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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 362, de 28/11/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 362
ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA
PRESIDENTE: DON ANGEL MARTINEZ SANJUAN
Sesión núm. 31
celebrada el lunes, 28 de noviembre de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Gobernador del Banco de España (Rojo Duque),
para:
--Informar de la comparecencia cuatrimestral, previa remisión del informe
correspondiente, de la política monetaria que se desarrolla, así como la
evolución de las principales magnitudes. (Número de expediente
212/001237) (Página 11196)
--Informar sobre la situación de las entidades financieras españolas. A
solicitud del Grupo Parlamentario Federal IU-IC. (Número de expediente
212/000425) (Página 11212)
--Dar a conocer las medidas adoptadas o a adoptar en relación con el
Banco Saudí Español (Saudesbank) por las posibles irregularidades de
índole económica y tributaria cometidas por este Banco. A solicitud del
Grupo Parlamentario Federal IU-IC. (Número de expediente 212/000705)
(Página 11212)
--Informar sobre las medidas previstas para promover la transparencia del
mercado bancario al por menor. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 212/000832) (Página 11217)



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Se abre la sesión a las cinco de la tarde.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se abre la sesión de la Comisión de
Economía, una sesión un tanto atípica por las circunstancias que
acontecen en el sistema de transporte de este país en su vertiente aérea.

Aunque algún grupo parlamentario me había manifestado su posible
dificultad para poder llegar a tiempo a esta sesión, he preferido
mantener la convocatoria, a pesar de los problemas, por varias razones.

Una, porque el objeto central de la comparecencia del señor Gobernador
del Banco de España esta tarde es realmente importante por sí misma y por
el contenido de los acuerdos y la filosofía que va a exponer a la
Comisión de Economía, aunque también quiero decir que si el resto de los
grupos parlamentarios no presentes en este momento no pueden llegar para
la presentación de los puntos segundo, tercero y cuarto del orden del
día, por acuerdo de la Mesa, por «fair play» y por un acuerdo
parlamentario lógico, no serán dados por decaídos, sino que quedarán
pospuestos para una posterior reunión, dadas las circunstancias.

Si los grupos parlamentarios no presentes en este momento, que no son el
Grupo Parlamentario Socialista y el Grupo Parlamentario Popular, se
incorporan a la sesión de la Comisión a lo largo del debate del primer
punto o de la fijación de posiciones de los grupos parlamentarios, esta
Presidencia les dará la palabra, con el fin de que también puedan fijar
su posición, tanto respecto al primer punto, como respecto a los puntos
segundo, tercero, cuarto y quinto, si es posible abordarlos.

Sin más preámbulos, pasamos al orden del día, que trataremos de
desarrollar en la medida de lo posible.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (ROJO DUQUE),
PARA:



--INFORMAR DE LA COMPARECENCIA CUATRIMESTRAL, PREVIA REMISION DE INFORME
CORRESPONDIENTE, DE LA POLITICA MONETARIA QUE SE DESARROLLA, ASI COMO DE
LA EVOLUCION DE LAS PRINCIPALES MAGNITUDES. (Número de expediente
212/001237.)



El señor PRESIDENTE: El primer punto del orden del día es la
comparecencia cuatrimestral, previa remisión del informe correspondiente,
para informar de la política monetaria que se desarrolla, así como de la
evolución de las correspondientes magnitudes.

Sus señorías conocen, porque lo he comentado a los grupos parlamentarios
en la reunión de Mesa y portavoces, el interés del Gobernador del Banco
de España por comparecer cuanto antes, concretamente, a lo largo de esta
semana, para dar a conocer los acuerdos del Comité Ejecutivo del Banco de
España con relación a la instrumentación de la política monetaria para el
año 1995. Dado que la forma más rápida que teníamos para producir esta
comparecencia era acogernos a ese sistema de comparecencia cuatrimestral,
vamos a utilizar este procedimiento de una forma relativamente flexible,
dando la palabra en primer lugar al Gobernador del Banco de España, para,
posteriormente, dar la palabra a los grupos parlamentarios que deseen
fijar su posición, pero con la salvedad que, si es necesario, habrá un
turno, no tanto de réplica, pero sí de aclaraciones, dado el objeto de
esta comparecencia y su interés para la economía de este país.

Tiene la palabra el señor Gobernador del Banco de España.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Señor Presidente,
señorías, comparezco ante SS. SS., como siempre, con agrado, y lo hago en
esta ocasión como Gobernador de un Banco de España renovado al que el
Parlamento ha conferido autonomía para formular e instrumentar la
política monetaria con una finalidad primordial: el logro de la
estabilidad de los precios.

El artículo 7.º de la Ley de Autonomía del Banco dice que, sin perjuicio
de ese objetivo primordial, la política monetaria apoyará la política
económica general del Gobierno. La ley impone así una lógica colaboración
de la política monetaria con las otras ramas de la política económica,
pero lo hace señalando que, en el marco de esa colaboración, la política
monetaria no deberá perder de vista su objetivo básico. Dicho en otras
palabras, el Parlamento ha confiado al Banco de España la tarea
específica de defender la estabilidad de los precios, sin duda porque
entiende que es un objetivo importante y habitualmente necesitado de
valedores. Ese es el papel que la institución debe cumplir y ése es el
punto de vista dominante que yo estoy obligado a traer hoy ante ustedes.

La Ley de Autonomía establece de un modo preciso que el Banco de España,
en cumplimiento de las funciones que se le han encomendado, hará
públicos, al menos anualmente, los objetivos generales de política
monetaria que establezca y los instrumentos que prevea utilizar para
alcanzarlos y que dará cuenta regularmente a las Cortes Generales y al
Gobierno de los objetivos y ejecución de la política monetaria,
informando en su caso de los obstáculos que dificultan a ésta el
mantenimiento de la estabilidad de los precios.

Este es el tema al que deseo dedicar, con el permiso de SS. SS., mi
exposición inicial en esta comparecencia ante ustedes. Me referiré
sucesivamente a los siguientes puntos; primero, la evolución reciente y
las perspectivas del proceso inflacionista en el contexto general de
nuestra economía; segundo, la política y la evolución monetaria a lo
largo del año actual, y, tercero, los objetivos y la instrumentación de
la política monetaria para el próximo futuro.

1. La inflación: evolución reciente y perspectivas.

No voy a entrar en el tema complejo de la forma más adecuada de medir la
inflación. Utilizaré como indicador básico el índice de precios al
consumo (IPC), ayudándome con el examen de sus componentes y
complementándolo con algunos otros índices de precios relevantes.

El IPC registraba el pasado mes de octubre una tasa de crecimiento
interanual del 4,4 por ciento, que indicaba un descenso de medio punto
porcentual respecto de su situación



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al finalizar el año anterior. Nuestra tasa de inflación así medida se
situaba un punto y medio por encima de la media de la Unión Europea y más
de dos puntos y medio por encima de la tasa de inflación media de los
tres países del área con mejor comportamiento en el terreno de los
precios. Hubiera debido esperarse que, tras un período de recesión tan
acusada como el que ha atravesado la economía y con una recuperación que
aún está en sus primeras fases, la tasa española de inflación estuviera
hoy a niveles más bajos y mostrara una mayor tendencia a la
desaceleración. ¿Cuáles son los determinantes inmediatos de esa
resistencia al descenso de la tasa de inflación? Hay que destacar, en
primer lugar, el importante impulso alcista que el índice de precios al
consumo ha recibido de los alimentos en los últimos tiempos. En efecto,
el componente de precios de los alimentos no elaborados ha incrementado
su ritmo de avance en unos dos puntos porcentuales durante los diez
primeros meses de este año y el componente de los alimentos elaborados lo
ha hecho en unas dos décimas de punto en el mismo período. La subida de
precios de los productos alimenticios es general a todos los índices, ya
se trate de los precios percibidos por los agricultores sobre bienes de
consumo humano, ya se trate de los precios al por mayor de productos
industriales para alimentación humana, ya se trate, en fin, de los
componentes alimenticios del IPC.

El impulso alcista de los precios de los alimentos se inicia
aproximadamente en los primeros meses de 1993, tiene un máximo en los
meses iniciales del año actual y muestra, más tarde, una cierta
desaceleración.

Los precios de los servicios, por su parte, que fueron los más dinámicos
en la impulsión de la inflación en años pasados, han mostrado una
desaceleración considerable a partir de 1993, pero la tasa de inflación
de ese componente aún se sitúa notablemente por encima de la
correspondiente al índice general de precios al consumo. Hay que señalar,
desde luego, la fuerte aproximación del índice de precios de los sectores
no expuestos a la competencia exterior, que son básicamente servicios, al
índice de precios de los sectores expuestos a dicha competencia. Ahora
bien, hay que destacar también, junto a esa evolución favorable, dos
rasgos menos positivos: primero, que dicha aproximación se debe, en buena
medida, desde mediados de 1993, al mayor ritmo de avance de los sectores
sometidos a competencia --donde, como hemos visto, el papel de los
alimentos ha sido muy importante--; y, segundo, que la desaceleración de
los precios de los servicios ha perdido fuerza durante los últimos meses.

El componente de productos energéticos del IPC está dominado por los
impactos de los cambios en la fiscalidad, y no me voy a detener en ellos.

Finalmente, en cuanto a los productos industriales no energéticos y no
alimenticios, su comportamiento dentro del IPC viene caracterizándose por
su estabilidad con una suave tendencia a la desaceleración. Si
descendemos al índice de precios industriales al por mayor (I. P. R. I.),
volvemos a encontrar fuertes tasas de avance de los precios en los
productos alimenticios mientras las demás manufacturas de consumo y los
bienes de equipo muestran ritmos de crecimiento modestos y estables. Hay
que señalar, para concluir, el creciente ritmo de aumento de los precios
de los bienes intermedios; éstos, y los precios de los bienes de
importación y exportación, vienen avanzando a tasas superiores a las de
los precios de las manufacturas nacionales destinadas a satisfacer la
absorción interior, planteando un delicado problema de precios relativos.

En resumen, los alimentos han sido el elemento con mayor influencia
alcista sobre la inflación en el último período. Detrás de ese impulso
alcista están, en unos casos, el efecto de la depreciación de la peseta,
combinado con fuertes elevaciones de precios en los mercados
internacionales de alimentos; en otros, la incidencia de la depreciación
de la peseta en los mecanismos de sostenimiento de precios de la política
agrícola comunitaria; en otros, en fin, condiciones climáticas
desfavorables y las peculiares condiciones de oferta de algunos
productos. A todo ello habría que añadir, tal vez, la fuerte presión de
la demanda turística sobre algunos alimentos en los meses de verano.

Ahora bien, dejando aparte los alimentos, cuyos precios, como ya he
señalado antes, podrían mostrar algún grado de desaceleración en su
avance durante los próximos meses, hay que preguntarse, con una visión
más general, si están actuando factores cuyos efectos puedan agotar el
proceso de desaceleración de la inflación.

Comenzando por la demanda agregada, es obvio que los efectos moderadores
de la inflación resultantes de la intensa contracción de la demanda, que
tuvo su fase más baja en la segunda parte de 1992 y en 1993, han ido
debilitándose a medida que pasaba el tiempo y avanzaba la recuperación.

Esta ha resultado aquí, y en Europa en general, más rápida e intensa de
lo inicialmente esperado --en nuestro caso, su ritmo es hasta ahora más
vivo que el mostrado por las recuperaciones de anteriores fluctuaciones
cíclicas, que también registraron fases de recesión menos agudas-- pero
aún no es una recuperación plenamente consolidada: se inició desde el
sector exterior, alentada por la depreciación de la peseta, y sólo en los
últimos meses parece estar tomando el relevo la demanda interna,
especialmente en los renglones de bienes de consumo duradero y bienes de
equipo. Significa esto que aun cuando la superación de la tasa de
recesión y la reanimación de la demanda hayan tendido a reducir la
presión a la baja sobre la inflación y a favorecer la transmisión a los
precios interiores de los efectos de la depreciación de la peseta,
transmisión entorpecida durante bastantes meses por la debilidad de la
coyuntura, la demanda agregada no parece que esté aún en condiciones de
ejercer una influencia activa de aceleración inflacionista. Aun si la
economía cierra el último trimestre del año, como es probable, con una
tasa de avance superior al 2 por ciento --y, por tanto, con un
crecimiento del producto interior bruto real en torno al 1,8 por ciento
en 1994-- la economía aún estará situada por debajo de la senda de
crecimiento potencial, con una importante capacidad productiva
subutilizada y una tasa de paro muy elevada. En tales condiciones, la
evolución de la demanda no debería constituir, en principio, un factor de
aceleración inflacionista durante algún tiempo. El ciclo de demanda y
producción parece preceder al ciclo de la inflación en unos tres
trimestres. Y el efecto de la expansión sobre los precios



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no tiene por qué ser importante si la demanda se mantiene --como parece
probable que suceda-- dentro de ritmos de avance no excesivos.

Por el lado del proceso de formación de costes, el rasgo más destacado
del año actual ha sido la importante moderación registrada en los costes
del trabajo. Una parte sustancial de la moderación de los costes del
trabajo por unidad de producto se debe a los incrementos importantes de
productividad resultantes de la caída del empleo en los tres últimos
años. Otra parte aún más destacada de la moderación de los costes
laborales tiene su origen en la apreciable desaceleración de los salarios
que, retrasada respecto de la evolución cíclica, se ha registrado
finalmente en el año actual. La remuneración por asalariado avanzará
aproximadamente un 4 por ciento para el conjunto de la economía en 1994
y, en términos de la encuesta de salarios, el salario monetario por
persona en el sector privado no agrario aumentará en torno al 4,3 por
ciento el conjunto del año. La moderación de los salarios y una mayor
diferenciación de sus ritmos de crecimiento, de acuerdo con la evolución
de la productividad en los distintos empleos, son esenciales para que la
tasa de inflación pueda mantener una tónica de desaceleración en el
futuro.

Los costes de origen externo han mostrado, por el contrario, una mayor
presión en los últimos meses como consecuencia del aumento de los precios
de importación en pesetas y, en mayor medida, como resultado del rápido
crecimiento de las importaciones en términos reales, que ha contribuido a
extender el impacto de esos precios por todo el aparato productivo.

Finalmente, también el incremento de los impuestos indirectos afectado
por cambios de calendarios que introducen sesgos en las comparaciones
interanuales ha incidido sobre los precios por el lado de la oferta.

En conclusión, aun cuando los efectos desinflacionistas de la recesión
reciente han tendido a debilitarse y aunque la reducción de la tasa de
inflación ha encontrado serias dificultades en el año actual como
consecuencia, principalmente, de la evolución de los productos de los
alimentos y de los movimientos de algunos precios en el sector de los
servicios, hay buenas razones para afirmar que el proceso de
desaceleración paulatina de la inflación puede mantenerse en el futuro.

Tal afirmación está sometida, desde luego, a un conjunto de condiciones
básicas: Primero, a la pérdida de impulso en los precios de los bienes
alimenticios. Dadas las razones que he señalado antes para explicar la
intensidad de ese impulso en los últimos tiempos, parece razonable
esperar que los precios de los alimentos desaceleren su ritmo de avance
en los próximos meses.

Segundo, a una expansión de la demanda interna, acompasada a las
posibilidades ofrecidas por la capacidad productiva instalada y a su
gradual ampliación durante la fase de expansión cíclica. También cabe
esperar que esta condición se cumpla, siempre que las políticas monetaria
y fiscal se articulen razonablemente.

En tercer lugar, es condición básica para que se mantenga la tónica de
desaceleración de la inflación --y para que, al mismo tiempo, se
favorezca la creación de empleo-- que persista la moderación en el
crecimiento de los salarios monetarios. El desarrollo en convenio del
proceso de flexibilización del mercado de trabajo no debería ser manejado
como una relación de cambio en la determinación de los salarios. España
sólo podrá hacer frente a los nuevos retos de la competencia
internacional, crear empleo a un ritmo adecuado y mejorar la retribución
real del trabajo, si genera y atrae inversión, no sustituye en exceso
trabajo por capital, desarrolla actividades con valores añadidos
superiores a los actuales, mejora la calidad y el nivel tecnológico de su
capital físico, aumenta la cualificación de su fuerza de trabajo y acepta
la movilidad resultante de la transformación necesaria de su estructura
productiva. Para todo ello son necesarios tanto la moderación en el
avance de los salarios monetarios como una gran flexibilidad del mercado
de trabajo en el marco de unas mejores relaciones industriales.

Una cuarta condición queda más allá de las actuaciones de las autoridades
y de las decisiones de los agentes económicos españoles. Me refiero al
mantenimiento del actual clima de estabilidad de precios en las economías
industriales y a que no se acentúe la elevación de precios en los
mercados internacionales de alimentos y materias primas.

Es, además, de la mayor importancia, tanto para la desaceleración de la
inflación y la reducción permanente de la misma como para mejorar las
posibilidades de crecimiento de nuestra economía, abordar las denominadas
«reformas estructurales», expresión que siempre corre al riesgo de
convertirse en una referencia ritual y de dudoso contenido pero que, en
la realidad, oculta, en la mayoría de los casos, la conveniencia de
adoptar medidas de signo liberalizador frente a intervenciones excesivas
o innecesarias, posiciones monopolistas o restricciones gremiales cuyo
resultado habitual es el encarecimiento de los bienes y servicios y el
desaliento de la inversión, el avance tecnológico y el empleo.

