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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 436, de 28/02/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 436
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 33
celebrada el martes, 28 de febrero de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana Madariaga)
para:
--Dar cuenta de la posición del Gobierno con respecto a la intervención
del ejército de la Federación Rusa en la República de Chechenia. A
solicitud del Grupo Parlamentario Federal IU-IC. (Número de expediente
213/000500). (Página 13287)
--Explicar la posición del Gobierno en relación a las próximas elecciones
municipales en Guinea Ecuatorial, el arresto domiciliario del líder de la
oposición, Severo Moto, así como las ayudas que piensa aportar para una
pacífica y democrática celebración de dichos comicios. A solicitud del
Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000524). (Página 13299)
--Informar sobre la posición del Gobierno en relación al conflicto
fronterizo desatado entre Ecuador y Perú, así como de las gestiones
realizadas para ayudar a una pronta solución pacífica del mismo. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
213/000525). (Página 13306)



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Preguntas:
--Del señor Rupérez Rubio (Grupo Parlamentario Popular), sobre canal
privilegiado de comunicación que posee el Ministro cubano del Interior
con el Gobierno español. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95. Número de
expediente 181/001205). (Página 13312)
--Del mismo señor Diputado, sobre centro de administración española que
mantiene relaciones privilegiadas con el Gobierno cubano. (BOCG serie D,
número 187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001206). (Página 13312)
--Del mismo señor Diputado, sobre advertencia amenazante del Gobierno
cubano recibida por el Subsecretario español de Asuntos Exteriores sobre
el comportamiento de algunos funcionarios diplomáticos españoles
destinados en La Habana. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95. Número de
expediente 181/001207). (Página 13312)
--Del mismo señor Diputado, sobre queja, reconvención o cese por parte
del Gobierno español a funcionarios diplomáticos españoles en La Habana
por mantener contactos con representantes de la oposición democrática al
castrismo. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95. Número de expediente
181/001208). (Página 13312)
--Del mismo señor Diputado, sobre papel que desempeña el Centro Superior
de Información de la Defensa (CESID) en la definición de la política
exterior de España con Cuba. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95. Número
de expediente 181/001209). (Página 13313)
--Del mismo señor Diputado, sobre papel que desempeña el Ministro cubano
de Interior en las decisiones de la política exterior española con
respecto a Cuba. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95. Número de
expediente 181/001210). (Página 13313)
--Del mismo señor Diputado, sobre indicación por el Gobierno cubano de
que la postura de los diplomáticos españoles destinados en La Habana no
se correspondía con la postura oficial del Gobierno español. (BOCG serie
D, número 187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001211). (Página 13313)
--Del mismo señor Diputado, sobre temores del Embajador don Gumersindo
Rico, ante su cambio de destino y sustitución en Cuba. (BOCG serie D,
número 187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001212). (Página 13313)
--Del mismo señor Diputado, sobre solicitud por el Gobierno cubano del
cese y sustitución del Embajador, señor San Gil. (BOCG serie D, número
187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001213). (Página 13313)
--Del mismo señor Diputado, sobre acciones adoptadas por el
Subsecretario, señor Cajal, ante la comunicación del «Centro» español que
hacía suyas las preocupaciones del Ministro cubano del Interior. (BOCG
serie D, número 187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001214). (Página 13313)
--Del señor Muñoz-Alonso y Ledo (Grupo Parlamentario Popular) sobre
actitud ante una hipotética política exterior norteamericana menos
atlantista y más aislacionista. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95.

Número de expediente 181/001252). (Página 13318)
--Del mismo señor Diputado, sobre valoración de la actitud de Rusia en la
crisis balcánica, así como previsiones de futuro. (BOCG serie D, número
187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001253). (Página 13318)
--Del mismo señor Diputado, sobre futuro de las operaciones de
mantenimiento de la paz después del fracaso de Bosnia. (BOCG serie D,
número 187, de 6-2-95. Número de expediente 181/001254). (Página 13319)
--Del mismo señor Diputado, sobre efectos que tendrá sobre la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la evolución de los
acontecimientos en Bosnia. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95. Número
de expediente 181/001255). (Página 13319)
--Del mismo señor Diputado, sobre futuro de la seguridad europea después
de los últimos acontecimientos. (BOCG serie D, número 187, de 6-2-95.

Número de expediente 181/001256). (Página 13319)



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Se abre la sesión a las diez de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA MADARIAGA)
PARA:



--DAR CUENTA DE LA POSICION DEL GOBIERNO CON RESPECTO A LA INTERVENCION
DEL EJERCITO DE LA FEDERACION RUSA EN LA REPUBLICA DE CHECHENIA. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER
CATALUNYA. (Número de expediente 213/000500.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a esta sesión y
quiero empezar dando la bienvenida al señor Ministro, que sabe se
encuentra aquí en su propia casa.

Empezaremos por el punto número uno del orden del día: comparecencia del
Ministro de Asuntos Exteriores ante la Comisión para dar cuenta de la
posición del Gobierno respecto a la intervención del ejército de la
Federación Rusa en la República de Chechenia. El grupo que ha pedido esta
comparecencia es el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, a cuyo portavoz pregunto si quiere
introducir el debate o prefiere que sea el propio señor Ministro el que
lo haga.

El señor Espasa tiene la palabra.




El señor ESPASA OLIVER: Por economía procesal creo mejor que sea el señor
Ministro quien introduzca el tema y que después intervengamos, en el
orden acostumbrado, los distintos portavoces.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Espasa, así lo haremos.

Por consiguiente, doy la palabra al señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar a la petición de comparecencia del Grupo Federal de Izquierda
Unida para dar cuenta de la posición del Gobierno respecto a la
intervención del ejército de la Federación Rusa en la República de
Chechenia. Como SS. SS. se pueden imaginar y conocen bien por las
distintas intervenciones que hemos ido haciendo a lo largo de las últimas
semanas, hemos seguido con la máxima atención y con la máxima
preocupación también el desarrollo de los acontecimientos en Chechenia, y
eso no sólo por la pérdida de vidas, el sufrimiento humano y las
destrucciones materiales que ha causado, sino también por las
repercusiones negativas que puede tener sobre el futuro curso del proceso
de reforma política y de reforma económica en la Federación Rusa y sobre
la naturaleza y la intensidad de las relaciones entre Rusia y Occidente a
medio y largo plazo.

Estamos, como S. S. sabe bien, ante un conflicto muy complejo, de raíces
antiguas, de raíces diversas y profundas. El nacionalismo checheno tiene
componentes étnicos, económicos, religiosos y culturales. Para hacer una
breve historia de este conflicto no hay que olvidar los avatares
históricos de una relación que desde la conquista de Chechenia por Rusia,
a mediados del siglo XIX, ha estado frecuentemente teñida de violencia y
en algunos casos de opresión. No creo que sea necesario explicar la
historia de las relaciones entre Chechenia y Rusia, pero sí me parece
conveniente referirme al período inmediatamente anterior al conflicto
para evitar malos entendidos, tanto en cuanto a su interpretación como a
la posición del Gobierno español en relación con él.

Chechenia, como S. S. sabe bien, pertenece a Rusia desde mediados del
siglo XIX, es uno de los 89 sujetos que integran la Federación, con
«status» de república autónoma. En octubre de 1991, en pleno proceso de
desintegración de la Unión Soviética, el general entonces, ex general
hoy, de la Aviación soviética, Dudaiev, fue elegido Presidente de la
República con el 81 por ciento de los votos emitidos y proclamó la
independencia de Chechenia, la cual hasta la fecha no ha sido reconocida
por Moscú ni por ningún Estado, creo que es importante también subrayar
esto. En marzo de 1993, Dudaiev rechazó la propuesta del Soviet Supremo
checheno, parlamento elegido en la época soviética, de someter a
referéndum tanto su propia permanencia en la Presidencia como la cuestión
de la independencia de la República. Acto seguido, disolvió a tiros el
Parlamento, decretó el estado de excepción en la capital, Grozni, y
asumió todos los poderes que desde entonces ha venido ejerciendo de forma
prácticamente dictatorial. La oposición, por su parte, se agrupó en torno
a una especie de parlamento alternativo, el llamado Consejo Provisional.

Tras la declaración de independencia, Moscú mantuvo, hasta mediados de
1994 --de 1993 a 1994--, una actitud más bien contemporizadora.

Inicialmente, Yeltsin intentó detener la revuelta nacionalista decretando
el estado de emergencia en Chechenia, pero el parlamento de entonces le
obligó a revocar su decreto y a retirar el ejército ruso de territorio
checheno. No es probable que el parlamento «heredado» --entre comillas--
de la época soviética se sintiese identificado con la causa de la
independencia de Chechenia, siendo quizá más verosímil, en cambio, que
tratase de instrumentalizarla en su enfrentamiento con el poder
ejecutivo. En todo caso, Moscú optó entonces por imponer a Chechenia un
bloqueo de carácter económico que, junto con la incapacidad de la
administración Dudaiev, acabó causando un daño enorme a la mayoría de la
población. Desde entonces, el Gobierno ruso fue combinando la inhibición
con el apoyo más o menos encubierto al opositor Consejo Provisional. Esta
segunda línea de acción se intensificó en los últimos meses, desembocando
en el asalto a la capital por fuerzas militares opositoras, pero acabó
fracasando por la propia inconsistencia política y militar de la
oposición. Sólo entonces, a mediados de diciembre, Moscú optó por la
intervención directa. No es el momento de intentar identificar los
motivos que llevaron a esta decisión, cuestión sobre la que en todo caso
no cabe otra cosa que la mera especulación. Lo cierto es que lo que
pretendía ser una operación relámpago fracasó, y más de dos meses después
sigue todavía sin concluir. Pero sí tuvo una consecuencia



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inmediata, que Moscú sin duda no preveía y desde luego no deseaba:
convertir a Dudaiev en el aglutinador del sentimiento nacionalista de una
buena parte de la población chechena, pese a no estar satisfecha con los
métodos de gobierno empleados por Dudaiev ni con las penalidades
económicas que se derivaban de la independencia.

Señorías, es difícil, y yo creo que además inútil, intentar buscar un
único culpable. Es cierto que desde el 10 de enero Moscú ha rechazado
todas las ofertas de negociación planteadas por Dudaiev y por los suyos,
unas veces con el argumento de que el presidente rebelde no controla a
todos los grupos alzados en armas, otras veces alegando que los
interlocutores eventuales, en terminología de ellos, no representaban a
nadie, y en general exigiendo a los rebeldes del desarme de sus fuerzas y
el reconocimiento de que Chechenia es parte de la Federación Rusa como
condiciones previas al diálogo y no como los objetivos eventuales y
fundamentales de este diálogo.

El problema, pues, tiene unos antecedentes conflictivos, de raíces
complejas, de responsabilidades compartidas en mayor o menor medida en lo
que se refiere a su desencadenamiento, a todo lo cual se debe proponer un
entramado denso de principios e intereses, casi siempre contradictorios
entre sí, entre los unos y los otros. Los gobiernos occidentales, y entre
ellos el español, hemos tenido que hacer frente al menos a dos dilemas.

El primer dilema se plantea en el momento de interpretar los hechos, y
consiste básicamente en lo siguiente. Por una parte, hay que admitir que
Chechenia es parte integrante de la Federación de Rusia. Como he dicho,
su independencia se declaró de manera unilateral y nunca fue reconocida
por miembro alguno de la comunidad internacional, ni siquiera por los
países islámicos que ahora proclaman cierta solidaridad como hermano
checheno. Consecuentemente, Rusia tiene el derecho y el deber de defender
su integridad territorial amenazada. En este sentido, y solamente en este
sentido, lo que ocurre en Chechenia es un asunto interno ruso, sólo en
este sentido. La segunda parte del dilema es que no podemos considerar en
modo alguno como asunto interno de un país las violaciones de los
derechos humanos, del derecho humanitario internacional que, según los
testimonios más solventes, se han producido y siguen produciéndose en
Chechenia. Tampoco podemos aceptar los métodos que Rusia ha utilizado y
sigue utilizando para resolver el conflicto, métodos manifiestamente
desproporcionados, que contravienen los compromisos que habíamos
adquirido no hacía mucho tiempo, después del inicio del conflicto, en el
código de conducta de la Organización de Seguridad y Cooperación en
Europa, adoptado en Budapest este mismo año, y que España, la Unión
Europea y la comunidad internacional han deplorado con toda claridad.

El segundo dilema se plantea principalmente a la hora de decidir una
posición, y también podría describirse de la siguiente manera. Por una
parte, la integridad de la Federación Rusa es un elemento esencial para
la paz y la seguridad internacionales, hay que ser conscientes de la
hondura y de la complejidad de las transformaciones en curso en Rusia y
de las frustraciones que han provocado y provocan en sus ciudadanos.

Probablemente un proceso de desintegración territorial podría abrir la
puerta al autoritarismo, a la inestabilidad permanente, y quizá hasta a
la anarquía, con las consecuencias que a nadie se nos escapan. Además,
cualquier reacción occidental que en Rusia pueda percibirse como una
amenaza o un intento de imponer un cerco o algún grado de aislamiento,
puede tener también consecuencias negativas para el futuro del proceso de
reforma en Rusia y, en definitiva, para la relación entre Rusia y
Occidente.

La segunda parte del dilema es que no podemos asistir, no lo podemos
hacer, más o menos impasibles a la violencia desproporcionada que Rusia
ejerce sobre el pueblo checheno; a ello se oponen nuestros principios,
nuestros valores y nuestras creencias. Además, después de lo sucedido en
Bosnia no podemos dar el menor pretexto para que el mundo islámico pueda
pensar que Occidente considera más o menos aceptable la violencia
ejercida contra los pueblos musulmanes y los atentados a sus derechos
humanos, individuales y colectivos, aunque esto sea una afirmación que
carece de razón.

Sobre esa base y con estos condicionantes hemos ido definiendo nuestra
postura, necesariamente matizada, que, para recapitular lo dicho hasta
ahora, podría concretarse en los términos siguientes: En primer lugar,
Chechenia es parte integral de la Federación Rusa. Nadie le ha reconocido
la independencia declarada unilateralmente por Dudaiev y Rusia tiene
derecho a defender su integridad territorial; segundo, nada de esto
quiere decir que Rusia, ni Rusia ni nadie, pueda intentar resolver lo que
pudiéramos llamar asuntos internos con los métodos desproporcionados que
se han utilizado y se utilizan en Chechenia. Condenamos, por tanto, la
utilización de estos métodos y recordamos que las violencias sobre los
derechos humanos y del derecho humanitario internacional no pueden ser
considerados como asuntos internos de un país. En consecuencia, en tercer
lugar, reclamamos el cese inmediato de las hostilidades, la búsqueda de
una solución negociada, de una solución pacífica al conflicto.

Esta posición ha sido compartida por los países de la Unión Europea y
prácticamente, con ligeros matices, por toda la comunidad internacional.

Desde luego también --y me importa subrayarlo-- por las antiguas
repúblicas soviéticas que hoy forman parte de la CEI. A la hora de
trasladar esta postura al terreno de la práctica lo hemos hecho en
colaboración con las instancias pertinentes de la OSCE y los mecanismos
han constituido los instrumentos esenciales de nuestra acción.

Por tanto, en el marco de la OSCE hay que mencionar el envío a Moscú y a
Chechenia, a finales de enero, de una misión encabezada por el
representante personal de la Presidencia en ejercicio, de Hungría. La
misión constató la catástrofe humanitaria que se vive en Chechenia a
consecuencia de los enfrentamientos, y llegó a la conclusión de que ambas
partes son responsables de violaciones de derechos humanos, aunque desde
luego en medidas muy diferentes. Por cierto, según la misión, hay
evidencias de que las responsabilidades del Gobierno de Dudaiev en la
materia se remontan a un período anterior al estallido del conflicto
armado.




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En base a esas conclusiones de la misión, el Consejo permanente de la
OSCE aprobó el 3 de febrero una resolución que, entre otras cosas, le
reitero, reafirma el apoyo a la solución pacífica del conflicto basada en
los principios de Budapest y en el respeto a la integridad territorial de
la Federación Rusa y a su Constitución, aprobada en referéndum en
diciembre de 1993.

En segundo lugar, se reitera la preocupación por el uso desproporcionado
de la fuerza por las tropas rusas y se condena una vez más toda violación
de los derechos humanos, reclamando que los responsables de ella sean
puestos a disposición de la justicia.

En tercer lugar, se reclama un inmediato alto el fuego y el libre acceso
de la Cruz Roja a la región.

Por último, se solicita la apertura de un proceso de carácter político
que desemboque en una solución negociada en los principios de la OSCE y
en la celebración de elecciones libres.

Esto en cuanto se refiere a la Organización de Seguridad y Cooperación en
Europa.

Por lo que se refiere a la Unión Europea, ha actuado a partir de la
posición común de sus miembros, que se sintetiza en las declaraciones,
que estoy seguro S. S. conoce, de 23 de enero y 6 de febrero, en las que
solicitaba la inmediata conclusión, con la ayuda del Comité Internacional
de la Cruz Roja, de un acuerdo para el establecimiento de un alto el
fuego humanitario; el respeto a las disposiciones de la OSCE, a las que
antes he hecho referencia; la adopción de medidas necesarias para la
libre distribución de ayuda humanitaria; y el inicio de conversaciones
para el establecimiento de un alto el fuego duradero.

Como S. S. sabe el Gobierno español desde el 1.º de enero forma parte de
la troika de la Unión Europea, y ha participado, por tanto, de manera muy
activa en todas estas gestiones que se han realizado en Moscú y, a través
de la Presidencia de la OSCE, en Budapest. Hemos participado, por tanto,
en múltiples gestiones, consultas, entrevistas, con responsables rusos en
relación con Chechenia a todos los niveles. Le diré también, señoría, que
me desplazaré yo mismo a Moscú el próximo día 9 con la troika de la Unión
Europea, con mi colega francés y mi colega alemán, de la troika
Ministerial, para celebrar las consultas políticas al más alto nivel con
las autoridades rusas. Sin duda la cuestión de Chechenia estará en la
agenda y aprovecharemos la ocasión para reiterar nuestros planteamientos
y nuestras exigencias.

Señor Presidente, señorías, al principio me refería a la complejidad de
este conflicto checheno, en torno al cual juegan una serie de principios
e intereses contradictorios.

Creemos que la postura adoptada por la Unión Europea dentro de la
complejidad de las decisiones es la que mejor concilia esos intereses y
esos principios. Es cierto que su eficacia hasta ahora ha sido relativa,
pero no creemos que posturas de otro carácter quizá menos equilibradas
hubieran tenido una eficacia mayor, sino más bien pensamos que hubiera
sido lo contrario.

Esta es, señoría, la información que le puedo dar en este momento. En las
próximas fechas, como digo, le podré dar una información más detallada
porque la semana que viene estaré en Moscú con la troika y tendré ocasión
de analizar con mayor detalle y con las autoridades rusas, todos estos
temas.

Gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Por el grupo solicitante de la comparecencia tiene
la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Ministro de Asuntos Exteriores, la opinión
de mi grupo parlamentario sobre la respuesta española de la Unión Europea
y más allá de la propia Organización de Seguridad y Cooperación Europea
es la de considerar que ha sido una respuesta excesivamente tibia y
tardía.

Usted reclamaba ponderación y equilibrio a la hora de dar respuesta a
unos hechos que compartimos. Sus análisis son preocupantes,
extremadamente preocupantes, aduciendo la complejidad del problema, la
multiplicidad de intereses históricos, étnicos, nacionales, económicos,
petrolíferos, por poner un ejemplo, que se entrecruzan en aquella
república autónoma de la Federación Rusa y en toda aquella región. Es
cierto que existe esta complejidad, es cierto, no la ignoramos, no la
negamos, sino que creemos también conocerla y valorarla en sus justas
proporciones; pero una petición de comparecencia y una discusión política
entre nosotros de la posición que España como Estado debería tomar, creo
que tiene más importancia en lo que respecta a nuestra propia posición,
la de cada fuerza política, respecto a lo que allí ha sucedido.

Sabemos que podemos influir poco como fuerza política, como Estado,
porque hemos de adaptarnos a la política exterior de la Unión Europea,
pero creemos importante debatir esta cuestión porque, usted ha dicho en
algún momento, lo ha presentado en forma de dilemas, diciendo que, por
una parte, Chechenia es parte de la Federación Rusa o, lo que es lo
mismo, creo que todos los presentes aquí estamos por la estabilidad y la
integridad territorial de la Federación Rusa, por supuesto, y también por
la estabilidad y la integridad territorial de la Comunidad de Estados
Independientes, pero no podemos cerrar los ojos, de ninguna manera, a las
violaciones de derechos humanos, de derechos humanitarios, al progreso de
la democracia y la cohesión social en aquellas repúblicas, en aquellos
territorios, porque no se trata sólo de apoyar a personas, personajes, o
propuestas que tienen origen democrático --y me estoy refiriendo al
Presidente Yeltsin--, sino también apoyar y continuar apoyando siempre
mecanismos democráticos de acción política y de respeto a los derechos
humanos.

Esto es a lo que nuestro entender no se está produciendo en la respuesta
española y de la Unión Europea más allá de las principales potencias
occidentales respecto a lo que está sucediendo en Rusia. Se está cerrando
los ojos a lo que debería ser una actitud continua y vigilante no sólo de
apoyo a un proceso democrático, que también; no sólo del apoyo a unos
dirigentes que tienen una legitimidad democrática, que también; sino a
los métodos que estos dirigentes utilizan en la expansión o en la
ejecución de su política.

Recuerde que esto lo discutimos aquí y fuimos el único grupo
parlamentario que deploró y criticó aquellos métodos



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no democráticos (mientras otros grupos parlamentarios, y usted mismo,
parecían aplaudirlos) del Presidente Yeltsin, a finales de 1993, cuando
redujo a cañonazos una diferencia política en la Casa Blanca, el edificio
donde se ubica el Parlamento de la Federación Rusa y cómo ahora también
este mismo dirigente, este mismo Gobierno en la Federación Rusa produce
(no voy a insistir, usted mismo lo ha dicho y la misión de la OSCE lo ha
ratificado) una terrible y atroz matanza de civiles, mujeres y niños, no
sólo chechenos, también rusos y de otras etnias o nacionalidades. El
conflicto es muy complejo, la rusificación de aquella república era ya
importante y, por tanto, creo que, desgraciadamente, no añade nada pensar
en el origen de las víctimas, sino que simplemente se están produciendo
víctimas civiles, muchas víctimas civiles, un desproporcionado uso de los
medios de fuerza y una desproporcionada destrucción no sólo de vidas
humanas, sino de bienes materiales; todos hemos visto las terribles
imágenes de Grozni y sus alrededores.

Por tanto, insisto, no se trata sólo de promover la democracia y la
estabilidad en Rusia en base a apoyar a un o unos dirigentes o una
situación, sino que se trata de apoyar continuamente la utilización de
métodos democráticos en este proceso de avance hacia la democracia y
hacia la cohesión social y territorial de la Federación Rusa y del
conjunto de la Comunidad de Estados Independientes.

No compartimos las tesis del choque de civilizaciones, no las compartimos
en absoluto y, además, si uno conoce de cerca el problema ve cómo la
respuesta de Irán, que podía ser el vecino islámico más preocupante o
amenazante sobre lo que está sucediendo en Chechenia, precisamente por
los intereses petrolíferos en la zona y la conducción de los oleoductos
en toda la región del Mar Caspio, no está teniendo una actitud muy
beligerante. Pero eso no debe tranquilizarnos, ni mucho menos, a los que
defendemos, hemos defendido y defenderemos los derechos humanos y los
derechos humanitarios; esto no debe tranquilizarnos, es un dato más del
problema y, por tanto, nosotros deberíamos haber sido más beligerantes,
como Estado y como miembros de la troika en la Unión Europea, como
miembros en la Organización de Seguridad y Cooperación Europea, para
denunciar lo que estaba sucediendo en Chechenia, para intentar atajarlo y
para criticar; teníamos todo el derecho y toda la obligación de hacer
estas críticas, de intentar parar aquel «inicio de genocidio» --entre
comillas--, y ser más activos en la defensa de los principios
democráticos y de los derechos humanos, también en la Federación Rusa y
allí donde deban ser defendidos.

Nosotros estamos de acuerdo, y proponíamos y hemos propuesto unas
«soluciones» --entre comillas-- (sabemos que no tenemos la fuerza para
imponerlas), muy parecidas a las que han sido las conclusiones de la
OSCE. Por supuesto no hay otra salida en lo material que esta propuesta,
pero sí la hay en el acento político que se pone en impulsar este
resultado y ahí es donde seguramente no tenemos la misma sensibilidad, no
tenemos la misma preocupación entre las distintas fuerzas políticas, que
algunas veces coincidimos y otras no intentando perfilar y elaborar
política exterior española.

Insisto, nosotros creemos que ésta ha sido una respuesta tardía y mala.

Es una respuesta, además, impregnada de un análisis ideológico no
realista de lo que sucede en la Federación Rusa, de una apuesta a ciegas
por un dirigente y con esto no estoy poniendo en cuestión la legitimidad
de este dirigente, sino los resultados políticos de la apuesta a ciegas
por este dirigente y por sus métodos, repetidos ya. Tuvimos aquí una
discusión respecto del asalto a la Casa Blanca, la volvemos a tener
respecto de la conducta de las fuerzas militares rusas en Chechenia y la
tenemos también respecto al peso y al impulso que deberíamos dar a la
OSCE (Organización de Seguridad y Cooperación Europea), organización
donde la Federación Rusa se siente mucho más cómoda y en una situación de
igualdad con el resto de Estados que la forman --y me estoy refiriendo es
pecialmente a Estados Unidos-- que no en este zigzagueante ir hacia
adelante y hacia atrás de la expansión de la OTAN a través de la Alianza
para la Paz. Hoy mismo leemos y vemos cómo el Vicepresidente de los
Estado Unidos reconoce que se han equivocado, que deben dar marcha atrás,
que debe tratarse de forma especial a la Federación Rusa si se la quiere
integrar en un proceso de estabilidad , paz y seguridad compartidas. Para
nosotros --lo repito porque lo hemos dicho varias veces en esta misma
Comisión-- este trato de igual a igual, este trato sin amenazas, esta
mano tendida y a la vez exigencia de cumplimiento de los principios
democráticos se encarnaría mucho mejor en la nueva organización que
representa la OSCE que no en otras viejas organizaciones, hijas de la
guerra fría y que son vistas con reticencia por la Federación Rusa.

Insisto, recuerdo simplemente las declaraciones de ayer tarde del
Vicepresidente Al Gore, en Bruselas, al respecto de lo que estoy
comentando.

