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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 602, de 24/10/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 602
INDUSTRIA, ENERGIA Y TURISMO
PRESIDENCIA DE DON CARLOS ALBERTO DAVILA SANCHEZ,
VICEPRESIDENTE PRIMERO
Sesión núm. 45
celebrada el martes, 24 de octubre de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Industria y Energía (Eguiagaray
Ucelay), para informar sobre:
--Desarrollo del debate sobre el Libro Blanco para la Industria. A
solicitud del Grupo Socialista. (Número de expediente 213/000602).

(Página 18312)
--Modificaciones al documento «Una política industrial para España», que
piensa recoger en el Libro Blanco, a la vista de los debates que han
tenido lugar. A solicitud del Grupo Popular. (Número de expediente
213/000625). (Página 18312)
--Situación en que se encuentran las negociaciones con la Unión Europea
respecto al plan de viabilidad de Iberia. A solicitud del Grupo Popular.

(Número de expediente 213/000668). (Página 18337)



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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (EGUIAGARAY
UCELAY), PARA INFORMAR SOBRE:



--DESARROLLO DEL DEBATE SOBRE EL LIBRO BLANCO PARA LA INDUSTRIA. A
SOLICITUD DEL GRUPO SOCIALISTA. (Número de expediente 213/000602.)



--MODIFICACIONES AL DOCUMENTO «UNA POLITICA INDUSTRIAL PARA ESPAÑA», QUE
PIENSA RECOGER EN EL LIBRO BLANCO, A LA VISTA DE LOS DEBATES QUE HAN
TENIDO LUGAR. A SOLICITUD DEL GRUPO POPULAR. (Número de expediente
213/000625.)



El señor VICEPRESIDENTE (Dávila Sánchez): Buenos días, señorías. Buenos
días, señor Ministro. Damos comienzo a la sesión 45 de la Comisión de
Industria, Energía y Turismo. El orden del día consta de tres puntos, dos
de los cuales, por tener si no identidad --que evidentemente, no-- pero
sí objetivo concurrente, la Mesa sugiere que los tramitemos
conjuntamente. El primero de ellos es una iniciativa del Grupo
Parlamentario Socialista, con número de expediente 213/000602, que
solicita la comparecencia del Ministro de Industria y Energía ante la
Comisión de Industria, Energía y Turismo para tratar del desarrollo del
debate sobre el Libro Blanco para la Industria. La segunda es del Grupo
Parlamentario Popular, con número de expediente 213/000625, que solicita
la comparecencia del Ministro de Industria y Energía ante la Comisión de
Industria, Energía y Turismo, para informar de las modificaciones al
documento «Una política industrial para España», que piensa recoger en el
Libro Blanco, a la vista de los debates que han tenido lugar.

Para sustanciar esta doble comparecencia, iniciamos el trámite
concediendo la palabra al señor Ministro de Industria y Energía. Tiene la
palabra, señor Ministro.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Señor
Presidente, señorías, con mucho gusto, voy a tratar de sustanciar en una
sola intervención las cuestiones planteadas tanto por el Grupo Popular
como por el Grupo Socialista, que básicamente forman parte de un mismo
conjunto: el hecho de informar a la Cámara, en concreto a la Comisión de
Industria, de la marcha de un debate que ya nos ha ocupado en otras
ocasiones. Permítanme recordarles algunos de los elementos fundamentales
para entender lo que puede ser, por llamarlo de alguna forma, la
metodología de un largo proceso de discusión y de elaboración de un
documento.

El Consejo de Ministros, el 13 de enero del año 1995, acordó el inicio de
un debate en profundidad sobre el presente y sobre el futuro de la
industria española, respondiendo al compromiso que habíamos adquirido los
socialistas con nuestros electores y con la sociedad española en su
conjunto, amén de otro más explícito del Presidente del Gobierno en el
debate del estado de la Nación de 1994. De estos pronunciamientos y de
estas decisiones arranca todo el debate que ha tenido lugar a lo largo
del año 1995 y también la presentación del Libro Blanco que haré a
continuación.

Para iniciar el debate, en su momento preparamos un documento base
titulado «Una política industrial para España, una propuesta para el
debate». El 18 de enero, este Ministro solicitó comparecer ante esta
Cámara y el 15 de febrero tuve el gusto de presentar este documento
inicial ante sus señorías. El objetivo que nos propusimos al iniciar este
debate era definir las líneas básicas de la política industrial para
España y proporcionar a medio plazo un marco estratégico más favorable
para el ejercicio de la actividad productiva. Hoy, tras varios meses de
intenso trabajo, hemos cumplido la primera parte de este objetivo, esto
es, la definición de estas líneas básicas y estratégicas, y por ello
puedo presentarles, siquiera sea de una manera sucinta, el documento
titulado ya definitivamente «El Libro Blanco de la industria. Una
política industrial para España».

La implementación de las acciones que se derivan de la estrategia que
ahora definimos --algunas, naturalmente, se están desarrollando-- será
ciertamente la segunda parte del objetivo que nos proponíamos, y será
ésta una tarea fundamental en el quehacer político de los próximos meses,
no sólo por parte del Ministro de Industria sino de todo el Gobierno,
como será, sin duda alguna, el quehacer, a juicio del Gobierno, también
para los próximos años en una estrategia que no puede ser más que una
estrategia de medio plazo dirigida a la sostenibilidad de la industria y,
fundamentalmente, a la competitividad de la misma. La política industrial
--me lo han oído decir en más de una ocasión; ésta es mi visión-- no
puede ser exclusivamente lo que se hace desde el Ministerio de Industria.

No podemos abstraernos de los efectos que sobre la industria tienen otros
factores, como los tipos de cambio o de interés, la reglamentación del
mercado de trabajo, el funcionamiento de las administraciones públicas,
la condición y precio de nuestras infraestructuras, la disponibilidad y
precio del suelo o el grado de cualificación con el que los jóvenes
acceden al mercado de trabajo. De ahí la necesidad de implicar en la
política industrial a los agentes sociales, a todos los poderes públicos,
a las administraciones y a la sociedad en su conjunto.

Creo que los aquí presentes fácilmente podemos coincidir al menos en una
idea: en la alta importancia y en el papel central que debe jugar la
industria en nuestro país. Una vez que SS. SS. hayan leído con
detenimiento el texto que hoy les presento --hoy no hago más que una
presentación--, a pesar de los inevitables matices, reservas o incluso
desacuerdos parciales que cada uno de ustedes pueda encontrar, aspiro a
que razonablemente también encuentren en este Libro Blanco un documento
útil para pensar estratégicamente en nuestra industria, para pensar, por
lo tanto, a partir de las líneas estratégicas, cuáles pueden ser las
políticas concretas en función de otro tipo de circunstancias,



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presupuestarias y de otro tipo, que han de llevarse a cabo a lo largo de
los diferentes períodos del tiempo futuro. Por tanto, a partir del debate
que hemos de tener en torno a este documento, resulta un reto político de
primer orden --y ésta es desde luego la aspiración del Gobierno-- lograr
una estrecha implicación de la sociedad con su industria y sus empresas;
una tarea que es de todos, porque gran parte de lo que será nuestro
futuro económico y social depende también del éxito de este cambio
cultural e industrial que se está pretendiendo con este debate y con la
orientación que le acompaña.

El Libro Blanco servirá de marco para las acciones que en materia de
política industrial se acometan durante los próximos años, estoy seguro,
y será de suma utilidad, me parece, como guía estratégica para la
elaboración de las políticas no solamente a las autoridades públicas sino
también a los diferentes agentes sociales. Es un Libro Blanco que bien
creo que se puede calificar de útil, producto, entre otras cosas, no de
la unanimidad pero sí de la confluencia de criterios de los principales
agentes sociales e institucionales que operan en el sector (empresarios,
sindicatos y, en buena parte también, administraciones), aunque tampoco
exclusivamente de ellos.

Durante el tiempo necesario para su gestación hasta que ha visto la luz
este documento, saben que hemos desarrollado un diálogo serio y
constructivo con diversos agentes, a muchos niveles, con el fin de lograr
la máxima aproximación posible sobre lo que se debe hacer y sobre la
manera de hacerlo, en la línea de fortalecer las estructuras del entorno
productivo y de proporcionar el apoyo necesario a las estrategias
competitivas de las empresas; algo muy fácil de decir y, sin embargo,
bastante más complicado de hacer cuando el empeño es de verdad sincero,
toda vez que implicaba una definición sobre el futuro papel que pensamos
que debe desempeñar España en el seno de la Unión Europea y el papel que
debe ocupar la industria y la política industrial en nuestro país. Como
SS. SS. conocen, en varios países ya se ha elaborado una reflexión de
este tipo; otros, probablemente, vendrán después de nosotros a poner en
marcha construcciones estratégicas similares a la que puede constituir el
Libro Blanco de la industria de España. Carecería de sentido, desde
luego, hacer en este momento comparaciones con estos otros trabajos, ya
que cada uno está adaptado a las condiciones y necesidades de cada país y
a la orientación política, cómo no, de cada Gobierno. Sin embargo,
permítanme siquiera señalar que la preparación del Libro Blanco que les
presento se ha distinguido por el carácter sumamente participativo que se
ha dado a todo el proceso de discusión y de análisis previos a su
redacción. Sin duda alguna, hubiera sido mucho más fácil y hubiéramos
cubierto el compromiso con mucho menos tiempo --probablemente, en un mes
o en un mes y medio hubiéramos sido capaces de hacer un Libro Blanco--,
pero solamente hubiera sido un libro surgido exclusivamente, por así
decirlo, si me permiten la expresión, del despotismo ilustrado, no un
libro surgido de la consulta, del esfuerzo por dialogar, por escuchar,
por tomar en consideración, en la medida en que no fuera contradictorio,
las posiciones de muchos de los agentes, de muchos que voluntariamente
han querido participar en el proceso.

El proceso ha cubierto los ámbitos territorial, institucional, sectorial
y teórico, en el sentido de analizar las grandes cuestiones que
condicionan la competitividad de nuestra industria. Hemos escuchado y
recibido aportaciones directas de más de 400 personas individualizadas,
representando muchas de ellas a importantes organizaciones que, a la vez,
han realizado análisis y propuestas específicas. Hemos contado con
grandes y pequeños empresarios, con sindicalistas, con profesores de
universidad, con altos cargos de la Administración, con expertos diversos
en materias diferentes, y se ha mantenido también un flujo permanente de
información interactiva con las comunidades autónomas e intensas
reuniones interministeriales. El Gobierno, como les decía, quiso desde el
principio huir de la tentación de elaborar un ensayo de corte académico,
y creo que, al menos, eso lo hemos logrado. Espero sinceramente que
muchos de los participantes, tanto a título individual como
institucional, vean, de alguna forma, recogidas sus aportaciones.

El Libro Blanco fue, finalmente, tal y como me comprometí ante la
Comisión antes del verano, remitido al Gobierno, que pudo,
definitivamente, tras su análisis por la Comisión Delegada del Gobierno
para Asuntos Económicos durante el mes de julio, proceder a su aprobación
el mes de septiembre, y el pasado día 18, el Consejo de Ministros lo
remitió al Congreso de los Diputados. Es verdad que la mayor parte de SS.

SS. no habrá dispuesto todavía del tiempo necesario para hacer una
detenida lectura, estoy seguro, y tiempo habrá, probablemente, para hacer
un debate en el Pleno del Congreso de los Diputados con el que pensábamos
todos debiera concluir esta discusión sobre política industrial. El
Ministro que les habla se comprometió ante esta Cámara, el 15 de febrero,
y vuelvo a reiterarlo ahora, cuando ya tenemos una elaborada propuesta
que ofrecer, a mantener un debate monográfico sobre la estrategia
industrial de España. Sin embargo, permítanme hoy, que es el cometido que
aquí me trae, que les avance algunas de las líneas maestras del Libro
Blanco.

En el documento se incluyen una serie de estrategias y propuestas que, de
alguna forma, orientan lo que podría ser la acción presente y, sobre
todo, la futura. El libro, además de una breve diagnosis y análisis de la
situación, tiene fundamentalmente dos grandes capítulos dedicados a las
políticas: el primero de ellos, centrado en lo que hemos definido como
políticas de entorno, que resume la convicción, bien compartida, por otro
lado, acerca de la necesidad de situar a la industria en un lugar bien
visible de las políticas con que se pretende atender las prioridades de
la sociedad española. El empleo y la competitividad se han convertido en
los temas centrales del debate político y económico en España y resulta
que uno y otro concepto están íntimamente relacionados: sin
competitividad no hay ventas, sin ventas no hay inversión, y, por tanto,
sin ventas y sin inversión tampoco hay o habrá empleo. Son muchos los
elementos que tienen que influir y afectar a la competitividad --desde
luego, el cambio tecnológico, íntimamente relacionado con la aparición de
nuevos productos, pero, sobre



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todo, con la competitividad--, junto a una política que priorice la
creación de empleo, que son las claves para el logro de nuestra
prosperidad económica, porque la alternativa al progreso tecnológico es
de nuevo la pérdida de competitividad que, como les decía, conduce
inexorablemente a la pérdida de empleo.

Por otro lado y ante lo cambiante del entorno, la flexibilidad y la
rapidez en el ajuste son valores en alza. En otras palabras, la
Administración debe facilitar a las empresas, por un lado, una máxima
sensibilización hacia los beneficios a medio y largo plazo que suponen la
investigación y el desarrollo y, por otro, la posibilidad de acometer
ajustes estructurales, es decir, adaptarse con rapidez ante cambios de la
oferta o de la demanda. Esta adaptación estructural es propiciada por el
mercado; las empresas son las que asumen el papel de protagonistas, pero
la Administración puede, y entendemos que debe, promover medidas de
acompañamiento, introduciendo criterios de política industrial. Por
tanto, una política de entorno significa la necesidad de que el reflejo
industrial esté presente en cada una de ellas.

Sin embargo, el segundo gran capítulo es el que probablemente tiene más
especificidad en lo que habitualmente llamamos política industrial: el
dedicado a las políticas que tienen un destino inmediato y directo en las
empresas. Se trata de la parte esencial del Libro Blanco, porque el
problema de la competitividad de la empresa industrial, verdadero «leit
motiv» del Libro Blanco, no es estrictamente un problema macroeconómico.

No digo que no lo pueda ser, a veces lo ha sido, a veces lo es; lo que
quiero decir es que dado un determinado marco macroeconómico, la
competitividad como batalla permanente, fundamentalmente para colocarse
en posición de competencia internacional adecuada, tiene que ser el
esfuerzo principalmente de adaptación de aquellos factores directamente
relacionados con la actividad de las empresas en el marco de una política
macro determinada y adecuada que recoja el reflejo industrial
debidamente.

La competitividad, les decía, es un asunto fundamentalmente
microeconómico. La oferta en buenas condiciones de servicios de alto
valor añadido, la formación continua, la mejora de procesos y productos,
la disponibilidad en calidad y precio de energía, la
internacionalización, el diálogo y la concertación social son los
cimientos, en ese sentido, sobre los que hay que conformar unas
estructuras empresariales competitivas. En esa línea, la generación, el
aprendizaje y la aplicación de la tecnología es fundamental, y el Libro
Blanco marca objetivos y precisa numerosas acciones, muchas de ellas ya
en marcha, para incentivar la introducción de tecnología y estimular
otras clases de innovación vinculadas a ella, como las referentes a la
calidad, el diseño o la diferenciación de productos.

Igualmente, del Libro Blanco se deduce que el apoyo a las pequeñas y
medianas empresas industriales va a seguir constituyendo una prioridad
fundamental de la política industrial en los próximos años. Sobre este
tema hemos tenido ocasión de debatir ya en varias oportunidades en esta
Comisión de Industria y no creo que encuentren novedad alguna en el
acento que el Libro Blanco pone sobre esta materia, en un área en la que
me parece que se ha conseguido una especial o una particular integración
de los elementos que tienen que configurar una prioridad hacia las
pequeñas y medianas empresas industriales: la mejora de la fiscalidad
específica, el acceso más fácil a la financiación, a la financiación en
plazo y condiciones, especialmente a la financiación a medio plazo, las
ayudas para la gestión más profesionalizada, la simplificación legal y
administrativa, los programas de cooperación e internacionalización,
aspectos todos ellos en sí mismos de gran interés individual, pero que
cobran una especial relevancia cuando se plantean, como lo hace el Libro
Blanco, de forma integral.

Para el sector energético el Libro Blanco insiste en líneas maestras que
saben que han inspirado la política y sobre las que ciertamente me parece
que el nivel de consenso social es suficientemente importante, es decir,
líneas orientadas hacia el impulso de la competitividad a través del
suministro a las empresas de recursos energéticos competitivos. Eso
significa estimular la eficiencia en el sector, y yo personalmente no
conozco un sistema mejor que el aumento de los niveles de competencia
interna y la mejora en la calidad de la regulación, esto es, la
eficiencia en la regulación como forma de alcanzar esa mejora o ese
incremento en la eficiencia y por tanto en la capacidad de prestar inputs
energéticos en condiciones competitivas, todo ello con la debida
consideración hacia los criterios de seguridad y calidad en el
suministro, previstos en la normativa de reciente aprobación.

Respecto al papel de la empresa pública, el documento naturalmente es
tributario también de algunas de las medidas que se han adoptado
recientemente y de algunos de los desarrollos que a partir de esas
medidas tienen que irse poniendo en marcha en el conjunto del sector
público empresarial. La Ley 5/1995 y las actuaciones que el Gobierno ha
venido protagonizando recientemente, sobre todo a través de la
modificación del entramado empresarial público en el ámbito industrial,
son expresión de algunas ideas estratégicas que se contienen en el
documento. Queremos un sector público empresarial más competitivo
internacionalmente, por lo que el Libro Blanco contempla una reducción de
su tamaño, el establecimiento de alianzas con empresas privadas que
supongan mejoras competitivas y la involucración de las comunidades
autónomas también en estas tareas. Déjenme que, por una vez, en el ámbito
de la empresa pública, sea suficientemente sucinto, sin perjuicio de que
si quieren ustedes podamos entrar ulteriormente en mayores detalles.

Quisiera, no obstante, destacar que en la última versión del trabajo
realizado se incluye un análisis de las orientaciones de los sectores que
componen nuestra industria, lo que ha de ser, espero, de utilidad también
de cara al diseño de estrategias concretas. Como consecuencia de los
análisis sectoriales llevados a cabo durante la discusión del Libro
Blanco ha sido posible no solamente identificar los desafíos, amenazas,
fortalezas, etcétera, de los diferentes sectores, sino también las líneas
estratégicas que precisan de un soporte para garantizar o aumentar la
competitividad y hacer frente a las amenazas potenciales de algunos de
los sectores industriales productivos de nuestro país.




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En fin, el documento que ahora se presenta ha conocido modificaciones,
como no podía menos de ser, muchas de ellas significativas, respecto al
que utilizamos como base para el debate, no solamente en su estructura y
en su presentación, sino en enfoques y énfasis en temas concretos. Sobre
todo, el documento --naturalmente ésta era la finalidad-- tenía que ser
inevitable o necesariamente más preciso que un documento que era
solamente una invitación al debate a partir de un determinado análisis y
de un cierto diagnóstico todavía previo. Ahora no solamente hay una
explicitación en la definición de objetivos en materias tales como el
desarrollo legal y administrativo, la educación y la formación, el medio
ambiente, el diseño y la calidad, la oferta de servicios a la industria,
la gestión de la demanda pública, la dotación de infraestructuras y otros
capítulos, sino que existe también una mayor concreción en el terreno de
las propuestas y de las acciones a realizar, a la vez que en general este
documento se esfuerza por justificar el nexo entre los objetivos globales
y las acciones precisas que han de ser llevadas a la práctica
posteriormente.

Sería interminable naturalmente, y no lo pretendo, enumerar ejemplos
concretos. Permítanme solamente que me refiera a algunas cuestiones
significativas. En materia fiscal, por ejemplo, el Libro Blanco, a
diferencia del documento inicial, concreta dos objetivos al menos:
establecer la convergencia en la fiscalidad empresarial con los países de
nuestro entorno, especialmente en relación con la fiscalidad que afecta
al factor trabajo, y ello a través de medidas relacionadas con la
tributación del Impuesto sobre Sociedades y con las cotizaciones
empresariales a la Seguridad Social, y, por otro lado, cómo favorecer
fiscalmente la competitividad de las pymes. En este caso se proponen
actuaciones relacionadas con las leyes de los impuestos de Transmisiones
Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Renta de las Personas
Físicas, Patrimonio y Sociedades, que tienen igualmente por objeto
equilibrar la tributación de las pymes y estimular la reinversión de los
beneficios empresariales.

Otra cuestión que me parece relevante se refire a la formación. En el
Libro Blanco se concretan diversas acciones encaminadas a potenciar los
mecanismos de formación continua en la empresa, como por ejemplo el
desarrollo de mecanismos de acreditación de centros de formación con un
nivel de calidad previamente definido, la canalización de subvenciones
públicas dirigidas a formación hacia la propia empresa y a los operadores
de formación acreditados, eliminando la intermediación. Se propone
difundir la oferta de formación continua existente, promover la formación
de formadores, el desarrollo de metodologías didácticas apropiadas para
la realidad empresarial, potenciar la oferta de acciones formativas en
los diferentes ámbitos tecnológicos a través de la red de centros
tecnológicos existentes en España, fomentar el desarrollo de acciones
formativas para facilitar la creación de empresas industriales, sobre
todo pymes, e introducir criterios territoriales en la distribución de
fondos públicos para la formación continua, con el fin de asegurar el
acceso a la misma de las pymes.

En la misma dirección hay un importante nivel de concreción ante la
necesidad de hacer frente a una figura cuya necesaria prudencia en la
utilización en el lenguaje público no nos excusa de su implementación,
como es la demanda institucional. Se proponen en esa dirección dos
objetivos: impulsar la programación a medio y largo plazo de las compras
públicas --una cuestión siempre conflictiva y en todo caso difícil de
hacer-- y alcanzar una mayor transparencia y eficiencia en el desarrollo
de los procedimientos y conocimiento del mercado. Para eso se
desarrollarán estas acciones: el apoyo al desarrollo de una demanda
temprana, el reforzamiento de la coordinación entre administraciones en
cuanto a condiciones y requerimientos generales de la política de compras
públicas, se reforzarán los mecanismos de información, se publicará un
catálogo de compradores y uno de oferentes, se organizarán reuniones
sectoriales con oferentes y demandantes y se promoverá la adaptación de
la industria española a la normativa europea para mejorar la calidad de
los productos y servicios mediante la extensión a todas las compras
públicas de las normas vigentes o futuras.

En la misma dirección hay importantes concreciones en uno de los
elementos clave sin duda alguna de cualquier estrategia industrial, que
es el aspecto tecnológico. El Libro Blanco plantea los objetivos de
potenciar una política tecnológica activa y difusora y fomentar la
proyección internacional de la I+D española, al tiempo que se incrementan
el acceso y los retornos de los programas internacionales de I+D. Las
acciones para lograrlo se sintetizan en fomentar el papel de la empresa
pública en el proceso generador de tecnología, con el fin de ejercer
efectos de arrastre en otras empresas, en la formulación de programas de
apoyo a proyectos estrella que incorporen las especificaciones exigidas
por las administraciones públicas, en el refuerzo al apoyo o a la
creación de una red de centros tecnológicos sectoriales que presten un
servicio especializado y coordinado con las empresas, especialmente con
las pymes; en esa dirección igualmente forma parte, y muy importante, de
la estrategia la participación de las empresas españolas en programas
internacionales de I+D mediante instrumentos específicos de apoyo a la
cooperación internacional y la participación de las empresas, por ejemplo
en el momento de vigencia de este plan y de este Libro Blanco, en el
cuarto programa marco de la Unión Europea a través de diversos
mecanismos.

Todos estos aspectos merecerían un análisis más en detalle, pero me
parece que haría interminable cualquier presentación, que inevitablemente
no puede ser sino sucinta, de un documento que está obviamente a su
disposición, Sin embargo, antes de terminar mi presentación, señor
Presidente, me gustaría decirles dos palabras.

El documento es un documento de diagnóstico, por un lado, y de
establecimiento de líneas estratégicas. Con frecuencia en el debate
mezclamos lo que es el diagnóstico y el análisis estratégico con lo que
es la política coyuntural o con lo que son las medidas, si quieren
ustedes, a corto plazo. Una estrategia industrial no es una estrategia
que se pueda diseñar simplemente en forma de compromisos presupuestarios,
ni para un año, ni para diez años, sino que es,



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por su propia naturaleza, y si somos conscientes del mundo en el que nos
ha tocado vivir, una materia en la que están bastante más claras las
metas que los caminos que, en cada uno de los momentos, en función de las
circunstancias, sea necesario seguir. No obstante, el documento no es
tampoco un documento de reflexión solamente teórico, estratégico o, si
quieren ustedes, abstracto. El documento ha precisado más de 102
objetivos y ha señalado más de 400 líneas de actuación. Eso significa la
necesidad de traslación de ese documento en forma de una estrategia
precisa al terreno operativo, lo que figurará como parte de la
implementación que el Gobierno tiene planteada.

Dicho de otra forma, y por establecer un parangón con lo que es la
estrategia industrial seguida en la Unión Europea, la estrategia
industrial de la Unión Europea, diseñada y crecientemente perfeccionada
en diferentes Consejos de Ministros de Industria de la Unión Europea, se
formula en términos de competitividad claramente y en términos del
análisis de cuáles son las diferencias de la industria europea en su
conjunto, y, a partir de ahí, en el diseño de un conjunto de objetivos a
los cuales se asocian diferentes acciones que tienen como finalidad
alcanzar esos objetivos. Ese conjunto de objetivos y de líneas de
actuación son los que forman parte en este momento del plan de medidas de
la Unión Europea para alcanzar la competitividad de la industria.

Pues bien, no por puro mimetismo, sino porque seguramente ése es un marco
flexible pero suficientemente serio como para producir no solamente la
concreción sino la posibilidad de discusión de medidas concretas, los 102
objetivos y las cuatrocientas y pico acciones que se derivan directamente
del Libro Blanco de la industria, están siendo en este momento
encuadradas en una estructura de actuación que establece precisamente
objetivos y medidas y que hará posible la continuidad del seguimiento de
los objetivos y de las diferentes medidas. Algunas de las medidas que se
señalan solamente en passant en ocasiones implican la necesidad de
aprobación de reglamentos o de normas de algún tipo, sea de normas de
Consejo de Ministros o sea de simples órdenes ministeriales; otras se
tratan simplemente de medidas de actuación que no requieren de normativa
específica. Todas ellas, con los calendarios respectivos y con la
evaluación de su cumplimiento, han de formar parte de esta, por así
decirlo, estructura que ha de hacer operativas las líneas estratégicas
contenidas en el Libro Blanco.

Señorías, concluyo con esto lo que es la descripción de lo que ha sido el
proceso de elaboración y una aproximación al contenido del documento.

Supongo que tienen ustedes también que madurar sus impresiones sobre
dicho contenido y espero que, tal y como ya habíamos tenido la ocasión de
concluir en anteriores debates, podremos encontrar el momento para
debatir ampliamente en el Pleno y poder llegar a resoluciones
parlamentarias en torno a lo que pueda significar o a lo que pueda ser
una política industrial con mayor nivel de aproximación global de la que
quizás en el pasado ha existido. A juicio del Gobierno, este esfuerzo,
con las limitaciones que ustedes puedan ver en él, incluso con los
desacuerdos que legítimamente puedan tener, le parece un esfuerzo que ha
valido la pena y que ciertamente seguirá sirviendo para orientar su
propia acción como Gobierno responsable de la industria.




