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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 649, de 21/12/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 649
ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA
PRESIDENTE: DON ANGEL MARTINEZ SANJUAN
Sesión núm. 53
celebrada el jueves, 21 de diciembre de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia cuatrimestral del Gobernador del Banco de España (Rojo
Duque) para informar de la política monetaria que se desarrolla, así como
la evolución de las principales magnitudes, previa remisión del
correspondiente informe. (Número de expediente 212/001800.)



Se abre la sesión a las cuatro y treinta y cinco minutos de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión de la Comisión de Economía con la
comparecencia del Gobernador del Banco de España, para informar de los
objetivos monetarios y de la política monetaria desarrollada por el Banco
de España a lo largo de 1996.

Sus señorías conocen el informe que se ha presentado, así como los anexos
correspondientes, que se entregaron en el día de ayer, que pueden servir
de material para el seguimiento de la intervención del señor Rojo.

En primer lugar, le voy a dar la palabra al señor Rojo, Gobernador del
Banco de España, y, posteriormente, fijarán la posición los grupos
parlamentarios que deseen intervenir.




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Tiene la palabra el señor Rojo.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Señor Presidente,
señorías, agradezco mucho su convocatoria para esta comparecencia.

Como bien saben ustedes, la Ley de Autonomía prescribe que el Banco de
España haga públicos, al menos anualmente, los objetivos de política
monetaria que formule, y también que dé cuenta regularmente a las Cortes
y al Gobierno de los objetivos y la ejecución de la política monetaria.

Parece adecuado, al igual que se hizo el año anterior, combinar ambos
requerimientos y hacer públicos ante esta Comisión los objetivos
monetarios para el año próximo, reforzando así la transparencia de los
propósitos y las actuaciones del Banco de España.

Para una exposición ordenada, recordaré, en primer lugar, los rasgos
básicos del nuevo esquema de política monetaria adoptado hace ahora un
año y las razones que aconsejaron su establecimiento. A continuación,
comentaré brevemente la evolución de la inflación y de la política
monetaria ejecutada en 1995, así como las perspectivas de la economía
española para el año próximo; y, finalmente, glosaré los objetivos de la
política monetaria para 1996, contenidos en el documento que les ha sido
distribuido y que fue aprobado por el Consejo de Gobierno del Banco de
España el pasado día 11 de diciembre.

Como saben SS. SS., el Banco de España introdujo cambios importantes en
el esquema de su política monetaria con la introducción de un expreso
objetivo de inflación, al formular los objetivos para 1995. El agregado
activos líquidos en manos del público, ALP, que durante muchos años había
sido el soporte del objetivo intermedio de la política monetaria, pasó a
ser solamente un indicador, aunque privilegiado, dentro de la batería de
indicadores que el Banco de España utiliza para evaluar las expectativas
de inflación. La adopción del nuevo objetivo de inflación obedeció a dos
razones fundamentales: por una parte, a la conveniencia de ligar
directamente los objetivos de la política monetaria con la misión básica
del Banco de España que, según la ley de Autonomía, no es otra que el
alcanzar y mantener la estabilidad de los precios. Se consideró que esto
ofrecía ventajas considerables en términos de transparencia y de
reforzamiento de la credibilidad de la política monetaria, puesto que
todos los agentes estarían en mejores condiciones para apreciar los
motivos de las decisiones de política monetaria que pudieran adoptarse y
ajustar sus expectativas de acuerdo con criterios más claros. La adopción
del objetivo de inflación se veía, por otro lado, inducida por los
problemas recurrentes que habían venido presentando los agregados
monetarios que en un contexto de liberalización e innovación del sistema
financiero habían visto oscurecida su relación con el gasto en la
economía. Con todo, las investigaciones realizadas sobre este particular
concluían que ALP seguía manteniendo una relación de medio plazo
estadísticamente satisfactoria con el gasto nominal de la economía. Por
esta razón, aunque sujeto a un proceso relativamente complejo de
interpretación que reduce notablemente su capacidad para ser utilizado
como objetivo de la política monetaria, el agregado ALP continúa siendo
un indicador especialmente útil para el examen de las condiciones
monetarias de nuestra economía.

El esquema de objetivos monetarios para 1995 se expresó en el propósito
de situar establemente la tasa de inflación, medida por el índice de
precios al consumo, por debajo del 3 por ciento a lo largo de 1997. Al
propio tiempo, se incluyó una referencia a un plazo más corto; la tasa
interanual del IPC debería encontrarse entre el 3,5 y el 4 por ciento en
los primeros meses de 1996, una vez absorbido el efecto del alza inducida
en los impuestos indirectos a comienzos de 1995.

Establecido este objetivo básico, se señalaba la importancia de la
estabilidad del tipo de cambio para su cumplimiento. Este compromiso con
la estabilidad cambiaria, expresado en la pertenencia de la peseta al
mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo, ha de entenderse como
el resultado de un conjunto coherente de políticas económicas orientadas
a la convergencia con las economías más estables de Europa. Por ello, en
las decisiones de política monetaria han de tenerse en cuenta las
tendencias persistentes de la peseta que puedan afectar a la evolución de
la inflación y no tanto las fluctuaciones transitorias a las que con
tanta frecuencia hemos asistido en los últimos años.

El documento recogía la estrategia de la política monetaria para 1995,
señalando también una lista de los indicadores que permitían al Banco de
España evaluar las tendencias inflacionistas y la adecuación de las
condiciones monetarias; en esta lista destacaba el papel de ALP y se
contemplaba un crecimiento a medio plazo de esta magnitud, coherente con
el objetivo final, que se cifraba por debajo del 8 por ciento de
crecimiento.

Por último, y como parte de este planteamiento de la política monetaria,
se otorgaba especial importancia a las actuaciones destinadas a aumentar
y mejorar la información pública acerca de la valoración que el Banco de
España hace de la evolución inflacionista en el contexto general de la
economía. Aparte de las actuaciones establecidas en la Ley de Autonomía,
entre los que figuran muy destacadamente mis comparecencias ante SS. SS.,
el Banco de España se comprometía a publicar semestralmente un informe
específico sobre la inflación, compromiso que ha cumplido puntualmente.

A lo largo de este año que termina, he tenido ocasión de dar cuenta a SS.

SS. del contenido de estos informes. Por tanto, no me detendré mucho en
describir la evolución de la inflación y la política monetaria en 1995;
sin embargo, me interesa señalar el juicio favorable que el Banco de
España se ha formado sobre el funcionamiento del nuevo esquema de
política monetaria, aunque evidentemente este juicio no es sino
provisional y está basado en una experiencia relativamente corta.

Las circunstancias en las que el Banco de España inició su nueva etapa de
política monetaria eran ciertamente difíciles. Lo eran, en primer lugar,
por la incertidumbre acerca de la evolución inmediata de los precios. La
economía española estaba en una fase de recuperación cíclica bastante
intensa que podía alimentar las tensiones inflacionistas. Al propio
tiempo, el aumento del IVA y de otros impuestos



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indirectos, previsto entonces para comienzos de 1995, implicaba un
impacto inmediato cierto sobre la tasa interanual del IPC y, sobre todo,
introducía un riesgo de realimentación de la inflación. Por otra parte,
en los últimos meses de 1994, la peseta había dado signos de debilidad en
el Sistema Monetario Europeo, en gran medida atribuibles a la
depreciación del dólar, que generaba fuerte inestabilidad en los mercados
financieros y cambiarios. Y como es sabido, esa inestabilidad había de
acentuarse en los primeros meses de 1995, tras la crisis mejicana, con el
intenso debilitamiento del dólar y coincidiendo con una situación
política interna difícil en el interior del país.

La presencia de todos estos factores de riesgo, que podían amenazar la
consecución de las metas fijadas para avanzar hacia la estabilidad de los
precios, obligaba a la política monetaria a adoptar, desde el comienzo
del ejercicio, una actitud vigilante y predispuesta a reaccionar con
anticipación frente a los indicios de deterioro de la inflación.

Durante el primer semestre del año se fueron acumulando datos que
preludiaban el desarrollo de tensiones inflacionistas y requerían un
respuesta gradual y proporcionada de la política monetaria que evitara su
posible consolidación. En primer lugar, la depreciación del tipo de
cambio, en conjunción con la tendencia alcista que todavía mostraban los
precios internacionales, implicaba una contribución alcista del
componente exterior en la formación de los precios. Las presiones
procedentes de los precios de importación se hacían especialmente
presentes en las fuertes alzas que venían registrando los precios
industriales al por mayor, en un clima de recuperación muy rápido del
nivel de actividad y de expansión de los márgenes de explotación de las
empresas industriales. La tasa de variación del índice de precios
industriales llegó a superar el 7 por ciento en los primeros meses del
año.

Paralelamente, aunque el impacto directo del aumento del IVA sobre la
tasa de variación anual del IPC quedó finalmente por debajo de lo
inicialmente esperado, el mal comportamiento de los precios de algunos
alimentos, la progresiva traslación a los precios de consumo del
deterioro de los precios industriales al por mayor y la resistencia a la
desaceleración de los precios de los servicios condujeron a una
aceleración del IPC que llegó a colocar su tasa de variación anual en el
5,2 por ciento en el mes de abril, es decir, nueve décimas por encima de
la cifra alcanzada a finales del año 1994.

La respuesta de la política monetaria se fue graduando a medida que los
elementos de este diagnóstico iban apareciendo con mayor claridad,
haciendo cada vez más necesaria la emisión de señales inequívocas que
salieran al paso del deterioro de las expectativas.

