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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 306, de 10/10/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 306
SOBRE COOPERACION Y AYUDA AL DESARROLLO
PRESIDENTE: DON LUIS YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA
Sesión núm. 2
celebrada el lunes, 10 de octubre de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencias:
--Del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana Madariaga), para
exponer las previsiones contempladas en el Plan Anual de Cooperación
Internacional (PACI) para 1995. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 213/000405) (Página 9030)
--Del señor Secretario de Estado de Cooperación Internacional y para
Iberoamérica (Dicenta Ballester), para informar de los resultados del
Plan Anual de Cooperación Internacional (PACI) de 1993. A solicitud del
Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente 212/000690) (Página 9048)
Proposición no de ley relativa al incremento de la partida prevista en
los Presupuestos Generales del Estado para su asignación a programas de
Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Presentada por el Grupo Parlamentario
Federal IU-IC. (BOCG, serie D, número 130, de 12 de septiembre de 1994.

Número de expediente 161/000269) (Página 9055)



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Se abre la sesión a las cuatro de la tarde.




COMPARECENCIAS:



--EL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA MADARIAGA), PARA
EXPONER LAS PREVISIONES CONTEMPLADAS EN EL PLAN ANUAL DE COOPERACION
INTERNACIONAL (PACI) PARA 1995. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000405.)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores para que exponga
las previsiones contempladas en el Plan Anual de Cooperación
Internacional (PACI) para 1995. El autor de la petición de comparecencia
es el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.

Como es habitual, damos la palabra al Ministro y luego la tendrá el Grupo
proponente o peticionario, para que más tarde intervengan los demás que
lo deseen.

El señor Ministro tiene la palabra, no sin antes agradecerle su presencia
por primera vez en esta Comisión, que también se reúne formalmente por
primera vez, aparte de reuniones internas, y lógicamente tenía que ser
con la presencia del Ministro de Asuntos Exteriores, que lo es también de
la Cooperación Internacional.

Bienvenido sea, señor Ministro, doblemente.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Quisiera
hacer una intervención, por lo menos en este primer turno, relativamente
breve para sentar las bases de lo que puede ser el Plan de cooperación
para 1995. Bien es verdad que tengo que decir, al inicio de mi
comparecencia, que estamos pendientes del trámite presupuestario y que,
por tanto, los extremos cuantitativos quedarán pendientes del debate que
se produzca en el Parlamento con motivo de las enmiendas que puedan SS.

SS. presentarnos como representantes de los grupos parlamentarios.

Me gustaría que hoy iniciáramos un debate sobre un tema de gran
importancia, en el que afortunadamente la sociedad española está teniendo
una gran sensibilidad, y aportar la mejor voluntad para que las
cuestiones relativas a la ayuda al desarrollo no sólo ocupen, sino que
preocupen al Gobierno, a las distintas administraciones, a las
organizaciones no gubernamentales y en general a toda la sociedad.

Como saben SS. SS., el Ministerio de Asuntos Exteriores da una relevancia
máxima a esta Comisión de cooperación que hoy inicia su andadura. Por
tanto, para mí es un motivo de gran satisfacción poder estar aquí esta
tarde e inaugurar formalmente, con mi presencia, la marcha de sus
debates. A sus miembros, incluida la Presidencia, les deseo todo lo
mejor.

Me han convocado SS. SS. para que les informara sobre el Plan de
cooperación y las previsiones para el año 1995. En primer lugar debo
referirme a su estado de concepción. En este momento, como ya les he
dicho, se está procediendo a un debate, aquí en esta Cámara, y también se
está realizando desde la Administración, con relación a la introducción
de todos los datos que aportan los distintos ministerios y organismos
implicados en la cooperación internacional.

Posteriormente, el plan deberá ser aprobado procesalmente, como saben SS.

SS., por la Comisión Interministerial de Cooperación Internacional, para
que se eleve al Consejo de Ministros para su posterior aprobación.

Por todo ello, y porque no está ultimado ese proceso de negociación
presupuestaria, no estoy en condiciones de dar los datos definitivos
desde la perspectiva estrictamente cuantitativa.

Como SS. SS. saben, el Plan anual de cooperación resume una tarea
ciertamente compleja de la Administración. Recoge todas las actividades
en materia de cooperación internacional que tienen las distintas
administraciones y las distintas entidades del Estado. Estas actividades
comprenden tanto las que se realizan conjuntamente con países
industrializados y organizaciones internacionales como las que se llevan
a cabo con los países menos desarrollados y que recogen la contribución
española al progreso de esos países en vías de desarrollo.

También la cooperación proviene --fundamentalmente la que estamos
considerando-- del sector público en forma de donaciones y en forma de
préstamos. Los préstamos tienen un elemento de liberalidad de al menos el
25 por ciento, y su objetivo esencial es mejorar el desarrollo económico
y el nivel de vida de esos países en desarrollo. Todo eso es lo que
configura la ayuda oficial al desarrollo.

La metodología de elaboración del Plan la conocen bien todas sus
señorías. Primero se solicita a los ministerios que rellenen las fichas
correspondientes sobre los proyectos y programas de cooperación que
piensan ejecutar o que han ejecutado. Estos ministerios, o los
organismos, los devuelven a la Oficina de Planificación y Evaluación, ya
debidamente cumplimentados, quien procesa, en una base de datos, todas
estas cuestiones de cooperación bilateral y también la cooperación
multilateral. La información resultante se discute en la comisión
interministerial para que, en el caso del plan, se pueda presentar al
Consejo de Ministros para su aprobación final.

La ficha, como saben sus señorías, contiene una serie de datos, algunos
muy pormenorizados --y una parte de sus señorías han tenido ocasión de
verlos-- que a veces no se reflejan finalmente en el plan, pero que
permiten posteriormente elaborar gran parte de las estadísticas que
España se comprometió a entregar al Secretario de la Comisión del CAD de
la OCDE tras su ingreso en diciembre de 1991 en este organismo.

Me he referido muy brevemente al proceso de confección para resaltar de
nuevo una cierta complejidad que tiene el mismo que explica que en este
momento no podamos disponer, hasta el final del año 1994, del cuadro de
previsiones para el año 1995. Pero me gustaría subrayar



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que ello debe interpretarse no como un problema, sino como el reflejo de
un gran esfuerzo que en los últimos años se está realizando y que casi es
pionero en la comunidad de donantes.

Prácticamente ningún país de nuestro entorno, ningún país europeo elabora
un plan tan detallado y tan cuantificado de su cooperación internacional
con un año de perspectiva; es decir, a un año vista. Ello lógicamente no
por falta de interés, sino por las dificultades que entraña esta tarea,
especialmente las relativas a coordinar la planificación de tantos
organismos, no solamente de la Administración central, sino de los
organismos que contribuyen a ello. Les diré que solamente Francia es un
país que tiene una metodología similar a la nuestra para confeccionar su
correspondiente plan.

Dicho esto quiero renovar mi confianza en que el proceso técnico esté
finalizado en las próximas semanas, a expensas, nada más, de lo que el
propio Parlamento decida sobre las cantidades presupuestarias que se
distribuirán para el año 1995.

Sí puedo en este momento, en cambio, explicarles las transformaciones que
se han producido en la elaboración del plan de este año y las líneas de
cooperación que orientarán el plan de cooperación internacional para el
año 1995.

Sobre el procedimiento del PACI querría resaltar que desde noviembre
pasado se ha ido introduciendo un cambio en la metodología de elaboración
del mismo que permite, a nuestro juicio, una planificación mejor y
refuerza lo que había sido solicitud de algunos grupos parlamentarios,
como es el papel de la Comisión interministerial. Esta metodología, como
sugiere el informe del Congreso de los Diputados sobre cooperación,
aprobado --creo recordar-- en diciembre de 1992 por unanimidad de los
grupos de la Cámara, transforma el plan, el viejo PACI, en un auténtico
plan de cooperación, y no meramente en un simple instrumento de carácter
estadístico.

La consecuencia principal de esta reforma ha sido el reforzamiento del
papel de la Comisión interministerial de Cooperación Internacional. En
ese sentido, como quizás recuerden algunas de SS. SS., a final de 1993 se
aprobó un nuevo procedimiento de planificación y coordinación
interdepartamental por el cual, a principios de año, la Comisión
interministerial aprobará las líneas estratégicas de cooperación al
desarrollo del año siguiente, líneas a las que se deben someter los
órganos de la Administración que participen en esta política. Este
procedimiento ya ha entrado en funcionamiento en febrero de 1994.

Para coadyuvar al cumplimiento de esta labor el Decreto 451/1986, de 21
de febrero, crea, como saben SS. SS., la Comisión Interministerial para
la Cooperación Internacional. Esta Comisión ha aprobado las líneas de
cooperación para 1995 que se condensan en dos ejes fundamentales que les
paso a relatar. El primero, la concentración en el desarrollo humano y,
el segundo, la concentración y especialización geográfica y sectorial.

Estos son los dos grandes ejes y en estas líneas de actuación
trabajaremos para construir la acción de cooperación que debe integrar
los siguientes cinco elementos que les enuncio.

El primero, la cooperación integral; coordinación por tanto, de flujos
públicos y privados para trascender el ámbito de la mera ayuda e impulsar
la multiplicación de contactos directos entre personas, empresas e
instituciones a todos los niveles.

El segundo, la distinción del tipo de cooperación en función del nivel de
desarrollo de los países receptores. Destaca, por tanto, la introducción
del principio de cooperación paritaria que ya hemos iniciado con un país,
como es Méjico, y que está ya tocando el techo para poder ser receptor de
ayuda al desarrollo con los que tienen un nivel más intermedio de dicho
desarrollo.

Tercero, coordinación con otros donantes y con organismos multilaterales,
especialmente de la Unión Europea. Todo lo que podamos hacer para dar un
mayor valor añadido a esta cooperación, coordinándolo con otras
instancias nacionales o internacionales --en este caso europeas--, lo
haremos.

Cuarto, la atención especial a la consecución de un desarrollo sostenido
que tenga en cuenta también el desarrollo medioambiental y los temas de
población y de desarrollo social, y, quinto y último eje, la integración
de los programas de condonación de la deuda en la cooperación y el
desarrollo. Insisto en que este quinto punto es novedoso porque antes no
estaba incorporado a lo que era el Plan.

En este orden de cosas constituye una prioridad para el Gobierno la
actuación en dos grandes campos, desde el punto de vista geográfico: en
primer lugar, el campo de América latina y, en una línea también muy
especial, nuestra ayuda al desarrollo del Magreb.

En el caso de América latina es de destacar que nuestra contribución
puede y debe no ser solamente asistencial, sino también de orden
estructural en el proceso de desarrollo sostenido de estos países. Los
temas que se nos plantean son varios, y les pongo a continuación varios
ejemplos: cómo contribuir a la modernización de las instituciones del
Estado en estos países; cómo transmitir nuestra experiencia en la
redefinición del papel de la sociedad civil en los programas sociales,
por ejemplo, educación y sanidad; cómo renovar los contenidos educativos
para anclarlos en las necesidades productivas del país; cómo potenciar la
modernización del sistema financiero para crear nuevos instrumentos de
crédito y ahorro, y para facilitar la entrada en el sector formal y en el
sistema financiero de todos los colectivos sociales. Por la vía de
ejemplo les anuncio alguna de las cuestiones que tendremos en cuenta en
relación con el ámbito geográfico de América latina.

Los países de América latina, que están saliendo de experiencias
económicas a veces muy duras, a veces muy traumáticas, que han conseguido
preservar las instituciones democráticas en esta década --ciertamente una
década turbulenta y de sacrificio, como ha sido para ellos la década de
los años 80-- vuelven la vista a un país como el nuestro --hacia España--
cuya experiencia de renovación y modernización en Europa es doblemente
valiosa para ellos, con el fin de entrar en lo que pudiéramos llamar una
nueva empresa común: compartir el análisis de reorientación de políticas
y contar con nuestra ayuda en ese esfuerzo, que a veces es titánico, de
capacitación de sus



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recursos humanos y de modernización de su propio aparato productivo.

En esta línea de actuación entro a comentar de lleno lo que entendemos
por cooperación en sentido amplio; diría más, ésta es la auténtica
contribución al desarrollo entendida como el instrumento de dinamización
del progreso, y del progreso que integre al máximo, en armonía y
dignificación, a la persona humana. Quizá el potencial que tenemos en
España para hacer cooperación al desarrollo de alto nivel cualitativo en
América latina explica que el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE,
el CAD, haya valorado positivamente nuestros programas de cooperación en
el primer informe de examen de nuestro sistema operado en abril de 1994.

Nuestro reto es dotarnos de los recursos suficientes para estar a la
altura, no de la responsabilidad histórica, sino del momento histórico
que vivimos en el proceso de cambio, de transformación en esa región.

América latina está en este final de siglo operando quizá los cambios de
mentalidad y de estructura más profundos y más radicales de su historia
reciente. En esta encrucijada se plantea la demanda de contribución de
España, demanda que proviene de cada uno de estos países --lo que damos
en llamar cooperación bilateral-- y demanda que proviene de su conjunto,
y a este respecto quiero llamar la atención de SS. SS. sobre lo que
significa la dimensión de cooperación de las cumbres iberoamericanas,
auténtico instrumento para el reencuentro de nuestras sociedades en la
construcción de un espacio iberoamericano.

Por tanto, hay que recoger todas las orientaciones a las que acabo de
hacer referencia en el Plan y hacer un esfuerzo presupuestario en el que
el Parlamento contribuye muy significativamente --que la realizará en los
próximos días-- y poder contar con los recursos económicos suficientes
para llevar lo más lejos posible nuestro compromiso de contribuir al
desarrollo de América latina en su conjunto y de cada uno de los países
que integran la región.

Por otra parte, señorías, debemos también tener la mirada puesta en el
Magreg, impulsando los procesos de modernización y desarrollo que parecen
asentarse en países tan próximos y tan importantes para nosotros desde
tantos puntos de vista como Marruecos y Túnez. Tenemos que hacer un
esfuerzo para que el planteamiento de convivencia, de esfuerzo y
modernización que impera en esos países tenga el éxito que se merece y el
que todos deseamos.

Por último, no podemos olvidar nuestra responsabilidad de asistencia en
los graves dramas humanos que, por desgracia, siguen imperantes en zonas
enormes de nuestro planeta. Evidentemente, las necesidades superan
ampliamente nuestros propios recursos y medios en este terreno, pero ello
no debe frenar que podamos concretar nuestra expresión de solidaridad y
compromiso con las colectividades mundiales menos favorecidas. Por
consiguiente, los distintos programas y proyectos que contendrá el Plan
de 1995 deberán adecuarse a las líneas que acabo de exponer.

Aunque no puedo adelantar todavía las cifras generales de cooperación
para 1995, quiero manifestarles claramente la firme intención del
Gobierno de cumplir, con la mayor celeridad posible dentro de las
limitaciones que nos marca la actual coyuntura económica, con el
compromiso de alcanzar para el año 2000 el objetivo de dedicar a la ayuda
al desarrollo el 0,7 por ciento del producto nacional bruto de nuestro
país y reforzar, de esa manera, el cumplimiento del mandato recibido en
el Decreto 1.485, que confiere al Ministerio de Asuntos Exteriores, a
través de la Secretaría de Estado, la coordinación de las actividades que
en materia de cooperación internacional tengan atribuidos otros órganos
de la Administración. Este último constituye, sin duda, el reto
fundamental para lograr una máxima unidad de acción, tanto en la
formación de las políticas y la toma de decisiones de España, como en la
ejecución sobre el terreno en los países receptores.

Les puedo decir, para terminar, que en los Presupuestos que se han
remitido a la Cámara, en el apartado correspondiente a cooperación al
desarrollo, habrá una partida presupuestaria con un crédito ampliable que
debe alcanzar la cantidad del 0,35 por ciento de nuestro producto
interior bruto que, como SS. SS. recordarán, es el acuerdo al que todos
los grupos parlamentarios llegaron por unanimidad mediante una
proposición no de ley. Ese es el compromiso que el Gobierno asume como
suyo y, por tanto, el que estaba planteado en los Presupuestos Generales
del Estado. Pero, en cualquier caso, el debate presupuestario no ha hecho
nada más que iniciarse y estaremos a la espera de lo que SS. SS. decidan
en el mismo.

Por tanto, quizás hoy, más que darles unos detalles específicos y a la
espera de que pueda comparecer en otra ocasión para analizar ya
concretamente el plan de acción de 1995, sería de utilidad, si SS. SS. lo
entienden así, que iniciáramos un debate sobre el estado de la cuestión,
no solamente desde la perspectiva española y bilateral, sino también
desde la perspectiva multilateral.

Creo que estamos ante un asunto que, afortunadamente, supone una gran
sensibilidad de la sociedad española, y pienso que nos debemos felicitar
todos por ello. Sí les puedo decir que el Gobierno, en este año 1995 por
lo menos, intentará estar a la altura de las circunstancias y a la altura
de lo que la sociedad en este momento nos demanda.

Gracias, señor Presidente, gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Por parte del Grupo Popular, solicitante de la comparecencia, tiene la
palabra el señor Hernando.




El señor HERNANDO FRAILE: Bienvenido, señor Ministro, a esta primera
reunión de la Comisión de cooperación internacional y ayuda al desarrollo
que, como usted muy bien sabe, se ha creado recientemente en el
Parlamento.

En primer lugar, quiero decirle que lamentamos que no esté usted en
condiciones de darnos más cifras y avanzarnos cuestiones más concretas
sobre lo que va a ser el PACI del año 1995. Además, lamentamos que usted
argumente el hecho de que se establezca una línea de crédito ampliable en
los Presupuestos, depositando lo que debía de haber sido una obligación
del Gobierno en la responsabilidad o en la línea de juego del Parlamento.




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Usted muy bien sabe, porque además lo ha votado el 26 de noviembre de
1992 y otra vez lo ha vuelto a votar el 15 de febrero de 1994, que este
año, en los Presupuestos, debía contemplarse el 0,35 por ciento del
producto interior bruto para programas de ayuda al desarrollo y para
programas de cooperación internacional, pero fundamentalmente dedicados a
ayuda al desarrollo.

Además, usted ha hecho una referencia al Real Decreto de 21 de febrero de
1986, pero se le ha olvidado leerse uno de los artículos. Porque el
artículo 4 dice que la Comisión interministerial de cooperación
internacional someterá a la aprobación del Gobierno, a través del
Ministerio de Asuntos Exteriores, dentro del primer semestre de cada año
natural y previamente a la presentación en Consejo de Ministros del
anteproyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado, propuesta del
PACI del ejercicio siguiente, así como de los recursos presupuestarios
necesarios para su buen fin. Es decir, usted, señor Ministro, debía de
haber presentado en el primer semestre este PACI del año 1995, y por
ello, nuestro Grupo ha decidido que era oportuno que usted viniera hoy
aquí para avanzarnos sus líneas generales. Es más, he tenido la
posibilidad de realizar un estudio de los Presupuestos, y salvo una
dotación en el Ministerio de Asuntos Exteriores de más de 7.000 millones
para programas y proyectos, así como el incremento de aportaciones de
cuotas, ya sea a la Unión Europea, ya sea a organismos internacionales
financieros u organismos internacionales no financieros, no existe más
incremento, lo que va a hacer que esa línea se establezca en el 0,29 por
ciento para el año próximo y no en el 0,35, que es lo que le pidió y lo
que aprobó el Parlamento, quiero recordarle que también con su voto.

Usted ha procedido a realizar una serie de afirmaciones sobre cuáles van
a ser los objetivos presupuestarios o los objetivos de funcionamiento del
año próximo, así como algunos cambios que se van a producir. Por
supuesto, con algunos de ellos estamos conformes, pero usted ha hecho
referencia al acuerdo de 26 de noviembre del Parlamento y, sin embargo,
se ha dejado en el tintero una de las principales peticiones que se
hicieron en ese documento, como era la solicitud de una ley de
cooperación; ley de cooperación que, además, ha vuelto a ser puesto en
evidencia su ausencia por el reciente informe del Comité de Asistencia al
Desarrollo, del que ha tenido usted noticia recientemente. Nosotros
creemos que éste debe ser un instrumento básico y nos ha extrañado que no
haya hecho referencia al mismo, porque cuando estuvo el Secretario de
Estado de Cooperación Internacional en la Comisión de Asuntos Exteriores,
el pasado 3 de mayo, sí dijo que esta ley estaba bastante avanzada y que
estaría en condiciones de presentarla al Parlamento en fechas próximas.

No sabemos si es por omisión, olvido o dejadez por lo que no está en sus
planes el presentarla antes de que acabe el año y parece ser que tampoco
para el año 1995. Confiemos en que esto haya sido un olvido y no una
realidad.

Además, no ha hecho usted referencia a algo que me parecería importante
para tomar medidas de cara al ejercicio próximo, como es el informe del
Comité de Asistencia al Desarrollo. Era la primera vez que se realizaba
una evaluación sobre nuestra cooperación y me parece que una mención y
una remisión a alguna de las cosas que allí se dicen hubiera sido, sin
duda alguna, acertada, más que nada porque, si bien en algunos aspectos
es positivo ese informe, tiene también elementos negativos que a nosotros
nos parecen de fácil superación, ya que han sido puestos de manifiesto en
esta Cámara en reiteradas ocasiones.

El informe del CAD hace referencia, fundamentalmente, al incumplimiento
de los requisitos del Fondo de Ayuda al Desarrollo y, a nuestro entender,
hace un juicio severo y crítico de la gestión de estos créditos con cargo
al Fondo de Ayuda al Desarrollo. En lo que respecta a la concesionalidad,
dice que se dan condiciones más duras para los países más pobres, con lo
cual estará usted conmigo en que no parece demasiado coherente.

Dice también que no hay evaluaciones sobre los impactos, lo cual es algo
ciertamente grave, no sólo porque no existan, sino porque la ley mediante
la cual se creó la Comisión de Cooperación sobre el Fondo de Ayuda al
Desarrollo establecía la obligación de evaluar el impacto y el
establecimiento del control de estos créditos. También dice que hay
incoherencia entre estos créditos con el resto de la ayuda, lo cual nos
parece bastante importante, máxime cuando el FAD constituye, en estos
momentos, el 48 por ciento del total de nuestra ayuda al desarrollo y
cuando, dentro de la ayuda bilateral, este año 1994 estaba previsto que
fuera el 77 por ciento del total.

Además, habla de falta de coordinación entre las administraciones,
mencionando también las contradicciones entre los objetivos y criterios
que se utilizan por parte de los organismos responsables de nuestra
cooperación, y denuncia el aparato burocrático excesivo e ineficiente
para los objetivos que se le marcan.

Habla, en otra serie de apartados, del papel limitado de la Secretaría de
Estado de Cooperación Internacional, que aunque usted ha dicho que es
voluntad del Gobierno que gestione y coordine toda nuestra cooperación,
tan sólo tiene bajo su responsabilidad, hasta ahora, el 13 por ciento del
total de nuestra ayuda. En ese sentido, además, nos gustaría, y así lo
hemos venido reivindicando, que de una vez por todas se establezca esa
unidad de actuación tan demandada por el Parlamento y tan evidenciada por
los organismos internacionales, y que dejen de existir dos comisiones
interministeriales dedicadas a lo mismo. Esa era la recomendación del
Parlamento y ése debe ser uno de los objetivos.

