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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 122, de 01/03/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 122
DEFENSA
PRESIDENTE: DON JUAN MUÑOZ GARCIA
Sesión núm. 8
celebrada el martes, 1 de marzo de 1994



ORDEN DEL DIA:
--Comparecencia del señor Ministro de Defensa (García Vargas), para
informar sobre la investigación que se lleva a cabo con referencia a los
18 soldados de la Compañía de Operaciones Especiales (COE) que se
escaparon de un cuartel de Palma de Mallorca para denunciar malos tratos.

A solicitud del Grupo Catalán, Convergència i Unió (número de expediente
213/000207) y Grupo Parlamentario Mixto. (Número de expediente
213/000206.) Esta comparecencia será cumplimentada por el señor
Secretario de Estado de Administración Militar.

--Comparecencia del señor Secretario de Estado de Administración Militar
(Arévalo Arias), para informar sobre los hechos protagonizados por
soldados de una Unidad de Operaciones Especiales en Palma de Mallorca. A
petición propia. (Número de expediente 212/000552)
Preguntas:
--Del señor Fernández de Mesa Díaz del Río (Grupo Parlamentario Popular),
sobre medidas en relación con la fuga de 18 soldados de la Compañía de
Operaciones Especiales (COE) de la Base «General Asensio» de Palma de
Mallorca el día 21 de febrero de 1994. (Número de expediente 181/000555)
--Del mismo señor Diputado, sobre circunstancias que han concurrido para
que se haya producido la fuga de 18 soldados de la Compañía de
Operaciones Especiales (COE), de la Base «General Asensio» de Palma de
Mallorca el día 21 de febrero de 1994. (Número de expediente 181/000554)



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--Del señor Romero Ruiz (Grupo Parlamentario Federal IU-IC), sobre
explicación del hecho de que 18 soldados que prestan el servicio militar
en las Islas Baleares hayan abandonado su unidad y alegado posteriormente
haber sufrido vejaciones en sus derechos fundamentales. (Número de
expediente 181/000553)



Se abre la sesión a las nueve y treinta y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, se abre la sesión.

En el orden del día de hoy figura la comparecencia, a petición propia,
del Secretario de Estado de Administración Militar para informar sobre
los hechos protagonizados por soldados de una unidad de operaciones
especiales en Palma de Mallorca. Sobre esta misma cuestión ha habido
solicitudes de comparecencia del Grupo Catalán, Convergència i Unió, y
del Grupo Mixto. Asimismo existen tres preguntas, dos del Grupo Popular,
del señor Fernández de Mesa, y otra, del Grupo de Izquierda Unida, de don
Antonio Romero. Todas estas iniciativas quedan subsumidas en esta
comparecencia y las intervenciones se producirán, en función de ello, del
grupo mayoritario al minoritario, terminando con el Grupo Socialista. Sin
más preámbulos damos la bienvenida al señor Secretario de Estado y le
agradecemos su rápida comparecencia. Tiene la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ADMINISTRACION MILITAR (Arévalo Arias):
Muchas gracias, señor Presidente.

Comparezco ante esta Comisión a petición del Gobierno, y atendiendo
igualmente otras solicitudes de diferentes grupos parlamentarios, para
informar acerca de los hechos acaecidos en la Compañía de Operaciones
Especiales número 7, de Palma de Mallorca, y dar cuenta de la
investigación que se lleva a cabo y de las medidas adoptadas. Parece
conveniente, a efectos de completar y marcar adecuadamente la información
concreta que se va a suministrar a SS. SS., referirse al tipo de unidades
donde han tenido lugar los incidentes que posteriormente vamos a exponer.

Las unidades de operaciones especiales, orgánicamente Compañía de
Operaciones Especiales, son tropas seleccionadas, organizadas e
instruidas para ser empleadas bajo un mando especializado en
circunstancias excepcionales. Constituyen un valioso medio en la lucha
irregular por su especial instrucción y preparación, tanto técnica y
física como psicológica, y son aptas singularmente para realizar misiones
en la retaguardia enemiga, tanto en apoyo de operaciones convencionales
como en apoyo de actuaciones irregulares. Sus misiones se pueden
clasificar, sintéticamente, en tres niveles: la actuación en operaciones
convencionales y actuaciones en la lucha de guerrillas y
contra-guerrillas, es decir, actuaciones en el contexto de lucha con
grupos irregulares. En relación con la actuación en operaciones
convencionales, sus acciones en beneficio y apoyo inmediato de las
operaciones de este tipo, y realizadas independientemente o coordinadas
con fuerzas convencionales, pueden ser: interdicción en la retaguardia
enemiga --realizando destrucciones en vías de comunicación e
instalaciones--, hostigamiento de la retaguardia enemiga --atacando sus
líneas de aprovisionamiento y sistemas de comunicación, destrucción o
neutralización de puestos de mando, centro de transmisiones,
instalaciones logísticas, etcétera-- y ocupación anticipada y transitoria
de puentes, desfiladeros, túneles y otros objetivos tácticos o
estratégicos, entre otras misiones, dentro del rubro actuaciones en
operaciones convencionales. En cuanto a sus actuaciones en apoyo a las
operaciones de guerrillas, singularmente en territorios o zonas dominadas
o controladas por el enemigo, el apoyo se puede circunscribir en algún
tipo de las siguientes acciones: organización, instrucción y
asesoramiento de las guerrillas existentes o en vías de constitución,
colaboración en las redes de información, evasión y escape, realización
de golpes de mano, sabotajes, destrucciones y capturas en zonas de
control enemigo; igualmente y de manera simétrica en actuaciones contra
grupos irregulares.

Este conjunto de actuaciones, de especial peligro y que exigen una
singular preparación, determinan el tipo de instrucción a que son
sometidos los miembros selectos de estas unidades selectas que son las
Compañías de Operaciones Especiales, los grupos o unidades de operaciones
especiales, de tal manera que los soldados deben adquirir unos
conocimientos y técnicas singulares, una gran preparación física y un
elevado espíritu de sacrificio para afrontar cualquier situación táctica
que se pueda presentar en combate, tanto desde el punto de vista físico
como psicológico. Algunas de las materias a desarrollar en su instrucción
en el momento de la incorporación a filas son la formación
físico-militar, ético-psicológica, instrucción de combate, conocimiento
de armamento e instrucción de tiro. Pero su formación más singular es
aquella que reciben una vez que el soldado se incorpora a su unidad de
operaciones especiales correspondiente, y ahí debe adquirir una formación
que tenga en cuenta tanto las misiones a atender como la conservación
básica para la seguridad del individuo, del soldado, como el bien más
preciado del combate y como punto de partida para otras enseñanzas, por
lo que son indispensables conocimientos (y así se forman las unidades)
referentes a primeros auxilios, topografía, conocimientos básicos de
escalada, conocimientos extensos de explosivos, transmisiones, fotografía
e interpretación fotográfica. Además deben conocer determinadas
prácticas, muy específicas, que requieren, para su enseñanza, zonas y
condiciones climáticas muy determinadas, como es el caso de la vida,
movimiento y combate en zonas invernales o de especial dificultad física
de todo orden, tácticas de supervivencia en los ambientes y situaciones
más hostiles y prácticas de combate en agua. Hay que decir que la
formación normal de este tipo de unidades, en contacto directo con el
ambiente físico en el que hipotéticamente deben aprender a desenvolverse,
lleva a que estén fuera de la



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unidad un mínimo de 120 días al año. De esto se trata cuando hablamos de
Compañías de Operaciones Especiales. Son unidades excepcionales, pensadas
para intervenir en circunstancias excepcionalmente duras y extremas y,
consiguientemente, que requieren una preparación excepcional, desde el
punto de vista físico, psicológico y táctico. Hay que decir que nuestras
Compañías de Operaciones Especiales participan regularmente en ejercicios
con otras unidades del mismo tipo de los restantes ejércitos europeos y
siempre han quedado en un magnífico lugar por su preparación e
instrucción.

Con este contexto, señorías, que conforma el entorno en el que se mueven
estas unidades que existen todos los ejércitos serios, que son todos los
ejércitos de nuestro inmediato entorno político, económico y cultural,
vamos a pasar a los hechos específicos que determinan mi presencia ante
ustedes. En primer lugar, ¿qué hechos son los acaecidos? Recordando un
poco, señorías, lo que ya en cierto modo conocen como consecuencia de lo
publicado en los medios informativos, a las 7,30 horas del día 21 de
febrero, en un programa radiofónico se informa en directa que 18 boinas
verdes pertenecientes a la Compañía de Operaciones Especiales de Palma de
Mallorca han abandonado durante la noche del domingo al lunes su unidad y
han denunciado públicamente y de forma colectiva haber sido objeto de
malos tratos y vejaciones por parte de sus mandos. Hay que decir que
quien actúa como portavoz manifiesta que su intención no es desertar sino
dar a conocer, a lo que llama altos cargos militares, su situación para
que sean castigados los culpables, presuntos culpables de los presuntos
malos tratos que manifiestan haber recibido. En los diferentes periódicos
de la mañana del día 22 y en diversos teletipos de agencias de prensa se
relata la fuga del cuartel de los 18 soldados y aparecen declaraciones
diversas, más o menos versadas y rigurosas, de determinadas personas, de
personalidades del ámbito de la política y de otros. Como consecuencia de
estos hechos se abre la correspondiente investigación; y así, el mismo
día 21 de febrero, el Juez Togado Militar Territorial número 19 instruye
diligencias previas número 1903/94, acordándose su archivo por auto de
fecha 22 del mismo mes, auto que gana firmeza al no ser recurrido por el
fiscal togado. En dicho auto se aprecia por el juez togado la posible
existencia de responsabilidades disciplinarias de las que podrían ser
autores los soldados que se ausentaron de su unidad sin permiso, por lo
que remite testimonios a la autoridad militar de la zona por si procede
la instrucción del correspondiente expediente disciplinario por falta
grave. Quiero recordar, señorías, que la disciplina es un valor
consustancial a los ejércitos de cualquier país y de cualquier época, y
su puesta en cuestión implica poner en cuestión la funcionalidad y la
naturaleza de los ejércitos como tales, por lo que esa puesta en cuestión
no puede quedar sin la correspondiente sanción disciplinaria.

