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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 225, de 01/06/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 225
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 19
celebrada el miércoles, 1 de junio de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar:
--Sobre la posición del Gobierno ante el proyecto de Tratado de la Unión
Europea con el Magreb, con especial referencia a Marruecos, así como el
alcance del mismo. A solicitud del Grupo Parlamentario Coalición Canaria.

(Número de expediente 213/000166) (Página 6808)
--Sobre las últimas medidas adoptadas por el Gobierno con respecto a las
relaciones de España con Guinea Ecuatorial, así como de la planificación
futura respecto de dichas relaciones. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 213/000229) (Página 6817)
Preguntas:
--Del señor Rupérez Rubio (Grupo Parlamentario Popular), sobre
prospecciones realizadas por empresas españolas en Guinea Ecuatorial
desde su independencia. (BOCG serie D, número 80, de 28-3-94. Número de
expediente 181/000644) (Página 6817)



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--Del mismo señor Diputado, sobre razones por las que se ha desmantelado
el destacamento del Ejército del Aire español que venía prestando
servicio en Guinea Ecuatorial durante los últimos 14 años. (BOCG serie D,
número 80, de 28-3-94. Número de expediente 181/000645) (Página 6817)
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar (continuación):
--Sobre el grado de cumplimiento y la evolución de los acuerdos adoptados
en la última Cumbre de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, así como
de los preparativos de la próxima Cumbre. A solicitud del Grupo
Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000231) (Página 6824)
--Sobre la evolución de la situación en el Sahara Occidental, teniendo en
cuenta la información de los últimos mensajes recibidos de Su Majestad el
Rey de Marruecos a este respecto, así como sobre la adopción, por el
Secretario General de Naciones Unidas, de las últimas decisiones con
respecto a la celebración del Referéndum que ha de decidir el futuro del
territorio. A solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de
expediente 213/000234) (Página 6834)
Preguntas (continuación):
--Del señor Vázquez Romero (Grupo Parlamentario Federal IU-IC), sobre
opinión del Gobierno acerca de las detenciones de Diputados del Partido
de la Democracia (DEP) del Parlamento turco, así como acciones
diplomáticas que ha realizado ante el Gobierno de Turquía para esclarecer
los citados hechos. (BOCG serie D, número 76, de 22-3-94. Número de
expediente 181/000631) (Página 6841)
--Del señor García Fonseca (Grupo Parlamentario Federal IU-IC), sobre
valoración del proceso electoral que culminará el día 27 de mayo de 1994
en Turquía, así como medidas adoptadas en relación con el aumento de la
represión por parte del Gobierno de dicho país y el encarcelamiento y
posible condena de diputados kurdos. (BOCG serie D, número 79, de
28-3-94. Número de expediente 181/000642) (Página 6841)
--Del señor Rupérez Rubio (Grupo Parlamentario Popular), sobre fecha
prevista para el cumplimiento de la resolución aprobada por la Comisión
de Asuntos Exteriores sobre establecimiento de relaciones diplomáticas
con la República ex-yugoslava de Macedonia. (BOCG serie D, número 79, de
fecha 28-3-94. Número de expediente 181/000643) (Página 6843)
--Del mismo señor Diputado, sobre razones por las cuales el Instituto
Cervantes suspendió sus actividades en Copenhague en el mes de septiembre
del año 1993. (BOCG serie D, número 82, de 12-4-94. Número de expediente
181/000674) (Página 6844)



Se abre la sesión a las nueve y treinta y cinco minutos de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA
MADARIAGA), PARA INFORMAR:



--SOBRE LA POSICION DEL GOBIERNO ANTE EL PROYECTO DE TRATADO DE LA UNION
EUROPEA CON EL MAGREB, CON ESPECIAL REFERENCIA A MARRUECOS, ASI COMO EL
ALCANCE DEL MISMO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO DE COALICION
CANARIA. (Número de expediente 213/000166.)



El señor VICEPRESIDENTE (Muñoz-Alonso Ledo): Vamos a iniciar la sesión de
la Comisión de Asuntos Exteriores con el primer punto del orden del día:
Comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores ante la Comisión de
Asuntos Exteriores para que informe sobre la posición del Gobierno ante
el proyecto de Tratado de la Unión Europea con el Magreb, con especial
referencia a Marruecos, así como el alcance del mismo.

La comparecencia ha sido pedida por el Grupo parlamentario de Coalición
Canaria.

Por este Grupo tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, como usted sabe, a lo largo de
este año, tanto en una comparecencia del anterior Ministro de
Agricultura, en el mes de febrero, como del Secretario de Estado para las
Comunidades, señor Westendorp, en el mes de marzo pasado, y a propuesta
en ese momento del Grupo parlamentario Federal de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, se había hecho ya una primera solicitud
de información sobre el proyecto del Tratado de la Unión Europea con
respecto al Magreb.

Nuestro deseo en este momento, y voy a terminar con esto para que el
señor Ministro nos dé la información



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pertinente --es a él a quien se ha solicitado--, es mostrar nuestra
preocupación por un seguimiento puntual, tanto a nivel de esta Comisión
como de la Comisión Mixta Congreso-Senado para las Relaciones con la hoy
Unión Europea, dada la carencia en este momento de noticias al respecto.

Esperamos que el señor Ministro nos pueda informar de ello y de la
posición del Gobierno español.

Nada más, para después, con lo que informe el Ministro, proceder a la
intervención correspondiente.




El señor VICEPRESIDENTE (Muñoz-Alonso Ledo): Tiene la palabra el señor
Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
dar la información más precisa que tenemos en este momento sobre la
cuestión planteada en la solicitud de comparecencia, que son las
relaciones de la Unión Europea con el Magreb, en términos generales, y
especialmente con Marruecos.

Muy brevemente, le diré, señoría, algo que todos conocen: la importancia
de las relaciones entre la Unión Europea y el Magreb es creciente y no
sólo desde la perspectiva de la Unión, sino también, lógicamente, desde
la perspectiva española. Todos somos conscientes de la importancia que
tiene ese territorio para nosotros, para España, pero también de la
importancia que tiene, cada vez, como decía, creciente, en relación con
la Unión Europea. Creo, por tanto, que merece la pena que enmarquemos
esta breve comparecencia en el repaso de lo que es la política
mediterránea de la Unión Europea en sentido amplio, para luego irla
centrando poco a poco en el Magreb y posteriormente en la pregunta más
concreta, sobre Marruecos.

Como saben SS. SS., la política mediterránea es un marco de relaciones
complejo entre la Unión Europea y esos países, cuyo principal objetivo es
el logro de un desarrollo equilibrado de la cuenca del Mediterráneo y
forma parte de una política preferencial no europea de la Comunidad, es
decir, con aquellos países que no forman parte de la Comunidad. Se
articula fundamentalmente a través de tres instrumentos básicos: un
régimen comercial, que contempla el acceso preferencial al mercado
comunitario, primera cuestión; un sistema de cooperación financiera y
técnica, segundo bloque; y unos mecanismos institucionales de diálogo,
tercer bloque. Sobre esos tres pilares se configura la cooperación.

El marco jurídico lo constituyen doce acuerdos base de cooperación o de
asociación, a los que se acompañan unos protocolos de adaptación
adicionales, financieros, con doce de los catorce países terceros
mediterráneos. Sin embargo, la realidad sobre la que se proyecta
ciertamente es muy dispar. De esos doce países, sólo tres, Marruecos,
Argelia y Túnez, son magrebíes y cuentan con sistemas económicos y grados
de desarrollo distintos. Se aplica sobre un colectivo de países distintos
desde el punto de vista político y económico y, por lo tanto, dispares.

Las sucesivas ampliaciones comunitarias y la evolución de la propia
realidad mediterránea han venido dando lugar desde sus orígenes a una
situación de lo que pudiéramos llamar casi permanente revisión, en un
esfuerzo de adaptación continua a la propia dinámica que resulta de esas
circunstancias que, como todos sabemos, son cambiantes.

La gran importancia estratégica que tiene la región para la Comunidad
creo que es obvia, pero por si acaso hubiera que subrayarla, diría al
menos tres aspectos: Son su tercer socio comercial, con el 8 por ciento
del comercio total, dato que creo que merece la pena retener; la zona es
vital para el aprovisionamiento energético de la Comunidad; y, en tercer
lugar, por dar otra pincelada, casi cinco millones de sus nacionales
residen en territorio comunitario. Son tres pinceladas para que nos
hagamos una idea de la importancia estratégica que tiene para nosotros.

Estos países, por otra parte, se enfrentan, como es bien sabido, a graves
problemas de carácter económico, de carácter político, deuda exterior
alta, déficit comercial desgraciadamente alto, presión demográfica
creciente, problemas medioambientales, temas de fundamentalismo,
etcétera. Por lo tanto, como le decía antes, son países de complejidad
creciente.

Los datos que acabo de dar nos llevan a que España desee, y de una manera
tenaz, que la Unión Europea proceda a una revisión paulatina de las
relaciones mediterráneas en general y de las relaciones euromagrebíes en
particular, que, a nuestro juicio, deben ser dotadas de una mayor
profundidad. Se trata de lograr lo que pudiéramos llamar el anclaje de la
economía de estos países del Magreb a la economía europea, extendiendo la
cooperación a todos los campos de desarrollo. No me voy a remontar a lo
que ha sido históricamente este desarrollo, las nuevas estrategias, las
declaraciones euromagrebíes del Consejo Europeo de Lisboa de junio de
1992, que S. S. conoce bien. Sabe y le consta el papel que ha tenido
España, no exclusivo lógicamente, pero sí importante en la dinamización
de este proceso. (El señor Presidente ocupa la Presidencia.)
La negociación de acuerdos de asociación de estas características con los
países del Magreb, constituye, sin duda, uno de los principales objetivos
de la acción española en el marco de la Unión. Es una cuestión importante
también en el contexto --y paso a tratarlo más específicamente-- de las
relaciones hispano-marroquíes, que entiendo que han alcanzado un punto
considerable de impulso en los últimos años tras la firma del Tratado de
Amistad, Buena Vecindad y Cooperación, en julio de 1991.

Somos perfectamente conscientes de la importancia de ese acuerdo para el
futuro desarrollo de la economía marroquí y estamos convencidos de que
todo lo que favorezca la fluidez de esos lazos políticos y económicos
entre España y su vecino marroquí es importante y que ese acuerdo
colaborará a su incremento, lo que será beneficioso para todos.

Recordarán SS. SS. que el pasado 6 de diciembre el Consejo de Ministros
de la Unión aprobó ya el mandato de negociación de dicho acuerdo, del
Acuerdo de Asociación de la Unión Europea-Marruecos, que se ha empezado a
negociar el 14 de febrero pasado entre la Comisión y este país,
Marruecos. Sus señorías no ignoran que Marruecos en este momento no ha
aceptado, ha rechazado la oferta comunitaria, manifestando sentirse hasta
cierto punto



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decepcionado por la disparidad entre los compromisos y las declaraciones
políticas y la realidad del contenido del mandato de negociación. España
ha indicado en diversas ocasiones a Marruecos que es nuestro propio
interés continuar con ese proceso de negociación y esperemos que el nuevo
Gobierno marroquí reconsidere la posición y acepte continuar las
negociaciones.

Por otra parte, y a nivel comunitario, me importa destacar que a lo largo
de las negociaciones del mandato, que ya se prolonga durante varios
meses, fueron objeto de discusión cuestiones múltiples en las que fue
preciso conciliar los puntos de vista y los intereses, lógicamente, de
todos los socios de la Unión Europea. Subrayaré algunas de estas
cuestiones. Destaca la regulación del comercio agrícola --productos,
calendarios, cuotas, precios--, el establecimiento de una zona de libre
cambio industrial, a la que luego me quiero referir, y diversos asuntos
de índole técnica, además de los aspectos de carácter político, los
financieros y los institucionales.

Brevemente, considero, señor Presidente, el futuro del acuerdo
euromagrebí de asociación con Marruecos. Quisiera recordar a SS. SS. lo
que ya tuve ocasión de exponer anteriormente: cuáles son las ventajas y
los inconvenientes que un acuerdo de libre cambio industrial entre
Marruecos y la Comunidad podría tener para ambas partes. En la
actualidad, como SS. SS. saben, Marruecos disfruta ya del libre acceso
para todas las exportaciones industriales a la Comunidad, sin aranceles,
sin contingentes o medidas de efecto equivalente, salvo para un pequeño
número de productos textiles, camisas, blusas y pantalones, en los que
existen «plapuds» que, además, la Comunidad gestiona con bastante
flexibilidad.

Las exportaciones industriales de la Comunidad a Marruecos están
sometidas al trato de país tercero, a la cláusula de nación más
favorecida, con aranceles cuya media es tres veces superior a la
existente en la Comunidad para esos mismos productos. En segundo lugar,
la creación de una zona de libre cambio entre la Comunidad y Marruecos
implicaría lo siguiente: Para Marruecos, la supresión, en un período a
negociar, alrededor de los 12 años, según la propuesta de mandato, de los
aranceles y restricciones cuantitativas sobre todos los productos
industriales importados de la Comunidad. Para la Comunidad, la
suspensión, en un plazo también a negociar, de las actuales restricciones
cuantitativas residuales sobre productos textiles. Por tanto, las
ventajas inmediatas para Marruecos, desde un punto de vista comercial,
serían relativamente limitadas: acceso sin restricciones al mercado
comunitario de textiles, que prácticamente ya es competitivo, con
posibilidades de incrementar sus exportaciones, en el mejor de los casos,
en aproximadamente 15.000 millones de pesetas anuales. Para que se hagan
una idea, supondría un 3 por ciento de sus exportaciones totales en este
momento. Marruecos también aprovecharía la negociación de este acuerdo
para solicitar concesiones adicionales en productos agrícolas: en
cítricos, flores cortadas, zumos, tomates, patatas tempranas y otras
frutas y hortalizas.

Aun en la hipótesis de que la Comunidad accediese a nuevas concesiones
sustanciales en este sector tan sensible para varios estados miembros, y,
en especial, para España --el Diputado de Canarias lo sabe bien, pero
también para Andalucía y para Valencia--, Marruecos no incrementaría en
un primer momento sus exportaciones agrícolas en más de 15.000 millones
de pesetas anuales, pasando de las 75.000 exportaciones agrícolas en la
actualidad a aproximadamente 90.000.

Ahora bien, junto a estas ventajas inmediatas, debe tenerse en cuenta
también otras de carácter político a las que antes he hecho referencia.

Quizás la más importante sea anclar Marruecos en sus relaciones con
Europa, contribuyendo a frenar las olas migratorias y el auge del
fundamentalismo y apoyando el proceso de apertura, de democratización en
el país. También ventajas de carácter macroeconómico a medio plazo,
inversiones mayores, desde el punto de vista comunitarias, especialmente
en plantas de ensamblaje y productos semimanufacturados de gran
incidencia en mano de obra. Sería necesario, para ello, que Marruecos
concediera condiciones mejores que las actuales a la inversión extranjera
y a la actividad empresarial y fomentase la creación de redes de
transporte rápidas con la Comunidad.

Señor Presidente, una zona de librecambio entre un país como Marruecos
cuya renta per cápita no alcanza los 900 dólares y la Unión Europea, con
una renta per cápita media de 15.000, tendría también, lógicamente,
riesgos evidentes para el propio Marruecos. Marruecos tendría que
sustituir sus ingresos presupuestarios provenientes de los aranceles
actuales --les recuerdo que es aproximadamente el diez por ciento de su
presupuesto-- por otros impuestos directos o indirectos. Para la
industria marroquí sería también un problema porque no disfrutaría de la
actual protección frente a la comunitaria, salvo durante un período
transitorio y a través de la cláusula de industrias nacientes. No
obstante, el incremento de la competitividad interna tendría efectos
favorables, quizá de retribución de la mano de obra, de los factores de
producción, supresión, quizá, de algunas industrias no rentables, y
debería ser inevitable en todo caso, a medio y largo plazo, hacer un
estímulo al desarrollo de la economía marroquí.

Por tanto, con un acuerdo de libre cambio industrial la Comunidad tendría
un trato preferencial a medio plazo, en el mercado marroquí, frente a
países como Estados Unidos, Japón, Corea, Brasil, etcétera. Pero quizá la
ventaja comparativa para la Comunidad, desde un punto de vista comercial,
sería también limitar, ya que Marruecos absorbe apenas actualmente el 0,3
por ciento de las exportaciones comunitarias. España y Francia, al ser
los socios comerciales más importantes de Marruecos, quizá deberían ser
los que a medio plazo obtuvieran mayores ventajas.

Ahora bien, un acuerdo de estas características no tendría mucho sentido
si no se concibe también como señal de carácter político para negociar
acuerdos similares con otros países de la zona --pienso en Túnez--,
procesos que ya están en marcha y donde ya se han celebrado dos rondas
negociadoras; quizá, posteriomente, con Argelia, donde la Comisión va a
efectuar una visita exploratoria en estos días, en estas propias fechas;
son países que deberían constituir primero una unión aduanera.




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Para que se hagan una idea, el PNB de la Comunidad es más de doscientas
veces el de Marruecos, por lo que este Acuerdo debe enmarcase en una
perspectiva más amplia de vincular el espacio económico magrebí,
aproximadamente sesenta millones de consumidores, con el espacio
económico europeo de 300/350; por tanto, un engarce de importancia
capital para unos y para otros.

Les diré cuatro cosas sobre el ámbito en que se encuentra ahora el
Acuerdo. El Acuerdo se basa en cuatro pilares fundamentales: diálogo
político, la cooperación económica, técnica y cultural, el librecambio
industrial --al que he hecho antes referencia-- y la cooperación
financiera. Es un acuerdo de carácter mixto, por cuanto regula
competencias tanto comunitarias como nacionales, y que engloba la
totalidad de las relaciones entre Marruecos, la Comunidad y sus estados
miembros. Estos son los cuatro pilares fundamentales de lo que se está
negociando en estos momentos.

Para finalizar, quiero reiterar a SS. SS. que el Mediterráneo es una zona
de capital importancia para la Unión Europea, zona de confluencia de
culturas, de sistemas políticos, de continentes y quizá es la zona donde
se hacen, en el planeta, más patentes algunos de los tremendos dramas del
norte y del sur. Sólo, a lo mejor, la Unión Europea tiene la capacidad
necesaria para disminuir esas tensiones que están presentes en el área
con una política avanzada en todos los órdenes.

Creo que España y Europa se juegan en ello una parte importante de su
futuro y España --entiendo que con la comprensión y el apoyo de sus
ciudadanos-- continuará apoyando un proceso de sensibilización de
nuestros vecinos del norte hacia esos problemas, problemas algunos
enormemente acuciantes de nuestros vecinos del sur. Por tanto, con
relación a Marruecos, señorías, la situación, como he tratado de
describir, fundamentalmente, está centrada en el libre comercio de
carácter industrial. No hay en este momento un gran avance. Esperemos que
el nuevo gobierno recién nombrado, por lo menos el nuevo Primer Ministro,
dé un impulso a esta cuestión. Hay una predisposición, en principio, no
muy positiva por parte de Marruecos, hay una cierta frustración por el
mandato negociador. Y, con respecto a los demás países, le puedo decir
que la Unión Europea está cada día más preocupada con los temas relativos
al resto de los países del Magreb. Por poner un ejemplo, en el último
año, si en las reuniones del Consejo de Ministros, en la parte informal,
dedicábamos los doce ministros equis número de horas a hablar de la
Europa del este y equis número partido por cien a hablar de la Europa del
sur, las tornas, en los últimos meses, están cambiando y cada vez
hablamos más, lógicamente, de los temas relativos al Mediterráneo y al
Magreb, por las razones que no se ocultan a SS. SS. Argelia es uno de los
problemas al que estamos dedicando más tiempo, en estos momentos. Pienso
que se han tomado decisiones de una cierta envergadura, en los últimos
días, en relación con Argelia y espero que estas preocupaciones que
España --no digo que en solitario-- ha puesto sobre la mesa, no se queden
solamente en preocupaciones de los europeos del sur, sino que sean
asumidas globalmente por todos los europeos. Esta es la solución que
debemos encontrar y me parece que las cosas se van encauzando de una
manera significativa.

Con respecto a los temas de carácter agrícola, las dos cifras que le he
dado estimo que son importantes, por las que no hay que preocuparse en
demasía. Si eso lo unimos al cambio de calendario en la negociación con
el GATT, creo que la situación de protección de nuestros proyectos
agrícolas en este momento está bien mantenida y bien definida. Esa es la
posición que el Gobierno tiene. A lo largo del proceso negociador, con
sumo gusto estaremos en disposición de dar una información más
pormenorizada, pero esta es la que en este momento, no solamente en
España, sino la Unión Europea, posee.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Muchas gracias, señor Ministro por su
información, de la que deduzco que esto está en una especie de «impasse»,
por las razones aducidas, tanto por parte del Gobierno alauita con el
cambio de Gobierno y el nuevo nombramiento del Primer Ministro marroquí,
como por las cautelas --y a nosotros esto nos parece una valoración
positiva-- que, por parte de diversos países mediterráneos,
fundamentalmente la Unión Europea, se están llevando.

Lo que yo quisiera llevar a su ánimo, señor Ministro, es lo siguiente:
usted ha dicho que, con el mandato del 6 de diciembre, del Consejo, para
negociar este acuerdo del Tratado euromagrebí, se fundamenta en cuatro
capítulos. Voy a dejar aparte el político, con toda la valoración que
ello tiene, porque está en otro orden de ideas, pero que tienen que ser
soportadas por los tres pilares siguientes: en primer lugar, el
comercial, donde está contemplada la zona del librecambio, en el aspecto
industrial. Me preocupa que la política marroquí tenga un grado de
agresividad muy alto, para meter ahí dentro aspectos que se mezclan con
el GATT y con la Ronda Uruguay, como es la cuota de productos
hortofrutícolas. Que Marruecos trate de hacer una especie de «totum
revolutum» con ese capítulo.

Otro pilar es la cooperación financiera, que me parece muy importante y
donde me parece que el Gobierno español, por las razones que diré, debe
solicitar la coincidencia con los otros países comunitarios con intereses
mayores o menores, desde Francia hasta Holanda, por poner algún ejemplo,
en cuestiones hortofrutícolas, de librecambio industrial que les afecten
o de colocación de capital.

Y, después, el pilar de la cooperación técnica y cultural, donde yo creo
que también hay que pedir un mayor esfuerzo a los países de la Unión
Europea. Con esto le estoy definiendo, señor Ministro, a juicio de
Coalición Canaria, algunos principios o directrices para la posición
española dentro de este Tratado.

¿Por qué digo esto? Porque no se trata políticamente, ni jurídicamente,
de un tratado comercial, financiero o de cooperación entre España y
Marruecos; es un marco de un tratado entre la Unión Europea y el Magreb.

Y empiezan por donde tienen teóricamente las cosas más claras, pero para
España más complicadas, que es con Marruecos, para



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no entrar todavía en el incierto terreno de Argelia o en terrenos más
marginales --lo digo nada más que a efectos geográfico, incluso con su
valoración política--, que no son, en este momento, preocupantes en
aspectos económicos, como pueden ser Argelia o Mauritania.

Hay que pedir a nuestros socios europeos un compromiso de solidaridad con
España. No hacer rebascular el coste de este Tratado solamente en los
aspectos comerciales, donde, en el sector agrícola, fundamentalmente los
productos hortofrutícolas, podemos ser los más dañados. Yo entiendo que
hay que buscar una solución a este complejo y complicado asunto de
Marruecos, país mediterráneo, que está ahí.

Toda esta valoración política que usted ha hecho nosotros la compartimos
plenamente; ahora bien, lo que no queremos es que el coste de esta
operación se centre para España exclusivamente en la aportación de cesión
de determinadas cuotas de mercado en los productos hortofrutícolas.

Porque de la misma manera que Alemania, en el asunto del GATT con
respecto a los productos del Caribe, del plátano, está manteniendo una
postura de pies en pared en contra de España y de los propios intereses
agrícolas españoles en este sector, este lenguaje, si lo practica un
miembro de la Unión Europea como Alemania, tendrá que ser comprendido o
compartido cuando España ponga también pies en pared --valga la
expresión-- con respecto a las pretensiones marroquíes en estos asuntos.

Se nos dijo aquí por el señor Westendorp que ya en el GATT se había
conseguido extender que los antiguos y llamados precios de referencia,
ahora precios de entrada, tuvieran valor todo el año. En los países
concurrentes --como son, en este momento, Francia, Holanda, Bélgica, el
Reino Unido, las islas del Canal, etcétera-- a este mercado
hortofrutícola, de productos de primor o productos tempranos, no vemos
virtualidad ninguna desde el momento en que Marruecos sigue irrumpiendo
en los mercados con unos precios de coste social bajísimo, que son de un
efecto «dumping» y que neutralizan las posibilidades de rentabilidad en
este sector.

Si el Consejo de la Unión Europea no entiende que es un tratado
euromagrebí --y estoy dispuesto a considerar que el primer capítulo sea
Marruecos-- y que eso tiene cuatro pilares, que todos los países repartan
su cuota de participación en el grado de aportación financiera, en el
grado de cooperantes técnicos o culturales, en el grado de compromisos
políticos y en el grado de zonas de librecambio industriales o de otro
tipo de producto. Y no se trate de llevar esto a la simplicidad de que es
un problema hispanomarroquí, porque para eso estamos en Europa, ahí
quería yo llegar --y es lo que me parece atisbar en el planteamiento del
señor Ministro, y yo me congratulo de ello-- para que no nos quedemos
aislados.

El segundo punto fundamental es que no se bascule sobre la
responsabilidad española el pago de la cuota más lesiva a unos intereses,
en este caso, porque no creo que en España sea de mucha preocupación en
la actualidad una zona de libre cambio industrial, en términos generales,
que no perjudique o beneficie de la misma manera al resto de los países
vecinos nuestros inmediatos, mediterráneos, de la Unión Europea, como
pueden ser Francia, Italia o Portugal, fundamentalmente Francia e Italia.

En tercer lugar, quiero decirle, señor Ministro, que en esta situación de
compás de espera, de estancamiento que hay ahora en la negociación del
Tratado, hay que buscar los apoyos de las otras partes europeas que
comprendan este asunto, porque yo estoy viendo que la participación
financiera de países como Francia, fundamentalmente en Marruecos, les son
altamente interesante. No vayan a dejarnos a nosotros en la parte
financiera lo peor del bocado, y lo más duro, en cambio, nos lo dejen en
la cuestión comercial y de productos hortofrutícolas. Por otro lado, que,
en el comercio que se está efectuando con el porcentaje que aportan en
este momento Francia y España, se aumente la cooperación técnica, señor
Ministro. Nosotros no vemos ningún reparo, lo apoyaríamos, porque es la
única manera también de resolver los problemas estructurales que en este
momento tiene Marruecos. No incentivarle, porque creo que la autoridad
marroquí, el Ministro de Agricultura o el Ministro de Comercio, el Primer
Ministro marroquí, debe comprender que flaco servicio se va a hacer a sus
intereses marroquíes a largo plazo si encima le incentivamos un
monocultivo; es en detrimento también de su propia estructura comercial.

Muchas gracias, señor Ministro, por su información y nos gustaría que
compartiera estos criterios, para que sean defendidos por el Gobierno
español ante la Unión Europea.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Soriano Benítez de Lugo.




