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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 621, de 22/11/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 621
D E F E N S A
PRESIDENTE: DON JUAN MUÑOZ GARCIA
Sesión núm. 32
celebrada el miércoles, 22 de noviembre de 1995



ORDEN DEL DIA
Comparecencia del señor Ministro de Defensa (Suárez Pertierra), para
informar sobre:
--La reciente reunión informal de los Ministros de Defensa de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Williamsburg, así
como fundamentalmente del alcance de la planificación a largo plazo que
el Comité de Planes de Defensa de la Alianza está realizando y de sus
consecuencias sobre los esquemas actuales de integración militar y las
estructuras aliadas de Mando y Control. A solicitud del Grupo Popular.

(Número de expediente 213/000704) (Página 18844)
--Ultimos acontecimientos que se han producido en la antigua Yugoslavia.

A solicitud del Grupo Popular. (Número de expediente 213/000678) (Página 18856)
--Contenido del Real Decreto relativo al estatuto del personal del Centro
Superior de Información de la Defensa (CESID). A solicitud del Grupo
Popular. (Número de expediente 213/000689) (Página 18866)



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Se abre la sesión a las nueve y cuarenta minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (SUAREZ PERTIERRA), PARA
INFORMAR SOBRE:



--LA RECIENTE REUNION DE LOS MINISTROS DE DEFENSA DE LA ORGANIZACION DEL
TRATADO DEL ATLANTICO NORTE (OTAN), EN WILLIAMSBURG, ASI COMO
FUNDAMENTALMENTE DEL ALCANCE DE LA PLANIFICACION A LARGO PLAZO QUE EL
COMITE DE PLANES DE DEFENSA DE LA ALIANZA ESTA REALIZANDO Y DE SUS
CONSECUENCIAS SOBRE LOS ESQUEMAS ACTUALES DE INTEGRACION MILITAR Y LAS
ESTRUCTURAS ALIADAS DE MANDO Y CONTROL. A SOLICITUD DEL GRUPO POPULAR.

(Número de expediente 213/000704.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, damos comienzo a la sesión.

De acuerdo con los portavoces de la Comisión, el primer punto en tratarse
será el número 3 del orden del día, que es la comparecencia del Ministro
de Defensa para que informe sobre la reunión informal de los Ministros
de Defensa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en
Williamsburg, así como del alcance de la planificación a largo plazo que
el Comité de Planes de Defensa de la Alianza está realizando y de sus
consecuencias sobre los esquemas actuales de integración y las
estructuras aliadas de Mando y Control.

A estos efectos, tiene la palabra el señor Ministro de Defensa.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Como SS. SS. saben, los
días 4 y 6 de octubre, los Ministros de Defensa de la Alianza Atlántica
celebramos en la ciudad de Williamsburg la tercera reunión anual de
carácter informal. Este tipo de reuniones se inició en 1993 en Travemünde
(Alemania), donde se presentó por primera vez la iniciativa de la
Asociación para la Paz, para dar respuesta al vacío creado por la
desaparición del Pacto de Varsovia y la necesidad de establecer vínculos
para el desarrollo de una seguridad cooperativa. Al mismo tiempo, se daba
respuesta a la demanda de algunos países de Europa Central y Oriental de
establecer lazos con la Alianza Atlántica.

El año pasado, España organizó la segunda edición de este tipo de
encuentros, con el telón de fondo del Mediterráneo y la compleja
situación en la antigua Yugoslavia. En Sevilla, lugar donde se celebró
la reunión, se debatieron en profundidad las posibilidades de diálogo en
el Mediterráneo, decantándose las posibilidades de instrumentalización
de esta iniciativa española aprobada en la cumbre de enero de ese mismo
año y a la que más adelante me voy a referir.

Estas reuniones, por su carácter no formal, permiten a los Ministros de
Defensa debatir abiertamente los grandes temas que afectan a la Alianza.

Aunque no se toman decisiones ni se publican documentos ni se adoptan
conclusiones, sin embargo, el ágil intercambio de ideas y opiniones nos
permite encauzar las grandes cuestiones planteadas y orientar las líneas
generales de los trabajos de la Alianza.

En Williamsburg, además de discutir el llamado «estudio a largo plazo»
y la consecuente adaptación de las estructuras de la OTAN, los Ministros
tratamos sobre tres grandes cuestiones que afectan directamente al futuro
de la Alianza y que me gustaría pasar a resumirles.

En primer lugar, el desarrollo de la iniciativa de la Asociación para la
Paz, la ampliación de la Alianza y las relaciones de la OTAN con Rusia
y Ucrania ocuparon una parte importante del intercambio de puntos de
vista. Pasamos revista al estado de desarrollo del programa de Asociación
para la Paz y nos congratulamos por los resultados obtenidos hasta el
momento. Esta iniciativa ha sido un mecanismo flexible y de gran utilidad
para intensificar la cooperación entre la Alianza Atlántica y los países
de Europa Central y Oriental.

Los resultados obtenidos han confirmado nuestra percepción de la
Asociación para la Paz como un instrumento útil y necesario para la
adaptación de las estructuras de defensa de estos países a los de la
OTAN, lo que será de utilidad ineludible en los casos en que se aspira
a la candidatura para la adhesión a la Alianza.

Coincidimos los Ministros en que resulta fundamental explorar todas las
vías abiertas de diálogo y todos los mecanismos de consulta y cooperación
para que los posibles nuevos miembros de la Alianza conozcan los
requisitos de la adhesión y se les haga posible su cumplimiento. Existe,
además, un amplio consenso entre todos los aliados sobre la necesidad de
mantener abierto el proceso de la OTAN. Ello, sin embargo, no debe
hacerse de forma que no sea prudente y consensuada y teniendo en cuenta
tanto los intereses de la Alianza, es decir, evitando que quede
desvirtuada y debilitada en su proceso de ampliación, como los intereses
vitales de nuestros vecinos de Europa Oriental y Central. La prudencia
sigue siendo, sin embargo, la mejor consejera para poder comprobar que
los candidatos se adaptan a los métodos y procedimientos de la Alianza
y que, con la ampliación, contribuimos a extender estabilidad por el
territorio europeo.

También convinimos los Ministros sobre el papel fundamental que desempeña
Rusia en el proceso de redefinición de la arquitectura de seguridad
europea. Hay que hacer ver a las autoridades de Moscú que la Federación
Rusa tiene un papel esencial que jugar en el seno de la seguridad europea
y hay que procurar cambiar la imagen distorsionada que la opinión pública
rusa tiene de la OTAN, a la que considera no como una organización
defensiva, sino como una entidad de carácter agresor. Debemos establecer
unos vínculos de asociación estable con la Federación Rusa, creando
estructuras efectivas de diálogo y de cooperación. Hay que actuar, pues,
con prudencia, teniendo en cuenta las sensibilidades de Moscú, pero sin
aceptar, en ningún caso, su interferencia en nuestras decisiones.




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Con respecto a Ucrania, se comprobó la disponibilidad de sus autoridades
para participar en esta iniciativa, sin que por ahora consideren la
posibilidad de su adhesión. La ventaja de este programa es que es útil
tanto para los futuros candidatos a la integración en la Alianza como
para aquellos países que desean adaptar sus sistemas de defensa a los
sistemas de las democracia occidentales.

Finalmente, pudimos comprobar en Williamsburg que el proceso de
ampliación es, por su alcance y naturaleza, uno de los mayores retos a
los que se enfrenta la Alianza Atlántica en el futuro próximo y pieza
clave en la construcción de la nueva arquitectura de seguridad europea.

Sin embargo, no se trata, como conocen SS. SS., del único reto al que la
Alianza debe hacer frente en estos momentos.

Los Ministros de Defensa tratamos en Williamsburg el diálogo
OTAN-Mediterráneo y pasamos revista a los resultados hasta ahora
obtenidos. El Gobierno ha mantenido una actitud activa en distintos foros
internacionales para sensibilizar a nuestros socios y aliados de los
problemas en la zona y la necesidad de hacerles frente. En esta
perspectiva se enmarca tanto la iniciativa de referencia como la
Conferencia Euromediterránea, que tendrá lugar en Barcelona durante los
próximos días. Como saben SS. SS., durante la Cumbre de Bruselas de enero
de 1994 y a iniciativa del Presidente del Gobierno español, la Alianza
acordó iniciar un programa de diálogo OTAN-Mediterráneo, iniciativa que
recibió un importante impulso durante la reunión informal de Ministros
de Defensa de Sevilla y cuya primera fase se ha desarrollado en el año
en curso.

Repasamos las distintas iniciativas que desde diversos foros se
desarrollan en la actualidad en relación con el diálogo y la cooperación
entre ambas orillas, y coincidimos en la necesidad de coordinar dichos
esfuerzos orientados a conseguir que el Mediterráneo sea un espacio de
diálogo y cooperación, evitando la falsa percepción de amenaza provinente
del Sur.

El Ministro de Defensa italiano introdujo la propuesta de aplicar a los
países de la zona mecanismos similares a los de la Asociación para la
Paz, de modo que, sin incluir la opción de la adhesión a la Alianza,
permitan el desarrollo de un diálogo y el establecimiento de medidas
mutuas de confianza. Algunos Ministros, como quien les habla, entendimos
que es preferible profundizar primero en la iniciativa en curso antes de
iniciar nuevos proyectos. No debemos correr el riesgo de la confusión que
puede producir la proliferación de iniciativas sobre la materia. Al
margen de la reunión, los Ministros de Estados Unidos, Francia, Portugal
y España mantuvimos un encuentro para tratar en profundidad esta
cuestión, constatando que la iniciativa italiana está aún poco elaborada
y precisa, creemos, de una mayor reflexión.

La tercera cuestión a la que me refería anteriormente es la de la
situación de la antigua Yugoslavia y la elaboración de un plan para la
implementación de la paz. En el momento de la reunión informal se acababa
de decidir el acuerdo de alto el fuego y la actividad diplomática
norteamericana avanzaba de modo decidido preparando el terreno del
proceso de paz. Debatimos ampliamente la planificación que la OTAN está
realizando para la ejecución del plan de paz y para el eventual
establecimiento de una fuerza multinacional. Gran parte de las
discusiones se centraron sobre la naturaleza de dicha operación y su
carácter novedoso dentro del esquema tradicional de la Alianza Atlántica.

Muchas de las intervenciones sobre esta cuestión también versaron sobre
la importancia de incorporar a Rusia y a otros países no aliados en las
operaciones para la ejecución del plan de paz. El permitir dar entrada
a algunos de nuestros socios de Europa Central y Oriental en la ejecución
del plan de paz para la antigua Yugoslavia constituirá una primera prueba
para contrastar sobre el terreno la viabilidad de la cooperación entre
fuerzas armadas que hasta hace relativamente poco tiempo se consideraban
todavía fuerzas enemigas. Este ejercicio permitirá no solamente comprobar
los cambios que se están produciendo en las estructuras de defensa de
nuestros vecinos orientales, sino también que nuestras estructuras
militares en proceso de adaptación resultan flexibles y eficaces para
acoger no sólo a nuestros nuevos socios, sino también a terceros países,
como es el caso de los países islámicos.

Señorías, en nuestra reunión de Estados Unidos gran parte de los trabajos
constituyeron una reflexión abierta sobre los desafíos a los que se
enfrenta la Alianza Atlántica. Tratamos también el proceso de adaptación
de las estructuras de la Alianza a las nuevas realidades y condiciones
geoestratégicas. En este sentido se dedicó un amplio espacio de tiempo
a la reflexión sobre la adaptación de la OTAN y su estructura de mandos.

Como saben SS. SS., la última Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de
la OTAN aprobó, entre otras cuestiones, que se iniciara un proceso de
revisión de las estructuras y procedimientos de la Alianza para dotarla
de los instrumentos adecuados para cumplir de una manera más eficaz sus
cometidos. Formando parte de este ejercicio se aprobó el concepto de
fuerzas operativas combinadas conjuntas, CJTF, según sus siglas inglesas,
como un medio para facilitar la realización de operaciones de
contingencia con la posible participación de fuerzas de países no
pertenecientes a la Alianza Atlántica. El objetivo de la iniciativa CJTF
es el de establecer uno o más cuarteles generales conjuntos y
multinacionales para dirigir operaciones no encuadradas en el marco del
artículo 5 del Tratado de Washington. Me refiero a operaciones de
mantenimiento de la paz y otras diversas contingencias. Al mismo tiempo,
esta iniciativa refuerza el concepto de identidad, de seguridad y defensa
europeas al permitir un empleo de las capacidades colectivas de la
Alianza por la Unión Europea Occidental, como algunos de los presentes
tuvimos ocasión de debatir durante la semana pasada en esta Cámara.

También este concepto proporciona un mecanismo por el cual países que no
pertenecen a la OTAN, por ejemplo los miembros de la Asociación para la
Paz, pueden participar junto a la Alianza en operaciones de mantenimiento
de la paz.

El concepto de fuerzas operativas combinadas conjuntas se encuentra aún
sin desarrollar. Los Ministros nos hemos referido en Williamsburg a la
importancia y utilidad de semejante esquema a la vista de situaciones
como la que



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se nos presenta en la actualidad en la antigua Yugoslavia, y hemos
tratado sobre la necesidad de finalizar cuanto antes el desarrollo de
dicha iniciativa. Hemos coincidido en la importancia de abordar el
desarrollo de dicho concepto con una mentalidad que podría llamarse
práctica, para lo cual las operaciones que se están planeando respecto
a la aplicación del plan de paz en la antigua Yugoslavia nos abren un
amplio horizonte al tiempo que constituyen un banco de pruebas adecuado
y oportuno.

Las decisiones de la Cumbre de Bruselas de 1994 supusieron también el
inicio del denominado estudio a largo plazo, cuya finalidad consiste en
elaborar unas nuevas directrices militares para la aplicación del
concepto estratégico de la Alianza, estudio que será la base de la futura
nueva estructura de la OTAN. En el intercambio de puntos de vista
constatamos que si bien la OTAN se ha caracterizado desde su fundación
por una gradual adaptación a la evolución de su entorno político y
estratégico, en los últimos cinco años este proceso de cambio se ha
desarrollado a un ritmo que entendemos mucho más rápido.

Hemos comprobado que los desafíos a la seguridad en el continente, sobre
los que se fundamenta el nuevo concepto estratégico, requieren una mayor
flexibilidad en la adaptación de la estructura de mandos. Ello se ha
podido comprobar en las operaciones que la OTAN ha dirigido en la antigua
Yugoslavia y en las que hemos participado dos países que no pertenecemos
a la estructura militar integrada.

Señorías, los Ministros de Defensa reunidos en Williamsburg hemos
recordado que existe un acuerdo general en la necesidad de adaptar las
estructuras de la Alianza a la nueva situación y a los nuevos desafíos,
hoy difíciles de prever y que en general no están cobijados por el
artículo 5.º del Tratado de Washington. Existe también coincidencia de
pareceres sobre la necesidad de flexibilizar, y posiblemente reducir, la
estructura militar que necesita la OTAN, así como modificar las zonas de
responsabilidad asignadas actualmente a los distintos mandos aliados que
no responden a las necesidades reales.

Como señalé al principio de mi intervención a SS. SS., en esta reunión
los Ministros de Defensa no tomamos ninguna decisión ni sobre ésta ni
sobre ninguna otra cuestión. Se trataba sólo de reflexionar sobre las
grandes cuestiones que exigen una pronta respuesta de la Alianza. Sin
embargo, creo poder afirmar que la reunión fue fructífera al permitir
aclarar puntos de vista sobre todas estas cuestiones. La OTAN se
encuentra en la actualidad ante un importante desafío que va a poner a
prueba su operatividad y capacidad de adaptación. Me refiero a la
responsabilidad que la organización ha asumido, a petición del Secretario
General de las Naciones Unidas, para organizar y dirigir la fuerza
internacional para la implantación del plan de paz para la antigua
Yugoslavia. La Alianza Atlántica asume en la antigua Yugoslavia una nueva
responsabilidad de destacado valor histórico, poniendo a prueba su
capacidad operativa y de adaptación a los nuevos retos que se producen
en el contexto geoestratégico caracterizado por cambios profundos que se
sitúan en el umbral del siglo XXI.

Señor Presidente, señorías, nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, solicitante de la
comparecencia, tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Antes que nada, quiero comenzar agradeciendo a
los portavoces y a usted, señor Presidente, la bondad que han tenido al
permitir la alteración del orden del día para que este punto del mismo
se viera en primer lugar. Asimismo, deseo agradecer la presencia del
señor Ministro y sus detalladas explicaciones sobre el contenido de la
comparecencia que habíamos pedido.

Creo que es justo y necesario en este día empezar congratulándonos por
el alcance de un acuerdo de paz sobre Bosnia-Herzegovina. Nosotros
--imaginamos que el resto de los grupos-- estamos enormemente satisfechos
de que finalmente haya sido posible alcanzar este acuerdo. Esperamos y
deseamos que se formalice en las fechas previstas, en cualquier caso
próximas, con todas las consecuencias y esperamos también que el anuncio
sea simplemente el anuncio de una formalización de la paz, no pura y
simplemente algún tipo de arreglo parcial. Siempre hemos pensado que era
mucho mejor una mala paz que una buena guerra y éste puede ser uno de los
casos donde ese «dictum» se verifique. Por nuestra parte, contemplamos
con gran satisfacción lo alcanzado, y creo que es bueno en este momento
reconocer la participación de todos, de las Naciones Unidas, de la OTAN,
de la Unión Europea, de los Estados Unidos, de España. También
consideraríamos justo y necesario que España, que ha desarrollado en la
medida de sus posibilidades un esfuerzo notable para contribuir, desde
el punto de vista humanitario, a las operaciones que en su momento
patrocinó las Naciones Unidas, siguiera colaborando bajo el paraguas y
las decisiones políticas y estratégicas de la OTAN en la evolución, en
el mantenimiento y en el cumplimiento de este acuerdo de paz.

El señor Ministro, repito, nos relata con detalle los puntos principales
de la reunión de Williamsburg y voy a permitirme algún tipo de glosa y
de eventual aclaración ulterior. Sabemos que este tipo de reuniones son
informales y, consiguientemente, no producen decisiones, pero qué duda
cabe de que pueden ir --sobre todo, en algunos aspectos que me interesará
señalar posteriormente-- produciendo estados de opinión dentro de la
Alianza que se pueden ir materializando en una dirección o en otra.

Desde ese punto de vista, quisiera subrayar tres aspectos. No me voy a
referir al tema de Yugoslavia porque, fueran cuales fueran los temas que
allí se trataron con respecto a la antigua Yugoslavia, hoy están
felizmente superados por el alcance del acuerdo de paz. Quisiera hacer
algunas consideraciones sobre el tema de la ampliación de la OTAN, sobre
el tema del Mediterráneo y, finalmente, algunas sobre el llamado estudio
a largo plazo.

En primer lugar, en el tema de la ampliación de la OTAN --y hablo siempre
en el terreno más de debate y de conversación, que es el ámbito propio
de las reuniones informales del Ministro de Defensa--, voy a hacer
algunas consideraciones respecto al futuro. Creo que vamos teniendo un
calendario bastante preciso, un calendario que



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lógicamente tiene en cuenta, como no podía ser menos --y el señor
Ministro se ha referido varias veces a ello--, la necesidad de prudencia
al enfocar este proceso. Creo que nadie discute la necesidad de prudencia
y, por otra parte, todos estamos más o menos anclados en la consideración
del calendario político que incluye el año 1996, con dos ocasiones
especialmente significativas que, por diversas razones, deben ser tenidas
en cuenta en la sensibilidad del proceso. Una son las elecciones
presidenciales en la Federación Rusa y la otra las elecciones
presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, siempre teniendo en cuenta
la necesidad de actuar con prudencia, nos gustaría que la prudencia no
ocultara otras necesidades; necesidades políticas, básicamente,
necesidades también estratégicas, a las cuales en alguna ocasión nos
hemos referido en esta Comisión.

Es evidente que en muchos de los países que en el centro y en el este de
Europa formaron parte del Pacto de Varsovia en este momento hay una
voluntad, un deseo, perfectamente plausible, de pertenecer tanto a la
OTAN como a la Unión Europea. Para ellos, en muchas ocasiones, no se
trata tanto de obtener beneficios concretos desde el punto de vista
defensivo, en el caso de la OTAN, o desde el punto de vista económico o
político, con la pertenencia a la Unión Europea, sino y sobre todo de
asegurar una estabilidad basada en la pertenencia a las instituciones
democráticas occidentales. Si bien se considera que eso fue en el fondo
lo que llevó a España a pertenecer a las dos instituciones, con todas las
ramificaciones que ello posteriormente ha tenido, al mismo tiempo es
conveniente recordar que en el caso de España, por razones que son
ligeramente diferentes pero también bastante parecidas al de estos
países, el orden de pertenencia empezó con la OTAN y, en segundo lugar,
con la Unión Europea, entre otras razones porque los procesos son
relativamente más fáciles en el caso de la adhesión a la OTAN que en el
caso de la adhesión a la Unión Europea.

Es un tema evidentemente complejo y nos alegra saber que el sentido
general de las conversaciones de los Ministros de Defensa de la Alianza
en Williamsburg sigue siendo el que fue en su momento: se mantiene el
proceso, se mantiene la virtualidad del proceso, se niega explícitamente
cualquier tipo de intervención exterior en ese proceso, se rechaza
cualquier tipo de capacidad de veto. Hay un aspecto que sí me interesaría
señalar porque creo que sería positivo que se comenzara a hacer algún
tipo de campaña cerca de la población rusa, cerca de los líderes rusos,
para explicar que la OTAN no es una organización agresiva, pero creo que
también es importante mantener la tensión porque entre la prudencia de
unos y, a veces, el carácter timorato de otros se pudiera perder una
ocasión histórica, precisamente porque los cambios que se están
produciendo en este momento en el mapa político y geoestratégico europeo
abonan claramente la necesidad de que esa OTAN ampliada pudiera no ya
sólo extender su manto de seguridad sino también, y sobre todo, asegurar
una determinada noción de la estabilidad.