Por tanto, en resumen, señor Presidente, nosotros creemos que ésta ha
sido una respuesta tibia, tardía y demasiado floja, demasiado poco
beligerante. Creemos que es una respuesta impregnada de errores
ideológicos al identificar a un dirigente concreto con un determinado
sentido de las reformas democráticas, económicas y sociales en la
Federación Rusa y cómo los hechos vienen demostrando que esto no es así.

¿Estamos preconizando con ello la intervención desde fuera sobre este
dirigente? En absoluto; estamos intentando centrar y aportar análisis
serios, pragmáticos, basados en los hechos sobre la situación política
internacional y viendo cómo nuestro país, España, puede contribuir a una
nueva estructura de relaciones internacionales, más basada en los hechos
y en los valores que no en los análisis ideológicos del pasado o en
pretendidas aceleraciones hacia un futuro que no se sabe cómo sería.

No somos los únicos responsables, por supuesto, no está sólo la Unión
Europea, están los Estados Unidos, están otros Estados importantes del
mundo que se han callado, que no han dicho nada, que han utilizado dos
varas de medir distintas respecto de lo que ha hecho la Federación Rusa
en Chechenia, o lo que ha pasado en otros conflictos territoriales o en
otras opciones de pueblos al intentar encontrar su identidad nacional o
su independencia. En el caso de Chechenia sería perfectamente compatible
un respeto a su identidad nacional en el marco de la estabilidad



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de la Federación Rusa. Nuestro grupo no plantea una postura que implique
amenaza a la estabilidad de la Federación Rusa, pero sí la necesidad de
reconocer plenamente este derecho a la identidad nacional en el seno de
esta unidad territorial, de estos 89 sujetos.

Creemos que otros Estados, y España también, no han estado a la altura en
esta ocasión y han tenido, repito, una respuesta ideológica, tibia y
tardía a lo que sucedía en Chechenia y en la Federación Rusa.




El señor PRESIDENTE: Antes de proceder a dar la palabra al señor
Ministro, ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.) Por el Grupo Popular,
el señor Muñoz-Alonso tiene la palabra.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Gracias, señor Ministro por su presencia y
por sus informaciones sobre este asunto de Chechenia, tan desagradable
desde cualquier punto de vista que se le mire. Como los nazis ante las
ruinas de Varsovia creo que el señor Yeltsin puede decir ahora eso de que
el orden reina en Grozni, porque realmente la situación de esa ciudad en
Chechenia es realmente impresionante. Eso es lo que ha sucedido después
de que se haya calificado a la crisis de Chechenia como un asunto interno
y a la vista están esas imágenes que reflejan la destrucción brutal de
una ciudad (creo no se registraba una cosa similar desde la segunda
guerra mundial) y una ciudad, además, destruida por su propio ejército,
porque no es un ejército extraño sino que es el propio ejército el que ha
producido la destrucción de esa ciudad.

Señor Ministro, nosotros también pensamos que la integridad territorial
es un principio establecido por el Acta de Helsinki y por la Carta de
París, principio que debe tenerse muy presente; pero también estimamos
que los derechos humanos, la protección de las minorías nacionales y el
arreglo de los conflictos por medios pacíficos, no solamente entre
Estados, sino también en el interior de los Estados, son principios que
deben mantenerse a toda costa. Rusia claramente ha violado abiertamente
todos estos principios, por más que se hayan producido algunas
protocolarias advertencias por parte de los países occidentales y de la
propia Unión Europea, advertencias que nosotros estimamos han sido
insuficientes, sin ninguna duda, y que no han ido mucho más allá de una
serie de manifestaciones formales que, a la vista está, no han influido
en la voluntad del Gobierno de la Federación Rusa.

A los datos que usted ha dado, señor Ministro, y que creo son
interesantes para comprender esa crisis interna en la Federación Rusa,
hay que añadir algunos otros que me parece son bastante importantes. Se
ha producido una campaña propagandística para preparar la intervención
militar que se viene produciendo desde hace ya bastantes meses y en la
que ha jugado un papel muy destacado el señor Shajrai, uno de los
viceprimeros ministros de la Federación Rusa. Ahí se han manejado ideas,
como que Chechenia era el reducto de la mafia y uno en seguida se
pregunta: ¿para acabar con la mafia hace falta la intervención del
ejército?
Se ha insistido en que Chechenia era un país de bandidos y nada menos que
en septiembre de 1994 el mismo señor Shajrai ya estaba diciendo que no
había que negociar, que las negociaciones no eran adecuadas en este
momento. Es decir, se estaba rechazando ya toda posibilidad de un arreglo
pacífico. Incluso se manejó otra idea, la de que lo que estaba pasando en
Chechenia se podía parecer a la intervención en Panamá. Se ha manejado en
algún momento que así como la intervención americana en Panamá era el
intento de acabar con un reducto del narcotráfico, la intervención en
Chechenia sería del mismo tipo en cuanto intentaba acabar con la mafia.

Lo cierto es que se ha producido una guerra desproporcionada y usted
mismo, señor Ministro, ha utilizado ese adjetivo. El mismo señor Shajrai
ha llegado a decir en un determinado momento que Grozni iba a tener el
destino de Cartago. Antes de que se hubiera producido ese terrible
resultado, se pensaba en destruir totalmente Grozni. No sé muy bien por
qué, pero, desde luego, lo tenían pensado en Moscú, porque estas
declaraciones del señor Shajrai son muy al principio de la crisis. El
señor Kovaliov, delegado ruso para los derechos humanos, ha dado unas
cifras que nadie está discutiendo y que son impresionantes: 23.000
víctimas civiles, de las cuales 3.700 son niños con menos de 15 años, y
unas cifras imprecisas de combatientes de una y otra parte que han
muerto. Ante eso, me parece que la conciencia internacional tiene que
removerse y no puede en absoluto permanecer impasible. En suma, con un
territorio que se dice forma parte de la misma Federación se ha utilizado
la táctica de tierra quemada. Yo no tengo más remedio que acordarme en
este momento de una reunión que tuvimos un grupo de diputados de esta
Cámara con el señor Yeltsin, a finales de noviembre de 1991, cuando ya
era Presidente de la Federación Rusa, pero todavía existía la Unión
Soviética. En aquel momento yo le pregunté qué iba a pasar con algunos
problemas internos de la Federación Rusa, problemas de tipo étnico. Me
negó que hubiera ese tipo de problemas; ya existía el de Chechenia y
algún otro pero él negó que existieran. Añadió que, caso de que se
produjera alguno, evidentemente lo iban a resolver por medios pacíficos.

A la vista está lo que el señor Yeltsin entiende por medios pacíficos.

En suma, nos encontramos con un problema de imprevisibles consecuencias
que no se ha resuelto todavía y quizás habría que tener presente que hay
una serie de elementos históricos de los que no se puede prescindir. Hay
una enemistad histórica entre los chechenos y Rusia que creo no se debe
dejar de lado. Quizás habría que recordar --y no me voy a detener en
absoluto en ello-- que la conquista de Chechenia por parte de la Rusia de
los zares empieza a finales del siglo XVIII, pero no termina hasta muy
avanzado el siglo XIX; hay 90 años más o menos de conquista. Con esto
quiero subrayar la enorme resistencia de los chechenos a Rusia; es decir,
no es un problema en absoluto coyuntural. Quiero añadir un dato más, sin
abrumar con aportación de elementos históricos: el 23-F, que es una fecha
negra en la democracia española, también lo es para los chechenos. El 23
de febrero de 1944, Stalin decretó la deportación de todo el pueblo
checheno y aproximadamente



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400.000 personas fueron víctimas de esa medida arbitraria. Con esto
quiero decir que hay unos resentimientos históricos muy fuertes entre los
chechenos y Rusia y que para entender el problema no se puede prescindir
de esos datos históricos.

Chechenia ha venido buscando su independencia, o al menos una situación
de autonomía, por lo menos desde el año 1989 y lo cierto es que ante esa
situación en Moscú no se han dado demasiadas facilidades para llegar a
arreglos pacíficos y para utilizar la vía de la negociación; lo que ha
decidido Moscú ha sido iniciar las operaciones bélicas.

Creo que es interesante señalar que, a pesar de esa campaña
propagandística a la que me he referido antes, lo cierto es que la
oposición a la intervención militar es muy amplia en Rusia. No es, ni
mucho menos, una intervención aplaudida por la opinión pública ni por los
sectores políticos democráticos (que no están limitados a los que apoyan
al señor Yeltsin, ni mucho menos) ni por unos amplios sectores de las
fuerzas armadas, seguramente además los más prestigiosos que existen en
el ejército ruso. ¿Quiénes están a favor? Los nostálgicos del imperio,
los que quieren que ese concepto del extranjero próximo se transforme en
una continuación de lo que ha sido la Unión Soviética; está a favor el
señor Zhirinovski --casi diría que con eso se dice todo-- y, por
supuesto, todos los sectores más conservadores, de los cuales me da la
impresión que el señor Yeltsin está cada vez más preso. Le está pasando
al señor Yeltsin lo que le pasó al señor Gorbachov a partir del
otoño-invierno de 1990: quedó preso de los sectores más conservadores y
al final se produjo el golpe de Estado de agosto de 1991.

Por tanto, esto no es solamente en sí mismo algo terrible, sino que da la
pista de que Rusia está evolucionando peligrosamente por una vía que se
aleja de las reformas democráticas. Ante eso --no quiero insistir más--,
yo creo que la actitud occidental, repito, señor Ministro, ha sido
insuficiente. No se ha presionado suficientemente a Yeltsin. En la
historia más o menos reciente hay acontecimientos que pueden servir de
indicación. Cuando Francia se planteó a finales de los cincuenta el
problema de Argelia, que era parte integrante de su territorio según las
concepciones de la IV República, lo cierto es que hoy día se sabe que la
solución de ese problema tuvo mucho que ver con las presiones de sus
aliados. Sus aliados presionaron a Francia, De Gaulle fue muy sensible a
esa posición de los aliados y puso en marcha el movimiento que resolvió
el conflicto. Es decir, creo que se pueden hacer cosas que hasta ahora no
se han hecho.

Además, hay que tener presente otra idea que me parece no está en la
actitud de los occidentales: no se puede apostar en exclusiva por el
señor Yeltsin como la única salida para que en Rusia haya una democracia;
en Rusia hay otros elementos que también están apostando por la
democracia, me parece que de una manera mucho más clara y mucho más
sincera, y que no se pueden dejar de tener presentes. Me parece que los
occidentales pueden hacer más de lo que han hecho y nuestro punto de
vista es que sería bueno que, efectivamente, lo hicieran.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Quiero hacer una breve intervención, en
primer lugar para agradecer al señor Ministro su exposición yo diría,
además, clara exposición sobre la actitud del Gobierno y en generalÉ



El señor PRESIDENTE: Perdone, señor Recoder. Acérquese un poco más al
micrófono, porque se oye mal.




El señor RECODER I MIRALLES: La actitud de la propia Unión Europa ante la
gravísima crisis que ha vivido y que continúa viviendo la ex República
soviética de Chechenia.

Ciertamente, el Ministro ha planteado que el problema es de una gran
complejidad. Yo quisiera subrayar la magnitud del enfrentamiento
ruso-checheno y las profundas raíces que el mismo tiene simplemente
aportando un dato que ya ha esgrimido quien me ha antecedido en el uso de
la palabra, y es la deportación masiva de chechenos que realizó Stalin,
en el año 1944, por convertir al pueblo checheno en sospechoso de haber
apoyado, aunque sólo fuera moralmente, al invasor nazi; una deportación
que se mantiene hasta el año cincuenta y tantos, cuando se produce la
rehabilitación masiva de este pueblo y se le permite volver a la tierra
de sus antepasados.

De hecho, el problema de Chechenia es uno de esos problemas que se
manifiesta con virulencia después del levantamiento de la bota de la
antigua Unión Soviética y que, lamentablemente, vistas las circunstancias
internas de lo que es ese enorme Estado, no hemos de descartar que se
puedan producir problemas similares en un futuro no demasiado lejano,
aunque quizá no con la violencia del problema chechenio.

También, dentro de la profundidad de este problema, debemos enmarcar la
compleja personalidad del señor Dudaiev, un líder que reúne unas
características que, cuando menos, le otorgan cierto grado de
pintoresquismo, y se llegue a eregir como líder conductor de todo un
pueblo que ve en el mismo el reflejo de sus aspiraciones nacionales.

En segundo lugar, quisiera manifestar o enfatizar algo que ya ha hecho...

(Los ruidos originados por las obras impiden oír al orador.)



El señor PRESIDENTE: Perdone, señor Recoder, le vuelvo a interrumpir
porque debido al ruido de fondo no se oye muy bien, aunque hemos pedido
ya que terminen con él, creo que los señores taquígrafos y estenotipistas
no le pueden seguir.




El señor RECODER I MIRALLES: Si me pego al micrófono, quizá se oirá
mejor.




El señor PRESIDENTE: Muy bien.




El señor RECODER I MIRALLES: Quisiera subrayar algo que ya ha manifestado
el propio señor Ministro, aunque quizá sin el suficiente énfasis. Es una
crítica que



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debemos realizar desde nuestro punto de vista y pienso que también desde
el punto de vista de cualquier demócrata y defensor de los derechos
humanos, en cuanto a la actitud del Gobierno ruso. Una crítica
fundamentada en el lamentable uso de la fuerza que ha realizado el
Gobierno del señor Yeltsin y que se ha manifestado en situaciones
auténticamente espeluznantes, como consecuencia de ese uso indiscriminado
de la fuerza.

De hecho, los observadores internacionales así lo han manifestado. Lo ha
manifestado el propio Defensor del Pueblo ruso --pienso que no se ha
dicho con anterioridad, pero es muy importante subrayarlo-- y lo
manifestó el propio Parlamento ruso en una declaración solemne, mediante
la cual se opuso manifiestamente a la utilización de la fuerza en los
términos en que el señor Yeltsin la había utilizado.

Por último, para subrayar el esperpento de la actitud del Gobierno ruso
(también lo ha manifestado el señor Muñoz-Alonso), simplemente ilustrarlo
con el aplauso que ha merecido la actitud de Yeltsin por parte de
Zhirinovski, de quien recuerdo unas palabras recientes del mismo, en la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, cuando nos sorprendió
hablando, al hilo de la crisis de Chechenia, de su amigo el señor
Yeltsin. Siempre habíamos creído que el enfrentamiento de Yeltsin y
Zirinovski era profundo y resulta que la actitud de Yeltsin ante la
crisis chechena les ha aunado.

Por último, señor Ministro, yo creo que el argumento que se ha esgrimido
desde Occidente referente al hecho de que se trata de un problema interno
de Rusia, en cierta forma les ha ido bien a los gobiernos europeos
occidentales, y no sólo a ellos sino incluso a occidente en general. Creo
que es una forma de escurrir el bulto y de no dañar la frágil estabilidad
rusa, una cuestión que yo creo obsesiona a todos los gobernantes
responsables occidentales y que actúa muchas veces como un freno, a mi
parecer y a menudo excesivo, para no ser más explícitos, más claros y más
exigentes con las actitudes del Gobierno ruso. Evidentemente existen
fundados temores de contribuir a dinamitar una frágil situación de por sí
o de favorecer las tendencias defensoras del ostracismo de la propia
Rusia mantenidas desde dentro de la propia Rusia.

Para concluir, señor Ministro, simplemente manifestar que creo se debería
realizar un esfuerzo importante, y veo que usted va tener la oportunidad
de aquí a muy pocos días, de advertir al propio Gobierno de Rusia y al
señor Yeltsin de que por este camino no se va a ninguna parte, y que,
dentro de lo posible, los gobiernos occidentales y nuestro Gobierno
deberían mantener una actitud más beligerante hacia la defensa y el
respeto a los derechos humanos en lo que es Rusia y en ese concepto,
entiendo de forma muy amplia, también entra el derecho a la identidad de
las minorías.

Termino diciendo que comprendo la dificultad que supone mantener
actitudes beligerantes hacia todo aquello que sucede dentro de lo que es
la antigua URSS, pero entiendo que dentro de lo posible se deberían
mantener actitudes que fueran lo más inequívocamente defensoras del
respeto de los derechos humanos.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Coalición Canaria quiere aquí mostrar, en
primer lugar, su agradecimiento a la explicación amplia que ha dado el
señor Ministro sobre la posición española y de las razones
circunstanciales que motiva esta postura. Dicho esto, nosotros queremos
compartir y apoyar la prudencia y el realismo con que el Gobierno español
viene contemplando este conflicto.

¿Por qué decimos eso? Porque hay una realidad obvia y es que en los
conflictos internacionales las cosas son como son y no como nos gustaría
que fueran. En este caso no nos gusta lo que ha ocurrido desde el punto
de vista de los derechos humanos, del sufrimiento de poblaciones, de la
destrucción de patrimonios, de vidas, culturas y bienes, pero ahí está
como fenómeno de la disolución política en que vive la Comunidad de
Estados Independientes y la Federación Rusa.

¿Cuál es la postura de España? Nosotros compartimos la del señor
Ministro: movernos en nuestras reacciones, en el mejor sentido
diplomático de la palabra, dentro del marco de los organismos
internacionales. Aquí todo lo que sea salirse del marco de comportamiento
internacional (y me estoy refiriendo a Naciones Unidas o a cualquier otra
organización de ámbito más reducido como la Unión Europea o incluso la
OTAN) sería hacer un puro voluntarismo, no sé si muy testimonial o poco,
pero desde luego nada pragmático. Por tanto, las reacciones de España
tienen que ser las que sean del común de las Naciones Unidas y las de
aquellos organismos a que está adherida España, tipo Unión Europea, tipo
OTAN o tipo UEO y Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, y las
que dicte el sentido común, deseando que esa dislocación habida en Rusia
no vaya en aumento. Como bien ha significado el señor Ministro y por las
informaciones que conocemos, los grados de responsabilidad en ese
desatino que ha ocurrido en Chechenia y en Grozni puede ser compartido
por ambas partes, tanto por las que han dado las órdenes de intervención
militar por parte de Rusia, como las posiciones numantinas del general
Dudaiev, porque desde luego esas posiciones a lo mejor pueden ser muy
bonitas para la épica, pero no resuelven los problemas internos que allí
se han producido.

Con esto termino, apoyando la postura del Gobierno en la línea de la
prudencia y del sentido común de enmarcar nuestras reacciones dentro de
la política general de los organismos internacionales, porque no podía
ser otra.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Martínez.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Gracias, señor Ministro,
por la información que nos ofrece.




La verdad es que la intervención del señor Mardones me ha sosegado un
poco porque estaba muy preocupado con intervenciones que no he entendido
muy bien a dónde quieren llevarnos.




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En primer lugar, manifestando nuestro acuerdo y nuestra coincidencia con
las posiciones del Ministro, tenemos que decir que cuando se ha descrito
el problema de la forma más rigurosa posible, no es para escurrir el
bulto de ninguna manera; cuando se dice que es un problema interno, no es
para escurrir el bulto, sino, muy al contrario, para decir inmediatamente
que precisamente en problemas internos ese tipo de conducta es
absolutamente impresentable y absolutamente discordante e incompatible
con las normas europeas y con las normas del Estado de Derecho y del
respeto a los derechos humanos y la identidad de las minorías dentro de
ese Estado de Derecho.

Diciendo que es un problema interno no le estamos quitando
responsabilidad a quien actúa como ha actuado el Gobierno y la
Presidencia de la Federación Rusa, sino al contrario, estamos
identificando, en primer lugar, una realidad y es que nosotros no estamos
por que Rusia sea un territorio a estallar o a deshacerse como un
caleidoscopio, sino que estamos por mantener esa integridad territorial
precisamente dentro de las normas del Estado de Derecho y del derecho
internacional, pero luego inmediatamente colocar antes su responsabilidad
o irresponsabilidad a quienes en un problema interno actúan de manera
estrictamente discordante con esas normas que los dirigentes de la
Federación Rusa dicen quieren adoptar en su propio caminar. Por tanto,
hay que denunciar la incoherencia.

No creo que se haya actuado de manera pacata ni de manera contradictoria
con lo que son nuestros intereses; se ha actuado con una firmeza que no
es incompatible con afirmar que la declaración de independencia de
Chechenia es, sencillamente, ilegal, inaceptable, de acuerdo con las
normas por las que nos estamos moviendo y en las que nos vamos a basar
para declarar inaceptable la violación de derechos humanos que allí se ha
producido. De la misma manera que hemos identificado al régimen que se
estaba creando en Chechenia como violador, a su vez, de todos los
derechos humanos, nadie ha podido discutir que el sistema, el régimen que
estaba creando el general Dudaiev era un régimen violador de todos los
derechos humanos a su vez. ¿Le quita eso importancia a la denuncia que
hacemos de la Federación Rusa, Gobierno y Presidencia? No, al contrario,
nos da fuerza y argumento para, en base a los mismos valores y
principios, denunciar esa actuación.

Hay algo a añadir que no se ha dicho aquí. El señor Recoder ha dicho,
afortunadamente, que el Parlamento ruso, la Duma, ha estado muy
mayoritariamente en condenar la actuación del Gobierno y de la propia
Presidencia. ¿Ha habido una actuación de los países occidentales tímida e
insuficiente? Los países occidentales, a través, entre otras cosas de sus
parlamentos en lo que a Europa se refiere, lo que hemos hecho en el
Consejo de Europa es, nada más y nada menos, que suspender el
procedimiento de adhesión. No se podía haber hecho más; se ha suspendido
el procedimiento de afiliación de Rusia a las estructuras europeas. Yo
tengo alguna que otra reserva y alguna que otra duda de que eso haya sido
lo más acertado, y la verdad es que estoy desarrollando todo los
esfuerzos que puedo con algunos colegas y compañeros para que esa
suspensión se retire lo antes posible. ¿Reacción de Occidente? Reacción
de Occidente metida en el dilema y la paradoja a que se refería el
Ministro. Primero, ¿cuál es el objetivo fundamental que nos mueve y debe
movernos? La consolidación democrática y la estabilización de la
Federación Rusa. Salvo cuatro pirómanos absolutamente demenciados, yo
creo que nadie sensato puede apostar por el incendio de la Federación
Rusa y por el estadillo de dicha Federación. Por tanto, el esfuerzo de
todas las fuerzas, desde la derecha a la izquierda en Europa, va dirigido
precisamente a procurar por todos los medios estabilizar y consolidar la
reforma democrática de Rusia.

¿Qué ha puesto de manifiesto la crisis de Chechenia? Ha puesto dos cosas
de manifiesto. Primero, que los comportamientos que se siguen por parte
de la dirección actual del país son muy parecidos a los que se han
seguido en períodos anteriores de la historia no de Rusia, sino de la
Unión Soviética esta vez, y, por otra parte, ha demostrado no sólo la
violación gravísima de derechos humanos --como han dicho los colegas que
han hablado antes-- con pérdidas de vidas, no sólo de chechenos, sino de
vidas rusas, de vidas civiles, de vidas de soldados jovencísimos. Creo
que se ha puesto de manifiesto algo que todavía a mucha gente le preocupa
mucho, y es la falta de un orden mínimamente funcional dentro de la
propia Federación Rusa. Ha habido un momento en el que no se sabía quién
respondía a quién; no se sabía cuáles eran las funciones del Parlamento;
no se sabía quién estaba controlando a quién; cuáles eran los poderes del
ejército; dentro del propio ejército no se sabía quién respondía a quién;
el Presidente podía hacer unas declaraciones que no tenían un seguimiento
en la realidad. Es decir, se ha puesto de manifiesto, por un lado, una
conducta que no tiene nada que ver con el presente y con el futuro de lo
que se preconiza en la Federación Rusa (nosotros estamos obsesionadamente
necesitados de que se consolide, por ellos y por nosotros), pero es
verdad y se ha puesto de manifiesto que aquello está --y lo digo de
manera coloquial y para que todos nos entendamos-- en un desmadre que
plantea un tremendo número de incógnitas para cualquiera de nosotros. Esa
es la realidad ante la que nos hemos encontrado.

Coincido con otros portavoces que han intervenido anteriormente y que han
dicho que en Rusia hay esperanza porque hay sectores muy importantes de
la sociedad que están en una dinámica democrática. Cuando nos planteamos
qué procede hacer, yo considero que lo que procede hacer es apoyar de
manera decidida a esas fuerzas de la esperanza, a esas fuerzas de la
democracia rusa y no actuar, de ninguna manera, aislando a la Federación
Rusa. Yo creo que el aislamiento de la Federación Rusa sólo contribuye a
reforzar a los sectores más antidemocráticos, más antieuropeos, más
ultranacionalistas, de los que yo no diría que Yeltsin se encuentre
próximo, pero es verdad que se producen coincidencias en tal o cual
oportunidad. En esta oportunidad de Chechenia el Partido Comunista de la
Federación Rusa, partido probablemente nostálgico entre los nostálgicos,
sin embargo, se encuentra en la punta de la actuación, en coincidencia
con las fuerzas democráticas, probablemente no porque coincida mucho con
éstas, sino realmente porque coincide en darle el palo a Yeltsin, de la



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misma manera que Zhririnovski --que tampoco coincide mucho con Yeltsin--
lo que hace en este tema es llevarse a Yeltsin a su campo en el impulso
al nacionalismo, al ultranacionalismo --diría yo-- en este momento.

Me parece muy importante insistir por nuestra parte en la necesidad de la
integridad territorial de la Federación Rusa, así como insistir en que
dentro de la Federación Rusa --y creo que lo ha comentado también el
señor Recoder-- es donde debe encontrar su cauce la plena identidad del
pueblo checheno, de acuerdo con la doctrina que estamos llevando adelante
de los derechos de las minorías nacionales, de la autonomía que debe
tener, sin olvidarnos que los dos principios que informan esta doctrina
son, por un lado, el derecho de la minoría a todo tipo de medidas por
parte del Estado para propiciar y mantener su identidad, pero también de
parte de las minorías la obligación de lealtad respecto del Estado sobre
cuyo territorio vive y se desarrolla.

A veces me preocupo cuando oigo afirmaciones de tipo histórico --que
probablemente son justas-- sobre la hostilidad tradicional, la conquista,
la resistencia. Me preocupan porque los que nos hemos movido por el
extranjero mucho tiempo eso lo hemos oído respecto de nuestro país y de
pueblos dentro de nuestros país. Se ha publicado, se mantiene, todavía
hay quien lo dice. La hostilidad histórica... Nosotros en nuestra propia
carne somos el ejemplo vivo de que determinados eslóganes encuentran un
cauce absolutamente adecuado para la consolidación democrática, la
coexistencia y la vida armónica dentro de un Estado que funciona de
acuerdo con los principios del Estado de Derecho.

