccionamiento y la extensión de
los mecanismos de cooperación que por consenso hemos puesto en
marcha, y el examen de la financiación autonómica, a la luz
del informe de los expertos realizado para el Consejo de
Política Fiscal y Financiera.

Señor Presidente, señorías, el próximo mes de junio
celebraremos el décimo aniversario de la firma del Acta de
Adhesión de España a las Comunidades Europeas. Este
acontecimiento coincidirá con el ejercicio, por segunda vez en
nuestra historia, de la Presidencia de la Unión Europea, que
necesariamente será una de las tareas prioritarias del
Gobierno a lo largo de este año.

El desafío es, sin duda, importante. España asume esa
responsabilidad en un momento crucial para la configuración
futura de la Unión Europea, pero también para el desarrollo
integral de nuestro país.

El diseño de una Unión ampliada, abierta a todos los países
europeos, puede marcar decisivamente el rumbo de España para
las generaciones venideras. Debemos, pues, ser capaces de
aunar la defensa de los intereses nacionales con la correcta
articulación de un espacio europeo integrado.

Sería, sin duda, prematuro fijar en estos momentos un programa
para la Presidencia española. La Presidencia francesa acaba de
empezar y hay que ser respetuosos con su trabajo, pero, para
la defensa más eficaz de los intereses de la Unión, España ya
ha coordinado con la Presidencia alemana, y lo está haciendo
con la francesa, para conducir los asuntos europeos en estos
momentos decisivos. Fruto de este diálogo conjunto ha sido la
identificación de cuatro áreas prioritarias en las que
deberemos concentrarnos: la mejora de las condiciones para el
crecimiento y el empleo, reforzando la competitividad
internacional de Europa; el fortalecimiento de las relaciones
de vecindad, especialmente con los países de Europa central y
oriental y del Mediterráneo; la seguridad interior y exterior,
y la preparación de la Conferencia intergubernamental de 1996.

La puesta en práctica de una estrategia coordinada para el
crecimiento económico y la creación de empleo es un objetivo
primordial de la Unión. Esta estrategia implica la
coordinación de las políticas macroeconómicas de los Estados
miembros para asegurar el mantenimiento de los criterios de
convergencia, la estabilidad de los precios y el control del
gasto público. Además de esta coordinación básica, es
necesaria la realización de reformas estructurales del tipo de
las que estamos llevando a cabo en España, reformas que
permitan vincular el crecimiento económico a la creación de
empleo. Esta estrategia debe estar acompañada, en fin, por
medidas de carácter solidario que aseguren la cohesión entre
los distintos países europeos y los logros del Estado de
bienestar.

En el ámbito de las relaciones exteriores de la Unión, a la
Presidencia Española le va a corresponder desarrollar la
estrategia adoptada respecto de los países de



Página 6446




Europa central y oriental en el Consejo Europeo de Essen; sin
embargo para España revistirá especial interés la dimensión
mediterránea de la Unión que el próximo otoño será objeto de
una conferencia ministerial euro-mediterránea. En esta misma
línea, el Consejo Europeo de Essen acordó potenciar sus
relaciones con Iberoamérica, especialmente con Mercosur, Chile
y Méjico, y a España le corresponderá aplicar esta política en
beneficio de la prosperidad económica de ambos continentes.

Respecto a la seguridad, será necesario potenciar todas las
posibilidades de la política exterior y de seguridad común y
avanzar hacia una política común de defensa, en la cual se
enmarca, sin duda, una buena parte de la modernización de
nuestras Fuerzas Armadas. La coincidencia para España de su
Presidencia de los consejos de la Unión Europea y de la Unión
Europea Occidental es una buena oportunidad para obrar en este
sentido.

En cuanto a la seguridad interior de la Unión, debemos
impulsar la cooperación en los asuntos de Justicia e Interior,
especialmente tras haber logrado que se incluyan los delitos
de terrorismo entre las competencias de la futura Europa.

Por último, a España le corresponderá presidir y dirigir el
grupo de reflexión sobre la futura conferencia
intergubernamental de 1996. Por su importancia decisiva
debemos esforzarnos especialmente en su preparación con un
claro sentido de los intereses nacionales, pero también fieles
al papel que el ejercicio de la Presidencia obliga,
manteniendo posturas abiertas que permitan recabar un primer
consenso. El objetivo será aprobar en el Consejo Europeo de
Madrid, que se celebrará en el mes de diciembre, un documento
de opciones que sirva de base para emprender de manera
constructiva la reforma de 1996. Para avanzar en esta tarea
hemos convocado ya una reunión de los jefes de Estado y de
Gobierno a mediados del semestre para dar un nuevo impulso a
esta reflexión, que contará también con las aportaciones de la
Comisión Europea y del Parlamento Europeo. A estos efectos
sería conveniente
lograr el máximo consenso entre todas las fuerzas políticas de
cara a lo que va a ser una difícil negociación para España.

Percibo ya algunos signos alentadores en los trabajos de la
Comisión Mixta Congreso-Senado para la Unión Europea y, desde
luego, el Gobierno mantendrá un diálogo fluido con el
Parlamento a lo largo del semestre.

El ejercicio de la Presidencia europea concierne al conjunto
de la sociedad y afecta por igual a todos los ciudadanos. Con
esa responsabilidad reitero aquí que el Gobierno buscará el
acuerdo con todas las fuerzas políticas para conseguir que
España esté firmemente anclada en un proyecto europeo que se
desarrolle de manera satisfactoria para todos los ciudadanos
europeos y, por tanto, también para los ciudadanos españoles.

Concluyo ya, señor Presidente, señorías. He querido que el
debate sobre el estado de la Nación de este año tenga lugar
nada más iniciarse el período de sesiones, dado el clima de
desasosiego y de intranquilidad que vive la sociedad española.

He hecho frente a imputaciones que se hacen al Ejecutivo, y a
mí mismo como Presidente del Gobierno, y he tratado de poner
de manifiesto la falsedad de las mismas. He mostrado mi
preocupación porque estas imputaciones se utilicen con
intención partidista, aun a sabiendas de que no son ciertas y
de que se utilice una investigación judicial abierta como un
elemento esencial del debate político. He hablado del momento
de dificultad política del Gobierno, pero también de la
estabilidad parlamentaria que ha hecho posible afrontar con
éxito los compromisos que adquirí en esta Cámara en el
anterior debate sobre el estado de la Nación. He señalado la
buena marcha de la economía española y las mejores
perspectivas de crecimiento del empleo. He planteado las
distintas opciones para calmar el momento presente y he dado
las razones por las cuales considero que es necesario agotar
la legislatura. Les he expuesto, en fin, señorías, el programa
con el que este Gobierno va a hacer frente a los retos que
España tiene por delante y, muy especialmente, a la mejora del
empleo.

Es mi convicción, señorías, que, en estos momentos, el debate
político que hoy y mañana tendrá lugar en esta Cámara puede
servir para temblar... (Rumores.--El señor Gortázar
Echeverría: ¡Eso, eso!) templar el clima de crispación
política y lleve a la sociedad el sosiego y la tranquilidad
que reclama. Al acabar este debate, las fuerzas políticas
comprometidas con esta labor de gobierno plasmaremos nuestras
coincidencias en una resolución única que enuncie nuestros
objetivos para el próximo año. Me gustaría que otras fuerzas
políticas estuvieran en condiciones de apoyarla. En cualquier
caso, aunque discrepancias de fondo impidan ese apoyo, es
voluntad permanente del Gobierno mantener con todos los
partidos el diálogo necesario para acercar posiciones,
contrastar propuestas y, en fin, servir mejor los intereses
generales de nuestro país. Unos intereses que, a mi juicio, no
se defienden fomentando la inestabilidad política, ni siquiera
apelando constantemente a una convocatoria anticipada de
elecciones, ni descalificando una y otra vez las posiciones de
los adversarios políticos. Espero que todos seamos capaces de
conducir el debate sin caer en la descalificación o el
insulto. Si lo conseguimos, estaremos, sin duda, acortando la
distancia que en ocasiones se produce entre los ciudadanos y
los políticos y estaremos revitalizando el normal
funcionamiento del sistema democrático.

Acabo ya mi intervención, señorías, y lo hago con una
convicción profunda, que he manifestado en muchas ocasiones:
España tiene por delante un futuro esperanzador y los
españoles no sólo seremos capaces de vencer las dificultades
del momento presente, sino que



Página 6447




sabremos situarnos en las mejores condiciones para asegurar el
porvenir de nuestra sociedad, un porvenir que debe estar
marcado por el empleo, la prosperidad y la cohesión social.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

El Pleno se reanudará a las cuatro de la tarde.

Se suspende la sesión.




Era la una y cinco minutos de la tarde.




Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Se reanuda la sesión.

Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Aznar.




El señor AZNAR LOPEZ: Antes de comenzar propiamente mi
intervención, señor Presidente, en nombre del Partido Popular
quiero agradecer muy sincera y expresamente a todos los grupos
parlamentarios de esta Cámara, a todas SS.SS., las muestras de
solidaridad, de comprensión y de afecto que hemos recibido con
motivo del asesinato de nuestro compañero Gregorio Ordóñez.

Quiero agradecérselo también a los ciudadanos vascos y a los
ciudadanos españoles, que han dado un gran ejemplo de
respuesta serena ante un hecho trágico, y quiero comprometer
lo que es la posición del Partido Popular en la lucha de todos
los demócratas, que espero que siempre estemos y sigamos
juntos hasta vencer la lacra terrorista. Muchas gracias a
todos.

Señor Presidente, señoras y señores Diputados, señor González,
le aseguro al comienzo de esta intervención que, después de
escucharle esta mañana con mi mayor y mejor atención, no sé a
qué ha venido usted. Y tal vez la primera explicación que
habría que pedirle es que dijera a qué ha venido usted esta
mañana aquí. Paso por alto la confusión que puede provocar, y
sin duda provoca, esta precipitada convocatoria, que no
sabemos bien si es un debate sobre el estado de la Nación, una
cuestión de confianza vergonzante o, como parece, simplemente
un gesto teatral, como un salvavidas que le permita salir del
paso. (Rumores.--Aplausos en los bancos del Grupo Popular.)
¿Qué pretende usted demostrar? Que está empeñado en seguir en
el Gobierno, ya lo sabíamos. Ese es su discurso preferido y no
necesitaba repetirlo. ¿Qué más pretende demostrarnos? ¿Que
cuenta con Convergència i Unió para mantenerse y sostenerse en
el Gobierno contra viento y marea? Pues también lo sabíamos
sin necesidad de escucharlo. (Rumores.--Un señor Diputado
pronuncia palabras que no se perciben.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio.

El señor AZNAR LOPEZ: Lo han repetido ustedes a razón de dos
veces al día desde que comenzó el año. De ese apoyo hasta los
sordos han tenido oportunidad de enterarse.

¿Y qué prueba todo eso? Lo sabíamos ayer, anteayer y hace seis
meses. ¿Y qué? En esas precisas circunstancias se ha producido
la crisis de Gobierno, en esas precisas circunstancias ha
surgido la incertidumbre, en esas precisas circunstancias
estábamos ayer, seguimos hoy y continuaremos mañana. Si eso es
todo lo que usted tenía que decirnos esta mañana, bien podría
habernos ahorrado este trámite parlamentario.

Sin embargo, su intervención no ha sido del todo gratuita. De
algún modo usted nos ha convocado para proclamar o para
intentar que entre todos proclamemos el final y la superación
de la crisis, para anunciar al país que hemos dejado atrás la
tormenta, que estamos en otro capítulo, que es hora de olvidar
el pasado y de sumar esfuerzos para que, bajo su certera
tutela, marchemos todos por la senda de la recuperación
económica. ¡Ojalá fuera posible ese milagro! ¡Ojalá fuera
posible que con sólo manifestar su propósito de perpetuar la
misma situación que nos ha traído hasta aquí la crisis quedara
conjurada! Desgraciadamente no es así. Al final, usted ha
venido a echar un capotazo oratorio sobre los acontecimientos
como quien confía en que tras este debate todas sus
pesadumbres se desvanezcan, todos los escándalos que amenacen
su continuidad se archiven en un pasado que no merece la pena
que distraiga nuestra atención. Como si aquí no pasara nada o
como si aquí todo hubiera pasado ya.

Un debate no hace milagros, señor González. Usted ha venido
con el propósito deliberado de conjurar una crisis que es
insensible a los conjuros, con la pretensión de aplicar un
paño caliente parlamentario a una crisis que no es
parlamentaria. Lleva usted más de un año arrastrando una
agonía que se muestra resistente a sus proclamas, a sus
gestos, a sus promesas y a sus conjuros y ha agotado usted
todos sus recursos. Y la pregunta es: ¿y ahora qué? ¿Ahora
qué, señor González? ¿De qué estamos hablando? Y ahora, ¿qué
tienen ustedes que hacer?
Estamos hablando de que arrastramos una crisis que hasta los
analistas más distraídos identifican con el final de un ciclo,
de una crisis que altera de manera creciente el normal
funcionamiento del país, que provoca enfrentamientos
institucionales, que incapacita su Gobierno y que acarrea
abundantes consecuencias económicas. Una crisis que nos aleja
de Europa. Y es la primera vez, señor González, que España
sale de la depresión económica creciendo menos que los demás.

Una crisis que, como usted sabe, no es parlamentaria. Una
crisis que se ha producido bajo una mayoría parlamentaria
absoluta y que no se podrá resolver, por más que usted se
empeñe, reforzando la cohesión de la misma mayoría
parlamentaria.




Página 6448




El remedio no está ahí. Si yo pensara por un instante que los
problemas que pesan sobre los españoles se solventaban, como
usted dice con frecuencia, fortaleciendo la estabilidad de su
Gobierno, sabe usted y sabe todo el mundo que no duraría en
ofrecerle todo el apoyo de mi Grupo Parlamentario. (Rumores.)
No lo dudaría. No sería la primera vez que lo ofrezco, ni la
primera que usted lo rechaza. Pero ahora no es así. Usted
confunde la mayoría parlamentaria con la estabilidad política,
olvidando que un Gobierno de mayoría como el suyo puede entrar
en crisis aunque no pierda la mayoría, y este caso no es el
primero en la historia. Todos hemos conocido a un Presidente
de Gobierno que no hace mucho, en pleno disfrute de una
mayoría absoluta que garantizaba, por supuesto, su estabilidad
parlamentaria, decidió disolver las Cortes alegando que el
clima de crispación política no le permitía gobernar. ¿Sabe
usted a quién me refiero? (Aplausos.) Exactamente ése fue el
argumento que usted utilizó en abril de 1993, cuando, por lo
visto, no confundía, o no le convenía confundir, la mayoría
parlamentaria con la estabilidad política. Como de costumbre,
utiliza usted los argumentos en función de su conveniencia.

El suyo no es un problema de mayorías, señor González. A este
Gobierno le sobra mayoría parlamentaria, está enfermo de
mayoría parlamentaria; los españoles, por decirlo de esa
manera, rebosan mayoría parlamentaria y, sin embargo, no se
tranquilizan, porque saben que tanta mayoría, al final, sólo
sirve para que usted siga en el Gobierno y no para solucionar
la crisis, sino justamente para prolongarla. (Un señor
Diputado: ¡Muy bien!) Cuenta usted, por tanto, con apoyos para
continuar en el Gobierno. Para continuar, sí; para gobernar,
no. Y no va a poder, porque ni hemos sobrepasado, como usted
dice la crisis, ni sus apoyos parlamentarios, por numerosos
que fueran o pudieran ser, podrían obrar el milagro de
transformar su descrédito en confianza o sus limitaciones en
eficacia. Esta es precisamente, señor González, la razón por
la que la crisis que padecemos hoy los españoles no se puede
resolver con una cuestión de confianza, ni con una moción de
censura, y mucho menos con un debate circunstancial, como
puede ser el debate sobre el estado de la Nación, porque no
depende, al final, de las decisiones de este Parlamento.

Y, por cierto, en este punto, señor González, quiero decirle
que aunque usted ha hecho, a lo largo de su intervención de
esta mañana, algunas provocaciones, en las cuales no voy a
caer ni voy a entrar de ninguna manera (Rumores.), sí hay una
cuestión que no quiero pasar por alto, que es la que se
refiere a la posible, o sospechosa, según usted, iniciativa de
una moción de censura para disolver las Cámaras. Y quiero que
usted me conteste a una pregunta. Señor González, el
Presidente investido de una moción de censura tiene los mismos
poderes que usted tiene en este momento ¿sí o no? Porque si
los tiene, los tiene también para que en el momento que
considerase oportuno pudiera disolver las Cámaras. En
consecuencia, no diga usted cosas raras, que es lo que ha
dicho esta mañana. (Rumores.--Aplausos.), salvo que entienda
que lo legítimo, lo democrático, lo constitucional es lo que a
usted le conviene, y lo sospechoso, lo no democrático, lo
inconstitucional es lo que a usted no le conviene. (Un señor
Diputado: ¡Muy bien!). En todo caso, señorías, este debate no
resolverá la crisis, y por eso, cuando concluya, diga usted lo
que diga, cuente lo que cuente y sume los escaños que sume,
continuaremos en la misma situación que estábamos.

Esta tampoco es una crisis institucional, y no hay que buscar
las cosas donde no están. Las instituciones españolas
funcionan, con la excepción del Gobierno. Estamos ante una
crisis de Gobierno, tiene usted sentada la crisis en el
Consejo de Ministros. No hay que buscar las causas en otro
sitio, sino en su propia casa, y no pretenda aplicar
soluciones que no pasen por reparar la única pieza averiada
del sistema, que es usted y su Gobierno. Estamos, por tanto,
ante una crisis de Gobierno, o, por mejor decirlo, ante la
última expresión de una crisis de Gobierno. Una crisis larga,
que usted se empeña en disimular, pero que los últimos
acontecimientos han evidenciado en toda su intensidad.

¿Qué pasó en diciembre, señor González? ¿Se acuerda usted? Se
desató una tormenta en la Bolsa, cayó la cotización de la
peseta, subieron los tipos de interés, se produjo un cuadro
alarmante. ¿Y por qué? Porque aparecen dos señores que
empiezan a contar cosas y hay un juez que los escucha y actúa.

¿Se acuerda usted, señor González, o ha decretado también el
olvido, como hace con casi todos los problemas que le
perturban?
¿Y qué es lo que ocurre? Pues ocurre que los agentes
económicos, españoles o extranjeros, dan por sentado que usted
ya no es solvente, ha perdido su crédito, no inspira confianza
y lo que es más decisivo, que sus días al frente del Gobierno
están contados. No saben cuánto tiempo durará esta situación
pero están seguros de que no se puede sostener. Sólo les queda
por despejar la incógnita del cuándo: ¿Cuándo se producirá el
cambio en la situación española? ¿Cuándo recobrará España la
confianza que este Gobierno no puede restaurar? ¿Cuándo
disolverá las Cortes el señor González? Esta es la actitud de
los agentes económicos y esta es la pregunta que se hacen esos
agentes económicos dentro y fuera de España.

Fíjese usted hasta qué punto está arraigada esta convicción de
que la situación española no puede prolongarse. La mañana del
pasado día 13 de enero, como usted recordará, señor González,
circuló por los ambientes financieros y bursátiles un rumor;
se decía que usted había ido al Palacio de la Zarzuela a
entrevistarse con su Majestad el Rey. Naturalmente, se
interpretó



Página 6449




en los términos que yo le estoy exponiendo, es decir, que
había llegado lo inevitable y que iba a anunciar su intención
de convocar elecciones. Pues bien, la reacción del mercado
ante ese rumor, ante esa sospecha, fue inmediata. Subió la
bolsa, la peseta recuperó posiciones, bajaron los tipos de
interés. (Fuertes rumores y risas.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio.




El señor AZNAR LOPEZ: El rumor, como se comprobó, no tenía
ningún fundamento. Su señoría se encontraba esa mañana
presidiendo un Consejo de Ministros y su Majestad el Rey
estaba de viaje. Pero durante el tiempo que circuló las
consecuencias fueron extraordinariamente expresivas, las
incertidumbres que pesan sobre la situación española se
despejaron en un instante. Bastó el rumor sobre la disolución
de las Cortes para que brotara un surtidor de confianza y se
animaran los mercados. Bastó --¡fíjese bien usted!-- la
sospecha de que su señoría abandonaba el Gobierno. ¿Por qué
bastó? Porque era verosímil. Porque eso es lo que se percibe
por los ciudadanos, porque, por más que se empeñe usted en
proclamar lo contrario, los ciudadanos de este país seguirán
convencidos de que debe ocurrir lo inevitable y seguirán, si
usted me lo dice, poniendo, encendiendo la radio cada mañana
para averiguar si se ha cumplido lo inevitable.

Esta es la crisis, señor González. Que hemos llegado a una
situación de agotamiento, que no le queda a usted crédito, que
no inspira usted confianza. Al contrario, nosostros creemos
que el único elemento capaz de concitar la atención y el
dinamismo de este país es la esperanza de que regresemos a la
normalidad, es decir, que inauguremos una nueva etapa, con un
Gobierno nuevo, surgido de las urnas. Esta es la crisis que
los últimos acontecimientos han evidenciado.

¿Pretendo con esto decir, señorías, señor González, que el
caso GAL sea el único responsable de esta crisis? Ni mucho
menos. El asunto GAL es importante por sí mismo, aislado de
cualquier otra circunstancia, pero cobra una importancia
política extraordinaria cuando se suma a otros escándalos que
han reventado en cadena, marcando los hitos de una calamidad
que ya es interminable.

Por cierto, señor González, en relación con este asunto y ya
que hasta hoy no hemos tenido ocasión de comentarlo con usted
en esta Cámara, quiero aprovechar la oportunidad para dejar
bien clara la posición del Partido Popular. (Un señor
Diputado: ¿Cuál es?) Nosotros estamos dispuestos a creerle,
señor González; estamos dispuestos a creerle si usted es capaz
de hacer verosímil su verdad. Y lamentablemante las actitudes
que apreciamos en usted, en su Gobierno, en su Grupo y en su
Partido, hacen cada día menos verosímil su verdad, porque
ponen de manifiesto un afán de obstrucción y de encubrimiento
que contradice su manifiesto interés por la verdad. No olvide
usted, señor González, que ética y verdad son dos hermanas
inseparables. Y, en mi opinión, tal y como ustedes llevan este
asunto, su responsabilidad no mengua, sino que se acentúa.

Pero volvamos a nuestro asunto. Estoy dispuesto a concederle
que no existe una adecuada proporción entre la causa y sus
efectos, es decir, entre unos delitos de hace diez años y la
tormenta financiera que hemos pasado. Pero estos hechos, que
en otras ocasiones no hubieran desencadenado efectos
semejantes, los producen ahora. ¿Y por qué? Pues porque han
sobrado motivos que abonen la desconfianza. Estas cosas no
ocurren de repente. Yo no le voy a abrumar con el rosario de
casos que lastran su Gobierno. Pero sí le diré que la
confianza no se pierde en un momento por un solo asunto. El
vaso de su descrédito estaba tan colmado que una sola gota
bastaba para rebosarlo. Y el GAL ha sido la gota que ha
desbordado el vaso. Se lo ha ganado usted a pulso, señor
González, porque el desmoronamiento de su solvencia viene
desde muy atrás. Y es que en España, desde muy atrás también,
vienen pasando demasiadas cosas raras. Según usted, esta
mañana creo que las ha llamado demasiadas desgracias. Hace un
año la desgracia era el Banco de España, la dirección de la
Guardia Civil también era una desgracia, el Boletín Oficial,
la Cruz Roja y la Renfe (Rumores.) Ahora todos los escándalos
surgidos los puede añadir usted desde la última vez que
debatimos en el debate del estado de la Nación. Tan sólo diez
días después de aquel debate, el señor Roldán, su Director
General de la Guardia Civil, se daba a la fuga, en donde
sigue, por cierto; su Ministro del Interior, señor Asunción,
dimitía; su Ministro de Agricultura dimitía; el señor Garzón,
Secretario de Estado contra la droga, dimitía y, tras expresar
su decepción, abandonaba su escaño; la Presidenta de la Cruz
Roja, señora Mestre, dimitía; su ex Gobernador del Banco de
España, señor Rubio, ingresaba en prisión; su Fiscal General
del Estado, don Eligio Hernández, dimitía y su nombramiento,
además, era declarado ilegal; su ex Ministro de Hacienda y
portavoz de su Grupo, señor Solchaga, dimitía y abandonaba el
escaño; su ex Ministro Corcuera hacía lo mismo; su ex
Directora General del «BOE» era procesada. Añada usted a esta
vorágine el caso GAL y súmele el caso y el escándalo de los
fondos reservados. Y si después de todo eso tiene usted el
desparpajo de a esta vergüenza seguirle llamando estabilidad o
a esta vergüenza seguirle llamando una simple desgracia,
evidentemente es que hablamos o estamos hablando de cosas o de
países distintos. (Fuertes y prolongados aplausos.)
Por cierto, señor González, que no está aquí de más dejar de
manifiesto nuestro desacuerdo con la posición que S.S.

mantiene respecto a la investigación de los fondos reservados.

Y lo diré con toda claridad también. Sostiene usted la tesis
de que los fondos reservados no son susceptibles de
investigación por impedirlo la Ley



Página 6450




de Secretos Oficiales. Pues bien, señor González, quiero dejar
aquí bien claro que soy partidario de que se investigue el uso
de los fondos reservados en todos los casos en los que existan
sospechas fundadas de que hayan podido ser utilizados con
fines delictivos y que no vamos a aceptar de ninguna manera
que puedan existir delitos que se amparen el el secreto
oficial. Ni ése es el sentido de la ley ni para eso están, se
conciben y es el destino de los fondos reservados. Ni aquí ni
en ningún sitio. (Aplausos.)
Estábamos refiriéndonos, señor González, a ese cúmulo de
escándalos surgidos desde la última vez que tuvimos ocasión de
debatir el estado de la Nación. Pues bien, ese conjunto de
escándalos que asedian a S.S. es el que pesa como un baldón de
plomo sobre la imagen de España y sobre el crédito de nuestras
instituciones.

¿De qué se sorprende usted, por tanto? Somos los demás los
sorprendidos. Le aseguro que cuando hace nueve meses le
pregunté cuál sería el próximo escándalo no pensaba yo que
España pudiera llegar nunca a esta situación. Pero el caso es
que ahora, guste o no guste --que ésa no es la cuestión--,
usted vive bajo sospecha. Y no estamos hablando de
imputaciones alegres, señor González. Tres procedimientos
judiciales abiertos no son ninguna imputación. Son tres
procedimientos penales, que afectan a su Gobierno y que son,
en gran medida, los que provocan la crisis. Un proceso
judicial en curso analiza la responsabilidad de sus gobiernos
en el asunto GAL; tiene pendiente otro sobre presunta
malversación de fondos reservados; arrastra otro asunto, como
es el asunto Filesa, para comprobar si se ha beneficiado a una
serie de empresas en reconocimiento a generosas contribuciones
a sus campañas electorales. ¿Qué más necesita usted?
Cuando en un país se llega al extremo de que el Presidente del
Gobierno en ejercicio deba responder a un periodista de
televisión si es o no el señor X, es que las cosas han ido
demasiado lejos, señor González. (Rumores.) Cuando un país no
está seguro sobre las responsabilidades que afectan a su
Presidente, las cosas han ido demasiado lejos. Cuando un país
dilucida una buena parte de su política ante los tribunales,
es que no va bien. Cuando un país vive más pendiente de la
Audiencia Nacional que del Congreso de los Diputados, es que
no inspira suficiente confianza. Cuando un Presidente de
Gobierno tiene que buscar un hueco en la agenda de los jueces
para poder celebrar este debate, es que ese país no goza de
buena salud. (Aplausos en los bancos del Grupo Popular.)
España está enferma de su Gobierno, y no culpe a nadie de esta
situación; es usted quien la ha provocado. Es usted quien
acentúa la trascendencia de los procedimientos judiciales. Es
usted quien ha colocado las responsabilidades penales por
delante de las responsabilidades políticas. Es usted quien
devalúa el papel de esta Cámara con su resistencia a dar
explicaciones en este Parlamento cada vez que se le demandan.

Es usted quien transforma las resoluciones judiciales en
instrumentos políticos. No se queje usted de lo que usted
mismo causa. Es usted quien produce esos mecanismos que
desvirtúan el funcionamiento de nuestro sistema democrático.

¿De qué se asombra? No puede extrañarle que se contemple su
situación con desconfianza y que no se apueste por usted,
porque se lo ha ganado usted a pulso.

Ha centrado también buena parte de su discurso en la situación
económica. Si no le he malinterpretado, su posición la ha
resumido en tres puntos. Primero, que estamos resolviendo
positivamente los principales problemas de nuestra economía;
segundo, que estamos en excelentes condiciones para consolidar
la recuperación y, tercero, que el Gobierno sigue dispuesto a
gobernar, que cuenta con los apoyos parlamentarios suficientes
y que dispone de un programa, al menos para el año 1995 si se
quiere, para toda la legislatura.

Añade usted, como corolario, que conviene superar este clima
de crisis en el país, que usted ha definido como crisis
compleja, porque eso constituye el único obstáculo capaz de
amenazar la recuperación económica. Pues bien, le tengo que
decir, señor González --y se lo repito--, que la crisis
política que usted padece, y que yo he descrito, no se corrige
con más o menos apoyos parlamentarios. Los mismos hechos que
la han desencadenado pueden obligarle a usted a abandonar el
Gobierno, cuente o no cuente con apoyos parlamentarios. Y le
repito que esa situación arrastra inevitables consecuencias
económicas.

Pero le añadiré más. En ese panorama tranquilizador que usted
presenta de la economía española existen, en mi opinión,
elementos de riesgo importantes. No se trata sólo, por tanto,
de que su posición ahuyente la confianza; es que sus
actuaciones en el área económica tampoco resultan, en nuestra
opinión, muy tranquilizadoras. Ha afirmado usted esta mañana
que el Presupuesto para 1995 ha tenido --si lo recuerdo bien--
el mayor apoyo parlamentario de la historia democrática
española. Probablemente tenga esa virtud el Presupuesto de
1995 y probablemente tenga otra: que es el que más rápidamente
se ha modificado, con ese apoyo de la historia democrática
española. ¿Le parece a usted serio, señor González, tener que
hacer modificaciones presupuestarias por valor de más de medio
billón de pesetas veinte días después de aprobar los
Presupuestos? (Rumores.) ¿Se puede confiar en un gobierno que
practica una política económica sin más objetivo que salir al
quite de los acontecimientos? Hoy se modifican partidas de
gasto, mañana se aprueban 443 medidas contra el fraude fiscal
--otra desgracia, por supuesto, que no tiene nada que ver con
su responsabilidad de gobierno--, pasado se lanzan
insinuaciones sobre la necesidad de reducir el gasto social,
al día siguiente se dice lo contrario; todo bien ordenado y
bien coordinado después de aprobar, con la más amplia mayoría



Página 6451




parlamentaria de nuestra historia democrática, los
Presupuestos Generales del Estado.

¿Cómo puede usted decir que se están resolviendo nuestros
principales problemas económicos justamente en el momento en
que dejamos de cumplir la única de las condiciones que
cumplíamos entre las cuatro necesarias para la convergencia
europea? ¿Cómo se puede ignorar que existen severas reservas y
motivos graves de preocupación sobre nuestro futuro económico,
al menos mientras siga en sus manos? Por ejemplo, la evolución
de los precios. Se nos dice que 1994 se ha cerrado con el
nivel de inflación más bajo de los últimos veinticinco años, y
es verdad. Pero, ¿eso qué quiere decir? ¿Que nuestros precios
crecen menos que los de nuestros competidores? No es así, y no
siendo así no se me alcanza de qué es lo que se presume en
este momento. Nuestros precios crecen más que los de la
competencia, y han crecido más que los de nuestros
competidores en un año, además, de muy baja demanda interna.

¿Qué ocurre en el momento en que la demanda interna crece?
¿Qué pasa con el déficit, señor González? Proclaman ustedes
como un gran triunfo haberlo reducido en un 8 por ciento. Y
¿dónde está el mérito? Ustedes han recaudado mucho más de lo
previsto durante muchos años y tenían que haber reducido el
déficit, que está en unos niveles inaceptables, con mucha
mayor rapidez. Hacen lo mismo en todo.

Presentan ustedes como conquista unas cifras de empleo que
deberían sonrojarles. Y yo me voy a limitar también aquí a
hacerle una pregunta, señor González: las cifras que usted
pregona, las que le hemos escuchado en los últimos días, las
que le hemos escuchado esta mañana aquí, ¿son las mismas que
va a presentar en el informe que debe rendir a la Unión
Europea o son cifras simplemente para andar por casa? Usted
dirá. Cuando presente sus cifras en el Ecofin hablaremos de si
las cifras que usted ha dicho aquí son serias o son para andar
por casa.

También parece usted muy satisfecho con la tasa de crecimiento
de nuestra economía, y naturalmente que hay motivos para
alegrarse de que nuestra economía crezca, pero tenemos que
saber y tienen que saber todos los ciudadanos que por cuarto
año consecutivo, señor González, la economía española crece
menos que la media europea, porque esto, aparte de resultar
incomprensible para un país con el potencial de crecimiento
que tiene España, significa, triunfalismos aparte, que no
estamos más cerca de los países más desarrollados, sino que en
los últimos cuatro años hemos aumentado nuestra distancia
respecto de los países más desarrollados. Como usted sabe muy
bien, en estos últimos años Irlanda también nos ha superado en
los términos comparativos de la Unión Europea.




El señor PRESIDENTE: Señor Aznar, le ruego concluya.

El señor AZNAR LOPEZ: Con su benevolencia, señor Presidente.

Con este panorama, con una cifra de paro que dobla la media
comunitaria, cuando no avanzamos ni en convergencia real ni en
convergencia nominal, lanzar las campanas al vuelo no deja de
ser un ejercicio, señor González, extraordinariamente
arriesgado; un ejercicio extraordinariamente arriesgado y poco
responsable que puede alimentar la desconfianza y ensanchar la
incertidumbre. Por eso es un sarcasmo que en estas
circunstancias acuda usted ante esta Cámara para proclamar que
ante una situación que usted ha provocado, que usted alimenta
y que usted no puede corregir lo mejor es no hacer nada,
seguir igual; no hacer nada salvo dejarle gobernar a usted.

A propósito de Europa y de la política europea ha hecho usted
extensas referencias a la próxima Presidencia de la Unión
Europea. Usted conoce perfectamente mi opinión en este asunto
y sabe que he ofrecido permanentemente mi colaboración en todo
lo que afecta a los intereses y a la imagen de España. En lo
que de mí dependa, la Presidencia española será un éxito,
independientemente de quién la ejerza. (Rumores.) De manera
que no tiene por qué preocuparse por mí, preocúpese por usted
porque reconozca que, dadas las circunstancias que le
envuelven, es dudoso, al menos, que usted sea el candidato
ideal. (Aplausos.) Seguro que defiende usted lo contrario,
pero cualquier otro candidato conllevaría bastantes menos
riesgos que usted en este momento. Comprendo que para usted es
especialmente importante la oportunidad de que acontecimientos
exteriores amortigüen sus agobios interiores, pero no me diga
que eso es lo que conviene a España. En cualquier caso, le
repito mi posición: en lo que esté en mi mano, la Presidencia
española será un éxito aunque usted sea quien la ejerza.

(Rumores.) Ahora bien, con la misma claridad le aseguro que
si, llegado el momento, la situación continúa deteriorándose o
afloran nuevos escándalos o su situación como gobernante
cuestiona la buena imagen de España en el curso de la
Presidencia europea, no tenga ninguna duda de que adoptaremos,
en el marco constitucional, las medidas y decisiones que nos
parezcan necesarias.

Vuelvo, señor Presidente, a la cuestión principal. Ha expuesto
usted esta mañana un programa de intenciones que no voy a
pormenorizar; unas son testimoniales, por las que ha pasado de
puntillas. En líneas generales, es un refrito del debate de
investidura y del pasado debate sobre el estado de la Nación.

Yo podría enumerarle en este momento la lista de cosas
incumplidas por ustedes, empezando por una que ha citado usted
dos veces esta mañana, que es la reforma de la Ley del
Tribunal de Cuentas. Mañana, en las resoluciones
correspondientes, tendrán ocasión de producirse los debates al
respecto.