En segundo lugar, respecto al tema del Mediterráneo, no sé si me
equivoco, pero parece como si existieran algunas tensiones
hispano-italianas, posiblemente producidas por un deseo de protagonismo
italiano en varios temas, concretamente el del Mediterráneo. No hemos
llegado a comprender exactamente cuáles eran los alcances de la propuesta
italiana con respecto al Mediterráneo ni, consiguientemente, las razones
por las que el señor Ministro ha mencionado a Estados Unidos, Portugal,
Francia y España como países relativamente reticentes, al menos, ante el
carácter supuestamente inmaduro de esa propuesta italiana. Qué duda cabe
que la decisión que adoptó la OTAN en 1994 con respecto al
establecimiento de un diálogo mediterráneo era importante, y qué duda
cabe de que seguimos prácticamente donde estábamos desde el punto de
vista de la definición conceptual del tema. No se trata tanto de imaginar
unos escenarios de confrontación militar sino, sobre todo, de cómo la
OTAN podría ayudar a garantizar un determinado marco de la estabilidad.

Por eso, más que con preocupación con curiosidad, querríamos conocer
cuáles son las ideas y las propuestas italianas, los escenarios que en
este momento Italia estaría poniendo como base fundamental de sus
iniciativas.

Por otra parte, qué duda cabe también de que no se trata de que dentro
de la OTAN subrayemos nuestro carácter mediterráneo, pero no dejo de
constatar que sería ligeramente negativo que los países mediterráneos,
en el contexto de la Alianza, no fueran capaces de coordinar sus acciones
para definir exactamente qué es lo que al final queremos que, en este
caso concreto desde la OTAN, se haga con respecto al Mediterráneo.

En tercer lugar, tenemos el estudio a largo plazo. He creído comprender
por las palabras del señor Ministro que él mismo, en la reunión de
Williamsburg, tuvo ocasión de referirse a la importancia que en la
evolución de la Alianza Atlántica y en el papel que en los últimos y en
los no tan últimos tiempos ha tenido la estructura militar integrada. Al
fin y al cabo, la fiabilidad, la credibilidad de la OTAN no se ha basado
únicamente en la existencia de unas declaraciones políticas y en la
existencia previa de un marco amplio de acuerdos sobre valores y sobre
principios, sino también, además y quizá sobre todo, en la existencia de
una estructura militar que era capaz de dotar de fiabilidad y de
credibilidad a esos propósitos político-militares. Si eso ha sido así nos
congratulamos porque creemos que, efectivamente, el gran éxito de la
Alianza --a diferencia de otros intentos que por razones militares o
políticas han ido desapareciendo en el curso de los últimos movimientos
de la historia--, la gran aportación de la Alianza ha sido contar con esa
estructura militar.

Es indudable que los requerimientos del tiempo presente están cambiando,
incluso, afortunadamente, están cambiando las necesidades de respuesta
desde el punto de vista de la estructura militar, y creo que una de las
grandes capacidades que siempre ha tenido la Alianza ha sido el
reaccionar con rapidez y flexibilidad a las demandas del tiempo presente,
por lo que es lógico que ahora se plantee la necesidad de una revisión
o una reconsideración de la estructura militar.

En primer lugar, nos preocuparía, y espero que no se haya producido por
parte de ningún representante o Ministro



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de Defensa de la Alianza, que esa revisión trajera consigo la
desaparición. Es necesaria la revisión pero ciertamente también es
necesario el mantenimiento del principio, el mantenimiento de la base
fundamental de la estructura militar integrada. No voy a hacer teología
en este momento sobre lo que es la integración o la no integración sino,
simplemente, sobre las capacidades militares de la Alianza.

En segundo lugar, también nos gustaría conocer la actitud del Gobierno
español sobre el futuro de ese estudio a largo plazo. El señor Ministro
cree que España no está militarmente integrada; nosotros creemos que está
bastante más integrada militarmente de lo que él cree, pero de lo que se
trata es de saber el futuro de ese esquema de integración tal como lo ve
el señor Ministro y el futuro de España en esa integración. Podría
ocurrir, y no seríamos nosotros los que nos opusiéramos a ese tipo de
posibilidad, que, al aire de la revisión de la estructura militar
integrada, España acabara integrada, es decir, no como está ahora, en una
situación intermedia y extraña, y se pudiera producir, con el tiempo y
sobre todo con la ampliación de la Alianza, que España fuera un aliado
de segunda categoría. Lo positivo de ese estudio a largo plazo sería
precisamente que España entrara a participar en plenitud de derechos y
responsabilidades como un aliado más, sin ningún tipo de diferencia, en
las capacidades y responsabilidades defensivas.

En tercer lugar, qué duda cabe que el tema de las CJTF, las Fuerzas
Operativas Conjuntas, ha supuesto, desde los puntos de vista conceptual
y político, un avance importante. Qué duda cabe que es complejo y el
señor Ministro lo reconoce al decirnos que todavía no ha sido
desarrollado el concepto. También interesa recordar que, siendo
importante el desarrollo de ese concepto, que en el fondo introduce un
nuevo factor de flexibilidad frente a situaciones que, como estamos
contemplando en este momento, no derivan necesariamente de la puesta en
funcionamiento del «casus foederi» del artículo 5 de la Alianza, lo que
es enormemente importante, sin embargo, no se perdiera de vista que lo
que dio consistencia a la Alianza en el pasado y se la sigue dando en el
presente es precisamente el artículo 5. Consiguientemente, así como en
el caso de la ampliación de la Alianza nos preocuparía que primara la
prudencia sobre necesidades históricas y políticas reales, nos
preocuparía también que, en el caso de las CJTF, primara la existencia
de ese concepto operativo todavía no desarrollado, por tanto las
necesidades que en este momento estoy planteando, sobre lo que es la
misma sustancia de la Alianza, una Alianza, una Alianza defensiva, una
Alianza político-militar basada sobre determinadas comunidades de
principios y de valores, consiguientemente dirigida también a la defensa
en último lugar, en última «ratio», de los territorios de los países
miembros. Al fin y al cabo, la estructura militar integrada proviene del
artículo 5, no de las CJTF o de ningún otro tipo de situación.

Desde ese punto de vista, también nos gustaría que el señor Ministro, si
está en disposición de hacerlo, nos adelantara sus reflexiones al
respecto en orden a una posible imaginación sobre la futura estructura
militar integrada, naturalmente incluyendo también la estructura de
mandos, y cuál es la participación de España en esa estructura de mandos.

Se habla de que los mandos van a tener un carácter menos territorial y,
consiguientemente, uno deduce que más funcional que el que actualmente
tienen, lo cual podría ser una aproximación lógica en el estado de la
cuestión, pero también convendría saber cómo, en qué condiciones, cuándo
piensa participar España en esa redefinición de la estructura de mandos
y otras cuestiones también enormemente importantes porque tienen que ver,
entre otras cosas, con el mantenimiento de las Fuerzas americanas en
Europa. Qué va a ocurrir con esas Fuerzas americanas, en qué tipo de
esquema de mandos van a seguir participando en la estructura militar
integrada e incluso quién va a ser la persona que en el futuro, futuro
más o menos previsible de esa estructura integrada, tengan los americanos
y sus mandos.

Señor Presidente, éstos son algunos de los comentarios que quería someter
a la consideración del señor Ministro, sobre los cuales pediría, si es
posible, algún tipo de clarificación adicional, por supuesto agradeciendo
al señor Ministro su presencia y sus explicaciones detalladas.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir?
Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: En primer lugar, quiero agradecer la presencia
de nuestro Ministro de Defensa y las explicaciones detalladas que nos ha
dado sobre esas jornadas que él ha llamado de reflexión, que
efectivamente lo son, en Williamsburg. Me voy a mantener en esa línea de
pensamiento, también con reflexiones, dada la Presidencia española de
este semestre y que el señor Ministro de Defensa, señor Suárez Pertierra,
estará también el próximo día 5 de diciembre en París, en las reuniones
que se van a celebrar en el seno de la Unión Europea Occidental.

Señor Ministro, desde la sensibilidad con que desde Canarias se ve el
estar integrados en organizaciones de defensa por la posición
geoestratégica, por la mayor vulnerabilidad en cualquier conflicto
alejado de los espacios europeos donde operan unidades militares que
garantizan mucho mejor la defensa por estar basada en una logística de
territorio más clara, mi Grupo le plantea lo siguiente.

Desearíamos un predominio de aquella reflexión que conlleve una
potenciación de la Unión Europea Occidental. Digo esto porque he
escuchado con atención las palabras del señor Rupérez respecto a un
reforzamiento de las operaciones OTAN y no se trata de solamente de un
problema de técnica operativa, es que hay un referéndum por medio en
España con unas condiciones de pertenencia a la OTAN, no es una orden
ministerial que se puede cambiar. No voy a entrar en el fondo de la
cuestión, me refiero solamente a la cuestión formal pues, si hay que
hacer un cambio, supongo que habrá que celebrar un referéndum para
cambiar las líneas que se quieran de integración en la estructura militar
de mandos de la OTAN.

Dicho esto, señor Ministro, sobre los tres puntos de reflexión que
ustedes han tocado en Williamsburg, en primer



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lugar, el del desarrollo de la iniciativa de la Asociación para la Paz
y las relaciones con los países pecos de Europa Central y Oriental, nos
parece un tema de importancia relativa respecto a lo que voy a decir
ahora.

En cuanto al segundo punto de la ampliación, que se acuerde mantener
abierto el proceso y consensuado, es una línea de prudencia con la que
estamos de acuerdo y que apoyamos por ser tan racional.

En cuanto a las relaciones con Rusia y Ucrania, me alegra oírle, señor
Ministro, porque es una preocupación permanente que la inestabilidad que
existe en Rusia --y no nos podemos engañar en esto-- la pueda llevar
permanentemente a la posición de tratar de torcer la voluntad de los
países miembros de la OTAN, en la medida en que se contemple eso con
inteligencia y prudencia, pero al mismo tiempo no tolerar ninguna
interferencia del Gobierno ruso en decisiones que afecten a la seguridad
de los países miembros de la OTAN, no solamente a su seguridad sino a su
propio principio de autoridad, prestigio y congruencia porque, si
empezamos a entrar en zonas de sombra en la relación con Rusia, flaco
servicio estamos haciendo a las organizaciones de defensa, como es el
caso de la OTAN.

Señor Ministro, yo pediría que haya más reflexión en el punto que más me
preocupa en este momento, que es la relación de los países de la OTAN y
de los que, sin ser de la OTAN, están en la Unión Europea Occidental.

Ustedes, los ministros de Exteriores y de Defensa, es decir, el grupo de
los dieciocho, vamos a llamarlo así, celebraron la semana pasada una
reunión en Madrid, la reunión a dieciocho de ministros de Defensa y de
Asuntos Exteriores, donde hay un núcleo fundamental, los diez países
miembros natos de la Unión Europea Occidental, aparte de los tres
miembros asociados y de los cinco observadores que estuvieron. El núcleo
fundamental está en los diez países miembros de pleno derecho de la UEO
y lo puedo extender a los tres miembros asociados. Creo, señor Ministro,
que deben reflexionar mucho más en la cuestión relación OTAN-UEO, porque
no puede continuar la situación en que nos encontramos actualmente, que
miembros de la UEO sean miembros de la OTAN, lo que está dejando difusa
a la Unión Europea Occidental.

Supongo que le habrán hecho llegar, señor Ministro, el resultado de
nuestra reunión de parlamentarios de la Unión Europea Occidental. Yo
quiero hacer aquí un elogio de la figura de nuestro compañero
parlamentario el señor De Puig que presentó un magnífico rapport, que fue
mejorado con una voluntad de integración más europeísta incluso que la
que expresaron en el comunicado los señores Ministros, por razones
políticas obvias, y no quiero hacer un agravio comparativo, sino detectar
el hecho de que es fundamental que los gobiernos consideren ese
documento, con lo que salga de la reunión de París en diciembre, en la
Conferencia Intergubernamental del próximo año. Esto para Coalición
Canaria constituye el punto fundamental al que se enfrenta hoy día la
Unión Europea y la OTAN, aparte de esos tres puntos de reflexión, de la
iniciativa para la paz, etcétera. Tenemos que resolver esa especie de
contencioso interno entre la postura británica de mantener el «statu quo»
actual de la Unión Europea Occidental, con lo cual es condenarla a la
inoperancia, entre la postura intermedia de algunos países de fomentar
fórmulas de integración, donde puede estar más o menos incorporada
España, hasta la postura que me parece muy sensata y sobre la que de
alguna manera yo he visto que se traslucía un cierto sentimiento de
agrado en declaraciones sobre todo de nuestro Ministro de Exteriores, el
señor Solana, que es la posición holandesa de ir a una integración en la
UEO. Porque si no el ciudadano europeo que lea el Tratado de Maastricht,
que lea la política común de defensa y la política exterior común, no va
a entender que estemos tratando de ir a una convergencia de un banco
europeo único, de una moneda única, de un espacio común único, de una
libre circulación de personas, etcétera, y que el pilar europeo de
defensa, si hablamos con relación a un lenguaje de armonía con OTAN, pero
donde estamos buscando también la convergencia como instrumento de
defensa, no esté definido. Y aprovecho la ocasión para decir que yo
siempre he concebido que un Estado sin fuerzas de defensa no es un
Estado. Pues una unidad supranacional, y en este momento ya con un
criterio de Unión Europea, que se define por una moneda única, una
política fiscal única, la tiene que definir también una política de
defensa única y, por tanto, el instrumento que la materialice.

Señor Ministro, quería hacerle esta reflexión para que la Conferencia
Intergubernamental del próximo año tenga en consideración este documento,
que yo valoro muy positivamente, siendo ponente del rapport el señor De
Puig. Yo creo que en la Conferencia Intergubernamental para estudiar la
organización de Europa en la seguridad y en la defensa debe ser un
documento importante de reflexión. Nada más que quería decirle esto,
señor Ministro, y centrar precisamente aquí la cuestión primordial de lo
que nosotros consideramos en este momento como objeto a dilucidar y a
clarificar en toda esa línea.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Cataluña, tiene la palabra el señor Ríos.




El señor RIOS MARTINEZ: La verdad es que me gustaría constatar que la
comparecencia de un Ministro de Defensa del Estado español que a la vez
lo es de la Unión Europea es positiva en un momento en el que se producen
noticias de paz, puesto que estamos presentes en acciones de las Naciones
Unidas fuera de nuestro país que se van a ver reflejadas. Yo quiero
constatar un elemento positivo de esta comparecencia.

En todo caso, me hubiese gustado constatar las reticencias que tenemos
nosotros. Nosotros seríamos más partidarios de más UEO y menos OTAN, más
actividad de seguridad entendida como las seguridades de Vancouver a
Vladivostok, y menos protagonismo de la OTAN, puesto que hay un
protagonismo de lo militar sobre lo civil y sobre lo político. Cualquier
conflicto económico, político y social tiene su proyección después a
cualquier realidad, pero no al revés, no es un problema militar que
aparece solo, sino un problema militar derivado de otra actuación. Pero
yo quiero saber de qué manera han evolucionado, por así decirlo,



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desde la cumbre que se celebra en Bruselas en enero de 1994, aquellos
compromisos, aquella manera de entender, aquella tormenta de ideas --que
diría mi coordinador general-- que se dieron en su momento y que se han
vuelto a dar un año después, de qué manera se ha podido evolucionar en
la dinámica que nosotros pudiéramos tener hoy. Me gustaría constatar,
como decía al principio, ese excesivo protagonismo de la OTAN que puede
aparecer como una debilidad de lo que es la Unión Europea y lo que
pudiera ser una solución de los conflictos con una participación nuestra,
pero como complemento al peso específico que Estados Unidos puede tener
en un momento determinado. En ese sentido, la evolución de lo que pueda
suceder en la OTAN para nosotros tiene dos grandes focos de reflexión.

¿Por qué plantearse hoy un fortalecimiento o un crecimiento o un mayor
dimensionamiento del papel de la OTAN, y en concreto las reflexiones a
las que ustedes llegaron en el año 1994 en Bruselas sobre la ampliación
de la OTAN? Ustedes constataron una cosa; por ejemplo, los países de
mayor agrado para la OTAN en su ingreso, como podían ser Austria,
Finlandia y Suecia, manifestaban una relativa voluntad o necesidad de
adherirse; y otros países de los que pudiéramos llamar antigua Europa
Central, como podía ser el grupo Visegrad, Bulgaria, Rumanía, que podrían
verse por parte de la OTAN como más proclives a incorporarse, tenían una
situación complicada. Ahora usted nos ha dicho inclusive que en la última
reunión el Gobierno italiano había hablado también de una ampliación en
la dinámica mediterránea. En este año ha habido más una presión hacia
oriente y este de Europa, y ahora también hacia el sur del Mediterráneo.

A mí que me arreglen las cosas de fuera, ya me pone un poco complicada
la situación, pero, en todo caso, esa ampliación o asociación que se
puede producir debe hacerse más bien en los marcos de otras
organizaciones internacionales que en la propia OTAN.

La ampliación y la asociación para la paz con la Federación Rusa, que
viene ya de este encuentro del año 1994, no se puede entender cómo una
situación separada, no se puede forzar, y lo digo puesto que yo he estado
dos veces en Rusia, con motivo de las elecciones y con motivo de alguna
actividad común de la Duma con nuestro Parlamento. En la atención de esos
países hacia occidente no se puede actuar con dos varas de medir, porque
puede forzar, tanto en Ucrania como en Rusia, una posición complicada,
puede que empiece a desarrollarse en esos países la vuelta a una
actuación histórica, el mirar hacia oriente más que hacia occidente, a
ver a occidente como un adversario más que como una salida para su propia
actuación. Y ese peligro, ese riesgo debe verse a la hora de actuar. Por
tanto, yo no diría, como el portavoz anterior, que la Federación Rusa no
se meta en lo que deben ser decisiones nuestras y que nos dejen a
nosotros actuar. Ustedes deben entender que esa dinámica de seguridad
común debe hacerse atendiendo a todos los sujetos que participan. De ahí
que en esa reflexión debiéramos ser prudentes, debiéramos verlo no en el
sentido de debilitar o no a la OTAN, como en algunos casos pueden pensar
algunos de los países integrantes, sino más bien como un calendario
prudente de relación común, de equilibrio en la zona, que facilite esa
seguridad común, no como un acto de defensa de lo que pudiéramos llamar
primer mundo sobre el segundo mundo o del primer mundo sobre el segundo
y el tercer mundo. Por tanto, yo uniría esa asociación, y lo decía el
señor Ministro respecto a ese plan que se planteaba para la ex
Yugoslavia. Comprometer a los países de la zona del este europeo,
inclusive la propia Federación Rusa, sería un elemento positivo y de
estabilidad. Yo comparto esa opinión del señor Ministro.

Además de esas conclusiones, me gustaría saber cómo se han administrado
aquellas reflexiones que se hacían desde el encuentro del año 1994 hasta
hoy, cómo se ha visto la evolución de algo que es una complicación para
nosotros. Yo le tengo que decir que siempre que suena el nombre de un
ciudadano español para cualquier cargo, a uno le alegra. Yo se lo digo
sinceramente, no por chauvinismo español, porque en eso nos ganan otros
países europeos. Nuestra preocupación es que se dice que puede haber un
español al frente de la OTAN y no estamos en la estructura militar
integrada, pero aquí se ha trastocado la cosa y se dice que es una
estructura militar, una estructura política, pero ahora ya hablamos de
actuaciones operativas conjuntas, y bajo esa expresión la palabra
operación empieza a añadir elementos de una actuación determinada. Cuando
la conclusión es fuerzas operativas conjuntas, estructura militar
integrada, empezamos a vernos dentro de algo que nosotros decíamos hace
un tiempo. Nosotros lo decíamos en lo que fue la conclusión de aquel
famoso referéndum en el que yo defendí una opinión distinta de la que
salió, pero la que salió fue una relación dentro de la OTAN, en la parte
política, y ya manifestamos entonces que era muy difícil --lo decía el
portavoz del Grupo Popular-- estar en un sitio y al mismo tiempo no
estar. Pero la decisión fue no participar en la parte integrada.

¿Cuál va a ser nuestra participación en esa fuerza? ¿De qué manera va a
participar España en esas fuerzas operativas conjuntas? ¿De qué manera
vamos a colaborar, cuando se ha demostrado en la actuación en Yugoslavia
que uno de los elementos que se valora mucho en Estados Unidos es la
capacidad con la que España ha colaborado en la acción? La parte --no sé
si eso es defensivo-- de la acción de los cazas puede ser defensiva,
porque la mejor defensa siempre es un buen ataque y anular la capacidad
de reacción del contrario. ¿De qué manera vamos a participar nosotros?
¿Cuál es la dinámica que en el futuro se va a tomar? ¿De qué se ha
hablado en ese desarrollo conjunto?
Usted nos ha dicho que hay que flexibilizar la estructura de la OTAN ¿Eso
quiere decir menos militares, menos estructura militar? ¿O quiere decir
reordenación de lo que hay? También ha hablado de la parte de oficiales,
de la no territorialización de lo que pudiéramos llamar mandos. ¿De qué
manera vamos a evolucionar nosotros en la propia realidad?
Termino, señor Presidente. La verdad es que la reflexión que ustedes han
hecho en lo que pudiéramos llamar el centro importante, el diálogo y la
cooperación en el Mediterráneo, es una necesidad; lo es porque el
Mediterráneo siempre ha sido un mar de encuentro a lo largo de toda la
historia, un mar de comercio, y ha pasado a tener una situación



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muy complicada, puesto que se han hecho fronteras, tanto en las ideas
como en la estructura, para ver la agresión o la posibilidad de
complicación precisamente de una parte del Mediterráneo hacia otra. En
el sentido en que usted intervino en ese encuentro que se celebró este
año en cuanto a lo que proponía el propio Gobierno italiano o el propio
ministro italiano, ¿de qué manera va a evolucionar esa política de
diálogo y cooperación en el Mediterráneo para superar la idea de que la
amenaza viene del sur y pasar a la idea de que hay que ir a una
cooperación de las dos riberas del Mediterráneo? Porque hay que decir que
el futuro pasa por la estabilidad en esta zona, y añadirá bastante
equilibrio, tanto en Europa como en el conjunto de los continentes que
se pueden ver afectados.