Finalmente, resulta imposible referirse a un proceso de desaceleración de
la inflación sin señalar el grave obstáculo que para ese proceso supone
el mantenimiento y la extensión de un sistema de indiciación de rentas
basado en los precios pasados. Tal indiciación hace más lenta la
desaceleración de los precios y más costoso su logro.

2.La evolución monetaria en 1994.

Cualesquiera que sean las perspectivas de los factores determinantes de
la evolución de los precios en el corto plazo, el comportamiento de la
tasa de inflación a más largo plazo aparece sustancialmente condicionado
por la política monetaria. Paso, por consiguiente, a examinar la
evolución monetaria a lo largo del último período.

Las condiciones monetarias españolas han respondido, en ese período, a
los rasgos básicos que han dominado, de modo general, la evolución
monetaria y financiera de los países cuyas monedas se integran en el
mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo pero que no han
impedido, como es natural, que traslucieran las condiciones peculiares de
cada país. Creo que esos rasgos básicos pueden resumirse del siguiente
modo.

En primer lugar, tan pronto como las bandas de fluctuación cambiaria del
Sistema Monetario Europeo se ampliaron



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hasta el más menos 15 por ciento en los primeros días del mes de agosto
de 1993, los bancos centrales del área procedieron a acentuar el ritmo de
descenso de sus tipos de interés básicos o de intervención en los
mercados monetarios, tratando de adecuarlos a una situación caracterizada
por una fuerte debilidad de la demanda y la actividad y por una
desaceleración de las tasas de inflación. Este proceso de descenso de los
tipos de interés a corto plazo se ha prolongado hasta el verano de 1994 y
hay que subrayar que los bancos centrales lo han instrumentado procurando
que no afectase negativamente a la estabilidad cambiaria dentro de las
nuevas bandas. Desde el pasado verano, la reducción de tipos a corto
plazo se ha detenido ante una recuperación de la actividad más rápida que
la inicialmente prevista y unas condiciones presupuestarias negativas en
la gran mayoría de los países. Es sabido que, desde entonces, algunos
bancos centrales con monedas ajenas al mecanismo de cambios del sistema
--en el Reino Unido, Italia y Suecia-- incluso han procedido a elevar sus
tipos de interés básicos por motivos diversos.

En segundo lugar, los tipos de interés a medio y largo plazo registraron,
en general, un notable descenso en la segunda parte de 1993 y hasta
febrero del año actual. Los mercados preveían una baja general de toda la
estructura de tipos de interés en Europa y actuaron en consecuencia, pero
se equivocaron, a juzgar por la evolución posterior. Primero, en Estados
Unidos, los tipos de interés a medio y largo plazo iniciaron su ascenso
impulsados por el temor a que la prolongada expansión de la economía
americana encerrase un apreciable potencial inflacionista que impusiera
fuertes subidas de tipos. Desde comienzos de febrero hasta finales de
octubre de este año, el tipo de interés sobre los bonos americanos a
largo plazo se ha elevado en unos 220 puntos básicos.

Desde Estados Unidos, el alza de los tipos a medio y largo plazo se
contagió en Europa, donde los mercados comenzaron además a apreciar
posibles riesgos inflacionistas en el proceso de recuperación ya iniciado
así como en las consecuencias financieras de los fuertes déficit públicos
en un próximo período de expansión. Si se toma como referencia el caso de
Alemania, los tipos de interés a largo plazo han avanzado unos 210 puntos
básicos desde comienzos de febrero hasta finales de octubre de este año,
es decir, se han elevado durante ese período aproximadamente lo mismo que
habían descendido a lo largo de 1993 y enero de 1994. Sin embargo, ésta
es sólo la referencia que podemos tomar como central. La elevación
generalizada de los tipos de interés europeos a medio y largo plazo en
Europa durante el período indicado ha sido tanto más acusada para cada
país cuanto mayor era la desconfianza de los mercados respecto de su
futuro inflacionista y su situación fiscal.

En tercer lugar, y como resultado, por una parte, del descenso de los
tipos de interés a corto plazo hasta el verano pasado y, por otra parte,
de la reducción, primero, de los tipos de interés a medio y largo plazo
hasta enero de este año y de su considerable elevación posterior, las
curvas que indican la estructura a plazo de los tipos de interés han
registrado importantes modificaciones durante el período. A lo largo de
1993, partiendo de posiciones elevadas en toda su extensión y de
pendientes negativas, las curvas de rendimiento a plazo tendieron a
descender y a eliminar sus pendientes negativas. Posteriormente, a lo
largo de 1994, dichas curvas han tendido a girar y a adoptar pendientes
positivas más o menos acentuadas. Estos movimientos en la estructura
temporal de los tipos de interés --los consiguientes beneficios
obtenidos, primero, y las consiguientes pérdidas generadas más tarde--
han inducido a su vez fuertes desplazamientos de los inversores entre
activos y financieros.

Todos estos rasgos generales del período que me estoy refiriendo se han
expresado, desde luego, en la evolución monetaria y financiera española.

En primer lugar, el año 1993 presenció reiteradas reducciones de los
tipos de interés de intervención del Banco de España, que se acentuaron
cuando, a partir del verano, la calma en los mercados cambiarios permitió
aproximar las condiciones monetarias a los requerimientos de las
circunstancias internas de debilidad de la economía. En conjunto, el
descenso de dichos tipos de intervención fue de 4,75 puntos porcentuales
en 1993. Esta tónica se mantuvo en el primer trimestre de 1994, durante
el cual los tipos de intervención del Banco de España descendieron en
1,25 puntos adicionales. A partir de entonces, sin embargo, la actitud
del Banco hubo de hacerse más cauta: dos reducciones adicionales, en mayo
y en agosto, por un importe acumulado de 0,40 puntos situaron el tipo de
intervención en su nivel actual del 7,35 por ciento. El fuerte descenso
del tipo de intervención hasta comienzos de 1994 se trasladó al mercado
interbancario de depósitos y a los tipos de interés activos y pasivos
practicados por los intermediarios financieros. Paralelamente, tanto los
inversores no residentes como los residentes financieros apostaron por un
fuerte descenso de los tipos de interés, alimentando una demanda que
condujo a una reducción muy importante de los tipos de interés a medio y
largo plazo desde comienzos de 1993 hasta el final de enero de 1994. Todo
ello facilitó la financiación del Tesoro, que lógicamente desplazó sus
emisiones hacia el largo plazo. Sin embargo, a partir del mes de febrero,
los tipos de interés a medio y largo plazo iniciaron su participación en
el proceso de alza que estaba generalizándose en toda Europa; y la
elevación de dichos tipos se acentuó a partir del mes de mayo, habiendo
sido España uno de los países europeos más afectados por el movimiento
alcista. A lo largo de 1993 y hasta finales de enero del año actual, el
tipo de interés sobre los bonos españoles a diez años descendió en 543
puntos básicos, pero desde finales de enero hasta mediados de este mes de
noviembre, dicho tipo se ha elevado en 340 puntos básicos, situándose así
unos 370 puntos básicos sobre el correspondiente tipo alemán de
referencia. Subida tan fuerte de los tipos a largo plazo ha acabado por
contagiarse a los tipos a plazos más cortos e incluso ha efectado en un
sentido alcista a los tipos practicados por las entidades bancarias.

Tras este proceso alcista de los tipos a medio y largo plazo, se sitúa
tanto una fuerte reducción de las tenencias de deuda pública en poder de
no residentes como una paralización del ritmo de absorción de deuda en
los plazos



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medios y largos por el público, especialmente a través de los fondos de
inversión. El exceso de papel en esos plazos fue absorbido, en buena
medida, por el sistema crediticio, que estimuló a su vez las colocaciones
temporales entre el público residente. El Tesoro, enfrentado con graves
dificultades para financiarse en los mercados a medio y largo plazo, hubo
de recurrir al sistema crediticio y hubo de desplazar sus emisiones a
vencimientos más cortos, especialmente a letras a seis meses.

Movimientos tan amplios de los tipos de interés --descenso fuerte de los
tipos a más corto plazo, descenso intenso, primero, e intensa elevación,
más tarde, de los tipos a plazos más largos-- han inducido
inevitablemente fuertes desplazamientos del público de unos a otros
activos financieros, y ello ha afectado al comportamiento de los activos
líquidos en manos del público (A.L.P.) a lo largo del período.

Durante los diez primeros meses de este año, los activos líquidos en
manos del público han registrado un crecimiento acumulado del 7,1 por
ciento, situándose así ligeramente por encima del límite superior de la
banda de objetivos intermedios, que se estableció entre el 3 por ciento y
el 7 por ciento para el año. Sin embargo, esa cifra de crecimiento
encubre ritmos muy diferentes de expansión en dos períodos sucesivos del
año. Durante los cuatro primeros meses, las tasas de crecimientos de ALP
fueron muy moderadas, el 0,7 por ciento en el conjunto del período. A
partir de mayo, se observa una aceleración notable, de modo que en los
seis últimos meses la tasa de crecimiento de ALP se sitúa en el 11,5 por
ciento.

¿Cuáles son los factores que han determinado este perfil peculiar de ALP
a lo largo del año actual?
En primer lugar, la recuperación del gasto y la actividad, a ritmos
superiores a los inicialmente previstos ha aumentado la demanda de
liquidez en 1994, y lo ha hecho de modo creciente a medida que avanzaba
el año.

En segundo lugar, el comportamiento de los tipos de interés ha afectado
profundamente a las decisiones de inversores, ahorradores e
intermediarios financieros. En los primeros meses del año, los mercados,
a pesar del cambio en las previsiones, hasta entonces bajistas, sobre los
tipos de interés a medio y largo plazo, aún mantuvieron una demanda
positiva de los activos financieros correspondientes. Continuaron las
adquisiciones de deuda pública por no residentes, aunque con intensidad
menor que en los meses precedentes, y las carteras de deuda a medio y
largo plazo del público residente --fondos de inversión, principalmente--
aún experimentaron un considerable crecimiento en parte alimentado con
fondos procedentes de la amortización de letras del Tesoro. Los
desplazamientos hacia activos no incluidos en ALP contribuyeron a moderar
el ritmo de expansión de estos últimos en los primeros meses del año. Con
posterioridad, sin embargo, las pérdidas sufridas por las subidas de
tipos de interés y el temor a nuevos reveses llevaron a los no residentes
a una rápida disminución de sus carteras de deuda española, al tiempo que
el público residente --de nuevo fondos de inversión, principalmente--
mostraban una resistencia a absorber incrementos significativos de sus
carteras de deuda en firme y tendía a desplazarse hacia activos a corto
plazo emitidos por el Tesoro e incluidos en ALP. Paralelamente, las
entidades crediticias, al absorber el exceso de papel en el mercado a
medio y largo plazo, estimularon las colocaciones temporales, también
incluidas en ALP, entre el público residente. Estos desplazamientos del
público desde posiciones a medio y largo plazo hasta instrumentos a corto
plazo han contribuido, en definitiva, de modo muy importante, al rápido
crecimiento de ALP desde la primavera de este año.

Si pasamos al lado de las contrapartidas de activo, encontramos la misma
historia contada con distintas palabras. En efecto, el aumento de la
liquidez en 1994, al igual que en 1993, ha tenido su principal origen, no
en el crédito interno al sector privado, que sólo ha registrado una tasa
acumulada de incremento del 4 por ciento en los diez primeros meses del
año, sino en el crédito interno a las administraciones públicas, cuya
tasa acumulada de crecimiento hasta octubre ha sido del 15 por ciento.

Ahora bien, en los primeros meses del año, las necesidades de
financiación del sector público fueron compatibles con un modesto avance
de la ALP porque el Tesoro aún pudo captar recursos del público en
cuantías importantes a través de emisiones de valores a medio y largo
plazo, a la vez que se registraban amortizaciones considerables de letras
del Tesoro. Posteriomente, sin embargo, el Tesoro se encontró con ciertas
dificultades para captar recursos a medio y largo plazo, y hubo de
desplazarse hacia instrumentos con vencimientos más cortos --letras a 6
meses principalmente--, facilitando así los desplazamientos deseados por
el público a que ya he hecho referencia, y hubo de recurrir a la
financiación del sistema por otras vías.

Puesto que estos desplazamientos en una u otra dirección a lo largo del
año se han producido, en medida muy importante, entre valores del Estado,
se comprende que las magnitudes monetarias de menor amplitud --M1, M2,
que no incluyen esos valores-- hayan tenido un comportamiento más estable
que ALP a lo largo del año. Al mismo tiempo, puesto que esos
desplazamientos de carácter meramente financiero han afectado
considerablemente a los movimientos de ALP en el año, estos últimos no
pueden tomarse como un indicador adecuado del comportamiento del gasto
del público en bienes y servicios.

Entro así en un tema de interés para el planteamiento de la política
monetaria, pero que trataré brevemente porque está relacionado con un
conjunto de estudios desarrollados en el Banco de España, en cuya
explicación no voy a demorarme --aunque están desde luego a disposición
de SS. SS.-- me refiero al problema de la estabilidad de la función de
demanda de dinero, en las distintas definiciones de este último, y a la
conveniencia o inconveniencia de utilizar un agregado monetario --por
ejemplo ALP-- como magnitud en términos de la cual se definen los
objetivos de la política monetaria.

Como saben SS. SS., el Banco de España viene definiendo sus objetivos de
política monetaria, desde 1978, en términos de un agregado considerado
como dinero o, en un sentido más amplio, como expresión básica de la
liquidez en manos del público. Los supuestos principales de esa
estrategia son que la demanda que el público ejerce de esa



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magnitud considerada como dinero responde a una función estable de un
conjunto acotado de variables --básicamente, renta real, precios y tipos
de interés--, que el Banco central puede controlar aproximadamente la
evolución de esa magnitud y, en fin y como consecuencia, que el Banco
central pueda afectar razonablemente al comportamiento del gasto nominal
del público en bienes y servicios a lo largo del tiempo mediante su
actuación sobre la magnitud «dinero».

Ahora bien, lo que inicialmente era un esquema relativamente nítido y una
estrategia aceptablemente eficiente de política monetaria ha ido
encontrando dificultades crecientes en todas partes. La liberalización de
los tipos de interés y las innovaciones financieras han tendido a hacer
más amplia y continua la gama de activos financieros disponibles para las
colocaciones del público, y esto ha hecho más difícil delimitar un
conjunto de activos como componentes de una magnitud tratada como dinero.

Cualquier magnitud así acotada atiende, con los activos que contiene,
tanto a una demanda de liquidez para transacciones como motivos de
inversión financiera, y los ahorradores e inversores, al desplazarse a
través de la compleja gama de activos en continuas y, a veces,
importantes reestructuraciones de sus carteras, puede imponer a la
magnitud tratada como «dinero» movimientos que no están relacionados con
el comportamiento de la demanda de bienes y servicios ejercida por el
público.

La liberalización creciente de los movimientos de capitales y la
progresiva globalización de los mercados, han reforzado estos problemas
al ampliar la gama de activos financieros disponibles y las variables
relevantes para la evolución de la demanda de cualquier magnitud nacional
delimitada como «dinero».

La ampliación del espectro de activos financieros, al facilitar los
desplazamientos del público entre activos incluidos y no incluidos en la
magnitud acotada como dinero, en respuesta a un conjunto cada vez más
complejo de variables relevantes, ha obscurecido el significado de los
movimientos observados en dicha magnitud y ha obligado, por tanto, a las
autoridades a realizar interpretaciones de complejidad creciente sobre
dichos movimientos. Al mismo tiempo, tales necesidades de interpretación
han dificultado la percepción del grado en que estaba alterándose la
relación supuestamente estable entre la magnitud «dinero» y el gasto del
público en bienes y servicios. En consecuencia, las autoridades han
dudado en responder a las desviaciones en el comportamiento de la
magnitud «dinero» respecto de las sendas propuestas como objetivos.

El resultado de estos problemas ha sido una reacción de las autoridades
monetarias de los distintos países en el sentido de ampliar los
componentes de la magnitud «dinero», en unos casos, en sustituir una
magnitud «dinero» por otra que parecía mostrar mejor comportamiento, en
otros, o de abandonar, en fin, en muchos casos, la pretensión de fijar
los objetivos de política monetaria en términos de una magnitud
intermedia, reduciendo ésta a la condición de indicador relevante. Las
decisiones adoptadas por las autoridades monetarias de cada país han
venido determinadas por las dificultades con que se encontraban en cada
caso respecto de la posibilidad de seguir confiando en una estrategia
basada en magnitudes o en agregados monetarios intermedios.

España ha sido uno de los países que han mantenido durante más tiempo una
estrategia de política monetaria con objetivos definidos en términos de
una magnitud intermedia, aunque para ello ha sido preciso pasar de la
inicial M3 a los más amplios ALP (1984) y redefinir, después, estos
últimos, ampliándolos en tres ocasiones. A pesar de ello, el Banco de
España se ha visto obligado a desarrollar una tarea de interpretación de
los movimientos de ALP que se ha hecho crecientemente compleja en los
últimos años, como consecuencia de las innovaciones financieras pero,
sobre todo, como resultado de la liberalización de los movimientos de
capitales. En definitiva, los movimientos de ALP proporcionan una
información cada vez más difícil de interpretar sobre la evolución del
gasto nominal del público y, además, por debajo de sus movimientos, la
función de demanda de ALP parece haber perdido la estabilidad que
mostraba en el pasado; así que la magnitud de ALP ha visto seriamente
deteriorada su calidad como agregado intermedio al que referir los
objetivos de la política monetaria. Esto hace difícil interpretar el
comportamiento de ALP en los últimos meses y obliga a replantear la
estrategia de objetivos de cara a 1995, como enseguida veremos.