¿Cuál es el problema, señor González, con esas propuestas?
Paso por delante el carácter propio de este debate,



Página 6452




precipitado; y paso por alto su conveniencia. Ya se lo he
explicado, el problema se llama incertidumbre y la
incertidumbre es usted, señor González. Eso es lo que hace
increíble cualquiera de las propuestas que usted nos presente
para salir del paso: precisamente que las hace usted porque
sus actuaciones le desacreditan y su futuro no ofrece
garantías; porque su situación es de inestabilidad permanente;
porque sabemos que va a consumir toda su atención y sus
energías en conservar el equilibrio frente a las varias causas
judiciales que están en curso; porque no sabe dónde ni cuándo
saltará el próximo escándalo; porque le están presentando al
cobro las cuentas que usted ha dejado sembradas a lo largo de
sus doce años de gobierno. En una palabra, señor González,
porque ha reducido usted el arte de gobernar a un mero
ejercicio de supervivencia al amparo de un teléfono, al
precario amparo de un teléfono, que hoy suena pero no sabemos
si mañana sonará o si servirá para algo. Usted mismo es
consciente de que recibe un apoyo que no le garantiza sino el
aliento indispensable para prolongar artificialmente su agonía
política, y de ahí su demanda continua de sosiego.

¿Cuánto sosiego necesita usted, señor González? ¿Un sosiego
total para mantenerse con desembarazo hasta 1997? ¿El sosiego
suficiente para llegar a 1996? ¿El sosiego justo hasta que sus
socios celebren las elecciones de Cataluña el próximo otoño?
¿A quién pide usted el sosiego; a cuál de los jueces que están
examinando su acción de gobierno reclama usted sosiego; a cuál
de los inversores, que no se fían de sus palabras, aconseja
sosiego; a quién se lo pide? ¿Le pide usted sosiego, tal vez,
a sus compañeros del Partido del Gobierno, que han provocado
una contestación unánime de jueces, fiscales, secretarios y,
por último, del Consejo General del Poder Judicial? ¿Le pide
usted sosiego a su candidato número dos, don Baltasar Garzón,
en las últimas elecciones? ¿Le pide usted sosiego a los medios
de comunicación? ¿A quién pide usted sosiego? Pues yo creo que
está usted pidiendo sosiego a su historia, a su propia
historia, la que usted mismo ha construido. Ahí es donde le
tenemos que decir que se sosiegue; sosiéguese usted y procure
sosegar a los suyos y no traslade sus responsabilidades a los
demás. ¿Qué quiere decir en sentido contrario: que nos
callemos todos o, tal vez, que no nos metamos en política?
(Risas y aplausos.) Ni siquiera en el supuesto de que todo el
país se volviera mudo, sordo y aquiescente hallaría usted
sosiego para corregir su propia inestabilidad. Porque la
incertidumbre no se despeja con el silencio. Y ésta es la
situación.




El señor PRESIDENTE: Señor Aznar, le ruego concluya.




El señor AZNAR LOPEZ: Voy concluyendo, señor Presidente. (El
señor Yáñez-Barnuevo García: ¡Que siga!--Rumores.--Varios
señores Diputados del Grupo Popular: ¡Sosiego!)
Esta es la situación que le he descrito, señor Presidente.

Atravesamos una crisis que tiene su origen, su desarrollo y su
solución en el Gobierno y muy particularmente en su
Presidente. No busque las causas en otro sitio ni busque las
soluciones donde no están. Mientras usted continúe al frente
del Gobierno, haga lo que haga, pregone lo que pregone, le
apoye quien le apoye, el riesgo, la desconfianza y la
incertidumbre le apoyarán como una sombra de la que no podrá
desprenderse.

En suma, señor González, lo único útil que cabe hacer en estas
circunstancias tiene que hacerlo usted y, desde luego, si
estuviera en mi mano, yo lo haría. Pero no está en mi mano ni
se lo voy a pedir. No voy a explicarle, una vez más, cual es
su obligación. Se lo he dicho en dos ocasiones proponiendo las
salidas lógicas que la situación permite y no sirvió para
nada, porque usted, con la incomprensión que le caracteriza,
interpretó en ambas ocasiones que yo tenía prisa y yo en
particular no tengo ninguna prisa, señoría. (Varios señores
Diputados: ¡Oh!) Ninguna prisa. No soy yo precisamente quien
tiene problemas en este país.

Cada vez que se produce una convocatoria electoral --recuerde
usted las elecciones europeas, Galicia, Andalucía, el País
Vasco--, o cada vez que se investigan las intenciones de voto
de los españoles, descubro más razones para no tener prisa. Lo
peor que me puede pasar es recoger la herencia que usted deja.

Pero prisas, ninguna. Por tanto, pongamos las cosas en su
punto, porque no se trata de eso. (Algunos señores Diputados:
¡Muy bien!)
Sabemos que usted está dispuesto a resistir y parece que sus
socios le animan a resistir. Nosotros podemos soportar esta
situación sin apremios porque lo que obtenemos son beneficios
con ello.

Usted resiste y yo no tengo prisa, pero mientras tanto, señor
González, ¿qué pasa con España? ¿Está usted seguro de que
España puede permanecer en esta situación? ¿Está usted seguro
de que España no tiene prisa? Porque aquí no se trata, al
final, ni de usted ni de mí ni del PSOE ni del Partido
Popular. No se trata de solventar una querella parlamentaria.

Se trata de resolver lo que mejor convenga a los intereses de
los españoles. Dice S.S. que lo mejor para España es que usted
continúe en el Gobierno. Pues, a nuestro entender, los hechos
proclaman lo contrario y yo, señor González, estoy con los
hechos.

Gracias, señor Presidente. (Prolongados aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Aznar.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, señor Aznar, su intervención me va a
permitir ser muy breve porque, aparte de descalificar, creo
que no ha dicho nada que sea positivo. (Aplausos.)



Página 6453




Yo no pretendo que el debate sobre el estado de la Nación se
convierta en una cuestión de confianza. Y le quiero decir más:
no he hecho ni una sola referencia a que la cuestión de
censura fuera o no para convocar elecciones anticipadas. Eso
estaba en el discurso suyo, pero no en el mío de esta mañana.

(Aplausos.) Está ya transcrito, no he hecho ninguna
referencia, y me ha sorprendido que usted conteste a lo que no
he dicho. (Rumores y protestas.)
Usted ha hecho unas cuantas apreciaciones, por llamarlas de
alguna manera, porque es verdad que quien primero tiene que
contribuir a generar un clima de sosiego es el Gobierno, y yo
lo voy a intentar no descalificando. Voy a estar, por
consiguiente, con una extrema prudencia en la respuesta que
voy a dar a su señoría.

Usted hace una reflexión sobre el crédito o el no crédito de
cada uno de nosotros. Creo que yo he perdido credibilidad. Lo
he dicho públicamente. Llevo muchos años de gobierno. Esto es
así. He perdido credibilidad. Pero fíjese en lo que significa
que usted, que prácticamente no se ha estrenado, salvo un año
y medio de Presidente de Castilla y León, no sea capaz de
conseguir credibilidad, sin haberse manchado para nada.

(Aplausos.) Sin haber siquiera explicado una sola vez qué es
lo que le ofrecería al país. Esto es lo que está ocurriendo.

(Rumores.)
En junio del año pasado perdimos las elecciones europeas. Fue
la primera elección en que el Partido Popular pasa por delante
del Partido Socialista en una confrontación de carácter
general. Perdimos las elecciones europeas y los ciudadanos
empezaron a pensar: Esto quiere decir que el Partido Popular
puede ganar unas elecciones generales. Y, a continuación, los
ciudadanos empezaron a pensar: Nos interesa saber qué es lo
que van a hacer si alguna vez ganan unas elecciones generales.

Y cuál no será su sorpresa cuando oyen, una y otra vez, que
cuando las ganen lo contarán, que antes no piensan contarlo.

(Aplausos.--Protestas.)
Usted ha hecho alguna referencia a situaciones que yo he
calificado de escándalo, de desgracia, de dificultad. Y usted
ha dicho algo que yo esperaba que no dijera usted desde la
tribuna: que el Gobierno obstruye la acción de la Justicia.

Quiero que me ponga un solo ejemplo. Uno. (Protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Señorías, ruego guarden silencio!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Si dicen,
señoría, que alguien ha hecho una crítica de tal actuación de
un juez, desde luego del Gobierno, no. Y si dicen que alguien
de la formación política a que pertenezco ha hecho alguna
crítica de esa naturaleza... (Rumores.) Perdonen, señorías, no
tengan prisa. Voy a explicárselo detenidamente. Aquí sólo ha
habido una ocasión en que un caso, que ha sido llevado
mediante un procedimiento judicial bajo el nombre de caso
Naseiro, se le ha cambiado de nombre para llamarlo caso
Manglano. (Protestas.) ¿Recuerdan ustedes? ¿Y saben ustedes
por qué? (Aplausos.) La diferencia es que nosotros no estamos
haciendo uso de esas cosas en el debate político. (Fuertes
protestas.) No lo estamos haciendo, naturalmente. ¿Usted cree
que no podríamos hacer una enumeración, como ha hecho S.S.,
pero en una etapa mucho más pequeña, reducida en el tiempo y
en el espacio, de responsabilidad política? Sí la podríamos
hacer. Y usted lo sabe, señor Aznar. Pero sabe, además, que yo
no voy a hacer uso de eso. (Continúan las protestas.)
Efectivamente, lo sabe. Nunca hemos negado que un juez pueda
ejercer la investigación que desee, sobre fondos reservados o
sobre cualquier otra cosa. Lo que hemos dicho es lo que dicen,
con mucho sentido, los que gobiernan en la Comunidad de
Galicia: que los fondos reservados no pueden ser públicos ni
se puede hacer declaración sobre ellos. (Un señor Diputado del
Grupo Popular: ¿Cómo que no?) Eso es lo que hemos dicho, y lo
hemos dicho porque es así desde el punto de vista legal.

Naturalmente, no se puede aplicar la ley cuando conviene y no
aplicarla cuando no conviene.

Me ha dicho usted algo que ya ha señalado en otras ocasiones:
que yo tengo resistencia de comparecer en el Parlamento. Mire
usted, en una sola sesión parlamentaria de las que yo he hecho
a lo largo de estos últimos doce años, en una sola sesión
parlamentaria he estado cinco veces más tiempo en el
Parlamento que todo lo que estuvo usted durante un año y medio
de Presidente de Castilla y León. (Aplausos.--Rumores y
protestas.) En una sola sesión. Por consiguiente, no tiene
mucha lógica que me diga eso. (Fuertes rumores.)
Le he dicho que no me iba a extender mucho y no me voy a
extender. (Continúan los rumores y las protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Pido, de
parte del Grupo Socialista, que haya calma.




El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Usted se
ha referido a la situación económica y lo ha hecho como lo
hizo el año pasado. Me va a permitir que le diga que el año
pasado usted negó la recuperación y, además, imputó al
Gobierno la responsabilidad de que se fuera a producir la
recuperación. Usted habla de la comparación con Europa y no es
cierta en la media de crecimiento europeo con el crecimiento
que se ha producido en España en términos reales. Sí es cierta
con la previsión de crecimiento, pero como el crecimiento ha
sido del dos por ciento, no está usted



Página 6454




en lo cierto (Rumores.) Usted negó que con esta política
económica se pudiera iniciar la recuperación y que con este
Gobierno se pudiera iniciar la recuperación. Ahora sigue
negando la posibilidad de que continúe la recuperación cuando
todo el mundo lo acepta como un hecho.

Ha hablado incluso de los Presupuestos de 1995, pero han
aprobado las Cámaras, incluso con su voto, el artículo 11 de
la Ley de Presupuestos, han aprobado un nuevo método de
control en el gasto mensual y, por consiguiente, las medidas
que se han adoptado deberían llenarles de satisfacción, porque
se está cumpliendo la decisión presupuestaria.

(Aplausos.--Rumores y protestas.)
Ha habido --lo sabe, señoría-- 150.000 millones de reducción
en el gasto --ha habido esa reducción porque han subido los
tipos de interés-- y hay 400.000 millones de reserva, que no
de reducción, esperando que se puedan producir desviaciones
del gasto.

Negó el año pasado la recuperación; ahora niega también las
posibilidades de nuestra economía. Es bastante lógico. Dentro
de un año, cuando volvamos al debate y haya crecido la
economía un tres por ciento, usted seguirá negando que ha
crecido un tres por ciento y que se ha recuperado el empleo.

Lo seguirá negando como el año pasado y como lo hace en este
momento.

Ha dicho algo que es curioso: que la Bolsa reaccionó
positivamente y la moneda también cuando se enteraron de que
había el rumor de que iba a dimitir. Hoy, ¿qué cree usted que
ha pasado con este debate sobre el estado de la Nación para
que la moneda se haya fortalecido? ¿Qué cree ustec que ha
pasado? (Aplausos.--Rumores y protestas.)
Hay alguien que con un gran sentido de la oportunidad me
señala desde sus escaños que es el Banco de España. Le diré
algo muy serio. Yo creo que usted es el único responsable
político al que se le ha ocurrido decir, sin fundamento, que
ha habido una intervención de una determinada cuantía del
Banco de España para defender la moneda ante los
corresponsales de prensa extranjera. A usted es al único
responsable político que conozco en el mundo. (Rumores.) Por
consiguiente, cuando usted me insinúa que es el Banco de
España, le digo que no sólo no es cierto, sino que es una
irresponsabilidad. (Aplausos.--Rumores y protestas.)
No obstante, tengo que agradecer la disposición que usted
muestra a que la Presidencia española de la Unión Europea
salga bien, a pesar de sus descalificaciones sobre las
posibilidades que puede tener la Presidencia europea con un
gobierno presidido por mí.

Usted dice que nuestro programa es la incertidumbre. Hasta
ahora, desde el punto de vista económico, ha sido la
certidumbre de un crecimiento mayor al esperado y de un
crecimiento del empleo mayor al esperado. (Rumores.) Este año,
también será esa certidumbre y lo probarán los datos.

La mayoría parlamentaria, en un sistema parlamentario, es un
dato muy serio de la realidad, es el dato más serio de la
realidad para calificar a un sistema parlamentario. Cuando se
separa uno de esa valoración del sistema parlamentario, se
puede hacer cualquier otra cosa.

Usted ha dicho que no tiene prisa, pero la verdad es que su
programa, el de esta tarde, el del último mes, el de los
últimos diez meses, el de los meses que van desde los dos
posteriores a las elecciones de 1993, su programa se ha
reducido a una cosa: elecciones anticipadas, elecciones
anticipadas. Porque, además, creen que las van a ganar. Por
eso lo dicen, no por el interés general. Y permítame que
termine diciendo que lo dudo mucho. (Prolongados aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Tiene la palabra el Señor Aznar. (Fuertes rumores.)
¡Señorías, guarden silencio!



El señor AZNAR LOPEZ: Señor Presidente, señorías, señor
González, le ruego que usted escuche un momento esta
declaración. El Presidente del Gobierno está tocado de ala...

(Rumores.) Repito: El Presidente del Gobierno está tocado de
ala... (Rumores.), la marca socialista ya no vende...

(Rumores.), el señor González tiene un problema con la
prensa... (Rumores.), con los jueces y con los mercados...

(Rumores.), aunque no tiene problemas de mayoría
parlamentaria. ¿Sabe usted quién ha dicho esto, señor
González? Pues lo ha dicho el señor Pujol, ayer, en el diario
«Financial Times». El señor Pujol, es decir, su socio, para
que usted me entienda. (Fuertes aplausos.--Rumores y
protestas.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio.




El señor AZNAR LOPEZ: El diagnóstico es el mismo. (Rumores.)
En fin, señor González, evidentemente, no podemos entrar
nosotros con ustedes en eso que se llaman las carreras de
descalificaciones. (Rumores y protestas.) El día que nosotros
digamos que el Presidente del Gobierno va a entrar en esta
Cámara montado en el caballo de Pavía, a lo mejor empezamos a
hablar en serio... (Rumores y protestas.), a lo mejor, a lo
mejor... (Continúan los rumores y protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: En términos de credibilidad, señor
González, cada uno tiene, probablemente, la que le dan los
ciudadanos y, naturalmente, los ciudadanos, en todo caso,
ocurra lo que ocurra, van a opinar dentro de poco y el 28 de
mayo veremos quién tiene más credibilidad.

Lo importante en este momento es situar, después de eso, dónde
está el problema, señor González. Porque si



Página 6455




yo le he dicho que en el mes de diciembre y en los primeros
días de enero tuvimos problemas en la Bolsa, tuvimos problemas
con nuestra peseta, no sería porque aquel día --que sería el
único probablemente-- el señor Pujol no le llamó para
confirmarle su apoyo, no creo que fuera eso. (Rumores.) fue
porque unas actuaciones judiciales en curso podían derivar
consecuencias muy graves para ustedes. La mejor prueba de que
el problema está ahí, la mejor prueba de que ustedes saben que
el problema está ahí es que ustedes se han lanzado en tromba a
provocar un conflicto contra los jueces. Y ahí es donde está,
señor González, la obstaculización y ahí es donde están las
funciones fundamentales de encubrimiento. Ustedes no han
establecido ese conflicto con la oposición parlamentaria, lo
han establecido con los jueces porque ahí, exactamente en esos
procedimientos, es donde tienen ustedes los problemas.

Hablando de esos problemas y en relación con el tema GAL me he
manifestado antes con claridad, y creo que también lo he hecho
en el asunto de los fondos reservados, pero le diré a usted
con toda claridad que nosotros no vamos a aceptar el uso de
fondos reservados que puedan encubrir --lo repito-- fines
delictivos u operaciones de enriquecimiento personal.

(Rumores.)
Para no estar solo en la declaración, también le quiero
manifestar la opinión de otras personas, como por ejemplo la
de otro de sus socios, que dice: Por lo que está saliendo, uno
está viendo que esos fondos reservados de hecho han sido una
partida sin fondo, y Dios sabe lo que se ha podido utilizar
con cargo a fondos reservados cada año. Además, lo que se va
descubriendo es que esos fondos reservados, más que
utilizarlos en una acción determinada, se han empleado para un
enriquecimiento inconmensurable de la gente. Ante esto, se le
hace añicos a uno la mente.

Su socio es el señor Ardanza, señor González, y eso es lo que
hay que aclarar de los fondos reservados y eso es lo que hay
que aclarar también de muchas circunstancias en el asunto GAL.

Y es que con 180 Diputados, con 200 o con 250, señor González,
si su Gobierno tiene responsabilidades y se determinan esas
responsabilidades en el asunto GAL, si su Gobierno tiene
responsabilidades o se determinan responsabilidades en
posibles malversaciones de caudales públicos en los fondos
reservados, usados además presuntamente para actividades
delictivas, o si su Gobierno se ha financiado irregularmente y
ha favorecido a empresas que le han dado contribuciones,
ustedes están irremisiblemente contra las cuerdas, y por eso
esta crisis no se supera.

Yo le decía hace nueve meses... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, ruego guarden silencio.




El señor AZNAR LOPEZ: ...que España estaba gobernada por
quienes temen que cada hora que pasa alguien hable demasiado,
y llevamos arrastrando esa agonía desde hace ya demasiado
tiempo, señor González.

Por lo que se refiere a las presuntas actuaciones,
descalificaciones y campañas de desestabilización de las que
usted ha hablado esta mañana y que ha apuntado esta tarde, ha
hecho usted una referencia que yo tampoco quiero pasar por
alto y antes la omití, la referencia a asemejar la petición de
convocatoria de elecciones con un presunto proceso
desestabilizador y con unas legislaturas (Rumores.)
irregulares como las que se producían en el primer tercio de
nuestro siglo en España. Eso es exactamente lo que se ha dicho
y ese es el ejemplo que se ha dado. (Rumores.) No creo que eso
sea cierto, señor González, no creo que sea además adecuado
que lo diga usted. De lo que sí estoy seguro es de que a
cualquiera de las personas que tuvieron responsabilidades en
aquellos tiempos, que estuvieron sentadas en la cabecera del
banco azul, le hubiese bastado una décima parte de los asuntos
que a usted la agobian para no estar sentada muchos más
minutos en la cabecera del banco azul. De eso estoy
absolutamente seguro. (Aplausos en los bancos del Grupo
Popular.)
Señor González, hablando de economía, el problema estriba
ahora en saber cómo podemos aprovechar mejor las posibilidades
de crecimiento de la economía española. (Rumores y protestas.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio.




El señor AZNAR LOPEZ: Yo quiero contribuir también, por
supuesto, en este punto al espíritu de sosiego que tanto se
reclama, pero como usted insiste, yo le voy a explicar algunas
cosas. (Rumores.)
Yo le quiero recordar que en el mes de mayo de 1993, ya que
usted ha citado también ese año, usted anunció claramente que
se había empezado a crear empleo. Le recuerdo que ese año de
1993 se destruyeron 528.000 empleos (Rumores.) y hubo 692.000
parados más, excepto, señor González, en el mes de mayo, que
fue exactamente el mes en el que usted hizo esa afirmación. Es
una gran curiosidad. Respecto a la afirmación que usted hace
en el mes de mayo, sólo ese es el mes del año en el que parece
haber crecido el empleo, en un año en que se destruyen 528.000
empleos. Pero le recuerdo también, hablando, por ejemplo de
déficit, que los españoles cerramos una legislatura con la
promesa firme del Gobierno de que el déficit español era del 3
por ciento, no del cero que ustedes dijeron que sería para
1992, sino del 3 por ciento para 1993. Qué curioso que un mes
más tarde en esta misma Cámara usted reconociera un déficit
del 7 por ciento, señor González. Usted dirá cómo se llama
eso. (Rumores.)
En relación con las cifras del paro, lo que le tengo que
pedir, señor González, es que no se manipulen las cosas, sino
que se expongan de verdad. No diga usted que se ha rebajado el
paro en el año 1994 en 150.000



Página 6456




personas, frente a un incremento de 120.000, sencillamente
porque no es verdad. Y lo razonable desde esta tribuna es dar
a los ciudadanos españoles, especialmente a los que no tienen
la posibilidad de trabajar, la esperanza que la van a tener en
el futuro.




El señor PRESIDENTE: Señor Aznar, le ruego concluya.




El señor AZNAR LOPEZ: El número de parados por desgracia ha
crecido en el año 1994 y la tasa de paro ha subido del 22,7 al
24,3 y no lo digo yo, consulte usted la página número 13 del
informe económico del Ministerio de Economía y Hacienda, que
sin duda tendrá a bien facilitarle su Ministro de Economía y,
si no, yo lo haré con mucho gusto.

De lo que estamos hablando, señor González, ahora es de qué es
lo que constituye un freno a las posibilidades de desarrollo
en España. Y un freno a las posibilidades de desarrollo en
España, por encima de cualquier medida coyuntural, lo
determina el que, como usted sabe muy bien, el año que viene
la quinta parte de los Presupuestos Generales del Estado la
vamos a dedicar a pagar los intereses de la deuda, y como ha
dicho su propio Ministro de Economía, eso impide hacer otras
políticas en España en favor de la inversión y del ahorro. Y
esa no será una desgracia que ha venido sola, señor González.

Haber incrementado el endeudamiento en un 80 por ciento en los
últimos cuatro años es responsabilidad suya, y no es una
casualidad que el paro haya pasado del 16 al 24 por ciento en
ese período.

Yo le quiero decir también que, en torno al crecimiento de la
economía, nosotros estamos con los datos oficiales, señor
González. El crecimieto de 1994 en la Europa de los Doce ha
sido de 2,6; el de España ha sido el 2. Ya lo he dicho antes y
me gustaría no tener que repetirlo, pero Irlanda, país por
otra parte encantador y respetable, nos ha pasado (Risas.),
¡nos ha pasado, señor González! Y antes cumplíamos una de las
condiciones de convergencia y ahora no cumplimos ninguna de
las condiciones de convergencia económica (Rumores.).

Por último, señor González, como aquí estamos... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio.




El señor AZNAR LOPEZ: ...como aquí estamos hablando de
compromisos y hablando de futuro --yo creía que me había
expresado con total claridad en mi primera intervención, pero
veo que no--, le quiero decir que usted ha centrado su
discurso en dos posibles soluciones: los que piden --ha dicho
usted-- que se acelere la convocatoria de elecciones para
poder inaugurar una nueva etapa política, y los que piensan,
como usted, que es mejor resistir. Yo le quiero ofrecer unos
puntos para un compromiso político que facilite la salida de
la crisis (Rumores.), naturalmente mediante la celebración
(que es el primero de los puntos), de elecciones generales...

(Risas y aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio, (Rumores.)



El señor AZNAR LOPEZ: ...simultáneamente con las municipales y
autonómicas.

Segundo, acuerdo sobre el orden del día de las Cámaras hasta
la fecha de la disolución, teniendo prioridad absoluta los
proyectos de ley que el Gobierno determine. El Partido Popular
se compromete a subordinar su función de control al programa
legislativo de Gobierno y a concentrarlo estrictamente sobre
las distintas políticas gubernamentales.

Tercero, acuerdo sobre las medidas económicas y
presupuestarias de ajuste que el Gobierno considere urgentes o
que se estimen imprescindibles para la recuperación de la
economía, el mantenimiento de la peseta o el descenso de tipos
de interés.

Cuarto, acuerdo sobre las medidas y actuaciones que el
Gobierno considere precisas para la preparación y buen éxito
de la presidencia española de la Unión Europea.

Quinto, respeto escrupuloso a los procedimientos judiciales en
curso y compromiso de no utilización durante la campaña
electoral.

Sexto, garantías efectivas de imparcialidad de la
Radiotelevisión pública desde el día de la disolución de las
Cortes (Rumores.)
Esta es una propuesta que se puede aceptar o se puede
rechazar, pero que creo que es algo más útil que encastillarse
en una posición de resistencia a ultranza como usted está
haciendo, señor González. En todo caso, como usted ha
terminado diciendo que sea cual sea la fecha que usted elija
para la celebración de elecciones, tienen ustedes dudas de que
nosotros las vayamos a ganar, yo le puedo decir que estoy
convencido de que nosotros, con la ayuda de la mayoría de los
españoles, le vamos a despejar sus dudas. (Fuertes aplausos en
los bancos del Grupo Popular.)



El señor PRESIDENTE: El señor Presidente del Gobierno tiene la
palabra.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, cada día descubrimos algo nuevo. Hoy se
ha acuñado una nueva frase que yo creo que hará historia
parlamentaria, que es la afirmación que se ha hecho esta
tarde, de que somos un Gobierno enfermo de mayoría
parlamentaria (Risas.), un Gobierno enfermo de mayoría
parlamentaria. Está bien como frase porque, mientras no se
demuestre lo contrario, en un sistema parlamentario la mayoría



Página 6457




parlamentaria es la mayoría de la representación popular, pero
eso puede ser considerado también una enfermedad.

En un tono ya lo más distendido posible, yo creo que hay que
leer el «Financial Times» quizás en toda su extensión, y
quizás haya alguna editorial que a usted le convenga leer para
saber qué grado de crédito le dan o le ofrecen, pero tampoco
tiene mucha más importancia. Tiene mucha más importancia la
mayoría parlamentaria que lo que diga el «Financial Times»,
como es natural. (Aplausos en los bancos del Grupo
Socialista.--Rumores en los bancos del Grupo Popular.)
Usted ha hecho al final de su intervención una propuesta y es
la de anticipar elecciones, pero de aquí a las elecciones hace
un extraordinario programa de proyectos prioritarios de leyes
del Gobierno. Sabe usted que si se quiere que haya elecciones
en mayo, la disolución tiene que producirse obviamente en
marzo. Por consiguiente, usted habla de proyectos de ley por
hacer una broma, no habla porque crea en eso, estoy seguro que
lo dice por sentido del humor. (Risas y aplausos en los bancos
del Grupo Socialista.) Desde luego yo creo que la oferta, por
ejemplo, de no politizar los procedimientos judiciales es algo
que debería estar por encima de una convocatoria o no de
elecciones, porque de nuevo se están politizando
procedimientos judiciales. Yo no lo he hecho.

(Rumores.--Varios señores Diputados: ¡Oh!) ¿Me dejan que les
ponga un ejemplo para que vean cómo no lo he hecho? (Rumores.)
No lo he hecho.

Miren ustedes, yo he tenido naturalmente unos pocos de
gobiernos, en doce años y pico de Gobierno he tenido varios
gobiernos. Todavía ninguno de los Ministros que he nombrado ha
tenido que pasar por un proceso, no ha sido procesado ninguno.

(Risas.--Varios señores Diputados: ¡Muy bien!) Fíjese hasta
qué punto yo no utilizo eso. Usted me viene reprochando lo de
los procedimientos judiciales, el año pasado, el anterior,
etcétera, usted hace un uso político de eso. Yo nunca le he
reprochado, porque no creo que sea usted responsable, que en
año y medio tenga usted a un consejero, de sus elegidos
directos, procesado. (Rumores.) Está procesado, señores, qué
le vamos a hacer. Pero esto es así. Y le digo con el buen
estilo de hacer política que en otros pagos se usa: en el
Gobierno francés hay tres, cuatro o cinco Ministros que han
sido procesados, y nadie le imputa esa responsabilidad al
señor Balladur. Fíjese usted en la diferencia, yo no he tenido
ninguno. Creo que usted no es responsable políticamente de lo
que haya podido hacer su consejero, mientras no se demuestre
lo contrario, porque presumo su inocencia, lo contrario de lo
que usted hace. (Aplausos en los bancos del Grupo
Socialista.--Varios señores Diputados: ¡Muy bien!) Por tanto,
aquí, ¿qué es lo que pasa? Lo que pasa, señor Aznar, es lo
siguiente: que nosotros hacemos un esfuerzo para proponer
respuestas, soluciones, salidas a los problemas de nuestra
sociedad, y usted hace un esfuerzo para enterrarlos. (Aplausos
en los bancos del Grupo Socialista.--Rumores y protestas en
los bancos del Grupo Popular.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.

Tiene la palabra el señor Aznar, muy brevemente.




El señor AZNAR LOPEZ: Gracias, señor Presidente.

Simplemente, señor González, para recordarle una cosa, por
otra parte bastante evidente.

En primer lugar, la declaración que yo he leído conviene
recordar que no es la editorial de ningún periódico, se llame
como se llame; es la declaración de su socio de mayoría, señor
Pujol. No es lo que dice, como usted ha afirmado, el
«Financial Times»; es lo que dice el señor Pujol. Otra cosa
distinta es que al llegar aquí cada uno interpreta la
coherencia de sus palabras como le parece más oportuno.

Usted se puede tomar a broma o como quiera todas las
iniciativas que aquí se planteen, o las que pueda plantear en
este caso nuestro Grupo Parlamentario para intentar sacar al
país de la crisis. A mí me parece que los ciudadanos toman
buena nota de esas actitudes, porque no creo, señor González
que la mayoría de los ciudadanos, ni los que tienen problemas,
ni los que no tienen trabajo, ni lo que están en situaciones
personales difíciles piensen que este país precisamente esté
para bromas.

Quiero recordarle también, para ponerlo en su punto, señor
González, que no estuve en la Presidencia de Castilla y León
un año y medio sino dos años y medio (Rumores en los bancos
del Grupo Socialista), para mí especialmente gratos. Y quiero
agradecerle especialmente que asemeje la responsabilidad y la
importancia, como es lógico de un Parlamento autonómico tan
importante como es el de Castilla y León o el de cualquier
otra comunidad a la responsabilidad que tiene el Parlamento
nacional. (Aplausos en los bancos del Grupo
Popular.--Rumores.) Lo que ya es menos aceptable, señor
González, es que quien tiene detrás la mayor historia en este
momento y en este país de problemas desde un Gobierno por
asuntos de corrupción en España pretenda encima dar lecciones
a los demás. Eso no es aceptable. (Aplausos en los bancos del
Grupo Popular.) Y le diré con toda claridad que no tiene usted
ninguna autoridad moral para, desde ese banco, dar lecciones a
nadie sobre ese asunto, ninguna. (Fuertes aplausos en los
bancos del Grupo Popular.)
Yo no dudo ni de su buena fe ni de sus esfuerzos. Lo que digo
es que la cosecha que usted está recogiendo, sin duda, señor
González, es bastante pobre para lo que este país se merece. Y
no se merece, desde luego, el rosario de tener una legislatura
con un descrédito y con un escándalo que constituye para todos
los españoles auténticamente algo que desean superar con la
mayor rapidez posible.

Muchas gracias, señor Presidente. (Fuertes aplausos en los
bancos del Grupo Popular.)



Página 6458




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Presidente del
Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Gracias,
señor Presidente.

Para empezar quiero decirle, señor Aznar, que además de que el
señor Pujol ha desmentido lo que le atribuye (Risas y rumores
en los bancos del Grupo Popular.); eso es lo que tiene menos
importancia de lo que voy a decir, eso es lo que tiene menos
importancia. Es mucho más importante que todo el mundo sepa
que nadie mejor que usted tenga más fresco en la memoria lo
que piensa el señor Pujol de la estabilidad y de la
gobernabilidad. Lo tiene usted extraordinariamente reciente;
por tanto, no tiene que acudir a citas de terceros.

Probablemente se lo han dicho directamente. (Aplausos en los
bancos del Grupo Socialista.) Ya alguna vez, además, le he
dicho en qué consiste esa relación.

Si usted me corrije y me dice que son dos años y medio los que
usted estuvo en Castilla y León, yo no he hecho ninguna
comparación entre las Cortes de Castilla y León y las Cortes
Generales, no he hecho ninguna comparación. Usted se ha
deslizado a hacerla, para justificar que sólo estuvo media
hora en ellas (Rumores y protestas.), no en año y medio sino
en dos años y medio, lo cual es más grave. (Rumores.)
Cuando se habla de lecciones de moral, yo no quiero darle
ninguna lección de moral (Un señor Diputado del Grupo Popular:
¡No puedes!--Protestas en los bancos del mismo Grupo.) ni
hacer ninguna enumeración. Me he resistido a hacerla. De nuevo
ahora me resistiré a hacer las enumeraciones que puede hacer
cualquiera con demagogia. (Varios señores Diputados: ¡Muy
bien! ¡Muy bien!) En todo caso, me gustaría que me hubiera
dicho en su respuesta si es verdad o no lo que le he dicho.

(Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.--Protestas en
los bancos del Grupo Popular.)



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya tiene la palabra el señor
Anguita. (Continúan los rumores.)
Señorías, les ruego guarden silencio y ocupen sus escaños.

(Pausa.)
Cuando quiera, señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, el debate de hoy es el que ha levantado la mayor
expectación de los últimos años, una expectación y un interés
mezclados con el asombro y la cólera de los ciudadanos y de
las ciudadanas ante lo que ocurre día tras día, y me temo que,
por lo que llevamos visto del debate del estado de la Nación,
esa cólera se va a ver mezclada con la decepción más profunda.

Si en el anterior debate sobre el estado de la Nación --abril
de 1994-- estaban presentes los casos y los nombres de Roldán,
Rubio y De la Concha, en este debate de hoy están presentes,
junto a los anteriores, los nombres de De la Rosa, Romaní,
Conde, Planchuelo, Sancristóbal, Juan de Justo, Vera,
Damborenea, etcétera, nombres que evidencian una trinidad
inquietante: tramas financieras, tramas de terrorismo de
Estado --los GAL-- y malversación de caudales públicos en el
uso y manejo de los fondos reservados.

Discutimos hoy una acción de Gobierno que desde 1993 tiene dos
responsables: don Felipe González y don Jordi Pujol, y con
ellos sus respectivas fuerzas políticas. Desde importantes
organizaciones sociales se nos ha pedido a las fuerzas
políticas --transcribo-- «la resolución rápida y eficaz de una
situación que se está haciendo insostenible». Desde aquí damos
nuestra respuesta a las expectativas ciudadanas y a las
demandas sociales haciendo por nuestra parte de este debate
sobre el estado de la Nación el debate de la clarificación.

Veamos qué podemos hacer cada uno.

La dimisión del señor Presidente del Gobierno es de la
exclusiva compentencia del mismo. Nadie puede asumir dicha
responsabilidad si no es el propio señor González. A Izquierda
Unida, que ya se la pidió el año pasado, sólo le queda
manifestar que se la sigue demandando aquí, en este acto, en
los mismos términos en que lo hizo el año pasado.

La convocatoria de elecciones anticipadas también es
competencia exclusiva del Presidente del Gobierno, y en las
actuales circunstancias la decisión del Presidente está sujeta
al visto bueno del señor Pujol.

La cuestión de confianza es asimismo una iniciativa exclusiva
del Presidente del Gobierno, decisión que también depende del
apoyo que a la misma le dé el señor Pujol, y no se lo dio
cuando se pretendió traer aquí la cuestión de confianza.