Durante ese período, el Banco de España incrementó su tipo de
intervención en tres ocasiones por un total de 190 puntos básicos. Al
principio, esas subidas de los tipos de interés a corto plazo se
transmitieron también, parcialmente, a los plazos más largos del mercado
y las tensiones cambiarias persistieron algunos meses hasta el punto de
forzar en marzo una devaluación de la paridad central de la peseta en el
mecanismo de cambios del sistema monetario europeo que, como el tiempo se
ha encargado de demostrar posteriormente, no estaba justificada por los
fundamentos de la economía española. Sin embargo, conforme los mercados
financieros fueron percibiendo la firme orientación antiinflacionista que
presidía las actuaciones de la política monetaria se fue poniendo en
marcha un proceso de progresiva, pero sustancial mejora, de nuestros
indicadores financieros sólo interrumpida en ocasiones por episodios
pasajeros de rebrote de la inestabilidad financiera internacional. Esta
mejoría se ha ido evidenciando progresivamente en la evolución de
nuestros tipos de interés a largo plazo que han descendido desde el 12,4
por ciento que alcanzaron los bonos a diez años en el mes de marzo hasta
el 9,83 por ciento que cotizaban esta mañana. Con ello, la diferencia
entre nuestros tipos a corto y a largo plazo se ha recortado en 2,8
puntos porcentuales y el diferencial con los tipos alemanes a largo plazo
se ha reducido desde cotas ligeramente superiores a 500 puntos básicos en
el mes de marzo hasta unos 375 puntos en la actualidad. A su vez, la
peseta que llegó a alcanzar una cotización media de 91,4 pesetas por
marco en el mes de marzo, aunque puntualmente llegó a estar en algunos
momentos a 94 pesetas por marco, se ha recuperado hasta las proximidades
de su nueva paridad central de 85,07 pesetas por marco. Esta evolución
cambiaria ha permitido que en el conjunto del año el tipo de cambio
efectivo nominal frente a países desarrollados se haya apreciado en un
1,9 por ciento.

Por su parte, los ALP, que habían estado creciendo por encima del 11 por
ciento en el primer trimestre, como reflejo de la elevada preferencia por
la liquidez del público en un contexto de inestabilidad financiera que
caracterizaba a aquel período, se han desacelerado hasta situarse en
tasas por debajo del 5 por ciento en los últimos meses.

Todos estos indicadores monetarios y financieros muestran, en última
instancia, un descenso de las expectativas de inflación que en parte se
debe a una respuesta satisfactoria de los mercados y de los agentes
económicos a la orientación seguida por la política monetaria, aunque
ciertamente no todo lo conseguido se debe sólo a la política monetaria.

Gracias a este favorable desarrollo, en estos momentos existe una elevada
probabilidad de que la tasa de inflación se encuentre en los primeros
meses de 1996 por debajo del 4 por ciento, tal y como se había
establecido como referencia cuando se fijaron los objetivos monetarios
del año que está finalizando. Esta previsible trayectoria, compartida por
la mayoría de los analistas, favorece que las expectativas de inflación
de los agentes vayan convergiendo en torno a una línea de compatibilidad
con un marco de mayor estabilidad macroeconómica.

No quisiera, sin embargo, dar a SS. SS. una impresión de complacencia.

Estamos todavía lejos de nuestro objetivo de medio plazo y persisten los
riesgos de un progreso insatisfactorio. Por ello, me detendré a comentar
brevemente el panorama que presenta la economía española a finales de
1995 como contexto en el que insertar los objetivos de la política
monetaria para 1996 que abordaré a continuación.

El crecimiento del producto interior bruto real en 1995 puede cifrarse en
un 3 por ciento con una suave desaceleración



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de su ritmo de expansión desde mediados del año. Este crecimiento está
basado en una expansión moderada de la demanda nacional, algo por encima
del 3 por ciento, con una pequeña aportación negativa de la demanda
exterior neta. El dinamismo de la demanda nacional se ha sustentado a su
vez, en la formación bruta de capital para la que se estima un
crecimiento superior al 9 por ciento, mientras que el consumo mantiene un
tono mucho más bajo (con un aumento algo inferior al 2 por ciento en el
consumo privado), aunque tendiendo a recuperarse gradualmente. La balanza
por cuenta corriente cerrará el año con una situación de ligero
superávit, que indica una mejora del ahorro nacional bruto superior a la
de la formación bruta de capital y un aumento de las transferencias netas
procedentes del exterior.

Se espera que el déficit de las administraciones públicas se sitúe en las
cifras de la previsión oficial, 5,9 por ciento del PIB, en buena medida
merced a la contención de los gastos de inversión pública y de algunas
transferencias sociales afectadas por el aumento del empleo en el año.

En 1996 la economía española podría alcanzar también una tasa de
crecimiento muy cercana al 3 por ciento, algo superior a la que se espera
para el conjunto de países de la OCDE, que es del 2,6 por ciento. Esta
previsión supone una gradual recuperación del ritmo de actividad a lo
largo del año próximo, tras la desaceleración que actualmente se observa.

No cabe ignorar en este punto los elementos de incertidumbre que afectan
a la evolución coyuntural de las principales economías europeas. El
tercer trimestre del año 1995 ha registrado una inflexión del ritmo de
demanda y actividad en todas ellas y no parece que el cuarto trimestre
esté siendo mejor. Se considera en general que no hay razones para temer
que esa inflexión europea dé paso a una recesión; los organismos
internacionales son unánimes en su opinión de que el ritmo de actividad
tenderá a recuperarse a medida que transcurra el año 1996. Esta
incertidumbre es la razón básica, junto con unas perspectivas razonables
de evolución de la inflación, del reciente movimiento a la baja de los
tipos de intervención de los bancos centrales europeos, movimiento al que
se ha sumado el Banco de España, sometido a las restricciones derivadas
de una situación presupuestaria aún pendiente para 1996 y del difícil
proceso de reducción de la tasa de inflación.

Tenemos, en resumen, un elemento de incertidumbre que podría afectar
negativamente a nuestro ritmo de crecimiento en el año, aunque es preciso
advertir que nuestra experiencia, hasta ahora, es mejor que la de otros
países europeos y que, al cabo de seis trimestres de recuperación y
expansión, tanto la inversión en bienes de equipo como las exportaciones
continúan creciendo a tasas reales superiores al 10 por ciento. Por lo
demás, el patrón de crecimiento no debería diferir sustancialmente del
descrito para 1995. La demanda nacional seguiría siendo el año próximo su
principal impulsor, con una suave recuperación del consumo privado, que
podría alcanzar tasas de avance superiores al 2,5 por ciento y una ligera
moderación del ritmo de inversión. Por su parte, la contribución del
sector exterior continuaría siendo levemente negativa. El saldo de la
balanza de pagos por cuenta corriente se mantendría muy cercano al
equilibrio o registraría un pequeño déficit, una situación muy
confortable en una fase cíclica expansiva.

La magnitud del déficit de las administraciones públicas, como SS. SS.

bien conocen, está aún sujeta a una incertidumbre importante. Con el
escenario macroeconómico descrito y una previsión razonable de las líneas
de actuación presupuestaria, el déficit público podría situarse en torno
a la cifra del 4,4 por ciento del PIB prevista en el Programa de
Convergencia. Ello supondría un progreso sustancial, que exige el
cumplimiento estricto de los recortes presupuestarios previstos para el
Estado y que el resto de las administraciones públicas se ajuste a lo
establecido en el anteriormente citado Programa de Convergencia.

Este cuadro macroeconómico general reúne una serie de condiciones
favorables para la continuidad en el proceso de reducción de la
inflación. Así permiten esperarlo el impulso moderado de la demanda
nacional, y su composición, así como el esfuerzo de consolidación
presupuestaria que se prevé. La recuperación de la peseta en los últimos
meses, la mejora de las condiciones de precios en los mercados
internacionales de materias primas y la probabilidad de un año
meteorológicamente menos adverso que el actual también deberían ofrecer
una contribución en este sentido. Sin embargo, para que este proceso
tenga la continuidad y la intensidad necesarias, que permitan alcanzar el
objetivo fijado para 1997, se requiere, además, una actuación acorde de
los agentes económicos. Aparte de las consideraciones anteriores sobre la
política presupuestaria, es deseable que la negociación salarial mantenga
el tono moderado de 1995 y que se detenga el fuerte proceso de ampliación
de los márgenes empresariales de los últimos años, una vez que éstos han
alcanzado ya niveles holgadamente suficientes para sostener un proceso
continuado de inversión.

Esto último me lleva a recordar una vez más la necesidad de avanzar en la
eliminación de las barreras y trabas a la libre competencia que todavía
existen en distintas actividades, sectores y mercados y que, en
definitiva, se traducen en una resistencia a la baja de la tasa de
inflación y en un aumento de las dificultades para alcanzar el objetivo
de estabilidad de precios.

En el contexto de esta situación y de estas perspectivas de la economía
española, el Banco de España reafirma para 1996 los objetivos de política
monetaria formulados el año anterior y anunciados ante esta misma
Comisión. El objetivo de medio plazo continúa siendo situar la inflación
de manera estable por debajo del 3 por ciento a lo largo de 1997. Este
sigue siendo un objetivo ciertamente ambicioso, cuyo cumplimiento no está
exento de riesgos, algunos de los cuales ya he señalado. El índice de
precios al consumo podría cerrar el año 1995 con una tasa de crecimiento
interanual del 4,3 o el 4,4 por ciento. Es de esperar que en los primeros
meses de 1996 se produzca una disminución significativa de la tasa de
inflación, una vez absorbido el efecto de la subida del IVA de 1995, de
manera que la tasa interanual del IPC se sitúe por debajo del 4 por
ciento, que marca el límite superior de la referencia establecida. A
partir de entonces existe un mayor margen de incertidumbre. Diversas
proyecciones señalan la posibilidad



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de un rebrote de la inflación a partir de la primavera de 1996. Aunque
estas proyecciones tienden a incorporar una cierta inercia y a
minusvalorar el margen de desaceleración de la inflación, debe señalarse
que la inflación subyacente, que debería recoger pautas más estables de
incremento de los precios, continúa registrando tasas de crecimiento
significativamente más elevadas que las del IPC, y que las previsiones de
los precios de los servicios incorporan riesgos potenciales.

Frente a estos riesgos, la política monetaria irá reaccionando a lo largo
de 1996 en función de la evolución efectiva de los factores que
determinen la inflación y de cómo afecten a las perspectivas de su
evolución futura. Sin embargo, cabe adelantar que el cumplimiento del
objetivo supondrá seguramente la necesidad de mantener una orientación
rigurosa que contribuya a que la tasa de crecimiento interanual del IPC
vaya descendiendo gradualmente hasta situarse, ya a comienzos de 1997, en
tasas próximas al 3 por ciento, desde las que resultaría factible rebajar
esta cifra a lo largo del año.