El señor VICEPRESIDENTE: Señorías, los servicios de la Cámara están
preparando la distribución a cada una de SS. SS. de los ejemplares del
Libro Blanco que ha aportado el Gobierno con ocasión del debate de hoy.

En nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor
Gámir Casares.




El señor GAMIR CASARES: Señor Presidente, señorías, señor Ministro, en
estas intervenciones parlamentarias en Comisión o en Pleno en general no
suelo utilizar la técnica de la lectura, pero en este caso, por razones
de tiempo, para hacerla más breve, parte de esta intervención va a ser
leída.

Empezaré definiendo este Libro Blanco, desde el punto de vista
parlamentario, como un libro cuasi clandestino. El Libro Blanco fue
aprobado por el Gobierno el día 15 de septiembre. Hoy comparece el
Ministro ante la Comisión de Industria y Energía para, entre otros puntos
del orden del día, informar sobre las modificaciones que ha introducido
en este Libro Blanco, en relación al borrador que se presentó en enero.

No es exacto que los miembros de la Comisión no hayamos recibido el Libro
Blanco que se va a discutir esta mañana; lo acabamos de recibir hace
exactamente un minuto (El señor Ríos Martínez: Dichoso el que lo ha
recibido.) Perdón, parcialmente ha sido repartido a miembros de la
Comisión hace un minuto; me figuro que al resto de la Comisión también
les llegará en el curso de la discusión. Este documento ha sido repartido
a organizaciones sociales y ha circulado ampliamente; pero a los
Diputados, incluso a los portavoces de los grupos parlamentarios, no se
nos ha enviado. Algún portavoz de algún grupo parlamentario lo solicitó a
finales de la semana pasada al Ministerio y se le contestó que no se le
podía enviar. Sin embargo, en fecha anterior a esa solicitud, el señor
Moltó, Secretario de Estado, lo tuvo delante y habló de él en una
tertulia de radio. El Libro Blanco se ha presentado públicamente, pero no
al Parlamento, ayer lunes. Luego la mejor forma de poder realizar una
aportación que vaya más lejos que la de improvisar una contestación a lo
que el Ministro haya tenido a bien contarnos hoy al Parlamento cuando se
ha referido al fondo del Libro Blanco sería que los parlamentarios
hubiéramos asistido al acto extraparlamentario de ayer, recogiéramos
debajo del brazo un ejemplar y dedicáramos la tarde y la noche a
estudiarlo.

El Ministro nos dice que no hemos tenido tiempo para, y cito sus palabras
literales que acaba de pronunciar, una detenida lectura del libro. Esto
me parece, por lo menos, una ironía un tanto despectiva, suavemente
arrogante en relación a esta Comisión y a este Parlamento. Realmente es
inexplicable y es altamente criticable, y hablemos en serio, que cuando
se conocía la propuesta de que se celebrara esta Comisión hoy día 24 de
octubre, cuya convocatoria se hizo por Mesa y Portavoces el día 20 de
septiembre, hace más de un mes; cuando el libro había sido aprobado el 15
de septiembre, y me figuro que no se habrá cambiado --respeto demasiado a
las instituciones para suponer que se cambie lo



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que se aprobó en el Consejo de Ministros el 15 de septiembre-- no haya
sido emitido a los parlamentarios de la Comisión de Industria y Energía
para que podamos realizar mejor nuestro trabajo. ¿Es que se quería que
hubiera una relativa indefensión parlamentaria o es que se quería que no
se pudiera entrar por parte de la oposición al fondo del Libro Blanco y
que el único que pudiera entrar en su consideración fuera el señor
Ministro? Es profundamente extraño y antiparlamentario este ejercicio de,
entre comillas, «clandestinidad» sobre el libro que acabamos de recibir.

Voy a hacer una pequeña broma. El Libro Blanco tiene nombre de tango. El
Libro Blanco sobre política industrial se va a presentar a las Cortes dos
meses antes de que el Parlamento deje de funcionar, según nos dice todos
los días el Presidente del Gobierno. Y este Libro Blanco contiene una
frondosísima remisión a una futura legislación --aparte de las
cuatrocientas y pico medidas-- que no sé cómo va a aprobarse en dos
meses, porque es metafísicamente imposible. Además, los datos
sociológicos que tenemos parecen indicar, y lo digo sin ninguna
arrogancia, que es muy posible que cuando se reabran las Cortes después
de marzo que viene, el PSOE no tenga mayoría de Gobierno --el elector
votará como quiera--, digo que los datos sociológicos que tenemos en este
momento hacen prever que ésta es una muy posible conclusión de lo que
ocurra cuando se reabran las Cámaras. Por tanto, ¿qué pasará con esta
numerosísima legislación?
En términos musicales, ¿qué música debería acompañar a este libro? El
otro día en una reunión hablábamos sobre ello y alguien sugería que era
como réquiem a la política felipista de casi catorce años, bastante
desafortunada en la materia industrial --no me refiero ahora a otras--.

El problema es que los réquiems son muy buenos: tenemos el de Mozart, el
de Brahms, el de Fauré, que son demasiado buenos. Hay un tango, que
también es muy bueno y que quizás encaja mejor, y perdón por la pequeña
ironía sin ninguna acritud: quizá la música que debería acompañar a este
Libro Blanco sería aquello de: Adiós muchachos, compañeros de mi vida...

(El señor Sáenz Lorenzo: ¡Qué barbaridad, qué mal gusto!) Perdón, la
despedida del poder nunca es de mal gusto en la democracia. Parafraseando
a Almudena Grandes, en el caso de que los españoles lo decidan así, como
es lógico, este Libro Blanco tiene nombre de tango, de un tango
relativamente triste, un Libro Blanco con muchas desventuras, desventuras
que se remontan a principios de año. Entonces, el señor Eguiagaray
presentaba el documento titulado «Una Política Industrial para España» y
desde el Ministerio se dijo que dos meses después se presentaría el texto
definitivo, y aparecen múltiples declaraciones del Ministro en aquella
época. Lo presentó curiosamente dos meses después sí, pero a la Comisión,
y recibió críticas muy duras que no fueron contestadas, como se desprende
del «Diario de Sesiones» de 27 de febrero de 1995 y que SS. SS. pueden
consultar.

Cuando aquellos dos meses en los que se habían comprometido a presentar
el Libro Blanco se habían pasado largamente, repetidamente preguntamos al
Ministerio y al Gobierno sobre lo que pasaba con el Libro Blanco. Se nos
dijo que no lo publicaban antes de las elecciones municipales para que no
pareciera un documento preelectoral o electoralista. Pero el plazo se ha
incumplido durante un tiempo muy largo --podía haberse presentado después
de las elecciones municipales-- y ahora todo parece indicar que un
Gobierno agónico presenta este escrito preelectoral, lleno de referencias
a políticas que exigen años para su consecución.

¿Es acaso este Libro Blanco un testamento de lo que no se ha podido hacer
durante trece años y de lo que se cree que se debe hacer? Si es un
testamento, debería ser un testamento útil, y dentro de las dificultades
de análisis que se han tenido para analizar este testamento, valgan
algunas perlas --entre comillas-- de lo que contiene o cláusulas
testamentarias a modo de ejemplo.

En cuanto al nivel de análisis, en la página 3 se dice que en la segunda
parte de los años ochenta la posición competitiva de las empresas
industriales españolas mejoró merced a la política realizada por el
Gobierno. Este hecho no es cierto. La competitividad de la industria se
vio muy negativamente afectada por el tipo de cambio sobrevalorado. En
ningún momento se habla en el Libro Blanco del tipo de cambio
sobrevalorado durante la segunda parte de los años ochenta y principios
de los noventa. Es de todos conocido el daño que hizo la sobrevaloración
a sectores como la industria, que se dedican a bienes exportables o que
compiten con importaciones.

El documento dedica muchas páginas a la terciarización de la economía y
al trasvase de actividades de la industria a los servicios en las
sociedades postindustriales desarrolladas. Esta parece ser que es la
causa de la caída de la ratio industria-PIB. Esto no es cierto. Si fuera
así, en las sociedades más postindustriales que la española, más de
servicio, como son las europeas, la ratio industria-PIB hubiera caído más
rápidamente. Pues bien, esta ratio ha caído el doble en España que en la
media de las sociedades europeas desde el año 1982 hasta la actualidad.

Luego parece demostrarse que no es por este análisis de la sociedad
post-industrial, sino en gran parte por la política del Gobierno, uno de
cuyos puntos fue precisamente la sobrevaloración de la peseta, lo que ha
llevado a esta caída doble de la que ha tenido en Europa la ratio
industria-PIB.

Este Libro Blanco divide la política industrial del Gobierno en tres
partes: macro, de contexto económico y política relacionada con las
empresas industriales.

La evolución histórica de este libro es curiosa. El Ministro de Industria
en su primera comparecencia ante esta Comisión de Industria y Energía, en
octubre de 1993, realizó una amplísima exposición de política industrial,
de casi dos horas, limitándose a plantear los programas del Ministerio de
Industria. Este portavoz del Grupo Popular mostró su desacuerdo con esta
postura y planteó el triple plano de la política industrial del Gobierno:
macro, de contexto económico y los programas que entonces se llamaban
sectoriales horizontales u oblicuos en la terminología que entonces
utilizaba el Ministro.

La ironía es que desde el PSOE se criticó duramente este enfoque del
Grupo Popular diciendo que implicaba el desconocimiento de la política
industrial. En este Libro y en el borrador de enero de este Libro, el
Gobierno --entre



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comillas-- se populariza y recoge estrictamente el enfoque ya entonces
mencionado por el Grupo Popular. A este acercamiento se le puede
denominar como sea; otros, quizá, y sin acritud, podían merecer el nombre
de plagios. Ya se habló de ellos cuando se planteó el borrador de enero,
pero se vuelven a recoger esos --entre comillas-- plagios políticos en
este documento.

En la página 36 y siguientes se realiza una defensa de instaurar
políticas de coordinación y planificación de las compras públicas. El
Grupo Parlamentario Popular presentó en el Congreso una moción, el 12 de
abril de 1994, en la que se defendía exactamente lo mismo, con un texto
muy largo. El Grupo Parlamentario Socialista votó en contra y, ahora,
recoge casi literalmente aquello sobre lo que votó en contra y recogía ya
en el borrador de enero de este año. Lo mismo ocurre con otros aspectos,
por ejemplo, con la burocratización de la política industrial. Las
propuestas amplias de aquella moción de abril de 1994 fueron votadas en
contra por el Grupo Socialista y ahora las recoge en el Libro Blanco y en
el documento definitivo. Y sin notas a pie de página. El borrador
introducía alguna nota a pie de página cuando recogía ideas ajenas --no
las del Partido Popular, sino las de otras fuentes--, pero aquí la nota a
pie de página ha desaparecido. Es curioso que las políticas valgan no
según su contenido en sí, sino según quien las proponga. Si las propone
el Grupo Popular y habla de compras públicas o de desburocratización, hay
que votar en contra, pero si las mismas políticas se proponen desde el
Gobierno, entonces no hay que citar siquiera la fuente ni a pie de
página, y se cae en algo que en la vida académica, más que en otros
lugares, señor Ministro, se suele denominar con el nombre de plagio, de
plagio político, que en este caso debería ir acompañado con la pequeña
historia del voto en contra del Grupo Socialista.

Igual ocurre cuando se habla de rebaja de las cuotas de la Seguridad
Social, tema que me salto pero en el que entraré, si es necesario, en la
réplica.

Así mismo se habla de la recientemente --y subrayo la palabra-- aprobada
Ley de Sociedad de Garantía Recíproca. Es un recientemente relativo
porque se ha aprobado a principios de 1994. Esta Ley exigía dos
reglamentos, uno de los cuales se planteaba que tenía que estar en la
calle en un año pero no se ha cumplido. Este Gobierno Socialista se
distingue por no cumplir las decisiones parlamentarias, incluso de las
leyes que el Gobierno Socialista propone a este Parlamento y que son
aprobadas por el mismo. Habrá otros ejemplos al respecto.

En la página 9 se comete un error. El Ministro ha dicho que no quería
caer en un libro académico. De acuerdo. Pero a veces la lectura de lo que
han escrito algunos académicos es útil. Por ejemplo, me figuro que el
Ministro ha leído el libro del profesor Sen sobre elección de técnicas.

Este Libro Blanco comete un error muy grave cuando dice que España debe
posicionarse, seleccionarse, especializarse en sectores de la gama de una
alta tasa de valor añadido. Un problema es que ante la competencia de
países que vienen detrás en grado de desarrollo haya muchos sectores,
incluso el calzado y el textil, que hayan de situarse en gamas medias
--la selección de técnicas dentro del sector-- y otro que se diga que los
sectores únicos en que podemos posicionarnos son aquellos de gama alta.

El calzado y el textil (Convergència i Unió podría tener algo que decir,
y no solamente este grupo porque el textil está por toda España), tal y
como viene en este libro, son sectores que deberían desaparecer ante esta
confusión entre lo que son técnicas y lo que son sectores en conexión con
la relación capital humano, tecnología/trabajo.

Hay un aspecto muy curioso, se vuelve a hablar de la insuficiente
experiencia de los bancos en la financiación industrial y se insiste en
que hace falta mayor vocación industrial de las empresas financieras
--página 26--. Fue el Gobierno Socialista el que impulsó una directriz de
Bruselas que impedía la banca mixta, impedía esta vocación industrial de
la banca y lo hizo con tremenda alegría. En aquel momento otro país,
Alemania, pidió una ampliación del plazo por encima del año 2004. Es
conocido por los miembros de esta Comisión, porque ya se habló de ello a
la hora de discutir el borrador, que esa normativa de Bruselas penaliza
tremendamente la vocación industrial de la banca en paquetes de más del
diez por ciento, etcétera. La mano derecha no quiere saber lo que dice la
mano izquierda. Entonces se apoyó con entusiasmo esa norma y ahora se
habla de la vocación industrial de las entidades financieras.

En la página 38 se plantea una simplificación administrativa de las
comunidades autónomas. Esto aparecía ya en el borrador de enero. ¿Quién
gobernaba entonces las comunidades autónomas? ¿Era, acaso, el Partido
Socialista? ¿Era, acaso, ese tema un problema de autocrítica del propio
Partido? Se menciona que se reforzará el papel del Tribunal de Defensa de
la Competencia. Es curiosa la contradicción entre el lenguaje de la
palabra y el de los hechos, porque el tribunal ha destacado el bajísimo
porcentaje de sus propuestas que se llevan a la práctica por este
Gobierno.

Existen continuas referencias a la relación entre el sector industrial y
el sector terciario, ninguna a la relación con el complejo
agroalimentario. No son de extrañar las dificultades especiales de la
industria conservera en algunas de las provincias o comunidades que el
señor Ministro conoce muy bien por sus visitas, por ejemplo, en la
Comunidad de Murcia, de la que incluso dice que puede ser futuro
parlamentario.

En la página 16 se engloba el problema del paro en España con un problema
europeo. Es una falta de sensibilidad muy grande por parte del Gobierno.

El problema del paro en España es doble que el problema europeo, es
cualitativa y cuantitativamente otro problema. No se puede caer en esa
simplificación que, además, es falsa y demuestra una falta de
sensibilidad ante el problema que los españoles siguen considerando como
su problema número uno.

En la misma página 16 se habla de las reformas estructurales del reciente
Plan de convergencia del Gobierno. Lo mismo se decía en el plan de
convergencia de Solchaga, o en el pacto social del progreso, también de
Solchaga, hace varios años, pero está sin cumplir, está incumplido.

En la página 20 se menciona que los presupuestos incrementarán más la
vertiente inversora que los gastos corrientes. Simultáneamente, el
Gobierno presenta un presupuesto para 1996 en dirección contraria.




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En la página 24 la reestructuración empresarial ha sido efectuada bajo la
tutela del sector público de compras de empresas extranjeras. No es
cierto, la gran mayoría de la reestructuración ha sido realizada por el
mercado, porque ha sido realizada básicamente a través de las pymes. Han
sido las pymes quienes han recibido esta reestructuración, no ha sido el
Estado ni la inversión extranjera.

Por razones de tiempo, voy a recordar simplemente alguna última perla
más, y si es necesario reproduciré algunas de las que pudieran quedar de
este curioso testamento en el turno de réplica. El señor Eguiagaray, en
su comparecencia del 6 de octubre de 1993 --no sé si entonces con cierta
inocencia--, reconocía la pérdida de competitividad registrada durante
los últimos años por la cotización de la peseta (véase la página 664 del
Boletín de aquella fecha). La historia se reescribe en este documento,
pero no hay ni una mención a ese tema. Parece que en aquella época, como
era algo que provenía del anterior Ministro, se podía reconocer la
realidad de lo ocurrido. Al final de la legislatura, estos errores han
desaparecido, y no solamente han desaparecido sino que se ocultan
cuidadosamente.

Páginas 53 y 55, dotación de infraestructuras. Señor Eguiagaray, el
ferrocarril no existe. ¿Es que el ferrocarril no es importante, a media y
larga distancia, en el transporte de las mercancías industriales y como
tal afecta a la política de dotación de infraestructuras? Se señala
después: el Gobierno tratará de mantener la inversión pública en
infraestructura en niveles similares a los de los últimos años. Vea el
proyecto de presupuesto de 1996, la dirección es la contraria. La
credibilidad del Gobierno es baja cuando en un Libro Blanco se dice una
cosa y en la presentación de unos presupuestos se dice la contraria.

En la página 56 el Gobierno asume el compromiso de igualar nuestra
infraestructura a la del resto de Europa en los próximos años. Aunque
alguna referencia a este tema ha molestado en los bancos socialistas, es
fácil asumir compromisos del Gobierno cuando lo normal, según todos los
datos sociológicos de que se dispone en la actualidad, es que no sea éste
el Gobierno que vaya a gobernar en los próximos años, sin entrar siquiera
en los problemas de deuda que va a dejar al próximo Gobierno, entre otras
herencias, que dificultarán este compromiso en el que asume que en los
próximos años nada menos que nuestra infraestructura será similar a la de
Europa.

Se afirma que el conjunto de la industria manufacturera generaba el 33
por ciento del valor añadido en 1992. No es así, señor Ministro. No hay
que confundir industria manufacturera con industria. Está muy bien
desarrollado en el trabajo de la OCDE al respecto. Industria
manufacturera es el 21 por ciento. Es casi un 50 por ciento de error que
no puede introducirse en este Libro. Tengo en la cartera todo el informe
de la OCDE precisamente sobre esa diferenciación y por qué en España es
el 21 por ciento.

Pasaría en esta intervención a la idea final. Es un Libro Blanco, por
desgracia, parlamentariamente casi clandestino, y realmente ha estado muy
mal, señor Ministro, que se haya actuado así. Sociológicamente, podría
parecer de despedida, en cierto grado, y como testamento de 13 años de
Gobierno es poco útil por la falta de calidad y por los errores en tantos
puntos concretos. No tiene realismo su remisión a una legislación tan
compleja que es imposible cumplir en este período parlamentario. Si acaso
este Libro Blanco se debería haber presentado, si el Partido Socialista
gana las próximas elecciones, después de ganar esas elecciones, no como
documento preelectoral. Entonces, hubiera tenido credibilidad.

Yo acabaría recordándole una anécdota famosa: se estrena una obra de
teatro, sin interés la obra de teatro. Un crítico irónico publica al día
siguiente: se ha estrenado la obra equis, ¿para qué? Después de lo que
acabamos de ver, la pregunta es: señor Eguiagaray, este Libro Blanco,
¿para qué?



El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra el señor Ríos.




El señor RIOS MARTINEZ: La verdad es que uno podía tener la tentación de
iniciar ya el proceso de campaña electoral, y como parece ser que tanto
el Ministro como el portavoz del Grupo Popular como es posible que seamos
candidatos por la misma región, podríamos incluso hablar de la industria
y el papel de la misma en la región de Murcia, y todos los papeles que
podíamos ver para que el futuro de esa región sea competitivo. Pero creo
que no es el momento de hablar de eso. Voy a partir del concepto que
podría ser el centro de lo que está pasando. Aunque estemos abocados a un
proceso electoral, debiéramos decir dos cosas: una, nunca es tarde si la
dicha es buena. Es decir, si han tardado tanto tiempo para concentrar,
desde que la pusieron en marcha, una política industrial para España, en
concitar el compromiso de toda la sociedad española para, analizando la
realidad industrial que tenemos, plantearnos la que podemos tener dentro
de diez años con una actuación a desarrollar, en los contenidos podríamos
ver si la dicha ha sido buena, si la propuesta ha sido buena. Pero la
segunda reflexión que debiera acompañar a esta observación sería: pero ¿y
el ejemplo precedente? Porque las obras son las que identifican las
políticas de cualquier gobierno y las políticas que podríamos plantear
cualquier fuerza política. Por tanto, el ejemplo precedente sería ver
cuál es el bagaje que se trae, y la verdad es que dista bastante de los
tres objetivos que se plantean en la presentación. Acabo de tener los
documentos, con posterioridad incluso al señor Gámir, pero creo que no
era el motivo de entrar en los contenidos, sino de presentar y poner en
marcha el proceso en la propia Cámara. Creo que distan mucho, por
ejemplo, las previsiones presupuestarias en años sucesivos, no éste, el
anterior también. Ustedes plantean que el reto de nuestro país para los
próximos años es lograr un salto cualitativo en el funcionamiento de
nuestro sistema productivo, dotarnos de un sistema productivo endógeno,
propio, con el que tener un espacio a nivel internacional. Sin embargo,
los procesos de reconversión, los procesos de reindustrialización de
nuestro país han brillado por su ausencia. Pero es que las políticas
económicas marcadas desde el Gobierno se han ido reduciendo. Este año,
sin ir más lejos, para el año que viene, por la política de déficit



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público o por la que queramos, la propuesta del Gobierno, con la que
iniciaríamos el año 1996 este Plan que el Gobierno nos propone, se reduce
de 190.000 millones a 175.000, un 13,4 por ciento. La voluntad política
global del Gobierno es reducir las políticas hacia la reconversión, la
reindustrialización, en esta partida.

También sería injusto verlo solamente en industria, porque la actuación
industrial se proyecta también hacia todo lo que pudiéramos llamar la
proyección de los incentivos regionales para asentar la estructura
productiva endógena, financiando, subvencionando o apoyando a nuestra
propia industria que quiera modernizarse, reconvertirse o generar una
nueva actividad productiva, o desde la propia agricultura, para el sector
agroalimentario y el necesario papel de nuestro sector agroalimentario.

Yo creo que el problema parte de una falta de credibilidad en los
ejemplos.

Segundo, me gustaría saber, puesto que estamos empezando el debate dentro
de esta Cámara, el grado de concertación que tiene la propuesta del
Gobierno. Dice también el señor Ministro en la presentación de este
documento que el Libro Blanco de la Industria es fruto de unos debates
desarrollados con interlocutores sociales, con representantes de fuerzas
políticas, con comunidades autónomas. Sería bueno saber (porque una
actividad podía ser el papel o el protagonismo que puede tener el
Gobierno como empresario, la parte económica que significa la industria
del Estado, y otra parte sería cómo ayudamos a nuestro empresariado, a
nuestra propia capacidad productiva externa para que pueda ser
competitivo cara al exterior) qué grado de compromiso se ha logrado en
esta propuesta de Libro Blanco con los agentes económicos, con los
agentes sociales, que tenían documentos muy importantes elaborados ya
hace dos o tres años sobre el tema de la industria, o con las comunidades
autónomas, porque no va a haber industria en determinadas zonas si no hay
una apuesta decidida por dotarse de algunas infraestructuras básicas. No
vamos a tener industria del gas si no hay un proceso de gasificación o de
oleoductos que puedan actuar; no vamos a tener industria energética o de
distribución sin unas infraestructuras básicas.

En suma, qué grado de concertación, de compromiso común, qué grado de
respuesta colectiva tiene esta propuesta que el Gobierno nos trae para
que la sociedad española se embarque en una acción común para que dentro
de diez años corrijamos las limitaciones que tengamos y contemos con una
actividad industrial determinada. Qué grado de conjunción de esfuerzos
logra este documento del Libro Blanco. Dice que ha sido discutido con
fuerzas políticas, con comunidades autónomas, con interlocutores
sociales, con interlocutores económicos.

Por último, también sería positivo conocer cuál es el compromiso
industrial del Estado, cuál es el protagonismo que el sector público en
sectores estratégicos va a tener cara al próximo futuro, protagonismo
como empresario, como perspectiva de modernización, puesto que el Estado
(ahora se han transformado el INI y el INH en otra estructura
empresarial) tiene unos compromisos, por ejemplo con la industria de
defensa; por ejemplo con la industria energética. Qué compromiso de
modernizar internamente esas industrias, de diversificarlas. Todos
sabemos que una industria de defensa hoy para situarse en el concierto
internacional va a ir a lo que pudiéramos llamar actuaciones de doble
uso, no solamente defensivas, sino a una actuación también de dirección
civil o de uso compartido en todos los niveles. Qué compromiso de
modernización, qué compromiso de mantenimiento de actividad, qué
compromisos públicos de una industria, de un protagonismo público en la
actividad industrial en sectores estratégicos. No estoy diciendo que se
invada el mercado o la actividad productiva para sustituir el Estado a la
iniciativa que pueda tener la propia sociedad a nivel productivo. Qué
parte, cómo se va a adecuar nuestra industria actual, que la tenemos
distribuida en todo el territorio.

Por otra parte, de qué manera el Estado va a estimular dos grandes ejes.

Usted ha hecho referencia (me consta que es uno de los objetivos que
usted reiteradamente ha estado planteando y que es una necesidad que
genera hoy en día el mayor volumen de actividad económica) a las pymes.

Pero usted sabe que hay también grandes sectores industriales en nuestro
país sin los cuales va a ser difícil que podamos mirar al futuro. Cuando
digo grandes sectores industriales, podía ser el químico, podía ser el
del automóvil, podían ser determinadas actividades industriales que
significaran un protagonismo en la nueva vertiente que una sociedad
moderna y desarrollada tiene no solamente en la industria de
transformación sino en la de servicios. Qué papel industrial puede jugar
nuestro país en el concierto internacional dentro de diez años para que
esos sectores de gran industria podamos tenerlos nosotros y podamos hacer
una oferta, en el papel que nos corresponda, con la capacidad que nos
corresponda.

Termino, señor Presidente, diciéndole que esos tres elementos son en los
que nos debiéramos centrar para ver si de verdad el Libro Blanco hace el
siguiente proceso. Qué realidad industrial tenemos en nuestro país, qué
limitaciones encontramos y de qué manera en los próximos 10 ó 15 años
(ahora que estamos hablando de procesos de inversión, en infraestructuras
hablamos de 15 años; en pensiones hablamos de 30 años; en fin, medimos
calendarios distintos) ponemos en el calendario inversiones precisas para
diseñar el futuro de industria que tenemos.

