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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 257, de 29/06/2011
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE


Año 2011 IX Legislatura Núm. 257

Sesión plenaria núm. 245

celebrada el miércoles,

29 de junio de 2011



ORDEN DEL DÍA:


Comunicación del Gobierno:


- Comunicación del Gobierno para el debate de política general en torno al estado de la Nación. (Continuación). 'BOCG. Congreso de los Diputados', serie D, número 593, de 24 de junio de 2011. (Número de expediente 200/000003.) ... href='#(Página2)'>(Página2)



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SUMARIO


Se reanuda la sesión a las nueve de la mañana.


Comunicación del Gobierno ... (Página2)


Comunicación del Gobierno para el debate de política general en torno al estado de la Nación. (Continuación.) ... (Página2)


Intervienen el señor Jorquera Caselas, las señoras Oramas González-Moro y Díez González y el señor Salvador Armendáriz, del Grupo Parlamentario Mixto.


Contesta el señor presidente del Gobierno (Rodríguez Zapatero).


Replican el señor Jorquera Caselas, las señoras Oramas González-Moro y Díez González y el señor Salvador Armendáriz y duplica el señor presidente del Gobierno.


Interviene el señor Alonso Suárez, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista.


Cierra el debate el señor presidente del Gobierno.


Se suspende la sesión a las once y cuarenta minutos de la mañana.


Se reanuda la sesión a las nueve de la mañana.


COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO.


- COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO PARA EL DEBATE DE POLÍTICA GENERAL EN TORNO AL ESTADO DE LA NACIÓN. (CONTINUACIÓN.) (NÚMERO DE EXPEDIENTE 200/000003.)


El señor PRESIDENTE: Se reanuda la sesión.


Señora Fernández Davila, ¿el Grupo Parlamentario Mixto renuncia al turno de réplica para acumularlo en el inicial?


La señora FERNÁNDEZ DAVILA: Inicialmente no lo teníamos previsto, señor presidente.


El señor PRESIDENTE: ¿Cuántas intervenciones se van a producir del Grupo Parlamentario Mixto?


La señora FERNÁNDEZ DAVILA: Cuatro.


El señor PRESIDENTE: Distribuiremos los tiempos, por tanto, en dos intervenciones, la inicial y la réplica, y en cuatro intervinientes, según el número de componentes del Grupo Parlamentario Mixto. ¿Están de acuerdo?


La señora FERNÁNDEZ DAVILA: Efectivamente.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.


El señor Jorquera tiene la palabra.


El señor JORQUERA CASELAS: Muchas gracias, señor presidente.


Señorías, señor presidente del Gobierno, señor jefe de la oposición. Perdón, pensé que estaba. (Aplausos.) Señor presidente del Gobierno, este es el último debate de política general antes de la celebración de elecciones generales, por lo
tanto es el momento de hacer balance. En lo económico, esta legislatura estuvo marcada por la quiebra de un modelo y ustedes insisten en aplicar las recetas del modelo fracasado. Una crisis originada por la falta de control sobre los mercados
pretende resolverse con el sometimiento total a los mercados. Una crisis que tuvo su origen en la voracidad del sector financiero pretende resolverse con más bancarización de la economía. Una crisis que tuvo su origen en las tensiones provocadas
por un reparto injusto de la riqueza pretende resolverse con más desigualdades. Este es el guión, y no otro, del llamado Pacto por el Euro.


Señor presidente, a lo largo de esta legislatura formulamos multitud de propuestas para hacer posible una salida social a la crisis. Medidas para acabar con los paraísos fiscales o con los movimientos especulativos de capital. Propuestas
para hacer posible una banca pública e impedir la privatización del único sistema público que existía como el de las cajas de ahorro. Propuestas para impedir que empresas con grandes beneficios efectúen drásticos ajustes de empleo. Medidas para
que el sistema fiscal sea más justo como la recuperación del impuesto del patrimonio o la modificación de la tributación de las grandes fortunas. Medidas todas ellas que hubiesen contribuido a repartir de forma más equitativa los costes de esta
crisis y a corregir, por lo menos parcialmente, las causas que la provocaron. Sin embargo, este no ha sido el camino elegido ni en el Estado ni en Europa.


Señor presidente, las recetas del FMI hundieron en el pozo a América Latina en los años ochenta y noventa. Tras enterrar aquellas recetas, hoy América Latina es una de las regiones del planeta con mayor crecimiento económico. Sin embargo,
mientras se da esta situación, Europa opta por abrazar el catecismo neoliberal del FMI. Que se reduzcan aún más los costes del despido, que se precarice aún más el mercado laboral, que bajen los salarios, son las últimas perlas que nos ofrece el
FMI en forma de propuestas para España. Mientras tanto, a la recuperación ni se la ve ni se la espera. Y es que difícilmente puede haber recuperación si las políticas que se



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están implementando conducen a la expulsión de más personas al paro, a perder más poder adquisitivo y a reducir la inversión productiva y la inversión social. En Europa se pretende resolver esta crisis acentuando las desigualdades en lo
social y en lo territorial, socavando el Estado del bienestar y condenando a la periferia de la Unión a hundirse en el fondo del pozo. En esta Cámara advertimos que converger en políticas monetarias y fiscales sin converger antes en niveles de
renta y bienestar abocaría a las sociedades menos desarrolladas a ajustes brutales e insostenibles, exactamente lo que está sucediendo. Advertimos también de lo perverso que es trasladar las decisiones a ámbitos que se escapan del control
democrático de los ciudadanos, a ámbitos donde mandan las economías más fuertes y los grandes lobbies económicos.


Señorías, señor presidente, si la periferia europea se está hundiendo en el pozo, qué decir de la periferia de la periferia, qué decir de países como Galicia, subordinados en lo económico y en lo político. Galicia es un país con grandes
potencialidades, rico en recursos, con cultura de trabajo, con capacidad de iniciativa, pero ¿cuál es la realidad de nuestro país? Galicia cerró 2010 con 2.000 habitantes menos. En 1950 teníamos casi la misma población que hoy. En aquel entonces
la población de Galicia representaba cerca del 10 por ciento del total de la población del Estado español, hoy representa el 6 por ciento. Somos una de las comunidades en las que más creció el paro en 2011, en un país donde el número de desocupados
se aproxima ya al número de trabajadores en activo. El 22 por ciento de nuestra población tiene más de 65 años, mientras no llega al 16 por ciento la población con menos de 20. Con este panorama seguimos padeciendo, y además acentuada, la sangría
de la inmigración juvenil. Por supuesto que son problemas anteriores a la crisis, pero la crisis y la manera en que se pretende enfrentar está agravando esta situación. Por supuesto que la orientación de las políticas autonómicas no es indiferente
a la hora de paliar la situación que acabo de describir, pero a esta realidad contribuye decisivamente un modelo de integración económica que niega en la práctica el derecho de nuestro país a tener un tejido productivo propio; un modelo donde se
incentiva dejar de producir; un modelo donde se limitan las capacidades de sectores básicos de nuestra economía por unas cuotas de reparto del mercado hechas a la medida de las economías más desarrolladas.


Como apunté en el anterior debate de política general en el año 2010, muchos de los problemas económicos de Galicia tienen un origen político. De ahí la importancia de reforzar el autogobierno. Mucha gente en la calle exige estos días una
democracia de más calidad, que pasa también por fortalecer ámbitos de libre decisión para que los pueblos sean dueños reales de sus destinos. Una democracia de más calidad pasa también por sustituir unas relaciones jerarquizadas y de dominio en el
ámbito internacional, por la cooperación real entre los distintos pueblos. Por eso, señor presidente, nos preocupa el discurso de presentar a las comunidades autónomas como culpables de todos los males, cuestión a la que no solo ha contribuido el
Partido Popular, sino también su Gobierno, que tiene bloqueado el traspaso de competencias a Galicia. La crisis está siendo aprovechada para lograr una mayor concentración de la riqueza y del poder económico, y por eso los que pretenden esto
necesitan una mayor concentración del poder político. Eso es lo que se oculta en el discurso de culpabilización de las comunidades autónomas. El porcentaje de deuda pública atribuido a las comunidades autónomas es muy inferior al del gasto que
tienen que gestionar, pese a ser responsables de la gestión de servicios públicos esenciales. Por eso, antes de imponer a las comunidades autónomas una regla de gasto, su Gobierno debería empezar por cumplir sus compromisos en materia de
financiación y por avanzar en un modelo de autonomía fiscal que permita que las comunidades autónomas se responsabilicen de la gestión de ingresos para atender a las políticas que tienen atribuidas. Pero, además, hay otros caminos posibles para
racionalizar las estructuras político-administrativas: adelgazar la estructura de la Administración central, adecuándola al reparto competencial existente o dar pasos decididos para suprimir las diputaciones provinciales; una reflexión que
recientemente hacía don Felipe González y que también hizo en su momento don José Blanco, pero lo cierto, señorías, es que cuando el BNG lo planteó ustedes votaron en contra en esta Cámara.


Señor presidente, el BNG considera que ya es hora de replantearse la participación militar española en Afganistán. Una misión que ha costado ya más de 2.000 millones de euros y que es bueno recordarlo en estos tiempos de crisis y de
recortes. ¿Para qué ha servido? Tenemos experiencias sobradas de a qué conduce una intervención militar: a acentuar la destrucción del país que se dice querer reconstruir; a sumir en un estado de guerra permanente al país que se dice querer
pacificar, e Irak y Afganistán son un buen ejemplo. Con estas palabras, señor presidente, concluía nuestro discurso en el debate sobre la intervención en Libia. ¿No es esto justamente lo que está pasando ahora en Libia, lo que pasó a lo largo de
todos estos años en Afganistán? Unas intervenciones de las que discrepa la mayoría de la sociedad, aunque en esta Cámara tan solo votásemos en contra un número muy reducido de diputados. Algo parecido ocurrió con el recorte de las pensiones, con
la reforma laboral o con la defensa de la dación en pago. Nos parecen positivas las medidas que usted anunció ayer, pero son insuficientes. Su grupo también desperdició la oportunidad de abordar una reforma más profunda votando en contra de la
proposición de ley del BNG que se debatió en esta Cámara hace tan solo quince días. Esta situación, señorías, hace que muchos ciudadanos se quejen de la distancia entre el pueblo y sus representantes. Por supuesto que es necesario corregirlo, pero
no desde la negación de la política sino cambiando de políticas. Solo defendiendo la preeminencia de lo



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público sobre lo privado, solo defendiendo la soberanía de la política sobre el mercado es posible el cambio de rumbo. Usted apela a la necesidad de agotar la legislatura para abordar las reformas pendientes, reformas que van a traer más
recortes y más injusticia social; reformas que en lo político solo sirven para hacerle el trabajo a la derecha y ponerle la alfombra azul en las próximas elecciones generales.


Concluyo, señor presidente, con el mismo respeto que usted manifestó en su intervención de ayer -permítame que haga un alto- y le aseguro que esto no lo hago por protocolo. Usted me merece, y nos merece a los miembros del BNG, un
extraordinario respeto personal. Valoramos su cercanía, su accesibilidad, su talante dialogante. No dudamos de su honestidad, no dudamos de su entrega a sus funciones. Pese a que en más de un debate usted se haya saltado al BNG en el turno de
réplica, nos merece una extraordinaria consideración personal y un extraordinario respeto. Así se lo quiero decir. Nosotros no confundimos las diferencias políticas profundas con el respeto que nos merece. Pero, señor presidente, con este mismo
respeto que usted manifestó ayer, le emplazamos a que cambie de rumbo. Escuche a los ciudadanos y ponga fin a esta deriva, a este catálogo de reformas antisociales.


Muchas gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Jorquera.


Doña Ana Oramas tiene la palabra.


La señora ORAMAS GONZÁLEZ-MORO: Gracias, señor presidente.


Señor presidente, en primer lugar, como canaria y en nombre de todos los canarios quiero manifestar nuestro dolor por los soldados y militares fallecidos en Afganistán y desear a todas las familias, así como a enfermos y heridos, un pronto
restablecimiento.


Señor presidente, señorías, una de las tradiciones más antiguas de las culturas de Occidente se basa en sacrificar a un animal en el que se encarnan todos los pecados del pueblo. Usted, señor presidente, se ha convertido en el chivo
expiatorio de todo un país, incluida una buena parte de su partido. Usted es la víctima propiciatoria con la que muchos creen que lavaremos nuestros pecados de ambición desmedida, de locura económica o de falta de previsión. Lo que ocurre es que,
tristemente, esa no será la solución. Este será su último debate sobre el estado de la Nación y no quisiera que se marchara usted sin escuchar la voz de los canarios que Coalición Canaria ha traído a esta Cámara. Usted no es más responsable de la
crisis financiera y económica de lo que lo somos todos los que ocupamos un escaño en este salón de sesiones. De lo que sí es responsable es de haberla gestionado francamente mal; mal cuando la negó, mal cuando a regañadientes la aceptó y mal
cuando sabiendo lo que hay que hacer, lo ha hecho usted a medias. Señor presidente, España necesita que alguien le mire a la cara y le diga la verdad, que le diga que para salir de este pozo en el que estamos hace falta un esfuerzo y un sacrificio
colectivo. Porque aquí se puede venir a dos cosas: a hacer política o a hacer futuro. Y hay momentos en los que hacer las dos cosas es incompatible. Nosotros elegimos construir futuro, elegimos el camino de la responsabilidad frente al
oportunismo político, elegimos ser responsables con Canarias y con España y por eso hemos participado de las decisiones en los momentos más difíciles. Los que han elegido hacer política ya han recogido los primeros frutos de la cosecha en las
elecciones municipales y autonómicas, y ahora solo les queda esperar a las próximas generales.


Los últimos años que hemos vivido nos dejan un país en el que mucha gente no cree en las instituciones; un país en el que los políticos somos considerados como una casta de irresponsables, privilegiados o simplemente incapaces; un país
donde se ha perdido la tolerancia, donde se ha quebrado el entendimiento en asuntos de Estado, donde se han consolidado el cortoplacismo y la especulación frente a la sensatez y la moderación. Estamos en la bancarrota democrática, que es mucho más
preocupante que la financiera. Podemos estar aquí y cerrar los ojos a la realidad, pero desde ahí fuera nos están llegando las primeras voces de alarma, nos está llegando el eco de una sociedad sin esperanza; esa sí que es una ola, una gran ola
que nos puede arrastrar a todos. No sé, señorías, cuándo empezó este clima tóxico, este envenenamiento progresivo de la convivencia política, pero sí sé que de esta manera no será posible construir el futuro; sí sé que estamos poniendo en peligro
la base de nuestra democracia, que era el respeto a nuestras instituciones y la tolerancia con las ideas que no compartíamos. Si el poder sigue siendo un turno de revancha, si los partidos seguimos ofreciendo la idea de que somos una oficina de
colocaciones en la que priman la fidelidad y la disciplina frente al talento y la competencia, si seguimos dando la impresión de que no existe nada en lo que podamos estar de acuerdo, entonces siempre habrá medio país enfrentado al otro medio. La
política es la síntesis de pensamientos diferentes y la hemos convertido, lamentablemente, en la antítesis de los discrepantes. Y miren que hasta podíamos haber aprendido en cabeza ajena contemplando lo ocurrido en Portugal, donde la incapacidad de
Gobierno y oposición se tradujo en un encarecimiento durísimo de su diferencial de deuda soberana. Los ciudadanos españoles tienen que saber, señor Zapatero y señor -también ausente- Rajoy, que su incapacidad para entenderse le cuesta mucho dinero
al contribuyente porque la desconfianza hacia la economía se traduce en crecimiento del coste de nuestra deuda, miles de millones de euros como han advertido los especialistas, unos 12.000 millones de euros por cada 100 puntos básicos de diferencia
respecto a la deuda alemana; un dinero que, por cierto, no nos sobra.


