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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 558, de 04/07/2018
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CORTES GENERALES


DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS


COMISIONES


Año 2018 XII LEGISLATURA Núm. 558

ASUNTOS EXTERIORES

PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª PILAR ROJO NOGUERA

Sesión núm. 23 (extraordinaria)

celebrada el miércoles,

4 de julio de 2018



ORDEN DEL DÍA:


Comparecencia del señor ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (Borrell Fontelles):


- A petición propia, para informar sobre las líneas generales de la política de su departamento. (Número de expediente 214/000074) ... (Página2)


- Para que explique las líneas generales de actuación de su departamento. A petición del Grupo Parlamentario Ciudadanos. (Número de expediente 213/001005) ... (Página2)


- Para informar sobre las líneas generales de la política de su departamento. A petición del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso. (Número de expediente 213/001008) ... (Página2)


- Para informar sobre las prioridades y plan de trabajo del Gobierno en su ministerio. A petición del Grupo Parlamentario Mixto. (Número de expediente 213/001034) ... (Página2)


- Para informar de las políticas y actuaciones a desarrollar en los próximos meses por parte de su ministerio. A petición del Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea. (Número de expediente 213/000963) ...
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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.


La señora PRESIDENTA: Buenos días. Vamos a dar comienzo a la sesión de esta Comisión de Asuntos Exteriores con la celebración de la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, don Josep Borrell, a
petición propia, para informar sobre las líneas generales de la política de su departamento. A esta comparecencia se le acumulan las peticiones de comparecencia de los distintos grupos parlamentarios.


Antes de dar la palabra al ministro, quiero decirles que, como es habitual en todas las sesiones, comenzará interviniendo el señor ministro sin tiempo fijado; a continuación, los grupos parlamentarios tendrán un turno que pediría que fuera
como máximo de diez minutos; contestará el señor ministro, y, como suele ocurrir en estos casos, de acuerdo con el Reglamento, si hay alguna aclaración o pregunta podríamos dar un turno como máximo de tres minutos y cerraría el señor ministro.


Tiene la palabra el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, al que damos la bienvenida en esta su primera comparecencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores.


El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES, UNIÓN EUROPEA Y COOPERACIÓN (Borrell Fontelles): Muchas gracias, señora presidenta.


Muchas gracias, señoras y señores diputados. En esta mi primera comparecencia quiero agradecer la confianza del presidente del Gobierno y también quiero dar las gracias a mi predecesor, Alfonso Dastis, un excelente diplomático con quien
compartí una larga trayectoria de servicio público dedicada a España y a Europa. Agradezco la confianza del presidente del Gobierno y el apoyo del extraordinario equipo de hombres y mujeres que conforman el servicio exterior del Estado español.
Tenemos el claro objetivo de reafirmar e impulsar en el exterior la realidad de un país, España, que está, y debe estarlo más todavía, en la vanguardia del proyecto europeo, comprometida con los objetivos de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible y
dispuesta a contribuir a la solución de los grandes desafíos de nuestro tiempo, en particular, el que nos afecta de forma más inmediata y directa como es el problema de las migraciones. Se trata de un servicio exterior que tiene como prioridad
proteger y asistir, cada vez con más eficacia, a nuestros ciudadanos en el exterior, y tenemos muchos. Debo lamentar que solamente el 5 % de ellos participen en los procesos electorales, lo cual quiere decir que tenemos que reformar urgentemente el
voto rogado para que volvamos al 30 % de participación que teníamos antes de esa ley.


También tenemos el objetivo de defender nuestros intereses económicos y comerciales y proyectar en la escena internacional las lenguas -lo digo en plural- de España y nuestra cultura; una cultura compartida en toda su diversidad por cerca
ya de seiscientos millones de personas en todo el mundo, lo que es a todas luces una extraordinaria riqueza. Al mismo tiempo -y esa será una de mis prioridades-, queremos desarrollar una activa política de cooperación al desarrollo.


Señoras y señores diputados, la política exterior de un país como España no se improvisa, es una política de Estado, y lejos de mí cualquier tentación de adanismo. Es una política que debe inscribirse en la continuidad, defendiendo los
intereses del país, más allá de los vaivenes partidistas. Pero tiene que evolucionar y tiene que adaptarse. Tiene que adaptarse a veces de una manera constante y permanente, gradual, y a veces también dando saltos cualitativos. Creo que ahora
estamos en una de estas situaciones, en un momento que requiere un impulso renovado. Esto es lo que propone hacer este Gobierno.


Como saben, el presidente del Gobierno ya se ha entrevistado con el presidente de la República francesa, con la canciller alemana, con su homólogo portugués, expresando así nuestra voluntad de retornar de forma constructiva y dinámica a la
imprescindible reactivación del proyecto europeo que está hoy paralizado por el incremento de los movimientos populistas y el resurgir de los nacionalismos. Asimismo, el presidente del Gobierno ha participado en la Cumbre informal sobre inmigración
-convocada por la Comisión Europea, aportando nuestra experiencia en la gestión de flujos migratorias-, y en sus primeros consejos europeos de los días 28 y 29 de junio, habiendo informado previamente al Congreso de la posición española, con lo cual
se recuperado una tradición que se había perdido. Me parece importante señalar la voluntad del Gobierno de comparecer ante la Cámara, antes y después de los consejos europeos, para explicar nuestra posición antes de ir y después el resultado
obtenido. Ese Consejo europeo no era uno más, se han abordado asuntos cruciales sobre los cuales hay una enorme división -no debemos ocultárnoslo- entre los países europeos. Asuntos cruciales para el presente y para el futuro de Europa: la
migración -ya la he citado-; la política de seguridad y defensa; el brexit; el marco financiero plurianual; el crecimiento; el empleo; la defensa; la reconstrucción de la estructura de la moneda única. Ciertamente no se pueden tener más
temas en la agenda y ciertamente no podía haber



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habido más divisiones entre los países europeos sobre todos y cada uno de ellos. En el Consejo que trató los temas del euro, ampliado también a miembros que no son miembros de la eurozona, se abordaron cuestiones relativas a la unión
económica y monetaria, que junto con las migraciones son, en mi opinión, los dos grandes ejes temáticos, las dos grandes líneas de fractura, podemos decir, o de debate, de división entre los países de Europa.


Además del presidente del Gobierno, que ha desarrollado una intensísima actividad exterior, me ha cabido el honor de acompañar a sus majestades los reyes a su viaje a Estados Unidos, lo que me ha permitido reivindicar y dar mayor visibilidad
a la herencia hispánica en aquel país, y créanme que he vuelto impresionado por la extensión y la profundidad de la huella hispana en el desarrollo de los Estados Unidos, una gesta desconocida. Estoy seguro de que si en las escuelas francesas se
pregunta quién es Lafayette todo el mundo lo sabe; si preguntamos quién es Bernardo de Gálvez en las escuelas españolas difícilmente encontraríamos alguien que reconociera en ese nombre al vencedor de Baton Rouge, ciudadano honorífico de los
Estados Unidos. El propio presidente Kennedy dijo que la contribución de España a la independencia de Estados Unidos era una gesta extraordinaria y desconocida. Durante este viaje tuvimos ocasión de tener una entrevista con el presidente Trump y
de pasar revista a los grandes temas de la agenda bilateral e internacional, así como también tuvimos ocasión de hacerle saber nuestra visión acerca del necesario reforzamiento de los vínculos euroatlánticos -hoy también cuestionados- y de la
importancia de mantener una arquitectura multilateral de las relaciones internacionales sobre las que se ha basado el último medio siglo. Ese viaje ya estaba previsto antes de mi llegada al ministerio y, por tanto, no formaba parte de la agenda que
yo he definido, pero inmediatamente después he visitado Marruecos -esto sí, por iniciativa propia-, nuestro gran vecino del sur, constatando la sintonía que tenemos ambos, agradeciendo la colaboración de Marruecos en todos los ámbitos que nos
afectan, en particular el de las migraciones. Es evidente que nuestra relación con Marruecos seguirá siendo una piedra angular de nuestra política exterior, así como con Argelia, con quien mantenemos una intensa relación en el campo de la energía.


Hay que dar un nuevo impulso a la Unión por el Mediterráneo, que sestea, que languidece después de su lanzamiento por el presidente Sarkozy, que hizo doble empleo con otras iniciativas comunitarias, y nuestros vecinos mediterráneos se
quejan, con razón, de que diez años después es necesario relanzarla. Por eso, el 8 de octubre celebraremos en Barcelona el tercer foro regional de la UpM que congregará a los cuarenta y tres ministros de Asuntos Exteriores de todos los países
ribereños del Mediterráneo.


Señora presidenta, es evidente que en esta primera comparecencia no podré agotar todos los temas de la agenda, habrá que dejarlo para otras. Ahora intentaré concentrarme en los que son o más importantes o más inmediatos, compartiendo con
sus señorías algunas reflexiones sobre el momento actual de España en el mundo y sobre el papel que pretendemos desarrollar en él. Fíjense que el ministerio ya no es solo de Asuntos Exteriores y de Cooperación, también es expresa y explícitamente
de la Unión Europea para marcar que la Unión Europea no es exactamente el exterior. Las políticas de la Unión Europea son nacionales y nuestras políticas nacionales están totalmente condicionadas por las europeas, y por eso hemos querido
singularizar esta parte del mundo. Ciertamente es una política exterior, pero es diferente de la que podemos mantener con otras parte del mundo por nuestra profunda implicación con un proceso de integración que hoy se enfrenta a toda una serie de
problemas que ya he citado antes.


Debo decirles que si yo me hubiera quedado dormido en el año 2008 y despertara ahora, diez años después, me resultaría difícil reconocer la realidad con la que me encuentro. No hubiera imaginado hace diez años que Estados Unidos pudiera
convertirse en el defensor del proteccionismo y China defendiera el libre comercio. No hubiera podido creer que el Reino Unido estaría abandonando la Unión Europea, y lo está haciendo. No hubiera podido imaginar que apareciesen movimientos
antieuropeos, no solamente euroescépticos, sino eurofóbicos, que entonces estaban en la periferia de la vida política y que ahora están ocupando el poder en algunos países y en otros están muy cerca de él; sin embargo, está sucediendo. Tampoco
hubiera podido creer que los que vivieron durante décadas bajo regímenes totalitarios comunistas y miraban a la Unión Europea con la esperanza de formar parte del mundo libre hoy tengan como referencia a democracias dirigidas o autoritarias o
democraturas, que decía ayer el ex primer ministro Valls en Santander, porque la Unión Europea ha dejado de ser un modelo atractivo para ellos; sin embargo, está sucediendo, produciendo una enorme falla entre el este y el oeste de Europa. No
hubiera podido creer que hoy hablásemos de democracias iliberals, distinguiendo dos clases de democracias: las que se basan en la separación de poderes y el respeto a los derechos humanos y aquellas que significan un peligroso retroceso de los
modelos democráticos, no solo en otras partes del globo, sino también en



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Europa. No hubiera podido imaginar que la Europa solidaria, que dice que su política exterior se basa en los mismos principios que describen sus tratados, cerrara sus puertos y amenazara con dejar a la deriva a los refugiados en mitad del
Mediterráneo; sin embargo, está sucediendo. No hubiera podido creer que en mi propio país pudiera haber quienes quisieran levantar nuevas fronteras o pudieran considerar como extranjeros a sus propios conciudadanos; sin embargo, está ocurriendo.
Todo un conjunto de problemas que nos obliga a hacer frente a una realidad compleja y a hacerlo con realismo y eficacia.


Conocemos la Unión Europea, conocemos sus instituciones, sabemos que es un espacio de libertad, su legislación, sus fondos de cohesión, sus cumbres, sus declaraciones, pero este es un edificio frágil y si alguna vez se derrumbara la culta no
será tanto de quienes la atacaron con saña desde dentro y desde fuera, sino de aquellos que no hubiéramos tenido la pasión y la convicción necesaria para defenderla. Así tuve ocasión de explicarle al presidente Trump, que no es precisamente el
dirigente norteamericano más europeísta que hemos conocido: si la Unión Europea no existiera, seguramente los jóvenes americanos hubieran sido llamados de nuevo a morir en los campos de Flandes, como hicieron dos veces en el pasado siglo. La Unión
Europea es la construcción más perfecta del multilateralismo que ha asegurado la paz en Europa. Pero ese no es el estado natural de las cosas, como pueden creer las jóvenes generaciones que no tienen en su imaginario la posibilidad siquiera de
pensar que de nuevo pudiera haber una guerra en Europa. La paz no es el estado natural de las cosas, la hemos construido a base de crear instituciones y solidaridades de hecho, como decían los padres fundadores, y hemos de defenderla. Una parte
muy importante de mis esfuerzos y de los del Ministerio de Asuntos Exteriores, formando parte de la voluntad del Gobierno, es mantener ese edificio, mejorarlo y ampliarlo.


Tenemos el brexit. Eso nos provocó al principio el temor de que el brexit pudiese ser una especie de epidemia que se contagiara a otros países que también quisieran buscar soluciones alternativas a esa cesión de soberanía o a ese compartir
soberanía que significa la Unión, pero no ha sido así, alegrémonos. El brexit no ha generado una epidemia, ha sido más bien una vacuna, porque todo el mundo se ha dado cuenta de los grandes costes que implica desconectar o desconexionarse, aun
siendo un país soberano, del complejo entramado de relaciones que hemos trazado entre nosotros.


De Europa tendremos que hablar mucho más. No puedo dedicarle más tiempo en esta comparecencia, pero sí quiero advertir de que nos estamos enfrentando a unos riesgos que afectan a la posible quiebra de los Estados nación democráticos que
puede poner en peligro la convivencia en la diversidad, fragmentar la comunidad euroatlántica y la reversión del proyecto de integración europea. Si tal cosa ocurriera, sería en un contexto más amplio en el que están apareciendo centros de poder,
no necesariamente proeuropeos ni proatlánticos en Eurasia; por otra parte, aparecen corporaciones multinacionales que concentran recursos e influencias capaces de manipular los procesos democráticos y la convivencia en nuestras sociedades. Pero la
peor de las pesadillas a la que nos podríamos enfrentar sería la convergencia entre la concentración del poder geopolítico de regímenes autoritarios con el control de las tecnologías de la comunicación y de la inteligencia artificial en esas mismas
manos. Todo eso, acompañado de la amenaza del terrorismo yihadista y el creciente vacío estratégico que se asienta en nuestro vecindario oriental y meridional, en un arco de tensiones que va desde el Sahel hasta Ucrania, pasando por Libia.
Señorías, Europa tiene que apresurarse a hacer frente a esos desafíos y nuestra política exterior tiene que ser parte sustancial de esta respuesta. Nuestra causa es la de la democracia, la de la libertad, la del Estado de derecho, la de la
convivencia en la diversidad y la de la solidaridad, en nuestro continente y en el conjunto de la sociedad internacional.


También hemos sido testigos en los últimos días y meses de un deterioro de la imagen exterior de España que se ha presentado como una especie de revival del franquismo, acusándola de ser un país donde no se respetan los derechos y las
libertades, donde el sistema judicial no es independiente, trayendo ecos de épocas afortunadamente superadas. Trataremos también de dar respuesta de forma firme, sosegada y constante a estas críticas que ningún Gobierno ha hecho suyas, pero que han
tenido un cierto eco en determinados sectores de la opinión pública y círculos de influencia sociales y académicos internacionales.


Señorías, permítanme ahora referirme a tres ámbitos concretos de nuestra política exterior. Sobre Europa y el brexit ya he hecho referencia a lo fundamental. Solamente quisiera insistir en la importancia del fenómeno migratorio en su
vertiente europea. Es un fenómeno estructural que exige un enfoque a medio plazo, que no tiene soluciones inmediatas y que exigirá una combinación de ayudas al desarrollo, una defensa de nuestras fronteras y unas políticas de retorno concertadas
con los países de origen. África triplicará su población en los próximos cincuenta años y los conflictos en el Mediterráneo oriental y en



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Oriente Medio van a requerir décadas para su superación. La presión no va a disminuir en los próximos años. Las respuestas tienen que ser estructurales, basadas, como les digo, en una combinación de políticas de apoyo al desarrollo local,
y eso pasa por luchar contra el cambio climático que desertifica el Sahel y luchar también por la liberación de la mujer, que es la única manera de conseguir detener una dinámica demográfica que nos puede conducir a un desequilibrio absolutamente
insostenible. La solución no es cerrar, no es levantar muros ni flotillas de barcos que impidan llegar a los quieran acudir a ese imán poderoso que significa para ellos Europa, la solución es darles oportunidades de desarrollo en su tierra y
controlar el crecimiento de la población para que ese desarrollo pueda llegar a todos y el crecimiento del producto no se vea anulado por el crecimiento de las bocas que lo consumen. Es necesario reformar el sistema común de asilo y buscar un mayor
equilibrio entre la responsabilidad y la seguridad.


También tenemos que hacer frente a un cambio radical en la escena internacional con el giro proteccionista de los Estados Unidos, lo que exigirá impulsar negociaciones y acuerdos comerciales pendientes. Debemos ejercer un claro liderazgo
entre los Estados de la Unión en las negociaciones para los acuerdos de asociación con los países de Mercosur y modernizar los tratados ya firmados con México y Chile, demostrando con ello nuestra doble vocación europea y latinoamericana.