El otro día le hacía referencia a la guerra que existe entre Comercio y
Asuntos Exteriores para ver quién controla la gestión de los FAD, en una
especie de ver quién se reparte el botín. Y no se trata de eso; se trata
de que hay que modificar la gestión del Fondo de Ayuda al Desarrollo y
que nuestra cooperación esté coordinada por una sola comisión
interministerial, ya que ése es el deseo del Parlamento y nos consta que
es también el deseo de parte del Gobierno; por tanto, le pedimos que haga
lo posible por adoptar estos acuerdos y por hacer caso de lo que se
aprueba en esta Cámara.

Ha hecho usted referencia a una serie de criterios y a mí me gustaría
hacer mención a otro que a nosotros nos



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parece importante: el problema de la democratización y el respeto de los
derechos humanos que, como usted sabe, se ha sustanciado en diversas
ocasiones también en el Parlamento. En ese sentido, en su día se decía
que constituían requisitos mínimos para nuestra ayuda el respeto a las
libertades fundamentales de expresión, de movimiento y de asociación, la
igualdad de los ciudadanos ante la ley, la libertad de prensa y el
pluralismo de expresión política y la separación de poderes, así como una
forma de elección de los gobernantes que sitúe a éstos ante la obligación
de responder frente a los ciudadanos y permita la alternancia en el
poder.

Es indudable que lo que se pretende no es que esto esté presente en cada
momento en que realiza esta cooperación o ayuda a estos países, pero sí
que se avance y que se abra ese proceso de democratización y de respeto
de los derechos humanos. A nosotros nos parece que en países como China o
Cuba esto no se está produciendo, señor Ministro, y a pesar de ello hemos
visto cómo durante este año 1994, y no sabemos si en el año 1995, dichos
países han sido objeto de parte importante de nuestra ayuda.

Decía, además, el acuerdo que solamente se realizaría cooperación o ayuda
al desarrollo con estos países en los casos de ayuda de emergencia o de
ayuda humanitaria, que no es el caso, porque aquí hemos visto que se les
han dado créditos con cargo al Fondo de Ayuda al desarrollo.

Por lo que se refiere al resto de la cooperación bilateral, si bien
coincidimos con los principios, nosotros entendemos que en lo que se
refiere a programas y proyectos es necesario que se refuerce la ayuda
alimentaria; es uno de los programas y capítulos en los que ha ido
cayendo la aportación y la ayuda año tras año por parte de nuestro país
y, sin embargo, nos parece que es un elemento útil, no sólo para cooperar
y ayudar a determinados países en situaciones extremas, sino que, además,
usted sabe que hay otros países que lo utilizan también como mecanismo de
desarrollo de su industria agroalimentaria, cosa que nos parece un
objetivo ciertamente apreciable. Entendemos que la ayuda al desarrollo
debe ser un camino de ambas direcciones y que debe repercutir en las
poblaciones y en la situación económica de los países que prestan la
ayuda.

Respecto a la ayuda de emergencia y humanitaria, las dotaciones que se
han venido realizando hasta ahora han sido escasas y quisiéramos saber si
tienen previsto incrementarlo, y lo digo por lo que ha ocurrido este año.

Nos parece que no es muy de recibo que usted diga en el mes de junio que
tiene que estar buscando en el cajón cantidades presupuestarias adecuadas
para hacer frente a situaciones de extrema necesidad como las que se
produjeron en Ruanda. Estoy hablando del mes de junio y me parece,
insisto, señor Ministro, que no era muy de recibo.

En cuanto a la ayuda al equipamiento, usted sabe que éste es un nuevo
instrumento de cooperación y que, sin duda, debe tener una importante
evolución, porque involucra a los gobiernos y a las empresas perceptoras
de los países que reciben nuestra ayuda.

En lo que se refiere a la cooperación técnica, científica y cultural y a
los programas de la AECI, yo diría que hay una escasez de recursos,
puesta en evidencia incluso por el informe del CAD, que dice que nuestro
aparato burocrático tiene capacidad de prestar servicios muy por encima
de los recursos que se le asignan.

Sobre las ONG, nosotros creemos que se debe ir a una profesionalización y
especialización de las mismas, eliminando los topes que hasta ahora
existen de duración de tres años; redactar de una vez por todas el
estatuto del cooperante, dentro de la ley de cooperación internacional;
acabar con el sectarismo en el reparto de las subvenciones; evaluar los
programas y reforzar los mecanismos de búsqueda de financiación privada.

Usted sabe, señor Ministro, que mientras que, en la mayoría de los países
del CAD, la financiación privada para programas de ayuda al desarrollo
está en torno al 25 o al 30 por ciento, en España está muy por debajo; se
sitúa en alrededor del 6 por ciento.

En lo que se refiere a la cooperación y a la financiación multilaterales,
entendemos que los retornos siguen siendo ciertamente bajos, por lo que
hay que hacer un esfuerzo para implicar a organizaciones no
gubernamentales y a empresas españolas en el desarrollo de esos
objetivos.

A nosotros, señor Ministro, nos parece que la cooperación internacional
no debe ser sólo un problema de recursos. Ya hemos dicho cuáles son los
objetivos del Parlamento, cuáles deben ser o debían haber sido los
objetivos del Gobierno y entendemos que nuestra cooperación internacional
y ayuda al desarrollo no debe basarse única y exclusivamente en las
aportaciones públicas que se realizan para estos programas. Nosotros
creemos que hay que dar un serio y un fuerte impulso a las iniciativas
privadas; es necesario que, de una vez por todas, eliminemos ese aspecto
de la responsabilidad colectiva tan perjudicial para nuestro país,
creyendo que todo tiene que ser responsabilidad del Estado y que todo lo
tiene que resolver el Estado. Por consiguiente, creemos que la Ley de
Mecenazgo debe ser puesta en marcha de forma inmediata y que, incluso, en
la ley de presupuestos generales del Estado para 1995 debería haberse
recogido cuál va a ser la repercusión de esas desgravaciones fiscales, en
cuanto a la disminución de los ingresos. Eso nos habría dado también una
posibilidad de tener, dentro de nuestra cooperación, una idea más real de
la capacidad de dotar de fondos por parte de toda la sociedad, de la
civil y de la pública.

Sobre la ley de cooperación internacional no voy a insistir, pero sí
quiero decir que nosotros entendemos que la prioridad de nuestra ayuda
debe ser el alivio de la pobreza y atender las necesidades humanas
básicas, promoviendo un desarrollo sostenible, no sostenido, respetuoso
con el medio ambiente. El principio de injerencia humanitaria me parece
que es un principio nuevo que debería unirse a esos otros de que usted
nos ha hablado, como es el de la integración de los programas de
condonación de la deuda. Existen otros campos en los que debería hacerse
un mayor esfuerzo. En ese sentido --y coincidimos con usted--, la reforma
de los sectores públicos hipertrofiados debe ser uno de los objetivos, la
reducción del armamentismo o también la mejora de las condiciones de vida
de las poblaciones locales, en especial la de la mujer, integrándolas en
actividades de desarrollo productivo. Son ámbitos a los



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que, junto a los tradicionales, como los de la sanidad y la educación,
deben ir encaminados los esfuerzos de nuestra cooperación.

Asimismo entendemos que la simplificación de nuestro aparato
administrativo central es un objetivo prioritario. Existía el compromiso
de la Secretaría de Cooperación Internacional de unificar algunos de los
institutos y me gustaría saber si ese proyecto o esa pretensión de
reunificar dos al menos, de los tres institutos que existen hasta ahora
es un proyecto que sigue en marcha.

Se debe implicar mucho más a nuestros servicios diplomáticos en la
gestión y en la evaluación de los proyectos.

Usted sabe, señor Ministro, que uno de los problemas tradicionales de la
cooperación ha sido la posibilidad de la detección de fenómenos de
corrupción y sabe que el Comité de Asistencia al Desarrollo ha elaborado
una serie de recomendaciones en ese sentido. Fundamentalmente, una de las
causas es la falta de control y de evaluación de los programas y
proyectos, y nosotros creemos que en eso el Gobierno no ha estado
precisamente demasiado --no diré hábil-- demasiado exigente. A nuestro
juicio, no ha existido demasiado control ni evaluación de los programas y
eso, indudablemente, impide separar los programas buenos de los malos y
adoptar medidas de cara a mejorar nuestra cooperación y hacer de nuestra
ayuda al desarrollo un mecanismo mucho más eficiente.

Ha hablado usted de la concentración sectorial y geográfica, que es algo
que nosotros venimos solicitando reiteradamente. Es cierto que no es
posible dar pequeñas cantidades a muchos países, porque la eficacia se
pierde. Es necesario concentrarnos y estamos de acuerdo con usted en que
hay que concentrarse en las áreas que ha señalado, fundamentalmente.

Además, ésos son los criterios que usted mismo ha venido exponiendo en
distintas ocasiones. Sin embargo, luego vemos que, cuando ponemos negro
sobre blanco y establecemos y evaluamos las cifras, en estos últimos años
eso no viene siendo la tradición. Y hemos visto cómo han aparecido
determinados países, sobre todo del este asiático, que reciben gran parte
de nuestra cooperación. Por ejemplo, el hecho de que China sea uno de
nuestros principales perceptores de ayuda al desarrollo es algo que no se
entiende muy bien si tenemos en cuenta estos criterios.

Por último y como decía antes, otra de las prioridades debe ser facilitar
el acceso de empresas, instituciones y organizaciones españolas a los
fondos procedentes de la Administración multilateral. Entendemos que hay
que impulsar la recuperación de retornos y que eso debe ser una prioridad
de la Agencia Española de Cooperación Internacional y de la Secretaría de
Estado de Cooperación Internacional al Desarrollo.

Como usted ve, he intentado hacer una serie de referencias a los
principales defectos que hemos observado en nuestra cooperación
internacional. Es indudable que queda mucho por hacer, pero desearíamos
que lo que se hiciera se hiciera rápidamente, porque hemos visto cómo
acuerdos parlamentarios adoptados en otras ocasiones, como fue el que
adoptó el Senado en 1987, referente a la necesidad de que en 1992 se
alcanzara el 0,35, luego no han sido llevados a cabo. Y cuando usted ha
hecho la introducción sobre el PACI, lo primero que nos ha venido a la
mente ha sido precisamente ese incumplimiento, en su día, por parte del
Parlamento, en el proceso de enmiendas, y sobre todo por parte del
Gobierno a la hora de elaborar ese presupuesto.

Nosotros creemos que no debería hacerse presentado una ley de
presupuestos generales en la que se confiara a una línea de crédito
ampliable la consecución del 0,35, sino que ya debía hacer sido traído
por parte del Gobierno. Por tanto, vamos a seguir reivindicando que se
cumplan los acuerdos parlamentarios y vamos a seguir vigilando
--como es nuestra obligación-- el cumplimiento y la mejora de la ayuda al
desarrollo que presta nuestro país.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con sumo
gusto contesto a la intervención del Diputado señor Hernando, portavoz
del Grupo Parlamentario Popular. Si no me he equivocado en las notas que
he tomado durante su intervención, quizá le podía contestar con 10
puntos, con una especie de decálogo. Le contestaré con la máxima
precisión posible.

En primer lugar, sobre el 0,35 le insisto en que en los presupuestos
generales del Estado, tras el debate parlamentario, el 0,35 estará
garantizado, y lo estará porque es un compromiso de los distintos grupos
parlamentarios. Habrá ocasión de debatirlo cuando se produzca aquí el
debate parlamentario pero, en cualquier caso, el mínimo del 0,35 es una
decisión del Gobierno, y del Grupo Parlamentario que le apoya, que esté
garantizado. Por tanto, sobre esa cuestión creo que no deberíamos tener
más preocupación. La preocupación viene después; la preocupación es si
podemos ir más lejos que eso. Yo tengo la impresión de que en este
momento --y tras el debate presupuestario en la Cámara lo veremos-- será
difícil ir mucho más allá de eso. Ese es el compromiso que hemos
adquirido todos los grupos parlamentarios. El Gobierno va a dejar ese
crédito como crédito ampliable para que, incluso, pueda ir más allá de
esa cifra a la que acabo de hacer referencia, si las necesidades existen
--y desgraciadamente existen-- y los proyectos por parte de España
también existen. Eso, desde el punto de vista del esfuerzo que esta
sociedad va a realizar para la ayuda al desarrollo en el próximo
ejercicio de 1995, será un esfuerzo importante.

No sé si merece la pena recordar a SS. SS. el esfuerzo que la sociedad
española, por vía de los presupuestos y por vía, también, de esfuerzos de
la sociedad civil, ha realizado en los últimos años. No me canso de
recordarlo y S. S. lo sabe bien. En un período de tiempo muy corto, un
período que se extiende aproximadamente a diez años, España ha pasado de
tener cero ayuda al desarrollo a tener una ayuda al desarrollo que es una
fracción muy importante de su producto interior bruto. Y le puedo decir,
y vuelvo a resaltarlo, que es del producto interior bruto de España, es
decir, de la riqueza nacional. A veces se oye, se lee, se escucha que
algunas instancias o algunas otras administraciones han llegado al 0,7
por ciento de su presupuesto. Les



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puedo decir que el 0,7 del presupuesto general del Estado, de nuestro
presupuesto, lo hemos superado ya hace varios años. Por tanto, dejemos
las cosas en su sitio, es el 0,7 por ciento de la riqueza nacional, no
del presupuesto general del Estado, que ya lo hemos superado. Eso debe
quedar claro, porque, a veces, hay informaciones confusas, no digo que
malintencionadas, no puede ser nada malintencionado lo que tiene que ver
con la ayuda al desarrollo, pero sí equivocadas. El 0,7 por ciento de los
presupuestos generales del Estado ya lo hemos superado. Ahora estamos
encaminados a encontrar una tasa, una proporción de toda la riqueza
nacional, del producto nacional bruto.

Segunda cuestión, la ley de cooperación. No le he vuelto a resaltar, el
Secretario de Estado lo dijo aquí y lo que dice el Secretario de Estado
en sede parlamentaria es como si lo dijera yo. Por tanto, no he vuelto a
reiterar que la ley de cooperación es una prioridad del Gobierno y estará
en este Parlamento en cuanto la tengamos acabada, que espero que no sea
dentro de mucho tiempo.

Tercero, el CAD. Tuvimos ocasión de debatir, aunque, ciertamente, fuera
con mayor brevedad que hoy, el informe del CAD que, por primera vez, ha
realizado sobre ayuda al desarrollo de España. Me importa mucho subrayar
que es la primera vez, porque España se incorpora a estas unidades de la
organización de la OCDE con un cierto retraso por las razones a las que
antes he hecho referencia. Y es la primera vez que se hace un análisis
sobre España. Su señoría lo ha leído y espero que lo haya leído bien;
estoy seguro de que lo ha hecho. El informe que realiza la OCDE sobre la
cooperación de España es un informe muy positivo, muy positivo, como no
podía ser menos, porque pone de manifiesto que un país ha hecho
seguramente el esfuerzo más grande que se ha hecho en ningún país de
nuestro entorno en cuanto a un incremento de la ayuda al desarrollo, en
un tiempo muy limitado. Señala, como es su obligación, algunas cuestiones
que se deben mejorar. Y en eso estamos, en mejorarlas.

Y ¿cuáles son esas cuestiones que hay que mejorar? Hay que mejorar el
peso que tiene la ayuda al desarrollo, los créditos FAD. Y lo queremos
mejorar. Este año, como verá S. S., en los presupuestos generales del
Estado aumentará más la partida no FAD que la partida FAD. Por tanto,
iremos en esa línea de la recomendación que nos hace la OCDE. Y, en
segundo lugar, la coordinación interna, que es una preocupación que tiene
la OCDE y que tenemos todos. Es algo en lo que estamos avanzando también
y muy deprisa. Como SS. SS. habrán podido escuchar de mi intervención,
todo el trabajo de coordinación es lo que se está haciendo en este
momento. ¿Por qué? Porque es muy importante que no se dilapide ni una
sola peseta de lo que va dedicado a la ayuda al desarrollo de países que
lo necesitan y, por tanto, el valor añadido que se puede dar por la buena
coordinación de esos esfuerzos y por no segmentar los esfuerzos, por
concentrarlos, yo creo que es bueno, y en esa dirección estamos.

Respecto a la unidad de acción, sí le puedo decir que no es
imprescindible que una unidad de la Administración tenga en su
presupuesto toda la cantidad que se distribuye en la ayuda al desarrollo.

Lo importante es que todas las cantidades que se destinan estén bajo un
paraguas de unas directrices claras y no tienen por qué estar
residenciadas, desde el punto de vista presupuestario y físico, en una
unidad de la Administración. Hay muchas partidas presupuestarias en otras
rúbricas de los presupuestos generales del Estado que tienen gran
eficacia, que no están residenciadas en una única entidad de la
Administración, pero eso no quiere decir que no se coordinen; al
contrario, se pueden coordinar y de hecho se coordinan. Le pongo por
ejemplo el Plan Nacional de Investigación Científica y Desarrollo
Tecnológico. Como usted sabe, en eso estamos más o menos en cantidades
similares a las que estamos hablando hoy, un poco superiores a las que
estamos hablando hoy, en relación con la riqueza nacional. No está
residenciado ese presupuesto en el Ministerio de Educación y Ciencia.

Está residenciado una parte en el Ministerio de Educación y Ciencia, otra
parte en el Ministerio de Industria, otra parte en el Ministerio de
Sanidad, otra parte en el Ministerio de Agricultura. Lo importante es que
haya una política común, para mejorar lo que es el objetivo de ese plan,
ya sea el plan de cooperación internacional, ya sea el plan de
investigación y desarrollo tecnológico, ya sea el plan de formación
profesional. No residen todos los recursos en una única unidad
administrativa; sí reside en una unidad administrativa la cooperación, la
coordinación, sentar las líneas maestras para que eso sea eficaz.

En cuarto lugar, los criterios. Su señoría, a pesar de estar de acuerdo
con todo lo que he anunciado sobre los criterios, echa en falta quizá un
criterio que tiene que ver con los derechos humanos y las libertades. Le
quiero decir, con toda franqueza, desde el inicio de mi intervención, que
creo que no es procedente condicionar la ayuda al desarrollo, la ayuda
humanitaria --a veces, se nos hincha la boca de decir ayuda humanitaria a
los que más sufren--, explícitamente y de manera incondicional, a avances
en los derechos humanos y en la democratización de los países, porque,
desgraciadamente, lo que suele acontecer es que los países que tienen
unas necesidades más exigentes en un momento dado puede que no estén en
la situación de democratización o de defensa de los derechos humanos que
a S. S. y a mí nos gustaría que tuvieran. Una de las maneras en que se
puede colaborar a que esos niveles, esos criterios, esos umbrales de
democratización y desarrollo en los derechos humanos se puedan producir
es quizá ayudando a que esos ciudadanos tengan las necesidades básicas
mejor cubiertas.

Teniendo la misma preocupación que S. S. tiene para que los derechos
humanos se respeten y los procesos de democratización se produzcan, creo
que sería un error ligarlos de manera inexorable a la ayuda humanitaria a
las personas que sufren en esos países. S. S. lo tiene que compartir y
espero que así sea.

La quinta cuestión es la ayuda alimentaria. S. S. entra aquí en una
cierta contradicción, contradicción que se reitera en el punto 7, al que
le contestaré dentro de unos minutos. Su señoría dice que más ayuda
alimentaria. De acuerdo, la ayuda alimentaria es una de las rúbricas más
importantes de la ayuda al desarrollo porque forma parte de una de las
exigencias fundamentales. Sin embargo, S. S.




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continúa haciendo la afirmación de que debemos ser más exigentes con los
retornos de la ayuda alimentaria y que debe ser también un instrumento
del desarrollo de nuestra industria nacional. Yo le contesto que tiene S.

S. razón en cuanto a que, en la medida de lo posible, hay que hacer de
todo, incluida la ayuda alimentaria, se beneficie también nuestra propia
industria nacional, pero me suena a contradictorio con las reflexiones
que hace sistemáticamente
S. S. a la ayuda al desarrollo por vía de los créditos.

¿Cuál es la crítica de S. S. al hablar de los créditos FAD? Habla de que
esas ayudas están más pensadas en relación con la industria nacional que
con el país que las recibe. Vamos a ver si ya nos ponemos de acuerdo
sobre estas cuestiones. Todos tenemos que proporcionar ayuda al
desarrollo. Si de esa ayuda al desarrollo puede redundar algún beneficio
para el tejido industrial o productivo de nuestro país, mejor que mejor.

Lo hacen todos los países. ¿Por qué no lo vamos a hacer nosotros? Creo
que hay una cierta contradicción en sus afirmaciones. Tengamos bien claro
que nuestro objetivo es la ayuda al desarrollo, pero dentro de las
prioridades que mantengamos colectivamente, si en algo se puede
beneficiar el tejido productivo de España, en su sector público y en el
privado, hagámoslo. Me parece que es de una lógica aplastante, lo hacen
todos los países del mundo, repito. Su señoría lo pide en una cosa tan
puntual como la ayuda alimentaria y no veo razón para que no lo
generalicemos más allá de la ayuda alimentaria, que quizá sería el
renglón donde menos justificado estaría; si es así y S. S. lo demanda, yo
no tengo más que darle la razón y tratar de que lo hagamos en todas sus
manifestaciones.

Su señoría habla también de la ayuda alimentaria a Ruanda y se queja de
que, ante una posible desgracia potencial como la de Ruanda, no estén los
recursos disponibles con antelación. Desgraciadamente, eso nos va a pasar
mucho, porque no es fácil prever cuáles van a ser las catástrofes que en
el mundo van a acontecer en los próximos meses o en los próximos años. Lo
que hay que hacer es tener créditos de emergencia, posibilidades de
emergencia, créditos ampliables, debates parlamentarios para créditos
extraordinarios cuando se produce una situación de auténtica necesidad y
drama, como ha acontecido este año en Ruanda y que, desgraciadamente,
puede acontecer en otro lugar del globo, pero me parece que sería un
sinsentido tenerlo planificado y previsto. Sería como decir que tenemos
ya el conocimiento de los grandes males que van a acontecer en la tierra
y, entonces, lo que tendríamos que hacer es tratar de prevenirlos y no
estar dispuestos solamente a llevar ayuda humanitaria.

Por lo tanto, lo importante de este año ha sido poner de manifiesto y
movilizar, en un tiempo relativamente breve, capacidades de las
administraciones públicas, capacidades de la propia sociedad civil, para
salir al encuentro de una necesidad que muchos hubiéramos deseado que no
hiciera falta.

La sexta cuestión que S. S. plantea es la insuficiencia de medios. Es
verdad, España está gastando en ayuda al desarrollo una cantidad a la que
ya hemos hecho referencia en la tarde de hoy. ¿Nos gustaría tener más?
Sí, nos gustaría tener más. ¿Es posible tener más? Es posible tener más
seguramente si lo aumentamos al ritmo que la propia coyuntura nacional
nos permite. Pero yo sí quiero volver a decir que éste es un país que ha
dado pruebas de tener ese valor y esa talla moral y de que quiere seguir
cooperando con la ayuda al desarrollo de una manera muy significativa.