Como se destaca en el documento que les ha sido distribuido a SS. SS., el
Banco de España continuará evaluando la inflación a través del conjunto
amplio de indicadores de carácter real y financiero que se especificaron
el año pasado. Entre ellos quisiera detenerme en la evolución previsible
de ALP. Este agregado, a lo largo de 1995, ha mostrado, en líneas
generales, un comportamiento adecuado con el gasto nominal. Tras una
aceleración en el período de mayor inestabilidad de los mercados
financieros, en los meses recientes ha ido acercándose a ritmos de
crecimiento más acordes con la disminución operada en la tasa de
inflación. Este comportamiento satisfactorio de ALP sugiere el
mantenimiento de las propiedades estadísticas de su relación con el gasto
nominal y permite validar la referencia establecida el año anterior: un
crecimiento a medio plazo por debajo del 8 por ciento sería coherente con
el objetivo final, y la aproximación del crecimiento de ALP a dicha tasa
sería considerado como una señal significativa de avance hacia el
objetivo de inflación. Esta evolución de ALP sería compatible en 1996 con
una recuperación del crédito interno a las empresas y las familias desde
el 7 por ciento, que es su crecimiento esperado en 1995, hasta tasas del
orden del 9 por ciento en 1996.

Por lo que se refiere al tipo de cambio, la continuidad del
comportamiento estable de la peseta de los últimos meses es muy
importante para el cumplimiento de los objetivos finales. La posición
competitiva de la economía española es satisfactoria con la cotización
actual de la peseta, y al sostenimiento de ésta debería contribuir el
avance previsto en la consolidación fiscal, un ritmo razonable de
crecimiento económico y una política monetaria rigurosa como la que se
pretende para 1996. Los acontecimientos de los últimos años nos han
enseñado que los mercados castigan muy severamente toda desviación de las
políticas económicas de la disciplina que exige mantener una senda de
estabilidad, y también que las divisas están a veces sujetas a un rumbo
volátil, bajo los efectos de acontecimientos situados fuera del ámbito de
la actuación de las autoridades nacionales. Durante 1995 han podido
apreciarse los efectos positivos sobre el tipo de cambio de una
estrategia perseverante de política monetaria orientada a mantener la
estabilidad macroeconómica a medio plazo por encima de los vaivenes
súbitos de los mercados. Esta es la línea que nos proponemos continuar en
el futuro.

Con todo, lo que la política monetaria puede conseguir por sí sola tiene
unos límites relativamente modestos a corto plazo, y no quiero terminar
mi intervención sin señalar a SS. SS. una consideración implícita en el
documento distribuido que recoge los objetivos de la política monetaria
para 1996. El Banco de España ha dado, a lo largo de 1995, señales firmes
de compromiso con su objetivo legal, para cuyo cumplimiento se le ha
dotado por la Cámara que ustedes representan de un estatuto de autonomía.

Sin embargo, la estabilidad de precios no es alcanzable, o lo es con un
coste tan alto que puede resultar prohibitivo, si a ello no contribuyen
el conjunto de los agentes económicos, convencidos de los beneficios que,
a medio plazo, reporta la ausencia de inflación.

Nos encontramos en un momento crucial para situar a la economía española
en una senda de estabilidad duradera. Nunca en la historia reciente de
España hemos estado tan cerca de ese objetivo; nunca hemos dispuesto de
un entramado institucional y de herramientas más apropiadas para
alcanzarlo; y nunca ha sido tan perentorio conseguirlo, porque, en gran
medida, de ello dependen las oportunidades de España de acceder a la
tercera fase de la Unión Monetaria Europea, evitando las dificultades
graves que sin duda entrañaría quedar al margen de ella. Se trata de una
tarea del conjunto de la sociedad, y el Banco de España pondrá su mayor
empeño en que esa oportunidad no se malogre.

Muchas gracias, señorías, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gobernador.

¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.) En primer lugar, por el Grupo
Popular, tiene la palabra el señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Gracias, señor Gobernador, por el balance de la
ejecución de política monetaria del año 1995, la proyección de objetivos
que nos ha explicado para 1996, e incluso le agradezco y le felicito de
antemano por este llamamiento final que hace a las fuerzas del resto de
las políticas económicas --como usted ha llamado-- del conjunto de la
sociedad. Puede tener la seguridad de que el Grupo Parlamentario Popular
estará trabajando sin descanso para conseguir que eso que ha llamado
usted una oportunidad histórica no se malogre.

En relación con lo que ha sido el balance de 1995, el Grupo Parlamentario
Popular estima que, desde la perspectiva de la ejecución de la política
monetaria en España, el balance es positivo. La política monetaria en
este año 1995 ha cumplido su función y eso que, como usted ha recordado
certeramente esta tarde, había bastantes dificultades para conseguir que
ese propósito llegara a buen puerto. Había bastantes dificultades porque,
yo mismo, en mi condición de portavoz del Grupo Parlamentario Popular, en



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esta Comisión, ya advertía que había nacido la autonomía del Banco de
España justo con un cambio, con un rediseño de los instrumentos de la
política monetaria que engendraba bastante riesgo. Transcurrido un tiempo
suficiente para ver la eficacia del nuevo planteamiento de política
monetaria, nos tenemos que felicitar de que ese riesgo se haya sorteado
correctamente, que no hayan aparecido obstáculos especiales en el
funcionamiento de esa política monetaria y se haya podido conseguir el
éxito que estamos celebrando hoy.

Lo que ocurre es que el año 1995 ha estado jalonado por eso que ha
llamado usted factores de riesgo. Es una magnífica expresión para resumir
todas esas circunstancias que han concurrido en el año 1995 y que, en
forma de una crisis financiera muy severa, han llevado a nuestro país a
vivir una zozobra en el campo financiero, con graves consecuencias en
forma de elevados tipos de interés, de deterioro de la imagen
internacional de España, de una devaluación de la peseta que usted ha
dicho --intento repetir sus palabras textuales-- que se ha mostrado no
justificada por los fundamentos económicos. Yo añadiré, con la libertad
que me da mi condición de portavoz, que la justificación de esa
devaluación fue la crisis política del Gobierno socialista, como se
demuestra cuando ha pasado ya un cierto tiempo y vemos cuál es la
evolución de esa peseta y quién era el factor que la estaba aquejando.

Lo que también ha ocurrido en 1995 es que, junto a esas dificultades,
junto a esa crisis política tan grave que ha vivido España y que es el
epicentro de los problemas financieros, el Banco de España ha realizado
una tarea ingrata por sus consecuencias; ingrata en el sentido de que, en
definitiva, al Banco de España le ha correspondido actuar otra vez en una
terrible soledad en su enfrentamiento con la inflación de nuestro país,
en su objetivo de estabilidad de precios. Lo ha tenido que hacer en
solitario porque no ha tenido la ayuda de las otras ramas de la política
económica, puesto que 1995, bien al contrario, lo que ha provocado, lo
que ha tenido este año como característica fundamental, es el pago de un
error de política económica tan sustancial como fue la subida de los
impuestos indirectos; decisión incorporada a los Presupuestos Generales
del Estado para 1995. La labor del Banco de España ha sido nada menos que
compensar las consecuencias de ese error de la política fiscal de nuestro
país. Por tanto, el esfuerzo en forma de elevados tipos de interés, como
objetivo instrumental del Banco de España, ha tenido que ser superior
debido a un mal comportamiento, a un mal diseño de la política
presupuestaria.

El Banco de España ha tenido, pues, que hacer un esfuerzo especial de
compensación de estos efectos, como lo ha tenido también por las
consecuencias de la depreciación de la peseta, que, recogiendo mi
argumento anterior, venía producida, fundamentalmente, por la crisis
política del Gobierno socialista, como advirtió el Grupo Popular desde el
primer momento en que estalla esa crisis financiera en nuestro país y
como los hechos nos han dado la razón.

Quiero felicitarle en este ejercicio de 1995 que estamos cerrando, señor
Gobernador, porque el Banco de España ha dado un paso de gigante en la
consecución de una credibilidad ante los mercados financieros, ante los
agentes económicos. El Banco de España ha hecho un ejercicio razonable de
autonomía. Ha sido difícil por las circunstancias en que se ha
desarrollado ese ejercicio, sin duda alguna, pero se ha resuelto bien y
hoy el Banco de España goza de una credibilidad que toda la sociedad
española debe cuidar que no se marchite, porque es mucho lo que nos
jugamos todos teniendo un banco central autónomo, independiente de los
poderes políticos. A ese respecto, me gustaría que se acallaran de una
vez por todas estas solicitudes continuas de las máximas autoridades
económicas de España cuando aconsejan incesantemente al Banco de España
que actúe en un sentido o en otro. Si dejamos de zarandear a esta
institución, al banco central, realmente confirmaremos que goza de una
autonomía que --insisto-- es absolutamente fundamental para que su labor
en la lucha contra la desaceleración de los precios adquiera esa eficacia
necesaria.

En lo que se refiere al año 1996, el Grupo Popular tiene que sumarse al
objetivo; en definitiva, celebramos que el Banco de España persista en su
objetivo de situar a la inflación por debajo del 4 por ciento en los
primeros meses del año próximo. Además, por nuestra parte, tenemos que
subrayar que ese objetivo se puede conseguir para el año próximo.

No vamos a tener, por lo que parece, y en buena parte también lo
lamentamos, una presión excepcional de la demanda interna para conseguir
ese objetivo. No va a ser éste un factor de especial perturbación tal
como están discurriendo las cosas. Antes al contrario, los síntomas de
comportamiento reciente de esa demanda interna advierten de que no hay
una especial presión del consumo para el comienzo del año próximo.