La política comercial de los Estados Unidos crea problemas globales de gran importancia, puede provocar una espiral recesiva en la economía mundial, pero también nos crea problemas locales, pequeños para la escala global pero trascendentales
a escala local. Quiero referirme al tema muy concreto de las aceitunas negras, donde tenemos un contencioso que puede afectar a miles de empleos en el sur de España, que hemos planteado contando con el respaldo y la solidaridad de la Comisión y de
los Estados miembros. Detrás del ataque contra ese producto, sin duda vienen otros contra la política agrícola común que tendremos que tener en cuenta en un marco más amplio.


El marco financiero plurianual no nos satisface. Creemos que tiene avances importantes, como los recursos destinados a proteger las fronteras, a la seguridad, y que da una prioridad cierta a los problemas migratorios, pero en su conjunto no
responde a las expectativas de España; en particular, el recorte propuesto a la política agrícola común no nos parece aceptable.


Las políticas de cohesión deben seguir jugando el papel que han jugado históricamente, también para nuestro país, y en esas negociaciones seremos constructivos, porque hemos de llegar a un acuerdo, pero al mismo tiempo necesitamos mejorar el
punto de partida.


En cuanto al euro, lo saben de sobra, ha habido avances. Hemos aproximado el MEDE a un fondo monetario; hemos empezado a aceptar, o han empezado a aceptar, el principio de un presupuesto para la eurozona, pero estamos todavía lejos de una
unión fiscal que estabilice la moneda única. Es necesario seguir insistiendo para hacer entender a nuestros socios que una moneda única no puede sobrevivir si lo único que es único es la moneda. Necesita elementos que la estabilicen,
complementarios, que van desde la unión monetaria hasta elementos complementarios de los sistemas de protección social como es -y me alegro de que el ministro alemán de Hacienda lo haya mencionado por primera vez- un sistema complementario de
subsidios al desempleo a escala europea.


Respecto al brexit esperamos llegar todavía a un acuerdo que permita una salida ordenada, pero debo reconocer que quedan sobre la mesa asuntos muy importantes que resolver y el tiempo va aprisa. Estamos muy cerca del plazo final de las
negociaciones y la posibilidad de que no haya un acuerdo que parecía remota, hoy no lo es tanto. El problema de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte sigue ahí, de momento no hay una solución. España no puede aceptar la existencia de una
frontera dura, por las consecuencias que ello tendría para la paz en la isla de Irlanda. Por nuestra parte, tenemos el tema de Gibraltar, que no planteamos como una cuestión de recuperación de soberanía, sino sobre todo por el impacto económico que
tenga sobre las zonas circundantes. Lo que realmente nos importante es saber de qué manera el Campo de Gibraltar, la sociedad y la economía que rodea a la Roca, se verá afectado por las nuevas reglas de juego, y en eso invertiremos todo nuestro
capital político y la situación estratégicamente positiva que nos da el que todo acuerdo al respecto tenga que pasar necesariamente por el nuestro. Somos el país de Europa que tiene el mayor número de residentes británicos y también tenemos muchos
españoles en el Reino Unido. Estamos haciendo un esfuerzo muy importante de información, reforzando nuestros servicios consulares para que nuestros conciudadanos sepan cuáles pueden ser las consecuencias del resultado final de las negociaciones.


Quiero señalar la importancia de la Agenda 2030. Hemos tenido que trabajar muy aprisa para adaptar el documento que será presentado en Nueva York dentro de unos días a las prioridades del nuevo Gobierno. Es evidente que no podíamos acudir
a Nueva York con el mismo documento que ya estaba



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elaborado, en la medida en que ha aparecido otro Gobierno que tiene lógicamente otras prioridades, incluso otra valoración de la situación actual. Quiero agradecer el esfuerzo del grupo de funcionarios y de mucha gente -ONG, sociedad civil
y comunidades autónomas porque hemos incorporado a última hora las observaciones que nos ha hecho llegar la Generalitat de Catalunya- para que entre todos construyésemos un documento a la altura de su importancia, y al mismo tiempo adaptado a lo que
este Gobierno pretende hacer en los próximos años. Como saben es una estrategia de largo proyecto, de largo plazo, y no se puede concebir para media legislatura, pero hay que poner los hitos que definan de qué manera España pretende conseguir un
desarrollo sostenible. Una de las novedades que presentaremos en Nueva York es la creación de un alto comisionado para coordinar estas políticas y también la puesta en marcha de una Comisión mixta Congreso-Senado para seguir el desarrollo y la
aplicación de la Agenda 2030, junto con la elaboración de una Estrategia española de desarrollo sostenible, que tiene una vertiente exterior, que desarrollaremos a través de nuestra política de cooperación, y una vertiente interior, que será el
conjunto de las políticas del Gobierno.


Para acabar, señora presidenta, permítanme que haga una llamada a la defensa del multilateralismo de los derechos humanos y la democracia para conseguir la paz y la seguridad global. No hay desarrollo sostenible sin la adecuada protección y
promoción de los derechos humanos y no puede haber derechos humanos en democracia, sin seguridad y estabilidad. Tenemos pues como campo de juego de nuestra política exterior el triángulo: desarrollo, seguridad y derechos democráticos; una triada
indisociable a la que trataremos de dar el mayor impulso en el marco multilateral y con nuestros socios más próximos.


España ha puesto en marcha su candidatura a ser miembro del Consejo de Seguridad para el bienio 2031-2032 y aunque pueda parecer muy lejos tenemos que empezar desde ahora mismo, de hecho ya lo hemos hecho, para conseguir este objetivo.
Apoyaremos al nuevo secretario general de Naciones Unidas en la reforma que pretende hacer de esa organización, en sus medidas de prevención y mediación en los conflictos. Apoyaremos el esfuerzo de diálogo intercultural, como miembro que somos del
Centro de Diálogo de Viena y copatrocinador de la Alianza de Civilizaciones. Vamos a seguir apoyando la educación, la comunicación y la ayuda a las migraciones para contribuir a reducir las tensiones geopolíticas. Vamos a consolidar estas
políticas a través del Centro de Tecnología de la Información y las Comunicación de Naciones Unidas en Valencia, que se creó para prestar servicios tecnológicos a las misiones de paz de Naciones Unidas y como un centro de referencia de todo el
sistema de la ONU en esta materia.


Quiero señalar nuestro esfuerzo de contribución a la seguridad global, porque probablemente los españoles no son suficientemente conscientes del esfuerzo que hacen nuestras Fuerzas de Seguridad y nuestras Fuerzas Armadas para contribuir a la
paz en el mundo. En el año 2014 movilizamos 1550 efectivos, actualmente tenemos casi 2200. Estamos participando en diecinueve misiones internacionales: cuatro de Naciones Unidas, once de la Unión Europea, una de la OTAN, dos misiones bilaterales
de apoyo a Francia y una en el marco de coalición internacional en Irak. Por supuesto que seguiremos contribuyendo a la Alianza Atlántica, pero también a defender y a promocionar iniciativas europeas de defensa como las que ha presentado Francia en
la última cumbre.


Los avances de la Unión Europea en materia de seguridad y defensa van precisamente en la línea del reparto de cargas que se nos está pidiendo con insistencia desde el otro lado del Atlántico. Eso no debe impedir un diálogo constructivo con
Rusia, a la que deseamos ver reintegrada a un esquema de cooperación en Europa en el espacio euroasiático.


Por supuesto, tengo que hacer referencia a la plaga del terrorismo y a los problemas de la no proliferación. La ruptura del acuerdo nuclear con Irán es una marcha atrás peligrosa en este terreno. Hoy más que nunca la proliferación de armas
químicas y nucleares es un peligro para la paz. El equilibrio entre las grandes potencias se ha visto debilitado, en la medida en que ya no estamos en un duopolio, sino que estamos ante una proliferación de agentes múltiples, a veces
desestructurados, que hacen más difícil la gobernanza mundial. Ese es el escenario en el que un país como España debe jugar el papel que tiene como puente que es entre continentes, con experiencias que ha vivido y que pueden ser positivas para
resolver algunos de los grandes problemas como el de las migraciones y la lucha contra el terrorismo, donde hemos alcanzado el logro significativo de acabar con el terrorismo de ETA.


Me ha dado veinte minutos y ya los he agotado, señora presidenta. Ustedes comprenderán que no he podido sino esbozar muy rápidamente con brochazos gordos el conjunto de temas y tareas que tendré -ustedes también colectivamente, ayudándonos,
criticándonos, sugiriéndonos- que emprender; una tarea ilusionante, una tarea extraordinariamente importante para la cual solicito desde ahora su apoyo.


Muchas gracias.



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La señora PRESIDENTA: Gracias, señor ministro.


A continuación comenzamos con la intervención de los grupos parlamentario. En primer lugar, por el Grupo Parlamentario Mixto, tiene la palabra el señor Salvador.


El señor SALVADOR ARMENDÁRIZ: Gracias, señora presidenta.


Buenos días. Yo me uno y le doy la bienvenida a esta Comisión, a su casa. Solo tengo cinco minutos y voy a intentar a hablar de algunas cosas, pero daré igualmente unos brochazos generales. En todo caso, quiero darle la vuelta a través de
varios argumentos a una idea, que es la siguiente. Yo creo que la política exterior empieza o se cimenta en el interior. La fortaleza, los pilares, los valores, los consensos, las estrategias para una buena política exterior se forjan, entre otros
sitios y lugares, aquí. Cuando digo aquí no solo me refiero a esta Comisión sino también dentro de nuestro país. Por eso yo quiero felicitarle y agradecerle su contribución objetiva a la unidad y a la claridad, no solo con su participación activa
en la manifestación del 8 de octubre, que yo creo que constituyó un momento histórico para intentar revertir un largo periodo de nuestra historia caracterizado por la división de los constitucionalistas y por la renuncia a defender una verdad
histórica sobre todos los lazos que nos unen y una gran desvalorización del concepto de unidad, sino por todo lo que usted muy bien indica en su libro, en este libro (muestra un libro) titulado Las cuentas y los cuentos de la independencia, que yo
especialmente he leído con mucho interés y le reconozco el mérito y el coraje de hacerlo, como todos aquellos que creemos en España debiéramos de hacer en algún momento. Yo coincido con la conclusión que usted hace en este libro, que se reduce a
una palabra que se llama 'comparecer'. Muchos de los problemas que hemos tenido en este país han sido precisamente por no haber comparecido en los momentos de la historia públicamente para desenmascarar las mentiras del secesionismo con datos y con
rigor, como usted muy bien hace. Yo quiero felicitarle y agradecerle esta contribución y reconocerle este mérito.


En segundo lugar, un colega suyo hace dos días, el ministro Planas, reconocía en ABC que -cito textual- un ministro que defiende en Europa un país dividido no tiene peso, que solo con un planteamiento de unidad se influye para obtener el
mejor resultado. Me atrevería a preguntarle o quisiera saber cuál es su planteamiento de unidad. ¿Cómo vamos a consolidar o aprovechar esa unidad? Nadie va a extrañarse de que digamos que el nacionalismo separatista antiespañol, el catalán y el
vasco fundamentalmente, comparten desde hace mucho tiempo una estrategia de minar la confianza y la unidad de España. Por tanto, yo quiero saber cómo va a confrontar en el exterior este Gobierno esta malla impenetrable -así lo llama ERC-, que yo ya
le anticipo no dejará ver ni la luz de la democracia, ni la verdad, ni mucho menos la convivencia, ni la libertad de los que no piensan ni sienten como ellos. O quisiera saber también cómo va a combatir esa recuperada estrategia, bien pagada por
cierto, de mentiras, engaño y victivismo que se lleva a cabo desde las oficinas comerciales de algunas comunidades autónomas, en especial y en concreto Cataluña y el País Vasco. Por cierto, yo quiero hoy felicitar al embajador Morenés, que el otro
día dejó muy claro que los secesionistas necesitan y van fabricando por doquier falsedades para justificar su engañoso victivismo. También quiero felicitarle a usted, precisamente por la defensa clara y nítida que hizo de ese embajador. Porque es
verdad, señor ministro, que entre la verdad histórica y el deseo de convivencia que alumbró la Transición española, y por otro lado, las mentiras institucionalizadas y la deslealtad a un proyecto común, la virtud política, en este caso, no está en
el termino medio, en la equidistancia.


Por otro lado, el otro día en la comparecencia que hizo la ministra de Defensa insistía en que su ministerio era un ministerio de Estado, y este ministerio -el suyo- también lo es. Ella nos pedía abstraernos de insistir en políticas
partidistas y tener altura de miras. Desde luego, igual tengo fácil desde mi posición comprometerme a ello, pero quiero pedírselo públicamente también a usted: vigile que las políticas, sus políticas, no sean partidistas o cortoplacistas. Es más,
le pido que extreme la vigilancia sobre todo aquello que intente hacer daño a España, como Estado, como comunidad política o como sociedad que comparte muchas más cosas que nos unen, que las que algunos utilizan para separarnos. Lo digo y repito
porque desde esas recuperadas oficinas fundamentalmente se juega a un diferencialismo mentirosos y ventajista, que debiéramos conocer y en su caso denunciar. Aquí habría otra pregunta: ¿cómo vamos a controlar que esas oficinas no sean una correa
de trasmisión del golpe de Estado institucional en el exterior? Señor ministro, obremos -insisto- con inteligencia respecto a todo aquello que como país nos pueda hacer daño. Por tanto, yo le pido que teja una red de complicidades con quienes
compartimos objetivos, que será la mejor manera de destejer aquella otra que utilizarán los que pretenden lo contrario y, desde luego, aproveche esta Comisión para hacerlo. Usted es suficientemente independiente



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y tiene autoridad por sí mismo para saber dónde está y dónde estará en cada momento el interés de España, y dónde estarán las urgencias del señor Sánchez. Yo no le pido que traicione ninguna lealtad, pero sí le pido que le vigile, en todo
caso, para que no le engañen.


Voy terminando. Concentremos nuestros esfuerzos en aquellas estrategias y objetivos que nos unen, en todas las instituciones que compartimos, y desde luego aprovechemos para mejorar, crecer, competir y ser más solidarios con la marca
España, el Instituto Cervantes, la cooperación, la OTAN, etcétera. Creo que ha hecho muy bien evitando esa mala costumbre de hacer sistemáticamente lo opuesto a lo que hizo el anterior. Me agradan las palabras que usted ha pronunciado cuando ha
dicho que en política exterior debe haber una cierta continuidad. Huyamos de conjugaciones planetarias ni de adanismos, porque yo creo que no van a ningún sitio y, por tanto, debemos conservar nuestros aliados, ampliar nuestros espacios de
influencia, tejer complejidades para defender nuestros intereses, afrontar desafíos conjuntos y prevenir amenazas y transformar problemas en oportunidades. Yo coincido con usted en que la inmigración será -lo es ya- el gran problema del futuro.
Por tanto, creo que ahí debemos de obrar de manera solidaria, de manera responsable y en ningún caso frívola.


Termino, señora presidenta. Yo le deseo éxito porque su éxito en política exterior será el éxito de España. Deseo y espero que mantenga la claridad y el coraje cívico que hasta ahora ha demostrado. Le agradezco su combate de las mentiras
del independentismo y su defensa de los beneficios de la Unión Europea.


Muchas gracias, señora presidenta.


La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Salvador.


Señor Xuclà.


El señor XUCLÀ I COSTA: Muchas gracias, señora presidenta.


Señor ministro, bienvenido a esta Comisión. Yo creo que lo primero que tenemos que hacer es algo obvio, que es recordar que es el señor ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Simplemente quiero recordar que no es el
ministro para Cataluña, ni es activista de Societat Civil Catalana, sino que usted ha aceptado la invitación del presidente del Gobierno de España para incorporarse al Ejecutivo, para volver al Ejecutivo. Señor ministro, le pido que deje de hacer
de activista de Societat Civil Catalana para ejercer de ministro de Asuntos Exteriores, que lo haga con diplomacia, que lo haga reconociendo y respetando al otro, porque este respeto y reconocimiento del otro estuvo también en la base que motivó el
apoyo que conformó 180 votos para la moción de censura, que permitió la investidura de un nuevo Gobierno y que ha permitido el nombramiento de unos determinados ministros.


Este pragmatismo que usted ha mostrado con Gibraltar, tendremos tiempo de hablar de ello, quizás también lo tendría que aplicar en sus miradas respecto a Cataluña. Cuando yo escucho su apoyo al embajador político Pedro Morenés me parece que
aún estamos con un Gobierno del Partido Popular. Yo le pido el cese del embajador Morenés porque los servidores públicos deben estar al servicio de los cargos electos y el president de la Generalitat es un cargo electo elegido por una mayoría, con
un mandato democrático del Parlament de Catalunya. Las comunidades autónomas tienen competencias en acción exterior y estas competencias se deben respetar. Las llamadas embajadas -relato que por repetir mil veces la palabra embajada de la
Generalitat se va instalando- se tienen que respetar porque las representaciones de la Generalitat en el exterior arrancan en los años ochenta del siglo pasado, en 1986 -año que fue elegido diputado de esta Cámara por primera vez-.


