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DS. Senado, Comisiones, núm. 164, de 16/03/2021
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COMISIÓN DE NOMBRAMIENTOS


PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CRISTINA NARBONA RUIZ


VICEPRESIDENTA PRIMERA


Sesión celebrada el martes, 16 de marzo de 2021


ORDEN DEL DÍA






Comparecencias de candidatos para la elección de los miembros
del Consejo de Administración de la Corporación RTVE.





Doña Alicia Fernández Santolaya
Don Cristóbal Ruitiña Testa
Don José Ramón Díez Férez
Don José Ángel Quintanilla Louzao
Don Miguel María Delgado Esteban
Don Alfonso Diez Sáez
Don Antonio Casado Ruiz


729/000002





Se abre la sesión a las dieciséis horas y cinco minutos.






COMPARECENCIAS DE CANDIDATOS PARA LA ELECCIÓN DE LOS MIEMBROS
DEL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DE LA CORPORACIÓN RTVE.






DOÑA ALICIA FERNÁNDEZ SANTOLAYA
DON CRISTÓBAL RUITIÑA TESTA
DON JOSÉ RAMÓN DÍEZ FÉREZ
DON JOSÉ ÁNGEL QUINTANILLA LOUZAO
DON MIGUEL MARÍA DELGADO ESTEBAN
DON ALFONSO DIEZ SÁEZ
DON ANTONIO CASADO RUIZ


729/000002



La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Buenas tardes. Damos
comienzo a esta sesión de la Comisión de Nombramientos.


Señorías, les recuerdo que los candidatos comparecerán de acuerdo con
el siguiente procedimiento: una intervención de los representantes de los
grupos parlamentarios, de menor a mayor, por tiempo de dos o tres
minutos, y la intervención del candidato, por tiempo de diez minutos.
También les recuerdo que la comisión debe expresar su criterio sobre la
idoneidad de los candidatos, lo que se hará una vez celebradas todas las
comparecencias.


En primer lugar, pueden llamar a doña Alicia Fernández Santolaya.
(Pausa).


— D.ª ALICIA FERNÁNDEZ SANTOLAYA.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muy buenas tardes, señora
Santolaya. Bienvenida a esta comisión.


Va a tomar la palabra, en primer lugar, en nombre del Grupo
Parlamentario Popular, el senador señor Lacalle.


El señor LACALLE LACALLE: Muchas gracias, señora presidenta.


En primer lugar, quiero agradecer a la señora Fernández Santolaya que
se haya querido acercar para presentarnos su modelo, su proyecto para el
Consejo de Radiotelevisión Española, recordando que en este caso creo que
llegamos a la parte final. Para nuestro grupo hay dos puntos claves:
llegar a la parte final de lo que ha sido este largo procedimiento de
selección de las personas que pueden integrar la nueva dirección de
Televisión Española y también —cómo no— concluir con la
provisionalidad de estos años, la larga provisionalidad desde el verano
del año 2018 hasta ahora, de la actual dirección de Televisión Española
por la señora Mateo.


Efectivamente, creo que todos debiéramos pedir disculpas por un
proceso que se ha alargado más de lo que nos hubiera gustado en el tiempo
desde que se hizo la convocatoria, pero que, en todo caso, creemos que ha
estado perfectamente regulado, respaldado por los informes jurídicos que
se han ido haciendo en las distintas Cámaras para cumplir con lo que
establece la Ley de septiembre del año 2017, que modificaba, como
sabemos, la ley del año 2006. Nos corresponde en este caso decidir y
tomar acuerdo por parte del Pleno de esta Cámara, cuando se reúna
—esperemos que la próxima semana—, sobre los cuatro
candidatos que tiene que elegir la Cámara Alta, una vez que ya lo ha
hecho la Cámara Baja, eligiendo a seis personas para ese consejo de
administración a finales del pasado mes de febrero, concretamente el
día 25. Como decimos, se trata de ir cerrando este proceso de selección y
dar el relevo en la dirección de Televisión Española con las personas que
libremente decidamos los grupos parlamentarios en el próximo Pleno.


A partir de ahí, la protagonista hoy es la señora Fernández
Santolaya, como primera candidata de esta tarde, y lo que le pedimos
lógicamente es que nos pueda actualizar un poco el proyecto que presentó
para Radiotelevisión Española y nos ofrezca cuáles serían a su entender
los pasos que debiera dar para recuperar ese prestigio, esa audiencia y,
sobre todo, la reputación que tuvo tradicionalmente Televisión Española y
que se ha visto alterada en los últimos tiempos.


Por nuestra parte, nada más. Solo me queda reiterar lo que decíamos
al inicio de esta comparecencia: nuestro agradecimiento a la señora
Fernández Santolaya.


Muchas gracias, señora presidenta.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Tiene la palabra, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista, el
señor Vázquez.


El señor VÁZQUEZ BERMÚDEZ: Gracias, señora presidenta.


Señorías, buenas tardes. Señora Fernández Santolaya, bienvenida a
esta comisión. Se agradece su comparecencia, porque creo que, tanto en su
caso, como en el de los grupos que estamos aquí representados, nos mueve
el mismo fin, el mismo objetivo, que es afrontar los retos que tiene por
delante la radiotelevisión pública española. Creo que es un momento
decisivo. Es posible, como ha dicho el portavoz del Grupo Popular, que
este tiempo haya sido demasiado largo en lo provisional, y creo que
tenemos que recuperar ese tiempo perdido. Y sobre todo lo podemos hacer
gracias a las aportaciones de las diferentes personas que han participado
en este concurso, dirigido por los expertos, y que nos dan una visión de
las necesidades y los desafíos que afronta Radiotelevisión
Española.


Estamos dispuestos a escuchar su planteamiento.


Gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Señora Fernández Santolaya, tiene usted la palabra.


La señora FERNÁNDEZ SANTOLAYA: Muchísimas gracias por
recibirme.


Voy a tratar de dar respuesta, actualizando un poquito mi proyecto y
contándoselo de primera mano. El objetivo de mi proyecto es, sobre todo,
sentar las bases e iniciar la construcción y regeneración de una
corporación pública que despierte y aglutine la ilusión de los
trabajadores y trabajadoras en un camino conjunto del que todos nos
sintamos orgullosos, pero también parte fundamental; una reconstrucción
que lleve al oyente, al espectador y al lector —a toda la sociedad,
en definitiva— a sentir que la radiotelevisión pública es suya y le
representa y que, además, la elija para informarse y entretenerse y a la
que considere sobre todo garantía de fiabilidad y credibilidad; una
Radiotelevisión Española que cumpla su verdadera misión de servicio
público: plural, libre, veraz y, sobre todo, independiente del poder
político; una radiotelevisión pública hecha y dirigida por
profesionales.


La información es un bien común del que debemos cuidar. Sabemos que
la pluralidad y la independencia de las radiotelevisiones públicas son
claves en una democracia, son claves en nuestra misma democracia, una
radiotelevisión cuyo auténtico desafío sea una revolución tecnológica
para transformarse y adecuarse a las nuevas formas de consumo
audiovisual. Si queremos sobrevivir al nuevo mercado abierto por las
plataformas digitales de comunicación, la radio y la televisión
generalistas no pueden quedarse al margen. Queremos una radiotelevisión
que tenga en la transparencia también su razón de ser, un cambio en las
estructuras obsoletas que ralentizan su funcionamiento. Hay que
establecer nuevos protocolos que agilicen y faciliten convertirnos en un
grupo de comunicación pionero y competitivo.


Y nada de ello será posible sin una adecuada financiación. La
financiación es la verdadera clave para llevar adelante todas las demás
propuestas. Sin una financiación estable en el tiempo será imposible
sacar a Radiotelevisión Española de la situación agónica en la que se
encuentra —señorías, situación agónica—. Propongo un proyecto
económico para que Radiotelevisión Española se convierta en
autosuficiente en al menos un tanto por ciento de su presupuesto anual;
sería una mezcla de subvención estatal, a través de los Presupuestos
Generales del Estado, con ayuda de patrocinios y publicidad puntual en
determinadas franjas horarias y canales. En España sería muy difícil
implantar a estas alturas el canon extendido en otros países europeos. La
financiación estatal sería equivalente a un canon indirecto, por ejemplo,
en consonancia con los ingresos de cada contribuyente, logrando así una
distribución de su coste más compensatoria y acorde con las ganancias
retributivas; una financiación estatal que no pudiera modificarse
arbitrariamente con los cambios de Gobierno, sino fijada por algún
sistema que ofrezca garantías de continuidad y, sobre todo, de
estabilidad.


Con la retirada de la publicidad en la corporación se benefició a las
cadenas privadas, menguando los ingresos de la pública. Habría que abrir
este debate a la sociedad, puesto que todos los españoles son dueños de
la radiotelevisión pública, un debate sobre si queremos o no una
corporación libre de publicidad. Podría ser una publicidad controlada que
ayudara a costear el presupuesto y que estuviera, por ejemplo, fuera del
prime time, de manera parecida a lo que hacen las televisiones alemanas,
las dos cadenas públicas de la televisión alemana. Estas cadenas se rigen
mediante el canon que gestiona un organismo específico y obtienen también
ingresos de una publicidad muy regulada, en la que, por ejemplo, solo
pueden emitirse anuncios de lunes a sábado en la franja horaria de las
cinco a las ocho de la tarde.


Se pueden también incrementar los ingresos con los patrocinios. Los
programas podrían tener un patrocinio cultural o de interés social.
Actualmente en televisión existen los patrocinios, sí, pero se da la gran
paradoja, señorías, de que solo son posibles en programas hechos por
productoras ajenas y no en los programas de producción propia. No se
entiende. Los patronatos podrían ser otra fuente de ingresos. En
determinadas actividades continuas de la corporación, como, por ejemplo,
las de la Orquesta y Coro, debería propiciarse la existencia de
patrocinadores y la posibilidad de crear patronatos específicos que
asumieran su coste. Esos patronos o patrocinadores podrían provenir de la
empresa privada, de alguna fundación, o también de algún organismo
público. Al igual que la BBC recibe del Foreing Office la subvención
necesaria para sus emisiones al extranjero por la difusión que hacen de
su cultura y, sobre todo, de su idioma, Radiotelevisión Española podría
recibir también del Ministerio de Asuntos Exteriores la aportación
necesaria para cubrir gastos, por ejemplo, de los canales internacionales
de radio y televisión, del Canal Internacional, tan importante en su
papel para exportar la marca España.


De similar manera, para contribuir a la existencia de programas
diversos de auténtico servicio público, como los relativos a la búsqueda
de empleo, confesiones religiosas, divulgación científica o educativa,
Radiotelevisión Española podría recibir subvenciones de los ministerios
concernidos, algo parecido a lo que viene ocurriendo desde hace muchos
años con el programa de La 2 La aventura del saber, que está financiado
por el Ministerio de Educación. Pero nueva paradoja: esta subvención no
recae directamente en los presupuestos del programa, sino que queda
diluida en los presupuestos globales.


Otra fuente de ingresos importante que yo creo que no se explota de
forma suficiente es nuestro archivo histórico, un gran valor que tenemos
en la casa, que guarda mucha parte de la historia de nuestro país y de
nuestras vidas y que ningún otro medio de comunicación tiene. ¿Por qué
no, por ejemplo, poner en marcha, junto con el Ministerio de Educación,
una asignatura en vídeo para que los estudiantes conozcan de primera mano
con imágenes reales y sonidos lo que les cuenta un libro de texto, que a
lo mejor a los jóvenes les resulta menos atractivo que la imagen de la
historia de España reciente?


Las APP también serían otro potencial de ingresos que se podría
estudiar. De todas formas, no hay que olvidar que, además de la
rentabilidad financiera, nos debe guiar, sobre todo, la rentabilidad
social. Para eso somos una corporación pública.