Incluso parece que hay un cierto desfallecimiento del crecimiento
económico y, en concreto, de la demanda interna; un desfallecimiento que
tiene que ver también con este clima de incertidumbre, que es una de las
palabras clave que usted ha utilizado esta tarde para explicar la
evolución reciente de nuestra economía y para sustentar los objetivos del
año próximo, que están, por supuesto, construidos sobre previsiones
macroeconómicas que también están caracterizadas por esa incertidumbre.

Hay una variable que para el año próximo se revelará fundamental, para
ver si son viables o no los objetivos, ya no de comienzo sino de todo el
año, que usted también nos ha adelantado esta tarde: es la variable de la
política presupuestaria que estará vigente durante 1996. Por una parte,
esa política presupuestaria será consecuencia de la prórroga de los
presupuestos del año 1995. A ese respecto, puesto que no está decidido
todavía el contenido de esa prórroga, quisiera pedir esta tarde al señor
Gobernador que haga una valoración, una estimación de lo que entiende
debe ser ese contenido de la prórroga a efectos de compatibilizar la
política presupuestaria con la política monetaria.

Por otro lado, no en su intervención, pero sí en el contenido del informe
del Banco de España, también se habla de incertidumbre sobre la evolución
de algunos de los costes fundamentales de nuestra economía. En ese
sentido



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también quisiera pedirle algo más de detalle sobre cuáles son las causas
que podrían perjudicar la evolución de costes y perturbar la consecución
del objetivo monetario; en definitiva, de la estabilidad de precios para
el año próximo.

Lo que tenemos que resaltar, en relación con ese objetivo --y éste sí que
es un matiz comprensible desde una fuerza política como el Partido
Popular--, es que nuestro proyecto político aspira a que se produzca una
reducción de los tipos de interés en nuestro país. Dicho de otra manera,
aspiramos a que se consiga el objetivo final de la política monetaria,
pero sin introducir más violencia en la restricción monetaria, sin
introducir una restricción superior en términos de política monetaria,
puesto que si simplemente mantuviéramos los tipos de interés en las cotas
actuales, la consecuencia podría ser una desaceleración del crecimiento
económico, que supondría una auténtica frustración para la sociedad
española, habida cuenta que la mayoría de los españoles no han percibido
como tal esa recuperación económica. Por tanto, tenemos que aspirar a
reducir los tipos de interés. El ambiente internacional está
contribuyendo a ello y también está contribuyendo la bajada de la prima
de riesgo-país, el diferencial de tipos de interés a largo plazo de
nuestra economía con el bono a diez años alemán, que está experimentando
una reducción, a la que usted se refería, reducción muy positiva que nos
sitúa ya por debajo de los 380 puntos básicos. Quiero recordar aquí esta
tarde que, antes de las elecciones catalanas, estaba en 450 puntos
básicos. Es decir, una vez más, se comprueba que el mercado financiero
responde a un criterio de estabilidad política de un país, porque, en
función de la estabilidad política de un país, se pueden aplicar
políticas económicas eficaces para la consecución de la estabilidad de
precios en ese país. Obviamente, la perspectiva de que en España haya un
cambio político está siendo descontada positivamente por los mercados
financieros.

Igualmente, se está produciendo un fenómeno de apreciación de la peseta,
que revela en definitiva que no existe desconfianza de los mercados
financieros en la economía española. En ese sentido, también coincidimos
con el objetivo expresado esta tarde por el Gobernador del Banco de
España, de que es muy importante la estabilidad de nuestra moneda, no
sólo porque es uno de los criterios de convergencia de la unión
monetaria, sino porque es un requisito para merecer la credibilidad, la
confianza de los mercados financieros y, en general, de las inversiones
productivas.

Acabo, señor Presidente, expresando la conformidad del Grupo
Parlamentario Popular con lo que el Gobernador del Banco de España ha
explicado que van a constituir los objetivos que conduzcan la política
monetaria de nuestro país para el año 1996 e incluso para 1997. También
quiere sumarse el Grupo Parlamentario Popular a la advertencia, presente
esta tarde en las palabras del Gobernador del Banco de España y en los
continuados informes del Banco de España, en relación con la necesidad de
que la política monetaria sea socorrida por las otras políticas
económicas, por una política presupuestaria que colabore activamente a la
reducción de la inflación y por la realización de unas reformas
estructurales absolutamente necesarias para ahuyentar los riesgos de
presiones inflacionistas mayores cuando, como es de desear, se recupere
la demanda interna y asistamos a una cierta recuperación del consumo y,
sobre todo, a la desaparición de las incertidumbres como causa
fundamental de que los españoles detraigan su disposición al gasto. En
una palabra, usted lo ha definido con un calificativo al que nos sumamos
decididamente. Ha hablado exactamente de objetivos cruciales. Esa es la
expresión que mejor revela que tenemos por delante una tarea difícil sin
duda alguna; nadie quiere evitar la visión a la sociedad de que estamos
ante una tarea que tiene sus problemas, pero es crucial que la inflación
se reduzca en nuestro país. Es la única forma de mejorar la
competitividad de nuestra economía, es la única forma de asentar el
crecimiento económico, es además la forma más sana de fortalecer la
recuperación de la demanda interna, con una mejora de capacidad
adquisitiva compatible con una moderación de salarios. En definitiva,
estamos de acuerdo con la calificación que ha dado a esos objetivos como
objetivos cruciales en el momento que vive la sociedad española el
proceso de integración en Europa y en el mundo. Por eso tenemos que
desearle no ya buena suerte en la aplicación de esa política monetaria,
señor Gobernador; lo que tenemos que desearle es, digamos, más
relajación, no en el sentido de que relaje la política monetaria, sino en
el de que consiga el año próximo esos objetivos más tranquilamente, con
más sosiego de lo que lo ha hecho en 1995, esto es, que podamos
compatibilizar el descenso de los tipos de interés, absolutamente
necesario para garantizar nuestro crecimiento económico en el futuro,
para que el año próximo, debido a un cambio político en nuestro país como
resultado de la celebración de elecciones generales, podamos ver
confirmado que la política monetaria es auxiliada por las demás políticas
en la consecución de ese objetivo crucial. Estamos de acuerdo, como decía
al comienzo de mi exposición, con que es un tiempo clave, crucial, es una
oportunidad histórica, y el Grupo Parlamentario Popular trabajará en todo
momento para que esa oportunidad histórica no se malogre.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra el señor Andreu.




El señor ANDREU ANDREU: Señor Presidente, sustituyo en ese acto al
portavoz tradicional de mi Grupo Parlamentario en este tipo de
comparecencias, don Ramón Espasa; aunque sin duda con menos brillo, por
lo menos intentaré clarificar la posición de mi Grupo Parlamentario en
esta comparecencia del señor Rojo.

Quiero manifestar que el señor Gobernador del Banco de España no presenta
el reverso de la moneda de los objetivos de política monetaria que
plantea para el año 1996, de los que hemos tenido ya cierta constancia
con los resultados que se han producido en el año 1995. El reverso de la
moneda es que la tasa de paro de la población activa en España es ahora
mismo del 20 por ciento y que hay un 35 por ciento de temporalidad. El
reverso de la moneda también consiste en que todos los objetivos, tanto
de política monetaria del Banco de España como de política económica del



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Gobierno del señor González, se encuentran bastante en crisis porque no
se puede decir que el proceso de construcción europea se sitúe hoy en los
parámetros que se planteaban hace tres o cuatro años apenas, cuando se
consideraba que los plazos y los criterios de convergencia determinados
en Maastricht parecían inexorables. Creo que los sucesos de Francia son
bastante clarificadores de los costes sociales, de que los criterios de
convergencia que los diferentes gobiernos europeos se plantearon a partir
del Tratado de Maastricht están siendo extraordinariamente gravosos para
los pueblos de Europa y que muchas de estas inflexibles políticas
monetarias son difícilmente sostenibles socialmente. Este es el reverso
de la moneda que el señor Rojo no explica en su comparecencia y lo que
creo que hace que el Grupo Parlamentario que me ha precedido en el uso de
la palabra se sienta tan satisfecho con la autonomía del Banco de España
y con tan poca necesidad de incidir sobre él, porque, al fin y al cabo,
la autonomía del Banco de España no significa neutralidad en las
políticas, y esa política que está llevando no beneficia más a la parte
social que a la parte del capital en el conjunto de la producción
española. Nos tememos severamente que, mientras están aumentando
sustancialmente los márgenes empresariales, y el propio señor Rojo hace
un llamamiento a que se revise esta situación, el coste social de esta
política se está incrementando extraordinariamente.

Hay un hecho sobre el que quizá no ha incidido lo suficiente o lo ha
dejado extraordinariamente matizado, y es que se está produciendo un
auténtico estancamiento del consumo. Esto es bastante indicativo de hasta
qué punto no se está contemplando por parte del conjunto de la sociedad
española un relanzamiento de la economía. Este estancamiento del consumo
debería hacer pensar realmente al Banco de España hasta qué punto sus
políticas sobre los tipos de interés están teniendo unos efectos
socialmente beneficiosos. En este aspecto, hacemos un llamamiento a que
los tipos de interés sean reducidos de forma perentoria por parte del
Banco de España. Eso nos parece algo absolutamente necesario si queremos
que haya un relanzamiento de la economía y que ese relanzamiento incida
en la creación de empleo y también en un mejor bienestar social del
conjunto de los españoles. El panorama con el que nos encontramos, por
ahora, es que el desempleo es mayor, que el consumo está estancado y que
el diferencial de tipos de interés entre España y los otros países
comunitarios se está agrandando innecesariamente.

Por lo tanto, señor Rojo, mi Grupo Parlamentario considera que la
política y los objetivos que ustedes plantean para el año 1996 deberían
ser claramente revisados, porque, entre otras cosas, los criterios de
construcción europea, de los que usted se hace tan tremendamente deudor,
probablemente no se van a plantear en los plazos que se consideraban.