Termino, señor Presidente, diciendo al Ministro hasta qué punto, desde
nuestro grupo, nos parece importante no sólo una actitud prudente, sino
una actitud coherente con los objetivos que estamos persiguiendo, desde
España y, desde luego, desde la Unión Europea. Los objetivos que estamos
persiguiendo --insisto una vez más-- tienen que ir, precisamente, a la
estabilización y a la consolidación democrática de Rusia. A la
consolidación y a la estabilización, que no sólo es lo único que puede
darnos una seguridad a los demás sino que también puede establecer el
cauce adecuado para que los pueblos que conviven en la Federación Rusa
disfruten de los derechos humanos y de los derechos de las minorías
correspondientes. Ahí es donde, a veces, señor Ministro, nos encontramos
ante la paradoja terrible de que, por un lado, por la conducta
absolutamente intolerable de la dirección de la Federación Rusa, nos
vemos obligados a cerrar la puerta de las instituciones ante las que son
candidatos, y por otro lado, al hacer eso, paradójicamente, estamos
reforzando a las fuerzas ultranacionalistas, a las fuerzas
antidemocráticas y antieuropeas que se encuentran dentro del país, y la
verdad es que no está muy claro cómo salir de esa paradoja. No está muy
claro. Estoy seguro de que en el viaje que la troika va a realizar la
dirección rusa les va a hablar de la candidatura rusa al Consejo de
Europa, que está en suspensión en este momento, y tenemos que plantearnos
nosotros: ¿es que no hay que levantar la suspensión y acelerar la
adhesión como mecanismo precisamente que defienda, que ayude a los
sectores más progresistas, más democráticos, más europeos, a imponer
nuestras normas a ese gran país que va a existir, le guste o no le gusta
a algunos. ¿Cómo acertamos mejor? ¿Aislando y exigiendo que se cumplan
determinadas normas, o introduciéndoles en nuestras estructuras como
mecanismo para que esas normas se vayan cumpliendo? Yo creo que ésa es
una respuesta que hay que dar. Probablemente, los tres países de la
troika,en este momento, son absolutamente claves no sólo para determinar
cuál es la actuación de la Unión Europea, sino también para determinar
esas otras instancias europeas donde la Federación Rusa es o quiere ser
candidata, o quiere ser candidata y puede dejar de querer serlo en un
espacio relativamente breve llevando agua al molino de los que nunca han
querido que la Federación Rusa fuera candidata, si por parte nuestra lo
que se produce es una actitud que yo entiendo que es de perfecta buena fe
y se dice: no, no, es que a lo que les lleva a ustedes eso es a violar
todas las normas de nuestro comportamiento y, por tanto, quédense ustedes
ahí fuera. Afortunadamente, a este nivel hemos tenido el privilegio de
tener al señor Kovaliov, de tener a las fuerzas democráticas, de tener a
la representación de la Duma. Eso, por lo menos a algunos, nos da la
esperanza de que hay interlocutores, más allá de que quien está en la
Presidencia de la República en este momento pueda gustarnos más o menos.

Un último dato, señor Presidente. Desde nuestros países lo que tenemos
que ser es muy cuidadosos, no respecto de las personas sino de las
instituciones. Tienen razón quienes han hablado antes que yo a este
respecto. Lo que pasa es que unos y otros hemos aplaudido, por ejemplo,
una constitución que resulta que es parecida a la de algún otro gran país
del mundo donde funciona correctamente. La hemos aplaudido todos, más
desde la derecha que desde la izquierda, por cierto, para decir las cosas
claras. Y resulta que cuando vemos cuál es la aplicación de alguno de los
puntos de esa constitución se nos ponen un poquito los pelos de punta. Yo
me imagino que se les pondrán también a los expertos que, en algunos
casos, propiciados por instituciones norteamericanas y europeas, son los
que han redactado, inspirado o controlado algunos de los capítulos, o
todos ellos, de esa constitución. Y no vale haber dicho hace ocho meses
que esa constitución era el paradigma del Estado de Derecho y ahora
empezar a levantar voces diciendo que para que se acerquen a las
instituciones europeas tienen que cambiar esa constitución que hace unos
meses todos decíamos que era un modelo de estructura democrática y del
Estado de Derecho.

Señor Ministro, yo comparto con todos los colegas que han intervenido una
gran perplejidad y una gran preocupación. Me figuro que también es la que
siente el Gobierno, porque es la que estamos sintiendo todos ante un
vecino que el hecho de que nos obsesione no traduce sino la dimensión y
la problemática que el estallido de ese vecino puede suponer para todos
nosotros, y, desde luego, para el futuro del proyecto europeo en el
ámbito de su seguridad y de su prosperidad.

Por tanto, gracias, señor Ministro. Tiene nuestro aliento para que siga
actuando con la prudencia a que se refería el



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señor Mardones, y, desde luego, con la firmeza que desde todos los
rincones de Europa se está propiciando, para que siga buscando
fundamentalmente la consolidación y la estabilización democrática de la
Federación Rusa como mecanismo cierto para superar la crisis chechena y
para impedir que otras crisis parecidas puedan producirse, porque tiene
razón el señor Muñoz -Alonso cuando dice que la crisis chechena es un
foco que se puede reproducir 30 veces en un país como éste; basta con
conocer un poco la geografía y la historia para saber que se puede
reproducir 30 veces. Que no se vuelva a reproducir, precisamente por la
consolidación democrática que corte de raíz las circunstancias que
propicien crisis como la que se ha producido en Chechenia.




El señor PRESIDENTE: Antes de dar la palabra al señor Ministro, quisiera
hacerles una pequeña reflexión.

Este es el primer punto de un orden del día que tiene 19. Si no nos
autolimitamos en el uso de la palabra y procuramos ser más breves,
corremos el riesgo de que esta sesión se alargue en demasía. Yo no deseo,
de ninguna manera, coartar a los grupos en el uso de la palabra. Sé que
tienen perfecto derecho, según el artículo 203 de nuestro Reglamento, a
utilizar un máximo de tiempo de 10 minutos. Algunos grupos han usado
mucho más tiempo. Yo no he limitado a nadie, pero les advierto que, a
partir de ahora, sí lo voy a hacer, y además les rogaría que procuren ser
más breves para que podamos desarrollar nuestro orden del día con un
mínimo de calma y con la menor fatiga posible.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, trataré de seguir sus consejos y de ser breve en la
contestación.

En mi primera intervención he tenido ocasión de exponer la posición del
Gobierno en relación con este conflicto que, como se ha puesto de
manifiesto por parte de los sucesivos intervinientes, es de una enorme
complejidad y en el que es muy fácil hacer declaraciones más o menos
tristes o melancólicas sobre la dificultad de su resolución, pero creo
que es mucho más difícil aportar alguna idea constructiva sobre cómo
llegar a una solución.

El Diputado que ha solicitado la comparecencia del Gobierno, el señor
Espasa, decía, en nombre de su Grupo, que la respuesta ha sido tibia, que
ha sido tardía y que le hubiera gustado una beligerancia mayor. Yo no sé
si alcanzo a comprender qué significa una mayor beligerancia, a menos que
quiera decir lo que etimológicamente quiere decir, aunque espero que no
sea así, porque no sé qué más beligerancia se puede dar. Le voy a
analizar a S. S. las opciones que la comunidad internacional tiene, y por
tanto también España, más allá de las palabras. Palabras fuertes podemos
usar cuantas queramos, pero acciones concretas sólo hay cuatro. Una
acción en el ámbito de la OSCE, otra en el ámbito de la Unión Europea,
otra en el ámbito potencial del Consejo de Europa y una última, si S. S.

me lo permite, también en el ámbito de la Alianza Atlántica. No tiene más
opciones la comunidad occidental para responder en esta materia.

Le voy a exponer cuáles han sido las respuestas que hemos dado en el
ámbito de todas estas opciones. En primer lugar, la OSCE. Su señoría ha
dicho que está de acuerdo con lo que se ha hecho en ese marco. Creo que
ha dicho que está de acuerdo y que no hay otra solución que la que la
OSCE ha tomado. Por tanto, sobre la Organización de Seguridad y
Cooperación en Europa, el planteamiento que ha tenido el Gobierno español
y la propia institución, hasta S. S. ha estado de acuerdo en decir que ha
sido la adecuada. En segundo lugar, viene la Unión Europea. ¿Qué puede
hacer la Unión Europea? Puede hacer dos cosas. La primera, hacer
declaraciones, como ha hecho, y la segunda, tomar represalias, es decir,
medidas de sanción. ¿Y qué sanciones tiene en su mano la Unión Europea?
Sólo tiene una: la sanción paralela, que es la que el Consejo de Europa
ha tomado. Se firma o no se firma el acuerdo interino de partenariado que
la Unión Europea tiene con Rusia. Es la única posibilidad de sanción que
tiene en su mano la Unión Europea. ¿Qué es lo que va a hacer? Señoría, le
he dicho antes que la troika va dentro de pocos días a Moscú. Reitero
ahora mismo --si no se lo he dicho antes-- que la Unión Europea tiene
pendiente la firma del tratado interino. Digo el interino porque el otro
corresponderá a los parlamentos y SS. SS tendrán que definirse, en su
momento, sobre si desean firmarlo o no. En su mano, repito, tiene
solamente el tratado interino.

El día 17 de febrero recibí una carta del Ministro Kózirev, pidiéndome
que hiciera todo lo posible para que ese acuerdo interino se firmara con
ocasión de la visita de la troika a Moscú. Antes de ayer se le ha
contestado, no sólo en nombre de España sino en nombre de los tres países
de la troika, diciendo que primero vamos a hablar en Moscú y que ya
veremos lo que se hace posteriormente, de acuerdo con las garantías y el
planteamiento que dé la Federación Rusa, por boca del Presidente Yeltsin
y de su Ministro de Asuntos Exteriores.

Por tanto, primera respuesta, OSCE, y S. S. está de acuerdo. Segunda
respuesta, Unión Europea. Creo que lo que estamos haciendo es lo
razonable y no entiendo que S. S. me pueda pedir que se dé ni un paso más
en esa dirección, a no ser que entienda que las sanciones habrían de ser
económicas ya. No se me ocurre ninguna respuesta mejor que la que vamos a
dar o la que estamos dando en relación con Rusia.

La tercera solución es la Alianza Atlántica. S. S. no querrá --por su
intervención, no creo que quiera-- que se ponga en marcha ninguna
operación política --entiendo que bajo ningún concepto militar-- en la
Alianza Atlántica, que podría ser sólo una: amenazar con la ampliación
más rápida de la Alianza Atlántica, en tanto en cuanto la Federación Rusa
no se comporta de acuerdo con las normas que el Derecho internacional
apoya y defiende. No creo que sea ésa la posición de S. S. Entiendo que
caeríamos todos --S. S. el primero-- en una gran contradicción si fuera
ésa la respuesta a un comportamiento que a S. S. no le gusta, a mí
tampoco, porque tenemos que ser capaces de dar alguna respuesta más
constructiva que nos permita avanzar.




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Por último, tenemos el ámbito del Consejo de Europa. Creo que por persona
relevante de la Asamblea de parlamentarios del Consejo de Europa se ha
puesto de manifiesto en esta Cámara cuál es el planteamiento, que yo
comparto. Comparto la preocupación que el Presidente de la Asamblea del
Consejo de Europa se le plantea, porque es verdad que se ha tomado una
decisión de paralizar la incorporación, que como medida inicial es
positiva, pero tendremos que pensar seriamente qué respuesta damos a ese
planteamiento en el futuro.

El ámbito de respuesta real, más allá de la retórica, que la comunidad
internacional tiene --en este caso, la Unión Europea-- se limita
básicamente a estos cuatro aspectos, más allá de las declaraciones que
podamos hacer más o menos brillantes, más o menos agresivas, más o menos
contundentes por parte de la Unión Europea. Pero vuelvo a insistir: éstos
son los planos en los que podemos actuar. Objetivamente, en los cuatro
planos a los que he hecho referencia se ha actuado responsablemente y
bien. ¿Que nos hubiera gustado que el problema hubiera tenido una
solución más fácil? Sin duda alguna. ¿Que nos hubiera gustado que la mera
enumeración de estas cuatro formas de comportamiento, en las cuatro
instituciones a que he hecho referencia, hubieran sido suficientes para
paralizar un comportamiento que, a nuestro juicio, es profundamente
rechazable de los dirigentes de la Federación Rusa? Sin duda alguna. Pero
aquí estamos y ésta es la situación en la que nos encontramos. Estos
cuatro planos son los que hay que manejar y en los cuales la comunidad
internacional se puede mover con una cierta eficacia.

Reitero, una vez más, que tenemos esta visita pendiente. La contestación
a la carta del Ministro Kózirev del día 17 y la visita de la troika a
Moscú. Además, la mala noticia se le ha comunicado ya al Presidente
Yeltsin: que, en principio, no se va a firmar el acuerdo interino. Es una
decisión muy importante. De hecho, es una sanción, que tiene unas
consecuencias que debemos medir. Esta declaración se ha hecho por
escrito, pero todavía no es más que privada, por la vía de una carta al
Presidente Yeltsin y al Ministro Kózirev. Veremos si en la reunión de la
próxima semana podemos avanzar, si es que cambian los condicionamientos y
los planteamientos de la propia Federación Rusa.

Al señor Muñoz-Alonso le diría, en cierta manera, lo mismo: comparto la
desazón que a S. S. le embarga --a todos nos embarga la misma desazón--
por la incapacidad de resolver un problema cuando no se tienen los
instrumentos para hacerlo. Creo que los instrumentos que se han puesto en
marcha son los que hoy tiene la comunidad internacional en su mano; no
tiene ninguno más, salvo la guerra. No creo que se esté solicitando el
actuar de manera militar por parte de la comunidad internacional en el
ámbito de un problema que, como se ha dicho tantas veces, tiene
inicialmente una reflexión, que es la integridad territorial de un país,
que lógicamente no tenemos capacidad, por las propias leyes
internacionales, de no reconocer. Sin embargo, es cierto --vuelvo a
insistir, porque es parte de este dilema profundo en el que nos
encontramos-- que no estamos dispuestos a aceptar --por eso mismo, porque
es un problema interno de un país-- que se violen los derechos humanos,
incluso por parte de los gobiernos que en ese país existen.

Creo que lo que hemos hecho --con la frustración que a todos nos acompaña
en este momento-- es lo que se puede hacer, incluso desde el ámbito de la
Unión Europea, con resistencias por algunos de los países socios, que
creen que el no firmar el acuerdo interino es un paso exagerado. No ha
sido nuestra posición. Hemos estado en la posición --por estar en la
troika-- que hemos defendido allí y que ha prosperado, y vamos a ver qué
sale de la próxima reunión con las autoridades de la Federación.

Es cierto, como S. S. decía, que hay división interna en la propia
Federación. Una cosa es la opinión pública mayoritaria en la Federación
Rusa, partes del Parlamento muy significativas, y partes de la
Presidencia o del Gobierno de la Federación. Eso es lo que tenemos que
intentar jugar con la máxima inteligencia, para que aquellas fuerzas más
proclives a un comportamiento más acorde con los planteamientos y las
ideas que nosotros defendemos sean los que ayuden a consolidar la
Federación Rusa. Pero creo que todos estaríamos de acuerdo en que lo que
a todos nos interesa es una consolidación democrática de la Federación
Rusa y en que la inestabilidad de la Federación Rusa es algo que a todos
los presentes --entiendo-- nos parecería una malísima solución al
problema.

¿Ha habido algunos ejemplos donde la Federación Rusa ha reaccionado de
otra manera y se ha podido llegar a acuerdos? Sí, los ha habido. Ha
habido ejemplos, dos de ellos ciertamente chocantes --S. S. no los ha
mencionado, lo hago yo--, por ejemplo, en el Tatarstán, donde se llegó a
un acuerdo negociador --era un acuerdo de autonomía, en el sentido en que
utilizábamos el término en el año 1994--, tras unos conflictos que no
tuvieron la violencia ni la rotundidad del de Chechenia, pero que se
resolvieron, seguramente porque las posiciones iniciales eran menos
maximalistas por parte de unos y de otros. Y lo mismo ha ocurrido en
Basukorkostán, porque también ahí se llegó a un acuerdo, en un problema
de raíces históricas muy profundas, de autonomía en el año 1994.

En cuanto a las reflexiones más largas de don Alejandro Muñoz-Alonso,
sobre la personalidad del Presidente Yeltsin, ocasión tendremos para
discutir sobre ellas, pero lo que quiero decir que por parte de la
comunidad internacional, en este caso de la Unión Europea, la reunión de
Gymnich del día 18, bajo la Presidencia francesa, tendrá prácticamente
como único punto del orden del día las relaciones entre la Unión Europea
y Rusia, haciendo una reflexión a puerta cerrada, durante día y medio,
sobre este tema. Es decir, todas estas preocupaciones que S. S. apuntaba
son compartidas, lógicamente, por los países socios de la Unión Europea.

Pero, insisto, la respuesta se tiene que dar más allá de las palabras, en
esos cuatro planos: la OSCE, la Unión Europea, el Consejo de Europa y la
Alianza Atlántica. Creo que que es allí donde se ha dado, en las
dimensiones y en las posibilidades en que la prudencia aconsejaba que se
hiciera.

Al Diputado, señor Recoder, le agradezco sus palabras. Todos compartimos
las quejas sobre la violencia desatada



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en las imágenes que hemos visto. Alguien decía esta mañana que no se
habían visto imágenes de televisión parecidas desde hacía muchos años. Yo
tuve la ocasión el otro día de ver --no me acuerdo qué programa, en el
que se conmemoraba el aniversario de Dresde-- las imágenes de Grozni.

Realmente era sobrecogedor, porque no se sabía qué imágenes eran de
Dresde y cuáles de Grozni. Imagino que algunas de SS. SS. vieron también
ese programa. Era realmente impresionante. Nos conmociona a todos. No
tengan SS. SS. dudas de que la conmoción que sienten sus conciencias es
proporcional a la que siente quien les habla en este momento. Por tanto,
una mayor beligerancia, más allá de declaraciones beligerantes que,
insisto, difícilmente se puede tener, puesto que lo que en la OSCE se ha
hecho, creo que razonablemente en la Unión Europea vamos a hacerlo o
estamos haciéndolo. No se ha firmado ya el acuerdo interino que se
debería haber firmado. Lo más probable es que no se firme en la fecha que
quería la Federación Rusa, que es el lunes que viene; es seguro que ese
día ya no se va a hacer. En tercer lugar, el Consejo de Europa también ha
puesto el freno --por utilizar la terminología mecánica-- en el
procedimiento de adhesión de la Federación Rusa en tanto en cuanto no se
clarifique un poco más la situación.

Señorías, comparto sus planteamientos. Sobre el reconocimiento de la
realidad --su señoría ha puesto un poco el énfasis en el reconocimiento
de la realidad de ese sujeto de la Federación, de Chechenia--, le puedo
decir que en el ámbito de la Federación Rusa dirigentes políticos
diversos tienen ideas y posiciones distintas. Yo he tenido ocasión de
hablar con Yavlinski no hace mucho tiempo, hace dos semanas, y me decía
con toda claridad y contundencia que él en este momento era partidario de
la ruptura de la Federación Rusa. No me gustaría ser yo quien tuviera que
asumir en este momento la responsabilidad de esa afirmación, pero si hay
algunas fuerzas políticas que están en el ámbito de la Federación Rusa
democrática y otras próximas a ese planteamiento que, después de haber
perdido toda esperanza de poder poner «orden» --entre comillas-- en esa
situación, están dispuestos a tirar la toalla y no sabemos muy bien a
dónde nos puede conducir ese acto o esa decisión tomada en estos
momentos, desde el punto de vista de lo que algunas de SS. SS. hablaban
de la estabilidad y del no prender fuego a una zona de Europa.

Al Diputado señor Mardones quiero agradecerle sus palabras. Trataremos de
ser prudentes. Creo que en estos momentos es de gran importancia el
practicar la virtud de la prudencia porque lo que nos estamos jugando,
desde el punto de vista de la seguridad europea, no es baladí.

Al Diputado señor Martínez quiero agradecerle su planteamiento. Creo que
coincide con el que ha mantenido el Gobierno. Quiero decirle que la
consolidación democrática de la Federación Rusa es el empeño que nos guía
a todos nosotros. Podremos acertar en el ritmo o en alguna de las
medidas, pero sin duda ésa es la guía que tenemos, porque nos parece que
es la mejor manera de trabajar por la estabilidad, no solamente de la
Federación Rusa, sino también de Europa, porque, al fin y al cabo, es la
preocupación que debe seguir siendo la más importante por parte de los
países de la Unión Europea.

Con respecto al procedimiento de adhesión en el Consejo de Europa, yo
también comparto la preocupación que tiene S. S. Yo creo que la decisión
es acertada, pero no juguemos con fuego, porque uno de los desafíos que
tenemos es cómo incorporar la Federación Rusa a algunas de las
instituciones en las que nos movemos los países que compartimos unos
valores, unas formas de vida, unas maneras de comprender la convivencia.

Creo que no estaría de más el hacer lo posible para que la Federación
Rusa, a la mayor brevedad, se pudiera incorporar a estas instancias.

Esta es la contradicción en la que vivimos. Esta es una de las
perplejidades que tenemos, pero, al fin y al cabo, hacer política
internacional supone moverse en el ámbito de contradicciones, de dilemas,
de perplejidades y hacerlo de la manera más inteligente posible y
defendiendo mejor los intereses del país de cada uno.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Espasa, brevemente.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Presidente, pido la palabra puesto que no
la he utilizado en la presentación de la comparecencia. Me permito antes
una sugerencia de orden, señor Presidente. Usted nos recordaba el
Reglamento. Yo creo que la mejor y más exquisita norma democrática es que
todos nos respetemos a todos y si el límite son diez minutos, son diez
minutos, porque cuando se sobrepasa este límite el que lo está
sobrepasando está abusando de la cortesía democrática de sus compañeros,
de los portavoces de la Comisión. Creo que el Presidente no debería
tolerar estos abusos. Si nos hemos de constreñir, nos constreñimos todos.

La regla fundamental de la democracia es el equilibrio, la igualdad.

Supongo que esto lo comparte el señor Presidente conmigo y, por lo tanto,
no quiero extenderme más, sino hacer un llamamiento a que se utilice en
bien de la democracia, en bien de todos. Aquí no hay ni debe haber
patentes de corso para hablar más tiempo que otros, sino que todos
debemos ajustarnos a los criterios de funcionamiento de la Comisión.

Dicho esto, señor Presidente, señor Ministro, respondo a su última
intervención. Usted decía con acierto que el equilibrio difícil es entre
las palabras y las acciones reales. En esto ha intentado basarse mi
intervención. Vuelvo a repetir que en el terreno siempre difícil y no
siempre eficaz del equilibrio entre las declaraciones, las palabras
--usted lo llamaba quizá peyorativamente la retórica-- y la capacidad de
actuar, nunca se sabe el resultado, pero es evidente que es un arma más
de la política internacional.

Mi crítica, la de mi Grupo, ha sido fundamentalmente decir que el
Gobierno español, la Unión Europea u otros importantes aliados
occidentales han estado demasiado tibios y demasiado tardíos en el uso
del «aspecto» --entre comillas-- de advertencia que pueden tener unas
declaraciones contundentes sobre lo que está pasando y lo que está
haciendo un determinado dirigente, el Presidente Yeltsin, en la
Federación Rusa con respecto a Chechenia. Lo



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dijimos con respecto a la Casa Blanca; nos quedamos solos. Hoy parece,
por la intervención de un determinado portavoz, que también nos quedamos
solos. Les recuerdo que en la mayoría que gobierna hoy en nuestro país ha
habido opiniones diversas, como en los toros, pitos y palmas. Parecía que
el señor Martínez y usted nos venían a bendecir todo lo que se decía en
la Federación Rusa. El socio de gobierno les ha recordado --como han
hecho este y otro portavoz-- que no podía ser, que habíamos estado
tibios, que habíamos sido demasiado poco beligerantes. No me tome el
rábano por las hojas, señor Ministro.

Este equilibrio entre las declaraciones, las advertencias, la toma de
posición hacia los otros y también hacia nosotros, hacia nuestro pueblo
español, que ve y mira lo que hace su gobierno, cómo su gobierno
contempla cuando se pisotean los derechos humanos en otros territorios
del mundo, en este caso de Europa, de la Federación Rusa, también forma
parte de la práctica política y de la pedagogía. En este difícil
equilibrio yo creo que hemos sido cortos y pacatos. Lo he dicho antes y
lo repito ahora. ¿Por qué? Porque --y termino muy rápido, señor
Presidente-- haciendo esto estamos reconociendo «de facto» una cosa que
los demócratas no queremos reconocer y que la Federación Rusa reclama:
una especie de patio trasero para la Federación Rusa y para la CEI y no
lo queremos, como tampoco lo hemos querido para los Estados Unidos, ni
para nadie; patios traseros, para nadie. Callando estamos reconociendo
este patio trasero.

Segundo, he mencionado las opiniones del Vicepresidente de los Estados
Unidos, de Al Gore, cuando reconoce que la estrategia utilizada por una
determinada organización, la OTAN, ha sido equivocada respecto de la
Federación Rusa. ¿Con qué motivo? Para atraerla a la comunidad de Estados
democráticos. ¡Claro que sí! También es ése mi objetivo y el de mi Grupo,
pero resulta que podemos discrepar en los métodos. Mi Grupo y yo siempre
hemos defendido que el punto de encuentro sería la OSCE, no la OTAN.

Ustedes, Partido Socialista, usted, Ministro del Gobierno de don Felipe
González, cree que es más productivo --el Partido Popular también lo
cree-- la extensión como mancha de aceite de la OTAN, una vieja alianza
militar de otro período histórico. Nosotros creemos que no. Ahí
discrepamos: en instrumentos, no en objetivos. Estamos de acuerdo en
integrar a la Federación Rusa en la comunidad de Estados democráticos, en
defender su integridad territorial, no en apostar por la piromanía
respecto a ellos. ¡Claro que sí! Pero discrepamos en los métodos de
aproximarse.

En tercer lugar, respecto de la OSCE, he dicho que estaba de acuerdo con
el contenido de la solución.




El señor PRESIDENTE: Señor Espasa, termine por favor.




El señor ESPASA OLIVER: Termino, señor Presidente.

Digo que estoy de acuerdo en el contenido de la solución, en los cuatro
puntos, no en la forma ni en lo tardíamente que se ha hecho.

