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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 20, de 22/09/1993
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1993 V Legislatura Núm. 20
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 3
celebrada el miércoles, 22 de septiembre de 1993



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar:
-- De las previsiones y líneas generales a desarrollar por el Ministro en
su Departamento en este mandato. A solicitud del Grupo Parlamentario
Federal IU-IC. (Número de expediente 213/000021.) (Página 142)
-- Sobre el programa a desarrollar al frente de su Departamento. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
213/000033.) (Página 142)
-- De las previsiones y líneas generales a desarrollar en su
Departamento. A petición propia. (Número de expediente 214/000003.)
(Página 142)



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Se abre la sesión a las once de la mañana.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA
MADARIAGA), PARA INFORMAR:



- DE LAS PREVISIONES Y LINEAS GENERALES A DESARROLLAR POR EL MINISTRO EN
SU DEPARTAMENTO EN ESTE MANDATO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número de
expediente 213/000021.)



- SOBRE EL PROGRAMA A DESARROLLAR AL FRENTE DE SU DEPARTAMENTO. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR. (Número de expediente
213/000033.)



- DE LAS PREVISIONES Y LINEAS GENERALES A DESARROLLAR EN SU DEPARTAMENTO.

A PETICION PROPIA. (Número de expediente 214/000003.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a la sesión. Como
ustedes saben, el orden del día consta de tres puntos, pues si bien
figuran seis se pueden agrupar. En primer lugar, la comparecencia del
señor Ministro de Asuntos Exteriores para informar de las previsiones y
líneas generales a desarrollar en su Departamento, a petición de dos
grupos parlamentarios en el mismo sentido, del Grupo Parlamentario
Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya y del Grupo
Parlamentario Popular, y la comparecencia a petición propia del señor
Ministro. Por consiguiente, vamos a agrupar estos tres puntos en uno
sólo.

Doy la bienvenida a esta Comisión al señor Ministro de Asuntos
Exteriores, al tiempo que le concedo la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señor Presidente, muchas gracias, señorías. Aprovecho esta
oportunidad, que es la primera comparecencia que realizo en esta nueva
Legislatura ante SS. SS., para felicitarles y ponerme a su disposición
cuantas veces sea necesario dentro, como SS. SS. conocen bien, de un
calendario que el Ministro de Asuntos Exteriores tiene normalmente muy
apretado. Pero sepan SS. SS. que estoy a su disposición para cuantas
veces sea necesario comunicar e informar sobre lo que deseen, ya sea en
el pleno de la Comisión o a través de la Mesa y de los portavoces
parlamentarios.

Señor Presidente, señorías, quisiera en esta intervención, como ya he
dicho, darles las gracias por la oportunidad que me brindan de hacer una
exposición de lo que puede ser y debe ser, desde nuestro punto de vista,
la acción del Gobierno en esta nueva Legislatura. En la solicitud de mi
comparecencia, como bien ha dicho el Presidente, han coincidido distintas
formaciones políticas, en particular el Grupo Popular e Izquierda Unida,
lo que creo pone de manifiesto el interés que el tema de la política
exterior suscita en esta Cámara y, como no podía ser menos, en el ámbito
de esta Comisión. Estoy seguro, por otra parte, de que este interés
corresponde a una voluntad de consenso coincidente, asimismo, con la
propia actitud del Gobierno. A lo largo de mi exposición, que
desgraciadamente será un poco larga -y les ruego me disculpen por ello-,
me referiré reiteradamente a este rasgo, a mi juicio imprescindible, de
la acción exterior.

Señor Presidente, el inicio de una nueva legislatura constituye, sin
duda, un momento idóneo para la reflexión. El horizonte de cuatro años me
permite colocarme en una perspectiva más amplia de la que disponía cuando
comparecí ante SS. SS. o ante sus predecesores, hace ahora un año, en el
momento en que la IV Legislatura estaba ya en su tramo final. Señalaba
entonces, señorías -y quiero ahora reiterarlo desde el comienzo-, y lo
traté de hacer con énfasis, mi convicción de que España está hoy
sólidamente anclada en los mecanismos que configuran, en su entorno y en
la esfera internacional, las acciones que le afectan o le interesan. En
otras palabras, señor Presidente, la política exterior de España posee
unos fundamentos sólidos y unas líneas de orientación claras, y ello ha
posibilitado dos cosas que me parecen fundamentales. La primera -a la que
ya he aludido anteriormente- es el establecimiento de un consenso básico
que la política exterior, al tener que recoger el peso de los intereses
más constantes, paradigmáticamente necesita; y la segunda es que España
está hoy en disposición de afrontar como agente activo y con plenitud de
derechos, en los centros de decisión fundamentales, los retos a que nos
enfrentan las tremendas mutaciones experimentadas por el mundo de
nuestros días. Difícil es, por tanto, señor Presidente, señorías,
encontrar mayor densidad de acontecimientos de tan gran trascendencia en
menos tiempo.

En el debate de investidura del mes de julio, recordarán SS. SS., el
Presidente del Gobierno se refería a la enorme diferencia entre las
condiciones internacionales de ésta y de la anterior Legislatura. El año
1989, con la caída del MURO de Berlín, abría paso a la unificación de
Alemania, el final de la guerra fría, la desaparición de la URSS, la
pacificación de numerosos conflictos, en un gran etcétera al que
podríamos añadir tantos otros. El final del esquema bipolar parecía
propiciar posibilidades sin límite a la paz, al desarrollo y a la
cooperación en todo el mundo. Cuatro años después el escenario ha variado
y continúa variando a una velocidad que casi me atrevería a calificar de
desconcertante. La gran esperanza ha dado lugar a una cierta
incertidumbre, incluso a una gran incertidumbre. De una amenaza única de
destrucción masiva hemos pasado a la proliferación de focos de conflicto.

Las viejas estructuras de cooperación o de seguridad necesitan procesos
profundos de adaptación. Los propios avances tecnológicos continúan
impulsando el proceso de globalización, mientras que en un plexo de
tensiones contradictorias surgen reacciones defensivas frente a la
uniformización y el problema de las minorías y los



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conflictos interculturales pasan al primer plano de nuestra actualidad.

Por todo ello, la necesaria continuidad, a la que he hecho referencia al
principio, en las grandes líneas de la política exterior es también y
necesariamente relativa, y desde luego no puede equivaler a continuismo.

El horizonte de hoy, señor Presidente, es nuevo, en muchos aspectos
radicalmente nuevo. Eso exige que tengamos también, de manera permanente,
que modular nuestra acción para adaptarnos a esa realidad emergente de
perfiles aún fluidos y de diseño todavía confuso. Pero señor Presidente,
señorías, las tensiones, las crisis, los retos no sólo configuran el
entramado internacional, condicionan también, y lo hace cada vez de
manera más determinante, nuestra propia realidad nacional. Hoy más que
nunca, en un mundo inmisericorde con los solitarios, si me permiten la
expresión, la acción exterior tiene que estar íntimamente anudada con el
proyecto político y económico interno de España. De ahí dos rasgos
suplementarios que me interesa también subrayar. Por un lado, la
necesidad de coherencia y complementariedad de ambas caras del quehacer
político de un país que se proyecta hacia el exterior inevitablemente, y
debe hacerlo como un todo. Por otra parte, y como correlato de lo
anterior, la evidencia de que la política exterior es y debe ser
indivisible. En la arena internacional no se puede ser agresivo
comercialmente si se descuida la proyección cultural o las acciones de
cooperación, o se descuida la debida protección de los intereses de
nuestros nacionales en el extranjero.

En definitiva, una política exterior eficaz tiene que integrar
necesariamente todos aquellos aspectos de la política interior
susceptibles de explicar y, si me permite la expresión, de hacer rentable
más allá de nuestras fronteras nuestra propia realidad, nuestra
personalidad como pueblo, nuestra voluntad de ser y estar en todas las
caras de este complejo poliedro internacional. Ahora bien, señor
Presidente, señorías, aceptando la plena integralidad de la actuación en
el exterior, si tuviera en este momento que destacar un aspecto de la
misma que me parezca de particular y de creciente importancia señalaría,
y creo que lo haría sin vacilar, el factor económico. Este es, pues,
señorías, el quinto elemento que quiero subrayar en estas reflexiones de
carácter preliminar.

Dentro del tradicional binomio de la política exterior (seguridad por una
parte, economía por otra) que determina el contexto internacional, pienso
que debemos en esta hora y en nuestro país hacer un especialísimo
hincapié en el segundo término, en los aspectos de carácter económico, y
ello por muchas razones, señor Presidente. Me parece innegable que, en
primer lugar, en el propio concepto de seguridad se debe incluir el de la
seguridad económica. Es más, los propios equilibrios de poder real se
refieren esencialmente a este factor. Por ello, incluso las propias
concepciones estratégicas dependen cada vez más de las nuevas tecnologías
y, lo que es más importante, de su coste. Nuestros propios parámetros
macroeconómicos internos dependen decisivamente de la acción en este
ámbito.

Si antes he afirmado, señor Presidente, que el mundo de hoy es implacable
con los solitarios, no lo es menos con los ineficientes. Toda política
exterior, y por consiguiente nuestra política exterior, debe integrar por
ello, para ser plenamente contemporánea y consecuente con la realidad
sobre la que se ejerce, la dimensión económica en todas sus facetas como
dimensión inexcusable y fundamental de su quehacer. De esta premisa,
señorías, entiendo que se derivan múltiples consecuencias que se nos
imponen como una necesidad. Voy a subrayar solamente tres. Primero,
poseer un servicio exterior cuyos componentes tengan la formación y la
dedicación adecuadas para incorporar eficazmente en su análisis y en su
actuación esta componente a la que he hecho referencia. Segundo, mejorar
la concertación de esfuerzos hacia el exterior del conjunto de las
administraciones públicas. Y, por fin, que esa concertación y esa
integración de esfuerzos y objetivos se efectúen, en la máxima medida de
lo posible, no sólo en el sector público sino también entre el sector
público y los operadores económicos y financieros de la propia sociedad
civil en el sector privado. Tengan SS. SS. la plena convicción de que
modestamente he tratado, me he dedicado y seguiré dedicando lo mejor de
mis energías hacia la consecución de este objetivo, quizá más necesitado
que otros de atención privilegiada en esta hora del mundo y en esta hora
de España.

Señor Presidente, señorías, el conjunto de las observaciones que
prefiguran ya, en cierto modo, lo que intento que sea el plan expositivo
de nuestra acción exterior las acabo de hacer públicas. Me he referido
por ello a la creciente presencia de España en el exterior, desde su
plena contribución a los esquemas europeos de integración y como agente
activo del acontecer internacional. Por esa posición alcanzada ya por
España en la comunidad internacional, y para su progresivo afianzamiento,
creo que un país como el nuestro debe aspirar a una política exterior,
definida ya por mí en los mismos términos hace un año, de carácter
universal, abierta a todos los países, en un mundo interdependiente como
el que vivimos. Todo ello, señor Presidente, señorías, a partir de un
consenso entre las fuerzas políticas y las fuerzas sociales tan sólido
como sea posible y de la manera más profunda que sea posible. Un
consenso, señor Presidente, construido sobre una apreciación compartida
de nuestros intereses y de las áreas en que los mismos pueden y deben ser
promovidos. Un consenso basado también en la aceptación de nuestras
responsabilidades con aquellos países y con aquellos pueblos más ligados
a nosotros, ya sea por historia o greografía, o simplemente más
necesitados de solidaridad y de cooperación. También un consenso basado
en la conciencia de nuestros compromisos con la paz, de nuestros
compromisos con la estabilidad a nivel global y regional y el respeto a
los derechos humanos. Un consenso basado también en el empeño, en
definitiva, de servir mejor a nuestro país, a España, y a los españoles
que viven fuera de nuestras fronteras. Todo ello, señor Presidente, exige
imperativamente la suma y la unidad de esfuerzos, la mejor comprensión de
la realidad nacional y de la realidad internacional, la potenciación
recíproca de nuestras diferentes formas de proyección externa



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y la optimización de nuestros recursos humanos y materiales.

Como hace un año, señor Presidente, me ha parecido que la mejor manera de
afrontar esta comparecencia, que ciertamente es compleja y deberá ser
larga, es enmarcándola en un sistema que sin querer ser un sistema que
tenga un amaneramiento terminológico, sí me gustaría que tuviera un leve
carácter matricial. Así, por tanto, analizaré primero los grandes
conjuntos geopolíticos, para relacionarlos después con los rasgos básicos
que inspiran las orientaciones generales en un plano de una cierta
conceptualidad de nuestra política exterior. Empezaré, por tanto, por los
grandes bloques geopolíticos. Sin duda ninguna, Europa y su construcción
es y debe ser una de nuestras grandes ambiciones. La construcción europea
ha sido, es y debe continuar siendo, durante la presente legislatura, una
prioridad absoluta no sólo de nuestra política exterior, sino de la
acción global del Gobierno en su conjunto. Ello por varias razones
fundamentales. Enumeraré dos. La primera porque Europa es hoy ya para los
españoles el marco de las principales manifestaciones de nuestra vida
diaria. En segundo lugar hay que buscar esa razón en la propia situación
de crisis en la que nos encontramos los países industriales. Esta Europa
nuestra, esta Europa que nos ha ayudado a anclar y anclar de manera
sólida a España en un área económicamente fuerte, en un área socialmente
avanzada, en un área políticamente estable y democrática, atraviesa
actualmente por momentos de crisis, y lo debemos reconocer. En primer
lugar, una crisis de carácter político en la que valores sólidamente
cimentados tienen que hacer frente a embates peligrosos de extremismo, de
insolidaridad, ya sea de insolidaridad social, ya sea de insolidaridad
territorial. En segundo lugar, señor Presidente, sobre todo por los
elementos que trae consigo la crisis económica, una crisis económica que
obedece a causas a veces más o menos coyunturales -algunos ejemplos son
conocidos de todos-, la propia unificación de Alemania, las dudas o las
vacilaciones del proyecto de construcción europea que se pusieron de
manifiesto con los referendos que conocen SS. SS. y con las vacilaciones
de Gran Bretaña y de Dinamarca. Pero sin duda el desempleo, la recesión
económica, la inestabilidad monetaria gravitan de manera inevitable en
nuestra propia opinión pública, la española, y en la opinión pública
europea.

Pero también hay una parte estructural de esta crisis ligada
desgraciadamente a la pérdida de competitividad de la economía europea,
de nuestras economías, dentro de un sistema abierto, a escala planetaria,
en el que Europa compite con países que no cuentan, que no tienen en su
acervo cultural o en su acervo social un sistema comparable de protección
social o una aceptación de los problemas medioambientales con la misma
profundidad que lo tenemos en nuestras sociedades.

No es de extrañar, señor Presidente, que este clima haya propiciado
algunas actitudes de lo que se ha dado en llamar el EUROESCEPTICISMO. Se
culpa, a mi juicio, injustamente a Europa y al Tratado de la Unión Europa
de los males coyunturales de nuestra sociedad, cuando lo cierto es,
señorías, que Europa no es el problema, sino que Europa es la solución al
problema. En esta Europa que renace en los años noventa, más libre pero
también más inestable en algunos aspectos, con viejos conflictos étnicos
o religiosos que a veces pensábamos que estaban olvidados, no es posible
reaccionar ante la crisis buscando soluciones aisladas o soluciones
nacionales. Hay que abandonar el espejismo de una salvación individual y
buscar soluciones a través de una acción europea conjunta. En otras
palabras -como ya dijo el Presidente y me complace reiterar-, la solución
no es menos Europa sino más Europa.

¿Qué es, pues, señor Presidente, lo que podemos hacer en España y en la
Comunidad para recuperar el pulso de este proyecto europeo? Antes que
nada y en primer lugar creo que es esencial asegurar la entrada en vigor
y la plena aplicación de todas las disposiciones del Tratado de la Unión.

Es una condición necesaria aunque no es una condición suficiente para
recobrar la confianza en el proyecto europeo. De ahí que España apoye, y
lo apoye sin reservas, la convocatoria de una Consejo Europeo
extraordinario para dar ese nuevo impulso. Antes de seguir adelante
quisiera referirme, señorías, muy brevemente, a un tema que trataron ayer
en esta comisión con el Secretario de Estado, el tema del Espacio
Económico Europeo. Me ofrezco a comparecer ante SS. SS., y hago un breve
paréntesis, por si quieren alguna información más detallada sobre esta
situación. Para España sí les quiero decir que el Espacio Económico
Europeo va a generar ventajas, ventajas indiscutibles, un abanico de
ellas: mejor acceso de nuestros productos agrícolas y pesqueros, igualdad
de trato a los trabajadores españoles con respecto a nacionales de otros
países, cuotas de algunos productos de pesca, etcétera. No cansaré a SS.

SS., pero sí quisiera decirles que es una parte importante de la
construcción europea y que estamos a su disposición para comparecer y
explicar, cuantas veces sea necesario, las ventajas y los posibles
inconvenientes que nos puedan plantear.

En segundo lugar, y retomo el tema europeo, es necesario recuperar la
credibilidad económica y social. Hay que asegurar el inicio de la segunda
etapa de la Unión Económica y Monetaria el próximo primero de enero,
consolidando y reforzando el Sistema Monetario Europeo, desarrollando el
mercado interior, las políticas comunes, la dimensión social de la
construcción europea y, sobre todo, profundizando de manera conjunta en
la iniciativa que hemos dado en llamar la Iniciativa para el Crecimiento,
que ya fue discutida, como SS. SS. saben, en el Consejo Europeo de
diciembre. Me gustaría resaltar dos aspectos de esa última iniciativa de
crecimiento europeo que, en mi opinión, son de especial relevancia: la
creación de condiciones que permitan una bajada coordinada de los tipos
de interés -algo ya ha tenido lugar en las últimas semanas- y la
flexibilización del mercado laboral. Una contribución importante también
para el crecimiento y el empleo vendrá, sin duda, de las transferencias
de los fondos estructurales tradicionales y de los fondos de cohesión, en
cumplimiento con las decisiones



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adoptadas en el Consejo de Asuntos Generales del 19 de julio. España,
después de una larga y, por qué no decirlo también, compleja negociación,
recibirá del presupuesto comunitario hasta el año 1999, más allá de la
legislatura que hemos iniciado, solamente en concepto de estos fondos,
más de seis billones y medio de pesetas.

Para recuperar la senda del crecimiento económico, señor Presidente,
señorías, y de la creación de empleo es necesario igualmente llegar lo
antes posible a una conclusión satisfactoria, global y justa de la Ronda
Uruguay, de la Ronda del GATT. En el debate, si SS. SS. lo desean, les
podría dar las últimas informaciones sobre el Consejo extraordinario de
hace 48 horas, que aunque terminó muy de madrugada creo que hemos podido
superar alguno de los escollos que aparecían en el camino y despejar
algunas incertidumbres. Si SS. SS. entienden que requiere alguna mayor
información, con sumo gusto se la doy. Por otra parte, como SS. SS. ya
saben, en materia del GATT hemos presentado un memorándum que define
nuestra posición y que entiendo que defiende los intereses legítimos de
España. Vuelvo a decirles que en la reunión de hace unas horas creo que
hemos superado un escollo, el que planteaba la posición francesa, aunque
no creo que hayamos desbrozado definitivamente el camino. Hay un camino
largo todavía que recorrer, más bien un camino dificultoso; quizá no tan
largo porque el 15 de diciembre hemos que tenerlo terminado, pero largo
al menos en sus dificultades. Esperemos que seamos capaces de superarlo,
de superar las dificultades y los obstáculos presentes para encontrar una
solución que sea equilibrada, global y justa y, sobre todo, que sea en
tiempo. Perder la oportunidad del FAST TRACK americano que, como saben,
va hasta el 15 de diciembre, sería creo que un grave error por parte de
la Comunidad Europea.

En tercer lugar, y vuelvo con ello a la construcción europea, es
necesario igualmente lanzar un mensaje claro de impulso político a la
sociedad europea. Vamos a tener una primera oportunidad con motivo de las
elecciones al Parlamento de la Unión Europea, que serán las primeras, que
tendrán lugar el 12 de junio del año próximo. El Gobierno remitirá en
breve a las Cortes, con la solicitud de que sea tramitado por el
procedimiento -si SS. SS. lo entienden así- de urgencia, el proyecto de
ley orgánica modificando la Ley del Régimen Electoral General para
incrementar de 60 a 64 el número de Diputados españoles en estas
elecciones. La Unión Europea, señor Presidente, deberá asimismo superar
los retos de comunicación y de transparencia, como se ha dado en llamar,
con la propia ciudadanía, el acercamiento, la proximidad a nuestros
ciudadanos. No se trata de crear nuevas estructuras burocráticas, sino de
poner en práctica más acciones que vayan creando una conciencia en favor
del proyecto de la Unión que ya tiene, como he dicho tantas veces, una
huella española.

España, como ya hemos dicho tantas veces y SS. SS. saben, ha contribuido
de una manera me atrevería a decir determinante, decisiva, y lo
seguiremos haciendo en el futuro para reforzar el aspecto humano del
proyecto comunitario, al establecimiento de la ciudadanía europea, con
nuevos derechos que se suman a los que ya tenemos como nacionales de
nuestros países, al incremento de las competencias del Parlamento
Europeo, a hacer posible en breve plazo la libre circulación de personas
entre nueve Estados miembros a través de los acuerdos de Schengen, a la
creación del Comité de Regiones y al reforzamiento de la cohesión
económica y social en la Unión Europea, por citar sólo algunos aspectos.

En cuarto lugar, señor Presidente, señorías, también observamos -y no
deja de ser hasta cierto punto paradójico- que en estos momentos de auge
de lo que he dado en llamar antes, con una palabra quizá ya manoseada, el
EUROPESIMISMO, hay un número de países candidatos a la adhesión que cada
vez es mayor. La ampliación es otro de los grandes retos que España con
Europa tiene y nos tenemos que enfrentar a él con carácter inmediato.

España entiende que esta ampliación deberá servir para reforzar y
fortalecer la Unión Europea y en modo alguno -lo quiero dejar claro- debe
servir para diluirla, sino al contrario, para transformarla o intentar
transformarla en algo más profundo y no en una simple zona de libre
cambio. Para ello es necesario, entre otras cosas, que los países
candidatos, en los que a veces observamos con una cierta preocupación el
sentido que sus opiniones públicas están adquiriendo, asuman plenamente
todo el acervo comunitario, todo el acervo contenido en el Tratado de la
Unión y en sus potencialidades, sin que sea posible conceder ningún tipo
de derogación permanente ni aceptar lo que se ha dado en llamar una
Europa A LA CARTA. En esta negociación, España deberá asegurar también
una representación adecuada de los ciudadanos y de los pueblos de Europa
que refuerce el principio de legitimidad democrática.

El Ministerio de Asuntos Exteriores está empezando a reflexionar sobre
las aportaciones que España podría hacer durante la próxima conferencia
intergubernamental, muy importante, que será convocada en 1996, por lo
tanto en el trámite de esta legislatura, para seguir avanzando en el
proceso de integración europea y para prepararnos a las nuevas
solicitudes de adhesiones de países del Este. Aquí quiero, en nombre del
Gobierno, ofrecerme para que en el Parlamento, en colaboración con el
Gobierno, podamos tener los debates y las discusiones que sean necesarias
para que esa conferencia intergubernamental vaya bien preparada por parte
de España y sea un éxito.

Pero antes de esa fecha, señor Presidente, en el segundo semestre de 1995
España se enfrentará a otro reto importante: la presidencia de la
Comunidad, en un momento en que ya se habrá transformado la Comunidad en
Unión Europea y en que estaremos a las puertas de la conferencia
intergubernamental. Por tanto, será un momento de capital importancia
para dar los pasos adecuados en la dirección adecuada. Nuestras
prioridades y nuestros objetivos para la próxima presidencia, como ya
ocurrió en 1989 y como no podía ser de otro modo, diga que los objetivos
y las prioridades en la construcción europea serán los fundamentales, sin
menoscabo de la defensa de los intereses que nos son propios. Ocasiones



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tendremos a lo largo de estos próximos años de debatir sobre ello y de
tratar de conseguir la mayor cohesión posible y el mayor consenso en la
formación de la voluntad colectiva de nuestro país.

Paso, señor Presidente, a lo que pudiéramos llamar la nueva arquitectura
europea desde la perspectiva política y desde la perspectiva de
seguridad. Para nosotros, señorías, señor Presidente, la Unión Europea
debe ser pieza clave y el motor impulsor de esta nueva aquitectura, de
carácter político y de seguridad. Para ello entiendo que debemos fomentar
el proceso de convergencia entre la Unión Europea y la UEO, alentando a
los socios actuales y potenciales a contemplar lo antes posible su
condición de miembros plenos de la UEO. En este contexto, a España le va
a corresponder ejercer la presidencia también en un momento crucial,
entre el primero de julio de 1996 y el 30 de junio de 1997, es decir,
entre la revisión del Tratado de la Unión Europea y la prórroga o
revisión del Tratado modificado de Bruselas de 1998, y habremos también
de organizar los consejos de ministros de noviembre de 1996 y de mayo de
1997. Es decir, a lo largo de la legislatura tendremos una tarea intensa
en relación con estas cuestiones. Trataremos de trabajar para dotar de
mayor credibilidad a la UEO aumentando sus capacidades operativas, con el
fin de que, al igual que hace en operaciones en las que ha jugado un
papel relevante de control del embargo y sanciones en el Adriático y en
el Danubio, pueda aportar una contribución específicamente europea a una
mayor estabilidad en nuestro Continente.