La moción de censura, que es el planteamiento de otro
candidato a la Presidencia del Gobierno, con un programa y con
unos apoyos, necesita de un mínimo de 35 Diputados para
poderla presentar. En reiteradas ocasiones, y hoy
solemnemente, manifestamos que si el pueblo español nos
hubiese otorgado la confianza necesaria para haber obtenido el
mínimo de 35 Diputados, esa moción ya se habría planteado, y
con ella hubiésemos demostrado la existencia de otra política,
de otro programa, de otros valores, de otros aires y, sobre
todo, el compromiso de coraje político, talante democrático y
valor cívico para erradicar la corrupción y las tramas negras.

Otra respuesta a las demandas ciudadanas es la que pretende
dar el Gobierno, tanto en el texto de la comunicación previa
al debate como en la intervención del señor Presidente del
Gobierno esta mañana. El Gobierno basa su propuesta en tres
ejes.

Primero. Hay una recuperación de la economía que permite
suponer la creación de 200.000 puestos de trabajo --esto lo ha
dicho un señor Ministro-- durante el



Página 6459




presente año de 1995. El Gobierno nos hace un llamamiento a
todas las fuerzas políticas para que tengamos tranquilidad con
el fin de que dicha recuperación pueda aprovecharse
plenamente.

Segundo. El Gobierno, gracias al apoyo permanente de
Convergència i Unió y a otros apoyos esporádicos, tiene la
estabilidad política suficiente para gobernar.

Tercero. En el segundo semestre del presente año nuestro país
presidirá la Unión Europea y la UEO, lo que obliga a todas las
fuerzas políticas a trabajar para que tales presidencias
honren a nuestro país.

En resumen, el mismo esquema de discurso de siempre: estamos
saliendo de las dificultades, el Gobierno gobierna con
estabilidad y el futuro es esperanzador. Comentemos, siquiera
someramente, estos tres apartados.

Entre los años 1987 y 1991 hubo un crecimiento económico,
medido en términos de PIB, superior a la media europea y, sin
embargo, se siguió destruyendo empleo. En las promesas del
plan de convergencia nos encontramos con una previsión para
1992 de crear 76.000 puestos de trabajo. La realidad es que se
perdieron 243.000. Para 1993 se previó la creación de 203.000
puestos de trabajo. Se perdieron 529.000. Finalmente, la
previsión para 1994 fue la de crear 245.000 puestos de
trabajo, y, según los datos del Ministerio de Economía y
Hacienda, a cierre de 1994, se han perdido 118.000 puestos de
trabajo. El problema del paro no se resuelve con
recuperaciones sin abordar en profundidad los males
estructurales de nuestra economía, los cuellos de botella de
la misma.

No se debe confundir mayoría absoluta con estabilidad
política. En 1993 el señor Presidente tenía mayoría absoluta y
disolvió las Cámaras alegando alarmas sociales, crispación
ciudadana e ingobernabilidad por los problemas existentes. La
estabilidad política no es básicamente una cuestión numérica,
sino el producto de una política en favor de la mayoría.

En cuanto a la Presidencia española del segundo semestre del
presente año, conviene resaltar que las respuestas a los
problemas no se dan desde nacionalidades sino desde
presupuestos económicos, sociales, políticos, culturales y
éticos. Mejor que apelar a la honra sería apelar a una Europa
de plena cohesión económica y social, a una Europa con una
auténtica unión política y a una Europa con una política
exterior común digna de tal nombre.

¿En qué situación nos encontramos? El señor Presidente del
Gobierno ha reconocido, durante su estancia en Lovaina, que
estamos ante una crisis --cito sus palabras-- de las más
complejas a las que hemos tenido que enfrentarnos. Y es
cierto. Sin embargo, la pregunta que tenemos que hacernos en
este debate de reflexión, en este debate de clarificación y
también de recapitulación es la siguiente: ¿Qué procesos han
conducido a esta crisis? ¿De dónde emana la gravedad de la
misma?
Hace años, en España, hicimos una transición política de una
dictadura a la democracia. La sociedad española y las fuerzas
políticas asumieron una delicada operación de transición
pacífica en la que hubo muchas renuncias, sobre todo y
fundamentalmente hubo renuncias por parte de las fuerzas
políticas de la izquierda, muchos olvidos conscientes en aras
de un nuevo clima que facilitase la construcción de un futuro.

Y el pueblo español aprobó mayoritariamente el pacto de
entendimiento y de esfuerzo común para recuperar el tiempo
perdido. Ese pacto fue la Constitución de 1978. Una
Constitución que, en su artículo 1 define: «España se
constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que
propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico
la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político».

La Constitución no sólo califica al Estado de democrático,
sino que también lo califica de social, e impone a los poderes
públicos, es decir, al Gobierno (en este caso a su Gobierno,
señor González), la obligación de promover las condiciones
para que la igualdad y la libertad del individuo y de los
grupos en que se integra sean reales y efectivos. (Artículo
9.º 2).

La proclamación del Estado como social implica asumir el
especial protagonismo de los poderes públicos en el proceso
económico en aras del interés general. Un interés general que
se explicita tajante en el artículo 128.1, cuando se lee:
«Toda la riqueza del país en sus distintas formas, y sea cual
fuere su titularidad, está subordinada al interés general».

Por ello, aun asumiendo la economía de mercado y la libre
empresa, lo hace subordinándolas --cita textual de la
Constitución-- «a las exigencias de la economía general, e
incluso a la planificación». (Articulo 38).

A los poderes públicos (es decir, al Gobierno, a su Gobierno,
señor González) se les pide que se doten para ello de todo
tipo de instrumentos, incluso la intervención directa en forma
de empresario o la reserva al sector público de recursos o
servicios esenciales, cuando así lo exija el interés general.

(Artículo 128.2).

Y por si aún quedase alguna duda al respecto, el artículo
129.2 insta a los poderes públicos (es decir, al Gobierno a su
Gobierno en este caso) para que establezcan --cito ya
textualmente de la Constitución-- «los medios que faciliten el
acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de
producción».

Estos mandatos, estos mecanismos, estos instrumentos
económicos recogidos en nuestra Constitución se orientan a la
consecución de apartados muy específicos y concretos de los
derechos humanos. Así, el artículo 35 dice: «Todos los
españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al
trabajo». O el artículo 40, cuando manda a los poderes
públicos, es decir, al Gobierno, que realicen una política
orientada al pleno empleo. Sin olvidar, entre otros, el
artículo 41: «Los poderes públicos mantendrán un régimen
público de Seguridad



Página 6460




Social para todos los ciudadanos que garantice la asistencia y
prestaciones sociales ante situaciones de necesidad,
especialmente en caso de desempleo...»
Nuestra Constitución abordaba el auténtico reto que tenía y
sigue teniendo nuestro país, la modernidad. Modernidad que no
es otra cosa que centralidad humana, consecución de derechos
humanos. En la respuesta a ese reto se basaba la correcta
transición desde una dictadura a una democracia. La transición
dio el primer paso político consistente en la aprobación de la
Constitución, un paso político que no estuvo exento de riesgos
y de tentativas involucionistas. Soslayadas éstas, quedaba la
perspectiva de culminar la transición abordando en profundidad
la transición económica y social.

Señoras y señores Diputados, para llevar a cabo esa tarea, esa
hermosa tarea, el pueblo le otorgó a usted, señor González, y
a la fuerza política que dirige, la confianza masiva. Hasta
1993, ha tenido usted mayoría absoluta en el Congreso de los
Diputados y en el Senado. Su fuerza política durante estos
años ha gobernado municipalmente sobre el ochenta por ciento
de los ciudadanos españoles. El PSOE ha tenido durante una
década un peso importantísimo en las diputaciones provinciales
y en la mayoría de las comunidades autónomas. Nunca, nunca, en
toda la historia de España se le había otorgado por parte del
pueblo español tanta confianza y tanto apoyo a nadie.

¿Qué ha hecho usted con ese apoyo? La destrucción de tejido
productivo ha sido intensa y creciente. Han desaparecido
sectores enteros de la producción y se han ido o están en
trance de irse multitud de empresas nacionales o extranjeras.

Un simple repaso a empresas nacionales que se van al
extranjero: Acerinox, Viscofan, Derbi, Solac, Pulligan,
Zardoya-Otis, Chupa-chups, Juguetes Vir, Fagor, Adolfo
Domínguez, Lois, Kelme, etcétera.

En 1984 plantearon ustedes un libro blanco sobre la industria.

No sirvió absolutamente para nada. Ahora, al cabo de los once
años vuelven a plantear una iniciativa en torno a la industria
española, pero renuncian a que los poderes públicos impulsen
una regeneración de tejido industrial tan necesaria en estos
momentos, y eso que en la página 23 del documento de ustedes
dicen ustedes: ...pero lo cierto es que el sector privado de
la economía no ha sido capaz de crear empleos netos en los
últimos veinte años. Unos años en los que se ha ido
desmontando el sector público. Las tajadas más suculentas y
rentables del mismo se han ido vendiendo al capital privado.

Al dilapidar las infraestructuras y potencialidades del sector
público está usted impidiendo el protagonismo que a dicho
sector le otorga la Constitución Española.

Desde la Hacienda pública han brotado manantiales que han
llevado a raudales billones de pesetas para sanear empresas
privadas y, una vez saneadas, entregarlas nuevamente al sector
privado. Por no hablar de las ayudas, bonificaciones y
exenciones fiscales, a las fusiones bancarias o del impuesto
de sociedades.

Se ha pasado de un paro del 16 por ciento en 1982, a uno del
24,3 por ciento a finales de 1994. El empleo se ha ido
degradando de tal manera con los contratos de aprendizaje, los
de prácticas y los de tiempo parcial, que el mercado laboral,
después de la llamada Ley de Reforma del Mercado Laboral, se
ha transformado en un submundo de empleo inestable, malpagado
y poco adecuado a la competitividad tan reiterada por ustedes.

Y, pese a ello, ya preparan con Convergència i Unió otra
vuelta de tuerca consistente en abaratar los despidos con la
excusa de hacer fijos los contratos.

En los últimos años se ha desatado una contrarreforma fiscal
basada en mayor presencia de los impuestos indirectos, como el
IVA, que inciden en mayor medida sobre las capas populares,
mayores fiscalidad sobre las rentas del trabajo como
consecuencia del proceso de desfiscalización de las rentas del
capital. Y, como telón de fondo, un problema que ustedes no
han abordado con seriedad y rigor, el fraude fiscal, evaluado
por ustedes mismos en 3,3 billones de pesetas.

La cobertura al desempleo ha pasado de enero a octubre de año
pasado del 64,2 por ciento de los parados al 49,9 por ciento,
sólo en diez meses. Esta cifra es la más baja en los últimos
cuatro años. En la cobertura al desempleo se opera una triple
línea de regresión: menos parados con derecho al desempleo,
menos cuantía en las prestaciones y menos tiempo de percepción
del subsidio. El 70 por ciento de las pensiones está por
debajo del salarario mínimo interprofesional; ocho millones de
personas en España están por debajo del umbral de pobreza,
perciben unos ingresos por debajo de las 37.790 pesetas
mensuales.

A partir de 1993, la política antisocial y errática se ha
intensificado. A las inclinaciones hacia la derecha,
manifiestamente demostradas por el señor González, se ha
venido a sumar el apoyo condicionado de la derecha
nacionalista catalana, un apoyo que ha obligado a elevar aún
más el alto nivel de promesas incumplidas del señor González.

Para muestra, lo que ha ocurrido con el proyecto de ley de
interrupción voluntaria del embarazo, que ha quedado archivado
hasta mejor ocasión.

Se nos ha dicho esta mañana que el Gobierno gobernaba, y la
prueba consitía en el conjunto de leyes, acuerdos y decisiones
tomadas por el Ejecutivo. Pero eso, con ser necesario, no es
suficiente. Gobernar es también ofrecer una imagen de
previsión y de cohesión. El hecho de que a un mes de la
aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, el
Gobierno recorte los gastos en 550.000 millones es un síntoma
de falta de previsión. Y en esta tribuna nuestros Diputados ya
advirtieron que el Presupuesto corría ese riesgo porque estaba
inflado.

Y en cuanto a la cohesión, una simple imagen. Un día un
Ministro habla de la desaparición de los gobernadores



Página 6461




civiles; al día siguiente, otro Ministro lo desautoriza. Otro
día, el Ministro de Trabajo no ve conveniente hablar de
contratos indefinidos a cambio de despido más barato; a los
pocos días es contradicho por el Ministro de Economía y por
Convergència i Unió. En otro momento, el Ministro Eguiagaray
plantea la necesidad de que los bancos apuesten por la
industria. Al día siguiente, el Ministro Solbes lo
desautoriza. Y, para colmo, Solbes, Rubalcaba y García Vargas
se embarcan en una polémica pública en torno a los gastos
sociales del Estado de Derecho.

Y todo esto nos sugiere un interrogante: ¿El Gobierno es la
expresión de un colectivo que decide o un simple agregado de
personas? Cuando el Presidente manifestaba en Lovaina que
había que recuperar la credibilidad de la política y de los
políticos estaba olvidando que sin justicia social, que sin el
cumplimiento constitucional del Estado social, ni hay
democracia plena ni avanzada ni hay sociedad ni hay
estabilidad política.

Señorías, fue Ernest Fraenkel, jurista de la socialdemocracia
alemana, quien acuñó el término «doble Estado» para referirse
al contrapunto del Estado político y legal. Otros autores ya
avanzaron más sobre este concepto.

De nuevo ha vuelto a aparecer éste ligado a la corrupción, al
abuso de poder, a los fenómenos de concomitancia entre el
mundo de los negocios, de la política y de los gobiernos. En
este contexto hay que situar el debate en torno a los GAL. No
se trata de episodios coyunturales ni de simples debilidades
humanas, sino que son las tendencias que surgen del propio
sistema político y de sus relaciones con lo económico y lo
social. ¿Cómo no relacionar el auge de los negocios
supermillonarios obtenidos en tiempos cortísimos con el
predominio de políticas neoliberales y la puesta en marcha de
una desregulación laboral salvaje? ¿Cómo no relacionar la
práctica de diversas formas de terrorismo estatal con una
concepción de la democracia que ha hecho de la palabra
«eficacia» el santo y seña para apartar los valores y la ética
y convertir los derechos y libertades ciudadanas en una
concesión graciosa del Estado y no una conquista histórica?
Las tangentópolis, las filesas, los ibercorp, los GAL y demás
expresan un cambio de cualidad, un salto que amenaza
centralmente a todo el sistema democrático.

El doble Estado empieza a funcionar ya en toda su magnitud.

Frente al Estado legal, se constituyen aparatos paralelos en
los que se entrecruzan y deciden los negocios, gentes de las
administraciones públicas y algunas fuerzas políticas. El
reabierto caso de los GAL y los acontecimientos que estamos
viviendo estos días vienen a abonar las tesis del doble Estado
y también las manifestaciones derivadas del mismo: la
bunkerización del Gobierno, y especialmente de su Presidente,
consistente en eludir responsabilidades políticas ante el
Congreso de los Diputados. ¿Por qué no comparece aquí, en
sesión monográfica, sobre el tema de los GAL? En sesión
monográfica, señor González, no en el debate sobre el estado
de la Nación, ocupando una parte de su intervención; sesión
monográfica; la difusión en entrevistas, declaraciones y actos
públicos por parte de determinadas personas de la dirección
del Partido Socialista Obrero Español, en las que se ha
bordeado la apología del terrorismo de Estado; la atribución a
conjuras o a conspiraciones de lo que es una exigencia de
saneamiento de la vida pública, del funcionamiento del Estado
de Derecho y de la clarificación de las tramas del terrorismo
de Estado; la negativa del Grupo Socialista, compartida con el
Grupo Popular y con Convergència i Unió, a que el proyecto de
ley de fondos reservados contemplase la posibilidad del
control de los jueces sobre dichos fondos en aquellos casos en
que hubiesen sido utilizados presuntamente para la comisión de
delitos. Porque el caso de los GAL es, además de una cuestión
de terrorismo de Estado, con 26 cadáveres puestos en lo alto
de la mesa, el uso de los fondos reservados hasta la
malversación de los mismos; y siendo como son fondos derivados
del contribuyente, constituye por tanto, junto al delito, un
escándalo sin precedentes. Y de todo ello, señor González, es
su señoría el responsable político máximo.

De todo lo anterior se infiere en este debate del estado de la
Nación, recapitulación de toda una época, que el señor
González Márquez y las fuerzas políticas que en este momento
lo sustentan --PSOE y CiU-- tienen en su haber la erosión del
Estado social y democrático de Derecho que recoge nuestra
Constitución: nunca nadie malversó tanto la voluntad de un
pueblo.

Durante años y años en este debate nuestra fuerza política,
después de clarificar su posición, ha expuesto en esta Cámara
sus propias alternativas. Si hacemos historia recordaremos que
ha habido momentos en los que desde este Grupo Parlamentario
de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya hemos tendido la
mano al Presidente del Gobierno y a su Grupo Parlamentario con
una oferta de crear una nueva situación desde la izquierda.

Nunca ha habido respuesta positiva; es más, ni siquiera
respuesta.

En el pasado debate del estado de la Nación pedimos ya la
dimisión del Presidente del Gobierno y planteábamos que
emanase del Grupo Socialista la propuesta de un candidato o
candidata a la Presidencia del Gobierno. Era una propuesta que
tendía un puente al entendimiento, que reconocía el derecho
que le asiste al PSOE, como Partido ganador de las elecciones
de 1993, a seguir ejerciendo el Gobierno, pero también era un
llamamiento a otro programa, a otra forma de hacer política, a
otro talante y a otras alianzas.

Pasado un año y habiendo comprobado que la situación sigue
igual, a este Grupo Parlamentario le quedan tres líneas de
propuesta política: seguir recabando la dimisión del
Presidente del Gobierno, porque consideramos



Página 6462




que hoy por hoy su presencia el frente del Ejecutivo es el
mayor de los problemas. En segundo lugar, manifestar que al no
producirse ese hecho, que pudiera ser el inicio de una nueva
situación, creemos que
debemos pedir, y pedimos simultáneamente con lo anterior, la
convocatoria anticipada de elecciones generales. Dirigirnos a
todos los colectivos políticos, sociales o culturales, a todas
las personas que se declaren de izquierda o se autocalifiquen
como progresistas para manifestarles lo que sigue, y con ello
termino. No está escrito en ninguna parte, ni es ineludible,
que después del felipismo gobierne el Partido Popular. Estamos
a tiempo de promover un tránsito hacia una situación de
Gobierno con un programa de izquierdas. No es cierto que la
pérdida de elecciones por parte del felipismo signifique el
triunfo de la derecha. Cuando de manera interesada se nos
plantea ese dilema, se nos quieren ocultar tres evidencias: la
primera, la derecha nacionalista catalana ya gobierna, impone
sus condiciones económicas y sociales y desvía aún más a la
derecha la política neoliberal del señor González. El Partido
Popular ha subido y está subiendo electoralmente, pero como
consecuencia de la política aplicada por el señor González. La
apelación al beneficio económico por encima de todo, al
individualismo más insolidario y a la cultura del
enriquecimiento fácil, han ido destruyendo los valores de
austeridad, solidaridad, corresponsabilidad y ética defendidos
por la izquierda. González ha hecho una política social que la
propia derecha no se hubiera atrevido a hacer. En ese sentido,
el señor González le ha allanado el camino al señor Aznar. La
derecha y la izquierda no son sólo siglas o nombres, sino
fundamentalmente valores, actitudes, comportamientos y
programas. Las coincidencias entre estas dos fuerzas
políticas, en lo que a política económica y social se refiere,
evidencian cuán poco las separa en estas cuestiones.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, le ruego que concluya.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Termino ya, señor Presidente.

Al llamamiento incorporamos a las personas que en esos escaños
sustentan al Gobierno, y con ellos a los miembros de la
organización a la que pertenecen, para ir a un reencuentro
constitucional en el desarrollo del Estado social y
democrático de Derecho. Repito, para ir a un reencuentro
constitucional en el desarrollo del Estado social y
democrático de Derecho. Y eso supone reemprender un camino en
el que ni personas, ni colectivos, ni ideas del felipismo
estén presentes.

Al hacer el llamamiento en nombre de nuestro Grupo
Parlamentario y de toda nuestra organización quiero dejar
claro que lo hago sin atribución de exclusividad o de
protagonismo único en el campo de la izquierda, sin búsqueda
de la imposición hegemonizante y sin exigencia de abandono de
sigla, valores o tradiciones. Nuestra sociedad necesita de
hacer reformas en profundidad y, simultáneamente con las
mismas, un gran movimiento político y ciudadano que las
respalde, las impulse y las defienda: la reforma de la
política económica, la reforma del Estado y la reforma de la
propia política. Unas reformas factibles y realizables
desarrollando nuestra Constitución, unas reformas que
permitan, junto al desarrollo económico y al desarrollo
constitucional, la real y efectiva independencia entre sí de
los tres poderes del Estado: el Legislativo, el Ejecutivo y el
Judicial. Tres reformas que se sustentan en el principio
básico de la democracia, para la economía, para la sociedad y
para la política.

Necesitamos una política de emergencia ecológica. El cambio
climático como el que nos afecta y que es consecuencia de
crecimientos económicos incontrolados y de pautas culturales
de consumo y confort agresoras al medio ambiente y a los
recursos naturales está cambiando y empeorando el hábitat de
nuestro país. La España desértica avanza, y con ella la
imposibilidad de un desarrollo equilibrado social y
territorialmente. Se imponen con carácter de urgencia planes
de reforestación en terrenos improductivos y en cabeceras de
cuenca, a setenta u ochenta años vista; planes en los cuales
se prime el ahorro en la utilización racional y solidaria
sobre el ahorro energético y fuentes alternativas de la
energía; planes --y ya me queda una hoja, señor Presidente--,
sobre la utilización racional y solidaria de los recusos
hídricos. Se trata de la necesidad de poner en marcha una
economía basada en el desarrollo sostenible.

Necesitamos poner punto y final a esta época. Cuanto más tarde
en producirse la marcha del felipismo, más profunda será la
crisis, y, como dije antes, la salida del felipismo no puede
ser, no tiene que ser, no debe ser fatalmente el Partido
Popular.

Durante muchos años hemos luchado y denunciado la política del
Gobierno, casi siempre en solitario, y el tiempo nos ha ido
dando la razón. No queremos ser meros denunciadores que se
regocijan contemplando cuán acertados estuvieron en la
previsión de los acontecimientos. Queremos salir de esta
situación, y para ello tenemos dos de los elementos
fundamentales: programa y voluntad. Sin embargo, el avance
hacia una situación de pleno desarrollo del Estado social y
democrático de Derecho no puede sustentarse solamente en la
voluntad y en el programa. Se necesita el concurso regenerador
de la sociedad española y de sus fuerzas más lúcidas y más
sabias. A ellas, con humildad y con firmeza, apelamos en este
momento.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

El señor Presidente del Gobierno tiene la palabra.




Página 6463




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, ha sido usted fiel a lo que prometía
esta mañana de hacer un discurso duro y con buena forma.

Permítame que le conteste con buena forma y con un poco menos
de dureza, pero también con claridad.

Ha empezado usted su discurso con imputaciones que, por lo
menos, no respetan la presunción de inocencia, cosa que en
algo que ha repetido a lo largo de su intervención mil veces,
que es el Estado de Derecho, es un principio básico que
reclamo que se aplique a sí mismo, por favor.

Usted ha pedido al principio y casi al final de su
intervención mi dimisión, y ha recordado que ya lo hizo el año
pasado, incluso ha calificado la época como felipismo
reiteradamente en un tono despectivo. Y podríamos pensar que,
efectivamente, ustedes piden mi dimisión por las razones que
más o menos ha tratado de argumentar ahora, o que argumentó el
año pasado, y que se referían a la aparición de determinados
escándalos político-financieros o, ahora, a la reaparición de
una investigación sobre los GAL. La verdad es que esto no es
así. Si fuera así, tendría una explicación y sería aceptable o
rechazable, pero en definitiva respetable. La verdad, es que
esto no es así porque, sin ninguna causa que se parezca a
esto, sin ningún fundamento de ningún tipo, igualmente piden
la dimisión de Manuel Chaves en la Junta de Andalucía y de
cualquier socialista que gobierne, de cualquiera.

¿Por qué? Es bastante evidente, señor Anguita. Usted dice que
yo allano el camino a la derecha. Permítame que le diga que
usted representa la izquierda que le conviene a la derecha de
nuestro país (Fuertes y prolongados aplausos en los escaños
del Grupo Socialista.), exactamente eso. Le voy a decir por
qué. Representa a la izquierda que le conviene a la derecha,
cosa que además se está haciendo casi evidente para todos los
ciudadanos, porque saben que nunca habrá una mayoría de
ciudadanos que sea capaz de apoyar un programa, por llamarlo
de alguna manera, como el que usted expone aquí en política
económica, ni desde la función de la empresa pública, que para
usted es el factor estratégico de desarrollo de la economía
(que ya no lo dicen en ninguna parte, créame, en ninguna
parte; no lo dicen ni en La Habana, puede creerlo, en ningún
sitio) (Risas y aplausos en los escaños del Grupo
Socialista.), ni en el papel de la empresa pública ni tampoco
en el manejo de las cifras, si me permite, señoría, que usted
realiza.

Verá usted. No voy a entrar en el análisis que ha hecho, desde
el punto de vista constitucional, de las soluciones que se
pueden dar a una crisis política. Evidentemente, están todas
las que usted ha dicho, incluida la que yo propongo de seguir
gobernando. Ha dicho, a continuación de ese análisis, que pasa
desde la cuestión de confianza por la moción de censura,
etcétera, haciendo descalificaciones a todo el mundo, en tono
suave, mesurado, pero descalificaciones, tanto al Gobierno que
presido, a mí mismo, como al apoyo parlamentario de
Convergència i Unió (como si fuera algún delito que hubiese
apoyos parlamentarios entre fuerzas políticas que creen
razonablemente que pueden hacer cosas en común), ha dicho,
entre otras cosas, algo como esto: entre los años 1987 y 1991
se ha destruido empleo. Como ha mencionado esos años, he
tratado de ver qué pasa entre 1987 y 1991. Además de que se
crecía por encima de la media europea, como dice, no sólo no
se destruyó empleo sino que, en términos EPA, no de paro
registrado sino en términos EPA --que le gusta manejarlo más,
igual que a la derecha--, en 1987 había 11.452.000 ocupados y
en 1991, 12.609.000 ocupados. Se crearon en estos cinco años
1.157.000 empleos, con una media de 230.000 empleos cada año.

Si se dice de esos años que se ha destruido empleo, no se
tiene la menor aproximación a la realidad. Además, si quisiera
aproximarse a la realidad y no a la fantasía con la que a
veces nos expone una especie de programa, sabría que ha habido
1.700.000 mujeres que en una década se han incorporado al
mercado de trabajo, que ha habido la generación de jóvenes más
importante de toda la historia de España incorporándose al
mercado de trabajo durante esos años de esa década, que ha
habido una vuelta de la emigración, no sólo un flujo
migratorio sino más movimientos migratorios, o que ha habido
la desaparición, cosa lógica en todo proceso de modernización,
de un millón de activos en la agricultura. En esas
circunstancias se ha producido el desarrollo económico de 1987
a 1991.

Usted niega la recuperación económica. Déjeme decirle: ¿a qué
me suena que nigue usted que estamos recuperándonos
económicamente y creando empleo? Me suena a algo que acabo de
oír y que acabo de oír precisamente desde la óptica política
contraria. Igual que hace una valoración de la Presidencia
europea que, en realidad, es la valoración que subyace en su
manera de ver la construcción europea. Iba a decir en la
manera de verla de su Grupo, pero voy a ser respetuoso, porque
no creo que todo su Grupo vea de la misma manerala
construcción europea. Como usted ha sido respetuoso con mi
Grupo y no ha confundido a todo el Grupo con el felipismo (por
tanto, les ha hecho el favor de separarles de lo que puede ser
calificado de felipismo), yo voy a separar a su Grupo del
anguitismo desde el punto de vista europeo (Risas.), porque
creo que su Grupo no comparte su posición a ese respecto.

Usted ha hecho una lectura de la Constitución económica y de
derechos humanos. Dice usted que el Partido Socialista ha
tenido un gran depósito de confianza --tiene razón--, varias
veces además, y todavía en el momento actual gobierna porque
tiene la mayoría del país con el Partido. Esto es así y se
pregunta usted qué hemos hecho con eso. Es verdad que a veces
un político



Página 6464




se encuentra con la responsabilidad de decir: ¿Qué hace uno
con el capital político que tiene? ¿Qué hace con la
popularidad? ¿La arriesga haciendo la política que hay que
hacer o la mantiene conservándola en una urna de cristal para
que nadie diga nada nunca de uno? ¿La arriesga? A usted y a su
partido le han pedido en Andalucía que tome el riesgo
gobernando, tomando decisiones. ¿Por qué allí han dicho que
no? ¿Cuál es la razón? ¿Qué es el felipismo? ¡Si le han hecho
la oferta de discutir un programa!
Cuando me pregunta qué hemos hecho con ese depósito de
confianza le contesto: Educación, sanidad, pensiones,
carreteras, teléfonos, modernización e igualdad como nunca se
había hecho. Eso está ahí, a pesar de que ha habido muchos
errores que yo reconozco y que usted jamás reconocerá en su
trayectoria porque no entra dentro de su capacidad de ver las
cosas.

Usted nos acusa de inclinaciones a la derecha y dice que nos
derechiza aún más Convergència i Unió. Yo creo que hay un
Gobierno apoyado por unas fuerzas que conforman el
centro-izquierda. A partir de ahí usted confunde los
escándalos político-financieros con algunos problemas
relacionados con la lucha antiterrorista o con grupos como los
GAL hablando de un Estado legal y de un Estado paralelo.

Mire usted, el afianzamiento de la democracia después del año
1981, se ha producido en la etapa de Gobierno que yo he
presidido. Usted dice que hemos erosionado el Estado
democrático y social de derecho. Nosotros hemos construido lo
que hay de Estado social y democrático de derecho. Lo que hay
lo hemos construido con nuestro esfuerzo y le voy a decir algo
serio: nunca con su apoyo, ni siquiera con su comprensión.

(Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.) Por tanto, yo
no voy a discutir con usted --está en su derecho-- que pida la
dimisión del Presidente del Gobierno o las elecciones
anticipadas. Ni siquiera voy a discutirle que tenga derecho a
hablar de felipismos y a dirigirse al Partido Socialista para
que supere ese felipismo. Ni siquiera le voy a pagar con la
misma moneda, pero, señor Anguita, cuando usted me habla de
erosión, de distanciamiento con la sociedad o de temas de esta
naturaleza, por favor, respete usted la autonomía sindical.

(Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Gracias, señor Presidente.

Sosiéguese, señor González. (Risas.) Atempere los espasmos de
la bilis y responda con la dignidad que se espera de un
Presidente de Gobierno. (Rumores.)
Su señoría en la réplica ha querido transformar el debate en
un patio de vecindad. Ha empezado a hacer imputaciones un
tanto escandalosas, que yo voy a desmontar una a una entrando
en los datos, sin descomponer el gesto y sin faltar el respeto
que debo a los señores Diputados y a los telespectadores.

(Risas.)
Voy a empezar por lo último. Hay una imputación, hecha
seguramente cara a la calle, de que ni mi grupo político ni yo
hemos querido mojar determinadas popularidades. Falta usted a
la verdad. No quiero utilizar la palabra mentir, es demasiado
dura. Falta usted a la verdad, señor Presidente. Aquí, yo, el
5 de abril de 1990 le ofrecí a usted veinticinco puntos para
negociar un programa de izquierdas. No contestó. Pero, algo
más, si los programas son buenos o malos se ve en la mesa,
debatiéndolos, no con esa especie de complejo de superioridad,
de repelente niño Vicente, diciendo: no, no, esto no sirve
para nada.

El día 20 de septiembre del año 1993 escribí a S.S. una carta
indicando que S.S. pusiese la fecha para unos encuentros
simplemente, le dije, para darle a conocer nuestras
alternativas. Fíjese, señor González, íbamos a plantearle
nuestras alternativas. Estamos deseando discutirlas. Usted no
se ha dignado responder a esa carta. Por tanto, cuando usted
nos imputa que no queremos mojarnos diga que usted no ha
querido saber nada con los programas y las propuestas de
Izquierda Unida.

A partir de ahí, usted plantea que tenemos una visión muy
sesgada, muy especial de la construcción europea, y acude al
grupo parlamentario intentando meter un caballo de Troya.

Aquel grupo parlamentario manifestó su crítica a Maastricht.

Pero le voy a decir algo: con nuestras críticas a Maastricht,
que comparten todos los escaños de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, nada menos que la portavoz del Grupo Europeo
acaba de aprobar o poner en marcha un documento que nos deja a
nosotros muy por debajo de las críticas a Maastricht. Y, es
más, críticas a Maastricht hechas por diputados del Grupo
Socialista, y a Maastricht le hace además la crítica la
realidad de estos momentos, no solamente nosotros.

Cuando S.S. me imputa a mí, y lo hace como cualquier
instrumento del Santo Oficio: ¡Niega usted la recuperación!
No, señor González, es la inercia que le ha hecho a usted
decir que yo niego algo. He dicho que la recuperación no
significa creación de empleo. Luego yo no la he negado. He
dicho que no crea empleo «per se»; que para crear empleo hace
falta eliminar y solucionar los graves problemas y los cuellos
de botella de la economía española. No me diga a mí que yo he
negado la recuperación. Se equivocó seguramente de grupo. Está
equivocado seguramente de grupo al dirigirse a Izquierda
Unida.

Ha dicho que yo me aferro o planteo la empresa pública casi...

Usted lo ha planteado como si fuese una especie de pócima que
nos inventamos. Señor Presidente del Gobierno, ¿qué dice la
Constitución de la empresa pública? ¿Qué dice la Constitución
de la empresa pública? Yo he venido aquí a plantear los
artículos de la



Página 6465




Constitución española, y ustedes, en el documento de la
industria, reconocen que la empresa privada en veinte años no
ha creado puestos de trabajo, empleos netos en la industria.

Son ustedes los que lo dicen. Cuando yo planteo la empresa
pública estoy planteando el desarrollo del texto
constitucional. En todo caso, como usted me imputa, pudiera yo
exagerar en la defensa apasionada del sector público, pero
S.S., con la competitividad en el mercado y la recuperación, y
esperar el milagro, no se sabe de dónde, porque cuando S.S.

viene a esta tribuna todos los fallos son del extranjero y los
aciertos son de ustedes, y cuando plantea la crisis habla como
algo etéreo, inconsútil, no tiene cuerpo, no tiene cifras.

¿Habrá alguien más grande que el gran Houdini, que usted, que
se escapa de enfrentarse con los datos concretos?
Cuando S.S. dice: esta es la izquierda que le conviene a la
derecha, ¡qué frase más hermosa! Y el señor Pujol ¿de qué
filiación ideológica es? Y la reforma del mercado laboral ¿es
una reforma desde la izquierda? Yo no sé si es la izquierda
que más le conviene a aquellos bancos. Desde luego, esa es la
supuesta izquierda que mejor ha desarrollado los pactos con
los poderes económicos que había antes y ha hecho las
propuestas económicas más conservadoras que se han planteado
en toda Europa. Ustedes han hecho la política de la derecha y
por eso le están allanando el camino a los bancos que están en
la derecha. ¿Datos? ¿Medidas de gobierno? ¿Planteamientos de
la reforma del mercado laboral? ¿Filosofía? ¿Ideología?
¿Valores? La eficacia. La modernidad. Ni un dato ni una cifra
ni un arreglarse la Constitución ni una previsión. Simplemente
para ir trampeando cada minuto.

Su Señoría me ha citado el caso de Andalucía. Cita casos de
otros lugares cuando no es lo que estamos discutiendo aquí. Yo
acabo de demostrar a S.S. que desde Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya le hemos tendido la mano con propuestas de
izquierda. Se me pasa una nota donde perla por perla escuche
usted esta otra perla. Dice el portavoz del PSOE en el
Parlamento andaluz: Se puede gobernar sin la confianza del
Parlamento. Esta es otra perla. ¿Quiere usted que degrademos
el debate y empecemos aquí a tirarnos cosas que han dicho
algunos compañeros? Usted, si quiere, degrádelo. Yo no entro a
degradarlo. Esta es simplemente una perla de cómo se podía
contraatacar. Pero, sigamos.