Pero de la misma manera que hemos expresado nuestras reservas sobre la forma tardía con que su Gobierno ha conducido a España es también justo reconocer que



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ha avanzado en el cumplimiento de sus compromisos con Canarias y con Coalición Canaria, reconociendo las mayores y muy especiales dificultades económicas del Archipiélago en tiempos de crisis; una comunidad que, como usted sabe, padece un
índice de paro cercano al 30 por ciento, tendencia que en los últimos doce meses hemos cambiado a diferencia de los datos nacionales. Sin embargo, Canarias está aún lejos de la media de inversión estatal, que le recuerdo está contenida como norma
en nuestro Régimen Económico y Fiscal. Seguimos persiguiendo ese objetivo y hemos de confiar que el esfuerzo de las próximas inversiones en materia de infraestructuras y transporte, especialmente en trenes, puertos y aeropuertos, nos permitan
cumplir como es debido el mandato permanente del REF y la creación de empleo. Concédame este pequeño recordatorio porque no es posible repasar el estado de la Nación española sin atender a las prácticas de su administración en su territorio, más
diferente y singular geopolíticamente. Coalición Canaria lo ha reclamado con rotundidad y el Gobierno está respondiendo, señor Zapatero. El Estado ejecuta acciones que habíamos concertado para el relanzamiento de Canarias, como la dotación de
fondos especiales para políticas activas de empleo que está funcionando, los convenios conjuntos para la rehabilitación y promoción turística, la rebaja y congelación de las tasas aéreas, los nuevos fondos para la reindustrialización, la ampliación
de la ficha financiera del Posei para la agricultura, la configuración del campus de excelencia de las universidades canarias, la mejora de las dotaciones del Instituto de Astrofísica, o el definitivo respaldo a la central hidroeléctrica del Hierro.


Por todas las razones anunciadas, el gasto estatal en Canarias no se ha visto tan resentido como en el resto del país y además el desbloqueo de la Ley de Aguas de Canarias viene a allanar una demanda histórica. Pero con la misma claridad
afirmamos que se están produciendo retrasos en cuestiones como los convenios sobre trenes, la modernización de los aeropuertos canarios o la nueva subvención al transporte del plátano. Y son esos proyectos necesarios e importantes los que pueden
facilitar que la inversión en Canarias sea finalmente como la media española. Por eso, señor presidente, le pregunto: ¿Cuándo está prevista la firma del convenio de financiación de los trenes canarios? ¿Cuándo piensa el Gobierno firmar el
convenio plurianual para la rehabilitación integral de las viviendas de Las Chumberas en La Laguna, a la que usted personalmente se ha comprometido? ¿Cuándo tiene prevista el Gobierno la aprobación de la concesión de la quinta libertad del aire
para las aeronaves que procedan o se dirijan a África y a América y aterricen en Canarias? ¿Cuándo se producirá el traspaso a la Comunidad Autónoma de Canarias de la Inspección de Trabajo y de los servicios en materia de políticas activas de empleo
pendiente? Por último, un tema no menos importante y al que usted se comprometió: la constitución del centro internacional tecnológico para África occidental, al que hace referencia el denominado Plan Canarias. Todas estas materias han formado
parte del acuerdo Coalición-PSOE y por eso le pedimos calendario y compromiso.


Es hora de no seguir poniendo paños calientes a un sufrimiento global; saldremos de esta pero no sin mucho esfuerzo. En Coalición Canaria hemos creído firmemente en que la estabilidad está por encima de nuestros intereses electorales, en
que el bienestar amenazado de nuestros ciudadanos es más importante que la cosecha de votos, y esta es la diferencia, la coherencia que se contrapone a la falta de responsabilidad, responsabilidad de Estado y responsabilidad con Canarias. Eso es lo
que los nacionalistas canarios vamos a seguir ejerciendo, demandando y exigiendo en esta tribuna.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Oramas.


Doña Rosa Díez tiene la palabra.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Gracias, presidente.


Tras siete años al frente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero, nos deja usted un país, y esto es indiscutible -lo dijo Felipe González-, en situación de emergencia. Todo está peor que hace un año, cuando hicimos el penúltimo debate de su
era. El diferencial de la deuda, el déficit público, el paro, los hogares sin ningún tipo de prestación, el salario medio y su comparación con la media europea, la educación, las prestaciones por dependencia, el número de personas que viven bajo el
umbral de la pobreza, la inflación, la desigualdad -el 10 por ciento más rico es dueño del 40 por ciento de la riqueza-, la falta de crédito, la crisis inmobiliaria, la morosidad de las administraciones, la economía sumergida; todo está peor.


Desde el punto de vista político, la cosa es aún peor. Usted ha seguido desmantelando el Estado para poder mantenerse unos meses más en La Moncloa. Le recuerdo sus dos últimas hazañas: ruptura de la caja común de la Seguridad Social y
quiebra del marco nacional de relaciones laborales; todo eso en un año. Y lo que es más grave, gracias a unos magistrados del Tribunal Constitucional tutelados por ustedes, hoy tenemos a los testaferros de ETA en las instituciones. (Rumores.-Un
señor diputado: ¡Venga ya!) La consecuencia no puede ser más desoladora. Ya hay bajas democráticas; ya hay concejales que han dimitido ante la presión; ya desparecen los símbolos del orden constitucional de las instituciones vascas; ya se jalea
a los terroristas en las calles; ya se empieza a escribir el relato perverso en el que los terroristas y las víctimas son iguales. Por eso hoy, en la Cámara en la que reside la soberanía nacional, me adhiero a la denuncia que le envió Rubén
Múgica: Los responsables tienen nombre y apellidos. El principal responsable es usted, señor Rodríguez Zapatero. (Protestas.-Varios señores diputados: ¡Hala!)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor; silencio.



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La señora DÍEZ GONZÁLEZ: El principal responsable es usted, señor Rodríguez Zapatero, y no habrá días en el calendario para perdonar lo que ha hecho. (Protestas.-Varios señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.)


El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Presidente, como venimos diciendo desde hace tres años, lo que está en quiebra en España es la política. Ha llegado la hora de reconocer que no hay solución a la crisis económica y de modelo productivo si no
abordamos la reforma del modelo de Estado. España, presidente, tiene remedio, pero la solución no consiste en distribuir mal y sin equidad los sacrificios a los que obliga la crisis, sino en afrontar las graves reformas políticas que son necesarias
y urgentes y que cada vez solicitan más ciudadanos.


Estas son nuestras propuestas, las propuestas políticas de Unión, Progreso y Democracia. Primero, reforma de la Constitución para definir con claridad la lista de competencias de cada entidad territorial, los instrumentos de cooperación,
coordinación y solidaridad, así como las reglas de financiación coherentes con el reparto competencial establecido. Segundo, reforma de la Ley Electoral General para garantizar la igualdad del voto de los ciudadanos y para superar el bipartidismo
obligatorio e imperfecto inducido por una ley injusta. Un sistema democrático basado en la injusticia y en el privilegio de unos partidos sobre otros, de los territorios sobre los ciudadanos, es incapaz de tomar las decisiones justas para superar
esta crisis política. Tercero, separación efectiva de poderes y restauración de la autonomía del Poder Judicial, acabando con la intromisión de los partidos políticos en la elección de sus órganos de gobierno, en el funcionamiento de la fiscalía y
en la composición del Tribunal Constitucional. No olvidemos que la independencia de la justicia es un factor clave para perseguir y acabar con la corrupción política, la peor de las corrupciones. Cuatro, instauración de la igualdad efectiva de los
ciudadanos con independencia del lugar donde residan, mediante la restitución al Estado de las competencias necesarias para garantizar sistemas comunes de educación, sanidad y servicios sociales con las mismas prestaciones y calidad en todo el
territorio nacional. Cinco, superación de la provisionalidad y la indefinición de este modelo de Estado llamado autonómico mediante una reforma constitucional que configure un Estado central fuerte, con competencias exclusivas y unas comunidades
autónomas con propias competencias y capacidad legislativa claramente definida; un modelo de Estado, presidente, solvente y justo, que acabe con los privilegios fiscales y en el que prime la cooperación y el principio federal frente al
particularismo y la disgregación. Sexto, reforma del mercado laboral para acabar con la dualidad entre trabajadores protegidos por los derechos tradicionales y eventuales a la intemperie, imprescindible para luchar contra el paro juvenil. Séptimo,
derogación de las normas intervencionistas que han acabado con la unidad de mercado y la movilidad de profesionales, empresas y trabajadores, y una nueva ley de propiedad intelectual acorde con la realidad tecnológica y cultural, apoyando también a
los nuevos emprendedores. Octavo, eliminación de todas las duplicidades administrativas, responsables del déficit público y de la proliferación incontrolada de entes públicos y empresas innecesarias o ineficaces. Noveno, iniciativas de
transparencia y lucha contra la corrupción a todos los niveles, haciendo efectivo el derecho de acceso público a la información de todas las instituciones políticas, incluyendo los sindicatos y partidos políticos. Décimo -por último-, la crisis ha
demostrado, presidente, la necesidad de que la Unión Europea sea mucho más que una inestable unión monetaria donde primen los egoísmos nacionales sobre el interés común. Es imprescindible profundizar el compromiso de España con la construcción de
una Europa que sea una verdadera unión política, capaz de intervenir con eficacia y equidad en las crisis, porque en el momento actual está desbordada, con mucho, la capacidad de respuesta de los Estados tradicionales. Más Europa, presidente, es
más federalismo y menos nacionalismo, más política y menos egoísmo, como lo es la España que propugnamos con estas reformas que le acabo de detallar; una España con más igualdad y menos privilegios, con más cohesión y menos fronteras interiores,
con más libertad y más democracia.


Presidente, terminé mi intervención hace un año con las siguientes palabras -abro comillas-: Sepa usted, no se equivoque -le decía entonces-, que aunque aún no hayan salido a la calle, hay millones de españoles sin complejos que no van a
permitir que usted ningunee sus derechos, nuestros derechos. ¿Le suena, presidente? ¿Le parece profético? Si nos hubiera escuchado, seguramente nos iría mejor a todos.


Presidente, usted ha perdido un tiempo precioso y nos lo ha hecho perder mientras se aferraba a La Moncloa. El tiempo que usted trata de ganar para su partido es un tiempo que pierde España. Presidente, no acabe usted de la peor de las
maneras, tenga finalmente un gesto patriótico de pensar en el interés del país antes que en el interés de su partido. Usted, presidente, ya se ha despedido, se despidió ayer. Haga lo que suele hacer la gente después de despedirse: marcharse.
Recupere usted la competencia que comparte con el señor Erkoreka y háganos el favor de permitir a los españoles que decidamos sobre nuestro futuro, sobre quién y cómo queremos que nos gobiernen. Presidente, utilice esa competencia residual que le
queda compartida. Usted mismo lo reconoció ayer. Le dijo al señor Erkoreka que de él dependía el tiempo del partido. Utilícela, recupérela y convoque elecciones.


Gracias, presidente.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señora Díez.


Don Carlos Salvador tiene la palabra.



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El señor SALVADOR ARMENDÁRIZ: Sean mis primeras palabras para honrar el sacrificio de todos los hombres y mujeres de nuestros ejércitos.


Señor presidente, señorías, afirmé no hace mucho tiempo que España se había convertido en un proyecto políticamente imposible y económicamente insostenible; hoy muy a mi pesar, lo sigo pensando. Un año más seguimos sin alcanzar ese gran
acuerdo entre adversarios que todo el mundo reclama y seguimos sin ponernos de acuerdo en un modelo político pacífico para España que todos queramos defender por medio del encuentro obligatorio entre diferentes. En el origen de la frustración que
muchos ciudadanos expresan en la calle, mucho tiene que ver, por un lado, la ausencia de grandes pactos, como los que precedieron a la aprobación de la Constitución de 1978 y, unido a ello, el que no tengamos un modelo de país claro por el que
luchar y en el que creer; un modelo basado en valores que compensen la orfandad ideológica en la que muchos ciudadanos, cercanos a la socialdemocracia en mi opinión, han caído con el triunfo del relativismo de los principios al servicio de
cualquier causa. De tanto relativizar las doctrinas, las creencias y los principios, una parte importante del pueblo ha terminado por no creer en nada; en ese estado de cosas, ¿por qué iba a creer en la política, por qué iba a creer en sus
políticos? Navegamos, señor presidente, sin rumbo histórico. No sabemos siquiera qué país queremos ser. No somos capaces de asumir y, por tanto, mucho menos aun de corregir las deficiencias de nuestro sistema político, y así los derechos se
expanden sin base objetiva ni financiación ni límites. Los deberes se desatienden, la responsabilidad personal se evita, la cooperación leal no parece existir; el mérito, el esfuerzo y la excelencia se siguen sin valorar, porque, señor presidente,
seguimos discutiendo sobre el modelo educativo cuando uno de cada tres alumnos está abocado a no terminar sus estudios.


A pesar de la crisis, son ustedes quienes están inmersos en una gran encrucijada ideológica. Yo deseo sinceramente que la despejen pronto porque el hueco que ustedes dejan es ocupado por grupos mucho más radicales y caóticos. Hicieron,
señor presidente, de las políticas de gasto su mascarón de proa ideológico, gastar era de izquierdas y gestionar debía de ser de derechas; así amasaron su crédito político en tiempos de bonanza, acusando a los demás de no tener sensibilidad social
por no apuntarse a gastar y gastar. Extendieron derechos como si fueran dogmas, conquistas a las que en ningún caso nadie podría renunciar, y ahora toda esa pedagogía supuestamente progresista se vuelve contra ustedes porque nadie entiende que deba
renunciar a todo aquello a lo que ustedes les dijeron que tenían derecho, aunque hace ya tiempo que dejáramos de poderlo pagar, y precisamente son ustedes ahora quienes se lo tienen que explicar. Pero no todo han sido malas noticias. Las medidas
del famoso real decreto de mayo pasado resultaron imprescindibles -es verdad- para evitar la quiebra del sistema. Hoy lo reconocen todos los expertos. El sistema financiero -con pinzas, es verdad- se mantiene en pie tras los acuerdos de los
grandes partidos. Nuestros empresarios han sabido responder al reto de la crisis saliendo al exterior, demostrando que España tiene grandes profesionales dispuestos a arriesgar y a trabajar por este país. Lo malo, señor presidente, es que salir de
España empieza a no ser una opción para muchos jóvenes que, por falta de futuro aquí, están protagonizando un éxodo muy preocupante. Podemos felicitarnos, por qué no, por la reducción de accidentes de tráfico, pero ni siquiera estas buenas noticias
pueden despejar las graves incertidumbres que nos atenazan: una vulnerabilidad económica evidente, una elocuente falta de determinación política para finalizar las reformas, un preocupante descontrol de las cuentas públicas, todo ello unido a una
inestabilidad parlamentaria extrema. Este Gobierno es rehén de aquellos partidos que donde gobiernan reclaman un día sí y otro también su independencia de España y evitan artificialmente defender aquello que nos une allí donde gobiernan.