3. Los objetivos monetarios para 1995.

Trataré de recoger y articular ahora las distintas líneas que he seguido
en mi exposición.

En primer lugar, la economía española ha registrado una reducción
apreciable de su tasa de inflación a medida que avanzaba el proceso de
contracción de la demanda, la actividad y el empleo. Sin embargo, la
importante depreciación de la peseta en 1992-1993 y el retraso en la
contención de los salarios respecto al deterioro de las condiciones en el
mercado de trabajo, han hecho que nuestra tasa de inflación, a pesar de
su descenso en el período, siguiera mostrando un diferencial considerable
respecto de las tasas registradas en los principales países industriales
y, concretamente, en las principales economías europeas.

En segundo lugar, ese proceso de reducción de la inflación ha continuado
en 1994, pero a un ritmo menor a pesar de la moderación registrada en los
costes laborales unitarios durante el año. La resistencia observada en el
ritmo de descenso de la inflación se ha debido, en buena medida, al
comportamiento de los precios de los alimentos, pero también a las alzas
de precios en algunos renglones del sector servicios. De un modo más
general, han debido de actuar como factores de resistencia a la
desaceleración de la inflación, por una parte, el paulatino agotamiento
de los efectos desinflacionistas del período de recesión a medida que
éste dejaba paso a la recuperación de la demanda y la actividad y, por
otra parte, efectos aún pendientes de la depreciación de la peseta que se
han activado con la mejoría de la demanda y el resurgimiento de las
importaciones, reforzados, en algunos casos, por importantes subidas
registradas en los mercados internacionales de alimentos y materias
primas.

En tercer lugar, ese proceso de suave desaceleración inflacionista
debería continuar en el próximo futuro y ser



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compatible con la consolidación de la reactivación de la economía siempre
que contribuyan a ello los precios de los alimentos --tras un reciente
impulso alcista--; que las políticas fiscal y monetaria cuiden de que la
demanda agregada no avance en exceso, no obstante lo cual, el crecimiento
del producto interior bruto, en términos reales, podría alcanzar el 3 por
ciento el año próximo; que se mantenga la tónica de moderación de los
salarios y los costes-trabajo y, en fin, que en los sectores necesitados
de mayor competencia no se acepten subidas inadecuadas de precios y se
actúe en un sentido liberalizador.

Que esa desaceleración de la inflación sea posible no significa, sin
embargo, que esté asegurada. Los mercados temen, en general para Europa,
que la próxima expansión, que se inicia en casi todas partes, con tasas
de paro históricamente elevadas, déficit públicos excesivos y reformas
estructurales sólo iniciadas, acabe arrastrando al alza las tasas de
inflación. Por ello, como hemos visto, se han elevado tanto los tipos de
interés a medio y largo plazo, estando España situada entre los países
europeos a los que más ha afectado esa elevación. Si lo que temen los
mercados ocurriese, ello llevaría a un estrangulamiento de la expansión;
de modo que, una vez más, los objetivos de estabilidad concurren con --y
no dificultan-- los deseos de un crecimiento sostenido que actúe como
generador persistente de empleo.

A la conveniencia de continuar avanzando por el camino de las reformas
estructurales ya me he referido antes. En cuanto al problema de la
reducción del déficit público, mis comparecencias ante las Comisiones de
Presupuestos del Congreso y del Senado me dieron ocasión de exponer
algunas consideraciones en relación con la conveniencia de respetar el
déficit público y los gastos inicialmente programados y de dedicar
cualquier exceso de ingresos a la reducción del déficit en la ejecución
de los Presupuestos para 1995, en vista de que el ajuste propuesto para
el año es modesto si se tiene en cuenta el esfuerzo total previsto y
reconocido como necesario en el Programa de Convergencia; y en relación
también con la necesidad de iniciar cuanto antes los trabajos conducentes
a las importantes reducciones del déficit previstas para 1996 y 1997.

El ajuste fiscal tiene una gran importancia desde el punto de vista de la
política monetaria. A largo plazo, el mantenimiento de déficit elevados y
autoalimentados por una carga financiera creciente acaba siendo
incompatible con políticas monetarias de estabilidad. En horizontes más
cortos, la persistencia de fuertes déficit públicos echan una carga
excesiva sobre las políticas monetarias de estabilidad y conduce a
elevaciones de los tipos de interés que imposibilitan una expansión
sostenida de la economía. El ajuste fiscal es imprescindible para
desarrollar una combinación adecuada de las políticas monetaria y fiscal
y ganar credibilidad ante los mercados, jueces fríos y, a menudo,
certeros de la evolución y perspectivas de las economías.

Finalmente, el logro de un crecimiento sostenido con estabilidad de
precios requiere una estrategia adecuada de política monetaria. Hemos
vivido un duro ajuste de recesión, caída del empleo y depreciación de la
peseta y nuestra economía no puede repetir los errores del pasado. No
podemos adentrarnos en un nuevo ciclo en el que la demanda de bienes y
servicios se sitúe por encima del producto potencial generando tensiones
inflacionistas y desequilibrios externos; en el que el crecimiento
excesivo de los costes del trabajo alimente adicionalmente la inflación,
deteriore la competitividad y estimule las reducciones de empleo; en el
que una mala combinación de las políticas fiscal y monetaria impulse al
alza los tipos de interés y perturbe la evolución cambiaria. No podemos
repetir un ciclo de esas características porque conocemos su triste
final.

Evitar esos errores no depende solamente de la política monetaria, como
se desprende de todo lo anterior, pero depende también, ciertamente, de
la formulación e instrumentación de una política monetaria firmemente
orientada al logro de la estabilidad. Esta es la perspectiva desde la que
el Consejo de Gobierno del Banco de España, cumpliendo los deberes que le
impone el artículo 21 de la Ley de Autonomía de la institución, ha
procedido a estudiar y, finalmente, ha acordado la formulación e
instrumentación de los objetivos de política monetaria para el próximo
futuro en su sesión del pasado viernes día 25 de noviembre. El Banco de
España hace hoy públicos dichos objetivos --recogidos en el documento que
ha sido distribuido a SS. SS.-- ante esta Comisión de Economía, Hacienda
y Comercio.

La estrategia de política monetaria formulada por el Consejo de Gobierno
tiene como objetivo primordial el logro de la estabilidad de los precios.

Pretende colocar la evolución de los precios españoles en la senda de
convergencia con el área de estabilidad europea y, en el contexto y las
perspectivas actuales, ese objetivo se expresa en el propósito de situar
de manera gradual y estable la tasa de inflación, medida por los precios
de consumo, por debajo del 3 por ciento a lo largo de los tres próximos
años.

La política monetaria define así sus objetivos en términos de la tasa de
inflación y lo hace para un horizonte apropiado de medio plazo. En el
período intermedio, la política monetaria buscará el mantenimiento de un
proceso gradual de desaceleración de la tasa de inflación el que ésta
última se sitúe dentro de márgenes coherentes con el descenso hacia el
objetivo final de precios. Si el Banco de España detectara, con ayuda de
los indicadores a los que enseguida haré referencia, una tendencia de la
tasa de inflación a desviarse al alza respecto de esa senda de
desaceleración, reaccionaría adoptando una tónica más restrictiva de la
política monetaria.

El ritmo de desaceleración de la tasa de inflación parece que se verá
afectado, en 1995, por la elevación del IVA en un punto porcentual al
comenzar el año. Ciertamente, el impacto de esta medida tiene, en
principio, un carácter meramente transitorio y puede verse compensado en
parte por el efecto favorable sobre los precios de la disminución de las
cotizaciones sociales. Ahora bien, este efecto compensatorio es, en el
mejor de los casos, de actuación lenta, de modo que, en el supuesto más
favorable, la perturbación inicialmente registrada tardaría bastantes
meses en ser absorbida; una vez absorbido el impacto del IVA, la tasa
interanual de crecimiento del IPC debería encontrarse, a comienzos de
1996, en una banda comprendida entre el 3,5 y



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el 4 por ciento, posición desde la que podría avanzarse con más rapidez
hacia el objetivo de inflación a medio plazo. Existe el riesgo, sin
embargo, de que la subida del IVA, registrada en unos momentos de
recuperación de la actividad y la demanda, pueda realimentar de forma
duradera el proceso de inflación de precios y costes. Esto supondría una
desviación persistente de la tasa de inflación respecto de la senda
coherente con el objetivo a medio plazo y obligaría al Banco de España a
reaccionar en un sentido restrictivo.

Establecido el objetivo básico de la política monetaria en términos de la
tasa de inflación, la estabilidad del tipo de cambio tiene una
extraordinaria relevancia para la consecución de dicho objetivo. En el
marco de la formulación de los objetivos monetarios para 1995, el
compromiso con la estabilidad cambiaria se entiende como el resultado de
un conjunto coherente de políticas económicas orientadas a la
convergencia con las economías más estables de Europa. Tendencias
depreciadoras del tipo de cambio --situadas más allá de las fluctuaciones
transitorias del mismo-- serán un indicador de la conveniencia de adoptar
políticas de signo más restrictivo.

La valoración de las tendencias inflacionistas y de la adecuación de las
condiciones monetarias a la necesaria reducción de la inflación requiere
el uso de un esquema relativamente complejo de análisis, basado en el
seguimiento de un conjunto amplio de indicadores. Será preciso el examen
continuo de las tendencias de la tasa de inflación, atendiendo al IPC y a
sus componentes, en primer lugar, pero también a otros índices, como el
de precios industriales, el de precios percibidos por los agricultores y
los de valor unitario del comercio exterior; será necesario examinar la
evolución de los salarios y los costes unitarios del trabajo y de los
márgenes empresariales y resultará obligado un seguimiento continuo de la
presión de la demanda y de las cuentas exteriores, así como de la
política fiscal. Estas variables contribuirán a mantener una vigilancia
constante de la inflación y sus perspectivas a medio y largo plazo y a
evitar tanto retrasos en las reacciones de la política monetaria como
reacciones apresuradas ante informaciones puntuales que pudieran
revelarse como injustificadas. A esa valoración deberá también contribuir
el examen de la configuración de la curva de rendimientos y de los
diferenciales de tipo de interés con otros países, que ayudan a conocer
las expectativas de los mercados.

Con todo, la inflación es un fenómeno básicamente monetario a medio y
largo plazo para el que es altamente relevante el comportamiento de la
cantidad de dinero. En consecuencia, cualesquiera que sean las
dificultades para acotar la variable dinero significativa para las
decisiones del gasto público, los agregados monetarios han de desempeñar
un papel muy destacado en el desarrollo de la política monetaria.

En la segunda parte de mi intervención he expuesto las razones por las
que ha ido resultando crecientemente difícil distinguir, en las
variaciones observadas del agregado ALP, en términos del cual venían
definiéndose los objetivos monetarios, aquella parte de las mismas que
había de atribuirse a reestructuraciones de cartera del público, sin
relevancia clara para el gasto, de aquella otra parte que sí debía
considerarse significativa para el comportamiento de la demanda de bienes
y servicios del público. Y también he señalado que los estudios recientes
muestran que, por debajo de esos movimientos de interpretación compleja,
la función de demanda de ALP, en cualquier formulación manejable y útil,
parece haber perdido las cualidades de estabilidad, al menos a corto y
medio plazo, que fundamentaban su utilización como referencia de los
objetivos monetarios.

El Consejo de Gobierno del Banco de España ha analizado la experiencia y
los estudios disponibles sobre este tema y ha concluido que las
dificultades expuestas aconsejan abandonar la fijación de objetivos en
términos de ALP. Al mismo tiempo, ha comprobado que los problemas de
inestabilidad se presentan también, y aun en mayor medida, en agregados
menos amplios, como M1 y M2; y que afectan también a M0, cuya demanda
recoge el comportamiento un tanto errático del efectivo en manos del
público y refleja tanto la inestabilidad de los pasivos computables del
sistema como la falta de estabilidad del multiplicador que relaciona los
activos líquidos bancarios con los pasivos computables.

A pesar de estas dificultades, todos estos agregados monetarios serán
utilizados como indicadores por el Banco de España; y, entre todos ellos,
ALP, sin conservar su papel de agregado al que se refieran los objetivos
monetarios, tendrá el carácter de un indicador privilegiado capaz de
contribuir a la valoración de la situación y perspectivas de la
inflación. En una perspectiva a largo plazo, los estudios empíricos
disponibles situarían el crecimiento de ALP por debajo del 8 por ciento
como coherente con el objetivo final de comportamiento de la tasa de
inflación. A más corto plazo, las desviaciones de ALP por encima de la
senda de crecimiento indicada no señalan necesariamente un comportamiento
peligroso del gasto y, posteriormente, de la inflación; pero si esas
desviaciones son fuertes y persistentes, se las deberá prestar una gran
atención al tratar de elaborar un diagnóstico sobre la situación.

Finalmente, también habrán de ser utilizados como indicadores relevantes
tanto el crecimiento del crédito interno a los sectores público y privado
como las variaciones de los activos exteriores netos, impulsores del
crecimiento de la liquidez.

Este es el contenido básico del documento que recoge los objetivos de
política monetaria, formulados por el Consejo de Gobierno del Banco de
España, y cuyo texto completo obra en poder de sus señorías. Se trata de
un programa de política monetaria firmemente comprometido con el objetivo
de la estabilidad de los precios, que pretende ser ambicioso y realista
en su estrategia y cuidadoso en su desarrollo a lo largo de un período
difícil. Es un programa consciente de las complejidades técnicas que
entrañan el análisis y la previsión de la evolución de una economía y,
dentro de ella, del comportamiento de la inflación, así como de las
dificultades que plantea la oportuna adopción de medidas correctoras
cuyos efectos se transmiten con retrasos e intensidad inciertos hasta los
precios. Y es también un programa consciente de que la política monetaria
no basta, aunque su contribución sea importante, para lograr la
estabilidad de los precios.




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La concesión de autonomía al banco central para formular e instrumentar
una política monetaria orientada a la estabilidad es, ciertamente, un
paso importante, pero no es una panacea en la lucha con la inflación.

Para que el banco central autónomo tenga éxito en esa tarea es necesario
que la sociedad le respalde desde el convencimiento de que la inflación
no resuelve los problemas, sino que los agrava, de que la inflación es un
gran engaño que devora los ahorros de las familias, aumenta las
desigualdades, perturba la asignación de los recursos productivos,
acentúa las fluctuaciones de la producción y el empleo y, en nuestro
caso, obstaculiza la deseada integración en el área europea de
estabilidad. Y para que el respaldo nacido de esa convicción sea eficaz
es preciso que se exprese en el comportamiento de los agentes económicos,
privados y públicos, cuyas decisiones afectan, contribuyen o dañan al
objetivo de estabilidad.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que deseen fijar posición? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Gobernador, el Grupo Popular concede la
importancia que se merece al acto que hemos celebrado hoy, la primera
comparecencia del Gobernador del Banco de España en su condición de banco
autónomo, para informar al Congreso sobre los planteamientos de una
política monetaria que, como corresponde a su condición de autonomía del
Banco de España, pretende ser autónoma también, suficientemente distante
del Gobierno y eficiente en la lucha contra el excesivo crecimiento de
los precios, en la lucha por domeñar la inflación en España.

Somos conscientes --así lo hemos manifestado reiteradamente en esta
Cámara en todas las intervenciones que hemos tenido sobre esta materia--
de que diseñar políticas monetarias y aplicar esas políticas en nuestro
mundo es una tarea obligada, necesaria, pero es una tarea difícil.

Sabemos que la política monetaria tiene que cumplir una función
estabilizadora de los precios. Partimos, pues, de la necesidad de un
planteamiento de la política monetaria suficientemente estricta. En este
sentido hemos respaldado la autonomía del Banco de España como diseñador
de esa política monetaria, desde la confianza que merece que nuestra
principal autoridad económica esté dotada de esa autonomía a efectos de
conseguir una política eficaz.

En segundo lugar, es difícil la política monetaria de nuestro tiempo por
las razones que usted mismo ha expuesto no sólo en el día de hoy, sino en
días anteriores, razones que nosotros compartimos y valoramos como hechos
de dificultad. Me refiero a los efectos de la libre circulación de
capitales, a los problemas de la innovación financiera y a la rápida
recomposición de carteras de los ahorradores que hace difícil precisar
cuál es la cantidad de dinero que tiene más relieve y más influencia
sobre la evolución del gasto nominal de la economía. Sabemos también que
hoy día, desde esa necesidad de la política monetaria estricta y
autónoma, desde esa dificultad impuesta por las condiciones de los
mercados financieros, la política monetaria requiere una actuación
obligada en conjunto con otras políticas económicas. La política
monetaria no puede actuar en solitario; la política monetaria necesita lo
que usted mismo ha destacado suficientemente en su intervención: ese
apoyo de la política presupuestaria a la hora de luchar contra los
problemas de falta de estabilidad de los precios; necesita romper con la
indicación de renta en un país que quiere luchar contra ese inflación;
necesita, en definitiva, romper las expectativas inflacionistas de esa
sociedad, esa cultura existente en la sociedad que es muy dañina.