En cualquier caso --y termino--, hay una parte que usted no ha tocado y
que se tocó en el encuentro de Bruselas, que sería esa alianza
transatlántica, ese mayor encuentro UEO-OTAN, ese mayor protagonismo, esa
mayor relación, y de qué manera se puede integrar o incorporar
perfectamente dentro de la OSCE. Espero que el marco ideal no se
encuentre en buscar más garantías en una parte de la realidad e la OTAN,
porque a pesar de que nos veamos como un todo de diez países dentro de
la OTAN, permítame que le diga que todavía, dentro de esas partes, hay
partes y complementos de las mismas.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Señor Ministro, en primer lugar, constatar la
validez de los a veces denostados mecanismos informales de consulta. Creo
que en este caso se viene demostrando desde la reunión de Trevemünde,
siguiendo por la de Sevilla y por esta de Williamsburg.

También quiero decir algo que me parece importante y necesario en un día
como hoy, en un día en que estamos oyendo a algunos responsables
políticos hablar de que el acuerdo que se alcanzó ayer para la antigua
Yugoslavia, y el protagonismo que en él ha correspondido a los Estados
Unidos de América, supone un humillación para los europeos. Creo que
lejos de una humillación lo que debe suponer es un estímulo para que los
europeos se sigan esforzando en la construcción de una identidad europea
de seguridad y de defensa de la que hoy carecemos, y que es precisamente
esa carencia la que ha impedido que Europa pueda jugar el papel que la
inmensa mayoría de los europeos piensan que les correspondía.

Pero quiero constatar también algo que me parece importante decir hoy,
y es que, por lo general, son precisamente aquellos que alzan su voz
hablando de humillación, de fracaso europeo, los que más piedras ponen
en el camino de esa construcción de una identidad europea de seguridad
y defensa, los que más argumentan en contra del desarrollo de esas
capacidades europeas, los que adoptan una actitud más inmovilista.

El Ministro se ha referido a la importante, yo diría importantísima,
Cumbre de Bruselas de enero de 1994. En ella se planteaban tres
cuestiones, a mi juicio, esenciales. En primer lugar, unos retos, en la
línea de cumbres anteriores, que requerían reformas en profundidad de la
Alianza, y se decía en la propia Cumbre. En segundo lugar, se creaba un
instrumento, que era la asociación para la paz, para establecer un marco
de entendimiento, de colaboración, y también, por qué no decirlo, de
preparación para una eventual incorporación de algunos países a la
Alianza. Y, en tercer lugar, dentro de ese proceso de hacer la OTAN más
flexible y hacer las capacidades de la OTAN disponibles para otras
funciones, para fines de paz, etcétera, se lanzaba el concepto de fuerza
operativa combinada conjunta, la CJTF.

Me da la impresión de que sobre lo dicho en Bruselas se ha avanzado poco,
y lo que se había avanzado se ha devaluado en los meses siguientes porque
se cruzó por medio un impulso desaforado, unilateral y no en el carril
paralelo al objetivo de la ampliación de la OTAN como un fin en sí mismo.

Creo que ahora las aguas han vuelto a su cauce y se ha iniciado un
proceso donde todo se contemple en paralelo: la ampliación de la OTAN,
por una parte, las reformas necesarias, el desarrollo de la fuerza
operativa conjunta combinada y el establecimiento, como ha dicho el
Ministro, de un marco de creación de unas estructuras de cooperación de
una asociación estable con la Federación Rusa.

Quisiera señalar algo que me sugiere la intervención del Ministro y
algunas de las intervenciones que se han producido aquí esta mañana.

Señalar que no es que europa no tenga una política de defemsa común, es
que ni siquiera tiene una definición de sus intereses estratégicos y de
seguridad, que sería lo básico para, a partir de ahí, desarrollar esa
política de defensa común; intereses de seguridad comunes que parecerían
lógicos en un conjunto como la Unión Europea, que tiene en juego unos
intereses económicos y comerciales que proteger.

Además, señalar que en el papel o en la existencia de la Alianza
Atlántica se dan dos componentes. Por una parte, un componente al otro
lado del Atlántico, donde la existencia y la participación en la OTAN
supone una proyección de la política exterior y de seguridad de los
Estados Unidos; supone una proyección de sus intereses geoestratégicos,
al margen de que sea un esfuerzo de solidaridad en su momento con los
países europeos. Pero en la parte europea no supone esa proyección de
unos intereses geoestratégicos que no están definidos, sino que supone
más bien sentirse parte de una alianza, evidentemente, pero sentirse
protegidos por unas garantías de seguridad. Creo que en el mundo actual
esto se sostiene difícilmente y que hay que buscar otros elementos y
otras razones de ser a la permanencia de esos vínculos y de esas
relaciones.

Se da la paradoja de que la existencia, el impluso y el amntenimeinto de
la Alianza Atlántica para los Estados Unidos es una dimensión de sus
intereses y una proyección de su liderazgo, y es, al mimso tiempo, una
expresión de esa frase famosa: «put America first», poner a América en
primer lugar; mientras que desde Europa no tenemos una concepción
equivalente en el sentido de poner Europaprimero, a partir de la cual
podríamos definir qué papel juega en esa definición europea la existencia
de la OTAN y nuestra relación con Estados Unidos tendríamos probablemente



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un valor mucho más sólido y mucho más consistente que el que pueda tener
hoy en día. No tenemos esa definición de intereses estratégicos, de los
medios correspondientes; no hay un ejercicio --y parece necesario
hacerlo-- que sitúe a la OTAN como instrumento esencial, porque lo es,
de la seguridad europea y de la cooperación transatlántica, después de
definir cuál es el instrumento propio de los europeos, que sería,
evidentemente, al día de hoy, la UEO, según parece. Creo que se ha
avanzado bastante en ese sentido y que la reciente reunión de Madrid algo
ha contribuido a ello.

No creo, copmo algunos lo hacen, que una línea de trabajo en este sentido
suponga un debilitamiento de la OTAN. No nos engañemos. Del mismo modo
que un proceso de integración en el Magreb, por poner un ejemplo, en modo
alguno supondría un debilitamiento de las relaciones euromagrebíes,
tampoco esto se va a producir aquí. Lo que sí se va a producir, y parece
lógico que se produzca, es un reequilibrio de los liderazgos. Europa está
también necesitada de un liderazgo colectivo que probablemente al día de
hoy es utópico plantearlo, pero tendríamos, cuando menos, que hacer el
ejercicio común de definierlo como abjetivo y salir de algunas
ambigüedades en las que nos movemos en el día de hoy.

Coincido plenamente con lo que ha expresado el señor Ministro con
relación al Mediterráneo. Fue muy importante el primer paso dado por la
Alianza en el sentido de abrir un diálogo con algunos países del
Mediterráneo; yo creo que hay que definir claramente los objetivos.

Estamos viendo que en Europa había un proceso de proyección de
estabilidad hacia el Este, pero no se estana haciendo un ejercicio
silimar hacia el Sur, con lo cual se estaba indirectamente generando un
vacío en el Sur. Sería conveniente abrir un diálogo dirigido a crear un
clima de confianza, no a ampliar la OTAN hacia el Sur; me parecería una
aberración plantearlo así. Crear un clima de estabilidad, de cooperación,
de entendimiento, de confianza en el Mediterráneo me parece
imprescindible para que quede claro que ni el Sur es una amenaza para la
OTAN, ni la OTAN o europa es una amenaza para el Sur, y eso solamente se
hace a través del diálogo y del entendimiento, y se debe hacer de manera
gradual. En eso coincidimos también plenamente con el señor Ministro.

Por lo que se refiere a la ampliación, antendemos que la voluntad
expresada por algunos países es absolutamente legítima. La ampliación es
inevitable y debe realizarse en los términos y con las cautelas que ha
señalado el señor Ministro. Yo repetiría aquí las palabras pronunciadas
no hace muchos meses por el Presidente Havel, que era el primero que
solicitaba una clarificación de cómo iba a ser en el futuro esa OTAN a
la que ellos se querían incorporar. Solicitaba precisamente que ese
proceso de transformación de la Alianza se clarificase desde ya, para
saber qué estructuras, qué mecanismos y qué funcionamento iba a tener esa
Alianza Atlántica.

Respecto al CJTF, me gustaría saber, señor Ministro, qupe grado de
avances ha habido y en qué medida existe un bloqueo por discrepancias
entre las posiciones de algunos países, y en particular la posición de
Francia con realción a la puesta en marcha del CJTF. En relación a este
tema aprovecharé mi intervención para aclarar al señor Ríos algunas
cuestiones.

El señor Ríos ha dado un paso importante; ha señalado --repito sus
palabras literalmente--: más UEO, menos OTAN. Yo creo que eso ya
establece un territorio de entendimiento entre nuestras fuerzas
políticas. Además, el señor Ríos ha hecho un interpelación del papel del
CJTF que yo querría clarificar. Precisamente lo que va a permitir el CJTF
es que la OTAN pueda actuar de una manera flexible; que los recursos y
capacidad de la OTAN puedan ser puestos a disposicicón de la Unión
Europea, por ejemplo, o de la UEO, es decir, para actuaciones a menos de
16 miembros; va a permitir también que esos recursos y capacidades --y
ahora lo vamos a ver, ya se ha visto de hecho en la antigua yugoslavia--
puedan ponerse a disposición de algo que no es la estructura militar
integrada, que no es la OTAN siquiera, que es bastante más, es incorporar
a la Federación Rusa o a Ucrania a otros países como Pakistán que
probablemente van a estar participando en esas operaciones, que no están
en la Alianza Atlántica y que, por tanto, no formarán jamás parte de la
estructura militar integrada. Yo creo que el desarrollo de ese concepto
es esencial para poder utilizar esos recursos y capacidades porque, si
no, no estarían ahí y su no utilización provocaría la necesidad de
desarrollar capacidades propias o provocaría la obsolescencia absoluta
de la Alianza que, además, necesita el CJTF para sus propias actividades,
para las actividades a los 16 miembros, sin someterse al artículo 5. Un
artículo 5 --y con esto comento algo que ha dicho el portavoz del Grupo
Popular...




El señor PRESIDENTE: Señor Estrella, le ruego concluya.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Voy a terminando, señor Presidente. Un
artículo 5 que va a seguir haciendo referencia a la parte orgánica de la
Alianza Atlántica; va a estar ahí, pero no creo que en un futuro sea
previsible que vaya a haber una oportunidad --afortunadamente-- de
recurso al mismo. Por tanto, dejémoslo donde está. Parece lógico avanzar
hacia una OTAN más flexible, en donde siga existiendo el artículo 5, pero
se pueda actuar al margen de la estructura militar integrada, como se
viene demostrando.

Finalmente, señor Presidente, entendemos que hay que poner fin a la
ambigüedad en lo que se refiere a la necesidad de dotar a Europa de una
política exterior y de seguridad común efectiva; hay que poner fin a la
ambigüedad en lo que se refiere a esa urgencia de proceder a la reforma
de la OTAN, que entiendo que deberá incorporar --como ha apuntado el
Saclant-- estructuras funcionales y regionales menos voluminosas en
cuanto a los medios de que se disponen.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Agradezco a los señores
portavoces su contribución



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al enriquecimiento de la reflexión que hemos tenido los ministros de
Defensa sobre todas estas cuestiones en nuestra reunión informal anual.

En efecto, como he dicho en mi intervención anterior, estas reuniones son
importantes, tanto porque no entrañan la necesidad de adoptar ningún
acuerdo, cuanto porque permiten poner en común, con un cierto grado de
libertad, los análisis que cada uno de los países que representamos los
ministros de Defensa realizamos sobre nuestras políticas de seguridad y
sobre la evolución de las organizaciones internaciones de las que
formamos parte. Desde esa perspectiva, que es, en efecto, la que impregna
el desarrollo de nuestras reuniones, hemos tratado las cuestiones que
presenté y a las que SS. SS. han aludido. Voy a procurar hacer una
referencia a las reflexiones, preguntas y planteamiento de cuestiones que
me han hecho los señores portavoces.

El señor Rupérez plantea la necesidad de encontrar un punto de equilibrio
que nos permita avanzar hacia la ampliación de la Alianza Atlántica, bien
es verdad que admitiendo la necesidad de hacerlo con prudencia, pero la
necesidad de avanzar, insisto, decididamente en términos de ampliación.

Creo que es muy importante, y perfectamente legítima, la pretensión de
los países del Este de Europa en el sentido de ese avance decidido hacia
la ampliación, porque me parece que es una garantía de estabilidad
europea a través de la consolidación de nuestros sistemas de seguridad
común. Por consiguiente, junto con los demás ministros, hemos estado de
acuerdo en esa necesidad de avanzar en el estudio de la ampliación y la
concreción de dicha ampliación de la Organización Atlántica. También es
verdad --y aquí es posible que haya una percepción diversa-- que hemos
puesto de manifiesto la necesidad de hacerlo con mucha prudencia para
garantizar que cuando se acometa de verdad la ampliación en sus
diferentes procesos (porque sin duda se van a producir varias fases
cuando entremos a concretar la ampliación de la Alianza hacia el Este)
se pueda hacer sin artificiosidad y sin el debilitamiento de nuestra
Organización.

En Williamsburg se constató cómo se había avanzado en una serie de
cuestiones relativas al modo de realizar la ampliación, a la exigencia
de requisitos necesarios para poder realizar la ampliación, aunque
todavía --también lo hemos constatado-- no se llegó a una fase que
permitiera, por ejemplo, identificar qué países se van a incorporar
directamente a la ampliación. Si bien es verdad que hay un cierto
consenso o una cierta intuición --quizá algo más-- acerca de que los
primeros países que se incorporarían serían los países del grupo de
Visegrado que ha citado el portavoz, señor Ríos.

En cualquier caso, a mí me parece que son importantes --y ésta es la
postura que mantuvimos allí-- dos cuestiones en relación directamente con
la ampliación. La primera de ellas, la necesidad de que estos países
adapten sus estructuras a las de los países de la Alianza, tanto en
términos de control democrático de las Fuerzas Armadas, cuanto en
términos de doctrina y organización. Sobre el particular, creo que los
países de la Alianza hemos encontrado una idea común básica para que el
proceso de ampliación pueda avanzar. Pero hay otra cuestión que me parece
importante --ya se ha hecho referencia a ella aquí también-- y es que el
proceso de ampliación ha llegado a un punto en el que puede ser
condicionado por el estudio a largo plazo. Me parece que es necesario
avanzar todavía en ese estudio a largo plazo acerca del futuro de la
Alianza antes de enfrentarse con un sistema de ampliación que puede
resultar de mucha envergadura. Probablemente, como decía el señor
Estrella, hasta el momento no existe un suficiente grado de coordinación
entre los diferentes procesos de mayor envergadura que la Alianza está
enfrentando en este momento, que son precisamente estos dos: por un lado,
revisión de sus estructuras y, por otro, ampliación hacia el Este. La
desconexión que hasta ahora se ha producido ha puesto de manifiesto que
es necesario avanzar más en el estudio de la revisión de las estructuras
de la organización antes de enfrentarse con la ampliación hacia
determinados países. Entre otras cosas, a nosotros, en concreto, como a
Francia, nos plantea algunos problemas de carácter especial, y por eso
yo manifesté una particular insistencia en la necesidad de conectar los
dos procesos, porque nos podríamos encontrar con una vinculación genérica
o específica de países que proceden del antiguo Pacto de Varsovia
vinculados a la Alianza a través de estructuras tradicionales de las que
nosotros no formamos parte y que pudieran colocarnos en determinada
situación especial o peculiar, no diré en inferioridad de condiciones,
con respecto a esos países.

Por consiguiente, nos parece necesario que, sin alargar innecesariamente
los plazos, se avance en el estudio a largo plazo antes de acometer el
proceso de ampliación en las fases concretas que, a partir del 1 de enero
de 1996, habrían de comenzar. La aplicación prudente de los plazos
permitiría obtener, finalmente, un efecto que me parece necesario, que
es el de explicación las estructuras políticas y a la opinión pública,
especialmente a la Federación Rusa, acerca del contenido de la Alianza
en su estructura actual y de la ampliación que pretendemos. Es obvio --y
así lo hemos visto claramente los países de la OTAN-- que por parte de
la OTAN no se va a admitir, como no lo admiten los países del antiguo
Pacto de Varsovia, ningún veto de la Federación Rusa hacia la
incorporación de estos países a la Organización Atlántica. Pero es obvio,
también, que es necesario limar asperezas y despejar inquietudes de Rusia
respecto a la incorporación de sus antiguos aliados a esta organización.

Como digo, la conexión entre los dos procesos en marcha, fundamentales
para el futuro de la Alianza, permitiría también trabajar en el sentido
en el que ya se ha trabajado --parece que de una manera bastante
insistente-- a lo largo del año 1995.

Respecto al diálogo mediterráneo, el señor Rupérez ha planteado un par
de cuestiones muy concretas. Yo creo que no existe tensión entre Italia
y España en relación con un hipotético liderazgo de este diálogo. La idea
de introducir a la OTAN en el diálogo mediterráneo es una idea española,
es una idea de la reunión informal de Sevilla, que luego se formaliza.

Pero España vería con buenos ojos cualquier iniciativa de cualquier otro
país, ribereño o no del Mediterráneo, que intentara profundizar en los
sistemas de cooperación y de diálogo, que es, en definitiva, la



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cooperación que está haciendo por el momento la Alianza Atlántica con los
países de la ribera sur del Mediterráneo.

Italia presentó una iniciativa, fundamentalmente definida por referencia
a la actual asociación para la paz, y al conjunto de los países con
intereses especiales en el Mediterráneo nos pareció que era una
iniciativa todavía no madura. Quizá esto lo prueba la circunstancia de
que mi colega italiano se comprometió en Williamsburg a remitir un
documento que recogiera expresamente los contenidos de su iniciativa
específica para el Mediterráneo, y a la fecha de hoy ese documento
todavía no ha sido remitido a los diferentes países. Aquí no hay un
problema de liderazgo, no hay un problema de rechazo de cualquier
iniciativa dirigida a profundizar en la cooperación mediterránea; antes
bien, la política del Gobierno español es muy clara en sentido contrario.

Hay necesidad de concretar los factores de esa cooperación cuando se
quiere dar un paso, que nos parecía sustancial, sobre el particular;
pero, como decía, los contenidos todavía no los conocemos. Quizá algunos
de los países mediterráneos que nos reunimos con nuestro huésped --ésa
era la razón de la presencia de Estados Unidos en la reunión específica
de algunos países mediterráneos a la que me he referido-- tienen algún
planteamiento dirigido más hacia la cooperación bilateral que hacia la
cooperación multinacional. Es obvio que me estoy refiriendo al caso de
Francia; no es el caso de España. Nosotros promovemos, en todas las
organizaciones de las que formamos parte, políticas u organizaciones de
carácter defensivo, el acercamiento a los problemas del Mediterráneo como
un elemento para asegurar la estabilidad a través de la cooperación.

El señor Rupérez reflexiona sobre el estudio a largo plazo. Yo creo que
el estudio a largo plazo es una tarea de grandes proporciones, quizá de
mayores proporciones previsibles una vez que se ha iniciado el estudio
de lo que estaba planteado en un principio, que podría desembocar en una
reestructuración general de las actuales estructuras, incluso de la
estructura militar integrada de la Alianza. Por eso se ha distribuido en
varias fases, fases que por otra parte se están cumpliendo, pero todavía
no hay una referencia final común, salvo hipótesis diferenciadas, que
pueda ser siquiera debatida por parte de los países miembros. Lo que
pusimos de manifiesto en Williamsburg fue la necesidad de seguir
reflexionando y de seguir avanzando en la elaboración del estudio a largo
plazo, del LTS.

Me he referido a la necesidad de adaptar la Alianza a una nueva
situación. Creo que la Alianza necesita --todos estamos de acuerdo con
esto, pero quizá con diferente intensidad-- una mayor flexibilidad para
poder afrontar los riesgos multidireccionales que en este momento estamos
percibiendo, y que están identificados en parte, no en su totalidad, en
el concepto estratégico definido por la Alianza en 1991. La necesidad de
enfrentarse con la nueva situación geoestratégica, la necesidad de
afrontar estos riesgos multidireccionales es la que está obligando, y a
mí me parece que va a obligar finalmente, a una revisión de las
estructuras atlánticas.

En cualquier caso, hay que armonizar posiciones, reforzar las estructuras
y modernizarlas seguramente para que la Alianza pueda cumplir sus
funciones de futuro. Yo creo que ejercicios como el de Bosnia ponen de
manifiesto las ventajas de las posibles estructuras funcionales, pero
ésta es una cuestión sobre la que habrá que avanzar todavía mucho más
para definir el problema.

A mí me parece que avanzar en ideas como la del concepto de fuerza
operativa conjunta combinada, CJTF, no supone tocar de una manera
negativa la sustancia de la alianza contenida en el artículo 5 o en el
Tratado de Washington. La finalidad de la propuesta del nuevo concepto
no es otra que la de facilitar la realización de operaciones de
contingencia, con la posible participación de naciones que precisamente
no pertenecen a la estructura de la Alianza, no pertenecen a la
Organización Atlántica. Este modo de funcionamiento es justamente lo que
vamos a ensayar precisamente con la implantación del plan de paz en la
antigua Yugoslavia. En términos concretos, el CJTF lo que pretende es
proporcionar a la Alianza la capacidad de disponer de unos cuarteles
generales conjuntos, específicamente diseñados para operaciones de
mantenimiento de la paz o para la realización de otras contingencias.

Creo que (y así lo ha decidido la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno
cuando aprobó justamente el que comenzara a trabajarse sobre este
concepto) esto contribuye a reforzar la identidad de seguridad y de
defensa europea, porque estos cuarteles generales específicos y flexibles
podrán ser utilizados, según la oportunidad, ya por la OTAN, ya por la
UEO, y tienen una finalidad muy importante, como ya destacaba al
principio, que es la de permitir la participación y la integración con
una unidad de mando, que se ha advertido cada vez más necesaria, y me
remito a la experiencia de Bosnia, de fuerzas de países que no pertenecen
a la Organización Atlántica.