Y hablando de la rentabilidad y la fortaleza de la radiotelevisión
pública hay que hablar también de la producción propia. Ya lo sabrán,
seguramente lo habrán leído muchas veces, pero se lo voy a recordar: hay
un dato que a mí me parece alarmante, y es que menos de un tercio de la
programación de todos nuestros canales —menos de un tercio—
es de producción propia interna, lo que, además de incumplir el mandato
marco, nos deja una Radiotelevisión Española expoliada. A lo largo de
muchos años —no es de ahora ni de ayer— se han instaurado
prácticas que han dejado todos o gran parte de los beneficios en manos
ajenas. Además, esto ha llevado a perder departamentos enteros. Contratos
públicos, beneficios privados. Lo que ocurre en todos los casos es que
Televisión Española contrata a una productora, pero, además de pagar a
esa productora, Televisión Española pone todos los medios: los platós,
las cámaras, el personal, el archivo… A veces, hasta la idea. Y lo
realiza una productora ajena, que es la que se lleva el dinero. No se
entiende. Otra paradoja: a veces se da la circunstancia de que los
derechos de emisión y propiedad de los programas emitidos en Televisión
Española hechos por productora —los derechos de emisión— se
quedan en esa misma productora. Nos encontramos con una serie de
paradojas que nadie entiende. Y no me opongo totalmente a la producción
externa, porque una empresa no es fuerte en todos sus frentes, pero hay
que poner freno a la externalización como regla general y, sobre todo, al
despilfarro.


La transformación digital de la casa es otro aspecto del que les
quería hablar. Si queremos convertir a Radiotelevisión en una empresa
puntera, a la vanguardia de las radiotelevisiones públicas, hay que
acometer la transformación tecnológica, que ya ha dejado de ser futuro
para ser presente. Pero aún nos queda muchísimo camino, porque la
tecnología de la comunicación, como casi todo en el tiempo que nos ha
tocado vivir, avanza a pasos de gigante, y en la corporación esos cambios
chocan con las estructuras de gestión, caracterizadas por su lenta, larga
y hasta agónica burocracia. Hay que apostar por crear un departamento de
imagen y tecnología que nos ayude a sumarnos a la nueva narrativa, que
nos actualice, que nos haga competir de manera digna en el mercado
audiovisual. Los nuevos servicios en streaming, las plataformas
digitales, los servicios online o la radio y la televisión en internet
desafían a los canales generalistas, pero, señorías, eso no es ningún
drama; los profesionales que lo hacemos estamos acostumbrados a
adaptarnos a los cambios y reciclarnos. Les voy a contar un ejemplo.
Cuando yo empecé a trabajar en Televisión Española, hace muchísimos años,
nuestro instrumento de trabajo era la máquina de escribir y la fuente de
información, unos teletipos o rollos grandes de papel; y sonaba la alarma
cuando algo era urgente. Y hoy los periodistas montamos la noticia en
nuestro ordenador —imágenes, sonidos— e incluso muchos lo
hacemos desde casa. Nos hemos tenido que ir adaptando a esas tecnologías
y nos tendremos que adaptar mucho más porque esas tecnologías seguramente
nos ayudarán también a atraer la atención de un público que ahora no
tenemos. A los más jóvenes no les interesa nada lo que les contamos ni
nuestra manera de contarlo. Hay que atraer a todo ese público. Creo que,
o nos reinventamos, o moriremos lentamente. Y, sí, es importantísima la
transformación tecnológica, pero, como nos contaban en la facultad, el
medio es el mensaje, pero todo debe estar al servicio de la información,
que es el auténtico ADN de nuestra empresa: Porque, ¿cuál es el sentido
de la tecnología sino el periodismo?


Esa transformación de Radiotelevisión Española es absolutamente
necesaria porque, si no, dentro de unos años tendremos seguramente una
radiotelevisión muerta. Y todo ello no sería posible tampoco sin una
profunda transformación de las estructuras de organización y
administración, que ahora mismo son incompatibles con una empresa ágil.
Tenemos que simplificar los procedimientos administrativos. Sabrán
—y yo se lo confirmo— que Radiotelevisión Española se
convierte muchas veces en una sucesión de ventanillas que exigen trámites
pormenorizados y absurdos que ralentizan, frenan y entorpecen la creación
de programas; sobre todo, la administración, en lo que concierne a los
procesos de producción, tiene una manera de funcionar obsoleta y arcaica.
Se me ocurre ahora un ejemplo: como los sistemas de compras de aparatos
precisos para elaborar la información están sujetos a procesos de compra
al ritmo de la Administración pública, cuando finaliza todo ese trámite
de compra y esos materiales llegan a la redacción ha pasado tanto tiempo
que se han quedado obsoletos o por lo menos ya existen en el mercado
otros mejores, y a veces hasta más baratos. Para intentar paliar esto no
habría que tener miedo, por ejemplo, a la utilización de sistemas tipo
leasing o renting. Eso nos daría la oportunidad de disponer de lo último
en cada especialidad, con la posibilidad, además, de renovación
constante.


Los comités de transparencia es otra de las cosas de las que me
gustaría hablarles. Uno de los problemas que existe en nuestra empresa es
que es de todos pero no es de nadie. Los sucesivos cambios en los puestos
claves cada vez que hay un cambio de Gobierno llevan a una falta de
sentido de la responsabilidad de los cargos que vaya más allá de su
mandato, y hay que pedir responsabilidades a los responsables. Por ello,
es muy importante que existan esos comités de transparencia o un órgano
que los aglutine para controlar los diferentes gastos de la empresa.
Trabajadores y directivos tenemos que asumir la idea de que nada es
gratis y que hay que buscar la manera de que los beneficios de lo que
hacemos reviertan en la corporación. Tienen que hacerse públicos todos
los gastos, lo que cuesta un informativo o un programa, y también los
sueldos de los directivos, que ahora se desconocen, porque los españoles
tienen derecho a saber en qué se gasta cada uno de sus euros.


El mayor valor de Radiotelevisión Española está en su plantilla, en
sus 6400 empleados. Pueden parecer muchos, pero otras radiotelevisiones
públicas tienen más: la BBC, 15 000, la ARD, 20 000, la RAI, 12 000.
Además, hablando de la plantilla, quiero hacerles llegar el sentir de la
gran mayoría de trabajadores y trabajadoras, que ven cómo la empresa no
saca lo mejor de ellos mismos y se sienten poco valorados, y saben que
cuando alguien trabaja motivado rinde más y da lo mejor de sí mismo. Hay
que incentivar todo ese talento. Hay que hacer un estudio pormenorizado
de todos los departamentos y reforzar aquellos que tienen escasez de
recursos humanos. Los acuerdos de Los Peñascales, que definieron la
plantilla y los modelos de producción en 2007, se han quedado
absolutamente obsoletos, ya no sirven. La plantilla tiene una media de 54
años y 2700 trabajadores se jubilarán o prejubilarán en los próximos tres
o cuatro años. Hay que garantizar que esas vacantes se cubran con empleo
fijo. Hay que regularizar la situación de los más de 300 interinos. ¿Y
cómo hacerlo? Convocando oposiciones para cubrir los puestos que faltan,
pruebas con las que se garantice el mérito de quienes concurran a ellas.
Y hay que buscar a los mejor preparados en las nuevas tecnologías. Y los
trabajadores que estamos dentro también tenemos que actualizarnos y
reciclarnos con una formación continua. Además, señorías —ya se lo
habrán dicho otros compañeros que hayan pasado por aquí—, en
Radiotelevisión Española no hay carrera profesional. Hay que apostar por
la meritocracia, es de justicia. Los nombramientos de directivos, cargos
intermedios y directores de las diferentes emisiones tienen que estar
basados en el currículum profesional. Un ejemplo personal: después de
trabajar trece años en el área de programas al frente de un magacín de
sociedad de emisión diaria, de un día para otro me incorporan a los
servicios informativos, desperdiciando así toda esa capacidad y, sobre
todo, el aprendizaje que la propia empresa me ha facilitado con mi
especialización en magacines. La empresa no aprovecha el mayor valor de
los trabajadores: su talento.


Además de lo expuesto, hay otros muchísimos temas que se pueden
abordar —y voy resumiendo—, como la importancia de los
centros territoriales, que ayudan a la cohesión territorial y que también
sufren en su mayoría la falta de personal. Ninguna radiotelevisión, como
nosotros, cuenta con 17 centros, nadie puede estar más próximo que
nosotros al lugar donde se produce la noticia. Hay que volver a hacer un
entretenimiento digno y de calidad, volver a recuperar las grandes
competiciones deportivas, las series con el sello de Radiotelevisión y,
sobre todo, buscar nuevos formatos que entretengan y formen al público,
formatos que, por lo que vemos en otras televisiones más a la vanguardia,
buscan la participación directa de los espectadores. Y hay que conseguir,
por supuesto, una auténtica paridad. Un ejemplo: en nuestra empresa hay
casi 200 mujeres más con titulación superior que hombres, pero eso no se
ve reflejado en los puestos de dirección, en los que hay un 20 % de
mujeres frente a un 80 % de varones.


No les quiero aburrir más. No sé si tendrán alguna pregunta concreta
después. Acabo. Este concurso para la elección del consejo de
administración nos ha abierto a los trabajadores una gran ventana a la
esperanza. Hagan lo posible, ese es mi ruego. Hagan lo posible, ahora es
el momento. No se trata de hacer un cambio para que nada cambie, hay que
hacer una verdadera catarsis. Y está claro que la radiotelevisión pública
de todos tiene que ser representativa políticamente, por supuesto, pero,
señorías, déjennos que esté hecha y dirigida por profesionales.


Muchas gracias por su paciencia.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señora
Fernández.


Puede retirarse. Muchísimas gracias.


— D. CRISTÓBAL RUITIÑA TESTA.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Llamamos al siguiente
compareciente, don Cristóbal Ruitiña Testa. (Pausa).


Muy buenas tardes, señor Ruitiña Testa. Bienvenido a esta
comisión.


Van a intervenir, en primer lugar, los representantes de los dos
grupos parlamentarios presentes, y después tendrá usted la palabra por
tiempo de unos diez minutos.


En primer lugar, tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario
Popular, el señor Lacalle.


El señor LACALLE LACALLE: Gracias, señora presidenta.


Como decía la señora presidenta, damos las gracias al señor Ruitiña
Testa por acercarse esta tarde y podernos exponer brevemente cuál es su
proyecto actualizado del avance, del futuro, de lo que piensa sobre
Radiotelevisión Española, en un encuentro y una situación en la que, como
sabe, vamos avanzando en ir cerrando dos líneas y, sobre todo, dos
objetivos: por un lado, este concurso, que, como todos somos conscientes,
se ha demorado mucho más de lo previsto desde que se convocara, ya hace
mucho tiempo, y, a partir de ahí, ir terminado con esa situación de
provisionalidad que hemos vivido en Televisión Española desde hace casi
tres años. Nos corresponde elegir a cuatro miembros del consejo de
administración, completando a los seis que ya eligió hace quince o veinte
días nuestra Cámara hermana, la Cámara Baja, el Congreso.


Reitero mi agradecimiento por acercarse y transmitirnos de viva voz
cuáles son sus planteamientos y objetivos de cara al futuro.


Por nuestra parte, nada más, señora presidenta. Muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, el señor
Vázquez.


El señor VÁZQUEZ BERMÚDEZ: Gracias, señora presidenta.


Buenas tardes, señor Ruitiña Testa. Bienvenido.


Es importante la celebración de esta comisión, porque nos permite a
los distintos grupos conocer de primera mano cuáles son los distintos
proyectos que se ponen sobre la mesa para el futuro de RTVE; a todos los
grupos representados en el Senado y también en el Congreso de los
Diputados. Pero especialmente el Grupo Socialista quiere reforzar su
compromiso con un medio público, con un patrimonio que es de todos,
Radiotelevisión Española, y nos interesa conocer en este caso sus
aportaciones para encarar con garantías los retos y desafíos que afronta
RTVE.


Muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Tiene la palabra don Cristóbal Ruitiña Testa.


El señor RUITIÑA TESTA: Buenas tardes, señorías. En la intervención
que he preparado seguro que encontrarán respuesta a sus preguntas.