Su señoría plantea que yo le pedí la dimisión por los temas de
corrupción y escándalo. No, no. Relea S.S. el «Diario de
Sesiones». No entré en eso. El paro y la corrupción ocupan el
cuarto o quinto lugar. El primero fue el fracaso en política
económica; en segundo lugar, el paro --por eso puse énfasis en
las cuestiones sociales-- y, en último lugar, las cuestiones
de corrupción. Repase el «Diario de Sesiones».

Termino. Su señoría ha hablado de graves imputaciones, y yo he
tenido en cuenta --dice-- la presunción de inocencia. Vamos a
ver, señor González. Me refiero al tema de los GAL y a la
imputación que yo le he hecho fuera de este hemiciclo y en
este hemiciclo.

Usted, señor González, esta mañana ha dado una larga cambiada
al hablar del desarrollo del terrorismo de Estado y lo situaba
por el año setenta y tantos, creo. Sin embargo, los GAL se
crean en España en 1983 y su última víctima es García Goena,
en 1987.

¿Por qué yo he hecho esa afirmación? ¿Por qué yo me he
atrevido a decir que políticamente usted es el responsable
máximo? Deduzcamos de los hechos. Para empezar, S.S. se ha
sentido molesto en estos últimos tiempos. Yo, simplemente, le
refrescaría la memoria. Hagamos un ejercicio de indagación.

¿Por qué respondió: Al Estado también se le defiende desde las
cloacas? Un Presidente del Gobierno no puede decir eso, a no
ser que lo pillen en un renuncio o en un momento de debilidad.

Cuando un Presidente de Gobierno dice que al Estado también se
le defiende desde las cloacas, algo puede haber, por lo menos,
de connivencia sentimental. No lo ha dicho usted.

En segundo lugar, ¿es cierta --y, si no, por qué no lo ha
desmentido-- la imputación que se hace desde cierta editorial:
Mientras ETA siga matando, nosotros seguiremos matando a ETA?
Eso era para haber montado aquí un debate. Con eso sólo
hubiese bastado para que S.S. hubiese venido aquí. Pero hay
más: los silencios. ¿Por qué ahora contesta? ¿Por qué hubo un
silencio cuando desde el PNV en la revista «Euskadi» se
plantea, en declaraciones del señor Arzallus, que el Gobierno
está metido por medio? Silencio. Tengo la revista, la puedo
mostrar, con la fotografía del señor Arzallus. He traído la
fotocopia.

En segundo lugar, cuando la revista «Tiempo» habla de la
guerra sucia contra ETA, ¿por qué no hubo una respuesta?
Silencio.

Cuando don Pedro Rodríguez, que falleció a las pocas horas de
su conferencia en La Toja, plantea que incluso el señor Fraga
--dice don Pedro Rodríguez, que en paz descanse-- indica al
Presidente del Gobierno: No se preocupe, que a usted no le
sacaremos los colores por lo que haga contra ETA. Habría que
haberlo
desmentido. Yo no lo creo, simplemente apunto: esto aparece.

En los documentos de esta fuerza política, en 1990 y en años
anteriores, hemos hablado de los GAL y de las
responsabilidades del Gobierno y en declaraciones públicas yo
lo vengo haciendo año tras año. ¿Por qué ahora? Por tanto, si
ha habido antes testimonios, declaraciones, imputaciones y ha
habido un silencio por parte del Gobierno, ¿por qué ahora?
Porque ahora hay algo más que declaraciones. Ahora hay lo
siguiente; señor González, y me gustaría que usted contestase
a esto. Cuando aparecen las primeras noticias de que se está
actuando en Francia y después se comprueba que hay un
subcomisario, un inspector, ¿se investigó en el Ministerio



Página 6466




del Interior? ¿Usted mandó la investigación? Cuando leyó la
información, ¿usted consultó con el ministro? ¿Qué hizo? ¿Se
hizo esa investigación? ¿Con qué fecha? ¿Quién la inició? ¿Qué
resultados hubo? Porque si no se hizo la investigación, si no
se encargó a nadie, eso se llama en cierta medida
responsabilidad por omisión consciente. Pero hay más.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, le ruego que concluya.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Voy terminando.

Cuando han ido apareciendo fondos reservados, fondos
reservados que solamente cuatro personas podían manejar, y han
aparecido ya con comprobantes, comprobantes que se hicieron en
una comisión frente al antiguo Ministro del Interior, señor
Asunción, comprobantes que obran por valor de 7.000 millones
de pesetas, cuando se está demostrando que ha funcionado y que
el manejo de los fondos reservados ha sido un patio de
monipodio, ¿por qué no ha preguntado S.S. qué estaba pasando o
las conexiones que había con eso? Es decir, dos funcionarios,
el subcomisario Amedo y el inspector Domínguez son los
responsables. ¿Y los permisos a estos señores para viajar a
Francia o a Lisboa? ¿Y con qué dinero se movían? Pero, ¿qué
pensaban sus jefes superiores, sus jefes políticos, que hoy
están en prisión preventiva? No hago ninguna imputación,
simplemente digo que están en prisión preventiva. ¿Qué hacen?
Lo que pasa es que comienza a surgir algo que parecía que
estaba callado. Por eso, ahora salta usted. Sin embargo, tuvo
mucho tiempo para poder hacer la investigación, para poder
hacer las averiguaciones y eso, por no haberlo hecho,
significa que en estos momentos se encuentra usted en una
posición bastante difícil. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, telegráficamente. Primero: Usted ofreció
veinticinco puntos y dice que no contestamos. Sí, respondimos,
y rspondimos que no estábamos de acuerdo. Por consiguiente, sí
había una respuesta a sus famosos veinticinco puntos: no
estábamos de acuerdo, igual que no estoy de acuerdo con las
propuestas --por llamarlas de alguna manera-- de política
económica que usted hace desde la tribuna, debate tras debate.

Estamos en un desacuerdo profundo, tiene usted razón, y yo
creo que lo que usted propone, honradamente, no es ni de
izquierda ni de derecha, es de otra galaxia, de una realidad
inexistente. (Risas.--Rumores.) Eso es lo que yo creo. Y lo
digo con respeto. Usted ha dicho que yo le he descalificado y
le he insultado. He citado una sola vez la expresión
anguitismo y usted veinte la expresión felipismo; fíjese usted
la diferencia.

Me dice usted que me escribió una carta para solicitar un
encuentro el 20 del septiembre --me parece que ha dicho-- de
1993, y que no recibió respuesta. Tiene usted razón, salvo en
una cosa. No me escribió una carta, hizo una carta abierta a
través de los medios de comunicación, a la que nunca, en
ningún caso, he dado respuesta. Me indican sus compañeros que
es otra. No recuerdo si había otra; pero, desde luego, cuando
recibo una carta a través de los medios de comunicación, antes
de recibirla directamente, créame, nunca hago uso de ese
derecho que debería ser el de hacer una declaración pública en
respuesta a la carta.

Verá usted. El problema de la recuperación y del empleo
depende, fundamentalmente --y en eso está de acuerdo
prácticamente todo el mundo--, del tipo de reformas
estructurales que se hagan. La recuperación es una condición,
sin duda alguna, necesaria, pero es posible que no llegue a
ser suficiente. Por eso le he dicho que, cuando se manejan las
cifras, hay que ser bastante respetuosos con ellas. Desde 1987
hasta 1991, usted ha dicho algo que simplemente no se
corresponde con la realidad. Yo estoy seguro de que el
crecimiento en España, ahora, con una tasa de crecimiento del
2 por ciento ya se ha producido en paro registrado --preciso
además el lenguaje-- una disminución de 150.000, si la tasa va
hasta el 3 por ciento, es muy probable que la disminución del
paro se produzca en mayor escala. ¿A qué se debe esto? Yo creo
que se debe, fundamentalmente, a que empiezan a operar algunas
reformas económicas, de carácter estructural, entre otras la
reforma del mercado de trabajo, que hacen más flexible la
posibilidad de ocupación y de empleo. Ya sé que usted con eso
va a discrepar. Ahora, yo estoy absolutamente convencido de
que con la política que usted propone se crearía muchísimo más
paro, habría, por consiguiente, un grado mayor de desempleo y,
desde luego, de destrucción del tejido industrial. En los
últimos veinte años, lo que ha pasado en España, desde el
punto de vista industrial, es perfectamente comparable a lo
que ha pasado en el resto de los países europeos --hablo desde
el punto de vista de la industria--, con muy pocas
excepciones, si hay alguna. Quizá el único país que ha creado
empleo industrial en veinte años haya sido Alemania, pero el
resto de los países han descendido en el empleo industrial,
que creo es al que usted se refiere cuando está hablando del
freno del empleo en la industria durante veinte años.

No voy a insistir de nuevo en el papel de la empresa pública.

Usted indica que la Constitución dice eso. Es verdad; habla de
un órgano de planificación. La Constitución, además, tiene una
gran amplitud, una gran capacidad omnicomprensiva de
posiciones políticas muy diferentes, pero realmente usted es
un intérprete, digamos, peculiar de la Constitución, y creo
que es un mérito que le reconoce todo el mundo.




Página 6467




Ha dicho usted que en Andalucía ha habido una declaración del
portavoz. Yo he hecho una pregunta que era distinta o he
revelado una cuestión que era distinta, y es que ustedes no
han querido asumir la responsabilidad de gobernar en Andalucía
y además han pedido allí también la dimisión del Presidente de
la Junta de Andalucía. No sólo la piden a nivel de todo el
Estado, a nivel nacional, la piden también en Andalucía.

Ha citado una frase que yo he dicho en una ocasión, que no
debería tener que explicarle a usted, que usted debería
comprender perfectamente, porque el Estado lo es todo. Ha
hablado insistentemente de los fondos reservados, y esto es
siempre, naturalmente, un intento de crear una trampa, porque
usted sabe que yo tengo la obligación legal de no hablar sobre
los fondos reservados y, por consiguiente, si no hablo, puede
decir: se niega a hablar y si hablo, usted me lleva a cometer
una infracción delictiva contra una ley que me impide hablar
de fondos reservados. En todo caso, yo prefiero asumir la
responsabilidad de no cometer un delito, que es mi
responsabilidad como gobernante. Por consiguiente, ese es un
terreno donde usted puede moverse, seguramente, a gusto.

Me dice usted que ha habido o no se han hecho investigaciones
por parte del Gobierno. He tratado de explicar, además, esta
mañana que todas las acciones se han producido en Francia. Sí
ha habido investigaciones, todas las que se han hecho han sido
realizadas por las fuerzas de seguridad del Estado, las que se
han hecho dentro de España, las que nos corresponden, tanto
por cuenta propia --por la solicitud de cualquier autoridad
judicial-- como por cuenta de las peticiones de las
autoridades francesas. Por tanto, sí se han hecho; se han
hecho y ha habido personas en la cárcel, incluso ha habido
extradiciones en relación con este tema, y todavía quedan
algunas personas. Ahora, le voy a ser absolutamente honesto
con esta cuestión en un tema que espero que muchos ciudadanos
comprendan muy bien. Usted me puede decir que hemos estado más
preocupados por la lucha contra ETA en 1984, 1985 y 1986 que
de la lucha contra los GAL, me lo puede decir, eso me lo puede
imputar, y yo le voy a decir que quizá tenga usted razón.

Estábamos preocupados de la lucha contra ETA en mayor medida,
lo cual no quiere decir que no estuviéramos preocupados de las
actuaciones y del terrorismo de los GAL. Quizás tenga usted
razón, y espero que todo el mundo lo comprenda, entre otras
cosas porque le voy a decir algo que creo uno no puede nunca
olvidar: en un año --repito, en un año--, ETA ha cometido más
crímenes que todos los grupos antiterroristas en toda la
historia de la democracia (Aplausos.) Eso yo creo que a
cualquier gobernante y a cualquier demócrata le pesa como una
losa. No quiero que malinterprete mis palabras, quiero que las
tome como le digo, que me ha preocupado en primer lugar y
prioritariamente ETA, pero también me han preocupado los GAL.

Usted sufre además un error de memoria. Desde el año 1983
hasta hoy hay una serie de declaraciones por mi parte, todas
en la misma dirección de condena, y ninguna se me puede
atribuir, pública ni privada, de otro signo, y si hay alguien
que lo ha dicho, dice usted, en un editorial que yo no he
leído, dígale usted a ese alguien que miente y además que sabe
que miente, dígaselo de mi parte, porque nunca me habrá oído
decir algo semejante, y usted no se debería hacer eco de
mentirosos. (Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.--El
señor Anguita pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, muy brevemente.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Con brevedad.

¡Qué lapsus, señor González! Los GAL no son grupos
antiterroristas, son terroristas, exactamente igual que los
otros, y por tanto tenían que ser condenados con la misma
fuerza que los de ETA, porque también ese terrorismo ha estado
animando y dando justificaciones al de ETA.

Señor González, ya que S.S. está dispuesto a hablar del tema
dentro y hasta los límites que puede, ¿por qué no adquiere el
compromiso de comparecer ante este Parlamento en sesión
monográfica para hablar del tema de los GAL? De verdad que la
opinión pública y nosotros se lo agradeceríamos mucho.

(Rumores.)
Otra cuestión, la carta famosa. Flaca memoria tiene el señor
Presidente del Gobierno. Hubo una carta de fecha 20 de
septiembre, y yo le escribí una carta abierta a los cien días
de que S.S. no se dignara contestar, como debiera, siendo como
es Presidente del Gobierno, al dirigente de la tercera fuerza
política en el país.

Su señoría habla, y vuelve a hablar una y otra vez, acerca de
los conceptos anticuados que yo pueda tener de la economía o
de la planificación. Señor González, son los que están en la
Constitución española y ésta no admite, como el chicle, que se
estire. Hay mandatos imperativos que S.S. no creo que
desconozca, es que no quiere hacerles caso. Porque éste es el
problema. El problema es que está haciendo una política
económica al margen de la propia Constitución. Yo le leído, a
propio intento, una serie de artículos que son mandatos
imperativos a los poderes públicos y ruego a los señores
diputados, cariñosamente, que esta tarde como entretenimiento
repasen la Constitución, por si recuerdan esos artículos que
son mandatos imperativos al propio Ejecutivo.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez):
Brevísimamente. Señor Presidente, señorías,



Página 6468




esta mañana ya califiqué al GAL como un grupo terrorista. Se
llaman Grupos Antiterroristas de Liberación. Esas son las
siglas. Los anteriores también tenían denominaciones muy
parecidas; antiterroristas de liberación, se llamaban éstos.

Igual que ETA es el desarrollo de una sigla que no se
corresponde después con lo que hacen. Eso me parece evidente.

Usted no parece haberlo entendido.

De nuevo vamos a rondar sobre la carta. Al final resulta que
sí, que la hizo pública. No contesto a cartas públicas por
procedimientos privados, señor Anguita. (Rumores.)
Después usted ha dicho que yo considero que su concepto de la
economía es anticuado. En absoluto. Esta vez no he empleado la
expresión anticuado. Creo que no pertenece a la realidad, que
no es lo mismo. Desde luego anticuado también es. Hubo alguien
que quiso hacer realidad esa política de centralización
económica y de sector público hasta el extremo de que todo era
sector público y a las consecuencias deberíamos atenernos
todos, porque las consecuencias son muy evidentes hoy, si
hubiera que estar contando esa experiencia, más o menos, en
términos de discusión, de debate y de duda; pero hoy es tan
claro que uno visita Rumanía y no puede más que ponerse las
manos en la cabeza de lo que allí ha pasado. No puede ponerse
más que las manos en la cabeza. (Un señor diputado pronuncia
palabras que no se perciben.) Sí, por favor, estoy hablandode
un país que es muy querido por alguno de ustedes.

Mire usted, señor Anguita, si el mandato constitucional fuera
la aplicación de la política económica que usted dice,
seguramente habríamos cometido un error en la elaboración de
la Constitución. Por fortuna es usted el único intérprete de
la Constitución que considera obligatorio hacer lo que usted
dice como mandato constitucional.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra
el señor Molins. (Rumores.--Varios señores Diputados abandonan
el salón de sesiones.)
Señorías, guarden silencio y ocupen sus escaños.

(Pausa.--Continúan los rumores.)
Señorías, guarden silencio. (Pausa.)
Cuando quiera, señor Molins.




El señor MOLINS I AMAT: Gracias, señor Presidente.

Señorías, desde el 6 de junio de 1993, y como consecuencia de
los resultados electorales, se definieron de hecho dos
estrategias políticas: Por un lado, la de aquellos que
consideraban necesaria la convocatoria de unas nuevas
elecciones, porque entendían que con el Gobierno resultante de
aquellas primeras no había ninguna posibilidad de protagonizar
una recuperación económica. Resulta innecesario recordar a
S.S. las manifestaciones, frases y declaraciones con que se
intentaba demostrar esa primera estrategia; muchas de ellas
fueron pronunciadas desde esta misma tribuna.

Una segunda estrategia se integraba alrededor de los que
creían que se debía trabajar sobre la base del resultado
electoral del 6 de junio, precisamente para hacer posible la
recuperación económica, inflexionando la política económica
para hacerla más acorde con las necesidades del país. También
resulta innecesario recordar aquí quiénes defendían esta
estrategia, también desde esta tribuna. Estoy seguro, en
cualquier caso, de que no dudan SS.SS. que esta ha sido la
estrategia defendida por nuestro Grupo parlamentario.

Transcrurrido un año y medio desde las elecciones de junio de
1993, las estrategias siguen siendo las mismas, aunque
apoyadas ahora en argumentos distintos. Así, aquellos que
decían que lo que convenía era convocar unas elecciones
anticipadas lo siguen diciendo, pero argumentando ahora que de
no celebrarse se perjudicaría la recuperación económica,
recuperación que antes simplemente negaban pudiera llegar a
producirse. Lo que antes era la negación de una posibilidad,
ahora se convierte en una realidad que, para continuar,
precisa de la misma estrategia: convocar elecciones
anticipadas. Por nuestra parte, los que decíamos que lo que
procedía era precisamente trabajar para hacer posible esa
recuperación económica, animados por los resultados que se han
producido, decimos hoy que ahora debemos aprovechar la
oportunidad para seguir avanzando en el proceso de esta
recuperación económica, recuperación que una convocatoria
anticipada de elecciones podría ralentizar, perjudicar o
incluso hacer retroceder. Las estrategias siguen en alto y a
veces da la sensación de que las espadas también. Ambas
estrategias son legítimas, las dos, y al afirmarlo nos
gustaría que este reconocimiento de legitimidad lo hicieran
también aquellos que defienden la estrategia opuesta a la que
nosotros proponemos.

¿Hay algo que haga cambiar nuestra valoración de lo que
conviene al país, algo que nos haga entender las cosas de
forma distinta a como las entendíamos en julio de 1993? Pues
no, bien al contrario. Y por ello, para empezar por donde
probablemente debería concluir, afirmo ya de entrada que
nuestro Grupo parlamentario seguirá apoyando la acción del
Gobierno en la medida en que ésta se identifica con unos
planteamientos que, desde la discrepancia, podemos compartir
en el campo de la política económica y del desarrollo
autonómico de España.

Como lo dijimos en junio de 1993, en la misma forma en que lo
hemos practicado durante 1994 lo haremos en 1995, y nuestra
voluntad sería seguir haciéndolo en los nuevos ejercicios
presupuestarios. Mientras exista una política que compartamos,
la estabilidad no flaqueará por falta de una mayoría
suficiente ni en el Congreso ni en el Senado.

Es así, en todo caso, como entendemos que debe servirse al
interés general. Es así como creemos que debemos



Página 6469




dar respuesta a las personas que se encuentran sin trabajo, a
los que tienen miedo de perderlo, a los jóvenes que tienen
puesta su mirada en cómo se definen las perspectivas de
futuro, en los problemas que afectan a los agricultores, a los
comerciantes, a los trabajadores autónomos, a los pequeños
empresarios. No queremos distanciar nuestro discurso político
de las necesidades reales del país; no queremos ensimismarnos
en la acción política que, al final, sólo interesa a los
propios protagonistas de la misma.

¿Cuáles eran los parámetros que daban idea de la situación y
marcaban nuestra posición en ese momento de 1993? Una errónea
política económica, decíamos entonces, más atenta a las
exigencias de financiación de un déficit descontrolado que a
las necesidades de una economía productiva, había castigado y
empobrecido nuestra industria, olvidado la agricultura,
generado las bases de una gravísima recesión económica, con
las consecuencias de un importante paro creciente, pérdida de
competitividad, déficit comercial, caída de la inversión y una
larga lista de indicadores económicos negativos. La
contundencia de los efectos de esa crisis, que a su
profundidad añadió la velocidad con que se produjo, fue
todavía mayor al producirse en un entorno laboral con las
rigideces que caracterizaban al nuestro en aquel momento. Un
panorama, en definitiva, que sólo podía ser superado por una
acción de Gobierno en dirección bien distinta a la realizada
hasta ese momento.

Frente a una política económica caracterizada por la
existencia de un nivel de cambio de la peseta muy
sobrevalorado, altos tipos de interés, un mercado laboral muy
rígido y una política fiscal expansiva que gravaba la
producción y el empleo, nuestro Grupo exigió y obtuvo en buena
parte de esta Cámara y del Gobierno una nueva acción en
materia económica caracterizada por la adecuación de la
política cambiaria y la flexibilización de la política
monetaria, el control del gasto y el rigor presupuestario, la
adopción de medidas fiscales de estímulo a la economía
productiva y la puesta en marcha de la reforma laboral. Hoy,
un año largo después, la situación es bien distinta. En 1994
el producto interior bruto ha crecido cerca de un dos por
ciento; la inversión por primera vez en los últimos tres años
ha tenido tasas de crecimiento positivas; el desempleo se ha
reducido en 149.000 personas y el déficit público ha
disminuido por primera vez en los últimos seis años.

Quisiéramos resaltar a este respecto que, en este ejercicio de
1994, el grado de cumplimiento del presupuesto ha sido el más
alto desde 1978. Para un país, como el nuestro que tiene en el
déficit público el peor de sus problemas y que,
tradicionalmente, jamás había conseguido cumplir los
presupuestos, este dato nos parece sumamente importante y
positivo cara a los esfuerzos que en el mismo sentido deben
seguir realizándose en el ejercicio actual y posteriores.

Dos variables no han evolucionado a lo largo de 1994 en forma
tan positiva. Por un lado, la inflación, que a pesar de
convertirse, con el 4,3 por ciento, en la menor de los últimos
25 años sigue representando uno de nuestros desequilibrios más
peligrosos en cuanto a que su evolución no reduce
diferenciales con nuestros más directos competidores y, en
particular, con los países de la Unión Europea. En segundo
lugar, los tipos de interés, que a lo largo de los últimos
meses han frenado su proceso de reducción e incluso se han
incrementado, aunque de manera moderada. Todos estos índices,
señor Presidente, señorías, marcan una situación bien distinta
de la contemplada en los inicios de 1994: el cambio de
tendencia que se insinuaba en aquellos momentos se ha visto
confirmado por el claro y nítido crecimiento económico de los
últimos doce meses. Ni los más optimistas se atrevieron a
pronosticarlo. Hoy es una realidad, pero una realidad que
exige nuevos y continuados esfuerzos. Sigue siendo
imprescindible una acción de gobierno rigurosa en el control
del gasto y del déficit y, al mismo tiempo, decidida en el
estímulo de la competitividad de la economía productiva.

Señor Presidente, señorías, ciertamente no ignoro que hay
otros hechos y otras circunstancias que preceden y enmarcan
este debate. España ha vivido importantes momentos de tensión
alrededor de algunos casos de corrupción y, en los últimos
tiempos, el rebrote del tema del GAL ha convulsionado a la
opinión pública. En relación con todo ello quiere nuestro
Grupo señalar su posición, sentando al efecto las siguientes
afirmaciones.

Primera: apoyamos plenamente y nos sentimos totalmente
identificados con la resolución del Consejo General del Poder
Judicial reclamando respeto para su función y para la
independencia que debe acompañarla. Este respeto es el que ha
presidido siempre nuestra actuación, cuando en tantas
ocasiones hemos señalado que no procedía interferirse en la
acción de la justicia. Muy a menudo, desde la acción política,
se aplaude la resolución judicial cuando coincide con las
tesis que se defendían, pero se censura cuando se produce en
términos distintos. Y es más, en otras ocasiones, desde la
acción política se pretende condicionar la futura resolución
judicial, creando un clima que desde la presión ambiental
limita la propia autonomía e independencia de jueces y
magistrados. No será nuestro Grupo quien se instale en estas
prácticas, por lo que, afianzados en nuestros principios,
ratificamos nuestra voluntad de no interferirnos en ningún
supuesto con la acción judicial.

Segunda: debe perseguirse cualquier caso de corrupción, con
tenacidad, con insistencia, a poder ser con celeridad y con
garantías procesales. Pero nadie nos separará de un
escrupuloso respeto --si me permiten beligerante respeto-- en
la defensa de la presunción de inocencia. No existe peor
corrupción que la de la sospecha generalizada que descansa en
la negación de la presunción de inocencia. No podremos
garantizar que



Página 6470




no existan corruptos, pero podemos evitar que sean tenidos por
tales aquellos contra los que no se haya pronunciado la
justicia de manera definitiva.

Tercera: hemos defendido siempre --y lo hacemos hoy
nuevamente-- que una de las grandes servidumbres del Estado de
derecho es luchar contra los que atentan contra el mismo,
incluidos los terroristas, desde el más escrupuloso respeto a
las normas del Estado de derecho. Esta es la línea fronteriza
que separa la democracia del fascismo. Para éste el derecho
sólo es un instrumento al servicio del poder y de su mano la
historia ha vivido barbaridades y dramas demasiado importantes
como para que los olvidemos, sobre todo cuando en España
todavía es muy reciente la conculcación de los principios del
Estado de derecho en los que de manera sistemática descansó el
régimen anterior.

Es bien cierto que del resultado de las actuaciones judiciales
en curso podrían desprenderse consecuencias políticas de grave
trascendencia. Pero mientras los jueces y tribunales no se
pronuncien en definitiva, no vamos a dar crédito a las
manifestaciones interesadas de aquellos que, para recuperar
una libertad que nosotros les negamos por la trascendencia de
su delito, judicialmente probado, se dediquen a trasladar
acusaciones o responsabilidades cuya autenticidad sólo la
justicia podrá confirmar. Allí donde tuvieron que exigirse
responsabilidades políticas esta Cámara ya se pronunció. De
todo lo restante dejemos que la justicia se encargue de
resolverlo. Y reitero que pedimos para jueces y magistrados,
para fiscales y abogados, y para todos cuantos cooperan con la
Administración de justicia el máximo respeto para su
actuación; unos juzgando, otros acusando y otros defendiendo,
porque sólo de la relación entre todos ellos se deriva la
justicia de la democracia. No podemos convertirnos en
sustitutos de la acción de la justicia, ni podemos tolerar que
quizá con la voluntad de dejar indefinidos los límites de los
poderes constitucionales se pretendan definir justicias
paralelas con capacidad para condenar. En democracia sólo
condenan los jueces, y conviene a todos los españoles que así
sea. Este no es un problema de los políticos; es un problema
de todos los ciudadanos.

¿Qué conviene hacer ahora? Como le decía, señor Presidente del
Gobierno, nuestro Grupo parlamentario
sigue considerando necesario garantizar la gobernabilidad e
impulsar una acción de gobierno que haga progresar al país.

Permítaseme en este marco aportar algunas de las acciones que
entendemos deberían abordarse, con carácter prioritario, en
este momento. En primer lugar, es preciso reforzar las
acciones tendentes a la reducción del déficit público. Todos
los objetivos económicos --e incluso algunos políticos como
nuestro deseo de alcanzar los requisitos exigidos por la Unión
Europea para integrarnos en la Unión Económica y Monetaria--
pueden irse al traste si bajamos la guardia en nuestros
esfuerzos por controlar y disminuir el déficit público. Y si
para ello, y dadas las coyunturas financieras, se hace preciso
adoptar decisiones de mayor contención del gasto de las
contempladas en los presupuestos recién aprobados,
aplaudiremos las decisiones que en este sentido se adopten,
por cuanto de cómo se reconduzca el déficit público dependerá
la evolución de nuestro crecimiento económico.

Creemos, señor Presidente, que en los dos próximos meses deben
adoptarse acciones dirigidas a intensificar el crecimiento de
la economía desde una posición de mejora de la competitividad
para poder crear empleo. Medidas activas que permitan no sólo
garantizar el crecimiento económico previsto en torno al 3 por
ciento, sino para que, si es posible, superarlo. Consideramos,
señor Presidente, que deberían reforzarse las actuaciones en
el mercado de trabajo, complementarias a la reforma del
mercado laboral, que contribuyan a intensificar el proceso de
creación de empleo; actuaciones que deberían dirigirse a
garantizar el empleo y a contribuir a que las empresas
consoliden su crecimiento. Nuestro Grupo entiende asimismo,
señor Presidente, que para estimular la reactivación económica
y el control de la inflación, junto con el rigor
presupuestario, debe abordarse un conjunto de iniciativas
normativas dirigidas a favorecer la mejora de la
competitividad de nuestra economía, la reducción de los
precios y el aprovechamiento de las posibilidades existentes
para alcanzar una más rápida y sólida reactivación económica.

Así, entre otras cuestiones, propondríamos avanzar de forma
inmediata en la reforma y en los cambios fiscales ya
iniciados, acelerando la tramitación o enviando a la Cámara,
en su caso, el proyecto de ley de reforma de la Ley General
Tributaria, el del delito fiscal y el del Impuesto sobre
Sociedades, así como prorrogar, para las inversiones creadoras
de empleo que se inicien en el año 1995, la posibilidad de
amortización anticipada en forma similar a la contemplada en
el Real Decreto-ley 7/94, de 20 de junio.

Señor Presidente, señorías, sabe la Cámara del interés de
nuestro Grupo parlamentario por la adopción de todo tipo de
medidas necesarias para reducir la morosidad existente en
nuestra economía, de ahí nuestra insistencia en reclamar la
urgente remisión a la Cámara de la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, que simplifique, concentre y agilice los
actuales procedimientos judiciales, y la del proyecto de ley
concursal. En la imprescindible disminución del déficit, señor
Presidente del Gobierno, pueden tener un papel fundamental las
actuaciones referidas al sector empresarial público en un
doble sentido: por lo que hace referencia a las empresas del
INI, el imprescindible saneamiento de las mismas debe llevar a
detener una sangría económica no siempre justificada por
razones estratégicas ni sociales; y por lo que hace referencia
al grupo



Página 6471




Teneo y a otras empresas del Estado, a través de la necesaria
enajenación de participaciones a capitales privados;
enajenaciones que deberán ser sólo parciales cuando razones
estratégicas así lo aconsejen, o totales cuando la
participación de capital público sea hoy sólo producto de una
inercia histórica sin mayor justificación. Todo esto, señor
Presidente del Gobierno, no puede esperar más. Debe hacerse
ahora y con urgencia. La situación económica interna y
externa, en clara recuperación, nos exige celeridad y eficacia
en las acciones a emprender. Nuestras propuestas de resolución
deben pretender concretar con medidas específicas la
consecución de esos objetivos.

Ya he dicho antes que a nuestro entender no son elecciones
generales lo que requiere la situación económica, sino más
actuaciones en política económica, más medidas estructurales y
más estímulo a la inversión y a la creación de empleo. Los
próximos meses son claves no sólo y no tanto para la vida
política como, y por encima de ella, para consolidar y
garantizar un crecimiento económico que, si bien ya se
produce, los ciudadanos no perciben todavía por cuanto no es
aún significativa la recuperación de rentas, del consumo y del
empleo.

En nuestro repaso del año 1994 y nuestras propuestas de acción
para 1995 quiero referirme ahora a las que se refieren al
desarrollo autonómico. No siempre con la aceleración que
desearíamos seguimos avanzando. En 1994 se ultimó un acuerdo
sobre la sanidad pública, cuyo contenido es trascendente no
sólo para las comunidades autónomas sino también y
particularmente para el conjunto de las cuentas públicas.

Además, es importante señalar que esa tradicional
disfuncionalidad que escondía a los presupuestos la realidad
del gasto sanitario en cantidades importantes ha aflorado sin
desequilibrar el déficit público. Por otra parte, la legítima
participación de las comunidades autónomas con competencia en
la materia en los fondos de cohesión de la Unión Europea
parece definitivamente encarrilada, mientras que la lentitud
en los traspasos y, sobre todo, la racionalización y
simplificación de las estructuras de la Administración
Generaldel Estado que elimine duplicidades con las comunidades
autónomas sigue pendiente. A conseguirla, señor Presidente del
Gobierno, deberíamos dedicar esfuerzos en los meses
inmediatos.

En lo que hace referencia al sistema de financiación de las
comunidades autónomas, sus señorías conocen que el sistema
actual debe revisarse para el período 1997-2001. Finalizados
los trabajos que el Grupo de Expertos está redactando sobre el
actual sistema de financiación y sus problemas, creemos, señor
Presidente del Gobierno, que en 1996 el sistema ya debería
recoger las propuestas de corresponsabilidad fiscal que en el
mismo se contemplan, mientras se prepara la revisión que, como
digo, debe producirse para el quinquenio 1997-2001.

En el segundo semestre del año, señor Presidente, señorías,
España presidirá el Consejo de la Unión Europea; una Unión que
ha seguido avanzando entre dudas y vacilaciones y que desde el
1 de enero del año en curso cuenta con tres nuevos miembros.

Nuestro Grupo encuentra en esta circunstancia una razón más
para defender su opinión de que éste no es momento para
adelanto electoral, sino para dibujar una acción decidida de
gobierno capaz de suscitar el más amplio consenso; consenso,
por otra parte, que hasta hoy siempre ha sido posible en este
campo. Que la Unión Europea tiene ante sí numerosos problemas
que resolver y que los últimos semestres de presidencia no han
colmado las esperanzas tradicionalmente puestas en los
períodos en que dicha presidencia corresponde a países grandes
y europeístas de la misma, como son la República Federal de
Alemania y Francia, son dos realidades que a nadie escapan,
aunque diplomáticamente se evite reconocerlo. La influencia
que sobre ello ha tenido el hecho de que ambas presidencias
coincidan con períodos electorales internos, tampoco. En ambos
casos era imposible impedir la coincidencia, pero sería
imperdonable que a la vista de esa experiencia nosotros la
provocáramos. Sería, insisto, una irresponsabilidad que
causaría graves perjuicios a nosotros mismos y al conjunto de
la Unión. Reformas institucionales, profundización de la
Unión, futuras ampliaciones, impulso económico y creación de
empleo, relaciones entre la Unión Europea y el resto de países
mediterráneos son temas que no pueden quedar pendientes para
nadie sabe cuándo. Si siempre, señor Presidente del Gobierno,
nuestro Grupo parlamentario ha procurado activamente el avance
de la Unión Europea, más clara es todavía esa voluntad en los
meses anteriores a la Presidencia española y durante la misma.

Cuenten con ella, tanto usted, señor Presidente, como el
conjunto de la Cámara, para encontrar ese consenso y avanzar
en ese camino.

El conjunto de todo cuanto dejo expuesto, señor Presidente del
Gobierno, define una acción programática legislativa y de
gobierno que para el presente año 1995 debería servir de
poderoso impulso al relanzamiento económico, continuidad del
proceso autonómico, favorecer el asentimiento democrático y
ayudar de manera muy especial y significativa los objetivos
que España debe plantearse de cara a la Presidencia de la
Unión Europea en el segundo semestre de 1995. ¿Bastará con
ello para dar sosiego a la vida política española? ¿Servirá
todo ello para que, entre todos, seamos capaces de acotar lo
que es el ejercicio legítimo de la oposición y de la crítica
en términos tales que no perjudique ni la recuperación ni la
convivencia ni las expectativas de futuro? Lógicamente ello
depende de todos, pero principalmente de ustedes, del Gobierno
que usted preside.

Algunos pasos significativos se han dado. Por ejemplo, el
acuerdo alcanzado hace pocos días entre todos



Página 6472




los grupos de esta Cámara sobre el tema de las pensiones es un
paso muy trascendente. Por primera vez, en unas futuras
elecciones generales, será imposible que nadie eche a la cara
del adversario el tema de las pensiones como baza electoral. Y
si recordamos lo que fueron las elecciones anteriores, verán
que este no es un cambio irrelevante. Pero seguramente queda
mucho por hacer. Ahora corresponde al Gobierno gobernar,
trasladar al país la imagen de una dirección política sólida,
coherente y eficaz; que los ciudadanos se percaten de que
existen objetivos más allá del simple ir tirando. Es difícil,
ciertamente, proponerse hoy generar nuevas ilusiones a nuestra
sociedad. Entre todos la hemos castigado mucho y la crisis
económica ha hecho el resto. Pero es nuestra obligación
intentarlo. Un país sin ilusiones y sin objetivos, sin
confianza en su futuro y ahogado en la cotidianeidad de sus
miserias, difícilmente podrá superar los grandes retos del
futuro.

