Francisco Salmerón nace en Torrejón de Ardoz el 28 de marzo de 1822, pues su padre, Francisco, estaba destinado como médico en esta localidad, aunque pronto hubo de trasladarse a Alhama la Seca (Almería), perseguido por sus ideas liberales. De hecho, en 1824, Francisco Salmerón López intervino en la campaña de los liberales "coloraos". Los dos hermanos, Francisco y Nicolás Salmerón y Alonso, llegarían a ser presidentes de la Cámara y, desde niños, fueron educados por un padre culto que conocía el latín y que enseñó las primeras letras a ambos.

Estudió Filosofía en el Seminario Conciliar de Almería; luego prosiguió sus estudios de Derecho en las Universidades de Granada y Madrid, junto a su hermano Nicolás Salmerón. Se licenció como abogado en 1846. De ideología liberal tomó parte en la revolución de 1848, siendo un defensor a ultranza de todo cuanto significaba libertad y cambio. Era monárquico al tiempo que demócrata en cuanto a las instituciones sociales que debían rodear al trono.

En 1847 es ya abogado del colegio de Madrid y actúa pronto como abogado de pobres. Durante el bienio progresista, debido a sus compromisos políticos, es incluso detenido en Madrid y pasa cuarenta y seis días en la cárcel madrileña del Saladero, incomunicado. Intervino después en varios procesos revolucionarios, como las jornadas del 17 al 19 de septiembre de 1854 en los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid.

Tras la revolución de 1854 intervino en la campaña electoral de Almería, fiel a las ideas liberales de Espartero.

Diputado en tres ocasiones, siempre por la circunscripción de Almería: en las elecciones del 4 de octubre de 1854, en las del 15 de enero de 1869 y en las del 24 de agosto de 1872.

En las Cortes progresistas interviene siempre defendiendo la libertad de cultos, aun siendo católico, el alejamiento de la política de la milicia nacional y la libertad de prensa. En la crisis de julio de 1856 con la que finaliza el bienio progresista, Francisco Salmerón se mantuvo como defensor de Espartero y contrario a que O'Donnell se hiciera con el poder. En la resistencia que mantuvo junto a otros sesenta diputados -entre ellos, Calvo Asensio, Sagasta, el republicano García Ruiz Rivero- cuando las tropas de O'Donnell bombardean el Congreso, se dice que incluso unos trozos del cristal de la claraboya del Salón de sesiones cayeron a su lado.

Ocupó los cargos de regidor y de teniente de alcalde. Y en la trágica "noche de San Daniel", el 10 de abril de 1865, estuvo a punto de perder la vida cuando quiso contener inútilmente en la calle de Carretas a la Guardia veterana.

Durante los últimos años del reinado de Isabel II participa activamente en la revolución de septiembre de 1868, ocupando el puesto de secretario de la Junta de Defensa de Madrid. Siempre se mantuvo partidario del cumplimiento de las promesas revolucionarias.

Cuando en el Congreso se buscaba un rey, fue favorable a la elección de don Baldomero Espartero, al cual votaría en las Cortes. Y durante la monarquía de Amadeo de Saboya milita entre los seguidores de Ruiz Zorrilla.

Fue ministro de Ultramar en dos ocasiones, la primera como titular, la segunda como interino, durante el reinado de Amadeo de Saboya. Como tal, interviene para apoyar la abolición de la esclavitud: "El Gobierno, comprendiendo la alta misión de la República española, considera como el más alto de sus deberes, como la más imprescindible de sus obligaciones el responder á lo que exige la dignidad humana, el derecho del hombre, la emancipación del esclavo; ..." (Sesión del 15 de febrero de 1873).

En la legislatura de 1873 fue por primera y única vez presidente de las Cortes, entre el 19 y el 22 de marzo de 1873: "...Prescindamos de los intereses de partidos en áras de la Pátria; busquemos la salvacion de la República española á despecho de los embates del porvenir; sean todos los partidos que no participen del sentimiento ni de la idea republicana tan levantados en lo futuro, tan patrióticos en lo porvenir, como lo han sido al amanecer la aurora feliz de la República española..." (Sesión de 19 de marzo de 1873).

Además de su carrera parlamentaria, fue secretario de la Junta Superior Revolucionaria de 1868; al día siguiente de la victoria de Alcolea pronunció un discurso donde desarrollaba el programa doceañista, la abolición de la esclavitud, los principios del sufragio universal, la libertad de cultos, la libertad de enseñanza, de reunión y asociación y el juicio por jurados en materia criminal.

Durante su etapa final, tras la restauración de los Borbones con Alfonso XII en 1875, mantuvo una postura favorable a las ideas del progresista Ruiz Zorrilla que, desde el exilio, defiende la república, si bien él se retira de la política activa.

Destacó en sus colaboraciones en los periódicos de la época, como "La Restauración", "La Revista Científica y Literaria" y "La Academia".

Falleció en Madrid el 21 de noviembre de 1878 a la edad de 56 años.

La biografía procede de la publicación "Los presidentes del Congreso de los Diputados, 1810-2010" (2010), coordinada por Sofía Gandarias Alonso de Celis y Mateo Maciá Gómez, y editada por el Departamento de Publicaciones del Congreso de los Diputados. Los textos fueron realizados por ambos coordinadores, con la colaboración de Esperanza Prieto Hernández.