Quisiera, en primer lugar, felicitar a las Cortes Generales por la
iniciativa de haber convocado este concurso, que, más allá de mejoras que
se puedan introducir en el futuro, permite, por una parte, que nos
presentemos personas comprometidas con el servicio público, que de otra
manera nunca hubiéramos sido tenidas en cuenta, y, por otra, garantiza
unos mínimos en cuanto a profesionalidad y conocimiento para los futuros
miembros del consejo de administración, mínimos que no siempre se han
cumplido ni en este servicio público de comunicación ni en otros.


En segundo lugar, quisiera relatarles una anécdota personal que, a mi
modo de ver, ilustra con precisión lo que entiendo que debe ser la misión
del servicio público de radio y televisión. Para ello debemos situarnos
en 1978, año en el que se aprobó la Constitución. Contaba yo dieciocho
meses cuando, a finales de aquel año, nació mi hermano Iván, y, como en
la letra que cantó Víctor Manuel, a los pocos meses su frente se quebró
como cristal. Con un 97 % de discapacidad, mis padres, veinteañeros aún,
campesinos sin estudios que han tenido que emigrar para trabajar
—en el servicio doméstico ella, en la mina él—, no saben qué
hacer. Por aquel entonces España era —no hará falta que se lo
diga— un país medieval, subdesarrollado, no solo políticamente,
sino económica, cultural y socialmente. El desconcierto es, pues,
evidente: la falta de recursos, de capital social, de capital cultural.
Sin embargo, un día mi madre ve en la televisión, en Televisión Española,
a la reina doña Sofía inaugurar algo parecido a lo que hoy llamamos un
centro de discapacitados, y entonces descubre que existen lugares así,
entornos en los que es posible cuidar como corresponde a Iván y también
trabajar sus capacidades, por pocas que en ese momento sean.


Esto es lo que entiendo yo por servicio público de radio y
televisión, más allá de formulaciones académicas o profesionales, que
conozco bien y que aquí se han explicado por extenso; un medio de
comunicación que sea útil a la ciudadanía, siempre y en todo momento,
pero sobre todo cuando más lo necesita. Porque demasiadas veces nos
dejamos llevar por la idea de la caja tonta, por la banalización que,
ciertamente, alimentan algunos espacios prescindibles, y nos olvidamos de
que la televisión continúa siendo aún hoy el principal referente en
cuanto a información, formación y entretenimiento de la mayor parte de
los ciudadanos y, en especial, de aquellos que menos acceso tienen a las
fuentes de capital económico, cultural y social de las que se benefician
otros sectores. Lo saben bien los medios de comunicación públicos
locales, de cuyo ámbito provengo, que, a pesar de sus presupuestos
menguados, son absolutos referentes en sus territorios, especialmente
cuando, como desde hace casi un año viene sucediendo, sobreviene una
pandemia. Yo, señorías, soy redactor por oposición de Radiotelevisión del
Principado de Asturias desde hace quince años, y ahí he aprendido lo que
el servicio público audiovisual puede hacer por las personas. Un medio de
comunicación con audiencia es un medio de comunicación útil, no hay más
secreto. Nosotros, en TPA en concreto, el informativo que de un tiempo a
esta parte tengo el honor de presentar, venimos de pulverizar récords de
audiencia, alcanzando cifras que no se veían en lustros. Llevamos
aproximadamente una década siendo la principal referencia informativa de
los ciudadanos, y eso que cuando nacimos el mercado audiovisual ya estaba
copado por hasta seis operadores privados a los que después se sumó la
multiplicidad de canales que conocemos hoy; y los que están por venir. Y
lo hemos hecho con una apuesta por la cercanía a las personas, cercanía y
pluralidad con las que yo antes había trabajado, cuando se me encargó,
allá por los albores del nuevo siglo, poner en marcha una radio pública
local, y antes incluso, cuando en mis tiempos de estudiante en Cataluña
trabajé para medios locales, siempre, por supuesto, en catalán, una
lengua que aprendí con gusto y en la que encara avui puc parlar amb més o
menys fluïdesa.


En cuanto a la independencia informativa, ¿cómo se logra? Muy
fácilmente: dejando trabajar a los profesionales y promoviendo su
estabilidad laboral, externalizando solo lo que sea imprescindible
externalizar; desde luego, no la labor de informativos, que precisa, más
que ningún otro ámbito, respaldo empresarial e incentivos permanentes. De
nuevo, no hay más recetas mágicas que estas. Lo que es necesario allí,
aquí y en cualquier lugar son órganos de gestión dispuestos a garantizar
todo ello; y, por lo que parece, la actual Corporación Radiotelevisión
Española ya está en el camino de lograrlo, tal y como se desprende del
tercer convenio colectivo. Son necesarias, además, apuestas formativas
que garanticen que los profesionales puedan desempeñarse con eficacia en
el actual contexto. Lo sé bien, porque recientemente una universidad me
encargó el diseño y puesta en marcha de un grado en Periodismo, y ya ahí
aposté por asuntos tales como la verificación, el análisis de datos y, en
general, el desempeño profesional en el nuevo paradigma de los medios
sociales. El proyecto fue aprobado por el Ministerio de Universidades y
ahora mismo está en marcha.


Para la Corporación Radiotelevisión Española pretendo algo así, algo
como lo que conozco, lo que la televisión autonómica de tercera
generación, de la que provengo, con su estructura más ágil, con su
compromiso con el territorio, lleva haciendo durante décadas más allá de
los vaivenes del mercado y con compromiso con el servicio público. Habría
querido que, a partir de aquí, mi proyecto de gestión para la Corporación
Radiotelevisión Española hubiera sido más detallado, pero no he podido
precisamente por la escasa voluntad de transparencia de la propia
corporación, a la que poco más que la Comisión Nacional de los Mercados y
la Competencia arranca cada cierto tiempo algunos datos.


Debe haber —no lo dudo— una importante diferencia en el
detalle entre los proyectos presentados por los que de una manera u otra
han estado o están vinculados a la corporación, algunos desde hace
cuarenta años —a mí la biología, señorías, no me ha permitido
llegar a más de veinte en la valoración de méritos—, una tremenda
diferencia, digo, entre esas personas de largas trayectorias en
Radiotelevisión Española que me han precedido y quienes, como yo, apenas
hemos puesto el pie en ella más que para recibir la formación del
Instituto Radiotelevisión. Lo sé porque lo he visto, o más bien lo he
oído mientras preparaba la comida antes de que llegasen mis hijos. Lo he
oído en las comparecencias, magníficas comparecencias, de quienes me han
precedido en el uso de la palabra y con cuyas intervenciones tanto he
aprendido. Y tentado he estado de introducir algunas de sus propuestas en
esta mi intervención, sin embargo, al final no lo he hecho porque me
perdería en el detalle. Son tantas las cosas que se pueden hacer…
No crean, lo sé bien. Si finalmente no me eligen, lo aprovecharé, con
permiso de sus autores, para mi trabajo académico, centrado en gran
medida en la gestión de los medios de comunicación. Porque yo, además de
periodista en activo desde hace más de veinte años, soy profesor de
universidad a tiempo parcial desde hace casi una década, y ahí he podido
estudiar, reflexionar, aventurar sobre la gestión de los medios de
comunicación en nuestro tiempo. He impartido asignaturas como Empresa y
estructura de la comunicación, Empresa de medios, Industrias de la
comunicación, Organización y gestión de la empresa informativa o
Introducción al sector audiovisual. Y por ello he podido, por una parte,
ampliar mi perspectiva sobre el sector más allá de lo puramente
periodístico, de lo informativo, y, por otra, ser reclamado como experto
en este ámbito para la evaluación en revistas académicas y tesis
doctorales. Gracias a esas clases, y también a mi propia investigación
—de hecho, mi tesis la hice sobre Televisión del Principado de
Asturias, investigación concretada en ponencias, artículos y
libros—, he podido permanecer en gran medida actualizado, hasta el
punto de que en realidad gracias a ello he podido presentar este proyecto
de gestión, que, cerrado definitivamente en septiembre de 2018, contenía
claras apuestas por transformaciones tales como la radiotelevisión en
movilidad, la radiotelevisión social, el big data y la transparencia.
Contemplaba, por ejemplo, por mencionar lo que en mayor medida está
condicionando en este momento al sector audiovisual, una apuesta
importante por la revolución OTT, las plataformas, que a mi juicio han
dibujado un nuevo camino, tanto en lo relativo a la cultura del pago como
al papel de la producción local y, sobre todo, a la relación con el
destinatario. Son evoluciones todas ellas en las que, por cierto, ahora
la corporación ya está inmersa, en mi opinión con gran acierto porque una
entidad así no puede permanecer ajena a ninguno de los desarrollos del
mercado, aunque luego participe en ellos desde la perspectiva del
servicio público. En este sentido, comparto, por ejemplo, la apuesta por
buscar nuevas fórmulas de financiación más allá de la subvención. En mi
proyecto está todo ello hacia el final, por ejemplo —ya que
hablamos de ellas—, en lo relativo a las posibilidades que han
abierto las OTT, el pago por visión o las diversas fórmulas que esta
apuesta ampara, pero el pago —ojo— teniendo en cuenta la
misión de Radiotelevisión Española, tal vez, por ejemplo, para aquellos
contenidos a disposición del mercado internacional. Es solo un ejemplo,
para no extenderme más.


En cuanto a la publicidad, otro ejemplo. Ahora tal vez cabría su
regreso, teniendo en cuenta las posibilidades que abre el big data, es
decir, ir hacia una publicidad no invasiva, personalizada y que, por lo
tanto, sea verdaderamente útil al consumidor. En cualquier caso, la
financiación debe ser estable, plurianual y a largo plazo, con un mínimo,
un suelo, que podrían ser los actuales 1200 millones, y a partir de ahí
explorar las otras fórmulas. De todas formas, esta decisión depende de lo
que diga el mandato marco, que, por supuesto, debe hacerse de nuevo, para
seguramente una década, con contratos programa que después permitan
introducir una mayor precisión.


Todo ello, en cualquier caso, está en manos de ustedes, de los
representantes de la soberanía popular. A quienes conformen finalmente el
consejo de administración —y ya termino— les tocará, sobre
todo, remar todos juntos, actuar de la manera más colegiada posible en
defensa de los intereses de la ciudadanía. Es solo así como yo entiendo
que hay que trabajar en un lugar así. Lo he hecho y lo hago en los
órganos en los que de manera colegiada he tenido el honor de trabajar: en
la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, cuando
durante tres años tuve la oportunidad de hacerlo, como ahora, desde hace
unos años, desde la Secretaría General del Colegio de Periodistas de
Asturias, otra de las entidades de servicio público desde las que trabajo
por el fortalecimiento de la profesión y el bien común. Deberá, en
cualquier caso, ser un consejo de administración con iniciativa
—como se dice ahora, proactivo— que no se limite a copiar los
esquemas precedentes ni tampoco a seguir acríticamente la última moda del
tuit o de lo que venga, que con una clara apuesta por la igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres aproveche la renovación
generacional que en gran medida supusieron las oposiciones de 2007, y la
que sin duda supondrá las que ahora contempla el tercer convenio
colectivo, para dar un nuevo empuje a Radiotelevisión Española, un empuje
generacional que también debe llegar a este nuevo consejo, como ya ha
llegado a muchas otras instituciones del Estado, uno que tenga en cuenta
que, como muy bien precisan los doctores Marín y Tresserras, no es que
estemos ante una época de cambios, sino que estamos ante un verdadero
cambio de época. Ese cambio de época es importante, decisivo, para la
corporación, y la ciudadanía española sabrá leerlo bien.


Muchas gracias, señorías, por su tiempo y su paciencia.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Gracias a usted, señor
Ruitiña. Puede retirarse.


— D. JOSÉ RAMÓN DÍEZ FÉREZ.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Procedemos a llamar a don
José Ramón Díez Férez. (Pausa).


Muy buenas tardes, señor Díez. Bienvenido a esta comisión.


Van a tomar la palabra, en primer lugar, los representantes de los
grupos parlamentarios que están presentes y, a continuación, tendrá usted
un tiempo de unos diez minutos para trasladarnos su intervención.


En primer lugar, tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario
Popular, el senador Lacalle.


