Ruta de navegación

Publicaciones

DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 64, de 19/04/1994
PDF





CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
PLENO Y DIPUTACION PERMANENTE
Año 1994 Núm. 64 V Legislatura
PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FELIX PONS IRAZAZABAL
Sesión Plenaria núm. 63
celebrada el martes, 19 de abril de 1994



Página



ORDEN DEL DIA:



Comunicación del Gobierno:



--Comunicación del Gobierno sobre debate de política general
en torno al estado de la Nación (número de expediente
200/000002) (Página 3148)



(Continúa el orden del día en el «Diario de Sesiones» número
65, de 20 de abril de 1994.)



Página 3140




SUMARIO



Se abre la sesión a las doce del mediodía.




Comunicación del Gobierno sobre debate de política general en
torno al estado de la Nación (Página 3148)



El señor Presidente del Gobierno (González Márquez) comienza
aludiendo al ataque terrorista producido en Barcelona el día
anterior. Expresa la condena, en nombre del Gobierno,
transmitiendo el pesar a las familias de las víctimas mortales
y de los heridos en ese atentado.

Recuerda a continuación que han transcurrido nueve meses desde
la sesión de investidura que marcó el comienzo de la actual
legislatura tras las elecciones del 6 de junio, centrando su
atención sobre las líneas de actuación del Gobierno
establecidas en aquel debate, que merecieron el apoyo
mayoritario de la Cámara, lo que les va a permitir un balance
ordenado de lo hecho y apuntar orientaciones de futuro.

Previamente desea fijar, sin embargo, la posición del Gobierno
ante las denuncias de corrupción que han aparecido en las
últimas semanas creando un clima de gran preocupación en la
opinión pública. En la campaña electoral se comprometieron a
actuar con rigor y energía contra los supuestos de corrupción
que se presentaran, intentando eliminar de la vida pública a
aquellas personas que no merecieran, por su comportamiento, la
confianza depositada en ellas. Por otra parte, quieren que la
justicia actúe con la celeridad debida para el esclarecimiento
de hechos que puedan ser delictivos y la correspondiente
depuración de responsabilidades. En función de este compromiso
están actuando y continuarán en el futuro, pues el Gobierno
considera imprescindible hacer frente a estos problemas y
restaurar la confianza social. En el caso del ex Director
General de la Guardia Civil se ha constituido una comisión de
investigación a la que han entregado el material que permita
esclarecer los hechos, y así actuarán en cualquier supuesto
que se presente. Se ha solicitado también por varios grupos
parlamentarios, entre ellos el Socialista, la constitución de
otra comisión para el caso del ex Gobernador del Banco de
España, actuando con prontitud y energía. Considera este caso
de extrema trascendencia y se siente directamente concernido
por él al haber propuesto su nombramiento y haber apoyado hace
dos años la honorabilidad del ex Gobernador con ocasión de la
crisis de Ibercorp. Informa a la Cámara que antes incluso de
que este Parlamento iniciara sus actuaciones ya lo habían
hecho la Fiscalía y la Inspección de Hacienda, y a este
respecto se están utilizando todos los medios disponibles. Sin
embargo, considera conveniente mejorar las condiciones y los
medios legales e instrumentales para combatir el fenómeno de
la corrupción en el Estado de Derecho en que vivimos. A este
efecto no sólo están dispuestos a la modificación del
Reglamento de la Cámara para facilitar la investigación de
estos hechos sino que introducirán algunos cambios normativos,
estando abiertos a estudiar las propuestas que los grupos
puedan hacer. Así, propondrán la modificación de la Ley del
Tribunal de Cuentas, para aumentar su ámbito de competencias,
junto a una más completa y estricta tipificación de las
conductas relacionadas con los delitos de corrupción y una
mayor severidad en las penas a imponer en la modificación del
Código Penal. Asimismo propondrán la creación de una fiscalía
especial encargada de la persecución de los delitos económicos
y de corrupción. A ello hay que añadir el proyecto de reforma
de la Ley General Presupuestaria, que reforzará el control
económico y financiero del sector público. Anuncia ya su
disposición para incorporar las sugerencias de todos los
grupos sobre el particular.

Ahora bien, sin restar importancia a los anteriores
acontecimientos, considera imprescindible centrar su atención
sobre la crisis económica y las medidas emprendidas para
superarla, sobre el proceso de construcción europea y nuestra
actuación en el mismo y sobre el desarrollo económico y la
revitalización de la democracia. Recuerda que hace un año
propuso la convocatoria de elecciones, conocedor de la
profunda crisis económica que atenazaba a nuestro país y
convencido de que un Gobierno con legitimidad renovada tendría
más capacidad para afrontarla con la fortaleza necesaria.

Expresa su pleno convencimiento sobre la capacidad de la
sociedad española para superar los retos coyunturales y
estructurales, anticipando que al cabo de un año, es decir, en
este momento, estaríamos saliendo de la crisis y discutiendo
acciones para acelerar el crecimiento y, consiguientemente,
promover la creación de empleo. Esta es precisamente la
prioridad esencial de la acción del Gobierno. En el debate de
investidura hizo una oferta de diálogo y de pacto que
permitiera asegurar la gobernabilidad y cambiar el clima
excesivamente crispado anterior a las elecciones por uno más
dialogante para avanzar en soluciones institucionales con
amplio consenso. El primer objetivo, pactar los apoyos
necesarios para garantizar la estabilidad, se ha alcanzado con
eficacia notable a nivel parlamentario, especialmente con
Convergència i Unió,



Página 3141




aunque también han llegado a acuerdos con otros grupos de la
Cámara. Expone que el proyecto presentado en la sesión de
investidura tuvo el apoyo mayoritario de esta Cámara en
primera votación y dicho proyecto es el que ha guiado la
acción de Gobierno desde julio pasado, persiguiendo como
objetivo fundamental la superación de la crisis con vistas a
la creación de empleo. En los nueve meses transcurridos se ha
invertido la tendencia recesiva, gracias a la capacidad de
respuesta de nuestra economía, el esfuerzo de muchos
empresarios y trabajadores y la adecuada política que se ha
venido aplicando. El primer paso de esta política fue el
riguroso Presupuesto para 1994 y la Ley de Medidas Fiscales y
Financieras que lo acompañó con el fin de contener el déficit
público y mantener el esfuerzo inversor.

El segundo paso de la política seguida como consecuencia del
compromiso adquirido en el debate de investidura fue el pacto
social y la reforma del mercado de trabajo. Se celebraron
numerosas reuniones con los interlocutores sociales para
intentar conseguir un acuerdo sobre la reforma laboral, que
finalmente fue aprobada por el Consejo de Ministros el 3 de
diciembre y presentada seguidamente a la Cámara.

Destaca los objetivos y aspectos más relevantes de la reforma
en cuestión, encaminados fundamentalmente a la creación de
empleo y a hacer más competitivas a nuestras empresas, reforma
a la que se unen otras como la relativa al Estatuto del Banco
de España, la modificación del coste de las hipotecas,
etcétera, las cuales, con ser importantes, no hubiesen sido
suficientes si el Gobierno no hubiese adaptado simultáneamente
su política económica global a las cambiantes condiciones del
marco económico en que tuvimos que desenvolvernos. En este
sentido, nuestro tipo de cambio se ha situado a niveles más
acordes con las características fundamentales de nuestra
economía, con el efecto inmediato de una mejora espectacular
del déficit exterior, tanto comercial como por cuenta
corriente. Los tipos de interés han bajado más de cinco puntos
porcentuales y para disipar incertidumbres sobre nuestras
posibilidades de crecimiento se debe seguir actuando sobre la
inflación y el déficit público. Se trata, en todo caso, de un
conjunto de medidas a las que se comprometió en el debate de
investidura y que están sirviendo eficazmente para salir de la
crisis y sentar las bases de una recuperación sólida y
duradera. Datos recientes ponen de manifiesto que lo peor de
la crisis ya ha pasado y que estamos en la senda de la
recuperación, siendo el más importante de los datos sobre el
particular el correspondiente al nivel de empleo del pasado
mes de marzo. Sin embargo, son muchas las cuestiones que
siguen requiriendo una atención constante y que han de centrar
nuestra labor en los próximos años, como son la competitividad
de nuestra economía, la liberalización del sector de servicios
y la consolidación de nuestro sistema de protección social.

Afirma que, en un mundo como el que vivimos, la prosperidad y
la riqueza hay que ganarlas día a día con la productividad y
la calidad de los productos y se debe asumir la idea de que
los salarios deben ajustarse a las condiciones generales de la
economía y a las particulares de cada empresa, ya que en otro
caso pondrían en peligro la propia permanencia de las empresas
y aumentaría el paro. España puede y debe ser competitiva y, a
pesar de la crisis, está recibiendo inversión del exterior que
demuestra un algo grado de confianza en nuestra economía.

En cuanto a la liberalización de los servicios y el control de
la inflación el mejor instrumento es combatir la excesiva
rigidez de nuestros mercados, en lo que hemos avanzado mucho
desde nuestra entrada en la Comunidad Europea, aunque no lo
suficiente. Sobre este particular hay que dar espuesta
satisfactoria a la liberalización de las telecomunicaciones,
del suelo, de la vivienda, del transporte y de los servicios
profesionales, para conseguir mercados más eficientes que
asignen mejor los recursos y abaraten los precios al
consumidor. Anuncia la adopción de importantes decisiones en
este ámbito por parte del Gobierno en las próximas semanas.

Respecto a la consolidación del sistema de protección social
señala que el progreso económico cobra su verdadero sentido
si, a la vez, es justo y solidario, lo que les diferencia de
otras opciones políticas, preocupándole especialmente las
dudas que se han suscitado sobre la viabilidad del sistema de
pensiones de la Seguridad Social, que es viable, aunque en él
pueden introducirse mejoras para hacerlo más eficiente.

Agrega el señor Presidente del Gobierno que todo lo anterior
cobra su sentido en el marco europeo, en el que, hoy por hoy,
está nuestro destino económico y político, afortunadamente.

Nuestro futuro como país está vinculado al futuro de la Unión
Europea y por tanto vamos a seguir esforzándonos para que el
proyecto de política de integración se desarrolle de manera
eficaz y satisfactoria para los intereses españoles.

Pasando a otros ejes definidos en el debate de investidura, el
impulso democrático, expone que en el origen del mismo se
encuentra una preocupación compartida sobre el funcionamiento
de las distintas instituciones y la necesidad de reforzar la
vida democrática a través de cambios perceptibles en



Página 3142




las formas de hacer política. Se ha modificado el Reglamento
del Senado y también la Ley Electoral, se está concluyendo la
revisión de la Ley Orgánica del Poder Judicial para dotarlo de
mayores competencias y de mayor autonomía, se ha tomado en
consideración la reordenación del Centro de Investigaciones
Sociológicas y se ha remitido a la Cámara una nueva Ley de
Contratos de las Administraciones Públicas.

En cuanto a la renovación de vacantes existentes en diversos
órganos institucionales, que se arrastran desde la legislatura
anterior, sólo puede superarse por el diálogo, la negociación
y el acuerdo político, posición que ha encontrado una acogida
positiva en la totalidad de los grupos parlamentarios con
excepción del Grupo Popular, que ha hecho imposible la
adopción de decisiones, llevando a todos los grupos de la
Cámara a proponer un candidato a Defensor del Pueblo,
propuesta que será votada la próxima semana. Si el Grupo
Popular cambia de postura y se supera esa elección, estarían
en condiciones de proceder de forma inmediata y con el máximo
consenso a la cobertura del resto de vacantes de los órganos
institucionales, incluido el Consejo de Radiotelevisión, en
tanto que, de mantenerse la situación actual, el Gobierno
propondría a los grupos parlamentarios que procedieran a
estudiar la modificación de las normas legales con objeto de
poder superar el obstáculo insalvable que supone que un grupo
político decida ejercer un bloqueo institucional. Alude, por
último, a la profundización en el desarrollo del Estado de las
autonomías, un proceso que ni puede ni debe detenerse, en el
que es perfectamente deseable y posible avanzar si se guían
por la lealtad, el equilibrio territorial y la solidaridad. El
objetivo es un Estado más descentralizado, más eficaz y más
próximo a los ciudadanos, con simplificación de las
estructuras administrativas a partir de un mayor protagonismo
de la Administración local y una puesta en práctica más
extensa del principio de cooperación. Piensa que en estos
nueve meses se han dado pasos importantes en esta doble
dirección.

Concluye manifestando que España debe enfrentarse a cambios
fundamentales, a retos que debemos resolver y, personalmente,
no tiene ninguna duda de su disposición a enfrentarse a esos
retos que sabe que es posible superar. Si damos de sí todo
aquello de lo que somos capaces, España tiene asegurado su
futuro en Europa, representando a un país fuerte y solidario,
a un país cohesionado social y territorialmente en un mundo
que se dispone a afrontar la etapa final del siglo XX.




Se suspende la sesión a la una y cinco minutos de la tarde.




Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




El señor Aznar López, en nombre del Grupo Popular, manifiesta
que desgraciadamente, una vez más, han de comenzar la sesión
condenando un atentado terrorista, por el que expresan su
repulsa, a la vez que trasladan su condolencia a las familias
de las víctimas y piden que los asesinos sean detenidos,
juzgados, condenados y cumplan íntegramente sus penas en la
cárcel. A continuación pregunta al señor González cuál será el
próximo escándalo y qué está ocurriendo en este país, donde
cada mañana nos levantamos con el temor a enterarnos de un
nuevo escándalo, por lo que los ciudadanos perciben una
sensación de impunidad de que aquí nadie es responsable de
nada. Afirma que las cosas han llegado demasiado lejos, mucho
más de lo que hubiéramos imaginado nunca que pudiera llegar la
democracia española. Señala que la corrupción es una triste
realidad, que ya no se puede negar, y que no se trata de
corruptelas menores en la Administración pública sino de
escándalos que brotan en los despachos en los que se dirigen
grandes instituciones del país. Menciona el «BOE», la Guardia
Civil, el CESID, el empleo de los fondos reservados y el Banco
de España, demasiados casos y demasiado graves al dañar
instituciones básicas del sistema, disolver la confianza de
los ciudadanos y lesionar gravemente la imagen de España, en
todos los cuales aparecen personas vinculadas al señor
Presidente del Gobierno, que han sido nombradas por él y que
gozan de su confianza. Expone que el señor González no hace
nada para corregir esa situación, para averiguar lo ocurrido,
para evitar que se repita, ya que aquí nunca pasa nada y, sin
embargo, se ha presentado esta mañana en la Cámara para poner
de manifiesto ante los españoles su voluntad de luchar contra
la corrupción, pero despachando en siete minutos los asuntos
que más preocupan en estos momentos en España. Ha venido a
decir que va a proponer medidas que sirvan para acabar con la
corrupción, medidas que nada ni nadie le impidió haber
adoptado a tiempo. Teme que el crédito del señor Presidente en
este terreno se ha agotado, porque lo que hoy ha dicho lo han
escuchado ya en otras ocasiones, pero el problema no ha nacido
ayer. Todo lo ocurrido ha sumido a la sociedad española y ha
llevado a la situación política españolaa la cota más baja de
prestigio del sistema público desde los inicios del sistema
constitucional, lo que le inhabilita al Presidente y a su
Gobierno para liderar la lucha contra la corrupción que España
necesita. Lo único que hace es soltar lastre, porque siente
que el barco se hunde, y rasgarse las vestiduras montando una
especie de farsa justiciera para



Página 3143




intentar que la responsabilidad recaiga sobre un chivo
expiatorio al que atacar con un furor de neoconversos.

Agrega el señor Aznar que en una situación grave, con grave
daño a las instituciones y al sistema, lo único que esperan
los ciudadanos es que quien corresponda asuma la
responsabilidad para dejar constancia de que en España las
reglas de la democracia se respetan y los errores políticos no
son gratuitos. No cabe hablar de buena fe, que nadie niega,
porque si no fuera así no hablarían de responsabilidades
políticas, sino penales. Tampoco sirve decir que se ignoraba
lo que estaba pasando, porque entonces es peor, ya que si el
señor González no se entera de todos los casos mencionados
hasta que se cuentan en los periódicos, le pediría que
informase a la Cámara de qué se entera. A los que han cometido
irregularidades podrán exigírseles responsabilidades penales,
pero el responsable político ante la nación es el Gobierno,
quien el señor Presidente señale del Gobierno o, en su
defecto, él mismo.

Expone a continuación que el número de parados en España ha
aumentado en un millón de personas en los dos últimos años, en
los que se han destruido ochocientos mil empleos, cifras muy
duras ante las que no se puede hablar de recuperación. No
puede llamarse recuperación a la destrucción del tejido
industrial, al cierre de empresas y expedientes de regulación
de empleo o a la atonía inversora, al ritmo de crecimiento de
los precios, al déficit comercial o al déficit del sector
público. Recuerda que en la campaña electoral el Presidente
dijo a los españoles que la reactivación económica estaba a la
vuelta de la esquina, en lugar de explicarles con rigor y
claridad el estado de la nación, lo que hubiera significado
reconocer errores pasados, pero, a cambio, ganar credibilidad
para cambiar las cosas. Sin embargo, no se hizo así, como
tampoco cumplió la promesa de ser el único capaz de garantizar
el pacto social como instrumento esencial para sacar a España
de la crisis y se acabó convocándole una huelga general.

Recuerda algunas cifras mencionadas en la campaña electoral en
relación con el número de parados o el déficit del sector
público y respecto de las que después se descubrió su
manipulación para ocultar la realidad, reconociendo acto
seguido que existe ciertamente una clara recuperación de algún
sector, como por ejemplo el turístico, y mejoría en otros, lo
que significa que este año estaremos menos mal que el pasado,
de lo que todos los españoles se alegran, pero seguiremos
estando muy mal porque una ligera mejoría en los síntomas del
enfermo no significa que éste se halle recuperado, cosa que en
su opinión no podrá suceder mientras no se cambie de política
económica y de gestores y se recupere la confianza. Por otro
lado, la mejoríarelativa de algunos sectores se debe
fundamentalmente a factores externos, como las tres
devaluaciones de nuestra moneda, el descenso de los tipos de
interés en los mercados internacionales, la recuperación
económica de Estados Unidos y la inestabilidad de algunos
países del área mediterránea, que ha canalizado hacia España
importantes contingentes de turistas. En relación con Europa,
afirma que en los últimos tiempos nos estamos alejando de
nuestro objetivo, que no puede ser otro que acercarnos a los
niveles de bienestar y riqueza de los países más
desarrollados.

En cuanto al mantenimiento de las prestaciones sociales,
expone que el señor González infundió el miedo sobre lo que
podría pasar en el caso de que el Partido Popular ganase las
elecciones y, sin embargo, ha practicado después recortes en
los gastos sociales, disparando incluso la alarma social sobre
los pensionistas. En resumen, ni regeneración democrática ni
lucha contra la corrupción, ni recuperación de empleo ni
cumplimiento de las promesas.

Acerca del impulso democrático señala que el señor González ha
lanzado esta mañana una amenaza en el sentido de modificar en
su beneficio las reglas del juego, lo que considera muy grave,
ya que no es una amenaza contra el Partido Popular sino contra
el consenso sobre el que se construyó la democracia española y
contra el espíritu constitucional.

Termina exponiendo el señor Aznar que, después de comparar las
palabras de hoy del señor González con la realidad de las
cosas, sólo les queda afirmar que no dice la verdad, que
disfraza la realidad y que no se le puede hacer caso, ya que
tiene encima de la mesa los mismos problemas que hace un año,
pero agravados, puesto que en lugar de encontrarse con un
Gobierno sólido, fuerte y con autoridad moral se ven
enfrentados, como consecuencia de sucesivos escándalos de
corrupción, a una gravísima inestabilidad política. Afirma que
el señor González no puede rectificar, que no está a la
alturade las necesidades de España y, consiguientemente, no
está en condiciones de seguir gobernando, y de ahí que le pida
que asuma su responsabilidad marchándose, sin alegar más
excusas. No le pide que disuelva las Cortes, aunque pudiera
convenirle, ni que someta al país a unas elecciones generales
en estos momentos, sino que dé ejemplo de entrega a los
intereses de la nación, al prestigio de la democracia y a la
dignidad de las instituciones, para lo que no le queda otra
salida honorable que presentar su renuncia al Rey y
aconsejarle respecto



Página 3144




a un miembro de su partido que reúna las mejores condiciones
para sustituirle y preparar el trámite de investidura.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez)
y, en sucesivos turnos de réplica y dúplica, hacen uso de la
palabra los señores Aznar López y Presidente del Gobierno.

El señor Anguita González, en representación del Grupo de
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, comienza uniéndose a
los demás grupos parlamentarios en la reprobación y condena de
los últimos atentados terroristas. Expone a continuación que
la propuesta de cambio que sedujo, por necesaria, a tantos
millones de españoles se ha verificado fallida y agotada por
una
desviación del impulso primitivo y de los objetivos que se
preconizaban. Expresa su profunda convicción de que están ante
un debate crucial, fundamental, porque se produce en una
situación de encrucijada. Durante años han manifestado sus
críticas a una política y a unos modos de gobernar que han
conducido a nuestro país a una situación de postración y a la
decadencia en lo económico, en lo social, en lo político, lo
cultural y lo moral. A las críticas y advertencias, que el
tiempo se ha encargado de demostrar que fueron correctas y,
además, verificadas por la realidad, el Presidente del
Gobierno opuso siempre argumentos tangenciales y escapistas,
además de anticipos optimistas de futuro que nunca se
cumplieron. La expresión de que estamos saliendo de la crisis
la venimos escuchando años y años y la realidad se encarga de
desmentirla.

Añade que, junto a las críticas y a las advertencias,
plantearon reiteradamente su disposición a crear una nueva
situación desde la izquierda, manifestando su predisposición a
quemarse en la corresponsabilidad de defender y aplicar un
programa de progreso, de avance social y de profundización
democrática, pero a sus propuestas el señor Presidente
contestó por sistema con disciplicentes y ominosos silencios.

Expone su creencia de que este debate se inscribe en el final
de un ciclo político, un final consecuente con la reiteración
y perseverancia en una política injusta y errática, marcada
por el desorden económico, social, político, moral y ético.

Señala que nuestro país ha sufrido una fuerte pérdida de
tejido productivo, que se halla inmerso en una espiral
creciente de cierre de empresas, ocupando el primer puesto
entre todos los países de la Unión Europea en paro, con el 24
por ciento, de precariedad en el empleo, con un 40 por ciento,
y en accidentes laborales.

Afirma que no ha habido voluntad de diálogo del Gobierno con
los agentes sociales, dando lugar a una situación de desorden
social, hija además de la contrarreforma laboral emprendida
por el Gobierno y sus aliados, o una contrarreforma fiscal más
sigilosa, aunque no menos grave. La respuesta contundente a
dicha situación social se produjo el pasado 27 de enero. Se
han subordinado las necesidades reales concretas y urgentes de
vivienda, salud, transporte público, etcétera, a objetivos
macroeconómicos irrealizables.

Agrega el señor Anguita que nos encontramos en el final de la
prórroga que el pueblo español otorgó al señor González el 6
de junio pasado, en la que su propuesta basculó entre la
promesa de otro cambio y la invitación al peligro de que venía
la derecha, pero apenas terminaron de cerrarse las urnas se
optó por las alianzas y los apoyos políticos conforme a lo que
ya tenía diseñado: un giro de tuerca más en su política
neoliberal y conservadora, como la reforma del mercado
laboral.

Expone que la responsabilidad mayor del señor González es la
de haber ayudado al crecimiento electoral de la derecha,
realizando una política económica que la derecha desearía pero
que no se hubiese atrevido a hacer en el caso de estar
gobernando. Califica de perversión política el uso de la
fuerza recibida en las urnas contra quienes se la otorgaron.

En cuanto a los recientes casos de corrupción aparecidos, el
señor González ha guardado silencio y no ha querido señalar
las responsabilidades políticas y exigirlas, lo que, unido al
silencio sobre el tema en el discurso de esta mañana,
significa que el señor Presidente las asume en exclusividad.

Ha planteado una serie de medidas para atajar la corrupción y,
sobre el particular, le recuerda que ya planteó algunas en el
debate de 1992, siendo su nivel de cumplimiento más que
deficiente. En consecuencia, el problema está en la
credibilidad de quien tiene la mayor responsabilidad para
cumplirlas y hacerlas cumplir, y en lo tocante a credibilidad
cree que S.S. no tiene ninguna, por lo que los más elementales
principios de funcionamiento y conducta democrática imponen la
toma de una decisión. Supone que en la fuerza política que el
señor Presidente representa habrá alguien capaz de asumir el
mandato que dicha fuerza política recibió de las urnas el 6 de
junio pasado, pues se impone con urgencia, por mor del interés
general, este relevo y la acción parlamentaria consiguiente, y
se impone antes su dimisión, la cual, con toda
responsabilidad, demanda en este momento.

Propone, finalmente, una acción política basada en la reforma
de la política económica, en la del Estado y en la propia
reforma de la política, desde la convicción de que es posible
salir de la actual situación y convocar a la esperanza y la
ilusión,



Página 3145




enumerando una serie de medidas y reformas concretas que, a
juicio de su Grupo, deben acometerse.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez),
interviniendo en turnos de réplica y dúplica los señores
Anguita González y Presidente del Gobierno.

En nombre del Grupo Catalán (Convergència i Unió), el señor
Roca i Junyent manifiesta que llegan a este debate en un clima
de importante tensión política, pues la gravedad y
trascendencia de unos supuestos de presunta corrupción,
situados en personas que habían ejercido relevantes
responsabilidades en el apartado institucional del Estado, han
causado una profunda y justificada alarma social y han cargado
este debate de un especial interés para la opinión pública.

Piensa que no deben defraudar esta expectativa social, pero
tampoco el fenómeno de la corrupción debe ocultar los demás
problemas de la sociedad española. En este sentido, sería
absurdo pasar por alto el último atentado terrorista o no
tener recuerdos para algunos conflictos internacionales que
les duelen como propios, especialmente allí donde nuestros
soldados ejercen una arriesgada y ejemplar misión de paz.

Expone que la fecha del 6 de junio de 1993 marcó el fin o el
inicio, como se quiera, de una etapa de la vida política
española, pues como expresión de un profundo deseo de cambio
en nuestra sociedad los ciudadanos manifestaron su voluntad
mayoritaria de arrinconar viejos proyectos caducados e
inservibles. Incluso el Partido ganador de las elecciones
acompañó su victoria de un discurso de cambio, de
rectificación y reorientación. Sin embargo, la voluntad
popular quiso que este proceso de cambio fuera conducido por
la misma fuerza política que había administrado la situación
anterior, pero sin una mayoría hegemónica y con un
reforzamiento del papel de este Parlamento. La herencia no era
sencilla de administrar, pues una errónea política económica
había castigado y empobrecido nuestra industria, olvidado la
agricultura y generado las bases de una grave recesión
económica, con las secuelas de un importante paro, pérdida de
competitividad, déficit comercial, caída de la inversión y una
larga lista de indicadores negativos.

Añade el señor Roca que la situación descrita es la que
correspondía administrar a este Parlamento y su Grupo
Parlamentario entendió que le correspondía asegurar, desde su
posición en esta Cámara, la estabilidad política necesaria
para fijar una acción de Gobierno que pudiera afrontar los
cambios que requería la nueva etapa que se iniciaba, ya que
sin estabilidad era imposible avanzar en ninguna de las
reformas estructurales que España necesitaba o reorientar la
política económica para poner el acento en las necesidades y
exigencias del sistema productivo. Este punto de partida tuvo
su concreción más evidente en la aprobación de los
Presupuestos Generales para este año y, cuatro meses después,
sin euforias ni optimismos excesivos, puede constatarse el
inicio de una prudente recuperación económica y, por primera
vez en muchos meses, se ha cambiado la tendencia en el
crecimiento del paro. El sector exportador está tirando de
nuestra economía, el déficit comercial se reduce
sensiblemente, el déficit público parece más controlado, los
tipos de interés han experimentado una baja importante y el
consumo parece animarse. Sin embargo, es todavía importante lo
que resta por hacer, pues quedan muchísimos ciudadanos sin un
puesto de trabajo y muchos empresarios pueden sentirse
amenazados en la continuidad de sus empresas, e incluso muchos
pensionistas se han inquietado por el futuro de sus pensiones.

Pero, en todo caso, las perspectivas son más positivas y
esperanzadoras que hace unos meses.

Agrega que los supuestos de corrupción es un fenómeno
perturbador e irritante, puesto que la recuperación económica
precisa de un clima de confianza y situaciones como las que
vivimos perjudican notablemente. Menciona la serie de
perjuicios que produce la corrupción, lo que obliga a
combatirla y erradicarla, y, lógicamente, la principal
responsabilidad en esta lucha, aunque no exclusiva, correspnde
al Gobierno y especialmente a su Presidente, que tiene que
dirigir la acción colectiva contra esa lacra social. Afirma
que el clima social exige mucha más eficacia, celeridad y
transparencia en este combate contra la corrupción y sobre el
particular adelanta que su Grupo invita a toda la Cámara a
adoptar las iniciativas pertinentes que permitan, primero,
definir un procedimiento judicial abreviado, que, con todas
las garantías jurídicas y procesales pertinentes, asegure una
tramitación rápida de los procesos derivados de hechos de
presunta corrupción. En segundo lugar, establecer en nuestro
Derecho público, y para determinados cargos de relevancia, la
exigencia previa a su toma de posesión de someterse al examen
de la comisión pertinente de esta Cámara sobre su currículum
personal y profesional. En tercer lugar, terminar con el
secreto de las comisiones de investigación parlamentaria y,
con ello, con medias verdades o verdades deformadas, que son
más perjudiciales que la realidad transparente y contrastada
con toda publicidad.

Expone a continuación las medidas que estima necesarias en
materia de política económica y de cara a la elaboración de
los próximos Presupuestos Generales del Estado, en relación
con todo lo cual



Página 3146




señala que sería bueno, y contribuiría a la mejora del clima
de confianza que el país necesita, que se alcanzara un acuerdo
entre las principales fuerzas políticas de esta Cámara para
cubrir las vacantes de importantes instituciones del Estado,
anunciando el apoyo de su Grupo Parlamentario a cualquier
iniciativa que sirva para desbloquear la actual situación.

Menciona también las importantes reformas estructurales que
España debe afrontar, tanto en el campo de lo económico como
en lo social o en lo institucional, expresando su deseo de
contribuir a la elaboración de dichas reformas y su apoyo a un
proyecto modernizador del Estado. Sobre este particular, alude
al desarrollo autonómico, tema en el que han recibido una
serie de acusaciones carentes de fundamento y que no coartarán
su libertad para actuar conforme a sus compromisos
electorales.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez),
replicando el señor Roca i Junyent y duplicando el señor
Presidente del Gobierno.




Se suspende la sesión.




Se reanuda la sesión.




El señor Anasagasti Olabeaga, en representación del Grupo
Vasco (PNV), expresa su condolencia a los familiares de las
víctimas del criminal atentado de ayer en Barcelona. Recuerda
seguidamente que hace diez meses su Grupo Parlamentario, sin
contrapartida alguna, dio su apoyo a la investidura del señor
González como Presidente del Gobierno. La situación de crisis
económica aguda les movió a la responsabilidad de no empeorar
aún más la situación grave y a otorgarle la confianza mínima
para que pudiera abordar los retos planteados. Sin embargo, la
experiencia de estos diez meses les dice que el Gobierno no ha
enfocado correctamente la situación y se resigna al día a día,
con ausencia de un liderazgo global, fuerte y decidido. Añade
que nadie pone en duda que se hayan hecho cosas de forma
sectorial, pero la política global del Gobierno les ha hecho
pasar de un voto afirmativo a una oposición preocupada,
porque, a su juicio, éste no es el camino.

En materia de desarrollo autonómico tiene que decir, con
pesar, que se han defraudado todas sus expectativas de
cumplimiento del Estado de autonomía, a pesar de las promesas
realizadas hace ya tres años y de las manifestaciones hechas
en el último debate de investidura en torno a un calendario de
traspasos como una de las prioridades del Gobierno. Durante el
último año sólo han encontrado buenas palabras, pero ningún
acuerdo, situación que consideran insostenible, tratándose de
una ley orgánica que se tiene que cumplir.

A continuación alude al ambiente general de preocupación ante
el fenómeno de una corrupción aparentemente generalizada, que
hace que la pérdida de confianza en la política y en los
políticos, en las instituciones y sus representantes, sea tan
importante que le obliga a centrarse preferentemente en este
asunto, relegando abordar en profundidad la salida de la
crisis económica en que vivimos. Afirma que la corrupción no
es estructural y que si algunos altos miembros de las
instituciones han robado y se han enriquecido indebidamente,
esto no significa que todo el sistema esté contaminado. Pero,
dicho lo anterior, tiene que señalar igualmente que si bien el
Gobierno ha reaccionado al final, su sistema de control no ha
funcionado debidamente y de no haber sido por las denuncias de
la prensa los delitos hubieran quedado impunes.

Formula diversas consideraciones en torno al imperio del
dinero en la sociedad actual, con predominio del egoísmo de
los
individuos y de los grupos y la desaparición de cualquier
forma de altruismo, frente a lo que hay que trabajar
estableciendo valores como la libertad y la justicia, la
cohesión social, el cumplimiento de los pactos o el hablar
claro en política, huyendo de eufemismos. Ante el fenómeno de
la corrupción, les gustaría que las iniciativas para atajarla
no quedaran en algo parecido al debate que celebraron sobre el
tráfico de influencias y de la utilización de información
privilegiada. Y, en concreto, sobre el caso Rubio han
presentado la demanda de una comisión de investigación,
esperando a sus resultados para formular su opinión
definitiva.

Por último, alude a la necesidad de una nueva política
económico-industrial, sobre la que solicita un debate
monográfico y en profundidad, una especie de plan de
emergencia que aborde los problemas de la empresa a fondo,
porque es fundamentalmente la empresa la que crea empleo.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez),
replicando al señor Anasagasti Olabeaga y duplicando el señor
Presidente del Gobierno.

En nombre del Grupo de Coalición Canaria interviene el señor
Olarte Cullen, manifestando que el señor Presidente del
Gobierno es el blanco propiciatorio de los dardos que se le
dirigen, como consecuencia de una serie de errores acumulados
producidos en estos años y en virtud de los cuales, tras los
últimos sucesos, tiene que asumir la correspondiente cuota de
responsabilidad. A estas alturas, aparte de reiterativo,
considera que sería hasta de mal gusto relatar los supuestos
de Filesa, Renfe, Directora del «BOE», ex Gobernador del Banco



Página 3147




de España o ex Director General de la Guardia Civil, dando
lugar a una situación absolutamente impresentable e
inadmisible que ha provocado la actividad parlamentaria
correspondiente.

Menciona la iniciativa de su Grupo en torno al tema de los
fondos reservados y la necesidad de su control, sobre lo que
presentarán la propuesta de resolución dentro del plazo
correspondiente. Afirma, por otra parte, que la situación por
la que atraviesa el Estado español es mala, que no es
precisamente el actual ambiente el caldo de cultivo ideal para
que nuestro país pueda remontar la situación de verdadera
catástrofe en que se encuentra. Cita la elevada tasa de paro,
ante la cual no vale hablar de lo que sucede en Europa, y en
materia autonómica emplaza al señor Presidente para que
exponga qué plan de actuación tiene su Gobierno y, en
concreto, los planes explícitos respecto a la Comunidad
Autónoma de Canarias.

Contesta el señor Presidente del Gobierno (González Márquez),
replicando el señor Olarte Cullen y duplicando el señor
Presidente del Gobierno.

La señora Rahola Martínez, del Grupo Mixto, expone su doble
sentimiento de humillación por lo ocurrido en Barcelona y de
vergüenza por todo lo que está ocurriendo con la suma de
escándalos de corrupción.

Respecto a la situación económica, celebra el envidiable
optimismo que le ha hecho relatar al señor Presidente esta
mañana una especie de Alicia en el país de las maravillas,
cuando la realidad es que se ven incapaces de controlar el
déficit público, el fraude fiscal y, especialmente, de
racionalizar los grandes agujeros, como por ejemplo, el de la
Seguridad Social.

En materia autonómica tiene que hablar de una crónica del
desencanto que, con el desconcertante y permanente
apuntalamiento de Convergència y Unió, intenta reducir el
carácter nacional catalán a la condición regional, en lo que
califica de estafa histórica. Sin embargo, el presente debate
llega en una situación grave de crisis de confianza y es
responsabilidad de este hemiciclo dar prioridad al debate
moral sobre los demás, en lugar de huir hacia adelante y no
asumir todas las consecuencias de la magnitud del problema,
como ha hecho el señor González. Considera escalofriante que
todas las instituciones del Estado estén afectadas por
escándolos graves de corrupción, siendo la principal
responsabilidad del Presidente del Gobierno, por su fracaso en
su primer compromiso, la de la regeneración ética de la
política. Pide, por tanto, al señor Presidente que dimita para
poder restituir el espejo de la credibilidad política.

El señor Mur Bernad, del Grupo Mixto, expresa su sorpresa por
el diagnóstico realizado por el señor Presidente sobre el
estado de la Nación, toda vez que, visto desde Aragón, no
reconocen el país que el señor Presidente ha descrito. Da la
impresión de que el Presidente habla de otro país y no de la
España real de todos los días. Siendo grave la actual crisis
económica, de desempleo, insolidaridad, desequilibrio
territorial y social crecientes, es aún más grave la crisis de
confianza y falta de ilusión que atenaza a la sociedad
española, la bloquea e impide desarrollar sus potencialidades.

Añade que lo que ocurre no es sino la consecuencia natural de
muchos errores y muchas actividades perdidas, habiendo
desaprovechado los socialistas una ocasión histórica para
cambiar la sociedad española y modernizar el Estado.

Agrega que nada de lo que ha ocurrido es fruto de la
casualidad, sino que viene de lejos y sobre ello había
indicios suficientes, sin que el Presidente quisiera o pudiera
atajarlo. Pide al señor Presidente que solicite la confianza
de la Cámara, ya que, de obtenerla, daría tranquilidad y
estabilidad a la sociedad. Concluye mencionando dos ejemplos
de su decepción. El primero, el transfuguismo, que fue
aprovechado en Aragón por el señor Marco para cambiar el
Gobierno de aquella Comunidad Autónoma, apresurándose el
Presidente del Gobierno a recibirlo en la Moncloa. El segundo
motivo de decepción es consecuencia del pacto autonómico
suscrito por los dos partidos mayoritarios y que ha supuesto
una gran frustración en Aragón.

El señor Albistur Marín, del Grupo Mixto, señala que,
transcurridos nueve meses desde la sesión de investidura, la
promesa del cambio sobre el cambio ha resultado ser un
auténtico fraude a una ciudadanía que exigía una nueva etapa
basada en un compromiso sólido de renovación política, según
palabras del propio Presidente del Gobierno. Menciona las
promesas realizadas por el Presidente en el debate de
investidura que no han sido cumplidas, pidiéndole que se
adelante a una posible moción de censura que, por otra parte,
nadie se atreve a plantear, poniendo su cargo a disposición de
este Parlamento, sometiéndose a una cuestión de confianza.

El señor González Lizondo, del Grupo Mixto, manifiesta que,
ante los hechos de todos conocidos, no vale agachar la cabeza,
pues de nada sirven las grandes declaraciones ni las buenas
intenciones sin asumir al mismo tiempo la responsabilidad.

Personalmente, tiene una moción de censura redactada que
lógicamente no tiene las firmas necesarias



Página 3148




para llevarse a cabo, pero que va a entregar al señor
Presidente de la Cámara porque este país necesita una
revolución interna basada única y exclusivamente en unas
nuevas elecciones generales, invitando al señor Presidente del
Gobierno a que las promueva.

Contesta a los representantes del Grupo Mixto el señor
Presidente del Gobierno (González Márquez), repliando la
señora Rahola Martínez y los señores Mur Bernad, Albistur
Marín y González Lizondo.

Cierra el debate el señor Solchaga Catalán, en nombre del
Grupo Socialista, fijando la posición del mismo.




Se suspende la sesión a las diez y cincuenta minutos de la
noche.




Se abre la sesión a las doce del mediodía.




COMUNICACION DEL GOBIERNO:



--COMUNICACION DEL GOBIERNO SOBRE DEBATE DE POLITICA GENERAL
EN TORNO AL ESTADO DE LA NACION (Número de expediente
200/000002)



El señor PRESIDENTE: Comienza la sesión.

Punto único del orden del día: Comunicación del Gobierno sobre
debate de política general en torno al estado de la Nación.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, ayer se produjo un nuevo atentado
terrorista en Barcelona y quiero empezar por expresar la
condena en nombre del Gobierno y el pesar a la familia de la
víctima mortal y de los heridos en ese atentado.

Han transcurrido nueve meses desde la sesión de investidura
que marcó el comienzo de la nueva legislatura, tras las
elecciones del 6 de junio. Quiero centrar mi atención sobre
las líneas de actuación del Gobierno establecidas en aquel
debate, que merecieron el apoyo mayoritario de la Cámara. Esto
nos va a permitir hacer un balance ordenado de lo que se ha
hecho y apuntar orientaciones de futuro.

No obstante, antes de entrar en ello, quiero fijar la posición
del Gobierno ante las denuncias de corrupción que han
aparecido en las últimas semanas, creando un clima de gran
preocupación en la opinión pública. (Rumores.)
En la campaña electoral nos comprometimos a actuar con rigor y
energía contra los supuestos de corrupción que se presentaran,
intentando eliminar de la vida pública a aquellas personas que
no merecieran, por su comportamiento, la confianza depositada
en ellas. Asimismo, queremos que la justicia actúe con la
celeridad debida para el esclarecimiento de hechos que puedan
ser delictivos y para la correspondiente depuración de
responsabilidades. En función de este compromiso estamos
actuando y actuaremos en el futuro.

El Gobierno, asumiendo plenamente sus responsabilidades,
considera imprescindible hacer frente a estos problemas y
restaurar la confianza social. Porque es cierto que vivimos
ese clima de desconfianza e incluso el riesgo de desafección
frente a los valores democráticos, que debilitan la capacidad
para responder a los desafíos de la crisis.

En el caso del ex Director General de la Guardia Civil se ha
constituido una comisión de investigación en el Parlamento.

Hemos entregado el material que permita esclarecer los hechos
que constituyen la finalidad de la comisión y así actuaremos
en cualquier supuesto que se presente. (Rumores y protestas en
los bancos del Grupo Popular.) Esperamos que, con la mayor
celeridad, llegue a conclusiones que nos permitan situar con
claridad los prolemas denunciados en el ámbito que corresponde
al Parlamento. Al tiempo, la justicia depurará las
responsabilidades que hubiera y la Inspección de Hacienda está
actuando, señorías, con la misma finalidad en los últimos
meses; es decir, todos los instrumentos a nuestro alcance
están activados para aclarar este asunto en sus distintas
vertientes.

Se ha solicitado también por varios grupos parlamentarios,
entre ellos el nuestro, la constitución de otra comisión para
el caso del ex Gobernador del Banco de España. (Rumores y
protestas.) En este asunto hemos actuado, asimismo, con
prontitud y con energía. (Fuertes rumores y protestas.)
Considero este caso de extrema trascendencia y me considero
directamente concernido por él, al haber propuesto su
nombramiento y haber apoyado, hace dos años, la honorabilidad
del ex Gobernador con ocasión de la crisis de Ibercorp. Hemos
intentado infructuosamente que el ex Gobernador explicara a la
opinión pública si las imputaciones que se le hacían eran o no
ciertas, si tenía o no dinero oculto, si tenía o no cubiertas
sus obligaciones fiscales, etcétera. Ni siquiera su
comparecencia, que nosotros mismos habíamos solicitado ante la
Comisión de Economía y Hacienda el pasado viernes, ha servido
para esclarecer su comportamiento.

Al mismo tiempo, hemos instado a la Fiscalía para que actúe
inmediatamente, habiendo puesto a su disposición todos los
medios materiales y humanos, y hemos puesto en marcha la
Inspección de Hacienda, para que investiguen a fondo y depuren
las responsabilidades en el ámbito que les es propio.

(Rumores.) Debo informar



Página 3149




a la Cámara que antes incluso de que este Parlamento iniciara
sus actuaciones ya lo habían hecho la Fiscalía y la Inspección
de Hacienda. (Rumores y protestas.) Estamos utilizando todos
los medios disponibles. Sin embargo, señor Presidente,
señorías, quiero indicarles que, manteniendo la mayor
serenidad y cumpliendo los calendarios previstos en nuestro
programa de Gobierno, consideramos conveniente mejorar las
condiciones y los medios legales e instrumentales para
combatir el fenómeno de la corrupción en el Estado de Derecho
que vivimos. Así, pues, no sólo estamos dispuestos a la
modificación del Reglamento de esta Cámara para facilitar la
investigación de estos hechos sino que introduciremos, como
habíamos comprometido, algunos cambios normativos y estamos
abiertos a estudiar las propuestas que los grupos puedan
hacer.

En primer lugar, propondremos la modificación de la Ley del
Tribunal de Cuentas, para aumentar su ámbito de competencias y
para incrementar las posibilidades de fiscalización y de
control del Tribunal. En segundo lugar, y de forma inmediata,
introduciremos una más completa y estricta tipificación de las
conductas relacionadas con los delitos de corrupción y una
mayor severidad en las penas a imponer en la modificación del
Código Penal. (Rumores.) En tercer lugar, incrementaremos la
eficacia en la respuesta judicial, por la vía de las reformas
procesales que remitiremos a esta Cámara. En cuarto lugar,
propondremos la creación de una fiscalía especial encargada de
la persecución de los delitos económicos y de corrupción.

(Rumores.) En quinto lugar, y dentro de la Dirección General
del Servicio Jurídico del Estado, crearemos un grupo
específico encargado de defender los intereses de la Hacienda
pública, personándose en cualquier actuación judicial por
delitos de esta naturaleza. (Rumores.) A eso hay que añadir el
proyecto de reforma de la Ley General Presupuestaria, que
reforzará el control económico-financiero del sector público,
con mecanismos que permitan mayor eficacia en el examen de las
auditorías de la Intervención General y la
exigencia, en su caso, de las responsabilidades políticas y
administrativas correspondientes. (Varios señores Diputados:
¡Ahora!)
Estos propósitos se ven fortalecidos por la rotunda repulsa
social hacia la corrupción. Espero de todos los grupos las
sugerencias de medidas que puedan agregarse a las que acabo de
exponer y les anuncio desde este momento nuestra disposición
para incorporarlas.

Ahora bien, señorías, aun teniendo en cuenta no sólo la gran
importancia de estos acontecimientos sino sus efectos de
oscurecimiento sobre otros problemas que afectan al conjunto
de la sociedad, es imprescindible que centremos nuestra
atención sobre la crisis económica y las medidas emprendidas
para
superarla, sobre el proceso de construcción europea y nuestra
actuación en el mismo y sobre el desarrollo autonómico y la
revitalización de la misma democracia.

Señor Presidente, señorías, hace un año decidí ejercer la
prerrogativa que la Constitución me otorgaba para proponer la
disolución de las Cámaras y la convocatoria de elecciones
generales. (Rumores.) Lo hice, conocedor de la profunda crisis
económica que atenazaba nuestro país y convencido de que un
Gobierno con legitimidad renovada tendría más capacidad para
afrontarla con la fortaleza necesaria. (Un señor Diputado:
Ahora estamos peor.) En aquel contexto electoral hice
insistentes referencias a que atravesábamos una fuerte
recesión económica, de la que, sin duda, teníamos capacidad
para salir, pero que también requería resolver problemas de
carácter estructural cuya persistencia limitaría nuestras
posibilidades en un contexto productivo y comercial nuevo, más
abierto y cada vez más
interdependiente. Afirmé mi pleno convencimiento sobre la
capacidad de la sociedad española para superar los retos
coyunturales y estructurales e incluso avancé que, al cabo de
un año, es decir, más o menos en las fechas en que nos
encontramos, ya no estaríamos hablando en los mismos términos
de la crisis, sinode cómo estábamos saliendo de ella y
discutiendo acciones que deberíamos adoptar para optimizar y
acelerar el crecimiento y, consiguientemente, para promoverla
creación de empleo. Esta es la preocupación fundamental de los
ciudadanos y la prioridad esencial de la acción de gobierno.

El pasado 6 de junio, los ciudadanos confiaron al Partido
Socialista la responsabilidad de iniciar una nueva etapa que
se asentara sobre lo ya conseguido y que fijara nuevas metas
para dar respuesta a los problemas económicos y políticos que
la nueva realidad nacional e
internacional está planteando.

En el debate de investidura, teniendo en cuenta el resultado
electoral y las necesidades de nuestro país, empecé haciendo
una oferta de diálogo y de pacto que permitiera dos cosas:
asegurar la gobernabilidad, la estabilidad en la acción de
gobierno, y cambiar el clima excesivamente crispado antes de
las elecciones por uno más dialogante que nos permitiera
avanzar en soluciones institucionales con amplio consenso. (El
señor Burgos Gallego: El Defensor del Pueblo es eso.)
El primer objetivo, pactar los apoyos necesarios para
garantizar la estabilidad, se ha alcanzado con eficacia
notable en el nivel parlamentario. Ha sido sobre todo con
Convergència i Unió. Grupo que completa la mayoría (Rumores.),
con quienes hemos avanzado en la aprobación de leyes tan
importantes como la de Presupuestos y de reformas tan
trascendentales como la del mercado de trabajo, pero también
hemos llegado a acuerdos con los otros grupos de la Cámara, y
lo más notable de esta experiencia es que muchos proyectos de
ley han sido aprobados con un apoyo más amplio que cuando el
Partido Socialista tenía mayoría absoluta.




Página 3150




En ese debate solicité, como recordarán SS.SS., el apoyo de
esta Cámara para abrir esa nueva etapa que, a partir de una
base parlamentaria suficiente para la estabilidad de la acción
gubernamental, permitiera desarrollar una tarea que giraría en
torno a los siguientes ejes: la reactivación de la economía y
la creación de empleo, la potenciación del proyecto europeo y
de nuestra posición específica en el mismo, el impulso
democrático y el desarrollo autonómico. Este proyecto tuvo el
apoyo mayoritario de esta Cámara en primera votación y es el
que ha guiado la acción de gobierno desde julio pasado.

Señor Presidente, señorías, en este período, el conjunto de la
acción de gobierno ha perseguido como objetivo fundamental la
superación de la crisis con vistas a la creación de empleo y
lo hemos hecho porque estamos firmemente convencidos de que
sin la creación de empleo, sin ampliar nuestra capacidad
productiva, no habrá ni progreso económico ni solidaridad
social. Conseguir este objetivo requiere salir de la crisis
económica que ha afectado a España y a toda Europa durante los
dos últimos años y, además, salir de ella con confianza, con
empuje, no de cualquier forma sino aumentando la cohesión
social y habiendo aprendido que no todo crecimiento económico
se traduce necesariamente en un incremento suficiente de
puestos de trabajo.

En estos nueve meses se ha invertido la tendencia recesiva
gracias a la capacidad de respuesta de nuestra economía, al
esfuerzo de muchos empresarios y trabajadores y, en términos
globales, a la adecuada política que hemos venido aplicando.

El primer paso de esta política fue el riguroso presupuesto
para 1994 y la Ley de Medidas Fiscales y Financieras que le
acompañó. Con estas actuaciones el Gobierno orientó su
política económica a contener el déficit público, a dar un
apoyo selectivo a la actividad empresarial y a mantener el
esfuerzo inversor.

Es evidente que debíamos asumir el mayor gasto social derivado
del ciclo adverso, pero también es evidente que, más allá de
este aumento inevitable del déficit, debíamos tratar de
contener el nuevo endeudamiento si queríamos evitar la
desaparición de nuestro margen de maniobra bajo la pesada
carga del servicio de la deuda.

El presupuesto para 1994 congeló los salarios de los
funcionarios, limitó al máximo el crecimiento de la oferta
pública de empleo, redujo las compras de bienes y servicios,
mantuvo el gasto social e incrementó el esfuerzo inversor en
infraestructuras. Es decir, se presupuestó que los gastos de
personal activo se redujesen un dos por ciento y los gastos
corrientes en bienes y servicios un 8,6 por ciento, al tiempo
que se previó un crecimiento superior al seis por ciento en
gastos sociales y un crecimiento de los gastos de inversión en
infraestructuras cercano al 10 por ciento, todo ello con la
intención de favorecer el empleo y de contribuir a crear las
bases de la recuperación.

