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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 544, de 17/07/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 544
DEFENSA
PRESIDENTE: DON JUAN MUÑOZ GARCIA
Sesión núm. 28 (Extraordinaria)
celebrada el lunes, 17 de julio de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Defensa (Suárez Pertierra) para
informar sobre las líneas generales de la política de su Departamento. A
solicitud del Gobierno. (Número de expediente 214/000116.)



Se abre la sesión a las cuatro y treinta minutos de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Señorías, comienza la sesión.

El punto del orden del día es la comparecencia del señor Ministro de
Defensa para informar sobre las líneas generales de la política de su
departamento. Esta comparecencia ha sido solicitada por el Gobierno.

Damos la bienvenida al Ministro de Defensa, señor Suárez Pertierra, a
ésta que ha sido siempre su Comisión.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Muchas gracias por sus
palabras, señor Presidente.

Señorías, me resulta especialmente grato comparecer ante esta Comisión de
Defensa, porque significa reanudar con ustedes una relación iniciada
tiempo atrás, en los comienzos de mi dedicación política a los asuntos de
defensa, que luego pasaron a ser los asuntos de educación.




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Intervengo hoy, como Ministro de Defensa, igual que lo hice como Ministro
de Educación, con la voluntad de mantener una línea constante de
colaboración con el Parlamento, verdadero centro de la vida democrática
de nuestro país y en nuestro sistema de convivencia. Por este motivo,
señor Presidente, señorías, he querido que uno de mis primeros
compromisos públicos sea esta comparecencia, para exponer las líneas
generales de actuación del Departamento y para recabar la colaboración de
SS. SS. en la búsqueda de soluciones adecuadas para afrontar los
problemas y retos que en la actualidad plantean los asuntos de la
Defensa.

Señorías, la política de defensa y seguridad, en cuanto que política de
Estado, necesita de la contribución constante de las fuerzas
parlamentarias, de manera que la formulación de objetivos y la
instrumentalización de los medios para alcanzarlos gocen del consenso más
amplio posible. Este consenso nos permite disponer hoy de un modelo
consolidado de Fuerzas Armadas, cuyo proceso de modernización y
redespliegue habremos de culminar, pero que estimamos adecuado a las
necesidades y posibilidades reales de España y al nuevo entorno
estratégico consecuencia de los sustanciales cambios producidos desde
finales de la década de los ochenta.

El nuevo escenario estratégico surgido tras la desaparición del sistema
bipolar ha variado sustancialmente los referentes válidos sobre los que
nos habíamos apoyado durante las últimas décadas, tanto conceptualmente
como desde el punto de vista de la acción política. A pesar de que la
amenaza de un enfrentamiento a gran escala ha desaparecido casi por
completo, alcanzándose cotas más altas de seguridad, hoy debemos hacer
frente a unos riesgos pluridireccionales e interdependientes, como son
las crisis producidas por disputas fronterizas, por inestabilidades
políticas, económicas y sociales, por tensiones étnicas o religiosas, por
razones demográficas o por el acceso a los recursos naturales, aunque
todo esto ocurra a miles de kilómetros de nuestras fronteras. Nuestra
presencia en escenarios tan impensables hace sólo unos años como el Golfo
Pérsico, El Salvador, Nicaragua, Ruanda, Namibia o la antigua Yugoslavia,
son buenos ejemplos de cuanto digo.

Esta somera referencia al nuevo escenario estratégico pone de manifiesto,
sin necesidad de profundizar en más detalles, lo pertinente de la
reciente actualización de las líneas maestras de la política española de
paz y seguridad, cuyas bases han permanecido constantes desde hace más de
una década, cuando fueron formuladas en esta Cámara por el Presidente del
Gobierno, en octubre de 1984, y sometidas desde entonces a frecuente y
necesario debate parlamentario.

La evolución de la situación internacional que se ha producido durante
estos últimos años ha modificado sustancialmente el escenario estratégico
y, por ello, el Presidente del Gobierno, en el debate sobre el estado de
la Nación de marzo de 1992, puso de relieve la conveniencia de una cierta
redefinición de los objetivos de la política de paz y seguridad, aspecto
al que volvió a referirse en su discurso de investidura de 1993, al
comienzo de la presente legislatura. Desde entonces, el Gobierno ha ido
adaptando nuestra política de seguridad y defensa a la actual realidad
interior e internacional de España, adaptación que ha culminado con la
comunicación del Gobierno sobre política de paz y seguridad remitida a
esta Cámara hace muy pocos días. En ella se recogen las líneas maestras
de nuestra política de paz y seguridad, que contemplan la definitiva
incardinación de nuestro país en las instituciones europeas y
occidentales, nuestro compromiso de participación activa en misiones de
paz y ayuda humanitaria de Naciones Unidas, así como nuestra voluntad de
promover la seguridad y estabilidad en la región mediterránea.

Pretendemos, señorías, extender esta política de paz y seguridad a los
ciudadanos y lograr el máximo respaldo social, pues ello es garantía de
solidez y estabilidad de la misma. Ello requiere un mayor compromiso en
la educación desde la libertad de las generaciones futuras, impulsando la
colaboración de los departamentos afectados para mejorar lo programas de
los distintos niveles educativos. Para ello, y en conexión con el
Ministerio de Educación y Ciencia, pretendo diseñar programas de trabajo
que sirvan para conseguir que los conceptos de paz y solidaridad se
comprendan por la juventud y sus valores se incorporen a nuestra cultura
como elementos esenciales de nuestra seguridad.

Estas líneas maestras constituirán el eje fundamental sobre el que se
desarrollará la política del Ministerio de Defensa en el próximo futuro.

Sus señorías conocen el documento remitido por el Gobierno y por ello no
creo necesario repetir ahora su contenido, aunque se harán referencias a
él durante esta comparecencia. En consecuencia, las líneas generales de
actuación del Ministerio de Defensa se ajustarán a las directrices
contenidas en el documento, se apoyarán en los logros ya alcanzados y
responderán a un criterio que reafirme el consenso parlamentario logrado
en 1991 y permitirán una evolución coherente dentro de las estructuras de
defensa y de seguridad a las que pertenecemos.

En ésta mi primera comparecencia apenas me detendré en el análisis de la
situación estratégica mundial y en la contribución española a los
organismos multinacionales de seguridad y defensa, porque, aunque se
trata de aspectos muy importantes en la actividad del departamento, han
tenido una considerable atención en anteriores comparecencias ante esta
Comisión.

A partir de estas consideraciones, el resto de mi intervención lo
estructuraré en algunos grandes apartados. En el primero expondré las
principales acciones que llevaremos a cabo en desarrollo del Plan
Estratégico Conjunto, recientemente aprobado. En el segundo analizaré las
cuestiones relativas al personal en su conexión con el modelo de Fuerzas
Armadas del año 2000. En tercer lugar me referiré a las futuras acciones
que requerirá la justicia militar y también a las líneas principales de
la reforma que pienso impulsar en el Centro Superior de Información de la
Defensa. En cuarto lugar expondré las perspectivas económicas y
presupuestarias y sus efectos sobre la política de material e
infraestructura. Por último, haré especial referencia, como pieza
separada, a la situación actual en la antigua Yugoslavia, cuya evolución
en los últimos días requiere



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una especial atención dada la gravedad de los acontecimientos registrados
y la posible trascendencia de sus consecuencias en el caso de que las
partes implicadas en el conflicto se obstinen en alcanzar una solución
militar en vez de acudir a una negociación política y diplomática, única
vía que permitirá alcanzar una solución justa y estable para todos.

El pasado mes de abril se aprobó el Plan Estratégico Conjunto, con el que
culmina el ciclo de planeamiento iniciado con la Directiva de Defensa
Nacional 1/1992, promulgada por el Presidente del Gobierno en marzo de
1992 y que tuvo por primera vez carácter público. Este plan consta
básicamente de tres partes. El concepto estratégico, que contiene una
actualización de la situación geoestratégica mundial definiendo los
riesgos que pudiesen afectar a España tanto desde una perspectiva
individual como en el marco de la seguridad colectiva y las estrategias
previstas para afrontarlos. El objetivo de fuerza conjunta (segunda
parte), en el que se determina la entidad y el despliegue de la fuerza
que se va a mantener durante el horizonte de seis años contemplado en el
plan y la distribución de recursos, tanto de personal como económicos,
entre los tres Ejércitos. Finalmente, las acciones de planeamiento
entendidas como los estudios teóricos de alto nivel a efectuar y que han
de materializarse en modificaciones normativas, estructurales y orgánicas
de las Fuerzas Armadas para asegurar la correcta implantación del modelo
del año 2000 y posteriores.

Serán acciones prioritarias de mi departamento, además de procurar
alcanzar el objetivo de fuerza conjunto en la medida que lo permitan las
dotaciones presupuestarias, la revisión del actual planeamiento de la
Defensa Militar para simplificarlo y coordinarlo con la elaboración del
presupuesto, el impulso a la acción conjunta y a los mandos operativos y
los estudios para la constitución y adiestramiento de la reserva
movilizable.

Iniciado el proceso de adaptación de las Fuerzas Armadas a los nuevos
condicionantes, mi departamento prestará especial atención a mejorar la
capacidad de actuación conjunta de los tres Ejércitos. Para ello se
actualizarán las funciones de los Jefes de Estado Mayor de la Defensa y
de los Ejércitos y se introducirán modificaciones en la estructura de
mando operativo de las Fuerzas Armadas con la finalidad de disponer de
una estructura operativa que pueda responder eficazmente a las
situaciones de crisis y conflicto que hagan necesario el empleo de la
fuerza.

El modelo de Fuerzas Armadas acordado por el Congreso incluye un concepto
fundamental que es el de reserva movilizable, de escasa, por no decir
nula, implantación y tradición en España. Este concepto de la reserva se
considera esencial en todos los países de nuestro entorno, en especial
después de los acuerdos de reducción de fuerzas, ya que en los mismos se
diferencian los límites de las fuerzas permanentes y las que cada nación
puede tener previstas como refuerzo inmediato.

El desarrollo de la Ley Orgánica 6/1980, de Criterios Básicos de la
Defensa Nacional y la Organización Militar, y la necesidad de actualizar
la Ley de Movilización de 1969, han llevado a plantear la necesidad de
elaborar una ley de contribución de recursos personales y materiales a la
Defensa Nacional que regulará la aportación de la sociedad a la seguridad
y defensa en caso de crisis o grave amenaza. No obstante, en el área de
los recursos de personal ya se han actualizado algunos conceptos, tanto
en la Ley 17/1989 como en la Ley Orgánica 13/1991 del Servicio Militar.

Quisiera señalar que con éste o estos proyectos de ley se puede estimar
finalizado el programa legislativo que en su día definió el Gobierno
socialista en materia de Defensa. No por ello se deben considerar
solucionados todos los problemas ya que no sólo han variado algunos de
los parámetros entonces vigentes, sino que, en definitiva, en Defensa lo
que importa es lograr que se trasladen a la realidad los objetivos que
señalan los planes y las leyes.

Dentro del Plan Estratégico Conjunto quiero destacar especialmente el
objetivo de fuerza a medio plazo para el Ejército de Tierra, que consiste
básicamente en alcanzar las metas prioritarias establecidas en el llamado
Plan Norte, expuesto con anterioridad y en detalle a SS. SS. en esta
Comisión.

Las modificaciones orgánicas previstas para ser implantadas en la Fuerza
terrestre durante el primer semestre de este año han consistido en la
disolución de 17 unidades y el traslado de otras ocho, lo que ha venido a
afectar a unos 3.000 efectivos. Entre ellas merece destacarse la
disolución de ocho unidades de entidad batallón o superior y los
traslados del Cuartel General del Mando de la Legión de Málaga a Almería
y del Regimiento Tetuán 14 de Castellón a Bétera. Para el segundo
semestre se prevé el traslado de dos cuarteles generales de brigada y dos
unidades, así como la disolución de otras 15, lo que afectará a un total
de unas 5.500 personas.

Para el Ministerio de Defensa constituye un objetivo prioritario, en lo
que respecta a esta reorganización, continuar con la aplicación del Plan
Norte al resto del Ejército, por lo que se seguirá con el desarrollo e
implantación de aquellos aspectos de la fuerza que han quedado sin cerrar
en la primera fase del programa de transición y con la reestructuración y
redimensionamiento del apoyo a la fuerza y del cuartel general.

La reestructuración del apoyo a la fuerza consiste esencialmente en una
reducción, transformación y redespliegue de las unidades logísticas. Como
gran innovación se diseñará una unidad logística desplegable y móvil para
el apoyo a la fuerza de maniobra que pueda asumir con garantías de éxito
el apoyo a las actuaciones del Ejército en el exterior.

Otro aspecto importante de la reorganización es el que afecta a las
regiones militares. Se reducirá el número de las que existen en la
actualidad y perderán sus tradicionales misiones de mando sobre las
unidades de la fuerza desplegadas en su zona para orientarse más al apoyo
logístico, a la gestión de la movilización en su ámbito regional y a la
cooperación con autoridades civiles, especialmente en el caso de
catástrofes. Con ello se pone fin al tradicional modelo de despliegue
territorial que hasta ahora tenía el Ejército de Tierra.

Todos estos trabajos se encuentran en avanzado estado de desarrollo y
podemos prever que a finales de este año



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presentaremos el Plan Norte totalmente terminado, con lo que culminará la
fase conceptual de la más importante reorganización del Ejército de
Tierra llevada a cabo durante los últimos años, aunque la implantación de
las modificaciones de plantillas, programas de material y concentración
de unidades hayan de prolongarse hasta el año 2000.

A continuación pasaré a exponer uno de los aspectos fundamentales de
cualquier organización y que en la militar ha sido siempre especialmente
atendido y valorado: los recursos humanos. La política de personal en su
sentido más amplio ha sido y continúa siendo una de mis prioridades, ya
que contiene buena parte de las claves del proceso de modernización en
que se encuentran inmersas las Fuerzas Armadas. La meta actual es clara y
hacia ella se camina decididamente: consolidar en el comienzo de la
próxima década el modelo mixto de Fuerzas Armadas, único posible para
España, de acuerdo con las previsiones que al efecto se contienen en el
Plan Estratégico Conjunto.

Ejes esenciales de la política de Defensa son, por una parte, el
desarrollo y aplicación de la Ley Reguladora del Régimen del Personal
Militar Profesional, y, por otra, las directrices contenidas en el
acuerdo del Congreso de los Diputados de junio de 1991 sobre el modelo de
Fuerzas Armadas. Estas últimas han sido referencia obligada de cara al
posterior diseño de nuestro modelo de Fuerzas Armadas del año 2000.

El considerable esfuerzo normativo llevado a cabo en los últimos años se
ha materializado en 48 disposiciones aprobadas: 22 con rango de Real
Decreto, 15 órdenes ministeriales y otras 11 normas complementarias que
suponen la regulación exhaustiva de materias tan complejas como los
ingresos en la profesión militar, las directrices para los planes de
estudios, la adquisición y pérdida de la condición militar, las
situaciones administrativas, las normas de evaluación, clasificación y
ascenso, o la integración de escalas. Recuerdo que de 152 escalas
antiguas se ha pasado a 17 cuerpos constituidos por un conjunto de 29
escalas.

En los próximos meses habrá de aprobarse el reglamento de cuerpos,
escalas y especialidades y el reglamento general de ingreso en los
centros de formación para acceso a las Fuerzas Armadas y a la Guardia
Civil, con lo que se completará el desarrollo reglamentario del régimen
del personal militar profesional. El primero de ellos permitirá regular
los campos de actividad que los militares de carrera desarrolla en razón
de su cuerpo, escala y especialidad, categoría y empleo, así como los
cometidos asignados a los mismos, que serán desarrollados para establecer
con precisión los límites de su ejercicio, particularmente en cuanto se
refiere a las funciones de mando y las funciones técnicas. El nuevo
reglamento de ingresos completará los criterios generales de acceso a la
enseñanza militar ahora vigentes conforme al desarrollo experimentado en
los últimos años por el régimen de personal militar y la nueva
orientación de la enseñanza. Se trata, en síntesis, de regular de forma
global las diferentes formas de ingreso en las Fuerzas Armadas y en la
Guardia Civil de acuerdo con la nueva normativa docente.

Otra de las líneas fundamentales de la política de personal es la que
hace referencia a la enseñanza militar. El nuevo perfil de militar de
carrera necesita un modelo de enseñanza unitario y continuado, integrado
en el sistema educativo general y abierto para permitir ciertas
capacidades de elección personal. Desde esta perspectiva las iniciativas
emprendidas se han orientado tanto hacia la homologación de los elementos
básicos del proceso de formación (centros, alumnado, planes de estudio y
profesorado con los correspondientes del sistema educativo general), como
a la participación estable de profesores civiles en la enseñanza militar.

Por lo que se refiere a los planes de estudios, hasta la fecha se han
promulgado las directrices generales de los planes de estudio para la
enseñanza militar de grado superior y medio y de grado básico. Se está
trabajando en la elaboración de los planes de estudio de la escala media
--36 planes--, y básica --44 planes--, así como los de los cuerpos de
ingenieros. Mi pretensión es que todos ellos queden aprobados a lo largo
del año 1996.

Un tema sobre el que procede hacer alguna referencia es el relativo a la
incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas. Desde el año 1988, en el
que se suprimió la limitación por razón de sexo en las pruebas de
ingreso, ha ido creciendo el número de mujeres que han superado las
pruebas tanto para militares de carrera como para militares de empleo. En
la actualidad, con las mujeres que han aprobado en las últimas
convocatorias, se ha superado la cifra de mil quinientas.

