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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 768, de 04/05/2011
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2011 IX Legislatura Núm. 768

ASUNTOS EXTERIORES

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ MARÍA BENEGAS HADDAD, VICEPRESIDENTE PRIMERO

Sesión núm. 43

celebrada el miércoles, 4 de mayo de 2011



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia de la señora ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación (Jiménez García-Herrera), para informar sobre:


- La política exterior española en el Mediterráneo. A petición propia.
(Número de expediente 214/000217.) ... (Página 2)


- Los acuerdos de la cumbre de ministros de Asuntos Exteriores sobre la intervención militar en Libia, celebrada en Londres el 29 de marzo de 2011. A petición del Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya Verds. (Número de expediente 213/001055.) ... (Página 2)


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- La valoración del Gobierno respecto a las revueltas populares ocurridas en diversos países del Magreb y Mashreq y sobre el posicionamiento y actuación española al respecto. A petición del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.
(Número de expediente 213/001056.) ... (Página 2)


Se abre la sesión a las cuatro y cuarenta minutos de la tarde.



El señor VICEPRESIDENTE (Benegas Haddad): Comenzamos la sesión.



En principio, esta reunión de la Comisión de Exteriores tenía un único punto del orden del día, relativo a la comparecencia a petición propia de la ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación, para informar sobre la política exterior
española en el Mediterráneo. Por parte del Grupo de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds había también una solicitud de comparecencia de la ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación ante esta Comisión para que
informe sobre los acuerdos de la cumbre de ministros de Asuntos Exteriores sobre la intervención militar en Libia, celebrada en Londres el 29 de marzo de 2011. Asimismo, hay otra petición de comparecencia del Grupo Parlamentario Popular. A
criterio de esta Presidencia, de conformidad con el grupo proponente, al amparo del artículo 68 y teniendo en cuenta que la ministra en su intervención va a abordar esta cuestión, procederemos a tratar la propuesta a la que he hecho mención,
acumulando, por tanto, la petición de comparecencia de la ministra y las que proponen los grupos parlamentarios de Esquerra Republicana-Izquierda Unida y Popular.



Tiene la palabra la ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación.



La señora MINISTRA DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Jiménez García-Herrera): Agradezco la posición de los grupos políticos favorable a acumular las distintas peticiones de comparecencia. No obstante, les reitero siempre mi
disposición a acudir a esta Comisión tantas veces como sea necesario. Es para mí un motivo de satisfacción comparecer de nuevo ante esta Comisión para informar en este caso sobre la política exterior del Gobierno en el Mediterráneo. Se trata, como
saben, de una región que es prioritaria para España, también para la Unión Europea y para la paz y la seguridad globales. Se están produciendo además acontecimientos de gran trascendencia que están transformando el paisaje social y político de
varios países desde el Magreb hasta Oriente Próximo.



Quisiera iniciar mi intervención, pues, con un breve análisis de los cambios acaecidos en la región. Desde principios de año, en varios países árabes, estamos asistiendo a manifestaciones ciudadanas, provocadas en la mayoría de los casos
por un profundo malestar relacionado con el descontento por las situaciones y las condiciones económicas y sociales existentes en estos países. Este descontento social ha ido derivando a distintos ritmos y de distinta manera hacia protestas de un
fuerte contenido político, en las que los ciudadanos han decidido salir a las calles para reclamar dignidad, libertad y participación en la toma de decisiones. En suma, los ciudadanos piden democracia, derechos y libertades. Hasta el momento, y en
gran parte de estos países, las protestas han conseguido iniciar procesos de cambio, aunque es evidente que no todos tienen la misma intensidad ni han conseguido la estabilidad, el orden y la paz que buscaban. Lo cierto es que lo sucedido ha
sorprendido a todos, tanto a los propios países árabes como a los observadores externos, sobre todo porque por primera vez los ciudadanos de estos países han vencido el miedo a expresarse y, a través de manifestaciones multitudinarias, espontáneas y
pacíficas, han logrado constituirse en los verdaderos protagonistas e impulsores de los movimientos democráticos. Las sociedades árabes han logrado así lo que hace apenas tres meses parecía impensable y además de la forma menos esperada. Es decir,
los propios ciudadanos han puesto de manifiesto los límites del autoritarismo, descubriendo su fuerza transformadora mediante el activismo ciudadano. El principal factor, por tanto, que define estas revueltas populares es la emergencia del
ciudadano como protagonista y centro de la vida política, lo cual es, por otro lado, la esencia de las sociedades modernas. Este aspecto me parece muy significativo, sobre todo porque hasta ahora prevalecía la idea de que el mundo árabe era
sinónimo de inmovilismo e incluso de que cualquier movilización social solo podía ser liderada por movimientos islamistas que aparecían como los únicos que ponían en cuestión los regímenes establecidos. Entre el autoritarismo nacionalista y el
islamismo extremista, en el sur del Mediterráneo parecía que no había espacio para otras vías, tampoco para la expresión de la voluntad popular, plural y democrática. Pues bien, estos enfoques, señorías, desde luego no han estado acertados. Los
que han iniciado y mantenido vivas estas movilizaciones sociales han sido una nueva generación que no ha apelado al islam político como solución a sus problemas y tampoco ha denunciado un complot exterior como causa del malestar árabe. De hecho, en
las


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manifestaciones, en las revueltas, ni había adhesión al islamismo ni tampoco rechazo a occidente. Se trata de una población mayoritariamente joven, cada vez más formada e informada, conectada al mundo exterior y que desea acceder a las
oportunidades y al bienestar que tienen otros. Su mensaje ha sido siempre muy preciso y muy pragmático: rechazo de los regímenes corruptos y demandas de sistemas democráticos. En ese sentido, han querido enviar el mensaje de que no hay una
especificidad árabe, sino que lo que nos une es mucho más que lo que nos separa. Es el afán de tomar las riendas de su propio destino, conducir sus propios procesos de transición y reformas para llevar a cabo el ejercicio real de la ciudadanía.



Por otro lado, las revueltas árabes, en particular los casos de Túnez y Egipto, han descartado de manera definitiva la conexión que se había consolidado entre estabilidad e inmovilismo político. El autoritarismo no es garantía de
estabilidad; de hecho, la inestabilidad más intensa se ha producido cuando los gobernantes han sido insensibles a lo que los ciudadanos les pedían en la calle y han reaccionado con mayor dureza y represión. En este sentido, sin duda la crisis
libia supone una amenaza mayor que cualquier incertidumbre que pueda cernirse sobre la evolución de los procesos de transición iniciados en países como Egipto y Túnez.
Los éxitos de estas dos revoluciones, en cambio, están alentando la
profundización de las reformas que ya se habían iniciado en otros países, como es el caso de Jordania o de Marruecos. Quizá aún sea pronto para prever el tiempo que nos va a llevar consolidar estos procesos de transición hacia democracias
denominadas plurales y representativas, pero ahora ya parece claro que el inmovilismo supone una amenaza mayor que la voluntad de impulsar una transición democrática. Es más, ahora parece claro que la mejor manera de garantizar la estabilidad en
este escenario transformado por las revueltas, es que los países árabes se doten de sistemas de gobierno que sean percibidos como legítimos por sus propios pueblos, capaces de impulsar un desarrollo económico sostenible que genere oportunidades para
todos y que además sean homologables a otras democracias del resto del mundo.



Todos estos factores son precisamente los que explican que los procesos de reforma nos puedan parecer hoy como irreversibles. Seguramente podrá tomar más tiempo en unos países que en otros; no en todos las reformas van a tener la misma
intensidad, pero los cambios hacia la democracia van a terminar consolidándose en la región. En cierta manera nos recuerda a lo ocurrido en la Europa del Este con la caída del muro. Entonces también muchos analistas hablaron de un imprevisto
proceso de aceleración de la historia. Ahora, nuevamente, y también a una velocidad sorprendente, asistimos a momentos históricos que confirman que se ha producido un cambio de paradigma en el mundo árabe. No obstante, a pesar de las semejanzas,
cada país ha puesto de manifiesto que tiene su propia especificidad. Es decir, no se trata de procesos idénticos, ni por el desarrollo de los acontecimientos ni por el comportamiento de los actores. Estamos, por tanto, ante procesos de cambios
hacia la democracia que se mueven, insisto, a distintos ritmos y de distinta manera aunque, como señalaba, en todos ellos, eso sí, los ciudadanos de estos países se han erigido en los principales protagonistas de los procesos de reforma iniciados.
En este sentido, me parece importante subrayar que el cambio que se está operando tiene un potencial enormemente positivo, a pesar de los distintos riesgos y dificultades que sin duda aún permanecen. Por ello el Gobierno entiende que España tiene
que estar desde el principio en este proceso de cambio, no solo por nuestra vocación mediterránea, por nuestra relación estratégica con el Magreb y por nuestra estrecha vinculación con los países árabes, sino también por nuestro compromiso con la
defensa de la democracia y la dignidad de los pueblos. Esta es, señoría, la posición del Gobierno ante los cambios que se están produciendo en la región, y en este sentido hemos hecho un esfuerzo para, en muy poco tiempo, adaptar nuestra política
exterior a este nuevo escenario, para estar presentes desde el primer momento y apoyar con determinación y con respeto los cambios y las reformas democráticas en el mundo árabe. En los casos de Túnez y Egipto, aunque es cierto que hubo represión
por parte de las autoridades entonces en el poder y pérdidas lamentables de vidas humanas, las protestas populares han terminado provocando la caída de los respectivos regímenes autoritarios. Tanto en Túnez como en Egipto hay ahora nuevos gobiernos
de transición que responden mejor a las expectativas de los respectivos pueblos y que están ya trabajando en reformas constitucionales así como en la organización de elecciones democráticas que se van a celebrar este mismo año. Se trata, pues, de
promover una política de acompañamiento para que, de acuerdo con los ritmos y procedimientos marcados por los distintos pueblos concernidos, estos procesos desemboquen en la formación y consolidación de sociedades democráticas, es decir, se trata de
ofrecer y proporcionar asesoramiento y asistencia cuando se nos demande y siempre con respeto y con cuidado de no estar dando lecciones. Por tanto, apoyo por principio pero también por la experiencia histórica española a los procesos de reforma
iniciados por la propia ciudadanía en estos países. Y es que, en la medida que nuestro modelo de transición pudiera ser útil, hemos de estar dispuestos a transmitir nuestra experiencia para lo que pueda valer.



También manifiesto nuestro apoyo a los anuncios de reforma que impulsan los reyes de Marruecos y de Jordania en sus respectivos países en respuesta a las demandas legítimas de sus ciudadanos, que quieren profundizar y acelerar los procesos
ya iniciados hace algunos años. Como saben, en el caso particular de Marruecos, el rey Mohamed VI anunció hace unas semanas un amplio programa de reformas políticas centrado en dos asuntos decisivos: la reforma constitucional y la regionalización
avanzada. Otra señal esperanzadora


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de cambio en Marruecos ha sido el reciente gesto de liberación de 190 presos políticos, la mayoría islamistas, pero también algunos defensores saharauis de los derechos humanos. Se trata de anuncios que valoramos positivamente y alentamos y
que, como decía, vienen a sumarse al proceso de modernización y reforma que ya se inició en este país. En todos estos casos el objetivo debería ser -como he señalado- contribuir a que cada país encuentre su camino, de tal manera que se materialicen
las oportunidades y se minimicen los riesgos potenciales en el conjunto de la región.



En el extremo opuesto, el caso de Libia. Pero también observamos con creciente preocupación cómo en Siria las revueltas están siendo sofocadas con gran violencia, al igual que ha ocurrido en Bahréin y en Yemen. En Libia, el
atrincheramiento del régimen de Gadafi -que, haciendo caso omiso a las aspiraciones legítimas del pueblo libio, anunció desde el principio su intención de reprimir las manifestaciones pacíficas por todos los medios, como así ha ocurrido-, ha
provocado la articulación de una respuesta multilateral y finalmente la intervención de la comunidad internacional. Como saben, en un primer momento, el 26 de febrero, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó la Resolución 1970, que impuso
medidas como el embargo de armas, la prohibición de viajar a personas vinculadas al régimen, así como la congelación de activos, además de autorizar que el Tribunal Penal Internacional investigara posibles violaciones de los derechos humanos.
Posteriormente, el 17 de marzo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó la Resolución 1973, que autoriza por primera vez el uso de la fuerza contra el régimen libio para proteger a la población civil. Esta segunda resolución estuvo
precedida por numerosos pronunciamientos de la comunidad internacional, de la Unión Africana, la Liga Árabe, el Consejo de Cooperación del Golfo y la Organización de la Conferencia Islámica, entre otros, condenando por una parte el uso
indiscriminado y excesivo de la fuerza contra la población civil, y exigiendo por otro lado una respuesta a las demandas legítimas de la población. Quiero también recordar la Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, adoptada por
consenso el día 1 de marzo con el copatrocinio de España, por la que se decidió por primera vez la suspensión de Libia como Estado miembro del Consejo de Derechos Humanos. En este contexto, señoría, la Resolución 1973 sienta un importante
precedente en cuanto que hace efectivo el principio de la responsabilidad de proteger a la población civil, además de suponer un avance en la construcción de un orden internacional basado en el derecho.
Además, la resolución supone un paso decisivo
en la gestión de la crisis libia. En primer lugar, porque reconoce la iniciativa y la implicación de los actores regionales; como saben sus señorías la resolución se adoptó a instancias de la Liga Árabe, a través de Líbano, que presentó el
borrador como miembro del Consejo de Seguridad, aunque el papel de Francia y Reino Unido como copromotores fuera decisivo. En segundo lugar, por el consenso alcanzado entre la comunidad internacional -también quiero señalar que la resolución se
adoptó sin ningún voto en contra- en torno a la necesidad de una actuación urgente para poner fin a la ofensiva de Gadafi contra su propio pueblo. Y en tercer lugar, porque también supone una mayor vigilancia internacional sobre el respeto de los
derechos fundamentales en el mundo. Por tanto, señorías, en el caso de Libia la comunidad internacional ha logrado articular una respuesta multilateral, consensuada, que justifica el recurso a opciones militares precisamente para proteger a la
población libia de los ataques del régimen con una base legal, con apoyo regional y en base a la necesidad como último recurso, respondiendo así a las expectativas del pueblo libio. De hecho, en este tiempo se han logrado avances importantes al
frenar el uso directo de la fuerza contra los civiles. Se trata ahora de intensificar los esfuerzos políticos y diplomáticos para, una vez conseguido el alto el fuego, empezar a trabajar por la reconciliación libia y que puedan pactar una hoja de
ruta para la reforma política de acuerdo con lo aprobado en la propia Resolución 1973.