La construcción de una nueva identidad europea en materia de seguridad y
de defensa no trata de establecerse, lógicamente, al margen de la Alianza
Atlántica, de la OTAN, sino que es también un medio de reforzar ese pilar
europeo, al que tantas veces hemos hecho referencia, de acuerdo con los
principios de complementariedad, de cooperación y de transparencia. Como
SS. SS. saben, la Alianza Atlántica está sometida en esta hora a un
intenso proceso de adaptación. Una vez definido el nuevo concepto
estratégico y elaborada la nueva estructura de mandos y de fuerzas, la
Cumbre de la Alianza que se ha convocado para enero de 1994, es decir, el
próximo enero, servirá para precisar sus cometidos. Trabajaremos, por
tanto, para reforzar la cooperación en el seno de la Alianza Atlántica,
manteniendo su capacidad para desempeñar el papel que le corresponde en
la defensa de los aliados, pero también para colaborar en los esfuerzos
con las Naciones Unidas. Ese será uno de los temas más importantes a
tratar en la cumbre de enero de 1994 y de la Conferencia de Cooperación y
Seguridad en Europa, en la prevención de conflictos en la gestión de la
crisis, como ya se ha puesto de manifiesto en su actuación presente en
torno al propio conflicto de Yugoslavia. La cumbre de la OTAN, señor
Presidente, también deberá establecer las bases para una cooperación
mayor con los países de la Europa Central, en estos días y en estas horas
en los que en Europa Central y en Europa Oriental estamos viviendo
momentos de una cierta confusión y de una cierta dificultad, a través del
Consejo de Cooperación del Atlántico Norte. Sugerencias hay ya en la
agenda, sugerencias todavía de carácter muy embrionario que esperemos que
a lo largo de estos meses puedan irse configurando como algo más
definitivo para que en la Cumbre de enero de 1994 pueda estar maduro. Por
último, creo que los aliados debemos hacer frente a las nuevas amenazas
para la seguridad que no procedan del área del Atlántico Norte y, en
particular, aquellas que derivan de la proliferación de armamentos como
las armas de destrucción masiva y los misiles de largo alcance.

Señor Presidente, en este aspecto de la arquitectura de seguridad
europea, en lo que se refiere a la Conferencia de Seguridad y Cooperación
en Europa, tras la ampliación tan radical que se produjo en 1992, se
encuentra inmersa en un -me atravería a decir- complejo proceso de
adaptación a un entorno y a unos cometidos distintos, en los que en este
momento fundacional se ponen quizá más de manifiesto. Somos partidarios
-España lo es- de promover la institucionalización progresiva de la
Conferencia, evitando a la vez crear mecanismos burocráticos pesados, y
somos partidarios también de su especialización como foro político
paneuropeo de seguridad. Es necesario que en ambos frentes se hayan
poducido avances, creo que sustantivos, de aquí a la Cumbre de Budapest,
en diciembre de 1994. Esperemos que así sea.

Una palabra en cuanto al Consejo de Europa, en el que España participa
activamente en los trabajos preparatorios de la Cumbre de Viena, que se
celebrará los días 8 y 9 del próximo mes de octubre, para enfrentarse con
los problemas derivados de su ampliación y definir el papel que le
corresponde en el nuevo esquema político de seguridad en el campo que les
es propio, que es lógicamente el fortalecimiento de la democracia, del
Estado de derecho, mediante mecanismos adecuados de protección de los
derechos humanos, incluyendo los de las minorías, la lucha contra el
drama de la intolerancia, del racismo y de la xenofobia. Tendremos
ocasión en el ámbito de esta Comisión, donde personas relevantes tendrán
un papel muy determinante en esa Cumbre de Viena, de seguir avanzando
para su preparación. Una palabra, señor Presidente, dejando al margen
este tema de la arquitectura de seguridad y de defensa de Europa, tras
reflexionar muy brevemente -quizá en el debate podamos hacerlo con mayor
profundidad- sobre la Europa Central y la Europa Oriental, en estos días
y en estas horas en que vemos con preocupación acontecimientos que
esperemos que vayan todos encaminados en la dirección adecuada. Pero es
lógico que la ampliación del horizonte político europeo, producido por el
hundimiento del antiguo régimen comunista, nos obligue a prestar una
atención renovada a nuestras relaciones bilaterales con los países de
Europa Central y Oriental. Es lógico y estoy seguro de que SS. SS. lo
comparten conmigo, que de la estabilidad de estos países va a depender en
buena parte el equilibrio y las posibilidades de la recuperacióm, desde
todo punto, de Europa.

Hemos establecido relaciones diplomáticas con todos estos países
recientemente reconocidos sobre la antigua República de Yugoslavia de
Macedonia. Hemos abierto una embajada residente en Zagreb, otra en



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Ucrania y tenemos en estudio el proyecto de abrir una tercera en
Kazajstán, país cuyo Presidente nos visitará próximamente y que parece
propicio para el desarrollo de vínculos económicos relativamente
profundos. Tenemos tratados de amistad con casi todos los países del
centro y del este de Europa y estamos negociando un tratado marco
bilateral con Ucrania, que nos parece de capital importancia, por ser un
país que, aparte de una gran dimensión física, tiene una importancia
económica y también un país que todavía tiene armamento nuclear.

Aunque a corto plazo el riesgo es muy alto y las dificultades son muchas,
creo que existen posibilidades singulares para que nuestros propios
exportadores, tanto en bienes de equipo como en bienes de consumo, se
beneficien de estas relaciones bilaterales con estos países. Mi
Departamento viene trabajando en apoyo de los operadores económicos en
esta zona y está negociando una red de tratados de protección de
inversiones y de doble imposición para hacer más eficaz esa relación
económica con países que tienen una gran potencialidad.

Nuestra pertenencia a la Comunidad, que aporta más del 60 por ciento -a
veces no lo sabemos expresar con claridad o reconocer- de la ayuda
financiera mundial a estos países nos abre también posibilidades
importantes a través de los presupuestos de ayuda y de cooperación, así
como la red de acuerdos comerciales y de PARTENARIADO de la Comunidad.

En Rusía, señorías -luego creo que tendremos ocasión de seguir hablando
sobre ello-, y en los nuevos estados surgidos de la antigua Unión
Soviética hay un riesgo de desestabilización que, de materializarse,
podría tener consecuencias que calificaría de catastróficas para Europa,
y no sólo para Europa, sino para el mundo entero. En su día apoyamos la
incorporación de los nuevos estados a la CSCE y al Consejo de Cooperación
del Atlántico Norte y seguiremos apoyando su vinculación a las
instituciones europeas y su recuperación económica, que nos parece que es
clave, desde cualquier punto de vista, para la estabilidad futura.

Señorías, sobre Yugoslavia, si me permiten, haré una brevísima
intervención, puesto que hay solicitada una intervención conjunta con el
Ministro de Defensa y hemos estado hablando de ello, a lo largo de estos
últimos meses, con mayor frecuencia. Como saben SS. SS., en estas últimas
horas existe la posibilidad de alcanzar un acuerdo -que no será un
acuerdo a satisfacción de todos- que nos permita, por lo menos, si es que
así se produce, enfrentarnos con los meses de otoño y de invierno sin los
dramas adicionales desde el punto de vista humanitario, que surguirían de
no alcanzarse esta situación de acuerdo. Si SS. SS. lo desean, con sumo
gusto trataremos de darles la información más precisa, aunque quizá otros
temas son en este momento de mayor preocupación para SS. SS., pero,
repito, con sumo gusto estamos a su disposición, tanto el Ministro de
Defensa como yo, para seguir profundizando en esta información que creo
que ha sido positiva a lo largo de estos meses.

Paso, señorías, a otro bloque de la intervención que tiene que ver con
las relaciones con nuestros vecinos y con nuestros principales socios, en
este caso relaciones bilaterales. En el área de nuestros aliados
tradicionales nos proponemos, lógicamente, reforzar las relaciones
bilaterales con nuestro vecinos y con nuestros principales socios. Un
instrumento, a nuestro juicio importante, será la celebración de las
cumbres, que ya tenemos institucionalizadas, con países como Alemania, en
el próximo mes de octubre; con Francia, en el próximo mes de noviembre, y
con Portugal, en el próximo mes de diciembre. Con Francia pensamos
relanzar o rediseñar los seminarios ministeriales y, en su caso, algo que
a nuestro juicio fue útil: las reuniones conjuntas con los embajadores de
un área geográfica determinada para tratar de poner en común políticas
que son de interés de los dos países. Con Italia procuraremos mantener la
sintonía de percepciones y de actuaciones que ya se ha demostrado que
está por encima de afinidades políticas conyunturales. Habrá, por tanto,
que incrementar el diálogo y la consulta con todos estos países a todos
los niveles.

Capítulo aparte, señorías, merecen nuestras relaciones bilaterales con el
Reino Unido, que, pese a nuestra cooperación en el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas y en otros ámbitos, aparecen lastradas por el
contencioso de Gibraltar. Quisiera dejar claras dos cosas a este
respecto. En primer lugar, que la cuestión de Gibraltar va a movilizar
durante esta legislatura el esfuerzo no sólo de mi Departamento sino de
toda la Administración, y espero que con la comprensión de SS. SS. En el
marco trazado por la Declaración de Bruselas, mantendremos una posición
firme y tenaz en pos de los objetivos que todos consideramos como
irrenunciables.

En segundo lugar, también quisiera dejar claro que la puesta en marcha
del Acuerdo de 1987, sobre utilización conjunta del aeropuerto, sería un
primer punto de partida para avanzar en el proceso negociador y en el
desbloqueo del Convenio de fronteras exteriores de la Comunidad que, de
lo contrario, seguirá bloqueado. Tengo presente a este respecto la
proposición no de ley que se aprobó por esta Comisión en la legislatura
pasada, instando al Gobierno a no suscribir acuerdos sobre las fronteras
exteriores que puedan suponer un menoscabo para la posición de España en
las negociaciones sobre la descolonización de Gibraltar. De esa manera
procederemos, en contacto también con SS. SS.

Una palabra, señorías, sobre Andorra. Una palabra breve, pero creo que
nada más indicado, en esta parte de mi intervención dedicada a nuestros
vecinos, que mencionar la esperanza que el Gobierno tiene en que las
Cortes ratifiquen pronto el Tratado bilateral, España, Andorra y Francia,
que prevé el desarrollo pleno de nuestras relaciones con Andorra, que
recientemente asumía su plena soberanía interior y exterior. Hemos
abierto ya, en aplicación provisional del Tratado, una embajada y un
consulado general en Andorra. Las responsabilidades que nos incumben como
país vecino y convecino y los 40.000 españoles que allí residen así lo
aconsejan.

Una palabra también, señorías, sobre Estados Unidos. Quisiera, señor
Presidente, señorías, decir que es propósito del Gobierno continuar las
relaciones excelentes que



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existen con Estados Unidos de América, y en este sentido multiplicaremos
los contactos que ya se iniciaron con la nueva Administración y que
comenzaron con el reciente viaje de Sus Majestades los Reyes de España a
Estados Unidos y con una visita próxima del propio Presidente del
Gobierno a Washington. En estos contactos con la Administración del
Presidente Clinton, el Gobierno ha encontrado una evidente sintonía de
puntos de vista sobre el análisis que hacemos de las causas que afectan a
la actual situación política y económica del mundo occidental y del mundo
en su conjunto. Es un aspecto, desde el punto de vista económico, que nos
preocupa y en estas conversaciones deberíamos ser capaces de facilitar la
búsqueda de soluciones a algo crónico, el crónico déficit comercial que
España mantiene con Estados Unidos. Tendríamos que ser capaces de
superarlo.

Como SS. SS. saben bien, el actual Convenio de Cooperación para la
Defensa de 1988 ha demostrado ser un excelente instrumento práctico tanto
en su aplicación diaria como en las ocasiones de las grandes crisis, de
las crisis más difíciles. Quiero destacar también que se encuentra en la
última fase la negociación del nuevo convenio cultural.

Termino aquí, señor Presidente, señorías, la parte relativa a la política
con nuestros vecinos y socios más importantes para adentrarme en la
dimensión iberoamericana. Hemos dicho muchas veces, reiteramos hoy, que
éste es uno de los vectores fundamentales de nuestra acción exterior. Una
brevísima reflexión: se ha dicho que en Iberoamérica la década de los 80
fue una década que se dio en llamar POR PERDIDA en el aspecto económico,
pero creo que sintonizarán SS. SS. -se lo he escuchado también a
dirigentes de otras formaciones políticas- si afirmo que esa década fue
GANADA, si me permiten la expresión, desde el punto de vista político,
desde el punto de vista de la implantación de regímenes democráticos en
esta región, afín a nosotros, de Iberoamérica. La mayoría de los países
iberoamericanos están hoy firmemente comprometidos con políticas que
defendemos y compartimos: políticas económicas de liberalización, de
apertura comercial, de restablecimiento de equilibrios macroeconómicos.

Nos parece importante reconocerlo así. Yo creo que hay que insistir en
que en los últimos dos años estas políticas empiezan a dar resultados
esperanzadores tanto en términos de control de su inflación como de
recuperación del crecimiento. A veces no somos conscientes de que el
crecimiento del producto interior bruto de estos países de la región ha
aumentado por encima del 3 por ciento y que la renta per cápita de los
ciudadanos aumentó por primera vez desde 1988 con el flujo neto de
capitales de más de 40.000 millones de dólares. Recuerden SS. SS. que en
años anteriores el flujo de capitales era inverso, los capitales salían.

En este momento, afortunadamente, están volviendo a magnitudes que se
pueden medir en miles de millones de dólares.

Sin embargo, señorías, señor Presidente, queda en muchos de estos países
el logro de las condiciones que posibiliten un auténtico desarrollo
sostenido. En la Cumbre de Bahía fue el tema fundamental: partiendo de
estos parámetros macroeconómicos positivos, cómo conseguir que estas
condiciones objetivas posibiliten un crecimiento económico sostenido.

Estos logros, señor Presidente, podrían multiplicarse a medio plazo si se
afianza el proceso de integración regional y sub-regional.

Una palabra sobre esta materia. Creo que debemos destacar, y los
españoles mucho, la firma del Tratado de Libre Comercio entre Méjico,
Estados Unidos y Canadá. Nos abre posibilidades nuevas, si somos capaces
de aprovecharlas, en nuestras relaciones bilaterales con Méjico. España
desea que ese Tratado se ratifique en tiempo útil. Quisiera volver a
insistir en que nos abre posibilidades a los españoles porque nos
ofrecerá un mercado de 360 millones de consumidores, con una
participación aproximada del 20 por ciento en el comercio mundial. Hemos
tenido reuniones con los operadores económicos españoles, con el mundo de
la empresa, con la patronal, con los sindicatos, con los agentes
sociales, para que tomen conciencia de esta nueva posibilidad que se nos
abre.

Señorías, el dinamismo económico de no pocos países de esta región
constituye un factor de primera importancia a la hora de adaptar nuestra
política iberoamericana a las nuevas necesidades, a las necesidades de
este momento. Los países iberoamericanos son socios comerciales cada vez
más atractivos y punto de destino más rentable para las inversiones
extranjeras. Se va extendiendo, a su vez, la idea de que esta región
demanda mayores intercambios comerciales y no necesariamente más ayuda
(la famosa expresión sobre el «aid» y el «trade», la ayuda y el
comercio); quizá lo que nos solicitan hoy es más comercio, aunque
lógicamente sin abandonar la ayuda. De ahí la importancia que también
tiene la negociación de la Ronda de Uruguay, que producirá elementos muy
positivos para estos países.

En estas circunstancias, señor Presidente, la política exterior de España
deberá prestar a lo largo de esta legislatura una especial atención a
estos aspectos -aspectos económicos- de nuestras relaciones con los
países iberoamericanos; ello, por su incidencia, junto con otros
factores, en la consolidación de los sistemas democráticos en la región,
que constituye en todo caso un objetivo fundamental de nuestra política
iberoamericana, pero también por las oportunidades que nos brinda, que
debe abrir a nuestras exportaciones, una región que está demostrando,
como decía anteriormente, un gran dinamismo en un contexto mundial
desfavorable.

Lógicamente, nos proponemos utilizar todo el potencial existente en la
Comunidad Iberoamericana de Naciones como nuevo espacio político de
países que, con una raíz común, pueden hacer de transmisores de
inquietudes hacia sus propias regiones, afianzando un diálogo que
contribuya a la superación de tensiones y antagonismos entre bloques
económicos regionales.

Igualmente, debemos fortalecer la Conferencia Iberoamericana en su
función de estabilización y de apoyo a la consolidación de la democracia
en la región mediante lo que ya es, en esa cooperación política, la
disuasión y la reconducción de acciones anticonstitucionales, como las



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que se produjeron en algunos casos y que la Conferencia estuvo pronta a
responder de una manera colegiada.

Tendremos que dar continuidad a los primeros pasos para la creación de
una verdadera red de cooperación iberoamericana, especialmente la
formación de recursos humanos, como acordamos en la Cumbre de Madrid.

En cuanto a la cooperación bilateral, señor Presidente, los tratados
generales de amistad y cooperación, que nacieron como un instrumento de
apoyo político y económico a las democracias iberoamericanas, nos abren
todavía posibilidades que se enmarcarán y que se adentrarán en el
calendario de esta legislatura y que debemos utilizar, no solamente los
poderes públicos sino también la propia sociedad civil y las empresas, de
la manera más importante y eficaz posible.

Otra línea prioritaria de nuestra cooperación bilateral seguirá siendo la
ayuda, la cooperación a la modernización del Estado, el asesoramiento en
materia de registros y procesos electorales, la formación de policías
civiles y democráticas y la colaboración en la reforma de los sistemas
judiciales. Aquí, señorías, está seguramente la solicitud más intensa de
cooperación, más allá de la cooperación estrictamente económica, que nos
solicitan los países, sobre todo los centroamericanos: la ayuda a
cooperar en la modernización del Estado en las facetas que acabo de
referirles.

Desde el ingreso de España y Portugal en la Comunidad, estamos empeñados
en lograr la institucionalización del diálogo, de la cooperación, entre
Europa y América Latina. Nos corresponde ahora consolidar y ampliar los
avances producidos, la extensión del sistema de preferencias
generalizadas -tendremos que hacerlo a lo largo de esta legislatura- con
Centroamérica y los países andinos y el acceso de los países de la región
a los préstamos del Banco Europeo de Inversión. Tenemos que poner en
marcha ese mecanismo a lo largo de estos años, iniciativa que surgió de
España y que esperemos que pueda madurar.

Posiblemente, señorías, ha sido en Centroamérica donde con más éxito han
actuado las misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas.

Quiero resaltar que ha sido con una participación muy abundante de
hombres y medios españoles. Quisiéramos seguir trabajando en esa
dirección. Continuaremos, por lo tanto, contribuyendo a esos esfuerzos de
pacificación y reconciliación nacional, fundamentalmente en El Salvador,
en Nicaragua, en Guatemala, donde en estas últimas horas hemos sido
solicitados para hacerlo.

También quiero decir una palabra, señorías -aunque estoy seguro de que
también será parte del debate-, sobre el caso de Cuba. España mantiene
una posición que SS. SS. conocen: la posición de favorecer un proceso de
diálogo y de reconciliación nacional que, sin injerencias externas,
desemboque rápidamente y de manera pacífica y gradual en un sistema
político democrático y pluralista con pleno respeto a los derechos y
libertades fundamentales. Esa es la línea que mantenemos -creo que es
compartida por la mayor parte de los grupos de la Cámara- en todos los
foros, en todos los ámbitos. La mantenemos también en los contactos que
con las autoridades cubanas y con miembros destacados de la oposición
cubana hemos mantenido en los últimos dos meses. Desearíamos que los
pasos que se están dando en este momento en materia de reformas
económicas en Cuba tuviesen la profundidad necesaria para terminar con la
penuria que sufre el pueblo cubano y que fuera un condicionamente
determinante para que vinieran acompañadas de manera pronta de medidas de
apertura política, en la dirección que antes se ha indicado, que permitan
a Cuba integrarse en la corriente democrática iberoamericana.

Señorías, paso al otro gran vector, al otro gran bloque de nuestra acción
internacional que tiene que ver con el Mediterráneo. Las relaciones,
señorías, con los vecinos magrebíes atraviesan afortunadamente un buen
momento y en la actual legislatura debemos continuar con esa política
global de amistad y cooperación para la mejor defensa y promoción de
nuestros intereses estratégicos, de nuestros intereses comerciales y
culturales. Los instrumentos principales de esta política serán el
diálogo político con todos los gobiernos de la zona y las acciones de
cooperación, especialmente en los sectores de mayor incidencia en el
desarrollo económico y social. Apostamos, señor Presidente, señorías
-creo que con todos los grupos de esta Cámara- por un Magreb estable,
próspero, desarrollado, y nos proponemos promover la creación de un
entramado de intereses económicos en un área de expansión natural para
las empresas españolas por razones de proximidad, de vecindad y de
complementariedad de sus economías.

Una referencia especial merecen nuestras relaciones con Marruecos. En
enero de este año entró en vigor el Tratado Bilateral de Amistad, Buena
Vecindad y Cooperación, que estimamos que ha abierto grandes
perspectivas. Estamos convencidos de que el desarrollo económico de
nuestro vecino del sur favorecerá su paz social y favorecerá también su
estabilidad política.

Seguiremos promoviendo -creo que debemos seguir haciéndolo- entre la
Comunidad Europea y el Magreb unas relaciones privilegiadas, que deberán
cambiar en los próximos años para pasar de una lógica estrictamente de
cooperación a una lógica quizá más profunda en el establecimiento de un
marco de lo que se ha dado en llamar la corresponsabilidad o, con un
término que a mí no me gusta, de PARTENARIADO y de codesarrollo.

Continuaremos abogando, por tanto, para que el Magreb reciba la misma
atención política y económica que cualquier otra región prioritaria en
las relaciones externas de la Comunidad. Me parece importante subrayarlo.

Yo creo que se dan pasos importantes en ese camino que coadyuven en la
región magrebí a las reformas económicas y, en el terreno político, al
fomento de los sistemas más participativos y más respetuosos con los
derechos humanos. Esta es la nueva atención que la Comunidad Europea debe
dar a la región. España continuará favoreciendo el proceso de integración
del Magreb y la consolidación del Magreb árabe, así como el desarrollo de
las diversas iniciativas multilaterales de cooperación en el
Mediterráneo.




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Sus señorías conocen bien las iniciativas que llevan tiempo en este
momento en el congelador, las 5 MãCS 5, que tras la prometedora
declaración de 1991 entró en una fase -como he dicho- de congelación a
raíz de la crisis libia. Algunos motivos de esperanza, no muchos, puede
haber en las próximas horas, quizá algún posible desbloqueo que nos pueda
llevar a algunos nuevos contactos de esta iniciativa 5 MãCS 5. De ser
así, serán SS. SS. informados. Esperamos que la solución potencial de la
crisis permita el desbloqueo de este foro negociador. Por parte del
Gobierno se hará todo lo posible para reactivar este proceso a corto
plazo, salvando, como hay que salvar, los condicionamientos
internacionales y las responsabilidades que Libia tiene. Nos interesa a
todos, y esperemos que en fechas próximas podamos tener alguna buena
noticia acerca del planteamiento que Libia deba hacer de reconocimiento
de las obligaciones que tiene con la comunidad internacional.

Por otra parte, señorías, ante el inicio de la Conferencia de Paz sobre
Oriente Medio, España decidió congelar el desarrollo de iniciativas sobre
la Conferencia de Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo, que SS. SS.

conocen bien. La nueva dinámica de paz en el Oriente Medio quizá abre
perspectivas acordes con la filosofía y la estructura de esa iniciativa
española sobre la seguridad y la cooperación en el área. En las próximas
horas habrá algunos contactos que quizá nos permitan volver a relanzar
iniciativas de esas características, iniciativas que están siendo
analizadas por países del Mediterráneo en este momento, partiendo de la
base de las esperanzas que abre la paz que se ha firmado en el Oriente
Medio.

Señorías, no puedo dejar pasar una referencia al problema del Sáhara
Occidental. España proseguirá su estrecha colaboración con las Naciones
Unidas para intentar conseguir una solución definitiva del conflicto
mediante un referéndum de autodeterminación libre y justo. Se han
producido en las últimas semanas algunos progresos, entre los que cabe
destacar el comienzo de los trabajos sobre el terreno de la Comisión de
identificación, y el encuentro -hace un poco más de tiempo-, celebrado en
El Aaiún, entre Marruecos y el Frente Polisario. Sin embargo, y
desgraciadamente, persisten las diferencias entre las partes en cuanto a
la interpretaación de los criterios de elegibilidad para votar en el
referéndum. Esperamos que el Secretario General de Naciones Unidas, antes
de que finalice el mes de septiembre -de lo contrario sería en los
primeros días de octubre-, pueda dar al Consejo de Seguridad el informe
correspondiente, sobre el que lleva un cierto retraso en hacerlo público.