El señor SORIANO BENITEZ DE LUGO: En primer lugar, quiero mostrar nuestro
agradecimiento por la comparecencia del señor Ministro para explicarnos
algo que para España y, en concreto, para las Islas Canarias, región a la
que represento, tiene especial importancia.

Indudablemente, el Grupo Popular ha venido planteando este asunto en
reiteradas ocasiones en la Comisión de Agricultura y en la de Comunidades
Europeas o Unión Europea, en la actualidad, y así nos encontramos con que
ya el 28 de febrero de este año comparecía el Ministro de Agricultura, a
petición del Grupo Popular, para explicar las negociaciones del
establecimiento de una zona de librecambio entre la Unión Europea y el
norte de Africa. Posteriormente, también presentamos una proposición no
de ley en la Comisión de Agricultura para defender la agricultura
española frente a la apertura del mercado comunitario a terceros países
no miembros de la Comunidad Europea. Y, por último, compareció en la
Comisión de Comunidades Europeas el Secretario de Estado para las
Comunidades Europeas, precisamente para informar también sobre este
Tratado.

Nosotros coincidimos con el señor Mardones en que el librecambio para los
productos industriales es un asunto que no nos preocupa. Lo que realmente
preocupa en Canarias es la ampliación y las exportaciones de Marruecos a
la Unión Europea de los productos hortofrutícolas, en



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especial el tomate canario, que es el que se encuentra afectado más
fundamentalmente. La realidad, señor Ministro, es que, como usted muy
bien sabe, la producción canaria del tomate es una producción de
invierno, que va desde el 20 de diciembre hasta el 1 de abril; en esa
época no hay precios de referencia y, en consecuencia, año tras año, la
producción canaria de tomate ha venido sufriendo gravísimos perjuicios
ante la competencia del tomate marroquí, derivado de un menor coste de la
mano de obra, Seguridad Social, precio del agua, etcétera, lo que motiva
que los agricultores canarios del tomate hayan estado en una situación
muy desventajosa en relación con los agricultores marroquíes.

Se nos ha venido diciendo que se iba a ampliar el precio de referencia a
esos meses, pero la realidad es que al día de la fecha --y hemos
terminado ya el período de la zafra en Canarias de este año-- esos
precios de referencia no han sido ampliados. Continuamente se nos ha
venido diciendo que para el próximo año entrarán en vigor los precios de
referencia y, como digo, estamos en la misma situación. Ahora se nos dice
que para el año que viene, para la próxima zafra de diciembre de 1994 a 1
de abril de 1995, estará el tema resuelto, pero a mí me ha preocupado
mucho la expresión del señor Ministro de que podríamos, en una hipótesis
de nuevas concesiones, incrementar en 15.000 millones de pesetas la
posibilidad de las exportaciones marroquíes a Europa. Yo estoy convencido
de que esa cifra va a repercutir fundamentalmente en el tomate, en estos
momentos en Canarias y, en general, en España, aunque, como digo, por los
precios de referencia, el más perjudicado es el tomate procedente de
Canarias. Hay la sensación en Canarias de que por parte del Gobierno
español hay una especie de entreguismo en este tema a Marruecos, porque,
insisto, la producción industrial de Marruecos es irrelevante, y donde
está precisamente la competencia directa con los productos españoles es
en el tema del tomate en concreto. Una prueba más de esta sensación es,
como usted bien sabe, el reciente Tratado entre la Comunidad Europea,
Marruecos, Francia y Portugal, para evitar la contaminación de los medios
marinos, donde se excluye a Canarias, lo que ha motivado la retirada por
parte del Gobierno de ese tratado del Congreso, porque yo creo que se han
dado cuenta de que, efectivamente, se había excluido a Canarias de su
ámbito de aplicación. Esto pone de manifiesto la situación de
incertidumbre que se vive en estos momentos en el archipiélago, derivado
de una crisis generalizada, y gracias a Dios que el turismo en este
último año ha experimentado un crecimiento sensible. El tema agrícola, si
le unimos las incertidumbres sobre el plátano, está atravesando, en estos
momentos, en Canarias una situación especialmente grave. Por eso, quiero
insistir en que a nosotros lo único que nos preocupa es el tema agrícola;
sobre el librecambio de los productos industriales no hacemos cuestión,
tampoco la hacemos de las líneas fundamentales del tratado, como bien se
ha dicho. Una cooperación financiera, unos mecanismos de diálogo con
Marruecos, evitar el incremento del fundamentalismo en estos países, en
todas estas cuestiones expresamos nuestro apoyo a ese Tratado, pero,
insisto, lo fundamental es el tema agrícola y el del tomate.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el
señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Señor Presidente, señor Ministro, el día 11 de
marzo del presente año, tuvimos ocasión de discutir, en el seno de la
Comisión de Comunidades Europeas, con el Secretario de Estado, señor
Westendorp, estos mismos aspectos del acuerdo euromagrebí, a petición de
mi Grupo.

En aquella ocasión ya debatimos --digamos--, con más o menos profundidad,
aquellos aspectos puntuales del futuro acuerdo euromagrebí, que ahora
también nos ocupa.

Yo quisiera hacer una reflexión que me parece importante, y es que, desde
mi punto de vista y desde el de mi Grupo, nos encontramos ante una
aparente contradicción. Por una parte, tenemos una situación de crisis
económica en el seno de la Comunidad Europea, cuya mayor expresión es una
tasa de paro difícilmente soportable; que, en nuestro país, esa crisis
económica alcanza tintes de mayor gravedad que en el contexto europeo,
con una tasa de paro yo creo que vergonzante, casi el 25 por ciento de
personas paradas en nuestro país, así, al menos, lo calificamos. Esa
situación de crisis económica, de paro, es una de las dos partes de la
contradicción, y la otra, la necesidad de desarrollar el Magreb. Nadie,
desde una posición mínimamente responsable, podrá oponerse a todo lo que
sea instrumentar políticas económicas, industriales, agrícolas, etcétera,
que signifiquen, por la vía del crecimiento económico, la solución
posible a problemas de orden demográfico, de orden político, de orden
religioso en esa zona que nos es tan próxima.

Yo --y me van a perdonar SS. SS. por la autocita-- tengo muy presente en
la cabeza un «rapport», que presentamos en el Consejo de Europa hace dos
años --trabajo realizado en colaboración con un profesor de la Sorbona,
un Diputado socialista portugués y yo mismo--, hablando de desequilibrios
demográficos en los contornos mediterráneos, en el que se señalaba, con
toda la dificultad que tiene en demografía hacer previsiones a largo
plazo, que en el año 2014 la población del Magreb se doblaba. No
solamente se doblaba la población, sino que la diferencia de crecimiento
económico, de renta, de calidad de vida --entendida la calidad de vida en
su aspecto más convencional; me refiero a crecimiento de producto
nacional bruto, etcétera-- entre el contorno sur del Mediterráneo,
Magreb, y el contorno norte del Mediterráneo, incluida España, no se
acercaba, sino que aumentaba. Nos encontrábamos con que se doblaba la
población y con un alejamiento aún mayor de las diferencias económicas,
sociales, etcétera.

En esa aparente doble contradicción, crisis económica de nuestro país en
el conjunto de la Comunidad, tasas muy altas de paro, ese supuesto
acuerdo euromagrebí cuando se sustancie va a poner en peligro --ya ha
puesto en peligro-- una parte de nuestra producción, fundamentalmente
agrícola, y la única forma que entendemos de solucionar



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esa aparente contradicción está en una expresión que usted mismo ha
señalado y es que el coste de ese necesario crecimiento económico,
social, político del Magreb no seamos los países de la Europa del Sur los
que tengamos que pagarlo, entre otras cosas, porque es un acuerdo
hispano-marroquí, no hispano-tunecino o no hispano-argelino, sino,
fundamentalmente, euromagrebí. En un momento, además, en el que parece
que desgraciadamente los miedos a un desplazamiento hacia el norte del
centro de gravedad de la Unión Europea se va sustanciando cada vez más,
el esfuerzo del Gobierno español, en colaboración con los gobiernos de
los países de la Europa del Sur, tendrá que ser muy importante para que
no recaiga exclusivamente sobre nosotros el coste de ese necesario y
responsable crecimiento económico, social, etcétera, del Magreb.

Por consiguiente, la única solución será que ustedes, desde el Gobierno,
utilicen todos los argumentos y toda la fuerza --y yo creo que para ello
tendrán el consenso absoluto de esta Cámara-- para, en colaboración con
los gobiernos de la Europa del Sur, impedir que, en ese desplazamiento
del centro de gravedad de Europa hacia el norte, acabe significando,
entre otras muchas cosas, en este tema concreto, que los platos rotos
--digamos-- los paguemos nosotros; que el crecimiento del Magreb se haga
a costa de nuestra agricultura, de nuestro comercio y de agravar nuestra
difícil situación.

Si ustedes son capaces de defender, articuladamente con los gobiernos de
los países del sur de la Comunidad, esas posiciones, van a tener
--repito-- el consenso de esta Cámara --al menos el de mi Grupo lo podrán
tener--, pero insisto en que van a tener ustedes que dar, quizá, algún
puñetazo encima de la mesa --dicho en lenguaje coloquial--, porque,
probablemente, el peso específico de los países del norte es importante y
la tendencia actual no parece muy favorable a los intereses de los países
del Sur.

Yo creo que ustedes van a necesitar la máxima contundencia para poder
defender esas posiciones, y --repito-- si utilizan esa máxima
contundencia defendiendo intereses, no de campanario a nivel español
--aquí hace falta una óptica mucho más amplia que la propia española--,
pero defendiendo, al mismo tiempo, esos intereses españoles, intereses
del Estado español, tendrán el consenso de todos nosotros y, en caso
contrario, van a tener una fuerte crítica, porque la posible dejación
--que se podía hacer, porque la presión que van a recibir va a ser
fuerte-- de la consistencia suficiente o necesaria, sería --digamos-- muy
criticable por parte de los grupos políticos de este país.

Acabo, señor Presidente, señor Ministro, insistiendo en que van a tener
ustedes que hacer un esfuerzo importante de coordinación con nuestros
vecinos del sur de la Comunidad, para que el coste del desarrollo de
nuestros vecinos del sur extracomunitario sea repartido y no recaiga
exclusivamente sobre nosotros.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Curiel.




El señor CURIEL ALONSO: Señor Presidente, señor Ministro, gracias por la
información que nos ha facilitado durante esta mañana sobre este proyecto
de tratado de la Unión Europea con el Magreb.

Quiero comenzar diciendo que participamos plenamente de los criterios
políticos de fondo que subyacen a su explicación, a las consideraciones
políticas, que nos parecen de la máxima importancia. Cuente usted con que
desde el Grupo Parlamentario vamos a sostener y a apoyar toda esa
estrategia que, desde su Departamento, se está desarrollando en este
asunto crucial para los intereses de España y crucial también, pensamos
nosotros, para los intereses generales de la Unión Europea.

Decía ahora mismo el señor Vázquez que sería deseable --si he entendido
bien-- que este tema, como tantos otros de la política exterior de
nuestro país, fuera motivo de un amplio consenso parlamentario. Yo quiero
recoger especialmente esas palabras del señor Vázquez, porque estamos
convencidos de ello permanentemente en todo lo que significa la política
exterior, porque la comprendemos como una política básicamente de Estado,
que afecta a los intereses generales de nuestro país, a los intereses
generales de España, pero muy especialmente en aquello que se refiere a
la política en relación con el Magreb.

Decía el señor Ministro, en un momento determinado de su intervención,
que, sin duda, este proyecto de tratado de la Unión Europea con el Magreb
teníamos que comprenderlo como una señal política de cuál era la
preocupación, la perspectiva con que la Unión Europea tenía que abordar
inexorablemente uno de los más graves problemas que tiene el propio
proceso europeo con respecto a zonas geoestratégicas que le son
extraordinariamente próximas.

Yo creo, señor Presidente, no exagerar si digo que para toda Europa, para
toda la Unión Europea, pero, especialmente, como es obvio, para los
países ribereños del Mediterráneo, resulta de la máxima preocupación
conseguir una política que, a medio y largo plazo, logre una estabilidad
social, una estabilidad política y un crecimiento económico sostenido de
los países del Magreb.

A nadie se le escapa, señor Presidente, que estamos ante un riesgo de
desestabilización en alguno de los países claves del área. No se trata
aquí hoy de hacer una disección sobre la situación de Argelia, pero qué
duda cabe que sería imposible comprender ese eje, esa señal política a la
que se refería el señor Ministro, sin comprender que un objetivo de largo
plazo de este tratado tiene que ser abordar antes de que estalle aquello
que el señor Fernández Ordóñez, su antecedente en el cargo, subrayó en un
célebre documento en Bruselas, donde decía --si no me equivoco, señor
Ministro; si lo hago, corríjame-- que el problema de Argelia era una
bomba de relojería situada en los bajos --digámoslo así-- de la Unión
Europea.

Yo creo que, desde esa perspectiva está trabajando el Gobierno, desde esa
perspectiva es desde la que el Grupo Parlamentario Socialista apoyará
permanentemente al Gobierno porque, desde esa perspectiva, estamos
persuadidos de que el concepto de seguridad, un concepto moderno,
evolucionado y cada vez más defendido por los tratadistas en temas de
geoestrategia y de política exterior, ese



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concepto de seguridad, no sólo tiene ya una componente militar, sino que
tiene una componente económica, social, cultural, política, de tal manera
que el concepto de seguridad adquiere un tono integrado e integrador y no
se podrán comprender ya en el siglo XXI políticas de seguridad que no
tengan un soporte básico en la cooperación económica y en el desarrollo
equilibrado de todas las zonas del mundo.

Yo quiero decirle, señor Ministro, que, durante esta semana, algunos de
los miembros de esta Comisión hemos estado en Oslo en la Asamblea de
primavera de la Alianza Atlántica, donde, por primera vez, ha asistido
con «status» de observador una delegación marroquí, y que, tanto en las
intervenciones de los delegados de Marruecos como en las de una gran
parte de los delegados de otros países, y naturalmente creo que de todos
los delegados españoles, con independencia de su adscripción partidaria,
reclamamos y recabamos la importancia del papel y del impacto que la
estabilidad en el área del Magreb tiene sobre un desarrollo y sobre la
propia estabilidad de Europa y de la Unión Europea.

He seguido con mucho interés las intervenciones del señor Mardones y del
representante del Partido Popular y creo que sería bueno, señor Ministro
--no sé si comparte este criterio--, que fuéramos explicando
progresivamente a la opinión pública, desde nuestro diferente ámbito de
responsabilidad política, que no es posible, digámoslo así, pedir A y be
permanentemente, siendo estos factores radicalmente imposibles de
cohonestar o contradictorios.

Quiero decir que, si estamos de acuerdo en que un aspecto básico de la
seguridad en el Magreb viene determinado por su crecimiento económico,
por la seguridad interna del país, por su equilibrio político, por el
desarrollo democrático, es evidente que eso tiene que seguirse con una
política de cooperación económica y de cooperación comercial. No
podríamos contribuir a una imagen extraña de una fortaleza europea que se
protege permanentemente de la política comercial con respecto a terceros
países y, al mismo tiempo, exigir que esos países soporten una situación
de desequilibrio social, de subdesarrollo y de desestabilización
política. Es evidente que tenemos que decir a la sociedad española que si
queremos un Magreb estable, sostenido, desarrollado, que fija su
población, que es un aspecto básico de la política mediterránea, no hay
otra vía que no sea la de una cooperación comercial de toda la Unión
Europea, y en esto coincido con el señor Vázquez, donde no solamente
España soporte la responsabilidad de esta política, sino que sea una
política compartida por todos los socios de la Unión Europea. Esta es una
cuestión básica.

Es verdad, señor Mardones, que hay que buscar un equilibrio. Sería
imposible y negativo aceptar una política de «dumping» social y de
«dumping» medioambiental, como se discutió en la Conferencia de Marakech,
si no estoy equivocado, un aspecto clave de esta cuestión. Por
consiguiente, habrá que buscar fórmulas de equilibrio --y comprendo
perfectamente la preocupación en relación con los temas de Canarias y de
la política hortofrutícola en Canarias, el impacto de estas cuestiones--,
de tal manera que, sin romper esa política comercial, no se pongan en
cuestión intereses básicos, en este caso de empresarios de Canarias, en
general, de Canarias, sobre algunas cuestiones básicas de la política
hortofrutícola.

Termino, señor Ministro, por todos estos criterios, diciendo, que nos
parece que, además, este proyecto de tratado pretende también y
pretenderá, cómo diría yo, resituar el centro de gravedad de la política
europea. Antes hacía usted referencia a los tiempos que ustedes dedicaban
a debatir la situación en el este de Europa, en el centro de Europa y los
desequilibrios, en cuanto al tiempo, con la política del Magreb. Nos
alegramos de que haya un reequilibrio en el debate y sobre todo nos
alegramos de que haya una estrategia clara, como la hay por parte de
nuestro Gobierno, de que la ampliación de la Comunidad, en este caso, por
ejemplo, hacia el norte y hacia países centroeuropeos, no signifique una
pérdida de importancia del centro de gravedad de la relación digamos
Sur-Sur, dentro de la política mediterránea y de la política de la Unión
Europea, en general.

Este proyecto de tratado vendrá a contribuir a que el centro de gravedad
no se vaya hacia el Norte, que el papel estratégico de España se potencie
en todo este proceso. Yo creo que nuestros amigos magrebíes y sobre todo
marroquíes, como han dicho en Oslo durante este fin de semana, comprenden
perfectamente el papel de España en este sentido y lo consideran de la
máxima trascendencia.

Quiero terminar diciéndole, señor Ministro, que una de las cosas en las
que habría que reflexionar en los próximos meses, al hilo de este
proyecto de tratado, sería, en esa idea de anclaje a la que usted se ha
referido y que comparto plenamente; también, quizá, la idea de reactivar
iniciativas diplomáticas, que siempre han estado en el eje de las
preocupaciones de nuestro Gobierno, como la Conferencia de Seguridad y
Cooperación del Mediterráneo, que, por circunstancias políticas,
perfectamente comprensibles, no están en la agenda inmediata de la
preocupación de la actividad de la Unión Europea, pero que habría que
pensar en recuperar, más en este momento, sobre todo si el desenlace del
proceso de Oriente próximo es feliz --entre comillas--, que se va
desarrollando con el enorme impacto que eso tiene en todo el mundo del
Magreb. Sería el momento también de pensar en una reactivación de esa
Conferencia de Seguridad y Cooperación, que sería extraordinariamente
importante para intentar estabilizar, entre otras cosas, la dificilísima
situación que está viviendo Argelia y que, sin duda, contribuye a la
preocupación que desde la Unión Europea podamos tener sobre la situación
en toda el área.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar con la máxima brevedad, pero, por precisar algunas cuestiones
de los portavoces de los grupos parlamentarios, tengo que agradecerles de
antemano la forma y el fondo en que se han producido, porque realmente
los temas que estamos tratando



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esta mañana son de capital importancia, no los vamos a agotar en la
mañana de hoy, sin ningún género de dudas. Sí me sumo a algunas
sugerencias --luego diré alguna palabra al respecto-- sobre la
importancia que tiene que estos temas los tratemos en el Parlamento con
mayor amplitud, no solamente en el Parlamento, sino también desde la
perspectiva social; van a ser temas cada vez de tratamiento más
necesario, más urgente, y donde la pedagogía de los dirigentes políticos
con nuestra sociedad va a ser seguramente más importante.

Al Diputado señor Mardones le agradezco mucho la intervención. He de
insistir una vez más en que el tema de la zona de librecambio industrial,
que, aunque desde la perspectiva canaria y desde la perspectiva de la
Coalición que representa, puede no ser importante, sin duda ninguna es un
tema de envergadura para Marruecos. Es verdad que tenemos que poner
énfasis ahí y es cierto que lo que no debiéramos es aceptar, por lo menos
de manera ciega, que la contrapartida de una zona de librecambio
industrial fuera la introducción de ventajas en las materias
hortofrutícolas que preocupan a S. S.

Vuelvo a insistir, en ningún caso está sobre la mesa ningún tipo de zona
de librecambio de carácter agrícola. Eso debe de quedar absolutamente
claro. A nadie se le ha pasado por la imaginación, ni está en la agenda
ni de hoy ni de un mañana cercano ese tipo de planteamientos.

Los pilares comerciales-financieros, la cooperación técnica y cultural yo
creo que pueden funcionar bien. Estamos haciendo una presión importante
con los socios europeos, porque a Marruecos también le interesa, en el
tema de la apoyatura financiera, de los protocolos financieros.

Marruecos tiene un problema con este Tratado, no solamente de contenidos,
sino también de presentación política. Marruecos quizá tenía una
expectativa mayor en cuanto a la dimensión política del Tratado; el
mandato negociador fue más pequeño, más estrecho del que esperaban, y eso
ha sido lo que ha generado una cierta frustración, frustración que yo
creo que estamos en vías de superar con la participación de España y
algunas modificaciones que el régimen de Marruecos está haciendo desde su
concepción europea.

Le diré unas palabras sobre la solidaridad del resto de los socios
europeos. La tienen que tener, lógicamente. No es un Tratado bilateral
entre España y Marruecos, es un Tratado entre la Unión y Marruecos y, por
tanto, ventajas y costes del mismo; ventajas las tiene, sin duda ninguna,
para muchos, y los costes los tenemos que repartir. ¿De qué manera? Es
una de las cuestiones en las que tenemos que pelear.

Ahora bien, yo no sería partidario de pelear con el ejemplo que S. S. ha
planteado, porque el ejemplo que S. S. ha planteado sobre el plátano en
Alemania me parece que seguramente es lo contrario de lo que tenemos que
hacer. Alemania, como sabe S. S. bien, está peleando con el plátano por
las razones completamente contrarias, no a la defensa del plátano de
Canarias, sino a la defensa también del tomate de Canarias. Todo el
mecanismo que queremos poner en marcha nosotros es completamente
ortogonal, contradictorio, inverso, como quiera S. S. ponerlo, de lo que
Alemania está haciendo. A Alemania le interesa abrir sus fronteras a lo
que nosotros nos gustaría controlar --entre comillas-- un poco más.

Por tanto, la posición de Alemania, en relación con el plátano, no debía
ser modelo nuestro para casi nada, sino al contrario, tratar de hacer, no
diría lo contrario, pero casi lo contrario de lo que Alemania está
haciendo en relación con el plátano.

Sobre el monocultivo marroquí, al que S. S. hacía referencia, es verdad
que esa reflexión de que le debe interesar la diversificación se le hace
a Marruecos, pero eso es muy fácil de decir, de aconsejar desde este lado
del Estrecho. Cuando las ventajas comparativas que se pueden obtener o
que se tienen en este momento a corto están donde están, el dar ese
consejo es fácil, pero a a veces es más difícil que la otra parte escuche
el consejo que se le da. Sin duda alguna, la diversificación de los
cultivos de Marruecos debe estar en una estrategia inteligente de este
país a medio plazo y en eso se está tratando de ayudar por vía de
consejo, de la ayuda, de los protocolos financieros con Marruecos. No
tenga preocupación porque seguiremos defendiendo los intereses no
solamente de Canarias, sino de España en algo que va a ser difícil, no va
a ser fácil, como ya se ha dicho por parte de los demás portavoces de los
grupos parlamentarios.

Al Diputado señor Soriano, del Grupo Popular, quiero decirle más o menos
lo mismo. Ha coincidido bastante en su intervención con el Diputado señor
Mardones, quizás más por razones geográficas que por otro tipo. Lo que sí
quisiera señalar es que no debiéramos centrar las relaciones de España y
Marruecos en la agricultura y, dentro de ésta, en el tomate. Me parece
que la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de España debatiendo
sobre las relaciones entre España y Marruecos, no debe ir bajando cada
vez un escalón en la escalera y pasar de unas relaciones de seguridad a
relaciones bilaterales, a relaciones hortofrutícolas y finalmente hablar
del tomate, porque esto no responde a las circunstancias que una Comisión
de esta naturaleza tendría que tener cuando trata un tema de esta
envergadura.

Pongamos las cosas en su sitio, no podemos acabar solamente hablando del
tomate, tenemos que hablar de cosas que tienen envergadura (el tomate la
tiene, sin duda alguna), pero tenemos que tener todo esto en un marco de
relación quizás más amplio, por lo menos en el seno de la Comisión de
Asuntos Exteriores, otra cosa es que haya otros ámbitos parlamentarios
donde este debate se pueda hacer.

El cambio de los calendarios, de las fechas, es importante. Es verdad que
el tomate canario es de invierno y que tiene unas posibilidades mayores
ahí, pero creo que en las negociaciones del GATT se ha cambiado, con gran
dolor para el Reino de Marruecos que ha protestado y mucho, todo el tema
del tomate en relación con Marruecos.

Sólo quería repetirle al señor Soriano, que no me ha escuchado --estoy
seguro de que lo comparte--, que las relaciones de España y Marruecos no
solamente se deben concentrar en el tomate, sino que debemos tener una
visión



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más amplia. Como estoy seguro de que lo comparte, no insisto sobre ello.

Voy a decir unas palabras sobre los españoles que invierten en Marruecos.

Creo que debemos tener estrategias también por parte de España en
inversiones en industrias hortofrutícolas de españoles, puesto que los
hay y muchos, y a veces cuando tratamos de negociar con Marruecos también
se está negociando con españoles que están en este país y que tienen a
veces intereses contradictorios con los españoles que están en Valencia o
en Canarias. Todas estas cosas las tenemos que poner en el conjunto de la
negociación y entiendo que seremos capaces de encontrar fórmulas que nos
permitan salvar lo que es un tema sin duda difícil.

Con esto paso a la reflexión que hacía el Diputado señor Vázquez, porque
es verdad que hay una cierta contradicción, que va unida al desarrollo,
la contradicción de unos países a los que tenemos que ayudar para que
tengan niveles de vida mejor, como fuimos ayudados nosotros en otros
momentos, y a la vez mantener el desarrollo de nuestro país y no dañarlo.

Esa es la contradicción en la que nos encontramos todos: nosotros en
relación con la frontera sur, y los países del centro de Europa en
relación con la frontera este; ¿tenemos que ayudar o no a los países de
nuestro entorno para que se estabilicen? ¿Podemos vivir en una fortaleza
rodeada de una situación de prosperidad relativa muy inferior?
Seguramente, no; eso es lógico y todos los aceptamos. La cuestión es de
grado, de equilibrio y de ritmo.

En estos temas a veces lo que queda fuera de nuestro debate es la
variable tiempo. Si tuviéramos más en cuenta en todos los debates sobre
proteccionismo y sobre libre mercado la variable temporal, seguramente
podríamos hacer cosas mejores de las que hacemos. El problema no es
quitar barreras, no es abrir fronteras, no es bajar tarifas, el problema
es la velocidad a la cual esos procesos se ponen en marcha. Y si se ponen
en marcha bien se pueden hacer de manera equilibrada en los países
receptores y se puede hacer de forma equilibrada en los países
productores. Cuando uno piensa, por ejemplo, en la transformación
española de los años cincuenta y sesenta de una población agrícola en
industrial, si eso se hubiera hecho en cinco años hubiera sido una
catástrofe. Eso se hizo en un tiempo mayor y se pudo hacer una
trasformación de un país de economía primaria en economía secundaria o
terciaria de manera mejor, más suave, y esto es lo que los organismos
internacionales tendrían que ser capaces de diseñar y de hacer: la
Organización Mundial del Comercio, que va a dar sus primeros pasos en el
año 1995, de una parte, y todas las instancias internacionales de ayuda,
de cooperación, fondo humanitario, Banco Mundial, etcétera, por otro.