Señorías, como decía, en estas últimas semanas hemos tratado de adaptar nuestra política exterior a este nuevo escenario. En primer lugar, lo hemos hecho intensificando las relaciones políticas con los países de la región, así como los
contactos con nuestros socios europeos y la comunidad internacional en general. Como saben, en las últimas semanas he tenido ocasión de viajar en distintas ocasiones a varios países de la ribera sur del Mediterráneo, en algunos casos para respaldar
los procesos de cambio, y me refiero a la visita del presidente del Gobierno a Túnez el día 2 de marzo, a la mía propia a Egipto los días 13 y 14 de ese mismo mes, en las que pudimos mantener encuentros, tanto con las nuevas autoridades como con la
sociedad civil. Sé que esta Comisión de Exteriores tiene previsto también viajar a Egipto a finales de este mes de mayo para apoyar la transición democrática en aquel país, iniciativa que desde el Gobierno valoramos como muy positiva. Asimismo, el
Gobierno ha apoyado al más alto nivel los anuncios de reforma que se han impulsado tanto en Jordania como en Marruecos. Por otro lado, los príncipes de Asturias han viajado a Jordania recientemente, en el marco de una gira más amplia que les ha
llevado a visitar también Israel y los territorios palestinos. Estos contactos han reforzado los que ya tuve ocasión de realizar en una gira anterior por la región durante el mes de febrero.
También quiero recordar la visita a nuestro país la
semana pasada de una importante delegación de seis ministros marroquíes, con el objetivo de reforzar las relaciones entre ambos países, sobre todo en el ámbito económico. Como saben, las relaciones con Marruecos constituyen una prioridad en nuestra
política exterior. También la Unión Europea, con el pleno respaldo de España, ha reconocido a Marruecos el estatus avanzado de asociación que le sitúa en la vanguardia de los países árabes en su relación con Europa. Por ello, nos sentimos muy
comprometidos


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con Marruecos y estamos apoyando también sus reformas económicas ya que constituyen una parte decisiva para el éxito de estos cambios políticos necesarios para su estabilidad y su prosperidad, estrechamente vinculadas a la nuestra.



Señorías, en otros casos, cuando los regímenes autoritarios han optado por el uso de la fuerza, el Gobierno ha condenado en todas las ocasiones la violenta represión de manifestantes pacíficos en estos países, exigiendo el cese de la
violencia, así como el inicio de reformas creíbles para atender las legítimas aspiraciones del pueblo y defender el respeto de sus derechos humanos. En Siria concretamente, el Gobierno ha llevado a cabo gestiones diplomáticas, en coordinación
conjuntamente con otros socios europeos, para trasladar a las autoridades de ese país un claro mensaje de condena de la represión violenta de manifestantes pacíficos.
Hemos insistido en que las reformas anunciadas y algunas como el levantamiento
del estado de emergencia ya aplicadas solamente serán creíbles si previamente cesa la violenta represión. La comunidad internacional persigue trasladar este mismo mensaje a las autoridades sirias con iniciativas como la reciente sesión
extraordinaria del Consejo de Derechos Humanos de Ginebra dedicada a Siria. En dicha sesión se adoptó una resolución en la que, entre otros extremos, se encomienda a la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que informe de
manera inmediata sobre la situación en Siria. En Yemen, el Gobierno está apoyando el intento de mediación por parte de los países del Consejo de Cooperación del Golfo entre el presidente Saleh y la oposición, y seguimos con una prudente esperanza
la posibilidad de que se produzca una solución pacífica que conduzca a unas elecciones libres, democráticas, en condiciones aceptables para las partes. Todo indicaba hace apenas dos días que se iba a firmar el acuerdo entre el presidente y la
oposición, acuerdo que permitiera una salida pacífica de este a los treinta días de la firma, pero en el último momento Saleh se retractó. Se han renovado las presiones para que reconsidere su actitud y tenga lugar un deterioro de la situación que
todos queremos evitar.



En el caso de Libia desde el primer momento el Gobierno dejó claro que en el marco de una resolución del Consejo de Seguridad, y previa invitación de los socios regionales, estaría dispuesto a participar en la vigilancia del embargo de armas
y en el establecimiento de una zona de exclusión aérea con la finalidad de proteger a la población civil. En este sentido, estamos manteniendo una posición que es activa y es equilibrada, que es acorde con nuestra responsabilidad y nuestros
compromisos internacionales. Precisamente en este tiempo he tenido la oportunidad de participar en diversas reuniones para evaluar la evolución de la respuesta de la comunidad internacional a la crisis libia, por un lado, participando en los
consejos europeos de asuntos exteriores y asistiendo a la reunión ministerial de la OTAN que tuvo lugar los días 14 y 15 de abril en Berlín; y por otro lado, también participando en las reuniones del llamado grupo de contacto, la primera tuvo lugar
en Londres el 29 de marzo, posteriormente nos reunimos en Doha el 13 de abril y mañana de hecho viajaré a Roma, donde se celebrará un tercer encuentro para tratar de nuevo la crisis libia. En ellas -y sé que el Grupo de Esquerra
Republicana-Izquierda Unida tiene un especial interés porque ha solicitado mi comparecencia sobre ese asunto- hemos constatado que la Resolución 1973, en los términos en que fijaba la propia resolución y el acuerdo de la comunidad internacional, se
está aplicando satisfactoriamente en el sentido de que se ha impuesto de manera efectiva el embargo de armas y se ha consolidado la zona de exclusión aérea, contribuyendo así a frenar la represión violenta del régimen libio contra la población
civil. Al mismo tiempo, consideramos que solo puede haber una solución pacífica al conflicto, que debería ser además lo más inclusiva posible. Es decir, sabemos que hay que contar con el Consejo Nacional de Transición libio al que el Gobierno,
junto con la Unión Europea, considera como interlocutor válido y por ello hemos designado un enviado especial ante dicho consejo en Bengasi. Además, también tendremos que tener contacto con otros representantes. En todo caso, en este momento
excluyendo a Gadafi de la solución final al haber perdido toda legitimidad ante su propio pueblo. En este sentido, el Gobierno apoya los esfuerzos de mediación que viene realizando el secretario general de Naciones Unidas y otros países para lograr
una solución diplomática aceptable por todas las partes.



Señorías, en segundo lugar, en el ámbito de la cooperación al desarrollo el Gobierno también está haciendo un gran esfuerzo para adaptar su política al nuevo escenario. Primero, y de manera prioritaria, ante situaciones de emergencia
humanitaria, como ha ocurrido y está ocurriendo en Libia. De hecho, España ha sido uno de los primeros países que con más rapidez y eficacia ha respondido al llamamiento de los organismos internacionales. En Libia concretamente hemos contribuido
con más de 4 millones de euros a la asistencia humanitaria y de emergencia, incluida la repatriación de ciudadanos egipcios y de países subsaharianos que habían quedado atrapados en la frontera libio tunecina, así como también en la apertura de un
corredor humanitario en Bengasi en cooperación con la Unión Médica Árabe. También hemos destinado 2 millones de euros en concepto de ayuda humanitaria a Yemen. Ahora bien, señorías, como he señalado con anterioridad, en estos momentos de profundos
cambios en la región, el Gobierno quiere prestar un apoyo político y económico decidido y apostar claramente por los procesos de democratización y la asistencia a los países que sigan esta línea. En este sentido, en el Plan anual de cooperación
para 2011, y de acuerdo con el dictamen emitido por estas Cortes, estamos trabajando en la revisión de la cooperación con el mundo árabe teniendo en cuenta este nuevo contexto. Se trata de reorientar los procesos de programación bilaterales en
marcha hacia el fortalecimiento institucional y de la sociedad civil, aspectos ambos que resultan


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imprescindibles a corto plazo. Como decía, España tiene una experiencia valiosa y positiva en procesos de transición democrática. En este sentido, estamos en condiciones de aportar expertos en el ámbito legislativo, judicial, ejecutivo y
colaborar también en los procesos electorales de manera que podamos acompañar los procesos de reforma constitucional. Un ejemplo de ello es el apoyo que el Gobierno va a prestar en la organización y celebración de las elecciones parlamentarias en
Túnez el próximo mes de julio mediante una contribución económica de un millón de dólares a través del PNUD, al tiempo que las organizaciones no gubernamentales españolas también van a estar presentes, contando con una larga experiencia e
implantación en los países de la ribera sur del Mediterráneo. Nuestra sociedad civil es un ejemplo de diversidad, pero también de cohesión y de respeto, que son elementos esenciales en todo proceso democrático. Además, España puede aportar mucho
en este proceso, porque contamos asimismo con una presencia sólida ya en el terreno a través de las oficinas técnicas de cooperación preexistentes en estos países. Pero también se trata, señorías, de contribuir a la movilización de recursos
financieros y económicos para ayudar a estos países a llevar a cabo las reformas políticas, sobre todo teniendo en cuenta que en el origen de estas revueltas está el descontento popular por la profunda desigualdad en la distribución de riqueza como
también el estancamiento económico, el elevado desempleo o las altas cotas de corrupción. Parece claro que sin una mínima prosperidad económica los procesos de transición democrática se enfrentarían aun a mayores dificultades. En esta línea, el
presidente del Gobierno anunció, con ocasión de su visita a Túnez, una línea de crédito de 300 millones de euros a través del Banco Europeo de Inversiones en apoyo de los países mediterráneos en fase de transición.
El Gobierno está igualmente
explorando posibles opciones a través del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo para que extienda su ámbito de actuación al Mediterráneo. Por tanto, desde el punto de vista económico debemos apoyar, ahora más que nunca, el desarrollo
económico de los países de la región.



Señorías, existen otros elementos importantes que también conforman nuestra política exterior hacia el Mediterráneo. Me refiero a la dimensión multilateral que complementa nuestra presencia y compromiso con la región. Como saben, España
siempre ha considerado la Asociación Euromediterránea como una de sus prioridades. De hecho, nuestro país contribuyó de manera definitiva a la puesta en marcha del proceso de Barcelona en 1995. Es verdad que en este tiempo la estrecha vinculación
entre esta iniciativa y el proceso de paz en Oriente Medio ha supuesto que se dificultase no solo la ejecución de los proyectos regionales, sino también la dinámica política de la iniciativa. También es verdad que el Mediterráneo forma parte de
nuestro entorno más cercano de nuestra vecindad. Son muchos los retos a los que nos debemos enfrentar conjuntamente y, por tanto, esta región está llamada a ser necesariamente un espacio de estrecha cooperación.



Por ello, ante este nuevo escenario el Gobierno considera que España y la Unión Europea deben estar comprometidas con el cambio y acercar estos países a un gran acuerdo de asociación con la Unión Europea que favorezca la reforma democrática,
el impulso económico y dé respuesta a esas nuevas expectativas sociales. Sin duda es necesario mantener, aunque reformados y adaptados a la nueva situación, los instrumentos de la iniciativa ya existente en el marco de la política europea de
vecindad y de la Unión para el Mediterráneo. De hecho, la Unión Europea está revisando tanto la dimensión bilateral como la multilateral de la Asociación Euromediterránea. Aun así, los instrumentos e iniciativas existentes no parecen suficientes
para afrontar los retos históricos y de una magnitud sin precedentes a los que hoy se enfrenta el mundo árabe. Se trataría de que, al igual que ocurrió con otros momentos históricos, la Unión Europea aunara esfuerzos con otros socios. Me refiero a
los Estados Unidos, pero también a los países árabes con los que ya se está contando, a Naciones Unidas de una manera muy estrecha, a las instituciones financieras internacionales, a Rusia, por su cercanía e interés histórico en la región y también
a Turquía precisamente por esta posición geoestratégica, por su condición mediterránea, por su papel histórico en la región y también por el modelo político y socioeconómico que supone para muchos de estos socios árabes. El principal objetivo que
todos compartimos es el apoyo a los procesos de transición y reformas democráticas a través, por una parte, de asistencia en el ámbito institucional y de gobernanza y, por otra, de asistencia financiera y asesoramiento para sentar las bases de un
crecimiento económico que permita, con una mayor prosperidad y justa distribución de la riqueza, asegurar el éxito de las reformas políticas en curso.



Señorías, paralelamente el Gobierno considera que en estos momentos es preciso un renovado esfuerzo de la comunidad internacional para lograr una solución justa y duradera del conflicto de Oriente Medio. Estas semanas, en mis visitas a
países de la región, he podido comprobar que el conflicto árabe-israelí es una cuestión que no ha pasado a un segundo plano por los acontecimientos que están teniendo lugar en el mundo árabe, más bien todo lo contrario. Los procesos de cambio
político en el mundo árabe se están configurando como una oportunidad histórica para lograr avances definitivos en ese conflicto, que requiere además abordarlo desde una dimensión regional sobre todo pero también multilateral. Los episodios
violentos en Gaza y en el sur de Israel han vuelto a poner de manifiesto la importancia de seguir prestando la máxima atención a lo que ocurre en Oriente Próximo y así evitar el deterioro de la situación. En este contexto es imprescindible dar
pasos positivos para restaurar la confianza, y por ello vamos a seguir trabajando discretamente para que se retome la senda de las negociaciones directas y avanzar en el proceso de paz.



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España puede ser un actor útil por las dos partes, lo ha sido en muchas ocasiones porque mantiene una relación fluida tanto con Israel como con Palestina. Teniendo en cuenta todos estos factores, el Gobierno considera que 2011 es un año
clave para el proceso de paz. Es verdad que se ha hecho un gran esfuerzo y se dan las condiciones y las circunstancias para avanzar en la solución del conflicto y fundamentalmente basándose en tres pilares. En primer lugar, el reconocimiento del
futuro Estado palestino que debería ser apoyado por la Unión Europea de manera coordinada, al tiempo que se impulsan las negociaciones entre Israel y Palestina para que dicho reconocimiento tenga efectos prácticos en las relaciones entre ambos
países. En segundo lugar, la necesaria reconciliación intrapalestina que puede inspirarse en la unidad nacional mostrada por los pueblos tunecinos y egipcios en sus respectivas revoluciones. Por ello hacemos una primera valoración positiva del
reciente acuerdo entre las organizaciones palestinas Fatah y Hamás, también suscrito por las demás facciones palestinas, aunque será necesario analizar el contenido íntegro del acuerdo en coordinación con nuestros socios de la Unión Europea. Al
mismo tiempo habrá que estudiar las repercusiones que dicho acuerdo tiene sobre el proceso de paz, las relaciones entre Israel y la autoridad palestina y verificar que se produzca el anuncio de la renuncia efectiva a la violencia por parte de Hamás.
Por último, también habrá que estudiar cuáles son las garantías de seguridad que precisa Israel apoyadas por el más amplio consenso posible de las opiniones públicas de los países árabes.



Señorías, para concluir, es verdad que el Mediterráneo es un área prioritaria para España. Los lazos histórico-geográficos y la necesidad de hacer frente a retos comunes junto a estos países de nuestro entorno nos han llevado a dar un
carácter privilegiado a nuestras relaciones especialmente con el Magreb. También es verdad que el apoyo a las reformas políticas, el impulso al desarrollo económico y la paz en la región están estrechamente ligados y resultan necesarios para
consolidar la apuesta democrática en la región. Precisamente por ello estos son los principales ejes de trabajo del Gobierno, como así he tratado de explicarles en esta exposición, pero la magnitud e importancia de lo que sucede en nuestra vecindad
inmediata nos concierne en este sentido a todos. Por ello el Gobierno ha tratado desde el primer momento de enmarcar sus actuaciones en el mayor consenso posible y por ello he solicitado comparecer ante esta Comisión. En general el Gobierno está
convencido de que puede y debe desempeñar un papel fundamental. Tenemos una gran oportunidad por nuestra interlocución privilegiada con todos los actores y porque los gobiernos de la región que se fijan con interés en el modelo español así también
nos lo demandan. Consideramos que el Gobierno puede impulsar, liderar y coordinar, pero nuestros esfuerzos serán mayores si logramos movilizar al resto de instituciones autonómicas y locales, también a la ciudadanía en su conjunto, articulada en
una multitud de asociaciones que componen la sociedad civil que son muy activas. En este sentido todas las fuerzas políticas aquí representadas también deben poder jugar un importante papel. Sin duda, el compromiso de apoyo y apuesta clara de
España por los procesos de democratización y la asistencia a los países que sigan esta línea debería ser siempre una política de Estado.