Respecto de la Unión Europea y del Consejo de Europa comparto los
objetivos finales que decía defender el señor don Miguel Angel Martínez,
es decir, la integración de la Federación Rusa al proceso europeo total y
pleno. Me crea dudas el no ingreso en el Consejo de Europa o la no firma
del acuerdo interino, pero son elementos que permiten marcar posiciones y
hacer advertencias duras y fuertes para que dejen de pisotearse los
derechos humanos y el Derecho humanitario internacional y cuando se hace
poco o tarde --tesis que yo he defendido aquí--, lo hacemos tarde y mal y
recogemos sólo los aspectos negativos, y no quisiéramos ninguno de los
que esta mañana nos hemos pronunciado aquí. Es evidente, repito, que nos
hemos pronunciado tarde y mal respecto de la comunidad internacional,
respecto de la propia Federación Rusa, pero también respecto de nuestra
propia ciudadanía, señor Ministro, porque haciendo política internacional
también hemos de mirar cómo responden nuestros ciudadanos, los españoles,
a la actitud del Gobierno cuando se produce lo que usted ha descrito muy
bien, diciendo que no sabe si se están viendo las imágenes de Grozni o de
Dresde cuando uno la ve en televisión.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Voy a ser muy
breve, señor Presidente. Después de escuchar con la máxima atención a S.

S., lo que entiendo es que S. S. está de acuerdo con lo que se hace y
quizá no está de acuerdo con lo que se dice, o, por lo menos, no está de
acuerdo con la intensidad y rapidez con que se dice, pero sí está de
acuerdo con lo que se hace, porque S. S. no ha hecho nada más que
subrayar las tres cuestiones que se han hecho. Puedo estar de acuerdo con
S. S. en que a lo mejor hay que hablar más alto o antes, pero al fin y al
cabo, estamos en un tema ciertamente de segundo nivel. En lo que se ha
hecho, en los tres o cuatro ámbitos que he mencionado, S. S. está de
acuerdo. Sobre lo que se dice o cómo se dice, quizá podamos tener alguna
diferencia, que estoy dispuesto a reconsiderar.




--EXPLICAR LA POSICION DEL GOBIERNO EN RELACION A LAS PROXIMAS ELECCIONES
MUNICIPALES EN GUINEA ECUATORIAL, EL ARRESTO DOMICILIARIO DEL LIDER DE LA
OPOSICION, SEVERO MOTO, ASI COMO LAS AYUDAS QUE PIENSA APORTAR PARA UNA
PACIFICA Y DEMOCRATICA CELEBRACION DE DICHOS COMICIOS. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente
213/000524.) El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 2 del orden del
día, que es la comparecencia del señor Ministro, para que explique la
posición del Gobierno en relación a las próximas elecciones municipales
en Guinea Ecuatorial, el arresto domiciliario del líder de la oposición,



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señor Severo Moto, así como las ayudas que piensa aportar para una
pacífica y democrática celebración de dichos comicios. El Grupo
solicitante de esa comparecencia es el Grupo Parlamentario Popular.

El señor Ministro tiene la palabra para introducir el tema.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con la mayor
brevedad, trataré de contestar a la petición de comparecencia por parte
del Grupo Popular.

A finales de 1994, el pasado 14 de diciembre, tuve el honor de comparecer
ante esta misma Comisión, a petición también del Grupo Popular, para
informar sobre la evolución de la situación política, económica y social
de Guinea Ecuatorial, así como de las relaciones bilaterales entre Guinea
y España. La relativa proximidad de esa comparecencia --que no hace más
de dos meses; dos meses y medio-- me exime, pues, de repetir todo lo que
ya dije en aquella ocasión, concentrándome en las tres preguntas que se
especifican en el escrito de solicitud de esta comparecencia.

La posición del Gobierno español en relación a las próximas elecciones
municipales de Guinea Ecuatorial es bien sencilla. Nuestra prioridad en
estos momentos es que se pueda reconducir el proceso de transición a la
democracia, centrándolo justamente en la preparación de las elecciones
municipales que podrían tener lugar en la primavera próxima. Las
elecciones deben celebrarse con las garantías de las que carecieron las
de 1993, de manera que participen en ellas todas las fuerzas políticas y
sean reconocidas como libres y como democráticas por la comunidad
internacional.

Esta posición es bien conocida por el Gobierno de Guinea Ecuatorial y lo
es también por los principales partidos de la oposición, especialmente
por aquellos que se encuentran reunidos en la denominada Plataforma de
Oposición Conjunta, la POC. Coherente con esta postura, nuestra Embajada
en Malabo se mantiene en coordinación estrecha con las misiones
diplomáticas que están allí de Francia, Estados Unidos, Comisión Europea
y el PNUD, y en contacto constante con el Gobierno y los partidos
políticos. Con los partidos políticos se está trabajando para que se
cumplan los compromisos a que se llegó en la mesa de donantes, la mesa de
junio pasado, sobre la necesidad de revisar el censo electoral y de
reformar la legislación sobre normativa electoral.

En términos generales, podemos decir que por ahora se está cumpliendo el
calendario previsto, y que los representantes de los partidos políticos
están participando en las operaciones de revisión del censo, que entiendo
que podrían estar concluidas a finales del mes de marzo, lo que quiere
decir que técnicamente las elecciones podrían ser convocadas en abril. La
preparación adecuada y la celebración adecuada de estas elecciones de
carácter municipal reviste un significado político importante por varias
razones: en primer lugar, porque constituye una ocasión para que el
Gobierno de Guinea pruebe, ante la opinión pública de su país y del resto
del mundo, su voluntad de llevar a cabo un proceso democratizador
auténtico. En segundo lugar, porque permitirá que miembros de los
distintos partidos políticos legalizados puedan ser elegidos para los
nuevos ayuntamientos, y de esa manera propiciar su participación en las
responsabilidades de la gestión pública. Y por último, porque estas
elecciones servirán de modelo para las presidenciales, que podrían tener
lugar el año próximo y que, obviamente, son de una gran trascendencia
política.

Respecto al asunto en el que se han visto implicados, primero, el
encargado de finanzas del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, don
Tomás Elo, y después el propio Presidente de este Partido, el señor Moto,
es un tema que en este momento se encuentra «sub iudice», por lo que SS.

SS. comprenderán que debemos actuar con la máxima prudencia. A partir del
momento en que se produjeron los hechos, a últimos de enero --y tuvo
conocimiento de ellos nuestra Embajada--, el Embajador, señor Otero, se
entrevistó con el Ministro de Estado para Asuntos Exteriores y
Cooperación, le subrayó el interés con que el Gobierno español y los
medios políticos e informativos españoles estamos siguiendo este caso, y
le transmitió nuestra esperanza de que sea llevado con todas las
garantías jurídicas para los acusados. Como S. S. sabe, los señores Elo y
Moto están acusados de intentar sobornar a un miembro de los servicios de
seguridad de la Presidencia de la República, para obtener pruebas de una
supuesta implicación del entorno presidencial en actividades relacionadas
con el narcotráfico. Con posterioridad, detenido el señor Elo y en
arresto domiciliario el señor Moto, la Embajada se ha mantenido
constantemente informada de su estado de salud a través de sus abogados,
familiares, amigos y miembros del Partido del Progreso. Según mis
informaciones, las últimas procedentes de la propia comisión política del
Partido del Progreso, ambos se encuentran en perfecto estado de salud,
reciben visitas y no se menciona que hayan sido objeto de malos tratos,
lo que contradice algunos comunicados y noticias aparecidos en algún
medio de comunicación. En estos momentos, los abogados de los señores Elo
y Moto han interpuesto un recurso contra el auto de procesamiento, y la
causa ha pasado del Juzgado de Instrucción de Malabo al Tribunal de
Apelación.

Por último, por lo que se refiere a las ayudas que piensa aportar el
Gobierno español en virtud de los acuerdos tomados el pasado año en la
mesa de donantes, España se comprometió a apoyar el proceso democrático y
la preparación y la celebración de estas elecciones municipales. Este
compromiso se está materializando a través de la cooperación española.

Nuestra cooperación empezó ya el año pasado facilitando la conclusión del
censo nacional de población y de vivienda, entregando ahora material
informático para la revisión del censo electoral, de un valor aproximado
de 17 millones de pesetas. Ha puesto a disposición del Gobierno y de los
partidos políticos varios vehículos todo terreno, combustible y
conductores para los desplazamientos por el interior del país, necesarios
para las operaciones relacionadas con el censo. Hemos ofrecido también la
colaboración de técnicos en informática, y estamos haciendo gestiones
para que la propia Unión Europea



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y las Naciones Unidas contribuyan también a la organización de estas
elecciones.

Si se celebraran estas elecciones después de nuestras propias
municipales, tenemos el proyecto de invitar a un grupo de políticos y
funcionarios de Guinea Ecuatorial a que vengan a España para estudiar su
organización y estar presentes el día de los comicios. Por tanto, la
ayuda oficial del Gobierno tiene carácter institucional, se realiza en el
marco de la mesa de donantes, siendo beneficiarios tanto el Gobierno como
los distintos partidos políticos de la oposición.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, solicitante de la
comparecencia, tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Ministro, por su presencia y sus
explicaciones. Efectivamente, la última vez que hablamos en esta Comisión
de Asuntos Exteriores de Guinea Ecuatorial fue el 14 de diciembre, pero
el mismo señor Ministro reconocerá que desde esa fecha hasta hoy se han
producido toda una serie de acontecimientos que son los que han
aconsejado, desde nuestro punto de vista al menos, la conveniencia de
solicitar esta comparecencia. En cualquier caso, si no recuerdo mal, en
aquel momento tuve ocasión de poner de relieve la necesidad de que
regularmente habláramos de estos temas, porque de cara a las elecciones
municipales seguramente será muy necesario, y de cara a algunos de los
incidentes que parece que se han producido en estos últimos tiempos,
doblemente necesario.

Quiero decirle que para nosotros esos objetivos que usted ha expuesto
como los del Gobierno: que las elecciones municipales se celebren con
todas las garantías, que participen todas las fuerzas, que lo hagan de
manera libre e igual y que, efectivamente, resulten unas elecciones
democráticas, son objetivos que nosotros compartimos plenamente. A
diferencia de otras comparecencias en donde pudiera haber alguna
finalidad genéricamente crítica, tengo que decir que esos objetivos son
compartidos por el Grupo Popular y quisiéramos que todos --Gobierno y
ciertamente nuestro Grupo, y espero que otros grupos políticos--
participen exactamente de la misma opinión.

Lo que nos parece significativo, importante e incluso necesario, señor
Ministro, en ese ámbito de amplio consenso sobre los objetivos, es tener
en cuenta alguno de los incidentes que se han producido en los últimos
tiempos y algunas de las dudas que por parte de algunas fuerzas políticas
guineanas pudieran haber surgido con respecto al comportamiento de la
Embajada española en Malabo y, consiguientemente, también por parte del
mismo Gobierno.

Primero, nos parece que la situación por la que en este momento atraviesa
el Partido del Progreso y su Presidente, don Severo Moto, es grave, y no
tengo ningún inconveniente en sumar nuestra voz a las de preocupación,
incluso de angustia, que han sido recientemente manifestadas y puestas de
relieve por los portavoces del citado Partido del Progreso. Hoy mismo en
la prensa aparecen esas voces, que sin ningún tipo de exageración pueden
ser calificadas de angustiadas. Ya sabemos que pueden existir
determinados condicionantes psicológicos e incluso alguna tendencia, por
otra parte perfectamente legítima y lógica en la explicación de las
circunstancias, dada a algún tipo de exageración. Pero es mejor --y
nosotros así lo entendemos-- levantar nuestra voz de preocupación y
unirla a aquéllas de preocupación y de angustia que en este momento
surgen en Guinea Ecuatorial, antes que tenernos que lamentar de sucesos
que esperamos profundamente que no se produzcan y que, efectivamente,
todo lo que conduce a las elecciones municipales sea, no digo yo que un
modelo de fluidez, pero sí un tránsito adecuado, tranquilo y pacífico
para la celebración de las elecciones.

Como parece que alguna inquietud o curiosidad surge al respecto, hoy
mismo leo en algún periódico nacional una información que dice que
portavoces del Partido Popular guineano temerían que eventualmente el
señor Moto pudiera aparecer sin vida, atribuyéndose esa circunstancia a
un suicidio. Por otra parte, en otro medio también se da cuenta de cómo
el secretario de organización del Partido Popular, después de haber
estado durante un cierto número de días en prisión, sale haciendo
declaraciones realmente insólitas, teniendo en cuenta la personalidad del
que había estado en la prisión y el Partido al que pertenece, que es
también el Partido Popular. Al señor Ona se le atribuyen declaraciones en
las que, después de una estancia de ocho días en la cárcel, hace unas
insólitas declaraciones en donde dice que Severo Moto estaba preparando
el derribo del señor Obiang con el apoyo de España, que tenía previsto
enviar al portaaviones «Príncipe de Asturias» para tal finalidad.

No es que yo quiera sacar conclusión alguna entre los ocho días de
prisión y las declaraciones del señor Ona, pero suficientes experiencias
tenemos sobre los comportamientos del señor Obiang, que, según parece y
según estas autorizadas, para nosotros, fuentes, no parece haber cambiado
precisamente en este momento, sino, por el contrario, parecería haberse
endurecido cara a lo que pudiera ser, eventualmente, un temor sobre los
propios resultados de las elecciones municipales.

Por una parte, nos encontramos no únicamente con claras infracciones
continuadas de derechos humanos, que han sido de nuevo también
denunciadas por los organismos competentes de las Naciones Unidas, sino
además con una cierta voluntad de crear un ámbito, una atmósfera de
terror de cara a la celebración de estas elecciones municipales. La
plataforma de la oposición conjunta así lo ha denunciado muy
recientemente, anunciando que tiene la intención, por otra parte
enormemente sana, de concurrir a esas elecciones con una lista única.

En ese contexto también ha habido una manifestación, que ha aparecido
reproducida en la prensa española, del propio Severo Moto, en donde
transmitía, de una manera más o menos dramática, sus quejas sobre el
comportamiento del Embajador español. Yo, en este sentido, ni presumo ni
dejo de presumir, pero hay toda una serie de citas que se producen en
esas manifestaciones escritas del señor Moto que a nosotros sí nos
producirían una cierta preocupación.




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Porque si fuera cierto que frente a una actitud, que no hemos tenido
ningún empacho en suscribir e incluso en alabar por parte del Gobierno
español y de anteriores representantes del Gobierno español en Malabo, en
este momento se estuviera produciendo una actitud que pudiera
justificarse en aras a un determinado pragmatismo diplomático, pero que
ciertamente conduciría a una clara inclinación hacia los planteamientos
del Gobierno, eso sería grave. Y como no creemos que don Severo Moto haya
cometido alguna irresponsabilidad haciendo ese tipo de manifestaciones,
querríamos llamar la atención del señor Ministro, manifestar nuestra
preocupación al respecto y, si fuera necesario, instruir al señor
Embajador de España en Guinea Ecuatorial para que ese tipo de quejas, si
fueran ciertas, fueran rápidamente cortadas con una actitud no digo yo de
manifiesta parcialidad a favor de los partidos de oposición, puesto que
no creo yo que el Gobierno español tenga por qué manifestar ninguna
parcialidad hacia otra cosa que no sea el retorno o la implantación --por
decirlo de manera más exacta-- de la vida democrática en Guinea
Ecuatorial.

Al señor Ministro le consta que ese tipo de manifestaciones y de críticas
se han producido desde sectores diversos. Otros partidos políticos, y
concretamente la Unión Popular, en escritos recientes, ha puesto de
relieve las irregularidades en las cuales está cayendo en este momento el
Gobierno de Guinea Ecuatorial, precisamente de cara a la preparación de
las elecciones de este mismo año. De una manera un tanto insólita, pero,
al mismo tiempo, suficientemente corajuda y alabable, el mismo Fiscal
General de la República de Guinea Ecuatorial, en el acto de la apertura
del Año Judicial, celebrado hace todavía pocas semanas en presencia del
mismo Presidente de la República, tuvo el coraje, la hombría, de
denunciar toda una serie de malformaciones enormemente significativas que
tenían que ver con el mal funcionamiento de los elementos judiciales en
la República de Guinea Ecuatorial y con la corrupción generalizada. El
señor Ministro sabe también suficientemente que esta manifestación del
Fiscal (hoy ex Fiscal General de la República de Guinea, naturalmente)
produjo la lógica irritación, por no decir la perplejidad, del propio
Presidente de la República.

Tenemos noticias también de que, como consecuencia de quejas continuadas
por parte del Gobierno de Guinea Ecuatorial, el Gobierno español estaría
considerando algún cambio de actitud con respecto a las emisiones de
Radio Exterior de España; y nos consta que en el curso de los últimos
días se ha producido algún contacto en niveles significativos, tanto por
parte de Radio Exterior como del Ministerio de Asuntos Exteriores, en
donde el Ministerio de Asuntos Exteriores ha solicitado una cierta
dulcificación en las emisiones de Radio Exterior. No sé exactamente cuál
es la actitud del Gobierno español al respecto, pero lo cual ciertamente
corresponde a una de las peticiones más urgentes y sistemáticamente
repetidas por parte del Gobierno de Guinea Ecuatorial. También lo decimos
con claridad: no creemos que Radio Exterior tenga por qué poner de
relieve o incluso utilizar epítetos para calificar a otros líderes
extranjeros, pero sí creemos firmemente que Radio Exterior ha estado
jugando y sigue jugando un papel fundamental en la democratización de
Guinea Ecuatorial, y que las ondas de Radio Exterior de España se han
convertido --tampoco nos importa reconocerlo-- en el último asidero que
tienen muchos de los demócratas guineanos precisamente para encontrar en
España esa voz amiga que les siga impulsando a mantener su lucha por la
democratización, por los derechos humanos y por la normalización
democrática en Guinea Ecuatorial. Nos parecería --y en ese sentido, nos
manifestamos de una manera enormemente contundente, señor Ministro-- que
cualquier reducción de los tiempos de emisión de Radio Exterior de España
con respecto a Guinea Ecuatorial, cualquier alteración significativa de
los mensajes, cualquier silenciamiento de las voces de los miembros de la
oposición, cualquier seguimiento de los deseos del Gobierno de Guinea
Ecuatorial sería enormemente grave para la consecución de esos fines, a
los cuales antes usted mismo se refería y nosotros manifestábamos nuestra
opinión favorable.

Por ello, señor Ministro, nos ha parecido que era no sólo importante sino
urgente pedir su comparecencia, en función de esos últimos datos, que he
reducido al máximo posible, para solicitar del Gobierno clarificaciones
al respecto, no únicamente sobre los objetivos generales, sino también
sobre los medios específicos que se están poniendo para conseguirlos.

Como dije el 14 de diciembre --esta vez dirigiéndome al Presidente de la
Comisión--, creo que sería conveniente que, ya con una cierta premura,
consideráramos la posibilidad --yo la considero enormemente oportuna-- de
que una delegación parlamentaria tuviera ocasión de trasladarse a Guinea
Ecuatorial dentro de poco, precisamente para observar y garantizar, en la
medida de lo posible, la evolución de los comicios electorales próximos
en la República guineana.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean el uso de la palabra?
Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra el señor
Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Gracias, señor Ministro, por su información.

Voy a ser muy breve. Quiero manifestar, en primer lugar, mi pesimismo
ante la situación política que se desarrolla en Guinea Ecuatorial;
pesimismo especialmente en aquello que se refiere a encontrar una rápida
evolución hacia la democracia de ese país; pesimismo que no sólo viene
manifestado por los hechos más recientes que allí se han producido, sino
incluso por la información que los expertos y responsables de diversos
organismos internacionales han elaborado de forma muy reciente al
respecto.

En ese sentido quisiera citar el informe del Relator especial de las
Naciones Unidas, don Alejandro Artucio, para la Comisión de Derechos
Humanos, que pienso que es muy clarificador al respecto; o el propio
informe, dentro del ámbito estrictamente guineano, del Fiscal General del
Estado en la apertura del año judicial en el pasado mes de enero, donde
hace afirmaciones tan rotundas como la siguiente:



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Bajo nuestra total y absoluta responsabilidad personal y en tanto como
Fiscal General de la República, con el corazón en la mano y lágrimas en
los ojos, en este acto denunciamos oficialmente el hecho y afirmamos
solemnemente ante vuestra Excelencia y ante la historia que nos ha de
juzgar, que no hay justicia en la República de Guinea Ecuatorial.

A partir de ahí, señor Presidente, señor Ministro, debo manifestar
también mi preocupación por la situación personal de don Severo Moto que
se tiene que enfrentar personalmente a esta situación dolorosa en este
momento de verse sometido a un proceso. Creo que el comentario de las
palabras del Fiscal General es innecesario para ilustrar la situación en
la que se encuentra don Severo Moto. Creo que también el Gobierno
adoptará las medidas necesarias, en su momento, dentro de lo que esté en
su mano, para evitar que la situación pudiera caer por cauces peligrosos.

Por último, señor Ministro, con referencia a las elecciones municipales,
usted ha hecho una afirmación que comparto: que el Gobierno español apoya
la legalización y la participación de todos los partidos políticos en
esas elecciones, pero debemos manifestar --y debe quedar constancia en el
«Diario de Sesiones»-- que la situación actual no es ésta porque hay
todavía partidos políticos en Guinea Ecuatorial que no están legalizados.

Quisiera tener muy claro, señor Ministro, que la manifestación que usted
ha realizado concuerda también con la propia actitud del Gobierno español
en las relaciones que pudiera tener con la oposición guineana, relaciones
que deben ser en un sentido muy amplio y que deben incluir todos los
partidos, tanto legales como ilegales; cuando la no legalidad de los
partidos políticos en Guinea parte de una legislación más que discutible.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: El tema de Guinea Ecuatorial ha tenido siempre
para Canarias, como usted bien conoce, señor Ministro, una especial
relevancia. Es una atalaya del territorio español, la más próxima, y en
las relaciones y comunicaciones, tanto comerciales como de transporte,
etcétera, ha estado en primer lugar. Por tanto, se ve siempre con una
gran preocupación y se desearía la mejor solución en el marco democrático
y de conjunción de intereses de cualquier tipo: políticos, diplomáticos,
culturales, comerciales, etcétera, que nunca debemos abandonar.

Yo le pediría al señor Ministro una línea de apoyo a la política actual
del Gobierno español con respecto a Guinea; una intensificación y una
insistencia en aquellas medidas coactivas --no tengo ningún reparo en
citar la palabra-- ante el régimen del señor Obiang, para forzarle al
mínimo decoro de presentación democrática de estas próximas elecciones
municipales. Porque los problemas se van a seguir enconando si no hay
credibilidad en cómo se está haciendo el planteamiento estructural de
esas elecciones municipales, cambiando incluso las etnias que allí
existen: unas de apoyo y otras de oposición a la etnia del señor Obiang,
según estemos hablando del territorio continental africano o del
territorio insular de Guinea Ecuatorial, donde incluso los
comportamientos del Gobierno varían por esta razón que he dicho. Una
prueba de ello lo tenemos en el encarcelamiento domiciliario, las
restricciones de libertad que recaen en el líder de uno de los grupos de
oposición, don Severo Moto. Eso resta credibilidad total y nos colocamos
en la misma línea que acaba de decir mi compañero, el Diputado del Grupo
Parlamentario Catalán, señor Recoder, de pesimismo ante el futuro.

Para reducir al menos ese pesimismo es por lo que yo le vuelvo a
insistir, señor Ministro, en que el Gobierno español, con las medidas a
su alcance, de todo tipo, dentro de la legalidad y de nuestro Estado de
Derecho, haga lo posible ante el Gobierno de Guinea Ecuatorial para ver
el grado de disposición política y de buena voluntad que pueda tener el
Gobierno actual de Guinea Ecuatorial con respecto a la presencia de
observadores en el proceso electoral. No me estoy refiriendo ahora,
indeterminadamente, a cualquier país miembro de Naciones Unidas, con la
preocupación que tiene el Comité de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas en el último informe, que acaba de citar aquí mi predecesor en el
uso de la palabra. La presencia de observadores políticos españoles en
ese proceso electoral ayudará a solucionar los graves problemas de
credibilidad democrática y de estabilidad que en este momento existen en
Guinea Ecuatorial. En cualquier medida, que la actividad política de su
Departamento dé todo el apoyo, señor Ministro, a esos grupos de oposición
que, aceptando unas reglas democráticas, se encuentran en este momento
privados de la movilidad de actuación que exige toda transparencia en un
proceso electoral democrático.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Para unirnos a algunas de las reflexiones que
han hecho distintos portavoces y expresar, como ya lo hemos hecho en
otras ocasiones, nuestra preocupación por la situación que se vive en
Guinea Ecuatorial, una situación que evidentemente es cambiante y que,
desde la última sesión en la que dedicamos parte de nuestro tiempo a
analizar la situación en Guinea, se han producido nuevos acontecimientos,
por eso es saludable esta presencia hoy del Ministro para analizarlos con
la Comisión.

La situación actual no aporta ninguna luz previsible, al menos en el
Gobierno de Guinea, sobre cuál va a ser su actitud en los próximos meses.

A nosotros nos preocupa el que haya una tendencia excesiva a ubicar en el
Gobierno de España el esfuerzo de convertirse en el árbitro de la
situación en Guinea, porque, aunque podría ser favorable a la vanidad de
los responsables del Gobierno de España, no creo que eso convenga ni a
España ni, desde luego, a las fuerzas que están luchando por la
democracia en Guinea Ecuatorial.

Las actuaciones que estamos viendo en los últimos días; las informaciones
que hoy vemos publicadas en medios de comunicación, demuestran que hay
una clara línea



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de actuación del Gobierno de Guinea de intentar presentar, ante su
opinión pública, la existencia de una especie de conjura en la que
siempre aparece España, cosa que sabemos que no es cierta, pero que está
reflejando la preocupación del Gobierno de Guinea por la presencia de
fuerzas de la oposición guineana en España; el apoyo que está recibiendo
de las fuerzas políticas; el papel que España, a través de su
representación, está jugando en Guinea Ecuatorial; y, en cualquier caso,
el interés del Gobierno de Guinea de buscar un alibí para determinadas
actuaciones. Sin renunciar a mantener la más absoluta firmeza, sin
renunciar, en absoluto, a que nuestra representación en Guinea siga
ejerciendo el papel que ha venido cumpliendo hasta ahora, donde, por
ejemplo, cuando ha sido necesario proteger la llegada de miembros de la
oposición, porque había informaciones que apuntaban a una posible
detención, haya estado nuestra representación diplomática, creo que esa
línea debe continuarse, pero debemos mantener unas medidas justas para
evitar que nuestra actuación pueda ser instrumentalizada por parte del
Gobierno de Guinea en contra de las fuerzas de oposición, en contra del
proceso democrático.

Quisiera referirme a algunos de los acontecimientos más recientes. Se ha
hablado de Radio Exterior. Nuestro Grupo ha conocido también esas
presiones, los ataques que se estaban produciendo en la televisión
guineana hacia las emisiones de Radio Exterior y hemos sentido la
preocupación que algún otro portavoz ha manifestado; nos hemos dirigido a
los responsables de Radio Nacional y tenemos, por su parte, la garantía
de que las emisiones de Radio Exterior de España hacia Guinea Ecuatorial
van a continuar y que no se va a atender, en absoluto, a ese tipo de
presiones.