Señor Presidente, señorías, en cuanto a Oriente Medio, afortunadamente,
en estos momentos vemos unos signos de esperanza claros. Nos cabe la
satisfacción de que en cierta manera España ha tenido algún papel en la
búsqueda de esa solución justa, global, duradera al conflicto que ha
enfrentado durante cinco décadas a israelíes y palestinos. Señorías, el
proceso de paz iniciado en la Conferencia de Madrid ha recibido un
impulso decisivo el día 13 de septiembre, con la firma en Washington de
un acuerdo entre el Gobierno de Israel y la OLP. Expreso aquí el deseo,
que ya el Parlamento institucionalmente hizo público, de que esta nueva
dinámica se extienda a otros foros negociadores entre israelíes y
jordanos, sirios y libaneses, que pueden y deben recibir ahora un nuevo
impulso.

Nuestro apoyo, señor Presidente, señorías, va acompañado de una nota de
cautela. El camino hacia la paz sigue presentándose como arduo, y son
muchas las cuestiones a resolver que no han sido todavía mencionadas ni
resueltas en la declaración de principios. Hay que contar también con
alguna oposición de grupos contrarios al acuerdo, tanto en Israel como
entre los propios territorios palestinos. España se propone desarrollar
al máximo las relaciones con todos los estados de la zona, incluido
Israel, que será objeto de una visita de Estado de Sus Majestades Los
Reyes en el próximo mes de noviembre.

La puesta en funcionamiento del Plan de Paz exigirá a la comunidad
internacional contribuciones económicas y financieras importantes.

España, señorías, está dispuesta a colaborar en ese esfuerzo y aumentar
su cooperación con los palestinos, tanto en el marco comunitario como
bilateralmente. Sí les puedo decir que lo más probable el día uno de
octubre -es decir, el viernes uno de octubre-, ya sea en Nueva York o en
Washington -todavía no es seguro-, habrá una conferencia extraordinaria
de donantes, con participación de los más importantes países donantes y
de la Comunidad Europea, con la asistencia del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional, para tratar de poner en marcha el mecanismo de
coordinación para hacer eficaz el proceso de ayuda a los territorios
ocupados y a Israel. Tenemos experiencias de formulaciones de este tipo
que no han sido todo lo eficaces que hubiéramos deseado que fueran
-pienso, por ejemplo, en la coordinación de las ayudas a Rusia- y
quisiéramos que, en este caso, la ayuda fuera eficaz, fuera eficiente y
fuera rápida. Como les digo, en los primeros días de octubre habrá una
reunión al más alto nivel para que tratemos de montar esos instrumentos
de manera eficaz. A la Comunidad Europea le va a corresponder el
protagonismo mayor porque tendrá la presidencia del instrumento
coordinador de los esfuerzos de ayuda con los territorios ocupados de
Palestina.

Una palabra, señor Presidente, sobre Asia. En la comparecencia anterior
de hace un año no lo mencioné de una manera explícita, hoy sí quisiera
hacerlo, teniendo en cuenta la perspectiva de cuatro años que se nos
abre. La importancia de Asia y de sus economías en crecimiento es un dato
que no hace falta subrayar, es bien conocido por todos los miembros de
esta Comisión. España ha iniciado con cierto retraso su presencia en esa
zona. Este retraso nos obliga a hacer un esfuerzo extraordinario para
ganar un tiempo perdido y hacerlo en términos parecidos a los de los
países europeos de similares dimensiones que lo están haciendo o ya lo
han hecho. Son mercados fundamentales para el futuro de nuestras
exportaciones y tenemos, en términos generales con todos ellos, déficit
comerciales crecientes, prácticamente con la totalidad.

Nuestra presencia en estos mercados debe estar apoyada por una vigorosa
actividad política y, por ello, vamos



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a buscar en esta legislatura el fortalecimiento de nuestros compromisos
políticos en Asia. Japón, China, India, Coreaa y, en general, los países
de Asia formarán parte de nuestros mayores esfuerzos, y me propongo hacer
un viaje a la zona a la mayor brevedad, a poder ser antes de que acabe el
año 1993.

Dejo aquí estos aspectos, señorías, para adentrarme en lo que denominamos
las políticas de alcance general o las políticas horizontales.

Sobre la política de paz y de seguridad. La política de paz y de
seguridad, señorías, que ya he tratado en parte al hablar de lo que se ha
llamado la nueva arquitectura europea, quisiera completarla ahora con dos
aspectos nuevos: nuestra acción en el ámbito de Naciones Unidas y lo
relativo al desarme.

Sobre Naciones Unidas. Sus señorías saben que durante esta última década
España ha sido un país activo en la mayoría de las esferas de actividad
de Naciones Unidas, contribuyendo de forma notable -entiendo- al proceso
de revitalización que la Organización ha experimentado a partir del año
1988. Debemos seguir en esa dirección, debemos seguir en esa línea.

Como señalaba el Presidente del Gobierno en el debate de investidura, el
sistema de Naciones Unidas, y en particular el Consejo de Seguridad, debe
ser la pieza clave del orden internacional. Por esta razón, seguiremos
prestando una atención especial a nuestra participación como miembro no
permanente del Consejo durante el bienio 1993-94, sobre lo que informaré
a SS. SS. por separado -creo- en esta misma sesión o en una próxima.

El Gobierno se propone reforzar e incrementar, en la medida de nuestras
posibilidades, nuestra participación en las operaciones de mantenimiento
de la paz, que hasta ahora -entiendo- ha sido verdaderamente brillante,
con observadores civiles y militares en Namibia, en Centroamérica y
Angola y con un contingente de fuerzas en Unprofor en Bosnia-Herzegobina.

Pero aspiramos también a tener un protagonismo destacado en los debates
que ya están teniendo lugar sobre los difíciles problemas derivados de
los enormes cambios que estas operaciones están experimetando: cambios de
carácter económico sobre su financiamiento y cambios también
estructurales en cuanto a su operatividad.

España es miembro del Comité Especial de Operaciones de Mantenimiento de
la Paz y ha sido invitada a formar parte del grupo informal de trabajo
que acaba de constituirse en Nueva York para estudiar esta problemática
ciertamente tan compleja.

En realidad es la propia Organización de Naciones Unidas la que necesita
adaptarse a esta nueva situación mundial. Creo que actualmente pueden
resumirse en dos los grandes vectores de esta reforma necesaria: uno es
el estudio del contenido y eventual aplicación del programa tan
importante para la paz del Secretario General, para el cual se ha
constituido un grupo en la Asamblea General, del que nuestro Embajador es
Vicepresidente, y otro es el debate difícil y delicado sobre la reforma
de la composición del Consejo de Seguridad. Ambos ejercicios podrían
tener su conclusión lógica en esta legislatura -durante el año 1995,
quizá en el otoño-, con motivo de la Cumbre con que el Secretario General
desea conmemorar el 50.º Aniversario de esta Organización. Las Cortes y
esta Comisión estoy seguro que van a trabajar -ya han trabajado en
dictámenes potenciales- sobre la reforma de Naciones Unidas, y con sumo
gusto me presto a cooperar con la Comisión en la dirección que estimen
oportuna.

Una palabra sobre las cuestiones globales, cuyo tratamiento constituye el
soporte necesario para la paz. Quiero simplemente enunciar las reuniones
más importantes que el conjunto de Naciones Unidas tendrá en el marco de
la presente legislatura, para que SS. SS. puedan también cooperar con el
Gobierno en una buena marcha de las mismas. Tenemos la Conferencia sobre
Población y Desarrollo, en El Cairo, en septiembre de 1994; la
Conferencia Mundial sobre Desarrollo Social, en Copenhague, en el primer
semestre de 1995; la Conferencia de la Mujer, en Pekín, en septiembre de
1995, y la Conferencia sobre Asentamientos Humanos, en Turquía, en junio
de 1996. Por tanto, habrá una gran actividad desde esta perspectiva a lo
largo de los años 1994, 1995 y 1996.

Sobre el desarme. El segundo aspecto de nuestra política de paz y de
seguridad es el desarme. En este campo, la evolución de la situación
estratégica en el mundo ha producido un reordenamiento en sus
prioridades. La problemática de la no proliferación de tecnologías
sensibles y de armas de destrucción masiva supera hoy la lógica de la
simple reducción cuantitativa de armamento. La acción del Gobierno en
este campo irá encaminada a consolidar y a universalizar los regímenes
internacionales que impiden dicha proliferación.

En materia nuclear, España seguirá apoyando la prórroga indefinida del
Tratado de No Proliferación en su Conferencia de Extensión y Examen
programada para abril-mayo de 1995, y confía también en que durante la
presente legislatura pueda llegarse a la conclusión de un tratado de
prohibición global de ensayos nucleares, cuya negociación se iniciará
próximamente en Ginebra.

El Tratado de Armas Químicas que suscribí en nombre del Gobierno en enero
de 1993 ha sido remitido ya a las Cortes para su ratificación
parlamentaria preceptiva.

Otro instrumento, a nuestro juicio, central, es el Tratado sobre
Prohibición de Armas Biológicas, que deberá dotarse de un régimen de
verificación para hacerlo verdaderamente eficaz.

Una palabra sobre el desarme convencional. El Tratado sobre Fuerzas
Armadas Convencionales en Europa, el Tratado FACE, y el Acuerdo
complementario sobre Efectivos de Personal, el FACE-1A, continuarán sin
duda reclamando una atención preferente. Tras su entrada en vigor, que
confiamos tendrá lugar en el año próximo, el Ministerio habrá de
coordinar también la puesta en práctica por nuestro país del Tratado
sobre Cielos Abiertos, que España ya ha ratificado.

En esta línea continuaremos los esfuerzos para que el mayor número
posible de países cumpla con el recientemente constituido Registro de
Naciones Unidas de Transferencia de Armas Convencionales.

Finalmente, el Ministerio ha remitido ya a las Cortes la



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Convención sobre prohibición de ciertas armas excesivamente nocivas cuya
ratificación nos permitirá participar en la Conferencia de Revisión
fijada para el año 1994, en enero.

Con esto termino esta vertiente para pasar a la política de cooperación
al desarrollo.

Señorías, ésta es una de las políticas horizontales más importantes que
España acomete en estos momentos. España ha realizado un progreso notable
en el campo de la cooperación internacional en los últimos años. Se ha
dotado, a nuestro juicio, de un marco político, de una organización
administrativa y de un marco jurídico de los que carecía prácticamente, y
se han realizado avances importantes en el terreno presupuestario.

La entrada de España en el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, en
diciembre de 1991, ha constituido -entiendo- un aliciente más en favor de
la mejora cuantitativa y cualitativa de nuestra acción en el exterior.

Pero es preciso que avancemos y que lo hagamos en las siguientes
direcciones: En primer lugar, en la sensibilización de la opinión pública
y de nuestra propia sociedad civil hacia los problemas de la cooperación.

La concienciación de nuestra sociedad sobre el subdesarrollo es todavía,
quizá, insuficiente y deberíamos realizar todos un esfuerzo, desde las
instancias donde cada uno tenemos responsabilidades, para hacerlo más
profundo.

Sin embargo, los progresos de los últimos años son, a mi juicio,
esperanzadores, y confío en que SS. SS. compartan esta opinión. La labor
de las organizaciones no gubernamentales, de las ONG, de los propios
sindicatos, de las universidades, la reciente incorporación a las
acciones de cooperación de las comunidades autónomas y de los entes
locales entiendo que son un ejemplo claro de la toma de conciencia de la
sociedad española en esta materia.

En segundo lugar, quiero referirme más estrictamente a las cuestiones de
carácter presupuestario. España ha realizado un esfuerzo considerable en
los últimos diez años al que es preciso dar continuidad. Este esfuerzo
presupuestario es todavía insuficiente. Además, hemos tenido que asumir
restricciones presupuestarias de entidad. Es necesario, por ello, un
esfuerzo de concentración geográfica, de concentración temática, de
coordinación de todos los esfuerzos de las distintas instancias para que
el empleo de esa ayuda permita compensar con eficacia la escasez de
medios a los que nos vamos a tener que enfrentar, desgraciadamente, en
los próximos ejercicios presupuestarios.

Iberoamérica sigue siendo un área privilegiada, pero concentraremos cada
vez más la cooperación técnica en los países de menor desarrollo relativo
y potenciaremos, en cambio, otro tipo de cooperación más financiera,
institucional y de inversiones con el resto de los países. He hecho
referencia anteriormente a la cooperación en materia de reforma del
Estado, que me parece de extremada importancia y de la que tenemos
solicitudes, quizá las más apremiantes.

En Africa, señorías, aparte de nuestro compromiso con Guinea, centramos
nuestra atención en el Cono Sur. Angola, Mozambique y Namibia serán
nuestras prioridades; el Magreb y el resto de los países árabes,
especialmente el pueblo palestino, adquirirán también un peso progresivo
en nuestra cooperación.

En tercer lugar, señorías, señalaré un problema vinculado con la cuestión
presupuestaria como es la distribución del gasto, probablemente todavía
descompensada hacia la cooperación multilateral y, sobre todo, con un
peso pequeño de la ayuda bilateral no reembolsable en relación con la
ayuda reembolsable. Entiendo que hay una situación nueva; los recientes
cambios introducidos en el consenso OCDE sobre concesión de créditos
blandos para el desarrollo reduce la posibilidad de conceder créditos a
los países receptores de fondos FAD con mayor nivel de renta. En este
grupo han entrado algunos de los países más próximos a nosotros, desde el
punto de vista cultural, y tendríamos que ver cómo reciclamos y
reestructuramos nuestra ayuda a esos países. Reduce, por tanto, la
posibilidad de conceder créditos a países receptores, como decía, de
fondos FAD con mayor nivel de rentas. Para evitar un descenso dramático
del porcentaje de nuestra ayuda oficial al desarrollo en Iberoamérica,
tenemos que liberar parte de estos fondos que deberán emplearse con otros
instrumentos. Lo vamos a hacer, pero tendremos que hacerlo de una manera
nueva de acuerdo con el nuevo consenso dentro de la OCDE.

Las restricciones presupuestarias a las que antes he hecho referencia y
los condicionamientos de la OCDE y algunos otros del Fondo Monetario
Internacional plantean en este momento a la cooperación española y a su
desarrollo un doble reto: el de la eficacia técnica y el de la necesidad
de una mayor coordinación, a la que ya me he referido, de todos los
responsables, de todas las instancias de las distintas administraciones
públicas y también del sistema de las ONG y de la ayuda de la sociedad
civil. Debemos hacerlo de la manera más coordinada posible con nuestra
participación en la cooperación que surge de la Comunidad Europea y a la
que lógicamente contribuimos con el porcentaje de nuestra cooperación a
los presupuestos comunitarios. En este contexto, una vez más, la acción
parlamentaria, señorías, puede ser de inestimable utilidad. Estamos
hablando de un tema donde el consenso puede ser máximo y, por tanto, me
gustaría que la acción parlamentaria, la cooperación de esta Comisión y
del Parlamento en su conjunto pudiera ser lo más amplia posible. El
trabajo realizado por la anterior Comisión, de la que algunos de sus
miembros repiten y forman parte, desde nuestro punto de vista, ha sido
ejemplar y me gustaría que así continuara siendo. Nuestra colaboración en
la pasada legislatura entiendo que ha sido ejemplar, insisto, y me
gustaría que pudiera seguir siéndolo de la misma manera.

Señor Presidente, voy a decir algunas palabras sobre derechos humanos. El
Gobierno continúa firmemente comprometido en su política interior y
exterior en la promoción, protección y defensa de los derechos humanos.

En materia normativa, España se encuentra entre los países primeros del
mundo en la ratificación o adhesión a los principales instrumentos
internacionales en materia



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de derechos humanos, por lo que el acento debe recaer ahora en exigir su
universal aceptación y su universal cumplimiento. El Gobierno tiene la
firme intención de aplicar, junto con el resto de sus socios
comunitarios, la resolución del Consejo de Comunidades de noviembre de
1991 en relación con terceros, una resolución que, como SS. SS. saben, ha
sido ratificada no hace mucho tiempo en la reunión de Viena de Naciones
Unidas sobre derechos humanos.

Por lo que se refiere a las conclusiones de la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos, a la que acabo de hacer referencia, hay dos puntos a
los que concedemos especial importancia. Por un lado, el establecimiento
de un alto comisionado para los derechos humanos y, por otro, el
reforzamiento y reestructuración del Centro de Derechos Humanos de
Ginebra.

Quiero, por último, señorías, reiterar nuestra actitud de colaboración
con las organizaciones no gubernamentales que han realizado, y siguen
realizando, una importante labor en este terreno.

Señorías, aunque brevemente me acerco ya hacia el final no quisiera
terminar sin hacer una reflexión, por breve que sea, sobre la proyección
cultural de España. El Ministerio y el Gobierno, en su conjunto,
perseguirán su acción en torno a dos grandes ejes, como lo ha venido
haciendo anteriormente, otra política de Estado que no va a girar de
forma significativa.

La extensión lingüística será uno de esos ejes para el cual disponemos de
un instrumento, nuestra lengua, indiscutible; un instrumento de alcance
mundial y que es percibida en el exterior como un elemento vehicular que
abre la puerta no sólo a culturas, sino también a mercados y, por otra
parte, la difusión internacional de nuestra cultura poniendo el énfasis
en las mejores muestras de nuestra creatividad, actual y también pasada.

Para el primer objetivo contamos con el Instituto Cervantes, que está en
este momento empeñado en su adaptación, en su despliegue exterior, con el
fin de hacerlo lo más efectivo posible y, sobre todo, hacerlo de la
manera más racional posible. El Instituto, sin duda, es el gran proyecto
de nuestra política cultural, basada en nuestra lengua y nuestra cultura.

Quisiera decir una palabra sobre la cooperación científica. Es un campo
en el que quizá no hemos hecho todo lo que podríamos haber hecho -lo
lamento yo más teniendo la formación que tengo y el «background» que
tengo- y resulta, por tanto, cada día más evidente que algo más debemos
hacer en la cooperación científica y tecnológica internacionales. Es uno
de los factores determinantes de la proyección cultural en sentido amplio
de España que tiene una componente también desde el punto de vista
económico. Siempre hemos entendido la cultura -y creo que lo compartirán
SS. SS.- como algo más allá que la cultura estrictamente, lo que
clásicamente llamamos de letras, para incorporar también a la cultura
moderna la cultura científica y el desarrollo tecnológico.

Señorías, también diré una brevísima palabra sobre la protección de los
españoles en el exterior. La acción del Departamento en el ámbito
consular se desglosa en tres grandes bloques. No seré muy largo en ello,
pues ya tuve ocasión de hacerlo público en la última comparecencia y,
aunque es verdad que en la legislatura anterior, muchas de SS. SS. son
las mismas.

La asistencia, en primer lugar, a los ciudadanos en el exterior.

Procedemos a la actualización de la red consular a las necesidades de la
España actual creando nuevos consulados, en su caso, adaptando los
antiguos y desarrollando en otros una política de sustitución de
consulados generales por lo que hemos dado en llamar agencias consulares.

Se va a seguir trabajando en la actualización -me parece importante
decirlo aquí- del censo de españoles residentes ausentes, que ya ha
permitido una participación sin precedentes de estos ciudadanos en el
exterior en las últimas elecciones generales, aunque aún estemos lejos
del nivel deseable para su eficacia. Vamos a continuar junto a ello en la
importante labor asistencial a españoles en el exterior por lo que los
recortes presupuestarios no han afectado a los créditos destinados a las
distintas modalidades de protección social.

La colaboración con otros ministerios, Trabajo y Seguridad Social y
Asuntos Sociales, ha permitido la creación de estas secciones
sociolaborales en las oficinas consulares.

En otro orden de cosas, señor Presidente, hay que señalar la especial
atención que se está prestando a la conclusión de convenios de traslado
de personas condenadas, como el recientemente firmado con Colombia.

El segundo bloque de la política consular es la coordinación de la
política comunitaria en materia de extranjería y visados. Se continuará
la labor de desarrollo de la política de inmigración española en
coordinación con la comunitaria estudiando los criterios uniformes en
materia de reunificación familiar y avanzando en los programas de
integración de inmigrantes.

El tercer gran bloque, como no podía ser de otra manera, de actuación
consular es el referente a la cooperación en los ámbitos del Grupo de
Schengen y de la Comunidad Europea.

Creo que los avances logrados en el Grupo de Schengen bajo la presidencia
española se han traducido ya en logros concretos importantes como la
eliminación de controles de pasaportes que permitirá el 1 de diciembre de
1993 la auténtica libertad de circulación de ciudadanos en los países
miembros del Grupo.

No quisiera, por último, dejar de expresar la satisfacción del Gobierno
por la cooperación que se está produciendo en el ámbito de la extradición
entre España y los países comunitarios fundamentalmente con Francia -lo
quiero subrayar- lo que supone un paso adelante para la creación de un
auténtico espacio judicial común europeo.

Señorías, termino con una reflexión sobre los instrumentos para llevar a
cabo esta política exterior. En el campo de los medios de la acción, el
desafío también está aquí y es muy importante y hay que resolverlo. Se
trata de adaptar nuestros instrumentos al nuevo y complejo contexto
comunitario e internacional. Tanto ello como la difícil coyuntura
económica nos obliga más que nunca a



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sacar el máximo rendimiento de nuestros recursos, materiales y
personales. Me gustaría hacer hincapié en estos últimos.

Un Ministerio, como el de Asuntos Exteriores, donde el personal, las
personas, los recursos humanos, en todos sus niveles, constituye, sin
duda, su principal dotación, gozará, desde la perspeciva de quien les
habla, de una atención prioritaria; todo lo que contribuya a la mejora de
su motivación, de la coordinación de funciones, la racionalización de los
flujos de información de toda la red diplomática, la selección y el
reclutamiento del personal, así como su formación continua. Quisiera
dedicar una parte de mis esfuerzos a conseguir estos objetivos.

En esa dirección, quisiera decirles que estoy trabajando en la
consagración de estos refuerzos, en una reforma de la Escuela
Diplomática, en la que pretendo que me ayuden las personas del Parlamento
que tienen experiencia en estos aspectos, para adaptarla a las
necesidades de la formación del personal diplomático en esta nueva etapa.

Como he dicho al inicio de mi intervención, creo que se nos abre, desde
el punto de vista de la acción exterior de España, una vertiente a la que
hay que dedicar una atención primordial, los aspectos económicos, y me
gustaría también que, teniendo en cuenta esa problemática, esa dirección,
ese vector, la formación de nuestros diplomáticos estuviera también
acorde con esas necesidades.

Trataré, por tanto, con la cooperación que me deseen dar los distintos
grupos parlamentarios, de iniciar una reflexión seria, que no sea muy
larga, sobre una posible reforma de la Escuela Diplomática.

En cuanto a los temas de seguridad de nuestros representantes en el
exterior, tuve ocasión ya de decirles algunos extremos importantes y me
gustaría que pensaran SS. SS. que eso que les dije en aquel momento
seguirá siendo la oferta fundamental que continuaremos haciendo.

No les canso más con estas medidas; sí quisiera decirles que a los
recursos humanos del Ministerio, unos recursos humanos extraordinarios,
desde mi punto de vista, con una dedicación también extraordinaria al
servicio de la defensa de los intereses de España, quisiera dedicar una
parte importante de mis desvelos, para que esa acción pueda desarrollarse
en el contexto de mayor comodidad, no porque la comodidad sea sinónimo de
confort en el sentido físico, sino porque esa comodidad permita una mayor
eficacia en las tareas que todos deben realizar.

Les quiero decir también que estamos trabajando para la construcción del
nuevo edificio. Creo que era una aspiración de muchos, de algunos de los
que se sientan en este hemiciclo, y tengo la sastifacción de, con el
esfuerzo de mucha gente, haber conseguido que eso pueda ser una realidad.

Estimo que en el plazo de tres años podamos tener una edificio del
Ministerio de Asuntos Exteriores moderno, con los medios materiales, de
seguridad, de comunicaciones, a la altura de los tiempos que vivimos y,
sobre todo, enfrentándonos ya con los últimos pasos en el siglo XX y
prácticamente ya dando los primeros en el siglo XXI.

Me acerco al final, y ahora sí de verdad, señor Presidente, pidiéndoles
disculpas por la larga intervención, pero no quisiera concluirla sin
retomar y reforzar el hilo de alguna de los reflexiones que efectuaba al
inicio.

Señor Presidente, la primera y fundamental, aun a fuer de ser
reiterativo, es la idea del consenso, y más si cabe en esta legislatura.