Estoy aquí ante todos los grupos que representan a la ciudadanía española para, por un lado, responder a los interrogantes que me puedan plantear, disipar algunas dudas que puedan tener y, sobre todo, para, por otro lado, tratar de acercar
posiciones en la medida en que ello sea posible.



El señor VICEPRESIDENTE: Como grupo también solicitante de la comparecencia tiene la palabra el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida, y creo que van a intervenir los dos portavoces.



Tiene la palabra el señor Llamazares.



El señor LLAMAZARES TRIGO: Compartiremos el tiempo.



Gracias, señora ministra, por su comparecencia, pero no cuenta usted con mi respaldo. Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya no puede respaldar ni la diplomacia de intereses que usted está poniendo en marcha, que está reforzando, por
ejemplo, en el caso de los países árabes y del Mediterráneo, y mucho menos el cinismo humanitario que se está poniendo de ejemplo en Libia, donde están yendo mucho más allá de la resolución de Naciones Unidas. Ya no se trata de una labor de
exclusión aérea, una teórica de defensa de los civiles, sino que se trata de bombardeos y se trata de asesinatos selectivos, asesinatos extrajudiciales que no tiene nada que ver con el derecho internacional ni con el derecho internacional
humanitario. Por tanto, señora ministra, no podemos respaldar esta política, al menos en Libia. ¡Si fuera solamente Libia! pero no es solamente Libia, señora ministra. Los giros conservadores no se dan de manera específica, sino que se producen
de manera global. Usted representa un giro conservador en el Gobierno en materia de política económica y de política exterior. En mi grupo detectamos una pérdida muy importante de autonomía y de liderazgo en la política exterior española, además
de un giro muy importante desde el punto de vista político hacia posiciones conservadoras. Lo hemos visto en la relación euroatlántica y lo vemos en un espacio especialmente privilegiado para nosotros como es el espacio euromediterráneo. Tengo que
decir en primer lugar que da la impresión de que el inmovilismo en los países del norte de África y en los países árabes existía porque sí. Señora ministra, el trípode -como se llamaba- de la Unión para el Mediterráneo era Mubarak, Ben Ali y
Sarkozy.
Ese era el trípode y se nos cayó el trípode, señora ministra. De ese inmovilismo del que habla usted o de esas dictaduras en el norte de África algo tenemos que ver en occidente. No es que las hayamos combatido ni que hayamos promovido
de ninguna manera la prevalencia


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de los derechos humanos sobre la diplomacia de los intereses; muy al contrario, la diplomacia de los intereses hacía necesario ese tipo de regímenes políticos. Lo que ha pasado es que los ciudadanos no lo han visto así y al cabo de décadas
han decidido cambiarnos el trípode y el escenario. Por eso nos encontramos en el norte de África y en los países árabes ante revoluciones que nosotros respaldamos en todos ellos -sea en los países de una determinada orientación o de otra-, fruto de
la estabilización posterior a la guerra fría y a la llamada lucha contra el terrorismo yihadista, en definitiva, el statu quo que defendía los intereses y los equilibrios en esa zona. Por tanto, señora ministra, también tenemos algo que ver con la
situación de inmovilismo previo al cambio de escenario en Oriente Medio y en los países árabes del norte de África.



Señora ministra, quiero recordar además en relación con esta cuestión cómo ha prevalecido en sus declaraciones la diplomacia de los intereses.
Quiero recordar que el primer movimiento se produce en el Sáhara. Era un movimiento de carácter
civil y ciudadano que pedía derechos sociales y libertades, dentro de las cuales se incorporaba el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui; y ustedes miraron hacia otro lado.
Usted misma ha declarado que si otros tienen asignaturas
pendientes con la democracia, no así Marruecos. Parece que no tiene asignaturas pendientes desde el punto de vista democrático, aunque nosotros creemos que sí las tiene. Por eso nos gustaría que el Gobierno nos dijese algo más con respecto al
derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación o, por ejemplo, con respecto a la última frustración de que finalmente no se haga un seguimiento de los derechos humanos por parte de Naciones Unidas en territorios ocupados.



Señora ministra, tampoco compartimos las posiciones del Gobierno en relación con lo que ha ocurrido en las revoluciones del norte de África y de los países árabes. Como digo, inicialmente hubo una política de estabilización de situaciones
inaceptables. Más tarde la duda. Cuando Mubarak o Ben Ali empiezan a responder a la movilización de sus pueblos, hay un silencio llamativo -por no decir ominoso- por parte de la Unión Europea y de las cancillerías, entre ellas la nuestra. Más
tarde se produce una reacción que podríamos denominar compensatoria que es la de la fe del converso. A partir de determinado momento, cuando se ve que esos regímenes van a caer y tienen una gran debilidad frente a las movilizaciones ciudadanas,
cambia la orientación política y se apoyan esas movilizaciones, pero da la impresión de que el objetivo es más controlar su futuro que respaldar las aspiraciones democráticas en esas zonas. Ahí se explica esa geometría variable a la que se ha
referido la ministra con eso de la complejidad. Esa geometría variable nos vale para bombardear en Libia lo mismo que no bombardeamos en Bahréin y aceptar en Catar lo que no aceptamos en Egipto o en Túnez. Es una situación de lo más paradójico y
de lo menos explicable la de esa geometría variable que vuelvo a repetir -voy terminando- que está presidida por la diplomacia de los intereses y por el cinismo humanitario, que es lo que prevalece en las posiciones sobre la cuestión de los cambios
en el Mediterráneo.



Señora ministra, quisiera terminar mi intervención refiriéndome a Palestina. De su intervención la única satisfacción ha sido cuando en determinado momento ha hecho un reconocimiento de la reconciliación interpalestina. Pero a continuación
ha citado tal número de condicionantes que prácticamente es un no reconocimiento. Si ese reconocimiento pasa por que la unidad de los palestinos necesariamente tenga que complacerle al Gobierno israelí, estamos acabados; no hay ninguna
posibilidad. Por tanto, volvemos a la equidistancia y a la debilidad de la Unión Europea en relación con el conflicto más importante de oriente, que es el conflicto entre Israel y Palestina y el derecho del pueblo palestino a su propio Estado. Ha
puesto tantos condicionantes que la satisfacción inicial que me ha producido su declaración de apoyo al acuerdo interpalestino ha quedado diluida al final. Me gustaría que concretara un poco más y que nos dijeran qué piensan hacer en los próximos
meses en relación con esta materia que nos parece muy importante.



Quería hacer referencia a estas cuestiones para fijar la posición de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, y agradezco tanto la intervención inicial como la flexibilidad del presidente de la Comisión.



El señor VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Tardà.



El señor TARDÀ I COMA: Señora ministra, sé que la política lo aguanta todo y la política exterior de los Estados es sin duda la más cínica de las políticas. Solamente hay que leer los libros de historia. Pero con la autoridad moral -entre
comillas- que me confiere el hecho de haber hecho el gran esfuerzo -veo que no valorado por usted- de apoyar al Gobierno en su intervención en Libia, esperábamos de usted en contrapartida que al menos su análisis fuera un poco más profundo. Ustedes
siempre juegan a favor de obra. Parte de la izquierda -porque los compañeros de Izquierda Unida consideraron que no había lugar a ello- hizo el esfuerzo de darles el apoyo para la intervención en Libia y usted viene aquí con una milonga que
francamente nos parece muy reduccionista, desde el punto de vista intelectual y político. Es más, esperábamos de usted mayor categoría política y que reconociera aquí que para el futuro existe la voluntad política de no convertirnos otra vez en un
Estado que exporta la cultura del cinismo de las democracias, que quizá están ya en una fase de cierta decadencia, al menos en todo lo que afecta al mundo de las izquierdas.
Esperábamos de usted que dijera: Es cierto que a algunos tiranos les
hemos llamado amigos, nos hemos abrazado a ellos y les hemos vendido armas, sabiendo que al cabo de unos años seguro que estarían prohibidas.
¿Usted como socialista no se sentía fatal


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cuando leyó en los periódicos que las bombas de racimo eran españolas? ¿Cómo se sintió usted? Por cierto, fueron vendidas cuando ya ustedes gobernaban. No creo que se sintiera demasiado bien. ¿Por qué no hace un ejercicio de sinceridad
política para ser más creíble?, porque nosotros sí hemos hecho un esfuerzo.



Cuando el señor Zapatero y Aznar, o Aznar y Zapatero, para ser cronológicamente correctos, vendían armas y material al señor Gadafi, ¿qué hacíamos, puro negocio o trabajábamos para un mayor estadio de civilización? Es más, cuando nuestro
monarca hace viajes y se abraza a según qué sátrapas y viaja acompañado de representantes del lobby de la producción de armamentos, ¿a qué jugamos? ¿Es este el mensaje que enviamos a los jóvenes del Estado español, este cinismo, esta doble moral
que lo que hace es sabotear los valores democráticos? Usted no ha hablado nada de la crisis del petróleo, ni tan siquiera ha mencionado todo aquello que afecta a la especulación alimentaria. ¿Cómo se pueden entender las revueltas que hay hoy en el
norte de África sin hablar de la especulación alimentaria? -Por cierto, incrementos de hasta un 70 por ciento de los cereales, justamente en los años de mayores producciones-.
¿Podemos hablar solo de las consecuencias y no de las causas? Como
tengo poco tiempo, me gustaría que hiciera un ejercicio de sinceridad política, que es lo que debería fortalecer su actuación y su posicionamiento de izquierdas, porque si no ¿qué diferencia hay entre ustedes y el Partido Popular? Ninguna, no hay
ninguna diferencia.



Respecto a Israel y Palestina quiero hacer un par de apuntes. El Estado de Israel viola las resoluciones de Naciones Unidas. Este ha sido un tema recurrente en este Parlamento en multitud de ocasiones, por no hablar de la operación Plomo
Fundido, etcétera. Ustedes siguen estableciendo convenios militares de venta de armas con el Estado de Israel, y hay que señalar que se está preparando -usted lo sabe- una segunda flota de ayuda humanitaria. Le pido que se preocupen por ella. Es
más, le pido que le diga al señor Rubalcaba que, a su vez, le diga a la Policía que dejen de hostigar, de controlar, de vigilar a los ciudadanos españoles que forman parte de organizaciones no gubernamentales que están trabajando a favor de la
organización de una segunda misión humanitaria en Gaza; por cierto, el campo de concentración mayor que existe en nuestro mundo. A ver si se lo dice, por favor, al señor Rubalcaba, que dejen de vigilar y hostigar a ciudadanos españoles que
trabajan por una causa humanitaria. También le digo que, por favor, se preocupe de velar para que cuando esta flota zarpe hacia Gaza no vayan otra vez a sufrir lo que sufrieron otros ciudadanos del Estado español.



El señor VICEPRESIDENTE: Señor Tardà, le ruego vaya terminando.



El señor TARDÀ I COMA: Termino, señor presidente.



Es verdad que el rey dictador marroquí alauita ha liberado a ciudadanos marroquíes, ciudadanos saharauis, quizá para hacer espacio en las cárceles para volver a encarcelar a otros. Usted sabe que en estos momentos incluso uno de los
principales directores de un diario marroquí está encarcelado. Las manifestaciones son duramente reprimidas y sus instigadores encarcelados y torturados, y usted solo ha hecho una referencia genérica a que se están liberando presos. Oiga, los
gobernadores civiles de la dictadura también iban abriendo periódicamente los calabozos de las cárceles, por una puerta salían y por la otra entraban otros antifranquistas. Esto ya lo conocemos, ya sabemos cómo funciona el Estado marroquí. A ver
si me puede responder a estas cuestiones que son muy concretas. Y respecto al cinismo, me reafirmo en ello -repito- con la autoridad que nos da el haber hecho el gran esfuerzo de estar con ustedes ante la intervención en Libia. No obstante, esto
merecería por parte de ustedes una reflexión más profunda, pero una vez más ustedes juegan con las cartas marcadas; una pura hipocresía, un puro cinismo.



El señor VICEPRESIDENTE: Es el turno del Grupo Mixto y en su nombre tiene la palabra la señora Fernández Davila.



La señora FERNÁNDEZ DAVILA: Gracias, señora ministra, por esta comparecencia y por permitirnos tener la oportunidad de dar nuestra opinión en relación con el asunto que tratamos. Inicialmente, quiero decirle con todo respeto pero también
con toda sinceridad que, sobre todo, en la primera parte de su comparecencia, de su explicación del tema de la situación del Mediterráneo, nos sentimos bastante incómodos en algunos momentos por esa valoración o explicación tan idílica que usted ha
dado de la situación y, sobre todo, de la visión que desde la diplomacia española se estaba teniendo del asunto. Los compañeros que me han precedido en el uso de la palabra han utilizado los términos de cinismo humanitario, cinismo diplomático. Yo
creo que es una valoración que podríamos definir, además de cinismo humanitario y diplomático, de cinismo político, porque sería mucho más creíble que a la población, a la ciudadanía, a los grupos políticos, y a esta casa de manera concreta, se nos
informara de lo que realmente ocurre para que el Gobierno del Estado español haya mantenido la postura que ha mantenido y mantiene en relación con los asuntos relativos a los países del Mediterráneo que, en este momento, están en una situación de
revolución social. Dentro de esa incomodidad hay algunas cosas que usted dijo con las que estamos de acuerdo, por ejemplo, que cuando se dan procesos como el que se dio en Túnez, Egipto, etcétera, es necesario apoyarlos con determinación y respeto
y, evidentemente, eso también abarca a otros Estados no solo de la zona sino del planeta cuando esas circunstancias ocurren. Además estamos de acuerdo con usted cuando decía que estas circunstancias ocurren cuando la situación social, económica y
cultural las


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propicia, es decir, cuando la población está en situación de conocer no solamente que existe un mundo mejor y que tienen derecho a acceder a él, sino que tienen unos conocimientos que le permiten hacer frente al autoritarismo al que están
sometidos por sus sistemas políticos. Estamos completamente de acuerdo con esta aseveración que usted hace, por nuestra parte también queremos manifestarlo, porque desde nuestro punto de vista esa aseveración con la que -repito- estamos de acuerdo
explica que otros Estados de la zona, que padecen el mismo sistema político autoritario que estos otros, no hayan sido capaces de llegar al nivel de revuelta social que ha ocurrido en Túnez o Egipto.