La Ley de Medidas Fiscales y Financieras, por su parte,
completó las medidas incluidas en el presupuesto con
actuaciones que superaban en su vigencia al año presupuestario
y a las que también me había comprometido durante el debate de
investidura. Se estableció un conjunto significativo de
beneficios fiscales destinados a las empresas y, en
particular, a las pequeñas y medianas. Se introdujo una serie
de modificaciones técnicas y de gestión del Impuesto sobre
Actividades Económicas y se adoptó un conjunto de medidas
destinadas a racionalizar la protección a los desempleados y a
salvaguardar la financiación del sistema. El segundo paso de
la política seguida, que constituyó uno de los compromisos
adquiridos en el citado debate, fue el pacto social y la
reforma del mercado de trabajo. Creo que hemos hecho frente
con prontitud a ese compromiso.

El día 14 de julio de 1993 se constituyó el Gobierno y el 27,
trece días después, se reunió formalmente la mesa de
negociación para lograr el pacto social. Desde entonces y
hasta finales de noviembre celebramos exactamente 33 reuniones
de negociación. Intentamos conseguir un acuerdo con los
interlocutores sociales sobre la reforma laboral y sobre un
pacto de rentas que
permitiese repartir de forma equitativa los esfuerzos y
sacrificios que la situación exigía. Y lo hicimos con pleno
sentido de nuestra responsabilidad, hasta que nos convencimos
de que en ningún punto de la reforma propuesta había
posibilidad de alcanzar un acuerdo y de que la situación
económica del país exigía acometer sin demora la reforma
laboral. Por ello, el 3 de diciembre, el Consejo de Ministros
aprobó el paquete de la reforma. El 28 de diciembre el
Ministro de Trabajo la presentó a esta Cámara para convalidar
el Decreto-ley de Medidas Urgentes de Fomento de la Ocupación
y el 20 de enero de este año se produjo la presentación
definitiva de los dos proyectos de ley que esta reforma
comprende. Espero que en la primera quincena de mayo quede
concluido este intenso proceso legislativo.

Este trabajo, realizado por las Cámaras, me exime ahora de
entrar en los pormenores de la reforma, pero sí quisiera, sin
embargo, centrarme en sus grandes objetivos y señalar sus
aspectos más relevantes. La reforma laboral que hemos
planteado pretende promover el empleo, favorecer su
mantenimiento estable y modernizar nuestro sistema de
relaciones laborales. La promoción de la ocupación se logra
facilitando el encuentro entre la oferta y la demanda de
trabajo. No tenía ningún sentido seguir manteniendo la ficción
del monopolio del Inem en este campo y sí lo tiene regular las
empresas de trabajo temporal y autorizar las agencias privadas
de colocación sin ánimo de lucro. Hacerlo así nos permitirá,
además, que el servicio público de empleo se concentre en los
colectivos más necesitados y más desprotegidos. Teniendo en
cuenta



Página 3151




estos colectivos, las primeras medidas previstas se destinan a
regular nuevas fórmulas de contratación que fomenten su
incorporación al mercado de trabajo. El contrato de
aprendizaje, el contrato en prácticas y el contrato a tiempo
parcial, que fueron ya introducidos con el Decreto-ley de
Medidas Urgentes, amplían las modalidades de acceso al empleo
para jóvenes y mujeres, y, después de la enmienda cuya
presentación al Senado ha sido informada favorablemente por el
Gobierno el pasado día 8, los mayores de 45 años y los parados
de larga duración obtienen también vías específicas de acceso,
con importantes estímulos financieros.

Junto con la promoción del empleo, la reforma hace también
especial hincapié en su mantenimiento mediante fórmulas que
permitan adaptar y flexibilizar las condiciones de trabajo. La
recuperación del principio de causalidad en la formalización
de los contratos, la anualización de la jornada, la
flexibilidad de la rígida estructura de las categorías
profesionales, la
movilidad externa y la adecuación de las condiciones de
trabajo permitirán no sólo hacer más competitivas nuestras
empresas sino también ofrecer, a las que pasen por situaciones
de dificultad, alternativas distintas y menos traumáticas que
el despido a la hora de ajustar sus costes laborales.

Afortunadamente para las expectativas del empleo, parece que
los propios empresarios han adquirido conciencia de esa
necesidad y de abandonar, en
consecuencia, el recurso sistemático al despido como único
mecanismo de corrección ante las fluctuaciones del ciclo
económico; régimen de despido que, por lo demás, y en contra
de lo que interesadamente se ha dicho por algunos, ni
introduce un sistema de despido libre ni incorpora un sistema
de despido gratuito. La legislación española responderá a las
pautas características de un sistema de despido causal e
indemnizado. Provocar esa confusión al amparo de que queremos
corregir determinados trámites administrativos, que, en su
formulación anterior, nos diferenciaban de los sistemas
mayoritariamente vigentes en Europa, sólo puede obedecer a
intereses parciales que limitan la comprensión de la reforma y
dificultan los efectos dinamizadores de la misma.

Por último, la reforma aborda el problema planteado por la
rigidez, la pobreza de contenidos y el escaso margen de
maniobra que hasta ahora ha ofrecido la negociación colectiva.

Es
imprescindible enriquecer la negociación y convertirla en la
piedra angular de las relaciones laborales. Quizá sea éste el
elemento de la reforma que va a suponer un cambio más
fundamental en la cultura de las relaciones laborales de
nuestro país. El Estado garantiza los mínimos que aseguran la
equidad y la operatividad de las relaciones laborales, pero
cede gran parte de la determinación de los elementos de la
relación laboral a la libre negociación y acuerdo de
empresarios y trabajadores. Vamos a unas relaciones laborales
más pegadas a la realidad de la empresa y más ligadas a la
realidad de la coyuntura económica y vamos, también, a un
futuro en el que empresarios y trabajadores van a tener que
asumir mayores cuotas de responsabilidad. La reforma laboral
se inscribe, como ninguna otra de las medidas adoptadas por el
Gobierno, en el objetivo básico de la creación de empleo. Si
no logramos salvar la distancia en cuanto a porcentajes de
población activa que nos separa aún de nuestros socios
europeos no lograremos equiparar nuestros niveles de renta a
los de aquellos países. La creación de empleo es esencial para
la cohesión social y la consolidación de los sistemas de
bienestar. La Ley de Presupuestos, la Ley de Medidas Fiscales
y Financieras y el paquete de reformas del mercado de trabajo
constituyen, sin duda, las medidas más importantes de estos
últimos nueve meses. Pero, desde luego, no son las únicas. La
reforma del Estatuto del Banco de España, la modificación del
coste de las hipotecas, las medidas de control de costes y de
la selección de medicamentos, la Ley de Fundaciones y
Mecenazgo, los planes de actuación tecnológica y de calidad
industrial o el plan puente de carreteras son ejemplos
ilustrativos del camino ya cubierto por el Gobierno para
modernizar nuestras estructuras y mercados.

Con ser importantes todas estas medidas a las que me vengo
refiriendo, no hubiesen sido suficientes si el Gobierno no
hubiese adaptado su política económica global a las cambiantes
condiciones del marco económico en que debemos desenvolvernos.

Nuestro tipo de cambio se ha situado en niveles más acordes
con las características fundamentales de nuestra economía. El
efecto inmediato de este ajuste ha sido la mejora espectacular
del déficit exterior, tanto comercial como por cuenta
corriente. Los tipos de interés, que hace sólo un año se veían
como el principal obstáculo para la recuperación de la
economía, han bajado más de cinco puntos porcentuales en este
período, cifra muy superior a la que esperaban incluso los más
optimistas. Ahora bien, entre las magnitudes macroeconómicas
que definen el marco global existen aún dos respecto a las que
debemos seguir actuando para disipar incertidumbres sobre
nuestras posibilidades de
crecimiento: la inflación y el déficit público.

Respecto a la inflación, cabe señalar que debemos continuar
esforzándonos para asegurar un crecimiento moderado de los
precios. Los datos de este año, señorías, son esperanzadores y
permiten mantener el objetivo que el Gobierno se había
propuesto. (Rumores.) El déficit público mostró tensiones
importantes ya en el año 1992, ha sido muy elevado en 1993 y
se prevé que siga siéndolo en 1994. Este crecimiento se
produce como consecuencia del fuerte aumento de los gastos de
desempleo asociados con la crisis, de la sustancial elevación
de las cargas financieras generadas por los altos tipos de
interés que España, como toda Europa, ha



Página 3152




tenido que soportar en los últimos años, y de la caída de la
recaudación provocada por el enorme descenso de la actividad
durante la crisis. No quiero que se malinterprete lo que acabo
de decir. (Rumores.) Que las causas del problema del déficit,
sean, en una parte importante, causas cíclicas no significa
que el problema no exista. (Rumores.) El problema está ahí y,
sin duda, debe ser resuelto.

La deuda de todas las administraciones públicas se acerca ya
al 60 por ciento del producto interior bruto y, aunque los
tipos de interés se mantengan bajos y la actividad se
recupere, a menos que apliquemos con decisión una política
presupuestaria rigurosa, podemos encontrarnos en el futuro con
serios problemas de financiación. No puedo, por ello, dejar de
señalar que en la continuidad de este esfuerzo de contención
del gasto público es imprescindible la colaboración de todas
las administraciones. Este conjunto de medidas, a las que me
comprometí en el debate de investidura, están sirviendo
eficazmente para salir de la crisis y para sentar las bases de
una recuperación sólida y duradera. Esto no es hoy una
afirmación gratuita. (Rumores.) Existen datos recientes que
ponen de manifiesto que lo peor de la crisis ya ha pasado y
que estamos en la senda de la
recuperación. (Rumores.) El más importante de estos datos,
porque alentará la esperanza de los españoles y activará las
expectativas económicas generales, es el correspondiente al
nivel de empleo del pasado mes de marzo. La ocupación se está
recuperando e incluso el paro registrado, cuya evolución
depende de factores más amplios que los estrictamente
referidos a la actividad económica, también apunta a un cambio
de tendencia. Una prueba de la eficacia de la reforma del
mercado de trabajo está en el hecho de que desde la entrada en
vigor del Decreto-ley de Medidas Urgentes de Fomento de la
Ocupación y hasta el 31 de marzo pasado se habían celebrado
55.000 contratos de aprendizaje, más de 9.000 contratos en
prácticas y 206.000 contratos a tiempo parcial. Si nos fijamos
sólo en los contratos formativos, se han celebrado ya
alrededor de 34.000 contratos más que en el mismo período del
año pasado. (Rumores.) Los datos de ocupación señalan...




El señor PRESIDENTE: Señorías, ruego guarden silencio.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): ... el
inicio de la superación de la crisis y son coherentes con
otros indicadores de actividad que también apuntan en esa
dirección. Estamos empezando a corregir nuestros
desequilibrios, como lo muestra el espectacular descenso del
déficit comercial, que en 1993 bajó un 30,5 por ciento, y el
déficit exterior por cuenta corriente, que del 3,3 por ciento
del producto interior bruto que había alcanzado en 1992 se ha
reducido al 1 por ciento en 1993. Es importante destacar que
esta recuperación de la actividad está teniendo lugar sin que
hasta ahora se hayan producido tensiones inflacionistas. De
hecho, los datos del pasado jueves muestran que la inflación,
aunque lentamente, se está moderando. (Rumores en los bancos
del Grupo Popular.) Por último, también las cuentas públicas
están teniendo una evolución favorable con reducción del
déficit de caja del 22 por ciento, en el primer trimestre del
año, y un comportamiento muy dinámico del Impuesto sobre el
Valor Añadido, que en este trimestre ha crecido casi el 21 por
ciento. Este último dato es coherente con los anteriores y
parece indicar que se está produciendo cierta recuperación del
consumo privado, lo que acostumbra a ser la antesala de una
recuperación más general de la actividad económica. Señorías,
hasta aquí he reiterado los compromisos que asumí en el debate
de investidura en materia de política económica y he dado
cuenta de su
cumplimiento, señalando los efectos que ya se están
produciendo, unos efectos que permiten asegurar que estamos en
una fase de recuperación. Esto no quiere decir que los
problemas estén resueltos y mucho menos que podamos bajar la
guardia o escatimar esfuerzos para seguir recorriendo el
camino trazado. En un país como el nuestro son muchas las
cuestiones que siguen requiriendo una atención constante, pero
quisiera referirme a tres grandes temas que han de centrar
nuestra labor en los próximos años: la competitividad de
nuestra economía, la liberalización del sector de servicios y
la consolidación de nuestro sistema de protección social. El
Gobierno ha puesto en marcha la reforma del mercado laboral,
ha modernizado las infraestructuras y está empeñado en
continuar el proceso de reformas estructurales de nuestros
mercados y de la propia Administración. Con estas medidas el
Gobierno está sentando las bases para la competitividad, pero
esto no es suficiente. La competitividad requiere ser
consciente de que el entorno internacional de la economía
española ha cambiado de forma sustancial en los últimos años y
que para adecuarse a él deben cambiar las conductas y los
hábitos, no sólo del Gobierno, sino de los agentes económicos
y sociales. Todos tendríamos que aprender que las
transformaciones que está viviendo el mundo, que la
internacionalización y la globalización impiden que nada
vuelva a ser como antes. La prosperidad y la riqueza hay que
ganarlas día a día con la productividad, con la calidad de los
productos, con la actitud de las redes comerciales dentro y
fuera de nuestro país. (Rumores en los bancos del Grupo
Popular.) Hay que abandonar la idea de que la inversión
extranjera permanecerá en el país sean cuales sean las
circunstancias; permanecerá aquí en la medida en que las
condiciones de competitividad sean las adecuadas. Hay que
empezar a comprender que dentro del marco legal que conforma
las relaciones laborales hay un sinfín de



Página 3153




aspectos, no sólo salariales, que dependen de los trabajadores
y de los empresarios y cuya concreción debería reflejar la
naturaleza de la actividad productiva en cuestión en la
situación económica de la propia empresa. Hay que asumir la
idea de que los salarios deben ajustarse a las condiciones
generales de la economía y a las condiciones particulares de
cada empresa ya que, si no, pondrán en peligro la propia
permanencia de las empresas y aumentará el paro.

El Gobierno sabe que muchos trabajadores han hecho un esfuerzo
y han comprendido que la negociación salarial no puede hacerse
de espaldas a la situación de las empresas. Lo que el Gobierno
espera es que este comportamiento se extienda al conjunto de
los trabajadores, pero también a los empresarios para que
asuman sus responsabilidades, defiendan una política de rentas
razonable y reinviertan los beneficios obtenidos. España puede
y debe ser competitiva, estoy convencido de ello, y por eso
quisiera contrarrestar la impresión contraria que pueden haber
dado algunos casos significativos de desinversión extranjera.

A pesar de la crisis, España está recibiendo inversiones del
exterior que demuestran un alto grado de confianza en nuestra
economía. (Rumores.) En 1993, año de profunda crisis
económica, la
inversión directa no financiera se ha acercado al billón y
medio de pesetas, una de las cifras más altas de los últimos
años. La segunda cuestión que debemos atender prioritariamente
es la liberalización de los servicios. El mejor instrumento
que tenemos para asegurar el control de la inflación es
combatir la excesiva rigidez de nuestros mercados. Desde
nuestra entrada en la Comunidad Europea, sin duda, hemos
avanzado mucho en este campo, pero no lo suficiente. Tenemos
que avanzar todavía más y dar respuesta satisfactoria a la
liberalización de las
telecomunicaciones, del suelo, de la vivienda, del transporte,
de los servicios profesionales. (Rumores.) Se trata de
conseguir mercados más eficientes que asignen mejor los
recursos y que abaraten los precios al consumidor. Se trata
también, en algunos casos, del cumplimiento de compromisos
europeos y de la necesaria adaptación a cambios tecnológicos
de envergadura insospechada hace tan sólo unos años.

En las próximas semanas se tomarán importantes decisiones de
Gobierno en este ámbito, puesto que, además de continuar la
Ley de Arrendamientos Urbanos, el Gobierno presentará un
proyecto de Ley de modernización de las estructuras agrarias y
tomará un acuerdoamplio sobre la política de
telecomunicaciones. Una vez aprobada, la Ley de Arrendamientos
Urbanos dará un impulso decisivo al mercado de la vivienda de
alquiler, que tendrá efectos positivos en la ampliación del
abanico de oferta de viviendas y en la actividad del sector.

La Ley de modernización de las estructuras agrarias, que el
Gobierno está a punto de enviar al Parlamento supone el mayor
esfuerzo de ordenación del sector agrario realizado en los
últimos años. Trata de dar respuestaa la necesidad de contar
con una estructura productiva moderna y bien dimensionada,
compatible con las orientaciones acordadas en el seno de la
Unión Europea y que dé perspectiva de futuro a los jóvenes
agricultores. En pocas semanas, por otra parte, el Consejo de
Ministros dará a conocer el acuerdo sobre la política de
telecomunicaciones, que persigue definir el marco en que
deberá desarrollarse esta política en los próximos años. Se
tomarán decisiones normativas importantes en materia de
telefonía móvil y de televisión por cable, incluyendo las
bases de un amplio paquete de medidas relativas a la
regulación del sector y a su estructura empresarial. En este
acuerdo se
incorporará la decisión del Gobierno de adelantar la total
liberalización del sector al año 1998, sin hacer uso de la
moratoria de cinco años que obtuvo de la Unión Europea. Con
este acuerdo posibilitaremos inversiones nacionales y
extranjeras, mejoraremos la oferta de los servicios de
telecomunicaciones en términos de calidad, de cantidad y de
precio; garantizaremos el acceso universal a los servicios
básicos de telecomunicaciones a todos los ciudadanos y en todo
el territorio y favoreceremos el desarrollo de un sector
nacional de telecomunicaciones, tanto en su vertiente
industrial como de servicios. El tercer gran reto que tenemos
es el de la consolidación del sistema de protección social.

(Rumores.) Para nosotros, el progreso económico cobra su
verdadero sentido si a la vez es justo y solidario. Eso es lo
que nos sigue diferenciando de otras opciones políticas. Por
eso me preocupan especialmente las dudas que se han podido
plantear en torno a nuestra actitud ante el Estadode bienestar
y la inquietud que ha suscitado el debate sobre la viabilidad
del sistema de pensiones de la Seguridad Social (Continúan los
rumores.) El sistema de pensiones de la Seguridad Social
señorías, es viable; permite financiar las pensiones actuales
y permitirá financiar también las pensiones futuras. (Rumores
y protestas.) Eso no quita que puedan introducirse mejoras en
el sistema para hacerlo más eficiente y para acentuar su
carácter contributivo, que puedan fomentarse planes o fórmulas
de ahorro privado, que se reflexione sobre los problemas que
pueden vivir nuestros hijos. Sólo desde la mala fe puede
pensarse que esto signifique poner en cuestión el propio
sistema de protección social. (Rumores.) Como saben SS.SS., en
España se ha hecho en la última década un gran esfuerzo en
pensiones, en sanidad y en educación, al mismo tiempo que se
modernizaba el país y se abrían sus mercados, pero mantener el
poder adquisitivo de las pensiones, extender la cobertura de
las prestaciones por desempleo, seguir invirtiendo en
educación y en sanidad, no se logra con actitudes o discursos
demagógicos, se garantiza con una política... (Fuertes y
prolongados rumores y pateos en los bancos del Grupo Popular.-
-Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.)



Página 3154




El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Se
garantiza, digo, con una política que asegure el crecimiento
económico y que, como venimos haciendo, extienda la
distribución de esos beneficios. (Continúan los rumores.--Un
señor Diputado pronuncia palabras que no se perciben.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Se
garantiza también si contribuimos todos a fomentar una
conciencia social que considere el fraude fiscal y el fraude a
los sistemas de protección social como una agresión al
conjunto de la sociedad. (Rumores.)
Cuanto acabo de decir cobra todo su sentido en el marco
europeo, señor Presidente, señoras y señores diputados.

Nuestro destino económico y político está hoy por hoy, y
afortunadamente, en el proyecto compartido que encarna la
Unión Europea. La entrada en vigor del Tratado de la Unión
Europea, la aprobación de la iniciativa europea sobre
crecimiento y empleo, el Libro Blanco sobre el crecimiento, la
competitividad y el empleo y las negociaciones para la
ampliación de la Unión son acontecimientos que influyen de
manera decisiva en la vida española. Nuestro futuro como país
está vinculado al futuro de la Unión Europea y, por ello,
vamos a seguir esforzándonos para que el proyecto político de
integración se desarrolle de manera eficaz para el conjunto,
pero también de manera satisfactoria para los intereses
españoles.

Es cierto que diseñamos y concluimos el Tratado de la Unión en
un marco económico muy distinto del actual, pero ello no
debería desviar nuestra atención de lo fundamental. El
proyecto europeo constituye mucho más que la creación de una
zona de libre comercio. El proyecto constituye, en último
término, una profunda y fundamental experiencia de integración
política que está cambiando y cambiará para siempre la
historia del viejo
continente. Esto no puede ser diluido, aunque sea alterado,
por un ciclo económico a la baja. Tenemos que proseguir con
nuestra tarea de convergencia con los demás países de la Unión
Económica y Monetaria. El que hayan surgido algunas dudas
sobre calendarios o fechas no debe ser motivo de inquietud;
los fines y objetivos permanecen inalterables y, en su
momento, si se adopta una decisión política, ésta tendrá
siempre en cuenta no sólo los criterios objetivos sino la
trayectoria reciente de los países. Ningún país está hoy en
condiciones de superar la crisis
económica de forma aislada. En un mundo interdependiente como
el nuestro la solución a la crisis debe ser necesariamente una
solución europea. Podemos plantear estrategias propias que den
respuesta a forma específica que la crisis toma en nuestro
país, pero una política de recuperación, internacionalmente
coherente y, por tanto, sostenible, sólo puede tener lugar a
escala europea. Por decirlo de otra forma, para adoptar una
política de reactivación económica, para tomar decisiones
sobre las grandes infraestructuras que hay que acometer en el
futuro, para diseñar políticas, como la medioambiental, el
espacio europeo es un espacio más adecuado que los espacios
nacionales. España aspira, cada vez más, no sólo a estar en
Europa sino a contar en Europa y así lo ha demostrado en los
ocho años de pertenencia a la Comunidad Europea. Nuestro punto
de vista cuenta cada día más en Europa. Cuenta cuando hay que
asegurar determinada concepción global del proyecto europeo,
cuenta cuando hay que defender los intereses de nuestros
productos en el marco de negociaciones internacionales, como
la recientemente concluida Ronda Uruguay del GATT, cuenta
cuando hay que defender los intereses de nuestro sector
pesquero en las negociaciones de ampliación de la Unión
Europea y cuenta cuando hay que defender principios básicos de
decisión comunitaria como el planteado por la modificación de
la minoría de bloqueo, consecuencia de la última ampliación.

Señorías, la ampliación de la Unión Europea potenciará
política y económicamente el proyecto común. El ingreso de
Suecia, Austria, Finlandia y Noruega, todos ellos países con
un alto nivel de desarrollo económico y social, será, sin
duda, un elemento dinamizador importante. Por eso España ha
querido defender con energía los intereses que consideraba
necesarios, tanto para nuestro país como para el proceso
europeo, ya fuese en el sector pesquero o en el sistema de
toma de decisiones. Como consecuencia de ello, hemos mejorado
el tratamiento del Acta de Adhesión de España a la Comunidad y
nos hemos asegurado de que en la Unión ampliada no se tomarán
decisiones precipitadas que entren en conflicto con los
intereses españoles. Es necesario, y así se ha reconocido, que
en la Conferencia de revisión, de 1996, se examine los
mecanismos institucionales. La Unión con más de dieciséis
miembros difícilmente podrá funcionar con las mismas reglas,
con los mismos procedimientos que una Comunidad que tenía seis
miembros. La solución habrá de ir en la vía de la
profundización del sistema de integración, y no en la búsqueda
de sistemas más intergubernamentales. Eso llevará, entre otras
cosas, a poner el acento en el carácter democrático y
evolutivo de las instituciones europeas.

En este contexto quisiera transmitir a los grupos políticos y
al conjunto de los ciudadanos mi convicción de que tenemos que
prestar una especial atención a las elecciones al Parlamento
Europeo del próximo mes de junio, porque el peso de la Cámara
europea va a ser creciente. La relevancia de lo que decidamos
en 1994 es muy superior a lo que comprometíamos en 1989, y lo



Página 3155




será aún más en el futuro. Las decisiones europeas tienen
efectos nacionales; por ello, contribuir a un determinado
proyecto de construcción europea supone, a la vez, asegurar
ese mismo proyecto a nivel nacional. Señor Presidente,
señorías, una vez establecido el diagnóstico sobre la
situación en que se encuentra nuestra economía, reflejada la
evolución que ha seguido en los últimos meses, presentados los
datos esperanzadores que empezamos ya a recibir, fijados los
objetivos para el próximo período y referidos algunos de los
proyectos y decisiones que el Gobierno se propone llevar
adelante, quiero referirme a otro de los ejes definidos en el
debate de investidura: el impulso democrático. (Rumores y
protestas en los bancos del Grupo Popular.) En el origen del
mismo se encuentra una preocupación compartida sobre el
funcionamiento de las distintas instituciones y sobre la
necesidad de reforzar la vida democrática a través de cambios
perceptibles en las formas de hacer política. A la altura de
este final de siglo, tras los cambios que han sacudido el
marco político internacional, en apenas unos años, y
producidas no pocas transformaciones en las confrontaciones de
modelos
ideológicos, es más necesario que nunca incrementar la
legitimación de la democracia por sus propios y exclusivos
medios.

La política necesita ser percibida, cada vez más, como una
actividad que se ordena en torno a valores, dirigida a
resolver los problemas y a satisfacer las necesidades
individuales y colectivas. (Rumores.) Una actividad hecha con
transparencia, con honestidad, austeridad y cercanía...

(Rumores y protestas en los bancos del Grupo Popular.--Y
aplausos en los del Grupo
Socialista.) susceptible de motivar la incorporación creciente
de los ciudadanos... (Fuertes aplausos en los bancos del Grupo
Socialista que impiden oír al orador.)
Ahora bien, señorías, no estamos ante escenarios que puedan
cambair radicalmente de un día a otro... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Requieren
una creciente y sostenida transformación (Continúan los
rumores.) El Gobierno propuso abordar esa transformación a
partir de un conjunto de medidas, la mayoría de las cuales
exigían el acuerdo político, e inició el diálogo y la
negociación que condujeran al mismo. Dos meses después, y a
pesar de que con frecuencia se tiende a olvidar o a minimizar,
contamos ya con un balance de objetivos alcanzados: Se ha
modificado el Reglamento del Senado; se ha reformado la Ley
Electoral, en el sentido de reducción de gastos de las
campañas y mayor austeridad en las mismas; se está concluyendo
la revisión de la Ley Orgánica del Poder Judicial, para dotar
al Consejo General de mayores competencias y de mayor
autonomía, se ha tomado en consideración la reordenación del
Centro de Investigaciones Sociológicas y se ha remitido a la
Cámara una nueva Ley de Contratos de las administraciones
públicas. (Rumores.) Para la percepción ciudadana, la política
del impulso democrático está asociada asimismo a la renovación
de las vacantes existentes en distintos órganos
institucionales. Esta percepción es perfectamente comprensible
si consideramos que la falta de provisión de estas vacantes se
arrastra desde la anterior legislatura, afecta al
funcionamiento y a la
legitimación de las instituciones y sólo puede ser superada
por el diálogo, la negociación y el acuerdo político (Un señor
Diputado: ¡y Televisión!), algo a lo que nos habíamos mostrado
dispuestos todos los grupos al inicio de esta nueva etapa. El
Gobierno y el Grupo Socialista mostraron desde el primer
momento su disposición a abordar, de manera inmediata y
global, esta provisión, tratando de buscar candidatos
apropiados y que fueran capaces de suscitar el mayor consenso
posible. Esta posición ha encontrado una acogida positiva en
la totalidad de los grupos parlamentarios, que, con la
excepción del Partido Popular, han mostrado una generosidad
institucional que es preciso reconocer. (Rumores.) Sin
embargo, las mayorías que se requieren para la provisión de
algunas vacantes --Defensor del Pueblo, vocales del Consejo
General del Poder Judicial o la renovación del Consejo de
Radiotelevisión--(Continúan los rumores. Un señor Diputado del
Grupo Popular: ¡Ahí! ¡Ahí!) otorgan a un grupo parlamentario,
con dos quintas partes de representación en la Cámara, la
posibilidad de convertirse en un impedimento para la toma de
decisiones. (Rumores.) Esto ha hecho imposible la adopción de
decisiones, lo que ha llevado a todos los demás grupos a
proponer a esta Cámara la elección de un candidato a Defensor
del Pueblo, propuesta que, como saben SS.SS., será votada la
próxima semana. Si la posición del Grupo Popular cambia y se
supera esta elección, estaríamos en
condiciones de proceder, de forma inmediata y con el máximo
consenso, a la cobertura del resto de las vacantes de los
órganos institucionales, incluido el Consejo de
Radiotelevisión. (Rumores y protestas.) De mantenerse, sin
embargo, la situación actual, el Gobierno propondría a los
grupos parlamentarios que
procediéramos a estudiar la modificación de las normas legales
con objeto de que... (Fuertes rumores y protestas en los
bancos del Grupo Popular.--Aplausos en los bancos del Grupo
Socialista.--Continúan los rumores y protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías! (Fuertes rumores y
protestas.) ¡Silencio! (Continúan las protestas.)
Señorías, silencio.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez):
...asegurando siempre un amplio consenso,



Página 3156




pudiera superarse el obstáculo insalvable que supone que un
grupo político decida ejercer un bloqueo institucional.

(Nuevas protestas.--Un señor Diputado del Grupo Popular:
¡Manipulador!--Un señor Diputado del Grupo Socialista:
¡Facha!--Continúan las protestas.--Aplausos en los bancos del
Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio! (Continúan las protestas y los
aplausos.)



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Ruego a
los compañeros de mi grupo, que eso sí lo puedo pedir, que ni
siquiera aplaudan; que haya sólo ruido en una parte. (Rumores
y protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señorías,
la mayoría de los grupos parlamentarios, y entre ellos el que
apoya al Gobierno, consideraron en sus programas electorales
que uno de los puntos centrales del impulso democrático habría
de consistir en reforzar al Parlamento como eje central de la
vida política. No hay duda de que el propósito se ha cumplido,
si entendemos por ello una creciente actividad normativa del
mismo, un incremento sustancial del control de la acción del
Gobierno y una mayor capacidad de iniciativa y de propuesta,
convertida en decisión en virtud de un mayor diálogo y acuerdo
político. Ahora bien, más allá del eficaz funcionamiento de
las
instituciones, del reforzamiento del papel del Parlamento y de
cambios normativos o decisiones políticas en esta dirección,
lo cierto es, como decía antes, que todo ello tiene escasas
posibilidades de arraigar en la consideración ciudadana si no
somos capaces de preservar los valores y los comportamientos
políticos. En ello estamos con total decisión.

Señor Presidente, señorías, en el debate de investidura me
comprometí también a seguir profundizando en el desarrollo del
Estado de las autonomías. (Rumores.) Llevamos ya un buen
número de años en el proceso de su construcción, un proceso
dinámico que ha cambiado la distribución del poder y el
ejercicio de la acción política en nuestro país, un proceso
que ni puede ni debe detenerse, sino que es perfectamente
deseable y posible avanzar, si nos guiamos por la lealtad, el
equilibrio territorial y la solidaridad. El objetivo es un
Estado más descentralizado, más eficaz, más próximo a los
ciudadanos.

Hace unos meses señalaba que las prioridades se orientaban al
desarrollo de los acuerdos autonómicos, a completar los
traspasos pendientes, a proceder a una lectura conjunta de los
estatutos del artículo 151, a simplificar las estructuras
administrativas, a partir también de un mayor protagonismo de
la administración local, y a una puesta en práctica más
extensa del principio de cooperación. Tengo la plena
convicción de que en estos nueve meses hemos dado pasos
importantes en la dirección de lo
comprometido. Ha concluido la tramitación parlamentaria de
modificación de los estatutos del artículo 143, que ha
conducido a la consolidación de su marco competencial básico,
y se está trabajando en la asunción, por parte de las
comunidades
autónomas, de los medios para ejercer sus nuevas competencias.

Se han realizado ya una veintena de traspasos, por lo que el
ritmo del proceso y el desarrollo de los trabajos en el seno
de las correspondientes ponencias técnicas permiten vislumbrar
con optimismo el cumplimiento de este importante compromiso de
Gobierno en el plazo acordado.

En lo que toca a las comunidades autónomas del artículo 151
subsiste igualmente el compromiso de finalizar en la presente
legislatura el proceso de traspasos derivados de sus
respectivos estatutos.

El diseño constitucional de competencias y el mismo proceso de
construcción del Estado de las autonomías hacen del debate
competencial una cuestión siempre viva y susceptible de
fundamentar posiciones diferenciadas. Por ello la oferta del
Gobierno quiere concretarse en esa lectura conjunta de los
estatutos que, en el marco de las consiguientes relaciones
bilaterales y de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, permita definir de mutuo acuerdo el alcance de
los títulos competenciales contenidos en los estatutos.

Para esta lectura conjunta hemos elaborado un programa
realista de trabajo en el que se identifican los traspasos
efectivamente pendientes, el contenido y el alcance de los
mismos y los calendarios para su realización. En la base de
todo ello estaría siempre la conveniencia de hacer un esfuerzo
encaminado a identificar mejor los hechos diferenciales
propios de cada comunidad y a articular los instrumentos
necesarios para su integración en un proyecto político global
para España.

La Comisión Delegada para Política Autonómica, reunida la
semana pasada, ha propuesto al Gobierno las prioridades en
materia de traspasos solicitados por cada comunidad autónoma.

En lo que se refiere a la reforma de las estructuras de la
Administración general del Estado, la propuesta que avancé en
el debate de investidura perseguía la adecuación de las
mismas, con la finalidad de evitar duplicidades
administrativas y proceder, con criterios de economía y
eficiencia, a una significativa simplificación.

El cumplimiento de las previsiones en materia de traspasos, a
que acabo de hacer referencia, permitirán proceder a esa
adecuación de la organización central y periférica de la
Administración del Estado, tanto como resultado del proceso
autonómico como en lo que se refiere a su adaptación interna
al proceso de la Unión Europea.




Página 3157




En este período de tiempo hemos sido capaces de alcanzar un
amplísimo acuerdo sobre la modificación del Reglamento del
Senado, dirigido a potenciar su configuración como Cámara de
representación territorial y concretado en la creación de la
Comisión General de Autonomías. En dicha Comisión, dotada de
un amplio conjunto de competencias informativas y de control,
podrán estar representados los Consejos de Gobierno de las
comunidades autónomas, así como intervenir plenamente en sus
sesiones. Los primeros pasos en su funcionamiento permiten
prever un
fortalecimiento progresivo de su función y de su capacidad
política para cumplir los objetivos con que ha sido concebida.

Dentro de unas semanas, y de manera preceptiva, la Comisión
General celebrará una sesión destinada a presentar un balance
de la situación del Estado de las autonomías. El Gobierno es
firme partidario de profundizar en el carácter territorial del
Senado. Está, por tanto, comprometido en el fortalecimiento de
esta Comisión. Esto sólo será plenamente posible si este
esfuerzo es igualmente compartido por el conjunto de las
fuerzas políticas y parlamentarias con representación en ambas
Cámaras.

No quisiera dejar de mencionar una cuestión íntimamente
relacionada con el desarrollo del Estado de las autonomías. Me
refiero al creciente papel que necesaria y deseablemente deben
jugar los municipios, papel que requiere una atención
particular desde los órganos centrales del Estado y en el seno
de cada comunidad autónoma.

Los ayuntamientos constituyen, sin duda, la primera línea de
contacto entre la Administración pública y el ciudadano. Por
eso pretendemos revisar la Ley reguladora de las Haciendas
Locales y prestar, además, una atención particular a los
problemas específicos que presentan las grandes ciudades.

Señor Presidente, señorías, señalaba al comienzo de mi
intervención que la lógica política de este debate conduce a
la realización de un balance, a la formulación de un
diagnóstico y a la presentación de un conjunto de acciones que
nos proponemos poner en marcha.

Señalaba también mi preocupación por el clima de desasosiego
social motivado por las denuncias de corrupción política que
han aparecido en las últimas semanas. Les he manifestado la
firma voluntad del Gobierno de llegar hasta el fondo en la
erradicación de comportamientos irregulares. (Un señor
Diputado: ¡Ahora!--Rumores.) Quiero reiterar ante SS.SS. que
éste es para el Gobierno un objetivo prioritario. El país
tiene que recuperar la confianza en sí mismo y en sus
representantes políticos; sólo así podremos hacer frente a las
dificultades actuales y a los retos futuros. Estamos viviendo
un momento de gran inquietud social, pero creo honestamente
que el balance de estos meses es positivo para el país.

(Protestas en los bancos del Grupo Popular.) En el debate de
investidura señalé que en una legislatura sin mayoría absoluta
era prioritario asegurar una estabilidad suficiente que
avalara parlamentariamente la acción
gubernamental. Para conseguirla expresé mi propósito de
alcanzar acuerdos estables y de carácter general que se
especificaran sobre los ejes a los que me he referido y, en
especial, sobre la política económica para afrontar la crisis.

(Rumores.) La estabilidad que se consiguió en la propia
votación de investidura se plasmó de forma inequívoca en la
Ley de Presupuestos y en su aplicación a lo largo de estos
meses, lo que es tanto como decir en las bases de la política
económica. El mantenimiento de la estabilidad sigue siendo un
elemento imprescindible para
continuar afrontando la solución de los problemas de nuestra
sociedad. Por tanto, los riesgos que puedan amenazar esa
confianza y esa estabilidad lo son también para la eficacia de
esta solución.

Del diagnóstico que acabo de realizar ante SS.SS. se deduce
que no caben muchas dudas sobre que estamos empezando a salir
de la crisis. (Rumores y protestas.) Sólo pueden negarlo
quienes siguen construyendo su estrategia sobre el
catastrofismo. (Fuertes protestas en los bancos del Grupo
Popular y aplausos en los socialistas.) Sinceramente, creo que
no es catastrofismo lo que necesita la sociedad española para
continuar avanzando en la recuperación económica y en la
revitalización política. Lo que necesita, por el contrario,
son medidas como las que he enumerado y como aquellas que
seamos capaces de acordar, con el mayor grado de consenso, a
partir de las resoluciones que presenten los distintos grupos.

Nuestra sociedad necesita la mayor confianza en sus
capacidades reales y en sus posibilidades efectivas para salir
adelante, y para hacerlo es imprescindible la confianza de los
ciudadanos en sus representantes políticos, en la seguridad de
que el Gobierno está haciendo y hará todo cuanto esté en su
mano para evitar comportamientos irregulares en la vida
pública. Esta, señorías, no es una causa partidaria. Es un
empeño
democrático que ha de librar toda la ciudadanía, es la lucha
de una sociedad que se respeta a sí misma contra unos pocos
individuos, es una tarea en la que no me flaqueará el ánimo
porque sé que cuenta con el respaldo del conjunto de la
sociedad. Señor Presidente, señorías, sabemos que estamos en
un momento decisivo, no tanto por razón de la crisis
económica, que
empezamos a superar, como por los retos futuros que tenemos
ante nosotros y que debemos resolver. Sabemos que España debe
enfrentarse a cambios fundamentales, como deben hacerlo los
países de nuestro entorno. Sabemos que los cambios siempre son
difíciles porque implican abandonar posiciones inerciales. En
lo que respecta a la sociedad, señor Presidente, señorías, no
tengo ninguna duda de su disposición a enfrentarse a estos
retos. Sé que es posible superarlo y también sé que la
sociedad española sabe que es posible.




Página 3158




Si damos de sí todo aquello de lo que somos capaces, España
tiene asegurado su futuro, lo tiene en Europa y lo tiene
representando a un país fuerte y solidario, a un país
cohesionado social y territorialmente, en un mundo que se
dispone a afrontar desde ahora mismo la etapa final del siglo
XX.

Muchas gracias. (Fuertes y prolongados aplausos en los bancos
del Grupo Socialista.--Protestas en los del Grupo Popular.)



El señor PRESIDENTE: Gracias señor Presidente.

El Pleno se reanudará a las cuatro de la tarde. Se suspende la
sesión.




Era la una y cinco minutos de la tarde.




Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se reanuda la sesión.

En nombre del Grupo Popular, tiene la palabra el señor Aznar.




El señor AZNAR LOPEZ: Desgraciadamente, señorías, una vez más,
hemos de comenzar esta sesión condenando un atentado
terrorista. Al manifestar nuestra repulsa, quiero trasladar
también nuestra condolencia a las familias de las víctimas,
así como expresar nuestra clara determinación de mantenernos y
continuar juntos en la lucha contra la violencia, respaldando
a las Fuerzas de Seguridad del Estado, y nuestro deseo --y mi
deseo-- de que quede claro que la sociedad española estará más
segura cuando estos asesinos sean detenidos, juzgados,
condenados y cumplan
íntegramente sus penas en la cárcel. (Aplausos en los bancos
del Grupo Popular.)
Señor Presidente, señoras y señores Diputados, ¿cuál será el
próximo escándalo, señor González? (Rumores y protestas en los
bancos del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: ¿Cuál será el próximo escándalo?
(Rumores y protestas en los bancos del Grupo Socialista.) ¿A
qué extremos se ha tenido que llegar y han tenido que llegar
las cosas para que esta sola pregunta resuma el Estado de la
nación? (Aplausos en los bancos del Grupo Popular.--Rumores.)
¿Qué está ocurriendo en este país donde cada mañana nos
levantamos con el temor a enterarnos de un nuevo escándalo?
(Rumores y protestas en los bancos del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: ¿Qué está ocurriendo para que los
ciudadanos perciban una sensación de impunidad, de que aquí
nadie es responsable de nada, de que es posible corromper,
defraudar o engañar sin que se derive consecuencia alguna para
nadie? Las cosas han llegado demasiago lejos; infinitamente
más lejos de lo que hubiéramos nunca imaginado que pudieran
llegar en la democracia española. Y los escándalos por
corrupción brotan en los lugares más insospechados. Y ya no
puede usted negar la evidencia, señor González. Durante
demasiado tiempo ha negado usted la realidad, o la ha
simplificado, alegando que se trataba de casos aislados o
singulares.

La última vez que celebramos este debate, decía usted que
España no tenía un problema de corrupción, sino de opinión
pública. ¿Es capaz de mantener lo mismo hoy? (Un señor
Diputado: Sí, sí.--Rumores.) Yo creo que no puede. Hoy, la
corrupción es una triste realidad que ya no se puede negar. Y
es una realidad grave porque no estamos hablando de cualquier
cosa; no se trata de corruptelas menores que surjan en los
pisos bajos de la Administración pública; son escándalos que
brotan en los despachos en los que se dirigen grandes
instituciones del país.

Estamos hablando del «Boletín Oficial del Estado», señor
González; estamos hablando de la Guardia Civil, señor
González; estamos hablando del CESID, señor González; estamos
hablando del empleo de los fondos reservados, señor González;
estamos hablando del Banco de España, señor González. No es un
caso ni dos: son muchos, son demasiados, y son graves, porque
dañan instituciones básicas del sistema, porque su descrédito
empaña la imagen de otras instituciones, porque disuelven la
confianza de los ciudadanos y porque lesionan gravemente la
imagen de España. Y en todos ellos aparecen personas
vinculadas a usted, que han sido nombradas por usted y que
gozan de la confianza de usted. ¿Quién nombró al señor Roldán
Director General de la Guardia Civil? Fue usted, señor
González. ¿Quién nombró al señor Rubio Gobernador del Banco de
España? Fue usted, señor González. Más aún: ¿no fue usted
quien mantuvo al señor Roldán en su cargo incluso cuando éste
había presentado su dimisión? ¿No fue usted quien puso la mano
en el fuego y salió garante de la honestidad del Gobernador
del Banco de España? ¿No fue usted quien se negó tajantemente
a sustituirle? ¿A quién debimos pedirle cuentas entonces? A
usted, señor González. ¿Y qué es lo que usted ha hecho para
corregir esta situación? Pues, hasta ahora, nada, señor
González. ¿Se la logrado averiguar lo ocurrido? La
respuesta es que no. ¿Se han tomado medidas para evitar que se
repita? La respuesta es que no. ¿Se han señalado responsables
políticos? La respuesta es que no. Aquí, con usted, señor
González, nunca pasa nada. ¿Se da usted cuenta del daño que ha
estado haciendo



Página 3159




a este país con su actitud? (Una señora Diputada del Grupo
Popular: No se entera.) (Rumores en los bancos del Grupo
Socialista.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: ¿Se imaginan ustedes, señorías, otra
nación de nuestro entorno europeo en la que descubriéramos que
el responsable de la seguridad, el gobernador del Banco
nacional, el Boletín Oficial y el empleo de los fondos
reservados están incursos en escándalos de corrupción?
¿Diríamos, como dice el señor González, que eran casos
aislados? ¿Que no precisaban respuestas fulminantes? ¿Que no
afectaban al crédito del primer ministro? Esta mañana se ha
presentado usted en esta Cámara para poner de manifiesto ante
los españoles su voluntad de lucha contra la corrupción. ¿Sabe
usted cuánto tiempo le ha costado despachar el asunto que más
preocupa en estos momentos en España? Siete minutos, señor
González. ¿Y qué ha venido a decirnos? Ha venido a decirnos
que va a proponer medidas que sirvan para acabar con la
corrupción. Mire, señor González, nada ni nadie le impidió a
usted haberlas adoptado hace mucho tiempo. Nada ni nadie le
impidió a usted haberlas votado cuando el Partido Popular las
propuso, y usted con la altanería que le caracteriza, las
rechazo. (Fuertes aplausos en los bancos del Grupo Popular.--
Rumores en los bancos del Grupo Socialista.) Si entonces se
hubieran adoptado estas medidas los españoles nos hubiésemos
ahorrado unos cuantos bochornos. ¡Y pretende usted a estas
alturas erigirse en adalid de la lucha contra la corrupción!
Me temo, señor González, que su crédito en este terreno se ha
agotado. ¿Cómo pretende usted que le tomemos en serio? Lo que
dice usted hoy lo hemos escuchado ya en otras ocasiones,
porque este problema no ha nacido ayer. ¿No fue usted quien
pronunció en esta misma Cámara aquella célebre frase de «dos
por el precio de uno»? ¿No fue usted mismo quien se
comprometió ante los estudiantes de la Universidad Autónoma a
asumir toda la
responsabilidad que pudiera derivarse del escándalo Filesa?
¿Está usted hoy, señor González, en condiciones de regresar a
la Universidad para explicar a los estudiantes cómo ha
cumplido aquella promesa? (Aplausos en los bancos del Grupo
Popular.) ¿No fue usted quien anunció hace dos años que el
Gobierno iba a investigar hasta el final el escándalo
Ibercorp? ¿No fue usted quien amenizó las pasadas elecciones
con la presentación de un fulgurante candidato estrella que
iba a desarrollar una cruzada contra la corrupción? (Fuertes
aplausos y risas en los bancos del Grupo Popular.) ¿Hizo todas
estas proclamas porque estábamos en vísperas electorales?
¿Debemos entender también ahora que sus palabras son paños
calientes para afrontar la próxima campaña electoral?
A usted, sin duda, le gustan las grandes frases y los grandes
compromisos, que nunca cumple. (Un Diputado del Grupo
Socialista: ¿Y tú qué haces?) Se ha negado a revisar ni uno
solo de los casos de corrupción que le han afectado en los
doce años que dura su Gobierno. ¿Cómo es posible que acuda hoy
a esta Cámara con la pretensión de hacernos creer que su
actitud ante la corrupción ha variado? Ha disfrutado usted de
sobradas ocasiones para desahogar esa resolución febril que
tanto le apremia desde hace unos días. ¿Qué instrucciones ha
dado usted durante estos años al Fiscal General del Estado? ¿A
qué responde la pasmosa
pasividad de la Fiscalía? ¿Qué le ha impedido a usted durante
doce años modificar las leyes, variar reglamentos o
incrementar controles? ¿Por qué no ha hecho nada? ¿Por qué
cada vez que se ha conocido un escándalo se ha negado usted a
investigar? ¿Por qué ha impedido usted que investigaran otros?
¿Por qué su respuesta habitual ha sido la de cerrar filas para
atacar a quienes han denunciado la corrupción? Ya no podemos
creerle, señor González, porque, para empezar, usted comenzó
negando la evidencia. No podemos creerle porque usted, para
eludir las responsabilidades políticas, ha sostenido
permanentemente que no habría más responsabilidades políticas
que aquellas que
determinasen los tribunales de justicia. No podemos creerle
porque ante las repetidas denuncias de corrupción, ha
practicado una política de contemporización, de aplazamientos
y de
victimismo que es incompatible con la contundencia y la
presteza con la que estos fenómenos de enriquecimiento
debieran atajarse. Llega usted demasiado tarde, incluso, para
lavarse la cara, señor González. (Aplausos en los bancos del
Grupo Popular.--Pateos en los bancos del Grupo Socialista.) Y
no pretenda repetir el mismo juego de manos ahora. Ese empeño
suyo para que las
responsabilidades políticas solamente se depuren tras las
legales, esa inactividad claramente sectaria del Fiscal
General del Estado, esa concepción patrimonial del poder según
la cual las dimisiones se valoran como derrotas políticas y no
como comportamientos éticos y dignos propios de una
democracia, todo eso ha contribuido a crear el clima de
permisividad, la sensación de impunidad y el desparpajo que
caracteriza tan llamativamente a los escándalos que padecemos.

Todo eso ha sumido a la sociedad española y todo eso ha
llevado a la situación política española a la cota más baja de
prestigio y estima pública desde los inicios del sistema
constitucional. Y todo eso le inhabilita a usted y a su
Gobierno para liderar la lucha contra la corrupción que España
necesita. (Fuertes aplausos en los bancos del Grupo Popular.--
Pateos en los bancos del Grupo Socialista.) No ha sido capaz
de cumplir con su responsabilidad en el momento oportuno. No
pretenda ahora que tomemos en serio, señor González, cuatro
palabras vacías.




Página 3160




¿Qué valen sus palabras de ayer? Nada. ¿Qué valen sus promesas
de hoy? Exactamente lo mismo que las de ayer. (Varios señores
Diputados del Grupo Popular: ¡Muy bien!) Lo único que hace
usted... (Risas en los bancos socialistas.--El señor
Hernández-Sito García-Blanco: ¡Reíros, reíros!--Nuevas risas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: Lo único que hace usted es soltar lastre
porque siente que el barco se le hunde. ¿Qué es lo que hacen
ustedes ahora que los escándalos han alcanzado un nivel
insoportable? Lo único que han hecho es rasgarse las
vestiduras y montar una especie de farsa justiciera para
intentar que la responsabilidad recaiga sobre un chivo
expiatorio al que atacan con un furor de neoconversos ansiosos
de hacer olvidar su propio pasado. (Fuertes aplausos en los
bancos del Grupo Popular.--Pateos en los bancos del Grupo
Socialista.--Un señor Diputado desde los bancos del Grupo
Socialista: Demetrio Madrid.) Antes usted defendía a sus
amigos. Ahora los persigue. ¿Sabe usted por qué? Porque ahora
su defensa es más difícil y no le bastan las promesas; tiene
que soltar lastre.




El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: No ha cambiado su actitud, señor
González, ha cambiado su credibilidad. Sueltan lastre en los
casos más recientes --Roldán y Rubio-- para dar la impresión
de que realmente va en serio. Pero no nos impresiona nada; lo
ha hecho porque no teníamás remedio, porque ha percibido la
creciente indignación social y porque ha visto en peligro su
propia supervivencia política. (Varios señores Diputados del
Grupo Popular: ¡Muy bien!--Rumores.) Suelta el lastre
indispensable para eludir lo que más le preocupa: sus
responsabilidades políticas.