Al Diputado señor Curiel, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista,
quiero agradecerle sus planteamientos. Estoy totalmente de acuerdo con la
necesidad de pedagogía que tenemos que hacer. Lo tenemos que hacer en
relación con el flanco sur de la Comunidad y también con algunos de
nuestros amigos latinoamericanos. Cuando volvamos a hablar luego sobre
temas latinoamericanos nos daremos cuenta de que muchas de las economías
de los países amigos, los países más próximos a nosotros, no son
complementarias, no son economías en las que competimos. Tenemos que ser
capaces de acoplar la amistad y la competencia, la amistad y la no
complementariedad, en una superación más complementaria que tenga
ingredientes distintos, más amplios desde el punto de vista cultural,
económico, político, etcétera. Por tanto, todo lo que podamos hacer
porque este debate sobre el comercio sea un debate nacional, un debate
que implique realmente a nuestra ciudadanía, mejor.

Con respecto a las otras iniciativas de carácter diplomático, estoy
totalmente de acuerdo. Dentro de pocos días, el 5 o el 6 de julio, creo
recordar, volveremos a poner en marcha, de manera muy embrionaria, una
especie de foro mediterráneo en Alejandría, tratando de ver si algunas de
las iniciativas veteranas, añejas, pueden volver a ponerse sobre la mesa,
en tanto en cuanto algunas de las situaciones que impedían que se
pudiera, mejoran. Una era la situación en el Oriente próximo, otra es la
situación de Libia. La del Oriente próximo puede que entre en vías de más
optimismo, de más esperanza. Desgraciadamente, la situación de Libia no
mejora, no cambia y, por tanto, algunas de las iniciativas, como la cinco
más cinco, desgraciadamente están paralizadas. Pero, sin duda ninguna, es
de gran importancia poner en marcha las iniciativas diplomáticas y
preventivas. La reunión de Oslo y la presencia de Marruecos allí es un
dato importante. La resolución que se tomó en la reunión de la Alianza,
el 9 de enero, sobre el Mediterráneo también es importante. Pienso que la
sociedad internacional y la Unión Europea se están sensibilizando cada
vez más sobre los problemas ligados a la estabilidad en el Mediterráneo
y, concretamente, a la cuenca del Magreb.

Nada más, señor Presidente. Muchas gracias.




--SOBRE LAS ULTIMAS MEDIDAS ADOPTADAS POR EL GOBIERNO CON RESPECTO A LAS
RELACIONES DE ESPAÑA CON GUINEA ECUATORIAL, ASI COMO DE LA PLANIFICACION
FUTURA RESPECTO DE DICHAS RELACIONES. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000229.)



CONTESTACION A PREGUNTAS SOBRE:



--PROSPECCIONES PETROLIFERAS REALIZADAS POR EMPRESAS ESPAÑOLAS EN GUINEA
ECUATORIAL DESDE SU INDEPENDENCIA. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO
(GP). (Número de expediente 181/000644.)



--RAZONES POR LAS QUE SE HA DESMANTELADO EL DESTACAMENTO DEL EJERCITO DEL
AIRE ESPAÑOL QUE VENIA PRESTANDO SERVICIO EN GUINEA ECUATORIAL DURANTE
LOS ULTIMOS CATORCE AÑOS. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (GP).

(Número de expediente 181/000645.)



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El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 2 del orden del día, que es
la comparecencia del señor Ministro para informar sobre las últimas
medidas adoptadas por el Gobierno con respecto a las relaciones de España
con Guinea Ecuatorial, así como de la planificación futura respecto de
dichas relaciones. Dado que existen dos preguntas que se refieren a
Guinea Ecuatorial, las números 8 y 9 (la número 8 sobre prospecciones
petrolíferas realizadas por empresas españolas en Guinea Ecuatorial desde
su independencia, de la que es autor el señor Rupérez; la número 9,
razones por las que se ha desmantelado el destacamento del Ejército del
Aire español que venía prestando servicio en Guinea Ecuatorial durante
los últimos catorce años, de la que también es autor el señor Rupérez),
la Mesa sugirió, y el señor Rupérez ha tenido la gentileza de aceptarlo,
que las dos preguntas se integrasen en la intervención general, con lo
cual ganaríamos algo de tiempo.

Tiene la palabra, por consiguiente, el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, me parece adecuado que esas dos
preguntas se integren en el trámite de la comparecencia, no por ello
necesariamente pediré mucho más tiempo al señor Presidente. Pero
siguiendo lo que por lo menos es práctica habitual en mí, preferiría que
fuera el señor Ministro el que comenzara para luego explayar mis razones.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, por razones de calendario y en contra de lo que hubiera sido
mi deseo, se produce la comparecencia ante esta Comisión quizás con un
poco de retraso para explicar los últimos planteamientos y la
planificación futura del Gobierno en relación con Guinea Ecuatorial.

Quiero recordar a SS. SS. muy brevemente, para enmarcar otra vez la
comparecencia, que el 21 de noviembre tuvieron lugar elecciones
legislativas en Guinea Ecuatorial, que hubiesen debido ser las primeras
en régimen en democracia, en pluralismo, en libertad, pero que
desgraciada y lamentablemente, y en contra de los compromisos que se
habían adquirido por el Gobierno de ese país, no fue así, y se celebraron
sin las debidas garantías, lo que provocó la no participación de un
sector, quizás el más significativo, de la oposición democrática y una
fuerte abstención de la población. Los países donantes habían indicado al
Gobierno de Malabo que las elecciones tenían que llevarse a cabo, una vez
revisado el censo electoral y reformada la ley electoral y con la
presencia de observadores internacionales, lo que no fue así.

El Gobierno español, como SS. SS. saben --lo menciono muy brevemente
porque conocen bien toda esta historia--, se había comprometido ante la
opinión ecuatoguineana, la española y la internacional, a prestar su
asistencia a un proceso de auténtica democratización del país. Emitió un
comunicado público al día siguiente de las elecciones, en el que se
sacaban las conclusiones, compartidas con la mayor parte de la oposición
democrática española, sobre la falta de legitimidad democrática, lo que
tendría, lógicamente, sus consecuencias en la formulación de nuestra
política en relación con Guinea Ecuatorial en el futuro. Manifestamos, al
mismo tiempo, que considerábamos que el proceso de transición democrática
no había finalizado con esas elecciones, por lo que continuaríamos
propiciando, por todos los medios a nuestro alcance, la reanudación del
diálogo entre el Gobierno y las fuerzas políticas para que el proceso de
transición prosiguiese hacia un sistema verdaderamente democrático.

Con esa declaración y coherentemente con la misma y dado que el 31 de
diciembre finalizaba el segundo plan-marco de cooperación con Guinea
Ecuatorial, el Gobierno tomó la decisión de no prorrogarlo, ordenando la
puesta en ejecución de un plan de reducción drástica de nuestra
cooperación, con la supresión de todos aquellos programas que suponían
una asistencia directa al Gobierno y a la administración y manteniendo
únicamente aquellos de carácter fundamentalmente humanitario en los
campos de educación y de la sanidad, en beneficio de la población y en
los que se promueve el mantenimiento y la difusión de nuestra lengua y de
nuestra cultura española.

Como recordarán, esta reducción supone una disposición aproximadamente
del 50 por ciento, tanto en sus aplicaciones presupuestarias --por darles
unos datos, se pasó de unos 2.000 millones en 1993 a poco más de 1.000 en
este año--, como en el número de personas o de cooperantes, así como la
retirada de los dos Aviocar, a los que hay una pregunta que luego
contestaré, con sus tripulaciones respectivas, que estaban destacados en
Guinea Ecuatorial desde 1979.

Esta reducción drástica, a nuestro juicio necesaria e inevitable, que se
ha realizado de manera gradual y ordenada, no ha podido evitar que se
produzca alguna reacción negativa al chocar con intereses creados y
situaciones que venían ya de años atrás. Pero SS. SS. pueden creerme que
se ha procurado siempre actuar teniendo en cuenta los intereses de la
política española y de la población de Guinea, así como los derechos
legítimos de las personas afectadas.

Señor Presidente, en línea con esta segunda afirmación del comunicado del
Gobierno, hemos mantenido nuestra política de seguir propiciando el
proceso de transición hacia un sistema democrático a través de los
contactos diplomáticos con el Gobierno de Guinea para intentar llevar a
su convencimiento que únicamente si se reanuda el diálogo con todas las
fuerzas políticas para reconducir el proceso democratizador de cara a las
elecciones próximas municipales y se mantiene un nivel aceptable de
respeto a los derechos humanos, puede pretender ser aceptado por la
comunidad internacional Guinea y recibir los beneficios de la
cooperación, tanto bilateral como de la Unión Europea y de los organismos
financieros internacionales.

En este sentido, podemos asegurar que nuestros contactos diplomáticos con
el Gobierno de Malabo están produciendo algunos frutos en tres
direcciones que nos habíamos fijado y han favorecido quizás el clima de
distensión que se está viviendo, todavía ligero, en Guinea Ecuatorial



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durante los cuatro o cinco meses últimos. Perseguimos fundamentalmente
tres objetivos, que paso a relatarles.

En primer lugar, el establecimiento de un clima de normalidad en nuestras
relaciones bilaterales, con ausencia de incidentes, de provocaciones, de
declaraciones acusatorias, con el fin de poder solucionar los problemas
que se presentan --desgraciadamente, todavía hay algunos-- por medio del
diálogo y en la legalidad internacional.

En segundo lugar, la mejora del clima de respeto de los derechos humanos
y libertades fundamentales, especialmente cumpliendo las recomendaciones
de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y de su relator
especial, señor Artucio, que, como SS. SS. posiblemente saben, acaba de
realizar una visita a Guinea, invitado por el Gobierno de Malabo. De esa
manera procuramos ir consolidando lo que dábamos en llamar los espacios
de libertad que se han ido creando durante estos últimos meses, pocos
todavía, y que deben constituir la base de una sociedad civil, que,
desgraciadamente, apenas existe en el país.

En tercer lugar, reconducir el proceso de transición hacia un sistema
democrático y un Estado de derecho, a través del diálogo con todas las
fuerzas políticas, de manera que las elecciones municipales, que deberán
tener lugar durante este año, se celebren con todas las garantías de las
que carecían las de noviembre pasado. Se abrirá en Malabo, en esta misma
semana, la Conferencia de Donantes con una agenda precisa: derechos
humanos, censo electoral y administración electoral.

Señor Presidente, la situación en Africa es enormemente preocupante para
todos. Al lado de unos elementos esperanzadores como los que hemos tenido
ocasión de vivir con alegría en Africa del Sur, otros acontecimientos
siguen golpeando sobre nuestras conciencias. La amenaza de conflictos
fronterizos, la fuerte devaluación del franco CFA, etcétera, han traído
al primer plano de la actualidad la gravedad de la situación económica y
las amenazas de crisis desestabilizadoras que pueden convertirse
desgraciadamente en incontrolables.

España, como hemos repetido tantas veces, no tiene ningún designio oculto
en Guinea Ecuatorial. Sólo persigue el bienestar de su pueblo, fomentar
el proceso de democratización hacia un auténtico Estado de derecho que
debiera atraer recursos, inversiones y debiera propiciar el desarrollo
económico.

El presidente Obiang en el discurso que dirigió con ocasión de la
apertura de la nueva Cámara de Representantes del pueblo, expresó su
voluntad de proseguir el proceso democratizador, invitando al Parlamento
a reformar la legislación electoral con vistas a las elecciones
municipales que tendrían lugar en este año. Esta posición fue más tarde
confirmada por el ministro Ndong, que entregó en Madrid al Presidente del
Gobierno un mensaje personal del Presidente Obiang y dio garantías sobre
la continuación de ese proceso, el respeto de los derechos humanos y el
deseo de las autoridades ecuatoguineanas de normalizar y mantener las
mejores relaciones con nuestro país.

Durante los meses de marzo y abril, y a petición del Gobierno de Guinea,
algunos expertos españoles y de Guinea Ecuatorial negociaron los términos
del reescalonamiento de la deuda de Guinea Ecuatorial con España,
accediendo el Gobierno español a su refinanciación. El Gobierno de Malabo
solicitó también el asesoramiento de un experto electoral español para la
revisión del censo y la reforma de la ley electoral, habiéndose ya
terminado esta misión.

Al mismo tiempo, señor Presidente, podemos constatar que se ha registrado
una pequeña mejoría en la situación interna desde principios de año que,
si se consolida --y es el deseo de todos que se consolide--, podría
significar quizás una reanudación del proceso de transición que se
frustró con las elecciones insatisfactorias del pasado año. También es
positivo que no se hayan producido casos flagrantes de violación de los
derechos humanos y de residentes españoles en los últimos meses.

Acabamos de recibir, hace dos días exactamente, una copia del informe
sobre la situación de los derechos humanos en Guinea, elaborado por el
relator de las Naciones Unidas, el señor Artucio, al que antes he hecho
referencia, sobre la base de su reciente misión en ese país. En sus
conclusiones, manifiesta --y cito-- «que se advierte progresos en la
situación y goce de los derechos humanos» --cierro la cita-- en relación
con la anterior situación de diciembre de 1993, aunque subraya --cito
otra vez-- «que no están suficientemente consolidados como para tomarlos
de manera irreversible» --cierro la cita--. Son, por tanto, indicativos,
de que algunas modificaciones en el área del Gobierno pueden estar
pasando. No hay que echar las campanas al vuelo, pero sí aprovechar
cualquier oportunidad para impulsar, en la dirección que entendamos que
es la correcta, el proceso de Guinea Ecuatorial en el camino del
cumplimiento de la resolución de la Comisión de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas del 9 de marzo de 1994.

Quisiera manifestar a SS. SS. que esta línea de actuación seguida por el
Gobierno es coincidente, en términos generales, con la que siguen los
gobiernos de otros países amigos de la Unión Europea, de Naciones Unidas
y los Estados Unidos. La Conferencia de donantes, que, como ya he
informado a SS. SS. tendrá lugar en Malabo esta misma semana, quizá
constituya una excelente ocasión para verificar la voluntad real del
Gobierno de Malabo respecto a ese proceso democratizador. Si esta mejora
que deseamos y esperamos tuviese visos de consolidarse, podríamos empezar
a proceder a una normalización de nuestras relaciones. Todavía es pronto
para decirlo y, por tanto, seguiremos presionando en la dirección que
antes he indicado, con la esperanza y con la confianza de que el sentido
común se incorpore a los dirigentes políticos de Malabo y continúen o
reinicien un proceso que nunca debió haberse frustrado.

Con respecto a las dos preguntas formuladas por SS. SS. diré que, en
relación con los Aviocar, no ha habido un desmantelamiento de la base del
Ejército del Aire español, ya que no se trataba de una base militar a
desmantelar, sino de poner fin a unas facilidades logísticas por entender
que ya no eran necesarias. La razón es sencilla y el Diputado preguntante
lo entenderá bien: la reducción de nuestra cooperación en Guinea
Ecuatorial --sobre la que tienen información SS. SS.-- ha tenido como
consecuencia la disminución en el número de vuelos y en la utilización de
los



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Aviocar. Por otro lado, la existencia de algunos vuelos de carácter
regular entre Malabo, Bata, Duala y Libreville y el funcionamiento de
alguna compañía privada de aerotaxis hacía menos necesaria la permanencia
total de estos Aviocar españoles, que suponía un coste elevado y que
podían ser más útiles, y así lo entendieron el Gobierno y el Ministerio
de Defensa, en misiones de cooperación internacional en otros lugares del
mundo.

Sí quisiera dejar constancia, al hilo de esta pregunta, del
agradecimiento que el Gobierno y todas las fuerzas políticas tienen a las
tripulaciones de estos Aviocar, que han hecho un esfuerzo que supone una
gran generosidad. Son Aviocar del Ala 35 y del Ala 37 del Ejército del
Aire que desde 1979 han estado a disposición permanente de nuestra
Embajada en Malabo, con objeto de atender necesidades de transporte,
fundamentalmente humanitarias, de cooperación: movilización de heridos,
de enfermos, etcétera. Quiero recordar que a lo largo de esos 14 años los
Aviocar han realizado más de 10.000 misiones, transportado más de 92.000
pasajeros y alrededor de 1.000 millones de kilos de carga, sin contar las
52 misiones de los aviones C-130, que se han utilizado para el relevo
entre España y Guinea Ecuatorial, que han transportado más de 11.000
pasajeros y una carga de más un millón y medio de kilos. El 2 de enero de
1987 uno de estos Aviocar sufrió un accidente frente a Bata en el que
perdieron la vida todos los miembros de la tripulación y los pasajeros;
quizá no fuera éste un mal momento para rendir un recuerdo a aquellas
personas. Señorías, quiero decir que la utilidad de esos Aviocar en este
momento es mayor en otros lugares y que su función ahora puede ser
realizada por otros mecanismos, dada la disminución de la cooperación
internacional. En cualquier caso, repito, queremos agradecer su esfuerzo
a las personas que tan generosamente trabajaron en esta operación durante
tanto tiempo.

Con respecto a las prospecciones petrolíferas, le doy las cifras escuetas
entre los años ochenta y noventa. Según los datos que obran en nuestro
poder, Hispanoil, que es actualmente Repsol Exploración, poseedora del 50
por ciento de la sociedad mixta Guineoespañola de Petróleo --Gepsa--,
realizó una intensa exploración sobre toda la zona norte de la isla
Bioko. Después de varias campañas sísmicas y de seis sondeos descubrió un
yacimiento de gas condensado, petróleo ligero, que resultó ser, en la
terminología del sector, subcomercial en el marco fiscal que regía con el
contrato que Repsol tenía con Guinea Ecuatorial. Por tanto, Hispanoil
renunció a esos permisos.

La renuncia de Hispanoil no ha sido un hecho aislado, sino que otras
compañías que han trabajado en aguas de Guinea Ecuatorial, las más
importantes, Gulf, Chevron, Elf y Mobil han acabado por renunciar también
a esos permisos por no considerar suficientemente atractivas las
posibilidades exploratorias de la zona. Según nuestras informaciones,
actualmente ostentan permisos exploratorios en Guinea Ecuatorial algunas
compañías que podríamos calificar de segundo orden dentro de la industria
petrolera internacional. Quizá la más significativa es Walter
International, que accedió a los antiguos permisos exploratorios de
Hispanoil con un contrato más favorable que el otorgado en su día a la
sociedad Guineoespañola. En este momento, Walter ha puesto en producción
el descubrimiento realizado en su día por Hispanoil, del que se extrae
solamente el condensado a tasas reducidas de producción. Los datos que
obran en nuestro poder son de 4.000 barriles por día, lo que supone un
volumen de negocio muy pequeño, muy reducido para lo que son los
estándares de la industria petrolera. La actividad exploratoria en los
últimos dos años en la industria petrolera se ha limitado a la
perforación de un sondeo seco por parte de la misma compañía Walter
International. Al parecer, aunque la zona norte de la isla de Bioko tiene
similitudes geológicas con las aguas de Nigeria y de Camerún, países
productores de petróleo, las acumulaciones de petróleo y gas próximas a
Guinea Ecuatorial van disminuyendo y no parece, por el momento, que haya
posibilidades de gran producción petrolífera en la zona. Por lo que se
refiere a la plataforma continental, próxima a Río Muni, la compañía Elf,
con amplia experiencia en cuencas similares, ha realizado
investigaciones, hasta ahora sin ningún éxito, y también ha renunciado a
las exploraciones en el área. El Gobierno de Guinea, recientemente, ha
sacado a concurso siete bloques exploratorios en dicha plataforma, en la
plataforma próxima a Río Muni, y hasta el momento no se conoce que
ninguna empresa, española ni internacional, hayan accedido a este
concurso. Es una zona que sigue siendo evaluada como de riesgo alto desde
el punto de vista exploratorio después de las previas exploraciones
realizadas.

Esta es la situación desde el punto de vista de la explotación petrolera.

Como ven SS. SS., todavía late una duda sobre las posibilidades futuras,
pero los análisis geológicos más recientes parecen marcar una diferencia
clara entre lo que es Guinea Ecuatorial, tanto en la plataforma como al
norte de la isla de Bioko, y lo que son los países vecinos, como Camerún.

Estos son los datos que les puedo dar en este momento, constatados por
los servicios de Repsol Exploración, y los datos más importantes que se
encuentran en las empresas internacionales de exploración petrolera.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Ministro, por sus explicaciones.

Empezaré por las preguntas. Creo que esas precisiones son importantes,
porque el Gobierno es parco en explicaciones. Usted se queja de que no
tiene tiempo para comparecer, pero quiero recordarle que hay un
procedimiento previsto en esta Cámara para que el Gobierno pida también
su comparecencia, no tiene por qué esperar que seamos nosotros, la
oposición, los que pidamos esas comparecencias, sobre todo cuando tienen
fecha bastante temprana con respecto a su realización. Prácticamente
todas las que tenemos en este momento, que son producto de peticiones
nuestras, tienen más de dos meses. No digo que hayan perdido interés,
algunas incluso por el mismo paso del tiempo lo han recobrado, pero le
animaría a que se quejara menos y pidiera más comparecencias, de esa
manera prestaríamos más atención a la actualidad.




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Tendremos en cuenta las interesantes respuestas respecto a las dos
preguntas, que tenían una preocupación como trasfondo: no comprendemos
que en un momento en el que se ha reducido de manera drástica la
cooperación, actividades que estaban directamente ligadas con esa
cooperación tengan que sufrir también un reacomodo. Si en este momento
existen procedimientos públicos o privados suficientes como para poder
proceder a los traslados correspondientes entre la isla y el continente,
realmente están mejor empleados en otro lado. Nos parece razonable que se
haya tomado esa decisión, siempre que no se excluya un retorno a la
normalidad, que el Gobierno y nosotros deseamos y, en una normalidad de
la cooperación, a lo mejor algunos de esos elementos son de nuevo
necesarios. Estamos seguros de que el Gobierno no está cerrado a esas
posibilidades de futuro.

Me parece también importante la respuesta sobre los temas petrolíferos,
porque, como no se le oculta al señor Ministro, había toda una literatura
en torno al asunto petrolífero que quizá --y atiendo en este momento a
las siempre fundadas respuestas del señor Ministro, por lo menos en lo
que se refiere a los datos que nos ha ofrecido sea de fantasía más que de
tipo fáctico. En cualquier caso, conviene también tener en cuenta la
literatura fáctica o de fantasía porque es indudable que en una
perspectiva, que nosotros deseamos de normalización de las relaciones,
tendríamos que volver a contemplar también la posibilidad de inversiones
privadas y públicas, fundamentalmente privadas, en Guinea Ecuatorial, de
manera que todo ese tejido, desgraciadamente hoy roto o profundamente
alterado de las relaciones entre los dos países, se recupere en beneficio
mutuo y en beneficio también de empresarios españoles privados que en su
momento invirtieron y que precisamente en estos momentos están pensando
también cómo poder volver a invertir.

Yo coincido con la descripción que hace el señor Ministro sobre las
épocas por las que hemos pasado recientemente en el curso de los últimos
meses en nuestras relaciones con Guinea Ecuatorial. Nuestra preocupación,
que era también la del señor Ministro, la del Gobierno --porque, al fin y
al cabo, hemos satisfactoriamente trabajado en este terreno de una manera
bastante coordinada, aunque no siempre nos llegara toda la información en
sus momentos--, era la de que, después de haber seguido toda una política
consistentemente mantenida con respecto a la celebración de unas
elecciones que por tantas razones no eran celebradas en la mejor forma
adecuada, nos encontráramos con una situación que era exactamente igual a
la anterior. Se celebraron las elecciones, no asistieron los observadores
internacionales. Ustedes y nosotros, a través de nuestros propios
canales, nos manifestamos radicalmente no ya dudosos sino contrarios a
las condiciones y consiguientemente a los resultados de esas elecciones,
pero las cosas seguían exactamente igual. El señor Obiang seguía donde
estaba y se había constituido un Parlamento. Se produjo inmediatamente
después, y nosotros estábamos de acuerdo también, el recorte drástico en
los esquemas de cooperación, pero las preocupaciones de fondo seguían
siendo las que teníamos antes. Los guineanos seguían sin gozar de un
«modicum» de derechos humanos, se podía hablar de cualquier cosa menos de
evolución satisfactoria desde el punto de vista económico de la situación
guineana, por no hablar de lo que son intereses concretos, legítimos,
públicos o privados, de los españoles, de España, en el contexto de estas
relaciones. De manera que esa duda de para qué tanto esfuerzo, a qué
hubiera podido conducir ese esfuerzo, era perfectamente lícita por parte
de nosotros y del Gobierno.

Nosotros tenemos también un análisis al que voy a poner fecha, por lo
menos aproximada. Hace apenas dos o tres meses visitó España el
Viceprimer Ministro de Guinea Ecuatorial. Nos consta, pública y
privadamente, que visitó al Presidente del Gobierno --seguramente también
en presencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores--, y nos visitó a
nosotros, mantuvo una larga conversación conmigo mismo. Nosotros pudimos
constatar en este momento --lo digo públicamente, con independencia de
las agradables cualidades personales que rodean al señor Viceprimer
Ministro, cosa que no siempre ocurre con otras personalidades
ecuatoguineanas, dicho sea de paso-- que el esfuerzo no había sido
baldío, no había sido en vano; que las medidas tomadas para cortar
drásticamente la cooperación estaban haciendo daño allí donde debían
hacerlo, que era en el Gobierno, posiblemente también en algunos sectores
de la población. Siempre nos encontramos con esa duda sobre el sentido de
la cooperación y de las medidas que se toman con respecto a los regímenes
dictatoriales y a la población que lo sufre, pero en cualquier caso,
había hecho daño en los responsables políticos de Guinea Ecuatorial.

Había un planteamiento que tenía una inmediatez de ansiedad incluso de
angustia con respecto a las relaciones entre Guinea Ecuatorial y los
medios financieros internacionales, públicos y privados, y
consiguientemente era la primera constatación de que ese esfuerzo no
había sido en vano. Lo digo porque a veces en las difíciles opciones que
se plantean en la política internacional uno no sabe siempre si está
acertando o no, y si al proponer una determinada dureza en el trato se
van a conseguir las medidas que se están buscando desde el punto de vista
fundamental y último de la mejora de la situación de la población.

Yo creo que el mensaje había llegado claro y nítido a las autoridades de
Guinea Ecuatorial y que esa visita tenía fundamentalmente como lectura,
aparte de otras, esa consecuencia.

Me dijo el señor Viceprimer Ministro del Gobierno guineano que había
informado al Presidente español del Gobierno y le había transmitido una
carta cuyos contenidos seguramente el señor Ministro nos puede por lo
menos parafrasear, pidiendo una normalización de relaciones. Por nuestra
parte, le expuse lo que eran para nosotros las condiciones, la
normalización de relaciones, que incluían un estricto respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales, una reconsideración de
las relaciones entre el Gobierno y las fuerzas de oposición
ecuatoguineanas y, desde luego, un replanteamiento radicalmente diferente
con respecto a las elecciones municipales de otoño, sea cuando sean. Me
dijo --y no me sorprendió-- que el Presidente del Gobierno le había dicho
prácticamente lo mismo.




