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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 548, de 27/07/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 548
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 40 (Extraordinaria)
celebrada el jueves, 27 de julio de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar sobre la situación creada en Bosnia tras el
ataque de enclaves protegidos por las fuerzas de las Naciones Unidas y
sus consecuencias en relación con la presencia de las Naciones Unidas en
Bosnia. A solicitud del Gobierno. (Número de expediente 214/000118.)



Se abre la sesión a las cinco y treinta y cinco minutos de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a esta sesión
extraordinaria de la Comisión, cuyo orden del día, como ustedes saben,
tiene un punto único, que es la comparecencia del señor Ministro de
Asuntos Exteriores para informar sobre la situación creada en Bosnia tras
el ataque de enclaves protegidos por las fuerzas de las Naciones Unidas y
sus consecuencias en relación con la presencia de las Naciones Unidas en
Bosnia.

Oficialmente, la petición procede del Gobierno, puesto que al tratarse de
período extraordinario fue el Gobierno quien la hizo, pero también hubo
dos grupos parlamentarios que propusieron esta comparecencia. Si les
parece, le daré la palabra, en primer lugar, al señor Ministro para que
introduzca el tema, después se la concederé a los portavoces de los dos
grupos que hicieron la propuesta para que



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intervengan a continuación, y luego lo harán el resto de los grupos.

Por consiguiente, señor Ministro, a quien damos una vez más la bienvenida
en esta Comisión, tiene la palabra para hacer la introducción.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señor Presidente; gracias, señorías.

Agradezco la oportunidad que me brindan para analizar en esta Comisión
los últimos acontecimientos en la ex Yugoslavia. Parece claro que las
circunstancias aconsejan que esta comparecencia tenga lugar. Ayer por la
mañana, como quizá SS. SS. sepan, comparecí en el Parlamento Europeo para
dar cuenta de los últimos acontecimientos. La situación sobre el terreno
es muy grave y se han tomado decisiones importantes en los últimos días.

Por eso he querido comparecer ante SS. SS., respondiendo con ello también
a la inquietud de los distintos grupos parlamentarios.

Hace poco tiempo, el 18 de mayo, explicaba en esta Comisión las
prioridades de la presidencia española en lo que atañe a este conflicto.

Siguen siendo válidas. Ahora bien, la agresión serbia en los enclaves
orientales ha supuesto lo que, a mi juicio, es un cambio cualitativo en
la espiral de violencia y ha hecho imprescindible elaborar una respuesta
urgente por parte de la comunidad internacional. Esto es lo que se ha
hecho en la Conferencia de Londres sobre Bosnia, el pasado día 21,
viernes. Me propongo exponerles los resultados de esa conferencia, así
como analizar también brevemente la situación tal y como se está
desarrollando en estos momentos en Croacia.

Las tropas de los serbios de Bosnia, señor Presidente, señorías, han
violado en Srebrenica y en Zepa las normas más elementales del Derecho
internacional. No sólo han hecho caso omiso de las resoluciones del
Consejo de Seguridad, sino que han cometido actos de barbarie por los que
tendrán que responder. Y antes o después lo harán. Se ha producido en
verdad un cambio que está provocando de manera justificada una
modificación en nuestras propias opiniones públicas.

Señor Presidente, señorías, se ha traspasado una barrera y, en efecto,
debemos dar una respuesta. Hasta aquí creo que el acuerdo sobre el
diagnóstico es general. El problema es cómo hacerlo y el ser capaces de
encontrar, de manera serena, la solución más adecuada.

El pasado día 21, viernes, en Londres, se pudo llegar a algunos acuerdos
importantes. El Primer Ministro Major, siendo también Presidente de la
Conferencia de Londres, convocó una reunión en la que, en presencia del
Secretario General de Naciones Unidas, de los responsables militares
sobre el terreno, de los copresidentes del Comité de la Conferencia
Internacional de la antigua Yugoslavia, de los ministros de Asuntos
Exteriores y de Defensa, y de los jefes de Estado Mayor de los países que
tienen tropas desplegadas sobre el terreno, y de algunos otros países que
no teniéndolas forman parte del Grupo de Contacto, se pudo discutir, con
conocimiento de causa y entiendo que con la serenidad necesaria, lo que
debemos hacer entre todos para frenar la agresión y para permitir que las
fuerzas de Unprofor puedan continuar cumpliendo con su labor.

Señor Presidente, explicaré brevemente lo que allí se discutió y lo que
allí se acordó.

Primero, hubo un acuerdo generalizado en que se debe continuar buscando
con urgencia un acuerdo político. El mediador de la Unión Europea, el
señor Carl Bildt, dio cuenta de las últimas conversaciones con las partes
y, muy especialmente, con Milosevic. Se han producido algunos avances y
quizá podamos tener dentro de algunos días un acuerdo que deseamos que
sea aceptable. Así lo espero y así lo esperan todos los países, pues creo
firmemente que el corazón de ese acuerdo, que debiera ser el
reconocimiento de Bosnia-Herzegovina por Belgrado, supondría un punto de
inflexión en el conflicto.

Quiero también dejar bien claro el apoyo del Gobierno español y de la
Unión Europea a Carl Bildt, al negociador. Tiene un mandato del Consejo
de Cannes que sigue, a nuestro juicio, siendo válido, pues válida sigue
siendo también la noción de que ese proceso político de negociación puede
ser quizá la forma más importante, más fácil de encontrar la estabilidad
en los Balcanes.

Sin duda, señor Presidente, puede haber problemas. Quizá no esa éste el
momento más adecuado para cerrar el paquete negociador. Es preciso, es
imprescindible que mejore la situación sobre el terreno y que cese la
tremenda presión sobre las zonas protegidas. Quizá hayan de introducirse
mejoras técnicas en algunas cuestiones planteadas, pero entiendo que ha
de perseverarse en la vía del acuerdo.

En segundo lugar, hubo práctica unanimidad acerca de la necesidad de que
Unprofor continúe su misión en Bosnia mientras ello sea posible. Las
Fuerzas de Naciones Unidas se han enfrentado de forma progresiva a
continuos obstáculos y dificultades por parte de los contendientes y, muy
especialmente, por parte de los serbios. Es lógico, por ello, que se
planteen interrogantes sobre el propio futuro de Unprofor.

A veces, señor Presidente, nos olvidamos de los importantísimos logros de
Unprofor en estos ya más de tres años de guerra. Están allí, como es bien
conocido, en misión de paz. Esa misión la han cumplido, han salvado
vidas, han asegurado la llegada de ayuda humanitaria a centenares de
miles de personas y han impedido, sin duda, la extensión del conflicto.

Permítanme, señorías, que me refiera, y lo haga con orgullo, como español
y como ministro, a la situación de Mostar. La semana pasada recibí en
Madrid a los alcaldes de Mostar Este y de Mostar Oeste, dos hombres
razonables que han estado enfrentados hasta hace muy poco y que ahora
están haciendo un enorme esfuerzo por convivir. En el actual panorama
sombrío, la visita de ambos alcaldes me hizo creer que hay todavía un
rayo de esperanza. Y en buena medida --y así lo reconocieron los dos--
ello es posible gracias al Batallón Español integrado en Unprofor.

Señor Presidente, descartada la retirada, que sólo se contemplaría si
Unprofor no puede razonablemente continuar su misión, sólo quedan dos
opciones para responder a la situación actual. La primera sería convertir
a Unprofor en fuerza beligerante y, la segunda, conservarla como



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fuerza de mantenimiento de la paz. La primera, señor Presidente,
señorías, creo que debemos excluirla. Así lo pensaban todos los
asistentes en la reunión de Londres y, por tanto, sólo nos queda la
segunda opción.

Ahora bien, señorías, con toda claridad les quisiera decir que no podemos
seguir como estamos. La situación ha llegado a un grado de absurdo cuando
los mismos cascos azules sirven de escudos humanitarios para una parte y
de rehenes para otra parte.

Se impone, por tanto, una modificación en las condiciones en las que esta
fuerza opera. Ello pasa, sin duda, por una mayor cooperación de las
partes, pero no podemos ser ingenuos. Pasa, sobre todo, por un
reforzamiento y una reducción de las vulnerabilidades de la fuerza de
Unprofor. El proceso ya se ha iniciado con la creación y el comienzo del
despliegue de la denominada Fuerza de Reacción Rápida y con un
redespliegue selectivo de la fuerza de Unprofor. Son medidas apropiadas,
a nuestro juicio, y contribuirán a que las Naciones Unidas y la Alianza
Atlántica puedan cumplir y puedan hacer cumplir las resoluciones del
Consejo de Seguridad. Las hemos venido propugnando desde hace ya bastante
tiempo.

Ahora bien, señorías, señor Presidente, estas medidas, desgraciadamente,
no dan solución al problema inmediato que es, sin duda alguna, frenar la
agresión serbia. En Londres hubo un acuerdo casi absoluto sobre que era
preciso decir basta, mostrándonos dispuestos a hacer uso de la fuerza
militar si fuera necesario. No se trata de buscar una solución militar al
conflicto, ni se trata de convertir a Unprofor en fuerza de imposición de
la paz, se trata de señalar los límites y de responder con contundencia a
la barbarie.

Resumiré brevemente los acuerdos básicos alcanzados en Londres. Un ataque
sobre Gorazde encontraría una respuesta sustancial y decisiva. Hubo apoyo
generalizado, aunque no unánime, a la propuesta de utilizar la fuerza
aérea.

Se asegurará, y se ha iniciado ya, el acceso a Sarajevo para la llegada
de ayuda humanitaria a la población y el suministro a las fuerzas de
Unprofor. Se recurre a la Fuerza de Reacción Rápida para proteger a
Unprofor, en cumplimiento de esta misión.

Durante la reunión, señor Presidente, se discutieron otras propuestas de
uso de la fuerza y también se pusieron de manifiesto los riesgos que
entrañan todas ellas. Las decisiones que hemos tomado son decisiones que
implican riesgos; riesgos que, entiendo, debemos estar en disposición de
asumir. ¿Cuáles son esos riesgos? El Primero, sin duda, es el de iniciar
un proceso que acabe convirtiendo a las fuerzas de Naciones Unidas en
beligerantes, y esto no sería deseable para Naciones Unidas ni entiendo
que sería razonable desde el punto de vista militar, como tampoco sería
justo para algunos países que han aportado sus tropas para una misión de
paz y no para luchar en una guerra.

La segunda consecuencia es el que pudieran reducirse las posibilidades de
un arreglo pacífico. Una escalada en Bosnia podría suponer el riesgo de
abortar cualquier esperanza de que las partes, todas las partes, se
sienten a negociar.

En tercer lugar, están los riesgos y las dificultades militares en
sentido estricto. Una escalada militar puede suponer rehenes y puede
suponer, sin duda alguna, pérdidas de vidas humanas. Se puede reducir la
vulnerabilidad de los que están en Bosnia en misión de paz, pero no se
puede garantizar totalmente ni se puede hacer de manera inmediata.

Finalmente, existe el riesgo de que la situación humanitaria de miles de
bosnios empeore. Unprofor, Acnur y las organizaciones no gubernamentales
verían aún más dificultada su labor, y ello, lógicamente, también puede
tener consecuencias.

En Londres se barajaron estas realidades y también se tuvieron en cuenta
los condicionantes de carácter político. No es ningún secreto para SS.

SS. que hay naciones con intereses y con influencia en los Balcanes que
se oponen al uso de la fuerza. Con todo ello, como he dicho, en Londres
se tomaron acuerdos de principio importantes: se trata de reforzar con
una amenaza creíble de uso de la fuerza --un uso de la fuerza sustancial
y decisivo en la terminología utilizada-- el proceso político de paz.

Como ustedes saben, el Consejo Atlántico se reunió, a partir del sábado
día 22, para analizar los aspectos operativos de un uso eventual de la
fuerza en el marco que acabo de describir. En la madrugada del miércoles
se aprobaron las decisiones oportunas y, si bien estas decisiones se
referían a Gorazde --era la preocupación fundamental del viernes 21--,
queda abierta la posibilidad de aplicarlas a otras zonas seguras.

En estos momentos se están llevando a cabo las necesarias consultas con
las Naciones Unidas. Para el Gobierno español resulta esencial mantener
la adecuada coordinación entre las Naciones Unidas y la Alianza
Atlántica.

Los serbios de Bosnia harían mal en confundir nuestros deseos de no
imponer desde fuera una solución militar con una falta de decisión para
usar la fuerza si ésta fuera necesaria.

Por otra parte, señor Presidente, señorías, en la reunión de Londres
dedicamos un buen tiempo a la ayuda humanitaria. La señora Ogata estuvo
presente en la comida y, conjuntamente, estudiamos la situación
humanitaria y las posibilidades de coordinar nuestra acción de la forma
más eficaz.

Como SS. SS. conocen, la Unión Europea ha destinado más de un millón y
medio de ecus para ayuda humanitaria en la ex Yugoslavia desde el inicio
del conflicto. Esta cifra, para que SS. SS. se hagan una idea, representa
un 70 por ciento del total de la ayuda y aproximadamente un 50 por ciento
de la que ha sido canalizada a través de las agencias de Naciones Unidas
y de la Cruz Roja.

Seguimos dispuestos a hacer todo cuanto podamos, conscientes de que tan
importante es hacer que llegue la ayuda comunitaria como evitar las
violaciones de los derechos humanos que se han producido en las últimas
semanas.

En cuanto a nuestro país, SS. SS. han podido comprobar la sensibilidad
del pueblo español en los últimos días. El caudal de generosidad no está
agotado; entiendo que todo lo contrario. El Ministerio de Asuntos
Exteriores está haciendo lo posible por ayudar a todas las iniciativas
privadas



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e institucionales, por su parte la Agencia Española de Cooperación
Internacional ha coordinado ya diversos proyectos inmediatos de ayuda a
la zona de Tuzla y, a través de Cruz Roja, ha enviado diverso material
por valor de más de 60 millones de pesetas.

Finalmente, señor Presidente, señorías, no quisiera dejar de expresar mi
preocupación en esta hora por la situación en Bihac. El conflicto en esta
región es especialmente enconado y complejo. Las consecuencias de una
eventual caída de esta zona serían extraordinariamente graves ya que
existe, como SS. SS. entenderán, el peligro de una involucración directa
del Gobierno de Zagreb.

En lo que se refiere a Croacia, SS. SS. conocen que constituye el otro
gran centro de preocupación de nuestra presidencia. La gravísima
situación en Bosnia no puede hacernos olvidar los problemas del país
vecino. La situación, desgraciadamente, se ha ido deteriorando de manera
sensible en los últimos meses. Desgraciadamente, corren vientos de guerra
desde la ofensiva de Zagreb, en la Eslavonia occidental, el primero de
mayo y hoy es un objetivo prioritario el frenar la escalada bélica que se
puede avecinar. Nos preocupa, por un lado, la posible intención de Zagreb
de dar fin a la situación de las Krajinas a través de una operación
militar, y, por otro lado, nos preocupa la situación delicada del enclave
de Bihac al que acabo de hacer referencia, que entiendo que se ha
convertido en la piedra de toque de una renovada alianza militar entre
Croacia y Bosnia-Herzegovina, que se selló, como SS. SS. estoy seguro que
conocen, en una reunión que tuvo lugar en Split el día 22 de julio entre
los Presidentes Tudjman e Izetbegovic.

