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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 4, de 14/07/1993
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
PLENO Y DIPUTACION PERMANENTE
Año 1993 Núm. 4 V Legislatura



Discurso de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I a las Cortes
Generales en la solemne sesión conjunta del Congreso de los
Diputados y del Senado, celebrada en el Palacio de las Cortes
el miércoles, 14 de julio de 1993, con motivo de la apertura
de la V Legislatura Constitucional.




PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FELIX PONS IRAZAZABAL



SUMARIO



Se abre la sesión a las once y cuarenta y cinco minutos de la
mañana.




Entran en el salón de sesiones Sus Majestades los Reyes y Su
Alteza Real el Príncipe de Asturias, acompañados por los
Presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado, así
como por los miembros de las Mesas de ambas Cámaras.




Discurso del señor Presidente del Congreso de los Diputados
(Pons Irazazábal) (Página 102)



Discurso de su Majestad el Rey (Página 103)



Termina la sesión a las doce y diez minutos del mediodía.




Sus Majestades los Reyes y Su Alteza Real el Príncipe de
Asturias abandonan el salón de sesiones con el mismo
ceremonial que a su llegada.




A las once y cuarenta y cinco minutos de la mañana, Sus
Majestades los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía y su



Página 102




Alteza Real el Príncipe de Asturias hacen su entrada en el
salón de sesiones, a los compases del Himno Nacional, siendo
recibidos por parte de los señores Diputados y Senadores, así
como por las personalidades y público invitado que ocupan las
tribunas, todos puestos en pie.

Acompañan a Sus Majestades los Reyes y a Su Alteza Real el
Príncipe de Asturias los Presidentes del Congreso de los
Diputados, don Félix Pons Irazazábal, y del Senado, don Juan
José Laborda Martín, quienes tomanasiento en el estrado
presidencial, a derecha e izquierda, respectivamente, de sus
Majestades y de Su Alteza Real. Ocupan igualmente asiento en
el estrado presidencial los miembros de las Mesas de ambas
Cámaras; el Letrado Mayor de las Cortes Generales, don Ignacio
Astarloa Huarte-Mendicoa, y el Letrado Mayor del Senado, don
Manuel Alba Navarro.




Acto seguido, dijo:



El señor PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS (Pons
Irazazábal): Se abre la sesión.




Majestades:



La apertura solemne de la Legislatura no es un acto de
gratuita liturgia civil. Culminado el proceso electoral,
constituidas las Cámaras y los grupos parlamentarios,
celebrado el debate de investidura y otorgada la confianza al
candidato propuesto por Vuestra Majestad, nombrado nuevo
Gobierno, es el momento de ofrecer de forma visible al país el
encuentro de la Corona con las Cortes Generales y con el
Gobierno de ellas emanado; es el momento de hacer gráfica y
solemne expresión de lo que significa el régimen de Monarquía
Parlamentaria.

Este acto, por tanto, cierra una vez más con toda naturalidad
el ciclo periódico que permite a los ciudadanos decidir su
representación política en libertad y orientar el rumbo del
Gobierno en una u otra dirección. He dicho que hoy vivimos
este acto con venturosa normalidad, pero esto no debería
llevarnos a olvidar que la normalidad y la naturalidad se
basan en el buen funcionamiento de las instituciones y en la
armónica relación de todas ellas, siendo garante máximo de esa
armonía la Corona, cuyo poder arbitral y moderador la hace
protagonista fundamental de ese sólido andamiaje
constitucional que sostiene la andadura de la España moderna.

La Legislatura que ahora se inicia nace marcada por elementos
de novedad. Si en algo parece existir coincidencia es en
apreciar que nos adentramos en una nueva etapa. Pero
seguramente minimizaría la dimensión real del cambio reducirlo
a una estimación numérica de los resultados electorales.

Quizás deberíamos preguntarnos si las oscilaciones que toda
manifestación electoral refleja no son precisamente ellas
mismas el reflejo y el exponente de los cambios y las
novedades que el entorno histórico y social aporta.

Hace casi cuatro años, se iniciaba la IV Legislatura, en
diciembre de 1989, unas semanas después de la caída del muro
de Berlín.

Pero en aquel optimista contexto nadie pensaba que en los años
inmediatos se iba a producir el hundimiento estrepitoso de la
Unión Soviética, que se iba a producir la reunificación de
Alemania a un ritmo superior al de cualquier previsión, que
esa reunificación iba a ser determinante para el ritmo de la
construcción europea al aportar tantos estímulos como recelos;
que iba a producirse el cambio de régimen y la transición a la
democracia en los países de la Europa central y oriental; que
iba a estallar, como lo ha hecho dramáticamente, el conflicto
de la antigua Yugoslavia y que todo ello iba a coincidir con
el fin de uno de los ciclos más altos y duraderos de la
economía de los países desarrollados para pasar a la más dura
recesión de la postguerra, seguramente inducida en gran medida
por el conjunto de factores que han trastocado
espectacularmente los escenarios que hace tan sólo tres años
parecían sólidamente asentados. Efectivamente, esta
Legislatura nace bajo el signo de la novedad, pero no sólo y
tal vez no principalmente de la novedad relativa de los
resultados electorales. Esta Legislatura nace en un mundo
radicalmente nuevo, diferente en casi todo al mundo que
existía al iniciarse la anterior.