Mire usted, en una situación grave, con grave daño a las
instituciones y al sistema, lo único que puede tener crédito,
lo único que esperan los ciudadanos es que quien corresponda
asuma la responsabilidad. Y usted, que es demócrata, debería
conocer esta expresión: responsabilidad. Un demócrata sabe que
ser responsable exige reconocer la necesidad de responder, de
dar cuenta. Y quiero recordarle que este es el momento en que,
tres años después de descubrirse el caso, nadie ha asumido
todavía las responsabilidades derivadas de la financiación
ilícita de una campaña electoral del Partido en el Gobierno a
través del entramado Filesa, Malesa y Time Export (Fuertes
aplausos en los bancos del Grupo Popular.); eso, a pesar de
las numerosas promesas, todas ellas incumplidas, del
Secretario General del Partido Socialista y Presidente del
Gobierno, señor González. (Rumores.) Lo mismo ha ocurrido en
todos los casos.

Pues bien, señor González, usted sabe tan bien como yo que
cada vez que se abre una brecha en la credibilidad del
Gobierno es preciso designar un responsable político. Los
ciudadanos tienen derecho a reclamar que los políticos
manifiesten su respeto por la limpieza del sistema asumiendo
la responsabilidad que les corresponde; los ciudadanos tienen
derecho a comprobar que el Estado no está hipotecado a
intereses particulares. Pues bien, ya que pretende iniciar una
cruzada contra la corrupción comience por el principio y
dígame usted quién es el responsable de estos casos, escójalo,
señale usted a quién debemos atribuir los errores cometidos
manifiestamente en los nombramientos. (Un señor Diputado del
Grupo Socialista: ¡Hormaechea!)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: Señale y díganos quién es el responsable
de haber hecho la vista gorda; especifique usted quién debe,
con su apartamiento de la vida pública, dar respuesta a los
ciudadanos para dejar constancia de que en España las reglas
de la democracia se respetan y los errores políticos no son
gratuitos. (Fuertes rumores.) Díganos quién es el responsable,
y tiene unos cuantos por señalar. Le conviene hacerlo si
pretende que le creamos, y porque si no lo hace, y mientras no
lo haga, el responsable político tendrá que ser usted. Así de
sencillo. Creo que usted no lo hará, y no lo hará porque al
final, una vez más, es usted una fábrica de excusas. Un día se
ampara en su buena fe; otro, en su ignorancia de los hechos;
el tercero, en la falta de datos, y siempre en sus promesas y
en sus
aplazamientos.

Dice usted que lo hizo de buena fe. ¿Y quién lo niega? Si no
fuera así, no hablaríamos de responsabilidades políticas, sino
penales. Usted confunde o pretende confundir culpa y
responsabilidad... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: ...y aquí ni siquiera tratamos de la
culpa, para eso están ya los jueces, que se pronunciarán como
corresponda en justicia para determinar culpabilidades. La
Nación reclama otra cosa, lo que los demócratas llaman
responsabilidad política y que no juzga sobre si las cosas se
han hecho de buena o de mala fe.

Dice usted que ignora lo que estaba pasando. Le sugiero que
olvide esa excusa, porque pone usted las cosas peor. Si usted
no se entera del caso Filesa, como de todos los que han venido
después, hasta que se lo cuentan en los periódicos; si usted
no se entera del uso de los fondos reservados de su Gobierno;
si usted no se entera de a qué se dedica el Director General
de la Guardia Civil; si usted no se entera de las actividades
de los servicios de inteligencia, ¿tendría usted la amabilidad



Página 3161




de informar a la Cámara de qué se entera usted, señor
González? (Fuertes y prolongados aplausos en los bancos del
Grupo Popular.) ¿O tal vez pretende usted que pensemos que en
su Gobierno puede llegar a pasar cualquier cosa sin que usted
se entere? ¿O insinúa usted que es posible que la corrupción
desfile por delante de su propio despacho sin que usted se
entere? Y no pretenda trasladar la responsabilidad a quien no
corresponda. A quienes han cometido irregularidades, podremos
exigirles responsabilidades penales, pero no podemos exigirles
una responsabilidad política. El responsable político ante la
nación es el Gobierno, quien usted señale del Gobierno o, en
su defecto, usted mismo. Aquí no hemos venido a tratar de las
culpas de las personas que usted nombró, sino de la
responsabilidad que le alcanza a usted por lo que hayan hecho,
que son cosas muy distintas, señor González. Y su interminable
catálogo de excusas en el tiempo se ha enriquecido estos días
con una nueva argucia: han constituido ustedes un coro de
voces del Gobierno para bombardear a los españoles con la idea
de que las actividades del señor Rubio son de su exclusiva
responsabilidad porque fueron realizadas al margen de su
actuación como Gobernador del Banco de España. La intención
está muy clara: eximir de responsabilidades al Gobierno.

Pretender que existan delitos asignables al tiempo libre, a
los fines de semana o las vacaciones, me temo que es una
desfachatez. (Risas.) Pretender valorar por horas la moralidad
de los altos cargos, es peor que una desfachatez: yo creo que
es una
indecencia. (Varios señores Diputados del Grupo Popular: ¡Muy
bien, muy bien!)
¿Cómo valora usted la condición moral de las personas, señor
González? ¿Está insinuando que le da igual lo que hagan sus
colaboradores, siempre que limiten sus actividades irregulares
a los ratos libres? (Risas.) ¿Sería mucho pedir que se
esforzara usted por buscar excusas que no insulten a la
inteligencia de los españoles? (Varios señores Diputados del
Grupo Popular: ¡Muy bien!)
En fin, señor González, ¿le parece a usted serio pretender una
vez más retrasar las responsabilidades hasta el día en que
hayan abandonado el Gobierno todos los responsables y sea
imposible exigirlas? ¿Qué es eso de que se verán las
responsabilidades cuando se tengan todos los datos? ¿Cuántos
datos necesita usted, y cuántos años para tener los datos? Es
evidente que cuando usted dice que va a llevar una
investigación hasta el final se refiere, sin duda, hasta el
final de su mandato; es decir, que no va a hacer nada.

Fíjese usted qué diferencia, señor González. Cuando nosotros
hemos tenido que enfrentarnos a conductas irregulares, no
hemos andado con contemplaciones. (Risas en los bancos del
Grupo Socialista.) Hemos pedido comisiones de investigación
(Aplausos en los bancos del Grupo Popular.) que ustedes han
rechazado. Hemos creado comisiones de investigación.

(Rumores.--Protestas en los bancos del Grupo Socialista.--
Aplausos en los del Grupo Popular.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: Si ustedes hubieran actuado así no nos
veríamos, desde luego, en la situación en la que estamos
ahora. Y su pretensión de invertir el orden democrático de las
cosas no puede entenderse sino como un intento más de eludir
por su parte lo ineludible, que es su responsabilidad. Ahí es
donde le duele, señor González. Es lo único que parece
molestarle de la
corrupción: su responsabilidad. Y ahí es precisamente donde
usted ha perdido su crédito.

Si quiere usted que le tomemos en serio, si quiere usted
recuperar una parte del crédito perdido, si de verdad le
inquieta el estado de la nación, si le preocupa la corrupción,
déjese de discursos y no pierda el tiempo haciendo promesas y
cumpla con su obligación. Haga lo único que la democracia
exige en estas circunstancias: señale a los responsables. Deje
usted de eludir los compromisos y diga quién es el responsable
o los responsables de lo que ocurre. Diga quién es el
responsable de que el Gobierno esté bajo sospecha. Diga quién
es el responsable de que tengamos que estar aquí hablando de
corrupción. No necesito que diga quién es el responsable de
que su Gobierno eluda siempre toda su responsabilidad. Ese ya
le conocemos, y es usted. Pero, mientras no se nos señale
otro, es usted responsable de haber nombrado a los causantes,
es usted el responsable de haberles sostenido cuando las
evidencias disponibles cuestionaban su inocencia y el decoro
nacional exigía que fueran reemplazados fulminantemente. Es
usted responsable de la brecha que se ha abierto en el crédito
de nuestro sistema democrático. Es usted responsable de no
haber ni siquiera intentado corregirlo. Es usted responsable
de que España se singularice por la impunidad en sus
escándalos de corrupción. Es usted responsable, con su
pasividad, con su tolerancia, con su obstrucción y con sus
maniobras dilatorias, de crear el terreno mejor abonado para
que la corrupción medre y se vigorice. Es usted responsable de
haber contribuido a crear el más irrespirable clima moral de
nuestra historia reciente. (Aplausos en los bancos del Grupo
Popular.) Y ahora señorías, pasaré a ocuparme de algo que
también afecta a muchos millones de españoles. (Rumores y
protestas en los bancos del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: ¿Cuál será el número de parados al final
de este año, señor González? (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio!



Página 3162




El señor AZNAR LOPEZ: ¿Cuál será el número de parados en
España? Porque ese número de parados en España ha aumentado en
un millón en los dos últimos años, se han destruido 800.000
empleos y el paro sigue aumentando en el primer trimestre de
este año. Con estos datos, con estas duras cifras no se puede
hablar de recuperación. ¿A qué llama usted recuperación, señor
González? ¿A 3.700.000 parados? ¿A qué llama usted
recuperación? ¿A Suzuki-Santana, a Santa Bárbara, a Ebro-
Kubota, a Gillette? ¿Llama usted recuperación a la destrucción
del tejido industrial, al cierre de empresas o a los
expedientes de regulación de empleo? ¿Llama tal vez
recuperación a la atonía inversora, al ritmo de
crecimiento de los precios, al déficit comercial o al déficit
del sector público? ¿Cómo les explicamos a los trabajadores y
a sus familias de Santana, de Gillette, de Ebro o de Santa
Bárbara, por sólo citar unos ejemplos, que la recuperación
económica está en marcha? ¿Cómo les decimos a los casi cuatro
millones de parados que la situación, lejos de ser
transitoria, puede agravarse? Mire usted, señor González, la
auténtica recuperación tiene que venir acompañada,
necesariamente, por la creación de empleo, y todo lo demás
sólo son, como usted dijo alguna vez, palabras, palabras y
palabras. (Rumores.) Palabras para encubir el
mantenimiento de un engaño que ya dura demasiado tiempo; un
engaño permanente que intenta ocultar la ineficacia y la
impotencia del Gobierno, el incumplimiento de sus promesas y
la tozudez en mantener una política económica que ha colocado
a España, con la tasa de paro más alta de Europa, en el umbral
de los cuatro millones de parados. Usted les dijo a los
españoles, en la campaña electoral, que la reactivación
económica estaba a la vuelta de la esquina, y muchos le
creyeron, y esta mañana ha insistido en que estamos en fase de
reactivación y que lo que ocurre es que los ciudadanos no se
percatan de ello. Las cosas, sin embargo, podían haber sido de
otra forma.

Tras unos resultados electorales que le otorgaban la
legitimidad necesaria para nuclear una opción de gobierno,
usted, señor González, podía haber presentado ante los
españoles la auténtica realidad de la situación, señalarles
las vías de salida de la crisis con la exigencia de esfuerzos
y sacrificios solidariamente repartidos entre todos. Mal está
que engañara en la campaña electoral, pero peor es que
mantuviera el engaño después de las elecciones. Y cierto es
que esa actitud de sinceridad con los españoles, ese
explicarles con rigor y claridad el estado de la nación
hubiera significado reconocer errores cometidos en los últimos
años, pero a cambio de ese reconocimiento hubiera ganado en
credibilidad, en respeto y en apoyo, y hubiera podido demandar
al conjunto de la sociedad un nuevo impulso para cambiar las
cosas. Pero usted no lo ha hecho, señor González, y por eso la
dura realidad de los acontecimientos ha golpeado durante los
últimos meses a los ciudadanos españoles cogiéndoles en gran
medida desprevenidos. Usted les dijo a los españoles que era
el único capaz de garantizar el pacto social como instrumento
esencial para sacar a España de la crisis, y como expresión
más clara de su fracaso en este terreno le acabaron convocando
una huelga general. Pero usted se mantiene en sus trece, y hoy
nos dice que el dato del paro registrado por el Inem del mes
de marzo indica que los tiempos están cambiando.

¿Recuerda usted, señor González, cuando en un debate en
televisión ante millones de españoles me dijo, en plena
campaña electoral, que los datos del paro en el mes de mayo ya
indicaban claramente que estábamos saliendo de la crisis?
(Risas en los bancos del Grupo Popular.) ¿Sabe usted, señor
González, cuánto ha crecido el paro registrado en el Inem
desde el día en que usted hizo esa afirmación? Yo se lo voy a
decir: en 275.592 personas en estos diez meses, lo que hace
una media de 920 parados más por día. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señor Aznar, le ruego concluya.




El señor AZNAR LOPEZ: Con su benevolencia, señor Presidente.

Le cito las cifras del Inem porque usted pone en duda las que
la encuesta de población activa del Instituto Nacional de
Estadística ofrece a los españoles.

¿Recuerda usted, señor González, cuando me echaba en cara mis
dudas acerca de las cifras del déficit del sector público,
acusándome de no respetar el prestigio profesional de los
funcionarios que las elaboraban? ¿Recuerda lo que ocurrió
después? Pues que se descubrió la manipulación, pero no de los
funcionarios, sino de ustedes, que estaban ocultando la
realidad, y el déficit público de 1993 resultó ser, como
reconocen ahora, más del doble del previsto o del que
reconocían en el mes de mayo. Y con las cifras de la encuesta
de población activa pasa igual: no se quiere reconocer lo que
es evidente.

Pero se utilicen las cifras que se utilicen, desgraciadamente
al final de este año habrá más paro que al final del año
pasado. Ustedes mismos, en sus previsiones presupuestarias,
estiman un crecimiento del paro para este año de más de
159.000 personas. Y hablar del número de colocaciones
registradas también puede ser, y lo es, otra forma de engaño.

¿Sabe usted, señor González, que el número de colocaciones
registradas por el Inem el año pasado fueron 176.000 más que
las registradas en 1992, a pesar de lo cual durante el año
1993 se destruyeron 529.000 puestos de trabajo? Hablemos, por
tanto, con rigor. Existe una clara recuperación de algún
sector, por ejemplo el turístico. Y que sean previsibles
mejorías en otros, como en la construcción --aunque todavía no
se



Página 3163




hayan confirmado--, o que el sector exportador vaya a mejorar
su comportamiento no quiere decir que estemos en un período de
reactivación. Este año, y en algunos aspectos, estaremos menos
mal que el año pasado, y de eso todos los españoles nos
alegramos, pero seguiremos estando mal, muy mal, y una ligera
mejoría en los síntomas del enfermo no quiere decir ni que la
enfermedad haya desaparecido ni que el enfermo esté
recuperado. Y no podrá recuperarse, en nuestra opinión,
mientras no cambie de política económica, de gestores, y se
devuelva la confianza. Porque, ¿cómo confiar en quien hace
menos de dos años presentaba un plan de convergencia que a los
seis meses ya estaba arrumbado? ¿Cómo confiar en quien, como
usted, señor González, habla hoy mismo aquí del enorme
esfuerzo y rigor presupuestario con el que se están
comportando, cuando el déficit público supera los cuatro
billones de pesetas en el año y la deuda pública se va a
situar en 37 billones? ¿Cómo confiar cuando se observa el
nivel de despilfarro en los gastos corrientes? ¿Cómo confiar
en quien se empecina en decir que esta es la única política
económica posible? ¿Cómo confiar en un Gobierno al que el
Tribunal de Cuentas le señala diferencias contables
billonarias? No, señor González; la crisis económica está aquí
y usted no está haciendo nada sustancial para que salgamos de
ella. Y las mejorías relativas que usted pregona, las mejorías
relativas de algunos sectores, se deben, fundamentalmente, a
cuatro factores externos sobre los que usted no ha tenido nada
que ver. El primero, tres devaluaciones de nuestra moneda, que
le hicieron, contra toda su voluntad y su política, los
mercados internacionales, y que han permitido mejorar nuestras
exportaciones e incrementar la demanda del sector turístico;
el segundo, un descenso de los tipos de interés en los
mercados internacionales, que ha permitido rebajar en España
el precio del dinero; el tercero, la recuperación económica de
Estados Unidos y de Gran Bretaña, que afecta positivamente a
una economía abierta como la española, y el cuarto, la
inestabilidad de algunos países del área mediterránea, que han
canalizado hacia España importantes contingentes de turistas.

Usted no ha hecho otra cosa frente a la crisis que decir ya,
desde el año 1992, que en el segundo semestre saldríamos de
ella. Lo dijo en 1992, lo dijo en 1993, lo vuelve a decir
ahora, y es evidente que, si los españoles se lo permiten,
algún año de éstos tendrá que acabar acertando usted. Pero la
crisis se ceba especialmente en el tejido industrial,
consecuencia directa de su nefasta política de cambios
mantenida durante años y de aquella extraordinaria filosofía
contenida en la frase: la mejor política industrial es la que
no existe.

Miles y decenas de miles de pequeñas y de medianas empresas en
España; industrias ya citadas, como Santana, como Ebro, como
Santa Bárbara o como Gillette, no son sino desgraciados
jalones de esta política. Una política, señor González,
conviene que lo recuerde usted, que ha destruido 775.000
puestos de trabajo en la industria en los tres últimos años y
que amenaza con convertir a España en un desierto industrial.

Y si hablamos de Europa y de nuestros objetivos, es evidente
que en los últimos tiempos nos estamos alejando de ese
objetivo, que no puede ser otro que acercarnos a los niveles
de bienestar y riqueza de los países más desarrollados. Si
hemos llegado a estar en el 80 por ciento de la riqueza media
comunitaria, desde hace dos años hemos perdido entre tres y
cuatro puntos. Nos alejamos de Europa; no estamos más cerca de
ella. También prometió usted a los españoles, señor González,
el mantenimiento de las
prestaciones sociales, les infundió el miedo a lo que podría
pasar con las mismas en el caso de que nosotros ganásemos las
elecciones, han practicado recortes en los gastos sociales y
han entrado en una dinámica de mensajes contradictorios sobre,
por ejemplo, las posibilidades de mantener las pensiones, que
han disparado la alarma social en nuestro país, y supongo que
su discurso de esta mañana iría dirigido a algún miembro del
Gobierno, que es el que ha hablado de ello. Pero ¿quiere que
le recuerde, señor González, quién ha reducido en más de 8.000
pesetas el crecimiento de las pensiones? Le repito, 8.000
pesetas el crecimiento de las pensiones. (Rumores.)
En resumen, señor González, ni regeneración democrática, ni
lucha contra la corrupción. (Un señor Diputado del Grupo
Socialista: ¡Falso!), ni recuperación de empleo, ni
cumplimiento de las promesas.

Por cierto, señor González, ha lanzado usted esta mañana, al
hablar del impulso democrático, una amenaza: ha amenazado con
modificar en su beneficio las reglas del juego, y eso es muy
grave. Eso no es una amenaza contra el Grupo Parlamentario
Popular; eso es una amenaza contra el consenso sobre el cual
se construyó la democracia española y contra el espíritu
constitucional. (Grandes y prolongados aplausos en los bancos
del Grupo Popular.--Rumores en los bancos del
GrupoSocialista.) Usted ha dicho, lisa y llanamente: o
aceptáismi candidato o cambio las leyes. Y eso es inaceptable.

No bloquea el que presenta un candidato, bloquea el que impide
que se traiga un candidato a ser votado en esta Cámara, que es
muy diferente (Grandes y
prolongados aplausos en los bancos del Grupo Popular.), y ése
ha sido usted.

Señor González, ¿para qué le ha servido ganar las elecciones
hace un año? Convocó usted elecciones en plena crisis
económica y moral porque era incapaz de sostener la situación,
y los
ciudadanos bien es cierto que le concedieron una prórroga
confiando en un cambio de políticas y de actitudes, ¿y para
qué ha servido? Ha dilapidado usted aquella confianza, ha
perdido el tiempo y no ha cumplido ninguna de sus promesas.




Página 3164




Porque basó su campaña en dos ejes principales: la corrupción
y el paro. Y ya ve, señor González, diez meses después: el
paro está peor y la corrupción, ¡qué le voy a contar!
Después de comparar sus palabras de hoy con la realidad de las
cosas, ¿qué nos queda sobre la mesa realmente? Nos queda que
usted no dice la verdad, que usted disfraza la realidad y que
a usted no se le puede hacer caso. Se ha acostumbrado, durante
los últimos años, a jugar con la esperanza de los españoles,
dorándoles la píldora del futuro para evitar que le pidan
cuentas del presente. ¿Cuántas veces nos ha dicho ya que las
cosasvan por buen camino, que la recuperación nos aguarda a la
vuelta de la esquina y que estamos a punto de incorporarnos al
grupo de naciones más desarrolladas? ¿Cuántas veces, señor
González? ¿Es que no se cansa? ¿Es que no se le ocurre otra
cosa? (Un señor Diputado del Grupo Socialista: ¡Demagogo!)
España necesitaba algo más que palmadas en la espalda, buenos
ánimos y paciencia para esperar que escampe. España exigía
claridad en los diagnósticos y en los comportamientos; exigía
una decisión firme que
permitiera corregir, sin vacilaciones, sin excusas y sin
balbuceos, los defectos de nuestra estructura económica;
exigía ejemplaridad en la lucha contra la corrupción y que el
Gobierno y el Partido que le sostiene se tomarán en serio el
principio de la responsabilidad política.

Es lamentable que un país que reunía condiciones para dar un
salto histórico y afirmar su posición en España y en el mundo,
que parecía navegar en la cresta de la ola favorecido por la
bonanza económica de los años 80, que parecía capaz de
resolver problemas crónicos de su estructura económica, de su
tejido industrial, de su formación laboral, de su cultura
empresarial; es triste que se nos haya quedado en un panorama
de paro, deuda y desmantelamiento industrial (Varios señores
Diputados del Grupo Socialista: ¡Que no te enteras!--
Rumores.), vestida de los oropeles de 1992...




El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: ... y cultivando la aparición de grandes
fortunas especulativas en manos de personas que han contado
con los favores del Gobierno mientras desjarretaban sectores
fundamentales de las finanzas o de la economía. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señor Aznar, le ruego concluya.




El señor AZNAR LOPEZ: Voy terminando, señor Presidente.

Tenemos hoy encima de la mesa los mismos problemas que hace un
año, pero agravados. (Rumores.) Y por si todo lo dicho no
bastara, cuando más necesario resulta un Gobierno sólido,
fuerte y con autoridad moral, nos vemos enfrentados, como
consecuencia de sucesivos escándalos por corrupción, a una
gravísima
inestabilidad política.

¿Podemos esperar que con usted en el Gobierno las cosas vayan
de otra manera? ¿Que con usted en el Gobierno las cosas
mejoren? ¿Podemos esperar que usted rectifique? Yo creo que
no, que usted no va a rectificar. Y no va a rectificar porque
no puede hacerlo. Usted no puede rectificar porque, en el
fondo, no ve claro el camino, porque no sabe qué habría que
hacer. Y si lo sabe no puede porque camina al ritmo que le
marcan las presiones y los compromisos que necesita para
gobernar. (Rumores.) Usted no puede rectificar porque hacerlo
equivaldría a enmendar su propia plana, a reconocer que
debemos solucionar problemas que usted mismo ha creado o
consentido. Usted no puede rectificar porque su
principal preocupación consiste en salvar, de un día para
otro, ese precario equilibrio en que se encuentra. Usted no
puede rectificar porque ni siquiera después de oírle esta
mañana considera que sea necesario hacerlo. Confía,
simplemente, en que cambie el viento, que las circunstancias
exteriores arreglen la situación, que se olviden los
escándalos y que mejore su suerte. Le importa muy poco el
precio que los españoles hayamos de pagar. (Varios señores
Diputados en los bancos del Grupo Popular: ¡Muy bien!) Usted
no va a rectificar y seguiremos oyéndole llamar empleo al
paro, recuperación al estancamiento e impulso al desánimo.

Llamará gobierno sólido al inestable, gobierno eficaz al
inoperante, ética a la vista gorda y esfuerzo a malgastar el
dinero ajeno. (Varios señores Diputados en los bancos del
Grupo Popular: ¡Muy bien!) Usted no puede rectificar, de modo
que mientras siga en el Gobierno no podemos esperar ninguna
sinceridad, ningún cambio ni ninguna solución. Usted, señor
González, no está a la altura de las necesidades de España, y
usted no está en condiciones de seguir gobernando. Podrá usted
parchear situaciones para salir del paso, pero no puede
gobernar; no está en condiciones de abordar con rigor ni un
solo problema. Usted no puede seguir en el Gobierno. Usted,
que ha sido el causante del daño, no puede ser quien lo
corrija. Asuma la responsabilidad que le corresponde y váyase.

No alegue más excusas. No diga que está esperando a que los
jueces confirmen los hechos. El verbo dimitir, señor González,
se conjuga con responsabilidades políticas y no con sentencias
judiciales. España necesita un impulso y usted se ha
convertido en una rémora. No le pido que disuelva las Cortes.

Yo no soy partidario, aunque pudiera convenirme, de someter en
estos momentos al país a unas elecciones generales. (Rumores.)
No estamos hablando de mis intereses, sino de lo que mejor
conviene a España. Por tanto, no le pediré que disuelva las
Cortes. Su Partido



Página 3165




ganó las elecciones legítimamente y yo no voy ni a discutir ni
a entorpecer esa legitimidad.

En mi opinión, se lo digo honestamente, en un momento en que
está en juego la dignidad de la vida pública española, el
prestigio de nuestras instituciones políticas, la credibilidad
de la democracia, la moral pública y el crédito internacional
de España, debería usted aparecer como el primer interesado
por evitar que se produzcan mayores deterioros en la imagen
del Gobierno; debería ser usted quien dé ejemplo de entrega a
los intereses de la nación, al prestigio de la democracia y a
la dignidad de las instituciones. En las actuales
circunstancias no le queda más que una salida honorable:
presentar su renuncia al Rey y aconsejarle respecto a qué
miembro de su Partido reúne las mejores condiciones para
sustituirle. Váyase, señor González. No le queda ninguna otra
salida honorable. Resuelva sus problemas con su Partido,
busque el sustituto que le parezca más oportuno y prepare el
trámite de investidura. Pero hágalo ya, porque además de
necesario es urgente. Mientras usted continúe en el Gobierno
no se resolverán los escándalos de corrupción, el prestigio de
nuestro país no se va a recuperar, la estabilidad democrática
será más precaria y la confianza de los ciudadanos más
reducida.

Y lo que es normal, saludable y deseable en una democracia,
debería ser también normal, saludable y deseable para usted.

No le niegue a España su oportunidad, señor González. España
necesita un gran proyecto nacional que le devuelva confianza
en sí misma, que aúne voluntades de los ciudadanos, que la
fortalezca y que la permita proyectarse al exterior en busca
de nuevas metas, y usted ya no está en condiciones de
ofrecérselo. España necesita un acuerdo nacional que sea
reflejo del espíritu y de la letra de la Constitución, que
respete la pluralidad nacional, pero que garantice la
solidaridad, la cohesión y la eficacia que nuestro Estado
nacional debe representar, y usted ya no está en condiciones
de ofrecérselo. España necesita una fuerte recuperación ética
asentada en la responsabilidad, en el sentido del deber, en el
cumplimiento de la palabra dada y en el compromiso con nuestra
nación, y usted no está ya en condiciones de ofrecérselo.

España necesita regenerar su democracia, que las instituciones
funcionen mejor y ganen credibilidad, que la transparencia y
la responsabilidad sean la norma, que los gobernantes den
ejemplo de austeridad y que la Justicia funcione, y usted no
está ya en condiciones de ofrecérselo. España necesita
restaurar su economía y ponerse a trabajar, recuperar su
sector industrial, establecer un marco favorable al inversor,
alentar a empresarios y a trabajadores, fortalecer la
seguridad jurídica, como corresponde a un país serio,
controlar el gasto y producir mejor, y usted no está ya en
condiciones de ofrecérselo. España requiere una gran política
nacional, una política que ahuyente el desánimo y movilice
todas sus energías, que le permita recuperar el entusiasmo con
un proyecto sugestivo de vida en común, que le sirva de
acicate para defender su historia, su lengua, su cultura, su
originalidad; España quiere una
oportunidad para renovar sus energías, para luchar por ser
protagonista, en España y en el mundo, y usted no está ya en
condiciones de ofrecérselo. Ustedes, señores de la mayoría, no
están en condiciones de hacerlo. Al menos, espero que tengan
el decoro de cambiar a las personas. Gracias, señor
Presidente. (Fuertes y prolongados aplausos en los bancos del
Grupo Popular.--Rumores en los bancos del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Aznar.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, cuando veo esas reacciones del Grupo
Popular no sé si de verdad lo que pretenden es que, haciendo
un esfuerzo de cortesía parlamentaria, responda, cuando se
produce la intervención de su jefe de filas, o no responda. De
todas maneras, contestan de la misma forma, contestan no
haciendo uso precisamente de una cortesía parlamentaria que yo
sí voy a tener, justamente por responder a la intervención del
señor Aznar. (Rumores.) Además, quiero expresamente agradecer
a mi Grupo que se haya contenido y haya tenido un
comportamiento razonable. (Continúan los rumores.)
Cuando estos días se ha hablado de moción de censura sí o
moción de censura no, todo el mundo ha tenido una cierta duda
de lo que iba a ocurrir. La duda se ha despejado oyéndolo a
usted, señor Aznar, porque usted ha hecho una diatriba
fundamentada en el paro, en la corrupción y en que me vaya, y
no ha dicho
absolutamente nada de lo que se puede hacer con nuestro país
para sacarlo de la crisis. (Aplausos en los bancos del Grupo
Socialista.--Rumores y protestas en los bancos del Grupo
Popular.)
Por definición, la moción de censura... (Continúan los
rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Yo sé que
les gusta hablar, pero no escuchar. (Prosiguen los rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Por
definición, la moción de censura, como ha dicho alguno de sus
representantes, tiene un carácter constructivo y, por
consiguiente, hay que decir lo que se piensa.




Página 3166




Pero, verá usted, señor Aznar. Usted ha hablado de la
responsabilidad política; yo le he oído hablar varias veces en
esta Cámara de la responsabilidad política, y me he contenido
durante mucho tiempo y he sido extremadamente prudente. Pero
le quiero decir esta tarde, con toda claridad, lo siguiente:
Usted no me puede dar ningún ejemplo de responsabilidad
política. (Varios señores Diputados del Grupo Socialista: ¡Muy
bien!--Varios señores Diputados del Grupo Popular hacen gestos
con las manos dando a entender que muchos.--Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio! (Continúan los rumores.)
¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO: (González Márquez): Es
posible que yo no tenga claro cuál es el concepto de la
responsabilidad política, no probable, pero sí es posible que
no lo tenga claro. Ahora bien, señor Aznar, ¿quiere que le
diga que usted no tiene, en absoluto, coherencia entre lo que
dice y lo que hace? (Varios señores Diputados del Grupo
Socialista: ¡Muy bien!--Rumores en los bancos del Grupo
Popular.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): En
absoluto. ¿Quiere usted que le diga cuál sería la respuesta,
desde el punto de vista de la responsabilidad, cuando se
nombra a un consejero (el equivalente a un ministro), ese
consejero es procesado y no se asume ninguna responsabilidad
política, ninguna, de ningún tipo? (Aplausos en los bancos del
Grupo Socialista.) ¿Quiere usted que le diga que no se exigen
responsabilidades políticas cuando se declara «urbi et orbi»,
respecto de un consejero (el equivalente a un ministro en el
nivel de responsabilidad que ustedes tienen), que no ha pagado
nunca a Hacienda, que no ha hecho nunca, una declaración de la
renta, nunca, por
consiguiente, que todo lo ha tenido en negro, y no sólo no
dimite nadie sino que además se le confirma en su puesto y se
declara que es perfectamente respetable? ¿Quiere usted poner
algún caso de esa naturaleza que me afecte a mí? Así le podría
enumerar otros... (Un señor Diputado: ¡Cuente, cuente!), pero
no querría entrar en eso. Mi responsabilidad es hacer frente a
la situación, y esta mañana he intentado que se comprenda
bien. Usted lo mezcla todo, que es una costumbre bastante
habitual. (Un señor Diputado: ¡No sea cínico!) Mezcla el «BOE»
con la Guardia Civil o con el Banco de España. (Rumores y
protestas.) Usted no es capaz de decir, cuando sube a la
tribuna, que ha sido cuando nosotros lo hemos descubierto y
por nuestra iniciativa cuando se han depurado las
responsabilidades... (Rumores y protestas en los bancos del
Grupo Popular.) no del «Boletín Oficial del Estado», sino de
un responsable del «Boletín Oficial del Estado». (Continúan
los rumores y protestas.) De nuevo agradezco que hayan
escuchado al señor Aznar, a pesar de la enorme dureza de sus
imprecaciones, y les pido, además, que sigan haciéndolo así.

Usted mezcla a las personas con las instituciones, haciendo un
flaco servicio a éstas. Usted dice que responder es dar
cuenta. Yo he dado cuenta electoralmente, reconociendo
errores, y los ciudadanos españoles han dado el respaldo al
programa electoral, parte de cuyo contenido he explicado esta
mañana aquí. Parte de cuyo contenido --del paquete de medidas
que exponía esta mañana-- estaba ya en el programa electoral y
en el programa de gobierno. Y se ha presentado ante esta
Cámara y lo conocen SS.SS. Por consiguiente, yo he dado
cuenta. He asumido mi responsabilidad electoralmente; y
después del incidente del que usted habla, en la universidad,
ha habido nueve millones y pico de españoles que han dicho:
«usted debe seguir gobernando». Y usted dice que lo acepta;
usted dice que lo acepta. No fue tan claro la noche electoral
alguno de sus compañeros. (Rumores y protestas en los bancos
del Grupo Popular.) Pero olvidémoslo. La impresión que dan es
la de que les cuesta trabajo aceptarlo. Esa es la impresión
que dan. Y dan esa impresión pidiendo la dimisión, en lugar de
plantear lo que tienen en su mano, que es una moción de
censura. Eso es lo que constitucionalmente les corresponde.

Pues bien, le voy a decir que no voy a dimitir, señor Aznar.

(Rumores.) Ya sé que les gusta eso, ya sé que les gusta. Ya sé
por qué; ya sé que electoralmente les conveniene que no
dimita. Seguramente será por eso por lo que lo hacen y por eso
por lo que están tan calmados y tan relajados durante este
debate. (Risas.) Voy a asumir mi responsabilidad, y la voy a
asumir plenamente, señor Aznar. Cuando he dicho que algunas
actitudes o algunos datos hay que aclararlos para que se
depuren responsabilidades, estoy diciendo sencillamente lo que
pienso y lo que siento. He dicho con claridad que hay veces
que he vivido la experiencia de que alguien ha traicionado la
confianza que he depositado en esa persona. Y es verdad que
eso nos puede diferenciar. Es verdad que he sentido hasta qué
punto se ha traicionado la confianza en el caso del ex
Gobernador del Banco de España, al que he dicho esta mañana,
claramente, que apoyé en su honorabilidad cuando se produjo el
asunto Ibercorp. Porque he creído en esa honorabilidad. Y no
he aceptado su cese o su dimisión. No sólo no lo ha aceptado
el grupo que represento, no lo han aceptado otros grupos de la
Cámara. (Un señor Diputado: ¡Lo sabía, lo sabía!)
Le voy a decir algo más. Cuando llegamos al Gobierno, el ex
Gobernador era el Subgobernador del Banco de España. Yo no
tenía nada que ver con él, ni políticamente ni desde el punto
de vista de la relación personal. Por tanto, hicimos, desde el
punto de vista institucional,



Página 3167




una operación absolutamente respetuosa, que es pasar al
Subgobernador, cuando acabó sus funciones el anterior, a
Gobernador. Nunca se puede decir que hicimos ninguna opción o
elección ni siquiera legítimamente partidaria en este caso.

(Rumores.)
Ustedes tratan de confundirlo todo, pero no ofrecen respuestas
alternativas. Y cuando tienen que dar ejemplo, ustedes,
sencillamente, no lo dan. Por tanto, no pueden pedir una
credibilidad que no tienen; no la pueden pedir porque no la
tienen; en ninguno de los casos que se les ha planteado. Y
lamento decirlo desde esta tribuna. Además de que se han
presentado esos casos de corrupción, desde la tribuna también
quiero decir a la opinión pública que no se puede generalizar
el fenómeno. Desde esta tribuna quiero reiterar a la opinión
pública que la inmensa mayoría, la inmensa mayoría de los
responsables políticos de este país son honorables, se
entregan con dedicación y con generosidad. Por consiguiente,
no podemos trasladar la imagen de una faltade honorabilidad, o
de entrega o de una situación generalizada de casos de
corrupción. (Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.)
He dicho que usted --y voy a ser breve-- ha basado su
intervención, puesto que no ha dicho nada, en dos negaciones
de credibilidad: credibilidad frente al fenómeno de la
corrupción y credibilidad frente al fenómeno de la crisis
económica y del paro. Siempre ocurre lo mismo. Cuando
estábamos negociando el pacto social, cuando lo estábamos
negociando, insistentemente, durante varios meses usted decía
que era una excusa para no tomar las decisiones que había que
tomar. Usted decía que nos dejáramos de historia de pacto
social y que tomáramos las decisiones de reforma del mercado
de trabajo y otras que hubiera que tomar, que no nos
escudáramos en el pacto social. Cuando no pudo lograrse el
pacto social, usted dice que es un fracaso que no haya habido
pacto social. Exactamente las dos cosas al mismo tiempo no
pueden valer. Cuando hay una cifra de desempleo positiva,
usted no le da crédito a la cifra, y cuando hay una cifra de
desempleo negativa usted dice que ése es el fruto, incluso
llegó a decir en el mes de octubre: éste es el primer fruto
del pacto de estabilidad entre Convergència i Unió y el
Partido Socialista, o el Gobierno. Esto fue lo que decía
usted.

Se está recuperando la economía. Usted es de los pocos que lo
niegan, y tiene una razón para negarlo; tiene una razón para
negarlo, no los datos, que son tozudos y que se irán
confirmando, sino la necesidad que usted siente de que se
agote la fórmula estable de gobierno en el menor plazo
posible. Esa es la
realidad. Por eso le digo que detrás de todo ese esfuerzo no
hay más que una falta de aceptación de una voluntad expresada
claramente por los ciudadanos españoles. (Fuertes y
prolongados rumores en los bancos del Grupo Popular.) Usted no
quiere que mejore la situación económica, no le conviene.

(Continúan los rumores en los bancos del Grupo Popular.) Y,
sin embargo, la situación económica está mejorando.




El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Si
mejoran los tipos de interés es porque la coyuntura
internacional está mejorando; si mejoran las exportaciones,
nuestra balanza
comercial o nuestras cifras con el exterior, es porque la
situación internacional está mejorando; si mejora nuestro
turismo es porque la situación internacional lo permite; si
mejora la economía, en definitiva, es porque hay una mejor
coyuntura internacional. Ahora bien, si empeora la economía es
la
responsabilidad del Gobierno y no que la coyuntura
internacional sea mala. Y siempre es exactamente así. Usted
dice que nuestro pacto o nuestro plan de convergencia hubo que
revisarlo, y tiene razón. No ha habido ni uno solo en la Unión
Europea, ni uno solo de los doce países de la Unión que no
haya sido revisado como consecuencia de la crisis económica,
como consecuencia de la recesión que hemos vivido.

Usted dice que es tozuda la política económica. Está empezando
a dar resultado esa política económica y hace un año,
justamente cuando estábamos en plena recesión, cuando
convocamos elecciones en plena recesión, lo que dije es lo que
he reiterado esta mañana. No confunda usted a los ciudadanos.

Dije: dentro de un año no estaremos hablando de la crisis en
los mismos términos. Y no quiero tampoco confundir porque creo
que hay que seguir manteniendo medidas muy sólidas, muy serias
para seguir superando la situación negativa de la economía
española, pero tampoco quiero ni negar ni que se niegue lo que
son las expectativas positivas para nuestro país y para
nuestra economía, que se están mostrando como signos que usted
quiere negar o, en el caso de que los acepte, los atribuye a
los demás. Usted dice a los ciudadanos que nos alejamos de
Europa, que nos alejamos de sus objetivos. No es cierto. Usted
trata de negar --incluso cuando lo ha dicho, pero
inmediatamente trata de ocultarlo-- que se ha llegado a un 80
por ciento de la renta media de la Comunidad. Dígales usted a
los ciudadanos españoles con qué Gobierno se ha llegado al 80
por ciento de la renta media de la Comunidad. No diga usted
sólo que se ha llegado, como si fuera en abstracto. Se ha
acercado España a la Comunidad, se ha acercado a la renta
media
comunitaria, a pesar de los problemas de la crisis, porque ha
habido una dirección gubernamental, porque ha habido una
eficacia en la acción de Gobierno.

Sigue usted confundiendo y confundiéndolo todo, por ejemplo,
cuando habla del recorte en las prestaciones sociales, y es
lamentable que lo haga. He dicho esta mañana con claridad que
en el presupuesto las prestaciones sociales suben el 6 por
ciento. Por consiguiente,



Página 3168




están subiendo las pensiones el 3,5 por ciento en su conjunto,
más los nuevos incorporados como pensionistas, más la
equiparación de las mínimas que están por debajo de la mínima
general del sistema, la evolución de esas mínimas. Esto da
como resultado un crecimiento del 6 por ciento, con la
garantía de mantenimiento del poder adquisitivo en el caso de
que la inflación supere ese 3,5 por ciento. Y eso lo saben
todos los pensionistas. (Un señor Diputado: ¡Sí, lo saben!),
igual que sabían hace un año que con sus ofertas de política
económica corrían el grave riesgo de perder ocho mil pesetas,
pero no al año (Varios señores Diputados: ¡Hala, hala!--
Rumores) Sí, si la gente sabe hacer cuentas; ocho mil pesetas
pero no al año, al mes (La señora De Palacio Valle-Lersundi:
Al día.--Aplausos.), y a usted todavía le duele que se lo
recuerden, señor Aznar, le duele que se lo recuerden, le duele
porque no salió muy contento de esa confrontación o de ese
debate. (Fuertes rumores y protestas.--Un señor Diputado: ¡Qué
sinvergüenza!) usted, ha hecho un repaso de algunos temas,
centrándose siempre... Yo procuro, además, no insultar. Como
oigo algunos insultos le diré, además, que desde mi Grupo no
se producen. (Protestas.)
Usted ha hecho una reflexión falsa sobre el consenso en
relación con el nombramiento de cargos de responsabilidad en
las instituciones, y ha hecho una reflexión falsa porque le ha
faltado dar un dato. Es que en este caso los demás grupos
están de acuerdo (El señor Aznar López: ¿Y qué?) Algo
significará que haya un solo Grupo que no esté de acuerdo en
la cobertura de una vacante como la del Defensor del Pueblo,
algo significará (Un señor Diputado: Explique el qué) desde el
punto de vista de la intencionalidad de bloqueo. (Fuertes
rumores y protestas.) Ahora bien, usted dice que yo amenazo;
no amenazo, y no sólo no amenazo con romper el consenso,
recabo ese consenso, lo recabo
(Rumores.), pero quiero asumir la responsabilidad de decidir
qué pasa si hay un Grupo que bloquea los nombramientos
institucionales (Rumores.) Imaginemos que se decide ese
bloqueo. En algunos casos la Constitución no permitirá que
haya un cambio de mayorías, pero en otros casos, con una ley
orgánica, se podrá hacer, y si hay una mayoría absoluta en la
Cámara que lo permita, ¿por qué vamos a consentir
continuadamente un deterioro
institucional porque un Grupo no tenga la voluntad de llegar a
resolver el problema? (Fuertes rumores y protestas.) Usted ha
hecho una reflexión sobre la estabilidad del Gobierno, o sobre
la falta de estabilidad del Gobierno. Y la verdad es que usted
ha hecho, y ustedes han hecho todo lo posible porque esa
estabilidad no se dé, todo lo posible por enturbiar las
relaciones que han ido garantizando con otros grupos
parlamentarios, y en particular con Convergència i Unió, esa
estabilidad a lo largo de los meses transcurridos desde el
debate de investidura hasta hoy. Le podría citar ejemplos,
algunos muy dolorosos, algunos muy dolorosos de algunos
conflictos que han alimentado ustedes para que esa estabilidad
no se consolide, algunos incluso después de haberse
comprometido, como el famoso 15 por ciento en la
corresponsabilidad fiscal, y habiendo ido mucho más lejos que
cualquiera de nosotros, incluso habiendo ofrecido --
naturalmente antes de las elecciones-- la Presidencia del
Gobierno al Presidente de la Generalitat. (Aplausos.--Risas.)
Ustedes no han tenido límite, y tratan de obstaculizar esa
estabilidad.

Pues bien, hasta ahora, señorías, hasta ahora, señor Aznar, la
estabilidad del Gobierno ha estado garantizada, ha sido
suficiente para tomar decisiones importantes. Esta mañana cité
algunas de esas decisiones, como la reforma del mercado de
trabajo, o como la política presupuestaria; son decisiones que
se han adoptado con un amplio grado de acuerdo; acuerdos que
no son fáciles, acuerdos en los que no nos hemos sentido nunca
--y usted ha insistido esta tarde otra vez aquí-- ni
presionados ni coartados en nuestra libertad. Hemos sido
respetuosos con nuestro programa de gobierno, hemos sido
respetuosos con nuestro programa electoral, y estabilidad,
responsabilidad significa llevar adelante ese programa
electoral y ese programa de Gobierno, y, aunque no les guste,
los vamos a llevar adelante hasta que se agote la legislatura,
señor Aznar. (Fuertes y prolongados aplausos en los bancos del
Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Señor Aznar. (Rumores.)
¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: Señor Presidente, señorías, tiene toda
la razón el señor González cuando dice que aquí no se viene a
dar lecciones. Desde luego, no se trata de dar lecciones, sino
de pedir las responsabilidades que al Jefe de Gobierno le
corresponde en el estado de la Nación. Eso es exactamente de
lo que se trata. Y yo tengo la impresión, señor González, que
ha hecho el intento de escurrir el bulto y sigue eludiendo su
responsabilidad. Yo no creo que los españoles que hayan
seguido este debate, que estén siguiendo este debate, hayan
avanzado en confianza hacia usted; por el contrario, creo que
se pueden sentir todavía en estos momentos más defraudados.

No sé si le molesta que se le recuerde o no, pero usted en la
campaña electoral prometió dos cosas: trabajo y luchar contra
la corrupción, y sobre eso hay que hablar en el estado de la
Nación, sobre eso hay que hablar, y al día de hoy todo el
mundo sabe que usted no le dijo la verdad al país, todo el
mundo sabe que hay más paro y menos trabajo, todo el mundo
sabe que la corrupción ha continuado y se ha extendido, que no
se hizo nada antes y que no se cree que se vaya a hacer algo
ahora. Ese es el elemento esencial, y es por eso por lo que
usted en diez meses, señor González, ha perdido



Página 3169




su credibilidad, y, naturalmente, no puede ni generar la
confianza para la recuperación ni tener autoridad en la lucha
contra la corrupción. Usted habla --insiste una vez más-- y ha
hablado de catastrofismo y de recuperación. (Rumores.) Sí, sí,
ha hablado de catastrofismo y de recuperación. (Continúan los
rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: E incluso ha llegado a decir que
nosotros, que ya es decir, que ya es decir, que incluso
nosotros deseamos que el país vaya mal. (Rumores.)
Yo no sé si usted se siente muy a gusto con 3.700.000
parados --no sé si se siente muy a gusto-- o con la corrupción
que hay en el país. No sé si usted realmente llama en serio
recuperación a los más de 55.000 parados en el primer
trimestre del año, no sé si llama recuperación a los 144.000
empleos perdidos en el segundo semestre de 1993. ¿Les dice
usted a las familias de los 3.700.000 parados que realmente
tiene una esperanza cierta a corto plazo de que la economía
española empieza a mejorar? ¿Les dice usted a ese 40 por
ciento de jóvenes españoles que no tienen trabajo que estén
tranquilos, que después de doce años usted va a tomar las
medidas adecuadas y va a hacer lo posible por garantizarles un
puesto de trabajo? ¿Le dice usted a los trabajadores que ven
que sus industrias cierran todos los días que las cosas van a
cambiar? ¿Le puede usted llamar también, señor González,
recuperación a la magnitud del déficit del sector público? A
lo mejor eso son unos síntomas de recuperación. Negar el
déficit del sector público y levantarnos un día con un déficit
del 7,2 por ciento, es decir, pasar del 3,6 al 7,2, porque
ustedes afloran lo que antes habían estado ocultando, a lo
mejor es un síntoma de recuperación
Qué casualidad, señorías, y qué casualidad, señor González,
que siempre que hay elecciones aumenta el déficit. Y qué
casualidad los apaños que se suelen utilizar para
justificarlo. Se terminó la legislatura anterior con un
crédito extraordinario; se empieza esta legislatura con otro
crédito extraordinario, y trata usted de convencer del gran
esfuerzo presupuestario. El presupuesto más austero de los
últimos 20 años, el presupuesto de 1993, es el de mayor
déficit de la historia reciente de España, señor González. Y
está claro que aquello de lo que usted depende en nuestro país
no funciona. Con un crecimiento de precios mayor que el año
pasado, con un déficit que, en el mejor de los casos, será
igual que el del año pasado, con una inversión plana, con un
déficit exterior, que, a pesar de la mejoría, sigue siendo
grave, lo que hay que pedirle es que usted, señor González,
diga alguna vez la verdad.

También hay que explicar otra cosa. Usted dijo a los
pensionistas españoles que no se les iba a modificar su
sistema, y se lo ha modificado. Les ha incrementado a los
pensionistas el 3,5 por ciento y no el 4,7 por ciento
correspondiente a la inflación pasada. Y con una inflación del
5 por ciento interanual en enero, en febrero y en marzo, hoy
los pensionistas españoles pierden en sus pensiones; perderán,
si no se corrige a final de año, en enero, febrero y marzo, y
pierden cada uno de esos días. Que quede bien claro.

(Aplausos.)
Si su fracaso económico, en nuestra opinión, es rotundo, le
tengo que decir, señor González: Diga cuáles son las medidas
que usted ha adoptado para pretender ahora que sea creíble en
la lucha contra la corrupción. ¿Qué ha hecho usted sino
calificar de estupideces, de acusaciones de difamación, de
imputaciones a la opinión pública, de volver a hablar de casos
aislados y de eludir responsabilidades? No yo. Yo no mezclo
nada (Rumores.) No, perdonen. Yo supongo que, a lo mejor, esto
no gusta, pero el «Boletín Oficial del Estado», los fondos
reservados, la Guardia Civil, el Banco de España, el Cesid,
todo eso no está inventado, todo eso lo sabe muy bien la
opinión pública española. ¿Cómo pretende usted ahora, y le
vuelvo a repetir, que alguien le crea? Habla usted de
autoridad moral y de medidas adoptadas. Usted se negó a crear
una comisión de investigación sobre el asunto Rumasa; usted se
negó a crear una comisión de investigación sobre el caso
Ibercorp; usted se negó a crear una comisión de investigación
sobre el asunto Filesa; usted ha amparado todas las
obstrucciones, la inactividad y el sectarismo del Fiscal
General del Estado (Rumores.) «A ése ni se le toca», porque es
amigo. Usted ha tolerado un compadreo inaceptable en la
utilización de los fondos reservados; usted ha cercenado la
actuación de la Intervención General del Estado; usted ha
eliminado las barreras del control del gasto; usted ha
modificado todos los mecanismos de la contratación pública.

Esas son sus medidas, señor González. No ha hecho usted nada.

Se lo diré de otra manera: Nada, ni «dos por el precio de
uno», ni flick, ni flock. Nada, señor González. (Aplausos.)
Ha citado usted el caso de un consejero, diciendo que es
equivalente a un ministro. Muy bien. Pues, justamente porque
era consejero equivalente a un ministro se creó en las Cortes
de Castilla y León una comisión de investigación. (Rumores.)
Estableció sus conclusiones esa comisión de investigación. Su
Grupo no las aceptó, las depositó en el Fiscal General del
Estado y, qué curiosidad, el Fiscal General del Estado
entonces sí que ha actuado. Hubo comisión de investigación
creada por la mayoría del Partido Popular; como hubo comisión
de investigación en otro asunto, que es el asunto Naseiro, que
nosotos pedimos en esta Cámara y que ustedes votaron en
contra. (Fuertes aplausos en los bancos del Grupo Popular.--
Rumores y protestas.--Un señor Diputado: ¡Sí, señor!)