Aunque la incorporación se está llevando a cabo bajo el criterio de
estricta igualdad entre hombres y mujeres y sólo tienen limitados algunos
destinos en el caso de la tropa y marinería, es indudable que existen
diferencias que es necesario regular. En consecuencia, se está preparando
una nueva regulación normativa de uniformidad, de situaciones, de régimen
de permisos, de condiciones específicas de su trabajo en algunos destinos
y, en definitiva, de cuanto afecta a su incorporación y desarrollo
personal y profesional, dentro, sí, del criterio citado de igualdad con
el resto de los profesionales.

En el año 1993, el Gobierno aprobó una nueva Ley de Plantillas que ha
supuesto un importante avance a la hora de implantar el modelo de Fuerzas
Armadas. Conviene señalar, por ejemplo, que los efectivos de las Fuerzas
Armadas eran en el año 1984 de 375.000, con una baja tasa de
profesionalización del 17,8 por ciento; en estos momentos hay unos
efectivos de las Fuerzas Armadas situados en torno a los 220.000 y una
tasa de profesionalización del 38,6 por ciento.

La política de personal debe tener en cuenta no sólo la importante
disminución de personal, sino también que las Fuerzas Armadas han de
atender a nuevas funciones y actividades. Para todo ello es necesario
mejorar los sistemas de planeamiento y gestión de personal dirigidos a
lograr la utilización más eficiente de los recursos disponibles. Ello
exige el desarrollo reglamentario de las plantillas definidas en la Ley
14/1993, detallando lo que corresponde a cada uno de los cuerpos, escalas
y especialidades, y fijar un modelo general de los cupos de ingreso que
cada año ha de aprobar el Gobierno, objetivos que es propósito de mi
departamento alcanzar en fecha próxima. Particular importancia



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ha tenido dentro de este esquema general de puesta al día de las Fuerzas
Armadas la reforma del Servicio Militar. En este sentido, el acuerdo de
1991 propugnaba una modernización y mejora de las condiciones generales
de su realización, de modo que se adecuase a las nuevas necesidades de la
defensa y a las características propias de la sociedad española de
finales de este siglo.

Esta renovación llevaba implícita, además, la necesidad de fortalecer la
cultura y conciencia de defensa en la sociedad española y dar contenido
al servicio militar, de manera que la voluntad de participación de los
ciudadanos en la defensa se reforzase tanto más cuanto más conscientes
fuesen de la necesidad, utilidad y calidad del servicio que prestan a la
comunidad.

El conjunto de principios contenidos en la Ley del Servicio Miliar
requerían un posterior desarrollo reglamentario, tanto en lo referente a
las tareas previas a la incorporación de los jóvenes a las Fuerzas
Armadas como en lo relativo a las actividades y régimen de vida de los
soldados de reemplazo durante su permanencia en los cuarteles. El primero
de estos aspectos quedó concluido con la aprobación en 1993 del
Reglamento de reclutamiento, que ha supuesto un importante avance
tendente a facilitar a los futuros soldados de reemplazo un abanico de
opciones entre las que elegir a la hora de solicitar su servicio militar.

Es lo que popularmente se ha conocido como la mili a la carta.

De cara al futuro próximo es intención de mi departamento completar este
programa a través de una gestión personalizada de la asignación de
destinos que permita combinar el perfil de aptitud del personal de
reemplazo con sus preferencias.

Más importante si cabe es que todo lo relacionado con la mejora general
de las actividades de los soldados y marineros de reemplazo durante su
estancia en filas quedó recogido hace ahora un año en el Reglamento del
Servicio Militar. Este texto supuso un hito en la legislación española al
regular de forma específica y por primera vez materias como los derechos
y deberes de los militares de reemplazo ya contenidos en la Ley Orgánica
13/1991, pero necesitados de desarrollo, sus tiempos de trabajo o los
métodos de instrucción y adiestramiento.

En los próximos meses está previsto poner en marcha un plan de calidad de
vida con acciones concretas destinadas a mejorar las condiciones de
alojamiento, alimentación, viajes, formación ocupacional a la que doy la
mayor importancia, información sociolaboral, actividades socioculturales,
prevención de drogas y asistencia a los soldados y marineros durante su
permanencia en los ejércitos.

Complemento necesario del modelo mixto de Fuerzas Armadas es la situación
de la tropa y marinería profesionales, que quedó también regulada en 1992
a través del correspondiente reglamento que desarrolló lo previsto en la
Ley reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional y que
estableció un marco más amplio para que los jóvenes españoles que así lo
deseen puedan hacer carrera profesional en los ejércitos. La respuesta de
la juventud española al perfil de profesional militar que se oferta y al
modelo diseñado ha resultado ampliamente satisfactoria desde su
implantación. En 1992 los efectivos de tropa y marinería eran 17.260, un
año después se habían incrementado hasta los 18.355 y a finales de 1994
ascendían a 28.344, cifra superior a la inicialmente prevista para este
año. Este último extremo ha hecho necesario reducir el incremento
estimado para 1995 de 3.500 a 2.686. Con este ritmo se prevé finalizar el
año con 31.574 soldados y marineros profesionales.

Nuestros esfuerzos en este campo se orientarán a continuar con la
incorporación de soldados y marineros profesionales en número suficiente
para completar la tasa de profesionalización prevista, de acuerdo siempre
con las disponibilidades presupuestarias. Igualmente se procederá a
mejorar las condiciones de desarrollo de su carrera profesional en los
ejércitos y completar y perfeccionar el régimen profesional de los
militares de empleo de esta categoría.

Un colectivo muy importante en las Fuerzas Armadas al que no siempre se
hace alusión es el personal civil del Ministerio. En la actualidad está
compuesto por un total de 44.675 personas, de las cuales algo más de
7.000 son funcionarios y más de 37.500 personal laboral. El nuevo
despliegue de las Fuerzas Armadas supone el cierre, reducción o traslado
de un número importante de establecimientos, lo cual incide en el
personal destinado en los mismos.

Estamos finalizando un plan de empleo operativo del Ministerio de
Defensa. El plan se desarrollará en cuatro o cinco años y contiene unos
programas de formación que faciliten la recolocación de excedentes en las
áreas deficitarias. Para el desarrollo de estos planes se mantienen
contactos con los departamentos ministeriales con competencias
horizontales en materia de personal y con las organizaciones sindicales
más representativas en el ámbito del Ministerio de Defensa.

Una referencia, señor Presidente, señorías, al ámbito de la justicia
militar. El problema de la constitucionalidad de la jurisdicción
castrense ha quedado zanjado por el Tribunal Constitucional, que en
sentencia muy reciente, del día 5 de julio del presente año, señala que
la jurisdicción militar tiene pleno reconocimiento constitucional en el
artículo 117 de la Constitución y que no constituye una jurisdicción
especial, sino que es parte de la jurisdicción ordinaria, así como que
los jueces militares son jueces ordinarios predeterminados por la ley.

No obstante, la realidad actual de las Fuerzas Armadas, así como la nueva
regulación de carácter administrativo incorporado por la Ley Reguladora
del Régimen del Personal Militar Profesional y la Ley del Servicio
Militar, y los criterios jurisprudenciales mantenidos por la Sala Quinta
del Tribunal Supremo y por el propio Tribunal Constitucional,
recomiendan, manteniendo los criterios generales de la reforma de la
pasada década, una paulatina revisión de las leyes penales y
disciplinarias militares.

A estos argumentos puede añadirse la probable aprobación de la nueva Ley
Orgánica del Código Penal, cuya repercusión en algunos de los preceptos
integrantes del Código Penal Militar parece evidente, así como su
incidencia en la regulación del régimen disciplinario de las Fuerzas
Armadas.

La nueva organización y distribución de las Fuerzas Armadas en el
territorio nacional podría recomendar una reubicación



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de los órganos jurisdiccionales y posiblemente una reducción de los
mismos, lo que supondrá una revisión de la Ley de Planta y Organización
Territorial de la Jurisdicción Militar, reformas en las que quisiera
trabajar de inmediato.

Por otra parte, entre las competencias del Centro Superior de Información
de la Defensa destaca la obtención y evaluación de información en los
campos político, económico y militar para prevenir cualquier peligro,
amenaza o agresión exterior, para evitar acciones anticonstitucionales o
para impedir las actividades de los servicios de inteligencia extranjeros
que atenten contra los intereses nacionales.

Se ha comenzado ya la reestructuración del Cesid con la creación de la
Secretaría General, dependiente de la Dirección General del Centro, a la
que corresponderá la asistencia al Director General en el ejercicio de
sus funciones, y en particular en la coordinación de los órganos del
Centro.

Con ello se pretende mejorar el funcionamiento del Cesid y el adecuado
desarrollo de sus actividades, a lo que coadyuvará, sin duda, el
nombramiento, por Reales Decretos de 7 de julio, de las personas del
Director General y del Secretario General, designados por el Gobierno con
criterios de idoneidad y de probada lealtad a los valores
constitucionales y sobre los que recaerá la tarea, bajo la autoridad y la
responsabilidad del Ministro de Defensa, de encauzar y mantener las
actividades del Centro en el marco de la legalidad, sin menoscabo de la
eficacia en la consecución de los objetivos asignados al organismo.

Pretendo someter en breve a la aprobación de Consejo de Ministros el
nuevo estatuto del personal del centro, sobre el que se viene trabajando
hace algún tiempo, en cumplimiento del mandato contenido en la
disposición final octava de la Ley del Régimen del Personal Militar
Profesional.

El estatuto será el marco jurídico que defina el régimen del personal que
preste sus servicios profesionales, con carácter temporal o permanente,
en el Centro, recogiendo las formas de ingreso y cese en el mismo, las
situaciones administrativas de sus miembros, así como el conjunto de
derechos, deberes e incompatibilidades y el régimen disciplinario
específico a que se hallan sometidos.

Con ello se unificarán las normas del personal civil y militar que hoy
confluyen en el organismo desde muy diferentes ámbitos del sector público
y privado y que han generado una diversidad de relaciones con la
Administración que pretende desterrarse acordando el pase a la situación
de servicios especiales y de excedencia en sus respectivos Cuerpos de
procedencia del personal permanente del Centro.

Este régimen se configura, pues, como un régimen único de carácter
estatutario, que se apoya, por un lado, en las características y
exigencias para el desempeño de los distintos puestos de trabajo y, por
otro, en la naturaleza y carácter del Centro que determina el régimen
general de derechos, de deberes y de incompatibilidades.

Todo ello introducirá elementos de racionalización de su estructura, de
coordinación entre sus órganos y nuevos criterios organizativos que
tratarán de impedir que se repitan circunstancias como las que se han
producido y que redundarán en beneficio de la eficacia de los trabajos
del Centro.

A continuación quisiera referirme, señorías, a las perspectivas
presupuestarias en su conexión con los grandes programas de material.

En lo que se refiere al ámbito económico del departamento, hay que
señalar que desde 1990 el ajuste presupuestario ha incidido de forma muy
especial sobre el Ministerio de Defensa, lo que ha motivado una profunda
reflexión sobre el establecimiento de prioridades en la asignación de
recursos.

Es innegable, señorías, que estamos viviendo unos años de dificultades
presupuestarias y, en consecuencia, el departamento ha debido soportar,
en la parte que le toca, la corrección de los desequilibrios económicos
que se han producido para conseguir el objetivo básico de reducción del
déficit público.

En este aspecto debo resaltar el pragmatismo con que se redactó el
análisis de la situación económica en el Plan Estratégico Conjunto al
prever que «la situación actual de la economía española, el volumen del
déficit público y los esfuerzos necesarios para cumplir el Plan de
Convergencia con Europa fijado por el Gobierno tendrán» --cito
textualmente-- «un reflejo importante en la determinación de los
presupuestos. Los presupuestos de Defensa, que han estado en los últimos
años por debajo de los de las naciones aliadas, se verán afectados por
esta situación y no podrán aumentar a un ritmo rápido». Fin de la cita.

La austeridad de los recursos asignados a Defensa ha impulsado el rigor
presupuestario a la hora de gestionar los diferentes programas y
actividades prioritarias, y estoy convencido, señorías, de que aún
debemos avanzar hacia una mayor eficacia en el gasto. Para ello, las
líneas de actuación presupuestaria para el futuro han de basarse en la
utilización de unos criterios de presupuestación rigurosos y en una
determinación más concreta de los objetivos y de las metas.

De ellos, los que son de carácter operativo ya se han plasmado en el Plan
Estratégico Conjunto. En la consecución de estos objetivos el Ministerio
se esforzará en mejorar la racionalización y la simplificación de los
procedimientos que permitan conseguir un menor gasto sin pérdida de
eficacia, buscando un equilibrio razonable entre los recursos asignados y
las necesidades programadas en el tiempo.

Además de racionalizar los procedimientos y sistemas existentes, hay que
tender al crecimiento del presupuesto de Defensa, no sólo para lograr una
mayor eficacia operativa, sino por interés industrial y tecnológico,
pensando en que los ejércitos no alcanzarán el nivel adecuado si no hay
una industria capaz de apoyarlos desde el punto de vista tecnológico y
logístico.

Por ello, el PEC establece como uno de sus criterios de planeamiento para
la obtención del objetivo del Fuerza Conjunta a medio plazo que «el
esfuerzo debe orientarse hacia el incremento de la potencia de combate,
defensa aérea, vigilancia y reconocimiento», así como a solventar
carencias existentes en otros campos.




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Es evidente que la reducción de fuerzas y presupuestos de defensa afecta
a todos los países de nuestro entorno. Sin embargo, en el caso español
este hecho se ve agravado al ser preciso acometer simultáneamente la
necesaria modernización de los Ejércitos para aproximar nuestro esfuerzo
defensivo al de nuestros aliados. Con las previsiones presupuestarias
actuales pretendo, en primer lugar, mantener la capacidad operativa de
los Ejércitos y, en segundo término, atender en la medida de lo posible
los programas de modernización. Los gastos corrientes que ya han sido
reducidos en ejercicios anteriores, se ajustarán en el futuro al máximo
posible.

Los programas de armamento y material han debido reajustarse atendiendo a
estos estrictos criterios de priorización a los que antes me he referido
y alargarse su consecución en el tiempo, lo que ha obligado a desplazar
el comienzo de otros programas de menor prioridad.

La realidad es que el elevado porcentaje de cantidades comprometidas en
programas ya en curso deja un escaso margen de maniobra para plantearse
el comienzo de otros nuevos. Por ello, durante el período que se
contempla en el nuevo Plan Estratégico Conjunto y que abarcará hasta
1997, con la excepción del Ejército de Tierra, pocas novedades pueden
preverse en cuanto a programas de modernización.

Soy consciente, señorías, de que mi departamento tiene una clara
incidencia en las industrias españolas del sector de defensa, de las que
es su principal cliente, pero surgen dos tipos de condicionantes para
materializar el apoyo a dicho sector: el primero se refiere a los
recursos económicos disponibles; el segundo tiene relación con las
necesidades operativas que en una época de restricciones como la que
vivimos no pueden adaptarse a los intereses de la industria militar sin
más, sino más bien ajustarse a las prioridades de la defensa.

Precisamente pensando en facilitar la interrelación entre empresas y
Ministerio de Defensa pretendo establecer una serie de líneas de
actuación en cuanto a política industrial de mi departamento que podrían
resumirse en lo siguiente. En primer lugar, el impulso de la demanda
interior y el aumento del nivel de racionalización de las adquisiciones,
bien por compra directa en España o a través de la cooperación
internacional, para garantizar un cierto volumen de trabajo en el tiempo
y reducir la incertidumbre empresarial. En segundo lugar, el apoyo a las
exportaciones mediante contactos y negociaciones de las diversas
autoridades del departamento, principalmente en el campo de la
cooperación industrial con empresas extranjeras. En tercer lugar, la
sustitución de las compensaciones derivadas del programa de adquisiciones
en el exterior por programas de fabricación en cooperación internacional.

En cuarto lugar, medidas para facilitar las inversiones en I+D con el fin
de conseguir una participación razonable en la tecnología de los sistemas
que se adquieran y mejorar la capacidad de mantenimiento propia,
reduciendo con ello nuestra dependencia exterior. En quinto lugar, la
comunicación fluida entre las empresas y el Ministerio de Defensa para
que aquéllas conozcan las necesidades operativas de acuerdo con una
correcta planificación a la vez que se puedan tener en cuenta sus planes
y problemas para así poder impulsar sus actividades.

Como ejemplo de todo ello puede señalarse el programa Coraza 2000 del
Ejército de Tierra, que prevé la construcción en España de doscientos
carros de combate Leopard en el plazo de cinco años a partir de 1998. Con
la adquisición de este carro perteneciente a la última generación y que
se encuentra entre los mejores del mundo, se conseguirá no sólo
normalizar el material acorazado de nuestras unidades asignadas al
Eurocuerpo con el de nuestros aliados, sino propiciar una importante
carga de trabajo para las empresas españolas a través de programas de
cooperación industrial. Dentro de este mismo programa también se
acometerá las modernización de 636 vehículos de la familia blindados
medios de ruedas, mejorando su blindaje, y grupos motopropulsores y
dotándoles de sistemas de visión nocturna y protección NBQ con el fin de
prolongar la vida operativa de este material que tan excelente resultado
está demostrando con nuestras unidades desplegadas en Bosnia.

Antes de finales del presente año esperamos comenzar la adquisición de
los vehículos de combate de infantería y caballería Pizarro, que, siendo
de desarrollo nacional, pueden clasificarse entre los más modernos de su
clase, y que por su potencia de fuego, protección y supervivencia
permitirán una perfecta integración con las modernas unidades de carros.