Yo sé que a S. S. le importa el tema, porque ya me lo preguntó una vez,
pero no me canso de volverlo a reiterar. Son muy pocos los países que
tienen una ayuda al desarrollo con relación a su producto interior bruto
superior al que tiene España. Muy pocos. He dicho muchas veces que los
Estados Unidos de América no tienen un gasto con relación a su riqueza
nacional que llegue a la cantidad que está gastando España. Esto le puede
parecer más o menos importante, pero creo que es significativo decir que
muy pocos países tienen, en relación con la riqueza nacional, la
proporción de ayuda al desarrollo que tiene España. Vuelvo a insistir en
que los Estados Unidos de América no tienen una cooperación al desarrollo
de la misma proporción que tiene España en cuanto a su riqueza. Son muy
pocos los países que nos superan en ello y creo que, más que
autoflagelarnos, nos debería dar alguna satisfacción por el esfuerzo que
esta sociedad en su conjunto, que no el Gobierno, ha realizado para ello.

Yo he dicho a las personas que están en huelga de hambre en este momento,
con los que he hablado en múltiples ocasiones y pienso seguir hablando,
que la dirección en la que ellos se mueven y en la que se mueven las
autoridades gubernamentales, que tienen, además, otras responsabilidades,
es la misma; en la misma dirección nos movemos, el mismo aliento nos
anima, el mismo objetivo tenemos en mente. Lo que desgraciadamente ocurre
es que, a veces, la velocidad a la cual se puede recorrer ese camino no
es la misma para quien demanda que para quien tiene la responsabilidad de
dirigir todos los gastos públicos del país. Y lo único que decimos es que
por ahí queremos ir, ése es el camino que hemos iniciado hace mucho, lo
inició este Gobierno, y queremos seguir por ahí a la velocidad que los
presupuestos generales del Estado y las necesidades del país nos
permitan. ¿Es una prioridad? Es una prioridad. Es la partida
presupuestaria que va a ampliarse más en los presupuestos generales del
Estado. No encontrará S. S. una partida presupuestaria que aumente más
que lo que va a aumentar la ayuda al desarrollo en los presupuestos en
1995. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que ésa es la prioridad máxima
de un gobierno. Porque, ¿cómo se definen las prioridades? Las prioridades
se definen porque ahí es donde se pone el acento también en los gastos
públicos. Pues les puedo decir que la cooperación para el desarrollo será
la partida que aumente más, en los presupuestos generales del Estado del
ejercicio 1995, de todas las partidas presupuestarias que componen el
presupuesto general del Estado.

Sobre el estatuto del cooperante, también en este punto 6, le diré que
también va incluido en la ley de cooperación y que lo haremos sin ningún
género de dudas.

En séptimo lugar se refería S. S. a la financiación privada. Estoy
totalmente de acuerdo. Nada me gustaría más que la financiación privada,
que la cooperación privada



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también fuera al paso de las necesidades de la sociedad, porque cuando se
exige y se pide --y yo me sumo a ello-- que la ayuda al desarrollo de
nuestro país alcance una proporción de la riqueza nacional, yo creo que
no se debe entender que los gastos públicos alcancen esa cifra. Se debe
entender --y así lo entienden los que lo reivindican-- que la suma de
todos los recursos disponibles por nuestra sociedad para la ayuda al
desarrollo alcance esa cifra. Y tiene una componente pública, sin duda,
pero sería injusto, sería egoísta, por otra parte, y sería equivocado,
pensar que esos recursos sólo tienen que venir del erario público; tienen
que venir del erario público, tienen que venir de las organizaciones
sociales, tienen que venir de la sociedad en su conjunto y de todas las
administraciones públicas. Ese es el sentido que realmente tiene
cuantificar el esfuerzo de un país en términos de su riqueza nacional; de
lo contrario, lo estaríamos midiendo en términos de los gastos públicos.

Lo estamos midiendo en términos de la riqueza nacional y a la riqueza
nacional contribuye no solamente el gasto público sino también el gasto
privado.

En esa línea estoy completamente de acuerdo y haremos todo lo posible por
dinamizar, por movilizar, por hacer campañas de sensibilización, que,
afortunadamente, ya no son necesarias en este país porque hay una
sensibilización suficiente en nuestra sociedad para tomar conciencia de
las tremendas necesidades que tienen lugar en el mundo; necesidades a las
que tenemos que salir al encuentro por generosidad, por solidaridad, por
fraternidad con el resto del mundo y también por interés, porque
ciertamente no podemos pensar en una isla de prosperidad, rodeada de un
mar de pobreza o de prosperidad relativa más baja. Esa es una situación
insostenible para el mundo y, por lo tanto, por generosidad, por
solidaridad, pero también por interés tenemos que ser capaces de mantener
unas tasas lo más altas posibles de ayuda al desarrollo.

En la octava cuestión hablaba S. S. de la ayuda multilateral y volvía a
subrayar el tema de los retornos. La reflexión que le quiero hacer ahora
es la misma que le hacía antes. Ciertamente los retornos son importantes,
pero si ponemos en consideración los retornos, los tenemos que poner en
todas sus manifestaciones: en las manifestaciones de la ayuda alimentaria
y en las manifestaciones de los créditos comerciales o de ayuda al
desarrollo.

La novena cuestión a la que S. S. se refería, con la que estoy totalmente
de acuerdo --tuve ocasión de decirlo en la Comisión de Asuntos Exteriores
de esta Cámara--, es el tema de la injerencia. El derecho de injerencia
es un derecho que tenemos que volvernos a replantear la comunidad
internacional. Ciertamente, creo que nos lo estamos replanteando.

Ejemplos hay de por dónde se encamina la comunidad internacional hacia
una nueva concepción del derecho de injerencia. Comprendo que eso levanta
espinas en algunos países, y lo hemos visto con ocasión de la última
Asamblea General que está todavía teniendo lugar en Nueva York. En los
primeros días ha habido debates muy significativos sobre esta materia con
países que argumentan que el principio de injerencia es absolutamente
inapelable, y países que estiman que, al final, eso no conduce nada más
que a que los países más ricos sean los que produzcan esta injerencia en
países desgraciadamente más pobres. Es un debate que la comunidad
internacional tiene en este momento y que, si me tuviera que posicionar,
me posiciono, en nombre del Gobierno, en la línea de ampliar el concepto
del derecho de injerencia, o de disminuir, si me permite el envés de la
moneda, el derecho de no injerencia para cuestiones humanitarias o para
cuestiones de flagrante violación de los derechos humanos.

Hablaba S. S. también sobre la política de armamentos. En eso estoy
totalmente de acuerdo con S. S., o S. S. conmigo, porque creo que lo he
dicho yo antes que S. S. o que su partido. Me parece que hay que tener un
exquisito cuidado para que la ayuda al desarrollo esté ligada también a
que esos países que la reciban no den para los gastos de armamento
presupuestos a veces mayores que lo que reciben por la ayuda directa al
desarrollo. Un criterio que estamos defendiendo en la comunidad
internacional, en el ámbito de la OCDE y en otros foros, es que se tengan
muchísimo más cuidado en que la ayuda al desarrollo no vaya a países que
tienen gastos de armamentos muy superiores a lo que es la ayuda al
desarrollo de terceros países. En esto coincidimos, porque creo que es
una prioridad que la comunidad internacional, desde luego España, está
tratando de impulsar, dentro de nuestras capacidades, de la manera más
enérgica posible.

Sobre los temas de concentración geográfica estoy de acuerdo con S. S.,
lo he dicho, vamos a tener dos vectores fundamentales o dos ejes básicos
de cooperación, América Latina y los países más próximos del Magreb,
pero, lógicamente, no podemos cerrar los ojos a otros países. Su señoría
ha mencionado un país con el cual España va a seguir cooperando en la
ayuda al desarrollo por la vía de créditos, que es China. A poco que S.

S. lo piense, estoy seguro, no sé si lo dirá en público, pero en privado
reconocerá que un país como España debe seguir manteniendo una
cooperación para aumentar los flujos comerciales con un país de la
dimensión, de la importancia, desde todos los puntos de vista, como es
China. No creo que sea necesario recordarle lo que les ha acontecido a
algunos países últimamente sobre estas cuestiones. No creo que le deba
pasar a España.

Las empresas españolas, vuelvo a insistir en lo que le decía cuando
contestaba a los puntos 2 y 8, que sí nos gustaría que cooperaran y que
tuvieran también, dentro de las capacidades y de las posibilidades, los
retornos más altos posibles, porque tonto sería no hacerlo, si es que se
puede, siempre que no se viole el objetivo fundamental, que es la ayuda
al desarrollo. Ese es el papel y el deseo que el Gobierno quiere.

Acabo, señorías, volviendo a decir lo que decía al principio. Me parece
que lo más importante es que mantengamos unas tasas de ayuda al
desarrollo lo más altas posibles con la dimensión de nuestro país. Pero
hay que reconocer también, y creo que es bueno que lo reconozcamos, que
España ha hecho un esfuerzo en los últimos años muy grande en la ayuda al
desarrollo, que somos uno de los países que ha aumentado en los últimos
años de manera más significativa la ayuda al desarrollo. Por lo tanto,
más que flagelarnos, aunque tenemos que seguir vigilantes y tenaces en
esta ayuda porque hay muchísimas necesidades en



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el mundo, debemos reconocer el esfuerzo que nuestra sociedad, insisto, no
sólo el Gobierno sino nuestra sociedad ha realizado en los últimos años.

Por último, unas palabras sobre el comercio. Como creo que tendremos
ocasión de debatirlo, sí quisiera poner sobre la mesa, para futuros
debates, que hay una ayuda al desarrollo que a veces olvidamos, más
importante en dimensión, más importante en eficacia que la que estamos
considerando esta tarde aquí, en el ámbito de la concepción clásica de la
ayuda a la cooperación y al desarrollo, que es la liberalización del
comercio mundial. Si SS. SS. asisten
--estoy seguro de ello, por vía de sus partidos-- a foros internacionales
donde estos temas se debaten, sabrán que lo que los países en vías de
desarrollo necesitan y urgentemente es que las barreras arancelarias en
el mundo caigan, que los mercados se abran. A veces, incluidos nosotros,
caemos en una gran contradicción, estamos disponibles para dar ayuda al
desarrollo directa, ayuda alimentaria, y, a la vez, con la otra mano
cerramos las posibilidades a que los productos de esos países, que serían
de una inestimable ayuda para el desarrollo y el bienestar de sus
ciudadanos, somos nosotros mismos los que les cerramos su acceso a
nuestros mercados. He aquí una reflexión que deberíamos empezar a tener
en cuenta cuando hablemos de cooperación al desarrollo; de lo contrario,
estamos seguramente errando el tiro.

Gracias, señorías.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
El señor Albístur tiene la palabra, en nombre del Grupo Mixto. (El señor
Hernando Fraile pide la palabra.)
Señor Hernando, ¿para qué pedía la palabra?



El señor HERNANDO FRAILE: Yo creo que cabe un turno de réplica al señor
Ministro, en tanto en cuanto ésta era una comparecencia solicitada por
nosotros y yo he visto que en otras Comisiones ésa es la norma habitual,
al menos en la Comisión de Asuntos Exteriores.




El señor PRESIDENTE: Se la voy a dar, pero no me la había pedido.




El señor HERNANDO FRAILE: Estaba levantando la mano.




El señor PRESIDENTE: No le había visto.

Lo reglamentario es un solo turno, pero es verdad, como dice S. S., que
la costumbre es mucho más flexible y hay un único segundo turno de cinco
minutos del Grupo proponente.

Tiene la palabra el señor Hernando.




El señor HERNANDO FRAILE: Simplemente para hacer algunas aclaraciones
sobre aseveraciones que ha hecho el señor Ministro y que no responden a
lo que yo he dicho.

Yo no he dicho que se niegue la ayuda humanitaria a aquellos países en
los que no se respeten los derechos humanos. Precisamente he dicho todo
lo contrario. He dicho que ésa es la única ayuda que se puede prestar, la
ayuda humanitaria o la ayuda de emergencia, pero en ningún caso estimamos
que el sistema de concesión de créditos sea la forma en la que nuestro
país tiene que implicarse a la hora de cooperar con países en los que no
se respetan los derechos humanos, en los que la libertad es perseguida.

Ha dicho usted que existe contradicción entre mis referencias a los
retornos favorecedores del desarrollo de nuestra industria
agroalimentaria en el tema de la ayuda alimentaria y su posición respecto
de los créditos FAD. Nada más lejos de la realidad. En ningún caso yo he
dicho que los créditos FAD deban servir también para el desarrollo de
nuestra industria nacional. El Grupo Popular ha presentado recientemente
una proposición no de ley en la que entendemos que ése es uno de los
objetivos: el desarrollo de nuestra industria. Sin embargo, lo que nos
interesa ahora es el debate que usted mismo ha planteado referente a este
asunto, como sería decir: ¿los créditos o lo que ahora se conoce como
créditos de Fondo de Ayuda al Desarrollo van a seguir siendo ayuda al
desarrollo o van a ser una parte de ayuda al desarrollo y lo otro, simple
y puramente, créditos comerciales, como parece ser que pretende el
Ministerio de Comercio? Porque eso es algo que debe entrar en el debate y
que, además, desvirtuaría la cuantía de nuestras dotaciones a la ayuda
oficial al desarrollo cuando los créditos FAD son, como decía antes, el
componente más importante de nuestros créditos. Por tanto, cuando yo le
he hablado al principio de la necesidad de unidad de acción, usted ha
hecho referencia al Plan de Desarrollo Tecnológico y de Investigación.

Le recuerdo que sólo hay una comisión que entienda de eso y que el
problema que tenemos en estos momentos no es que distintos Ministerios
hagan dotaciones para ayuda al Desarrollo; el problema es que existen dos
comisiones interministeriales con criterios absolutamente distintos, que
esos roces se han producido en numerosas ocasiones, y que lo que no puede
ser, señor Ministro, es que cuando estamos dentro de una disciplina como
es la que marca el Comité de Asistencia al Desarrollo respecto a las
condiciones de concesión, estemos siendo puestos en evidencia por ese
Comité de Asistencia al Desarrollo, cuando usted sabe, además, que en el
informe las críticas más fuertes van principalmente destinadas a las
condiciones de estos créditos, que son más duras con los países más
pobres, como decía antes, y más lasas con los países más desarrollados,
lo cual entendemos que no debe ser el criterio que se establezca.

Ha hablado usted de las comisiones paritarias y me ha dicho que se ha
establecido una Comisión con Méjico. A nosotros nos gustaría saber si se
tiene previsto realizar más comisiones de este tipo para establecer el
control y el destino de nuestra ayuda oficial al desarrollo, tema en el
que nosotros ponemos especial énfasis. No es posible evaluar cuáles son
los resultados de nuestra ayuda oficial si no se realiza un control sobre
la gestión y los programas.

En cuanto a Estados Unidos y el tema del sector público y del sector
privado, éste es un caso en el que, evidentemente, sí que existe una gran
diferencia entre lo que es



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financiación de sector privado y sector público. Es cierto que la ayuda
pública de Estados Unidos es sólo el 0,20, pero, en cambio, la ayuda
privada es el 0,30, y le remito a los informes del Comité de Asistencia
al Desarrollo; ahí están las tablas y lo puede usted comparar, eso sin
hablar, por supuesto, en términos absolutos. Yo no voy a defender aquí a
los Estados Unidos porque no es mi labor, pero sí decirle, como lo hacía
antes, que la proporción de ayuda privada en España es la que
corresponde, de los veintiún países del Comité de Asistencia al
Desarrollo, al tercero por la cola, el 0,06 por ciento solamente, y que
éste es un sector en el que hay que volcarse.

Yo estoy de acuerdo con usted en el tema de la liberalización del
comercio mundial y de la incidencia positiva de los acuerdos del GATT. Yo
le pediría también al señor Ministro que haga lo posible porque en
algunos productos también algunos países de la Unión Económica Europea no
sigan poniendo mayores barreras a nuestros productos que a los de países
terceros. Yo creo que la igualdad debe de ser para todos, no para unos sí
y para otros no.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Albístur, en nombre del
Grupo Mixto.




El señor ALBISTUR MARIN: Gracias, señor Ministro, por su comparecencia,
por tomarse en serio esta Comisión, donde todos haremos el mayor esfuerzo
posible porque consideramos que los temas son serios, como usted mismo
nos ha hecho ver.

Brevemente le quisiera hacer una pregunta en relación a un tema que usted
ha citado de paso, que es el de Cuba: ¿Cuáles serían las previsiones de
actuación específica para el caso de Cuba durante el próximo año, con los
criterios políticos correspondientes que el Gobierno mantiene en relación
con este país?



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos
Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Como es muy
breve la pregunta de su señoría, le contestaría también con la brevedad
correspondiente. En primer lugar, que me tomo en serio esta Comisión,
aunque me tomo en serio todas las comisiones, lógicamente. Esta, si me
permite, me la tomo todavía más en serio. No me quiero poner sentimental
ni tierno, pero es una de las comisiones y uno de los temas que más me
han preocupado a mí en mi vida política, y S. S. lo sabe bien. Por lo
tanto, sí quisiera llegar a los máximos acuerdos con SS. SS. y tratar de
avanzar en un tema que no es de unos o de otros. El tema de la ayuda al
desarrollo es uno de esos temas donde no hay razón para que nos peleemos
más que lo absolutamente imprescindible, en tanto en cuanto no utilicemos
la ayuda al desarrollo como arma arrojadiza política. Yo no la pienso
utilizar. Si algunos grupos parlamentarios lo usan, sí contestaré y lo
haré con la máxima contundencia, pero, de no ser así, lo que me parece lo
más importante es que sumemos esfuerzos en este tema y aquí sí los
podemos sumar y los debemos sumar.

Sus señorías saben muy bien que no solamente, y lo vuelvo a decir, la
ayuda al desarrollo es una competencia de los Presupuestos Generales del
Estado. Se ha dicho, se va a decir, yo lo quiero reiterar, que es un
esfuerzo de todos, de todas las Administraciones, de la propia sociedad y
yo creo que el que seamos capaces los propios representantes populares de
catalizar los esfuerzos, de animar a que la sociedad civil tenga estas
mismas preocupaciones, me parece que es algo de capital importancia.

Paso a la pregunta concreta que su señoría, plantea, que es Cuba. Yo he
dicho, por activa y por pasiva, y lo reitero una vez más, que el Gobierno
de España está dispuesto a mantener la cooperación que tiene con Cuba;
está dispuesto a mantenerla; si pudiera, a aumentarla, aunque,
desgraciadamente, no vamos a poder aumentarla desde la perspectiva de la
ayuda básica, de la ayuda alimentaria.

La ayuda básica que estamos realizando con Cuba es, como saben SS. SS.,
fundamentalmente de carácter alimentario. Una parte, relativamente
pequeña, en materia de educación y de sanidad. Cuba es un país que desde
el punto de vista sanitario quizás no requiere ayudas más extraordinarias
porque tiene un desarrollo, o tenía por lo menos, de su sistema sanitario
mejor que el de otros países en vías de desarrollo y, desde luego, lo
vamos a tratar de mantener.

Tenemos también un proyecto para el cual yo he puesto personalmente algún
interés en tratar de ayudar a que personas cualificadas de la sociedad
cubana vengan a España y aprendan también a manejar lo que puede ser el
día de mañana su propio país. Si piensa usted un poco en los problemas
que hemos tenido con otras transiciones políticas --pienso, por ejemplo,
en los países del Este y del centro de Europa--, verá que uno de los
problemas más graves con el que nos hemos encontrado es que en el momento
en que tenían que manejar unas sociedades distintas de las que tienen
ahora, desde el punto de vista económico, han tenido dificultades para
encontrar personas preparadas para así hacerlo. Yo creo que España sí
tiene una cierta responsabilidad de que en el caso de Cuba eso no ocurra.

Sin duda ninguna Cuba tiene que transformarse; tiene que transformarse de
la perspectiva política y tiene que transformarse de la perspectiva
económica, y que haya gente para la gestión de una nueva sociedad, con
unos condicionamientos y una gestión económica distinta de la que tienen
ahora, creo que es importante. En eso sí querríamos también ayudar. Por
tanto, estos son los perfiles de la cooperación con Cuba; unos perfiles
que tienen raíces muy profundas --como S. S. sabe--, que son las raíces
de una sociedad y un pueblo como el cubano y de un pueblo como el
español, que pasará por encima de gobiernos concretos, del suyo y del
nuestro, y, por lo tanto, hay que seguir manteniendo una cooperación
estrecha entre ambas sociedades, entre el pueblo cubano y el pueblo
español. No sé si con esta respuesta he contestado satisfactoriamente a
la pregunta formulada por S. S., pero ésta es la posición que el Gobierno
tiene en este momento y que pretende no cambiar.




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El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Yo también quiero agradecer la presencia del
señor Ministro y sus explicaciones. La parte sustancial de la
comparecencia ya se ha producido, pero, en cualquier caso, sí quiero
posicionar a mi Grupo respecto de la multiplicidad de temas que se han
tratado.

El tema relativo a la ayuda a la cooperación al desarrollo con los países
del Tercer Mundo en general es un tema de una importancia no sólo enorme
en el presente, sino creciente. Pondría como ejemplo los temas
ecológicos. Hace sólo diez años --o menos quizá--, el crecimiento de los
aspectos ecológicos en la vida cotidiana eran más o menos considerados
por la mayoría absoluta de la sociedad como una especie de florero. La
mayoría de los partidos políticos utilizábamos algunos apuntes ecológicos
también como una especie de adorno de los programas, y hemos visto cómo
el paso del tiempo ha convertido los problemas medioambientales,
ecológicos, en un tema prácticamente central de cualquier grupo político
que haga propuestas de futuro para la sociedad. Creo que este tema es
similar al de la ecología. Hoy todavía lo vemos, en alguna medida, como
algo marginal. Pero por razones de propio interés
--a las que usted ha hecho alusión y que yo comparto, en el sentido de
que no solamente tenemos que ayudar al Tercer Mundo por razones de
exigencia moral, sino incluso por nuestro propio interés--, comparto con
usted la idea de que no es posible ni en el presente ni mucho menos en el
futuro, por muchas razones obvias, desde demográficas a cualesquiera
otras, entender que Europa en su conjunto o el occidente desarrollado en
su conjunto, sea una especie de isla que pueda seguir creciendo rodeada
absolutamente de miseria. Eso que hoy todavía creo que es una visión
ciertamente marginal en la sociedad española --aunque va creciendo--,
dentro de cuatro días, en términos históricos, será un tema central de
cualquier tipo de actividad política. De ahí la importancia que en mi
Grupo y yo personalmente damos a estos temas relativos a la cooperación.