Aquí en España es de todos conocido la existencia de una agrupación de
fuerzas políticas que se constituyen en torno a la plataforma de apoyo a
la democracia en Guinea Ecuatorial, en la que están todas las fuerzas
políticas, y que no es más que la reproducción del esquema que en
anteriores procesos de transición en otros países con los que manteníamos
especiales relaciones ha funcionado; un acuerdo entre las fuerzas
políticas para apoyar a las fuerzas democráticas para favorecer los
procesos de transición en Guinea. Esta tarde mismo está convocada una
reunión de esta plataforma y yo espero que todos los grupos políticos que
están presentes hoy en esta Comisión estén también presentes en esa
reunión de la plataforma, porque ahí es donde realmente se abordan los
intereses colectivos de las fuerzas políticas de oposición que están
agrupadas en la plataforma de oposición conjunta. Desde ahí es desde
donde se establece una coordinación con el Gobierno, porque,
evidentemente, el Gobierno tiene que ejercer un papel ligeramente
diferenciado. Lo hemos visto en procesos de transición anteriores, en
América Latina, por ejemplo, y creo que el modelo no es malo y que debe
mantenerse también en esta situación.

He leído esa carta, ese escrito que el señor Moto dirigía, al parecer, al
Partido Popular, y que éste transmitía a algún medio de comunicación. En
principio, no tengo ningún criterio sobre las manifestaciones del señor
Moto, pero a nuestro Grupo le parece importante destacar algo, y es que
la representación diplomática de España en Guinea, como en cualquier otro
país, tiene como misión la defensa de los intereses y de la política
española en ese país; intereses y política que, en gran medida, coinciden
en estos momentos con los de las fuerzas de oposición guineanas. Pero no
está allí para ejecutar la política o los intereses de una fuerza
política en concierto, o del conjunto de la oposición guineana. Hay una
gran confluencia de intereses, pero no debe confundirse la acción; no es
la Embajada de España un instrumento de la acción de las fuerzas de
oposición, es un elemento de colaboración, es un elemento en muchas
ocasiones de cobertura y es un elemento, en cualquier caso, de presencia,
de intereses y de política española allí.

Finalmente, señor Ministro, señor Presidente, se ha sugerido la
posibilidad de envío de una misión parlamentaria. Nuestro Grupo estaría
plenamente de acuerdo, pero, en la línea de mi argumentación de que no es
bueno aparecer con un protagonismo exclusivamente español en este tema,
me permitiría sugerir que, con independencia de que se haga o no una
misión del Parlamento español, tratemos de que sí se haga una misión del
Parlamento Europeo, porque no debemos olvidar que Guinea Ecuatorial es un
país que forma parte de la Convención de Lomé, un país ACP, que, por
tanto, obtiene beneficios de la Unión Europea y que ahí hay un escenario
donde quizá la presión que algunos portavoces sugerían o proponían sobre
las autoridades de Guinea para que realmente el proceso de transición sea
efectivo, transparente y responda a los requerimientos de un proceso
hacia la democracia, esa presión, repito, sea mucho mayor, más
generalizada y no se pueda instrumentalizar como intereses estrictamente
españoles, sino como voluntad del conjunto de los países que constituyen
la Unión Europea.

Con estas matizaciones, señor Presidente, he terminado.




El señor PRESIDENTE: Entiendo que se ha formulado una petición por parte
del Grupo Popular, que los demás Grupos han apoyado, de envío de una
misión parlamentaria a Guinea Ecuatorial. Creo que nuestro deber, por
consiguiente, será transmitirlo a la Mesa para que tome la decisión al
respecto.

Sin más, paso la palabra al señor Ministro para que pueda contestar.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con la máxima
brevedad, haré algunas apostillas a las intervenciones de los Grupos
Parlamentarios, que han sido todas constructivas y, por tanto, que
agradezco.

En primer lugar diré al representante del Grupo Popular, señor Rupérez,
que es verdad que desde diciembre ha pasado algo más que tiempo. Este es
en el sentido que el Gobierno tiene de comparecer cuantas veces sean
necesarias para hablar, como S. S. dice, regularmente de Guinea, más
específicamente en este momento en que encaramos una recta final,
entendemos o deseamos que sea final, hacia unas elecciones municipales
que puedan aportar lo que



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todos deseamos, es decir, luz y democracia a este país amigo de España.

Su señoría ha dicho que comparte los objetivos del Gobierno. Se lo
agradezco. Poco más tengo que decir. Seguiremos trabajando en esa
dirección en la que hemos trabajado hasta ahora, creo que con el apoyo y
la comprensión de los miembros o representantes de los distintos Grupos
Parlamentarios.

Solamente hay una reflexión que S. S. ha hecho a la que sí quisiera dar
contestación, de la forma más clara posible, en nombre del Gobierno. Su
señoría ha hecho referencia a unas declaraciones del señor Severo Moto y
no ha puesto en duda su veracidad ni ha puesto en duda el sentido común
que las acompaña; incluso ha dicho que esperaba que no hubiera perdido el
señor Moto el sentido común, algo así. Yo también lo espero y lo deseo.

Pero sí le puedo decir que las declaraciones no puedo compartirlas, y me
atrevería a decir que su señoría tampoco debiera compartirlas, conociendo
su señoría como conoce, el comportamiento que el Gobierno ha tenido con
el señor Moto y que pretende seguir teniendo. No creo que sean
declaraciones ajustadas a la verdad ni ajustadas al buen tino, desde mi
punto de vista. Se las leo para refrescarle la memoria.

Dice el señor Moto que la sensación que el actual embajador llevó a
Guinea Ecuatorial fue la de acallar a la oposición y reforzar el régimen
dictatorial. Su señoría creo que tiene la obligación de desmentir esas
declaraciones. Su señoría sabe muy bien que el Embajador de España no ha
llegado con este objetivo. El señor Moto sabe muy bien que el Embajador
de España no ha llegado con este objetivo.

Y digo más. El señor Moto se permite decir algo que sí me duele, y me
duele que S. S. no tenga la gallardía de reconocerlo. Dice el señor Moto:
los enfados y las advertencias y acusaciones falsas con que nos viene
obsequiando últimamente el Gobierno español --el Gobierno español, quiere
decir yo--, dejando demasiado claro que no es de su agrado --es decir,
del agrado del Gobierno español-- precisamente la opción política e
ideológica que ha adoptado el Partido del Progreso, y eso el señor Moto
lo sabe desde la fundación del propio Partido del Progreso. Su señoría
sabe muy bien que esto no es verdad; lo sabe muy bien. Y como sé de la
unión afectiva, sentimental y de respeto que siente usted por el señor
Moto, le rogaría que usted mismo clarificara estas cuestiones. No es
razonable que el señor Moto diga que el Partido del Gobierno o el
Gobierno están en contra de la opción política que representa el señor
Moto; y como no es verdad, y sabe S. S. que no es verdad, y sabe S. S.

que no solamente no es verdad, sino que se le está apoyando desde muchos
puntos de vista que S. S. conoce bien, y conoce muchas más cosas de las
que no podré hablar en esta Comisión, me parece que lógicamente
correspondería a S. S. tratar de clarificar estos aspectos. Entiendo que
es S. S. porque es quien se hace responsable de la misiva del señor Moto;
si no le diría el Grupo Parlamentario Popular, pero como la carta va
dirigida a S. S., le rogaría que fuera S. S. quien clarificara estas
cuestiones.

La Embajada de España se ha portado exquisitamente con todos los
dirigentes políticos de la oposición guineana, muy específicamente con el
señor Moto; sabe S. S. que ha sido así, sabe la Embajada de Francia que
ha sido así, sabe el embajador de Estados Unidos que ha sido así, que
hemos recibido los agradecimientos por parte de las embajadas en esta
materia.

Creo que declaraciones en este sentido, con el máximo respeto que yo
tengo por el señor Moto, no se compadecen ni con la verdad, ni con la
realidad ni con el papel que España quiere hacer, que no coincide
necesariamente con el papel que el señor Moto quiere que haga España. Yo
creo que eso se ha dicho, se ha reiterado en esta comparecencia y en
comparecencias anteriores, y eso sí que lo tienen que saber el señor
Rupérez y el señor Moto. El Gobierno de España tiene que actuar de
acuerdo con lo que son los intereses generales de España, que concuerdan
básicamente con el proceso de diálogo y de transición democrática; por
eso estamos ayudando a la plataforma desde todos los puntos de vista,
pero no necesariamente con tal o cual partido político, y esto es lo que
también debería quedar claro. A mí me han dolido mucho estas
declaraciones y me ha dolido mucho que las haga el señor Moto. Entiendo
que están hechas, como S. S. ha dicho, dentro de su buen saber y
entender, pero, sinceramente, me parece que o están también forzadas por
circunstancias ajenas a su voluntad, como las del señor Elo, al que S. S.

ha hecho referencia, o desde luego no las puedo aceptar.




El señor PRESIDENTE: El señor Rupérez tiene la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: No sé si debo una explicación pero sí, al menos,
unas palabras.

Yo no he dicho que el señor Moto haya perdido el buen sentido. No. Yo he
dicho que comprendo que en determinadas circunstancias uno se pueda ver
forzado a hacer determinadas manifestaciones. Y las determinadas
circunstancias son graves. Es decir, yo creo que, con independencia del
sentido y alcance e incluso de la relativa exageración que pudiera
existir en ese tipo de afirmaciones, tenemos que reconocer que los
miembros de la oposición guineana que están en este momento en Guinea
están conociendo momentos complicados y difíciles. Yo creo que eso
también lo tenemos que decir no para tomar otro tipo de medidas, sino
simplemente para saber que no son normales las circunstancias que en este
momento el Gobierno guineano está imponiendo.

Le puedo decir, señor Ministro --y, efectivamente, sabe usted muy bien
cuál es nuestra actitud al respecto--, que al traer a colación
determinadas manifestaciones de un líder guineano --y las traigo con
mucho respeto, incluso en su eventual exageración-- lo hago siendo
plenamente consciente de que para nosotros la finalidad no es que tal o
cual partido se haga con el Gobierno de Guinea Ecuatorial, sino para que
la democracia se haga con el Gobierno en Guinea Ecuatorial.

Esa es nuestra única preocupación, más allá o más a acá de las afinidades
que, por otra parte, son evidentes y de las cuales nos honramos porque
pertenecemos a la misma familia y nos sentimos parte importante de haber
propiciado



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una fuerza política importante en Guinea Ecuatorial. Si otros lo han
hecho, tendrán exactamente el mismo orgullo y la misma honra en decirlo.

Yo creo que lo que es importante no es tanto lo que yo diga o lo que
nosotros digamos o dejemos de decir, sino lo que el Gobierno manifieste
formalmente por boca suya y sobre todo lo que el Gobierno haga de una
manera constante. Yo creo que las cosas pasan muy deprisa y a veces nos
falta la información del último segundo. Por eso no está demás nunca que
repitamos estas reuniones con toda la frecuencia que sea necesaria, y por
eso también, señor Presidente, creo que sería importante que tuviéramos
una visión intensa, aunque rápida, de primera mano, para poder aportar
nuestro granito de arena colectivamente a este proceso de democratización
y, al mismo tiempo, lanzar un aviso muy claro. No es únicamente el
Gobierno, sino que son las fuerzas políticas españolas las que con toda
su garantía y con toda su fuerza apoyan ese proceso. Porque si no vamos a
estar sometidos permanentemente a los sustos del día; un día es uno, otro
día es otro. Es cierto que pasan cosas graves, no cabe en absoluto
minimizar las cosas que están pasando y yo creo que son esas cosas que
pasan las que a lo mejor producen determinadas necesidades psicológicas
que yo, sin compartir, comprendo perfectamente.

Yo creo que nuestro interés sería poner por todos los medios y de una vez
por todas para que este tipo de situaciones, que afectan directamente a
los derechos humanos y que incluso pueden alterar el juicio de personas
normalmente constituidas precisamente por la utilización de la violencia,
definitivamente pasen. Entonces nos podríamos evitar este tipo de
recriminaciones, que pueden tener un sentido, señor Ministro, pero que en
el fondo se refieren a una situación a la que en interés común debemos
poner fin.

Yo creo que al final lo que ocurre es algo parecido al caso de Chechenia.

Al fin y al cabo, Guinea Ecuatorial, por tantas razones, no nos
pertenece, pero sí nos corresponde y tendremos que seguir hablando de
ella, porque, al fin y al cabo, hablamos en el mismo idioma y las quejas
o las alabanzas se producen en el mismo idioma. Por eso hemos tomado y
seguiremos tomando no ya representación de nadie, sino simplemente la
representación de la necesidad de que aquellos que en Guinea Ecuatorial
hablan español como nosotros puedan pronto decir también que practican la
democracia en español como nosotros.




--INFORMAR SOBRE LA POSICION DEL GOBIERNO EN RELACION AL CONFLICTO
FRONTERIZO DESATADO ENTRE ECUADOR Y PERU, ASI COMO DE LAS GESTIONES
REALIZADAS PARA AYUDAR A UNA PRONTA SOLUCION PACIFICA DEL MISMO. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de
expediente 213/000525.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 3 del orden del día:
comparecencia del señor Ministro para que informe sobre la posición del
Gobierno en relación con el conflicto fronterizo desatado entre Ecuador y
Perú, así como de las gestiones realizadas para ayudar a una pronta
solución pacífica del mismo.

El Grupo solicitante de esa comparecencia es el Grupo Parlamentario
Popular.

¿El señor Milián desea introducir el tema? (Denegaciones.)
Por consiguiente, cedo la palabra al señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
informar sobre la situación en el conflicto fronterizo entre Ecuador y
Perú y cuáles han sido las gestiones que hemos realizado y las que
pensamos seguir realizando. Empezaré por hacer un breve apunte histórico.

Desde el siglo pasado, el contencioso territorial ha enfrentado a Perú y
a Ecuador en ocasiones distintas y con intensidad, como saben SS. SS.,
también diferente. Ha ocasionado dos guerras, una en el año 1850 y otra
en 1941, así como repetidos conflictos entre las fuerzas armadas de ambos
países en las zona en litigio. Afortunadamente, la guerra de 1941
concluyó con la adopción de un protocolo de paz, de amistad y límites
suscrito por ambos países en Río de Janeiro en el año 1942, bajo la
supervisión --me importa subrayarlo, porque traeré a colación a estos
países en varias ocasiones a lo largo de la comparecencia-- de Estados
Unidos, Brasil, Argentina y Chile, que actuaban como países garantes.

El protocolo de Río, como SS. SS. saben, desgraciadamente no puso fin a
la controversia existente, ya que Ecuador afirmó que estaba viciado de
nulidad al haber sido impuesto por la fuerza. El ejecutivo de Ecuador
manifestó, además, que los términos del protocolo, sometidos en 1945 a la
consideración del árbitro brasileño, eran inejecutables en la zona de las
cuencas de los ríos Zamora, Ayambis y Santiago, al descubrirse en una
nueva cartografía, realizada en 1947, la cuenca del río Cenepa, principal
escenario de los enfrentamientos actuales.

Por su parte, el Gobierno peruano ha venido juzgando que no existe
ninguna clase de diferendo territorial y que la situación conflictiva se
produce exclusivamente por la negativa de Ecuador a aceptar lo dispuesto
en el protocolo de Río.

Tras estas breves consideraciones históricas con el fin de situar el
problema, les expongo, sin más dilación, la posición del Gobierno, que
concreto en los siguientes puntos:
Primero, el Gobierno español ha hecho siempre hincapié en una idea, que
es la que preside nuestra posición: que las diferencias existentes entre
ambos países deberían resolverse de forma pacífica y con pleno respeto al
Derecho internacional, es decir, de acuerdo con los principios que
figuran no sólo en la Carta de Naciones Unidas, sino que han sido también
aceptados en el marco de las cumbres iberoamericanas. Por eso el Gobierno
ha hecho pública su satisfacción por la declaración de paz suscrita por
los Gobiernos de Perú y de Ecuador, desgraciadamente de duración más bien
corta, con la fructífera colaboración de los países garantes del
protocolo de Río.




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Segundo, desde el comienzo de los enfrentamientos España exhortó a ambos
países a poner fin de forma inmediata a las hostilidades y a continuar
las negociaciones que, con la participación de los países garantes,
pretendían lograr una solución definitiva al diferendo territorial.

El Gobierno mostró en todo momento su plena disponibilidad para colaborar
a la pronta solución del conflicto. Consideraba que se debían abrir todas
las vías de comunicación que permitiesen un entendimiento rápido entre
los dos países hermanos para poner fin a esos enfrentamientos y
posibilitar así la creación de un clima, de una atmósfera de confianza
que pudiese facilitar las negociaciones para cerrar este diferendo.

El Gobierno ha juzgado muy favorables los esfuerzos continuados del grupo
de países garantes, cuyas gestiones se enmarcan, como SS. SS. saben, en
el artículo 5.º del protocolo de Río, que España ha apoyado y apoyará.

Cuando Ecuador aceptó el marco de solución ofrecido por dicho protocolo
entendimos que se abría una oportunidad magnífica para que ambos países,
excluyendo el uso de la fuerza, solventasen sus diferencias.

Ese acuerdo, como SS. SS. recordarán, establece --y cito textualmente--
la continuación de las conversaciones para encontrar una solución al
desacuerdo existente tan pronto se cumplan las condiciones sobre
desmovilización y retirada de tropas bajo supervisión de una misión de
observadores y se restablezca un clima de distensión y amistad entre los
dos países. Cierro la cita.

España espera y desea que ambos Gobiernos, con la asistencia de los
garantes, agoten todas las posibilidades de negociación que ese foro
ofrece para hallar soluciones definitivas, imaginativas y creadoras.

Cuarto, el Gobierno español siempre ha creído que era preciso distinguir,
por un lado, los enfrentamientos generados por el conflicto territorial
y, por otro, el propio diferendo territorial. Me referiré a continuación
al primer aspecto de esta distinción. Ya he dicho que para conseguir el
fin de las hostilidades es necesario dejar abiertas las vías de
negociación, como dice el propio acuerdo, entre los dos contendientes.

Por ello, España, del mismo modo que lo han hecho los propios países
garantes, mostró su disposición a colaborar. Buena muestra de ello son
las cartas enviadas por Su Majestad el Rey a los Presidentes Durán y
Fujimori, en las que expresaba su preocupación por el conflicto,
lamentaba la pérdida de vidas humanas y, tras instar a ambas partes a
superar los enfrentamientos y alcanzar una solución negociada, ofrecía la
colaboración de nuestro país, España. Ambos mandatarios agradecieron y
valoraron la buena disposición española; incluso el propio Presidente
Durán, tras conversar con el Presidente del Gobierno de España, utilizó
ese conducto, el nuestro, para hacer llegar a Perú y a alguno de los
garantes los puntos básicos de su posición negociadora.

Hemos seguido de cerca los acontecimientos; ha existido un flujo
permanente de información y de reuniones a diferentes niveles entre
nuestro Ministerio y las cancillerías tanto peruana como ecuatoriana. Yo
mismo he estado en varias ocasiones en contacto con los dos ministros de
Perú y Ecuador. El día 16 el Secretario de Estado de Cooperación recibió
a una delegación peruana, compuesta por el ex senador, miembro del
Partido de APRA, Xavier Valle y por Francisco Belaúnde, ex Presidente de
la Cámara de Diputados y perteneciente al Partido Acción Popular. Estas
personalidades visitaban España con el objeto de explicar la posición de
Perú, que, según sus manifestaciones, era compartida por la opinión
pública peruana y por las distintas fuerzas políticas.

Por último, dentro de los esfuerzos que para el cese de las hostilidades
ha hecho España, me quiero referir a los realizados en el ámbito
multilateral. España participó activamente en la elaboración de la
declaración que sobre el conflicto emitió la Unión Europea el 2 de
febrero. El Gobierno español, en unión del argentino, que ejerce la
Secretaría «pro tempore» de la Conferencia Iberoamericana, también ha
realizado esfuerzos denodados para lograr, en aplicación del artículo 14
del documento de conclusiones de la segunda cumbre, celebrada en Madrid,
una declaración procedente de ese foro. Ese propósito, como quizá sepa,
no se materializó, ya que no pudo lograrse el consenso de todos los
miembros; en este caso fue Brasil quien objetó, por ser país garante y
entender que la solución debía quedar en el ámbito de los países garantes
del protocolo de Río.

En lo que respecta a la posibilidad de conseguir un arreglo definitivo a
la controversia territorial, el Gobierno, como ya he manifestado, ha
apoyado y va a apoyar la vía abierta en la declaración de paz basada en
el protocolo de Río y que facilita las negociaciones directas entre ambos
Gobiernos bajo la supervisión de los países garantes. El Gobierno
entiende que, a diferencia de las gestiones de buenos oficios ofertadas y
realizadas para favorecer la finalización de los enfrentamientos, abordar
la solución definitiva del contencioso exigía, y a nuestro juicio exige,
determinar desde el principio la instancia competente. España cree, y así
parecen haberlo entendido también los contendientes, que la fórmula más
apropiada es la que habilita el propio protocolo de Río. Por tanto, para
el Gobierno, la eventual intervención de otros mediadores, además de no
contar con la aquiescencia de las partes, creemos que no resulta eficaz
ni deseada. El hecho de abrir esa posibilidad podría afectar la notable
labor de los países garantes y podría determinar, en función de tácticas
dilatorias o de la esperanza de conseguir resultados más favorables en
otra instancia mediadora, que tanto Perú como Ecuador dejasen nuevamente
de lado lo que debe ser su propósito esencial: cerrar para siempre este
conflicto, a nuestro juicio lamentable.

En quinto lugar, quiero subrayar que el Gobierno está muy preocupado no
sólo por la mera existencia del conflicto, que afecta a países queridos y
hermanos y ha causado pérdida de vidas humanas, sino también por las
posibilidades de que dicho conflicto provoque consecuencias adicionales
no deseadas en toda Iberoamérica. Compartimos el temor de que este y
otros hechos que se han producido y se están produciendo en la región
generen en la comunidad internacional una imagen no muy positiva, más
bien negativa, de América latina, que, tras un difícil período de
transición, comenzaba a aparecer a los ojos de la



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comunidad internacional como zona de paz y región de prosperidad; sería
lamentable que esta situación, que se une en el tiempo a la crisis
mejicana, por poner otro ejemplo, pueda generar obstáculos al desarrollo
económico, posibilidades de un cierto parón en ese desarrollo económico e
incluso recesión.

Por último, quiero decir que al Gobierno le parecía anacrónico que
conflictos como el presente, además de permitir que vuelvan a plantearse
diferendos territoriales en otras zonas, sirviese para reavivar tesis a
nuestro juicio obsoletas, como la de la autonomía del poder militar, bajo
cuya invocación se permitiría a la fuerzas armadas ocupar un espacio de
acción o decisión que, a nuestro juicio, no le corresponde. Por tanto,
concluyo subrayando la idea que ya he expresado en otra ocasión: es
contradictorio que en el momento histórico preciso en el que se
consolidan los procesos de modernización política y económica y los
procesos de integración en el continente americano dos países hermanos,
miembros de nuestra comunidad, se enfrenten de manera violenta, con
derramamiento de sangre y con grave perjuicio para su desarrollo
económico y su bienestar y para el prestigio de sus propias
instituciones.

Esa es, señorías, la posición del Gobierno y la labor que ha realizado y
que pretende seguir realizando.




El señor PRESIDENTE: Por el grupo solicitante de la comparecencia, el
Grupo Popular, el señor Milián tiene la palabra.




El señor MILIAN MESTRE: Quiero agradecer al señor Ministro la información
concreta y sucinta que nos ha dado respecto a este conflicto que,
evidentemente, acongoja la sensibilidad de los españoles e hispanos,
hablando en términos más genéricos, por cuanto que a estas alturas del
siglo XX no tienen demasiado sentido querellas que se resuelvan de esta
manera y con esta guisa de argumentos, como son los fácticos o los
militares.

Dicho esto, quisiera hacer algunas consideraciones sobre lo que acaba de
exponer el señor Ministro. En primer lugar, aquí existe una vieja
querella poscolonial, que él ha referido y que viene de lejos. Si no
recuerdo mal, en su día, por los años veinte, el propio Ramón Menéndez
Pidal ya participó en una comisión mandataria por parte del Rey de
España, Alfonso XIII, para que arbitrara alguna solución a ese diferendo.

Por tanto, son viejas querellas no muy precisadas.

En segundo lugar, quisiera decir que, ciertamente, existen algunas
razones objetivas, pero que obedecen también a hitos o a consideraciones
históricas que tampoco tienen demasiada consistencia. Por ejemplo, esa
vieja pretensión de trasladar los territorios de la Audiencia de Quito,
en virtud del principio de «uti possidetis», por razón de ser del
territorio físico a que tenía derecho cuando adquirió la independencia en
1830, lo cual da pie a una serie de, digamos, renuncias «a posteriori» a
que le obligan los hechos fácticos, cual es la de 1830, de 300.000
kilómetros cuadrados, y la de 1916, de 230.000 kilómetros, que la toman
Brasil y Colombia. Todo esto ha generado una frustración nacional que ha
llevado al país a sucesivos conflictos más o menos artificiosos, aunque
tengan una referencia histórica en estas pérdidas territoriales, que
vienen de una, diríamos, apetencia, de un principio un tanto abstracto,
cual era la demarcación de la Audiencia histórica de Quito del reinado
del Perú. Esto se une a otros intereses, casi siempre de orden
crematístico o económico, como, por ejemplo, la famosa guerra del
Pacífico, por la curiosa historia del salitre, o la guerra del Charco,
por la historia del petróleo. Todo esto hace que se embadurnen de alguna
manera algunos elementos que han dejado asombrada a la opinión pública
internacional. Yo me encontraba en Méjico cuando ocurrió y el pasmo
iberoamericano y norteamericano ante este irreal conflicto, casi propio
de la novela de Vargas Llosa «La guerra del fin del mundo», era completo.

Todos estos pleitos han llevado precisamente a una continuidad a la que
usted ha hecho referencia, pero que algunas veces ha tenido plasmaciones
dolorosas; la de 1941, cuando se llegó al conflicto que duró 21 días, del
5 de junio al 26 de julio, ocasionó 500 muertos y se manifestaron de
nuevo unas artes en el diferendo que no son propias ni siquiera en la
teoría de Clausewitz. Lo mismo podía decirse en la consecuencia corolario
del protocolo de Río, que en 1942 da lugar a una solución, solución que
nunca, más o menos, fue aceptada, y digo más o menos porque ha habido sus
más y sus menos en la interpretación de ese protocolo por parte del
Gobierno o los presidentes de Ecuador. Ciertamente, usted ha descrito el
problema; el problema es curioso, no deja de ser chocante que aparezca un
cartógrafo que descubra un año después que existe un río desconocido, que
nada menos es afluente del Marañón y que recoge las aguas de las grandes
cordilleras del país, que dan justamente pie a esta diferencia de 78
kilómetros en discusión entre una y otra cuenca fluvial del Zamora y
Santiago, en los que se introduce el nexo del conflicto. Todo esto no
deja de ser chocante y pintoresco. Ahora bien, nosotros nos sentimos muy
fraternos y muy unidos a los intereses de nuestros países hermanos, como
son Perú y Ecuador, y no nos gusta que este chocante episodio se
convierta en algo novelesco, pero algo doloroso, como está sucediendo, y
de nefastas consecuencias en la opinión pública internacional, como se
puede ver desde el continente iberoamericano.