Merece también destacarse el programa Arine de rádares terrestres, que
mejorará notablemente las posibilidades de adquisición de información en
el campo de batalla al duplicar el alcance del material actual; tendrá
una duración de doce años y también será realizado por la industria
nacional.

En el próximo futuro continuará también la construcción de los cazaminas
para la Armada, que vendrán a sustituir a los actualmente en servicio
cuya vida operativa se ha sobrepasado ampliamente, y está previsto el
comienzo del programa de la fragata F-100 para mantener el número idóneo
de escoltas de carácter polivalente de adecuada capacidad operativa. En
ambos casos también se contará con influencia directa sobre la industria
nacional.

Nuestra industria también se verá favorecida con el programa de
modernización de la flota de aviones F-1, que consiste en la sustitución
de sus sistemas de navegación, comunicaciones y de tiro, que tendrá una
duración de cuatro años y servirá para mejorar las prestaciones del
material y prolongar su vida operativa. Asimismo, está previsto que la
industria nacional modernice los aviones Hércules C -130 para mantener la
capacidad de transporte aéreo que permita una rápida proyección de
fuerzas.

Sus señorías podrán apreciar que, dentro de la modestia de sus
posibilidades presupuestarias, el Ministerio está dispuesto a apoyar
decididamente a la industria de defensa desde el convencimiento de que
constituye un sector estratégico cuyo futuro es de capital importancia
para la defensa de España.

Para finalizar, y con su venia, señor Presidente, me referiré a las
líneas de acción que pretendo seguir en relación con nuestra presencia en
la antigua Yugoslavia, donde desde el 30 de abril de 1995, fecha en que
finalizó el período



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de cese de hostilidades acordado para Bosnia-Herzegovina, la situación se
ha ido deteriorando progresivamente en toda la zona, y especialmente en
Sarajevo y los enclaves orientales, donde, después de la toma de
Srebrenica por los serbo-bosnios, puede considerarse crítica.

Los antecedentes más próximos de esta situación actual fueron expuestos
el día 6 del pasado mes de junio ante esta Comisión en comparecencia
conjunta de los Ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores. Desde
entonces la situación de la capital bosnia se ha agravado tras producirse
numerosos muertos y heridos entre la población civil y haber quedado
interrumpidos en la actualidad los vuelos de ayuda humanitaria, viéndose
privados sus habitantes de los recursos indispensables. Los enclaves
orientales son los que durante estos últimos días han sufrido más
intensamente las consecuencias de la guerra.

El violento ataque y posterior conquista de Srebrenica por parte de los
serbo-bosnios supone una flagrante violación a la resolución número 824
de Naciones Unidas, que declara zona segura a los mencionados enclaves
con el fin de proteger a su población civil. En esta ocasión, la osadía
de los serbo-bosnios ha llegado a su límite al forzar a las mujeres,
ancianos y niños a abandonar la zona en masa, amenazando con
bombardearlos y tomando como rehenes a medio centenar de soldados de
Naciones Unidas pertenecientes a los puestos de observación que protegían
el enclave. Por si fuera poco, existen indicios de que la ofensiva
continúa sobre los restantes enclaves. Es evidente, por tanto, que la
situación general en Bosnia ha sufrido un importante deterioro. Todo hace
pensar que con los medios y procedimientos actuales y el mandato en vigor
será muy difícil que las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas puedan cumplir
su misión.

El Gobierno español, señorías, en sintonía con la declaración hecha
pública por la Unión Europea el día 12 de julio, condena enérgicamente
los ataques y la ocupación de Srebrenica y exige el cese inmediato de la
ofensiva, la retirada del enclave y la liberación incondicional de todos
los rehenes y personal de Unprofor, a la vez que el restablecimiento de
la libertad de movimiento para reactivar el flujo de ayuda humanitaria
que es esencial a la población. Las autoridades españolas están siguiendo
muy atentamente el desarrollo de los hechos, para adoptar, en el ámbito
de los organismos internacionales y en coordinación con los países OTAN y
UEO que mantienen fuerzas desplegadas en la zona, las medidas que puedan
decidirse para restablecer las condiciones de seguridad y supervivencia
necesarias a la población civil de los enclaves para asegurar la
integridad de los cascos azules durante el desarrollo de misiones
humanitarias o llevar a cabo su retirada si no se refuerza adecuadamente
su capacidad de actuación.

En la zona de responsabilidad de la agrupación española la situación se
mantiene dentro de una relativa estabilidad no exenta de algún grado de
tensión. Se ha elevado el estado de alerta y el mando de dicha unidad ha
adoptado las medidas de seguridad encaminadas a minimizar los efectos de
posibles represalias tales como bombardeos de hostigamiento o acciones
contra personas o instalaciones de Naciones Unidas. Se han suspendido las
misiones no esenciales y se han aumentado las medidas de protección en
los diferentes destacamentos y en los vehículos que deban circular por
las diferentes rutas con el fin de disminuir al máximo la vulnerabilidad
de nuestros soldados. La entidad de fuerzas terrestres, navales y aéreas
que España mantiene desplegadas en la zona para la solución del conflicto
es muy significativa, como conocen bien sus señorías. El esfuerzo que
para ello realizamos es importante y, por tanto, no se puede pensar por
ahora en incrementos de nuestro contingente, a excepción de los ya
previstos y alistados para la ejecución de los planes de repliegue, caso
de que éstos llegaran a ser activados.

A este respecto quisiera señalar que ya ha finalizado la confección de
los diferentes planes de repliegue y que se han realizado las previsiones
para asegurar, si fuera necesario, la evacuación de nuestros cascos
azules en las mejores condiciones de seguridad y con rapidez.

Señorías, el Gobierno sigue pensando que el actual conflicto de la ex
Yugoslavia no tiene una solución militar y por ello continuará alentando
la negociación diplomática en el convencimiento de que constituye la
única vía para su solución pacífica. La presencia de las tropas de
Naciones Unidas sigue siendo imprescindible para conseguir unas mínimas
condiciones de pacificación que faciliten el flujo de ayuda humanitaria
necesario a los habitantes de la zona y que propicie los acuerdos sobre
la Mesa de negociación.

En resumen, las líneas de actuación del Ministerio de Defensa en relación
con nuestra presencia en Bosnia pueden concretarse en las tres
siguientes. Por un lado, mantener nuestro nivel actual de participación
en unidades terrestres, navales y aéreas dentro del presente mandato. En
segundo lugar, participar en las acciones de nuestros aliados y actuar
coordinadamente en aquellas iniciativas que éstos puedan emprender en
relación con la solución del conflicto. Y, en tercer lugar, prestar una
continuada atención a la seguridad de nuestros cascos azules, reforzando
su capacidad de autodefensa cuando sea necesario y cooperando en la
concepción de los planes de repliegue multinacionales, al ser los que
ofrecen mayores garantías.

Termino, señorías. He expuesto las líneas generales de la política que
pienso impulsar en el próximo futuro. Sé que aspectos importantes de la
política de defensa y de la política militar han quedado sin tratar en
aras de la brevedad. He evitado también descender a detalles prolijos que
sólo hubieran alargado esta primera exposición ante sus señorías. Estoy,
señor Presidente, señorías, dispuesto a comparecer de nuevo ante esta
Comisión en el momento en que SS. SS. lo consideren oportuno y para
tratar, ya con más profundidad, los asuntos hoy expuestos o aquellos
otros que puedan ser de mayor interés para esta Cámara.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor López Valdivielso.




El señor LOPEZ VALDIVIELSO: Señor Ministro, a pesar de que no soy yo muy
taurino sino más bien todo lo contrario, lo primero que se me ocurre
decirle es eso de



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que Dios reparta suerte. Le deseo, señor Ministro, los mayores éxitos en
su gestión; se lo digo con toda sinceridad. Es posible que su paso por el
Ministerio como Ministro sea breve, depende del señor Pujol --a lo mejor
el señor Carrera nos puede informar al respecto--; unos meses en todo
caso. Pues bien, que esos meses, señor Ministro, se cuenten por aciertos,
sean los que sean. Se lo deseo personalmente porque nuestra defensa no
está para equivocaciones.

Regresa usted a este Ministerio como consecuencia de un hecho gravísimo
que ha supuesto la quiebra de la confianza en nuestros servicios de
inteligencia al constatarse que parte de esos servicios estaban actuando
para cosas muy distintas de las que incumben a nuestra seguridad
nacional. Y permítame, señor Ministro, que en mi primera intervención le
dé un consejo. Aunque sólo sea de vez en cuando hágannos un poco más de
caso. Cuando su antecesor, el señor García Vargas, compareció ante esta
Comisión con motivo del llamado asunto Godó le advertimos de lo que
nosotros creíamos que estaba pasando en el Cesid y le recomendamos que
tomase medidas porque el Cesid se le iba de las manos, si no se le había
ido ya. Meses después nosotros presentamos una iniciativa parlamentaria
proponiendo que se crease una comisión, dentro de la Comisión de Defensa,
para estudiar una posible reestructuración de nuestros servicios de
inteligencia. Proponíamos una reflexión en común sobre cómo debían ser
nuestros servicios de inteligencia en el futuro. No admitieron el consejo
y rechazaron la iniciativa. Hoy usted reconoce que el Cesid se les ha ido
de las manos. Lo decía hace unos días en una entrevista que concedía a un
medio de comunicación. Cito textualmente: «Yo creo que se ha producido un
exceso de confianza en personas que no eran merecedoras de ella.»
Insistía luego dos veces: «Yo creo que el fallo fue un exceso de
confianza.» Más tarde decía: «Fue un exceso de confianza, una quiebra de
la confianza.» Eso es reconocer que el Cesid se les había ido de las
manos.

Reconocen también ahora --lo ha dicho usted, pero está en el discurso del
Gobierno, lo hemos oído con reiteración en las últimas semanas-- que es
necesario proceder a la reestructuración del Cesid. De hecho, por lo que
nos ha dicho, uno de sus primeros objetivos es proceder a esa
reestructuración y se han tomado algunas medidas dirigidas a conseguirlo.

Tarde, señor Ministro. Cuando los escándalos les han explotado y cuando
se ha producido un gravísimo daño a un elemento fundamental del entramado
de nuestra seguridad. Y qué grave responsabilidad, señor Ministro, porque
ya no estamos hablando sólo de responsabilidad política. Lo que ha pasado
y lo que está pasando con el Cesid roza la responsabilidad histórica.

Vuelve usted al Ministerio de Defensa casi exactamente dos años más tarde
y se lo encuentra peor que cuando se marchó, en un balance objetivo como
el que se puede hacer basándose en el análisis de los Presupuestos, por
ejemplo. No voy a reproducir mi discurso en defensa de nuestra enmienda a
los Presupuestos para el año 1995, pero ahí están las cifras, los datos
--que se podrán matizar, que se podrán discutir parcialmente--, y eso que
no conocíamos los recortes que posteriormente se han producido. Pero ahí
está el balance y el diagnóstico, que ahora hemos visto que comparte
--por cierto con gran autoridad dado su conocimiento de la cuestión-- el
señor García Vargas.

No tenemos, en principio, nada que objetar a lo que hoy nos ha dicho
porque compartimos las líneas generales de lo que hay que hacer, las
prioridades, los problemas y, en muchos casos, hasta las soluciones que
hay que adoptar para resolver esos problemas. Ciertamente no sería justo
que hoy, en su primera comparecencia, nosotros pusiéramos en duda su
capacidad para poner en práctica esas soluciones y conseguir lo que se
propone. Aunque dicho esto tengo que añadir que, por desgracia, no somos
muy optimistas respecto a que vaya a conseguirlo.

Ha marcado usted toda una serie de prioridades, objetivos, cuestiones a
abordar: la culminación del modelo de Fuerzas Armadas, reorganización del
Ejército de Tierra, planes aéreos de conjunto, servicio militar,
inversiones, industria de defensa, etcétera. Por cierto, me ha encantado
oírle decir que entre las prioridades del Ministerio está el apoyo a
nuestra industria de defensa. No sé si en eso vamos a llegar tarde
también, puesto que por la situación en que se encuentra nuestra
industria de defensa no sé si llegaremos a tiempo para salvarla.

Ha hablado del Cesid --al que ya me he referido--, nada nuevo excepto
algo que aplaudimos y que destaco como positivo, que es ese intento de
llevar las sensibilidades de las cuestiones de la defensa a la escuela,
al área de la educación, quizá como consecuencia de su paso por el
Ministerio de Educación. Pero, en general, salvo algunos matices, nada
nuevo. Y que conste que no lo planteo como una crítica. Nada nuevo porque
realmente no hay nada nuevo, y es lógico. Los problemas son los mismos,
el Gobierno, aunque cambien los Ministros, sigue siendo el mismo, y
tampoco se trataba, supongo yo, de un concurso de originalidades. Por eso
cuando digo que nada nuevo no se lo critico, porque me parece bien que
haya la continuidad en el intento de resolver los problemas que tenemos
pendientes. En todo caso, esa podría ser la crítica. Nada nuevo porque
los problemas, al no resolverse, o por lo menos al no resolverse al ritmo
que deberían ir resolviéndose, siguen siendo los mismos.

Realmente se ha producido en los últimos años --a ello se ha referido el
señor Ministro-- un consenso tácito, «de facto». A veces, como por
ejemplo en relación al caso del modelo de Fuerzas Armadas, un consenso
formal, no solamente «de facto», pero en general, aunque no nos hayamos
sentado en una mesa a debatirlo, hay coincidencia sobre los objetivos,
sobre lo que todos queremos. Por tanto, el problema es más de gestión, de
ejecución, de llevar a la práctica eso que todos queremos conseguir, en
definitiva de cómo conseguirlo; del ritmo a cómo debemos irlo
consiguiendo, hay grandes divergencias.

En todo caso, insisto, siempre y cuando no se convoquen elecciones de
inmediato --posibilidad que, por lo que he leído este fin de semana, no
la descarta ya ni el señor Rubalcaba--, la responsabilidad de su mandato
como Ministro de Defensa se va a limitar a una cuestión, importantísima
pero una sola, los presupuestos para 1996, su elaboración porque ni
siquiera va a tener oportunidad de completar



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su ejecución por mucho que se retrasen esas elecciones; no es pequeña,
como le decía, pero va a ser su única responsabilidad.

Defienda, señor Ministro de Defensa, esos presupuestos con uñas y
dientes, y en esa defensa de los presupuestos nos va a tener a su lado.

Somos consciente de las dificultades económicas, del déficit, de lo que
por todos es sabido y a lo que usted ha hecho mención, pero reconocerá
que no me queda más remedio que decir que nuestra situación económica no
nos ha caído del cielo, que tiene responsables y que la culpa de que
estemos como estamos la tienen trece años de una nefasta política
económica. Como consecuencia de la incompetencia de los sucesivos
gobiernos de don Felipe González, es precisa una política presupuestaria
de sacrificios --nadie hoy, en su sano juicio, puede dudarlo--, pero es
que aquí ya se han hecho los sacrificios, ésa es la cuestión. Su
ministerio, señor Suárez Pertierra, ya tiene en su haber la austeridad,
ya tiene en su haber el sacrificio presupuestario, y eso debería
legitimarle y le va a dar argumentos para no admitir nuevos recortes.

Insisto en lo que decía antes, éste no es el debate de presupuestos, por
lo que no voy a entrar en cifras, que todos los miembros de la Comisión,
la Mesa y usted conocen perfectamente, pero en los últimos años lo único
que se ha reducido en este país han sido los presupuestos de Defensa, sin
que eso haya supuesto la reducción del gasto público en su conjunto, ni
la reducción del déficit. Ahora, señor Ministro, les toca a otros; aquí
se ha hecho ya el sacrificio, ya tenemos descontado el sacrificio y la
austeridad presupuestaria para intentar reducir el gasto público y el
déficit.

Así pues, nuestra primera demanda, señor Ministro, es la defensa de la
Defensa; los presupuestos de su ministerio no se pueden seguir
reduciendo.

La segunda demanda o el segundo deseo --porque, como en los cuentos de
hadas, le vamos a formular tres deseos-- tiene que ver con la política de
personal a la que usted se ha referido. La Ley 17/1989, de la que usted
algo sabe, supuso una gran reforma y es claro que las grandes reformas no
pueden llegar a contemplar ni a prever todas las consecuencias que su
puesta en práctica produce. La ejecución de la Ley 17/1989 ha creado una
serie de situaciones que, por no extenderme, califico hoy, para
entendernos, como de injustas para determinados y diversos, unos más
numerosos que otros, grupos de profesionales de las Fuerzas Armadas. La
aplicación de la Ley 17/1989, en las generaciones o promociones de
militares a las que les ha cogido de lleno, ha producido efectos diversos
y ha creado problemas de discriminaciones, de agravios comparativos, de
situaciones anómalas e injustas. Es cierto que a muchos les ha
beneficiado, pero nosotros somos conscientes, y creo que usted también,
de que a otros les ha perjudicado por el mero hecho de haberles cogido de
lleno esa reforma que, posiblemente, aplicada en el futuro no hubiese
producido esos efectos nocivos.

Coincidiendo con que el marco puede ser adecuado para el futuro, nosotros
apoyamos en su día esa ley; pero hay una serie de flecos que sólo con
voluntad política de hacerlo se pueden resolver y esa voluntad política
ha faltado hasta ahora. Ese es el segundo deseo: que usted tome las
medidas para resolver los problemas de aplicación de la Ley 17/1989. Se
trata de una compleja aplicación, y se ha referido a ello; se ha pasado
de ciento cincuenta y tantas escalas a dieciocho cuerpos. Todos esos
problemas, que usted, insisto, conoce mejor que nosotros, se pueden
resolver con voluntad política. Estamos hablando de situaciones, cierto
que unas veces más numerosas que otras, en muchos casos a extinguir, que
con voluntad política se podrían resolver.