Si el Libro Blanco parte de la realidad industrial que tenemos, qué
medicina, qué terapia, qué propuestas hace para que esa industria, que yo
creo que hoy es incipiente, que está en situación muy complicada, la
reconvirtamos, la modernicemos y la hagamos realidad dentro de 10 o de 15
años, con unas actuaciones distribuidas en el espacio tiempo, con
realismo. Yo no pido grandes actuaciones. Porque podíamos caer en una
tentación, si ésta fuese la fase de un Gobierno que termina una etapa
política, podía caer en la tentación de la carta a los Reyes Magos, que
podemos hacer los que no dominamos alguna precisión económica. Ustedes
podían decir: vamos a poner todo lo que no hemos hecho en doce años y lo
vamos a hacer ahora para los próximos cinco años. Podía ser una tentación
de carta de voluntades no realizables. No pido eso, pido realismo para
comprometernos todos, porque estamos en una fuerza política que está
dispuesta a comprometerse siempre y cuando lo que se proponga sea verdad
que nos hace



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avanzar un grado, dos grados o cinco grados, y cada año mejoramos esa
realidad. Ese compromiso es el mejor que podemos adoptar, porque
estaremos dando a nuestro país una garantía de actividad productiva de
riqueza para generar un crecimiento económico y de estabilidad en el
empleo, generar la respuesta al empleo estable.

Esas serían las ideas que nos gustaría que como punto de partida se
pusieran en marcha. En todo caso, si no lo logramos hoy con las reformas
legales a que debamos proceder aquí, todo apunta a que mañana por la
tarde vamos a tener un resultado presupuestario determinado y se nos
abren parámetros de discusión parlamentaria.

Al margen de eso, estamos dispuestos a discutir sobre la industria si
hace falta, y también estamos dispuestos a hacer campaña electoral.

Queremos que hoy sea de verdad empezar a cambiar el paso para que el
futuro sea un futuro industrial para nuestro país.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència
i Unió), tiene la palabra el señor Sánchez i Llibre.




El señor SANCHEZ I LLIBRE: En primer lugar, agradecer la comparecencia
del señor Ministro ante la Comisión de Industria, pero a continuación
lamentar desde nuestro Grupo de Convergència i Unió no poder debatir una
cuestión tan importante, como son las propuestas industriales sobre este
tan debatido Libro Blanco sobre la industria española, por carecer única
y exclusivamente del ejemplar que hubiera podido motivar el que nuestro
Grupo, justamente con los demás grupos presentes en esta Comisión,
pudiera hacer las aportaciones o las críticas constructivas a las
propuestas sobre política industrial que van incorporadas en este Libro
Blanco sobre la industria española que, ayer, el Ministro presentó ante
los medios de comunicación.

Nuestro Grupo no definiría este Libro como un libro clandestino, como han
hecho otros grupos parlamentarios, pero sí como libro fantasma. Apareció
el borrador en un momento determinado, en el cual los grupos tuvimos
tiempo de hacer nuestras aportaciones y nuestras críticas constructivas y
desapareció en un momento en que era importante para poder preparar este
debate. A este Diputado no se le caen los anillos por reconocer ante la
Comisión que repetidas veces habló con el gabinete del señor Ministro
para poder tenerlo y hoy poder hacer una aportación positiva sobre esta
cuestión tan importante como es la política industrial, pero también he
de decir que, a pesar de las reiteradas promesas por parte del señor
Ministro (me interesé en ello porque no había ningún Grupo Parlamentario
que dispusiera de este ejemplar) de que a final de semana podríamos
disponer del mismo para poder trabajar en él con una cierta profundidad y
poder hoy sacarle un jugo provechoso a un aspecto tan importante como es
la política industrial, no ha sido así. Fue imposible --por esto yo lo
califico de fantasma-- hasta hace unos pocos minutos en que dispongo del
paquetito con el ejemplar definitivo del Libro Blanco sobre la Industria
española.

También manifestamos con toda sinceriad y cordialidad, señor Ministro,
que desde Convergència i Unió pensamos que en este caso, usted, como
responsable político del Ministerio de Industria, ha carecido de
sensibilidad y respeto hacia el Parlamento y hacia esta Comisión de
Industria y Energía por no prestarnos la suficiente atención y poder
disponer, todos los miembros de la misma, de los elementos necesarios
para poder debatir un aspecto tan importante como es la política
industrial. Y se lo digo, repito, con sinceridad y cordialidad porque
entendemos que todos los grupos parlamentarios, o por lo menos el grupo
que está en el uso de la palabra, sí ha tenido siempre hacia su persona y
hacia su Ministerio la sensibilidad y el respeto suficiente para poder
mantener un diálogo fructífero, positivo y con unos objetivos
importantes.

No voy a debatir la breve introducción que nos ha ofrecido en su
intervención, porque, ya le he dicho anteriormente, no hemos tenido
tiempo para analizar con profundidad dichas propuestas, por no disponer
del Libro Blanco. Pero antes de finalizar mi intervención, sí me gustaría
reiterar, al menos para que quede reflejado en el «Diario de Sesiones»,
cuáles fueron nuestras propuestas, que no sé si están recogidas en el
Libro Blanco, y que ya manifestamos en la presentación de dicho ejemplar
el pasado 28 de enero de 1995.

Nuestro Grupo proponía que para poder implementar una buena política
industrial en el Estado español era necesario aportar una serie de
propuestas concretas que iban orientadas a reformas estructurales.

Apuntábamos unas reformas estructurales importantes en el mercado de
trabajo, en el sentido de incorporar a la reforma del mercado de trabajo
una nueva modalidad de contrato estable con coste conocido. Entendíamos
que esta flexibilidad aportaría más empleo y disminuiría el paro. También
apuntábamos hacia una reforma del mercado de los servicios, básicamente a
la liberalización del transporte aéreo y por carretera, liberalizar las
telecomunicaciones, la energía eléctrica y otros mercados de servicios
que estaban en situación de monopolio u oligopolio. Apuntábamos reformas
importantes orientadas al sector público español, cuestión ésta que me
sorprende porque en la intervención del señor Ministro he creído entender
que había una serie de propuestas orientadas a la racionalización del
sector público español.

También me gustaría recordarle al señor Ministro que el pasado mes de
mayo hubo un debate importante en el Congreso de los Diputados sobre
privatizaciones o, como a ustedes les gusta llamarlas, racionalización
del sector público español. Su departamento se comprometió ante el
Congreso de los Diputados a presentar en un plazo de tres meses, plazo
que ha expirado a mediados de septiembre, aquellas actividades que en un
futuro próximo inmediato serían susceptibles de continuar siendo
actividades realizadas por el sector público empresarial. Por una
cuestión de exclusión, las que no fueran incorporadas en estas
actividades que han de ser realizadas forzosamente por el sector público
empresarial español, entendíamos nosotros, y los demás grupos
parlamentarios también, que serían éstas las actividades susceptibles de
ser privatizadas.

Ha expirado este plazo, el cual ya venía condicionado a un plazo anterior
a un año, que tampoco había cumplido su



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departamento, y me gustaría saber, independientemente de las propuestas
que ustedes puedan plantear en el Libro Blanco, si su departamento piensa
cumplir con las propuestas de resolución aprobadas por la mayoría de los
grupos parlamentarios de la Cámara y presentar cuáles van a ser los
sectores susceptibles de no ser privatizados de cara a un futuro
inmediato.

También apuntábamos en nuestra intervención del mes de enero que
entendíamos que habría que afrontar reformas importantes en la fiscalidad
de las compañías y de las pequeñas y medianas empresas. Por su
intervención he creído entender que ya había importantes aportaciones en
el Libro Blanco sobre la política industrial. Nosotros también
incorporábamos importantes aspectos que creíamos totalmente necesarios
para poder implementar una política industrial competitiva y moderna,
como buscar nuevos canales de financiación para nuevos proyectos
empresariales. Aquí apuntábamos varias posibilidades, como la
potenciación de las sociedades de garantía recíprocas, compromisos
vinculantes sobre los plazos de pagos de las administraciones con los
proveedores, modificar la legislación para que los fondos de inversión se
puedan dedicar a financiar las pequeñas y medianas empresas y potenciar
en algún aspecto importante que las Cajas de Ahorros inicien potencias
activas de financiación de pequeñas y medianas empresas. También
hablábamos, cómo no, de la internacionalización, no de las grandes
compañías, sino de crear grandes multinacionales a partir de un
importante tejido que existe en el Estado español de pequeñas y medianas
empresas que están haciendo promociones exteriores. Entendemos que
apoyando estos pequeños sectores, podríamos conseguir una importante red
de internacionalización de nuestras compañías a través del mundo
empresarial. Hablábamos de la tecnología y de la calidad. Y, finalmente,
aportábamos la posibilidad de que su departamento pudiera crear un
estatuto para las pequeñas y medianas empresas, para que en un futuro
inmediato pudieran ser competitivas dentro de un programa global de
política industrial.

A partir de estas aportaciones, repito, no podemos debatir las propuestas
que ha expuesto en esta Comisión por carecer de dicho documento.

Lamentamos profundamente, como he dicho anteriormente, esta falta de
sensibilidad por parte del señor Ministro y de su departamento hacia esta
Comisión.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Mixto, tiene la
palabra el señor Albistur Marín.




El señor ALBISTUR MARIN: Brevemente, porque creo que no es éste el
momento del debate. Sólo nos queda agradecer la presentación por parte
del señor Ministro de este Libro Blanco que creo que ha tardado demasiado
en llegar. Hace dieciocho meses que le pedimos al señor Presidente del
Gobierno, y en este caso también hablo en nombre del Grupo Vasco, el
debate sobre política industrial, y dieciocho meses se ha tardado en
presentar este Libro Blanco que entra en el túnel de una carretera, que
tiene entrada y tiene salida, pero que no sé si va a encontrar la salida
final. Porque me da la impresión de que no hay ambiente político para
debatirlo, y que ya no hay credibilidad suficiente en un Gobierno que
pueda llevar adelante esa política industrial, en la que podamos hacer
propuestas con ilusión desde este Parlamento, porque tengo la impresión
de que no hay tiempo ni ilusión para poderlo llevar adelante.

Lamento este hecho porque creo en la política industrial, creo en la
importancia que tiene en estos momentos en el Estado un debate sobre
política industrial. También creo en la importancia que tiene situar este
debate de política industrial en el contexto de las políticas
industriales que realizan las comunidades autónomas, en particular la
nuestra, y también es el momento de arreglar todas las descoordinaciones
y situaciones encontradas que se producen en materia energética, en
materia de política industrial, en materia de participación en el sector
público, en materia de investigación y desarrollo, etcétera.

Tengo que lamentar también que este debate se haya hurtado a la Cámara y
no hayamos participado en él. Bien es verdad, y tengo que reconocerlo,
que yo he recibido periódicamente una información en foma de folletos
resumidos en relación con las mesas sectoriales que se estaban
celebrando. Tengo que decir que, además de esta información que yo por lo
menos la he leído puntualmente, no he visto un hilo conductor, y en ello
centro mi argumento de debate en la Cámara. (Los señores Ríos Martínez y
Fernández Norniella: Nosotros no hemos recibido información.) Entonces,
he sido afortunado por pertenecer a un grupo pequeño y casi desconocido.

(El señor Sáenz Lorenzo: Lo hemos recibido todos a través de la
Presidencia.--El señor Ríos Martínez: No meta a la Presidencia en esto,
porque no lo hemos recibido.)
Realizado el debate y constatado que existen grupos que no han recibido
la información y otros que sí, a partes iguales, ¿puedo continuar mi
intervención?



El señor VICEPRESIDENTE: Continúe, señor Albistur, sobre el tema en que
estaba ocupado.




El señor ALBISTUR MARIN: Esta información ha llegado sin un hilo
conductor, sin un criterio que esta Cámara, y por lo menos esta Comisión,
debería de haber tenido. Sí tengo que insistir en esta palabra, se nos ha
hurtado o no se nos ha permitido participar, cosa que gustosamente
hubiéramos hecho.

Hemos venido hoy a esta Comisión (y ya lo han reiterado otros colegas que
me han precedido en el uso de la palabra y por eso no voy a insistir) sin
conocimiento y yo diría que sólo con intuiciones. También he participado
durante todo el mes de septiembre en reiteradas llamadas a su Ministerio,
para solicitar, porque sabía que estaba prácticamente en edición este
libro, información, y en algunos casos no he tenido ni respuesta de las
personas a las que he llamado y en otros casos se me ha dicho simplemente
que estaba en imprenta, que se iba a mandar, pero hoy lo hemos recibido.

Lamentablemente, este hecho es así y aunque sea anecdótico comentarlo a
mí me parece grave. Por ejemplo, me parece una falta de respeto a esta
Cámara que se haya celebrado ayer a las doce del mediodía una reunión con
empresarios, a la que no asistí precisamente por ser coherente con esto
que estoy diciendo ahora. Me parece que ésta es la reunión de
presentación y la otra puede ser una



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reunión de publicidad, como la que corresponde a este folleto que de
forma tan preciosa se nos ha presentado, y al vídeo, falta el disquete;
hoy día todo se utiliza con disquete, lamentablemente. Ya nos hubiera
gustado también tenerlo para poder disponer quizás de una mejor lectura.

Realmente me parece que hay una cierta falta de respeto. Yo, señor
Ministro, no creo que usted sea una persona irrespetuosa con los demás,
pero en este caso sí me parece que ha habido falta de respeto, de verdad.

Este tema me parece muy serio y, reitero, muy interesante, dentro de la
situación actual de la economía española y del resurgir de una cierta
inversión industrial y una cierta preocupación por el relanzamiento
industrial en el Estado y en este momento creo que el Parlamento debería
haber sido el primer destinatario de este Libro Blanco.

No voy a hacer consideraciones sobre el Libro Blanco por dos razones
obvias: la primera, porque no lo conozco, conozco los documentos
anteriores; segunda, porque considero que el debate no debe darse tampoco
en esta Comisión ni ahora, ni iniciarse ahora y agotarse aquí, sino que
espero que esta Comisión trabaje lo más rápidamente posible, y en el
Pleno, que es donde creo que debe debatirse, podamos realizar las
aportaciones y podamos completar, si es posible, este Libro Blanco desde
el punto de vista de la política parlamentaria.

Adelanto, sin embargo, que sí hay cuatro puntos donde vamos a insistir y
además revisaremos el Libro Blanco desde esa óptica: uno de ellos es el
tema de la fiscalidad relacionada con la empresa; otro, el tema de
ciencia y tecnología, relacionado precisamente con todas las redes
actualmente existentes de investigación y desarrollo en el Estado y las
comunidades autónomas, su coordinación y su integración, a ser posible
--y digo esta palabra conscientemente--; el papel de las comunidades
autónomas, que tienen un sector público empresarial en su propio
territorio y, finalmente, la coordinación de esta política con la
política industrial de la Comunidad Autónoma Vasca en concreto.

Veo, por lo poco que he podido observar, que en algunos de estos puntos
hay tímidas propuestas que espero que se puedan, diríamos, mejorar y
confirmar.

Confío, finalmente, en que el trabajo de esta Comisión se realice con
orden y con cierta premura, para que tengamos un rápido debate
parlamentario donde podamos expresar nuestras opiniones y completar
también los contenidos de este libro.

Muchas gracias por la presentación, señor Ministro.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, el señor
Sáenz Lorenzo tiene la palabra.




El señor SAENZ LORENZO: Muchas gracias, señor Ministro, por su presencia
y por la información que nos ha suministrado.

Una vez más da la impresión de que en esta Comisión nos vamos a quedar
más en los debates de forma que entrar en los contenidos y en los debates
de fondo. Espero que a lo largo de la tramitación de este texto podamos
llegar a los debates de fondo. Aunque desde luego da la impresión de que
es el portavoz de la oposición el que más tiempo ha tenido de leer el
Libro Blanco con detalle, lo que quiero decirle al señor Ministro es que
no me ha dado tiempo de leer toda la información que he venido recibiendo
a lo largo de estos meses de todas las mesas sectoriales; ha sido tan
voluminosa la documentación recibida que tengo que decir pública y
humildemente que no he tenido tiempo de poder leer todos los documentos
que se me han remitido, supongo que a todos los portavoces, lo que pasa
es que da la impresión de que algunos portavoces solamente están
pendientes de las estrellas.

Se nos ha obsequiado incluso con alguna tonadilla, que desde mi punto de
vista ha sido de dudoso gusto y que habría que decir de notable
prepotencia; por lo menos habría que decir: no vendan ustedes la piel del
oso antes de cazarlo. (El señor Gámir Casares hace signos negativos.)
Tenemos unas elecciones, vamos a presentarnos todos los partidos a las
elecciones, que el pueblo español decida, todos desde luego respetaremos
los resultados que vengan, pero no vendan ustedes la piel del oso antes
de cazarlo. (El señor Gámir Casares pide la palabra.)
Debate sobre la industria. Cuando empezamos a discutir el tema del Libro
Blanco...




El señor VICEPRESIDENTE: Un momento, señor Sáenz Lorenzo, observo que el
señor Gámir pide la palabra.




El señor GAMIR CASARES: Es que está contestando a mi intervención.




El señor SAENZ LORENZO: Señor Presidente, supongo que estoy en el uso de
la palabra.




El señor GAMIR CASARES: Es un punto de orden nada más.




El señor VICEPRESIDENTE: ¿En qué sentido es un punto de orden?



El señor GAMIR CASARES: En el sentido de que la tradición de esta
Comisión hace que la intervención del representante del Grupo Socialista
sea sobre el Libro Blanco y no en debate con las de los anteriores
parlamentarios y rogaría que se mantuviera esta tradición. Nada más.




El señor SAENZ LORENZO: ¿A quién se refería el señor Gámir con lo de
adiós amigos...?



El señor VICEPRESIDENTE: Señores Sáenz Lorenzo y Gámir, les recuerdo que
de momento esta Mesa está donde está y es quien tiene la potestad de
ordenar el debate. Esas pequeñas precisiones entre los dos portavoces, en
caso de que lo sustancie el señor Gámir como alguna alusión, se verán
después de que el orden lógico de este debate continúe y se termine.

Por tanto, le ruego que reanude su intervención sobre la exposición del
señor Ministro y lo que hubiere después, Dios dirá.




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El señor SAENZ LORENZO: Señor Presidente, cuestiones, pues, de forma,
algunas de ellas importantes.

Recuerdo que al comienzo de este debate se hablaba de que la política
industrial tenía poco contacto con la realidad industrial, con la
realidad de los empresarios de los distintos sectores. Creo que a lo
largo de este año se ha hecho en esa dirección un esfuerzo, que lo
acredita la abundante documentación que hemos recibido, de reuniones, de
contactos, de escuchar opiniones, de oír qué es lo que se puede hacer con
la industria, y creo que todas esas actuaciones van a cristalizar en este
Libro Blanco. La idea de nuestro Grupo Parlamentario es que se tramite
como un informe del Gobierno. Por tanto, el debate no se agota hoy; hoy
es una primera presentación, vamos a tener un debate en Pleno y vamos a
aprobar, previsiblemente, si se tramita en estas condiciones, propuestas
de resolución para señalar cuáles son las orientaciones básicas que
pensamos para una política industrial eficiente en nuestro país.

Parecía importante que este año se hiciera este debate porque en la
sociedad española parece que se ha acuñado una idea que creo que no se
corresponde del todo con la realidad económica actual y es la idea de que
nuestro país tiene un cierto abandonismo de la industria, justamente
porque a lo largo de este último año el crecimiento de la producción
industrial ha estado muy por encima del crecimiento del producto interior
bruto. Por tanto, en un momento en que está creciendo la industria, que
está siendo uno de los elementos dinamizadores del crecimiento económico,
es muy importante que todos estos debates se produzcan y que se eche
abajo esa idea de que nuestro país apueste simplemente por los servicios
y que no apueste por un futuro industrial. Desde nuestro punto de vista,
se debe reafirmar esa apuesta industrial de nuestro país,
independientemente de que también otros sectores, lógicamente, tengan
unas expectativas de futuro notorias.

En cuanto al contenido, estamos, lógicamente, de acuerdo con un programa
que se nos ofrece en el Libro Blanco, en el que se habla de condiciones
de entorno muy importantes para la industria, en qué condiciones se
pueden desarrollar, cuáles son las condiciones de infraestructura, una
política de ciencia y tecnología adecuada; pero el centro del debate,
lógicamente, tiene que ser el de la competitividad de la empresa
industrial y ese centro del debate tiene mucho que ver con la innovación
tecnológica, tiene mucho que ver con la capacidad de modernización de
nuestras empresas y también mucho que ver con la actuación posible y los
apoyos a la pequeña y mediana empresa, que es una de las partes más
importantes de nuestra industria.

Pero al mismo tiempo hay que decir que para nosotros es muy importante el
que se consoliden grandes grupos industriales en nuestro país; la mayor
parte de las industrias son pequeñas y medianas, eso debe ser objeto de
atención. Hay una política de la pequeña y mediana industria bastante
consensuada con las comunidades autónomas, lo que, desde mi punto de
vista, quiere decir también con otras fuerzas políticas, pero también es
muy importante que nuestro país tenga grandes consorcios industriales.

Esa ha sido una apuesta del Gobierno socialista en los últimos años y
creo que quizá no se puedan ver a corto plazo los resultados, pero no hay
duda alguna de que si miramos un poco más a largo plazo veremos que en la
última década es en la que se ha producido esa consolidación de
determinados grupos industriales en los que la presencia pública no es
colateral, sino que ha jugado un papel relativamente importante:
competitividad en la empresa con innovación e introducción de tecnologías
y, al mismo tiempo, necesariamente en una política industrial, afrontar
los problemas graves que se nos plantean en el día a día. Hemos sido
testigos de ello en esta Comisión cuando hemos discutido sobre el sector
naval; dentro de un rato lo haremos sobre el transporte aéreo, sobre la
siderurgia y sobre todos esos sectores que efectivamente tienen problemas
de competitividad, problemas para salir adelante en condiciones de
igualdad entre los distintos países, en los que hace falta una
intervención pública para preservar nuestros intereses.

Desde nuestro punto de vista, vamos a tener ocasión de hacer un debate
sobre la industria. El Libro Blanco --un Libro Blanco que aprueba el
Gobierno-- va a ser objeto de debate en el Pleno de la Cámara y ahí
tendremos protagonismo los distintos grupos parlamentarios; va a ser
objeto también de aprobación de unas propuestas de resolución, que
discutiremos. Quiero decir que nuestro Grupo está abierto a que haya el
máximo nivel de acuerdo. Yo no sé si es que algún grupo quiere tener la
patente sobre la política de compras públicas. Esta cuestión ha estado
presente en las propuestas de resolución de este Grupo Parlamentario en
los últimos años y no sé si hay alguna patente que desconocía; en
cualquier caso, me gustaría conocerla jurídicamente al detalle. Lo que
quiero decir es que por parte de nuestro Grupo va a haber toda la
flexibilidad y el afán de diálogo necesarios para buscar reafirmar la
apuesta industrial de nuestro país, para que de ese debate en Pleno y de
esas propuestas de resolución surjan expectativas de futuro positivas
para el crecimiento de nuestra industria, y para la consolidación de ese
crecimiento de la producción industrial que en estos momentos se está
produciendo en nuestro país, de una forma importante y significativa
desde mi punto de vista.




El señor VICEPRESIDENTE: Señor Ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Quisiera
empezar mi contestación a las intervenciones de los grupos diciendo, con
toda cordialidad y sin que les suene como un reproche, que creo que
ninguno de los que ha insistido en la falta de delicadeza, en la falta de
respeto, en la falta de cumplimiento de los compromisos inicialmente
asumidos por este Ministro ante esta Cámara, desde mi punto de vista,
tiene razón; espero explicárselo con algún detenimiento.

Hemos hablado bastantes veces ya del Libro Blanco, incluso de la
naturaleza del debate. Es verdad que, en diferentes momentos y
comparecencias, se ha producido, como probablemente es inevitable, una
cierta confusión entre lo que pudieran ser actos de presentación de
documentos, sobre los cuales legítimamente cada uno de los grupos podía
expresar su opinión, con la naturaleza de un debate que, debo recordar,
es un compromiso electoral del



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Partido Socialista, pero es verdad que se expresa en la manera de
articularlo a través de un compromiso personalmente asumido por el
Presidente del Gobierno, reiterado por mí, fundamentalmente dando
respuesta a la intervención de un Grupo Parlamentario de esta Cámara, que
es el Grupo Mixto, en aquel momento representado por un Diputado del
Partido Nacionalista Vasco, creo recordar, el propio señor Albistur.

Convinimos en un procedimiento que consistía en la presentación de un
documento, en un debate que terminaría en la Cámara, pero que ciertamente
tendría otras etapas de diálogo social con otros agentes. Me parece que
de alguna de las confusiones sobre la naturaleza del debate y del proceso
de elaboración del Libro Blanco derivan también algunas de sus relativas
insatisfacciones. En el oficio de Ministro está aceptar algunas críticas,
incluso si esas críticas no tienen nada que ver con lo que el Gobierno,
el Ministro, el Presidente del Gobierno o el Gobierno en general ha
previsto. Y por mucho que he intentado aclarar cuál iba a ser la
naturaleza del debate, desde el mes de enero, cada vez que he comparecido
en esta Cámara me he encontrado con acusaciones, expresas o veladas, de
hurtar un debate que ciertamente tendría que producirse en esta Cámara al
final del proceso, cuando efectivamente se traslade el resultado de la
construcción del Libro Blanco al Congreso de los Diputados y puedan
presentarse, en términos de formulaciones parlamentarias, las propuestas
de resolución correspondientes.

Entre tanto, es verdad que habíamos convenido, y lo he cumplido --creo
que exquisitamente--, un compromiso informativo de las diferentes etapas
del debate y una remisión de documentos a la Cámara. Hay algo que no
quisiera que sonara indelicado, ni para la institución Congreso de los
Diputados ni muchísimo menos para los servicios, pero no me voy a hacer
responsable de los problemas de distribución de los documentos dentro de
la Cámara cuando desde el Ministerio han salido ciertos documentos,
dirigidos a todos los grupos parlamentarios a lo largo de este proceso,
con una literatura que requiere muchísimas horas de trabajo para
digerirla si se quiere seguir lo que ha sido la naturaleza del debate.

Tampoco puedo entrar en los problemas de intendencia, sean de los
servicios o de los grupos mismos, en la distribución a los Diputados que
forman esta Comisión. (El señor Fernández Norniella hace gestos con las
manos.)
Señor Fernández Norniella, le agradezco mucho los gestos, pero como puedo
dar fe de que he mandado documentos, y si quiere le remitiré el número de
ellos que he mandado, le rogaría que por lo menos no haga expresiones
relativas a una supuesta cara dura por parte del Ministro. (El señor
Fernández Norniella pide la palabra.)



El señor VICEPRESIDENTE: Señor Fernández Norniella, ¿a título de qué pide
la palabra?



El señor FERNANDEZ NORIELLA: Una simple aclaración. Para que conste en el
«Diario de Sesiones» que yo no estoy haciendo gestos al señor Ministro ni
gestos sobre caraduras. Estoy haciendo gestos a un compañero respecto a
otro tema, señor Ministro.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Le
agradezco la aclaración, señor Fernández Norniella.




El señor VICEPRESIDENTE: Queda aclarado.

Continúe, señor Ministro, por favor.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Tercera
consideración que quería hacer sobre los envíos de documentos. El día 18
de este mes --si no me equivoco, hoy estamos a 24--, el Gobierno remitió
oficialmente al Congreso de los Diputados el documento y la solicitud de
debate relacionada con el Libro Blanco de la industria. El Libro Blanco
de la industria fue aprobado por el Consejo de Ministros en el mes de
septiembre y aquella versión --que naturalmente es la misma, pero que,
como es lógico, no tenía ni la grafía ni la presentación que tiene la que
está en este momento en el Congreso de los Diputados-- fue presentada por
mí mismo, en rueda de prensa pública y distribuida a los medios de
comunicación, en rústica, sin un solo gráfico, sin un solo número y sin
un conjunto de anexos, que probablemente pueden ustedes comprobar.