¿Qué nos pasa, señor presidente? Somos más pobres y no lo queremos aceptar. Vivíamos por encima de nuestras posibilidades y ahora no sabemos quién debe pagar por tanta irresponsabilidad antes de pasarle la factura inevitable de tanta
irresponsabilidad al ciudadano. Se equivocó usted buscando soluciones fáciles a problemas muy complejos ¿Que se producen embarazos no deseados? Hacemos del aborto un derecho sin límites. Usted no contribuyó además a consolidar un proyecto común
para España; fue, señor presidente, su principal equivocación. Afirmó un día aciago que el concepto de nación era discutido y discutible y se puso a discutir políticamente de ello con la banda terrorista el día que aceptaron hablar con ellos de
Navarra; de Navarra, señor presidente, que es el único dique político que mantendrá la unidad de España como hoy la conocemos. Y cayó además en la tentación de alimentar nuestros atávicos impulsos de autodestrucción. Así, mientras abríamos viejas
heridas que no conducen a nada, ETA legitimaba su proyecto político militar de ruptura de España en las urnas. Hoy, señorías, ni siquiera sabemos si seremos capaces de hacer todas las reformas pendientes o si vamos a esperar a que otros nos las
impongan, como a griegos, portugueses o irlandeses.


Mi balance de cómo está la nación, señor presidente, es que está mal, y créame que se lo digo con amarga tristeza, pero, por otro lado, señor presidente, la pasada semana mi partido, Unión del Pueblo Navarro, y el suyo rubricaban un acuerdo
político de gran calado para el futuro de mi comunidad. Yo quiero poner en valor la valentía política, no exenta de riesgos, en la búsqueda de un espacio de colaboración nunca antes explorado por encima de nuestras evidentes diferencias ideológicas
y pulsiones, que son muchas, porque Navarra está por encima de nuestros propios intereses. Para nosotros la libertad política de sus gentes, la defensa de su arquitectura político-institucional, la defensa del Fuero navarro, que es un verdadero
tesoro nacional, siempre fueron los cimientos de nuestro progreso y bienestar. Si nos dejá



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ramos llevar por nuestros impulsos más primarios, si estuviéramos todo el día buscando lo que nos desune, estaríamos faltando a nuestra responsabilidad y con seguridad -esto es lo más grave, señor presidente- estaríamos ayudando a Bildu a
instalar su gulag soviético, como va a hacer en Gipuzkoa, y eso, señor presidente, no nos lo podemos permitir.


Termino, señorías. En Unión del Pueblo Navarro creemos, es verdad, que hemos vivido en España una historia de éxito político, económico y social incuestionable en los últimos treinta o treinta y cinco años, pero mucho nos tememos que si no
aceptamos la gravedad de la situación podemos perfectamente terminar como otros han terminado, o peor. Nosotros, en todo caso, no vamos a actuar con ánimo destructivo, ni nadie espere que alimentemos más revanchas. Lo decía al principio, señor
presidente, necesitamos espacios de consenso, colaboración y unidad que todavía están sin explorar, y necesitamos un modelo de país al que querer, un modelo que responda y resuelva los problemas reales que afectan a los ciudadanos y por el que
estemos dispuestos a hacer los sacrificios que vamos a tener que hacer, y créame, señor presidente, que los esperamos y los necesitamos urgentemente.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Salvador.


Señor presidente del Gobierno, tiene la palabra.


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.


Señor Jorquera, debo empezar por reconocerle que he tenido alguna falta de cortesía parlamentaria en algún debate con usted porque, simplemente por olvido, no hice referencia a la intervención que hacía en nombre del Bloque Nacionalista
Galego, pero sé que sabe muy bien que ha sido absolutamente involuntario. Este es un buen momento para pedirle disculpas y agradecerle las palabras de carácter personal que ha tenido, que tienen una reciprocidad sobre lo que pienso y siento hacia
el Bloque Nacionalista Galego y hacia sus líderes, con los que he tenido una relación muy constructiva y enriquecedora en este tiempo. El señor Jorquera ha hecho una primera parte de su intervención de un cierto calado ideológico que nos llevaría
muy lejos sobre si ha fracasado un modelo, sobre la capacidad de control de los mercados, sobre el modelo de construcción de Europa, sobre la globalización. (La señora vicepresidenta, Cunillera i Mestres, ocupa la Presidencia.) No le falta algo de
razón; yo no comparto todos los argumentos que ha expuesto aquí, pero la globalización económica, la globalización de los mercados, la capacidad de respuesta de los Estados, que es donde se encarna la voluntad democrática y la capacidad democrática
de los ciudadanos, tiene que tener más resortes así como la capacidad global de dar respuestas a los desequilibrios, a los excesos y a las insuficiencias notables de ese modelo, que también ha producido beneficios, no nos podemos engañar, es algo
que tiene pendiente la comunidad internacional. ¿Es disponible solo por un país? No. ¿Incluso toda Europa unida? Difícil. Toda Europa unida está proponiendo, acepta y defiende una imposición para las transacciones financieras, pero para ser
auténticamente eficaz debe ser una medida que implique al menos a todos los países del G-20 o a todas las grandes potencias para que sea eficaz; paradójicamente, son países como los emergentes los que no quieren esta medida; digo paradójicamente
porque lo que la globalización ha producido es un gran potencial de crecimiento para los países emergentes frente a las críticas iniciales de ese modelo de internacionalización completa del sistema financiero según la cual quienes iban a sufrir las
consecuencias eran los países menos desarrollados y quienes iban a tener más beneficios aun eran los países desarrollados. Pues no ha sido así; hoy nos encontramos con que hay reticencias, no solo de los países emergentes, sino también de los
Estados Unidos de Norteamérica, por supuesto, más allá del color de la Administración. Sin duda alguna, el reto que tiene de momento el G-20 como único foro capaz de dar una respuesta con los cambios a introducir por el Fondo Monetario
Internacional, etcétera, está ahí. ¿Es satisfactoria para lo que representamos como proyecto político? No. ¿Creemos que hay una alternativa realista en estos momentos, salvo intentar desde Europa avanzar en esa dirección? No. No comparto con su
señoría el análisis que hace de la situación de América Latina, que ha resistido muy bien la crisis en relación con otros momentos históricos -siempre era una región que sufría muchísimo cualquier crisis económica- por dos circunstancias: una,
porque la mayoría de los países tenía saneadas en general sus cuentas públicas y estaba capacitada para aguantar desde el punto de vista presupuestario y fiscal, por políticas de responsabilidad y abandonando algunas de las situaciones claves; y,
dos, señor Jorquera, porque las circunstancias influyen, y América Latina ha tenido una coyuntura muy buena ante la crisis por el precio de las materias primas, que le ha dado capacidad, ingresos y oxígeno. De ello nos debemos alegrar porque si
América Latina ha aguantado ha ayudado mucho a que aguantaran nuestras grandes empresas que, como sabe usted, tienen allí importantes inversiones e intereses. Por lo tanto, América Latina ha aguantado porque ha tenido, por primera vez ante una
crisis, un panorama fiscal razonable en la mayoría de los países, desde luego en los más importantes, y además por el factor de las materias primas, es decir por tener una disciplina fiscal y un buen precio de materias primas, así como un sistema
financiero que había vivido un número muy elevado de reconversiones y que estaba relativamente saneado en una buena parte de los países, no en todos, como hemos visto. Admito con su señoría que las decisiones sin control de los gobiernos
democráticos es uno de los grandes temas de la agenda política inmediata, pero que sentimos los gobiernos; en este aspecto me siento completamente



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solidario con su expresión, aunque no concluyo con la alternativa de que el Pacto del Euro sea un camino que impone recortes. No; impone disciplina, esfuerzo, competitividad, trabajo, coordinación económica, gobierno económico de la Unión
Europea, que es imprescindible para mantener el Estado del bienestar, para que seamos una región, como hemos sido, competitiva, donde el talento se ponga al servicio de la innovación y donde podamos no perder peso en la economía mundial a costa del
crecimiento de los países emergentes, como se está produciendo.


Galicia. La estructura demográfica de Galicia plantea serios interrogantes pero no viene de ahora, como su señoría ha reconocido. Se trata de saber en este momento si se han dado o se están dando las respuestas, desde el punto de vista de
la acción que depende del Gobierno de España, tendentes a favorecer, a mejorar todo el potencial económico, industrial, innovador que tiene Galicia -y tiene mucho-, no solo por radicar allí una de las empresas más innovadoras del mundo, que no voy a
citar, aunque está en la mente de todos, sino porque tiene otros muchos sectores productivos de gran capacidad competitiva. Simplemente le quería hacer un breve recordatorio del esfuerzo que en Galicia hemos hecho en este periodo y en muchas
ocasiones, compartiendo objetivos con el Bloque Nacionalista Galego, sobre todo en lo que tiene que ver con las infraestructuras, tema central para la competitividad de Galicia, en lo que afecta a la alta velocidad o a las cercanías. Nunca se había
invertido tanto en las infraestructuras ferroviarias gallegas; esa inversión asciende a 4.000 millones de euros, y hemos hecho una apuesta muy especial por comunicar Galicia mediante alta velocidad. En 2004 no había absolutamente nada hecho de la
alta velocidad hacia Galicia. El proyecto además tenía una gran dificultad por la propia orografía gallega y, sin embargo, el AVE entre La Coruña y Ourense entrará en funcionamiento el próximo día 10 de diciembre, la alta velocidad está a punto de
comunicar Vigo con Coruña y a finales de 2015 Galicia con la meseta. Por tanto, hemos realizado un gran avance en estos años en una de las cuestiones centrales que, desde nuestro punto de vista, afecta a la capacidad económica de Galicia como son
las comunicaciones. También le puedo subrayar que en otras infraestructuras decisivas por el potencial de Galicia hemos hecho un esfuerzo muy singular; podría recordar el puerto exterior de La Coruña o la inversión en los aeropuertos, pero no
quiero hacer mi réplica excesivamente larga. Sabe usted que las inversiones de Galicia han alcanzado un porcentaje nunca conocido en relación con el PIB y que, además, en otros sectores productivos con dificultades, como el naval, llevamos
ayudando, librando una batalla difícil, que va a continuar sin duda alguna con la Comisión Europea.


Sobre las diputaciones -con esto termino mi intervención en lo que afecta al Bloque Nacionalista Galego-, puesto que su señoría las ha puesto encima de la mesa, hay un debate abierto; llegará ese debate, seguramente para la próxima
legislatura, por tanto no me corresponde pronunciarme. Le diré que la situación, tal como está ahora, no puede permanecer así; alguna de las aproximaciones que usted ha hecho las comparto de manera muy clara. Hemos discutido en muchas ocasiones
sobre la presencia militar en el exterior y el papel que un país como España debe jugar en la comunidad internacional, y ha hablado de Libia. Objetivamente, la intervención en Libia responde a una decisión sin precedente de Naciones Unidas
destinada a proteger a la población que estaba siendo masacrada por el régimen del coronel Gadafi; esa intervención limitada -desde luego muy limitada en lo que afecta a las tropas españolas, a los soldados españoles- dará sus resultados, y es ver
un proceso en Libia, no fácil, de cambio político y de transición. Ojalá se hubiera producido como se ha dado en Túnez y en Egipto, simplemente porque los regímenes autoritarios y sus dictadores abandonaron el poder. Lamentablemente, no ha sido
así en Libia como no lo es en algún otro sitio de lo que conocemos como la primavera árabe de los cambios de régimen en el sur del Mediterráneo. Sobre Afganistán hemos discutido, sabe que hay un plan de retirada que es en el fondo un plan de
traspaso de las responsabilidades a las propias autoridades afganas, a la policía, al ejército afgano para que pueda tener una oportunidad de ser un país que viva en un horizonte de libertad y de democracia en algún momento de la historia. Sabemos
que no ha sido así a lo largo de la historia de Afganistán, lamentablemente, y que ha sido un territorio asolado por los conflictos, por la falta de integración interior, por las invasiones y en la última etapa nada más y nada menos por el dominio
de los talibanes que, sin duda alguna desde el punto de vista ideológico de lo que representan, pueden ser las antípodas de lo que podemos significar fuerzas políticas progresistas en todos los órdenes. España debe o no estar en compromisos
internacionales buscando la defensa de la libertad. Somos un país que representa lo que representa; somos un país que tiene sus compromisos y debemos estar siempre que esos compromisos estén acordes con Naciones Unidas, con la legalidad
internacional y por supuesto que tengan un control parlamentario. Respeto su posición, por supuesto; sabe que hay ese calendario de retirada. (Rumores.)


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Silencio.


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Reformas y cambio de rumbo. Esta mañana comentaba a algún diputado al entrar en este hemiciclo, recordando el debate de ayer, sobre la primera y la segunda legislatura, que no hay dos
Zapateros, no; lo que hay son dos circunstancias radicalmente distintas en la situación económica. Es así, es así; no hay un cambio de rumbo. Ayer ya lo comenté con los portavoces de Izquierda Unida y de Esquerra Republicana de Catalunya. No
hay un cambio de rumbo, hay una decisión de responsabilidad en la toma de medidas para evitar un



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riesgo gravísimo para la economía española. Es una consecuencia directa del principio de responsabilidad que no tiene que ver con los errores que se hayan podido cometer o con las responsabilidades que se hayan podido atribuir.


En todo caso, señor Jorquera, le agradezco su colaboración permanente y su tono. Por supuesto que dentro de las discrepancias tenemos también un margen importante de puntos de encuentro; lo hemos tenido en gran medida en la actuación en
Galicia, pienso que lo podremos tener en el futuro también en Galicia, y será muy conveniente para Galicia desde mi punto de vista, y espero que en ese terreno de la primera parte de su intervención también podamos acercar posiciones aunque hay
diferencias notables en cuanto al futuro.


Señora Oramas, le puedo asegurar que no he tenido en ningún momento ninguna vocación, como decía, de ser la víctima propiciatoria ni el chivo expiatorio. Es verdad que como presidente del Gobierno de España asumo y se me ve como el
responsable fundamental, el máximo responsable, para algunos el único, de lo que pasa en este país. En estos dos últimos años han pasado cosas muy serias en la economía, muy serias en el empleo, por la pérdida de empleo que hemos tenido, muy serias
en la incertidumbre que los ciudadanos tienen ante su futuro, muy serias en las dificultades de las empresas; es así, tengo que asumirlo. Esa es la responsabilidad de quien está al frente del Gobierno; nunca la he eludido ni nunca he considerado,
a diferencia de otros portavoces que he visto subir a la tribuna hoy, que las decisiones en política sean atribuibles a personas infalibles. No; siempre he tenido el sentido la responsabilidad de reconocer errores y, eso sí, de ser siempre leal a
los principios que he defendido en la vida pública desde hace muchos años.


