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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 61, de 23/07/2008
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2008 IX Legislatura Núm. 61

ASUNTOS EXTERIORES

PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ MARÍA BENEGAS HADDAD, VICEPRESIDENTE PRIMERO

Sesión núm. 4 (extraordinaria) Celebrada el miércoles 23 de julio de 2008



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación (Moratinos Cuyaubé), para informar sobre la cumbre Euromediterránea.
(Número de expediente 214/000029.) ... (Página 2)


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Se abre la sesión a las cuatro y treinta minutos de la tarde.



El señor VICEPRESIDENTE (Benegas Haddad): Vamos a dar comienzo a la sesión de la Comisión que tiene, como saben, un único punto del orden del día, que es la comparecencia a petición propia del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación
para informar sobre la cumbre Euromediterránea. Tiene la palabra el señor ministro.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Señorías, para el Gobierno es una gran satisfacción comparecer ante esta Comisión para informar sobre el desarrollo de la cumbre del Mediterráneo celebrada en
París el pasado 13 de julio. El éxito de esta cumbre es también el éxito de los intereses de España al haber supuesto un nuevo impulso a las relaciones euromediterráneas y haber situado de nuevo al Mediterráneo en el centro de la agenda política
europea.
Felicitamos a la presidencia francesa por su esfuerzo en la implicación con una iniciativa que se ha canalizado como una etapa más en el desarrollo y profundización del actual partenariado. El éxito de la cumbre ha proporcionado al
paternariado el impulso político que necesitaba. Esta vinculación entre el proceso de Barcelona y las innovaciones que ahora se introducen queda simbolizada en el nombre finalmente retenido de Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo,
consagrado en la declaración final.



Señorías, creo que todos nos debemos congratular, en primer lugar, por el hecho de que la región esté viviendo una evolución política especialmente positiva, que ha redundado sin duda en el nivel de asistencia de la cumbre de París y en la
atmósfera constructiva allí reinante. Esta evolución positiva viene determinada por el proceso de negociación abierto en Anápolis, los acuerdos de Doha -que han permitido la constitución de un nuevo Gobierno en el Líbano-, la tregua entre Hamás e
Israel, gracias a la mediación egipcia, y las conversaciones indirectas entre Siria e Israel, auspiciadas por Turquía. Ha quedado clara una vez más la relación entre los avances políticos en la región y los avances en las relaciones
euromediterráneas, que se ven fuertemente condicionadas por los avances o los retrocesos del proceso de paz de Oriente Medio.
Esta coyuntura política positiva se tradujo en el encuentro entre los presidentes Sleiman y Assad, que gestaron un acuerdo
para la normalización de relaciones, y el encuentro entre el presidente Abbas y el primer ministro israelí Olmert.



Desde un punto de vista político, la cumbre ha tenido como principal efecto la salida del aislamiento internacional de Siria y su acercamiento a Europa. España ha trabajado intensamente para propiciar este giro en la política siria, que
propicie a su vez su plena participación en el proceso de paz y su mejor inserción en su espacio natural árabe y mediterráneo. Se abre así una fase de acercamiento y, si se confirma la actitud constructiva de Siria en relación con el Líbano, podría
tener como consecuencia la firma del acuerdo de asociación que está bloqueado desde octubre de 2004 y que permitiría así superar el acuerdo de cooperación de 1977, que rige por el momento las relaciones entre la Unión Europea y Siria.



A pesar de estos avances, la declaración conjunta estuvo sujeta a negociaciones hasta el último momento y, como es habitual, debido a las diferencias entre árabes e israelíes relativas a algunos párrafos de la misma. España, a petición de
la Presidencia francesa, se implicó en la búsqueda de un acuerdo, que finalmente se logró. Así, la Liga Árabe gozará del estatuto de invitado permanente, solución de consenso entre la petición árabe de incluirla como observador y la negativa
israelí a tal pretensión. En la mención relativa a las armas de destrucción masiva se llegó a un acuerdo, integrando esta mención dentro del capítulo dedicado a la visión estratégica del Mediterráneo y con un texto extraído de la Declaración de
Barcelona de 1995. Finalmente, la petición de una mención a la Iniciativa Árabe de Paz se resolvió mediante una referencia a la Ministerial Euromed de Lisboa y a la Declaración de Anápolis. El presidente del Gobierno español mantuvo una serie de
encuentros bilaterales de particular relevancia con el primer ministro Olmert, a petición israelí, con el presidente Assad, con el primer ministro turco y con el presidente de Polonia.



En lo tocante al desarrollo de la cumbre, las intervenciones de jefes de Estado y de Gobierno se dividieron en cuatro bloques temáticos: El primero, dedicado al desarrollo económico, la seguridad alimentaria, el agua y la energía; el
segundo, a la protección del medio ambiente, la protección civil y seguridad marítima; el tercero, a la educación, investigación, cultura y la movilidad; y el cuarto, al diálogo político.
En el primero de ellos destacó el apoyo de numerosos jefes
de Estado y de Gobierno, entre otros, los de Alemania, Reino Unido y Dinamarca, a la promoción de las energías renovables, y en concreto a la energía termosolar, en la región euromediterránea. El presidente Rodríguez Zapatero intervino en una
sesión dedicada a educación y cultura, subrayando el papel de la educación como motor de igualdad de oportunidades, especialmente respecto a la incorporación de la mujer, condición inequívoca de progreso de cualquier sociedad. Propugnó una
cooperación euromediterránea para disminuir las todavía altas tasas de analfabetismo, que constituyen sin duda el mayor obstáculo para el desarrollo, y también para promover la calidad de la enseñanza y su adaptación al mercado laboral. Se trata
este de un ámbito prioritario para España en el marco de las relaciones euromediterráneas, donde hemos impulsado el acercamiento de universidades y sistemas educativos mediante iniciativas tales como el Foro Permanente Universitario Euromed, que
trabaja para la consecución de un espacio Euromed de Educación Superior, en donde juega un papel fundamental la Fundación Anna Lindh para el diálogo entre


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culturas, que hemos reforzado recientemente para dotarla de un perfil mayor en un momento en que la dimensión sociocultural de las relaciones euromediterráneas se ha convertido en una prioridad política.



Señorías, la cumbre quiso también ser la ocasión para cristalizar la nueva etapa que se abre en la cooperación euromediterránea, ahora Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, en la que se busca una gestión más paritaria por parte
del sur en la gobernanza del partenariado. Este avance en pro de una gestión más paritaria fue simbolizado mediante la copresidencia franco-egipcia que se ejerció ya durante la propia cumbre y que se extenderá a prácticamente todos los niveles de
la asociación.
Estas modificaciones institucionales y esta mayor apropiación se materializarán también en la creación de un comité conjunto permanente con sede en Bruselas y de un secretariado.



El secretariado viene a colmar la anomalía que suponía que un partenariado de estas dimensiones no tuviese una institución común capaz de impulsar y dar continuidad a los trabajos, a diferencia de otras asociaciones regionales en la que
participa la Unión Europea. El secretariado se centrará básicamente en el seguimiento e identificación de los proyectos y en la búsqueda de fuentes de financiación y tendrá una personalidad jurídica propia con un estatuto autónomo. Su mandato es
de naturaleza técnica, mientras que el mandato político del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo sigue siendo la responsabilidad de los ministros de Asuntos Exteriores y del comité de altos funcionarios. En todo caso, es preciso señalar
que los detalles del mandato del secretariado, su sede, composición y financiación deberán definirse por consenso en la Conferencia de ministros de Asuntos Exteriores, Euromed, que tendrá lugar en Marsella los próximos 3 y 4 de noviembre de 2008.



En relación con la sede, el presidente del Gobierno presentó la candidatura de Barcelona, una ciudad con una gran vocación euromediterránea que en estos trece años de implicación mediterránea ha generado una nada desdeñable red de
complicidades y simpatías. Barcelona acogió la Conferencia de ministros de Asuntos Exteriores que en 1995 lanzó la Asociación Euromediterránea y la cumbre del 10º aniversario en 2005, pero también la V Conferencia de presidentes de parlamentos
euromediterránea, la Conferencia de regiones y ciudades euromediterráneas y una multiplicidad de reuniones de la sociedad civil, desde organizaciones no gubernamentales a organizaciones sindicales. Es, además, sede del Instituto Europeo del
Mediterráneo y presenta unas indudables ventajas logísticas derivadas de su ubicación geográfica y de la calidad de sus infraestructuras. Además, la ciudad cuenta con un amplio respaldo ciudadano a iniciativas de este tipo y con una más que
contrastada experiencia en organización de eventos internacionales que siempre han demostrado la gran capacidad de acogida de la ciudad.



Quiero en este sentido hacer un llamamiento a todos los grupos parlamentarios que de forma unánime aprobaron una proposición no de ley instando al Gobierno a trabajar a favor de la candidatura de Barcelona para el secretariado para respaldar
el impulso al Gobierno de esta propuesta que, de ser aprobada, será el éxito de todos nosotros. También deseo indicar que la próxima semana se desplazarán a Barcelona el embajador en misión especial para asuntos mediterráneos y sus colaboradores
para mantener tanto con el alcalde de Barcelona como con la Generalitat las reuniones de trabajo para fijar la estrategia de común acuerdo para seguir y alcanzar la adjudicación de la candidatura como sede del partenariado euromediterráneo a la
ciudad de Barcelona.



Señorías, la cumbre aprobó una serie de iniciativas de particular relevancia que dinamizarán ciertos aspectos del partenariado: una iniciativa en el ámbito de la descontaminación del Mediterráneo, otra en el ámbito de la creación de las
autopistas del mar y del refuerzo de las infraestructuras de transporte en el Magreb, una iniciativa en el ámbito de la protección civil, una iniciativa en el ámbito de las energías alternativas mediante el lanzamiento de un plan solar mediterráneo,
otra en el ámbito de la enseñanza superior y la investigación mediante la creación de una universidad euromediterránea y, finalmente, el lanzamiento de la iniciativa mediterránea para el desarrollo de empresas.
De los proyectos adoptados, cabría
incidir en dos en particular que son de interés para España: La iniciativa mediterránea de desarrollo empresarial y el Plan Solar Mediterráneo.



La iniciativa mediterránea de desarrollo empresarial es un proyecto conjunto lanzado en su origen por España e Italia para la promoción del desarrollo de la cuenca mediterránea. El objetivo último es el de fomentar la creación de empleo en
los socios mediterráneos, así como contribuir a la estabilidad social, la integración de las economías de las dos riberas del Mediterráneo y facilitar la transferencia de tecnología e innovación a través del apoyo a las pymes, fuentes principales de
creación de empleo en la región y de atracción de inversiones. Se trata de una iniciativa que viene a colmar la falta de acceso de las pymes a las fuentes de asistencia financiera externa para la promoción de la inversión, a pesar de que estas son
actualmente abundantes en los socios del sur. Esta iniciativa operará en cada país participante junto a las entidades locales que trabajan en el área de las pymes y microempresas y ofrecerá un amplio abanico de instrumentos y técnicas adaptadas a
las necesidades locales, que se orientan a la facilitación del acceso de las pymes a la financiación bancaria y al desarrollo de fuentes externas de financiación alternativas y a la participación en el capital social de las empresas. También
incluirá instrumentos para facilitar el acceso a los mercados de capital por parte de las pymes. En cuanto a las microempresas, la agencia apoyará las instituciones de microcrédito proporcionando asistencia técnica, financiación o refinanciación,
así como fomentando el sistema de seguros.