Posteriormente se hizo la edición en imprenta, que no sé exactamente los
días que ha llevado. El día 18 se presentó en el Congreso de los
Diputados; ayer hubo una presentación pública, y ayer mismo, desde el
Ministerio de Industria, coincidiendo con la entrega de los documentos a
todos los invitados al acto de presentación pública, se hizo también un
envío específico a todos los Diputados de la Comisión de Industria para
que pudieran tener el documento, al menos, en el mismo momento en que
otros, que libremente habían decidido asistir a ese acto de presentación,
pudieran tenerlo. Tampoco puedo hacerme responsable de que ustedes no
estuvieran ayer en el Congreso de los Diputados o de que hasta hoy no les
haya sido entregado el documento que personalmente había sido enviado a
esta Cámara.

En fin, me parece que esto forma parte de una discusión relativamente más
formal que real, porque de lo que estamos hablando es de si el proceso de
discusión del Libro Blanco ha seguido la secuencia que el Gobierno
--debidamente informada la Comisión de Industria del Congreso de los
Diputados-- había dispuesto o no y de si vamos a tener un debate sobre
política industrial o no. Como creo que el documento ha seguido
exactamente la secuencia prevista, es verdad que con algo más de tiempo
del que inicialmente habíamos prefigurado, como consecuencia --he
insistido en ello durante mi presentación-- de que éste no es un
documento hecho solamente en el Ministerio de Industria, sino en un
proceso de diálogo, en el que hay que contar con los tiempos, las
secuencias y las disponibilidades de otras instituciones que también
participan. Tuve ocasión de explicarles también en la anterior
comparecencia que, terminado el proceso institucionalizado de mesas de
debate, sectoriales, horizontales, etcétera, se iniciaba otro proceso que
llevó varios meses de diálogo con la organización patronal CEOE y con las
organizaciones sindicales, que llevó horas y días de reunión, y la
necesidad de contar con la disponibilidad de tiempo de reflexión también
por parte de



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estas organizaciones. Eso es lo que motivó el que el documento no
estuviera disponible para su envío al Gobierno hasta finales del mes de
julio. La Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos lo
conoció en el mes de julio e hizo posible su aprobación, después de las
vacaciones del mes de agosto, a comienzos del mes de septiembre, como ya
he relatado. Por lo tanto, es una secuencia casi mimética, con algún
retraso ciertamente en las previsiones iniciales, pero que en todo caso,
tal y como estaba previsto, nos llevará a un debate en el Congreso de los
Diputados, que es --me parece-- de lo que se trataba, habiendo recorrido
algo a lo que, tal vez, en algunas de las intervenciones se le da poca
importancia, pero yo se la doy, y mucha. Un debate de política industrial
no es solamente un debate sobre el contenido mismo de las propuestas. Es
un debate también social, es un proceso de participación colectiva, es un
proceso de discusión, es un proceso de puesta en común, de aceptación de
sugerencias, de acercamiento de posiciones que, aunque es verdad que esto
es poco visible, más tarde, en un documento, cuando se lee solamente el
documento, es, en cambio, mucho más importante desde el punto de vista
social porque ha permitido involucrar a empresarios, a trabajadores, a
otras organizaciones muy diversas, incluso de las propias patronales y
sindicales, en el proceso de reflexión sobre la relevancia e importancia
que tiene la industria para el conjunto del país.

Dicho lo anterior, Señor Presidente, que me parece que significaba, al
menos, una aclaración por mi parte a algunas imputaciones que pienso
extremadas, por no decir injustas, en relación con el comportamiento y
actitud de este Gobierno y de este Ministro, que pretende ser, cree
haberlo sido y, en todo caso, tiene la intención de seguir siéndolo,
respetuoso, como no podía ser de otra manera, con el Congreso de los
Diputados, y naturalmente con la Comisión de Industria, me gustaría
entrar en algunas de las cuestiones que se han planteado por los
distintos intervinientes.

En primer lugar, el señor Gámir expresaba algunos calificativos. Yo creo
que si el señor Gámir no tenía el documento en su poder o no disponía de
él, yo, sin embargo, tuve ocasión de conocer antes del fin de semana la
valoración que le merecía --en virtud de unas declaraciones distribuidas
por una agencia de noticias-- al Grupo Parlamentario Popular que, por
otro lado, aduce no tener conocimiento hasta hoy del documento, por lo
menos, oficialmente. En todo caso, ha establecido unas cuantas
referencias, alguna de ellas con calificativos, como «cuasi clandestino»,
al cual acabo de contestar. (El señor Gámir Casares hace signos
negativos.) Por otro lado, algo que me parece que forma parte del mundo
de los deseos por parte del señor Gámir, que forma parte de otro debate
político, esta especie de seguridad, que parece que inspira el
comportamiento del señor Gámir y del Grupo Popular, en virtud de la cual,
el Gobierno de España, naturalmente, o estará en manos del Partido
Popular o, simplemente, no será creíble, de lo cual se podría derivar
casi un corolario bastante peligroso: como va a haber unas elecciones y
esas elecciones las va a ganar el Partido Popular, el Gobierno legítimo
de España, en este momento, debiera estar mano sobre mano. Esto me parece
que no casa siquiera con otras exigencias que el Partido Popular ha hecho
en el pasado para que elGobierno cumpla sus compromisos y haga
precisamente lo que estamos haciendo: cumplir nuestros compromisos en
materia de política industrial en relación con la elaboración del Libro
Blanco.

Se pregunta el señor Gámir qué sentido tiene presentar un documento antes
de la disolución, a tres meses quizás de la disolución o a dos meses --no
sé cuánto decía él que, al parecer, sabe más que yo acerca de cuándo se
va a producir la disolución--. Yo creo que tiene un sentido profundo: el
sentido de hacer que en aquellos períodos que un Gobierno tiene una
responsabilidad, la cumpla y la apure, si quiere, señor Gámir, hasta el
final; éste es el sentido. Naturalmente, siempre habrá un Grupo de la
oposición, dependiendo de su grado de responsabilidad o de
irresponsabilidad, dispuesto a poner en cuestión todas las iniciativas,
incluso aquellas mismas que ese Grupo está exigiendo que el Gobierno
cumpla, y ésta creo que está siendo en este momento la actitud del Grupo
Popular: por un lado, la exigencia del compromiso del Gobierno, y por
otro, cuando el Gobierno cumple el compromiso, ponerlo en cuestión, lo
que es tanto como estar en la procesión y repicando, es decir, hacer la
oposición desde todos los puntos de vista: si se cumple, porque se
cumple, y no tiene sentido; si no se cumple, porque no se ha cumplido, y
ésta es la mejor forma de hacer esa oposición que, en términos
estrictamente lógicos y sin ninguna connotación valorativa, creo que hay
que llamar profundamente ilógica.

Se pregunta el señor Gámir que para qué servirá este Libro Blanco. Yo
creo que va a servir para varias cosas. Primero, como yo no soy de su
opinión, creo que las elecciones las decidirán los españoles, no las
encuestas; segundo, como creo que los españoles además no cometerán el
error de optar por una opción como la que usted representa y, en última
instancia, creo que los españoles podrán seguir depositando su confianza
mayoritaria en el Partido Socialista, habrá continuidad en la línea
estratégica que aquí se apunta. Sin embargo, fíjese --por no utilizar
exactamente el mismo tono de seguridad que usted, sino para dejar que
sean los españoles quienes decidan el futuro--, creo que la reflexión que
se ha hecho colectivamente por este Gobierno con otros muchos, con gente
que no piensa como el Gobierno y mucho menos como el Partido Socialista y
que se ha plasmado en este documento, servirá para la reflexión, que es
para lo que tiene que servir un debate de política industrial, para ver
cómo orientamos el país en algo que obviamente puede estar sesgado en una
dirección o en otra, dependiendo de cuáles sean las connotaciones
políticas del gobierno que decidan los españoles, ya que hay un buen
número de elementos en cualquier política industrial que tienen que ser
elementos de diagnóstico compartido y, probablemente, de orientación
estratégica también compartida. Sin duda alguna, esto no nos lleva a
ponernos de acuerdo en todos y cada uno de los extremos y muchísimo menos
en todas las acciones, pero creo que ésta es la utilidad de un Libro
Blanco, como la utilidad que han tenido los libros blancos que se han
hecho en este país o los que se han hecho en otros países: que sirva como
elemento de reflexión colectiva, no tiene el mismo valor por el hecho



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de ser un documento surgido también de la responsabilidad del Gobierno y,
en concreto, del Ministerio de Industria y Energía, sino que tiene
fundamentalmente el valor de que posee mucho más análisis, mucha más
discusión de la que un solo ministerio, incluso en la relación con grupos
parlamentarios, es capaz de llevar a cabo; éste es el valor que tiene un
Libro Blanco, y es el valor que en sí mismo tenga, no el valor que pueda
darle la autoridad, por usted, sin duda alguna, discutible, que pueda
tener este Gobierno o el Ministro de Industria y Energía.

No tengo la sensación, señor Gámir, de que sea usted Gardel. Por tanto,
vamos a dejar los tangos para otro momento. En cambio, quisiera entrar en
algunas cuestiones de las que usted ha mencionado. La verdad es que todas
las que ha citado aparecen exactamente en su intervención anterior. Las
tengo subrayadas, porque ha repetido una buena parte, lo cual revela que
es usted fiel a sus propias ideas o, sobre todo, machacón, si me permite
la caracterización, aun cuando yo no pueda compartir muchas de las que
usted expone.

Usted dice que muchas de las perlas --así las ha calificado-- que ha
desgranado del Libro Blanco significan, en ocasiones, errores, en otras
ocasiones, plagios y, algunas veces, rectificaciones, aunque todo esto
forma parte de lo que le vengo oyendo a usted prácticamente en todas mis
comparecencias. Cuando el Gobierno plantea alguna cuestión con la que
usted está de acuerdo, o bien la ha copiado del Partido Popular o,
simplemente, ha rectificado su posición.

Lamentablemente, no estoy de acuerdo con lo que usted ha dicho sobre la
tercialización de la industria; no es verdad su análisis sobre la
tercialización, de acuerdo con los análisis más relevantes, sobre los
cuales me parecería absurdo volver a entrar, puesto que creo que los
hemos discutido en otros momentos. Es falso, señor Gámir, que el contexto
macroeconómico como elemento relevante para la política industrial este
Ministro no lo haya reconocido desde el primer día, desde la primera
comparecencia que tuve, en la que puse el énfasis en los aspectos
microeconómicos, pero, evidentemente, sin negar en forma alguna la
importancia que usted afirma, y con razón, que tienen aspectos, como
pueden ser el tipo de cambio, elementos que me parece que están
perfectamente subrayados en el documento. Siempre he dicho, aunque con
alguna ironía, que es bueno que podamos coincidir y que, quizá, el hecho
de que usted y su Grupo hayan hablado en algún momento de industrializar
la política económica, por el hecho de que haya sido una expresión
acuñada principalmente en el Ministerio de Industria y Energía, la verdad
es que no me molesta especialmente. Sí me molesta una pretensión de
exclusividad en los derechos intelectuales o, si quiere usted,
tecnológicos en esta cuestión, porque no me parece que las cosas se hayan
producido en estos términos.

Sobre las compras públicas, señor Gámir, más allá de los avatares de una
moción parlamentaria presentada por ustedes, no solamente en el documento
inicial sino en reflexiones anteriores del Ministerio de Industria y
Energía y de este Ministro, ha habido una preocupación por esta cuestión;
más aún, una preocupación que en algún momento me ha valido comentarios
negativos por su parte, en el sentido de que debiera ser prudente en la
forma de utilizar la idea de las compras públicas por aquello de las
normas de la competencia.

Creo que tiene usted razón, señor Gámir, en una cuestión. No se trata en
este momento de desgranar qué es lo que dice la línea equis de la página
i) del documento, pero si en algún momento se ha deslizado o puede caber
la impresión de que éste es un documento en el que, por establecer una
clara prioridad hacia una incorporación de mayor nivel tecnológico en los
diferentes segmentos de la producción, eso lleva consigo algo así como el
abandono de lo que habitualmente llamamos los sectores tradicionales, sin
duda alguna sería una mala interpretación, y estaría dispuesto, si es
necesario, a establecer las correcciones necesarias, porque ciertamente
no es eso lo que se quiere decir.

Este país ha tenido ya un crecimiento significativo en los sectores que
se califican en el documento como sectores de gama alta, y es verdad que
eso afecta no solamente a nuevos sectores de los así calificados, sino a
los propios sectores tradicionales en los que el nivel de tecnificación o
de introducción tecnológica ha sido también creciente. Por tanto, es en
esa dirección en la que tendríamos que ir y ésa es la dirección por la
que apuesta el documento. Los sectores tradicionales con demasiada
frecuencia en este país han sido, como alguna vez he dicho, condenados
sin juicio previo, sin análisis de cuáles eran las posibilidades de
evolución, incluso de incorporación tecnológica, y es verdad que cuando
se habla del sector textil a veces se incurre en el enorme error de
considerar que el sector textil de 1995 es algo parecido al sector textil
de 1970, cosa que naturalmente la evidencia y el conocimiento del propio
sector y de las propias empresas desmiente.

Yo creo que hay algunas otras cuestiones que usted ha mencionado. Ha
mencionado el tema de banca-industria, el problema de la simplificación
administrativa, el problema de la reestructuración, el problema de la
pérdida de competitividad por tipo de cambio o los problemas que son
temas en general de discusión, que no me parece que impliquen grandes
contradicciones salvo el afán de señalar con el dedo supuestas o
imaginarias responsabilidades del Gobierno cuando es obvio que la
política que lleva haciendo este Gobierno, al menos desde el año 1993, es
una política de adaptación de tipo de cambio, pero una política que
siempre ha ido seguida de un comentario como el que muchas veces me habrá
oído, señor Gámir, y que repetiré una vez más. Si asentáramos, como
parece desprenderse a veces de sus palabras, la competitividad de la
economía española en el tipo de cambio, estaríamos en algo que creo que
intelectualmente ni usted ni yo estamos dispuestos a aceptar, que es una
política de devaluaciones competitivas como forma de restaurar la
competitividad permanentemente en la misma situación. Y el énfasis de la
política industrial y de la política del Gobierno ha sido --incluso si en
algún momento ha habido, que las ha habido, sobrevaloraciones del tipo de
cambio--, sin duda alguna, el afán porque el ajuste y la adaptación
internos de la economía permitieran que no fuera mediante el fácil
expediente del



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tipo de cambio, sino mediante la adaptación interna, como se produjera la
creciente competitividad de nuestra industria.

Se planteaba usted qué relación tiene el Libro Blanco con las propuestas
presupuestarias. No sé si están ustedes pensando en cambiar de actitud a
la hora de los presupuestos. Quizá, si entiende usted que hay
contradicciones, le invito a que en la discusión presupuestaria avale por
nuevos aumentos de gasto en materia industrial, pero ciertamente no será
ésta mi posición. Creo que una reflexión estratégica es perfectamente
coherente con el hecho de un proceso de ajuste presupuestario que al
mismo tiempo tienda a poner en valor uno de los elementos que también el
Libro Blanco señala: la lucha contra el déficit como un elemento también
central de la competitividad industrial, que naturalmente implica algún
grado de contradicción con otros objetivos deseables, como puede ser una
elevación de algunos gastos, en particular los gastos tecnológicos, pero
que de ninguna manera supone una contradicción que no sea en todo caso a
corto plazo. Ciertamente un Libro Blanco o una estrategia industrial
tienen que ser planteados a lo largo de varios años con una línea de
continuidad que sin embargo no ignore las necesidades de ajuste o de
consolidación presupuestaria que se pueden producir.

Por tanto, señor Gámir, ¿para qué un Libro Blanco? En primer lugar, para
permitirle a usted decir todo lo que ha dicho y a otros muchos que ayer
también contribuyeron, con sus críticas al Libro Blanco, a seguir
manteniendo vivo un debate sobre política industrial en el que estamos
muy lejos de la unanimidad, felizmente, en nuestro país, y sin embargo un
proceso que ha permitido también una aproximación importante de
posiciones entre aquellos que no tienen solamente como oficio la
oposición, sino también, en aspectos relevantes, el acuerdo.

En segundo lugar, para cumplir los compromisos, fechas incluidas, y para
hacer posible que el tema de la política industrial pueda estar orientado
hoy y en el futuro de mejor forma de lo que lo ha podido estar en el
pasado, lo que en absoluto significa que en estos años no haya habido una
política industrial que es perfectamente coherente con la que se señala
en este momento en el Libro Blanco.

En tercer lugar, un Libro Blanco no solamente porque pensamos seguir
gobernando, si merecemos la confianza de los españoles, sino porque
creemos que el trabajo de un Gobierno tiene que servir en cualquier caso
para aquello que los españoles decidan que ocurra en el futuro. Y en
cuarto lugar, señor Gámir, un Libro Blanco para seguir ganando
competitividad como un reto importante y como un lugar importante de las
prioridades sociales y políticas que entiende el Gobierno que tiene este
país.

Señor Ríos, me planteaba algo que creo que es una frase quizá demasiado
repetida: nunca es tarde si la dicha es buena. No voy a volver otra vez
sobre el problema de las fechas y cómo se ha producido, ni la metodología
del debate ni el cumplimiento de lo que desde el principio estaba trazado
que se produjera de esta forma. Creo que tendremos la ocasión de discutir
y de debatir políticamente más allá de una comparecencia fundamentalmente
informativa en la Comisión de Industria. El Gobierno desearía poder aunar
más voluntades en torno a una estrategia industrial. Usted se hacía
algunas preguntas y planteaba también algunas contradicciones. En parte
he respondido a estas aparentes contradicciones, como esta que me decía
usted, que el presupuesto del Ministerio de Industria se reduce en un 13
por ciento. Probablemente ese análisis deriva también de una lectura
bastante inadecuada en términos homogéneos con presupuestos anteriores;
posiblemente el presupuesto del Ministerio de Industria, tal y como
figura en este momento en el proyecto de ley de presupuestos, es sin
embargo un presupuesto más activo que el del año pasado, incluso con
cifras mayores. Le explicaré por qué: porque una parte de los gastos que
siempre ha tenido incluso en su presupuesto el Ministerio de Industria en
este momento han sido asumidos de distinta forma, o una parte de las
consecuencias derivadas de procesos de reconversión están ya culminadas o
bien algunas de las cifras que comprometían nuestro presupuesto han
pasado, simplemente porque van a desaparecer algunas ayudas, como las
derivadas por ejemplo de la construcción naval --merced a los cambios
jurídicos que la Unión Europea aprobará presumiblemente a finales de este
año--, a ser cifras que tienen en este momento más grados de libertad.

Por tanto, en ese sentido difícilmente se puede deducir que en este
presupuesto se siga una acción industrial menos eficaz o menos activa que
en el pasado. Le digo esto como clarificación, pero probablemente, si
tenemos ocasión de debatir el presupuesto del Ministerio de Industria,
cosa que deseo --quizá su preocupación sobre el asunto me haga concebir
alguna esperanza--, tal vez podamos verlo de una manera más amplia.

Se interesaba usted --le decía, señor Ríos--, por tres cuestiones, si he
entendido bien: primero, qué grado de concertación existe; segundo, qué
compromiso industrial del Estado se puede dar en los sectores
estratégicos; tercero, cuál es el papel de los diferentes sectores.

Trataré, muy brevemente, de contestar por lo menos a sus preguntas.

Sobre el grado de concertación yo no creo que los tiempos estén como para
que nadie pueda decir en este momento que está incondicionalmente a favor
de un documento que naturalmente es la responsabilidad, nunca eludida,
del Gobierno. Este es un documento en el que el Gobierno no ha pretendido
eludir su responsabilidad tratando consensos aparentes, sino que, por el
contrario, ha preferido mantener una línea clara de actuación, incluso a
costa de enajenarse algún mayor nivel de consenso, pero es verdad que se
ha producido una importante aproximación de posiciones. Primero, una que
juzgo muy importante. Probablemente hoy hay un diagnóstico compartido con
sindicatos y empresarios en general sobre la situación de nuestra
industria, sobre nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Me atrevo a
decir que ese diagnóstico no era compartido hace solamente dos años o
hace un año; y eso significa que, incluso si podemos seguir disputando
sobre las medidas más adecuadas o, más que sobre las medidas, sobre el
énfasis que cada una de las medidas debe tener en las soluciones a los
problemas industriales --sin duda alguna las organizaciones patronales
pondrán permanentemente el



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énfasis en la necesidad de la reducción de la fiscalidad o las
organizaciones laborales y sindicales pondrán el énfasis en algo que
legítimamente les preocupa, como es cuál es la regulación del mercado de
trabajo y las garantías de la estabilidad en el empleo--, sin perjuicio
de eso, me parece que la posición en la que se sitúa el Gobierno,
compartiendo ambas preocupaciones, es una posición que, aun no poniendo
necesariamente el mismo énfasis o el mismo acento, permite sin embargo
aproximaciones. Sería bastante absurdo, señor Ríos, por otro lado, que el
acento de una organización patronal y el acento del Gobierno fuera
idéntico; y sería igualmente absurdo que el acento de una o varias
organizaciones sindicales y el del Gobierno fuera el mismo. Sería tanto
como pensar que el Gobierno es un sindicato o que el Gobierno es una
organización patronal y, naturalmente, no lo es; ni lo uno ni lo otro.

Dicho esto, quiero decirle, sin esperar recibir avales entusiásticos, que
me parece que se ha producido un importante proceso de aproximación. Como
se ha producido un importante proceso de aproximación, que no se revelará
en la identidad de puntos de vista, con las comunidades autónomas que han
participado también en el documento. No todas, debo decir, han tenido el
mismo papel activo; no todas han mandado documentos; hay algunas que han
mandado muchos documentos y hay algunas que se han interesado por las
sucesivas fases del debate con otros agentes sociales; otras simplemente
han estado expresando su afán por que se pudiera llegar a una formulación
suficientemente coherente de una estrategia industrial y que esto pudiera
casar con sus prioridades estrictamente regionales; pero en esa dirección
también hemos avanzado.

El Consejo que reúne al Ministro de Industria con los consejeros de las
comunidades autónomas, que estaba convocado para hace unos días, por un
problema de quórum y de compromiso de algunos consejeros ha quedado
retrasado, pero tendremos una sesión específica para debatir sobre el
Libro Blanco, tal y como también me había comprometido con los consejeros
de las comunidades autónomas, a fin de que los resultados puedan
evaluarse a la luz de la coherencia, con algo que me parece fundamental y
que inspira también el Libro Blanco, que no solamente la concepción, sino
la puesta en marcha de la estrategia industrial que aquí se diseña,
necesita, no sólo por reparto de competencias, sino por lógica política,
de una activa participación de las comunidades autónomas, que son
protagonistas importantes en sus territorios de la política industrial.

Me resulta relativamente difícil resumir, señor Ríos, en pocas palabras,
el compromiso industrial del Estado en sectores estratégicos. Yo creo que
esta Comisión conoce cuál es el papel que, desde el Gobierno, hemos dado
a algunos de los así llamados sectores estratégicos, como el sector de la
defensa. Si está usted pensando más directamente en Santa Bárbara, sabe
usted que está en marcha un plan, después de un largo y muy difícil
proceso de negociación; proceso que tiene que ver, por un lado, con una
reducción de pérdidas y, por otro, con una tarea de diversificación de
actividades, de reconversión hacia actividades civiles y, al mismo
tiempo, de nuevas generaciones de empleo en áreas que nunca habían estado
bajo la jurisdicción o competencia de una empresa de defensa como Santa
Bárbara.

La orientación del sector público se dirige fundamentalmente hacia la
competitividad. Creemos que, por avatares de la historia, no por ninguna
otra razón, hay una presencia significativa del sector público en
sectores industriales importantes. La orientación del libro Blanco es
hacia la preservación de la competitividad de esas concentraciones
industriales, no necesariamente siempre con el mismo nivel de
participación pública, sino con aquella participación pública o privada
que haga posible seguir preservando, a poder ser en manos nacionales, una
parte del tejido industrial que es relevante para tener alguna dimensión
y significación en la escena internacional. Eso se traduce en algunas
medidas que ya hemos tomado. La ley popularmente conocida como ley de
privatizaciones que se aplicará a algunas empresas, como por ejemplo a
las empresas energéticas, en el caso de la reducción de las
participaciones accionariales públicas, me parece que ilustra bien lo que
queremos decir sobre el papel estratégico del sector público en algunas
de estas concentraciones industriales.

Tercero. Se interesaba usted, señor Ríos, por los sectores industriales.

El Libro Blanco contiene un análisis sectorial de los principales
sectores industriales de este país y de sus debilidades y fortalezas, y
también de aquellos aspectos a los que, en una estrategia sectorial,
debiera ser sensible la política industrial en este momento y en el
futuro. El Libro no es, sin embargo, un documento concebido en términos
sectoriales, entre otras cosas, porque, como probablemente usted también
me ha oído decir, los sectores son un resultado de la agregación contable
de empresas. Lo que existen fundamentalmente son empresas competitivas,
no tanto sectores competitivos o no. Y en sectores que, a veces,
macroeconómicamente están en peor situación, encontramos algunas de las
empresas más brillantes de este país. Por tanto, el análisis sólo en
términos sectoriales es probablemente una aproximación parcial a la
problemática industrial que difícilmente en el ámbito de la Unión Europea
puede convertirse en una política fundamentalmente sectorial.

Finalmente, señor Ríos, se interesaba usted por saber qué camino podemos
adoptar para los próximos 10 ó 15 años. Pues mire, no tengo yo tampoco la
bola de cristal y no pretendo, ni siquiera, que las líneas estratégicas
trazadas en el Libro Blanco tengan una vigencia como para 15 años. Hoy
estas líneas me resultan razonables, pero el ritmo de modificación de las
condiciones de la competencia y de la competitividad industrial es tan
intenso que no estoy seguro poder afirmar que dentro de 15 años todas las
líneas establecidas en el Libro cobren o tengan especial vigencia.

Probablemente el esfuerzo que tenemos que ir haciendo es el de adaptar
nuestra estrategia industrial al ritmo de los cambios en el mundo y al
ritmo de lo que está ocurriendo en el interior de nuestro país. Pero,
quizá, por no situarnos en un escenario tan largo, vale la pena recordar
que del Libro Blanco se desprende, como he explicado en la primera parte
de mi intervención, un plan de acción



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con objetivos y acciones precisas que son los que deben servir para la
orientación y para la toma de decisiones de política industrial en los
próximos meses y años. Y créame que como Ministro de Industria, mientras
lo sea, tengo toda la voluntad de seguir aplicando las consecuencias que
se derivan del diagnóstico y de las líneas propuestas en el Libro Blanco
en términos concretos, mediante decisiones concretas también. Los
gobiernos están solamente para ejercer, no para dejar de ejercer, porque,
además, es la responsabilidad que tienen.

Señor Sánchez Llibre, me gustaría volver a repetir, aunque sea muy
brevemente, algunas cuestiones que he mencionado al comienzo de esta
última intervención con carácter general.

Usted se lamentaba de no poder debatir y se ha quejado, y es verdad que
ha sido con cordialidad, de algo que le parece que se ha producido en
este momento, que es una carencia de sensibilidad y de respeto hacia la
Cámara.