Yendo a algunos aspectos en los que vamos a coincidir, se tiene que reformar la Loreg para el voto rogado. Aquellos que la apoyamos en el año 2011 fácilmente reconocimos los errores y en ese año se afrontaron algunos errores. Usted habla
de la promoción de las lenguas. El Gobierno Zapatero impulsó una mayor presencia de las lenguas en las instituciones europeas, en el Coreper, pero quedó pendiente precisamente en una institución que usted ha presidido como es el Parlamento Europeo.
Espero que tengamos tiempo y oportunidad de hablar de este tema. Una nueva Ley del Servicio Exterior tenía que abrir paso a un nuevo mapa de embajadas y de consulados, pero nada se ha hecho en este sentido. En Francia hay diez consulados y en
Euroasia hay muchos países que esperan la apertura de representaciones diplomáticas. Hay un montón de tratados internacionales pendientes de su aprobación por parte de las Cortes Generales. España tiene un nivel de incumplimiento de trasposición
de directivas europeas muy alto, responsabilidad del anterior Gobierno, por lo que se le debe dar un impulso.


Señora presidenta, permítame un minuto para terminar con dos ejes: construcción europea y política de vecindad. Estamos ante una profunda crisis y los europeístas debemos ser críticos, siendo muy



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europeísta, con la actual Comisión Europea, con su falta de éxito en las políticas de migraciones, de política común de energía, de unión monetaria, del laberinto burocrático que no da soluciones desde algunas instituciones europeas. Hay
eurofóbicos, euroexcépticos y euroexigentes. Yo creo que nos tenemos que instalar en la euroexigencia: más Europa, una Europa que evolucionará a distintas velocidades, que tiene que ser un especio de defensa de los derechos humanos, que tiene que
dar perspectiva y esperanza a los Balcanes y que como usted ha apuntado tiene que construir un nivel de relación con Rusia como había existido en el pasado.


Se ha referido también a la política de vecindad de la Unión Europea y a la política euromediterránea. Demasiadas veces la política euromediterránea ha sido una política dirigida por las pulsiones y los caprichos de la Unión Europea, más
que por escuchar las propias demandas de los países de la ribera norteafricana o de la ribera sur del Mediterráneo. Tomemos como referencia el Plan de Acción de la Unión Africana con horizonte 2036, con una gran exigencia respecto al control de los
fondos y en la lucha contra la corrupción y las exigencias en materia de cambio climático. Usted apuntaba a una Europa dividida en dos, pero no es ese solo el problema sino que también hay que saber que la Unión Europea a medio plazo puede quedar
entre unos Estados Unidos que pueden llegar a algún tipo de acuerdo con Rusia, con un confrontante común que es China, y que la Unión Europea tiene que establecer algún tipo de diálogo crítico con Rusia, que también sirva para solucionar los
problemas que en estos momentos supone desde marzo de 2014 la crisis de Ucrania. Deberemos hablar de derechos humanos en el futuro, de la defensa de los derechos humanos y del diálogo crítico con los países que no cumplen con los derechos humanos.


Usted no ha hecho, porque no tenía tiempo, referencia a las políticas de cooperación. Hay una Comisión de Cooperación en este Congreso de los Diputados y espero que esa Comisión podamos discutir sobre sus políticas al respecto.


Muchas gracias, señora presidenta.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Xuclà.


Por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana, tiene la palabra el señor Tardà.


El señor TARDÀ I COMA: Gracias, señora presidenta.


En primer lugar, quiero hacer una consideración previa. Es posible que tengamos que ausentarnos, aquellos que tenemos que estar presentes en otra comparecencia, la de la ministra Batet. En caso de que esto ocurra no es un desprecio ni a la
Comisión ni al señor ministro, Josep Borrell.


Debo preguntarle señor Borrell cómo andan las tareas de desinfección de Cataluña. ¿Cómo va esto? ¿Cómo anda ese trabajo? Usted dijo esto cuando no era ministro, ahora que es ministro supongo que tendrá los instrumentos mejores para llevar
a cabo esta tarea, puesto que usted públicamente ante una sala llena afirmó que la sociedad catalana estaba enferma porque el 40 % de los ciudadanos catalanes, supongo que tan demócratas como aquellos que no son independentistas, optaban por
partidos políticos independentistas. Entenderá que a aquellos que nos sentimos susceptibles de ser desinfectados, nos preocupe. Ahora usted es ministro y tendrá instrumentos, quizás más eficaces, para lleva a cabo esta tarea. Yo creo que esto
denota una ideología, que es la suya, muy legítima, y hay que respetarla, aunque provoque un cierto miedo porque uno se siente objetivo de la desinfección. Esto responde a un criterio ideológico, que hay que respetar.


Ahora bien, esto ya rebosa los marcos de la ideología cuando usted entra a ridiculizar y a mofarse de la arquitectura mental y física del presidente de nuestro partido Oriol Junqueras, que ahora está encarcelado, sabiendo usted -las risas
del auditorio a usted le excitaban- que su familia, sus hijos y su compañera, su familia, su entorno, sus amigos, están sufriendo, como estarían sufriendo su familia, sus amigos y su entorno si fuese usted la persona encarcelada. Ahora ya no
estamos delante de una cuestión ideológica que obliga a respetarle, estamos ante un escenario quizás -no quisiera herirle- de mala persona. Uno no se puede reír de la arquitectura mental y física de otra persona, máxime cuando esta persona es un
demócrata que está encarcelado. A pesar de todo, nosotros le respetaremos y no solo le respetaremos, sino que además entendemos que está aquí como ministro. Nuestra concepción de la manera en cómo debemos respetar a todo aquello que compete las
relaciones institucionales, nos obliga incluso -no a olvidarlo, nunca lo olvidaremos, nunca- a intentar dialogar también con usted.


Dicho esto, vamos al objeto de la comparecencia aunque entiendo que alcanza un nivel sobre temas tan grande que hoy solamente podemos apuntarlos. ¿Debemos sentirnos vigilados y hablo como Administración catalana, como partido político que
da apoyo al Gobierno de Cataluña? Ayer mismo Pere Aragonès, vicepresidente del Gobierno catalán -Gobierno de todos los catalanes porque es el Gobierno



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de la Generalitat de Catalunya- participaba en Stuttgart de la reunión de los llamados Cuatro Motores para Europa: Cataluña, Baden-Württemberg, Lombardia y Auvergne-Ródano-Alpes. Como el protocolo estaba absolutamente cerrado no pudieron
dar la palabra -no se la dieron finalmente- al cónsul de Stuttgart, que se levantó repetidas veces para boicotear el acto. Esto ha ocurrido otras veces, ocurrió en Polonia y hace poco en Viana, aunque no recuerdo bien. ¿Cómo es posible que en una
reunión con los presidentes de los cuatro territorios denominados Los Cuatro Motores para Europa el cónsul español de Stuttgart intente boicotear el acto? ¿Pero dónde estamos? Por cierto, es todo un personaje, solo hace falta consultar Twitter;
un personaje que tiene todo el derecho a pensar lo que quiera. ¿Cómo se atreve a boicotear un acto en donde va un representante del Estado español, con otros presidentes de otras zonas, otros territorios, que económicamente como saben pretenden ser
punteros? Es evidente que el Gobierno de Cataluña ha iniciado en todo aquello que le compete para la restitución de todo el desastre que provocó el artículo 155. Por cierto, fueron 500 000 euros de gasto para todo aquello que afectó a la
demolición de las delegaciones catalanas, algunas de ellas ahora restituidas en Reino Unido, Irlanda, Alemania, Italia, Francia, Suiza o Estados Unidos y para todo aquello que se requiere para recuperar el Diplocat. Recuerdo que nuestra
perseverancia en la acción exterior -cuando digo nuestra me refiero a toda Cataluña, al margen del Gobierno que esté en un momento determinado en la Generalitat de Catalunya- cuando el PSC, Iniciativa y Esquerra gobernaban en Cataluña en los dos
denominados tripartitos también fue muy intensa, incluso más. Quizás fuese menos propagandística, pero la acción que hizo el Gobierno de los tripartitos en el exterior fue muy intensa y muy eficaz. ¿Vamos a tener colaboración institucional o
tendremos al sargento Morales en la nuca? Ya lo veremos.


Ustedes hablan del prestigio de España. Claro, es que las palizas del 1 de octubre no se borrarán nunca; una población indefensa, de todas las edades. Sí, sí, apalizando a ciudadanos. Esto no lo hemos visto en Europa, no lo hemos visto.
Y la macrocausa judicial que se iniciará en el mes de octubre, noviembre o enero evidentemente evidenciará que hay presos políticos. Ya sé que no lo reconocen. Pero en Europa no lo ven así. Y, sobre todo, una justicia que da trabajo. Claro, si
pretenden desinfectarnos, igual ya estará ejercitado. Pero tendrá mucho trabajo, porque una justicia que básicamente pretende escarmentar para que en el imaginario de los catalanes quede arraigado que no vale la pena volverlo a intentar, puesto que
si se intenta de nuevo van a caer veinte años de cárcel, y necesariamente se inspira en la venganza y en la crueldad, tiene trabajo, tendrá mucho mucho trabajo. Y es evidente que también tendrá trabajo para explicar que el sistema judicial español
no se acaba de homologar a aquellos sistemas judiciales como el alemán, el británico y el belga, que no ven las cosas de igual manera.


Voy a terminar lamentando -termino enseguida- no haber podido hablar de otras cosas, pero seguro que estaremos en condiciones de hacerlo, por ejemplo, la próxima semana, cuando el presidente del Gobierno comparezca ante el Pleno para hablar
de los resultados y conclusiones de la cumbre del consejo en todo aquello que afecta a inmigración, refugiados, etcétera.


Finalmente, también espero que usted tenga una visión distinta de la del ministro Dastis con respecto a Marruecos -creo que no, que están hechos con el mismo molde, pero, en todo caso, ya veremos-, sobre la vulneración de derechos humanos en
aquel país y en otros territorios, así como acerca de la vergonzante venta de armas a países que no respetan los derechos humanos, sobre todo al principal cliente, al margen de la Unión Europea y los países de la OTAN, como es Arabia Saudí.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Tardà.


Por el Grupo Parlamentario Ciudadanos, tiene la palabra el señor Maura.


El señor MAURA BARANDIARÁN: Gracias, señora presidenta.


En primer lugar, en nombre del Grupo Parlamentario Ciudadanos, me gustaría darle la bienvenida a esta Comisión y felicitarle por su nombramiento como ministro. Espero que no se dedique únicamente a gestionar la acción exterior, como sus
antecesores en el cargo, sino que ponga en marcha una verdadera estrategia de política exterior para defender los intereses de los españoles. Dada la minoría parlamentaria del Gobierno que usted representa aquí, espero que esa estrategia la base en
el consenso entre las diferentes fuerzas parlamentarias. Desde Ciudadanos le decimos que estamos dispuestos a participar en él.


Le va a tocar a usted lidiar con un mundo en el que la situación de los derechos y libertades fundamentales se encuentra en horas bajas. Según Freedom House, la democracia y las libertades se encuentran en retroceso. El populismo, el
nacionalismo y el autoritarismo están reventando las costuras



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de nuestra sociedad internacional, basada en la confianza y la cooperación, como estamos comprobando, por desgracia, en nuestra propia casa, la Unión Europea. Esto pone en jaque el Estado de derecho, que protege nuestras libertades y
nuestros derechos fundamentales. Así vemos cómo los defensores de derechos humanos están sufriendo graves persecuciones en todo el mundo, desde Turquía hasta Honduras y Rusia. El Grupo Parlamentario Ciudadanos considera la defensa y promoción de
los derechos y libertades, es decir, del Estado de derecho un pilar fundamental de la política exterior. Por ello, le pregunto. ¿Qué medidas llevará a cabo el Gobierno, aprovechando el puesto de España en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas, para proteger el Estado de derecho, las libertades y derechos fundamentales en todo el mundo?


En América Latina, por desgracia, vemos el peor ejemplo de este deterioro. En Cuba el régimen castrista cambia sus caras pero no sus políticas. Raúl Castro sigue al frente del partido único para asegurar que Díaz-Canel no se desvíe de la
represión férrea contra la disidencia y de la supresión de los derechos y libertades fundamentales de los cubanos. Espero que el nuevo Gobierno de España no caiga en la trampa del régimen y sea una voz comprometida a nivel internacional con el
pueblo de Cuba y con los demócratas cubanos. Cuba es el aliado estratégico -usted lo sabe- de Nicolás Maduro, que decidió convocar elecciones presidenciales en el pasado mes de mayo en Venezuela, unas elecciones que no respetaban los estándares
democráticos mínimos y que tanto la Unión Europea como el Congreso de los Diputados, a iniciativa de Ciudadanos, decidieron no reconocer. Sin embargo, el expresidente Zapatero se apresuró a defender esos comicios, exigiendo a la oposición que
participara en la farsa, apoyando al dictador con su presencia el mismo día de las elecciones. Y en esa misma iniciativa, en la que su partido se abstuvo, el Congreso de los Diputados pedía también la ampliación de sanciones a los altos cargos del
régimen de Nicolás Maduro por sus lazos con la corrupción y el narcotráfico, unas sanciones que la Unión Europea ha decidido ampliar la semana pasada. Por ello, señor ministro, ¿reconoce usted las elecciones ilegítimas en Venezuela, como ha hecho
el expresidente Zapatero, con el beneplácito del anterior Gobierno? ¿Nos puede explicar las razones por las que el PSOE de Pedro Sánchez no votó favorablemente las sanciones al régimen de Maduro y si es su intención seguir por esta línea?


Años de permisividad por parte de los demócratas de todo el mundo están haciendo que el populismo, el autoritarismo y el nacionalismo se expandan por América Latina. Estamos viendo cómo un determinado populismo ha ganado las elecciones en
México, cómo lidera las encuestas en Brasil y también en las principales potencias de América Latina o cómo ha producido ya 212 muertes en Nicaragua. Ese populismo y el nacionalismo también se expanden por América del Norte. El presidente Trump ha
convertido su país en una de las mayores fuentes de inestabilidad global del mundo, primero acabando con consensos globales, como el Acuerdo de París, y ahora Estados Unidos se ha rendido al populismo económico del proteccionismo. Sus principales
socios de investidura, señor ministro, son bastante partidarios de este tipo de medidas contrarias a la libertad de comercio y su partido se posicionó contra el CETA en el Parlamento Europeo. Usted ha hecho una intervención a favor del libre
comercio, pero ¿qué política mantendrá finalmente el Gobierno Sánchez, la del club de los países que defienden el libre comercio y las sociedades abiertas y progresistas o la del mismo partido socialista cuando vota en contra, junto con sus socios
de Podemos, acercándonos a las posiciones de Donald Trump? También en Estados Unidos estamos viendo cómo el populismo y el nacionalismo hacen estragos en la convivencia social, como hemos visto con las decisiones sobre política migratoria. Además,
en Estados Unidos ya hay más de cincuenta millones de personas que hablan español, más que en España, y, sin embargo, se ha registrado un creciente número de agresiones a ciudadanos por utilizar el español en ese país, coartando así su libertad de
utilizar su lengua materna. ¿Comunicó su desagrado usted ante este tipo de acciones a la administración Trump en su reciente viaje a Estados Unidos?


Marruecos es, sin duda, el principal socio de España en el Magreb y uno de los principales vecinos de la Unión Europea en el norte de África. Sin embargo, las recientes sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la
explotación de recursos naturales en territorios ocupados por Marruecos y aguas adyacentes a los mismos están afectando también a trabajadores españoles que se ganan la vida comerciando con estos recursos. ¿Qué actuación estima más procedente
acometer el Gobierno en relación con estas sentencias sobre recursos naturales? ¿Cómo pretende, por otra parte, proteger a los trabajadores españoles?


Finalmente, señor ministro, el populismo y el nacionalismo también hacen mella en nuestro propio país y una parte importante del desafío constitucional al que España se enfrenta se juega en el exterior. Los Gobiernos nacionalistas de la
Generalitat de Cataluña han ido tejiendo en los últimos años, con la



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pasividad de los Gobiernos del Partido Socialista y del Partido Popular, una red de representaciones en el exterior que, en lugar de promocionar Cataluña como una tierra de oportunidades para la inversión extranjera, se dedicaba a manchar la
reputación de la democracia española y de sus instituciones. Además, esta red exterior se encargaba de pagar cientos de miles de euros a instituciones, medios y personalidades extranjeras para promover el relato secesionista y el odio a España.
Esa red que se llama Diplocat y su Gobierno están permitiendo que vuelva a ponerse en marcha para seguir extendiendo un relato falso, que daña a la reputación de España, de sus representantes y de su ciudadanía. El ejemplo más claro es el Gobierno
del presidente Torra, que ha puesto al mando de esta red a un consejero de Esquerra Republicana y ha nombrado a la exconsejera Serret, huida de la justicia, como jefa de la representación en Bruselas, la más importante que tiene Diplocat. ¿Por qué
permite el presidente Sánchez que se vuelva a construir esa red de odio y difamación, que utiliza a las instituciones y los recursos del Estado para atacar precisamente al Estado de derecho? Usted dijo que esperaba que Diplocat no fuera usada una
vez más para promover el secesionismo. Pero, aparte de sus buenas intenciones, ¿tiene usted alguna estrategia para evitar que Diplocat se convierta de nuevo en altavoz del populismo y el nacionalismo en el exterior? ¿O es este un cheque en blanco
que debe pagar el señor Sánchez a cambio de ser nombrado presidente con los votos de Esquerra y del partido de Puigdemont y Torra?