Paralelamente, el Fiscal Jurídico Militar, Jefe interino de la Fiscalía
del Tribunal Territorial Primera, por orden del fiscal togado se desplaza
ex profeso, el mismo día 22, a Baleares al objeto de personarse en las
actuaciones. El mismo día 21 de febrero en que se conocen los hechos, a
la vista del parte suscrito por el Capitán de la Compañía de Operaciones
Especiales número 7, el General Jefe de la Zona Militar de Baleares da la
orden de instruir el expediente disciplinario por falta grave número
12/94, en depuración de responsabilidades contra los cuatro cabos y 14
soldados a quienes, con dicha fecha, les es impuesto un arresto
preventivo de 30 días. Quiero recordarles y subrayar el hecho de que no
solamente las autoridades judiciales, sino también la autoridad militar,
actúan con extraordinaria rapidez y diligencia para esclarecer los
hechos.

En virtud de las averiguaciones practicadas por el instructor del
expediente se concretó, posteriormente, que la presunta falta grave que
se imputa a todos los encartados es la tipificada en el punto 15 del
artículo 9.º de la Ley Orgánica 12/1985, que ha sido aprobada por nuestro
Parlamento, y que se refiere a hacer reclamaciones, peticiones o
manifestaciones contrarias a la disciplina o basadas en aseveraciones
falsas; realizarlas o formularlas con carácter colectivo. Asimismo se
imputa a un cabo, que forma parte del grupo de los 18, la comisión de
otra falta grave de las recogidas en el citado artículo 9.º, consistente
en abandonar en tiempo de paz un servicio o guardia distintos de los
incluidos en el apartado anterior, dado que dicho cabo se encontraba
desempeñando el servicio de cabo-cuartel y abandonó su puesto. Y a otros
dos soldados se les imputa igualmente otra del artículo 8.º del mismo
texto por abandonar el camión cuya custodia tenían encomendada, camión
que iba a ser utilizado ese mismo día en unas maniobras en el campo.

Recuerden SS. SS. que me he referido a que esas unidades pasan 120 días
fuera de su base practicando y preparándose en la instrucción que les
corresponde como tales.

Con fecha 25 de febrero de 1994, el General Jefe de la Zona Militar de
Baleares ordena la ampliación de la orden de instrucción del mencionado
expediente en el sentido de que se consideren imputados igualmente al
Alférez Jefe de la sección de combate, así como a cinco cabos primeros,
por la presunta falta grave del punto 11 del artículo 9.º de la Ley
Orgánica 12/1985, consistente en excederse arbitrariamente en el
ejercicio de la autoridad o mando sin causar perjuicios graves al
subordinado o al servicio. Con igual fecha se suspende de sus funciones
al Alférez y cabos primeros cautelarmente durante el plazo de tres meses.

Independientemente se ha impuesto una sanción de ocho días de arresto en
domicilio a un teniente de la compañía por una falta referente a que,
ostentando el mando de la Compañía de Operaciones Especiales número 7, no
mantuvo una manifiesta preocupación por sus subordinados, con lo que
vulneró lo previsto en los artículos 77 y 79 de las Reales Ordenanzas
para las Fuerzas Armadas.

Con fecha 28 de febrero, el Juez Togado Militar Territorial número 19 ha
dictado auto de procesamiento en el sumario número 1903/94 contra el
Alférez y cuatro cabos primeros por un presunto delito de maltrato de
obra inferior, previsto y penado en el artículo 104 del Código Penal
Militar. Señorías, en sólo siete días, contando con un fin de semana
dentro de ese período, se han investigado los hechos y se han adoptado
las medidas pertinentes tanto a nivel disciplinario militar como judicial
militar. Este



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Departamento, en mi persona, tiene que felicitarse y tiene que felicitar
a las autoridades militares del archipiélago balear, singularmente al
General jefe de la Zona Militar, y a las autoridades judiciales militares
por la diligencia, el rigor y la seriedad mostrados, que hay que decir no
son casuales ni extraordinarios sino normales y los que deben
corresponder.

Señorías, para terminar quisiera hacer unas breves consideraciones. En
primer lugar, quiero manifestar la firme voluntad de este Departamento de
que ante la aparición de cualquier hecho, por singular y marginal que
sea, de presuntos malos tratos en las Fuerzas Armadas, ese presunto
maltrato será perseguido en cuanto se pruebe su existencia con todo rigor
mediante la aplicación del Código disciplinario y penal militares. Hay
que decir, señorías, frente a la pretensión de que somos diferentes, que
no es el caso, que hechos singulares y marginales de malos tratos se dan
igualmente en otros ejércitos de cualquier país (invito a SS. SS. a
seguir la prensa diaria exterior para corroborarlo) y también en
cualquier institución colectiva, ya sea militar, ya sea civil. Quiero
recordar brevemente, como anejo, que los medios informativos han puesto
en conocimiento la disputa habida, no precisamente pacífica, entre dos
grupos de profesionales civiles, psicólogos y economistas, por el uso de
una biblioteca durante los últimos días.

En segundo lugar, quiero decir que la marginalidad de estos hechos queda
en evidencia todos los días si contrastamos lo acaecido (pueden darse
otros hechos marginales, como se han dado en el pasado y cabe pensar
lógicamente que podrían darse en el futuro, pero ello no obsta a su
marginalidad y singularidad) queda en evidencia, repito, si contrastamos
estos hechos mínimos con los 130.000 reclutas, 1.000 en las Compañías de
Operaciones Especiales, que diaria y diligentemente cumplen su servicio
militar a su patria en las diferentes unidades. Evidentemente, en ningún
caso esas situaciones singulares pueden afectar al buen nombre de los
50.000 profesionales de las Fuerzas Armadas que cumplen su trabajo todos
los días con rigor, abnegación y alta preparación y que están dejando muy
alto el pabellón de su país en los diferentes escenarios internacionales
en los que, formando parte de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas,
tienen que participar o en las maniobras de preparación conjunta con
otros ejércitos.

Tercera y última reflexión, señorías: como han visto al inicio de mi
intervención, las Compañías de Operaciones Especiales son unidades de
elite, existentes en cualquier ejército moderno de nuestro entorno,
pensadas para intervenir en situaciones límites de carácter físico y
psicológico. Hay que decir, señorías, que la guerra es una situación
límite que tiene poco que ver con cualquier juego de salón y por ello
requiere una preparación excepcional a la que no todos los reclutas
soldados pueden adaptarse. Yo --permítame el argumento ad personam-- dudo
de que con mi forma física hubiera podido resistir una formación de tal
entidad y profundidad, aunque tampoco hubiera solicitado pertenecer
voluntariamente a una COE. Al margen de cualquier otra consideración,
cabe pensar que los 18 soldados afectados, todos voluntarios en su COE
correspondiente, por el incidente, al margen de otras consideraciones
--repito-- cabe dudar de que pudieran adaptarse adecuadamente a esa
situación de preparación excepcional. Los cuadros de mando de las COE,
oficiales y suboficiales, figuran, señorías, entre los más preparados del
Ejército español. Debo manifestar, y termino, nuestra consideración a su
capacidad profesional y a su dedicación, al igual que a todos los
soldados españoles, voluntarios y, por supuesto, los profesionales que en
algún caso los hay, que participan y forman parte de las unidades de las
Compañías de Operaciones Especiales.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.) Por el Grupo
Popular tiene la palabra el señor Cortés.




El señor CORTES MUÑOZ: Señor Secretario de Estado, en primer lugar,
muchas gracias por su presencia. En segundo lugar, quiero decirle que por
lo menos visto desde aquí, desde este nivel de altura en que nos
encontramos, su aspecto físico parece excelente. Y en tercer lugar, le
agradezco la breve información que nos ha facilitado; información, eso
sí, hay que reconocerlo, de última hora en algunos aspectos.

No exagero al decir que estamos enfrentados en el día de hoy a un tema
delicado y que ante él se puede optar por una serie de posturas
diferentes, básicamente y desde nuestro punto de vista dos. En primer
lugar se puede optar por una postura, a mi juicio, poco responsable,
facilona, si se quiere, en un lenguaje coloquial, una postura a favor de
corriente dividiendo esta situación claramente y desde el principio entre
buenos y malos, entendiendo como buenos a los soldados y como malos a los
mandos militares, y de ahí hacia arriba hasta usted mismo. Pero no me
parecería en este caso y en esta situación una postura seria ni muchísimo
menos rigurosa ni, por supuesto, responsable. Existe la contrapartida, la
otra postura más difícil, más áspera, posiblemente más difícil de
interpretar o de explicar pero al mismo tiempo mucho más responsable, que
es la de intentar en esta intervención ser justos, ser objetivos y buscar
la verdad o la falsedad del hecho en que nos encontramos. Obviamente para
el Partido Popular esta segunda postura es la que adoptamos y la que
entendemos desde el primer momento.