Señor Sánchez Llibre, con idéntica cordialidad, quiero decirle que no
tiene usted razón. He explicado, creo que prolijamente, en qué términos
se ha producido esto y me parece que no es justo, en términos de
reproche, que diga que se puede producir un no debate sobre política
industrial, porque me parece que hemos tenido varios, pero no todos
pueden tener la misma relevancia. Tendremos un debate en el Congreso de
los Diputados, a instancias del Gobierno, espero con el deseo y concurso
también de los grupos parlamentarios.

Creo poder decirle, señor Sánchez Llibre, que alguno de los elementos que
usted formuló, como otros grupos parlamentarios --espero que
adecuadamente--, están recogidos en el Libro Blanco. Entre otras cosas,
la estrategia que usted señaló o los elementos de preocupación que usted
tenía alrededor de una política orientada a las Pymes merecen un capítulo
bien amplio en el Libro Blanco y con un alto nivel de concreción. Creo
poder decirle, señor Sánchez Llibre, que el Gobierno y el Ministerio de
Industria tienen toda la intención de cumplir con los compromisos
asumidos después del debate que tuvo lugar sobre el sector público
empresarial. Por eso, en los próximos días, el Ministerio de Industria y
el Gobierno remitirán a la Cámara un documento para dar cumplimiento a
las consecuencias de aquel debate. Si se tienen en cuenta que el mes de
agosto es un mes de vacaciones, y de vacaciones parlamentarias, de
acuerdo con mis cómputos, el plazo termina el 5 de noviembre, no antes.

Señor Albistur, no quiero volver a insistir en algo que he tratado de
dejar claro, y lamento las insatisfacciones que se produzcan. Creo que me
conoce usted lo suficiente como para saber que no es la falta de respeto
una de las características que me distinguen, ni en mi comportamiento
como persona ni como Ministro. Me parece que puedo contar con que eso
usted lo comparte.

En cuanto a si se han producido deficiencias, desde luego cada una de las
comparecencias sobre el Libro Blanco ha sido un elenco de menciones a las
deficiencias de todo el proceso informativo y de debate, pero me parece
que lo fundamental en el debate sobre el Libro Blanco de la Industria no
es que el Gobierno no asuma sus compromisos. El Gobierno ha hecho el
Libro Blanco de la Industria, no pretende que lo avala otro que el propio
Gobierno, el Gobierno quiere seguir siendo responsable de la política
industrial, pero lo que sí hace es saludar positivamente las
aproximaciones que se han producido a lo largo del debate y las que
espera todavía que se puedan producir también en el debate que tenga
lugar en el Pleno del Congreso de los Diputados. En consecuencia, creo
que en esa dirección nos podremos encontrar, y pienso que el que éste sea
un momento en el que tal vez algunos hayan iniciado la campaña electoral
o estén haciendo presunciones sobre lo que ha de ocurrir en el futuro,
presumiblemente a partir del mes de marzo, en absoluto nos excusa, al
menos a mí no me excusa, de cumplir con lo que han sido las obligaciones
que he asumido con esta Cámara y con esta Comisión de Industria.

Señor Sáenz Lorenzo, me parece que ponía usted el énfasis en sus primeras
palabras en algo que creo que a veces es especialmente perturbador para
la buena relación entre el Gobierno y la propia Comisión. Hay una
permanente insistencia en algo que creo que es confuso y que lleva a no
distinguir con claridad entre la forma y el fondo. En todo caso, me
parece que aquellos aspectos que usted ha señalado son fundamentales,
sobre todo aquellos que tienen que ver con la puesta en valor de las
condiciones de contorno y, por tanto, de la política macroeconómica como
marco de desarrollo de la actividad industrial, la necesidad de contar
con el reflejo industrial a la hora de decidir políticas habitualmente
calificadas como macroeconómicas, sea la del tipo de cambio a la que me
he referido o sean otras políticas. Esto me parece que está
suficientemente enfatizado en el documento y creo que en ese sentido es
una buena posición de síntesis de los diferentes matices que pueda haber
habido en anteriores debates dentro de la Comisión de Industria, y
ciertamente tienen importancia los tres elementos a los que usted se ha
referido: la tecnología, las Pymes y la configuración de grupos
industriales de suficiente tamaño en nuestro país que también han
recibido una notoria atención en la estrategia industrial trazada en el
Libro Blanco.

Finalmente, se refería el señor Sáenz Lorenzo --y no puedo sino estar de
acuerdo--, a la necesidad de que insatisfactoria o satisfactoriamente
concluyamos este debate en un debate con la mayor solemnidad en el Pleno
del Congreso de los Diputados. Espero que éste sea el momento no
solamente para que después de una reposada lectura puedan ustedes hacer
un juicio adecuado de la idoneidad de este documento, incluso del
esfuerzo llevado a cabo a lo largo de estos meses del año 1995, sino
también una buena ocasión para compartir, quizá, algo que creo que
debiera estar por encima de nuestras diferencias políticas legítimas:
uno, que la industria nos importa mucho a todos. Segundo, que la
industria va a ser un elemento clave de nuestro bienestar económico y
social. Tercero, que la industria, por esa razón, no por ser una política
sectorial más, es un elemento relevante o una prioridad política de este
país. Quizá si alrededor de estas ideas pudiéramos después concluir sobre
la idoneidad de algunas de las líneas estratégicas trazadas en el Libro
Blanco, e incluso ir más allá en la



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concreción de las medidas que a corto plazo sería deseable que se
adoptaran, habríamos cumplido con creces con lo que fue un debate
iniciado hace mucho tiempo en la Cámara, un compromiso asumido por el
Gobierno que respondía, por otro lado, a su compromiso electoral y que en
este momento está cumpliendo casi la última etapa de las previstas. (El
señor Gámir Casares pide la palabra.)



El señor VICEPRESIDENTE: Señor Gámir, iniciamos ese excepcional turno que
está previsto reglamentariamente, pero apelo a la consideración reiterada
de que vamos a entrar en un gran debate para que ese fundamento
reglamentario de brevedad lo sea también de la lógica de la situación en
que estamos.

Tiene la palabra, señor Gámir.




El señor GAMIR CASARES: Señor Eguiagaray, no ha contestado usted a la
gran mayoría de las críticas de fondo que se le han realizado. Y eso no
es nuevo, no contestó usted a casi ninguna de las críticas de fondo que
se le realizaron en el otro debate importante que hemos tenido en esta
Comisión sobre política industrial, en el mes de febrero de este año y
han sido aquel y este extraño y casi medio abortado debate --y luego
explicaré por qué-- los únicos que hemos tenido.

Una nota entre paréntesis. ¿Ha hablado usted en esta época con los
sectores industriales, como habló el señor Aranzadi antes de intentar
publicar un libro que apenas vio la luz? Ustedes no han tenido unas
reuniones continuas todas las semanas con los sectores y subsectores
industriales. Nosotros hemos tenido permanentes quejas de los sectores y
subsectores industriales de que apenas conectan con ellos, aparte de
cuando ustedes los necesitan para un documento de este tipo. Todos los
lunes nos reunimos con un sector y un subsector industrial y las críticas
hacia ustedes, a la falta de diálogo, menos en estos casos excepcionales,
son continuas.

Les ha molestado a ustedes, parece ser, incluso con alguna expresión nada
adecuada de su portavoz, que haya dicho que puede existir un cambio en el
partido en el Gobierno, incluso ha habido algunas frases en las que ha
hecho maniqueísmo, porque como se puede ver muy claramente en el «Diario
de Sesiones», ha manifestado usted que yo he dicho cosas que en absoluto
he pronunciado. Es una técnica que usted ha practicado ya en otras
ocasiones, en Comisión y en Pleno, y que tengo que criticarle, además,
desde un enfoque ético. La economía no es una ciencia exacta, tampoco lo
son las ciencias sociales, pero hay que hablar en términos de
probabilidades y creo que es normal que se introduzca en el debate de
política industrial, que también tiene política en lo sustantivo, que en
términos de probabilidades es posible que haya un cambio en el equipo, en
el partido, que gobierne en marzo. Eso no les debería molestar. Al
contrario, para que su Libro Blanco tuviera más credibilidad en esto que
llamaríamos el entorno, porque el entorno sociopolítico es muy importante
en medidas de política industrial, ustedes deberían haberlo destacado:
que sacan ahora este Libro Blanco, pero que en el entorno en el que
estamos existe la probabilidad importante --en ciencias sociales la hay,
sin duda--, de que en marzo haya un cambio en el partido en el Gobierno.

Hay otro portavoz, no yo, que a menudo habla de la arrogancia --y lo digo
también, como dice usted, con toda cordialidad o, como decía en tiempos
Felipe González, sin ninguna acritud--, pero en la arrogancia que a veces
tiene usted no me extraña que no sea capaz de reconocerlo. En cuanto a si
quedan dos meses de legislatura, si el señor Felipe González anuncia que
en el mes de marzo va a haber elecciones y si enero no se habilita, me
fío del señor González. Me causa profunda extrañeza la cantidad de leyes
que ustedes quieren aprobar en dos meses. Incluso una conocida y muy
importante diputada de su grupo dice que hay que prorrogar la legislatura
para que se pueda aprobar la ley del aborto. Hay cantidad de leyes que se
tienen que aprobar en estos dos meses, lo cual es imposible.

Señor Eguiagaray, la mayoría de estos libros blancos se hacen o al
principio de una legislatura o muy poco después, cuando hay tiempo por
delante para cumplirlos porque entonces tienen credibilidad. No se hacen
precisamente en unos momentos en que sociológicamente puede haber estos
cambios, y de verdad, dejar el poder no debe preocuparles tanto. La UCD
lo dejó con un talante democrático que estoy seguro que ustedes
repetirán, si la mayoría del pueblo español, en marzo próximo, decide que
haya otro equipo que dirija el Gobierno de este país. No deben sentirse
molestos por lo que es algo, sin duda, inexacto. Las ciencias sociales
son inexactas, pero la economía también lo es, como todos sabemos.

El debate de fondo debería haberse iniciado hoy aquí por el orden del día
que se ha establecido, no cuando el Gobierno decida en el Pleno, sino hoy
y aquí, porque supongo que usted reconocerá la soberanía del Parlamento y
uno de los dos puntos del orden del día de hoy, que se han acumulado, era
muy claro que trataba sobre los temas de fondo, sobre los cambios de
fondo en el documento que ustedes habían establecido. Luego no puede
decir que hoy se trataba de una presentación formal para entregarnos, en
páginas muy bonitas, con disquetes y con todo tipo de gráficos, este
documento, hoy no veníamos a esto. Para esto hubiéramos venido a la
reunión y nos hubiéramos puesto en fila para que nos lo entregara, o
usted, avisándonos, nos decía que ya lo teníamos desde ayer y la reunión
de hoy bastaba. No, perdón, señor Eguiagaray. Yo no sé si usted conoce
esto de la soberanía del Parlamento, pero el Parlamento decidió que en
esta reunión se tratarían temas de fondo, como queda muy claro en la
parte de la petición de comparecencia del Grupo Popular. Dice usted que
lo mandó ayer y sin avisar. No sé si con nocturnidad o a media tarde, no
lo sé, pero indudablemente, ninguno supimos que ayer íbamos a tener este
documento aquí. Y no hacía falta que nos lo mandara tan bonito como éste.

Los Ministros, el día 15 de septiembre, pudieron aprobar una versión
menos bonita. Yo comprendo que los parlamentarios somos muy importantes,
incluso a lo mejor un poco menos importantes que los ministros, y si los
ministros lo pudieron leer en una versión menos bonita, si el Secretario
de Estado ha podido utilizarlo en diversos coloquios radiofónicos en
versiones menos bonitas, por qué nosotros no, y



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además, cuando muchas organizaciones de la sociedad lo han recibido en
esa versión menos bonita. Yo le agradezco realmente su deseo de cuidar
tanto a los parlamentarios y darnos la versión con todos los gráficos,
con todas las cintas, con todo lo que usted nos quiera hacer llegar, pero
me conformo con menos. Como ha sido difundido ampliamente, es lógico que
por alguna parte nos haya llegado alguno, pero no nos debería haber
llegado así. Nos debería haber llegado porque usted nos lo hubiera
enviado. Y usted ha mandado otros documentos relacionados con las mesas
sectoriales, o a lo mejor algún funcionario de su Ministerio, no lo sé
--según parece, si usted quiere me lo aclara, hay una consultora que
tomaba actas de las mismas-- que no tienen nada que ver con este Libro,
eran resúmenes de unas conversaciones que tenían ustedes, a las que ya me
he referido, con algunas mesas sectoriales, etcétera. O sea, que una cosa
no tiene nada que ver con la otra. Lo que usted ha hecho es realmente muy
fuertemente criticable, muy duramente criticable. Usted ha dificultado de
manera importante el cumplimiento del orden del día pactado por Mesa y
portavoces y para el que usted ha venido, que era discutir el fondo de
este Libro Blanco según el texto de lo acordado.

Usted apenas ha contestado a las críticas que le he hecho --luego me
referiré a su famoso tercer turno, en el que es a lo mejor cuando lo
hace--, pero de lo poco que usted ha dicho, ha hablado del tipo de
cambio. Es falso lo que usted ha dicho, simplemente. Es falso porque
ustedes no lo mencionan en ninguna de las 121 páginas de este documento.

Es falso que en su comparecencia de octubre del año 1993 usted se
refiriera a la política de entorno. Es larguísima, pero no se refirió
usted a ese tema, en absoluto. Habrá que recoger --si no se cambia-- lo
que usted ha dicho sobre la valoración de la peseta. Ustedes cayeron en
devaluaciones competitivas porque les obligaron desde fuera, y ustedes
hicieron una política no realista sobre valoración de la peseta que, sin
duda, es un elemento que daña a la competitividad, y esto usted lo conoce
perfectamente. Lo que usted ha dicho no es en absoluto aceptable. En las
compras públicas ustedes tendrían más credibilidad si, sin ninguna
arrogancia, reconocieran que después de haber votado en contra de esa
medida, ahora la proponen.

Y con toda brevedad, dado que usted ha tenido la amabilidad de decir que
en algunos de los puntos era obvia la diferencia entre sectores y
técnicas de mayor o menor ratio capital humano, tecnología, capital
físico-trabajo, y que iban a aceptar esa crítica --entre otras pocas
referencias que ustedes han hecho--, le puntualizaré algunas otras
cuestiones para que, en la revisión que puedan hacer, a lo mejor,
descendiendo de la arrogancia, las puedan tener en cuenta. Todas las
críticas que realizan ustedes en muchísimas páginas a la política de
descoordinación entre las comunidades autónomas y el Gobierno central,
tanto referidas a materia medioambiental, como referidas a mediana
empresa, etcétera --tres kilogramos de papel tendría que leerse todos los
días el pequeño y mediano empresario para recoger todo lo que las
autonomías y el Gobierno central dicen al respecto, lo cual es
imposible--, las hizo en marzo un alto funcionario de su Ministerio,
diciendo la tremendamente poca eficacia de esa política, y desde entonces
no ha cambiado de manera sustancial lo que se decía. Ahora, después de lo
que han dicho sobre la banca, el sector financiero y la industria, y ver
lo que ustedes han hecho, la contradicción entre su lenguaje en palabras
y los hechos, quieren colgarlo del sector energético. ¿Es que quieren
acaso crear un nuevo INI, colgado de Endesa y financiado a través de las
tarifas? ¿Conocen ustedes, por ejemplo, los perjuicios que causa a la
calificación de la deuda eléctrica una política de diversificación de la
forma en que ustedes la están planteando? ¿Saben ustedes la opinión de la
Agencia Moody's al respecto? ¿Saben ustedes el peligro de la calificación
de la deuda eléctrica por la política que están ustedes haciendo y
propugnando y por lo que dicen en este tipo de documentos? Ustedes dicen
nada menos que el Gobierno pretende --aquí dicen pretende, el anterior
texto era aún más duro-- que los grupos energéticos realicen una política
industrial, sin menoscabo de la debida libertad de acción y observancia
de los intereses de los accionistas. Eso es contradictorio. Usted dio
política económica y sabe que no se puede caer en contradicción entre
objetivos. Si los intereses de los accionistas son unos, me figuro que ya
se habrán diversificado porque consideren que es lo que responde a sus
necesidades; no les conmine usted a hacerlo, sobre todo en un sector que,
aparte del caso de una empresa pública, está muy relacionado con ustedes
y cuya su cuenta de resultados depende en gran parte del Gobierno. ¿No
podría ocurrir que lo que no fuera conveniente por estrictas lógicas del
mercado, fueran, entre comillas, lógicas en ese contexto? ¿O es que
conocen ustedes mejor que las empresas lo que les conviene a las
empresas? Nosotros estamos de acuerdo con una política de
diversificación, pero no con ésa, sin duda. Y por favor, no sigan
colocando cosas a Endesa, no solamente ya los agujeros de Iberia, sino
las compras a otras empresas, que son las que le recordé el 27 de junio
de 1994 y que usted nunca me ha contestado, etcétera.

Finalmente quiero decirle que ustedes tienen una serie de contradicciones
entre el presupuesto y este Libro, y es lógico que se les diga, porque
son de ustedes los dos escritos, y ustedes no pueden ignorar con una mano
lo que hacen con la otra. También tienen contradicciones en I+D entre el
presupuesto y este Libro.

Y para acabar, aunque realmente no acepto, en absoluto, la idea de que
como va a haber un debate en el Pleno, aquí no podíamos debatir el tema
de fondo, porque el tema de fondo entraba, y de manera importante, en el
tema de hoy, para acabar tendré que decirle que sobre empesas públicas yo
me conformaría --ya hemos hablado mucho de empresas públicas al
respecto-- con que usted, sin arrogancia, después de reconocer todas sus
contradicciones, reconociera, por ejemplo, lo que ha dicho José Joaquín
Almunia: llevamos mucho tiempo haciendo mal las cosas en la empresa
pública. Si en este Libro Blanco --sé que tiene usted de plazo hasta el 5
de noviembre estrictamente--, en la parte que se refiere a la empresa
pública, usted hubiera anunciado algo sobre las empresas que van a quedar
en el sector público, ese documento hubiera sido importante; solamente
por eso, por conocer su opinión al respecto, la pudieran



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ejecutar o no. Pero no lo han introducido. A usted le ha molestado la
frase final --y con esto acabo-- de que para qué este Libro. Pero si
ustedes mismos han dado el razonamiento. Ustedes dijeron: ¿para qué un
Libro Blanco que pudiera salir uno o dos meses antes de las elecciones
municipales? ¿Para qué este Libro que usted reconoce que ha tenido todo
tipo de retraso y que aún va a ser discutido no hoy, porque hoy no quería
el Gobierno discutirlo, sino dentro de no sé cuánto tiempo, en el Pleno,
casi al final de la legislatura? Eso no es lo que se entiende normalmente
por un Libro Blanco. Puede ser un documento del Ministerio de Industria
que, de forma mucho más humilde, hubiera sido quizá interesante tener
conocimiento de él.




El señor VICEPRESIDENTE: Veo que esta presidencia no tuvo suerte en
expresarse de forma que fuera comprendida por S. S., porque cuando hizo
la mención de la conveniencia de brevedad, no era en contra de que
pudiese descenderse, todo lo que se quisiera, al fondo de la cuestión
sino que reglamentariamente y teniendo en cuenta el horario del orden del
día, era aconsejable la concisión, que S. S. sabe que, conceptualmente,
no está reñida con la profundidad del razonamiento.

El señor Ríos tiene la palabra.




El señor RIOS MARTINEZ: Voy a ver si, conceptualmente, consigo ser
preciso y conciso.

Cuando nosotros le decíamos que la propuesta viene tarde, no nos
referíamos a que ayer no hubiésemos estado invitados a la presentación
del Libro Blanco. Estuvimos invitados ayer a la presentación del Libro
Blanco y no pudimos asistir porque nos coincidía con otras actividades
parlamentarias. Me refería a que el documento aprobado en el Consejo de
Ministros en el mes de septiembre lo podríamos haber tenido a nuestra
disposición. A eso me refería, no me refería a otras evoluciones del
debate, en las que no queremos entrar, porque en lo que nos interesa
entrar es en el cogollo de los argumentos.

Me gustaría manifestarle cuatro limitaciones o prevenciones que nosotros
encontramos en la propuesta que usted nos ha explicado, que hemos podido
ver y que sigue derivándose de lo que fue aquella propuesta de modelo
industrial para el futuro, de iniciativa industrial para nuestro país.

No se puede argumentar --y no por aquello de que por sus obras los
conoceréis, que también-- que con un presupuesto inferior se puede lograr
ser más dinámico, más activo, porque hay que reconocer una cosa, si
ustedes van a recortar gastos, tienen que decir que van a prescindir de
recursos para hacerlo, con toda valentía, aunque siendo verdad que este
año del 13 por ciento que se reduce hay una parte que son las ayudas del
sector naval u otras actuaciones, pero no todo se refiere a eso. Pero es
que el año pasado también se redujo en un 7 por ciento. En suma, lo que
le estoy diciendo es que la política industrial, el compromiso industrial
o el patrimonio industrial que tenemos en nuestro país hoy no está
situado en las mejores condiciones, no es lo suficientemente amplio como
para que juguemos un papel preeminente en el concierto internacional.

La segunda observación se refiere al tema de la concertación. Nosotros
estamos seguros del papel que le corresponde al Gobierno, el que les
corresponde a los grupos de la oposición, a los sindicatos y a los
empresarios, no le pedimos que haya trasmutación de papeles. Cuando
hablaban ustedes de los grandes retos del modelo industrial decían:
tenemos ventajas como país, la ubicación geoeconómica hoy en día de
nuestro país; segundo, los costes laborales. Esta es la primera
limitación que encontramos. Ustedes dicen que es positivo que los
salarios brutos y los costes laborales unitarios sean inferiores a la
media europea, que ése es un papel de competitividad. Nosotros no lo
entendemos así. Es una limitación. En lugar de ser más baratos tendríamos
que hablar de hacer productos de más calidad. Eso sería un nivel de
reflexión o de discusión.

Segundo, entre los puntos débiles, señalan como punto débil de nuestra
industria, por ejemplo, la dimensión empresarial, que no hay una
suficiente cooperación de empresas. Se referían a la financiación, ¿hay
un compromiso concertado con el sector financiero? Porque la financiación
de nuestras propias empresas es uno de los elementos fundamentales.

Ustedes hablaban de la internacionalización de las empresas, las alianzas
de nuestras empresas estratégicas en el concierto. Hablaban del poco
trasvase de I+D, investigación y desarrollo, hacia las empresas. Ustedes
también reducen en los presupuestos la política industrial de
investigación y desarrollo para este año, por el recorte, por el ajuste,
por todo el dinamismo que queramos.

En suma, la concertación aboga por hacer confluir todos los elementos que
pueden corregir la situación industrial, junto con los agentes externos.

Usted ha hablado de las comunidades autónomas, me imagino que no habrá
sido unidireccional.

La tercera limitación que le encontramos: el papel del sector público, no
solamente en el tema de la defensa, de astilleros o del sector
energético, es que en nuestro país, según nuestro punto de vista, el peso
del sector público está en un 9 por ciento cuando la media europea --son
datos del Centro Europeo de Empresa Pública, no son datos nuestros-- está
en el 11,8. Tenemos la mitad de empresa pública, por ejemplo, que
Francia, que Italia y que Portugal, y tenemos menos industria pública que
los alemanes, los daneses y los islandeses. En suma, no es un problema de
protagonismo del sector público que haya que privatizar, pero es que
ustedes en este año --en el anterior ya abrieron un proceso de
privatización-- insisten en el proceso de privatización, como si fuese un
problema de no competencia de nuestra actividad industrial, y ésa es una
limitación que encontramos en su propuesta.

Por último, señor Presidente, el dinamismo de nuestra estructura
productiva endógena. Ustedes han esperado demasiado a la venida de
capital externo, a la presencia de las multinacionales en nuestro propio
país, en muchos sectores, incluido el agroalimentario, el distribuidor de
la alimentación en nuestro país, como solución para capitalizar o hacer
más competitivas nuestras empresas. Creo que esa evolución hoy ya no se
centra ahí por el dinamismo interno sobre el que va a pivotar nuestra
capacidad industrial, pero hasta ahora se ha cifrado en eso. Sobre esas
limitaciones,



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que son las que nosotros vemos, vamos a intentar analizar el próximo
debate que se va a derivar de aquí.

Creo, señor Ministro, que nuestra disposición, al margen de los procesos
que tengamos, es discutir esa propuesta; si sirve, si es útil para
capacitar nuestra propia industria, entendiendo que a lo mejor los
criterios de competitividad, ya que usted se ha referido a empresas
competitivas, para unos es una cosa y para otros es otra. Le voy a poner
un ejemplo. En su Gobierno, cuando han presentado el plan director de
infraestructuras, tan importante para la localización, decían que lo
importante no son las industrias competitivas, sino espacios
territoriales donde desarrollar la actividad económica, por tanto, dotar
bien de infraestructuras, de energía, etcétera, para asentar actividades
productivas. En todo caso, creo que también nos falta de eso a la hora de
poder tener una capacidad industrial en nuestro país.




El señor VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro para cerrar
este debate.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Señor
Presidente, el señor Gámir dice que no he contestado a las críticas de
fondo y dice de nuevo que he hurtado el debate. No he pretendido hurtar
ningún debate. Le he contestado a los elementos que me han parecido más
relevantes de su intervención, y no solamente a los formales, sino a
algunos de los reales, lo que pasa es que una parte de los debates que
usted ha vuelto a suscitar, se lo he dicho, son exactamente los mismos
que ya suscitó en otros momentos, en algunos de los cuales le he
expresado mi profundo desacuerdo y en otros he admitido que en alguna
forma de interpretar alguna expresión que tiene usted, como en el tema de
los sectores de gama alta, etcétera, estaría de acuerdo y que ciertamente
no es la intención del documento excluir lo que podrían ser sectores así
llamados tradicionales.

Por tanto, tengo la conciencia de haberle contestado, pero le contestaré
todavía alguna cosa más, puesto que ha vuelto a insistir exactamente en
las mismas cuestiones. Lo lamento, señor Gámir, ha vuelto a insistir en
las mismas cuestiones. Ya le había contestado, ahora me dejará que diga
lo que me parezca razonable. No pretendo, desde luego, hacer una
contestación tan exhaustiva como exhaustiva ha sido su intervención.

Déjeme nada más decirle una cosa. Ha empezado por decir que no nos
reunimos con los sectores industriales y que ustedes han recibido, son
testigos, críticas continuas. En el Ministerio de Industria tenemos la
virtud de que, incluso no convocándonos a tomar café cada semana, estamos
en permanente contacto con todos los sectores industriales, unas veces en
su expresión institucional a través de la CEOE y otras simplemente porque
necesitan mantener una relación con el Ministerio, y ciertamente hemos
estado relacionados con los sectores industriales no solamente durante el
período de confección o de discusión del Libro Blanco, sino que lo
seguimos estando, como es razonable, con los diferentes sectores a
diferentes niveles, a veces a nivel de ministro, otras de secretario de
Estado, de director general, de subdirector y así sucesivamente, como
parece, por otro lado, razonable. Ya sé que tienen ustedes mucho mérito
en reunirse todas las semanas, y se lo he oído varias veces, como parte
del elenco con el que pretenden presentarse como fuerza de gobierno. Me
parece muy bien que se reúnan, creo que es bueno y creo que eso les da un
mayor nivel de conocimiento, que a veces les lleva a corregir algunas de
sus posiciones.