Desde el comienzo de nuestra institucionalización democrática hemos
avanzado en un largo camino, en la definición de nuestros intereses
nacionales y de nuestro modo de inserción plena y activa en la comunidad
internacional. Sobre ambas cosas existe hoy, afortunadamente, un amplio
grado de coincidencia, un grado amplio de sintonía entre las distintas
formaciones políticas. En el convencimiento de que la profundización de
estas coincidencias marca el único camino para fortalecer la coherencia y
la estabilidad de la política exterior, y servir así mejor a los
intereses permanentes de España, quiero subrayar de nuevo mi
disponibilidad para continuar en esta línea de diálogo constructivo y de
comunicación fluida.

Creo, señorías, que debo recalcar también la necesidad de que no sólo las
fuerzas políticas o los distintos niveles de la Administración pública,
sino también la ciudadanía en su conjunto, tome conciencia de que la
virtual totalidad de los problemas que le preocupan, en su vivir
cotidiano, poseen una componente constitutiva de carácter internacional.

Hoy ya no existe un mundo nada más que globalizado. Por citar algunos
ejemplos, el difícil momento económico mundial o la evidencia de la
configuración de bloques en las grandes negociaciones, económicas y
comerciales, exige la continua renovación de nuestro esfuerzo para
incrementar la coherencia de nuestra política exterior, y este esfuerzo
sólo puede, efectivamente, generarse por la unidad con que nuestro
entramado institucional se proyecte y por el apoyo que la sociedad en su
conjunto nos demande.

En este sentido, resulta alentador que la evolución hacia una mayor
presencia y gravitación de España en el conjunto de la escena
internacional no se ha producido en el vacío. La sociedad y la economía
española se han abierto de forma considerable al exterior. Esta
transformación no es sólo cuantitativa, sino también cualitativa. Se ha
hecho, además, a mi juicio, irreversible, al hilo de nuestra
incorporación al proyecto de construcción europea. Ante las tensiones y
desafíos del mundo de hoy, señor Presidente, señorías, España se ubica en
un entramado de relaciones políticas, económicas e institucionales, con
sus intereses propios y sus pautas diferenciales, y España deberá seguir
defendiendo unos y otros en un contexto en profunda mutación, a la vez
que participa, de forma creativa, en el proceso continuado de
remodelación de las relaciones internacionales. Desde esta perspectiva,
la política exterior ha sido, y pretendemos que siga siendo, un capítulo
importante de la gestión de un Gobierno que sigue estando volcado en la
tarea de transformar y de modernizar España.

Señor Presidente, señorías, pidiéndoles de nuevo disculpas por la
extensión de mi intervención, les agradezco, de forma muy especial, su
atención. La intervención de



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hoy quería enmarcar el trabajo de una legislatura, pero una vez más, como
he dicho a lo largo de mi exposición en varias ocasiones, dispuesto
estoy, haciéndolo compatible con el calendario de mi responsabilidad como
Ministro de Asuntos Exteriores, para hablar, comparecer, informar y
escuchar sus sugerencias cuantas veces SS. SS. lo estimen oportuno.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro, por su completa
exposición, lógica, por otro lado, teniendo en cuenta que es la primera
de la legislatura.

Abrimos el turno de intervenciones de los grupos, empezando por los
grupos solicitantes de la comparecencia. Teniendo en cuenta la densidad
del orden del día y las premuras de horario, vamos a ser muy estrictos en
el cumplimiento de los plazos reglamentarios.

Doy la palabra al representante del Grupo Parlamentario Popular en el
Congreso, señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Ministro, por su presencia aquí
esta mañana, efectivamente la primera presencia de la legislatura,
presencia consiguientemente larga -no vamos a ser nosotros los que nos
quejemos de la longitud detallada-, como no podía ser menos, y en la
longitud y en el detalle, naturalmente, nosotros también agradecemos la
comparecencia del Ministro, en lo que nos permite tener una visión
general de la política exterior. Como serán varias las ocasiones, espero
que múltiples incluso, que tengamos, en donde el señor Ministro o los
altos cargos del Departamento comparezcan para hablar de los detalles
concretos de la política exterior, ello me permitirá pasar, no
ligeramente, peso sí con cierta premura, sobre algunos de los aspectos
mencionados y algunos de los que el señor Ministro, porque no los ha
considerado importantes o por inadvertencia, no ha citado.

Quiero decirle, señor Ministro, que nosotros -y deseo poner algún tipo de
énfasis especial al principio de mis palabras- coincidimos en lo
fundamental con el espíritu y con la descripción de la política exterior
de España que usted nos acaba de realizar. No es nuevo, pero sí es
renovado. Y quiero decirle también que, desde ese punto de vista, todas
las palabras que usted ha dirigido sobre el consenso, la necesidad del
consenso, la existencia del consenso, la conveniencia de renovar el
consenso, son palabras, intenciones y propósitos que nosotros
compartimos.

Desde ese punto de vista, para nosotros -y también alguna vez he tenido
ocasión de manifestárselo- el consenso no es un dato inerte, inane o
inmóvil; es un dato permanentemente renovado y, por consiguiente, es un
dato que necesita no únicamente de su presencia, en una capacidad
puramente testimonial, sino también de lo que es una profundización en
los datos concretos de la política exterior española en la búsqueda de la
información y, por tanto, en la búsqueda de la negociación y del acuerdo,
que ése es el sustrato vital del consenso. Se lo quiero decir también,
incluso, si me lo permite, por lo que nosotros estimamos importante
capacidad de contar con su presencia.

Hace unos días, en la primera reunión que tuvimos los portavoces con la
Mesa de esta Comisión, estuvimos considerando problemas de calendario y
el Presidente de la Comisión nos transmitía que usted tenía problemas de
calendario para asistir a esta Comisión. Si me lo permite, le sugeriría
que, a partir de este momento, incluyera como prioridad en el calendario
su presencia parlamentaria. Como vamos a tener, en el curso del día de
hoy, varias ocasiones para usar e incluso abusar, amistosa y
tranquilamente, naturalmente, de su presencia, quería decirle que debería
ser práctica habitual su presencia y que, por su parte, ese calendario
incluyera, en primer lugar, la presencia ante esta Comisión. Sin embargo,
quiero decir también que los propósitos fundamentales son los nuestros.

La defensa de los intereses de España nos implica exactamente igual que
al Gobierno y, desde luego, con esa descripción general de los propósitos
y de las líneas, nosotros estamos básicamente de acuerdo.

Me gustaría pasar brevemente por algunas áreas que nos parecen
especialmente significativas de todo lo que usted ha expuesto. Quería
hablar de la Unión Europea, de la política de seguridad, de la política
económica y comercial, de la política de cooperación al desarrollo, de
Gibraltar, de Guinea Ecuatorial (aunque de ello tendremos ocasión
posteriormente de hablar más en detalle), del asunto del Mediterráneo, de
Iberoamérica y de algunas cuestiones que yo llamaría cuestiones de
intendencia, a las que también el señor Ministro se ha referido. Y quería
hacerlo, como digo, no poniendo de manera sustancial en riesgo o en duda
los acuerdos fundamentales que en este momento compartimos con el
Gobierno, pero sí solicitando algunas no únicamente comparecencias, sino
actitudes y profundizaciones absolutamente indispensables o, por lo
menos, que nosotros así consideramos.

Tiene razón también el señor Ministro para decir que el tiempo que
vivimos es radicalmente novedoso, que estamos contemplando unos cambios
enormemente profundos en la realidad internacional a la cual estábamos
acostumbrados y que esos cambios, naturalmente, exigen una capacidad de
imaginación, una capacidad de formulación que también supone una
descripción muy detallada de determinados temas. No podemos contentarnos
con una política de presencia, no podemos ni siquiera contentarnos con
aquellos datos básicos que en este momento definen la política exterior
de España en lo que pueda ser, por supuesto, la participación en todos
los esfuerzos de la Unión Europea o en la seguridad occidental, sino que
tenemos que aportar asimismo una capacidad de imaginación, como digo, muy
creativa con respecto a los que sean nuestros intereses en esas nuevas
dimensiones.

Si me lo permite, señor Ministro, yo creo que su intervención, larga,
prolija, enriquecedora, sin embargo ha carecido de algunos aspectos desde
ese punto de vista. No basta con decir que el mundo es nuevo. Tenemos que
decir qué es en lo que nosotros queremos participar o



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cómo querríamos nosotros participar en la configuración del nuevo mundo.

No basta con decir que la Unión Europea está en crisis. Tenemos que decir
cómo queremos nosotros salir de la crisis, cómo imaginamos nosotros que
los intereses de España aconsejan que se salga de la crisis. No basta con
decir que en este momento los planteamientos que teníamos con respecto a
calendarios de la Unión Europea están siendo sometidos a revisión, sino
que tenemos que adelantar, por lo menos, dentro de la negociación
inevitable en la Unión Europea, cuáles son los datos que nosotros
queremos aportar desde ese punto de vista.

Y así, señor Ministro, no quiero adelantar más profundidades al respecto,
pero sí tengo que decirle que pensamos solicitar inmediatamente su
presencia, con las iniciativas parlamentarias correspondientes, para que,
en torno a la Unión Europea, aquí, en la Comisión de Asuntos Exteriores,
contemplemos aspectos políticos, entre ellos, naturalmente, el asunto de
la ampliación, políticos en el sentido más general de la palabra,
institucionales, exteriores y de seguridad. Creemos que es absolutamente
fundamental que aquí se planteen con ese grado de concreción, con ese
grado de precisión, que nos permita imaginar, por supuesto, los intereses
generales, pero también los intereses concretos de España.

Desde luego, lo que también quiero decir, señor Ministro, es que para
nosotros, la política exterior española, antes, e incluso con
independencia de cualquier otro factor que pueda añadir y que deba añadir
a esta política exterior, pasa necesariamente por la Unión Europea, pasa
por el proyecto europeo, pasa por la concreción de ese proyecto. Es más,
difícilmente imaginamos cómo España podría existir sin ese proyecto
europeo. Ayer mismo anunciamos, y tendremos ocasión de manifestarlo en el
momento en que se produzca el correspondiente trámite legislativo, que no
apoyaremos únicamente la ratificación de las modificaciones que se han
producido en el Tratado sobre el Espacio Económico Europeo, sino que, por
supuesto, también mostramos nuestro interés en que el proceso ya
excesivamente largo de Maastricht sea acabado cuanto antes. Pero, repito,
creemos que no basta con decir que los tiempos son diferentes, ni
siquiera basta con decir qué es lo que piensan los demás, tendremos que
llegar también al acuerdo de qué es lo que pensamos nosotros en un
momento en que las cosas, menos que antes afortunada o desgraciadamente,
no nos son dadas por datos exteriores, sino que dependen mucho más de
nosotros mismos.«
También quería abordar todos los temas relativos a la política de
seguridad. Es evidente que quizá en este terreno más que en ningún otro
se ha producido una profundísima alteración de percepción de necesidades
y, consiguientemente, de imaginación de lo que debe ser la política de
seguridad. Sirven los antiguos instrumentos y las antiguas herramientas,
y desde ese punto de vista creemos que sería gravísimamente erróneo
intentar prescindir de alguno de los elementos que en este momento
teníamos entre las manos.

Pero el señor Ministro se ha referido concretamente a las necesidades que
en este momento se plantea la OTAN, por ejemplo, de reimaginar, de
reformular cuáles son los planteamientos. A nosotros nos parece que
también en este terreno es necesario concretar. Estamos contemplando, por
ejemplo, que en todos los temas de seguridad se está produciendo lo que
yo llamaría un divorcio político académico. La academia, la reflexión,
los intelectuales que se mueven en el entorno de la política de
seguridad, están adelantando propuestas; están, por supuesto,
describiendo nuevas situaciones; están, por otra parte, constatando la
insuficiencia de las herramientas que tenemos en las manos. Pero la
reflexión política no sigue, la reflexión de la decisión política no ha
seguido, o no lo ha hecho suficientemente, y nos estamos encontrando en
estos momentos con toda una serie de aglomeraciones en poco espacio de
gente, de naciones, de países y de problemas sobre instrumentos de
seguridad, que en estos momentos no saben exactamente qué es lo que
tienen que hacer, a qué tienen que dedicar sus planteamientos básicos.

Yo creo que ésa es una de las exposiciones que tenemos que hacer de una
manera también urgente. Tenemos que saber exactamente para qué queremos
la OTAN, para qué queremos la UEO. Comparto plenamente las palabras del
señor Ministro -y sabe que es una preocupación nuestra- sobre que ninguna
de las actitudes, por otra parte necesarias, para relacionar la Unión
Europea con la Unión Europea Occidental sirvan de pretexto a nadie para
afectar a alguno de los planteamientos básicos que en este momento siguen
encarnando, y adecuadamente desde nuestro punto de vista -y veo que
también desde el punto de vista del señor Ministro-, la OTAN.

Consiguientemente, no se trata de proceder a una apresurada y mal pensada
sustitución de organizaciones, sino, por el contrario, de aportar una
reflexión, de manera que todo lo que en este momento supone ese complejo
de la política de seguridad sea radicalmente repensado. Yo me atrevería a
decir incluso, señor Ministro -y también le anuncio la presentación de
iniciativas parlamentarias al respecto-, que en este terreno tendríamos
que conceptualizar y verbalizar la política española de seguridad.

En su momento, el Presidente del Gobierno llegó a esta Cámara y propuso
un decálogo. Fuera la que fuera la opinión que entonces nos mereciera ese
decálogo, es evidente que está hoy superado por las circunstancias.

Necesitamos no un nuevo decálogo, sino una nueva conceptualización de la
política exterior y de seguridad española, fundamentalmente de esta
última. En ese sentido, también le anuncio la presentación de una serie
de iniciativas para que procedamos -sobre la base, naturalmente, del
consenso- a la conceptualización, al acuerdo, incluso de una manera mucho
más positiva de como se produjo en su momento en la presentación del
decálogo, de ese tipo de política de seguridad española.

En tercer lugar, creemos, por ejemplo, que también tienen que ser
introducidos en esa reflexión datos relativamente nuevos a los que no se
ha referido el señor Ministro, como el llamado Plan Balladur, que
nosotros hemos recibido con una cierta perplejidad, en la medida



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en que, por una parte, supone un añadido al ya prolijo paisaje de los
organismos europeos o atlánticos de seguridad y, por otra parte, incluso
en una primera lectura, parece tener como voluntad no ya sólo complicar
el paisaje, sino además detraer de alguna de las instituciones
existentes, concretamente la PESC, algunas de las competencias o de las
tareas que estaban realizando. No nos guía, desde ese punto de vista,
ningún carácter carismático o mágico en ninguna de las instituciones,
pero sí querríamos conocer cuál es la reacción del Gobierno ante ese Plan
y cuáles son los posibles encajes, de manera que no se complique
excesivamente ese paisaje, ese bosque de la seguridad europea o atlántica
y, al mismo tiempo, podamos saber exactamente cuáles son las reacciones
que el Gobierno tiene respecto a ese Plan. Ese es un punto concreto sobre
el cual nos gustaría tener alguna de las precisiones que en este momento
han faltado.

Evidentemente, tenemos que precisar también nuestra postura respecto a
varios temas pendientes. Por ejemplo, hace todavía muy pocos días Polonia
formalmente ha presentado su solicitud de adhesión a la OTAN. No sería
extraño que, en el curso de los próximos tiempos, otros países del centro
y del este de Europa hicieran lo propio. Nosotros adelantamos lo que es
nuestro pensamiento: sería gravemente erróneo que, en ese complicado mapa
de la seguridad europea, en donde afortunadamente la OTAN sigue teniendo
esa capacidad de atracción que demuestran estas solicitudes de adhesión,
procediéramos a una ligera, a una poco pensada ampliación de sus
mecanismos de seguridad, cuando, en el fondo, la OTAN ha tenido
precisamente su gran éxito no en la atención de la seguridad individual
de sus países miembros, sino en la cobertura de una noción colectiva de
seguridad. Su ampliación a esos miembros, sin pensamiento o sin
explicarles exactamente cuál es el éxito de la OTAN, podría traer consigo
el incorporar a dicha organización tensiones y problemas que no deberían
ser los de ella, con independencia de que la OTAN siga jugando el papel
de elemento de seguridad que afortunadamente juega. Esos son algunos de
los temas que naturalmente tienen que ser incluidos en una reflexión un
poco más específica.

Política económica comercial. Estamos completamente de acuerdo, señor
Ministro, con sus palabras. Nosotros siempre hemos creído que la política
exterior no es nada más que la otra cara de la política interior; que
ambas políticas son absolutamente inseparables -alguna reflexión haré al
final sobre este planteamiento-, y que, consiguientemente, si queremos
tener una política exterior que se tenga en pie, fundamentalmente lo que
tenemos que tener es un país que se tenga en pie, un país que en términos
políticos, en términos económicos y en términos sociales y en tantos
otros sea capaz de proyectar su realidad. Es absolutamente inútil
pretender crear una política exterior que no se tenga en una realidad,
porque eso no se tiene en pie, eso no convence a nadie, eso no se puede
argumentar. Desde ese punto de vista, toda la presencia, cada vez más
interrelacionada, en los aspectos económicos es absolutamente
fundamental.

Creemos también, y vamos así a solicitarlo, que necesitamos todos una
consideración global de los temas relativos a la negociación en el
contexto del GATT, por razones que tienen que ver con política interior y
ciertamente con política exterior. Queremos, en ese marco genérico del
consenso, saber con exactitud, y ésa es una de las discusiones pendientes
en el curso de los últimos tiempos, cuáles son los intereses españoles;
intereses españoles que serán seguramente encontrados. Con independencia
de lo que pensemos sobre la política exterior nosotros u otros
parlamentarios de otros grupos, que tendrán cierta tendencia a defender a
unos u otros intereses perfectamente legítimos, deberíamos encontrar la
combinación adecuada de todos los intereses españoles y ciertamente no lo
hacemos.

Quiero decirle igualmente, señor Ministro, que convendría que el Gobierno
tuviera no sé si una sola voz, pero por lo menos sí una cierta tendencia
a la manifestación equívoca de sus planteamientos. Por ejemplo, si leemos
«Le Monde» del 15 de septiembre de 1993 nos encontramos con un titular
que dice: España e Irlanda desean un reexamen del preacuerdo de «Blair
House». Sin embargo, «El País» de dos días después, del 17 de septiembre,
dice también en titular: España no apoyará a Francia si intenta bloquear
las negociaciones del GATT.

Uno se da cuenta, leyendo las últimas informaciones -que seguramente
están aconsejadas por las primeras-, que es interés del Gobierno español
decir que la primera información no era exacta. Pero es cierto que en el
curso de los últimos tiempos se ha producido un cierto grado de confusión
sobre cuál fuera la posición del Gobierno español respecto al tema vital
del GATT.

También solicitaría que en este caso concreto, en donde también anuncio
la presentación de alguna iniciativa parlamentaria, el señor Ministro nos
dijera con claridad, ya en este momento, cuál de las dos informaciones o
cualquier otra es la que realmente refleja la postura del Gobierno
español. Porque pienso que no podemos, en absoluto, y el señor Ministro
estará de acuerdo conmigo, permitirnos el lujo de una política exterior
que esté basada en una cierta y permanente incertidumbre o en una
decisión que se va produciendo día a día; necesitamos una planificación
y, consiguientemente, una capacidad de previsión de los acontecimientos.

En cuarto lugar, política de cooperación.




El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez, perdóneme, pero tendría que ir
concretando ya. Lo siento.




El señor RUPEREZ RUBIO: Procuraré ir abreviando, señor Presidente.

Tiene razón el señor Ministro. La Comisión de Asuntos Exteriores en la
pasada legislatura ha desarrollado un trabajo importante, creo yo, que
desembocó en la adopción de un texto consensuado por el Pleno de la
Cámara sobre política de cooperación. A mí me parece que eso es
enormemente importante, porque hoy tenemos de nuevo, y en esos términos
de amplio consenso -que yo recuerde prácticamente fue adoptada por la
unanimidad de la Cámara-, un texto sobre la política de cooperación.




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Pero qué duda cabe que aquí tenemos que plantearnos algunas preguntas con
referencia
siempre a ese texto.

Primero, en función de los evidentes recortes presupuestarios que ya se
han producido y de los que se van a producir precisamente en este
terreno, ¿estamos en condiciones de cumplir los compromisos contraídos en
el campo de la cooperación al desarrollo? En el documento se dice, entre
otras cosas, que en unos determinados plazos estaríamos o deberíamos
estar en situación de llegar al 0,7 por ciento del PIB en gastos de
cooperación. Nos preguntamos si eso es posible.

Nos preguntamos también, ya que se van a producir evidentemente los
recortes, dónde y cómo se van a realizar. Qué va a pasar con los
programas recortados. Qué tipo de prioridades se van a señalar. Porque el
señor Ministro, en el fondo, nos sigue diciendo que vamos a mantener
exactamente las mismas prioridades que antes teníamos, es decir, por una
parte Guinea Ecuatorial, por otra parte los países de Iberoamérica que
estén en la situación que la OCDE describe, incluso nuevos compromisos
que a nosotros nos parecen muy bien, que son los derivados de los
acuerdos de paz entre Israel y el pueblo Palestino. Pero ¿de dónde vamos
a sacar este tipo de fondos si nos vamos a enfrentar con un recorte
significativo? Y no hace falta que le recuerde al señor Ministro cuáles
son los recortes que se han producido.

Hay que tener también en cuenta -y el señor Ministro no se ha referido a
ello, pero creo que también va a ser objeto de una consideración
específica por parte de nuestro Grupo- que el Tribunal de Cuentas acaba
de someter a la consideración de esta Cámara y a la consideración del
Gobierno un informe que yo no calificaría de especialmente laudatorio,
tampoco de destructivo. En cualquier caso, tiene aspectos seriamente
críticos de lo que ha sido la gestión de la política exterior en el
terreno concreto de la cooperación al desarrollo entre los años 1986 y
1991. Ese es un dato que hay que tener necesariamente en consideración no
únicamente para que el Tribunal de Cuentas no se queje, sino para que
alcance esos grados de eficacia y de transparencia a los que el señor
Ministro se refería.

Sobre Gibraltar, de acuerdo con los planteamientos que hace el señor
Ministro, pero estará el señor Ministro también de acuerdo -y ese ha sido
sistemáticamente y seguirá siendo nuestro planteamiento- en que
cualquiera de los pasos que se den, cualquiera de los foros negociadores
que se abran, que se reabran, o que se inauguren, cualquiera de las
medidas administrativas que se tomen para cumplir acuerdos que hasta
ahora sistemáticamente han sido incumplidos, tienen que tener siempre en
la cabeza de los negociadores españoles y en la cabeza de la política
exterior española la recuperación de la soberanía sobre el territorio de
Gibraltar. Y cualquier tipo de cesión, cualquier tipo de retraso,
cualquier tipo de ambigüedad al respecto, desde nuestro punto de vista no
hará nada más que enturbiar esa negociación.

Nosotros, que en su momento, como el señor Ministro sabe, ya lo hicimos,
estamos dispuestos a reforzar, hasta donde sea posible, la mano del
Gobierno para que en las negociaciones bilaterales con el Reino Unido ese
aspecto no quede nunca en el claroscuro, en la oscuridad o en la
penumbra. Es más, estamos convencidos de que si el Gobierno es capaz de
desarrollar una política adecuadamente firme y contundente en ese
terreno, tenemos las bazas suficientes para, en un plazo razonable, no
«ad calendas graecas», obtener la recuperación de la soberanía sobre el
territorio. Pero, repito, hace falta esa firmeza y esa contundencia no
siempre observadas en la actitud del Gobierno.

En cuanto al tema de Guinea Ecuatorial, tendremos ocasión de hablar de
ello inmediatamente. Sólo quiero decir que para nosotros es uno de los
temas fundamentales. Y respecto al Mediterráneo, es importante que en
este momento se pudiera producir la revitalización de la Conferencia
sobre la Seguridad y la Cooperación en el Mediterráneo.

En los capítulos iberoamericanos sería conveniente también que el
Gobierno clarificara su actitud sobre algunos detalles, incidentes o
accidentes últimamente producidos con relación a Cuba. Yo mismo he
presentado una pregunta, que no me ha aceptado la Mesa de la Cámara,
referente a la presencia reciente en Cuba de algún distinguido miembro de
esta Cámara del Grupo Socialista. Nos preocuparía, señor Ministro, que en
la buena voluntad que supone buscar vías económicas para que el pueblo
cubano no siga sufriendo la penuria (de la cual es exclusivamente
responsable don Fidel Castro), se pudiera producir, involuntariamente, un
alargamiento de la dictadura. Ya conocemos cómo son las dictaduras y
tenemos muestras suficientes de cómo es ésta. Pero nada nos preocuparía
más, repito, que por una acción de buena voluntad del Gobierno se pudiera
producir un tipo de aprovechamiento radicalmente indebido de esa
situación.