Nosotros sabemos, somos conscientes y recordamos perfectamente los
debates que hemos tenido en el pasado reciente en esta Casa sobre temas
de cooperación, sobre los compromisos que hemos votado respecto a los
aumentos crecientes de la cantidad a utilizar en la cooperación al
desarrollo. Recordamos perfectamente el informe que pretendía servir de
guía para la política española de cooperación, que se elaboró en el año
1992 y que se discutió --si no recuerdo mal-- en noviembre de ese mismo
año; recuerdo, incluso, el debate en el que tuve el honor de participar,
y recuerdo también el debate, a instancias de una interpelación de mi
Grupo, en febrero de este año, en el que se establecían una serie de
plazos. Pero, señor Ministro, una de las razones que en el debate de
febrero --por no ir al de noviembre-- usted mismo citaba --y, como
siempre ocurre en la vida, uno es rehén de sus palabras y dueño de sus
silencios-- es que no existe todavía --y voy a repetir sus palabras
literalmente-- en nuestra sociedad la sensibilización necesaria que
debemos todos demandar para que estas cifras aumenten. Me estoy
refiriendo a febrero de este mismo año. Hoy usted ya ha dicho que existe
esa sensibilidad. Yo creo que esa sensibilidad no solamente existe, sino
que, además, es creciente. Puede que la existencia sea, como decía al
principio, cuantitativamente marginal; desde luego, no cualitativamente
marginal y, en cualquier caso, estoy convencido de que es una conciencia
absolutamente creciente. Por tanto, de alguna manera los hechos a los que
hemos tenido ocasión de asistir este verano han generado un crecimiento
importante, notable, geométrico, de ese nivel de sensibilidad en la
sociedad española. Esas imágenes de Ruanda y otras muchas que hemos visto
en el pasado reciente y las que seguramente veremos en el futuro próximo,
han aumentado ese nivel de conciencia. Por tanto, creo que los que aquí,
democrática y legítimamente, representamos la soberanía popular, tenemos
que ser conscientes también de ese aumento de sensibilidad y, por
consiguiente, ser capaces de hacer el esfuerzo necesario para ir más allá
de lo que pudimos ir en febrero de este año. Si en febrero del presente
año decíamos el 0,35 por ciento para 1995, y así y todo constatamos que
en los Presupuestos Generales del Estado lo que hay es el 0,28 ó el
0,279, para ser más exactos, y que, a partir de una línea de crédito
abierta, se podrá llegar al 0,35 por ciento, creo que estamos obligados,
repito, no sólo por cuestiones morales o políticas, sino por propia
necesidad de ir más allá de ese 0,35 (y después tendremos ocasión de
discutir, a propósito de cifras concretas, una proposición no de ley de
mi Grupo). Cualquier persona que conozca estos asuntos sabe que nuestro
país, su Administración y su sociedad han hecho un esfuerzo importante en
los últimos diez años: hemos pasado de cero pesetas en cooperación a
190.000 millones, aproximadamente, en lo previsto este año; 190.000
millones que son absolutamente insuficientes desde nuestro punto de
vista, y eso, sin duda, es un esfuerzo, pero esfuerzo que no debe
autosatisfacernos y que nos debe obligar, precisamente por el
conocimiento de la realidad, a ir mucho más allá.

España entra en el CAD en 1991. Se reconoce el gran esfuerzo que se ha
hecho en ese terreno por aumentar nuestro presupuesto para todo este
asunto; se denuncian las deficiencias de coordinación interna y se
insiste en la unidad de acción. Es cierto que lo más importante no es que
haya una unidad de acción burocrática, que dependa exclusivamente la
ayuda al desarrollo de un sólo despacho --por decirlo así-- o de un solo
departamento; me parece más importante que exista una unidad de acción en
los objetivos y en los medios de dotación para poder hacer eficaz esa
cooperación.

Respecto a los criterios, comparto su idea de que ligar estrictamente la
cooperación a una idea muy particular nuestra --que probablemente no sea
la más correcta, pero es la nuestra, es la europea-- de los derechos
humanos, de las libertades e incluso de la democracia, puede hacer que
seamos poco eficaces en liberar de sufrimiento a los pueblos que padecen
tiranías y, por tanto, conviene, sin perder de vista la importancia de
sustentar criterios de respeto a los derechos humanos, mantener unos
criterios, de alguna



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manera, flexibles para poder ser útiles. Unos grupos políticos se fijan
en unos países a la hora de exigir mayor claridad en la aplicación; otros
podríamos mirar a esos mismos países y a otros en los que nos parece que
la violación de los derechos humanos es muchísimo más flagrante en el
mismo Continente de los que han sido citados. Me refiero a América
latina.

Sobre que a partir de la ayuda alimentaria uno de los objetivos sea
aumentar los retornos, es decir, favorecer nuestra industria por la vía
de facilitar ayuda alimentaria a países del Tercer Mundo, nadie se puede
negar a que nuestra industria pueda verse beneficiada de ese tipo de
actuaciones, pero en ningún caso debe ser ése el motor, ni a la ayuda
alimentaria ni a ninguna otra, si adoptamos una actitud correcta respecto
a la política de cooperación. Lo contrario nos podría hacer caer en
viejos errores del siglo pasado y volver a situaciones coloniales o
neocoloniales, que, por supuesto, me parece que es lo último que necesita
el Tercer Mundo: que desde el Occidente rico y desarrollado les
intentemos imponer nuevos esquemas coloniales como en el pasado.

Es verdad que no se pueden prever, en términos presupuestarios, las
catástrofes en el mundo. Sin embargo, sí que se puede prever
políticamente la existencia de catástrofes en el mundo. Y sería muy
importante poner en marcha, y hacer todo el esfuerzo para hacerlo así,
esa idea de la diplomacia preventiva, de la que habla Butros-Gali, y hay
mucho que hablar en ese terreno sobre todo lo que debería de ser una
reforma de Naciones Unidas, para implementar sustancialmente esos
aspectos de la diplomacia preventiva, que hiciera innecesaria después una
ayuda de emergencia que, cuando viene a producirse, se produce ya después
de que se hayan originado miles, cuando no millones, de muertos, de
sufrimiento y de miseria. Por tanto, no se pueden prever
presupuestariamente las catástrofes, pero políticamente sí es previsible
la existencia de peligros potenciales en muchas partes del mundo, y sería
interesante utilizar ese instrumento de la diplomacia preventiva, a
través de esa reforma de Naciones Unidas, que, repito, es un asunto que
nos alejaría del objeto de esta Comisión.

Decía usted antes, señor Ministro, que pocos países tienen tanto dinero
dedicado a ayuda al desarrollo, y pone usted el ejemplo de Estados
Unidos. Yo supongo que para usted no lo será; desde luego, para mí, en
ningún caso, el modelo de Estados Unidos es un modelo a imitar, porque si
miramos lo que significan los fondos FAD a nivel mundial y vemos que el
80 por ciento --eso está contenido en el informe de 1992-- de esos fondos
FAD mundiales se destinan a países que gastan más del cuatro por ciento
de su producto interior bruto en armamento, probablemente la parte no
oficial o la parte no pública de la ayuda al desarrollo de los Estados
Unidos sea por la vía de esos, entre comillas, «créditos FAD», que más
que servir para el desarrollo sirven para aumentar el desarrollo de los
ejércitos del tercer mundo para poder mantener toda una industria,
etcétera.

Decía usted que, ante esa insuficiencia de medios que se denuncia, España
hace un esfuerzo, que usted conoce a la gente que está acampada delante
del Ministerio de Hacienda (les ha llamado los «comanches») y que
comparte con ellos el objetivo de aumentar esos medios para poder ser
eficaces en la ayuda al desarrollo. Pues bien, señor Ministro, es hora de
que no solamente diga que comparte con ellos el espíritu, sino que baje
un poquito de ese compartir y eso se explicite negro sobre blanco, el
poder posibilitar ir un poco más allá de lo que las circunstancias de la
conciencia social exigían en febrero de este año; conciencia social que,
como decíamos antes, ha aumentado sensiblemente. Esa gente que ha
anunciado una huelga de hambre para el día 17 si no se llega a alcanzar
el 0,5 del PIB para ayuda al desarrollo es gente que está ahí siendo
expresión de la mayor generosidad, porque ninguno de ellos está
defendiendo siglas partidarias, es decir, intentando conseguir ningún
tipo de incremento de votos para éste o para aquél, sino que están ahí
exclusivamente por su compromiso con esa aldea global en la que ya todos
vivimos. Por tanto, yo creo que merecen todo el respeto, toda la
consideración y, sobre todo, toda la ayuda real que se pueda prestar para
que esa idea progrese en nuestra sociedad.

Es verdad que las prioridades se definen en los Presupuestos Generales
del Estado, que es donde se hace la política; la política, con
mayúsculas, se hace a la hora de elaborar los Presupuestos, cuando un
Gobierno dice qué considera prioritario si esto o aquello, sea lo que sea
esto o aquello. Esa es la política con mayúsculas, la política de verdad;
lo otro son otras cosas, y en estos Presupuestos Generales del Estado lo
que consta para ayuda al desarrollo es el 0,28. Se habla de la voluntad
de dejar un crédito abierto hasta el 0,35, voluntad que después
intentaremos que se amplíe hasta el 0,50, dando satisfacción a esa gente
que está ahí arriesgando su vida en solidaridad con el tercer mundo.

Importancia de la financiación privada (se dará cuenta que estoy
siguiendo un poco el decálogo que usted ha utilizado para responder al
portavoz del Grupo Popular). Naturalmente que es importante conseguir
recursos privados para ayuda al desarrollo; cuantos más recursos privados
haya, mejor, lo cual no exime para nada a los recursos públicos y al
compromiso de lo público para ser, entre otras cosas, ejemplo y motor de
esa financiación privada. En ese terreno, el papel de las ONG es
fundamental; en cualquier informe sobre las ONG, de cualquier tipo, ya
sea del Parlamento Europeo, del propio Parlamento español, o de
cualquiera, se reconoce que no solamente son las que vertebran la
sociedad, sino que, además, son las que tienen más capacidad para
movilizar recursos y para hacer más eficaz esa solidaridad. Estimulemos a
las ONG, esas ONG que, una parte de ellas, están acampadas delante del
Ministerio de Hacienda.

Ya hemos hablado antes, en lo que se refiere a la ayuda multilateral, de
los recursos y la tendencia en la que podíamos caer --espero que nunca--,
en ese neocolonialismo a imagen y semejanza del siglo XIX.

Respecto al derecho de injerencia humanitaria, he de decir que soy
absolutamente partidario de este derecho, reconociendo que los países del
tercer mundo, que los países pobres tienen toda la razón del mundo para
mostrar todas las suspicacias respecto a ese derecho de injerencia,



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teniendo en cuenta la discrecionalidad de las acciones de Naciones
Unidas, fundamentalmente motivada, en no pocas ocasiones, por un interés
geoestratégico de Estados Unidos --porque así es; ésa es la triste
realidad-- más que por razones estrictas de ayuda humanitaria. Por tanto,
es absolutamente lógico que cuando a un país pequeño y subdesarrollado se
le va a decir: ¿Qué idea tiene usted; le parecería correcto que en el
ordenamiento jurídico internacional cuestionáramos el concepto de
soberanía y, por tanto, permitiéramos el derecho de injerencia
humanitaria?, cualquier país pequeño, a la vista de lo que es la historia
reciente de Naciones Unidas, conteste: «Para nada.» Con muchísima
frecuencia ese levantar el derecho de injerencia humanitaria ha sido un
instrumento de aplicación de determinadas políticas geoestratégicas,
fundamentalmente de los Estados Unidos, y no para resolver problemas
humanitarios; pero, repito, en cuestión de resolver problemas
humanitarios, mi Grupo y yo personalmente somos absolutamente
partidarios.

Respecto a la concentración geográfica, me parece que se ha dicho, y
comparto la idea de que no podemos seguir manteniendo pequeñas ayudas a
multitud de países; que es mucho más racional concentrar esa ayuda
fundamentalmente en las áreas que usted ha dicho, Latinoamérica y Magreb,
y yo añadiría el Africa subsahariana, porque también nos toca, también
está cerca de nosotros y porque, además, en esa parte del mundo las
necesidades son vergonzantes para los que tenemos la suerte de comer
todos los días.

Por supuesto, para los países del Tercer Mundo puede significar --no es
absolutamente seguir-- una ayuda importante para su desarrollo la
liberalización del comercio mundial y los acuerdos del GATT, siempre y
cuando no se actúe con la misma discrecionalidad a la que hacíamos
referencia anteriormente.

Para resumir, señor Presidente, señor Ministro, creo que nuestro país,
para conseguir esa talla moral de la que a usted le gusta hablar, y yo
comparto el concepto, sabiendo que los recursos son finitos, tiene que
aumentar la calidad y la cantidad de nuestra cooperación. Tenemos el
deber moral de hacerlo, repito, no sólo por cuestiones políticas o
sentimentales, si se quiere, sino, incluso, por razones de estricto
interés nuestro, porque no es posible concebir que España o Europa puedan
vivir en una isla rodeada de miseria, y de alguna manera ya estamos en
una isla rodeada de miseria.

Dentro de un rato tendremos ocasión de comprobar si la voluntad abstracta
se convierte en voluntad concreta, en esa parte fundamental donde se
establecen las prioridades, que son los Presupuestos Generales del
Estado. Veremos entonces cuál es el resultado.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Quiero
agradecer al Diputado señor Vázquez sus palabras, su tono constructivo,
con el que me encuentro básicamente de acuerdo; no tengo grandes
desacuerdos con el planteamiento que su señoría ha hecho esta tarde, ni
con el que ha hecho en otras ocasiones. Todos somos rehenes de nuestras
palabras; su señoría también lo es y yo también; pero del ejemplo que su
señoría ha planteado sobre el sentirme rehén de mis palabras, le diré que
no me siento en absoluto así, me siento enormemente satisfecho de haberlo
dicho. ¿Por qué? Porque su señoría tendrá que convenir conmigo en que en
el cambio que se ha producido en la sociedad española en un tiempo
relativamente corto, de sensibilización sobre los temas de la ayuda al
Tercer Mundo, algo tenemos que ver los que estamos aquí esta tarde, de
algo su señoría tiene que enorgullecerse y estoy seguro de que su señoría
ha contribuido a ello. Permítame que le diga que creo que yo también he
contribuido, no sé en qué proporción, no sé en qué dimensión, pero creo
que he contribuido. Por tanto, aquellas afirmaciones que hice en la
sesión plenaria y solemne del Congreso de los Diputados las reitero hoy;
y no solamente eso, sino que le quiero decir, y estoy seguro de que su
señoría estará de acuerdo conmigo, que estoy seguro de que los dos
seguiremos tratando de trabajar en esta misma dirección, no solamente
ayer, sino que seguiremos hoy, como creo que lo estamos haciendo esta
tarde y, desde mi punto de vista, seguiremos haciéndolo mañana.

Lo que sí le quisiera decir es que el tema, como su señoría ha puesto de
manifiesto en la última parte de su intervención, es de una gran
complejidad. Su señoría ha sacado a colación algo de lo que ya habíamos
hablado cuando contestaba al Diputado señor Hernando sobre el tema, por
ejemplo, de la injerencia por razones humanitarias. Su señoría afirma
tajantemente estar de acuerdo con el principio. Pero cuando tratamos de
poner los condicionamientos a ese principio vemos la complejidad que el
tema tiene. Lo mismo tiene todos los otros extremos que su señoría ha
planteado. En la declaración abstracta del principio, cómo no vamos a
estar todos de acuerdo. Cuando el principio hay que aplicarlo a una
situación concreta empezamos a encontrar dificultades y empezamos a ver
zonas donde a lo mejor no todos estamos de acuerdo. Pero ésa es la parte
más significativa de la política, no es estar de acuerdo en las grandes
declaraciones, con mayúscula, sino, estando de acuerdo en las grandes
declaraciones, con mayúscula, cómo las llevamos a la práctica, si me
permite la expresión, a veces con letra minúscula, no por ser menos
importantes.

Quisiera decirle que deberíamos empezar a acostumbrarnos; se lo solicito
a sus señorías, de la misma manera que se lo solicito a los de la
Plataforma. Creo que seguir hablando de porcentajes de la riqueza
nacional quizá no sea la forma más eficaz para que todos entendamos cuál
es el problema que tenemos y cuáles son las vías para resolverlo. Estamos
hablando del 0,7 por ciento del producto interior bruto, objetivo que
todos compartimos. Lo que desgraciadamente quizás no compartamos todos es
la velocidad a la cual se puede alcanzar ese 0,7 por ciento. Pero
permítame que traduzca eso en cifras no porcentuales, sino absolutas. Si
estamos hablando de cifras absolutas del 0,7 por ciento de nuestra
riqueza nacional, nos aproximamos a medio billón de pesetas, es decir,
500.000 millones de



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pesetas, en cifras redondas. Si le digo, señoría, que una partida de los
Presupuestos Generales del Estado la ampliamos en un ejercicio
presupuestario a medio billón de pesetas, S. S., muy probablemente,
diría: me lo tengo que pensar más de una vez.

¿Por qué lo digo? Porque a veces, cuando hablamos de cantidades relativas
y las comparamos con nuestra riqueza nacional, perdemos la perspectiva de
la dimensión que tienen. Medio billón de pesetas son 500.000 millones de
pesetas. Los ciudadanos que tiene España son, aproximadamente, 39
millones. Imaginemos que somos 50 millones de habitantes. Le ruego que
haga una pequeña división, que divida 500.000 millones de pesetas entre
50 millones de habitantes. Verá cuánto correspondería a cada español, no
digo a cada contribuyente, para el ejercicio de 1995. Entonces tendremos
un mapa más claro del esfuerzo que se está realizando en España para
conseguir que haya más ayuda al desarrollo.

Yo creo que los que tenemos responsabilidades políticas tenemos la
obligación de exponer estas cosas. Porque todos estamos de acuerdo en el
objetivo, pero si yo le dijera que el año que viene, para la LOGSE, que
S. S. y yo hemos trabajado tanto por ella y a la que queremos tanto,
pusiéramos 500.000 millones de pesetas más este año, seguramente no
podríamos ni S. S. ni yo. ¿Es que la reforma educativa no pesa como para
hacer todo el esfuerzo que queremos hacer? Sí que pesa. Pero,
desgraciadamente, si sumamos todas estas partidas, llegamos a cifras que
son imposibles de manejar. En ejercicios presupuestarios, pocos, ¿Qué eso
es posible hacerlo en una perspectiva temporal más amplia? Sin duda
ninguna. ¿Qué lo debemos hacer? Sin duda ninguna. Ahí está el punto de
diferencia de matiz que tenemos entre unos y otros.

Insisto en que no es que el Gobierno no esté absolutamente de acuerdo en
que ésa es la dirección en que hay que avanzar. La cuestión es si podemos
hacerlo todo en un ejercicio presupuestario. O si lo tenemos que hacer en
más de uno.

Segunda cuestión. Si somos capaces de gastar de manera eficaz un
incremento tan grande con las estructuras que el país tiene. Decía S. S.

que hay que estructurar mejor las organizaciones no gubernamentales o que
se organicen ellas mejor; sin duda ninguna necesitamos un poco más de
tiempo para que todos estos esfuerzos sean lo más eficaces posibles. Lo
que a veces me piden SS. SS. es que cojamos ese dinero y lo dediquemos a
cooperación multinacional, lo demos a Naciones Unidas o a un fondo
internacional. Yo creo que ése no es el objetivo fundamental. La
cooperación de España al desarrollo tiene que tener un ingrediente
fundamental: el papel de nuestros cooperantes, el papel de nuestras
organizaciones no gubernamentales y ser capaces de gestionar con
seriedad, con dignidad, con generosidad y con eficacia todo este paquete.

Tengamos claro que el objetivo es compartido por todos. La cuestión,
desgraciadamente, es el ritmo. Yo les digo que, desde febrero hasta
ahora, desde que yo fui rehén de mis palabras y S. S. también, la
sociedad española se ha sensibilizado. Por eso, señorías, el Parlamento,
unánimemente, pidió el 0,35 por ciento. Y por eso, el Gobierno, en los
Presupuestos Generales del Estado va a poner el 0,35. ¿SS. SS. creen que
sin esta sensibilización social los grupos parlamentarios hubieran pedido
unánimemente el 0,35 por ciento y el Gobierno hubiera contestado
afirmativamente a esa demanda? Su señoría sabe que no. Por lo tanto,
todos tenemos que estar agradecidos a esa movilización social, a la que
hemos respondido. Ha habido otras movilizaciones sociales en que por
tener un objetivo distinto o por no ser compartido unánimemente por los
miembros de la Cámara, no hemos sido capaces de plasmarlo --¿me permite
que diga blanco sobre negro?-- en los Presupuestos Generales del Estado?
Sí me lo permite, ¿verdad? Lo digo: blanco sobre negro en los
Presupuestos Generales del Estado.

Debemos tener en cuenta que estamos hablando de febrero, de ayer. Y de
ayer a hoy nos hemos concienciado la sociedad española, los grupos
parlamentarios y el Gobierno de la nación para hacer ese esfuerzo que
tenemos previsto. Pero, insisto, no lo pongamos en porcentaje del
producto interior bruto, que a veces puede hacer perder el sentido o la
dimensión del esfuerzo. Vuelvo a decirles que estamos hablando de
aproximadamente medio billón de pesetas, que es una cantidad que
seguramente ninguna partida presupuestaria puede acoger responsablemente
en un solo año. Lo queremos hacer en más de un ejercicio presupuestario y
en éste lo que todos hemos deseado que se hiciera: 0,35. Y vamos a ir más
allá, porque ese crédito lo vamos a dejar ampliable. ¿Por qué lo vamos a
dejar ampliable? Por algo que S. S. decía, y que decía también el
Diputado señor Hernando: porque pueden aparecer tragedias internacionales
en las cuales España no puede estar ausente. Queremos no estar ausentes
y, por tanto, trataremos de poder dar también satisfacción a esos
problemas en la parte correspondiente a la que España puede contribuir.

Creo que vamos a hacer un gran esfuerzo y tampoco debiéramos no ser
capaces de explicarlo colectivamente, porque a la sociedad española hay
que decirla, colectivamente, que esto es lo que estamos haciendo, también
por la presión de un colectivo social y por la buena receptividad que ha
tenido en los grupos parlamentarios y en el Gobierno de la nación.

Le señalaría también que, sobre el tema de cooperación al desarrollo, la
reflexión mundial está cambiando, y cuando digo la reflexión mundial
quiero decir la reflexión en los foros internacionales. Piensen por un
momento que cuando en el CAD --al que hacía referencia el Diputado señor
Hernando-- y en la OCDE se habla de ayuda al desarrollo, se está
debatiendo muy profundamente, en este momento, cuáles son los elementos,
los ingredientes que la deben componer. Porque una pregunta que sí nos
pudiéramos hacer es si, por ejemplo, las operaciones de mantenimiento de
la paz son o no ayuda al desarrollo. ¿Se vería en este momento que las
operaciones de mantenimiento de la paz (en un mundo donde cada vez van a
ser más importantes y más significativas, en un mundo con recursos
limitados, desde todos los puntos de vista) deben ser un ingrediente
fundamental de incorporar a las bases para que un país pueda
desarrollarse? ¿Puede estar eso en el corazón de la primera ayuda al
desarrollo que se puede dar, la ayuda a la convivencia, las superaciones
de mantenimiento de la paz?