Página 3170




Ha hecho usted alguna referencia a eso que se ha comentado en
relación con la moción de censura.

Se han comentado también muchas cosas con la moción de
confianza y yo no le he escuchado a usted ninguna referencia a
ella. Si es que le parece a usted poca censura lo que le he
hecho o lo que le estoy haciendo, si quiere, se lo vuelvo a
repetir otra vez; (Fuertes protestas y rumores.) si le parece
poca censura, se lo vuelvo a repetir. (Aplausos en los bancos
del Grupo Popular.--Rumores y protestas.) En todo caso, ¿quién
le ha dicho a usted que no habrá una moción de censura?
(Rumores.--Un señor Diputado de los bancos del Grupo
Socialista pronuncia palabras que no se perciben.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio!



El señor AZNAR LOPEZ: Habla usted del impulso democrático, y
se lo diré en dos palabras. Señor González, no puede usted
confundir a estas alturas y seriamente en esta tribuna la
legitimidad y la cantidad. La legitimidad no depende de la
cantidad, y tan legítimo es un candidato propuesto por un
Grupo como un candidato propuesto por tres, por cuatro o por
cinco; (Rumores y
protestas.) Tan legítimo, exactamente tan legítimo. (Continúan
los rumores y protestas.) Y cuando usted habla de un candidato
de todos los Grupos, excepto del Grupo Popular, se olvida de
decir, que justamente, es un Grupo que representa a 8.200.000
voluntades en las últimas elecciones generales. No es un Grupo
cualquiera y que, naturalmente, no tiene una capacidad de
propuesta equivalente a un Grupo minoritario, dicho sea con
todos los respetos. Y cuando se habla de bloqueo, le tengo que
decir: Ustedes han presentado un candidato y nosotros hemos
presentado un candidato. Se lo repito: bloquea, y ha
bloqueado, el que, como usted, impide que el candidato del
Partido Popular sea votado en esta Cámara. (Fuertes rumores y
protestas.) Lo han impedido; lo impide usted. (Aplausos en los
bancos del Grupo Popular.--Fuertes rumores y protestas.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor AZNAR LOPEZ: Por último, en el cambio de leyes, hay
veces, señor González, que no responde a si está contenido
estrictamente en el texto constitucional o no. La Constitución
es mucho más que un texto: es el espíritu de consenso, de
pacto, que sirvió para encarrilar nuestra democracia y para
hacerla funcionar correctamente. Y yo le digo a usted:
Reflexione, señor González. (Un señor Diputado pronuncia
palabras que no se perciben.) No haga usted propuestas que
puedan romper ese espíritu constitucional. (Rumores.) Tenga
usted los recursos suficientes para reflexionar y no para
hacer la jugada que más le conviene, sino para hacer una
política que recupere realmente las instituciones en nuestro
país, que tanto su política de ocupación ha contribuido a
deteriorar. (Rumores y protestas.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor AZNAR LOPEZ: Señor González, al hablar de la actitud
del Partido Popular se le han olvidado algunas cuestiones que
yo le quisiera recordar. Yo le he ofrecido a usted, señor
González, en el debate de investidura, un acuerdo
institucional, un acuerdo económico --que le reiteré en los
presupuestos--, un acuerdo autonómico; se ha participado y se
ha negociado en las
conversaciones y en las negociaciones de la regeneración
democrática; se han apoyado las acciones del Gobierno en
relación con el pacto social y nos hemos opuesto a la huelga
general; se ha respaldado a su Gobierno en las negociaciones
comunitarias y se respalda a su Gobierno en política de
seguridad y en política antiterrorista. No somos nosotros los
causantes de que la situación del país sea la que es en este
momento; ni somos nosotros los responsables de que, en diez
meses, usted haya dilapidado el caudal de confianza que le
dieron los españoles. Porque usted es el principal y primer
responsable de la situación económica; porque usted es el
principal y primer responsable de los casos de corrupción y
del clima general de corrupción en España; porque usted es el
principal responsable de la
degradación de la vida pública española; porque usted es el
principal y primer responsable de un Gobierno incapaz; porque
usted es el primer y principal responsable de sus
incumplimientos electorales y porque usted es el responsable
de la situación general de deterioro del país, no puede usted
separar esa situación de su responsabilidad; al contrario, su
mayor
responsabilidad es evitarlo y, por supuesto, lo mejor que
puede hacer ahora, lo mejor que se puede hacer para que España
se empiece a recuperar, es marcharse. Lo demás, vendrá pronto.

(Fuertes aplausos en los bancos del Grupo Popular.--Rumores y
protestas.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Aznar.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez):
Muchísimas gracias, señor Presidente.

Señorías, ocurren los fenómenos que son inevitables. Si se
tienen preparadas las respuestas, incluso de la réplica, se
dicen cosas que uno no ha dicho. Usted creía que yo iba a
subirme a la tribuna a hablar de catastrofismo. No lo he
hecho, pero ya venía preparado... (Protestas y rumores en los
bancos del Grupo Popular.--Varios señores Diputados del mismo
Grupo: ¡Sí lo ha dicho, sí lo ha dicho!)



Página 3171




Señor Aznar, me pregunta si me atrevo a decirle a los
ciudadanos españoles que la situación económica está cambiando
y que el empleo va a mejorar. Me atrevo a decírselo.

(Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Hoy día
hay pocas personas en España, pocos responsables con
conocimiento de la situación económica general que estén
negando los síntomas de recuperación. Los agentes económicos
lo dicen, pero lo dicen públicamente, y lo dicen todos los
especialistas. Los que conocen la situación están reconociendo
que se inicia la recuperación. Yo me pregunto seriamente:
¿Usted por qué no lo quiere reconocer? ¿Por qué no lo reconoce
usted? ¿Porque no cree que se esté recuperando la economía o
porque hay intereses que son distintos de los intereses
generales del país? (Rumores.) Me temo que es esto lo que
ocurre. Ha citado algunos ejemplos. Yo no los voy a reiterar
todos, pero a algunos sí le voy a contestar. Vea usted el
programa electoral. Nosotros nos comprometimos con los
pensionistas a que se mantendría el poder adquisitivo. Léalo.

Estamos literalmente respetando lo que dice el programa
electoral del Partido. Garantías que no han podido creer de lo
que ustedes les decían y de eso no tiene la culpa nadie.

Usted ha seguido haciendo una mezcla de instituciones y de
personas, confundiéndolo todo. Igual que cuando habla de
contrataciones públicas, lo confunde todo. Yo no quería entrar
en ese debate. En las contrataciones públicas directas ustedes
dan el ejemplo de lo contrario, permanentemente y donde quiera
que están.

Usted ha dicho que yo he dado instrucciones contrarias a la
actuación del Fiscal General del Estado en algún caso. Los
fiscales han dicho lo contrario en una conferencia de
prensa... (Rumores en los bancos del Grupo Popular.) No digo
el Fiscal, digo los fiscales, que no tienen nada que ver con
el nombramiento o la designación del Gobierno.

Dice usted que en el impulso democrático lo que hay que tener
en cuenta es la cuestión de calidad y no la de cantidad. A mí
me turba mucho ese razonamiento para la democracia. (Protestas
en los bancos del Grupo Popular.--Rumores en los bancos del
Grupo Socialista.) No es la primera vez que lo oigo. Ese
razonamiento, en términos democráticos, me produce una gran
preocupación, como si hubiera votos que cualitativamente
pesaran más que otros. (Fuertes rumores en los bancos del
Grupo Popular.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Aquí hay
un problema de detectar quién está ligitimado para decir que
se obstaculiza o no todo lo que es el desarrollo del impulso
democrático.

Confundiéndolo de nuevo todo, usted ha mezclado los datos de
ocupación con los datos de paro. Como no ha hecho ninguna
referencia a la reforma laboral, a la reforma del mercado de
trabajo, le voy a recordar que se puede dar --y esta mañana lo
he dicho-- un incremento de la ocupación y, al mismo tiempo,
un incremento del paro registrado. (Continúan los rumores.) Es
elemental porque depende de cosas que no son sólo la evolución
económica. Está mejorando la ocupación y en el mes de marzo ha
mejorado también el paro registrado en relación con febrero o
marzo del año pasado, que es el último referente que tenemos.

Lo que ocurre es que cuando mejoran esas cifras se dice que
son estacionales y cuando empeoran no se dice nada más que el
Gobierno es responsable. Me atrevo a confiar en que siga este
proceso que se inicia de recuperación económica. Incluso me
atrevería a decir que si usted estuviera, como todos los demás
que están opinando con conocimiento de causa sobre el proceso
de recuperación económica, apuntando en esa misma dirección,
probablemente dentro de unos meses, cuando sea evidente para
todos, no tendrá que buscar una argumentación que le permita
corregir lo que en este momento ya empieza a ser evidente para
todos los que conocen la situación económica.

De nuevo ha entrado usted en los problemas de corrupción. Esta
mañana he dicho qué era lo que estábamos haciendo y lo que
estábamos dispuestos a hacer, y he sido coherente con lo que
he dicho en la campaña electoral. (Rumores.--La señora
Villalobos Talero: ¡Filesa!) Sí, asumo, repito, la
responsabilidad que me corresponde. Frente a la
responsabilidad que asumo, hay una no responsabilidad que no
se asume.

Usted me vuelve a reiterar algunos casos y yo le he hecho
alguna reflexión al respecto. Cuando usted ha hablado de
investigación en un asunto como el de la financiación de su
Partido, cuando ha hablado de investigación, no recuerda algo
que a mí me molesta de verdad recordar: ustedes votaron en
contra del suplicatorio del señor Sanchís, por algo sería.

(Rumores y protestas en los bancos del Grupo Popular.) Lean el
«Diario de Sesiones», no tengan la memoria flaca. No me
gustaría que siempre se planteara en esos términos.

Usted me dice que han hecho un ejemplo de responsabilidad.

(Fuertes rumores.)



El señor PRESIDENTE: Silencio, señorías.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Aznar, en el caso de Castilla y León hay un suplicatorio
solicitado, por consiguiente hay un procedimiento judicial en
marcha, ¿quiere usted decirme, por favor, quién asume la
responsabilidad política de ese nombramiento o para cuándo
queda esa responsabilidad



Página 3172




política? ¿Quiere usted decírmelo? Yo no lo he planteado, lo
ha planteado usted. ¿Alguna vez se va a asumir? Yo asumo la
que me corresponde. Quiero que se aclaren los hechos.

(Continúan los fuertes rumores en los bancos del Grupo
Popular.)
Finalmente, señor Aznar, usted ha dicho que ha propuesto un
acuerdo económico, un acuerdo autonómico. No, no es cierto.

Usted ha dicho que está dispuesto a una política de consenso
en temas institucionales y en temas de política exterior, pero
no ha hecho nada. Ha dicho algunas veces que coincidía con el
esfuerzo para contener el déficit, pero cuando se han
discutido los
presupuestos aquí todas las propuestas contradictorias que han
hecho han sido para aumentar el déficit y no para contenerlo.

(Protestas en los bancos del Grupo Popular.)
Usted ha hecho muchas propuestas de política económica en los
últimos meses, ninguna seria. Han tenido que cambiarla a cada
rato porque no han planteado nunca una política económica
seria para superar la crisis. Y no la han planteado
sencillamente porque ustedes quieren atender a todos los
frentes a la vez, ustedes quieren contentar a todo el mundo a
la vez. Como eso no es posible y la política consiste en optar
y ustedes no están dispuestos a optar, no podrán ofrecer nunca
un programa serio a este país hasta que no cambien. (Aplausos
en los bancos del Grupo Socialista.--El señor Aznar López pide
la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente. (Pausa.--
Rumores en los bancos del Grupo Popular.)
Permitirán que sea la Presidencia la que dirija el debate.

Sabe que es un turno absolutamente excepcional. Tiene la
palabra por un minuto, señor Aznar.




El señor AZNAR LOPEZ: Gracias, señor Presidente.

Muy brevemente. Todo el mundo sabe, señor González, el
prestigio público, la credibilidad, el crédito y la autoridad
con la que cuenta el Fiscal General del Estado, don Eligio
Hernández, por usted nombrado. Tiene tanta que sus propios
compañeros fiscales impugnaron su nombramiento, que todavía
está pendiente de ser resuelto por la Sala tercera del
Tribunal Supremo. Todo el mundo sabe también, señor González,
el éxito de su política económica. Supongo que se refiere a un
éxito industrial y a un éxito por el extraordinario número de
españoles que cada día en lugar de estar parados encuentran
trabajo. Eso sí que es tener un gran programa para este país,
señor González, que cada día haya más paro y menos trabajo.

Usted, señor González, también ofreció a los pensionistas el
mantenimiento de su capacidad adquisitiva. Media general,
media mensual del régimen general de pensiones, 1993, 82.400;
incremento del 3,5 por ciento, 2.884 pesetas; incremento sobre
el 4,7 por ciento, 3.873 pesetas. Le recuerdo a usted que la
inflación interanual de enero, febrero y marzo es del 5 por
ciento, salvo que usted invente un sistema para los
pensionistas, en virtud del cual todo se vaya a final del año
y todo se compre a final del año. Cuarta y última
consideración, señor Presidente. Señor González, las
responsabilidades de este Grupo Parlamentario se determinaron
en algún momento pidiendo una Comisión de Investigación. Tengo
mucha curiosidad por ver cómo afronta usted las suyas. Mañana
vamos a presentar una moción ante esta Cámara pidiendo una
Comisión de Investigación para el asunto Filesa, espero que
usted la apoye. (Aplausos.--Varios señores Diputados del Grupo
Popular: ¡Muy bien!)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Aznar.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Gracias,
señor Presidente.

Señor Aznar, usted se escapa por la credibilidad del Fiscal
General del Estado. Yo le he dicho, además, cuál era la
respuesta de los fiscales a lo que usted ha dicho, no del
propio Fiscal General del Estado (Rumores.--Un señor Diputado
del Grupo Popular pronuncia palabras que no se perciben.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Es duro
oír decir algunas cosas en la Cámara, señor Presidente;
incluso hablar de compra de fiscales. Esto es demasiado duro.

Por consiguiente, me parece que hay que limitar alguna...




El señor PRESIDENTE: Señor Presidente, si le puede ayudar en
su discurso, lo que ha oído la Presidencia es que está mal
nombrado. (Un señor Diputado del Grupo Popular: ¡Es que no se
entera!)



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Yo no me
entero de nada.

Señor Aznar, está mejorando la ocupación. Es verdad que hay
más contrataciones. ¿Por qué no lo admite usted? ¡Si ésta es
una buena noticia incluso para usted! Están aumentando las
contrataciones en este trimestre. Usted debería estar
dispuesto a admitirlo. Señor Aznar, haga usted un esfuerzo por
confortar de alguna manera a los ciudadanos y decirles que,
aunque el Gobierno no tuviera nada que ver, está mejorando su
situación desde el punto de vista económico, aunque fuera
porque estaba mejorando la situación internacional. ¿Tanto
trabajo le cuesta hacer un esfuerzo de generosidad?
Los pensionistas saben qué política de pensiones se ha hecho
durante muchos años y la que se hace ahora, y saben que ha
mejorado sustancialmente la política



Página 3173




de pensiones de nuestro país durante el mandato de este
Gobierno. Lo saben todos los pensionistas, incluso aquellos
pensionistas que no nos votan. Saben que se ha hecho un gran
esfuerzo para mejorar el sistema de pensiones. No digo que sea
suficiente. Cuando usted habla de cantidades, yo no voy a
tener la descortesía de recordar las cantidades que nosotros
encontramos cuando llegamos al Gobierno. (Rumores.) Se han
mejorado sustancialmente en términos de poder adquisitivo, de
capacidad de compra de los pensionistas y éstos lo saben. Y
vamos a seguir haciendo ese esfuerzo de mejora de acuerdo con
las posibilidades de nuestro país. (El señor García-Margallo y
Marfil: ¿Cuánto paro?)
Si ustedes proponen mañana comisiones de investigación,
háganlo que a lo mejor se encuentran con la sorpresa no sólo
de que se les aceptan, sino de que se les propone
complementarlas.

(Aplausos y rumores.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente. (Continúan los
rumores.) Silencio, señorías.

Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya,
tiene la palabra el señor Anguita. (Rumores.) Señorías,
guarden silencio y ocupen sus escaños. (Continúan los
rumores.)
Un momento, señor Anguita. Señorías, guarden silencio.

(Pausa.) Cuando quiera, señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya se une a las demás fuerzas parlamentarias en la
reprobación y condena a los últimos atentados terroristas.

Somos conscientes, señor Presidente, de nuestra modestia
numérica en este Parlamento, pero también somos conscientes de
que la propuesta de cambio que sedujo, por necesaria, a tantos
millones de españoles, se ha verificado fallida y agotada por
una
desviación del impulso primitivo y de los objetivos que se
preconizaban. Un tiempo político se ha agotado, señor
González, el de su proyecto. Se abren las perspectivas de una
nueva fase. De esta manera terminaba yo mi intervención, en
nombre del Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, en el último debate del llamado estado de la Nación
habido el 24 de marzo de 1992. Hoy, al subir a esta tribuna,
en nombre del citado Grupo, lo hago con dos referencias. La
primera, la experiencia acumulada de anteriores debates y, la
segunda, la profunda convicción de que estamos ante un debate
crucial, fundamental, proque se produce en una situación de
encrucijada.

Durante años hemos manifestado en este debate y en los de
investidura... (El señor González Lizondo: ¡Señor Presidente!)



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Anguita.

¿Señor González Lizondo?



El señor GONZALEZ LIZONDO: No podemos escuchar; no se nos
permite escuchar...




El señor PRESIDENTE: Señor González Lizondo, ¡no tiene la
palabra!



El señor GONZALEZ LIZONDO: Por lo menos pida orden.




El señor PRESIDENTE: Señor González Lizondo, si quiere hablar,
pida la palabra. No tiene la palabra. (Rumores.)
¡Señorías, ruego guarden silencio! (Pausa.)
Señor Anguita, continúe.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Decía que durante años hemos
manifestado en este debate y en los de investidura nuestras
críticas a una política y a unos modos de gobernar que han
conducido a nuestro país a una situación de postración y de
decadencia en lo económico, lo social, lo político, lo
cultural y lo moral.

A las críticas y advertencias que el tiempo se ha encargado de
demostrar que fueron correctas, y además verificadas en la
realidad, el Presidente del Gobierno opuso siempre argumentos
tangenciales y escapistas, además de anticipos optimistas de
futuro que nunca se cumplieron. Las expresiones de que estamos
saliendo de la crisis, que ya se avizora la aurora y que
estamos llegando a unas cotas mejores, las venimos escuchando
hace años, años y años, y la realidad se encarga de
desmentirlas.

Junto a las críticas y las advertencias hemos planteado
reiteradamente nuestra disposición a crear una nueva situación
desde la izquierda. Y llamo la atención en este hemiciclo
sobre la expresión que acabo de citar. Es decir, hemos
manifestado nuestra predisposición a quemarnos en la
corresponsabilidad de defender y aplicar un programa de
progreso, de avance social y de profundización democrática.

Así fue el ofrecimiento que yo mismo hice en esta tribuna el 5
de abril de 1990, en torno a una propuesta de 25 puntos. De la
misma manera, el señor Ribó, Presidente de Iniciativa per
Catalunya, en el debate de
investidura del pasado 8 de julio, decía: Quisiera que le
quedase meridianamente clara nuestra disponibilidad al
diálogo. Como le planteaba al principio, se trata de una
disponibilidad que emana del convencimiento que hemos
intentado desarrollar en esta intervención: hacen falta otras
políticas para salir de la crisis. A nuestras propuestas, el
señor Presidente ha contestado, siempre, por sistema, con
displicentes y ominosos silencios. Somos conscientes de que
este debate se inscribe en lo que ya anunciábamos hace dos
años: el final de un ciclo político, un final consecuente con
la reiteración



Página 3174




y la perseverancia en una política injusta y errática; un
final marcado por el desorden económico, el desorden social,
el desorden político, el desorden moral y el desorden ético.

Nuestro país ha sufrido una fuerte pérdida de tejido
productivo, de capacidad de generar la auténtica riqueza, que
no es otra que la creación de bienes y de servicios. Nuestro
país está inmerso en una espiral creciente de cierre de
empresas. Ocupamos el primer puesto --el primer puesto--,
entre todos los países de la Unión Europea, en paro, el 24 por
ciento; precariedad en el empleo, el 40 por ciento; y el
primer puesto en accidentes laborales. Y permítanme un
comentario marginal, señorías. Cuando hace tiempo tuve que
escuchar al señor Presidente del Gobierno y al señor Ministro
de Trabajo comentar jocosamente si habría habido una guerra,
por el número de pensiones como consecuencia de
invalidez, recordaba esta cifra de accidentes laborales.

Faltaba colocar por encima de esta tragedia comentarios de
jocoso y dudoso gusto.

Esta política económica ha alineado al señor González con los
jefes de Gobierno conservadores de Europa en torno a una misma
idea política, consistente en la privatización de lo público,
la destrucción del Estado del bienestar y el intento de
marginación de los sindicatos. El desorden social se deriva de
la
contradicción surgida entre el origen social del voto, que le
llevó a la Presidencia del Gobierno y la política económica y
social desarrollada. No ha habido voluntad de diálogo del
Gobierno del señor González con los agentes sociales. Una
situación de desorden social, hija además de la contrarreforma
laboral hecha al alimón entre el Gobierno y sus aliados y
consecuencia también de la más sigilosa, pero no por ello
menos grave, contrarreforma fiscal, también hecha al alimón
con los aliados, porque en cierta manera, en este debate del
estado de la nación, también se examina Convergència i Unió.

Esta grave situación social dio origen a la respuesta
contundente del 27 de enero, que se sigue manifestando en
todas y cada una de las acciones y de los trabajadores de las
empresas y sectores que se cierran. Y se cierran porque se
aprovechan de las
facilidades que en otro tiempo se concedieron y se siguen
concediendo para hacer mangas y capirotes en la economía
española: Suzuki-Santana, Gillette, Ebro, etcétera. Un
desorden producto, entre otros, de la opción por unos
parámetros de convergencia nominal con Europa, que se han
demostrado inviables, ineficaces e injustos. Un desorden
político que nace de una situación en la que determinados
mecanismos económicos, políticos o de rentas se distribuyen en
función del poder de forzar alianzas y apoyos de cada cual y
no de un modelo social
mayoritariamente compartido. Una acción de Gobierno cada vez
más alejada de los criterios y fundamentos que cimentan la
construcción del Estado social y democrático de Derecho. Un
lenguaje hiperbólico, referido a una práctica raquítica, ha
transformado lo que ha venido en calificarse impulso
democrático en una espesa, lenta y poco productiva negociación
para proveer las vacantes de determinadas instituciones y
organismos del Estado. La expresión impulso democrático es
algo mucho mayor, de mayor ambición y de mayor enjundia. Un
desorden moral y ético, producto de una subversión de valores,
practicada y defendida desde el discurso oficial. Así, la
modernidad, que no es otra cosa que centralidad humana,
consecución de los derechos humanos y, por ende, aplicación de
los aspectos avanzados de nuestra Constitución, se ha hecho
sinónimo de negocio fácil, de
rentabilidad inmediata, de enriquecimientourgente. El concepto
modernidad se ha utilizado como mito y como velo ideológico
para anestesiar la conciencia crítica y eliminar los valores
de previsión, esfuerzo, racionalidad, laboriosidad, etcétera.

Las necesidades reales, concretas y urgentes de vivienda,
trabajo, salud, transporte público, etcétera, se han
subordinado a irrealizables, por perentorios, objetivos
macroeconómicos. Pero no sólo estamos ante el final de un
ciclo, estamos
fundamentalmente en el final de la prórroga que el pueblo
español le otorgó el 6 de junio del año pasado. En esas
elecciones, convocadas también en abierta contradicción con
afirmaciones anteriores hechas por S.S. aquí, su propuesta
basculó entre la promesa de otro cambio y la invocación al
peligro de que venía la derecha. Apenas terminaron las urnas
de cerrarse, S.S. optó por las alianzas y los apoyos políticos
conformes con lo que ya tenía diseñado, un giro de tuerca más
en su política neoliberal y conservadora: la reforma del
mercado laboral.

En estos momentos tiene usted, señor González, por tanto, una
triple responsabilidad, la responsabilidad de la situación
económica, social, política, cultural, ética y moral que
padece nuestro país; la responsabilidad que dimana de los
acontecimientos ocurridos en los últimos días en torno al
escándalo del ex Gobernador del Banco de España. Señor
González, por encima del Gobernador del Banco de España está
S.S., que sigue siendo el mismo Presidente de Gobierno que
cuando estalló el caso Ibercorp. Recuerde S.S. la respuesta
que medio en el debate de 1992 cuando le pregunté por qué no
había admitido la dimisión de Mariano Rubio. ¿La sigue
manteniendo su señoría? La responsabilidad mayor que S.S.

tiene, como consecuencia de la confusión interesada de mezclar
un lenguaje progresista con una práctica de política
conservadora, es la de haber ayudado al crecimiento electoral
de la derecha. Usted ha hecho la política económica que la
derecha desea y desearía, pero que no se hubiese atrevido a
realizar caso de estar gobernando. Y esa perversión política
que supone el uso de la fuerza recibida en las urnas contra
quienes se la otorgaron está en el origen de la posición que
hoy ocupa el principal partido conservador de esta Cámara.




Página 3175




Ante los recientes casos de corrupción aparecidos, S.S. ha
guardado silencio y no ha querido, como era su obligación y lo
demandaba la gravedad del problema, señalar las
responsabilidades políticas y exigirlas. Eso y después del
silencio sobre el tema en su discurso esta mañana, significa
que S.S. las asume en exclusividad.

Su señoría ha planteado esta mañana una serie de medidas de
tipo jurídico-político para atajar la corrupción. Le recuerdo
que ya planteó algunas en el debate de 1992 y su nivel de
cumplimiento ha sido más que deficiente. Por tanto, el
problema no está en que haya o no haya medidas, sino en la
credibilidad de quien tiene la mayor responsabilidad para
cumplirlas y hacerlas cumplir. Nosotros creemos que en lo
tocante a credibilidad, S.S. ya no tiene ninguna.

Cuando una acción de Gobierno, además, deviene en la triple
responsabilidad en que ha devenido la suya y se ha perdido la
credibilidad, los más elementales principios de funcionamiento
y conducta democráticos imponen la toma de una decisión.

Supongo, creo, que en esos bancos (Señalando a los del Grupo
Socialista.) y en la fuerza política que representan habrá
alguien capaz de asumir el mandato que su fuerza política
recibió de las urnas el día 6 de junio del año pasado. Se
impone con urgencia, por mor del interés general, este relevo
y la acción parlamentaria consiguiente, pero antes se impone
su dimisión, la cual, con toda serenidad pero con toda
responsabilidad, demando de S.S. en este momento.

Señoras y señores Diputados, se acepte o no se acepte lo que
acabo de pedir, es indudable que el problema fundamental que
debemos abordar es el de ahora qué, en estos momentos de
encrucijada. El problema es la salida de la situación en que
se encuentra la sociedad española, una sociedad que explicita
una sensación de final de ciclo, un esperar a ver ante el
inminente bloqueo de la política actual como acción para hacer
las cosas. Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya quiere
dirigirse a los ciudadanos y a las ciudadanas y a sus
representantes en esta Cámara para manifestarles dos
convicciones profundas. La primera, que es posible salir de
esta situación, por eso convocamos a la esperanza, convocamos
a la ilusión. La segunda, que es preciso que los sectores,
organizaciones y colectivos más conscientes, más sensibles y
dinámicos de la sociedad tomen una actitud beligerante contra
la corrupción y tomen, además, el compromiso imprescindible
para la regeneración material y moral de nuestro país.

Convocamos a la valentía. Hacemos un llamamiento en torno a
una acción explicitada en el desarrollo de tres conceptos:
rectificar, como corrección y cambio de rumbo en la política;
regenerar, como impulso desde el seno de la sociedad capaz de
generar la hegemonía para los valores éticos y sociales que
los cohesionan; modernizar, que es desarrollar los conceptos
tradicionales de racionalidad, previsión, laboriosidad,
esfuerzo y eficiencia en aras a la consecución plena de los
contenidos del Estado social y democrático de Derecho.

Desde esta tribuna proponemos una acción política basada en
tres reformas: la reforma de la política económica; la reforma
del Estado y la reforma de la política.

El objetivo de reforma de la política económica es desarrollar
los contenidos del Estado social y democrático de Derecho y,
dentro de ellos y de manera muy especial, y por eso
prioritaria, el artículo 40 de nuestra Constitución que
mandata a los poderes públicos a que realicen una política
orientada al pleno empleo; un pleno empleo que sólo es posible
acometerlo desde una acción de Gobierno ligada al desarrollo
sostenible, a la creación de tejido productivo y a la
reducción paulatina de la jornada laboral. Y esta política
económica se basa en el desarrollo de cuatro conceptos
constitucionalmente fundamentados: el de planificación
democrática, el de austeridad, el de solidaridad y el de
corresponsabilidad. El artículo 128 de nuestra
Constitución es rotundo y claro cuando afirma que toda la
riqueza del país en sus distintas formas, sea cual fuere su
titularidad, está subordinada al interés general. Desde esta
base
constitucional y desde las previsiones de planificación
democrática que contempla el artículo 131, proponemos una
planificación integrada de recursos ceñida a tres líneas de
actuación: gestión de la demanda colectiva cubriendo las
necesidades básicas en vivienda, transporte público, salud,
educación, etcétera; labor de brújula y orientación a la
iniciativa privada; labor ejemplarizante de un sector público
fuerte. En el marco de esta triple acción situamos nuestra
política de empleo y nuestra política presupuestaria. Una
política de empleo que reemplace la llamada reforma del
mercado laboral y las otras medidas concomitantes con la
misma,
centrándose de inmediato en la reducción de la precariedad y
en el restablecimiento de la causalidad en la contratación.

Una política presupuestaria que haga girar la gestión del
déficit público en torno a la austeridad selectiva,
privilegiando las políticas sociales, y una reforma fiscal que
permita la
suficiencia al sector financiero. Esto obliga a una lucha
decidida contra el fraude fiscal y a dotar de efectiva
progresividad al sistema tributario, potenciando la
tributación de las rentas distinta del trabajo dependiente,
operando
modificaciones en el Impuesto sobre el Patrimonio para que
tenga como objeto la recaudación impositiva, en especial sobre
las grandes fortunas, o, incluso, creando nuevas figuras
tributarias, como el impuesto sobre viviendas desocupadas,
impuesto sobre ciertos bienes suntuarios o tasas de aplicación
ecológica. Ligado a la planificación democrática se impone el
impulso a un sector público fuerte, democratizado y



Página 3176




participado en su gestión y en su control al servicio de una
reindustrialización al aire de nuevas tecnologías con nulos
costes ambientales y una reducción de costes energéticos; un
fuerte sector público también para el sistema financiero que
comenzaría por la inmediata paralización de la privatización
de la Corporación Argentaria y haciendo de ella el motor
financiero para las pymes, cooperativas, etcétera. Al aire de
esta propuesta mostramos nuestra apuesta por que la
Corporación Argentaria adquiera Banesto, y así, de la misma
manera, rechazamos el intento de que se «automice», y por
tanto pierda la vinculación directa con el ejercicio de
gobernar, el Banco de España. No menos importante es el
insistir en la democratización de la empresa, que debe incluir
la plena participación de los
trabajadores en las decisiones empresariales que les afecten,
especialmente en lo que respecta a la propuesta de creación de
fondos de inversión obligatoria para canalizar una parte de
los beneficios empresariales a la creación de empleo
fomentando la formación colectiva de capital.

Como consecuencia de la planificación democrática y de la
corresponsabilidad, se impone la ampliación del Consejo
Económico y Social a la participación, con fuerte peso, de las
comunidades autónomas. Esa acción de corresponsabilidad, de
solidaridad en la construcción del Estado social y democrático
de Derecho es la que nos conduce a una necesaria consecuencia:
la reforma del Estado. Nuestra propuesta de reforma del Estado
se deriva de la corresponsabilidad en la construcción de otro
tipo de sociedad y en la asunción, con criterios realistas, de
los precipitados históricos existentes en nuestro país; una
asunción que implica reconocimiento y acción común para
impulsar mayores metas de libertad y de justicia. Nuestra
propuesta de Estado federal arranca del convencimiento de que
la construcción de dicho Estado, desde la situación
constitucional existente y el Título VIII, es obra de la
aceptación, el compromiso y la acción solidaria y la posición
clara de todas y cada una de las fuerzas políticas en esta
cuestión. La construcción del Estado federal implica el
cumplimiento del Título VIII, tal y como está
desarrollado en todos sus artículos, y ello significa también
superar el freno que para tal desarrollo supone el pacto
autonómico firmado por el Gobierno, el PSOE y el PP y
desarrollado después en acciones legales oportunas.

La federalización del Estado supone tener presente, a efectos
de competencias, de financiación y de corresponsabilidad, que
el Estado español tiene tres administraciones y que entre
ellas no hay más jerarquía que la jerarquía normativa.

Propugnamos un pacto institucional consistente en la
clarificación competencial y en la asignación de recursos
económicos desde la
corresponsabilidad en alumbrar un nuevo Estado por parte de
las tres administraciones que lo componen.

El Estado federal significa una amplia remodelación de la
Administración local, con paulatina desaparición de las
diputaciones, la potenciación del hecho comarcal y la asunción
por parte de las comunidades autónomas de responsabilidades de
la Administración periférica del Estado. El Estado federal
significa la transformación del Senado en una Cámara de
representación territorial con las facultades y atribuciones
que dicha representación conlleva. Un Estado federal en el
cual, igual que ahora incluso sin ser federal, tengamos unas
Fuerzas Armadas basadas en la profesionalidad de todos sus
integrantes y componentes.

Pero hablar de Estado federal o simplemente hablar de Estado
es afrontar la cuestión vital de la construcción europea.

Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya han puesto siempre un
especial énfasis en la palabra construcción en vez de en la
palabra integración, y no es una cuestión puramente semántica
sino eminentemente política. Construir significa
participación, proyecto compartido, superación colectiva de lo
existente. Por eso somos partidarios de lo que tantas veces
hemos dicho en esta Cámara: el impulso hacia un proceso
constituyente para Europa que tenga como motor una verdadera y
plenamente democrática unión política; una unión política en
la que los ciudadanos, a través de un Parlamento Europeo con
grandes poderes de liquidación y control, gobiernen los
procesos de toma de decisiones. Este impulso hacia la unión
política europea es hoy más necesario que nunca cuando el
modelo Maastricht está agotado y cuando hay que afrontar una
ampliación de la que hemos sido fervientes
defensores. Es preciso construir una Europa unida,
independiente, justa, solidaria y cohesionada económica y
socialmente, en la que la consecución del pleno empleo sea un
objetivo básico. Sin una Europa social y gobernada desde la
unidad política, no habrá Europa; es más, habrá una anti-
Europa, sin un mercado único, incluso imperfecto, ente otras
cosas por la inexistencia de una verdadera Hacienda pública
comunitaria con un marcado contenido redistributivo. Esa es la
auténtica explicación de la cohesión económica y social, no
unos fondos. Por todo ello es
imprescindible asumir desde ya el compromiso de que España
plantee, en el momento de la revisión institucional de 1996,
un cambio de rumbo que suponga la superación del déficit
democrático y un profundo contenido social en la construcción
europea, y no esperando a ese año; ni los plazos ni las
condiciones para la Unión Económica y Monetaria, actualmente
en vigor, son asumibles sin costes brutales y faltos de
sentido. España debe proponer un cambio radical; un cambio
radical que también debería afectar a la política exterior y
de seguridad común, que debe ser parte consustancial de la
construcción Europea si no queremos que se repitan los graves
errores, las contradicciones



Página 3177




y la pasividad de la Unión en la penosa guerra que asola
Bosnia-Herzegovina.

Sólo unas palabras en temas internacionales. Hay que apostar
por un nuevo orden internacional democrático, no unipolar, en
el que es básico reformar democráticamente el sistema de las
Naciones Unidas, algo en lo que España no está siendo
suficientemente activa hoy por hoy. Hay que apoyar el
cumplimiento íntegro y rápido de los acuerdos palestino-
israelíes, como paso inicial de un proceso que debe culminar
con la creación de un Estado palestino independiente, de
acuerdo con las resoluciones de las Naciones Unidas. Hay que
apoyar a los gobiernos democráticos que están surgiendo de
elecciones como las de Suráfrica y seguir participando en las
misiones de paz de la ONU, como lo hemos hecho en la antigua
Yugoslavia. Pero desde aquí no queremos pasar por alto un
hecho que nos parece fundamental. El futuro del pueblo
saharaui se está jugando en estos meses. Creemos que el
Gobierno no está actuando ni coherente ni activamente en un
conflicto en el que España tiene una responsabilidad
histórica. El Ejecutivo tiene que demandar a Marruecos que
deje de torpedear el cumplimiento del plan de paz de Naciones
Unidas adoptado en 1990 y tiene que presionar en esa
dirección.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, le ruego concluya.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Señoras y señores Diputados, inicio
el final de mi intervención.

Nuestra intervención ha evitado hasta aquí y quiere seguir
evitando, porque esto no puede transformarse en un circo
romano, ni menos en un pugilato «energuménico», ha evitado,
digo, y quiere seguir evitando ser instrumento de la justa
cólera de la sociedad española. Hemos hecho una crítica dura
al Gobierno y una crítica muy dura a los principios de
política económica y social que han informado su acción. Al
hacer esa crítica estamos también siendo críticos con quienes
sostienen al Gobierno por sus pactos --me refiero a
Convergència i Unió-- y acuerdos con quienes comparten con él
la misma filosofía de política económica y de política
social --y se amplía ya el espectro en la Cámara--. Hemos
hecho la crítica con dureza, porque la situación no admite
contemplaciones ni equilibrios lingüísticos, pero lo hemos
hecho y lo seguimos haciendo con muchísima serenidad. No hemos
querido caer en la tentación de utilizar los casos de
corrupción como la antesala de un lodazal dialéctico. Estamos
demostrando, con nuestra acción política, que nos situamos en
la primera línea de lucha contra la corrupción y que, también,
con modestia, nos situamos en la primera línea de la
ejemplaridad. También luchamos con el ejemplo.

Pero el problema de la corrupción no se ataca sin ir al fondo,
e ir al fondo del problema es acometer la tercera gran reforma
que yo proponía, la reforma de la política. Nos gustaría hacer
una afirmación solemne y clara en el sentido de que no podemos
asumir, en absoluto, ligar la corrupción al ámbito exclusivo
de lo público o de lo político. En este país de Ibercorp, de
KIO, de Bertrán de Caralt, de empresarios que cobran
subvenciones para empresas que nunca montan, de banestos, de
etcéteras, la
corrupción es algo que también afecta ¡y de qué manera! al
ámbito del sector privado, porque donde hay corruptos hay
corruptores, y ambos se entrelazan, se potencian, se ocultan,
se apoyan o se acusan cuando sus corrupciones saltan a la luz
pública.

El problema de la corrupción es un problema de valores, por
supuesto, pero también es un problema de funcionamiento
político. La corrupción extrae sus negras aguas de varios y
oscuros manantiales: políticas económicas y sociales no
concordes con las necesidades más elementales del ser humano;
excesivas y rápidas concentraciones de poder económico;
desviaciones perversas del poder político; la existencia de un
doble Estado, es decir, la ampliación de la parte del aparato
de Estado no sujeta a control alguno y, lo que es más
importante, su predominio, cada vez más real, sobre el
conjunto de las instituciones. Analicemos, a la luz de esta
situación, los datos e informaciones que nos
suministra el llamado caso Roldán. La creciente impotencia del
soberano, es decir, del pueblo, como consecuencia de la
mercantilización de la política; el sometimiento de la acción
política a las reglas de juego del mercado; la concepción de
la democracia como técnica, como proceso desligado de
cualquier idea o proyecto de transformación social; la
filosofía política que tienda a igualar a las fuerzas
políticas bajo el pretexto de «superar», entre comillas, a los
«arcaicos», entre comillas, partidos ideológicos; la
sustitución del programa por el
marketing electoral, comercial, con el único fin de conseguir
votos a cualquier precio; las reformas electorales derivadas
de la consideración de «ingobernables», entre comillas, a los
sistemas proporcionales. Del concepto de democracia como
participación de todos en todo se ha llegado al desarrollo del
concepto como actividad electoral cada equis número de años.

Esta visión, en un momento en el que para salir de la actual
situación hace falta el concurso ilusionado de la sociedad,
exige una reforma en profundidad de la política, no sólo para
poner los cimientos y el desarrollo de otra sociedad, sino
también para acabar con las bases oscuras que cimentan la
corrupción.

Proponemos las siguientes reformas, como epígrafe, señor
Presidente, para no gastar mucho tiempo. Reforma del sistema
electoral, reforma de los Reglamentos del Congreso y del
Senado, reforma de la justicia, reforma del Tribunal de
Cuentas, del control parlamentario y del gasto público,
reforma en la elección de los órganos de gobierno de las
instituciones, reforma del



Página 3178




Consejo Económico y Social, reforma y fomento de la
participación social y ciudadana, reforma del Estatuto de
Radiotelevisión Española, reforma de las administraciones
públicas, financiaciónn de los partidos políticos y medidas
contra la corrupción en la actividad pública. Cada epígrafe
nuestro, de éstos que acabo de leer, contiene un conjunto de
medidas específicas que, sumadas, arrojan un total de noventa
y cuatro y que, como comprenderán SS.SS., el tiempo que ya
estoy agotando me impide pormenorizar. Termino, señoras y
señores Diputados. La sociedad española, el pueblo español, no
puede permitirse por más tiempo continuar en una fase de
crispación o de desfonde; razones, desde luego, no faltan,
pero sugerencias interesadas, a fin de atizar la
tentación de hacer tabla rasa del sistema democrático, tampoco
faltan. Estamos mal, lo sabemos, pero, como hemos dicho en
nuestra intervención, hay un caudal de energía y de virtudes
cívicas que, junto con la ilusión necesaria, nos pueden
permitir salir en positivo. Quien ha fracasado no ha sido ni
el pueblo ni la sociedad; quien ha fracasado ha sido un
Gobierno concreto y la persona que lo ha dirigido durante doce
años, y esa dirección se ha hecho con políticas que no
respondían, en absoluto, a lo prometido en campañas
electorales. El señor González no ha fracasado por haber hecho
una política de izquierdas, sino que, justamente, ha fracasado
por todo lo contrario, por haber realizado una acción de
Gobierno que se ha igualado, en valores, medidas de Gobierno y
acciones, a la atribuida justamente a los bancos de la
supuesta alternativa. El señor González ha fracasado porque
recibió los votos desde la izquierda y los compartió con otras
fuerzas de línea conservadora para realizar una política
contraria a los intereses de quienes le otorgaron la
confianza. Por tanto, señoras y señores Diputados, dejemos ya
el esfuerzo inútil de hurgar y hurgar en lo que ha sido
evidente, salgamos de la encrucijada, como dije al principio,
luchemos contra esa política y demos paso a una nueva
situación; una nueva situación producida por el apoyo
ilusionado, solidario y corresponsable que esta propuesta del
Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya
reciba por parte de quienes son los destinatarios de la misma.

Muchas gracias. (Aplausos en los bancos del Grupo Federal de
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya.--El señor Romero
Ruiz: ¡Muy bien!)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Señor Presidente del Gobierno, tiene la palabra.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, voy a intentar no reiterar algunas de
las argumentaciones que ya he dado a lo largo de la mañana y
en el debate de la tarde. Quiero agradecer el carácter
constructivo, a pesar de pedir la dimisión, de la intervención
del señor Anguita. El señor Anguita hace propuestas y parte de
una
reflexión en esas propuestas, que es una reiteración de lo que
él ha llamado una oferta, digamos que de programa común o de
coalición, no sé como llamarlo, pero una oferta de pacto con
el Gobierno, y me voy a centrar, no sólo por cortesía
parlamentaria sino por convicción política, en esa respuesta
que no quiero de ninguna manera que diga que eludo o que no
doy a Izquierda Unida. A mi juicio, el problema es que no es
posible hacer un programa común --como se quiera llamar-- o
una coalición con Izquierda Unida porque no estamos de acuerdo
en problemas que son
fundamentales para el desarrollo programático. Y S.S. ha hecho
aquí el esfuerzo de explicarlo, y yo, además, respeto ese
esfuerzo que ha hecho de la explicación, porque me facilita
enormemente la tarea. Es verdad que no estoy de acuerdo en
algunos de los juicios de valor que hace sobre la tarea del
Gobierno, pero también es cierto que no vemos de la misma
forma ni la política económica ni la política europea, por
hablar de dos pilares que pueden y deben fundamentar toda la
acción de un Gobierno. Y como no lo vemos de la misma manera
sería --y lo viene siendo--prácticamente imposible llegar a un
acuerdo que permita una respuesta conjunta que se articule de
una o de otra manera. Por ejemplo, usted empezaba su
intervención hablando, en relación con el Gobierno, de su
postura contra la privatización de lo público, contra la
destrucción del Estado del bienestar, contra una actitud, por
parte de la política gubernamental más o menos calificada de
antisindicalista. Recordaba la reforma laboral y recordaba la
huelga del pasado 27-E.

Yo no quiero dejar lugar a dudas. Cuando se habla de la
privatización de lo público le tengo que responder --
naturalmente con brevedad, y, repito, no sólo por cortesía
sino profundizando en lo que de verdad es el meollo de la
materia--: depende. Depende de lo que se entienda por
privatización de lo público. Yo no me opongo ideológicamente a
la privatización de
determinadas empresas del sector público, al contrario, lo
hemos hecho, lo estamos haciendo y lo seguiremos haciendo.

Pero si me hablan de privatizar la sanidad, les diría: no,
creo que no es posible. Si me hablan, en el sentido que
algunos lo hacen, de privatizar la educación, aceptando el
régimen de conciertos, diría: no. Si me hablan de privatizar
el régimen general de pensiones, diría: no. Por consiguiente,
hay privatizaciones con las que no estoy de acuerdo y otras,
sin embargo, con las que estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo
con que el Gobierno, el Estado, no tenga una actividad
empresarial, como usted ha defendido --y yo lo respeto-- desde
esta tribuna. Estoy de acuerdo en que el Estado se salga de
actividades que se pueden hacer desde el sector privado, a mi
juicio, con mayor eficacia. Hemos propuesto --y usted ha
citado el ejemplo concreto-- la privatización, entre otras,
progresiva, de Argentaria como grupo público.




Página 3179




Y le diré cuál es el fondo del problema. Yo creo que el tipo
de interés, en definitiva el precio del dinero, es algo que
uno no puede fijar caprichosamente. El precio del dinero no
puede ser diferente para una entidad pública y para una
entidad privada. Se pueden hacer políticas sectoriales a
través de un Instituto de Crédito Oficial que mejore, para
algunas políticas muy concretas, los tipos de interés. Pero
creo que es inútil el esfuerzo de mantener un banco como
público pretendiendo que ese banco no compita en igualdad de
condiciones con los bancos privados, porque, en definitiva,
alguien paga esa diferencia, y termina pagándola siempre el
mismo, el ciudadano. Alguien paga la diferencia que hay entre
la actividad que desarrolla un banco público y un banco
privado. Por consiguiente, no estoy
planteándolo en términos ideológicos, y quizás ése sea el
demérito que usted vea. Estoy planteándolo en unos términos
que probablemente están en el meollo de las ideas. ¿Merece la
pena que se pague por los ciudadanos la diferencia de tipos de
interés por, ideológicamente, tener la satisfacción de tener
dentro del sector público a un grupo financiero? Usted dice
que es
partidario de que Banesto --y estamos a pocos días de ese
concurso-- pase a Argentaria. Yo no podría afirmar lo mismo.

Dependerá de las condiciones que cada uno ofrezca. ¿Cómo
podría yo decir quién va a ofrecer las condiciones que más
beneficien al interés público? De esto, que es un elemento
esencial de la política --no por el ejemplo sino por lo que
significa--, no puedo hacer una cuestión de ideología que los
demás tengan que pagar.

Por consiguiente, me gustaría que eso se entendiera bien. No
estamos de acuerdo con esa visión que se tiene de lo público
por parte de S.S., pero no somos fanáticos de la
privatización, sino lo contrario. Se ha hecho mucha ideología
de lo público, ha sido un tremendo fracaso cuando la ideología
ha dominado lo público y ha expandido el sector público a
muchas actividades económicas, y también creo que es un gran
fracaso el fanatismo que supondría el caer en la ideología
absoluta de lo privado contra lo público, y, por tanto,
tampoco lo comparto. Quiero decir con eso, por consiguiente,
que hay cosas que creo que deben estar en el sector público,
porque creo que la educación, salvo sectores que viven al
margen incluso del régimen de concierto, es lógico que sea una
preocupación y una responsabilidad pública, salvo ese pequeño
segmento, que puede ser pequeño o puede ser más grande, pero
es evidente que en una sociedad que facilita enseñanza
gratuita ese segmento nunca será demasiado grande, y lo mismo
ocurrirá con la sanidad. Usted nos ha dicho que la política
conduce a la
destrucción del Estado del bienestsar, más o menos con esas
palabras --y yo me excuso si no las empleo exactamente en sus
términos--. Mire usted, por lo menos debería reconocer que una
parte de lo que hay de Estado de bienestar en España ha sido
el desarrollo de una política social que este Gobierno ha
hecho en los últimos años. Por tanto, hay un retrato en
negativo que usted hace y debería hacer un retrato más
realista, más compensado del esfuerzo que durante estos años
se ha hecho para ir construyendo lo que se ha entendido en
toda la sociedad europea como una sociedad del bienestar. ¿Nos
sentimos satisfechos del nivel que se ha alcanzado? No.

¿Tememos los riesgos del Estado del
bienestar, los riesgos que corre en situaciones donde hay
problemas no sólo coyunturales, desde el punto de vista
económico, sino estructurales? Sí, tenemos preocupación y
queremos defender el Estado del bienestar. No lo planteamos
como un problema carente de trasfondo de ideas, de visión de
una sociedad homogénea, o de visión de una sociedad
cohesionada, por ser más preciso, y no homogénea.

Usted ha dicho que se ha hecho una política antisindical. Me
gustaría decirle que si se fundamenta usted en la reforma del
mercado de trabajo, yo creo, estimo que se equivoca. Cuando
usted apela, por ejemplo, a la causalidad, cosa que ya
discutimos en el debate de investidura, a la causalidad en la
relación laboral en la contratación, la reforma del mercado de
trabajo tiende a recuperar el elemento de la causalidad como
determinante de la relación. Ya lo discutimos y lo debatimos
amplísimamente la última vez. De nuevo hay que intentar
repasar el sentido de la reforma. Se puede criticar por otros
aspectos, pero no porque haya una quiebra del principio de
causalidad. Hay un
restablecimiento del principio de causalidad en todo lo que es
la intencionalidad y la motivación de la reforma. Se puede
estar a favor o en contra de la reforma, pero no se puede
dejar de reconocer que la negociación colectiva a partir de la
reforma será mucho más la responsabilidad de los
interlocutores sociales, y, por consiguiente, supondrá que
tiene que haber una mayor representación y responsabilidad,
pero, sobre todo, se debe reconocer que ha habido muchas
leyes. Yo esperaría algunas críticas en sentido contrario,
pero no en el sentido que me hace. Ha habido una legislación
abundante que pretendía la creación de una representación
institucional del movimiento sindical. Es imposible desde la
política hacer que el movimiento sindical tenga mayor o menor
grado de afiliación. Este es un problema en el que nosotros no
podemos ni entrar ni podemos resolver, pero la
institucionalización, la representación de los sindicatos ha
crecido de manera exponencial durante el mandato de este
Gobierno. Por tanto, es injusto que se hable de una política
antisindical. Otra cosa es que estemos en desacuerdo, porque
nosotros creemos de buena fe representar intereses generales y
a veces nos encontramos con intereses que no coinciden, que
son los que representan o por lo menos defienden los
representantes sindicales.