Podemos hablar no solo de Marruecos y de Jordania, que usted ha mencionado como cuestión positiva, en el sentido de que están haciendo sus reformas.
No podemos tener esa misma visión tan positiva de lo que ocurre en estos dos Estados,
porque el hecho de que una población no tenga mayor capacidad de enfrentamiento a las autoridades de esos Estados que son dictatoriales es, más bien, porque no están en las condiciones en las que están en los otros lugares. Y el de Marruecos es un
caso clamoroso. El señor Llamazares hablaba hace un momento de que la primera revuelta se dio en el Sáhara cuando tuvo lugar la conocida situación del campamento saharaui y cómo fue reprimido por las autoridades marroquíes. Señora ministra, usted
sabe que en todo momento por parte de las autoridades marroquíes hubo una situación clara de no permitir la libertad de información, eso fue algo que todos los ciudadanos del Estado español conocen. ¿Cómo podemos decir que existe en Marruecos algún
tipo de vestigio de democracia cuando no se permite informar de un acontecimiento tan grave como el que estaba ocurriendo en aquel momento en el territorio ocupado del Sáhara? Señora ministra, podríamos seguir así y podríamos seguir hablando
también de la situación de Arabia Saudí, de Catar, etcétera, de situaciones de incluso mayor autoritarismo que los Estados de los que estamos hablando, y nosotros entendemos que la comunidad internacional también debería hacer algo. Cuando decimos
que la comunidad internacional debería hacer algo no estamos pensando en ninguna invasión ni bombardeo ni de ninguna cuestión bélica; estamos hablando, por ejemplo, de cuestiones que usted comentó en relación con la Resolución 1973 destinada al
Estado libio, es decir: embargo de armas, congelación de activos, bloqueo comercial, etcétera. Cuestiones que desde esta Cámara nuestro grupo, el Bloque Nacionalista Galego, solicitó en numerosas ocasiones al Gobierno español para que el Estado
ante los organismos internacionales, concretamente la ONU promocionara, potenciara o de alguna manera llevara a cabo políticas dirigidas a conseguir estos objetivos en relación, por ejemplo, con el Estado israelí y dada la postura que tiene con
Palestina.



Usted decía que la Resolución 1973, la que recoge estas cuestiones en relación con Libia así como la protección del espacio de exclusión aérea, pretendía era fijar un precedente de principio de protección de la población civil. Algún medio
de comunicación o algún periodista en un debate en el momento en el que se aprobó esta resolución decía que eso era necesario porque la comunidad internacional no podía seguir mirando para otro lado como cuando sucedió el genocidio de Ruanda.
Evidentemente, a uno se le saltan los colores no por lo que pasó con la comunidad internacional en ese asunto, sino porque somos perfectamente conscientes de que si mañana ocurre otra vez algo como lo que ocurrió en Ruanda la comunidad internacional
va a volver a mirar para otro lado, porque usted dice que esa resolución tenía como objetivo fijar este principio y a los pocos días de esta resolución el Estado israelí bombardeó Gaza, mató civiles palestinos y la comunidad internacional siguió
mirando para otro lado. Por lo tanto, señora ministra, dado que desde nuestro grupo compartimos y miramos con determinación y respeto los procesos de revolución democrática de los Estados africanos que estamos viendo en estos últimos meses, no
podemos compartir -así lo manifestamos cuando nos posicionamos en contra de la participación del Estado español en el conflicto de Libia- que el conflicto armado en Libia sea por parte de las fuerzas europeas o de las fuerzas de la OTAN una cuestión
humanitaria y que no tenga otras razones políticas. A nosotros nos gustaría que el Gobierno y usted señora ministra como ministra de Exteriores, fueran lo suficientemente sinceros como para decirnos realmente lo que hay en el fondo.



Usted decía que en el caso de otros países, el caso de Túnez o Egipto, las revueltas fueron pacíficas y que los gobiernos no actuaron de la misma manera represiva con el mismo nivel de muertos, pero las revueltas en Libia tampoco fueron de
las mismas características. Se habla de rebeldes armados y no es que se hable ahora que hay un conflicto bélico claro por mucho que se quiera ocultar sino que se habló desde el principio, incluso cuando las fuerzas aliadas empezaron a bombardear se
equivocaron en muchísimas ocasiones porque confundieron carros de combate libios con carros de combate rebeldes, lo cual evidencia la situación que existía en esa zona de Libia. No es que no nos podamos creer esto, es que sabemos que no es así y
nos gustaría que dijeran las razones, porque si el Gobierno español ha decidido tener este compromiso e implicarse a estos niveles tiene que haber una razón. Y la razón es mejor que la diga el Gobierno y que no la especulemos otros grupos
políticos, porque el petróleo va a estar ahí pero además va a estar la idea de la supeditación del Estado español a otros intereses que son los que dominan y quieren seguir dominando la zona.



En el caso de Libia, señora ministra, sí nos gustaría hacerle preguntas.
Cuando usted dice que se están cumpliendo los objetivos humanitarios de la zona de exclusión...



El señor VICEPRESIDENTE: Señora Fernández Davila, procure ir terminando.



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La señora FERNÁNDEZ DAVILA: Finalizo, señor presidente, aunque llevo diez minutos menos que el resto de los grupos y por el Grupo Mixto solo voy a intervenir yo; pero es igual, finalizo.



Señora ministra, nos puede decir en el caso de Libia qué objetivo se plantea el Estado español en esta implicación en el conflicto que tiene con los Estados aliados que están en este momento actuando allí, porque desde luego el tema de la
exclusión aérea con fines humanitarios no convence absolutamente a nadie. Nos preguntamos si de acuerdo a este principio de proteger la población civil ustedes van a defender que se aplique en aquellos otros conflictos que en la misma área del
Mediterráneo ocurran, cuando de manera grave se den situaciones como la famosa Navidad que nos brindó el Estado de Israel cuando casi dos mil palestinos murieron en la franja de Gaza. En definitiva, señora ministra, nos gustaría saber cuáles son
las razones de la vara de medir que tiene el Gobierno español para actuar en la zona del Mediterráneo con unos conflictos y con otros; y por qué la resolución tan clara que ha tenido en el caso de Libia no la ha tenido en el caso de Marruecos,
cuando se está masacrando a un pueblo como el saharaui, y en el caso de Israel cuando se masacra a un pueblo como el palestino.



El señor VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Xuclà en representación del Grupo Parlamentario Catalán de Convergència i Unió.



El señor XUCLÀ I COSTA: Muchas gracias, señora ministra, por la información que nos ha trasladado y que suscita un debate en esta Comisión de Asuntos Exteriores absolutamente pertinente sobre política euromediterránea y el momento actual
que está viviendo el mundo árabe, un momento de transición. De la misma forma que casi nadie en la primera línea apuntó la caída del muro de Berlín casi nadie había apuntado hace escasas semanas o escasos meses la llegada de reformas y de
revoluciones en el mundo árabe. Esto que alguien con pensamiento quizás circular y excesivamente idílico habla de una primavera árabe, homogénea cuando creo que cada estado y cada país es un caso distinto. Pero ahí está la llegada de movimientos
profundos para que la democracia no sea solamente formal sino también sustancial en el mundo árabe y para vindicar y para señalar que esto tiene como mínimo un camino de esperanza y de posibilidad. Decía que creo que no se puede hacer un discurso
de un optimismo sin límites diciendo que estamos ante evolución democrática irreversible. Estamos ante unas evidentes expectativas de posible evolución de mayor respeto a los derechos humanos y de evolución democrática, pero también estamos ante
algunos peligros, depende de cómo evolucionen las circunstancias, de involución en algunas zonas del mundo árabe y en algunas zonas euromediterráneas. Tienen más foco mediático y más atención las revoluciones que las reformas, pero tenemos que
seguir con el mismo interés los lugares donde se han producido revoluciones, sea el caso de Túnez y Egipto, como también con mucho interés y con mucha presión diplomática los lugares donde se han anunciado reformas, sea el caso de Marruecos, sea el
caso de Jordania.



Quiero recordar también que estas son unas revueltas que muchas veces han nacido de las circunstancias materiales, del precio de los productos y de los alimentos, pero es que también han sido unas revoluciones y unas reivindicaciones que se
han producido por primera vez en el mundo árabe sin vindicar ni reivindicar el nombre de dios ni de una religión, y por una nueva generación que ha utilizado las nuevas tecnologías para impulsar la reivindicación de reformas. Ante esta situación y
para evitar la frustración de esta población, y especialmente de esta población joven que ha pedido reformas en países como Egipto y Túnez, creo que la Unión Europea debe adoptar una actitud mucho más decidida de la que ha adoptado hasta el momento.
La Unión Europea debe adoptar hacia su política de vecindad del sur en la política euromediterránea algo parecido a un Plan Marshall para los países del norte de África. Desde un egoísmo europeo inteligente por estabilizar la región, para fomentar
el desarrollo de la región, para fomentar también la estabilidad en los flujos migratorios, la Unión Europea, de una forma mucho más decidida que hasta el momento, debe apostar por la evolución democrática de los países del norte de África y del
conjunto del mundo árabe.



Se ha hecho referencia al cinismo del pasado. El pasado está escrito y en el pasado algunos de estos líderes habían sido vicepresidentes de alguna internacional ideológica, y en el pasado el pragmatismo nos había convocado a algunas
actitudes que todos, todos conjuntamente, todos deberíamos revisar. Pero el futuro puede ser esperanzador. El 24 de julio hay elecciones convocadas en Túnez. En Túnez se han registrado cincuenta y cuatro partidos. Creo que con orgullo debemos
reivindicar que la Comisión de Venecia del Consejo de Europa ha asesorado en la preparación de estas elecciones en Túnez del día 24 de julio, que en un país árabe como Túnez se ha redactado una ley electoral que contempla la paridad en las listas
electorales, y este es un factor muy digno de ser destacado.
Entre Egipto, que espera elecciones para otoño, y Túnez, que espera elecciones para el próximo mes de julio, se encuentra una situación de guerra y de guerra civil, que es la que se está
viviendo en Libia.
Nosotros hemos apoyado la intervención militar, el apoyo a la intervención militar, al amparo de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y creo que con el paso de las semanas y de los meses es evidente que
el conjunto de la comunidad internacional va tomando partido y que el Gobierno español también debe tomar partido. Hay formas explícitas de tomar partido y hay formas implícitas de tomar partido. Desde el momento que el Gobierno español envía a
Bengasi, capital de la sede del Consejo Nacional de Transición, un diplomático con rango de


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embajador, el diplomático José Riera, a representar a España ante el Consejo Nacional de Transición, España va tomando partido. El presidente del Gobierno, en el debate en el Pleno del Congreso de los Diputados cuando se autorizó el envío
de tropas españolas, de casi 500 efectivos del Ejército español, dijo que el objetivo final no era la salida del dictador Gadafi. El 19 de abril, en comparecencia en la Comisión de Defensa, la ministra Chacón afirmó que el objetivo final era la
salida del dictador Gadafi. No quiero apreciar contradicción entre estas dos posiciones sino una evolución de la apreciación del Gobierno. Me gustaría, señora ministra, que nos dijera si usted comparte las declaraciones de la ministra Chacón sobre
que el objetivo final es la salida del dictador Gadafi.



Hablando de política euromediterránea, en los años noventa el anterior Ejecutivo socialista, presidido por Felipe González, en su recta final y con el apoyo en aquel momento del Grupo Parlamentario Catalán y de un gobierno de la Generalitat
presidido por Jordi Pujol, impulsó muy decididamente el proceso de Barcelona, un proceso ambicioso que contemplaba la integración económica regional y que contemplaba algunos objetivos que evidentemente al final no se han culminado. Por ejemplo, es
bueno recordar que en el año 1995 el proceso de Barcelona contemplaba un espacio de integración económica para el año 2010. Estamos en el año 2011 y muchas cosas han cambiado. Aquel completo y ambicioso proceso de Barcelona quedó superado el 13 de
julio del año 2008 con el nacimiento en París de la Unión para el Mediterráneo, impulsada por el conjunto de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea pero liderada claramente por Francia, con unos objetivos, se decía, más concretos, más
pragmáticos, más parciales. Barcelona es la sede de la Secretaría General de la Unión para el Mediterráneo y España debe acoger e impulsar todos los proyectos de la Unión para el Mediterráneo; pero, señora ministra, creo que es el momento de
decir, de afirmar y de sostener que, una vez consolidados los procesos democráticos en algunos países del sur del Mediterráneo, es el momento de superar las limitaciones de la Unión para el Mediterráneo a fin de construir un nuevo instrumento de
política euromediterránea más equilibrado y más ambicioso. Si repasamos los seis grandes objetivos de la Unión para el Mediterráneo veremos que algunos de ellos no se han desplegado, veremos que algunos de ellos son más exitosos en las iniciativas
del capital privado, como por ejemplo dos grandes proyectos en el ámbito de la energía solar, que en los objetivos trabajados por parte de la Secretaría General de la Unión por el Mediterráneo. Necesitamos un nuevo instrumento, en definitiva, para
reivindicar en el seno de la Unión Europea un equilibrio en las políticas de vecindad. Si repasamos objetivamente los presupuestos que la Unión Europea ha dedicado a su política de vecindad con los países del Este, si repasamos objetivamente y
fríamente los fondos que la Unión Europea ha dedicado a proyectos de cooperación con Ucrania, con Georgia, con Moldavia, y los comparamos con los fondos que la Unión Europea ha desarrollado para aquello que yo definía como el Plan Marshall para la
estabilización de los países del norte de África, veremos claramente que se tiene que equiparar la política de vecindad del este de Europa con la política de vecindad del sur, que esto lo intentó Francia, que eso no se ha conseguido, y que España
debería tener un papel mucho más protagonista en un nuevo escenario que se va a abrir dentro de un tiempo. Aquella Unión para el Mediterráneo, copresidida por Sarkozy y Mubarak, evidentemente está superada por los tiempos y tiene que dar paso a una
nueva realidad, con mayor integración regional sur-sur y con mayor integración económica norte-sur.



Termino, señor presidente. Muchas veces España invoca la alianza con Turquía en proyectos respecto a los cuales al Gobierno español le gusta decir que lidera a nivel mundial, como la Alianza de Civilizaciones. Si repasamos el papel y el
liderazgo de Turquía en la política euromediterránea en los dos últimos meses veremos que el papel de Turquía, que usted ha citado en su intervención inicial como relevante, es un papel de liderazgo que como mínimo tendría que ser equiparado por
España. Turquía está teniendo un papel muy activo en Libia; Turquía está teniendo un papel muy activo en Siria y Turquía está teniendo en los últimos meses un papel muy activo en los Balcanes. Pues bien, no puede ser que España no recoja la
iniciativa de lo que en su momento impulsó Francia, de lo que en estos momentos está protagonizando Turquía, para hacer también una nueva propuesta ante el conjunto de los socios europeos de política euromediterránea. Y termino con una muy breve
referencia a un elemento clave de la estabilidad en la política euromediterránea como es la paz entre Israel y Palestina con la creación de los dos Estados. Usted nos ha hablado del deseo del reconocimiento del Estado palestino, deseo compartido
por nuestra parte, y nos ha hablado de una coordinación de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea. Creo que es bueno destacar y hacer notar que Alemania está moviéndose y que la diplomacia alemana en estos momentos está tomando un
papel muy relevante en el reconocimiento del Estado de Palestina, que debemos recoger, y subrayar.
¿Hacía qué dirección? Creo que al final el horizonte es bastante claro.
El horizonte seguramente es el momento en que más cerca se estuvo de
culminar la paz entres israelíes y palestinos, esto es, Camp David, año 2000, al final del mandato del presidente Clinton. Esta es seguramente la guía para actuar, siempre que no se produzcan revelaciones como las actas de los diálogos entre las
partes, que ponen en peligro evidentemente la culminación. Me gustaría terminar expresando un punto de escepticismo mayor del que usted ha expresado, señora ministra, respecto a la unidad interpalestina. Usted nos ha hablado de la reconciliación
interpalestina entre Hamás y Fatah, equiparándola a la reconciliación que se ha producido en Egipto o en Túnez. Creo sinceramente, señora ministra, que la situación no es equiparable y que se presentan algunos


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elementos que requieren extremar el control sobre la renuncia de Hamás a la violencia, a la destrucción del Estado de Israel y a su salida de la lista de organizaciones terroristas. Si todos estos condicionantes se dan, evidentemente este
año y el próximo mes de septiembre, durante el inicio de la Asamblea General de Naciones Unidas, puede ser un año positivo también en esta parte de la política euromediterránea en los procesos de estabilización de la zona.