Usted nos ha manifestado en anteriores comparecencias que llegarían
absoluta e inexorablemente. Consideramos que deben modificarse
severamente esta línea de actuación que ha venido realizando el Banco de
España en el sentido de llevar una política menos rigurosa con los tipos
de interés y también menos rigurosa, lo que no significa ni muchísimo
menos que sea alegre, con la inflación cara al futuro. Este es el
planteamiento de mi Grupo Parlamentario ante su comparecencia.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra la señora
Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: Señor Gobernador del Banco de España, un saludo
del Grupo Parlamentario Socialista. Le agradecemos su presentación
preceptiva en el Parlamento del programa monetario del Banco de España
para 1996. Es una sesión importante y, al mismo tiempo, una última sesión
de la Comisión de Economía en el Parlamento para tratar de asuntos
económicos. Por estas dos razones, al Grupo Socialista le parece que es
un momento oportuno para hacer balance; un balance económico que trataré
de hacer brevemente.

Nuestro Grupo entiende que el balance económico de la legislatura es
claramente un buen balance, un balance positivo del camino recorrido por
la economía española, un buen balance de la política económica y un buen
balance de la política monetaria. Se ha superado la crisis económica
iniciada a principios de la década, por primera vez, además,
simultáneamente con las economías de nuestro entorno, y ha habido una
evolución de las magnitudes económicas que ha superado las previsiones
iniciales.

Se ha afianzado el crecimiento económico, por primera vez también en una
situación de la economía española de un alto grado de apertura, y este
crecimiento está acompañado de una elevada tasa de creación de empleo. La
tasa interanual de empleo se sitúa en el tercer trimestre de 1995 en el 3
por ciento, la más alta, la más elevada de la Unión Europea. Nuestra
economía está creando más de 1.300 empleos diarios en este momento, y
esto debe ofrecer un elevado grado de satisfacción para todos y también
el reconocimiento de que las reformas que se han llevado a cabo, y entre
ellas una de las más importantes, la reforma del mercado de trabajo,
están dando sus frutos.

También hay que añadir un dato, porque a veces se desvirtúa o se
descalifica el nivel de crecimiento del empleo, un dato esperanzador,
también del tercer trimestre, según el cual el 44 por ciento del empleo
que se ha creado en el tercer trimestre es empleo estable, ya que se
refiere a contratos de carácter indefinido.

Esta evolución de la economía española ha ido acompañada de un proceso
claro de corrección de los desequilibrios económicos. La línea seguida
por la economía española en los últimos cinco trimestres ha sido de
recuperación del producto interior bruto, de crecimiento de número de
empleados, de incremento de competitividad, de ampliación de mercados
exteriores, de reducción de la divergencia con la media comunitaria en
inflación y déficit público, de superación de tormentas monetarias,
consiguiendo una sólida posición de la peseta, y de reducción de los
tipos de interés. Todo ello, hay que recordarlo, con un nivel de
endeudamiento y de presión fiscal inferior a la media comunitaria. Y,
además, hemos superado la crisis avanzando paralelamente en el desarrollo
y consolidación de nuestro sistema de protección social.




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El comportamiento de la economía y la corrección de los desequilibrios en
1995 marcan unas tendencias muy sólidas para 1996: crecimiento saneado,
empleo y convergencia. Esta es la realidad económica, una situación, una
realidad con signos de confianza y de expectativas favorables para el
futuro, con un notable nivel de confianza en el cumplimiento de los
objetivos económicos fijados para acceder a la unión monetaria.

La política económica de ajuste y reformas estructurales ha marcado el
rumbo adecuadamente, y es preciso que haya continuidad, continuidad en el
ajuste y en las reformas. El Gobierno ha adoptado, va a adoptar las
medidas necesarias hasta el final de la legislatura para mantener los
objetivos para 1996, a pesar de la no aprobación de los Presupuestos
Generales del Estado, de tal manera que ni este hecho ni el calendario
político y electoral puedan incidir negativamente en la evolución de la
economía. El objetivo de consolidación fiscal permitirá situar el déficit
en el 4,4 por ciento, y el cumplimiento del objetivo de la inflación
tiene bases sólidas, como usted mismo ha señalado, señor Gobernador. Los
objetivos para 1996 están, por tanto, avalados, en opinión de nuestro
Grupo, por el cumplimiento de las previsiones de 1995 y por informes
adicionales a las previsiones establecidas por el Gobierno, las propias
realizadas por el Banco de España, pero también, y hay que referirse a
ello, por el informe reciente de la OCDE.

Es hora también de pasar revista a la exposición y pronósticos de otros
grupos políticos que se han venido manifestando a lo largo de las
sesiones que hemos celebrado para seguir la política monetaria en todas
sus comparecencias, señor Gobernador. Con la realidad que expresaban, que
expresan las cifras económicas, se han vencido los pronósticos más
pesimistas y ha quedado demostrado que la política económica que defendía
el Grupo Socialista era la adecuada. La realidad ha desmentido y dejado
en evidencia esos pronósticos y las políticas que proponían estos grupos.

Nos congratulamos hoy de las palabras del portavoz del Partido Popular
considerando que el año 1995 arroja un buen balance. (El señor Montoro
Romero: Yo no he dicho eso.) Como decía usted, señor Gobernador, y en
ello coincide nuestro Grupo, estamos en un momento de una gran
oportunidad histórica para España, y en ese sentido los años 1996 y 1997
van a ser dos años decisivos.

España ha demostrado a lo largo de todos estos años que ha sido capaz de
responder y de conseguir los retos que la sociedad española se ha ido
planteando. En los próximos dos años será necesario intensificar ajustes
y esfuerzo colectivo, pero el resultado debe respetar el desarrollo
alcanzado por la sociedad española en sus pluralidades y en los derechos
sociales adquiridos. Debemos llegar a Maastricht con un alto grado de
cohesión social manteniendo el nivel de protección social alcanzado, y
bueno es señalarlo, decirlo aquí cuando hablamos de cumplimiento de los
objetivos de Maastricht.

Yo discrepo con alguna opinión que se ha vertido sobre que el
cumplimiento de los objetivos de Maastricht va acompañado necesaria o
ineluctablemente de costes sociales. Esto no es necesariamente así. La
situación de Francia no es el referente de lo que ha pasado en otros
países que están cumpliendo los objetivos de Maastricht sin perjuicio
para los derechos sociales y el mantenimiento de la protección social. La
situación de Francia es solamente un buen ejemplo de lo que no debe
suceder, pero, sobre todo, es un buen ejemplo de lo que puede suceder, de
la diferencia que existe entre que el proceso lo conduzca un gobierno de
la derecha o un gobierno de la izquierda, como ha sucedido en España
hasta este momento.

En relación a la política monetaria, señor Gobernador, el balance de la
legislatura, como decía antes, es también muy positivo. Se ha llevado a
cabo una de las reformas estructurales más importantes con la aprobación
de la Ley de Autonomía del Banco de España. El balance es, insisto,
positivo. El Banco de España ha respondido adecuadamente a lo confiado
por el Parlamento y ha llevado a cabo una actuación con autonomía e
independencia a lo largo de este período. Y también cabe reconocer la
contribución de la política monetaria fijada por el Banco de España al
buen balance económico de la legislatura, con una política rigurosa como
señala el reciente informe de la OCDE.

Respecto al programa monetario para 1996 se señala que es un programa de
continuidad respecto al de 1995. Cuenta, señor Gobernador, con el
respaldo de nuestro Grupo para el cumplimiento de este programa monetario
y para la continuidad también en la política rigurosa que ha de seguir
contribuyendo a los objetivos de la política económica y de los criterios
de convergencia.

Quisiera también expresarle, señor Gobernador, nuestro criterio sobre la
evolución de los tipos de interés. Hay coincidencia en que un recorte de
los tipos significaría un mayor estímulo para la inversión y el consumo
privado y un importante alivio para las cuentas públicas. Y creo que
puedo decir también que hay una amplia coincidencia en que se dan las
condiciones para un recorte de los tipos, condiciones externas,
condiciones de credibilidad de la política económica y monetaria, y
condiciones internas. El escenario internacional de tipos es claramente a
la baja. En este ámbito internacional la política monetaria tiene una
gran credibilidad. El Banco de España ha demostrado su independencia,
subió tipos cuando consideró que debía hacerlo, ha conseguido
credibilidad y ha demostrado que se mueve por criterios técnicos.

En cuanto al margen interno, entendemos, de las palabras del señor
Gobernador sobre la credibilidad de la política fiscal, que hoy ya puede
darse por hecho el cumplimiento del objetivo del 5,9 para 1995, así como
los objetivos de la inflación para 1996, y también entendemos que ello
supone que se dan las condiciones en el ámbito interno.

En cuanto a la credibilidad, la mejor forma de contrastarla en la
política económica y monetaria es ver la evolución de los tipos a largo
plazo. Como ya se ha dicho, han bajado significativamente, del 12 al 9,8
por ciento, y hoy el diferencial con el bono alemán es de 3,72. Esto
quiere decir credibilidad; esto quiere decir que la prima de riesgo de
España ha caído y que sigue cayendo aceleradamente.

En definitiva, señor Gobernador, el Grupo Socialista considera que
existen condiciones internas y externas de



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credibilidad para que pueda haber una reducción de los tipos de interés.

La pregunta que quisiera hacerles es en relación al margen. ¿Qué margen
tenemos, cuál es --teniendo en cuenta fundamentalmente las condiciones
internas, que son las que pueden influir más-- el margen que tenemos para
una bajada significativa? Todo el mundo da por hecho la bajada de los
tipos, pero ¿qué margen tenemos para una bajada significativa de los
tipos de interés en los próximos meses? (El señor Montoro Romero pide la
palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Gracias, señor Presidente, a los únicos
efectos...




El señor PRESIDENTE: No le he dado la palabra todavía, señor Montoro,
aunque intuía por dónde iba su posible intervención.

Vamos a concluir este debate cruzado que se ha producido, antes de dar la
palabra al señor Gobernador, para que responda a lo que ha venido a
responder y que los grupos parlamentarios han agradecido sinceramente.

Tiene la palabra, señor Montoro, para contestar a la señora Aroz.




El señor MONTORO ROMERO: Cuando un Presidente, tanto de Comisión como del
Pleno de la Cámara, me concede la palabra, siempre inicio mi intervención
expresando mi agradecimiento. Me parece una elemental cortesía
parlamentaria.