Yo creo que en esta Cámara existe una amplia voluntad para
hacer posible la configuración de este nuevo clima
esperanzador. Algunas intervenciones podrían dar a entender
que esto no fuera así, pero yo estoy convencido de que, por
encima de discrepancias y de valoraciones muy radicales,
existe todavía una amplia capacidad de coincidencias
puntuales. En todo caso, lo que sí es seguro es que existe una
mayoría parlamentaria suficiente para impulsar un programa
concreto de acción de gobierno. ¿Será suficiente esta mayoría
para trasladar a la opinión pública la imagen de solidez que
ahora se precisa? Algunos comentaristas dicen que no; algunos
sectores de la opinión pública también. Nosotros, por el
contrario, creemos que nuestra obligación es intentarlo. Como
ya dijimos un día ante esta misma Cámara, no nos da miedo
fracasar en nuestro intento. Nos avergonzaría en cambio no
haberlo intentado. Vamos a seguir, por tanto, en la línea que
hemos marcado desde julio de 1993, sabiendo que detrás de esta
acción política existe un apoyo importante que nos legitima
para hacerlo, y no será por nosotros que falte la imagen de
solidez que tantos demandan. Pero, señor Presidente, ahí tiene
usted --y permítame--, muy personalmente, un gran
protagonismo; también su Gobierno, pero usted muy directa y
personalmente. Nosotros haremos lo posible para ayudar su
gestión, pero no dejamos de ser una fuerza complementaria de
una acción principal. A usted corresponde ahora administrar
eficazmente lo que esta ayuda le permite.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Molins.

Señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, debo comenzar por agradecer las palabras
y el análisis del señor Molins, en lo que coincidimos
sustancialmente.

Yo creo que lo dicho esta mañana por mí complementa lo que
acaba de decir S.S., o al revés, y por consiguiente podré ser
extraordinariamente breve.

Claro que coincidimos en que hay una estrategia diferente o
una doble estrategia desde las elecciones del 93 hasta hoy. Yo
comprendo, además, que usted lo trate diciendo que ambas
estrategias son legítimas. Es cierto siempre que se trate de
no deslegitimar a la otra. Por consiguiente, si se reconoce la
legitimidad de ambas, sin duda alguna se puede estar en ella.

Hay quizás un elemento que relativiza eso. Es verdad que dos
meses después de las elecciones se pedían elecciones
anticipadas cuando la Constitución lo hace imposible durante
el primer año. Pero a pesar de ello yo coincido con el fondo.

Han transcurrido veinte meses y es verdad que se sigue
argumentando con otras palabras pero con el mismo fondo, lo
cual es realmente preocupante porque, en realidad, lo que hace
es convertir todo lo que es la estrategia en el elemento
fundamental, que es pedir la anticipación electoral, porque
cuando se tiene que seguir gobernando, que es la alternativa
de esa estrategia, hay que tener proyectos de gobierno y hay
que presentarlos, debatirlos y llevarlos adelante, como saben
ustedes que estamos haciendo, y lo estamos haciendo en
muchísimos casos de acuerdo con ustedes.

Usted ha hecho una descripción de los datos de la realidad
económica y ha puesto cierto énfasis en cuidar algunos de los
elementos que no son tan positivos como la evolución de la
inflación, que tiene sin duda una resistencia a la baja, o la
evolución, que yo espero que sea coyuntural, de los tipos de
interés. Ya esta mañana y ayer observábamos una mejoría en esa
dirección. Pero efectivamente son dos elementos de
preocupación. A mí me gustaría, no obstante, dejar a la Cámara
una información que puede quedar probablemente en la sombra
respecto de la evolución de la inflación en términos de
diferencial con la media de la Comunidad. En el año 1993, el
diferencial con la media de la Unión Europea en inflación era
el 1,7; el año 1994 ha terminado con el 1,2. Por tanto hemos
reducido el diferencial. Y en relación con los tres mejores
países, que es lo que nos interesa desde el punto de vista de
los programas de convergencia, el diferencial era del 3,3 en
1993. Y es del 2,5 en 1994. Eso no sirve de consuelo;
simplemente sirve de orientación de que efectivamente se está
recortando el diferencial. Quiero decirle que el esfuerzo en
el déficit público empieza a notarse también en términos
comparativos con la media europea. En 1993 estábamos 1,5
puntos por encima de la media de la UE y en 1994 estamos 1,1.

Por consiguiente, hemos ganado alguna aproximación, a pesar de
que a veces no se quiere ver así.

Yo coincido con el análisis que hace en cuanto al control del
déficit de una parte de las empresas públicas, incluso a una
política de inyección de capital privado o de participación
privada o de privatización --como



Página 6473




se quiera llamar-- que sea razonable y correcta en algunas
otras empresas. Ya saben que hemos avanzado en ese camino y
vamos a seguir avanzando. Hay algunas que son las operaciones
que a uno le gustaría que fueran saliendo dentro del proceso
de industrialización del país, de creación de grandes grupos
como la operación en relación con el gas.

Estoy de acuerdo con el desarrollo de su autonomía, tal como
lo ha dicho. Creo que a veces se producen atrasos y se
producen porque es difícil llegar a acuerdos en algunas
materias. Es cierto que hay un atraso en cuanto a la
simplificación y la disminución de la administración
periférica y creo que en los próximos meses eso se podrá
superar. He resaltado esta mañana la importancia que ha tenido
el acuerdo sobre la sanidad pública y también la necesidad de
llegar a un acuerdo después del informe de los expertos para
el Consejo de Política Fiscal y Financiera de financiación
para el período que decía usted.

Coincido plenamente en lo que ha dicho sobre la Unión Europea
y en el análisis que ha hecho sobre las causas de las
tensiones y cuáles deberían ser las relaciones con el Poder
Judicial. Es verdad que eso se está distorsionando. La verdad
es que el Gobierno ha hecho un enorme esfuerzo de discreción y
de respeto, que no siempre es fácil mantenerlo, cuando a veces
se oyen cosas absolutamente disparatadas.

Nosotros vamos a contribuir no sólo a gobernar, que es nuestra
obligación, sino a intentar descrispar la vida política
mediante un esfuerzo de diálogo, no sólo
mediante un esfuerzo de acuerdo con la fuerza parlamentaria
que representa S.S., sino mediante un esfuerzo de diálogo con
el resto de las fuerzas políticas, paso a paso en cada tema
que se plantee. Creemos que eso va a favorecer con mucho la
generación del clima de confianza que el país necesita y la
verdad es que creemos también honestamente que eso no va a
producir una alteración sustancial en las expectativas
electorales que cada uno pueda tener legítimamente, sino
quizás lo contrario, con firmes expectativas electorales de
unos y de otros, porque todos los ciudadanos lo agradecerán.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

El señor Molins tiene la palabra.




El señor MOLINS I AMAT: Muchas gracias, señor Presidente.

Muy brevemente voy a intervenir para agradecer al señor
Presidente del Gobierno su intervención en respuesta a la mía.

Obviamente, como él mismo observaba, mi argumentación respecto
a exigir el reconocimiento de la legitimidad de las dos
estrategias era porque lo que hoy está en duda no es
precisamente que los que pretendemos dar soporte a una acción
de gobierno estemos actuando de forma legítima, sino más bien
lo contrario. Lo que está en duda es nuestra actuación y a
través de la defensa de la legitimidad de la nuestra exigir la
legitimidad de los demás.

No me resisto, señor Presidente del Gobierno, como decía desde
la tribuna, a pesar de las intervenciones escuchadas aquí, a
que sea todavía posible disminuir esa tensión y conseguir ese
sosiego. Incluso en el mismo debate hemos asistido a la
manipulación de la interpretación de una rueda de prensa
convocada precisamente con los medios extranjeros para
compensar las declaraciones en sentido contrario y en contra
de la situación económica española que se hacen desde otros
puntos. De esa rueda de prensa, hecha con ese objetivo,
sacándola del contexto, hemos oído aquí alguna interpretación
respecto a las palabras del Presidente de la Generalitat,
señor Pujol, obviamente también desmentidas. Insisto, ésa era
una rueda de prensa convocada precisamente para explicar a los
medios extranjeros cuál es la realidad económica del país,
cómo es posible en este momento la recuperación económica y
cómo la percepción que desde el exterior se tiene de la misma
es bien distinta de los datos económicos del interior, mirados
objetivamente.

Muchas gracias, señor Presidente; muchas gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Molins.

La sesión se suspende durante cinco minutos.




Se reanuda la sesión.




El señor PRESIDENTE: Señorías, reanudamos la sesión.

Por el Grupo Parlamentario Vasco (PNV), tiene la palabra el
señor Anasagasti.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Señor Presidente, señorías, a
nadie se le oculta que vivimos tiempos difíciles. A los muchos
problemas que tenemos, se viene a sumar lo que no vacilamos en
llamar la ideología del desencanto, una visión que conduce al
negativismo más absoluto: nada es bueno, nada merece la pena,
todo está podrido, no hay valores que preservar o defender.

Esta es la esencia del planteamiento. Y, mientras unos dicen
que esto se resuelve con elecciones anticipadas, el Gobierno
presenta un plan para la finalización de la legislatura.

Esta situación, ¿qué reflexión nos suscita como grupo
parlamentario? Una primera tiene que ver con el contexto. Sin
duda, hay sobradas razones para el desencanto. No se trata de
un capricho de la ciudadanía o de los medios de comunicación
social. Es que la realidad impone tal actitud.

Una segunda consideración es que el ciudadano no está
desencantado porque sí. Lo está porque el comportamiento



Página 6474




de liderazgo que se ha ejercido le induce a refugiarse en esa
actitud, porque se acumulan los incumplimientos, porque hay
una política dispersa, porque se está a la defensiva, porque
falta ilusión, porque no hay un liderazgo claro que plantee
objetivos ambiciosos; porque, señor Presidente, usted habla
muy pococon la gente, con los dirigentes políticos, con la
sociedad; porque la corrupción, aparentemente, nos apabulla;
porque las instituciones dan espectáculos poco edificantes en
una democracia joven; porque la gente se siente manipulada.

También es verdad que hace año y medio se celebraron unas
elecciones en un ambiente de gran crispación y usted las ganó.

Pero su Gobierno, señor Presidente, no sólo tiene que gobernar
sino evitar esa sensación de que aquí no hay política de
gobierno sino, a lo más, política de ministros y el que cada
uno anda por su lado.

Nosotros, señor Presidente, venimos a este debate escaldados
tras el del año pasado. Nuestro Grupo presentó 18 propuestas
de resolución; de las 18, 12 fueron aprobadas; de las 12, no
se ha cumplido ninguna de nervio, sólo las genéricas con
recomendaciones. En nuestras iniciativas las había económicas
y autonómicas, europeas, la reforma a fondo de la justicia,
una política económica basada en la economía productiva, una
construcción europea hecha entre todos, una apuesta seria y
solvente por la formación profesional, por la educación, por
la investigación científica y la apuesta por los sectores
estratégicos, una liberalización de las telecomunicaciones, la
creación sostenida de empleo, una política social avanzada,
una rabiosa apuesta por la juventud, que es esperanza y no
amenaza, planteando todo aquello que les afectaba: trabajo,
servicio militar, igualdad de oportunidades, quitando énfasis
a la palabra gradual y dándoselo a la palabra cambio, porque
nadie puede prescindir de la juventud si no quiere mutilar su
futuro.

Nosotros queríamos que el año pasado nos dedicáramos
preferentemente a lo cotidiano, porque en lo cotidiano está la
desesperanza y la esperanza, la angustía y el sosiego, el
deseo y la paz. Lo cotidiano es lo que preocupa al ciudadano y
no nuestras miserables diferencias basadas en la cultura del
odio, en destruirnos unos a otros dejando a la gente a merced
de su cólera y al país salido de quicio.

Los ciudadanos sienten dolor cuando ven que sus partidos
políticos, aquéllos en los que puso su confianza, no son como
deben ser, baluartes de democracia, pilar de la verdad,
defensa de la honradez y caminos abiertosque marquen con
firmeza el porvenir, sino que muchas veces son organizaciones
clientelares de un pragmatismo desconsolador cuyos portavoces
dicen un día una cosa y otra mañana, de acuerdo con las
circunstancias, perdiendo la fe de aquellos que deberían ser
guiados con sus palabras y con sus hechos hacia un destino más
justo y una sociedad mejor.

Frente a esta situación poco se ha hecho en 1994 salvo estar
demasiado a la defensiva, aunque es justo reconocer
iniciativas importantes en medio de una crisis de altruismo y
de valores morales que ha dado paso a un individualismo feroz.

Ese era nuestro catálogo, catálogo que se ha llevado a la
práctica insuficientemente, a pesar de que dimos nuestro apoyo
a su investidura, de que le hemos defendido cuando se ha hecho
demagogia barata contra usted, de que no estamos por la
erosión sistemática.

Hay un aspecto en el enfoque que ha dado a su intervención
sobre el cual vale la pena insistir. Cuando ustedafirma que
hay futuro y reservas, uno, señor Presidente, se siente
tentado a creerle. Desearíamos acompañarle en esa
reivindicación de la esperanza. Pero justo en ese punto surge
la contradicción entre discurso y práctica.

Es conveniente decir que el líder político que ha despertado
mayor ilusión entre una gran parte de la ciudadanía ha sido
usted, pero usted también debería reconocer, de la misma
manera, que ha sido el que más ha contribuido a la desilusión
de esa misma gente. Su cuota de responsabilidad en esta
ideología del desencanto es considerable. Lo constata a diario
el ciudadano porque usted ha optado por políticas muchas veces
contradictorias, porque su actuación como gobernante es muy
lejana, porque su lucha contra la corrupción ha sido hecha a
remolque de los acontecimientos.

Por eso, ¿cómo hacer para que el ciudadano recupere la fe y
salga, tras este debate, con cierta esperanza en este año
vital? Esto no se arregla con unas elecciones anticipadas, que
entorpecerían la recuperación económica. No se arreglaría con
esa triste consigna de que cuanto peor, mejor. Esta situación
no se arregla mas que gobernando en serio, cumpliendo las
promesas,
estando presentes en el debate de la sociedad, haciendo
autocrítica, dando ejemplo, asumiendo con coraje
retos, cumpliendo promesas. En definitiva, siendo eficaces.

El ciudadano no se merece este espectáculo de políticos contra
políticos. Los casos de corrupción, que los hay, los ha habido
y los habrá, en este sistema democrático es posible
descubrirlos y castigarlos sin someter a todo el país al
sobresalto.

En relación con un asunto importante, como es el asunto GAL, y
aunque parezca obvio, hay que decir que al terrorismo hay que
atacarlo de frente, sin subterfugios, sin argucias, con las
armas poderosas de la razón y la eficacia, que se asienta en
la ley. A la democracia se la defiende con actos
inconfundibles de sabor democrático, es decir, a través de la
militancia democrática. Porque no hay causas justas sin medios
justos, que no son los fines los que justifican los medios, y
que, pura y simplemente, no hay finalidad política, social,
económica o religiosa que sea digna si para alcanzarla hay que
pasar por la tortura y el asesinato.




Página 6475




Cuando ahora se le acusa al juez Garzón de por qué investiga
un asunto de hace doce años, no deja de tener su carga de
interesada amnesia el no recordar que este caso no pudo ser
investigado en profundidad en su día. Por tanto, esa
argumentación es, a nuestro juicio, absolutamente tendenciosa,
como lo es el tratar de descalificar el magistrado por su paso
por la Administración. Aquí, al parecer, lo que no desean
algunos es que ciertos asuntos sean investigados, porque, al
parecer, hay una cierta comprensión con el buen terrorismo
combatiendo el mal terrorismo. Y esto, señorías, en un Estado
de Derecho, que debe combatir el delito desde el Derecho, es
absolutamente inadmisible, y hay que denunciarlo con
vehemencia porque se trata de una aberración política y del
rompimiento más flagrante de las reglas de juego del sistema
democrático. Se empieza justificando cierta violencia, se
apoya la tortura y se termina solicitando la pena de muerte.

Ciertos argumentos exculpatorios escuchados estos días,
recordando el clima vivido en aquellos años 80, nos parecen
gravísimos. Todo el esfuerzo deslegitimador de la violencia
realizado por el Pacto de Ajuria Enea, el de Madrid y el de la
propia sociedad, caerían estrepitosamente abajo si no somos
contundentemente beligerantes al decir que no puede haber
muertos buenos y muertos malos, que todo asesinato es una
tragedia colectiva, que todo atentado es inasumible y que un
Estado de Derecho pierde su legitimidad cuando empieza a hacer
matizaciones, a decir que en una balanza hay tantos muertos y
en otra menos, que eran otros tiempos o que la sociedad estaba
harta.

Hace un mes denunciamos estas cosas porque veíamos, con
horror, que el grito salvaje, primitivo e inhumano, animal,
absurdo y sanguinolento, que se oye a veces en Euskadi
proferido por una minoría fanática, de «ETA, mátalos» empezaba
a tomar cuerpo y a ser sustituido en otros lugares por el de
«GAL, mátalos», por un sector de la población y la opinión
pública. Y es que contra el terrorismo no puede haber matices,
porque el terrorismo, al final, los divide, y con la misma
lógica asesina que desde un Estado democrático, desde sus
cloacas, se organiza una trama asesina como el GAL o los
«gales», ETA organiza su propia trama asesina, mientras es
coreada por los mismos que creen que su violencia es la buena
violencia.

Y esto, señorías, es desolador. Como es desolador que naciera
el GAL o que el CESID no descubriera nada, bien por
incompetencia o porque no interesaba decir lo que sabía. Como
es desolador cierta apología que se viene escuchando para
justificar el GAL. Como es desolador que, habiendo existido
terrorismo de Estado desde 1975 y mucho antes, usted, señor
Presidente de un gobierno socialista, no depurara
democráticamente dichos cuerpos para que no se crearan los GAL
en virtud de una transición demasiado benevolente con el
pasado.

Nosotros en su día pedimos la dimisión, como Presidente de la
Comisión Constitucional y como Diputado, de José Barrionuevo.

No le atribuíamos responsabilidades penales sino políticas,
sobre todo tras sus declaraciones, que nos han parecido
peligrosísimas, independientemente de su legítimo derecho a la
propia defensa.

De ahí que haya que dejar a la justicia que actúe si creemos
de verdad en el Estado de Derecho. Dejar a las instituciones
que actúen y denunciar que la muerte como instrumento para
zanjar diferencias es miserable y no puede contagiarnos. Para
quienes tenemos convicciones morales, estamos contra ETA y
contra el GAL y creemos en el diálogo, en la democracia, en
suma, en el ser humano, la sangre no tiene que tener bandos.

Su derramamiento es siempre trágico, lamentable y nos
empobrece a todos. Pero esto, que parece obvio, no lo hemos
escuchado desde que volvió a saltar el caso GAL. Por eso la
opinión pública no debería dejar pasar por alto un dato
importante en todo esto: y es que tras el escándalo Roldán y
el asunto GAL, poniendo en peligro a su Gobierno, como en su
día le puso el caso Arregui a UCD, está siempre lo vasco como
telón de fondo, aunque lo que menos define a Euskadi sea la
sangre.

Y no hablo de lo vasco como un lamento, como una teoría, como
una demanda o como una amenaza, sino como una afirmación, como
un hecho concreto que hay que tomárselo en serio mientras se
denuncia con rabia el terrorismo de ETA, que a quien mayor
daño hace, independientemente de a las víctimas y a sus
familias, es a la propia sociedad vasca. No hay causa que
valga la vida de un ser humano y si esa causa necesita matar,
es una causa despreciable.

Pero hay también que decir que se producen con demasiada
frecuencia, como en el último caso del obispo Setién, muchas
simplificaciones, mucha frivolidad, mucha ligereza, mucha
injusticia a la hora de abordar un hecho que se suele hacer
desde la incomprensión, la uniformidad, el agravio
comparativo, la sospecha o
la mezquindad, olvidando casi siempre los pactos firmados.

Nos acercamos a un durísimo proceso electoral. La Unión
Europea, el repunte económico, el desarrollo autonómico y la
modernización de la sociedad son los retos verdaderos. La
Presidencia de la Unión Europea debe contar con el respaldo de
una sociedad muy unida, haciendo y proponiendo cosas y
permitiendo que el semestre de su Presidencia deje huella.

Delors decía en su despedida que el aumento del número de
países amenaza con convertir la Unión en una especie de
Gulliver encadenado carente de instituciones válidas y
eficaces. Porque también Europa necesita un alma que exprese
su cultura y que todo esto no se quede en un balance contable.

Junto a esta afirmación cultural la nueva Unión Europea de los
Quince necesita un ejército propio, una diplomacia común y una
moneda única.




Página 6476




También hay que hacer una Europa social, porque de lo
contrario sería el fracaso de una sociedad egoísta que cree
que sólo tiene derechos y que no tiene deberes.

Nosotros no queremos la pequeña Europa sumida en el chovinismo
de sus Estados. Queremos la Europa de la unión económica y de
la unión monetaria, que no es otra cosa más que la unión
política. Y eso hecho con el concurso también de las
comunidades autónomas y no con tanta sospecha contra ellas por
seguir viendo a Europa como política exterior y no como
política doméstica.

El repunte económico no se puede ni se debe malograr por
peleas subalternas. Si Alemania sabe que durante 1995 va hacia
adelante con mucha energía y calculan que van a tener un
crecimiento de un tres por ciento y precios estables, eso
significa que va a haber una recuperación fuerte y larga en
Europa. Y, además, que esta vez puede dar lugar a una mayor
creación de puestos de trabajo y de reducción del paro.

Aquí nosotros tenemos la segunda oportunidad de la transición,
de reducir el desempleo, que es nuestro mayor déficit de
modernidad. El proceso será tanto mejor cuanto más eficaz sea
el sistema político. Según y como se administre esa
recuperación, entraremos en el núcleo duro o nos conformaremos
como su periferia sur. De ahí que celebremos se presente,
aunque sea con un año de retraso, un debate sobre política
industrial, demandado por nosotros desde hace una década.

Cuando dijimos que se había hundido el «soufflé», no era más
que la denuncia a tiempo del tipo de política económica de
casino que se había hecho y que casi arrasa con nuestra
industria, que es el eje vertebrador de cualquier país serio
que se precie. Porque hay industriales que se quejan de una
cierta indefensión o creen que, por ejemplo, Francia, y no
digamos Alemania, defienden mucho mejor sus intereses que el
Gobierno español, o porque no tiene fuerza o porque está
ausente. Y fue en ese contexto en el que nosotros denunciamos
la errada política financiera que se había llevado a cabo.

El desarrollo autonómico, completo en esta legislatura, es
asimismo fundamental. No es de recibo que quince años después
de aprobados los estatutos, por ejemplo, el nuestro esté sin
desarrollar, cuando es una ley orgánica refrendada de obligado
cumplimiento, como lo puede ser el Código Penal, que no está
refrendado por un plebiscito. Nosotros lo hemos denunciado y
lo seguiremos denunciando, y aquí lo único que pedimos es que
se cumpla la ley.

Finalmente, la modernización constante de la sociedad. Debatir
la eficacia de la Administración, estudiar en profundidad el
funcionamiento de la Justicia, poner en cuestión el actual
Ejército con servicio militar obligatorio en una sociedad que
no tiene nada que ver con las guerras del pasado. Humanidad,
fidelidad, puntualidad, deben ser rescatados para sacar al
país del actual estado de cosas. Y es que también debido a la
ausencia de una dirección moral contundente en la política, en
los medios de comunicación, en el mercado, no estamos
trabajando adecuadamente en una sociedad con valores. En la
persecución del beneficio propio, estamos cayendo en el abismo
del partidismo deplorable, de la ideología insensatamente
combativa, de la intolerancia. Con esta continua polarización
política, nos hemos convertido en una sociedad con una
creciente sordera en la que no nos escuchamos realmente los
unos a los otros, no sentimos la humanidad de los demás, no
apelamos a su dignidad y a sus vulnerabilidades y
aspiraciones. En vez de esto, explotamos sistemáticamente
nuestras diferencias en nuestro propio provecho, buscando las
debilidades de los demás o para mayor gloria de un partido
político o punto de vista, o por el puro placer de la
controversia, o para humillación de aquéllos con los que no
estamos de acuerdo. Cada vez más, la imagen de nuestra
sociedad y de la controversia política es decepcionante,
desfigurada, falsa, alejada de la realidad, desconectada del
verdadero contexto de nuestras vidas. La sociedad está
desfigurada por la corrupción, el culto a la celebridad, el
cotilleo en el sensacionalismo, por la negación de la realidad
de una sociedad que no se ve representada en unos partidos que
llevan adelante un enfrentamiento continuo y sordo, sin rasgos
ideológicos ni doctrinarios, con la turbina puesta en la
cloaca y en la negación.

Por eso nosotros, como Grupo Parlamentario, deseamos
mantenernos en el campo de las ideas y de las
soluciones y en el de la discrepancia respetuosa, trabajando
no sólo para las próximas elecciones sino también para las
venideras generaciones, porque un electorado castiga tanto a
un mal gobierno como a una pésima oposición. Y esto también la
sociedad tiene que saberlo. No se puede plantear la actualidad
política conmigo o contra mí. Por eso, creemos que, para una
normalidad democrática, es bueno que estas cosas hayan pasado
para depurar comportamientos y para que no vuelvan a suceder,
así como es bueno una sucesión ordenada del poder. De ahí que
nosotros siempre insistimos en que apoyamos la gobernabilidad
y la serenidad en política, que son valores en sí mismos, para
que ésta sea una sociedad con sus defectos y sus controles,
pero con sus equilibrios y una gran capacidad de convivencia
democrática. Dentro de este contexto se encuadra nuestra
postura como partido y como Grupo Parlamentario.

Para quien tenga un mínimo de memoria histórica, no será
difícil recordar las batallas parlamentarias en los años 1980
y 1981. Entonces la guerra era contra Suárez y contra Calvo
Sotelo. Los motivos eran variados, desde el caso Arregui o las
corrupciones de UCD hasta el «affaire» de la colza. Los medios
de comunicación impulsaron ampliamente aquella batalla
política. Hoy las cosas han cambiado. La desilusión de unos,
el largo reguero de cadáveres políticos o profesionales que



Página 6477




ha ido dejando el poder socialista y que resultan demasiados
los años de poder, producen la sensación de que estemos en
plena batalla desestabilizadora contra usted, sin que hasta
ahora, a nuestro juicio, usted haya reaccionado con un plan
serio, continuado, realista y, sobre todo, dialogado. Sin duda
alguna, las corrupciones, malversaciones, cohechos y demás
secuelas de todo poder, sobre todo si es con mayoría absoluta,
existen y existirán, pero una cosa es la lucha contra la
inmoralidad de los diferentes niveles de poder y de sus
aledaños y otra muy diferente la utilización de toda esta
miseria para una guerra puramente política. De ahí que sea el
propio Gobierno quien deba estar más interesado en vigilar, en
descubrir y en eliminar el parasitismo que brota siempre en
torno a cualquier forma de poder.

Ante esta terrible polarización existente, reconocemos que es
difícil explicar con nitidez esta postura, porque hay
demasiado ruido. Muchos ciudadanos han podido sacar la
impresión de que ha habido partidos que han sabido cumplir con
la gallardía su función de salvaguardia de la moralidad
política. Este sería el
caso de unos, mientras que otros algo tenemos que ocultar o
algo hemos cobrado a cambio por no haber participado en el
toque a degüello contra Felipe González.

Pocos habrán concluido que tras esta loable función
moralizadora el Partido Popular lucha, legítima pero
compulsivamente, por arrebatar el poder a los socialistas.

Izquierda Unida disputa a nivel político y sindical el
liderato de la izquierda española. Tampoco se percatan algunos
del hecho simple de que al PNV no se le ha perdido nada en
esta cruenta batalla política y que, del mismo modo que fue el
único Partido que no participó directa ni indirectamente en
las operaciones políticas contra Suárez, tampoco está
dispuesto a entrar en liza en estas luchas intestinas. Por
tanto, que no se nos confunda, no estamos con unos ni con
otros en su campaña de elecciones anticipadas y demás, y
aunque diéramos el sí a la investidura, le defendiéramos
frente a las acusaciones contra su cuñado, consideráramos no
conveniente su comparecencia durante el mes de enero porque
aquello sólo buscaba la desestabilización y no la información,
tampoco estamos por la actual forma de gobernar, que venimos
denunciando y que seguiremos denunciando a pesar de todo este
ruido y aunque no se nos oiga.

A todo partido se le debe exigir su participación en la guerra
contra la inmoralidad pública, contra el crimen organizado,
contra el terrorismo, pero del mismo modo que como
nacionalistas hemos participado siempre en todas ellas, y con
más ecuanimidad que aquellos que superponen a la guerra ética
la guerra del interés partidista, hemos de decir que la guerra
contra Suárez no fue nuestra guerra, del mismo modo que la
guerra contra González no es nuestra guerra y no es nuestro
estilo de hacer política.

El señor PRESIDENTE: Le ruego concluya.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Finalizo, señor Presidente.

El año pasado anunciamos que no obstruiríamos la acción del
Gobierno, sino que la facilitaríamos cada vez que fuera
necesario, proclamando nuestra irrevocable decisión de
trabajar en la oposición, pero también hicimos saber que ni
desde la calle ni desde el Parlamento haríamos nada que por
adversar al Gobierno pudiera dañar a la sociedad. No estamos
evadiendo responsabilidades, sino abriendo el camino para que
el Gobierno asuma las suyas con la urgencia que la crisis
reclama y, a nuestro juicio, no lo está haciendo. Ustedes han
hecho un mal uso de este apoyo, con lo que se demuestra que
tienen una increíble capacidad para no darse cuenta de en qué
situación se encuentran políticamente.

Tras este debate puede decirse que hay tres fotografías: la de
los grupos que están apoyando al Gobierno, la de los grupos
que están haciendo una oposición extrema y cuestionándole a
usted la Presidencia, y la tercer la de quienes somos
oposición pero no participamos en operaciones de derribo.

Anunciamos lo siguiente: el año pasado se nos aprobaron doce
resoluciones, no se han cumplido; si este año presentáramos
resoluciones, alguna se nos aprobaría, pero nos da la
impresión de que no se cumplirían, con lo que no deseamos
avalar este sistema de incumplimiento.

Por tanto, anuncio que nuestro Grupo, teniendo como tiene un
catálogo de propuestas de resolución, no va a presentar
ninguna, porque no nos merece ningún crédito el comportamiento
que han tenido ustedes con lo aprobado el año pasado, y bien
que lo sentimos. Sólo les creeremos cuando cumplan lo que se
aprueba en esta Cámara democráticamente, con fechas. Es un
gesto extremo, pero queremos llamar la atención de que así no
se puede seguir.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anasagasti. Tiene la
palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, señor Anasagasti, ha hecho S.S. una
descripción de la ideología del desencanto, del clima de
desencanto, que coincide mucho con alguno de los análisis que
yo hago de la realidad política. Debo añadir a esto que son
análisis que se hacen no sólo en nuestro país (recientemente
era motivo de reflexión en la Universidad de Lovaina), sino
que se están haciendo también en otros muchos países. Tenemos
seriamente un problema. Un problema de proximidad de la
política a los políticos, de la ciudadanía a los partidos, sin
duda alguna.

Usted ha hecho una serie de aseveraciones sobre las que me
gustaría darle alguna explicación, porque no



Página 6478




renuncio a lo que usted llama un clima de diálogo y de
entendimiento. Por ejemplo, dice usted que no se han cumplido
resoluciones. Desde luego, el año pasado se produjo el
fenómeno de que se aprobaran 400 resoluciones y el grado de
cumplimiento de muchas de ellas es muy alto. No tengo en este
momento las doce que S.S. ha reclamado como no cumplidas por
parte del Gobierno y propuestas por su Grupo, pero me
preocuparé de hacerle llegar una respuesta por escrito a cada
una de las que hicieron el año pasado y el grado de
cumplimiento en el que están.

Yo procuro no contradecir lo que digo con lo que hago. No
estoy de acuerdo, por las razones que he expresado --en eso
coincido con S.S.--, con las elecciones anticipadas. Estoy de
acuerdo en que hay que gobernar con eficacia. Creo que hemos
tomado muchas medidas de carácter económico y de carácter
estructural que han mejorado la situación en general del país
y que nos han llevado a unas cotas de crecimiento que no se
pensaba a principios del año 1994 que se iban a producir, y
también a unas cotas de creación de empleo que tampoco se
pensaba que se iban a producir.

Ha hecho usted un análisis de lo que es la lucha contra el
terrorismo y de las manifestaciones violentas contra la
violencia que comparto plenamente. Y no habrá oído de mí algo
que no coincida sustancialmente con lo que usted ha dicho
aquí. Comprendo que a veces se producen reacciones --yo las
contengo-- duras que explican situaciones de una
extraordinaria dureza. Por ejemplo, yo le he oído decir
directamente a Arzalluz algo muy duro a ETA: que no provoque a
la gente porque, en contra de lo que uno quiere, a veces las
respuestas a las provocaciones son respuestas no queridas.

Creo que en parte tiene razón.

Ha hecho usted una mención, la única que ha hecho de carácter
personal --además de la lógica, que es dirigirse a mí en
muchas fases de su discurso--, a José Barrionuevo. Yo le pido
que haga un pequeño ejercicio: que se ponga en la piel de José
Barrionuevo y vea hasta qué punto es capaz de aguantar que se
estén haciendo permanentemente imputaciones e intentando
personalmente ponerse a disposición de quien lleva una
instrucción determinada, porque está cansado de que se le
hagan juicios paralelos en los medios de comunicación. Yo
tengo aprecio y respeto por José Barrionuevo y por la labor
que hizo durante mucho años, que ustedes conocen muy bien. Por
consiguiente, quiero en este momento no dejar pasar esto como
alusión porque me parece que una mención personal debería ser
contestada no por él, sino por mí.

Yo creo que existe un grado de coincidencia sustancial en la
percepción o en la concepción que tenemos de la Unión Europea.

La Unión Europea, si no es una unión política se desvirtuará
y, como usted, creo algo que muchas veces se escapa del
análisis: que la unión económica y monetaria tiene un
contenido político absolutamente inexcusable. Algunas veces se
trata de separar unión económica y monetaria de unión
política, pero si realmente llegara a tener el conjunto de la
Unión una moneda común, ¿no habríamos dado un paso
importantísimo desde el punto de vista de la unión política?
¿Hay algo que defina más el territorio de un Estado que la
moneda? Alguno me dirá: sí, el sistema de defensa. Eso no es
verdad ya. El sistema de defensa lo define menos y se va a una
política de defensa común hasta --se dice-- que se pueda
alcanzar una política común de defensa.

Ha habido efectivamente un repunte económico que tenemos que
aprovechar. Coincidirá conmigo S.S. en que hemos tomado
bastantes medidas al respecto, de manera que la recuperación
económica genere el máximo de empleo. Esto exige una serie de
reformas de carácter estructural que hagan más flexible el
funcionamiento global de la economía.

Se ha referido usted a la política industrial, y es verdad que
hay dificultades para desarrollar una política industrial.

Hemos iniciado, como dice, con retraso, ese diálogo después de
una elaboración muy premiosa, sectores por sectores, de esa
política industrial. Pero usted, que está vinculado a un
territorio con una gran potencia industrial y, por
consiguiente, con una gran tradición industrial, sabe, entre
otras cosas, que son cientos de miles de millones de pesetas
lo que supone el esfuerzo de modernización de la siderurgia.

Yo creo que habría que dar la esperanza de que ese esfuerzo
produjera un cierto resultado.

Respecto de las autonomías yo estoy convencido de que el
desarrollo de los estatutos tiene que ser completo. Ese no es
el problema, señor Anasagasti. Año tras año lo analizamos,
avanzamos lo que podemos, aunque no avanzamos todo lo que
deseamos. El problema no es que uno esté convencido de que el
desarrollo del estatuto deba ser completo o no, tiene que se
completo; es una ley que nos obliga a todos. El problema es
ponerse de acuerdo en la interpretación de esa ley para
completarla. Ese es el problema. En ese sentido, nosotros
asumimos nuestra responsabilidad institucional y pedimos una y
otra vez que, a través del diálogo, acortemos las diferencias
que puedan existir entre nosotros para completar el desarrollo
del Estatuto.

Ha hecho usted una descripción de lo que podría ser una
recuperación de valores dentro de un proceso de modernización
de la sociedad. Coincido sustancialmente con su apreciación.