El señor LACALLE LACALLE: Gracias, señora presidenta.


Gracias, señor Díez Férez, por acercarse para trasladarnos un poco su
idea, su actualización de proyecto para Televisión Española, una
televisión que conoce usted sobradamente. Desde luego, para nosotros son
importantes su opinión y propuestas al respecto.


En primer lugar, como sabe, estamos al final de un proceso, de un
concurso que se ha demorado más tiempo del que nos hubiera gustado, de la
finalización de una convocatoria pública conforme a la ley del año 2017,
a su vez completando la ley del año 2006, para elegir los cuatro miembros
del consejo de administración que corresponden a esta Cámara para que
completen a los seis que fueron elegidos por el Congreso en los últimos
días del pasado mes de febrero. Y, en segundo lugar, qué duda cabe, se
trata de ir normalizando la situación de Televisión Española desde el
punto de vista de la provisionalidad. Lo que era para poco tiempo al
final se ha ido demorando y, como sabemos, llevamos casi tres años de
interinidad, de provisionalidad en la actual dirección de Televisión
Española, con lo cual hay que cerrar este concurso, esta convocatoria, y
la consecuencia es tener ya un consejo de administración, una dirección
de Televisión Española estable y con vocación de continuidad en el
futuro. Eso es lo que nos trae aquí, y por eso le agradecemos que se haya
acercado y que con su importante experiencia en Televisión Española nos
pueda trasladar la actualización del proyecto que nos presenta y, sobre
todo, cuáles entiende que deben ser los pasos a futuro, con la nueva
etapa que se abre con el nuevo consejo de administración, con la nueva
presidencia, para que Televisión Española recupere lo que algunos
entendemos —es la opinión de este grupo parlamentario— que se
ha ido perdiendo durante los últimos años.


Nada más, señora presidenta.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señoría.
Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, el senador
Vázquez.


El señor VÁZQUEZ BERMÚDEZ: Gracias, señora presidenta.


Buenas tardes, señor Díez, bienvenido a esta comisión, una comisión
que supone la recta final de un procedimiento quizás demasiado largo para
la renovación de la dirección de la radiotelevisión pública española,
pero un procedimiento que nos permite, en primer lugar, conocer
diferentes proyectos y, en segundo lugar, elegir a las personas que van a
desarrollar esos retos y desafíos que tiene que encarar Radiotelevisión
Española en la actualidad.






Para nosotros, como Grupo Socialista, es muy
importante el papel de servicio público, es fundamental que
Radiotelevisión Española cumpla con su deber de utilidad social, no
solamente tener audiencia, que es importante, sino también que cumpla con
esa misión de servicio público que permita informar, pero también formar
y entretener con calidad. Por todo eso, creo que es el momento de
escuchar a personas como usted, con una larga y dilatada experiencia en
la casa, para que nos pueda dar su punto de vista, su referencia, su
proyecto para el futuro de la radiotelevisión pública española.


Muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señoría.
Tiene la palabra el señor Díez Férez.


El señor DÍEZ FÉREZ: Señora presidenta, señorías, buenas
tardes.


Supone para mí un orgullo poder comparecer en el Senado de España,
aunque no puedo negar una cierta incomodidad, que estoy seguro que
ustedes podrán y deberán disculparme. Estoy aquí por respeto a esta
institución, sin duda ninguna, y por la voluntad de ayudar y de hacer lo
que pueda y lo que sea posible por la que ha sido mi casa durante muchos
años, Radiotelevisión Española. También, como otros candidatos estoy
seguro que han manifestado, me presento aquí con humildad y con la
vocación de servir y de aportar un grano de arena, si es que sirviera,
para desenmarañar la situación en la que se encuentra Radiotelevisión
Española. Hace no mucho tiempo, cuando comparecí en el Congreso,
comentaba a sus señorías la enorme oportunidad, y creo que el privilegio,
que han tenido ustedes de conocer quizás al grupo de personas más
cualificadas, que, con distintas aproximaciones y teorías han querido
—o hemos querido— aportar posibles soluciones para salir de
la dramática situación que atraviesa Televisión Española. Pero yo creo
que generalmente lo que hemos conseguido es cansarles después de tanto
repetir lo de televisión independiente e imparcial, etcétera. Yo por la
prensa puedo hablar —no puedo hablar con otro conocimiento de
causa—, y parece que la suerte ya está echada. Y si es así, lo que
veremos es algo que también comenté en mi comparecencia en el Congreso, y
es la situación de consejo de administración en donde antes de empezar ya
se sabe lo que va a pasar. El debate no será un debate profesional, será
un debate político. Se sumarán los votos de los consejeros que
representan a cada partido, y aquí paz y después gloria. Es una manera de
trabajar. Se ha venido haciendo así muchos años, y así nos ha ido. Pero,
por supuesto, yo no soy nadie para criticar a las instituciones que toman
las decisiones.


En base a todo lo que estoy comentando, me parece un tanto extraño
volver a repetir todo un discurso de proyecto de gestión, que creo que no
viene al caso, pero sí me gustaría darles unos puntos básicos y breves,
dentro del tiempo que tengo adjudicado, para su valoración y quizás
conocimiento. Según las cifras de audiencia que hoy, martes 16, son
publicadas por Kantar Media, la audiencia de Televisión Española es
del 8,6 %, cifra que coincide con la audiencia que se tuvo en el mes de
febrero y que representa la cifra más baja de la historia de Televisión
Española. Son datos objetivos. El programa no informativo más visto en el
día de ayer ha sido un programa que, por cierto, se puso en marcha en una
de mis direcciones: Aquí la Tierra, que ocupa el lugar 21 entre los
programas más vistos del resto de televisiones. El programa más visto de
Televisión Española un día cualquiera es Aquí la tierra, con un 9,9 %. Y,
evidentemente, ayer pasaron muchas cosas políticamente en todo el país,
era un día especialmente atractivo para los servicios informativos. El
programa informativo más visto de Televisión Española fue el TD2. El
noveno. Ya no es referencia Televisión Española en información, ha sido
el noveno programa informativo más visto en el día de ayer. Y el TD1,
otra tradicional referencia, baja a la posición 14, con un 8,6 % de
cuota. Son cifras absolutamente objetivas que publica Kantar Media y que
he querido comentarles para demostrar que la situación en Televisión
Española no es buena.


El señor Vázquez hablaba de la utilidad social de un servicio
público, pero la utilidad social es tan importante como que los programas
se vean, una utilidad social que nadie ve pierde automáticamente su
papel. Por supuesto, hay mucho que discutir —este no es el
foro—, y en el adecuado balance entre audiencia, servicio social y
servicio público está la virtud; y sin duda se puede lograr, como otras
televisiones han demostrado. Lo malo es que esta pérdida de audiencia es
muy difícil de revertir. Esto es igual que lo que se decía al hablar de
los clientes: a un cliente cuesta mucho ganárselo, pero cuesta muy
poquito perderlo. Aquí pasa igual: a un espectador que abandona por el
motivo que sea su fidelidad a una cadena le cuesta mucho volver.
Entonces, el trabajo, a quien quiera que le corresponda, va a ser largo,
arduo, y necesitará de mucha paciencia.


En cuanto a los datos que apuntaba en mi informe sobre la plantilla,
evidentemente, para dimensionar una plantilla de forma adecuada hace
falta, primero, conocer un proyecto. Si no hay proyecto, el
dimensionamiento de la plantilla puede ser erróneo. Pero los datos
—de nuevo verificables y ciertos— son que el 70 % de la
plantilla de Televisión Española tenemos más de 50 años, y eso es
realmente preocupante. Hay otro dato que si no fuera tan grave sería de
chiste, y es que hay más trabajadores fijos mayores de 70 años que
menores de 30; es decir, toda la masa de mano de obra, por decirlo así,
menor de 30 es contratada, está en precario o viene a través de
productoras. No pertenecen a la plantilla. Hoy, a los que trabajamos día
a día nos pasan dos cosas; una, nos hacen falta ciertas profesiones
—luego se hablará y será necesario apuntar la necesidad de mejorar
la producción propia, sin duda ninguna—: faltan documentalistas,
faltan reporteros gráficos, faltan cámaras, faltan operadores de sonido,
faltan ayudantes de realización. Y es muy fácil decir: no los hay, se
contrata a una empresa externa a la casa. Evidentemente, se puede hacer
mucho ahí.


Otra evidencia es que la terrible velocidad con la que nos estamos
moviendo en los medios audiovisuales implica la necesidad, cada día más y
cada día más especializada, de nuevas profesiones que no existen porque
nunca ha sido el negocio de Televisión Española. Las redes sociales, los
community managers… Es decir, hoy existen otras formas muy
distintas de estar cerca del público objetivo, y esos profesionales
deberán ir accediendo a la plantilla de Televisión Española
paulatinamente. Una vez más lo que se está parcheando ahora es contratar
fuera, pero no es la solución.


Del presupuesto no voy a hablar mucho, simplemente recordar lo que
otros compañeros también han dicho y parece obvio: puede estar compuesto
de distintas partidas, podemos discutir las cuotas de las operadoras de
telecomunicación o de las cadenas privadas, de lo que sea. Podemos
hablarlo, podemos graduar cuánto y cómo, pero ha de ser estable. Sin
saber lo que vas a ingresar el año que viene, con qué presupuesto vas a
contar el año que viene, es muy complicado gestionar una casa como
Radiotelevisión Española.


Apuntaba también que yo soy partidario de una absoluta regulación del
patrocinio. Hay muchas posibilidades —y mi experiencia así lo
dice— de conseguir patrocinios que adelgacen la partida de
presupuestos de programas. Hay empresas, hay instituciones, hay
estamentos que quieren patrocinar programas y no pueden porque no entra
dentro del cultural o del deportivo.


También soy partidario de estudiar, de repasar lo relativo a la
publicidad. Nunca aceptaría una vuelta total a la publicidad, pero a lo
mejor sí de manera parcial, sectorial o en determinadas franjas horarias
y con determinado volumen. Eso también aliviaría un poco el presupuesto
anual de Radiotelevisión Española.


Producción propia. Si Televisión Española no produce, no hace
programas, apaga y vámonos. Parece tan obvio que es difícil pensar que la
mayoría de los programas se externalicen. Simplemente, propongo dos
puntos de comienzo: primero, la reevaluación del sistema de tasas para el
cálculo de los costes de personal interno dentro de las producciones ya
que, evidentemente, al dividir el salario por el número de horas salen
costes fuera de mercado —es más, siempre será más barato contratar
en la calle a otras personas que utilizar los medios propios— y,
segundo, soy absolutamente partidario de algo de lo que se empezó a
hablar —ahora mismo no sé cuál es el estado—, y es que sería
interesante tener en Prado del Rey el gran centro de producción de
programas: programas de entretenimiento, programas de magacines,
informativos y el gran hub digital; es decir, solo una sede y todos los
medios concentrados allí.


Las externalizaciones son absolutamente necesarias. Por supuesto, hay
empresas muy serias, muy importantes, que se dedican a encontrar aquellos
formatos que puedan gustar al público y parecería necio decir que
cualquier persona es capaz de crear un programa de éxito. No, hay mucho
trabajo y mucha inversión detrás; por tanto, existen productoras
especializadas en ello. Sin embargo, dicho esto, vamos a estudiar bien
los contratos y vamos a evitar los chantajes del tipo: sé que mi programa
funciona muy bien en su cadena, pero o me dan otro o me voy a la
competencia. No sé si está pasando, pero ha pasado, y yo he sido testigo.
Ese tipo de chantajes es absolutamente indecente, y existe.


Las contrataciones tienen que ser transparentes, absolutamente
transparentes. Sin ser ni mucho menos entendido en derecho, estoy
convencido de que se puede encontrar alguna figura jurídica que, dentro
de la absoluta legalidad, permita a aquellas empresas que quieran
trabajar con Televisión Española asumir parte del riesgo. Es decir, si
triunfa su programa, nos va a ir muy bien a todos, a ustedes
económicamente porque son una buena productora y a mí en términos de
audiencias, pero si su programa finalmente es un fracaso, fracasamos los
dos, pero a mí me cuesta menos dinero. Estoy seguro de que se pueden
encontrar figuras. Se ha hecho algún intento, pero siempre de manera
experimental.