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Lo que pudimos observar, sin embargo, es que la preocupación era
económica, que el daño era económico, y consiguientemente las
consecuencias que los ecuatoguineanos estaban intentando paliar eran
precisamente las económicas. Nuestra preocupación en este momento
--seguramente la del Gobierno también-- es que pudiera haber un intento
--no sería el primero-- por parte del Gobierno guineano de mostrar una
cierta cara favorable, por lo menos teóricamente, con el fin de conseguir
el endulzamiento de las posturas del Gobierno español con relación a los
tratos, tanto con respecto al Club de donantes como al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Mundial, y que una vez --no digo yo que sea ése
el último motivo de la conducta-- conseguido el aplacamiento de los
comportamientos de esas entidades, ciertamente a través del Gobierno
español, volviéramos a las andadas.

En ese contexto, contemplando, por una parte, con satisfacción el efecto
por lo menos relativamente positivo que han producido las acciones del
Gobierno y de la oposición, de las fuerzas políticas españolas, en la
reconsideración, aparente al menos, de alguna de las posturas del
Gobierno guineano; considerando, al mismo tiempo también cuáles, son las
medidas que en este momento pide el Gobierno guineano al Gobierno español
que tome con respecto a esas entidades financieras internacionales,
nosotros queríamos subrayar un mensaje de cautela y de cuidado, de
contiuación en la exigencia, de continuación en la presión, de
continuación en los objetivos, de manera que la consecución de esos
objetivos vaya paralela y estrictamente acompañada por la relativa
consideración más favorables de las demandas económicas del Gobierno
guineano.

Yo creo que el objetivo tiene que ser llegar a esas elecciones
municipales en condiciones que son precisamente las que no se produjeron
en las elecciones generales, de manera que, a partir de ese momento,
podamos considerar de una manera satisfactoria la normalización a todos
los efectos de las relaciones. Estando en general de acuerdo con esa
descripción, quiero sobre todo dejar oír en este momento esa voz de
cautela y de cuidado para que no nos volvamos otra vez a sentir
profundamente engañados, no tanto en nuestros intereses sino en lo que
debe ser nuestro objetivo final, que es conseguir la normalización de
relaciones y la mejora de vida de todos los guineanos en todos los
aspectos posibles y deseables.




El señor PRESIDENTE: Grupos que desean hacer uso de la palabra. (Pausa.)
El señor Molins tiene la palabra por el Grupo de Convergència i Unió.




El señor MOLINS I AMAT: Voy a ser muy breve.

Gracias, señor Ministro, por las explicaciones. Nuestro Grupo simplemente
desea manifestar, como ha hecho en otras ocasiones, el acuerdo con la
forma de actuar respecto a las relaciones con Guinea Ecuatorial. Sólo
desea preguntar --a la vez que, en cierta forma, impulsar a que eso sea
así-- de qué manera el resto de países de la Unión Europea es conocedor
de la actitud de España respecto a Guinea Ecuatorial y hasta qué punto
nuestras actuaciones son concordantes con ellos. Sería deseable que lo
fueran incluso en el marco de Naciones Unidas, en el sentido de que
actuaciones de este tipo, si pretenden obtener unos objetivos
determinados de cambio en la dirección de libertades y de respeto de
derechos humanos en un país y si nuestra actuación es suplantada por
otros países, no obtendrían el beneficio buscado. Ese sería el sentido de
mi intervención y el deseo de aclaración por parte del señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Vázquez Romero.




El señor VAZQUEZ ROMERO: A nosotros también nos alegra que hayamos pasado
la época de las acusaciones de injerencias, de las provocaciones del
régimen del señor Obiang, a esta etapa actual de apertura de espacios de
libertad, expresión que a algunos nos recuerda la historia de este país
hace alrededor de veinte años.

Coincido con el señor Ministro en que, según la información que tenemos
sobre Guinea, parece --y digo parece-- que se está generando un clima
algo diferente al pasado reciente, que se está siendo un poco más
cuidadoso con el respeto a los derechos humanos por parte del señor
Obiang, de su Gobierno, y que se va mejorando, aunque lentamente, la
situación interna. Vamos a tener la posibilidad de hacer un buen test con
relación a esa mejoría con esas elecciones municipales respeto a las que,
como pregunta y a la vez sugerencia, quisiera saber si España tiene
previsto enviar observadores internacionales a esas elecciones que puedan
constatar la normalidad del proceso y experimentar sobre el terreno el
cambio o la evolución de la situación pasada a la actual.

Alegrándonos de ese cambio de clima, va a seguir siendo muy importante
que continúe una especie de foco de la comunidad internacional sobre la
evolución de Guinea, porque no sólo en Guinea sino que en muchos otros
sitios, se está produciendo este tránsito de regímenes de un sentido a
regímenes que pretenden como «desideratum» transformarse en Estados
democráticos de derecho. La presión indirecta que significa la atención
de la comunidad internacional sobre ellos es un elemento fundamental para
esa evolución. Ahora mismo estoy pensando en El Salvador, por ejemplo,
país cuyo Presidente electo, el señor Calderón Sol, toma posesión hoy de
la Presidencia del Gobierno. Estas son unas elecciones democráticas,
pero, de todas maneras, la situación global de aquel país sigue exigiendo
la atención de la comunidad internacional para evitar «feef back»,
vueltas atrás en un proceso que dura dos años y que afortunadamente
parece ir bien, pero que todavía está sembrado de muchas dificultades,
situación similar a la de Guinea. Estamos queriendo ver --quizá más que
viendo-- que hay un cambio positivo hacia unos ciertos estándares
democráticos y de respeto a los derechos humanos, pero la presencia de
esa atención de la comunidad internacional va a ser determinante para que
eso progrese y no vuelva atrás.




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Espero y deseo que el Gobierno español siga haciendo presión en esa
dirección, y me gustaría saber si tienen previsto desplazar observadores
españoles, del Congreso o no, a esas elecciones municipales para
constatar en el terreno esa evolución de la que todos nos alegramos, y lo
que queremos es que no se produzcan retrocesos en la misma.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: En nombre del Grupo Socialista tengo que
expresar la satisfacción por el alto grado de consenso que este aspecto
importante de nuestra política exterior suscita en estos momentos. Es
algo de lo que siempre debemos sentirnos todos legítimamente satisfechos,
no solamente el Grupo Socialista, porque eso redunda en la mayor eficacia
de la acción exterior del Estado.

Me van a permitir contar una pequeña historia. En 1977 ó 1978, no
recuerdo la fecha exacta, siendo Ministro de Asuntos Exteriores Marcelino
Oreja, el Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno británico David
Owen contactó con quien les habla como Secretario de Relaciones
Internacionales del PSOE, entonces en la oposición, para tratar de
coordinar, basándose en nuestra afinidad ideológica, el tema de Gibraltar
en vísperas de una visita a Madrid. Después de oír los argumentos del
señor Owen, mi reacción fue llamar a Marcelino Oreja, al Ministro de
Asuntos Exteriores del Gobierno democrático de España y establecimos un
acuerdo del que David Owen se dio cuenta inmediatamente, y entendió que
los intereses nacionales y la política exterior española --se refería al
tema de Gibraltar fundamentalmente-- estaban por encima de las afinidades
ideológicas trasnacionales.

A partir de entonces --el señor Oreja fue un Ministro que practicó mucho
la política de consenso, consciente de las posibilidades que eso daba a
un país--, dicha política se desarrolló en muchos aspectos. Hoy se puede
decir que el 80 ó el 90 por ciento --no sé si se puede cuantificar-- de
la política exterior es una política que es consensuada, que no dará
grandes bandazos en una hipotética o futura alternancia, y eso es
importante para la estabilidad, el futuro, el prestigio y la proyección
exterior de un país. En el caso de Guinea Ecuatorial, un tema tan
espinoso, tan delicado, que ha dado tantos sinsabores y trastornos a la
política exterior española, era importante que se llegase a este
fundamental consenso en base a la crítica que ha desarrollado el Gobierno
en los últimos tiempos y que ha expresado el señor Ministro de Asuntos
Exteriores, señor Solana, en esos tres objetivos de establecimiento de un
clima de normalidad, sin incidentes, de mejora y de respeto a los
derechos humanos en Guinea Ecuatorial y ayuda a la transición
democrática, para lo cual contamos con varios instrumentos, uno de ellos
el que acabo de citar, que todas las fuerzas políticas vayan, aunque con
matices, en la misma dirección. Otro sería el propio instrumento de la
cooperación, que con habilidad, con cuidado y con cautela también es un
elemento importante, como se está demostrando ahora con la reducción,
para influir positivamente sobre los acontecimientos. También hay que
tener en cuenta los agentes económicos en Guinea Ecuatorial. No hay que
olvidar que la modesta, la pequeña economía ecuatoguineana está producida
por agentes económicos españoles en un alto porcentaje. Un tercer
elemento sería la acción multilateral de nuestro país tanto en el seno de
la Unión Europea, sobre la que ha hecho una pregunta el señor Molins y es
importante que conteste el señor Ministro, como en los organismos
monetarios y financieros internacionales.

Con todos esos instrumentos en la mano podemos ir avanzando, aunque,
conociendo los antecedentes de Guinea Ecuatorial en los últimos diez,
doce o catorce años, desde el llamado «golpe de la libertad» de 1979, no
hay que descartar vueltas atrás, retrocesos, tropiezos, por lo que habrá
que estar preparados para afrontarlos con inteligencia e, insisto, con
cautela.

Termino diciendo que hay una relación de causa-efecto entre el
instrumento de cooperación y el avance en la democratización de Guinea
Ecuatorial, y es en esa dirección en la que debemos seguir trabajando
para conseguir que ese clima que ahora se ha creado pueda avanzar y
podamos vivir desde esta Comisión la satisfacción de encontrarnos con una
Guinea Ecuatorial democrática, con respeto a los derechos humanos, libre
e incorporada al grupo de naciones democráticas del mundo.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Voy a ser muy
breve porque estoy totalmente de acuerdo con las intervenciones de los
grupos parlamentarios, pero voy a contestar a algunas cuestiones por
cortesía parlamentaria.

Agradezco al señor Rupérez muy sinceramente su intervención que, si no me
equivoco, puede marcar un hito en las relaciones entre España y Guinea
por la buena compenetración que parece encontrarse entre el Gobierno y la
oposición o el primer partido de la oposición, por lo menos en relación
con este tema. Es la primera vez que tenemos una sintonía mayor en los
planteamientos. Me alegro muchísimo de las informaciones que nos ha
producido el Diputado señor Rupérez y creo que se nos abren unas
posibilidades de cooperación intensa por el bien de los ciudadanos de
Guinea y por el bien de la solución de las relaciones entre España y
Guinea. Le agradezco su intervención, y por nuestra parte, por lo menos
por parte del Ministro que le habla, las informaciones seguirán siendo
fluidas y claras porque, de aquí a que se produzcan las elecciones
municipales, todas estas cuestiones que su señoría dice y que yo también
afirmo que tenemos que mantener con cautela, con exigencia, con presión,
hay que mantenerlas ojo avizor.

Voy a decir solamente dos palabras sobre los Aviocar. En el momento en
que la cooperación volviera a requerir su necesidad, podrían volver, pero
es verdad que en este momento están realizando una labor más útil en
otros frentes de cooperación internacional.




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En cuanto a los temas petrolíferos he de decir que los datos que he
aportado esta mañana son datos sometidos a los análisis internacionales
en un sector donde a veces se dice toda la verdad y a veces no, incluso
por las grandes compañías internacionales y por los centros de
investigación. Lo que sí es cierto es que no parece que ninguna compañía
internacional de dimensión grande esté en estos momentos implicada en
operaciones de dimensión en Guinea. El Walter International puede ser una
filial de una gran compañía, pero no está considerada como una de las
compañías importantes del sector.

En este momento los estudios geológicos que se siguen realizando parecen
poner de manifiesto que tanto en el norte de la isla como en la
plataforma, hay diferencias geológicas sustanciales con relación a los
países vecinos que hacen más plausible la afirmación de que, por ahora,
en régimen competitivo va a ser muy difícil la extracción de petróleo o
de gas en volúmenes suficientemente significativos.

Es verdad que la literatura circula mucho, incluso la literatura
científica, de ciencia-ficción y ciencia-ficción política también, porque
muchas de las cuestiones sobre los objetivos finales del régimen de
Guinea estaban muy relacionados con estas hipótesis de trabajo. Parece
que la realidad y la racionalidad se imponen y que no hay en este
momento, por lo menos dentro del marco del desarrollo del mundo del
petróleo, posibilidades que hagan romper el esquema de trabajo que España
tiene en relación con Guinea.

He de decir que lo que sí percibo --yo creo que eso es bueno y debiéramos
acompañarnos todos en esa percepción y, si no en la percepción, sí en la
ayuda-- son movimientos de sectores económicos españoles más propicios o
más proclives a una inversión más sistemática en Guinea. Esta es una
buenísima noticia. Hay grupos, no solamente pequeños sino incluso de una
cierta entidad española, que están considerando ya las relaciones con
Guinea desde el punto de vista comercial, incluso de la inversión, con
otra dimensión, con otro talante. Si la situación política evolucionara
en la dirección en la que nos gustaría a todos que evolucionase, sería un
punto de inflexión no sólo político, sino también económico en nuestras
relaciones con Guinea. Y hay muchas cosas que se podrían hacer si la
evolución política fuera la que todos deseamos, incluso con grupos
económicos y comerciales españoles de una cierta dimensión.

Es verdad que lo que no podemos permitirnos es tener unos ojos más
cariñosos en este momento para lo que está pasando en Guinea debido a
tres cuestiones de carácter económico muy dramáticas que han acontecido:
una de ellas, la devaluación del franco CFA, que les ha dado un golpe
tremendo, sin duda ninguna, a todos esos países, incluido Guinea; la
necesidad del reescalonamiento de la deuda y algún otro problema
económico conocido. Sin embargo, no debían ser disculpas para que,
movidos por nuestro buen corazón, miráramos con simpatía estas cuestiones
de carácter económico y olvidáramos que hay transformaciones políticas
necesarias que se tienen que producir en Guinea y que son condición «sine
qua non» para que la relación con España vuelva a tener el sentido que
nos gustaría que hubiera tenido y que, desgraciadamente, nunca tuvo en su
plenitud.

Contesto a la pregunta del señor Molins, porque con lo demás, con sus
afirmaciones, estoy totalmente de acuerdo.

En este momento, como ya tuve ocasión de decir en la última
comparecencia, en el planteamiento de los países de la Unión Europea
--creo que S. S. habla de la Unión Europea por extensión, pero está
refiriéndose a alguno de los miembros de la misma-- hay una coordinación
estrecha en las políticas con relación a Guinea. No se le oculta a S. S.

que la situación del Africa del ámbito CFA es de una gran dificultad. Los
problemas que estamos todos percibiendo en los medios de comunicación
mundial desde esa zona son tremendos, y yo creo que hay un deseo claro y
serio de cooperar y de colaborar con España en relación con Guinea, y de
no aprovechar, como S. S. decía, posibles agujeros que podamos dejar
nosotros bienintencionadamente y que sean utilizados malintencionadamente
por otros países. Creo que ése no es el caso en este momento, sino todo
lo contrario.

Al Diputado señor Vázquez, de Izquierda Unida, deseo agradecerle también
sus palabras. Creo honestamente que tenemos una posibilidad. Si me
permite hacer un paréntesis, volvería a referirme al Diputado señor
Rupérez diciéndole que estoy dispuesto a comparecer a petición propia
cuantas veces sea necesario. Creo que me quejo poco. Hoy me hubiera
gustado quejarme un poco porque me duele mucho la ciática, pero no lo voy
a hacer. Le diría, de todo corazón, que estoy dispuesto a tratar de estos
temas cuantas veces sea necesario, porque podemos avanzar y muy
seriamente en estas cuestiones en el futuro cercano.

Sobre el envío de observadores diré que quizá sea un poco prematuro el
tomar una decisión y el definir parlamentariamente la posición del
Gobierno sobre algo para lo que todavía quedan meses y que tiene una
evolución incierta todavía. Esperemos a ver cómo se desarrolla esa
evolución y quizá ése sea el momento para hacer una declaración más
contundente o más clara sobre la cuestión.

Al Diputado señor Yáñez le agradezco sus palabras, como siempre,
constructivas. Es verdad que estamos tratando de sumar --siempre ha sido
ése el planteamiento, por lo menos de quien les habla--, en la medida de
nuestras capacidades, en los ámbitos de la política exterior de un país
como el nuestro, porque es mejor para la eficacia y para la rentabilidad
del esfuerzo que realizamos. Seguiremos en esa línea. Habrá zonas en las
que el acuerdo no exista, pero allí donde el acuerdo sea posible
trataremos de buscarlo.




El señor PRESIDENTE: Damos por terminado el punto segundo del orden del
día.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA
MADARIAGA), PARA INFORMAR (Continuación):



--SOBRE EL GRADO DE CUMPLIMIENTO Y LA EVOLUCION DE LOS ACUERDOS ADOPTADOS
EN LA ULTIMA CUMBRE DE LA



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COMUNIDAD IBEROAMERICANA DE NACIONES, ASI COMO DE LOS PREPARATIVOS DE LA
PROXIMA CUMBRE. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL
CONGRESO. (Número de expediente 213/000231.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto tercero. Comparecencia del señor
Ministro para informar sobre el grado de cumplimiento y la evolución de
los acuerdos adoptados en la última cumbre de la Comunidad Iberoamericana
de Naciones, así como de los preparativos de la próxima cumbre. La
comparecencia ha sido solicitada por el Grupo Parlamentario Popular.

Tiene la palabra el señor Ministro para iniciar su comparecencia.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, con la máxima brevedad también voy a tratar de dar una
información de la marcha de la cumbres iberoamericanas y dar, en el
momento en que nos encontramos, las pautas por donde puede discurrir la
próxima, la que va a tener lugar en Cartagena de Indias la semana del 13
de junio.

Como SS. SS. saben, las cumbres iberoamericanas tienen fundamentalmente
dos ámbitos: el de la concertación política que, a mi juicio, es el más
importante en este momento, y el de la cooperación con programas
específicos, concretos, de distinta dimensión.

En el resumen que quisiera darles desearía hacer hincapié en el ámbito de
la concertación política, al que a veces no se da toda la importancia que
tiene. El hecho de que una vez al año se reúnan jefes de gobierno y jefes
de estado de un buen número de países que comparten tantas cosas, aunque
sólo fuera para hacer un trabajo de concertación política, de diálogo
político, que ya tienen una dimensión, desde nuestro punto de vista, de
gran importancia. El que otros grupos o bloques mundiales pudieran hacer
lo mismo le haría a uno pensar en la importancia y las consecuencias que
eso tendría.

En estos momentos en los que hay un cierto debate sobre si las cumbres
deben tener una frecuencia mayor o menor, no hay que olvidar que la
reunión de los dignatarios, de los presidentes para la mera concertación
política anualmente, desde nuestro punto de vista tiene ya un sentido
importante.

Dicho eso, me gustaría resaltar algunas de las cuestiones más importantes
de concertación que han tenido lugar en estos momentos. (El
Vicepresidente, Curiel Alonso ocupa la Presidencia.) En primer lugar, en
lo que se refiere a la defensa de la institucionalización democrática.

Los jefes de estado y de gobierno han actuado en los últimos años
unánimemente en los momentos en que se veía amenazado en alguno de los
países miembros algún tema relativo a la democracia. Así fue en relación
con Venezuela y con Guatemala en 1992 y 1993. Por lo tanto, hubo una
concertación clara, desde el punto de vista político, en esa materia.

Segundo. En materia de derechos humanos se han creado y potenciado los
mecanismos nacionales para promoción y defensa con la figura de los
procuradores de derechos humanos y los países miembros han cooperado de
manera activa en el marco de esas comisiones de derechos humanos de las
Naciones Unidas. Ha habido estrecha cooperación en el ámbito de la
cooperación política también en ese sentido.

Tercero, en el ámbito de la defensa del derecho internacional se
materializó al instar la cumbre a la Asamblea General de Naciones Unidas
la petición de un dictamen a la Corte Internacional de Justicia sobre
aplicación de la extraterritorialidad de sentencias o de legislación de
un país. Recordarán que ésta fue una decisión que tomamos en Madrid y
que, fundamentalmente, se llevó a cabo después colegiadamente en el
ámbito de Naciones Unidas.

En cuarto lugar, por lo que se refiere a candidaturas iberoamericanas en
organismos internacionales, se sigue tratando de mantenerlas, de llegar a
un consenso sobre ello, lo cual produce también el éxito de varios países
que conocemos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y que
seguirá en otros ámbitos de carácter internacional del sistema de
Naciones Unidas.

En quinto lugar, también en el ámbito de Naciones Unidas, la Cumbre ha
expresado el convencimiento de los países iberoamericanos respecto a la
necesidad de la reforma y adecuación del Consejo de Seguridad a la nueva
realidad internacional.

Me paro un momento aquí porque puede ser también otro de los temas donde
en el consenso político haya un mayor acuerdo, por lo menos en la
reflexión.

En el año 1995, como saben SS. SS., puede que haya un debate --lo habrá
sin duda ninguna-- sobre el papel y la reestructuración de todo el
sistema de Naciones Unidas; que el ámbito de países iberoamericanos
reflexionen juntos y que incluso, si es posible, lleguen a posiciones
comunes sobre esa cuestión es algo que tiene una gran importancia.

En sexto lugar, en materia de consultas, se han venido celebrando
regularmente las reuniones que estaban previstas entre los cancilleres
iberoamericanos, tanto en Nueva York, en el ámbito de la Asamblea
General, como otra vez en el momento en que se hace la transmisión de la
Secretaría por «tempore».

Por tanto, desde el punto de vista de la cooperación política, del
diálogo político, creo que se le está sacando un rendimiento importante,
aunque todavía hay muchas cosas por hacer, y sí me gustaría, a riesgo de
ser pesado, subrayar que este elemento del contacto político del diálogo
político, de la cooperación política tiene, a nuestro juicio, una
importancia capital. Sin embargo, lógicamente, no es sólo a este ámbito
al que quiero hacer referencia. Hay también un conjunto de programas de
cooperación que las cumbres han ido poniendo en marcha que
fundamentalmente tienen que ver con las siguientes áreas: educación y el
desarrollo de los pueblos indígenas. Además, existe otro proyecto de la
Organización Panamericana de la Salud, cuya situación analizaré luego
brevemente.

Uno de estos programas, el proyecto de alfabetización y educación básica
para adultos, eligió a dos países --El Salvador y la República
Dominicana--, cuyos programas han



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sido elaborados y se están ejecutando gracias a la colaboración
tripartita entre las respectivas autoridades nacionales, la Organización
de los Estados Iberoamericanos para la Educación, cuya secretaría es
española, y la UNESCO. Como saben, estos programas incluyen un
diagnóstico de la localización de los destinatarios, una elaboración del
material de alfabetización, la preparación del personal e incluso la
adaptación de las infraestructuras físicas para llevarlas a cabo.

En el caso de El Salvador, el programa ya está en marcha y en el caso de
la República Dominicana lo estará a finales del mes que acaba de
terminar, habiéndose iniciado ya las primeras sesiones de trabajo entre
representantes de los dos Gobiernos. Creo que en breve se podrá iniciar
la preparación de un nuevo programa con un tercer país, que en principio
se pensó que fuera Paraguay, siguiendo el mismo esquema de triple
colaboración que acabo de describir.

Otro de los programas importantes de carácter educativo que se aprobó en
la Cumbre de Madrid fue el programa de televisión educativa
iberoamericana, que desde el inicio se ha estructurado ya en una red de
asociados que agrupa a 196 instituciones, a las que se les ha dotado ya
del material necesario para la recepción. Hasta la fecha se ha trabajado
con una programación basada en materiales ya existentes que han adoptado
los propios socios y a partir de ahora es preciso proceder a la
elaboración de materiales autóctonos «ad hoc», mediante la coproducción
entre los países iberoamericanos.

Los socios que participan han hecho una aportación importante de
documentos y ya hay varias coproducciones en marcha, pero es un esfuerzo
que todavía requiere un impulso mayor y fundamentalmente requiere una
dotación de recursos económicos que hasta la fecha han sido aportados
casi casi en exclusiva por España.

Por tanto, y en relación con lo anterior, la Cumbre de Cartagena debiera
dar un impulso a este programa, porque creemos que es un proyecto
importante para el que hay que asegurar la cooperación de otros países,
no sólo en cuanto a coproducciones, sino en cuanto al carácter económico.

El tercer gran programa de carácter educativo fue el que se dio en llamar
Programa Mutis, que consiste, como saben SS. SS., en un programa de
movilización de postgraduados universitarios. España ha aportado las
cuatrocientas becas a las que se comprometió en su día, pero la
materialización de las ofertas prometidas de otros países todavía no se
han cumplido en su totalidad.

La Cumbre de Cartagena deberá, por tanto, insistir en la puesta en marcha
definitiva de este programa, que se puede hacer coincidir también con el
programa Alfa de la Unión Europea, de manera tal que haya una capacidad
de movilización de estudiantes postgraduados de Iberoamérica realmente
significativa e importante.

En cuanto a los acuerdos a los que antes he hecho referencia, que no
tienen carácter educativo, el Fondo de Ayuda a los Países Indígenas
también se ha desarrollado de manera importante. Como sabe, el Parlamento
español ya ha aprobado la tramitación del mismo, pero todavía quedan
algunos países por cooperar, fundamentalmente Méjico, que no ha hecho
toda su aportación. En cualquier caso, desde ese punto de vista, creemos
que las cumbres pueden tener los efectos que se les habían asignado.

Desde los tres grandes grupos de cuestiones --de diálogo político, de
carácter educativo en los programas y ayuda a los países indígenas--,
creo que se están realizando las labores que se podían realizar, puede
que no con un éxito del cien por cien, pero sí con un éxito digno de ser
subrayado.

La cumbre que se va a producir dentro de pocos días, a nuestro juicio,
debe tener una gran importancia, porque debe significar un punto de
inflexión después de la Cumbre de Brasil. Como saben, la Cumbre tiene una
agenda especialmente atinente al problema del momento actual. La Cumbre
va a dedicar prácticamente todos sus esfuerzos al tema del comercio, que
sin duda, tras la firma del Acuerdo del GATT, es uno de los temas más
importantes porque antecede, además, a la Cumbre de todo el Continente
Americano que va a tener lugar en Miami, en el mes de diciembre, donde
también se pretende por parte del Gobierno americano que tenga un sentido
comercial.

La Cumbre se va a dedicar fundamentalmente, como les he dicho, a estos
temas del comercio de integración como factores del desarrollo
iberoamericano y se dividirá en tres partes, lo que ya es un hecho
novedoso que me interesa destacar ante ustedes: la primera desarrollará
este tema central, la segunda se dedicará a la evaluación de los
resultados de las cumbres anteriores, incluyendo la situación a la que
antes he hecho referencia, y la tercera recogerá las comunicaciones
elevadas a la Cumbre por otras reuniones o foros iberoamericanos.

En este momento estamos trabajando, desde la perspectiva del Gobierno
español, para hacer una oferta en los temas comerciales que fuera una
especie de ayuda a la cobertura a los créditos comerciales de carácter
iberoamericanos. Creo que podremos acabar este planteamiento en pocas
fechas y hacer una oferta que a nuestro juicio es importante desde el
punto de vista comercial, no sólo para los países iberoamericanos, sino
también para las relaciones comerciales entre España e Iberoamérica.