El tercer deseo se refiere a algo que nos hubiese gustado oír y a lo que
no se ha referido, quizás porque no esté entre sus objetivos. Señor
ministro, consideramos que es preciso, y sobre todo urgente, racionalizar
el órgano central del Ministerio de Defensa. Esto es imprescindible
cuando estamos hablando, además, de la situación presupuestaria, como
estamos hablando. No se ha referido a ello, pero hay algo que no acabamos
de entender en la estructura del ministerio. ¿Cuántos secretarios de
Estado necesita el Ministerio de Defensa? Primero, teníamos un secretario
de Estado y un subsecretario; después, dos secretarios de Estado; dimite
un secretario de Estado y no se nombra uno nuevo; ahora, usted sí nombra
un secretario de Estado y vuelve a tener dos. Tenemos la sensación de
que, haya uno o dos secretarios de Estado en el Ministerio de Defensa, no
responde a razones de eficacia, de organización, de funcionamiento, sino
más bien a circunstancias y razones político-personales. Nos gustaría
algún comentario al respecto, dado que usted ha vuelto a restablecer los
dos secretarios de Estado.

Volviendo a la reestructuración en sí, a la racionalización del órgano
central del Ministerio de Defensa, éste es un asunto, señor ministro, que
tenemos muy estudiado y perfilado en el Partido Popular. Si realmente nos
demostrase que tiene la intención de llevar a cabo algún plan, programa o
acción en este sentido, nosotros estaríamos dispuestos a plantearle
nuestros puntos de vista, nuestros planes de futuro en este aspecto y
prestarle toda nuestra colaboración y apoyo para su consecución, porque
puede parecer una situación poco importante, pero nosotros creemos que no
lo es. Así pues, a los deseos compartidos de tener unas Fuerzas Armadas
cada vez mejores, más operativas, más modernas, con un personal más
motivado y mejor formado, que es el objetivo principal, nosotros hemos
añadido estas tres cuestiones. Al deseo de tener esas Fuerzas Armadas
cada vez mejores, cada vez más capaces de poder garantizar las misiones
que el pueblo español y la Constitución les encomiendan, a ese deseo,
señor ministro, nosotros hemos añadido estos tres.

En los meses que esté al frente del Ministerio de Defensa, tenga la
absoluta seguridad, señor ministro, de que puede contar con nosotros
para, entre todos, conseguir lo que todos deseamos. Tampoco quiero, en
ésta su primera comparecencia, entrar en detalles sobre tal o cual
cuestión, habría muchos comentarios que hacer sobre algunas de las
cuestiones que ha planteado y el interrogante, la pregunta, podría ser en
casi todos los casos por qué hasta ahora no se ha hecho. Ya sé que usted
no era ministro, lo es desde hace muy pocos días, pero supongo que
asumirá la herencia de los ministros anteriores. Pues bien, para
conseguir todas



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esas cuestiones, que usted conoce porque no es nuevo en este ministerio y
nosotros también porque ya llevamos aquí muchos años, para todo eso puede
contar, señor ministro, con nuestra más leal y mejor colaboración. Hemos
dado pruebas más que suficientes de ser capaces de hacerlo, de prestar
nuestro apoyo y esa colaboración a las políticas de Estado que vayan
dirigidas a conseguir uno de los objetivos, quizás el más importante de
un Gobierno, como poco uno de los más importantes, cual es garantizar la
seguridad de los ciudadanos y la defensa de los intereses nacionales
vitales y vamos a seguir haciéndolo, señor ministro.

Por lo que se refiere a nuestra presencia en la antigua Yugoslavia y la
crisis en Bosnia-Herzegovina, el Grupo Parlamentario Popular ya ha pedido
que el Gobierno manifieste su posición. Quiero decirle que nuestra
preocupación en estos momentos es sobre todo la seguridad de nuestras
tropas en tanto en cuanto no se tome otro tipo de decisiones.

Dicho eso, quiero decirle también que compartimos los tres principios
generales que ha expuesto en relación con esa presencia española en el
conflicto, aunque, como digo, sobre este asunto esperamos una
manifestación expresa del Gobierno.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Ríos Martínez.




El señor RIOS MARTINEZ: A esta temperatura y en estas fechas escuchar lo
que ha sido una declaración de intenciones, de objetivos, de voluntad o
buena voluntad por parte del nuevo ministro, pero viejo conocedor de las
tareas de Defensa, debe entender el señor ministro que Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, lo ve dentro de una actuación del
Gobierno que preside el señor González y si el tiempo no escampa (y la
verdad es que el tiempo no está para escampar, la temperatura parece que
va en aumento) usted nos ha planteado una recuperación para coger el toro
por los cuernos en cuanto a la actividad de Defensa con alguna letra que
a nosotros no nos ha parecido mala. Por ejemplo, está toda esa
declaración en cuanto al tema de la formación de las academias militares,
la formación militar, de la presencia de lo civil y unirlo a lo que
pudiéramos llamar política general educativa o formación de personas que
van a actuar sobre el país; la idea de dar calidad de vida, lo que usted
ha definido como la presencia de la sociedad civil en la etapa militar,
dentro del servicio militar, donde usted ha definido una serie de
elementos a introducir, y un punto de inflexión, si tomamos al pie de la
letra lo que usted ha dicho, de esa no dependencia externa de nuestro
país en cuanto a la capacidad de investigación, capacidad de defensa y,
por tanto, la apuesta decidida por nuestra industria de defensa, la
propia, la que hemos tenido y que, de una u otra forma, hemos ido dejando
languidecer o no la hemos dejado en condiciones de competitividad. Es
verdad que usted no se ha definido sobre el tipo de industria de defensa
y se ha referido a la capacidad de nuestro país en la industria de
defensa.

Dichos estos tres elementos (le repito que la letra, en principio, suena
bien, ya veremos si la música después concuerda con la letra) tengo que
decirle que usted hereda un trabajo, usted recibe un compromiso que,
desde nuestro punto de vita, encuentra tres limitaciones.

Primera, el proyecto y el modelo de ejército, de defensa y de Fuerzas
Armadas que ustedes han defendido está estancado y está estancado
fundamentalmente por los recortes presupuestarios. Su predecesor antes de
dimitir ya anunciaba los efectos que iba a tener un recorte de 12.000
millones, un reajuste de 42.500 millones y no sabemos qué parte de ese
billón afectará también a Defensa. Por tanto, todas las políticas que
quieren poner en marcha, de crecimiento de la vida profesional dentro del
ejército, de modernización de nuestra capacidad militar, lógicamente se
verán limitadas por ese ajuste presupuestario.

Segunda, una idea deteriorada, en cuanto al descrédito acumulado que
viene de la experiencia del Cesid, ese centro de información o de
inteligencia de la Defensa --que muchas veces más que inteligencia podía
ser negligencia dentro de la Defensa--, el poco papel que están teniendo
las actuaciones de la ONU o lo que pudiéramos llamar fuerzas o países
europeos en el concierto de la ex Yugoslavia y la situación que usted
mismo ha definido como deteriorada, por decirlo en buena sintonía.

Nosotros hemos defendido una presencia externa nuestra fuera de
actuaciones de la OTAN y dentro de las actuaciones de la ONU y hay que
decir que la ONU ha dejado mucho que desear, igual que Europa está
dejando mucho que desear, y nosotros, en la parte alícuota que nos pueda
corresponder.

En tercer lugar y por último yo diría que es controvertido el modelo de
defensa en función del tipo de ejército y del papel del servicio militar,
el reclutamiento o el alistamiento.

En todo caso, en esta primera comparecencia como ministro de Defensa, a
mí me gustaría centrar nuestra demanda de precisión al señor ministro,
fundamentalmente en cuatro ejes. Primero, qué proceso podríamos tener
dentro de una mejora de relación Defensa-sociedad. Nosotros no creemos en
una recuperación de ciertos valores de lo que pudiéramos llamar
valentía-cobardía o valores de vigilancia dentro de la propia sociedad;
papel o protagonismo de las fuerzas armadas o de la vida militar dentro
de la vida civil. Creemos que el tipo de Fuerzas Armadas debe ser el de
unas fuerzas que actúan bajo la dependencia de la fuerza civil, de lo que
es el poder elegido por los ciudadanos y que se limitan a cumplir con una
función. No es un Estado dentro del propio Estado y hay que abordar
bastantes reformas dentro de esa idea de una cultura que hay dentro del
Ministerio de Defensa que nosotros no creemos que sea ajustada. Por
ejemplo existe una gerencia de Infraestructura dentro de Defensa que
administra su patrimonio y con unos ingresos que después también
administra. Tiene una sanidad atendida; tiene una prestación social;
tiene unas viviendas dentro de la estructura militar. Tiene una serie de
actuaciones que le diferencian y le supone una acción determinada.

Nosotros creemos que ese tipo de relación debe mejorarse para el futuro.




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Creemos que debe ser un ejército ágil, reducido, muy tecnificado, muy
modernizado y, sobre todo, profesionalizado. Por eso nos gustaría que
usted precisara un tema. Lo ha mencionado en su exposición, lo que pasa
es que los datos, muchas veces, son según como se utilicen. Hay un
compromiso para toda la década, fundamentalmente de llevar nuestro país a
un ejército de estructura mixta, con unos 180.000 miembros, de los cuales
más del 50 por ciento debiera ser profesionalizado. Para este año 1995 se
habían marcado ustedes un compromiso --por así decirlo-- de 3.500 nuevos
profesionales en el ejército, tropas profesionales en todos los
ejércitos. La verdad es que la cifra que usted ha dado es que durante los
últimos años hemos ido creciendo más y que este año no iba a ser
necesario, según esas previsiones, puesto que en años anteriores hemos
ido creciendo más. A mí me gustaría que precisara cuál es ese proceso de
profesionalización o de equilibrio entre lo profesional y lo no
profesional.

Lo cierto y verdad es que para Izquierda Unida sería bueno que nos
planteáramos una reducción de esa actuación, que en investigación se hace
desde la propia Defensa. Coincidí con usted cuando era Ministro de
Educación en la recepción del «Hespérides», en Cartagena, y me chocó que
una información de investigación científica nos la diera un militar en
vez de un científico. El «Hespérides» iba a hacer cartografía, iba a
estudiar la Antártida, iba a estudiar la realidad de la costa en las
Islas Canarias, en fin una serie de trabajos y me chocó que nos informara
un militar, pero simplemente porque estaba creído que íbamos a una
actuación de investigación o de trabajo científico más que militar. De
todas formas, se nos dio una explicación exhaustiva y la actuación del
«Hespérides» es verdad que fue bastante importante. De todas formas me
chocó que eso se hiciese desde la actuación militar y no desde la
actuación más globalizadora que podía ser la investigación y desarrollo,
que puede tener mucha proyección, por una parte militar, por otra parte
científica y por otra parte territorial. En suma, que no globalice la
actuación de Defensa, sino que globalice otras actuaciones.

El segundo punto de reflexión o de referencia que me gustaría precisara
usted sería todo lo que es la reforma del Cesid. Usted ha partido de que
con nombrar dos personas, un secretario general y un director general del
Cesid, se va a abordar una parte y que con unos nuevos estatutos se
solucionaba. La verdad es que un organismo que ha tenido tanta limitación
en su seno, tan mal uso en algunos casos y no es que sea muy costoso,
pero son unos 5.600 millones de pesetas lo que cuesta ese servicio, según
los cinco programas que actúan sobre él, no sé si hubiera sido mejor
disolver y crear una cosa nueva desde una nueva realidad, desde una
dinámica distinta. ¿Por qué toda esa investigación tiene que estar ligada
a la Defensa? Habrá una parte que sí: conocer la industria militar,
conocer la tecnología militar, conocer también lo que piensan los
miembros del Ejército, porque no se puede idealizar o generalizar todo.

Hay excelentes profesionales en la estructura militar y habrá
profesionales no tan excelentes, igual que puede pasar en la educación,
en la política o en la sanidad. Por tanto, parece lógica que se deba
hacer una actuación ligada con la Defensa, pero toda esta actuación que
había por la que se investigaban ciudadanos en general, ciudadanos
específicos y algunas cosas que están saliendo con posterioridad, la
verdad no sé si ésa era su función, al margen de que haya 1.000 millones
de pesetas de gastos reservados o haya 400 millones para otro tipo de
cosas. No es un problema de cuantificación sino de orientación; saber la
parte de investigación o de información ligada a la Defensa o lo que
pudiéramos llamar inteligencia ligada a la Defensa que debe producirse y
cuál en la vida civil o ligada por otra actuación.

En cuanto a la actuación externa, que es el tercer bloque de reflexión
que me gustaría plantearle, la presencia de nuestro ejército dentro de
las actuaciones humanitarias de la ONU en la ex Yugoslavia, a nosotros
nos gustaría conocer cómo está la nueva situación que se está provocando
dentro de esta realidad, cómo se puede producir o no el momento de
retirada de cascos azules, en qué fase se encuentra la creación de las
fuerzas de intervención rápida, esa reunión que parece había hoy entre
los dirigentes de tres países que tienen mucho peso en el concierto
internacional --Francia, Inglaterra y Estados Unidos-- para decidir cómo
actuaban, porque se está recuperando algo, y usted ha sido comprometido
en la decisión de nuestro Gobierno al decir las orientaciones. ¿No
tendremos una especie de Naciones Unidas con tics excesivamente moderados
que pintan poco, y hace falta recuperar una fuerza que intervenga de
verdad poniendo a cada uno en su sitio? Iba a poner un ejemplo no
adecuado, pero ¿no hay cierta sensación de que si hubiera de verdad una
acción fuerte y nítida, a nivel bélico, solucionaríamos los problemas? ¿O
más bien debemos ir por otro camino? Usted ha dicho que la actuación
bélica nunca será la solución. En concreto me gustaría preguntarle: ¿esa
nueva realidad que tenemos en la ex Yugoslavia podría provocar, o debiera
provocar, que nuestra acción allá tuviese el consenso que tuvo en su
origen y en concreto que el Presidente del Gobierno vuelva a encontrarse
con los líderes de las fuerzas políticas para ver cómo resituar esa
presencia? ¿Puede haber ese nuevo compromiso para que no haya en esa
actuación externa una especie de utilización partidaria (política siempre
hace todo el mundo, tomando una posición u otra, pero digo uso
partidario) de una acción más o de una acción menos y, en concreto,
recuperar para Naciones Unidas el trabajo que debe realizar? En suma,
sobre esos planes de repliegue, de evacuación de nuestros cascos azules,
el nuevo papel que debe jugarse allá ¿de qué manera se puede reflexionar?
Ahora le toca a nuestro país presidir la Unión Europea, y sería bueno que
se produjese esa nueva dinámica, de forma que fuese una acción conjunta o
común de todos.

Por último, a mí me gustaría dirigirme a tres elementos de lo que usted
ha definido acción dentro del propio ejército. En cuanto al Plan Norte,
en la comparecencia del señor Flos, cuando habló del reajuste
presupuestario (y fíjese que en aquel momento había una partida
presupuestaria de unos 5.000 millones de pesetas para hacer frente al
Plan Norte, significaba ya el recorte presupuestario 2.675 millones de
pesetas menos de esos 5.000), el señor Flos vino a decir: si no se
autoriza la ampliación de 10.000 millones



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de pesetas o cifra cualitativamente importante para abordar el Plan
Norte, no podremos abordar todo lo que significa el efecto que esa
reforma debe tener, inclusive en la industria militar. Es más, dijo que
la industria militar cercana a Santa Bárbara se vería muy afectada si ese
Plan Norte no se podía llevar adelante. Fíjese que todavía no se ha
proyectado el reajuste de los 42.000 millones, que ya veremos cómo afecta
a cada lado.

En todo caso, ese Plan Norte tenía un compromiso el año pasado, que fue
aprobado por estas fechas del año pasado, el 6 ó 7 de agosto, y
significaba que íbamos a ir a una nueva ordenación, de casi 600
instalaciones que ahora mismo teníamos iban a pasar a 300 (usted ya ha
anunciado 15 y 17 que se han reducido, instalaciones militares o
estructuras militares; hay un proceso de ajuste), lo que iba acompañado
con lo que pudiéramos llamar la supresión o no de regiones militares.

Usted ha dicho aquí que se van a reformar, pero ¿de qué manera se van a
reformar las regiones militares y aquello que en su día fue discusión,
que todos los ciudadanos, en la medida de lo posible, pudieran hacer la
mili en su propia comunidad? ¿De qué manera se aborda esa reducción de
presencia del Ejército de Tierra con esa supresión de regiones militares?
Por último, el plan de innovación. Ustedes anunciaban entonces una
inversión de casi 850.000 millones de pesetas en los próximos quince años
para modernizar nuestro propio ejército. Por tanto, ¿de qué manera se va
a desarrollar ese Plan Norte? En lo que usted ha llamado la primera fase
ya nos lo ha explicado. La segunda fase que anunciaba no la hemos visto
concretada y nos gustaría conocerla con mayor concreción.

En el tema de la industria de la defensa ya le doy por solicitada la
información en función de lo que han sido los dos niveles que pudiéramos
tener. Ha dicho usted que hay actuaciones de modernización de nuestra
Armada, en unos casos ha precisado mucho las fechas y en otros no, y me
gustaría que se pudiera precisar. Por poner un ejemplo, cuando usted
hablaba de que iba a abordarse en el próximo futuro la construcción de
los cazaminas, ese futuro ¿se refiere a este ejercicio, al próximo y de
qué manera? Hay otras cosas que sí ha confirmado usted taxativamente como
actuaciones concretas.