No me voy a extender mucho más. Simplemente, quiero comentar tres o
cuatro apartados.


En cuanto a las series, volvería sin duda a centrar los esfuerzos y
el presupuesto de las series de ficción de Televisión Española en ese
ámbito que tan buen resultado ha dado durante un tiempo. Estoy hablando
de series como Isabel o Carlos, rey emperador. Es decir, series
históricas, series de gran formato, que España tiene la capacidad de
producir con un altísimo nivel y de las que existe demanda internacional
y posible venta; por tanto, no hay que menospreciar estas series.


El cine es la gran trampa de Televisión Española. No hablo del cine
español, que es otro debate absolutamente distinto, sino de la gran
inversión que se produce año tras año en los contratos con los majors.
Parece obligado tener una cartera de cine americano, de cine Hollywood,
de Warner, Sony o Universal porque en cuanto te falla un programa, emites
una película, pero el coste del cine americano es absolutamente
prohibitivo para los estándares de España.


Respecto a deportes, hablo de algo que conozco bien y en lo que he
trabajado prácticamente toda mi vida, pero el hecho cierto es que hoy, en
deportes, no se puede competir con los derechos de mercado, aunque sí se
puede y se deben fomentar las retransmisiones y la cobertura de los
deportes olímpicos de las distintas federaciones españolas porque sería
el mejor apoyo para el éxito. Por cierto, no sé de quién habrá sido la
decisión —me imagino que habrá sido de la administradora única, la
señora Mateo, aunque no lo puedo confirmar porque no estoy en posición de
conocer secretos—, pero la emisión de los Juegos Olímpicos y
Paralímpicos de Tokio es una magnífica noticia para Televisión Española,
que siempre, desde un principio, ha estado presente en todos los juegos
olímpicos. En esta ocasión los perdimos por el prohibitivo coste que
suponía comprar los derechos en su totalidad y se negoció con Discovery
internacional. Es muy buena noticia. Otra buena noticia —también se
comentó en el Congreso— es que un equipo de Televisión Española,
entre los cuales tengo el honor de encontrarme, va a viajar a Tokio para
hacer la producción de la señal internacional para todo el mundo del
triatlón y la natación en aguas abiertas. En ese momento en concreto,
como la tradición marca, nos quitaremos el sombrero de Televisión
Española, nos pondremos el sombrero del Comité Olímpico Internacional y
haremos la producción, porque, señorías, Televisión Española sigue
teniendo un enorme prestigio internacional en su forma de trabajar.


Esto es todo. Si me necesitan o quieren preguntar algo, estaré
encantado.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchísimas gracias, señor
Díez.


Le agradecemos muy sinceramente su contribución al análisis que está
llevando a cabo esta comisión.


Gracias por aceptar.


— D. JOSÉ ÁNGEL QUINTANILLA LOUZAO.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Llamen al siguiente
compareciente, don José Ángel Quintanilla Louzao. (Pausa).


Muy buenas tardes, señor Quintanilla. Bienvenido a esta
comisión.


En primer lugar, van a intervenir los representantes de los dos
grupos parlamentarios que están presentes y, a continuación, tendrá usted
un tiempo aproximado de diez minutos para su exposición.


Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el senador
Lacalle


El señor LACALLE LACALLE: Muchas gracias de nuevo, señora
presidenta.


Quiero dar las gracias muy especialmente al señor Quintanilla, don
José Ángel, por haber aceptado venir para trasladarnos su punto de vista
sobre nuestra común Radiotelevisión Española, ente público que es parte
de todos, en un momento en el que vamos cerrando, después de mucho
tiempo, el concurso, la convocatoria pública que se realizó para la
elección de los miembros del consejo de administración y, en el caso que
nos ocupa, para que en los próximos días podamos ya tomar acuerdo
definitivo sobre las cuatro personas que serán elegidas por la Cámara
Alta, completando las que ya eligió el Congreso, como sabemos, la última
semana del pasado mes de febrero; y todo ello cumpliendo con las
determinaciones legales, en este caso con la legislación que regula
precisamente la forma de elección de los distintos miembros del consejo
de administración.


Y junto a eso, la segunda parte, que es empezar a dar cierta
estabilidad a la dirección de Radiotelevisión Española después de una
provisionalidad que se ha ido alargando en el tiempo, desde el verano del
año 2018. Por eso, contar con la nueva dirección de Radiotelevisión
Española y terminar ya con la provisionalidad de una administradora
única, la figura que hemos conocido durante estos años, nos parece que es
lo correcto y, desde luego, creemos que es lo positivo.


Usted es el protagonista, y estaremos encantados de escuchar sus
aportaciones, sus ideas y su colaboración, desde el punto de vista de que
Televisión Española vuelva a recuperar lo que un día fue y que,
desafortunadamente, en los últimos tiempos no hemos podido tener: los
índices de audiencia, y la proyección y la incidencia que tiene en la
sociedad actual de nuestro país.


Quedamos a expensas de escuchar lo que usted nos quiera trasladar, y
le agradecemos nuevamente que se haya querido acercar esta tarde al
Senado.


Gracias, señora presidenta.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el senador Vázquez.


El señor VÁZQUEZ BERMÚDEZ: Gracias, señora presidenta. Buenas tardes,
señor Quintanilla. El Grupo Socialista le agradece su comparecencia en
esta comisión.


Encaramos la recta final de un procedimiento que ha sido quizás
demasiado largo; que se ha prolongado demasiado en el tiempo. Tenemos que
afrontar el futuro de la radiotelevisión pública de España con esperanza,
pero también con un proyecto firme que garantice no solamente el
cumplimiento de la misión de servicio público y la utilidad social, sino
la recuperación del espacio de Radiotelevisión Española en el tablero
audiovisual.


Es verdad que durante los últimos años, fundamentalmente en la etapa
del Gobierno anterior, ha habido muchísimos recortes en materia
presupuestaria, lo que ha dañado, sin lugar a dudas, la situación de
referencia que tenían televisión y Radio Nacional en el panorama
audiovisual español. En cualquier caso, aquí queremos mirar al futuro con
esperanza. Por ello, queremos conocer las diferentes propuestas, las
diferentes aportaciones, los diferentes proyectos de las distintas
personalidades que han participado en este concurso de expertos.


Sin más, quiero darle de nuevo las gracias y decirle que estaremos
atentos a sus aportaciones.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Tiene la palabra señor Quintanilla.


El señor QUINTANILLA LOUZAO: Señora presidenta, señorías, buenas
tardes.


Si es posible, me gustaría quitarme la mascarilla porque me asfixia
mucho y he visto que algún otro compareciente lo ha hecho.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Puede quitársela.


El señor QUINTANILLA LOUZAO: Muchísimas gracias.


Por razones obvias, les aseguro que estoy intentando cumplir las
condiciones higiénicas estrictamente.


Agradezco estar aquí, aunque ha sido una decisión complicada.


Como van a ver, tengo una dilatada carrera profesional. Cuando empezó
este proceso tenía fe en él, pero ha pasado el tiempo, han cambiado las
situaciones y lo que me interesa ya es no salir damnificado del proceso y
que mi profesionalidad siga intacta. Hecha esta aclaración, quiero darles
las gracias.


Al final, he optado por venir fundamentalmente por dos razones. La
primera es que tengo una invitación de la Presidencia del Senado, para
comparecer en una sesión, lo que me parece una cosa seria porque respeto
mucho a la institución. Y, la segunda, como les he dicho antes, por
coherencia conmigo mismo.


A lo largo de mi vida profesional he dirigido tres cadenas de
televisión autonómicas, una televisión privada de ámbito autonómico y el
Consorcio Audiovisual de Galicia. Sus compañeros del Congreso me dijeron
que este era un elemento diferenciador en esta convocatoria que solo
tenía yo, lo cual me hizo sentir satisfecho, aunque no por el hecho de
que no lo tuvieran otros, porque sería estupendo que lo tuviéramos
todos.


Comencé mi andadura profesional en el sector audiovisual en la
Televisión de Galicia. La Televisión de Galicia fue de las primeras
televisiones autonómicas que se pusieron en marcha en el Estado español;
fue la tercera después de la ETB y de la televisión catalana. Estoy
hablando de los años ochenta, y hacia el final de esos años, surgieron
otras cuatro televisiones más.


Una de las cosas que hicimos estas televisiones —en aquel
momento éramos poca gente y nos conocíamos todos— fue crear un
organismo que sigue funcionando, la Forta, que seguramente les suene. En
este sentido, en la Forta soy una persona de largo recorrido y
conocida.


A lo largo de estos años fue notable la experiencia que acumule tanto
de la propia Televisión de Galicia como del desarrollo de las
televisiones públicas en el Estado español. Tuve un papel activo tanto en
el crecimiento de la propia televisión como en el nacimiento
fundamentalmente de la Federación de Organizaciones y Entidades de Radios
y Televisiones Autonómicas.


En TVG resaltaré como resultados de gestión la gran conexión que la
cadena tuvo con su público, los muy buenos datos de audiencia que
obtuvimos, el impulso que supuso al sector audiovisual y que el sector
audiovisual gallego sigue teniendo. Hoy este sector es uno de los más
punteros en el Estado español y se desarrolla en un clima de
entendimiento entre las productoras, la televisión y la
institución.


El Gobierno gallego hace unos años declaró estratégico el sector
audiovisual, y esa declaración fue muy importante porque, entre ellos, se
creó un organismo que también dirigí y que más adelante verán que está
relacionado con lo que fue este proyecto, que es la visión que yo tengo
de lo que debe ser un proyecto de televisión pública. Como verán, estoy
hablando estrictamente de los términos organizativos y de la filosofía de
una persona.


Quiero destacar también entre los logros la mesura en el gasto y,
sobre todo, el gran equilibrio con la plantilla, que no fue casualidad.
La plantilla se equilibra pensando en el crecimiento del sector y en
buscar la eficiencia entre los recursos de las distintas partes. De eso
es de lo que más orgulloso me siento porque tuve mucho que ver en ello.
Es una pena que no tenga tiempo porque si no, se lo explicaría
mejor.


La producción propia fue el pilar fundamental; producíamos un 80 % de
una parrilla de 14 horas. Asimismo, los acuerdos con el sector
audiovisual hicieron más eficientes la producción, y el sector se
especializó. Los ingredientes principales en la parrilla —yo creo
que debe seguir siendo así— eran: televisión en directo, 10 horas
diarias; equilibrios entre informativos retransmisiones y
entretenimiento, y dos actuaciones muy importantes: el desarrollo de la
ficción y la programación infantil. Es decir, la generación que ahora
tiene entre 25 y 30 años en Galicia salió de una programación de la
televisión de Galicia que se llamaba Xabarín club. Este programa llegó a
tener 150 000 abonados, se les regalaba un carné y había toda una serie
de actuaciones dentro del programa.


Respecto a la ficción, en el viaje que he hecho esta mañana venía
pensando lo que hay en este momento: Bambú, Vaca Films, Portocabo,
Filmes, CTV y Ficción Producciones. Estas seis empresas gallegas tienen
ficciones ahora mismo en todas las plataformas digitales. Son dos
factores principales que se pensaron en aquel momento y que todavía están
funcionando.


En el proceso de desarrollo y crecimiento de la empresa quiero
destacar que fuimos la primera televisión en Europa y la séptima del
mundo en emitir en internet; cuando internet estaba completamente en
pañales, nosotros ya nos introdujimos.


La otra apuesta importante que llevamos a cabo fueron los canales
internacionales. Con el personal que teníamos, montamos una emisión para
América, que tuvo un gran éxito, e incluso equilibramos los gastos
metiéndolas en cadena de cable allá donde el cable se había desarrollado
y funcionaba bien para poder pagar el satélite. Los satélites que
utilizamos fueron el Astra y el Hispasat.