Reiterando la necesidad de que la situación en Croacia se resuelve por la
vía de la negociación, la Unión Europea aprovechó los instrumentos a su
disposición para mantener viva la llama de la paz, la esperanza de la
paz. En este sentido, el Consejo de Asuntos Generales, en su reunión del
12 de junio, aprobó el mandato de negociación de un Acuerdo de
Cooperación con Croacia, así como su elegibilidad para el programa PHARE,
ambos supeditados al respeto al proceso de paz y las resoluciones de las
Naciones Unidas, tal y como se afirmó en la Cumbre de Cannes y se
mantiene hoy en las negociaciones con Zagreb. Desde entonces, la
presidencia española ha seguido trabajando, manteniendo continuos
contactos con las autoridades croatas al máximo nivel, pidiendo prudencia
y pidiendo contención. Yo mismo espero desarrollar estos contactos en
Zagreb dentro de pocos días. Mi intención es viajar a Sarajevo, Zagreb y
Mostar en los primeros días del mes de agosto, en cuanto la situación
militar lo permita. Estoy en permanente contacto con Karl Bildt, con el
negociador --anoche, a altas horas de la madrugada, fue la última vez que
hablé con él--, que en estos momentos está en Sarajevo, para sacar el
máximo provecho de todos estos viajes.

Señor Presidente, señorías, concluyo ya la información que les quería
dar. Es obvio que no deseamos una solución militar al conflicto de
Bosnia, primero porque no la hay, pero en estos momentos, sin ningún
género de dudas, la comunidad internacional no debe dudar en usar la
fuerza para atajar la barbarie y frenar la agresión serbia si ésta
continúa. La advertencia de Londres es lo suficientemente clara. En juego
está algo que trasciende a lo que ocurre en Bosnia: nuestro propio
sistema de valores, la raíz de nuestro propio proyecto europeo.

Señor Presidente, señorías, sigo a disposición de esta Comisión a lo
largo de las próximas semanas para cuantas reuniones entiendan SS. SS.

que puedan ser necesarias.

En comparecencias anteriores advertí que, desgraciadamente, vendrían
meses difíciles. Estamos en ellos. La Presidencia española tiene que
asumir graves responsabilidades en la gestión del conflicto. El apoyo y
el consejo de los distintos grupos parlamentarios nos serán de enorme
utilidad para afrontar los retos y los riesgos a los que nos estamos
enfrentando.

Antes de terminar, señorías, les diré que durante el día de hoy he tenido
más de tres horas de reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores de
Bosnia, el Ministro de Asuntos Exteriores Itzebegovic. Hemos pasado
revista a toda la situación, fundamentalmente a la preocupación que ellos
tienen, básica y en estos momentos, del mantenimiento de la Federación
croata-musulmana, y de ahí la importancia que dan al hecho simbólico de
Mostar. Mostar es para todos ellos el símbolo de lo que puede ser la
esperanza, una ciudad dividida, rota que empieza a reconstruirse con la
ayuda de todos y fundamentalmente con la ayuda de la Unión Europea.

Les diré también que esta madrugada se ha producido en el Senado de los
Estados Unidos una resolución a nuestro juicio no oportuna, la votación
del levantamiento del embargo de armas para Bosnia. Les quiero decir
también a SS. SS. el contenido de esa resolución que a veces se
desconoce. No es un resolución --aunque todavía el Presidente Clinton
tiene la posibilidad de vetarla-- que pueda tener efectos inmediatos
sobre el terreno. Como SS. SS. saben, el levantamiento del embargo se
haría efectivo bajo dos supuestos: el primer supuesto sería que las
fuerzas de Unprofor se retiraran del terreno; el segundo supuesto sería
que fuera solicitada la retirada de las fuerzas de Unprofor por el
Gobierno de Bosnia, y doce semanas después de esa petición se podría
producir el levantamiento del embargo de armas. Por tanto, inmediatamente
esta resolución, aunque luego no fuera vetada por el Presidente Clinton,
no tendría efectos sobre el terreno. En lo que no nos podemos engañar es
en que tiene efectos políticos de gran dimensión.

Esto es lo que les quería decir esta tarde. Sigo a su disposición para
hoy o cuantas veces sea necesario para darles la información que en cada
momento pueda tener. Insisto, señorías, en que la comunidad internacional
ha tomado ya las decisiones oportunas para que, en el caso de que en
principio se produjera un ataque al enclave de Gorazde, se pusiera en
marcha una operación militar de envergadura y que puede pasar lo mismo si
hay alguna otra zona, algún otro enclave que sea atacado por las fuerzas
de serbios de Bosnia. Los serbios de Bosnia deben saber que se está
dispuesto a llevar a efecto las decisiones que ha tomado la comunidad
internacional.

En las últimas horas, como saben también SS. SS., se ha tomado una
decisión sobre la llamada doble llave, la coordinación



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entre la decisión para el uso de la fuerza por parte de Naciones Unidas y
por parte de la OTAN. Ha habido una flexibilidad en el llamado mecanismo
de la doble llave porque las responsabilidades eran asignadas, por parte
de la Alianza Atlántica, en el comandante de la base de Aviano, es decir,
el responsable de la fuerza aérea que está localizada en Italia. Desde el
punto de vista de Naciones Unidas, la decisión queda en manos del general
Bernard Janvier y, en su caso, del general Rupert Smith, que son los dos
generales que tienen la responsabilidad, uno sobre toda Yugoslavia y el
otro sobre Bosnia, es decir, queda en manos la decisión de los mandos
militares tanto de la Alianza Atlántica como de las Naciones Unidas.

Esta es la información que les puedo proporcionar en este momento. Creo
que es la última que existe, porque acabo de hablar con todas las
personas que pueden tener una información más detallada.

Desgraciadamente, ésta es la información que les puedo dar, que es
información más bien negativa, mucho me gustaría poder dar a SS. SS. una
información más cargada de esperanza.

Gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Tal y como les he anunciado, vamos a comenzar el turno de intervenciones.

Lo haremos por el orden que he citado anteriormente, es decir, los grupos
que habían solicitado la comparecencia que intervendrían por este orden:
el Grupo Popular, el Grupo de Convergència i Unió y el Grupo de Coalición
Canaria, y a continuación intervendría Izquierda Unida y cerrarría el
Grupo Socialista.

Por consiguiente, vamos a proceder por este orden. Tiene la palabra, por
el Grupo Popular, el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, como usted mismo acaba de
señalar, la situación del conflicto de la guerra en Bosnia-Herzegovina ha
dado un salto cualitativo en las últimas semanas. No se trata sólo de un
recrudecimiento de los combates porque la conquista por parte del
ejército serbio-bosnio de las zonas de seguridad declaradas y protegidas
por Naciones Unidas significan, por el contrario, que los dirigentes del
sitio llamado Pale han optado definitivamente por una solución militar
final que, de consumarse, significaría la matanza y la expulsión
definitiva de la población bosnia de todos los enclaves, la humillación
completa de las Naciones Unidas y el rotundo fracaso de la política de
pacificación que con tanto esfuerzo hemos querido mantener para este
conflicto en los últimos años.

Las terribles imágenes de cientos de muertos, de miles de prisioneros, de
decenas de miles de refugiados que han acompañado la caída de las
ciudades de Srebrenica y Zepa han conmovido legítimamente a la opinión
pública mundial. La sociedad española --usted mismo lo recordaba-- nos
pide, cada vez con mayor intensidad, que hagamos algo para detener esta
guerra sangrienta.

La pregunta clave que todos nos hacemos es, precisamente, qué es lo que
debemos hacer, cuál es la solución a este conflicto, es que este
conflicto tiene alguna solución. Nosotros --seguramente otros y también
el señor Ministro-- no creemos que el conflicto tenga una solución mágica
ni inmediata. No es posible en este momento detener mágicamente una
dinámica creada por cuatro años de guerra, de muerte y de destrucción. Y
es posiblemente esta situación uno de los retos más difíciles que tiene
la comunidad internacional en estos últimos años del possovietismo o del
posbipolarismo.

No creemos en las soluciones extremas. Quienes defiende una intervención
militar masiva para imponer la paz son conscientes de que se sitúan fuera
del debate real. Primero, porque resulta cada vez más evidente que las
grandes potencias, con capacidad militar para desarrollar esa operación,
no parecen estar dispuestas a hacerlo. En segundo lugar, porque no parece
realista pensar en desencadenar una guerra a gran escala cuando no se
tienen comprometidos, de forma directa o inmediata, lo que muchos estiman
que serían sus intereses vitales. Esa sería la descripción de este
momento.

Pero en el otro extremo, tampoco podemos desentendernos de este
conflicto, como otros predicarían. Proponer una retirada de nuestros
cascos azules es probablemente lo más fácil y lo menos arriesgado, pero
para nosotros no es aceptable ni en términos políticos ni en términos
morales. A pesar de todas las limitaciones, de todos los fracasos y de
todas las humillaciones que han soportado los cascos azules en
Bosnia-Herzegovina, es necesario afirmar que su presencia ha sido más
beneficiosa que perjudicial. No han podido evitar las agresiones, pero
han moderado sus efectos sobre la población civil. No han podido detener
la guerra, pero han sido un factor de moderación en la intensidad de los
combates. No han permitido una solución global del conflicto, pero han
proporcionado algunas soluciones parciales. Pero no sólo es necesario
justificar su presencia en términos pasados; es necesario reafirmar y
justificar su presencia para el futuro.

A pesar de todos los pesares, que son muchos, los cascos azules aún
tienen un papel importante que jugar en esta guerra, impidiendo una nueva
masacre en la ciudad de Gorazde, reabriendo la ruta de aprovisionamientos
a Sarajevo, garantizando la ayuda humanitaria cuando llegue el invierno y
previsiblemente cesen los combates o no conozcan la virulencia que en
este momento tienen.

Desde ese punto de vista, provisionalmente al menos, nuestra postura
sería la siguiente: tenemos que continuar lo que estábamos haciendo, pero
haciéndolo mejor. Más adelante aportaré ocho puntos concretos que, desde
nuestro punto de vista, deberían reflejar las actitudes y las líneas
fundamentales de actuación en este momento y de cara a esa voluntad de
hacerlo mejor, pero antes es necesario realizar algunas reflexiones
críticas sobre ciertas pasividades que observamos en la actitud del
Gobierno ante la gravedad de los últimos acontecimientos en Bosnia; una
pasividad que resultaría especialmente grave precisamente cuando el
Gobierno ostenta la presidencia de la Unión Europea.

A nosotros nos preocupa que en determinadas ocasiones el discurso del
Gobierno al respecto sea un discurso vacío o, si se quiere de otra
manera, el discurso de las obviedades,



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un discurso vago, sin capacidad de anticipación alguna. Como es habitual
--y lo volvemos a contemplar en esta ocasión--, el Ministro de Asuntos
Exteriores viene a la Comisión --no siempre con la premura que uno
desearía, pero viene a la Comisión-- y nos cuenta lo que la Unión
Europea, lo que las Naciones Unidas, lo que la OTAN o lo que los Estados
Unidos han acordado o ha dicho. Nos cuenta lo que, de hecho, hemos podido
leer incluso en la prensa de estos últimos días. Pero difícilmente nos
dice lo que el Ministro de Asuntos Exteriores de este país, de España,
piensa. No sabemos si porque realmente no piensa nada sobre el conflicto.

Tampoco nos explica cuál es la política del Gobierno español, quizá
porque tampoco el Gobierno español tenga una política clara para promover
la pacificación en el conflicto. Nos cuenta simplemente lo que piensan,
dicen y deciden otros. Hemos de reconocer que ése es el mejor sistema
para no equivocarse nunca, pero también es el mejor sistema para no hacer
nunca nada.

Además, esa ineficacia política contrasta con la eficacia con que
nuestras Fuerzas Armadas están desempeñando sus misiones militares en la
antigua Yugoslavia. España está jugando un cierto protagonismo militar en
los esfuerzos de pacificación y en la ayuda humanitaria en la antigua
Yugoslavia. Nuestros contingentes armados no sólo mantienen una presencia
en la zona sino que están siendo acreedores de un creciente
reconocimiento internacional y de la propia sociedad española por la
eficacia, la brillantez y la entrega con que desempeñan las misiones que
tienen asignadas. Sin embargo, nos tememos que este importante papel que
España está jugando en el terreno militar se malogra en el terreno
político. Nuestro protagonismo militar contrasta muy llamativamente con
nuestra irrelevancia política en la resolución del conflicto. No es sólo
que hayamos sido excluidos del Grupo de Contacto, cuando posiblemente
nuestro país es la tercera potencia que más presencia militar mantiene en
este conflicto teniendo en cuenta todos los contingentes, terrestres,
marítimos y aéreos; no sólo es que no se nos escuche sino que, además, se
nos ignora políticamente y en los medios internacionales de comunicación.

El problema es que ni siquiera hablamos. Todos sabemos las medidas que ha
propuesto el Gobierno francés para evitar la caída de nuevos enclaves;
todos sabemos lo que piensa el Gobierno británico; todos conocemos cuál
es la posición de la Administración Clinton, pero nadie, difícilmente los
miembros de esta Comisión después de haber escuchado la comparecencia del
Ministro de Asuntos Exteriores, sabe con certeza y con precisión cuál es
la política del Gobierno español.

El discurso del Gobierno español es, como he dicho, el discurso de las
obviedades. Decía el Presidente del Gobierno antes de ayer: No somos
partidarios de una imposición, por vía militar, de la paz en Bosnia. Esta
parece ser la única gran aportación que hace el Presidente del Gobierno
--el Presidente de la Unión Europea en este momento-- al recrudecimiento
del drama bosnio. No hay solución militar, estamos de acuerdo.

Pues bien, lamentablemente, la solución al drama bosnio, como acaba de
decir el mismo Ministro de Asuntos Exteriores, tendrá necesariamente un
componente militar, bien porque Naciones Unidas se vea obligada a
utilizar la fuerza para hacer respetar sus resoluciones, bien porque los
contendientes se sigan obcecando en buscar una salida militar definitiva
al conflicto. Incluso usted mismo, señor Solana, hace todavía pocos días
contradecía implícitamente las palabras del Presidente del Gobierno
español al declarar que no va a quedar más remedio que realizar algún
tipo de operación militar para detener a los serbios, lo cual,
sinceramente, tampoco es decir demasiado.

En esa perspectiva, surge una serie de preguntas elementales, que yo
querría formular en este momento al señor Ministro de Asuntos Exteriores,
sobre las cuales querríamos encontrar respuestas con cierta precisión.

Primero, cuáles son los escenarios de futuro que maneja el Gobierno en
estos momentos respecto a la previsible evolución del conflicto.

Segundo, decía hace unos días el señor Ministro de Asuntos Exteriores
que, en ese sentido, veía cuatro escenarios. No especificaba cuáles eran
esos cuatro escenarios. Nos gustaría saber la postura del Gobierno
español respecto a cada uno de esos no descritos escenarios.