Ha dicho una frase -textual- la señora Oramas: política o futuro. Yo le podría decir que la política que hacemos Coalición Canaria está contribuyendo a sostenerla con su colaboración, y lo ha hecho en momentos decisivos en esta
legislatura; pienso en mayo de 2010. Mayo de 2010 es una de las fechas que pasara a la historia de este país, así como lo que aquí sucedió y qué hizo cada uno; no tengan ninguna duda, ninguna duda -yo no la tengo- de que será así. Coalición
Canaria supo poner el interés general, en una votación muy difícil, porque es muy difícil votar que se rebaje el salario a los empleados públicos, por encima de cualquier visión partidista de corto plazo. En mi opinión dio muestras de ser un
partido responsable y, desde luego, siempre tendrá mi reconocimiento. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) Dice: futuro o política. Se trata de que la política haga el futuro, y es verdad que cuando uno pone la perspectiva -hoy vivimos en
la angustia de muchas dificultades sociales que tenemos- se da cuenta de que todos los países, incluso los más avanzados del mundo, han atravesado épocas de grave crisis económica, por tanto de problemas sociales. Normalmente cuando eso ha ocurrido
hay una traslación, que siempre lleva al debate sobre la institucionalidad de la política, sobre el funcionamiento de la democracia. Es natural, es natural; pero poniendo esa perspectiva de largo plazo, tanto desde el punto de vista de la
extensión del ángulo, al mirar unos países u otros o unos momentos históricos u otros, nos damos cuenta de que eso tiende a normalizarse en la medida en que se producirá, y se va a producir, la recuperación económica, la recuperación del empleo -que
será lenta- y también la recuperación de la expectativa de futuro en el propio país y la confianza en el propio país. Esa es mi opinión. Por tanto, es normal que hoy la sociedad sea más crítica con la política y con la política democrática, porque
a esta se le exige la libertad, los derechos y también el bienestar social. Aunque tenemos niveles altos de protección social, aunque tenemos una renta per cápita del grupo de los países con más renta per cápita del mundo, es verdad que hemos
venido de unos años en los que el bienestar parecía que siempre iba a aumentar, en los que la mejora de la renta del empleo era una tónica casi natural a la evolución de nuestro país y de repente -no voy a entrar otra vez en las causas, lo que
debatimos ayer- hemos visto un frenazo, un shock, que no vivíamos prácticamente desde la transición democrática. Es verdad que tuvimos una crisis en el año 93, fuerte, y que la tasa de paro llegó a niveles más altos de los que tenemos ahora, pero
no veníamos de un periodo de tanta prosperidad, de tanto crecimiento, que escondía una buena parte de pies de barro, como hemos visto. De ahí que el shock sea mucho más fuerte y que al calor de esa dificultad económica se incluyan en el debate
muchos temas que afectan a la política.


Le agradezco el pronunciamiento sobre los cumplimientos de nuestros acuerdos en relación con actuaciones para Canarias. Usted los ha referido, no voy a reiterarlos, sobre inversiones, sobre el fondo de empleo, sobre las políticas de apoyo
al turismo, sobre las tasas aéreas, sobre ese ejemplo del Hierro y de su sostenibilidad energética y sobre la Ley de Agua de Canarias. Me ha hecho alguna pregunta concreta: convenio de trenes. El Ministerio de Fomento tiene previsto iniciar ya
las reuniones de trabajo con el Gobierno canario para evaluar los proyectos pendientes. Sabemos que en el Gobierno de Canarias se está produciendo una reflexión sobre esos proyectos y, desde luego, queremos agilizar cuanto antes la toma de
decisiones.


Por lo que se refiere a las viviendas de Las Chumberas, sabe que es un tema que conozco bien y tengo un compromiso directo, personal y fuerte sobre esa cuestión. Como saben, tenemos toda la disposición para que se pueda adelantar en los
presupuestos de 2012 una cantidad similar a la prevista para este año. Tenemos que firmar el convenio plurianual y no vamos a paralizar la transferencia de los 4,8 millones de euros previstos en los presupuestos para este año. Eso tiene que
avanzar y tenemos que firmar el convenio plurianual porque las necesidades de ese barrio y de esas familias son imperiosas.



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Aprobación de la quinta libertad del aire para aeronaves, la postura de Fomento es que este tipo de derechos de tráfico sea fruto del análisis de cada situación concreta y con arreglo a expectativas y concesiones del tercer país en cuestión.
Por tanto, tenemos que establecer un calendario de actuación que tenga un proceso de negociación concreta con cada país.


Competencias en materia de políticas activas de empleo. La voluntad del Gobierno es transferir estas competencias. De hecho, en cuanto a la Inspección de Trabajo ya hemos remitido al Congreso una ley de ordenación de este ámbito, cuya
característica más importante es adaptarla a las transferencias. No hay ningún problema. Señora Oramas, le recuerdo que estamos trabajando en la ponencia técnica de la Comisión mixta de transferencias sobre esta cuestión.


En cuanto al Centro Internacional Tecnológico para África Occidental incluido en el Plan Canarias, se han dado ya los primeros pasos en la Mesa de África para la creación del Centro Internacional Tecnológico para África Occidental y se han
dado alrededor del Instituto Tecnológico de Canarias, con sede en Las Palmas, como conoce bien. Ya se ha suscrito un acuerdo de este instituto de apoyo al Centro Regional de África Occidental de Energías Renovables, con sede en la ciudad de Praia,
Cabo Verde, y esta colaboración se va a ampliar en breve a otras áreas de trabajo. El objetivo del Gobierno es que se convierta en un centro de referencia internacional de investigación y tecnología para toda esa zona de África en la que España ha
hecho tantos esfuerzos en su política de cooperación.


En definitiva, señora Oramas, defendamos que la democracia no tiene la culpa de la crisis económica. Este es mi pensamiento. La culpa de la crisis económica la tiene un modelo de aproximarse a la economía, al sistema financiero
absolutamente permisivo con el crecimiento de productos financieros, con el crecimiento del crédito, con el incentivo del crédito, que se ha demostrado que es una bomba de relojería para la economía. Fíjese que en eso estuvieron todos los países y
casi todas las ideologías. La política de favorecer las hipotecas subprime esconde un interés social, digamos, muy noble, pero con efectos perversos. Fue una administración demócrata en Estados Unidos quien la puso en marcha. ¿Para qué? Para
facilitar el acceso a la vivienda a sectores con un nivel muy bajo de renta. Ese es el origen de las hipotecas subprime, que luego se convierten en una auténtica bomba de relojería de los sistemas financieros. Cuando estalla la crisis financiera
en 2008, en un país como Francia se estaba discutiendo una ley, apoyada por derecha e izquierda, de acceso universal al crédito. Eso es lo que ha quebrado, y como nosotros teníamos un modelo económico que vivía en gran parte de una permanente y
creciente necesidad de financiación, sobre todo en empresas y familias, nos afecta de una manera muy directa.


Señor Salvador, debo recordarle -menos mal que ha explicado al final que teníamos un acuerdo para gobernar Navarra, porque después de la primera parte de su intervención parecía que estábamos en una franca confrontación; ese ha sido el
tenor de su intervención - que cuando estalla la crisis -aquí se ha hablado de las políticas de gasto y demás-, ¿por qué tenemos la tendencia a tirar piedras contra nuestro propio tejado? ¿Por qué no somos justos y recordamos que el sector público
en España tenía un nivel bajo de deuda, un 32 por ciento de deuda pública sobre el PIB? Señor Salvador, acusarnos de políticas de gasto como eje de nuestra acción cuando tuvimos superávit los cuatro años de la anterior legislatura, me parece que es
un poco exagerado, que debería hacer un juicio más ponderado. Tuvimos superávit los cuatro años y reducimos la deuda casi 20 puntos sobre PIB, porque los mayores ingresos que teníamos en gran parte los dedicamos a reducir deuda, no a aumentar el
gasto, que se aumentó, el social, por cierto. Por tanto, podemos seguir tirando piedras contra nuestro tejado, sin embargo yo sé que es más difícil subir a la tribuna y decir que el problema del endeudamiento de la economía española es un
endeudamiento de empresas y familias. Es más difícil, ¿verdad? Pero es más respetuoso con la verdad. Eso, ¿alimentado por qué? Por el euro, porque bajaron mucho los tipos de interés y eso facilitó el acceso al dinero; por las bajadas de
impuestos, que dieron más capacidad de inversión a las familias; por la creación de empleo, que, como ayer vimos, era un empleo muy vinculado a la construcción y por tanto con muchas limitaciones. Para echar esas reprimendas que nos ha echado,
señor Salvador, tome nota que teniendo la Comunidad de Navarra un régimen de financiación bastante considerable, en el año 2010 tuvo un déficit público del 3,4 por ciento del PIB, un punto por encima de la exigencia de cumplimiento del déficit. Me
parece bien que todo el mundo dé lecciones, pero también hay que acompañarlo un poco con el ejemplo de las cosas. Nosotros estamos satisfechos con el acuerdo en Navarra, pero fíjese en la reflexión que usted hacía sobre el proceso de paz y Navarra.
Lo que debemos recordar del proceso de paz y Navarra es que el Gobierno socialista fue acusado de vender Navarra en el proceso de paz, y eso era una gran falsedad, como el tiempo y la historia han demostrado, pero en ese sentido, estamos
acostumbrados. (Aplausos.)


Señor Salvador, es verdad que ha tenido un tono retórico bastante atractivo en la primera parte de la intervención, sobre el proyecto imposible de España o la economía insostenible. No digo que sea exagerado, pero le llamo a la reflexión y
a repasar un poco la historia de nuestro país, ya que tenemos siempre una cierta tentación a ver determinados momentos como momentos donde parece que va a haber un punto y aparte o casi un punto y final. Sin embargo, repasemos los grandes momentos
de la historia desde la transición democrática. Ya tuvimos uno al principio. Recuerdo muy bien que cuando en el año 1982 hubo una mayoría aplastante del Partido Socialista, para algunos en esta Cámara España iba a terminar en su destino histórico.
Sí, recuerdo las



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admoniciones. No me estoy refiriendo a usted, señoría. Le voy a hacer un repaso de momentos que han producido discursos tan elevados, en el sentido de pronosticar profecías que luego no se han cumplido, afortunadamente para todos. Pero
recuerdo muy bien lo que supuso la llegada del Gobierno del PSOE del año 1982. También cuando hubo el referéndum de la OTAN se dijo que la sociedad española tenía una división insuperable. Vivimos una legislatura de 1993 a 1996 donde la tensión
fue máxima y con circunstancias muy difíciles. Por supuesto -por ir a momentos más recientes-, superamos lo que fue también una división muy profunda en este país, con un elevado nivel de tensión -como nos caracteriza en la vida pública-, en los
momentos previos y durante los posicionamientos en torno a la guerra de Irak; el sufrimiento y las consecuencias políticas derivadas del mayor atentado terrorista de la historia, que fue el 11 de marzo de 2004, donde también hubo una tensión muy
fuerte. Posteriormente, en esa primera legislatura -por ir a una época más reciente-, recuerdo que cuando debatimos aquí el Estatuto de Cataluña para muchos España ya estaba rota; no solo que se iba a romper, sino que estaba rota, y no era así.
Incluso recuerdo -como puede usted imaginar, esto sí con algo más de sensibilidad- que cuando hicimos el proceso de diálogo con ETA, al Gobierno -y muchos españoles seguramente se lo llegaron a creer- se le acusó de haber entregado Navarra y de que
habíamos entregado prácticamente todo a ETA. Curiosamente, pasa el tiempo y se demuestra que no era verdad, que no se decía la verdad a muchos españoles, y que lo que ha sucedido en este periodo es que este Gobierno ha llevado a ETA a su posición
más débil de toda la historia. Eso es lo que ha sucedido, por la eficacia de la policía y por la inteligencia de la política que hemos aplicado en la lucha contra el terrorismo. (Aplausos.) Eso sí, sin alharacas y siempre reconociendo a todos los
demócratas la lucha a favor de la libertad y en contra del terrorismo; reconociendo a todos los demócratas y haciendo de esa tarea una tarea colectiva. Pero, señor Salvador, tendrá que reconocer conmigo que nosotros hemos escuchado muchas cosas en
la lucha contra ETA, hemos escuchado muchas cosas injustas. Lo tengo que decir, lo debo decir por servicio a la historia y a la verdad. Desde luego, le hago esa apelación y esa reflexión para decirle que España es un proyecto más que posible, que
es un gran proyecto en el que podemos confiar, más allá de que ahora tengamos una grave crisis económica, con graves efectos sociales que sabremos recuperar.


Señor Salvador, por supuesto que tenemos una economía sostenible. Es una economía que tiene un problema central, que dedicó una parte excesiva del ahorro de los ciudadanos y de la inversión de las empresas a un sector, el sector de la
vivienda, y que ahora tiene una tarea fundamental, que es trasladar ese exceso -que nos ha producido tanto daño- de inversión de un sector a otros sectores, a la mayoría de los sectores que tienen que ampliarse, que tienen que ensancharse, que son
competitivos, que son productivos, como demuestran permanentemente en el comercio internacional. ¿Es una tarea dura? Sí, es dura, por supuesto. ¿Que exige reformas? Sí. ¿Las estamos haciendo? Sí. Para algunos son tímidas; para otros son
exageradas, antisociales. Señor Salvador, agradezco enormemente que su partido, su fuerza política, haya contribuido a ese esfuerzo; lo agradezco enormemente. Creo que han tenido sentido de la responsabilidad en muchas ocasiones, pero, señor
Salvador, yo sé que usted se siente muy español y le pido -no voy a decir que me siento más que usted, dejémoslo en que nos sentimos de verdad españoles, de esta generación de la democracia que tiene confianza en su país, que ha superado las
visiones de complejos históricos, que sabe afrontar una crisis aunque duela y aunque algunos tengamos un fuerte desgaste, pero tenemos esa confianza en el país- que no eche tanta tierra encima de nuestras posibilidades porque tenemos muchas cosas
positivas en este país, muchas cosas positivas en las empresas, en las universidades, en la educación, en lo que hemos hecho, en nuestra capacidad de competir tecnológicamente, en nuestra capacidad de tener una red de infraestructuras como pocos
países y en la riqueza de nuestra cultura, que es sin duda alguna el mayor activo que tiene nuestro país en el mundo. Tenemos esas capacidades y no han venido solas, es el fruto del esfuerzo de todos durante treinta años. Sepamos ponerlas encima
de nuestro debate, en el centro de nuestro debate. En más de una ocasión, en el proceso de desarrollo democrático desde la transición a aquí, hemos escuchado que habría una generación perdida, no fue así -recuerdo muy bien ese discurso a principios
de los años ochenta- y ahora no será así. Tenemos que fomentar e incentivar mucha más capacidad para que la gente joven emprenda, pero con el potencial que tienen muchos sectores económicos en nuestro país, en el momento en que tengamos una mayor
estabilidad en el sistema financiero, una mayor confianza, una mayor disponibilidad de financiación, nuestra economía está preparada, nuestra gente joven está preparada para poderse recuperar de este durísimo golpe que hemos sufrido en nuestra
economía y por tanto en la sociedad.


Señora Díez, es verdad que ha habido una parte de su intervención, la última, que ha sido más de programa electoral -me parece completamente respetable en el debate sobre el estado de la Nación-, pero abordar ahora aquí en el tiempo de
legislatura que tenemos por delante la reforma de la Constitución y todas las reformas que ha planteado, está un poco traído más bien en esa intención. Ya digo que no es un reproche, simplemente una constatación. Por tanto, no voy a entrar en todo
ese decálogo de propuestas, que algunas me parecen interesantes, otras sencillamente no las comparto, sobre todo cuando el hilo conductor que mueve una de ellas es la reflexión que ha hecho, simplificando, de recuperar políticas centrales para el
Estado para garantizar igualdad. Yo no comparto ese principio, porque en este país hemos tenido el mayor centralismo que se recuerda



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en el régimen anterior y ciertamente no se garantizaba una igualdad ni territorial ni de los ciudadanos porque teníamos un sistema centralista. (Aplausos.) Por tanto, no hay ninguna equiparación entre vuelta al centralismo y más igualdad, y
lo sabe su señoría, sabe su señoría que depende de otros parámetros.