El señor VICEPRESIDENTE: En nombre del Grupo Popular tiene la palabra el señor De Arístegui.



El señor DE ARÍSTEGUI SAN ROMÁN: Señora ministra, muchas gracias por comparecer. Rara vez ocurre en este Parlamento que cuestiones de máxima actualidad sean tratadas con rapidez; suelen pudrirse en la lista de temas pendientes de la
Comisión, y es de agradecer -creo que además con todo lo que está ocurriendo en estos últimos días en la región o relacionado con la región- que se produzca un debate de estas características. Hay en estos días en Madrid numerosos seminarios sobre
lo que está ocurriendo en lo que algunos llaman las primaveras árabes, otros dicen que son revueltas y otros que son revoluciones y lo más seguro es que sean un grito por la libertad de pueblos que llevan entre veintitrés y cuarenta y dos años
oprimidos por diferentes tipos de tiranías.



Señora ministra, tenemos que decir con toda seriedad que este grupo parlamentario y el Partido Popular les ha apoyado en cuestiones tan sensibles como la intervención en Libia. Lo ha hecho de manera responsable porque somos un partido con
vocación de Gobierno, con sentido de Estado. Hemos dicho públicamente que lo hacíamos porque pensábamos que servíamos así los mejores intereses de España, los intereses generales de la seguridad, la paz y la estabilidad mundiales y, sobre todo, los
intereses de aquellos que habían sido masacrados de manera impenitente y tenaz por sus dirigentes con medios de guerra. En este grupo parlamentario echamos de menos de forma muy clara alguna referencia de otros grupos a algunas tiranías a las que
no se ha dedicado ni una línea, y en aquellas tiranías a las que no se ha dedicado ni una línea en un solo fin de semana mueren más víctimas de los disparos indiscriminados de las fuerzas de represión que en todos los casos que ellos han citado
juntos de manera insistente. Si se habla de dos pesos y dos medidas y de una doble baraja, desde luego ahí tienen ustedes un ejemplo perfecto.
Respecto a las revueltas que se están produciendo, me parece de una enorme irresponsabilidad y de una
peligrosa frivolidad -lo han dicho tanto la ministra como el señor Xuclà- que se pongan en el mismo lado de la balanza todas y cada una de las revueltas, todos y cada uno de los procesos de transición que se están produciendo en diferentes partes
del mundo árabe. Nos gustaría que fuera en otras partes del mundo islámico no árabe, como por ejemplo en Irán, donde un régimen está masacrando de manera insistente desde hace muchos años, además de ser una amenaza permanente para la paz y la
estabilidad mundiales, un desafío continuo a la comunidad internacional, sin que, sin embargo, haya tenido tampoco la atención de casi ningún otro grupo.



Señorías, no es lo mismo Libia que Yemen, ni Arabia Saudí que Kuwait, ni Jordania que Argelia, ni Túnez o Marruecos, y creo que hay que ser muy serios en el análisis porque desde Europa estamos creando confusión en el mundo. Estos países
son nuestros vecinos y lo que allí ocurre es de fundamental importancia para la estabilidad y el futuro de Europa, pero a quien más les va es a ellos mismos. Pero de tan políticamente correctos que son algunos, lo que están haciendo es dar
lecciones de democracia desde este lado del Mediterráneo, imponiendo ritmos, cadencias, estilos a otros países que tienen que buscar su propio modelo, construir sus propias instituciones, hacer su propio marco jurídico y su propia transición. Ha
dicho algo la ministra que nos ha parecido acertado y es a su requerimiento, de la misma manera que las fundaciones políticas alemanas tuvieron un papel muy destacado en los inicios de la transición democrática española, ayudando a formar a las
clases políticas de este país, que venían de una dictadura muy larga y no tenían experiencia en la administración de la cosa pública democrática. Algún día habrá que agradecérselo, todo sea dicho. Creo de verdad que podemos encuadrar algunos
problemas comunes, todos lo sabemos, no es este el objeto de la comparecencia. Tenemos que detenernos sobre algunas de las cuestiones, especialmente de Libia. Yo me pregunto si alguien puede de verdad sorprenderse de lo que al final tuvo que hacer
o se vio obligada a hacer la comunidad internacional, que, por cierto, tardó una semana en condenar la violencia del régimen de Gadafi y treinta y un días en aprobar una resolución de mínimos para que hubiese una intervención que, in extremis, salvó
al Consejo Nacional de Transición. Un día más y no estaríamos aquí, por lo menos hablando de Libia, porque Gadafi habría reconquistado todo el territorio que los miembros del Consejo de Transición habían conquistado. Al final, por los pelos. Nos
tenemos que preguntar seriamente si funcionan bien las instituciones internacionales; si reaccionamos a tiempo ante ciertas tragedias. Ya estamos viendo las dificultades que hay para adoptar una resolución que ponga los puntos sobre las íes de lo
que está ocurriendo en Siria, porque hay países que de manera insistente -y yo creo que de manera tan irresponsable que acabará volviéndose contra ellos- están bloqueándolas. Tampoco ha habido una referencia a eso en anteriores intervenciones.



Señora ministra, tenemos que hacer una referencia necesaria a dos cuestiones de actualidad aunque no estén en el orden del día. Nosotros, a diferencia de algún otro grupo, sí manifestamos nuestra satisfacción porque el mundo se vea libre de
un monstruo que es responsable de 8.600 asesinatos en 124 atentados y que ha dejado 15.000 heridos. Sí. Desde luego nosotros siempre


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hemos dicho que contra el terrorismo no hay ningún tipo de atajo, pero también tenemos que decir que el mundo sin Bin Laden es un mundo mejor.
También desde nuestro grupo vamos a presentar nuestras condolencias por el terrible atentado
sufrido por Marruecos, en Marrakech, en la plaza Djema el Fna, en el café Argana, con 16 muertos y 25 heridos. Creo que es una mención necesaria. Le agradecemos mucho, señora ministra, la información que usted ha venido proporcionando a nuestro
partido; lo ha hecho de manera constante en las reuniones que ha tenido con nosotros. El coordinador de relaciones institucionales de mi partido ha estado en contacto permanente con las autoridades del Consejo Nacional de Transición, le han
invitado a estrechar lazos con nuestro partido y él mismo ha renunciado a hacerlo para mostrar en primer lugar el liderazgo del Gobierno en esta cuestión. Porque ustedes, en Roma -se sabe-, van a aumentar la interlocución con esas nuevas
autoridades, y nosotros pensamos que quien tiene que tener ese protagonismo en este momento de la intensificación de las relaciones de España con las autoridades del Consejo Nacional Libio es el Gobierno de España. Esa es una decisión que ha tomado
el Partido Popular a través del coordinador de relaciones internacionales que, creo yo, señora ministra, el Gobierno tiene que reconocer como un gesto de extraordinaria responsabilidad y de apoyo a la labor del Gobierno en una cuestión
extraordinariamente delicada.



Respecto a las transiciones en Túnez y Egipto, no pecamos de excesivo optimismo. Creo que en Túnez las cosas no van mal, así como en Egipto hay algún indicio que nos debería llevar por lo menos a una prudente preocupación. Hay algunos
sondeos que dicen que grupos más bien extremistas podrían copar hasta el 45 ó 50 por ciento de los escaños en liza en las próximas elecciones legislativas del mes de junio. Es verdad que todos los islamistas no son iguales, pero aquí no ha habido
una sola palabra sobre esos extremismos. Nadie ha mencionado -salvo la ministra, que sí lo ha dicho- que los islamistas no han sido protagonistas de esas revueltas -eso es verdad-, que tampoco han sido ni siquiera catalizadores de esas revueltas
-también es verdad-, pero lo que no es menos cierto es que están agazapados esperando a que se produzcan errores o vacíos de poder o llegar al poder a través de las urnas y no marcharse nunca más, como han hecho o han intentado hacer en otras partes
del mundo. Los países que han anunciado reformas tampoco han anunciado reformas parecidas. Los hay que han anunciado reformas puramente socioeconómicas -obviamente la situación socioeconómica en algunos países es dramática y requiere de esas
reformas urgentes-, pero otros han anunciado reformas institucionales, constitucionales, que no pueden por menos que ser bienvenidas. Francamente, no sé si nos damos cuenta de que tenemos nuevamente a aquellos que desde la izquierda extrema siempre
están dando lecciones a todo el mundo, aquí y fuera de aquí, de democracia y de progresía, y con ello lo que están haciendo es nuevamente demostrar que no hay nadie más neocolonial que quienes dan esas lecciones de democracia a los pueblos que están
buscando su propio camino. Hay que acompañarles, no imponerse a ellos ni darles lecciones.



Respecto al papel de España, muchas veces en las reuniones que hemos mantenido con usted, señora ministra, mi partido, el coordinador general y yo mismo le hemos dicho que España es un país muy especial en el Mediterráneo. No tenemos ningún
delirio de grandeza ni tenemos una nostalgia imperial, lo que sí sabemos es lo que pesamos o lo que deberíamos pesar, y sí sabemos que España necesita -y creo que la región también- un especial protagonismo en estos momentos tan delicados, y ese
protagonismo sea impulsando la Unión por el Mediterráneo -que creo que merecería una comparecencia específica, dada su profunda crisis- en estos actuales momentos, porque España es un país que durante mucho tiempo ha servido de abogado, si usted
quiere, de introductor también de los países del Mediterráneo, de Oriente Próximo, de Oriente Medio ante el resto de la Unión Europea. Cuando Felipe González -y lo decimos nosotros desde el Partido Popular-, como presidente del Gobierno, arrancó de
la entonces Comunidad Europea -todavía no era la Unión- que el 70 por ciento de los fondos dedicados al centro y al este de Europa se dedicaran al desarrollo del Mediterráneo y de Oriente Medio, fue un gran acierto. Y no podemos por menos que
apoyar la propuesta que ha hecho el diputado Xuclà de intensificar esa cooperación en todos los ámbitos, no solo en los financieros, comerciales y en otros ámbitos, sobre todo políticos, porque todos los interlocutores con los que hemos tenido
ocasión de hablar en estos días nos dicen lo mismo: el sueño de los mediterráneos y de aquellos que viven en Oriente Medio es la democracia, pero también es un partenariado intenso, profundo y con largo recorrido con Europa. Yo también estoy
seguro de que Turquía está adquiriendo un protagonismo especial, pero creo que España, desde el otro lado del Mediterráneo, tiene unas vinculaciones, a pesar de que muchas veces manifestemos diferencias por la defensa natural de nuestros intereses,
con algunos de los países de la región.



Concluyo con el proceso de paz o el no proceso de paz, y hay que dar las de cal y las de arena en este asunto porque aquí no hay nadie que no abogue por la creación de un Estado palestino, pero habrá que tener un compromiso muy claro entre
quienes abogamos por la creación de un Estado palestino por una solución de dos Estados, y hay que decirlo con todas las letras: Estado palestino, sí; respeto y garantía de la existencia del Estado de Israel, también. No hay una sin la otra. Y
la solución de dos Estados implica que los dos vivan en armonía, en paz y coordinadamente, buscando sinergias positivas el uno junto al otro. En consecuencia, cuando se está buscando lo que muchos han planteado como imprescindible reconciliación
interpalestina, le aclaro que nos parece a priori razonable siempre y cuando una parte de esos,


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Hamás, cumpla con las obligaciones que desde la Unión Europea se le han exigido: renuncia al terrorismo, reconocimiento del Estado de Israel y reconocimiento de la legitimidad de las autoridades precedentes. Y eso significa que las
declaraciones tildando de asesinato la muerte de Bin Laden y diciendo que se tiene que exigir una reacción -no se sabe muy bien qué, se supone que venganza- son intolerables, y se tiene que hacer llegar ese mensaje. Diciendo esto no se trata de que
seamos menos partidarios de una solución de un Estado palestino. Solo habrá Estado palestino en la medida en que Hamás se convierta en un partido político y deje de ser un grupo terrorista, y, señora ministra, lejos de querer dar lecciones, creemos
de verdad que este es un espacio compartido, que no solo implica o atañe a los que allí viven, también a los que aquí vivimos, porque también hay muchos habitantes de allí aquí, es una simbiosis permanente y constante, cada vez más estrecha. Por
eso, es verdad, seremos los primeros respetuosos con los procesos, pero entendiendo que todo lo que allí ocurre nos toca muy de cerca y por eso tenemos que estar más implicados que nunca. (Aplausos.)


El señor VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra en nombre del Grupo Parlamentario Socialista el señor Pedret.



El señor PEDRET I GRENZNER: Muchas gracias, señora ministra, por la comparecencia, que viene a culminar una serie de comparecencias gubernamentales sobre la materia que demuestran que la situación en el Mediterráneo y en sus alrededores es
una cuestión central para el Gobierno. Recordemos sencillamente la comparecencia del día 10 de marzo del secretario de Estado de Asuntos Exteriores e Iberoamericanos ante la Comisión de Asuntos Exteriores en el Senado y la comparecencia del mismo
secretario de Estado muy recientemente, el 26 de abril, ante la Comisión Mixta para la Unión Europea, que se culminan hoy con la comparecencia de la señora ministra ante esta Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados. Esto es
solo una demostración de la importancia que el Gobierno atribuye a la situación y de la importancia -y me place constatarlo como diputado- que atribuye también a la discusión en sede parlamentaria y al hecho de que compartamos la información y
podamos discutir sobre el tema en la sede de la soberanía que es este Parlamento.



Ciertamente las situaciones -y hablo en plural- en el Mediterráneo son de una importancia extraordinaria y son muy distintas las unas de las otras.
Pero creo que lo primero de todo es llegar a la conclusión -aunque es una evidencia- de que
lo que ocurre en el Mediterráneo nos ocurre a nosotros; no es algo que ocurra lejos, no es algo que ocurra al otro lado de un mar que forme una frontera, sino que es algo que nos está ocurriendo a nosotros en este Mediterráneo que forma nuestro
centro de civilización y en este Mediterráneo que vive en nosotros. Vivimos juntos aquí ciudadanos de todo el Mediterráneo. En mi ciudad, en Barcelona, se hablan todas las lenguas del Mediterráneo, 216 lenguas se censaron en el último estudio
municipal, y desde luego viven ciudadanos de todos los países ribereños del Mediterráneo. Lo que ocurre en Marruecos, lo que ocurre en Túnez, lo que ocurre en Palestina está ocurriendo también en las calles de mi ciudad porque allí están ciudadanos
de estos países.