Tercero, nos decía el señor Ministro que hace unas pocas semanas había
expresado en esta misma Comisión cuáles eran las líneas fundamentales de
la presidencia española con respecto a Bosnia y las prioridades
correspondientes. Creo que éste sería el momento de recordar esas
prioridades y qué propuestas nuevas piensa ofrecer a sus colegas
comunitarios, teniendo en cuenta que, efectivamente, nos encontramos con
una situación cualitativa y cuantitativamente distinta y, ciertamente,
peor.

En cuarto lugar, el Ministro también repite con cierta frecuencia que
habrá una --y cito literalmente-- reacción clara, rápida y eficaz de la
comunidad internacional a nuevas agresiones serbias. ¿Qué entiende el
señor Ministro por reacción clara, rápida y eficaz? ¿Qué quiere decir
cuando habla de comunidad internacional? Se refiere a Naciones Unidas, a
la OTAN, a la Unión Europea, a todos o a alguno en particular? ¿Podemos
sinceramente seguir hablando de comunidad internacional sin más
cualificaciones al respecto en este conflicto?
En quinto lugar, ¿cuáles son los límites infranqueables que el Ministro
ha defendido en los últimos días con tanto énfasis, límites que no se
podrían o no deberían traspasar sin riesgo a dar lugar a la respuesta
contundente por parte de esa comunidad internacional y también de la
comunidad democrática occidental?
A nosotros nos gustaría que la contestación a esas preguntas formara una
primera parte, no tanto para disentir o debatir sino para delimitar y
saber exactamente a qué nos atenemos en la eventual solución, más o menos
próxima, del conflicto de Bosnia-Herzegovina.

A nosotros nos gustaría ofrecer a la consideración de esta Comisión, del
señor Ministro y del Gobierno español un catálogo modesto de ocho puntos
en torno a los cuales podríamos ir descubriendo y definiendo una actitud
común de cara al conflicto de Bosnia-Herzegovina.

En primer lugar, resulta imprescindible delimitar con absoluta claridad
una línea precisa, la línea precisa que no



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estamos dispuestos a tolerar sea cruzada por los serbo bosnios. Parte de
la Conferencia de Londres se ha dedicado precisamente a ese ejercicio.

Entendemos que la Conferencia de Londres, en gran parte también, ha dado
respuesta a las propuestas táctico-estratégicas de la Administración
Clinton al respecto, pero después de la Conferencia de Londres no queda
claro si la línea marcada se refiere únicamente a Gorazde,
desentendiéndonos de todas las demás zonas de seguridad que precisamente
ahora son objeto de ofensivas serbias, o si, por el contrario, es una
línea que cubre a todos los demás enclaves. Nuestro Grupo sería
partidario de una extensión a otros enclaves, recalcando que tiene que
ser una línea nítida que no dé lugar a ningún tipo de controversias sobre
su interpretación.

Segundo, las declaraciones políticas de intenciones tienen que ir
acompañadas en todo momento de la disponibilidad de los medios militares
necesarios. El divorcio que en diversas ocasiones ha existido y sigue
existiendo desgraciadamente entre los objetivos políticos y los medios
militares, está en el origen de muchos de los fracasos y humillaciones
que hemos cosechado en Bosnia. Nosotros creemos que ésta sigue siendo la
hora de las grandes indignaciones morales, pero creemos también que
definitivamente ha llegado la hora de poner al servicio de esas lógicas y
legítimas indignaciones morales los medios militares necesarios para
acabar con la agresión.

Tercero, no es suficiente con delimitar de forma precisa los límites y
contar con los medios militares necesarios para hacerlos respetar.

También es necesario hacer llegar a los serbobosnios el mensaje con toda
claridad y con toda contundencia y, al mismo tiempo, mostrar la voluntad
política necesaria, inquebrantable, de llevar a cabo las amenazas si
necesario fuera. Y me parece que como Presidente que es en este momento
el Gobierno español de la Unión Europea, un importante papel le
corresponde en este terreno.

Cuarto, para que la estrategia que acabo de definir sea creíble, resulta
imprescindible reformar los mecanismos de decisión sobre la utilización
de la fuerza, tanto en lo que se refiere al apoyo aéreo como a la Fuerza
de Reacción Rápida. Alguna referencia a ello ha hecho el señor Ministro,
trasladando las decisiones que en ese sentido se habían tomado en la
Conferencia de Londres y, posteriormente, en el contexto de la Alianza
Atlántica. Pero nos parece que esa reforma de los mecanismos de decisión
debe tener en cuenta dos principios que tienen que ser compatibilizados,
aunque no siempre sea fácil hacerlo. Por un lado, tiene que ser un
mecanismo eficaz y ágil que proporcione respuestas inmediatas a los
requerimientos de utilización de la fuerza y, por otro, debe facilitar
una correcta coordinación con las fuerzas de Naciones Unidas desplegadas
sobre el terreno. Nosotros somos partidarios de unificar la cadena de
mando otorgando, como parece que efectivamente se está en trance de
hacer, más capacidad de decisión a los mandos de las fuerzas sobre el
terreno.

Quinto, es evidente que la posibilidad de bombardeos aéreos de la OTAN
sobre posiciones serbias vuelve a estar en el centro del debate. Nosotros
comprendemos la necesidad de que esos ataques se puedan producir en
ciertos momentos y de acuerdo con las reglas que marquen al respecto
tanto las Naciones Unidas como fundamentalmente los comandantes sobre el
terreno, no seremos nosotros los que dudemos de su eficacia o de su
necesidad en su momento, pero en el caso de que se produzcan la
responsabilidad primera del Gobierno español debe ser salvaguardar la
seguridad de los soldados españoles desplazados sobre el terreno. El
Gobierno, desde ese punto de vista, debe adoptar todas las medidas
pertinentes, tales como la concentración, los repliegues, el incremento
de la capacidad de autoprotección, los planes de evacuación inmediata
para hacer a nuestras tropas inmunes a posibles represalias serbias.

Sexto, el Grupo Popular es contrario al levantamiento del embargo de
armas a ninguna de las facciones contendientes. Desde ese punto de vista,
nosotros no contemplamos favorablemente la decisión tomada esta misma
noche por el Senado de los Estados Unidos, y esperamos que en el juego
complicado de intereses y de relaciones entre el Gobierno y el
Legislativo se pueda llegar a la racionalización de esa decisión, que por
otra parte, como también ha explicado el señor Ministro, tardará tiempo
en producir sus efectos. En cualquier caso, si los efectos buscados
producen consecuencias inmediatas, creemos que el levantamiento de ese
embargo significaría incrementar los niveles de violencia en este
conflicto, significaría también el incremento de los daños colaterales a
la población civil, incitaría a los serbios a acelerar sus ofensivas en
curso y multiplicaría los riesgos de internacionalización del conflicto.

Por el contrario, creemos que los esfuerzos de la comunidad internacional
deben ir dirigidos a endurecer y hacer más eficaz el embargo a los
serbiobosnios y a los serbios en general. En cualquier caso, debemos
dejar claro que cualquier levantamiento del embargo de armas a los
contendientes, total o parcial, significaría la salida inmediata de las
tropas españolas desplegadas en la zona.

Séptimo, el incremento de la presión militar sobre los serbiobosnios
tiene que ir necesariamente acompañado del incremento de la presión
política, diplomática y económica sobre Belgrado. El reconocimiento de
Bosnia-Herzegovina por parte de Serbia debe ser un objetivo irrenunciable
de la comunidad internacional, porque, nos guste o no --y ciertamente no
nos gusta demasiado--, la consecución de una paz estable en Bosnia es
imposible sin obtener una colaboración amistosa, voluntaria o forzada,
por parte de Serbia. Desde ese punto de vista, la presidencia española de
la Unión Europea debe jugar un papel especialmente significativo,
transmitiendo al mediador de la Unión todas las instrucciones
correspondientes para que esa presión se ejerza también sobre el Gobierno
de Serbia.

Octavo y último, queremos también recordar que, además de la enorme
dimensión humana del conflicto y del drama en Bosnia-Herzegovina, el
interés de la comunidad internacional está en que el conflicto no se
extienda. De hecho, el drama de Bosnia debe servir al menos para extraer
algunas lecciones y no cometer los mismos errores en otras zonas de la
antigua Yugoslavia en que el riesgo es evidente. Se acaba de referir el
señor Ministro a la situación en Croacia, me gustaría hacerlo también,
por las mismas



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razones, a la situación en Macedonia, o a la situación --aunque no es
exactamente la misma-- en el Kosovo o la Vojvodina.

Estas son, señor Presidente, señor Ministro, algunas de las reflexiones
de urgencia y preocupadas que en este momento queríamos hacer al Gobierno
español, a la presidencia de la Unión Europea, teniendo en cuenta que
debemos encontrar soluciones que respondan a lo que son las demandas cada
vez más crecientes de nuestras opiniones públicas para acabar con una
situación que, como en otras ocasiones hemos dicho, está afectando de una
manera muy grave a nuestra propia dignidad y está haciendo que la sangre
de los bosnios, de una manera muy directa, caiga sobre todas nuestras
responsabilidades, pero que al mismo tiempo tenga en cuenta cuáles son
los límites de la realidad, la capacidad de contar con esos límites y,
consiguientemente, la capacidad de actuar políticamente de manera eficaz,
directa y contundente. Este es nuestro propósito al decir estas palabras
y agradecer la presencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores, que
seguramente tendremos ocasión de tener de nuevo entre nosotros en el
curso de las próximas semanas.




El señor PRESIDENTE: No he querido interrumpirle, pero sería conveniente
que nos ajustásemos todos al tiempo. Si no, esta sesión puede alargarse
demasiado.

Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra el señor
Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Señor Ministro, quiero darle las gracias por
su comparecencia y decir de entrada que nuestro Grupo Parlamentario
esperaba con sumo interés esta comparecencia y también las explicaciones
que usted nos tenía que dar, sobre todo porque queríamos escuchar en esta
sesión algún nuevo dato, que usted nos proporcionara algún elemento que
nos convenciera de que la posición que el Gobierno español, la Unión
Europea muy especialmente, la comunidad internacional, está manteniendo
respecto al problema de Bosnia tiene alguna motivación que nosotros no
hemos llegado a conocer, a comprender, que nuestra posición «a priori»
sobre el conflicto está falta de algún elemento decisivo y, por tanto,
que es equivocada o está insuficientemente fundamentada.

Debo decirle, señor Ministro, que no ha sido así, y sinceramente lo
lamento mucho. Lamento también tener que manifestar que el consenso al
cual usted apela, y que acostumbra a ser normal, yo diría que hasta
cierto punto deseable en el seno de esta Comisión, en este aspecto, al
menos no puede contar con el apoyo de este grupo parlamentario.

Reconociendo de entrada, señor Ministro, como usted ha planteado y como
también ha planteado el portavoz del Partido Popular en su larga y
completa intervención, que estamos ante un problema que tiene una
solución muy difícil que tiene una solución que, muchas veces, puede
llegar incluso a escaparse de los medios de los cuales disponemos
nosotros o dispone la Unión Europea y la propia comunidad internacional y
que, sin lugar a dudas, no es la solución perfecta, habría que intentar
alcanzar una solución parcial del conflicto que, hasta el momento no se
ha conseguido, ni muchísimo menos.

Creo yo, señor Ministro, que éste es un problema que, desde el principio,
se ha enfocado equivocadamente por parte de nuestro país o por parte de
la Unión Europea, y permítame que me refiera más generalmente a la Unión
Europea, porque creo que es un problema que nos afecta a nosotros muy
directamente; es un conflicto que tiene lugar en el corazón de Europa y,
por tanto, nuestra responsabilidad es fundamental.

Pues bien, como decía hace un momento, este conflicto, que nace con la
desmembración de la ex Yugoslavia, se plantea por nuestra parte de una
forma equivocada desde su inicio. Inicialmente se opta por una teórica
neutralidad que, de hecho, pienso yo que escondía una amplísima apuesta
de los gobiernos de Europa occidental a favor de una estabilidad
balcánica, bajo una pseudotutela o supremacía serbia. En ese momento, al
inicio del conflicto, el discurso que se planteaba era situar a un mismo
nivel a todos los contendientes, tantos los agresores como los agredidos.

Hicimos, se hicieron multitud de apelaciones a ambos bandos a favor de la
paz y la concordia, pero ya intuíamos entonces que al bando agresor sólo
se le podía parar por la fuerza. También intuíamos que el bando agresor
conocía la falta de disposición de la comunidad internacional y
especialmente de las democracias europeas, a utilizar la fuerza como
finalmente hasta el momento se ha evidenciado.

Pero ese esquema inicial creo yo que se trastoca a partir del momento en
que el pueblo bosnio resiste más de la cuenta, pese incluso al bloqueo a
que es sometido y continúa siendo sometido.

Hoy la presión internacional, como usted muy bien ha planteado, y es un
hecho evidente y constatable, el peso de la presión de las opiniones
públicas ante la barbarie, ante el genocidio, y ello les obliga a
replantearse su posición. Sin embargo, hasta el momento entendemos que la
reacción no ha ido demasiado más allá de las palabras, de las reuniones,
de los debates, de las advertencias estériles, de la indignación.

Permítame le diga que, tras la caída de Srebrenica, en la rueda de prensa
que usted realizó como responsable de la Presidencia de la Unión Europea,
se mostraba muy sinceramente indignado ante lo que había sucedido. Esta
es la imagen que usted trasladó; pero, señor Ministro, la indignación en
este momento sabe usted que no es suficiente, que hemos de hacer alguna
cosa más, y ahora hablaremos de lo que hemos de hacer, desde nuestro
punto de vista, reconociendo, como he dicho inicialmente, que estamos
ante un problema de muy difícil solución.

Apelaba usted a la necesidad de la negociación. Negociación, ¿en qué
condiciones? ¿Cómo pretende, señor Ministro, que en este momento el
legítimo gobierno bosnio pueda entablar una negociación en posición de
igualdad con el agresor serbio? Es un elemento que no acabo de comprender
y quisiera que me lo explicara.

En segundo lugar, decía que no ha habido una decisión. Sí que ha habido
una decisión muy reciente a la cual usted se ha referido largamente. Es
la decisión de defender Gorazde



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a través de unos medios que hasta el momento no se habían empleado en
ningún ámbito del conflicto. Pero, señor Ministro, ¿por qué tomamos esa
decisión en este momento, cuando Srebrenica y Zepa ya han caído? ¿No se
podía haber tomado anteriormente una decisión del calibre de la que se ha
adoptado?
Todo ello lo planteo, señor Ministro, porque son preguntas que están en
la opinión pública, pero también son elementos que están contribuyendo a
un desprestigio importante de Naciones Unidas, de la Unión Europea, de
los propios gobiernos occidentales, y ello nos preocupa.

Señor Ministro, si el conflicto continúa en sus cauces actuales, todos
somos conscientes de que va a tener unos efectos muy negativos sobre la
comunidad internacional. En primer lugar, sobre Naciones Unidas que han
realizado un papel importante; pero el conjunto de su actuación en Bosnia
no lo podemos calificar de otra forma de que fracaso. Podemos celebrar el
50 Aniversario las Naciones Unidas con su desaparición «de facto» por
esta política que ha utilizado allí de mirar hacia otro lado. Entendiendo
la dificultad de una intervención, el papel que Naciones Unidas está
desarrollando en Bosnia no es el mismo que se desarrolló no hace
demasiados años, en la guerra del Golfo Pérsico, o el que desarrolló hace
más años en el conflicto de Corea, por ejemplo. Deberíamos explicar, y
muy bien, por qué Naciones Unidas están limitando su actuación al aspecto
simple de protección o a la tarea básicamente humanitaria que han
desarrollado hasta el momento.