Por último, el tema de la mili. A mí me gustaría conocer no solamente
este plan del que usted hablaba, el plan de calidad de vida en los
propios cuarteles, sino si en esa especie de mili a la carta se va a
poder ir a un mayor volumen de ciudadanos que hagan la mili en su propio
territorio, a regionalizar la mili; cuáles van a ser esas asignaciones
del personal que pueda estar ahí, de qué manera se cumple el artículo de
la ley en el que se debe hablar de las gratificaciones o asignaciones en
función del personal que vaya a hacer la mili, cuál va a ser la duración
de la mili, si la van a mantener ustedes en la misma realidad que hemos
tenido hasta ahora, una mili de tres, seis o nueve meses. Cuál es el
estudio que ustedes tienen mientras no se aborde ese ejército más
profesional del que estábamos hablando y, sobre todo, de qué manera, en
ese tiempo que se va a estar y dentro de este plan, se pueden ver
soluciones para que los ciudadanos dentro de los cuarteles tengan las
mismas condiciones que fuera de ellos, es decir, lo que pudiéramos llamar
un no control ideológico o confesional. ¿Hasta cuándo vamos a tener, por
ejemplo, sacerdotes con mando militar o actuaciones religiosas en pleno
horario militar? ¿Cómo se respetan dentro del propio ejército las
confesiones religiosas, el agnosticismo o las personas que no tienen
ninguna creencia? Actuaciones que signifiquen de verdad que allí dentro
podemos estar igual que aquí fuera: pluralidad ideológica, pluralidad
confesional o mantenimiento de una realidad distinta, flexibilidad
horaria o relación menos condicionada.

Esas serían las reflexiones que nos gustaría pudieran precisar. En todo
caso, le adelanto que nuestra actitud en la Comisión de Defensa va a ser
defender un criterio, en la medida de lo posible, el que nosotros podamos
tener, cuando no dentro del compromiso que usted adquiera con esta
Cámara, velar y exigir que ese compromiso que usted haya contraído
continúe. Le tomamos la palabra en esa constante permanencia en el propio
Parlamento, como usted ha dicho, como centro de la discusión política, y
esperamos que en la evolución de su presencia como Ministro de Defensa lo
que ha sido el compromiso inicial se vea a la salida como una cotejación
para que sea de verdad ese compromiso. Si eso es así, se lo
reconoceremos, y si no se lo demandaremos.




El señor PRESIDENTE: También he de decir, señor Ríos, que le debemos dar
la bienvenida como portavoz de su grupo en la Comisión. La más cordial
bienvenida, señor Ríos.

A continuación, tiene la palabra, por el Grupo Catalán (Convergència i
Unió), el señor Carrera.




El señor CARRERA I COMES: Antes de nada, una cuestión previa. No haré
ningún comentario ni aclaración a la alusión directa del señor López
Valdivielso. Asimismo aprovechar esta sesión para agradecer la
comparecencia del señor Ministro de Defensa, saludarle en nombre de mi
grupo parlamentario y personalmente con ocasión de su nueva
responsabilidad en un ministerio que, además, no es desconocido para
usted.

Al margen o como complemento de todo lo expuesto, varios son los temas
que me gustaría comentar, a saber: Cesid, proyecto de ley del Código
Penal, presupuestos y situación actual en Bosnia.

Primer punto, por tanto, un complemento sobre el tema del Cesid, no tanto
en cuanto al escándalo y gravedad de las escuchas, que eso sigue su
curso, sino en lo que hace referencia a los nuevos nombramientos y, sobre
todo, a la reforma de este centro. Dos nuevos militares de confianza del
Gobierno han sustituido al general Manglano, parece que uno en funciones
de proyección exterior, incluidos servicios extranjeros y Parlamento, y
otro para el funcionamiento y control cotidianos. Estas funciones que se
les asignan --le haría una primera pregunta-- ¿vienen a confirmar que
dejar toda la responsabilidad y el control en una sola mano, como ha
venido funcionando hasta ahora, lo que ha sido una de las causas que han
originado el problema o el tema Cesid?



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Por otra parte, ya dentro de lo que es la reforma del centro, ¿es que el
futuro del servicio secreto quedará bajo el exclusivo control del
Ministerio de Defensa, que será su auténtico responsable político? Ha
hablado el señor ministro de la elaboración del estatuto del personal del
Cesid, pendiente desde 1989, muchos años pendiente, ¿es que dentro del
estudio de la elaboración del estatuto se definirán, entre otras cosas,
las responsabilidades declaratorias ante los tribunales de justicia? (El
señor Vicepresidente, Fernández de Mesa Díaz del Río, ocupa la
Presidencia.)
Otra cuestión sería la normativa para un mejor control parlamentario de
las actividades del centro, a las que el señor Ministro no me pareció que
hiciera referencia; por tanto, le pregunto directamente: ¿Cuál es su
opinión, señor ministro, al respecto? ¿Cree que deberían existir estos
controles? ¿Cómo se debería ejercer este control por parte del
Parlamento? Y, ya que hablamos de control, parece que existe coincidencia
entre los analistas en que el descontrol de la actividad del Cesid se
debe a la inexistencia de un servicio de asuntos internos, encargado de
investigar y depurar las desviaciones funcionales. ¿Se contempla
organizar este servicio dentro de la reestructuración que, sin duda, va a
tener el Cesid?
Por último, se comenta --son comentarios que he leído en algún medio de
comunicación-- que el propio Cesid tendrá una mayor participación en la
investigación de los casos de terrorismo y de narcotráfico. ¿Es cierto
que va a tener esta mayor participación en esos temas?
Voy a otro asunto, el proyecto de ley de reforma del Código Penal,
recientemente aprobado en el Congreso y en estos momentos en trámite en
el Senado, como sabe el señor ministro y todos nosotros, en el que se
recogen las penas por insumisión. Sin despertar polémica --no es mi
intención-- ni tampoco nerviosismo, quiero dejar claro que nuestro grupo
parlamentario no está a favor y, por tanto, no apoya, en absoluto, la
insumisión; pero, repito, sin polémica ni nerviosismo, con toda la
normalidad del mundo, sin valorar siquiera si se debería haber avanzado
más --nuestra opinión es que sí--, quisiéramos conocer la opinión del
Ministerio de Defensa a través del propio ministro ya que, sin duda,
habrá existido disparidad de criterios respecto a Justicia e Interior
(disparidad entre los distintos ministerios que entiendo es buena porque,
al final se intenta llegar a la mejor solución posible); nos gustaría
conocer, repito, cuál es la opinión del Ministerio de Defensa respecto al
texto final que está dando curso a este proyecto de ley.

Tema de presupuestos. Los de 1996 serán unos presupuestos de ajuste.

Usted sabe, señor ministro, que éste ha sido siempre un tema polémico: la
mayor o menor dotación presupuestaria, afectando incluso a la
operatividad de los ejércitos, me atrevo a decir que es un tema estrella.

Le anticipo, señor ministro, que ante unos presupuestos de contención
nuestro grupo no entendería un incremento sustancial en Defensa, pero no
voy a entrar ahora y hoy en este debate, sino que, simplemente, tomo nota
de que, según sus palabras, los presupuestos de 1996, teniendo en cuenta
los compromisos adquiridos, van a ser de riguroso control del gasto y
racionalizando sistemas. Si es así, dentro de los distintos caminos que
estos presupuestos pueden seguir, entiendo que deberían ser sumamente
ajustados.

Finalmente, la situación actual de Bosnia. No sé si debería hacer una
valoración de la crisis; no es fácil, señor ministro, pero lo hago y
coincido con la expresión del portavoz de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, con una simple reflexión: creo que estamos en la recta final;
además, por desgracia, preveo un mal final, un pésimo y desastroso final.

A mi entender, ya no sirven declaraciones de condena ni protección de
enclaves, ni amenazas de intervención; yo diría que la realidad, la
trágica y dura realidad, lo arrasa todo, incluso la propia validez de la
misión de paz de las fuerzas de la ONU. Ha sido y es un gran y enorme
intento y, sea cual sea el resultado final, en otra situación similar lo
volveríamos a apoyar abiertamente, pero ahora, y en vista de la
situación, empiezo a creer --lo dejo así-- que no tiene razón de ser. No
es sólo cuestión de prestigio, sino, yo diría, de utilidad. La presencia
de las fuerzas internacionales en la zona, con el actual «status», no
sirve para nada. Casi me atrevería a decir que hay que jugársela y hacer
una estudiada y contundente intervención militar o hay que jugársela y
hacer una ordenada y complicada retirada de tropas. Ciertamente es una
arriesgada y grave decisión, lo que pasa es que hay que tomarla y hay que
tomarla ya. Señor ministro, yo tampoco cierro, en absoluto, y lo remarco,
que exista otra oportunidad en la vía diplomática, a la cual usted se
aferra, y que todos, absolutamente todos, deberíamos intentar, pero en
estos momentos la veo imposible. Están en marcha reuniones urgentes de
Ministros de Defensa de varios países, nuestro grupo --el Grupo Popular
ya lo ha manifestado-- va a pedir la reunión de la Comisión y parece que
el propio Gobierno también la va a pedir, para que haya el debate
correspondiente a este tema en la Comisión de Asuntos Exteriores, pero a
mi entender queda poco margen de decisión, porque, además, y ya sería el
colmo de los colmos, la pasividad actual puede hacernos cómplices del
espeluznante, inadmisible, terrorífico y dramático genocidio que se está
practicando.

Señor ministro, acepte mis palabras como reflexión. Sin duda, será
necesario esperar el debate en la Comisión de Exteriores; hoy, por mi
parte, quería dejar constancia de la preocupación y, sobre todo, del
escepticismo ante la gravedad de la situación.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández de Mesa Díaz del Río): Por el Grupo
Parlamentario Vasco (PNV), el señor Anasagasti tiene la palabra.




El señor ANASAGASTI OLABEAGA: En primer lugar, quiero saludar al señor
ministro, sobre todo porque, a pesar de que su ministerio para nosotros
no es demasiado grato, su persona sí lo es, en el sentido de que usted
tiene buen talante, por lo menos de acceso desde el punto de vista
político, que ojalá siga conservando en ese aparente breve mandato que
todos le han augurado en la tarde de hoy. Nosotros pensamos que ocho
meses, nueve meses, un año o quizá la legislatura posterior es tiempo
suficiente de



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hacer muchas cosas. Indudablemente, si nosotros ostentáramos ese
ministerio durante ocho meses haríamos maravillas desde nuestro punto de
vista; por tanto, creemos que puede hacer muchísimas cosas.

Usted ha hecho una intervención muy clara desde el punto de vista
expositivo; ha descrito en pocas palabras una situación e imaginamos que
en la réplica aclarará otros puntos, pero nosotros quisiéramos centrarnos
en algunos de los aspectos que usted ha expuesto.

En primer lugar, al hablar del personal y de los recursos humanos, ha
mencionado de una manera muy enfática el ejército mixto, y además, ha
dicho que es el único modelo posible para España. Permítanos, señor
ministro, discrepar absolutamente de esa aseveración tan contundente,
porque pensamos que no es así. Si usted pregunta a la juventud o incluso
se atreve a hacer un referéndum, creo que éste sería uno de los temas que
no prosperaría demasiado, y no hay más que ver el ascenso de los jóvenes
objetores de conciencia y de la insumisión militar, contemplada estos
días en el debate del Código Penal, como ha expuesto don Salvador
Carrera. Es más, señor ministro, si se argumenta de manera tan enfática
que el Ejército español no puede ser un ejército profesional, sobre todo
por razones presupuestarias, a nosotros nos gustaría --se apuntó en su
día, pero nunca ha prosperado-- que se creara una ponencia en el seno de
esta Comisión, a fin de trabajar conjuntamente con el Ministerio de
Defensa para poder hacer un trabajo desde el punto de vista profesional
que demostrara que no puede haber un ejército profesional. Sería una
buena iniciativa y nos gustaría saber su punto de vista al respecto.

En segundo lugar, usted ha hablado de la justicia militar como tercer
punto y, dentro del párrafo dedicado a la justicia militar, ha hablado
del Cesid. No sabemos si ha habido asociación de ideas, pero en el caso
del Cesid nosotros hemos clamado en el desierto en los últimos tiempos en
relación con quién debería dirigir ese servicio. Ojalá usted se atreviera
a hacer una reestructuración total de los servicios de inteligencia
españoles, porque resulta absolutamente incomprensible que en un país
europeo los servicios de inteligencia militar sean los servicios de
información del Gobierno que, como usted ha dicho, se dedican a la
obtención y evaluación de información, que va desde lo político hasta las
actividades inconstitucionales. Nosotros creemos que el Ejército tiene
sus propios campos de actuación y nos parece absolutamente inadmisible
que en una democracia no tutelada la información en general esté en manos
de la Defensa. Creemos que el Gobierno socialista podía haber hecho un
gesto en esta oportunidad y haber nombrado un civil, pero mucho nos
tememos que, si lo hubiese hecho, ese civil no hubiera sido respetado por
los mandos militares que en este momento dirigen el servicio de
información de la Defensa.

Usted, señor ministro, al hablar del Cesid, no ha hecho ningún tipo de
alusión al control parlamentario. En los últimos tiempos ha habido una
crisis muy aguda del Cesid y aquí ha comparecido no solamente el Ministro
de Defensa anterior sino también el Vicepresidente del Gobierno en su
calidad de Ministro de la Defensa, y una de las cosas que más se han
echado en falta ha sido el control parlamentario, el control de la
sociedad civil respecto a los servicios de inteligencia. Nos gustaría,
señor ministro, que nos dijese algo al respecto.

Usted también ha hablado, en el cuarto punto, de una política industrial
muy decidida y muy avanzada. Nosotros estamos de acuerdo con su
planteamiento en general, pero nos gustaría que ese debate de política
industrial estuviera también conectado con el debate de política
industrial general que lleva a cabo el Ministerio de Industria y Energía.

Finalmente ha hecho alusión a la situación de la antigua Yugoslavia.

Nosotros coincidimos en que la solución no es de tipo militar, ojalá se
llegase a una solución diplomática, pero la verdad es que eso se sitúa
más en el mundo de los deseos que en las posibilidades reales de salir de
una situación de absoluto estancamiento. Nos gustaría que sus deseos se
cumplieran, porque, indudablemente, esas imágenes terroríficas que
aparecen todos los días en los medios de comunicación nos imaginamos que
harán que la Unión Europea, en coordinación con Estados Unidos o Naciones
Unidas, tenga que llevar a cabo algún tipo de intervención militar. Nos
gustaría disponer de mayor información al respecto. Ya sabemos que en una
comisión parlamentaria muchas veces no se pueden dar opiniones públicas
sobre otros miembros de la Unión Europea, pero nos gustaría saber cuál es
la voluntad real de los miembros de la Unión Europea respecto a una
intervención militar porque muchas veces se cae en el cálculo político de
cada uno de los partidos que gobiernan en cada uno de los Estados de la
Unión.

Señor ministro, igual no viene al caso, pero a nosotros nos hubiera
gustado que hubiese hecho algún tipo de alusión a algo que en este
momento es un debate internacional como son las pruebas nucleares
francesas en el atolón de Mururoa, que están siendo criticadas por Gran
Bretaña, e incluso por Alemania, y hemos podido comprobar que en la
última reunión de Cannes primeros Ministros de distintos países nórdicos
afearon al Presidente francés su poca sensibilidad al respecto, sobre
todo después de la ratificación del Tratado de No Proliferación de armas
nucleares. A nosotros nos gustaría que la política del Gobierno español
fuera contundente, fuera clara y absolutamente diáfana a la hora de
denunciar lo que está ocurriendo, y si efectivamente Francia desea
continuar con sus pruebas nucleares sugerirle que las hagan cerca de
París.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández de Mesa Díaz del Río): Por el Grupo
Parlamentario de Coalición Canaria tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: En primer lugar, señor ministro, queremos
saludarle y desearle que su estancia y dirección en la responsabilidad de
la Defensa española sea todo lo útil a una política de Estado que
nosotros, desde Coalición Canaria, por la sensibilidad tremenda de una
región ultraperiférica, como bien nos define del Tratado de Maastricht, y
nuestra vecindad con zonas si no calientes ahora, sí templadas o con
posibilidades de recalentamiento por la situación del Sáhara Occidental,
de Marruecos y de toda aquella zona, valoramos muy bien, muy



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de cerca y con un gran aprecio la política de Defensa, aunque en este
caso esté circunscrita a la zona estratégica del archipiélago canario.

Usted ha comenzado su intervención hablando del concepto estratégico y
nosotros, desde Canarias, lo entendemos perfectamente y por tanto
deseamos unas eficaces Fuerzas Armadas españolas de Tierra, Mar y Aire y
con la capacidad de asegurar la defensa de un territorio tan separado
kilométricamente del continente y del territorio peninsular español.

Dicho esto, señor ministro, le voy a señalar dos cuestiones en las que
usted no ha profundizado en detalle, aunque sí ha aludido a ellas, y me
gustaría escucharle algún criterio al respecto, al menos doctrinal desde
la política de su departamento, entendiendo por supuesto que en la
amplísima información que nos ha dado ha tenido que ir a lo genérico por
la propia contundencia extensiva de la materia de Defensa en todos los
diversos y ricos aspectos que la componen. Esas dos ausencias de doctrina
me gustaría concretárselas seguidamente, señor ministro.