¿Qué ha ocurrido? Que de este error geográfico ha salido una no
aceptación sistemática, exactamente dice «inaceptabilidad» en sus propios
términos, dicen el Presidente de Ecuador y el protocolo de Río. Esto se
dice en el año 1960. Por tanto, no acabamos de encontrar la solución a un
problema, que podía ser motivo de arbitraje, y en el que nosotros
quisiéramos que España tomara parte capital, puesto que, de alguna
manera, ha tutelado aquellos países en el pasado y creo sinceramente que
está obligada a fraternizar en lo posible soluciones que eviten
intervenciones militares de este orden.

El año 1993 Quito plantea la mediación del Vaticano, siguiendo el surco
de lo ocurrido entre Argentina y Chile con el canal de Beagle. Justamente
esta mañana me he desayunado con la noticia de que el Papa ha enviado un
cardenal a Perú y Ecuador para que mediara en el conflicto



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entre los dos países, lo cual lo uno con la referencia conclusiva de su
intervención, señor Ministro, cuando decía que no le gustaría que
terceros intervinieran ahora, cuando está perfectamente diseñado en torno
a un tratado, que es el de Río, y que da lugar a posibles soluciones, sin
que haya mediaciones ajenas.

El Gobierno de Lima siempre se ha atenido a este arbitraje de los cuatro
países que corroboraron como garantía el protocolo de Río. Y ahora vemos
cómo se están interfiriendo nuevas formulaciones, habiendo superado la
fase crítica militar, a la que no aludo porque ha sido realmente
pintoresca, aunque dolorosa para al menos 30 muertos y por lo menos 140
heridos; por lo tanto, no son bromas.

Dada esta situación, nuestro grupo entiende que habría que buscar un
empeño muy esforzado por conseguir un acuerdo sobre esos territorios, que
en definitiva son 380 kilómetros cuadrados. Entendemos que no supone un
interés geopolítico ni geoestratégico ni geoeconómico, porque es
ridículo. Yo he visto algunos informes que han circulado en los medios
del gran comercio en materias primas de Londres, en los que los analistas
dicen que ni siquiera hay garantía de que haya petróleo y, por supuesto,
la historia de las minas del oro es casi una quimera como «El Dorado». Y,
por supuesto, la última historia que se avanza como pretexto es el
descubrimiento del uranio y algunos metales radiactivos. Ciertamente, no
deja de ser chocante. Es decir, esto es una pura paradoja a finales del
siglo XX y lo que nosotros invocamos es el sentido común y la reflexión
desde el Gobierno español para que esto no vuelva a ocurrir y no cree
este embarazo internacional, como hemos podido detectar.

Dicho esto, quisiera hacer algunas puntualizaciones para ver si me puede
aclarar el entorno del problema y la participación directa de España.




El señor PRESIDENTE: Procure ser breve porque el tiempo se le está
acabando.




El señor MILIAN MESTRE: Se lo agradezco, pero me quedan aún dos o tres
minutos.

En primer lugar, estamos ante unas oportunistas acciones propagandistas y
patrioteras de Fujimori, como alguien puede entender, a resultas de su
campaña electoral. Ha habido un famoso artículo de Vargas Llosa, en el
que ha hecho denuncias de Perú, en algún caso sangrantes y que merecería
alguna consideración.

En segundo lugar, ¿estamos ante unas situaciones oportunistas de los
militares peruanos? Usted ha hecho alusión clara a esa autonomía militar,
que rechaza. Por lo tanto, me parece muy interesante ese concepto y en
este sentido me gustaría que nos dijera si ya existe realmente alguna
pretensión militar que haya forzado ese conflicto.

En tercer lugar, existe la declaración de Itamartí o Itamarati.

Ciertamente, esta declaración ha suscitado una respuesta sorprendente por
parte de Pérez de Cuéllar, porque ha acusado de pérdida de soberanía
nacional, de territorio nacional, etcétera, lo cual, siendo quien es el
señor que la hace me mueve a la preocupación. Si fuera Fujimori, no sería
tanto, pero, siendo Pérez de Cuéllar, me gustaría conocer su criterio a
este respecto.

En cuarto lugar, ¿existe un ánimo real de buscar una solución definitiva
al problema territorial que signifique un legítimo reconocimiento de los
derechos ecuatorianos, que son los que están demandando sistemáticamente,
como se ha venido pidiendo por parte del Presidente Durán Ballén?
En quinto lugar, ¿se va a dar realmente una desmilitarización de la zona,
como parece ser que de esta tregua Itamarati se puede seguir? En este
sentido, podría darse un hecho curioso y paradójico. A lo mejor, ante las
posibles pérdidas, que parece ser que son así, según he visto en la
prensa internacional, por parte de Perú y del señor Fujimori, desde el
punto de vista militar, a lo mejor le interesa alargar el conflicto,
paralizándolo simplemente, para que se celebren las elecciones y «a
posteriori» volver a las andadas. Es una impresión subjetiva, por lo que
me gustaría conocer su criterio.

Esto ha producido efectos negativos en la opinión pública internacional y
especialmente en los esfuerzos que España hace en la Unión Europea para
conseguir acuerdos y negociaciones que beneficien a Iberoamérica.

Por lo tanto, le pediríamos simplemente al Gobierno que no sea pasivo ni
neutro en este tema, que intervenga de verdad para ayudar a dos países
hermanos, no en favor de uno u otro, sino siguiendo la mejor tradición
que España ha aportado en el pasado y, por supuesto, que potenciara en lo
posible los trabajos específicos de las cumbres iberoamericanas, en lugar
de trasladarlo a otras cumbres que no nos gustan tanto, puesto que se
mezclan otras culturas. En este caso, por supuesto que ha tenido mayor
protagonismo --entendemos-- la OEA que la cumbre iberoamericana
practicada por España. Ahí sí que hacemos un subrayado para que puedan
intentar, por lo menos, recuperar una cierta presencia.

Alguna cosa tendrá que decir la Unión Europea y me gustaría saber si
existe alguna garantía para encontrar algún mecanismo que evite la
repetición de este conflicto. Y si de alguna manera el Gobierno español
está intentando neutralizar los efectos negativos, en orden económico y
de pactos o convenios internacionales de ayuda por parte de Europa a
Iberoamérica, a raíz de un conflicto pintoresco como éste, pero que
entiendo que ha distorsionado algunos de los planes de negociación por
parte del Gobierno español en la Unión Europea.

Usted ha dicho...




El señor PRESIDENTE: Señor Melián, por favor, termine; ha rebasado
ampliamente el tiempo.




El señor MILIAN MESTRE: Termino.

Me gustaría saber, por último, cómo han funcionado las instituciones
supranacionales para frenarlo o reconducirlo. Me gustaría conocer, desde
su punto de vista, cómo ha funcionado, si realmente han sido eficaces o
ha habido una inhibición del problema, dejándolo en la vía diplomática y
aparcándolo, como parece ser que en este momento está la situación.




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El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Poco podemos añadir a lo que es la descripción de
los hechos y a lo que ha sido la perplejidad mostrada hasta ahora, tanto
por el señor Ministro como por el ponente del Grupo Popular respecto de
este conflicto, que ha sido calificado de pintoresco, si no fuese porque,
además de pintoresco, ha costado vidas humanas, y aunque menos cruento
que el que hemos analizado al inicio de la sesión de hoy, no por eso deja
de ser también preocupante e importante.

Estamos de acuerdo con la explicación que se nos ha facilitado; quizás
señalaríamos como propuesta constructiva a lo que parece que es el
esquema de solución, del que participamos, el de proponer una mayor
implicación de España en el arbitraje. Es decir, nosotros creemos que lo
mejor es seguir el protocolo de Río y lo que mandata su artículo 5.º, tal
como se ha señalado, que las conversaciones deben ser entre los dos
países, bajo la supervisión del arbitraje de los cuatro países garantes,
pero quizás --y esto es lo que proponemos a esta Comisión-- sería bueno
introducir en esta línea --es decir, de no introducir otras instancias,
porque ya hay las suficientes-- un plus de compromiso político por parte
de España respecto a coordinar, impulsar, dar cobertura diplomática y
política a estos cuatro países garantes para que, a su vez, condicionen o
presionen a los dos protagonistas de este enfrentamiento, que, por
supuesto, no debería haber tenido lugar en ningún momento a estas alturas
de la historia en la que estamos.

Por lo tanto, España va a ser Presidente de la Unión Europea del segundo
semestre. Uno de los objetivos --y quisiéramos verlo cumplido-- sería la
firma del tratado comercial entre la Unión Europea y Mercosur; es uno de
los objetivos a cumplir en este período. Otro no menos importante sería
que la Presidencia española en la Unión Europea, y España como tal,
adelantase y acelerase de verdad la resolución pacífica de este
conflicto. ¿Cómo? Por supuesto, por el acuerdo de las partes; por
supuesto, con la supervisión de los cuatro países garantes, pero quizá
--y con esto voy a terminar, señor Presidente--, y nuestro Grupo así lo
plantea y lo pide al Gobierno, que nuestro país se implicase de una forma
más directa siendo de alguna manera el motor espiritual de estos cuatro
países garantes para que ayudase rápidamente a sentar a los dos
protagonistas para entablar conversaciones y superar el diferendo
histórico que hemos analizado y que no voy a repetir.

Hemos visto declaraciones en los dos países, tanto en Ecuador como en
Perú, todas preocupantes. La más preocupante sería este atisbo de
autonomía militar que algunos han preconizado, que en ningún caso
compartimos, pero es cierto que nos ha preocupado ver a personalidades
como el señor Pérez de Cuéllar, sobre todo por su antiguo cargo de
Secretario General de Naciones Unidas, haciendo unas declaraciones que no
se compadecen mucho, al menos, con su antiguo cargo. No sé cómo es ni
cómo piensa en su intimidad, pero ver que un ex Secretario General de
Naciones Unidas dice lo que dice respecto de este conflicto, preocupa.

Por lo tanto, hay que añadir sentido común, diplomacia y voluntad de
solución desde fuera y creemos que un país que podría y debería hacerlo
es España, en la vía que hemos propuesto. Lo sugerimos al Ministro y al
resto de la Comisión como un acuerdo concreto, constructivo y positivo
que nos podría sacar de esta perplejidad en la que todos estamos y de la
que quisiéramos salir cuanto antes.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Cremades.




El señor CREMADES SENA: Gracias, señor Ministro, por las informaciones
que nos ha dado sobre este conflicto entre dos países hermanos de
Iberoamérica, como son Ecuador y Perú.

Mi Grupo también se siente perplejo y preocupado por la solución del
conflicto que nos ocupa en este momento; conflicto que, por otra parte,
como aquí se ha dicho, ni siquiera es aislado ni nuevo en el contexto
iberoamericano. Creo que en Iberoamérica la excepción son aquellos países
que no tienen ningún contencioso histórico, probablemente por las
responsabilidades de la época de la descolonización y por cómo se llevó a
cabo la independencia de los distintos países del continente
iberoamericano.

Mi Grupo cree que han sido positivas las acciones que ha llevado a cabo
el Gobierno español. Es más, creo que está acertado, tanto en la solución
puntual del conflicto suscitado en este momento como en lo que piensa
hacer de cara al futuro para solucionar definitivamente el conflicto.

Cuando en esta comparecencia se dice «para la pronta solución pacífica
del conflicto surgido entre Perú y Ecuador», pienso que el propio
protocolo de Río deja abierta las vías no sólo para resolver el conflicto
actual, uno de tantos como aquí se ha dicho, con esas guerras en 1850 y
en 1941, sino que también establece los mecanismos de cara al futuro con
una solución totalmente definitiva del problema.

El apoyo a este marco del protocolo, marco jurídico con respecto a la
Carta de Naciones Unidas, a las cumbres iberoamericanas, siempre por la
vía pacífica, y no por la violencia, y el respeto escrupuloso a los
derechos humanos, creo que debe ser la actuación de este Gobierno y de
cualquier grupo político en la solución de este anacrónico y esperpéntico
problema. En este momento, para resolver el conflicto actual, puede haber
otras vías de intermediación, pero creemos que, de cara a la resolución
del conflicto definitivo, no se debieran abrir nuevos marcos, sino el ya
establecido, a pesar de que es cierto que Ecuador no ha aceptado esta
solución alegando que por la fuerza se le había impuesto y que era
impracticable por las cuestiones que aquí se acaban de citar.

Creo que es importante dejar abiertas todas las vías de comunicación,
mantener un flujo de información y de reuniones, como las que ha venido
manteniendo el Gobierno español a distintos niveles con las autoridades
de ambos países, e influir en el ámbito multilateral, como las
declaraciones de la Unión Europea de febrero de 1994, que se



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han citado aquí, y también el intento en la cumbre iberoamericana de
hacer una declaración conjunta, que al final no salió por la oposición de
Brasil, pero ese tipo de intervención de abrir comunicaciones permanentes
para resolver el problema es la vía que debemos de seguir manteniendo.

Más implicación de España. Yo no sé si puede haber más; creo que la
implicación de España debe de ir en el camino de que en el protocolo,
abiertas las posibles soluciones de cara a resolver definitivamente el
problema, habrá que ir creando poco a poco un ambiente de amistad, de
mayor distensión que el del actual momento por el que pasan los dos
países, al margen de las razones económicas, electorales o del tipo que
sea que hayan podido provocar en este momento una nueva situación
conflictiva entre ambos países.

A mi Grupo le preocupa muchísimo este problema, no sólo porque dos países
hermanos estén implicados en un conflicto absurdo, con pérdida de vidas
humanas, sino, además, por las consecuencias graves que puede tener para
el continente iberoamericano, de no zanjarse este problema lo antes
posible. Son consecuencias que, a mi juicio, truncan una esperanza.

El continente iberoamericano es una zona donde, después de atravesar una
transición difícil a lo largo de los últimos tiempo, parecía que se
estaba abriendo una esperanza en la consolidación de la democracia como
forma política del Estado de Derecho en los diversos países y una zona de
paz y prosperidad de cara al futuro; paz y prosperidad que, por otra
parte, generaban confianza en otras instancias internacionales de cara a
una ayuda y a una esperanza de un mayor desarrollo en este continente
hermano.

Sin embargo, de continuar abierto y no resuelto este conflicto y de no
continuar los esfuerzos no ya por resolver el problema actual, sino por
seguir haciendo que definitivamente se resuelva el problema fronterizo
que mantienen estos países, podría abrir algunas cuestiones que creemos
muy peligrosas. En primer lugar, las tentaciones militares, históricas y
realmente penosas en el continente iberoamericano, de consecuencias
fatales para prácticamente todos los pueblos de Iberoamérica. Por otro
lado, se pueden reabrir apetencias de algunos militares o dirigentes de
nuevos conflictos fronterizos que tienen otros países, que podrían
aprovechar cualquier situación para desestabilizar sus acuerdos pacíficos
de solución, a veces también cogidos con pinzas. También se puede frenar
un desarrollo incipiente que todo el mundo veía en los últimos años, muy
positivo para Iberoamérica.

Siendo España un país de grandes responsabilidades en el continente
iberoamericano, con lazos estrechos de cultura, de historia y de lengua,
creo que es uno de los países para los que puede ser más urgente que este
conflicto se resuelva, evidentemente sin perjudicar a ninguno de los dos
países, haciendo entender que tiene sentido que se pueda resolver entre
Ecuador y Perú una situación histórica, anacrónica hoy, que ha sido
resuelta en otras zonas con dificultades, que jamás se pueda repetir esta
situación, esperpéntica, pero, a la vez, dramática, por las consecuencias
que puede tener y por los resultados de muerte y violencia que ya está
teniendo en este momento. Por eso creemos que el Gobierno español, en esa
dirección, puede hacer seguir haciendo muchas más cosas y que abrir la
manzana para que nuevas situaciones puedan entrar a intentar resolver el
tema sería, probablemente, aprovechar o que alguien quisiera aprovechar
dilatar esta situación para sus propios intereses particulares,
perjudicando el interés general de Iberoamérica y de la comunidad
internacional.




El señor PRESIDENTE: Terminado el turno de intervenciones, tiene la
palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Intervendré
muy brevemente, señor Presidente, porque los pronunciamientos de los
distintos portavoces son prácticamente coincidentes con la posición del
Gobierno. No tengo más que agradecer la comprensión sobre lo que estamos
haciendo y tomar buena nota del deseo que todos tienen de que sigamos
trabajando en esa dirección, para intentar construir una paz no solamente
temporal, sino permanente, resolviendo el problema de fondo. No sé si
será posible el hacerlo en el tiempo corto en que me gustaría que se
pudiera realizar, pero tengan la certeza SS. SS. que haremos todo lo
posible para que así sea.

El único matiz que puede existir es si se trata de mantener la tarea que
España está realizando desde la perspectiva de lo que es el protocolo de
Río, por tanto teniendo en cuenta los países garantes, que es la posición
del Gobierno en este momento, o algún matiz que pueda haber en algún
grupo parlamentario, que pueda sugerir que se dé un salto, que se pase
por encima de los países garantes. La posición del Gobierno en este
momento, tras hablar con los países iberoamericanos, es más bien la de
mantener la solución por la vía de los países garantes y hacer quizá lo
que el Diputado señor Espasa sugería: que tratemos de catalizar ese
esfuerzo, pero en el ámbito de los países garantes; creo que no hace
falta reiterar que son Estados Unidos, Chile, Argentina y Brasil. Por lo
tanto, seguiremos por ahí e intentaremos que dé fruto el trabajo en esa
dirección. Les diré que hace muy pocos días, en Panamá, donde estuve en
la reunión del Grupo de San José, volvimos a hacer un llamamiento y no
solamente a los países europeos, sino a los países de la Unión Europea,
junto con los países de centroamérica, además de los tres países que se
asocian: Méjico, Venezuela y Colombia, en esta dirección.

Sobre las preguntas más específicas que se han producido, a mí me
costaría afirmar, tajantemente, al menos, que haya razones patrioteras;
creo que ha sido ésta la expresión que se ha utilizado. No le podría
decir a S. S. si es así. Hay algunas coincidencias que podrían quizá
sugerir que algo de eso puede estar pasando, pero no me atrevería a hacer
una afirmación categórica en relación con el presidente Fujimori ni los
militares peruanos.

En cuanto a la declaración de Itamaratí, yo creo que es una buena
declaración. Es verdad que el candidato a presidente de Perú, el señor
Pérez de Cuéllar, ha mantenido una posición ciertamente rara con respecto
a la propia declaración de Itamaratí.




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Creo que el presidente de Brasil ha puesto sus mejores esfuerzos; yo he
tenido ocasión de hablar con él después de la declaración. Lo que sí le
puedo decir es que los diecisiete observadores que están intentando que
se desplacen en la frontera, están teniendo problemas muy serios. Como
saben, van al mando de un coronel de las fuerzas brasileñas y,
desgraciadamente, no han podido todavía realizar su función por los
conflictos que se han vuelto a desatar, esporádicos, en la zona. La
sugerencia de desmilitarización de la zona, lógicamente, es la que está
contenida también en el espíritu de Itamaratí.

Preguntaba S. S. por la función de otras instancias internacionales y
debo decirle que yo creo que ha sido la correcta. Desde ese punto de
vista, creo que la Organización de Estados Americanos tiene una
responsabilidad, como institución, mayor que la que tienen las cumbres
iberoamericanas, que, desde el punto de vista institucionalizado, es un
nivel distinto. Por lo tanto, el papel que ha jugado el ex presidente
Gaviria en la OEA creo que ha sido positivo. Vuelvo a insistir en que la
posición de todos los países iberoamericanos es la de mantener la
solución del conflicto, dentro de lo posible, en el marco del protocolo
de Río, por lo tanto, vigilado por los países garantes.

Respecto a la pregunta que me formula sobre cómo podríamos neutralizar,
entre comillas, la posible mala imagen que haya podido surgir de algunos
países latinoamericanos, yo creo que afortunadamente no ha llegado la
sangre al río, desde el punto de vista metafórico. En cuanto a la visión
que se tiene sobre latinoamérica, es verdad que ha coincidido la crisis
mejicana con este diferendo que ha tenido consecuencias malas, pero,
desde luego, por nuestra parte, trataremos de que a lo largo de este año
1995 las relaciones con la Unión Europea y los países iberoamericanos,
más concretamente el Grupo de Mercosur, puedan culminar. Por lo tanto,
por nuestra parte sí haremos todo lo posible para que esa imagen, que no
se compadece con la realidad, no se instale en la opinión pública
internacional.

Creo que sólo me queda decirles a SS. SS. que hay una esperanza de un
posible encuentro Durán-Fujimori en los próximos días, con motivo de la
toma de posesión del presidente Sanguinetti, en Montevideo; que, en
cualquier caso, los dos cancilleres se van a ver en Montevideo; que el
Presidente del Congreso de los Diputados va a estar allí porque va a
representar a España en la toma de posesión del presidente Sanguinetti,
que está en contacto conmigo y que tiene toda la información, por si se
puede realizar alguna gestión. Esto es lo que les puedo decir en estos
momentos sobre los acontecimientos de las últimas horas. (El señor Milián
Mestre pide la palabra.) El señor PRESIDENTE: Señor Milián, ¿es muy
importante?



El señor MILIAN MESTRE: Dos observaciones, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Le ruego que las haga con la máxima brevedad, señor
Milián.




El señor MILIAN MESTRE: La primera, señor Ministro, es que cuando
nosotros pedimos mayor presencia de España, como ha dicho también el
señor portavoz de Izquierda Unida, es porque entendemos que allí hay un
patrimonio moral al que no hay que renunciar nunca. Creo que en cualquier
diferendo la primacía moral española está adquirida, yo diría que es «ius
historiae» e «ius culture». Por lo tanto, ahí hay unas razones serias
para tener siempre una presencia moral que ayude a arbitrar situaciones,
porque, evidentemente, a otras potencias, como puede ser la
norteamericana, no les corresponde ni por historia ni por cultura.

La segunda observación es que existe un pequeño problema --usted lo ha
citado ahora mismo--, que es el de las asimetrías en algunos casos, como
son, por ejemplo, los 3.000 kilómetros de fronteras en discusión en todo
el continente y los 600.000 kilómetros cuadrados de territorio en
discusión en todo el continente, que no es mucho, puesto que, en el
primer caso, es el 7 por ciento de la frontera y, en el segundo, el 3 por
ciento del territorio. Pero como existe, cualquier tontería de este tipo
puede inducir a otras tonterías semejantes.

Por último, quiero decirle que este diferendo no sería importante si no
fuera concomitante con otro grave problema, como es Méjico y Chiapas, con
consecuencias clarísimas ya en el panorama económico internacional y
parece ser que también con implicaciones de nuestros propios intereses
monetarios. Señor Ministro, ése sí que es un tema que a nosotros nos
preocupa mucho y por eso que ese tema, siquiera en eso, no ha pasado a
mayores, pero, como inducción a otros problemas, podría serlo.




CONTESTACION A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS SOBRE: --CANAL PRIVILEGIADO DE
COMUNICACION QUE POSEE EL MINISTRO CUBANO DEL INTERIOR CON EL GOBIERNO
ESPAÑOL. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de
expediente 181/001205.) --CENTRO DE LA ADMINISTRACION ESPAÑOLA QUE
MANTIENE RELACIONES PRIVILEGIADAS CON EL GOBIERNO CUBANO. FORMULADA POR
EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de expediente 181/001206.)



--ADVERTENCIA AMENAZANTE DEL GOBIERNO CUBANO RECIBIDA POR EL
SUBSECRETARIO ESPAÑOL DE ASUNTOS EXTERIORES SOBRE EL COMPORTAMIENTO DE
ALGUNOS FUNCIONARIOS DIPLOMATICOS ESPAÑOLES DESTINADOS EN LA HABANA.

FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de expediente
181/001207.)



--QUEJA, RECONVENCION O CESE POR PARTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL A
FUNCIONARIOS



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DIPLOMATICOS ESPAÑOLES EN LA HABANA POR MANTENER CONTACTOS CON
REPRESENTANTES DE LA OPOSICION DEMOCRATICA AL CASTRISMO. FORMULADA POR EL
SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de expediente 181/001208.) --PAPEL QUE
DESEMPEÑA EL CENTRO SUPERIOR DE INFORMACION DE LA DEFENSA (CESID) EN LA
DEFINICION DE LA POLITICA EXTERIOR DE ESPAÑA CON CUBA. FORMULADA POR EL
SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de expediente 181/001209.)



--PAPEL QUE DESEMPEÑA EL MINISTRO CUBANO DE INTERIOR EN LAS DECISIONES DE
LA POLITICA EXTERIOR ESPAÑOLA CON RESPECTO A CUBA. FORMULADA POR EL SEÑOR
RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de expediente 181/001210.)



--INDICACION DEL GOBIERNO CUBANO DE QUE LA POSTURA DE LOS DIPLOMATICOS
ESPAÑOLES DESTINADOS EN LA HABANA NO SE CORRESPONDIA CON LA POSTURA
OFICIAL DEL GOBIERNO ESPAÑOL. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P).

(Número de expediente 181/0012011.)



--TEMORES DEL EMBAJADOR, DON GUMERSINDO RICO, ANTE SU CAMBIO DE DESTINO Y
SUSTITUCION EN CUBA. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número
de expediente 181/001212.)



--SOLICITUD POR EL GOBIERNO CUBANO DEL CESE Y SUSTITUCION DEL EMBAJADOR,
SEÑOR SAN GIL. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P). (Número de
expediente 181/001213.)



--ACCIONES ADOPTADAS POR EL SUBSECRETARIO, SEÑOR CAJAL, ANTE LA
COMUNICACION DEL «CENTRO» ESPAÑOL QUE HACIA SUYAS LAS PREOCUPACIONES DEL
MINISTRO CUBANO DEL INTERIOR. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (G P).

(Número de expediente 181/001214.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al siguiente punto del orden del día:
preguntas.

El señor Rupérez, Diputado del Grupo Popular, ha presentado varias que se
refieren al mismo tema, es decir, a las relaciones de los Gobiernos
cubano y español. Son las preguntas números 4 a 13 del orden del día,
ambas inclusive. Le pregunto al señor Rupérez si puede plantear todas las
preguntas en un solo turno, con el tiempo que considere necesario.