Por tanto, teniendo todavía sin terminar y sin pulir --todavía faltan
algunas cuestiones por finalizar, que esperamos hacerlas la semana que
viene--, creo que la Cumbre de Cartagena de Indias puede ser importante
no sólo desde el punto de vista político, sino desde el punto de vista de
los programas, y desde los programas en un segmento fundamental para
Iberoamérica, como son todos los temas relativos al comercio.

Por tanto, quiero decirles que de aquí a finales de la semana que viene
tendremos terminados los proyectos más concretos que queríamos llevar a
esta Cumbre, y esperamos y deseamos que sea una Cumbre con gran éxito.

Nos queda tomar la decisión de si las cumbres serán anuales o bianuales.

La posición española va a seguir siendo que sean todos los años y que se
dé una importancia cada vez mayor no sólo a la parte de los programas,
sino también a la cooperación política y al diálogo político.

Si SS. SS. lo estiman oportuno, al regreso de la misma y con sumo gusto,
compareceré ante ustedes dentro de dos



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semanas, si estamos todavía en tiempo parlamentario, para darles la
información más detallada que se pueda tener sobre las cuestiones que se
traten en Cartagena de Indias que, insisto, desde nuestra perspectiva
debe ser una Cumbre que señale un punto de inflexión después de las
cumbres fundacionales: la Cumbre de Guadalajara, la Cumbre de Madrid y la
Cumbre de Brasil del año pasado.




El señor VICEPRESIDENTE (Curiel Alonso): Por el Grupo peticionario, tiene
la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, tengo que decirle que nos alegra,
primero, que el Gobierno español en este momento piense que las cumbres
deben ser anuales. No hace falta que le recuerde que hace algo menos de
un año, el 18 de julio de 1993, la prensa nacional se hacía eco de lo
siguiente, y titulaban diciendo: «Las citas serán bienales a partir de
Cartagena de Indias.--España cree que el espaciamiento de los encuentros
evitará la trivialización de contenidos.» Nos parece significativo este
cambio radical de actitud.

También nos parece significativo el énfasis que el propio señor Ministro
ha puesto en los aspectos políticos de las cumbres. Hay un dato que yo
creo que hay que recoger de manera ya satisfactoria, y es el hecho de que
estemos a punto de celebrar ya la IV Cumbre Iberoamericana. Seguramente,
cuando se produjo la primera en Méjico, más de uno de los participantes
dudaba que las cumbres pudieran tener la continuidad que en este momento
están teniendo. Yo creo que todos debemos estar enormemente satisfechos
al respecto.

En segundo lugar, yo creo que el señor Ministro invita a una reflexión,
que también nosotros nos hacemos, y que tiene que ver con la misma
naturaleza de las cumbres; es decir, ¿deben ser las cumbres sitios donde,
como ocurría al principio, los largos documentos de conclusión se ven
cargados de grandes programas de cooperación o, por el contrario, se
trata fundamentalmente --sin excluir los aspectos de cooperación-- de un
foro político que permite anualmente a los líderes de las naciones
hispanolusoamericanas el contrastar puntos de vista fundamentalmente
políticos? Nosotros creemos que debe ser lo segundo, y, naturalmente, así
como las cumbres que debieran producir resultados tangibles, desde el
punto de vista material, quizá debieran retrasarse en su celebración
hasta tenerlas en un espacio regular más extendido, sin embargo, las
cumbres políticas deben encontrar su razón de ser precisamente en la
regularidad anual. Yo creo que ese tipo de concepción no es, en absoluto,
favorecido por su espaciamiento. Qué duda cabe --también para tener en
cuenta todo-- que determinados elementos, y no precisamente los que
nosotros consideramos más positivos de la Cumbre Iberoamericana, son
también los que coinciden en pedir las cumbres anuales, y pienso
concretamente en el señor Castro. El señor Castro tiene una experiencia
--que desde su punto de vista es positiva, desde nuestro punto de vista
es preocupante y negativa-- y es que hasta ahora ha sabido convertirse un
poco en la estrella de las reuniones respectivas, y, naturalmente, para
ese tipo de estrellato le conviene la regularidad y no el espaciamiento.

Pero yo creo que eso no debería impedir, en absoluto, el pedir, como
estamos pidiendo, que se considere muy seriamente el mantener la
anualidad de las cumbres, pero tiene que ver con otro aspecto que es
enormemente importante también de las cumbres, y es que, efectivamente,
las cumbres produzcan resultados positivos desde el punto de vista
político tratándose de un foro político. Es decir, la banalización no
vendrá de la regularidad anual, la banalización podría llegar
dolorosamente a producirse si las declaraciones políticas que produce la
Cumbre sistemáticamente son olvidadas por todos o por algunos de los
participantes, lo cual es conspicuamente el caso de Cuba y el caso de
Fidel Castro. Todas las manifestaciones que sistemáticamente han venido
realizando las cumbres iberoamericanas sobre la democratización en el
área respectiva han sido sistemáticamente olvidadas por el señor Castro.

Yo creo que ése es un planteamiento que todos los participantes tienen
que hacerse --quizá no el señor Castro-- para dotarle de sentido político
a ese importantísimo foro, que supone el que los líderes
hispanolusoamericanos se reúnan anualmente para comparar sus puntos de
vista y, además, también para dotarle de efectividad a esas
declaraciones, porque, si no, repito, la banalización se podría producir
desde esa manera. De manera que muy enfáticamente, desde el Grupo
Popular, querríamos que se investigara y se dotara de auténtico sentido
político a esas reuniones, que se las dotara también, al mismo tiempo,
del mantenimiento de la anualidad y que, efectivamente, se permitiera una
discusión que tomara unas características positivas.

Tengo que decir que, con cierto dolor intelectual y de corazón también,
el año pasado, inmediatamente después de la Cumbre y un poco después de
las noticias a las que acabo de hacer referencia, concretamente el día 25
de julio de 1993, Mario Vargas Llosa publicaba un artículo en «El País»,
que se titulaba: «Desbarajuste con samba».» (El señor Presidente ocupa la
presidencia.) Comenzaba diciendo: A diferencia de la II Cumbre
Iberoamericana de Madrid, que dio cierto impulso a la consolidación
democrática de América Latina, haciendo sentir a las dictaduras de la
región la repulsa de los gobiernos democráticos, la tercera celebrada en
el alegre caos o desbarajuste con samba de San Salvador de Bahía de Todos
los Santos, sólo ha servido a Fidel Castro.

Hago gracia al señor Ministro y a los miembros de la Comisión de la
lectura completa del artículo, por demás interesante, pero que en el
fondo reflejaba una cierta preocupación, más o menos generalizada en
aquel momento, que a todos nos interesaría que se evitara en estos
momentos.

Yo creo que hay otras consideraciones también a tener en cuenta cara a
esta Cumbre que se va a celebrar dentro de muy pocos días. Nos da noticia
el señor Ministro de que se ha producido una cierta especialización en
los dos días o en las unidades lectivas, por decirlo así, que tiene la
Cumbre, para permitir la consideración más adecuada de algunas de las
cuestiones a las que el señor Ministro se ha referido. Me parece que el
comercio, efectivamente, es una de ellas. No se le oculta al señor
Ministro que nosotros podemos tener alguna dificultad en este terreno más
que otros



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participantes en la Cumbre, porque, al fin y al cabo, nosotros
pertenecemos a un área comercial que tiene sus reglas, muchas de las
cuales, prácticamente todas ellas, rebasan nuestra capacidad de decisión
soberana nacional y, naturalmente, puede resultar un terreno donde,
desgraciadamente, no podamos pronunciarnos con la misma libertad o con la
misma generosidad que quisiéramos.

Nos parece importante --no sé si se ha referido el señor Ministro a
ello-- que uno de los puntos que van a considerar los líderes reunidos en
la Cumbre sea precisamente el de la consolidación del cambio, el de la
consolidación de los elementos que han ofrecido las cumbres anteriores. A
mí me parece que ese aspecto merecería por parte de todos los asistentes
a la Cumbre una reflexión si cabe acrecentada y, por supuesto también,
mantenida a lo largo de las siguientes cumbres. Creo recordar que el
mismo Fidel Castro se permitió en algún momento una broma especialmente
pesada con respecto a nosotros mismos, diciendo que era necesario
mantener la anualidad de las cumbres precisamente para evitar que los
cambios habituales que se producían entre los líderes políticos hicieran
que sólo él, junto con el Rey de España y el señor González, fueran los
que permanecían en la asistencia de las cumbres. Yo creo que ese tipo de
bromas pesadas por venir de quien vienen, y por tratarse al mismo tiempo
de bromas que afectan a un país que tiene muy claramente escrito en su
misma Constitución la alternancia democrática, deberían ser también
consideradas en esto de la consolidación del cambio; como yo creo también
que debe ser introducida dentro de la consolidación del cambio, y con
todos los respetos que la vía internacional merece, las situaciones
respectivas de los países miembros. Hay que recordar que en el curso de
los últimos meses, por no decir pocos años, se han producido situaciones
que, producidas directamente por una situación de generalizada corrupción
en los países mencionados, han afectado de manera directa a la situación
institucional de los mismos. Está el caso de Brasil, con Collor de Melho;
está el caso de Venezuela, con Carlos Andrés Pérez; está el caso de
Bolivia, con Jaime Paz Zamora. Yo creo que si ese foro no es capaz de
introducirse, de manera educada y cuidadosa, pero también en lo que es la
estabilidad democrática que tiene que ver también con una capacidad de
proyección moral de los respectivos sistemas, en el fondo produciríamos
también insensiblemente una cierta banalización de esas cumbres.

Yo creo que hay dos aspectos adicionales sobre los que me gustaría que el
Ministro también nos transmitiera sus consideraciones. Uno de ellos es el
futuro de las cumbres desde el punto de vista de los que en ella
participan. Hay una descripción --que todos conocemos-- constitucional,
que no necesariamente legal, constitutiva, digamos, en donde participan
los países europeos y americanos que hablan español y que hablan
portugués. Eso, en principio, significó la exclusión de países cuya
presencia en este momento nosotros consideraríamos que debería tener una
cierta reflexión. Por ejemplo, Guinea Ecuatorial y Filipinas. No me voy a
referir al caso de Rumania, que en su momento pidió pertenecer a dicha
Cumbre, porque realmente sería llevar las cosas demasiado lejos. Pero
incluso en algún formato, que yo creo que la Cumbre y el Gobierno español
no deberían excluir, debería ser posible la presencia de los Estados
Unidos de América. Hay que recordar que en este momento son más de 20
millones los habitantes de Estados Unidos que hablan español y,
consiguientemente, si estamos hablando de países europeos y americanos
que hablan español, algún título podría tener ese país también para estar
presente. No digo yo cómo, no estoy prejuzgando la calidad o la cantidad
de la participación, pero sí digo que ésa es una posibilidad que en su
momento se barajó y que luego se descartó por razones varias, pero que
podría también traer sus efectos. Como, por ejemplo, también podríamos en
su momento considerar --y tampoco digo en qué cantidad o calidad de
participación-- la presencia de la misma Unión Europea, porque, al fin y
al cabo, muchos de los aspectos que pueden afectar a la evolución de las
cumbres iberoamericanas tienen que ver también con la Unión Europea.

Me dirá el señor Ministro, y razón no le falta, que, si empezamos por esa
línea, por qué no pensar en Angola, o en Mozambique, o en Cabo Verde, o
en otros países portugueses. Nosotros no los excluimos, no tratamos con
este ejercicio de una reivindicación de las Naciones Unidas, pero sí de
pensar en fenómenos como son, por ejemplo, el de la francofonía, en donde
ese tipo de divisiones estrictamente geográficas no existen y,
consiguientemente, el dato es hablar una determinada lengua o dos y
producir un cierto efecto de universalización.

Todo ello tiene que ver también con la celebración a finales de este año
en Miami de la llamada Cumbre de las Américas, convocada por el Gobierno
de los Estados Unidos de América en condiciones, a lo que parece, todavía
mal descritas, pero que, evidentemente, y en una primera y ligera
consideración, podría hacer pensar que hay una determinada voluntad de
competitividad con la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Puede ser cierto, como algunos dicen, que la Cumbre de las Américas
estaba pensada en un momento en donde todavía los Estados Unidos no
sabían exactamente qué es lo que iba a pasar con el final de la
negociación de la Ronda Uruguay y, consiguientemente, podría estar
concebida como una especie de sustitución o de compensación por una
fracasada negociación tan importante para los países Iberoamericanos,
para los países hemisféricos. Si eso fuera así, evidentemente, la Cumbre
de las Américas podía tener menos importancia de la que inicialmente se
podría dar, pero qué duda cabe que hay ahí objetivamente, con
independencia de las intenciones que se le presten, reales o figuradas,
un posible terreno de competitividad. ¿Están los Estados Unidos
intentando competir con la Comunidad Iberoamericana de Naciones? ¿No
puede esa misma Comunidad Iberoamericana de Naciones sentirse un poco
desfallecida al contemplar el hecho de que esa convocatoria, primero,
incluye únicamente a los países democráticos y, segundo, no excluye, por
razones lingüísticas, a ninguno de los países que se encuentran en el
mismo continente americano, con lo cual toda una serie de países que
constitutivamente no están en la Comunidad no están en la Cumbre? Y
pienso en los países del Caribe que



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hablan inglés, o que hablan francés, u otros países que se encuentran en
esas condiciones y que no forman parte de esa Comunidad lingüística y
que, sin embargo, se encontrarían así.

Nos gustaría también saber qué es lo que ha hecho el Gobierno con
relación al Gobierno de los Estados Unidos para clarificarse mutuamente
los propósitos de las dos cumbres y para lo que nosotros estimaríamos
perfectamente lógico, que es buscar no una competitividad, sino una
confluencia, porque al fin y al cabo sería grave, suponiendo que la
Cumbre de las Américas tuviera una intención de regularidad, cosa que
dudamos, sería grave que ahí se produjera ese tipo de competitividad.

Si me lo permite el señor Ministro, yo quería hacer, aprovechando esta
ocasión, una consideración un poco más amplia sobre las relaciones con
Iberoamérica.

Dicen por ahí algunos que usted no viaja lo suficiente por Iberoamérica y
que usted no ha prestado suficientemente, durante el tiempo de su
mandato, atención a los problemas iberoamericanos. Yo no sé si es cierto
que usted ha viajado bilateralmente o no a los países iberoamericanos. Yo
no sé si es cierto si su predecesor lo hacía o no, no nos hemos prestado
a ese tipo de cómputos. Otros dicen que a usted lo que le preocupa es
alejarse mucho de Majadahonda y, consiguientemente, cualquier tipo de
viaje que le suponga más de 48 horas de ausencia de Madrid, cosa que
nosotros tampoco creemos, porque usted es el Ministro de Asuntos
Exteriores de España y Majadahonda le importará lo justo, cuando está
desarrollando estas importantes tareas.

Sea como fuere, lo que nosotros sí notamos es que hay una relativa falta
de atención en la política exterior española con respecto a los temas
Iberoamericanos, y así como nosotros pedimos regularidad anual en la
celebración de las cumbres, también pedimos atención e intensidad en el
trato de los temas iberoamericanos, porque no vaya a ser que con cumbres
anuales regularmente celebradas, sin embargo lo único que hagamos sea
preocuparnos de las cumbres.

Yo creo que es bueno recordar, aunque el señor Ministro seguramente lo
tiene muy claramente en la cabeza, que el más poderoso elemento de
diferenciación y de identidad que tiene este país en su política exterior
es precisamente Iberoamérica, y que este país, que es europeo y es
occidental, y debemos mantener ese tipo de pertenencia por encima de
cualquier otro tipo de consideración o de tentación, sin embargo
encuentra precisamente su diferenciación y su enriquecimiento en el dato
iberoamericano.

Yo no sé si instarle a que viaje más a Iberoamérica. A lo que sí le
instaría es a que la política exterior, que de usted depende en estos
momentos directamente, fuera más atenta a los temas iberoamericanos,
tuviera más en cuenta la necesidad de contar con esos países a todos los
efectos políticos, culturales, por supuesto, económicos y comerciales,
pensando, como le digo, que al fin y al cabo ese es nuestro gran elemento
de diferenciación.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el
señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Unas breves reflexiones sobre el tema de las
cumbres Iberoamericanas, al hilo de lo que acaba de expresar el señor
Ministro.

A nosotros nos parece bien la anualidad de estas cumbres, considerando
que hasta la fecha ha sido más una reunión importante, sin duda, de jefes
de estado y de gobierno que ha tenido gran difusión en los medios de
comunicación, pero que ha tenido pocos resultados prácticos. Ha habido
más de foto que de realidad, considerando que esa foto, con lo que
implica de encontrarse todos los Jefes de Gobierno y de Estado de
Latinoamérica y favorecer, a través de esa reunión, el diálogo político,
las posibles cooperaciones entre países, etcétera, sigue siendo positiva.

A nosotros nos parece que España debería potenciar muchísimo ese tipo de
cumbres, por una razón esencial: en un mundo en el que ya no existen
bloques ideológicos y cada vez más se tiende a la formación de bloques
geográficos, España tiene un papel muy importante que jugar en el mundo,
en función de nuestros tópicos lazos con Iberoamérica. Yo creo que España
debería jugar un papel más activo en ese campo de la política
internacional, haciendo de esa comunidad iberoamericana un bloque
geográfico que tuviera su peso específico en el conocimiento mundial.

Al hilo de esto, por ejemplo, en la próxima o posible reforma de Naciones
Unidas, coincidiendo con el 50 aniversario en el año 1955, a mí se me
ocurre --y usted lo ha citado, pero me gustaría mayor precisión-- si se
han explorado posibilidades de llevar posiciones conjuntas de la
comunidad iberoamericana respecto a los diferentes aspectos de la reforma
de Naciones Unidas, respecto a la ampliación del Consejo de Seguridad, de
las relaciones Consejo de Seguridad-Asamblea General, papeles del
Secretario General, misiones de mantenimiento de paz, «peace making» o
peace keeping», porque creo que podría ser una vía interesante para hacer
valer, con una fuerza importante, opiniones en el seno de esa
organización de Naciones Unidas, y que debería ser coordinada con nuestro
otro foro preferente, que, lógicamente, es la Unión Europea, y del que me
parece a mí, y le parece a mi Grupo, una expresión homogénea respecto a
los temas de reforma de Naciones Unidas, fundamentalmente a los temas de
la ampliación del Consejo de Seguridad, el mantenimiento o no del derecho
de veto, la ampliación o no de ese derecho, etcétera.

Yo creo que esta cuarta Cumbre a celebrar en Cartagena de Indias
recientemente podría ser una buena ocasión para intentar aunar voluntades
en esa dirección o con la pretensión de llevar una voz lo más común
posible en estos temas de reforma de Naciones Unidas. Ya sabe el señor
Ministro que tenemos una Ponencia de esta propia Comisión en la que
estamos estudiando lo que debería ser la posición española respecto a esa
reforma, y por la que han comparecido hasta ahora diferentes
personalidades del mundo diplomático, de la universidad, etcétera,
aportándonos sus ideas personales o de colectivos, y estamos en ese
trabajo de intentar consensuar también lo que debía ser la posición a
discutir en este Parlamento respecto a la posición que llevara finalmente
el Gobierno español en esa pretendida reforma de Naciones Unidas.

Insisto, esa próxima reunión de



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Cartagena de Indias podía ser un buen foro para explorar esta situación.

No quisiera entrar en ciertas obsesiones, pero si antes, cuando
hablábamos en su primera comparecencia de esta mañana de Marruecos y del
Magreb en su conjunto, todos considerábamos la necesidad de impulsar su
desarrollo intentando resolver esa contradicción real entre nuestra
propia crisis económica y la necesidad, al mismo tiempo, de invertir en
el Magreb, etcétera, y todos pasábamos un poco por encima de lo que sería
un estándard democrático mínimo en esos países, en concreto con nuestro
más inmediato vecino, con Marruecos, y se citaba entonces la necesidad de
encontrar el «tempo» adecuado para que ese crecimiento económico, social
y democrático se fuera produciendo, creo que deberíamos observar la misma
actitud respecto a todos los países que parecen ser un poco obsesivos
para alguien; países que están, por otra parte, haciendo evidentes
esfuerzos en esa dirección, en el plano de reformas económicas y también
en el plano de reformas políticas; y esas reformas necesitan también el
«tempo» adecuado para que el fin sea el que su sociedad persigue y no ese
desmontaje de todo lo que se haya podido ir acumulando de positivo en esa
sociedad en los últimos 30 años.

Acabo, señor Presidente. Me gustaría conocer con un poco más de
precisión, si usted lo cree conveniente, esa posibilidad de llevar
opiniones conjuntas de la comunidad iberoamericana respecto a esa
pretendida reforma de Naciones Unidas el año próximo y en qué punto se
encuentran esos contactos, si es que los hay.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: De nuevo quiero agradecer al señor
Ministro sus explicaciones sobre el grado de cumplimiento de los acuerdos
de las cumbres anteriores y las perspectivas de la cumbre inminente de
Cartagena de Indias. Personalmente me siento especialmente a gusto en
esta intervención, dado que la existencia, la consecución de cumbres
iberoamericanas periódicas de jefes de estado y de gobierno fue uno de
los grandes objetivos estratégicos, diría yo, del V Centenario; esa
propuesta nació en la conferencia de comisiones del V Centenario
celebrada en Buenos Aires en 1985. Entonces parecía una utopía, dada la
diversidad de regímenes que hace casi una década existían en
Iberoamérica, conseguir consensuar una cumbre de jefes de estado y de
gobierno sin exclusiones, en la que estuvieran presentes todos los países
iberoamericanos. Aquella utopía se convirtió en una realidad en el año
1991 con la reunión de la Cumbre de Méjico y ha continuado en Madrid,
Salvador de Bahía, en Brasil, y ahora en Cartagena de Indias.

Por tanto, en primer lugar, congratularnos y expresar nuestra
satisfacción porque ello haya sido así.

En segundo lugar, coincido también con el señor Ministro y con los
anteriores intervinientes en que el énfasis, la característica
fundamental de una cumbre iberoamericana es su carácter político; es
decir, es un foro de encuentro, de diálogo político multilateral y
bilateral, único e irrepetible desde un año a otro, porque ello permite
que los jefes de estado y de gobierno no solamente hablen de aquello que
aparece en la declaración final o no sólo de aquello que es motivo de
explicación en las conferencias de prensa, sino aquello que en la
diplomacia es tremendamente importante, aquellas cuestiones que solamente
se pueden transmitir por los jefes de los ejecutivos bilateral,
trilateral o multilateralmente y que constituye una información básica.

Por ejemplo, es muy conocido que los países iberoamericanos dan un gran
valor a la información que el Presidente del Gobierno español puede y de
hecho les da sobre la evolución de la Unión Europea en sus aspectos
políticos, económicos, de integración y de cohesión, etcétera, y, sobre
todo, de su política exterior en relación con Iberoamérica. Para España,
para el Presidente del Gobierno español y para el Ministro de Asuntos
Exteriores es de enorme valor también conocer en su máximo detalle los
aspectos de la evolución de los países de las regiones, de las
subregiones en Iberoamérica, en una región que no descubro nada con decir
que es básica para nuestra política exterior, es una de nuestras
proyecciones o dimensiones trascendentales, sin la cual no se explica
nuestra presencia en el mundo, nuestra proyección internacional.

Tercero, mi experiencia iberoamericana me indica que los temas
iberoamericanos hay que estar permanentemente retroalimentándolos,
permanentemente insuflándoles iniciativas, propuestas, avances, porque no
funcionan automáticamente por vía institucional, como es el caso de la
Unión Europea. Importan más en ocasiones los aspectos de la voluntad
política, el aspecto personal de quién es Presidente de un país o de otro
que la propia naturaleza de los problemas o, sobre todo, de las
instituciones que soportan esas personas que los representan en esos
momentos. De hecho, en ocasiones ha tenido mayor protagonismo en una
cumbre que en otra un determinado Presidente en función de su propia
personalidad y de su voluntad política, más que de por la importancia del
país.

Cuarto, estoy también deseoso, interesado en conocer la opinión del señor
Ministro sobre la Cumbre Panamericana, la Cumbre Hemisférica, convocada
por el Presidente Clinton en Miami para enero de 1995. Es importante
sobre todo en su relación externa, en su relación con los medios de
comunicación, en que no interesa a nadie, creo que tampoco a Estados
Unidos, aparecer como dos cumbres competitivas; como ha dicho ya el
portavoz del Grupo Popular, son cosas distintas, en ocasiones pueden ser
complementarias, pero es importante también estudiarlo --supongo que se
ha hecho ya--, enfocarlo adecuadamente para que puedan ayudarse
mutuamente a los objetivos que son básicos, que son comunes, de las
democracias, de los derechos humanos, del desarrollo de una región que
nos es tan cercana y tan querida.

En el tema del diálogo político y de los temas democráticos y de defensa
de los derechos humanos, en los que tanto se ha avanzado en Iberoamérica,
concretamente en las cumbres, hay temas aún pendientes en países como
Haití, aunque no forma parte de la Cumbre Iberoamericana, o como Perú,
aunque Perú haya avanzado en la democratización, pero no se puede decir
que tenga todavía,



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ni mucho menos, una situación democrática, lejos de ello. Eso nos lleva
al tema de Cuba. Creo que Cuba nos preocupa a todos, no sólo por la
relación estrecha que tiene histórica y humanamente entre pueblos con
España, sino por la situación de ausencia de libertades, de democracia,
de pluralismo y en los últimos tiempos con una situación gravísima desde
el punto de vista económico y social, que hace que nuestra preocupación
se acreciente y, por tanto, que esté el Gobierno, como sé que lo está,
muy pendiente, muy encima de ese problema, ayudando en la dirección
correcta para conseguir una transición pacífica y democrática en el país
caribeño.

Pero eso no debe llevarnos a una obsesión castrista. Decía públicamente
Carlos Fuentes que no hay cosa que ayude más al castrismo radical que el
anticastrismo fundamentalista. Es decir, es como si La Habana y Miami se
retroalimentaran mutuamente. No caigamos nosotros desde aquí en esa
posición obsesiva con Fidel Castro, entre otras cosas porque, además, le
damos ese protagonismo que luego queremos negarle en las cumbres
iberoamericanas. El único Presidente iberoamericano, no democrático, pero
Presidente, citado en esta comparecencia, ha sido, de los actuales, creo
que Fidel Castro, también el Presidente del Gobierno español, incluso el
Rey de España, pero de los de aquel lado del Atlántico, sólo Fidel
Castro. Creo que hacemos un flaco favor a los objetivos que nos son
comunes con una reiteración en las citas «ad hominem» del Presidente de
Cuba.

Por último, coincido con el portavoz de Izquierda Unida en que los temas
de reforma de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad pueden
interesar, de hecho, según mi información, en algún país, sobre todo a
Colombia le interesa esa cuestión; es difícil llegar a un consenso básico
entre los países iberoamericanos a la hora de acordar con España una
posición unívoca en la reforma de Naciones Unidas, pero en algunos
aspectos parciales de esa reforma sí se puede avanzar en el acuerdo o en
presentar posiciones comunes en la reforma de las Naciones Unidas.