En definitiva, señor ministro, el populismo y el nacionalismo son los principales retos a los que se enfrenta la Unión Europea y la comunidad internacional. En un contexto así nuestro país puede ejercer un papel de liderazgo tanto europeo
como global para hacer frente a estas fuerzas desde la apuesta por las sociedades y las economías abiertas. Sin embargo, dudo mucho de que este Gobierno que ha llegado a la Moncloa de la mano del populismo y del nacionalismo y que está más
preocupado por hacer marketing electoral que por gobernar pueda hacer frente a este reto de forma efectiva. En cualquier caso -y termino ya-, si usted, señor ministro, está dispuesto a rectificar y condenar las dictaduras que atacan los derechos
humanos, como las de Venezuela y Cuba, si está dispuesto a defender el libre comercio frente al proteccionismo de sus socios de Podemos, si está dispuesto a acabar con una red exterior que utiliza el dinero de todos los españoles para dar un altavoz
al secesionismo y a la xenofobia de sus socios independentistas, entonces podrá encontrar usted a su lado al Grupo Parlamentario Ciudadanos. En la defensa de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y del Estado de derecho siempre nos
encontrará. De lo contrario, señor ministro, no podrá contar con nosotros.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Maura.


Por el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, tiene la palabra en primer lugar el señor Bustamante.


El señor BUSTAMANTE MARTÍN: Buenos días.


Desde Izquierda Unida consideramos que la política española en el exterior debe estar orientada a la búsqueda de la paz, la soberanía y los derechos humanos, y, en ese sentido, señor ministro, me gustaría hacerle siete preguntas.


En primer lugar, la decisión sobre el Aquarius ha sido un gesto muy positivo. Sin embargo, mientras que los líderes europeos se reunían, cien personas perdían la vida en el Mediterráneo. Creo que el acuerdo del Consejo Europeo es
vergonzoso. ¿Va a seguir la Unión Europea rescatando bancos antes que personas?


En segundo lugar, coincidiendo con la visita que usted mencionaba del rey y usted mismo a Estados Unidos se conocían algunos de los aspectos más dramáticos de la política migratoria de Estados Unidos. Según organismos internacionales, más
de dos mil niños han sido separados recientemente de sus padres. En ese sentido, ¿va a emitir el Gobierno de España alguna queja al Gobierno de Estados Unidos ante esta violación de los derechos humanos?


En tercer lugar, como bien sabe usted, los tanques Leopard de Ejército español se encuentran actualmente en Letonia, muy cerca de la frontera con Rusia. ¿Tiene el pueblo español algún interés en mantener una política hostil hacia Rusia?
¿Contribuye eso a nuestra seguridad?


Cuarta, ¿va a jugar España, como antigua potencia colonizadora en el Sahara, el papel que la corresponde en la búsqueda del ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui?


Quinta, una política exterior errónea puede dar lugar a catástrofes humanitarias. Tenemos el ejemplo de la invasión de Irak y la destrucción de Libia. En ese sentido, ¿va a defender el Gobierno de España la paz en Siria y contribuir al
diálogo y a la reconstrucción de ese país?



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Sexta, ¿va a aplicar algún tipo de embargo en la venta de armas a países que violan los derechos humanos, como actualmente hace el Estado de Israel en Palestina o el Estado de Arabia Saudí en Yemen?


Séptima y última pregunta también, como consecuencia del tiempo, ¿van a desmarcarse de la política de injerencia y de patio trasero de Estados Unidos sobre los países de América Latina?


Son siete preguntas, pero también podrían ser siete líneas de trabajo, en la búsqueda de la soberanía, la paz y los derechos humanos en el mundo.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Bustamante.


Tiene la palabra el señor Bustinduy.


El señor BUSTINDUY AMADOR: Buenos días, señor ministro.


En nombre de mi grupo parlamentario quiero darle la bienvenida a esta Comisión y expresarle nuestra disposición para que el alivio y la esperanza que millones de compatriotas sintieron al abrir un ciclo nuevo en la política española se
traduzca en una refundación democrática y completa de nuestra acción exterior. Por eso, hoy queremos plantearle veinticinco medidas realizables, pragmáticas y realistas, para las que ofrecemos nuestro compromiso y apoyo parlamentario, medidas que
contarían con el apoyo de una amplia mayoría social en nuestro país y que servirían para rehacer nuestro lugar en el mundo, recuperar la confianza en una hora geopolítica desquiciada y oscura y convertirnos en una actor decisivo, con un papel de
liderazgo global y de referencia como agente de construcción de paz y de un orden internacional más justo, democrático y regido por el derecho.


Un actor de construcción de paz. Queremos pedirle que España firme y proceda a ratificar de manera urgente el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares y que así adquiera un papel de liderazgo y de referencia en la lucha contra el principal
riesgo para la seguridad de la vida en el planeta ahora mismo. Como he expresado mi compañero, le pedimos que ejerzamos un papel de mediación y apoyo activo a los procesos de paz decisivos que se están dando en el planeta: el de Colombia, para el
que hace falta incrementar nuestra contribución financiera inmediatamente; el de Siria, que afrontará un dificilísimo proceso de reconstrucción y justicia transicional; el de Yemen, una guerra que se prolonga ante un silencio injustificable e
inaceptable de la comunidad internacional; el de Oriente Medio, sobre el que hay que tomar dos medidas, para las que existe una base jurídica y legal y son de una urgencia ineludible, en primer lugar el reconocimiento unilateral, sin condiciones e
inmediato del Estado palestino y, en segundo lugar, decretar un embargo militar para el Estado de Israel. Tenemos que garantizar la aplicación del Tratado de Comercio de Armas. No puede ser que armas de fabricación española se empleen en
conflictos o para la violación de derechos humanos. Tenemos que romper la lógica suicida de la carrera armamentística, y eso implica neutralizar los compromisos de aumentos presupuestarios para la industria de la defensa. También debemos
neutralizar los proyectos de confrontación bélica con Rusia. El paradigma de las sanciones ha fracasado, es una evidencia reconocida por todos los actores implicados y es la hora -usted lo ha mencionado- de un paradigma nuevo, centrado en el
diálogo y la cooperación. Tenemos que neutralizar también el paradigma de la militarización del control migratorio, que tantas desgracias está generando en nuestro mar Mediterráneo, y también el de la militarización de nuestro modelo de vecinazgo
con los países de la otra orilla del Mediterráneo. Necesitamos una relación nueva, democrática, de confianza y cooperación con Marruecos, pero también necesitamos cumplir la sentencia del TJUE sobre los acuerdos pesqueros con el Sahara. Hay que
garantizar que los recursos naturales del Sahara no sean ilegalmente expropiados.


Un actor democrático, que apueste por el marco del multilateralismo y por la ampliación de derechos, frente al supuesto realismo geopolítico que nos lleva a asumir siempre la ley del más fuerte. En este año y medio último los Estados Unidos
se han retirado del Acuerdo del Clima de la Unesco, del Acuerdo Nuclear con Irán, del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y está poniendo en práctica políticas que han sublevado al mundo entero por lo que implican en términos de violación de
derechos humanos. Nosotros representamos otro modelo, tenemos que representar otro modelo, y eso implica de una vez marcar distancias con la administración Trump. Tenemos que romper ese estado de minoría geopolítica, de subordinación desastrosa
que heredamos del aznarismo y recuperar la autoestima, la ambición y la capacidad de liderazgo, para poder representar una posición propia en la arena internacional. Esta Comisión aprobó el año pasado por unanimidad una solicitud al Gobierno para
que España lidere los trabajos para adoptar una convención internacional en materia de derechos LGTBI. Le pido que recoja el guante y nos pongamos a ello, porque ninguna contribución sería más importante que la relativa a la



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ampliación de las fuentes del derecho internacional en materia de derechos y libertades. Le pedimos que cambiemos la posición de este país, para pasar a apoyar el Tratado Vinculante sobre Empresas y Derechos Humanos que se está negociando
en Ginebra y al que hasta ahora nos hemos opuesto, y que nos sumemos al grupo de trabajo contra los paraísos fiscales de la ONU. Le pedimos que refundemos, que recuperemos nuestra cooperación, motivo de orgullo de la acción exterior de este país,
que ha sido masacrada presupuestariamente por el Partido Popular pero también por la lógica de la subordinación a la financiación y privatización de nuestra cooperación. Tenemos que recuperarla, porque es una de nuestras principales herramientas de
acción exterior. Le pedimos, le plateamos, le proponemos que sigamos el ejemplo de Suecia y adoptemos una declaración vinculante en materia de política exterior feminista y en defensa de los derechos de las mujeres. Este Gobierno mandó un mensaje
muy positivo en su conformación a la sociedad española. Sin embargo, los nombramientos del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación le han vuelto a colocar a la cola de la Administración pública en materia de igualdad. Este es un problema
estructural en el ministerio que supone un auténtico escándalo democrático. Las mujeres representan el 12 % de las embajadas designadas por el Gobierno. Necesitamos un plan de choque para abordar las causas estructurales de esa desigualdad. Hay
que democratizar y garantizar la igualdad de acceso a la carrera diplomática y también en su desarrollo. Necesitamos adoptar estudios vinculantes de género para la aprobación de los tratados comerciales. Necesitamos aplicar la Convención de
Estambul en materia de inmigración y asilo. Necesitamos hacer de la promoción de los derechos sexuales y reproductivos un eje prioritario de la acción exterior española.


Un actor comprometido con los derechos humanos, frente al auge de la xenofobia y el fascismo. Podremos hablar de Europa cuando usted venga a la Comisión Mixta para la Unión Europea, pero es evidente que Europa vive un momento decisivo.
Usted ha mencionado antes el papel que la paz ha jugado en la construcción de la Unión Europea, y es completamente cierto, pero esa paz también tenía presupuestos y condiciones materiales. El desmantelamiento intencionado y sistemático del Estado
social, del Estado del bienestar, del modelo que regía nuestras sociedades no solo dinamitó las bases materiales de nuestra convivencia, sino también el principal vector de nuestra identidad como europeos y europeas. Es en ese vacío, es en el vacío
que han dejado las estructuras de protección social y del Estado del bienestar donde hoy crece y se alimenta el monstruo de la xenofobia y el fascismo, que también amenaza con echar por la borda los logros de setenta años de paz en el corazón de
Europa. No es demasiado tarde para actuar, pero nos equivocaríamos si pensamos que al fascismo se le va a derrotar o se le va a contener o se le va a combatir con la política migratoria, en este campo va a salir ganando siempre. Solo se le va a
poder neutralizar y combatir desde la justicia social. Podremos hablar de esto, pero existen los aliados y las condiciones para que España dé un paso adelante y desde el sur, desde el Mediterráneo lidere, sea el punto de referencia de una profunda
democratización de la estructura económica y política de Europa. Se puede empezar por cosas muy sencillas, con un plan de choque de erradicación de la pobreza infantil en el continente, se puede hacer en un año, con un presupuesto limitado, y sería
el mejor mensaje de europeísmo que se podría lanzar en esta hora.


Por último, usted ha anunciado ya su intención de derogar el voto rogado y nosotros lo aplaudimos. Lo llevamos pidiendo, lo lleva pidiendo hace años la gente que ha tenido que emigrar por razones económicas. No basta solo con la
derogación, es necesaria una reforma en profundidad de la LOREG para garantizar lo que es un derecho constitucional, la plena participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, y para ello es necesario abordar el fenómeno de la emigración
desde una perspectiva de conjunto; hace falta estudiarla, hace falta apoyar consularmente a las personas que están fuera y hacen falta planes de retorno para que puedan volver. Para todo este propósito, para abrir ese camino en defensa de la
democracia internacional, del multilateralismo, del derecho internacional, los sesenta y siete diputados y diputadas de este grupo estarán siempre a su disposición, será un honor participar en ello; pero para ese propósito, no para otros. Lo hemos
visto en esta Comisión -termino, señora presidenta, en diez segundos-. Corremos el serio riesgo de que la acción exterior de España se vea sumida de nuevo, se vea embarrada por errores que ya se han cometido en el pasado. Sus antecesores
cometieron el error de convertirse en portavoces en el exterior para los asuntos de España en Cataluña, de la crisis territorial, uno en el plató de TV3 y otro en el plató de la BBC. Los resultados fueron desastrosos para la política interior de
España, para Cataluña y para nuestra acción exterior. Nuestro grupo parlamentario, que no comparte su posición en esta materia pero que está dispuesto a apoyarle para esa democratización de nuestra acción exterior, le pide que no repita usted esos
errores, que no caiga en esa deriva y que



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elevemos el nivel de esta Comisión para encargarnos de la política exterior de España, que es una política de Estado, algo lo suficientemente importante como para que nos la tomemos como lo que es.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Bustinduy.


Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor Pons.


El señor PONS SAMPIETRO: Buenos días.


En primer lugar, quiero dar la bienvenida al ministro Borrell, que además está en su casa. Desde el Grupo Parlamentario Socialista le deseamos muchos éxitos, y tiene aquí toda nuestra colaboración.


Antes de empezar quiero hacer una reflexión. Creemos que dentro del diálogo político y la discrepancia política caben todos los espacios. Pero si ciertos partidos piden diálogo es importante también que ese diálogo no desborde en
descalificaciones personales, que creemos que en esta Comisión no tienen lugar.


Ha hablado usted de muchos temas, pero es importante referirnos a lo primero que ha considerado con respecto a la política de Estado y hacer una reflexión colateral. En esa situación europea de tanta deriva populista, tenemos una Comisión y
unos grupos parlamentarios que están a favor de obra, en un momento en que no hay nadie aquí que sea de corrientes como las que ha habido en Polonia, Hungría, etcétera, antieuropeístas, xenófobos o racistas. Esta es una reflexión que queríamos
hacer en este momento porque usted ha hablado de impulso y ahí también nos tendrá.


Y hablando de impulso, los símbolos son importantes y creo que es muy relevante que usted esté aquí. Es simbólico que usted esté aquí en el momento en que llega el Open Arms. Usted ha hablado de impulso y creo que en este mes -usted lo ha
explicado con las diferentes reuniones del presidente Sánchez- ese impulso está ahí, precisamente en un momento en que las relaciones internacionales desde 1945 hasta ahora parece que han perdido el manual de instrucciones. Por tanto, creemos que
hay una visión clara de estas posibilidades que tiene España y también una misión. Pese a lo expresado en algunas intervenciones, que han sido muy segmentadas, creemos que usted ha dado unas pinceladas de la propuesta para los próximos años, que me
gustaría resumir en una aportación de soluciones. En primer lugar -y creo que tiene que ver con la nomenclatura de su ministerio-, la profundización en el proyecto europeo, como usted ha puesto de manifiesto durante toda su intervención. Usted ha
hablado de que la solución pasa por la profundización en el proyecto europeo con respecto a la emigración, la reforma del euro, el próximo presupuesto, etcétera. Hay que recordar además que prácticamente estamos en periodo electoral y, por tanto,
estamos en unos meses que van a resultar vitales. También se ha referido usted a la idea del multilateralismo y el desarrollo sostenible, y creemos que es muy importante que haya habido participación de las entidades no gubernamentales y otros
actores. Acerca de la Agenda 2030, que tanto se ha reivindicado desde este grupo, le damos todo el apoyo, y creemos que es uno de los grandes retos de futuro. Después se ha referido a la idea del refuerzo de los derechos humanos, y se ha
considerado por los diversos portavoces esa dificultad para el mantenimiento de unos estándares de calidad democrática. Hace unos días aparecía un artículo en un medio europeo que decía que había mejorado el crecimiento económico en la zona
euroasiática pero que también hay una reducción de los derechos humanos.


Quería hacer una primera pregunta, porque hemos sido un poco apocalípticos. Creo que usted ha dado una visión cenital interesante. En estos días ha salido un artículo del señor Solana, y decía que estábamos en el diván. El señor Juncker
dice que Europa está pasando por una crisis existencial. ¿Estamos realmente tan mal o estamos en un momento de oportunidad y las cosas están mejor?


Refiriéndose al brexit usted ha dicho -creo que es interesante-: Estamos vacunados. Tal vez estamos en el momento de dar ese paso hacia delante después de haber dado dos pasos hacia atrás. Usted hablaba de 2008 y de lo que pasó. Es
verdad, hace poco estaba Obama, pero tenemos a Macron, tenemos a Portugal, tenemos a Canadá, etcétera.


La Agenda 2030 contra el gran riesgo del siglo XXI. Hemos hablado de la tecnología, pero un riesgo fundamental es la desigualdad. Creemos que esa Agenda 2030 es a largo plazo, pero uno de los retos es la desigualdad. Ha hablado del
impulso europeo contra esa deconstrucción europea. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo podemos salir? Esa es otra de las preguntas que queríamos hacerle. También se ha referido al reto demográfico. ¿Cómo contempla esa idea de Alemania de un
Plan Marshall? Usted ha hablado de la deslocalización -el señor Marín ya lo decía en los años noventa-, ¿cómo podemos acelerar esa situación?