El desprestigio también puede alcanzar a la OTAN, pero, sobre todo, señor
Ministro, a la Unión Europea, que entendemos es a quien concierne evitar
el genocidio que se está llevando a cabo, como decía antes, en el corazón
de Europa.

Señor Presidente, voy terminando. En este momento ha habido una seria
advertencia por parte de la Unión Europea a usar la fuerza para defender
Gorazde. ¿Es una advertencia creíble? ¿Se lo tienen que creer los
agresores serbios? No es la primera advertencia que se realiza; sí con la
contundencia que se ha realizado ésta. Ciertamente ha habido advertencias
anteriores constantes, reiteradas, una tras otra, que se han ido
vulnerando y, al final, el prestigio de estas manifestaciones de la Unión
Europea deja muchísimo que desear.

Voy a terminar ante la advertencia que me ha realizado hace un momento el
señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Advertencia gestual.




El señor RECODER I MIRALLES: Advertencia gestual, pero que he comprendido
perfectamente.

Al final de su intervención, señor Ministro, ha hecho una referencia que
creo es muy importante. Ha hablado de los valores que están en juego en
este conflicto. De alguna forma podrían ser los valores sobre los que
queremos construir la Europa unida que precisamente estamos construyendo.

Si estos valores pretenden ser los valores de la libertad, de la
democracia, del respeto a los derechos humanos, como creo, señor
Ministro, que coincidimos todos los que estamos presentes en esta
Comisión, todos los que estamos presentes en esta Cámara, hoy día están
en duda tras el papel que se está realizando en el conflicto de Bosnia,
porque estamos aceptando que la fuerza puede prevalecer sobre la razón
sin que esto provoque una reacción de fuerza, y estamos animando a que la
barbarie se instale allí donde convenga. Este al menos es el camino que
parece señala la Unión Europea con su actitud, pero éste no es el futuro
que nosotros queremos y creo que no es un futuro que entusiasme a Europa.

Para terminar, dos propuestas muy simples y muy claras: La primera, en la
línea de lo que ha decidido la Unión Europea en relación a la ciudad de
Gorazde. Nosotros entendemos que esta propuesta, esta decisión, debe
ampliarse y debe de existir el firme propósito de mandar una fuerza
internacional de intervención que garantice el fin de los avances
militares serbios y garantice el fin del genocidio. En segundo lugar,
señor Ministro (se lo han dicho estos días desde perspectivas ideológicas
muy distintas, incluso desde su propio partido, o desde el entorno de su
propio partido), si desde la Unión Europea y desde la comunidad
internacional no somos capaces de defender los valores de la libertad, de
los derechos humanos, de la democracia, si no somos capaces de parar el
genocidio que está teniendo lugar ante nuestras propias narices, porque
no tenemos la decisión necesaria para realizarlo, entonces, creo, señor
Ministro, que no tenemos ninguna justificación para mantener el embargo a
Bosnia. Si nosotros no somos capaces de defenderlos, debemos dejar que se
defiendan ellos, al menos que lo intenten, porque creo que si lo hacemos
de otra forma no vamos a tener ninguna justificación ante la historia.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Muchas gracias, señor Ministro, por su
comparecencia y la información que nos ha trasladado de lo hablado y
decidido en las últimas reuniones, fundamentalmente en el seno de la
Unión Europea.

Señor Ministro, Coalición Canaria parte del reconocimiento de un
diagnóstico que parece obvio: que éste es un embrollo endemoniado, y que
no hay una fórmula, a nuestro entender, que permita por una vía rápida y
sensata encontrarle solución.

El señor Ministro ha expuesto ya lo que es el planteamiento de la Unión
Europea: no hay solución militar al conflicto. Desde nuestro lado, desde
el lado de la Unión Europea y de Naciones Unidas, es así, no hay solución
militar al conflicto; lo que ocurre es que los militares serbobosnios sí
están en la tesis de que eso tiene solución militar, y prueba de ello es
la dinámica que han puesto en sus fuerzas armadas en el ataque y
ocupación ya de dos enclaves, porque saben que el tiempo juega a su
favor; que el tiempo juega a su favor, como está jugando a favor de la
agresión militar serbio-bosnia, la quiebra de la comunidad



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internacional, concretamente, los culpables de la quiebra que son los
Estados Unidos, y, si hay que personificar, el Senado o el grupo
mayoritario republicano en este momento en el Senado norteamericano.

Todos recordamos, señor Ministro, que en el conflicto del Golfo Pérsico,
cuando hablábamos de la comunidad internacional, frente al comportamiento
de Sadam Husein, del agresor iraquí sobre Kuwait, era casi un sinónimo
hablar de comunidad internacional, hablar de Naciones Unidas o hablar de
los países europeos que, de una manera o de otra, con apoyo logístico e
intervención en fuerza estaban ahí. Hoy no es sinónimo hablar de
comunidad internacional porque hay una quiebra y esa quiebra son los
Estados Unidos. Por eso, nuestro criterio es que los militares
serbobosnios y el Gobierno serbobosnio y, por supuesto, lo crecido que
está su general en jefe, creen que la solución es militar, ir ocupando
enclave por enclave, aplicar ahí la depuración racial y hacer una
homogeneización del territorio para presentar hechos consumados.

Para Coalición Canaria nuestro apoyo de solidaridad al Gobierno español
en su política es como componente de la Unión Europea, de donde no
tenemos que movernos ni salirnos, porque aquí no hay singularidad de
ningún país de la Unión Europea, sino comportarnos en bloque y
solidariamente, pese a lo que está haciendo el Senado norteamericano y
pese a lo que está ocurriendo en la situación con este dichoso embrollo
añadido de la doble llave.

Me parece, señor ministro, que es una utilización torticera de la OTAN
por parte de Estados Unidos, que tiene el control tecnológico supremo
sobre la OTAN en cuanto a sus telecomunicaciones, coordinación, etcétera,
sobre cualquier teatro y terreno de operaciones, decir que con la doble
llave, una decisión OTAN y una decisión ONU, al final, los que toquen el
botón rojo sean los generales de Unprofor sobre el terreno. Esto es como
pedir a los generales de Unprofor sobre el terreno y a las fuerzas de
Unprofor, que son fuerzas de paz, lo que usted ha dicho que es un
imposible porque no lo queremos: que se transformen en fuerzas
beligerantes. En ese momento no tienen capacidad logística ni
cuantitativa para transformarse en fuerzas beligerantes, porque
estaríamos ante un conflicto abierto --así de claro-- y, además, se
transforman en cuerpos beligerantes tan débiles que son inmediatamente
tomados como escudos humanos y como rehenes. Los desarmarán unos u otros.

Este es el tremendo embrollo endemoniado al que nosotros no vemos salida.

Unicamente queremos apoyar la línea que, con todas las limitaciones y
todas las críticas, está siguiendo en este momento la Unión Europea,
porque pese al lamentable papel de Naciones Unidas, nosotros no vemos
otro. Pero quiero decir que cuando a Naciones Unidas le aplicamos el
juicio de un papel lamentable es por culpa de los Estados Unidos. Por
culpa de Estados Unidos, porque están operando con una política, que
quiere evidenciar que ellos son los dueños del orden mundial, y que si la
Unión Europea ni las Naciones Unidas por sí solas son capaces de resolver
este embrollo, ellos vienen a complicarlo mucho más. Usted lo ha dicho
bien claro, la decisión que ha tomado anoche el Senado norteamericano,
aunque a efectos prácticos no se pueda materializar en un tiempo
inmediato, tiene una importancia política tremenda, es una carga
demoledora; una carga demoledora y de un optimismo tremendo para los
generales serbiobosnios, que los lleve a decir: vayamos más deprisa antes
de que a estos bosnios les levanten el embargo de armas y puedan todavía
armarse más para enfrentarse a nosotros.

Por tanto, señor ministro, yo no sé qué solución cabe para los enclaves
actuales, con esta situación lamentable. Nosotros somos Naciones Unidas.

Aquí no hay un protagonismo singularizado de un salvador de la causa;
somos Naciones Unidas, somos Unión Europea y nuestra línea irá en que,
dentro de este embrollo para el que no tenemos una solución creemos que
las no soluciones sí son hábiles, de alguna manera y con el concierto
internacional, puedan forzar a los Estados Unidos y Alemania. Si el
conflicto croata que usted ha señalado está ya en puertas (por si nos
faltaba alguna incógnita más en esta endemoniada ecuación, para encontrar
su resolución) no se nos complique todavía mucho más. Nosotros creemos
que hay que mantenernos dentro de la situación actual y si no hay una
solución buena elegir la menos mala, la que aunque se pierda por parte de
la Unión Europea, y en la Presidencia que en este semestre le corresponde
a España, pero con Presidencia o sin Presidencia ahí seguimos, y al menos
nos permita ante la historia mantener el sentido de la cabeza erguida,
por principio de dignidad, y de que hasta donde pudimos lo hicimos.

En «La velada de Benicarló», Azaña, señor Ministro, usted lo recordará
bien, dice que no le preocupó tanto el daño que hicieron a la República
Española el apoyo de Alemania y de Italia, fascistas y nazis, al régimen
del General Franco, sino la inhibición de Inglaterra y de Francia en
apoyar a la República Española. Estamos en esta misma situación y ahora
respecto a los Estados Unidos, por falta de un apoyo decidido a sus
aliados de la Unión Europea, a Naciones Unidas, creando todavía este
elemento más de confusión y debilitamiento de la ONU y de la Unión
Europea.

Esto, por lo menos desde Coalición Canaria, lo tenemos que decir. No nos
cabe más solución que ser solidarios con la postura que tome nuestro
Gobierno, dentro del marco de la Unión Europea, y con el mínimo sentido
de realismo de ver si, al final, sale alguna fórmula de solución a ello.

Señor ministro, nuestro apoyo va en la línea de mantenernos unidos y dar
ante unos y otros, ante tirios y troyanos, la sensación de que funciona
el sentido común y el principio de hasta aquí hago porque hasta aquí me
dejan hacer, o hasta aquí puedo diplomáticamente.

Sabemos, como lo saben todos los mandos militares de la Unión Europea
Occidental, que no es posible, salvo meternos ya en un conflicto abierto
de trascendentales consecuencias para todo el ordenamiento mundial. Esa
guerra abierta no la podrá nunca suscribir la parte democrática que lucha
por los derechos humanos y también por la paz internacional dentro de
este embrollo, porque, si no, terminaríamos aquí verdaderamente
enloquecidos.

Vaya en estas palabras nuestra adhesión en lo posible para que se pueda
encontrar la solución digna.




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El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida, el señor Espasa
tiene la palabra.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Ministro de Asuntos Exteriores, empezaré, y
creo que terminaré, utilizando palabras suyas.

Comenzaré diciendo, como decía usted: un límite se ha traspasado. Yo
añadiría: y un clamor se ha levantado. En Barcelona hace pocos días, en
otras ciudades europeas, en el Parlamento Europeo, múltiples voces (y
seguro que las de todos los que estamos en esta Comisión también se
sumarían a ellas), desde la reflexión ética y la defensa de los valores
de la democracia, de la igualdad, del respeto a la persona humana, desde
la solidaridad, reclaman una solución inmediata al conflicto. Lo reclaman
desde la invocación de estos valores, como se acaba de hacer en esta
misma sala por algunos de los portavoces que me han precedido en el uso
de la palabra.

Incluso estas voces, este clamor que se ha levantado en la sociedad
civil, desde la ética, desde la solidaridad, repito, en la me atrevo a
decir ingenuidad o en la normal toma de postura desde estas posiciones
éticas y solidarias, piden la solución inmediata y algunos de ellos
acaban reclamando la pura y simple intervención militar, aunque no saben
decir de quién. Dicen: que los políticos lo hagan. Ahí está nuestro
problema. ¿Cómo pasar de la ética, de la solidaridad, de estos valores;
cómo pasar de estas invocaciones que todos compartimos y que todos
denostamos cuando vemos cómo los serbobosnios de Pale los pisotean en
Srbrenica, en Zepa y quizá --espero que no-- lo hagan en Gorazde? ¿Cómo
damos respuesta política a esto? Después de solidarizarnos desde la ética
y desde los valores, ¿qué solución política somos capaces de dar,
teniendo en cuenta los mimbres en presencia? Si no, abdicaríamos de
nuestra superior responsabilidad respecto de la sociedad civil. Hemos de
compartir con la sociedad civil todos estos valores y los compartimos;
pero después hemos de encontrar la mejor solución política posible,
aunque esta solución política --como es el caso que hoy voy a defender
aquí-- debe incluir también el uso controlado y ponderado de la fuerza,
pero siempre enmarcado en una solución política.

En el inicio de mis palabras quisiera sintetizarlo diciendo que estamos
de acuerdo con el uso político de la fuerza y no estaremos nunca de
acuerdo con la militarización de la política como marco general de
nuestra reflexión y de nuestro nuevo posicionamiento ante este límite que
se ha traspasado y por este clamor que se ha levantado.

Si hemos de pasar de la ética y de la solidaridad a la solución política,
¿qué mimbres tenemos, señorías? Algunos de los portavoces que me han
precedido hablaban de la inoperancia de Naciones Unidas, de la
incapacidad de la Unión Europea. Señorías, cuatro de los principales
actores de este endemoniado embrollo, Francia, Reino Unido, Rusia,
Estados Unidos --sólo queda fuera China, recuérdenlo--, son miembros del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en la medida que políticamente
estas naciones no se ponen plenamente de acuerdo, la solución desde
Naciones Unidas y desde la Unión Europea queda hipotecada. Hemos de saber
eso al menos los que tenemos la responsabilidad de dar opinión política
además de ética solidaria y de valores democráticos y humanos; sin
renunciar a éstos, hemos de dar también solución política. Esta es la vía
por la que debemos avanzar.

Nosotros, como ha dicho el Ministro, y compartimos, creemos que se ha
traspasado un límite. ¿Cuál ha sido este límite? El cierto «statu quo» en
que se encontraba la situación del plan de paz del Grupo de Contacto
--quiero recordarlo; no lo ha hecho nadie en esta Comisión--, la tregua
de cuatro meses conseguida por el ex presidente Carter y rota
unilateralmente por los bosnios en Bosnia-Herzegovina y por los croatas
en Eslavonia. Por supuesto, con eso no justifico las barbaridades de los
serbo-bosnios en Srebrenica ni en Zepa, ni en todo el conflicto, pero
recordemos esto, señorías, recordemos esto. Se ha traspasado un límite,
se ha levantado un clamor, estamos en una nueva situación. Se ha dado una
vuelta de tuerca por parte de los agresores; los serbobosnios de Pale hoy
son claramente agresores en el terrible y complicado conflicto de
Bosnia-Herzegovina.