Creo, por último --aunque el Ministro contestará si lo tiene a bien, y no
me refiero solamente a la respuesta del Ministro, sino en general--, que
hay que ser coherente con las críticas; es decir, si en unas ocasiones se
critican los excesivos viajes, se dice que se viaja mucho, que el
Presidente y el Ministro de Asuntos Exteriores están siempre fuera,
incluso en el caso del Ministro que no comparece aquí con la suficiente
asiduidad --cosa que me sorprende, porque me parece a mí que comparece
mucho--; sin embargo, en otras ocasiones se critica la ausencia de
viajes. Creo que se debe ser coherente con uno mismo a la hora de decir
si la misión del Ministro de Asuntos Exteriores debe ser viajar mucho o
poco. Creo que no es algo cuantitativo; depende de las necesidades, de
los objetivos y, por otra parte, hay otros altos cargos en el Ministerio
de Asuntos Exteriores y en el Gobierno que pueden cubrir funciones que no
siempre tiene que realizar el propio Ministro de Asuntos Exteriores.

Termino ya, coincidiendo en que las cumbres deben ser anuales, por los
argumentos que no voy a repetir, que se han dado antes y yo mismo al
principio de mi intervención.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro para contestar.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar con la mayor brevedad a las reflexiones que han hecho los
portavoces de los grupos parlamentarios.

Al Diputado señor Rupérez le diré que en el inicio de su intervención
estamos de acuerdo. No ha habido un cambio de actitud en la posición
española, puesto que no había una posición firme con respecto a la
periodicidad de las cumbres. Como S. S. quizás sepa, la última vez que se
planteó en la última Cumbre de Brasil se habló de la posibilidad de
reflexionar sobre la frecuencia idónea. No hubo posición firme de ningún
país y no hubo posición de España tampoco firme. Es verdad que ha habido
a lo largo de los meses posteriores a la Cumbre consideraciones en voz
alta, de unos a otros, diciendo que quizá podría tener ventajas o
inconvenientes una u otra posición, pero no ha habido nunca una posición
formal tomada al respecto. Ni la hubo por parte de nadie ni tan siquiera
la hubo por parte de Castro. Castro está dispuesto a reuniones
frecuentes, incluso con más frecuencia que el año para salir, pero no fue
una posición firme tampoco la que se tomara en relación con la frecuencia
de las cumbres.

Había, como su señoría sabe, unas ofertas hechas, ya que llegaban hasta
el año 1995 y siguientes --del año 1996 de Presidentes-- y, por lo tanto,
no se tomó ninguna decisión. La decisión se tomará en Cartagena de Indias
después de los cambios de impresiones que ha habido y me da la sensación,
sin que pueda ser una posición todavía definitiva, que la decisión
mayoritaria va a ser la del mantenimiento de las cumbres anuales. Esto me
liga con la segunda cuestión que yo dije al principio y que S. S. ha
retomado sobre los aspectos políticos de las mismas.

Es verdad que habría que poner --todos querríamos hacerlo-- el énfasis
mayor en la componente política de las mismas y para eso es bueno que
sean cumbres de carácter anual.

Es cierto que la frustración que se puede generar es que, lógicamente,
poner en marcha programas eficaces anualmente que cambien, digamos, la
faz del continente latinoamericano desde el punto de vista de la
educación, de la sanidad o contra los tremendos desastres del
alfabetismo, etcétera, es prácticamente imposible. Por lo tanto, quizá lo
que es importante es que seamos capaces de mandar mensajes claves a
nuestras sociedades sobre cuáles son las componentes de carácter político
y cuáles son los planes que se pueden poner en marcha con eficacia y que
seguramente no se pueden hacer al ritmo del año.

En cualquier caso, a nuestro juicio, me parece que la reunión de carácter
político en sí tiene ya un valor tan importante que el hacerlas
anualmente me parecería de gran trascendencia.

Hay una reflexión que han hecho casi todos los portavoces que han
hablado, y es que, a veces, perdemos perspectiva de las cosas. Si hace
cinco, seis, siete, diez años nos hubieran dicho que llevamos ya cuatro
años consecutivos en los cuales los jefes de estado y de gobierno de todo



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este conjunto de países se reúnen para hablar sistemáticamente de manera
ordenada sobre estos temas, seguramente pocos hubieran creído que eso
hubiera sido una realidad. Afortunadamente lo es, y yo creo que es una
realidad irreversible. Me parece que tenemos que mantenerla con esa
frecuencia.

Dos palabras sobre los programas. Los programas, como decía
anteriormente, algunos son de envergadura tal que no pueden tener un
rendimiento palpable en un año. Por lo tanto, seguramente, vuelvo a
insistir, los programas debían tener una dilación mayor en el tiempo;
hacer programas que tuvieran un horizonte temporal mayor algunos de
ellos. Eso yo creo que no empece para que las decisiones de carácter
político puedan y deban ser tomadas anualmente.

La Cumbre de Cartagena de Indias sí me parece que es importante, y aquí
es donde podemos diferir el señor Rupérez y yo esta mañana, en los temas
del comercio.

Su señoría dice que quizá en los temas del comercio sea donde España
pueda tener una ventaja comparativa menor en relación con los países
latinoamericanos. Esto me trae a colación la reflexión que hemos hecho
esta mañana a las nueve y media. Cuando hemos hablado a las nueve y media
de la mañana sobre los temas comerciales de España con los países más
amigos, decíamos --y yo creo que bien-- varios de los intervinientes que
uno de los problemas que España tiene desde el punto de vista de su
desarrollo económico es que aquellos países que por razones históricas o
de proximidad tienen unas relaciones, desde el punto de vista
internacional, más intensas y estrechas, desde el punto de vista
económico vamos comprobando, día a día, mes a mes, año a año, que
nuestras economías no son siempre complementarias, sino en muchos
aspectos competitivas. Aquí es donde podemos entrar en una cierta
contradicción en nuestro discurso retórico y nuestra práctica real; aquí
es donde nuestra sociedad tiene que ser capaz de sacar sus conclusiones.

¿Vamos a mantener una situación de relaciones estrechas políticas? Creo
que sí, pero tenemos que adaptarlas también a los condicionamientos
económicos que esas relaciones de carácter diplomático tienen.

No podemos seguir diciendo que nuestra preocupación fundamental está en
Latinoamérica y cuando tenemos que importar manzanas de Chile poner
dificultades para que entren. No podemos decir que nuestra labor
fundamental está en nuestras relaciones con Latinoamérica y cuando haya
que tomar una decisión de carácter económico poner las fronteras reales
para que no se transmitan aquellas cosas que realmente necesitan que se
transmitan, que circulen por nuestros países latinoamericanos. Lo hemos
dicho esta mañana al hablar de Marruecos. Hablar de la estabilidad
marroquí es fundamental, pero algo tenemos que hacer también para ayudar
a que ese desarrollo marroquí se produzca. Es decir que el entrar en los
temas Francamente con nuestros amigos latinoamericanos sobre los temas
comerciales me parece absolutamente fundamental. Por lo tanto, el que
esta Cumbre tenga este carácter comercial, me parece que es un signo de
valentía para España, de valentía para Latinoamérica y de tratar de
ayudarnos mutuamente en aquello que nos podemos ayudar.

¿Nos podemos ayudar? Sí. ¿En mucho? Sí, en mucho. Las relaciones
comerciales de España con los países latinoamericanos, S. S. lo sabe
bien, son demasiado escasas. Son escasas también las relaciones
comerciales intracomunitarias en la comunidad iberoamericana, pero las
que tiene España con estos países son, desgraciadamente, demasiado
escasas y hay un campo enorme de desarrollo, de posibilidades si lo
hacemos bien.

¿Cuáles son las ideas que estamos llevando a esta Cumbre? Vamos a llevar
una idea yo creo que positiva de cobertura para seguros a la exportación.

Si fuéramos capaces de estructurar una especie de CESCE latinoamericana
de cobertura a la exportación latinoamericana, iberoamericana,
seguramente sería la mejor manera de dinamizar y salvar esa contradicción
en la que nos encontramos desde el punto de vista comercial con los
países iberoamericanos. Vamos a avanzar por ahí. Creo que tendremos éxito
y creo, además, que si avanzamos por ahí bilateralmente, es decir, España
con la comunidad iberoamericana, y si lo hacemos también en el ámbito de
la Unión Europea, no solamente daremos un paso en las relaciones reales
de amistad, fraternidad y solidaridad con estos países, sino que además
ayudaremos de una manera muy especial y específica al desarrollo
comercial, económico y del bienestar de los mismos.

No me parece que el tema del comercio sea un mal tema; al contrario, me
parece que es un buen tema y elegido también en unas circunstancias
históricas especialísimas, terminada la Ronda Uruguay y antes de que la
Cumbre, digamos, de las Américas se ponga en marcha, que también tendrá,
sin duda alguna, una componente comercial. La terminación del Tratado de
Libre Comercio, del NAFTA, con Méjico, significa un movimiento tan
importante en el continente iberoamericano en relación con la América del
Norte que sin duda alguna va a ser uno de los elementos fundamentales de
la Cumbre de las Américas.

Sí me gustaría traer a colación la reflexión que ha hecho el Diputado
señor Rupérez sobre los temas de las prioridades de la política exterior
de España.

Cuando hablaba de las cumbres iberoamericanas ha hecho un diseño, a mi
juicio, con el máximo respeto, contradictorio con la posición final.

¿Cuál es el esquema que el señor Rupérez nos presenta? Nos presenta un
esquema que se basa en la siguiente premisa: ¿por qué no empezamos a
pensar en hacer que las cumbres iberoamericanas tengan un marco más
amplio? Estoy usando mi terminología, no la suya. ¿Por qué no empezamos a
pensar en diluir las cumbres iberoamericanas? Es básicamente lo que el
señor Diputado ha dicho con otra terminología, para acabar diciendo que
una de las características fundamentales y uno de los valores añadidos
más importantes que España tiene son sus relaciones con Iberoamérica. Yo
encuentro en este planteamiento una gran contradicción. Si lo que
queremos es que nuestro valor añadido en las relaciones internacionales,
que viene muy ligado a lo iberoamericano, se mantenga, lo que tendríamos
que hacer, a mi juicio, es mantener los contornos de las cumbres
iberoamericanas tal y



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como están ahora. Ir a un modelo tipo francofonía o ir a otro modelo
donde llegáramos incluso a incorporar en las cumbres iberoamericanas a
los Estados Unidos de América, lo que haría, señor Rupérez, sin ningún
género de dudas, es diluir ese valor añadido que S. S. estima, y estima
bien, que tenemos en el mundo. Por tanto, me parece que la reflexión que
S. S. ha hecho es una reflexión poco pensada y yo le sugeriría que
volviera a reflexionarlo un poco más. Creo que tenemos tiempo para
reflexionar sobre esas cosas, pero me da la impresión que la línea que S.

S. ha apuntado esta mañana, que no sé si forma parte de una reflexión
global de su Partido o todavía forma parte más bien de pequeñas
pinceladas al hilo de una sesión informativa en el Parlamento, pero si es
así, si es algo más reflexionado, yo le rogaría al Grupo Popular que lo
volviera a pensar porque quizá, con un objetivo que puede ser noble, lo
que consigamos sea hacerlo al revés de lo que se pretende. Si es verdad,
y vuelvo a insistir, que la tensión latinoamericana debe ser una de las
grandes tensiones de nuestra política exterior, tenemos, lógicamente, que
sacar el máximo valor añadido y no diluirlas, de la manera que a mi
juicio se podría diluir, llegando hasta extremos de que las cumbres
iberoamericanas se incorporaran a la Unión Europea, como ha dicho S. S.

Su Señoría avanzaba hacia la reconstrucción de Naciones Unidas por la vía
lateral, con tiempo y con ritmos, etcétera. Pero me parece que sí
debíamos pensar sobre ello y creo que el Grupo más importante de la
oposición en un tema tan trascendental como éste debiera recapacitar un
poco si es que esto es una doctrina oficial. Si es una doctrina, insisto,
nada más que pinceladas dichas al calor de una jornada de comparecencia
parlamentaria del Ministro, me daría menos preocupación, pero lo
contrario sí me preocuparía.

Sobre la Cumbre de las Américas, yo mismo he tenido una sesión de trabajo
en la Casa Blanca, en Estados Unidos, específicamente dedicada a
consultar y a informar a las preguntas que el Gobierno de los Estados
Unidos tenía sobre la Cumbre de las Américas. Tengo que decirle que en
este momento todavía está muy poco definido lo que va a ser la Cumbre de
las Américas. La Cumbre de las Américas fundamentalmente tiene en el
ámbito del Consejo de Seguridad del Presidente Clinton, su asesor
fundamental, el señor Lake, que es quien la está llevando, junto con el
señor Christopher, y todavía no tienen bien diseñado lo que quieren
obtener de ella, pero sí es verdad que los temas comerciales van a estar
presentes, como es lógico. La extensión del Tratado de Libre Comercio es
una preocupación que tienen los países latinoamericanos y una
preocupación que tienen los Estados Unidos de América. El problema que se
les plantea y que plantean seria y honestamente los Estados Unidos de
América es a qué velocidad, cuántos, cómo se puede abrir el Tratado de
Libre Comercio, cuánta frustración se genera si enumeras a quiénes se
puede abrir, y cuánta frustración no generas si no dices a quienes lo
puedes abrir. Por tanto, ahí también está cogido Estados Unidos en un
momento de una cierta dificultad, pero espero que lo puedan arreglar,
porque la Cumbre de las Américas trae causa, sin duda alguna, de la
iniciativa del Presidente Bush; lo que es verdad es que está atravesada
ya por la realidad que trae consigo el Tratado de Libre Comercio con
México.

Por fin voy a hacer una reflexión más pequeña. Hemos pasado, señor
Rupérez, de hablar de Naciones Unidas, de la Unión Europea, de las
cumbres latinoamericanas para caer en España y caer en algo incluso más
pequeño, en una pequeña ciudad del norte de Madrid que se llama
Majadahonda, ciudad importante, por cierto, y donde ocurren a veces cosas
que tienen gran interés. Pero le quisiera decir que mirara usted los
archivos, que seguramente los tiene, de esa persona que dice que le
comenta que yo no viajo, para que compruebe que no ha habido, desde don
Joaquín Ruiz-Giménez --que a la sazón fue Ministro de Educación y que se
pasó perdido en Latinoamérica creo que tres meses, y conocería usted bien
la anécdota--, desde ese momento, repito, no ha habido ningún ministro de
Asuntos Exteriores de España que haya cruzado más veces el charco y haya
visitado los países del otro lado del océano Atlántico, insisto, desde la
época de don Joaquín Ruiz-Giménez, que reitero que una vez se perdió en
Latinoamérica y en seis meses no volvió a España. Primera cuestión.

Segunda cuestión. Le ruego que vuelva a mirar y que haga un pequeño
balance --yo se lo puedo hacer porque lo tengo hecho-- del número de días
que he dormido en Majadahonda desde que fui nombrado Ministro de Asuntos
Exteriores, y con sumo gusto lo podemos cotejar con el número de noches
que ha dormido cada uno de los antiguos ministros de Asuntos Exteriores
en su casa, incluido don Marcelino Oreja y cualquiera que quiera usted
poner.

Sobre la cantidad de trabajo, señor Rupérez, le ruego que no dude. Mi
vida está dedicada a la política española, al servicio de España y no
ponga ni por un momento en duda de que lo seguiré haciendo mientras tenga
fuerzas. Hoy le tengo que decir, sinceramente, que tengo pocas, hoy; si
llego a tener más fuerzas hoy, le hubiera dado una contestación todavía
más contundente. (El señor Rupérez Rubio pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Voy a consumir un turno muy breve. Señor
Ministro, veo que mis observaciones locales le han producido algún tipo
de molestia, que no era mi intención. Seguramente ha comprendido que yo
no estaba poniendo en duda su trabajo, sino las prioridades del mismo,
tanto político como exterior.

Yo, sinceramente, sí creo que este país puede en estos momentos ocuparse
un poco menos de Bosnia y un poco más de Iberoamérica. Y usted, que
seguramente sabe mucho mejor que yo cuál es la dedicación de su tiempo y
del Departamento que usted dirige, se podría dar cuenta que,
efectivamente, hay tiempos que merecerían la pena ser reordenados. No
vamos a discutir sobre ello; no pongo en duda su capacidad y su voluntad
de trabajo ni las noches que pasa en Majadahonda o en otras partes, pero
sí creo que eso merece una reflexión, una reflexión que seguramente no
seré el primero en hacérsela.




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Seguramente, como consecuencia de esas ligeras molestias políticas y no
únicamente ciáticas, usted toma mis palabras como declaraciones de
principio en terrenos en los que yo creo que el Gobierno debería
reflexionar y no únicamente nosotros. Porque podemos y debemos discutir a
fondo, sin ningún tipo de descalificaciones previas, si me lo permite
también, señor Ministro, sobre si están bien pensadas o no, si son
posturas oficiales o no; son cosas en las que tenemos que pensar.

Creo, por ejemplo, que el tema de Filipinas bien merece pensárselo, con
independencia de que esté o no en las cumbres iberoamericanas. Filipinas,
en muchos sentidos, es uno de los datos pendientes de nuestra Historia
--y no precisamente el más positivo--, y si realmente queremos construir
una política exterior que tenga como una de sus guías fundamentales la
diferencia que está basada en el idioma español, creo que hay reflexionar
que hacer sobre lo que hacemos en las cumbres iberoamericanas, lo que
hacemos en las relaciones con Filipinas, con Guinea Ecuatorial, desde ese
punto de vista, e incluso con la comunidad hispanoparlante de los Estados
Unidos.

Yo no he dicho, ni propuesto, en este momento --y lo he dejado muy
claro-- cuáles eran las cantidades o las cualidades de esas presencias,
pero que el Ministro en este momento descarte radicalmente que en un
momento determinado se puedan producir aproximaciones, de países que
mayoritariamente o únicamente hablan español, a un fenómeno como la
Comunidad Iberoamericana de Naciones, si yo estuviera en el Gobierno no
haría esa consideración, por lo menos no lo descartaría y menos
descalificaría a aquél o a aquel Grupo que se permite hacer ese tipo de
sugerencia al Gobierno español, al Gobierno que tiene el español como
lengua fundamental. De manera que esas son unas, y cualquier otro tipo de
consideración, señor Ministro, son ajenas, y me extraña que un hombre tan
comprensivo y tan atento a las cosas que se le dicen desde fuera y desde
dentro de su propio Partido se muestre tan rígido en este tipo de
planteamientos.

Yo le animo a que más allá de esos prontos, posiblemente producidos por
otras referencias, nos diga si en algún momento, en qué condiciones y
bajó qué circunstancias podría ser posible una asociación que ciertamente
sería beneficio común de todos nosotros.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muy
brevemente, para no dejar en saco roto alguna de las reflexiones
realizadas por el Diputado señor Rupérez.

Creo que es cierto que la política exterior de España no puede olvidar a
Filipinas; lógicamente, nadie la va a olvidar. Es lógico que la política
exterior de España no pueda olvidar a Guinea Ecuatorial; lógicamente,
nadie la va a olvidar. Llevamos unas buenas horas hoy discutiendo sobre
estos temas. Lo que sí pongo en cuestión y le pido que reflexione
también, como principal Grupo de la oposición, es la posibilidad o la
bondad de que las cumbres iberoamericanas, que es de lo que estábamos
hablando, trataran de incorporar a estos países. Otra cosa es que
dediquemos nuestro tiempo, nuestra energía a hablar de todas estas cosas
y a incorporar a la política exterior de España estos países, sin duda
ninguna, pero estábamos hablando de las cumbres iberoamericanas, o así lo
he entendido yo. Yo le he entendido, por lo menos --a lo mejor me he
equivocado en la comprensión--, que habría que pensar que las cumbres
iberoamericanas incorporaran a todos estos países, incluidos los Estados
Unidos de América. Y es aquí donde yo tengo una duda, una duda
perfectamente compatible con la posición que tiene el Gobierno e incluso
creo que es incompatible con el razonamiento final del señor Rupérez,
porque es verdad que tenemos que dar una prioridad fundamental a las
relaciones con Iberoamérica, que todos aceptamos y S. S. también. Por lo
tanto, en ese esquema es en el que le he contestado sin ningún deseo de
acritud, sino de clarificar las cosas.

Una cosa es una cosa y otra son las cumbres iberoamericanas. Entiendo que
merecería la pena no complicarlas desde esa perspectiva, porque yo creo
que España perdería capital político que no debiera perder, y a muchos de
los países latinoamericanos también les costaría mucho entenderlo.

Tenemos ya suficientes reuniones, suficientes esquemas, suficientes
ámbitos, no los compliquemos, sino al contrario, mantengámoslos de manera
que podamos sacar el máximo rendimiento de los mismos por el bien de la
política exterior de España.

Yo escucho siempre con la máxima atención al grupo más importante de la
oposición, lo cual no quiere decir que siempre le haga caso. Solamente se
lo hago cuando entiendo que tiene razón.




--SOBRE LA EVOLUCION DE LA SITUACION EN EL SAHARA OCCIDENTAL, TENIENDO EN
CUENTA LA INFORMACION DE LOS ULTIMOS MENSAJES RECIBIDOS DE SU MAJESTAD EL
REY DE MARRUECOS A ESTE RESPECTO, ASI COMO SOBRE LA ADOPCION POR EL
SECRETARIO GENERAL DE NACIONES UNIDAS DE LAS ULTIMAS DECISIONES CON
RESPECTO A LA CELEBRACION DEL REFERENDUM QUE HA DE DECIDIR EL FUTURO DEL
TERRITORIO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO.

(Número de expediente 213/000234.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos, ahora sí, al punto cuarto del orden del
día: Comparecencia del señor Ministro ante la Comisión para informar
sobre la evolución de la situación en el Sahara Occidental, teniendo en
cuenta la información de los últimos mensajes recibidos de Su Majestad el
Rey de Marruecos a este respecto, así como sobre la adopción por el
Secretario General de Naciones Unidas de las últimas decisiones con
respecto a la celebración del referéndum que ha de decidir el futuro del
territorio.

Tiene la palabra el señor Ministro.




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El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré
brevemente de dar las últimas informaciones sobre la evolución de la
situación en el Sahara Occidental, teniendo en cuenta, como formula la
solicitud, los últimos mensajes recibidos por Su Majestad el Rey de
Marruecos a este respecto.

Quizás el dato más importante que se puede aportar es la aprobación de la
Resolución 907 el día 29 del mes de abril, que es consecuencia del
informe del Secretario General de Naciones Unidas que tenía que haber
hecho durante el mes de junio pasado y que se ha ido posponiendo hasta el
mes de abril de este año.

Como recordarán SS. SS., el informe del Secretario General insistía en la
necesidad de que las partes acepten plenamente sus propuestas de
compromiso y solicitó que el Consejo de Seguridad avale y dé curso
efectivo a las mismas.

Tomando en consideración el hecho de que en las fechas de las que estamos
hablando una de las partes, el Frente Polisario, todavía no había dado su
plena conformidad a esas propuestas de compromiso, el Secretario General
sometió al Consejo tres opciones alternativas de actuación inmediata,
que, simplificando, se podrían resumir de la siguiente manera: La opción
denominada A: llevar a cabo el referéndum, aun con la oposición de una de
las partes; la llamada opción B: continuación de los esfuerzos del
Secretario General cerca de las partes para desbloquear la situación, y
la llamada opción C, que era la de retirada o reducción de Minurso,
Fuerzas de las Naciones Unidas sobre el terreno.

Voy a recordar brevemente a SS. SS. lo que ocurrió, la postura que adoptó
el Consejo de Seguridad, como consecuencia del informe del Secretario
General, y que se contiene en la Resolución 907, aprobada por unanimidad
el pasado 30 de marzo. En ella, el Consejo se pronuncia básicamente por
la que denominamos opción B, precisando que la Comisión de Identificación
habrá de realizar el proceso de identificación e inscripción de votantes,
no más tarde del 30 de junio de 1994, sobre la base de las propuestas de
compromiso del Secretario General, que el Consejo califica de base válida
para el establecimiento del censo definitivo.

La resolución, como recordarán SS. SS., añade que el Consejo apoya al
Secretario General en su intención de proseguir sus esfuerzos para
obtener la cooperación de ambas partes sobre dicha base.

Por otra parte, le insta a informarle de los progresos alcanzados antes
del 15 de julio próximo y de las perspectivas de celebración del
referéndum de autodeterminación antes de que finalice el año en curso.

Por lo tanto, tenemos la obligación de recibir una información del
Secretario General antes del 15 de julio próximo, en la que se nos debe
decir con claridad a los miembros del Consejo de Seguridad las
perspectivas de celebración del referéndum de autodeterminación antes de
que finalice el año en curso.

¿En qué momento nos encontramos? En este momento nos encontramos en plena
fase de desarrollo de lo dispuesto por el Consejo de Seguridad en su
última resolución, el proceso de identificación y registro de votantes se
ha acelerado, las últimas noticias son de esta noche, como saben SS. SS.,
gracias a los esfuerzos de la Comisión de Identificación y a las
facilidades que las dos partes, Marruecos y el Frente Polisario, están
otorgando.

Según las noticias disponibles, la Comisión ha recibido ya un número
suficiente de formularios cumplimentados para poder iniciar el proceso de
clasificación y examen y pasar, a continuación, a la fase de
identificación y registro.

Yo creo que son buenas noticias, que a todos nos deben satisfacer.

Confiamos en que se mantenga este espíritu de colaboración que las partes
muestran en este momento para que la Comisión de Identificación pueda
finalizar su labor en los plazos previstos y la misión, Minurso, tenga la
posibilidad de poner en marcha las últimas operaciones de cara a la
celebración del referéndum.

En la segunda quincena de julio, el Consejo de Seguridad examinará de
nuevo el expediente, a la luz del informe que, siguiendo la resolución a
que antes he hecho referencia, le habrá remitido el Secretario General,
dándole cuenta detallada del estado del proceso en esos momentos.

Confiamos en que entonces ya haya concluido o esté bien encaminada la
fase de identificación y registro de los votantes.

Señorías, ésta es la situación en el Sahara, tras la resolución del
Consejo de Seguridad. Como saben, el proceso de identificación se ha
iniciado esta misma madrugada también en Marruecos; se van a poner
también en marcha en Mauritania dos oficinas, como SS. SS. saben, de
identificación; no se les escapa la dificultad que todavía tiene el
proceso, pero, sin duda ninguna, estamos en un momento de una cierta
esperanza positiva. Este momento es crucial. De los acontecimientos de
las próximas fechas se deducirá que, en fecha útil, es decir, antes de
que acabe el mes de julio, el Secretario General pueda elaborar una
información detallada al Consejo de Seguridad, en la que se prevea la
posibilidad de que el referéndum se pueda realizar antes de que finalice
el año o, por el contrario, haya que posponerlo.

La situación, como les digo, es la que les acabo de relatar, con
acontecimientos que se van acelerando, incluso en las últimas horas, a
gran velocidad. En las próximas fechas, a través de los métodos que la
Presidencia estime oportuno, podríamos tener la comunicación más fluida
posible, porque algunos acontecimientos se producirán en las próximas
semanas.