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En relación al Plan Solar Mediterráneo, se trata de un proyecto en el que España tiene mucho interés, aún más si cabe en la actual coyuntura internacional, y que responde al debate en la región mediterránea sobre la necesidad de aumentar el
peso de las energías renovables como fuente de energía. Este debate ha coincidido con el creciente dinamismo de estas energías en el seno de la Unión Europea, impulsadas por la propia Comisión Europea, por algunos gobiernos y por empresas líderes
en el sector, no pocas de las cuales son españolas. En la cumbre, tanto la canciller Merkel como el primer ministro Gordon Brown hicieron una mención expresa al plan y manifestaron su interés y buena disposición hacia el mismo. Este plan
beneficiaría a ambas riberas del Mediterráneo.
Por un lado, los países del norte de África se convertirían en exportadores de un producto industrial procedente además de una fuente de energía inagotable. Además, el montaje de las plantas
termosolares implicaría la creación de una industria de ensamblaje de estas instalaciones con la creación de miles de puestos de trabajo. La industria española, a través de la Asociación española para la promoción de la industria energética
termosolar, que agrupa a las principales empresas del sector de energía solar en España, ha mostrado mucho interés en este proyecto. Sus representantes consideran que las cuantiosas inversiones necesarias podrían llevarse a cabo sin necesidad de
financiación pública, siempre que exista un marco regulador adecuado, con una tarificación que prime el uso de esta energía, como ya sucede en España, y un acuerdo de los gobiernos de la región para aumentar significativamente las interconexiones
por cable, permitiendo así el transporte de electricidad entre los socios mediterráneos. El desarrollo de este proyecto podría ser de particular interés de cara a la Presidencia española en el año 2010 en el marco de una posible iniciativa para la
conclusión de una carta euromediterránea de la energía, que se lanzaría conjuntamente con Argelia. Se abre, pues, una nueva fase en la que jugará un papel muy relevante el sector privado y en la que hemos de esforzarnos juntamente con las empresas
en buscar recursos financieros suplementarios, en particular para proyectos como el de descontaminación del Mediterráneo, que por su envergadura y por la dimensión de la inversión necesitará a buen seguro del respaldo del sector público. Otros
proyectos, como el del Plan Solar Mediterráneo, incorporan un elevado nivel de autofinanciación, que hará menos necesaria la participación de fondos públicos y que, en todo caso, nos llevará a esforzarnos en la transformación de los sistemas
legislativos y administrativos para hacerlos más favorables a este tipo de energías.



Señorías, la mención a los proyectos no debe hacernos olvidar la importancia de las políticas en las que hemos venido trabajando a lo largo de estos últimos trece años. En primer lugar, tiene mucha relevancia el desarrollo de una zona de
libre comercio euromediterránea para las que nos fijamos el horizonte de 2010. A lo largo de estos trece años del proceso de Barcelona, la Unión Europea, a través tanto de contribuciones presupuestarias como de la facilidad euromediterránea de
inversión y partenariado, ha sido capital en la incentivación de las reformas de las políticas económicas, fiscales y financieras de los países de la región mediterránea, con unas cifras macroeconómicas que avalan tales avances. Además, estos
esfuerzos han venido acompañados de un contexto cambiante, ya que nuestros socios mediterráneos atraen en la actualidad más inversión directa extranjera que economías emergentes como la India, el Mercosur o el sur de África. Solo China atrae más
inversión extranjera. Resulta paradójico el hecho de que, a pesar de que ha sido la Unión Europea la que ha creado estas condiciones favorables mediante la promoción de las necesarias reformas económicas y de las políticas del entorno, son empresas
de otras partes del mundo las que se están beneficiando e invirtiendo en la región. A pesar de que somos todavía líderes en la región, los países del Golfo y las economías emergentes como la china o la brasileña están aprovechando la coyuntura
mejor de lo que lo hacemos nosotros. Hemos de trabajar, por tanto, para reforzar nuestra presencia económica en la región recogiendo los frutos de lo que empezamos a sembrar hace quince años.



En segundo lugar, en el ámbito agrícola hemos de comenzar a trabajar para dar una respuesta a la creciente preocupación por la crisis alimentaria, que se ha reflejado con particular dureza en la región. Deberíamos estudiar fórmulas para que
nuestro partenariado dé una respuesta urgente a las necesidades de las ciudadanías de la ribera sur.



Finalmente, dentro del ámbito de las políticas no podemos dejar de hacer una mención al cuarto capítulo del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, el relativo a la migración, integración social, justicia y seguridad. Se trata de
un capítulo novedoso que incluimos por iniciativa española a raíz de la Cumbre de Barcelona de 2005 y en el que desarrollamos instrumentos como el Código Euromed de lucha contra el terrorismo, un instrumento de incuestionable valía al ser el primer
documento en materia de terrorismo consensuado entre la Unión Europea y nuestros socios mediterráneos, incluido Israel. Este documento fija un firme compromiso en la lucha contra el terrorismo y traduce un consenso mínimo comúnmente compartido,
fija unas líneas de actuación y condena al terrorismo sin paliativos, desvinculándolo de cualquier religión, país o cultura. Hemos de continuar trabajando en el desarrollo de instrumentos que lo hagan operativo y lo desarrollen en todo su
potencial.



Debo hacer también una mención a la primera reunión ministerial Euromed sobre migraciones, que tuvo lugar bajo presidencia portuguesa los pasados 18 y 19 de noviembre de 2007 y que supuso el primer desarrollo concreto dentro de este cuarto
capítulo. La reunión del Algarve supuso un serio intento de reforzar la gestión conjunta de los flujos migratorios de una manera integrada y equilibrada en beneficio mutuo de las sociedades


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del Mediterráneo y supuso también un avance en la cooperación más profunda en el ámbito de las migraciones legales y de la migración y el desarrollo, en línea con la Conferencia de Rabat de julio de 2006 y de la Conferencia de Trípoli de
noviembre de ese mismo año.



Señorías, España, de cara a su Presidencia de la Unión Europea de 2010, piensa incidir en tres cuestiones principales en el ámbito euromediterráneo, tal y como lo recordó el presidente del Gobierno en su discurso el pasado 17 de junio sobre
política exterior: en primer lugar, en la energía y en la seguridad energética, para lo que trabajaremos con Argelia en el desarrollo de una carta euromediterránea en materia de energía; en segundo lugar, en el ámbito de la seguridad alimentaria,
para lo que pensamos trabajar con Egipto, y finalmente en el ámbito educativo y de investigación y desarrollo, para lo que pensamos trabajar estrechamente con Marruecos.



Como balance de la cumbre, no puedo menos que trasladarles mi valoración muy positiva. Hemos logrado dar al conjunto de las relaciones euromediterráneas un impulso al más alto nivel y en los dos próximos años, antes de la próxima cumbre,
que trabajaremos para que se celebre en 2010 bajo Presidencia española, tenemos que poner en marcha los mecanismos e iniciativas acordados en París. Desde la gestación de la idea del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, España ha
estado insistiendo en la necesidad de involucrar al conjunto de socios comunitarios, uno de los principales elementos del acervo de Barcelona.
Hemos logrado que esta iniciativa se plantee como un desarrollo del proceso de Barcelona y no como una
iniciativa paralela al margen de los instrumentos comunitarios o del sistema de las relaciones euromediterráneas. La declaración política adoptada en París contiene innumerables referencias a la Declaración de Barcelona de 1995 -en concreto 37
menciones específicas-, que sigue plenamente vigente tanto en su espíritu como en su contenido material y que han sido determinantes como referente para redactar la declaración que adoptamos la semana pasada. Hemos logrado para ello el apoyo de
nuestros socios del sur y el sistema de copresidencias, y la ya operativa copresidencia egipcia legitima e impulsa esta nueva fase del proceso de Barcelona. Ahora bien, la justificación última de esta nueva fase resultará de la obtención de
resultados concretos y tangibles que redunden en una mejora del nivel de vida de nuestras sociedades euromediterráneas. Para ello serán instrumentales tanto la profundización en las políticas emprendidas hasta la fecha en los cuatro capítulos del
proceso de Barcelona como el desarrollo de los proyectos adoptados en esta cumbre.



Finalmente, se abre una fase de trabajo muy intensa con el horizonte de la próxima Conferencia ministerial Euromed de Asuntos Exteriores, que se celebrará en Marsella los próximos 3 y 4 de noviembre bajo Presidencia francesa y que se
encargará, entre otras cosas, de dirimir la sede de la futura secretaría del proceso, su contenido y su financiación. España ha apostado por la ciudad de Barcelona para albergar la sede de tal secretaría; una capital europea que goza de una
legitimidad histórica y geográfica indudable como referente en el Mediterráneo, para lo que trabajaremos de cara a la Conferencia ministerial de Marsella.



Gracias por su atención.



El señor VICEPRESIDENTE: Abrimos el turno de los grupos parlamentarios.
Las intervenciones serán de menor a mayor. Parece que no hay ningún representante del Grupo Parlamentario Mixto. Por lo tanto, tiene la palabra el señor Llamazares
en representación del Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds.



El señor LLAMAZARES TRIGO: En primer lugar, quiero agradecer la comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores sobre un tema en el que no haremos retórica pero en el que consideramos que hay que adoptar una actitud de moderada
satisfacción y de alivio en relación con las previsiones iniciales.



En nuestra opinión, se ha logrado rectificar la posición inicial francesa y se ha logrado rentabilizar en cierta medida la cumbre como una cumbre euromediterránea, no solamente una cumbre francesa. Porque las intervenciones previas del
presidente Sarkozy iban en el sentido de un famoso título de un libro de neurociencia que se llama Mano-cerebro. El cerebro era Francia y la mano -de obra, en este caso- era la otra orilla del Mediterráneo. También había el peligro evidente de una
relación intergubernamental francesa en vez de una relación europea y, por otra parte, el peligro -no sé si se ha conjurado definitivamente, se lo pregunto al señor ministro- de un excesivo economicismo en cuanto al contenido de la agenda. Es
cierto que esta iniciativa nos cogía con el pie cambiado. Trece años después de la Declaración de Barcelona hay que reconocer que los resultados eran todavía escasos. Desde entonces han surgido dos acontecimientos fundamentales que han parado esa
dinámica euromediterránea: el ascenso del terrorismo y las guerras -la de Irak en particular-, que frenaron el diálogo entre las dos riberas e introdujeron elementos de desconfianza, y por otra parte, el incremento de la respuesta de filtración a
los flujos migratorios por parte de la Unión Europea, que en muchas ocasiones da la impresión de estar más cómoda encerrada en su fortaleza que abierta hacia otras áreas regionales, en este caso hacia el Mediterráneo. Sin embargo, a lo largo de
este periodo se han podido concertar acuerdos de asociación con la mayor parte de los países de la ribera sur, pero es necesario reconocer que estamos muy lejos todavía de la construcción de una zona euromediterránea de prosperidad compartida y
libre cambio, como eran los objetivos de Barcelona. Persisten desequilibrios de todo tipo y se agrava una fractura que no es solamente en relación con la paz, sino una fractura económica y social entre el norte y el sur. Hay que destacar


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un elemento que ha comentado también el señor ministro, que mientras así funcionaban las cosas se ve cada vez más una presencia china en la zona, en primer lugar, ya casi mayoritaria en el África subsahariana -al menos el 50 por ciento-, y
cada vez más evidente en el norte de África. A todo hay que sumar la crisis alimentaria, a la cual también se ha referido el señor ministro. Además, nos da la impresión de que muchos países de la ribera sur siguen desconfiando del proceso de
Barcelona y de la cumbre Euromediterránea, porque siguen teniendo la impresión de que están escorados en exceso en clave de las prioridades del norte frente a las prioridades del sur. En todo caso, es una buena noticia que hayan asistido cuarenta
Estados, que la Liga Árabe y la Organización de Estados Africanos hayan estado representados al máximo nivel y que haya habido una participación bastante más amplia que en otras ocasiones. Por tanto, nadie discute que, por una parte, el proceso de
Barcelona estaba ralentizado y, al mismo tiempo, que con la rectificación que se ha producido en las últimas fechas pueda servir para un relanzamiento y un nuevo impulso político en la unión mediterránea.