Ha hecho usted algunas reflexiones en cuanto a la reforma y ha
hablado de responsabilidades políticas. Me



Página 3180




ha hecho una pregunta muy directa: ¿diría lo mismo que dije en
1992 cuando se planteó la dimisión o el cese del señor Rubio?
¿Lo diría hoy? No, no lo diría. Ya lo he dicho antes, lo he
dicho esta mañana, no lo diría. Por consiguiente, es verdad
que yo me siento sorprendido en la buena fe con que tomé esa
decisión y con que lo defendí, y ni siquiera quiero aludir a
que otra mucha gente tenía el mismo grado de confianza. Le
digo claramente que no podría decir hoy lo mismo, no lo podría
decir. Por consiguiente, reconozco paladinamente que me
equivoqué, y me equivoqué de buena fe. Eso puede significar
que de ahí se derive una responsabilidad política, pero ¿se
cree de verdad que la responsabilidad política puede tener ese
carácter vicario de que uno no conozca cuál es una actuación,
no tenga la menor idea de cuál es una actuación, y de ahí se
derive una responsabilidad respecto de lo que actúa una
persona determinada?
Usted ha hecho una reflexión, después de pedir la dimisión,
sobre las tres reformas que usted propondría. Ha hablado de
una reforma social, creo entender bien, de una reforma del
Estado, y de una reforma de la concepción de la política.

Usted ha hablado de una reforma social diciendo que propone
una política de pleno empleo. Y ha hecho una descripción de
cómo la propone. Todos estamos a favor --y en esto creo que no
hay diferenciación, incluso entre ideologías-- de una política
de pleno empleo, todo el mundo. El problema es cómo llegar a
esa política de pleno empleo. Usted ha hablado de la
planificación y ha definido la planificacicón como una
planificación integrada de recursos. Y a mí personalmente --lo
digo con total respeto, por favor no me vaya a entender mal--
me parece que eso es una frase, pero después hay que ver qué
contenido tiene esa planificación. Ha habido muchas
planificaciones que han sido auténticos desastres desde el
punto de vista económico; puede haber alguna que sea la
salvación, esa planificación integrada de los recursos, es
posible; nadie la ha descubierto en ninguna parte y en ninguna
parte se ha aplicado. Pero en su razonamiento, que no sólo se
refiere a esa
planificación integrada, falta un elemento que a mí me parece
de capital importancia y que probablemente para usted no la
tenga, y comprendo que cuesta trabajo hablar de eso, sobre
todo desde una posición de izquierdas, que es el elemento de
la
competitividad. Es imposible hablar de reducción de jornada, o
de tiempo de jornada, o de reparto del trabajo disponible si
no se piensa en términos de competitividad. y le voy a decir
más, no de competitividad sólo de carácter general de la
economía, que eso lleva muchas veces a hacer reflexiones
macroeconómicas, no, de la competitividad de cada unidad
empresarial. Estamos viviendo un fenómeno que es
extraordinariamente importante, y es que, junto a la
contradicción que tradicionalmente, inevitablemente se produce
entre el interés que puede tener el empresario y el que el
trabajador tiene, en una economía mundializada de la que no
nos podemos quejar en la evolución, el signo de los tiempos, y
tienen efectos de medio plazo más positivos que negativos, en
una economía mundializada, hay una contradicción diferente, en
la que se unen los intereses de los empresarios y de los
trabajadores, que es la contradicción entre la supervivencia
dentro de esa economía mundializada de la empresa o su
desaparición, su destrucción. Y su destrucción hay que
pensarla en términos de destrucción de empleo, no sólo de
destrucción de una inversión de capital.

Cuando se habla del reparto del tiempo del trabajo disponible
creo que, a veces, se parte de una premisa --lo he discutido
con mis colegas socialistas franceses-- que no se sostiene y
que hace que todo el silogismo se tambalee, y es la premisa de
que hay una cantidad de trabajo disponible determinada en un
momento dado, como si eso fuera una foto fija que se pudiera
mantener en el tiempo. Y esto es lo que no es cierto; no hay
una cantidad de trabajo disponible; hay circunstancias
empresariales mejores o peores, que alteran la cantidad de
trabajo disponible en función de la capacidad de competir, de
ganar mercados, de sobrevivir de cada empresa. Es verdad que
hay otras cosas que son nichos de empleo. Por consiguiente,
una propuesta de reparto del tiempo del trabajo disponible, si
no tiene en cuenta el elemento de la capacidad de competir de
las empresas, puede ser una propuesta destructiva de empleo y
no creadora de empleo.

Le he hablado de lo que usted mencionaba del sector público
fuerte; también de la reforma del mercado de trabajo. No me
gustaría dejar pasar alguna reflexión sobre la reforma del
Estado y las consideraciones que ha hecho sobre la
construcción europea. No es la primera vez que se lo digo,
pero me gustaría --no por el hecho de marcar las diferencias,
que desearía que no
existieran o que fueran mucho más leves para poder llegar a
muchos más acuerdos-- darle satisfacción a la pregunta que me
hacía sobre la posibilidad de una acción común, de un programa
común, o de una política común, no sé como expresarlo, para
que no tuviera que corregirme S.S. Usted ha hablado de la
reforma del Estado y yo creo que hay una orientación
federalizadora en la política del Estado de las autonomías. Y
cuando hablo de
federalizadora no quiero decir que haya un Estado federal. Yo
estoy conforme, estoy de acuerdo, con el Estado que define la
Constitución española.

Por consiguiente, creo que nosotros tendríamos que intentar
desarrollar el Estado de las Autonomías y tendríamos que
intentar desarrollarlo porque, al mismo tiempo que un proyecto
global, un proyecto de conjunto para España que tenga un
carácter no discriminatorio, preserva algo que tiene
importancia, que son los elementos relativamente diferenciales
de identidad de



Página 3181




cada uno. Y esto tiene más difícil encaje en una concepción de
estado federal; ni siquiera digo que sea imposible, digo que
tiene más difícil encaje.

Y respecto de la construcción europea, usted ha repetido la
visión que tiene, que es una visión ideal de la construcción
europea con la que uno no puede decir que no esté
teóricamente, a lo mejor, en sintonía; simplemente creo que no
forma parte del horizonte político que uno tiene que tener en
cuenta para trabajar en política en todo el desarrollo de esa
construcción europea. La Unión Política Europea no va a
suponer un parlamento constituyente en ningún caso, no va a
suponer un parlamento europeo con más poder que ninguno de los
parlamentos nacionales; va a suponer un proceso de
integración, paso a paso, muy lento, en el que creemos que
tiene que haber pasos importantes, como Maastricht. Y yo sé
que usted no está de acuerdo con Maastricht y, por lo tanto,
no lo estará con su desarrollo; por
consiguiente, es muy difícil decir cómo nos concertamos si
usted cree que Maastricht no es un buen acuerdo o no es un
buen tratado y no está de acuerdo con su desarrollo o su
aplicación.

Habla de otra cohesión económico-social que no sean los
fondos, me dice usted; da igual cómo se llame, salen de un
presupuesto comunitario. El problema es cuál es el concepto de
fondo de la cohesión, cómo se instrumenta la cohesión. La
cohesión no es más que una transferencia de recursos entre
regiones, por no emplear la expresión países, regiones ricas y
regiones menos ricas, y esa transferencia de recursos se puede
hacer de cualquier manera, a través de un presupuesto federal
o a través de un presupuesto como el comunitario; el problema
es la cuantía del esfuerzo de cohesión y, por consiguiente, de
solidaridad interterritorial. En algunos casos --me voy a
referir al caso irlandés, por sólo citar un ejemplo--, la
transferencia es más fuerte que la que se produce en la mayor
parte de los estados federales entre los diferentes estados;
la transferencia neta de recursos entre eso que representaría
el centro, que es Bruselas, y lo que
representaría uno de los asociados o federados que sería en
este caso Irlanda. Hay una transferencia neta de recursos que
supone un porcentaje del producto bruto más importante que el
que puede transferir el centro en Estados Unidos a cualquiera
de los estados federales, por ponerle un ejemplo.

Ha hecho usted un relato de política internacional y
prácticamente coincidimos en casi todo. Yo no diría que, en la
situación actual, el problema del Sahara no se resuelva porque
haya una obstaculización a los planes de paz de Naciones
Unidas en el proceso del referéndum del Sahara; yo le ruego
que vea cuál es la posición del Secretario General de Naciones
Unidas, que nosotros apoyamos plenamente.

Después ha hecho usted una visión de reforma de la política
que cree, además, que es la base de la lucha o de la solución
de los problemas de la corrupción y ha dicho que,
efectivamente, se dan casos de corrupción en la vida pública y
en la vida privada, y creo que tiene usted razón que se dan.

Nosotros tenemos que tener la preocupación de hacerlo en el
ámbito de nuestras
responsabilidades, de hacer un esfuerzo y una lucha decidida.

Ha hecho usted reflexiones sobre marketing electoral o sobre
la reforma de los sistemas electorales que me parece que no se
pueden discutir a partir del enunciado.

Después, dice que hay una serie de reformas, hasta noventa y
cuatro medidas, que estaría dispuesto a proponer y yo lo
respeto. Lo respeto y lo comprendo. La conclusión de lo que le
quería decir es que yo respeto también que pida usted mi
dimisión, y lo comprendo, y usted lo ha hecho, además, yo creo
que respetando el estilo parlamentario, aunque sea con dureza.

Ya le digo que asumo mi responsabilidad para enfrentar los
problemas; no es mi intención la de dimitir; no coincidimos
lamentablemente en elementos sustanciales de lo que podría ser
una acción política común y sí coincidimos con Convergència i
Unió, al que usted ha reclamado; coincidimos en muchos
aspectos de la política
económica y en muchos de los aspectos de la construcción
europea. Este fenómeno no es raro en las democracias europeas,
más bien, al contrario, es un fenómeno extraordinariamente
frecuente. La diferencia entre lo que ocurre en las
democracias de Europa y lo que todavía ocurre aquí es que a
nadie se le ocurre, a partir de eso, calificar o descalificar
toda una acción de Gobierno.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados. Señor Presidente del Gobierno, le agradezco el
agradecimiento al tono moderado de mis palabras, pero es que
creo que en España hay demasiada crispación, demasiada
tensión, y que, de la misma manera que hay un refrán que se
utiliza mucho en nuestra tierra que dice que lo cortés no
quita lo valiente, lo valiente no quita lo cortés.

Yo he pedido aquí su dimisión y la sigo pidiendo. No
coincidimos, en absoluto, en la visión de la política
económica, social y en otras cuestiones que después aclararé y
nos vamos a enfrentar a ella en el Parlamento y en las
acciones que, con la democracia en la mano, podamos realizar
en la calle, en cualquier sitio. Esto también suena con
palabras moderadas, serenas y equilibradas al anuncio de una
confrontación, mientras usted siga practicando esta política.

Y se lo digo con serenidad y con tranquilidad; pero creo que
la serenidad y la tranquilidad, aunque anuncie acciones para
luchar contra una política, acciones dentro del marco
democrático, deben respetar los tonos, deben respetar las
maneras; aquí hay que transmitir a la calle firmeza



Página 3182




en los principios y en las acciones políticas y moderación en
las formas, porque, a veces, entre lo que aquí se oye, y el
circo romano, hay una diferencia a favor del circo romano. Por
tanto, demos al Parlamento lo que es del Parlamento.

Pero, señor Presidente del Gobierno, desde la claridad con la
que he empezado mi intervención me ha parecido entender que
S.S. hablaba con cierto valor despreciativo a la cuestión
ideológica. Me ha parecido. Yo quiero clarificar lo que para
mí es ideología. Ideología es el conjunto de valores, de
comportamientos, de actitudes y de hechos y, a partir de ahí,
se define una acción particular y una acción de gobierno. Yo
sé perfectamente que en el gobernar, desde una modestísima
experiencia, desde la
plasmación de una línea política concorde con los valores que
públicamente uno oferta en una campaña electoral, a veces, hay
que hacer determinados zigzags, pero el zigzag es una
variación temporal desde el eje de la política que informa la
acción de Gobierno, un zigzag pasajero, pero necesita un eje.

Lo malo es cuando los conceptos de eficacia, de rentabilidad
inmediata, de macroeconomía comienzan por subvertir los
valores de principios importantes y se presentan como la
quintaesencia de la
modernidad. Justamente eso hace posible que se siga diciendo
que ésta es la única política posible y se trae aquí al
palmarés el 40 por ciento de precariedad en el empleo, el
primer país de la Unión Europea, con el 24 por ciento de paro
y el mayor número de accidentes laborales. Parece ser que esto
no tiene ninguna importancia, es un dato empírico, y este dato
muestra, ni más ni menos, la aplicación de una política que se
ha demostrado fallida y errónea ¿a la luz de qué? Yo no voy
entrar aquí a hablar acerca de quién está más a un lado o a
otro. Hablo simplemente de algo que a todos los integrantes de
esta Cámara nos une: el respeto y acatamiento a la
Constitución española. Yo he citado, a propia intención,
artículos de nuestra Constitución y llegó el momento de
definirse. ¿Son verificables, conseguibles los objetivos que
allí se dicen? No podemos ir proyectando sobre el pueblo
español la esquizofrenia de hablar de la Constitución en
cuatro actos, cuatro acontecimientos, y hacer una política que
está negando constantemente los principios constitucionales.

Aquí hay que aclararse, porque eso introduce la confusión de
nuestro pueblo y, a partir de ahí, la política está como está.

Cuando yo he planteado aquí una acción de gobierno, la planteo
desde una lógica que se basa en la Constitución, que sigue
después por la planificación democrática, la planificación
integrada de recursos --yo acabo de hablar aquí, en mi
intervención-- para servir de guía al sector público, integrar
los costes medioambientales para que no existan, integrar los
costes energéticos, hablar de la comercialización y hablarde
elementos fundamentales que demandan los tiempos de hoy.

Su señoría ha hablado con mucha vehemencia de la
competitividad. A nadie se le escapa que estamos en una
llamada economía de mercado. Pero el problema que tenemos
todos, señor González, es que no podemos levantar un altar a
la competitividad, porque eso es impulsar a unos trabajadores
contra otros y a unos pueblos contra otros en una auténtica
lucha de la selva. Y lo acaba de deslizar S.S. en la
intervención. Van a perder el único bien que tengan y,
entonces, van a combatir empresa contra empresa, país contra
país; mejor que país contra país, trabajadores de un país
contra trabajadores de otro país. Los tiempos, por tanto,
están demandando bajar ya de esos altares al dios
competitividad. Hablemos de competencia, hablemos de estímulo,
podemos hablar de la competitividad, pero no a costa de crear
un empleo barato, un empleo en precario. El señor Ministro de
Economía y Finanzas de Portugal lo dijo hace poco tiempo: La
competitividad se enfrenta y se confronta con el Estado del
bienestar. Y es verdad. Por consiguiente, llegó el momento,
estamos ante un reto histórico, final del siglo XX. Que, aquí
y ahora, con lo que podamos hacer y con nuestra dimensión
europea, que consiste en votar con los demás partidos
socialistas o con otras fuerzas de izquierda y no votar allí,
como se hace por parte del Grupo Socialista, con los partidos
conservadores. Se trata de buscar la coherencia, aquí, en esta
Casa, y de buscar la coherencia allí, en Europa, en torno a
una salida, porque la salida de la competitividad está
llevando a lo que está llevando a este país en estos momentos.

En
consecuencia, ¿qué significa: Se hace ideología con el sector
público? ¿Y la que se hace con el sector privado? Porque, ¿qué
es esa lluvia pertinaz que está cayendo y arrojada, además,
por declaraciones de los señores Ministros y de S.S. cuando
hablan de lo público y de lo privado bajo la máscara y la
cáscara de la ideología? Pero, ¿cuánto ha costado Suzuki-
Santana y la SEAT? Y, ¿cuánto cuesta reflotar la banca? Pero
si éste es el país que está reflotando iniciativa privada a
base de dinero público. Vamos a decirlo ya. Este es el país
donde cohortes y cohortes de llamados empresarios --y le tengo
un gran respeto al empresario--, digo llamados empresarios,
han estado bebiendo de la teta del Estado, incapaces de
generar una línea empresarial adecuada. Este es el momento en
el que está haciendo crisis, ni más ni menos, una falta de
capacidad de iniciativa. ¿Qué es eso de que el sector público
está anquilosado? Pero, ¿cuál es, señorías, el sector público
que se está vendiendo, el que produce dinero, el que produce
ganancias? Porque la iniciativa privada no se va a quedar con
el que produce pérdidas.

En cuanto a la banca pública, vamos a ver. La banca pública es
necesaria; es tan necesaria que, en la Europa de los Doce, la
banca pública supone el 30 por ciento



Página 3183




del sector financiero, y aquí estamos en el 10; fíjense si es
necesaria. Pero es más, desde la filosofía económica que
defiende el llamado mercado, se habla como necesario de un
sector público para determinadas actividades, porque el sector
público aquilata, atempera, reordena, dirige, aconseja,
influye, hace de brújula; lo que dije en mi intervención: es
un motor moderador, en cierta medida, desde una filosofía
estrictamente socialdemocráta, estoy hablando, señor González.

La negación del sector público es la renuncia a relanzar una
economía; es dejar al ámbito de lo privado en determinados
países y en determinadas formaciones sociales, como la
española, a la improvisación más elemental, a la improvisación
más perniciosa.




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, le ruego concluya.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Termino. ¡Son tantas cosas que me
gustaría decir, señor Presidente,...! Pero, en fin, intentaré
ir cerrando. El señor Solbes, hablando de la cuestión del
gasto público y de las atenciones públicas, ha planteado --y
creo que recoge sus declaraciones el «Financial Times»-- que
en España no se puede avanzar más hacia la privatización
porque no hay grupos empresariales que lo hagan; pero la
intención, haberla, hayla. Y haberla, hayla, porque, además,
tiene una lógica, que yo no comparto, pero la tiene, en la
medida en que la destrucción del tejido productivo está
desecando la fuente de financiación de la Hacienda pública, es
normal, y además, arrojando al paro y a cobrar el subsidio a
montones y montones de personas, y eso produce un problema
tremendo. A veces se puede mantener la educación pública, se
puede mantener la salud pública, pero hay una especie de
ralentí para aquellas cosas que la iniciativa privada no puede
hacer. Por expericiencias personales, no afortunadas, pude
enterarme cómo, a veces, ciertos sectores de la medicina
privada tienen que acudir a la salud pública porque carecen de
los medios necesarios. Y muchas veces la iniciativa privada
necesita del soporte público en educación porque si no no
podía salir adelante. Es mejor que se vaya diciendo claramente
cuánta ideología hay en España en defensa de lo privado y
atribuyendo a lo público todo el conjunto de los males. Basta
ya de seguir con esa ideología, porque es perniciosa.

El señor González ha dejado algo claro y no sabe cuánto se lo
agradezco. Ha dicho que es imposible el entendimiento con
Izquierda Unida o el programa común. Programa común; lo tengo
aquí. Me ha llamado la atención porque la expresión programa
común es de los Pirineos para arriba. Como S.S. es de Sevilla,
entiendo que ha tenido que ser por otra razón, no por
nacimiento. Ha mencionado programa común, pero está clarísimo
para esta Cámara y para la opinión pública española que no
puede haber entendimiento desde filosofías distintas, desde
visiones y proyectos distintos nada más que en lo coyuntural,
en lo que podamos acordar aquí y allá, en la actuación diaria.

Porque los soportes de los que ambos partimos, desde la
prioridad de la Constitución, de los derechos humanos --
sabemos que estamos al final de un ciclo histórico que impone
medidas como las que yo estoy planteando aquí--, no son
compatibles con la defensa, apasionada, a ultranza, de la
política y los resultados erróneos de la visión ideológica, de
la prepotencia o de la hegemonía del sector privado, como hace
S.S. Entro en la parte final, señor Presidente. El Estado del
bienestar está definido, haciendo una media en lo que podíamos
entender entre la Europa nórdica, la Europa del centro y los
coletazos en la Europa del sur, ni más ni menos que en el
mantenimiento de un nivel decoroso de
pensiones, un nivel decoroso de subsidio de desempleo, un
nivel decoroso de educación, etcétera, pero desde unas
premisas que hoy ya no se pueden poner en marcha, por varias
razones, porque nos encontramos con esa imposibilidad del
crecimiento ilimitado. Porque es cierto, señor González, que
ante la tesitura de tener que optar por la sociedad de pleno
empleo, mandato
constitucional, mandato de los derechos humanos, mandato de la
izquierda, con todos sus distintos matices, hay que ir a otras
medidas y se las resumo en tres. Es una discusión que hay que
hacer con los agentes sociales y con los agentes económicos.

Pero el reparto de empleo o la reducción de la jornada laboral
tiene pasos previos a dar; entre ellos está la discusión
profunda, ¿qué es más importante: el salario directo o el
salario indirecto? ¿el salario directo o el sobre, o los
beneficios que recibe la sociedad en educación, salud,
transporte, vivienda, las
prioridades que devienen de la intervención de los poderes
públicos?
Podemos hablar también de las horas extraordinarias y podemos
hablar, y esto es fundamental, del diálogo social. No ha
habido diálogo social. Ha habido un lo toma o lo deja. Y le
voy a demostrar a S.S. por qué no ha habido diálogo social...




El señor PRESIDENTE: Señor Anguita, le ruego concluya.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Termino ya.

Estaba S.S. en la Cumbre de Lisboa y se descolgó con las
siguientes declaraciones: Los trabajadores tendrán que asumir
o tendrán que entender que no hay contrapartidas. Pues bien,
cuando el Presidente de un Gobierno hace estas declaraciones
en las que representantes de su Gobierno están negociando con
las
direcciones de los sindicatos y dice que no hay
contrapartidas, el Presidente de este Gobierno dice que se
pongan como se pongan, no hay avance. Lo demás es lo que en
nuestra tierra llaman un paripé, señor González. Desde el



Página 3184




principio hubo voluntad de que no hubiese ninguna negociación.

Terminando. Señor González, agradeciendo otra vez su
agradecimiento, le garantizo, desde luego, que en las futuras
intervenciones que tengamos estará el mismo nivel de cortesía,
porque es un servicio que debemos a nuestro país, a las
españolas y a los españoles. El nivel de dureza, S.S. juzgará.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Señor Presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Con toda
brevedad, señor Presidente, para hacer algunas consideraciones
rápidas sobre la respuesta que he recibido del representante
de Izquierda Unida. En primer lugar ha hablado de la cuestión
ideológica; no voy a entar en ese terreno. Cuando la ideología
se sistematiza o forma un conjunto cerrado pierde su sentido y
se separa de la realidad, pero éste es un tema de discusión
teórica excesivo para un debate como el de hoy. La visión que
él tiene de la Constitución y de la política debo decirle que
es bastante peculiar pero que, en todo caso, tenemos que
respetar, porque realmente la Constitución es el
establecimiento de unas reglas de juego, la definición de unos
determinados derechos individuales y colectivos, y el esfuerzo
por llenar, ir
completando toda esa definición constitucional es un esfuerzo
que no acabará nunca; la política siempre será una tensión
hacia lo deseable, que es lo que expresa, fundamentalmente, la
Constitución. Es verdad que hemos discrepado y lo hemos hecho
en la tribuna. El ha llegado a conclusiones como que no es
posible el entendimiento. Le he dicho desde la tribuna que no
era posible porque había muchas discrepancias en política
económica y en política europea.

He hablado de la competitividad, me dice que con pasión; con
pasión no, lo digo con realismo. Si una empresa no puede
competir, el sentido común, el realismo, eso que, a veces, me
atribuyen tanto, el sentido común dice que esta empresa va a
perder su capacidad de generar empleo o va a destruir el
empleo que ha generado. Por consiguiente, no es posible el
mantenimiento artificial de una empresa.

Si uno dice: Esto significa que ahora las empresas van a estar
en contradicción unas con otras y los trabajadores de un país
unos con otros. Podríamos decir, en los términos más clásicos,
que hay una cierta relación dialéctica, pero es cierto que si
una empresa ocupa el mismo espacio de mercado que otra empresa
que a lo mejor está a diez, quince o veinte mil kilómetros y
es capaz de, en ese mismo espacio de mercado, colocar un
producto en mejores condiciones de calidad y de precio, esa
empresa corre el riesgo grave de desaparecer. ¡Qué le vamos a
hacer! Es que es así. Hay alguien que hace que eso sea así,
que es la persona que consume, el consumidor, un ciudadano
respetable, que lo que quiere es llegar y encontrarse un
producto en calidad y en precio capaz de competir con otro
producto. Pero es así la situación de la economía, de la
nacional y de la internacional, y aquellos sistemas económicos
que no han funcionado con esos criterios, son sistemas
económicos que han fracasado, sencillamente. Por tanto,
¿deberían ser otros los criterios? Desde el punto de vista
teórico, el papel lo resistiría todo. Desde el punto de vista
de la experiencia de la historia, todo el mundo sabe que si
una empresa pierde la capacidad, repito, de competir, que no
otra cosa es la competitividad, esa empresa corre un gravísimo
riesgo de perder el empleo y de cerrarse. Por tanto, es
bastante coherente.

Yo no soy de los que creo --y algunos lo pueden decir-- que
competir significa que el empleo tiene que ser más barato; en
absoluto. La productividad está compuesta de factores que no
sólo son el coste salarial. Por tanto, España no va a ser ya
nunca, a mi juicio, un país de costes laborales o de salarios
baratos, pero puede ser un país competitivo, puede alcanzar
niveles de productividad que sean compatibles con esa
evolución de salarios razonable o de salarios que estén por
encima del nivel de otros países. Si eso no se hace no es
posible mantenerse en la
competencia económica.

Por consiguiente, no sólo hay un problema de evolución de
salarios. Y esa evolución de salarios no significa un empleo
barato. Hay un problema de productividad, que es la esencia
misma de la capacidad de competir. Cuando yo les decía a los
trabajadores, con convicción, y a los sindicatos, desde una
plataforma, que obviamente no recordaba que era Lisboa (pero
lo he repetido muchas veces, por tanto, me lo debía reprochar
muchas veces), que cuando ofrecíamos un pacto de rentas, con
una reforma del mercado de trabajo y con esa política de
rentas, no había contrapartidas, añadía: la única
contrapartida es crear las condiciones para que se desarrolle
el empleo. Esa es la única contrapartida; no la contrapartida
que se puede ofrecer al activo, sino la contrapartida que se
puede ofrecer a quien no tiene la posibilidad de estar en
activo. Lo decía entonces y lo reitero ahora en este debate.

Por consiguiente, no me sitúo en Lisboa sino aquí. Esa es la
gran contrapartida del esfuerzo de pacto social que queríamos
hacer. Si no se ha entendido, ahora lo repito y espero que se
entienda. Aún más absurdo es confrontar competitividad con
Estado de bienestar. Al contrario, el
triángulo es: competitividad, empleo, bienestar. Si no se
compite, es muy difícil, por no decir imposible, salvo en
sectores de actividad que no están dentro de la competencia,
generar empleo. Pero si no hubiera competitividad en los
sectores que sí están abiertos a la competencia, ni siquiera



Página 3185




serían sostenibles esos empleos. Por tanto, para tener empleo
hay que ser capaces de competir y para defender un Estado de
bienestar hace falta --lo dije esta mañana-- aumentar la base
productiva del país. Los datos, a lo largo de los últimos
años, indican que aumenta la ocupación. Es verdad que una
parte del trabajo industrial en España ha desaparecido, y en
Francia y en países tan sólidos como Alemania, etcétera. Y no
hay contradicción, desde el punto de vista socialdemócrata,
entre la visión que tengo del sector público y lo que usted
dice, señoría, de que eso no se resistiría desde un análisis
socialdemócrata. Usted mismo ha dicho en su intervención que
en el Estado de bienestar y, por consiguiente, quizá, uno de
los elementos definitorios de la socialdemocracia, el grado
máximo al que se ha llegado ha sido en los países del norte de
Europa. Sí querría añadir a eso que justamente en los países
del norte de Europa, donde no ha habido un sector público
empresarial, sino un sector público concentrado en la sanidad,
en la educación, en las pensiones y en las políticas sociales,
donde no ha habido un Estado empresario, sino un Estado con
sentido social
redistribuidor. Ese es el grado máximo del desarrollo del
Estado del bienestar, por mucho que en este momento tengan que
estar haciendo ajustes también los socialdemócratas cuando
están en el Gobierno o en el poder. Desde la tribuna he dicho
que la
ideología de lo público y de lo privado o la excesiva
ideologización de lo público y de lo privado era peligrosa.

Lamento decir que, efectivamente, hay problemas en los que no
nos entendemos; y no nos entendemos aunque creo que trato de
explicar cuál es la diferencia, para constatar que,
efectivamente, cuando usted se vuelve a subir a la tribuna veo
nuevamente que no nos entendemos.

Usted tiene una concepción de la política económica que es
bastante peculiar, que no es fácil encontrar comparación en
cualquier otra experiencia de política económica. Por
consiguiente, ni siquiera quiero que se moleste pensando que
estoy diciendo que la tiene, de acuerdo con políticas
económicas que han fracasado. No; lo que usted afirma desde la
tribuna simplemente es que no se ha conocido. No se ha
conocido es muy peculiar, creo que es contradictorio. Me
gustaría que fuera fácil hacer la descripción que usted dice,
pero, créame, no lo es, igual que no lo es construir Europa al
capricho de uno; hay que construirla teniendo en cuenta la
realidad europea y, sobre todo, la realidad democrática
europea. (El señor Anguita González pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Le concedo la palabra un minuto, señor Anguita.




El señor ANGUITA GONZALEZ: Expondré las cuestiones con
bastante brevedad. La primera es que yo no he defendido el
Estado
empresario, sino el Estado participado, democratizado, tal y
como está en el artículo 131 de nuestra Constitución. No salga
de los términos de la discusión en la que lo he planteado.

En segundo lugar, la peculiar visión de política económica la
puede usted encontrar en muchos textos de compañeros míos de
otras fuerzas políticas, de otras fuerzas también socialistas
y en algunos de sus textos antes de que fuese usted Presidente
del Gobierno. Puede usted encontrar textos parecidos. Le puedo
decir después en qué textos en concreto, aunque aquí están
mucho más profundizados.

Se trata de que mientras los demás estamos manteniendo unos
principios, consecuencia de un desarrollo y de un despliegue
de la izquierda, hay quien ha pegado un salto a otro sitio; y
he dicho que alguien ha pegado un salto a otro sitio.

En tercer lugar --y termino--, me gustaría que su señoría, en
el transcurso de esta sesión, cuando lo tuviesea bien, ya que
no asume ni acepta la dimisión, pudiese señalar si encuentra
algún responsable en su Gobierno en torno a los casos de
corrupción. Si lo encuentra, que lo diga aquí, no vaya a ser
que terminemos esta sesión con la sensación de que no hay
ningún responsable.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anguita.

Tiene la palabra el señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez):
Brevísimamente, señor Presidente, porque se han repetido los
mismos argumentos. Creo que los principios son los de
solidaridad, los de lucha por la igualdad y la justicia y creo
que eso no se consigue con una política económica, no digo con
un Estado empresario, sino con un Estado que interfiera
excesivamente en la actividad económica o, como defiende
usted, de coparticipar o democratizar. Creo que en la economía
la presencia del Estado no significa ninguna democratización;
a veces significa, incluso, una carga añadida para los
trabajadores, para los ciudadanos. Por consiguiente, seguimos
discrepando.

Mire usted, en algunos casos ha habido quienes han asumido las
responsabilidades políticas en el Gobierno, los ha habido
cuando se han podido determinar esas responsabilidades
políticas. Cuando se puedan determinar las presentes, siempre
habrá quien asuma las responsabilidades políticas dentro de
nuestro Partido.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Por el Grupo Catalán de Convergència i Unió, tiene la palabra
el señor Roca.




El señor ROCA I JUNYENT: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, llegamos a este debate, como se ha visto e incluiso
oído, en un clima de importante tensión política. La gravedad
y la trascendencia de unos



Página 3186




supuestos de presunta corrupción, situados en personas que
habían ejercido relevantes responsabilidades en el aparato
institucional del Estado, han causado una profunda y
justificada alarma social y han cargado este debate de un
especialísimo interés para la opinión pública.

No debemos defraudar esta expectativa social, pero la
trascendencia política, moral y económica del fenómeno de la
corrupción no debe ocultar los demás problemas de la sociedad
española. Sería absurdo pasar por alto, por ejemplo, el último
atentado terrorista, en los términos que ya se han expresado
desde esta tribuna, o no tener un recuerdo para algunos
conflictos internacionales que nos duelen como propios,
especialmente allí donde nuestros soldados están ejerciendo
una arriesgada y ejemplar misión de paz. Por ello, el 6 de
junio de 1993 es el punto de referencia del debate del día de
hoy. Aquella fecha marcó el fin o el inicio, como se quiera,
de una etapa en la vida política española. Como expresión de
un profundo deseo de cambio en nuestra sociedad, los
ciudadanos manifestaron su voluntad mayoritaria de arrinconar
viejos proyectos caducados e inservibles. Incluso el Partido
ganador de las elecciones acompañó su victoria de un discurso
de cambio, de rectificación y de reorientación. De hecho, en
otros países europeos esta voluntad de cambio se acompañaba
también de una nueva mayoría política. En España, la voluntad
popular había querido que este proceso de cambio fuera
conducido por la misma fuerza política que había administrado
la situación anterior. Sin una mayoría hegemónica, con un
reforzamiento del papel de este Parlamento, pero, en
definitiva, se confiaba la administración de la herencia de la
situación anterior a los propios responsables de la misma. Y
la herencia no era, ni es, sencilla de administrar. Una
errónea, a nuestro entender, política económica, más atenta a
las exigencias de financiación de un déficit descontrolado que
a las necesidades de la economía productiva, había castigado y
empobrecido nuestra industria, olvidado la agricultura,
generando las bases de una grave recesión económica, con las
secuelas de un importante paro, pérdida de competitividad,
déficit comercial, caída de la inversión y una larga lista de
indicadores negativos. Habíamos perdido el tiempo (desde esta
Cámara lo habíamos dicho en diversas ocasiones) desde 1989, no
haciendo el esfuerzo de adaptación que la nueva dimensión
europea de España nos exigía. No se aprovecharon en su momento
los tiempos de crecimiento económico para sanear y reformar y
se imponía hacerlo en tiempos de recesión, opción más
traumática y difícil. Esta situación es la que correspondía
administrar a este Parlamento, cada uno desde el papel y
responsabilidad que le había asignado la propia voluntad
popular. Nuestro Grupo entendió, y sigue entendiendo, que le
correspondía asegurar, desde su posición en esta Cámara, la
estabilidad política necesaria para garantizar una acción de
Gobierno que pudiera afrontar los cambios que requería la
nueva etapa que se iniciaba. Sin estabilidad no era posible
avanzar en ninguna de las reformas estructurales que España
necesitaba y sin estabilidad no era posible reorientar nuestra
política económica para poner el acento en las necesidades y
las exigencias del sistema productivo. Este era el punto de
partida de hace casi diez meses, éste era el punto de partida
que tuvo su concreción más evidente con la aprobación de los
Presupuestos Generales de este año 1994 hace, aproximadamente,
cuatro meses. Y es verdad que, sin ninguna euforia, sin ningún
tipo de optimismo excesivo, hoy puede constatarse el inicio de
una prudente recuperación económica; lo reconoce la CEOE hace
unas semanas, lo reconoce ayer mismo el Profesor Fuentes
Quintana. No hay lugar para el triunfalismo, pero no debemos
negarnos a nosotros mismos, ni sobre todo a la sociedad, la
satisfacción de constatar que, por primera vez en muchos
meses, se ha cambiado la tendencia en el crecimiento del paro,
que se está creando empleo, que el sector exportador está
tirando de nuestra economía, que el déficit comercial se
reduce sensiblemente, que el déficit público parece más
controlado, que los tipos de interés han experimentado una
baja importante, que el consumo parece animarse. Ninguno de
estos indicadores favorables es ajeno a las diversas medidas
adoptadas desde julio de 1993, y más concretamente desde 1.º
de enero de 1994, a iniciativa o con el concurso de la acción
de nuestro Grupo parlamentario. Pero, a pesar de los efectos
positivos de lo que se ha hecho, es todavía más importante lo
que queda por hacer. Son todavía muchísimos los ciudadanos que
no tienen un puesto de trabajo o que tienen miedo a perder el
que en este momento desarrollan, y es verdad que son muchos
también los empresarios que pueden sentirse amenazados en la
continuidad de su propia empresa o, incluso, muchos los
pensionistas que se hayan inquietado por el futuro de sus
percepciones. Pero, siendo verdad todo ello, es también
evidente que las perspectivas son hoy más positivas y
esperanzadoras que hace unos meses. Por ello, los antes
mencionados supuestos de corrupción constituyen un fenómeno
perturbador e irritante. La recuperación económica precisa de
un clima de confianza que situaciones como las que estamos
viviendo perjudican de manera muy notable. La corrupción no es
simplemente una manifestación jurídicamente punible,
éticamente reprobable y políticamente intolerable. Es, además,
una amenaza gravísima para el objetivo de la reactivación
económica. Desalienta la inversión, daña la imagen
internacional del Estado, perjudica su solvencia, ralentiza
las expectativas, irrita sobre todo a una sociedad que
contempla cómo a sus sacrificios se corresponde la actitud de
unos desaprensivos que se mueven por el único patrón



Página 3187




de su ilícito interés. Hemos de atajar, combatir y erradicar
este fenómeno y, lógicamente, la principal responsabilidad en
esta lucha, no la exclusiva, corresponde al Gobierno y
especialmente a usted, señor Presidente. Usted tiene que
dirigir y liderar la acción colectiva contra esta lacra
social. En ningún supuesto, lo sé, su responsabilidad es
transferible o delegable, pero, en este caso, menos que en
ninguno. Corresponde al Gobierno demostrar que el Estado tiene
los mecanismos e instrumentos necesarios para luchar contra
cualquier supuesto de corrupción, y si no son suficientes,
pidan otros, pero que de una vez por todas los hechos
sustituyan a las palabras. Y lo debemos hacer porque nos
corresponde a todos, pero al Gobierno y a su Presidente más
que a nadie, la defensa de la credibilidad del sistema
democrático. Por esto, señor Presidente, no me duele reconocer
que debo agradecer la defensa que desde esta tribuna ha hecho
esta misma tarde del conjunto de la llamada clase política del
país, de su honestidad básica. Pero a ello también quiero
añadir y destacar que es gracias al sistema democrático, no
como consecuencia del mismo, que podemos hablar hoy libremente
sobre los casos de corrupción. La democracia no evita las
miserias de la condición humana, pero permite luchar contra
ellas, combatirlas, denunciarlas, airearlas y, por supuesto,
castigarlas. No existe mayor corrupción que la que se deriva
de la falta de democracia. No reconocer esto es otra forma de
corrupción. Pero el clima social nos exige más, mucha más
eficacia, celeridad y transparencia en este combate contra la
corrupción. Por ello quiero adelantar que nuestro Grupo se
propone invitar a toda la Cámara a adoptar las iniciativas
pertinentes que permitan, primero, definir un procedimiento
judicial abreviado que, con todas las garantías jurídicas y
procesales pertinentes, asegure una tramitación rápida de los
procesos derivados de hechos de presunta corrupción. La
sociedad debe saber con celeridad si una noticia tiene o no
fundamento. Deben conocer si la noticia es falsa o la
corrupción es cierta para que se proceda a sancionar al autor
de aquélla o de ésta. Una justicia lenta es incompatible con
un estado moderno de derecho, pero en los casos que causan
este agobio social la lentitud es cómplice de la impunidad.

Segundo, establecer en nuestro derecho público y para
determinados cargos de relevancia la exigencia de que, con
carácter previo a su toma de posesión y sin alterar la
competencia del órgano que proceda a su designación, deban
someterse al examen de la comisión pertinente de esta Cámara
sobre su currículum personal y profesional. Este examen, al
estilo de los «hearing» del parlamentarismo americano, puede
representar ciertamente una intromisión muy dura en la
intimidad y vida privada de estos cargos públicos, pero no nos
queda más remedio que asegurarnos de quién miente o engaña al
Parlamento y, por tanto, quién miente o engaña al pueblo
soberano; es un plus de transparencia que el que quiera
desempeñar un determinado cargo deberá aceptar.

Y, tercero, terminar con el secreto de las comisiones de
investigación parlamentaria. El secreto no existe porque no
sabemos respetarlo y con ello las medias verdades o las
verdades deformadas son más dañinas y perjudiciales que la
simple realidad transparente y contrastada con toda
publicidad.

Estas son unas propuestas de urgencia. Pueden darse otras más
que estamos también dispuestos a compartir con los demás
Grupos parlamentarios, como las que esta misma mañana ofrecía
el Presidente del Gobierno, pero es --vuelvo a insistir-- a
ustedes a quien corresponde la dirección y liderazgo de este
proceso saneador de la vida política española. Puede
discutirse la responsabilidad frente al engaño o a la mala fe
de un tercero, pero sería indiscutible la responsabilidad por
inhibición. Señorías, nuestra sociedad vive una época de
tránsito y en este transitar ocurre a menudo que ciertos
valores se resienten. La irrupción mediática, la popularidad
de la frivolidad y el culto lujurioso a la riqueza fácil hacen
mella en segmentos de nuestra sociedad. Pero también es cierto
que al lado de ello existe una sociedad mayoritaria que acepta
el reto de la autoexigencia, de la solidaridad, del compromiso
con las causas de la justicia, de la libertad, del progreso
social. Hemos de dar voz y tribuna a estas manifestaciones y
hemos de denunciar aquellas otras. La lucha contra la
corrupción es también la bandera ética de un nuevo proyecto de
futuro, es un elemento fundamental en la creación del clima
necesario para consolidar las posibilidades de la recuperación
económica. La corrupción no es un hecho nuevo, pero la
producida durante su acción de Gobierno les corresponde
resolverla a ustedes, con la colaboración de todos si la
reclaman, pero dirigida y liderada por ustedes, y de la
credibilidad y eficacia de su acción en este campo depende,
obviamente, la propia continuidad de la estabilidad política.

Y este esfuerzo vale la pena, porque queda mucho por hacer en
el campo de la recuperación económica. Este es uno de los
objetivos que queremos que acompañe nuestro compromiso con la
estabilidad. Para ello, de cara a los próximos Presupuestos
Generales, deberán completarse las medidas fiscales que
estimulen la inversión, la internacionalización de nuestra
economía y el desarrollo de nuestra calidad tecnológica, y no
será necesario esperar aquel momento para aprovechar cualquier
resquicio que permite aligerar las cargas que afectan al
proceso productivo, con especial contemplación de las pequeñas
y medianas empresas y de los trabajadores autónomos, que se
están mostrando como los agentes económicos más dinámicos en
el campo de la creación del empleo. Pero nada de todo ello
será posible si no se hace un especial esfuerzo en el campo
del control y de la reducción



Página 3188




del déficit público, y más todavía en orden al ritmo de la
privatización de ciertos activos públicos. Carece de sentido
no hacer uso de este mecanismo privatizador si con ello
podemos aligerar el volumen de nuestro déficit, con el
consiguiente abaratamiento de los tipos de interés, que
tendría unos efectos altamente positivos para nuestra
economía. Ciertamente, al referirnos al control del déficit
público asoma el problema de la denominada crisis del Estado
del bienestar. Este es un tema que intranquiliza a amplios
sectores de nuestra sociedad que, como consecuencia de ciertas
manifestaciones, siente amenazada la continuidad de sus
prestaciones. Debería afirmarse que el propósito es
exactamente el contrario. Corregir abusos es garantizar las
pensiones; abrir nuevas vías y formas de previsión social es
facilitar mayores cotas de protección social.

Es preciso explicarle al país que no todo es posible ni muchas
cosas son posibles a la vez. Si queremos crear puestos de
trabajo para los que no lo tienen deberán sacrificarse a este
objetivo fundamental otras reivindicaciones, igualmente
legítimas, pero que deberán esperar para poder ser atendidas.

Y deberemos afirmar que una política de pensiones dignas, con
mantenimiento de su capacidad adquisitiva, se constituye en un
objetivo incuestionado y absolutamente prioritario de una
acción de Gobierno que podamos apoyar. Pero esto demandará
posponer otros objetivos para facilitar los más prioritarios,
y otra vez asoma aquí la
necesidad de trasladar a la sociedad la confianza de que los
sacrificios que de todo ello se derivan serán soportados por
todos, que los servidores públicos predicarán desde el ejemplo
propio también.

Queda mucho por hacer y ahora puede hacerse en mejores
condiciones y con mejores perspectivas. Un plan de
modernización del sector agrario español que contemple su
fiscalidad, nuevas bases para su Seguridad Social que facilite
los procesos de comercialización de acuerdo con lo que esta
Cámara ya ha
aprobado, debe permitir trasladar a este sector la esperanza
de hacer frente al reto europeo con mayores posibilidades de
éxito. Y también al importante sector del comercio. Debe
vislumbrar en el marco de la ley que se encuentra en
tramitación ante esta Cámara un elemento que garantice su
continuidad frente a
concurrencias desordenadas que imponen desequilibrios
insoportables.

Regular los aplazamientos y las modalidades de pago, atacar el
problema de la morosidad son acciones que se encuentran ya en
trámite y que deberían culminarse rápidamente para traducirlas
en medidas a favor de la seguridad y confianza del tráfico
mercantil en España.

Queda mucho por hacer. Puede y debe hacerse. Este es el
sentido de nuestro compromiso, el que en su día formulamos y
hoy seguimos manteniendo si con ello se contribuye eficazmente
a reorientar la política económica para favorecer e impulsar
su recuperación. No obstante, con la economía no se agota el
examen de la
situación de nuestra sociedad. Contribuiría positivamente a la
mejora del clima de confianza que el país necesita, que se
alcanzara un acuerdo entre las principales fuerzas políticas
de esta Cámara para cubrir las vacantes de importantes
instituciones del Estado. No es bueno para nadie que todavía
no exista un amplio acuerdo sobre estas cuestiones. Los
ciudadanos se
interrogan que si no somos capaces de entendernos en algo tan
elemental y fundamental, en qué seremos capaces de concordar
nuestras voluntades al servicio del interés general. Nuestro
Grupo no puede tener en estos acuerdos ninguna intervención
decisiva, pero afirma que apoyará cualquier iniciativa que
sirva para desbloquear esta situación.

España debe afrontar importantes reformas estructurales, tanto
en el campo económico como en el social o en el institucional.

Una nueva Ley de Arrendamientos Urbanos, completar y
desarrollar la reforma del mercado laboral, la reforma de
determindos aspectos de nuestra Seguridad Social, la
actualización de la normativa sobre los contratos de las
administraciones públicas, la urgente y decisiva reforma de la
Ley Orgánica del Poder Judicial para agilizar y modernizar el
funcionamiento de la administración de justicia, todo esto
debe hacerse y la sociedad espera que se haga lo más
rápidamente posible.

Queremos contribuir a la elaboración de estas importantes
reformas. También éstas dan sentido a nuestro compromiso por
la estabilidad política del país. Nuestra apuesta se sitúa
precisamente en el apoyo a un proyecto modernizador del
Estado. Si, por cualquier razón, ahora nos retrasáramos, ello
colocaría a España en una posición secundaria durante
bastantes años en el concierto europeo. Y éste es un lujo que
no podemos permitirnos. No quisiera omitir en este balance
sobre la situación de nuestra sociedad una referencia al
desarrollo autonómico del Estado. Desde las últimas elecciones
generales, y más concretamente desde el momento en que nuestro
Grupo parlamentario definió su posición en la investidura del
Presidente del Gobierno y después con la aprobación de los
Presupuestos Generales del Estado, han sido diversos los
comentaristas y también varios los líderes políticos que han
querido presentar nuestra participación en la política del
Estado como un «intento de desmantelamiento del Estado» --
entre comillas--o un «atentando contra su unidad» --entre
comillas-- o un «permanente chantaje» --entre comillas--. Las
comillas las pongo yo; ellos no. Esto no ha sido inconveniente
para, acto seguido, señalar contradictoriamente que
resultábamos imprescindibles para cualquier nueva fórmula para
la gobernación del Estado. Esto ha formado parte de un



Página 3189




mal estilo de hacer política que no nos resulta novedoso.

Otros también lo hicieron antes; se ha producido simplemente
un relevo en los protagonistas de esta política. Pero debe
quedar claro que ni las acusaciones tienen fundamento ni
coartarán nuestra libertad para actuar conforme a nuestros
compromisos electorales. Ninguna otra fuerza política de esta
Cámara ha hecho más que nosotros por la estabilidad y
gobernabilidad de España. Quizás, tanto, sí; nunca más. En
circunstancias bien distintas, desde 1977 hasta hoy, nos ha
correspondido asumir papeles difíciles en esta Cámara. Jamás
hemos rehuido nuestra responsabilidad. Y cuando hemos
defendido una cierta política en favor de la pequeña y mediana
empresa, ésta era positiva para todas las pequeñas y medianas
empresas de toda España, desde Lugo a Almería. Y cuando nos
hemos interesado por la fiscalidad de los trabajadores
autónomos, era en todos ellos en quienes pensábamos, desde
Badajoz a Castellón. Y cuando hemos defendido los intereses
del sector del comercio, nuestra acción alcanzaba a todos los
comerciantes del país, desde Murcia a Santander. Y así también
en la agricultura, o en la industria, o cuando hemos asumido
la defensa de los pensionistas o la de los jóvenes sin
trabajo. Nadie nos podrá acusar en esta Cámara, nadie, de
alguna actuación que quiebre este principio general. Pero ello
no es óbice para que legítimamente, desde nuestra particular
visión de España como un Estado plural y complejo, hayamos
defendido, defendemos y defenderemos la necesidad de
profundizar más decididamente y más respetuosamente en el
desarrollo de las previsiones
constitucionales sobre el Estado de las autonomías. Nuestro
Grupo quiere avanzar en este campo en términos tales que
permitan resolver los problemas comunes de todas las
comunidades autónomas y los problemas específicos de algunas
de ellas. La igualdad es compatible con la diferencia, y sólo
cuando la diferencia es respetada la igualdad tiene sentido.

Queremos impulsar la reorganización de la Administración
periférica del Estado, queremos resolver los problemas que
afectan a la financiación autonómica de la Sanidad, queremos
plantear mecanismos de participación de las comunidades
autónomas en los fondos de cohesión europeos, queremos avanzar
en el reconocimiento institucional de la pluralidad cultural
de España, queremos definir un modelo de policía que no
margine a las comunidades autónomas de la seguridad de sus
ciudadanos, queremos fortalecer la acción autonómica por
encima de leyes básicas que han limitado y empobrecido sus
competencias estatutarias. Todo esto y más puede y debe
hacerse. A esto vamos a dedicar también nuestro esfuerzo en
los próximos meses, y a ello invitamos al Gobierno a que
responda positivamente. Necesitamos de motivos ilusionantes,
de decisiones que al resolver viejos problemas, a veces
históricos, pongan de manifiesto que también en este campo se
abren nuevas perspectivas más positivas y esperanzadas.




El señor PRESIDENTE: Señor Roca, le ruego concluya.




El señor ROCA I JUNYENT: Voy a terminar, señor Presidente.