Desde esta perspectiva me parece que el trabajar en la definición está
encontrando algunas dificultades, con respecto de las cuales no creo que
pueda hablarse, en absoluto, de bloqueo. Avanzar en la definición del
CJTF será bueno desde la perspectiva de la Alianza, desde la perspectiva
del cumplimiento de determinadas misiones que hoy aparecen como misiones
más frecuentes, y desde la perspectiva del reforzamiento de la identidad
de la seguridad y defensa europea. Precisamente en esta última
perspectiva es en la que me ha parecido que se sitúa el portavoz señor
Mardones. A S. S. le preocupa la potenciación de la UEO, o lo que pudiera
entenderse como una insuficiente potenciación de la UEO, y en definitiva
las relaciones de la UEO con OTAN, por una parte, y con la Unión Europea,
por otra.

Yo creo que se ha avanzado de una manera muy importante en el último
Consejo de Ministros de la Unión Europea que celebramos la semana pasada
en Madrid, y se ha avanzado desde las dos perspectivas. La prioridad que
podría llamarse fundamental de la Presidencia semestral española de la
UEO fue la de conseguir la definición de una --y voy a decirlo de una
manera un tanto artificiosa por lo que luego indicaré-- naturaleza de la
UEO para que sobre ella pudiera reflexionar la Conferencia
Intergubernamental de 1996, cumpliendo el mandato que nos habían dado los
jefes de Estado y de Gobierno.




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Aunque con alguna artificiosidad, yo creo que esto sí que se ha
conseguido, sin perjuicio de las diferentes posiciones que son
generalmente conocidas, y que tuve ocasión de exponer hace muy poco
tiempo con posterioridad a la reunión del Consejo de esta Cámara, lo
cierto es que el esfuerzo realizado ha permitido una síntesis que, a su
vez, proporciona un elemento de reflexión muy importante para la
Conferencia Intergubernamental en relación con la naturaleza de la UEO,
en relación con la UE, u OTAN, o, lo que es lo mismo, el grado de
convergencia entre unas y otras organizaciones.

Es obvio que aquí los países hemos mantenido una postura global, que es
la postura que hemos definido como intermedia, o que el otro día
definíamos como la primera opción de la segunda hipótesis, pero hay dos
opciones muy minoritarias: una opción más autonomista y una opción que
prefiere una convergencia mucho más intensa y más rápida en el tiempo.

España se sitúa en la opción intermedia, que creemos que es la más
realista y la que probablemente tenga que ser la que tome en cuenta la
Conferencia Intergubernamental de 1996. Pero creo que ya hay un mérito
tras esto, que es el mérito de todos los países miembros de la UEO de
haber conseguido proporcionar una síntesis, aunque sea a través de tres
hipótesis diferenciadas, para la reflexión de la Conferencia
Intergubernamental. Esto no es poco. Se ha hecho un gran esfuerzo con un
buen resultado, y éste y otros resultados del trabajo semestral de la
Unión Europea Occidental permiten, entre otras cosas, salvar algunas de
las inquietudes que el señor Mardones planteaba en el sentido de la falta
de refuerzo de lo que llamaríamos el pilar europeo de la Alianza.

Contestando al señor Ríos, creo que en el año que hatranscurrido hemos
avanzado bastante. Lo comprobaremos la semana que viene cuando nos
reunamos los ministros de Defensa en Bruselas para tratar las cuestiones
del año y algunas otras vistas en Williamsburg o que se nos presentan
como más importantes en la presente coyuntura, como es el caso del plan
de implantación de la paz, en el que trabajaremos la semana que viene.

Su señoría dice que por qué plantearse un mayor reforzamiento de la
Organización Atlántica. Yo creo que las razones están claras. Esto
favorece la estabilidad y es, como se ha dicho por parte de otro de los
portavoces, una legítima pretensión de los países del Este de Europa;
para algunos ésta es una pretensión que presentan como verdaderamente
vital. Yo creo que no sólo es inevitable, sino que es conveniente el
reforzamiento a través de la ampliación de la Alianza. Es verdad que me
parece que es bueno, como antes he explicado, que esa ampliación deba
hacerse con prudencia y resolviendo algunos problemas que tienen que ver
con procesos paralelos de reorganización de la Alianza Atlántica, y me
parece muy importante, como al propio señor Ríos, que vinculemos de
alguna manera, siquiera sea a través de la información que despeje
inquietudes, como también antes decía, a Rusia, que, sin embargo, puede
participar por la vía de los sistemas de los que nos hemos dotado en
operaciones como la de la antigua Yugoslavia, lo cual me parece muy
importante desde el punto de vista de la consolidación de los sistemas
de defensa europeos.

Ya he explicado en qué consiste el concepto de las fuerzas operativas
combinadas conjuntas y, por consiguiente, me parece que están claras un
par de cuestiones que, en relación con ello, planteaba el Diputado señor
Ríos.

Respecto al Mediterráneo, puede decirse que, por parte de España, por
parte de los países mediterráneos y probablemente en este momento
también, con mayor o menor interés, por parte de los países que están en
nuestras organizaciones, también en las defensivas, cada vez se está
tomando con más interés la cooperación con los países del Norte de
Africa.

En este sentido, hay que decir que, además del esfuerzo español, que es
muy claro en el término de la cooperación bilateral, multilateral o
incluso en el de la convocatoria de la conferencia euromediterránea que
se celebrará próximamente en Barcelona, la posición de España es clara.

Los instrumentos de cooperación a través del diálogo, con objetivos
definidos y concretos --luego me referiré a la cuestión-- que se han
establecido desde la OTAN también son claros, y finalmente entiendo que
en este momento prácticamente todas las organizaciones de carácter
multinacional que están trabajando en el terreno político, defensivo o
de la seguridad en Europa tienen programas de actuación en relación con
el Mediterráneo. Incluyo a la Unión Europea, a la OTAN, a la Unión
Europea Occidental o incluso a la OSCE.

Estoy de acuerdo --ya lo he indicado-- con respecto a lo que sugería el
portavoz señor Estrella. Da la impresión de que los dos grandes procesos
de la Alianza han estado de alguna manera descoordinadas. Desde octubre
se han hecho esfuerzos en la coordinación, estimo que son
interdependientes, y sobre todo el proceso de ampliación no se puede
perder de vista el estudio a largo plazo, de la misma manera que creo que
ese estudio a largo plazo debe tener en cuenta la futura incorporación
de otros países a la Alianza.

Ha habido importantes avances en el Consejo de la UEO como para que pueda
empezar a hablarse no de una defensa común en Europa, ni tampoco de una
política de defensa común en Europa, pero sí de una reflexión común
europea acerca de los riesgos que establecen nuestras bases de política
de seguridad y de defensa.

En este sentido, lo más importante, junto con la aportación a la
conferencia intergubernamental del Consejo de Ministros de la UEO, es la
reflexión común sobre la seguridad europea hecha nada menos que por 27
países en un plantemiento que me parece muy importante desde el punto de
vista de la posibilidad de obtención de un consenso sobre la seguridad
europea que se manifiesta justamente en este estudio.

Finalmente, señor Presidente, señorías, en relación con la cooperación
mediterránea, en enero de 1994, por parte de la OTAN se decide iniciar
los contactos directos con algunos países del Norte de Africa y de
Oriente Medio. Estos contactos se mantienen reiteradamente durante 1995.

Los países con los que la OTAN está manteniendo contacto en este momento
son Egipto, Israel, Marruecos, Mauritania y Túnez, antes de pasar a una
fase ulterior en la que estarían Argelia, Líbano, Jordania y Siria.




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De estos primeros encuentros, que son rondas de diálogo, se deduce, nos
ha parecido, el interés demostrado por los países interlocutores hacia
esta iniciativa emprendida por la Alianza Atlántica, que es de expresión
y de explicación de su organización y de sus estructuras de defensa. Es
importante decir que se ha apreciado la voluntad de diferenciar este
diálogo por parte de la OTAN con respecto del diálogo que realizan estos
países con otras organizaciones, señaladamente la Unión Europea
Occidental, y se ha podido poner de manifiesto la preocupación de los
países miembros de la OTAN y recibir, por consiguiente, la inquietud de
los países de la ribera sur del Mediterráneo acerca de que no hay
estabilidad sin cooperación, cooperación que se plantea tanto en términos
económicos o financieros cuanto en términos de carácter político o en
términos de explicación de nuestras políticas de seguridad.

Con esto, señor Presidente, creo haber participado en las reflexiones de
los señores portavoces.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.




--ULTIMOS ACONTECIMIENTOS QUE SE HAN PRODUCIDO EN LA ANTIGUA YUGOSLAVIA.

A SOLICITUD DEL GRUPO POPULAR. (Número de expediente 213/000678.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al siguiente punto del orden del día:
Comparecencia del Ministro de Defensa para explicar los últimos
acontecimientos que se han producido en la antigua Yugoslavia.

El señor Ministro tiene la palabra a estos efectos.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Es importante poder
hablar en la Comisión de Defensa y compartir con SS. SS. las buenas
sensaciones que tenemos hoy, día siguiente a aquel en que se rubrica un
acuerdo de paz para Bosnia-Herzegovina que pone fin a una larga
confrontación entre los países de la antigua Yugoslavia y que ha
provocado muchas desgracias: 250.000 muertos y varios millones de
personas desplazadas de su lugar de origen o de residencia.

Desde ayer nos encontramos en un momento en el que se puede ser optimista
sobre el acuerdo de paz alcanzado entre todas las partes en conflicto y
que, no obstante, ha de ser ratificado en la conferencia internacional
de paz que se celebrará en París en fecha próxima.

El proceso seguido hasta llegar a esta situación, para responder a la
situación de la antigua Yugoslavia que es el contenido del requerimiento
de que ha sido objeto, puede decirse que comenzó la pasada primavera, al
menos en sus últimas fases.

Como recordarán SS. SS., en mayo se produjo la toma de Eslavonia
occidental por Croacia, seguida por una ofensiva musulmana en las
inmediaciones de Sarajevo y una posterior contraofensiva serbobosnia que,
a su vez, provocó la reacción aliada de efectuar ataques aéreos contra
sus posiciones. Estos ataques fueron respondidos con la retención de
cascos azules y de observadores de Naciones Unidas por los serbobosnios.

Por ello, la comunidad internacional decidió el 3 de junio, en París, la
creación de la fuerza de reacción rápida, capaz de proteger a las fuerzas
de paz, capaz de facilitar su redespliegue y de asegurar su libertad de
movimiento.

El 11 de julio, los serbobosnios tomaron el enclave de Sbrenica y pocos
días después el de Zepa. Diez días más tarde, el día 21, en la reunión
ministerial de Londres se adoptaron medidas para poner fin a estas
acciones, destacando entre ellas la posibilidad de utilización del poder
aéreo aliado como forma de aliviar la presión sobre Sarajevo y para
defender el enclave de Gorazde. A primeros de agosto, el ejército croata
inició una ofensiva sobre las Krajinas, que finalizó a los pocos días con
la recuperación de este territorio. De este modo, el Gobierno de Zagreb
pasó a dominar la práctica totalidad de Croacia, con la excepción de la
Eslovenia oriental.

El 28 de agosto, como conocen SS. SS., se produjo el segundo bombardeo
sobre el mercado de Sarajevo, con el trágico resultado de más de 30
muertos y más de 100 heridos.

En la madrugada del día 30, la fuerza multinacional puesta a disposición
de Naciones Unidas comenzó una serie de ataques aéreos sobre objetivos
serbobosnios, en una operación dirigida por la OTAN que se prolongaría
hasta el 20 de septiembre y cuyas consecuencias fueron desastrosas para
el Gobierno de Pale, que hasta entonces era el principal responsable de
los obstáculos opuestos al plan de paz.

Aprovechando estas circunstancias, a finales del verano las fuerzas de
la federación croato-musulmana lanzaron una ofensiva sobre Bosnia
noroccidental, consiguiendo importantes ganancias territoriales. Al
finalizarla, el territorio de Bosnia-Herzegovina controlado por cada una
de las partes, serbobosnia y croato-musulmana, se aproximaba al 50 por
ciento, poniendo fin de este modo al anterior desequilibrio en favor de
los serbobosnios y adaptándose mejor las cifras propuestas en el plan de
paz redactado por el denominado Grupo de Contacto.

A la vez que se sucedían estos hechos, la Administración norteamericana
lanzaba una fuerte iniciativa diplomática basada en los planes del Grupo
de Contacto, pero iniciativa más flexible y realista, con objeto de poner
las bases para un acuerdo de paz que debería ser sancionado por las
partes del conflicto en el marco de una conferencia internacional. Esta
iniciativa de paz adquirió consistencia y dio lugar, en septiembre, a un
acuerdo de principios básicos que establecía el marco constitucional y
las bases para las celebración de elecciones libres y democráticas en
Bosnia-Herzegovina. Pero las partes querían seguir obteniendo ventajas
sobre el terreno de cara a la próxima negociación. Por ello, hubo de
nuevo que ejercitar fuertes presiones. Fruto también de esta iniciativa,
el día 5 de octubre se firmó el acuerdo de alto el fuego en
Bosnia-Herzegovina; entró en vigor el día 12 del mismo mes de octubre con
una duración prevista de dos meses.

A partir de esa fecha, la situación militar se ha mantenido estable.

Prácticamente en todos los frentes la calma y la tranquilidad han sido
las notas dominantes, produciéndose



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algún incidente de fuego muy aislado, por lo que podemos considerar que
el alto el fuego se está respetando en todo el territorio, aunque las
fuerzas enfrentadas continuaban hasta hace pocos días realizando trabajos
para consolidar la defensa de las líneas alcanzadas, a la vez que
efectúan movimientos de redespliegue o los relevos de sus tropas que
consideran necesarios. Se mantienen las restricciones de movimiento para
Unprofor por parte del ejército bosnio-croata en el noroeste de
Bosnia-Herzegovina y en el nordeste por parte del ejército
bosnio-musulmán. Las unidades de la brigada multinacional francesa de la
fuerza de reacción rápida, acuarteladas ahora para el invierno en la zona
de Mostar, sufren, asimismo, restricciones de movimiento por parte del
ejército bosnio-croata, fundamentalmente en un paso fronterizo que se
llama Metkovic entre Croacia y Bosnia-Herzegovina. Persisten ligeras
amenazas contra la seguriad de miembros de Unprofor. Destacan la
advertencia las tropas británicas de una posible represalia de los
muhaidines por la muerte de uno de ellos por soldados ingleses, y las
posibles acciones de elementos incontrolados. El pasado día 6 de
noviembre, como recordarán SS. SS., siete soldados franceses resultaron
heridos a consecuencia de una de estas acciones.

A pesar de esta situación de aparente calma, todavía existen algunas
zonas que presentan ligera actividad, entre ellas destaca el corredor de
la Posavina y la bolsa de Gorazde, ambas en el norte de
Bosnia-Herzegovina. En el área de responsabilidad de la agrupación
española la situación es tranquila. Sólo se han registrado algunos
incidentes de fuego de arma ligera en las proximidades de Mostar y
explosiones esporádicas en zonas muy lejanas, lo que permite afirmar que
la seguridad de nuestros cascos azules está suficientemente asegurada.

Como resultado de todos estos acontecimientos, y tras gestiones intensas
por parte tanto de los Estados Unidos de Norteamérica como de la Unión
Europea, se llegó a las conversaciones de aproximación que se han
mantenido en los Estados Unidos y que han finalizado ayer al alcanzarse
un acuerdo de paz. En estas conversaciones han participado, como se sabe,
los líderes políticos de las partes enfrentadas y representantes
norteamericanos y de la Unión Europea. Mientras se realizaba esta
negociación diplomática, la Alianza Atlántica continuó realizando la
planificación militar para la aplicación del plan de paz. Por su parte,
la Unión Europea, junto a otras instituciones internacionales, participa
en la preparación de un programa de reconstrucción que proporcione
estabilidad a la zona desde el convencimiento de que una paz estable y
duradera sólo podrá alcanzarse una vez que se haya conseguido un nivel
mínimo de infraestructuras y servicios esenciales prácticamente
inexistentes en amplias zonas de Bosnia.

Las conversaciones de paz han versado sobre tres puntos principales: el
contencioso sobre Eslavonia oriental entre serbios y croatas, el
fortalecimiento de la federación de Bosnia-Herzegovina y, finalmente, el
plan de paz propiamente dicho con los arreglos constitucionales y con el
diseño del mapa del territorio como puntos claves.

Los dos primeros aspectos fueron resueltos con celeridad al menos sobre
el papel. El pasado día 9 musulmanes y croatas firmaron un acuerdo para
fortalecer su federación en Bosnia-Herzegovina. Este documento fija la
transferencia de responsabilidades a la Federación, proporciona normas
en materia fiscal, presupuestaria y de defensa, permite el regreso de
refugiados y desplazados a sus hogares y establece la reunificación de
Mostar.

El día 12, la amenaza de un posible ataque croata para recuperar
Eslavonia oriental quedó finalmente despejada tras la firma del acuerdo
básico sobre esta región. Este segundo documento, firmado, primero, por
los serbios y, después, por los croatas en Zagreb, establece un período
de transición de doce meses, prorrogable en la misma duración, tras el
cual Eslavonia oriental y otras zonas se reincorporarán a Croacia.

Naciones Unidas establecerá una administración de transición para
gobernar la región durante este período y autorizará el despliegue de una
fuerza internacional encargada de mantener la paz y la seguridad.

La administración de transición posibilitará el regreso de los refugiados
y desplazados, ayudará a establecer el normal funcionamiento de los
servicios públicos y cooperará en el establecimiento y entrenamiento de
una fuerza de policía de carácter temporal. Está previsto que en el plazo
de treinta días anteriores a la finalización del período de transición
se celebrarán elecciones que serán supervisadas por la comunidad
internacional.

El tercer punto de las conversaciones, es decir, el plan de paz
propiamente dicho, constituyó el núcleo central de las negociaciones, y
el acuerdo sobre el mismo se alcanzó ayer. A reservas del análisis que
resulte del documento definitivo, del que aún no disponemos, en principio
se preveía que el acuerdo recogiera fundamentalmente los principios
acordados en Ginebra y Nueva York: reconocimiento mutuo, respecto a las
fronteras, relaciones diplomáticas y once anexos con determinados temas
puntuales. Entre éstos últimos quisiera resaltar el correspondiente a la
situación militar, que incluye previsiones para el intercambio de
prisioneros, para la retirada de Unprofor y para el establecimiento de
la fuerza de implementación del plan de paz. Estos aspectos los trataré
con detalle posteriormente.

Otros anexos presentaron mayores problemas para su aprobación. El
correspondiente al reparto territorial, en particular lo relativo a
territorios de Bosnia occidental, y a la Constitución, en el que se
contemplan aspectos tan conflictivos como el reparto de poderes y el
control financiero y monetario en Bosnia-Herzegovina. El resto de los
anexos son más técnicos y se refieren a la cooperación en transportes
públicos, el resto de los monumentos, los derechos humanos, refugiados
y desplazados, la celebración de elecciones, el tribunal de arbitraje,
la policía internacional y el establecimiento de un alto representante
encargado de los aspectos civiles de la operación.

A continuación pasaré a informar a SS. SS. sobre uno de los aspectos
derivados del plan de paz, que por sus especiales características merece
ser definido con más detalle ante esta Comisión. Me refiero a la fuerza
de implementación del plan de paz.

En la cumbre de la Alianza Atlántica de enero del pasado año, los jefes
de Estado y de Gobierno de los países



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aliados reafirmaron su determinación de contribuir a la implementación
de un plan de paz que permitiera una solución viable y a la vez duradera
del conflicto de la antigua Yugoslavia. De conformidad con esta
resolución y ante la posibilidad de que pudiese alcanzarse un acuerdo de
paz, el Consejo Atlántico, en su reunión del pasado 29 de septiembre,
decidió encargar a las autoridades militares de la Alianza, con carácter
de urgencia, el planeamiento de una operación militar de apoyo a la
ejecución del plan de paz para la antigua Yogoslavia. La Alianza sería
la encargada de dirigir las operaciones en las que participarían fuerzas
OTAN y no OTAN para implementar los aspectos militares del acuerdo de
paz, y las autoridades militares asumirían las tareas de desarrollar el
concepto de las operaciones, proporcionar las estimaciones de fuerzas
necesarias y estudiar la forma de participación de Rusia y de otros
países no pertenecientes a la Alianza.

Posteriormente, el 11 de octubre, el consejo Atlántico aprobó el concepto
de operaciones elaborado por el Mando Supremo de las Fuerzas Aliadas en
Europa, y encomendó a las autoridades militares el desarrollo de un plan
de contingencia detallado basado en dicho concepto. Asimismo, se
autorizaron los contactos con la fuerza de protección de Naciones Unidas
en la antigua Yugoslavia para el planeamiento y se establecieron, con
carácter de urgencia, consultas formales y detalladas con las naciones
para determinar sus contribuciones de fuerzas.

El proceso de planeamiento sigue su curso y quedan todavía importantes
aspectos que desarrollar. Habrá que determinar cuestiones tales como el
sistema de generación de fuerzas, las relaciones entre autoridades, las
reglas de enfrentamiento, las medidas de seguridad, el modo de
financiación y otras cuestiones de detalle que permitan afrontar la
operación con garantías de éxito. Las misiones de la fuerza de
implementación del plan de paz serán básicamente: hacer cumplir los
términos del acuerdo de paz que se alcance entre las fuerzas en conflicto
y asegurar la retirada de las fuerzas de Naciones Unidas que no
participen en la operación.

La composición y estructura de la fuerza de implementación está aún por
determinar. El proceso de contribución de fuerzas de los distintos países
está siguiendo dos caminos paralelos: por un lado se trata de conocer la
participación de las propias estructuras de la OTAN y de los países
miembros y, por otro, la contribución y el modo de integración de países
no pertenecientes a la Alianza, con mención especial del caso de Rusia.