Nos gustaría que el señor ministro nos explicara si se ha disipado el riesgo de solapamiento y duplicidad de esfuerzos entre la Unión por el Mediterráneo y el proceso de Barcelona. Sabemos que los dos nombres se han unificado pero no
tenemos todavía constancia de que se haya evitado ese solapamiento y esas dos líneas de trabajo que se han visto a lo largo de los últimos años y, en particular, en la convocatoria de la cumbre. En ese sentido, ¿se ha evitado el presunto intento
francés de crear un espacio geopolítico en la zona únicamente de carácter intergubernamental? Es otra pregunta que queremos hacerle al ministro. También nos gustaría saber si dentro de esas iniciativas francesas se han despejado las dudas y las
desconfianzas de Turquía, que inicialmente entendió esta cumbre como un intento de darle gato por liebre, es decir, darle un placebo frente a la resistencia a la integración de Turquía en la Unión Europea, sobre todo teniendo en cuenta la actitud
que mantenía la Unión Europea respecto a Serbia. También, nos gustaría conocer si el intento de centrar la cooperación en estos objetivos concretos -a pesar de que se ha producido un avance, en nuestra opinión, al menos desde el punto de vista de
la imagen y los contactos en relación con los procesos de paz, es decir, si junto a estos elementos concretos de cooperación económica se introducen otros que nos preocupan de manera especial, como el proceso de paz, los procesos políticos o las
migraciones y la cultura. En todo caso, nos da la impresión de que si todavía hay algo débil en esta última cumbre -lo que podríamos denominar el talón de Aquiles- es no solamente su fragilidad política sino su fragilidad financiera. Se ha
descartado la pretensión francesa de hacer pagar la factura a la Unión Europea sin que se vislumbre una alternativa. Por eso le pregunto también si la Unión Europea tiene previsto aportar fondos a esta nueva institución, más allá de lo previsto en
el programa MEDA y en los presupuestos ya aprobados para la política mediterránea hasta 2013. La siguiente pregunta tiene que ver con lo que también echamos en falta. Ha dicho que estaban muy centrados en aspectos económicos, y a nosotros nos
gustaría hablar -lo ha mencionado el ministro- de aspectos que tengan que ver con la política alimentaria, en estos momentos en crisis en el marco internacional y en esa área concreta. Por otro lado, en relación con los flujos migratorios, hay que
despejar las incertidumbres y los malentendidos o bienentendidos en esta materia que se han producido por parte de los países implicados, y los mecanismos de integración de cinco millones de ciudadanos marroquíes, turcos y argelinos afincados en
Europa.



Señor ministro, el aspecto que nos parece más interesante de la reunión ha sido el que tiene que ver con la paz en el Próximo Oriente, que es, como diría Mahmud Abbas, la base de la paz en el mundo. Por eso es alentador que la cumbre de
París haya reunido a dirigentes hasta hoy enfrentados.
Cabe lamentar, sin embargo, que la declaración final se limite a repetir declaraciones anteriores y la referencia al proceso de Anápolis, iniciado por Estados Unidos el pasado año. La cumbre
ha proclamado alguna declaración de buenas intenciones, como el llamamiento a Oriente Medio libre de armas de destrucción masiva, nuclear, química, biológica, a sabiendas de que la posesión de la bomba atómica por parte de Israel es, por otra parte,
una cierta paradoja. Preocupan, en todo caso, ausencias importantes como ha sido la del presidente libio Gaddafi, y, en particular, del rey de Marruecos Mohamed VI. A este propósito, y con el evidente objetivo de una mayor integración con el
Magreb, conociendo la dependencia del Magreb del futuro del Sáhara Occidental, quiero preguntar al ministro qué medidas piensa adoptar el Gobierno en relación con el Sáhara, sobre todo teniendo en cuenta las últimas reuniones de negociación
fracasadas, porque estamos convencidos de que la solución a la cuestión saharaui, al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, tiene mucho que ver con el futuro del Magreb unido y también con la alianza o la relación euromediterránea.



Respecto a la cuestión palestina, yo quisiera plantear al ministro si hay una reflexión por parte europea para no cometer los mismos errores que hemos cometido recientemente. Es decir, si por parte de la Unión Europea hay alguna reflexión
sobre los interlocutores. ¿Va ser la misma la posición europea con respecto a Hizbulá? ¿Eso nos permite avanzar en un proceso de paz entre Palestina e Israel? ¿Se mantiene la posición europea de una relación privilegiada con Israel, en nuestra
opinión desequilibrada en relación con el resto de los interlocutores en Oriente Medio? Hay una serie de preguntas que a nosotros nos gustaría que nos respondiese el ministro de Asuntos Exteriores porque tienen mucho que ver con la evolución
positiva de lo que ha ocurrido en la cumbre, pero también con la posibilidad de que en el periodo de Gobierno español, de responsabilidad española en la Unión, se haya producido ya un acuerdo, o bien la participación


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que pueda tener España en la culminación de ese acuerdo sobre el futuro de Palestina.



Quiero terminar apoyando la sede en Barcelona, como han hecho todos los grupos parlamentarios en esta Cámara, y por tanto es una cuestión que nos parece evidente, y al mismo tiempo deseando que la cumbre no sea de nuevo flor de un día y nos
encontremos con un debilitamiento posterior, sino que, como escribiría el arabista Bichara Khader, necesitamos que además de todo esto haya una utopía constructiva en el Mediterráneo, que nosotros echamos en falta en los últimos tiempos.



El señor VICEPRESIDENTE: Tiene ahora la palabra el señor Xuclà en representación de Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió).



El señor XUCLÀ I COSTA: Muchas gracias, señor ministro, por su comparecencia para informar a esta Comisión de Asuntos Exteriores sobre la cumbre de París del día 13 de mayo y por trasladar las reflexiones oportunas y también las
contribuciones que se puedan realizar en este debate de carácter parlamentario.



Se puede sostener y afirmar de forma ponderada que se ha hecho bastante en poco tiempo y que se debería hacer bastante en poco tiempo en el futuro para retomar y relanzar el proceso euromediterráneo. Digo que se ha hecho bastante en poco
tiempo porque quiero recordar que el día 6 de mayo del año 2007 el presidente electo de Francia, el presidente Sarkozy, en su discurso de la noche electoral lanzó la idea de la unión por el Mediterráneo como una opción de política ambiciosa pero
desencuadrada del proceso euromediterráneo que tuvo un punto muy relevante en el nacimiento del proceso de Barcelona en el año 1995. Es bueno recordar al inicio de la intervención que desde aquel discurso del 6 de mayo de 2007 hasta hoy se ha hecho
mucho para reconducir la situación y para engarzar la propuesta francesa con un proceso ya iniciado, que es el proceso de la Unión Europea.



Tuvimos ocasión de discutir y de contrastar en otra comparecencia anterior, en el mes de mayo, los protagonismos compartidos en el relanzamiento de este proceso y su encuadramientodentro de la política de la Unión Europea. Hablamos en aquel
momento del papel de la diplomacia española y de la diplomacia alemana. Esto ya es pasado, y lo importante en estos momentos es constatar que la reunión de París fue razonablemente bien y, para ser sinceros con nosotros mismos, elevó notablemente
el nivel y el rango de representación institucional de los Estados que participaron respecto a la cumbre convocada en Barcelona en el año 2005 para celebrar los diez años del proceso de Barcelona. Este es un dato sobre el que no podemos hacer más
que felicitarnos. Debemos felicitarnos también de la ampliación del número de Estados miembros de este Proceso de Barcelona: Unión para el Mediterráneo, 37 Estados miembros más Estados observadores y -me permito trasladar una consideración al
ministro- más la importancia que en el futuro aquellos Estados balcánicos que aún no son miembros del proceso se incorporen directa y plenamente en el proceso euromediterráneo. Es evidente que en los próximos años la integración de los Balcanes en
estructuras a través del avance de la firma de acuerdos de asociación y estabilización con la Unión Europea formará parte del reto de la política europea y también euromediterránea del futuro más inmediato.



De la cumbre de París sale seguramente una agenda no fijada en los tres grandes objetivos de Barcelona, que eran objetivos de amplia ambición -después haré referencia a ellos y un breve repaso a los mismos-, sino que de la cunbre de París
sale una hoja de ruta de trabajo por objetivos muy concretos- el señor ministro ha hecho referencia a algunos de ellos como protección civil, autopistas del mar, energías alternativas, enseñanza superior, universidad euromediterránea, desarrollo
empresarial.
Es bueno que este relanzamiento del proceso euromediterráneo tenga una reforzada dimensión económica, al revés de la percepción de quien me ha precedido en el uso de la palabra. Es importante que el proceso de integración
euromediterránea también tenga una dimensión económica importante, porque en parte las empresas, como muy bien apuntaba el señor ministro, están por delante de algunos impulsos políticos, y sería conveniente que la iniciativa empresarial y el
impulso institucional y político fueran más acompañados. Esta mañana el señor ministro participaba en un foro de debate universitario y compartía mesa y reflexiones con el presidente de Repsol, quien anunciaba la creación de un club de diálogo de
empresarios franceses y españoles con la vocación de invertir y de desarrollar políticas empresariales en la ribera sur del Mediterráneo. Estas medidas ayudarán a dar satisfacción al que era el primero de los grandes objetivos que se fijó el
proceso de Barcelona en el año 1995 para el año 2010, un espacio de integración económica. Es evidente que estamos a mediados del año 2008 y que no se podrá cumplir con este espacio de integración económico. Esta es una buena opción del trabajo
por objetivos. Un segundo gran objetivo que se fijó en su momento -estoy hablando del año 1995- fue una fuerte construcción de una sociedad civil euromediterránea. En ese sentido hay lagunas y aportaciones muy importantes. Ha habido un
replanteamiento de la Fundación Anna Lindh, a la que un español, en concreto catalán, Andreu Claret, puede hacer una buena contribución.



Me gustaría detenerme un momento en un punto concreto en el que se podrían mejorar mucho las cosas. Hablo de la colaboración universitaria. Usted ha hecho referencia al empeño renovado en la Agenda de París en el ámbito universitario. Sin
quererles aburrir, el nivel, el grado y la cantidad de convenios, la calidad de la colaboración, la transferencia de conocimiento científico entre universidades de la ribera norte y de la ribera sur del Mediterráneo es claramente mejorable. A la
vez que la cooperación en el ámbito universitario se tiene que


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afrontar la educación de base, la educación que permita superar el alto grado de analfabetismo que aún se produce en algunas zonas del espacio euromediterráneo. Hace ya trece años nos fijamos otro objetivo, el de reforzar la
institucionalidad, que tiene expresiones positivas como la Asamblea Euromediterránea y que tiene un nuevo reto como el secretariado permanente, al cual haré referencia. Desde el principio que le gusta recordar al ministro de que es más importante
la influencia que el poder, la capacidad de influir, es importante que los 37 actores implicados, entre los cuales está España, intentan dialogar, cooperar e influir para mejorar dos aspectos: reforzar la institucionalidad de algunos de estos
países-no es necesario señalar riberas norte o sur-, así como reforzar la seguridad jurídica de los mismos, entre otras cosas para superar lo que de forma prudente y elegante usted ha calificado como una paradoja y que de forma menos elegante
podríamos catalogar como unas malas cartas en la jugada del desarrollo económico que es el hecho de que el proceso euromediterráneo crea las condiciones para la inversión en la ribera sur, y en estos momentos otros países con importante penetración
como China en África y Brasil en la zona del Magreb se están aprovechando de estas condiciones.