Quiero dejar sentado, desde el principio, una cuestión que no por obvia
me parece menos importante. Es cierto que todos los presentes, los
participantes en este debate en esta Comisión tenemos la obligación, como
políticos, de defender a los jóvenes españoles; tenemos la obligación de
defender a los jóvenes españoles que es tanto como decir a nuestros
hijos, a nuestros sobrinos o a los hijos de nuestros amigos, en resumen a
todos los españoles que están ahora en esa edad que se entiende como edad
de servicio militar. (Rumores.) Pero siendo esto cierto... Voy a esperar,
señor Secretario de Estado, a que terminen de hablar. (Pausa.) Resulta
francamente complicado, en cualquier orden de la vida, intervenir cuando
hay grupos y corrillos hablando.

Insisto en que tenemos claramente la obligación de defender a los jóvenes
españoles, pero también tenemos la obligación, como políticos y como
españoles, de defender



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a nuestras Fuerzas Armadas. Las dos cosas son compatibles y las dos cosas
son obligación clara de cualquier político de cualquier partido español.

En este tema hay dos partes en conflicto, en un principio: por un lado
los soldados y, por otro, los mandos de la compañía; y si se quiere
seguir hacia arriba, como es lógico, los cuadros de nuestro Ejército
hasta llegar a ustedes, los cuadros del Ministerio de Defensa, es decir,
el Ministro y naturalmente usted como Secretario de Estado. Analizando
las dos partes vemos, en primer lugar, que los soldados han cometido un
acto, en principio, punible, sin matizar en estos momentos, previo
naturalmente al análisis de la situación y a las causas que lo han
motivado. Pero hay algo que sí está claro en este caso, en primer lugar,
y es que los soldados han cometido ya --y eso sí está demostrado-- un
acto en principio, como ya he dicho, punible. Falta saber --quizá hoy
usted nos ha apuntado algo, aunque no de forma completa-- el grado de
culpabilidad en que han incurrido y hay que conocer, naturalmente, las
causas que lo han motivado, y en función de esas causas habrá eximentes o
agravantes a su comportamiento no sólo negligente, sino punible, y que
está demostrado. Ha habido por su parte de forma casi inmediata, unas
horas después, una acusación de malos tratos. Honestamente quiero decir
que yo tenía aquí apuntado malos tratos, acusación coherente, hasta
cierto punto lógica, y que algo hay que decir cuando se produce un hecho
como el que nos ocupa, pero acusaciones no demostradas que pueden ser
verdaderas o que pudieran ser falsas. Parece ser, por lo que usted nos ha
dicho esta mañana, que estas acusaciones tienen una base de verdad.

Pero no es ésa la única causa posible; sí es la única que se ha argüido
por parte de los soldados. Hay otras causas por las que debemos deambular
con un cierto cuidado y durante unos minutos. Se ha hablado de la dureza
de las COE. Todos debemos entender, aceptar y congratularnos de que unas
compañías de operaciones especiales sean duras en sus planteamientos de
trabajo y de preparación; naturalmente sin caer en el error fácil de
confundir lo que es preparación dura con lo que es un exceso, como
podrían ser malos tratos. Se ha hablado mucho también del carácter
voluntario de estos jóvenes soldados. Es cierto que son voluntarios en la
elección de destino, pero no debemos olvidar que no son voluntarios en la
elección de hacer o no el servicio militar. Luego hay una voluntariedad
dentro de una obligatoriedad. En primer lugar, tienen la obligación como
españoles, y salvo causas que les eximan de ello, de acudir a hacer el
servicio militar obligatorio; y después, dentro de esa obligación, tienen
la libertad para elegir previamente su destino. Aquí podemos empezar a
presumir y a entender que todo esto debe servir para corregir
planteamientos que se han hecho mal, en lo que son ustedes absolutamente
responsables desde un principio. Si estas compañías de operaciones
especiales necesitan una preparación muy exigente, parece razonable que
estos soldados fueran profesionales. Es uno de los casos claros en que
parece lógico el nivel de profesionalidad, no ya sólo de voluntariedad de
la elección de destino, sino de profesionalizar la presencia en estas
compañías de operaciones especiales. Será fácil o difícil conseguir esto,
pero hacia ello hay que caminar.

Otro dato que ha salido también en los medios de comunicación y del que
hemos tenido conocimiento, en un primer lugar, a través de ellos es que
aquí llueve sobre mojado, porque en esta misma compañía parece ser que ya
en abril del año pasado, es decir hace meses, se produjeron dos
deserciones. Las deserciones puede que no sean un hecho excepcional, pero
ciertamente no deben ser hechos habituales. Si en una compañía se
producen deserciones en el número que sea, parece lógico y razonable que
no sólo los mandos militares, sino que los máximos responsables del
Ministerio de Defensa se hubieran alertado en aquel momento y hubieran
empezado a mirar esta zona de nuestras Fuerzas Armadas con una especial
atención, con un especial cuidado, y que hubieran estado atentos para que
precisamente allí no pudieran volver a producirse hechos parecidos.

Podrían quizá saltar inevitablemente en otros sitios, pero no en ése. Por
tanto, parece que se ha pecado por omisión o, por lo menos, que la
atención que se debía haber prestado por su parte no se prestó de forma
adecuada. Si los mandos son siempre importantes no sólo porque enseñan y
porque tienen experiencia, sino también porque velan para que se cumpla
lo que hay que cumplir, está claro que unas compañías como éstas, con un
carácter especial y de exigencia muy alto, los mandos son doblemente
importantes. Habría que saber también si los mandos de esa compañía
estaban, como debieran haber estado, al completo, no sólo ese día sino en
los días anteriores; es decir, si estaban los oficiales que debían estar
y los suboficiales que también debían estar.

De todo esto se deduce una serie de cuestiones claras: que éste es un
asunto serio, que trasciende a lo puramente local, y que no es sólo el
hecho de que dieciocho soldados de una compañía en concreto hayan
producido estos acontecimientos, sino que debe servir para hacer un
análisis de conjunto y que no vuelvan a ocurrir situaciones como las que
estamos analizando. Por eso desde nuestro grupo tenemos que pedir que se
exijan responsabilidades en tres órdenes. A los soldados, las que
procedan ni más ni menos, exacta y justamente las que procedan; a los
mandos que hayan incurrido en los hechos --según se desprende de las
palabras que usted ha pronunciado hace unos minutos sí se han
producido--, responsabilidades exactamente con el mismo sentido de la
justicia y con el mismo rigor, ni más y tampoco menos; y naturalmente
--es probable que ahora no me diga usted que sí con la cabeza, señor
Secretario de Estado-- exigir responsabilidades a ustedes, a usted, al
señor Ministro y al Ministerio en su conjunto. Veo que los gestos
ostensibles con los que usted agradecía mi intervención han cesado.

(Risas.) Pero no deja de ser absolutamente cierto que ustedes han dejado
que exista un caldo de cultivo negativo en el que pueden crecer estas
situaciones. Esa es su responsabilidad. Si hasta ahora no han sido
capaces de evitar que ese caldo de cultivo exista, ahora es el momento de
solucionarlo. Debe servir, pues, para corregir errores y sobre todo para
cambiar planteamientos. Qué fácil es decir, como yo mismo he dicho antes,
que los soldados que vayan a las compañías de operaciones



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especiales no sean voluntarios forzosos, sino que sean profesionales. Yo
sé que es fácil decirlo y quizá no tan fácil llevarlo a la práctica, pero
hasta que esto pueda ser una realidad y todos los puestos en esas
compañías sean cubiertos por profesionales se pueden arbitrar soluciones
intermedias.

Yo no tengo la menor duda de que estos chicos cuando eligen ese destino
lo hacen porque es atractivo en un principio, y cuando se tienen 20 años
recuerdo que más atractivo. Toda la parafernalia que lo adorna, desde las
boinas verdes y la idea de guerrillero hasta, si se quiere, el recuerdo
tan manido a las películas que todos hemos visto y conocemos,
evidentemente es un atractivo para cualquier joven que tenga que hacer el
servicio militar. Pero sobre lo que tengo una duda razonable es si saben
exactamente a lo que van, si saben exactamente en qué consiste el trabajo
y el estar en esas compañías de operaciones especiales y si tienen la
información suficiente para saber a lo que van. Pienso razonablemente,
insisto, que no lo saben, y que de ahí derivan muchos males. En esas
compañías de operaciones especiales se podría establecer perfectamente un
sistema de preparación paulatina y eliminatoria de estos jóvenes. No
parece descabellado pensar que estos chicos, después de un período de
tiempo en estas compañías, que podría fijarse en un mes, mes y medio o
dos meses, lo que se considerara necesario, al incorporarse a su servicio
militar conocieran ya en qué consiste estar en esas compañías de
operaciones especiales y proceder en ese momento a una ratificación o no
de mantenimiento en ese destino o la petición de pase a otro destino. Sé
que eso podría plantear problemas, pero serían de índole burocrático
fundamentalmente, mientras que sí se estaría dando una segunda
posibilidad a estos jóvenes para poder decidir si están preparados o no
para seguir en esas operaciones. Porque es cierto que una cosa es ir a
ellas y otra es estar mental y físicamente preparados para poder llevar
adelante el trabajo que se les exige. Por tanto, que hubiera, si se
quiere, una eliminación voluntaria a partir de cierto período de tiempo.