Finalmente, cumpliendo con los ruegos del señor Presidente y pasando con
cierta brevedad por algunos otros temas, quería referirme a dos
cuestiones. Una, la participación de España en las tareas de las Naciones
Unidas, que nos parecen plenamente plausibles en todos los terrenos. Hay
reflexiones que en su momento volveremos a hacer no únicamente respecto a
Naciones Unidas, sino respecto a lo que es la política general española y
europea en el tema de Yugoslavia. Esperamos también con impaciencia la
presencia conjunta de los Ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores
para hablar de esa cuestión. Pero sí queremos decirle al señor Ministro
que nosotros compartimos plenamente esa voluntad de participación. Es
cierto que en la legislatura que finalizó en abril habíamos comenzado el
examen, a través de una ponencia, de los nuevos retos de las Naciones
Unidas, y quiero anunciar a esta Comisión y al señor Ministro que el
Grupo Popular ha pedido ya, a través de una proposición no de ley, la
reactivación de la ponencia correspondiente para que el trabajo realizado
no se agote.

Me gustaría decirle también, señor Ministro, que naturalmente los temas
son múltiples, y las fórmulas de renovación o de imaginación de un nuevo
Consejo de Seguridad son posibles. Pero nosotros creemos que en una de



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esas determinadas configuraciones España puede y debe aspirar a un puesto
de miembro permanente de ese Consejo de Seguridad, y adelanto ya algunas
de las conclusiones que sometimos en ese informe, pero creemos que
considerar la nueva geometría del Consejo de Seguridad ampliada
exclusivamente a Alemania y Japón no respondería a lo que son las
exigencias de los tiempos modernos. Si realmente queremos contar con un
Consejo de Seguridad que refleje esa nueva voluntad integradora tendría
que ser mucho más amplio, y España, en unas determinadas condiciones que
en su momento elaboraremos, podría y debería aspirar, repito, a un puesto
permanente en el Consejo de Seguridad.

El último tema lo calificaría de intendencia material y humana. Partimos
de un hecho, que el señor Ministro conoce mejor que nadie, y es que los
recortes presupuestarios se van a cebar de nuevo sobre el presupuesto de
Asuntos Exteriores. Cuando lleguen los Presupuestos veremos cuál es el
grado de cebamiento y de recorte y cuáles son las posibilidades al
respecto. En esa perspectiva más que posible, y sobre todo cierta,
tendríamos que -y el señor Ministro me imagino que estará en ello-
suprimir sobre todo los gastos inútiles y al mismo tiempo no perder
efectividad. Hemos observado que se producen algunas pequeñas o grandes
multiplicaciones de gastos inútiles por parte de los presupuestos del
Ministerio de Asuntos Exteriores.

Nos anuncia el señor Ministro la construcción de un nuevo edificio para
el Ministerio dentro de tres años, incluso hemos visto que existía la
intención de tenerlo listo para el momento en que España vuelva a tener
ya la Presidencia de la Comunidad, y nos parece que el tiempo es muy
corto. En cualquier caso, nos parece también un proyecto plausible. De
momento lo que sí es cierto es que el Ministerio de Asuntos Exteriores
sigue pagando una suma precisamente no despreciable de alquileres en
múltiples direcciones en donde se encuentran dispersados los servicios
del Ministerio aquí mismo en Madrid. Eso es grave y creo que se podría
proceder a una cierta racionalización de ese gasto.

Nos preocupan también, señor Ministro, los gastos de la nueva sede. En su
momento querríamos recibir una información precisa de esos gastos, de las
condiciones en que se producen, y al mismo tiempo de lo que es la
funcionalidad de la nueva sede en relación con lo que suponemos será
también un nuevo Ministerio de Asuntos Exteriores desde el punto de vista
del organigrama y de la funcionalidad. Le adelanto que nuestra
preocupación es que el Ministerio de Asuntos Exteriores recupere total o
parcialmente muchas de las funciones, y sobre todo la capacidad de
dirección de la política exterior de España que en muchos momentos ha
perdido.

Nos preocupa (puede parecer un aspecto puramente anecdótico, pero no lo
es en el contexto de la capital del Reino) cuál va a ser el destino de
los actuales locales del Palacio de Santa Cruz, porque no es tampoco
nuevo que el señor Alcalde de Madrid de vez en cuando expresa su
preocupación por la degradación de la zona en el caso de que el
Ministerio de Asuntos Exteriores se vaya. En cualquier caso, son locales
nobles, importantes, que tienen que tener algún tipo de utilización,
incluso dentro de esa racionalización del gasto.

Nos preocupa la multiplicación de las oficinas exteriores. Nos preocupa
que haya departamentos ministeriales que en este momento no acceden -y
usted sabe perfectamente a qué casos me refiero, puesto que el más
sangrante es el de Washington- a compartir las oficinas que a un coste
precisamente no desdeñable el Estado español ha construido para albergar
los servicios de la representación exterior de España, y nos parece un
tema absolutamente fundamental.

Nos preocupa -por otra parte, como ha trascendido a la prensa tampoco es
ningún secreto- que haya casos concretos de construcción o de
reconstrucción de embajadas en donde se producen notables desviaciones de
gastos, y no me atrevo a señalar si en esas desviaciones hay
responsabilidades de ningún tipo, lo que sí constato es que esas
desviaciones de gasto se producen y no parece que respondan a una
voluntad de utilización racional de los medios.

Comprobamos la supresión de las embajadas. Desaparecen Irak, Berlín -por
otras razones-, Sudán, Liberia, Bremen, Basilea, Hendaya, Rotterdam, como
consulados generales. Tenemos alguna duda sobre el nuevo despliegue
exterior, y francamente nos gustaría ver un poco la relación
coste-beneficio de las aperturas de las embajadas en Ucrania o en
Kazastán o incluso en Zagreb.

Me apresuro también a decirle al señor Ministro que una de las viejas
ideas, o no tan viejas, que circulaban en los entornos de la política
exterior y de seguridad común de la Comunidad era la creación de
embajadas comunitarias, que a países como el nuestro nos permitiría
ciertamente un ahorro económico, un ahorro en medios materiales y al
mismo tiempo la capacidad de presencia que posiblemente nosotros solos no
tuviéramos o no necesitáramos tener, y ahí se encuentran un buen número
de países de la Comunidad que seguramente participarían de esas mismas
necesidades.

Finalmente, quiero decirle que hay alguna medida reciente que nos ha
extrañado. Por ejemplo, en la racionalización de los altos cargos el
señor Ministro podía haber tomado una medida que nosotros hubiéramos
recibido bien, y es la supresión de la Secretaría de Estado para la
Cooperación; al fin y al cabo en este momento es posiblemente el
Secretario de Estado de todo el organigrama de la Administración española
que tiene menos fondos para administrar. Sin embargo, sí hubiéramos
contemplado la figura similar de un secretario de Estado universal, ya
que se va a encontrar el señor Ministro, si no se ha encontrado ya, con
problemas de funcionalidad derivados de que no tiene nadie que le
represente de una manera universal. De forma que también ese es un tema
que se podría haber solventado de una tacada en estos momentos.

En general -y con esto acabo, señor Presidente, señor Ministro-
compartimos la visión de una acción exterior española que traiga consigo
una presencia activa en la defensa de nuestros intereses, en colaboración
al



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mantenimiento de la paz, en promoción de los derechos de la persona y de
un mundo más justo y mejor organizado. No podemos olvidar que esto está
íntimamente ligado a una cierta capacidad interior hoy defectuosa. Nos
engañaríamos a nosotros mismos si cayéramos en una política del quiero y
no puedo o de la proclamación de altos propósitos sólo transformados en
pequeños gestos.

Este es el reto que tiene hoy la política exterior española; este es el
reto, señor Ministro, al cual el Grupo Popular, con toda su capacidad,
está dispuesto a colaborar con este y con cualquier otro Gobierno.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro ha expresado su deseo de contestar
a la intervención de cada Grupo.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Gracias,
señor Presidente.

Independientemente de la hora, me gustaría, por cortesía parlamentaria,
contestar uno a uno a los distintos grupos.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Pido la palabra para una
cuestión de orden, señor Presidente.

No sé si en el tipo de debate que vamos a tener es posible agrupar las
intervenciones de los grupos, por lo menos de los que han presentado la
petición de comparecencia, o se va a producir una respuesta
individualizada, porque en este último caso creo que no llegaremos de
ninguna manera a agotar el orden del día.

Quisiera someter a la Presidencia, desde el Grupo Socialista, la
oportunidad de concentrar las intervenciones para responder. De otro
modo, que se diga cuándo vamos a seguir con la reunión de la Comisión.




El señor PRESIDENTE: Señor Martínez, creo que se podrían agrupar, en todo
caso, las intervenciones de los grupos que han solicitado la
comparecencia, que son dos. Si el señor Ministro no tiene inconveniente
puede contestar a los dos, y luego, en relación con las intervenciones de
los demás grupos, el señor Ministro decidirá.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, con sumo gusto me pliego a las decisiones de quien ostenta la
máxima autoridad en esta sala, que es la Presidencia. Mi intención era
estrictamente de cortesía parlamentaria. Quería contestar uno a uno a
todos los grupos la primera vez que comparezco en esta legislatura. Si
por razones de tiempo la Presidencia o la Mesa estiman que no es
conveniente, repito que me pliego a sus deseos; no tengo ninguna
intención de alterar el ritmo. Sí pediría a los miembros de la Comisión,
si me permiten -estas cosas no se deben hacer, no se debe pedir nada-,
que aunque yo voy a poder venir muchas veces, que se empezara la reunión
a las nueve de la mañana en vez de hacerlo a las once. Lo agradecería
muchísimo.




El señor PRESIDENTE: Entiendo perfectamente el deseo del señor Ministro,
lo comprendo y, además, alabo sus razones. Sin embargo, para ordenar el
debate, dada la premura de tiempo que tenemos, la propuesta es que
intervenga ahora el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya y si el señor Ministro lo tiene a bien que conteste a las
intervenciones de los dos grupos solicitantes de su comparecencia.

Tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Ministro de Asuntos Exteriores, nuestro
Grupo Parlamentario participa, como lo hizo en la legislatura anterior,
del espíritu de consenso que debe presidir la elaboración de la política
exterior de España; un consenso que podemos centrar en tres grandes
objetivos que usted mismo ha citado: estabilidad en la región y, en lo
posible, estabilidad en todo el planeta; paz y promoción de derechos
humanos. Sobre estos grandes principios podemos estar de acuerdo, lo
hemos estado en las grandes líneas generales de la política exterior del
país y han sido pocas las veces que nuestro Grupo Parlamentario ha debido
discrepar de la política exterior del Gobierno, aunque cuando ha
convenido así lo ha hecho, y con la fuerza y la contundencia que creía
que debía emplear en aquel disenso o en marcar posiciones políticas
distintas de las del Gobierno o no compartidas por el Gobierno.

En su exposición de hoy pocas de estas observaciones se pueden encontrar,
es un catálogo de propuestas, de proyectos, se abre una nueva legislatura
y, por tanto, no es el día para buscar grandes diferencias. Sin embargo,
sí me gustaría, siguiendo su exposición, señalar algunos aspectos no ya
de discrepancia, pero sí de posible apreciación distinta de nuestro Grupo
y de lo que ha sido su exposición, aunque en algunos casos, como usted
verá, le voy a recabar mayor información para tener una posición más
clara.

Voy a seguir, en lo posible, lo que ha sido el hilo de su discurso y,
naturalmente, me centraré sólo en aquellos aspectos en los que veo
matices distintos o aproximaciones diferentes en el problema. Por tanto,
en todo lo que me voy a referir se debe entender que participamos en
líneas generales de lo que han sido las propuestas que usted nos ha
planteado como trabajo del Gobierno, del Ministerio y de la Comisión de
política exterior.

En relación a Europa, estamos absolutamente de acuerdo en que la solución
es Europa, no el problema; compartimos plenamente esta afirmación,
aunque, claro está, inmediatamente hay que precisar qué se quiere decir
con ello. Estamos, pues, a la espera de la plena ratificación del Tratado
de la Unión Europea, queda sólo el pequeño -parece pequeño- y jurídico
escollo de Karlsruhe, y una vez se produzca la ratificación estaremos ya
en una situación nueva políticamente. Pero quizá, para implementar
aquella nueva situación política, deberemos reconsiderar etapas, niveles
y velocidades de convergencia económica. Sabe que nuestro grupo
parlamentario, cuando se discutió el problema y el tema de la
convergencia económica, estando de acuerdo en la necesidad de



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una convergencia económica, subrayando que creíamos que debía ser sobre
todo también cohesión social y territorial, proponía una lentificación en
la consecución de aquellos parámetros. Creo que la realidad nos ha venido
a dar la razón; no sólo España sino la mayoría de los países de los Doce
no están en condiciones de seguir el apretado calendario que los propios
Doce se marcaron. ¿Cómo, cuándo y de qué forma hemos de encontrar la vía
para hacer un nuevo calendario, para redefinir los niveles y las cuantías
de esta convergencia? Este es uno de los grandes retos de la construcción
europea en la realidad, no en las palabras. Si eto se aborda de forma
razonable, si esto se aborda de forma que pueda ser compartida, nuestro
grupo está dispuesto a participar en esta discusión aunque, claro está
-ya lo dijimos en su momento y lo repetimos ahora-, en una línea de
entender la realidad, las diferencias de nivel de riqueza, de nivel de
cohesión social entre los Doce y España no está en el grupo de los más
ricos, como todos sabemos, y de ahí que percibamos los fondos de
cohesión, que todos hemos saludado, como un éxito de este Gobierno haber
conseguido ponerlos en marcha antes de que esté en vigor el Tratado de la
Unión Europea. Quiero señalar que nuestra coincidencia con otros grupos
parlamentarios y con el Gobierno estará en la línea en que el Gobierno
sea sensible a esta necesidad de cambiar parámetros y de lentificar esta
velocidad, por necesidades de la propia España, no por prurito de visión
de grupo parlamentario o de grupo político.

Queremos una concepción europea, queremos una Europa solidaria social y
territorialmente, y creemos que esto pasa, sin lugar a dudas, por
redefinir los tiempos, por redefinir, quizá, los objetivos y situarlos en
un plano un poco más lejano, que no porque sea más lejano deja de ser el
mismo objetivo: la construcción de una unión política, económica y
social, con una moneda única para Europa. Este es nuestro objetivo y no
renunciamos a él.

Siguiendo en este terreno me gustaría que en su respuesta precisase más
cuál ha sido la posición española en la reunión tan importante en la que
usted ha participado, esta llamada reunión JUMBO de ayer y esta
madrugada, sobre el GATT; cuál es la respuesta, yo creo que adusta y
abrupta por parte de los americanos, del señor Mickey Kantor, a lo que
por las informaciones que tenemos y las que espero recibir de usted
parece que tiene distintas lecturas. Sobre esto quisiera hacerle una
crítica. He leído, he estudiado, el memorándum español sobre la Ronda
Uruguay, que supongo que los Ministerios de Comercio, Agricultura y el
suyo propio elaboraron para esta reunión, y he de decirle que no me
satisface. Nos parece que la posición española ha sido demasiado tibia en
esta cuestión, y nos parece que a reserva de lo que usted nos pueda
contar sobre cómo se ha desarrollado la reunión, España debería tener una
posición más clara, más contundente, más de apoyar la necesidad de una
reconsideración de los acuerdos de «Blair House». Nosotros creemos que
eso debe ser así, y en este sentido creemos estar más cerca de algunas
preocupaciones que ha manifestado el Gobierno francés. Creemos que el
Gobierno español estuvo tibio, está tibio en esta cuestión y,
probablemente, pueda equivocarse en su posición. Me gustaría conocer más
en detalle contenidos de esta reunión y cuál es su opinión sobre las
diversas lecturas que en estos momentos -vía información de prensa-
tenemos de los distintos interlocutores en la reunión, que unos la ven
como un éxito para una posición, otros para otra, y parece que las
cuestiones no están tan claras como usted ha planteado en su rápida
visión sobre el tema.

Sobre construcción política europea, ayer se dijo aquí en esta Comisión y
por tanto voy a ser telegráfico: estaríamos de acuerdo en la ratificación
del Espacio Económico Europeo; creemos que es positivo para el país,
siempre y cuando esto se produzca, como usted mismo decía, sin merma
absoluta del acervo comunitario. Por tanto, para asegurarnos que esto no
se produce, creemos que la ratificación en nuestro caso no se debe
producir hasta tanto no esté ratificado el Tratado de la Unión.

Creemos que el acuerdo político final en estas Cámaras, en este Congreso
de los Diputados, se debería producir cuando se haya ratificado el
Tratado de la Unión. Al recibir a diputados de los países de la EFTA que
esperaban esta pronta ratificación por parte de España, tanto el digno
representante del Grupo Socialista como yo mismo les hicimos ver, y
manifestamos el acuerdo que existía entre nuestras fuerzas políticas, de
que España no ratificaría el Tratado del Espacio Económico Europeo hasta
tanto no tuviese la total seguridad de que el acervo comunitario no se
vería diluido por la incorporación de nuevos países al propio Tratado de
la Unión. En este sentido, ya hemos pedido una reflexión al grupo que
sustenta al Gobierno sobre los ritmos de aprobación de este mismo
Tratado.

Sobre el espacio comunitario de defensa o el papel de la UEO integrándose
en el Tratado de la Unión, nuestra propuesta iría en esa dirección. Ahí
tenemos, sin embargo, un matiz importante de diferencia con el Grupo
Socialista y mucho más con el Grupo Popular, tal como lo ha expresado su
portavoz esta misma mañana. Nosotros creemos que el destino óptimo para
nuestra visión de lo que debería ser la seguridad europea sería una plena
comunitarización de la UEO, es decir, la entrada de todos los miembros de
los Doce en ella, y que ésta se convirtiese en un órgano más del Tratado
de la Unión, no en una alianza militar preexistente a la que se le delega
o, en lenguaje coloquial y para ser breve, se le alquilan unos
determinados servicios. Por tanto, esto implicaría una total
independencia de la Unión Europea Occidental ya comunitarizada o, dicho
al revés para que se me entienda, una total y única dependencia de los
órganos políticos del Tratado de la Unión. Ahí tenemos una diferencia
importante con los que sostienen este camino de la UEO hacia la
comunitarización. Podemos compartir esta primera parte del razonamiento.

No compartimos la segunda parte que, además, es el pilar europeo de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Creemos que Europa, la Unión Política Europea, si ha de tener una única
moneda, una única economía, una única solidaridad social, puede y debe
tener un único órgano de defensa que no se deba a nadie más y que no se



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someta a nadie más que a la Unión política Europea. Ahí está nuestro
importante margen de diferencia, aunque hay un camino inicial común que
podríamos compartir y que estamos dispuestos a hacerlo.

Sobre Yugoslavia no voy a decir nada porque tenemos pendiente una
comparecencia conjunta.

Respecto al bloque que usted ha citado sobre países vecinos, quiero
subrayar lo que ya es acuerdo unánime de esta Comisión. El Tratado sobre
fronteras exteriores de la Comunidad no debe firmarse hasta tanto no se
resuelva el contencioso de Gibraltar que para nosotros, para decirlo
brevemente, implica una recuperación sin ningún tipo de limitaciones de
la soberanía española sobre el Peñón. Esta es una negociación difícil,
pero tenemos ahí un arma muy importante, un arma que ya fue utilizada por
su antecesor en el cargo, como usted sabe muy bien, que tuvo el respaldo
de todos los grupos de la Cámara y que continúa teniéndolo. El Acuerdo
sobre fronteras exteriores es la gran arma que tiene hoy España para
forzar la negociación y la solución al tema de Gibraltar. Por tanto, hay
que ser muy cuidadosos en utilizar bien este instrumento de progreso
diplomático y de recuperación de unos derechos que España tiene todo el
deber y el derecho, valga la redundancia, de reclamar.

Sobre el bloque de Iberoamérica, quiero constatar y compartir el análisis
que hacía el Ministro. La década de los ochenta fue una década de
progreso democrático y en el inicio de la década de los noventa (y hace
dos o tres años que se está produciendo, es cierto que tenía ya este dato
subrayado como elemento positivo) ha habido un crecimiento económico en
Iberoamérica alrededor del 3 ó 3,5 por ciento. Esto es importante, es
esperanzador, pero debería consolidarse. Ahí simplemente quisiera que el
señor Ministro nos dijese algo sobre un problema que no ha citado, seguro
que no porque fuese pequeño y no poco importante, aunque el país es
pequeño. Me refiero al seguimiento que debe hacer España y su Ministerio
del restablecimiento democrático en Haití. Hay un acuerdo en marcha, se
ha implementado ya la creación de un gobierno provisional y está
pendiente que el Presidente Aristide pueda volver el 30 de octubre, creo
recordar, a Haití para recuperar sus funciones. Se debe producir una
serie de acontecimientos. España es miembro del Consejo de Seguridad,
están los acuerdos de la Isla de Gobernadores, habría que ver cómo se
implantan desde España estos acuerdos, cómo desde nuestra Presidencia del
Consejo de Seguridad se da vía libre a lo que parece ser una petición
repetida por parte de los cuatro países que están tutelando el proceso de
recuperación democrática de Haití, esto es: el envío de una fuerza de
paz. Quizá sería el momento de que desde su Ministerio se diesen
instrucciones al Presidente del Consejo de Seguridad para que agilice el
posible envío de una fuerza de paz o de una fuerza de control a la
República de Haití. Me gustaría saber su opinión al respecto.

Sobre el Magreb, hemos estado y hemos participado con otras fuerzas
políticas del arco parlamentario en el empeño de situar la Conferencia de
Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo como un elemento importante de
la política exterior española en este área, el tema 5 MãCS 5 y, por
tanto, creemos que ahí debería continuarse implementando el trabajo en
esta dirección.

Sobre el Sáhara Occidental, compartimos todos los trabajos que se han
producido desde Naciones Unidas. No compartimos en su día, y así se
expresó en una votación de abstención, que España ratificase el Tratado
de Amistad con Marruecos porque creemos que aquella ratificación permitía
o ha permitido al Gobierno de Marruecos continuar entorpeciendo la justa
culminación del proceso del referéndum del Sáhara. Parece que hay
conversaciones, parece que las cosas avanzan, pero nosotros creíamos -y
continuamos creyendo- que España debía tener una actitud más beligerante
en el cumplimiento de las obligaciones internacionales y una forma de
ejercer, entre comillas, esta beligerancia era no haber depositado el
instrumento de ratificación del Tratado. Siempre dijimos que no se
trataba de una desconfianza respecto del pueblo de Marruecos, sino que
era un instrumento político y diplomático que España debía utilizar para
hacer cumplir las resoluciones de Naciones Unidas, en este caso en lo que
hace referencia al referéndum de autodeterminación del Sáhara Occidental.

Sobre Oriente Medio, tenemos que felicitarnos de la evolución de los
acontecimientos. Nuestro grupo ha sido el único que repetidamente en esta
Comisión, en anteriores legislaturas, había pedido del Gobierno -no lo
obtuvo en ningún caso- el reconocimiento del Estado Palestino después de
la Declaración de Argel. Aunque ahora las cosas están muy fluidas, no
sabemos qué tipo de Estado Palestino se va a configurar al final del
proceso de paz. Si el proceso de paz culmina con éxito, y creo que todos
los que estamos aquí lo deseamos, pero alguna declaración en el orden de
ver bien una solución como el propio líder de la Organización para la
Liberación de Palestina ha manifestado en la Confederación
Jordano-Palestina que esto sería bien visto o inmediatamente reconocido
por el Estado español, podría contribuir modestamente, pero en la parte
en que podemos nosotros contribuir, a facilitar el camino hacia la paz en
toda la región; paz que como decía el Ministro es complicada, pues no
sólo tiene una base político-religiosa como parece que ahora se ha
consolidado ya un principio de acuerdo, sino que tiene elementos
económicos de cooperación, de energía, el agua; toda la región es un
hervidero de problemas y no va a ser fácil avanzar en este camino, pero
todo lo que sea facilitar las cosas, al menos en el terreno político y,
por supuesto, también en el de la cooperación económica desde España y
cooperando desde España a la cooperación económica internacional con los
territorios ocupados y con toda la región -no se trata sólo de los
territorios ocupados-, creo que será positivo.

Sobre políticas horizontales, quiero lanzar una propuesta a la Comisión.

Creo que deberíamos retomar lo que fue la ponencia para el estudio y
reflexión que aportaría España a las propuestas de Naciones Unidas.

Tenemos todo un trabajo previo de los distintos grupos parlamentarios que
no haría falta más que actualizarlo, revitalizar o refundar la ponencia y
seguir trabajando en



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aquella línea. Por tanto, no voy a hablar más sobre esto, puesto que allí
están ya nuestras reflexiones y alguna de nuestras propuestas de cómo
podríamos contribuir a esta reforma de Naciones Unidas que es evidente
que se ha de producir. Es evidente que las tareas de un mundo globalizado
no bipolar para las Naciones Unidas han aumentado de forma explosiva y,
en cambio, los recursos económicos, los recursos políticos no lo han
hecho de la misma forma y, por tanto, hay que dar solución a este desfase
que ahora existe en Naciones Unidas.