De la Agenda de París me gustaría detenerme un momento en la opción de las energías alternativas. Compartiendo los objetivos ya anunciados en el Parlamento español de impulsar y de incorporar el debate energético entre las prioridades de la
Presidencia española el primer semestre de 2010, es evidente que en un momento como el actual una de las oportunidades que nos da el Tratado de Lisboa, incluso a las puertas de la eventual aprobación del mismo, es la apuesta decidida que se ve
formulada en estos momentos por la construcción de una verdadera Europa energética. En estos momentos no existe una Europa energética. Existe una importante dimensión económica, una importante dimensión monetaria, el éxito del euro, una realidad
en el ámbito de la cooperación, de la seguridad y de la defensa, pero no existe esta Europa energética. Y en el debate energético mundial que tenemos en este momento es urgente ya la construcción de esta Europa energética. No voy a abrir ahora el
debate con cuáles energías; en todo caso -y esto es doctrina consolidada de la Unión Europea- con un peso creciente de las energías alternativas. Solo a partir de de una fuerte construcción de la Europa energética podremos construir un espacio
euromediterráneo energético y de energías alternativas, teniendo muy en cuenta la importancia geoestratégica de la construcción de este espacio, la partida que en estos momentos se está jugando en la ribera sur del Mediterráneo en al ámbito
energético y las pretensiones por parte de distintos actores del continente europeo o euroasiático. No es necesario ser más preciso al respecto.



El señor ministro ha empezado con una referencia muy concreta a aspectos que hacen que el proceso euromediterráneo pueda tomar una buena velocidad de crucero o pueda quedar en mala situación. De la misma forma que en el presente y en el
futuro tenemos que hablar de la construcción del espacio euromediterráneo a partir del trabajo por objetivos, también es evidente que no es lo mismo que Siria se reincorpore al proceso y no es lo mismo que haya en Oriente Próximo un proceso de paz
consolidado o no. Una de las condiciones del diálogo nacido de Anápolis es la discreción y la reserva. Nos pueden llegar indicios pero, como decía el clásico, este proceso requiere de poco ruido, con lo cual no le voy a requerir información
respecto a un proceso que se está desarrollando y del que tenemos información de que se está avanzando y que tiene puntos delicados como Jerusalén-Este, y el retorno de los refugiados, pero que en todo caso parece que se está acercando a los niveles
posibles en Camp David.



Señor presidente, termino haciendo una referencia al secretariado permanente. Lo más importante es su creación. Lo más importante es que este secretariado tenga un estatus propio, una personalidad propia y una estructura propia. En un
acto de inmodestia razonable, entenderán que recuerde que Convergència i Unió presentó una proposición no de ley votada por todos los grupos parlamentarios para la candidatura de Barcelona. En aquellos momentos se nos pidió gran cautela antes de
hacer pública esta opción, pero en estos momentos ya es pública porque se ha formalizado la candidatura. Por si es necesario, reiteramos el apoyo de Convergència i Unió a la opción de Barcelona, que es la opción de la candidatura española y
deseamos que el 3 y el 4 de noviembre, precisamente en Marsella, Barcelona tenga grandes éxitos. Sepa que cuenta con el apoyo de este grupo y de la Generalitat en su conjunto, lo que quiere decir del Gobierno pero también del Parlamento y de los
distintos grupos parlamentarios, incluso cuenta con una estructura física para acoger inmediatamente la secretaría. Les hago una petición final, señor ministro: el nombre de la cosa. No es una cuestión de Barcelona ni una cuestión catalana, pero
es muy importante que se mantenga la referencia al proceso de Barcelona, porque la hoja de ruta del proceso de Barcelona tiene un buen expediente y porque hemos podido leer y hemos tenido información en estas últimas semanas de la posibilidad de que
al final la expresión proceso de Barcelona forme parte de las negociaciones de futuro de cara a la cumbre del mes de noviembre. No es una reivindicación de Barcelona, no es una reivindicación a la catalana. Es una reivindicación del buen trabajo
que en el año 1995 impulsó Felipe González con el apoyo en aquel momento también del Gobierno de la Generalitat presidido por Jordi Pujol.



El señor VICEPRESIDENTE: Es evidente que debemos agradecer al ministro que se haya mantenido la denominación inicial de proceso de Barcelona porque ha dado una gran batalla por ello. Perdonen por este comentario.



Tiene la palabra el representante del Grupo Parlamentario Popular, señor Ricomá.



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El señor RICOMÁ DE CASTELLARNAU: En primer lugar, quisiera agradecer al señor ministro su presencia aquí, ciertamente con celeridad. Han pasado hasta hoy diez días justos desde la celebración de la cumbre, y nos parece un margen de tiempo
aceptable para que el Gobierno venga a dar cuentas de su papel en el desarrollo de la misma y de su visión en cuanto al resultado final.



Quisiera empezar mi intervención con las palabras con las que el señor ministro ha valorado, de entrada, el resultado final de la cumbre Euromediterránea de París; una cumbre que ha definido como exitosa y positiva. En este sentido el
Grupo Parlamentario Popular no tiene más adjetivos que añadir que sonaran diferentes a estos. Al haberse celebrado en París encaja perfectamente definirla con la palabra chapeau. Chapeau para la diplomacia francesa; chapeau para el presidente
Nicolas Sarkozy.
Sinceramente pienso que ha dado un claro ejemplo de lo que es ejercer el liderazgo internacional; ha dado un claro ejemplo de lo que es la capacidad de seducir y, por tanto, de incidir en el ámbito de las organizaciones
multilaterales y, como consecuencia de todo ello, ha contribuido a posicionar mejor a su país. Estoy de acuerdo con los comentarios que se han hecho sobre que las pretensiones iniciales del presidente francés se han ido diluyendo, han ido bajando
en su nivel y al final se ha llegado a una fórmula que para nosotros también es la más correcta con una Unión para el Mediterráneo en la que estén integrados todos los países de la Unión Europea y en la que quede constancia de un trabajo que se
viene desarrollando desde hace muchos años. Por tanto, vaya de entrada nuestra felicitación a la diplomacia francesa y al presidente Sarkozy. Lo que ha conseguido, señor ministro, no es fácil, y usted y su Gobierno lo saben bien porque en
ocasiones antecedentes no lo consiguieron. Por tanto, me da la impresión de que con ello pueden llegar a coincidir conmigo en que el éxito en cuanto al trabajo de la diplomacia francesa es meritorio. No es fácil -porque ustedes lo intentaron y no
lo consiguieron- reunir en torno a la mesa que representa el gran proyecto euromediterráneo a 43 líderes de máximo nivel de toda la Unión Europea y de los países ribereños. No es fácil -y su Gobierno lo sabe bien porque lo intentó y no lo
consiguió- tener el plácet a la iniciativa y contar con la presencia física de los máximos representantes de los países árabes, a excepción de Libia -Gadaffi no estuvo tampoco en el proceso de Barcelona en 1995- y con la ausencia del monarca alauí
Mohamed VI, sustituido por su hermano. No es fácil -porque ustedes también lo intentaron- sentar en una mesa a Bachar al Assad y a Ehud Olmert, dado que hacía sesenta años que Siria e Israel no compartían foros de debate; y coincido con usted en
el sentido de lo que ha supuesto a nivel de romper el aislamiento de Siria. No son fáciles -porque ustedes lo intentaron y no lo consiguieron- acercamientos diplomáticos entre Siria y Líbano que, sin ningún tipo de dudas, son un buen primer paso
para conseguir romper esas barreras que se producen entre estos países, que muchas veces dan la sensación de ser irreversibles. De la misma manera que no es fácil -y usted lo sabe bien porque en esto sí que ha intervenido mucho- propiciar
conversaciones bilaterales entre israelíes y palestinos y obtener declaraciones como las que tuvimos la oportunidad de escuchar al finalizar la cumbre, que son realmente esperanzadoras, tanto por parte de Mahmud Abbas como por parte de Olmert. Todo
ello es meritorio; y lo es si además tenemos en cuenta que, de hecho, el presidente francés hace un año que ocupa el cargo y, por tanto, su travesía en los mares de la alta diplomacia internacional tiene un recorrido realmente breve. Con ello, no
tengo ningún reparo en afirmar que desde el Grupo Parlamentario Popular sentimos satisfacción y también sana envidia de lo que ha sucedido en París. Sana, incuestionablemente, porque el objetivo final es siempre lo importante; el objetivo final es
siempre el que debe prevalecer y el que debe motivar a movernos con convicción en dirección de todo aquello que nos permita acercarnos a él.
Y estamos convencidos de que la cumbre euromediterránea de París, esa Unión por el Mediterráneo, alberga
serias esperanzas de futuro sobre la creación de este espacio de diálogo, de encuentro, de colaboración entre la Unión Europea y las dos riberas del Mediterráneo. Nos parece que va un poco más allá de las declaraciones de buena voluntad que
normalmente lo acompañan, muchas veces expresadas de forma tópica, cuando hablamos de la necesidad de establecer unos puentes sólidos, firmes, de comunicación entre esos dos espacios, esas dos orillas que tantas y tantas diferencias abismales con
consecuencias tan preocupantes generan en el contexto internacional. Creemos que se ha ido más allá porque ha existido una definición de proyectos, ciertamente todavía acompañados de ambigüedad, sin que se haya entrado en detalle, pero al menos se
han trazado unas líneas de trabajo, se han trazado unos puntos de referencia sobre los que ir avanzando; de la misma manera que se ha podido dibujar una estructura, esta Presidencia compartida, este comité permanente con sede en Bruselas, así como
esta secretaría a la que más tarde me referiré por el interés que obviamente representa para nuestro país que se tenga presentada candidatura a favor de la ciudad de Barcelona, de la misma manera que la garantía en cuanto al compromiso de los
líderes de todos los países a rendir cuentas de este proyecto en cumbres que se van a celebrar de forma bianual.



No es menos cierto que nada de ello será posible si no se consigue avanzar en el mayor de los objetivos, y este no es otro que la consecución de la paz en Oriente Medio y la solución de los conflictos regionales muy concentrados en esa zona
y que evidentemente salpican todo el panorama internacional. Esta cumbre dio pasos importantes en este sentido, pasos que fueron más allá y que también son compatibles con la última referencia que tenemos en este sentido, que es la cumbre de
Anápolis.
Creemos que fue una cumbre que llenó y cumplimentó las expectativas que en el poco tiempo en


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el que se gestó llegó a alcanzar. Ese es el apartado por el que nosotros estamos muy satisfechos y por eso le he dicho que sentíamos sana envidia, pero evidentemente no voy a dejar de decirle por qué he utilizado la palabra envidia, y no es
otra cosa porque pensamos que España podía y debía haber desarrollado en la región un papel más relevante.