Voy a terminar dentro de muy poco y lo voy a hacer diciendo, en primer
lugar, que nosotros, los políticos del Partido Popular, por dos razones
fundamentales, una, porque no somos imbéciles, y la otra, porque no somos
demagogos, sabemos y estamos absoluta y rotundamente seguros de que las
Fuerzas Armadas son necesarias. Con demagogia se puede construir y decir
todo lo que se quiera, pero hay una realidad a nuestro juicio
incuestionable: que las Fuerzas Armadas son necesarias. También sabemos
--y lo sabemos porque conocemos la realidad-- que el 99 por ciento de
nuestros militares tiene un alto nivel de preparación, y no sólo esto
sino que también tienen lo que se conoce como afán de servicio y de
entrega, en este caso, a España y a la sociedad española. Y yo creo que
es justo, y en estos momentos como éste es necesario dejarlo más claro,
decirlo así y decir que sería totalmente injusto cualquier intento de
socavar el prestigio de nuestras Fuerzas Armadas. Por otra pare, es obvio
y está claro que el servicio militar no es lo más apetecible ni lo más
destacable para los jóvenes españoles, pero no para los jóvenes españoles
de 1994 ni de 1993 ni de 1992, sino para todos los que no somos ya tan
jóvenes y que, naturalmente, cuando tuvimos esa edad tuvimos que hacer el
servicio militar. Muchos de nosotros tenemos muy claro que algún día hay
que llegar al ejército profesional. Tenemos también claro que algún día
hay que llegar a una situación en la cual el servicio militar no sea
obligatorio, pero también tenemos claro que racionalmente en estos
momentos eso no es fácil ni, desde luego, posible a muy corto plazo.

Mientras estemos en la situación de un ejército mixto y hasta que en un
futuro, cercano o menos cercano, se pueda llegar, si es que entonces se
considera como lo ideal, a un ejército profesional, debemos estar en la
situación que estamos y debemos aceptar el hecho incuestionable de que
junto a fuerzas profesionales, si se quiere cada vez más numerosas, debe
seguir habiendo un contingente, si se quiere cada vez más numeroso, de
jóvenes españoles que al igual que millones de españoles durante
generaciones y generaciones tengan la obligación de hacer el servicio
militar.

Termino, señor Secretario de Estado, recordando nuevamente la exigencia
de responsabilidades a los tres niveles de referencia anterior, es decir,
soldados, mandos militares de la compañía y hacia arriba, naturalmente de
forma muy especial a usted, señor Secretario de Estado y al señor
Ministro, al que si Dios quiere veremos a continuación.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Cortés. Le ruego excusas por el
eventual y efímero corrillo, motivado por las explicaciones que nos han
proporcionado los portavoces de Izquierda Unida y del Grupo Catalán
(Convergència i Unió), que estaban en otra Comisión, y por esta razón su
no presencia en esta Comisión.

El señor Romero, por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra.




El señor ROMERO RUIZ: Gracias, señor Presidente.

Efectivamente, como bien ha dicho el señor Presidente --y pido disculpas
a la representación del Gobierno, a la Mesa y a todos los miembros de la
Comisión-- obligatoriamente me encontraba en la constitución de la
Comisión de Investigación de la Dirección General de la Guardia Civil que
acaba de realizarse en otra sala de este palacio cuando se iniciaba esta
comparecencia.

Solicitamos esta comparecencia en su día para conocer la opinión del
Gobierno, del Ministerio de Defensa sobre un hecho grave, de gran
dimensión: dieciocho jóvenes abandonan su unidad y denuncian por malos
tratos a sus mandos. El problema de los malos tratos en el seno de las
Fuerzas Armadas no es nuevo en España; tampoco es el único lugar donde se
producen denuncias de estas características, entendiendo los malos tratos
como de obra, de palabra, atentarios contra la dignidad, humillaciones o
abuso de autoridad, que es distinto, pero a veces se superponen los malos
tratos y los abusos de autoridad en relación con los jóvenes que prestan
el servicio militar obligatorio. En Europa hay un debate abierto sobre
este asunto y existen asociaciones para la defensa de los intereses de
los soldados. Nuestro Gobierno, tan europeo él para otras cosas, en este
tema no quiere oír hablar de lo que sucede en Dinamarca, en Holanda, en
Bélgica y en otros países, así como tampoco de las recomendaciones del
Consejo de



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Europa sobre este asunto que es importantísimo, no sólo en un modelo de
Fuerzas Armadas que se base en el servicio militar obligatorio como en
los modelos de ejército profesional; hay mecanismos de asociación y de
defensa de los derechos de los soldados con delegados e interlocutores
ante los mandos y ante las autoridades de defensa de los países
respectivos. Sería muy importante --incluso yo lo aconsejaría-- que desde
la Mesa de la Comisión, a través de nuestros servicios técnicos, se
solicitara documentación para comparar y ver en estos países cómo
funcionan las asociaciones de defensa del soldado. En España no sólo no
se ha avanzado nada en esa dirección, cuando se promulgó la Ley Orgánica
del Servicio Militar, en la que se rechazaron todas las enmiendas del
Grupo Parlamentario de Izquierda Unida, sino que se tiene una especie de
alergia y de confrontación con la Oficina del Defensor del Soldado que
funciona en nuestro país. Esta oficina ha demostrado con rigor que sólo
en Madrid, en el año 1993, se han producido 739 denuncias por malos
tratos y 320 denuncias por abusos de autoridad. En esa línea, siempre se
destaca que las compañías especiales de nuestro Ejército, la Bripac, la
Legión y las COE, son lugares, por la especial dureza de los ejercicios,
en los que se producen denuncias por situaciones límite o de estas
características. Creo que las unidades especiales tienen una dureza
extraordinaria, pero ello no autoriza a violar los derechos de sus
componentes, de ninguna manera; no se pueden violar en ningún caso. En
más de una ocasión se han publicado en la prensa de nuestro país
denuncias por agresiones, quemaduras de cigarros, humillaciones, arrestos
que no se corresponden con el reglamento, etcétera. Eso quiere decir que
todavía tenemos algunas asignaturas pendientes en la modernización de
nuestras Fuerzas Armadas. Esta expresión no gusta, en absoluto, al señor
Secretario de Estado porque cree que todas están aprobadas; él no tiene
ninguna asignatura pendiente, es la perfección total con un dogmatismo
enorme; tuvimos oportunidad de hablar el otro día de este asunto y según
él todas las asignaturas están aprobadas. Reconozco que en las Fuerzas
Armadas de nuestro país se han logrado avances extraordinariamente
positivos y que hoy el problema de los malos tratos no está generalizado.

Al contrario, hemos matizado mucho nuestra crítica y hemos dicho que la
Constitución se resiste a entrar en algunas unidades y en algunos
cuarteles de nuestras Fuerzas Armadas porque, en general, nuestro
Ejército es constitucional, democrático, con valores de respeto a sus
integrantes; eso lo reconocemos. Pero todavía hay asignaturas pendientes,
señor Secretario de Estado, a ver si usted lo reconoce de manera clara,
porque decían los clásicos que desgraciados lo tiempos en los que hay que
demostrar lo evidente, y lo evidente es que 18 jóvenes han salido de su
unidad, quedándoles dos meses para licenciarse, demostrando así lo
agobiado de su situación al abandonar cuando faltaba poco tiempo para
terminar la prestación del servicio militar obligatorio.

Es necesario que nos dotemos de algunos mecanismos que ya se comentaron
en su tiempo. A ustedes se les dicen las cosas (a veces les decimos que
las golondrinas no traen la primavera pero la anuncian) y ustedes, como
el que oye llover, no toman ninguna medida. Se constituyó una ponencia
para decir que hay en España problemas graves de imagen de las Fuerzas
Armadas ante la juventud española. Hay en España una cultura profunda,
arraigada, histórica, en relación con el hecho militar, como no hay en
ningún otro país de Europa. España no participó en la primera ni en la
segunda guerra mundial; ha tenido un ejército como el que ha tenido, con
pronunciamientos internos y considerando al enemigo interior como cosa
prioritaria, y hay una situación en nuestro país marcada por su propia
historia. a partir de ahí se hacen unos análisis y se llega a la
conclusión de que tenemos un crecimiento demográfico cero y un aumento de
la objeción de conciencia geométrico (no se conoce en ningún otro lugar
de Europa una situación similar) que nos puede llevar este año a 105.000
objetores de conciencia y en dos años más a superar el 50 por ciento de
los jóvenes llamados a incorporarse a filas en nuestro país. Hay que
tomar medidas y se están perdiendo años preciosos. Cuatro o cinco años
muy importantes se han perdido ya para solucionar una serie de temas de
mejora de las Fuerzas Armadas y de las relaciones de sus componentes,
mandos y soldados, y al mismo tiempo de ir hacia la profesionalización,
caminando con decisiones claras hacia ese objetivo. Pero hay una serie de
asuntos que no están resueltos y que posibilitan situaciones como las que
se han producido recientemente y de las que tenemos --como una especie de
goteo-- eco en la prensa y en los medios de comunicación de manera
cotidiana. A saber, que en España no funcionan bien los siguientes hechos
relativos al servicio militar obligatorio y al papel que se debe
desempeñar en este momento.

Primero, el reconocimiento médico antes de incorporarse a filas es
calificado se rutinario no sólo por los que lo padecen, sino por el
propio Defensor del Pueblo, en su comparecencia en la Ponencia que
debatió esta Cámara el modelo de Fuerzas Armadas, diciendo que ahí se
encontraba el origen de problemas posteriores, de arrestos, de
indisciplina, y problemas de carácter psicológicos y psiquiátricos que no
eran advertidos en el reconocimiento médico previo. Es necesario seguir
profundizando porque todavía existe aquella famosa expresión: ¿Usted
quéalega? Y si el ciudadano no sabe que padece alguna enfermedad dice que
no alega nada, se le incorpora a filas y él desconoce que padece una
enfermedad que luego se le manifiesta y crea problemas gravísimos en el
seno del Ejército al creerse que son inadaptaciones y problemas de
disciplina y que no se pueden resolver con arresto sino con un
diagnóstico adecuado. Este es un problema muy grave, cuando estamos
hablando de más de 200.000 jóvenes anuales llamados a incorporarse al
servicio militar obligatorio, que ha de resolverse con un reconocimiento
médico de carácter más integral y riguroso.