Hay que reconocer que cuando se ha fallado reiteradamente en la
consecución de los objetivos de inflación, es lógico que funcionen en las
sociedades modernas lo que llamamos en economía las expectativas
adaptativas; esto es, que los agentes económicos se fíen más del pasado
que de los anuncios de objetivos venideros, y por supuesto son necesarias
las reformas estructurales, flexibilizadoras de nuestro aparato
productivo, para conseguir que la política económica en general y la
política monetaria, cumplan su función.

Todos estos aspectos los vemos suficientemente destacados en el documento
que hemos conocido y también en el análisis de la inflación que,
prudentemente, se nos ha remitido para nuestro conocimiento antes de la
realización de esta primera comparecencia. Me refiero al informe sobre la
inflación número 0 elaborado por el Banco de España, cuyo análisis y
diagnóstico de la situación compartimos en su práctica totalidad.

Dicho esto, que es un reconocimiento de las dificultades, lo que
observamos, señor Gobernador, es que estamos ante un cambio en el sistema
de instrumentación de la política monetaria; estamos ante un cierto
relegamiento de los objetivos intermedios de la política monetaria, como
la hemos entendido en España; estamos ante un cambio de modelo en la
instrumentación de la política monetaria. Aunque usted no ha expresado
ninguna referencia, quizás lo más cercano a nosotros sea el modelo que
actualmente practica el Banco de Inglaterra. Estamos acercándonos a lo
que hace el Banco de Inglaterra, como modelo más próximo en cuanto al
objetivo inflación como primera referencia en la instrumentación de la
política monetaria. Es lo que hace el Banco de Inglaterra después de la
salida de la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo. Italia es
otro país que también viene practicando una política monetaria de este
tipo. No cuestionamos el cambio en sí, pero es importante --y lo he
deducido de sus palabras-- la convicción de que, aunque cambiemos esos
instrumentos de política monetaria, nunca vamos a dejar de identificar la
relación existente entre cantidad de dinero vigente en el sistema
económico y evolución de los precios.

Usted ha hecho una reflexión en ese sentido que me voy a permitir
matizar. Ha dicho que la inflación es siempre un fenómeno monetario.

Efectivamente, señor Gobernador, la inflación es siempre un fenómeno
monetario. Usted ha añadido que la inflación es un fenómeno monetario a
medio y largo plazo. Nosotros creemos que no, que la inflación es siempre
un fenómeno monetario. A medio y largo plazo es una referencia dentro de
la economía. Lo que



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quiere decir, supongo, es que un aumento excesivo --en el sentido de que
está financiando un incremento de la demanda de la economía-- repercute
inexorablemente en un incremento de precios. No sabemos el tiempo que
tarda, porque eso cada vez es más complicado estimarlo. Pero a lo que iba
es al concepto.

Quiero decir que asistiremos a cambios en la instrumentación de la
política monetaria, pero esos cambios no nos van a sacar de nuestra
convicción, porque es una convicción fundamental en la economía moderna y
en la economía clásica, afortunadamente, en cuanto a que entendemos que
no hay inflación, señor Gobernador, si ésta no se financia. En
definitiva, ésta es la expresión más correcta para llamar a este
fenómeno. No es posible la inflación si no la financiamos. De ahí la gran
responsabilidad de la política monetaria; de ahí la inevitable necesidad
de controlar las magnitudes monetarias. Discutiremos, a continuación,
cuál es la expresión mejor de esos objetivos monetarios en el mundo
actual. Veremos si es en los M0, M1; M2; M3; en los activos líquidos en
manos del público o en diferentes variaciones de activos líquidos en
manos del público. Cuando hablamos de ir hacia otros planteamientos
pretendemos incidir en la cantidad de dinero. Por ejemplo, cuando
pretendemos una variación de los tipos de interés de la economía, eso es
una variación del precio del dinero, tiene una incidencia sobre la
cantidad, que es el objetivo último que estamos buscando como referencia
para un comportamiento del gasto nominal de la economía.

Decía que el cambio, en nuestra opinión, tiene bastante de cambio de
formas, pero no de cambio sustancial en cuanto a que vamos a tener que
corregir inevitablemente la evolución de esa cantidad de dinero de esta
economía. El cambio, además, es coincidente con este estreno de la
autonomía del Banco de España. En nuestra opinión, esto puede complicar
la viabilidad del cambio por las razones que después expresaré. No
estamos en un cambio frío de la instrumentación de la política monetaria,
estamos en un cambio justo en las circunstancias en que el Banco de
España tiene que demostrar que efectivamente es autónomo. Esto aumenta la
responsabilidad y la dificultad de la tarea. Cambiar cuando se está en el
estreno de la autonomía es algo que va a enfatizar la necesidad de
demostrar esa autonomía. Al menos, ésa es nuestra opinión. Por eso le
ponía el ejemplo del Banco de Inglaterra que precisamente practica ese
cambio cuando la libra se sale del Sistema Monetario Europeo, es decir,
cuando está operando en unas condiciones diferentes de las anteriores.

El cambio también se produce en cuanto a que ha fracasado el sistema
anterior. Estaba pensando en el fracaso que supuso prácticas en España
una política monetaria que tenía como referencia un tipo de cambio de la
peseta que, después, los mercados se encargaron de demostrar que no era
su tipo de mercado auténtico y la condujeron hacia ese valor de mercado
como referencia inevitable, puesto que la fijación de la política
monetaria, en virtud de este tipo de cambio de la peseta que no se
correspondía a un valor real de mercado, lo que vino a facilitar una
indisciplina salarial en nuestro país y un incremento del gasto público.

Esa fue la causa del déficit público de naturaleza estructural que
todavía seguimos padeciendo como problema fundamental.

Además, el cambio --y a usted es al que menos se le escapa-- se hace
justo cuando nuestra pertenencia al Sistema Monetario Europeo sigue
constituyendo una obligación. Es verdad que tenemos amplias bandas de
fluctuación, pero no es menos cierto que si la peseta se moviera a lo
largo de esas amplias bandas, nuestros colegas en la Unión Europea no lo
permitirían, nos tacharían de alejarnos de la Unión Económica y Monetaria
de Europa y nos acusarían de practicar devaluaciones competitivas que
ahora estarían formalmente permitidas, pero que ningún país --España
tampoco; sería negativo hacerlo-- ha practicado.

Quiero decir con esto que la pertenencia al Sistema Monetario Europeo
obliga bastante, lo que hace que la capacidad de regulación de los tipos
de interés del Banco de España sea limitada y sean los mercados
financieros los que acaben imponiendo su ley.

Estas son las valoraciones que tenía que hacer. A nadie se le escapa, ni
a usted que es el principal protagonista de nuestra política monetaria,
que las circunstancias no son nada fáciles. Por eso vemos con cierto
recelo este cambio, y se lo tengo que decir con franqueza, señor
Gobernador. ¿Por qué? Porque estamos mezclando cuestiones, estamos
cambiando el sistema, cuando lo urgente es preguntarnos cuál va a ser la
regulación de la demanda interna en los próximos meses en España. Ha
expuesto usted objetivos de inflación, que se convierten en el primer
referente de la política monetaria, a medio y largo plazo, o en ese
período de tres años para conducirnos por debajo del tres por ciento.

Este es el objetivo tal como usted lo establece. Pero la presión va a ser
inmediata y usted no lo ignora. La cuestión está planteada a muy pocos
meses vista. Hay un riesgo evidente de que en las nuevas circunstancias
de la economía española, a raíz de los Presupuestos de 1995 y del
incremento de los impuestos indirectos que se produce, surjan tensiones
inflacionistas en los próximos meses y usted --personalizando al Banco de
España entre nosotros-- va a ser el que tendrá que tomar la decisión de
actuar en esa regulación de la demanda interna o esperar a que
tendencialmente amaine. Estamos ante una subida circunstancial de los
precios y esperamos que se despeje la tormenta. Una vez que se origina
esa tormenta, no estamos seguros pero sabemos que sobre la inflación
española hay una tormenta en ciernes. De hecho, me llama la atención que
en su informe no hablen de la inflación del año 1995, me atrevería a
decir que casi la dan por perdida. He visto en la página tres, en el
párrafo del centro, que prácticamente la están dando por perdida para
referirse a la inflación de 1996, cuando afirman: «Sólo sobre estas bases
será posible que a lo largo de 1995 se registre un progreso apreciable en
la reducción de la inflación.» Las bases son la moderación salarial, el
conjunto de la política económica antiinflacionista y una política
monetaria rigurosa. De eso estamos hablando, de que exista esa política
monetaria rigurosa. Sigo con la cita: «...progreso que, en todo caso,
deberá ser más significativo a comienzos de 1996. Para entonces, una vez
absorbido el impacto del IVA, el ritmo interanual de crecimiento



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del IPC debería encontrarse entre el 3,5 y el 4». Estamos hablando de
comienzos de 1996, estamos construyendo un puente sobre 1995, cuando
realmente lo que tenemos delante es un desafío inmediato que será la
aplicación de una política monetaria a muy corto plazo.

Se deriva de mis palabras con bastante claridad que plantear objetivos a
medio plazo cuando lo urgente lo tenemos de inmediato es, por lo menos,
dar una discrecionalidad al Banco de España que éste tendrá que hacer
buena; tendrá que demostrar en el próximo futuro que es una
discrecionalidad que se merece, puesto que con este planteamiento de
objetivos a medio y largo plazo es evidente que el Banco de España hará
lo que entienda que haya que hacer, porque comprenderá que, a partir de
los objetivos que usted nos ha ofrecido, va a ser muy difícil anticiparse
a las decisiones del Banco de España, a no ser que esas decisiones las
entendamos ya tomadas en los mercados financieros y en las propias
expectativas creadas en esos mercados financieros.

Así pues --y con esto acabo--, el Grupo Parlamentario Popular, en primer
término, quiere solicitar del señor Gobernador los estudios que han
fundamentado ese cambio en la instrumentación de la política monetaria en
España. Quisiéramos conocer con detenimiento los estudios que justifican
este cambio. No es, como decía, un cambio que valoremos críticamente --no
entiendan así mis palabras, porque no es eso--, pero sí vemos falta de
ambición en el planteamiento de esos objetivos y falta de concreción en
objetivos más inmediatos. En ese sentido, recelamos de objetivos que sean
ambiguos, cuando precisamente estamos en una auténtica carrera por
moderar la inflación y por pertenecer a la Unión Económica y Monetaria
europea, porque lo que están haciendo las instituciones de la Unión
Europea, en nuestra opinión, es intentar acelerar el proceso de
unificación económica y monetaria de Europa aprovechando la recuperación,
incluso exagerando algo la propia fuerza de la recuperación, con la
confianza de que esa recuperación brinde una rebaja de los déficit
presupuestarios en Europa y eso permita ir más deprisa hacia la
construcción de esa Unión Económica y Monetaria europea. Si nuestras
sospechas fueran ciertas, realmente no podemos perder tiempo en esa
carrera por doblegar la inflación.

Contará con nosotros, señor Gobernador, en este respaldo de la sociedad
que ha pedido a la hora de luchar contra la inflación. Contará con
nosotros porque somos firmes partidarios de reducir esa inflación. En la
inflación no encontramos ninguna ventaja, no tienen sentido todas estas
interpretaciones y teorías que antaño tuvieron difusión; hoy día no es
posible el crecimiento económico si tenemos esa inflación. Nos preocupa
nuestra adscripción a la Unión Económica y Monetaria europea, nos
preocupa que por el no cumplimiento del acercamiento de la inflación
quedemos fuera de ese proceso, porque, incluso, este proceso podría
recibir una aceleración.

Creemos cumplir nuestro papel cuando anunciamos que vamos a permanecer
vigilantes sobre la aplicación de las políticas económicas en España; en
definitiva, vamos a seguir vigilantes sobre la vivencia del penúltimo
párrafo de su informe sobre la inflación --un párrafo de espléndida
redacción-- en cuanto al compromiso --no del Banco de España, pero sí
político-- de lo que es un programa antiinflacionista y de los elementos
que debe contener un programa antiinflacionista. Entendemos que hay que
aplicar esa política presupuestaria antiinflacionista; hay que aplicar
estas reformas estructuras y hay que procurar la no indicación de rentas
en nuestro país, como elementos fundamentales para facilitar esa
reducción de la inflación.

Será nuestro papel también estar vigilantes con el máximo respeto a la
autonomía del Banco de España que, como he dicho al comienzo de mi
intervención, para nosotros es un principio inexcusable, porque da
credibilidad a un país en su lucha contra la inflación, fundamentalmente
por eso. Estamos convencidos de la bondad de esa autonomía. Lo que
queremos es que esa autonomía sea efectiva y queremos un Banco de España
--si me permite una expresión un poco menos técnica-- beligerante contra
la inflación, desde el primer momento, en la toma de decisiones que tiene
que ir realizando en su día a día. El Grupo Popular, a la vez que
vigilante será colaborador en la lucha contra la inflación y vigilante
sobre la actuación del Banco de España en el cumplimiento de los fines,
que son los que dan sentido a su autonomía.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra el señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Personalmente no veo cambios significativos en el
enfoque global que se está dando a todo el tema de la inflación y de la
economía. Como se sabe, nosotros somos partidarios de otra estrategia
diferente de la que acaban de exponer el señor Montoro y el señor Rojo.

Pero sí coincidimos con una afirmación que ha hecho el señor Rojo, y es
que la política monetaria aunque importante no es suficiente. También
estamos de acuerdo con el último párrafo de este estudio sobre la
inflación, planteando el imperativo de cambios estructurales importantes,
aunque, naturalmente, nosotros no coincidimos con el carácter de muchos
de estos cambios estructurales, como no hemos coincidido durante un año
largo con los cambios de estructura del mercado de trabajo, etcétera, y
con los que se avecinan en la estructura social de este país.

Consideramos --y por eso, naturalmente, estamos en contra de la autonomía
del Banco de España, tal como se ha aprobado por ley-- que debería haber
otras políticas económicas que no vemos por ninguna parte; naturalmente,
reformas estructurales bastante profundas. Fíjese si somos utópicos que
hasta veríamos al Banco de España --y a lo mejor es rebajar la categoría
del Banco de España en el Consejo Económico y Social-- con las
comunidades autónomas, compitiendo en el diseño de políticas económicas,
financieras, etcétera. Pero diferentes, porque se continúa una misma
política monetaria, que ya se ha calificado de monetarista, que en su
momento tuvo grandes avalistas políticos dentro del sector de la economía
en general, de los empresarios, de los economistas en general; sin
embargo, fue una política monetarista que trajo un fracaso



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espectacular en toda una serie de puntos de la política económica, de la
política industrial en este país.

La primera pregunta que quiero hacerle es si no tiene la sensación de
haber dicho estas cosas que ha dicho hoy en otras ocasiones, con otros
sesgos, pero, en definitiva, es un poco redundar en la misma tesis, eso
sí, con un Banco de España ya autónomo, que yo decía al principio que no
ha variado sustancialmente porque no creemos que en lo fundamental el
Banco de España actúe con esta autonomía, es una cosa que está por ver;
autonomía en el sentido únicamente de atender al proceso inflacionario.

Nosotros pensamos, además, que debería actuar --lo repito-- como el
principal instrumento de política financiera, monetaria que hay en este
país, de otra forma, a fondo en el conjunto de la economía.

Ha dicho usted --yo también lo creo así-- que nuestra economía no puede
repetir los errores del pasado. Se ha insinuado, también por parte del
señor Montoro, que podían ser errores determinados por una subida de
salarios disparada e incontrolable. Estos errores del pasado son también
las políticas monetaristas que han resultado nefastas para el tejido
industrial y para la economía del país. Nuestros errores del pasado han
sido unos beneficios excesivamente especulativos en toda una serie de
campos de la economía española.

Creo que éstos son elementos de la política monetaria que sería
interesante remarcar. En estos momentos, y según el informe que se nos ha
entregado por parte del Banco de España sobre la inflación, crecen los
beneficios, se reducen los costes unitarios del trabajo, aumenta la
productividad, se reducen salarios --por primera vez dicen que hay una
reducción sustancial de salarios-- y, en un sentido más general, también
se reducen algunos servicios a través de las medidas que se han tomado en
este Parlamento. Sin embargo, no crece sustancialmente el empleo. Hay
todo un cuadro de elementos que se consideraban positivos, de corrección
de una serie de errores que se habían cometido en el pasado pero, por
otro lado, no aumentan los efectos positivos que deberían tener estas
políticas que corrigen errores que ha habido en el pasado.

En relación con los activos líquidos en manos del público se plantea en
el presupuesto por primera vez prescindir de fijar una banda de
crecimiento. Se constata, creemos, simplemente que los ALP son
imperfectos para medir el volumen de dinero en circulación, no funcionan
con rigor. Lógicamente, la libertad de movimiento de capital produce
grandes desplazamientos entre los componentes de los ALP, lo que provoca
que éstos no reflejen fielmente las necesidades reales para comprar
bienes y servicios. Es decir, sí hay una corrección en este sentido;
vamos a ver hasta dónde avanza.