Parece forzoso extraer de esta circunstancia conclusiones que
nos permitan acompasar nuestra trayectoria al ritmo de los
tiempos. El diálogo, el pacto, la transacción no pueden ser
respuestas coyunturales o transitorias determinadas por la
necesidad.

Estamos ante un mundo realmente nuevo, ante unas sociedades
nuevas, modernas, complejas --y, desde luego, la española
entre ellas-- que demandan una representación política
renovada, adaptada a las nuevas estructuras y convicciones
sociales. Es esa nueva sociedad la que por su propia
naturaleza demanda la ampliación de las áreas de consenso
porque muchas de las viejas zonas de fricción o enfrentamiento
han desaparecido. Es esa nueva sociedad, de la que han
desaparecido viejos conflictos, pero en la que emergen nuevos
problemas, la que nos exige una acción política adecuada a la
realidad, imaginativa y audaz, para afrontar sus nuevos retos.

Esta Legislatura se abre en un contexto histórico, económico y
político extraordinariamente exigente para todos. No sólo
porque tengan que ensayarse nuevas formas de relación y
colaboración en la vida política y parlamentaria, sino porque
todos juntos tendremos que participar en la definición de un
mundo que atraviesa un momento crucial y que hoy se nos
presenta con perfiles menos nítidos que los que tenía hace
unos años.




Página 103




Los grandes fenómenos migratorios están obligando a definir en
toda Europa qué clase de sociedad abierta es la que queremos
construir, y ponen a prueba de forma insospechada las bases de
la tolerancia, de la libertad, de la convivencia de los
diferentes, la capacidad de asumir o no una sociedad que sea
plural en todo: en cultura, en raza, en lengua y en religión.

Ahuyentar la apelación al racismo y a la xenofobia como
expeditivos remedios a problemas complejos no será tarea de
unos frente a otros, sino compromiso común que habremos de
ejercer con convicción y firmeza.

No es éste un aspecto marginal del claroscuro panorama en que
la Legislatura tendrá que avanzar. No sólo porque es una de
las expresiones más agudas del momento histórico que vivimos,
sino porque está ligado a la naturaleza de la crisis
económica. La creación de empleo, que nos interpela a todos
como la exigencia más acuciante, obliga a tener en cuenta no
sólo la ecuación del reparto de trabajo a escala planetaria,
sino los ineludibles cambios estructurales que el sistema
productivo está experimentando en las sociedades avanzadas.

Este es posiblemente el debate más importante de los próximos
años y la sociedad espera que el Parlamento lo aborde con la
más amplia perspectiva pero, sobre todo, con claridad y
sinceridad.

La globalidad y la interrelación son las características
definitorias de la vida política y económica moderna. Son
rasgos que exigen proyectos sólidos y capacidad operativa a
medio y largo plazo. La reducción de incertidumbres es un
servicio permanente que la política debe prestar a los
ciudadanos
individuales y a la sociedad en su conjunto. La ciudadanía
espera que la vida parlamentaria no constituya un factor de
incertidumbre, sino que desde el Parlamento, sin merma del
pluralismo y del contraste de alternativas, se proyecte un
horizonte de certidumbres que permita a la sociedad avanzar en
campo abierto hacia objetivos de modernidad y progreso.

La democracia se legitima, no sólo pero sí básicamente, por
los principios y valores en los que se asienta. La dimensión
social de la acción política está en los cimientos de nuestro
edificio constitucional. Al aprobar la Constitución, el pueblo
español expresó su voluntad de garantizar la convivencia
democrática en el marco de un «orden económico y social
justo», y de manera enfática las primeras palabras de nuestra
Constitución afirman que «España se constituye en un Estado
social y democrático de Derecho», estableciendo rotundamente
la indisociable simbiosis entre la democracia y su proyección
social. Todos y cada uno de los Diputados y Senadores, y las
Cortes Generales en su función constitucional, tienen un
compromiso con este modelo de convivencia. Nos corresponde a
todos fortalecer esa legitimación. Si la mayoría de los que
tienen trabajo se desentiende de los que no lo encuentran o lo
han perdido; si la mayoría de los sanos se desentiende de la
minoría de los enfermos; si la mayoría de los instalados se
desentiende de los marginados; si una sociedad se desentiende
de los débiles o de los que necesitan ayuda para ejercer sus
derechos o desarrollar sus posibilidades en pie de igualdad,
no es una sociedad legitimada. Aunque éstas lleguen a ser en
algunos casos minorías insignificantes. El día que sólo quede
un marginado, el cuerpo social y las instituciones que lo
representan se legitimarán por su capacidad de volverse hacia
él. Esta Legislatura tendrá que acreditar ante la sociedad su
capacidad para combinar austeridad y solidaridad, rigor y
fidelidad a los objetivos de legitimación social de nuestro
sistema, modernización de métodos y estructuras y
mantenimiento de principios y valores.