Segundo, en nuestro país no existen asociaciones de soldados con
delegados que sean interlocutores, como existen en otros países europeos;
no existen. Es un dato. Nosotros tenemos esa opinión. Ustedes no
comparten esta idea a tenor de los debates que hemos celebrado en esta
Cámara, pero quizá si hubiera una interlocución de estas características
no se hubiera producido una situación como



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la de Palma de Mallorca. A veces se plantea que la única solución que
ustedes dan es repartir un folleto cuando el joven llega al cuartel
diciéndole: Si usted tiene un problema, diríjase al Defensor del Pueblo o
diríjase a su mando, pues a lo mejor tiene el problema con el mando y no
le va a enviar una carta criticando al mando o poniendo a parir al mando
(Risas.) en una carta directamente a él, para que éste la curse a otros
mandos superiores. Esta es una cosa inaudita, y no sé cómo piensan
ustedes que los jóvenes con esa edad pueden hacer uso de ella.

Hay una tercera cuestión que nosotros consideramos importante y
asignatura pendiente todavía, aunque se ha avanzado en este campo, y es
la enseñanza militar. La enseñanza militar, tanto en el plano teórico
como en ejercicios prácticos, no termina de adecuarse a lo que se
necesita en un país moderno, como España, con jóvenes procedentes de la
enseñanza media en su mayoría y de una cultura que necesita de cierto
razonamiento y de un enfoque más amplio que el esquema clásico con el que
se venía impartiendo una enseñanza militar muy ideologizada --ya se está
eliminando ese plano-- o unos ejercicios que es necesario corregir.

En cuarto lugar, el propio Defensor del Pueblo dijo que se pueden dirigir
ejercicios de instrucción sin insultar a los soldados que los hacen, sin
emular ese lenguaje tan cotidiano y anglosajón (Risas.) de las películas
donde la gente se insulta de manera extraordinariamente fuerte para decir
que se gire a la derecha o que se gire a la izquierda, o que se haga un
ejercicio, lo que se puede hacer con otro tipo de tecnología y de
lenguaje que no sea el del insulto permanente que humille la dignidad de
la gente que lo protagoniza. (Risas.)
Es necesario que todos estos asuntos se resuelvan, porque son asuntos de
evidente gravedad; todo el mundo los conoce. Yo no sé de qué se ríe el
señor Secretario de Estado (hay una vieja canción latinoamericana que
dice: ¿de qué se ríe?) cuando estamos hablando de un tema de especial
gravedad, de malos tratos en las Fuerzas Armadas. Quizá sea por el
nerviosismo que le asiste o quizá enfoque un tema de estas dimensiones
riéndose de manera permanente, pero no creo que sea motivo de risa el
hablar de malos tratos en el servicio militar en España. (Rumores.) Creo
que son cosas que debemos resolver y que debemos resolver bien; son
temas...




El señor PRESIDENTE: Señor Romero, le ruego concluya.




El señor ROMERO RUIZ: Concluyo diciendo que nosotros no queremos que nos
descalifiquen de manera tan burda como es decir: Ustedes hacen
catastrofismo y eso no existe. Todo el mundo lo sabe y en todas las
familias hay gente que va al servicio militar, por lo que el desmentido
lo tienen de inmediato por la vía de los hechos. Y como las mentiras
tienen las patas tan cortas, no sería bueno que se avanzara en esa idea,
sino que en defensa de la imagen de las Fuerzas Armadas, en defensa de
los intereses de nuestros soldados, debemos corregir estas deficiencias
que están claras, y desde luego evitar la barbaridad --no sé si el
portavoz del PP lo ha insinuado-- de que a los soldados les caiga la pena
que les tiene que caer, porque si cae una pena de sedición, con quince
años de cárcel a dieciocho jóvenes que han abandonado su unidad, es una
barbaridad y una monstruosidad en todos los lugares, pero con lo que está
pasando en España, y sólo basta con mirar alrededor, sería una barbaridad
doble.




El señor PRESIDENTE: Considerando que la sonrisa no supone ninguna
descortesía, damos la palabra al señor Sanz, por el Grupo Socialista.




El señor SANZ DIAZ: Señor Presidente, en nombre del Grupo Socialista
quiero agradecer la información que nos ha proporcionado el señor
Secretario de Estado en esta comparecencia, a petición, además de otros
grupos, inicialmente del propio Gobierno que rápidamente, una vez que
estos hechos han saltado a la opinión pública, se ha apresurado a dar
cuenta de ellos en el ámbito que es propio, que son las Cortes Generales.

Quiero señalar que la actuación del Ministerio de Defensa, a tenor de las
explicaciones que ha dado el señor Secretario de Estado, ha sido ágil y
correcta. Ha sido ágil por la actuación inmediata del juez togado y por
la investigación abierta por las autoridades militares que ha conducido,
en el plazo de tan sólo una semana, a adoptar medidas sancionadoras
contra determinados mandos. Ha sido correcta, a nuestro juicio, porque la
acción se dirige contra los mandos que están presuntamente en el origen
de estos incidentes, exonerando de delito a los soldados, pero también
por haber iniciado la investigación de la conducta de los soldados,
obviamente irregular, y haberla iniciado estudiando caso por caso, porque
sus situaciones eran diferentes según el estado de servicio en el que se
encontraban, y que esto se haya encauzado a través del marco de la Ley
Disciplinaria de las Fuerzas Armadas.

En conjunto, el tema que estamos tratando hoy constituye un hecho aislado
como lo demuestra el que la Defensora del Pueblo, en su último informe,
no haya incluido los malos tratos y novatadas entre sus prioridades, por
el escasísimo número de quejas que ha recibido precisamente como
consecuencia del programa de erradicación de las mismas, puesto en marcha
en su día por el Ministerio, y de las efectivas sanciones que ha impuesto
cuando estos casos se han producido en ocasiones anteriores. A nuestro
juicio los soldados deben ser una parte activa primordial para erradicar
los restos de estas prácticas incívicas que están específicamente
castigadas en nuestra legislación, y que deben hacerlo aprovechando los
cauces ordinarios entre los que no sólo está la línea jerárquica, como a
veces se aduce erróneamente, sino que los soldados pueden acudir
directamente al juez, al fiscal o al Defensor del Pueblo, posibilidad
esta última que el Congreso de los Diputados recogió en la última Ley del
Servicio Militar que aprobamos hace un par de años. Por tanto, los
soldados que están cumpliendo el servicio militar se encuentran con los
cauces ordinarios para elevar sus quejas, de tal manera que con total
seguridad para la integridad de sus personas y con la seguridad de que no
van a sufrir represalias puedan



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actuar, y los mandos y la autoridad puedan estar debidamente informados
de lo que ocurre en los cuarteles cuando se desvían las conductas. Por
ello, es decir, porque las garantías y los cauces existen, no pueden
admitirse conductas como las protagonizadas por estos soldados, cuyas
actuaciones y obligaciones están sometidas a normas específicas propias
del servicio de las armas. En este sentido consideramos que no deben
hacerse generalizaciones y que la opinión pública debe valorar los hechos
ponderadamente. Queremos apoyar, desde nuestro Grupo, al Ministerio de
Defensa en su voluntad decidida por aplicar con todo rigor nuestro
ordenamiento penal o disciplinario cuando surgen hechos marginales sobre
una normalidad que es la generalidad de las conductas y que se debe tanto
a la dedicación de nuestros mandos, de los mandos, quiero decir, de las
Fuerzas Armadas, como a la actitud de los soldados que cumplen el
servicio militar.

Por último quiero hacer una breve referencia a que el debido conocimiento
que la sociedad española debe tener sobre el funcionamiento de las
misiones de nuestros ejércitos es lo que puede ayudar a que estos hechos
se contextualicen en el conjunto general de la operatividad y de la
eficacia de nuestras Fuerzas Armadas. Las actuaciones que ha habido en
los conflictos internacionales como fuerzas de paz han contribuido a ello
de manera decisiva, pero informaciones como las que el señor Secretario
de Estado nos ha proporcionado, al principio de esta sesión, sobre las
misiones y las características de la formación que se proporciona en las
compañías de operaciones especiales nos permiten entender el contexto en
que se desarrolla esta preparación, que en este caso es una preparación
dura, de las unidades y que por ello precisamente es un destino que se
pide con carácter voluntario. La sociedad debe saber que la lógica dureza
de este tipo de preparación es perfectamente compatible con la dignidad
de los soldados que sirven en estas unidades, que la generalidad de los
mandos está actuando en esta línea y, detrás, el Ministerio está velando
para que este tipo de conductas no se produzca y que cuando se produzca
se sancione con toda rapidez y con todo rigor, como en este caso,
afortunadamente, ha ocurrido.




El señor PRESIDENTE: El señor Secretario de Estado tiene la palabra.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ADMINISTRACION MILITAR (Arévalo Arias):
Contesto a las intervenciones de los diferentes portavoces.

Estoy muy de acuerdo con muchas de las cosas y con muchos de los
planteamientos expuestos por el señor Cortés. Sólo cuando se excede, en
mi opinión, tengo que discrepar cortésmente del señor Cortés.

De acuerdo por completo en la línea de que no cabe calificar de buenos y
malos. No es una buena visión una visión maniquea del mínimo incidente
sucedido. Hay que estar a los hechos, al juicio que corresponde a la
autoridad militar y a la autoridad judicial en sus ámbitos respectivos y,
consecuentemente, esperar --y, como es lógico, estamos seguros de que así
será-- que se llegue a un adecuado tratamiento de los mismos, como los
antecedentes que he expuesto en mi primera intervención hacen claramente
pensar, por la diligencia y el rigor con que se han adoptado las
decisiones oportunas.