En relación a los objetivos que se han señalado de control de la
inflación, ¿podríamos medir en estos momentos, por ejemplo, cuánto le ha
costado a este país (sobre todo en términos de empleo, aunque en otros
términos también), reducir la inflación en un punto? Hay que tener en
cuenta que la contracción de la demanda interna y la profunda recesión
que ha aparecido en la economía española, factores todos ellos que eran
básicos para reducir la inflación, en estos momentos ya prácticamente no
existen, están desapareciendo aceleradamente.

Ha advertido el Banco de España que la subida del IVA puede frenar un
proceso de desaceleración de los precios, con lo cual la autoridad
monetaria modificaría al alza los tipos de interés; o sea, que
prácticamente volverá a llover sobre mojado, porque si realmente el
aumento de un punto del IVA significa que haya un aumento casi paralelo
de la inflación y para hacer frente a eso se suben los tipos de interés,
¿no tendrá todo eso también efectos negativos sobre el déficit público,
produciendo mayor carga financiera, sobre la recuperación, en definitiva,
y el empleo? ¿No sería más eficaz quizá, en vez de reducir cotizaciones
sociales a cambio de más IVA, avanzar en una progresión de todo el
sistema impositivo? Lo hemos planteado reiteradamente, como todo el mundo
sabe, sin ningún éxito.

Hay una serie de elementos que aquí se plantean, y que nosotros ya hemos
expresado reiteradamente, que suscitan bastantes incógnitas, en algunos
casos muchas certidumbres. Toda una serie de medidas que se han puesto en
marcha, en concreto lo que representa ahora la autonomía del Banco de
España con este control más estricto del proceso inflacionario, no
repercutirá positivamente en el conjunto de la economía si no hay otra
serie de cambios estructurales que en lo fundamental, a nuestro entender,
no deben ser los que en estos momentos están potencial y prácticamente
previstos como proyectos de ley en este Parlamento.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, la señora Aroz tiene la
palabra.




La señora AROZ IBAÑEZ: El Grupo Socialista quiere saludar también la
comparecencia del señor Gobernador del Banco de España en esta Comisión
de Economía, la primera que realiza (ha comparecido anteriormente en
Presupuestos, pero ésta es la primera en esta Comisión) en su nueva
condición en la etapa de autonomía que el Banco acaba de iniciar;
comparecencia que constituye, a juicio de nuestro grupo, un acto de gran
relevancia política y de gran trascendencia económica. De relevancia
política porque se atiende a la obligación específica, establecida en la
Ley de autonomía, de informar a las Cortes Generales de los objetivos y
de la ejecución de la política monetaria. Ello significa, sin duda, que
la independencia del banco central refuerza la relación democrática entre
esta institución financiera y el Parlamento.

Constituye también, a nuestro juicio, un acto de trascendencia económica,
ya que con la presentación de la estrategia de política monetaria
formulada por el Consejo de gobierno del Banco de España se añade una
pieza fundamental a la política económica española, la política
monetaria, con la finalidad primordial de la estabilidad de precios,
elemento esencial, aunque no el único, de la estabilidad económica, lo
que constituye un nuevo factor de confianza en el momento económico que
está viviendo nuestro país.

Los españoles hemos recibido con satisfacción el último informe del Banco
de España sobre la situación de nuestra economía en el tercer trimestre
del año, con unos



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datos de revisión al alza del crecimiento que muestran un buen
comportamiento del empleo. Los datos, positivos en sí mismos, encierran
también factores que ponen de manifiesto la confianza de los agentes
económicos ante la situación de nuestro país, ya que el cambio de
protagonismo claro que se ha producido en el peso del crecimiento, que
frente al componente exterior de los trimestres anteriores ha pasado a
los componentes interiores, tiene la conclusión de una apuesta por el
futuro que las empresas y los mercados están realizando, máxime si
comprobamos que el crecimiento más señalado corresponde a la demanda, de
bienes de equipo, signo inequívoco de que el crecimiento se incrementará
en los próximos años.

Los datos del tercer trimestre del año aportan, por tanto, una visión
positiva de la situación económica, confirman la recuperación y muestran
la compatibilidad con la corrección de los desequilibrios, la reducción
del déficit y la inflación, que han continuado en el mes de octubre.

Esta visión positiva de nuestra economía resulta coincidente con
impresiones optimistas que también se están produciendo en el conjunto de
la Unión Europea. Cabe señalar que en estos últimos días han conocido las
últimas previsiones que realizan los analistas comunitarios, y consideran
que el ritmo de expansión del producto, en torno al 3 por ciento como
promedio, puede prolongarse hasta el año 2000 si los países seguimos
políticas económicas adecuadas y afrontamos los riesgos más importantes
que pueden aparecer en esta fase expansiva y a los que usted se refería
en su intervención.

La estrategia de política monetaria que hoy se presenta ante el
Parlamento viene precedida por dos años de aciertos en la política
monetaria que, como ha señalado el Fondo Monetario en su último informe
--y nuestro grupo coincide con ello--, ha equilibrado hábilmente los
objetivos de reducir la inflación y de proporcionar el adecuado apoyo
financiero a la recuperación económica.

La estrategia de política monetaria va a apoyar, de acuerdo con lo
dispuesto en la Ley de autonomía y como señalaba usted, señor Gobernador,
la política económica general del Gobierno y el objetivo central de la
misma, que es afianzar la recuperación sobre bases saneadas mediante la
reducción del déficit y el control de la inflación para situarla en esa
cifra del 3 por ciento fijada por el Banco de España a medio plazo y
fijada con carácter inmediato en relación al año 1995 en torno al 3,5 ó 4
por ciento de acuerdo con los documentos que han llegado a nuestro poder.

Seguramente faltaba en la información que ha recibido el Grupo Popular,
pero a nosotros nos consta que estos objetivos inmediatos sí figuran en
los documentos que nos han remitido.

Quisiera señalar también que más allá de la coincidencia en objetivos
entre banco central y Gobierno existe coincidencia fundamentalmente en la
determinación para cumplir estos objetivos. En este sentido, nuestro
grupo quiere subrayar la importancia de esa determinación que usted,
señor Gobernador, ha manifestado estos días para cumplir el objetivo de
la estabilidad de precios. Esta determinación nos parece un elemento de
extraordinaria credibilidad de la política monetaria.

Asimismo, nuestro grupo quiere destacar la determinación del Gobierno,
que atendiendo a las recomendaciones y a los riesgos señalados por el
Banco de España va a adoptar, junto a las reformas estructurales ya
anunciadas, nuevas medidas en el ámbito de la política presupuestaria
que, contribuyendo al cumplimiento de los objetivos económicos,
signifiquen, al mismo tiempo, restablecer la credibilidad de la misma y
del objetivo de la consolidación fiscal ante los agentes económicos y los
mercados financieros nacionales y extranjeros, atendiendo también a las
preocupaciones que llegan de los mismos.

La ejecución del Presupuesto de 1994 permite avanzar en esa dirección, en
esa credibilidad, ya que no va a haber una desviación significativa del
gasto no financiero sobre lo presupuestado --va a estar en torno al uno
por ciento--, y la ejecución del presupuesto de 1994 muestra, por tanto,
que la contención del déficit es ya una realidad en este año.

Sin embargo, y en el objetivo de alcanzar en 1997 un déficit del 3 por
ciento del producto interior bruto para cumplir los requisitos del
Tratado de Maastricht, el Gobierno, además de cumplir el objetivo, del
5,9 por ciento, para 1995, se propone la adopción de nuevas medidas para
la ejecución rigurosa del presupuesto de 1995 para la reducción del
gasto, así como el compromiso de aplicar a la reducción del déficit todo
incremento en los ingresos públicos derivados de un mayor crecimiento
económico. Recogiendo este compromiso, el Grupo Socialista, que ya
estudió su inclusión en el trámite de los presupuestos en el Congreso,
quiere manifestar que impulsará su incorporación a los Presupuestos
Generales del Estado en el trámite que va a llevarse a cabo en el Senado
y que creo se inicia hoy.

Señor Gobernador, el Grupo Socialista quiere subrayar también las
manifestaciones que usted ha realizado públicamente estos días en cuanto
a su voluntad de luchar contra la inflación desde la firmeza, pero
también desde la serenidad. Coincidimos con usted en esta necesidad. Sin
duda, necesitamos sosiego y serenidad para abordar, sin menoscabo del
clima de confianza, los problemas que todavía debe resolver la economía
española para lograr una etapa estable de crecimiento y creación de
empleo.

Así mismo entendemos que, para mantener este clima, debe afrontarse con
naturalidad el papel que el Banco de España va a desempeñar en esta nueva
etapa en la política económica desde una posición independiente, que debe
ser a nuestro juicio comprendida y respetada por la sociedad española y
los partidos políticos, debiendo evitarse la instrumentalización
interesada de futuras actuaciones que sean necesarias en el desempeño de
la labor que se le encomienda.

Finalmente, quisiera recordar una consideración que en esta misma
Comisión realizaba recientemente el señor Ministro de Economía y
Hacienda, al señalar que un banco central independiente sólo podrá lograr
sus objetivos de estabilidad monetaria si recibe en el Parlamento un
apoyo firme en su independencia y un apoyo a sus esfuerzos para alcanzar
estos objetivos
El Grupo Socialista coincide plenamente con esta consideración y quisiera
expresar al señor Gobernador nuestro



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completo apoyo y colaboración en la tarea que la ley le ha encomendado de
mantener la estabilidad de precios para controlar la inflación y situar a
medio plazo los precios españoles en convergencia con los del área
estable de la Unión Europea.




El señor PRESIDENTE: Antes de dar la palabra al señor Gobernador, como he
visto en un momento de la intervención de la señora Aroz alguna cara un
tanto sorprendida por parte de algún portavoz parlamentario, tengo que
decir, como Presidente, que los documentos que los grupos parlamentarios
están manejando en esta sesión han sido entregados a los miembros de los
diferentes grupos parlamentarios, así como a la Mesa, y los ha tenido
este Presidente, en el mismo momento. En un momento determinado, durante
la intervención de la señora Aroz, quizá había podido interpretar dudas
respecto al momento procesal en que parece se han podido conocer algunos
documentos, y quiero dejar muy claro, como Presidente --si he
interpretado mal pido disculpas--, que los documentos sobre inflación y
la separata del informe económico fueron entregados por parte de esta
Presidencia la semana pasada, en cuanto se recibieron y, en concreto, el
documento que hace referencia a los objetivos y estrategias de política
monetaria ha sido entregado en el momento que comenzaba esta Comisión.




La señora AROZ IBAÑEZ: Perdón, señor Presidente. Voy a intentar
aclararlo.

Sólo me refería al documento que acabamos de recibir en este mismo
momento. El Grupo Socialista no tiene ningún documento más.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias y perdón. (El señor Montoro Romero
pide la palabra.)
Señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: A efectos igualmente aclaratorios, señor
Presidente.

En este documento no aparece un objetivo de inflación del año próximo,
del año 1995.




La señora AROZ IBAÑEZ: En la página 3.




El señor MONTORO ROMERO: En la página 3 aparece el objetivo 3,5 a 4, para
el año 1996; comienzos de 1996. Ese es el párrafo que yo he leído, señora
Aroz. Lo he valorado, lo he comentado, etcétera.




El señor PRESIDENTE: Vamos a dejar lo de las interpretaciones. Quizá en
un momento determinado he visto un gesto que, como Presidente de la
Comisión, he interpretado respecto al momento procesal en que se han
conocido los documentos. Digo que parece he entendido mal porque resulta
que es un problema de interpretación de los documentos. Los grupos
parlamentarios son muy libres de interpretarlos en los diferentes momento
procesales, como lo han tenido.

Hecha la aclaración, doy la palabra al señor Gobernador, pidiendo
disculpas por haber hecho esta intervención muy en la línea de este
Presidente, que a veces no concuerda con el verdadero sentido de lo que
están pensando los señores Diputados.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): En primer lugar,
muchas gracias por las preguntas que SS. SS. me han formulado, todas las
cuales, al igual que las observaciones que me han hecho, son de gran
interés.

El Banco de España ha decidido fijar sus objetivos en vez de en términos
intermedios expresados con referencia a un agregado monetario, a
objetivos expresados, como suele decirse, en términos finales, en
términos de inflación. En este sentido, coincide con el Banco de
Inglaterra y también con otros bancos centrales europeos que han tenido
los mismos problemas y que tienen un sistema menos formal de expresar los
objetivos que el Banco de Inglaterra. Sin embargo, en todos los casos el
problema ha sido el mismo; el problema ha sido, como he señalado, que las
magnitudes que por parte de bastantes países se venían utilizando como
referencia de los objetivos intermedios, están encontrando crecientes
anomalías; que llegan al punto de que verdaderamente hoy día los únicos
dos países que en Europa siguen utilizando objetivos monetarios en
términos de agregados son, por una parte, Alemania, que, a pesar de todos
los problemas que ha tenido este año con sus agregados monetarios yo creo
que, como suele decirse, ha creado el sistema y no tiene otra solución
que seguir controlando la M-3 o la magnitud correspondiente; y Francia
que lo está controlando simplemente porque le es cómodo controlarlo, más
que porque realmente no tenga problemas, que ya los tiene, y acabará
teniendo más como consecuencia de la deslocalización de depósitos. De
modo que es un proceso general, no es voluntario, sino que éste es el
resultado de lo que está sucediendo en la realidad. Es decir, los
agregados que en principio, hace diez o quince años, funcionaban más o
menos bien en todas partes, verdaderamente han dejado de funcionar
adecuadamente.

Hemos fijado el objetivo en términos de precios y hay una cosa que quiero
subrayar, y es que el objetivo de precios que hemos establecido es muy
riguroso porque, referido a tres años ciertamente, trata de mantener
establemente el nivel de precios en términos de precios al consumo por
debajo del 3 por ciento.

Fíjese, señor Montoro, que nos estamos refiriendo a tres años, es decir,
a un momento en que las economías europeas, y deseablemente la economía
española, van a estar en plena fase de expansión. No es lo mismo fijar el
3,5 para una fase de recesión que para una fase de expansión; y todavía
es más riguroso el objetivo si resulta que estamos en el 4,4 cuando
estamos saliendo de la recesión y queremos llegar --como usted quiera--
al 2,8 ó 2,5, da igual, en la fase de expansión. En este sentido quiero
insistir en que, a pesar de lo que pueda parecer, realmente el objetivo
que se fija el Banco de España, en términos de tasa de inflación, es
realmente riguroso y, tengo que decir, muy difícil de alcanzar, con
independencia de que a lo mejor todos los



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índices de precios en el resto de Europa hayan subido ya
considerablemente para esa fecha, como algunos se temen, porque piensan
que en el año 1996 los precios en Europa pueden empezar a subir. Por eso,
quiero insistir, en primer lugar, en que el objetivo es riguroso, aunque
pensamos que no es un objetivo utópico, sino que puede alcanzarse.

En segundo lugar, hablamos de una senda coherente con ese objetivo. ¿Por
qué no fijamos una senda para el año 1995? Primero, y esto hace
referencia naturalmente a consideraciones teóricas que luego voy a
recoger (aunque espero que no sea inadecuado, más adelante y en relación
con el tema de la inflación a largo y medio plazo con carácter monetario,
etcétera), porque realmente un banco central no está en condiciones de
fijar unos objetivos de inflación a muy corto plazo, por ejemplo a un
año. Es cierto que siempre hay un nivel de tipos de interés coherente con
un determinado objetivo de precios; esto es verdad en el papel, pero en
la realidad puede suceder que para conseguir la reducción de un punto de
la tasa de inflación en un plazo de ocho o diez meses, teniendo en cuenta
que se están produciendo determinados desarrollos negativos en otros
aspectos de la economía, haría falta subir el tipo de interés al 25 por
ciento. No estamos hablando de eso; hay que hablar de las cosas que se
pueden hacer y, verdaderamente, en ese sentido, en el corto plazo no es
posible fijar unos objetivos precisos de inflación. Yo creo que los
objetivos de inflación de la política monetaria hay que fijarlos a medio
plazo y una distancia, un horizonte temporal de tres años no es excesivo.

¿Qué ocurre en el año 1995? Que no sabemos qué va a suceder con los
impuestos indirectos y, por consiguiente, no podemos saber cuál es la
senda de desaceleración que puede seguir la economía y, al mismo tiempo,
cuál es la valoración que la senda que efectivamente vaya a seguir la
economía vaya a merecer en uno u otro caso, suba el IVA o no. Si sube el
IVA, lo que sucede es que la desaceleración a medio plazo será compatible
con un estancamiento de la aceleración en el año 1995; por tanto, lo
importante es que seamos capaces --y será muy difícil-- de determinar si
la subida del IVA es puramente transitoria y es una subida a nivel de
precios que después va a absorberse lentamente o, por el contrario, si es
una subida de nivel de precios que va a tener efectos inflacionistas, va
a acelerar la tendencia inflacionista, porque alienta la subida de
márgenes, porque complica el problema de las negociaciones colectivas,
etcétera, con lo cual va a ser muy difícil ver qué está pasando. Si fuera
una subida que se absorbiera por sí misma, cosa que es muy complicada de
imaginar, no haría falta una política monetaria más restrictiva; la
política monetaria más restrictiva hará falta en el caso de que,
efectivamente, la subida del IVA tienda a autoalimentar la inflación.