Estuve diez años dirigiendo la Televisión de Galicia, aunque fui
director de producción casi otros diez. El director gerente para la
producción dependía de mí porque la producción es vital. La producción,
la parrilla tiene que estar centralizada porque si no, es muy complicado
manejar una televisión con tanto interés y con tanta gente.


Me imagino que producto de esta actuación surgió la oportunidad de ir
a Murcia, donde querían poner en marcha un proyecto de televisión.
Estamos ya en los años 2005-2006, donde las televisiones públicas, a la
vista de ciertos desequilibrios que se estaban produciendo en las que
estaban funcionando, se pasaron a sistemas mixtos, como puede ser el caso
de la televisión de Canarias, la de Murcia, Extremadura, y más adelante
Castilla y León, Aragón y Baleares.


Todas estas empresas surgieron a principios de siglo, y a la vista de
las dificultades que había con las otras públicas y los desequilibrios
tan grandes que se estaban produciendo en presupuesto y personal, se
buscaron estos sistemas mixtos. Este sistema mixto me gustó, porque quien
me contrató fue la empresa —era una empresa peculiar y
especial— para poner en marcha 7 Televisión Región de Murcia. ¿Qué
me atrajo a mí del proyecto 7 Televisión Región de Murcia? Me atrajo que
se iba a crear una televisión con las nuevas tecnologías que ya empezaban
a funcionar, y suponía la integración de todos los sistemas y la
televisión digital. ¿A que llevaba esto? Llevaba a la creación de unas
nuevas categorías, aunque el sistema de programación prácticamente era
muy parecido. En Murcia fui el director ejecutivo, y, después del
consejero delegado, era la persona que lo llevaba; la Administración
murciana también confió en todo el plan de la producción, con lo cual
estuve integrado en todo el proceso. Fue un proceso muy bonito; un
proceso muy rápido; aprendí mucho. Creamos media docena de categorías
nuevas. Arranqué con una previsión de personal de 500 personas, pero las
deje en 250, porque quería evitar el modelo que ya había desarrollado en
Galicia, y para que se desarrollara el sector había que equilibrarlo
porque el personal es muy costoso, muy caro. Al final, quedó una
plantilla de aproximadamente 250 personas, con 24 horas de emisión, 12
horas de producción propia, 10 en directo, mucha retransmisión, y lo más
bonito: una plantilla con una media de edad de 27 o 28 años.


Este funcionamiento de la televisión de Murcia llamó la atención
entre las otras teles y entonces se me hizo una propuesta para irme a
Valencia. Valencia estaba en una situación muy difícil y,
desgraciadamente, al final pasó lo que pasó, como diría un paisano mío
—yo no estaba cuando pasó lo que pasó—, pero inicialmente fui
porque querían implantar el sistema de televisión integrada también allí.
Me costó mucho ir, porque estaba muy a gusto en Murcia, pero me fui a
Valencia. En Valencia estuve algún tiempo y empecé con las reformas, pero
hubo otro tipo de incidencias, de las que no voy a hablar. Estuve
dirigiendo Canal Nou y Punt 2, y apliqué la misma estrategia que había
seguido en Galicia con el tema de la ficción. Y, ahora mismo, en su nueva
versión de televisión pública, en cuanto a ficción, emiten
L’Alqueria blanca, una serie que implanté allí y que es muy
parecida a la de Galicia que se llamaba Libro de familia. Ahí quedan
media docena de ficciones. El sector en las tres comunidades es muy
creativo, muy fuerte, pero en Valencia es llamativo.


Aquí organicé un poco la parrilla, me fui a esas horas que les digo,
fomenté la producción propia y aproveché los recursos que tenía la propia
televisión para sacar un canal nuevo, que fue el Canal Nou 24. El Canal
Nou 24 fue muy sencillo de poner en marcha porque en el multiplex había
sitio para meter una señal más y, en cuanto a la plantilla, como estaba
muy desequilibrada, pude montar un canal sin que me costara absolutamente
nada.


Luego volví a Galicia y estuve un tiempo en el Consorcio Audiovisual
de Galicia. El consorcio audiovisual nació como consecuencia de que se
hubiese determinado que el sector audiovisual era estratégico. El sector
lo financiaban las diputaciones, las distintas consejerías —cultura
e industria—, y también aportaciones de empresas privadas. En el
consorcio se apoya al sector para que pueda asistir a festivales
internacionales y llevar productos. Posiblemente alguno de los éxitos
recientes del audiovisual gallego en Cannes tuvieron su origen aquí, en
concreto esta temporada, Oliver Laxe, obtuvo el reconocimiento a la mejor
película de Cannes para gente de fuera.


Posteriormente volví de nuevo a Murcia porque la empresa que me
contrató tiempo atrás me volvió a reclamar. Ahí estuve haciendo ese
proyecto que les conté antes, un proyecto de televisión privada de ámbito
autonómico. En cualquier caso, lo que querían los empresarios es que la
empresa funcionara prácticamente con los criterios que yo entiendo que
debe tener una empresa pública. Fue una experiencia muy bonita porque
trabajé con gente joven, hicimos 7 horas de producción propia todos los
días, y además no se trataba de un canal donde se ponen series y cosas
sin interés, sino una televisión de proximidad, con gente joven. Como
digo, el proyecto fue muy bonito y la verdad es que lo pasé muy bien. Lo
tuve que dejar por cuestiones personales para volverme a Galicia por
problemas no graves, pero ahí quedó mi actuación.


He puesto aquí que he realizado un máster en dirección y
administración de empresas, en la Escuela de Negocios Caixanova
—tengo otro tipo de titulación, pero no es el momento ni el
sitio—, y digo esto del máster porque no quedé muy conforme con la
puntuación que el comité de expertos me dio. No sé si a lo mejor no
presenté las cosas como debería haberlas presentado, pero ya que esta es
la última oportunidad que tengo dentro de este proceso de luz y
taquígrafos, quiero que quede claro. Hice una reclamación para que se
revisara mi puntuación y no se ha revisado. Ni siquiera sé muy bien cómo
acabó, pero lo cierto es que a esa reclamación se me dio una respuesta
estándar de un equipo jurídico. Entiendo que el tema es muy difícil, pero
se puntuaban siete apartados; de esos siete apartados había dos que,
matemáticamente, sobresalían, y en esos dos yo llegué a la máxima
puntuación. Luego quedaban 55 puntos, que incluían el proyecto, y que se
puntuaban a criterio del comité de expertos. De esos 55 puntos obtuve 5;
por eso digo lo de MBA, porque se pudo haber tenido un poco en cuenta. En
fin, quería que constara; perdónenme.


Aparte de los hechos que les he relatado ¿cómo se pueden incluir en
el proyecto que figuraba en la convocatoria? En mi proyecto presentaba
las estrategias y los resultados conseguidos en mi carrera y proponía
trasladarlos a lo que debe ser la gestión de la Corporación
Radiotelevisión Española en las partes que son comunes a cualquier
empresa de televisión pública: información, producción propia, audiencia,
directo, producción de ficción y equilibrio presupuestario. Esto está muy
resumido, evidentemente.


Hablaba de los retos que plantea la digitalización, el nuevo tipo de
espectador y los cambios en relación a la tecnología y a los contenidos.
Hay un modelo tradicional que desaparece y varios nuevos modelos
emergentes que hay que integrar. Hablaba también de la complejidad del
sector audiovisual, los múltiples intereses, las incertidumbres en la
organización, los drásticos cambios en la tecnología, los desencuentros
de los grupos políticos por el sistema de aprendizaje y regulación de la
corporación. Señalaba los puntos, débiles desde mi punto de vista: la
provisionalidad de los gestores, el desánimo de la plantilla y la falta
de liderazgo. Y proponía una actuación sobre recursos humanos, recursos
técnicos y recursos económicos, una puesta al día de todo el entramado
empresarial, reformando en profundidad el organigrama; una negociación
del convenio colectivo adaptado a los puestos nuevos y al nuevo plan que
se debería establecer para el aumento de la producción propia y de los
nuevos formatos; más participación en las decisiones; separación clara
entre las unidades estratégicas y las operativas; mandos intermedios
comprometidos, motivados, organizados y más partícipes del proyecto. En
definitiva, se trataba de sacar rendimiento al gran equipo de
profesionales capaces y experimentados, que son —junto con la
historia de la televisión española—, el mayor activo intrínseco que
creo que la corporación posee.


Proponía, además, la actualización y puesta al día de la tecnología y
la búsqueda de eficiencia y sinergias con todos los recursos de la
corporación; hacer crecer los recursos y presupuestos de la corporación
—no gastar menos, gastar mejor y crear más presupuestos—, a
través de la optimización de medios y equipos con una inequívoca apuesta
por la productividad, la producción propia y la intervención en las
producciones participadas.


Quiero hacer una reflexión muy sencilla y muy rápida. Si Televisión
Española tiene 6500 trabajadores y la masa salarial de esos 6500
trabajadores supone alrededor de un 50 %, y no están siendo productivos,
estamos perdiendo un 50 %. Esto es una verdad de Perogrullo y no de
matemáticos, sino de sentido común.


Por otro lado, apuntaba a la gestión directa de la comercialización
de las producciones en las que la corporación participe y al aumento de
la ficción; optimización de las ventas de productos de archivo y
librería, licenciando contenidos históricos y de catálogo que solamente
tiene Televisión Española; desarrollar y mejorar los ingresos en otra
área que se está desarrollando mucho ahora, que son los patrocinios, el
mecenazgo y otras formas publicitarias propias de las industrias
culturales y de las industrias audiovisuales. Esta propuesta y la
siguiente me dijeron en la anterior comisión que eran elementos que les
habían gustado mucho y que también eran diferenciadores con respecto al
resto de candidatos. En este caso, es una propuesta atrevida y necesaria:
abrir el debate sobre la publicidad en Televisión Española. Creo que la
publicidad debe de considerarse en su vertiente de servicio público y
volver a Televisión Española; reintegrarla con límites y con normas. Si
nuestra televisión pública promueve nuestra actividad económica, nuestras
empresas y nuestros innovadores —la transformación digital—
deberá recuperar la publicidad no como elemento de financiación, sino
como un elemento de contacto con la realidad económica y social; esto lo
defiendo donde quieran.


También proponía la optimización de los recursos de la corporación.
En este sentido, quiero mencionar que el Instituto RTVE es un invento
fantástico y, además le tengo muchísimo cariño porque he hecho cursos
allí, he comprado casi todos los libros y actualmente, tal y como está el
tema de la enseñanza, me produce enfado que no se utilice bien, que no se
sepa si está o no está, dónde está y que solamente acaben allí aquellos
con los que no se sabe qué hacer.


Otro tema es el relativo a la Orquesta y Coro de Radiotelevisión.
Este es un elemento diferenciador dentro de la corporación. No sabemos
dónde está la orquesta ni qué hace; o está o no está, pero teniendo una
radio y una televisión la orquesta debería de sonar más que nadie.


En cuanto a Radio Nacional no voy a contar nada, pero diría que en mi
proyecto —si quieren, pueden verlo—, está desarrollado mucho
todo el tema digital. Tengo menos experiencia en este ámbito, pero cuento
con gente a la que le gusta y hemos hablado mucho. En Galicia participaba
en las reuniones con todas las radios que ampliamos, aparte de Radio
Galega 1. Estos elementos merecen una puesta en valor desde el punto de
vista de la rentabilidad económica, como les estoy diciendo, y desde las
perspectivas sociales, culturales y de servicio público.


En la política de contenidos proponía dar prioridad a la producción
propia, con las emisiones y retransmisiones en directo, el
entretenimiento y, sobre todo, la asignatura pendiente de Televisión
Española en estos últimos años: la ficción.


Por lo que se refiere a los informativos, diré que es un aspecto
clave. En este sentido, restablecer la fortaleza y prestigio de los
informativos es ocuparnos de uno de los problemas más graves. No me voy a
meter en aspectos cualitativos, pero sí en los cuantitativos, porque
están en el momento más bajo de su historia.