El nuevo mediador de la Unión Europea, el sueco Carl Bildt, recordaba
hace poco, tan poco como el viernes pasado, en la Conferencia de Londres,
que él empezaba a ver alguna posibilidad de solución política al
conflicto, y el señor Ministro lo sabe mejor que yo, puesto que es
testigo de primera mano de este informe de Carl Bildt el viernes en
Londres: Un posible acuerdo territorial, una cierta recomposición del
plan de paz del Grupo de Contacto y, claro está, el reconocimiento
ineludible por parte de Belgrado y por parte de Pale de la realidad
política de Bosnia-Herzegovina. Este es un elemento que de ninguna manera
podemos dejar de lado, que hemos de exigir, y que nuestro grupo, en apoyo
de lo que ha sido la posición del Gobierno, continúa exigiendo y
manteniendo.

Por tanto, hemos de conseguir este avance político con el uso de la
fuerza, pero no indiscriminada, no contra cualquier objetivo, como han
planteado algunos en la Conferencia de Londres, no autónoma, sino bajo el
control de Naciones Unidas, con o sin delegaciones. Hoy ya sabemos que ha
habido delegaciones; no tenemos objeción a estas delegaciones, pero
siempre queremos estar seguros de que si hay respuestas de fuerza a las
agresiones y a las vulneraciones de los derechos humanos y del «statu
quo» que implicaba el plan de paz, de los tímidos avances que parecían
haberse producido en los cuatro primeros meses de este año, este uso de
la fuerza será contenido, proporcionado y, sobre todo, siempre en el
marco de una solución política, porque no hay solución militar, y ahí
coincido también con nuestro Ministro de Asuntos Exteriores. Señorías, no
hay solución militar en la ex Yugoslavia y, más concretamente, en
Bosnia-Herzegovina. No la hay para pacificarla ni para, después, dejarles
solos otra vez; no la hay. La solución es dramática, es horrorosa, con
costes humanos, con vulneración de derechos humanos que todos denostamos,
pero, al final, la solución es política entre todas las partes: bosnios,
croatas y serbobosnios. Esta es la enorme dificultad del problema: saber
que unos están aprovechándose de las diferencias entre las grandes
potencias internacionales, que



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se están aprovechando de que Naciones Unidas, en su 50 aniversario, no ha
sido capaz de dar el paso adelante y recoger la antorcha del bipolarismo,
y que algunos, como Estados Unidos --y en eso coincidiría con la
intervención del señor Mardones--, quieren sustituir por un dictado
monopolar. Si en el mundo debe haber algún dictado debe ser el de
Naciones Unidas y deberíamos saber y poder avanzar en la reforma de
Naciones Unidas, en la reforma del Consejo de Seguridad, para que en el
nuevo orden que se ha constituido en el mundo después de 1989, pudiese
ampliar su capacidad de fuerzas no sólo de acción humanitaria, sino de
auténticas fuerzas creadoras de paz. No lo podemos hacer; ahora no hemos
llegado a eso, pero el objetivo debe ser ése, y los límites que la
realidad nos impone, las disensiones entre Francia, Reino Unido, Rusia y
Estados Unidos, son disensiones graves y políticas que están ahí; la
imprecación a los valores democráticos, a la ética y a la solidaridad, a
nivel de la sociedad civil, son justas, son necesarias, pero, repito,
para los políticos deben ser la base sobre la que construyamos nuestras
propuestas políticas.

Señor Presidente, nosotros creemos que la solución en Bosnia-Herzegovina,
la terriblemente difícil solución en Bosnia-Herzegovina pasa, en primer
lugar, por lo que nos afecta más como españoles y como Gobierno español
ahora Presidente de la Unión Europea, por el mantenimiento de Unprofor
sobre el terreno, sin ninguna duda; también por el reconocimiento y el
agradecimiento a las Fuerzas Armadas españolas por la magnífica labor que
están haciendo en Bosnia y más concretamente en Mostar; pasa, si cabe,
como ya se ha hecho, por la ampliación y reforma del mandato de Unprofor,
pasa por aceptar --y lo aceptamos-- las Fuerzas de Reacción Rápida y el
uso que se pueda hacer de estas fuerzas de reacción rápida; pasa también
por dar respuesta a la vulneración del plan de paz del Grupo de Contacto,
allí donde se ve limitada, controlada y supervisada por Naciones Unidas,
en la forma que Naciones Unidas crea más oportuno, pero siempre
supervisada por Naciones Unidas. Con esto estoy diciendo que nuestro
grupo no es partidario de una total, plena y libérrima autonomía de la
OTAN en el diseño, en la decisión y en la ejecución, del uso de la
fuerza; sobre todo en el diseño y en la decisión. Si Naciones Unidas cree
que es OTAN quien debe actuar, la responsabilidad no está en nuestro
grupo sino que está en Nacional al tomar esta decisión, pero sí queremos
dejar muy claro que nuestro grupo se opone, se ha opuesto y se seguirá
oponiendo a que la decisión del uso de la fuerza en el marco de una
situación política sea autónoma de la alianza militar de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte. Esta es una diferencia importante que
mantenemos con otros grupos y con el Gobierno, creo que es la única,
puesto que, globalmente, estamos de acuerdo en lo que se ha hecho, en lo
que se va haciendo y en lo que se puede hacer en el futuro, pero quería
marcar de forma señalada esta diferencia.

Otro elemento político importante es que no estamos de acuerdo, como
algún otro grupo ha dicho, y nos ha complacido mucho oírlo en boca del
señor Rupérez, en el levantamiento unilateral del embargo a unos y a
otros. Parece que lo obvio y lo sencillo ahora es preconizar el
levantamiento del embargo a los bosnios. Nosotros creemos que ésta no es
una buena solución, es una solución que llevaría a la militarización de
la política, no a la predominancia de la política sobre la solución
militar, que es lo que perseguimos en este terrible y desgraciado
problema.

Incluso los que más reclaman una solución rápida del conflicto...




El señor PRESIDENTE: Señor Espasa, vaya terminando.




El señor ESPASA OLIVER: Voy terminando, señor Presidente.

Decía que incluso los que más reclaman una solución rápida del conflicto
--me estoy refiriendo a este clamor que se ha levantado desde la sociedad
civil-- cuando ellos piden la solución inmediata, rápida, e invocan una
hipotética y salvífica acción militar no van contra ningún pueblo. Claro,
ahí está el problema. Para no ir contra ningún pueblo, los que creemos en
la paz, en el orden internacional democrático, en el respeto al Derecho
internacional, no podemos nunca preconizar la guerra bajo la forma que
sea. No la podemos preconizar. Hemos de buscar una solución política,
como he dicho anteriormente, una solución que puede y debe contener
ahora, después de la doble vuelta de tuerca que han dado los serbios de
Pale a sus actuaciones sobre el terreno, el uso de la fuerza, pero
siempre enmarcado en el plan de paz del Grupo de Contacto, controlado
políticamente por Naciones Unidas, con el sistema operativo que Naciones
Unidas quiera darse.

Esta es, señor Presidente, en síntesis, nuestra posición en este terrible
conflicto, que creemos no debilita lo que todos estamos pidiendo, en lo
que todos estamos de acuerdo. Hay que dar una imagen clara de advertencia
a los serbios de Pale en el sentido de que no puede continuar esta
situación, que debemos sentarnos todos para entablar una negociación
política que será difícil y que quizá será larga, puesto que sólo de la
negociación política saldrá la paz para Bosnia-Herzegovina, para la ex
Yugoslavia, y por tanto también para Europa.




El señor PRESIDENTE: Finalmente, por el Grupo Socialista, tiene la
palabra el señor Martínez.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): La verdad es que tiene
razón el señor Mardones cuando dice que éste es un embrollo endemoniado,
y a veces uno, sobre todo hablando en nombre de mi grupo, tendría la
tentación de limitarse a manifestar la coincidencia, la satisfacción por
la comparecencia del Gobierno, como digo, la coincidencia con el análisis
para evitar embrollar más el embrollo a base de seguir dando vueltas,
intentar desmarcarse en puntos en los que no cabe desmarque, progresar y
reconocer que se estaba en posiciones no del todo comprobadas como
acertadas, pero no querer reconocerlo sino a medias tintas. La verdad es
que a mí, señor Presidente, me producen cierta preocupación alguna de las
intervenciones. Sería necesario quitar mucha hojarasca para encontrar el
consenso que yo creo se da más allá de la dificultad



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que algunos por coyunturas o por hechos que poco tienen que ver con lo
que estamos dilucidando aquí creen oportuno camuflar o a veces
identificar, y quitando esa hojarasca el consenso se da más incluso que
se había dado en ocasiones anteriores. Tampoco estamos aquí partiendo de
cero. Este es un tema que nos ha reunido con reiteradas comparecencias
del señor ministro, incluso de algún otro miembro del Gobierno.

Desgraciadamente, yo creo que sí habrá diez comparecencias que se hayan
producido ya o más, y la verdad es que se ha venido dando cierto proceso
de coincidencia que hoy es todavía más notable quizá porque también la
situación va aclarando y va depurando responsabilidades.

Por tanto, fuera de esa preocupación, como resulta que nosotros no
tenemos ningún problema en coincidir sino que buscamos el máximo de
coincidencia, yo voy a intentar que en mi intervención no haya hojarasca
alguna ni matiz alguno que no esté relacionado con lo que aquí estamos
tocando, fuera de otras situaciones, de otras coyunturas, de otras
preocupaciones que pueden estar muy representadas en el presente de
alguno de los grupos parlamentarios de la Cámara.

Por consiguiente, reiterar la coincidencia en el análisis, decir, señor
ministro, que yo he apreciado notablemente la claridad con que se expresa
el Gobierno en este tema, concretamente el ministro y, además, felicitar
al Gobierno, y al ministro de manera muy particular, por una firmeza que
es notable y que no sólo se da aquí sino que se da en Londres, que se da
ante el Parlamento Europeo y que nosotros haríamos mal de no recoger aquí
cuando la recogen los mismos grupos aquí representados, pero de la
nuestra y de otras nacionalidades, por ejemplo en la reunión del
Parlamento Europeo de ayer mismo. No querría yo que nosotros apreciáramos
menos que nuestros colegas, compatriotas españoles unos y compatriotas
europeos otros, que recogen, efectivamente y que nos producen la
satisfacción de llamar por teléfono y decir: oye, qué bien estuvo ayer,
qué firme, qué claro vuestro ministro en la reunión de la Comisión en el
Parlamento Europeo.

Reiterar entonces en ese sentido de coincidencia la necesidad del
mantenimiento de Unprofor, la necesidad del mantenimiento de nuestra
participación y la estima al papel que están jugando nuestros soldados.

Aquí, cómo no, aunque sea un matiz, pero ¿cómo no decir que nuestros
militares, que nuestros soldados no lo están haciendo bien por
inspiración de la Divina Providencia? No es el Espíritu Santo el que
determina la actuación de nuestros militares en Mostar y en
Bosnia-Herzegovina, es la política del Gobierno la que está orientando
esa actuación. ¿Cómo desmarcar, con qué afán desmarcar? Para quedar bien
¿con quién? y no quedar bien ¿con quién? A mí no me cuesta ningún
trabajo, yo no tengo ese problema. Esa actuación es una actuación
admirable y más nos llena de admiración a quienes la hemos visto sobre el
terreno, es una actuación que corresponde a la orientación política del
Gobierno que manda, que es responsable de esos soldados.

Efectivamente, yo coincido (me parece que el señor Espasa y el señor
Rupérez lo han dicho) en que conviene modificar las condiciones en que
Unprofor está actuando. Ya se han modificado, pero creo que hay que
afinar notablemente en la protección que tengan y en la eficacia que
puedan tener.

Quiero manifestar también mi acuerdo con el ministro y con quienes me han
precedido diciendo que no hay solución militar, que lo que hay es una
solución política --algunos lo han dicho muy bien-- que tiene que estar
posibilitada por una contundencia militar, que no se ha dado hasta el
momento actual pero que, evidentemente, habrá que llegar a ella e
intentar, desde nuestra responsabilidad, no caer en lo que es populismo y
que consiste en decir, una y otra vez, que no se está haciendo nada, que
esto es una vergüenza, una humillación, etcétera.

La semana pasada en Estrasburgo, en la llamada semana de la juventud, nos
hemos reunido con 1.500 ó 1.800 jóvenes que estaban con pancartas, y se
les ha dicho: ¿Esto de la intervención qué es? ¿Esto de la actuación qué
es? Vamos, pero no para pintar con graffitti en la pared, sino para
intervenir, para intervenir de verdad, con los tanques por delante. ¿Vais
en manifestación al Ministerio de Defensa a pedir la prolongación del
servicio militar? ¿Cuántos jóvenes de España para esa actuación? A lo
mejor resulta que lo que estamos es en eso. No, no, eso no.

Manifestaciones en Ciudad Real, en Barcelona, en Madrid, en donde sea,
pero ¡ojo! Por lo tanto, solución política sí, porque además es,
probablemente, la necesaria, pero con la contundencia que debiera darnos
nuestra capacidad militar.

Señor Ministro, quizá no lo he oído en estos últimos tiempos con
suficiente claridad, puede que porque no convenga expresarlo demasiado,
pero creo que Belgrado es una pieza clave en la solución política del
conflicto. Creo que hay que decirlo claramente --lo hemos dicho en otros
foros--, es decir, hay que hablar con el Doctor Frankestein, porque el
Doctor Frankestein, que es el que ha creado el monstruo, sabe que el
monstruo le está amenazando a él muy en primer lugar. Y el Doctor
Frankestein es Milosevic, sin ninguna duda, pero el monstruo le está
amenazando clarísimamente a él, y sabe él que ése no le conviene, de
ninguna manera, mantenerle dentro de la dinámica que se está produciendo
entre la propia opinión, no de los serbiobosnios sino del pueblo serbio,
en lo que es la nueva Yugoslavia. Creo que hay que ver qué más se puede
hacer con Belgrado, que hay que jugar con Rusia la carta de Belgrado. No
se trata sólo, me parece a mí, del reconocimiento de Bosnia, hay que
jugar también al reconocimiento de Croacia. Me parece que no se puede
ignorar ese aspecto, y yo quiero manifestar aquí mi satisfacción porque
el Tribunal contra los crímenes de Yugoslavia haya declarado genocidas y
criminales de guerra a Karadzic y a Mladic. Me alegro que el Ministro
--quizá con una prudencia que no es la que expresan los grupos
parlamentarios-- haya dicho que pagarán ante la comunidad internacional
la responsabilidad de crímenes que son crímenes contra la humanidad,
absolutamente intolerables en este momento.

Lo que se ha producido en Srebrenica no es sólo ponerse a las Naciones
Unidas por montera, no es sólo la tomadura de pelo a la comunidad
internacional, es reiterar,



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repetir las experiencias peores del nazismo. Eso no podemos desde la
construcción europea, no podemos desde los valores del no pasarán y desde
los valores del nunca más, aceptarlo. No podemos aceptar conductas de esa
naturaleza. Está amenazada la propia identidad de nuestro proyecto.

Termino diciendo dos cosas más. En primer lugar, nuestra confianza en que
el señor Bildt, a quien conocemos bien, pueda llevar adelante su tarea.