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Señorías, hace muy pocos días en el ámbito del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas y en la propia Asamblea General nos decía el Secretario
General lo que le cuesta levantar el cierre de Naciones Unidas todas las
mañanas. No quiero ni recordar las cifras, que son absolutamente de
mareo. ¿Pero esas cifras a qué van destinadas? Fudamentalmente van
destinadas al desarrollo en el mundo; a mejorar las condiciones de vida
en el mundo; a luchar por la paz; a luchar, por tanto, por la cooperación
y por la mejor calidad de vida de los ciudadanos. ¿Es eso ayuda al
desarrollo o de dónde sale ese dinero?
España --y lo quiero decir muy alto-- es el noveno país contribuyente a
Naciones Unidas. ¿Acaso somos el noveno país más rico de la tierra?
Seguramente no, pero somos el noveno país contribuyente de Naciones
Unidas. Y digo más: de los poquísimos países que están al corriente de
pago, de los poquísimos. ¿Por qué pude hablar yo con la fuerza con que
creo haber hablado en el ámbito de la Asamblea General cuando pedíamos
estas cosas, en Naciones Unidas, hace muy pocas semanas? Porque sé que
España ha hecho un esfuerzo por estar al corriente de pago de todas las
obligaciones que tiene con la comunidad internacional. Muy pocos países
de los que están por encima de nosotros, el primero, el segundo, hasta el
noveno, pueden decir lo mismo que estamos diciendo nosotros. Por tanto,
también tengamos el coraje de levantar la voz en los foros
internacionales y ante nuestras propias responsabilidades, porque hay
muchas cosas que se hacen de las cuales, a veces, o no tenemos conciencia
colectivamente o no nos atrevemos a decirlas públicamente, y las tenemos
que decir.

En cuanto a nuestro interés, S. S. decía, y decía bien, que la ayuda al
desarrollo no puede dar satisfacción únicamente a nuestro interés.

Hablamos de retornos, hablamos de créditos FAD, hablamos de tantas cosas
que pueden beneficiar a nuestro propio tejido industrial, a nuestras
propias industrias, pero no deben ser el motor fundamental; totalmente de
acuerdo, no puede ser. El objetivo debe ser ayudar, y si al ayudar
podemos también --si me permite la expresión-- ayudarnos un poco a
nosotros mismos, mejor que mejor, pero el objetivo debe ser ayudar a
otros.

Una palabra sobre el comercio. Me preocupa sobremanera, señorías, pero lo
que pasa es que tenemos que hablar de estas cosas en muchas comisiones a
la vez. Le decía al Presidente de esta Comisión que yo comparezco en esta
Cámara y en el Senado en cinco comisiones distintas, para hablar,
básicamente, de las mismas cosas. No sé cuántas veces me repetiré,
señorías, y lo siendo mucho, porque muchos de ustedes son también los
mismos representantes en esas comisiones, pero cada vez que comparezco lo
hago en cinco comisiones: Cooperación, Iberoamérica, Asuntos Exteriores,
Cooperación Mixta Congreso y Senado. Y nos vemos las caras y hablamos
casi de lo mismo en varias ocasiones. Pero permítanme que les diga
--aunque trataré de volverlo a sacar a relucir, porque es un tema que me
preocupa sobremanera-- que a veces en los temas de solidaridad
internacional la propia sociedad, la nuestra, la francesa o cualquiera,
de países desarrollados, es un poco contradictoria. Porque si nos fijamos
en un sector concreto de la industria o de la agricultura, a este sector
en concreto no le gusta que se quite una cierta tarifa arancelaria o se
abra un mercado. Tal vez eso es lo que fundamentalmente te pide un país.

No te pide ayuda humanitaria, sino que, por favor, les dejes vender
manzanas, tomates, carne de bovino, flores cortadas o patatas tempranas.

Cuando te dicen: déjeme usted meter durante tres meses patatas tempranas
a un precio más bajo y contestas: no, pero, en cambio, le doy, para que
todos nos quedemos muy contentos, el 0,23 por ciento o el 0,35 por ciento
de ayuda al desarrollo, responden: ¡Hombre, me dé usted eso! ¡Abrame
usted la posibilidad de que le venda a usted tomates, a usted o a otro
país! Este es un problema al que nos tenemos que enfrentar, porque es de
una gran hipocresía, porque es más barato y más cómodo decir doy un poco
por aquí y, además, me pongo una medalla, porque soy generoso, bueno,
solidario, etcétera. En cambio, cuando te dicen déjeme usted meter
manzanas, digo no, manzanas no porque tengo en Galicia --en Galicia no
hay manzanas, ¿verdad?, por eso lo digo-- algún problema. Yo quisiera que
tuviéramos conciencia de ello, volviéramos a reflexionar sobre ello
porque me parece enormemente importante.

Sobre los derechos humanos, sí quisiera matizar porque podría haber algún
punto de desacuerdo. ¿En qué podríamos estar en desacuerdo? Señorías,
creo que los derechos humanos fundamentales son de carácter universal,
tienen carácter universal, y que haríamos mal si empezásemos a pensar que
los derechos humanos tienen excepciones por razones religiosas, de raza,
etcétera; son de carácter universal. Lo que tenemos que ver bien es cómo
conseguimos que esos derechos humanos de carácter universal los
defendamos todos. Este fue el gran debate de la Conferencia de Viena de
hace escasamente un año, y es un debate que levanta espinas en el mundo,
sin duda ninguna, porque no significa imponer el modelo de desarrollo
occidental, pero hay algo que a nuestro juicio, independientemente de la
cultura en que uno viva, forma parte de la esencia y de la naturaleza del
ser humano y sus derechos fundamentales, y ahí no quisiera que nos
equivocáramos. Eso sí que lo voy a defender. Comprendo que hay otras
cosas más allá, un escalón más alto de esos derechos fundamentales donde
pueden pesar culturas, religiones, razas, etcétera, pero hay un escalón
que tiene que ser de derecho universal como está contenido en la Carta
Magna.

Estoy totalmente de acuerdo con la reforma de las Naciones Unidas. No sé
si estaremos de acuerdo en el momento final de cómo se hace, pero no hay
duda de que hay que reformarla y adaptarla a un mundo distinto. Y una
palabra sobre el FAD, porque a veces creemos que el FAD es una cosa
esotérica e irreal. Permítame que le diga cuál es el FAD, en el que en
este momento yo estoy poniendo más cariño en sacar adelante. Es un FAD
que me han solicitado todos los Presidentes, reunidos colectivamente el
lunes hace dos semanas en Nueva York, centroamericanos hablando sobre
ayuda al desarrollo. ¿Qué es lo que pedían? Lo que me pedían
fundamentalmente es que, por favor, les diéramos un crédito FAD de
cooperación con el Banco Interamericano de Desarrollo para interconectar
todas las redes de distribución de energía eléctrica en todos los países.

Unos tienen más capacidad de producción de energía



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eléctrica que otros, y no tienen interconexionada la red, y pedían a
España que hiciéramos el esfuerzo, que vale más desde el punto de vista
del desarrollo de su país que muchas otras ayudas al desarrollo, porque
eso es el elemento fundamental para que puedan dar un paso. ¿Lo debemos
hacer? Lo debemos hacer sin ningún género de dudas, lo tenemos que hacer
y lo vamos a hacer, porque es un paso sustancial no solamente para el
desarrollo de esos países, sino también para su integración territorial,
dar un paso de integración territorial o regional al tener
interconexionadas todas las redes de producción de energía eléctrica o de
distribución de energía. Lo pongo como vía de ejemplo porque a veces hay
cosas que son muy importantes, a las que nosotros no les damos el valor
que tienen como, por ejemplo, hacer una presa. Construir una presa en un
país que tiene problemas de agua es más importante que darle otras cosas,
y, sin duda, eso forma parte de una ayuda comercial por vía de un FAD a
una empresa, pero creo que tiene unas consecuencias extraordinarias desde
el punto de vista del desarrollo de ese país.

Por fin, quiero decirle que conozco a la gente. No voy a presumir de
conocer a alguna de las personas que están. Me une una amistad con muchas
de ellas desde hace mucho tiempo porque hemos peleado en otras batallas y
hemos estado en otras trincheras a lo largo de la vida, que empieza a ser
ya un tramo bastante largo del camino, y hemos conocido a mucha gente su
señoría y yo. Lo que sí quiero decirles es que en el fondo la sintonía es
total y que, como decía al principio, quizá la velocidad tenga que ser,
desgraciadamente, un poco distinta por las responsabilidades que unos y
otros tenemos. (El señor Vázquez Romero pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Le voy a dar la palabra porque, además, este debate,
que estaba previsto a petición del Grupo Popular, sobre las previsiones
del PACI del 95 se ha convertido, como no podía ser de otra manera, por
las intervenciones de los portavoces y del Ministro, en una reflexión
general sobre la cooperación. Siendo ésta su primera comparecencia, es
lógico que así fuera. Por esa excepcionalidad, le doy la palabra,
también, al Diputado señor Vázquez por segunda vez, porque lo habitual
era dársela al grupo proponente una segunda vez, pero no al resto de los
grupos.

El señor Vázquez tiene la palabra.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Gracias, señor Presidente, por su benevolencia y
comprensión.

De forma breve voy a señalar algunas cosas. No seré yo quien se oponga a
un proyecto de conexión con créditos FAD de las redes eléctricas de los
países centroamericanos; ahora, sí me opondré a que créditos FAD se
dediquen a armamentos; se ha dado antes las cifra de que el 80 por ciento
de los créditos FAD a nivel mundial se dedican a países que gastan en
armamento más del 4 por ciento de su PIB. Simplificando, hay FAD buenos y
FAD malos, aunque sea una simpleza. Una cosa es ayudar estructuralmente
al desarrollo de países con fondos FAD --un ejemplo puede ser el que
usted ha citado de Centroamérica-- y otro ejemplo negativo es que, a
través de créditos FAD, se compren carros de combate, aviones, etcétera,
en países con unos niveles de renta paupérrima, circunstancia más que
frecuente en el mundo en que vivimos.

Ninguna discrepancia, señor Solana, a los derechos humanos como derecho
universal. Efectivamente, en un escalón un poco más arriba es donde
entran en juego otros aspectos sobre los que hay que tener una cierta
flexibilidad a la hora de conceder ayuda al desarrollo, pero por
supuesto, derechos humanos absolutamente universales y sin ninguna duda.

El problema del derecho de injerencia que se genera, que daría pie a una
discusión larguísima, es que, con frecuencia y desgraciadamente, se
utilizan diferentes varas de medir, que es a lo que me refería antes, con
la discrecionalidad de Naciones Unidas, y cómo en unos países donde
existe un interés geoestratégico de Estados Unidos se actúa teóricamente
bajo el paraguas de Naciones Unidas, a través de una resolución de su
Consejo de Seguridad, y en otros, donde hay una violación masiva de
derechos humanos, no se actúa porque no hay ningún interés geoestratégico
de los Estados Unidos en esa zona. Esta doble vara de medir es la que
genera, con toda lógica, todas las susceptibilidades del mundo en los
países del Tercer Mundo a la hora de valorar el derecho de injerencia.

Repito, personalmente lo apoyo en todo lo que sea injerencia humanitaria,
pero, para que eso pueda ser extendido «urbi et orbe», Naciones Unidas
tiene que dotarse de una sola vara de medir y de un criterio objetivo a
la hora de actuar, circunstancia que no es la presente.

Como usted, me felicito de la parte infinitesimal en la que pueda haber
colaborado --sin duda, usted mucho más-- para que se haya generado en la
sociedad española una mayor conciencia de solidaridad con el Tercer
Mundo, que nos llevaría a que nuestras previsiones de febrero a aquí se
ampliaran en función de ese crecimiento de la solidaridad.

Un detalle técnico, si quiere. Ni mi Grupo ni nadie, que yo sepa, está
pidiendo el 0,7 para el año 1995, que significarían esos 480.000
millones; lo que está pidiendo mi Grupo es que, sobre los 191.000
millones que ahora se incluyen en los presupuestos, que significan el
0,28, se amplíe la posibilidad, con proyectos o programas posibles,
eficaces, reales, al 0,5, que significaría 140.000 millones más, y para
llevar ayuda real, porque esto es otra historia. La calidad de la ayuda
no siempre es la adecuada, lo que hace que, por desgracia con alguna
frecuencia, no llegue al destinatario final esa ayuda que ha significado
un esfuerzo solidario de la sociedad española y se quede por el camino o
llegue a manos que no debería llegar en ningún caso.

La petición de mi Grupo, que después discutiremos, es llegar al 0,5 en
1995, no al 0,7. Estamos tensando la realidad, tirando de la realidad, si
quiere.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, muy brevemente.




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Solamente para hacerle un ruego, una solicitud al portavoz del Grupo
Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya. Le rogaría que
no tratáramos de conseguir acuerdos, no digo a golpe de proposiciones no
de ley, sobre todo cuando estamos en estos mismos momentos debatiendo las
enmiendas y sé que hay negociaciones entre los grupos parlamentarios para
plantear enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado en esta
rúbrica. Quizá nos ahorraríamos mucho tiempo si debatimos hoy una
proposición no de ley que pide A cuando, a lo mejor, dentro de unas
horas, los mismos grupos parlamentarios llegan a un acuerdo de A, que a
lo mejor es mejor que A. Lo único que le rogaría es que, como S. S. ha
cubierto con creces y con altura máxima el debate parlamentario y no lo
va a poder hacer mejor cuando defienda la proposición no de ley porque lo
ha hecho magníficamente, seguramente lo mejor es retirar la proposición y
esperar a que dentro de unas horas, mañana o pasado, tengamos un acuerdo
en las enmiendas. Me parece que es mucho mejor por eficacia
parlamentaria, dándole las gracias por anticipado, felicitándole por la
brillantez de su exposición y rogándole que atienda esta modesta
solicitud del Ministro de Asuntos Exteriores.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Personalmente la atendería, pero soy rehén de mi
firma.




El señor PRESIDENTE: El señor Cremades, del Grupo Socialista, tiene la
palabra.




El señor CREMADES SENA: A estas alturas del debate no voy a seguir el
itinerario del decálogo que ha planteado el Ministro, porque entonces
sería muy lento. Simplemente quiero agradecer su presencia en esta
Comisión, como siempre, con esa buena predisposición con la que nos tiene
acostumbrados a venir a otras Comisiones de las que somos miembros, como
la de Asuntos Exteriores.

No comparto alguna apreciación que se ha hecho sobre el retraso de esta
comparecencia. Creo que la Comisión Interministerial tiene la obligación,
como aquí se ha dicho, de presentar las líneas generales en el primer
semestre y quiero recordar que si no tenemos en cuenta el verano estamos
iniciando el segundo semestre de este período legislativo aproximadamente
hace un mes. Por lo tanto, no comparto lo del retraso. En todo caso,
queremos manifestar el apoyo y la satisfacción porque observamos que, en
la medida de lo posible, vamos ajustando cada vez más la elaboración del
PACI de 1995 a las líneas generales de política de cooperación
establecidas en el informe de 1992.

Aquí se ha presentado el problema de la prisa o el ritmo al que vamos
ajustando este tipo de política. Yo quisiera decir, como también se ha
dicho aquí, que en noviembre de 1992 es cuando por primera vez esta
Cámara tiene un instrumento, muy bien hecho por cierto y asumido por
unanimidad, de hacia dónde deben ir las líneas generales de la
cooperación y ayuda al desarrollo en nuestro país. En noviembre de 1992
nos dotamos de ese instrumento importante desde el ámbito legislativo
para establecer las líneas de la política y creo que en estos dos únicos
años, después de tener ese trabajo realizado y asumido por todos, estamos
dando avances importantes y pasos agigantados en acomodar lo que la
cooperación ha venido ya haciendo, lo cual no quiere decir que fuese muy
desajustada a estas líneas generales la que venía haciendo anteriormente
el Gobierno, pero no tenía ese norte, esas directrices de las que nos
dotamos en 1992.

En este sentido quisiera destacar, dado que se habla del FAD, que también
se ha nombrado aquí, que muchas veces confundimos --quizá por el propio
nombre de estos créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo-- que éste es
un instrumento mixto y que así es como está establecido en el año 1976,
que fue cuando se creó por un Real Decreto-ley. Es un instrumento mixto
que tiene dos partes: una, que es estricta y claramente de ayuda a la
exportación, que no tiene nada que ver y para eso se creó
fundamentalmente en su día; otra parte importante, que se ha ido
recobrando con una aproximación de un 20 por ciento de los mismos, más o
menos, que está destinada a lo que llamamos estrictamente ayuda oficial
al desarrollo.

Veo que en algunos de los debates, a veces mezclamos en algunos créditos,
en cuanto a criterios, etcétera, lo que es cooperación netamente con lo
que es ayuda al desarrollo, según lo establecido por la normativa
internacional vigente. Creo que eso se va a eliminar, y me alegro que el
Ministro lo haya dicho y lo apoyamos, porque se va a hacer una normativa
diferente que va a reestructurar los FAD; no, como algunos dicen, para
ver quién se reparte el botín. Creo que aquí nadie reparte botines,
porque tanto el Ministerio de Comercio como el de Asuntos Exteriores
intentan hacer una buena gestión de todos los fondos que este país
destina al desarrollo. Por tanto, no es una cuestión de botín, sino de
que en lo sucesivo se pretenda clarificar muchísimo más cuáles son fondos
FAD, desde el principio estrictamente marcado, y cuáles no.

Es cierto que el Comité de Ayuda al Desarrollo, en el que también
llevamos desgraciadamente muy pocos años, desde 1991, ha elaborado un
primer informe; un primer informe que creo que todos asumimos, que es
tremendamente positivo para nuestro país, teniendo presente que ese
informe es el primero que se elabora. Es la primera experiencia de que
nuestra cooperación y nuestra ayuda al desarrollo pasen por el tamiz del
Comité de Ayuda al Desarrollo, y hemos pasado con un, yo me atrevería a
decir notable. Hay informes sobre otros países que tienen mayor
experiencia de cooperación, y en muchos aspectos también el Comité de
Ayuda al Desarrollo les hace las advertencias cada año de ir mejorando
esa gestión.

Nos alegra muchísimo que en la previsión para el próximo año se haga
hincapié en las dos zonas prioritarias de nuestra cooperación, como son
Iberoamérica y el Magreb. Sobre todo a mi Grupo le agrada mucho que
cuando hablamos de Iberoamérica, teniendo presente las limitaciones que
en el paquete de Helsinki se pusieron a la cooperación tradicional de
nuestro país a lo que es ayuda al desarrollo, se diga aquí por parte del
Ministro, que en la cooperación con Iberoamérica, precisamente por la vía
de la cooperación donde no tenemos esas limitaciones, podemos seguir
teniendo un papel importante que, como el Ministro sabe, lo hemos
establecido aproximadamente en el 45 por ciento



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de lo que es total de nuestra ayuda. Insistimos, una vez más, en que en
la zona del Magreb se destine alrededor de ese 30 por ciento que también
marcaba el informe y lo volvimos a marcar en el debate de febrero pasado.

Tengo que decir que vemos positivo también que en las líneas generales
que la Comisión Interministerial ha establecido se contemple la
condonación de deuda externa. Nos parece muy importante.

Sin extenderme demasiado, quiero hacer una referencia a algo importante,
porque luego vamos a debatir la proposición no de ley, que es la cuestión
de lo que este país destina a la ayuda oficial al desarrollo respecto al
PIB. Para nadie creo que pueda ser un ejemplo estricto, ni creo que esa
sea la intención del Ministro cuando habla de los Estados Unidos. Creo
que lo que hay que decir claramente es que este país ha hecho un esfuerzo
muy grande en estos pocos años, a diferencia de otros países que vienen
haciendo cooperación muchísimo antes en organismos internacionales como
cooperación bilateral. El hecho de que nosotros hayamos dado un salto
importante en estos años, pasando del cero al 0,35 que he creído entender
al Ministro --así creo que lo ha dicho--, que se contemplará en los
presupuestos del año 1995 (quiero decir que respecto de ese 0,35, cuando
se trata de pedir el 0,5 o el 0,7, las cifras son fáciles de calcular),
supone una cifra de 6.800 millones de pesetas por cada centésima que se
aumenta.

Se ha producido una sensibilización por problemas puntuales concretos que
han sucedido este verano. Es cierto. Pero yo decía esta mañana, y lo
vuelvo a repetir, que lo urgente, a veces, no nos deja ver lo importante,
que es lo que tenemos que conseguir. Ese 0,35 por ciento viene a
recuperar algo que a todos los grupos parlamentarios, incluido el
Socialista, les alarmó cuando en los presupuestos más restrictivos, por
la crisis económica, vimos que la tendencia que venía dándose año tras
año en el camino de conseguir el 0,7 en el año 200 y en las
posibilidades, incluso, de acelerar ese calendario para que se
consiguiese un poco antes de ese año, sufrió un parón en los últimos
presupuestos. Evidentemente, este 0,35 va a permitir recuperar esa
tendencia que marcábamos en el informe del año 1992 a conseguir en 1995.

Creemos que no sólo con conseguir el 0,35, el 0,5 ó el 0,7 por ciento se
puede tener la conciencia tranquila de que estamos haciendo lo que dicen
las directrices internacionales. Pensamos, como se ha dicho aquí por los
distintos grupos parlamentarios, y me alegro de ese apoyo, que en la
liberalización del comercio, en los acuerdos del GATT --a veces no todo
el mundo les da la importancia que en realidad tienen a la hora de hablar
de desarrollo-- es donde tenemos que hacer realmente hincapié. Mi Grupo
va a procurar, precisamente esta tarde, llegar a un acuerdo para que esa
ayuda del 0,35 pueda ser incluso algo más. Es decir, marcar el 0,35 como
un mínimo. Con ese 0,35 este país está por encima de la media del CAD,
porque esa media, en estos años de crisis, ha bajado del 0,35 al 0,33 por
ciento.

Para España puede ser importante ponerse --con ese esfuerzo del que habla
el Ministro, que todos compartimos y que hemos consensuado entre todos--
a dos décimas por encima de la media del CAD. De esta manera, este país
estaría entre los diez primeros países que dan cooperación en el mundo y
entre los cuatro o cinco primeros de los veintiún miembros que forman el
Comité de Ayuda al Desarrollo.

Quiero agradecer de nuevo la presencia del Ministro de Asuntos Exteriores
antes de terminar mi intervención.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra, si lo desea.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Para
agradecer al portavoz del Grupo Socialista sus palabras de comprensión
hacia lo que estamos haciendo y su apoyo para que sigamos por el mismo
camino, a la velocidad que más deprisa podamos ir, como estoy seguro que
es la preocupación y el deseo del Grupo al que represento.




El señor PRESIDENTE: Terminamos el primer punto del orden del día, la
comparecencia del señor Ministro, cuya presencia agradecemos, así como su
total disposición, explicación exhaustiva, sea o no satisfactoria,
depende de cada Grupo; para la Presidencia lo es en cuanto que ha
proporcionado información a esta Comisión de reciente creación,
información de actualidad debido a los temas que han sido tratados. Como
decía, agradecemos su presencia y deseamos que venga a esta Comisión,
aunque también tenga que asistir a otras.

Gracias, señor Ministro. Lo liberamos de su presencia aquí.