Es ampliamente compartido el deseo de auscultar con atención
el latido de la democracia para detectar cualquier disfunción
y poder aplicar todas las energías a fortalecer y modernizar
nuestro sistema de convivencia en libertad. Las reformas
institucionales, guiadas por la prudencia, deben aspirar a
encontrarse con la sociedad real y a dar respuesta a los
problemas que ésta plantea.

El Parlamento debe estar en primera línea en la sensibilidad
para percibir las necesidades de reforma y en la decisión para
ponerlas en práctica, debiendo contar para ello con el impulso
plural que los partidos representan.

En suma, esta Legislatura ofrece un amplio campo de
responsabilidades compartidas porque una gran parte de la
tarea que tiene por delante no es coyuntural o de soluciones
transitorias, sino que va a suponer sentar bases de
transformaciones profundas y duraderas, en el marco de un
mundo nuevo.

Estamos seguros de abordar este tramo con el apoyo de los
ciudadanos y compartiendo la esperanza y la ilusión que las
empresas difíciles suscitan en quienes las abordan con
convicción y con confianza en las fuerzas y energías que
atesora nuestro pueblo.




(Aplausos.)



A continuación, SU MAJESTAD EL REY, pronuncia el siguiente
discurso:



Señor Presidente del Congreso de los Diputados, señor
Presidente del Senado, señor Presidente del Gobierno, señoras
y señores Ministros, señoras y señores Diputados y Senadores,
al inaugurar hoy esta V Legislatura, deseo dirigiros Mi saludo
y Mi felicitación más cordial por vuestra elección por el
pueblo español como sus representantes para ejercer las altas
funciones que nuestra Constitución asigna a las Cortes
Generales.




Página 104




Accedéis al supremo órgano legislativo de la Nación tras un
proceso electoral que ha estado marcado por dos
características que merecen ser destacadas: normalidad y
responsabilidad. El pueblo español ha votado, una vez más, en
estas elecciones con la conciencia de quien ejerce un derecho
que está ya sólida y regularmente arraigado en la vida de
nuestra sociedad libre y democrática. Pero además, el alto
índice de participación registrado resalta el firme sentido de
responsabilidad y de compromiso de los ciudadanos con el
correcto funcionamiento de las instituciones de la Monarquía
Parlamentaria.

Estoy seguro de que sabréis responder con vuestra diaria
dedicación en ambas Cámaras Legislativas a las esperanzas así
depositadas en vosotros por un electorado que ha dado muestras
inequívocas de saber ser exigente consigo mismo. Su
comportamiento ejemplar en las pasadas elecciones debe
serviros de pauta para conducir con renovado impulso los
trabajos de esta Legislatura.

Se inició la anterior en un momento en el que apuntaban
trascedentales cambios en el mundo, cambios que generaron a la
vez incertidumbre y esperanza. Hoy, tres años y medio después,
alguna incertidumbre se ha despejado, pero también alguna
esperanza se ha frustrado.

El avance de la libertad se ha visto empañado por el rebrotar
de la violencia, la intolerancia, el fanatismo y la xenofobia,
que creíamos alejados de nuestro entorno. Nuestros Estados
sufren una crisis económica que está produciendo graves
consecuencias sociales, la más dramática de las cuales es el
desempleo que afecta a un número considerable de ciudadanos y
a sus familias. Más que nunca, en estas circunstancias, hay
que aunar esfuerzos y buscar compromisos entre las fuerzas
políticas y sociales. Con el diálogo y la colaboración de
todos debemos defender la causa de la libertad, del progreso,
de la justicia y de la solidaridad. Ningún país puede hoy
sentirse dueño absoluto de su destino al margen de los demás.

En nuestra sociedad interdependiente, el imperio de la ley, la
paz, el respeto de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, así como el desarrollo armónico son patrimonio
de todos y es responsabilidad de todos hacerlos realidad.

España asume de forma cada vez más activa
compromisosinternacionales al servicio de estos valores. Todos
nos sentimos especialmente orgullosos de los españoles que de
una u otra forma colaboran, en el marco internacional, en
acciones de paz. Rendimos homenaje a los soldados que han
perdido su vida en nobles y valiosas tareas humanitarias en el
territorio de la antigua Yugoslavia.