Con sinceridad, señor ministro, en la cumbre euromideterránea de París, España debía haber figurado en los títulos con mayúsculas que corresponden a los protagonistas, y, sin embargo, pienso que al final hemos acabado como meros actores de
reparto por el hecho de ser un país miembro de la Unión Europea. Lo teníamos todo a favor, diseñamos la necesidad de la política euromediterránea en los inicios de los años noventa con nuestra actividad diplomática en aquel momento; diseñamos el
argumento de las relaciones euromediterráneas; hicimos la puesta en escena con la Conferencia que se celebró en Barcelona en el año 1995; le llegamos a poner título y salíamos en él, el proceso de Barcelona, y aquí estaría bien que se mantuviera
la lucha para al menos esa referencia a lo que fue, si no el origen, uno de los puntos de partida más importantes en lo que hace referencia a este proceso; y tuvimos hasta su última representación, que fue precisamente la cumbre euromediterránea,
también celebrada en Barcelona, concretamente a finales de noviembre de 2005.
Diseñamos argumento, puesta en escena, título y última representación, y el resultado final creo que no responde a los méritos que España había desarrollado en el
conjunto de esta iniciativa. Me va a permitir que le señale que precisamente fue en Barcelona 2005, ya con el presidente Zapatero al frente del Gobierno, cuando nos empezamos a dar cuenta de que el brillo de nuestro liderazgo y de nuestra
iniciativa en estas cuestiones se iba atenuando, se iba apagando hasta que nos hemos quedado en una situación algo plana y algo mate. No voy a comparar las dos últimas cumbres Barcelona 2005 y París 2008 (Varios señores diputados: Mejor que no
compare.); no lo voy a hacer, no voy a comparar el número de asistentes, no voy a comparar el nivel que tuvo, no voy a comparar el perfil de los representantes árabes, no voy a comparar el calado de los documentos aprobados, ni voy a comparar
tampoco las intervenciones precipitadas y desesperadas en la búsqueda de algún tipo de documento a aprobar de la forma que sea. (Rumores.) No lo voy a hacer. Ni tampoco voy a recordar los comentarios sobre la valoración final del resultado de la
cumbre por parte del Gobierno -en aquel momento no lo hizo el ministro, lo hizo el secretario de Estado-, no voy a valorar los comentarios que se hicieron en aquel momento sobre la cumbre porque si los pusiéramos ahora de actualidad seguramente esa
expresión grandilocuente y ese hiperoptimismo con el que dibujó el resultado final haría que nos sonrojáramos. No lo voy a hacer. Entiendo que sería demasiado fácil, tampoco descubriría nada y, lo que es más importante para nosotros, tampoco
aportaría nada de cara al futuro porque obviamente desde el Grupo Parlamentario Popular lo que nos interesa es mirar hacia el futuro, aprender de los errores, ser consciente de que las cosas se pueden hacer mejor para rectificarlas y, a partir de
ahí, conseguir que nuestra posición sea más incisiva, tenga mayor protagonismo y todo lo que ello comporta.



En todo caso lo que sí haré es citar las mismas palabras del presidente francés que, preguntado sobre el qué y el porqué de la cumbre de París, respondió muy escuetamente pero a la vez muy claramente. Dijo que alguien tenía que correr el
riesgo para conseguir poner en marcha el círculo virtuoso, diciendo claramente que el proceso estaba muerto -no voy a ser tan radical-, que estaba en caída, que se tenía que revitalizar y que necesitaba a alguien que le diera esa vuelta a la tuerca
para volver a ponerlo en dinámica y orientado hacia una dirección positiva.



Como decía anteriormente, hay que mirar hacia delante, y lo hecho, hecho está. Entiendo que al final lo que se ha hecho ha sido para bien, desde el momento en que estamos más cerca de articular ese espacio de encuentro, estamos más cerca de
fomentar diálogos perdidos -Siria-Líbano es un buen ejemplo-, estamos más cerca de ver al menos una luz que sea solvente de solución en el conflicto árabe-israelí, estamos más cerca de que se retomen relaciones diplomáticas importantes, estamos más
cerca, en definitiva, de reducir desigualdades.



El protagonismo perdido -insisto en que es una valoración que hemos de hacer, consecuencia de la evolución de la política euromediterránea-, está para recuperarlo, y a eso, señor ministro, les instamos y les trasladamos todo nuestro apoyo,
nuestro esfuerzo y nuestra colaboración para conseguirlo. La política euromediterránea es uno de los puntos del decálogo de consenso que usted ofreció a los grupos de la oposición y al Partido Popular, y es un guante que, también en este punto,
nosotros recogemos. Además, creemos que hay mucho recorrido, mucho terreno de juego en el que todavía nos podemos mover; la concreción de los proyectos y las aportaciones que va a hacer España en este sentido. Usted ha citado dos de ellos que
cree que van a ser -y no lo dudamos, todo lo contrario- muy positivos para el futuro de España, pero sería bueno que concretara o que especificara cuál va a ser la dirección del Gobierno para incidir en estos proyectos y para intentar hacer
aportaciones que den el peso que España se merece. Su financiación es uno de los grandes interrogantes de la cumbre euromediterránea y sería bueno saber cuál es su visión, cuál es el nivel de necesidad de financiación privada, cuál va a ser la
capacidad para que los proyectos puedan atraer financiación privada, cuál va a ser el volumen de la aportación pública al papel de la Unión Europea teniendo en cuenta que tiene ya cerradas sus perspectivas financieras hasta el año 2013. Hay que
seguir siendo incisivo en la mediación de conflictos. En ese sentido, creo que el presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero, habló de celebrar


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una Conferencia de paz sobre Oriente Medio en España y sería bueno que el señor ministro diera más detalles sobre este anuncio que se hizo hace pocos días. Y, obviamente, la secretaría general, y con ello termino. La proposición no de ley
que se aprobó no hace muchos días ha fijado la posición de todos los grupos políticos. En este sentido, no hay duda -no soy barcelonés, pero soy cercano, soy también mediterráneo-, por encima de todo la objetividad, y la objetividad es que
Barcelona representa mucho en el Mediterráneo en todos sus aspectos, en el político, en el diálogo y en el económico. Por tanto, consideramos que es una candidatura lo suficientemente solvente. Había algunas pequeñas piedrecillas ahí: Malta,
Túnez, Marruecos. Yo creo que la candidatura de Marsella ya no va a ser una piedrecita, sino una roca que tendremos que lidiar. Sepa que tiene el apoyo del Grupo Parlamentario Popular y que vamos a quitar el retrovisor, vamos a mirar hacia delante
y vamos a esperar recuperar ese protagonismo que hemos perdido, aunque por fortuna de todos, como gran objetivo final, el proceso euromediterráneo, que es lo importante, si se ha enderezado, sí ha cogido buen ritmo.



El señor VICEPRESIDENTE: En nombre del Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra el señor Pedret.



El señor PEDRET I GRENZNER: Muchas gracias, señor ministro, por su comparecencia en un periodo de plena actividad parlamentaria. A pesar de que el calendario nos diga que estamos en julio, tenemos una actividad parlamentaria que yo creo
que es ejemplar: con comparecencias del Gobierno en diferentes comisiones para informar sobre diversos aspectos; seguimiento por parte del Parlamento, convertido ciertamente en el centro de la actividad política realizada por el Ejecutivo; y la
posibilidad de debatir, no solo entre nosotros sino ante los ciudadanos, que son los destinatarios reales del debate político, no el diputado de otro grupo parlamentario, temas importantísimos como es el Proceso de Barcelona: Unión para el
Mediterráneo.



Señorías, me van a permitir que cite, como prólogo a mi intervención, un autor poco leído en la actualidad, quizá, pero que yo creo que tiene una importancia notable. Me estoy refiriendo a ese gran socialista francés que fue Jean Jaurès,
una de cuyas citas viene como anillo al dedo en este tema. Además, es francés, cosa que seguramente gustará al señor Ricomá, que tanto elogios ha hecho de Francia. La francofilia es algo muy compartido en esta Comisión. Jean Jaurès escribió: La
historia nos enseña la dificultad de las grandes tareas y la lentitud de su cumplimiento, pero justifica la invencible esperanza. La historia del Proceso de Barcelona: Unión para el Mediterráneo nos enseña la dificultad de las grandes tareas y la
lentitud de su cumplimiento. Se ha obtenido al final un resultado enormemente esperanzador, un resultado que no es fácil, señor Ricomá, nada fácil, y que ha sido posible por el empeño, el trabajo continuado durante años, entre otros pero
principalmente, de la diplomacia española desde que se inició el proceso de Barcelona en 1995 hasta ahora, pasando por todos los intentos y los esfuerzos, los públicos y los menos públicos, los discretos y los aireados, los saldados con mayor o
menor éxito momentáneo, tanto la cumbre de Valencia en 2002, siendo el señor Piqué ministro de Asuntos Exteriores, con muy discretos resultados momentáneos, como la cumbre de Barcelona 2005, siendo presidente del Gobierno -como ha recordado el señor
Ricomá- el señor Rodríguez Zapatero, con resultados bastante mejores que los de Valencia 2002, como ahora el resultado de la exitosa -y me alegro enormemente de ello- reunión del 13 de julio en París. Me alegro de ello como nos alegramos todos
porque es una enorme y difícil tarea introducir manejo político complejo en una región como la del Mediterráneo, que es -como sabemos todos los que estamos en esta sala, pero conviene repetirlo- la frontera más desigual de nuestro planeta, en la que
hay mayor diferencia de niveles de rentas, de formas culturales, demográficas, etcétera, muy superior al contraste entre México y Estados Unidos de América o a cualquier otro lugar que podamos ver, como el estrecho de Malaca, etcétera. Es algo
complejo y difícil, en lo que se ha estado trabajando en todos los ámbitos, no solo en cumbres, desde hace muchos años, con una participación -voy a ser modesto nacionalmente- absolutamente importante por parte de la diplomacia española y -voy a ser
modesto también- absolutamente importante por parte de la diplomacia dirigida por gobiernos socialistas. No ha sido fácil. Hemos llegado, al final señor Ricomá, a obtener el resultado de estos prolongados y difíciles esfuerzos. Se han obtenido
ahora en París y nos parece estupendo. Es la Presidencia francesa, va a ser dentro de dos años la Presidencia española, y de ello hablaré también un poquito más adelante.



La compleja estructura política que supone la Unión para el Mediterráneo, sentar en la misma habitación a representantes de países tan absolutamente diversos, con una estructura política y visiones muy distintas del mundo, con situaciones
internas también enormemente distintas, es algo que en sí mismo supone ya un éxito. Creo que debiéramos ser conscientes -porque a veces pasamos demasiado por encima de las cosas,- de que el hecho de sentar al presidente sirio con el primer ministro
israelí, con el egipcio y con todos los que estuvieron en París el 13 de julio, es importante. Es enormemente importante. Y es también el resultado del trabajo realizado de forma no tan aparente, no tan conocida, no tan brillante por multitud de
actores políticos, no solo los diplomáticos. Las reuniones permanentes, difíciles pero permanentes, mantenidas en el tiempo de la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea, por ejemplo, son una preparación -y serán una continuación- que ha permitido
la cumbre de París. Sentar en una asamblea parlamentaria a representantes del Knesset israelí y del Consejo legislativo palestino no es fácil manejarlo. Pero


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el mantenimiento de estos esfuerzos reconocidos enormemente en la región en la que la situación política es más complicada, es decir, en Oriente Medio, ha llevado a este final, del que nos congratulamos enormemente.
Para completar la glosa
de la cita de Jean Jaurès, diré que el 13 de julio en París justifica absolutamente la invencible esperanza de que la Unión para el Mediterráneo sirva para conseguir los objetivos declarados, que son los que hay de acercar la frontera entre las
riberas norte y sur del Mediterráneo; conseguir el intercambio cultural; aumentar los intercambios de todo tipo; llegar, por fin, a un auténtico espacio de libre cambio mediterráneo y compartir preocupaciones sociales y políticas. En este
sentido, quiero hacer también una reivindicación de esfuerzos de otros actores no directamente políticos, actores sociales que han estado trabajando diligentemente en la materia. No puedo dejar de citar, por ejemplo, la Declaración de Casablanca de
5 de julio de 2008 de la plataforma no gubernamental Euromed, que nos pone a los políticos frente a la necesidad de que esta estructura política, absolutamente necesaria, no olvide los aspectos sociales y de respeto a los derechos humanos, de
progreso social, de cooperación, de paz y de seguridad entre los pueblos del Mediterráneo. La estructura y el impulso dados por los proyectos el 13 de julio corriente en París van en esta dirección. Y esto también es un éxito de la sociedad civil
que lleva tantos años trabajando en esta dirección.