Nuestra preocupación porque tenemos entendido --quizá pueda
confirmárnoslo el señor Ministro-- que Mazowiecky ha dimitido en el día
de hoy o en el día de ayer. A mí me parece un dato nefasto, primero, por
la personalidad misma de Mazowiecky y, segundo, porque si ha dimitido es
porque tiene que haber visto muy mal su tarea como responsable de
Derechos Humanos en el conflicto.

También quiero decir, quizá a efectos de reflexión, señor Ministro, señor
Presidente, que hay una iniciativa muy dinámica con vistas al
reconocimiento de Bosnia-Herzegovina como miembro de pleno derecho del
Consejo de Europa para los próximos meses. Evidentemente, sería un gesto
político, pero sería importante saber si ése puede ser un dato positivo o
menos positivo.

Desde luego, por nuestra parte consideramos un brindis al sol el gesto
del Senado de los Estados Unidos. Creo que es un brindis al sol porque,
entre otras cosas, parece que no superará el voto subsiguiente al veto ya
anunciado por el Presidente Clinton. En cualquier caso, coincidimos con
el señor Espasa --me parece que ha sido él quien lo ha dicho-- en que,
por más que algunos somos particularmente sensibles, aquellos que nos
consideramos víctimas de la no intervención en la historia de nuestro
propio país, no dejamos de ser sensibles a la petición, aunque entendemos
que no serviría sino para enquistar el conflicto más de lo que lo está y
alejarlo de una solución política.

Una última palabra, señor Presidente. Señor Ministro, tengo alguna
preocupación en lo que respecta al tratamiento de Croacia cuando se habla
del Gobierno de Croacia y la Krajina. La Krajina es un territorio
integral de Croacia. A mí me parece muy bien que se recomiende prudencia
y moderación a los dirigentes croatas, pero prudencia y moderación
teniendo en cuenta que lo que habrá que exigir es, en cualquier caso, una
actuación europea, es decir, de acuerdo con nuestros valores, en los
esfuerzos que puedan hacerse por recuperar e imponer la soberanía en un
territorio rebelado ilegalmente contra esa soberanía. Yo no quiero
aplicar a los croatas, en lo que se refiere a la Krajina, una regla de
medir distinta a la que estamos pidiendo a los moldovos respecto de la
Transnistria, que es también un territorio integral de la soberanía de un
país rebelado contra el gobierno legítimo de ese país. Por lo tanto,
norma europea en cuanto a la aceptación de las decisiones de Naciones
Unidas, en cuanto al respeto de los derechos de las minorías, y más
concretamente de la minoría serbia que vive en la Krajina y que es
ciudadana de Croacia; norma europea, pero no pedir a un gobierno que
renuncie a restablecer su autoridad y su soberanía en un territorio suyo.

Ese es un problema que puede darse en otros muchos territorios del mapa
de Europa y un traje del que nadie está libre de tener que vestirse algún
día. Por tanto, prudencia a los croatas, sin duda; preocupación por su
actitud en Eslavonia, sin duda; pero recordando también con prudencia que
estamos hablando de territorios que son parte integral del mapa de
Croacia. Por lo tanto, el derecho legítimo de un Estado a imponer su
autoridad, dentro de las normas europeas, sobre ese territorio, me parece
poco discutible.

Señor Ministro, creo realmente que la comparecencia es importante, que
estamos ante un tema que, como decía el señor Mardones, es un embrollo
infernal, un tema sobre el que se ha hecho demagogia en muchos ámbitos,
en el que es muy fácil movilizar. No sé quién me precedía en el uso de la
palabra que hablaba de los mimbres. Yo creo que el tema de los mimbres es
absolutamente clave en la solución del conflicto y, desde luego, lo que
yo no querría es ver en este problema manos negras, poderes o fuerzas del
mal ocultos. Creo que estamos ante un problema complicado. Creo que
España está jugando un papel importante. Así nos lo reconocen nuestros
interlocutores. No devaluemos nosotros, desde nuestra casa, una actuación
en la que desde fuera se valora nuestra firmeza, nuestra contundencia,
nuestra prudencia y la capacidad de acercar posturas, actuación de la que
estamos dando muestras desde que hace apenas unos días hemos inaugurado
nuestra presidencia de la Unión Europea.




El señor PRESIDENTE: Terminado el turno de interventores, tiene la
palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar con la mayor brevedad, pero a la vez con la mayor precisión, a
las reflexiones, preguntas y sugerencias que los distintos grupos
parlamentarios me han hecho.

Empezaré por decir algo que es obvio. Este tema no es un tema que
iniciemos hoy y, por tanto, querer remontarnos todos los días al inicio
del conflicto puede tener sentido, pero en otro ámbito; quizá no sea el
mejor sitio para hacerlo el ámbito parlamentario.

Son muchas las veces que hemos hecho reflexiones de estas
características, son muchas las veces que hemos comparecido a petición
del propio Gobierno o del Grupo Parlamentario para analizar con mayor
detenimiento el conflicto en la antigua Yugoslavia desde la perspectiva
política y también desde la perspectiva militar. Por lo tanto, voy a
ahorrar a SS. SS. entrar en un número de detalles que han sido ya
repetidos en múltiples ocasiones y creo que estarán en la memoria de las
señorías que están llevando estos temas con mayor interés, entrega y
mayor dedicación, por lo que no creo que sea necesario recordarlo.

Empezaré, por tanto, contestando a los portavoces. En primer lugar, al
portavoz del Grupo Popular. Agradezco algunas de las cosas que ha dicho y
le diré que le contestaré a las cinco preguntas que creo que me ha
formulado de manera muy directa.

La primera: escenarios del conflicto. Antes de Londres, que es cuando yo
hice esas declaraciones, los escenarios eran cuatro, dos muy extremos,
que no desea España y entiendo que no desea ninguno de los grupos
parlamentarios,



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con una excepción que luego me gustaría clarificar en relación al Grupo
Catalán (Convergència i Unió) que no sé si he captado claramente cuál era
su posición, y dos que pudiéramos llamar intermedios.

El primer escenario extremo sería el escenario estrictamente militar, que
yo creo que en esta Cámara no hay nadie que lo defienda y entiendo que
salvo algunas excepciones del mundo islámico no es una hipótesis de
trabajo que nadie esté contemplando o, por lo menos, que nadie desea en
este momento.

El segundo escenario extremo sería el retirarnos, el decir: estamos
fatigados, éste es un conflicto de muy difícil solución. Es decir,
retirarnos de él y que los propios responsables sobre el terreno sean los
que solucionen el problema. Yo creo que moralmente no sería posible
hacerlo, por lo menos para España, y entiendo que tampoco lo es para la
unanimidad de los países de la Unión Europea, no así para otros países
próximos a la Unión Europea que preferirían que en este momento lo que se
hiciera fuera abandonar el terreno y dejar que la guerra siguiera y que
la relación de fuerzas sobre el terreno fuera la que determinara el final
de este conflicto. Desde nuestro punto de vista, desde el punto de vista
estrictamente ético, es una posición inmoral, y nos parece que también
políticamente con consecuencias muy dañinas para el futuro de la
seguridad en Europa y entiendo que más allá quizá que de la seguridad en
Europa.

Como he dicho hay dos posiciones intermedias, una por la que apuesta
España de manera más clara y, otra, por la que apuestan otros países,
países miembros de la Unión Europea y con mucho peso. En las dos coincide
el deseo y el convencimiento de que este conflicto no tiene más que una
solución al final de carácter político. La diferencia o matiz, matiz
importante por otra parte, puede estar entre aquellos que piensan que una
acción militar puntual, concreta, específica puede ayudar a esa solución
política, postura en la que se encuentra España en este momento, y los
que estiman que ni tan siquiera para eso merece la pena iniciar una
ofensiva de carácter militar por limitada que sea. Les quiero decir a SS.

SS. que entre los quince miembros de la Unión Europea no hay consenso
sobre ello. Hay consenso sobre las dos opciones extremas, que las dos se
rechazan, pero sobre las dos opciones intermedias hay posiciones
distintas dentro de la propia Unión Europea. Por tanto, para el
conocimiento de don Javier Rupérez, que creo que ya lo tenía, diré que la
posición que España mantiene es la posición de salida negociada del
conflicto, salida política del conflicto, para la cual puede en algún
momento ser necesaria una acción militar para presionar a las partes,
fundamentalmente a una parte, a que se avengan a sentarse a la mesa de
negociaciones. Esa posición no es nueva, la hemos mantenido desde hace
mucho tiempo. El «close sea-air support» es algo que no es de hoy, y los
«sea-air strike» no son de hoy, vienen de hace ya mucho tiempo. Tanto es
así que las resoluciones que han tomado estas últimas madrugadas la Unión
Europea, la Alianza Atlántica y Naciones Unidas no han requerido
resolución nueva alguna, porque están todas basadas en resoluciones que
ya se habían tomado. Por tanto, no ha hecho falta pasar por el Consejo de
Seguridad ninguna de las decisiones que se han tomado en relación con
este conflicto en este momento y las relaciones entre la Alianza
Atlántica y las Naciones Unidas. De haber sido así, seguramente hoy
estaríamos debatiendo esta cuestión de una manera distinta, porque si
hubiera tenido que pasar por el Consejo de Seguridad muy probablemente no
estaríamos discutiendo en los términos que estamos discutiendo, porque
una de las potencias que tiene veto en el Consejo de Seguridad muy
probablemente no habría aceptado el planteamiento que se aprobó en
Londres. Por tanto, vuelvo a insistir, no estamos tomando decisiones con
base jurídica nueva, sino con base jurídica que viene de atrás, y lo
único que estamos haciendo es ponerlas a la altura del tiempo en que
estamos debido a las circunstancias que se han producido. Por
consiguiente, la posición española, que no es nueva, la conocía S. S., y
la contestación a esas preguntas la tiene.

Propuestas nuevas que se puedan hacer. No hay muchas, desgraciadamente,
ni para España, ni para Alemania, ni para Francia, ni para ninguna de las
potencias que se sientan en el Consejo de Seguridad, ni para aquellos que
formamos parte de la Unión Europea. Desgraciadamente no hay muchas
sugerencias nuevas que hacer, hay que mantenerse con tenacidad en la
opción que cada uno de nosotros hemos adoptado, y la opción que a mi
juicio sigue siendo la más positiva, con más posibilidades, es la apuesta
por la acción negociada acompañada de acciones militares puntuales cuando
sea necesario o se estime necesario así hacerlo. Pero hay algunas
propuestas nuevas no para la resolución definitiva del conflicto, que no
está en nuestras manos el plantearla, ni en las suyas ni en las mías,
sino seguramente para intentar que el conflicto no adquiera direcciones
no queridas en el futuro, y aquí creo que hay dos cuestiones que merece
la pena poner en marcha y que lo estamos haciendo. Una tiene que ver con
Croacia. El Diputado señor Martínez hacía referencia al tema de Croacia,
y yo tengo la impresión y no solamente la impresión, de que por difícil
que sea la resolución del problema de Bosnia, el día que lo resolvamos
--y espero que ese día no esté muy lejano, me gustaría pensar con el
deseo-- nos encontraríamos con una problema quizá más difícil de
resolver, que es el problema de las Krajinas al que S. S. ha hecho
referencia.

Por tanto, tomar algunas iniciativas preventivas en relación con las
Krajinas sí sería bueno, y se ha hecho, se han tomado por la presidencia
española y están poniéndose en marcha en este momento; son posiciones que
tienen algo que ver son un mecanismo similar quizá a una operación que
tiene algunas reminiscencias del pacto de estabilidad que se hizo en
relación con los países del centro y del este de Europa en la primavera
pasada, es tratar de que el Gobierno de Croacia adquiera un compromiso de
negociación en Ginebra sobre temas relativos a la solución definitiva del
problema de las Krajinas, dividiendo el problema en lo que pudiéramos
llamar dos mesas: una mesa de carácter político y otra mesa de carácter
económico. En la mesa de carácter político se pueden imaginar SS. SS. el
tipo de problemas que se van a plantear y que se deben plantear, y en la
mesa de carácter económico habría novedades importantes



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que tienen que ver con los programas que la Unión Europea tiene de ayuda
a los países del centro y del este de Europa.

Como saben, con Croacia estamos avanzando en el acuerdo de cooperación,
pero queda sometido y pendiente del comportamiento de Croacia en el
conflicto. Estamos poniendo en marcha un mecanismo por el que pudiera
Croacia incorporarse a alguno de los programas, tipo programas Fare o
tipo programas Tacis, programas de estas características que en este
momento no son elegibles para ellos pero que pudieran serlo para darles
un impulso de carácter económico y hacer posible la convivencia más fácil
desde el punto de vista económico entre las Krajinas y Croacia. Si eso se
puede hacer, y creo que se puede hacer, a lo mejor damos un paso en lo
que pudiéramos llamar diplomacia preventiva para intentar que ese
conflicto, que al final puede ser uno de los más agudos, se pueda por lo
menos ir paliando desde este momento.

En segundo lugar, la negociación.

La negociación, señorías, ha tenido novedades importantes desde hace
pocas semanas. Como SS. SS. recordarán bien David Owen dimitió como
negociador y fue sustituido por una persona con experiencia política, no
mucha, fue primer ministro durante un período relativamente corto de
tiempo en Suecia, pero fue un primer ministro, un hombre joven, un hombre
de la derecha europea y un hombre al que se le había oído expresarse
siempre, cuando se refería a la guerra de Bosnia, en lo que en la
terminología normal llamaríamos más halcón que paloma, por llamarlo de
alguna manera. Persona que cuando ha tomado contacto real con el
problema, y lleva escasamente dos o tres semanas trabajando sobre el
terreno, está matizando, como
SS. SS. saben muy bien, sus posiciones. ¿Por qué lo digo? Porque una cosa
es hablar y otra cosa es meterse realmente en la solución de este
conflicto, y cuando uno se remanga las mangas de la camisa y se mete en
el conflicto, se pone de manifiesto la enorme dificultad que tiene. En
este momento el paquete de negociación que tiene Bildt --que en este
momento está en Sarajevo--, que tiene el visto bueno de quien les habla,
como lo tiene de los Quince en este momento, es un paquete con dificultad
para ser aprobado. Con dificultad de ser aprobado no tanto por Belgrado,
porque algunas de las cosas tienen ya prácticamente luz verde por
Belgrado, por ejemplo, el reconocimiento de las fronteras de
Bosnia-Herzegovina, pero es un reconocimiento que todavía no tiene el
contenido que creo que debería tener.

Por fin está el acuerdo más difícil que, como recordarán SS. SS., tuve
ocasión de explicárselo. El Embajador Frazer, que estuvo mucho tiempo
negociando en Belgrado en nombre de los Estados Unidos fracasó en el
empeño y no pudo en ese momento dar el paso adelante para resolverlo. El
problema básico es sobre el levantamiento de sanciones. Y no tanto el
levantamiento de sanciones, sino el mecanismo ulterior en caso de que
alguien quiera reponer las sanciones por incumplimiento de la parte de
Belgrado. No hay confianza en el ámbito del Consejo de Seguridad de que
no haya en algún momento un país que vete la reimposición de las
sanciones en el caso de que Milosevic no cumpla con los compromisos
adquiridos.