En primer lugar, la adecuación de una política de las Fuerzas Armadas
españolas con relación a los acuerdos bilaterales o multilaterales que se
están dando en el espacio europeo. Hablar de una política de Defensa sin
vincular a lo que es un futuro más o menos inmediato que ya está ahí del
eurocuerpo y del denominado después de los acuerdos de Lisboa Ejército
del Sur entre España, Francia, Italia y Portugal, y mirando a la
seguridad del Mediterráneo y del Magreb, es fundamental, porque esto nos
va a obligar --y usted lo sabe bien, señor ministro-- a una homologación
de armas y sistemas. Nos tiene que homologar a una situación de doctrina
militar de táctica y de estrategia, porque no es lo mismo plantearse en
una academia militar conceptos de táctica y de estrategia y definirlo
desde un Estado Mayor aislado que tener que definir esa táctica y esa
estrategia en un Euroejército, en un Ejército del Sur o en el eurocuerpo,
puesto que ello nos plantea cuestiones muy diversas, desde materiales,
como usted sabe, hasta conceptos de doctrina, como ya he dicho
anteriormente.

El segundo tema que planteo y sobre el que no he escuchado una gran
profusión de ideas, aunque lo comprendo, señor ministro, y por eso le
pido que nos lo amplíe, es el comportamiento en la estructura orgánica de
su departamento no ya sólo de reformar, como usted ha dicho, la Ley de
Planta y Jurisdicción Militar, sino la funcionalidad y operatividad de
los cuerpos --lo que antes se llamaban los cuerpos del departamento--, en
el que estoy comprendiendo desde auditores, hasta interventores, sanidad
militar, etcétera.

Me ha llamado la atención positivamente que hay dicho que se va a una
nueva redifinición de las regiones militares, con una posible reducción
de las mismas, pero fundamentalmente hay que reorientarlas a que no sean
unidades de mando sobre las fuerzas operacionales que se encuentran en
ese territorio sino de apoyo logístico en esa zona a las unidades
dependientes de otros mandos no correspondientes a la zona militar
regional sino a cuarteles generales centrales, igual que la cooperación
con las autoridades locales o autonómicas en el tema de incendios
forestales, catástrofes, etcétera. Pues bien, si las regiones militares
van a tener esa reorientación, que comparto, apoyo, y me congratulo de
haberle escuchado esta idea, señor ministro, ¿cómo se compagina eso con
que ustedes estén llevando a cabo una reducción de infraestructuras que
son propias de la logística? El ejemplo más inmediato en Canarias es la
polémica surgida hace unas semanas sobre la desaparición, el 31 de
diciembre, del Hospital Militar de Tenerife. Si nos encontramos no digo
ya con un «casus belli» pero sí con una catástrofe, ¿dónde están las
asistencias sanitarias para atender a todo el personal militar que
contusionado por cualquier actividad de este tipo tiene necesidad de las
mismas? Resulta inconcebible que donde además se encuentra la sede del
mando de la zona militar de Canarias del Ejército de Tierra se suprima el
Hospital Militar. Entraríamos en una contradicción tan flagrante, señor
ministro, para que no se le olvide, que en estos momentos sería más
exigente el Reglamento Taurino que el Reglamento Militar, porque no hay
plaza de toros en España a la que se permita no contar con una enfermería
de primera asistencia para una corrida que se da un domingo. ¿Cómo es
posible que vayamos a tener abiertos esos servicios en una plaza de toros
y en cambio no los tengamos en una zona militar con la categoría de la
que le estoy hablando? Yo le pediría una reflexión sobre este tema de
cara a la logística, porque no se pueden aplicar aquí criterios puramente
economicistas. Eso no es una empresa privada, que haya de justificar una
cuenta de ingresos y gastos o de pérdidas y ganancias, es una cuestión de
la Defensa nacional y hay que interpretarlo así. En un caso de conflicto
o de gravedad no se pueden improvisar médicos militares, no se puede
improvisar personal sanitario militar, no se pueden improvisar hospitales
de traumatología, no se pueden improvisar salas de cirugía, con la
inmediatez que el conflicto exige.

Por eso yo creo que aquí deberíamos reflexionar y racionalizar; no
vayamos a ir por unos derroteros economicistas que, al final, conduzcan a
una endeblez de infraestructuras de nuestras Fuerzas Armadas. No cabe
duda que unas Fuerzas Armadas se valoran en parámetros de sus sistemas de
armas, de su capacidad operativa, del grado de entrenamiento de la
fuerza. Ya estaba escrito hasta por el Gran Capitán, Gonzalo de Córdoba,
cuando decía: si me fallan las cocinas de intendencia, se me viene abajo
el Ejército; ya puedo tener el ejército más aguerrido, que si no tengo
una intendencia de base no sirvo, al final, para aguantar cualquier
incidencia que haya por ahí.

Seguidamente, señor Ministro, paso al tema del Cesid, también muy
rápidamente. Usted solamente se ha referido, dentro de los nuevos
nombramientos, al nuevo Estatuto de Personal, al que también ha hecho
alusión el Portavoz del Grupo Vasco (PNV). Todas nuestras estructuras
militares se tienen que homologar con las de los países de nuestro
entorno con los que formamos parte de la OTAN, o de la Unión Europea,
todo es homologación, y, cuando llegamos a los servicios de inteligencia,
tenemos lo más singular y lo más distinto de lo que circula por ahí.

Cuando usted ha dicho que si el Cesid va a seguir estructurado en áreas
de investigación y de análisis de inteligencia política, económica y
militar, yo digo que podríamos homologarnos con lo que son Fuerzas
Armadas de los países de nuestro entorno,



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Inglaterra, Francia, Alemania, incluso Estados Unidos donde, por un lado,
están los mecanismos de seguridad del Estado así concebidos ante
cualquier agresor al principio constitucional y, de otro lado, está
localizada la inteligencia militar, porque son las Fuerzas Armadas las
que han de tener unos sistema de información de cualquier posible
amenaza, analizar quién es el representante de esa posible amenaza para
tenerlo perfectamente conocido desde sus códigos secretos de
transmisiones militares hasta cualquier planteamiento de logística que
tengan.

Finalmente, quería decirle, señor ministro, que hay que volver a abrir el
debate de reflexión sobre qué tipo de inteligencia militar queremos no
para el Estado, que será otro debate, sino para las Fuerzas Armadas.

Termino, señor Presidente, con una referencia, porque creo que habrá
alguna comparecencia posiblemente del señor ministro o de su colega de
Asuntos Exteriores, en fechas inmediatas o cuando proceda, para hablar de
la crisis de la ex Yugoslavia. Me sumo a las palabras de realismo
pesimista, como ha dicho el señor Carrera, portavoz de Convergència i
Unió, ya que no veo salida a la vista de los acontecimientos, por una
contradicción, señor ministro, que está en frases que usted ha tenido que
repetir en su intervención, que no tiene solución militar, y que
alentamos la negociación diplomática. (El señor Presidente ocupa la
Presidencia.)
Este es el punto de vista de este lado, pero los políticos y los
generales serbios lo tienen clarísimo; la solución es la militar, que es
la que ellos están empleando. Ellos lo ven desde su punto de vista, no
les interesa absolutamente nada una negociación política, y, como su
proyecto, que está dicho desde hace años, es la gran Serbia, conseguirán
la gran Serbia, como se han conseguido todos los imperios en este mundo,
por el uso de la fuerza militar, igual que las poblaciones al final se
toman al asalto y por la infantería. Lo van a hacer así, lo van a hacer
claramente porque ellos sí saben que la solución a su proyecto político
de la gran Serbia no es una negociación sino la acción bélica.

Por todo lo demás, señor ministro, le ofrecemos nuestra colaboración en
todos estos problemas internos y externos de la política de Defensa, en
la que nosotros creemos, y hacemos votos porque, a través de su talante
demostrado, haya siempre capacidad de diálogo, que permita la reflexión y
el consenso para alcanzar este bien que nosotros entendemos se deriva de
la política de defensa para España y todos los españoles.




El señor PRESIDENTE: Suspendemos la sesión por dos minutos.




Se reanuda la sesión.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Moya.




El señor MOYA MILANES: No hubiera sido improcedente desde ningún punto de
vista que el Ministro hubiera iniciado su intervención parafraseando
aquello de: «Decíamos ayer...», porque usted, no hace tampoco demasiado
tiempo, era perfecto conocedor de los problemas del Ministerio de
Defensa. Celebramos desde mi Grupo que pueda volver a retomarlos y a
darlos nuevo impulso.

Mi Grupo quiere felicitarle por su nombramiento, por su presencia hoy
aquí en la Comisión. Quiero manifestarle que para mi Grupo su Ministerio
y su persona nos son gratos --su Ministerio y su persona-- y que cuenta,
por supuesto, con toda nuestra cordialidad, con todo nuestro apoyo a lo
largo de todo el tiempo de mandato que vaya a estar en el Ministerio.

Constato que a medida que han ido interviniendo portavoces, ese tiempo
que le han augurado ha ido alargándose. Ahora que llega la intervención
del Grupo Socialista me voy a extremar aún más y le voy a desear que
cumpla usted como Ministro tanto tiempo como cumplió de Secretario de
Estado de Defensa aun a riesgo de provocar las iras de la oposición.

Llega usted en una situación evidentemente complicada y difícil desde
muchos puntos de vista, en la que han emergido temas en los últimos
tiempos que son de una crudeza y de una actualidad evidente. En primer
lugar, el Caso Cesid, que usted ha mencionado y al que se han referido
todos los portavoces. Nosotros saludamos la rapidez y creo que la
profundidad no sólo de las medidas ya tomadas en cuanto al nombramiento
de personas idóneas para puestos de responsabilidad en el organismo, sino
también lo que se apunta en su comparecencia como una reforma profunda a
través del estatuto de personal que próximamente el Gobierno aprobará y
que redundará en una reestructuración importante de los servicios de
seguridad para dotarlos de eficacia, de agilidad y, qué duda cabe, de
mayor credibilidad ante la opinión pública después de los acontecimientos
que todos conocemos.

Ha iniciado su intervención haciendo una referencia a la necesidad de la
readaptación de una nueva política de paz y seguridad, de un nuevo
documento, de un nuevo decálogo --como se le quiera llamar-- de paz y
seguridad que sustituya al vigente en este momento y que tan buenos
resultados ha dado para la política exterior española y para la política
de seguridad y defensa de España. Pero es evidente que ha llegado la hora
de iniciar un proceso de reflexión para readaptar algunos de sus
criterios y de sus puntos. En ese sentido, la presentación por parte del
Gobierno de una comunicación que ya ha entrado en la Cámara y cuyo debate
tendrá lugar en el próximo período de sesiones creemos que es un elemento
importante y novedoso para los problemas que afectan a nuestra política
de paz y seguridad.

Dentro de las novedades que usted ha mencionado en su intervención, ha
hecho una referencia a algo que a mi Grupo le parece importante y que ha
sido objeto de debate en Comisión, al menos como reclamación. Por parte
del Ministro se ha expresado la urgencia y la necesidad de traer a la
Cámara un nuevo proyecto de ley para dotarnos de una reserva movilizable.

Después de haber constatado muchos grupos la necesidad de ese proyecto de
ley sobre reserva movilizable, saludamos, ya digo, la referencia que
usted ha hecho sobre la conveniencia de hacerlo con la máxima rapidez.




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Lógicamente, y en consonancia con el «decíamos ayer» que le señalaba
anteriormente, buena parte de su política estará impregnada de
continuidad. Continuidad no tiene por qué conllevar una carga, en
absoluto, peyorativa cuando se trata de consolidar, de fortalecer y dar
nuevo impulso a políticas que se han puesto en marcha en anteriores años
y que he constatado que casi todos los grupos de la oposición coinciden
en que están en la buena dirección y que necesitan una aplicación rápida.

Ha mencionado usted algunos elementos importantes, de los que destacaré
algunos. En concreto, los retos que usted se ha marcado en cuanto a la
necesidad de agilizar la puesta al día, por decirlo de alguna forma, en
todo lo referente a la enseñanza y a la coordinación con la enseñanza
general del país y con los programas educativos generales. Aunque ya se
han producido, indudablemente, avances, creo que los retos que usted se
marca vienen avalados, por una parte, por el conocimiento que usted tiene
de los temas por su doble experiencia, por su paso por Defensa y por su
reciente paso por el Ministerio de Educación, lo que creo que facilitará
enormemente la tarea de combinar y de acertar plenamente en este campo.

Quisiera destacar --usted lo ha hecho también-- un segundo elemento que
me parece importante y que a veces pasa de puntillas en esta Comisión. No
se trata simplemente de una ley más, no se trata de una reforma más, me
refiero a las sucesivas leyes de plantillas que se han ido aprobando y
aplicando a lo largo de muchos años. No se trata, como digo, de un
elemento administrativo de la política de personal, sino que configura
todo un modelo de Fuerzas Armadas, todo un modelo de Ejército. Yo creo
que en ese sentido los esfuerzos realizados han sido importantes. Usted
los ha cifrado tanto en el dato significativo del número de efectivos
--estableciendo una comparación entre el año en que se iniciaron estas
leyes de plantillas y la situación actual-- como en la tasa de
profesionalización, que se ha elevado espectacularmente del 17 al 38,6
por ciento --si no recuerdo mal son las cifras que usted ha mencionado.

De sus palabras creo que se deduce claramente que vamos a seguir en esa
doble dirección de reducción del tamaño de ejército --que, por otra
parte, demandan la realidad internacional, la realidad europea y todos
los grupos parlamentarios-- y, al mismo tiempo, de progresiva
profesionalización, lo cual también avala y demuestra los sucesivos
aumentos que en la tasa de profesionalización se vienen produciendo, así
como la integración de mayor número de efectivos profesionales que año a
año vienen incrementando las Fuerzas Armadas.

Siguiendo con esta referencia al modelo general, estamos convencidos de
que estamos en un escenario donde es necesario algo más que teorizar,
quizá más que especular, sobre modelos alternativos. Algún portavoz ha
mencionado la conveniencia de la creación de una ponencia al respecto y
quiero en ese sentido recordar que esa ponencia tuvo lugar ya en esta
Cámara durante más de un año, que fue la que cuajó en el actual modelo de
Fuerzas Armadas que se aprobó en el Congreso de los Diputados.

Independientemente de que esto pueda ser objeto de una reflexión
permanente, es verdad que un estudio en profundidad tuvo lugar ya en
aquel tiempo y se hizo yo creo que con bastante exhaustividad.

En este momento, por las razones que ya se han apuntado tantas veces por
parte de muchos y, desde luego, por parte de mi Grupo --razones
económicas, razones demográficas, razones de todo tipo--, el escenario en
que nos movemos es, creo yo, el de la necesidad de dotar de virtualidad y
de dar contenido a ese modelo ya aprobado, más que el de teorizar sobre
la idoneidad de otros modelos. Yo creo que la realidad española --y me
parece que eso, cuando se constatan los datos, prácticamente todos los
grupos lo reconocen-- lo que demanda es hacer esfuerzos entre todos para
que desde todos los puntos de vista (presupuestario, financiero, de
estímulos) dotemos de virtualidad y hagamos realidad ese modelo que tiene
dificultades incluso para poder llegar a su cumbre y a su propia
culminación.

En ese sentido, yo creo que también se puede enmarcar un anuncio que
usted ha realizado y que yo no quiero dejar pasar sin mencionar. Ha hecho
usted una referencia a lo que ha denominado, si no he tomado mal mis
notas, plan de calidad de vida para el servicio militar. Yo quisiera, si
pudiera, que en la posterior intervención ampliara un poco los criterios,
sugerencias o iniciativas que tenga usted en este momento, o que, por lo
menos, nos orientara sobre cuáles son los criterios a este respecto,
porque qué duda cabe que el prestigio del servicio militar, aquí y en
cualquier otro país, viene avalado más que por los debates teóricos por
los hechos, por las reformas que se han llevado a cabo. Creo que en este
campo se han realizado muchísimas, me parece que los grupos reconocen que
ha habido bastantes avances en cuanto a la idoneidad o, por lo menos, en
cuanto a la práctica del servicio militar acomodada a la realidad actual.

En ese sentido el anuncio de un nuevo plan, que se ha denominado plan de
calidad de vida, indudablemente supondrá adicionar nuevos elementos
estimulantes para el servicio militar y para su prestigio dentro del
modelo de Fuerzas Armadas.

No voy a entrar ahora en las referencias que usted ha hecho al capítulo
presupuestario, porque habrá un debate presupuestario próximamente y será
el momento de analizar con detalle y pormenorizadamente no sólo la
filosofía sino incluso el detalle de todo esto, pero es verdad que ha
ligado usted (creo que con acierto y me parece que los grupos le han
reconocido ese acierto y lo han mencionado de manera expresa) la
necesidad de conectar el rigor en los presupuestos con la necesidad de
fortalecer, de dar un impulso y un horizonte, sobre todo de seguridad, a
la industria nacional de la defensa. Somos conscientes de que esa
política global dentro de la industria de la defensa pasa, además de por
ese fortalecimiento de la industria nacional, por otros muchos factores
--por la cooperación internacional, por inversiones en I+D-- que
indudablemente también redundan en los productos y en la industria
nacional. En ese sentido creo que también es bueno que se despejen
incertidumbres en cuanto a los horizontes razonables de planificación que
las empresas del sector deben tener a la hora de hacer sus
programaciones.




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También quisiera destacar, porque son elementos gráficos, que a pesar de
la escasez presupuestaria y de las dificultades que atraviesa el
Ministerio no se está bajando la guardia en elementos esenciales de lo
que pueden ser programas de modernización de fuerzas armadas, y en ese
sentido ahí están las menciones, que son absolutamente adecuadas, a los
Leopard o a los BMR o a los vehículos de combate Pizarro o a las fragatas
F-100, etcétera. Yo creo que ese esfuerzo de modernización prosigue y le
demandamos que siga combinando con energía y con rigor toda la
imaginación y toda la eficacia posibles en la gestión que compense la
austeridad de los presupuestos con los que cuenta el Ministerio de
Defensa en este momento.