Como esta Comisión es reducida, si los señores Diputados lo desean,
haremos un breve descanso. (Pausa.)



--DEL SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACION INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMERICA (DICENTA BALLESTER), PARA INFORMAR DE LOS RESULTADOS DEL
PLAN ANUAL DE COOPERACION INTERNACIONAL (PACI) DE 1993. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente
212/000690.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al segundo punto del orden del día:
Comparecencia del Secretario de Estado de Cooperación Internacional y
para Iberoamérica, para que informe de los resultados del Plan Anual de
Cooperación Internacional (PACI) de 1993.

El Grupo que solicita su comparecencia es el Grupo Parlamentario Popular
del Congreso.

Quisiera pedir al Secretario de Estado y a los portavoces que entendamos
la duración de la comparecencia anterior como una excepción dada su
característica de ser la primera comparecencia del Ministro, ya que yo
creo que dos horas es un tiempo que está por encima de la media de lo que
debe ser habitual en los trabajos de esta Comisión.

Siempre habrá oportunidad de que, cuando el tema lo requiera por
actualidad, por urgencia, por importancia o por cualquier otra razón, no
se pongan límites de tiempo,



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pero dado que en el orden del día de hoy hay tres puntos, trataremos de
que la siguiente comparecencia --y creo que lo conseguiremos-- sea más
breve para poder terminar en tiempo útil esta tarde.

Tiene la palabra el Secretario de Estado, señor Dicenta.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACION INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMERICA (Dicenta Ballester): Yo quisiera empezar esta intervención
agradeciendo la convocatoria que se me ha hecho y expresando mi
satisfacción por estar en este primer plenario de la Comisión no
permanente de Cooperación y Ayuda al Desarrollo del Congreso.

Trataré de exponer brevemente lo que ha sido el seguimiento del PACI
1993. En este análisis que voy a hacer conviene no perder de vista los
antecedentes, que son básicamente el Real Decreto, de agosto de 1985, que
determina, dentro de la estructura básica del Ministerio de Asuntos
Exteriores, las competencias de la Secretaría de Estado para la
Cooperación Internacional y para Iberoamérica, cuyo artículo 6.1 dice que
tiene competencia para dirigir la dirección, programación, control y
evaluación de las actividades que en materia de cooperación
internacional, cultural, económica, científica y técnica desarrollen los
órganos de este Departamento, así como la coordinación de las actividades
que en este área tengan atribuidos otros órganos de la Administración.

Para que estas competencias que se le confieren a la Secretaría de Estado
pudieran ser posibles, el Decreto 451/1986 creó la CICI (Comisión
Interministerial de Cooperación Internacional), que es el órgano que se
encarga de presentar al Gobierno el plan anual de cooperación
internacional del ejercicio subsiguiente.

Este PACI, como SS. SS. saben, recoge todas las actividades que en
materia de cooperación internacional tienen previsto desarrollar las
distintas entidades del Estado español. Por tanto, el PACI es un
instrumento básico para planificar, para programar, para hacer la
coordinación interministerial y, sin embargo, para garantizar la eficacia
y la eficiencia de la política de cooperación en España es imprescindible
el riguroso control y evaluación de esa política.

Por eso, en el Real Decreto que he citado, 451/1986, se encomienda a la
Secretaría de Estado asegurar el seguimiento de los planes aprobados, así
como la elaboración de una memoria anual de evaluación de los programas
de cooperación realizados por el Estado español. A esta filosofía es a la
que responde el seguimiento del PACI: la evaluación de la eficacia y el
impacto de las acciones realizadas, que es la forma en que podríamos
detectar las lagunas que hubiera que corregir en la siguiente
planificación.

El seguimiento del PACI es un documento que recoge todas las acciones y
los programas efectivamente realizados en cooperación internacional
durante el año anterior a la confección de ese PACI. El seguimiento
detalla, pues, los desembolsos efectuados y especifica el país, el sector
de cooperación o, en su caso, el organismo internacional receptor.

Por otra parte, el seguimiento del PACI compara las previsiones que en su
día fueron aprobadas por el Gobierno español y los desembolsos realizados
analizando las causas por las que se han producido posibles desviaciones.

Es preciso recordar en este punto que el PACI previsiones del 93, se
preparó y se aprobó en el primer semestre del año 92; es decir, en un
momento en el que ni siquiera el anteproyecto de ley de presupuestos
estaba elaborado, por lo que es del todo lógico que se produjeran
divergencias o desviaciones entre lo previsto y lo realizado.

Por otra parte, los rápidos cambios que en ocasiones se producen en el
mundo de las relaciones internacionales y la imposibilidad de predecir
determinadas situaciones extraordinarias, como catástrofes naturales,
epidemias, guerras, etcétera, exigen a menudo modificar las previsiones
iniciales.

Otro de los objetivos del seguimiento es explicar el origen de estos
cambios de programación garantizando así la transparencia de la política
de cooperación internacional española.

Finalmente, el seguimiento del PACI es la principal fuente de información
sobre la cooperación internacional y la ayuda oficial al desarrollo
española, que sirve de base para los informes estadísticos de los
principales foros internacionales de cooperación. El CAD, el PNUD, la
CEE, el Banco Mundial, etcétera, basan sus informes estadísticos en los
datos que se les suministran a través de instrumentos como el del PACI.

Esta función ha cobrado, pues, una especial relevancia desde que España
ingresa en el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, en diciembre de
1991. Nuestro país se ha comprometido voluntariamente a facilitar a este
comité, de forma rigurosa y periódica, la información sobre sus flujos de
recursos en favor de los países en vías de desarrollo.

Antes de empezar mi exposición tengo que informarles de que el
seguimiento del PACI 93 está aún en la fase final de elaboración no
habiendo sido, por tanto, presentado ante la Comisión Interministerial de
Cooperación Internacional, la CICI, para su aprobación y discusión y que,
por tanto, la información que voy a facilitar a SS. SS. es provisional y
puede existir un relativamente pequeño margen de error debido a que no se
ha procedido aún a la preparación y revisión definitiva de las cifras que
vamos a manejar. Algunos ministerios no han presentado aún esas cifras,
había un plazo que concluía en el mes de abril y ahora ya tenemos todos
esos datos en nuestro poder, están metidos en aplicación informática y lo
que habrá que hacer será pasarlos a la Comisión Interministerial.

En el año 1993, España destinó 215.876 millones de pesetas a la
cooperación internacional, de los cuales 154.365 millones pueden ser
considerados ayuda oficial al desarrollo, AOD. Conviene recordar que el
seguimiento del plan anual de cooperación internacional recoge todas las
actividades que en materia de cooperación internacional
--como dije antes-- han realizado las distintas entidades públicas del
Estado español en un determinado año. Estas actividades comprenden tanto
las que se realizan conjuntamente con países industrializados y
organizaciones internacionales, como las que se llevan a cabo con países
menos desarrollados del llamado Tercer Mundo. Cuando esa cooperación
--como SS. SS. saben-- proviene del sector público en forma de donaciones
o préstamos, tiene un



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elemento de liberalidad al menos del 25 por ciento y tiene por objetivo
esencial mejorar el desarrollo económico y el nivel de vida de los países
menos desarrollados, es cuando se puede considerar formalmente como AOD.

El producto interior bruto a precios de mercado, en ese año 1993, se
situó en 60.881 billones de pesetas, de acuerdo con los datos facilitados
por el Instituto Nacional de Estadística. En consecuencia el porcentaje
de AOD-PIB español para ese año se elevó a 0,25 por ciento. Este
porcentaje para el año 1993 refleja el esfuerzo llevado a cabo por la
cooperación española en la mejora cuantitativa y cualitativa de la acción
de nuestro país en favor del desarrollo.

Si tenemos en cuenta los mínimos presupuestarios de los que se partía
hace escasamente una década, la ratio ADB-PIB en el año 1983, que era de
sólo el 0,04 por ciento, el porcentaje alcanzado en el año 1993 es un
logro importante, aunque ligeramente inferior al de 1992, que fue de 0,26
por ciento. Esto nos acerca a la medida de los países miembros del CAD
que, en el año 1992, fue del 0,33 por ciento.

Si comparamos las previsiones del PACI 1993 con los desembolsos de gasto
que recoge el seguimiento del PACI 1993, se puede apreciar una
considerable desviación a la baja en gastos de cooperación internacional
del 29,6 por ciento y, en mucha menor medida, en ayuda oficial al
desarrollo, del 1,56 por ciento.

El descenso en los flujos de cooperación internacional, recogido en el
seguimiento, se debe, fundamentalmente
--me refiero a la cooperación, después lo haré a la AOD--, primero, a un
gran descenso --que luego explicaré-- de las contribuciones españolas a
las organizaciones internacionales financieras para las que en el PACI,
previsiones de 1993, se contemplaba una cantidad de 105.395 millones,
mientras que, según los datos de seguimiento de que se dispone hasta la
fecha, en el año 1993 se desembolsaron tan sólo 9.961 millones. En
segundo lugar, a un descenso del 19,57 por ciento en los fondos
destinados a cooperación científica y cultural, que pasaron de 33.000
millones a 27.000 millones, por el recorte presupuestario. Y, en tercer
lugar, a un descenso del 41,6 por ciento en la ayuda alimentaria, que
pasó de 2.030 millones a 1.184 millones, también producto del recorte
presupuestario.

En cuanto a la desviación que se observa --siempre provisionalmente-- en
el comportamiento de la AOD, respecto de las previsiones --mucho menor
que en cooperación internacional, como dije antes, sólo del 1,56 por
ciento--, tiene su origen en las siguientes causas. En primer lugar, el
aumento del 47 por ciento en la ayuda de emergencia, que influye poco
porque es muy pequeña, que pasa de 250 a 367 millones de pesetas. En
segundo lugar, un incremento del 8 por ciento en los créditos FAD, de
77.000 millones a 83.200 millones. En tercer lugar, un descenso del 32
por ciento en las aportaciones a organismos internacionales financieros,
de 10.900 a 7.400 millones. En cuarto lugar, una disminución del 10 por
ciento respecto a las previsiones de las aportaciones a la Unión Europea,
de 39.600 a 35.700 millones. En quinto lugar, un descenso del 41 por
ciento en la ayuda alimentaria --como dije antes, porque toda la ayuda
alimentaria es AOD--: de 2.030 millones a 1.184 millones. Y, por último,
una baja de 17 por ciento en los desembolsos en cooperación técnica y
cultural: de 17.600 a 14.700 millones de pesetas.

La cooperación multilateral es toda la que se realiza a través de
contribuciones a organismos internacionales y no directamente a países.

En el año 1993, la cooperación multilateral ha representado un 44,5 por
ciento del gasto total de cooperación internacional realizado en 1993:
95.965 millones de pesetas. En términos de AOD, este porcentaje se sitúa
en el 30,4 por ciento: 46.924 millones de pesetas. Los dos componentes
básicos de la cooperación multilateral española son: las aportaciones a
la Comunidad Europea, con 48.361 millones de pesetas en 1993, de los
cuales, 35.734 tienen la consideración de AOD; y las contribuciones a
organismos internacionales financieros y no financieros. A los
financieros se contribuyó en cooperación internacional con 9.961
millones, de los cuales, 7.432 son AOD; y a los no financieros, en
cooperación internacional con 37.642 millones, de los cuales 3.757 son
AOD.

Las aportaciones españolas a la Unión Europea se desglosan en dos
capítulos fundamentales, que son, por una parte, la aportación al
presupuesto comunitario de cooperación, donde hay 32.741 millones para
cooperación internacional, de los que 20.113 son AOD; y, en segundo
término, las aportaciones al FED (Fondo Europeo de Desarrollo), que es
todo AOD y que ascendió a un total de 15.620 millones de pesetas.

En cuanto a las contribuciones a organismos internacionales, se agrupan,
de acuerdo con la naturaleza de dichos organismos, en financieros y no
financieros. En el caso de los organismos internacionales financieros, la
aportación española durante el año 1993 totaliza, como ya he dicho, 9.961
millones.

La razón de la importante reducción a la baja respecto del PACI
previsiones de 1993 está en que las previsiones incluyeron las
contribuciones al Fondo Monetario Internacional, 92.214 millones, que no
aparecen en el seguimiento por haberse liquidado íntegramente a finales
de 1992 el incremento de las cuotas de este organismo aplicables a
España.

En términos de AOD, la aportación a organismos internacionales
financieros se sitúa en 7.432 millones, de los cuales 1.770 corresponden
a la aportación española al Fondo Africano al Desarrollo; 1.343 millones
a la Agencia Internacional de Desarrollo, ventanilla para créditos
blandos del Banco Mundial. Como es sabido, las organizaciones
internacionales financieras para el desarrollo captan recursos de sus
miembros para canalizarlos hacia países en vías de desarrollo, al objeto
de financiar importaciones, proyectos de desarrollo o como ayuda directa
a la balanza de pagos.

En cuanto a los organismos internacionales no financieros, que son
aquellos que tienen como objetivo promover la cooperación internacional
en los ámbitos educativo, cultural, científico, técnico, laboral,
etcétera, en 1993 la contribución española a dichos organismos fue de
37.642 millones, de los que 3.757 se consideran AOD.




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En la cooperación bilateral, las relaciones establecen directamente entre
el país donante y el receptor. El gasto de la cooperación bilateral en
1993 fue de 119.910 millones, lo que significa un 55,5 por ciento del
gasto total en cooperación internacional durante ese período. En términos
de AOD, ese porcentaje es del 69,8 por ciento.

Los tres componentes básicos de la cooperación bilateral son los
siguientes. En primer lugar, el Fondo de Ayuda al Desarrollo, que
constituye un instrumento mixto de fomento a la exportación y de ayuda al
desarrollo creado en el año 1976 a través del Decreto 16, de 24 de
agosto. En 1993, el monto global desembolsado neto fue de 83.234 millones
de pesetas. Es importante destacar aquí que los desembolsos netos del FAD
se obtienen de restar de los desembolsos brutos efectuados las
amortizaciones recibidas en el mismo período. Estos pagos por créditos
FAD a los países en vías de desarrollo representan un 53,9 por ciento del
total de la AOD. En cuanto a países --siempre refiriéndonos al año
1993--, los cinco primeros beneficiarios, en términos de AOD, fueron:
Méjico, con 26.532 millones de pesetas; China, con 17.700 millones;
Marruecos, con 7.200 millones; Indonesia, con 7.000 millones; y Bolivia,
con 5.365 millones.

Un segundo componente de cooperación bilateral son los programas
proyecto. Estos programas proyecto incluyen los de asistencia técnica,
cultural y científica, la ayuda alimentaria, la ayuda de emergencia, la
ayuda de equipamiento y subvenciones y las ayudas a las ONG, y cuyo
principal agente gestor coordinador y ejecutor es la Secretaría de Estado
para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica, en la mayoría de
los casos a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional,
organismo autónomo que, como saben SS. SS., está adscrito a la misma.

Dentro de los proyectos programa, la asistencia técnica propiamente
dicha, calificada como AOD, se sitúa en 19.427 millones de pesetas, con
una disminución de 3.476 millones sobre lo previsto, desviación que tiene
su origen en los recortes presupuestarios que afectaron a diversos
ministerios y que repercutieron especialmente en la ayuda bilateral no
reembolsable.

La distribución geográfica de la ayuda oficial al desarrollo, en este
apartado, es la siguiente: Iberoamérica, el 46,6 por ciento; Africa
subsahariana, el 16,28, Norte de Africa, el 5,06 por ciento; Oriente
Medio, el 2,46 por ciento; Asia y Oceanía, el 1,7 por ciento; Europa del
Este, el 1,43 por ciento; otros varios países se distribuyen el 26,20 por
ciento restante.

El tercer elemento de esa cooperación bilateral sería la cooperación
oficial descentralizada, que es un fenómeno que en España se inicia, al
igual que en otros países europeos, en el ámbito local, a través de los
hermanamientos entre municipios. A mediados de la década de los 80, las
comunidades autónomas se incorporan ya al campo de la cooperación
internacional.

A la vista de la importancia que estaba adquiriendo este tipo de
cooperación al desarrollo, se incluyeron por vez primera en las
previsiones del PACI 92 los programas que en este campo realizaban las
comunidades autónomas y las entidades locales. En el PACI 93, la
cooperación descentralizada se situó en 4.384 millones, de los cuales,
4.185 millones, prácticamente la totalidad, tienen la consideración de
ayuda oficial al desarrollo.

El desembolso de las comunidades autónomas y entidades locales en AOD
debe decirse que ha experimentado un incremento anual considerable desde
los 1.748 millones de ayuda ejecutada en 1991. El crecimiento de esta
partida tiene su origen en un mayor conocimiento de los programas de
cooperación de las comunidades, así como en un aumento del gasto
desembolsado.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Hernando Fraile,
representante del Grupo Popular solicitante de la comparecencia.




El señor HERNANDO FRAILE: Gracias, señor Secretario de Estado, por las
explicaciones que nos ha dado sobre el PACI 93.

Lo primero que le diría es que no voy a reiterar las críticas que he
hecho al señor Ministro, sobre todo, las que hacían referencia al informe
del Comité de Asistencia al Desarrollo. Están ahí y, efectivamente, es un
buen instrumento para evaluar precisamente los resultados de nuestra
cooperación internacional y ayuda al desarrollo referentes al año 1993,
porque fundamentalmente se centraban en el ejercicio presupuestario de
1993 la mayoría de las consideraciones que en el mismo se realizaban.

Yo quería comentarle un asunto. Ha hablado usted del riguroso control y
evaluación que se hace a través del PACI. Por lo que he visto hasta
ahora, los PACI de seguimiento han sido simplemente un sistema en el que
se establecen las dotaciones presupuestarias de cada uno de los programas
desarrollados, pero en los que no se realiza ninguna otra consideración.

A nosotros nos interesa no solamente saber cuánto gastamos, sino en qué
lo gastamos. No hemos visto que se haya producido retirada alguna de
fondos o crítica a alguno de los programas desarrollados, no sé si porque
todos son excelentes o porque el riguroso control y evaluación realmente
no existen. Entendemos más bien que la ausencia de críticas y de
posibilidades de adoptar nuevos criterios, de recomendar cambios en los
programas que se desarrollan o en los proyectos que se realizan, se debe
a que no existe ese control, sobre todo, esa evaluación sobre el impacto
en cada uno de los programas y proyectos que realizamos.

Me llama la atención el hecho de que usted hable de que todavía no tiene
los datos. Como usted muy bien ha hecho referencia, tenían que haber
estado entregados en abril. Creo que aquí nos falla el sistema de
informatización o de tramitación; no sé si es que existe una resistencia
pasiva por parte de algunos ministerios a facilitar los datos, o a qué se
deben esos retrasos. Quizá ello nos deba llevar a la reflexión de que
habría que cambiar el sistema de ubicación presupuestaria y crear una
función en la que aparezcan todos los programas que se dedican a ayuda al
desarrollo y cooperación internacional.

Ha hablado usted, por entrar más en las cifras, de unas dotaciones
globales de 154.365 millones, muy similares a las del año 1992, lo cual
no sólo nos dice que no se han



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incrementado las dotaciones para ayuda oficial al desarrollo, que en el
año 1992 fueron de 153.973 millones, sino que, teniendo en cuenta las
importantes devaluaciones que se produjeron en 1993, se ha producido una
importante caída en el año 1993 de la ayuda oficial al desarrollo.

Por lo que se refiere a los créditos FAD, los datos que tenía,
facilitados por el Ministerio de Comercio y Turismo, son distintos. En
éstos se hablaba de unas dotaciones, en el año 1993, de 99.783 millones,
que suponía, además, una desviación sobre lo presupuestado de más de un
25 por ciento; para el año 1993 se habían presupuestado 77.000 millones
por este concepto y los 99.783 millones suponía un incremento de más de
22.000 millones de pesetas, aspecto en el que sí se produce incremento
que redunda luego en una disminución del resto de los programas.

La gestión del FAD no es la más deseable. Durante todos los años
precedentes al ejercicio 1993 se ha producido una autorización de
proyectos muy por encima de lo que se ha ido presupuestando, lo cual
provoca en estos momentos, al igual que en el año 1993, un colapso del
sistema que consiste en que tengamos un desfase superior a los 180.000
millones sobre operaciones aprobadas y que cada año, también en el año
1993, nos encontremos con que en muchas empresas españolas llegan incluso
no a retrasar, sino a paralizar sus proyectos y sus operaciones
financieras con créditos FAD porque el Instituto de Crédito Oficial
carece de recursos para realizar los pagos de operaciones formalizadas e
imputadas.

Por lo que se refiere a las aportaciones de la CEE, en el año 1993 los
retornos fueron escasos, señor Secretario de Estado. En ayuda alimentaria
estuvieron en torno a los 800 millones, y eso si tenemos en cuenta que
las aportaciones que se realizaron para el presupuesto fueron 32.741
millones, de los que más de 8.000 eran para ayuda alimentaria, lo que nos
demuestra que hay que hacer algo para que esta tendencia cambie y estos
retornos mejoren.

Sobre el resto de las dotaciones sólo cabe destacar la importante caída
que se produce en cooperación internacional respecto de los organismos
internacionales financieros, sin duda porque no se realizan las
dotaciones que se habían efectuado en 1992 de 71.330 millones para el
Fondo Monetario Internacional. Y respecto a los organismos
internacionales no financieros están más o menos a la par.

Por concluir, sí le diría, señor Secretario de Estado, que es necesario
mejorar el sistema; que el sistema de evaluación no puede seguir siendo
una mera suma y resta de dotaciones, sino que tiene que realizarse una
verdadera evaluación de los programas; que España y los españoles
necesitan saber en qué se está gastando el dinero y de qué forma. Sólo
así conseguiremos que la población española se manifieste masivamente a
favor de unos incrementos destinados a la ayuda oficial al desarrollo y
que no sea sólo la iniciativa de una plataforma muy concreta, como en
este caso, o de unos grupos parlamentarios, como ha sucedido en otras
ocasiones. Creemos que eso debe tener el refrendo necesario, y solamente
tendrá el refrendo cuando esa evaluación se realice realmente.

Para terminar, quisiera hacerle unas preguntas muy concretas referidas a
cuestiones de las oficinas técnicas que se han venido creando en los
últimos años. Me gustaría saber cuántas oficinas técnicas de cooperación
se crearon durante 1993, cuál fue el funcionamiento de las mismas y la
coordinación con el Ministerio de Asuntos Exteriores y las embajadas.

También desearía saber el papel que están desarrollando nuestras
embajadas y nuestros embajadores en la coordinación de las tareas de
cooperación que España desarrolla en los distintos países.

Asimismo, nos gustaría saber cuántas comisiones mixtas se han constituido
entre la Administración española y la administración de los países
perceptores y qué tareas han venido desarrollando, así como qué medidas
se han adoptado para mejorar la formación de personal diplomático que
interviene en el conjunto de las tareas de la ayuda oficial al
desarrollo.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Secretario de Estado.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACION INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMERICA (Dicenta Ballester): Voy a intentar resumir las respuestas a
las distintas observaciones que S. S. ha hecho en relación con mi
intervención. Creo que hay una preocupación básica a lo largo de todas
sus manifestaciones, que es el tema del control y evaluación de la ayuda
oficial al desarrollo y hasta qué punto el instrumento del PACI es un
instrumento perfecto y desarrollado de tal forma que pueda llevar a cabo
trabajos de seguimiento y evaluación eficaces, y que permitan que esa
evaluación determine también la ayuda oficial al desarrollo de ejercicios
sucesivos, puesto que ése es, en definitiva, el objetivo de ese
instrumento.