Con respecto a la visita que efectuó a Madrid el pasado mes de marzo el
Príncipe heredero de Marruecos, podría informar a SS. SS. que el Príncipe
lo que traía era un mensaje del Rey Hassán sobre la marcha de las
relaciones bilaterales entre España y Marruecos. En aquellos momentos
conocían ustedes los tres temas que estaban en el alero --uno de ellos lo
hemos tratado esta mañana-- y la importancia que Su Majestad el Rey
Hassán daba a la posible resolución que se pudiera aprobar en el mes de
abril en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la resolución a que
acabo de referirme, la 907, y que, como SS. SS. saben y he tenido ocasión
de explicarles, surgió a través de la llamada opción B del Secretario
General. Lógicamente, la



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posición de Marruecos era más bien favorable a la opción A que a la
opción B, pero el consenso se encontró en la posición B y fue aprobada
unánimemente por todos los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas.

Esto es lo que les puedo decir en estos momentos, no ha habido ninguna
otra novedad en las últimas horas, nada más que la apertura del proceso
de identificación, que se ha producido en Marruecos, creo entender, que a
las doce de la noche del día de hoy.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, de nuevo se produce aquí un
cierto «décalage» en el tiempo. Algunas informaciones que eran más
importantes hace dos meses, en este momento nos llegan; sólo ahora. Es
cierto también que se produce, sin embargo, una recuperación de la
temporalidad a través de las últimas decisiones del Consejo de Seguridad,
y, sobre todo, el comienzo de la identificación de los votantes.

En su momento, nosotros creíamos, y seguimos creyendo, que la opción que
finalmente prevaleció es la que debía prevalecer. Cualquier tipo de
opción radical, bien la aceptación del referéndum, con el acuerdo de una
de las partes, bien la retirada completa de las Naciones Unidas, hubiera
tenido consecuencias catastróficas. De manera que la continuación de los
esfuerzos es no únicamente plausible, sino necesaria.

Lo que es evidente es que no únicamente nosotros, sino las Naciones
Unidas, me imagino que se estarán preguntando --y creo que en algún
momento el mismo Secretario General nos hizo partícipes de su
preocupación-- por la continuación de los esfuerzos, sin llegar a ningún
tipo de situación, y con los cansancios correspondientes en los miembros
del Consejo de Seguridad.

Hay un aspecto sobre el que, a lo mejor, el señor Ministro tiene alguna
información que a nosotros se nos escapa, el relativo a los contactos,
acuerdos o negociaciones entre las dos partes, el Polisario y Marruecos.

Desde hace tiempo, apoyando como apoyamos las decisiones tomadas por las
Naciones Unidas y la celebración del referéndum, no únicamente porque nos
parezca moralmente adecuado sino porque, además, nos parece política y
legalmente necesario. Hay que recordar que el referéndum es la única
manera que tiene la comunidad internacional y las partes en el conflicto
de dar un «status» definitivo al territorio, al Sahara, y hay que
recordar que ese territorio sigue sin contar con un «status» definitivo
desde el punto de vista internacional.

Recordando esto, que tiene sus aspectos, como digo, morales, legales y
políticos, sin embargo, va siendo difícil comprender cómo se puede llegar
a la celebración del referéndum si no hay un mínimo acuerdo entre las
partes. La pregunta es qué está haciendo el Consejo de Seguridad o qué
estamos haciendo nosotros. A diferencia de los otros temas que hemos
considerado, aquí no estamos directamente afectados. Hay que recordarlo,
porque la responsabilidad que tenemos es la que es exactamente, como
miembros del Consejo de Seguridad y como parte interesada, que tiene un
interés grande en la estabilidad de la zona, pero no porque en este
momento haya ninguna responsabilidad internacional que nos afecte.

En esas condiciones ¿son conscientes los miembros del Consejo de
Seguridad sobre la necesidad de aproximar las posturas de los dos
contendientes? ¿Está realizando el Secretario General de las Naciones
Unidas alguna mediación intensa para llevar a ese tipo de entendimiento
entre las partes? ¿Ha realizado o está realizando el Gobierno algún tipo
de labor, también intensa para producir este tipo de acuerdo?
Hace apenas unos días, en palabras que tratándose de un Rey
constitucional no pueden ser otras que las que pronuncia el Gobierno, el
Rey de España hacía una llamada en Mauritania a ese entendimiento entre
las partes en el conflicto. ¿Cómo está esa situación?
Tenemos el convencimiento de que, más allá de las necesidades mecánicas
importantes, políticas internacionales de realización del referéndum,
sería muy importante considerar que también hay un mínimo acuerdo porque,
si no, el establecimiento de la paz en la zona, que es lo que realmente
nos afecta, sería bastante problemático.

Tengo que decir, por último, que, aunque es una reafirmación de cosas
sabidas, sí creo que, sin responsabilidades presentes o residuales en la
zona, nos interesa mucho conseguir que la estabilidad se instale allí
porque, al fin y al cabo, es zona vecina al territorio español. Como
anteriormente también considerábamos las posibilidades, aunque no fuera
exactamente la misma situación, de una normalización de relaciones con
Guinea en beneficio mutuo, esa normalización de la situación en el
territorio también tendría seguramente importantes repercusiones en
beneficio mutuo con respecto al territorio, con respecto a Canarias, con
respecto a España y con respecto a cuál fuera, eventualmente, el titular
de la soberanía en ese territorio.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir?
Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Muchas gracias, señor Ministro por la
información que nos ha facilitado, con las últimas novedades acaecidas en
las últimas horas.

Celebro que, de las tres alternativas que se sometieron al criterio del
Consejo de Seguridad, se utilizase la teóricamente más prudente, juiciosa
y racional, la opción B, de encomendar al Secretario General de Naciones
Unidas, el señor Butros Gali, que siguiera con sus esfuerzos de negociar
con ambas partes. No sé si se puso como primera opción celebrar el
referéndum aunque hubiera oposición de una de ellas; ya sabemos cuál
sería la más perjudicada en la oposición, que no serían, digamos, los
representantes de la llamada República Arabe Saharaui Democrática o
Frente Polisario, sino la parte marroquí. Tampoco hubiera sido de recibo
la tercera, que se limitaba a un lavarse las manos de la Naciones Unidas
y sacar de allí a los destacamentos que tiene Minurso en este momento.

Como apoyo



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a la política española que se pueda hacer ante el Consejo de Seguridad,
vía Naciones Unidas, se debe mantener Minurso, pase lo que pase. En este
momento es la única garantía formal que existe por parte de la población
saharaui, no marroquinizada, de tener un mínimo de protección
internacional.

Esto lo uno con lo que decía el señor Rupérez, que lo comparto, que esta
zona del Sahara occidental sigue sin un «status» internacional
definitivo. Hay que hacer un esfuerzo; al menos, a este vacío de Derecho
Internacional, que no haya «status» de reconocimiento internacional
definitivo del Sahara occidental, con la presencia de Minurso se le está
dando un color, un matiz, que creo que es el mínimo de honra que se puede
pedir, por llamarlo de alguna manera, a Naciones Unidas y al Consejo de
Seguridad, para garantizar unos derechos y una estabilidad pacífica del
territorio. Si su inestabilidad no es ya de tipo político sino de tipo
bélico, una parte de España, tan próxima por tantas razones a esta parte
de Africa, como es el archipiélago canario, estaría en mala situación,
porque somos los inmediatos receptores de una onda de la inestabilidad
que allí se produce.

Creo que el Gobierno español se ha dado cuenta de que sería necesario
reconocer este «status» cuando, recientemente, se ha retirado de ver en
esta Cámara el tratado de acuerdo sobre aguas del Atlántico, precisamente
de la zona este, donde aparecía Marruecos. Estas aguas donde está el
archipiélago canario, defendemos que son de plena soberanía española, por
lo que no caben ambigüedades de que una parte de estas aguas del
Atlántico, las puramente costeras con el territorio de jurisdicción
marroquí y las que Marruecos se irroga o atribuye como zonas de
administración, estén bajo dominio de Marruecos, secuestrando, por tanto,
una interpretación internacional de los Acuerdos de Madrid de 1975. Esto
hubiera sido --y quiero aprovechar para felicitar al señor Ministro-- la
oportunidad política de retirar este Acuerdo, si ha sido ésa una de las
causas; no podemos firmar acuerdos que introduzcan reconocimientos no
pertinentes para los intereses españoles ni conculcar normas de Derecho
internacional.

Quería decir al señor Ministro que el Gobierno español apoye
fundamentalmente la celebración del referéndum en la línea de agotar
todas las posibilidades que tenga el Secretario General de Naciones
Unidas, pero tenemos que ponernos firmes para tener una fecha. Señor
Ministro, usted sabe que, creo que quitando Guinea, no hay materia que
haya venido más veces a esta Comisión de Asuntos Exteriores que el tema
del Sahara occidental. Es una materia reincidente en multitud de órdenes
del día, pero se va estableciendo una especie de postura de escepticismo
en que esto tenga una resolución algún día. Hay que forzar también no
solamente a Naciones Unidas, sino al régimen marroquí; no podemos vivir
en una dilación basada en el chantaje ni en unas cuestiones puramente
coyunturales, que esgrime continuamente el Gobierno marroquí o el Rey
Hassán II. Esto requiere ya un acto de voluntariedad del Consejo de
Seguridad y de Naciones Unidas ante el Gobierno marroquí y que España lo
secunde, lo incentive, no para que España se quede sola. Vuelvo a decir
lo que decíamos respecto al primer punto del orden del día de hoy, que si
hay costes en un acuerdo euromagrebí, que no sean solamente imputables a
las cuentas de ahorro de España, que sean imputables a todas las cuentas
de los otros socios comunitarios y que Naciones Unidas también lo
comparta.

Ahora, por lo que se ve, Marruecos no se opone a que haya dos oficinas de
identificación censal en Mauritania; ya veremos qué pasa si Marruecos se
opone a que haya una oficina de identificación censal en los campamentos
de Tinduf. Marruecos, siguiendo la letra de los acuerdos internacionales,
puede decir que no le pongan una oficina en un territorio que no reconoce
como de soberanía del Frente Polisario, de la República Arabe Saharaui
Democrática; que se pronuncie Argelia al respecto, porque los tiene
dentro de su territorio de soberanía. Señor Ministro, en aras de no
seguir creando esta situación de escepticismo, hay que lograr que se
llegue a una solución de una vez por todas. Ahora se vuelve a abrir estos
plazos de la segunda quincena de julio para el examen del informe y que
se llegue a final de año con una celebración del referéndum.

Conociendo ya todos los antecedentes de la intrincada y habilidosa
política marroquí de diferir en el tiempo coyuntural este asunto, yo
tengo que estar en este momento escéptico con que antes de final de año
se pueda celebrar este referéndum.

Señor Ministro, por aquello de economía procesal, yo quisiera que usted
mismo, como nosotros, dijéramos un día: Ya, por fin, hemos dejado de
hablar en la Comisión de Exteriores (y usted, como Ministro, en su
cartera) de estos temas, que yo creo que son molestos, delicados, por las
implicaciones que tienen. Yo le instaría a que se lo diga a sus socios y
aliados en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; tendría que
decirles: no sigáis dejando a España, y a mí como Ministro, que tengo que
estar dando explicaciones, en el mejor lenguaje diplomático, de darle
hilo a la cometa (en lenguaje de calle) sobre este tema del Sahara que
ya, verdaderamente, para mí resulta impresentable. Por un mínimo de
prestigio internacional de España y por seguridad de esa zona que tenemos
allí. Porque tampoco tenemos que cargar sobre una parte de España que se
llama Canarias un coste de indefinición de límites de las aguas de
soberanía, de reservas pesqueras, de comercio que pueda haber con
naturalidad entre ambas partes, como veíamos cuando nos estábamos
refiriendo antes a todas estas cuestiones que se han traído aquí del
comercio con Filipinas, de Guinea... que nos parece muy bien; pero a
Canarias el comercio con Filipinas le queda muy lejos, frente a un
comercio con toda la zona de esa costa, mauritana, saharaui, marroquí,
que ha sido motivo, en épocas pasadas, de un floreciente comercio y vía
de negocio, de creación de puestos de trabajo y de riqueza que existe
precisamente entre el archipiélago canario y toda esa zona del Magreb.




El señor PRESIDENTE: Señorías, no quiero, evidentemente, limitar la
libertad de los señores Diputados, pero les rogaría la máxima brevedad
posible, no sólo para que el tiempo no se nos eche encima, sino también
para aliviar un poco los dolores físicos del señor Ministro.




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Tiene la palabra el señor Molins, por el Grupo Catalán, Convergència i
Unió.




El señor MOLINS I AMAT: Me temo que, estando probablemente de acuerdo en
muchas de las cosas, hay un punto en el que no estaré de acuerdo con mi
compañero Mardones, en la intervención inmediatamente anterior, y es en
lo de forzar una fecha para el referéndum, que me parece muy peligroso.

El referéndum es la única salida que existe a una situación
extraordinariamente conflictiva y un referéndum con resultados marrados,
es decir, un referéndum no aceptado por algunas de las partes en litigio,
sería agotar sin éxito el único instrumento que tenemos para poner
solución al conflicto. Por tanto, si hay algo peor que la no convocatoria
del referéndum, es la convocatoria del referéndum fracasando. Por ello,
creemos que lo que se debe intentar es asegurar que las condiciones en
que se celebre el referéndum puedan dar, sea cual sea su resultado, una
salida pactada y una solución al conflicto.

Me temo que estemos igual que hace bastantes años. Desde el momento en el
cual se vislumbró y se aceptó por la comunidad internacional, incluidas
las partes en litigio, el referéndum como la solución del conflicto, no
hemos avanzado nada, incluso me atrevería a decir que en algún aspecto
hemos retrocedido. En este sentido, a todos nos consta hasta qué punto
las conclusiones a las que llegaba el Delegado en la zona de Naciones
Unidas no satisficieron al menos a una de las partes y no ayudaron en
nada a mitigar o a acercar las posiciones, sino que más bien las
enfrentaron de una manera tal que sólo una salida muy hábil en la
Resolución 907, y, sobre todo, en la adopción de la opción B por parte de
la comunidad internacional; ha mejorado algo una situación que se había
creado como resultado, insisto, de los informes enviados por el Delegado
«in situ» de Naciones Unidas, una situación francamente incómoda, que
vaticinaba un planteamiento del referéndum que ya se veía venir que no
sería aceptado por lo menos por una de las partes en litigio.

Creo que la actuación del enviado de Naciones Unidas no ayudó nada, que
la opción B intenta solucionar el problema y que estamos como estábamos,
en el sentido de quién es el que decide quién participa en ese
referéndum. Ese es el meollo de la cuestión desde hace años y yo me temo
que no hemos acercado posiciones. A mí no me parece hábil la posición del
Gobierno de Marruecos; me parece habilísima la posición del Gobierno
español, debo decírselo con toda sinceridad. El Gobierno de Marruecos se
ve claramente la carta que juega y utiliza todos los mecanismos a su
alcance, en forma que a unos les puede parecer más legítima que a otros;
en cambio, sí me parece extraordinariamente hábil la posición del
Gobierno español, también absolutamente legítima, de trasladar a la
comunidad internacional la resolución de un conflicto que a nosotros nos
afectó como potencia en la zona en unos tiempos y que, por las buenas
relaciones de vecindad, porque tenemos necesidad de continuar por el
equilibrio en la zona y por la pacificación en ella, debemos continuar
manteniendo. Ese traslado a la comunidad internacional de la resolución
del conflicto y ese compromiso de la comunidad internacional de
resolverlo, nos ha permitido estar inmersos, obviamente, y no excluirnos
de esa resolución, pero no con el protagonismo que, quizá, en algún
momento pudiéramos habernos sentido tentados a adoptar y que nos hubiera
hecho llegar a situaciones extraordinariamente complicadas en cuanto a
nuestras relaciones con los vecinos.

Me temo que inevitablemente llegará un momento en el que la comunidad
internacional, España incluida, tendrá que optar, y me temo también que
muchas de las miradas de la comunidad internacional se girarán hacia la
opinión del Gobierno español respecto a temas tan concretos como ese del
que hablábamos y que es el único que está todavía en litigio, que es
quién tiene derecho a votar. De la ex potencia colonial, que ocupó el
territorio, incluso, con datos administrativos que no poseen otros países
de la comunidad internacional, se pedirá la opinión del Gobierno español
por la comunidad internacional, y ese momento, que hemos intentado
evitar, de definir nuestra posición, me temo que, inevitablemente,
llegará.

Vuelvo a repetir: estamos como hace tres años o quizá un poco peor,
porque la no resolución del conflicto y el alargamiento (y en eso sí que
coincido con el señor Mardones) no beneficia a nadie y puede llegar a
hacer pudrir la situación. Estamos como estábamos e incluso un poco peor
y nos tocará probablemente definirnos, y ahí sí que tendrá que hacer uso
la diplomacia española, el Ministro de Asuntos Exteriores, el Gobierno
español, de mayor habilidad todavía que, insisto, yo sí que se la otorgo,
porque creo que está intentando resolver este conflicto sin escurrir para
nada sus responsabilidades, pero con extraordinaria habilidad.

Pienso que ha sido una lástima que la misión de Naciones Unidas, que, en
parte, tenía como responsabilidad opinar precisamente sobre esos procesos
de registro e identificación de las personas con derecho a voto en el
referéndum, no se haya aprovechado mejor, y en este sentido nuestra
posición es extraordinariamente crítica respecto al enviado especial
(esto quisiera que quedara absolutamente claro) y sin entrar en el fondo,
simplemente porque en nada ha ayudado a ese objetivo. Estando de acuerdo
en que es necesario producir lo antes posible el referéndum que dé
solución definitiva al conflicto, de nada serviría si ese referéndum no
se propone en fecha tal en la que previamente exista acuerdo sobre quién
tiene derecho a participar en él.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el
señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Personalmente y, en nombre de mi Grupo, coincido
bastante con lo expresado anteriormente por el señor Mardones. La única
salida posible, la única opción de las tres que se ofrecían era la opción
B, la de seguir insistiendo por parte del Secretario General en llegar a
acuerdos entre las partes, porque cualquiera de las otras dos, tanto la
de celebrar un referéndum sin acuerdo de los saharauis, como la retirada
de Minurso, hubieran llevado a la guerra. Por tanto, la opción de
mantener



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la presión diplomática, de hacer esfuerzos para conseguir, finalmente, un
referéndum justo, creo que era la única lógica.

Siendo un tema, como se ha dicho, absolutamente viejo en esta Casa, del
que hemos hablado muchísimas veces, me voy a permitir discrepar de las
alabanzas que le están dirigiendo en este tema, señor Ministro. Ha
hablado en el pasado reciente --últimamente se lo oigo menos-- de algo
que yo compartía, que era la necesidad de que España adquiriera la
necesaria talla moral en la comunidad internacional. Creo que España no
ha estado a la altura de las circunstancias en el conflicto del Sahara,
porque no solamente tenemos ahí responsabilidades históricas, que son
obvias, sino que, además, el hecho de que formemos parte actualmente del
Consejo de Seguridad, nuestros antecedentes como potencia colonial en la
zona y, sobre todo, nuestros análisis, independientemente de cualquier
otra organización, de quién tenía la razón histórica, jurídica y moral en
este conflicto, debería haber llevado al Gobierno español a tomar
posiciones diferentes.

Le recordaré ahora, señor Ministro, cuando en su día, en la legislatura
pasada, España firmó, y se ratificó en el Pleno del Congreso, el Acuerdo
de Cooperación, Amistad y Buena Vecindad con el Reino de Marruecos, que
mi Grupo, a través de quien le habla en este momento, insistió en que
estando de acuerdo (lo hemos dicho ya 14 veces esta misma mañana hablando
de Marruecos) en la necesidad de dar prioridad a las relaciones con
Marruecos, de que nuestras relaciones con Marruecos tuvieran la
expecificidad de país vecino, nos parecía que no era el momento de haber
firmado aquel acuerdo. Probablemente entonces la diplomacia española
podría haber utilizado la firma de ese acuerdo como instrumento de
presión sobre el Reino de Marruecos, que es quien fundamentalmente ha
incumplido --y así lo demuestran los informes del Secretario General de
Naciones Unidas-- los planes anteriores de paz para la zona y los planes
para la realización de ese referéndum justo.

Insisto en que no hemos aumentado de talla moral en este conflicto, señor
Ministro. Lo siento, pero no creo que hayamos aumentado la talla moral de
nuestro país en ese concierto internacional por nuestra posición
excesivamente contemporizadora con el Reino de Marruecos. Entiendo, como
todo el mundo, que no se pueden imponer cosas, que la política exterior
necesita de la sutileza, eso es obvio, pero también de la firmeza para
defender aquella causa que, por muy débil que sea quien la mantiene, es
la justa, es la moral y la política e históricamente justa.

Vamos a asistir a problemas, como se decía antes, cuando se pretendan
instalar oficinas de reconocimiento en Tinduf. No va a haber problemas
como con las que hoy se abren en Mauritania. Ya veremos qué ocurre cuando
se instalen las oficinas de reconocimiento en el propio Marruecos. Al
final, si la posición que acaba abriendo camino por la vía de la fuerza,
no de la razón, ante el hastío de la comunidad internacional ante la
cronicidad de este tema, es la marroquí, que significa pasar por encima
de los legítimos derechos de los saharauis y de su representante, que es
el Frente Polisario, creo que estaremos haciendo un mal servicio a la
comunidad internacional, al derecho internacional, a una especie de moral
política internacional de la que deberíamos ser defensores,
independientemente de cuál sea el tamaño, el peso específico o el peso
demográfico y económico que tengan detrás una u otra parte. Es evidente
que en este caso la fuerza la tiene Marruecos y no la tienen los
polisarios, que son muy poquitos y están muy precariamente instalados.

Repito que la razón histórica, jurídica, moral y política es suya y
España podía haber aumentado su talla moral --ésa que usted y yo
compartimos y la necesidad de aumentarla-- apoyando aquella parte que
tiene la razón.

No sé si, finalmente, podremos acabar el año con el tema resuelto. No
tengo demasiadas esperanzas en que así sea, porque el seguimiento de este
conflicto durante algunos años le hace a uno ser absolutamente escéptico
al respecto. Difícilmente va a poder aceptar el Polisario el censo que
intenta imponer Marruecos, que significa vulnerar cualquier esquema de
razón en las personas que van a tener posibilidad de votar realmente a
quién pertenece ese territorio, si a su pueblo original, al saharaui, o
al marroquí. Al final --ojalá me equivoque, porque me encantaría
equivocarme radicalmente--, se va a imponer la fuerza de la fuerza o no
la fuerza de la razón y, España, repito, no habrá estado a la altura de
las circunstancias. Todavía tenemos alguna ocasión de actuar sobre
Marruecos para que acabe aceptando lo que es de sentido común histórico.

Si así se consigue, nos podremos alegrar todos. En caso contrario, aunque
el problema se resuelva aparentemente, creo que se resolverá en falso,
seguirá existiendo y afectándonos no sólo por la proximidad con nuestro
territorio en las Islas Canarias, sino incluso con nuestra propia
credibilidad ante el Consejo de Seguridad y la comunidad de naciones en
un tema que nos es tan especialmente próximo y sobre el que tenemos
responsabilidades históricas.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Moya.




El señor MOYA MILANES: Voy a ser muy breve atendiendo al ruego del señor
Presidente en aras de una mayor brevedad en las intervenciones y también
a la ciática del señor Ministro.

Quisiera decir un par de cosas, porque la mayoría de ellas se han
expresado por parte de los grupos parlamentarios. En primer lugar, una
vez más, mi Grupo quiere poner de manifiesto su apoyo al Gobierno en la
estrategia y en la política que ha venido manteniendo en relación con el
apoyo al referéndum que, de manera invariable, se ha venido expresando en
todas y cada una de las ocasiones en las que se han tratado temas
relacionados con el problema que nos ocupa, por el convencimiento de que,
tanto desde el punto de vista político, de la estabilidad en la zona,
como desde el punto de vista legal, es la única salida posible. Creo que
no cabe ninguna duda por parte de los grupos de que esa posición, que
siempre ha mantenido el Gobierno en cuanto a la necesidad del referéndum,
ha sido absolutamente invariable.




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En segundo lugar, debemos felicitarnos pero con una cierta cautela,
porque la resolución 907 puesta en marcha empiece a contemplar algunos
elementos quizá cualitativamente algo distintos de los que venían
produciéndose con anterioridad. ¿Por qué? Porque, de entrada, es la
primera ocasión en la que empiezan a contemplarse otras posibles
opciones, lo cual puede ser un cierto toque de atención. Que se haya
optado por la opción B nos parece, desde el punto de vista político,
jurídico y de estabilidad, si no la única posible, sí la mejor, porque
sólo un referéndum alcanzado en condiciones de legitimidad de las partes
y otorgando legitimidad a ambas partes servirá y ayudará para algo. Si
no, no servirá.

También hay un elemento positivo a mi juicio --y quisiera poner un poco
de optimismo sobre el pesimismo con el que se han expresado la mayoría de
los grupos parlamentarios, que comprendo y también comparto en cierta
manera-- en relación con los calendarios y con los plazos que espero que
empiecen a jugar de alguna forma en este escenario. Con un proceso de
identificación, a 30 de junio de 1994, con una mayor aceleración como la
que se nos ha comunicado en el día de hoy, con un informe en julio y con
una referencia hacia el presente año como tope para la celebración del
referéndum, se está introduciendo una cierta urgencia a las partes para
que los acuerdos sean lo más rápidos posible.

A veces el tiempo --hablamos de tiempos y de ritmos como hacíamos en la
primera comparecencia-- juega de distinta manera. En política sirve
muchas veces para calmar los ánimos y las impaciencias, y en otras
ocasiones ocurre al contrario; el transcurso del tiempo, si es demasiado
largo, en lugar de calmar las impaciencias, las acelera, las excita y las
agrava. Probablemente, estamos en esta segunda situación, el tiempo juega
también de manera diferente para unos y para otros y a veces también es
utilizado por unos y por otros para sus propias estrategias. En cualquier
caso, ojalá que los esfuerzos del Secretario General en esta aceleración
del proceso, con vistas a que el año 1994 pueda ser por fin el año de la
celebración del referéndum, alcance el éxito. No dejo de ocultar también
nuestra preocupación por el hecho de que si no fuera así, los diferentes
escenarios a los que se podría llegar, en el caso de que ésta no fuera la
solución final, nos dejarían bastante preocupados en cuanto a la
estabilidad en la zona.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, contestaré al responsable del Grupo Popular diciéndole que
está bien sustituido.

Sobre los contactos entre el Polisario y Marruecos y la labor que España
y el Secretario General pueden realizar, somos de los que estimamos --yo
creo que compartido por todos los grupos parlamentarios-- que un
referéndum sin el acuerdo de las partes es difícil que se realice en
términos positivos; por tanto, el acuerdo de las partes es fundamental.

Para el acuerdo de las partes es fundamental también que las partes se
hablen, tengan contactos y no solamente hablen de la estructuración del
referéndum a través del Secretario General o de su representante, sino
que se planteen cuestiones que tienen que ver con la finalización del
referéndum, con su propia salida.

Para ser sincero, les tengo que decir que todos los esfuerzos que se han
realizado no han conducido a un fruto razonable. Las dificultades para
reuniones entre las partes son crecientes, por razones de todo tipo:
políticas, protocolarias, de convocatoria, de quién las preside, de quién
participa, etcétera. No se está poniendo en marcha un mecanismo realmente
eficaz en las relaciones entre las dos partes implicadas para resolver
los difíciles trámites que todavía quedan hasta la celebración del
referéndum y lo que puede ocurrir una vez éste se celebre que, sin duda
alguna, tendrán que tener en cuenta las dos partes que están en contacto.