Proponía la reestructuración de todos los canales de la corporación,
y en este punto desarrollé en el proyecto todo lo relativo a La 1, La 2,
Clan, Teledeporte, 24 Horas, TVE Internacional, internet y la plataforma
digital. Hablaba, asimismo, de dar presencia y personalidad al menos







como les he contado en relación con la Televisión de
Galicia— a los canales internacionales de Televisión Española.
Desde mi punto de vista, su situación clama al cielo y es una
irresponsabilidad. Cuando salgo de España y pongo TVE Internacional se me
cae el alma a los pies. Miren, la proyección de España, y más en este
momento, necesita de dos canales internacionales de lo más potentes, y
con 6500 trabajadores y 1300 millones de presupuesto, no me digan que no
hay suficiente para hacerlo. La parrilla de estas cadenas necesita un
total rediseño, pero por falta de tiempo no voy a detenerme.


De pasada voy a citar también los centros territoriales y las
corresponsalías, que habría que remozarlas completamente.


Otro tema al que hacía referencia en la intervención en el Congreso
de los Diputados, es, cómo no, la audiencia. La audiencia no debe ser el
fin último, no es el objetivo; pero sí es una referencia, un estímulo, un
faro y un signo orientador de cómo lo estamos haciendo y cómo nos están
percibiendo. Tengo que decirles que en las cuatro cadenas que dirigí la
audiencia fue razonablemente buena, y hasta les diría que muy buena. Y
les aseguro que era haciendo televisión de servicio público, sin utilizar
ningún otro tipo de triquiñuelas. A mí estas cosas me dan mucha pena. El
hecho de que el 14 de febrero fuese el día de audiencia más baja de la
historia de Televisión Española hizo que se me cayese el alma los pies;
supongo que ya lo saben, el share del día fue un 6,4 y el de la noche fue
de un 5,8. Desgraciadamente, el mes de febrero fue otro de los más bajos,
con un 8,6 en el día y un 8,6 en prime time.


Esta mañana, cuando venía en el tren, estuve viendo las audiencias de
ayer, y es que también fueron lamentables. Ayer Televisión Española fue
la quinta opción. Telecinco, 15,3; Antena 3, 15,1; La Sexta, 9; la
Forta, 8,9 y Televisión Española: 8,7. Y en cuanto a los informativos, el
de la mañana, un 10,3 y el de la tarde un 9,3; Antena 3, el de la mañana
un 21,4 y un 22; Telecinco: 16,8 y 13,5. Y en miles de
personas: Televisión Española, 1 300 000 por la mañana; 1 600 000
contra 2 700 000 y 3 700 000.


Esta es una cuestión que, desde mi punto de vista, es de lo más
preocupante porque una cadena no se levanta de la noche a la mañana; una
cadena lleva un tiempo. Hay una cosa que se llama tendencias. De mí se
reían mucho porque siempre me daba bien el EGM, sobre todo en Galicia.
Pero el EGM marca tendencia, y el problema es que la tendencia es la que
ustedes están viendo.


Voy terminando ya, señora presidenta. Audiencia y presupuestos son
parámetros importantes, pero un proyecto de radio y televisión públicas
tiene que proyectarse también en la calidad de su información, en su
pluralidad, en su promoción de valores positivos, en sus compromisos con
la convivencia, en el progreso económico y social, la innovación
tecnológica y el buen uso de los recursos públicos, que son de
todos.


Terminaba mi proyecto tratando de ser optimista y es que el futuro lo
marcará el activo de la producción propia, de los directos, de la
experiencia, de la innovación y de esa enorme tradición cultural que ha
hecho que Televisión Española forme parte de todas nuestras vidas.
Televisión Española es la banda sonora de nuestra vida, y aquí hay una
oportunidad.


Señorías, el valor de Televisión Española va más allá de cualquiera
de los aspectos concretos de una televisión. Televisión Española acompañó
a los españoles en el logro de grandes metas sociales y en la
construcción de una sociedad democrática, plural y moderna. Deberá volver
a ser un creador de valor colectivo y no solo un corrector de mercado.
Tiene que ser motor del audiovisual, tanto en los contenidos de ficción,
culturales y entretenimiento como en la tecnología. Después de la sanidad
y la educación, para mí el audiovisual es estratégicamente el más
importante, forma parte esencial del futuro digital, y dar vida a esa
televisión del presente y del futuro pide talento y mejor gestión.


Entiendo que ustedes, los aquí presentes, tienen un papel muy
complicado, y perdónenme que les recuerde las responsabilidades que todos
ustedes tienen ahora ante la ciudadanía: abrir una puerta a la esperanza
en la grave situación en la que se encuentra la corporación, remediar el
desconcierto y la inquietud de esos 6500 trabajadores y, sobre todo,
propiciar una televisión pública y de calidad.


Les deseo mucho acierto y mucha suerte, necesitarán decisiones
valientes. Siempre se dijo que el éxito es hijo de la audacia.


Buenas tardes y muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señor
Quintanilla.


Le agradecemos muy sinceramente todas sus aportaciones.


Como sabe, todo lo que aquí se dice queda grabado, negro sobre
blanco; por lo tanto, no solamente los que estamos presentes, sino los
que no lo están, podrán conocer todas sus propuestas y
consideraciones.


El señor QUINTANILLA LOUZAO: Muchas gracias.


— D. MIGUEL MARÍA DELGADO ESTEBAN.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Una vez convocada la
comisión, el candidato don Miguel María Delgado Esteban ha comunicado a
esta Presidencia su renuncia a comparecer y, en consecuencia, su
candidatura no podrá ser sometida al Pleno del Senado, de conformidad con
lo establecido en el artículo 185.5 del Reglamento del Senado.


Se suspende la sesión.


Eran las diecisiete horas y cuarenta minutos.


Se reanuda la sesión a las diecisiete horas y cuarenta y cinco
minutos.


— D. ALFONSO DÍEZ SÁEZ.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Se reanuda la sesión.


Por favor, llamen al siguiente compareciente, don Alfonso Diez Sáez.
(Pausa).


Muy buenas tardes, señor Díez, bienvenido a esta comisión en donde
tendremos ocasión de escucharle.


Primero van a tomar la palabra los representantes de los grupos
parlamentarios que están presentes.


Por el Grupo Popular, tiene la palabra el senador Lacalle.


El señor LACALLE LACALLE: Gracias de nuevo, señora presidenta.


Quiero dar las gracias, de manera muy especial, al señor Diez, don
Alfonso, por acercarse esta tarde a la Cámara Alta, al Senado, y tratar
de exponer la actualización de lo que propone o cómo ve en estos momentos
la Radiotelevisión pública de nuestro país.


Le tengo que pedir ciertas disculpas por todo lo que se ha ido
demorando este proceso, porque han pasado casi tres años desde que se
hizo la convocatoria pública. En fin, era algo novedoso y se nos ha ido
alargando, pero con la seguridad de que ha estado en todo momento
tutelado por los servicios jurídicos, tanto en la Cámara Baja como en la
Cámara Alta, y aunque se ha ido avanzando, como decimos, no con la
rapidez que nos hubiera gustado a todos.


En cumplimiento de la ley que regula el nombramiento del consejo de
administración, como sabemos, se eligieron ya los seis miembros nombrados
por el Congreso y, en estos momentos, queda por decidir en los próximos
días los cuatro miembros que tiene que elegir el Senado. Con eso
cerraremos ya ese concurso, esa convocatoria pública. Y, por otro lado,
también iremos cerrando la provisionalidad que ha tenido hasta ahora,
durante estos últimos casi tres años, la dirección de Radiotelevisión
Española con la administradora única.


Por eso, en el Grupo Popular le reiteramos el agradecimiento porque
se haya querido acercar, porque nos traslade su punto de vista sobre
nuestra Radiotelevisión pública y siempre con ese deseo de que pudiera
volver en algún momento a recuperar tantas cosas que durante los últimos
tiempos, es verdad, ha ido perdiendo. Por eso, repito, le agradecemos su
asistencia y le escucharemos con mucha atención.


Muchas gracias, señora presidenta.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Gracias, señoría.


Tiene la palabra, por el Grupo Socialista, el senador Vázquez.


El señor VÁZQUEZ BERMÚDEZ: Gracias, señora presidenta. Buenas tardes,
señor Diez, bienvenido a esta comisión.


Se agradece su comparecencia porque es importante que esta Cámara,
esta comisión, conozca las distintas posiciones de las personas que han
venido participando en este concurso.


Radiotelevisión Española es patrimonio de todos y, por lo tanto, esta
Cámara tiene que estar presente en el futuro que se está diseñando para
este patrimonio que es común de todos los españoles. Estamos en un
momento decisivo para la casa, momento en el que Radiotelevisión Española
afronta retos y desafíos y es importante conocer cuáles son las distintas
ideas y aportaciones, para encarar ese futuro con garantías y que
Radiotelevisión Española recupere posiciones en el tablero, dentro de la
enorme competencia audiovisual que hay en el presente.


Muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias,
señoría.


Tiene la palabra el señor Diez.


El señor DÍEZ SÁEZ: Buenas tardes. Muchas gracias, señora presidenta,
y muchas gracias, señorías.


Perdónenme, pero tengo que plantear una cuestión previa, porque si no
me va a ser muy difícil. Voy a tener que hacer algo que no quería hacer,
que es quitarme la mascarilla, pero no porque la mascarilla me moleste,
es porque se me han empañado las gafas y soy incapaz de mirar los
papeles.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): No se preocupe. Puede
quitársela, está a una distancia suficiente. (Risas).


El señor DÍEZ SÁEZ: Sí, suficiente. Yo no quería hacerlo, pero
perdóneme un momento, a ver si esto se desempeña y puedo ver. Es que me
he quedado perplejo al ver que al entrar aquí, no sé si es por el cambio
de ambiente, se me han empañado y no hay forma.


Al comenzar mi comparecencia en el Congreso de los Diputados agradecí
a la señora presidenta, también a la señora presidenta del Senado y a
ambas cámaras, el esfuerzo que están haciendo para reconducir el
despropósito en que se había convertido el concurso público a causa de
las controvertidas decisiones adoptadas. Hoy, quiero reiterar mi
agradecimiento también aquí, en el Senado.


Fue muy importante, en su momento, en 2018 —y lo sigue
siendo— la decisión política que fiaba la elección del Consejo de
Administración de Radiotelevisión Española a la realización de un
concurso público. Se anunció que quedarían garantizados la igualdad, el
mérito y la capacidad, y que se desarrollaría con transparencia.
Lamentablemente estos principios, en este primer concurso, no se han
respetado desde el primer minuto. Cuando ya todo está decidido, hemos
podido escuchar, incluso aquí, cómo algunos comparecientes del grupo de
los 20 primeros, reivindicaban lo decidido a su favor por el comité de
expertos como la única verdad universal posible, un comité de 17
personas, por lo visto, infalibles, sabias por naturaleza e
independientes por definición. Sin embargo, olvidaron algunas verdades
incomodas para la construcción de ese relato. Por ejemplo, que los
expertos —alguno no tanto— habían sido elegidos a propuesta
de los partidos, por cuotas partidarias y por afinidad política.
Olvidaron que había recursos vivos, que otros recursos habían sido ya
evacuados con argumentaciones que a quienes las habían inventado les
habría supuesto suspender primero de Derecho. Y olvidaron también que en
ningún momento han hecho el más mínimo esfuerzo por dar seguridad
jurídica a los concursantes.