Es ideal que determinadas unidades estén dotadas de soldados
profesionales. Este Gobierno es fiel a lo establecido en el acuerdo del
Pleno del Congreso de los Diputados del año 1991 por abrumadora mayoría
de los representantes del pueblo español, incluyendo al Grupo Popular,
que determina un modelo mixto para nuestras Fuerzas Armadas, parte
profesional y parte nutrido del servicio militar regular.

Lógicamente, la dotación de profesionales a las distintas unidades sigue
un criterio riguroso y ordenado, teniendo en cuenta, a propuesta de los
cuarteles generales de los ejércitos respectivos, lo que son sus primeras
prioridades, atendiendo singularmente a la operativa militar y a la
participación, dentro de esa operativa militar, en las operaciones
exteriores de mantenimiento de paz, entre otras, a que están sometidas
nuestras Fuerzas Armadas. Pero hay que decir, señor Cortés, que los mozos
españoles que son voluntarios en las compañías de operaciones especiales
no están precisamente menos capacitados física y psicológicamente, con
las excepciones que puedan darse de rigor y que son extrapolables
perfectamente al colectivo de profesionales, para participar en este tipo
de unidades, si bien se requiere, lógicamente, una dotación inicial
sobresaliente. Sería desmerecer y minusvalorar la capacidad física y la
capacidad psíquica y, por consiguiente, el resultado funcional que se
consigue con los españoles que voluntariamente acceden a las compañías de
operaciones especiales. Han sido muchos miles, durante muchos años ya, y
el número de incidentes que ha podido haber en esas unidades, en ese
tiempo, ha sido francamente ridículo y no significativo, lo que revela
que quienes acceden a ellas cumplen adecuadamente los estándares exigidos
en preparación de toda índole y cumplen también satisfactoriamente las
misiones y las funciones que les corresponden por pertenecer a este tipo
de unidades.

Cuando ha habido en esta unidad o en cualquier otra algún hecho singular
y marginal --y me he adelantado, lógicamente, a pensar que la
singularidad y marginalidad no quiere decir que sean los únicos que
puedan producirse, ni lo han sido ni lo serán--, lo que hay que hacer es,
porque la realidad es inevitablemente viva y plural, sobre todo cuando
estamos jugando con personas y no con máquinas, entenderlo, conocerlo y
corregirlo con rigor y con seriedad. Pero realmente son singulares y
marginales. Y cuando ha sucedido cualquier hecho se ha actuado de manera
coherente por la autoridad militar y por la autoridad judicial. E igual
sucede --y ahorro a SS. SS. el detalle, aunque si tiene interés me
ofrezco a darle la explicación concreta y circunscrita al respecto-- con
otros tipos de incidentes que han podido darse en relación con el que se
trata.

Deseo garantizar al señor Cortés que los mandos estaban al completo y
paso a decirle la dotación y la realidad: Oficiales, cuatro, según la
plantilla del año 1988; oficiales en la realidad, cuatro. Suboficiales,
siete; suboficiales en la realidad --y quiero recordar al señor Cortés
que el cabo



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primero ejerce las mismas funciones que un suboficial, que un sargento,
en este caso concreto--, siete. Y sí, en relación con la plantilla de
soldados, mientras que estaban previstos 85, no estaba a total dotación
74, pero el encuadramiento de la unidad era el previsto taxativamente en
las plantillas correspondientes y fijadas al año 1988.

No hay --en una visión que yo calificaría en este caso, con total
cortesía y discreción, de excesiva-- ningún caldo de cultivo que tenga
que corregirse; no hay tal caldo de cultivo, señor Cortés. Los incidentes
que suceden son absolutamente excepcionales; le garantizo que, en la
medida de lo razonable, todos los que quieren acceder a las compañías de
operaciones especiales saben perfectamente a lo que van y se comportan de
forma sobresaliente. En mi primera intervención he debido, en justicia,
alabar, no sólo a los mandos de las COE, sino también a los magníficos
soldados COE. Y singularmente aquellos casos que se salen de la norma son
corregidos, como antes he mencionado.

Sobre la referencia que ha hecho el señor Cortés al ejército profesional,
preferiría hablar un poco más adelante, cuando conteste al señor Romero.

Yo quisiera solicitar al señor Romero que no me juzgue temerariamente,
sobre todo sin haberme oído. En ningún caso ha salido de mi boca, he
pretendido decir ni he dicho que todas las asignaturas están aprobadas. Y
no lo he dicho porque no lo creo, señor Romero. Entiendo que, partiendo
de la realidad determinada hacia un objetivo que es inevitablemente
mudable, como todas las circunstancias que afectan al ser humano, siempre
quedan tareas por hacer y siempre quedan asignaturas por aprobar. Por
tanto, no me juzgue temerariamente porque ahí concordaría con él en que
no todas las asignaturas están aprobadas, sino que cabe mucho por hacer.

Por ejemplo, y adelanto, este Ministerio se encuentra en este momento
elaborando un reglamento del servicio militar que quiere que sea una
pieza muy importante en la modernización e información de lo que debe
hacerse en el ejercicio de este deber de todos los españoles de
contribuir a defender su país.

Tengo que discrepar del señor Romero cuando se excede y presenta una
visión tremendista, que no catastrofista, y prefiero quedarme con S. S.

cuando se muestra moderado y razonable y hace afirmaciones en las cuales
concordamos fehacientemente, como son reconocer las mejoras permanentes
habidas en nuestras Fuerzas Armadas, ese canto que ha hecho a que
disponemos de un Ejército democrático y representativo, entre otros
adjetivos igualmente positivos para el mismo, y los avances habidos en la
enseñanza militar.

En la línea de mejorar y perfeccionar nos movemos y deseamos que el señor
Romero nos acompañe en ese proceso de perfeccionamiento y avance
permanente.

Lógicamente, no puedo estar de acuerdo en esa visión negativa
generalizada de lo que es el reconocimiento médico, y no por una mera
aseveración sujeta a fe y creencia, sino porque la realidad de todos los
días de los cientos de miles de soldados que forman parte de los
reemplazos de este país durante años, años y años niega fehacientemente
que exista una visión superficial de los reconocimientos médicos, o
rutinaria, si se entiende rutinaria en un sentido peyorativo.

Consiguientemente, no puede darse eso que ha señalado, problemas
gravísimos en el seno del Ejército como consecuencia de esos presuntos
reconocimientos rutinarios.

También quisiera decir que ya hace tiempo que cumplió su servicio militar
y ha debido olvidársele cómo se le mandaba. Tengo que discrepar
radicalmente de esa pretensión de que se insulta permanentemente en la
instrucción. Eso sólo existe, señor Romero, salvo algún caso excepcional
que pueda darse, en su fértil y creadora imaginación.

Lamento que haya llegado tarde no a esta sesión, sino a la lectura de los
medios informativos, pues ya hace días que han informado de que no cabe
ninguna pena de sedición; el juez que investigó la posible comisión de
este delito archivó correspondientemente el caso por entender que no lo
había. La noticia es antigua, pero no de esta sesión. Es de hace unos
cinco días aproximadamente, señor Romero.

Quisiera referirme a esos presuntos malos tratos. Lógicamente, cuando no
tienen esa generalización tremendista a que hace referencia el señor
Romero, no son recogidos por las organizaciones serias y rigurosas,
aunque sí pueden figurar en otro tipo de ellas.

El Defensor del Pueblo es la organización seria y rigurosa que reconocen
todos los españoles, y singularmente este Parlamento porque es un
comisionado del mismo, y este Ministerio tiene que felicitarse por el
juicio que le merecen en este caso concreto la evolución de las
novatadas, por un lado, o de los presuntos o malos tratos, por otro.

Esperamos y deseamos que el informe que elabore el Defensor del Pueblo
sobre lo acaecido en el año 1993 nos sea igualmente y de una manera
global favorable, sin dejar de comprometer la voluntad de este
Departamento en colaborar con la institución del Defensor del Pueblo, que
es, como digo, seria y rigurosa por definición, en clarificar cualquier
sucedido que, de manera negativa en relación con novatadas o malos
tratos, pueda tener lugar en nuestro ámbito de competencia
administrativa.

Y ahora voy a decir algo en relación con el tema del ejército
profesional, que se ha abordado, si bien de manera singularmente
diferente, por ambos portavoces.

Cuando se habla de ejército profesional, si se quiere ser riguroso y
serio en su tratamiento, hay que tener en cuenta una serie de
circunstancias o aspectos.

En primer lugar, quiero recordar que es un debate formalmente cerrado
desde el acuerdo del Congreso, por abrumadora mayoría, al que antes he
hecho referencia, que establecía como modelo para nuestras Fuerzas
Armadas un Ejército mixto, que atendiera tanto las misiones específicas
de defensa del territorio nacional como la cooperación en el ámbito de
las organizaciones multinacionales a las que nuestro país pertenece, en
aquellas misiones que se le pudieran encomendar.

Hay que decir que sería conveniente que todos releyéramos lo que se dice
en ese acuerdo, notable acuerdo, que aprobó el Congreso de los Diputados,
porque sus aseveraciones en muchos aspectos, en todos los aspectos, diría
yo, siguen teniendo una notable vigencia.