Usted me acusa de que, según su percepción, yo adopto un tono arrogante.

No sé qué es arrogante, señor Gámir, si dejar a los españoles la libre
decisión, que por otro lado les corresponde, o arrogarse el derecho a ser
el futuro gobierno y, en nombre de eso y en función de las encuestas,
señalar que este Gobierno no debe hacer lo que está haciendo, puesto que
lo que está haciendo no sirve, según usted, demasiado para el futuro.

Creo que eso es lo que le he dicho, señor Gámir. Me va perdonar que no
acepte de usted lecciones ni de democracia ni de tolerancia ni de
talante. No se lo acepto, señor Gámir, porque creo que no tiene usted el
derecho a conducirse en los términos en los que lo hace, acusando de
falta de talante democrático a este Gobierno, a este partido o a mí. Lo
ha dicho usted, lo tengo aquí anotado, ha hablado de la falta de talante
democrático, ha puesto de manifiesto que lo que tenemos que hacer es
abandonar el poder y hacerlo. Y créame, señor Gámir, si los ciudadanos
españoles en las elecciones deciden que los socialistas no son la primera
fuerza política, tendremos, naturalmente, lo haremos de sumo agrado, que
aceptar el veredicto democrático. Lo que me gustaría, señor Gámir, es
oírle decir que si ustedes pierden, como deseo y espero, las elecciones,
van a aceptar exactamente del mismo buen grado que nosotros el veredicto
de las urnas, porque a veces uno teme que si sus pronósticos no se
confirman, la reacción pueda no ser exactamente de un adecuado talante
democrático.

Entro en los temas de fondo. Decía usted que teníamos que hablar de los
temas de fondo porque en su solicitud de comparecencia había referencias
a que debía explicar qué cambios se habían producido entre este documento
y el inicial. En la primera parte de mi exposición, en mi primera
intervención he hecho bastante referencia a los cambios que han tenido y
tienen lugar entre este documento y el inicial. Lea usted, repase las
actas, como parece que habitualmente hace, y se dará cuenta de que he
dado una contestación sucinta, pero a mi juicio suficiente, de los
cambios que en este documento, en su estructura y en las propuestas,
especialmente en el nivel de concreción, hay en relación con el documento
inicial.

Perdóneme, señor Gámir, o no nos entendemos o hablamos lenguajes
distintos o me resulta ininteligible esa expresión con la que se ha
quejado usted de que la documentación remitida a esta Cámara --que por
cierto se produjo a instancias de los grupos parlamentarios, y del Grupo
suyo en particular--, la documentación relevante del debate no tiene nada
que ver con el Libro Blanco. Tiene que ver con todo el proceso de
elaboración del Libro Blanco, que es exactamente lo que pidieron ustedes
que se hiciera, señor Gámir, pidieron que enviáramos todos los documentos
que produjéramos durante el proceso de debate. Eso es



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lo que hemos hecho. No me acuse ahora, encima de hacer el envío, de que
esos documentos no tienen nada que ver con aquello mismo por lo que
ustedes se han interesado.

Señor Gámir, la política macro, la política de tipo de cambio son
relevantes. Lo dije en mi primera comparecencia y especialmente recuerdo
haber tenido un debate, porque usted ponía mucho más el énfasis, entre
otras cosas, en el señalamiento de un tipo de cambio sobrevalorado como
culpables de los problemas de pérdida de competitividad de la industria,
tesis que ciertamente tuvo un efecto durante un período en la economía
española. En el debate y en mi comparecencia inicial en la que expliqué
las bases de la política industrial, si acaso, la polémica surgió por el
hecho de que yo puse el énfasis en que usted no había hablado más que de
algunos aspectos macro del pasado en un momento en el que el tipo de
cambio ya no era el que usted acusaba de responsable de problemas de
pérdida de competitividad y, en cambio, había ignorado todos aquellos
elementos que tienen que ver con una adecuada concepción microeconómica
de la política industrial. Pero esto es el pasado. Ahora estamos diciendo
algo que parece relevante y que es evidente, como ya le dijera hace dos
años, que es una verdad de barquero, que naturalmente el tipo de cambio
es relevante también en materia de competitividad industrial. Nunca ha
sido un motivo de polémica conceptual entre usted y yo. No sé por qué
insiste de nuevo. Que el tipo de cambio, como los tipos de interés, como
el déficit, como tantas otras cosas, son elementos relevantes para la
política industrial es ciertamente lo que ha dado lugar a esa expresión,
que creo que compartimos cada vez más, de que también la política
industrial tiene que sufrir el reflejo industrial o, si quiere, llevar a
cabo eso que se ha dado en llamar la industrialización en general de la
política económica.

Las pymes le preocupaban a usted, y lo ha vuelto a mencionar y se ha
señalado algo que no solamente un alto funcionario de mi Ministerio sino
yo mismo en esta Comisión dije alguna vez, al hablar no en términos de
kilos de papel, sino en términos de kilómetros de documentos, con una
expresión muy precisa de cuál era la evaluación que se había hecho desde
el IMPI exactamente de lo que ocurría con el exceso de normas,
normativas, incentivos y medidas adoptadas por todas las administraciones
públicas de este país, situación que seguimos trabajando por corregir en
las conferencias sectoriales, en conjunción con las comunidades
autónomas; situación, señor Gámir, que no sigue en la misma posición, con
independencia de que quede mucho camino por recorrer. Precisamente si
algún interés tiene, entre otros muchos que podrían señalarse, la
iniciativa Pyme de desarrollo industrial es el haber podido establecer
políticas de común acuerdo con programas nacionales y, al mismo tiempo,
programas que son de las comunidades autónomas en aquellos aspectos más
relevantes para la pequeña y mediana empresa.

Reconozco mi incapacidad para entender su razonamiento, que ha sido una
suerte entre razonamiento y acusación, en torno a las relaciones
banca-industria, el sector energético, la diversificación del sector
energético y los problemas de las garantías de la deuda eléctrica. Sé,
señor Gámir, lo que piensa la agencia Moody's --me lo preguntaba usted--
y sé también en qué términos está previsto que podamos hacer la
externalización de la deuda del sector eléctrico, y en condiciones por
cierto bastante satisfactorias y probablemente mejores de las que se
podían haber hecho hace algún tiempo. Creo que eso forma parte no
precisamente del debe, sino del haber de este Gobierno y de este
Ministerio habiendo gestionado adecuadamente el problema de la deuda
derivada de la moratoria nuclear, fundamentalmente, y del endeudamiento
de las eléctricas. Por tanto, sabemos lo que está ocurriendo en el sector
energético.

No es cierto, señor Gámir, que el Ministerio de Industria esté obligando
a empresas energéticas como Endesa u otras a hacer algo distinto de lo
que un accionista en ejercicio de sus funciones como accionista desearía
hacer. Usted puede discrepar en otros términos, pero si usted cree que
algunas de las operaciones de diversificación de Endesa son una decisión
inicial del Consejo de Ministros o del Ministro de Industria trasladadas
a Endesa, está usted equivocado, y me gustaría contribuir, simplemente en
términos de claridad o de que no crea usted que le estoy mintiendo, a
desvanecer algunas de sus dudas. Algunas de las operaciones se han
decidido porque las han decidido sus accionistas, créame, sin el menor
nivel de interferencia política por parte de este Ministerio, en función
de un horizonte estrictamente empresarial y precisamente en consonancia
con lo que están haciendo muchas empresas del sector energético de Europa
y de otros lugares del mundo.

Por tanto, no me acuse de que las sugerencias o la línea que se traza en
el Libro Blanco de afirmar que el papel que el sector energético, como
arrastre de muchas otras empresas, de ingeniería, de bienes de equipo y
de tantas otras, incluso de nuestras exportaciones, puede ejercer en la
esfera internacional significa algo así como tratar de sustituir a la
banca ahora por el sector eléctrico, lo que desde luego en absoluto se
deduce del contenido del Libro Blanco, de la estrategia o de la política
que está haciendo el Ministerio de Industria ni muchísimo menos de lo que
nadie autorizado del Ministerio de Industria ni yo mismo hayamos dicho.

Contradicciones entre Libro Blanco y presupuesto. Si me permite --espero
que no se lo tome a mal, señor Gámir, sinceramente-- decir que hay un
ajuste presupuestario en cantidades es una evidencia de toda evidencia
--por tanto, no me parece que necesite mayor nivel de discusión--, con un
objetivo, la reducción del déficit público y, en consecuencia, algo que
el Libro Blanco y la política industrial siempre ha considerado
compatible y coherente con las necesidades de competitividad industrial.

Lo he dicho muchísimas veces, y esto formaría parte, sin duda alguna, de
la relevancia que tanto usted como yo le damos a las variables
macroeconómicas también en la competitividad industrial. Decir que en
este momento hay una contradicción significa ignorar que el Libro Blanco
es una estrategia industrial, pero que una estrategia industrial
naturalmente no puede ser ajena a las necesidades de ajuste
presupuestario, entre otros, que existen en el país, y es perfectamente
predicable una prioridad hacia la inversión o hacia la industria,



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si quieren, con el hecho de que sea necesario temporalmente hacer un
esfuerzo de ajuste. No veo, por tanto, salvo que confundamos la
estrategia con los planes de tesorería, qué contradicción se pueda
establecer entre el Libro Blanco y los presupuestos, sino aparente.

Finalmente, sobre las empresas públicas, creo que el cumplimiento que
daremos a la resolución parlamentaria, y sobre el que ya he contestado al
referirme al señor Sánchez i Llibre, creo que será una buena
contestación. Me hubiera parecido fatal, sin embargo, producir ese nivel
de análisis en detalle en un documento de estrategia que tal vez dentro
de cuatro o cinco años necesite una revisión, quizás antes, no lo sé, y
hacer concreciones de decisiones de empresa pública que tienen que
tomarse en 1995 en términos tan precisos como para pretender que pudieran
estar vigentes dentro de unos cuantos años. Es mucho más razonable
producir un documento que conteste a la resolución parlamentaria, pero no
confundir lo coyuntural o las decisiones inmediatas con los
planteamientos estratégicos, que ésos sí están trazados en el documento.

Finalmente decía usted, señor Gámir, y termino, por qué un Libro Blanco.

Dése cuenta que estoy repitiendo más o menos lo mismo que le he dicho en
la contestación anterior. Un Libro Blanco exactamente por las mismas
razones que anteriormente he dicho, pero le quiero recordar que cuando
produjimos el anterior documento una de las críticas que vino del Partido
Popular fue la de que se pretendía sacar, en vísperas de las elecciones
municipales, un documento para que sirviera de propaganda. Tanto es así,
que vine a esta Comisión a decirles: estén tranquilos, señor Gámir, señor
Fernández Norniella, éste no va a ser un documento para el debate de la
campaña municipal.

Lamento que esto sirva de nuevo, en un ejercicio permanente de criticar
una cosa y la contraria, para volver a criticar la presentación del
libro. Con esto termino, señor Gámir, pero en todo caso hablaremos de
esta y otras muchas cosas después.

Señor Ríos, de nuevo tengo que decirle que es verdad que no se puede
separar un documento de estrategia de una acción presupuestaria. Lo que
no se puede pretender es que el ejercicio presupuestario responda en toda
su integridad, salvo que ignoremos cómo es la economía y lo que significa
un planteamiento estratégico, de algo que el Gobierno ha reconocido
paladinamente. Yo no sé si tiene usted especial interés en que yo
reconozca que, efectivamente, hacemos recortes. ¡Claro que sí! Y créame
que los doy por bien empleados, porque me parece más importante y
marginalmente más útil hacer un recorte en el déficit que hacer un
aumento de gasto en algunas partidas. Esta es una base importante también
para la competitividad general en los términos que ahora he tratado de
razonar, refiriéndome al señor Gámir.

En segundo lugar, sigue en vigor lo que antes le he dicho. Las cifras se
pueden analizar sólo en términos absolutos o, si quiere, en términos
también cualitativos. En este sentido, tengo alguna satisfacción. El
presupuesto del Ministerio de Industria, aun siendo todavía bastante
cautivo de decisiones del pasado, en este momento tiene un mayor grado de
libertad, y no tanto de libertad, sino un mayor grado de orientación
estratégica hacia aquellos elementos de una política industrial activa,
en los que tendríamos que poner énfasis, a pesar del ajuste en las
cantidades.

En relación con la concertación, creo que me he explicado mal, porque si
no usted me hubiera entendido bien. Yo no he dicho ni el Libro Blanco
dice que una reducción salarial sea un objetivo a pretender. Por el
contrario, este libro parte de una realidad española, que es la de una
elevación del poder adquisitivo de los salarios y, por lo tanto, de una
elevación del nivel de vida de los ciudadanos, al cual naturalmente
aspiramos. Lo que sí es verdad es que comparativamente con otros países
europeos, nuestros salarios reales en general en este momento son más
bajos. Eso, desde el punto de vista de la competitividad industrial, en
algunas áreas es un valor, a veces no es ni siquiera el principal valor,
y en eso tiene usted razón. Hay sectores en los que la incidencia
salarial es realmente ridícula en términos de competitividad, a pesar de
que muchas veces el discurso proveniente de esos sectores industriales es
un discurso tendente exclusivamente a que el ajuste se produzca en
términos salariales, y hay otros muchos elementos, como pueden ser la
calidad o como pueden ser productos mejores, a los que usted se refería,
que en este momento son precisamente la base de los nuevos elementos de
una política de competitividad, en los que el Libro Blanco pone especial
énfasis. He oído esta misma crítica, no a usted sino en otros ambientes,
y créame que es muy difícil colegir de una lectura simplemente neutral
del Libro Blanco que aquí se esté apostando por algo que yo no comparto,
como es una política de reducción salarial.

Finalmente, señor Presidente, déjeme hacer una aclaración al señor Ríos.

En relación con el papel del sector público, participo de su diagnóstico.

Es verdad que el sector público industrial español es, en general, más
bajo que la media europea ya, pero no es menos cierto que también en
otros países europeos se sigue haciendo un proceso de reducción. Lo que
sí le puedo decir es que la estrategia y la voluntad del Gobierno no es
la de la elevación de la participación pública en la actividad
directamente productiva, sino que probablemente tenemos otras ventajas
adicionales en dedicar nuestros escasos recursos a otras finalidades
distintas de la actividad directamente productiva, con excepciones, pero
está muy lejos de poder interpretarse en términos de reducción del tamaño
o de la significación de las empresas. La reducción de la participación
del sector público es perfectamente compatible con el aumento del tamaño
de las empresas, con la mejora de su competitividad, con la mejora,
incluso, de su base económica o de su dimensión internacional. Si
planteamos una estrategia de reducción en algún caso de la participación
pública, no es para que desaparezcan las empresas, sino para hacerlas más
sólidas, más duraderas, con más garantía de futuro y con más
posibilidades de competencia y, por lo tanto, de empleo. (El señor Gámir
Casares pide la palabra.)



El señor VICEPRESIDENTE: ¿El señor Gámir solicita la palabra?



El señor GAMIR CASARES: Por dos alusiones puntuales.




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El señor VICEPRESIDENTE: Señor Gámir, como además de parlamentarios y,
por lo tanto, teniendo la palabra como vehículo, veo que hay en esta
Comisión gran propensión a la mímica y los gestos, ya me temía yo que
solicitaba S. S. la palabra por alusiones. He reflexionado sobre ello y
no encuentro razones para dársela en aquellas que se refieren a los
posicionamientos que ha habido por parte de su Grupo y por parte del
señor Ministro, en las valoraciones que son simétricas por principio de
cuál sean las actitudes en las expectativas de Gobierno o en las de
conservación de ello. Tampoco la encuentro en aquellas que, dado que
tanto S. S. como el señor Ministro son propensos retóricamente a la
personalización de la intervención, pudiesen hacer referencia a S. S.

como portavoz del Grupo. Pero me quedan ciertas dudas de si en ese
extremo al que han llegado, S. S., no como portavoz sino a título
absolutamente individual del Diputado don Luis Gámir Casares, pueda estar
en condiciones de requerir alguna aclaración, en cuyo caso, y
brevísimamente, le concedo la palabra.




El señor GAMIR CASARES: Con toda brevedad.

No voy a entrar, porque usted tiene toda la razón, en el tema de que el
señor Ministro utiliza siempre el tercer turno para exponer todas sus
argumentaciones en un abuso del Reglamento, porque entonces no se le
puede contestar, práctica que en todas menos en dos de sus intervenciones
parlamentarias, incluido la del día de hoy, ha utilizado el señor
Eguiagaray. No voy a entrar en ese tema.

Sí voy a entrar en algo que el «Diario de Sesiones» probará que es
simplemente falso, y es en lo relacionado con la expresión «talante
democrático». En ningún caso se ha dicho por nuestra parte que no haya
talante democrático en algún grupo en esta Cámara. Dije, y lo hice a
título personal, que el Gobierno de UCD --y como es lógico entonces tenía
que hablar a título personal-- se fue con talante democrático en el año
1982, y que si ocurriera que la mayoría de los españoles decidiera que
otro partido gobernara después de marzo, esperaba y tenía la seguridad de
que el mismo talante democrático fuera utilizado por el Partido
Socialista.

Podría incluir como tema personal el problema de la alusión a época
preelectoral de las municipales. Como se puede ver por las actas, nunca
ocurrió. Fue el señor Ministro quien dijo que en marzo sería cuando se
presentara el papel definitivo. Pero no aludo a ello porque comprendo que
bordea los límites de lo que usted ha denominado alusiones personales a
título estrictamente personal, y acato la decisión de la Presidencia.




El señor VICEPRESIDENTE: Señor Gámir, esa aclaración que usted solicita a
título personal esta Presidencia tiene la impresión de haberla escuchado
de boca del señor Ministro. Sólo y para terminar, precisamente a efectos
de posicionarse sobre ese último detalle personal, le concedo la palabra
al señor Ministro.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Yo no
pensaba intervenir, señor Presidente. Unicamente me gustaría, puesto que
he sido acusado por el señor Gámir de hacer una utilización inadecuada
del Reglamento, señor Presidente, teniendo en cuenta que es usted quien
dirige los debates, que me dijera si efectivamente he incurrido en esa
mala utilización del Reglamento en manifiesto abuso.




El señor VICEPRESIDENTE: Señor Ministro, ya que apela a mi
interpretación, me veo obligado a darla y a darme cuenta de cómo, una vez
más, y no es la primera, el señor Gámir utilizaba lo que era, con toda
precisión, la aclaración a título personal, para no sólo aclarar, sino
hacer una valoración y constatación, en la que ya sabe, por las muchas
ocasiones en que hemos hablado sobre ello, que no tiene absolutamente la
razón, porque el Reglamento tiene previsto que ese último turno
corresponde al Gobierno, como muy bien recuerda el señor Gámir.




--SITUACION EN QUE SE ENCUENTRAN LAS NEGOCIACIONES CON LA UNION EUROPEA
RESPECTO AL PLAN DE VIABILIDAD DE IBERIA. A SOLICITUD DEL GRUPO POPULAR.

(Número de expediente 213/000668.)



El señor VICEPRESIDENTE: Pasamos al tercer punto del orden del día:
Comparecencia solicitada por el Grupo Parlamentario Popular del señor
Ministro de Industria y Energía ante la Comisión de Industria, Energía y
Turismo, para informar sobre la situación en que se encuentran las
negociaciones con la Unión Europea respecto al plan de viabilidad de
Iberia.

Tiene la palabra el señor Ministro para iniciar esta comparecencia. (El
señor Vicepresidente Hernando Fraile ocupa la Presidencia.)



El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Como ya
conocen SS. SS. por la intervención en los días pasados ante esta
Comisión tanto del Presidente de la compañía Iberia como del Presidente
de Teneo, la situación de Iberia en este momento está en un proceso de
negociación. En un proceso que probablemente me forzará a ser
inevitablemente más reservado de lo que en otro contexto debiera serlo, y
espero poder explicarles a SS. SS. cuáles son las razones que avalan
esta, a mi juicio responsable y espero que también cómplice con ustedes,
reserva de la que haré gala a lo largo de mi intervención. Pero trataré
de contestar a las cuestiones que se plantean en esta comparecencia, a
fin de, desde mi propia perspectiva como Ministro de Industria y Energía,
tratar de enriquecer el cúmulo de datos de los que ya disponen, sobre
todo el Grupo Popular, como consecuencia de las recientes comparecencias,
hace trece días, de los presidentes de Teneo y de Iberia.

En primer lugar, permítanme que le recuerde muy sucintamente los
elementos esenciales de lo que se viene en llamar programa de adaptación
de Iberia al nuevo entorno competitivo, lo que coloquialmente damos en
llamar el plan de competitividad de Iberia, comunicado inicialmente a la
Comisión el 23 de diciembre de 1994 y que, como ustedes



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también saben, fue objeto de acuerdo con las organizaciones sindicales
más representativas de la compañía. El plan preveía una importante
reducción de costes --45.000 millones de pesetas--, derivada de
diferentes actuaciones: una reducción de personal, que significaba 3.500
personas, el 14 por ciento de la plantilla; una reducción de salarios
cifrada en el 8,5 por ciento sobre la base de 1992; una congelación en el
período 1995-96 y la reducción de gastos que no afectan al personal por
alrededor de 15.000 millones de pesetas, así como una reducción y
racionalización de la flota. Juntamente con estas medidas --sin duda
alguna las más visibles-- se estableció un conjunto de medidas, que son
parte integral también del plan de competitividad, para la gestión de
ingresos y para la mejora tanto de la red comercial como de la gestión de
la red. Además, este conjunto de medidas --se decía en el plan-- debería
permitir a Iberia alcanzar resultados de explotación positivos a partir
de 1995, pero su débil situación financiera hacía necesario realizar una
capitalización de 130.000 millones de pesetas, con el objeto de sufragar
los ajustes de plantilla, por un lado, y por otro, permitir la adecuación
de sus ratios financieros a la dimensión de su actividad, comparables con
la mayoría de las compañías europeas.

Pues bien, a diez meses de la conformación de dicho plan, me parece que
es relevante dar una visión de cómo está funcionando la compañía,
precisamente basándonos en el desarrollo de dicho plan. Unos datos pueden
servir de sínteis de las mejoras obtenidas ya por Iberia a través de la
puesta en marcha de las nuevas medidas incorporadas al plan. Los datos
acumulados a finales de septiembre indican unos ingresos de explotación
de 345.000 millones de pesetas, frente a unos ingresos del año anterior
de 328.000 millones de pesetas; es decir, una mejora en ingresos de
16.000 millones de pesetas. En el capítulo de gastos de explotación,
frente a unos gastos equivalentes a 324.000 millones de pesetas en el año
94, los gastos del año 1995 han sido, hasta la fecha que les digo, de
319.000 millones. Ello nos lleva a unos resultados de explotación
positivos que se sitúan en 25.450 millones de pesetas, que, como pueden
comprobar, son realmente muy superiores a los resultados de explotación
del año anterior, que alcanzaron la exigua cantidad de 3.900 millones de
pesetas, y son también resultados incluso superiores a los previstos en
el plan presentado a Bruselas, que para esta fecha eran equivalentes a
unos 11.600 millones de pesetas. Por lo tanto, desde el punto de vista
del funcionamiento operativo de la compañía, de sus cifras de ingresos y
de gastos, es verdad que ha habido una mayor eficacia en el ingreso y
también una mayor eficacia en el esfuerzo de reducción de gastos, de lo
que siguen unos resultados de explotación --auténtico corazón de
cualquier negocio, como es el del transporte aéreo-- mejores de los
previstos.

En cuanto a los resultados financieros (que naturalmente hay que
descontar de los resultados de explotación para llegar, computando
también resultados extraordinarios, a los resultados finales antes de
impuestos), les diré que, para las fechas que les vengo comentando, la
empresa está en 20.200 millones de pesetas de resultados financierosn
negativos, cifra que es desde luego mejor que la del año anterior, a
pesar de la situación actual, debido fundamentalmente al hecho de que una
mayor generación de cash flow como la que se viene produciendo por la
mejora de los resultados de explotación está permitiendo también aliviar
en parte los costes financieros, precisamente a través de la generación
de cash flow interno de la compañía. Sin embargo, los datos cuantitativos
de la compañía sobre esta cuestión --no quiero insistir porque me parece
que han tenido información suficiente sobre los datos principales de la
marcha de la compañía-- confirman que se está haciendo un importante
esfuerzo de mejora de resultados, que el plan se está cumpliendo, hasta
ahora por encima de las previsiones iniciales, de lo que me parece que
sin ningún triunfalismo --es poco tiempo todavía el que lleva el plan en
funcionamiento-- en todo caso debiéramos alegrarnos, a pesar del clima de
tensión que últimamente se respira en algunos colectivos de la compañía y
de algunas informaciones --que cuando menos tendría que calificar de poco
objetivas-- que vienen produciéndose sin fundamento y poniendo en
cuestión tanto el presente como el futuro de la propia empresa.

Todos ustedes saben, como dije antes, que los extremos fundamentales del
plan fueron pactados con las organizaciones sindicales más
representativas en sendos acuerdos, uno firmado el 29 de noviembre pasado
con los sindicatos Comisiones Obreras, UGT, Sitcpla, Asetma, Seotv, y
otro firmado el 28 de diciembre, con el Sepla. En dichos acuerdos se
suscribieron una serie de compromisos por ambas partes sobre muy diversas
cuestiones: mejora de productividad, plan de reducción de gastos,
actuaciones sobre ingresos y explotación, renovación de flotas, nuevo
marco de relaciones laborales, participación, etcétera. Lógicamente la
diversidad de los temas --son muchos-- y la distinta periodicidad para el
cumplimiento de dichos acuerdos me impedirían, salvo a riesgo de ser
extraordinariamente prolijo, hacer una descripción pormenorizada del
grado de cumplimiento de todos y cada uno de ellos, pero creo poder
darles cuenta, si lo entienden oportuno, del grado de cumplimiento de
cada uno de los acuerdos contenidos en los compromisos suscritos hasta el
momento actual. Por los datos de que dispongo, pormenorizados caso a
caso, compromiso a compromiso, les puedo decir que la empresa viene
atendiendo el cumplimiento de dichos compromisos con rigor y de acuerdo,
en la inmensa mayoría de los temas, con los plazos establecidos o los
períodos relevantes, algo que me parece importante, no obstante las
informaciones que en ocasiones están apareciendo y algunas acusaciones,
que yo creo que no están, por lo menos, preñadas de razón, por parte de
alguno de los colectivos importantes de la empresa. Por lo tanto, con el
objeto de no utilizar en esta primera parte un tiempo excesivo, me pongo
a su entera disposición por si quieren que les conteste, posteriormente,
a alguna de las cuestiones puntuales que deseen plantear en relación con
elementos específicos de los planes y estado actual del grado de
cumplimiento.