Sobre política de cooperación al desarrollo -y con este punto ya voy a
termianr, señor Presidenste- esta Comisión también produjo un documento
importante de consenso de toda la comisión que el Gobierno prometió que
iba a convertirlo en eje de su actuación política, pero aquí sólo habría
que hacer la salvedad y la crítica, crítica importante, en el sentido de
que este consenso no ha impedido que el Gobierno haya decidido un recorte
sobre el Ministerio de Asuntos Exteriores y sobre la política de
cooperación. En consecuencia, mal se compadece el esfuerzo de todos los
grupos políticos por consensuar políticas, por rebajar aspiraciones, el
famoso 0,7 por ciento del Producto Nacional Bruto dedicado a cooperación,
por aceptar un calendario más lejano en el tiempo por mor del consenso,
por mor de la unidad de todos los grupos políticos y después ver que
unilateralmente, desde el Gobierno se decide amputar, aunque sea
cuantitativamente, este consenso. Por tanto, damos un toque de atención
en el sentido de que nuevas llamadas de consenso han de ir acompañadas
del consenso en la práctica, no del recorte presupuestario sólo desde los
intereses del Gobierno e ignorando lo que fue un difícil encaje de
posiciones distintas sobre cuantía del gasto y sobre forma de practicar o
implementar este gasto.«
Termino, señor Presidente, como lo hacía al principio: nuestro grupo cree
que la política exterior española debe ser, si puede ser, una política de
Estado. Para esto estamos dispuestos a prestar nuestra colaboración y
dispuestos a renunciar a partes no sustantivas de lo que puedan ser
propuestas propias de grupo, pero siempre y cuando esto no sobrepase unos
límites que consideramos que no podemos ni debemos traspasar.

Para concluir me gustaría que el señor Ministro nos informase -y
posteriormente podríamos fijar nuestra posición los distintos grupos en
una última intervención- de los últimos o ultísimos acontecimientos en
Moscú. Lo que sucedió anoche y está sucediendo hasta este momento en
Moscú es de una enorme preocupación. Nosotros estamos intentando elaborar
una posición sobre esta cuestión, creo que la Comisión de Exteriores
debería intentar hacer una reflexión sobre el tema, pero antes me
gustaría oír la opinión del señor Ministro y cuál pueda ser la opinión de
la Comisión o de la Comunidad, si es que ya existe o se está elaborando.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro para responder a
las cuestiones planteadas.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Para no
forzar el ritmo de la Comisión -y pido disculpas- trataré de contestar a
los dos grupos parlamentarios que han intervenido y que eran proponentes
de la petición de comparecencia.

En relación con la intervención de don Javier Rupérez, representante y
portavoz del Partido Popular, le quiero agradecer muy sinceramente sus
primeras palabras, palabras de coincidencia en lo fundamental, creo que
es una magnífica noticia que el primer grupo de la oposición y el
Gobierno coincidan en lo fundamental en lo que es una política exterior
para España. Su señoría decía, también, que ha acogido bien esas palabras
mías de consenso, lo agradezco y, desde luego, le reitero mi voluntad de
mantenerlo. Su señoría definía el consenso como algo que debe renovarse.

Sin duda ninguna, estoy totalmente de acuerdo. Creo que pruebas hay en
las últimas semanas, incluso en las últimas horas de que se desea que ese
consenso se renueve. Dispuesto estoy, en lo que mis capacidades me
permitan, a mantenerlo en el ámbito parlamentario, en el ámbito de la
Mesa o del grupo parlamentario y en el ámbito bilateral con los grupos
políticos que lo deseen. Será mi voluntad en la búsqueda de acuerdo;
lógicamente habrá puntos en los que no estemos de acuerdo, espero que
sean los menos o, por lo menos, que sean los menos importantes para la
estabilidad de una política exterior de España.

Una palabra sí quiero decir -y que me perdonen los miembros de la
Comisión y la Presidencia- sobre mi disponibilidad. Tengo que decir que,
en mi agenda, el Parlamento forma parte de una de las prioridades, sin
duda, porque creo que es mi obligación, como Ministro de Asuntos
Exteriores y miembro del Gobierno, estar dispuesto a deponer ante la
Comisión cuantas veces sean necesarias. Hay una segunda razón, mucho
menos importante, a mí me divierte mucho el Parlamento, me encanta, lo
que más me puede gustar de mi vida política es seguramente el Parlamento;
cuantas veces haya que venir, dispuesto estoy, pero me tienen que
permitir que lo encajemos y engarcemos en el calendario. Se pediría, por
favor, que en vez de empezar a las once, empezáramos a las nueve y
aprovecháramos más el tiempo los días que tengamos capacidad de venir.

Estoy dispuesto a venir a la hora que sea necesario y estar el tiempo
necesario en los días en que comparezcamos, pero atendiendo al
calendario. Lo conoce muy bien el señor Rupérez y algunos de los
dignísimos representantes de su grupo que se sientan en este caso, desde
mi óptica a su derecha; desde la suya, no lo sé, (Risas.) saben muy bien
lo que es una agenda. Hoy he llegado por los pelos, aunque hubiera
llegado a las nueve.

Paso a entrar en los temas de fondo. Le agradezco muchísimo sus
afirmaciones.

Con relación a la Comunidad Europea y en general a todo lo que ha sido mi
exposición y la del Gobierno, quizá echa en falta S. S. lo que ha dado en
llamar una posición española en las instancias internacionales. Quiero
decirle que la tiene y que la defiende. Creo que en las últimas horas
hemos puesto de manifiesto muy claramente, por poner un ejemplo, que la
tiene, que la



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defiende, y que la defiende con intensidad, no solamente que la tiene y
que la defiende sino que, en algunos extremos, incluso acaba por formar
parte del gran consenso y de la posición general que algunas instancias
internacionales han tomado en las últimas horas. Por tanto, estaría de
acuerdo con S. S. en que no basta con decir que hacemos lo que hace la
Comunidad o que hacemos lo que hace la Alianza. Tenemos que saber qué es
lo que queremos hacer en esas instancias internacionales. Creo que lo he
dicho, quizá hoy no lo he dicho con la máxima intensidad o extensión
porque era una intervención de carácter general, pero me encantaría que
los temas que S. S. ha planteado los pudiéramos desgranar en unas
comparecencias sectorializadas, por temas o por partes de temas.

Sobre el proyecto europeo, me alegro mucho de escuchar su posición frente
al Espacio Económico Europeo. El Espacio Económico Europeo es importante,
es bueno para España. Tenemos un compromiso con nuestros amigos para que
se ratifique en tiempo útil lo más corto posible. No vamos a cumplir ya
los plazos, pero si no existe una gran dificultad para los miembros de
los distintos grupos de la Cámara, cuanto antes lo hagamos, mejor, para
dar tranquilidad a los países que están hoy preocupados por nuestra
posición.

Sobre la Iniciativa Balladur, no la he mencionado porque creo que, en el
estadio en que se encuentra, está todavía muy embrionario el debate que
se está teniendo en la Comunidad. El análisis del mismo está en este
momento en la cooperación política. Dentro de poco tiempo, si el Tratado
de la Unión se ratifica, como espero que ocurra, será parte de una de las
acciones comunitarias desde el punto de vista de la PESC, la política
exterior de seguridad común; pero sí le quiero decir, para
tranquilizarle, si es que está intranquilo, que no lo creo, que la
posición que se va construyendo en la Comunidad sobre el tema no difiere
mucho de las argumentaciones que S. S. ha planteado. Tenemos que ser
capaces de poner en marcha una iniciativa de estas características, sin
duda, pero eso no tiene que significar sacarla de las instancias donde
legítimamente podrían tomarse resoluciones en estas materias.

Su Señoría ha mencionado la Conferencia de Seguridad y Cooperación
Europea, la CSCE. Seguramente, todo lo que podamos hacer por que esas
iniciativas se imbriquen de la manera más intensa posible será bueno. En
una frase afortunada, es verdad que empezamos a estar demasiado
AGLOMERADOS y sería bueno que la aglomeración no viniera aumentándose por
iniciativas que caben dentro de otros márgenes o marcos donde debieran
encontrar su proyección.

Sí le quiero decir que, seguramente en el Consejo Europeo próximo y sin
duda ninguna en el último Consejo Europeo de la Presidencia belga, habrá
un informe de la cooperación política para ver la marcha de la iniciativa
Balladur. Con sumo gusto le informaré, pero las líneas por donde va
avanzando son las que le acabo de decir y no se diferencian mucho de
algunas de las cuestiones que S. S. ha planteado.

En cuanto al tema de Polonia y la OTAN quizá aquí merecería la pena hacer
mía también alguna afirmación que ha hecho.

Es verdad que hay un planteamiento académico sobre lo que debe ser el
desarme, sobre lo que debe ser la problemática de la seguridad
internacional que lleva unos cuerpos de ventaja sobre la formulación
práctica de esas reflexiones. Una de las posiciones académicas -y S. S.

las conoce bien- es que la integración de los países de Visegraa en la
Alianza Atlántica o, en cualquier caso, darle un sentido al CCAN mucho
mayor del que ahora tiene sería una buena decisión. Por ahí va una
reflexión académica que estamos leyendo todos los días en las revistas
especializadas y en algunos libros que ya se han publicado en las últimas
semanas.

La reflexión política, la acción política debe ser más prudente, a
nuestro juicio. En cualquier caso, desde ahora hasta el mes de enero en
que hay una cumbre de la Alianza Atlántica donde, sin ninguna duda, se va
a plantear la reflexión sobre este tema, sí deberíamos avanzar en una
posición española y en una posición incluso comunitaria sobre este
aspecto, que es muy importante. Por tanto, es un tema donde la reflexión
conceptual está tomando -como decía- unos cuantos cuerpos de ventaja
sobre las decisiones políticas, incluso en Estados Unidos.

Como quizá S. S. sepa, el Senador Lugar fue enviado por el Presidente
Clinton a hacer esa ronda por todos los países comunitarios y todos los
países de la Alianza para sondear la posibilidad de decisiones que
pudieran ponerse sobre la mesa en la Cumbre de enero. La impresión que el
Senador se ha llevado a Estados Unidos es, en principio, más prudente que
la primera iniciativa. Estamos todavía tratando de construir un consenso
sobre esa materia.

Los últimos acontecimientos del domingo y los de estas horas quizá son
ingredientes para que esa reflexión sea más profunda y acertemos en las
decisiones que haya que tomar.

En cualquier caso yo sí creo -y estoy seguro que S. S. estará de acuerdo-
que el CCAN debe tener otro papel, hay que darle otro sentido. Realmente
las reuniones del CCAN, que suelen ser al día siguiente de la reunión del
Consejo Atlántico, empiezan a tener menor vigor del que cabría esperar y
del que yo creo que nosotros deberíamos desear del CCAN. Yo creo que
deberíamos hacer la misma reflexión sobre eso y estoy dispuesto a
ofrecerme para trabajar sobre ello.

Quiero decir una palabra sobre la política comercial y la política
económica. Yo estoy de acuerdo en que los dos pilares de la política
exterior de un país son la seguridad y sus relaciones económicas, sin
duda alguna. Lo que yo quiero subrayar es que el peso del segundo pilar,
del pilar económico, cada vez es más creciente. A mí me sorprendió,
cuando el Secretario de Estado americano planteó por primera vez la
estrategia de la administración Clinton en el ámbito de la Alianza, la
prioridad número uno de la política exterior americana -está en el
enunciado que él dijo- fue: acabar con el déficit comercial y acabar con
el déficit presupuestario. Esta fue la primera prioridad de la política
exterior de Estados Unidos. Por tanto,



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es verdad que por primera vez estamos en un mundo que sí es distinto, por
primera vez el mundo es uno desde el punto de vista económico. ¿Por qué
es uno? Por muchas razones. Porque afortunadamente para unos -y creo que
afortunadamente para todos- la libre circulación de mercancías, de
bienes, de productos y de capitales es total, es un mundo sin fronteras;
por primera vez es un mundo global.

Si me dejaran lo pondría gráficamente. Si uno hace la historia de la
economía mundial en los distintos ciclos y toma como parámetro, por
ejemplo, el coste relativo en la producción o en los servicios del
transporte, verán una cosa absolutamente clarísima. El coste del
transporte es algo que tiende a cero en las economías mundiales de hoy.

Por tanto, por primera vez y realmente estamos en un mundo que es uno
desde el punto de vista económico, porque el transporte empieza a ser un
coste irrelevante para la producción o para la comercialización.

Desde ese punto de vista hay que subrayar un poco más el papel que el
servicio exterior tiene que tener en este nuevo contexto del mundo. Y
aquí viene, señorías, un problema de enorme envergadura que España se
tendrá que plantear y escuchando al Diputado señor Espasa veo que nos lo
tendremos que plantear. Nos tendremos que plantear el tema del
proteccionismo. Sin duda alguna aparecen en estos momentos algunas formas
de pensar o algunos planteamientos que tienen una posible lectura desde
una perspectiva proteccionista. Yo creo que ése va a ser el gran debate
con el que vamos a tener que enfrentarnos, y el primer ejemplo es la
negociación sobre el GATT que en estos momentos estamos teniendo. Creo
que España en este debate debe tener una posición clara. Por una parte,
sin duda ninguna, debe defender los intereses nacionales, pero no debe
olvidar que una situación de mayor proteccionismo en nuestro ámbito es
incompatible con algunos principios que queremos defender. De nada vale
la cooperación política con los países más desfavorecidos, si no les
permitimos la posibilidad de comerciar. De nada nos valen muchas
declaraciones formales que hacemos, si en la práctica luego no las
llevamos a la realidad política. Por tanto, éste será un debate
extraordinariamente importante, que divide a los países y divide, si me
apuran, incluso en algunos países a las formaciones políticas de manera
contraria a lo que cabría pensar, desde el punto de vista ideológico,
porque hay una presión de las opiniones públicas nacionales que hacen que
a veces se tomen posiciones en materia de proteccionismo. Por tanto,
reitero que, desde el punto de vista de la acción exterior, esta
componente económica-comercial ahora adquiere una dimensión nueva, aunque
siempre la ha tenido.

Quiero decir unas palabras sobre los titulares de «Le Monde», «El País» y
de muchos otros periódicos. Yo le rogaría que leyera los contenidos.

Sobre la posición de España en materia de la Ronda de Uruguay y del GATT,
por lo menos los periodistas que me suelen seguir -algunos me siguen
aquí, otros en Bruselas- han llegado a decirme que aburro de la
machaconería con que mantenemos la posición, que llegamos a ser
aburridos, otra cosa es que el titular -porque no querrá ser,
lógicamente, aburrido como lo es el Ministro- trate de ser un poco más
vistoso y más brillante, pero sí le digo que la posición va a ser
repetida hasta la saciedad, los cinco puntos que han compuesto la
posición de España en materia del GATT. Insisto, es verdad que de puro
aburrida que ha sido nuestra posición por machacona y por reiterada, creo
que los medios de comunicación han intentado lucir un poco más su
capacidad, que yo no tenía, para hacer titulares más vistosos, pero en
general creo que es uno de los temas donde con más claridad hemos
mantenido la posición con los puntos correspondientes excesivamente
tenaces hasta el aburrimiento, insisto.

En cuanto a la cooperación, señorías, sí quiero decir muy claro en esta
primera comparecencia que vamos a tener problemas económicos, sin duda
ninguna. Va a haber recortes presupuestarios en el año 1994, va a ser un
presupuesto difícil, pero eso es la obligación que tiene un Gobierno,
sumar lo que tiene, priorizar lo que tiene, y, lógicamente, cuando hay un
momento en el que el presupuesto del Estado, quitando la deuda pública,
va a crecer seguramente nada, pues las partidas presupuestarias que nos
atañen tampoco crecerán nada. De todas maneras, vamos a ver un
presupuesto del Ministerio de Asuntos Exteriores más alto de lo que en
términos comparativos nos correspondería; ya lo iremos viendo, porque
unas cuotas internacionales que van creciendo y que están, lógicamente,
dentro de nuestras responsabilidades. Pero sí le quiero decir que vamos a
tener problemas, yo los asumo, pero más vale que SS. SS. lo vayan
considerando; tendremos problemas como tendrá la educación, como tendrá
la sanidad; la cuestión es cómo priorizamos, y eso es el gran debate
presupuestario que tendremos en las próximas semanas. Quiero decirles que
la suma de las peticiones de cada una de las comisiones no va a sumar
cien y, por tanto, tendremos que recortar en todos los sitios un poco.

Esperemos, lógicamente, que se recorte en los sitios menos sensibles
donde el daño que se produzca sea menor.

Por otro lado, me gustaría decir unas palabras sobre las tres últimas
cuestiones de carácter más logístico. Sobre el edificio, señoría, le
quiero decir con toda franqueza que el Ministerio de Asuntos Exteriores
requiere un edificio nuevo, necesita un edificio nuevo. Los miembros de
su Grupo Parlamentario que lo conocen bien, porque han trabajado en él,
saben que es una reivindicación hondamente sentida y que hay que hacerlo.

Lo que me parece muy legítimo es que se gaste poco en la creación del
edificio, pero lo que no me parece razonable es que se critique que no
hay edificio porque no hay edificio, porque no puede haber condiciones de
seguridad, porque es pequeño y porque los diplomáticos están hacinados,
etcétera, y cuando se dice que se va a hacer un edificio se critica el
edificio porque es caro. Nadie sabe lo que va a costar ese edificio,
porque lo que yo leo en la prensa es que hay un proyecto, que hay unos
recursos, que cuesta no sé qué, no sé cuánto; nada de eso es verdad,
porque nada de eso existe. Es verdad que había un proyecto ahí para otro
edificio, para otro objetivo y es lo que se está



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sacando en este momento con ánimo, a mi juicio, no muy positivo para lo
que representamos los miembros de esta Comisión. No hay proyecto, no hay
cuantificación todavía; no hay proyecto cerrado. Hay un proyecto inicial,
no hay un proyecto cerrado, y ninguno de los datos que se están aportando
tienen nada que ver con lo que será el futuro edificio. Será un edificio,
señorías, digno y estoy seguro que sus señorías no me permitirían, si yo
sigo siendo ministro cuando se inaugure, que no fuera un edificio digno
para recibir con dignidad lo que es una parte importante del Estado.

Espero que me lo digan y que me exijan que sea un edificio digno; que no
sea un edificio cutre, sino que sea un edificio digno, que se puede
enfrentar con el final de este siglo y principios del siglo que viene.

Realmente lo que creo que no es legítimo -y no lo digo por sus señorías-,
por lo que estoy leyendo, es que cuando no hay edificio, no se hace
edificio, y cuando hay edificio, ahora se derrocha el dinero. ¡Hombre,
no!
Sobre el Palacio de Santa Cruz no se preocupe su señoría y le ruego que
le transmita al Alcalde de Madrid -gran amigo suyo, amigo mío no tanto,
pero amigo mío también- que no hay ningún problema con el Palacio de
Santa Cruz. Es un edificio histórico que seguirá siendo siempre un
elemento fundamental de la representación exterior de España, igual que
el Palacio de Viana, y todas esas cosas forman parte de una tradición, de
una cultura, de un poso político que no se pueden perder. Por lo tanto,
dejemos estas cosas claras, por favor, entre nosotros, entre personas
sensatas como por lo menos son la mayoría de sus señorías -no sé si yo lo
soy- y sobre estas materias tratemos de ser un poquito constructivos y no
negativos. Cuando no hay edificio, no hay edificio y, cuando hay
edificio, resulta que se derrocha. ¡Hombre, no! Vamos a tratar de hacerlo
bien y con el control parlamentario.

La misma cuestión le quería decir sobre la recuperación de la política
exterior en el Ministerio de Asuntos Exteriores en el sentido amplio. Yo
le quiero decir que en este momento sí le garantizo que hay una
coordinación y una dirección por parte del Ministerio de Asuntos
Exteriores de la política exterior de España, que creo que en algunas
cosas se está poniendo de manifiesto, incluso plásticamente. No quisiera
ser más explícito para no generar los celos de otras comisiones, de otros
ministros que no los tienen, pero sí, a lo mejor, de algunas otras
comisiones.

Déjeme que le diga también que me sorprende alguna declaración que ha
hecho sobre la cooperación, en tanto en cuanto a la estructura
administrativa, porque yo nunca he pretendido -dígase lo que se diga-
cambiar radicalmente la estructura del Ministerio en este momento. Me
parece, como su señoría sugería, que quizá el momento para hacerlo sea el
momento de incorporación a una nueva incluso realidad física, en donde
habría que pensar que la realidad física del nuevo edificio, cuando sea,
tenga también una reestructuración, que se podría pensar -y me gustaría
pensarlo- incluso aproximándose a una estructura más de PESC que
americana. Se podrían pensar muchas cosas, que con una estructura nueva y
con unos sistemas de comunicación nuevos se podrían hacer, pero yo no he
pensado nunca en hacer desaparecer una secretaría de Estado para
Iberoamérica, y tenía la impresión de que su Grupo parlamentario, por lo
menos alguno de sus dignísimos representantes, había hecho declaraciones,
criticándome mucho a mí, suponiendo que yo había pensado que se podría
poner en marcha una nueva Secretaría de Estado, desapareciendo la
Secretaría de Estado para Iberoamérica. Ni lo primero era correcto, y
seguramente quien habló por parte de su Grupo tampoco tenía el
conocimiento de quién es el portavoz. Yo creo que la Secretaría de Estado
para Iberoamérica debe mantenerse y que España debe mantenerla, debe
tener capacidades, debe tener ilusiones, y, por lo tanto, no compartiría
eso. Como la alternativa a lo que su señoría dice es hacer una Secretaría
de Estado nueva y, si la llego a hacer, me hubieran crucificado sus
señorías por aumentar el gasto público, pues he optado por dejar las
cosas como están, dejar que el tiempo siga hacia adelante, adaptar las
pequeñas cosas que hay que adaptar y hacer que los demás, y yo el
primero, trabajemos más y seamos más productivos. Yo creo que ésa es la
posición que en tiempos de dificultad económica es la más razonable, es
la más responsable y es la que yo voy a mantener.

Una parte de su intervención, que sí comparto totalmente, es que en el
Tratado de la Unión, lógicamente en la cooperación política y en la PESC,
hay la posibilidad de coparticipación en edificios en unidades de
representación comunitarias en el exterior. Estamos en ello. No es fácil
porque esas cosas se declaran con mucha facilidad en el papel y luego es
más difícil ponerlas en marcha, pero estamos trabajando en ello y en
algunos países nuevos seguramente habría que hacerlo, como habría que
contemplar con mayor frecuencia el embajador no residente, que es
económicamente más asequible y que a lo mejor nos podría resolver algunos
problemas. Estos problemas son de otra dimensión, más pequeños que los
grandes problemas de que hemos tratado de hablar en el día de hoy.

Yo lo que sí quiero agradecerle muy sinceramente al Grupo Popular y a su
portavoz es el tono, la forma que se ha producido en la mañana de hoy.

Creo que esto significa, por lo menos, la voluntad por parte de su Grupo
-así lo entiendo-, que es la misma que tiene el Gobierno, de encontrar en
estos temas vitales, fundamentales para nuestro país y para los
españoles, el máximo acuerdo posible.

Contesto también al Diputado de Izquierda Unida señor Espasa. Le
agradezco también sus primeras palabras sobre el consenso, y los
elementos fundamentales sobre los que debe basarse el mismo también los
compartimos, ¡quién no lo va a hacer!, sobre la paz, sobre los derechos
humanos, sobre los valores de la democracia.

Ahora bien, voy a entrar solamente en las cuestiones que ha planteado
como pregunta para no reiterar y no ser demasiado largo.

Sobre Europa. Su señoría entiende que Europa es un objetivo. Me alegro
mucho de que lo diga y de que lo diga muchas veces. Dígalo aquí y en
público. No digo S.S., pero sí es verdad que la coalición que representa
sería



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bueno que dijera esto más veces y muy claramente, con una sola voz y con
intensidad.

Le preocupa ¿qué Europa? A todos nos preocupa qué Europa, lógicamente,
pero S.S. cifra la preocupación por qué Europa fundamentalmente en el
calendario de la Unión Económica y Monetaria. Yo le voy a decir con toda
sinceridad que no lo cifro en eso. Es muy importante, qué duda cabe. El 1
de enero vamos a poner en marcha la segunda fase de la Unión Económica y
Monetaria. Tenemos un tiempo hasta 1999 para la incorporación a la moneda
única. Yo creo que nuestra sociedad y los dirigentes políticos
responsables debiéramos decir con claridad que mantenemos los contenidos
y los calendarios de la Unión Económica y Monetaria. Si es o no es así,
tiempo habrá para rectificar, pero a toda nuestra sociedad nos interesa
hacer el esfuerzo por controlar la inflación, por controlar el déficit,
por controlar nuestra deuda viva, por controlar que los tipos de interés
tiendan a bajar. A todos nos interesa. Va en beneficio de la construcción
europea y de la convergencia real de nuestras economías el así hacerlo.

Por tanto, demos una señal clara de que nuestra voluntad y nuestro
objetivo es mantener calendarios y contenidos. Tiempo habrá para, si
vemos que no se llega, tratar consensuadamente de hacer las cosas de otra
manera, pero mantengamos esa tensión hacia el control de la inflación,
hacia el control del déficit, hacia el control de la deuda viva, que son,
al fin y al cabo, necesidades nacionales.