Me parece difícil y no acertamos a hacerlo. Podemos hacer un
discurso en esa dirección, pero no acertamos a acortar la
distancia que media entre la responsabilidad política y el
ciudadano, entre los partidos y los ciudadanos en su conjunto.

La verdad es que, coincidiendo con las ideas, creo que
expresándolas una y otra vez no se acorta esa distancia, sino
que hace falta encontrar un método que probablemente no
tengamos tan fácilmente en la mano.




Página 6479




Ha reclamado un plan serio, realista y dialogado de gobierno.

Ha dicho que no están por las elecciones anticipadas. Nosotros
estamos, como usted, por un plan serio, realista y dispuestos
al diálogo. Hemos estado siempre abiertos y lo estamos a ese
diálogo.

Le agradezco que afirme que no se va a sumar a una guerra que
han personalizado contra mí. Yo no llamaría tanto la atención
sobre eso. En todo caso, se lo agradezco, sé que no forma
parte del estilo político de su Grupo.

Le aseguro, para terminar, que el Gobierno está dispuesto a
asumir todas las reponsabilidades de la gobernación del país.

Lo venimos haciendo en los últimos meses. La producción
legislativa, las medidas económicas, las reformas
estructurales, nuestras batallas europeas así lo atestiguan y
lo seguirán atestiguando a lo largo de 1995.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

El señor Anasagasti tiene la palabra.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Señor Presidente, muchas
gracias. Usted efectivamente en la Universidad de Lovaina hizo
un gran discurso de aceptación del doctorado «honoris causa».

Dijo que creía que después de este debate se iba a afrontar
adecuadamente la situación. A nosotros nos gustaría que eso se
concretara, porque de buenas palabras, señor Presidente,
quizás estamos un poco cansados.

Usted ha aludido al Presidente de mi Partido en una
intervención que tuvo en una rueda de prensa. Efectivamente,
Javier Arzalluz siempre y con la misma contundencia ha
condenado tanto al GAL como a ETA. Desgraciadamente, nosotros
no hemos escuhado esa condena del GAL con la misma
contundencia. Si yo me he quejado contra José Barrionuevo ha
sido fundamentalmente por las declaraciones que hizo, hablando
del contexto que se vivía en los años 80 en la lucha contra
ETA y del número de muertos. Un ex ministro de un Gobierno
socialista no puede hacer ese tipo de consideración humana y
política.

Si además es el Presidente de la Comisión Constitucional del
Congreso de los Diputados, muchísimo menos. Creo que en Europa
no se da un espectáculo parecido. Por eso pedimos la dimisión
de José Barrionuevo, como en su día dimitieron los ex
ministros Corcuera y Asunción por asuntos mucho menores que el
del GAL, que tiene un calado político gravísimo.

Con referencia a las propuestas de resolución no cumplidas, es
fundamentalmente de lo que nosotros nos quejamos como Grupo
Parlamentario. Nos quejamos de que no hay una labor de
gobierno, de que hay política de ministros, de que es casi
imposible llegar a acuerdos políticos, de que cuando se llega
a un acuerdo político otro ministro lo deshace... No hay
posibilidad de llegar a acuerdos políticos con el Gobierno, no
hay una interlocución clara. Es de lo que nos venimos
quejando. No nos quejamos por quejarnos, sino porque unas
propuestas de resolución, después de un debate del estado de
la Nación, son compromisos que instan al Gobierno a su
cumplimiento. Sobre todo, si no se cumplen se tienen que dar
las mínimas explicaciones de por qué no se cumplen.

Para que vea que no hablamos por hablar y que son cosas muy
etéreas, le voy a nombrar alguno de esos incumplimientos. Por
ejemplo, en su día hubo uno de los ataques más terribles al
Estatuto vasco de Guernica. Fue una Ley Orgánica del Poder
Judicial que impedía la transferencia del personal al servicio
de la Administración de Justicia. Hubo un juez en Bilbao que
protestó por aquello porque le pareció una aberración. Ese
juez se llamaba Juan Alberto Belloch quien nos prometió, hace
año y medio, que se tomarían las providencias para cambiar la
Ley Orgánica del Poder Judicial. El año pasado se aprobó una
propuesta de resolución para que se cumpliera. Y no sólo no se
ha cumplido, sino que se nos dice que no está dentro de las
prioridades del Gobierno. Eso hace, señor Presidente, que cada
vez más estemos perdiendo la confianza en el Ministro Belloch,
y eso es grave, políticamente hablando. Porque la tuvimos con
el Ministro Corcuera, y la tuvimos con el Ministro Asunción,
pero la estamos perdiendo con el Ministro Belloch en ese tema
y en el de la objeción de conciencia, que no sólo no se ha
cumplido, sino que no se nos ha dado la menor explicación.

Podría hablar de esto muchísimo, pero no lo voy a hacer por
prudencia política.

Respecto a las telecomunicaciones se aprobó una propuesta de
resolución sobre la liberalización de las telecomunicaciones.

Nos encontramos con un proyecto de ley de telecomunicaciones
que es la iniciativa más agresiva contra las comunicaciones
autónomas. Y es que no hay manera de tener una relación
política fluida y normal con el Ministro Borrell, no hay
manera de llegar a un acuerdo político en nada con el Ministro
Borrell. El Ministro Borrell hace política desde la
arrogancia, no desde el diálogo. Eso es lo que nosotros
venimos denunciado. No es forma de actuar en política.

Respecto a la política industrial fue una propuesta de
resolución del Grupo Parlamentario Vasco, porque desde hace
una década nosotros venimos reivindicando una política
industrial. Una semana antes del debate sobre el estado de la
Nación nos enteramos de que el Ministro Eguiagaray anuncia en
los medios de comunicación un debate de política industrial.

Por lo menos debería haber un talante mínimo de comunicación,
de ponerse de acuerdo o informar de qué va la cosa. Nos
enteramos a través de los medios de comunicación. Consideramos
que el debate de política industrial es importantísimo, que se
ha perdido un año y que esto se tenía que haber hecho hace por
lo menos ocho meses y no se ha hecho.




Página 6480




Respecto a la construcción europea había un acuerdo de
convocar la comisión bilateral para asuntos relacionados con
la Unión Europea y no se ha hecho. En cuanto a las
infraestructuras le podría contar aquí una retahíla de
incumplimientos constantes y continuos y, sobre todo, de
absoluta falta de información. Esto no va contra la unidad de
España. Porque muchas veces con cualquier cumplimiento que se
quiere hacer de una iniciativa del Grupo Parlamentario Vasco
se piensa el precio que tendrá o de qué forma está poniendo en
peligro no sabemos qué esencias patrias. No señor. Lo que
venimos reclamando es que por lo menos haya un mínimo talante
de diálogo, que se cumplan los acuerdos y, sobre todo, que se
informe adecuadamente.

Sobre política autonómica hay que volver a repetir que los
estatutos de autonomía son leyes orgánicas refrendadas. Usted
ha dicho que se tienen que cumplir. El Estatuto vasco se
aprobó, refrendado, en 1979. Estamos en 1995; de seguir al
mismo nivel que este año, con nueve transferencias cumplidas,
poco más o menos y si hay acuerdo político, en el año 2005
tendríamos el Estatuto cubierto. ¿Usted cree que nosotros en
el año 1979, si hubiéramos sabido que para negociar el
Estatuto vasco y para su cumplimiento harían falta 26 años,
nos hubiéramos metido en esa aventura política? Pensábamos que
una ley orgánica refrendada era de obligadocumplimiento y no
encontramos un talante negociador suficiente, porque a este
ritmo indudablemente no vamos a lograr desarrollar este
Estatuto. Y le digo, señor Presidente, que hay un acuerdo del
1 de julio de 1993, del Parlamento vasco, suscrito por su
Partido, por el Partido Popular, por Eusko Alkartasuna, por el
PNV y por todos los partidos del Parlamento vasco para dar una
interpretación de cómo tienen que ser realizadas esas
transferencias.

Yo podría hacer aquí un canto de todas nuestras iniciativas
realizadas el año pasado y no cumplidas, pero la queja
profunda de mi Grupo Parlamentario es que no hay
interlocución. No hay una acción de gobierno sólida,
constante, seguida y, sobre todo, dialogada; que no tenemos un
interlocutor claro, que no se dan explicaciones, que no se
gobierna para la mayoría y, sobre todo, que usted, señor
Presidente, habla muy poco y usted tendría que darse cuenta
que es el Presidente de un Gobierno en un sistema
parlamentario, independientemente de que venga usted aquí y
comparezca y conteste preguntas, que eso está muy bien y este
año por lo menos se ha logrado que usted comparezca, pero
indudablemente gobernar fundamentalmente es dialogar, es
hablar, es consensuar y es vencer resistencias tratando de
implicar al mayor número posible
de fuerzas políticas. Y lo que va a ocurrir mañana, solamente
el Grupo Socialista con el Grupo Catalán sacando adelante una
serie de iniciativas, sinceramente, señor Presidente, a
nosotros nos parece muy lamentable.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Anasagasti.

Tiene la palabra el señor Presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, telegráficamente, diré, primero, en
cuanto a las afirmaciones de nuevode carácter personal sobre
José Barrionuevo, me reitero en lo que he dicho antes. Yo creo
que no sólo es que tenga, como cualquier ciudadano, derecho a
defenderse, sino que usted comprenderá seguramente hasta qué
punto ha sido injustamente atacado. Por consiguiente, yo creo
que su reacción está dentro de lo que es la reacción normal de
cualquier persona con sentido de la responsabilidad. Y no
olvide nunca que su intención primera y fundamental ha sido y
es la de ponerse a disposición de quien esté haciendo la
investigación, cosa que se ha rechazado. Yo creo que ése es el
elemento determinante de todo lo que ha ocurrido hasta ahora,
porque además de negar el derecho a la defensa --que me parece
elemental--, no se puede, lógicamente, negar el amparo que
debería producirse respecto de cualquier persona en relación
con los tribunales de justicia.

A mí me consta que ustedes propusieron 22 resoluciones --no es
ésta una discusión para realizarla en el día de hoy-- hace
diez meses. No se ha cumplido todavía el plazo de un año, para
entendernos, y de todas ellas --este es nuestro cálculo y se
lo daré por escrito, señor Anasagasti-- 14 están cumplidas y 8
están en trámite. Pero les daré los datos por escrito porque
figura la transcripción literal de la resolución y de lo que
se ha podido hacer, pero, además de dárselo por escrito,
podemos discutir si efectivamente se ha producido o no ese
grado de cumplimiento.

Usted ha llamado al señor Borrell arrogante. Yo he oído
llamarle muchísimas cosas, pero hasta ahora nunca había oído
llamarle arrogante. Creo que no describe su personalidad,
quizá cualquier otra cosa sí, pero ésa me parece que no.

(Rumores.) Es una persona que se la ve en todas partes,
hablando con todo el mundo, desde luego con todos los
responsables políticos en todo el territorio. (Rumores.)
En cuanto a la autonomía, yo no tengo más remedio que decirlo
lo que le acabo de decir. Yo estoy de acuerdo en que se
desarrolle al completo el Estatuto, pero tiene que haber un
acuerdo entre las dos administraciones --la Administración
central y la autonómica-- para que ese desarrollo se cumpla.

Estoy dispuesto a impulsar que el Gobierno trabaje a fondo en
este tema, como usted bien sabe, porque en los últimos meses
ha habido bastantes encuentros. Yo no digo que, haya 9
transferencias; que haya 19, 20 o 25, las que se puedan y que
se hagan cuanto más rápidamente, mejor.

Se queja usted de que no hay diálogo político. Creo que hay
bastante diálogo político, pero estamos dispuestos a
incrementarlo porque nunca por falta de diálogo



Página 6481




se debería frustrar una política de cooperación para sacar
adelante los intereses generales. Por consiguiente, en la
parte que me afecta, se lo ofrezco personalmente como
responsable de su Grupo, así como a los responsables de su
Partido; desde ahora y en adelante, cuanto quieran.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

El señor Barrionuevo ha pedido la palabra por alusiones. Le
ruego que haga uso de ella exclusivamente para contestar a las
alusiones de que ha sido objeto.




El señor BARRIONUEVO PEÑA: Puede estar seguro, señor
Presidente, de que es exclusivamente para eso.

He escuchado al señor Anasagasti que, desde la tribuna, me ha
atribuido unas palabras que no sé quién ha pronunciado, pero
estoy bien seguro de que no he sido yo. Eso es lo que quiero
aclarar al señor Anasagasti. No creo haber pronunciado nunca
en mi vida palabras disculpando o justificando ningún hecho
delictivo y, desde luego, yo no he pronunciado las palabras
que desde la tribuna me ha atribuido el señor Anasagasti.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Barrionuevo.

Por el Grupo de Coalición Canaria, el señor Olarte tiene la
palabra. (Rumores.)
Señorías, guarden silencio.




El señor OLARTE CULLEN: Señor Presidente, señorías,
prácticamente estamos en las postrimerías del debate sobre el
estado de la Nación y, solicitando previamente el perdón de
las señoras y señores Diputados por alguna reiteración
absolutamente necesaria que se tiene que producir con respecto
a lo que algunos de los otros grupos parlamentarios han
explicitado ya, quiero iniciar mi intervención diciendo al
señor Presidente que se han confirmado las sospechas que desde
un primer momento yo tenía y que anidaban en el seno de
Coalición Canaria a propósito de que hoy el señor Presidente
iba a incurrir en la tentación de plantear una especie de
moción de censura o de cuestión de confianza encubierta, que
evidentemente se ha planteado, como lo pone de manifiesto
incluso el momento preciso en que se produce este debate. Este
debate se produce para alejarlo deliberadamente de la época
correspondiente a la celebración de las elecciones
municipales, y lo comprendemos, lo comprendemos porque el
vertiginoso descenso de su Partido es tal que, lógicamente,
habría sido absolutamente inadecuado, por una estrategia
elemental que yo comprendo también, haber situado el marco de
este debate en la proximidad de las elecciones municipales.

Se produce también con una antelación notable respecto al
debate de cuestión de confianza del año pasado. Además, señor
Presidente, por su intervención, por el contenido de la misma,
hemos llegado a la conclusión de que hoy se trataba,
precisamente por ser principio del año y tras una serie de
fechas escabrosas, duras, difíciles, escandalosas que se han
producido en semanas anteriores, de iniciar este período de
sesiones de esa manera, encubriendo, evidentemente, una
cuestión de confianza.

Señor Presidente, es posible que en algún pasaje de su
intervención inicial se haya referido a la actual crisis de
confianza; crisis de confianza por la que, debido a una
inexistencia de la menor credibilidad por parte de su Gobierno
en la opinión pública, hace que resulte altamente perjudicada
la recuperación económica, que se ha iniciado y que nadie ha
negado, pero que se ve encorsetada o imposibilitada para
desarrollar sus potencialidades precisamente por esa ausencia
absoluta de credibilidad en las instituciones, de las cuales
el Gobierno es una muy importante.

Nosotros hemos hecho una política absolutamente responsable
que se ha puesto de manifiesto en multitud de intervenciones
de Coalición Canaria dentro y fuera de esta Cámara. No hemos
querido secundar las ansias de otras fuerzas políticas de
derrocar o remover como fuese al Gobierno y que incluso pocas
semanas después de la apertura de las urnas se significaban de
una manera estruendosa, incluso sin tener en cuenta los plazos
constitucionales establecidos al efecto.

Hubo una época, señor Presidente, que algunos miembros de esta
Cámara tuvimos la fortuna, por lo interesante del momento y
por la participación también importante de muchos de quienes
hoy nos encontramos aquí, de vivir, en la que usted tuvo la
gallardía suficiente para plantear una moción de censura. Tuvo
la gallardía suficiente para plantear una moción de censura
porque disponía del porcentaje correspondiente de escaños para
formalmente poder hacerlo, de acuerdo con las exigencias
constitucionales, y además, a pesar de saber que no contaba
con el porcentaje suficiente de votos por los escaños de que
disponía para ganarla, compareció ante la Cámara, se expresó
quién era el candidato y se expresó también un programa de
Gobierno. Y en función de aquel planteamiento y de aquel
debate, que fue realmente histórico y rigurosamente
constitucional, todas las fuerzas políticas tuvieron la
oportunidad de pronunciarse al respecto. Sabía que la
perdería, sabía que era previsible su pérdida y, sin embargo,
fue adelante con la misma, y acaso en aquel momento cuajó una
alternativa importantísima en virtud de la cual ustedes
ganaron abrumadoramente unas elecciones, volvieron a ganarlas
posteriormente y, merced a ello, llevan instalados en el poder
una docena de años, pero, lamentablemente, con el paso del
tiempo, señor Presidente, dilapidando aquella confianza
extraordinaria que el pueblo español, de una manera masiva e
importante, depositó en ustedes.




Página 6482




Nosotros agradecemos las invitaciones que nos ha hecho una
fuerza política, concretamente el Partido Popular, para
sumarnos a una iniciativa como es la moción de censura que, en
un momento inicial, parece que albergaba en su pensamiento.

Sigue albergando la necesidad de anticipar las elecciones
generales, pero nosotros no nos pudimos sumar, ni siquiera a
iniciar el estudio de su posibilidad mediante una
consideración remota de la misma, por una razón, porque no era
un planteamiento constitucional. Y no era un planteamiento
constitucional porque la Constitución otorga, en virtud del
resultado de las pasadas elecciones, el monopolio exclusivo en
la disolución de las Cortes Generales al señor Presidente del
Gobierno; tiene el monopolio exclusivo porque se lo otorga la
Constitución, y no lo tiene esta Cámara; por tanto, habría
sido de una manera un tanto retorcida, mediata, indirecta y
desde luego alterando los términos constitucionales dar luz
verde a esa moción de censura con la finalidad de plantear
otro candidato, que ni siquiera había expuesto un programa de
Gobierno, que es lo que la Constitución exige, porque la
moción de censura es para gobernar y no para celebrar unas
elecciones. De ahí, precisamente, nuestro rigor y las ideas
clarísimas que hemos tenido al respecto desde el primer
momento. Tan claras las hemos tenido, señor Presidente, como
que fuera de la Constitución, evidentemente, sobre todo en los
términos en los que no cabe hablar de ambigüedades sino de
concreciones y de puntualizaciones terminantes, no hay terreno
posible para el juego. Pero eso no quiere decir que nosotros
renunciamos a la expresión de una crítica que hemos mantenido
a lo largo de esta legislatura y que hoy ratificamos. Por eso,
señor Presidente, sin perjuicio de que en alguna ocasión
hayamos expresado apoyos puntuales a una u otra fuerza
política, porque así ha sido, lo que no cabe es esa idea que
usted hoy transmitió en su intervención a la sociedad de que
contaba con el respaldo de Convergència i Unió, que es muy
dueña de prestarlo, y sumaba a esa adhesión, como si de un
contrato de adhesión se tratara, al PNV y a Coalición Canaria.

Usted, señor Presidente, es un hombre hábil, es un hombre que
tiene una habilidad muy especial para decir en ocasiones
medias verdades que evidentemente no constituyen la verdad
absoluta. En este caso, yo quiero recordarle hoy --no cabe
duda que sin la menor acritud, porque usted está viendo cuál
es el tono de mi intervención--, señor Presidente, que en su
investidura no contó con el voto de Coalición Canaria, en la
investidura suya contó precisamente con el voto en contra de
Coalición Canaria y que a lo largo de esta legislatura
precisamente las razones a que ahora me referiré han sido
determinantes para que nosotros no le hayamos apoyado ni lo
pretendamos en el momento actual, con la ausencia absoluta de
credibilidad que no sólo merece por nuestra parte, sino que
acaba de producirse también por parte del PNV. Es la antítesis
de ese diálogo que nosotros consideramos que es
imprescindible, sobre todo cuando, con toda humildad, hay que
reconocer que no se está en posesión de la mayoría absoluta.

Por lo tanto, nosotros no nos sumamos a esas reiteraciones de
lo mismo, de lo mismo y de lo mismo, que pueden constituir un
factor desestabilizador importante, y no nos sumamos de
ninguna manera. El bolero de Ravel, si lo oye uno un minuto,
lo aguanta, le parece muy bien; si lo oye dos minutos, a lo
mejor lo soporta, pero le aseguro que si lo sigue oyendo,
termina hasta la coronilla, del bolero y de Ravel. (Risas). Y
eso es lo que pasa con algunas cosas que se vienen planteando
aquí desde hace mucho tiempo.

Usted, señor Presidente, ha perdido evidentemente aquella
confianza, aquella credibilidad y aquella autoridad moral de
que disfrutó desde sus primeros años de Gobierno. En muchas
ocasiones ha sido desde luego no por responsabilidad ni por
culpa de las demás fuerzas políticas, sino por la suya, por la
de su Gobierno, por la del Partido que lo apoya, porque en
muchas ocasiones se ha producido lo que algún jurista,
haciendo extrapolaciones del concepto jurídico a la política,
ha calificado como de la culpa in eligendo --que ha habido
elecciones desafortunadísimas-- y de la culpa in vigilando
también. Consecuencia de esos errores, se ha producido algo en
lo que hasta ahora no ha profundizado excesivamente la crítica
política, pero es que en menos de un año usted haya tenido en
este Gobierno tres Ministros del Interior.

Yo le tengo que decir, señor Presidente, que desde el punto de
vista de Coalición Canaria, ratificando lo que ya en alguna
ocasión hemos dicho, ha sido absolutamente errónea la
confluencia en una sola cartera de los Ministerios de Justicia
y de Interior. Sabe el señor Ministro de Justicia que en
muchas ocasiones ha contado con el respaldo de Coalición
Canaria, entre otras razones porque ha cumplido compromisos
que tenía establecidos no ya con la Coalición sino incluso con
nuestro pueblo, y sabe que aquí no hay, sotto voce ni
encubiertamente, agresividad intelectual de ningún tipo, pero
es evidente que hoy el Ministerio de Justicia carece del
Ministro de Justicia del que nosotros pensábamos que tenía que
continuar dotado para sacar adelante una serie de proyectos,
que no cabe duda que podrán serlo por la valía de las personas
que constituyen su equipo ministerial, pero, indiscutiblemente
también, porque quien tenía que llevar el timón, la
gobernabilidad de un ministerio y un compromiso tan importante
como el famoso pacto por la justicia que había hecho con todas
las fuerzas políticas ya no puede ser exactamente igual, y
estamos empezando a observarlo.

En la comunicación del Gobierno, señor Presidente, se quiere
dar una sensación de normalidad, descansando precisamente el
planteamiento, la iniciativa, en el



Página 6483




crecimiento económico y en la estabilidad parlamentaria. Yo no
voy a profundizar ni a extenderme en la estabilidad
parlamentaria ni a decir que la estabilidad parlamentaria no
es precisamente la tranquilidad ni el sosiego en la calle.

Nada tiene que ver una cosa con la otra y acaso en pocos
momentos de nuestra reciente historia democrática ha habido
una disfunción tan grande como la consecución, la tenencia, la
posesión de una mayoría en esta Cámara y, sin embargo, la
situación que la calle vive. De ahí esa pérdida brutal, diría
yo, midiendo además la importancia del adjetivo, de la
credibilidad del Gobierno y de su Presidente y esa
incertidumbre sobre el futuro que precisamente descansa en que
no se ve claramente una capacidad del Gobierno para continuar,
porque es indiscutible que el Gobierno y su Presidente se
encuentran a merced de las promesas de apoyo de una fuerza
política que no se traduce ni en un Gobierno de coalición ni
en un pacto de legislatura; apoyos puntuales, coyunturales,
que no añaden el menor ingrediente de certidumbre que sería
fundamental para que se genere esa idea, que es fundamental
tener en nuestro país y en el exterior, para que esa inversión
se produzca y en definitiva para que esa economía se recupere
con las posibilidades que en otro caso tendría de recuperarse.

Esa desconfianza la tenemos muchos. Y la tenemos muchos porque
incluso nos planteamos qué va a ocurrir los días después de
las próximas elecciones municipales, cuando ustedes se vean
compelidos, para conservar determinadas parcelas de poder, a
pactar con fuerzas políticas cuyo pacto a lo mejor no merece,
y posiblemente con toda seguridad podríamos decirlo, el agrado
de otras fuerzas políticas que hoy le respaldan y que no se
encuentran en la misma sintonía que ésa a la cual tendrán que
acudir para conservar total o parcialmente las parcelas de
poder. Eso va a ser posible, será casi inevitable y las
encuestas lo acreditan, y no hay pacto evidente que nos
asegure hoy por hoy un Gobierno estable en año y medio o dos
años, ni siquiera que los próximos Presupuestos Generales del
Estado vayan a producirse como ustedes en principio desean.

Esa fue, además, señor Presidente, nuestra única aportación en
su día a su Gobierno. A usted le parecerá seguramente
raquítica, escasa, mínima, pero nosotros hicimos un esfuerzo
de credibilidad, en función de los inicios de su intervención
en su discurso de investidura. Nosotros quisimos hacer esa
aportación y nos sumamos a quienes se oponían a que, nada más
iniciarse el rodaje de la legislatura, pudieran caer los
Presupuestos Generales prosperando una enmienda de totalidad
que nosotros no compartimos. Creímos en ustedes en una primera
fase que se tradujo en promesas y en ciertos cumplimientos
que, sin embargo, no han tenido el remate preciso. Ustedes se
comprometieron a otorgar un régimen económico fiscal nuevo al
Archipiélago Canario, como así fue, pero se niegan a
desarrollarlo. Y los cenáculos del poder o las distintas
instancias del poder (a lo mejor usted mismo no lo conoce)
están imposibilitando, por los aledaños del Ministerio de
Economía y por otros aledaños de su Gobierno, ese desarrollo
que nosotros queremos. Pregúntele usted en conversaciones
oficiales o privadas al señor Saavedra, por ejemplo, qué ha
pasado en Canarias con el REA, que le explique lo que es el
REA y lo que ha tenido que hacer el Gobierno de Canarias, pese
a la obstrucción que un personaje, me parece que apellidado
Sancha, Director General de Comercio Exterior --y lo califico
bien de personaje-- ha producido a lo largo de todos estos
meses, con un descrédito, incluso pretendido, del prestigio de
la Comunidad Autónoma canaria. Pregunte usted, señor
Presidente, porque yo no se le imputo a usted porque
seguramente no tiene conocimiento de ello, pero sí que tiene
que tener un buen informador.

Nosotros hemos estado alineados con todo aquello que sea
adecuado, no ya para la gobernabilidad del país sino para el
prestigio de las instituciones. Desde un primer momento hemos
expresado nuestra repulsa absoluta, categórica y total al GAL.

Hoy se ha dicho aquí que el asunto del GAL cobra una especial
importancia cuando se suma a otros escándalos. Nosotros
decimos que la tiene sin necesidad de sumarse otros
escándalos. El tema del GAL --seguramente no se ha querido
decir eso--, de suyo, tiene una importancia tal que esta en
parangón con nuestra repugnancia y, por lo tanto, nuestra
censura. La gran tragedia de ustedes es que en este momento la
sociedad está dividida; ustedes no son capaces de transmitir
una seguridad absoluta en cuanto a esa inocencia cuya
presunción yo no discuto, porque si hay algo que de manera
sagrada siempre apoyamos los juristas es la necesidad de
defender a ultranza la presunción de inocencia, pero la
responsabilidad de la autoría del Gobierno en el GAL o es
verdad o es mentira. Si es mentira, ustedes son absolutamente
incapaces de transmitir la falsedad de esa imputación a la
sociedad, y eso es grave; es grave para ustedes y es grave, en
general, para todo nuestro sistema democrático.

Coalición Canaria en su día fue la primera fuerza política que
planteó en esta Cámara la necesidad de establecer una nueva
ley en virtud de la cual se posibilitase y se regulase el
control de los fondos reservados, y nos lo echaron abajo entre
ustedes y ustedes (Señalando alternativamente a los bancos de
los Grupos Socialista y Popular.), entre ambas fuerzas
políticas echaron abajo la iniciativa de Coalición Canaria
porque decían que cómo iban a alterar con esta iniciativa la
Ley de Secretos Oficiales, como si no pudiera ser reformable
algo que, además, inicialmente requería la posibilidad de un
control sin menoscabo de su secreto. Por eso me alegro de que
hoy se haya expresado precisamente lo contrario de lo que
entonces se dijo con respecto a nosotros por parte del Grupo
Popular. ¿Pero por qué se nos negó el



Página 6484




pan y la sal en una iniciativa que se demandaba? Volvimos a
plantearla en el debate del estado de la Nación. Nos sumanos a
otras que al respecto se habían planteado y ha transcurrido
casi un año desde el debate del estado de la Nación y todavía
no tenemos la ley reguladora del control de los fondos
reservados, señor Presidente, hay que reconocerlo. Se está
tramitando, ya lo sé, pero ha transcurrido un año y todavía no
disponemos de una ley que tenía que haber marchado a una
velocidad vertiginosa, porque incluso después de su
presentación se ha tenido conocimiento de una serie de hechos
que han provocado que esa alarma social que Coalición Canaria
en su día planteaba se haya incrementado de manera realmente
importante.




El señor PRESIDENTE: Señor Olarte, le ruego que concluya.




El señor OLARTE CULLEN: Señor Presidente, voy concluyendo.

Tenemos que decirle, señor Presidente, que no estamos de
acuerdo en absoluto con esa política de deterioro, si no
política, con ese deterioro que se ha producido en el Poder
Judicial por responsabilidad de los cargos públicos
socialistas; no estamos de acuerdo, y sobre esto podríamos
hablar horas, así como podríamos hablar del resentimiento de
un sistema democrático como el nuestro, uno de cuyos poderes
fundamentales es precisamente el Poder Judicial y su
independencia.

¿Por qué se ha producido esa pérdida de credibilidad en
ustedes que hace que nosotros, igual que ocurrió antes con el
PNV, tengamos que estar en una postura absolutamente
distanciada de unos y de otros, porque no queremos contribuir
a que se produzca esta situación de manera progresiva, pero
tampoco podemos darles, en absoluto, nuestro respaldo? Porque
nos han fallado en el desarrollo del REF, como decía, porque
nos han fallado en la reforma del Estatuto de autonomía. En
Canarias, socialistas y populares dicen una cosa, y aquí,
socialistas y populares del Archipiélago Canario han dicho lo
contrario. Allí se acuerda que se tramite por la vía de
urgencia la reforma del Estatuto, y esta es la hora en que
cuando usted hoy alardeaba de que ya estaba ultimada la
aprobación de otros estatutos de autonomía, como son los de
Ceuta y Melilla, mientras el Senado ha concedido el trámite de
urgencia a la aprobación de los estatutos de Ceuta y Melilla,
ustedes y el Grupo Popular, aquí, en la Mesa del Congreso de
los Diputados, se han opuesto a que se tramite por la vía de
urgencia nuestra pretendida reforma, cuando realmente los
Estatutos que en este momento se encuentran pendientes de
estudio, de debatir aquí, son los que han sido reformados. Sin
embargo, nosotros nos encontramos en esa tierra de nadie y
cuando hemos sido un Estatuto que ni accedimos a la vía de la
autonomía por el artículo 143 ni por el artículo 151, sino por
una ley orgánica de transferencias, ustedes, señores
socialistas y populares, nos han negado el pan y la sal de esa
reforma estatutaria que por vía de urgencia demandábamos y que
es fundamental para nuestro pueblo, ya que en coordinación con
nuestro régimen económico fiscal queremos llevar allí una
política que es fundamental por nuestra peculiar y diferente
situación a la de resto del territorio español.

Termino, señor Presidente. Estoy ansioso por escuchar lo que
usted me vaya a decir al respecto y, por supuesto, en relación
con otro tema que ya en una ocasión expresé aquí y al que
usted tampoco dio respuesta alguna. ¿Qué es lo que piensa el
señor Presidente, en función de esa Presidencia de la Unión
Europea que se avecina, con respecto al Estatuto permanente de
la Comunidad Autónoma de Canarias en la Unión Europea?
Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Olarte.

Antes de dar la palabra al señor Presidente del Gobierno,
quiero dejar claro, para evitar confusiones e incluso la
sorpresa del propio Presidente del Gobierno, que la decisión
relativa a la tramitación por el procedimiento de urgencia de
la iniciativa a la que se ha referido al señor Olarte es una
decisión adoptada por la Mesa de la Cámara, no por el
Gobierno, ni por los grupos parlamentarios.

Señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías.

Precisamente, señor Olarte, pensaba empezar por ahí. Es algo
que, efectivamente, no nos compete y, por consiguiente, lo
único que le puedo decir, y tal vez le ayude a comprender
nuestra posición, es que substancialmente estamos de acuerdo
con los contenidos de la reforma. También podría decir que es
verdad que en la reforma ha habido un debate que ha durado
tres años. Por consiguiente, yo no hago ninguna valoración
sobre si el trámite debe ser de urgencia o no, pero el
consenso costó tres años.

En los temas concretos que ha planteado, que me parece quizá
que es lo más importante desde el punto de vista de si hay o
no cierto crédito en los compromisos, el REF se aprobó, como
usted sabe bien, queda el desarrollo reglamentario del REF.

Pues bien, el desarrollo tiene de plazo hasta julio del
presente año, y en la segunda quincena de enero ya tienen
ustedes el reglamento. Por consiguiente, hay un desarrollo
reglamentario que ya está en su poder y que, por tanto, puede
y debe cumplirse el plazo. Esa es nuestra voluntad en los dos
temas concretos que usted ha planteado y, en consecuencia,
ahora haré alguna reflexión sobre temas de carácter más
general muy rápidamente.

Yo no pretendo desvirtuar el debate del estado de la Nación.

Se ha hecho en algunos años en febrero, otros



Página 6485




años en marzo, otros años se ha hecho en octubre, depende de
las circunstancias. A veces ha habido procesos electorales que
han condicionado el propio debate, pero sí quiero recordarle
que hace diez meses que se hizo el anterior, diez meses, y es
que es verdad que está, entre otras cosas, en tramitación
parlamentaria la ley de fondos reservados. Por consiguiente,
nosotros sí aceleramos, sabiendo que era un proyecto de ley
estraordinariamente delicado, el proceso de desarrollo de ese
proyecto de ley para presentarlo a la Cámara, y esperamos que
el trámite parlamentario se cumpla normalmente.

Usted ha hecho una interpretación del debate del estado de la
Nación y de la cuestón de confianza tratando de plantear que
nosotros intentamos confundirla. Le aseguro que no, en
absoluto. La cuestión de confianza tiene, lógicamente, una
delimitación constitucional perfectamente clara y yo no quiero
emplear ningún tipo de subterfugio desde el punto de vista de
los mecanismos constitucionales. El debate sobre el estado de
la Nación es algo que nosotros, como sabe bien S.S., pusimos
en marcha cuando llegamos al Gobierno. Antes, nunca se había
practicado, pero a nosotros nos parecía razonable que una vez
al año se pudiera hacer un balance de situación.

Hay una cosa que me preocupa y le quiero decir para ver si
somos capaces de transmitir cierto sosiego en el conjunto de
la sociedad. Se dice que la recuperación económica depende en
parte de la credibilidad de la acción del Gobierno. En fin, yo
le voy a decir cuáles son las cifras. De momento, hay una
cifra del 2 por ciento de crecimiento en 1994 y una
estimación, no nuestra, que hemos sido más prudentes, de que
creceremos el 3 por ciento en 1995. La estimación de
crecimiento de Alemania es del 3 por ciento. Sabe usted que el
impulso del crecimiento en Alemania viene dado también por el
enorme despegue que están inyectando en la parte oriental de
Alemania. Por tanto, si llegamos a un crecimiento del 3 por
ciento, yo creo que el grado de credibilidad se considerará
suficiente. Esta mañana di una cifra --yo no sé si fui claro--
respecto de lo que supone la confianza desde el punto de vista
de los flujos de inversión. El año 1994, que ha sido un año
difícil desde el punto de vista del crédito del Gobierno --yo
lo he dicho muchas veces y ahora le haré una reflexión que
creo que compartirá conmigo--, es un año en el que las
inversiones del exterior han aumentado un 26 por ciento. Es
uno de los años de mayor volumen de inversiones, con 2,3
billones de pesetas. Eso se ha producido en 1994. ¿Qué razón
habría para que no se produjera en 1995? Hay una mayoría
parlamentaria y de Gobierno, yo creo que sólida, usted la
califica de poco sólida, lo que respeto totalmente, pero me
parece que las discusiones nominalistas tienen muy poco
sentido, lo que tiene sentido es decir: no hay confianza del
exterior porque hay 2,3 billones de pesetas de inversión. ¿De
cuánto tendría que haber sido el aumento, en lugar del 26 por
ciento, para que se hubiera confiado en la potencialidad de la
economía española? ¿Tendría que haber sido un aumento del 300
por cien? Yo creo que ésos son datos que nos deberían alegrar
a todos, señoría.