Sólo quiero hacer una precisión, a efectos de que la señora Aroz conozca
el balance que realiza el Partido Popular de la situación económica, que,
por lo demás, es un balance que este mismo portavoz ha tenido ocasión de
expresar ante el Pleno de la Cámara. Se trata de un balance de
comportamiento económico preocupante de nuestro país. Cuando, a través
mío, el Grupo Parlamentario Popular ha felicitado al señor Gobernador es
porque ha sabido sortear esas dificultades que se ha encontrado en la
gestión de la política monetaria. Esta ha sido la habilidad y el avance
del Banco de España. Esto no quiere decir que la visión de la situación
económica sea complaciente por parte del Grupo Parlamentario Popular, ni
mucho menos. No lo es --y tampoco quiero profundizar en ese debate--, en
el sentido de que los datos de nuestra convergencia con Europa van más
allá de las valoraciones, y hemos dado un paso atrás en la convergencia
con Europa. Los datos de inflación de este año son exactamente iguales,
vamos a acabar con la misma inflación que el año pasado, lo que significa
que hemos perdido un año en la reducción de la inflación. Dicho de otra
manera, eso significa que cuando el Banco de España ha podido mantener
sus objetivos es porque ha tenido que compensar la influencia negativa,
perversa, que sobre la inflación ha tenido la elevación de los impuestos
indirectos y la depreciación de la peseta. La segunda consecuencia de un
error de la política presupuestaria es la pérdida de confianza ante los
mercados financieros, derivada de la crisis política.

Acabo, señor Presidente, repitiendo la valoración que este Grupo
Parlamentario está haciendo, desde hace más de un año, de la situación
económica. Estamos ante una recuperación que la sociedad no siente como
tal. Estamos ante una recuperación económica que la gran mayoría de los
españoles no siente como tal, y esto es lo único que vale, a efectos de
política. Cuando los españoles perciban esa recuperación en un incremento
de bienestar hablaremos, en términos políticos, de auténtico bienestar.

Las políticas económicas que se conforman con la consecución de
crecimientos neutros sobre el bienestar de los españoles están vacías de
contenido, y aún más inútiles son los esfuerzos de quienes pretenden
vender a la sociedad una recuperación que esa sociedad no percibe como
tal.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Gobernador del Banco de
España.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Seguramente podría
organizar mi respuesta de un modo un tanto sistemático, comenzando por
señalar que el Banco de España, en el ejercicio de su autonomía, no es
neutral --en esto tiene razón el señor Andreu--, no puede serlo, porque
sucede que la Ley de Autonomía indica que «El Banco de España definirá y
ejecutará la política monetaria con la finalidad primordial de lograr la
estabilidad de los precios. Sin perjuicio de ese objetivo, la política
monetaria apoyará la política económica general del Gobierno». Es decir,
al Banco de España la Ley de Autonomía le ha atribuido unas funciones que
le impiden ser neutral, porque le confieren la responsabilidad de tratar
de lograr la estabilidad de los precios. Este es nuestro objetivo, que no
es el único de la economía, pero que se ha considerado que era un
objetivo que, por razones obvias, necesitaba de un especial valedor, y,
desgraciadamente, cuando se es valedor de un objetivo suele ser a costa
de prestar menos atención a otros, no porque no sean importantes, sino
porque cada cual tiene su área de responsabilidades. Por tanto, es verdad
que el Banco de España no es neutral; el Banco de España trata de
conseguir la estabilidad de los precios en un país donde, ciertamente, un
valedor de ese objetivo es muy importante, porque este país ha sido
tradicionalmente un país inflacionista, y, siendo un país inflacionista,
ha obtenido muy malos resultados, de modo que estamos tratando de ver si
con una política de estabilidad se consiguen mejores resultados.

Tengo que decir que en este momento los temas de política económica están
relacionados con los criterios de Maastricht, pero que no están
determinados exclusivamente --entiendo que ni siquiera primordialmente--
por ellos. El otro día comparecí ante la Comisión Mixta de la Unión
Monetaria y allí expuse bastante extensamente mis ideas sobre la
situación actual y los problemas que plantea en este momento la
constitución de la Unión Monetaria.

Creo que es importante darse cuenta de que se puede o no estar de acuerdo
con la Unión Monetaria. Se puede decir: yo no creo en la Unión Monetaria,
sería mejor que no la hubiera. Lo que pasa es que esa posición en la
Europa actual --si me permite decirlo-- es perfectamente irrelevante,



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porque el que se constituya o no la Unión Monetaria no depende de España.

El problema español es, si se constituye la Unión Monetaria ¿qué es
mejor, que España quede fuera o que España entre ella? Y ahí sí tengo una
respuesta que considero que está basada en bastante reflexión y en
bastante experiencia del tema, puesto que es uno de los asuntos que más
me han absorbido estos últimos años.

Ciertamente, quedar fuera de la Unión Monetaria, sobre todo si se queda
fuera porque el país no puede entrar --no porque no quiera--, va a hacer
de ese país un país periférico que va a sufrir las consecuencias de las
ventajas que van a obtener los países que se integren en la Unión
Monetaria, porque van a obtener ventajas importantes que en buena medida
van a serlo a costa de los otros países. Y los otros países, al final, si
se constituye la Unión Monetaria, querrán incorporarse a ella, con
retraso, y eso será muy difícil y costoso. Por consiguiente, estoy
convencido de que, si se constituye la Unión Monetaria, el interés de
este país es integrarse en ella y, si es posible, desde el principio. Y
creo que todavía --como lo dije entonces y creo que alguna vez lo he
dicho también en esta Comisión-- este país puede entrar en la Unión
Monetaria, porque tenemos problemas, pero no son muy distintos de los de
otros muchos países del área, y creo que deberíamos hacer un esfuerzo por
incorporarnos a la Unión Monetaria.

Por otra parte, las políticas aconsejadas por el esfuerzo de Maastricht
son líneas de política económica que este país debería seguir en
cualquier caso. Un país no puede mantener un déficit público importante,
año tras año, indefinidamente; no puede hacerlo, eso no lo puede hacer
nadie. Seguramente es el problema políticamente más difícil de una
política económica y, al mismo tiempo, intelectualmente, es el problema
más trivial, porque un país no puede mantener indefinidamente un déficit
importante en sus cuentas públicas. Por consiguiente, la reducción del
déficit es una línea absolutamente elemental que el país tiene que
seguir, si quiere ser un país que tenga posibilidades de avance estable
en el futuro. Un país debe procurar mantener una tasa de inflación baja,
y esto por muchas razones, entre otras, por razones de tipo social,
porque una inflación del 3 por ciento anual destroza el ahorro de las
familias aproximadamente en 25 ó 30 años. No hay nada más contrario a los
intereses sociales que una tasa de inflación elevada. Una tasa de
inflación parece que no tiene importancia a corto plazo, pero a largo
plazo destroza la capacidad de ahorro de las familias, y esto es una cosa
que socialmente me parece muy grave. Del mismo modo que un déficit
público importante mantenido indefinidamente podrá proporcionar algún
tipo de ventajas a nuestra generación --aunque somos unos más maduros que
otros--, pero desde luego a nuestros hijos y a nuestros nietos les deja
una carga absolutamente fundamental. Y cuando hablamos de solidaridad
bueno sería que habláramos de solidaridad también con las generaciones
futuras, que, si no, van a tener que soportar una carga verdaderamente
insufrible. De modo que son políticas que, desde el punto de vista social
son importantes, y no sólo desde el punto de vista del crecimiento
duradero y estable de la economía.

Los otros criterios, en cierto modo, son secundarios. El criterio de los
tipos de interés depende del criterio de inflación; el criterio
deuda-producto, de algún modo, depende del criterio de déficit público.

De manera que nuestros problemas básicos son la inflación y el déficit
público. Y creo, lo digo muy sinceramente, que ésa es la política que
habría que hacer, con independencia o no de los criterios de Maastricht.

Es perfectamente posible que, al final, los países europeos lleguen a la
conclusión de que prefieren tomarse un mayor margen para la constitución
de la Unión Monetaria. Eso es posible. Lo que digo es que no es seguro y
que incluso en este momento ni siquiera es muy probable y que tenemos que
ponernos en la situación más pertinente desde el punto de vista de los
intereses de este país, que, como he señalado antes, es tratar de estar
en condición de cumplir los criterios de Maastricht cuando la Unión
Monetaria se constituya. Esta creo que tiene que ser nuestra preocupación
más importante en este terreno, teniendo en cuenta que la política
económica que ello implica es una política económica que, en cualquier
caso, sería deseable.

El Banco de España para conseguir los objetivos de colaborar de un modo
importante a la estabilidad de los precios, tiene que manejar su único
instrumento, porque no tiene más instrumento que el de los tipos de
interés a corto plazo. Los tipos de interés que maneja el Banco de
España, insisto, son los del corto plazo, no los del medio ni largo
plazo, ésos los determinan los mercados, y los determinan muchas veces de
modo muy distinto a lo que de un modo intuitivo y ligero podría pensarse.

No hay que pensar que cuando el Banco de España eleva sus tipos de
intervención a corto plazo van a subir los tipos a largo o medio plazo,
porque si los mercados interpretan que esa subida de los tipos de interés
a corto plazo supone una actitud seria de lucha persistente contra la
inflación, los tipos de interés a medio y largo plazo tienden a bajar,
que, por cierto, es lo que ha pasado en los últimos meses. El Banco de
España, con sus subidas de los tipos de interés a corto plazo, lo que ha
conseguido --y ya he dicho que no es el único factor, pero ha sido un
factor contribuyente importante-- es que bajen sustancialmente los tipos
de interés a largo y medio plazo, y, detrás de ellos, simplemente por
razones, por así decirlo, de coste de oportunidad, han tendido también a
bajar otros tipos. Los tipos bancarios, los tipos que practica la banca
tampoco están determinados rígidamente por cuál sea el tipo de interés a
corto plazo de intervención del Banco de España. Desde el mes de agosto,
que fue el momento álgido de los tipos de interés, activos y pasivos,
practicados por bandos y cajas de ahorro, hasta ahora, los tipos
practicados por la banca han caído de modo muy diverso según los tipos,
pero aproximadamente entre 30 y 60 céntimos, lo cual indica que los tipos
tienen sus movimientos propios, con independencia de cuáles sean los
movimientos del tipo de interés de intervención del Banco de España.