Ninguno de estos dos procesos se encuentra finalizado. Se conocen algunas
previsiones de contribución de algunos países de la Alianza, así como la
que parece ser modalidad final de participación de las fuerzas rusas en
la futura fuerza de implementación del plan de paz. Estos días se están
celebrando reuniones de la Alianza con los socios de la Asociación para
la Paz, con los países que contribuyen actualmente a las fuerzas de
protección de Naciones Unidas, que han expresado su deseo de
participación, y también con Marruecos en su calidad de Presidente de la
Organización de Países Islámicos. Espero que pronto podamos conocer la
participación de estos países y el modo de su integración en las
estructuras aliadas.

Puedo adelantarles, señorías, que según el estado actual del
planeamiento, la estructura del mando de la fuerza de implementación del
plan de paz estará basada en el cuerpo de reacción rápida del mando
aliado en Europa. Bosnia se dividirá en tres sectores, en los que se
desplegará respectivamente una división norteamericana, con cuartel
general en Tuzla, una división británica, con cuartel general en Gornji
Vakuf y una división francesa, con cuartel general en Mostar. En todas
estas fuerzas se integrarán los contingentes del resto de naciones
participantes. El Gobierno español, que desde el comienzo de las
operaciones de paz de Naciones Unidas en la zona decidió la contribución
activa y solidaria de nuestro país para la resolución del conflicto, ante
la eventualidad de un nuevo y decisivo paso en este proceso, pretende
mantener este compromiso. Por ello, y ya en su reunión del día 20 de
octubre pasado, el Consejo de Ministros acordó autorizar la participación
de unidades militares españolas en el planeamiento y, en su caso, en la
aplicación de un plan de paz en la antigua Yugoslavia bajo los auspicios
de Naciones Unidas.

Las unidades militares disponibles para dicha operación serán una
agrupación táctica terrestre, con unos 1.250 efectivos; una agrupación
naval con dos fragatas; una fuerza aérea formada por ocho aviones F-18;
dos Hércules de reabastecimiento en vuelo; un avión de transporte C-212,
y dos equipos de control aerotáctico, y además, personal para su
integración en los estados mayores y cuarteles generales que se
organicen. El despliegue de las unidades tendrá una duración de un año
a contar desde la transferencia del control al mando que dirija la
operación. Su entidad y composición podrá ir disminuyendo en función de
las circunstancias y podrá destacarse con carácter temporal a la zona,
además de los medios citados, un buque de aprovisionamiento y un avión
de patrulla marítima. La fuerza terrestre se encuadrará en la división
francesa. Pretendemos liderar una brigada multinacional en la que se
integren batallones de otros países. En los próximos días está previsto
mantener una reunión en el seno de la Alianza Atlántica, en la que se
determinará la estructura y composión que finalmente adopte la llamada
fuerza de implementación del plan de paz. Se trata, en definitiva, de
participar con las unidades actualmente desplegadas en la antigua
Yugoslavia que, con muy ligeras adaptaciones, podrán ser transferidas a
las fuerzas de implementación del plan de paz.

Concluyo, señor Presidente y señorías. Permítanme insistir en que el
proceso de constitución de la fuerza de implementación del plan de paz
no está finalizado pues aún quedan cuestiones que resolver que nos
afectan en gran medida. Somos conscientes de las dificultades que pueda
encontrar esta fuerza para llevar a cabo su misión en los territorios de
la antigua Yugoslavia, pero quiero resaltar que los esfuerzos de nuestros
soldados en la pacificación de la antigua Yugoslavia se ven recompensados
siempre por los miles de vidas humanas que se salvan y ponen de
manifiesto el espíritu solidario que desde siempre ha animado a nuestros
soldados, a nuestras Fuerzas Armadas y a nuestras gentes.




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El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, solicitante de la
comparecencia, tiene la palabra el señor López Valdivielso.




El señor LOPEZ VALDIVIELSO: Lamentablemente, parecía que la guerra
interesaba más que la paz, ya que después de meses de saturación en todos
los medios de comunicación, de información sobre los horrores de la
guerra en Bosnia-Herzegovina, el conflicto en la antigua Yugoslavia había
prácticamente desaparecido del centro de atención pública, cuando,
efectivamente, como ha dicho el señor Ministro, se han seguido
produciendo durante todo el verano y el comienzo del otoño
acontecimientos de extraordinaria importancia. Pero en fin, hoy, como ha
dicho el señor Ministro, es un momento especialmente oportuno para esta
comparecencia, es una feliz coincidencia que se celebre al día siguiente
en el que al fin se ha logrado, parece ser y esperemos, el fructífero
acuerdo de paz.

Por primera vez en los casi cuatro años que ha durado este conflicto, nos
encontramos ante una expectativa razonable y real de paz. Yo insisto,
como siempre lo he hecho, en la prudencia que aún deben mantener nuestras
afirmaciones y nuestras esperanzas, porque la experiencia en todos estos
años nos han demostrado que una cosa es lo que decían, incluso lo que
firmaban, y otra cosa muy distinta el comportamiento posterior en la
realidad. Pero, no obstante, ciertamente estamos ante una situación
distinta. Hay un hecho objetivo, no sólo compromisos o promesas, y por
eso yo creo que estamos en disposición de afirmar que la lógica de la
paz, como se ha dicho muchas veces que era lo deseable, empieza a
imponerse a la lógica de la guerra. Por primera vez, es cierto, además,
en el camino hasta llegar a este acuerdo de paz, ha habido un alto el
fuego que ha sido respetado por todos los contendientes. Por primera vez
ha habido unas negociaciones y una voluntad por parte de todas las
partes, y por primera vez hay realmente un verdadero acuerdo de paz.

Aun cuando, naturalmente, queden cuestiones importantes por resolver, se
ha producido ya un avance que tiene gran trascendencia y que demuestra,
como he dicho, que la lógica de la paz comienza a imponerse. Mi primer
mensaje, por tanto, es expresar la satisfacción --estoy seguro de que
compartida por todos los grupos parlamentarios de esta Comisión-- por el
hecho de que empecemos a ver la luz en este espantoso túnel de horror,
de sangre y de muerte en que se había sumido la antigua Yugoslavia y que
todos hemos contemplado estos años. Un túnel cuya travesía, a pesar de
todos los esfuerzos internacionales, ha durado demasiado y cuya salida
hacía tiempo que todos estábamos obligados a encontrar y deseando
encontrar.

Sin embargo, este sentimiento de satisfacción debe venir acompañado de
un sentido de la responsabilidad del momento. Es necesario repetir una
y otra vez que aun logrado el gran acuerdo de paz, eso sólo será el
primer paso para alcanzar una paz efectiva. Hay demasiadas heridas entre
los pueblos contendientes, agunas de ellas sangrantes, como para que la
mera estampación de una firma, por muy importante que sea, pueda acabar
instantáneamente con todas las tensiones y apagar todos los rescoldos.

Más que en el momento de la complacencia en sí misma --y ciertamente
estamos en la complacencia--, nos encontramos en el momento de la
responsabilidad, en el momento de redoblar los esfuerzos para que la paz
verdadera y duradera llegue a buen puerto. Y eso va a requerir mucho
esfuerzo, mucho trabajo, mucho apoyo por parte de todos en los próximos
meses.

Leí el otro día en un análisis publicado recientemente por el Incipe
sobre la opinión pública española y la política exterior y me llamó la
atención la sensación ambivalente que expresaba la opinión pública
española sobre nuestra presencia en el conflicto de Bosnia. Por un lado,
los ciudanos valoran muy positivamente la importante contribución que
nuestras Fuerzas Armadas han estado realizando para aliviar el
sufrimiento de la población civil en este conflicto pero, por otro, el
estudio de Incipe al que me refiero ponía de manifiesto también un
sentimiento de fracaso respecto a la política europea aplicada para
pacificar la zona.

Este dato de la opinión pública me lleva inevitablemente a una reflexión.

La opinión pública se daba cuenta de que el fracaso que estaba cosechando
Europa --naturalmente hoy cambia todo y posiblemente ese mismo estudio
daría unos resultados completamente distintos-- en el conflicto de la
antigua Yugoslavia era quizá consecuencia de que no se estaban poniendo
todos los medios para tomar las decisiones que pudiesen influir más
positivamente en su resolución. Naturalmente, al Gobierno español --lo
hemos dicho en alguna ocasión-- le correspondía una parte en ese fracaso
por ser precisamente quien representaba a España en todas esas gestiones
a nivel gubernamental. Y digo esto porque si hasta ahora hemos estado
responsabilizando al Gobierno español de la parte que le correspondía en
todo este proceso, creemos que justo es decir que a estas alturas, y
puesto que se ha conseguido un éxito, el Gobierno español y todas las
fuerzas políticas --no solamente la que le apoya, sino también los que
desde la oposición hemos estado planteando nuestras ideas y nuestras
reflexiones-- debemos ser copartícipes y reconocer la parte que en ese
éxito de ayer nos corresponde.

En esta guerra, en la que se ha producido tal cantidad de muertes y de
sufrimiento, es difícil que nadie en estos momentos esté tentado de
ponerse medallas --y digo esto a continuación de lo que acabo de
expresar--, ni el Gobierno español, ni la Unión Europea, ni los Estados
Unidos. Como decía el Ministro de Asuntos Exteriores en su última
comparecencia para hablar de este asunto, más que medallas hay que buscar
responsabilidades. Europa --y España como parte integrante y activa-- ha
hecho un enorme esfuerzo político y diplomático a favor de la paz, pero
ha hecho también un importantísimo esfuerzo militar para ayudar
humanitariamente y para contener los combates. Nadie puede discutir a
Europa --a pesar de que todo ha tardado más de lo que todos hubiésemos
deseado-- esos esfuerzos y sacrificios. Yo creo que España ha sido uno
de los países que más esfuerzo desde el punto de vista militar ha
realizado, especialmente si tenemos en cuenta las limitadas capacidades
militares de las que disponemos. La presencia de los cascos azules
españoles en el conflicto ha supuesto para nuestras Fuerzas Armadas,
especialmente



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maltratadas por la política presupuestaria del Gobierno en los últimos
años, un enorme esfuerzo y un enorme sacrificio. Y no sólo esfuerzo
económico o material, sino también humano --ahí están los heridos y los
muertos españoles en ese conflicto--. Esta Comisión ha reconocido y
agradecido reiteradamente --y en nombre de mi Grupo lo hago una vez más
hoy, que se ha firmado la paz-- la entrega, el esfuerzo y la eficacia con
que nuestros tres Ejércitos han desarrollado sus difíciles misiones en
este conflicto que esperemos haya terminado con la firma del día de ayer.

Pero todo este reconocimiento no puede ocultar una realidad menos grata.

La política europea en el conflicto de Bosnia-Herzegovina --y lo digo
hoy, con el acuerdo de paz firmado-- ha sido básicamente errónea. No es
éste, probablemente, el momento para realizar un análisis en profundidad
de las causas y los efectos de ese error, pero hay algunos datos que
resultan evidentes. Los distintos negociadores europeos han estado mucho
tiempo, más de tres años, negociando quizá con las personas inadecuadas
en los momentos inadecuados y en términos inadecuados. Tres años firmando
acuerdos que se convertían en papel mojado a las pocas horas de haberlos
firmado. Las fuerzas sobre el terreno han sido claramente
desproporcionadas para las misiones que se les encomendaban o que se les
imponían desde Naciones Unidas y, como consecuencia, esas fuerzas han
sido reiteradamente humilladas, atacadas o secuestradas en distintas
ocasiones. No ha existido, a nuestro juicio, la conexión necesaria entre
los elementos militares y los políticos diplomáticos, y todos estos
errores han conducido a lo que la opinión pública española y europea,
como decía antes, percibía como el gran fracaso de Europa en Bosnia,
percepción a la que en otras ocasiones nos hemos sumado. Aunque hoy es
posible que, como decía antes, esa percepción haya cambiado como
consecuencia de lo que se ha producido.

Ese fracaso, que hoy hay que relativizar, de Europa se ha puesto
especialmente de relieve a la luz de los últimos éxitos diplomáticos
norteamericanos, aunque a continuación y muy rápidamente quiero señalar
que no quiero caer en la simplificación --a la que antes, por otras
parte, se ha hecho mención--, muy extendida entre la opinión pública, de
pensar que la pacificación de Bosnia se debe al impulso ejercido por
Estados Unidos en los últimos meses. Desde luego, no caigo en esa
simplificación, porque no es verdad, porque la Administración
norteamericana ha cometido también a lo largo de los casi cuatro años de
conflicto importantísimos errores, vaivenes e indefiniciones. Por otra
parte, los europeos, como ya he dicho, hemos realizado muchas acciones
y aciertos sin los cuales es muy difícil que hoy pudiésemos estar donde
estamos en el proceso de paz. Es decir, que al final nadie debe apuntarse
medallas. Hay que reconocer lo que se ha alcanzado, pero tampoco podemos
olvidar --sobre todo porque de ahí se pueden extraer enseñanzas de cómo
se ha producido todo este proceso y qué parte de responsabilidad en lo
bueno y en lo malo han tenido Europa o los Estados Unidos-- que todos
hemos cometido errores y al final todos parece que estamos en la vía de
conseguir éxitos.

Hay dos enseñanzas que resultan incuestionables a estas alturas del
conflicto y sobre las que conviene reflexionar con mucho detenimiento en
el futuro. Primero, que el conflicto en la antigua Yugoslavia ha
defraudado las expectativas que la opinión pública europea había
depositado en la política exterior y de seguridad común de la Unión
Europea para este período de postguerra fría, pero quizá también haya que
hacer la consideración de que esto ha sido una prueba de fuego, y nunca
mejor dicho, que se ha producido en un momento en que no estaba
suficientemente consolidada esa política de seguridad, de donde hay que
sacar la enseñanza de que tenemos que esforzarnos en intentar cerrar esa
política exterior y de seguridad común. Y, segundo, y creo que
indiscutible también, que el concurso de los Estados Estados y la
existencia de la OTAN continúan siendo elementos imprescindibles para
asegurar la paz y la seguridad en nuestro Continente y que más que pensar
en la posible deseable divergencia de ambos continentes lo que está
pasando está demostrando todo lo contrario, que hay que incrementar las
capacidades, las políticas y los acuerdos europeos, pero teniendo en
cuenta que la colaboración, la percepción desde el otro lado del
Atlántico sigue siendo muy importante y va a seguir siéndolo en el
futuro.

Otra reflexión es que, como he reiterado, España ha jugado un papel muy
importante en la resolución de la guerra y, por tanto, no puede, no debe
quedar marginada en la construcción de la paz. Este debe ser nuestro
principal objetivo para el futuro. Siempre nos ha preocupado que el peso
político ejercido por España en el proceso diplomático desarrollado en
torno a este conflicto no estuviera a la altura del protagonismo militar
que nuestro país ha jugado en su pacificación. La presencia de nuestros
cascos azules y la labor que han realizado debe convertirse en un
instrumento valioso de nuestra política exterior; ése debe ser un
objetivo a conseguir por el Gobierno en los próximos meses.

La firma de este acuerdo de paz va a traer consigo la puesta en marcha
de una importante operación militar de la OTAN en la que, por lo que ha
dicho el señor Ministro, nuestro país tiene contraídos importantes
compromisos. Quiero comenzar afirmando que mi Grupo no sólo apoya con
rotundidad nuestra participación en esa operación de mantenimiento de la
paz en Bosnia, sino que nos produce una especial satisfacción que
nuestras Fuerzas Armadas puedan participar en igualdad de derechos y
responsabilidades en una operación de la OTAN sin que las peculiaridades
de nuestra integración en la Alianza suponga ningún tipo de traba o
dificultad.

Además, estimamos que es obligación política del Gobierno --y sabemos que
su intención es cumplirla-- informar al Parlamento con todo detalle en
el momento en que sea posible sobre las dimensiones, las
responsabilidades, las misiones, el coste y las condiciones operativas
en las que se va a producir esa participación española en la operación
OTAN. El señor Ministro de Defensa nos informó en su día --hace ya
meses-- sobre la posible participación de nuestra Fuerzas Armadas en la
operación de evacuación de los cascos azules; ahora estamos ante una
operación radicalmente



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distinta y, como digo, nosotros demandamos del señor Ministro que, a
medida que se vayan conociendo los detalles, nos vaya informando, por la
vía que él considere oportuna, de la misión en sí y de todo lo
relacionado con ella.

Reiteramos una vez más el criterio de nuestro Grupo de que los
contingentes que sean destinados a la antigua Yugoslavia para asumir las
misiones encomendadas estén formados por profesionales y, en ese sentido,
como detalle no muy importante en el día de hoy, quisiéramos saber si en
el actual despliegue hay algún soldado de reemplazo.

En definitiva, y con esto termino, señor Presidente, nos gustaría que la
nueva etapa en la que entra el conflicto o, mejor dicho, en la que entra
la paz en la antigua Yugoslavia, siguiera contando con la máxima atención
por parte de esta Comisión. Es más, en estos momentos nos parece que el
consenso que siempre ha existido en torno a esta cuestión sobre los
asuntos fundamentales, al menos entre las dos principales fuerzas
políticas de esta Cámara, debe ser reforzado de cara a los próximos
meses. Desde luego, la posición del Partido Popular al respecto está muy
claray demandamos al Gobierno que ponga los medios, la mejor disposición
para que continúe ese consenso en esta importante etapa que se abre para
el futuro de la antigua Yugoslavia.




El señor PRESIDENTE: Antes de dar la palabra a los distintos portavoces,
les ruego la máxima brevedad.

Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Siguiendo su indicación, señor Presidente, voy
a ser muy breve.

Quiero agradecer otra vez al señor Ministro esta tan temprana explicación
de una cosa que está todavía fresca, ya que está sin firmar el acuerdo.

También nos congratulamos, señor Ministro, de que ya se vaya viendo el
final en ese largo túnel de oscuridad, sangre, xenofobia y limpieza
racial que ha envenenado la situación en la ex Yugoslavia.

Señor Ministro, quiero que usted vea en Coalición Canaria, a través de
este Diputado, la mejor disposición para colaborar, para intercambiar
opiniones en el difícil papel que ahora se va a plantear debido a las
noticias que han anunciado tanto el Secretario de Estado norteamericano
como el Presidente Clinton; es decir nuestra colaboración ante el
problema que se va a plantear en la ex Yugoslavia al sustituir los cascos
azules por fuerzas OTAN.

No se oculta que, sobre todo en España, vamos a tener, primero, un
problema de interpretaciones jurídico-políticas. España hasta ahora, ha
desempeñado con extraordinaria generosidad y dignidad a través de sus
cascos azules allí desplazados un papel importante; Coalición Canaria,
como ha hecho siempre, apoya al Gobierno y, en esta gestión, dentro del
marco de Naciones Unidas, al desaparecer nuestro punto de referencia, el
marco de Naciones Unidas, desea ayudar a la solución de esos problemas
que se plantean, como usted bien conoce, señor Ministro, que son de orden
jurídico, pero también son de orden, digamos, técnico porque cascos
azules de Naciones Unidas eran muchos. Aparte de la preeminencia que
podían tener sobre el terreno, en el teatro de operaciones, las fuerzas
de Unprofor, mandadas por generales europeos, fundamentalmente
británicos, franceses y españoles, es cierto que había una tremenda
participación de fuerzas de países extraños a nuestro propio continente,
como, por ejemplo, fuerzas paquistaníes. Ahora, al ir solamente fuerzas
OTAN, nos encontramos con escasos casilleros a la hora de enviar tropas.

Si Estados Unidos dan una cifra de 60.000 hombres para garantizar, al
menos durante un año, los acuerdos de paz que se firmen en París y
solamente van a mandar un tercio, es decir, 20.000 hombres, se nos va a
plantear el problema de cómo, quién y en qué condiciones aportan los
restantes países de la OTAN los otros 40.000 hombres. Esa cuota es muy
fuerte y habría que ver de qué distribución de fuerzas OTAN de tierra,
mar y aire se está hablando, aunque, en primer lugar, mi preocupación se
dirige a las fuerzas de tierra, de donde van a salir los mayores
contingentes. Además, respecto a la operación de cobertura aérea por
parte de OTAN, en la que ha venido participando España, parece que esa
fuerza aérea, con mayores o menores retoques, puede seguir siendo
suficiente para tener una garantía desde el aire, pero, como digo, el
papel de las fuerzas de interposición en tierra va a ser fundamental. Nos
gustaría saber si el señor Ministro ha hecho alguna previsión de lo que
puede aportar España en esa distribución de los 40.000 hombres y si hay
capacidad en todos los órdenes para poderlo hacer.

No quiero profundizar más, señor Ministro, porque creo que ahí nos vamos
a encontrar con un gran problema respecto al cual todavía tenemos muy
pocos elementos de referencia y de juicio para ver el compromiso que
puede contraer España en esa operación. Esa es la preocupación que me
asalta y sobre la que tiene nuestra predisposición a reflexionar
conjuntamente, a dialogar, a medida que se nos suministren por el señor
Ministro, con la puntualidad que le es habitual, las informaciones al
respecto, según estos acuerdos se empiecen a materializar. Desde anoche
se nos anunciaba que el Consejo de Seguridad empieza a levantar sanciones
a Serbia y, señor Ministro, habrá que ver si eso va a traer consigo la
retirada de las fuerzas de la Guardia Civil, que son precisamente las que
han controlado las limitaciones impuestas por el Consejo de Seguridad en
cuestiones de suministro, de logística, de intendencia, etcétera, a las
fuerzas serbias en el Danubio; qué va a pasar con las operaciones
marítimas, etcétera, y las implicaciones de fuerzas, que ahora van a ser
puramente OTAN, y cómo se puede resolver este asunto.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Ríos.




El señor RIOS MARTINEZ: Señor Presidente, a mí me gustaría hacer
solamente dos preguntas al señor Ministro y, a la vez, hacerle dos
comentarios. La verdad es que tenemos mucho camino andado con la
discusión que hemos tenido anteriormente.




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Yo creo que hoy es un día moderadamente optimista, en el sentido de que
se inicia un proceso. Vamos a ver cómo se firma definitivamente, en el
mes de diciembre, la paz lograda en Bosnia-Herzegovina; de qué forma
actúa el funcionamiento de un Estado, dos entidades, una sucesión...