No le gusta el bipartidismo, pero es lo que le gusta a los españoles, señora Díez, porque son los españoles quienes han votado en este Parlamento y el 75 por ciento del voto de los ciudadanos ha ido a los dos principales partidos. Los
ciudadanos votan libremente, y si hay dos grandes partidos es porque quieren los ciudadanos, lo cual no anula en absoluto el respeto que deben tener y tienen en esta Cámara, desde luego en tiempos, en posición de debate, los grupos minoritarios.
Pero respete lo que han votado los ciudadanos, que han votado en un 75 por ciento al Partido Socialista y al Partido Popular. Si en las próximas elecciones es distinto, lo respetaremos, pero respetemos hasta ahora lo que ha supuesto un sistema
constitucional y electoral que nos ha garantizado estabilidad política, convivencia, alternancia en el Gobierno, responsabilidad de las minorías. ¿No han tenido capacidad de influencia las minorías en este proceso parlamentario en diversas
legislaturas? Sí la han tenido. Minorías de carácter nacionalista, sí, pero que al final son expresión constitutiva de la realidad española en algunos de los territorios en los que tienen una presencia muy clara. En la historia de España, señora
Díez, la mayor igualdad de oportunidades se ha producido con la democracia y con el sistema autonómico. En la historia de España la mayor igualdad de reparto de la riqueza y de acceso a la inversión pública a todos los territorios y la convergencia
en renta per capita entre las regiones más ricas y menos ricas de España, se ha dado con la democracia y con el Estado de las autonomías. ¿Eso quiere decir que no hay imperfecciones? No. ¿Que falta lealtad federal? Sí. ¿Que falta cooperación?
Por supuesto. ¿Que ese es el gran reto? Sin duda. ¿Que ojalá la crisis económica sirva también para hacer una enseñanza de eso? Como presidente del Gobierno le puedo decir que podemos mejorar mucho la eficiencia, por ejemplo, en la sanidad. ¿Se
ha avanzado ya? Sí, se va avanzando, porque hay cosas que se pueden hacer con una sinergia en la gestión y nos pueden reducir costes en la sanidad; sin duda. Pero debo recordarle, y me parece que tengo que hacerlo como defensa de lo público, que
España tiene un número de empleados públicos que está por debajo de la media de la OCDE y que nuestro peso del sector público está por debajo de la mayoría de los países europeos más avanzados. Es decir, en última instancia debemos tener la
ponderación y la prudencia, pensando sobre todo en el futuro y en la salida de la crisis, uno, de no echar la culpa a la democracia de la crisis económica. Precisamente gracias a la democracia vamos a poder salir de la crisis económica con más
posibilidades que si no tuviéramos y disfrutáramos de un régimen democrático representativo. Y dos, no convirtamos, a pesar de que sé que hay una tendencia política normal que está en una parte de la ciudadanía, la reacción social ante la crisis,
el malestar que conozco, del que soy plenamente consciente, en un malestar hacia lo público en general, porque necesitamos lo público, mejorado todo lo que se pueda, sin duda, pero necesitamos lo público, el Estado en sentido amplio, para que
algunas de las cosas que han pasado no vuelvan a pasar. Reflexione, si es posible, señora Díez, en esa dirección, que lo que pasó fue en el fondo que lo público confió en el mercado excesivamente, porque durante mucho tiempo siempre de manera
recurrente se ataca lo político, se ataca lo público, que no intervenga en la economía, que no vigile, que no controle; la sociedad por sí misma funciona mejor, la economía por sí misma funciona mejor. Y todos construimos y aceptamos la teoría de
los organismos reguladores independientes, la teoría de los bancos centrales superindependientes y toda esa ideología que impregnó y que, como siempre pasa, tiene una parte buena mientras no se lleve a la exageración. Pues la política dejó hacer,
confió, y la confianza fueron los excesos del sistema financiero, una oferta de créditos que dañó al sistema financiero, que incentivó el endeudamiento excesivo por parte de familias y empresas en España. Y ahora es verdad que dice: el sector
público debe dar una respuesta a aquellas personas que tienen una presión porque no pueden cumplir con una deuda hipotecaria. Sí, sí, pero la reflexión en paralelo debería ser: cuando esa deuda hipotecaria se contrajo, el sector público no tuvo
ninguna responsabilidad, y tiene que salir a intentar aceptarlo. Debemos hacer una reflexión que vaya en esa dirección.


Sobre la política de derechos a la que ha hecho referencia la señora Díez, en este caso me permito hacerle un breve recordatorio de lo que ha sido la política de derechos y libertades individuales y la extensión de derechos en este tiempo.
Lo digo porque su señoría ha hablado de la democracia y hay pocas cosas que enriquezcan más la democracia que la extensión de los derechos individuales y las libertades públicas. Es la manera de que un ciudadano enriquezca su poder, sus
capacidades, su potencial y su fuerza ante la sociedad y ante lo público. Le diré algunos derechos democráticos nuevos en esta etapa, en siete años. Derecho al matrimonio homosexual; somos el tercer país del mundo que lo ha reconocido. El otro
día me llevé una gran satisfacción al ver que también el Estado de Nueva York se había incorporado. Un régimen de derechos ante el divorcio que nos homologa a los países más avanzados, suprimiendo la causalidad del divorcio propia de otros tiempos,
que es un reconocimiento a la libertad individual en un tema de gran trascendencia. La Ley de identidad sexual, que rectifica los registros de la mención relativa al sexo de las personas y que ha permitido que España se sume a uno de los países más
avanzados en esta materia, con una legislación que da cobertura y seguridad jurídica a las necesidades de las personas. La Ley de igualdad de género, que ha sido el avance más concreto para una igualdad más efectiva de mujeres y



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hombres, ha tenido consecuencias claras en materia de representación política a favor de las mujeres, consecuencias claras en el ámbito familiar, avances en el ámbito de presencia de las mujeres en las empresas y, por supuesto, el
reconocimiento del permiso de paternidad y la mejora del permiso de maternidad. Una Ley orgánica que ha consagrado el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, de la salud sexual y reproductiva, con el fundamento en la dignidad de la
persona y el derecho a la integridad física y moral, que constituye un avance y una homologación de esta materia con los países que gozan de unas democracias mejores, más avanzadas, con más derechos y libertades individuales. O el proyecto de ley
de igualdad de trato que, como sabe su señoría, está en esta Cámara. O los derechos relativos a lo que se conoce como memoria histórica. O el derecho a lo que se conoce como muerte digna, o los derechos de la persona en el proceso final de la
vida, que también sabe que está en tramitación parlamentaria. Creo que son avances dignos en materia de derechos y libertades cívicas que, como muy bien conoce su señoría, son el fundamento último de la democracia.


En definitiva, señores portavoces del Grupo Mixto, les agradezco su intervención. He intentado dar respuesta puntual a cada uno de los temas que han planteado y, en todo caso, también les agradezco el tono. Es verdad que la señora Díez era
un poco más amable cuando compartíamos formación política, pero ya entiendo que estas cosas pasan en la vida y uno las tiene que asumir tal como son.


Gracias. (Aplausos.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente.


Señor Jorquera, tiene la palabra.


El señor JORQUERA CASELAS: Gracias, señor presidente.


Intervengo telegráficamente teniendo en cuenta lo constreñido del tiempo y la multitud de temas suscitados. Desde luego creemos que el crecimiento de América Latina no se debe a que saque ventajas de la globalización y a factores de
coyuntura. Es evidente que muchos países optaron por un cambio de estrategia con respecto a las recetas del FMI y les está dando resultados. Discrepamos, señor presidente, de lo que usted dice sobre que Europa es la que se está esforzando en que
haya más regulación, más supervisión para corregir las causas que nos llevaron a esta crisis y son otros los que se oponen, y la prueba es que no lo practica para adentro. ¿Quién controla al Banco Central Europeo? ¿Cómo es posible que las
políticas monetarias las dicte una instancia que se aparta del control democrático? ¿A quién beneficia en este momento que se suban los tipos de interés? ¿Por qué en una crisis que no tuvo su origen en la deuda pública -conviene recordarlo-, sino
que la deuda pública creció en gran medida como causa de la crisis y por la necesidad de movilizar recursos públicos para socorrer al sector privado, no se optó en Europa por una estrategia para evitar una crisis de la deuda? Por ejemplo,
adquiriendo desde el primer momento por el Banco Central Europeo deuda emitida por sus Estados; por ejemplo, acabando con la influencia de las agencias de calificación; por ejemplo, creando una agencia de calificación europea. Europa está
practicando la desregulación. Por lo tanto, discrepo de esa visión que usted ha dado.


Señor presidente, creemos que es evidente la necesidad de un cambio de rumbo. El Gobierno está concentrando los esfuerzos en recortes, en ajustes y en reformas que no tienen nada que ver con las causas de la crisis -estoy hablando de las
pensiones, estoy hablando de la negociación colectiva, estoy hablando del mercado laboral-, en vez de concentrar los esfuerzos en las causas que nos han llevado a esta crisis. Incluso en el sector financiero las reformas que ustedes acometen
conducen a mayor concentración en ese sector y menos tutela pública, cuando lo que habría que hacer es todo lo contrario: más tutela pública para asegurar la vinculación del sector financiero con la economía productiva y para facilitar que se
restituya el crédito.


Afganistán. Telegráficamente. Estados Unidos ya admite que el futuro de Afganistán pasa por integrar a los talibanes en la gobernabilidad de ese país. (La señora vicepresidenta, Pastor Julián, ocupa la Presidencia.) Para ese viaje no
hacían falta alforjas.


Libia. ¿No se está sobrepasando claramente el marco de la resolución de la ONU? ¿Algo que se nos planteó como una operación de cirugía fina para proteger a la población civil no se está convirtiendo en una intervención en toda regla en una
guerra civil y para derrocar un régimen? Es evidente que no tenemos ninguna simpatía hacia el señor Gadafi, pero usted reiteró insistentemente cuando se debatió la intervención que ese no era el objetivo. ¿Y no es evidente que la intervención en
una guerra civil se está poniendo por delante incluso de facilitar corredores humanitarios, de acoger a los refugiados? Yo creo que eso es total y absolutamente evidente.


Galicia. Señor presidente, no tenemos cercanías; ahí se ha confundido. Por supuesto que ha habido un avance en materia de infraestructuras -al que nosotros creo que también hemos contribuido-, avance que saludamos. Sigue habiendo
carencias, sigue habiendo retrasos, sigue habiendo incumplimientos, pero ha habido un avance. Y, siendo importantes las infraestructuras, un país no vive tan solo de infraestructuras y creemos que un problema de nuestro país, entre otros, es que
sectores económicos estratégicos para nosotros acostumbran a tener consideración marginal en las políticas del Estado.


Concluyo, porque me he excedido en el tiempo, haciendo una aclaración, señor presidente. Agradezco el tono que ha tenido, agradezco sus palabras y quería aclarar que lo que comenté con respecto a que en varias ocasiones se saltó al BNG en
el turno de réplica fue una ironía en esas palabras cariñosas que pretendía tener con usted, dado que este debate está teniendo también cierto



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tono de despedida. Por lo tanto, no eleve una anécdota -era una ironía- a categoría.


Muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Pastor Julián): Muchas gracias, señor Jorquera.


Tiene la palabra la señora Oramas.


La señora ORAMAS GONZÁLEZ: Gracias, presidenta.


Señor presidente, son importantes los compromisos de calendario que ha dicho hoy. En el caso de las viviendas de Las Chumberas es mucho más importante la firma del convenio plurianual que incluso los 4 millones de este año, porque son 4.000
personas las que están afectadas, viviendas que están apuntaladas y si no se tiene el convenio plurianual no se pueden derribar. Nada más quiero decírselo.


El tema de la quinta libertad es fundamental para África. Usted se ha implicado con los temas africanos. Canarias tuvo libertad aérea, igual que la tiene portuaria, y hace falta impulso político, porque la conexión con África y lo que
puede suponer económicamente para Canarias es muy importante. (La señora vicepresidenta, Cunillera i Mestres, ocupa la Presidencia.)


Termino con un tema personal. En estos siete años he tenido la oportunidad de estar con usted en momentos muy difíciles. En el año 2006, en aquel verano en el que vinieron 80.000 africanos a Canarias, estuve en aquel cuartel de La
Esperanza, en La Laguna, con Adán Martín, con usted y con la vicepresidenta en aquel momento. En el momento más difícil de la historia de Canarias usted estuvo allí y logró intervenir, junto con las instituciones canarias, con responsabilidad y con
un factor humano importante. Yo me quiero quedar con eso. Me quiero quedar también con esa noche de mayo -que algún día en sus memorias, y yo en las mías, contaremos- tan difícil, tan importante y en la que uno tuvo que aguantar mucho. Pero me
voy a quedar con lo bueno, porque aquel día hasta tuve que oír comentarios como: que se caiga España, que ya llegaremos nosotros a arreglarlo. Usted puede mirar a los ojos de los españoles, puede mirar a los ojos de su padre, que lo vimos ayer muy
orgulloso de usted y de sus hijas. Y que los demás no se rían, porque yo creo que de los trabajos más duros en política que hay en este país son ser alcalde y ser presidente del Gobierno de España, porque se es alcalde y presidente veinticuatro
horas al día, siete días a la semana, y en temas que afectan a los ciudadanos, y por el camino se quedan la familia y muchas cosas. Recuerdo la primera conversación con usted en su despacho hablando de nuestras hijas, que tienen más o menos la
misma edad, porque yo tengo una hija de 16 años y usted también, y yo le decía lo que significó para mí que mi hija, con 8 años, me dijera: Mamá, ¿quién es más importante, el ayuntamiento o yo? Yo le dije: Yo te quiero, mi amor. Y me dijo: No
te estoy preguntando eso. Y la niña con 8 años tenía razón. Usted y yo nos perdimos muchas cosas de la vida de nuestros hijos, pero en la vida que le empieza ahora vienen un montón de momentos, agárrelos fuertemente y disfrútelos. Se lo merece.
Se lo merece a nivel humano y a nivel personal. No es infalible, pero usted puede mirar a los ojos a todos los españoles porque ha trabajado por ellos, y también por los canarios.


Muchas gracias. (Aplausos.)


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Gracias, señora Oramas.


Señora Díez.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Gracias, presidenta.


Un primer recuerdo obligado a las víctimas del atentado de Kabul que se ha producido mientras estábamos en este debate, y particularmente a la familia y a los amigos del español fallecido en ese atentado suicida hace muy poco rato.


Presidente, empiezo por donde usted terminó. Yo creo que no tenemos que confundir la simpatía personal o el afecto personal con la política en el sentido estricto de la palabra. Siempre ha encontrado respeto personal en esta portavoz
-lamento no poder decir lo mismo- por muy duras que hayan sido las críticas, que nunca jamás han sido ni serán personales. Pero estamos en discrepancia política y hemos de entenderla sin que eso nos afecte el ánimo ni nos impida analizar las
propuestas, aunque sea para discrepar.


Usted, presidente, planteaba un rechazo a debatir conmigo las propuestas de este decálogo que he ofrecido, porque a su juicio era un programa electoral. Es bien curioso, se queja cuando no hay propuestas y cuando las hay también se queja.
Yo he traído propuestas para hoy, no para la próxima legislatura. Plantear la reforma de la Ley Electoral me parece un principio democrático básico, me parece urgente y además lo hemos debatido durante esta legislatura. Dice usted, señor
presidente, que a los españoles les gusta el bipartidismo; yo digo que el bipartidismo en España es consecuencia de una ley electoral hecha para el bipartidismo, usted lo sabe. Se hizo al principio de la democracia, al final de la transición, para
evitar que hubiera aquí treinta partidos que no se pusieran de acuerdo para construir la democracia, y tenía sentido entonces, pero es una ley electoral que promueve el bipartidismo obligatorio y yo creo que cambiarla es una obligación democrática
porque se trata de que los ciudadanos, todos, tengamos el mismo valor a la hora de emitir nuestro voto y que ese se convierta en un representante político. Es una cuestión que a mí me parece de justicia y me parece de Democracia -con mayúsculas-, y
creo que es una asignatura pendiente de la democracia española. Usted ha dicho: les gusta el bipartidismo a los españoles. Y ayer citaba usted a los que salen a la calle contra el bipartidismo y los citaba diciendo: puede haber discrepancias, yo
no discrepo. Pues esta es una de las reivindicaciones. Esta es una cuestión nuclear, a mi juicio, de la democracia, y por



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tanto una discusión no para la legislatura próxima. Deberá serlo porque en esta no nos va a dar tiempo, pero a mí me parece que es una propuesta política de calado.