En el paquete que se está poniendo ahora sobre la mesa se dan unos nueve
meses de moratoria y se instrumentaliza, se pone en marcha un mecanismo y
que sean los cinco miembros Consejo de Seguridad de Naciones Unidas los
que puedan acordar la vuelta o no a la imposición de las sanciones por
mayoría.

Esto es algo que no satisface plenamente a los cinco miembros, sobre todo
a uno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad, pero entiendo que,
por aquí se podía encontrar una fórmula que permitiera dar un paso en el
levantamiento de las sanciones y tener las garantías necesarias, por
parte de la Unión Europea y de los miembros del Consejo de Seguridad, de
que en caso de que fuera necesario reimponer las sanciones, hubiera un
mecanismo que impidiera el veto de uno de los miembros del Consejo de
Seguridad.

Estos son los temas básicos que están en negociación en este momento.

Temas que hasta el momento Sarajevo no acepta y, por tanto, no van a
pasar a ser realidad en las próximas horas. Pero entiendo que hay un
umbral de consenso no definitivo pero suficiente para que se pueda abrir
camino. Así lo deseo y así lo espero.

Le diré también que hay otra tercera iniciativa, que también estamos
tomando en este momento, y en el día de hoy con especial atención, que es
el tema relativo a la Federación Croata-Musulmana. La posición del
Gobierno de Izetbegovic en este momento (y lo está haciendo en España,
nos envió a los dos alcaldes, hoy ha venido el Ministro de Asuntos
Exteriores) es la de trabajar de manera intensa y liderando en el seno de
la Unión Europea el dar un apoyo mayor a la Federación. Si la Federación
Croata-Musulmana se rompe, se quiebra o se fragmenta, alguno de los pocos
pasos positivos que se han dado se vendría abajo. Y pienso por ejemplo en
Mostar, Mostar sería insostenible en este momento si la Federación
Croata-Musulmana se rompiera. ¿Por qué se puede romper la Federación
Croata-Musulmana? Se puede romper básicamente por las cuestiones a las
que antes hacía referencia ligadas a la posición en las Krajinas.

Por tanto, como SS. SS. ven, aquí hay un puzzle enormemente complejo
donde unas piezas están ligadas a las otras, de manera que, a veces, no
se alcanza a comprender con una primera mirada, pero que cuando se mira
con una profundidad mayor se ve que son piezas de difícil calado y de
difícil solución.

La cuarta pregunta que el señor Rupérez me formulaba es que qué quería yo
decir con clara, rápida y eficaz. Pues, yo creo que esto no necesita
mucha explicación: clara, rápida y eficaz. La respuesta, a mi juicio, en
el momento en que se tome no debía ser como otras respuestas que se han
tomado que han sido poco claras, poco rápidas y poco eficaces. ¿Y por qué
ha sido así? Pues no ha sido así, a veces, por voluntad de quienes tienen
que tomar la decisión. Señoría, no quisiera descubrir muchos secretos en
esta sesión porque tienen que ver con países amigos, pero algunas
operaciones militares que se iniciaron fueron frenadas a solicitud de
países que tenían tropas desplegadas sobre el terreno y que las veían con
riesgo. Esto es lo que yo creo que no debe volver a pasar, a mi juicio.

Desde ese punto de



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vista, creo que las decisiones que tomamos si son serias, si de verdad
queremos seguir adelante con las posiciones que estamos manteniendo,
deberíamos asumirlas con todas sus consecuencias. Yo sé que es difícil
asumirlas, y para quien les habla es muy difícil hacerlo. Prefiero no
decirlo públicamente si no estoy dispuesto a llevarlas adelante. Sería
una situación bastante incómoda y ridícula que tuviéramos que pasar por
la situación de aceptar el planteamiento que hemos aceptado en Londres,
apoyarlo y prepararlo (porque S. S. se lo creerá o no, pero estuvo
preparado en una reunión previa en la que tuve el honor de participar en
nombre de la Unión Europea), y que después fuéramos nosotros mismos los
que dijéramos: esto está yendo demasiado lejos, arriesgamos mucho con
nuestros cascos azules, parémoslo. Si tomamos esta decisión, tengamos el
sentido de la responsabilidad. Tiene que ser una decisión que tenga la
eficacia y la credibilidad que tiene que tener. De lo contrario, más vale
que no nos metamos por estos derroteros, porque sería un error hacerlo
así. Por lo tanto, clara, rápida y eficaz, son tres términos fácilmente
identificables. Podría haber utilizado otros tres, pero básicamente
serían sinónimos que pueden significar exactamente lo mismo.

Los límites que, a mi juicio, no se debieran franquear en este momento
tiene que ser sin ningún género de dudas Gorazde, para el que está
planteado todo el mecanismo operativo de la Alianza Atlántica. Está
planteado para Gorazde, pero también está en el documento de la Alianza
Atlántica, publicado en la madrugada pasada y según el cual se están
iniciando ya todos los planes para adaptar lo que hoy está preparado para
Gorazde a los otros enclaves, y muy especialmente para uno que tendrá una
complicación enorme y que es Bihac. Como SS. SS. saben, porque estoy
seguro que siguen la prensa, hay ya una entrada de fuerzas croatas a
Bosnia central para intentar aproximarse hacia nudos de carreteras y de
comunicaciones que pueden tener importancia en una acción sobre Bihac. Si
Bihac cae y el corredor de Posavina se mantiene abierto, nos
encontraríamos con una línea que uniría Belgrado, a través del corredor
de Posavina, llegando por toda la parte norte de Bosnia-Herzegovina, por
el corredor de Bihac --si Bihac cayera-- hasta La Krajina. Por lo tanto,
se hubiera conseguido una unidad de territorios serbios desde Belgrado
hasta la última parte, el enclave más al oeste que es La Krajina.

Por tanto, Bihac va a ser un tema de enorme importancia, no sólo para los
bosnios, que lo es. Aunque saben SS. SS. que hay una pequeña diferencia
entre los propios bosnios en Bihac, porque hay una parte de los bosnios
que pelean con los serbios, en el mismo bando, en la lucha para la
defensa de Bihac, pero va a involucrar sin ninguna duda a Croacia. Quien
no puede permitir que Bihac caiga no son sólo los musulmanes, sino los
croatas, porque sería, como les digo, el final o el principio, según se
mire, de una línea que iría prácticamente desde Belgrado, corredor de
Posarina, hasta el final de las Krajinas.

Por tanto, los límites infranqueables, señoría, creo que también están
claros. En este momento Gorazde, sin ninguna duda, y en el momento en que
estén planteados los instrumentos de defensa o de ataque, como quieran
SS. SS. llamarles, desde el punto de vista de los planes de la Alianza
Atlántica, deberían ser todos los demás enclaves. Se va a poder
recuperar, desgraciadamente, con mucha dificultad, Srebrenica o Zepa.

Al hilo de esto, me gustaría hacer una reflexión. En la reunión de
Londres, a mi juicio muy importante, porque por primera vez se
escucharon, no sólo las voces de los políticos, alguien decía que a veces
los políticos dicen unas cosas y que luego no saben cómo llevarlo a la
práctica por la vía militar. Fue una reunión en la que estaban los
políticos, los Ministros de Defensa y los Ministros de Asuntos
Exteriores, los Jefes de Estado Mayor de todos los países y los
Comandantes en Jefe de las Fuerzas de la Alianza Atlántica y de Naciones
Unidas sobre el terreno.

Las posiciones más moderadas, si me permiten la expresión, las posiciones
con más preocupación sobre las decisiones políticas que se estaban
tomando en aquella reunión surgían de los dos comandantes sobre el
terreno, el General Janvier, que es el que manda todas las fuerzas de
Unprofor sobre Yugoslavia, y el General Rupert Smith, que es el que tiene
el mando sobre las fuerzas que están desplegadas estrictamente en Bosnia.

Uno es francés y otro es británico. Son franceses y británicos por
razones absolutamente obvias, porque Francia tiene ahora mismo más de
8.000 ó 9.000 soldados sobre el terreno e Inglaterra tiene
aproximadamente 6.000 y van hacia los 7.000, sobre el terreno; por lo
tanto, es lógico que así sea.

Pero sí es verdad --lo quiero subrayar-- que tienen la responsabilidad
que tienen por el mandato de Naciones Unidas, mandato de ayuda
humanitaria, que es la obligación de defender a las fuerzas que tienen a
sus órdenes. Insisto, el mandato es estrictamente el de ayuda humanitaria
y no el de integrarse en una operación de carácter militar.

Sobre las demás cuestiones relativas al señor Rupérez no voy a hacer
muchos más comentarios, porque ha dicho cosas de gran calado, de gran
profundidad, nada obvias, como que hay que hacer algo, pero no sabemos
qué hacer, no hay solución mágica, ni hay solución inmediata, cosas de
gran profundidad; no cree en soluciones extremas, no podemos
desentendernos, que son las cosas básicas que todos hemos dicho hoy,
ayer, y seguramente seguiremos diciendo mañana.

De los ocho puntos que S. S. ha relatado, creo que, como los evangelios
(aunque eran dos más, eran diez), se pueden reducir en dos. Sigamos
haciendo lo mismo en lo político y sigamos haciendo lo mismo en lo
militar. Me parece que las cosas que ha dicho S. S. están muy bien para
decirlas, pero se podía haber ahorrado todos los otros calificativos y
adjetivos que ha dedicado a mi persona, porque realmente, después de
escucharle con atención, vuelvo a insistir, las posiciones son tan
difíciles que ni S. S. está dispuesto a que la sociedad internacional le
dé el Premio Nobel de la Paz por resolver este problema, ni estoy seguro
que me lo diera a mí. Haremos todo lo posible por poner nuestro granito
de arena con la dimensión que tenemos, con la importancia que tenemos en
la comunidad internacional y con el esfuerzo, superior realmente, en este
caso, a lo que nuestro país es en el concierto internacional.

Al Diputado señor Recoder, no sé si le he aceptado bien su intervención
--con toda franqueza se lo digo--, porque



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dice que yo no puedo contar con su apoyo, pero no sé en qué es en lo que
no puedo contar con su apoyo, porque S. S. se ha limitado a hacer, por
una parte, un estudio histórico ligero sobre el conflicto, sobre la culpa
que tuvimos o que tuvieron los que reconocieron a los croatas y
eslovenos. Por cierto, me gustaría que volviera a recordar algunas
palabras de personas muy próximas a S. S. sobre las afirmaciones que se
hicieron sobre Croacia y Eslovenia en ese momento. Sería bueno que todos
asumiéramos también nuestros errores y nuestras responsabilidades --yo
las asumo, pero todos las deberíamos asumir--, porque el problema ha sido
tan complejo, ha evolucionado de tal manera que creo que el tener una
visión de conjunto de los aciertos y de los errores no estaría mal para
tener un cierto grado de modestia cuando nos enfrentamos con un problema
de tal dimensión desde un país como el nuestro.

Sí estuve indignado cuando cayó Srebrenica, señoría, sí lo estuve, y muy
indignado, pero entiendo que no más que SS. SS., seguramente estaríamos
igual de indignados porque parto de la base de que su sensibilidad y la
mía no deben ser muy distintas.

Se pregunta S. S. si la reacción se podía haber dado antes. En teoría,
sí, en teoría se podía haber dado antes; en la práctica,
desgraciadamente, no. ¿Por qué? Por muchas razones, le diré dos nada más.

Una, de carácter técnico. Cuando el servicio de Naciones Unidas o el
servicio de Alianza Atlántica toma una decisión de hacer una operación de
carácter militar, el tiempo de maduración de esa decisión hasta que se
implementa, hasta que se lleva a efecto, puede tardar mucho. No digo yo
que deba tardar mucho, una vez que está decidida. Una vez que está
decidida y preparada, lo que no debe llevar tiempo es la decisión de la
llamada doble llave; deben ser decisiones instantáneas y ponerlas en
marcha en el tiempo más breve posible. Pero poner en marcha todo el
operativo, para que pueda estar a punto, puede llevar semanas e incluso
meses y, por lo tanto, Srebrenica, desgraciadamente, no se pudo defender.

Me duele, me duele mucho que no se haya podido defender, pero, señorías,
la segunda reflexión viene al hilo de las cosas que algunas de SS. SS.

han dicho también en la intervención. Srebrenica, Zepa, Gorazde, Tuzla,
Sarajevo, ¿sabe S. S. cuántos soldados pidió el Secretario General de
Naciones Unidas, cuando se tomó la Resolución 836? Pidió, en primera
instancia, 70.000 para defender los enclaves. Al cabo de mes y medio,
viendo que no llegaba ninguno, dijo: me puedo arreglar con 30.000. Y no
llegaron más. Y pasó el tiempo, pasó una semana, otra semana, la
resolución seguía en vigor y, por fin, llegaron 2.000 soldados, que son
el extra de 2.000 soldados que han tenido que hacer, potencialmente, y
entre comillas, la defensa de los enclaves que se definieron como zonas
que íbamos a defender a sangre y fuego. Pero aquí no debemos culpar a
Naciones Unidas, porque, desde este punto de vista, Naciones Unidas somos
todos.

Nosotros hemos creído cumplir con nuestra obligación desplegando 1.500 ó
1.200 soldados Ðmás o menos de ese orden, depende del batallón que se
encuentra en cada momento desplegado sobre el terreno-- y tenemos un buen
número de aviones F-18 desplegados en Aviano. No podemos poner más
soldados. Otros podrían seguramente, pero por las razones que sea no los
pusieron. Yo creo que si queremos autoflagelarnos estamos en nuestro
derecho a hacerlo, pero desde la perspectiva española creo que hemos
hecho todo lo que podíamos hacer para tratar de cooperar con el
Secretario General de Naciones Unidas para resolver este conflicto.

Por fin, entro en el punto en el que, quizá, he tratado de encontrar una
diferencia entre su posición y la mía. Y creo que al final --puesto que
está de acuerdo con la negociación, pero pregunta que sobre qué bases--
ahí entraría la opción número 2, de las cuatro que he dicho al principio,
es decir, seguir por la vía de la negociación y, cuando sea necesario o
se crea conveniente, hacer alguna operación militar que permita que la
negociación se fuerce, se impulse. Creo que estaríamos de acuerdo.

En donde quizá no estamos de acuerdo es en que S. S. ha hecho un
llamamiento al levantamiento del embargo, si le he entendido bien. Es
quizá el único punto donde podríamos estar en diferente posición. Por
tanto, donde no puedo contar con su ayuda o con su comprensión es en el
hecho de que yo no estoy de acuerdo con el levantamiento del embargo. Me
parece que el levantamiento del embargo aquí y ahora --no sé lo que le
diré dentro de un año o dentro de seis meses-- me parecería un error. Lo
único que conseguiríamos sería echar leña al fuego y creo que lo que
tenemos que hacer, los que tenemos responsabilidades, es tratar de apagar
el fuego, no echar más leña para que el fuego se extienda más y pase,
incluso, el perímetro en el que en estos momentos, desgraciadamente, está
asolando tantas vidas y tantos bienes.

¿Que es un genocidio? Así hemos calificado, sin duda ninguna, los
acontecimientos de los últimos días, desgraciados y criminales. Pero
vuelvo a insistir --con la mejor intención señorías, con ganas solamente
de tratar de entender cuál es la posición del Grupo que representa S. S.

que es un grupo importante, y es importante también que yo sepa cuál es
su comportamiento-- en que, aparte de reflexiones de carácter general, de
pasado, de frustración y de fatiga moral, que todos tenemos y que todos
compartimos, el único punto donde encuentro una diferencia es en que S.