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Quiero hacerle una reflexión sobre democracia y derechos humanos. Usted ha hablado de la liberación de la mujer. Ahora mismo, el tráfico, la trata es el segundo negocio más importante del planeta. Con lo que hemos vivido en estos meses en
España tiene que ser portador de ese mensaje de revolución que tiene que entrar de forma transversal en las instituciones multilaterales. ¿Cómo remediamos esa situación identitaria, la que viene en estos próximos meses ante las elecciones europeas?
¿Qué podemos aportar en estos próximos meses al proyecto europeo precisamente en periodo de elecciones?


También ha mencionado el multilateralismo. El World Bank habló el 5 de junio de la guerra comercial que puede provocarnos la pérdida de una década. Quería preguntarle, porque usted ha estado en Estados Unidos recientemente, si cree que la
Comisión va a sentirse obligada -ha hablado de las aceitunas negras- a tomar medidas de retorsión en los próximos meses. No sé si puede explicar alguna de las conversaciones que ha tenido con la Administración Trump sobre ese tema y si cree que ese
retroceso en el multilateralismo va acompañado de un retroceso en derechos humanos, si cree que es proporcional.


Animamos a profundizar en esa hoja de ruta que ha señalado y queríamos hacer algunos apuntes sobre Europa. Ha hablado de forma transversal sobre Europa, pero quisiéramos poner de manifiesto que la tensión migratoria es un espejo de la
unidad de Europa. Hay un cierto consenso, pero mi grupo coincide con usted en que las soluciones a corto plazo no dejarán que sigan viniendo personas. Por tanto, tenemos que adoptar medidas. Como decía el presidente francés, está claro que
estamos ante una situación profundamente política, que no solo se trata de gestión de la crisis, sino de dar una solución política a un problema que no se resolverá ni a medio ni a corto plazo.


Usted no se ha referido a ello, pero hace pocas semanas se produjo la declaración de Mesenberg entre Francia y Alemania. Quiero preguntarle si considera que esa declaración es un paso más en esa política de cooperación reforzada y si lo ve
como una de las soluciones ante todas las crisis que ha ido señalando durante su intervención.


Usted ha hablado de ello, y los diferentes grupos parlamentarios también, pero quiero preguntarle, señor ministro, cómo puede ser que se haya puesto en peligro la unidad de la Unión Europea porque haya deseos de salvar vidas de personas. El
Grupo Socialista ha sido muy reivindicativo, ha presentado diversas proposiciones no de ley en los últimos meses, y creemos que es imprescindible una política para que el Mediterráneo deje de ser una fosa común en los próximos meses. ¿Qué pensaría
una persona como Simone Veil, que fue presidenta del Parlamento, como usted, o qué pensaría Jorge Semprún, que estuvo también en campos de concentración y que recordaba que Weimar y Buchenwald están tan cerca? ¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí y
cómo salimos de eso?


Finalmente, usted ha hablado del trinomio. Creemos que estamos en la era de la protección y, por tanto, damos apoyo a esa candidatura de Naciones Unidas, a esa profundización. También queremos hacer algunos apuntes sobre temas como el
brexit. Creemos que Gibraltar es estratégico, es fundamental, y el Grupo Socialista sigue reivindicando una fluidez en las fronteras, una preservación del empleo y, por supuesto, que las personas cuenten por encima de todo.


No lo hemos comentado, pero tal vez puede dar alguna pincelada sobre las elecciones de México y sobre el reciente caso del Rif, de los activistas y la sentencia.


Muchas gracias. (Aplausos).


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Pons.


Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor Roca.


El señor ROCA MAS: Muchísimas gracias, señora presidenta.


Ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell Fontelles, sea bienvenido. Quiero desearle toda la suerte en su nueva misión y ofrecerle mi colaboración, mi lealtad y la de mi grupo parlamentario en todo aquello que sea bueno para España.
Son ustedes afortunados, nosotros recibimos, otra vez, una España en ruina, una España que era un problema para Europa, y ustedes, sin embargo, reciben, otra vez, una España que es una locomotora de Europa y que, además, aporta soluciones. Por eso
quiero reiterar que le deseo toda la suerte y todos los aciertos en su gestión.


Su ministerio es, sin duda, el más importante de este Gobierno en lo que respecta a encarar los retos que amenazan a España y a Europa. Esos retos son el populismo y el nacionalismo. No son nada nuevo, los vivimos con furor en el siglo XX,
y se reflejan en la situación actual en varios fenómenos, como son la inmigración, las tensiones territoriales y la eurofobia. Respecto a la inmigración, creo que España debe seguir haciendo un papel con rigor y sin aspavientos. Lamento tener que
decirle que el capítulo del Aquarius fue cuando menos desafortunado, porque una cosa son los posados de gafas de sol, manos y



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falsos estiramientos en La Moncloa, y otra es especular con el sufrimiento humano. Nuestra Armada ha salvado 15 000 vidas humanas sin hacer de ello ningún reality show, porque es un tema que requiere seriedad, y me atrevo a decir que
discreción.


Usted sabe bien que todos los Gobiernos europeos están teniendo problemas con la inmigración, y hay Gobiernos populistas, hay Gobiernos de centro derecha y de centro izquierda. Creo que debemos volver a la seriedad, alejarnos de la
demagogia del 'papeles para todos' y del populismo del 'papeles para nadie' y fortalecer las raíces del humanismo cristiano que son el fundamento de la Unión Europea y garantizar la dignidad de las personas inmigrantes y refugiadas, la seguridad de
nuestras fronteras y, sobre todo, la lucha contra las mafias que trafican con seres humanos. Mi pregunta -me gustaría que fuera casi retórica- es cómo va a gestionar su Gobierno el asunto de la inmigración para neutralizar el populismo en Europa.
Creo que es un tema fundamental en la agenda política actual.


Señor Borrell, usted y yo, como demócratas catalanes, debemos hablar del nacionalismo, y no hace falta que le diga por qué. Los días 6 y 7 de septiembre pasado el nacionalismo en Cataluña intentó liquidar la Constitución española, intentó
liquidar el Estatuto de Autonomía, en definitiva, la democracia, para imponer una república autoritaria en la que incluso el presidente nombraba a los jueces a dedo. España obtuvo una victoria fundamental en el terreno exterior, y es que no hubo ni
un solo reconocimiento a la declaración unilateral de independencia; ninguno. Todos deseamos, evidentemente, que eso siga así in saecula saeculorum. La reacción al golpe fue desde la unidad de los demócratas. Una foto tremenda, pero buena porque
representó la unidad de los demócratas, fue la del Parlament de Catalunya semivacío cuando intentaban dar el golpe. Las manifestaciones de octubre, usted las conoce bien, y también la reacción política con la aplicación del 155, que vino a decir
que nadie está por encima de la ley, y la hicimos desde la unidad de los demócratas. Esperamos al consenso para aplicarlo con acuerdo y en los términos pactados -cedimos: nos pidieron elecciones, elecciones; nos pidieron no tocar TV3, no lo
tocamos-, pero con el valor que da la unidad de los demócratas. He ahí nuestra fuerza. Pero la amenaza sigue ahí. Tras años de exhibiciones de masa callejera, el nacionalismo catalán ha demostrado ser un movimiento con un control quirúrgico de la
violencia. Lo vimos en la manifestación contra el terrorismo en agosto, en el secuestro de una autoridad judicial en septiembre, en la violencia provocada por el nacionalismo el 1 de octubre o en los cortes de carreteras. Seguimos siendo testigos
de esa violencia administrada a diario en sedes de partidos, en actos públicos, en universidades, en carpas callejeras, en negocios particulares e incluso en domicilios. El nacionalismo va a seguir administrando el uso de la violencia para
conseguir sus fines, y si creen que derramando sangre en Cataluña se van a salir con la suya, no dudarán en hacerlo. Le llaman secesión terapéutica, y es algo de lo que todos debemos ser conscientes. El nacionalismo usará la acción exterior de la
Generalitat para explicar un relato falso de España y del procés y para activar mecanismos rápidos de difusión de fake news. No es una sospecha, señor ministro, es lo que han hecho en los últimos años, y usted lo sabe bien. Además, lo harán sin
pudor, porque lo han hecho, y en el Parlament no han informado a la oposición democrática de la contratación de lobbies por parte de Diplocat, de los pagos a terceros, de visitas pagadas y de todos esos recursos públicos que el nacionalismo catalán
ha malversado desde la Generalitat para hacer propaganda contra España, diciendo que España es una democracia de baja intensidad, etcétera. Lo sabe usted muy bien. La hispanofobia, señor ministro, no es una competencia autonómica e imponer una
república autoritaria tampoco.


Quiero expresarle mi más profundo respeto intelectual y agradecerle su papel en la lucha contra las mentiras del nacionalismo. Además, suscribo plenamente su discurso del 8 de octubre, con el que me sentí representado. Quiero agradecerle
también la defensa que ha hecho del embajador Morenés en el enésimo capítulo nacionalista de internacionalización del jaleo, del barullo. Ojalá no sucumba usted a las peticiones -ya lo hemos visto hoy- contra el señor Morenés, sobre todo, porque ya
sabe usted que la petición de cabezas tiende a elevarse.


Estamos viendo cosas que no nos gustan, señor Borrell. Se están tomando decisiones que nos quieren imponer un nuevo escenario por la vía de los hechos consumados; se está rompiendo el consenso, señor Borrell, y me preocupa mucho, se está
rompiendo la unión de los demócratas. Esta ruptura sería una terrible derrota para España y para la democracia y una indigna victoria para el nacionalismo. España y los españoles no nos lo merecemos, señor Borrell, y en nombre de muchos catalanes
quiero decirle: No nos deje solos, señor ministro.


Con todo lo dicho, me surgen varias preguntas, y ojalá algunas sean totalmente retóricas. ¿De verdad vale la pena romper el pacto de los demócratas frente al nacionalismo? ¿Por qué no seguir gestionando



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el desafío del nacionalismo desde la unidad de los demócratas? Quiero recordar el 135, no el 155. ¿De verdad cree el Gobierno que van a dejar de ser nacionalistas por unas fotos de unas manos llenas de determinación y unas gafas de sol?
Es que viven de eso, señor ministro. ¿Piensa permitir su Gobierno que la Generalitat haga una acción exterior contra la Constitución, contra España y contra la democracia? ¿Cree que levantar el control financiero de la Generalitat se lo va a poner
más difícil a los nacionalistas o más fácil? ¿Cómo van a controlar la compra con dinero público de apoyos al nacionalismo? ¿Van a permitir el Gobierno y su ministerio que Diplocat actúe con impunidad después de todo lo que hemos vivido y sufrido?
¿Le han elegido a usted para hacer de escudo ante las cesiones que vemos y las que se puedan preparar o, al contrario, va a ser usted una voz autorizada en la política catalana del nuevo Gobierno? ¿Está usted dispuesto a dar la batalla en el
exterior contra la hispanofobia? ¿Está usted dispuesto a dar la batalla en el exterior contra el pancatalanismo? ¿Dará esa batalla no solo en el exterior, sino también en el Consejo de Ministros?


Reitero mi respeto, mi admiración y mis deseos de colaboración y le deseo toda la suerte, señor Borrell. Muchas gracias. (Aplausos).


Ahora mi compañera, la portavoz Hoyo Juliá, hará un par de preguntas al ministro sobre la cuestión.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Roca.


Señora Hoyo, tiene minuto y medio.


La señora HOYO JULIÁ: Gracias, compañero, gracias, señora presidenta.


Señor ministro, además de darle la bienvenida quisiera transmitirle que mi grupo ha echado en falta alguna referencia a América Latina. En los últimos seis años, para el Gobierno del Partido Popular Latinoamérica ha sido una prioridad, y lo
ha sido no solo porque nos unen muchos lazos afectivo, además de en materia lingüística y cultural, sino también porque América Latina, con más de 600 millones de habitantes, supone una oportunidad en materia económica y comercial. Tenemos que
trabajar mucho para seguir intensificando las relaciones con nuestra región hermana fundamentalmente en dos sentidos: por una parte, no solo haciendo de puente entre Latinoamérica y Europa, sino acompañando, siendo los interlocutores principales;
por otra parte, intentando que América Latina mire menos hacia el Pacífico y más hacia el Atlántico y a Europa. Son muchos los países, y espero que tengamos oportunidad de trabajar conjuntamente para intensificar las relaciones con cada uno de
ellos.


Quería aprovechar esta intervención para decir que estamos en un año muy importante, con muchos procesos electorales allí. Me gustaría aprovechar para felicitar a los nuevos presidentes elegidos, Iván Duque en Colombia -lo conozco
personalmente y estoy convencida de que va a ser un gran presidente- y López Obrador en México -no tenemos tanta confianza en él, pero por el bien de los mexicanos esperemos que se modere-.


Le transmitimos nuestra preocupación, especialmente por la situación de dos países: por lo que está viviendo Nicaragua, donde la población está pidiendo libertad y la única respuesta que está teniendo del Gobierno es la violencia a través
de la policía y de los paramilitares, con más de doscientos muertos y miles y miles de heridos, y por lo que está viviendo Venezuela en los últimos años, con una dictadura que nos preocupa, porque está afectando no solo a nivel político, con falta
de democracia y libertad, sino también a nivel económico, ya que falta lo fundamental, como son las medicinas y los alimentos de primera necesidad.


Termino, señora presidenta, con unas preguntas que quería formular al señor ministro. ¿Cuáles van a ser las líneas de actuación en Latinoamérica? ¿Van a estar con los ilusionantes giros a la democracia y a la libertad o van a estar como el
expresidente Zapatero para dar continuidad a los regímenes populistas que no respetan los derechos humanos ni la democracia? ¿Va a volver este Gobierno al antiamericanismo de épocas pasadas? ¿Por qué hubo un apagón informativo en la visita de sus
majestades los reyes a Estados Unidos, que solo la conocimos unos días después a través de la página web? Por último, ¿cuál es la posición del Gobierno ante la cuestión del Sahara? ¿Va a promover el Gobierno el reconocimiento unilateral de
Palestina?


Nada más. Muchas gracias. (Aplausos).


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Hoyo.


Tiene la palabra el señor ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.



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El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES, UNIÓN EUROPEA Y COOPERACIÓN (Borrell Fontelles): Muchísimas gracias a todos los portavoces por el interés que han puesto en completar mi exposición con sus preguntas, que han señalado las carencias
de mi intervención y han abierto un tiempo que podría ser ilimitado de respuestas. No se le oculta a nadie, señora presidenta, que será de todo punto imposible contestar como se merecen las numerosas cuestiones que se han puesto sobre la mesa,
desde las muy concretas a las más generales. Haré lo que pueda en el tiempo que me dé.


La señora PRESIDENTA: Dispone del tiempo que quiera, con un cierto orden.


El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES, UNIÓN EUROPEA Y COOPERACIÓN (Borrell Fontelles): ¿El que yo quiera? Yo había reservado toda la mañana para esta comparecencia y, por tanto, por mí no va a quedar. Tengo tiempo suficiente para
intentar contestar, aunque ciertamente, aun estando aquí hasta la hora de comer, no agotaremos la temática que aquí nos trae. Les pido disculpas por anticipado.


Voy a intentar no contestar a las intervenciones una a una, porque sería interminable, sino mezclar las cuestiones que se han planteado por varios portavoces desde diferentes perspectivas. Una de ellas es la perspectiva de género y la
participación de la mujer en las tareas del ministerio, en las embajadas y en esto que se viene a llamar hoy la gender diplomacy, la feminización de la diplomacia. Es cierto que en la carrera diplomática la mujer representa aproximadamente el 25 %
de los efectivos, si mi memoria no me falla, y por los comentarios que he hecho con mis colaboradores estos días. El 25 % es aproximadamente el mismo porcentaje de las mujeres que se presentan a las oposiciones. La mujer aprueba el ingreso en la
misma proporción que la aprueban los hombres. Si no hay más, es porque no se presentan más. Si no hay más mujeres -no diré de una cierta edad- de una cierta seniorship es porque la incorporación de la mujer a la carrera diplomática ha sido más
tardía, como lo ha sido también a las ingenierías. Cuando yo estudiaba ingeniería teníamos una mujer en el curso, que desgraciadamente no llegó a acabar la carrera. La mujer se ha incorporado tarde a determinadas profesiones, entre ellas a la
diplomática. Eso hace que en ciertos estratos de edad ese 25 % sea menor; el 25 % es de media sobre todas las edades, pero es mucho mayor en las promociones más jóvenes y más bajo en las promociones más altas. Eso es algo que yo no puedo
remediar. Es un hecho de la vida y yo tengo que tratar con el colectivo humano que tengo. Los embajadores suelen ser diplomáticos con un cierto número de años de carrera, por encima de los veinte, y ahí la proporción de mujeres es menor, lo que
también se traduce en el número de mujeres que ostentan cargos de embajadora. Pero permítanme que les diga que después de que haya completado la renovación de los altos cargos, entendiendo por altos cargos los más altos cargos, es decir, los que no
están reservados a funcionarios -estoy excluyendo los directores generales- que en mi ministerio están prácticamente todos reservados a funcionarios, la proporción resultante entre hombres y mujeres será 40-60 -tampoco estamos tan lejos de una
situación paritaria-, si mis planes se acaban llevando a la práctica. En este momento hay seis mujeres que ocupan direcciones generales en el ministerio y este número va a aumentar, al igual que el número de embajadoras. Pero ya les digo que el
colectivo humano tiene las características demográficas y de género que tiene y eso no lo puedo remediar. Lo que sí puedo es hacer un esfuerzo, como lo voy a hacer. No sé a qué viene eso de que son una vergüenza democrática los nombramientos que
he hecho hasta el momento, porque en su conjunto la relación será de 60-40.