Y el Banco de España tiene que manejar sobre todo el tipo de interés de
intervención como una especie de símbolo, como algo que expresa cuál es
su actitud. Y tengo que decir --y lo digo sin ningún tipo de jactancia,
todo lo contrario, porque esto es algo que se gana con dificultad y



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se pierde de un día para otro-- que el Banco de España, a lo largo de
este último año, se ha ganado una alta credibilidad en los mercados. Esto
es algo muy importante y lo tenemos que mantener. Cuando ahora el Banco
de España dice algo, los mercados lo creen. Esto es muy importante y
tenemos que conseguir mantenerlo.

¿Qué consecuencias tiene esto para los tipos de interés? En mi opinión,
señor Andreu, y perdóneme, no creo que las que usted señala. No es
ciertamente la política monetaria del Banco de España la que determina
que la tasa de paro del país sea la que es (no creo que sea del
veintitantos por ciento, pero ahí tenemos unos problemas estadísticos,
del 18 por ciento, de lo que quiera, altísima). No son los tipos de
interés que el Banco de España ha fijado en este año los que determinan
esto. Esto es el resultado de un conjunto de dificultades extraordinarias
que se han ido incubando a lo largo de 20 años y que necesitamos estudiar
muy seriamente para ver entre todos cómo se pueden resolver los problemas
del empleo en este país, que es obviamente el problema más grave que el
país tiene. No se piense usted que yo no creo que el problema más grave
sea el paro. Yo creo que el problema más grave es el paro. Pero el paro
no es el resultado de la política monetaria. Creer esto, y perdóneme
usted que lo diga, si es que usted lo cree, me parece un grave error. Hay
problemas de muy distinto tipo. Hay problemas demográficos; hay problemas
que han surgido por el brutal desplazamiento de población desde la
agricultura hacia los otros sectores a lo largo de los últimos años; hay
problemas de desajuste de oferta y demanda de trabajo. Hay muchos
problemas. Pero hay problemas característicos del mercado de trabajo que
es absolutamente preciso atender, porque ahí hay un foco de dificultades
muy grande, que no tiene mucho que ver con que el tipo de interés esté un
cuarto o medio punto por encima o por debajo. Yo le digo a usted, y tengo
ya muchos años de economista, que no puedo creerme que esa actitud se
pueda mantener, porque creo que es errónea.

Tenemos que averiguar entre todos qué es lo que pasa en el mercado de
trabajo y echarle muy buena voluntad entre todos y quizás unos y otros
desdecirnos de cosas que hemos dicho en el pasado, si nos convencemos de
que los factores que determinan este elevado grado de paro son unos u
otros.

En este sentido el consumo está en este momento afectado por dos factores
importantes. Primero, porque, como es verdad y es absolutamente claro,
hay un elemento de inestabilidad en el mercado de trabajo muy importante,
y éste es un problema muy grave para nuestra economía. El que haya un 35
ó 36 por ciento de contratos temporales es muy grave porque hace de esta
economía un souflé, es decir, en las fases de expansión sube mucho el
souflé, pero cuando luego entramos en una fase de recesión baja mucho.

Pero ¿por qué se ha llegado a esta situación? Yo no voy a dar la
respuesta, porque no me toca a mí darla. El Banco de España no tiene por
qué dar diagnósticos de esas cosas, pero entre todos deberíamos ver qué
es lo que se puede hacer para conseguir evitar esa situación y
corregirla, porque eso es malo. Y en la medida en la cual hay un elemento
de inestabilidad en el mercado de trabajo, eso afecta al consumo.

Igual que tenemos que estudiar entre todos, y tampoco tengo ninguna
solución ni pretendo tenerla, el futuro de la Seguridad Social de este
país, porque puede negarse que existan problemas para el futuro de la
Seguridad Social, pero el hecho es que la gente en la calle sabe que va a
haber problemas. Y como va a haber problemas, está buscando formas de
cobertura distintas de las tradicionales, y ése es también un factor de
reducción del consumo. Yo creo que lo importante es no vivir un mundo de
sueños y enfrentarse con la realidad, ver cuál es y estudiarla y ver
después que estas cosas no son resultado simplemente del análisis y del
estudio, sino también de las decisiones políticas que están basadas en
valoraciones que no tienen por qué ser iguales entre todas las personas
ni entre todos los grupos políticos, pero ciertamente a mí me parece que
los problemas que tenemos en el tema fundamental del paro no son
problemas que se puedan reducir a la política monetaria.

¿Qué es lo que, en cambio, se puede llevar al ámbito de la política
monetaria? Las perspectivas de estabilidad en el crecimiento. Esto es muy
importante porque no hay nada que genere tanto paro y que de hecho haya
generado tanto paro en este país en los últimos años como las
fluctuaciones. Y esas fluctuaciones en buena medida son resultado de
aceleraciones inflacionistas que luego hay que ir corrigiendo. Los hechos
muestran, y esto no es ninguna conjetura, sino que son hechos, que cada
vez que la economía se adentra en una recesión, cuando luego se recupera,
le cuesta muchísimo trabajo recuperar el nivel de empleo anterior. Por
consiguiente, hay que procurar suavizar las fluctuaciones, y para hacerlo
hay que tratar de mantener políticas monetarias que sean a medio plazo,
que tengan por objeto fundamental mantener la estabilidad de los precios
que, en mi opinión, no es algo que dañe al crecimiento económico, sino,
como estoy diciendo, todo lo contrario.

Con esto vengo al tema inmediato. Todos ustedes, de un modo u otro, me
han dicho: «A ver si baja usted los tipos de interés más.» Han podido
utilizar adjetivos más o menos tremendos, pero todos me han dicho esto.

Yo les explico a ustedes cuál es la actitud del Banco.

Hemos tenido unos problemas muy importantes en los últimos meses y hemos
conseguido ganar, como decía antes, credibilidad ante los mercados. Esto
es muy importante, porque como los mercados pierdan esa credibilidad
estamos otra vez perdidos. Todo ello nos obliga a ser muy cuidadosos, o,
como se suele decir, muy conservadores, algo que no me importa nada; creo
que un gobernador de un banco central tiene que ser conservador, porque,
si no, se tiene que marchar. A lo mejor no lo es en su forma de ser, pero
eso es irrelevante. Lo importante es que como Gobernador del Banco de
España tiene que ser conservador porque tiene que ser muy cuidadoso, y
comprendo que las otras personas que examinan la política económica desde
fuera sean menos conservadores que el Gobernador y los Consejeros del
Banco de España, simplemente porque no tienen las responsabilidades que
tenemos nosotros. Cada cual tiene que jugar con las responsabilidades que
tiene.

¿Qué hemos hecho? Tratar de ver en qué medida, decía la señora Aroz,
realmente conseguíamos márgenes de reducción



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de los tipos. Tan pronto como hemos encontrado un margen de reducción de
los tipos lo hemos aprovechado; nosotros hemos bajado la semana pasada el
0,25 por ciento el tipo de interés. Lo hemos hecho, además, pronto,
porque ya sabe usted que nosotros funcionamos con decenas de intervención
y resulta que habíamos empezado la decena de intervención justo el día
antes de la baja de tipos de Alemania y su grupo básico de países.

Inmediatamente bajamos el tipo diario, anunciando que mañana vamos a
bajar el tipo decenal y lo vamos a bajar en 0,25.

¿En cuánto ha bajado su tipo Alemania? ¿En el 0,50? No, en el 0,25,
porque Alemania tiene un túnel de tipos de interés, el tipo de descuento,
que es el mínimo del mercado interbancario... Están ya cerrados los
mercados, de modo que ya no importa. Esto indica que lo mejor que puede
hacer un Gobernador, excepto ante el Parlamento y después del cierre del
mercado, es no hablar nunca de tipos de interés. No es noticia y no se me
ha escapado; lo he dicho absolutamente consciente de lo que decía.

Alemania, como decía, tiene un tipo superior, que limita el movimiento
del tipo de mercado, y un tipo inferior, que es el descuento. Esos dos
tipos los ha bajado en medio punto, a pesar de que entre el tipo mínimo y
el tipo efectivo de mercado, que controla vía «repos», tenía todavía algo
así como cuarenta puntos básicos de diferencia. Pero los «repos», que son
el verdadero tipo relevante a corto plazo, sólo las ha bajado el 0,25, y
lo mismo ha hecho Holanda, y ésa es verdaderamente la referencia de
tipos.

Quiere esto decir que Alemania se ha preparado para bajadas sucesivas de
tipos a lo largo de los próximos meses, y ésta es la verdadera estrategia
de política monetaria en Europa en este momento.

¿Nosotros qué hemos hecho? Bajar 0,25 porque hemos pensado que ése era el
margen que en este momento teníamos, todavía con una cierta incertidumbre
respecto de lo que va a pasar con la inflación en los próximos meses, y
todavía en una situación extremadamente compleja, porque realmente, por
así decirlo, no tenemos presupuesto. Por consiguiente, al Banco de España
no se le pueden pedir alegrías en situaciones que son todavía muy
delicadas.

Evidentemente, si la inflación continúa su descenso, el Banco de España
está dispuesto a, de algún modo, tratar de compensar los efectos
restrictivos de la contención del déficit público, de la reducción del
déficit público con bajas de los tipos de interés. Pero, insisto, tenemos
que estar muy seguros de que las cosas van así. Mientras no estemos
seguros, seremos muy resistentes a hacerlo, porque los mercados dejarán
de creer en nosotros y pasarán a interpretarnos en el sentido de que
creemos que la política monetaria puede tener dos objetivos a la vez:
reducir la inflación y compensar las fluctuaciones en el nivel de
actividad, en eso que antiguamente se llamaba «fine tuning», y eso no es
algo que pueda hacer la política monetaria. Eso acaba siempre con el
abandono del objetivo de inflación. De modo que vamos a tratar de ser
realmente muy prudentes, y ésta es mi respuesta a todos ustedes.