Hay una cierta moda intelectual de comparación de las revoluciones actuales en los países árabes con modelos históricos. Yo no creo mucho en estas comparaciones ni creo que sean especialmente ilustrativas, pero como todo el mundo las hace
voy a echar mi cuarto de espadas simplemente para decir que discrepo de casi todas. No creo que sean las de 1979, cuando se intentó al principio por algunos desprestigiar diciendo que eso iba a llevar a un sistema islámico extremista como el iraní;
ni son las de 1989, de la caída del muro, no son las mismas circunstancias, no son las mismas sociedades, no luchan o se levantan los mismos contra los mismos ni por las mismas razones; ni posiblemente sean tampoco las que quizá se parecen más a
aquella serie de revoluciones de 1848, cuando se habló de la primavera de los pueblos y que recorrieron toda Europa, Italia, España, Alemania, Austria, etcétera. Creo que hay un elemento fundamental en estas revoluciones, al que se ha referido
también la señora ministra, que es la aparición de la conciencia de ciudadanía. Los ciudadanos árabes, que han sido durante demasiado tiempo involuntariamente súbditos, han adquirido la conciencia de la ciudadanía y la conciencia de que tienen la
posibilidad de ejercer realmente esta ciudadanía. No estamos asistiendo a rebeliones ni a revoluciones -luego hablaré de la diferencia entre unas y otras- en nombre la religión, tampoco son rebeliones por el hambre, no tienen nada que ver con las
clásicas revueltas de hambre. De hecho, cuando algunos dictadores árabes han intentado aplacar a sus pueblos con la típica rebaja del precio del pan o la subida de salarios, no ha tenido ningún efecto porque no son revueltas de hambre, son
revueltas por la dignidad de los ciudadanos, son revoluciones que implantan la dignidad de los ciudadanos como elemento fundamental de organización social. Por ello, señorías, en mi atrevimiento los comparo a veces, al menos interiormente, con la
gran revolución francesa de 1789, cuando se implanta el concepto de ciudadano y se construye el concepto de Estado más allá de los conceptos aristocráticos de subordinación o de nacionalidades basadas en las dinastías y no en el conjunto de
ciudadanos organizados. Si esto es así, y yo creo que lo es, estas revoluciones tienen una trascendencia histórica extraordinaria. Si el mundo árabe en su conjunto -estamos en un momento inicial- adquiere la conciencia de que sus integrantes son
ciudadanos y tienen la capacidad de autoorganizarse de acuerdo con las normas democráticas y de libertad que ellos deciden para sí mismos, esto es algo que no afecta solo al mundo árabe, que no afecta solo al Mediterráneo,


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sino que afecta al conjunto del mundo. Es una nueva etapa histórica de extraordinaria importancia.



Creo, sin embargo, que hay situaciones completamente distintas en las distintas sociedades que se han visto afectadas. Podemos hablar, desde luego, de revueltas, las hay, con más o menos éxito, pero creo que hay que hablar también sin
ningún recato de la existencia de auténticas revoluciones políticas, no sociales, desde luego, revoluciones políticas que son caso de libro de éxito de la revolución política. El caso de Túnez, por ejemplo, con el cambio de legitimidad inmediato,
pacífico, en poquísimo tiempo y socialmente aceptado, es un caso paradigmático de revolución política que está ahora construyendo su nuevo Estado de una forma compleja pero a la que me referiré más adelante. También creo que es calificable sin duda
de revolución la situación en Egipto. Es más discutible este concepto de revolución como tal en otros lugares en que se producen protestas, rebeliones, revueltas que vamos a ver cómo llevan realmente a una situación de mayor democracia, de
reconocimiento de la ciudadanía, de autodeterminación de los ciudadanos, porque me temo que no todas las situaciones son iguales y tampoco todas las situaciones llevan irremediablemente, sin ningún valor negativo al adjetivo, a una situación de
mayor democracia o mayor libertad que la anterior. Sí es así en algunos casos que creo que hay que apoyar absolutamente.



Señorías, el caso de Túnez, y voy a referirme solo a él, me parece importantísimo. Creo, creemos muchos, que Túnez está en la actualidad en unas condiciones que le van a permitir llegar a buen fin en la construcción de un nuevo Estado
democrático, de una república democrática con la dignidad de los ciudadanos garantizada, y ello a través de un sistema de una gran complejidad y de una gran inteligencia política, con el funcionamiento de la alta instancia de preservación de los
valores revolucionarios como especie de parlamento no electo transitorio y consultivo y con la decisión final por parte del gobierno provisional que va a abocar, sin duda alguna, a las elecciones del 24 de julio, en que va a surgir una asamblea
constituyente, también con atribuciones de parlamento ordinario, que va a expresar la pluralidad de la sociedad tunecina y va a poder elaborar desde luego una constitución adaptada a los deseos de libertad, de dignidad y de progreso de los
ciudadanos tunecinos, en situación no fácil, pero con toneladas de inteligencia política abocadas al trámite. Desde luego, es algo más preocupante el caso de Egipto, hay síntomas buenos, hay síntomas complicados. Todo esto nos ha sorprendido, creo
que es algo que hay que reconocer. Nadie, pese a los miles de nuevos especialistas en el tema que han aparecido en los medios de comunicación, puede decir que con anterioridad sabía lo que iba a ocurrir. No lo sabíamos los occidentales, no lo
sabíamos los europeos, no lo sabían tampoco los árabes. Las sociedades árabes no podían prever lo que iba a pasar, ni los líderes, ni los intelectuales árabes.
Seguramente haya alguna explicación a esta situación de no ver lo que iba a ocurrir.
Creo que una buena parte de la explicación está en la fijación en el aspecto religioso y en no mirar más que aquello detrás de lo cual había algo de islamismo, alguna cuestión del llamado extremismo religioso. Así, no vimos, no vio nadie, el
larguísimo periodo de huelga general en la minería del carbón en el sur de Túnez, que presagiaba algo que no supimos ver. Tampoco vio nadie la huelga en el metal en Ismailia en Egipto, ni la situación en el canal de Suez, ni las agitaciones,
absolutamente justificadas, en las universidades de Alejandría en el norte de Egipto, porque no estaban detrás los Hermanos Musulmanes y eso era lo único que nos preocupaba. Los árabes, en el Mediterráneo, señorías, se han levantado, han realizado
revueltas y han hecho revoluciones no por cuestiones religiosas, sino por cuestiones puramente políticas, estrictamente políticas, de dignidad, libertad y progreso. Por eso no lo vimos, por eso no lo vieron ellos, por eso debemos desde luego
rectificar nuestra mirada sobre el fenómeno y creo que al menos esto debiera ser una primera consecuencia. No podemos continuar mirando el mundo árabe como lo mirábamos antes, hay que mirarlo como es, es decir, integrado por ciudadanos con nuestras
mismas preocupaciones, con nuestras mismas aspiraciones y con nuestros mismos deseos.



Esta situación en el Mediterráneo afecta sin ninguna duda a la necesidad de actuación por parte del conjunto de Europa, y desde luego de España, en los aspectos de la vecindad mediterránea, en dos aspectos, en los de estrictamente vecindad
mediterránea, en los que creo que debiéramos considerar muy seriamente la necesidad de aumentar de una forma lo más inteligente posible, y puede ser muy inteligente, la condicionalidad para las relaciones con nuestros vecinos del Mediterráneo, es
decir, establecer aquellos sistemas de condicionalidad que realmente exciten a la realización de las reformas políticas y sociales necesarias y que no sean obstáculos que impidan que estas variaciones, estas modificaciones se realicen, y también por
la necesidad de un mayor financiamiento de la cooperación de forma inteligente en el Mediterráneo. En este sentido, sería absolutamente necesario pensar que el Banco Europeo de Inversiones debiera revisar también sus formas de actuación, la
reutilización de sus créditos y seguramente el aumento de los mismos para poder fomentar algo que es absolutamente necesario, como ha dicho también la señora ministra, que es el desarrollo de estas sociedades como condición, si no suficiente, sí
necesaria para el desarrollo también de sociedades democráticas, libres en estos países.



Además de las relaciones de vecindad con Europa tenemos un instrumento especial que es de la Unión para el Mediterráneo. Si algo ha dejado claro este conjunto de situaciones en los países árabes es que la Unión para el Mediterráneo, tal
como existe en la actualidad, no es suficiente. Tiene algunos defectos estructurales claros y tiene algunos defectos de funcionamiento también claros. Es necesario reforzarla, pero es necesario reforzarla viendo qué es lo que no ha funcionado y
quizá el movimiento


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de péndulo, que yo creo absolutamente excesivo hacia la formalización que se produjo en su creación en comparación con el proceso de Barcelona, mucho más flexible y pragmático, es algo que hay que volver a considerar.
Desde mi punto de
vista hay que tener en cuenta las necesidades pragmáticas, la flexibilidad en las formas de actuación y no las rigideces de unas estructuras que se han demostrado a veces muy difíciles de operar. Véase el caso desgraciadamente de la necesidad de
aplazamiento de las cumbres por las situaciones demasiado condicionadas al conflicto palestino-israelí, que han sido el corazón de los problemas de la Unión para el Mediterráneo. Desde luego, hay que adaptar lo que tenemos y yo creo que algo que
tenemos y que es muy importante es la Asamblea Parlamentaria, que debe continuar existiendo. No podemos romper el ritmo de reuniones de la Asamblea Parlamentaria porque en este momento es el único lugar donde se continúan encontrando todos los
representantes de los distintos países. Esperemos que muy pronto -en el caso de Túnez en otoño y en el caso de Egipto- podamos reintegrar a representantes parlamentarios de estos países en la Asamblea Parlamentaria y podamos allí continuar
trabajando para las finalidades que todos compartimos de cooperación y de ayuda para la democratización en el Mediterráneo.



Esta actividad de la Asamblea Parlamentaria está absolutamente ligada a una relación muy superior a la actual con las sociedades civiles. Hay un rapport aprobado por unanimidad en el plenario de Roma de la Asamblea Parlamentaria
Euromediterránea sobre relaciones entre la Asamblea y la sociedad civil que tuve el honor de corredactar junto con una diputada europea y dos diputados marroquíes que creo que, habiéndose iniciado antes de que ocurrieran todas las situaciones nuevas
en el Mediterráneo, demuestran que en la Asamblea estábamos ya preocupados por la falta de relación estrecha con la sociedad civil que percibíamos en la Unión para el Mediterráneo. Son algunas líneas que deberán desarrollarse profundamente y que es
necesario considerar para continuar trabajando en el Mediterráneo.



Por último, señorías, algo que es absolutamente ineludible es referirse a la situación en Palestina. Creo que cualquier posibilidad de acuerdo es importante. El objetivo de los dos Estados es un objetivo que no podemos abandonar, es la
única solución posible en el lugar, pero hay que regionalizar, como se ha hecho, el intento de solución; el proceso de paz, la variación sustancial que se ha producido en Egipto es algo importantísimo, varía los datos para la posible, deseable y
urgente solución en Palestina. Lo que pueda ocurrir en Siria es también de notable importancia y, desde luego, no puede menospreciarse la importancia política de la firma del acuerdo entre Hamás y Al Fatah, sea cual sea el desarrollo futuro de
este, al que dificultades no le faltan.
Es nuestra obligación no destacar solo las dificultades, por más tentador que sea este ejercicio intelectual, sino ayudar y empujar en todo lo que podamos para que este acuerdo permita realmente llegar a una
solución con Israel para el establecimiento de un Estado palestino viable en las fronteras reconocidas y con posibilidades de desarrollo democrático.



Señorías, esto es cuanto quería decir en este caso, pero no puedo acabar sin expresar el pésame y la solidaridad del Grupo Parlamentario Socialista con el pueblo marroquí por el terrible atentado de la Plaza Djema el Fna en Marrakech que
está dirigido, creo que es indiscutible políticamente, a intentar boicotear e impedir los procesos de cambio en Marruecos que también, con características muy distintas a las de otros países, se están produciendo.



Es nuestra obligación estar siempre a favor de todo lo que representa un cambio hacia la democracia, una apertura hacia la libertad, un reconocimiento de la dignidad de los ciudadanos y en todos los casos condenar el atentado terrorista y
apoyar los esfuerzos del pueblo marroquí para profundizar en la situación democrática es también nuestra obligación.



El señor VICEPRESIDENTE: Para contestar a los grupos intervinientes tiene la palabra la ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación.



La señora MINISTRA DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Jiménez García-Herrera): Quisiera agradecer a los grupos parlamentarios sus intervenciones, sus propuestas y sus aportaciones. Estoy segura de que, como siempre, en esta Comisión
tendremos la oportunidad de ir tratando de buscar siempre que haya una concertación cada vez más amplia en todas las iniciativas que tienen que ver con nuestra política exterior.



Hago esta afirmación porque quiero recordar que en el Pleno del Congreso de los Diputados la intervención de España en Libia contó con el apoyo del 93 por ciento de sus diputados. Es importante recordarlo para que se sepa con qué grado de
apoyo el Gobierno de España está actuando, apoyo muy importante que agradecemos como Gobierno y que apreciamos para seguir trabajando en esta dirección. De la misma manera también quiero poner de manifiesto que la comunidad internacional está
actuando con un grado amplísimo de consenso no solamente porque la Resolución 1973 fue a propuesta de la Liga Árabe, sino porque, por supuesto, la resolución se adoptó sin ningún voto en contra y porque además están presentes no solamente todos los
miembros que componen el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sino también organizaciones regionales tan importantes como la Liga Árabe, la Unión Africana, el Consejo de Cooperación del Golfo y la Conferencia Islámica, además de, por supuesto,
la Unión Europea. Quiero decir que hay un alto grado de consenso afortunadamente político en nuestro país y un alto grado de consenso de la comunidad internacional, lo cual dota a dicha intervención y actuación de una enorme legitimidad.



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Aunque hay algunos diputados que han excusado su presencia, me gustaría contestar individualmente a algunas cuestiones y me van a permitir que, como han sido repetidas, pueda contestar también con carácter global. El señor Llamazares ha
utilizado en varias ocasiones una expresión que no me gusta: cinismo humanitario. El cinismo humanitario no existe; o se presta ayuda humanitaria o no se presta, y España presta ayuda humanitaria.
Además de intervenir con la comunidad
internacional para frenar los ataques de Gadafi contra su propia población, estamos prestando ayuda humanitaria, y mucha. Me hubiera gustado oír alguna consideración sobre esto y no solamente alusiones al supuesto cinismo humanitario al que se
refiere el señor Llamazares.



La comunidad internacional no comete asesinatos selectivos. No puedo aceptar esa expresión. Toda la intervención de la coalición internacional se basa en la resolución de Naciones Unidas y los ataques que se están realizando están
perfectamente aprobados en la Resolución 1973. Están centrados en capacidades y centros de mando y control usados por Gadafi para reprimir a la población civil y está demostrado que Gadafi, por la forma en que sitúa sus capacidades, está usando a
población civil como escudos humanos. Por tanto, quiero recalcar la actuación ajustada a derecho de la coalición internacional en este momento y de la OTAN a la hora de proteger a la población civil y de evitar que Gadafi utilice sus capacidades
militares para ir contra ella.