Muchas gracias. Como se observará, a lo largo de mi
intervención en este debate dos expresiones han aparecido de
manera reiterada: confianza y esperanza. Es cierto --ya lo he
dicho-- que, a nuestro entender, los datos objetivos permiten
definir una perspectiva más esperanzada para nuestra sociedad;
pero también es cierto que esta esperanza debe contrastarse
con un clima enrarecido como consecuencia de los hechos que ya
hemos comentado ampliamente. La verdad es que si no se
resuelven estas cuestiones puede darse al traste con aquella
esperanza. Esto sería
lamentable, porque a pesar de todos los pesares, de la crudeza
y profundidad de la crisis, ésta está remitiendo. Ello no
quiere decir que a partir de ahora todo va a ser fácil; no
sería verdad. Quedan todavía muchos obstáculos a superar. Van
a presentarse dificultades muy diversas y todavía la crisis
puede golpear a muchos ciudadanos. Pero, simultáneamente,
también serán muchos otros los que vivirán, en su propia
realidad y en la de su familia, una mejora laboral, un mayor
respiro en su comercio, en su empresa, una mejor perspectiva
para su actividad profesional. Todo ello sería posible si la
acción del Gobierno generase la confianza necesaria. Y debe
reconocerse que ésta, como hoy mismo recordaba usted, señor
Presidente, está seriamente erosionada. La razón de ello no
está en la inestabilidad política ni en una crisis de
gobernabilidad. Para recuperar esta confianza debe usted,
señor Presidente, convencer a la sociedad que la lucha contra
cualquier supuesto de corrupción será liderada y dirigida
desde el propio Gobierno, que usted, señor Presidente, asume,
como ha dicho, la plena responsabilidad de esta acción. Para
algunos --hoy veo que menos-- ha llegado el momento de
disolver las Cámaras y convocar nuevas elecciones. De hecho,
algunos ya lo postulaban prácticamente al día siguiente de las
últimas elecciones generales. No participamos de este
criterio. El problema no está situado aquí. Desde nuestra
perspectiva, la estabilidad que nos hemos comprometido a hacer
posible está al servicio de los objetivos que hemos expuesto.

Y mientras
avancemos en la dirección que permita alcanzarlos,
cumpliremos. Pero estos objetivos vienen condicionados por el
clima de confianza que sus medidas consigan transmitir a esta
Cámara y a la sociedad en general. Ahí está su auténtico
desafío, señor Presidente: ganar día a día una credibilidad
ahora debilitada. Para ello no le faltará la estabilidad
necesaria, pero podría faltarle si no lo consiguiera.




Página 3190




No somos ni hemos sido jamás buenos administradores de la
crítica corrosiva. Nuestro terreno está allí donde existe una
posibilidad de construir, de resolver, de acercar posiciones,
de mejorar la calidad de vida de todos, de hacer posible la
convivencia, el progreso y la libertad. Pero el ejercicio
ético del poder democrático, señor Presidente, es el marco
obligado de estos objetivos. Usted debe y puede garantizarlo.

En todo caso, nosotros no podemos renunciar a exigirlo. Esta
bandera no la queremos ceder a nadie. Muchas gracias.

(Aplausos en los bancos del Grupo Catalán, Convergència i
Unió.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Roca.

Señor Presidente del Gobierno, tiene la palabra. (Rumores.)
Silencio, señorías. (Continúan los rumores.) ¡Silencio!



El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, subo a la tribuna para hacer, con brevedad,
algunas consideraciones, después de la intervención del señor
Roca, en representación de Convergència i Unió. Quizá el
resumen de la intervención sería que, efectivamente, a lo
largo de estos nueve meses hemos hecho un esfuerzo de
entendimiento que ha dado sus frutos en materia de política
económica, de política
presupuestaria y, como he dicho a lo largo del día, de
reformas importantes; reformas de carácter estructural de
tanta
importancia como la del mercado de trabajo y otras. Por tanto,
podríamos afirmar que hemos llegado a un grado de
entendimiento considerable en cuanto a las necesidades de la
economía española y a sus respuestas posibles. Y yo espero,
oyéndole hablar esta tarde, que ese grado de entendimiento se
prolongará para aquellas reformas que todavía faltan por
realizar o desarrollar en España. Lo espero porque no me ha
sonado extraño, nada de lo que ha dicho como propuesta desde
el punto de vista político, ni ajeno a nuestras propias
perspectivas programáticas.

Probablemente, es difícil subirse a una tribuna, en el
ejercicio de la política, y hacer una valoración, comoha hecho
usted, de los signos de recuperación económica. La verdad es
que esos signos se están produciendo, y yo esta mañana lo puse
de
manifiesto, intentando tener la prudencia de advertir que,
como estábamos empezando a recorrer el camino, no se podía
bajar en modo alguno la guardia. Por consiguiente, la primera
consideración que me gustaría hacer sería ésa. Estamosde
acuerdo --a lo largo de su exposición lo he constatado-- en lo
que se ha hecho y en lo que se puede hacer, desde el punto de
vista de la política económica. Probablemente ese acuerdo ha
supuesto, desde el punto de vista de la estabilidad, un factor
decisivo para quese comiencen a dar estos signos claros de
recuperación de la economía.

Estamos de acuerdo también en el enfoque sobre el desarrollo
de los problemas autonómicos. Esto no quiere decir que ese
acuerdo esté garantizado en cada uno de los sujetos que van a
ser discutidos a lo largo de las próximas semanas y de los
próximos meses. No es posible garantizar un acuerdo previo,
pero sí es verdad que existe una concepción que es próxima
sobre cómo puede funcionar, dentro del modelo global del
Estado y desde el punto de vista de la solidaridad, el respeto
a hechos diferenciales que marquen una política no
discriminatoria y, por consiguiente, de igualdad. Si estamos
de acuerdo en esto y, como hemos podido comprobar, también lo
estamos en el desarrollo de la política europea, probablemente
esta tarde lo único que debería aclarar es si estamos de
acuerdo en su análisis y en sus propuestas, o en sus
peticiones o exigencias, respecto a la lucha contra la
corrupción. Y yo querría decirle que no sólo coincido con el
análisis que ha hecho, sino que estoy perfectamente en
condiciones de aceptar las propuestas que ha realizado desde
esta tribuna. Desde luego, le quiero dejar completamente claro
que asumo plenamente mi responsabilidad. No será ese el factor
que genere una inestabilidad o una ingobernabilidad política.

Pueden su Grupo y usted estar perfectamente tranquilos porque
en ese terreno, probablemente, será aún más fácil el
entendimiento. Coincido, además, con la valoración que ha
hecho usted --y valga la redundancia-- sobre una cierta
alteración de valores que se produce en la sociedad de nuestro
tiempo, pero sobre todo con el análisis que ha hecho --que en
parte traté de expresar esta mañana, probablemente con menos
precisión-- sobre lo que supone la estabilidad política desde
el punto de vista de la superación de la crisis económica.

A algunos no les resultará extraño, a estas alturas del
debate, que yo reitere, en este momento, lo que antes dije
respondiendo al señor Anguita, en representación de Izquierda
Unida: qué sentido tengo del sector público y de lo público, y
qué sentido tengo del sector privado. Y quiero hacer una
precisión: no creo que la privatización pueda ser un elemento
que dé una respuesta seria o suficiente al problema de la
deuda pública; honradamente, no lo creo. Puede aliviar alguna
tensión de deuda, pero no creo que pueda dar una respuesta.

He defendido siempre, y defiendo ahora una vez más, que se
puede y se debe privatizar aquello en lo que el Estado no deba
estar prioritariamente, pero siempre he estado en contra de
que hubiese un programa, exhibido públicamente, de
privatizaciones que pudieran alterar, incluso, las reglas del
mercado y, por
consiguiente, la defensa de los intereses públicos. Coincido
en la prioridad que usted ha puesto de manifiesto sobre la
política de pensiones en relación, además,



Página 3191




con el mantenimiento de su poder adquisitivo, y coincido en su
valoración de que, si es cierto que la política de pensiones
es una prioridad, esto significará --en momentos en que la
lucha contra el déficit público significa, precisamente, la
lucha por consolidar el estado del bienestar-- que otras
prioridades tendrán que ceder, y esta mañana ya he hablado de
algunos de los sectores a los que usted ha hecho referencia,
como el sector agrario.

Finalmente, y sin duda, además, teniendo que resaltar esas
coincidencias en honor a la verdad, también coincido en su
apreciación de que queda mucho por hacer, pero que se debe y
se puede hacer.

Nosotros --y lo sabe muy bien S.S.-- hemos hecho un gran
esfuerzo para la cobertura de las vacantes institucionales, y
hemos planteado reformas estructurales que no son fáciles.

Pero no es que no sean fáciles desde una posición política o
desde otra, objetivamente no son fáciles. Sabe S.S. --como
sabe toda la Cámara-- que no es fácil plantear la Ley de
Arrendamientos Urbanos; sabe S.S. --como sabe toda la Cámara--
que no es fácil plantearse una reforma del mercado de trabajo.

Y, repito, esto no sólo responde a razones ideológicas;
responde a razones realmente objetivas, de dificultad real
para enfrentar problemas de esa envergadura. Y usted ha citado
algunas de las reformas estructurales pendientes, que
coinciden con aspiraciones en programas de gobierno y en
programas electorales. Por
consiguiente, y resumiendo en términos estrictos, estamos
coincidiendo en la necesidad de hacer una política económica
como la que se viene manteniendo en los meses anteriores, y en
impulsar reformas estructurales como las que hemos venido
desarrollando y las que están anunciadas. Estamos de acuerdo
en que hay que hacer una política autonómica capaz, al mismo
tiempo, de respetar el hecho diferencial y de respetar un
proyecto global y solidario para España. Para ello tenemos un
camino de
entendimiento y estamos de acuerdo en que hay que combatir,
con total eficacia, los casos de corrupción. Quiero decirle
que existen instrumentos para hacerlo, y quiero decirle
también que los que faltan estamos dispuestos a ponerlos en
funcionamiento, porque seré el primero, como usted ha dicho,
que asuma la responsabilidad de esa lucha.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Tiene la palabra el señor Roca.




El señor ROCA I JUNYENT: Señor Presidente, señor Presidente
del Gobierno, yo creo que podremos coincidir ya, no con usted
sino con toda la Cámara, en que en este espinoso tema de la
corrupción el problema está en la escasa confianza que las
palabras inspiran a la sociedad. Por tanto, ya no podemos
decir a la sociedad que vamos a proponer medidas, las hemos de
hacer. Y creo que todo cuanto debe hacerse en este momento
debe venir presidido por una prioridad absoluta, por una
celeridad manifiesta, ya que, de lo contrario, no vamos a
poder vencer el clima, que no me preocupa únicamente desde la
perspectiva de la escasa confianza, sino también desde la
perspectiva de la irritación social.

Por consiguiente, para reaccionar frente a esto yo no quisiera
que el hecho de que mañana en esta Cámara unas medidas
propuestas por el Gobierno o propuestas por diversos grupos
parlamentarios puedan ser aprobadas nos pareciese que agota
nuestro compromiso frente a este tema ante la sociedad. Hemos
de decirles que a ello seguirá una actuación constante, tenaz,
persistente, de manera que podamos dotar a los instrumentos
del Estado de los mecanismos más eficaces de carácter
inmediato; que puedan existir respuestas que se vean,
respuestas que tengan su traslación óptica, la imagen; que dé
sensación de que esto realmente ha experimentado un cambio.

Creo que éste es el tema más importante que tenemos delante en
este momento. Y, como le decía, señor Presidente, ahora
tenemos un mejor clima para otras muchas cosas, no para
entendimientos o no entendimientos, mejor clima para resolver
problemas importantes que afectan a los ciudadanos, que tienen
hoy unas exigencias en el campo de lo profesional, de lo
laboral, de lo económico y de lo social. Problemas que exigen
y demandan de nosotros respuestas, y estos hechos
enturbiadores están haciendo peligrar la capacidad de
aprovechar en su totalidad las posibilidades que ahora tenemos
delante. Sería importantísimo poder, rápidamente, situar los
temas de tal manera que las acciones pertinentes que deban
producirse en el campo de la corrupción sigan los trámites
acelerados, pero que no enturbien ni perjudiquen las otras
operaciones, que son fundamentales, también, para la
recuperación económica del país.

Señor Presidente, si he subido ahora a esta tribuna no ha sido
para consumir un turno de réplica, no ha sido para alargarme
en una discusión que ya conocen muchas de SS.SS. alrededor,
quizá, de ritmos distintos en nuestras concepciones sobre lo
que debe ser la privatización de activos del sector público,
sino que no quisiera que en modo alguno pudiera llegar a la
opinión pública la imagen de que con el entendimiento en la
voluntad de luchar contra la corrupción hay bastante. Lo que
hay es más: hay un compromiso que yo diría que toda la Cámara
ha puesto de relieve a través de manifestaciones muy diversas,
y a través de
expresiones distintas, de que a partir de hoy mismo vamos a
intentar adoptar aquellas decisiones que pueden favorecer la
lucha eficaz contra la corrupción, y que esto se hace desde el
liderazgo asumido responsablemente, porque de otra manera no
le podía corresponder, por Gobierno y por su Presidente.




Página 3192




Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Roca.

El señor Presidente del Gobierno tiene la palabra.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Me
gustaría, señor Presidente, hacer el resumen de la posición
del Gobierno, que traté de transmitir esta mañana, en torno al
tema de la corrupción. En primer lugar, quisiera aclarar que
el Gobierno tiene y asume la responsabilidad principal en la
lucha contra la corrupción. Segundo, el Gobierno puede actuar
ya, y lo hace con los medios de que dispone en el Estado de
derecho. Eso es lo que trataba de explicar en los casos que se
habían producido en los últimos tiempos. Y, tercero, algunos
cambios normativos pueden, sin duda, ayudar, entre otras
cosas, a conseguir una mayor celeridad en los procedimientos.

Por consiguiente, son cosas perfectamente diferenciables:
actuar con los medios de que se dispone respetando el Estado
de derecho, pero actuar con todos esos medios, y después
modificar algunas disposiciones que pueden ayudar, sin duda
alguna, en este camino o en esta dirección. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Vamos a suspender la sesión durante diez minutos.




Se suspende la sesión.




Se reanuda la sesión.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se reanuda la sesión.

Por el Grupo parlamentario Vasco (PNV), tiene la palabra el
señor Anasagasti.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Señor Presidente, señorías,
sirvan mis primeras palabras para, en nombre de mi Grupo
parlamentario, expresar mi condolencia a los familiares de las
víctimas del cruel y criminal atentado de ayer en Barcelona.

No pienso utilizar ni un segundo más para expresar mi
desprecio hacia gentes que desean que hoy hablemos de ellos.

Señor Presidente, hace diez meses, nuestro Grupo
parlamentario, sin contrapartida alguna, dio el apoyo a su
investidura como Presidente del Gobierno. La situación de
crisis económica aguda nos movió a la responsabilidad de no
empeorar aún más una situación grave, así como a otorgarle la
confianza mínima para que pudiera abordar con holgura los
retos planteados. Sin embargo, la experiencia de estos diez
meses nos dice que el Gobierno no ha enfocado
correctamente la situación y se resigna al día a día con una
ausencia de lide-razgo global fuerte y decidido. Esa es
nuestra visión de las cosas.

Nadie pone en duda que no se hayan hecho cosas de forma
sectorial. La reforma laboral, ciertas modernizaciones e
iniciativas y la acción de Ministros con ideas claras salvan
el balance. Pero la política del Gobierno, como tal, nos ha
hecho pasar de un voto afirmativo a una oposición preocupada,
porque, a nuestro juicio, ése no es el camino. El Gobierno ha
actuado en zigzag, y usted, desde nuestra óptica, ha hecho
pocos esfuerzos de manera continua para liderar con entusiasmo
la salida de la crisis; y sin liderazgo, lo que hay es un ir
pasando, que lo que hace es empeorar las cosas y desmoralizar
a la población. Entro de lleno a desarrollar ciertos temas.

Lógicamente, sobre desarrollo autonómico he de decir con pesar
que se ha defraudado todas nuestras expectativas de
cumplimiento de una ley orgánica refrendada de un pacto
político, de un compromiso con la
legalidad. El Estatuto de autonomía es una ley que se tiene
que cumplir y, a nuestro juicio, no se está cumpliendo. Hace
tres años, en un debate similar, usted habló del
reconocimiento del hecho diferencial, como ha hablado esta
mañana. En tres años, a pesar de la promesa, no se ha hecho
nada. En la investidura usted habló de lectura conjunta de los
Estatutos del 151, de
establecerun calendario de traspasos, así como el que la
superación del bloqueo estatutario era una de las prioridades
del Gobierno. En un año ha faltado voluntad política para
haber llegado a este debate con un acuerdo mínimo de alguna
transferencia, por lo menos. Nuestro Estatuto sigue paralizado
desde 1987. Y usted mejor que nadie sabe que si hay voluntad
política muchos de los problemas se resuelven en cinco
minutos, aunque su desarrollo requiera más tiempo y ciertos
cambios. En un año sólo hemos encontrado buenas palabras,
buena disposición, buena relación con el Ministro Saavedra,
pero todavía,
desgraciadamente, ningún acuerdo. Esta situación nos parece
insostenible porque, vuelvo a repetir, se trata de una ley
orgánica que se tiene que cumplir.

Miguel Herrero, ponente constitucional, ha vuelto a decir que
la cuestión autonómica no puede reducirse a una transferencia
competencial, porque con ser ésta importante --dice Herrero--
lo es más aún lo que justifica la propia transferencia de
competencias; el previo reconocimiento de una identidad allí
donde la haya. Y termina Herrero de Miñón: las identidades
nacionales no son extensos administrativos, sino intensos
políticos cargados de afectividad.

Señor Presidente, la discusión presupuestaria, la clave de un
gobierno, se hizo mal y nos excluyó, a pesar de que nuestro
grupo no presentó una enmienda a la totalidad. Se admitieron
algunas enmiendas, pero no se fue al fondo de lo que
solicitábamos.




Página 3193




En relación a la provisión de plazas de las instituciones,
hemos estado siempre dispuestos a que no se siga dando el
penoso espectáculo de unas instituciones en precario por
cálculos partidistas. Se habla mucho de visión de Estado, y al
parecer son los partidos nacionalistas los más interesados,
muchas veces, en que no se den espectáculos deprimentes como
los que se están ofreciendo. En definitiva, vemos que se hacen
cosas, que hay ministros con los que la comunicación es
continua, fluida y cordial, y otros que son realmente
intratables. Pero la cuestión es otra.

Es evidente la ausencia de una política sólida de pactos, es
constatable la ausencia de una acción global de gobierno bajo
un liderazgo claro. El Gobierno, perdóneme, parece a veces un
viejo tren de mercancías que se mueve a impulsos. Hay política
de ministerios, pero falta política de gobierno. Y,
sinceramente, señor Presidente, no entendemos lo que le está
ocurriendo. Permítame que le diga cómo vemos las cosas desde
nuestra óptica. De usted pueden cuestionarse algunas actitudes
menos que haya carecido de habilidad para encarar situaciones
críticas y difíciles. Todos estos atributos dirigentes parecen
haberse esfumado desde que perdió la mayoría absoluta.

Parecería que ha perdido interés. Y a pesar de que hizo
esfuerzos en su día, tras las elecciones no ha creado las
condiciones mínimas para que las cosas funcionen de otra
manera. En muchos casos la política que aparentemente se sigue
es la de ir dejando que las cosas se resuelvan por sí solas.

Parecería que ha perdido la capacidad para ir al fondo de las
cuestiones. Parecería que ha perdido la intuición para
adelantarse a los acontecimientos. Parecería que ha perdido
voluntad por llegar a acuerdos. Y aunque los logra, aparecen
de forma renqueante y a veces en precario, sin darle al país
el clima de confianza que necesita.

En una situación como la que vivimos es usted quien debe
liderar el proceso, sin olividarse de que la política es, en
esencia, el arte de unir, de armar acuerdos, de implementar
alianzas, sin miedo y con coraje, pero de forma continua.

Como en una intervención de este tipo es preciso elegir los
asuntos, nos vamos a referir a dos: el ambiente general en
relación con la corrupción y la necesidad de un debate en
profundidad sobre una política económica industrial. No hay
tiempo para más. La discusión europea que nos preocupa como
prioridad la discutiremos quizás tras la próxima cumbre
comunitaria. Cada debate de política general tiene su
contexto. En esta oportunidad el ambiente general es de
preocupación hacia el fenómeno de una corrupción aparentemente
generalizada, no sólo residenciada en la financiación de los
partidos políticos, sino en instituciones, nervio de la
sociedad, y en la sociedad misma, que hace que esta pérdida de
confianza en la política y en los políticos, en las
instituciones y en sus representantes sea tan importante que
nos vemos obligados a centrarnos preferentemente en este
asunto que tapa cuestiones de urgencia vital, como es el
abordar en profundidad la salida de la crisis económica que
vivimos. En primer lugar, hay que decir que creemos que la
corrupción no es estructural, y que si algunos políticos se
han corrompido no significa que la política sea una cloaca. Si
algunos altos miembros de las instituciones han utilizado
información privilegiada, han robado o manipulado o se han
enriquecido indebidamente, no significa que todo el sistema
esté contaminado.

Dicho esto hay que manifestar que, si bien ustedes han
reaccionado al final, su sistema de control no ha funcionado
debidamente. Su Gobierno ha actuado con lentitud, desganado y
precabido; aquí de no haber sido por la denuncia que la prensa
realiza, el delito hubiera quedado impune. La prensa ha
incidido sobre el Ejecutivo, el fiscal, el Parlamento y los
jueces, porque el Gobierno, perdóneme, no ha activado con
prontitud los
mecanismos internos y ha rechazado por sistema cualquier
consideración que le haya venido de los partidos de oposición
para abordar hechos concretos, aun a riesgo de vehicular la
exageración o la denuncia mal fundada.

Su Gobierno no ha actuado con decisión y con agilidad para
hacer frente a este fenómeno, que puede dar al traste con la
credibilidad de la vida pública. No nos vale decir que la
propia sociedad fomenta ella misma prácticas corruptas o que
la
picaresca sea consustancial con nuestro genio, porque la labor
de usted como Presidente, como responsable político y la de un
gobierno ético es la rapidez en la denuncia, la utilización a
fondo de los mecanismos de control, el promover personas de
conducta intachable, la ejemplaridad en la vida pública y la
pedagogía rápida y continua de explicar los hechos,
denunciarlos y establecer las responsabilidades. Sin voluntad
política real y valiente no se crea el clima adecuado y todos
los subterfugios políticos se convierten en formas angustiosas
de recubrir problemas.

Ha de reconocer que su Gobierno ha sido lento en la reacción y
no ha atajado a tiempo el fenómeno con toda la inmensa
posibilidad de iniciativa que tiene para ello, y es que la
ejemplaridad en la acción pública es algo tan vital que su
ausencia produce una sociedad enferma en la que quien no
delinque es por falta de oportunidades. Eso es gravísimo.

Por tanto, hemos de ser implacables contra el delito para que
no se vuelva a decir que una sociedad dislocada tiene los
políticos que se merece. Si esa sociedad no es rigurosa
consigo misma, si su sistema de valores ha quebrado, si la
adoración al becerro de oro es su móvil, lógicamente eso
tendrá su representación máxima en el ejercicio de la
política, para desgracia de un país que necesita ejemplaridad
y de ahí que el poso que debía



Página 3194




quedar en todo esto es que los ejemplos sucios de
irregularidad en la financiación de los partidos políticos, o
los casos de estos días, entre otros, son los ejemplos de lo
que no ha de ser encumbrado frente al trabajo serio y
riguroso; de lo contrario seríamos una sociedad de cómplices y
nos estaría bien merecido lo que nos está pasando.

Pero cabe también realizar algún tipo de consideraciones
generales. En la sociedad actual se está imponiendo el imperio
del dinero como valor y el del éxito económico personal como
realización suprema. Esto trae consigo una sociedad que se
resquebraja en el egoísmo de individuos y de grupos y la
desaparición de cualquier forma de altruismo, sea de base
religiosa o de ideologías laicas. Afortunadamente el ejemplo
de los médicos cooperantes y misioneros de Ruanda nos dice que
todo no es así.

Valores considerados como básicos por las generaciones
anteriores, como un sentido trascendente de la vida; la
firmeza de la familia como garantía del equilibrio de los
hijos, el respeto a los mayores y el rechazo de lo grosero
están siendo arrumbados a toda velocidad. Todas las sociedades
actuales llevan al triunfo del egoísmo, del individualismo y a
la irrisión del altruimo. Así pues, el feroz individualismo
que se detecta en las sociedades prósperas constituye un
riguroso desequilibrio que ha sido fomentado por un criterio
neoliberal salvaje. Eso afecta a las instituciones y a los
partidos. El llamado Estado social de derecho surgió
precisamente como correctivo del primer Estado liberal, en
cuanto buscaba equilibrar la garantía de los derechos
individuales con la dimensión colectiva y una mínima justicia
distributiva.

Pero en los países occidentales, tras años de seguridad
política y de prosperidad económica, nos encontramos con que
el
individualismo y el egoísmo desarrollados en la situación de
comodidad y de consumismo ha erosionado la cohesión social y,
como consecuencia, el sentido del bien común de quienes rigen
las instituciones, bien sean partidos, judicatura o alto
funcionariado.

Escribía recientemente un politólogo que los partidos se están
convirtiendo en superestructuras sin contexto, porque se han
muerto las ideologías que dan sentido a los partidos e
instituciones. ¿Qué son hoy los partidos? Para no hablar de
los sindicatos o de la magistratura. ¿Hasta cuándo una
sociedad que mide las cosas por el dinero va a exigir
honorabilidad,
desprendimiento y altruismo a personas que desde el poder
tienen el dinero en la mano? Existe, pues, el peligro de que
los partidos que constituyen el lazo entre el poder y la
sociedad, que proyectan lo conveniente al bien común y que
presentan al voto ciudadano a los titulares del poder se
conviertan en meros equipos de conquista y usufructo del
poder, con lo que el pluralismo y la alternancia se reducirían
a la circulación y sustitución de diferentes élites que se
disputan la ocupación del poder.

Nada de esto es nuevo, porque tesis sobre desgaste de las
ideologías o del poder como circulación de élites fueron
desarrolladas en los años veinte y treinta en un clima de
pesimismo y desilusión sobre las instituciones democráticas
que dieron pie, por cierto a los ataques a la democracia del
fascismo emergente.

Junto a todo esto, ha surgido un tipo humano como referente
político de nuevo rico, ejecutivo agresivo, especulador sin
principios, fortuna rápida. Es preciso que surja tras esta
crisis que estamos viviendo la afirmación de que un
individualismo exagerado socava la democracia y fomenta la
corrupción. Se trata de contextualizar el individualismo y
fomentar la participación democrática en la vida pública, sin
coartar las libertades. Se trata de preservar las
instituciones, desde la familia a los partidos, pasando por el
asociacionismo y el protagonismo de la propia sociedad. Sólo
bajo una cultura del respeto y la
disposición por el servicio público puede florecer y
consolidarse la democracia.

Se trata de luchar contra la imagen de cambalache entre los
poderosos, de acuerdos en cuartos oscuros y es que,
paradójicamente, no es que los gobernados pidan a los
gobernantes mayores libertades o mayores derechos cívicos,
sino más moral. Su «leit motiv» está en que la utilidad
pública prime sobre la utilidad privada, y es que hoy se ha
desencadenado una lógica obsesión por el rearme moral, mucho
más después de lo visto. Independientemente de que critiquemos
su falta de reflejos ante el fenómeno, sobre todo liderando un
partido serio, con un discurso ético, no hay duda de que es
preciso trabajar
estableciendo valores de futuro. Valores de futuro son, sin
duda, la libertad y la justicia; valor de futuro es la
cohesión social que impide caer en el individualismo
exacerbado, disolvente y antinatural; valor es y será el culto
a la palabra dada, al cumplimiento del pacto, que no es tan
sólo un elemento de seguridad en las relaciones sociales, sino
una emanación de la dignidad de la persona; valor también es
hablar claro en
política, sin tanto eufemismo, llamando a las cosas por su
nombre y que haya más verdad en el lenguaje político y no
tanto cuento como hay en muchas oportunidades; valor es y será
una actitud constructiva y no destructiva: hacer, levantar,
perfeccionar y crear.

Un nuevo impulso de progreso tiene la regla democrática del
control ético en su punto de partida. Hoy usted ha propuesto,
así como otros Grupos, iniciativas para atajar el clima de
corrupción y devolver la confianza a la sociedad. Nos gustaría
que no quedara todo en algo parecido a aquel debate que
vivimos sobre el tráfico de influencias y utilización de
información privilegiada. Para ello es preciso acercarse a
esta lacra, eliminando la arrogancia del poder y el tapar al
amigo



Página 3195




al que se le ve que vive por encima de sus posibilidades; sin
llegar al maccarthismo ni a una absurda caza de brujas y,
sobre todo, no trabar el funcionamiento de la Administración,
porque quien va a robar al final siempre buscará sus atajos y
en el camino habrá dejado una Administración lentísima y llena
de tantas cautelas que hará asfixiante el trámite
administrativo. Hemos de ser más exigentes. El alto
responsable político designado debe pasar por la encuesta
parlamentaria; debe haber comisiones de investigación
públicas; un Tribunal de Cuentas con competencias; una
justicia rápida; unas incompatibilidades que se cumplan y no
como ocurre en la actualidad; una adecuada y no hipócrita
financiación de los partidos políticos; un debate sobre el
estatuto del cargo público; una elección minuciosa de aquellas
personas que van a administrar dineros públicos con obligación
de informar sobre las variaciones de su patrimonio, de él y de
su familia, así como que para él, mientras ocupe el cargo en
cuestión, no haya ni el secreto bancario ni la reserva fiscal,
y si no, que no se dedique a la actividad pública. Finalmente,
combatir políticamente el transfuguismo para evitar vivir los
espectáculos bochornosos sufridos.

Nosotros, con el Grupo Catalán, hemos presentado la demanda de
una comisión de investigación sobre el caso Rubio, y
esperamos, lógicamente, sus resultados para dar nuestra
opinión definitiva. Si esto ha ocurrido, por lo menos que
sirva de catarsis, de punto de arranque para una nueva
situación, porque nos preocupa que, habiendo tantos retos ante
nosotros, y tantas cosas que hacer, con tanta urgencia, estas
cuestiones nos lleven a la inactividad, y la ciudadanía ve la
necesidad de seguir modernizando el país y está dispuesta a
aceptar sacrificios, si se le dirige bien y con ejemplaridad.

Un titubeo en la lucha contra la corrupción, echaría por
tierra el posible repunte económico. Señor
Presidente, con relación a nuestra propuesta de hace un año,
referente a una política realista económico-industrial, se
sigue, a nuestro juicio, en la actualidad con la clásica
política de la colcha de retazos. He ahí por lo que le
volvemos a solicitar un debate monográfico y en profundidad,
una especie de plan de emergencia que aborde los problemas de
la empresa a fondo, porque es fundamentalmente la empresa la
que crea empleo. Creemos que es preciso hacer cuanto antes un
diagnóstico que recoja las iniciativas de los Grupos
parlamentarios, y que éstas se reflejen en unos presupuestos
que tienen que ser discutidos de antemano para incorporar todo
aquello que ponga la reactivación de la economía, la
contención de un déficit explosivo y aquellas medidas que
pongan la empresa a punto con prioridad, porque si entramos en
una fase ascendente del ciclo, hemos de estar preparados para
aprovecharnos a fondo de esa posible nueva bonanza.

Decimos esto, porque hemos debatido en este año propuestas en
comparecencias del Gobierno sobre la situación económica. Cada
Grupo parlamentario ha tenido ocasión de proponer medidas que
incentiven la actividad empresarial, todo ello con un
resultado nulo. El Gobierno y los Grupos parlamentarios no
hemos sido capaces de establecer un catálogo consensuado de
medidas para activar las empresas; es decir, el sistema
productivo. Y se hacen cosas. Nosotros no negamos que se hagan
cosas; se hacen muchas cosas. Pero, a nuestro juicio, sin el
énfasis requerido a una prioridad de gobierno. Por eso,
nuestro Grupo parlamentario ha insistido en cada ocasión sobre
aspectos que nuestra experiencia nos dicta, y se lo dijimos en
el momento en el que nos llamó para participar en su Gobierno,
porque creemos que una política basada en la economía
productiva no es tan sólo privativa de un
Ministerio sectorial, sino que ha de ser la prioridad de una
política de Gobierno, en su conjunto, que aborde desde la
formación hasta la incentivación fiscal, pasando por medidas
que proponganla reforma del Impuesto sobre Sociedades,
revisando la tributación local, persiguiendo el fraude fiscal,
incentivando la creación de empresas; una política de
gobierno, no de un ministerio en solitario, por muy importante
que sea este
ministerio. Y usted, señor Presidente, tiene que liderar esa
política de gobierno.

Ante la ausencia de un plan sólido, hemos propuesto en este
año medidas laborales, fundamentalmente en el área de
formación para el empleo, en la revisión de las cotizaciones
sociales a cargo de las empresas. También hemos propuesto
medidas para incentivar las exportaciones, y la implantación
de empresas en el exterior a través del establecimiento de
redes comerciales que propicien y potencien la presencia
directa de empresas compitiendo en el contexto internacional.

Hemos propuesto medidas para estudiar el redimensionamiento de
las empresas, que hagan precisamente posible competir con
otras en el exterior. Hemos propuesto medidas administrativas
para agilizar la creación de empresas, y todo esto no ha
llegado a cuajar en un plan consensuado que se refleje en los
presupuestos y que se traduzca en un programa de actuación,
con un verdadero contenido de medidas específicas.

Si en su día esta fue una de nuestras propuestas para nuestra
entrada en el Gobierno, hoy más que nunca se imponen ante la
actual coyuntura. El carácter estructural de la crisis del
empleo requiere otras políticas más ambiciosas que vayan a la
raíz del problema: la educación de trabajadores polivalentesy
de alta cualificación, capaces de reciclarse continuamente a
lo largo de su vida laboral, requiere reinvertar la Formación
Profesional, restablecer un aprendizaje de empresa que no sea,
como hoy, simple fuente de trabajo barato, y apostar por una
educación que no se limite a las necesidades inmediatas de la
empresa de hoy, sino que permita la adaptación a la empresa de
mañana.




Página 3196




Hace tres años el presidente de nuestro partido denunció la
situación con una frase gráfica: Se hundió el «soufflé». Hace
tres años se anunció lo que había sido aquel tipo de política,
basada en la llamada ingeniería financiera, y lo que venía. No
se le hizo caso, como no se nos ha hecho caso a las
iniciativas que reiteradamente hemos propuesto. Pero no consta
que el ciudadano sea consciente de la gravedad de la situación
y asiste como mero espectador a un drama del que es
protagonista: duro por la exigencia de preparación, sin piedad
a la hora de calibrar costos y calidades. El quedarse en la
cuneta del paro o la marginación va a ser una calamidad
endémica en los años venideros, y la competitividad pasa
fundamentalmente por el trabajo y la formación. De ahí, señor
Presidente, que le volvamos a plantear que creemos que el
objetivo prioritario en el campo económico es concentrarse en
un plan, muy debatido, consensuado y asumido, ante todo en la
economía productiva: salvar el tejido industrial y las
empresas con futuro; apoyar las inversiones productivas, la
formación profesional, el desarrollo y la aplicación
tecnológica; lograr un mercado de trabajo flexible, sin
deteriorar la dignidad del trabajador; crear un clima de
aceptación del riesgo y una cultura de participación y
solidaridad. Lo único que no puede hacerse es andar a tumbos y
esperar, como dicen algunos --y no es su caso, señor
Presidente--, que el mercado por sí solo solucione el
problema, porque el mercado no es una balsa de aceite sino una
pugna de intereses y egoísmos. El mercado no es reducto de la
solidaridad, del altruismo, de la generosidad y de la
fraternidad. Y de ahí también la necesidad de una concertación
social con unos
sindicatos que reivindiquen con fuerza la dignidad y el
derecho del trabajador, pero que denuncien también sus abusos,
las ausencias en el trabajo y pongan por delante el que no se
destruya empleo o la defensa legítima de sus reivindicaciones.

Termino, señor Presidente. No hemos podido enunciar aspectos
del llamado impulso democrático, que a nuestro juicio debería
ser ampliado a un catálogo mayor de iniciativas. De los tres
proyectos enviados, debemos decir que trabajamos bien con
Interior y en Justicia, aunque en este particular seguimos
reclamando la transferencia del personal. En lo referente a la
Ley de Contratos, hemos expuesto nuestras opiniones para que
se prevea un cumplimiento estricto de los principios de
publicidad, mérito y capacidad, así como la regulación precisa
de los supuestos de incompatibilidad. En cuanto a la LOREG,
hemos vuelto a denunciar el que un Estado autonómico presente
una
circunscripción electoral única para las elecciones europeas.

De todas formas, en las propuestas de resolución, cuarenta,
ampliaremos nuestros criterios sobre éste y otros aspectos,
que no caben en un discurso. Hace diez meses, señor
Presidente, apoyamos su investidura, tres meses después no
presentamos una enmienda a la totalidad de los Presupuestos.

Hemos hecho honor a nuestros compromisos de ser una oposición
constructiva, que trata de mejorar las cosas y no de
empeorarlas. Nos hemos comportado con mayor lealtad y sentido
de la responsabilidad que su Partido en Euskadi, que se está
convirtiendo, a nuestro juicio y gratuitamente, en un foco de
inestabilidad injusta y de inciertos resultados, mucho más si
se comparte un Gobierno de coalición, cuestión ésta que no se
da precisamente aquí, porque nosotros somos un Grupo de
oposición constructiva. De ahí nuestra perplejidad ante lo que
está pasando y ante la ausencia, a nuestro juicio, de un
liderazgo real, no sólo nominal. No basta la proclamación de
un principio para modificar una realidad social. Le quedan a
usted, señor Presidente, tres años de legislatura para
modificar este estado de cosas. Nosotros seguimos solicitando
lo mismo que hace un año: Una política económica industrial
seria y articulada y el cumplimiento del Estatuto, de todo el
Estatuto, con voluntad política, con lealtad y con voluntad de
llegar a acuerdos.

Lucha contra la corrupción. Usted, señor Presidente, lo puede
hacer, tiene el apoyo parlamentario suficiente para hacerlo.

De lo contrario, nuestra actitud --y no es una amenaza sino,
simplemente, una constatación--, no sólo en el fondo sino en
las formas, incrementará su denuncia porque este estado de
cosas a nuestro Grupo Parlamentario le parece insostenible.

Sepa
reaccionar, señor Presidente, empléese a fondo y no se olvide
de incluir el futuro en sus decisiones, porque, señor
Presidente, ése es el secreto de un buen Gobierno.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anasagasti.

El señor Presidente del Gobierno tiene la palabra.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, señor Anasagasti, con brevedad hoy voy a
reiterar mi agradecimiento a la votación de investidura. Usted
sabe la voluntad con la que iniciamos conversaciones entre
nosotros. Usted sabe que expuse claramente, desde la primera
conversación, nuestra voluntad de que formaran parte del
Gobierno, de que asumieran las responsabilidades con nosotros.

No sólo se lo ofrecimos a Convergència i Unió, sino también a
su propio Grupo. Ya entonces aclaramos, y hoy seguimos
reiterando, que trascendía con mucho lo que pudiera ser un
problema de aritmética parlamentaria. Era la voluntad de
intentar compartir responsabilidades que para nosotros tienen
un extraordinario sentido en la construcción de un proyecto
global para España, aceptando las diferencias y permaneciendo
además como ese proyecto global. Usted se ha referido a la
política del Gobierno diciendo, con una cierta crudeza, que
usted esperaba más, que no se ha hecho lo suficiente y, sobre
todo, que no se ha



Página 3197




hecho una política de conjunto, aunque haya algunos
ministerios que hayan hecho esa política.

Esta mañana trataba de exponer, con una cierta sistemática lo
que había sido la trayectoria de la política del Gobierno no
sólo en política económica sino en otros aspectos como el
autonómico, el de la política europea y otros. En el tema
autonómico estamos desde hace meses --aparte del tiempo que
lleva bloqueado el problema de las transferencias al País
Vasco--discutiendo algo que difícilmente se puede remontar si
no hay una voluntad política recíproca. Sabe S.S. que hay
algunas transferencias --según mi información, que puede usted
contrastar-- que están prácticamente acordadas, que se podrían
traspasar ya pues no hay ninguna discrepancia. Sea el número
que sea. A mí se me dice por los responsables que siete.

Además, hay una docena de
transferencias en las que es fácil dar un empujón y, por
consiguiente, aumentar el número de competencias asumidas por
la comunidad autónoma.

Yo creo que aquí hay una responsabilidad compartida. Se lo he
dicho en otras ocasiones y de nuevo se lo digo ahora. No es
lógico que se tenga sólo una visión del problema. Hay que
intentar compatibilizar las dos visiones que se tienen del
problema, por eso hablamos de una lectura conjunta. En este
caso nosotros hemos hecho un esfuerzo, y lo seguiremos
haciendo, de aproximación de posiciones; un esfuerzo serio y
responsable, que naturalmente no va a permitir que nos apeemos
de convicciones a las que obviamente no podemos renunciar,
igual que no les pedimos a ustedes que renuncien. Tratemos de
buscar respuestas políticas a algunos de los problemas que nos
separan desde el punto de vista del desarrollo autonómico.

Nosotros conocemos su
disponibilidad en la provisión de cargos públicos,
disponibilidad que nosotros también hemos querido poner de
manifiesto. Yo acepto de buen grado la crítica que me ha hecho
personalmente sobre capacidad, incluso sobre impulso de una
política de acuerdos. Lo acepto de buen grado, pero no quiero
dejar de recordarle que a los máximos responsables del partido
que usted representa y del propio Gobierno del País Vasco les
ofrecí claramente un pacto que tenía mucha más envergadura que
cualquier otro; era un pacto de participación gubernamental.

Cuando se habla o se discute de la política industrial, debo
señalar que la política industrial siempre será una política
liderada por un ministerio, aunque no sea exclusiva de un
ministerio. En eso podemos coincidir
plenamente. No es la política de un ministerio, pero es la
políticaque lidera un ministerio. Naturalmente tiene aspectos
que escapan de un ministerio. Si se habla de fiscalidad en lo
que puede ser una política industrial, no dependerá del
Ministerio de Industria, sino que dependerá del Ministerio de
Hacienda obviamente, pero siempre habrá un ministerio
encargado de hacer esa política. Usted sabe que no descubro
ningún secreto si digo que les pedí que se hicieran cargo de
ese ministerio. Por tanto, fui más lejos de lo que pudiera ser
una mera discusión, que estamos dispuestos a hacer, sobre esa
política industrial y estamos dispuestos a llevarlo al terreno
presupuestario en la medida en que sea posible el acuerdo y
sean compatibles nuestros criterios de política
presupuestaria, de control del déficit y de definición de
prioridades con los que ustedes expongan. Propone usted que se
haga un debate específico sobre política industrial y a mí me
parece que podría ser oportuno hacer ese debate, para que se
pudiera sistematizar una explicación de medidas que unos y
otros estamos en condiciones de proponer con la voluntad de
llegar a acuerdos que compartamos todos, a acuerdos --repito--
compatibles con el conjunto de las
prioridades de la política económica y de la política social.

No tiene usted que convencerme, señoría, de que una política
de Gobierno no es la política de un ministerio, ni siquiera la
suma de la política de los distintos ministerios. Esas
políticas entre sí se engarzan y cobran sentido en una
política global y de Gobierno.

Lamento no convencerle de que hay una política de equipo de
Gobierno y, por consiguiente, una política de conjunto de
Gobierno. En todo caso, estamos dispuestosa abrir esa
discusión y ese debate para intentar el máximo esfuerzo para
llegar a acuerdos. Acepto de buen grado las limitaciones de
capacidad que pudiera tener y que usted ha puesto de
manifiesto desde la tribuna.

El tercer tema al que ha hecho usted refrencia --y no por este
orden-- ha sido el de la lucha contra la corrupción. Ha hecho
un análisis de la evolución de la sociedad actual, no sólo en
España sino en el conjunto de Europa, podríamos decir de la
sociedad que tradicionalmente hemos llamado occidental, que en
una muy buena parte comparto. Quizás haya algunas diferencias
de matiz que son propias, naturalmente, de nuestros
fundamentos, si no
ideológicos, de ideas o de ideales, pero comparto buena parte
de la descripción de valores y de los riesgos de la pérdida de
esos valores. Me gustaría decir que muchas de las propuestas
que ha enumerado son propuestas que podemos asumir
perfectamente. No he sido capaz de retener el conjunto, pero
tal como las iba oyendo no me parecen propuestas rechazables.

Le quiero decir con claridad que respetando el Estado de
Derecho, tengo la voluntad política --y lo estoy poniendo de
manifiesto-- de demostrar que tenemos instrumentos para luchar
contra la corrupción y que vamos a perfeccionar esos
instrumentos desde el punto de vista
normativo. Los resultados se van a ver. Cada caso que se
presente tendrá una respuesta contundente, una respuesta que
pretenderemos que sea eficaz. A veces se dice que la justicia
tiene que ser más rápida y es verdad que tiene que ser más
rápida. A veces incluso se proponen procedimientos más de
urgencia. En algún caso nosotros lo hemos propuesto y, sin
embargo,



Página 3198




después, en la práctica el funcionamiento del aparato de la
justicia tiene una cierta resistencia a la celeridad. En
muchos casos incluso por un problema de garantías que no nos
puede ser ajeno.

Respeto su reflexión y la comparto sobre la sociedad actual y
la alteración de valores que sufre. Creo que se debe combatir.

Personalmente me son muy próximos muchos de esos valores.

Desde luego, de solidaridad y de distanciamiento de lo que
puede ser una actitud individualista e insolidaria.

Personalmente también, quiero decirle que me es extraño el
valor, que en este momento puede ser un valor extendido, del
culto al dinero o del culto a la riqueza. Personalmente me es
extraño y esto probablemente me haya llevado en algún caso a
no comprender, a rechazar la comprensión de conductas que para
mí son absolutamente
inexplicables. Pero puede estar tranquilo S.S. porque la
voluntad política es una voluntad clara de luchar contra este
fenómeno y de recuperar valores que, en gran medida, podemos
compartir. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Tiene la palabra el señor Anasagasti.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: Muchas gracias, señor
Presidente. En primer lugar, quiero agradecerle su disposición
a que en esta Cámara se celebre un debate monográfico de
política económica-industrial. ¡Ojalá se puedan sistematizar
todas las propuestas de los distintos grupos parlamentarios!
Cuando yo me refiero a la política de un Ministerio en
concreto, lógicamente lo tiene que desarrollar un ministerio
concreto, pero, a nuestro juicio, en política industrial hay
aspectos dedicados a la formación sobre los que algo tiene que
decir el Ministerio de Educación; algo tiene que decir en
todas aquellas propuestas de incentivación fiscal.

Efectivamente, señor Presidente, cuando usted nos invitó a
formar parte del Gobierno (que, dada la dimensión de nuestro
Grupo Parlamentario, más que un Gobierno de coalición
lógicamente era una participación y, de alguna manera, una
cierta absorción) nosotros queríamos saber con qué presupuesto
podría actuar dicho Ministro y qué posibilidades tenía de
hacer una verdadera política económico-industrial. Usted nos
dijo que los
presupuestos eran los del año pasado, pero un poco menos dada
la situación de crisis económica y que había cierta dificultad
para llevar adelante una política de formación porque era algo
que le correspondía al Ministerio de Educación. Todo eso nos
hizo pensar, sobre todo porque no había un acuerdo definitivo
en el desarrollo autonómico con un calendario de traspasos y
con una voluntad manifiesta de desarrollar dicho Estatuto en
toda la legislatura, en no aceptar su invitación, agradeciendo
su oferta a nuestro partido político. De todas maneras he de
decirle, señor Presidente que en el Parlamento Vasco, no
solamente el PNV, sino otros grupos parlamentarios: el Partido
Popular, el Partido Socialista de Euskadi, incluso en algún
aspecto Eusko
Alkartasuna, hicieron un diagnóstico de la situación
transferencial y la valoraron en 54 transferencias, y detrás
de ese diseño no hay solamente una visión del PNV, sino
también de otros partidos políticos. Con ese ánimo y con esa
voluntad nosotros hemos ido a negociar y nos hemos encontrado,
señor Presidente, con una magnífica disposición del Ministro
Saavedra. Eso hay que decirlo. Pero ha pasado casi un año y ha
llegado el día de hoy a este debate y no hemos logrado
desanudar una situación.

Tiene usted razón cuando dice que siete transferencias están a
punto de acordarse. Hay, al parecer, algún tipo de desacuerdo
en alguna valoración: siete, incluso dos más. Estamos a punto
de lograr un acuerdo, pero a última hora no se alcanza siempre
ese acuerdo. Y eso es lo que nosotros denunciamos como una
ausencia o falta de voluntad política y, quizá señor
Presidente, una falta de liderazgo de usted mismo como
Presidente del Gobierno, porque nos encontramos con la
argumentación siguiente. El Ministerio para las
Administraciones Públicas está de acuerdo, los
departamentos del Gobierno vasco están de acuerdo, pero hay
algún ministro en particular que no ve procedente ese tipo de
transferencias, y se nombra a dicho ministro. La pregunta que
se le formula al Gobierno es quién manda en ese Gobierno. Si
el Presidente González tiene voluntad política, ¿por qué no le
dice al ministro determinado que desbloquee esa situación? Eso
es lo que nosotros no vemos como voluntad política y por ello
nosotros denunciamos que no existe una política global de
Gobierno. Hay unas políticas de ministerios, pero no hay una
política global de Gobierno.

Señor Presidente --y quizá no estoy autorizado para ello--, yo
le diría lo siguiente. No traigo aquí las obras completas de
Sabino Arana Goiri, sino simplemente el programa de gobierno
del Partido Socialista de Euskadi en el año 1980. Si su
Gobierno tiene una política económica industrial más o menos
cónsona con los planteamientos que nosotros le hemos
enunciado; si su Gobierno tiene una política europea quizás un
poco más sensible a otro tipo de realidades; si su Gobierno,
usted mismo y su Partido, están de acuerdo en aplicar este
programa electoral del Partido Socialista de Euskadi de 1980,
el Partido Nacionalista Vasco estaría en su Gobierno. Nosotros
no ponemos más techo en este momento que el programa electoral
del Partido Socialista de Euskadi, fíjese usted qué difícil.

No puede haber discrepancia de tipo ideológico, porque el
Partido Socialista de Euskadi no puede decir que este programa
ha prescrito. Aquí hay aspectos interesantísimos, como la



Página 3199




Seguridad Social, el Inem y otra serie de cuestiones que para
nosotros son muy caras, desde el punto de vista nacionalista,
y que fueron asumidas por su Partido en 1980. No le estoy
proponiendo algo absolutamente inasumible; no le estoy
proponiendo, como le he dicho antes, las obras completas de
Sabino, sino el programa del Partido Socialista de Euskadi.

Fíjese qué fácil sería desbloquear una situación.

Finalmente, señor Presidente, bajo ningún concepto le he
acusado del culto al dinero; todo lo contrario. Por eso le he
dicho que un Partido como el Partido Socialista, un Partido de
más de cien años, un Partido con un discurso ético, un Partido
organizado, un Partido que ha prestado a este país
importantísimos servicios, tiene que abanderar el discurso
ético y tiene que abanderar, fundamentalmente, la lucha contra
la corrupción, como tenemos que abanderarla todos los partidos
políticos si no queremos que esta sociedad rechace de una
manera tan frontal a los partidos políticos y si no queremos
que esta sociedad se distancie cada vez más de los partidos
políticos e incluso de las propias instituciones.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Anasagasti.

Tiene la palabra el señor Presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, señor Anasagasti, efectivamente eran
nueve y no siete las transferencias en las que había acuerdo.

Según me informan, incluso en ocho hay acuerdo desde el punto
de vista de las valoraciones económicas. Por consiguiente, no
habría ningún obstáculo en que esas transferencias se
produjeran
inmediatamente.

Creo que hemos mantenido un proceso de negociación en el que
nosotros representamos los intereses que tratamos de defender
legítimamente desde el Gobierno central. Vivimos una situación
paradójica, porque es verdad que ustedes tienen un Gobierno de
coalición con el Partido Socialista de Euskadi, sin embargo,
ese Gobierno de coalición aquí no se ha conseguido hacer, por
las razones que sean. Es evidente, repito, que es una
situación un tanto paradójica. No voy a hacer nunca uso, como
elemento argumental definitivo, de una posición del Partido
Socialista de Euskadi para comprometer la posición del
Gobierno. Nosotros, como ustedes, tenemos una relación en un
nivel institucional, de Gobierno a Gobierno, que es la que
marca realmente nuestra responsabilidad, y la vamos a seguir
manteniendo en ese nivel institucional. A nosotros nos toca
representar, desde el punto de vista institucional, los
intereses generales de nuestro país. No nos toca representar
ni siquiera lo que puedan ser posiciones, en un momento
histórico como el del año 1980, de un sector o de una
organización partidaria nuestra.