Quisiera destacar de las informaciones que hemos recibido hoy -y de las que teníamos anteriormente también por parte del ministro de Asuntos Exteriores- lo referente a tres puntos que me parecen absolutamente importantes en los que ha
insistido el ministro, que están previstos en la agenda para ser desarrollados a fondo durante la Presidencia española de la Unión Europea. Lo referente a la energía, a la seguridad alimentaria y a educación, investigación y desarrollo.



La energía y la puesta sobre la mesa de la necesidad absoluta de estar tratando con energías renovables frente a las energías fósiles nos parece que es una de las palancas fundamentales para lograr que la ribera sur exporte a la ribera norte
producto elaborado, la energía obtenida por ellos en la ribera sur. Invertir en este sentido el flujo comercial habitual entre la ribera norte y la ribera sur nos parece importante.



El tema de la seguridad alimentaria nos parece fundamental. Resulta sangrante que en el Mediterráneo y en ciertos lugares del Mediterráneo, como es Oriente Medio, el lugar donde nació la agricultura, esté hoy en día la población civil, por
las condiciones políticas y militares de la región, debiendo recibir ayuda alimentaria por parte de la Unión Europea.
La seguridad alimentaria es, por tanto, un tema fundamental. Y qué decir de la educación, investigación y desarrollo, que es
realmente la palanca que ha de permitir el desarrollo autónomo de los países de la ribera sur del Mediterráneo para restringir al máximo posible estas enormes diferencias a las que me refería.



Por tanto, señor ministro, completo apoyo por parte del Grupo Parlamentario Socialista, como no podía ser de otra forma, a los objetivos indicados, satisfacción por la información que hemos recibido en el día de hoy y destacar de esta
información algo fundamental, como es las posibilidades que abre para un auténtico proceso que llegue a una paz justa y duradera en la región de Oriente Medio el papel de Siria en sus relaciones con Líbano, las posibles negociaciones con Israel
sobre los Altos del Golán y todo lo que supone la estabilidad que Siria puede aportar a la región introduciéndose como un actor más, discutiendo con todo el conjunto de los actores, superando con ello el aislamiento internacional en el que ha estado
sumergida durante los últimos tiempos.
Siria es absolutamente fundamental y nos congratulamos de su participación en el proceso.



Nos parece también de una importancia extraordinaria la solución aportada a la reivindicación de algunos países de la ribera sur sobre la pertenencia de la Liga Árabe a la Unión para el Mediterráneo, el estatuto de invitado permanente nos
parece un auténtico éxito que resuelve aspectos referentes a posible financiación y a pertenencia que consideramos de altísima importancia.



Por último, señorías, para terminar esta intervención, no me queda más remedio -lo comprenderán SS.SS. siendo diputado por Barcelona, nacido en Barcelona y viviendo en Barcelona- que hablar de la Secretaría de la Unión para el Mediterráneo
y de la reivindicación española para que esta sede esté en Barcelona. En este sentido, la información que nos ha dado el señor Moratinos respecto al próximo viaje del embajador francés para la Unión a Barcelona para tratar ya de temas concretos al
respecto me parece enormemente importante, pero quisiera repasar una cadena de resoluciones que creo que también hay que tener en mente permanentemente.
Como ha dicho el señor Xuclà -y ha sido absolutamente previsible que lo dijera el señor Xuclà-,
el día 11 de junio esta Comisión de Asuntos Exteriores aprobó por unanimidad una proposición no de ley instando al Gobierno a realizar las gestiones necesarias para que la secretaría estuviera en Barcelona, y me alegro enormemente, señor Ricomá, de
haberle oído a usted a este respecto hoy aquí, porque habíamos visto en la prensa y habíamos oído voces excéntricas -en el sentido de que no estaban en esta centralidad- de su partido reivindicando la sede en Alicante, cosa que nos parecía un tanto
contradictoria con el voto que se había dado en el Congreso de los Diputados, pero cada uno maneja sus contradicciones como puede. Me alegro realmente de que usted haya vuelto a reafirmar lo que votó el 11 de junio y que haya dicho claramente que
es la voz única del Partido Popular en esto. Las voces únicas a veces van bien en estos casos.



Hay que recordar también, e informar a quien no lo sepa -que a lo mejor algunos no lo saben porque no todos procedemos de Cataluña, señor Ricomá y señor Xuclà-, que el 17 de julio, es decir, hace nada, el Parlamento de Cataluña aprobó una
declaración institucional


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reafirmando su deseo de que se consiguiera la sede de la secretaría para Barcelona tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona están trabajando en el asunto, como le consta perfectamente al ministerio, y existen incluso ofertas
concretas de espacios físicos más que representativos al efecto. No sería, por tanto, necesario reivindicar más esto, pero permítanme que acabe solo con algunas consideraciones respecto a los méritos actuales -los pasados los han repetido todos- de
Barcelona en este asunto. En estos momentos en Barcelona habitan, son conciudadanos nuestros, personas procedentes de todos los países de la Unión para el Mediterráneo, absolutamente de todos. Todos tienen allá una representación poblacional. En
Barcelona existen iglesias, existen mezquitas, existen sinagogas que conviven con una paz social, con un intercambio cultural absoluto y completo. En Barcelona se da un clima absolutamente favorable al entendimiento euromediterráneo. Barcelona
sería, como dije en mi intervención del 11 de junio, seguramente la mejor solución a la necesidad que tiene la Unión por el Mediterráneo de una sede para su secretaría permanente.



El señor VICEPRESIDENTE: Para contestar a los grupos intervinientes tiene la palabra el señor ministro.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Gracias a todos los portavoces intervinientes por su espíritu constructivo de mirar al futuro, que es a donde tenemos que mirar, defendiendo lo mejor posible los
intereses de España, lógicamente, y los intereses euromediterráneos, que es lo que se quiere y desea fomentar desde el proceso de Barcelona hasta esta nueva iniciativa acuñada en París del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo.



Quisiera iniciar mi intervención agradeciendo a todos el apoyo a los esfuerzos de la diplomacia española sobre la futura sede de la secretaría del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo en Barcelona, y agradecer muy particularmente
al portavoz del Grupo Parlamentario Socialista que nos haya dado nuevos argumentos que trataremos de utilizar con persuasión y convicción en la defensa de que todos los países miembros del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo acepten y
adopten la decisión el próximo mes de noviembre. Es una decisión importante, estratégicamente esencial y sobre todo no sencilla. El señor Ricomá dice que hay unas piedrecillas de algunos países y es verdad, pero son países soberanos que merecen
todo el respeto y que defienden sus intereses lo mismo que España. Por lo tanto, hacia Malta, hacia Túnez y hacia Marruecos tenemos el mismo respeto que ellos deben tener hacia Barcelona y que tenemos que tener hacia Marsella. Marsella es una
candidatura más, ni más ni menos, y tenemos que poner en valor la legitimidad de nuestra candidatura, como creo que ha hecho esta Comisión de Asuntos Exteriores aprobando esa proposición no de ley, porque tenemos suficientes elementos para convencer
a todos los miembros del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo de la validez que tiene la candidatura de Barcelona.



A partir de esta primera valoración quisiera responder a cada uno de los portavoces atendiendo a lo que eran sus inquietudes y sus solicitudes de clarificación. En primer lugar, responderé al diputado don Gaspar Llamazares agradeciéndole el
tono positivo de su intervención. Es verdad -y agradezco su análisis; análisis que en muchos de sus planteamientos coincide con el que defiende el Gobierno- que hay un cierto alivio por que al final lo que se aprobó y lo que se organizó en París
coincide plenamente con los objetivos -que es lo que nos debe preocupar- que defiende la mayoría de los grupos políticos españoles y lo que piensa y defiende la mayoría de la ciudadanía española y sobre todo euromediterránea. El proyecto del
presidente Sarkozy -volveré más tarde a comentarlo- carecía en su inicio de esa visión estratégica de cuál era el objetivo final y a todos nos ha satisfecho que al final en París, con el esfuerzo de todos -de algunos más que de otros-, se
consiguiese reconducir y aprobar un proyecto que sí tiene vocación positiva de futuro para defender de manera más eficaz y adecuada los intereses de todo ese espacio euromediterráneo. Le quiero tranquilizar respecto a la primera idea, el primer
concepto, de Barcelona, que fue revolucionario en 1995 ya que era la primera iniciativa diplomática que tenía una voluntad de abordar no únicamente los aspectos políticos o los aspectos económicos.
La Unión Europea ya había tenido acuerdos de
cooperación o de segunda generación con los países del sur o había cooperaciones en materia cultural pero lo que tenía de novedoso y de apuesta innovadora el proceso de Barcelona era que tenía un enfoque integral y global de abordar no solamente los
aspectos económicos, el enfoque economicista, sino que tenía una clara vocación de reforma política, de defensa de los valores de promoción de los derechos humanos, acompañado todo esto del proceso de desarrollo económico y social y de acercamiento
de culturas y diálogo entre las dos riberas. Esto es lo que se mantiene y se consolida en esta nueva iniciativa, que no olvidamos que tiene esa doble composición del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo. Este es un proceso que ha ido
avanzando y superando los obstáculos y las dificultades y que tiene vocación de ser un día una unión que logre superar el proceso y convertirse en unión, con todo lo que supone de positivo el compromiso de todas las partes para alcanzar los
objetivos que nos fijamos.



La tercera pregunta -muy relacionada con lo que acabo de señalar- del diputado Llamazares es si se había clarificado definitivamente ese solapamiento entre el proceso de Barcelona y la Unión. Creo que queda muy bien clarificado. Se recoge
todo lo positivo del acervo de Barcelona -por cierto, no está la palabra Valencia en todo el documento de la Conferencia ministerial en la Presidencia española, año 2000, pero sí de Barcelona y de la cumbre de Barcelona; luego volveré a ello cuando


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conteste al señor Ricomá- pero, al mismo tiempo, se apuesta por las tres principales novedades que se incorporan a esta iniciativa y que resumo porque son novedades muy importantes, sustanciales y fundamentales. Uno, se eleva de forma
institucional el diálogo político y, por tanto, se institucionalizan las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno, cosa que no existía en el pasado, con lo que hay ya un compromiso de diálogo estratégico entre las dos riberas, entre todos los
miembros del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo. Dos, se institucionaliza con instrumentos que permitan garantizar la continuidad al desarrollo y al impulso del propio proceso y de sus propias actividades con la creación de un comité
de representantes -lo que en la jerga europea llamaríamos el Correper- y, al mismo tiempo, se crea el secretariado, que es el que va a dar mayor estabilidad y permanencia a ese periodo interino de las dos copresidencias que deberán garantizar el
desarrollo y ejecución del tercer elemento nuevo que es la identificación de un número de proyectos específicos. Antes había grandes áreas de cooperación -muy importantes todas ellas- pero no había proyectos específicos con el objetivo de
concluirlos de forma inmediata y rápida para demostrar la eficacia del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo. Por tanto, no hay solapamiento, hay recuperación, mantenimiento del legado y proyección de cara al futuro.



