"... Los manchegos parece que tenemos la gran habilidad de ver sin ojos y con ellos estar a oscuras; cosa muy rara, esto lo heredamos de Dulcinea... y hay pocos Giraldos en España...". Así lo define la obra "Verdades y genuinas semblanzas de los padres de la patria...". Quizás no podía imaginar este magistrado que acude a las Cortes de Cádiz que volvería representando a La Mancha durante el Trienio liberal y, más tarde, en 1834 y en 1843 por Ciudad Real y Albacete, no sólo como diputado sino como presidente de la Cámara en tres ocasiones e incluso en una cuarta como interino hasta que don Manuel Cortina le sustituyera de forma definitiva en la legislatura de 1843.

Elegido el 16 de agosto de 1810 por los doce votos de otros tantos electores en las Reales Fábricas de Latón de San Juan de Riopar, propietario como tantos otros por el procedimiento para las provincias ocupadas por los franceses, no llegó a las Cortes hasta el 4 de febrero de 1811 en que juró el cargo. A partir de entonces forma parte de la Comisión de poderes así como de otras como Reglamento del poder ejecutivo, Organización del gobierno, Honor, Tribunal de Hacienda y otras.

Es un parlamentario activo e interviene en muchas discusiones. En su discurso de alocución al haber sido elegido presidente el 24 de agosto de 1811 por 70 votos, manifiesta sus deseos de hacer observar el reglamento para el orden de las discusiones y que el público que asista a las sesiones guarde el decoro debido: "Suplico pues... para que en este mes, que será el más largo que cuente en mi vida... la conservación de nuestra santa religión, la salvación de nuestra afligida Patria y la restitución al Trono de nuestro amado Monarca, el señor D. Fernando VII, son los únicos objetos que nos han reunido...". Apoya la tesis liberal de que eran las Cortes las que debían juzgar a los diputados. En relación con su circunscripción, propone la abolición de una serie de gabelas que destruyen al labrador de La Mancha, como era el impuesto llamado "Merced de amigo" (Sesión de 20 de julio de 1813).

Las biografías de la época le retratan como un hombre de buen carácter, bondadoso pero también enérgico cuando ejerce la Presidencia, y destacan sus cualidades de honradez y patriotismo como buen manchego: "... cuando se sienta en la silla de presidente es terrible y sabe hacerse respetar... se reviste de la idea de que es manchego y llega a parecerlo de veras...". Este comentario alude a su presidencia ya durante el Trienio liberal.

Abogado de los Reales Consejos y del Colegio de Abogados de Madrid y catedrático de Derecho Natural. Oidor de la Audiencia de Valencia en 1815 y Consejero del Rey. También ocupó el cargo de miembro del Tribunal de las Cortes en 1821 y magistrado del Tribunal Supremo de Justicia en 1821-1823. Ocupó asimismo, el cargo de Fiscal de la Audiencia de Madrid. Su marcada tendencia liberal le supuso el destierro con la llegada del absolutismo, en octubre de 1823.

En algunos repertorios aparece citado su segundo apellido como "Arquellana" en lugar de Arquellada. Fallece en Madrid, el 29 de marzo de 1849.

La biografía procede de la publicación "Los presidentes del Congreso de los Diputados, 1810-2010" (2010), coordinada por Sofía Gandarias Alonso de Celis y Mateo Maciá Gómez, y editada por el Departamento de Publicaciones del Congreso de los Diputados. Los textos fueron realizados por ambos coordinadores, con la colaboración de Esperanza Prieto Hernández.