Vamos a ver cómo se desarrolla lo que se ha puesto en marcha. Pero yo
creo que este día hay que valorarlo positivamente, porque no sería lógico
no hacerlo.

Permítame, señor Ministro, que le exponga un elemento de reflexión o de
duda por nuestra parte. ¿En qué medida se puede imponer la paz? ¿En qué
medida la paz se logra al ataque? Fíjese que desde el día 5 de octubre,
en que se logra el alto el fuego, se ha ido desarrollando todo un proceso
de ataques de unos y otros para situarse mejor en la mesa de negociación
e iniciar una consolidación después y un despliegue --usted ha dicho un
redespliegue-- en cada una de las zonas para consolidar lo que se había
conquistado.

La reflexión que me hago sería: ¿Qué resortes y qué instrumentos ha
podido usar Estados Unidos para imponer la paz que nosotros no hayamos
logrado poner encima de la mesa antes? Tengo que reconocer que no sería
justo decir que Europa no ha pintado nada en todo este proceso. Hay que
decir que el peso o la fuerza que hayamos podido tener en todo un proceso
determinado, se ha ido relativizando, hasta que ha llegado un momento en
el que era más maduro llegar al propio acuerdo. Pero, en todo caso, van
unidas las dos cosas: amenaza y acción de fuerza de la OTAN. En un
momento determinado, nosotros, incluso, llegamos a pedir la retirada de
nuestras tropas cuando se produce un bombardeo OTAN. Y fíjese, que en el
acuerdo que ayer se pone encima de la mesa, hay el desarrollo --que va
a ser el motivo de una de las preguntas que le voy a hacer después-- de
esa fuerza de implementación del plan de paz que, más o menos, es una
fuerza de intervención rápida y, por tanto, no es que trastoquemos un
poco el personal que ahora mismo está allí y que ya veremos cómo lo
readaptamos, no; es otra filosofía de actuación que además va a tener un
armamento distinto para actuar e intervenir. Es decir, vamos a estar
vigilantes, de tal forma que, si no se produce una solución, actuarán las
Fuerzas de la propia OTAN, o sea, la OTAN como vigilante de ese
desarrollo. En ese sentido, nosotros creemos que sería mejor para el
proceso de paz una menor presencia de la OTAN como vigilante y mayor
protagonismo de otros organismos. Esa es la filosofía que hemos venido
defendiendo siempre, aunque, mecánicamente, habría que ver cómo se
produce el tránsito de un momento de batalla a un momento de paz. En todo
caso, a mí me gustaría que nos precisara las cifras que usted ha dado y
el funcionamiento, pues si las ha dado el señor Ministro no he sido capaz
de sacar información alguna al respecto.

La fuerza de implementación usted ha dicho que va a estar en torno a
60.000 efectivos; que se va a distribuir en una estructura de Mando con
tres sectores: en uno estará al frente o lo dirigirá Estado Unidos; en
otro, Inglaterra y, en otro, Francia, y usted ha insinuado que nuestros
efectivos se incorporarán a esa parte de Mostar con Francia. Pero yo no
sé si he entendido bien lo que usted ha dicho sobre que iban a intentar
que nuestros efectivos, sobre todo los 1.200 efectivos de la Agrupación
del Ejército de Tierra que se incorporarán, fuesen unidos a los efectivos
de otros países, y ha utilizado usted la palabra «liderar». ¿Cuál va a
ser el mando al que se va a someter nuestra presencia en la ex
Yugoslavia? ¿De qué manera va a funcionar el mando de esa actuación? ¿Va
a ser mando OTAN o mando OTAN allí desplazado; porque hay una
distribución con tres países por medio?
El señor Ministro ha dado una distribución exacta de nuestro contingente
y no sé si he entresacado bien la información: además de las fragatas,
de los F-18, etcétera, es decir, al margen de la combinación de nuestros
tres Ejércitos, ¿cómo se va a producir allí la retirada de nuestras
Fuerzas, de Unprofor? ¿Cómo se va a producir la sustitución o la
incorporación a esta parte, que yo creo que es de intervención más
efectiva? En la presencia allá, ¿cuál será la relación Ejército
profesional/Ejército mixto? Yo quiero decir una cosa. El riesgo no es el
mismo con un Ejército profesional que con un Ejército mixto, pero tan
ciudadano español es un profesional como otro no profesional. No quiero
establecer dos calidades de españoles con ello, pero lo cierto es que,
a la hora de participar en la ex Yugoslavia, una actuación más
profesional y más ligada, con una actuación muy tecnificada en los
instrumentos a utilizar, lógicamente sería más razonable, en la medida
en que el desarrollo de nuestro Ejército vaya hacia ese ejército mixto
y a esa incorporación, que se pudiera producir con presencia profesional.

En este sentido va mi pregunta: si la presencia de nuestro contingente
estaría en manos de un ejército profesional, en qué porcentaje, en qué
medida o qué Cuerpo del Ejército podría intervenir. De todas formas, el
desarrollo de este acuerdo de paz va a tener mucha discusión, me imagino,
a lo largo del tiempo, sobre el que nos debemos de felicitar y del que
debemos tener garantías, porque usted ha hablado de un año, pero pienso
que el plan de paz, en principio, habla de un año, aunque creo que vamos
a tener trabajo para más de un año a la hora de ocuparnos de ello en esta
discusión. En todo caso, lo vamos a ver. Los hechos nos confirmarán o no
esta realidad.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Puig i Olivé.




El señor PUIG I OLIVE: Señor Presidente, en efecto, como los demás
portavoces, tengo que congratularme de tratar este asunto hoy, después
de que ayer se llegara al acuerdo de paz entre las partes contendientes
de la ex Yugoslavia. Por tanto, es hoy un día de alegría, aunque no tanto
porque creamos que la paz ya ha estallado, tomando el título de una obra
de un literato coterráneo mío, sino porque ha habido un acuerdo de paz.

Si la paz se produce a partir de este momento, ya lo veremos, porque el
dato negativo de la cuestión es que, quienes han estado prolongando la
guerra y han estado atizando el fuego en los últimos meses, especialmente
los serbobosnios no están de acuerdo con el citado plan de paz, y así lo
expresan. Por tanto, el escollo más complicado está por superar. Sin
embargo, en cualquier caso, la noticia es magnífica y, a partir



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de este momento, podemos analizar las cosas de otra manera. Es lo que ha
pasado con su intervención, señor Ministro. La comparecencia solicitada
por el Grupo Popular, y su información, sin un horizonte claro, tenía un
contenido y una significación; con el acuerdo de paz, tiene otra. En
cualquier caso, la información que usted nos ha dado respecto a la
actuación y a los últimos acontecimientos, me parece que prueba que
cuanto han hecho las fuerzas multinacionales presentes en la ex
Yugoslavia y lo que han estado haciendo las fuerzas españolas, ha sido
acertado en los avatares de los últimos tiempos, en tanto que se
solventaron los momentos calientes y, a veces, duros, en tanto que se
llegó a firmar en un momento dado el alto el fuego y se abrió el proceso
de paz, por lo que no hay duda alguna de que la posición, la actitud y
la misión de nuestra fuerzas, así como la de todas las fuerzas
multinacionales en la ex República de Yugoslavia, han sido acertadas, con
lo cual no tendría nada más que comentar.

Por lo demás, en relación al acuerdo de paz, aparecen en la prensa unas
noticias en primicia, aunque sin haber leído el texto concreto, no
podemos pronunciarnos. Sin embargo, uno ya intuye que hay elementos muy
serios todavía por resolver, como es el caso del corredor de Posavina y
el del corredor Sarajevo-Gorazde, que no se van a enlazar fácilmente,
donde la intervención de tropas, y la capacidad de disuasión de las
tropas OTAN en esta zona, será determinante para que estos corredores y
la división territorial, tan curiosa y atípica, si se me permiten los
adjetivos, se puedan implementar.

Existe el asunto del tratamiento de los crímenes de guerra. En dos
artículos parece que se habla sobre ello. En uno de ellos se dice que
serán investigados los crímenes de guerra y en otro se dice que aquellos
que sean acusados de crímenes de guerra, serán excluidos de la vida
política. Todo el mundo sabe en este momento, pensando como mínimo en dos
personajes, lo que quiere decir y cómo eso va a dificultar o no el
proceso de paz en la zona.

Está también el tema de la restauración material del país, el retorno de
cuatro millones de refugiados, y eso no es una cosa que se pueda hacer
de un día para otro. Es evidente que la soldadura, la pacificación, la
estabilidad, y no digamos ya la convivencia y el buen vecindaje, nos va
a llevar tiempo y aunque sea un año lo que pueda ser estrictamente
operación militar vigilada, quizá sea corto; en cualquier caso, luego
habrá mucha política y durante muchos años. Por la experiencia que
tenemos los acuerdos de paz son difíciles de implementarse.

La situación nos permitirá un análisis más profundo en próximas
ocasiones, y deberemos analizar lo que mis colegas han sugerido antes,
el papel de Europa.

Yo quiero decir aquí que aunque tengamos que reconocer que Europa no ha
sido capaz de dar una solución al conflicto, que ha mostrado todas sus
debilidades en ese caso, desde luego hay que decir una cosa: si Europa
no hubiera hecho lo que ha hecho, aquí no habría paz. Ahora, es cierto,
los Estados Unidos en el último minuto han sabido presionar, utilizar
toda su fuerza y su influencia para que se llegue al acuerdo, pero sin
las tropas europeas allí durante años, sin los muertos, sin la disuasión
y sin los esfuerzos de la Unión Europea para llegar a acuerdos de paz,
aquí no habría nada.

Eso hay que decirlo aunque seamos muy críticos con el papel de Europa,
y seamos conscientes de sus insuficiencias y digamos --como se ha dicho
ya-- que el ejemplo yugoslavo demuestra la necesidad y la urgencia de que
Europa tome cartas en el asunto de una defensa europea organizada, con
capacidades de todo tipo.

Yo no sé SS. SS., pero yo tengo una aproximación relativamente crítica
a la actitud de Estados Unidos, aunque ahora en el último minuto haya
sabido jugar con todo su peso, porque cuando empezó el conflicto Estados
Unidos dijo que no quería saber nada, que éste era un asunto de los
europeos. Es muy posible que si los Estados Unidos hubieran tomado otra
decisión la guerra no hubiera durado ni cuatro años ni cuatro meses.

Cuando analicemos históricamente lo que ha pasado, además de permitir que
alguien se cuelgue medallas ahora, habrá que analizar las
responsabilidades desde un punto de vista planetario, global, es decir,
de quién es quién.

Por lo demás, señor Presidente, señor Ministro, yo creo que la actitud
española ha sido ejemplar, no ya la misión de nuestras fuerzas, sino las
decisiones del Gobierno y el apoyo de nuestro pueblo a las decisiones del
Gobierno. Pocas veces ha habido una conexión y una coherencia entre
decisiones de Gobierno tan delicadas como ésta, mandar tropas a un país
extranjero, como la reacción de la sociedad ante el drama de Yugoslavia.

Todos sabemos hasta qué punto ha habido una sensibilidad de todo tipo en
favor de Yugoslavia, y, a pesar de ciertos episodios iniciales, ha habido
un soporte general a la presencia de nuestras tropas allí.

Quiero decir aquí, en el momento en que quizá todos digamos que ha estado
muy bien el papel de España, que no todas las fuerzas políticas durante
todo este período han estado en las mismas posiciones. Hemos oído más de
una vez que se nos planteaba la retirada de las tropas. Quizá ahora, con
una lectura ya retrospectiva, nos podemos dar cuenta de hasta qué punto
la posición del Gobierno ha sido acertada y coherente con lo que pensaba
la mayoría de nuestro pueblo.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Voy a procurar contestar
brevemente a las cuestiones que SS. SS. me han planteado, pero quisiera
comenzar agradeciendo a los grupos políticos que han intervenido su apoyo
en este nuevo momento en que comienzan nuevas misiones, estructuradas de
otra manera, hacia nuestras fuerzas en el cumplimiento del plan de paz.

Estoy seguro de que el desarrollo de estas misiones por parte de las
fuerzas españolas será perfectamente correcto. Creo que, como hasta el
momento lo han hecho, van a contribuir a que el plan de paz pueda
desarrollarse correctamente, y creo que es sustancial para las Fuerzas
Armadas españolas desplazadas que sepan que cuentan con el apoyo de los
grupos políticos y, por consiguiente, a través de los



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grupos representados en esta Cámara, de toda la sociedad española.

Agradezco, por consiguiente, la expresión pública en esta sede de ese
apoyo, y así me encargaré de transmitirlo a nuestras Fuerzas Armadas.

Ayer se ha acordado la paz, que es de esperar que se ratifique el próximo
mes en París. Es verdad que es el momento de felicitarse, y es verdad
también que es el momento de analizar las causas por las cuales la paz
hasta esta oportunidad no ha podido firmarse. Las causas probablemente
son políticas, son de carácter diplomático, son de carácter militar;
seguramente tienen que ver con la opinión pública. Yo creo que aquí se
ha producido un punto de inflexión muy importante desde la conferencia
del 21 de julio en Londres, donde, trasladando la opinión pública de los
diferentes países, nos reunimos todas las naciones que tenían tropas
destacadas en la antigua Yugoslavia, junto con diversas organizaciones
internacionales, por supuesto Secretario General de Naciones Unidas,
Secretario General de OTAN, mediadores de Naciones Unidas y europeos,
etcétera.

En aquella ocasión se puso de manifiesto que las circunstancias habían
llegado a un extremo en que era necesario consolidar la negociación
diplomática, que se consideró también en Londres el 21 de julio pasado
como la única vía posible para la solución del problema, pero que era
necesario consolidar la negociación por vía diplomática, es decir, el
diálogo, con una intervención de carácter militar que luego se constituyó
en el bombardeo de objetivos específicos militares. Yo creo que ese punto
de inflexión que se produjo en ese momento ha dado lugar a una nuevo
proceso, que es el que cristalizó ayer en la Base de Dayton con la firma
del acuerdo de paz. Ese punto de inflexión me parece que no debería
desmerecer el gran esfuerzo que creo que, sin perjuicio de matices, han
reconocido todos los portavoces parlamentarios: el gran esfuerzo que se
ha realizado por parte de la Unión Europea hasta ese momento. Los países,
individualmente, han realizado proyectos importantes de colaboración con
los territorios de la antigua Yugoslavia. Las organizaciones de seguridad
y defensa (OTAN y UEO) han desarrollado, en mi opinión, una
importantísima labor con la participación de los países europeos. Muchas
veces se ha perdido de vista la que yo considero, para su nivel de
desarrollo, una importante intervención en la antigua Yugoslavia durante
este tiempo de la UEO precisamente, es decir, de la Organización propia
de la defensa europea. La UEO ha intervenido en las operaciones de
embargo, a las que antes un portavoz ha aludido; ha intervenido
brillantemente en la operaciones de embargo en el Danubio; y la UEO ha
intervenido en apoyo de la Unión Europea (otro ejemplo de organización
política que interviene en la antigua Yugoslavia) en un proyecto que a
mí me parece muy importante para el futuro, como es la administración
única de la ciudad de Mostar.

¿Por qué el acuerdo de paz no pudo firmarse antes? Probablemente, puestos
a buscar causas, puestos a analizar este tiempo pasado, la comunidad
internacional no actuó con la suficiente firmeza y con la suficiente
cohesión sobre el terreno, y probablemente también porque las partes en
conflicto veían posibilidades de mejorar su situación, precisamente
territorial, frente a un acuerdo de paz próximo. Eso no quita, como
decía, para que deba ponerse en cuestión el destacado papel de los países
europeos allá o el destacado papel de la Unión Europea en iniciativas de
reconstrucción que me parece que son iniciativas absolutamente esenciales
para garantizar precisamente la paz. Es decir, estamos ahora abriendo una
fase en que una paz duradera en la antigua Yugoslavia, o lo que es lo
mismo, la solución del conflicto, no se va a garantizar sólo con la
interposición de las fuerzas, esto es, con lo que llamamos el plan de
paz, sino a través también, pero casi fundamentalmente, del plan de
reconstrucción que espero se firme próximamente en la conferencia de
Londres.

Desde esta perspectiva, creo que la administración americana ha tenido
una intervención muy destacada en el proceso y especialmente en esta
última fase que ha dado lugar a la firma del acuerdo de paz, pero también
me parece que hay que tener en cuenta que esa intervención ha sido
siempre y en todo caso, con apoyo del grupo de contacto y de la Unión
Europea y con unas condiciones políticas, sociales, e incluso militares,
más favorables, precisamente por la intervención de los países de la
Comunidad Europea a través de OTAN o no a través de OTAN durante todos
estos últimos meses. Pienso que el conjunto de todas estas causas es lo
que ha acabado dando lugar a la posibilidad de firma del acuerdo. España
ha jugado, como decía el señor López Valdivielso, creo que un gran papel,
reconocido plenamente en los foros internacionales --de lo que soy
testigo--, en el desarrollo de las labores humanitarias durante todo este
tiempo y desde 1990 y pretendemos todos, no sólo el Gobierno, que siga
jugando un gran papel en la implantación del plan de paz.

Por mi parte, señor Presidente, señorías, me comprometo a tener
puntualmente informada a esta Comisión acerca de las contingencias que
puedan in produciéndose en, primero, la implantación efectiva del plan
de paz, luego, en el despliegue efectivo y, más tarde, a lo largo de todo
este proceso que durará probablemente un año. A petición propia, señor
Presidente, cuando vea que es el momento oportuno porque haya cuestiones
de las que esta Cámara deba estar puntualmente informada, pediré mi
comparecencia sin perjuicio de las comparecencias que los señores
portavoces tengan a bien solicitar.

A la única pregunta que ha planteado el señor López Valdivielso de si hay
soldados de reemplazo en el actual despliegue, debo decir que sí; hay una
treintena de soldados de reemplazo en el actual despliegue. Todos son,
como en los contingentes anteriores, voluntarios y todos firman su
compromiso de voluntariedad para incorporarse a la agrupación táctica que
ahora está desplega en el entorno de Mostar. Con este mismo régimen vamos
a seguir en la aplicación del plan de paz; es un régimen que ha dado muy
buen resultado. El tratamiento de los soldados de reemplazo es, desde
esta perspectiva, semejante al tratamiento de los soldados profesionales,
salvo las diferencias específicas que en casos muy concretos pueda haber.

Al señor Mardones le preocupaban, según nos ha expresado, dos cosas.

Primero, los problemas de interpretación jurídica --me parece que así los
denominaba-- en lo



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que constituye la sustitución de fuerzas ONU por fuerzas OTAN --vamos a
decirlo así--. Creo que aquí no hay problemas de interpretación jurídica.

No hay problema técnico alguno que se nos pueda plantear para nuestra
participación, si ésta era la inquietud del portavoz señor Mardones,
seguirá cumpliendo, como lo ha cumplido hasta ahora, plenamente las
condiciones del referéndum de 1986.

La implementación del plan de paz se llevará a cabo en cumplimiento de
una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y al amparo
de lo dispuesto en el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas.

Naciones Unidas nombrará un alto representante para la coordinación de
todos los aspectos políticos y humanitarios en la implantación del plan
de paz. Interviene la OTAN porque se ha considerado sustancialmente desde
la conferencia del 21 de julio en Londres, donde uno de los problemas
planteados fue precisamente la cuestión de la doble llave, del doble
mando, porque se considera que la OTAN es la única organización que
dispone de la estructura necesaria para poder llevar adelante una
operación tan compleja como ésta. Entre otras cosas se considera que la
OTAN es la que dispone de los procedimientos técnicos y operativos que
pueden ser más comunes para aplicar a este conjunto de operaciones. Esto
no significa en absoluto que España tenga que incorporarse a la
estructura de mandos integrados; es más, ésta es la forma de colaboración
en estas operaciones comúnmente utilizada por las naciones que no
pertenecen a la estructura militar integrada; es el caso de Francia y de
España, pero también es la forma en la que participan países que ni
siquiera pertenecen a la Alianza hasta ahora y como ahora diré,
contestando a la pregunta del señor Mardones, los que van a participar
a partir de este momento. Se trata, por consiguiente, de una forma de
participación de España que se hace bajo el Capítulo VII de la Carta de
las Naciones Unidas, mediante la que el control operativo de nuestras
fuerzas se transfiere a la OTAN. Ello permitirá la actuación de nuestras
fuerzas en este tipo de acciones multilaterales. No entiendo que haya,
por consiguiente, ningún problema a partir de ahora de interpretación
jurídica, como no lo ha habido hasta el momento.

Partía el señor Mardones de una confusión. No van a participar en esta
nueva fase en la implementación del plan de paz en la antigua Yugoslavia
solamente fuerzas de países OTAN, estas fuerzas OTAN van a trabajar con
fuerzas de países no OTAN. Precisamente me acabo de referir a esta
posibilidad contestando a la primera pregunta del señor portavoz. Quizá
fuera necesario en esta primera ocasión hacer una referencia a la
participación tendencial de los diferentes países, que todavía no está
cerrada. Es decir, insisto en esta fase del planeamiento en la que nos
encontramos. Las fuerzas OTAN van a participar con unos 45.000 soldados,
según los datos de la fase actual de planeamiento de que disponemos, de
los cuales el Reino Unido pondrá unos 12.000; Francia es posible que
pueda llegar a 10.000; Italia ha adquirido el compromiso de participar
con 2.000 soldados, y hay otros países que también proporcionarán fuerzas
pero no han determinado todavía su grado de participación: Bélgica,
Holanda, Dinamarca, Portugal y Luxemburgo. Estados Unidos participará con
los 20.000 soldados a los que se refería el señor portavoz. De momento,
Rusia ha comprometido una participación situada entre 4.000 y 5.000
soldados y tenemos el dato de Chequia que participaría con 1.000
soldados. Por consiguiente, la fuerza multinacional que ahora se va a
utilizar para la aplicación del plan de paz será una fuerza compuesta no
sólo por países OTAN, sino también por fuerzas de países no OTAN.