El Secretario General lo ha intentado también, con poco éxito. Como
saben, hubo dos reuniones patrocinadas por el Secretario General; la
tercera ya no ha tenido lugar. Están trabajando, también España, en esa
dirección. Es verdad que la posición del Gobierno español, como se hizo
público, una vez más, el otro día en Mauritania, por boca de Su Majestad
el Rey, sigue siendo ésa: el entendimiento, la salida pacífica, la salida
negociada, etcétera, pero, para serles sincero, hasta este momento, con
un éxito relativamente pequeño. No vamos a cejar en ese empeño, pero
mentiría si les dijera que las expectativas del futuro cercano son más
halagüeñas de lo que han sido en el pasado cercano.

Al Diputado señor Mardones le diría que muchas de las cuestiones que
afirma están cargadas de sentido común y otras se ven desde una
perspectiva que no contempla todos los elementos del problema. El
problema tiene un número de elementos finitos, numerables, pero
crecientes porque la situación en la zona, desgraciadamente, no va hacia
una situación de estabilidad, sino de inestabilidad potencial. Y lo que
podría ser una situación equilibrada en un momento histórico dado, puede
ser una situación desequilibrada en otro momento histórico dado, que
podría ser el presente.

La situación del Magreb, sobre la que hemos hablado al inicio de esta
convocatoria, hace que las relaciones de fuerza que en un momento dado se
daban, hayan evolucionado de una manera bastante dramática en algunos
casos, cambiando completamente una posición, y eso tiene efectos en la
comunidad internacional. Yo no sería tan pesimista como S. S. ha
manifestado. No estoy seguro de que el referéndum se vaya a realizar en
el año 1994, ni lo está el Secretario General tampoco. No está seguro el
Secretario General de que el mes de julio pueda aportar algo que ilumine
o que arroje más luz. Lo va a intentar, lo vamos a intentar los miembros
del Consejo de Seguridad. Creo que España está jugando un papel digno en
el Consejo de Seguridad; no solamente digno, sino muy positivo, y así es
reconocido por muchas de las partes. No es reconocido por todas, porque a
alguna parte le hubiera gustado mucho más que hubiéramos tomado otra
posición. Pero no le puedo garantizar que el referéndum se pueda
celebrar.




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Quisiera hacer una reflexión. Es verdad que el problema del Sahara viene
a esta Cámara con frecuencia, pero tampoco está en nuestra mano la
resolución total. Su señoría parecía solicitar al Gobierno que resolviera
este problema, que, poco más o menos, depende de la sección C del
ministerio H de la Administración central del Estado o autonómica, y no
es verdad. Lejos de ser así, es un problema donde tenemos relación e
implicación, pero no está en nuestras manos su solución. Vendrá a esta
Cámara cuantas veces sea solicitado y mientras, desgraciadamente, no esté
resuelto.

Al Diputado señor Molins le agradezco mucho sus palabras de afecto sobre
la «inteligencia» --entre comillas, entiendo-- de la posición española,
que no es fácil, y S. S. lo sabe bien. A poco que SS. SS. reflexionen,
cuando abandonemos esta sesión y la veamos en perspectiva, verán la
dificultad que tiene la posición española en esta hora. Dificultad porque
no les puedo ocultar a SS. SS. que la opción C tiene un número de adeptos
creciente; no nos engañemos. Aquí hay algunos países que están tratando
de hacer todo lo que pueden para que --en palabras del Diputado señor
Vázquez-- esa estatura se mantenga y el Derecho internacional prime. Pero
pónganse ustedes en la situación de alguno de los países miembros del
Consejo de Seguridad que echan una mirada al globo terráqueo estos días y
ven lo que ocurre en Ruanda, y ven el problema de Bosnia, y ven lo que
tienen que hacer las fuerzas de Minurso, y ven la cantidad de labores que
el Consejo de Seguridad y el sistema de Naciones Unidas está haciendo en
el mundo, y cuando se mira el problema de Minurso, se le mira como un
épsilon relativamente pequeño en ese mar de conflictos y de problemas.

La opción C crece, y eso sería enormemente delicado. Fíjense, señorías,
digo que la opción C crece tanto que no hace muchos días, en el Consejo
de Seguridad y en el ámbito de la Unión Europea, hemos vuelto a hablar de
Chipre. No hace falta reiterarles lo que supone Chipre desde la
perspectiva del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Cualquier imagen
que pueda pasar por la mente de alguno de los países básicos del Consejo
de Seguridad de una situación, por pequeña que pueda ser la de Minurso,
pero alargada en el tiempo, hace que los pelos se les pongan de punta y
hace que vaya creciendo la tendencia hacia el cierre de alguna de las
operaciones del Consejo de Seguridad. Ahí las estamos manteniendo.

Estamos apostando por la opción B. No fue fácil que la opción B fuera la
triunfante, porque, entre los que querían la opción C por razones
económicas, políticas, etcétera, y los que con gran presión --ya ha dicho
alguno de los miembros que ha hablado tan dignamente esta mañana--
defendían con pasión, a veces ordenada y otras veces incluso desordenada,
la opción A, lógicamente, el mantenimiento de la opción B no fue fácil, y
salió unánimemente. Quiero decirles honestamente que la situación no es
fácil y que podemos encontrarnos, si no estamos inteligentes, ante una
situación de opción C potencial dentro de unos meses o de medio año.

Todas estas cosas de la inteligencia y de la talla moral, etcétera, hay
que ponerlas en su contexto, porque el contexto, señorías, señor Vázquez,
está cambiando a velocidad del rayo. Y no es lo mismo estar hablando del
problema del Frente Polisario y del Sahara Occidental con una Argelia en
unas circunstancias, que con una Argelia en otras circunstancias; no es
lo mismo hacerlo en unas circunstancias mediterráneas dadas hace unos
años, que las dadas hoy. Por consiguiente, todavía tendremos que estar
ojo avizor, con inteligencia, con buen sentido.

Mi deseo sería que esto tuviera un encaje de aquí a finales de 1994,
porque estaremos en el Consejo de Seguridad y podremos jugar nuestras
bazas mejor. A partir del 1 de enero de 1995 no estaremos; estarán por
parte de Europa, seguramente, Alemania e Italia, pero no estaremos
nosotros y el margen de maniobra será peor. Desde una perspectiva cínica,
podríamos decir, si fuera solamente el cinismo lo que nos moviera, que
mejor; pero no es el cinismo lo que nos mueve, sino la resolución del
problema.

Al Diputado señor Moya quiero agradecerle también sus palabras. Es verdad
que en la última posición del Consejo de Seguridad, del mes de abril, hay
algunas novedades que pueden ser utilizadas para «presionar» --entre
comillas-- a las partes para que vean que el final, bueno o malo, puede
estar más próximo y que depende también de su acción que el final sea
positivo o negativo para ellos.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.




PREGUNTAS (continuación):



--OPINION DEL GOBIERNO ACERCA DE LAS DETENCIONES DE DIPUTADOS DEL PARTIDO
DE LA DEMOCRACIA (DEP) DEL PARLAMENTO TURCO, ASI COMO ACCIONES
DIPLOMATICAS QUE HA REALIZADO ANTE EL GOBIERNO DE TURQUIA PARA ESCLARECER
LOS CITADOS HECHOS. FORMULADA POR EL SEÑOR VAZQUEZ ROMERO (GIU-IC).

(Número de expediente 181/000631.)



--VALORACION DEL PROCESO ELECTORAL QUE CULMINARA EL DIA 27/05/94 EN
TURQUIA, ASI COMO MEDIDAS ADOPTADAS EN RELACION CON EL AUMENTO DE LA
REPRESION POR PARTE DEL GOBIERNO DE DICHO PAIS Y EL ENCARCELAMIENTO Y
POSIBLE CONDENA DE DIPUTADOS KURDOS. FORMULADA POR EL SEÑOR GARCIA
FONSECA (GIU-IC). (Número de expediente 181/000642.)



El señor PRESIDENTE: Entramos en el turno de preguntas.

Las preguntas números 5 y 6 han sido presentadas por el Grupo de
Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya. La primera tiene por autor al
señor Vázquez, y la segunda al señor García Fonseca, a quien no veo
presente en la sala. Dado que se refieren a un mismo contexto, rogaría,
si fuera



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posible, realizarlas en un solo turno, señor Vázquez. (Asentimiento.)
Tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Efectivamente, las dos preguntas tienen como
núcleo central el presente del pueblo kurdo y son perfectamente asumibles
en una sola.

El objetivo de las preguntas, tanto de la primera como de la segunda, no
es otro que hablar, una vez más, de otro problema crónico de la comunidad
internacional, que es el pueblo kurdo. Si hubiera un ranking de pueblos
maltratados por la historia, probablemente el pueblo kurdo estaría en los
primerísimos lugares. Al hablar de maltrato de la historia debemos
aclarar que la historia no es neutral, no es un ente amorfo y abstracto;
la historia la ejecutan países, y en este caso los kurdos tienen la «mala
suerte» --entre comillas-- de tener su población. Y hablamos de una
población superior a los 20 millones de personas entre países tan
conflictivos como Turquía, Irak, Irán, Siria, etcétera.

El hecho es que en los últimos tiempos se han producido una serie de
acciones continuadas, fundamentalmente por parte de Turquía, que están
significando la violación de los derechos humanos en este país con
respecto a la población kurda. Violación de derechos humanos que ha
merecido debates y resoluciones, tanto del Parlamento Europeo, como del
Consejo de Europa. Se ha levantado la inmunidad a diputados de un partido
legal, el Partido de la Democracia (DEP), y se les ha encarcelado.

Algunos de ellos pueden acabar, incluso, siendo fusilados si no existe la
presión internacional suficiente para impedirlo. Al mismo tiempo, estas
mismas semanas se está produciendo un ataque aéreo masivo sobre la
población civil kurda, en el sur del Kurdistán, que está generando un
éxodo masivo, de mujeres y niños sobre todo, refugiándose en el norte de
Irak, donde tampoco es que sean muy bien tratados. Decía que esta nación
sin Estado tiene, entre comillas, la «mala suerte» de tener unos vecinos
como los que tiene.

El hecho es que, tanto la violación de derechos constitucionales, como la
retirada de la inmunidad parlamentaria, el encarcelamiento de diputados
del Partido de la Democracia (DEP), la violación continuada de los
derechos humanos sobre la población kurda como práctica habitual en
Turquía, como estos últimos bombardeos aéreos sobre la población civil
kurda, no son ninguna novedad. Es algo que se ha repetido muchas veces en
el pasado y no sabemos hasta cuándo se va a poner mantener esa situación.

El interés fundamental de las dos preguntas es que usted nos diga, en la
medida de las posibilidades de la diplomacia española, qué acciones se
pueden realizar sobre Turquía para, ya sé que no impedir, pero, al menos,
paliar o mostrar nuestra repulsa a este tipo de acciones que se
compadecen mal con la pertenencia de ese país, en concreto Turquía, a
organismos de los que también forma parte el nuestro.

Les voy a leer una información somera que firman el Partido Socialista
Obrero Español, Izquierda Unida, el Partido Nacionalista Vasco, la Unión
Democrática de Cataluña, Coalición Canaria, Ezquerra Republicana,
Comisiones Obreras, UGT y unas organizaciones no gubernamentales como la
Fundación Olof Palme, la Asociación pro Derechos Humanos de España, el
Movimiento para la Paz, el Desarme y la Libertad, etcétera, que viene a
decir lo siguiente: Mediante la intensificación de la represión ejercida
por las fuerzas de seguridad y el Ejército de Turquía contra el pueblo
kurdo durante el último mes, que han provocado la huida de más de 40.000
personas de las poblaciones destruidas por los bombardeos, las
organizaciones y personas firmantes de este manifiesto expresan su
enérgica condena de tales hechos y, en consecuencia con lo expuesto por
el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa, reclaman: Primero, el cese
inmediato de las masacres perpetradas contra el pueblo kurdo, poniendo
fin a los ataques y bombardeos indiscriminados contra la población civil.

Segundo, la puesta en libertad de los diputados kurdos del Partido de la
Democracia (DEP) detenidos en Turquía. Tercero, la apertura urgente de
negociaciones entre las partes implicadas, tendentes a la solución
pacífica y justa del conflicto sobre la base del respeto a los legítimos
derechos democráticos y políticos del pueblo kurdo. Y, cuarto, una acción
decidida del Gobierno español y, a través de éste, de la Unión Europea, a
fin de presionar a las autoridades de Ankara en la línea de los objetivos
señalados.

Este es el objetivo fundamental de esta pregunta, que en la medida de
nuestras posibilidades, a través de la Unión Europea, ejerzamos la
presión necesaria, que nunca será suficiente pero, al menos, la mayor
posible sobre Turquía para que se intente disminuir la brutalidad del
Gobierno turco sobre esta población kurda.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos
Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): De los
problemas que plantea el Diputado, señor Vázquez, el Gobierno no sólo es
consciente, sino que ha trabajado también para tratar de paliarlos.

Concretamente, ha presentado las protestas correspondientes, bilaterales,
y en el ámbito de la Unión Europea, sobre el levantamiento de la
inmunidad parlamentaria de los diputados turcos. Ayer en el Senado tuve
ocasión también de hablar largo sobre esta cuestión, a solicitud de un
compañero de su Grupo Parlamentario. Aparte de las gestiones que se han
realizado, insisto, bilateralmente, y en el ámbito de la Unión Europea,
la declaración de la Unión Europea de no hace muchos días, que S. S.

conoce bien, no se separa mucho de lo que estamos reflexionando en esta
jornada.

La preocupación por todos estos temas es compartida. Hay gestiones que se
van a seguir haciendo en las próximas semanas en el ámbito de la Unión
Europea con el Gobierno turco. Puedo decirle que en próximas fechas
estaré en Ankara y tendré ocasión de hacerle llegar a mi colega de
Asuntos Exteriores la preocupación del Parlamento español sobre estas
cuestiones. Lo he hecho no hace muchos días en París, donde estuve con
él, y lo volveremos a hacer la semana que viene.

Creo honestamente que hay una preocupación en la Unión Europea, con los
difíciles equilibrios que supone, porque es verdad que la lucha contra el
terrorismo también



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es un problema grave en Turquía. Pero estamos en disposición de poder
afirmar que las gestiones se están haciendo con el máximo rigor.




--FECHA PREVISTA PARA EL CUMPLIMIENTO DE LA RESOLUCION APROBADA POR LA
COMISION DE ASUNTOS EXTERIORES SOBRE ESTABLECIMIENTO DE RELACIONES
DIPLOMATICAS CON LA REPUBLICA EX YUGOSLAVA DE MACEDONIA. FORMULADA POR EL
SEÑOR RUPEREZ RUBIO. GRUPO POPULAR. (Expediente número 181/000643.)



El señor PRESIDENTE: Pregunta número 7, del señor Rupérez: Fecha prevista
para el cumplimiento de la resolución aprobada por la Comisión de Asuntos
Exteriores sobre establecimiento de relaciones diplomáticas con la
República ex yugoslava de Macedonia.

Tiene la palabra el señor Martínez Casañ.




El señor MARTINEZ CASAÑ: Señor Ministro, la Comisión de Asuntos
Exteriores de este Parlamento, con fecha 23 de febrero de 1994, adoptó,
de forma unánime, instar al Gobierno a formalizar el reconocimiento de la
antigua República yugoslava de Macedonia, miembro de las Naciones Unidas,
estableciendo relaciones diplomáticas con este país en los plazos más
breves posibles, como rezaba el texto de la resolución.

En aquel momento no había ninguna razón de sustancia para no proceder a
dicho reconocimiento. Sabe el señor Ministro que, según se desprendía del
informe de la comisión Badinter, era precisamente la República ex
yugoslava de Macedonia la única que reunía los tres requisitos
necesarios: respeto de fronteras, respeto a las minorías y régimen
democrático. Y digo que no había ninguna razón de sustancia sino de
oportunidad que, como es lógico y natural, tiene que estimar el Gobierno.

Posteriormente, con fecha 27 de abril de 1994, don Javier Rupérez volvió
a plantear este tema por medio de una pregunta con respuesta dada en el
Pleno, expresando la preocupación del Grupo Popular por la aparente
inactividad del Gobierno en el cumplimiento de esta resolución aprobada
unánimemente por la Cámara. El señor Ministro respondió en aquella
ocasión aduciendo el problema de la oportunidad y asegurando, sin
embargo, que se establecerían relaciones diplomáticas dentro de la mayor
brevedad.

El señor Ministro no ignora el proceso judicial al que está sometido el
Gobierno griego por su actitud frente a este tema y por el bloqueo a que
tiene sometida a la antigua República yugoslava de Macedonia. El señor
Ministro tampoco ignora que es precisamente la postura del Gobierno
griego la única causa que impide el establecimiento de las relaciones
entre Madrid y Skopje. La postura de la Unión Europea en este tema es
bastante clara y lo único que continúa impidiendo el establecimiento de
estas relaciones es el mencionado criterio político.

En estos momentos tengo que decir que soy bastante optimista. Permítame
entrar en la anécdota, puesto que después de haber escuchado en esta
campaña los discursos encendidos del señor Mendiluce, flamante candidato
del Partido del Gobierno a las elecciones al Parlamento Europeo y adalid
de la paz en los Balcanes, una paz que por supuesto comparto, he podido
deducir que quizás ha llegado el momento de este reconocimiento. El señor
Ministro nos podría decir si el Gobierno tiene ya una fecha prevista para
el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Le reitero
una vez más que no se trata de un reconocimiento, que ya está hecho. Lo
que falta es el restablecimiento de relaciones diplomáticas, que se va a
hacer en fecha próxima y no creo que sea el momento para hacer pública la
fecha.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Martínez Casañ.




El señor MARTINEZ CASAÑ: Las razones por las cuales instamos en su
momento y hemos vuelto a incidir en este tema es porque pensamos que la
estabilidad y la paz en esta zona es un asunto bastante importante. El
establecimiento de relaciones entre los dos países contribuiría a esta
estabilidad. Desgraciadamente, el tiempo transcurrido desde el momento en
que la Comisión de Asuntos Exteriores de esta Cámara instó al Gobierno al
establecimiento de relaciones diplomáticas y ahora no ha venido sino a
confirmar el aspecto negativo de la falta de este restablecimiento.

El señor Ministro sabe que desgraciadamente las sanciones impuestas por
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en 1992, a los territorios
controlados por el régimen serbio en la antigua Yugoslavia no han tenido
solamente consecuencias catastróficas para la economía serbia, sino que
han tenido también consecuencias muy negativas para la ex república
yugoslava de Macedonia, en el sentido de que por una parte se han roto
sus relaciones con los socios comerciales tradicionales de este país y,
por el otro, tanto las vías marítimas como las fluviales para el comercio
de este país se encuentran alteradas. Esto se ve agravado por la actitud
del Gobierno griego al negarse a que la única salida natural a las
exportaciones e importaciones, a los flujos comerciales de la antigua
república de Macedonia, que es el puerto de Salónica, esté cerrada al
tráfico, lo cual hace que el transporte de las mercancías del doble flujo
comercial se deba realizar por Bulgaria y Albania y encarecerse sus
costes, por tanto, en un 30 por ciento, lo cual viene a agravar incluso
más la situación de este país. A esto añadimos que es un país inestable,
en el que entre sus dos millones de habitantes hay unas minorías
albanesas y búlgaras importantes; a esto añadimos que en el mes de
noviembre el gobierno del señor Gligorov, fruto de una coalición frágil y
moderada, tiene previstas unas sanciones y que esta coalición pudiera
verse



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rota debido a las tensiones existentes en este país por la mala situación
en que se encuentra y podrían surgir tensiones debido a nacionalismos
radicales que agravarían la inestabilidad del país y, por supuesto,
contagiarían de alguna manera el proceso débil de pacificación en que se
encuentra la zona.

Por ello, en nombre del Grupo Popular, tenemos que hacer llegar de nuevo
al señor Ministro nuestra posición. Quizá sea importante que, como el
señor Ministro ha expresado en este momento, a la mayor brevedad se
establezcan las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de España y
de la antigua república yugoslava de Macedonia, con lo que en realidad lo
único que se va a conseguir es contribuir a la paz, a la estabilidad y
evitar que quizá la única parte de la antigua república yugoslava que no
ha sufrido alteraciones territoriales pueda mantenerse en la forma en que
se encuentra afortunadamente en este momento.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Solamente
quiero clarificar un aspecto. Quizá se desprendiera de la intervención de
S. S. que el equilibrio de los Balcanes y el de Macedonia estuviera
ligado estrictamente a que España restableciera relaciones diplomáticas.

Nada más lejos de la verdad. Yo creo que en este momento, señoría, quizá
podríamos considerar las cosas al revés. Si conseguimos que algunas de
las gestiones que están en marcha, en este momento, previas al
restablecimiento de relaciones de España con Macedonia se puedan
producir, quizá contribuiríamos más a lo que a usted y a mí nos preocupa.

Pero no quisiera que la Cámara se llevara la impresión de que la
responsabilidad sobre semejante cuestión está sobre las espaldas de quien
les habla. La estabilidad de Macedonia está, desgraciadamente, muy lejos
de que se pueda resolver porque España restablezca sus relaciones
diplomáticas. Estamos trabajando, S. S. lo sabe bien; sabe el papel que
hemos jugado y el que estamos jugando en el ámbito de Naciones Unidas;
sabe el papel que estamos jugando en el ámbito de la Unión Europea y sabe
o debe saber que tomaremos una decisión en el momento en que sea más
eficaz para la causa que S. S. y yo compartimos, que es la causa de la
paz en Macedonia y en los Balcanes. No se interprete al contrario, porque
me parecería una cierta injusticia, cuando la postura de España va más en
la dirección favorable a todas las cuestiones que S. S. ha planteado.

Esto es lo que quería decir para que quedara claro en el «Diario de
Sesiones».




--RAZONES POR LAS CUALES EL INSTITUTO CERVANTES SUSPENDIO SUS ACTIVIDADES
EN COPENHAGUE EN EL MES DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1993. FORMULADA POR EL
SEÑOR RUPEREZ RUBIO (GP). (Número de expediente 181/000674.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos a la pregunta número 10, de la que es autor
el señor Rupérez: Razones por las cuales el Instituto Cervantes suspendió
sus actividades en Copenhague en el mes de septiembre del año 1993. Tiene
la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Pues ésa es la pregunta, señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): He aquí la
respuesta. El centro del Instituto Cervantes de Copenhague ha sido
cerrado en una operación de reestructuración de centros Cervantes que
tenían origen en instalaciones históricas que creíamos y seguimos
creyendo que deben ser mejoradas. El centro Cervantes de Copenhague se
volverá a abrir con instalaciones mejores. Ha afectado solamente a 44
personas, que eran las que en ese momento componían el colectivo de
alumnos del centro, y esperamos que se pueda convertir en presupuestos
posteriores en un centro de mayor dignidad, de mayor nivel y categoría
que el que teníamos, porque era uno de los centros heredados del viejo
sistema de la emigración española. Estamos en ese proceso en muchas
capitales, no solamente europeas, con la idea de crear una red que esté a
la altura de lo que creemos que debe ser la presencia cultural de España
no solamente en Europa, sino en el mundo.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Me parece plausible esa razón, entendiendo por
otra parte que el Instituto Cervantes tiene autonomía de funcionamiento.

Sin embargo, nos gustaría plantear que no por perfeccionismo se dejen de
atender determinadas demandas.

Esta pregunta, como muchas de las cuestiones que planteamos al señor
Ministro, tiene un origen muy directo allí mismo donde se produce el
problema. En el caso concreto de Copenhague, con ocasión de algún viaje
que hemos realizado, seguramente con relación a la celebración de una
sesión de la Asamblea del Atlántico Norte, fueron los propios agentes
diplomáticos españoles los que nos pusieron de relieve su extrañeza
cuando, dicen --y está en los números que seguramente conoce el señor
Ministro--, existe una demanda importante de aprendizaje del español.

Hace unos días hemos estado en Oslo, exactamente con la misma oportunidad
y con el mismo buen pretexto, que es la celebración de la Asamblea del
Atlántico Norte, y resulta que el centro que en este momento físicamente
está en manos del Instituto Cervantes y que efectivamente pertenecía
antes al Instituto de Emigración lleva tres años cerrado. Yo no sé si es
un buen centro, porque no lo he visto. No sé si reúne las características
necesarias para cumplir o para alcanzar los altos estándares que
evidentemente se está planteando el Instituto Cervantes. Pero como ya



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tenemos noticia de que el Instituto Cervantes, en otras capitales
europeas, ha planteado también exigencias que no eran fácilmente
atendibles en toda su integridad, precisamente por la dificultad de
presupuestos en que en este momento se mueve la acción exterior del
Estado, sería bueno plantearse que a lo mejor no hace falta tener unos
centros suntuosos para impartir las clases de español, que basta con
centros suficientes, que basta con profesores que sepan hacerlo y,
consiguientemente, a lo mejor podemos prescindir un poco del boato --no
creo que quieran boato--, a lo mejor podemos prescindir de determinadas
condiciones y, sin embargo, prestar esa atención que según nos consta
tiene una alta demanda en países escandinavos. Uno de ellos, por cierto,
Noruega, próximamente miembro de la Comunidad, de manera que razón
añadida para hacer todo lo posible para que el Instituto Cervantes haga
lo que tiene que hacer, que es transmitir profunda y ampliamente el
conocimiento del castellano.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Al hilo de la
reflexión que ha hecho el señor Rupérez quisiera hacer otra. Es verdad
que tenemos una preocupación, y yo personalmente por mis
responsabilidades en la Administración relacionadas con la cultura. Me
preocupa, por tanto, lo que S. S. plantea. Es verdad que se puede llegar
a unos extremos de perfeccionismo que hagan que las cosas no funcionen
hasta un determinado nivel de perfección que, por razones presupuestarias
o por otros motivos, se posponga. Creo que deberíamos tener en cuenta
--esto es lo que mueve al Director del Instituto Cervantes y a mí mismo
también-- que el nacimiento de esta institución tenga un cierto
prestigio; prestigio que no tiene nada que ver con el boato sino un
prestigio intelectual, social, universitario, etcétera. Quizá debiéramos
pensar --y lo estoy considerando para hablarlo con el consejo de
dirección-- en mantener una red doble, lo que podríamos llamar la red de
oro. La red fundamental del Instituto Cervantes no está en pleno
funcionamiento y, aunque no sea en los niveles de perfeccionamiento que
nos gustaría y quizá con una nomenclatura distinta para no tratar de
condicionar el futuro del Instituto Cervantes en París, Oslo, Noruega,
etcétera, deberíamos tratar de mantener con las instalaciones y medios
que existen el servicio de enseñanza estrictamente de nuestra lengua.

Como saben SS. SS., el Instituto Cervantes no solamente está dedicado a
la enseñanza estricta de la lengua, sino también tiene otras
atribuciones. Quizá esta fórmula podría paliar el problema de mantener el
nivel, el rigor, los estándares y los recursos económicos para ello,
porque esto se va a plantear no solamente en algunos países de Europa
sino también en algunos países de Africa. Esta es la preocupación que yo
tengo y trataremos de ver un cauce de solución a este problema.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Hemos terminado el orden del día y, por consiguiente, se levanta la
sesión.




Era la una y cuarenta y cinco minutos de la tarde.