Ha concluido su intervención con una referencia obligada a la situación
internacional y, más en concreto, a la situación que vive la ex
Yugoslavia. Como la mayor parte de los portavoces, yo también me siento
embargado por una cierta dosis de frustración. Es verdad que los
acontecimientos de los últimos días han dibujado un panorama que ha
extremado los ribetes de frustración y de una cierta desolación en el
análisis de lo que está ocurriendo en la antigua Yugoslavia. Nosotros
siempre hemos dicho que compartimos las líneas globales que usted y sus
predecesores han mencionado cuando han hecho referencia a que,
evidentemente, la situación de Bosnia no es susceptible de una solución
global militar. Eso es cierto. También es verdad --y quizá es por lo que
los acontecimientos de los últimos tiempos nos producen esa indudable
frustración, y a veces lo hemos acuñado como doctrina por parte de todos,
y yo creo que con razón--, que en todo conflicto es necesario combinar la
acción diplomática con la presión militar. Todos saludamos en su día y
defendimos (recuerdo perfectamente que prácticamente casi todos los
grupos vieron con eficacia y como una medida de éxito el ultimátum que,
por ejemplo, la OTAN realizó cuando el asedio de Sarajevo y que resolvió
en breve tiempo una situación angustiosa, momentáneamente al menos) y la
necesidad de combinar en cualquier conflicto una acción diplomática
sostenida y permanente con presiones militares puntuales, no ya con
soluciones globales generalizadas, pero sí con presiones militares
puntuales porque, entre otras cosas, para eso están los encargos de
operaciones concretas que Naciones Unidas realizaban a la Alianza
Atlántica. Pero también es cierto que en los últimos tiempos constatamos
una cierta languidez en cuanto a ese segundo factor de la presión
militar, y las actuaciones de OTAN, también lo hemos visto en los últimos
días, llegan tarde, si llegan o llegan tarde y mal, creando una situación
en la que la impunidad con que a veces actúan las fuerzas serbias, como
han actuado en estos días, nos genera esa situación de frustración.

Qué duda cabe que la dificultad de la situación exige un análisis
muchísimo más extenso del que yo pueda realizar en este momento. Por otra
parte, la situación para Naciones Unidas es enormemente delicada sobre
todo después de haber puesto toda la comunidad internacional tanto
énfasis sobre la necesidad de tener zonas de seguridad que se han visto
vulneradas o pulverizadas en los últimos días por los hechos consumados
de la presión militar de las fuerzas serbias. En ese sentido, quisiera
que hubiera algún atisbo de esperanza en las reuniones que en los
próximos días los responsables de los gobiernos europeos pudieran tener
en relación con la crisis. Se apunta una reunión de Ministros de Asuntos
Exteriores, de Ministros de Defensa y de Jefes de Estado Mayor, si no
estoy mal informado, para este fin de semana, y no sé cuáles son las
perspectivas ni la agenda, ni siquiera sé si podría atisbarse ya o, de
alguna manera, prefigurarse algún elemento que hiciera combatir el
escepticismo y una cierta frustración que todos sentimos por esta
situación de la antigua Yugoslavia.

Como contrapunto importante para los españoles he de poner de manifiesto
la eficacia, la dignidad y el rigor con que las fuerzas españolas están
actuando en Mostar, donde toda la comunidad internacional reconoce que se
está realizando una importante labor, y que se seguirá realizando durante
bastante tiempo. Mi Grupo comparte el estado de ánimo que han expresado
muchos portavoces, y que probablemente será el estado de ánimo del
Gobierno ante una situación que se presenta con unos tintes bastante
dramáticos, pero quisiéramos ver alguna luz de esperanza en el horizonte,
si no en el horizonte inmediato, al menos a medio plazo.

Quiero terminar repitiéndole, como al principio, el deseo de que tenga
toda clase de suerte, toda clase de éxitos, que su mandato sea próspero,
que sea fructífero, que sea largo, y para ello contará con toda nuestra
colaboración y con todo nuestro apoyo.




El señor PRESIDENTE: Para responder a las cuestiones planteadas, tiene la
palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Suárez Pertierra): Si el señor Presidente
me lo permite, para aligerar mi intervención de esta tarde de un 17 de
julio, voy a intentar responder conjuntamente a una serie de cuestiones
que han planteado todos los portavoces de los grupos parlamentarios, sin
perjuicio de intentar responder luego concretamente a algunas de ellas.

En términos generales, creo que todos los portavoces de los grupos han
insistido al menos en tres cuestiones de entidad y de importancia, desde
la perspectiva de la primera comparecencia del nuevo Ministro de Defensa,
ligadas, por una parte, a la posición de nuestras tropas, y por
consiguiente de España, en la antigua Yugoslavia, ligadas, por otra
parte, a las preocupaciones en relación con las perspectivas del
presupuesto, y finalmente ligadas al Centro Superior de Información de la
Defensa.

En relación a lo primero, el Gobierno, como todos los grupos
parlamentarios, como todas las fuerzas políticas, sigue con preocupación
la evolución de los últimos acontecimientos en la antigua Yugoslavia, y
como todas las fuerzas parlamentarias condena enérgicamente los ataques,
especialmente contra la zona segura de Srebrenica, los que se están
produciendo ahora sobre la zona segura de Zepa, y que quizá lleguen a
producirse --¡ojalá pueda evitarse!-- sobre el enclave de Gorazde.

Creo que estamos realizando un esfuerzo importante como Gobierno, pero
representando en este caso, me parece,



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a toda la sociedad española, para contribuir a solucionar el conflicto de
la antigua Yugoslavia. Nuestro interés es fundamentalmente humanitario,
pero es evidente que estamos en la antigua Yugoslavia con todas las
consecuencias. Hemos vivido ya el año pasado algunas situaciones graves,
aunque probablemente no de tanta gravedad como la de ahora; por ejemplo,
los acontecimientos en el enclave de Bihac, en los que también se
produjeron desplazamientos de personal civil con circunstancias étnicas
que, desde la perspectiva del Gobierno y por supuesto desde mi
perspectiva, son muy reprobables.

La posición del Gobierno es que entre la retirada de las fuerzas de
Unprofor en la antigua Yugoslavia y la realización de actuaciones que
pudieran llamarse de imposición de la paz por la fuerza, hay un amplio
margen de negociación, activado a través de las vías diplomáticas, es
decir, a través de las conversaciones de paz, que permite diferentes
posturas intermedias. El Ministerio de Defensa y fundamentalmente el
Ministerio de Asuntos Exteriores se mantienen en contacto con las
autoridades de los demás países implicados, en búsqueda siempre de una
posición conjunta (que será la posición de las naciones que tienen tropas
en la zona bajo el mandato de las Naciones Unidas) en relación con la
antigua Yugoslavia. Se promovió desde la presidencia española hace muy
pocos días una declaración de condena a la situación de Srebrenica, y en
estos momentos, creo que precisamente hoy, en la reunión de Ministros de
Asuntos Exteriores de la Unión Europea, se trata de la cuestión, porque
creo que está introducida en el orden del día. Y en efecto, como decía el
portavoz del Grupo Socialista, el próximo fin de semana nos reuniremos
(sin perjuicio de otros contactos que están realizando los países
integrados en el Grupo de Contacto) en Londres los Ministros de
Exteriores y de Defensa y los Jefes de Estado Mayor de la Defensa de los
países integrados en el Grupo de Contacto y, además, los países, como es
el caso de España, que tienen fuerzas en la zona, para intentar seguir
buscando una postura común. La agenda en estos momentos todavía no está
fijada. Esperamos las conversaciones que se vayan produciendo esta
semana, antes de la reunión del próximo viernes.

En cualquier caso, me permito insistir en una postura conjunta porque,
desde nuestra perspectiva, no es razonable ni conveniente, y puede tener
consecuencias negativas y desde luego no queridas, una posición
unilateral en relación con escalada del conflicto o en relación con la
retirada de las tropas. Creo que en estos momentos de dificultades hay
que intentar destacar, especialmente por parte de todos los grupos
políticos --por supuesto el Gobierno así lo hará--, la enorme labor de
asistencia humanitaria que nuestros soldados están realizando en la zona
y que ha dado buenos resultados, aunque no todos los pretendidos, en
función de circunstancias externas que no podemos manejar. En cualquier
caso, el Gobierno está convencido de la inviabilidad de una solución del
conflicto de la antigua Yugoslavia mediante operaciones de carácter
puramente militar. Debemos seguir intentando por todos los medios que las
partes reanuden las negociaciones diplomáticas para el acuerdo. Esto es
la garantía mínima de que las conversaciones de paz puedan dar resultado,
por una parte, y, por otra, la garantía de que las labores de ayuda
humanitaria puedan seguir realizándose con normalidad.

Agradezco el apoyo al que se han referido los representantes de los
grupos parlamentarios en relación con esta cuestión, y tengan los señores
portavoces y las señoras y señores miembros de la Comisión la seguridad
de que el Gobierno seguirá buscando ese apoyo y, desde luego, seguirá
buscando el consenso en relación con esta cuestión que afecta
fundamentalmente a toda la sociedad española.

Sus señorías han hecho referencia también a la situación presupuestaria.

Es verdad que el Ministerio de Defensa ha tenido un conjunto de ajustes
históricos en sus políticas sectoriales quizá mayor que el ajuste que han
sufrido las políticas sectoriales que tienen su responsabilidad en otros
departamentos. El planteamiento del Gobierno es suficientemente conocido
por SS. SS. El Gobierno entiende que es fundamental resolver, antes que
ninguna otra cosa, el problema del déficit. Así lo ha enfrentado en los
últimos ejercicios presupuestarios y, desde luego, así lo va a enfrentar
en el próximo, desde la perspectiva del cumplimiento del Plan de
Convergencia con Europa. Entre otras razones y fundamentalmente porque,
si no se resuelve, y en la medida en que no se resuelva, el problema del
déficit público, no podrán ser llevadas adelante o puestas en práctica
las políticas sociales o políticas industriales o políticas activas o
políticas de todo orden que exigen, en todos los casos, un incremento de
recursos presupuestarios para responder a los modernos requerimientos de
nuestra sociedad. En este sentido, es inevitable que la política de
defensa se vea afectada, como otras políticas sectoriales, en la medida
en que se considere por parte, primero, del Gobierno y, luego, por parte
de los grupos parlamentarios desde su actuación en las Cámaras.

Creo que la misión fundamental del Ministro de Defensa en este caso es
poner de manifiesto la situación del presupuesto del Ministerio de
Defensa y la incidencia de las previsiones presupuestarias, sean cuales
fueren, sobre los diferentes programas de modernización o de puesta en
práctica del modelo de Fuerzas Armadas o de cualesquiera otras cuestiones
concretas a las que he aludido en mi intervención y aun otras que no
estuvieron presentes en ella. Todo ello desde la perspectiva de intentar
equilibrar la posibilidad de llevar adelante una política de defensa como
la que pretendemos, con los objetivos generales, pero sustanciales para
la sociedad española, de contención o de reducción del déficit público. Y
desde esta perspectiva me parece importante --por eso he aludido en algún
momento de mi intervención a ello-- conectar las políticas de defensa con
las políticas industriales. A este respecto, en respuesta a uno de los
señores portavoces, diría que la política industrial de defensa --que
entiendo que es una política activa porque, sin duda, ha de tener una
influencia positiva sobre la creación de empleo-- que se haga desde el
Ministerio de Defensa estará plenamente integrada dentro de todas las
políticas industriales que se hagan según los planes generales de
Gobierno, como por otra parte no podía ser otra cosa ni desde una
perspectiva de Gobierno ni desde la perspectiva del Ministro de Defensa.




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De la misma manera, me parece importante destacar que la política de I +
D es igualmente una política activa, una política que tiene una
incidencia directísima sobre la creación de empleo, aunque la política de
I + D se defina por la necesidad de acopiar recursos importantes por una
parte, y, por otra parte, por ser una política que tiene resultados no en
el cortísimo plazo, sino en el medio y largo plazo, pero es una exigencia
fundamental de las sociedades modernas. En estas políticas también
participa el Ministerio de Defensa y, por esa razón, no puede resultar en
absoluto extraño que, en una gran instalación científica, como se define
nuestro buque --digo nuestro porque es español, no del Ministerio de
Defensa-- «Hespérides», sea precisamente su comandante, ante la ausencia
de científicos que habían desembarcado antes porque hacen campañas
temporales, quien explique el conjunto de las campañas científicas que se
llevan a cabo desde esa gran instalación de carácter científico, lo que
es antes que ninguna otra cosa el buque «Hespérides». En cualquier caso,
señor portavoz de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, la presencia
del Ministro de Educación y Ciencia y no del Ministro de Defensa en el
recibimiento del buque «Hespérides» sirve para compensar de sobra las
explicaciones dadas, por cierto muy bien, por el comandante del buque,
que tiene conocimientos científicos importantes. Por consiguiente, son
políticas sectoriales, realizadas desde el ámbito de la Defensa, que
tienen una incidencia directa en el empleo, por lo que son políticas
activas.

Es evidente que he de asumir conscientemente, y así lo hago, el
compromiso de trabajar desde el marco que defina el Gobierno para que los
presupuestos de Defensa sean mejores y, por otra parte, permitan llevar
adelante las previsiones contenidas en las planificaciones de estas
políticas que nunca, como saben SS. SS., son fáciles y siempre son
planificaciones que, por la naturaleza propia de las cosas, deben hacerse
en nuestro ámbito a largo plazo. Creo que este trabajo por la obtención
de unos presupuestos sólidos para basar los programas del Ministerio de
Defensa, que pudieran identificarse con las previsiones del Plan
Estratégico Conjunto aprobado hace muy poco tiempo, debe combinarse con
el rigor en la ejecución del presupuesto, que es algo a lo que, aseguro a
SS. SS., dedicaré esfuerzos importantes en la gestión de mi departamento.

La tercera de las cuestiones que han planteado todos los portavoces se
refiere al Cesid. En este caso, señorías, yo no creo que se pueda decir
--sinceramente lo expreso así-- que el Cesid se ha ido de las manos, en
absoluto lo creo. Creo que en el Cesid se ha producido lo que
efectivamente se había definido como una quiebra de la confianza, que ha
provocado que determinadas actividades, que no son propias ni debe
hacerlas el Cesid, que por cierto no se sujetan a la legalidad, se hayan
hecho sobre la base de una organización específica del Centro que, desde
mi perspectiva, no sólo habrá que revisar sino que, como luego diré, ya
hemos empezado a revisar. Sin embargo, me parece que en ningún caso puede
tomarse la parte por el todo y el hecho de que haya habido determinados
aspectos de mal funcionamiento en el Centro Superior de Información de la
Defensa, me parece que no quita para que consideremos que el Cesid siga
siendo un elemento básico de nuestras políticas de defensa y seguridad,
por una parte, y, por otra parte, que pueda realizar su trabajo con
eficacia, como creo que puede hacerlo.

Dentro de una serie de medidas que piensan tomarse, a las que luego
aludiré, se han puesto en práctica unas primeras que consisten en la
creación de una Secretaría General y, por otra parte, en el nombramiento
de Director General y responsable de la Secretaría General del Centro.

No hay aquí una cuestión ligada a la procedencia civil o militar de los
responsables del Centro Superior de Información de la Defensa, porque
tampoco está en cuestión la naturaleza del Centro, que por cierto no es
un centro que haga inteligencia militar aunque dependa del Ministerio de
Defensa, dependencia que seguimos manteniendo, realiza funciones propias
de la defensa y de la seguridad del Estado, concepto mucho más amplio que
la inteligencia militar propiamente dicha, aunque también sea la
inteligencia militar un componente de las actividades del centro. Por el
contrario, no es un problema de naturaleza. Se han elegido personas
idóneas para ocupar el cargo de Director General del Centro o de
Secretario General del Centro que, combinadas la preparación o idoneidad
de ambos responsables, supone un diseño determinado que está por
desarrollar, pero que ya apunta a la activación en esta nueva etapa de la
eficacia del Centro en aquellas labores que tiene que realizar porque son
las que tiene legalmente encomendadas y, además, al cuidado de la
legalidad o, lo que es lo mismo, al cumplimiento de las leyes y, desde
luego, de la Constitución. Para nada se ha tenido en cuenta que se trate
de militares o de civiles y he de rechazar la afirmación que el portavoz
de uno de los grupos parlamentarios ha indicado en el sentido de que, si
se hubiera elegido un civil, se habrían planteado problemas con parte del
personal del Centro, porque sólo parte del personal del Centro en estos
momentos, como SS. SS. conocen, es personal militar. El personal militar
del Centro y, por supuesto, el personal de las Fuerzas Armadas acatarían
perfectamente la figura del director nombrado por el Gobierno, como no
puede ser de otra manera, en la situación que mantenemos.

A partir de aquí, es necesario adoptar otra serie de medidas que se
inscriben en la misma línea de trabajo y que han sido fundamentalmente
anunciadas por el Presidente del Gobierno en su comparecencia ante el
Pleno del Congreso de los Diputados. Está muy próximo a aprobarse el
Reglamento del personal del Centro que, aun tratándose de una norma de
regulación de la situación del personal, es decir, de combinación, de
generación o establecimiento de un nuevo sistema, que será un sistema de
personal estatutario del Centro, sin embargo ha de tener en cuenta las
diferentes procedencias de los integrantes del Centro, que son
funcionarios civiles o funcionarios militares o personal contratado por
el Centro para realizar determinadas labores.