Se nos ha preguntado en varias ocasiones por qué se interviene en unos países y en otros no. De la misma manera se tendría uno que preguntar por qué se defiende a unos países y a otros no. Si queremos utilizar la misma vara, hagámoslo con
todos, pero no centremos nuestra atención única y exclusivamente en unos países y en otros no. Desde el Gobierno de España hemos apoyado -por cierto, desde el primer momento- a los ciudadanos que en distintos países han salido a la calle. ¿Qué se
nos pide? ¿Que sin que hubiera ningún tipo de contestación ciudadana la comunidad internacional o determinados países acudieran para intervenir? Se ha intervenido cuando ha habido una manifestación ciudadana, gente en la calle, que ha pedido más
libertad, más derechos y más democracia; y, sobre todo, se ha intervenido cuando se ha tratado de proteger a esos ciudadanos. Ha habido países donde se han manifestado pacíficamente. Esa es la gran diferencia.
Se nos dice: ¿Por qué no se ha
intervenido durante veinte, treinta o cuarenta años? Cuando ha habido posibilidad de apoyar movimientos ciudadanos -y no actuando de manera injerencista-, se ha hecho. Insisto, señora Fernández, en que ha habido países donde los ciudadanos se han
manifestado de manera pacífica y no han sido reprimidos por sus gobiernos. Han salido miles de ciudadanos y han tenido la posibilidad de hacerlo. Muchos de estos gobiernos han acogido las protestas que la gente manifestaba en la calle y han
iniciado procesos de reforma y han tomado la iniciativa. En el caso de Marruecos no ha habido represión contra los manifestantes en la calle y miles de ellos durante varios días han salido a la calle. Esa es la gran diferencia entre unos países y
otros. Por tanto, no ha habido inmovilismo ni duda por parte del Gobierno de España.
A mí personalmente me tocó afrontar todo este proceso de cambio y de reformas y he estado haciendo declaraciones desde el primer día apoyando los movimientos de
los ciudadanos en la calle y pidiendo más reformas, más democracia, más derechos y más libertades.



Además, tenemos que hacer un análisis positivo con carácter general de todo lo que viene ocurriendo. He querido diferenciar de manera expresa lo que está sucediendo en unos países y en otros. Efectivamente no es lo mismo Túnez que Egipto,
ni es lo mismo Bahrein que Arabia Saudí, ni es lo mismo Jordania que Marruecos. Incluso estos dos países, a pesar de sus similitudes, son muy diferentes. Los procesos van a ser diferentes, la intensidad de las reformas va a ser diferente y la
conflictividad va a ser diferente, pero se ha abierto un proceso de cambio y, antes o después, todos los gobernantes se van a ver obligados a iniciar algún tipo de reforma que va a culminar indefectiblemente en países más libres, justos y
equilibrados, en suma, países más democráticos. No planteo un panorama idílico; en absoluto, soy consciente de las dificultades. Como decía el señor Pedret -y es muy interesante la reflexión que ha hecho-, estamos hablando de algo que se podría
asimilar a la revolución francesa en el sentido de dar categoría de ciudadanos. Es interesante esa apreciación. No todos los países son idénticos, pero con carácter general sí hay algo de eso. Por ello, es justo valorar la intensidad del cambio y
la profundidad -no todavía alcanzada- del proceso que en este momento se abre. Es importantísimo.



Sobre el tema palestino, me sorprende que el señor Llamazares haga la consideración que ha hecho. Es importante valorar de manera positiva el hecho de que se haya logrado una reconciliación intrapalestina. Es un hecho de mucha importancia
y así lo he valorado, pero no se puede olvidar, como ha señalado el señor De Arístegui, que para que funcione y se consolide la existencia de dos Estados, para que funcione y se consolide la reconciliación intrapalestina hay que cumplir con una
serie de requisitos y exigencias. No es que yo ponga condiciones, es que son los requisitos y exigencias que se requieren para el funcionamiento y el establecimiento de los dos Estados. Estamos hablando de seguridad, estamos hablando de paz y del
reconocimiento de los dos Estados por las dos partes, Israel y Palestina, pero estamos hablando también de una expresa renuncia a la violencia por parte de Hamás. Es algo razonable y lógico para que funcione el acuerdo. Tiene que ser así.



Señora Fernández, le digo con todo respeto -como usted misma lo ha indicado en su propia intervención- que yo no haría las comparaciones que ha establecido entre algunos países; y mucho menos me atrevería a utilizar expresiones como masacre
-que ya he oído en esta Comisión en otro momento- sin poner número de


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víctimas, cuándo y dónde encima de la mesa. Cuando se hace determinado tipo de afirmaciones es importante saber exactamente el número de víctimas, cuándo, dónde y cómo al hacer comparaciones con otros países.
Me va a permitir que le diga
-y ya contesto al señor Llamazares también- que la resolución que se acaba de aprobar con relación al Sáhara en Naciones Unidas ha sido aprobada por unanimidad. Esa resolución que el señor Llamazares lamenta -de nuevo, ¡qué casualidad!- ha sido
aprobada por unanimidad por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde hay países tan diferentes como Francia, Alemania, Rusia, China y Sudáfrica.
Este último ha reconocido a la RASD, la República Árabe Saharaui Democrática, y ha aprobado la
resolución por unanimidad -esa que le causa tanta decepción al señor Llamazares- para renovar el mandato de la Minurso. Por tanto, situemos cada tema en su justa dimensión, en el papel que estamos jugando a nivel internacional y en lo que estamos
haciendo.
España está jugando un papel muy constructivo y positivo porque nos importa tanto como al señor Llamazares, al señor Tardà o a la señora Fernández que se llegue a un acuerdo y a un entendimiento con el pueblo saharaui, entre el Frente
Polisario y Marruecos para conseguir una solución justa y duradera y que dé respuesta a las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui. Insisto en que se ha aprobado por unanimidad.



En relación con lo que ha manifestado el señor Xuclà, puedo coincidir con la inmensa mayoría de las afirmaciones que ha realizado, sobre todo en el análisis que hace de mirar al futuro y pensar cuál es el papel que deben jugar no solamente
España sino la comunidad internacional y, de forma especial, la Unión Europea. Quisiera aprovechar para señalar no solo el papel que tiene que jugar la Unión Europea fortaleciendo los acuerdos de asociación o de estatus avanzado que tiene que
firmar la Unión Europea con los distintos países que empiezan en este momento sus procesos democráticos, sino para involucrar e implicar a la Unión Europea para que juegue un papel más activo, más comprometido, más cómplice con la región, tanto
desde el punto de vista político como financiero. Vuelvo a reiterar que es fundamental que para que estos procesos democráticos salgan adelante y se consoliden haya también un apoyo económico y financiero que dé una respuesta a las expectativas
legítimas de los ciudadanos que están esperando algo más. También quería subrayarle al señor Xuclà que coincido en el planteamiento que hace sobre la Unión para el Mediterráneo y la política euromediterránea. Este es el eje vertebral de lo que
tiene que defender España en el seno de Europa, del papel que siempre ha jugado y de lo que siempre hemos defendido. Es verdad que se puso en marcha el proceso de Barcelona que funcionaba muy bien y que, en un determinado momento, por distintas
razones se decidió dar el paso para poner en marcha la Unión para el Mediterráneo; pero hoy se han demostrado sus limitaciones. El hecho de que la unión mediterránea esté condicionada por el conflicto de Oriente Medio ha bloqueado el propio
funcionamiento y el propio instrumento. ¿Cuál es la apuesta que queremos hacer? Comunitarizar la propia Unión para el Mediterráneo y devolver las capacidades a la Unión Europea para que ésta haga más activo dicho instrumento. También hay que
decir que, en todo caso, tiene aprobado un presupuesto y una serie de proyectos o iniciativas aprobadas en París que están en este momento implementándose. Es verdad que desde el punto de vista político no hemos podido reunirnos, pero desde el
punto de vista práctico y operativo está en funcionamiento. En todo caso, comparto la reflexión que han hecho todos los grupos políticos, también desde el Partido Popular, en el sentido de que la Unión para el Mediterráneo tiene que ser un
instrumento que resulte mucho más fortalecido, que sea más útil, con más capacidades y que, sobre todo, se convierta en el verdadero instrumento para la cooperación euromediterránea. Aunque en la Comisión Mixta el secretario de Estado de Asuntos
Exteriores ya ha comparecido para hablar sobre la Unión para el Mediterráneo, estoy dispuesta a convocar una sesión, como ha pedido el señor De Arístegui, para que abordemos de una manera más específica esta cuestión y ver el instrumento de forma
mucho más prolija. En relación con Turquía, que también ha mencionado el señor Xuclà, quiero poner de manifiesto que comparto el análisis que Turquía está jugando cada vez más un papel de mayor liderazgo. Es verdad que hay razones históricas y
geoestratégicas que también le permiten jugar ese papel, incluso razones de modelo social, de modelo político, que les permite ir más allá, de fronteras, etcétera, pero, efectivamente, España por un lado y Turquía por otro pueden jugar un papel muy
complementario a la hora de ayudar y acompañar todos estos procesos. Quiero hacer una precisión también al señor Xuclà. No he equiparado el diálogo intra- palestino con el proceso de reconciliación que se ha logrado en Túnez o Egipto. He dicho
que me gustaría que fuera; que me gustaría que pudiera jugarse ese papel, pero evidentemente hay que cumplir con las condiciones que antes he expuesto.



En relación con la intervención del señor De Arístegui, quisiera decirle que aprecio de una manera especial la intervención que ha tenido, y agradezco de una manera especial la posición que en todo este proceso ha mantenido el Partido
Popular. Estamos ante un asunto de la suficiente trascendencia, complejidad y envergadura como para que hayamos podido convertir todo este debate en política de Estado. Por lo tanto, quiero aprovechar esta comparecencia para agradecerle su
intervención y la actitud que en todo momento ha mantenido el Partido Popular en este proceso. Coincido con usted, señor De Arístegui, en que hay en todo este proceso de fondo un grito de libertad de los ciudadanos, y tenemos que estar muy atentos
para poder cumplir las expectativas de poder no solo oír ese grito de libertad sino de dar satisfacción a ese grito de libertad. Insisto, no veo un panorama idílico pero sí un enorme potencial y enormes oportunidades. Y lo estamos viendo. Egipto
es


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un país de ochenta millones de ciudadanos que, por primera vez, va a celebrar elecciones legislativas y presidenciales libres después de más de treinta años. Esto significa algo, o mejor dicho, significa mucho, y tiene un gran efecto en el
resto de los países. Ya me gustaría que en Yemen o en Bahrein o en otros países se hubiera producido una mayor agilidad en esos procesos de cambio y una mayor generosidad por parte de los líderes, pero antes o después estoy convencida de que
llegará, porque la gente ha perdido el miedo a salir a la calle por mucho que les repriman; y, precisamente, donde más les reprimen más salen a la calle.
Por eso tenemos que estar tan atentos, y por eso también tomamos la decisión en la comunidad
internacional de frenar a Gadafi. ¿Sabe cuándo tomamos la decisión o cuándo la comunidad internacional pensó que tenía que intervenir? Cuando Gadafi dijo: no vamos a atender los planteamientos de los opositores en la calle; los vamos a matar
como a perros. Así dijo.
Otros dirigentes, por lo menos, han tenido la prudencia de no utilizar determinadas expresiones. Y ese mismo día murieron doscientas personas en la calle; doscientas. ¿Se puede ser mejor? Siempre se puede mejorar, y la
comunidad internacional siempre tiene que mejorar su mecanismo de gestión, de decisión, de intervención; siempre. Pero, desde luego, lo único que no podíamos hacer era quedarnos parados, porque si no el mensaje hubiera sido el que me transmitió un
joven egipcio de los que participaron en las revueltas de la plaza Tahrir. Antes de que se adoptara la Resolución 1973 me dijo una noche en El Cairo: ¿A qué están esperando para hacer algo? Y yo le dije que la comunidad internacional necesitaba
un tiempo para ponerse de acuerdo. Y él me dijo: ¿No se dan cuenta de que si no hacen algo el mensaje que se lanza a todos los dirigentes de estos países es que pueden impunemente matar a su población y nadie va a reaccionar? Había algo más en la
Resolución 1973, aparte de intentar frenar a Gadafi que estaba determinado a ampliar la fuerza militar contra su propia población. Era ese mensaje que aunque en algunos casos no haya tenido la eficacia que nos hubiera gustado, como es el caso de la
represión violenta de Siria, la situación hubiera sido mucho peor si no existiera esa resolución y si no existiera esta vigilancia internacional que existe en la actualidad. Esa es la diferencia.



En relación con lo que planteaba el portavoz del Grupo Popular sobre Irán tiene razón. Irán es un elemento fundamental y clave que tendríamos que tratar también. En Irán se han quedado tan desconcertados por los movimientos de cambio y las
manifestaciones en la calle como el conjunto del mundo. Es paradójico que mientras que alentaban algunos procesos de cambio y a algunos manifestantes en la calle -porque lo han alentado- lo reprimían en su propio país. La posición de la Unión
Europea y la comunidad internacional en su conjunto sobre Irán es muy clara y el régimen de sanciones impuesto a Irán por parte de la Unión Europea y Estados Unidos es muy duro, muy claro. Y esa misma actitud de firmeza y de dureza vamos a
mantener. Es un régimen donde se violan gravemente los derechos humanos y los derechos fundamentales. Por tanto, vamos a seguir trabajando desde la comunidad internacional igual que vamos a seguir trabajando en Afganistán como lo hemos venido
haciendo hasta el momento, no va a cambiar en nada nuestra estrategia por el hecho de que se haya matado a Bin Laden. Creo que tenemos que seguir muy vigilantes en la lucha contra el terrorismo internacional, muy vigilantes. Y aquí es fundamental
que mantengamos la coordinación, la unidad, la coherencia, y en Afganistán sobre todo garantizar que el proceso de transición es un éxito y que la estabilidad y la paz que se persigue en dicho país se consolide.



Hay muchos temas que pueden ser objeto de reflexión sobre el papel de los islamistas o de otras organizaciones sobre cómo se van consolidando, sobre los riesgos... En un proceso de cambio de tanta envergadura, evidentemente, existen
riesgos. Por ello es tan importante que trabajemos de manera coordinada, no solamente desde la política, sino también desde la sociedad civil. Por eso hemos querido dar entrada a las organizaciones no gubernamentales, por eso hemos querido hacer
tan presente la ayuda humanitaria, la cooperación al desarrollo, porque de verdad es fundamental que los ciudadanos de otros países perciban que las sociedades, más allá de la política, están presentes en esos procesos y los están acompañando.



Quiero agradecer al señor Pedret su intervención, que además me ha ayudado porque es muy complementaria a la que yo misma he venido realizando, y también su reflexión en el sentido de que nada de lo que pasa en el Mediterráneo -y creo que
coincidimos todos- nos puede resultar ajeno, y a España de una manera especial. El señor Pedret hace mucho hincapié en la necesidad de articular no solamente nuevos mecanismos sino que el instrumento, que es la Unión por el Mediterráneo, se
convierta en eficaz y útil; ese es el objetivo con el que estamos trabajando desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, desde el Gobierno, con otros socios europeos y mediterráneos. Sobre la vecindad mediterránea, como le he oído hablar de la
condicionalidad, me va a permitir que le añada condicionalidad inteligente. Porque condicionalidades todas las que sean necesarias, pero que sea inteligente para que no bloqueemos el proceso de ayuda que la Unión Europea tiene que depositar en
estos país, porque si no resultaría paradójico que ahora que Túnez y Egipto inician sus procesos de cambio -que han recibido ayudas en el pasado- les resulte más difícil conseguir las ayudas ahora que inician sus procesos de reforma.
Creo que es
interesante ver de qué manera se relaciona la Unión Europea con estos países y nosotros -desde la posición del Gobierno de España de cercanía, de especial vínculo y de especial relación con todos estos países- deberíamos tener un cierto liderazgo
para ver qué tipo de apoyo quieren, porque hay una cosa que me queda bastante clara: aquí nadie quiere que les demos lecciones a otros. Su señoría, que ha estado en Túnez, ha podido comprobar el recelo con el que se mira a otros


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países porque no quieren que nadie le imponga nada a nadie. Por eso, cuando el señor Llamazares dice que hemos asumido y hemos estado en el proceso de reforma para controlar el futuro, me parece un insulto a la inteligencia de estas
sociedades, de estos ciudadanos y de estos países.
Les tengo demasiado respeto como para pensar que alguien les puede decir a estas alturas lo que tienen o lo que no tienen que hacer.