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La segunda reflexión que habría que hacer se referiría al tamaño de
ejército del que este país tiene que dotarse. Y aquí me parece a mí que
no deberíamos pretender ser más papistas que el Papa y atenernos a una
serie de criterios que tengan en cuenta entre otros aspectos, los
siguientes: Nuestro Ejército, lógicamente, debe ser próximo a las cifras
de soldados que se dan en otros países europeos de similar importancia al
nuestro, en cuanto a población existente. De no ser así, cabe pensar,
como no todos nos equivocamos al mismo tiempo, que no cubriríamos algunas
de las misiones previstas en el acuerdo 1991. En ese sentido quiero decir
a SS. SS. que, en este momento, de acuerdo con el modelo FAS 2000, que
fue acordado por el Congreso de los Diputados e instrumentado, a través
de la Directiva de Defensa Nacional y de la Directiva de Defensa del
Ministro correspondiente, nuestros efectivos por población se encuentran
ligeramente por debajo de los efectivos por población de los países de
nuestro entorno, con una excepción significativa que es Luxemburgo, quizá
porque prácticamente Luxemburgo no es que no tenga ejército, es que
apenas tiene población, como saben SS. SS., y, además, esa población,
casi en un 40 por ciento es población de origen foráneo, que simplemente
trabaja y vive allí.

Así pues, nos encontramos, señorías, con un modelo de Ejército que en el
0,45 por ciento de efectivos, en relación con la población, se encuentra
por debajo del de otros países de nuestro entorno, pero, en un contexto
razonable, está en el número de soldados que otros países prevén para sus
Fuerzas Armadas. No somos diferentes, sino que somos coherentes con lo
que sucede por ahí fuera.

Es un ejército con el que debemos ser conscientes de estar en una zona
políticamente frágil, ya que desde Trieste hasta el norte de Africa se
trata de una zona, como saben SS. SS., que está sometida a importantes
tensiones desestabilizadoras de toda índole.

En cuanto a la duración del servicio militar, señorías, tampoco somos
diferentes, sino que nos encontramos, dentro del tamaño de ejército, en
una cifra inferior a la de la inmensa mayoría de los países de nuestro
entorno, que tienen fijado doce meses para el servicio militar, y en
ocasiones, incluso, superan significativamente ese tiempo.

En conclusión, señorías, tenemos un tamaño de ejército que es el
razonable que permite atender a las misiones que nos corresponden, que
atiende a la localización geoestratégica de este país en el contexto
europeo y mundial, que permite cumplir con las misiones de Defensa
nacional y con las de participación internacional y no parece posible una
reducción numérica significativa, tanto si el Ejército fuera profesional
puro, hipotéticamente hablando, como en el modelo mixto del que se ha
dotado este país, de ese número de soldados. Cualquier previsión en una
reducción significativa de esta cifra no corresponde a la realidad
objetiva en que nos movemos.

Hay un tercer aspecto a señalar: el modelo demográfico en el que se
inserta la posibilidad de un tipo u otro de Ejército. Y aquí, señorías,
quiero ser taxativo. La situación demográfica española, como consecuencia
de la excepcional caída de la tasa de natalidad acaecida en nuestro país
durante los últimos años, no va a permitir en muchos años ningún tipo de
ejército profesional puro. La discusión sobre la posibilidad de un
ejército profesional puro corre el riesgo de quedarse en mera discusión
académica si no se tiene en cuenta el modelo demográfico español.

Señorías, este país va a pasar, en cuanto a varones de 19 años, de los
341.000 que prevemos en el año 1995 a sólo 240.000 en el año 2003. Y esta
tasa de varones de 19 años va a seguir disminuyendo en años sucesivos. Es
metafísicamente imposible, más que físicamente imposible, que con esta
dotación de varones, consecuencia de nuestra actual situación
demográfica, pueda preverse la posibilidad de encontrar una oferta
suficiente en la hipótesis de un modelo de ejército profesional. La
demografía, como la economía, señorías, impone sus leyes y no es posible
ni rechazarlas ni obviarlas; hay que atenerse a las consecuencias
objetivas que determinan en el devenir político y real de un país.

Siguiente aspecto, señorías. Cuando se habla de ejército profesional, si
se quiere ser riguroso, hay que atender su financiación. A ninguna de SS.

SS. se escapa que un ejército profesional es excepcionalmente más caro
que un ejército modelo mixto como el que se ha dotado oportunamente este
país. Podemos establecer su coste, con la dotación actual, entre 300 y
400.000 millones de pesetas. Y cuando se habla de ejército profesional
hay que decir, aquí y ahora, cómo se financia y, consiguientemente, hay
que atender los siguientes aspectos y responder a los mismos: ¿Qué
impuestos se van a subir para financiarle o qué gastos se van a reducir
para igualmente financiar el modelo de ejército profesional presunto,
porque es mucho más caro que el que tenemos por el Congreso de los
Diputados?
Y añado, para finalizar, que estas reflexiones que he hecho no son de
ahora, no son particulares, sino que están todas ellas recogidas, de una
u otra manera, en ese magnífico acuerdo que aprobó este Congreso de los
Diputados en el año 1991, en el que, razonablemente y, en mi opinión,
sabiamente, determinó el «quantum» y el modelo de ejército profesional.

En definitiva, señor Cortés, no cabe decir que vamos a. En opinión de
este Secretario de Estado, falta tanto para que tal cosa pueda acaecer
que resta como mero ejercicio académico. (Varios señores Diputados piden
la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, estamos en la hora límite. Les ruego una
intervención brevísima.

En primer lugar, tiene la palabra el señor Cortés.




El señor CORTES MUÑOZ: Muchas gracias, señor Presidente. Intentaré ser
breve, pero tampoco quiero dejar de decir las cosas que debo decir.

Voy a empezar exactamente por donde ha terminado el señor Secretario de
Estado, es decir, por la parte que no corresponde al tema para el que nos
hemos reunido en el día de hoy. Me parece que, porque se haya hecho una
referencia tangencial a ejército profesional y ejército mixto, carece de
sentido que el señor Secretario de Estado se centre en ese tema, que por
supuesto, insisto, no es objeto de esta reunión.




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Sorprende que sepa, pero también sirve para comprender por qué usted es
Secretario de Estado, hasta los varones que van a nacer en el año 2003,
¡que ya es saber!, pero, si usted lo garantiza, así se será.

Yo no leo mis intervenciones, pero sí es cierto que hago guiones y,
concretamente --insisto, de forma tangen-cial--, he hecho una referencia
al ejército profesional en la línea siguiente, y lo tengo escrito: Pero
hasta que podemos algún día razonablemente --si eso ocurriera--, pasar
del mixto al profesional, etcétera. Naturalmente que conocemos todas las
razones que usted ha dado. Porque las conocemos y las conocimos en su
momento es por lo que el Partido Popular estuvo a favor del ejército
mixto. Porque las razones que usted da no se dan todavía, no existen y no
son posibles es por lo que, razonablemente, en estos momentos no podemos
plantearnos el ejército profesional. Eso es clarísimo. Carece de sentido
en estos momentos...




El señor PRESIDENTE: Señor Cortés, yo le recuerdo que la comparecencia de
hoy no es para debatir el ejército profesional, que efectivamente
requeriría mucho más tiempo. Es para tratar un tema muy concreto, al cual
nos tenemos que atener. Esta es una derivación de la cuestión que aquí se
ha debatido, pero yo le ruego que no entre en ese debate.




El señor CORTES MUÑOZ: Señor Presidente, acato su decisión en éste y en
todos los sentidos, pero francamente es un poco espectacular que al señor
Secretario de Estado, que ha estado diez minutos hablando de este tema,
no le haya llamado usted al orden.

Paso concretamente al tema que nos ocupa. En primer lugar, respecto a la
intervención del representante de Izquierda Unida, creo que el Secretario
de Estado lo ha aclarado pero, en todo caso, quiero volver a repetir que
no estamos hablando aquí de sedición, puesto que quien tenía la
competencia para hacerlo descartó claramente que estuviéramos ante un
hecho de posible sedición. Por lo tanto, cuando nos referíamos a que se
apliquen las medidas disciplinarias correspondientes, en ningún caso
estábamos hablando de algo que ya se sabe que no existe o que no ha
existido.

Al Secretario de Estado, de forma muy concreta, tengo que decirle que no
ha contestado a las medidas que tomaron, con el conocimiento que tenían
de un hecho acaecido hace meses como es la deserción de dos soldados en
dicha compañía. No ha contestado usted, ni de forma concreta ni
inconcreta. En segundo lugar, tampoco ha especificado usted a qué malos
tratos nos podemos referir, puesto que, si ya se han tomado medidas
disciplinarias o preventivas con algunos de los oficiales o suboficiales
de esa compañía, es de suponer que conocen ustedes el nivel de los malos
tratos que se produjeron. Por lo tanto, también nos gustaría una
aclaración sobre ese punto. En último lugar, ha hecho usted referencia a
que estaban presentes todos los oficiales y suboficiales de dicha
compañía; ha dicho usted, exactamente, que había siete suboficiales y ha
matizado: algunos probablemente no suboficiales, cabos, que estaban
haciendo las funciones de suboficiales. No es exactamente lo mismo. Una
cosa es hacer las funciones y otra cosa es que un cabo primero puede no
tener el mismo nivel de preparación, y menos en una compañía de estas
características, que un sargento. Nos gustaría conocer, de forma exacta,
el número de sargentos que había presentes y el número de cabos primeros
que ejercieron funciones de sargento.




El señor PRESIDENTE: Señor Romero, tiene la palabra.




El señor ROMERO RUIZ: Un minuto, señor Presidente.

Señor Secretario de Estado, usted ha dicho que hay instituciones serias
como el Defensor del Pueblo. Yo le invito a que pida en la Comisión el
documento presentado por el señor Gil-Robles en la legislatura anterior,
en el que hablaba de los reconocimientos médicos como reconocimientos no
profundos, no rigurosos, que creaban problemas posteriores gravísimos al
detectarse, una vez incorporados a las unidades, personas con problemas
de carácter psiquiátrico, que no habían sido detectados con anterioridad.