Me he pronunciado varias veces, a lo largo de este debate,
sobre el asunto de los GAL, y lo he hecho siempre igual desde
1983. He sido muy cuidadoso con algunos pronunciamientos que
hubo en la época y que no he querido recordar porque me parece
que no vienen al caso, pero siempre me he pronunciado en los
mismos términos y siempre seguiré haciéndolo así.

Le ruego que acoja mi explicación sobre el REF en los términos
en que la he hecho. Le ruego también que acoja mi explicación
sobre la reforma del Estatuto Canario, con cuyos contenidos
estamos sustancialmente de acuerdo sabiendo, como se decía
desde la Presidencia de la Cámara, que no depende de nosotros
cuál es el tipo de tramitación parlamentaria que debe llevar
un proyecto de ley, sea cual sea ese proyecto de ley. Creo que
el Estatuto de Canarias en la Union Europea está bantante
garantizado.

Gracias,



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente. Tiene la
palabra el señor Olarte.




El señor OLARTE CULLEN: Señor Presidente de la Cámara, señor
Presidente del Gobierno, en mi intervención expresé, sin lugar
a dudas, que se había producido una decisión en la Mesa que
había cortado el deseo explicitado en Canarias, tanto por
socialistas como por populares, de que se diera el trámite de
urgencia a la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias,
que es el único Estatuto que queda por reformar y que en este
momento se encuentra, con varios, en tramitación, algunos de
los cuales han sido reformados ya. Es relativamente normal;
políticamente, no es deseable, aunque sea fáctica y
reglamentariamente normal.

En algunas ocasiones, cuando me refiero al señor Presidente
del Gobierno, no puedo excluir, ni de mi expresión ni de mi
pensamiento, el hecho de que simultanee el carácter o el cargo
de Secretario General del Partido Socialista. Lo único que le
pido es que aquí hagan ustedes lo mismo que dicen en Canarias.

Esto lo pido deseando precisamente que haya una normalidad en
las relaciones de la Comunidad Autónoma Canaria con el resto
de las comunidades que integran el Estado español y en el seno
del mismo. Esa normalidad se ve afectada en ocasiones por
disfunciones que pueden producirse por errores, planteados
fundamentalmente por los partidos mayoritarios, a los cuales
en la Mesa, lamentablemente, se sumó otra fuerza política,
cuyas explicaciones todavía estoy aguardando, entre otras
razones porque se trataba del tema que se trataba.

Creo que es preciso recordar, además, que en Canarias la
reforma del Estatuto de Autonomía no se produce



Página 6486




como consecuencia directa, al igual que en otros lugares, de
un pacto autonómico en un lugar donde, juntos, socialistas y
populares, no constituían entonces, ni constituyen hoy,
mayoría absoluta; otra era la mayoría en el Parlamento de
Canarias, y no precisamente la formada por estas dos fuerzas
políticas. Recientemente, un miembro cualificado del Grupo
Parlamentario Socialista --el señor Almunia concretamente-- ha
manifestado ante los medios de comunicación que la reforma
tenía que paralizarse porque teníamos que tragar por las
buenas el llamado pacto autonómico. No estamos conformes con
eso y en la primera ocasión que tenga le daré la hoja del
periódico correspondiente para que lo pueda desmentir, cosa de
la que me alegraría profundamente, igual que si el Grupo
Popular reconsiderara su posición y en el archipiélago canario
pudiera establecerse esa coordinación, que yo deseo, entre
ambas partes.

Cuando yo aludía a si las normas de desarrollo del REF han
llegado a Canarias --es posible que el Gobierno lo haya
enviado con un mensajero y haya llegado, porque si lo ha
mandado por el servicio de Correos, con toda seguridad que no
habrá llegado todavia-- me refería a que si han llegado, señor
Presidente, ha sido hace un par de días, y fíjese usted desde
cuando se aprobó aquí el REF. Le puedo decir a usted que es
así.

Tampoco ha llegado todavía esa respuesta al plan de empleo
formulado por la Comunidad Autónoma de Canarias, a pesar de la
carta que usted dirigió al Presidente del Gobierno de Canarias
con todas sus buenas intenciones. Es preciso que el señor
Ministro de Trabajo --que no nos honra en este momento con su
presencia-- se reúna con el Presidente del Gobierno de
Canarias para sacar adelante ese plan de empleo de una
comunidad autónoma que tristemente se encuentra entre las tres
más desfavorecidas en esta cuestión tan lamentable.

Ocurre igual con otras muchas cuestiones. No voy a cansar a
SS.SS. con nuestro REF, la zona económica y otras más porque
no viene al caso, pero sí quiero manifestar nuestra
insatisfacción por la falta de voluntad en ponerlo en marcha.

Mucho podríamos detenernos, señor Presidente --y mañana se
planteará además la propuesta de resolución correspondiente--
en el apoyo que necesita el sector tomatero, no canario sino
de todo el territorio español donde se realiza tal producción,
y al cual ustedes han dado un golpe durísimo precisamente por
asentir y respaldar las ansias exportadoras de Marruecos, a
quien ustedes protegen en demérito y perjuicio del
archipiélago canario y en beneficio de la llamada Europa Verde
estableciendo y posibilitando en el tratado euromarroquí, con
el apoyo de ustedes, esos precios de entrada, que se
encuentran aproximadamente al 50 por ciento de lo previsto en
el GATT, y ese contingente que con toda seguridad va a ser
burlado en perjuicio del sector tomatero canario por el reino
alauita. No me digan que no porque, a lo mejor, tengo que
decir que hay otro ministro que también tiene que ponerse la
chilaba como el señor Solana, porque sí, estamos seguros y hay
investigaciones al respecto.

Finalmente, señor Presidente, ustedes han perturbado --y no me
ha contestado usted a ello-- la armonía que se debe mantener
con el Poder Judicial, hasta tal punto que el Consejo General
del Poder Judicial el pasado día 26 de enero, hace media
docena de días, tuvo que lanzar un comunicado muy importante
defendiendo al Poder Judicial de las agresiones que vienen
produciéndose contra su independencia, al margen de lo
estético o antiestético que puede resultar la presencia de
determinado juez en un procedimiento, entre otras cosas porque
no hay una ley que lo impida. ¿No son ustedes quienes
judicializaron unas listas para acreditar que querían luchar
contra la corrupción? Todo esto ha conmovido al Poder Judicial
de tal manera que se ha producido ese comunicado en el cual se
habla de manera especial de los cargos públicos. ¿Qué cargos
públicos van a ser? ¡Los cargos públicos socialistas!, salvo
que usted me diga que se refieren a Coalición Canaria en el
Ayuntamiento de Torrelodones.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Olarte.

Tiene la palabra el señor Presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías.

Para su información, señor Olarte, en este caso no debería ser
así, no debería ser yo quien le informara a usted, sino más
bien que usted me diera la información a mí. Hace dos semanas
que salió el reglamento para Canarias, por lo tanto está allí;
el 18 de enero exactamente. Está allí y todavía no ha recibido
la comunicación por parte del Gobierno canario, pero de eso no
puedo de ninguna manera hacerme responsable.

Plan de empleo, que antes no citó y ahora cita. El acuerdo de
la comisión bilateral es de 15 de diciembre de 1994 y queda el
protocolo para su aplicación, para ponernos a trabajar. Por
consiguiente, yo creo que eso es absolutamente claro y
transparente.

Poder judicial. Le rogaría, señoría, que me citara a un solo
miembro del Gobierno, en un solo caso, que haya hecho una
declaración que suponga la mínima intromisión en el Poder
Judicial. De esto se podría discutir infinitamente, pero
simplemente le digo: póngame un ejemplo de un cargo público
gubernamental que haya hecho alguna alusión a la independencia
de los jueces o haya alterado la independencia de los jueces.

Si me pone uno, le diré que una vez fallamos. Pero creo que no
va a conseguir ponérmelo.

Después (antes no lo ha dicho S.S. pero ahora sí), ha hablado
usted del acuerdo con Marruecos y del tema



Página 6487




de las exportaciones de tomates. En el acuerdo, efectivamente,
se permiten 140.000 toneladas año para la exportación de
Marruecos, que es la equivalente, como sabe S.S., a la
exportación de Marruecos de 1991. Entre tanto, ¿qué ha pasado?
Por ejemplo, desde la entrada de Canarias en la Política
Agrícola Común, las exportaciones de tomate a la Unión
Europea, ¿cómo han evolucionado? Desde 136.000 toneladas en la
campaña 89-90 y las 190.000 toneladas de la 91-92 hasta las
267.000 toneladas en la campaña 93-94. Es decir, mientras que
se estaba produciendo esa media de exportaciones de Marruecos
de 140.000 toneladas año, en Canarias se pasaba desde la
campaña 89-90 a la campaña 93-94, de 136.000 a 267.000
toneladas. Esto lo digo en honor a la verdad y porque me
parece que es una política que favorece netamente la
productividad y el desarrollo canario.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Por el Grupo Mixto, tiene la palabra, en primer lugar, la
señora Rahola.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Señorías, dos frases nacidas para
la historia y que, sin embargo, tuvieron vocación de morir
jóvenes. «Estamos utilizando todos los medios disponibles para
combatir la corrupción». Y, también: «Queremos que la justicia
actúe con la celeridad y tranquilidad necesarias». 19 de abril
de 1994, su propio discurso en el debate general. ¡Qué música
tan bella para una partitura tan falsa!
Señor González --y permítame que coja el toro con prontitud
porque el tiempo me apremia y no estoy para florituras--,
desde entonces ustedes han problematizado la acción de la
justicia y han torpedeado la investigación de estos
escándalos. ¿Le recuerdo la huida del señor Serra de la
Comisión Roldán? ¿Le cuento el ridículo espantoso que hemos
hecho en la Comisión de Partidos Políticos, auténtico mascarón
de proa anticorrupción de su discurso de hace un año, y que ni
tan sólo pudo contar con los principales protagonistas del
caso Filesa? ¿Le cuento cómo ustedes nos impidieron, con los
votos de su pareja de hecho, Convergència i Unió --porque como
aquí no ha habido ni pacto de legislatura ni moción de
confianza, el matrimonio no ha pasado por la vicaría
parlamentaria--, que Aida Alvarez o Carlos Van Schouwen
vinieran a la Comisión? ¿Son todos los medios disponibles
impedir que ese empresario modelo llamado Javier de la Rosa
nos explicara sus miserias? ¿Hablamos del señor Sancristóbal,
señor Felipe González, y sus numeritos televisivos con la
clara voluntad de criminalizar e impedir la acción de la
justicia?
Por cierto, a usted, que ha hablado de paz, le recuerdo hoy, y
se lo recuerdo en la conciencia, que en este Estado hay 140
presos de conciencia, los insumisos, y que, según mi amigo y
Senador de Eusko Alkartasuna, Estebe Petrizan, el 7 de octubre
pidieron hacer una rueda de prensa en la cárcel, pero ellos no
tuvieron ese pequeño privilegio. Parece ser, pues, que según
los criterios de Interior tiene más derecho a la televisión un
implicado en el caso de terrorismo de Estado que una persona
presa por cuestiones de conciencia. ¿No habrá nadie en el
Partido Socialista que se rebote contra esto?
¿Es ayudar a la justicia, señoría, permitir la permanente
criminalización de un juez por boca de dirigentes de su
Partido? ¿Permitir el equívoco entre la violencia del Estado y
la violencia terrorista, vulnerando las reglas fundamentales
del sentido democrático?
Señoría, están ustedes jugando con fuego. ¿Es ayudar impedir
que Eligio Hernández nos explique sus conversaciones con
Amedo? ¿Es ayudar impedir una comisión de investigación de ese
pozo negro de las miserias que han sido los fondos reservados?
Por cierto, que ustedes nos han dicho por activa y por pasiva,
en sede parlamentaria, que se destruyen los recibos de fondos
reservados. Supongo que lo que hoy publica el «ABC» no será un
recibito de fondos reservados.

En fin, señor González, ciertamente hoy toca hablar de
economía, de esos 3.700.000 parados que intentan maquillar a
golpe de contrato de aprendizaje, y también de debate
autonómico, al que, por cierto, le ha dedicado usted sólo una
frasecita. ¡Qué poco debe creer en las autonomías si en un
debate estructural como éste sólo le ocupa una frase de todo
su discurso! ¡Y qué poco deben apretar en los conceptos
políticos de fondo esos socios que lo tienen a usted a golpe
de teléfono, pero que no han sido capaces de conseguir ni la
supresión de los gobernadores civiles!
Más de 50 competencias pactadas y prometidas les tienen
ustedes a Cataluña permanentemente estafadas, y los socios
callan, puesto que les preocupa más imponer un modelo
económico regresivo que jugar fuerte por los derechos
nacionales de Cataluña.

Y hoy también es el día para hablar de la ley del aborto, que
sorprendentemente ha desaparecido en su primera intervención,
a pesar de ser promesa electoral.

Señoría, todos estos debates fundamentales están supeditados
al debate de fondo: la tragedia que significa que ustedes
hayan incumplido su mandato histórico. ¿Cuántos, señor
Presidente, de los 10 millones que votaron el cambio histórico
se han encontrado con una estafa histórica? La salud
económica, la credibilidad política, la famosa estabilidad, el
debate sobre la estructuración del Estado, ¿le parece que todo
ello es recuperable en el marco de ese terrible crack de
confianza que ustedes representan?
El caso GAL, como el caso Roldán, como los fondos reservados,
la enorme burbuja negra de Interior, no son temas laterales de
este debate, son el debate en sí mismo, porque representan el
hecho sustancial: que ustedes llegaron al poder para conducir
la ruptura estructural



Página 6488




y también moral del régimen y se acomodaron en sus miserias,
que, tanto si crearon como si les crearon los GAL, ustedes los
permitieron. Permitieron las cloacas, los sobresueldos, la
creación de una casta de políticos que se creyeron por encima
de control, por encima de principios, quizás por encima de
escrúpulos. No limpiaron los amedos, no los depuraron, como
era el mandato histórico que tenían. Los permitieron, los
engordaron, se enriquecieron con ellos, fueron sus compañeros
de viaje. Ese es el crack de confianza, esa es la derrota
moral, esa es la consolidación democrático que no han
culminado.

Usted, señor González, creo sinceramente que está invalidado
--usted, que no el Partido Socialista-- para dirigir un cambio
de etapa que protagonice esa ruptura moral y estructural del
sistema, porque está definitivamente arrastrado por ese
fracaso.

No me toca a mí apelar a la conciencia ni a la capacidad de
autocrítica de los militantes socialistas, aunque sí me
gustaría que ante los roldanes, los de la rosa, los GAL de
turno hubiera militantes socialistas y militantes convergentes
profundamente indignados con el papel de tapón y de
encubrimiento que están haciendo ustedes. (La señora Rahola i
Martínez pronuncia una frase en catalán.) No me toca, pero
sería higiénico que ocurriera.




El señor PRESIDENTE: Señora Rahola, le ruego que concluya.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Estoy concluyendo, señor
Presidente.

Reforma del Estado o reforma del sistema. Mi proyecto, mi
deseo, mi convicción es luchar por conseguir que Cataluña sea
un día un país normal entre normales, tenga su propia
soberanía, sea, pues, independiente en el concierto de las
dependencias internacionales: situación de igualdad. Pero ese
es un proceso democrático que culminará en Cataluña. Mientras
ello no ocurra, mi obligación política ciudadana es exigir que
las reglas del juego democrático de este Estado estén
culminadas con una ley de financiación de los partidos
políticos transparente, con la supresión del servicio militar
obligatorio, con una Constitución que no criminalice el
derecho a la autodeterminación, con un sistema que nunca más
permita que un gobierno, por incompetente o por
corresponsable, llegue a acumular toda esta suciedad.

El GAL es el debate, señor González, porque el GAL representa
una derrota como demócrata.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Rahola. El señor Mur
tiene la palabra.




El señor MUR BERNAD: Señor Presidente, señorías, hablo en
nombre del Partido Aragonés y, a estas alturas de la sesión,
yo creo que no sería bueno que, como consecuencia de este
debate, los ciudadanos sacaran la conclusión de que hoy las
cosas están peor que ayer, pero mejor que mañana, ni tampoco
que toda situación grave, como la que padecemos, es todavía
susceptible de empeorar. Por ello, lo primero que debemos
intentar es que la sociedad española no confunda la crisis del
Gobierno con la crisis del Estado, aunque de seguir por este
camino y de no poner remedio temprano a los problemas más
acuciantes, el deterioro del sistema y de la propia
convivencia pueden traspasar los límites de lo razonable.

Debemos, pues, valorar positivamente la celebración de este
debate, aunque no podamos calificar de la misma forma su
contenido porque, en efecto, algo grave está pasando cuando en
un país los juzgados y los procedimientos judiciales se
convierten en protagonistas destacados de la vida pública,
mientras que el debate político se traslada prioritariamente a
los medios de comunicación, hasta el punto de que el mismo
Gobierno se siente víctima de una conspiración. La ausencia de
un debate parlamentario profundo, la falta de claridad y de
transparencia y la dejación también de responsabilidades
propias de quien gobierna, generan inevitablemente confusión,
preocupación y crispación, nada buenas para el bienestar y la
convivencia pacífica de los españoles. Quiero, por tanto,
reivindicar una vez más el papel del Parlamento, de este
Congreso, como lugar propio y natural para el debate político,
para la discusión y para el acuerdo entre las fuerzas que
representamos la voluntad popular, y de esa atonía y debilidad
parlamentaria, señor Presidente, usted mismo, su Gobierno y el
Partido que lo sustenta son los mayores responsables. Contra
la trama conspirativa, si es que existe, practique usted la
transparencia informativa, y si tiene usted que negociar o
pactar lo que considera bueno para el país, hágalo aquí, con
luz y taquígrafos. Así, cuando todos conozcamos el alcance de
sus pactos, el compromiso adquirido por cada fuerza política y
el costo y destino de la factura que habrá que pagar, tal vez
se pueda generar la necesaria confianza política que demanda
el país.

De su comportamiento a la defensiva, señor Presidente, se saca
la conclusión de que nos hallamos ante el fin de la etapa
socialista y que ustedes se aferran a un modelo políticamente
agotado, con grave perjuicio para el conjunto de la sociedad
española. Es lamentable que tantos años de mayoría política en
las instituciones no les hayan permitido realizar los cambios
estructurales necesarios para afrontar con garantías nuestro
futuro. Usted, su Gobierno y su Partido han preferido cimentar
una sociedad intervenida en lo económico, anestesiada y
dirigida en lo cultural y subvencionada en lo social, en lugar
de estimular y aprovechar las energías creadoras y los valores
éticos que todavía subsisten en nuestro cuerpo social.

Por ello, esta preocupada sociedad, que se siente defraudada y
engañada por ustedes, no puede renunciar



Página 6489




a pedir cuentas y responsabilidades sobre la corrupción y los
escándalos políticos, sobre el abandono de la ética, sobre el
caso GAL y sobre el mal uso de los fondos reservados o sobre
la utilización del transfuguismo en beneficio partidista,
cuestiones todas ellas que han puesto en grave riesgo la
solvencia y el prestigio de las instituciones. Y si alguien
cree que exagero, señorías, me remito al desolador panorama
que presenta el Gobierno de Aragón tras dieciséis meses de
crisis continuada, escándalos y desgobiernos, todo ello
protagonizado por los socialistas aragoneses, con la ayuda de
un tránsfuga, situación tolerada e incluso amparada por su
Partido, por su Gobierno y por usted mismo, señor González.

A estas alturas, su principal problema, señor Presidente, es
usted mismo. Ha perdido la credibilidad por la reiteración en
el incumplimiento de las promesas y porque su política ha
incrementado los desequilibrios territoriales y sociales,
castigando duramente a las clases medias de este país. Ha
conseguido usted que los jóvenes no tengan confianza en su
Gobierno y que los trabajadores la estén perdiendo al mismo
ritmo que pierden su puesto de trabajo, como les ocurre a los
más de cuatrocientos trabajadores que padecen el cierre de la
factoría de las pilas Tudor, en Zaragoza, consecuencia del
comportamiento tolerado de aquellas multinacionales que
compran las empresas para cerrarlas, manteniendo después sus
mercados.

Los desequilibrios territoriales en España son cada día más
patentes, incrementándose los territorios olvidados frente a
los permanentemente atendidos. Y ese desequilibrio comienza en
el inacabado desarrollo del Estado de las autonomías, que
aumenta la desigualdad política, económica y competencial
entre los pueblos de España. Nadie ignora que las
oportunidades de los españoles dependen, cada día más, del
territorio en el que habitan y esto, señor Presidente, es
contrario a la Constitución.

Por todo ello, señor Presidente, le repetiré una vez más que
en Aragón necesitamos inversiones, necesitamos
infraestructuras, aunque solamente sea para cumplir los
compromisos adquiridos por su Gobierno, como la autovía
Somport-Sagunto, el incumplido convenio con la Universidad de
Zaragoza o las obras del pacto del agua, tan necesarias para
regular los caudales hidrológicos de Aragón y evitar sus
pérdidas y que después, encima, nos tachen de insolidarios.

Por todo ello, señor Presidente, le pido que asuma los
compromisos de Gobierno y acelere los planes hidrológicos de
cuenca con un plan hidrológico nacional realista y justo. En
definitiva, no le recuerdo otra cosa que el cumplimiento de
las resoluciones que ya aprobó el Sendo en el debate
autonómico el pasado 28 de septiembre, entre otras la relativa
al Plan Hidrológico Nacional y de manera muy especial la que
se refiere a impulsar la tramitación del proyecto de reforma
del Estatuto de Autonomía de Aragón, elaborado por acuerdo
unánime de las Cortes de Aragón, el 30 de junio del año
pasado, y que está aquí desde el día 27 de julio del mismo
año. Por tanto, hora es de que entre todos impulsemos esa
reforma del Estatuto de Autonomía.

Desde Aragón, señor Presidente --termino--, le decimos que sí
a la política de Estado, a las inversiones creadoras de
puestos de trabajo, a gastar menos y a invertir más. Queremos
que el progreso y la solidaridad lleguen a los más débiles y
no a los que tienen más fuerza en la reivindicación. En
Aragón, señor Presidente, llevamos demasiado tiempo esperando
sin ser atendidos.




El señor PRESIDENTE: Señor Mur, le ruego concluya.




El señor MUR BERNAD: Termino, señor Presidente.

¿Qué se puede pedir a los aragoneses desde aquí si desde aquí
no se nos hace caso a lo que pedimos? Medítenlo los que hoy
están en el poder central y aquellos que aspiran a estarlo en
un futuro no muy lejano.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mur.

Por el Grupo Mixto, tiene la palabra el señor Albístur.




El señor ALBISTUR MARIN: Señor Presidente, señorías, en esta
hora casi crepuscular tengo que recordarle que, hace
aproximadamente un año, señor Presidente, le insté en tono
moderado y cordial a que presentase una cuestión de confianza
en esta Cámara para que, con los apoyos explícitos y
evidentes, con una perspectiva de futuro y, además, un pacto
de legislatura, pudiera gobernar con serenidad y calma en esos
momentos, aquéllos, entonces extremadamente difíciles. Lo he
hecho en tres ocasiones. el 19 de abril, el 11 de mayo y el 12
de enero de este presente año, y casualmente el 14 de enero
«El País» editorializaba solicitándole lo mismo, lo cual me
confirma que la razón de los pequeños es buena cuando los
poderosos la adoptan. Usted no me hizo caso; esperando a que
la recuperación económica que comenzaba a vislumbrar se
asentase definitivamente, prosiguió adelante. La crisis
escamparía y con ella se irían los males endémicos de sus
respectivos directores generales, gobernadores, secretarios de
Estado, GAL y otras pequeñas minucias propias de cualquier
Estado de derecho que parece ser que al Gobierno, por sus
múltiples tareas y responsabilidades, se le han escapado de
las manos.

Paralelamente quisiera recordarle que para ganarse y conservar
la confianza a este Parlamento, base de la soberanía popular,
se viene por iniciativa propia a explicar, antes que por
televisión, la posición del Gobierno frente a las graves
acusaciones que implican directamente a altos cargos de dos de
sus Ministerios



Página 6490




de Interior en algo tan nimio y poco importante como es el
terrorismo de Estado, avalado, ideado y dirigido desde las
instancias del poder. El caso GAL (y lo he dicho en las
comparecencias del Ministro de Justicia e Interior
recientemente) es, con mucho, el más grave y perturbador caso
de corrupción de la democracia española, y lo es no sólo
porque traiciona y viola la Constitución, sino porque corrompe
de raíz la esencia de la democracia. Si se viene a este
Parlamento sin esperar un mes de vacaciones parlamentarias, se
viene cuanto antes a tranquilizar a los miembros del Congreso,
a dar explicaciones, porque la sociedad así lo necesita, y no
adelantando el debate sobre el estado de la Nación, como si
esto supusiera además una deferencia especial hacia los grupos
de la oposición.

Por supuesto partimos de la base de la presunción de
inocencia, pero con su actitud poco clarificadora yo creo que
sigue, de alguna forma, aumentándose la sospecha de que hay
una serie de personas que se han lucrado con el pretexto de la
lucha antiterrorista; esta sospecha crece día a día entre los
ciudadanos, y huelga decir que es una de las cosas que más
está minando la credibilidad no sólo del Gobierno, sino de los
políticos en general. ¿Cómo pretende, señor Presidente, que
los ciudadanos le den un mínimo de credibilidad, cuando desde
sus propias filas se han producido sistemáticos ataques contra
el Poder Judicial y un ex ministro de Interior, que ha
replicado en esta Cámara, y actual Presidente de la Comisión
Constitucional sobre el que pesa la sospecha de la proximidad
a la trama GAL continua en su escaño? Yo quisiera recordar
aquí la gallardía del señor Solchaga y del señor Asunción, que
no ha tenido paralelismo en este caso.

¿Cómo quiere que le creamos cuando don Rafael Vera, número dos
de Interior durante tantos años, acude a todo tipo de argucias
legales para evitar su eminente ingreso en prisión? Ya no
parece ser suficiente que el señor Sancristobal y el señor De
justo estén en la cárcel; no parece suficiente que el Director
General de la Guardia Civil ande huido por esos campos de Dios
gastándose los millones de los contribuyentes, y no parece
suficiente que se ponga al servicio de un preso preventivo la
televisión pública para que éste se ensañe contra la justicia
que le metió en prisión. No parece suficiente que se hayan
pagado cientos de millones de pesetas en sobresueldos con los
fondos reservados.

Todo lo anterior expuesto parece que no vale, señor
Presidente, como para intuir una grave crisis política que se
podría resolver en esta Cámara sometiéndose a una cuestión de
confianza y obteniendo el apoyo mayoritario para actuar de
forma diferente. De forma diferente también en el tema
autonómico. ¿Cuántas veces hemos oído ya que hay voluntad de
dar cumplimiento íntegro a lo previsto en los estatutos de
autonomía? Usted lo ha dicho en esta misma Cámara esta misma
tarde. ¿Qué se está haciendo? La cuestión es ya, no sólo
cuántas competencias pendientes hayan podido transferirse,
sino sobre cuántas de ellas se están trabajando en estos
momentos.

Aquí también desgraciadamente, la voluntad política real, la
que se manifiesta en los hechos y no en las proclamas de
intenciones, es, desde luego, en lo que respecta a Euskadi
prácticamente nula, por una falta de decisión yo diría, señor
Presidente, que propia, suya. En este debate va a carecer de
otros apoyos que creo también necesita y que hubiera supuesto
la guinda del pastel necesario para terminar bien este debate.




El señor PRESIDENTE: Señor Albistur, le ruego concluya.




El señor ALBISTUR MARIN: Concluiré en seguida, señor
Presidente.

Señor Presidente, desgraciadamente estoy seguro de que su
Gobierno no va a salir consolidado de este debate. La crisis
política que usted, señor Presidente, parece no querer ver
incide especialmente en este Parlamento de manera negativa. En
lugar de debatir sobre graves problemas como el empleo
juvenil, aumento de la competitividad, impulso a la pequeña y
mediana empresa, fortalecimiento del tejido industrial, pleno
desarrollo del Estado de las Autonomías y traspaso de las
competencias pendientes, está convirtiéndose el Congreso en
una prolongación de la Audiencia Nacional.

Usted con este debate intenta encubrir una moción de confianza
que hubiera sido necesaria. Usted quiere confianza y la
necesita para terminar la legislatura, y para que la gestión
política acompañe a la recuperación económica pero, sobre
todo, para que su imagen personal y la de España en general,
no pierdan credibilidad en el contexto de la Unión Europea y
en el contexto internacional.

Si de verdad usted goza de la confianza de quienes hoy le
apoyan, si la gobernabilidad de España no pende del fino hilo
de la relación personal entre usted y el señor Pujol,
pretendiendo, además, que los vascos adornemos esa relación,
yo le propongo una buena medicina para el sosiego, la
estabilidad y, en definitiva, la confianza efectiva: Haga
usted un pacto de legislatura; a continuación, remodele su
propio Gobierno con un equipo de gestión, donde participen los
socios de ese pacto; recoja el guante de Patronal y Sindicatos
y establezca un pacto social paralelo al pacto de legislatura.

Sólo así podrá agotar los cuatro años, como parece que usted
desea y yo no pongo en discusión, y sólo así podrá afrontar
con sosiego, con crebibilidad interna y externa la Presidencia
española de la Unión Europea.




El señor PRESIDENTE: Señor Albistur, le ruego concluya.




Página 6491




El señor ALBISTUR MARIN: Le recuerdo humildemente que la razón
de los pequeños es buena, aun cuando los poderosos no la
adopten.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Albistur.

Tiene la palabra el señor Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: Señor Presidente, señorías,
llegamos a este debate en un clima de especial tensión
política y sin duda Unión Valenciana quiere insistir en este
debate sobre el estado de la Nación en la grave situación
política, social y económica que viene sufriendo nuestro país
desde hace más de un año, cuando su Gobierno hizo oídos sordos
a una huelga general y los titulares sobre casos de corrupción
empezaron a saltar a los medios de comunicación. Es su
responsabilidad, señor Presidente, dar solución a estos
escándalos, porque la sociedad española no está para más
esperas.

¿Cuestión de confianza? ¿Moción de censura? Hay que hacer
algo. La presunta utilización fraudulenta de los fondos
reservados, la presunta implicación institucional en el
terrorismo de Estado; los continuados casos de corrupción
política serán --confiemos en ello-- aclarados por los órganos
judiciales y por nuestro Parlamento, si se nos deja.

Eso sí, Unión Valenciana no tiene dudas sobre la identidad de
los señores X y Z, como tampoco las tiene del resto de
personajes titulares del abecedario, de la A a la Z en
completo, de la corrupción y el desgobierno que su política ha
permitido, alentado y consentido según los casos. A usted lo
apuntalan bien y no precisamente los ciudadanos.

Hoy Unión Valenciana no incidirá en esto, ya lo han hecho
otros. Tampoco, aunque le extrañe, denunciaré los continuos
agravios y discriminaciones de su Gobierno hacia Alicante,
Castellón y Valencia. No voy a hablar de ellos, a pesar de que
la falta de infraestructuras, por su nula política de
inversiones, está ahí; la falta de políticas serias que avalen
los trasvases necesarios para evitar la atroz sequía, están
ahí; los damnificados de Tous siguen sin cobrar; una
insuficiente financiación autonómica; las crisis de las pymes
y el pequeño comercio; la agricultura en agonía; desbarajustes
sanitarios; problemas que usted conoce pero que no considera
de interés general y no les da solución.

Hoy, desde mi responsabilidad voy a hablar del tema que más
preocupa a la sociedad española y me consta que a usted
también, el problema del paro que lo sufre especialmente un
colectivo: la gente joven. Las tasas más elevadas de desempleo
se dan entre los jóvenes cuyas edades oscilan entre los 20 y
los 32 años. Desempleo; preocupación por la progresiva
destrucción del medio ambiente; el deterioro de la enseñanza y
la inadecuada formación profesional; la escadez de
oportunidades; dificultad para el acceso a la vivienda; el
servicio militar; la objeción de conciencia; obstáculos para
la efectiva realización como jóvenes.

Señor Presidente, ¿cuántos años tiene usted? Creo que unos 50
aproximadamente. Los de su generación, por suerte para ellos,
tuvieron efectivas oportunidades. ¿Cree usted que existe la
igualdad de oportunidades que facilita el acceso de los
jóvenes de hoy al mercado de trabajo?
Señor Presidente, tengo 30 años recién cumplidos, pertenezco a
una generación de españoles que nacieron entre 1962 y 1970,
aproximadamente seis millones de jóvenes, casi el 15 por
ciento de la población, y formamos parte de una generación con
una problemática específica que, en parte, le debemos a usted.

Mire usted, casi 5 de cada 10 españoles jóvenes, entre 23 y 34
años, se encuentra en desempleo, no tiene trabajo; sufrimos
unas tasas de paro próximas al 40 por ciento; tenemos trabajos
mal pagados e inestables; 400.000 valencianos en paro, usted
lo sabe, casi cuatro millones en todo el Estado español, sobre
todo jóvenes. Esa es la cruda realidad, y es una cruda
realidad que nuestra universidad, integrada por más de millón
y medio de jóvenes, se está convirtiendo en una fábrica de
apuntes y el inicio de muchas frustraciones. Hay que
compenetrar la universidad con la empresa, binomio para crear
trabajo. ¿Comprende usted nuestra frustración?
En los últimos años se han frustrado los ideales, objetivos y
expectativas de toda una generación que tan sólo quiere
trabajo. No hemos tenido oportunidad para realizarnos. Hay que
adaptar nuestra formación profesional a las exigencias del
mercado laboral; hay que incentivar el acceso a la propiedad
en las explotaciones agrícolas por parte de los jóvenes; hay
que fomentar el acceso de los jóvenes a la empresa; a una
vivienda digna; salir del mundo de las drogas; evitar los
accidentes de tráfico.

La desilusión y la falta de expectativas se negativiza hoy aún
más al observar el imperio de la cultura del pelotazo
instaurado en las máximas instancias del Estado; se atascan
las alcantarillas del Estado; crece la desconfianza en las
instituciones y en la clase política en general. ¡Menudo
estado de la Nación!
Los jóvenes sabemos lo que queremos. Hoy, tal como están las
cosas, permítame que en nombre de un jóven de la calle le diga
que hay que emprender iniciativas para devolver a los jóvenes
la ilusión en un futuro mejor. Medite su conducta hacia los
jóvenes. Reflexionemos todos porque aún estamos a tiempo de
enmendar errores pasados. Quisiera darle esa oportunidad. La
formación, la competitividad, el reciclaje y la creación de
puestos de trabajo son la base de una mejora de la calidad de
vida. Es compromiso de todos promover una mejora del bienestar
colectivo y crear las condiciones que favorezcan el proceso de
ocupación de las personas en paro, especialmente entre los
jóvenes.




Página 6492




En su plan de Gobierno debe entrar eso, debe entrar la
elaboración de un plan integral para la juventud que
contemple, como punto básico, medidas para el fomento y la
promoción del empleo de los jóvenes, porque es necesario,
porque la sociedad lo reivindica y porque ha llegado la hora
de aplicar la justicia social para con los jóvenes.




El señor PRESIDENTE: Señor Chiquillo, le ruego concluya.




El señor CHIQUILLO BARBER: Termino rápidamente.

La política de empleo juvenil debe impregnar toda la actividad
de la Administración desde el convencimiento de que abrir hoy
las puertas a los jóvenes significa garantizar un mejor futuro
para todos. Recuerde que un país en el que los jóvenes no
tienen trabajo, no tienen ilusión, no tienen expectativas,
pierden la confianza en sus representantes y se encuentran
descontentos ante la falta de oportunidades, es un país que se
encuentra abocado a una crisis estructural, a perder el tren
del futuro. El tren europeo se nos escapa y debemos evitarlo.

Quiero darle unas cifras. Usted me va a decir que se han
elaborado planes, programas, iniciativas para el fomento del
empleo juvenil. No se lo niego, pero todos los números cantan.