Podría decir, igualmente, a SS. SS., que es posible que se acepten
ofertas. Se han recibido algunas y podría haber otras de otros países
como son: Polonia, Pakistán, Malasia, Suecia, Lituania, Hungría,
Finlandia, Estonia, y en la lista no están incluidos algunos países
islámicos.

En cuanto a la participación de España, es la que ya he indicado en mi
intervención: una agrupación táctica, una unidad aérea y un grupo naval
conformado por dos fragatas más algunos buques de apoyo que en un momento
determinado pudieran tener que participar pero en esos términos.

Finalmente, creo que el señor Mardones ha hecho una referencia a la
participación de la Guardia Civil. La Guardia Civil está participando en
este momento en las operaciones de embargo en el Danubio. Son operaciones
que, si mal no recuerdo, en función de los anejos del Acuerdo de paz, en
un plazo de seis meses tienen que desparecer. Al desaparecer las
operaciones de embargo en el Danubio, la Guardia Civil española tan sólo
seguirá participando en la operación, que en estos momentos está en
marcha, de colaboración policial en la ciudad de Mostar, bajo UEO. En el
Consejo de Ministros de la UEO de la semana pasada --fue una cuestión que
también tuvimos ocasión de comentar en la comparecencia ante los
parlamentarios de la UEO-- he defendido que me parece que esta fórmula
de colaboración de la UEO es muy apta para que se extienda a otras zonas
de la antigua Yugoslavia en el momento de la implantación del plan de
paz. Si así fuera, y si la operación siguiera bajo UEO, sería posible
activar otro tipo de misiones semejante a la que tenemos en Mostar para
que pudieran ser realizadas por la Guardia Civil, que, con sólo diez
hombres, está realizando una misión muy importante en Mostar, según me
consta y seguramente también a los señores diputados.

Agradezco la valoración positiva que ha hecho el portavoz señor Ríos.

Reflexiona consigo mismo, y comparte su reflexión con todos nosotros,
sobre en qué medida puede imponerse la paz. Lo cierto es que sin una
fuerza, que está calculada en términos de estrategias militares, que
ayude o garantice el cumplimiento de los acuerdos de paz, sin duda los
acuerdos de paz no podrían ser puestos en práctica. Por consiguiente, las
implicaciones territoriales, constitucionales, electorales, del acuerdo
de paz, que están todas ellas sobre el tapete y habrán de cumplirse en
determinados plazos, no podrían llevarse a cabo.

El portavoz señor Puig ha utilizado dos ejemplos de carácter territorial
que me parece que muestran claramente lo necesaria que va a ser la
participación de la fuerza de paz para la implementación del Acuerdo. Uno
de los supuestos más complejos en toda la negociación del Acuerdo de paz



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en su última fase ha sido precisamente el corredor de Posavina, situado
en el norte de Bosnia, que une las dos zonas serbias. Ha sido un problema
muy conflictivo que se ha solucionado extendiendo el corredor por las dos
partes, hacia territorio croata o hacia territorio bosnio musulmán. Es
una frontera que, sin duda, será necesario garantizar con una fuerza de
interposición que impida el enfrentamiento directo. Lo mismo cabría decir
en relación con el segundo ejemplo del enclave de Gorazde. Han
desaparecido los enclaves. Este es uno de los factores importantes,
aunque todavía surgirán problemas desde la perspectiva de la vuelta de
los desplazados o refugiados, pero permanece el enclave de Gorazde, que
va a ser necesario unir a Sarajevo con una carretera que hay que hacer
de nuevo. Un nuevo ejemplo de participación de la fuerza multinacional,
absolutamente necesaria desde mi perspectiva.

Brevemente, voy a intentar aclarar nuestra idea en relación con la
participación.

Para la fuerza española destacada en la zona --me refiero a la Agrupación
Táctica del Ejército de Tierra-- es muy importante, desde muy diversas
perspectivas, permanecer en la misma zona que tenemos asignada, lo que
quiere decir permanecer en la zona de Mostar, sin perjuicio de otros
enclaves, incluso uno en Croacia, que quizá revisemos, el enclave donde
está situada nuestra unidad logística en Split, y otros enclaves situados
en el territorio de Bosnia-Herzegovina. Es muy importante porque
conocemos la situación, porque tenemos una relación muy especial con las
autoridades civiles y militares de la zona, porque las dos comunidades,
croata y musulmana, desean que permanezcamos allí. Este es nuestro primer
elemento de decisión.

En la zona de Mostar va a estar situada, y con responsabilidad, una de
las tres divisiones, la francesa. La decisión es bastante clara, nosotros
nos vincularemos a la división francesa, pero queremos vincularnos a ella
con el contingente que tenemos, de tal manera que se reconozca la entidad
de la aportación de España y de las Fuerzas Armadas españolas a la
implementación del plan de paz. Por esa razón, aunque nuestra agrupación
táctica sólo dispone de un batallón, 1.250 personas, ofrecemos y deseamos
el mando de una brigada, pero esa brigada, puesto que se trata de una
brigada de un batallón español, tendrá que disponer de otros dos
batallones que tendrán que ser de otras nacionalidades.

Este es el planteamiento. Queremos quedar en Mostar, por lo que nos
vinculamos a la división francesa, pero queremos mandar una brigada que
habrá de disponer de otros dos batallones. Creo que todo este proceso no
es sino un reflejo de la participación multilateral en la composición de
la fuerza OTAN y no OTAN, en la composición de la fuerza que va a
encargarse de la implementación del plan de paz.

Espero que no nos plantee problemas la sustitución de una misión por
otra, la misión de ayuda humanitaria por la misión de implantación de la
paz, porque en el último relevo de nuestra agrupación hemos previsto, en
equipo, en organización y dimensiones, la posibilidad de que nuestra
agrupación pasara de realizar la misión que está realizan-do hasta ahora,
cuyo mandato termina el 30 de noviembre, a realizar las misiones del
nuevo plan de paz que ya conocíamos en esencia. Por consiguiente, no se
va a producir propiamente una retirada mandando desde España otras
unidades sino que sustancialmente, sin perjuicio de algún pequeño
retoque, lo que se va a producir es la sustitución de la misión, pero con
la misma fuerza que tenemos destacada.

Sólo me resta mostrar mi pleno acuerdo con las apreciaciones del portavoz
señor Puig y agradecerle el apoyo que ha expresado a nuestra
participación, como lo ha expresado el resto de los grupos políticos.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Se suspende la Comisión por unos instantes. (Pausa.)



--CONTENIDO DEL REAL DECRETO RELATIVO AL ESTATUTO DE PERSONAL DEL CENTRO
SUPERIOR DE INFORMACION DE LA DEFENSA (CESID). A SOLICITUD DEL GRUPO
POPULAR. (Número de expediente 213/000689.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, se reanuda la sesión con el punto relativo
a la comparecencia del señor Ministro para que explique el contenido del
Real Decreto relativo al Estatuto de Personal del Centro Superior de
Información de la Defensa.

Les he de advertir que esta comparecencia, por compromisos que tiene la
propia Comisión con los miembros de la Comisión de Defensa inglesa,
acabará, inexorablemente, a la una y media. Por tanto, los tiempos serán
mínimos tanto para el compareciente como para los representantes de los
grupos. Les ruego otra vez la máxima brevedad posible a todos.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Señor Presidente,
procuraré atenerme a esta brevedad, sin perjuicio de proporcionar a SS.

SS. la información necesaria.

Como ya anuncié en mi primera comparecencia ante la Comisión de Defensa
del pasado día 17 de julio como Ministro de Defensa, el Gobierno dio un
paso más en la reestructuración de los servicios de inteligencia con la
aprobación del Real Decreto 1324/95, de 28 de julio, por el que se
establece el Estatuto del Personal del Centro Superior de Información de
la Defensa. Desarrollaba la Ley del Régimen del Personal Militar de 1989.

Cuando se crea el Cesid, en el año 1977, estaba integrado,
fundamentalmente, por personas procedentes de las Fuerzas Armadas, de los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y ya desde entonces se sintió
la necesidad de poner en práctica esquemas para la incorporación de
personal de alta especialización que tuviera la oportunidad de quedar
integrado de una forma más permanente.

La evolución posterior del Centro para convertirse en el servicio de
inteligencia del Estado supuso, entre otros aspectos, la incorporación
paulatina de personal civil procedente



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de distintos ámbitos de los sectores público y privado. Esta evolución
originó, sin embargo, problemas para el funcionamiento del Centro. Esos
problemas se afrontaron inicialmente con la Ley 17/1989, del Personal
Militar, y no se había cumplimentado hasta la aprobación ahora del
estatuto.

Nos encontrábamos con una situación en la que en el momento de la
aprobación del Estatuto había un grupo numeroso de miembros del Cesid que
eran militares profesionales; otro grupo pertenecía a la Guardia Civil;
otro grupo eran funcionarios civiles y otro grupo también muy numeroso
eran contratados laborales procedentes de la Administración pública o de
las instituciones académicas o de sectores empresariales. Cada uno de
estos colectivos estaba sujeto a un régimen específico y diferenciado de
carácter estatutario o de carácter contractual, con un «status» y un
régimen de derechos y deberes determinado por su procedencia.

La aprobación, por tanto, de un estatuto único para el personal del Cesid
es una exigencia impuesta por la ley y por la necesidad real de regular
el «status» conjunto de sus miembros. La complejidad de la tarea de
definir un régimen estatutario, que es lo que manda la Ley 17/89, para
un personal tan singular y con características tan diferenciadas como el
que debe prestar sus servicios en el Cesid, es lo que impidió el que
antes se realizara ese desarrollo de la ley, es decir, el estatuto que
se aprueba en el pasado mes de julio.

La solución que presenta el actual estatuto no sólo respeta esta
exigencia de la ley de establecer un régimen único para todo el personal,
y que además esa exigencia legal conjugue el de la función pública y el
de la función militar, sino que se considera una regulación adecuada
desde otras perspectivas. Lo es desde el punto de vista de asegurar el
funcionamiento del Centro; de asegurar la continuidad en el desarrollo
de las funciones y yo también pienso que lo es desde el punto de vista
de asegurar la mayor rentabilidad posible de la especial y costosa
formación del personal del Centro Superior de Información de la Defensa.

También parece una solución idónea para dar una adecuada seguridad a su
personal tanto durante la permanencia en el Centro como cuando se
produzca su desvinculación. Esta cobertura es la que permitirá una gran
exigencia en cuanto a los derechos y obligaciones del personal del Centro
y muy en especial los de reserva sobre los asuntos que conozca y los de
abstención de actividades sobre asuntos en los que hubiera tenido
conocimiento por razón de su permanencia en el Centro.

Ese estatuto permite afrontar una nueva etapa en la organización del
Cesid, no sólo con la aplicación del nuevo régimen, que permitirá
satisfacer pretensiones que ya van siendo aspiraciones históricas, en
especial del personal de procedencia civil, sino también a través de una
relación de puestos de trabajo, a la que se refiere el estatuto, que será
presentada, espero que en un plazo relativamente breve --seis meses
tenemos para ello--, al Consejo de Ministros y que permitirá una revisión
pormenorizada de la organización, de la estructura jerárquica,
relacionales funcionales y orgánicas y, en definitiva, de la
identificación y los cometidos de cada puesto de trabajo de los incluidos
en el Cesid.

Los objetivos fundamentales del estatuto del personal del Cesid son, en
esencia, conseguir un régimen común de funcionamiento que conjugue los
regímenes de personal, de funcionarios civiles y del personal militar
profesional, así como lograr una mayor profesionalización del servicio.

Para ello, el estatuto arbitra una serie de mecanismos adecuados para
permitir una política de personal tan flexible, discrecional, exigente
y que tenga en cuenta la disciplina como demanda la naturaleza del
Centro.

En este sentido, cabe destacar el estricto régimen de incompatibilidades
que se establece, semejante al de los altos cargos, así como la exigencia
de un deber de reserva para todos sus miembros con la obligación de
guardar el secreto profesional con carácter permanente --es obvio que aun
después de cesar en el Centro--. En esta misma línea, se exige al
personal que abandone el Cesid un deber de abstención que impida la
realización de actividades privadas relacionadas con asuntos en los que
hubiera intervenido o tenido conocimiento por razón de su pertenencia al
Centro.

Otro aspecto destacable, en razón de esa peculiar naturaleza del
organismo, hace referencia a la definición de un nuevo régimen
disciplinario de aplicación común a todo el personal y que constituye un
importante instrumento para garantizar las normas de funcionamiento en
el Cesid.

Asimismo, se exige a sus miembros una estricta neutralidad política y
sindical y la limitación del ejercicio de algunos derechos en este campo,
limitación subsiguiente.

Por otra parte, cabe destacar que la articulación del personal del Centro
en función de los puestos de trabajo es el núcleo vertebrador del nuevo
estatuto. Los funcionarios del Centro no se integran en cuerpos, sino que
se adscriben a puestos de trabajo que su vez determinan su inclusión en
alguno de los cinco grupos que, al igual que para la Administración
civil, se establecen en el Real Decreto que aprueba el estatuto.

Así pues, la relación de puestos de trabajo determina la estructura
jerárquica y las relaciones orgánicas y funcionales del Centro. A su vez,
cada uno de estos puestos de trabajo será asignado por el procedimiento
de libre designación, pudiendo ser cesado el personal también libremente.

Especial relevancia reviste, en mi consideración, la configuración de la
relación de servicios profesionales, que tiene un carácter sucesivo,
temporal y permanente y que es de naturaleza estatutaria en ambas fases.

En síntesis, el proceso es el siguiente. Una vez superadas las pruebas
de acceso al Centro, los aspirantes reciben un nombramiento de carácter
interino y en esta situación pueden permanecer hasta un máximo de seis
años y medio. Durante los dos primeros años, el personal interino debe
superar un período de formación y evaluación de su idoneidad. Si lo
supera, y a partir del tercer año, el Centro puede ofrecer la integración
permanente. Si esta oferta no se realiza antes de finalizar el sexto año
de interinidad, se procede al cese en el Centro.




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La integración permanente de los que previamente no tenían una relación
de ese carácter con las administraciones públicas exige también superar
unas puebas a fin de garantizar la igualdad entre los que se encuentran
en esa situación y los principios constitucionales de mérito y capacidad.

Se contempla la obligación de aceptar el nombramiento interino con
carácter temporal una vez superadas las pruebas de acceso al Centro, o
bien resarcir al Ministerio de Defensa de los costes del proceso de
formación recibida.

Por lo que se refiere a la distribución competencial, corresponden al
Ministro de Defensa las competencias para determinar el número y
características del personal a incorporar en cada ejercicio económico,
el nombramiento de los seleccionados y la asignación inicial de destinos,
el nombramiento y cese de los subdirectores generales y la sanción
disciplinaria de separación del servicio. Al Secretario de Estado de
Administración Militar le corresponde el control del coste económico del
personal y, al Director del Centro, el resto de las competencias en esta
materia.

En resumen, el estatuto del personal del Cesid establece un régimen de
personal común para todo el que preste servicios en el Centro, cualquiera
que sea su procedencia. Con ello se pretende una profesionalización
adecuada que permita dar continuidad al desarrollo de las misiones del
Centro, acumular la experiencia adquirida por sus miembros y obtener la
mayor rentabilidad de los gastos destinados para su adecuada formación,
como antes indicaba.

El diseño de un estatuto único integrador de regímenes de personal
diferentes, tal como prevé la Ley 17/1989, no estaba exento de
dificultades jurídico-formales que se manifestaban especialmente en
relación con la determinación de algunas situaciones administrativas, con
el régimen disciplinario y con la limitación del ejercicio de algunos
derechos políticos y sindicales. Estas dificultades, señorías, considero
que han sido todas ellas salvadas en esta norma estatutaria.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Díaz
de Mera.




El señor DIAZ DE MERA Y GARCIA CONSUEGRA: Aunque el Grupo Popular no
comparte en modo alguno el modelo socialista que da cobertura legal a los
servicios de información del Estado, y singularmente a la concepción que
ustedes tienen del Centro Superior de Información de la Defensa, ello no
me impedirá manifestar una vez más nuestro respeto por los verdaderos
profesionales que sirven al Estado desde esta institución y que han
estado al margen de los escándalos que derivan de comportamientos de
dirigentes y políticos, que han utilizado el Centro como un instrumento
al servicio de intereses que poco o nada tienen que ver con lo
contemplado en los diversos textos legales que amparan la razón del
Centro del año 1977.

Por esos funcionarios y por ese personal, que son los primeros en
lamentar y sufrir las consecuencias de conductas tan condenables,
presentamos, señor Ministro, esta petición de comparecencia que en su
formulación y en su resultante les afecta a ellos y nos afecta a todos
como ciudadanos, porque no estamos hablando sobre el estatuto del
personal de un órgano cualquiera de la Administración del Estado, sino
que estamos hablando del estatuto del Cesid, que es un colectivo
particularísimo de múltiple procedencia, como usted certeramente ha
señalado. Aquí hablamos de un colectivo plural al que se encomiendan
importantes responsabilidades y al que se da, con desigual fortuna, el
régimen único de carácter estatutario, amparando esta pretensión en sus
aspectos más controvertidos, en leyes sustantivamente necesarias, pero
a todas luces obsoletas. me estoy referiendo a la de 5 de abril de 1968,
con su Reglamento de 1969, y a la 48/1978, de 7 de octubre, sobre
secretos oficiales, que modifica la anterior, de procedencia
preconstitucional y predemocrática.

Me parece, señor Ministro, que ya ha quedado claro que para mi grupo este
estatuto no es definitivo. Nosotros creemos que estamos ante un primer
paso --precipitado, eso sí-- que requerirá un serio proceso de revisión,
un sosegado proceso que, protegiendo al personal, no utilizando al
personal y su tardo-oportuno estatuto, resuelva definitivamente sus
problemas.

Podría caer, señor Ministro, en la tentación de hacer aquí una crítica
pormenorizada, pero ni el tiempo ni el momento lo aconsejan. No podemos
criticar ni evaluar 53 artículos en este trámite tan corto. Hemos tenido,
eso sí, la oportunidad de conocer en esta Casa al Director del Centro y
encontramos que es un profesional honesto y preocupado por recuperar el
necesario prestigio de la institución, pero no compartimos las
abrumadoras atribuciones y prerrogativas que el estatuto concede a la
figura del Director General. Señor Ministro, no estoy hablando ni de
cuestiones estructurales ni de cuestiones operativas del centro. Estoy
poniendo reparos a competencias tan extraordinarias en materia de
personal, todas estas facultades, con el soporte jurídico de meros
criterios subjetivos y personales. Nos parecen excesivos los plazos que
el estatuto concede para la permanencia en período temporal, tanto para
concluir en la adscripción definitiva a la institución como para obtener
la titularidad de una jefatura.

La situación de expectativa de destino contemplada en el artículo 21 nos
parece una forma encubierta de producir un castigo. Léase la palabra
castigo entre comillas. Los grupos de clasificación y la adjudicación a
los mismos contemplados en los artículos 4 y 5 del capítulo 1 dan pábulo,
por la libre designación, a potenciales arbritrariedades, lo que
condiciona la eficacia de sectores importantísimos que son determinantes
en la operatividad del centro. Nos preocupa la constante referencia a la
idoneidad. No estamos en contra de la idoneidad como concepto, pero
siempre que se refiera a un caso concreto o a una operación concreta,
pero en absoluto como un ítem valorable en un estatuto a los efectos de
consolidar un puesto en la Administración del Estado y menos aún en la
administración de los servicios de información y de inteligencia en el
área de la defensa. Nosotros entendemos al respecto que se deben
consensuar fórmulas de previsión y ocupación de puestos que vengan
derivadas de la articulación y la progresión de una carrera profesional.

En esencia lo que queremos es



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más profesionalidad y menos idoneidad. Así fortaleceríamos la estructura
operativa del centro, blindándolo contra tentaciones de manipulaciones
partidistas y de manipulaciones de ocasión.

El catálogo de deberes y derechos, artículos 25 al 41, nos parece una
pléyade de obviedades por su elemental simpleza, y su sola consideración
en el estatuto del personal de la inteligencia de la defensa nacional es
algo que parece ofender a los propios servicios de inteligencia.

En lo que se refiere al deber de reserva, la reserva que deriva de una
fosilizada Ley de Secretos Oficiales es contundente para cualquier
funcionario y, en especial, para las materias declaradas y clasificadas
como secretas o reservadas, como son la mayoría de las que se tratan en
el Cesid. Por tanto, los recientes y duros acontecimientos, que
resumiremos en el sustantivo Perote, no pueden ser causa para producir
un artículo 38 que sería necesario si no fuese tan torpe en su redacción
como imposible en su cumplimiento. En la condición humana, señor
Ministro, no hay nada absolutamente permanente --usted lo sabe-- ni
siquiera el deber de reserva, que por supuesto apoyamos. Pero ¿por qué
ir un real decreto mucho más allá de lo que va una ley y de lo que el
sentido común aconseja? Lea, señor Ministro, el artículo 13 de la Ley
48/78, de 7 de octubre, y verá cuánta razón tengo.

Con referencia a las incompatibilidades contempladas en el artículo 39,
solamente diré tres palabras: Sí, pero no. Compatibilidades sí, a
determinados niveles, pero no a otros. Por ejemplo, ¿entiende usted que
a los clasificados en el grupo e) --hablamos de personas a las que se les
exige como mínimo el certificado de estudios primarios. No estamos
hablando de un servicio de inteligencia de los que salen en las
películas; en el Cesid hay personas de un alto nivel de cualificación y
personas de bajo nivel de cualificación-- se les impongan unas
incompatibilidades tan duras?



El señor PRESIDENTE: Señor Díaz de Mera, vaya concluyendo.




El señor DIAZ DE MERA Y GARCIA CONSUEGRA: Termino en seguida, señor
Presidente.

El régimen disciplinario es ordenancista, exhaustivo e inconveniente. Nos
parece muy poco adecuado introducir un código penal particular dentro del
Cesid, con el que en absoluto se garantiza la finalidad que da contenido
a la normativa derivada del artículo 42.1. La referencia a la legislación
general al respecto sería, señor Ministro, una terapia mucho más
conveniente, encaminada a fortalecer las relaciones de lealtad y
confianza que tanto necesita en este momento el centro de inteligencia.