Por todas esas razones, no hemos trazado una senda de precios para el año
1995, pero sí decimos que al final del año 1995, se haya registrado o no
el aumento del IVA, lo razonable es que la tasa de inflación esté situada
un poco por encima del 3,5 por ciento (realmente, nos parece que pensar
otra cosa sería extraordinariamente optimista), y desde ese 3,5 por
ciento sí parecería posible desplazarse rápidamente hacia el fin del año
y cruzar el umbral del 3 por ciento. Eso es lo que el documento trata de
decir, no sé si con mucha fortuna, quizás no. Realmente, no es que
ignoremos el año 1995, no es que digamos que en el año 1995 vamos a
aceptar que va a suceder cualquier cosa. No; en varios puntos se dice que
si la tendencia observada de la inflación excede de lo que son los
márgenes que parezcan coherentes, dependiendo de que haya subido o no el
IVA, con el objetivo a medio plazo, habrá que adoptar medidas
restrictivas. De modo que, realmente, vamos a tener un extraordinario
cuidado con lo que sucede en el año 1995 con la inflación. No se oculta a
SS. SS. que llegar a un diagnóstico a tiempo de cuál esté siendo la
tendencia de la inflación con esa perturbación del IVA va a ser muy
complicado.

Decía antes que no íbamos a entrar en consideraciones teóricas sobre si
la inflación a medio y largo plazo es monetaria, sobre si a corto y medio
plazo también lo es, si la inflación siempre es monetaria. Dice usted:
sólo hay inflación si la inflación se financia. Tiene toda la razón, pero
yo modificaría ligeramente esa afirmación y diría: sólo hay inflación
persistente si la inflación se financia. Quiero decir que en un año puede
suceder perfectamente que, por ejemplo, se produzca un tremendo
incremento autónomo de salarios. Ese incremento autónomo de salarios
produce inflación ese año aunque no se financie; pero, si no se financia,
como usted bien ha señalado, efectivamente acabará siendo absorbida y a
medio y largo plazo ese fenómeno de inflación habrá desaparecido,
ciertamente a costa de un aumento del paro. Ahora bien, pienso que eso me
da a mí la razón; eso quiere decir que la inflación es monetaria a medio
y largo plazo, no en el corto plazo, aunque usted puede pensarlo de otro
modo.

Efectivamente, como usted ha señalado aquí adecuadamente, hemos tenido un
problema grave y, yo diría, de mala fortuna en relación con el tema de
los activos líquidos en manos del público y la conveniencia de abandonar
el establecimiento, la fijación de objetivos en términos ALP, justamente
el año en que el banco iniciaba su rodaje como institución autónoma y,
consiguiente, cuando tenía mayores problemas en la fijación de objetivos.

Esto lo hemos discutido muchísimo y hemos llegado a la conclusión de que,
de verdad, no podemos fiar a los ALP los motivos de política monetaria y
no podemos señalar unas bandas que nos obliguen a reaccionar, porque
realmente los ALP tiene componentes, movimientos tan tremendamente
irregulares, que en muchos casos nada tienen que ver con el gasto del
público en bienes y servicios, que, si tratáramos de fijar esos
objetivos, además en un año en que el banco estrena autonomía y, por
consiguiente, está sometido a toda clase de vigilancia, ello nos
obligaría a reaccionar inadecuadamente.

A pesar de que esto es así, de que no conviene fijar los objetivos en
términos de ALP, somos absolutamente conscientes de que ése es un
problema serio, porque, como señalaba usted, puede llevar a la
interpretación que sigue: el primer año que tiene autonomía el Banco de
España ya renuncia a lo que parece son sus objetivos más firmes a corto
plazo. Ese es un problema con el que vamos a tener que luchar.




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Como habrá observado usted, desde hace bastantes semanas vengo diciendo
en diferentes ámbitos que tenemos problemas con los ALP, lo que quiere
decir que tendremos que formular los objetivos de otro modo, para que el
público en general, los agentes económicos, no se crean que,
efectivamente, estamos abandonando objetivos y adoptando una política
monetaria laxa. No; el problema es que verdaderamente no podemos seguir
fijando los objetivos en términos de ALP ni en términos de ninguna
variable, digamos, menor, más estrecha, porque todas ellas tienen
elementos de inestabilidad todavía mayores. Seguiremos utilizando los ALP
como un indicador privilegiado, porque, como decía usted y yo también he
señalado, sigue siendo cierto que, en último término, a medio y largo
plazo la inflación es un fenómeno monetario y, por consiguiente, cual sea
el comportamiento de la cantidad de dinero en este sentido es realmente
muy importante.

Vamos a ser absolutamente beligerantes con la inflación; no vamos a hacer
lo que han hecho otros bancos centrales --en este caso no europeos--, en
situaciones similares a las nuestras, que es asegurarse sus objetivos
haciendo políticas monetarias muy duras al principio del período. No
vamos a hacer esto porque respetamos demasiado el bienestar de los
agentes económicos para hacer ese tipo de juego, pero sí vamos a ser
beligerantes en la lucha contra la inflación. Creemos que es posible que
la economía crezca y mantenga una larga expansión a condición,
efectivamente, de que sus políticas monetaria y fiscal se combinen
adecuadamente y que realmente se puedan desarrollar las cosas de modo que
la política monetaria y fiscal, juntamente con los comportamientos
salariales, aseguren que se puede crecer con una razonable estabilidad,
porque eso es lo que puede hacer prolongada la expansión y prolongado
también un ritmo vivo de creación de empleo.

El señor Frutos me critica justo desde el otro lado. Además, respecto a
sus argumentos, no puedo pensar que voy a poder convencerle, porque sus
posiciones son muy distintas. Quiero decir también que, a pesar de que
usted considere que yo soy un monetarista, como persona que conoce muy
bien «El Capital», de Marx, usted sabrá que Marx era monetarista en el
sentido de que Marx creía algo que se ha sabido desde el tiempo de los
romanos, y es que, efectivamente, a largo plazo la cantidad de dinero
determina el comportamiento de los precios. De modo que también Marx era
monetarista.

En todo caso, lo que usted me dice tiene elementos de verdad, pero, por
otra parte, tiene elementos que a mí me cuesta trabajo aceptar. Las
políticas que suelen llamarse monetaristas pueden ser unas políticas muy
desgraciadas, y se conocen casos de políticas monetaristas extremadamente
desgraciadas aplicadas a determinados países. Esto que usted llama una
política monetarista y que yo llamo una política de estabilidad, no
supone nada en contra del crecimiento persistente y continuado de una
economía, sino, en mi opinión, todo lo contrario, porque realmente lo que
dificulta el crecimiento sostenido de una economía son los movimientos de
sístole y diástole, los movimientos de expansión y posterior contracción
porque la economía ha perdido los equilibrios y es preciso estabilizarla.

Yo creo que eso es lo que hace que una economía avance mal y no tenga una
senda de expansión continuada y estable, de modo que el objetivo básico
de una política de estabilidad no es, en absoluto, contrario al
crecimiento, que es lo que a usted le importa --y a mí también--; por el
contrario, yo opino que una política de estabilidad favorece el
crecimiento económico, favorece la asignación de los recursos, mejora la
distribución de la renta y va en contra de esos fenómenos especulativos
que usted denuncia, con razón, y que en buena medida están determinados
por el clima de inflación. Cuando hay inflación, realmente, hay más
fenómenos especulativos y más conductas especulativas e indeseables que
cuando no hay inflación, cuando hay estabilidad.

Dice usted, ¿volverán a hacer las mismas cosas del pasado? Yo lo pondría
en plural, ¿volveremos todos a hacer las mismas cosas del pasado? Si
volvemos todos a hacer las mismas cosas del pasado, volveremos todos a
equivocarnos, pero si hemos aprendido del pasado, ciertamente, a lo mejor
no repetimos todos las mismas cosas del pasado, y, entonces, seguramente,
no volveremos a incurrir en los errores que hemos tenido en los últimos
años, que vienen de mucho más atrás, y entonces las cosas irán mejor.

No voy a entrar en los temas salariales, etcétera. Realmente, ¿qué quiero
yo? Que los salarios reales aumenten en este país. ¿Qué quiero yo? Que
aumenten establemente los salarios reales en este país, pero para que los
salarios reales aumenten establemente en este país a medio y largo plazo,
para que de este modo mejore el bienestar de los españoles, yo creo
preciso que exista un conjunto de equilibrios básicos en la economía,
porque sin esos equilibrios básicos la economía no funciona. En ese
sentido, obtengo una serie de implicaciones, una de las cuales se refiere
a los salarios monetarios, otras no, es decir, si los salarios monetarios
se empeñan en crecer demasiado deprisa, no consiguen nada en términos de
salario real, pero perturban tan extraordinariamente la economía que
acaban llevando a contracciones de salario real y a reducciones del
empleo. Eso es lo que yo honestamente pienso. Yo, como usted, estoy
extraordinariamente interesado que en este país haya más empleo, haya
crecimiento de salarios reales, y haya un crecimiento económico estable.

Seguramente, usted y yo, con los mismos objetivos, pensamos que eso se da
por vías distintas. Eso es así, me temo que es así, pero no porque no
estemos de acuerdo en los mismos objetivos, porque nuestros objetivos
finales son los mismos, aunque también es verdad que seguramente eso no
tiene importancia porque ocurre a todas las personas que están en esta
sala.

Finalmente, querría señalar a la señora Aroz que vamos a tener firmeza,
pero vamos a tratar de tener serenidad. Estamos absolutamente convencidos
de que esa firmeza con serenidad, muchas veces será mal comprendida y que
nos encontramos ante un proceso extraordinariamente difícil, es decir, es
mucho más molesto ser autónomo que no ser autónomo, eso está claro. ¿Es
hacer tecnocrática la política monetaria para utilizar palabrotas de
éstas? Pues no, se hace más política que la política monetaria y todos en
el Banco de España con la autonomía hemos recibido una carga de
responsabilidades políticas que antes no teníamos;



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la asumimos y comprendemos que nuestra vida va a ser extraordinariamente
incómoda.

Bueno, ¡ojalá! lleguemos a una tasa de crecimiento del 3 por ciento hasta
el año 2000! ¡Qué más quisiéramos todos! Magnífico. Para eso hemos de
tener, creo yo, un sentido de la sensatez en el terreno de la política
monetaria, en primer lugar; en el terreno de la política fiscal, en el
terreno de los salarios, en el tema de las reformas estructurales. Yo no
me estaba refiriendo sólo, señor Frutos, perdone usted que vuelvo atrás,
al tema del mercado del trabajo, cuando hablaba de las llamadas reformas
estructuras, sino a otros muchos ámbitos de esta economía que merecen
reformas estructuras, por otra parte enunciadas desde mi niñez; o sea que
son muy firmes porque están arraigadas de modo tremendo. Pues ¡ojalá,
realmente, todos acertemos! Sé que, si no se cumplen los objetivos de
estabilidad de precios, la culpa predominante será del Banco de España,
aunque yo piense que a lo mejor no lo sea, pero eso es indiferente, la
culpa será del Banco de España, con lo cual realmente desde el principio
tengo que hacer un llamamiento general para que haya unos comportamientos
coherentes con la estabilidad de los precios, pero en modo alguno vamos a
rehusar nuestra responsabilidad y haremos lo que entendemos adecuado,
tratando de conseguir el objetivo de mantener siempre que ello sea
posible una situación de expansión con estabilidad.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gobernador.

Concluido este punto del orden del día, pasamos a los siguientes puntos.

Como he anunciado anteriormente, el punto 2 quedará pospuesto para una
posterior reunión, dado que el representante del grupo proponente de la
petición de comparecencia no ha podido llegar a esta reunión.




--INFORMAR SOBRE LA SITUACION DE LAS ENTIDADES FINANCIERAS ESPAÑOLAS. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA
PER CATALUNYA. (Número de expediente 212/000425.)



--DAR A CONOCER LAS MEDIDAS ADOPTADAS O A ADOPTAR EN RELACION CON EL
BANCO SAUDI ESPAÑOL (SAUDESBANK) POR LAS POSIBLES IRREGULARIDADES DE
INDOLE ECONOMICA Y TRIBUTARIA COMETIDAS POR ESTE BANCO. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA.

(Número de expediente 212/000705.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos a los puntos 3 y 4, referentes a la petición
de comparecencia del señor Gobernador del Banco de España, a petición del
Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya,
uno genérico sobre situación de las entidades financieras españolas, y,
dentro, quizá como un anexo del mismo, una referencia específica al tema
del Saudesbank.

Señor Frutos, ¿podríamos ver los dos temas en una misma intervención?



El señor FRUTOS GRAS: Señor Presidente, lo sucedido es que, a lo largo de
dos meses, se han ido acumulando una serie de preguntas para las que, al
final, no ha habido realmente una comparecencia, y, entonces, por así
decirlo, tenemos una serie de preguntas antiguas.




El señor PRESIDENTE: El punto que está incluido a continuación en el
orden del día, señor Frutos, a no ser que S. S. manifieste lo contrario,
sería la información acerca de la situación de las entidades financieras
españolas «in genere». En la petición de comparecencia no había ninguna
otra pista adicional más allá de la que hemos podido ver a lo largo de
estos últimos meses, derivadas de una situación financiera de alguna
entidad concreta.




El señor FRUTOS GRAS: Señor Presidente, usted recordará que aprobamos en
el Parlamento por unanimidad una moción en la cual se planteaba la
creación de una ponencia, presidida, si no recuerdo mal, por el
Presidente del Tribunal de la Competencia, para intentar ver los
problemas que hay en el conjunto del sistema financiero; y, en segundo
lugar, también se anunció que la Comisión Banesto iba a trabajar (este
tema es que no lo llevaba yo en concreto, lo llevaba el Diputado y
compañero señor Espasa), o estaba trabajando en esta misma línea.

Entonces, si hay una información hoy aquí, en esta Comisión por parte del
señor Rojo, bienvenida sea, pero ya había hablado con el señor Espasa de
esto. En segundo lugar, sí había un segundo punto de la moción aprobada
por unanimidad en otro plenario, que hablaba de la situación efectiva del
Saudesbank, sobre el que sí que voy a hacer unas preguntas, cuatro
preguntas muy concretas para que, si es posible, me las conteste el señor
Rojo.

En todo caso, creía que él lo había situado en el caso de la Comisión
Banesto, en una línea de debate más en profundidad de lo que estaba
ocurriendo con el conjunto del sistema financiero, según me informó, pero
yo agradecería que se hiciera esta información, porque creo que nunca
será mal año si hay algo de mies.




El señor PRESIDENTE: Señor Frutos, vamos a darle la palabra más
concretamente para los temas específicos que ha dicho S. S., y hacer una
serie de preguntas relacionadas con el tema de Saudesbank.

Sí quiero recordar o aclarar al señor Frutos que no se ha creado, que yo
sepa, en el seno de la Comisión o en el seno de este Congreso de los
Diputados una ponencia específica vinculada al Tribunal de Defensa de la
Competencia para hablar del sistema financiero y de las entidades de
crédito. Es verdad que, como consecuencia de la intervención, por parte
del Banco de España, de Banesto, se creó esa Comisión de seguimiento de
la problemática de Banesto, donde se ha venido hablando, de una forma
directa y tangencial de la problemática de las entidades financieras.

Pero no



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hay una ponencia específica para hablar de la situación de las entidades
financieras españolas. Por tanto, le ofrezco de nuevo la posibilidad de
que, al hilo del punto cuarto --en el que entraríamos, si no, a
continuación--, respecto a sus demandas de información referidas al Banco
Saudí Español, haga alguna referencia sobre aspectos que puedan preocupar
a su Grupo Parlamentario en relación al tema global de las entidades
financieras. Y acumularíamos los puntos tercero y cuarto de una forma un
tanto específica y un tanto general.




El señor FRUTOS GRAS: Señor Presidente, en el momento en que nosotros
presentamos el debate --primero la interpelación y seguidamente la
moción-- sobre lo que ocurrió con el Saudesbank, expusimos también
nuestra preocupación sobre una serie de fenómenos que ocurrían en el
conjunto de la banca. Pensábamos que el sistema financiero no estaba,
desgraciadamente, tan tranquilo como parecía superficialmente y de ahí
nuestra solicitud. En todo caso, si el señor Rojo quiere informar sobre
la situación concreta del sistema financiero, sobre los posibles
problemas de liquidez que puedan aparecer en tal o cual banco, problemas
de endeudamiento excesivo, tal como se planteaba en aquel momento, yo se
lo agradeceré. Había entendido yo --de acuerdo con mi compañero señor
Espasa-- que esto estaba ya en un momento de trabajo parlamentario que
nos permitiría posteriormente, al plenario y a esta Comisión, trabajar ya
con datos más concretos y a partir de un informe y una ponencia. También
creo recordar que el segundo punto de esta moción, que aprobamos ese día
--unánimemente, repito-- hablaba de una ponencia, pero no tengo en este
momento la moción.