El señor RUPEREZ RUBIO: Sí, señor Presidente, por supuesto. Esa era la
idea originaria.




El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, tiene usted la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, yo creo que las preguntas tienen
su propia dinámica; de manera que, sin más trámite, le solicitaría que
pasara a dar su respuesta.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con sumo
gusto contestaré a las preguntas formuladas por el señor Rupérez. La
primera dice así: ¿Qué canal privilegiado de comunicación posee el
Ministro cubano del Interior con el Gobierno español? El Gobierno español
no posee un canal privilegiado de comunicación con el Ministro cubano del
Interior. Con el Gobierno cubano, con sus instituciones, con la
disidencia y con el pueblo cubano existen, afortunadamente, muchos y
distintos canales por los que se encauzan unas relaciones, que son
amplias, que son sinceras, lo mismo que ocurre con otros países del
continente, y permiten a España mantener una presencia y un nivel de
influencia política destacada.

Segunda pregunta. ¿Cuál es el centro de la Administración española que
mantiene relaciones privilegiadas con el Gobierno cubano? Entiendo que S.

S. se refiere a una mención que aparece en un artículo de un periódico,
del pasado día 2 de enero, donde se hace esa afirmación y me parece que
debe ser, además, el origen de una buena parte de las preguntas que están
formuladas en la sesión de hoy. Se trata del Centro Superior de
Información para la Defensa. Evidentemente, no tiene una relación
privilegiada con el Gobierno cubano, sino que se limita a realizar las
actividades normales que le son propias, entre las que están los
contactos con los servicios de información de los países con que España
mantiene relaciones.

La tercera pregunta es sobre si recibió el Subsecretario de Asuntos
Exteriores de España, con fecha 20 de enero de 1993, una advertencia
amenazante del Gobierno cubano sobre el comportamiento de algunos
funcionarios diplomáticos españoles, entonces destinados en La Habana. La
contestación es: no. Las relaciones que España mantiene con Cuba se basan
en el mutuo respeto y, aunque en ocasiones pueda haber momentos de
tensión, nunca se han incluido, en ningún caso, advertencias amenazantes.

Lo que no oculto a S. S. es que la política habitual de contactos con
personas de la oposición democrática al régimen pueden no satisfacer al
Gobierno cubano. El Gobierno español respeta en todas sus actuaciones el
principio no de injerencia en los asuntos internos de terceros países. No
obstante, y así lo hacemos saber a las autoridades cubanas, la defensa de
los derechos humanos es también, como decíamos al inicio de la
comparecencia de hoy, un principio internacionalmente aceptado que no
interfiere con el anterior.




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La siguiente pregunta es si considera el Gobierno español que los
contactos de los funcionarios diplomáticos en La Habana con
representantes de la oposición puede ser objeto de queja, reconvención, o
incluso, cese, por parte del Gobierno español. Le tengo que contestar con
toda contundencia que ningún funcionario diplomático destinado en La
Habana ha sido reconvenido, ni cesado por el Gobierno español por llevar
a cabo la política oficial del Gobierno, de mantener contactos con la
disidencia, en los términos a que antes me he referido. Las relaciones se
enmarcan en el Convenio de Viena que regula las inmunidades y privilegios
diplomáticos y el Gobierno español, en ningún momento, aceptaría una
imposición del Gobierno cubano en ese sentido.

Siguiente pregunta: qué papel juega el Cesid en la definición de la
política exterior de España en Cuba. El Cesid, señoría, se limita a
cumplir sus funciones entre las que no figura la definición de la
política exterior de España, en relación con Cuba.

A continuación, la pregunta sobre el papel que juega el Ministro cubano
del Interior en las decisiones de la política exterior española respecto
a Cuba. La respuesta es muy clara: ninguna.

La pregunta siguiente es si el Gobierno cubano ha llegado alguna vez a
indicar que la postura de los diplomáticos españoles destinados en La
Habana no correspondía con la postura oficial del Gobierno español.

Señoría, las interpretaciones que algún sector, algún ministro del
Gobierno cubano hagan o dejen de hacer sobre la postura oficial del
Gobierno de España y su aplicación por nuestros funcionarios
diplomáticos, no afectan al sentido y contenido de nuestra política hacia
la isla, pero tampoco a la confianza que el ministerio deposita en todos
los funcionarios a los que instruye y ampara en todo momento. Pero,
además, el tema de fondo de esta pregunta, los contactos con la
disidencia interna de Cuba, siempre ha correspondido al Ministerio de
Asuntos Exteriores determinar el marco y la forma de dichos encuentros,
tanto por la delicadeza del tema, como por las consecuencias potenciales
para la propia seguridad de los funcionarios. Una vez más, insisto, que
el Gobierno es el que dicta la política a seguir y define las actuaciones
de los funcionarios españoles.

La siguiente pregunta es sobre don Gumersindo Rico; si el Embajador
gozaba de tan especial predicamento cerca del Gobierno cubano para que
éste expresara temores ante su cambio de destino y su sustitución. Como
S. S. sabe, el Embajador Gumersindo Rico cesó en un cargo el día que
alcanzó la edad reglamentaria de jubilación. Por tanto, la inevitable
sustitución del Embajador Rico era bien conocida por todos, por él y por
todos los que seguían el escalafón y desde luego, por las autoridades
cubanas que, como es natural, estaban interesadas en los planes españoles
sobre su relevo.

La próxima pregunta es si el Gobierno puede contundentemente desmentir
que el Gobierno cubano no hubiera solicitado, en algún momento, el cese y
sustitución del Embajador San Gil. Yo mismo lo he hecho, he desmentido
esta afirmación en repetidas ocasiones, en la prensa y ante esta Cámara,
creo que en el Pleno, por lo que no veo necesario insistir sobre este
tema.

Creo que con esto llego a la última pregunta: acciones que adoptó el
señor Cajal, a la sazón subsecretario, ante la comunicación del «Centro»
español que hacía suyas las preocupaciones del Ministro cubano de
Interior. La respuesta es que el carácter reservado del documento que da
origen a esta pregunta (recuerdo a S. S., que ha sido publicado sin
autorización, es un documento del Cesid), me obliga a ser discreto en un
asunto que implica a terceros, funcionarios y no funcionarios.

Quiero hacer una mención del riesgo, a mi juicio irresponsable, en que se
incurre al comunicar este tipo de noticias, sin suficiente conocimiento
de asuntos y personas que deben desarrollar su trabajo en situaciones
difíciles, en condiciones difíciles y con responsabilidades que pueden
afectar a la seguridad de otros.

Para satisfacer la curiosidad de SS. SS. sobre un hecho ya archivado, el
señor Cajal, como es habitual en las actuaciones de un subsecretario, se
informó en su día sobre los hechos y dio las instrucciones oportunas a
los funcionarios españoles después de sopesar cuidadosamente la
situación. Estas instrucciones, que en ningún momento cuestionaban el
valor de los encuentros con disidentes, se referían, esencialmente, a
extremar la prudencia y a extremar los lazos de coordinación con el señor
embajador y con el propio ministerio, a fin de evitar cualquier
interpretación equívoca de unos contactos que se integran, como S. S.

sabe bien, dentro de la política española de defender los derechos
humanos en Cuba y proteger a las personas que de manera pacífica realizan
su oposición al régimen cubano.

Creo que con esto contesto a las preguntas formuladas, en este primer
grupo, por el señor Rupérez, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez, tiene la palabra para réplica.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, observando el tenor de sus
contestaciones y la cautela con que rodea alguna de ellas, no puedo
evitar la sensación de que existen, lo que uno calificaría de
intromisiones indebidas por parte de determinados servicios no
diplomáticos españoles en la realización de la política exterior
española. Nosotros tenemos dudas, creo fundadas y que no voy a exponer en
este momento, sobre el funcionamiento de sus servicios; aunque no
tuviéramos esas dudas, nos parecería normal que sus servicios mantuvieran
relaciones con servicios similares, pues, al fin y al cabo, para eso
están, para eso se les paga. Pero contemplando el grado de intimidad,
aparente al menos, en donde los servicios españoles se comunican con sus
servicios cubanos, uno saca la impresión de que más allá del cumplimiento
de obligaciones profesionales existe un deseo compartido, no ya de marcar
las líneas, porque afortunadamente espero y esperamos que eso no sea así,
de la política exterior española, pero sí claramente de influenciar en
las mismas.




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Hay que recordar al respecto que la comunicación que le dirige el
Director General del Centro Superior de Información de la Defensa, con
fecha 20 de enero de 1993, al entonces Subsecretario de Asuntos
Exteriores, don Máximo Cajal, dice literalmente: El Ministro de Interior
de Cuba, don Abelardo Colomé Ibarra, me hace llegar un mensaje personal
sobre la actitud que, en relación con la disidencia interna, están
manteniendo diversos miembros de nuestra Embajada en La Habana. Y añade
el señor Alonso Manglano: para evitar provocaciones y el grave incidente
que representaría tener que acudir al formalismo de llamar al Embajador
de España al Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministro Colomé ha
optado por utilizar el canal privilegiado de relación que mantiene con
este centro para hacer llegar a las autoridades españolas el malestar del
Gobierno cubano. Finaliza la comunicación diciendo: a la vista del
contenido del mensaje, cuya transcripción te acompaño con esta carta, te
agradecería me comentaras tus impresiones sobre el asunto y la
conveniencia de dar algún tipo de respuesta al Ministro Colomé.

Nos indica el señor Ministro cuál es el sentido general de la respuesta y
no vamos a insistir en su literalidad. Sí le puedo decir que el contenido
del mensaje personal del Ministro del Interior de Cuba, don Abelardo
Colomé Ibarra, transmitido al director general de los servicios españoles
y, a su vez, transmitido al Subsecretario de Asuntos Exteriores revela,
cuando menos, osadía.

El señor ministro me dirá que, al fin y al cabo, la osadía está en ellos,
y nadie se lo puede negar. El problema radica en que es osado alguien a
quien se le permite ser osado; y éste es un mensaje osado. Es un mensaje
claramente dirigido a interferir en relaciones que tienen que ver con la
actitud del Gobierno español y con la actitud de sus agentes diplomáticos
en La Habana.

No voy a dar relación directa, porque, como decía el señor ministro, esta
información ha encontrado su sitio en las páginas de algún periódico,
pero a mí me parecía importante que, con independencia de las
calificaciones que tengan estos textos, no matemos al mensajero, porque
estas informaciones son importantes para el mantenimiento, para el
entendimiento y para la concepción de nuestra política exterior. Sí hay,
como digo, esa osadía que supone que los agentes diplomáticos españoles,
según se desprende y se traduce de las afirmaciones del ministro cubano,
deberían plegarse a las exigencias de ese ministerio o Gobierno cubano,
fundamentalmente en el trato con la disidencia democrática. La osadía
llega incluso a decir, y cito literalmente: El Gobierno cubano está
convencido de que la actitud de los diplomáticos españoles no se
corresponde con la postura oficial del Gobierno español, sino que obedece
a razones estrictamente personales. Hace bien el señor ministro en
recordar que esas actitudes no responden a actitudes personales, sino que
responden a instrucciones del Gobierno español. En cualquier caso resulta
insólito, incluso en ese tipo de comunicación, que un Gobierno, con el
cual se mantienen relaciones diplomáticas normales, ponga en duda la
capacidad, la calidad o la voluntad con que los agentes diplomáticos de
un Estado tercero actúan.

El mensaje del ministro cubano del Interior ominosamente acaba con la
siguiente frase: El Gobierno cubano teme que con el cambio de destino del
embajador Gumersindo Rico, la situación descrita pueda agravarse y que su
ausencia pueda reforzar esas actividades y desembocar en una situación
insostenible que el Gobierno cubano no desea.

De ello a deducir que el Gobierno cubano, por las razones que fueran,
tenía especial cariño por un determinado embajador, y temía su
sustitución, transcurre no sólo un paso, sino que el paso está
prácticamente dado. De eso a situar las razones de la dimisión del
embajador San Gil en esa perspectiva, transcurre también un paso fácil.

Yo no sé si el ministro cubano del Exterior, en este caso, ha pedido
formalmente la sustitución del señor San Gil; lo evidente es que, en una
construcción puramente lógica de los acontecimientos, en este tipo de
relación documentada, no inventada, no resultaría, en absoluto extraño
que así hubiera sido. No resultaría tampoco extraño, y también tenemos el
testimonio del propio embajador San Gil hace unos días delante de esta
misma Comisión, para deducir o concluir que lo que él calificó como
desencuentros entre él mismo y el Gobierno español, estuvieron, al mismo
tiempo también facilitados o no facilitados en provecho del propio
Gobierno cubano, por los agentes cubanos que tenían todo tipo de interés
en su sustitución. Esta es una historia que, posiblemente, no tenga más
trascendencia que la que en este momento, relato, señor ministro, pero es
una historia que debe ser muy profundamente tenida en cuenta en el
trasfondo de nuestras relaciones con Cuba.

Este tipo de intromisión por parte del Gobierno cubano, este tipo de
intimidad que los agentes de los servicios de inteligencia cubanos se
permiten con sus colegas españoles, este tipo de autoridad con que el
Director General de los Servicios de Inteligencia Española se dirige al
subsecretario de Asuntos Exteriores, muestra la existencia de una cadena
concatenada de actitudes que nos parecen claramente negativas para los
intereses españoles y que nos parecen también claramente negativas para
los intereses del propio pueblo cubano, cuyo interés, y creo que eso, por
lo menos oralmente compartimos, sería que pronto alcanzara una situación
de desarrollo democrático y de prosperidad.

Estas son las razones, señor ministro, por las que hemos realizado estas
preguntas; preguntas que algunas tienen contestación evidente y otras no
tanto. Sí le pediríamos, de manera insistente y contundente, que tomaran
las medidas oportunas para que, sin dejar de realizar sus tareas, el
Cesid se limitara a realizar las que le son propias y no tomara ningún
otro tipo de confianza o de intimidad, que no le corresponde, en absoluto
realizar y, al mismo tiempo, procurara evitar cualquier tipo de
intromisión en lo que son tareas propias de la política exterior.

Le puedo decir también que, respecto a este tema en general, más allá o
más acá de las pequeñas o grandes divergencias que pudiéramos tener, sí
nos preocupa que, efectivamente, este tipo de historias se produzcan y
que, al final, tiendan a explicar malamente algunas cosas que son
precisamente



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las que no nos gustan en la política exterior española respecto a Cuba.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con la misma
tranquilidad con que S. S. ha tratado de decir cosas, a mi juicio,
equivocadas, inciertas y llenas de prejuicios, le voy a contestar.

Su señoría lo que tiene es un prejuicio clarísimo acerca de los servicios
de investigación y de la seguridad de España. Ayer mismo hacía S. S. una
afirmación que la tengo que sacar a colación esta mañana. Cito de una
frase estricta de S. S.: El Cesid está al servicio de los intereses del
PSOE y su grado de desprestigio afecta negativamente a la seguridad
nacional. Me parece una afirmación carente de fundamento, irresponsable,
e insensata hecha por una persona que ha sido embajador de España en la
OTAN, por una persona que ostenta o que tiene esperanza de tener algún
día algún puesto en la gobernación de España.

De la misma manera que me parece irresponsable por su parte decir que la
lectura de esa carta, publicada en un diario de tirada nacional, firmada
por el director de los Servicios de Inteligencia, Emilio Alonso Manglano,
que S. S. leyera, a lo mejor algún día tiene la posibilidad de leer, y no
tengo duda que, a lo mejor, algún día ha tenido posibilidades de leer
documentaciones de los servicios de inteligencia españoles, por parte de
nuestros servicios en otras embajadas, vería que el tono y la forma, no
solamente no es malo el que tenemos esta mañana, sino al contrario, que
esa relación, esa familiaridad que S. S. critica han tenido beneficios
extraordinariamente importantes para muchas personas que S. S. y yo mismo
queremos defender en Cuba. ¿Quiere que le cuente alguna anécdota
importante de por qué esas relaciones han permitido salvar vidas? ¿Por
qué esas relaciones que hoy día acusa S. S. como irresponsables han
permitido resolver problemas tremendos de muchísimas personas, incluidas
algunas muy próximas a S. S. por estas relaciones? Su señoría si fuera
usted una persona más responsable (comprendo que está usted en un día un
poco malo, desgraciadamente malo porque me parece que ha sido usted
maltratado) debería tener un poquito más de serenidad, no debe dejarse
llevar por esos planteamientos.

Señoría, esa manifestación contenida en el periódico, la información que
dice S. S. acusa a quien le habla, a mí, de haber maltratado a los
siguientes personajes dignos de mi respeto en la Embajada de España en
Cuba: don Agustín Santos, don Fidel Sendagorta, don Mariano Uriarte, don
Ignacio Rupérez, don Jorge de Uroeta y otros tantos enemigos de Cuba,
aunque se menciona a éstos.

Le diré que don Agustín Santos es asesor del Presidente del Gobierno en
este momento, le diré que don Fidel Sendagorta es el Jefe Adjunto de mi
Gabinete personal; le diré que don Ignacio Rupérez sabe usted muy bien
dónde está en este momento, y sabe usted muy bien que seguramente no
estaría en este momento donde está si no fuera por el aprecio que le
tengo. Don Jorge de Uroeta y don Mariano Uriarte están en los puestos que
S. S. sabe bien. Por tanto, cualquier afirmación en ese sentido, por
mucha contundencia que quiera poner en sus palabras son de una gran
ligereza, señor Rupérez. Se lo digo con el afecto que sabe le profeso,
pero me parece que son de una gran irresponsabilidad y ligereza.

España y Cuba mantienen relaciones que este Gobierno no ha cambiado desde
hace muchos años, que no va a cambiar y entiendo, señorías, por mucho que
quiera usted traer consecuencias de la declaración del ex embajador señor
San Gil, que yo he leído con todo detenimiento, de la lectura de la
misma, no se desprende nada más que lo que yo le estoy diciendo, como él
mismo reconoció: que la política de España con Cuba está bien diseñada,
está bien llevada a la práctica.

Su señoría entiende que puede haber matices donde se pueda cambiar. Si un
día tiene la posibilidad de hacerlo, hágalo; desde luego en este momento
España no lo va a hacer o este Gobierno no lo va a hacer.

Sí le rogaría, por favor, que en los temas que tienen que ver con los
servicios de información tuviéramos un poco más de respeto. Como de
verdad se puede perder respeto a un país, y no solamente a los servicios
de información, es si todos los días en la prensa, por falta de lealtad
con los servicios de información, están documentaciones que corresponden
lógicamente a una terminología, a un lenguaje correspondiente a los
servicios de información.

No sé qué diría S. S. si fuera un ciudadano francés o un diputado francés
y estuviera estos días en el entramado en que se encuentran temas
relativos a los servicios de información franceses y lee, como
seguramente habrá leído en la prensa francesa, la terminología con que se
escriben los servicios de información franceses con otros grandes amigos
nuestros. Son frases que si S. S. pudiera utilizarlas aquí diría cosas
mucho más graves de las que ha dicho hoy.

Por tanto, pongamos las cosas en su sitio. Materia hay más que suficiente
para pelearnos. Materia hay más que suficiente para defender los
intereses generales de España, hagamos eso y no hagamos el tonto con
algunas cosas que creo no conducen nada más que a hacer lo que ni S. S.

ni yo deseamos para nuestro país.




El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: No sé si el señor ministro me acusa de hacer el
tonto con esas últimas palabras suyas, seguramente no.

Señor ministro, usted tiene ciertas coletillas que creo sería conveniente
que fuera corrigiendo, posiblemente coletillas involuntarias producidas
por un largo tiempo de repetirlas; pero alguna vez se lo he dicho, ni
somos tontos, ni somos irresponsables, sabemos perfectamente lo que
hacemos y por supuesto, alguna experiencia tenemos al respecto del
funcionamiento de la política exterior española y de los servicios de
inteligencia.

No se preocupe, no tengo días malos. Tuve ayer un día de cierta
irritación y ¿sabe por qué? Porque seguramente como consecuencia de
informaciones que proporcionó el Gobierno y que fueron seguidas por
alguno de sus aliados y de sus acólitos, se produjo lo que yo calificaría
de una



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pequeña o grande bellacada. Eso es lo que se produjo, ni más ni menos.

Pero ante los bellacos y ante sus afirmaciones uno está a estas alturas
suficientemente cubierto por la razón y por las trayectorias.

Sé suficientemente lo que esto supone, señor ministro, porque también he
tenido experiencias negativas de los servicios de inteligencia en otros
momentos, cuando yo era un joven diplomático en Varsovia y creí mi
obligación --y sigo creyéndola como todos los diplomáticos-- apoyar a
todos los españoles que en aquel momento allí se encontraban, gran parte
de los cuales eran, naturalmente, producto de la emigración que se
produjo después de la Guerra Civil; prácticamente la totalidad de ellos
militantes del Partido Comunista de España y fui denunciado por los
servicios españoles de inteligencia de aquel momento de una manera muy
parecida a la que produce este tipo de endoso de denuncias. No quiero
comparar los comportamientos, de unos y de otros, lo que sí digo es que
cuando este tipo de denuncia de un poder extranjero se recibe sobre las
actitudes de los diplomáticos españoles, la respuesta tendría que ser
pura y simplemente de no recepción.

No le corresponde al señor Ministro del Interior de Cuba decir cómo se
comporta fulano o zutano; con quién se entrevista o con quién se deja de
entrevistar. No le corresponde al Ministro de Exteriores español tomar
nota de este tipo de planteamientos, a no ser que se quiera que
efectivamente, al final, sea el Ministro cubano del Interior el que
marque los comportamientos de unos y otros. Esa es la verdad de los
acontecimientos, señor ministro, y eso es lo que efectivamente está
puesto tristemente de relieve.

Podemos discutir sobre lo que hay que hacer con Cuba y podemos discutir
sobre lo que hay que hacer con el Cesid. Mantengo las afirmaciones que
ayer hice. Creo que tenemos un serio problema pendiente en la democracia
española que es el mal funcionamiento, el indebido funcionamiento de los
servicios de inteligencia, digo y repito mal funcionamiento que se ha
producido porque esos servicios de inteligencia no están trabajando para
la defensa nacional o para la defensa de los intereses nacionales, sino
en muchos casos, como por otra parte ha sido de notoriedad pública, al
servicio de un partido político al cual usted pertenece, que en este
momento es el partido que tiene la mayoría en esta Cámara. Eso es así,
señor ministro, no es éste el momento ni posiblemente ésta la Comisión
para hablar de estos temas, pero es así.

Usted puede decir que no comparte mis convicciones, ésas son nuestras
convicciones y ésas son las convicciones que en su momento esperamos que
a través de la comparecencia del director general correspondiente, del
Ministro de Defensa o de ambos podamos definitivamente clarificar.

En cualquier caso, este tipo de comportamientos a nosotros nos preocupan
respecto a la política exterior española y nos preocupa respecto a los
resultados de la política exterior con Cuba. Esta es la verdad del
asunto, señor ministro, sea el día que sea y utilice usted los adjetivos
que utilice.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, con la misma tranquilidad y serenidad le voy a tratar de
contestar, señor Rupérez.

No sé si tengo coletillas o no, pero si S. S. me lo dice he de escucharme
para ver si las tengo y trataré de corregirlas, pero no creo que sea yo
la persona a quien su S. S. pueda calificar de que la palabra
irresponsable está en la punta de su lengua. Creo, señoría, que lo hemos
estado oyendo todos los días, le ruego que pase revista a la hemeroteca y
vea de qué bocas ha salido la palabra irresponsable en los últimos días
hasta la saciedad, personas que a lo mejor son amigas suyas, no lo sé.

Segunda cosa que le quiero decir. Señoría, le rogaría que retirara la
palabra bellaquería. Me hago responsable de todas estas cuestiones como
Ministro de Asuntos Exteriores que soy y S. S. sabe bien que en los días
en que S. S. sufrió y sufrió mucho, nunca le faltó, ni un solo día de los
treinta y tantos que estuvo fuera de casa, la visita de quien le habla a
su familia. Por tanto, le ruego, por favor, que no diga que somos unos
bellacos los que hemos dicho esto. Le ruego por favor que lo retire,
porque no es así. A S. S. le consta en el fondo de su alma que así no
puede ser. Su señoría tiene muchos más amigos que le acompañaron aquellos
días de tragedia en los bancos de la oposición que en los bancos que
están en este momento acompañándole políticamente. Le ruego que lo
medite, que lo reflexione seriamente.

Otra cosa le quiero decir. Mire, señoría, no tiene mucho sentido que a
las cuestiones que dan los servicios de inteligencia de un país a otro se
le conteste con la no recepción porque el sentido que tienen los
servicios de inteligencia es ése, que no haya que decir no recepción
cuando vienen por los caminos diplomáticos. Esa es la primera lección de
la vida diplomática y S. S. lo sabe muy bien. Imagínese lo que sería si
los servicios de información nos ponemos quisquillosos al decir: esto no
lo recibo. ¡Si están para eso, para recibir esas cosas!, ¿o están para
otra cosa? Para eso están.

De verdad hay cosas que funcionan mal en nuestro país y cosas tenemos
donde nos podemos pelear la oposición y el Gobierno que son más sólidas,
más serias, que no traen los problemas para la imagen y a la
respetabilidad de España y para el buen funcionamiento de instituciones
básicas; creo se pueden encontrar. En esta Comisión las hemos encontrado
y muchas. Llevamos varios años discutiendo sobre estas cosas y me parece
que hemos encontrado diferencias, puntos de acuerdos, diferencias a veces
profundas, otras veces menos profundas sobre temas que creo son
importantes para nuestro país, importantes para el partido de la
oposición, importantes para el Gobierno, más importantes que el camino
por donde nos estamos metiendo. Le ruego por favor que reflexione porque
el partido del Gobierno y el Gobierno que yo en este momento represento
con gran satisfacción, no produce las bellaquerías a que S. S. cree que
otras personas, quizá porque las ha visto hacer



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a personas más próximas, puede pensar que se hacen. Este Gobierno, señor
Rupérez, no las hace y le ruego, por tanto, que retire esas afirmaciones.




--ACTITUD ANTE UNA HIPOTETICA POLITICA EXTERIOR NORTEAMERICANA MENOS
ATLANTISTA Y MAS AISLACIONISTA. FORMULADA POR EL SEÑOR MUÑOZ-ALONSO Y
LEDO (GRUPO POPULAR). (Número de expediente 181/001252.)



--SOBRE VALORACION DE LA ACTITUD DE RUSIA EN LA CRISIS BALCANICA, ASI
COMO PREVISIONES DE FUTURO. FORMULADA POR EL SEÑOR MUÑOZ-ALONSO Y LEDO
(GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR). (Número de expediente 181/0001253.)