Este artículo, a nuestro juicio, ha sido redactado con evidente miopía.

Respecto a los artículos 34 y 35 del capítulo V, relativos al régimen de
Seguridad Social y al de protección por desempleo del personal del Cesid,
cuyas cotizaciones y aportaciones vendrán protegidas a los efectos de la
debida confidencialidad por las listas clasificadas, nos parece muy
oportuna esta precaución y cautela, pero creemos que se debe reforzar al
máximo esta situación para evitar indiscreciones inconvenientes y graves.

Termino aquí, señor Ministro --podría seguir mucho más--, reiterando lo
ya dicho. Manifestamos nuestra confianza en todo el personal que sirve
al Cesid, que sirve al Estado desde un puesto de tanta responsabilidad,
y manifestamos nuestra confianza en su absoluta profesionalidad al
servicio de la defensa nacional y del Estado de derecho.

Gracias, señor Presidente, por su benevolencia.




El señor PRESIDENTE: Gracias también, señor Díaz de Mera, porque sé que
ha hecho un esfuerzo de síntesis importante. Solicito lo mismo a los
demás portavoces.

Tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Presidente, intentaré cumplir su
indicación.

Señor Ministro, desde Coalición Canaria hemos hecho una valoración
positiva del Real Decreto 1324, de este año, del Estatuto del personal
del Cesid. Creemos que es una medida en respuesta a las circunstancias
que son suficientemente conocidas y que han estado enmarcadas en
escándalos que no son convenientes para el principio de prestigio y
eficacia que deben tener estas instituciones que han de velar por la
seguridad e inteligencia de todo Estado democrático y normal que se
precie. Creemos que este real decreto supone un avance en la normativa
que estaba en vigor desde hace muchos años: la Orden 135 de 1982, del
Ministerio de Defensa, que el Teniente General Gutiérrez Mellado
introdujo, como Vicepresidente del Gobierno, para los asuntos de defensa
en esta delicada materia. Qué duda cabe que un decreto tan amplio, dentro
de un tronco principal y muy importante, tiene alguna rama que había que
quitar. Citaré como anécdota el artículo 37 que en su letra f) dice:
Evitar que su vida privada y pública ocasionen vulnerabilidades para las
funciones encomendadas al Centro. Asumo que habrá alguna norma interna
de obligado cumplimiento cuando se siente la dignidad y el honor de
pertenecer a cualquier institución. Esto es válido para cualquier
colectivo profesional y más cuando se tiene una responsabilidad pública
o administrativa de esta trascendencia.

Creemos que habrá que desarrollar mucho más el artículo 40 sobre el deber
de abstención. Sabe, señor Ministro, que al Cesid han venido algunas
críticas fuertes sobre el personal que dejó de prestar allí sus servicios
y pasó después a hacer lo que profesionalmente sabían en empresas de
detectives, de información confidencial, etcétera. Por tanto, toda
exigencia y cautela que por esa vía el Gobierno realice contará con
nuestro apoyo. No se trata de cercenar a nadie una actividad profesional,
pero cuando se han contraído compromisos previos con esta actividad y se
ejercen después aquellas funciones en sectores privados para hacer
espionaje empresarial o industrial, etcétera, éstas tienen que ser
reguladas fuertemente, no sólo de acuerdo con el artículo 39, relativo
a las incompatibilidades, sino con las obligaciones que se contemplan en
el artículo 40 respecto del deber de abstención.

Respecto a las garantías que se pueden ofrecer sobre este tema, y dado
que ya el Estatuto de Personal introduce en su disposición adicional
sexta que el director del Cesid



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no podrá exceder en el ejercicio de su cargo de un período máximo de
cinco años, quiero señalar, señor Ministro, que no tendremos ninguna
objeción a que, dada la responsabilidad y las cautelas que pueda tener
esta figura --el real decreto entra en vigor en agosto--, tuviera que ser
flexible en cuanto a la persona. Sí quiero aprovechar, señor Ministro,
porque se han hecho juicios legítimos de valor sobre la capacidad de un
director del Cesid para administrar este tremendo complejo --yo soy
conocedor del funcionamiento de las personas y sus responsabilidades--,
para felicitarle por haber hecho posible la salida de este Real Decreto,
publicado el 8 de julio de este año, por el que se modifica la estructura
del Cesid para crear la figura de la Secretaría General del Centro
Superior de la Defensa y que se haya puesto al frente de la misma a un
hombre de la capacidad, de la integridad y de la formación profesional
--jurídico militar-- como es el recientemente ascendido a general don
Jesús del Olmo. Creo que estas garantías significan algo más que una
simple lectura de acceso profesional. Nos parece adecuado que se ponga
ahí con esas responsabilidades a un hombre procedente de las Fuerzas
Armadas y con su especialidad. No quiero hacer aquí ningún juicio de
valor, pero sí dejar constancia de las garantías que da un jurídico
militar cuando hay que ordenar tanto jurídicamente, que es para lo que
va, aparte de la extraordinaria labor profesional que en sus respectivas
competencias pueda hacer el personal civil o el personal militar de
cualquiera de las calificaciones que trae el propio texto. Quería dejar
constancia de ello --digo--, porque a veces estas cosas no se dicen y al
menos desde mi independencia quería dejarlo bien patente porque nos da
un aval de garantía.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Ríos.




El señor RIOS MARTINEZ: Solamente voy a hacer tres comentarios
telegráficos con demanda de información.

Yo soy escéptico en cuanto a lo que se pueda plantear con este estatuto.

Nunca un estatuto o la regulación del personal sustituye una organización
política y un papel político, ni mucho menos el mantenimiento de la
ubicación en defensa o la estructura militar de los servicios de
información. En todo caso, yo creo que esa mezcla (militar y civil) de
lo que es un servicio de información, que debe ser mucho más amplio y
concentrado en defensa, no es lo que intenta solucionar el estatuto. Es
una evolución en función de la ubicación que hemos tenido.

La primera pregunta que le formulo es de qué manera se va a hacer el
tránsito de la realidad actual del actual Cesid a este estatuto en cuanto
a criterios de selección, de profesionalidad, de ubicación en la relación
de puestos de trabajo que va a funcionar por libre designación, de qué
manera va a evolucionar lo que tenemos hoy a lo que pueda ser mañana,
porque lo que tenemos hoy es manifiestamente mejorable por la experiencia
y la realidad que hemos vivido. Se trata de hacer una modificación.

Segunda. Más que el régimen disciplinario a aplicar o los deberes que se
van a regular, querríamos saber qué garantías se toman para evitar la
salida de los secretos de la información, secretos que muchas veces
obedecen a la propia estructura del Estado o a otras realidades. Imagino
que los servicios de información hacen informaciones muy diversas, según
la estructura operativa que puedan tener. En este sentido, usted nos ha
explicado muy bien lo que es la selección, el acceso, la captación o, más
o menos, lo que pudiéramos llamar incorporación en ese proceso de
práctica; de qué manera se produce o cómo se evoluciona con la salida,
el cese y las garantías que se pueden tener, fundamentalmente porque sí
que está regulado aquí cómo se puede cesar, etcétera, e incluso hay
abierto un proceso de garantía en la ejecución del régimen disciplinario,
y además se adjudica al propio Ministro de Defensa la separación
definitiva, para evitar esta evolución que pudiéramos decir
controvertida, para evitar que se pueda producir esa salida de
información, como está pasando ahora mismo, que parece que tenemos
dossiers por veintiocho mil sitios y los podemos encontrar en cualquier
oferta de actuación.

En cuanto al régimen único común --y termino, señor Presidente, con esta
pregunta-- querría saber de qué manea va a entroncarse con eso que usted
llamaba funcionamiento del centro uniendo rentabilidad (lo que es la
formación costosa) y ese régimen en el que va a juntar usted personal
civil y personal militar; qué evolución, qué margen de tiempo se ha
podido dar para poder producirlo como evolución del propio estatuto. En
suma, me imagino que, como en toda propuesta, la evolución del tiempo se
tendrá que resituar y, por tanto, lo que es necesario se reforma y estará
abierto a la nueva ubicación. En cualquier caso, espero que esto sea un
éxito porque lo necesitamos en la nueva organización del Cesid.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Moya.




El señor MOYA MILANES: Intervengo con la misma brevedad, señor
Presidente.

Yo creo que estamos en presencia de una norma que en su contenido es un
estatuto de personal, pero en su significación es algo más que un
estatuto. Digo esto porque, por las circunstancias que han concurrido en
la institución del Cesid, acometer una reforma de esta naturaleza supone
indudablemente entrar en una nueva fase de una institución esencial y
trascendental para la vida democrática de cualquier país, para la vida
democrática de España, y supone asimismo un salto cualitativo en la
historia de estos servicios de seguridad. Por tanto, no es simplemente
una reestructuración interna de personal, como la de cualquier otra
institución, que pueda pasar más o menos desapercibida para esa misma
institución o para la opinión pública, sino que, a mi juicio, se da un
salto cualitativo, se entra en una nueva fase y se supera una serie de
traumas. Yo diría que se culmina el proceso de transición en esta
institución con unas nuevas orientaciones y unas nuevas pautas de
funcionamiento interno que mi grupo quiere resaltar como enormemente
positivas.




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Es indudable que todas las instituciones --y somos plenamente conscientes
de ello-- a lo largo de la transición tienen su propia transición y
muchas veces con algunos elementos traumáticos. Eso no es exclusivo de
una o dos instituciones, sino que en la historia de las instituciones
suele ocurrir que a veces se salde ese proceso de adaptación con algún
elemento traumático de por medio. En el caso del Cesid ese elemento
traumático ha sido ese agujero de confianza generado por la actuación de
una persona, el señor Perote. Felizmente, la respuesta rápida por parte
del Gobierno ha sido encauzar la situación preexistente en diversas vías.

Por una parte, colocar ante la responsabilidad de los tribunales de
justicia a quien ha actuado de una manera ilegal, traicionando la
confianza del centro y poniendo en riesgo la propia seguridad de la
documentación; en segundo lugar, actuando ante el Parlamento de una
manera exquisita proporcionando información a través de la Comisión de
Secretos oficiales cada vez que se ha pedido y, por otra parte, también
a petición del propio Gobierno con toda la documentación secreta que se
ha requerido; y en tercer lugar, abordando una reforma interna, una
reestructuración interna, que es la que tenemos delante en este momento,
y que a mi juicio tiene un alcance de gran trascendencia.

Yo creo que el nuevo clima en el que está entrando la institución y al
mismo tiempo también la opinión pública, que ya en estos últimos tiempos
es mucho más sosegado, sin la presión a que estaba sometida la
institución durante los últimos meses como consecuencia de los
acontecimientos que ya ha reseñado, es el mejor ambiente para abordar una
reforma que necesita un grado de negociación, de consenso, de disciplina
interna, y es necesario no tener presión ambiental por parte de la
sociedad y de los grupos políticos para que esa reforma se haga de la
manera más adecuada y correcta posible.

Aunque no quiero entrar en el detalle del contenido del estatuto, que,
por otra parte, algunos grupos ya han comentado y además sería
enormemente prolijo, sí quiero resaltar varias cuestiones. La primera,
la que me parece más trascendental, es el paso de una disparidad de
regímenes en el personal hacia la elaboración de un régimen que unifique
las diferentes procedencias del personal que trabaja en la institución.

La disparidad que venía existiendo en la institución podía ser causa,
probablemente venía siendo causa de una cierta confusión, una cierta
disfunción o una cierta actuación poco armónica que venía requiriendo una
racionalización del mismo, tratando de adecuar y conjugar el Estatuto de
la Función Pública con el Estatuto de la Función Militar, del personal
procedente de la Administración civil y militar como contratados expertos
en diferentes materias. Yo creo que esa diversa procedencia requería
hacer un esfuerzo de racionalización para concentrar al personal en un
régimen único, que yo creo que es uno de los valores más claros que tiene
este estatuto, lo cual va a redundar en una mayor profesionalización y
en una disciplina mucho más rigurosa y al mismo tiempo mucho más
racionalizada. Por otra parte, yo creo que es absolutamente positiva la
regulación que se hace de elementos esenciales que en un servicio de
seguridad lo son probablemente más que en cualquier otra institución, o
por lo menos al mismo nivel, como puede ser el deber de secreto, el deber
de abstención para después de haber desarrollado funciones en el servicio
y el régimen de incompatibilidades. Si todos hemos reconocido que la
institución en estos terrenos adolecía de algunos defectos y necesitaba
algunas reformas, me parece que en este momento en que se aborda un
régimen de incompatibilidades serio y riguroso, y se regula claramente
el deber de abstención, éstos son elementos enormemente positivos que
conviene reseñar.

Por todo ello, queremos dar la enhorabuena al Gobierno y felicitarnos
porque la institución se mueve ya en un clima de sosiego ambiental,
absolutamente necesario para la reforma que se está emprendiendo, siendo
conscientes de que se entra en una nueva fase del Cesid, a la que
auguramos y queremos hacer votos para que sea exitosa en todos sus
extremos.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro de Defensa.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Señor Presidente,
procuraré también adaptar mi contestación al tiempo que su señoría exige.

Dice el señor Díaz de Mera que el estatuto del Cesid es un tardo oportuno
estatuto. Es posible que sea un estatuto que ha llevado tiempo en su
confección; también es verdad que para realizar una regulación correcta
del personal del Centro Superior de Información de la Defensa se
necesitaba un engarce legal, que es el que se produce en la Ley 17/1989,
y el tiempo que pasa desde el año 1990 hasta la actualidad en la
regulación del estatuto del Cesid seguramente puede justificarse --como
creo que he dicho en mi intervención-- sobre la base de atender a otros
desarrollos de la Ley del Personal Militar, pero también de trabajar de
una manera prudente y rigurosa en la regulación, por primera vez en
España en este rango de jerarquía normativa, de una realidad tan compleja
como es la que ya he descrito del personal del centro del servicio de
inteligencia del Estado. Esto que acabo de decir seguramente podría
servir para justificar el tiempo que ha pasado entre la regulación legal
por parte de la Ley del Personal Militar y la elaboración de su
desarrollo principal en esta materia: el estatuto del Cesid. Sin embargo,
lo anterior se contradice con la idea de oportunidad, tal y como me ha
parecido que S. S. la utiliza, al realizar un juicio de valor que me
parece improcedente. El estatuto es tardo y además es oportuno, porque
es un estatuto que se hace a toda prisa y que se promulga a toda prisa,
sobre la base de un problema planteado en la primavera pasada, que da
lugar a una crisis en el centro saldada con un conjunto de importantes
dimisiones y, por consiguiente, de asunción de responsabilidades
políticas por parte del director del centro, por parte de miembros del
Gobierno, y que da lugar en el mes de julio, después de la crisis de la
primavera, a la definitiva elaboración y publicación del estatuto del
centro.

Es un estatuto en el que se viene trabajando desde la Ley 17/1989. Yo le
puedo certificar a S. S. en el ejercicio de otras responsabilidades
anteriores en el Ministerio de



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Defensa. Sólo el dictamen del Consejo de Estado sobre esta complejísima
norma ha llevado, señoría, varios meses. Es una disposición que está
preparada, sin perjuicio de la impronta personal que cada responsable de
defensa le ponga, desde hace algún tiempo, esperando la oportunidad de
despejar una serie de cuestiones técnicas que estaban planteadas, y esto
es lo que cristaliza en el mes de julio pasado y lo que deja sin valor,
en mi opinión, la acusación de tardo oportunismo al estatuto del centro.

Claro que si la idea se combina con la otra idea que S. S. ha manejado
y que también constituye un juicio de valor, desde mi perspectiva,
absolutamente inaceptable, de que el centro no sirve a los intereses
generales del Estado, sino que ha venido sirviendo y siendo utilizado al
servicio de intereses particulares y partidistas, se supone que del
Gobierno o de algunos de sus miembros, el juicio de S. S. sobre el
estatuto no puede ser otro que el que ha indicado. Es un estatuto que
desde esta perspectiva, que creo que es la perspectiva en la que S. S.

se coloca, supondría posibilitar aún más la utilización partidista del
servicio de inteligencia del Estado, torcidamente, por consiguiente, por
parte del responsable político en cada momento.

Pues bien, señoría, el estatuto lo que pretende es profesionalizar; el
estatuto pretende dotar a los miembros del servicio de inteligencia de
las capacidades necesarias para realizar su función al servicio del
Estado; pero, desde luego, no pretende eludir, en absoluto, la
responsabilidad política de quien en cada momento se determine. Creemos
que hay un componente de discrecionalidad necesario en la dirección de
los servicios de inteligencia, sobre el que tendrá que responder el
responsable político en cada caso, pero del que no se puede privar a
cualquier responsable de un centro de inteligencia del Estado. Por ello,
señoría (que ha hecho un gran esfuerzo al tratar prácticamente la
totalidad de los 53 artículo del estatuto), no puedo estar de acuerdo con
lo que dice en orden a la concentración de competencias en el director
del centro, secretario general o ministro; no puedo estar de acuerdo en
lo que se refiere a los sistemas de profesionalización, que S. S. juzga
tan negativamente; no puedo estar de acuerdo conque no debiera integrarse
en este estatuto un régimen particular, sino general, pues en este
estatuto precisamente --y por eso se incluye en la disposición adicional
de la Ley 17/1989-- este personal necesita un régimen particular y
específico en muchos casos y, por eso, en definitiva, se utilizan los
criterios de discrecionalidad a que me he referido. De todas maneras,
sería bueno poner de manifiesto que muchas de las regulaciones de
carácter general que aquí se incluyen, que pueden parecer repetitivas,
traídas de otros ámbitos o sin trascendencia alguna, son regulaciones
cuya presencia está exigida, en términos de constitucionalidad, por el
Consejo de Estado, que ha hecho una extraordinaria labor en el dictamen
de este complejo y difícil texto.

Agradezco la valoración del señor Mardones. En relación con el único
problema que ha planteado en términos de consolidación del deber de
reserva, que S. S. considera que debe desarrollarse más, yo creo que es
correcto el juego del deber de reserva previsto en el estatuto si se
tiene en cuenta, por un lado, el juego del deber de abstención y, por
otro lado, el juego de las incompatibilidades. En cualquier caso, la
regulación del deber de reserva no puede quedar aquí. Se arbitrará su
regulación a través de otras disposiciones de carácter interno que, por
razones bastante obvias, no pueden ser públicas. Esto afecta al deber de
reserva como afecta a otras muchas cuestiones incluidas en el ámbito de
esta disposición jurídica. Agradezco, asimismo, sus palabras en relación
con los responsables del centro. El aval de garantía que producen al
señor portavoz también me lo proporciona a mí como responsable del
servicio de inteligencia del Estado.

Señor Ríos, el estatuto del personal del Cesid no pretende sustituir en
forma alguna una organización del centro; sí pretende acudir a resolver
un problema que es, probablemente, el problema básico y fundamental del
centro y que permitirá un mejor desarrollo de sus funciones. Por supuesto
que ese desarrollo ha de ser avalado por una mejor organización que sí
creo necesario poner en práctica, como he explicado en más de una
ocasión, pero no pretende sustituir una regulación de carácter más
general, como ahora dire. ¿Cómo se va a hacer el tránsito --y conecto con
lo anterior-- del actual centro al futuro centro? En materia de personal
--que creo que es a lo que se refería S. S.-- por medio de la elaboración
de la relación de puestos de trabajo que es, según he definido, el núcleo
sobre el que gira toda la nueva regulación del personal del Cesid. Pero
ese tránsito no puede quedarse ahí. Por eso, señoría, estamos en proceso
de elaboración de un ambicioso proyecto, que llamaremos el plan
permanente de información del Cesid, que contendrá los objetivos básicos
de la actividad del Centro Superior de Información de la Defensa y cuyos
planteamientos generales ya me he comprometido públicamente a explicar
a los Diputados representantes de los grupos que tienen acceso a los
secretos oficiales. Para llevar a cabo ese plan permanente de información
habrá que establecer una nueva estructura y una nueva organización. Sin
perjuicio de planteamientos más ambiciosos que pudiera haber en el
futuro, esa nueva organización pretendo definirla y ponerla en práctica
en el momento que el Consejo de Ministros apruebe el plan permanente de
información para que dicho plan pueda ser servido. Por consiguiente, hay
todo un sistema de renovación de las estructuras y de funcionamiento del
Centro Superior de Información de la Defensa, uno de cuyos elementos,
sólo un pero muy importante y creo que fundamental, es el estatuto sobre
el cual versa esta comparecencia.

Garantías para el secreto. Yo creo que las bases están situadas en el
estatuto, como creo que están situadas en el Código Penal, incluso en el
nuevo Código Penal. Es evidente que se van a poner en práctica otros
procedimientos internos, pero también es evidente, señoría, que esos
otros procedimientos internos no deben estar publicados en disposiciones
jurídicas que, a su vez, se publican en el «Boletín Oficial del Estado».

Sí puedo decir a S. S. que en la nueva organización del centro tengo
intención de que se haga más sólida la estructura de seguridad con éste
u otro nombre.

Todo este proceso al que me he referido, que tendrá como efecto una
revisión de la estructuras y el funcionamiento



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del centro y, por consiguiente, pondrá al centro en disposición de
realizar sus funciones, pretendo realizarlo en un espacio corto de
tiempo. El plan permanente de información es posible que pueda ser
presentado antes de fin de año y la organización estructural del centro
es posible que pueda estar puesta en práctica también antes de fin de
año. Con esto no tiene por qué pararse la renovación de las estructuras
para el futuro, pero creo que se habrá dispuesto la base de renovación
del Cesid.

La relación de puestos de trabajo es elemento fundamental del estatuto
al que me estoy refiriendo. No sé si es muy optimista plantear que esta
relación pueda estar aprobada antes de final del presente año, pero
quiero decir a S. S. que estoy trabajando en una primera redacción de esa
relación de puestos de trabajo. Por consiguiente, los trabajos están
avanzados.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor ministro. Muchas gracias,
señorías.

Se levanta la sesión.




Eran la una y treinta y cinco minutos de la tarde.