Después de indicar esto, si consideran oportuno el señor Presidente y el
señor Gobernador que lo hagamos todo conjuntamente, haría las preguntas
al mismo tiempo sobre nuestra preocupación en relación a lo que está
ocurriendo todavía, lo que no sabemos, con el Saudesbank.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Como usted sabe,
señor Presidente, yo tengo el problema de que puedo, en este ámbito y en
estas condiciones, de acuerdo con las leyes, hablar en general de los
problemas del sistema bancario. También puedo hablar de un caso concreto,
como el del Saudesbank, que es un banco que ya no existe, como saben, que
ya ha sido objeto de liquidación. Lo que no puedo hacer es entrar en
detalles sobre una u otra institución. Le puedo dar a usted una visión
general de cómo están las cosas pero no puedo, en este ámbito, entrar en
temas más concretos. Esta es la razón por la cual en algún momento,
efectivamente, se habló de que, para discutir esos temas de modo
habitual, quizá habría que crear algún ámbito, dentro del Parlamento,
donde, bajo unas restricciones especiales de reserva, pudiéramos hablar,
porque hablar de las instituciones bancarias individualmente es algo
realmente complicado.

Creo que se habló --lo he oído, aunque yo no hablé del tema naturalmente,
porque no soy miembro del Parlamento-- de que se estaba pensando en un
ámbito donde se pudieran discutir este tipo de problemas. Si usted quiere
que yo le diga cómo ha ido la banca en los nueve primeros meses del año,
cuáles han sido los problemas que ha tenido y cuáles son las expectativas
que tenemos de cara al año que viene, lo hago encantado. Si quiere usted
que le hable concretamente del Saudesbank, he traído preparada una nota y
le digo a usted todo lo que le puedo contar, todo lo que yo sé del
Saudesbank.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Le voy a hacer las preguntas concretas, en relación
al Saudesbank.

Parece que últimamente se ha decidido relanzar las relaciones comerciales
entre España y Arabia Saudí. Se reproduce una situación que tuvo ya un
momento importante en estas relaciones con la creación del Saudesbank.

Debemos recordar que es prácticamente el único banco saudí que existía,
que se dijo en su momento --y estoy hablando del momento fundacional--
por todo el mundo que era un instrumento para atraer capitales de Arabia
Saudí, petrodólares en concreto, y que, además, era un elemento de
colaboración y penetración en Europa para la economía de Arabia Saudí.

Esto se dijo en el momento de la creación del Banco. Pero ahora resulta
que, a los 16, 17 ó 18 años de su creación --me parece que se creó en
1978--, se dice que se tienen que reactivar estas relaciones y parece ser
que es interesante abrir líneas de trabajo con esta zona geopolítica, y
fundamentalmente económica. Sin embargo, desaparece el único instrumento
que parecía que había sido creado para esto. Primera preocupación que
aparece aquí.

La pregunta concreta que mi Grupo formula al Banco de España, en concreto
a su Gobernador, es si el Banco de España ha autorizado el cierre del
Saudesbank. Si es así, ¿por qué se ha autorizado? Y si no lo ha
autorizado ¿por qué no se ha autorizado? Deberíamos tener conocimiento de
ello. ¿Dónde está la ficha bancaria del Saudesbank, qué se ha hecho con
ella?
La segunda pregunta sería en qué condiciones se vendió (es un elemento
simplemente para recorrer el camino, ya hubo un debate en su momento, con
una interpelación y una moción, por lo que no voy a insistir de nuevo en
los elementos que salieron en este debate, pero es un elemento
importante) la participación del Banco Bilbao Vizcaya al Banesto; las
225.000 acciones del Banco Vizcaya que se vendieron a Banesto por 10
millones de pesetas. Como comprenderán el señor Presidente y el señor
Gobernador del Banco de España, todos son elementos que inciden y
reiteran los nombres que han sido motivo de crisis bancarias y
financieras importantes en el último período.

Por todo ello y en relación al Saudesbank, nos interesa conocer estos
elementos. Y, aunque no sea motivo de esta Comisión, el señor Gobernador
sabrá que durante todo el verano se ha publicado una serie de
informaciones relacionadas con la empresa Athos, con sede en Barcelona,
que ha jugado un papel importante, parece ser, en el lavado de 30.000
millones, ahora se hablaba incluso de 50.000 millones,



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de dinero negro --éstas son las noticias de prensa que se publican en
este momento concreto-- y que tenía una implicación directa con el
Saudesbank. No es una pregunta concreta la que yo hago, pero son
elementos de preocupación detrás de los que, al cabo de un tiempo
aparecen fenómenos extraños, que no solamente enrarecen el ambiente
financiero de este país, sino que producen perjuicios muy importantes
para un sinfín de personas. Por ello, nos interesa una información lo más
profunda posible.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Los problemas con
el Saudesbank se iniciaron, desde el punto de vista del Banco de España,
en el mes de octubre del año 1990.

Efectivamente, como usted ha señalado, el Saudesbank es uno de los varios
bancos creados en toda Europa en los momentos de auge de los países
árabes, también en relación con los momentos más extremos de la crisis
del petróleo, para tratar de crear cauces que permitieran atraer
capitales, concretamente en este caso de Arabia Saudita, hacia España. De
hecho, el Banco, una vez creado, no fue un instrumento adecuado para
atraer capitales de Arabia Saudí hacia España, ni siquiera ejerció una
tarea importante en la financiación del comercio entre España y Arabia
Saudí. Por consiguiente, fue un banco que, en una medida fundamental, se
dedicó, como cualquier otro banco residente en España, a tratar de
obtener beneficios a partir del negocio bancario habitual.

En una visita de inspección realizada por el Banco de España en el año
1990, se observó que el Banco se había extralimitado fuertemente respecto
de los límites de concentración de riesgos, concretamente respecto de un
grupo económico determinado. En base a esa observación, levanta el acta
correspondiente; el Banco de España, en el mes de octubre de 1990,
procedió a abrir al Banco un expediente disciplinario. Una vez comunicada
la apertura de este expediente al Banco, el Banco manifestó que había
reducido sus riesgos con ese grupo y que, por tanto, estaba de nuevo por
debajo del límite del 40 por ciento, que era en aquel momento el máximo
límite de concentración de riesgos con un grupo económico, pero esto no
era así. De hecho, no habían reducido su riesgo más que de modo formal,
pero seguían teniendo compromisos y, desgraciadamente, el grupo económico
al que se refería esa concentración de riesgos suspendió pagos en los
primeros meses del año 1991, con lo que el Banco sufrió una pérdida
superior a los 6.000 millones de pesetas. Esto determinó la inmediata
actuación del Banco de España, que requirió a la gerencia del Saudesbank
para corregir su deficitaria situación patrimonial, que fue solventada en
parte con plusvalías obtenidas en la venta de inmuebles, por 2.358
millones, en primer lugar con la venta del edificio que el propio Banco
ocupaba, y, por otra parte, con aportaciones de los propios accionistas,
que adquirieron los riesgos contra el grupo en suspensión de pagos
mediante el pago de 3.700 millones de pesetas. En último término,
efectivamente cubrieron el agujero patrimonial que se había creado.

No obstante, ya en esas fechas se vio claramente que el Banco, que había
ido funcionando mal y que después de lo que era esa contracción de su
balance y de sus operaciones iba a funcionar todavía peor en el futuro,
no era viable, es decir, que no cabía esperar que este Banco, sin correr
riesgos tremendos como los que le habían llevado a esa concentración de
riesgos que había dado lugar a esas pérdidas tremendas, pudiera
mantenerse a largo plazo.

En estas circunstancias, hablando con los gestores del Banco, se les
sugirió que estudiasen la posibilidad de una liquidación ordenada para
evitar una quiebra que pudiera poner en peligro los fondos que al Banco
habían confiado sus depositantes.

Con fecha 14 de mayo de 1992, los representantes del Saudesbank
presentaron un proyecto informal de liquidación, que se vio complementado
con otro que presentaron, a requerimiento del Banco de España, el 30 de
septiembre de 1992. En este último proyecto, que, como digo, fue ya
elaborado a requerimiento del Banco de España, Saudesbank ratificaba que
todos los accionistas habían acordado proceder a la disolución ordenada y
voluntaria de la entidad y solicitaban determinadas exenciones
justificativas en su carácter de entidad en proceso de liquidación.

Asimismo, solicitaban el apoyo del Banco de España para atender los
posibles desfases transitorios de liquidez que se pudieran registrar a lo
largo del proceso de liquidación. Para ello, los accionistas, tanto
árabes como españoles, se manifestaban dispuestos a conceder garantías a
favor del Banco de España por un importe de hasta 12.000 millones de
pesetas, documentos de garantía que efectivamente fueron presentados y
aceptados por el Banco de España.

El 26 de octubre de 1992, el Banco de España dio conformidad a las
propuestas anteriores, tras asumir los principales accionistas del
Saudesbank el compromiso de proceder a la disolución del Banco, que se
realizaría en el plazo máximo de tres años. La Junta General de
Accionistas del Banco acordó el 30 de noviembre de 1993 la disolución y
liquidación técnica del Banco, ratificó la solicitud de revocación de la
autorización para operar como banco que habían presentado ante el
Ministerio de Economía y Hacienda y aprobó la creación de una comisión
liquidadora. Para hacer frente a los compromisos del Banco con sus
acreedores, los accionistas estipularon en el acuerdo de liquidación
depositar en una entidad una suma de dinero equivalente a los pasivos
exigibles. Esto fue pedido por el Banco de España para que no hubiera
posibilidad de que, al final del proceso de liquidación, nos fuéramos a
encontrar con que no podían atender a los pasivos con los clientes.

Con fecha 7 de enero de 1993, el Banco de España, con la cobertura de las
garantías recibidas, a las que me he referido antes, inició sus apoyos
crediticios al Saudesbank, que llegaron al alcanzar un importe máximo de
2.500 millones de pesetas en algún momento del tiempo, a tipos de interés
del mercado interbancario.

A partir del 10 de febrero de 1994, Saudesbank pasó a figurar en el
Registro del Banco de España como entidad



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en liquidación, previa solicitud de revocación de su autorización al
Ministerio de Economía. Finalmente, con fecha 22 de julio de 1994, fue
aprobado el balance de liquidación y se canceló la inscripción en el
Registro del Banco de España con fecha 8 de agosto de 1994. La ficha no
ha ido a ninguna parte, simplemente se ha revocado la autorización por
parte del Ministerio, con el informe favorable del Banco de España.

Los depósitos de particulares habían sido cancelados en su totalidad para
esas fechas y traspasados a un banco accionista los créditos en situación
normal. Los riesgos morosos y el inmovilizado fueron transferidos a una
sociedad constituida al efecto por los accionistas, sociedad que se
estará encargando, y se encargará, de su gestión de recuperación.

La liquidación de la entidad se ha completado de forma ordenada, sin
perjuicio para los acreedores, sin costes para el Banco de España y sin
necesidad de intervención del Fondo de Garantía de Depósitos, habiendo
sido asumida la totalidad de las pérdidas, porque naturalmente han
sufrido pérdidas, por los accionistas.

En resumen, la actuación del Banco de España ha consistido, primero, en
detectar inicialmente una serie de irregularidades contables y un exceso
de concentración de riesgos que ponían de manifiesto importantes
deficiencias de gestión. Segundo, sancionar oportunamente esas faltas y
promover un cambio de gestión. Tercero, vigilar en todo momento el
equilibrio patrimonial del Banco, requiriendo de los accionistas las
medidas de saneamiento oportunas. En cuarto lugar, requerir la
liquidación ordenada de la entidad tan pronto como se hizo patente su
inviabilidad, de modo que quedasen a salvo los fondos de los depositantes
y no se ocasionara coste alguno al Fondo de Garantía de Depósitos.

Quinto, facilitar esa disolución ordenada, proporcionando, a tipo de
interés del mercado interbancario, la liquidez necesaria para salvar los
desfases de tesorería originados en el proceso de liquidación, ello tras
recibir de los accionistas todas las garantías precisas, con lo cual el
Banco de España no ha sufrido ni una sola peseta de pérdida.

Esto es la historia final del Banco, de modo que el Banco ha
desaparecido, como han desaparecido otros bancos de condiciones muy
semejantes en otros muchos países de Europa, porque el entusiasmo de
mediados de los años setenta no se ha conservado mucho tiempo.

Los dos bancos españoles que participaban en el capital del Saudesbank
eran BBV y Banesto. Se pusieron de acuerdo entre ellos y la participación
del BBV pasó a Banesto. No le puedo decir en este momento cuál fue el
precio al que se produjo esa transmisión de acciones, pero le informaría
si le interesa, puesto que de la operación tuvo conocimiento el Banco de
España y, con toda seguridad, obra en nuestros registros el precio al
cual se procedió a la cesión de acciones.

El tercer tema al que usted se ha referido trata ya del período en el
cual el Banco está en proceso de liquidación. Vemos por la prensa que
existen acusaciones de que el Banco ha participado en operaciones de
lavado de dinero negro, en definitiva, en operaciones de evasión fiscal.

Lo que hace el Banco de España es mandar un equipo de tres inspectores al
Banco. El Banco estaba ya en unas condiciones --estoy hablando del mes de
mayo del año 1994-- prácticamente de inexistencia, porque el proceso de
liquidación estaba avanzadísimo. Ya habían sido despedidos todos los
empleados, los antiguos gestores habían desaparecido, había simplemente
tres liquidadores, de los cuales el más importante había sido director
general pero en un período muy posterior al que se referían los hechos
que estaban señalando las acusaciones en aquel momento y, de hecho, la
situación era ya tan difícil para hacer cualquier examen del Banco que
incluso se había autorizado la venta del equipo informático.

Nuestros inspectores llegaron allí y se encontraron con que había un
grupo de inspectores de la agencia tributaria que estaba trabajando desde
hacía tiempo en el tema. Nuestros inspectores solicitaron la información
que había examinado, por una parte, la Comisión Nacional del Mercado de
Valores en meses anteriores y, por otra, la que habían examinado los
inspectores de Hacienda. Llegaron a la conclusión de que las potenciales
irregularidades administrativas eran absolutamente secundarias respecto
de la colaboración en un proceso de evasión fiscal que estaban examinando
los inspectores de Hacienda.

Nuestros inspectores pidieron un conjunto de documentación, que estaba en
cajas --450 cajas, según me dicen, de documentación desordenada--,
referente a las sucursales de Madrid, Barcelona y Marbella; esa
documentación la pidieron también y, por lo tanto, la conocieron los
inspectores fiscales. Nuestros inspectores se pusieron a disposición de
los inspectores fiscales, quienes les dijeron que tenían conocimiento de
todo el material necesario y que realmente no necesitaban ningún tipo
especial de colaboración adicional por parte del Banco de España.

El resultado de todo ello fue que nuestros inspectores, al cabo de
veintitantos días de examen de aquella documentación, se retiraron y
siguió el proceso de inspección fiscal, que era el básico y fundamental,
respecto del cual la verdad es que no le puedo decir a usted nada, porque
lo que haya sucedido con ese procedimiento de inspección, etcétera, no lo
conozco.




El señor PRESIDENTE: Siguiendo el procedimiento normal en estas
comparecencias, ¿además del señor Frutos, algún grupo parlamentario desea
fijar posición?
Tiene la palabra el señor Frutos.




El señor FRUTOS GRAS: Señor Presidente, yo no conocía el dato de que el 8
de agosto de este año desapareciera ya definitiva y oficialmente el Banco
Saudí y me extraña, porque hubo un compromiso en la moción aprobada en
este Parlamento de que se entregaría toda la documentación solicitada, de
antes y de lo que pudiera pasar, y que antes de tomarse ninguna
resolución a este efecto el Parlamento tendría que disponer de toda esta
documentación. Pero es que además, que yo sepa, el Gobierno, que recibe
con fecha 19 de abril de este año una documentación exhaustiva presentada
por el comité de empresa todavía no



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ha contestado a toda una serie de alegaciones que se hacen por parte del
comité de empresa.

¿Es normal la desaparición de un banco, aunque sea un banco pequeño, pero
en torno al cual se dice que se pueden haber blanqueado 30.000 millones,
según la información que daba en aquel momento la Federación de Banca de
la Unión General de Trabajadores? ¿Es normal que sin publicidad
desaparezca un banco, aunque sea de tamaño reducido, pero en torno al
cual parece ser que hay algunas irregularidades y que además estaba
siendo investigado por el Banco de España y por la Comisión Nacional del
Mercado de Valores desde hacía bastante tiempo?
Mi Grupo no lo considera normal. Y no es que ahora estemos polemizando
con la actuación que haya tenido el Banco de España, ni mucho menos este
Gobernador, en absoluto, no es éste el problema, sino simplemente que en
este país nos parece que han ocurrido cosas raras, que están ocurriendo
todavía por la propia dinámica que tienen determinados flujos de dinero
(blanco, negro y amarillo) y nos gustaría que en este caso concreto se
aclararan. Este banco no tiene un número grande de afectados. En su
momento afectó a un número máximo de entre 30 y 40 trabajadores; ahora
afecta a un número muy escaso de trabajadores. Pero no es sólo éste el
problema. El problema es ese conjunto de cómo nace este banco, por qué
nace, en qué situación estamos ahora en la que se quiere relanzar
relaciones económicas, financieras con esta parte del mundo, etcétera.