El otro día, en el Consejo de Asuntos Exteriores, mi vecina es la señora Margot Wallström, ministra de Asuntos Exteriores de Suecia, con la que tengo una vieja y larga amistad -nos conocíamos en mi vida anterior, hace un cuarto de siglo,
cuando estábamos en los consejos europeos-, y me invitó a conocer las experiencias suecas en lo que se refiere a la feminización de la vida diplomática, la gender diplomacy. Ellos están trabajando mucho en esto y vamos a trabajar conjuntamente con
ellos. De acuerdo con algunas profesoras españolas que trabajan en este terreno vamos a celebrar, seguramente el próximo otoño, un simposio internacional sobre este tema en la escuela de Gobernanza Transnacional del Instituto Universitario Europeo
de Florencia. Repito que he propuesto que se haga un simposio internacional sobre algo que va más allá de cuántas mujeres están en el cuerpo diplomático o cuántas son directoras generales, es decir, de qué manera la incorporación de la mujer en las
relaciones diplomáticas implica un cambio sustantivo en la forma en la que estas se ejercen. Creo que con esto he contestado a una pregunta que se ha hecho desde distintos ámbitos.


En segundo lugar, Venezuela. No sé por qué se ha dicho aquí que España había votado en contra de las sanciones a Venezuela, porque en el último Consejo de Asuntos Exteriores -el primero en el que he tenido la oportunidad de participar- se
aprobaron nuevas sanciones contra un grupo de dirigentes



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venezolanos que fueron el resultado de iniciativas en las que participó España y que España apoyó. No sé qué portavoz ha sido el que me ha reprochado que no hubiéramos apoyado las sanciones contra Venezuela, pero debo decirle que está mal
informado, porque las hemos apoyado, y eso tampoco ha sido pacífico en la medida en la que hay distintas opiniones sobre la eficacia de estas sanciones. Ayer mismo di instrucciones para que nos uniéramos a la propuesta del Grupo de Lima, que ha
redactado un comunicado apoyando las resoluciones de las Naciones Unidas con respecto a la situación en Venezuela. A ese manifiesto del Grupo de Lima nos hemos sumado todos los países europeos, España también, creo que con la excepción de Grecia.
Se me puede reprochar una cosa o la contraria, pero las dos cosas a la vez no. Nuestra posición es la que es, la que ha sido, y eso no quita para que yo tenga la responsabilidad política y ética de analizar cuál es el impacto que estas sanciones
tienen sobre los acontecimientos en Venezuela. Las sanciones, depende a quién se sancione, cómo se apliquen, cuáles sean sus consecuencias y cómo contribuyan a resolver el problema es algo que tenemos que estudiar y lo vamos a hacer, pero no en
solitario, sino en colaboración con todos los demás países europeos. Tenemos una larga experiencia de las sanciones que se han aplicado en determinados países cuyo resultado no ha sido satisfactorio. Pero hasta el momento, España ha seguido, ha
estado o ha impulsado incluso una política que incluía esas sanciones que alguien me ha reprochado que no hayamos apoyado.


La posición del presidente Zapatero en su tarea de mediación es estrictamente personal y no acarrea ninguna responsabilidad para el Gobierno de España. El presidente Zapatero ha hecho un ejercicio de buena voluntad. Ya se sabe que cuando
uno es mediador le llueven los chuzos de todos los lados, y que cuando se pone en medio acaba recibiendo alguna bofetada perdida. El presidente Zapatero ha conseguido la liberación de muchos presos políticos. Su tarea es algo que corresponde a su
iniciativa personal, que el Gobierno respeta y reconoce los resultados que ha obtenido. Otro expresidente del Gobierno español, Felipe González, también ha participado en las mediaciones en Venezuela, es obvio que desde una perspectiva diferente.
En la medida en que tanto la una como la otra puedan contribuir a la liberación de presos y a relajar las circunstancias que propicien un mejor diálogo, nos parecerá muy bien. Sin embargo, la posición del Gobierno español no es la de sus antiguos
presidentes de Gobierno, es la de este Gobierno español, de su actual presidente y de su actual ministro. Volveremos a tratar de Venezuela porque es un tema que ocupará un espacio muy importante en nuestra agenda, pero por el momento la posición
que hemos adoptado es la que les he dicho. Por favor, no tergiversen las cosas, serán criticables o no, pero critiquen las cosas como son. No deformen las declaraciones que uno hace para poderlas criticar mejor. Y como ya no están, no me voy a
referir a quien lo ha dicho. Discutamos sobre la realidad, y la realidad es la que es. En materia de Venezuela nuestro país se sumó a una resolución del Grupo de Lima que ponía de manifiesto lo que saben que es la posición de la Unión Europea, que
es la consideración negativa del proceso electoral que acaba de tener lugar como consecuencia de los informes que sobre el mismo han hecho observadores de Naciones Unidas.


La posición sobre el Sáhara Occidental es la misma. España defiende la centralidad de Naciones Unidas, quiere contribuir a los esfuerzos del secretario general y busca una solución política en el marco de las resoluciones del Consejo de
Seguridad. Tenemos una vinculación histórica y afectiva con el pueblo saharaui, pero eso no debe interpretarse como una responsabilidad jurídica porque España no es potencia administradora del Sáhara Occidental. Estamos con los trabajos y los
esfuerzos de Naciones Unidas, no nos coloquen en una posición que no tenemos jurídicamente. No confundan una cosa con la otra, no confundan los lazos afectivos e históricos que tenemos con el pueblo saharaui, con las responsabilidades jurídicas que
quedaron claramente definidas desde el 26 de febrero de 1976 en la carta dirigida entonces al secretario general de Naciones Unidas. En este sentido, la posición del Gobierno español sigue siendo la misma.


Respecto a la declaración de Mesenberg, de declaraciones en Europa no andamos faltos. Cada vez que se reúnen dos dirigentes europeos, hacen una declaración y le ponen el nombre del lugar donde la hicieron. No todas ellas dejan huella en la
historia, algunas son importantes y otras se olvidan rápidamente. A la que se ha referido antes, como sabe su señoría, es algo que está dentro del contexto francoalemán, es un intento de ampliar la red de seguridad para el Fondo Único de
Resolución, si es eso a lo que se refería la pregunta, dentro de la unión bancaria. Pero esta red de seguridad está condicionada a la entrada en vigor del control de riesgos en los balances bancarios, es decir, no es algo para mañana porque este es
precisamente uno de los escollos que nos encontramos en el avance hacia la unión bancaria, ya que para asumir riesgos es lógico que se quiera conocer cuál es la cuantía del riesgo. Hay países que no están dispuestos a un risk sharing, si
previamente no conocen bien cuál es el importe del riesgo que



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comparte. En ese sentido, la declaración francoalemana es un paso al frente hacia un Fondo Único de Resolución dentro de la unión bancaria, que desde luego el Gobierno español saluda, pero que tiene el alcance que tiene, señorías.


Yo soy ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, no soy ministro para asuntos catalanes, aunque algunos se empeñen en colocarme en esta posición. Cuando alguien se refería a elevar el nivel de esta Comisión, seguramente
no se refería a mí sino a alguien que ya no está. No voy a entrar en ninguna clase de provocación al respecto, porque esta comparecencia tiene el objetivo que tiene, señora presidenta. Si quieren ustedes convocar otra comparecencia sobre otro
tema, vendré gustoso, si entra dentro del ámbito de mis competencias. En lo que se refiere a la política internacional de España hay cosas que aquí se han planteado que no tienen absolutamente nada que ver y, por tanto, no las voy a contestar.
Pero sí voy a decir claramente que el cónsul de España en Sttugart no ha boicoteado a nada ni a nadie. El cónsul de España estaba invitado a asistir a una reunión de representantes de varias regiones europeas. El cónsul asistió y pidió intervenir,
pero no le dieron la palabra, y eso fue todo. No boicoteó nada, solo fue invitado, asistió y pidió intervenir. No le dejaron intervenir y no intervino. El cónsul guardó las formas en todo momento y como no le dieron la palabra, no la tomó. No
entiendo por qué a eso se le llaman boicotear o por qué se supone que forma parte de esa diplomacia española que ha sido calificada como tenebrosa, por cierto un calificativo poco generoso. Eso no forma parte de la tenebrosa diplomacia española.
Aquí por lo visto hay algunos que tienen bula para utilizar todos los adjetivos calificativos que quieran y nadie se los puede reprochar; en cambio los demás, por lo visto, no podemos ni siquiera decir las cosas como son.


En cuanto al comportamiento del embajador Morenés -voy de cónsul a embajador- en los acontecimientos de Washington simplemente debo decir lo que ya he dicho en otra ocasión, que ningún embajador de ningún país asiste impasible al ataque
feroz que se hizo a las instituciones de ese país. Ningún embajador puede quedarse sentado tranquilamente escuchando cómo una autoridad española, del Estado español, dice algunas cosas profundamente descalificadoras de la realidad política de
nuestro país, que además no se corresponden con la realidad. El embajador hizo lo que tenía que hacer y dijo lo que tenía que decir, porque además estaba especialmente instruido para ello. Yo asumo toda la responsabilidad de sus palabras; es más,
se ha comunicado a todos los embajadores cuáles fueron las palabras que pronunció el embajador Morenés para señalarles que en cualquier otra ocasión en la que se produzca una circunstancia parecida reaccionen exactamente de la misma manera.
(Aplausos de las señoras y los señores diputados del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso).


No hace falta que lo aplaudan, porque este es el comportamiento normal que se espera de un embajador. ¿O ustedes creen que el embajador de Estados Unidos, de Francia, de Alemania o de cualquier país democrático se hubiera quedado
tranquilamente sentado en silencio escuchando que en su país hay presos políticos, que no se respetan los derechos humanos y un montón de lindezas que hemos oído demasiadas veces? Pues no. Un embajador se levanta, pide la palabra y educada y
cortésmente dice que aquello no es cierto y remite a información contrastable y objetivable de organismos internacionales que analizan cómo funcionan nuestras instituciones en comparación con cómo funcionan las de otros países. Estos organismos,
como The Economist Intelligence Unit's Democracy, hacen un ranking constatable que se puede consultar online para quien desee conocerlo. Allí podrán ver que la calidad del sistema judicial y de las instituciones de la democracia española están
calificadas bastante por encima de la de otros países que nos dan lecciones, como por ejemplo Bélgica. De manera que este es un incidente que no debería ya gastar más tiempo, lo que pasó fue lo que tenía que pasar y si vuelve a suceder volverá a
pasar, porque la diplomacia española no está para resolver los problemas internos de nuestro país, pero sí para defender el buen nombre de España en el mundo y para salir al paso de las críticas infundadas que se le dirijan. El resto de las
cuestiones, ya que no están presentes quienes la han formulado, no creo necesario contestarlas porque además, señora presidenta, tampoco forman parte de la política exterior de nuestro país.


Muchos se han preguntado sobre qué hacemos con la política comercial, si planteamos este tema en la visita a Estados Unidos. No era la visita de un presidente del Gobierno, era la visita de un jefe de Estado constitucional que tiene las
competencias políticas que tiene y, por tanto, no era la ocasión idónea para entrar a negociar qué hacemos con las aceitunas negras. Pero tengan la seguridad de que aprovechamos, y creo que aprovechamos bien, todas las oportunidades que la visita
nos permitió para hacer patente a los responsables de la política exterior americana, a la comercial en particular, los problemas que nos planteaba su unilateralismo en materia comercial. Ese es un tema en el que no estamos solos sino donde



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está el resto de los países europeos. Aquí lo tenemos muy fácil porque la política comercial es una política comunitaria y como está completamente comunitarizada, no tenemos que definir una política propia. La trade policy es una política
que ha sido definida por la Unión Europea, y nosotros estamos dentro de ella. Estamos en contra de las acciones unilaterales que suben aranceles porque van a perjudicar a todo el mundo, empezando por el país que las realiza.


¿Eso quiere decir que tenemos que estar de acuerdo con cualquier acuerdo comercial internacional? Pues no. Hay acuerdos internacionales que plantean dudas, con respecto a muchos de los aspectos colaterales que tiene el comercio. En alguna
ocasión el Gobierno español ha dado instrucciones de oponerse a determinados acuerdos comerciales sobre los que tenía dudas, ya sea sobre el impacto que podían tener sobre las condiciones laborales o sobre las condiciones sociales de las poblaciones
afectadas. La regla general es estar a favor del multilateralismo y de la apertura comercial, pero tampoco seamos ingenuos porque la globalización ha tenido perdedores, más de los que podíamos imaginar. Buena parte de los movimientos populistas
que están emergiendo en Europa y en Estados Unidos que han llevado al Gobierno a determinadas personas es el backlash de la globalización, es el resultado de la pérdida en la escala social de trabajadores y de clases medias que han sufrido los
efectos negativos de la globalización, en la que como en todo proceso complejo hay quien gana y hay quien pierde. Los perdedores seguramente no han sido compensados por esas pérdidas, a través de políticas sociales redistributivas. Eso es lo que
explica, como les digo, la oleada de movimientos populistas que transforman el paisaje político del mundo. El Gobierno socialista español lo tendrá muy presente cuando lo analice y determine nuestra posición en los tratados comerciales, partiendo
del principio de que como miembro que somos de la Unión Europea estamos a favor de la apertura comercial, teniendo en cuenta sus efectos sociales y en algunos casos no han sido suficientemente tomados en cuenta.


También he oído a alguien decir -lo he oído decir varias veces- que por qué salvamos a barcos y no salvamos a personas. Que yo sepa no salvamos a barcos vacíos porque en el Aquarius resulta que había seiscientas ochenta personas a bordo, ¿o
no las había?, ¿o era el barco del holandés errante que andaba por el Mediterráneo sin nadie a bordo? No salvamos un barco, salvamos a un barco y a las personas que ese barco había recogido. Pero también dijimos bien claro en ese momento que
rescatar a personas y trasladarlas a puertos seguros a 1500 kilómetros de distancia, a todas luces no puede ser una política estable, eficaz y permanente, aunque haya sido un gesto cargado de simbolismo que ha tenido la virtud de obligar a los
líderes europeos a mirar más de frente a los problemas de la emigración. Seguramente la Cumbre extraordinaria sobre migración no se hubiera convocado sin el Aquarius y seguramente no hubiese habido ese acuerdo, sin duda de mínimos, al que se llegó
de madrugada si no se hubiera producido un aldabonazo en la conciencia de muchos europeos por un caso singular. Pero lo he dicho muchas veces y lo vuelvo a decir: nos emocionamos por un caso singular, pero no abordamos el problema de fondo. Y el
problema de fondo -creo que lo he explicado, señora presidenta- son las estructuras sociales, la dinámica demográfica y la falta de institucionalización de los países del Subsahel. Mientras no abordemos esos problemas, el problema de fondo, el
grave, no el de los últimos cien llegados, será más difícil de resolver y acabará afectando fundamentalmente a las sociedades europeas. Tuvimos ocasión de comentar con el presidente Trump, aunque tenemos un punto de vista radicalmente distinto
sobre cómo afrontar el problema de las migraciones. Ciertamente el problema que tenemos con el Mediterráneo es mucho más grave que el que él cree tener con la frontera en el Río Grande. Sin embargo, Europa ha estado mirando de lado, ha dejado sola
a Italia y eso explica también el euroescepticismo de los italianos. Ya es hora de que trabajemos para conseguir una política de migración común que pasa, como he explicado, por revisar las reglas de asilo.


Muchas veces ha salido aquí la expresión 'gafas de sol', pero no sé a qué se referían ustedes. Varios portavoces han hablado de unas gafas de sol -yo honestamente no sé a qué se referían- y lo han asociado con el Diplocat, con la
hispanofobia y el pancatalanismo. Soy incapaz de encontrar las relaciones causales que ligan estos distintos conceptos, pero tengan la seguridad de que este ministerio se siente muy orgulloso de defender el concepto de lo hispano. Es más, yo creo
que los españoles deberíamos conocer mejor lo que hicimos en Hispanoamérica y en América del Norte, en Estados Unidos. Diplocat es una institución de derecho privado, otra cosa son las delegaciones de la Generalitat que son instituciones de derecho
público, sobre estas segundas tenemos una capacidad de actuar. Como ustedes saben la Ley del Servicio Exterior establece la exigencia de que antes de abrir delegaciones -digo bien, delegaciones- para ejercer sus competencias las comunidades
autónomas remitan el correspondiente informe al Ministerio de Asuntos Exteriores y al Ministerio de Hacienda que debe emitir su valoración sobre la



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adecuación de las funciones de esas delegaciones con la política exterior del Estado. Tal trámite todavía no se ha producido, esperemos que se produzca y así se lo hemos requerido al Gobierno de la Generalitat.