Quiero hacer referencia a una cuestión que ha planteado el señor Tardà en relación con la flotilla de Gaza. En primer lugar, tengo que decir que el Gobierno de España fue muy claro en su condena rotunda y firme al ataque a la flotilla que
se produjo hace un año. En segundo lugar, los organizadores de la flotilla han sido recibidos por el Ministerio de Asuntos Exteriores a nivel de director general, quien les ha transmitido nuestra posición, nuestra impresión y nuestra recomendación.
Por un lado, desde la Unión Europea estamos trabajando intensamente para abrir y desbloquear el paso en Gaza -se han logrado algunos avances y esperamos que se puedan lograr más en el futuro-, que lo acaba de hacer Egipto, y además estamos en un
momento en que se ha producido la reconciliación intrapalestina que seguramente va a facilitar que el paso de Gaza se vea abierto. A veces hay que evaluar si estamos ayudando o estamos generando mayor tensión o mayor conflicto. Sé que la intención
es ayudar al desbloqueo de Gaza y a que llegue la ayuda humanitaria a Gaza, pero deberíamos hablar con todos los actores en la zona para que realmente sepamos si ayudamos o no. Si se trata de ser útiles, ver si somos útiles en desbloquear la
llegada de la ayuda humanitaria a Gaza en este momento, en este preciso instante, teniendo en cuenta todas las circunstancias con las que tenemos que contar en este momento, teniendo presente que para España la posición siempre ha sido muy clara.
Es clara nuestra posición contra la ocupación y sobre la necesidad de garantizar la llegada de bienes y personas desde y hacia la franja de Gaza, siempre lo hemos dicho. Es clara, clarísima, no hay ningún tipo de duda; hemos condenado el ataque a
la flotilla clara y rotundamente, pero hay que saber cómo se pueden conseguir estos objetivos de manera razonable y útil para la población que está allí en unas condiciones muy difíciles.



Creo que de esta manera, presidente, contesto a las cuestiones que se me han planteado, pero estoy dispuesta a hacer cualquier aclaración.



El señor VICEPRESIDENTE: Para un turno de réplica de tres minutos tiene la palabra la señora Fernández Davila.



La señora FERNÁNDEZ DAVILA: En primer lugar, quiero dejar muy claro por parte de nuestro grupo, el Bloque Nacionalista Galego, que apoyamos todos los procesos de todos los pueblos que buscan -como decía el señor De Arístegui- su propio
camino, y entendemos que hay que hacer ese apoyo con el máximo respeto a lo que ellos decidan. Por lo tanto, desde nuestro grupo apoyamos también al Gobierno español, que presta el apoyo correspondiente tanto a Túnez como a Egipto porque son
ejemplos de procesos en los que los pueblos están buscando su propio camino. Cuando manifestamos nuestra crítica a la posición del Estado español lo hacemos concretamente a la intervención en la cuestión de Libia. Señora ministra, lo hacemos entre
otras razones porque la historia nos ha dejado demasiadas experiencias en relación con este tipo de intervenciones sin irnos mucho más allá de la región de la que estamos hablando. Estas intervenciones han servido siempre -y me atrevo a decir
siempre y no la mayoría de las veces- para sustituir un dictador por otro. Podríamos dar muchos ejemplos, como el de la propia Libia, Irak, etcétera. Recordemos que hace muy poco tiempo en la capital del Estado español, se recibía al presidente
sirio con los máximos honores, diciendo además que era la demostración de la apertura democrática del Estado sirio. Bueno, las cosas están en Siria como están. No sé si la comunidad internacional, por la represión que está haciendo el Estado
sirio, también va a intervenir.
Lo que nos preocupa es el objetivo que hay detrás de eso, porque no creemos que ninguna solución bélica vaya a llevar la democracia a ningún Estado. Usted decía que aspira a que todos los pueblos de la zona lleguen
a conseguir esa libertad de Túnez y Egipto y mencionaba a Bahréin, por ejemplo. Usted sabe que tanto Arabia Saudí como Catar utilizaron sus tropas para evitar que la población de ese emirato pudiera hacer lo mismo que la población de Egipto y de
Túnez. En cambio, ustedes se amparan también en la Liga Árabe para decir que en el caso de Libia actúan de manera diferente, lo cual evidentemente nos crea muchísimas suspicacias.



Señora ministra, cuando hablamos de los pueblos que nosotros defendemos parece que no defendemos a otros, no es así. Hablamos de pueblos que están defendiendo su derecho a la libertad y a la democracia y no son capaces de conseguirlo porque
hay otros que no se lo permiten, y la comunidad internacional no está haciendo los deberes como debería. No reclamamos de la comunidad internacional intervenciones bélicas, reclamamos actuaciones como el embargo de armas, la congelación de activos,
el bloqueo comercial, etcétera, algo, por ejemplo, que se hizo con Sudáfrica, que tardó su tiempo pero que tuvo su éxito. Eso se podía hacer con cuestiones como las que hemos comentado de Palestina o el propio Sáhara.



Señora ministra -finalizo, señor presidente-, usted sabe, porque nosotros tenemos la experiencia de haber vivido en un Estado dictatorial y por tanto sabemos lo que es eso, que cuando no se sale masivamente a la calle, no es precisamente
porque haya más libertad, sino precisamente porque la falta de libertad y la represión impiden que el pueblo salga a la calle. Por tanto, no nos quiera convencer de que Marruecos no reprime a su pueblo y de que no habría que tener la misma
actuación, porque yo estoy convencida, ya que la experiencia así lo


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dice y además solo es cuestión de mirar nuestro entorno, que cuando no se sale a la calle viviendo en una situación de dictadura es porque la represión es tan grande que no se tiene la capacidad de hacerlo. No miremos para otro lado en esos
Estados que son dictatoriales, en los que la población vive bajo esas situaciones autoritarias, porque no es que sea igual, es que es peor incluso que en aquellos casos en que salen a la calle y pueden conseguir esa libertad. Tengamos en cuenta eso
y no seamos complacientes, porque creo que a veces lo somos, de hecho -yo ponía hace un momento el ejemplo de Siria-, lo fuimos cuando recibimos con todos los honores al presidente sirio, que ahora decimos que es un gran dictador.



El señor VICEPRESIDENTE: Señor De Arístegui.



El señor DE ARÍSTEGUI SAN ROMÁN: Seré breve. Yo creo que todo está dicho respecto de lo que estamos debatiendo esta tarde, pero habrá que hacer un seguimiento porque estos procesos acaban de empezar y no han terminado.
No lo dijimos en la
primera intervención, pero nos gustaría un comentario de la ministra, que nos hiciera algún análisis sobre los posibles escenarios que se prevén en Libia, si por fin no cayese el régimen de Gadafi por sus propias contradicciones e hiciese implosión
como mucha gente espera que ocurra.



Yo quiero volver a reiterar en esta segunda intervención que el escándalo que produjo la utilización de armas de guerra en la represión contra su pueblo es algo que quedará en la retina de todos. No se puede siquiera comparar la represión
brutal y sanguinaria que se produjo en otros casos, con decenas de muertes -en el caso de Egipto llegaron a 300, en Túnez más de 200- por la policía antidisturbios y algún herido de bala, con la utilización de aviones de caza, de carros de combate,
de artillería autopropulsada, de ametralladoras pesadas, de francotiradores transportados en helicóptero para que dispararan sobre los manifestantes y los asistentes a funerales y entierros. ¿Cómo es posible que no nos demos cuenta que eso requería
una respuesta contundente de la comunidad internacional? En este momento el black out informativo de Siria está haciendo que la única fuente de información que tengamos de lo que está ocurriendo en ese país sean las fotos y los videos de
aficionados con teléfono móvil de la brutal represión. Aparte de que ya existe un precedente; nos olvidamos de Hamad, de cuando el padre del actual presidente persiguió no ya a los hermanos musulmanes, sino que con esa excusa sometió a la mayoría
de la población del país, ese 74 por ciento de suníes; según las fuentes más optimistas hubo entre 15.000 y 30.000 muertos. Francamente creo que no se puede tratar de la misma manera una rebelión y otra, una represión y otra, creo que hay
intensidades distintas en los problemas -como ha dicho la ministra- y obviamente intensidades distintas en la represión. En todo caso, en la medida en que esta cuestión se siga manteniendo dentro del ámbito de la más absoluta y estricta
responsabilidad y sentido de Estado, nosotros seguiremos apoyando al Gobierno; seguiremos intercambiando información con el Gobierno; seguiremos pidiendo que el Gobierno nos mantenga informados a los grupos parlamentarios de esta Cámara. Creo, de
verdad, que no se puede hacer política de partido con estas cosas. Aquí no estamos para ganar un puñado de votos, aunque estemos a escasas dos semanas de unas elecciones. Son cuestiones sobre las que nos podrán reclamar no ya nuestros ciudadanos,
nos van a reclamar los ciudadanos de los países en los que se está produciendo el grito de libertad, como lo hemos llamado aquí. No vamos a jugar con algo tan importante como transiciones a la democracia o las que todavía no han nacido para que
después, cuando por la noche volvamos a nuestra casa, no tengamos que avergonzarnos de lo que hemos dicho o de lo que no hemos dicho.



El señor VICEPRESIDENTE: Señor Pedret.



El señor PEDRET I GRENZNER: Seré breve, señor presidente.



Estoy de acuerdo en más de una cosa pero sobre todo con la primera frase de mi colega Gustavo de Arístegui al decir que está todo dicho; a pesar de ello algo puedo decir en pocos segundos. Estamos aquí todos porque Mohamed Bouazizi dijo
basta. Estamos aquí porque el joven tunecino no resistió más la indignidad, porque el joven tunecino no resistió más la opresión, no resistió más el poder opresor. Se levantó y tomó una decisión terrible: decidió morir él e iluminar el mundo
árabe con las llamas que le envolvieron; decidió hacer un acto supremo de dignidad en unas condiciones dificilísimas y rompió con la desgraciadamente larga tradición de morir matando. El acto de Mohamed Bouazizi, fundador de todo el movimiento en
los países árabes, ha liquidado políticamente, -veremos lo que va a tardar- a todos los que intentan utilizar el terrorismo como arma de combate político. Por eso, señora ministra, señorías, creo que tenemos el deber político ineludible de apoyar,
sin dar ninguna lección, pero apoyar, andar al lado de todos aquellos que están avanzando hacia la democracia y la libertad por las vías pacíficas que están haciendo los árabes en estos momentos. Esto tenía que decirlo, ustedes perdonen, y lo he
dicho.



El señor VICEPRESIDENTE: Señora ministra.



La señora MINISTRA DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Jiménez García-Herrera): Como efectivamente el debate ha sido muy interesante y está agotado, solamente quisiera hacer algún comentario breve.



En primer lugar, aunque ya no está la señora Fernández, sí quiero volverle a reiterar que tiene que diferenciar cuando habla de un país y de otro, tiene que diferenciar analizando exactamente cuál es la situación de un país y de otro.
Cuando se empeña en hablar del


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Sáhara, hay que recordarle que hay no solamente resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sino que el pueblo saharaui, a través del Frente Polisario, y el Gobierno de Marruecos están hablando. Por tanto, dejemos que sigan
hablando. Se va a producir la próxima ronda de negociaciones, la sexta en menos de un año. Dejemos que ellos, que son los protagonistas, sigan hablando. Desde luego, España está teniendo un papel muy activo dentro del grupo de amigos, un papel
constructivo y positivo. Vuelvo a reiterar lo que he dicho anteriormente, la resolución renovando el mandato de la Minurso fue aprobada por unanimidad. Después de lo que estamos viendo, no me diga que la gente no sale a la calle cuando hay mucha
represión. Represión o intentos de represión ha habido prácticamente en todos los países, en algunos con mucha intensidad, como la sigue habiendo ahora, y la gente sale a la calle. Por lo tanto, no me diga que hay países como Marruecos en que la
gente tiene miedo de salir a la calle cuando tenemos miles de personas en la calle casi todos los días.



Respecto de la pregunta del señor De Arístegui sobre cuáles son los escenarios posibles en Libia, es complicado responderle en este momento.
El escenario con el que trabaja la comunidad internacional es que una vez que se ha consolidado la
vigilancia del embargo de armas, el establecimiento de la zona de exclusión aérea, sabemos que la solución no es militar, no puede serlo porque está excluido de manera expresa que haya una fuerza de ocupación extranjera en la resolución 1973. Por
tanto, la solución tiene que ser política, y ahora donde tenemos concentrados todos nuestros esfuerzos es en lograr, a través de la presión política y diplomática, que Gadafi abandone el poder. Para ello estamos dialogando, intensificando la
interlocución con el Consejo Nacional de Transición Libio, viendo la ayuda que le podemos prestar, por supuesto, aumentando la ayuda humanitaria, pero, sobre todo, estamos intensificando los esfuerzos para convencer a Gadafi y a su entorno de que la
única solución posible pasa por que él abandone el poder. ¿Cuál es la segunda fase del proceso? La segunda fase del proceso es que haya un gobierno de transición de unidad nacional que sea lo más inclusivo posible porque hay que evitar la
partición del país, donde no solamente esté el Consejo Nacional de Transición sino donde también estén presentes otros sectores -es una estructura social muy tribal la que hay en este país-, que tendrán que participar para preparar todo el proceso
que pueda conducir a unas elecciones. Ese es el escenario en el que trabaja la comunidad internacional. Es ahí donde estamos ahora intensificando todos nuestros esfuerzos. Es el mensaje que llevamos mañana y los parámetros con los que está
trabajando la comunidad internacional. De hecho, es lo que tenemos en la agenda como punto de debate en este momento. Es ahí donde nosotros queremos aportar nuestra mayor posibilidad y nuestra mayor capacidad y donde los socios van a apreciar más
nuestra participación. El mensaje de que por la vía militar Gadafi ya no puede conseguir nada ha quedado muy claro, y ahora lo que tiene que hacer es abandonar el poder para facilitar que haya un proceso de reconciliación nacional, un nuevo cambio
y un proceso de reforma en el país.



Me van a permitir que ahora que estamos hablando todavía de Libia haga una mención especial al fotoperiodista que está detenido en una prisión militar de Trípoli, Manuel Bravo. Quiero señalar que aunque estamos haciendo gestiones, que
siempre tienen que ser discretas, estamos trabajando intensamente desde el Gobierno para lograr su liberación.
Quería hacer hoy esta mención expresa a la situación que vive y también lanzar un mensaje de confianza a su familia.



No puedo añadir mucho más a lo que señalaba el señor Pedret. Es verdad que ese mensaje de hasta aquí hemos llegado nos tiene que recordar a todos que hay un determinado momento en que los pueblos deciden lanzarse a la calle, y si antes
tenían miedo de hacerlo, ahora los que tienen miedo de que los ciudadanos salgan a la calle son los gobiernos. Esa es la diferencia y es lo que supone un cambio radical en el proceso que estamos viviendo.



Muchas gracias.



El señor VICEPRESIDENTE: Muchas gracias, señora ministra, por su intervención, su información y su comparecencia.



Sin más asuntos que tratar, se levanta la sesión.



Eran las siete y treinta minutos de la tarde.