Las últimas encuestas demuestran que el número de parados a
nivel nacional aumenta progresivamente. En la Comunidad
valenciana somos cerca de 400.000 parados. Alicante, Castellón
y Valencia requieren una política seria, pero las tasas de
paro en la comunidad valenciana son del 24,8 por ciento; en
España, casi del 24; y la media de la Unión Europea es del 11
por ciento. Lo más grave es el dato siguiente: la tasa de paro
juvenil. En la Comunidad valenciana, la población entre 18 y
20 años alcanza cerca del 45 por ciento de paro y la población
entre 20 y 24, el 38 por ciento. Estos datos se cumplen, por
desgracia, en la mayoría de las comunidades autónomas del
Estado español. Por tanto le solicito, para evitar que el país
no vaya adelante, que tenga en cuenta en el futuro de este
país, a los jóvenes.




El señor PRESIDENTE: Señor Chiquillo, le ruego concluya.




El señor CHIQUILLO BARBER: Término rápidamente.

Simplemente tiene dos cuestiones: conjugar juventud y trabajo.

Ese es el binomio que nos permitirá garantizar un futuro para
nuestro país en progreso y en libertad.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Chiquillo.

Señor Presidente del Gobierno.

El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, para contestar rápidamente y tratando de
no polemizar.

Señora Rahola, me gustaría que me pusiera un ejemplo de
intromisión, repito una vez más, de los miembros del Gobierno
o de los cargos públicos del Gobierno en el Poder Judicial. Se
dicen cosas alegremente que después no se pueden probar. Yo
creía que usted era más respetuosa con el Estado de derecho
que reclama, por consiguiente con la presunción de inocencia,
y que nunca se atrevería a hacer imputaciones que no se pueden
probar, que están por probar y que probablemente usted no
tiene ningún interés en probar.

Si lee de nuevo la intervención de esta mañana verá que la
autonomía ocupa un espacio mayor que el que usted llama una
frase. En fin, no se trata de cuantas páginas ocupe, sino de
qué contenido tiene, cosa a la que usted no ha hecho
referencia en absoluto. Debo darle las gracias por algo.

Aunque hace una crítica muy dura contra mi persona, cosa que
comprendo perfectamente, salva al Partido Socialista. Ese es
el motivo fundamental de mi agradecimiento. Eso es siempre
preferible a que haya una condena de todo.

Finalmente, para seguir un poco su intervención, ha confundido
democracia con un servicio militar que no sea obligatorio. Es
una concepción de la democracia que, como algunas otras que ha
expresado aquí, no se corresponden con lo que yo creo que es
el Estado de Derecho.

Señor Mur, del PAR, es verdad que los procedimientos
judiciales alteran la vida política y la vida pública. Yo creo
que si fuéramos exactamente igual en el comportamiento, por
ejemplo, que Francia, con una democracia madura, esto tendría,
sin duda alguna, mucha menos repercusión y menor interés en
tanto que debate político.

Usted ha pedido pactos con luz y taquígrafos. Los presupuestos
tienen luz, taquígrafos, todo lo demás y una gran difusión.

Mañana se hará exactamente el pacto con luz y taquígrafos, no
habrá nada que quede a la sombra; por consiguiente, yo creo
que eso siempre se hace así, siempre se reclama lo mismo y
creo que esto es así.

Ha habido una contradicción entre su descripción por el
comportamiento de alguna empresa multinacional, que desde
luego lamento enormemente, y una apreciación de exceso de
intervencionismo económico por parte del Gobierno. Hay que
atenerse a una u otra regla; las dos al mismo tiempo es un
poco duro de aceptar por contradictorio.

Finalmente, todos los estudios dicen que a lo largo de estos
años se han producido reequilibrios interterritoriales. En eso
todo el mundo está de acuerdo. Por consiguiente, le ruego que
lo considere así, yo se lo doy a título informativo, no quiero
extenderme más en ello.

Señor Albistur, siempre tengo un especial respeto a S.S., no
tengo nunca en cuenta si representa una minoría



Página 6493




o una mayoría; simplemente yo creo que por su talante siempre
le tengo un especial respeto. Hoy la verdad es que he sentido
un poco de decepción cuando he visto que usted se sumaba a la
campaña de imputaciones o de juicios paralelos que tiene muy
poco que ver con lo que es un comportamiento correcto desde el
punto de vista democrático. Como no lo había hecho nunca me ha
sorprendido oírle. Yo creo que no le pega a usted sumarse a
los juicios paralelos que estamos viendo estos días; más bien
le pega respetar lo que hagan los tribunales de justicia y,
desde luego, opinar como quiera. Las imputaciones que ha hecho
en algunos casos son imputaciones que pertenecen a ese mundo
de los juicios paralelos en los que quizá me hubiera gustado
no verlo entrar.

Usted dice que la medicina para todos los males es un Gobierno
de coalición a partir de una cuestión de confianza. Yo he
propuesto un Gobierno de coalición al comienzo de la
legislatura y he estado abierto a ello, pero mi obligación es
gobernar. Gobernamos con un apoyo parlamentario, que
lógicamente agradecemos, pero hay algo que creo puedo poner de
relieve al final de este ya largo debate: Nosotros aplicamos
nuestro programa y nada de lo que hacemos, como medida
sustancial de gobierno, contradice ese compromiso programático
que tenemos con la sociedad española.

El representante de Unión Valenciana en la primera parte de su
exposición ha dicho que no se iba a detener. Yo tampoco. Me he
referido un montón de veces a lo largo del día a los temas del
GAL, a la lucha contra la violencia y a consideraciones de
funcionamiento del Estado de derecho. No lo volveré a repetir
porque me parece que sería redundante.

Usted ha hablado de un problema que, como bien ha dicho me
preocupa enormemente y es la incidencia del paro en nuestro
país y, sobre todo, del paro juvenil. Existe un plan que se
llama exactamente como usted lo ha descrito, un plan integral
para la juventud.

Me gustaría decirle que cuando habló de mi generación --iba a
decir que tengo 52 años, pero no, ya tengo 53 años-- hay un
dato que no debe olvidar. Usted cree que mi generación tuvo
más oportunidades; depende de cómo se mire, habría que haber
vivido esa época. Hubo millón y medio de personas de esa
generación, a la que usted llama la mía, que tuvo que salir de
la frontera buscando trabajo y, desde luego, muchos más que
tuvieron que moverse territorialmente. Ahora ocurre un
fenómeno de inmigración, como usted sabe muy bien, incluso con
altas tasas de paro porque usted pertnece a una zona en la que
existe ese fenómeno de la inmigración. Usted lo conoce muy
bien y es una evidencia que contrasta con la información que
daba --repito-- sólo sobre la emigración. Los otros datos se
acercan mucho a la realidad, desde el punto de vista de la
EPA, menos desde el punto de vista del paro registrado.Hay
algunas contradicciones que son importantes. Usted mismo ha
dado la cifra de 1.500.000 estudiantes universitarios, hombres
y mujeres. Usted sabe que cuando nosotros llegamos al Gobierno
había 600.000. No sé si el esfuerzo de haber llevado millón y
medio de estudiantes a la universidad será un esfuerzo que
también se vuelva contra la política del Gobierno. Estoy de
acuerdo con usted en que hay que mejorar --y en eso estamos--
la Formación Profesional, la adaptación de la Formación al
mercado de trabajo para dar expectativas de trabajo a tantos
jóvenes que hoy no lo tienen, pero, en fin, la evolución del
empleo ha ido a mejor en el año 1994, y en el año 1995 será
mejor todavía.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Señora Rahola.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Gracias, señor Presidente.

He sido muy cuidadosa con mis palabras, señor Presidente, como
soy siempre (Rumores.), y no he dicho en ningún momento que
miembros del Gobierno hubieran hecho declaraciones
criminalizando al juez Garzón; he dicho dirigentes del Partido
Socialista. ¿Le parece a usted, por ejemplo, que las
declaraciones de un alto dirigente, como el señor Chaves, no
son suficientes, no representan en parte al Partido
Socialista? ¿Y las del señor Leguina? ¿Y las del señor
Barrionuevo? ¿Me está diciendo que las declaraciones de
altísimos dirigentes del Partido Socialista no le incumben, no
incumben al propio partido, no tienen nada que ver con usted?
¡Por Dios! Ya sé, y sinceramente lo agradezco, que nadie del
Ejecutivo ha hecho este tipo de declaraciones, pero ha habido
dirigentes socialistas que las han hecho y me parece grave; no
ayuda a la tranquilidad ni a la celeridad del sumario.

La entrevista con Julián Sancristóbal. ¿Me puede usted
responder, por ejemplo, por qué motivo no se ha permitido la
entrevista con los presos de conciencia o con el señor de la
PSV? ¿Cómo es que Sancristóbal sí tiene derecho a montar su
numerito televisivo desde la prisión, criminalizando
precisamente el sumario, y no lo tienen los demás presos que
hay en las cárceles?
Segundo punto. Me habla usted de autonomías. Sólo lo pido un
compromiso, señor Presidente, uno sólo: ¿Está usted en
condiciones de comprometerse a suprimir los gobernadores
civiles, una condición, una negociación, una reivindicación
histórica, que casi forma parte del pacto de la transición
política? ¿Qué está ocurriendo? ¿Me lo puede explicar?
Tercero y último punto. Señor Presidente, a mí nunca, nunca se
me ocurriría atacar a un partido completo. Evidentemente, la
responsabilidad de quien gobierna es de los dirigentes de ese
partido. Además, en una democracia establecida precisamente
sobre los partidos



Página 6494




políticos democráticos, es indiscutible que la responsabilidad
es suya, del señor Serra, de todo su Ejecutivo y de quien ha
gobernado estos años, pero no, por supuesto, de los
militantes, de las personas convencidas con ese proyecto que,
evidentemente, van a luchar siempre por él.




El señor PRESIDENTE: Señora Rahola, le ruego concluya.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Precisamente porque creo que los
líderes no son imprescindibles, señor Felipe González, mi
crítica política es fundamentalmente a quien ha dirigido este
partido durante estos años, nunca al partido ni a los
militantes.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Rahola.

Señor Mur.




El señor MUR BERNAD: Muchas gracias, señor Presidente.

Señor González, le agradezco que coincida conmigo en la
preocupación por el excesivo protagonismo de los casos
judiciales. Ya sé que no están buscados deliberadamente, pero
coincidirá también en que se han dado en un momento, en una
circunstancia, en un Gobierno --el que en estos momentos usted
preside-- y a raíz de hechos, de actuaciones, de sucesos que
tienen mucho que ver con la actuación de todos ustedes; no es
casualidad. Quizá este clima de crispación que puede deducirse
de la situación actual, señor González, podría despotenciarse
si el debate se trajera más a este Parlamento --aquí es donde
hay que discutir las cosas-- y hubiera menos reuniones y menos
pactos, aunque los que veamos aquí mañana se harán con luz y
taquígrafos. No estaba hablando de esos pactos, sino de los
que están en los medios de comunicación, de esas reuniones que
no se confiesan, de esos acuerdos para dar salida a esta
situación; en definitiva, de todas esas cuestiones que, al
final, todos los españoles debemos conocer porque a todos los
españoles nos van a afectar y no nos gustaría, lo digo visto
desde Aragón, que fuéramos simplemente los expectadores
pasivos y, a lo peor, los paganos del costo de esos pactos.

La contradicción que usted me decía sobre la intervención en
las empresas no es tal contradicción, señor Presidente.

Ustedes son muy intervencionistas con las pequeñas y medianas
empresas, a las que controlan muchísimo y, sin embargo, son
muy tolerantes con aquellas empresas de capital extranjero,
con las multinacionales. El caso de Pilas Tudor, en Zaragoza,
no es el único. Quizá sí será único en cuanto a la respuesta
que ustedes den, porque si este caso, que afecta a 400
trabajadores en Zaragoza, se hubiera dado en otras ciudades
españolas, que no voy a mencionar ahora, posiblemente el
Gobierno que usted preside estaría mucho más preocupado y
sensibilizado. Es lo que le pido: preocupación, sensibilidad,
apoyo y medidas para ayudar a estos trabajadores, que para
Zaragoza, le puedo decir, señor González, suponen como si en
otra ciudad mucho más grande fueran miles de personas las
afectadas por este expediente.

En cuanto a los reequilibrios...




El señor PRESIDENTE: Le ruego concluya, señor Mur.




El señor MUR BERNAD: Concluyo, señor Presidente.

En cuanto a los reequilibrios, señor González, ya sabe usted
que no hay peor mentira que la mentira estadística.

Posiblemente las cifras globales sean ciertas, pero el reparto
del presupuesto no es equitativo entre unos territorios y
otros.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mur.

Tiene la palabra el señor Albistur.




El señor ALBISTUR MARIN: Gracias, señor Presidente.

Desde luego, es un honor haber escuchado sus palabras, señor
Presidente. Yo también tengo que manifestarle mi gran respeto
por su persona y su figura, pero en este caso la decepción es
mutua. En primer lugar, porque usted ha realizado una lectura
que no esperaba, selectiva y además prejuzgada, de mis
palabras. Pretender meter a todos en el mismo saco no creo que
sea válido como argumento, a pesar de que usted es un
brillante parlamentario. No se equivoque, señor Presidente, no
se equivoque. Reflexione, por favor, sobre las palabras,
porque buscan otras situaciones mucho más positivas.

En segundo lugar, la decepción va porque en el tema autonómico
vasco ha tenido la misma respuesta que el señor Anasagasti:
que no ha habido respuesta. Yo no sé, señor Presidente, si a
usted le sirven o no cinco más uno votos nacionalistas vascos
en esta Cámara. Yo creo que se los tiene que ganar, y se los
podía haber ganado con una gestión personal suya.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Albistur.

Tiene la palabra el señor Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: Muy brevemente, es evidente que en
la Universidad española hay un millón y medio de jóvenes, pero
eso, en todo caso, sería éxito de toda la sociedad, del
trabajo de muchas personas que nos hemos esforzado en ello, o
por lo menos de muchos conciudadanos que trabajan para que las
universidades públicas y privadas salgan adelante. De lo que
yo he alertado es de la posibilidad de que, si no se hace una
reforma estructural del sistema educativo universitario,



Página 6495




puede ser el inicio de muchas frustraciones y una fábrica de
parados. Ahí está el ejemplo de los licenciados en medicina
que, después de seis años, acaban su carrera y se quedan en el
famoso seis a cero. Esto es algo que hay que evitar por todos
los medios. Lo que yo le proponía eran reformas serias
estructurales que fomentaran la inversión y permitieran, con
el consenso de todos --porque esto es tarea de todos y no se
puede apuntar nadie el tanto-- un acuerdo o pacto nacional por
el empleo juvenil. Porque, como usted muy bien me ha
contestado ha habido planes, ha habido programas, ha habido
iniciativas, pero me imagino que usted conocerá que los
números cantan. Y no lo digo yo, lo dice la reciente ponencia
elaborada por la Comisión del Senado para el tema de la
juventud, que tan lejos como en el Pleno del día 30 de
noviembre de 1994 expuso todos y cada uno de los puntos que yo
he comentado. El paro juvenil nos está consumiendo, el paro
juvenil frena nuestras expectativas, el paro juvenil nos quita
ilusión en un futuro, y por tanto lo primero que hay que hacer
es elaborar un plan integral serio y riguroso. No es que yo me
lo invente. Aquí está el trabajo de casi tres años de una
comisión especial constituida en el Senado que viene a avalar
mis datos, que ojalá no fueran ciertos pero que
lamentablemente se confirman.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Chiquillo.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO: (González Márquez): Señor
Presidente, intervengo con toda rapidez.

Señora Rahola, lo primero que le quiero decir --y se lo digo
con respeto-- es que no sé si usted oye sus propias
declaraciones. En segundo lugar, quiero decirle que el
Ministro de Justicia ha estado seis horas en la Comisión
respondiendo a las inquietudes que me ha planteado en relación
con el funcionamiento de Instituciones Penitenciarias. En
tercer lugar, me gustaría decirle algo absolutamente claro
respecto a la posición autonómica de uno u otro. Yo creo que
usted, desde la tribuna, ha dicho con toda claridad que no
cree en la autonomía. ¿Por qué voy a dialogar o a discutir con
usted sobre si los gobernadores civiles sí o no, si usted no
cree en la autonomía? Le da exactamente igual la autonomía.

Usted está en otra cosa, que yo, siempre que lo haga
democráticamente, respetaré, pero no tiene nada que ver con la
autonomía. Así que no nos engañemos entre nosotros, juguemos
con cierta limpieza. Y lo acaba de decir aquí, no lo ha dicho
en otra parte.

El señor Mur pide más debate parlamentario y habla también de
la transparencia de los compromisos. Yo no quisiera que
quedara una sombra de duda y dejaré colgada una pregunta que
siempre me ha preocupado, a lo largo de todos estos debates.

Porque cuando teníamos mayoría absoluta, eso era malo, cuando
no hay mayoría absoluta y hay que negociar la mayoría, resulta
que eso también parece malo. Yo creo que una de las dos cosas
tendrá que ser menos mala o tendrá que ser aceptable, porque
así funciona la democracia en todos los sitios. ¿Me puede
usted poner un ejemplo, uno solo, de algo que haya conocido
usted como acuerdo con Convergència i Unió que no haya sido
transparente? Un solo ejemplo. Si me pone un solo ejemplo yo
le doy no parte de la razón, sino toda la razón, pero si no me
lo pone no creemos sombras de duda donde no debería haberla.

Señor Albistur, usted ha dicho que ha buscado efectos
positivos con sus palabras y yo le creo; tiene esa
credibilidad que ya le confesaba antes desde la tribuna. En
autonomía he dicho realmente lo que creo. ¿Por qué una de las
dos partes tiene razón en cuanto a las transferencias de
competencias? ¿No tendríamos que hacer un esfuerzo para
acortar las distancias en un diálogo que diera su fruto? ¿Esto
parece poco razonable? Esto parece que es lo racional. Porque
es verdad que podemos tener perspectivas distintas. A veces
incluso se me dice que el Partido Socialista ha podido llegar
a un determinado tipo de acuerdo. Yo soy el responsable del
Gobierno, y por consiguiente tengo que actuar como responsable
del Gobierno, y siempre espero que esto se comprenda y se
comprenda suficientemente.

Al representante de Unión Valenciana, señor Chiquillo, le digo
que su descripción de la situación es correcta. Yo coincido,
además, con el diagnóstico que ha hecho el Senado. Hacemos el
máximo esfuerzo para que la recuperación se transforme en
empleo, y sobre todo en empleo juvenil. Tenemos políticas
específicas desde el punto de vista del acceso a la vivienda,
políticas que atraviesan todos los sectores de la
Administración en ese plan integral para la juventud. ¿Tenemos
que hacer más esfuerzos? Sin duda alguna. La sociedad en su
conjunto tiene que hacer más esfuerzos para crear ese hueco
absolutamente imprescindible para la juventud en su
incorporación al mercado de trabajo, que es una forma de
dignificar su existencia.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Almunia.




El señor ALMUNIA AMANN: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, la situación de España en estos momentos --se ha
dicho ya muchas veces a lo largo de este debate-- produce una
sensación contradictoria cuando se analiza. Por un lado se
percibe la desazón por el clima político que estamos
atravesando, pero también hay mucha gente que ve muchas cosas
que van bien en nuestro país, y hay mucha gente que ve que hay
muchos problemas que se van resolviendo en nuestro país a lo
largo del año y medio de legislatura que lleva transcurrido.




Página 6496




Se habla de inestabilidad, aquí se ha hablado de
inestabilidad, pero también se tiene que reconocer por todos
que este Parlamento está trabajando como nunca, en esta
legislatura, para resolver los compromisos que nosotros, que
apoyamos al Gobierno como grupo mayoritario, y que otros
grupos que también con nosotros apoyan la acción de Gobierno
hemos comprometido con nuestros electores. Hay por tanto
motivos de inquietud, pero también hay mucho espacio para la
esperanza en los resultados de la política que se viene
haciendo en esta legislatura. Ante una situación como ésta, la
oposición no debiera dejar de practicar el diálogo para
colaborar en la solución de los problemas, ni quienes apoyamos
al Gobierno tenemos por qué negar que estos problemas existen.

Empezaré valorando los problemas que existen.

Hemos llegado hoy aquí a este debate en medio de un clima
enrarecido en el que se agradecen las llamadas a la serenidad
y al sosiego. Esa inquietud no reside sólo entre nosotros en
este hemiciclo, sino que ha llegado a instalarse entre los
ciudadanos e incluso --ya se ha hablado aquí hoy-- en los
mercados financieros. La opinión pública teme que las
incertidumbres sobre el futuro inmediato puedan llegar a poner
en peligro los logros del presente. Por eso se necesitan
fórmulas, a nuestro juicio, para serenar la vida política,
para clarificar el horizonte inmediato, diseñando respuestas
viables: respuestas frente al paro, frente a la situación de
los jóvenes, frente al temor de que el Estado de bienestar que
hemos conseguido edificar no pueda ser sostenido
indefinidamente; respuestas frente a la inseguridad generada
por el desplazamiento de muchas decisiones importantes a
centros de decisión más allá de nuestras fronteras;
respuestas, en fin, para garantizar que las instituciones y el
Estado de derecho funcionan correctamente.

Los ciudadanos reclaman estas respuestas concretas, nos las
reclaman hoy aquí de este debate y no quieren, en cambio, a mi
juicio, que este hemiciclo se convierta en un mal remedo de la
vista oral de un juicio ni en una tertulia radiofónica. Los
jueces son los que tienen que juzgar, los comentaristas
políticos son los que tienen que comentar y nosotros somos los
que tenemos que debatir y decidir esas respuestas a esos
problemas reales de la sociedad. Y esa actitud constructiva no
está reñida con la crítica. Nosotros, desde el Grupo
Socialista, nunca hemos renunciado a denunciar las cosas que
no van bien. Lo hemos hecho con el tema de los GAL,
manifestando de manera rotunda nuestra condena ante cualquier
actuación al margen de la legalidad. Lo hicimos hace diez años
y no lo hemos dejado de hacer desde entonces hasta hoy. Pero
es más fácil condenar los hechos que esclarecerlos hasta sus
últimas consecuencias. Para llegar hasta el fondo en todo lo
relacionado con los GAL no hay otra vía mejor que dejar
trabajar a los jueces, y que lo hagan en un clima capaz de
preservar su independencia. Sin ese clima no hay posibilidad
de impartir realmente justicia, igual que no se hace justicia
cuando se viola el respeto a la presunción de inocencia y a
las garantías procesales de cualquier ciudadano. Por eso no
nos cansamos de repetir que la presunción de inocencia debe
quedar protegida al margen de cualquier contienda política y
que ni siquiera en nombre de la libertad de expresión se puede
conculcar ese principio.

El Estado de derecho se sostiene sobre un delicado equilibrio,
y cada vez que se mueve una de sus piezas es el conjunto del
Estado de derecho quien sufre las consecuencias. Por eso mismo
conviene distinguir bien entre el deseo de que la vida pública
se desarrolle conforme a criterios éticos intachables --lo que
todos compartimos-- y los afanes inquisitoriales que a veces
se han desatado al calor de esa tarea. Los socialistas
queremos ir hasta el final en la lucha contra la corrupción, y
nos hemos comprometido a ello con el electorado que nos ha
traído hasta aquí votando nuestras candidaturas. Pero no
estamos dispuestos a que alguien instrumentalice esa lucha a
favor de quienes sólo buscan el acoso y derribo de un proyecto
político como el que venimos apoyando en estos doce años,
impulsado por los gobiernos de Felipe González. Sus señorías
saben que diciendo esto no nos estamos inventando nada. El
señor Anasagasti, en su intervención de esta tarde, lo ha
descrito mejor de lo que yo lo podría hacer.

En las últimas semanas hemos vuelto a escuchar intervenciones
que han cargado las tintas de sus ataques más allá de lo que
es normal en la confrontación democrática, recurriendo incluso
a la calumnia contra el Presidente del Gobierno y algunos
altos cargos de la lucha antiterrorista a lo largo de estos
años. Es posible que se obtengan algunas ventajas políticas a
costa de pervertir hasta esos extremos las reglas del juego
democrático. Pero si ese fuese el caso, cosa que yo dudo,
sería una victoria pírrica de quien la lograse, pues esos
comportamientos acaban llevándose por delante valores
consustanciales a la misma vida democrática.

En política, como en cualquier otra actividad, el fin nunca
puede justificar los medios que se utilizan en su búsqueda. Y
este principio, por supuesto válido para juzgar la actuación
del Gobierno, también lo es para quienes quieren sustituir o
derribar sin más al Gobierno o a su Presidente. Lo que
necesita nuestro país en estos momentos no son actitudes
destructivas. Al contrario, de este debate deben surgir
salidas racionales y eficaces a la actual situación política.

El Grupo Popular no cree que esas salidas puedan surgir de
este Parlamento en esta legislatura. Por eso sigue reclamando
la convocatoria de elecciones. El Grupo Socialista, en cambio,
sí cree en la capacidad de este Parlamento. Porque el
calendario político que conviene hoy a la oposición no es el
que conviene al país. Las prisas que manifiesta desde hace
tiempo el Partido Popular por



Página 6497




acudir a las urnas quizá son comprensibles en función de sus
intereses partidistas. Pero eso es una cosa y otra muy
distinta el que la disolución de las Cámaras pudiese aportar
soluciones útiles frente a los problemas con que hoy nos
enfrentamos.

Nosotros apostamos por la estabilidad y por la duración normal
de esta legislatura. Lo hacemos por convencimiento de que
ambos principios --la estabilidad y la duración normal de las
legislaturas-- deben regir con carácter general nuestra vida
política, para evitar una sucesión veloz de gobiernos y de
legisladores que no ha producido nada bueno en nuestra
historia parlamentaria. Y sobre todo lo sostenemos pensando en
el presente y en el futuro inmediato. Estamos convencidos de
que es lo que más se adecua a los intereses de España en este
momento, porque --y esto lo ha reconocido el señor Aznar-- las
causas de nuestros actuales problemas no derivan de la actual
composición del Parlamento, pero, a diferencia de lo que el
señor Aznar piensa, las soluciones sólo pueden surgir de este
Parlamento.

La eficacia de las actuaciones judiciales en marcha es, por
definición, indiferente al calendario político. El Parlamento
no. Aquí el acortamiento de la legislatura tendría
consecuencias muy negativas para la recuperación económica; el
Presidente lo ha dicho esta mañana con total claridad. Pero no
sólo sobre la recuperación económica. En estos momentos
estamos legislando en esta Cámara para prevenir mejor y
castigar de forma rápida y contundente la corrupción, para
elaborar una legislación sobre partidos políticos y sus
mecanismos de financiación. Se está modificando la regulación
del delito fiscal, se está debatiendo el nuevo Código Penal,
se va a aprobar la ley del jurado. En este período de sesiones
vamos a aprobar la ley de contratos para las administraciones
públicas, estamos a punto de crear la Fiscalía anticorrupción,
y debatimos las nuevas incompatibilidades de los altos cargos
y el control de los fondos reservados. Pues bien, con la
disolución que se pide desde la oposición, todo ello quedaría
paralizado en espera de mejor ocasión, sin saber cuándo y cómo
esta ocasión volvería a presentarse. Sólo la desaparición de
los apoyos con los que hoy cuenta el Gobierno o la
constatación de que la marcha de la economía sufriese con el
mantenimiento de la actual legislatura podrían justificar un
acortamiento de los plazos. Pero sus señorías pueden comprobar
--y lo vamos a comprobar mañana de nuevo-- que los apoyos
parlamentarios del Gobierno son suficientes para llevar a cabo
su acción con el apoyo de la mayoría de esta Cámara. La
economía se encuentra en franca recuperación, superando las
previsiones más optimistas de hace un año y dejando en
evidencia a quienes confunden la tarea de oposición con la
difusión continua de visiones derrotistas.

En el anterior debate, hace diez meses, el Grupo Popular
advirtió solemnemente que a finales de 1994 habría más parados
que en aquel momento, en el mes de abril. (La señora De
Palacio Valle-Lersundi: ¡Y los hay!) Desde entonces el número
de parados no ha dejado de disminuir. Al aprobar los
presupuestos de 1994 el Grupo Popular acusaba a las
previsiones de crecimiento del Gobierno de irreales por
excesivas, y ahora sabemos que se quedaron muy cortas, que el
crecimiento real va a superar con mucho aquellas previsiones.

Los portavoces económicos del Partido Popular suelen afirmar,
dentro y fuera de España, que la inversión extranjera no
quiere venir aquí, y en el año 1994 hemos registrado la cifra
más alta de la historia en inversión extranjera, con la
excepción del año 1991.

Por supuesto, la reactivación de otras economías nos ayuda en
nuestra recuperación, igual que hace dos o tres años su
recesión influía negativamente sobre la marcha de nuestra
economía. Pero a diferencia de otros momentos de expansión, en
este caso, en este ciclo, la economía española se ha sumado a
la reactivación internacional en el mismo momento en que ésta
ha comenzado a producirse en el continente europeo y no
perdiendo uno o dos años de tiempo en ese crecimiento, como
había sucedido en fases anteriores. No crecemos menos, como se
decía al principio de la tarde, en esta reactivación; estamos
creciendo igual o más que la media de las economías de nuestro
entorno. Se trata, de cara al futuro, de mantener y si es
posible incrementar este crecimiento; de lograr que la
recuperación sea sostenida en el tiempo y creadora de puestos
de trabajo. Por eso apoyamos las reformas estructurales que el
Gobierno viene planteando en esta legislatura (hoy ha
anunciado nuevas reformas a través del Presidente del
Gobierno) y también apoyamos las recientes medidas para
garantizar el cumplimiento de los objetivos en materia de
déficit público. No es lógico criticar al Gobierno por las
desviaciones de gasto que tuvieron lugar en el pasado y
criticarle hoy también porque se anticipa a posibles
desviaciones y toma medidas para impedir que en este ejercicio
haya la más mínima desviación.

También respaldamos la distribución de esfuerzos decidida por
el Gobierno entre las distintas áreas del gasto, manteniendo
las prioridades en política social, de acuerdo con nuestro
compromiso de consolidar el Estado del bienestar. Las
pensiones, por ejemplo, no tienen por qué pagar los posibles
excesos de gasto que se puedan generar o producir en otras
áreas. Por eso nos felicitamos del acuerdo logrado hace pocos
días entre los distintos grupos parlamentarios en el seno de
la ponencia sobre la Seguridad Social. Si todos mantenemos ese
compromiso, adecuando de manera coherente las propuestas en
materia de ingresos públicos para hacer realidad la defensa
del sistema de pensiones, ese principio de acuerdo será un
gran paso adelante para garantizar, en el inicio del próximo
siglo, la protección de los actuales pensionistas y de quienes
hoy se encuentran



Página 6498




o nos encontramos todavía lejos de la edad de jubilación. Así
lo han entendido en estos días sindicatos y empresarios, que
están siendo capaces en estas semanas de crear un clima de
diálogo y de serenidad que fotalece la recuperación económica.

El aumento del empleo y del nivel de vida de los españoles no
puede alcanzarse hoy en día sin asumir que progreso social y
competitividad no son términos antagónicos, sino que el
primero sólo puede lograrse y mantenerse sobre la base de la
segunda. Frente a lo que piensan algunos de los que se sientan
a nuestra izquierda, cuando dialogan empresarios y sindicatos
no se están juntando los verdugos y las víctimas, sino las dos
ruedas que se necesitan para que el carro avance. Quien no
entienda eso, se está equivocando de lugar y de tiempo y hace
política en el vacío, dejando mucho espacio que puede ocupar
la derecha. (Rumores.)
Es fácil criticar una política económica, sobre todo cuando se
acaba de salir de una recesión. Siempre se desea más empleo
que el que existe, siempre se puede prometer menos impuestos y
menos déficit a la vez, más realizaciones y más austeridad en
el gasto, más inversión privada, más eficacia. Eso es fácil,
pero las promesas en sí mismas valen de poco si no van
acompañadas de medidas coherentes que las hagan posibles.

Para mantener credibilidad como alternativa, señores del Grupo
Popular, no basta con proclamarse como tal, hay que precisar
qué se haría y cómo se haría. Hay que explicar con detalle la
política que se propugna. La vaguedad de que hoy ha hecho gala
de nuevo el señor Aznar en materia de programa de la
alternativa produce confusión e incertidumbre, por más que el
Presidente de la CEOE sí se dé por informado de los proyectos
del Partido Popular. (Un señor Diputado: ¡Muy bien!)
En cambio, las incertidumbres sí se han despejado en el
terreno autonómico, y a ello ha contribuido el debate que tuvo
lugar en el Senado el pasado otoño. El Grupo Socialista asume
como propias todas las resoluciones que allí se acordaron y
muy especialmente la de reflexionar sobre la futura
composición y funciones del Senado. Y el informe de la
ponencia creada al efecto queremos que avance lo más
rápidamente posible dentro del rigor necesario a lo largo de
esta legislatura. Las demás consecuencias del debate
autonómico del Senado también están siendo palpables y
positivas. Se van a tomar decisiones próximamente en materia
de financiación autonómica sobre la base de las
recomendaciones de los expertos, se avanza en los traspasos a
las comunidades del artículo 143 en desarrollo de los acuerdos
autonómicos, se avanza con las comunidades del artículo 151
leyendo conjuntamente esos estatutos, están a punto de entrar
en vigor los estatutos de Ceuta y Melilla, se ha reducido muy
sensiblemente la conflictividad autonómica ante el Tribunal
Constitucional y los mecanismos de cooperación, como prueba lo
anterior, funcionan de forma cada vez más activa. También en
el campo de las corporaciones locales se han dado pasos
importantes para resolver o iniciar la resolución de sus
problemas financieros y avanzar hacia la consecución del pacto
local, que debe reafirmar su protagonismo en el conjunto del
Estado.

Señor Presidente, antes de finalizar quería exponer, con
brevedad, algunos criterios sobre la construcción europea y
sobre la presidencia española de la Unión durante el segundo
semestre. Esta presidencia, que va a coincidir,
voluntariamente además, con nuestra presidencia de la Unión
Europea Occidental durante el mismo semestre, va a tener lugar
en un momento crucial para el desarrollo, ampliación y
profundización de la construcción europea. Europa aspira, y
nosotros apoyamos esa ambición, a contribuir en mayor medida
que hasta ahora a la paz en nuestro continente y en el mundo.

La Unión Europea también quiere ser más capaz que hasta ahora
para defender e impulsar un modelo de sociedad basado en el
pluralismo, el respeto a la diferencia, el bienestar
económico, el progreso social y el equilibrio ecológico.

Nuestra presidencia debe estar al servicio de esos ideales,
cuya traducción en prioridades políticas coincide con las que
mejor convienen a nuestros intereses nacionales. Para ser un
buen europeo, a nuestro juicio, no hay que apartarse de lo que
conviene a España sino al contrario. Sin proyecto europeo
nuestra estabilidad y nuestra prosperidad sufrirían de manera
considerable. Por eso, desde mi Grupo coincidimos con las
líneas que ha marcado hoy el Presidente como orientativas de
los trabajos de nuestra presidencia europea, y comprometemos
desde ahora nuestro apoyo en esta Cámara a todas las
iniciativas que sirvan para orientar, con los demás grupos y
con el Gobierno, los trabajos que aseguren su éxito.

Concluyo ya, señor Presidente. Mañana vamos a presentar, junto
con el Grupo Catalán de Convergència i Unió, una propuesta de
resolución conjunta que precisa los compromisos que deben
servir al Gobierno y a esta Cámara para superar los problemas
que hemos analizado hoy en un clima de estabilidad
parlamentaria y de normalidad política. Compromisos que tienen
que ver con la política presupuestaria, con reformas
estructurales, con la política autonómica, con las reformas
legislativas y el impulso democrático y con las orientaciones
de la presidencia europea. Llevando adelante esas propuestas
en los próximos doce meses, estoy convencido de que
superaremos muchos de los problemas que hoy hemos planteado
todos aquí. Y ello, porque existe voluntad de hacerlo en esta
legislatura en la mayoría de la Cámara, existen ideas para
resolver cada uno de esos problemas concretos y existe, por
nuestra parte, un compromiso con muchos millones de ciudadanos
que nos votaron hace poco más de año y medio para no cejar en
este empeño de modernización y de construcción de una España
más solidaria, más libre y más justa.




Página 6499




Decía al principio que hay espacio para la esperanza y no sólo
motivos para la inquietud. Estoy convencido de que mañana, al
acabar este debate, habremos aumentado la esperanza con
nuestro trabajo, con el de todos y habremos trabajado
seriamente, con nuestras propuestas concretas, para irla
traduciendo en realizaciones comprobables por todos.Muchas
gracias. (Fuertes aplausos en los escaños del Grupo
Socialista.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Almunia.

El Pleno se reanudará mañana a las cinco de la tarde.

Se suspende la sesión.

Eran las diez de la noche