Además, es una cosa de la que yo, francamente, ni me había enterado. No
sé si se dio publicidad al asunto o no. Yo no me he enterado, no obra en
mi poder ningún recorte de prensa, ni nada, aunque sea del 8 de agosto y
estuviéramos en vacaciones parlamentarias. Me suena un poco raro, señor
Gobernador; no es ninguna desconfianza hacia su explicación, que creo que
ha estado matizada; simplemente es que me suena raro.

Me había olvidado una cosa, señor Gobernador, aunque casi no venga ya a
cuento: Carlos Marx se equivocó en casi todo menos en lo esencial.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Vamos a ver si tratamos de organizar un poco este
desorden del día pasando a lo anterior, volviendo al comienzo; a ver si
terminamos esta petición de comparecencia aclarando el tema objeto
central, que es el del Saudesbank.

Tiene la palabra el señor Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): En primer lugar, yo
quiero aclarar que la función supervisora del Banco de España respecto de
las entidades que están en su ámbito de competencia está centrada en la
solvencia. Este es el problema absolutamente fundamental para el Banco de
España. Lo que al Banco de España le preocupa ante todo es la situación
de solvencia de los bancos y los riesgos de insolvencia que se puedan
producir y que, si son bancos pequeños, como este, puedan tener efectos
negativos para sus acreedores, especialmente para sus depositantes, y si
son bancos más grandes, puedan tenerlos para el conjunto del sistema. De
modo que, tan pronto como el Banco de España detecta una situación
claramente negativa y de falta de viabilidad de un banco como el
Saudesbank, tiene que discutir con el banco cuáles son sus posibilidades
de futuro, y tiene que evitar, en la medida de lo posible, que ese banco
llegue a una situación de quiebra y, por consiguiente, dañe a sus
acreedores y especialmente a los depositantes.

En este caso concreto le puedo decir que el problema estaba en que, para
que este banco pudiera ser viable y continuar funcionando después de la
pérdida de seis mil y pico millones que había sufrido, era absolutamente
necesario que hubiera una ampliación de capital importante. A esa
ampliación de capital importante no estaban muy animados los socios
españoles, pero mucho menos lo estaban los socios árabes. De hecho,
conseguir que los socios árabes aceptaran aquella pérdida de los seis mil
y pico millones y pusieran la parte que les correspondía de capital para
reponer aquella pérdida fue una tarea laboriosa, que concretamente a mí,
de modo personal, me obligó a mantener muchas conversaciones, no sólo con
los altos gestores árabes del banco, sino incluso con el presidente de
Sama, la autoridad monetaria de Arabia Saudí, que, por cierto, me ayudó
muchísimo, comprendió que realmente los bancos árabes tenía que reponer
aquellas pérdidas y les presionó para que lo hicieran. Pero desde luego
aquellos bancos no estaban dispuestos, en absoluto, a una ampliación
adicional de capital, no estaban dispuestos a poner más recursos para
mantener vivo, y con posibilidades de viabilidad a medio y largo plazo,
el banco.

En esas condiciones era absolutamente claro que el banco tenía que ir a
una liquidación, una liquidación de las que nosotros llamamos ordenadas,
que son liquidaciones que exigen tiempo (porque las liquidaciones son muy
complicadas), y que además hay que hacerlas con extremado cuidado para
asegurarse de que, al final, los acreedores no van a registrar pérdida;
que, si resultan pérdidas, las soporten exclusivamente los accionistas. Y
esto fue lo que hicimos.

El problema de la liquidación del Saudesbank no fue nada secreto.

Efectivamente, apareció en los periódicos en varias ocasiones a lo largo
de un tiempo, me acuerdo perfectamente bien; estoy recordando en este
momento, con una memoria visual que yo tengo que es bastante grande, un
artículo dedicado al tema en «5 Días» o en «Expansión», uno de estos dos
periódicos económicos de páginas rosadas. Lo recuerdo perfectamente; y
habría más.

No se da una enorme publicidad a estos temas; tampoco conviene que la
liquidación sea una cosa que conozca todo el mundo, porque dificulta
enormemente la liquidación, por razones obvias: la gente tiende a tratar
de comprar los activos más baratos si se sabe que un banco está en
proceso de liquidación, etcétera. Por supuesto, la liquidación se hizo de
acuerdo con la tramitación ordinaria y fue publicada en su día en el
«Boletín Oficial del Estado», no porque yo lo recuerde sino porque estoy
seguro, ya que si no se publica en el «Boletín Oficial del Estado», el
acuerdo de liquidación, la retirada de la licencia por parte del
Ministerio de Economía y Hacienda no tiene efecto. Por consiguiente,
cuando digo que el día 8 de agosto se procedió a



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retirar la licencia quiere decir que ésa fue la fecha, supongo yo, en la
que salió en el «Boletín Oficial del Estado». Todo fue absolutamente
normal, desde el punto de vista bancario y de solvencia. Al final de ese
proceso, todos nos encontramos con que había otro tema, al que usted se
ha referido, que era este del dinero negro, etcétera. Lo que pasa es que,
cuando llegamos, estaba siendo estudiado por la Agencia Tributaria y lo
conocía perfectamente. ¿Qué podíamos hacer nosotros? ¿Abrir un expediente
a un banco en proceso de liquidación, que está ya al borde de la
liquidación, que aparece ya en nuestro registro como banco en proceso de
liquidación? ¡Pero si nuestros expedientes a la máxima sanción que llevan
es a la liquidación del banco! Lógicamente, la cuestión ha seguido en
manos de Hacienda y supongo que estará ya muy adelantada, puesto que han
pasado bastantes meses. Lo que yo no le puedo decir a usted es qué ha
sucedido porque la verdad es que no lo sé.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gobernador.




--INFORMAR SOBRE LAS MEDIDAS PREVISTAS PARA PROMOVER LA TRANSPARENCIA DEL
MERCADO BANCARIO AL POR MENOR. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR. (Número de expediente 212/000832.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al último punto del orden del día, que es la
comparecencia del señor Gobernador para informar sobre las medidas
previstas para promover la transparencia del mercado bancario al por
menor, a petición del Grupo Parlamentario Popular.

Para formular los términos de la petición de la comparecencia, tiene la
palabra el señor Fernández de Troconiz.




El señor FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS: Realmente, nuestra solicitud de
comparecencia viene también al hilo de la comparecencia no celebrada en
relación al punto solicitado por el Grupo Catalán (Convergència i Unió),
puesto que la transparencia en el mercado financiero está íntimamente
ligada a la reducción de los tipos de interés como consecuencia del juego
de mercado, en la medida en que sean absolutamente transparentes,
homogeneizables y uniformizables las condiciones de los préstamos o bien
las operaciones pasivas que pueda ofertar la banca privada y las cajas de
ahorro al público en general. Es cierto que actualmente existen
condiciones de transparencia reguladas en las circulares del Banco de
España 5/1994, de 22 de julio, y 8/1990, de 7 de septiembre, pero, sin
perjuicio de esto, nos parece insuficiente en la medida en que no pasan
de ser circulares internas sobre las relaciones entre el Banco de España
y las entidades financieras, lo cual significa que a lo más que se puede
llegar, en el supuesto de incumplimiento, es al establecimiento de
medidas sancionadoras por parte del Banco de España a las entidades
financieras incumplidoras.

No cabe duda de que, a raíz de la entrada en vigor y la puesta en marcha
de la tasa anual equivalente, se han uniformizado bastante los tipos de
interés y el ofrecimiento de condiciones por parte de las entidades
financieras, tanto en las operaciones activas como pasivas, al público en
general. Pero, señor Gobernador, la tasa anual equivalente tiene una
eficacia relativa en la medida en que, por una parte, no se ha extendido
a los tipos de interés variable y, por otra, existen comisiones, si no
absolutamente asimilables como tales en el sentido tradicional de la
palabra, como puede ser de cancelación anticipada o comisiones de
estudio, que no encajan y no se puede englobar dentro de la tasa anual
equivalante. Por esto, nos gustaría saber, en el supuesto de que lo estén
haciendo --que no nos cabe duda de que sí lo están haciendo--, qué
medidas está tomando el Banco de España para incorporar estos nuevos
modismos financieros, estos diferentes modos de obtener
contraprestaciones de los clientes por parte de las entidades
financieras, a supuestos matemáticos numéricos homogeneizables, a los
efectos de poder comparar adecuadamente unas ofertas con otras por parte
de las entidades financieras para el público en general. Comisiones de
estudio, comisiones de cancelación anticipada, tipos de interés variable
y no solamente esto, sino incluso comisiones devengadas a favor de otro
tipo de entidades, pero enmarcadas dentro del mismo grupo correspondiente
a esta entidad financiera.

También surge últimamente el problema relativo a las ofertas fiscales
realizadas por las entidades financieras en relación con los productos
que ofertan al público. Ofertas fiscales y ofertas tributarias de un
tratamiento tributario específico de las que, sin embargo, esta entidad
financiera en concreto, la que sea, luego no responde realmente, porque
lógicamente está la Hacienda pública por medio, que en su día exigirá
responsabilidades en el supuesto de que no se hayan cumplido las
obligaciones tributarias de acuerdo con lo que entiende que debe ser
frente a estas terceras personas que han contratado con las entidades
financieras. Por esto sería bueno establecer, y esto independientemente
de que lo propongamos a través de los oportunos trámites parlamentarios
en relación a la posibilidad de realizar informaciones vinculantes o no
vinculantes limitadas en tiempo en relación con la Hacienda pública, el
tratamiento fiscal de ciertas declaraciones, sería bueno establecer la
garantía o la responsabilidad de la entidad financiera que ofrece
determinado tratamiento tributario como contrapartida a la remuneración
de sus propias operaciones frente a los terceros que contratan. Es bueno,
a medida que surgen nuevos productos financieros, nuevos modos de obtener
contraprestaciones o de retribuir las operaciones pasivas del público,
que se homogeneice, a través de mecanismos exigidos obligatoriamente por
el Banco de España a las entidades financieras, a los efectos de que el
mercado sea realmente transparente y, en definitiva, que las entidades
financieras puedan tener la suficiente competitividad entre ellas para
que el mercado pueda producir la bajada de los tipos de interés, en la
medida en que el mercado soporte reducción del tipo de interés y se
traduzca inmediatamente en las ofertas que se realizan al público y,
lógicamente, al mercado en beneficio del consumidor.




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Junto a esto existe una problemática que también está enlazada, por una
parte, con la opacidad actual del mercado financiero y, por otra, ligado
a los que podíamos llamar préstamos y salarios en lo relativo a los
intereses por descubiertos en cuenta, tanto en cuentas corrientes como en
operaciones de préstamo o crédito. ¿Por qué sucede así? Pudiera ser
porque se trata de tipos de interés que no se devengan de manera
inmediata cuando se formaliza la operación, sino en un supuesto
posterior, en el supuesto lógicamente de que no exista cobertura
suficiente para atender al pago que se reclama de la entidad financiera
correspondiente. Esto supone, y es así en el mercado, intereses muy
superiores a los normales del mercado y, además, es de suponer que se ha
acudido a estas operaciones de descubierto realmente por la situación
angustiosa de quien utiliza esta operación de descubierto o bien por la
desigualdad de situaciones del mercado que se produce en el momento en
que se realiza. ¿Por qué es así? Porque cuando se produce este pago que
no se puede atender por los medios normales es porque no se ha podido
acudir a las situaciones normales de mercado para atenderlo, a través de
la vía de un préstamo, a través de la vía de un crédito, o bien por la
escasa cuantía que supone este pago en descubierto, por lo cual no se
acude a esta vía general para obtenerlo normalmente a tipos normales de
mercado. Esto, señor Gobernador del Banco de España, a nuestro juicio es
de muy importante regulación a los efectos de que no se produzcan las
sorpresas actuales de muchas personas cuando se les da las liquidaciones
de sus operaciones financieras como consecuencia de la obtención bien
directa en el extracto contable que se le remite del TAE aplicado, de la
tasa anual equivalente aplicada, bien como consecuencia de la simple
división del interés aplicado en relación a la cantidad en descubierto.

Asimismo, señor Gobernador, nos parece sumamente importante la regulación
de las informaciones financieras ofrecidas como consecuencia de las
operaciones financieras realizadas a través de las tarjetas de crédito,
operaciones financieras que en la medida en que depende del número de
operaciones realizadas, la contraprestación obtenida de la utilización de
este producto financiero determina tipos de interés reales, entendiendo
por interés toda contraprestación devengada a favor de la entidad
financiera. Por esto, señor Gobernador, es muy importante también en esta
materia mejorar el concepto de regulación de la tasa anual equivalente a
los efectos de que el mercado sea suficientemente transparente,
suficientemente uniforme en lo que se refiere al ofrecimiento de las
condiciones financieras. Y no solamente en cuanto a ofrecimiento de
condiciones financieras al público, es decir, que la tasa anual
equivalente, en la proposición que realizamos de su nueva regulación, no
se limite a tener un carácter meramente informativo, tanto en operación
activa cuando en operación pasiva, sino un carácter vinculante respecto a
la entidad financiera que ofrece esta tasa anual; inclusive regular
publicitariamente que estas tasas anuales equivalentes tengan --y se
puede hablar de ello-- el mismo tamaño publicitario que el tipo de
interés ofrecido, que es la manera real de que el mercado vaya tomando
cuerpo, que vaya conociendo que lo que importa realmente es la tasa anual
equivalente, que es lo que se paga, lo que verdaderamente satisface y no
el interés ofrecido al mercado, porque depende de las comisiones, depende
del momento.

Por ello, señor Gobernador, y en la medida en que también existe, en
aplicación de la Ley de Protección de los Consumidores y Usuarios, el
Real Decreto 515/1979, de 21 de abril, regulador de las ofertas de venta
y alquiler de viviendas al público, sería bueno que también existiera un
real decreto en este sentido en aplicación de la Ley de Consumidores y
Usuarios y no solamente las circulares que emite el Banco de España.

Con esto, señor Gobernador, señor Presidente --y aquí concluyo--, podemos
rematar nuestra petición de comparecencia en los siguientes extremos:
¿Qué se está haciendo en relación al futuro de la tasa anual equivalente?
¿Existen perspectivas de su modificación para acoplarla a las nuevas
situaciones? ¿Existe por parte del Banco de España algún tipo de
actuación en relación con los intereses de descubierto? ¿Existe en el
Banco de España algún tipo de estudio para normativizar, vía Real
Decreto, en aplicación de la Ley de Protección de Consumidores y
Usuarios, la oferta, por parte de las entidades financieras, de sus
productos financieros? Nos gustaría saber si existe, y en el supuesto de
que no existiera, señor Gobernador, le invitamos a que al menos estudie
las sugerencias que le brindamos en cuanto que me parece que son medidas
muy importantes para llevar a efecto una transparencia real de los
mercados financieros y, como consecuencia de lo cual, no una reducción,
sino un acoplamiento de los tipos satisfechos por el público u ofrecidos
al público a los realmente vigentes en los mercados monetarios.




El señor PRESIDENTE: Para contestar, tiene la palabra el señor
Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Realmente la
precisión y detalle de sus preguntas las convierten más en propuestas de
trabajo para nosotros que en contraste de lo que estamos haciendo. Sabe
usted que hemos hecho un esfuerzo, creo que bastante importante, en lo
que se refiere a la transparencia. Nuestros inspectores cada día dedican
más atención a comprobar que los bancos y las entidades en general
cumplen las normas de transparencia establecidas. Hay temas, como el de
los descubiertos en cuenta, que se han intentado abordar varias veces en
el pasado y al final no se ha logrado, pero fíjese usted que este sería
un tema en el cual haría falta no una circular del Banco de España, sino
una norma superior, porque esta es una comisión, que coincido con usted
en que es extraordinariamente desagradable por su carácter sorpresivo
para las personas que reciben el cargo correspondiente, pero la verdad es
que los bancos han presentado una oposición tremenda a que ese tema se
tocase y, a pesar de que se ha considerado varias veces, al final no ha
habido disposición correspondiente. Me parece bien que se estudie este
tema, los tipos que cargan son muy elevados y nos dicen que el elemento
de sorpresa no es sólo para el público, sino también para el banco, que
no contaba con ese descubierto y, por consiguiente, esto les



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plantea unos problemas tremendos, y además los costes de comunicación,
etcétera, son carísimos, y siempre han presentado un conjunto de razones
por las cuales este tema no se ha abordado. De modo que no sólo le
escucho a usted con gran atención, sino que le pediría que me enviase una
serie de propuestas para que las estudiáramos, porque me parece que es lo
más útil que puedo hacer al responderle a usted.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún Grupo Parlamentario, además del Grupo
proponente de la petición, desea fijar su posición?
Tiene la palabra el señor Fernández de Troconiz.




El señor FERNANDEZ DE TROCONIZ MARCOS: Señor Gobernador, muchas gracias
por recoger el puente que le tendemos en este sentido, y no le quepa duda
de que en el breve plazo que nos permiten las vacaciones parlamentarias,
que espero que tengamos en el mes de enero, le remitiré las propuestas
que le acabo de sugerir.




El señor PRESIDENTE: Señor Fernández de Troconiz, queda emplazado para
hacer sus deberes con celeridad y con eficacia.

Concluido el orden del día, se levanta la sesión.




Eran las siete y cincuenta minutos de la tarde.