Planteaba usted también una ecuación que verdaderamente no comparto; siempre que debato con usted me toca plantearle esta cuestión. Todo lo que yo planteo como reforma constitucional, como un Estado fuerte que garantice la igualdad entre
los ciudadanos, usted lo califica como centralismo.


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Señora Díez.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Y a continuación dice: La verdad es que toda la igualdad en España se ha conseguido ahora, porque la etapa anterior fue muy centralista y fíjese usted qué desigualdad. No, presidente, la característica de la etapa
anterior fue que no había democracia, que era una dictadura, eso es lo que verdaderamente nos diferencia, porque en el mundo hay democracias que son modelos centralistas y son igual de democráticos, y además con leyes que favorecen y consiguen la
igualdad, y hay otras que son muy descentralizadas que no la consiguen.


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Señora Díez, por favor.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Termino, presidenta.


Esa es la cuestión. El modelo del Estado es un instrumento al servicio de los ciudadanos y no un fin en sí mismo.


Luego me ha planteado un debate sobre lo público que yo no he planteado.


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Está pasando su tiempo, señora Díez.


La señora DÍEZ GONZÁLEZ: Termino.


Un debate bien interesante pero, por cierto, un debate que no he planteado. Presidente, la crisis económica se produjo por una falta de control sobre la crisis financiera; yo creo que la crisis política se produce por una falta de control
sobre la propia democracia. Instrumentos para controlar la democracia son instrumentos absolutamente necesarios para devolver a los ciudadanos la confianza en la democracia porque, efectivamente, sin democracia no hay nada.


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Gracias, señora Díez.


Señor Salvador.


El señor SALVADOR ARMENDÁRIZ: Gracias, señora presidenta. Quisiera unirme a las condolencias por este último atentado.


Señor presidente, usted no es, obviamente, el culpable de todo, pero es responsable de muchas cosas. Yo soy plenamente consciente de que vivimos en un tiempo que nadie llegó a imaginar y que ha puesto patas arriba muchas convicciones,
algunos principios, algunos valores, pero fue usted quien dijo que la nación, España, era algo discutido y discutible, y lo dijo coincidiendo con el proceso de paz. Y es verdad que dialogaron con ETA, y es verdad que negociaron -intentaron
negociar- con ETA en muchísimas reuniones y es innegable que se tuvo que hablar de Navarra; se habló de Navarra porque está escrito, porque ETA solo quiere Navarra. Desde siempre es su razón de ser para romper España, primero Navarra y luego la
independencia, es así. Tuvimos que salir a la calle a denunciar esas conversaciones políticas que, señor presidente, ya forman parte de la historia y usted lo sabe. Y yo, con respeto, se lo digo y se lo repito: se equivocó, sencillamente.
Mientras encontramos respuestas nuevas a tantos problemas nuevos no podemos dejarnos llevar por algunos prejuicios ideológicos o instintos porque vamos camino de reeditar esas dos Españas enfrentadas o satisfechas en el enfrentamiento para beneficio
de quienes no creen en España. Es verdad que en Navarra vamos a intentar algo nuevo, superar este tradicional enfrentamiento. Y usted no puede renunciar a buscar la unidad y creo, además, que no puede pensar en construir nada enfrentando a medio
país contra el otro medio. Lo creo así, sinceramente. Usted me ha acusado de ser catastrofista, pero también es cierto que yo le he reconocido al menos cinco éxitos, de manera directa o indirecta.


Permítame para terminar una cierta nota de humor, siquiera negro, para rebajar la gravedad de mi discurso. Nadie dijo, señor presidente del Gobierno de España, que fuera a ser fácil presidir ese Gobierno. Bueno, usted sí. Usted sí dijo
que cualquiera podría, pero efectivamente no debe de ser fácil, porque fíjese si somos un país singular, contradictorio y desconcertante que, después de que nuestros futbolistas hayan ganado el campeonato del mundo, también la Sub-21, y seamos los
mejores del mundo con el mejor equipo, unidos nuestros mejores deportistas hayamos tenido que escuchar que el seleccionador nacional tiene que hacer sesiones de terapia a ese grupo, que son el orgullo de la nación, para no quebrar esa unidad por
odios deportivos privados, malsanos e irreconocibles que no benefician más que a unos pocos. Es verdad que somos un país. En fin, qué no diría el señor Trillo. Yo solo quiero recordarle, señor presidente, y recordarnos en este último debate que
nuestra responsabilidad, nuestra obligación pasa por no alimentar de ninguna manera algunas pasiones, algunos instintos, y en España es muy fácil envenenar o incendiar y que, por desgracia, en nuestro país eso siempre trae graves, terribles
consecuencias. En todo caso, muchas gracias y mucha suerte, señor presidente.


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Muchas gracias, señor Salvador.


Señor presidente del Gobierno.



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El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias, señora presidenta.


Con brevedad, señor Jorquera. La Unión Europea, y en general la comunidad internacional, no avanza hacia una desregulación del sistema financiero; no. Avanza hacia una mayor regulación y control que incorpore, que incluya todos los
productos financieros, avanza hacia una mayor supervisión -eso es así, afortunadamente- y hacia una regulación de las agencias de rating también en el ámbito europeo, que está haciendo la Comisión Europea.


Reformas. Es que hay que hacerlas. Hay que hacerlas, señor Jorquera. El sistema financiero tiene que ser reformado. Teníamos un sistema financiero para un mercado de crédito un 25 o un 30 por ciento superior al que tenemos hoy y al que
vamos a tener durante los próximos años. Por tanto, está sobredimensionado y hay que hacer una reestructuración porque si no una buena parte de las entidades entrarían en una situación insostenible. Es así.


Pensiones. ¿Es disponible, forma parte de la voluntad política que, como el otro día publicó la Comisión, España vaya a ser el segundo país de Europa que más personas va a tener con una edad superior a los 80 años? Es nuestra evolución
demográfica, y afortunadamente para nosotros porque somos uno de los países con más expectativa de vida del mundo. Usted hablaba de la relación que hay entre activos y pasivos, en Galicia más acusada que en el conjunto. Es una tónica que van a
aumentar los pasivos y va a descender el número de activos por un propio hecho demográfico, que no es político. Y frente a eso, ¿qué respuesta tenemos? Pues que hay que tocar el sistema de pensiones porque si no de aquí a diez o quince años no
salen las cuentas; no salen las cuentas para pagar las pensiones ¿Es una reforma necesaria? Sí. A nadie le gusta tener que decir a los ciudadanos que de aquí a trece años la edad de jubilación legal tienen que ser 67 años, salvo en determinadas
circunstancias que son 65. Pues no, no es un plato agradable, pero que nadie piense que eso responde a una ideología, no, responde a la realidad demográfica. Señor Jorquera, por eso ayer invocaba en cierta medida el principio de realidad de las
cosas, que también nos obliga a la izquierda. Las reformas, por tanto, hay que hacerlas; podrán ser discutibles, más en profundidad o menos.


En el mercado laboral intentamos mantener un equilibrio de las relaciones laborales, por eso, si se fija, a los sectores más neoliberales no les gustan las que hacemos. Es verdad que también desde los sectores más intransigentes por la
izquierda dicen que es una reforma que genera pérdida de derechos de trabajadores, que rompe el equilibrio. Bueno, creemos que hemos hecho y que hacemos unas reformas de negociación colectiva y del mercado laboral equilibradas, homologables a la
mayoría de los países europeos, donde está la cuna del Estado del bienestar, de los derechos de los trabajadores, de las relaciones laborales que no existen en ninguna latitud del mundo más que en Europa, y usted lo sabe, pongamos la mirada que
pongamos a cualquier continente.


No voy a reiterar los argumentos sobre Afganistán. Sobre Libia mi opinión es que los objetivos se conseguirán; es decir, la cirugía puede ser más limpia o menos limpia, pero la resistencia ha sido -como usted bien conoce-, fundada en las
capacidades económicas, muy dura por parte del régimen.


Galicia. Me ha reconocido el avance en infraestructuras. No quise decir cercanías, sino que quise decir trenes regionales o comunicación regional. Pero siempre tenemos una sensación; desde que soy diputado aquí, desde el año 1986, vengo
oyendo el déficit de infraestructuras de Galicia como el gran tema de Galicia, y ahora que hemos dado un avance, un salto cualitativo fundamental con las infraestructuras gallegas, pues le quitamos valor y decimos: solo las infraestructuras, no.
Es verdad que no solo, pero ha sido históricamente la gran reivindicación de Galicia. Ahora damos un salto cualitativo -y además lo protagoniza en esta fase un ministro gallego, el ministro de Fomento- y ya decimos que son otras cosas. No, eso es
sustancial y cuando la recuperación económica esté con vigor, las infraestructuras y toda la inversión en infraestructuras, que en gran parte hemos contribuido a ellas colaborando, va a ser determinante para Galicia. Y por supuesto que era una
broma, señor Jorquera, el recordatorio de las ausencias que he tenido en algún debate a la hora de contestarle. Le reitero mi agradecimiento más sincero a sus palabras, a su tono y a esa actitud, porque incluso en los momentos de más discrepancia o
en los temas más críticos siempre mantiene una corrección ejemplar, de las que fortalecen la democracia.


Señora Díez, una de las cosas que siempre nos ha preocupado es que a veces -y nunca he hablado de que haya un terreno personal que haya que preservar más- el tono político, la descalificación insistente, el adjetivo más lacerante, también
generan una cierta distancia hacia la vida pública y hacia la política, es así. Le decía que cuando estaba en otra formación política no utilizaba usted esos términos, esos adjetivos que utiliza ahora que a veces son -insisto, en términos
políticos- lacerantes, muy descalificatorios. Creo que eso contribuye también a una actitud de la ciudadanía hacia la democracia de menos desafección.


Señora Oramas, el compromiso con la reconstrucción del barrio de Las Chumberas es un compromiso firme. Desde luego, se lo reitero hoy públicamente a usted, a los ciudadanos y a las familias afectadas, vamos a hacer ese convenio plurianual,
igual que todos los esfuerzos que hemos desplegado en muchos ámbitos para que la política hacia África revierta sobre todo en Canarias; que la política hacia África del Estado revierta en Canarias es lo natural y que ese papel que puede cumplir de
gran plataforma intercontinental de Canarias tenga una traducción en resultados económicos. Y agradezco que recuerde los momentos más difíciles de la inmigración y de la lucha contra la inmigración clandestina. Recuerdo



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alguna noche -usted ha recordado también alguna noche- en que el ministro del Interior y vicepresidente hoy del Gobierno, cuando me trasladaba el número de inmigrantes, de personas que llegaban en los tan familiares para nosotros cayucos,
decía: Solo nos falta llorar, solo nos falta llorar. Porque era auténticamente dramático: noches de 700, 800, 1.000 personas; algunos cayucos gigantescos. Y sufrimos mucho, y sufrimos y lo conseguimos con la colaboración, porque era un
sufrimiento doble: por intentar frenar la avalancha y por los seres humanos. Recuerdo que -no se me olvidará- en una de las tiendas habilitadas por el ejército entré a hablar con las personas que allí estaban, con un senegalés que con unos ojos
profundos, negros, me miró y me dijo: Yo soy licenciado en derecho, soy abogado y quiero tener una oportunidad en mi vida. Son esos momentos en los que, en fin, todo lo ves de manera distinta. Lo recuerdo perfectamente y agradezco su
colaboración. Y me sirve como reflexión política para decir que hubo una época en que aquí solo hablábamos de la inmigración ilegal y en este debate no ha aparecido ni una sola vez la palabra inmigración. Para que nos demos cuenta del vértigo y de
los cambios que se producen en el debate público. Parecía en aquel momento que todo eran reproches, pero lo conseguimos gobernar dentro de las dificultades y agradezco muchísimo su colaboración y, por supuesto, agradezco muchísimo sus palabras.
Esta es una responsabilidad que exige un esfuerzo, pero ante todo es una responsabilidad que constituye un gran honor; un gran honor. Siempre me he sentido muy honrado de ser diputado, de representar a los ciudadanos, de intentar servir al interés
general, y mucho más en el Gobierno de España. Y, desde luego, lo dije ayer y lo digo hoy y lo reitero, siempre he defendido, defiendo y defenderé a quienes se sientan en esta Cámara, pertenezcan al grupo que pertenezcan. Defenderé la política y
defenderé a los representantes democráticos, porque me parece que una parte de los ataques que recibe la política y la representación democrática -una parte- es de aquellos que quieren tener más poder, más influencia, sin la representación
democrática. Le agradezco muchísimo sus palabras. (Aplausos.)


Señora Díez, cuando he hecho la referencia que he hecho a la formación política anterior a la que pertenecía, le decía que el tono que yo recuerdo, incluso en la crítica hacia los adversarios en aquellos momentos cuando su ubicación era
distinta, era un tono menos áspero -a lo mejor estoy equivocado- que el que utiliza ahora. A lo mejor estoy equivocado, pero esa es mi sensación; esa es mi sensación. En todo caso, no le reprocho que haya hecho propuestas y nunca le he dicho,
señora Díez, que no tenga propuestas. No; ni una cosa ni la otra. Lo que le he trasmitido y parece razonable es que ponernos a debatir nada más y nada menos que una reforma constitucional, una reforma de la Ley Electoral, en este trámite, en este
debate, es objetivamente imposible. Y además algo -como ayer le decía al señor Rajoy- que me resulta un tanto extraño, porque acometer ahora un debate sobre reforma constitucional cuando usted está pidiendo la disolución de las Cámaras y la
convocatoria electoral es, a la vez, difícil de compatibilizar. En todo caso, señora Díez, estamos de acuerdo en que hay países centralistas, no muchos, que son países democráticos y por supuesto con una extensión y una tradición acrisolada de
defensa de las libertades, incluso del Estado del bienestar. Es verdad. Pero son países que tienen una homogeneidad cultural del pueblo sobre el que se constituyen. Estoy pensando fundamentalmente en Francia. Es el gran ejemplo de un país
centralista, democrático, cuna de la democracia. Sin embargo, si abrimos un poco el análisis vemos que en los países donde hay diversidad cultural en su población, por razones históricas, lingüísticas, culturales, geopolíticas, de conformación de
esos países, o por su gran tamaño, lo normal es un régimen con una gran descentralización política. Podemos discutir si nuestra descentralización política es mayor o menor. Muchas veces se pone como ejemplo de gran nación a Estados Unidos de
Norteamérica, que responden a un pueblo con un profundo sentimiento patriótico y de identidad. A pesar de que tuvieron una guerra civil en su día, nadie duda de que es una nación poderosa y unida. Sin embargo, vemos que tiene una descentralización
política de capacidad legislativa mucho mayor que la que hay en España, que somos un sistema muy descentralizado. Vemos que hay Estados donde hay pena de muerte y otros donde no la hay. Hay Estados que reconocen el matrimonio homosexual y otros no
lo reconocen. Los Estados tienen una capacidad fiscal propia muy diferente comparado con lo que tenemos aquí. ¿Se imagina qué diría su señoría si aquí la legislación penal estuviera atribuida a cada comunidad autónoma? Porque eso sí que va
directamente al núcleo esencial de los derechos y a la igualdad de los derechos y libertades. Nada más y nada menos que la regulación penal, la regulación civil o los derechos básicos fundamentales están todos regulados por ley orgánica del Estado
igual para todos los ciudadanos del territorio español. Por tanto, analicemos el grado de descentralización. Lo que tenemos en España es una gran descentralización del gasto público, pero no de la legislación, no de las cuestiones que afectan a la
igualdad o no. Y también tenemos una singularidad histórica de dos comunidades, la vasca y la navarra, sobre su régimen económico consagrada en la Constitución y mantenida históricamente. Esa es la mayor singularidad y la mayor diversidad. Pero
debemos aproximarnos a lo que es el Estado de las autonomías, en mi opinión, desde un hilo conductor, y es la necesidad no de retrotraer competencias, sino de buscar la cooperación y la lealtad. En ese terreno, ya le dije antes, señoría, tenemos
que avanzar mucho y espero que podamos hacerlo. Hay algún aspecto conveniente e interesante.