En un contingente de miles de personas, puede ser un número más o menos
reducido, pero es un dato que existe. Usted ha dicho, además, que es mi
imaginación fértil y creadora la que dice eso, cuando es el Defensor del
Pueblo el que habla de la necesidad de evitar que se insulte dirigiendo
ejercicios de instrucción y de maniobra; es el propio Gil-Robles quien
utiliza esta expresión. Existe el informe y se lo podemos facilitar.

Desde luego, es un problema que se está erradicando, pero que existe. No
es tremendismo, son realidades. No huya de la verdad de los hechos. El
que lo dice es el Defensor del Pueblo, al que usted ha otorgado una
representación, como no podía ser de otra manera, como comisionado de las
Cortes Generales. En sus actas se recoge que se ha avanzado en la lucha
contra las novatadas, pero que aún hay algunos flecos y que es necesario
que, cuando venga el informe del año 1993, lo veamos para luchar contra
ello.

Por lo tanto, no hay un informe médico integral y adecuado. Habría que ir
hacia él porque, en los pueblos y en otros lugares, lo que hay es un
médico de medicina general que no llega a las conclusiones a las que
pueden llegar otras unidades de carácter hospitalario, por carecer de
medios apropiados. Para lograr que se erradiquen los malos tratos será
necesario mantener siempre una vigilancia, mantenerse en guardia y no
bajarla nunca, porque estos hechos pueden seguir produciéndose.

Finalmente, en relación con los problemas demográficos, precisamente
porque hay muy pocos jóvenes es por lo que hay que extender dieciocho o
veinte años la capacidad de contrato de un soldado profesional, para que
el universo de jóvenes de diecinueve años se prolongue más allá y que sea
mayor el contingente al que se dirija una fuerza profesional. No le ha
valido de nada estar diez minutos lanzando dardos contra el ejército
profesional, porque estamos abocados a ir a él más temprano que tarde y
porque el problema demográfico repercute en el servicio militar
obligatorio, pero no tanto en el ejército profesional, porque los



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contratos serían de muchos años para un soldado profesional, que se
podría incorporar con diecinueve años y salir con treinta y ocho o
treinta y nueve, en algunos casos hasta con cuarenta. Luego el universo
sería más amplio, según la experiencia internacional.




El señor PRESIDENTE: Señor Secretario de Estado, tiene la palabra. Le
ruego también la máxima brevedad.




El señor SECRETARIO DE ESTADO DE LA ADMINISTRACION MILITAR (Arévalo
Arias): Muy brevemente, Presidente.

Como antes, concuerdo con el señor Cortés cuando se modera y no concuerdo
cuando se excede o se equivoca, y yo creo que, en su última intervención,
en algunos aspectos, se ha excedido y se ha equivocado.

Señor Cortés, no sé yo cuántos niños van a nacer en el 2003, ni siquiera
si van a ser varones o hembras. Me he atrevido a decir exclusivamente,
repito --y eso ya está dado por la historia-- más/menos mínimo por
ciento, según los fallecidos que pueda haber, cuántos varones de
diecinueve años, que ya están nacidos, va a haber en el año 2003, porque,
lógicamente, mi reflexión sobre el ejército profesional no se puede hacer
con nacidos, tiene que ser con crecidos, y, en este caso, con crecidos de
diecinueve años.

Estoy de acuerdo con usted, puesto que estamos en el modelo posible y
razonable. Y quiero señalar que yo no he abordado el tema del Ejército
profesional, sino que me ha sido suscitado.

En relación con las medidas adoptadas, señor Cortés, en hechos similares,
tengo dos folios que, si S. S. insiste y la Presidencia me lo permite, se
los leo. Me he ofrecido, y reitero mi ofrecimiento, a darle la
información correspondiente sobre este tema, si le interesa, para evitar
la lectura, que podría ser farragosa, al resto de la Cámara.

Con relación a los malos tratos, por un lado están sujetos a expediente
de la Administración militar y, por otro, están sujetos a juicio y
encausados por la Administración judicial-militar. Previsora y
cautelarmente se han adoptado las medidas que corresponden en relación a
las acciones disciplinarias sobre tenientes, alféreces, cabos primeros y
soldados. Cuando los expedientes terminen y cuando el juicio tenga lugar,
tendremos toda la realidad de lo acaecido.

Al señor Romero tengo que decirle que estaremos siempre de acuerdo en que
hay que evitar el maltrato, no solamente de obra, sino también de
palabra. Absolutamente de acuerdo, señor Romero. Cuando se produzca,
habrá que corregirlo y este Ministerio empeña su voluntad, demostrada en
este último incidente, entre otros, en hacerlo inmediatamente y sin
pestañear. Quiero decirle, señor Romero, que se trata de aspectos no
relevantes, no significativos que, en absoluto, empañan el buen nombre y
el buen hacer, que S. S. ha reconocido claramente como en línea de
progresiva mejora, de los mandos de nuestras Fuerzas Armadas.

Para no insistir en el Ejército profesional, voy a recomendarle la
lectura, señor Romero, del Acuerdo de 1991, que es bastante revelador.

El señor GILET GIRART: Señor Presidente, quiero solicitar, por el
artículo 203, apartado 3, un turno especial, dada la excepcionalidad de
lo que estamos debatiendo.




El señor PRESIDENTE: Señor Gilet, esta comparecencia se viene celebrando,
y así consta --he dado palabra a los portavoces-- por el artículo 44.

Está previsto un turno determinado, uno de réplica y, a su vez, uno de
contrarréplica por parte del señor Secretario de Estado.

Lamento no poder darle la palabra, porque no es de aplicación en este
caso el artículo 203. (Pausa.) Le concedo un brevísimo turno,
excepcionalmente y haciendo una aplicación extensiva y abusiva del
Reglamento por parte de la Presidencia.




El señor GILET GIRART: Gracias por su amabilidad y seré sumamente breve.

En primer lugar, señor Secretario de Estado, debo manifestar, con
sorpresa, que usted no nos ha dicho nada o casi nada, porque este
Diputado que le habla se ha desayunado con esa noticia precisamente
publicada hoy en un periódico de las Baleares, de Palma, concretamente.

Aparte de todo esto, me preocupa enormemente el efecto dominó que puedan
tener estos hechos, llamados «fuga de Palma». Consecuentemente, hay que
tener en cuenta que cuando no se imparte justicia se comete injusticia.

De ahí que sea absolutamente necesario, en bien de nuestras Fuerzas
Armadas y en bien de la propia Justicia...




El señor PRESIDENTE: Perdóneme que le interrumpa para ponerle en la
cuestión. Incluso el artículo que usted ha citado es para plantear
cuestiones concretas, no para que usted nos exponga una filosofía de lo
acaecido, una interpretación o unos juicios de valor. Si tiene que hacer
alguna pregunta concreta, hágala.




El señor GILET GIRART: Si me permite el señor Presidente, voy a ello.

Con esa intención pregunto escuetamente al señor Secretario de Estado: Si
las denuncias por malos tratos inicialmente van dirigidas a los cabos
primero, sargentos y alférez, ¿por qué razón estima el señor Secretario
de Estado que no se ha cumplido el Reglamento de denunciar los hechos al
inmediato superior, es decir, al Capitán Navarro?
En segundo lugar, usted ha dicho que la plantilla estaba completa. Yo le
pregunto: ¿El capitán de la unidad, señor Navarro, desde mayo de 1993 a
enero de 1994 cumplió con sus funciones en esa unidad?
En tercer lugar, ¿es cierto que un cabo primero, como consecuencia de los
hechos acaecidos en abril de 1993, fue sancionado, degradado
disciplinariamente a cabo? Entiendo que hechos como éste y otros tantos
merecen un esclarecimiento absoluto por parte del señor Secretario de
Estado.




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El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Secretario de Estado.

El señor SECRETARIO DE ESTADO DE ADMINISTRACION MILITAR (Arévalo Arias):
Lamento que el señor Gilet haya tenido los oídos cerrados y no haya
escuchado nada de lo que hemos dicho en esta sesión, en la que yo creo
que hemos dicho bastantes cosas, puesto que hemos estado mucho tiempo.

Yo, con el permiso de la Presidencia y la consideración de SS. SS., he
estado haciendo uso de la palabra largo tiempo.

¿Por qué razón se han adoptado las medidas que se han adoptado? Señor
Gilet, yo ni soy autoridad militar en Palma, ni soy juez togado, ni soy
fiscal. La autoridad militar en Palma, el juez y el fiscal han adoptado,
en el ámbito de sus competencias, que no son las de este Secretario de
Estado, las decisiones que han creído prudentes y pertinentes en relación
con los hechos acaecidos.

Segundo aspecto. El Capitán estuvo en Bosnia y ha estado en Bosnia hasta
primeros del presente año. Me adelanto para que no saque usted ningún
juicio de valor temerario, que no obedece a realidad. Que el capitán de
una unidad determinada, sea una compañía de operaciones especiales u otra
cualquiera, se encuentre cumpliendo misio-nes de observador en Bosnia, ni
es el primer caso ni el último. Y en ninguna circunstancia se ha dado que
la unidad esté ausente del mando que le corresponde.

En relación con el último punto, que usted repite y repite, ya que no lo
ha oído, me remito al ofrecimiento hecho al señor Cortés, que lo ha
aceptado, de informarle.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Secretario de Estado.

Se levanta la sesión, que proseguirá con otra nueva dentro de unos
minutos.




Eran las once y cinco minutos de la mañana.