No voy a extenderme más. Lo que quiero decir es que 20
transferencias están maduras para ser trasladadas. Creo que
daríamos un buen signo a la opinión pública del País Vasco y a
la opinión pública en general si se acordaran esas
transferencias y se superara ese rubicón. Me parece que no hay
gran obstáculo. Desde luego, en nueve ya me dicen que no hay
obstáculo de ningún tipo. Esto es lo que sería un impulso de
política de Gobierno en su conjunto, como dice su señoría. Por
tanto, sumemos las nueve a las restantes y hagamos 20.

Habremos recorrido un tramo del camino. Después, vamos a
intentar acercarnos a las transferencias que ustedes están
definiendo con el número de 54. Pero le ruego que comprenda
que, incluso cuando ese volumen de transferencias esté
aceptado o definido por el Partido Socialista o por el Partido
Popular, nosotros tengamos que defender intereses en los que
podamos creer como Gobierno y no los intereses que puedan ser
legítimamente representados por otros.

Yo sabía que usted no me aludía cuando hacía la referencia al
culto del dinero. Por consiguiente, no he respondido en ese
sentido. Lo he hecho para compartir su valoración, igual que
he compartido la valoración que ha hecho de la lucha contra la
corrupción.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene
la palabra el señor Olarte.




El señor OLARTE CULLEN: Señor Presidente, señorías, es
indiscutible que con el transcurso del tiempo, en casi cinco
horas que llevamos de sesión, se ha ido aminorando una tensión
que existía al principio, tensión consecuencia de una
preocupación que, de manera bastante meridiana, existía en la
calle. Y cuando aquí da la impresión de que ha trascendido esa
situación inicial, dudo (más que dudar, afirmo lo contrario)
de que en la calle haya desaparecido precisamente la
preocupación existente.

Sé que hoy, señor Presidente, con ocasión del presente debate,
usted ha sido y sigue siendo el blanco propiciatorio de los
dardos que se dirijan, no contra el banco azul, sino
precisamente contra el máximo responsable del Gobierno. Mal
puede decirse que usted, en su actual ubicación, que viene
disfrutando --si se puede decir así-- desde que se inició la
legislatura, no
precisamente con los votos de Coalición Canaria, no esté
sintiendo el calvario derivado de una serie de errores
acumulados que se han producido en estos años en virtud de los
cuales, tras los últimos sucesos, ha tenido y tiene que asumir
la
correspondiente cuota de responsabilidad. Hoy, a estas
alturas, aparte de reiterativo podría entenderse que sería
incluso de mal gusto relatar o siquiera mencionar aquí los
supuestos de Filesa, de Renfe, de la Directora del «Boletín
Oficial del Estado»; lo ocurrido



Página 3200




con el ex Gobernador del Banco de España, con ese dinero negro
que se empieza a llamar ya «dinero rubio»; con lo acontecido
también con el socialista --todavía creemos que lo es-- señor
Roldán, con motivo de la situación absolutamente impresentable
e inadmisible que ha dado lugar a la actividad parlamentaria
correspondiente. Esta cuestión, señor Presidente, ha puesto
sobre el tapete otra que ha preocupado también en la calle y
en la que nosotros, Coalición Canaria, desde hace un mes,
hemos tratado, infructuosamente, de establecer las medidas
correspondientes. Me refiero a los fondos reservados.

Hace un mes aproximadamente presentamos una interpelación
urgente en el Registro de esta Cámara, cuya iniciativa fue
rechazada por el señor Trillo --entonces Presidente en
funciones y ahora ausente--, y posteriormente secundada, tras
oír a la Junta de Portavoces, en la cual el Partido Socialista
y el Partido Popular quedaron en una patética soledad, habida
cuenta de que no era ése el criterio de los restantes grupos
parlamentarios presentes en la Junta de Portavoces que
respaldaban el deseo de Coalición Canaria de que se debatiera
aquí la interpelación
correspondiente, con la finalidad absolutamente ortodoxa, de
«lege ferenda», de establecer cuál era la voluntad, los
propósitos y las normas que estaba dispuesto a traer el
Gobierno a esta Cámara para estimularle, a fin de que en un
plazo
razonable de tiempo lo hiciera, no con la finalidad de hurgar
en cómo se habían gestionado los fondos reservados, sino,
precisamente, para posibilitar que, de cara al futuro, esa
sensación de inseguridad y de preocupación que, con respecto a
su manejo, se había suscitado en la calle, no se siguiera
produciendo.

Nosotros somos conscientes de que en los países de nuestro
entorno democrático y en muchos otros países --la diferencia
es que en unos hay control y en otros, no-- el tema de los
fondos reservados es algo que se produce, que existe y que es
inevitable, pero eso no quiere decir que se tenga que evitar
el control.

En mi tierra, señor Presidente del Gobierno, en los campos de
mi tierra, la gente de aquellas zonas rurales distingue los
administradores de los que ellos califican los amos de las
escrituras. Ustedes no son los amos de las escrituras, ustedes
son los administradores de los bienes del pueblo español; por
tanto, ninguna tranquilidad nos produce el hecho de que el
control empiece y termine en ustedes mismos. De ahí que
nosotros, con toda lógica y razón --incluso algún miembrodel
Gobierno, no precisamente socialista, compartiendonuestro
criterio, estimaba la necesidad de un control--, reiteramos la
necesidad de ese control. Por ello, mañana, dentro del plazo
correspondiente, presentaremos la propuesta de resolución
oportuna, en virtud de la cual esos fondos sean controlados no
exclusivamente por los gestores, por los administradores, por
el Gobierno, sino por las fuerzas políticas presentes en el
arco parlamentario. Vamos a solicitar que ustedes respalden
esta iniciativa, y estoy seguro de que no será capaz de decir
que no, porque no debe y porque no puede tampoco hacerlo en
esta situación, señor Presidente. Estoy seguro de que ustedes
tendrán que respaldar esa iniciativa y tendrán que traer aquí,
aunque sea a trancas y barrancas, dada la oposición que
evidentemente se produjo en la Junta de
Portavoces, la que formuló hace un mes, infructuosamente,
Coalición Canaria. Reconozcamos todos, señor Presidente del
Gobierno, en vez de expresar lamentaciones, quejas y
acusaciones más o menos veladas contra los medios de
comunicación social, que, una vez más, éstos han jugado un
papel importante en la vida democrática de nuestro país, al
igual que lo jugaron en su día. La diferencia es que entonces
tenían un apoyo total de las fuerzas políticas en ese papel
jugado y hoy, ese apoyo, esa conformidad, esa aquiescencia, se
ha producido cuando realmente no había otra solución y cuando
el Gobierno, por usted presidido, se encontraba en un callejón
sin salida.

Se pone de manifiesto la razón que tenía el Grupo
Parlamentario que trajo aquí aquella iniciativa en defensa del
secreto
profesional de los periodistas, a la cual nosotros nos sumamos
entusiásticamente desde el primer momento y de la que nos
hemos alegrado profundamente, habida cuenta de que en un plazo
muy breve de tiempo se transformará en una ley que dé
satisfacción a todos aquellos que queríamos desarrollar
adecuadamente la Constitución en beneficio del Estado
democrático.

La situación actual por la que atraviesa el Estado español,
señor Presidente, es mala. Hace que cobre vigencia el viejo
dicho de que a perro flaco todo le son pulgas. Y hace que
cobre vigencia ese dicho porque en un momento en que unos
consideran que todavía no se ha iniciado la recuperación
económica y otros que se ha iniciado ya, no cabe duda de que
no es precisamente este ambiente el caldo de cultivo ideal
para que nuestro país pueda remontar la situación de verdadera
catástrofe en que todavía se encuentra. Por eso, pese a ese
optimismo gubernamental, tan en contradicción con el contenido
y conclusiones de informes autorizados, de entidades y
pesonalidades del máximo crédito y prestigio, de observadores
económicos que apuntan datos tan inquietantes --entre otras
cosas-- sobre el decaimiento del PIB y la atonía del mercado
interno, nos encontramos con alguna situación que hace que se
incremente específicamente la preocupación que en lo general
tenemos como miembros del Estado español.

Cuando se han revelado los datos oficiales, datos por tanto
fiables, datos que tienen que ser incuestionados por el señor
Presidente del Gobierno e incuestionables por todos, de que
pese a que en la Comunidad Autónoma que represento se ha
subido en tres puntos en el PIB, se ha incrementado también en
el último mes la tasa



Página 3201




de paro existente, al contrario que sucede en la práctica
totalidad de las comunidades autónomas, tenemos que
preocuparnos profundamente. Cuando sabemos que en ese
incremento, que ya rebasa con mucho el 22 por ciento de la
población activa, el incremento en cuestión ha hecho mella
sobre un 50 por ciento de nuestra población juvenil,
entendiendo por tal la integrada por personas de una edad
inferior a los 25 años, más nos tiene que preocupar la
cuestión. Y si cierto es que Andalucía tiene el triste
privilegio de situarse con nosotros en cabeza del pelotón, mal
de muchos, consuelo de tontos, y, por tanto, esa justificación
no puede satisfacernos. Por eso no entendemos cómo a estas
alturas todavía no se han materializado los buenos propósitos
del señor Ministro de Trabajo, cuando, en más de una ocasión,
ha hablado de la posibilidad y de la necesidad de dotar de un
plan especial, de un plan integral de empleo a aquellas
comunidades, a aquellas zonas donde el desempleo haya rebasado
el 20 por ciento. Esa es una de las preguntas que lógicamente
tenemos que formular hoy porque, en definitiva, también
formará parte del elenco de proposiciones que mañana hayamos
de traer, en el momento oportuno, ante esta Cámara. ¿Está
dispuesto el señor Presidente del Gobierno a llevar a cabo ese
compromiso, en su día formulado por el señor Ministro, con la
finalidad de contrarrestar el paro creciente, donde viene
creciendo y, concretamente, en las comunidades donde es
superior al 20 por ciento?
No nos venga hoy, señor Presidente, con el parangón de Europa,
con la situación que existe en otros lugares de Europa, con
esa Europa con respecto a la cual ignoramos las alternativas o
respuestas derivadas de la situación de bloqueo institucional
en los últimos conflictos, producidos en virtud del juego de
cada Estado miembro jugando sus propias cartas con motivo de
la ampliación, para, en definitiva, reubicarse favorablemente
en el contexto internacional. Creo que en este momento el Jefe
del Ejecutivo español tiene que ser consciente de una
debilidad indiscutible que nos caracteriza, prueba de la cual
fue la acerba crítica que se encargó de hacer patente una
persona inimaginable, el propio señor Delors.

Esto nos preocupa también profundamente a los canarios, cuyo
sentido de la responsabilidad política en el orden europeo
quedó de manifiesto en virtud de decisiones que, en principio,
podían haber sido traumáticas para nuestra economía y que, sin
embargo, afrontamos, y lo sabe bien el señor Presidente.

Esperamos, señor Presidente, que en su intervención en
contestación a la mía, cuando dé respuesta en definitiva a la
de Coalición Canaria, sea capaz de colmar algunas lagunas
existentes en la suya de la mañana y nos diga qué plan de
actuación concreto se plantea su Gobierno en materia
autonómica, que nos aclare los compromisos adquiridos, pero,
en definitiva, que se refiera a su parecer y lo explicite con
respecto a la Comunidad Autónoma Canaria. No cabe duda que en
ocasiones, señor Presidente, no hay peor cuña que la de la
propia madera. Por eso yo no puedo comprender cómo en la
obsesión antinacionalista de un Ministro de su Gobierno y
paisano mío --adivina adivinanza-- (Risas.), especialista en
alambicadas y retorcidas estrategias en el Archipiélago, haya
llegado incluso a trabajar con el PP para diseñar una reforma
estatutaria contraria al parecer que conforma la mayoría en el
Parlamento de Canarias, que es una mayoría nacionalista. Yo
quisiera que posteriormente en su intervención me lo explicara
el señor Presidente del Gobierno. ¡Son tan malos...! pero, por
lo visto, es peor el nacionalismo. Por lo visto el
nacionalismo canario es mucho más peligroso y hay que ponerle
cortapisas y hay que tratar de segarle la hierba bajo los
pies, aunque sea a base de esos pactos con el PP que se
produjeron, por parte del Partido Popular, bajo las órdenes
del señor Rajoy y encabezando la ilustre comisión socialista
el señor Saavedra en el Ministerio para las Administraciones
Públicas! (El señor Ministro para las Administraciones
Públicas, Saavedra Acevedo, hace signos
negativos.) Sí, señor Saavedra, no lo niegue. Los medios de
comunicación lo han reflejado. Los medios de comunicación lo
han reflejado y el señor Ministro no lo ha negado. Al
contrario, el señor Ministro con ello lo que hacía era
ratificar unas
declaraciones producidas a bombo y platillo en uno de los
periódicos de mayor circulación del Archipiélago cuarenta y
ocho horas antes, en las que decía que la solución en Canaria
tras las próximas elecciones autonómicas pasaba por un pacto
entre el PSOE y el PP. Que expliquen cómo es posible que allí
estén diciendo eso, cuando hoy hemos oído al principio de esta
sesión lo que decían unos de otros, y el entendimiento tan
profundo,
profundísimo que existía entre ambas partes. Que lo expliquen
allá, porque allá mis paisanos no entienden esta cuestión. Y
no lo entienden, señor Presidente, porque, en definitiva,
creemos que Coalición Canaria --y lo cree una parte importante
del pueblo canario-- ha desarrollado una actividad tras la
celebración de las últimas elecciones extraordinariamente
positiva para nuestra Comunidad, y, además, entendemos mucho
menos todavía --y esto es muy importante, señor Presidente;
por tanto, cuando deje de leer se lo digo para que después no
me eluda la respuesta a propósito de que no se enteró--, cómo
es posible que su Ministro haya hecho tales declaraciones en
el Archipiélago canario expresando que lo hacía en beneficio
de la ética política. ¿De qué ética? ¿En virtud de qué ética
parece incorporarse otra fuerza política? Quisiera que hoy nos
lo explicase, quisiera que me lo dijese el señor Presidente,
porque, a lo mejor, en mi segunda intervención tengo que
profundizar en lo que es la ética política.




Página 3202




Lo que pretendemos es tan sólo, señor Presidente, contar con
un estatuto de autonomía adecuado a las características de la
peculiaridad de las islas, a nuestro alejamiento del resto del
territorio del Estado español y a nuestras peculiaridades. No
queremos forzar la Constitución, sino simplemente queremos
tener el protagonismo en el Estado español al que tenemos
derecho por esas características, precisamente porque queremos
recibir por parte del Estado español un trato como el que en
otros lugares Portugal dispensa a Azores y Madeira, Marruecos
dispensa a Tánger y le piensa dispensar en el futuro, y como
por parte de Francia y de otros países se les dispensa también
a sus territorios. No se diga, señor Presidente, que estoy
hablando y que el discurso del portavoz de Coalición Canaria
está en clave estrictamente canaria, de ninguna manera. Estoy
actuando con el sentido de la responsabilidad que me impone
hacer estos planteamientos
precisamente porque nos sentimos responsables del hecho de
formar parte del Estado español. Por eso no queremos utilizar
nuestra razón, la razón canaria, para hacer, mediante un
alarde de «ombliguismo», única tabula rasa de las cuestiones
que se puedan plantear aquí, sino que, por el contrario, señor
Presidente, tratamos de reproducir viejos conceptos con
respecto a los cuales el señor Presidente siempre se mostró
muy proclive, como el de la plataforma tricontinental y tantas
cuestiones más que en ese orden de cosas son absolutamente
fundamentales para nuestro desarrollo.

Y queremos, señor Presidente, ser conscientes también de que
los principios de solidaridad con nuestros vecinos no tienen
que entrañar necesariamente las colaboraciones solidarias,
perjudicando la competitividad del Archipiélago canario, que
en muchos órdenes de cosas, en el portuario, en el turístico y
en otros más, ve cómo las inmediaciones marroquíes pueden
seguir progresando a costa del archipiélago canario, porque
por encima de la solidaridad está la necesidad de defender
intereses de una Comunidad, como es la canaria, que forma
parte del mismo Estado que las restantes que están aquí
representadas.

Señor Presidente, yo no voy a reproducir en este acto el
debate de investidura ni voy a reproducir tampoco los
parámetros del mismo. Nosotros hemos cumplido nuestro
compromiso de contribuir a esa voluntad explicitada en su día
por el señor Presidente en orden al impulso democrático, nadie
lo puede dudar. Hemos contribuido responsablemente y estamos,
en definitiva, dispuestos a seguir colaborando en todas las
grandes cuestiones en que los intereses superiores a los de
nuestra Comunidad así lo reclamen. Queremos, señor Presidente,
sin embargo, obtener la réplica adecuada; queremos obtener la
réplica adecuada en muchas
cuestiones, pero evidentemente hoy ha sido una cuestión
fundamental, a la que ahora nuevamente me tengo queremitir, la
atinente al hecho tristísimo y lamentable de la corrupción.

Nosotros queremos plantear una serie de medidas
administrativas, judiciales, legales en definitiva, para
posibilitar la eficacia en esa lucha. Creemos que hay que
trasladar esa eficacia a la Administración de Justicia. Y
hablando de la Administración de Justicia, porque lo cortés no
quita lo valiente, señor
Presidente, tenemos que afirmar aquí, con toda claridad,
nuestra satisfacción por el grado de entendimiento que vamos
consiguiendo con el responsable del Ministerio a que me
refiero, con el señor Belloch, habida cuenta de cómo se está
notando que en los últimos tiempos diversos problemas, que
podríamos calificar casi de seculares, de la Comunidad
Autónoma, como las vacantes allí existentes, se vienen
solucionando, apostando por esa
colaboración y recordando la necesidad de que en el seno y en
el marco de la misma se encuentran las transferencias en
materia de justicia, transferencias de medios materiales y que
en cuanto a los medios personales, laborales concretamente, no
tienen por qué dilatarse ya, sin perjuicio de que se analice
en profundidad el resto del contenido de las transferencias, a
lo que no nos negamos.

Señor Presidente, en definitiva queremos contribuir a que esta
sensación de desgobierno que ha embargado a la ciudadanía
española, esta preocupación, este sentido de repulsa a la
situación existente y a la corrupción que ha aflorado en
nuestra sociedad, se erradique totalmente de la misma, porque
en estos momentos, aunque a lo mejor no lo pueda creer el
señor
Presidente, hasta en los colegios de primera enseñanza los
niños hablan de esta situación de corrupción. Y hay datos
clarísimos para afirmarlo así y para ver cómo desde la niñez
nuestra juventud está perdiendo absolutamente la fe que tenía
en la llamada clase política, y eso no sólo es injusto, sino
que es malo para la democracia.

Termino, señor Presidente, resumiendo y reproduciendo las
anteriores preguntas, haciendo simplemente tres que adiciono a
las anteriores. ¿Está dispuesto el señor Presidente a
respaldar y, por lo tanto, a apoyar mañana la propuesta que
nosotros vamos a traer a esta Cámara en orden a esa lucha
eficaz contra la corrupción, de la cual sea un capítulo
importante el control en materia de fondos reservados? ¿Está
dispuesto el señor Presidente y el Gobierno en definitiva a
respaldar las manifestaciones del señor Ministro de Trabajo
cuando expresaba la posibilidad y además su predisposición, su
gran predisposición, a dotar de un plan integral, un plan
especial de empleo a las comunidades autónomas en las que,
como ocurre tristemente en la canaria, el desempleo haya
rebasado las cotas del 20 por ciento? ¿Se acepta la voluntad
del Parlamento de Canarias de reformar y de
profundizar en la reforma del Estatuto de Autonomía de
Canarias, incluso reconociendo la necesidad de que las
comunidades



Página 3203




autónomas, entre ellas la nuestra, tengan el protagonismo que
tienen que tener en la Unión Europea, al igual que ha ocurrido
con Alemania, con Bélgica, en cuanto a sus regiones, y a
Portugal con respecto a Azores y Madeira? ¿Están dispuestos a
otorgar a las comunidades autónomas algo tan razonable y sobre
todo desde la perspectiva de que las comunidades autónomas
forman parte también, aunque en ocasiones no lo parezca --y no
precisamente por responsabilidad exclusivamente atienente a
las comunidades autónomas--, del Estado español?
En esa disposición, señor Presidente, siempre nos encontrará
en un camino y en una vía de diálogo, porque en definitiva en
estos momentos lo que se impone es el sentido de la
responsabilidad de todos, no del cumplimiento de la exigencia
sólo de
responsabilidades, que también forma una parte de los
principios democráticos, sino del ejercicio de las mismas por
parte de todos los interlocutores del Gobierno español.

Nada más. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Olarte.

Señor Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, señorías, señor Olarte, subo a la tribuna para
intentar dar una respuesta breve y clara a algunos de los
problemas que usted me ha planteado en la medida en que he
podido ir tomando nota de las preguntas. Usted ha hecho un
análisis de recuperación económica que entraña una cierta
contradicción. Lo explicaba ya antes, pero lo repetiré ahora.

Usted duda sobre la recuperación económica y al mismo tiempo
afirma, como es verdad, que la Comunidad canaria debe estar
creciendo al doble que la media nacional en estos momentos
(por consiguiente, allí los síntomas de recuperación son más
claros), y a continuación añade que, sin embargo, ha aumentado
el paro. Es verdad que el registro del paro ha dado un
aumento, pero yo creo que es bueno que digamos a todo el mundo
que la ocupación ha aumentado de acuerdo con ese crecimiento
económico, es decir, que hay muchas más personas --y hace unos
días tuve ocasión de hablarlo con el Presidente de su
Comunidad--que están encontrando una oportunidad de empleo,
pero quizá, por la estructura poblacional, por la
disponibilidad de muchas más personas a entrar dentro de la
población activa, se produce esta paradoja de que, aumentando
la ocupación, al mismo tiempo se pueda dar un aumento de la
cifra de paro registrado. Por lo tanto, reconociendo que el
problema es un problema serio y por consiguiente un problema
que necesita ser afrontado, me gustaría decirle algo que es
paradójico. En la Unión Europea ya sabe usted que en sus
fondos sociales hay algún tratamiento específico para
Canarias, pero lo paradójico de la situación es que hace unos
días, ya digo muy pocos, hablando con el Presidente de la
Comunidad, quedamos en que me enviaría inmediatamente para su
estudio un plan de empleo que parece que la Comunidad ha
aprobado. Por tanto, hemos asumido con él el compromiso de
estudiar ese plan específico de empleo que la Comunidad parece
que ha aprobado y de estudiarlo para saber qué posibilidades
tenemos de actuación en el empleo en una Comunidad como ésta
que rebasa la cifra del 20 por ciento de desempleo. Por tanto,
me parece que eso satisface una de las cuestiones que usted ha
planteado.

Ya seré específico cuando algunos de los intervinientes han
sido específicos en los temas. Por ejemplo, usted me ha
hablado, dentro de la denuncia de los casos de corrupción que
se han planteado, de los fondos reservados. Espero darle una
respuesta que sea totalmente clarificadora. Con los fondos
reservados se pueden hacer varias cosas: uno, dejarlos como
están, que se garantiza su reserva pero que hay dudas, desde
el punto de vista parlamentario, sobre su control; dos,
establecer un sistema de control que mantenga, que garantice
rigurosamente la reserva; tres, hacerlos desaparecer. Por
sentido de la responsabilidad del Estado, como nadie, además,
lo ha puesto de manifiesto así, diré que nadie cree que deban
desaparecer. Por consiguiente, hay una solución, que es
encontrar un mecanismo que sirva para
complementar los controles, manteniendo estrictamente el
carácter reservado; si no, simplemente se desnaturalizan y no
sirven. Por consiguiente, estamos dispuestos a estudiarlo, y a
estudiarlo con el rigor suficiente como para que se mantenga
strictu sensu el carácter reservado. No puede ser que ocurra,
como decía el señor Roca esta tarde, que una comisión de
investigación se declare secreta, pero que no sea secreta
desde el primer momento de su constitución. Por tanto, si
tenemos un mecanismo, tiene que ser un mecanismo capaz de
mantener con seriedad la reserva de los fondos. De otra manera
habríamos, sencillamente, tomado la decisión de hacerlos
desaparecer, porque sería muchísimo más el coste que el
beneficio.

Me ha hecho usted unas reflexiones, no sobre la situación de
Canarias sino sobre política intra-Canaria, para entendernos,
sobre problemas políticos muy específicos de Canarias. Yo
sobre la situación de Canarias siempre estoy dispuesto a
hablar, como es natural, y usted lo sabe muy bien. Se ha hecho
una referencia a algunos problemas de solidaridad
internacional, pero yo creo que usted sabe, como lo sabe todo
el mundo, hasta qué punto nosotros hemos --dicho en términos
vulgares-- dado el callo para defender algunos intereses en el
plano internacional que no crea que no ha costado trabajo
defender, incluso el día de la firma de los acuerdos del
Gatt --yo creo que lo sabe usted--, incluso el día de la
firma, intereses específicos de Canarias que no afectan a
ninguna otra parte del territorio. Por



Página 3204




tanto sí que estamos dispuestos a hacerlo. También tuve
ocasión de hablarlo hace unos días con el Presidente de la
Comunidad Autónoma de Canarias. No me gustaría entrar en la
política interna, pero sí decirle algo que también dije hace
unos días en esa conversación. La reforma estatutaria (la
comisión de la reforma lleva año y medio o veinte meses
creada) tiene que tener una característica a mi juicio
fundamental y es que tiene que ser fruto de un consenso. No
puede ser una reforma que se imponga de nadie sobre nadie. Yo
lo único que puedo hacer como aproximación es decirle que, si
ese consenso no se produce, difícilmente podremos concebir que
esa reforma pase a una discusión seria y sosegada en el ámbito
parlamentario que estamos representando. Por tanto, yo insto a
que haya ese esfuerzo para acercar
posiciones y ese consenso, pero no puedo hacer otra cosa,
créame. En la tercera de las preocupaciones que me plantea
usted habla de la reforma del Estatuto de Autonomía y me dice
que, además, tiene que tener alguna respuesta respecto de la
conformación de la voluntad en las decisiones representativas
de España en la Unión Europea. De ese tema hemos hablado
recurrentemente. Yo no oculto la dificultad, al contrario,
afirmo la enorme dificultad que representa un mecanismo
satisfactorio en el cual las regiones estén representadas,
aparte del mecanismo que se ha creado de representación
regional. Lo he dicho desde esta tribuna muchas veces, no lo
voy a volver a reiterar ahora. Nosotros sí estamos dispuestos
a buscar ese mecanismo para que la voluntad del Estado sea una
voluntad que la represente, en la toma de decisiones de la
Unión Europea, no sólo el Gobierno central, aunque
constitucionalmente sea su atribución, sino el Gobierno
central con la clarísima manifestación de las comunidades
autónomas, pero la complejidad de nuestro cuadro autonómico
hace que éste no sea un problema, repito, fácil de resolver.

Existe la voluntad de resolverlo, pero ése específicamente, de
desarrollo estatutario, seguramente será difícil para
encontrar una fórmula satisfactoria para todos.

Le agradezco, finalmente, la oferta que usted hace de
colaboración o de cooperación, si se dan determinadas
condiciones. Nosotros creemos que lo que dice es razonable. No
sé si le habrá parecido razonable lo que yo le respondo.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Señor Olarte.




El señor OLARTE CULLEN: Señor Presidente, hace unos momentos
el señor Presidente del Gobierno hacía una referencia, en
relación con el paro existente en las islas, a que ha
aumentado el número de personas que han encontrado trabajo.

Sin embargo, también ha aumentado el número de personas que no
lo han encontrado y a lo mejor no lo encontrarán ya, y eso es
lógicamente lo que tiene que preocuparme porque yo no puedo en
este momento hacer omisión de esta preocupación por el hecho
de que algunas personas hayan encontrado puestos de trabajo
cuando el 50 por ciento de nuestra juventud sigue sin poderlo
encontrar.

Yo, ahora, señor Presidente, recordando además las menciones
que a propósito de la solidaridad expresaba en su anterior
intervención, cuando decía que se había dado el callo y demás,
yo no sé si se refería también a la solidaridad con el Reino
alauita, porque ese dar el callo viene de antiguo, desde que,
siendo usted Presidente, el Ministro Barón dio subvenciones
centenarias de millones de pesetas de aquel entonces para la
construcción del puerto de Agadir, que se constituyó en una
fuerte competencia de los puertos canarios precisamente cuando
éstos iniciaban su declive. Señor Presidente, yo me alegro de
que haya asumido sus responsabilidades en cuanto al Partido a
que pertenece --como Presidente del Ejecutivo también--por lo
que respecta al pacto sobre la lucha contra la corrupción y,
fundamentalmente, en ese capítulo relativo a los fondos
reservados. Nosotros nunca hemos querido, ni mucho menos,
¡Dios nos libre!, privar del secreto que es consustancial a
los fondos reservados. Hemos querido, simplemente, reformar la
Ley de Secretos Oficiales por la mera razón de que es una ley
que no es irreformable, como cualquier tipo de norma, y hemos
querido establecer la norma en virtud de la cual quien
administra los fondos no sea precisamente el que los controla.

Creo que ese control, más omnicomprensivo, constituirá, al
menos, una gran tranquilidad y un alivio bastante notable para
el señor
Presidente para evitar que se produzcan dimes y diretes y, en
definitiva, reproches que están en la calle.

Yo, señor Presidente, quisiera, asimismo, que se comprendiese
que el Archipiélago canario, por su situación, por su lejanía,
está necesitado de establecer con la máxima eficacia las
comunicaciones con el exterior. Por ello, yo no estoy de
acuerdo, ni Coalición Canaria está de acuerdo tampoco, con esa
mezquindad de que se ha hecho gala a propósito de la
liberalización de las telecomunicaciones con la que ustedes
quisieron vendernos la moto recientemente, como vulgarmente se
dice, con motivo de una negativa... --sí, señor Presidente;
usted, a veces, hace gestos antes de saber lo que voy a decir
a continuación y me dará la razón luego--, con motivo de las
enmiendas de Coalición Canaria en la reforma del Régimen
Económico y Fiscal, cuando, a bombo y platillo, nos decían
internamente que para Canarias se
establecería la liberalización en el año 1998, cuando hoy
acabamos de descubrir precisamente por usted que es un
propósito para todo el Estado español establecerlo a partir de
dicho año. Luego, entonces, esa moto fue vendida no
precisamente con artes ortodoxas. Menos mal que nosotros ya
estamos curados de espanto y ya sabíamos lo que ocurría
realmente.




Página 3205




Ustedes privaticen las telecomunicaciones. No existe problema
alguno ni en cuanto al Hispasat ni en cuanto a mejores tarifas
con el exterior que perjudiquen a los intereses en presencia,
y, al igual que el señor Borrell en otros temas ha tenido una
sensibilidad especial en este tema, le diría que abdique un
poco de su posición de intransigencia, porque creo que no es
malo liberalizarlo, sobre todo, teniendo en cuenta esa
proclividad que tienen ustedes a liberalizar todo. Porque,
puestos a liberalizar, hace tres semanas, con motivo de un
atraco con resultado de muerte de un súbdito extranjero que se
produjo en la Comunidad Autónoma canaria, el Delegado del
Gobierno de la Comunidad Autónoma de Canarias trató hasta de
privatizar la seguridad ciudadana, porque responsabilizó a las
empresas privadas de la situación de inseguridad que se
producía en el Archipiélago. Yo creo que, haciendo honor a su
apellido, fue una travesura ideológica más del señor Delegado
del Gobierno en aquellas latitudes.

En definitiva, señor Presidente, a mí no me puede convencer ni
me puede tranquilizar el hecho de las alusiones a la reunión
que tuvo usted hace unos días con el señor Presidente de la
Comunidad Autónoma de Canarias, cosa que agradecemos, ya que,
en nueve meses escasos, ha recibido dos veces al Presidente de
nuestra Comunidad; reitero nuestro agradecimiento. Cuando yo
fui
Presidente, me costó bastante más trabajo que usted me
recibiera en una ocasión. Hemos progresado también en esto, y
lo digo sinceramente. Pero tiene que comprender que Coalición
Canaria no podía sentirse satisfecha con una conversación de
despacho, por mucho crédito que nos merecieran las partes
intervinientes. Nosotros queríamos que se explicitara un
compromiso formal y expreso precisamente aquí, en el Congreso
de los Diputados, por parte del señor Presidente del Gobierno
español.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Olarte.

Señor Presidente.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Señor
Presidente, para no reiterar argumentos que se han dado, me
gustaría que se entendiera bien lo que digo. La preocupación
por el problema del paro no puede quedar oculta por el hecho
de que afirme, como he afirmado, que el problema del
incremento de la ocupación es compatible con el incremento del
paro registrado. Muchos conciudadanos nuestros entenderán lo
que quiero decir. Si en el mes de digamos diciembre trabajan
cien personas y en el mes de marzo trabajan ciento veinte
personas, habrá veinte personas más trabajando. Este es el
incremento de la ocupación al que me refiero. Pero puede que
hayan intentando trabajar 40 personas más y, por consiguiente,
aumente en 20 el número de personas con paro registrado. Esto
es lo que quería decir. Es verdad que en Canarias, que tiene
una pirámide de población absolutamente especial, la
disponibilidad para incorporarse al mercado de trabajo de
jóvenes y de mujeres es aún más fuerte, y ya es muy fuerte en
el conjunto de España. Por consiguiente, se plantea ese
problema.

Ya le he dado algunas respuestas sobre otros temas, que espero
que le hayan dado satisfacción. Fondos reservados o reforma
estatutaria. Ha planteado otra cuestión que es la referida a
la liberalización de las telecomunicaciones. Es verdad que es
una decisión reciente de Gobierno. Y espero que no perjudique
los intereses de Canarias que, en lugar de hacerse
exclusivamente para Canarias, en 1998, se haga para el
conjunto del Estado. No habría ninguna razón para ese
perjuicio. Deberíamos
congratularnos de que sea posible. Lo hemos estudiado con
detenimiento, porque usted sabe que habíamos pedido una
excepción durante cinco años del límite puesto por la Unión
Europea. Espero que sea para todos un motivo de alegría que
podamos anticiparlo, por abaratamiento de costes y para mayor
eficacia para todos, en el año 1998.

Me ha dicho usted de la relación política con Marruecos que
es, sin duda alguna, extraordinariamente importante y
delicada. Aunque yo sé que una conversación con el Presidente
puede producir un mayor o menor nivel de satisfacción, debo
decirle que tenemos que encontrar, practicando una política
como la que hacemos, un punto de equilibrio que ya he expuesto
muchas veces. El punto de equilibrio es aquel que, en
definitiva, permite hacer una política de buena vecindad,
incluso de solidaridad, con el desarrollo de Marruecos,
preservando lo que son nuestros
intereses inmediatos, los mediatos y los de largo plazo. Eso
es lo que tratamos de hacer en cada caso en relación con el
archipiélago, que probablemente tiene, además, una muy buena
misión que cumplir en el propio Reino de Marruecos.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Por el Grupo Mixto, tiene la palabra la señora Rahola.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Gracias, señor Presidente.

Indignación y vergüenza. Este es el doble sentimiento con que
empiezo este debate. Indignación por lo ocurrido en Barcelona;
vergüenza, vergüenza, vergüenza... por todo lo que está
ocurriendo con la suma de escándalos de corrupción.

Indignación, primero. Otra vez empezamos un gran debate
político con una víctima situada en su corazón mismo, en el
centro anímico de la realidad, ejemplo brutal de la derrota de
la inteligencia. Si la sangre es siempre un fracaso, la muerte
indiscriminada es el fracaso definitivo. En ella fracasa la
tolerancia y triunfa el totalitarismo; fracasa el hombre y
triunfa la barbarie. Más allá del dolor compartido, pues, que
quede esta reflexión



Página 3206




fundamental. Hay demócratas que somos nacionalistas y hay
nacionalistas que no son demócratas. Esta diferencia es tan
radical que nos sitúa en familias diferentes, en lados
distintos de la frontera. Ayer murió Vicente Beti Montesinos
en Barcelona, no conocemos sus ideas políticas ni es
necesario, él forma parte ya de mi propia familia política, de
mis convicciones, de aquello que defendemos desde Esquerra.

Quienes lo mataron, quienes matan en nombre de un Estado, como
la actual locura serbia, o en nombre de una bandera de
liberación nacional, quienes imponen sus ideas por la fuerza
perversa de la sangre son mis adversarios. Porque más allá de
los proyectos políticos, más allá de las diferencias
ideológicas, existe un compromiso prioritario: el radical
compromiso con la vida, que representa el compromiso
democrático. Que Herri Batasuna reflexione sobre ello. Pero,
señorías, no me alargo más, no fuera caso que la violencia
marcara las pautas al debate, unas pautas que, en
circunstancias naturales, tendrían dos ejes básicos: el eje
económico y el eje autonómico. A ellos me referiré, en primer
lugar, si bien será la reflexión ética la primordial del
discurso, porque así lo impone la preocupación general.

Respecto a la situación económica, señoría, celebro ese
envidiable optimismo que le ha hecho relatar esta mañana una
especie de Alicia en el País de las Maravillas, un relato tan
feliz que, en algún momento, por lo que tenía de sustraernos
de la realidad, aún le hemos agradecido.

Pero la realidad, señoría, es que ustedes se ven incapaces de
controlar el déficit público, incapaces de controlar el gran
fraude fiscal e incapaces, especialmente, de racionalizar los
grandes agujeros económicos, como es, por ejemplo, la
Seguridad Social.

En términos de reactivación y más allá de los
índicescoyunturales internacionales que pueden ser favorables,
la reactivación no se ve fácilmente y muy especialmente,
señoría, no se ve por
Cataluña, donde el paro sigue creciendo, donde se continúan
cerrando empresas, donde hemos asistido al práctico cierre de
la SEAT, la clave industrial de Cataluña, según Pujol, donde
las empresas pequeñas y medianas, los sectores agrícolas, los
sectores pesqueros, todos los sectores productivos, están en
recesión. Añada a ello, a la dificultad por reactivar la
economía, el hecho de lo que yo entiendo como un fracaso
progresista, el que significa sustentar una reforma del
mercado laboral con el recorte de derechos fundamentales, con
la
precarización del mercado, con la voluntadde hace recaer la
crisis en los sectores más discriminados, con la destrucción
del Estado del bienestar y la marginación de los sindicatos.

Si me lo permite, señoría, triste destino para un partido de
izquierdas esta reforma que ustedes han propiciado. Reflexión
también sobre el debate autonómico, probablemente el más
hipócrita desde la perspectiva catalana. También aquí la
crónica socialista, si me lo permite, es la crónica de un
desencanto. Señorías, este debate no es el debate de la
nación, sino el debate de un Estado que no reconoce las
naciones que hay en su interior, ni siquiera en el nombre; el
debate de un Estado que no ha situado estas naciones en pie de
igualdad, que tiene una Constitución que criminaliza el
derecho a la autodeterminación, que incluso ha impedido
políticamente que se puedan contemplar las respectivas
televisiones de habla catalana en todo el territorio donde se
habla la lengua. El debate de un Estado que ni tan sólo
permite que treinta segundos en catalán de esta Diputada
salgan en su «Diario de Sesiones»; ni eso resiste este Estado.

El debate, en definitiva, de un Estado que ha intentado, con
el desconcertante y permanente apuntalamiento de Convergència
i Unió, reducir el carácter nacional catalán a la condición
regional. Ello es una estafa histórica.

Supongo que ya no es una novedad que lo diga en este
hemiciclo, el famoso problema catalán orteguiano sólo se
resolverá el día que una mayoría social en Cataluña decida
optar por su propio destino nacional y desconectarse de un
Estado que sangra a Cataluña económicamente, la discrimina
culturalmente y la camufla internacionalmente.

En circunstancias naturales, este sería el aspecto fundamental
de mi reflexión, como lo sería la campaña de intolerancia que
se desató con virulencia contra Cataluña y su lengua. Pero no
me resisto a hacer dos reflexiones más: una, que la
intolerancia sólo trae agresividad y más intolerancia y que,
por tanto, quienes callan cuando se ataca a Cataluña están
cometiendo una grave irresponsabilidad social. Todo cambio
histórico hay que forjarlo desde la base del diálogo y nunca
desde el odio. Dos, que algún líder político sea
extremadamente cuidadoso si no quiere alimentar la caverna y
la intolerancia con el Manuel Azaña que reivindica. Hubo el
Azaña del optimismo y la tolerancia, el Azaña de los grandes
proyectos y hubo también el Azaña del final, derrotado y
decepcionado, amargado con Cataluña y el País Vasco, hundido
en su propio fracaso. Optar por uno u otro es optar por el
diálogo o la intolerancia, optar por la caverna u optar por un
paisaje de tolerancia que pueda permitir, sin traumas,
cualquier cambio histórico.

Pero este debate llega en una situación tan grave de crisis de
confianza que entiendo que es responsabilidad de este
hemiciclo priorizar el debate moral por encima de los otros,
como entendía, señor González, que era también su primera
obligación al venir aquí, no huir hacia adelante como me
parece que ha hecho esta mañana, no escaparse, sino asumir con
todas sus consecuencias la magnitud del problema. Es el
momento, pues, de expresar la vergüenza que algunos sentimos
por todo lo que pasa.




Página 3207




He dicho al principio que el compromiso democrático era previo
a cualquier otro compromiso; también lo es el compromiso
ético. Un político, en la medida en que se pone al servicio de
un colectivo humano, tiene que ser un ente moral, incluso
antes que un ente ideológico. Esa fue, probablemente, la gran
aportación que ustedes hicieron cuando eran oposición y el
gran factor de cambio que los llevó por primera vez a la
Moncloa. Representaban la reconciliación entre los ciudadanos
y su clase política, la recuperación de la confianza mutua,
base fundamental de la democracia. Usted mismo, señor
Presidente, se lo decía a Suárez en el debate de 1980. Creo
que ustedes no tienen credibilidad. Y deploraba profundamente,
son sus palabras, la falta de voluntad para enfrentarse con
una situación de corrupción y de
desorganización.

Ustedes representaban el cambio, los cien años de honradez, la
ruptura moral con el antiguo régimen que formalmente la
transición no había hecho; era el relevo ético. Esta es su
primera y más grave responsabilidad política, señoría, que la
recuperación de la confianza ciudadana que ustedes asumieron
protagonizar se ha convertido en un trágico muñeco roto,
gracias a las graves frivolidades que han nacido de sus filas.




El señor PRESIDENTE: Señora Rahola, le ruego que concluya.




La señora RAHOLA MARTINEZ: Si todos eran corresponsables de la
regeneración ética --voy concluyendo, señor Presidente--,
ustedes eran los primeros responsables, porque llegaron al
poder con este compromiso. La enorme decepción que muchos
ciudadanos sienten ahora hacia este Parlamento es fruto, con
seguridad, de la enorme ilusión que depositaron en ustedes.

Pero ustedes han jugado con el fuego mágico y el estado de
corrupciones, menores o mayores, que han generado resulta
escalofriante. Resulta escalofriante que todas las
instituciones del Estado estén afectadas por escándalos
gravísimos de corrupción; escalofriantes los Juan Guerra, los
Filesa, los Flick, los Salanueva, los Cesid, los Rubio y
Roldán; pero escalofriante también que Julio Feo se haya
pagado como mínimo un frac con fondos reservados y ni tan sólo
se avergüence de ello; que ustedes justifiquen el pago del
club de golf de Manglano a cargo público; que trece ediles de
Ronda estén acusados por la fiscalía; que el número de
alcaldes que han firmado peonadas falsas sea tan importante;
que se hayan podido escapar presumiblemente mil millones de
las obras de una presa; que aún no sepamos las cuentas de Aída
Alvarez; que las cuentas de Renfe no estén nada claras.

Escalofriante que por el sólo hecho de nombrar a Txiki
Benegas, cual dios de la abundancia, un militante de Leganés
pueda conseguir centenares de millones en comisiones por
adjudicaciones de obras.

¿Qué clima moral han construido ustedes? Señoría, su
responsabilidad no lo es sólo directamente por su implicación
política en el escándalo Rubio o Roldán, lo es porque ha
fracasado en su primer compromiso: la regeneración ética de la
política. No creo, a diferencia de lo que dijo Goya, que los
sueños de la razón engendren monstruos. Pero los sueños de la
mayoría....




El señor PRESIDENTE: Señora Rahola, le ruego que concluya.




La señora RAHOLA MARTINEZ: Voy acabando, señor Presidente.

Pero los sueños de la mayoría absoluta socialista sí que los
han engendrado. Han engendrado monstruos de prepotencia, de
alegría incontrolada, de pequeñas mezquindades humanas que,
con el poder, se creyeron dioses. Sé de su honradez, señor
González, no dudo, como sé de la honestidad de sus
convicciones, pero se le ha escapado todo de las manos: el
control de la corrupción, la regeneración moral, la
credibilidad. Y ahora es usted el máximo responsable de esa
fisura gravísima en la relación de confianza entre ciudadanos
y clase política.

Señor González, señoría, por todo aquello en lo que cree por
la democracia por la que luchó, por la regeneración ética que
no ha conseguido, usted tendría que presentar dimisiones de
altos responsables o dimitir. Tendría que dimitir no sólo
porque es el responsable máximo de la suma de escándalos,
porque el escándalo Rubio o Roldán son el escándalo González,
porque, por su magnitud e importancia, le manchan
directamente, sino porque tampoco ha sido capaz de atajar en
su momento esta carrera de corrupción. Decía Jorge de Esteban
en «El Mundo» que en la actividad
política, como en los combates de boxeo, hay que reaccionar
antes de que suene el gong. Pero usted permitió que Alfonso
Guerra estuviera meses y meses en su cargo, a pesar del
escándalo Juan Guerra; evitó con su rodillo que se investigara
Ibercorp, cuando ya había indicios clamorosos de
irregularidades; del escándalo Flick dijo que no había ni
flick ni flock y en el debate general de 1992 incluso se
exculpó cargando las culpas a los medios de comunicación.

Dijo: España no tiene un problema de corrupción superior al
que puedan tener otros países de nuestro entorno; sí tiene un
problema de opinión pública a causa de la decisión de algunos
de convertir este tema en arma arrojadiza y en
instrumento de propaganda.




El señor PRESIDENTE: Señora Rahola, le ruego concluya. No es
posible que el turno tenga que durar todo lo que tenga
previsto su señoría.




La señora RAHOLA MARTINEZ: Pero ha sido muy generoso con otras
intervenciones y apelo a la misma generosidad.




Página 3208




El señor PRESIDENTE: Señora Rahola, sabe muy bien cuál es el
tiempo de que dispone el Grupo Mixto; al final de las
intervenciones de sus miembros será el mismo que el de los
otros grupos, si su señoría es generosa con sus compañeros del
Grupo Mixto.




La señora RAHOLA MARTINEZ: ¿Me deja finalizar ya?
Es cierto, señor González que hay un problema de opinión
pública, el que ustedes han generado. La gente guapa del
solchaguismo, la prepotencia, la incapacidad de control, la
poquísima voluntad de intervención en cada escándalo surgido,
la magnitud de los escándalos en sí mismo. Este es el problema
de opinión pública, señor González; éste y no el otro.

Señoría, le pido que asuma sus responsabilidades y se lo pido
como autodefensa, como única catarsis para recuperar la
confianza de los ciudadanos, para regenerar la vida política,
porque si perdemos la confianza, no queda nada. Tenga, pues,
la valentía de asumir sus
responsabilidades políticas, como hizo en su momento su
compañero ideológico Willy Brandt, que dimitió por mucho
menos, o como hizo Margaret Thatcher. Y recuerde usted que en
los dos casos esa fue la salvación de sus respectivos
partidos, que los líderes sólo son eternos mientras son
creíbles. En todo caso, es la única decisión digna que
restituye la credibilidad de un político. Ustedes llegaron al
poder con el discurso de la ética, pero han generado tal
volumen de corrupción, tal moral de la prepotencia y tal
incapacidad de actuar para atajarlo, que la ética se ha
convertido en un espejo roto. Dimita usted, Presidente, para
que podamos restituir el espejo de la credibilidad política.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Mur.




El señor MUR BERNAD: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, señor Presidente del Gobierno, intervengo en nombre
del Partido Aragonés para fijar nuestra posición en este
debate que, por lo que llevamos visto, ha respondido a las
expectativas que había levantado.

Ha hecho el señor Presidente un diagnóstico de cuál es el
estado de la Nación, y le tengo que manifestar, en primer
lugar, nuestra sorpresa, porque no reconocemos, visto desde
Aragón, el país que usted esta tarde nos ha descrito. Da la
sensación, señor
Presidente, de que usted hablaba de un país distinto, con
problemas distintos, no de la España real, de la España de
todos los días.

Supongo que los ciudadanos, una vez más, alabarán la capacidad
que tiene usted, señor Presidente, para el debate y para no
entrar a fondo en los problemas que les preocupan. Porque más
allá de las cifras y los datos, que siempre pueden leerse a
conveniencia, tendríamos que indagar cuál es el estado de
ánimo de los españoles, cuál es el grado de confianza en sus
representantes y en sus instituciones. Porque hay crisis
económica, desempleo, insolidaridad, desequilibrios
territoriales y sociales crecientes, pero, con ser eso grave,
a nuestro juicio lo más grave es la crisis de confianza y la
falta de ilusión. Una falta de ilusión que está atenazando a
la sociedad española, que la tiene bloqueada y que la impide
desarrollar todas sus
potencialidades. Los españoles de este momento, señor
Presidente, nos sentimos pasajeros de un barco a la deriva,
con un capitán que ha perdido el rumbo.

Al análisis de las causas de esta situación, que yo llamaría
anímica, deberíamos dedicarnos, porque lo que está ocurriendo
no es sino la consecuencia natural de muchas causas, de muchos
errores, de muchas ocasiones perdidas. Ustedes, señores
socialistas, han desaprovechado una oportunidad histórica para
cambiar la sociedad española y para modernizar el Estado.

Llegaron al poder hacer doce años con la promesa del cambio,
algo que era una necesidad y un clamor en los ciudadanos, y
transcurrido ese largo tiempo, comprobamos que los únicos que
han cambiado son ustedes. Ustedes han abandonado el concepto
de la solidaridad, ustedes han sido más progresantes que
progresistas, han reformado las leyes pensando en unos pocos,
han gobernado desde la prepotencia, sin contar con la
participación de los ciudadanos.

Estos días repasaba libros de dos escritores aragoneses, señor
Presidente, de finales del siglo pasado, que resultan muy
útiles para comprender muchas de las cosas que ocurren en el
presente. Uno de ellos es Lucas Mallada, un ingeniero y
escritor que ejerció una influencia decisiva sobre la
generación del 98 y sobre la escuela regeneracionista. En su
obra «Los males de la patria», los capítulos dedicados a la
inmoralidad pública y a las creencias de las clases dirigentes
son de plena actualidad. El otro autor que yo releía era
Joaquín Costa, el padre del
regeneracionismo, «el león de Graus», que nos dejó escritas
muchas de las medidas que hoy, señor Presidente, se deberían
tomar para que lo que usted llama el impulso democrático, o el
impulso ético, fueran algo más que unas buenas palabras. Le
recomiendo sinceramente la lectura de estos dos libros.