Señor Salvador, debo reconocerle que la última referencia que ha hecho a la selección nacional es interesante y está bien traída. Todos los países tienen características propias. El nuestro las tiene y sobre ellas el debate



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público tiene mucha intensidad, a veces algo de exageración, que luego no se corresponde con la relación que hay entre las fuerzas políticas y entre los dirigentes políticos. Se produce sobre todo aquí y ante las cámaras. Luego, sabemos
que incluso en legislaturas difíciles como esta la capacidad de diálogo, de interlocución y de llegar a acuerdos es bastante poderosa. Pero defendamos más el país que tenemos, la España que conocemos y hemos hecho y la democracia representativa.


Por cierto, señora Díez, sobre el bipartidismo no quiero dejar de hacer una referencia. Fíjese que antes me equivoqué en la cifra. Los españoles han votado en un 85 por ciento al PP y al Partido Socialista en las últimas elecciones y
tradicionalmente no baja de un 80 por ciento en elecciones generales el voto que dan a uno u otro partido. Eso no es ley electoral, no, eso es voto en la urna. Luego podremos hacer el cálculo de si la representación del 80 o del 85 por ciento en
la Cámara se corresponde o está favorecida, pero el voto de cada español en las elecciones generales es el voto libre de cada español, no está ni impuesto ni inducido. Se vota a los dos grandes partidos hasta en un 80 u 85 por ciento. Es así. Una
cuestión distinta es lo que afecte a Izquierda Unida. Lo dije ayer, señora Díez, creo que soy el primer presidente de Gobierno que ha dicho esto. Para modificar la Ley Electoral hace falta un gran consenso, pero es la única fuerza política que en
su momento ha llegado a una representación importante. Creo que se deberá plantear una reforma que favorezca la proporcionalidad, pero eso no anula para nada un hecho real, que es que el bipartidismo es fruto del voto libre de los ciudadanos, 85
por ciento, sí, 85 por ciento. (Un señor diputado: ¡Sí!), que aproximadamente es la representación que tienen los dos grandes grupos parlamentarios en esta Cámara, quizá algo más. Por tanto, dejemos las cosas en su sitio, porque parece que la
Constitución ha establecido que hay dos grandes partidos. No, no. La Constitución ha consagrado un sistema proporcional de reparto territorial de los escaños en circunscripciones a través de una fórmula electoral conocida como sistema D´Hondt,
que, por cierto, es utilizado por muchos países con una profunda y acrisolada trayectoria democrática. ¿Que puede ser un sistema más proporcional? Sí, pero eso no invalida, como decía, el voto bipartidista.


Señor Salvador -quería hacer este inciso que había olvidado sobre el bipartidismo-, no vamos a discutir sobre el proceso de paz y Navarra. Yo le puedo decir, y usted lo recordará -no he citado a quién ni por quién-, primero, que se dijo que
Navarra estaba siendo entregada por parte del Gobierno a ETA. Tengo que recordarlo y recordar que se mentía y gravemente. En segundo lugar, respecto a la valoración del proceso de paz en el impacto sobre el futuro de la violencia de ETA, permítame
que le diga que mi valoración, nuestra valoración, es que el proceso de paz sin duda alguna ha sido una palanca, no la única por supuesto, para acelerar el final de ETA. Estoy plenamente convencido de que así se leerá y así se reconocerá. No la
única. La primera, la unión de los demócratas; la segunda, la eficacia de la Policía y de la Guardia Civil, pero la tercera en esta fase, el proceso de paz. Deseo que la colaboración del Gobierno en Navarra entre UPN y el Partido Socialista de
Navarra sea exitosa. Sin duda alguna, cuente con la mejor disposición del Partido Socialista de Navarra, que ha dado un paso comprometido, con alto sentido de la responsabilidad, que espero que redunde en beneficio de Navarra de forma inmediata en
los retos que tiene por delante. Le agradezco también las referencias personales que ha hecho, señor Salvador. Le reitero el agradecimiento por la colaboración en muchos momentos y en muchos temas importantes. Me atrevo a recordarle y a pedirle
que -ya sé que en mi caso puede sonar sospechoso- incorpore alguna dosis más de un cierto optimismo sobre nuestro futuro inmediato y sobre el futuro del país. Insisto, puede ser sospechoso en mi caso, pero después de escucharle me atrevo a
pedírselo.


Muchas gracias. (Aplausos.)


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Muchas gracias, señor presidente.


Por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor Alonso.


El señor ALONSO SUÁREZ: Gracias, señora presidenta en funciones del Congreso.


Señor presidente del Gobierno, señoras diputadas y señores diputados, quería empezar mi intervención en nombre del Grupo Parlamentario Socialista expresando nuestro reconocimiento emocionado al sargento Argudín y a la soldado Pineda,
asesinados en Afganistán hace unos días, al igual que expresamos nuestro reconocimiento al resto de los militares heridos en ese atentado y en el anterior y a cuya disposición quedamos. Quiero mostrar también nuestro afecto y apoyo a sus familias y
volver a mostrar nuestro apoyo cerrado a las Fuerzas Armadas en todas las operaciones que de un modo tan profesional desempeñan con valentía. No puedo, evidentemente, dejar de hacer también ese reconocimiento a las víctimas, entre ellas un español,
del atentado de esta mañana en la ciudad de Kabul, en la capital de Afganistán.


Señoras y señores diputados, ayer decía el señor Rajoy que los gobiernos del PP nos habían dejado una herencia. Efectivamente, los gobiernos del PP dejaron una herencia singularmente envenenada. Tiene un nombre preciso, se llama
ladrillazo. Esa fue la triste herencia económica que le dejó a este país el Partido Popular, con todo lo que conlleva: abandono de la educación por parte de muchos jóvenes, atraídos por trabajos en la construcción; endeudamiento al galope de
familias y empresas; bajón de la productividad y una elevada deuda externa neta. Por consiguiente, que no vengan ahora a dar lecciones de gestión económica de este país porque ellos en absoluto lo hicieron bien; todo lo contrario. (Aplausos.) El
resto, señoras y señores diputados, es historia conocida. Me voy a remitir a la más cercana. Hace algo más de tres



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años, las políticas -no lo olvidemos- ultraliberales, de derechas, de lo que aquí representa el Partido Popular, desencadenaron una crisis de deuda brutal en términos históricos, desconocida en los últimos ochenta años de la historia del
mundo. Las consecuencias para todo el planeta son bien conocidas. Lo son también para España, que, como todo el mundo, tuvo que hacer frente a la crisis con fuertes inversiones públicas y, después de ello, necesitó y necesita, como todo el mundo,
ajustar su déficit para evitar una excesiva dependencia de nuestros acreedores. Para evitar esa dependencia hemos emprendido una serie de reformas internas e intensas que modernizarán -ya lo están haciendo- el aparato productivo, aumentarán el
potencial de crecimiento y eliminarán cualquier riesgo para el modelo de bienestar social que siempre hemos defendido como seña de identidad los socialistas. Señoras y señores diputados, en primer lugar, la reforma laboral y la modernización de la
negociación colectiva -una de las reformas estructurales- buscan respectivamente corregir la naturaleza dual del mercado de trabajo y la baja flexibilidad interna de las empresas para mejorar la seguridad en el trabajo, evitando -entre otros
extremos- que el despido sea la respuesta arquetípica en los casos de crisis de empresa. Si de algo estamos preocupados y por algo nos estamos dejando la piel, por algo estamos trabajando todos los minutos de todas las horas de todos los días, es
por luchar contra el paro, sobre todo contra el paro juvenil, que está en unas tasas muy altas, como es bien sabido, y con el que tenemos que acabar a toda costa. En ello estamos, y tarde o temprano -más temprano que tarde- lo conseguiremos.
Señoras y señores diputados, en segundo lugar, la reestructuración de las cajas de ahorros va a fortalecer la credibilidad y confianza en nuestro sistema financiero, que se ha comportado bien ante la crisis. Pero además estas reformas van a
eliminar cualquier duda sobre cualquier aspecto de solvencia de las entidades financieras y, singularmente, de las cajas de ahorros. Finalmente, en tercer lugar, la reforma de las pensiones tiene, como bien saben, como objetivo garantizar la
sostenibilidad financiera de la Seguridad Social. Es decir, que gracias a esta reforma dentro de diez, veinte o treinta años seguiremos teniendo el buen sistema público de pensiones que tenemos ahora. Y ahora lo tenemos porque en 1985 otro
Gobierno socialista movió las fichas legislativas necesarias para que ello fuera así.


Señoras y señores diputados, señora presidenta, hemos hecho reformas y las hemos hecho con la colaboración de diferentes grupos, a un nivel u otro, excepto del Partido Popular, que no solo, señorías, no ha cooperado nunca sino que siempre ha
tratado de boicotearlas políticamente. (Aplausos.) Señor Rajoy (La señora Arnaiz García: No está.), la cuestión no es que ustedes se opongan a una reforma o a otra, es que se han opuesto a todas por sistema. Además, la gran cuestión y la prueba
del algodón es que ustedes no han ofrecido nunca ninguna alternativa mínimamente seria a ninguna de ellas. La pregunta que hay que hacerse inevitablemente es por qué se han comportado de esa manera, y la respuesta inevitable, lógica, la única
posible, es que lo han hecho así porque lo único que les interesa es el poder y los intereses generales les importan literalmente un bledo. (Aplausos.) La prueba precisa de todo lo que digo -es así, la historia queda, queramos o no, escrita-,
repito, la prueba precisa de todo lo que digo la tenemos en mayo de 2010, cuando los señores del Partido Popular jugaron a hacer caer al Gobierno, aunque ello supusiera hacer caer al país e incluso la zona euro, con el único afán de llegar a La
Moncloa. Y siguiendo un plan preordenado, ténganlo muy claro señoras y señores diputados, los señores del PP han hecho lo mismo ante cualquier iniciativa política o legislativa de los socialistas, es decir, del Gobierno legítimo de España. Lo que
ocurre es que con toda evidencia han traspasado las líneas rojas elementales de la actividad política. Yo puedo hasta comprender que ustedes piensen -y actúen en consecuencia- con la idea de: al Gobierno ni agua, pero, señor Rajoy, al país, al
conjunto de los ciudadanos y al bienestar colectivo ¿también ni agua? (Rumores.)


La señora VICEPRESIDENTA (Cunillera i Mestres): Silencio.


El señor ALONSO SUÁREZ: Eso no lo entiendo ni yo ni lo entiende nadie en toda España y demuestra su absoluta inanidad política, y eso le va a pasar, ya le está pasando, una fuerte factura política. (Aplausos.)


Señorías, en todo caso, gracias a esas transformaciones, a esas reformas, en nuestra economía se está produciendo gradualmente un cambio de modelo de crecimiento, un crecimiento más equilibrado y diversificado, mucho menos dependiente del
ladrillo. En este sentido, ya empieza a haber datos positivos con relación a la corrección de los desequilibrios que se acumularon en el anterior ciclo de crecimiento económico, tan vinculado al ladrillo, a la especulación inmobiliaria. Hoy,
señorías, se dedican menos recursos al sector inmobiliario, la inversión en vivienda se ha reducido a un 16,8 por ciento en 2010, en términos reales, y su peso en el PIB se ha reducido prácticamente a la mitad desde 2007. (El señor presidente ocupa
la Presidencia.) Por lo demás, señorías, el sector exterior lleva tres años consecutivos, como decía ayer aquí el presidente del Gobierno, contribuyendo positivamente al crecimiento del producto interior bruto. Las ventas al exterior pasaron a
representar más del 30 por ciento del PIB en términos reales en 2010, casi 3 puntos más que en el ejercicio anterior; ahí está. Las exportaciones están reaccionando como consecuencia indudablemente de ganancias de productividad y la moderación de
los precios internos y los costes laborales unitarios. Para que se hagan una idea, el crecimiento de las exportaciones totales en 2010 fue superior al de alguna de las grandes economías de la Unión Europea, como Francia, Italia o Reino Unido. Todo
ello ha permitido que la necesidad de financiación de la economía española se sitúe en el 3,9 por ciento del



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PIB en 2010, es decir, que descienda 1,2 puntos respecto al año precedente; una magnífica noticia. A finales de 2010 disminuyó la deuda externa bruta con el resto del mundo y también la neta. Esos son -ya digo- muy buenas noticias.
Asimismo, señorías, los objetivos de reducción del déficit se están cumpliendo. En 2010 tenemos un 4,9 por ciento del déficit, casi 5 puntos menos que en 2009. Felicitaciones por ello a la vicepresidenta de Economía y Hacienda. Lo más destacable,
con todo, señorías, es que esta reducción del déficit público y la evolución de la deuda externa, tanto la neta como la bruta, muestran que el Gobierno y la economía están reaccionando y por tanto que los desequilibrios acumulados, como les decía,
durante el ciclo de crecimiento no van a más sino que, por el contrario, se están corrigiendo progresivamente.


Señoras y señores diputados, señor presidente, el Gobierno está cumpliendo los compromisos adoptados con una actividad legislativa muy intensa. El objetivo de déficit de 2010 ha mejorado en una décima, se han aprobado la reforma laboral y
la importantísima Ley de Economía Sostenible, se está tramitando la ambiciosa reforma del sistema de pensiones, que hace bien poco salió de la Cámara, y se ha acelerado y profundizado la reestructuración del sector financiero. Además, la
modernización de la negociación colectiva que se acaba de aprobar podrá ser objeto de mejoras durante la tramitación parlamentaria, y al mismo tiempo se han adoptado medidas para ampliar la transparencia en materia financiera y en la ejecución y
control del presupuesto de las comunidades autónomas. Por tanto, señor presidente, señorías, creemos firmemente que estas reformas van a tener resultados positivos y sentarán las bases para un crecimiento sostenible y equilibrado de nuestra
economía. Ahora quiero decir una cosa muy clara. Todo eso lo hemos hecho manteniendo el contenido y toda la potencia esencial de nuestras políticas sociales, porque el esfuerzo colectivo frente a la crisis, señorías, debe equilibrarse con medidas
sociales, como ha hecho este Gobierno. En este periodo de crisis sin precedentes hemos mantenido el capítulo social, y debo recordar que lo hemos hecho cuando este es el Gobierno que ha aumentado durante su trayectoria un 40 por ciento más el gasto
social de lo que destinaba el Gobierno del Partido Popular; todo ello sin contar las prestaciones por desempleo. Debo recordar que este, señorías, es el Gobierno que más ha aumentado las pensiones -tenemos que recordarlo, no lo olvidemos-, las
mínimas, de una manera imparable, espectacular; la ganancia del poder adquisitivo de las mínimas ha sido de un 27 por ciento en nuestros años de gobierno. ¿Saben cuánto fue en los años de gobierno del Partido Popular? De un raquítico 4,5 por
ciento. El gasto destinado a pensiones ha aumentado un 51 por ciento, casi 40.000 millones de euros más desde 2004. Ese es nuestro patrimonio social; lo tenemos que defender y lo tenemos que hacer frente a los que no lo tienen, que son esos
señores de ahí. (Aplausos.) Señoras y señores diputados, para fortalecer la solvencia y la garantía del sistema público de pensiones el Gobierno ha incrementado exponencialmente el Fondo de reserva de las pensiones. Lo encontramos, presidente, con
15.000 millones de euros y ahora tiene 64.000 millones de euros. Eso también forma parte de nuestro patrimonio, sobre todo del patrimonio de los pensionistas, y también lo tenemos que hacer valer frente a esos señores que no hicieron prácticamente
nada. ¿Saben cuánto subieron el salario mínimo interprofesional en sus ocho años de gobierno? Lo subieron 51 euros, perdiendo los trabajadores 5 puntos de poder adquisitivo, mientras que con nosotros han ganado 17,5 puntos de poder adquisitivo en
nuestros siete años de gobierno. Se ha pasado de 460 euros a 641 euros de salario mínimo interprofesional; también forma parte de nuestro patrimonio político y también se lo tenemos que restregar a estos señores de la derecha.
(Rumores.-Aplausos.)