El portavoz del Partido Socialista me preguntaba si estamos ante una crisis existencial de la Unión Europea. A la Unión Europea yo siempre la he conocido en crisis y cuando no estaba en crisis es porque estaba sesteando los largos periodos
de la silla vacía del general De Gaulle. Ahora posiblemente esta crisis es más existencial que las anteriores, probablemente la entrada en la Unión Europea de los países del este ha cambiado su naturaleza. Ahora sí podemos decir que los
desacuerdos son más profundos que los que existieron en el pasado, y no solamente son más profundos porque afectan a estructuras financieras más perennes como la moneda única, sino porque afectan a valores, a identidades y a culturas. Yo creo que
la estructura mental de las sociedades europeas, su mindset, no está adaptada a recibir una migración de masa. Nuestras sociedades no están preparadas para recibir un flujo importante de migrantes que provienen de otras culturas y procesan otras
religiones. Nosotros somos una tierra de emigración. Los irlandeses, los italianos y los españoles escapamos de las hambrunas y poblamos América del Norte y América del Sur y los españoles repoblamos Centroeuropa devastada por las guerras.
Nosotros somos de una tierra de migrantes que huyen del mal vivir o de la imposibilidad de vivir, pero nuestro bienestar, nuestro temor, nuestros reflejos identitarios hacen difícil que aceptemos ahora que vengan a una tierra poblada los que escapan
de la guerra y demandan asilo, y a esos necesariamente los tenemos que acoger y proteger, de los que son lo que llamamos emigrantes económicos que no escapan de la muerte sino que escapan de la imposibilidad de vivir con dignidad.


¿Cuál es la frontera entre una cosa y la otra? A veces es difícil de determinar, pero es necesario hacerlo porque es evidente que no estamos ante la misma situación. Practicar el buenismo de que abramos la frontera y de que venga todo el
mundo no es solución, como tampoco lo es la de cerrar los puertos para que no entre nadie. Entre una y otra Europa tiene que encontrar una respuesta de acuerdo con sus valores que diferencie a los demandantes de asilo de los emigrantes económicos,
que establezca relaciones con los países de origen para permitir una política efectiva y rápida de devoluciones de los que no tengan derecho al asilo y que al mismo tiempo mientras estos trámites no se cumplan esta gente sea tratada con dignidad, y
además -vuelvo a repetirlo- seamos capaces de impulsar su desarrollo local para evitar que la marea demográfica pueda plantearnos problemas que no seamos capaces de resolver socialmente.


Se ha hablado también de Nicaragua. Hemos hecho tres comunicados llamando al cese de la violencia y apoyando todas las medidas para poner en marcha un diálogo inclusivo y constructivo. Sin duda, la situación en Nicaragua nos preocupa, pero
hacemos todo lo que podemos desde el punto de vista político. Nuestra embajada ha estado en permanente contacto con todos los sectores implicados y con las embajadas de los demás Estados miembros para intervenir en una situación, que fue mucho más
crítica hace unos días. Asimismo, hemos felicitado a México por el éxito del mayor proceso electoral de su historia.


Con respecto a las ventas de armas en Yemen, Siria o Arabia Saudí déjenme que les diga que todas las ventas de armas que la industria española efectúa a cualquier país del mundo pasa por todos los controles que tienen todos los países de la
Unión Europea y que están perfectamente adaptadas a esa normativa. No se nos puede reprochar nada que esté fuera de las normas que los países de la Unión Europea han establecido en su exportación de armamento a cualquier país.


¿Cuáles son las posiciones acerca de otros aspectos más profundos con respecto a América Latina? Voluntariamente no las he planteado, señoría, porque en treinta minutos no lo puedo hacer. He dejado América Latina salvo las pinceladas que
acabo de hacer ahora sobre Venezuela, Nicaragua o México para un momento posterior porque como saben vamos a tener una cumbre en el mes de noviembre en Antigua. De aquí a entonces los preparativos de la cumbre nos deben dar ocasión para que esta
Comisión se reúna de forma monográfica para estudiar, analizar y compartir con ustedes de qué manera la relación privilegiada que queremos con América Latina no se resume en un elemento puramente retórico.


También se me ha planteado la política de cooperación. Debo reconocer, y no es un reproche para nadie ni para mis antecesores en el cargo, que ciertamente la política de cooperación ha sido, por decirlo suavemente, desmantelada. Fuimos una
gran potencia en política de cooperación, es cierto que eran los años donde la economía crecía al 4 % y teníamos superávit presupuestario, pero hemos dejado de serlo, aunque es verdad que después de haber pasado por una crisis aguda, donde los
ajustes se han aplicado a todas las políticas, y en particular muy intensamente a esta. Aparte de los recursos financieros, la política de cooperación tiene otras dimensiones y uno de mis objetivos fundamentales va a ser reconstruir



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la política de cooperación, que no es solamente repartir dinero, que no es solamente entregar cheques a las agencias multilaterales. Hoy la cooperación es algo más que la financiación de tal o cual proyecto; hoy la cooperación tiene
elementos cualitativos y estructurales de transferencia de tecnología, de canalización de inversiones, de construcción de instituciones. Todo eso es más complicado de hacer, pero ojalá sea capaz de hacerlo y, en todo caso, es lo que me propongo
hacer en un ministerio que tiene cooperación en su frontispicio.


En cuanto al Tratado de Prohibición compartimos con los países firmantes el espíritu de esta iniciativa y nuestra aspiración a un mundo libre de armas nucleares. Sin embargo, creemos que el Tratado de Prohibición equivoca el camino para
lograr ese objetivo porque se ha concluido sin la participación de ninguno de los países poseedores del arman nuclear, lo que hace que no tenga ninguna perspectiva de desarme a corto plazo, y porque es un enfoque gradualista del desarme que la
historia ha demostrado que tampoco es eficaz. Aunque nuestro país sea un firme defensor del Tratado de No Proliferación, el régimen de no proliferación y el mundo del desarme hay que seguir apostando por consensos amplios, no por instrumentos que
dividan a la comunidad internacional. Por mucho que uno se sitúe en una de las partes no se resuelve el problema porque la comunidad internacional dividida entre un bloque que no quiere la proliferación, pero no tiene nada que proliferar, y uno que
podría proliferar, pero que no quiere la no proliferación, pues francamente no parece de mucha capacidad resolutiva.


Un tema que está en el trasfondo de todas sus preguntas es la participación española en el gasto de defensa. Se me ha preguntado si ese tema fue sacado a colación durante nuestra visita a Estados Unidos. Por supuesto que sí, el presidente
Trump no pierde ocasión de recordarnos a todos sus aliados en la OTAN que no cumplimos con el objetivo del 2 % de gasto militar, y España ciertamente no lo cumple. Como le he explicado compensamos esa baja cuantía con un intenso activismo de
nuestro aparato militar, que es de los más dinámicos y participativos en todas las misiones, sean de la OTAN o de la Unión Europea. Yo no soy el ministro de Economía ni de Hacienda, ni tampoco el ministro de Defensa y no sé cuál será el futuro
recorrido de nuestro gasto en defensa, pero sin duda Europa tiene que entender que ya no cuenta con el paraguas protector de los Estados Unidos, que se enfrenta a situaciones mucho más peligrosas e inestables en sus fronteras en el este y en el sur.
Eso le obliga a asumir, como ha dicho la señora Merkel, su propia defensa aunque precisamente no sea la señora Merkel la que más pueda dar lecciones de mantener una capacidad militar importante y operativa. Pero en eso, como en tantas otras cosas,
los europeos tendrán que escoger; tendrán que escoger si quieren seguir siendo una potencia blanda que tiene una capacidad limitada de intervención militar, o si quieren ser algo más, y en ese caso tendrán que dotarse de los medios necesarios para
ello, porque lo que sí es seguro es que el paraguas protector americano ya no va a estar desplegado sobre Europa y de eso estamos advertidos.


Es cierto que tenemos unidades militares en los países bálticos, pero a alguna señoría le ha parecido mal o poco apropiado y ha preguntado qué hacían allí. Pues forman parte de un despliegue acordado en las instituciones europeas y en la
Alianza Atlántica porque resulta que en el este de Europa, no sé si lo saben, hay situaciones de inestabilidad y algunos países miran a su vecino con algún temor. Esas cosas no se hacen por gusto, no se despliegan carros ni aviones de combate a una
relativa distancia de nuestras bases simplemente para que se paseen. Se hace porque de acuerdo con las políticas de seguridad y defensa comunitarias que se establecen en el marco de la Unión Europea y de acuerdo con los planes estratégicos de la
OTAN nuestras tropas participan en ejercicios y en garantías de seguridad de nuestros socios. Francamente no veo ninguna razón para reprochar este ejercicio, al contrario, creo que con eso cumplimos con la misión que tienen encomendadas nuestras
Fuerzas Armadas en el marco de los tratados de defensa y de los tratados de política exterior y de seguridad común que tenemos suscritos.


Estoy seguro de que me dejo muchas cosas, señora presidenta, pero si queremos hacer una segunda ronda de intervenciones es posible que deba ya limitar mis respuestas. Creo que he tocado la mayoría de los temas, con la voluntaria y explícita
renuncia a contestar a determinadas cuestiones que entiendo no cabían en el objeto de la convocatoria, que han sido puestos de relieve por sus señorías. Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Gracias, señor ministro.


¿Hay algún grupo que quiera intervenir para hacer alguna propuesta o aclaración? (Pausa).


Tiene la palabra el señor Salvador.


El señor SALVADOR ARMENDÁRIZ: Gracias. Seré muy breve.


Gracias, señor ministro. Es verdad que todos podemos estar tentados -lo haremos en alguna ocasión- de intentar darle a usted lecciones de tolerancia, respeto y convivencia, pero es verdad que



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haría usted muy bien en no aceptar algunas de ellas. Y es una pena que no estén los representantes de los partidos catalanes, pero no me voy a privar de hacer una reflexión. ¿Usted recuerda, señor ministro, qué líder mundial fue contratado
por el Gobierno catalán para avalar lo pacífico, popular, amable del procés el día anterior al 11 de septiembre de 2017 en prime time en TV3? Seguro que se acuerda. Se llama Arnaldo Otegi. ¿Se acuerda, verdad? Sí, habría que añadir que parte de
la sociedad catalana está enferma, como usted muy bien explica en su libro y dice por qué, y ha enfermado porque ha sido engañada sistemáticamente durante décadas, hasta llevarla a un estado de paroxismo identitario incubado artificialmente desde
las instituciones a través de una pedagogía de odio reconocible y reiterada, y una estrategia conflictual que se llama socializar el conflicto, que es hija, hermana o prima de aquella otra que decía socializar el sufrimiento -qué casualidad que la
representa el señor Otegi-, esa que decía que había que aumentar el conflicto y asesinar no solo a policías, militares y guardias civiles, sino también a políticos para agravar el conflicto. Yo le digo que nada es casual e insisto en esa idea. La
virtud entre la verdad y el consenso, la convivencia constitucional y la desunión y la mentira institucionalizada contra España no está ni en la indiferencia burkeana ni en el laissez faire ni en la equidistancia. Por tanto, idea última:
cimentemos la unidad dentro para ser más fuertes fuera. Usted nos pedía comparecer y yo le digo que nuestro grupo estará encantado de colaborar en hacer eso precisamente, que será lo mejor para defender los intereses de nuestra nación.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Salvador.


Tiene la palabra el señor Maura.


El señor MAURA BARANDIARÁN: Gracias, señora presidenta.


Con el procedimiento que el ministro ha utilizado para responder a las distintas preguntas de los grupos parlamentarios resulta que muchas formaban parte de la competencia del ministro, en mi opinión, porque forman parte de la acción y de la
política exterior española y han quedado sin responder, pero, como no quiero volver sobre ellas, haré algún comentario con respecto a las preguntas que ha tenido a bien contestar a este portavoz.


Primera cuestión. Quiero informarle, señor ministro, ya que parece que usted no lo conoce, de que, a iniciativa de nuestro grupo parlamentario, Ciudadanos, se presentó en este Parlamento una moción con relación al asunto de Venezuela,
moción que fue votada con la abstención por parte del Grupo Parlamentario Socialista, moción que pedía sanciones para el Gobierno de Nicolás Maduro; insisto, moción que no fue apoyada por el Grupo Socialista. Por tanto, no es que yo esté mal
informado, es que, señor ministro, con todos mis respetos, no está usted informado, y yo le informo de esa situación. Y quiero señalarle que advierto con preocupación la reflexión que hacía sobre sanciones a Venezuela. Las sanciones son una de las
pocas armas que tenemos las democracias occidentales para intentar defender democracias en peligro o de dictaduras que dejaron de ser democracias. No están dirigidas en absoluto al pueblo en cuestión, en este caso al pueblo de Venezuela. Están
dirigidas contra los responsables que han llevado a la situación económica, política, dramática que vive nuestro pueblo hermano de Venezuela, dirigidas para evitar el blanqueo de dinero que han conseguido a través de la corrupción y el robo, el
latrocinio con respecto a todo el pueblo de Venezuela, como ocurre con los dirigentes venezolanos. Espero, señor ministro, que no revisen esa política de sanciones, porque he creído entender de su posición algo diferente.


Segundo tema, puntualmente, acuerdos comerciales. El Grupo Socialista en el Parlamento Europeo votó en contra del Acuerdo CETA con Canadá. Concretamente, ministro, ¿qué opinión tiene usted con respecto a este acuerdo? Entre otras cosas
para entender en qué nivel tiene usted esa posición con respecto a acuerdos comerciales y las dificultades que desde el punto de vista laboral, medioambiental, etcétera, pueden pugnar con la posibilidad de llegar a ese tipo de acuerdos. El CETA, en
nuestra opinión, se hace con el país que no siendo de Europa es más parecido en cuanto a los derechos europeos existentes.


Finalmente, señora presidenta, si me permite, Diplocat, una fundación de derecho privado que, como sabe el ministro, está integrada por instituciones públicas, por ejemplo, la Generalitat, por ejemplo, el Ayuntamiento de Barcelona y otros.
No es que con Diplocat haya sensación de que pueda contravenir lo que puede ser una acción exterior basada en el trabajo por las ventajas comerciales de Cataluña en el exterior, que puede ser lo que no pugna en absoluto con la Constitución española,
es que Diplocat ha actuado de una manera perfectamente clara en contra de España, de la imagen de España, en contra de



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nuestro prestigio exterior y del Estado de derecho español. Por tanto, ¿hay alguna vía o no para sancionar ese tipo de estructuras, que no es que tengamos la sospecha de que puedan estar actuando en contra de España, sino que tenemos la
certeza de que lo están haciendo?


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Gracias.


Tiene la palabra el señor Bustinduy.


El señor BUSTINDUY AMADOR: Gracias, señora presidenta.


De manera un poco atropellada, hemos expuesto veinticinco medidas que creemos que son realizables en el marco de la legislatura que queda, y se las haremos llegar por escrito al ministerio, porque así se superponen un poco. Y seguro que
aprendemos a escucharnos mejor, también en términos acústicos, porque mi compañero no había hablado de rescatar barcos y no personas, sino bancos, instituciones financieras, en un ámbito diferente, y en ningún caso he pretendido calificar sus
nombramientos como una vergüenza democrática. Con esos términos me he referido al hecho de que en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, que representa, por tanto, la acción pública en el Estado, tengamos una realidad de desigualdad de
género como la que tenemos. Es verdad que las mujeres representan solo un 25 % de los efectivos de la carrera diplomática, pero representan un 50 % de la plantilla del ministerio, un 53 % del personal laboral y un 56 % del personal funcionario no
diplomático; sin embargo, solo un 15 % de los consulados, un 12 % de las embajadas. Es verdad que hay menos mujeres según se asciende en el escalafón, pero, al mismo tiempo, también es verdad que existe un poderoso techo de cristal que otro de sus
antecesores, el señor Moratinos, intentó romper, aunque se encontró con problemas que son estructurales. Lo que pido es que lo abordemos como el escándalo democrático que es que en la Administración del Estado en el año 2018 siga existiendo una
disparidad y una desigualdad de ese calibre, que tiene razones sociales, económicas, ideológicas y políticas y que, por tanto, requiere una acción extraordinaria del Estado para paliar lo que es una discriminación sistemática. No ayuda que ninguna
de las tres secretarías de Estado no incluyan ninguna mujer, y manifestamos nuestra disconformidad. Pero no me refería con esas palabras a sus nombramientos recientes, sino a este otro hecho.