Yo no puedo decir que el PACI sea ya un instrumento perfecto,
definitivamente acabado, pues tiene una vida muy reciente, pero sí puedo
decir que es un instrumento bastante más perfeccionado que otros
similares de los que disponen países que llevan mucho más tiempo haciendo
cooperación internacional del que llevamos nosotros. Eso hemos tenido
ocasión de comprobarlo, por ejemplo, a raíz de la visita de los
examinadores del CAD (del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE). Uno
de los comentarios --entre otros críticos, por supuesto-- que se hicieron
fue el de que el PACI es un instrumento bien pensado, bien organizado,
con puntos todavía que perfilar y que completar, pero un instrumento,
como decía uno de los examinadores, con el que cuentan muy pocos de los
países que tienen una ayuda oficial al desarrollo organizada y
estructurada desde mucho antes que España. Por consiguiente, creo que, de
entrada, habría que ser más optimista y ver el vaso más lleno que vacío
cuando está a mitad del camino.

En cuanto a las evaluaciones, quiero precisar que sí se evalúan todas las
desviaciones que hay en el PACI. En el PACI del año 1993 hay toda una
serie de consideraciones de por qué ha habido desviaciones o diferencias
entre lo que se estimó que podría ocurrir y lo que efectivamente ocurrió.

Y en función de esas desviaciones y del estudio



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del origen y del análisis de las mismas, se han establecido los planes de
desarrollo de cooperación internacional del siguiente ejercicio. Por
tanto, en la elaboración de la cooperación internacional de España tiene
una incidencia importante el estudio de las desviaciones y la evaluación
de los proyectos-programa que se hacen.

Los datos de que dispone el PACI, en estos momentos, como he dicho, son
completos, están en el sistema informático y se está terminando su
procesamiento. Posiblemente, mecanismos o instrumentos nuevos puedan
conllevar, a veces, un proceso de adaptación que no sea todo lo rápido
que sería de desear, pero se está en la buena vía, y, de hecho, en
relación con la ayuda oficial al desarrollo y pasando por unos años --los
dos últimos especialmente-- de presupuestos muy restrictivos en donde ha
habido que llevar a cabo recortes presupuestarios importantes, la ayuda
oficial al desarrollo, repito --y como señalaba antes el señor Ministro
en su intervención--, ha seguido aumentando, nunca ha disminuido de una
manera sensible, se ha ido proyectando siempre hacia adelante y avanzando
hacia ese 0,35 en el que nos colocaremos en el presupuesto de 1995 y
hacia el 0,7 como objetivo del Gobierno en los próximos años. Por
consiguiente, ése ha sido uno de los capítulos del presupuesto que a
pesar, repito, de los baches que ha tenido que pasar el presupuesto
global del Estado en los últimos meses, ha seguido manteniendo una tónica
importante de crecimiento o de mantenimiento.

Yo no tengo los mismos datos que S. S. ha mencionado respecto al crédito
FAD. Ha señalado la cifra de 99.773 millones, si no me equivoco, y la
cifra que yo tengo --que es la oficial de que disponemos-- es que en el
PACI 1993 se previeron para créditos FAD 77.000 millones exactos; que se
instrumentaron 83.234 millones, que es la cantidad final que tenemos en
el PACI y, por consiguiente, en el seguimiento del PACI 1993 Ray una
diferencia en un incremento de 6.234 millones.

Evidentemente, cuando se analizan los resultados anuales de un tema como
el del crédito FAD hay que tener en cuenta, como decía en mi breve
intervención, la suma de las amortizaciones recibidas en el mismo período
y que no se han podido prever al estimar el capítulo del crédito FAD.

En su parte final ha hecho referencia a las oficinas, a las comisiones
mixtas y a la formación del personal dedicado a la cooperación. Nosotros,
por lo menos desde septiembre del año 1993, no hemos abierto ninguna
oficina nueva de cooperación, ni en lo que va de año 1994 tampoco se ha
abierto oficina alguna de cooperación. Estamos manteniendo las mismas
oficinas que teníamos hasta la fecha, pero no descartamos la posibilidad,
en su momento, de abrir alguna nueva.

Creemos --y coincidimos en eso con los componentes del Comité de Ayuda al
Desarrollo que vinieron a examinar la cooperación internacional que hace
España-- que sería positivo, que sería bueno que se produzca, de una
manera paulatina pero sólida, un proceso de profesionalización de los
componentes de las oficinas de cooperación. Es decir, que cada vez más se
integran en estas oficinas responsables que hayan recibido previamente
una preparación que les coloque en situación de manejar una oficina de
cooperación, que conozcan el tema de la cooperación y de la ayuda oficial
al desarrollo, que conozcan, en definitiva, el mundo de la cooperación
del país concreto al que van a ser destinados y donde van a tener que
desarrollar su labor.

En relación con el Ministerio de Asuntos Exteriores y las embajadas, esas
oficinas técnicas de cooperación están en permanente contacto con el
Ministerio, precisamente formando parte de las embajadas españolas en el
exterior y, por tanto, a través del embajador, como órgano de la unidad
de acción del servicio exterior, informan constantemente a las
dependencias competentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de la labor
que van realizando y reciben instrucciones por ese mismo camino.

Este sería el resumen de la respuesta a las preguntas que me ha formulado
su señoría.




El señor PRESIDENTE: ¿Qué grupos desean intervenir? (Pausa.) El señor
Vázquez tiene la palabra en nombre del Grupo Parlamentario de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Señor Presidente, intervengo brevemente para
saludar la presencia del señor Dicenta en esta primera sesión de la
Comisión, señalando que, una vez fijado el origen de la petición de
comparecencia por parte del Grupo Popular en referencia a las críticas
del CAD de la OCDE al PACI de 1993, el desglose de cifras que usted nos
ha dado ya lo leeremos en el «Diario de Sesiones», aunque sin duda
hubiera sido más útil poder disponer de todas esas cifras con esa memoria
terminada y habiendo pasado por el Comité interministerial para poder
pronunciarnos más en concreto sobre alguna de ellas. Lo que es de desear
es que los mecanismos del seguimiento del PACI se agilicen para poder
disponer de ese instrumento con la prontitud adecuada.

Quisiera hacerle una pregunta, porque nos parece que estas memorias del
seguimiento del PACI son de extrema importancia. Usted ha dicho que a
través de ellas se hace un seguimiento de los planes, se valora su
eficacia y el impacto sobre el receptor. Me gustaría conocer de qué
instrumentos disponen, cuál es la metodología científica, estadística o
la que sea para valorar esa eficacia y ese impacto sobre el receptor de
aquellas partidas que forman parte del PACI.




El señor PRESIDENTE: El señor Secretario de Estado tiene la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACION INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMERICA (Dicenta Ballester): Quizá no me haya explicado bien. No es
que contemos con el documento. Lo que he dicho es que el retraso se debe
a que determinados departamentos no han cumplido con ese plazo que
existía hasta abril y han suministrado la información más tarde. En este
momento ya todos la han enviado y está introducida en aplicación
informática. Cuando dicha aplicación



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informática haya concluido, es cuando se reunirá la Comisión
Interministerial de Cooperación Internacional para poder hacer público y
repartir ese documento que lamentablemente no he podido hacerles llegar a
ustedes antes de que tuviera lugar esta intervención.

En la Comisión interministerial los representantes de los distintos
departamentos explican cuáles son los programas-proyectos y las
iniciativas que tienen en el terreno de la cooperación internacional o de
la ayuda oficial al desarrollo de cara al próximo ejercicio. En el seno
de la misma se discute, aplicando en dicho debate las experiencias
positivas o negativas que nos haya podido aportar el seguimiento de las
experiencias que se hayan tenido en el año anterior, y a partir de las
conclusiones que se extraigan se diseña la normativa general por la que
se va a regir la cooperación internacional en el siguiente ejercicio.

Por supuesto, el órgano centralizador y coordinador de toda esa
cooperación que hacen los distintos departamentos de la Administración
Central o de las administraciones autonómicas y locales siempre es la
Agencia Española de Cooperación Internacional y la Secretaría de Estado
de Cooperación, que, en la medida de lo posible, sabiendo de antemano que
son muchas las dificultades para que esto pueda ser perfecto, trata de
coordinar al máximo la cooperación que se hace desde los distintos
sectores para que sea lo más homogénea y lo menos solapada posible.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Señor Presidente, pido la palabra para hacer una
precisión.




El señor PRESIDENTE: El señor Vázquez tiene la palabra.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Ese mecanismo que usted ha explicado yo lo
entiendo perfectamente. Me refería a de qué instrumentos están ustedes
dotados o de qué forma evalúan el impacto de las ayudas que se contengan
en el PACI sobre el país receptor. Es decir, de qué instrumentos
estadísticos, sociológicos o cualquier otro disponen ustedes o en el país
receptor para poder evaluar la eficacia de la ayuda y el impacto que esa
ayuda ha producido en la población receptora.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Secretario de Estado.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACION INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMERICA (Dicenta Ballester): Para eso tenemos que tener siempre muy
en cuenta la información que nos mandan nuestras propias oficinas de
cooperación, que son las que hacen el seguimiento «in situ» de los
programas de cooperación que se ponen en práctica en ese país receptor.

Cuando no hay oficinas de cooperación, las propias ONG, que han sido
responsabilizadas de la puesta en marcha de un proyecto, nos transmiten
la información adecuada para tener posibilidad de calibrar la eficacia o
no de ese proyecto.




El señor PRESIDENTE: El señor Cremades, del Grupo Socialista, tiene la
palabra.




El señor CREMADES SENA: Estamos haciendo un seguimiento de los resultados
del PACI de 1993, y para eso creo que habría que irse a la comparecencia
de octubre de 1992 del Secretario de Estado de entonces, presentando las
previsiones del PACI de 1993. De esta manera, con las cifras que aquí se
han dado, podremos hacer el análisis de cómo se han ajustado las
previsiones del PACI de 1993 a los resultados ejecutados, aunque sean
resultados todavía provisionales.

Si recordamos los aspectos principales de las previsiones del PACI de
1993, observamos un brutal aumento del PACI de 1992, un incremento de un
72 por ciento, precisamente por lo que ya se ha dicho aquí de las
aportaciones pendientes de incremento de la novena cuota al Fondo
Monetario Internacional, que eran 92.000 millones de pesetas, ya
explicado por el señor Secretario de Estado. Asimismo, contemplaba que
iba a haber un cierto decrecimiento, muy poco, en la ayuda bilateral, un
decrecimiento de 410 millones de pesetas, que significaba un 1 o un 1,5
por ciento.

Analizando esos aspectos principales del PACI de 1993, quiero resumir las
preocupaciones que manifestaron los distintos grupos en aquella
comparecencia en dos o tres apartados importantes. Uno era el incremento
de la ayuda bilateral con respecto a la ayuda multilateral; se dijo que
los incrementos de ayuda multilateral no deberían de ir en detrimento de
la ayuda bilateral, que es mucho más sensible e incluso de mayor interés
político y de todo tipo para España. Otro aspecto era ajustar los PACI a
los informes que había elaborado el Parlamento en cuanto a la
distribución geográfica. Y otra preocupación importante que manifestaron
casi todos los grupos en aquella comparecencia fue el hecho de que
algunas partidas habían venido siendo prioritarias; recuerdo que, por
parte del Partido Popular, se mencionó la cooperación técnica, cultural,
etcétera.

Analizando esas previsiones del PACI de 1993 y los resultados ejecutados
hasta el momento, observo que, en el primer apartado, la ayuda bilateral,
que era una preocupación prácticamente de todos los grupos, curiosamente,
la ayuda bilateral ejecutada --no prevista sino ejecutada-- en ese año
1993 experimenta al final un incremento del 4,92 por cien sobre las
previsiones del PACI de 1993, especialmente en tres partidas muy
importantes, el FAD-AOD, para no hablar de cooperación, que se incrementa
en 6.234 millones de pesetas, pasando de 77.000 a 83.000 millones de
pesetas, lo que supone un incremento del ocho por cien; la ayuda de
emergencia, que se aumenta en un 47,13 por ciento, y el incremento a las
organizaciones no gubernamentales --se valoraba positivamente el papel de
las ONG--, que también se aumenta en 102 millones de pesetas, pasando de
3.000 a 3.102 millones de pesetas si mis cifras no están equivocadas.

Esto quiere decir, respecto de las previsiones del PACI solamente en
estas tres partidas de ayuda bilateral, que hay un incremento de 6.453
millones de pesetas desembolsadas, lo que me anima a decir aquí que la
preocupación que manifestamos los grupos en aquella comparecencia sobre



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el PACI de 1993, una vez vistos los resultados de ejecución de la misma,
ha ido en el sentido positivo de paliar, de alguna manera, aquellas
reticencias que planteaban algunos grupos a la hora de ver la ejecución
de estos presupuestos.

En el tema de la distribución geográfica, con arreglo al informe de la
ponencia aprobado por unanimidad por el Parlamento, donde se mantienen
los criterios de distribución del 45-304-15-10, la ejecución del PACI
1993 da para Iberoamérica un 31,90 en cooperación y un 46,66 en ayuda
oficial al desarrollo, y para Africa, no sólo para el Magreb sino para
Africa, incluyendo Africa del norte y también Africa subsahariana, un 16
por ciento en cooperación y un 21,30 en ayuda oficial al desarrollo. Así
pues, en la medida que es posible y con las dificultades que se
manifestaron aquí en aquella comparecencia y que yo no voy a insistir en
ellas (dificultades de cambiar unos determinados criterios cuando hay
proyectos que están en marcha con algunos determinados países, en otras
áreas, lo cual conlleva un tiempo para, primero, terminar de ejecutar los
proyectos que hay en marcha y, posteriormente, incrementar hasta el 30
por ciento la ayuda a la zona del Magreb como una prioridad que el
Ministro incluso nos ha dicho aquí); a pesar de estas dificultades,
repito, observo que en la ejecución del PACI 1993 también se va hacia esa
tendencia de ajustar los porcentajes que habíamos establecido aquí en el
Parlamento.

Finalmente, quiero decir que en cuanto a la preocupación de los sectores
yo observo que educación --que sigue siendo la principal prioridad, el
sector más importante en ayuda oficial al desarrollo, que representa el
primer paquete, por decirlo de alguna manera-- tiene un 19,53 de toda la
AOD que hace España, mientras que en cooperación baja al 15,49, siendo
también el primero de los capítulos. La salud, que es otro tema
importantísimo, que también se matizó aquí, sigue ocupando el segundo
lugar en lo que es ayuda oficial al desarrollo, con un 9,44, y el cuarto
lugar en cuanto a cooperación se refiere, con un 6,18. La cultura, que
era una preocupación que manifestaba --creo recordar especialmente el
Partido Popular en bosa de su portavoz el señor Rupérez, ocupa el número
seis, con un 4,87 en AOD, sin embargo, seguimos estando en el número dos
en cooperación con un 14,41 por ciento.

Por tanto, yo creo que se puede seguir perfeccionando este sistema de
evaluación de los PACI. Probablemente ésta es la primera vez que se hace
esa evaluación «a posteriori», comprobando las cifras con las previsiones
que había y analizando las causas por las cuales se observaban estos
desajustes. Este primer examen, por decirlo de alguna manera, mi Grupo
valora positivamente, en primer lugar, porque los recortes o las
desviaciones están más que justificadas, casi todas ellas obedecen a
aportaciones a las organizaciones financieras o no financieras o a
aportaciones a la comunidad europea, que no se pueden prever exactamente,
porque al pagarse incluso en una determinada divisa tampoco se pueden
calcular las desviaciones que en ese tema pueda tener la valoración de la
peseta.

En definitiva, al hacer el seguimiento del PACI 1993, y con lo que se
había previsto en el propio PACI, creemos que en la cooperación que
depende más estrechamente de nosotros, que es la bilateral, estamos en
una dirección acertada, mejorable, por supuesto, en ejercicios
posteriores y que nos puede servir de mucho más elaborar los PACI
sucesivos. Las aportaciones que han hecho los demás Grupos, los criterios
que planteaba el señor Hernando y que matizaba el señor Vázquez, pueden
ayudar también a mejorar la propia evaluación.

Quiero agradecer al señor Secretario de Estado su presencia hoy aquí en
esta primera comparecencia en esta Comisión.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Secretario de Estado.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACION INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMERICA (Dicenta Ballester): Intervengo únicamente para agradecer la
intervención del portavoz del Grupo Socialista. Coincido con las
apreciaciones que ha hecho y con los datos que ha suministrado. Quiero
repetir que, efectivamente, este tema de los PACI es un tema complejo,
difícil. No es fácil poner de acuerdo a toda la Administración central
más todas las administraciones locales y autonómicas para recibir los
datos con tiempo suficiente, procesarlos, evaluarlos, etcétera. Es un
esfuerzo importante el que se está haciendo. Sigue teniendo deficiencias,
pero las deficiencias se van superando y yo creo que, en definitiva, se
está consiguiendo un incremento que será altamente importante para llevar
a cabo una cooperación que sea cada vez de mayor calidad.

Por último, quiero agradecer a SS. SS. sus intervenciones.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Secretario de Estado, por su
presencia y su contribución a la ilustración de esta Comisión respecto a
los temas del PACI de 1993 y, en general, de los temas de cooperación, su
seguimiento y su control. Estoy seguro, por la esfera de su competencia,
que nos volveremos a ver en esta Comisión con mayor o menor frecuencia.

Vamos a dar un receso de cinco minutos.




Se suspende la sesión.




Se reanuda la sesión.




--PROPOSICION NO DE LEY RELATIVA AL INCREMENTO DE LA PARTIDA PREVISTA EN
LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO PARA SU ASIGNACION A PROGRAMAS DE
AYUDA OFICIAL AL DESARROLLO (AOD). PRESENTADA POR EL GRUPO PARLAMENTARIO
FEDERAL IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número de expediente
161/000269.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al tercer punto del orden del día, que es la
proposición no de ley relativa al



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incremento de la partida prevista en los presupuestos generales del
Estado para su asignación a programas de ayuda oficial al desarrollo. El
autor es el Grupo parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya.

Antes de dar la palabra al señor Vázquez quiero indicar muy brevemente
que, como decía el señor Ministro, se ha producido parcialmente el debate
sobre este punto en su comparecencia. Yo rogaría, no sólo al señor
Vázquez, sino a los Diputados que vayan a intervenir que ahorrasen
argumentos que ya han sido utilizados y que conocemos todos, sin que ello
signifique coartar, evidentemente, la libertad de expresión ni la
extensión de las intervenciones.

Tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Efectivamente, el Grupo parlamentario de
Izquierda Unida presentó una proposición no de ley en agosto de este año,
que, después de una serie de consideraciones respecto a la necesidad de
aumentar la ayuda al desarrollo en los países del tercer mundo, acaba
concretando unos plazos de incremento de hasta el 0,7 por ciento del PIB
el año 1997.

Después de algunas conversaciones con otros grupos y ante el conocimiento
de alguna enmienda que se había presentado, mi propio Grupo ha enmendado
su proposición no de ley, digamos, fijándonos exclusivamente en el
horizonte de 1995.

En los presupuestos generales del Estado para el año 1995 la partida
referida a ayuda al desarrollo actualmente supone el 0,28 por ciento del
producto interior bruto; es decir, 191.000 millones de pesetas, sobre un
PIB estimado para 1995 de 68 billones 291.000 millones de pesetas.

Lo que decimos en la enmienda es que los acuerdos a los que había llegado
esta Cámara eran que, al menos, se consiguiera el 0,35 del PIB para el
año 1995, lo que significaría aumentar un una cantidad importante esta
aportación en el presupuesto. Y, yendo un poco más allá, lo que dice la
enmienda es que, asegurando el 0,35 por ciento del PIB para 1995, se haga
posible llegar al 0,5 del PIB, en 1995, siempre y cuando existan
proyectos y programas concretos, viables y eficaces para la cooperación
al desarrollo.

En el debate anterior de la comparecencia del señor Ministro hemos
señalado algo que nos parece importante y es la creciente relevancia de
la ayuda al desarrollo. Yo mismo ponía el símil con los temas ecológicos
o medioambientales, que hace unos años eran un pequeño apartado de los
programas de cualquier partido y en la actualidad cualquier partido,
medianamente conocedor de la realidad del país, al contrario, tiene que
hacer pasar prácticamente todas sus propuestas, sobre todo en materia
económica, industrial, etcétera, por el tamiz del respeto ecológico y de
la conservación medioambiental. En nuestra sociedad ha calado hondo la
conciencia medioambiental y cada vez más da una importancia enorme a ese
tema. De la misma forma, por una serie de acontecimientos que se han ido
produciendo a lo largo de este año, ha aumentado, y nos debemos felicitar
por ello, la conciencia ciudadana respecto a la ayuda al desarrollo. En
febrero de este año debatíamos estas cantidades con el señor Ministro con
ocasión de la presentación de una interpelación y se decía entonces que
la sociedad española no tenía todavía el nivel de sensibilidad suficiente
para poder destinar una partida tan importante del presupuesto a este
fin. Hoy mismo en este debate --y constará en el «Diario de Sesiones»--
el Ministro ha reconocido que ese nivel de sensibilidad ha aumentado
notablemente y haría posible ir más allá de ese 0,35 que todavía no
recogen los presupuestos del próximo año.

Se trata no de ir más allá de la realidad, sino al contrario,
prácticamente acompañar esa realidad a esa sociedad, reconociendo que
hablamos de cantidades importantes, porque, en el supuesto máximo del
0,5, significa alrededor de 330.000 millones de pesetas, pero sobre todo
con la percepción de que no sólo hay que aumentar la cantidad de esta
ayuda, sino fundamentalmente la calidad de la misma. Se trata de aumentar
los medios disponibles para la cooperación y, además, hacerla más eficaz,
mucho más coordinada para que llegue al receptor y que no se quede --como
ocurre con alguna frecuencia-- en manos intermedias, no surtiendo los
efectos necesarios.

Dedicar una parte importante de nuestro presupuesto --el presupuesto
máximo es el 0,5 del PIB-- a esta cooperación y ayuda para el desarrollo
en el año 1995 no es sólo un imperativo, moral, ético o político, que
compartimos todos los grupos de la Cámara, sino, además --y así lo
comprenderá mejor la sociedad--, es una cuestión de nuestro propio
interés. No podemos entender --y nos parece una idea en la que conviene
insistir-- un futuro para España o para Europa como una isla rica,
desarrollada, que viva rodeada de miseria; no es posible, por mucho que
levantáramos muros en toda la periferia de esa Europa. Y no es posible
por muchas razones: la presión demográfica, la presión económica,
etcétera. Por tanto, en nuestro propio interés también actúa la idea de
aumentar sensiblemente esta ayuda al desarrollo.