Me preocupa especialmente --y por ello me detendré sobre este punto-- el
cuestionamiento por parte del sindicato de pilotos del incumplimiento de
algunos temas de especial importancia, que les ha llevado a acordar la
realización



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de toda una serie de huelgas durante el mes de noviembre, cuestión que,
con toda seriedad quiero decir, puede poner en serio peligro la situación
de la compañía, su cuenta de resultados y también su futuro. El sindicato
de pilotos alega especialmente tres incumplimientos. Uno: el
incumplimiento de la modificación de la organización de la compañía; dos:
el incumplimiento del plan de renovación de flota; y tres: el
incumplimiento de la ampliación de capital. En relación al primer tema
debo decir que, según datos de la propia empresa, para la reorganización
de la compañía, el propio acuerdo preveía la realización de un trabajo
conjunto empresa-sindicato, a partir del estudio realizado por una
consultora externa que finalizó sus trabajos, a nivel de borrador, a
primeros del mes de septiembre. No parece razonable pensar que, teniendo
en cuenta que se ha cumplido precisamente el compromiso de contratación
de una consultoría externa, la presentación del trabajo a nivel de
borrador y que es necesaria una fase de discusión y de puesta en marcha,
se pueda entender que la reorganización --en la interpretación que, por
otro lado, da el sindicato de pilotos-- tuviera que estar absolutamente
llevada a término en un plazo tan breve de tiempo. No obstante --y así se
ha comunicado al sindicato--, el plan de reorganización de la compañía en
sus distintas vertientes será visto en el consejo de administración de la
misma en su próxima reunión de mañana, día 25, y en muy pocas fechas será
además aprobado por la compañía.

El plan de renovación de flotas, sobre el cual ya hay firmadas algunas
actas de reunión entre representantes directos de la dirección y de los
sindicatos, está avanzando en los términos pactados. Es más, el primer
punto previsto en los acuerdos, la adecuación a la compañía Iberia del
modelo Airbus-340, es un trabajo realizado conjuntamente, como estaba
previsto, con el Sepla y firmado antes incluso del verano. En cualquier
caso, sobre este extremo, la compañía sigue abierta a analizar todo tipo
de sugerencias planteadas por la representación de los pilotos, tal y
como su presidente les ha comunicado en diversas ocasiones.

Finalmente, quiero referirme en este capítuo al supuesto incumplimiento
de la ampliación de capital en Iberia en la cantidad de 130.000 millones
de pesetas, cuya autorización está pendiente de llevarse a cabo por la
correspondiente Comisaría de la Comisión Europea, cuyo titular es el
Comisario de Transportes, señor Neil Kinnock. Como ustedes conocen, la
notificación oficial del Gobierno --se lo he recordado-- fue expresada en
el mes de diciembre de 1994 y, posteriormente, comunicada el 20 de enero,
con la incorporación a esa comunicación del documento relacionado con el
acuerdo laboral con el Sepla. Por tanto, la fecha relevante para el
inicio de las actuaciones de la Comisión fue el 20 de enero, en que se
iniciaban propiamente los plazos y el procedimiento. No fue posible
hacerlo antes porque no fue posible tampoco tener el acuerdo del Sepla
más que en las fechas en las que se consiguió y, en consecuencia, con
retraso respecto de los otros colectivos, lo que llevó consigo una demora
sobre la fecha inicial de comunicación del primer documento de iniciación
del procedimiento ante la Comisión Europea.

La posicición del Gobierno español en este asunto se basaba, y se sigue
basando, en los siguientes puntos. Primero, la ampliación de capital no
debe considerarse una ayuda de Estado, por diferentes razones, que les
vuelvo a resumir, ya que son parte de una posición conocida y ampliamente
difundida, que da lugar a todo tipo de disquisiciones desde el punto de
vista jurídico y en la que, a veces, se confunde, y especialmente en la
opinión pública, lo que es una disquisición jurídica con lo que es una
posición política de la Comisión Europea. A juicio de la representación
española, del Gobierno español, la ampliación de capital, de acuerdo con
el Tratado de la Unión Europea, no debería considerarse una ayuda de
Estado por varias razones: en primer lugar, porque los fondos de la
ampliación proceden de Teneo, no son fondos que provengan directamente de
los Presupuestos públicos; segundo, porque el programa ha sido aprobado
por Iberia, los sindicatos y el accionista, sin intervención de los
poderes públicos; en tercer lugar, porque la ampliación ha sido aprobada
por el accionista de la compañía como parte de un programa que prevé un
reestructuración social e industrial de la empresa; en cuarto lugar,
porque el programa de medidas garantiza la recuperación de la inversión
para el accionista, con una rentabilidad comparable a la que existe en el
sector del transporte aéreo y, habida cuenta de todo ello, el criterio
del inversor privado que opera en una economía de mercado y que es
aplicable en los casos de ayudadas a las empresas públicas, debiera
operar plenamente en el caso de Iberia; y, finalmente, porque existe
también en el plan una previsión de entrada de capital privado en la
compañía al final del período de vigencia del plan.

En segundo lugar, y como elementos del razonamiento de la posición
española, la decisión de 1992, de acuerdo con el Tratado de la Unión y
con la jurisprudencia del Tribunal de Luxemburgo, más allá de la
interpretación de la Comisión Europea sobre segundas ayudas, no podría
impedir la existencia de una segunda ampliación de capital. Cosa distinta
sería entender que la Comisión no participa ampliamente de esta visión o,
por decirlo mejor, más que la Comisión, alguno de los comisarios.

En tercer lugar, el progama es compatible además con el mercado común. El
programa presentado cumple con la comunicación sobre ayudas al sector:
hay un objetivo social, hay un programa viable y autosuficiente, hay una
reducción de capacidad concomitante a las ayudas o apoyos, es un programa
no expansivo, no existe interferencia del Gobierno, no se contemplan
adquisiciones de compañías, no entorpece la libre competencia y la ayuda
es perfectamente controlable. De una forma resumida, que se podría
ampliar con argumentos jurídicos mucho mejor expuesos de lo que en este
momento puedo hacer yo, ésta ha sido la posición del Gobierno español,
ésta es la posición que el Ministro de Industria y Energía que les habla
ha defendido ante los órganos de la Comisión Europea.

No tengo la menor duda de que SS. SS. conocen perfectamente la
complejidad de la tramitación de un expediente de esta naturaleza.

Quisiera, de todas formas, que supieran, para que tengan datos
comparativos, que, en cuanto a su duración, el expediente actual se
encuentra



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hoy, en tiempo, en la media de tramitación de los expedientes precedentes
en el sector aéreo, lo cual no es un gran consuelo, pero sí un elemento
de referencia, con lo que no estoy queriendo decirles que aspiremos a
superar la media del sector.

No ha sido un elemento menor en la demora de la tramitación los problemas
derivados de las traducciones de documentos a las lenguas de los tres
países incorporados recientemente a la Unión Europea. Para que tengan
ustedes una visión de los tiempos transcurridos, quiero señalarles que la
tramitación se inicia, como anteriormente les he dicho, el día 20 de
enero de 1995, aunque hay una notificación el 23 de diciembre de 1994,
con una notificación que incorpora ya el acuerdo con el Sepla. Se abre el
procedimiento por decisión de la Comisión el 1 de marzo de 1995, lo cual
significa una decisión inicial de la Comisión, y la publicación en el
Diario Oficial de la decisión de la Comisión se produce el 6 de mayo de
1995, esto es, dos meses después de adoptada la decisión, como
consecuencia, entre otras cosas, de problemas que tienen que ver con la
traducción a las diferentes lenguas oficiales de la Unión Europea. Les
doy estos datos para que tengan una ligera percepción de la complejidad
de estos problemas y vean hasta qué punto algunos de los períodos
inicialmente previstos pueden considerarse cortos o largos en función de
hechos absolutamente ajenos a la voluntad del Gobierno y de la compañía.

De todas formas, quisiera despejar alguna duda que sobre esta cuestión ha
surgido a algún miembro de esta Comisión así como a algunos medios de
comunicación, en los que se ha hecho referencia incluso a una supuesta
hipótesis de retrasar voluntariamente la resolución del expediente. Esta
consideración, además de absurda --quiero decírselo con toda claridad--,
choca contra todas las manifestaciones públicas y privadas que he llevado
a cabo durante este período. La voluntad del Gobierno, y desde luego la
del Ministro de Industria y Energía, es la de que la resolución del
expediente sea lo más rápida posible, lo que no quiere decir que, por ser
rápida, sea mala. Esta no es solamente la voluntad del Gobierno, es
también la voluntad expresada públicamente por el Comisario Kinnock en
reciente comparecencia pública que efectuamos conjuntamente en Bruselas.

No obstante, en relación con la solución al expediente, quizás valga la
pena echar mano de una carta de pública circulación, firmada por el
Comisario Kinnock, en la que expresó su voluntad de --cita
entrecomillada-- «proceder con rapidez y continuar trabajando-- en
estrecha colaboración con las autoridades españolas, a fin de encontrar
una solución que preserve el futuro de Iberia, respetando las reglas del
Tratado en materia de ayudas estatales, así como sus fundadas esperanzas»
--las del Comisario-- «de que tal solución sea completada en un futuro
próximo».

Como ven, lo que ha expresado el Comisario es no solamente que está
existiendo una cooperación y un esforzado análisis por parte de la
Comisión y del Gobierno español para acabar cuanto antes la resolución
del expediente, sino su fundada esperanza en que se encontrará una
solución compatible con el Tratado en materia de ayudas estatales y que
preserve el futuro de Iberia. Esta es una posición que, puesta en boca
del Comisario, como corresponde por el texto que les acabo de citar, tal
vez sea más ilustrativa que lo que yo les puedo decir de la voluntad del
Gobierno, que naturalmente no es otra sino esta misma. (El señor
Vicepresidente Dávila Sánchez ocupa la Presidencia.)
Queda, pues, patente que se está trabajando seriamente por ambas partes a
la búsqueda de la solución que permita textualmente, como he dicho, la
futura viabilidad de la empresa. La más mínima prudencia en este momento
me aconseja, y espero poder encontrar su comprensión en una negociación
tan compleja y sobre cuyo resultado están atentas otras compañías e
instituciones no especialmente interesadas en una solución favorable a la
compañía Iberia, no avanzar demasiados detalles sobre el contenido ni
sobre el estado actual del proceso de discusión con la Comisión Europea.

Sé perfectamente, y puedo anticiparlo, que este pronunciamiento por mi
parte no está llamado a ser especialmente satisfactorio, pero sé también
que ustedes alcanzan a comprender perfectamente, porque tienen tanto
interés como yo en la viabilidad de esta compañía, que explicitar el
estado de situación y dar lugar a un nivel de información en detalle
sobre lo que en este momento estamos tratando de perfilar con la
Comisión, antes de que el propio Comisario pueda trasladar los resultados
de este proceso de discusión con España y con la compañía Iberia al resto
del Colegio de Comisarios y, en consecuencia, dar lugar a complicaciones
de recorrido, no haría sino generar una situación más difícil para el
final feliz del expediente.

Sí puedo, sin embargo, afirmar que las negociaciones siguen el curso que
teníamos previsto, negociación cuya idea central era proceder a una
reestructuración financiera en la compañía del orden de 130.000 millones
de pesetas, y eso es lo que el Gobierno y la compañía siguen pensando que
es posible hacer y obtener. Sabíamos, al plantearlo, que era muy difícil,
y sabíamos que Bruselas iba a poner en cuestión lo que entiende, aunque
nosotros no compartamos, como una segunda reestructuración financiera. La
solución, sin embargo --estoy plenamente convencido--, tendrá que ser
suficientemente satisfactoria para nuestros intereses, sea cual sea la
fórmula que finalmente se convenga o la fórmula que pueda recibir la
aceptación del Colegio de Comisarios. Mientras tanto, me gustaría poder
contar con SS. SS., no solamente en esta complicidad a la que les invito
en relación con el futuro de Iberia, sino también en una complicidad que
me gustaría poder trasladar a la defensa del papel que el Gobierno de
España en este momento está haciendo, no en función de una política, por
así decirlo, personal o de grupo, sino en función de algo que bien creo
puede merecer el apoyo de toda la Cámara: hacer posible la
reestructuración financiera una vez que se ha hecho la parte que
probablemente era la más difícil, que era poner en resultados netos
positivos de explotación a la compañía merced a un importantísimo acuerdo
en el interior de la empresa que, si la reestructuración financiera se
produce dentro de este año,



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conducirá o podrá conducir incluso a resultados netos antes de impuestos
prácticamente en equilibrio en el año 1995 y a resultados claramente
positivos de la compañía, después de financieros y de gastos de
reestructuración, en los años próximos.

Trabajar en esta dirección es lo que estamos haciendo con algo que
tampoco a mí me satisface cuando tengo que producirme ante los medios de
comunicación y, naturalmente, quieren saber cuál es el último nivel de la
discusión llevada a cabo con los servicios de la Comisaría de Transportes
de la Comisión Europea, o cuando no puedo acceder a desvelar detalles, a
la vez que contemplo con impotencia, cómo todos los días aparecen las
soluciones en los medios de comunicación, soluciones que en ocasiones no
tienen que ver ni de lejos con lo que en este momento se está hablando
con la Comisión Europea.

Sé que es muy difícil solicitar a todo el mundo comprensión y sé que es
muy difícil solicitarlo en los términos de reserva en que lo estoy
haciendo. Alguna vez he dicho que mientras negociamos deben tener
paciencia y, después, deben exigir al Gobierno sobre el resultado de esa
negociación. Quiero decirles que el Gobierno no ha cambiado los términos
del plan que se habían planteado, creo que tendremos una solución
razonablemente favorable, incluso si la solución no es idéntica en todos
sus extremos a la que estratégica y tácticamente habíamos planteado
inicialmente para la negociación, pero creo que podremos tener una
solución que garantice la viabilidad de Iberia, la reestructuración
financiera en condiciones que respeten claramente, a juicio del Gobierno
español, como ya lo hace nuestra propuesta, pero también a juicio de la
Comisión Europea, el Tratado de la Unión o los tratados de la Unión
Europea.




El señor VICEPRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Fernández
Norniella.




El señor FERNANDEZ NORIELLA: Señor Ministro, ha realizado usted un
resumen de la situación que continúa siendo una ceremonia de la
confusión. Su epítome merece todo mi respeto, pero creo que no es el
adecuado, y no lo es porque se basa en afirmaciones falsas o, mejor
dicho, no ciertas o que pueden haber sido malinterpretadas. Se ha
dirigido usted a mi Grupo como si tuviésemos información o se nos hubiese
facilitado. Para su conocimiento le diré que en las anteriores
comparecencias de los presidentes de Iberia y de Teneo no se facilitó
ninguna información, precisamente basándose en la opacidad que era
necesaria para seguir las negociaciones con Bruselas.

Señor Ministro, hace ya casi un año, cuando la situación de Iberia era
crítica, casi irreversible, solicitaron nuestra colaboración para poder
negociar con Europa un plan que permitiera el saneamiento y la puesta en
disposición de competir de la empresa. El Grupo Parlamentario Popular
accedió, como no podía ser menos, señor Ministro, previa manifestación en
esta Cámara y ante usted de que nuestro único interés era salvar Iberia
manteniendo el mayor número posible de puestos de trabajo. Desde
entonces, hace ya casi un año, hemos venido colaborando con todos los
medios a nuestra disposición para que sus negociaciones en Europa no se
viesen en ningún momento interferidas por una posible interpretación por
parte del Gobierno europeo de que en España no existía un consenso
parlamentario respecto al tema.

Desde entonces, señor Ministro, hace ya casi un año, hemos declinado
hacer manifestaciones sobre esta materia, y cuando las hemos hecho ha
sido amparando y avalando de alguna manera sus negociaciones. Nuestra
postura sigue siendo la misma, y su usted necesita más colaboración la va
a recibir, sin pedir ninguna contraprestación a cambio, como es natural y
lógico, salvo claridad y sentido común. Claridad, porque entendemos que
las negociaciones sean discretas, es lógico, lo primero que necesitan ese
tipo de negociaciones es la discreción, pero de eso al oscurantismo y la
opacidad total hay una diferencia enorme, señor Ministro.

Desde hace un año ni su Gobierno, ni usted, ni el Presidente del INI, ni
el Presidente de Teneo, ni el Presidente de Iberia se han dirigido a
nosotros para explicarnos cuál era la situación real de las negociaciones
ni cuál era la situación real de Iberia. Miento, hace dos días, y
siguiendo sus instrucciones, altos directivos de Iberia se han dirigido a
nosotros para darnos las cuentas de Iberia, quizá para preparar esta
intervención de usted en la que pudiera decir que el Grupo Popular tenía
datos. No hemos tenido datos hasta el viernes o el sábado, señor
Ministro.

Aparentemente, los resultados de explotación de Iberia de este ejercicio
son mejores. Lo que no sabemos, y es lo que quizá deberá explicarnos, es
si esos mejores resultados son debidos a la mejora que se ha producido en
el sector del transporte aéreo internacional para todas las compañías, o
si, por el contrario, esa mejoría se debe a una mejora de gestión. Yo he
analizado las cuentas que se nos han facilitado y he visto que hay
capítulos en los cuales se puede achacar la mejoría a mejoras de gestión,
y otros capítulos en que, por el contrario, es una mejora sistemática del
sector que afecta a todas las compañías.

Señor Ministro, repito, usted puede contar con nuestra colaboración, pero
siempre y cuando nosotros contemos con el sentido común de ustedes
suficiente como para darse cuenta de que el problema de Iberia no es un
problema del Partido Socialista, ni del Gobierno socialista, sino que es
un problema de Estado y que, en consecuencia, y sin querer entrar en la
polémica de la intervención anterior sobre las futuras elecciones, quizá,
habría que prever, en unas hipotéticas futuras elecciones, que el Partido
Popular, o cualquier otro partido, pudiese estar en el Gobierno y, en
consecuencia, debería sentirse partícipe de estas negociaciones y ser
debidamente informado.

Señor Ministro, nuestra colaboración es colaboración sin demagogia.

Esperemos su tercera y famosa intervención de sus conclusiones. Yo le
rogaría que este tema lo sacásemos de la demagogia, lo sacásemos fuera
del trepidar cotidiano y nos diésemos cuenta de que en el problema de
Iberia existen en este momento muchas personas inquietas por su futuro.




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Usted ha dicho, señor Eguiagaray, que muchas veces se sorprende de las
noticias de la Prensa, pero, quizá, alguna noticia contradictoria y sin
sentido se ha producido en el entorno de Iberia o de Teneo. Yo no voy a
entrar en polémica sobre una afirmación que ha hecho referente a que
algunos medios de comunicación y un grupo político dudaban de que en
Bruselas no se hubiera intentado retrasar las negociaciones. Yo quiero
decirle que en un flujograma de Iberia, y me imagino que si nos ha
llegado a nosotros estará circulando por ahí, en el cual aparecen claras
y concretas alternativas. Pues bien, las alternativas que se excluyen
siempre terminan con la misma frase: no interesa alternativa porque
reduce los plazos. Señor Ministro, aclare usted tajantemente que el
Gobierno Socialista no está tratando de demorar las negociaciones en
Bruselas. (El señor Ministro hace gestos negativos.)
Señor Ministro, antes me recriminaba usted mis gestos y los
malinterpretaba. Ahora es cuando yo le digo, señor Ministro, que no es
malo que usted niegue tajantemente, de nuevo, estas afirmaciones.

Señor Ministro, también se está hablando de la posibilidad que existe
--incluso se ha afirmado y ustedes no lo han negado-- de crear una
compañía para embalsar las acciones de las adquisiciones iberoamericanas,
en tanto en cuanto se resuelva el problema con Europa. Esto también sería
conveniente que usted lo aclarase.

También sería conveniente que aclarase, señor Ministro, porque ha dicho
--paladinamente entiendo-- que Iberia estaba cumpliendo todos los
requerimientos que había firmado con los sindicatos, qué se va a hacer
con los directivos. Porque el otro día nos encontramos con la sorpresa de
que el Presidente de Iberia, sin venir a cuento y sin que se le pidiesen
explicaciones, nos informó de que se iba a crear una comisión en el
consejo de administración para evaluar los organigramas directivos y a
los propios directivos y, si no recuerdo mal, en los planes que ustedes
firmaron hace ocho meses con los sindicatos se creaban comisiones
paritarias al mismo efecto. ¿Es que estamos trasladando las
responsabilidades de aquellas comisiones al consejo de dirección o al
consejo de administración o, por el contrario, es que ya se han hecho
algunas modificaciones y se va a pedir la autorización del consejo?
Señor Ministro, aclárenos usted todas estas cosas y yo le garantizo que
seguirá contando con nuestra colaboración. Si usted no nos las aclara,
señor Ministro, será difícil que nos pida colaboración. Nosotros no somos
partidarios del oscurantismo.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra don Jerónimo Andreu.




El señor ANDREU ANDREU: Creo que ésta va a ser la primera vez que mi
Grupo Parlamentario interviene sobre el tema de Iberia, desde diciembre
del año pasado, en el que precisamente tomamos la iniciativa de hacer
comparecer en alguna ocasión al Presidente de Iberia para que nos dijera
en qué situación se encontraba en ese momento la compañía y la petición
de capitalización de su deuda a través del Grupo Teneo.

Nosotros no hemos hecho después ninguna petición de comparecencia, ni del
Ministerio, ni de usted, ni del Presidente de Iberia, precisamente para
ayudar a que las negociaciones con la Unión Europea tuvieran un buen fin,
que es lo que nosotros siempre hemos deseado, y hemos mantenido una
posición de consenso incluso hasta extremos inauditos. Creo que en las
convocatorias que solicitamos el año pasado fuimos los más críticos con
el rechazo que había planificado el Sepla y que consideramos que era
extraordinariamente pernicioso para que pudiera tener éxito el plan de
competitividad de la compañía. Fuimos francamente beligerantes, incluso
más allá de nuestra responsabilidad.

Por tanto, cuando usted hace esa petición de consenso, tenemos que decir
que nosotros hemos atendido siempre a esa petición de consenso, pero
también podemos decir que ustedes no se han hecho acreedores de ese
consenso, porque desde diciembre de 1994 hasta ahora no hemos recibido
ningún tipo de información, ni comunicación por parte del Gobierno, ni de
Iberia para darnos a conocer en qué situación se encontraba todo el
proceso negociador. La única forma que hemos tenido de conocer algo ha
sido a través de la Prensa y de los sindicatos de clase en alguna
ocasión. Puede ser coherente que Iberia se dedique a informar al Grupo
Popular porque se sienta más cercano a él y que a nosotros nos informen
los sindicatos de clase porque se sientan más cercanos a nosotros. A lo
mejor ésta es una actitud coherente. Pero nosotros no hemos tenido,
repito, más información que la de este conducto, que no es un conducto
que provenga directamente ni de la Administración, ni del Gobierno, ni de
la Presidencia de Iberia.

Hemos leído muchas veces con preocupación las noticias que se han venido
planteando en la Prensa. En primer lugar, porque el monto de las ayudas
que Iberia solicitaba no era un monto equiparable al que solicitó Air
France en su momento. Air France solicitó 500.000 millones de pesetas.

Iberia solicita 130.000 millones de pesetas, y no entendíamos las
diferencias de trato que en la Unión Europea se le daba a una compañía
española con respecto a Air France. Esto era algo que nos llamaba la
atención. Como nos llamaban la atención las reiteradas declaraciones del
Comisario de la Competencia de la Unión Europea, en las que decía que
prácticamente había que pasar por encima de su cadáver, antes de que se
le dieran ayudas a Iberia, o como las dilaciones que el señor Kinnock,
Comisario de Transporte, planteaba continuamente para las ayudas de
Iberia. Todo eso era algo que llamaba profundamente la atención a mi
Grupo Parlamentario y lo llenaba de preocupación.

Este período de espera es superior a 10 meses. Desconozco lo que tuvo que
esperar Air France para obtener las ayudas y continuar con la viabilidad
de esa compañía, pero, aunque sus ayudas fueron prácticamente cuatro
veces superiores a las que solicita Iberia, me imagino que el período de
espera no fue cuatro veces superior. Y esto nos hace pensar que el
Gobierno español tiene poco peso ante la Unión Europea y pinta poco a la
hora de conseguir no ya



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ayudas del Gobierno, porque como usted bien ha dicho no son ayudas que
tengan reflejo presupuestario, sino que son ayudas que provienen de
Teneo; aun así, parece que el Gobierno español no tiene demasiado peso
para conseguir que el colegio de comisarios apruebe una ayuda de esta
naturaleza absolutamente vital para el futuro de Iberia.

Todo eso lo hemos observado con mucha preocupación y quiero decirle que
vamos a seguir manteniendo una actitud de consenso, ayuda y apoyo para
que Iberia sea viable y para que consiga la ayuda de 130.000 millones de
pesetas, si es posible. Lo vamos a hacer, pero también vamos a decirle
que en el caso de que esto se prolongue más de la cuenta vamos a exigir
responsabilidades a quien las debe tener, a usted como Ministro y al
Presidente de Iberia como máximo responsable de la empresa. Creemos que
también es justo decirle que ustedes son responsables de este retraso tan
largo y que esa responsabilidad aumenta conforme este período se
acrecienta ya que es directamente proporcional a él.

No queremos terminar sin decir algo con respecto a la huelga del Sepla.

Ya le digo que, excediendo nuestras responsabilidades, igual que el año
pasado, fuimos precisamente el grupo más combativo sobre este aspecto,
también lo vamos a ser ahora. Creemos que la convocatoria de huelga que
plantea el Sepla es absolutamente irresponsable porque lo hace en un
momento en el que se puede producir la quiebra de este proceso de
conseguir los 130.000 millones de pesetas de ayudas para Iberia. Pensamos
que por un estrecho deseo de conseguir mejoras puramente sectoriales --me
atrevería incluso a decir que absolutamente egoístas-- para un colectivo
que sigue teniendo privilegios extraordinarios en el conjunto de la
Compañía, por esta estrecha visión creemos que se puede poner en peligro
una empresa absolutamente fundamental para el futuro de nuestro país y de
nuestra competitividad. Seguimos siendo absolutamente claros en este
aspecto; condenamos esa huelga que se plantea por parte del Sepla, pero
al margen de esta condena queremos dejar muy claro que su responsabilidad
la del Presidente de Iberia se acrecientan. Confiamos en que la
responsabilidad que tiene en este asunto no llegue a una situación
absolutamente límite.




El señor VICEPRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Marcos Merino.




El señor MARCOS MERINO: Lo primero que quiere hacer mi Grupo es agradecer
la presencia del Ministro y sus explicaciones en torno a la evolución del
Plan. Dicho esto he de reiterar que cuando se planteó el problema
industrial de Iberia nuestro Grupo apostó por el acuerdo entre la
empresa, los trabajadores y sus sindicatos como mecanismo más adecuado
para garantizar la viabilidad futura de la empresa y que a partir de ese
acuerdo fuera posible plantear el mismo en la Comunidad Económica Europea
para conseguir el apoyo necesario para su saneamiento definitivo. Creo
que ese acuerdo se consiguió gracias al compromiso de los sindicatos, los
trabajadores y la actitud de la empresa, a pesar de la actitud
obstruccionista que mantuvieron algunos, especialmente el Sepla. De
acuerdo con ese plan se posibilitó su puesta en práctica y esperamos que
la tramitación que hoy está pendiente de aprobación en Bruselas, sea
resuelta favorablemente en el menor plazo de tiempo posible. En todo
caso, tal y como lo planteaba el Ministro los grupos aquí presentes
tenemos que ser prudentes para no interferir ni dificultar el desarrollo
de una negociación que es difícil y es difícil porque todos sabíamos que
la situación en Bruselas estaba planteada en unos términos de conflicto
en la medida en que allí se consideraba que éste era el segundo proceso
de saneamiento financiero que planteaba la empresa y esto provocaba una
concurrencia que ellos interpretaban como una dificultad casi imposible
de sortear.