¿Tienen que bajar perentoriamente los tipos de interés? No, creo que no.

¿Tienen que bajar inexorablemente? No. Si utilizamos adverbios menos
fuertes entonces seguramente les podría responder: vamos a tratar de
bajar los tipos tan pronto como se pueda, porque las condiciones lo
permitan, pero sin apresurarnos.

Por otra parte, creo que es verdad realmente lo que dicen los organismos
internacionales --a lo mejor me equivoco-- pero no estamos ante una
inflexión que sea grave. Pienso que se va a recuperar, la economía
americana, va muy bien, y la verdad es que creo que las economías
europeas van a superar este bache que han pasado a partir del segundo
trimestre de este año.

Entre los riesgos que tenemos evidentemente existe el problema de que el
tema presupuestario no fuera bien. Creo que reducir el déficit a la zona
del 4,4 por ciento, que parece ser todavía lo previsto, es importante y
hay que tratar de conseguirlo. Si se consigue con una prórroga,
estupendo. Y habrá que decidir reducciones de gasto para compensar otros
incrementos en salarios o pensiones y en gastos financieros. Pero es muy
importante, repito, bajar al 4,4 por ciento.

Tenemos también el problema de los costes laborales. Evidentemente, a
medida que aumenta el empleo, lo que sucede es que baja el crecimiento de
la productividad, y eso sólo introduce un elemento de incremento de
costes. Desearía, porque me parece que es lo mejor, que realmente se
mantuviera la moderación salarial. Ha habido algunas manifestaciones hace
algún tiempo de que esto no iba a ser así. Pues yo deseo que esto sea
así, porque es bueno para la inflación, para el empleo y para el
crecimiento.

Debemos hacer todo lo posible por mantener un clima de competencia,
porque es la única forma de frenar los crecimientos de los márgenes
empresariales. La manera de frenarlos es, repito, con mayor competencia,
o yo por lo menos no sé otra forma de hacerlo, teniendo en cuenta que no
he creído nunca que estas cosas de la economía se puedan resolver por
decreto.

Si las cosas van bien, yo puedo asegurarle al señor Montoro que vamos a
tener muchísimo sosiego, que vamos a ser muy tranquilos y que vamos a
tratar de ver las cosas comoo son; no somos ningunos obsesos de los
intereses altos, por el contrario, uno de los temores míos es siempre que
entremos en un circuito de tipos de interés alto, apreciación de la
peseta, entradas de capitales, etcétera. Esa es una cosa que hay que
evitar a toda costa.

También hay que evitar las fases de júbilo, estas fases en que los
mercados entran. En este momento, como saben ustedes, la economía
española es realmente una de las economías más apreciadas por los
inversores internacionales. La verdad es que esto es así. Yo recibo a
muchas personas del mundo internacional diariamente, algunos, puestos
puramente ejecutivos, pero otros no; personas que están al frente de los
servicios de investigación y estudios de los grandes bancos industriales
internacionales, etcétera, y verdaderamente desde hace unas semanas la
verdad es que se nota una actitud de optimismo respecto de España por la
que a veces les digo: tengan ustedes cuidado, porque luego también
ustedes se equivocan, pasan a lo contrario y hacen un daño tremendo a las
economías. Pero es cierto que en este momento la economía española está
muy bien considerada respecto a sus posibilidades cercanas. Y lo único



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que podemos desear todos es que, desde nuestras distintas posiciones,
consigamos que ese optimismo acabe estando realmente justificado.

Esto es todo lo que tenía que decir.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Gobernador, por esta magnífica
intervención, sobre todo la parte por la que la mayoría de los
periodistas han abandonado la sala, que han tenido que trasladar a otros
caminos su intervención. (La señora Aroz Ibáñez pide la palabra.)
Tiene la palabra la señora Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: Muy brevemente, señor Presidente, para agradecer
al señor Gobernador su explicación, pero también para hacer un comentario
sobre el futuro de la Seguridad Social, porque aquí se ha expresado algún
comentario que creo que puede inducir a equívocos después, en la
interpretación.

Quisiera decir que está fuera de toda duda la voluntad de la sociedad
española de mantener un sistema de protección equiparable al de las
sociedades más avanzadas, y que uno de los retos que tenemos planteados
es el consolidar sobre bases financieras sólidas el nivel de protección
social. En este sentido, entendemos todos que se han puesto las bases,
con la reforma acordada recientemente durante esta legislatura, para
despejar incertidumbres. Por tanto, creo que sería negativo, no es
deseable, que se puedan trasladar incertidumbres en relación al futuro de
la Seguridad Social.

Finalmente, señor Gobernador, quiero agradecerle su explicación y
compartir con usted las perspectivas optimistas y favorables para la
economía española.




El señor PRESIDENTE: Señor Gobernador, tiene la palabra.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Querría simplemente
aclarar que yo no estoy tratando de introducir ningún tipo de
incertidumbre respecto al futuro de la Seguridad Social. Primero, porque
no estoy hablando de nada que se refiera a cinco años, a diez años o a
quince años; a lo mejor podemos estar hablando del año 2025 ó 2045, y
podemos estar hablando simplemente de algo tan obvio como son los
factores puramente demográficos.

Lo que yo creo que no se puede decir es, simplemente, que este país no
tenga que otear el futuro por todas partes, y, entre otras, por lo que se
refiere a la Seguridad Social. Esto no debe introducir elementos de
incertidumbre en absoluto.

En relación con esto, a mí esta semana me ha pasado una cosa curiosa, y,
si me perdonan ustedes, voy a referirme a ella. Se ha publicado en el
Boletín Económico del Servicio de Estudios un artículo de tres
economistas que ese Servicio que han hecho un estudio de primera
categoría sobre los efectos, por una parte, del ciclo, y, por otra parte,
de las prestaciones de desempleo sobre la tasa de salida del paro. Es un
artículo magnífico, con unas técnicas y con unas estadísticas
absolutamente nuevas procedentes de la encuesta de población activa, en
la que, por primera vez, se han podido estudiar los flujos, a partir de
la muestra de 1.600.000 personas, sobre el comportamiento de 36.000
familias, parado el cabeza de familia a lo largo de dieciocho meses, para
ver cuáles eran los efectos de, por una parte, como digo, el ciclo, y,
por otra parte, las prestaciones a la Seguridad Social.

Economistas muy jóvenes, que saben muchísimo y que hacen las cosas muy
bien han realizado un estudio magnífico. El estudio, naturalmente, se
publica bajo su responsabilidad, pero no voy a acogerme a esto, porque
hemos publicado un resumen de todos estos trabajos en el Boletín
Económico del Banco de España, y yo me leo todos los meses el Boletín
Económico del Banco de España, de modo que la responsabilidad de su
publicación es mía; no estoy tratando de salvarla.

En resumen, lo que se dice en este artículo es lo siguiente: «El ciclo
tiene relevancia, pero no es muy importante en el ritmo de salidas. De
las prestaciones sociales no es importante la cuantía de la prestación,
pero sí la duración.» Eso es lo que dice el artículo. Perdonan ustedes,
pero es que estoy muy picado con el tema, porque estuvieron ayer
insultándome por radio durante dos horas un conjunto de personas que ni
entienden de este problema ni había leído el artículo.

Dice también lo siguiente: «Por tanto, de los resultados presentados se
desprende que la reducción del número de meses de derecho a recibir
prestaciones por desempleo contribuiría a disminuir la tasa de paro. Está
claro, no obstante, que tal medida podría entrar en conflicto con otros
objetivos de la política económica, dado que, en particular, las
prestaciones por desempleo posibilitan una búsqueda más eficiente de
empleo y aumentan el bienestar de los desempleados y de sus familias. En
este sentido, conviene aclarar que lo que estos resultados muestran es
que los efectos deseables de las prestaciones tienen que valorarse
conjuntamente con el resultado no deseable de alargar los períodos de
desempleo de manera significativa, debido este último a una disminución
en la intensidad de búsqueda de empleo y a un aumento del salario de
reserva.»
Entonces, estos insultos de estos días lo único que están diciendo es que
hay que frenar el conocimiento; esto es lo que en el fondo quieren decir,
porque nadie propone ningún tipo de medida de política económica. Repito,
lo que hacen es decir que hay que frentar el conocimiento; si no me
gusta, que el conocimiento se frene. Esto es algo que este país ha vivido
desde el siglo XVI por vías que no voy a desarrollar ahora, y a lo que yo
no estoy dispuesto a jugar. De modo que estoy dispuesto a aceptar todos
los insultos que recibí ayer durante varias horas para defender el
derecho de estos jóvenes economistas a estudiar seriamente los problemas
y a contribuir al conocimiento de esta economía.

Lo mismo digo respecto de otros muchos problemas, por ejemplo, en cuanto
a la Seguridad Social. No es que haya que crear incertidumbre; hay que
tratar de estudiar los problemas y ver realmente si llegamos a
conclusiones respecto de lo que se puede hacer para resolverlos, con



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puntos de vista distintos, con valoraciones distintas, pero yo no creo
que no pueda haber, finalmente, una confluencia de valoraciones.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gobernador.

No podíamos haber puesto mejor colofón a esta Comisión que con la
comparecencia del Gobernador del Banco de España.

Esta Comisión se ha reunido en cincuenta y seis ocasiones en esta
legislatura, y yo creo que ha hecho un trabajo serio y duro de control y
de producción legislativa. Además, esta reunión de hoy es la última que
celebramos posiblemente en esta legislatura.

Quiero agradecer muy sinceramente su trabajo a los portavoces, a los
miembros de esta Comisión, a los Servicios de la Cámara y a los medios de
comunicación, que han seguido habitualmente nuestros trabajos, y
desearles en estas fiestas y en el futuro lo mejor a todos.

Muchas gracias.

Se levanta la sesión.




Eran las seis y diez minutos de la tarde.