También se clarifica el papel de Turquía. Ya comentaré al señor Ricomá la ausente -prácticamente inexistente- diplomacia española, pero le puedo decir que si Turquía estuvo en París, en gran medida -no diría en total medida- es gracias a
los esfuerzos españoles por convencerles de que querían ir; que tenían que estar en París para no dar pie a interpretaciones equívocas de que el primer proyecto del presidente Sarkozy era un proyecto excluyente de toda la dinámica euromediterránea
y que era solamente para ofrecer una alternativa al futuro ingreso de Turquía en la Unión Europea. Esto determinó que hubiera varias conversaciones de este ministro con su homólogo turco y varias llamadas telefónicas y luego, posterior y
lógicamente, una reunión del propio presidente señor Zapatero con el primer ministro Erdogan. Eso es al margen del éxito de la diplomacia francesa y de otras diplomacias. Pero le diría al señor Llamazares que Turquía quedó satisfecha, comprendió
la importancia de su presencia y deslindó y delimitó perfectamente lo que es ser una gran potencia mediterránea -como es Turquía- y, por lo tanto, estar en una gran cita euromediterránea como la de París, sin negar, sin olvidar su pretensión
europea.



La cuarta reflexión -quizás fundamental- en la que el señor Ricomá también ha hecho hincapié, y que es uno de los temas a los que más atención debemos prestar a partir de ahora, es esa supuesta fragilidad financiera o la falta de recursos
financieros para atender las eventuales solicitudes o financiación de distintos proyectos. Es verdad que al ser una iniciativa euromediterránea por parte de la Unión Europea, las perspectivas y los fondos están presupuestados hasta 2013 y habrá que
utilizar, dentro del paquete de medidas y dentro de los acuerdos de asociación que tiene la Comisión con cada uno de los países, algunos de los capítulos para impulsar algunos de los proyectos horizontales, pero la nueva filosofía que se inscribe
dentro de esta iniciativa es sumar esfuerzos entre iniciativa privada y pública, movilizar recursos, crear instituciones o agencias, como la Agencia para la promoción de las pymes -iniciativa española junto con Italia- y que precisamente podamos ir
dando ese es el objetivo de la diplomacia española, del Gobierno español- los primeros pasos, ir poniendo los primeros cimientos de lo que debe ser una institución financiera euromediterránea que esté a la altura de las aspiraciones y de las
necesidades que tiene este proyecto.



Por último, quiero darle toda la razón en lo que es quizás el elemento esencial -con el que el presidente Zapatero inició su discurso y al que dedicó casi la mitad de su tiempo- que es esa voluntad de paz. Cómo precisamente Oriente Próximo
fue el elemento que puso dificultades y retrasó la velocidad de crucero que queríamos todos que alcanzase el proceso de Barcelona y cómo la paz es el elemento indispensable para consolidar esta iniciativa. Si no hay paz en Oriente Medio, es verdad
que tendremos este arranque positivo en París, pero tendremos a medio y largo plazo contradicciones, dificultades para poner en marcha de forma mucho más eficaz todos los proyectos y todas las políticas que se contemplan en la iniciativa de París.
Quiero decir que hay esperanzas bastante optimistas; que en París hubo encuentros importantes; que el sentimiento general que llega de la región es que hoy es el momento es el momento de la verdad, el momento de la nueva oportunidad para la paz y
que, por lo tanto, estamos todos muy involucrados en apoyar y en favorecer esos acuerdos definitivos entre palestinos e israelíes y entre Israel y los países árabes.



Quiero decirle que sí estamos en una reflexión profunda de la Unión Europea sobre las relaciones con Palestina y sobre el actual momento de las negociaciones entre Palestina e Israel. Ayer mismo tuvimos la comparecencia en el Consejo de
Asuntos Generales del enviado de la Unión Europea, Tony Blair, y tuvimos un debate de los más comprometidos, diría yo, un debate en el que todos los miembros de la Unión Europea expresaron ese sentimiento de un compromiso definitivo sobre que es el
momento de que la Unión Europea asuma su responsabilidad política sobre la región, que no sea simplemente el que facilite recursos y aporte parte de las necesidades financieras, sino que apoye todas las negociaciones políticas, garantice la
seguridad, cuente con elementos de garantía y pueda, por lo tanto, ser un actor indispensable en estos meses que nos quedan para finalizar el año. Va a haber una reunión de ministros de Asuntos Exteriores en Gymnich (Aviñon) bajo Presidencia
francesa en y habrá un debate exclusivo de cómo podemos aportar ideas concretas, planes concretos de la


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Unión Europea en estos momentos de esperanza de paz en Oriente Próximo.



Terminaba el señor Llamazares apelando a algo en donde también sabe que me encuentra siempre, que es a esa utopía constructiva. Creo que el proceso de Barcelona en el año 1995 fue la utopía constructiva y lo que estamos haciendo es
convertir la utopía en realidad, pero lo haremos si somos capaces de avanzar en ese Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, si sabemos avanzar en todos los vectores y en todas las dimensiones que se presentaron y se aprobaron en París.



Al señor Xuclà le agradezco su intervención. Es verdad que el 6 de mayo en la sala Gaveau de París el presidente Sarkozy al ganar las elecciones hizo una oferta de la creación de la Unión por el Mediterráneo -Unión de la Méditerranée decía
él-, pero en fechas anteriores otros analistas o políticos, diplomáticos o ministros, como yo mismo, ya habíamos intervenido para expresar nuestra visión de cuáles debían ser las nuevas iniciativas euromediterráneas. Precisamente el 4 de mayo, en
Malta, me concedieron el premio como doctor honoris causa y si se lee el texto de mi intervención verá cuál era la visión que tenía la diplomacia española del proceso euromediterráneo -el 4 de mayo-, cuál era la visión que tenía el presidente
Sarkozy el 6 de mayo y qué es lo que se ha aprobado el 13 de julio en París; así podrá comparar qué es lo que se ha aprobado, qué es lo que decían unos y qué es lo que decían otros. Por lo tanto, no voy a entrar en el debate del señor Ricomá de la
sana envidia, porque esa es la diferencia de actuación que tiene este Gobierno. Desde el principio, desde hace más de cuatro años, cuando iniciamos la responsabilidad de gobierno, tuvimos una clara vocación de tener una relación privilegiada con
Francia y apoyarnos con Francia en temas fundamentales que afectan al futuro de regiones esenciales para Francia y España como es el Mediterráneo. Por lo tanto, no hay elementos de sana envidia, sino simplemente de buscar sinergias y buscar
cooperaciones y actuaciones conjuntas, que es lo que tienen que hacer dos diplomacias del siglo XXI, sobre todo la francesa y la española. Si da la casualidad -menos mal- de que tenemos el impulso, el liderazgo de un presidente francés recién
elegido que ostenta además la Presidencia de la Unión Europea, ¿por qué no trabajar conjuntamente? No tenemos tiempo, pero podría ir desgranando cómo se fue fraguando la iniciativa desde ese famoso 6 de mayo que menciona el señor Xuclà en las
recién ganadas elecciones, cuál es el diseño político y cómo se va al final la cumbre de París. Como decía el señor Xuclà no quiere reiniciar el debate sobre protagonismos compartidos. Aquí todos tienen algo que aportar y eso es lo normal en la
diplomacia del siglo XXI. No tenemos que ponernos medallas, sino que lo importante es avanzar y conseguir los objetivos. Tenemos tres objetivos fundamentales, que ha mencionado el señor Xuclà: la dimensión económica -lógicamente, fundamental-,
con una novedad en la iniciativa, y es que el mundo empresarial, el mundo de la inversión del sector privado se incorpore a los esfuerzos de los gobiernos y de los Estados. Para eso se ha creado este tipo de proyectos, algunos de ellos impulsados
por España.
Eso debe formar parte esencial de la nueva dirección que tenemos que dar al Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo.



Es fundamental también la sociedad civil. Hay que recordar que en aquel entonces, en el año 1995, cuando se lanzó el proceso de Barcelona, era la primera vez que se convocó un foro civil euromediterráneo, cosa inédita en lo que era la
situación mediterránea, y sobre todo en iniciativas diplomáticas oficiales. Ahora tenemos un reforzamiento de la Fundación para el diálogo de culturas de Anna Lindh, con un director, Andreu Claret, un español catalán, que ha sido elegido porque la
diplomacia española cambió las estructuras de Anna Lindh, forzamos el nombramiento de un presidente, de un director general, y supimos defender la candidatura de una personalidad española importante. También un papel irrelevante y secundario de la
diplomacia española, pero que supone que en un pilar esencial que tiene el proceso euromediterráneo contemos con una voz y una participación española.



El tercer elemento es la institucionalidad. Tenemos que reforzar la institucionalidad de los países del sur. Ese es uno de los temas fundamentales, aunque es quizá de los elementos al que menos interés y atención se ha prestado en la
cumbre de París. Todo lo que supone refuerzo de la capacidad de buen gobierno, de promoción de derechos humanos, de ampliación de los espacios de libertades democráticas no obtienen en la declaración final el espacio que sí que tuvieron en la
cumbre de Barcelona del año 2005. Esto hay que recuperarlo e incorporarlos en el futuro. Desde luego, vamos a seguir trabajando para garantizar esa institucionalidad y reforzamiento en los países del sur.



Las energías alternativas también es algo fundamental. Su señoría tiene que saber, como ya he señalado, que España va a trabajar para que podamos proponer una carta euromediterránea de energía con Argelia. Para ello hace falta trabajar a
nivel bilateral entre Argelia y España. Ese fue uno de los objetivos de mi último desplazamiento a Argelia. Hemos decidido crear un grupo de trabajo bilateral entre España y Argelia para tratar todas las cuestiones energéticas y, por lo tanto, ir
desgranando las dificultades y los obstáculos, porque no se trata solamente de hablar del gas y del petróleo, sino también de energías renovables, así como de todos los tipos de energía, por ejemplo, la nuclear, en definitiva, de todo lo que es la
carta energética que va a afectar al futuro y a la garantía energética del espacio euromediterráneo. Para eso las autoridades argelinas han pedido que iniciemos primero un diálogo bilateral que ayude a España y a Argelia, como dos países de enlace,
a hallar puntos de encuentro.