Usted ha hecho, señor Presidente, un repaso de los compromisos
del debate de investidura y para nosotros el balance es
claramente insatisfactorio. Y se lo digo desde la decepción de
un Diputado que, como usted recordará, con su abstención le
dio un margen de confianza. Teníamos entonces con usted, y lo
dije, un problema de credibilidad y le pedíamos que el cambio
fuera en serio, que se iniciara una nueva etapa, pero usted,
en estos nueve meses, no ha podido renunciar a su propia
herencia, porque lo que usted recoge hoy, señor Presidente, es
lo que sembró ayer. Nada de lo que ocurre con los escándalos
de la corrupción es fruto de la casualidad,



Página 3209




viene de lejos, había indicios suficientes que usted no quiso
o no pudo parar a tiempo. Ni el asunto de la corrupción y de
la crisis económica o el desarrollo autonómico van a mejor,
pero no seremos nosotros los que echemos más leña al fuego,
porque bastante encendido está. No queremos contribuir a la
desestabilización, queremos recuperar la confianza en las
instituciones, tenemos que ser eficaces, tenemos que resolver
los problemas que están preocupando a los españoles. Yo le
animo, señor Presidente, a que solicite la confianza de la
Cámara, que, de obtenerla, daría tranquilidad, sosiego y
estabilidad a la sociedad. Creo que la moción de censura es
una cuestión de otros; la cuestión de confianza depende de
usted. Señor Presidente, permítame que le ponga dos ejemplos
solamente de nuestra decepción. El transfuguismo, que es una
forma grave de corrupción, fue aprovechado por su compañero de
Partido, señor Marco, para cambiar el Gobierno de Aragón con
la colaboración de un Diputado del Partido Popular, el señor
Gomáriz, que es hoy, por desgracia, el político más conocido
de Aragón, y ese incalificable acto usted no sólo no lo evitó,
sino que le dio el espaldarazo público cuando se apresuró a
recibir en la Moncloa al nuevo presidente que llegaba al poder
por este procedimiento. De poco vale, señor Presidente, el
acuerdo tomado en el XXXIII Congreso del Partido Socialista
sobre el transfuguismo si todo tiene que seguir igual. La otra
decepción es la del desarrollo autonómio. El pacto autonómico
suscrito con el Partido Popular en Aragón ha supuesto, como ya
dijimos en su momento, una gran frustración y una mayor
reivindicación; no nos sirve. Parece que así lo han entendido
ahora todas las fuerzas políticas de Aragón, incluido el
Partido Socialista. Como usted debe saber, hemos elaborado
entre todos en las Cortes de Aragón, por consenso, un texto de
reforma amplia del Estatuto de Autonomía de Aragón, que tendrá
el respaldo de los aragoneses el próximo día 23, el próximo
sábado, Día de Aragón, en una gran manifestación que se ha
convocado. Pero eso, siendo necesario, señor Presidente, no es
suficiente si aquí, en el Congreso, ustedes, los socialistas,
no apoyan esa reforma del Estatuto. Yo le pido que diga a los
aragoneses si cuentan con su apoyo para este nuevo estatuto.

El silencio en este caso no nos sirve. Tiene ahora la
oportunidad, señor Presidente, de sacarnos de dudas, porque el
desarrollo autonómico que nosotros pedimos es simplemente el
cumplimiento de la Constitución.

Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Mur.

Tiene la palabra el señor Albístur.




El señor ALBISTUR MARIN: Señor Presidente, señorías, señor
Presidente del Gobierno, es tarde, casi una hora íntima, pero
vamos a ponernos serios. El día 8 de julio de 1993, usted,
señor Presidente, iniciaba así su propio discurso: Los
españoles nos están pidiendo más diálogo con la sociedad y con
las otras fuerzas políticas; nos demandan, en definitiva, un
cambio sobre el cambio. En aquella fecha, yo creo que
solamente usted conocía, en términos de deseo, lo que
significaba la expresión cambio sobre el cambio. Ni usted
mismo sabía entonces el contenido político, social y económico
con el que se debía haber dotado quizás a ese cambio. Hoy,
señor Presidente, después de nueve meses de aquella sesión de
investidura... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Albístur.

Señorías, les ruego guarden silencio. (Pausa.)
Cuando quiera, señor Albístur.




El señor ALBISTUR MARIN: Gracias, señor Presidente.

Decía, señor Presidente, que, después de nueve meses de
aquella sesión de investidura, la promesa de cambio sobre
cambio ha resultado ser un auténtico fraude a esta ciudadanía,
que exigía, según sus propias palabras, una nueva etapa basada
en un
compromiso sólido de renovación política. Es triste tener que
decirlo y mucha más tener que constatarlo, pero señor
Presidente, en cinco años se han cargado los cien años de
honradez. (Un señor Diputado pronuncia palabras que no se
perciben.)
Desde mi condición de socialdemócrata --y lo que ahora voy a
decir se lo digo para que lo oiga mejor-- lamento
profundamente tener que constatar que debido precisamente a la
utilización del poder por algunos partidos socialistas como el
italiano, como el español y también como el francés, para
muchas y muchos
ciudadanos el socialismo ha dejado de ser la referencia de un
nuevo modelo de sociedad basado en la igualdad, en la libertad
y la solidaridad. Lo lamento profundamente, porque quienes
pierden con ello no son sólo ustedes; perdemos todos los
progresistas y sobre todo quien pierde creo yo que es la
democracia.

Señor Presidente, es fundamental que usted reconozca, como ya
lo ha hecho, que el distanciamiento con la sociedad existe y
se ha incrementado durante estos nueve meses de manera muy
importante, no porque los ciudadanos se hayan alejado de la
actividad política y de los políticos, sino porque ustedes,
con su
actividad, se han alejado y distanciado de los ciudadanos.

Hace nueve meses usted nos prometió medidas para revalorizar
la vida de los partidos y de las instituciones --son sus
propias
palabras-- y yo, ahora, señor Presidente, quiero que empiece
por usted mismo. Yo le pido que ponga su cargo voluntariamente
a disposición de este propio Parlamento. Adelántese. No espere
a la moción de censura que, por otra parte, nadie se atreve a
plantear. Sométase usted mismo a una cuestión de confianza.

Presente en dicha cuestión de confianza un plan



Página 3210




de regeneración que necesita la política y la sociedad
española. Asuma sus propias responsabilidades por haber
permitido que la situación haya llegado hasta donde ha
llegado.

Usted, por otra parte, nos ha recordado esta mañana que se
comprometió como prioridad de Gobierno hace nueve meses con
una política autonómica que se iniciaba, realizando con los
gobiernos de las comunidadesautónomas del artículo 151 una
lectura conjunta de sus estatutos que permitía establecer el
calendario de los traspasos y superar el bloqueo de los años
pasados. En esta materia, en lo que afecta al País Vasco,
estamos donde estábamos, es decir, estábamos bloqueados y así
seguimos. Es lamentable que desde 1987 hasta la fecha actual
no se haya producido ningún acuerdo de transferencia con el
propio Gobierno Vasco. Y este hecho lamentable se vuelve
preocupante, y a mi modo de entender incomprensible, cuando
uno constata el hecho de que ese gobierno vasco desde 1986
hasta la fecha está integrado en su mitad por miembros de su
partido en Euskal Herría.

Señor Presidente, ya es hora de que ofrezca una salida a este
problema. Ya sé que estoy reiterando un tema expuesto por el
señor Anasagasti, que me ha precedido en el uso de la palabra,
pero el tema merece ser remachado. Hoy no podemos salir de
este Parlamento con dudas, con buenas disposiciones pero sin
compromisos. Hemos de salir con fechas concretas para el
traspaso de esas 20 transferencias que, según usted, tienen
hasta acuerdo económico, no vaya a suceder con el tema
autonómico lo mismo que con la corrupción; se ha dicho tanto
de la corrupción que se ha ido de las manos.

El tiempo nos ha dado la razón porque usted, pese a sus buenas
palabras, que hoy ha reiterado, no sólo parece haber carecido
de la voluntad, sino que, además, parece haberse manifestado
incapaz de realizar el pleno desarrollo autonómico. La
necesidad que tienen de manejar el dinero de los españoles yo
creo que les impide completar las transferencias y, al mismo
tiempo, su desconocimiento de la historia y podríamos decir el
menosprecio a la sociedad democrática, hace que prefieran ser
administradores de un PER a gobernantes de una sociedad libre
y plural.

Tenga en cuenta que la confrontación que usted mantiene con
respecto al Estatuto de Autonomía del País Vasco no es una
confrontación con los partidos nacionalistas; tampoco lo es
sólo con el gobierno vasco. Permítame que le indique que ese
desacuerdo y esa confrontación se da con la voluntad
mayoritaria del pueblovasco, que ha sido además,
reiteradamente expresada en el propio Parlamento vasco.

También le debo indicar que es un desacuerdo y un
enfrentamiento con las posiciones de su propio partido en
Euskal Herría, si nos atenemos sobre todo a sus resoluciones
congresuales y al sentido de sus votos en el propio Parlamento
vasco.

Señor Presidente, el proceso de desarrollo del Estatuto Vasco
se puede desbloquear con voluntad política, algo que hasta el
presente la mayoría de los vascos no ha apreciado en usted ni
en su Gobierno.

Quiero que dedique un tiempo a analizar el informe del
Parlamento vasco sobre el desarrollo estatutario y quiero
también que lo asuma, tal y como lo han hecho el Partido
Socialista y el PP en el País Vasco. Dicho informe cuenta con
un aspecto de
extraordinaria importancia. Representa la lectura vasca de las
materias pendientes de transferencia según el Estatuto de
Autonomía, es decir, la identificación de las 54 materias
pendientes de transferencia que cuentan con el respaldo
unánime del Parlamento Vasco. El cumplimieto del Estatuto --y
las paredes de este hemiciclo están aburridas de escucharlo--
no puede, señor Presidente, estar sometido a la coyuntura de
tal o cual mayoría. Su cumplimiento es, sencillamente, un
deber democrático, en este caso de los representantes del
Estado. Y esta afirmación es más válida ahora cuando la
gobernabilidad de este Estado depende de acuerdos con los
partidos nacionalistas.

También nos anunció en su debate de investidura que la nueva
etapa demandaba un compromiso por promover y lograr un pacto
social con los agentes económicos y sociales convencidos, tal
y como expresaba en aquellos momentos, que dicho pacto
aumentaría nuestras posibilidades de desarrollo económico y
social. Estas eran sus palabras.

Usted --yo creo, tengo que afirmarlo--, lamentablemente, ha
fracasado en el objetivo de este pacto social. Probablemente
usted y su Gobierno ya no reúnan las capacidades de liderazgo
suficientes entre los agentes sociales y económicos para
atraer las voluntades y sortear las dificultades que presenta
la consecución de un consenso básico como éste. Se ha
incrementado la conflictividad laboral, el descontento social
se está
manifestando, por un lado, de manera dura y radical y, por
otro, de manera pesimista, resignada y sin ninguna ilusión ni
esperanza en el futuro.




El señor PRESIDENTE: Señor Albistur, le ruego concluya.




El señor ALBISTUR MARIN: Concluyo, señor Presidente.

Señor Presidente, permítame señalarle la necesidad de volver a
situar el acuerdo con los sindicatos y los empresarios como
objetivo central de su política económica y social.

Como no queremos sólo criticar, sino también aportar
propuestas en nombre del Grupo Vasco y de Euskal Ezkerra
conjuntamente, hemos presentado 42 proposiciones que buscan el
acuerdo social, que buscan recoger sus propias propuestas, que
buscan abordar una política económica de relanzamiento de la



Página 3211




inversión, el consumo; una política fiscal que incentive la
actividad económica; 42 propuestas que pretenden, como ya he
dicho, recoger sus propias propuestas, señor Presidente, con
responsabilidad de Estado, devolver ilusión al ciudadano,
poner al Gobierno a trabajar en consenso con los grupos
políticos y cerrar el proceso de desarrollo autonómico y de
autogobierno. Le pido su apoyo a estas razonables propuestas
como compromiso de impulso democrático y renovación.

Señor Presidente, para terminar, sea valiente, asuma su
responsabilidad y, tal como le expresaba anteriormente, inicie
una nueva etapa de profunda regeneración política empezando
por usted mismo. Ponga su cargo de Presidente a disposición de
la Cámara y presente una cuestión de confianza sobre la base
de un programa que represente el inicio de una nueva etapa
capaz de volver a la actividad política el prestigio que se
merece; conseguir de los ciudadanos la adhesión y, además, el
aprecio por el desempeño de los cargos públicos. Es una de las
pocas salidas que quedan. Piense que será bueno para la
democracia y también para la libertad. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Albistur.

Tiene la palabra el señor González Lizondo.




El señor GONZALEZ LIZONDO: Señor Presidente, señorías, al
igual que otros portavoces, en primer lugar, quiero condenar
el atentado ocurrido ayer en Barcelona.

Señor González, subo habitualmente a esta tribuna para
recordarle los problemas de mi tierra, de nuestros
comerciantes, de nuestros agricultores, de nuestros
profesionales, de nuestros industriales y trabajadores. Podría
hacerlo de nuevo; tal es el estado de abandono en el que nos
tiene su Gobierno y sin dictar siquiera leyes que lo amparen.

Podría hablarle de la situación que nos ha dejado el GATT con
respecto a sectores tan importantes como el textil, el
juguete, etcétera; de la grave situación
medioambiental de nuestra Comunidad por efecto de la
deforestación, incendios y sequía, incluso para el consumo
humano de agua; inseguridad ciudadana o de las dificultades
que nuestra Comunidad atraviesa en temas tan trascendentales,
tales como son su financiación o su participación en los
proyectos europeos. Entiendo, señor González, que la dureza
política no está reñida con la cortesía. No me voy a desviar
del tema, a mi juicio, más importante de hoy. En esta ocasión
el motivo de mi intervención es muy claro: Vengo a pedirle,
lisa y llanamente, que dimita. Pero no se le ocurra irse solo;
llévese con usted a los Filesa, a los Ollero, los Ibercorp,
los Roldanes, los Mariano Rubios y toda esa corte de milagros
de la que usted se ha rodeado, desgraciadamente. La
administración socialista, señor González, tiene avergonzado
al país; es mi opinión. Han puesto ustedes rojos hasta las
orejas a 40 millones de ciudadanos, hasta el punto de que ya
no sabemos si es más la vergüenza o la
indignación.

Dimita usted, señor González; váyase; que le acompañe su
Gobierno, que cuenta sus días por escándalos y por torpezas,
que no es menos lo uno que lo otro, no sea que acaben
utilizando la corrupción para tapar el problema del paro, que
maldita la gracia que tendría el tema. No espere, señor
González. Sé que le están diciendo que capee el temporal, que
puede haber recuperación económica, que está empezando, pese a
ustedes, y que la mejora de la situación hará olvidar estos
momentos amargos.

Señor González, usted dice que no es culpable material y yo le
creo, pero moralmente lo es. Usted nombra al Ejecutivo, me
consta que usted quiere a este país; demuéstrelo. Convoque
elecciones, limpiando antes de que lo limpien. Recuerde que se
peca también por pensamiento y por omisión (Rumores.) y no
solamente por obra. (Risas y rumores.)
No, señor Presidente, esto ya no hay quien lo tape. Por dos
razones, señor González: porque han ido ustedes demasiado
lejos y porque este rosario de escándalos estoy seguro que no
va a terminar aquí.

También quiero dirigirme --y lamento que no se encuentre en la
sala el señor Aznar, aunque sus colaboradores se lo dirán-- al
Grupo Popular, y ustedes tampoco pueden levantar demasiado la
voz. (Rumores.) Han confundido ustedes la real oposición con
el amigable compadreo. Su denuncia ha sido hasta la fecha,
cuando menos, tímida, y todo ello al mismo tiempo que se
sentaban a pactar el futuro del Estado --véase el pacto
autonómico o el impulso democrático que debía imprimirle éste-
-. Coincidirán ustedes conmigo que le cabía al país esperar
algo más del principal Grupo de la oposición. Han estado
ustedes jugando al bipartidismo porque eso les aseguraba la
sucesión en el poder, la famosa alternancia, y esa desesperada
búsqueda del poder y la sucesión les ha conducido a eso: a
alternar con los socialistas, con los mismos a los que hoy
acusan de corrupción e ineficacia. Repasen ustedes la historia
si no quieren repetirla. La última experiencia bipartidista
que sufrió este país el pasado siglo le llevó a las mismas
cotas de corrupción y degradación que en estos momentos
estamos sufriendo. Este sistema que, tanto a ustedes
(Señalando a los bancos del Grupo Popular.), como a ustedes
(Señalando a los bancos del Grupo Socialista.), parece
encantarles, conduce irremediablemente al enjuague, al que una
mano lave la otra; hoy por ti, mañana por mí; al tú me tapas y
yo te tapo. Aquellos bipartidistas les recuerdo que perdieron
Cuba (Rumores.), pero ustedes nos van a perder a todos.

(Rumores y protestas.)
El discurso del Partido Popular ha sido decepcionante. Cierto
que le hemos oído denunciar hoy, pero eso también lo ha hecho
un solo diputado del Grupo Mixto



Página 3212




en uno sólo. Y yo me pregunto: ¿para qué tienen ustedes 141
diputados? (Fuertes protestas en los bancos del Grupo
Popular.) ¿Por qué no han puesto en marcha la auténtica moción
de censura que este país necesita? (Rumores.) ¿Por qué no han
hecho ustedes aquello en ejercicio auténtico de la realidad
que demandaba este país, esperando que ustedes provocaran una
moción de censura --naturalmente que nosotros hubiéramos
apoyado-- solamente para convocatoria de nuevas elecciones?
(Rumores y protestas en los bancos del Grupo Popular.) ¿Por
qué no lo han hecho? Ese ejercicio de la responsabilidad creo
que ha faltado.

Yo quisiera llamar la atención de la Cámara, aunque ya lo
sabe, naturalmente. Hay un detalle que todos sabemos. El
Gobierno no tiene mayoría. La mayoría la conforma con otra
fuerza política que, a su vez, entiendo que, quizá, a lo mejor
hoy, hemos oído algún cuento de hadas que no respondía a la
realidad.

Creo que la continuidad o no de ese Gobierno, al que
públicamente y desde esta tribuna hemos hecho principal
responsable del grado de degeneración de la vida pública que
todos estamos viviendo, está en nuestras manos. Entiendo que
no vale agachar la cabeza, que de nada sirven las grandes
declaraciones ni las buenas intenciones sin asumir, al mismo
tiempo, la responsabilidad. Señoras y señores Diputados, les
aseguro que Unión Valenciana no está dispuesta a entrar en el
juego y caer en esa posible complicidad. Aquí tengo una moción
de censura (El señor Diputado la muestra a la Cámara.)
redactada, que, naturalmente, no tiene las firmas necesarias
para que se lleve a cabo (Risas.), que todos ustedes podrán o
no quererla firmar, pero que, en mi derecho, y entiendo que
tiene que ser así, he formulado. Voy a hacer entrega de este
documento firmado por mí al Presidente con el ruego de que lo
entregue en la Secretaría General, donde si alguno de ustedes
quiere y piensa que España ya no puede aguantar más, incluidos
los bancos del Partido Socialista (Risas.), están en su
derecho...




El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor GONZALEZ LIZONDO: Podrían hacerlo. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor GONZALEZ LIZONDO: Yo entiendo... (Continúan los
rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!
Concluya, señor González.




El señor GONZALEZ LIZONDO: Concluyo ya, señor Presidente.

Entiendo y comprendo que de siempre se tenga, por muy
demócrata que se quiera ser, ese pequeño desprecio hacia las
minorías; comprendo que se pueda decir: Un hombre sólo que
viene aquí, que defiende a Alicante, Castellón y Valencia cada
vez que entra, que nos habla de sus problemas, ¿cómo se atreve
a presentar una moción? Pues me atrevo a presentarla,
naturalmente, y si no hay nadie que me acompañe me quedaré tan
tranquilo.

Le digo por último al señor Presidente --y creo que a nivel
personal sabe usted cuál es mi criterio--: señor González,
este país al que dice que quiere usted necesita una revolución
interna que esté basada única y exclusivamente en unas nuevas
elecciones generales. Le invito a que usted las promueva,
puesto que está visto que aquí nadie que no sea yo le pide las
cuentas y está dispuesto a que lo haga, si no es por su
voluntad. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Su señoría está en su derecho de
presentar en el Registro todos los escritos e iniciativas que
tenga por conveniente, pero la Presidencia no es destinataria
de los escritos que tienen que ser presentados por Registro.




El señor GONZALEZ LIZONDO: De acuerdo. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Presidente del
Gobierno.




El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (González Márquez): Voy a
intentar dar una respuesta a algunas de las cuestiones que se
han planteado, sobre todo a aquellas que constituyen alguna
novedad, a lo largo de las intervenciones que se han
producido.

Empezaré por la primera intervención, de la señora Rahola. Ha
hablado de la situación económica y ha dicho que yo había
hecho de esa situación económica un relato feliz. He advertido
que había algunos signos de recuperación y que había que estar
vigilantes para seguir aplicando una serie de medidas de
carácter estructural. Por consiguiente, ninguna felicidad en
el relato; únicamente la constatación de unos datos que
permiten tener un cierto grado de confianza en que empieza a
recuperarse la economía española. Pero esa situación de
recuperación de la economía española, cuando he dado esta
mañana un dato que sin duda alguna es un dato esperanzador,
como el del empleo, tiene una especial importancia en cuanto a
ese aspecto en Cataluña, que es, precisamente, donde más ha
crecido el empleo en relación con las cifras estadísticas que
habíamos manejado para el mes de marzo. Usted sólo ha hecho
una visión autonómica, de la que sólo puede decir que,
obviamente, no la comparto, porque usted misma no habla de
autonomías, sino de otra



Página 3213




cosa. Después ha hecho una descripción --pidiendo mi dimisión
y dimisiones--, que respeto totalmente, sobre la corrupción y
la lucha por la superación de esa corrupción. Yo siempre he
tenido una concepción moral de la política. No pienso
renunciar a ella y me siento orgulloso de haberla tenido y de
tenerla, sean cuales sean los defectos de gestión que haya
cometido a lo largo de estos años.

El señor Mur, en nombre del PAR, me ha hecho una pregunta muy
directa: si voy a aceptar o no el estatuto que se está
discutiendo, o que se ha discutido, entre las fuerzas
políticas parlamentarias. Es una pregunta que no puede tener
una respuesta. Si no conozco el estatuto, no le daré la
respuesta, no seré tan irresponsable de decir que, sea cual
sea el contenido, voy a estar o no de acuerdo, de ninguna
manera; sería verdaderamente extraño que uno pudiera resolver
los problemas políticos, o relacionarse con la política, en
esos términos.

Usted cree que no hay ninguna razón para efectuar un balance
positivo de estos meses; ni siquiera ha reconocido que la
situación económica haya mejorado, y lo siento mucho porque,
realmente, creo que se han dado pasos que son importantes para
la recuperación de la economía.

Finalmente, me ha pedido --como también lo ha hecho el señor
Albistur-- que presente una cuestión de confianza. La última
petición del señor González Lizondo era de dismiión, pero
después la ha hecho compatible con una petición de
convocatoria de elecciones; las dos cosas al mismo tiempo son
difíciles porque sólo se pueden disolver las Cortes siendo
Presidente del
Gobierno; no sé si quiere que lo haga en actos sucesivos o
quiere que lo haga todo al mismo tiempo. (Risas.) De todas
maneras, yo respeto su opinión, incluso expresada en los
términos en que lo acaba de hacer. El señor Albistur también
insistía en la cuestión de confianza. Ha hecho un balance
negativo de estos nueve meses, dice que ha sido un fraude y
que él se siente particularmente defraudado como
socialdemócrata. Yo no duda de cuáles son sus convicciones
ideológicas, pero me parece que no es el momento de debatir,
en el debate sobre el estado de la Nación, las
cuestiones ideológicas. De todas maneras, usted ha hablado de
un tema en el que me parece que me he expresado con claridad y
debo de haber sido mal entendido; es el tema de la autonomía,
en el que se ha extendido especialmente. En el tema de la
autonomía, usted ha hablado del bloqueo de transferencias y yo
he hablado de que había 20 transferencias, de las cuales nueve
eran con acuerdo --me lo aclaró, además, el señor Anasagasti,
porque yo pensaba que eran siete--, y, de ellas, ocho incluyen
un acuerdo también en materia de valoración económica. Por
consiguiente, se puede dar paso inmediatamente a la
transferencia de esas
competencias a la Comunidad. Más tarde he hecho la misma
reflexión, que quiero reiterar, sobre las 54 transferencias a
las que usted se ha referido.

Usted ha dicho que ha fracasado el pacto social, y es cierto.

Nosotros hemos hecho un esfuerzo para intentar sacarlo
adelante, pero comprendo muy bien que cuando no sale,
lógicamente, se tiene que decir, al no salir, que ha
fracasado. Yo tendría el máximo interés en recuperar un clima
de diálogo que pudiera permitir completar algunas de las
políticas que creo que necesita la realidad española; por
ejemplo, completar una seria política de rentas --lo cito como
ejemplo, no lo pongo como exclusiva--, pero me temo que no se
dan las condiciones para que ese diálogo se produzca.

Probablemente, entre empresarios y trabajadores, existan
algunas condiciones más para que el diálogo pueda fructificar.

Yo estaría totalmente abierto y totalmente dispuesto a
hacerlo.

Usted, al igual que el anterior interviniente, ha pedido que
presente una cuestión de confianza, que es una prerrogativa --
no la moción de censura que también reclamaba el señor
González Lizondo-- que la Constitución le da al Presidente del
Gobierno, y se la da para aquellas situaciones en las que
exista una duda razonable, o una clara duda, sobre el respaldo
parlamentario de la política del Gobierno. Si el Gobierno no
tiene la mayoría parlamentaria, lógicamente tiene que
presentar una cuestión de confianza. Si esa situación se
produce, no dude usted que yo presentaré inmediatamente una
cuestión de confianza. No quiero estar gobernando sin tener la
confianza del Parlamento, pero, por el momento, en lo que
llevamos de debate, de discusiones de presupuestos, de
discusiones de reforma laboral, de discusiones de leyes
importantes, esa situación no se ha producido y, por
consiguiente, no he estimado necesario hacerlo.

Señor González Lizondo, yo creía que, a pesar del tipo de
intervención que usted ha hecho, iba a reconocer que estamos
entrando en una fase de recuperación, y que esa fase de
recuperación beneficia a todos, pero ni siquiera ha tenido a
bien reconocer eso. Ha hecho una diatriba, en parte criticando
la Acción de Gobierno y a mí personalmente, y pidiendo la
dimisión. Lo respeto plenamente, aunque no comparto sus ideas,
y
obviamente, tengo tanta preocupación, como pueda tenerla usted
por lo menos, por el combate contra la corrupción.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Presidente.

Por tiempo de un minuto, tiene la palabra la señora Rahola.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Muchas gracias, señor Presidente.

Muy rápidamente.

Como situación económica, señoría, un 15 por ciento de pobreza
relativa en Cataluña, más de un millón



Página 3214




de expolio fiscal, una de cada dos empresas que pueden cerrar
en el año 2000, según la patronal catalana. Es evidente que ha
habido un indicio de recesión de la tasa de paro en Cataluña,
pero usted sabe que en Cataluña el paro había crecido muy por
encima de la media del Estado. En cuanto a la situación
autonómica, sólo quiero recordarle el problema histórico de
Cataluña. Teníamos la sensación, en la transición política, de
que se podía resolver definitivamente, pero ha sido un fracaso
en este sentido y algunos nos sentimos profundamente
estafados. En cuanto a la situación moral, señoría, usted esta
mañana o en alguna otra intervención, ha dicho que habían
presentado, por ejemplo, todos los papeles que la Comisión de
investigación del caso Roldán les había pedido. Bien, los
gastos de representación --un millón al mes-- no los tenemos;
la certificación de
titulación --por ejemplo, ingeniero, economista-- no la
tenemos; el listado de condecoraciones, no lo tenemos;
declaraciones de renta y patrimonio, no las tenemos;
valoraciones de los inmuebles adquiridos por Roldán y su
sociedad, según dispone la Ley de Tasas, tampoco. En todo lo
que se refiere a su patrimonio y en fondos reservados, por
ejemplo, sabemos las cantidades
consignadas en origen, pero no si ha habido aumento, que,
según el Tribunal de Cuentas, parece que sí. Han tardado un
mes en darnos el domicilio fiscal. Señorías, no hay tanta
voluntad de llegar al fondo, y hemos tenido también muchos
problemas en esta Comisión. Estamos hablando del debate moral,
del debate ético, estamos hablando del descrédito de la clase
política, estamos hablando de la pérdida de confianza...




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Rahola.

Tiene la palabra el señor Mur.




El señor MUR BERNAD: Gracias, señor Presidente.

Yo quiero agradecer al señor González, en la parte que me
corresponda, la respuesta que me ha dado, aunque en ese «totum
revolutum» con que nos ha respondido no sé exactamente lo que
iba dirigido a mí y lo que iba dirigido a mis compañeros del
Grupo Mixto. No obstante, le voy a reiterar dos de las
cuestiones principales que le he preguntado, a una de las
cuales no me ha respondido y a la otra no ha querido
responder. La primera ha sido la del tema del transfuguismo.

Yo le he dicho que hay que hacer algo más que aprobar una
resolución en el XXXIII Congreso. En Aragón estamos muy
preocupados con el transfuguismo. De verdad, hay un clima de
preocupación, un clima que usted debe comprender, porque no es
grato que el Gobierno de Aragón esté apoyado en una operación
de transfuguismo, que usted no ha repudiado política ni
públicamente y que usted apoyó recibiendo al Presidente de
Aragón alos ocho días, cuando a otros
presidentes tardó años en recibirles.

La segunda pregunta que le he hecho ha sido muy clara: Si
usted apoya la reforma del Estatuto de Autonomía que sus
compañeros socialistas de Aragón están estos días apoyando y
votando. Y supongo que no son distintos de usted. Esa es la
pregunta que quiero que usted nos responda. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mur.

Tiene la palabra el señor Albistur.




El señor ALBISTUR MARIN: Gracias, señor Presidente. Muy
brevemente. Respecto al tema de la cuestión de confianza,
señor Presidente, yo solamente le quiero decir que si, como
usted dice, tiene mayoría parlamentaria, la confirme. Nada
más.

En segundo lugar, gracias por reconocer el fracaso del pacto
social. Le pido que lidere ese nuevo diálogo entre empresarios
y sindicatos. Es muy necesario, como usted lo ha reconocido.

En tercer lugar, en el tema autonómico le he pedido
simplemente que me concrete fechas para esas 20 transferencias
que usted dice que se pueden poner. Concrete. Solamente es eso
lo que le pedimos.

En cuarto lugar, hay 42 proposiciones que le vamos a presentar
mañana. Si verdaderamente hay deseo de cambio, apóyelas,
porque buscan el relanzamiento de la economía, la reforma de
la
Administración y la renovación de la política.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Albistur.

Tiene la palabra el señor González Lizondo.




El señor GONZALEZ LIZONDO: Gracias, señor Presidente.

Naturalmente, señor González, me hubiera sorprendido mucho que
hubiera dicho usted que iba a apoyar mi moción de censura
contra usted. Ya contaba con eso, pero no con que quizá se
podía usted sorprender de la serie de gente que, tal vez,
estaría de acuerdo. Naturalmente --y usted lo ha tomado a
chanza--, usted no puede disolver si no es Presidente, por
supuesto. Yo le pido que dimita, pero al mismo tiempo le digo:
Disuelva usted las Cortes, lo que significa que tendrá usted
que disolverlas, pero no deja de ser una forma de dimitir.

Mire usted, la corrupción no la he traído yo, está ahí y yo no
era el Presidente del Gobierno. Por tanto, lo siento, tiene
usted que apechugar, y se lo digo, naturalmente, sin acritud,
pero le digo la verdad de lo que es. Lo siento, pero es así.

Lo mismo que le he dicho al señor Aznar que me ha defraudado,
exactamente igual. No ha



Página 3215




hecho lo que yo creo que debía, yo, con mis pocas fuerzas, lo
he intentado porque creo que es mi obligación; es una
obligación que tengo con 120.000 votantes y la he cumplido.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor González Lizondo.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Solchaga.




El señor SOLCHAGA CATALAN: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, creo que no digo sino lo que es una opinión
generalizada si afirmo que son difíciles los tiempos que
corren, son difíciles porque estamos viviendo una recesión
económica quizá en sus últimas fases, que está poniendo en
tela de juicio muchas de las instituciones de convivencia en
lo que se refiere a la ordenación económica y social de
nuestro país. Son difíciles porque estamos viviendo momentos
de tensión política. Son difíciles porque la propia
circunstancia en la que se produce el debate del estado de la
Nación tiene sobre ella como una espada de Damocles pesando
sobre la evolución del mismo los últimos escándalos que hemos
tenido en materia de corrupción, a los cuales esta Cámara y mi
Grupo parlamentario también están respondiendo con prontitud
en lo que se refiere a la
investigación, con buena intención de llegar hasta las últimas
consecuencias, pero que, sin embargo, sin duda han pesado en
el sentimiento de todos, y, al pesar en ese sentimiento como
quiera que se hayan expresado --y no tengo por qué estar de
acuerdo en todas las formas con que esta expresión ha tomado
lugar--, sin embargo creo que estaban reflejando también
preocupaciones que había en nuestra calle. Volveré sobre ello
porque,
verdaderamente, si los tiempos son difíciles, a veces cuando
consideramos estos aspectos institucionales y de
funcionamiento de las fuerzas políticas, los tiempos son más
difíciles y, sobre todo, son más preocupantes para nuestros
propios ciudadanos. Lo son, señorías, porque estamos
viviendo --lo he dicho antes y me gustaría enfatizarlo-- una
de las recesiones más duras que ha conocido la economía
española en el último medio siglo; no solamente dura en cuanto
a cuál ha sido la contracción de la producción industrial y de
servicios, sino también dura porque nunca, nunca hasta ahora
se habían producido dos fenómenos con la intensidad que los ha
vivido nuestra población, que la ha atenazado y la ha dejado
extraordinariamente preocupada: por un lado, una destrucción
de empleo que podríamos utilizar la guerra relámpago, por
decirlo así, si esta expresión alemana de la Segunda Guerra
Mundial fuera útil a la hora de destruir puestos de trabajo.

Nunca como ahora se había podido producir un ajuste con cargo
al empleo tan fuerte para que la economía sólo
decreciera un 1 por ciento; no un 20 por ciento, un 1 por
ciento, que es lo que ha decrecido. En segundo lugar, nunca
como ahora ha habido una caída tan fuerte en las expectivas de
la comunidad de los negocios, del mundo empresarial, que hoy,
por fortuna también, a gran velocidad se está recuperando. A
lo largo de los últimos meses, señor Presidente, hemos oído
muchas voces
sensibles en esta Cámara que nos recordaban explícita o
implícitamente la admonición de Franklin Delano Roosevelt
cuando dijo, en la toma de posesión de la Presidencia
americana en 1933: No hay que tener miedo más que al miedo.

Porque parecía que sobre nuestra sociedad había caído una nube
de preocupación, una nube de miedo que tenía paralizados,
atenazados a los aspectos más positivos, a los miembros más
activos, a las iniciativas más brillantes, a la capacidad de
confianza y de esperanza de nuestra población. Y no hay que
extrañarse, no hay que extrañarse porque también, preciso es
reconocerlo, ésta es la primera recesión que vive España en
una situación de apertura total a la economía internacional
que nunca había existido antes. Esta es la primera vez que
existe una crisis seria en España con total libertad de
movimientos de capitales que pueden poner en tela de juicio la
estabilidad de los cambios, la estabilidad de los tipos de
interés o las tendencias fundamentales de la economía. Esta es
también la primera crisis que vive España con muchos cambios
sociológicos que no es que se hayan producido de ayer a hoy,
pero que, acumulados en su efecto, han resultado ciertamente
importantes al describir la situación de la crisis, la
preocupación y a veces el miedo e incertidumbre de nuestros
ciudadanos. La incorporación de la mujer al trabajo. Por
cierto, nadie ha destacado que así como en la crisis de los
años 70 y 80 aumentó el desempleo de las mujeres más que
cuatro veces el de los hombres, en ésta, en los últimos doce o
quince meses se puede decir que el desempleo de los hombres ha
pasado del 14 al 20 por ciento y el de las mujeres, que
ciertamente es mayor, tan sólo del 25 al treinta. No se ceba
ya el ajuste del empleo tanto en las mujeres como ocurrió en
el pasado. Pero son, ciertamente, nuevos hábitos, nueva
situación. La principal situación nueva, señorías, que es lo
que ha producido muchas veces estupor y preocupación a
gobernantes y a gobernados, es la situación de las cuentas
públicas. Algunos han querido ver --esta misma mañana se ha
mencionado-- que había una diferencia entre la crisis que
vivimos entre 1975 y 1983-1984 y ahora, pensando en las
multinacionales --y nos citaban Suzuki y otras-- que en este
momento están saliendo de nuestro país.

Ya ha dicho el Presidente del Gobierno cuáles han sido los
resultados de la inversión neta de carácter directo en España
en 1993, uno de los años más altos en lo que se refiere a los
resultados. Pero, ¿han olvidado ustedes, que a finales de los
setenta y primeros de los ochenta, US Steel abandonó
totalmente su participación



Página 3216




en Altos Hornos de Vizcaya; General Electric dejó
España; Westinghouse dejó absolutamente la producción,
montones de marcas europeas de electrodomésticos dejaron de
fabricar en nuestro país? No es esa la diferencia. La
diferencia, señoras y señores Diputados, está sencillamente en
que en aquella época, a pesar de todo, la mayor parte de los
países europeos tenían unas finanzas que eran capaces de hacer
frente a la situación de crisis, y a veces mediante la
absorción y nacionalización de actividades productivas, que
ahora no es así. Y si entonces los ciudadanos, en Europa y en
España, vieron con preocupación que algunos sectores, que
empezaron a llamarse tradicionales, dejaban de tener la
ventaja competitiva para seguir actuando en nuestros países,
hoy ven con mucha más preocupación que ya no es una cuestión
tan sólo de reasignación de recursos productivos de un sitio a
otro, sino que si queremos mantener nuestro modo de vida, si
queremos mantener una colaboración que sea útil y fructífera,
progresista y solidaria entre el sector público y el sector
privado, tenemos que producir reformas estructurales
profundas, y esas reformas afectan al modo de entender la vida
de los trabajadores y de los ciudadanos. Y esta es la razón
por la cual, señoras y señores Diputados, todos estamos ante
esta situación preocupados, aun cuando debo decir que está
cambiando.

¿Cuál ha sido la actitud del Partido Socialista en esta
situación? Primero, admitir, como otros muchos países, que de
la situación actual no se salía si no se producían esas
reformas estructurales en profundidad, ya fuera el mercado de
trabajo, ya fuera la liberalización de los servicios, ya fuera
la
desmonopolización de algunos de ellos, ya fuera la
consolidación del Estado del bienestar desde otras bases
distintas de las que ha venido funcionando como Estado
benefactor histórica y
tradicionalmente, aunque con una tradición corta en nuestro
país. Hemos dicho, pues: hay que romper esta situación; hay
que acabar con todas estas dificultades.

En segundo lugar, hemos orientado la política económica y
presupuestaria teniendo en cuenta que era fundamental asegurar
un reparto progresivo del coste de la crisis. El señor
Presidente del Gobierno lo ha explicado, y quienes han apoyado
estos presupuestos han apoyado también este esquema de reparto
de costes de la crisis, igual que han apoyado las leyes
transformadoras que han de liberar energías a través de la
reforma estructural en nuestro país. Finalmente, se ha hecho
también mediante la adecuación de la política económica,
macroeconómica, monetaria, industrial y agrícola.

Pero, señorías, esto podemos decirlo porque lo dicen el 95 o
el 99 por ciento de los expertos, aquellos que tienen una
forma de pensar política y los que tienen la contraria. Porque
lo dicen la mayor parte de los observatorios económicos
internacionales podemos decirle a nuestra población, que
todavía está sufriendo las secuelas de esa crisis, que
ciertamente el tratamiento empieza a dar resultado. Y no tiene
sentido, desde el punto de vista político, hundir en la
desesperanza a un país cuando por fin se ve la luz al final
del túnel. Reconocer que hay más trabajo y que hay
dificultades está en lo razonable, está en lo lógico, pero no
querer, por razones puramente de pasión política o por otras
que no me toca a mí juzgar, reconocerle al país el derecho a
la esperanza cuando por fin la balanza de pagos por cuenta
corriente o la balanza comercial, el déficit público, la
inflación, las expectativas empresariales o el consumo privado
empiezan a salir, ciertamente es una lástima y quizá una señal
manifiesta de torpeza.

Señorías, la economía española hizo su punto de inflexión,
tocó el punto más bajo del ciclo en el segundo trimestre de
1993, a la altura de las elecciones. Desde entonces ha
iniciado una recuperación lenta, cuyos resultados tan sólo
comienzan a observarse los primeros meses de 1994, como ya
habían advertido todos los expertos. Esa economía tiene muchos
problemas, pero aún así, señorías, si queremos en estos
momentos presentar a la nación, a nuestra ciudadanía, una idea
positiva esperanzada, sabemos que, a pesar de que los
problemas económicos se vayan resolviendo (y falta mucho para
que estén todos resueltos, no va a ser gratis, va a ser
todavía doloroso); aún cuando, decía, esos problemas se vayan
resolviendo, también tendremos, entre todos, que afrontar
otros, o al menos los socialistas sentimos que tenemos que
afrontarlos no solamente en el área económica. Creo, señoras y
señores Diputados, que tenemos que afrontar el problema de la
moral pública; creo también que tenemos que afrontar el
problema de la gobernabilidad y de las perspectivas de
estabilidad política en nuestro país, y creo, finalmente, que
tenemos que explicarle una vez más a nuestra ciudadanía cuál
es la idea que tenemos de España, sobre nuestra configuración
interna, dinámica, como está prevista en el Título VIII de la
Constitución, y sobre su papel enmarcada dentro de la Unión
Europea. Y diré unas pocas palabras antes de terminar, señor
Presidente. Muchas personas en esta tribuna han dicho --y yo
me sumo a ellas-- que ciertamente el que haya casos de
corrupción no puede ni debe significar que la mayor parte de
los políticos o la mayor parte de los funcionarios de este
país sean corruptos; son ciertamente honrados. Lo mismo puede
decirse cuando algunos nos han recordado que países vecinos a
nosotros han presentado también escándalos y casos ciertamente
no recomendables. (Rumores y protestas en los bancos del Grupo
Popular.) Esa es la verdad. Pero ninguna de las dos cosas,
señor Presidente, en estos momentos, aun siendo verdad, nos
pueden satisfacer. Casos de corrupción, en opinión nuestra, ha
habido ya demasiados. Los casos de corrupción no satisfacen a
nadie, y, por tanto, estamos dispuestos a luchar contra ellos.

No estamos



Página 3217




dispuestos a seguir las generalizaciones burdas que ofenden a
la inteligencia y a la sensibilidad, ni lo haremos en función
del prestigio moral de algunos denunciantes que carecen del
mismo. (Un señor Diputado en los bancos del Grupo Socialista:
¡Muy bien!) Lo haremos sencillamente porque hay que hacerlo y
porque creemos que ha llegado el momento en el cual existe
también una gran mayoría de esta Cámara que entiende cómo
puede hacerse. Para evitar la corrupción, señor Presidente,
nuestro Grupo, de acuerdo con el Gobierno, propondrá, como es
natural, una serie o un conjunto de reformas legales, de
carácter normativo, penales y procesales, al cual quedan
ustedes invitados a sumarse y sé que muchos lo harán.

Pero no basta con esto. Es evidente que el conjunto de normas
mejor preparado no es capaz de garantizar por sí mismo las
conductas desviadas. Por consiguiente, aumentar los grados de
vigilancia interna es para nosotros importante. Y esos grados
de vigilancia interna pasan, ciertamente, por la fiscalía que
ha propuesto el Gobierno crear, así como también por las
modificaciones y la especialización de parte del Servicio
jurídico del Estado. Tenemos que ser capaces de detectar las
cosas cuando se producen como consecuencia del abuso de
confianza, la desviación del poder o la utilización inadecuada
del mismo. (Protestas en los bancos del Grupo Popular.)
Queremos hacerlo, señorías, y lo haremos. Ojalá sea con su
concurso; pero sin él también podremos hacerlo.

Y no basta solamente con esto. Para sancionar, señoras y
señores Diputados, necesitamos también agilizar nuestros
procedimientos judiciales, y el Gobierno se compromete a ello;
agilizar y ampliar las condiciones en las que trabajan las
comisiones de investigación, como hemos venido haciendo, y,
desde luego, aceptar la depuración de responsabilidades
políticas, entendidas éstas en un sentido cabal. Déjenme que
les diga que, sobre todo esto, siguiendo la línea de lo
propuesto por el Gobierno, complementándolo con las
consideraciones que estamos haciendo con otros grupos
parlamentarios y con espíritu abierto a lo que cualquiera de
SS.SS., a partir de sus grupos, quieran proponer, mañana
presentaremos resoluciones y atenderemos a las que se
propongan.

Finalmente, señorías, quizá, hay un tema que hoy es difícil de
tratar dentro de este contexto: cómo hacer esta lucha contra
la corrupción; cómo llevarla a cabo de manera que no caigamos
en algunos riesgos, como podría ser traspasar los
ordenamientos jurídicos vigentes llevados por un celo
investigador excesivo, o no hacer frente al necesario respeto
a las garantías legales; no debemos caer en esto. Pero tampoco
debemos, en ningún momento, dar la impresión de que, mediante
la alusión al ordenamiento jurídico o al respeto que deben
merecer las garantías legales, estamos poniendo dificultades
ninguno de nosotros, y menos que nadie los socialistas, a las
posibles investigaciones. (Rumores.) Bueno sería que este
país, que ha padecido la Inquisición durante siglos, tuviera
buen cuidado de que detrás de cada español no estuviera un
juez moral de la obra de todos; bueno sería que evitáramos
esto porque ya existen procedimientos para hacerlo. Señor
Presidente, decía que junto a este problema, el económico,
también tendremos que garantizar la gobernabilidad y la
estabilidad. Esto tiene dos aspectos muy rápidamente
entendibles. La estabilidad nace, ciertamente, de que exista
en esta Cámara el respaldo suficiente a una tarea de Gobierno
que algún grupo, o más de alguno comparta. (Rumores y
protestas en los bancos del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, guarden silencio.




El señor SOLCHAGA CATALAN: Llevamos ya, señor Presidente, una
serie de meses trabajando sobre una situación que, aun cuando
podía haber memoria colectiva de cómo había sido antes de
1982, quizá ésta luchaba contra las inercias mentales de los
españoles, que se preguntaban, no sin fundamento, si sería
posible gobernar con una minoría, no con mayoría absoluta,
como se había gobernado antes. Yo creo que hemos dado un
ejemplo de esfuerzo quienes nos hemos comprometido; de manera
general Convergència i Unió y nosotros, en garantizar esta
estabilidad política y parlamentaria en temas fundamentales,
pero también ocasionalmente muchas otras fuerzas que han
creído que merecía la pena hacer el esfuerzo puntual, muchas
veces continuado y seguido, de mantener esta estabilidad. Es
bueno porque, quizá, cuando uno tiene en cuenta que todavía
estamos al principio de la legislatura, siempre es conveniente
saber que no podrá ser una excusa la inadaptación de los
partidos, la incapacidad de las fuerzas o la arrogancia de las
mayorías para poder formar una estabilidad suficiente en
cuanto no se tiene una mayoría absoluta.

En materia de estabilidad, importante también es el
reforzamiento democrático de las instituciones. No me da
tiempo, evidentemente, a tratarlo con el detalle, la atención
y el esfuerzo que mi Grupo Parlamentario le ha dedicado a lo
largo de los últimos tres meses, negociando con todos los
grupos (Un señor Diputado: ¡Qué barbaridad!), y
fundamentalmente con el grupo de ese señor que ha dicho ¡qué
barbaridad!, porque ni se ha enterado de lo que pasaba.

Negociándolo, decía, con todos, tratando de buscar acuerdos, y
que solamente cuando ha resultado imposible hemos tenido que
seguir adelante.

Señorías, el impulso democrático no excluye a nadie y, por
tanto, está abierto a todo aquel que sea capaz de reconsiderar
su posición y su responsabilidad frente al reforzamiento
democrático de las instituciones del Estado,



Página 3218




que tan importantes son para el funcionamiento de la
democracia. Señorías, dos palabras más sobre el último tema.

Nuestro país, en los últimos meses, ha vuelto a reconsiderar
seriamente aspectos de su constitución interior. Como he dicho
antes, la visión del Estado que da el Título VIII de la
Constitución es una visión dinámica. Es una visión en la cual
se puede considerar y reconsiderar, dentro del marco de dicha
Constitución, ciertamente, la distribución de las
competencias, la asunción de las responsabilidades o el amplio
camino de la cooperación interinstitucional. En algunos
momentos, esa visión dinámica está llamada a consolidar lo que
haya podido ser un aumento muy importante de las
transferencias y la asunción de competencias; en otros, está
llamada a reconsiderar una nueva distribución, un nuevo
esfuerzo. Yo creo que vivimos uno en que es necesario
considerar la posición del poder central, del poder autonómico
y del poder local, y desde luego a ello habremos de dedicar
mucho esfuerzo, como ya ha dicho el Gobierno, y lo haremos
dentro de lo que es la Unión Europea, a la cual solamente
querría dedicar dos palabras. Durante algún tiempo, durante
mucho tiempo, aquellos que seguimos el «dictum» orteguiano de
que si España era el problema, Europa era la solución,
estuvimos de acuerdo con muchos de los aspectos que
representaba no ya nuestra incorporación a Europa, sino la
propia evolución de la Unión Europea. Pero ha habido momentos
más difíciles. Primero, porque, ciertamente, acabado quizá el
entusiasmo de los primeros años, es imposible que no entren en
conflicto, a veces, los intereses nacionales con los
ordenamientos supranacionales de carácter comunitario. Pero,
segundo, porque también ha resultado muchas veces difícil, en
un momento en que la Unión Europea ha sido puesta en tela de
juicio, mantener el mismo entusiasmo que teníamos sobre un
proyecto que era de éxito hasta 1991/1992. Señorías, creo que
interpreto a una gran parte de la Cámara si digo que todos
seguimos creyendo, no con la resignación de la tragedia, sino,
en última instancia, con la convicción de que hemos alcanzado
lo que deseábamos desde hace generaciones, que es Europa
nuestro destino; que es dentro de Europa donde nuestra patria
habrá de desarrollarse, y desde ese punto de vista, en este
momento difícil, señor Presidente, quisierayo concluir mi
intervención en esta parte diciendo --y ya prácticamente en
toda-- que nosotros reafirmamos la fe en esa Europa,
reafirmamos las posibilidades de esa Europa, ahora que están
difíciles, ahora que hace falta más vigor político para seguir
manteniendo las convicciones de otro tiempo. Señor Presidente,
señoras y señores Diputados, algunos han dicho --y yo he
repetido aquí-- que todavía hay mucho que hacer. Hay mucho que
hacer, pero hay tiempo y hay oportunidad porque acabamos de
empezar una legislatura. No sé si es por el hecho de que el
Presidente del Gobierno, al referirse a la labor de éste, haya
tomado como punto de comparación sus compromisos del debate de
investidura, o porque muchas de SS.SS., al intervenir en
nombre de sus grupos, también han tomado como hito o punto de
referencia el debate de investidura, o quizá porque algunos
que tenían la posibilidad de promover, de acuerdo con la
Constitución, un cambio de Gobierno a través de la
presentación de la moción de censura, han decidido no hacerlo,
es lo cierto que no puede uno irse de esta reunión, de esta
asamblea sin la impresión de que hoy hemos tenido una segunda
reedición de la investidura con los mismos resultados,
prácticamente. Eso quiere decir que seguimos contando con esa
estabilidad y con esa posibilidad de seguir adelante en la
resolución de los problemas de nuestro país; eso quiere decir
que, naturalmente, podrá haber cambios políticos hoy, mañana o
en el futuro, pero, de cualquier manera, no ha de faltar al
Gobierno socialista, de momento y durante mucho tiempo, creo
yo, ni el apoyo del electorado, ni el apoyo de su partido, ni
el apoyo de otras fuerzas parlamentarias que tienen la
convicción de que, todavía, la mejor manera de resolver los
problemas de España es haciendo caso a las mayorías que hoy
existen. Esa es nuestra convicción, señor Presidente, señoras
y señores Diputados. Muchas gracias. (Aplausos en los bancos
del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Solchaga.

El Pleno se reanudará mañana a las once y media de la mañana.

Se levanta la sesión.




Eran las diez y cincuenta minutos de la noche.