Sí le quisiera decir sobre el GATT que aquí encontramos algunas de las
contradicciones. La posición que S.S. dice achacando que España ha estado
tibia, quiere decir que ha estado poco proteccionista. No puede haber
otra tibieza. Su reflexión va en la dirección de que tenemos que ser más
proteccionistas. ¡Hombre! Yo creo que España está manteniendo una
posición bastante equilibrada en la Ronda Uruguay, en el tema del GATT,
defendiendo bien nuestros intereses en aquello que tenemos que defender,
y S.S. debe saber que uno de los temas fundamentales por el cual estamos
dando la batalla no está tan ligado a la Ronda Uruguay; está ligado a la
Ronda Uruguay en tanto en cuanto repercute sobre lo que pudiéramos llamar
una Ronda Bruselas, porque lo que nosotros no podemos aceptar, a nuestro
juicio, yo creo que compartido por SS.SS., es que se apliquen unas
limitaciones a la subvención y a la exportación de subvenciones en
materia agrícola de manera distinta a aquellos productos que ya han
tenido su reforma de la política agrícola común, ya tienen su
organización común de mercado, frente a otras que no tienen todavía su
organización común de mercado, para las cuales los criterios de la Ronda
Uruguay y los Acuerdos de Blair House son distintos, y eso es lo que no
podemos permitir. Sin embargo, nuestra atención no está tanto -digamos
entre comillas- en la «negociación» de la Ronda Uruguay con los demás
socios, sino que está más bien en nuestra problemática interna, en que
hay que asumir la responsabilidad comunitaria de que las nuevas
organizaciones comunes de mercado de los productos sensibles de la
economía española, que todavía no tienen aprobada esa OCM, lo hagan en
tiempo y haya recursos para ello. Este es un poco nuestro problema.

El segundo gran problema, donde vamos a seguir dando la batalla, no es en
materia agrícola, sino más bien en los instrumentos de defensa comercial.

Yo creo que ahí la Comunidad sí tiene unos instrumentos escasos de
defensa comercial y cuando los tiene no los utiliza con las posibilidades
que le da. Y ahí sí creo que España debe hacer un esfuerzo, pero eso no
está tampoco en lo que llamáramos la Ronda Blair House, sino fuera de
ella, porque está más bien en los temas no agrícolas.

Por tanto, a mí sí me gustaría tener el debate sobre el proteccionismo,
que comprendo que es de una enorme sensibilidad, ya que lo haríamos ante
una opinión pública que siempre tendrá unos deseos de ser proteccionista
en aquello que le incumbe y liberalizar aquello que no le incumbe, para
tener un debate global sobre estos aspectos.

Sobre el Espacio Económico Europeo, le agradezco lo que me ha dicho. No
afecta al acervo comunitario el Espacio Económico Europeo. ¡Faltaría más!
Lo que sí es verdad es que corrimos un riesgo potencial, que tiende a
cero, de que tuviéramos Espacio Económico Europeo y no tuviéramos Unión
Europea, en cuyo caso sería grave. Creo que esa posibilidad es escasísima
y tiende a cero.

Sobre UEO-OTAN, ahí sí tenemos una pequeña diferencia que creo que
podríamos clarificar mediante el debate.

No me he referido a Haití, no me he referido prácticamente a ningún país
en concreto, nada más que a Cuba porque sabía que preocupaban a SS.SS.

los acontecimientos del verano. Permítame un pequeño paréntesis. Ya no
estamos en la presidencia del Consejo de Seguridad, ya hace varios meses
que no estamos; por tanto, no está en nuestras manos el acelerar la
agenda, pero, en cualquier caso, sí formamos parte del Consejo de
Seguridad y nuestra posición la conoce usted bien; en ella estamos y
seguiremos estando.

Voy a referirme brevemente a Israel y la OLP, tema que S. S. ha tratado.

Sí queremos cooperar en él; tuvimos una cierta presencia, queremos
mantenerla y queremos estar activamente, lo que nos va a exigir recursos
económicos, sin duda, pero nos va a exigir también acción política, y
creo que ahí, en la acción política, podemos hacer algo. Si me lo
permite, voy a decir brevemente lo que nos gustaría ver desde el punto de
vista español, creo que compartido por la Comunidad, en el corto y en el
medio plazo. En el corto plazo, en relación con los territorios ocupados,
ayuda económica rápida. En el medio plazo nos gustaría, primero, que se
fuera construyendo una comunidad regional que fuera avanzando sobre tres
pilares prácticos, como son el agua, la energía y las infraestructuras;
una comunidad regional. Y con Israel, perfeccionar el acuerdo de
cooperación que tiene Israel con la Comunidad Europea, que no lo habíamos
perfeccionado en función de la situación en los territorios ocupados y
que creo que es momento para iniciar una reflexión sobre su
perfeccionamiento.

Siento mucho tenerle que decir que a veces para lograr



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el consenso en los recortes presupuestarios se rompen los consensos
propios, porque cuando hay que disminuir el gasto es imposible encontrar
un consenso con la oposición. Por tanto, ahí el Gobierno asume sus
responsabilidades y la oposición las suyas criticándolas. ¡Qué más me
gustaría que todas SS. SS. hicieran grandes resoluciones, que espero que
las hagan, apoyando la cooperación, apoyando el presupuesto y
convencieran a los dirigentes máximos de sus formaciones políticas para
que lo apoyaran también en las sesiones plenarias del Parlamento!
Sobre Rusia, no sé si es el momento pertinente para dar la información,
si S. S. entiende que es ahora o es mejor hacerlo al final para que los
demás grupos puedan intervenir antes. Estoy a disposición de SS. SS. para
dar la última información que tenemos sobre las últimas noticias que me
llegan.




El señor PRESIDENTE: Puede darla ahora, señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): La
información que en este momento obra en mi poder se podría muy
telegráficamente definir de la siguiente manera: desde el punto de vista
de la ciudadanía, tranquilidad; desde el punto de vista institucional y
político, una cierta confusión -espero que en esta hoja que me pasan no
llegue nada nuevo- y, en tercer lugar, desde el punto de vista militar,
neutralidad. Si las tres cosas las ponen juntas, las consecuencias que
hay que sacar es que el Presidente Yeltsin tiene el apoyo y, por tanto,
que eso va avanzando.

La posición de España y la posición comunitaria, ¿cuál ha sido? La
posición de España la hicimos pública esta madrugada y sobre la posición
comunitaria estamos redactando en estos momentos -no sé si habrá llegado
ya el último- el telegrama intercomunitario para fijar la posición
comunitaria, pero va a ir en esa dirección. Básicamente tiene la
siguiente estructura: una preocupación por lo que está ocurriendo en
Rusia en este momento, un seguimiento a través de nuestras embajadas al
momento de lo que allí está ocurriendo; segundo, un reconocimiento, una
vez más, de que hemos apoyado siempre el proceso de reformas tanto
políticas como económicas en la Federación Rusa, que esas reformas han
estado encarnadas en la figura de Yeltsin; que ha habido en los últimos
tiempos un bloqueo institucional que era imprescindible resolver; que
sigue siendo una situación compleja, pero que la seguiremos paso a paso e
iremos emitiendo nuestros comunicados de la manera que corresponda con el
tiempo; el deseo de que haya unas elecciones libres y democráticas de las
que surja una nueva legitimidad política que permita avanzar en la
dirección de las reformas políticas y económicas, y un punto final que
tendrá el documento, seguramente, afirmando que la Federación Rusa sigue
siendo un gran país o una gran Federación, que lo que acontece allí, sin
duda alguna, tiene repercusiones sobre los ciudadanos de la Federación,
pero, sin duda ninguna, también tiene repercusiones sobre el resto del
mundo. Por lo tanto, seguiremos preocupados por la estabilidad en la
Federación rusa porque es algo que preocupa no solamente a los ciudadanos
de dicha Federación, sino al mundo entero.

Este es el esquema de la posición que la Comunidad Europea hará pública a
lo largo de la mañana. No sé si será con esta literalidad, pero es lo que
España ha dicho a lo largo de esta madrugada y de esta mañana.




El señor PRESIDENTE: No sé si dejarle medio minuto para que eche una
ojeada al último documento, no vaya a ser que se haya producido un
cambio.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Me dice que
lo van a publicar a las cuatro, después de comer.

Es el borrador del documento comunitario. Hasta las cuatro no lo van a
hacer público. Si quieren los portavoces les doy una copia.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Los dos grupos que quedan por intervenir son el de Coalición Canaria y el
Grupo Socialista.

Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, quiero sumarme al
reconocimiento por su primera comparecencia hoy aquí ante la Comisión de
Asuntos Exteriores por la petición de los grupos que la han solicitado, y
la suya propia, para darmos esta amplia información.

Para respetar el esquema de tiempo que nos ha señalado la Presidencia,
por la premura que llevamos, entro rápidamente en materia y desde el
punto de vista de lo que en Coalición Canaria hemos redactado como
vinculación a un consenso de política que aceptamos y apoyamos
plenamente.

En primer lugar, señor Ministro, me gustaría saber qué grado de talante
tiene su Departamento con aquellas comunidades autónomas, como es el
caso, entre otras, de Canarias, que han creado incluso órganos -tienen
hasta una Viceconsejería- de relaciones con entidades en el exterior.

Concretamente la Comunidad Autónoma Canaria tiene una Viceconsejería y
también tiene creado desde hace tiempo un organismo de relaciones con las
entidades canarias en el exterior que se proyecta fundamentalmente sobre
algunos países iberoamericanos, concretamente Argentina, Venezuela y
Cuba, por citar las tres más importantes en este momento.

Hay quejas abundantes de que a veces nuestros propios servicios
diplomáticos en estos países no dan el apoyo necesario. Yo creo que,
salvando el principio constitucional de la competencia estatal, o del
Gobierno central, en la política exterior sería bueno no ver con
suspicacias esta labor que determinados organismos de las comunidades
autónomas vienen realizando, porque creo que es sumar acciones positivas,
porque la inhibición de la acción diplomática, del embajador o del cónsul
no debe propiciar que se empiece a actuar por libre. Sumemos todas estas
iniciativas, porque muchos Presidentes de



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comunidades autónomas en viajes en el exterior no tienen que tener
sensación de orfandaz ni de carecer del arropamiento del Ministerio de
Asuntos Exteriores. Esa es la reflexión que le quería hacer.

En segundo lugar, con respecto a la cooperación científica y tecnológica,
señor Ministro, nosotros consideramos que este es uno de los aspectos en
que la política exterior podría hacerse de una manera tan pragmática y
tan tangible que para España sería obtener un saldo plenamente
beneficioso, no solamente como simple relación de buena política con
estos países con los que se da la cooperación científica y tecnológica.

Nosotros en Canarias ponemos como ejemplo la realidad que usted ha
conocido en su condición anterior de Ministro de Educación y Ciencia,
como Presidente del Instituto de Astrofísica de Canarias, un proyecto que
ha sumado unas voluntades políticas... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Ruego a los señores Diputados que ocupen sus
asientos y guarden silencio, por favor.




El señor MARDONES SEVILLA: ... en todo un proyecto de países europeos de
alta tecnología, que es una plataforma a utilizar por España.

A este respecto le pregunto: ¿hay posibilidades de que el Ministerio de
Asuntos Exteriores potencie línea de becas para estudiantes de cualquier
otro país que puedan venir, no por la vía de la cooperación científica y
técnica, sino a realizar estudios universitarios o de tipo profesional en
España que den también sentido pragmático a esto? ¿Qué se está haciendo,
señor Ministro, con esta política dentro del ámbito cultural -lo saco del
tema de la cooperación científica y tecnológica- con la cuestión del
Instituto Cervantes? Es decir, si la política que usted ha anunciado aquí
de su Departamento va a tener un capítulo de atenciones en todos los
órdenes, y que nos contara qué pasa con el Instituto Cervantes como pieza
institucional dentro de la política de su Departamento.

Y paso ya a otros temas de amplitud mayor.

Señor Ministro, con relación a Naciones Unidas, nosotros estamos
precisamente por todo el proceso de revitalización. Me alegro de que el
señor Rupérez ya haya dicho aquí que hay que volver a incentivar la
ponencia que teníamos, pero para entrar nada más y nada menos que en
propuestas de modificación de la Carta de las Naciones Unidas, porque se
trataba, entre otras cosas, de eso ante la crisis, no nos podemos
engañar, que está padeciendo este organismo.

Con respecto a la participación de España en fuerzas de paz (y no voy a
hacer aquí un debate que correspondería hacerlo con el Ministro de
Defensa), señor Ministro, si ustedes tratan de estar en el Consejo de
Seguridad, aunque haya sido como miembro suplente, presidiéndolo en esas
presidencias verdaderamente a veces simbólicas, ¿creen que se tiene que
seguir manteniendo allí esas fuerzas de paz? No se pone en cuestión el
veto de cinco países, algunos de los cuales, como la ex Unión Soviética,
hoy Rusia, tienen derecho a veto allí, lo cual es muy cuestionable; pero
yo quisiera escucharle si la política exterior española va a seguir por
la vía de enviar fuerzas de pacificación a países en conflicto sin poner
sobre la mesa el nivel que se está ocupando ya hoy en día en la ex
Yugoslavia, en Somalia, en los países de Africa en que hemos estado, lo
que tenemos en Centroamérica. Si ustedes no tienen voluntad de que, con
este tremendo contingente de fuerzas militares, hoy Naciones Unidas es,
por decirlo así, un bloque que tiene en países extranjeros más fuerzas
militares actuando y, sin embargo, el capítulo VII de la Carta de las
Naciones Unidas, y sus artículos 46 y 47, que vienen a crear precisamente
el órgano fundamental que es ese estado mayor, sigue sin funcionar y,
claro, no nos extraña entonces que con la carencia de un órgano de mando
militar, como prevé el título VII de la Carta de Naciones Unidas del
Consejo de Estados Mayores, pase lo que está pasando en Somalia y pase lo
que está pasando con los mandos que, teóricamente, con un gorro o con un
escudo de Naciones Unidas, no sabemos ya a qué autoridad militar natural
obedecen, en Somalia peleándose el general italiano con el norteamericano
y dando espectáculos que no benefician para nada el propósito de la Carta
de Naciones Unidas en estas acciones.

Señor Ministro, otro punto: Gibraltar. ¿Piensa el Gobierno español sacar
partido de la sentencia o del fallo del Tribunal Europeo que se produce
en el mes de junio sobre uno de los contenciosos que el gobierno
gibraltareño del señor Bossano plantea ante el Tribunal Europeo y se le
contesta que el Gobierno de Gibraltar no tiene personalidad jurídica para
recurrir contra una directiva de la Comunidad Económica, en este caso
sobre el transporte aéreo, que querían liberalizar, y qué piensa hacer el
Gobierno español con el acuerdo que se firmó en 1987 con el Gobierno
británico sobre el uso de este aeropuerto? Pero, sobre todo, basándonos
ahora en la sentencia, vamos a ver los fallos de las que quedan, porque
si van en la misma línea de que el Tribunal Europeo no le reconoce a
Gibraltar personalidad jurídica, sígase aplicando por parte de España el
tema del convenio de las fronteras exteriores de la Comunidad.

Y en este tema le hago una lectura desde nuestro punto de vista de
Coalición Canaria. Señor Ministro, el tema del convenio sobre fronteras
exteriores de la Comunidad yo le pediría a usted que, a la vista de que
los órganos fiscales de la Comunidad Europea han aceptado ya plenamente
el modelo fiscal de Canarias, por favor, que en los puertos de entrada
del ciudadano español que viene de Canarias se quite de una vez el
letrero ignominioso de «pasajeros procedentes de Canarias». Esto, hoy en
día, está en todas las entradas del Aeropuerto de Barajas. Si cuando la
Comunidad Europea ha asimilado el principio fiscal que se aprobó por ley
el año 1991 en esta Cámara, haciendo homologable el impuesto canario al
IVA, ¿cómo se sigue aplicando a unos ciudadanos españoles, no sé si por
omisión, un principio de fronteras exteriores, teniendo que entrar en el
Aeropuerto de Barajas, el Aeropuerto de Barcelona o en el de Sevilla por
un carril que dice «pasajeros procedentes de Canarias»? Esto, con el
carnet de identidad español en el bolsillo, señor Ministro,



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y por un principio de dignidad y de igualdad, yo le digo si no están
dando ustedes argumentos a un diferencial que verdaderamente en este
momento es intolerable. Porque ni siquiera los ingleses, en Gatwick,
ponen un letrero que diga «pasajeros procedentes de Canarias», porque dan
por supuesto que es ya el carril de pasajeros procedentes de un país de
la CEE. Si en otros países no se nos distingue, no sigamos nosotros
haciéndolo aquí, aunque el servicio de vigilancia fiscal de la Guardia
Civil se inhibe, pero siempre están allí dos representantes para hacerle
abrir la maleta a cualquiera de los que lo utilizamos semanalmente.

Señor Ministro, finalmente, le quisiera plantear el tema de las
conferencias iberoamericanas. Nosotros quisiéramos que las conferencias
iberoamericanas fueran un foro donde la política exterior española no
termine propiciando juegos florales, sino que se entrase verdaderamente
en materia de compromisos y, por qué no decirlo, incluso, de liderazgo en
estos aspectos. Porque nosotros podemos encontrar, vía conferencias
iberoamericanas, un cauce para singularizar nuestra política exterior, a
la vista -y no sé la opinión del señor Ministro- de que en este
Parlamento se nos llenó la boca aprobando, en la anterior legislatura, el
Acta Unica Europea, cuando hablábamos del capítulo de política exterior
que se iba a hacer, pero parece ser que no ha habido posibilidades de
que, ni desde el Acta Unica Europea ni desde documentos posteriores,
hayamos pasado de un voluntarismo y de un buen deseo a hacer una política
exterior común, porque se está viendo, en una serie de hechos y de
realidades, que el capítulo de política exterior común del Acta Unica
Europea ha quedado realmente en un texto que no tiene una aplicación
fáctica a la hora de realizar estos ejercicios.

Termino, señor Presidente, por acogerme a su principio de brevedad, dando
las gracias al señor Ministro por la atención que pueda prestar a mis
palabras, como representante de la Coalición Canaria.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Martínez.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Señor Presidente, a pesar
de lo tardío de la hora, en nombre del Grupo Socialista vamos a tener que
hacer algunas formulaciones. En primer lugar, para señalar, como es
natural, el acuerdo total con la exposición del señor Ministro, lo que no
debe sorprender ni tiene nada de particular, puesto que la política
exterior que ha definido el señor Solana se ajusta al impulso del Partido
mayoritario, del Partido del Gobierno, y a los valores, yo diría,
fundamentalmente, de dignidad, de solidaridad y de defensa del Estado de
Derecho en el ámbito internacional, que son los que informan el programa
electoral de nuestro Partido.

Quiero señalar también con satisfacción, desde el principio de nuestra
intervención, la simpatía que el Grupo Socialista tiene por la labor del
señor Ministro y por el propio Ministro, en los esfuerzos que viene
desarrollando en su cartera, a la cabeza del servicio exterior.

Se ha hablado del consenso. Yo creo que es un elemento clave; consenso
deseable, necesario y, por otra parte, comprobado en el debate, creo que
en una gran medida. A mí me parece que desde el Grupo Socialista no
podemos sino felicitarnos y manifestar la satisfacción por coincidir muy
profundamente, yo diría que con toda la letra grande de la intervención
del señor Rupérez. Es evidente que en los matices puede haber posiciones
propias de la oposición, que se desmarca, como digo, en cosas de letra
muy menuda. En lo sustancial, estamos absolutamete de acuerdo y me parece
importante dejar constancia en el «Diario de Sesiones» de lo
satisfactorio que es para nosotros el escuchar al señor Rupérez a lo
largo de su intervención. Otros portavoces tampoco han manifestado
divergencias sustanciales y, por lo tanto, el consenso sale reforzado
también de un debate como éste.

Lo más importante de la política exterior de nuestro país hoy en día,
señor Presidente, es el hecho del papel, del espacio, de la
responsabilidad que Españ ha llegado a ocupar, a jugar y a merecer de
parte de la comunidad internacional.

Este hecho es nuevo con respecto a situaciones que hemos vivido en
momentos anteriores de nuestra historia. España está hoy jugando un papel
muy digno de primera división. Es necesario sostener ese papel todo los
días y, sobre todo, se producen exigencias que a otros países no se les
presentan. El hecho de estar, de haber ocupado por fin esta posición en
el concierto de las naciones, hace que nada de lo que sucede en el mundo
nos sea ni ajeno ni distante, aunque así pudiera parecer. Ese papel, ese
espacio que hemos conquistado en un lapso de tiempo muy corto, es algo
que necesitamos consolidar y merecer, día tras día. Existen países en la
comunidad internacional que están en la primera fila por definición, y
otros que estamos en la primera fila por un esfuerzo mantenido, que nos
cuesta. Esa es una realidad que hay que asumir y, sobre todo, a cuya
altura hay que estar.

Yo pienso que haber alcanzado este espacio es importante. No debemos
olvidarnos de que estar allí también quiere decir estar entre los que
deciden -vamos a decirlo de una manera coloquial-, entre los que parten y
reparten, es decir, entre los que, naturalmente, en el momento de
decidir, lo hacen en función de sus intereses. No estamos ya a que
decidan otros, en función de los suyos, y a que tengamos que adaptarnos a
ellos nosotros.

Es consecuencia, como digo, de distintos factores. Por un lado, del
acierto de la política del Gobierno, de la eficacia con que se desarrolla
esta política, del consenso al que antes nos hemos referido, pero también
de un esfuerzo bastante generalizado dentro de nuestra sociedad. Esto, en
una perspectiva de la situación mundial que, creo, produce preocupación,
pero que, desde mi Grupo, yo quiero afrontar con un cierto optimismo.

Es evidente que la percepción que se tenía dela situación del mundo hace
tres años ha resultado contradicha y de una cierta ingenuidad. Cuando se
pensó que el orden internacional basado en la confrontación, el orden
internacional de la guerra fría, de los bloques, iba a superarse y casi
de una manera automática, de una manera mágica,



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como quien mueve un caleidoscopio, iba a implantarse un orden nuevo de
paz, de cooperación, donde los recursos que generara la disminución de
los armamentos y de la confrontación iban a poderse dedicar a rellenar el
barranco, el precipicio entre el norte y el sur; se ha comprobado que esa
visión no es así y que lo que ha sustituido al orden antiguo, al orden
viejo de la confrontación, son, por el momento, muchas incógnitas, muchos
retos, muchos conflictos, como decía el Ministro. En definitiva, se ha
diversificado la fuente de preocupación. Desde luego, ello no puede
hacernos olvidar los colosales progresos que se han dado en toda una
serie de cuestiones en el mundo. Progresos en temas concretos, como es la
pacificación de Centroamérica; como es acabar con el cáncer de Sudáfrica;
como es entrar, por fin, en vías de solución en el Oriente Medio; como es
la recuperación de la libertad por parte de cientos de millones de
ciudadanos que habían estado viviendo privados de esa libertad durante
décadas... Yo creo que hay materia para el optimismo, para la esperanza
y, sobre todo, con España jugando un papel -como digo- de primera línea
y, por consiguiente, también responsable de la ordenación de ese orden
mundial, de la articulación mundial bajo nuestra responsabilidad; no que
nos lo den hecho, como ocurrio durante tantas décadas.

Quiero comentar alguna de las cuestiones a las que ha hecho alusión el
Ministro. El tema europeo me parece que queda suficientemente claro. Yo
creo, señor Ministro, señor Presidente, que estamos ante una gran
paradoja. Estamos en la paradoja, que hay que romper, de que es
indispensable avanzar en la unión para salir de la crisis y, sin embargo,
la crisis está bloqueando el progreso de la unión. Me parece que es
responsabilidad nuestra, de los europeos, de los que, como ha dicho
alguno de los que me han precedido, tenemos en la construcción europea
prácticamente la respuesta de nuestro propio futuro y de nuestro propio
progreso, romper esa paradoja.

Insisto mucho, señor Presidente, en que el proyecto de construcción
europea tiene que ser, por un lado, un único proyecto y que las distintas
instituciones tienen que actuar como instrumentos coordinados y
complementarios dentro de ese proyecto, no solapándose, no
confrontándose, como sucede en algunos casos, no yendo por libre unos y
otros; y, por otro lado, tiene que ser un proyecto abierto, como bien ha
dicho el señor Ministro. Esa es nuestra visión, ampliable, pero con una
gran firmeza, sin excepciones. De ahí que, por parte nuestra por lo
menos, se vea con una cierta preocupación la excepción que ya en el caso
de Dinamarca se ha realizado y que conviene en todo momento minimizar y
dejar claro que «una y no más, Santo Tomás». No es ésa la regla, sino la
excepción no repetible.

Ha dicho muy bien el señor Ministro que Europa no es el problema, sino
que es la solución, tiene que serlo, y yo creo que eso tiene que estar
todavía más claro para quienes hemos hecho coincidir el momento de mayor
progreso en nuestra historia, probablemente, con el momento de nuestra
incorporación y de nuestra participación efectiva en lo que es la
construcción europea.