Por último, quiero mencionar al señor Ricomá. Le agradezco su intervención y su juicio similar al nuestro del éxito de París. Me alegro que tenga envidia al presidente


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francés. La envidia no cambia nada, simplemente es un sentimiento. Creo que ha repetido en varias ocasiones: No es fácil y no lo conseguimos.
Unas cinco o seis veces. Como ha dicho el señor Pedret, todos conocemos la complejidad del
proceso de Barcelona y la iniciativa euromediterránea.
No sé si tiene suerte -no sé si es afortunado o desafortunado-, pero resulta que quien le habla ha vivido todo el proceso. Escogimos la palabra proceso porque sabíamos que era una tarea
compleja, esa utopía constructiva que señalaba el señor Llamazares; porque sabíamos que en un año, dos años, cinco años o seis años sería difícil romper las desigualdades, crear las condiciones de paz, de estabilidad, de progreso o de acercamiento.
En política es bueno saber que no es fácil, pero por lo menos hay que intentarlo. No quería hablar del pasado. Usted ha dicho al final que quiere hablar del futuro, pero se ha tirado mucho tiempo recordando la intervención de la diplomacia de
gobiernos socialistas.
Ustedes estuvieron en el Gobierno ocho años -ocho años- y le vuelvo a decir que en el documento que se aprobó en París el 13 de julio no aparece ni una sola referencia a lo que pudo ser el legado del Partido Popular al
proceso de Barcelona. Usted en su intervención ha dicho: Hemos establecido, hemos, hemos. No, hemos, no; los gobiernos socialistas. (El señor Puche Rodríguez-Acosta: El Gobierno de España.) Estoy en el uso de la palabra. No, no; los
gobiernos socialistas. En la Conferencia ministerial de Valencia del año 2000, como ha dicho el señor Pedret, en la que participé como enviado especial de la Unión Europea para el proceso de paz, ustedes podían haber asumido el riesgo e intentar
tener una cumbre a los cinco años de Barcelona. No lo intentaron; y ni siquiera intentaron un proceso en un momento político -se lo recuerdo, porque a lo mejor no lo recuerda- como el año 2000. El año 2000, si usted recuerda, señor Ricoma, era el
año de mayor esperanza de paz en Oriente Próximo, cuando estuvieron a punto de celebrar un acuerdo definitivo Israel y Siria en Shepherdstown o cerrar Camp David durante la Administración de Clinton. En el año 2000, cuando estábamos todos pensando
que como era el año del nuevo mileno habría una paz definitiva en Oriente Próximo, ustedes no lo intentaron, ustedes no hicieron nada. ¿Sabe lo que le digo? Que vino Simon Peres porque lo traje yo como enviado de la Unión Europea y me lo agradeció
su Gobierno, el Gobierno del Partido Popular. Ustedes, ¿qué han aportado en el concepto? ¿Cuál es su intervención? ¿Cuál es su visión del Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo? Dígame alguna intervención, alguna contribución
conceptual política al Proceso de Barcelona-Unión por el Mediterráneo. ¿Usted me desgrana, con esa actitud displicente, que no hemos hecho absolutamente nada durante estos años y durante estos últimos meses para lograr el éxito de la cumbre de
París? Le quiero recordar que su portavoz, el señor De Arístegui -que no está aquí presente-, me criticó en sede parlamentaria las relaciones y la política que España tenía con Siria, ¿me dice que España no ha hecho nada para sacar a Siria del
aislamiento y favorecer un acuerdo definitivo entre sirios e israelíes o entre Siria y Líbano? ¿Cómo puede señalar esos elementos cuando, si no hubiese sido por la posición de este Gobierno y de esta diplomacia, hoy día habría quizá sanciones
contra Siria, se hubiesen adoptado sanciones contra Siria y hubiésemos entrado en una dinámica irreversible de aislamiento y de total negación de recuperación de Siria, para que pueda gozar ahora de la atención, del apoyo y del clamor de todos
aquellos que no creían que Siria tenía un papel constructivo y positivo para Oriente Próximo ¿O le tengo que recordar cuáles fueron las declaraciones de otras diplomacias europeas en materia de relaciones con Siria? ¿O se olvida de los viajes que
he hecho a Líbano en momentos difíciles? Si ya quiere los detalles para el éxito de París, le diré que he tenido que negociar últimamente la declaración final, para que se pueda aprobar y usted pueda leerla, entre palestinos e israelíes.
¿O le
tengo que recordar que el propio presidente Sarkozy elogió el papel del presidente Zapatero y agradeció el papel de España en la cumbre de París? Por lo tanto, sea usted más objetivo. Claro que tiene una gran importancia el papel del presidente de
la República Francesa, lo tenemos que elogiar, somos los primeros en elogiarlo. Pero tenga un poco de orgullo nacional, tenga un poco de sentimiento por lo que hacen los españoles, ¿o qué cree, que nosotros no hemos hecho nada para que esta cumbre
sea un éxito? Pues se equivoca; se equivoca, porque los que saben, los que estuvieron -usted no estuvo- saben lo que hizo esta diplomacia para llegar a París, durante París y después de París. Por lo tanto, me quedo con su última intervención de
mirar al futuro. Espero que nos ayude el Grupo Popular como parte del decálogo de consenso en política exterior para trabajar conjuntamente, para preparar adecuadamente esa futura Presidencia a la Unión Europea de 2010, que puede ser
extraordinariamente importante, trascendental para el futuro de este Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo, porque será cuando tengamos las instituciones ya establecidas y capacidad de impulso. Esperamos por lo tanto obtener apoyo. Si
existe el sentimiento de que se pueden hacer algunas aportaciones para mejorar y contribuir al proceso euromediterráneo, háganlas. Yo todavía no las he leído; no tengo ningún escrito, ninguna disertación, ninguna Conferencia; no he tenido
absolutamente ninguno.
(Rumores.) Ante esa actitud de señalar que la cumbre de Barcelona 2005 fue un fracaso o que hoy en París se aprobó un documento de más valor jurídico que lo que se aprobó en Barcelona, le tengo que contradecir, porque se
olvida de que a Barcelona en 2005 no vinieron todos los jefes de Estado y de Gobierno -¿sabe por qué? Me lo han comunicado los embajadores árabes en la última comida-almuerzo que tuve con ellos-, precisamente en parte porque era justo después de la
guerra de Irak y presidía el Reino Unido la Unión Europea, pero además por la circunstancia que usted mismo ha señalado. Por lo tanto, en la cumbre de Barcelona se aprobó un plan de acción con doce páginas;


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un plan de acción y un código de conducta sobre antiterrorismo. Me imagino que le preocupará la lucha contra el terrorismo. Eso se consiguió en Barcelona, y se recoge precisamente -porque es válido, porque tiene contenido, porque es
sustancial, porque es estratégico- en la Declaración de París. Por lo tanto, miremos al futuro, señor Ricomá, y ahí nos encontrará para seguir avanzando y defendiendo los objetivos de esta utopía constructiva que señala el señor Llamazares.
(Aplausos.)


El señor VICEPRESIDENTE: Si algún grupo quiere hacer uso del turno de réplica, lo puede hacer por espacio de tres minutos. Señor Ricomá.



El señor RICOMÁ DE CASTELLARNAU: Con toda brevedad. Seguro que Jean Jaurès, socialista al que el señor Pedret ha hecho referencia no compartiría la visión del Grupo Socialista en cuanto a que la autoría de los éxitos o es socialista o es
colectiva. Señor Pedret, señor ministro, los éxitos son siempre colectivos, son siempre compartidos, y ese es el motivo por el que yo he hablado en plural, y ese es el motivo por el que entiendo y he dicho, y lo he sustentado en mi argumentación,
que todo el trabajo que se ha desarrollado, desde que nace la idea en los tiempos anteriores al año 1995 y que culmina con el proceso de Barcelona en el año 1995 con gobierno socialista, todo lo que se ha hecho ha sido útil, todo lo que se ha hecho
ha sido bienintencionado y todo lo que se ha hecho sin duda ha servido de aportación. Una cosa es la aportación y otra el liderazgo, y no me sirve que se dedique usted al autobombo en cuanto a la aportación para intentar diluir o disimular la
pérdida de liderazgo sobre una cuestión que España tenía y que no era otra que el proceso euromediterráneo; no confundamos los términos. Yo no niego el papel suyo, personal, del Gobierno socialista y de los gobiernos anteriores en mayor o menor
medida y que ahora no entraremos a discutir; eso yo no lo niego ni lo he negado en mi intervención. Lo único que he dicho es que en algo en lo que además de aportar éramos líderes ahora nos quedamos solo con la primera parte, aportar, que no está
mal y que a lo mejor para ustedes es suficiente, pero para nosotros, desde la perspectiva que tenemos en cuanto a la necesidad de un firme y cada vez mejor posicionamiento de España en el contexto internacional, el liderazgo sigue siendo importante.
Como el liderazgo sigue siendo importante, la diplomacia es importante, pero la diplomacia no lo es de los gobiernos, no se equivoque; la diplomacia lo es de los Estados. Por eso también hablaba de España, hablaba de nosotros y hablaba en plural,
porque entiendo, interpreto y asumo que el ejercicio diplomático va siempre en beneficio no de un gobierno, sino del conjunto del país. (Aplausos.-La señora Álvarez-Arenas Cisneros y el señor Puche Rodríguez-Acosta: ¡Muy bien!)


El señor VICEPRESIDENTE: Antes de dar la palabra al portavoz del Grupo Socialista señor Pedret quería pedirles que después de que se levante la sesión celebremos durante un minuto una reunión de Mesa y portavoces para hacerles una
comunicación.



Tiene la palabra el señor Pedret.



El señor PEDRET I GRENZNER: Señor presidente, no quisiera yo retardar la reunión de Mesa y portavoces, pero es cierto que mis raíces políticas y mi realidad actual política, y espero que futura, es socialista, y por esto reivindico a Jean
Jaurès, fundador de la sección francesa de la Internacional Obrera, asesinado por una banda de ultraderecha prácticamente fascista. Le reivindico totalmente en esta y en muchas otras aportaciones que hizo al pensamiento político general. También
es cierto, señor Ricomá, que culturalmente, como casi todos, soy también cristiano, por eso he querido ejercer la misericordia en la intervención (Risas.) no hablando de cuáles han sido las intervenciones de la diplomacia dirigida por el Gobierno
del Partido Popular en esta materia, y no hablando de cuáles han sido las repercusiones para el liderazgo nacional de España en el Mediterráneo por la actitud del Trío de las Azores (La señora Álvarez-Arenas Cisneros: ¿Y el bombardeo de Kosovo del
señor Solana, qué?) y de la actividad absolutamente ilegal, contraria a los principios generales del derecho internacional...



El señor VICEPRESIDENTE: Señor Pedret, vayamos a la cuestión que nos ocupa.



El señor PEDRET I GRENZNER:... y contraria a la voluntad absolutamente mayoritaria de la población española respecto a Irak, y lo que esto ha tenido como consecuencia. (Aplausos.)


El señor VICEPRESIDENTE: Tiene la palabra el señor ministro.



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Moratinos Cuyaubé): Hay muchas definiciones de la importancia de las contribuciones o de los liderazgos. Es verdad que hay algunos grupos o formaciones a los que les gusta que haya
líderes, que en el mundo haya un solo líder o varios líderes. La visión que tiene un Gobierno socialista es sobre todo la del siglo XXI, mucho más compleja; nos parece que no basta un solo liderazgo para impulsar o movilizar a las sociedades y que
lo importante es tener capacidad de influencia para alcanzar los objetivos.



Le diré al señor Ricomá que puede estar tranquilo porque el liderazgo español está muy asentado en el Mediterráneo y en Europa, y si hay una referencia de garantía de todos los miembros de esta familia euromediterránea es por el compromiso,
la iniciativa y el protagonismo que da la diplomacia española y que está dando el Gobierno español. Por lo tanto esté tranquilo, estamos bien considerados por todos; tenemos capacidad de diálogo, de influencia e iniciaremos tareas importantes
-espero que con el apoyo de todos los aquí presentes y


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de esta Comisión de Asuntos Exteriores-. En primer término estará la próxima reunión ministerial de Marsella, que es importante, pero sobre todo la Presidencia española de la Unión Europea, en la que tendremos ocasión de actuar; hay que
reconocer que a veces los calendarios y las responsabilidades ayudan. No le oculto que en el año 1995 España tenía la Presidencia de la Unión Europea y por eso tuvo el protagonismo -según usted el liderazgo- del proceso de Barcelona. En el año
2008, la Presidencia de la Unión Europea la tiene Francia, por lo tanto es lógico que tenga el protagonismo y el liderazgo el presidente Sarkozy. Esperamos que cuando en el año 2010 España tenga la Presidencia, tengamos la contribución y el
liderazgo que usted desea. Lo más importante de la contribución y el liderazgo es conseguir un espacio de paz, de prosperidad y de estabilidad en la zona mediterránea. Ese es el mejor objetivo que todos nos podemos fijar, aparte de los liderazgos
porque todos ganaremos y todos saldremos beneficiados de que haya paz, convivencia y diálogo entre los casi 500 millones de ciudadanos que configuran el espacio euromediterráneo. (Aplausos.)


El señor VICEPRESIDENTE: Se levanta la sesión.



Eran las seis y cuarenta y cinco minutos de la tarde.