Además, señorías, no olvidemos ni por un solo momento que este es el Gobierno que ha creado nuevos derechos sociales donde antes no existían. Ahí están la Ley de la Dependencia y los derechos que contiene, el permiso de paternidad, la
ampliación de los permisos de maternidad, el permiso de riesgo durante el embarazo, el permiso de lactancia, la renta básica de emancipación para los jóvenes, el reconocimiento de la pensión y otros derechos a las parejas de hecho, la protección y
la ayuda a las mujeres víctimas de maltrato y el derecho de prestación por desempleo a los autónomos. Todo eso lo hemos hecho nosotros, no ellos, que nunca hicieron nada al respecto. (Rumores.-Aplausos.) Señorías, si hay algo que puedo estar
orgulloso de decir aquí en esta tribuna, porque en la educación es donde empieza todo, es que este es el Gobierno que más ha incrementado el presupuesto para becas y ayudas en la historia democrática, y les voy a dar el dato comparativo. El gasto
en becas y ayudas se ha duplicado desde que gobernamos: hoy invertimos en becas prácticamente la misma cantidad de recursos que se gastaba el Partido Popular en todo el Ministerio de Educación cuando dejó el Gobierno. Ese es el dato comparativo, y
en la educación empieza todo, y en la educación pública, por la que apostamos -a la vista está-, empieza la igualdad, empieza el camino y empieza la travesía de la vida, una travesía igual para todos los seres humanos que nacen en una sociedad
digna, decente e igualitaria. (Aplausos.) También este, señorías, es el Gobierno que más inversión en investigación y desarrollo civil ha destinado nunca en la historia de la democracia en este país. Ha aumentado un 154 por ciento su inversión
pública en tan solo siete años, y ahí están contenidas las bases del cambio de modelo productivo, de una nueva economía; ahí está contenido un modelo de crecimiento de alto valor añadido y por tanto competitivo, un modelo de crecimiento que va a
tener a este país trabajando sobre ideas y no trabajando sobre ladrillos, que es lo que nos interesa en el futuro y lo que no comprenden estos señores que están sentados a mi derecha. (Rumores.)



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En el Partido Popular, señor presidente, señoras y señores diputados -ayer fue muy descriptiva la intervención del señor Rajoy al respecto-, quieren desesperadamente aparecer como sociales, pero no lo son, los datos y los hechos la verdad es
que cantan. Yo -y creo que más gente- ayer esperaba que el señor Rajoy nos dijera algo respecto a sus proyectos en el capítulo social, dada esa desesperación en aparentar que es un partido social y que hacen cosas por el bienestar de los ciudadanos
y por el nivel asistencial del Estado, etcétera. La verdad es que esperaba que el señor Rajoy hablara de pensiones, de becas, de sanidad, de dependencia, de prestaciones por desempleo y de todo lo que contribuye al bienestar de los ciudadanos desde
el punto de vista social -aparte, naturalmente de sus usuales vaguedades-, algo concreto, identificable, algo que permitiera decir: estos señores tienen esta política o aquella otra, y vamos a confrontarlas. Usted, señor Rajoy, que critica
nuestras políticas, díganos cuáles son las suyas. No dijo nada (Rumores.), y nada es nada. Por enésima vez dio la callada por respuesta y, de nuevo, la pregunta es por qué, y la respuesta inevitable es que estos señores, si ganaran -que no van a
ganar-, llevarían a cabo el mayor recorte de prestaciones sociales de la historia de la democracia y la privatización progresiva de los servicios públicos esenciales (Aplausos.), y segmentarían la sociedad. No quieren decirlo, pero aunque no lo
digan nosotros se lo vamos a recordar. Con los ciudadanos no cuela, que lo tenga muy claro. Ustedes son el partido más antisocial de la derecha europea. De hecho, se le escapó al señor Rajoy en una famosa entrevista en un medio de comunicación,
en un periódico. Dijo: Si yo gobernara, haría lo mismo que Cameron en Reino Unido. (Varios señores diputados: ¡Ah!-Aplausos.) Efectivamente, eso es lo que quiere hacer. Negro sobre blanco, el partido más antisocial de toda la derecha europea,
los ciudadanos deben saberlo y nosotros se lo debemos decir, compañeros y compañeras, y yo quiero decirlo en esta tribuna.


Señor presidente, señoras y señores diputados, en España -y en cualquier sitio del mundo- la economía ha sido en los últimos años el gran elemento de interpretación de las relaciones sociales y políticas. No tiene nada de extraño porque
estamos hablando de la peor crisis de los últimos ochenta años en la historia del mundo. Pero la tarea de gobierno, señorías, no se agota en las decisiones para hacer frente a la crisis, aunque esto haya sido evidentemente lo más importante de los
últimos años. Quiero decir que el ejercicio activo de los derechos de la ciudadanía, el libre desarrollo de la personalidad y el valor igualdad precisan de actuaciones plurales y coordinadas, de las que quiero destacar por parte de este Gobierno la
ley de igualdad de trato -ya en el Parlamento-, el aumento exponencial de becas, que tiene mucho que ver con ello -1,7 millones de estudiantes tienen becas y ayudas para el estudio en estos momentos en nuestro país-, y el aumento no menos importante
al que antes me refería en I+D+i, que este año ha ido acompañado de la muy importante Ley 14/2011 -enhorabuena, ministra-, de la ciencia, la tecnología y la innovación, que constituye el instrumento normativo para el impulso definitivo de un espacio
que es esencial para el país, para el futuro de los jóvenes y de nuestro sistema productivo y que está ganando -y más que lo hará en el futuro- valor añadido a marchas forzadas y por lo tanto la competitividad necesaria, la inteligencia, en
definitiva, para manejarse en una economía global y complicada como esta. De verdad, enhorabuena, ministra.


Señor presidente, en nuestra opinión, el Gobierno de España ha hecho una excelente gestión en el conjunto de actividades que configuran lo que llamamos la seguridad individual y colectiva, tanto en la proyección individual de la seguridad
ciudadano a ciudadano como en la proyección colectiva de la sociedad en su conjunto. No olvidamos la solvencia con la que se hizo frente a la crisis de los controladores aéreos; no olvidamos las actuaciones e iniciativas políticas y normativas
para mejorar la seguridad aérea y el transporte terrestre; no lo olvidamos. Tampoco olvidamos la brillantísima gestión política y los brillantes resultados en materia de seguridad ciudadana, que han sido extraordinarios. Tenemos una tasa de
criminalidad 20 puntos por debajo de la media de la Unión Europea, lo que significa que hay menos delitos cometidos, que de los delitos cometidos se esclarecen más delitos y que hay más personas detenidas por los mismos. Extraordinario también -y
quiero destacarlo especialmente- es el trabajo de la Guardia Civil y de la Policía contra la organización terrorista ETA; no hay más que repasar las actuaciones y los resultados de las mismas. Felicitaciones por ello al ministro del Interior y al
Ministerio del Interior, que también las merece por algo que es muy importante y que a mí siempre me ha conmovido -yo lo fui y sé de lo que estoy hablando-, y es el trabajo excelentísimo en materia de seguridad vial. Ahí se están ahorrando muchas
vidas y eso es algo impagable en un país como el nuestro, que no se podía permitir la sangría de víctimas en la carretera. (Aplausos.) Y eso es trabajo político, son buenas leyes y sobre todo el esfuerzo día a día de la gente de la Guardia Civil de
Tráfico, a la que quiero rendirle un homenaje específico precisamente por eso.


La lucha contra el tabaquismo y la mejora incesante de la seguridad alimentaria han sido las políticas destacables del Ministerio de Sanidad. En perspectivas distintas ambas dos contribuyen como pocas otras a la salud de los ciudadanos y a
su bienestar. Gracias, por ello, ministra. Enhorabuena y felicidades. Tampoco nos olvidamos -no podemos hacerlo, está en el centro de nuestras preocupaciones como Gobierno legítimo del Estado- de las misiones militares en el exterior. Allí donde
están nuestros militares contribuyen a la seguridad del conjunto del mundo y, por lo tanto, también a la nuestra, a veces con un alto coste, como bien sabemos. De nuevo, un emocionado recuerdo a los militares falle



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cidos y heridos, a todos los que lo han sido en las misiones internacionales.


Por lo demás, ya desde un punto de vista puramente político me consta que en el área de Defensa, muy importante, el Gobierno ha mantenido y profundizado las buenas relaciones -no puede ser de otro modo que tenerlas- en el seno de la Unión
Europea y de la OTAN, las relaciones propias de nuestra pertenencia -importante pertenencia- a las mismas. La solvencia del Ministerio de Defensa y de su ministra, con cuyo impulso recuerdo que se aprobó la Ley de derechos y deberes de los
militares, es incuestionable. Lo mismo tengo que decir del área de Justicia -no tengo tiempo para repasar el ingente trabajo en pro de la modernización de la misma- y en general de todos los departamentos del Gobierno. Espero que me perdonen mis
queridos compañeros que no tenga tiempo para glosar la ingente actividad política del Gobierno en el breve lapso de tiempo que naturalmente tenemos en esta tribuna.


Sí quiero decir, señor presidente, señoras y señores diputados, que la política exterior española ha estado orientada a nuestras prioridades estratégicas. Eso es lo que mejor se puede decir de nuestra política exterior. La Unión Europea es
nuestro principal referente político y jurídico. El trabajo ha sido ingente y resumible en una idea política esencial, que es por lo que ha trabajado la ministra: Europa es un gigante económico y si quiere ser un actor global en el complicado
mundo en el que vivimos tiene que ser también un actor político. Si quiere aguantar y ser fuerte ante las turbulencias de todo tipo que genera el mundo -complejo, muy complicado- en el que vivimos, tenemos que constituirnos los europeos en un
sujeto político de referencia. Para eso hay que desarrollar la gobernanza económica y una política de seguridad y defensa colectiva, sí o sí. Sé que lo está haciendo la ministra y quiero congratularme y felicitarle por ello. Sé también que está
preocupada por nuestras otras prioridades, y ocupada en el centro y el sur de América, donde tenemos tantos intereses, donde compartimos gracias a la lengua una interlocución común que nos viene muy bien para diferentes aspectos de la convivencia
internacional. Sé también que no deja de tener puesta su atención en el norte de África por razones geoestratégicas bien conocidas, y sé que está cuidando las relaciones emergentes en estos momentos, pero imparables, con el sudeste asiático y con
los Estados Unidos de América. Gracias por todo ese enorme trabajo, señora ministra.


Señor presidente de la Cámara, señoras y señores diputados, el debate del estado de la Nación ha dado cuenta, como otras veces, de la existencia de dos modelos de entender la política. El Partido Popular se ha limitado a volver a mostrar
sus obsesiones por el poder. Su único planteamiento -me refiero al del señor Rajoy- fue en su primera intervención, en su segunda intervención y en su tercera intervención el de pedir elecciones. De nuevo un partido como el PP, que aspira a
gobernar España, no habló de España ni de los españoles ni de nuestra posición en el mundo ni de los intereses generales ni de nada, de nada, de nada, solo de ver si consiguen llegar a La Moncloa, que no lo van a conseguir. (Aplausos.) Es
asombroso, pero es así, señoras y señores. Como los ciudadanos van a detectar -ya lo están detectando desde hace tiempo este desapego, del Partido Popular, hacia sus intereses-, les volverán a dejar en la cuneta política cuando lleguen las
elecciones. (Rumores.) Se lo están ustedes ganando a pulso, ya lo verán. Y quiero contraponer legítimamente, porque es verdad, porque me lo creo y porque puedo demostrarlo, que los socialistas al contrario que ustedes nos estamos dejando la piel y
seguiremos haciéndolo justamente por eso, por el país, por los ciudadanos y por el bien común. Creo que en mi intervención he justificado nuestra tarea: las exigencias de austeridad fiscal, la necesidad de las reformas estructurales y la defensa
inquebrantable de las políticas sociales. Los ciudadanos, señoras y señores, sabrán comparar y elegir entre uno y otro comportamiento, y ya verán como dentro de un año este debate lo va a protagonizar, lo va a dirigir desde el lado del Gobierno un
presidente del Gobierno también socialista. No tengáis ninguna duda de ello. (Aplausos.)


Señor presidente de la Cámara, voy a ir acabando. Quería decirle algo al señor presidente del Gobierno de España. Quiero hacerlo personalmente y porque me lo han pedido muchos compañeros y compañeras, presidente. Este es su último debate
sobre el estado de la Nación y quisiera decirle algo de un modo sencillo, porque creo que estas cosas hay que decirlas de un modo sencillo. Estamos orgullosos de su liderazgo a lo largo de todos estos años y seguiremos estándolo hasta el final.
(Aplausos.) Me gustaría explicar por qué. Alguien -esto ya me lo habrá oído seguramente el presidente del Gobierno alguna vez- escribió en alguna ocasión que la democracia es ante todo la política de reconocimiento del otro. Usted ha gobernado
escuchando y por eso es un demócrata. Nada mejor se puede decir de un político, eso lo tenemos muy claro todos los socialistas. Y hay otra razón. Además usted ha sido y es un excelente gobernante, progresista y responsable. Ha sabido gobernar
cuando las cosas iban bien, propiciando un salto cualitativo en derechos y en modernidad para este país, y ha tenido el coraje de hacer lo correcto cuando las cosas se han puesto mal. Se ha volcado contra la crisis y ha antepuesto siempre los
intereses generales a cualquier otra consideración, con las ideas claras y con los objetivos precisos. Y la idea más clara del presidente del Gobierno y la idea que pasará a la historia cuando haya que escribir la historia es que la idea más clara
y el objetivo más preciso son el bienestar y el futuro de todos los españoles.


Gracias, presidente. (Prolongados aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)



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El señor PRESIDENTE: Señor presidente del Gobierno, tiene la palabra.


El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Rodríguez Zapatero): Muchas gracias, señor presidente.


Muy brevemente, para decir que la mayor satisfacción personal de este debate es que el portavoz del Grupo Socialista haya sido José Antonio Alonso. (Aplausos.) Y al Grupo Socialista, a mi grupo, dos palabras nada más: gratitud y orgullo,
mucho orgullo de vosotros.


Gracias. (Prolongados aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Socialista, puestos en pie.)


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor presidente.


Mañana queda convocada para las nueve treinta horas la Junta de Portavoces.


Suspendemos la sesión hasta mañana a las diez horas.


Eran las once y cuarenta minutos de la mañana.