La segunda cuestión que usted ha mencionado explícitamente es la del TNP. Son argumentos recurrentes. Pero, señor Borrell, el Tratado de no proliferación tenía como objetivo principal la no proliferación, impedir que ningún país que no
tuviera arma nuclear a finales de la década de los sesenta se hiciera con ella. Desde entonces ni más ni menos que Israel, India, Pakistán, Corea del Norte -y ahora veremos qué hacemos con Irán, gracias al señor Trump- la han conseguido. El mundo
en el que vivimos es cada vez más inseguro. Existen 15 000 armas nucleares, con un potencial destructivo sin igual. Ese enfoque, el de la prohibición, el de la creación de derecho internacional para propiciarlo ha funcionado en el caso de las
armas químicas, en el caso de las minas antipersona o en el caso de las bombas racimo. De hecho, no será tan surrealista la propuesta cuando ha llegado a aglutinar a miles de organizaciones del mundo entero, a más de 120 Estados involucrados y
hasta ha obtenido el Premio Nobel de la Paz. Creo que merecería la pena reconsiderar la posición de España a ese respecto, porque, no nos engañemos, el conflicto principal viene por nuestra membresía a la Alianza Atlántica y por la política de
alianzas que mantenemos específicamente con los Estados Unidos. Nosotros consideramos que no es incompatible, en absoluto, firmar este tratado y abordar su proceso de ratificación con nuestra pertenencia a la Alianza Atlántica, y el mensaje que
mandaríamos sería poderosísimo. Y no seríamos el único Estado en esa posición. Otros Estados, como los Países Bajos, Austria y Nueva Zelanda, que tienen sistemas de alianza parecidos a los nuestros, han sido mucho más vocales. Crear derecho
internacional y apostar por el multilateralismo democrático en un marco de deriva geopolítica hacia el conflicto y la violencia con esos elementos de riesgo, particularmente graves en el ámbito de las armas nucleares, es una cuestión sensata.


Hay muchísimo más de lo que hablar. Le haremos llegar las medidas por escrito, y esperamos que venga a esta Comisión y que podamos hablar de política internacional, y no dar rienda suelta a argumentarios cuyo lugar probablemente tenga un
rédito ahí fuera. Esta es la Comisión de Asuntos Exteriores, que, como decía antes, es lo suficientemente importante como para que nos la tomemos como lo que es y no vengamos aquí a atizar discursos que no deberían tener cabida en este espacio.


Gracias.


La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Bustinduy.


Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el señor Pons.



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El señor PONS SAMPIETRO: Muchas gracias y muy brevemente.


Vuelvo a agradecer la intervención del ministro y a reiterar nuestra disposición a colaborar y a apoyar como Grupo Parlamentario Socialista.


Hablaba el ministro del impacto del Aquarius. Volvemos a insistir en que el Aquarius es un símbolo, pero también un signo de que se puede cambiar el orden de las cosas. Estamos aquí, después de un mes de empezar este nuevo Gobierno, y ha
habido un cambio en las políticas que hasta ahora se habían llevado a cabo. Hablaba usted de la política migratoria común y creo que hemos dado un paso. Es verdad que todavía falta, pero hemos dado paso adelante, y además se tiene que desdoblar en
lo que usted ha referido sobre política de valores. Como decía el compañero Bustinduy, el mundo tiene grandes retos y, por tanto, ciñámonos a este espacio y a estas competencias y hablemos de la realidad y de lo que importa.


Ha hablado de que se ha desmantelado la política de cooperación. Creemos que es una gran oportunidad para reconstruir, volver a trabajar, para hablar de esa cooperación, y usted ha señalado su carácter cualitativo, que nos lleva también a
esa Agenda 2030, y engancha con lo que usted ha dicho acerca de que no se resolverá a largo plazo el problema de los barcos si no somos capaces de transformar ese continente, además de la situación de conflicto que hay en parte de Oriente Medio.


Nuestro total apoyo a lo que usted ha dicho sobre la gentle diplomacy. En nuestra primera intervención ya nos referimos a esa idea de que desde España se haga que la de igualdad sea una política transversal. Usted ha hablado de derechos
humanos y democracia y nosotros también buscamos ese apoyo y hablamos de esa política de igualdad.


Volvemos a reiterar nuestro compromiso con Gibraltar, con esa idea de preservar el empleo allí.


Por responder al portavoz de Ciudadanos sobre el CETA, creo que el propio presidente de la Comisión, el señor Juncker, hace dos años en el debate sobre el estado de la Unión se comprometió a mejorar los procesos de negociación y ser más
transparente. Por tanto, no es incompatible querer mayor transparencia y mejor negociación con el libre comercio, así que no tergiversemos algunas de las cosas que han sucedido en estos últimos tiempos.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Pons.


Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Roca.


El señor ROCA MAS: Muchas gracias.


Solo tres puntualizaciones.


Ha hecho usted referencia a lo de las gafas de sol, y la verdad es que, después de algunas intervenciones que empleaban términos como tenebrosas, escarmentar o venganza, quería utilizar este caso para hacer una reflexión, porque, a lo mejor
con un lenguaje intermedio, al frivolizar con una situación de emergencia, se envía un mensaje erróneo al resto de países, que parece que diga que este Gobierno es bueno, no como todos los demás países que tienen problemas con la inmigración, que
son malos. Creo que es una línea que deberíamos dejar de seguir.


Con respecto a reconstruir la cooperación, estamos totalmente de acuerdo. Incluso, si dejamos de hablar de dinero estaría bien que empezáramos a introducir en el debate la seguridad. Desde luego, yo me conformo con que este Gobierno no
vuelva a destruir la economía española otra vez, de modo que no tendremos que reconstruir la cooperación.


Por último, sobre el Diplocat, dice usted que es una institución de derecho privado. Como he estado en el Parlament y aquella casa la conozco bien, los que hemos estado allí sabemos de la ingente capacidad del nacionalismo para crear
estructuras con las que derivar dinero público para fines partidistas, y el Diplocat es una de ellas. Incluso, lo llaman estructuras de Estado. Y es que en Cataluña, desgraciadamente, en el sector político no hay iniciativa privada, porque somos
una sociedad secuestrada por el nacionalismo. Creo que no podemos llevarnos a engaño con el NIF de las entidades ni con que el dinero sale de la Generalitat y el uso que hacen de él, porque lo emplean para ir contra España en el exterior, y entre
todos debemos evitarlo.


Muchas gracias.


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Roca.


Tiene la palabra el ministro, para cerrar esta comparecencia.



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El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES, UNIÓN EUROPEA Y COOPERACIÓN (Borrell Fontelles): Muchas gracias, señora presidenta.


Habrán ustedes observado la contención de la que he hecho gala para no caer en ninguna de las provocaciones que se me han planteado. No me estoy refiriendo a usted. (El señor Roca Mas: No se contenga). No, no me estoy refiriendo a usted
y se me entiende perfectamente lo que estoy diciendo. Voy aprendiendo los usos y costumbres de la diplomacia, aunque hasta ahora no había sido mi fuerte, para no entrar a todos los trapos que le ponen a uno por delante, y está claro que esta mañana
me han puesto unos cuantos, que he preferido obviar, porque, como ha dicho muy bien el señor diputado, creo que no tienen cabida en una Comisión de Asuntos Exteriores. Si quieren, las podemos comentar en otro contexto y en otro marco institucional.
Y ahora voy a intentar hacer lo mismo, porque, de lo contrario, desfiguraríamos el sentido de nuestras reuniones y el uso que hacemos de nuestro tiempo.


Señor Maura, sí, el Grupo Parlamentario Socialista se abstuvo, y le ruego que me disculpe, porque no estaba al corriente. El día 22 de marzo yo estaba en las Dolomitas, muy alejado de lo que pasaba en Madrid, y no me enteré de lo que hacía
el Grupo Parlamentario Socialista. Lo que sí le puedo decir es lo que ha hecho el Gobierno -una cosa es el grupo parlamentario y otra el Gobierno-, y en las instancias internacionales en las que yo represento a España el Gobierno español ha votado
a favor de estas sanciones. Y, como usted dice con razón, no son sanciones que vayan, con carácter general, contra la economía y la sociedad venezolana, sino que apuntan a personas concretas, y las hemos votado precisamente por eso. No sé qué
hubiéramos hecho si nos hubieran planteado bloqueos genéricos en un país que ya está bastante bloqueado por sí mismo, como para añadir sufrimiento a su población. Pero, fíjese, haber apoyado estas sanciones, haber autorizado ayer mismo que nos
sumáramos a esa declaración del Grupo de Lima no excluye lo que he dicho -y si me lo permite, lo voy a aclarar-, que es que este Gobierno va a poner, como en todo, el énfasis en el diálogo y la cooperación. Además de establecer sanciones, cuando
acordemos que se han producido procesos electorales que no han sido acordes con la transparencia exigida, sancionaremos, y sancionaremos a las personas responsables. Pero no vamos a dejar de perder ninguna ocasión para que además de eso facilitemos
el diálogo entre las fuerzas políticas en Venezuela, y en ese sentido creo que se desarrolla la actividad de personas individuales, a título personal, que en el pasado han tenido responsabilidades importantes en la política española pero que ahora
actúan de una forma estrictamente personal y no compromete sino a ellos mismos. Y también le puedo asegurar que en la búsqueda de estas soluciones nos vamos a coordinar estrechamente con nuestros socios internacionales, en particular con los países
de la región y con el resto de los países europeos. Recuerdo cuando se discutía en el Parlamento Europeo las sanciones contra Cuba, que fueron objeto de vivos debates tanto en Europa como en España. Debo reconocer que los países que en aquel
momento estaban más a favor de seguir aplicando sanciones a Cuba eran los que seguramente hubieran tenido dificultades para ponerla en el mapa, para saber exactamente dónde está, porque estaban tan al este de Europa que su actitud hacia Cuba no
parecía estar motivada por un conocimiento fetén de cuál era la realidad de ese país, mientras que, en cambio, España propició una apertura que seguramente que fue positiva, porque catalizó parte de la apertura que se está produciendo en ese país.
No tomen mis palabras como indicando que voy a cambiar radicalmente de política, pero nunca dejaré de propiciar el diálogo y la cooperación para intentar resolver cualquier crisis política, tanto a nivel nacional como internacional.


Me pregunta usted por el Tratado CETA. Podría contestarle con una larga cambiada diciendo que cuando se votó también estaba en las Dolomitas. Señoría, sobre ese tratado se puede argumentar a favor y en contra, pero suscitó dudas a mucha
gente, no solamente al Grupo Parlamentario Socialista, que decidió votar en contra. Le pongo solo un ejemplo. El señor Macron, presidente de la República Francesa, por aquel entonces, en plena campaña electoral, prometió que antes de firmar ese
acuerdo establecería una comisión de expertos para que evaluaran detenidamente los riesgos sociales que ese tratado implicaba. El señor Macron no es susceptible de ser considerado un peligroso antilibrecambista. Usted me dirá que fue por estar en
plena campaña electoral. Bien, por lo que fuera, pero, ante las dudas que se suscitaron con respecto al CETA, dijo que antes de firmarlo iba a crear una comisión y que la iba a dar tres meses para que lo evaluase y le dijera si finalmente podía
firmarlo o no. Entonces, si eso hizo Francia, tampoco es de extrañar que en las filas del socialismo español se plantearan interrogantes que exigían una respuesta más rápida porque la votación no podía esperar tres meses.


Sobre Diplocat, tienen razón, es una entidad de derecho privado. Nos podrá gustar o no, pero en España hay libertad de asociación y las instituciones públicas pueden subvencionar a instituciones



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privadas, y lo hacen. ¿Y qué les voy a contar que ustedes no sepan o yo desconozca? Simplemente, vamos a verificar que las actividades de cualquier organización no vayan en menoscabo del buen nombre de las instituciones españolas. Pero,
naturalmente, nuestra capacidad de acción también tiene que desarrollarse en el marco que nos permiten las leyes, y ese marco es bien distinto según sea una institución pública, como sería el caso de una delegación oficial de la Generalitat, o una
institución privada, en cuyo caso el control del uso de los recursos públicos correspondería más a un Ministerio de Hacienda que al Ministerio de Asuntos Exteriores. Pero en lo que a nosotros respecta, se lo he dicho y lo repito: saldremos al paso
de cualquier ataque injustificado contra el buen funcionamiento y el buen nombre de nuestro país lo haga quien lo haga.


Me disculpo por haber confundido bancos por buques. No sé si fue mi oído o su acento el que me hizo confundir ambos términos. Le pido disculpas. Entendí que salvamos los buques y no las personas. Si lo que usted ha dicho es que salvamos
a los bancos y no a las personas, estamos en otra relación dialéctica. Evidentemente, hemos salvado bancos. En todos los países se ha salvado a instituciones financieras en dificultades, porque implicaban un riesgo sistémico para la economía.
Pero creo que no se puede poner en pie de igualdad y considerar equivalente las operaciones en el mercado financiero cuando hay crisis financiera y las operaciones de salvamento de personas en el mar.


Señoría, hablamos mucho del mar pero muy poco del desierto. He estado recientemente en Senegal con una misión de la Organización Mundial para las Migraciones y me han asegurado que se muere más gente perdida en el Sahara que ahogada en el
mar, que el año pasado sacaron a 5000 personas de caravanas perdidas y que no saben a cuántos no encontraron. Por tanto, la emotividad que provoca un salvamento en el mar y, sobre todo, la imagen de un niño ahogado en una playa, que sacude nuestras
conciencias con razón -insisto y es lo que he querido decir-, no nos debería hacer perder de vista que el problema no es quién salva, adónde va y quién se ocupa de los últimos cien llegados. El problema es de naturaleza ambiental, social y cultural
y a eso tendríamos que dedicar todos nuestros esfuerzos, sabiendo que tardaremos mucho tiempo en resolverlo, y en este sentido es el que digo que la política española al desarrollo tiene que contribuir.


Sobre la proliferación o no, voy a estudiarlo, no soy un experto en tratados de no proliferación, voy a estudiar lo que usted argumenta. Pero creo que si es un tratado que rechazan todos los países que tienen armas nucleares no puede ir muy
lejos, por puro sentido común. Ante un tratado de no proliferación, de no proliferar algo que no firman los que tienen ese algo, creo que no es muy eficiente. Otra cosa son los tratados de prohibición de armas químicas o biológicas, que sí
contaron con el apoyo de los países que tienen este tipo de armamento, y por eso salieron adelante. En ese sentido -pero le confieso que no soy experto y le aseguro que me estudiaré el tema para poder dar una respuesta más personal y directa-, creo
que los buenos deseos deben ceder el paso a posiciones más pragmáticas.


Nunca he dicho que este Gobierno sea el bueno y que los demás son malos en materia de emigración. Si repasan ustedes mis declaraciones después del Aquarius, verán que en todo momento he dicho que hacemos lo que creemos que tenemos que
hacer. Pero no se puede juzgar a Italia sin tener en cuenta que ese país se ha enfrentado solo a una avalancha de más de 500 000 inmigrantes y que los europeos hemos mirado para otro lado. Y mis declaraciones a La Stampa de Turín y todas mis
declaraciones en la prensa internacional han sido extremadamente respetuosas con Italia. No comparto la política del señor Salvini, no la comparto en absoluto -estoy seguro de que usted tampoco-, pero la han votado los italianos. Nadie puede
sorprenderse de repente porque el señor Salvini haga lo que dijo que iba a hacer cuando presentó su programa electoral. ¿O no lo dijo? Lo dijo claramente, y está haciendo lo que dijo. Yo no estoy de acuerdo, he dicho que no me gusta lo que hace,
pero he dejado bien presente que no podemos concebir la respuesta a las políticas migratorias como que un día le toca a uno y ese queda de malo y al día siguiente le toca a otro y ese es el malo del momento, y todos los demás, como miran para otro
lado, no son ni buenos ni malos, salvo cuando actúan, como en el caso de España con el Aquarius, y entonces es muy fácil decir que ha aparecido don Quijote cabalgando sobre las olas del Mediterráneo. No, ni nosotros somos don Quijote ni los
italianos son unos perversos y les encanta que la gente se muera a la puerta de sus puertos. O nos tomamos esto como un problema común de todos los europeos o no habrá solución. Y para eso es para lo que ha servido la actitud del Gobierno español
en el caso del Aquarius. Y fíjense, qué comedido he sido que el ministro de Exteriores italiano me ha llamado para agradecer mi actitud y la actitud de España, que no solamente les ha resuelto un problema que les hubiera podido tocar de refilón,
sino que además no ha cargado las tintas contra ellos. En ningún momento esta es una historia de malos o de buenos. Hay políticas con las que uno está de acuerdo o no, pero la responsabilidad es



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conjunta de todos los europeos. Mientras los europeos no entiendan que si suprimen la frontera entre el país A y el país B la frontera exterior del país B es la frontera exterior del país A y viceversa, no le encontrarán una solución,
porque no aceptan las consecuencias lógicas de sus decisiones.


Señora presidenta, creo que he contestado -lamento mucho no haberlo hecho con el suficiente detalle- a todas las preguntas, en particular a las del señor Maura que, como ha hecho muchas, es el que menos contestado se puede sentir. Les
agradezco a todos la amabilidad de sus intervenciones -siempre hay alguna excepción-, el tono con el que han recibido ustedes a este nuevo ministro y su voluntad de cooperación.


Muchas gracias. (Aplausos).


La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor ministro.


Una vez finalizada la comparecencia, agradecemos de nuevo al ministro, señor Borrell, su presencia en esta Comisión de Exteriores.


Se levanta la sesión.


Era la una y cinco minutos de la tarde.