Mi intención sería llevar el Reglamento de personal, que tendrá
consecuencias organizativas importantes con posterioridad, al próximo
Consejo de Ministros, salvo que se cruce con esta intención la necesidad
de mi presencia, como parece que puede producirse, en la reunión a la que



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antes me refería de los ministros de Exteriores y Defensa y los jefes de
Estado Mayor en Londres el próximo fin de semana, coincidente con el
Consejo de Ministros. En cualquier caso, expongo a SS. SS. que este
Reglamento de personal pretendo llevarlo al Consejo de Ministros antes de
que llegue el mes de agosto, en el caso de que no pudiera ser esta
semana. A partir de ahí, hay un compromiso de remisión de la
investigación a los miembros de la Comisión de Secretos Oficiales, que ya
está ciertamente ultimada, que se realizó en relación con el tema de las
escuchas en la sede del Cesid, cosa que se hará próximamente, en cuanto
estén listos los ejemplares para la remisión a los miembros de la
Comisión de Secretos Oficiales.

Por mi parte, pretendo exponer, en cumplimiento de un compromiso
adquirido también por el Presidente del Gobierno en su comparecencia, los
planes operativos con carácter general del Cesid ante los miembros de la
Comisión de Secretos Oficiales del Congreso, lo cual me parece que supone
un paso sustancial desde la perspectiva de la profundización y la mejora
del control parlamentario de las actividades del centro por parte de los
representantes de la soberanía popular.

Expondré el plan anual de objetivos del Cesid y periódicamente en la
medida en que los señores Diputados lo deseen, en el seno de la Comisión
de Secretos Oficiales estaré en condiciones, yo mismo, acompañado por el
Director General o por el Secretario General o por ambos, de informar
acerca del cumplimiento de esos grandes objetivos incluidos en los planes
generales de actuación del Centro Superior de Información de la Defensa.

Con calma y con prudencia y más adelante se irá produciendo la
organización del Cesid y de las actividades internas y externas del Cesid
con arreglo a los datos que nos vaya proporcionando la experiencia, no
sólo la necesidad de homologar nuestros servicios con otros servicios
extranjeros que realizan las mismas funciones.

Estas son las tres cuestiones generales en las que me parece que han
coincidido, señor Presidente, señorías, todos los portavoces de los
grupos.

Algunas cuestiones concretas me han planteado. Agradezco al señor López
Valdivielso sus deseos en lo que se refiere a la suerte, no tanto en lo
que se refiere a la brevedad de mi mandato al frente del Ministerio de
Defensa. En cualquier caso, sí quisiera llevar a SS. SS. la seguridad de
que asumo y emprendo esta responsabilidad con intención de cumplir un
programa electoral para lo que necesitaremos un tiempo todavía
prolongado. Con ese horizonte yo creo que debemos trabajar los
responsables del Gobierno, sin perjuicio de que la actividad política
pueda determinar otra cosa. Esa es mi intención y ése es mi talante al
asumir estas responsabilidades que espero que me lleven no tantos años
como al frente de la Secretaría de Estado de Administración Militar, pero
sí algún tiempo más prolongado al frente del Ministerio de Defensa.

Vuelvo, en efecto al Ministerio de Defensa. Yo no creo que se pueda decir
que me encuentro con un Ministerio de Defensa peor, como ha dicho S. S.

No. La situación en el Ministerio de Defensa es la que es. Creo que S. S.

hacía referencia a la situación del presupuesto en los últimos
ejercicios. Es evidente que esta política sectorial --ya lo he dicho
antes-- ha sufrido mucho por la necesidad de realizar una serie de
ajustes que han afectado también a otras políticas sectoriales, y muy
importantes, del Gobierno, pero creo que, a pesar de todo y a pesar de
todas las dificultades, se ha avanzado sustancialmente en estos dos años
en el cumplimiento de los programas que nos habíamos propuesto hace
bastante tiempo.

Desde esta perspectiva es desde la que asumo la actuación en el
Ministerio de Defensa a lo largo de los últimos años. Creo que hay
elementos nuevos porque cada responsable establece sus improntas
específicas en la definición de las políticas concretas dentro de los
marcos generales que definen las formaciones políticas a las que todos
pertenecemos, pero es evidente que no puedo negar la historia y, por
consiguiente, asumir determinadas cuestiones a las que S. S. ha hecho
referencia, como la regulación básica del personal militar, en la que,
como una definición del modelo de Fuerzas Armadas, tuve ocasión y creo
que privilegio de participar en su momento.

En cualquier caso, debo también reconocer ante SS. SS. que este
planteamiento en absoluto me va a impedir revisar aquellas cuestiones que
considere que por el paso del tiempo --la justicia militar sería un
ejemplo-- deban revisarse desde la perspectiva de la autoridad
administrativa como Ministro de Defensa o desde la perspectiva de las
propuestas de SS. SS. en cuanto determinadas actuaciones de carácter
legal.

Finalmente, S. S. ha hecho una referencia a la reforma del órgano
central, si bien entiendo que no tanto como entidad específica sino por
el reflejo que pudiera tener entre otras reformas. Señoría, aquí no hay
ninguna razón de carácter político o personal --si he tomado buena nota--
en el nombramiento de los cargos del departamento. Este Ministro ha
considerado que necesita un Secretario de Estado al frente de la gestión
presupuestaria en este momento, al frente de la gestión de los programas
de armamento y al frente de la gestión de la infraestructura o de la I +
D, y eso es lo que este Ministro ha hecho con una persona de confianza
política y personal, pero además creo que de probados servicios al
Ministerio de Defensa y también a la educación.

¿Una reforma del órgano central del departamento? Señoría, no la excluyo
en este momento, pero, por mi parte, en esta ocasión sería imprudente
comprometer alguna reforma más que aquella que de algún modo está más
madura, que sería la reforma de la organización del departamento en lo
relativo a la potenciación de determinadas facultades del Jefe del Estado
Mayor de la Defensa, que me parece que es necesario arbitrar.

También agradezco su apoyo a la letra, ya veremos si a la música, al
señor portavoz del Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya.

Aparte de una serie de cuestiones que conectan con aquellas otras a las
que me he referido en un principio, S. S. plantea algunas con carácter
específico.

Bajo ningún concepto, señoría, creo que pueda decirse que las Fuerzas
Armadas son en el actual momento que estamos viviendo en España un estado
dentro del Estado; bajo ningún concepto. Me parece que la estructura de
determinados



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servicios en las Fuerzas Armadas procede justamente de su naturaleza y no
de la necesidad de diferenciarlas o de mantenerlas apartadas con respecto
al resto de la sociedad. Recuerdo que esto se explicó aquí muy
detenidamente. Creo que esto es lo que pasa con determinadas políticas de
apoyo logístico en función de la movilidad de los miembros de los
ejércitos o con determinadas políticas de asistencia específica, como es
el caso al que luego me referiré de la asistencia de carácter
hospitalario. En absoluto creo que pueda decirse que las Fuerzas Armadas
en España, en este momento, son un estado dentro del Estado, antes bien,
después del esfuerzo de muchos años, creo que las Fuerzas Armadas están
plenamente integradas en el orden constitucional para el cumplimiento de
aquellas funciones, antiguas o nuevas, que tienen que cumplir con arreglo
a la legalidad. Y desde este planteamiento es desde el que me parece que
hay que llevar al conocimiento de la sociedad española --lo que ahora se
llama cultura-- la idea de defensa para la paz, que es una idea que
agrupa los esfuerzos que desde la defensa material del Estado, Fuerzas
Armadas, y desde otras actividades como es la actividad, pongo por caso,
del control parlamentario que SS. SS. ejercen, redunda en beneficio de la
paz. Creo que eso es lo que hay que explicar en nuestros colegios y eso
es lo que me propongo y no otra cosa que tienda aún más a separar, como
creo que S. S. me decía, las Fuerzas Armadas del entorno en que están
integradas y en el que tienen que servir.

En cuanto al planteamiento de la profesionalización de los ejércitos y el
cumplimiento del modelo de junio de 1991, yo no recuerdo en estos
momentos la cadencia de incorporación de tropa y marinería profesional
para la obtención de ese 55 por ciento --creo recordar-- de
profesionalización de nuestras Fuerzas Armadas en el año 2000, pero, en
cualquier caso, existe una planificación perfectamente establecida y que
además se está cumpliendo. Por eso, para llegar a los objetivos
previstos, se adaptan los ingresos de los 3.500 soldados y marineros
profesionales este año. Esta planificación afecta a la incorporación de
soldados y marineros profesionales y a la obtención de los recursos que
financien esa incorporación o esa profesionalización, por cierto, como S.

S. sabe, nada barata.

Confío en que el plan Norte pueda estar convenientemente dotado. Me
parece que el plan Norte tiene un efecto extraordinariamente positivo
sobre la modernización del Ejército de Tierra, creo que es un esfuerzo
importantísimo que el propio Ejército de Tierra va a realizar durante los
próximos años y que entraña elementos tan nuevos como la implantación de
una nueva cultura en el sentido de pasar de un ejército que se define por
asentamientos de carácter territorial --de ahí la cuestión a la que luego
me voy a referir en relación con las zonas y regiones militares, no ya
con las capitanías generales-- a un ejército más moderno, más ágil, más
flexible, más modular y más preparado para atender los requerimientos de
las sociedades de hoy.

Creo que a final de año, como he dicho en mi intervención, estará
dispuesto todo el diseño del plan Norte, del que todavía quedan dos
fases, que son las fases que afectan, por una parte, al diseño del
cuartel general y, por otra parte, al diseño de la logística, que es
probablemente la parte más difícil, primero, de elaborar y, luego, de
poner en práctica, como es la fase que ya está lanzada de nuevo diseño de
la fuerza.

Sin perjuicio de referirme luego a lo que llamaba plan de calidad de vida
en relación con el servicio militar, S. S. ha planteado una serie de
cuestiones específicas. Por lo menos a alguna de las que ha apuntado he
de referirme. De lo que se trata, desde la perspectiva del reclutamiento,
es de activar los planteamientos que hagan coincidir el destino en el
cumplimiento del servicio militar con el perfil más apropiado de cada
joven que ingresa en el servicio militar. Esta es la clave del
planteamiento que se viene haciendo y que hay que intensificar, desde la
perspectiva del reclutamiento, a partir de ahora. Por consiguiente, más
que hablar de un problema de regionalización entiendo que, en ese momento
de servicio militar moderno --y creo que es uno de los grandes elementos
que están integrados como novedad en la nueva ley del servicio militar--,
hay que insistir fundamentalmente en la necesidad de que el joven que
ingresa en el servicio militar vaya al destino más adecuado y vaya al
destino de su preferencia, en la medida en que sea posible --al cien por
cien nunca lo será--, con independencia de la región de procedencia, o
elección, que se superpondría a la región de procedencia. Por
consiguiente, es un paso más en la idea, que ya se ha convertido en
clásica, de la regionalización, pero en absoluto un paso atrás en la
regionalización, porque todo este nuevo planteamiento orgánico del
Ejército de Tierra tiene buen cuidado con la regionalización del servicio
militar, sin perjuicio de que no se superponga la regionalización sobre
las necesidades operativas de las Fuerzas Armadas.

En la medida en que el presupuesto lo permita --lo preguntaba S. S.--,
pondremos en práctica de una manera general el sistema de las
asignaciones para los soldados que prevé la ley del servicio militar como
posibilidad. En cualquier caso, señoría, hay que tener en cuenta que ya
se han hecho, a pesar de los ajustes presupuestarios en anteriores
ejercicios, algunos avances, me parece que bastante sustanciales, en este
orden. Lo que sucede es que esos avances no han podido ser realizados
desde la óptica de la universalización de una nueva asignación, pero sí
desde la óptica de la selección que permita la atribución de recursos
para el desarrollo de determinadas actividades dentro del servicio
militar.

Por supuesto, señoría, no es retórica ni mucho menos la idea de presencia
continuada en el Parlamento con la que abría mi intervención.

Agradezco al señor Carrera, portavoz de Convergència i Unió, sus palabras
de bienvenida, y creo que tan sólo me plantea una cuestión en relación
con el Código Penal, además de las otras tres cuestiones a las que ya me
he referido con anterioridad. Lo que sucede es que quizá no pueda aclarar
a S. S. todo lo que me ha pedido o esta curiosidad acerca de si el
Ministerio de Defensa y el Ministerio de Justicia e Interior divergen en
relación con determinados tratamientos. Señoría, el proyecto de ley que
llega al Parlamento es un proyecto de ley del Gobierno, donde no se ve
reflejada más que la posición general del Gobierno, y no las actitudes de
los departamentos concretos, que precisamente



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en el Consejo de Ministros llegan a acuerdos sobre la cuestión. Esa es la
actitud de este Ministro de Defensa, es la actitud del Ministro de
Justicia e Interior y de los demás componentes del Gobierno, como es
actitud de este Ministro de Defensa respetar el trabajo del Parlamento en
el estado actual o el trabajo del Senado que todavía queda por hacer en
relación con el Código Penal.

Me ha planteado una serie de cuestiones el portavoz señor Anasagasti a
las que creo que ya he contestado, puesto que ha hablado también de
cuestiones ligadas a política industrial, resolviendo algunas de las
inquietudes que tenía.

Agradezco sus palabras, señor Mardones, y agradezco, como siempre, su
disposición. Su señoría me ha hecho un par de referencias concretas. El
planteamiento del moderno concepto estratégico incluido en el Plan
Estratégico Conjunto, y por consiguiente en los planes básicos que
regulan el funcionamiento de nuestra defensa, es plenamente coincidente
con el que S. S. plantea. Aquí ya no hay que hacer distinciones entre
planteamientos estratégicos relativos al archipiélago canario o relativos
a la península. La defensa, desde esta perspectiva, es defensa única e
integrada, ya no es necesario ni conveniente y hay que superar conceptos
de carácter histórico como son un mando unificado que defiende
específicamente el archipiélago canario. Por el contrario, el
archipiélago canario se defiende con todos los elementos propios de la
defensa nacional de todo carácter, algunos radicados allí y otros
radicados en la península. Por consiguiente, creo que estamos en el
camino de la ortodoxia el señor portavoz, los responsables militares de
mi departamento y yo mismo.

Su señoría plantea una cuestión que llama cuerpos del departamento. Una
cosa son cuerpos, otra cosa son las estructuras logísticas, sobre las
cuales hay que reflexionar. Lo que sí quiero decir a S. S., desde una
pobre perspectiva de quince días al frente del Ministerio, es que es
imposible sostener todas las estructuras propiamente logísticas o
impropiamente logísticas que sirven a la defensa y que es necesario
depurar al máximo posible esa organización. Es necesario disponer de unas
estructuras, en este caso hospitalarias, que atiendan a necesidades
logísticas presentes y que además contengan una reserva, como sucede, por
otra parte, en toda buena organización en cualquier parte del mundo, pero
no es posible superar los requerimientos básicos que tiene la defensa,
los cuales finalmente se concretan en un dimensionamiento, creo que
podría llamarse, de nuestras redes, en este caso relativas a los
hospitales militares. Sobre todo esto habrá que seguir hablando, habrá
que reflexionar, sin perjuicio de los planes que están en marcha.

Finalmente, S. S. me planteaba nuestra posición en relación con los
acuerdos multilaterales o bilaterales sobre constitución de fuerzas.

España entiende que hay que reforzar su seguridad y la eficacia de su
defensa participando en unidades bilaterales, como es el caso del
Eurocuerpo o en unidades multilaterales, como es el caso de Eurofor o de
Euromarfor, a las que S. S. se ha referido, constituidas con Francia,
Italia y Portugal. La cuestión está incluida específicamente en la
comunicación que el Gobierno ha mandado al Parlamento sobre política de
paz y seguridad, y en esta vía seguiremos trabajando; creo que es bueno
desde la perspectiva de nuestra defensa y seguridad y creo que es bueno
también desde la perspectiva de la modernización de las Fuerzas Armadas
españolas. Por otra parte, los procedimientos de todas estas
organizaciones son los comunes de las naciones aliadas, procedimientos a
los que nuestras Fuerzas Armadas, por la experiencia que tienen
acumulada, ya están acostumbradas.

Agradezco el apoyo que siempre he recibido del Grupo Parlamentario
Socialista en esta y en otras responsabilidades, y recuerdo las palabras
de hace más de dos años de su portavoz, don Pedro Moya.

Me parece importante, y por esa razón he aludido a ello, el plan de
calidad de vida en relación con el servicio militar. ¿Qué pretende el
plan de calidad de vida en el servicio militar? Pretende mejorar las
condiciones del cumplimiento del servicio militar desde todas las
perspectivas que podamos plantearnos en la realización de esta actividad:
desde la habitabilidad en relación con las infraestructuras, a la
alimentación y los desplazamientos de los soldados que están cumpliendo
el servicio militar; pretende articular nuevas vías de formación
profesional, fundamentalmente ocupacional, que me parece importantísimo
poner en práctica en el servicio militar, en la categoría de militar de
empleo y, por consiguiente, profesional; pretende incrementar el conjunto
de servicios que puedan darse a los soldados y a los marineros que están
cumpliendo su servicio militar en las unidades de las Fuerzas Armadas; y
pretende evitar en la medida de lo posible el impacto que sobre las
economías familiares tenga el cumplimiento del servicio militar por todas
las vías que se nos ocurran. Hay una serie de acciones concretas en
previsión, que todavía es necesario perfilar más, que en su momento
estarán, por supuesto, a disposición de SS. SS., con mi presencia aquí o
la de cualquier otro responsable del departamento, si así lo quieren.

Señor Presidente, señorías, nada más. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro; gracias, señorías.

Se levanta la sesión.




Eran las siete y treinta y cinco minutos de la tarde.