Me parece muy importante algo que ha dicho el señor Ministro, contestando
a alguno de los preopinantes: Que hay que avanzar en el Tratado de la
Unión y en todos sus aspectos, con la aspiración de mantener el
calendario. Nosotros no creemos que sea eficaz ni oportuno poner en tela
de juicio el calendario. Si al final no se llega, entonces será el
momento. Pero incluso eso habría que decirlo a media voz. Lo que hay que
hacer es desarrollar el mayor esfuerzo posible para llegar a tiempo, en
la conciencia de que cualquier retraso es un perjuicio. Por tanto,
aceleremos, aumentemos el esfuerzo en lugar de frenarlo.

En las conferencias intergubernamentales es muy importante también el
compromiso del Ministro de dar participación, de informar, de dar juego.

Eso va a ser tan importante como lo que más en colmar lo que algunos
llaman déficit democrático. No habrá déficit democrático en la medida en
que nuestro Parlamento, esta Comisión, esté participando muy activamente
en la preparación, tenga toda la información y pueda dejar oír al
Gobierno cuál es su perspectiva al respecto.

Sobre la UEO, querría yo decir también un par de palabras. Yo creo que la
UEO ha vivido en una duda que se colmó con el Tratado de Maastricht. Ya
se sabe cuál es el papel de la UEO, es la dimensión de seguridad y de
defensa del proyecto comunitario. Eso ha clarificado el único punto que
estaba oscuro, que es el camino para la ampliación de la UEO, porque es
verdad que había quienes creían que la UEO debía ampliarse a partir de
todo aquel país que fuera miembro de la Alianza Atlántica y había quien
pensaba que la UEO debía ampliarse en base a la propia ampliación
comunitaria. Eso ha quedado aclarado. Ahora bien, no creo que sea
pertinente intentar permanentemente ver una diferencia: si la UEO es una
parte del Tratado comunitario, del Tratado de la Unión o del entramado de
la Unión, será una cosa, mientras que, si no lo es, será otra. Hay que
hacer entender, de una vez para siempre, a todos los grupos
parlamentarios, y sobre todo a aquellos que no lo quieren entender, que
la UEO, dentro del entramado comunitario o fuera de él, será lo que
quieran los Estados y los gobiernos de los Estados miembros de la UEO. No
va a ser hostil a la Alianza Atlántica, sino que va a ser un instrumento,
una parte del conjunto donde también la Alianza Atlántica juega un papel
muy importante, esté donde quiera que esté ubicado estatutariamente,
porque la voluntad de los Estados y de los gobiernos de los Estados que
conforman la UEO no va a ser distinta si de pronto se alinea más dentro
de una estructura comunitaria que si se alinea menos dentro de una
estructura comunitaria. Nosotros creemos que lo esencial es que la UEO
progrese dentro de esa función que prevé el Tratado de Maastricht y que
se haga realidad. Porque lo que dice el Tratado de Maastricht es muy
liviano, muy de primera orientación. ¡Ojalá que se progrese fuertemente
dentro de la perspectiva que abre el Tratado!
Con respecto de la Alianza Atlántica, queremos decir que es muy
importante irla cambiando, adaptándola a la realidad, ciertamente al
servicio de la paz y, desde luego, estando a lo que diga la Organización
de Naciones Unidas.




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Creo que hay un progreso muy importante en esa materia. Con respecto a su
ampliación, a mí se me ocurre un único comentario, señor Presidente, y es
que probablemente para quien más sentido pueda tener hoy día la Alianza
Atlántica es para los polacos. Tiene más sentido la Alianza Atlántica
para los polacos que para los portugueses, para hablar de países que no
son el nuestro. Creo que va a ser muy difícil decirle a Polonia, si es
que este país así lo manifiesta soberanamente, que no tiene cabida en un
esquema al que aparentemente tiene derecho a participar, aunque sólo sea
por sus costas, porque siente la necesidad de mantener su seguridad. No
veo otro esquema mejor para mantenerla que ése. Hay que estar a lo que
soliciten países que legítimamente pueden tener derecho a pedir su
ingreso en la Alianza, y si son países amigos, no veo en qué medida vamos
a estar nosotros en condiciones de negarles un derecho que probablemente
se corresponde con una necesidad que ellos sienten.

Ha pronunciado el Ministro una frase que es la única en la que yo tengo
algún punto de interrogación, cuando ha dicho que la CSCE puede ser el
foro paneuropeo. Yo creo que la CSCE no puede ser el foro panaeuropeo,
porque es un foro panaeuropeo, más una buena parte asiática, más una
buena parte ultraatlántica. Foros panaeuropeos hay otros, y, si no, habrá
que construirlos, pero la CSCE es algo más. Yo tengo algún escepticismo,
señor Ministro. Creo que es muy necesario buscar utilidad a la CSCE,
porque es un instrumento creado en otro momento. Yo soy de los que
piensan que en la situación actual no se hubiera creado. Es evidente que
ahora no se habría creado una instancia que llevara a Kazajstán y a
Canadá a sentarse en la misma mesa por problemas de seguridad común. De
todos modos, el reto es una vez que la instancia está creada y nos
encontramos de pronto con una especie de herramienta muy grande creada
para dar solución a un problema que ya no existe. Hay que ver si somos
capaces de utilizar esa herramienta en las circunstancias actuales. Esto
hay que planteárselo claramente.

Me parece, señor Presidente, que es muy importante algo que hemos visto
en la última respuesta del señor Ministro cuando habla de la situación en
Rusia. A mí me parece que la estabilidad, la democratización y la
prosperidad del centro y del este de Europoa y, más concretamente, de
Rusia es una necesidad para los pueblos que allí viven, pero es casi una
necesidad biológica para el resto de Europa. Estabilidad, democratización
y prosperidad que, por otra parte, son tres patas de un mismo banco. Es
indispensable biológicamente. No podrá haber proyecto europeo estable y
próspero si no conseguimos estabilizar, democratizar y darles prosperidad
a estos países. A mí me parece que es muy importante a este respecto
prestar atención, señor Ministro, a un instrumento como es el Banco
Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, instrumento opaco, como suelen
ser en general, pero que en este momento, por primera vez entre todos
estos instrumentos, se presta al control parlamentario dentro de lo que
es la Asamblea del Consejo de Europa. Por tanto, me parece importante.

El señor Ministro ha citado el Consejo de Europa. De cara a la Cumbre del
8 y 9 de octubre, la primera Cumbre en la historia de la organización de
Jefes de Estados y de Gobierno, es muy importante que España, señor
Ministro, no esté acobardada, ni tímida en uno de los temas claves de esa
Cumbre, que es la protección de las minorías. Nosotros tenemos un ejemplo
de solución al problema de las nacionalidades en nuestro país, que es una
solución ejemplar y que nos permite, por tanto, estar entre los pioneros
defendiendo que la Convención de Derechos Humanos se amplíe, mediante la
adopción del protocolo adicional, hasta recoger los derechos de las
minorías nacionales como uno de los derechos fundamentales y uno de los
problemas que quedan por resolver en la construcción europea.

Ha hablado el señor Ministro -yo creo que de manera importante, aunque
luego no se ha recogido- de este tejido de relación con nuestros vecinos.

Estimo que hay que darle más contenido. Me parece que ése es uno de los
aciertos y una de las conquistas importantes de estos últimos años en
nuestra política exterior.

Con respecto a los Estados Unidos tengo que decirle que a nosotros nos
preocupa -quizá porque estamos actuando en la dimensión parlamentaria- un
ensimismamiento de los Estados Unidos, una cierta ausencia cuando llega
el momento de discutir la construcción del orden mundial. Y nos preocupa,
entre otras cosas, porque cabe la tentación de que los Estados Unidos,
ensimismados, lo que pretendan es construir el mundo ellos solos, lo cual
no es aceptable, ni presentable. Es muy importante traer a los Estados
Unidos a sentarse, a discutir y a participar, por supuesto que con su
peso, que no es precisamente el de un Estado pequeño, sino el de una
superpotencia. Pero es muy importante traerles a sentarse y a discutir
con una gran resistencia en más de un momento. Hablaba el señor Ministro
de vecinos y socios más importantes. Yo, desde luego, no acabaría ese
capítulo con Europa y Estados Unidos, porque ese capítulo llega más
abajo.

Lo que ha dicho sobre Iberoamérica nos parece extraordinariamente
importante. Sí querría manifestar que es curioso y se da otra paradoja.

Hemos tenido éxito en concienciar a la Comunidad Europea sobre la
necesidad de la dimensión y de la relación con América Latina. No se daba
esa relación, fundamentalmente en lo económico y es un resultado del
esfuerzo permanente de nuestra política exterior. Más de una vez, parece
que son otros los que van con la bandera azul y las doce estrellas, por
más que yo querría, aunque sólo sea a efectos del «Diario de Sesiones»,
dejar constancia del esfuerzo de colegas eurodiputados, como pueden ser
el señor Medina y don Fernando Suárez, de los dos grandes grupos que
componen nuestra delegación en el Parlamento Europeo y que están haciendo
una espléndida labor en esa concienciación respecto a América Latina.

Alguna cosa más respecto a Cuba...




El señor PRESIDENTE: Señor Martínez, le ruego vaya terminando.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Voy terminando, señor
Presidente.




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Respecto a Cuba, fuera de cualquier esquizofrenia que pueda darse en
algún otro sector, que no en mi Grupo, es muy importante seguir con
firmeza propiciando la participación de Cuba en los cauces democráticos
de América Latina, pero eso hay que hacerlo desde la amistad y desde el
reconocimiento de los éxitos, no sólo definitivos, sino definitorios de
Cuba con respecto a otros países de su entorno. Ignorar eso es tanto como
quitarse uno la razón cuando se está impulsando el proceso de
democratización en Cuba.

Respecto al Magreb, quiero decir dos palabras. En primer lugar, que desde
nuestro punto de vista es muy importante dar prioridad a la relación con
Marruecos, señor Presidente. Se habla del Magreb de manera genérica.

Nosotros no tenemos el pudor que parecen tener otros para decir que
dentro del Magreb hay un interlocutor natural mucho más próximo, tratado
injustamente en muchos momentos por quienes generan opinión en nuestro
país. Para quienes conocemos a fondo los distintos países del Magreb, por
todo tipo de razones, también de progreso en el pluralismo y en la
democracia, Marruecos constituye una avanzada dentro de esa propia
región. Además, es el vecino inmediato y es el país del Magreb con el que
tenemos una obligación histórica y cultural y unas colosales
posibilidades de cooperación en el ámbito económico.

Deseo insistir en lo importante que es el relanzamiento de la Conferencia
de Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo y la satisfacción que nos
produce el hecho de que otros portavoces -creo que el señor Rupérez lo ha
hecho- hayan insistido en que la CSCM debe tener una gran vigencia.

Respecto a Oriente Medio, queremos manifestar lo importante que nos
parece el momento actual y añadir que estamos satisfechos porque hemos
estado jugando acertadamente. Hemos estado jugando a hacer de dos causas
incompatibles dos causas complementarias, hemos estado jugando, lo que es
extraordinariamente importante, a no ser FAN de nadie por ser amigo de
ambos. Eso también debiera servirnos en el problema que se da entre
Marruecos y el Sahara. Estos conflictos y los pueblos que son víctimas de
ellos no necesitan FANS, necesitan amigos que sean capaces de proclamar
su amistad también frente al adversario.

Este proceso -como ha dicho el señor Ministro, pero hay que subrayarlo-
va a necesitar una colosal ayuda. Si el éxito se da, puede generalizarse,
pero si se falla en este momento se va a pique el proceso.

En cuanto a la ayuda económica estamos de acuerdo, pero hay algo que no
se ha dicho y creo, señor Ministro, que está también en nuestra
intención. Ayuda institucional para el establecimiento y la consolidación
de las instituciones democráticas del pueblo palestino. Nos lo piden y si
en algo podemos estar a la altura que el que más, es en proporcionar esa
ayuda para que las instituciones del pre Estado palestino surjan con
fuerza y con vigencia.

Querría preguntarle al señor Ministro algo muy breve. Cuando habla de
Asia y de China, nosotros estamos muy convencidos de que ese es el
camino, pero querría preguntarle si España está apoyando la candidatura
de Pekín para los Juegos Olímpicos, como entiendo que sería razonable y
de interés para España frente a una serie de campañas que de pronto se
han desatado muy poderosamente en los últimos días.

Nos resta añadir que estamos a favor de revitalizar la ponencia con
relación a Naciones Unidas y decirle algo al señor Ministro que sí es
importante pero que no se ha mencionado. Ni mi Grupo ni yo hemos estado a
favor de la práctica que otros países tienen de enviar parlamentarios en
la delegación española a la Asamblea de Naciones Unidas, porque la
experiencia que tenemos de otros vecinos es de una gran inutilidad y no
se justifica. Otra cosa es, señor Ministro, y le hago la propuesta
concreta, la presencia de parlamentarios en las delegaciones españolas a
las distintas conferencias a las que se ha referido el señor Ministro,
tales como la Cumbre de 1995 y las Conferencias de El Cairo, Pekín y
Copenhague. En esas conferencias especializadas sí me parece fundamental
-y querría que el señor Ministro se comprometiera- adscribir a la
delegación española una participación parlamentaria.

Respecto a la cooperación, tenemos el Evangelio y, por lo tanto, lo que
corresponde es seguir.

Querría añadir que en nuestra evolución de país de emigración a país de
inmigración, a quienes estamos viajando mucho y reuniéndonos con la
emigración española hay dos temas permanentes que nos preocupan: el
relativo al progreso, por lo que se refiere a la estructuración
democrática de la emigración, y la frustración por lo insuficiente que
sigue siendo el mecanismo para participar en las elecciones. Creo que es
importante que desde el Grupo Socialista se le diga al Gobierno que es
indispensable profundizar en los mecanismos para que nuestros emigrantes
puedan ejercer su derecho al voto, porque si no no vamos a llegar a topes
mayores de participación, que es su derecho y nuestro compromiso. También
es muy importante, señor Presidente, apoyar a Naciones Unidas y que
España se convierta en uno de los pioneros en lo que se refiere a
recepción de refugiados de verdad. El tema de los emigrantes es un tema
discutible, de adecuación a nuestras posibilidades, pero el de refugiados
no. Creo que tanto en el apoyo a Naciones Unidas y a los organismos NUR
que trabajan en esto, como en nuestra propia receptividad, es muy
importante ir a más.

Termino agradeciendo al señor Presidente su comprensión en cuanto al
tiempo y diciendo, una vez más, que me parece absolutamente fundamental
en esta materia conseguir una movilización social mayor que la que hemos
logrado hasta ahora. La cooperación, el europeísmo, los refugiados a
recibir, creo que es muy difícil hacer esto si se trata de hacerlo desde
el Gobierno solo, desde el Parlamento. Es indispensable una
concienciación social mayor y, por tanto, la potenciación de
organizaciones no gubernamentales que están directamente implicadas en
todas estas materias.

Muchas gracias. Una vez más quiero manifestar nuestro cariño por el señor
Ministro y por el talante con el que está llevando adelante su
Ministerio.




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El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, trataré de contestar con brevedad, dado lo avanzado de la
hora, al Diputado señor Mardones, que ha intervenido en nombre de la
Coalición Canaria y ha planteado algunos temas concretos. A su reflexión
general no le voy a contestar, pero a algunas cuestiones precisas me
gustaría responder.

Sobre la relación de las comunidades autónomas y el Servicio Exterior
mucho me gustaría poder tener un debate, con mayor profundidad, en un
momento en que tuviéramos más tiempo, porque sí me preocupa -y veo que a
S. S. también- la unidad del Servicio Exterior de España y creo que
debemos mantenerla por encima de todo.

La segunda cuestión que planteaba es si el Instituto Cervantes puede
asumir una parte de la cooperación científica. Es verdad que S. S. tiene
una experiencia del esfuerzo de cooperación internacional en materia
científica que hay en la islas Canarias. Seguramente, como he dicho
tantas veces, tenemos los mejores cielos, los suyos, los canarios, los de
España y, por tanto, los mejores observatorios para analizar el cielo de
la comunidad internacional en los tres o cuatro observatorios que hay.

Creo que lo estamos ayudando, y mucho, por parte del Ministerio de
Educación, cuyo Ministro preside el conglomerado. Por nuestra parte damos
las becas para ese centro, pero el apoyo está más bien domiciliado en la
Comisión Internacional de Ciencia y Tecnología. Lo que sí le puedo decir
es que la Comunidad Europea, aunque no es un laboratorio europeo en
sentido estricto porque hay telescopios que no son europeos, reconoce que
es sin duda el mejor lugar para analizar el cielo y analizando el cielo
pueden pasar muchas cosas, casi todas buenas, si lo analizamos bien.

Respecto a Gibraltar, soy consciente de la sentencia a la que antes hacía
referencia S. S. No tengo mucha confianza en que de esa sentencia se
deriven cosas muy positivas, ninguna cosa mala. Lo que sí nos permite esa
sentencia es no retroceder, pero no estoy muy seguro de que nos vaya a
permitir avanzar desde el punto de vista jurídico, pero retroceder no,
sin duda ninguna, y la tenemos muy en cuenta.

Sobre la discriminación en Canarias en la llegada a los aeropuertos,
puertos y estaciones de ferrocarril, lo siento horrores y no sé si podré
resolverlo, pero tenga toda mi simpatía al respecto.

Me gustaría decir una cosa sobre las cumbres iberoamericanas. Su señoría
ha utilizado una terminología sobre las cumbres y ha dicho que no se
convierten en juegos florales. Le quiero decir que a veces es muy difícil
transmitir la importancia que tienen las cumbres iberoamericanas, más
allá de lo que públicamente aparece por la intangibilidad de muchas cosas
que allí suceden y que son muy difíciles de transmitir de una manera
directa. Por ejemplo, en la última cumbre, que no ha salido mucho, la de
Bahía, uno de los acuerdos más importantes que se tomaron, no como
acuerdo formal pero sí como generación de un criterio, fue algo tan
importante como que el grupo de países iberoamericanos trate, en la
reforma de Naciones Unidas, de mantener una posición común. Es de una
importancia capital que un grupo de países con esa potencia en el mundo
adopten una posición conjunta, coordinada en el planteamiento, por
ejemplo, de la reforma del sistema de Naciones Unidas. Hay muchas más
cosas de las que a veces aparecen, más allá de si se aprueba tal o cual
programa, que se aprueban también, hay algunas decisiones de otro nivel
que puede que no tengan una incidencia en nuestra vida cotidiana, aunque
sin duda alguna pueden tener muchísima y muy importante en la
configuración de la estructura mundial.

La política exterior y de seguridad común no ha empezado todavía; estamos
en el tiempo de la cooperación política. Para entrar en el tiempo de la
política exterior y de seguridad común primero tenemos que ratificar
Maastricht en su totalidad. Tengo la esperanza de que a lo largo del mes
de octubre esté ratificado Maastricht. Lo que sí le puedo decir es que ya
hemos sentado las bases para que el pilar de la PESC, de la Política
Exterior de Seguridad Común, esté inmediatamente operativo en el momento
en que el Tratado de Maastricht esté ratificado por todos los miembros.

Al portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, don Miguel Angel
Martínez, quiero decirle que le agradezco de todo corazón las palabras,
incluso los piropos. Yo sé muy bien que la exageración forma parte de las
mentiras de los hombres de bien. Su señoría es un hombre de bien y no le
importa mentir a mi favor alguna vez, pero creo que algunas de las
afirmaciones son exageradas. Le agradezco muchísimo sus palabras; que
siga siendo un hombre de bien, aunque alguna vez tenga que exagerar e
incluso mentir.

Estoy totalmente de acuerdo con que los parámetros fundamentales de la
dignidad, la solidaridad y el Estado de derecho son fundamentales y
quiero remarcar también que el portavoz del Grupo Parlamentario del
Gobierno apoye, subraye y ponga en el valor que tiene la política de
consenso que se está formulando. Es bueno que el Grupo mayoritario lo
diga y es bueno que lo afirme también el Grupo mayoritario de la
oposición, así como otros grupos parlamentarios que también lo han hecho.

Si podemos seguir andando por este camino, donde -usando su terminología-
en la letra mayúscula podamos encontarnos cómodos todos y podamos tener
algunas pequeñas zonas de confrontación en la letra minúscula, creo que
damos un paso extraordinario para el bien de nuestro país. Cada vez más,
como decía el señor Rupérez, la política exterior de un país está en
función de lo que es ese país interiormente. Si conseguimos que las
fuerzas políticas cohesionadamente construyan ese entramado, mejor que
mejor.

Me quedo con una reflexión que ha hecho el Diputado don Miguel Angel
Martínez porque me parece de extremada importancia y la quisiera
subrayar. Ha dicho su señoría que España ocupa hoy en el concierto
internacional un papel importante, relevante, quizá uno de los



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mejores que ha tenido en su reciente historia, pero que eso no es gratis,
que hay que consolidarlo y hay que merecerlo todos los días, día a día.

Este es el reto que tenemos los poderes públicos, el Gobierno, el
Parlamento, la propia sociedad española: tratar de hacer todos los
esfuerzos para mantener ese nivel de presencia merecida y
consolidadamente, porque es verdad que no es fácil mantenerlo. La buena
voluntad de todos, y no sólo la buena voluntad sino el esfuerzo, la
tenacidad en ese esfuerzo me parece importante mantenerla bien claramente
en la reflexión que hagamos desde las perspectivas política y social.

Parece que esto ya lo tenemos conseguido, y es para siempre, en tanto en
cuanto nos lo merezcamos.

Finalmente ha planteado dos cuestiones. No creo que la Conferencia de
Seguridad y Cooperación Económica sea el foro paneuropeo por antonomasia.

Lo que sí creo es que la iniciativa Balladur tiene algunos puntos de
solapamiento con la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa y
que ese solapamiento es lo que tendríamos que tratar de arreglar para no
generar una aglomeración excesiva, como el Diputado señor Rupérez decía,
que lo que podamos encajar en lo que ya existe lo encajemos y para lo que
no se pueda creemos fórmulas nuevas.

Comparto totalmente lo que ha dicho sobre los países del Este y del
Centro de Europa. Su estabilidad va con la biología de nuestra propia
vida, la vida política y la vida cultural, seguramente cultural en el
sentido profundo de nuestros valores, que es en parte muy importante.

Tendremos que plantearnos, y es difícil a veces hacerlo con franqueza,
algunos problemas no solamente de ayuda, sino que aquí vuelve a surgir el
tema del comercio y de manera muy importante. Sin duda alguna, con alguno
de estos países tendremos en la Comunidad Europea, en algunos países de
la Comunidad Europea, roces comerciales serios, como por ejemplo en la
siderurgia. La siderurgia nos plantea unos problemas de enorme calado.

Tenemos que ser capaces de encontrar fórmulas que con generosidad nos
permitan resolver esos problemas.

El BERD, el Banco de Reconstrucción, no lo he mencionado y debería
haberlo hecho como una instancia, porque sin duda ahí hay un instrumento
al que no se ha sacado todo el partido que se le podía haber sacado, que
tiene un control político serio, y seguramente habría que impulsarlo más.

Paso muy brevemente a contestarle a la pregunta y a la petición. Sobre la
pregunta acerca de si España apoya a China para los Juegos Olímpicos, le
tengo que decir que España no forma parte del Comité Olímpico
Internacional. Es verdad que tenemos alguna presencia delegada
importante, no digo del Gobierno sino de España como tal, pero España no
forma parte del Comité. Nos parece que sería una buena cosa que así
fuera, pero no tenemos capacidad para incidir sobre ello.

Sobre la petición, le acojo con el máximo cariño y me imagino que los
demás grupos también. Tenemos un calendario muy apretado a lo largo de la
legislatura sobre conferencias de Naciones Unidas. Si podemos estructurar
una fórmula de participación parlamentaria, estaremos encantados de poder
hacerlo. En la última Conferencia de Viena sobre derechos humanos ya hubo
un embrión, no parlamentario, pero sí hubo un embrión de representación
que quizá lo podremos formalizar más y hacerlo más eficaz.

Nada más, señor Presidente. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro. Creo que interpreto
el sentir de todos si suspendo la sesión en este momento. El tiempo se
nos ha echado encima y creo que debemos reconsiderar el orden del día.

Por consiguiente mi propuesta es que levantemos la sesión y que la Mesa
decida ahora mismo, tratando con el señor Ministro su disponibilidad,
cómo podemos continuar con los puntos del orden del día que no han sido
tratados y que prácticamete son imposibles de instrumentar ahora mismo.

Si cabe la posibilidad quizá pudiéramos subsumirlos en una sesión en la
que entren otras materias. Esto lo veremos a continuación.

Quiero agradecer al señor Ministro su esfuerzo, su intervención, y
decirle que tomo buena nota de su disponibilidad a empezar las sesiones a
las nueve de la mañana, pero también quiero decirle, señor Ministro, que
si hoy la hemos convocado a las once de la mañana ha sido porque sabíamos
que estaba en una importante reunión internacional y queríamos respetar
también un poco su descanso.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, pido disculpas si se han interpretado mal mis palabras. Yo no
he querido decir que los señores Diputados fueran vagos o tardíos en la
levantada mañanera.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y cincuenta minutos de la tarde.