S. está a favor del levantamiento del embargo y el Gobierno y la mayor
parte de los grupos de la Cámara no lo están. Iría más lejos, señoría,
creo que a favor del levantamiento del embargo no hay prácticamente casi
nadie. Les puedo decir que el levantamiento del embargo por la vía de la
enmienda o de la resolución del Senador Dole, como he tenido ocasión de
explicarles anteriormente, es una operación «sui generis», porque tendría
que darse como paso previo la retirada de las fuerzas de Unprofor. Y si
las fuerzas de Unprofor no están allí ni embargo ni nada. Allí
estaríamos, lógicamente, en una lucha fratricida, de la manera que no nos
gustaría que se produjera.

Al Diputado, señor Mardones, le agradezco que sintonice en algo que creo
que sintonizamos todos: en que no hay una solución estrictamente militar
en este conflicto. Por cierto -- y doy un poco marcha atrás--, quiero
decir que no ha habido contradicción alguna entre las declaraciones del
Presidente del Gobierno y las mías. La posición



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del Gobierno --como he dicho una y mil veces-- viene de muy atrás. Es una
posición de que no hay una solución estrictamente militar al conflicto
--y es lo que dijo el Presidente del Gobierno, no sé si tantas veces como
yo, seguramente menos veces--, pero que en algún caso podría ser
necesario, como lo es en éste, una actuación puntual militar que
apoyaríamos. Por tanto, creo que no hay contradicción más que para aquel
que, no de muy buena fe, quiera buscarla, sacando frases de contexto.

Lo que sí le quiero decir es que yo he tenido muchos enfrentamientos con
los Estados Unidos de América en relación con este conflicto. Los últimos
los he tenido el domingo, el lunes y el martes en reuniones en la tarde
del domingo, todo el lunes y la mañana del martes, con el Gobierno
americano, con la Casa Blanca, con los servicios de los responsables de
seguridad, con el señor Lake y con el señor Christopher, largas horas.

¿En qué nos podemos distanciar? Sin duda nos distanciamos en el tema del
embargo, con el Parlamento, no tanto con el Gobierno americano, que
tampoco lo desea. Pero sí es verdad que el Gobierno americano ha dado
bandazos bastante significativos en el discurrir largo de esta ya
desgraciadamente larga guerra. El propio Presidente Clinton, en las horas
posteriores a la caída de Srebrenica, con ocho horas de diferencia, dijo
dos cosas muy distintas. Afortunadamente, la segunda es la que se ha
mantenido y creo que ésa es la mejor decisión que ha podido tomar. Pero
toda la culpa tampoco está en los Estados Unidos de América.

Hay algo de muy difícil comprensión para los ciudadanos. Los Estados
Unidos de América no quieren poner tropas sobre el terreno en tanto en
cuanto no haya un mapa de paz aceptado por todos. En cambio, sí están
dispuestos a poner nada más y nada menos que 45.000 soldados para que
salgamos las fuerzas de Unprofor que estamos allí. Aquí no deja de haber
una cierta contradicción, muy difícil de explicar para los ciudadanos:
para irnos, para abandonar, nos ayudarían con más de 45.000 soldados
sobre el terreno. En cambio, para ayudar al mantenimiento de la paz
difícilmente se encuentra uno. No deja de ser una contradicción de
difícil explicación al menos para nuestras opiniones públicas. Parece ser
que es de fácil explicación para su opinión pública, pero difícilmente
explicable para las nuestras.

En términos generales estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho hoy
el señor Espasa, de Izquierda Unida. También es verdad que otras veces
nos hemos peleado porque decíamos cosas distintas S. S. y yo. Yo recuerdo
todavía la regañina que me echó un día el señor Espasa porque creía que
estaba demonizando a los serbios de Pale. Nunca los he demonizado, pero,
desde luego, si algún día tuviera que hacerlo éstas son las horas para
hacerlo con toda claridad. Me alegro mucho de que nos vayamos
aproximando. Todos estamos aprendiendo mucho de esta experiencia y se van
clarificando las responsabilidades de unos y de otros.

Hay algo en lo que creo que no nos hemos explicado bien o no nos hemos
entendido. Su señoría dice que la Alianza Atlántica no tenga sólo
autonomía de diseño y de ejecución de la operación. Es que no la tiene.

Vuelvo a insistir en que estamos ante un procedimiento de doble llave que
está en este caso, a partir de este momento, flexibilizado. ¿En qué
sentido? No en el de que se haya aligerado el mecanismo, que tenga menos
condicionamiento o nos dé menos tranquilidad a unos o a otros. Yo le
quisiera decir, señoría, que el Gobierno de España no estaría dispuesto
tampoco a que no hubiera un procedimiento de doble llave. Defendí el
procedimiento de doble llave en Londres y lo seguiré defendiendo en todos
los sitios. Mientras tengamos tropas sobre el terreno, creo que el
procedimiento de doble llave es bueno.

Lo que sí es verdad es que el paso que hemos dado aproxima la decisión
más a los comandantes que están sobre el terreno. Vuelvo a insistir, el
señor Butros Gali dio una de las llaves a Akashi, quien se la ha dado en
este momento al general Janvier, quien la puede compartir con el general
Rupert Smith, que son los que están realmente sobre el terreno. La otra
llave queda en manos del comandante de Aviano, que es el responsable de
las fuerzas de la Alianza Atlántica para las posibilidades de bombardeo.

Salvo eso, yo creo que estamos de acuerdo en todo y nada me puede
satisfacer más que el tiempo --corto tiempo-- haga que S. S. y yo nos
vayamos aproximando cada vez más. Nunca dudé de la inteligencia de S. S.

y, por tanto, me alegra enormemente que nos vayamos acercando a las
posiciones que creo que son las sensatas en una tremenda guerra a la que
es difícil, desgraciadamente, encontrar solución.

Al Diputado señor Martínez quiero agradecerle sus palabras y reiterar una
vez más que todos, ¡cómo no!, tenemos fatiga. Esta guerra nos produce
fatiga anímica, incluso en nuestras fibras más sensibles, y nos produce
frustración. ¿Cómo no nos va a producir frustración lo que estamos
viendo? Pero quiero hacer una pequeña reflexión: estamos viendo cosas
tremendas por televisión y en nuestros periódicos. Sin embargo, señorías,
piensen por un momento que todo el conflicto de Bosnia-Herzegovina ha
tenido menos muertos que el conflicto de Chechenia. Tenemos que ser
capaces de poner las cosas en perspectiva. Hay conflictos sobre los que
se moviliza a las opiniones públicas de manera más suave o más retardada
y que a veces tienen una dimensión muy superior a los conflictos en los
que nos centramos en ese momento. En el año 1994 me parece que hubo unas
25.000 muertes en todo el conflicto de Bosnia-Herzegovina. En el mundo
hay otros conflictos en los que las tragedias, medidas en número de
personas, de niños que mueren, son mayores, lo que pasa es que éste lo
tenemos más próximo a nosotros y, por tanto, nos duele más, lo que no
deja de ser un cierto sentimiento de supremacía. Es verdad que cuando los
conflictos están próximos físicamente, geográficamente, nos duelen más,
aunque a veces sean menos dramáticos que los que ocurren en otros países,
donde mueren niños por millares prácticamente todos los días; es verdad
que las CNN de turno nos meten en nuestros hogares unos con más
intensidad que otros.

He de decirle también que Belgrado es la pieza, una pieza clave. Yo les
quiero reiterar que en las tres horas que he estado hablando con el
Ministro de Asuntos Exteriores de Bosnia esta misma mañana ha dejado eso
totalmente



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claro: la pieza Belgrado es una pieza clave. Es un vecino con el que no
te llevas bien, sino muy mal, que para los ciudadanos de
Bosnia-Herzegovina ha supuesto enormes desastres, pero cree que hay que
seguir trabajando por la negociación y el diálogo con Belgrado. Hoy
incluso ha llegado a sugerir --y es una idea que no hay que echar en saco
roto-- que quizá ha llegado el momento de que los contactos sean ya
bilaterales y no a través de intermediarios, de terceros, ya sea David
Owen, ya sea Carl Bildt, ya sea Stoltenberg, sino que están empezando a
considerar la posibilidad de establecer contactos directos entre el
Gobierno bosnio y Milosevic.

Sobre el papel de Rusia, al que hacía referencia S. S., creo que me he
referido a él de manera indirecta. No quisiera ser más directo en esta
tarde, pero las relaciones de Rusia con Belgrado son de todos conocidas.

Como les decía anteriormente, muy probablemente los acuerdos de Londres,
si hubieran tenido que pasar por el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, habrían encontrado importantes dificultades.

Con esto doy contestación a las preocupaciones que han podido tener SS.

SS. a lo largo de estos días, en que todos hemos sufrido con mayor o
menor intensidad, puesto que hemos visto tragedias tremendas muy próximas
a nuestras casas y, lógicamente, los que tenemos cierta responsabilidad,
sea mayor o menor, en intentar buscar soluciones, hemos dedicado lo mejor
de nuestro tiempo y de nuestra inteligencia a intentar resolver este
problema. Creo que debe quedar bien claro que no vamos a resolver la
guerra de Bosnia-Herzegovina durante la presidencia española, como no la
resolvió la presidencia francesa ni posiblemente la resuelva la
presidencia italiana. Su resolución no es algo que esté en las manos del
país que ostente durante seis meses la representación europea. Haremos
todo lo posible, asumiremos nuestras responsabilidades, pero sin duda
alguna, para nuestra desgracia, para la desgracia de todos, muy
probablemente la resolución de este problema tan tremendo, tan dramático,
no esté en el horizonte de los seis meses que nos quedan hasta final de
año. Si es que algo acontece de aquí a final de año serían peores
noticias que, a lo mejor, deberían significar la retirada de las fuerzas
de Unprofor porque la situación fuera insostenible. Desgraciadamente,
como digo, no veo que el proceso político tenga suficiente madurez como
para que de aquí a diciembre se resuelva el problema. Por tanto, aquel
que espere, que haya puesto el horizonte de los éxitos de la presidencia
española en la finalización de la guerra en Bosnia-Herzegovina, ya puede
ir desechándolo, porque no será así.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Presidente. (El señor Rupérez
Rubio pide la palabra.)
Señor Rupérez, yo desearía que hiciésemos un turno brevísimo, porque, en
realidad, la normativa reglamentaria, como usted sabe, exige que una vez
que ha hablado el Ministro demos por concluida la sesión.

Tiene la palabra, señor Rupérez, por tres minutos.




El señor RUPEREZ RUBIO: Se trata de un brevísimo comentario, señor
Presidente, y más viendo que el señor Ministro, al final, ha decidido ser
humilde. Nos parece que, ante la humildad, lo único que cabe es hacer un
reconocimiento de esa propia humildad.

Lo que quería decirle al señor Ministro es que observo que, quizá por
razones puramente mecánicas, tiende mucho a hablar de los musulmanes, de
la federación croato-musulmana, de los musulmanesÉ Creo que sería un buen
recordatorio para todos, no solamente para usted, que se hablara de la
federación croato-bosnia, del ejército bosnio, puesto que no se habla de
la federación cristiano-musulmana. No es, únicamente un punto de
precisión conceptual o lingüístico sino un punto enormemente importante
desde el punto de vista político, porque no todos los bosnios son
musulmanes, y, que yo sepa, ese país no tiene la pretensión --al menos
todavía, y espero que no la tenga nunca-- de convertirse en una república
islámica. Sería una buena línea de actuación el mantener sistemáticamente
la referencia a los bosnios a todos los efectos, porque, al fin y al
cabo, para eso existe un país que todos hemos reconocido y que se llama
Bosnia-Herzegovina.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Por hacer
hincapié en la modestia y en la humildad, he de decir que S. S. tiene
toda la razón. Suelo ser cuidadoso en ello, pero lo que me ha podido
pasar en el día de hoy es que, como consecuencia de conversaciones largas
que he mantenido, ha aparecido en múltiples ocasiones esta terminología y
quizá se me ha quedado grabado. Tiene S. S. toda la razón. No es una
federación croato-musulmana. Trato de ser muy cuidadoso puesto que nos
interesa a todos, sobre todo este año, aunque siempre hay que serlo, para
no hacer asimilaciones terminológicas que pueden ser ofensivas para
algunos. Tenemos la Conferencia Euromediterránea, donde tendremos que ser
extremadamente cuidadosos con la terminología que usamos. En el ámbito de
la Alianza Atlántica algún problema muy serio ya se produjo por una
utilización incorrecta del lenguaje. Repito que S. S. tiene toda la
razón. (El señor Espasa Oliver pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Espasa, tres minutos.




El señor ESPASA OLIVER: Menos, señor Presidente.

Solamente quería hacer dos precisiones a las palabras del señor Ministro
y lo que al final decía de las posibles coincidencias. Lo más importante
--sería bueno que quedase claro para todos, y en este sentido
intervengo-- es que hemos estado de acuerdo en avanzar en el uso de la
fuerza como respuesta, bajo una cobertura política y no autónoma de la
OTAN, con esa precisión que se ha hecho sobre la doble llave que continúa
existiendo, aunque flexibilizada, y que esto nos debe llevar a todas las
fuerzas que hoy nos manifestamos en este sentido, por el límite que se ha
traspasado y por el clamor que se ha levantado y al que antes me refería,
a saber aguantar las repercusiones que



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ello pueda tener sobre nuestras fuerzas sobre el terreno. Simplemente
quería señalar que deberíamos apuntarnos todos, y nosotros los primeros,
a la responsabilidad sobre esta cuestión.

Estamos de acuerdo en el no levantamiento del embargo unilateral a Bosnia
y estamos de acuerdo también en que el «estatu quo» que no puede moverse
ahora es Gorazde. Usted ha incluido Bihac. Yo no quiero reabrir la
polémica, pero simplemente quería señalar, porque usted lo ha dicho, que
en Bihac hay una fracción bosnia --me apunto a la reflexión que hacía el
señor Rupérez-- que está ahí. Por tanto no es lo mismo, lo digo para uso
de navegantes lamentadores del futuro. El señor Fikret Abdic es un bosnio
que no acepta la autoridad de Alía Izetbegovic, sepámoslo todos. Algunos
lo sabemos, pero otros parece que lo olvidan cuando lo mezclan todo.

Nada más, señor Ministro, sólo quería recordarle --usted lo sabe mejor
que yo puesto que es físico de profesión-- que, como decía Einstein, en
eso del acercarse lo que cuenta es la teoría de los observadores, y
gracias a la teoría de los observadores descubrió la teoría de la
relatividad. No sé quién se acerca a quién.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Quería hacer
una pequeñísima corrección sobre la teoría de los observadores. El
movimiento, sin duda, es un concepto relativo y estoy dispuesto a que sea
usted quien se acerque a mí, o yo quien se acerque a usted. Es
irrelevante.




El señor PRESIDENTE: Muchísimas gracias.

Después de este final científico, se levanta la sesión.




Eran las siete y cincuenta y cinco minutos de la tarde.