He dicho antes que hay un movimiento social importante detrás de esta
petición. Como ustedes saben, incluso los han visto y los conocen
personalmente, hay alrededor de 500 tiendas de campaña delante del
Ministerio de Hacienda. Está prevista una huelga de hambre el próximo día
17 y hay personas que, por razones estrictamente altruistas, sin ningún
tipo de contrapartidas, están dispuestas a sacrificar no sólo su confort,
sino puede que su vida, para intentar estimular las conciencias morales y
políticas haciendo más fácil este camino hacia el aumento --hasta el 0,5
por ciento-- del PIB en el año 1995 para ayuda al desarrollo.

Me consta --y se lo he comunicado al resto de los grupos-- la existencia
de conversaciones, entre la Secretaría de Estado de Hacienda, la
Dirección General de Presupuestos y esta coordinadora, por las que se
pretende alcanzar esa cifra del 0,5 por ciento, siempre --repito-- que se
aumente la calidad de la cooperación a través de programas y proyectos
que sean viables y efectivos, que realmente ayuden al desarrollo y que
lleguen a las ramas terminales de este problema. Por ello, creo que es
razonable la enmienda a la proposición que ahora presentamos, con el fin
de trabajar en materia sanitaria, educativa, laboral,



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alimentaria, de emergencia, así como en otras necesidades básicas --que
son muchas-- del Tercer Mundo.

No quisiera que nos encontráramos --y me temo que así ocurra-- con que
hoy no aceptemos esta proposición y dentro de un mes, por la presión
social que se pueda producir, la Administración o el propio Gobierno
acabe aceptando esta propuesta, siempre que haya --repito-- programas
viables y eficaces, porque la decisión del Gobierno será debida a la
presión social que no consideraré negativa, pero que irá en detrimento de
la imagen colectiva pública de esta institución, el Parlamento nacional,
depositario de la soberanía nacional.

Podríamos condicionar lo que quisiéramos al debate final de los
presupuestos, pero políticamente cometeríamos un error si
mayoritariamente no apoyamos esta enmienda a nuestra proposición no de
ley.

No quiero extenderme más, señor Presidente. Todos tenemos muchas razones
que exponer, pero me parece que éstas pueden ser suficientes para
estimular la ya sensibilizada conciencia de SS. SS.




El señor PRESIDENTE: De acuerdo con el artículo 195 del Reglamento,
tienen la palabra, en primer lugar, los grupos que han presentado
enmiendas; el señor Albistur, del Grupo Mixto, el Grupo Vasco (PNV) y el
Grupo Socialista.

El señor Albistur tiene la palabra.




El señor ALBISTUR MARIN: Señor Presidente, muy brevemente.

Nosotros pretendíamos con esta enmienda acercar posturas, en función de
las razones que todos conocemos. Sabemos que hoy están en la calle y que
empieza a existir, no vamos tampoco a engañarlos, una sensibilización en
la sociedad.

Sin embargo, ante la propuesta realizada por el propio representante del
Partido Socialista, en el sentido de no cerrarse, no limitarse al 0,35
--ratificada por el señor Ministro, cuando ha dicho que deje como partida
abierta una partida, que se tiene que crear, se tiene prácticamente que
dotar, para que pueda llegar al 0,35, pero que queda como partida
abierta--, entendemos que se cumpliría el objetivo que nosotros
perseguíamos y podría buscarse una solución de consenso.

Son muy ciertas las razones del señor Vázquez, pero pienso que en estos
momentos debemos buscar entre todos una cierta eficacia. No estamos aquí
todos los grupos parlamentarios, por otra parte, y esa razón nos debería
hacer pensar que si este Parlamento, en su día, tomó una decisión en
torno al 0,35, es muy posible que el Parlamento, soberanamente, también
pueda, de nuevo, cambiar esa decisión dentro del debate parlamentario,
que sería un debate, de alguna forma, de mayor categoría y nivel. Y con
ello no quiero, en absoluto, desprestigiar la propuesta de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, que es la que ahora mismo nos está
envolviendo. Por tanto, nosotros manifestaríamos una postura abierta a lo
que el Parlamento diga, pero, en estos momentos, retiraríamos la parte
primera de nuestra enmienda, el primer párrafo, manteniendo la segunda,
porque entendemos que es importante que esta proposición no de ley que
trata el problema de los incrementos de ayuda al desarrollo no tenga sólo
un aspecto cuantitativo, sino que se dedique fundamentalmente a arreglar
algo, que ha sido comentado en presencia del Ministro y del
Subsecretario. Es: El Congreso de los Diputados insta, asimismo, al
Gobierno para que, en el plazo de seis meses, presente un proyecto de
ordenación de la ayuda oficial al desarrollo en el que se contemplen
tanto la deperiodificación de los incrementos anuales hasta alcanzar la
asignación del 0,7 por ciento del producto interior bruto en el año 2000
--que ojalá sea antes-- como objetivo aprobado por esta Cámara, como la
regulación y distribución de esta ayuda en sus dos componentes de
créditos de ayuda al desarrollo y de fondos directos de ayuda al
desarrollo. El Ministro ha tratado precisamente hoy este tema, ha dicho
que va a haber, de alguna forma, una cierta variación, pero sería
importante que se produjera una regulación, como ya ha sido hecho por
otros organismos, como el Comité de Ayuda al Desarrollo y la propia OCDE.




El señor PRESIDENTE: El señor Cremades tiene la palabra, para presentar
las enmiendas del Grupo Socialista.




El señor CREMADES SENA: Señor Presidente, nosotros hemos presentado una
enmienda a la proposición no de ley del Grupo de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya.

En primer lugar, quiero manifestar que no compartimos lo que dice la
exposición de motivos: las instituciones, generalmente, no conceden
demasiada importancia a la cooperación internacional y a la ayuda oficial
al desarrollo. No podemos compartir esta afirmación, porque todo el mundo
está de acuerdo en que el esfuerzo de las instituciones, de toda la
sociedad española es importante; hace un momento lo hemos visto y en
todos los debates.

Dicho lo anterior, queremos presentar una enmienda que no está, a nuestro
juicio, en contra de lo que plantea una enmienda a su propia proposición
no de ley el Grupo de Izquierda Unida.

Nosotros creemos, en aras a ese consenso de la política que se viene
haciendo en este asunto desde que en el año 1992 se aprobó por el Pleno
del Congreso de los Diputados el informe que elaboró una ponencia.

Posteriormente, en un debate de una moción consecuencia de una
interpelación urgente, del Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, la propia Izquierda Unida, por boca del señor Ríos, en ese
caso, propuso una enmienda transaccional, que aprobamos por unanimidad en
la Cámara, en la que, de alguna manera, venía a decir que para el año
1995 se llegase a la media del CAD, el 0,35, en la medida de las
posibilidades económicas.

Esta proposición no de ley que se presenta hoy, pocos meses después,
creemos que es contradictoria con la resolución que se aprobó con una
enmienda transaccional del propio Grupo que presenta esta enmienda.

Llegar al 0,35 por ciento, todo el mundo sabe que significa 70.000
millones de pesetas más en el presupuesto y el 0,50 que proponen



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para este año representaría 160.000 millones de pesetas más. Nosotros
creemos que esto supone un esfuerzo que hay que meditar, porque en el
dinero que se dedica a la cooperación y ayuda al desarrollo no sólo hay
que buscar la eficacia y la transparencia sino también que no se generen
unas expectativas que se podrían ver frustradas, no porque lo quiera esta
Cámara o el propio Gobierno sino por no poder llegar a una cifra concreta
ante la imposibilidad de su gestión en ese momento en el presupuesto.

Nosotros presentamos una enmienda que está de acuerdo con la política
diseñada y consensuada por este Parlamento, pero que va un poco más allá.

La enmienda, que todos ustedes conocen, tiene tres puntos. En el primero
de ellos se insta a que la ayuda oficial al desarrollo experimente un
crecimiento sostenido y progresivo en los próximos ejercicios
presupuestarios, al objeto de ir consiguiendo el objetivo marcado de
llegar al 0,7 del PIB en el año 2000. Este es un objetivo consensuado.

En el segundo punto instamos a que dicho incremento pueda situar a
España, en este ejercicio de 1995, como mínimo, en la media de los países
del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), que en la actualidad se sitúa en
el 0,35 por ciento, aunque todos conocemos que, desgraciadamente, por la
crisis económica, en este momento está situado en el 0,33 por ciento.

Estaríamos, por tanto, por encima de la media del CAD; son avances
incluso sobre la política consensuada y aprobada en la moción
consecuencia de interpelación aprobada en febrero por el Pleno.

En el tercer punto instamos a que, en la medida de nuestras posibilidades
económicas y a través de proyectos concretos, se pudiera acelerar el
calendario previsto para el objetivo del 0,7 por ciento en el año 2000
para conseguirlo lo antes posible, incluso antes del año 2000, como
contempla el tercer apartado de la proposición no de ley de Izquierda
Unida.

Para terminar, en aras a continuar con ese consenso que el portavoz que
me ha precedido ha manifestado, lo que podría ofrecer sería una enmienda
«in voce», cambiando el tercer apartado --si Izquierda Unida estuviese
dispuesta a aceptarlo--, que pasaría a decir lo siguiente: Instar a que,
en la medida de nuestras posibilidades económicas y a través de proyectos
concretos viables y eficaces, se pueda acelerar el calendario, superando
el mínimo del 0,35 para 1995 y conseguir lo antes posible el objetivo del
0,7 que estaba previsto para el año 2000.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Sin hacer referencia al año 2000.




El señor CREMADES SENA: De acuerdo.




El señor PRESIDENTE: ¿Puede repetirlo?



El señor CREMADES SENA: Los dos primeros puntos quedarían como antes he
dicho, y el tercero de la siguiente forma: Instar a que, en la medida de
nuestras posibilidades económicas y a través de proyectos concretos,
viables y eficaces, se pueda acelerar el calendario, superando el mínimo
del 0,35 para 1995 y conseguir lo antes posible el objetivo del 0,7 del
PIB para AOD.

Creo que esta enmienda recoge ese deseo, pero sin cuantificar, ya que por
qué el 0,5 por ciento, o el 0,4 por ciento que proponía el señor
Albistur, ¿por qué? Si nuestras posibilidades de gestión y económicas nos
permiten superar el 0,5 por ciento, ¿por qué no?



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Hernando, en nombre del
Grupo Popular.




El señor HERNANDO FRAILE: Gracias, señor Presidente.

Creo que esta tarde estamos asistiendo a un debate más importante de lo
que estoy viendo que algunos Grupos están asumiendo. ¿Cuál debe se el
futuro de nuestra cooperación internacional y ayuda al desarrollo? ¿De
qué forma debe realizarse? ¿Qué dotaciones debe tener o en qué medida
deben incrementarse esas dotaciones? Esto no puede ser un hecho
coyuntural que esté en función de la presión que realicen grupos
bienintencionados, como es el caso de la Plataforma 0,7 por ciento, sino
que debe tener otra serie de componentes que deben ir mucho más al fondo
del debate. Que hoy estemos discutiendo cifras según tantos por ciento
del producto interior bruto, pero que no hayamos mencionado cuánto es lo
que supone cada uno de esos incrementos y de dónde lo vamos a detraer en
los presupuestos generales del Estado, me parece que es un tema
importante y un asunto que, a mi juicio, debe tener más calado del que
está teniendo en estos momentos.

Partimos de un acuerdo parlamentario aprobado por unanimidad en el
Parlamento; ése es el punto de partida y es a lo que debemos tender.

Debemos llegar al compromiso de que se consiga lo propuesto y acordado
por la totalidad del Parlamento en pleno, que es llegar al 0,35,
aproximadamente 240.000 millones de pesetas. Eso supone, señorías, un
incremento de 86.000 millones de pesetas respecto al año anterior, más
del 45 por ciento.

Esta tarde, a lo largo del debate, hemos ido viendo no sólo cuestiones de
cifras, como ha sido en el último debate, sino cuestiones relativas al
fondo de nuestra cooperación internacional. ¿Existen los mecanismos
adecuados para valorar que nuestra cooperación internacional y nuestra
ayuda oficial al desarrollo se realiza de forma correcta? Creo que ha
quedado evidentemente plasmado a lo largo de la tarde que no.

¿Hemos realizado una planificación a medio y corto plazo y habilitado los
nuevos instrumentos hacia los que debe tender no sólo la cooperación y
ayuda al desarrollo española, sino la del resto de los países del CAD? Me
parece que no. En definitiva, señorías, existen muchas cuestiones todavía
para las que hay demasiados interrogantes. Yo estoy de acuerdo en que hay
que mejorar la calidad, pero hay que decir cómo. Cuando hoy el Ministro
nos ha dicho simplemente que existe una línea abierta para hacer
incrementos en las dotaciones a ayuda oficial al desarrollo, ha querido
decir que cualquier incremento de la ayuda oficial al desarrollo por
encima de las dotaciones que se han plasmado en los presupuestos



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y que son 190.000 millones va a se con cargo a mayor gasto público. Pasar
de 190.000 millones a los 240.000, que es el acuerdo del pleno, supondría
incrementar el gasto público en 50.000 millones. Ese no es el acuerdo al
que había llegado esta Cámara. Creo, y retomo el tema, que el acuerdo era
precisamente que ya en el anteproyecto de los presupuestos generales del
Estado se contemplara eso.

Por tanto, abrir, como otros grupos plantean, nuevas líneas de crédito
para llegar hasta el 0,5, sin saber o sin cuantificar para qué, nos
parece que es un canto de cisne. Estoy de acuerdo en que todo deben ser
programas y proyectos eficientes, pero hay que decir algo más. El Grupo
Popular, cuando se reunió con la Plataforma 0,7, fue el único Grupo que
hizo un detalle de su propuesta y de cada una de las partidas que se
establecían o que suponían ese llegar al 0,35. Incluso, nuestra propuesta
iba un poquito más arriba del 0,35. Además, esa propuesta, en lo que se
refería a cooperación bilateral, coincidía plenamente con lo que proponía
la Plataforma 0,7, es decir, unas dotaciones para programas y proyectos
de 64.000 millones; incluso las dotaciones para créditos FAD estaban por
encima.

¿Dónde no estábamos de acuerdo con la Plataforma 0,7? A mí me hubiera
gustado que otros grupos hubieran hecho referencia a este asunto. No
estábamos de acuerdo con el notable incremento que se producía en las
dotaciones a los organismos multilaterales. España es el noveno donante
en aportaciones de cuotas a organismos multilaterales. Si siguiéramos los
consejos que nos da la Plataforma del 0,7, incluso si llegáramos al 0,5
por ciento, nos pondríamos en el primer país del mundo en dotaciones a
organismos multilaterales. Yo entiendo, señorías, que cuando en este país
todavía existen dos millones de familias por debajo del umbral de pobreza
no es de recibo hacer planteamientos de dotaciones sin saber a dónde van
a ir, de dónde van a salir y con cargo a qué programas y proyectos se van
a adjudicar.

Por lo tanto, tengo que decir que nuestro Grupo va a apoyar la enmienda
formulada por el Grupo Socialista, porque entendemos que recoge el
espíritu y las razones recogidas en el Pleno del Congreso. El estar
pendientes, señorías, de decisiones coyunturales, hoy sea de la
Plataforma 0,7, mañana sea de cualquier otra empresa pública o privada, o
de cualquier otra organización o fundación, nos llevaría a algunos
planteamientos de locos. Yo entiendo, señorías, que la propuesta que se
realiza es razonable, pues además nos situaría por encima de países como
Japón, como Estados Unidos, como el Reino Unido y como Italia, y a la
altura de países como Australia. Cuando estos países, que llevan tantos
años haciendo cooperación internacional, están en esas cifras, el hecho
de que nuestro Parlamento se comprometa a superar a algunos de ellos, es
un hecho histórico y que me parece que debe ser seguido con la suficiente
seriedad y trascendencia. No debemos ir a un incremento de gasto público,
vía línea de crédito extraordinario, sino a través de enmiendas concretas
que introduzcan el criterio del 0,35 por ciento, dentro de los
Presupuestos Generales del Estado.

Este, señorías, es un camino de muy corto recorrido. Hemos visto cómo a
lo largo de estos pasados días algunos portavoces de algunas fuerzas
políticas que hoy no están aquí se comprometían con esta Plataforma al
0,5 por ciento. Incluso el señor Almunia propugnaba llegar al 0,5. Cuando
uno evalúa y establece las cuantías de estos cantos de cisne y llega a la
realidad se da cuenta de que no puede realizar determinadas acciones,
que, en el ámbito de lo deseable, sin duda están muy bien, pero en el
ámbito de la realidad creemos que hay que ir piano, piano, ya que hay
cuestiones preferentes a lo que es pura y simplemente la dotación, como
es esa ley de cooperación internacional, que establezca el marco
normativo de una vez por todas de cuál debe ser nuestra ayuda oficial al
desarrollo.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Vázquez, en orden a la
aceptación o no de las enmiendas y no de otro tipo de intervención. Puede
argumentar por qué las acepta o por qué no, pero ése es el trámite que
queda en el debate de esta proposición no de ley.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Los cantos de cisne se producen en otros sitios.

La situación intelectual y política ante la cooperación no es coyuntural
en mi Grupo, sino, al contrario, profundamente estructural. En otras
circunstancias --y no quiero entrar en otro debate--, probablemente
habría que hablar de estructura y coyuntura de otros razonamientos
políticos, pero lo dejo ahí.

El señor Cremades, por parte del Grupo Socialista, ha presentado una
enmienda «in voce», que significaría incluir en el tercer punto de su
enmienda instar a que, en la medida de nuestras posibilidades económicas,
a través de proyectos concretos, viables y eficaces, se pueda acelerar el
calendario, superando el mínimo del 0,35 y conseguir lo antes posible el
objetivo del 0,7. Me parece bien y le haría una contraoferta, también «in
voce», que significaría decir en el primer punto, tal como dice su
enmienda: Instar a que la ayuda oficial al desarrollo experimente un
crecimiento sostenido y progresivo en los próximos ejercicios
presupuestarios, al objeto de conseguir el objetivo marcado de llegar al
0,7 del PIB. Sin ninguna referencia al año 2000.

En el segundo punto, instar a que dicho incremento del porcentaje del PIB
sitúe a España en el ejercicio de 1995, como mínimo, en la media de los
países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), que en la actualidad lo
sitúa en el 0,35 del PIB.

Y la tercera, que ya hemos citado, es la que se posibilita superar esa
cifra del 0,35.

Si el Grupo Socialista está de acuerdo con esta enmienda «in voce» mía,
yo podría aceptar la enmienda del Grupo Socialista. En caso contrario no
aceptaría su enmienda, ni tampoco la del Partido Nacionalista Vasco ni la
del Grupo Mixto y únicamente solicitaría votación sobre la enmienda de mi
Grupo.




El señor PRESIDENTE: Señor Cremades, ya no queda trámite porque la
enmienda que ha presentado S. S. ha sido, con ligeras modificaciones,
aceptada por el Grupo proponente. Es decir, esa enmienda «in voce» sobre
la



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enmienda «in voce» que hizo el señor Cremades es aceptada o no por el
portavoz socialista y punto, no hay más que hablar.




El señor CREMADES SENA: Sólo punto, señor Presidente, porque yo creo que
en este caso aceptar quitar del primer punto «llegar al objetivo 0,7 del
PIB en el año 2000» es algo que don Narcís Vázquez plantea más bien como
una cuestión estética, porque el objetivo del 0,7 es un objetivo marcado
para el año 2000, consensuadamente, y no hay ningún problema en
suprimirlo. Por supuesto, si estamos hablando de adelantar el calendario,
el objetivo ya no es del 0,7 para el año 2000, sino que es llegar al 0,7.




El señor PRESIDENTE: No hagamos más debate sobre la interpretación que
cada uno hace de que se suprima el año 2000 o que se mantenga el año
2000. Dejemos el tema y que cada uno haga su propia interpretación.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Señor Presidente, no es cuestión baladí. Si el
ánimo que inspira las palabras del señor Cremades es que no figure la
referencia al año 2000 --es meramente una cuestión estética--, y que, por
tanto, se mantiene el compromiso del 0,7 para el año 2000, mi Grupo no
acepta la enmienda socialista y propone exclusivamente que se vote la
nuestra.




El señor PRESIDENTE: No liemos más la cuestión; dejémoslo estar.

Tiene la palabra el señor Cremades.




El señor CREMADES SENA: Lo vamos a dejar estar, señor Presidente.

Lo que yo he querido aclarar es que cuando el representante de Izquierda
Unida señala que en el primer punto se dice: Al objeto de conseguir el
objetivo marcado de llegar al objetivo del 0,7 del PIB para el año 2000,
yo quería decir que, evidentemente, es por cuestión estética, porque al
contemplar el tercer punto, donde se habla de acelerar ese calendario,
estaba previsto así, aunque yo no lo había dicho, cuando había presentado
la enmienda; ya digo que es por cuestión estética, no porque aquí se
mantenga a rajatabla que el objetivo del 0,7 tenga que llegar al año
2000, porque en el punto tercero nosotros mismos decíamos
--en la enmienda que yo presenté-- que íbamos a acelerar ese calendario
y, por tanto, sí que lo acepto, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Por ser ésta la primera vez, la Presidencia ha sido
demasiado flexible con los debates de la proposición no de ley.

Vamos a someter a votación la proposición no de ley presentada por
Izquierda Unida, con la enmienda del Grupo Socialista y con las
modificaciones «in voce» que el Secretario y los taquígrafos han tomado
adecuadamente y que creo que los grupos han entendido.




El señor HERNANDO FRAILE: Señor Presidente, ¿podría leer el texto
definitivo?



El señor PRESIDENTE: Creo que quien mejor lo puede leer es el señor
Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Lo leo, señor Presidente. Dice así:
«El Congreso de los Diputados, primero, insta a que la ayuda oficial al
desarrollo experimente un crecimiento sostenido y progresivo en los
próximos ejercicios presupuestarios al objeto de conseguir el objetivo
marcado de llegar al 0,7 del PIB.

Segundo, insta a que dicho incremento sitúe a España en el ejercicio de
1995, como mínimo, en la media de los países del Comité de Ayuda al
Desarrollo (CAD), que en la actualidad se sitúa en el 0,35 por ciento del
PIB.

Y, tercero, insta a que, en la medida de nuestras posibilidades
económicas, a través de proyectos concretos viables y eficaces, se pueda
acelerar el calendario, superando el mínimo del 0,35 y conseguir lo antes
posible el objetivo del 0,7.» ¿No es así? (Asentimiento.)



El señor PRESIDENTE: El señor Secretario me indica que, por razones de
estilo y por la práctica parlamentaria, donde pone insta es insta al
Gobierno, naturalmente.

Se somete a votación la proposición en los términos que se han expuesto.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobada por unanimidad la proposición en los
términos expuestos.

Con esto hemos terminado el orden del día. Muchas gracias a todos los
señores Diputados.




El señor ALBISTUR MARIN: Queda pendiente mi enmienda, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Al no ser aceptada por el Grupo Proponente, de
acuerdo con el Reglamento, no se somete a votación.

Se levanta la sesión.




Eran las siete y treinta y cinco minutos de la tarde.