Pienso que lo que tenemos que hacer es seguir apostando por este acuerdo,
seguir reclamando del Gobierno la máxima fuerza y convicción a la hora de
defender el problema ante las autoridades europeas para conseguir que se
resuelva en el menor tiempo posible. Mientras tanto, tenemos que
congratularlos de que la evolución de los distintos compromisos
adquiridos en el plan se estén llevando a cabo con absoluta normalidad
dentro de los compromisos adquiridos. El plan se está cumpliendo dentro
de los criterios que se habían pactado con el conjunto de los colectivos
y eso ha permitido que se haya producido una mejora en el funcionamiento
interno de la empresa, que se hayan reducido los gastos operativos, que
se hayan mejorado las cuentas de explotación, que se haya procedido a la
reducción de los excedentes sin que esto haya creado ningún problema y,
en definitiva, que la evolución de la empresa se haya desarrollado con
una total normalidad.

Dicho esto, quiero decir una vez más que volvemos a tener que manifestar
nuestra actitud de rechazo hacia la posición de desestabilización que
está adoptando el Sepla. Creo que es motivo de preocupación porque
perjudica, fundamentalmente, a la buena marcha de la empresa y los
intereses de sus trabajadores. Como decía antes, creo que la evolución
del plan y la aplicación del mismo está desarrollándose de acuerdo con
los compromisos adquiridos con unos y otros y, mientras tanto, lo único
que tenemos que hacer aquí y que hago en nombre de mi grupo y solicito de
los demás, es que expresemos el apoyo al Gobierno en la negociación que
está desarrollando en la Unión Europea para que se consiga una solución
lo más rápidamente posible, que elimine todas las incertidumbres que
existen en algunos casos en relación con el futuro de lo que pueda ser la
solución final de la empresa, sobre todo a partir de algunas
informaciones y algunas actitudes interesadas.

Señorías, señor Ministro, creo que ésa es la mejor apuesta que podemos
hacer: darle todo nuestro apoyo y a la vez exigirle toda la
responsabilidad para que esto termine bien y lo antes posible, porque de
ello depende el futuro de una empresa importante para nuestro país y el
futuro de un número importante de puestos de trabajo.




El señor VICEPRESIDENTE: Señor Ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Quiero
agradecerles, en primer lugar,



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a todos el tono de comprensión en general, no exento de exigencias de
información, incluso de algunas críticas, pero algo me parece que puedo
legítimamente colegir de todas las intervenciones que se han producido,
tanto del representante del Grupo Popular como del representante de
Izquierda Unida y del Grupo Socialista: la necesidad de que seamos
capaces de obtener un resultado positivo en esta negociación y al mismo
tiempo un distanciamiento, cuando no una condena, de actitudes que en
este momento probablemente no crean sino dificultades, como es la
convocatoria de una huelga anunciada en este momento por el Sindicato de
Pilotos, y la exigencia de que el Gobierno actúe de la forma más
transparente en algo que todos entendemos que es un tema colectivo, un
bien colectivo, de todos los ciudadanos, por lo cual bien se podría
calificar como un tema que tiene relevancia desde el punto de vista del
Estado y no solamente de la política de un Gobierno o de las actitudes de
un grupo.

Me gustaría decirle, señor Fernández Norniella, que estoy más de acuerdo
con la segunda parte de su intervención que con sus iniciales palabras
que hablaban de ceremonia de la confusión, etcétera. Tal vez no me he
explicado bien. Lo que sí he dicho es que todos los grupos han tenido
información reciente, no me refería al Grupo Popular específicamente,
sino a todos los grupos de la Cámara, mediante la comparecencia del
Presidente de Iberia. Con independencia de que el Presidente de Iberia no
entregara información por escrito sobre la marcha de la Compañía, sí la
dio, tal y como reza en los «Diarios de Sesiones» del Congreso, que yo he
leído, lo mismo que probablemente algunos de ustedes --ustedes le
escucharon al menos, si no los han leído--, y la información es bastante
clara. Hay información sobre lo que ha ocurrido en el ejercicio del año
1995 e información sobre las mejoras que, en cumplimiento del plan de
competitividad, se habían producido ya en relación con el año anterior.

Esa información es a la que me refería, señor Fernández Norniella, que
está a disposición de todos. Por tanto, no es exacto, como usted decía,
que no tuvieran información, y no me referiré en particular a ningún tipo
especial, sino la información proporcionada a toda la Cámara por el
Presidente de Iberia recientemente en una comparecencia hace 13 días, si
no me equivoco; información en la que tuvo también ocasión de glosar los
aspectos a los que usted se ha referido, hasta qué punto la mejora
constatable de resultados de Iberia es una mejora que deriva del plan, de
la mejora de la gestión, o es el resultado de la mejora de la actividad
económica en su conjunto.

Estoy de acuerdo con usted, señor Fernández Norniella, en que ninguna
cosa es el resultado solamente de un factor. Es verdad que el plan está
siendo decisivo en la mejora de la situación de la empresa, es verdad que
se están superando con creces, en esta parte, por lo menos, de vida que
está teniendo el plan, las previsiones que se habían hecho. Eso ha
implicado, por tanto, no solamente mayores ingresos, que naturalmente
derivan de una mejor gestión comercial, sino también la mejora o la
reactivación que el sector está teniendo a lo largo de 1995. Es verdad
que en otros aspectos que tienen más que ver con la gestión propiamente
de la empresa, también se están superando las previsiones del plan. Este
es el caso, por ejemplo, del Plan de Reducción de Gastos --del Prega-- en
sus previsiones iniciales en relación con el cumplimiento que hasta la
fecha del mes de septiembre se puede acreditar por parte de la empresa.

Por tanto, en esa dirección no creo que la caracterización más adecuada
--permítame discrepar en eso-- sea la del oscurantismo o la de la
opacidad. Creo que desde el principio se ha planteado esto como un
proceso de discusión sobre la base de un plan que no ha cambiado en sus
planteamientos ni en la filosofía que defiende el Gobierno, sabiendo que
no se trata solamente de ir a un tribunal a defender un pleito, ante el
Tribunal de Luxemburgo, en su caso, sino de un proceso hasta cierto punto
de discusión y de negociación en términos llamémosles políticos.

Me gustaría decir algo que creo que puede servir un poco de
clarificación, porque a veces uno se encuentra con dificultades para
transmitirlo, incluso en términos de opinión pública. Con frecuencia se
le otorga a la Comisión el papel de sumo garante del Tratado de la Unión.

El papel de garante, en última instancia, del Tratado de la Unión lo
tiene el Tribunal de Luxemburgo, no la Comisión, y todos los partícipes,
las instituciones, sean los estados miembros, sea el Consejo de Ministros
o los distintos consejos de Ministros o la propia Comisión Europea, son
naturalmente instituciones muy respetables, que tienen cada una sus
responsabilidades; también son muy respetables los gobiernos nacionales,
naturalmente, y podemos diferir a veces en las interpretaciones
jurídicas. Cuando la posición de España se sigue manteniendo en los
términos en los que se sigue manteniendo es porque creemos que seguimos
teniendo razón, en términos de la jurisprudencia del Tribunal de
Luxemburgo, para defender el plan tal y como está planteado, y la
pretensión de que esto sea considerado no una ayuda de Estado o una
ayuda, en todo caso, compatible con el Tratado de la Unión, en función no
solamente de los precedentes --alguno se ha referido a precedentes, como
el caso de Air France, pero hay otros muchos-- sino en términos también
de hasta qué punto esto pasa, incluso dentro de las normas de ayudas en
el transporte aéreo, el criterio del inversor privado en una economía de
mercado al que se deben las empresas públicas también, aun cuando no
reciban directamente dinero de los presupuestos, como es el caso de
Iberia.

Pero no estamos, para hacer posible este plan, ante un problema de
discusión ante un tribunal, estamos ante un problema de un acuerdo que
tiene que pasar por la institución competente para dar ese acuerdo; cosa
distinta es que un acuerdo insatisfactorio pueda ser susceptible de
recurso ante el Tribunal de Luxemburgo. Naturalmente, una compañía como
Iberia no puede estar pensando el que dentro de tres años se resuelva un
pleito en el Tribunal de Luxemburgo; se tiene que resolver ya, y se tiene
que resolver mediante una posición de acuerdo con la Comisión Europea. Y
eso lleva, por tanto, a seguir manteniendo exactamente la misma filosofía
y los mismos puntos de rezonamiento del porqué de la solicitud hecha a la
Comisión Europea, y a la vez tratar de buscar la fórmula por la que
tratemos de hacer compatible las fórmulas que la Comisión Europea



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está proponiendo para el transporte aéreo y su interpretación particular
de la competencia en el mundo del transporte aéreo, con los legítimos
derechos de Iberia y de nuestro país a la vista fundamentalmente de los
precedentes.

Por tanto, esta posición, señorías, no ha cambiado en absoluto. Les puedo
decir que cada vez que tengo una conversación «tête-à-tête» con el
comisario, hacemos un primer capítulo que es el de reiterar los puntos de
vista de la primera posición del Gobierno español. No hemos renunciado a
uno sólo de los puntos que están planteados en la comunicación que se
hizo por el Gobierno español a finales de diciembre del año 1994 o a
comienzos del año 1995, a ni uno sólo. Por tanto, creemos tener razones
jurídicas, razones políticas, razones económicas, razones incluso
comparativas como para aspirar a tener un tratamiento razonable también
en la solución a los problemas de la reestructuración financiera de
Iberia.

En segundo lugar, señor Fernández Norniella, le agradezco la posición que
ha expresado. Yo sé que su Grupo, como otros grupos, está preocupado,
como muchos ciudadanos naturalmente, pero el tema Iberia, y me parece que
no ya por un problema de análisis electoral, preelectoral, de encuestas o
cualquier otra cosa. Más allá de cualquier coyuntura electoral y más allá
de que ganen ustedes, ganemos nosotros o gane otro grupo político las
siguientes elecciones, me parece que es razonable que en una cuestión
como ésta no hagamos, en perjuicio fundamentalmente del país, un
ejercicio tan libre de las relaciones Gobierno-oposición como quizá se
pueda hacer en otras cuestiones. Por eso, le quiero agradecer a usted,
como al Grupo de Izquierda Unida, la posición que ha expresado de apoyo a
las negociaciones, que no es naturalmente ningún apoyo incondicional, y
mucho menos un apoyo que se pueda establecer sin condiciones,
especialmente de información y de conocimiento de lo que está ocurriendo.

Por tanto, con esto creo que le respondo a dos cuestiones. Una, tienen
información sobre la marcha de los resultados de la Compañía. Se han
levantado dudas, incluso en algunos medios de comunicación, reflejando la
posición que algún grupo sindical corporativo dentro de la empresa han
expresado en términos del incumplimiento eventual de acuerdos, y quiero
volver a reiterarles mi disponibilidad a repasar con ustedes, si así lo
desean, uno por uno cada uno de los compromisos y su estado actual de
cumplimiento. Les invito también, naturalmente, a que reciban información
directa en sus relaciones con la propia empresa Iberia, pero yo, como
Ministro, estoy dispuesto a darles cuenta uno por uno de todos y cada uno
de los elementos contenidos en los acuerdos que, a mi juicio, dibujan, a
la fecha actual, un balance enormemente alto de cumplimientos y de
exquisito respeto a los acuerdos obtenidos en la dificilísima negociación
tanto con el Sepla como con el resto de los sindicatos de clase
existentes en la compañía.

En tercer lugar, no sé si se ha podido deslizar información, como usted
decía, inadecuada en los medios de comunicación, derivada de alguien de
Teneo o de Iberia. Teneo sé lo que es, pero cuando se citan, como he
visto con sorpresa, en algún medio de comunicación de muy amplia difusión
en este país, fuentes de Teneo y fuentes de Iberia, innominadas
naturalmente, diciendo que estamos planteando la configuración de una
empresa que haga de receptor o de embalse para las compañías americanas y
que estaría constituida o participada por Endesa y bancos españoles, y
esto aparece en un diario de muy amplia circulación, citando fuentes de
Teneo y de Iberia, tengo que expesar mi perplejidad, y naturalmente, como
estoy seguro de que ninguno de los que de verdad saben las claves del
proceso de discusión con la Comisión, ni en Teneo ni en Iberia ha podido
decir tamaña insensatez, no puedo sino expresar mi disgusto y, al mismo
tiempo, explicar a los medios de comunicación que hay muchas cosas que se
dicen y que no son verdad. No tenemos --créame, señor Fernández
Norniella-- la menor intención de meterle a Endesa en ningún dibujo que
tenga que ver con el sector del transporte aéreo. Sería absolutamente
descabellado. Por eso me parece descabellado que algo así se pueda
escribir y pasar incluso como mercancía derivada de una información casi
privilegiada de los grupos Teneo o Iberia.

Por tanto, en esa dirección quiero despejar tajantemente, como usted me
pedía, el hecho de que el Gobierno no ha estado prolongando la
terminación del expediente; el Gobierno podría haber aspirado a que se
resolviera, probablemente, incluso antes del verano, ciertamente en
términos no satisfactorios, y es verdad que el Gobierno no estaba
dispuesto a una solución no satisfactoria. No sé si eso se puede entender
como una prolongación. Evidentemente, estamos trabajando en pos de
soluciones que puedan ser satisfactorias, pero desde luego a la mayor
brevedad, como corresponde, por otro lado, no solamente a las
preocupaciones del colectivo de personas que están en Iberia, sino a las
preocupaciones y a la propia situación de Iberia que necesita una urgente
reestructuración financiera y capitalización.

Permítame, señor Fernández Norniella, que le diga que no quiero ocultarle
información, no se trata de eso, pero déjeme que no me adentre en torno a
las soluciones técnicas, porque sé que si digo algo sobre soluciones
técnicas en relación con las compañías americanas, lo que vamos a tener
son nuevas especulaciones inevitablemente. Si me permite usted preferiría
mucho más tener una conversación al nivel de detalle que usted desee, con
usted o con otros miembros de esta Cámara, que hacer un pronunciamiento
de ese tipo aquí.

Finalmente, sobre los directivos quiero hacer una clarificación, señor
Fernández Norniella. Las empresas del Grupo Teneo y Teneo como holding y
como sociedad anónima están siguiendo una línea que hace tiempo he
anunciado, y especialmente después de la aprobación de normas de
modificación del sector público empresarial y de una reconfiguración del
sector público empresarial industrial y de servicios, en un proceso de
adaptación de sus propias estructuras. Ya en alguna otra compañía pública
hace tiempo que iniciamos el proceso de adaptación de sus propios órganos
de dirección y de gobierno. Como usted sabe en las empresas más
importantes de algunos países hay en este momento todo un debate abierto
sobre cómo deben configurarse los consejos de administración. Ha habido
cambios en el Consejo de Administración de Iberia, como



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los ha habido en Teneo, como los está habiendo en otras compañías
importantes.

Algunas líneas que nos ha parecido razonable seguir son como las que se
configuran en el famoso informe Cadbury para las empresas que cotizan en
la Bolsa de Londres, que con criterios voluntarios asumen algunas de las
sugerencias que ahí se hacen como forma de establecer lo que es una
empresa bien gerenciada, bien dirigida, con órganos de gobierno
adecuados. Una práctica en esa dirección, que está ya, por ejemplo, en
vigor en Repsol, es la existencia de consejeros externos, esto es,
consejeros que son miembros del Consejo de Administración de la Compañía,
pero que no son consejeros internos, personas que trabajan en el interior
en la Compañía, que se sitúan al frente de diferentes comités: comités de
retribuciones, de estrategias, de auditoría, etcétera, para garantizar
que la función del consejo es más eficaz y para que, al mismo tiempo, los
propios consejeros acrediten, siendo externos, su autonomía respecto de
las decisiones de quienes tienen la responsabilidad directa de dirección,
los presidentes, básicamente de las compañías. En esa dirección es en la
que se orienta la comisión del consejo relacionada con el tema de
directivos y, por tanto, algunas de las cosas que, en ejercicio de las
atribuciones que tanto Iberia como cualquier otra compañía tiene, deben
ser aprobadas y analizadas por el Consejo de Administración.

Cosa distinta, por tanto, es que haya comités paritarios para hacer
sugerencias, análisis, incluso, eventualmente, si es posible llegar a
acuerdos, por qué no, pero que de ninguna forma pueden significar una
dejación de las competencias que legalmente le corresponden al Consejo de
Administración. Ningún comité paritario, por tanto, podrá tomar
decisiones en contra del Consejo de Administración de Iberia sobre temas
que tengan que ver con el gobierno de Iberia, y los acuerdos hechos con
el Sepla y con los demás sindicatos en absoluto prejuzgan que el Consejo
de Administración sea el órgano en el que decisiones relevantes de
estructura de directivos, etcétera, tengan que pasar.

Por tanto, es perfectamente compatible ese análisis que se está haciendo
conjuntamente, mediante comités paritarios, sobre cuáles son las
aspiraciones y cómo podría regirse mejor Iberia en el futuro y otra cosa
que, naturalmente, es una función simultáneamente indeclinable del
Consejo de Administración, que es el órgano competente para aprobarlas.

Espero que con esto estén claros los dos términos que usted me planteaba.

Señor Andreu, creo que tiene usted razón en varias cosas; en algunas de
ellas ya he insistido. Primero, Air France no es el único caso, pero
ciertamente si uno analiza que en Air France no solamente se ha producido
una, sino más de una capitalización, es un argumento no solamente
económico sino también político que crea un precedente en las relaciones
entre Iberia y la propia Comisión. Difícilmente la aplicación política de
una regla que es una regla política no jurídica, no una regla avalada por
el Tribunal de Luxemburgo, sino de código de ayudas y de práctica
política seguida por la Comisión podría aceptarla España cuando hay otras
compañías que se han beneficiado naturalmente de una interpretación que
ha conducido eventualmente a segundas ayudas.

Segundo, éste es un argumento que naturalmente hemos usado con profusión
y que ciertamente, créame, hace bastante mella en la posición de la
Comisión, porque es muy difícil sostener a ultranza el que a Iberia no,
cuando se han hecho las cosas que se han hecho en el mundo del transporte
aéreo. Iberia ha recibido, en relación con Air France, por ejemplo, pero
también con otras compañías, incluso si se suma la anterior ampliación de
capital y la solicitud que ahora se hace, ha recibido, repito,
considerando que esto pudiera ser entendido como ayudas, menos ayudas en
términos absolutos y menos ayudas tanto por persona empleada como por
cifra de negocios que algunas de las empresas del sector del transporte
aéreo. Por tanto, hay bastantes razones como para seguir defendiendo con
convicción, con ahínco y desde luego con un poquito de paciencia lo que
estamos defendiendo en este momento.

Tercero, insiste usted en algo en lo que dice que el Gobierno tiene
responsabilidad, y me parece que parte usted de un error; no hay
retrasos, si se entiende por retraso el único elemento de comparación que
tenemos que es la media de la tramitación de expedientes de ayudas en el
mundo del transporte aéreo. Por tanto, me parece que ésa es una mala
argumentación. El Gobierno será responsable del resultado, espero, pero
no, desde luego, de algo que no se nos puede imputar, sino que en parte
depende de decisiones de la Comisión y, en segundo lugar, que en este
momento no está significando más retraso que aquel que se podría también
haber atribuido a otros expedientes que no afectaban a Iberia de otras
compañías en la Unión Europa.

Cuarto, agradezco, de todas formas, el tono que usted ha empleado, más
allá de las exigencias de responsabilidad al Gobierno, que naturalmente
está en su derecho. He creído percibir, por lo menos en usted, una
actitud también de empuje y apoyo a un proceso de negociación difícil y
que interesa naturalmente a nuestro país y comparto --quizás no lo diría
en los términos que usted ha empleado-- alguno de los reproches que usted
ha dirigido a quienes en este momento han convocado una huelga que a mi
juicio no se justifica de ninguna manera ni en términos del
incumplimiento del plan argüido formalmente como motivación de la
convocatoria de huelga, ni muchísimo menos en términos del resultado que
eso puede producir en la compañía y en el propio proceso de negociación
en Bruselas. (El señor Fernández Norniella pide la palabra.)



El señor VICEPRESIDENTE: El señor Fernández Norniella solicita la
palabra.

Tenía pensado al finalizar la sesión de la Comisión hacer la intervención
que quiero hacer ahora, pero tengo mayor motivación ante la solicitud que
hace el señor Fernández Norniella.

En esta Comisión, de tiempo atrás, y esta mañana reiteradamente, se han
hecho comentarios, algunos simpáticos, respecto a la naturaleza del que
llaman tercer turno en las comparecencias del Gobierno ante la Comisión.

A efectos de pedagogía parlamentaria y saber todos exactamente el tipo de
críticas que pueden ser hechas y cuáles no proceden, permítanme que les
diga que, al menos mientras este Reglamento esté en vigor, las
comparecencias ante las Comisiones



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de los miembros del Gobierno se hacen de acuerdo con el artículo 203,
cuyo número 2 dice textualmente: «Después de la exposición oral del
Gobierno podrán intervenir los representantes de cada Grupo Parlamentario
por diez minutos, fijando posiciones, formulando preguntas o haciendo
observaciones, a las que contestará aquél...» (el compareciente en nombre
del Gobierno...) ... «sin ulterior votación.»
Tiene un tercer párrafo, que es el que suscita siempre las complicaciones
de interpretación. En casos excepcionales --dice este Reglamento-- la
Presidencia podrá, de acuerdo con la Mesa y oída la Junta de Portavoces,
abrir un turno para que los Diputados puedan escuetamente formular
preguntas o pedir aclaraciones sobre la información facilitada. El
Presidente, al efecto, fijará un número o tiempo máximo de
intervenciones.

En la historia de este Reglamento esto ha suscitado ya más de alguna
complicación interpretativa, por eso hay una resolución de la Presidencia
de la Cámara, de la cual les leo lo que es relevante en estos momentos.

El primer párrafo de esa resolución dice: Corresponde exclusivamente a la
Presidencia de la Comisión calificar la excepcionalidad de los casos o
circunstancias en que proceda la apertura de un turno de preguntas o
peticiones de aclaración de Diputados sobre la información facilitada por
los miembros del Gobierno, así como la fijación del número y el tiempo
máximo de las intervenciones.

Lógicamente, tiene una segunda parte que dice: Para adoptar la decisión
de apertura del turno excepcional la Presidencia deberá contar con el
acuerdo de la Mesa de la Comisión, oídos los Portavoces de los Grupos
Parlamentarios presentes en aquélla.

Pero lo que más importa en estos momentos que tengamos en cuenta para el
futuro es lo siguiente. En el tercero de los párrafos dice: Una vez
abierto el turno excepcional --superadas esas dificultades
procedimentales-- de intervenciones de Diputados, sólo cabrá formular
escuetamente preguntas o pedir aclaraciones sobre la información
facilitada, sin que quepan sustituciones de los parlamentarios presentes.

Y dice el cuarto párrafo, final y más relevante: Terminado el turno de
intervención de Diputados, se suspenderá la sesión por un tiempo máximo
de cuarenta y cinco minutos --puede ser cero minutos--. Reanudada la
sesión, se procederá a la contestación por el miembro del Gobierno
quedando excluido tanto el debate como la ulterior votación.

Eso es lo que dice el Reglamento y, por tanto, esta Presidencia asume,
sin lugar a la menor duda, todas las críticas respecto a la benevolencia
con la que ha interpretado las limitaciones temporales que tienen los
miembros de la Comisión en sus intervenciones y en la exigencia de
precisión y concisión, pero no tendría apoyo reglamentario ninguno para
limitar ni el contenido ni la duración de la última intervención del
miembro del Gobierno que compareciese.

Dicho todo esto, señor Fernández Norniella, tiene S. S. la palabra.




El señor FERNANDEZ NORNIELLA: Muchas gracias, señor Presidente.

Yo nada más que quería hablar un minuto.




El señor VICEPRESIDENTE: Pues esmérese, señoría, esmérese.




El señor FERNANDEZ NORNIELLA: Pero ya que usted ha hecho esta prolija y
agradable intervención...




El señor VICEPRESIDENTE: Reglamentaria.




El señor FERNANDEZ NORNIELLA: ... le recordaré que, desde que yo conozco
esta Comisión, hemos funcionado tal y como yo pretendía. Es decir,
habiendo una segunda intervención sin ningún tipo de procedimiento.

Señor Presidente, si le parece, después, cuando acabe la reunión,
hablamos de este tema, que hable la Mesa y que decida, pero me parece
cuando menos sorprendente que hoy, aquí y ahora cambiemos una forma de
actuación que hemos venido realizando desde hace dos años.




El señor VICEPRESIDENTE: Señor Fernandez Norniella, no hay ninguna
modificación ni cambio en lo que es la comprensión respecto a las
intervenciones de los miembros de la Comisión, pero sí hay una precisión
por parte de la Mesa de que ninguna interpretación puede hacerse, de
acuerdo con el Reglamento, sobre el abuso que pueda hacer el
interviniente en nombre del Gobierno respecto al contenido de su
intervención o la duración de ella. Esa es la precisión que esta
Presidencia quería hacer al final de la Comisión, y no en cambio ahora
que cuenta S. S., como ha contado siempre, con el turno de palabra
excepcional previsto en el Reglamento.




El señor FERNANDEZ NORNIELLA: Yo me pongo el paraguas, señor Presidente,
porque entiendo que esto no va conmigo, pero ya hablaremos.

Señor Ministro, yo acepto su ofrecimiento de recibir más información
personalmente sobre las cuestiones discretas. Le reitero nuestro tácito
apoyo en las negociaciones, pero le anticipo nuestra más implacable
crítica si los resultados no son los adecuados.

Señor Ministro, la premura del tiempo, la disposición de la Presidencia y
quizá que no sea el momento más adecuado, me impide entrar en algunas
aclaraciones sobre lo manifestado por usted respecto a los comités
paritarios, a las inversiones americanas y a otra serie de temas, como
puede ser la flota, es decir, respecto a cuestiones de gestión en las
cuales no estamos de acuerdo. Pero le reitero una sorpresa que le
manifestaba en mi anterior intervención: No entendemos cómo los
responsables del desaguisado de las inversiones americanas, que han
costado 100.000 millones más de los previstos y que sin duda son la causa
de la situación financiera de la compañía, siguen tomando decisiones,
según nuestras noticias (y si no son ciertas, corríjanos, que la luz y
taquígrafos son buenos para aclarar todas estas cosas), que pueden
afectar el futuro de la compañía. No es lógico que el causante del
problema siga de alguna manera tomando decisiones que pueden hacer
desembocar a la compañía en situaciones aún más dramáticas.

Gracias, señor Presidente. Reitero que agradezco su ofrecimiento, y no
dudo de que voy a hacer uso de él.




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El señor VICEPRESIDENTE: ¿Algún otro Grupo desea hacer uso del turno
excepcional? (Pausa.)
No siendo ése el caso, señor Ministro, le ruego tome la palabra para
terminar esta comparecencia.




El señor MINISTRO DE INDUSTRIA Y ENERGIA (Eguiagaray Ucelay): Muy
brevemente, señor Fernández Norniella.

Esa descripción de los hechos no se corresponde en absoluto con la
realidad. Le recuerdo que siendo quien les habla Ministro de Industria se
tomó la decisión, por parte del Grupo Teneo, de cambiar la Presidencia y,
por tanto, son ya varios los años en que se ha producido un cambio en la
parte fundamental del equipo de dirección de la compañía, que es
naturalmente su Presidente.




El señor VICEPRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Terminamos la sesión expresándole nuestro agradecimiento por su
contribución a nuestros trabajos.

Señorías, se levanta la sesión.




Eran las dos y veinte minutos de la tarde.