Los españoles hemos apostado por una opción integradora y
solidaria que debemos continuar y profundizar en los próximos
años. La construcción de Europa, aun con todas las
dificultades que conocemos, debe seguir siendo un objetivo
firme en el que empeñarnos con ilusión. Objetivo importante de
nuestros esfuerzos ha de ser también ampliar y reforzar las
estrechas relaciones que mantenemos con los países que forman
la Comunidad Iberoamericana de Naciones, sin olvidar aquellos
otros países que también están vinculados a nuestra Historia.

La Legislatura que hoy se inaugura se anuncia de gran
importancia y significado.

Lo que hemos hecho todos los españoles, trabajando juntos,
desde que en 1978 nos dotamos de un nuevo marco constitucional
de libertades, ha sido mucho. Nuestra natural y saludable
inclinación a la autocrítica no puede llevarnos a ignorar la
realidad de lo que es y dónde está la España de hoy. Realidad
que, lejos del optimismo imprudente pero también del pesimismo
fatalista, considero alentadora.

La coyuntura actual es particularmente idónea para la
profundización de nuestras instituciones democráticas y del
Estado de Derecho en el que vivimos.

A vosotros, Diputados y Senadores, os corresponde continuar,
desarrollar y perfeccionar en esa dirección la labor normativa
de las anteriores Legislaturas.

En vuestras manos está el atender, a través de la tarea
legislativa, la satisfacción de los intereses generales de los
españoles a los que representáis. Corresponderá, tanto a las
mayorías como a las minorías, encontrar el mejor camino para
alcanzar ese objetivo y procurar la integración y coordinación
de intereses y opiniones.

La creciente complejidad de nuestra sociedad obliga a los
Parlamentos modernos a una evolución en sus prácticas y
procedimientos que significa un gran desafío para todos los
responsables del quehacer parlamentario, a menudo condicionado
por un lenguaje impregnado de una gran dosis de tecnicismo.

Es una evolución natural. Sin embargo, esta cada vez mayor
complejidad de la tarea legislativa no puede alejar a los
parlamentarios de la necesaria sintonía con la sociedad a la
que representan ni hacerles olvidar los intereses generales a
cuya defensa y promoción están llamados.

Pero la sociedad debe también, por su parte, respeto y
acatamiento a las leyes que emanan del Parlamento. La igualdad
ante la Ley es la garantía suprema del ciudadano y el pilar
fundamental de su seguridad. Cualquier otra forma de conducir
las relaciones sociales, y en especial el uso de la violencia,
deben ser tajantemente rechazadas porque, en un sistema basado
en la primacía de la ley, cualquier objetivo político tiene
cabida en el marco constitucional.

El rechazo generalizado de la cobarde violencia terrorista se
fundamenta en ese convencimiento. Por ello, con las armas
pacíficas de la ley y de la razón, debemos continuar
arrinconando al terrorismo hasta su segura eliminación.




Página 105




La sociedad española de hoy afirma valores de progreso, en
modo alguno contradictorios o incompatibles con la asunción de
nuestra propia historia y con el respeto de aquellas
características y peculiaridades que han forjado lo mejor y lo
más valioso de lo que somos. Esos valores se traducen en
compromisos concretos como solidaridad, tolerancia y diálogo,
ética y transparencia. Solidaridad a todos los niveles entre
los españoles. Una España moderna es una España que todos
debemos sentir como nuestra, en la que nadie quede relegado
del camino del progreso, que sepa ser generosa para poder
llegar a ser cabalmente justa.

Una España en la que desde la rica diversidad de las
Comunidades Autónomas que la componen todos nos sintamos
integrados en un ilusionado y auténtico proyecto de vida en
común.

Tolerancia y diálogo, para comprender las diferencias, para
respetar otras razones distintas de nuestra razón, para
construir y crear no sólo con el amigo sino también con el
adversario. Tolerancia para acercarse al otro, diálogo para
aprender del otro.

Etica como norma de conducta en las relaciones individuales y
sociales, en la actividad profesional y en la actividad
política. Etica como dignificación del imperativo moral que
debe presidir la vida en común.

Transparencia, porque la democracia florece a la luz del día,
porque sólo en una sociedad abierta e informada los ciudadanos
se saben actores, y no meros espectadores, de su destino.

Señoras y señores Diputados y Senadores, en vuesta tarea
legislativa estoy seguro que os guiará la dedicación, la
generosidad y la ilusión del servicio a España.

Queda abierta la Legislatura. (Grandes y prolongados aplausos
por parte de los señores Diputados y Senadores puestos en
pie.)



El señor PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS (Pons
Irazazábal): Se levanta la sesión.




Terminada la sesión a las doce y diez minutos del mediodía,
Sus Majestades los Reyes y Su Alteza Real el Príncipe de
Asturias abandonan el salón de sesiones con el mismo
ceremonial que a su llegada.