El señor PRESIDENTE: Damos por terminado este punto del orden del día y
pasamos a la preguntas formuladas por el señor Muñoz-Alonso, del Grupo
Popular, sobre actitud ante una hipotética política exterior
norteamericana menos atlantista y más aislacionista.

Tiene la palabra el señor Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Prefiero que el señor ministro haga una
exposición y después, si es preciso, haré alguna puntualización.




El señor PRESIDENTE: El señor ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señoría, me
hace usted una pregunta que requeriría una contestación no en el tiempo
que tenemos esta mañana. Es verdad que la política exterior
norteamericana puede girar como consecuencia de las últimas elecciones al
Congreso americano, pero todos deseamos que no sea así, que no sea un
giro desde el punto de vista de quitar su relación con el vínculo
trasatlántico y más aislacionista.

Las conversaciones que han tenido la Unión Europea y España con los
Estados Unidos de América --ya sea con el Secretario de Estado, incluso
con el propio Presidente Clinton-- no dan pie a pensar que vaya a
imponerse a la administración americana la presión del Congreso de los
Diputados, aunque es verdad que la importancia del Senado y de la Cámara
de Representantes en Estados Unidos es muy grande y que algunas de las
personas que tienen ahora las responsabilidades, sobre todo, en la
Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, sí han hecho declaraciones
enormemente aislacionistas en la dirección que S. S. apuntaba. Pero
entiendo que no hay ningún cambio en relación con OPEC. Pensar que hay un
cambio radical en la política americana, me parece que no es todavía una
consecuencia que podamos extraer. Por nuestra parte, durante la
Presidencia trataremos no solamente de que ese vínculo trasatlántico no
sufra, sino, al contrario, de que sea un vínculo que trate de
profundizarse desde el punto de vista político y económico.

Entiendo yo que las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea
requieren un replanteamiento, por lo menos una reflexión nueva en este
momento e intentaremos colaborar a ese fin, pero me parece un poco
prematuro el sacar consecuencias sobre lo que puedan ser algunos indicios
que aparecen en la nueva política americana tras las últimas elecciones.

La siguiente pregunta se refiere a la valoración de la actitud de
Rusia...




El señor PRESIDENTE: Perdón, esto lo vamos a discutir luego.

Mi idea, señor Muñoz-Alonso, es que las tres siguientes preguntas se
puedan defender en un solo turno, porque se refieren a la crisis
balcánica.

Le doy la palabra, señor Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Gracias, señor ministro, por sus
explicaciones.

Yo sólo quería suscitar la reflexión. Evidentemente no es un problema
inmediato, pero yo creo que en una Comisión como ésta este tipo de
cuestiones también se deben abordar. No hay que dejarlo sólo a los foros
académicos, aunque no tengan una enorme inmediatez. En Estados Unidos, y
no sólo por la reciente victoria republicana sino antes, se observan
algunos indicios que pueden significar elementos de desintegración de lo
que ha sido una estrecha relación --podemos decir-- euroatlántica y
aparecen unos elementos de los que no son solamente ellos los
responsables, también algunos proceden de algunas actitudes que hay en
Europa. Mi idea era que ese tipo de cosas se deben abordar y, de alguna
manera, se debe reflexionar sobre ellas para evitar que pueda suceder lo
peor. Mi convicción es que el vínculo euroatlántico debe mantenerse a
toda costa y que sería una irresponsabilidad el que, por una parte o por
otra, ese vínculo pudiera romperse.

Hay algunos elementos preocupantes. En el Congreso de los Estados Unidos
se está discutiendo en estos momentos --se ha iniciado ya el proceso--
una ley que, traducida, sería la ley de revitalización de la seguridad
nacional; ley que por lo menos sorprende. Se pone el énfasis en la
defensa del territorio norteamericano; se plantea la negativa a pagar
operaciones de mantenimiento de la paz; se dice que ninguna fuerza
norteamericana estaría nunca bajo mando no americano, rompiendo una
tendencia del pasado en el que ha habido tropas americanas sobre otros
bandos en algunas circunstancias. Algunos políticos norteamericanos muy
notables como, por ejemplo, Baker ha expresado su insatisfacción por esa
evolución. Se rompe, en suma, el criterio de la acción multilateral. En
Estados Unidos se dice que algunos mantienen ahora el criterio de actuar
solo o no hacer nada, lo cual no deja de ser también un elemento, como
digo, preocupante. La ayuda al desarrolllo parece que se quiere disminuir
en un 20 por ciento y hay algunos que incluso están pidiendo la supresión
de la Agencia Internacional de Desarrollo. Todos estos elementos,



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que como digo, no son nuevos, introducen un factor de reflexión que puede
ser importante.

Hay en la opinión pública norteamericana una serie de tendencias y se
repiten ideas como la de que los aliados europeos sólo gastan las dos
terceras partes de lo que gastan ellos en defensa y en cuestiones de
seguridad; se dice que a los Estados Unidos se les deja el deber de hacer
la guerra mientras que nuestros aliados --se añade--, que son nuestros
competidores comerciales, disfrutan de los beneficios sin riesgos...

(Esto se ha dicho incluso desde el conflicto del Golfo para acá en
distintos contextos.) Se dice también que los aliados de los Estados
Unidos evitarán los sacrificios exigidos para crear y usar las
capacidades de proyección de poder --hablando ya de una globalización de
la acción de los Estados Unidos y de sus propios aliados--, mientras
nosotros estamos --dicen los americanos-- preparados para luchar por
ellos y en vez de ellos. (Recojo unas expresiones que han dicho algunos
expertos y que he leído en algunos artículos.)
Todo esto induce a pensar que nos encontramos en una situación en la que,
desde el punto de vista europeo, habría que hacer todo lo posible para
que se pudiera evitar que esos elementos de desintegración a que yo
aludía al principio, pudieran de una o de otra manera consolidarse.

Por mi parte, nada más en lo que afecta a esta pregunta, señor
Presidente.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga):Yo comparto la
preocupación de S. S. He tratado de afirmar en mi primera intervención
que esos peligros o esas semillas están desgraciadamente sembradas en la
sociedad americana en este momento, se leen en revistas especializadas,
incluso en los editoriales en los medios de comunicación más
significativos. Es verdad que la posición del Partido Republicano, en
relación con todas las alianzas multilaterales de Estados Unidos, está
«cuestionada» --entre comillas-- por lo menos.

Su señoría hacía referencia a la ley de la revitalización de la seguridad
nacional. Es verdad que de su lectura, aunque sea muy somera, se
desprende ese tufo --digamos-- al que S. S. hacía referencia. También es
verdad que ha habido afirmaciones sobre la multilateralidad muy
preocupantes. Y S. S. ha puesto el dedo en la llaga en una cosa para mí
muy sorprendente y muy negativa, son todos los temas relativos a ayuda al
desarrollo.

Quizá porque nosotros en España ahora tenemos una sensibilidad mayor, el
ver cómo la primera potencia del mundo da marcha atrás en ayuda al
desarrollo o condiciona toda la ayuda al desarrollo a temas económicos,
comerciales o incluso políticos de su país, sorprende realmente. Lo que
sí le quiero decir es que, no ya tanto en cuanto responsable del Gobierno
de España en este momento, sino como miembro del Consejo de Asuntos
Generales de la Unión Europea, es un tema que hemos tratado con
Christopher y con el propio presidente Clinton en el viaje de la
presidencia a Washington de hace muy poco tiempo y lo haremos otra vez
cuando nos corresponda a nosotros en el ámbito de nuestra presidencia.

Porque sí es verdad que lo que nos debe preocupar es que ese vínculo no
se debilite, sino, al contrario, que, a poder ser, se fortalezca en todo
el abanico de posibilidades, no solamente desde la perspectiva
estrictamente defensiva, sino desde la perspectiva comercial, económica,
etcétera. En eso estamos trabajando en el ámbito de la Unión Europea y, a
lo mejor, nos corresponde a nosotros tomar alguna iniciativa en esa
materia.




--FUTURO DE LAS OPERACIONES DE MANTENIMIENTO DE LA PAZ DESPUES DEL
FRACASO DE BOSNIA. FORMULADA POR EL SEÑOR MUÑOZ-ALONSO Y LEDO, DEL GRUPO
POPULAR. (Número de expediente 181/001254.)



--EFECTOS QUE TENDRA SOBRE LA ORGANIZACION DEL TRATADO DEL ATLANTICO
NORTE (OTAN) LA EVOLUCION DE LOS ACONTECIMIENTOS EN BOSNIA. FORMULADA POR
EL SEÑOR MUÑOZ-ALONSO Y LEDO, DEL GRUPO POPULAR. (Número de expediente
181/001255.)



--FUTURO DE LA SEGURIDAD EUROPEA DESPUES DE LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS.

FORMULADA POR EL SEÑOR MUÑOZ-ALONSO Y LEDO, DEL GRUPO POPULAR. (Número de
expediente 181/001256.)



El señor PRESIDENTE: Yo creo que las tres preguntas siguientes se
refieren directa o indirectamente a Bosnia. Tengo una duda sobre la
última, porque tiene un planteamiento muy genérico. Al decir futuro de la
seguridad europea después de los últimos acontecimientos, no sé si éstos
se refieren también a la situación en los Balcanes o es una concepción
más general.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Los últimos acontecimientos eran otros
cuando yo formulé la pregunta en el mes de noviembre. Evidentemente, ya
hay otros últimos.

Yo dejo a la discreción del señor Ministro que aborde el tema como
quiera.




El señor PRESIDENTE: O sea que serían los penúltimos acontecimientos por
lo menos.

Si le parece, vamos a tratar las tres preguntas siguientes en su turno.

Señor Muñoz-Alonso, si le parece tratamos las tres preguntas siguientes
en un solo turno y tiene usted la palabra.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Prefiero que sea como hemos hecho antes.

Que conteste el señor Ministro y añadiría algo después si fuera
necesario.




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El señor PRESIDENTE: Señor Ministro, tiene S. S. la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Contesto muy
brevemente.

Respecto a la valoración de la actitud de Rusia en la crisis balcánica,
así como previsiones de futuro, debo decir que la valoración que en este
momento hace la Unión Europea sobre el comportamiento de Rusia en la
crisis balcánica está atravesando por un momento de una cierta
dificultad, por decirlo de una manera lo más suave posible.

En el propio Grupo de Contacto, como S. S. quizá sepa, hay algunas
dificultades en este momento. ¿Por qué se están produciendo estas
dificultades? Yo creo que se están produciendo porque nos vamos acercando
a una fecha, desde el punto de vista de la solución del conflicto de
Bosnia-Herzegovina, muy importante, que sería más o menos el final del
mes de marzo. Ahí va a confluir un conjunto de vectores que si lo hacen
todos en una dirección convergente equivocada podríamos tener una
explosión que desgraciadamente nadie desea.

¿Qué tenemos? Tenemos la finalización del mandato de Unprofor para las
Fuerzas de Naciones Unidas en Croacia, que no hemos sido hasta el momento
capaces de cambiar la posición del presidente Tudjman sobre la materia.

Segundo, tenemos el segundo vector, que es el posicionamiento que trae
causa de lo que hablábamos anteriormente del Congreso americano. La
posición del Senador Dole es que si para finales del mes de marzo no se
ha resuelto el problema, podría entrar en vigor el levantamiento
unilateral del embargo por parte de Estados Unidos. Por tanto, sería una
mala cuestión. La tercera confluencia es la aproximación al final de la
primavera, con lo que ha tenido en los últimos años de reencendimiento
del conflicto. Y cuarto, sería el reconocimiento de un fracaso del Grupo
de Contacto. Si estos cuatro vectores confluyen a la vez y se nuclean al
final del mes de marzo sin solución, estaríamos en un momento de una
cierta dificultad.

El planteamiento, según nos vamos acercando a ese momento, empieza a
tener algunas diferencias en el propio seno del Grupo de Contacto. De ahí
la preocupación que en este momento se tiene acerca del comportamiento de
la Federación Rusa. La última información que le puedo transmitir es el
viaje que ha hecho el Ministro Kózirev a Belgrado que --por decirlo de
alguna manera suave-- no ha producido especial satisfacción en el mundo
de los aliados, más bien da la impresión de que ha habido un paso
excesivamente largo dado por parte del Ministro Kózirev con el señor
Milosevic. La semana que viene la troika va a tener ocasión de hablar
seriamente con el señor Kózirev en Moscú, no solamente de los temas que
hemos tratado a lo largo de esta comparecencia, sino también sobre
Bosnia. Porque cualquier fisura en el Grupo de Contacto en este momento
sería muy mala porque sería dar un paso en la confluencia de esos
vectores a los que antes he hecho referencia. La preocupación --como se
imagina S. S.-- es mucha. Los países del Grupo de Contacto europeos han
visitado Sarajevo hace unos días, volverán hoy; van a intentar ver cómo
introducimos la superdirecta, si es que es posible, en la vía de
negociación, antes de que finalice la primavera. La valoración
históricamente no es negativa porque han sido muy colaboradores y, sin
duda ninguna, han cooperado mucho a la no extensión del conflicto; tienen
fuerzas de Unprofor sobre el terreno; han formado parte del Grupo de
Contacto. En estos momentos ante la aproximación de esa fecha medio
límite a la que acabo de hace referencia, nos preocupa que puedan tomarse
decisiones unilaterales que rompan la cohesión del Grupo de Contacto.

La siguiente pregunta es sobre el futuro del mantenimiento de la paz
después del fracaso de Bosnia. Comprendo, señorías, que el término
fracaso del mantenimiento de la paz en Bosnia es muy difícil de negar,
pero permítame S. S. que, por razón de coherencia, no reconozca que ha
habido un fracaso de la operación de mantenimiento de la paz en Bosnia.

Tenemos tropas españolas allí, creo que se ha realizado una magnífica
labor. Lo que sí es verdad es que no se ha resuelto el problema de
Bosnia, pero no sé si lo que ha fracasado es la operación del
mantenimiento de la paz que, con los objetivos que estaban determinados
por las Naciones Unidas, se han cumplido. Por lo tanto, sobre el futuro
de las operaciones de mantenimiento de la paz, sí puedo decirle que hay
que sacar lecciones, sin ningún género de dudas. Lecciones sobre cómo
comportarse las fuerzas de Naciones Unidas en conflictos abiertos de esta
magnitud, no solamente en Europa, sino en otras regiones. Lecciones
tendremos que sacar, pero me parece un poco prematuro especificar cuáles
son estas lecciones. A los distintos generales que han servido a Unprofor
se les ha pedido que hagan una pequeña valoración de su propia
experiencia como mandos de unas fuerzas que han tenido una función
bastante excepcional en lo que ha sido la tradición de las operaciones de
mantenimiento de la paz.

La siguiente pregunta se refiere a los efectos que tendrá sobre la
realización del Tratado del Atlántico Norte la evolución de los
acontecimientos en Bosnia. En cierta manera, se puede contestar a esta
pregunta como a la anterior. Quizá es un poco pronto para sacar todas las
lecciones, pero sí se pone de manifiesto que la Alianza Atlántica tiene
dificultades, con la estructura actual, para participar en operaciones
para lo que inicialmente no estaba diseñada. De ahí las decisiones que se
están tomando desde la Cumbre de Bruselas, de 1994, para ir adaptando
poco a poco la Alianza Atlántica también a otras operaciones que no
estaban diseñadas en su origen.

No me atrevo a leerle un listado de consecuencias concretas, pero
filosóficamente sí le digo que hay que sacarlas. En cierta manera se
están ya llevando a cabo. Por ejemplo, toda la operativa de las
relaciones con la UEO para operaciones relacionadas con el mantenimiento
de la paz, más ligadas a lo riesgos que nos podemos encontrar en Europa
hoy que a los riesgos que nos podíamos haber encontrado en el ayer no muy
lejano. Estas cosas están en el debate de la Alianza Atlántica en estos
momentos. La apertura de la Alianza Atlántica al diálogo en el
Mediterráneo --que fue una iniciativa española, que después han apoyado
otros países de la Alianza Atlántica-- va en esa



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dirección, como consecuencia también de algunas lecciones que hemos
sacado en el pasado.

Sobre el futuro de la seguridad europea después de los últimos
conocimientos, de los que tenemos hasta hoy, la primera intervención
realizada esta mañana sobre Chechenia contesta, en cierta manera, a la
última pregunta que formula S. S. Tengamos la esperanza de que la próxima
vez que nos veamos para contestar a esta pregunta no tenga que ser por
causa de otro conflicto que desgraciadamente haya surgido en el
territorio del sur de Europa.

Tenemos que respetar todos los temas relativos a la seguridad europea. Le
diré que con motivo de la Conferencia Intergubernamental, de 1996, la UEO
tiene el mandato de posponer al Consejo de Ministros de la Comunidad
Europea un Libro Blanco sobre la defensa europea. Nos corresponderá a
nosotros porque tendremos la presidencia de las dos instancias a la vez:
la UEO y la Unión Europea. Queremos que esa preocupación sobre la
seguridad europea vaya también a la Conferencia Intergubernamental, de
1996, para que la Unión Europea aporte, como tal, una reflexión a un
marco más amplio, como es el marco de la OSCE o el marco de la Alianza
Atlántica. Estamos en ese proceso, pero me gustaría compartir con SS. SS.

los avances que se vayan produciendo o los posicionamientos nuevos que
vayan surgiendo en este debate que viene de ayer, que será largo, no
acabará en las próximas horas.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Muy brevemente, dado lo avanzado de la
hora, voy a hacer algunas pequeñas reflexiones.

Respecto a la actitud de Rusia, después de la entrevista de Kózirev y
Milosevic creo que está claro que el tiempo está trabajando a favor de
Serbia y Rusia está detrás. Por lo que sabemos, no ha hecho ningún
esfuerzo para que Serbia dé el paso del reconocimiento mutuo, en
concreto, que reconozca a Croacia y Bosnia, aunque después Rusia por su
cuenta ha reconocido a Bosnia. Se suele decir que quizá por la influencia
del caso de Chechenia y el tema de lo musulmán, pero se están produciendo
fenómenos preocupantes. Milosevic sigue ayudando a los serbios de Bosnia.

Hay bastantes evidencias ya de que los ha ayudado durante mucho tiempo y
en los últimos tiempos la constancia de que lo está haciendo es bastante
evidente. Sin embargo, Rusia no ha hecho nada para evitar eso. Hay, por
tanto, una actitud bastante preocupante. Eso le lleva a uno a pensar que
hay un reparto de tareas nuevamente entre Serbia y los serbios de Bosnia,
que Rusia está detrás de toda esa operación y que el objetivo común es la
Gran Serbia, aunque ellos lo niegan insistentemente. Recientemente el
Ministro adjunto yugoslavo de Asuntos Exteriores, señor Jovanovic, que
estuvo por aquí, insistía en que no hay tal cosa, pero los hechos parece
que le quitan la razón.

Habría que recordar que los serbios de Bosnia no han aceptado todavía el
plan del Grupo de Contacto, que es un elemento clave para solucionar la
situación. A mí me parece --y ése es el planteamiento del papel de
Rusia-- que Rusia podía hacer mucho más de lo que está haciendo en ese
sentido y ésa era la preocupación que yo quería plantear al señor
Ministro.

No voy a entrar en lo que puede significar la retirada de las tropas de
Unprofor de Croacia porque puede generar una situación muy peligrosa.

Señor Ministro, en resumidas cuentas, la voluntad de imperio de Rusia
parece que sigue estando presente. Los Balcanes han sido tradicionalmente
una zona de influencia rusa y parece que todo nos hace pensar que se
quiere mantener esa zona de influencia.

Sobre el futuro de las operaciones del mantenimiento de la paz, yo sé que
es muy duro hablar de fracaso, pero ahí tenemos a la vista estos días la
retirada de Somalia que indica hasta qué punto es una operación para el
mantenimiento de la paz que, desgraciadamente, no ha salido como hubiera
sido deseable. Además, hablamos de mantenimiento de la paz, ¿de qué paz?
En Bosnia no ha habido algo que mantener. Nadie va a negar los beneficios
de la ayuda comunitaria y creo que todos los españoles estamos muy
satisfechos de la participación de nuestros soldados en esas operaciones.

Pero nos deja un tanto frustrados que, al final, las Naciones Unidas
funcionen --no lo digo, ni mucho menos, con ironía-- como una enorme Cruz
Roja vestida de azul, que, al final, parece que es a lo que nos
limitamos. El deseo sería que pudiéramos hacer algo para evitar de verdad
los conflictos.

Quiero añadir una cosa, señor Ministro, acerca de las operaciones de la
paz. Cuando hablábamos antes de los Estados Unidos, veíamos que no están
dispuestos a ayudar. No parece que haya ahí, con la negación de la acción
multilateral, una decisión de participar en las operaciones de la paz.

Pero es que no son solamente los Estados Unidos. Vemos, por ejemplo, que
el debate abierto en Alemania, también es un debate muy crítico. Parece
que el señor Kinkel, su colega, sí quiere que haya una participación
alemana, y está pensando indudablemente en el puesto del Consejo de
Seguridad, pero el Ministro de Defensa no parece que está por esa labor y
dice que, como mucho, en acciones humanitarias. Es decir, no está claro
el futuro de las operaciones para el mantenimiento de la paz. Es un poco
lo que yo quería dejar presente aquí.

Acerca de los efectos en la OTAN de los acontecimientos en Bosnia, yo no
sé si hacer una afirmación que quizá es demasiado tajante, y es la de que
lo que no consiguieron los soviéticos durante cuarenta años de guerra
fría, que era socavar la credibilidad de la OTAN como fuerza disuasoria
frente a la agresión, lo han logrado los serbios en un par de años; lo
han logrado con esa actitud suya que --¡para qué vamos a analizar!--
todos conocemos. Algún efecto han tenido en la Alianza Atlántica los
acontecimientos de Bosnia, y tendríamos que hacer todo lo que estuviera
en nuestras manos --en eso es en lo que yo creo que habría que insistir--
para evitar que se desgaste lo que significa la Alianza Atlántica, como
consecuencia de la guerra o del conflicto de Bosnia.

En la última pregunta, sobre el futuro de la seguridad europea, es una
cosa demasiado amplia, en lo que yo no voy a insistir mucho. Pero me
preocupan varias cosas, señor Ministro. La opinión pública europea no
acaba de saber



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muy bien dónde está. Hay una reciente encuesta en Alemania que me ha
llamado mucho la atención, publicada a principios de este mes, en la que
el 60 por ciento de los alemanes dicen que sí al ingreso en la OTAN de
los países llamados Visegrad, lo cual parece una buena cosa, pero en la
misma encuesta sólo hay un 25 por ciento que dice que las tropas alemanas
deberían ayudar a Polonia en la hipótesis de que fuera invadida por
Rusia. Decimos que sí, pero, después, no sabemos a qué estamos diciendo
que sí, y me da la impresión de que eso no le pasa sólo a la opinión
pública alemana, sino a las opiniones públicas de otros países.

Ante la necesidad de replantearse el problema de la seguridad europea;
replanteamiento que, a mi modo de ver, tiene que pasar por la necesidad
de ampliar la OTAN, hay que hacerlo ya, cuanto antes mejor, estableciendo
unos criterios que deben ir cumpliendo los países. Que se avance por esa
dirección es esencial y prioritario.

En segundo lugar, habrá que dar garantías a Rusia --se suele decir-- de
que no se va contra ella. Pero, seamos sinceros. ¿Por qué tienen tanta
prisa los países de Visegrad en integrarse? Porque tienen miedo a Rusia.

Todas esas cuestiones habría que aclararlas de alguna manera y
plantearse, por lo tanto, la necesidad de una nueva OTAN que, entre otras
cosas, ya no esté limitada quizá a su territorio tradicional sino que se
planteen las acciones fuera de área, eso que se llama la proyección
global, y que, por supuesto, esté ampliada en los países que hayan
cumplido esos criterios a los que aludí hace un momento.

No voy a insistir más, porque, dada la hora, creo que no tiene mucho
sentido.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Brevemente,
para entrar en un dato muy pormenorizado, que estoy seguro que ya
tendremos ocasión de hacerlo en días sucesivos y con motivo de la
presidencia española. Quiero decirle que sobre la primera cuestión de
Serbia y Rusia, es cierto que la posición que el Ministro Kózirev ha
tenido en sus reflexiones con Milosevic se separa un poco de lo que había
sido la posición de la Unión Europea. Como sabe S. S., el reconocimiento
de las otras repúblicas era previo a una posibilidad de levantamiento de
sanción. La posición de Milosevic que Kózirev ha aceptado, o ha dado la
impresión de que aceptaba, era la contraria: el levantamiento previo de
sanciones. Yo creo que la Unión Europea no debe pasar por ello. Es verdad
que eso ha sido así y ha generado una cierta tensión que esperemos poder
soldar en el viaje que vamos a hacer a Moscú.

Con respecto al mantenimiento de la paz, ciertamente con el 50
Aniversario de Naciones Unidas algo que hay que meter en la agenda de
debate a partir de este momento es el nuevo planteamiento de operaciones
del mantenimiento de la paz en un mundo que es distinto, porque además,
por desgracia, tal y como marchan las cosas, no vamos a poder salir al
encuentro de todas las necesidades de operaciones del mantenimiento de la
paz.

Quisiera afirmar algo de lo que S. S. ha dicho: que el aislacionismo
potencial surge en todos los pagos. Su señoría, en la primera pregunta
hablaba de Estados Unidos y en la segunda lo reflexionaba sobre la propia
Alemania. Tenemos que tener cuidado con estos temas. Afortunadamente, hay
una generación que no ha visto la guerra, la ha visto muy lejana, pero
eso no debe llevar como consecuencia el que el aislacionismo debe ser la
medicina para curar ese bien.

Con respecto a la OTAN, hemos hablado ya mucho de ello. Quiero decirle
unas palabras sobre las relaciones con Rusia, porque en estos momentos sí
va a estar en el candelero esta semana. Es verdad que tenemos que ser
capaces de equilibrar las relaciones de la OTAN con los países del
Visegrad y, además, mantener unas relaciones equilibradas con Rusia. Esa
idea que se pudo tener en cierto momento: sin vetos y sin sorpresas, en
el tratamiento de la OTAN con Rusia, quizá no sea una mala fórmula para,
plásticamente, ver cuál debía ser esa relación.

Sobre la seguridad europea, sin duda comparto su preocupación, que todos
tenemos. Estamos en un momento de una reflexión en profundidad ante un
mundo nuevo y ante una Europa nueva. Ocasión tendremos a lo largo de 1995
y 1996 de hablar largo y tendido sobre estas cuestiones que van a estar
en la agenda prácticamente de todas las reuniones de todos los ámbitos
europeos.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Hemos llegado al término de esta sesión, en la que agradezco su presencia
una vez más.

Se levanta la sesión.




Eran las dos de la tarde.