No debemos dudar de que estos expertos sean grandes magos, porque, en
un visto y no visto, se sacaron de la manga un montón de condiciones y
decisiones arbitrarias que no estaban en la convocatoria ni en las bases
ni en las normas, pero cuya invención beneficiaba rotundamente a aquellos
candidatos que gozaban del don de la telepatía. Fíjense, en las normas
del concurso aprobadas por las Mesas del Congreso y el Senado, que
ustedes conocen perfectamente, pero permítanme que lo repita, se decía
textualmente: En el informe de evaluación se valorarán de forma
individual y motivada los siguientes méritos, conforme al baremo aprobado
por el comité de expertos, que atribuirá una puntuación concreta a cada
uno de ellos y que será publicado con antelación a la lista definitiva de
solicitudes admitidas. Entre los siete apartados a los que debían
atribuir una puntuación, estaba el F, que se refería simplemente al
proyecto de gestión presentado. Las normas no pedían un desglose del
proyecto en otros siete apartados, estos fueron decididos mucho después
de que finalizase el plazo límite de presentación. Si no formabas parte
del grupo con telepatía, perdías puntos a chorro. Un nuevo plazo de siete
días naturales, abierto un mes después, por sorpresa y cogiéndonos con el
paso cambiado a la mayoría de los candidatos, no solo no resolvía la
arbitrariedad, sino que profundizaba en ella al explicar la motivación.
Las normas, señorías, no exigían originalidad en el proyecto, pero en la
practica el comité la exigió. Es evidente que los proyectos deberían
haberse valorado globalmente, porque, aparentemente, nadie sabe hasta
este momento qué pedirán las Cortes Generales a Radiotelevisión Española
para esta nueva etapa; el propio candidato in pectore a la Presidencia de
Radiotelevisión Española, el señor Pérez Tornero, lo explicó en su
comparecencia cuando afirmó: En cuanto a la financiación, tiene que ver
con lo que las Cortes le encomienden en el próximo mandato-marco; en
concreto, qué servicios le piden a Radiotelevisión Española. Una vez
conocidos los servicios, se podrán evaluar los costes. Lógica aplastante.
Suscribo esto y suscribo todo lo que dijo, que es bastante parecido a lo
que explicaba en mi proyecto.


Ese comité de expertos hizo buena esta reflexión de Mario Benedetti:
Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, cambiaron todas las
preguntas. Para nuestra sorpresa y para la culminación prevista del
concurso, algunos casualmente tenían todas las nuevas respuestas. Quiero
dejar constancia, también, de que en el oficio que me remitieron
estimando en parte mi recurso, sostienen que todo el proceso seguido por
el comité de expertos es ultrasecreto. Me han negado el acceso al resto
de proyectos, a las segundas versiones, a los currículos y a las actas de
las reuniones del comité. Exigen que crea con fe ciega todo lo que
afirman, olvidando que vivimos en un Estado de derecho, en el que la fe
no puntúa. Y claro, ese obscurantismo se torna muy sospechoso.


Tanto desbarajuste normativo y de actuaciones ha obligado a que
ustedes regresaran al método clásico, según el cual, las Cortes Generales
eligen directamente al presidente y al Consejo de Administración de
Radiotelevisión Española. Creo que eso es un derecho y una obligación que
les concierne, pero que habría sido más que deseable evitarlo.


Subrayo del comunicado de ayer de los consejos de informativos, el
párrafo que dice textualmente —y que sería el colofón a esta
parte—: En definitiva, el diseño del concurso público fue impropio
del reto al que debía responder.


Ahora, si me lo permiten, resumiré algunas líneas generales de lo que
debería ser un proyecto para Radiotelevisión Española, aunque tengo claro
que, como afirmaba Camus, sabemos que las cosas no tienen arreglo, pero
debemos actuar todos los días como si lo tuvieran. Mi proyecto, y el de
cualquiera, tiene que ser el que decidan ustedes en las Cortes. Aquí la
originalidad y la sorpresa no cuentan, solo cuenta la voluntad popular y
esa la representan ustedes. Pero les diré como actuaría en los temas
inmediatos y candentes que nos ocupan actualmente: Transparencia,
absoluta, por supuesto, toda la que permita la Ley. Externalizaciones,
las estrictamente imprescindibles y las únicas que sean legalmente
obligatorias. Si hubiese tenido la ocasión, yo recuperaría un buen bloque
de programas y servicios que están externalizados innecesariamente. Y
mientras eso no fuera posible, exigiría equiparación en los derechos de
sus trabajadores.


Manipulación informativa. Absolutamente intolerable. La objetividad,
señorías, sí existe, consiste en no deformar voluntariamente los hechos.
Tampoco toleraría que se nos quisiera utilizar para difundir bulos y
mentiras. El derecho no es solo el nuestro a hacer libremente
información, es, sobre todo, de los ciudadanos a recibirla
correctamente.


Política laboral. Hay que contar con toda la plantilla y, sobre todo,
motivarla. Las sucesivas direcciones de la casa y las de recursos humanos
se han empleado a fondo para tratar de convertir este grupo de empresas
en cadenas de montaje, desprovistas de incentivos al talento, incluyendo
la humillación profesional como política de personal. No existe política
de carrera profesional. Nada impide que, con una larguísima experiencia y
un currículum abultado dentro de la casa, mañana te obliguen a volver a
la casilla de salida y te coloquen de jefe al más incompetente llegado
ayer.


No prescindiría yo de ningún profesional que quiera trabajar con
nosotros, tenga la edad que tenga, incluidos aquellos a quienes ahora
pretenden echarnos a la fuerza por tener más de 65 años, en contra de
todas las recomendaciones de la Comisión Europea y del Gobierno de
España, que abogan por incentivar el retraso voluntario de la jubilación.
Los ERE han sido uno de los grandes desastres para Radiotelevisión
Española. Se descapitalizó de forma ruinosa, técnica e intelectualmente a
la casa.


Centros territoriales. Son fundamentales, no concibo Radiotelevisión
Española sin los centros territoriales. Durante un tiempo, coordiné la
política territorial del ente y dirigí el centro de televisión de Murcia.
Los considero troncales en la estructura porque generan cohesión
territorial, pero hay que dotarlos y, sobre todo, dejar de discriminar a
la baja a sus trabajadores.


Igualdad. No concibo la vida de otra manera. Radiotelevisión Española
tiene la obligación de ayudar a erradicar el sexismo de la sociedad y
ofrecer una imagen no estereotipada de las mujeres, además de promover la
igualdad continuamente.


Permítanme unos segundos sobre mí, simplemente. Llevo cuarenta y ocho
años trabajando en Radiotelevisión Española, seguidos, sin
interrupciones. Creo que entre los que éramos candidatos soy el que más
larga trayectoria profesional acumula. Durante mi comparecencia en el
Congreso de los Diputados, uno de los portavoces afirmó que yo tenía el
mejor currículum, pero es evidente que esa pequeña circunstancia no
cuenta ni ha contado para nada. Entré en Radiotelevisión Española el
año 1973, siempre milité en la democracia, en el antifranquismo, me
enfrenté desde dentro a la dictadura y lo pagué caro en varias ocasiones.
He trabajado sin pausa como periodista en la dictadura, en la transición
y en la democracia. En mi currículum podrán ustedes observar que he hecho
de todo en Radio Nacional de España y en Televisión Española: desde
reportero de guerra hasta director de un telediario, pasando por un buen
número de cargos de responsabilidad, directivos, ejecutivos y de
asesoría, hasta llegar al momento actual, en que dirijo el programa La
galería, en el Canal 24 horas de Televisión Española.


Señorías, en Radiotelevisión Española necesitamos estabilidad y
respeto y que no pongan minas por cálculo político a nuestra
credibilidad. Les agradezco mucho que me hayan escuchado y les agradeceré
mucho que eso que he dicho suceda.


Muchas gracias, señora presidenta.


Muchas gracias, señorías.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señor
Díez.


Todo quedará negro sobre blanco recogido para todo aquel que pueda
aprovecharlo.


Le agradecemos de nuevo su presencia y su participación.


Puede retirarse.


Hacemos un nuevo receso porque el siguiente compareciente no ha
llegado todavía.


Se suspende la sesión a las dieciocho horas y cinco minutos.


Se reanuda la sesión a las dieciocho horas y veinticinco
minutos.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Reanudamos la sesión.


— D. ANTONIO CASADO RUIZ.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Por favor, llamen a
comparecer a don Antonio Casado Ruiz. (Pausa).


Muy buenas tardes, señor Casado, sea bienvenido a esta
comisión.


Van a intervenir, en primer lugar, los representantes de los dos
grupos parlamentarios que están presentes y, después, tendrá usted unos
diez minutos para su intervención.


En primer lugar, tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario
Popular, el senador Lacalle.


El señor LACALLE LACALLE: Gracias de nuevo, señora presidenta.


En primer lugar, quiero agradecerle al señor Casado, don Antonio, que
se haya querido acercar esta tarde aquí, al Senado, para poder exponer su
punto de vista sobre lo que es la televisión, la televisión de todos, la
televisión pública, en un proceso que va concluyendo después de una
demora importante desde que se convocó en su día. A partir de ahí,
debemos cumplir con lo que determina la legislación vigente, eligiendo
los cuatro miembros del consejo de administración que corresponden a esta
Cámara Alta, una vez que hace veinte días hizo lo propio el Congreso
eligiendo a los seis representantes de la Cámara Baja. Por otro lado,
como usted sabe, con este proceso va concluyendo todo lo que ha sido la
dirección provisional —o presuntamente provisional— de
Radiotelevisión Española, que va camino ya de los tres años teniendo al
frente a la administradora única, la señora Mateo.


Por eso, como decimos, le agradecemos que haya querido venir.
Escucharemos muy atentamente lo que nos quiera decir para mejorar o su
punto de vista respecto de lo que debe ser nuestra Radiotelevisión
pública a futuro, recuperando todo lo que tiene que recuperar después de
la situación y de los datos que conocemos de los últimos tiempos. Por
eso, reitero, gracias del Grupo Popular, señor Casado, nuestro
agradecimiento por su presencia.


Por mi parte, nada más, señora presidenta.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señoría.
Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, el senador señor
Vázquez.


El señor VÁZQUEZ BERMÚDEZ: Gracias, señora presidenta.


Buenas tardes, señor Casado, bienvenido a esta comisión, una comisión
en la que abordamos el futuro de un servicio público como es la
Radiotelevisión Española. Nos preocupa y nos ocupa ese futuro, los retos,
los desafíos y, por eso, es muy importante en este momento conocer
diferentes aportaciones, ideas y proyectos para garantizar esperanza en
ese futuro de un bien público que nos interesa a todos y que, desde
luego, nos ocupa y nos preocupa.


Muchas gracias y encantado de recibir sus aportaciones.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señoría.
Tiene la palabra el señor Casado.


El señor CASADO RUIZ: Muchísimas gracias.


Gracias por sus palabras de recibimiento. La Comisión de
Nombramientos del Senado ha acordado llamarme y he venido aquí como
candidato, he venido también como trabajador que soy de Radiotelevisión
Española —que quiero que lo sepan ustedes— y también como un
ciudadano que cree en la radio, en la televisión pública y en los
servicios públicos. Y, como bien han señalado, nos preocupan a todos y
hay que hacer que funcionen lo mejor posible, que sean los más eficaces y
que sirvan de la mejor forma posible a todos los demás.


Mi intención, para que quede bien claro en estos pocos minutos que
voy a compartir con ustedes, es única y es un objetivo que gira en torno
a mejorar la Corporación Radiotelevisión Española. No voy a entrar en
polémicas ni voy a entrar en debates estériles, porque hay que acabar con
la situación de provisionalidad, que ya se acerca casi a tres años, para
que haya una cierta estabilidad institucional y que la Corporación RTVE
trabaje con una cierta normalidad, que trabaje pensando en el presente,
que trabaje pensando en el medio plazo y que trabaje pensando en el
futuro como una corporación pública grande que es y que tiene una enorme
repercusión social por el objeto que tiene. En definitiva, lo que les
diga hoy es una aportación que podrán aprovechar las personas que lo
consideren, las que sean llamadas a formar parte de este consejo de
administración y a presidir la corporación, que espero que sea lo más
beneficiosa para todos nosotros.


Indiscutiblemente, tenemos que ser una empresa donde haya confianza y
credibilidad de los ciudadanos, de los espectadores, de la gente que ve
nuestros programas, que escucha nuestras radios, que se conecta a través
de los teléfonos móviles a nuestras aplicaciones; si no, todo esto no
tiene sentido. Tenemos que ser una corporación que transmita esa
confianza, esa credibilidad y que, al mismo tiempo, trabaje por la
innovación tecnológica, puesto que, como medio de comunicación con
diversas plataformas de difusión, estamos metidos en una vorágine
tecnológica de novedades sobre la que no hace falta que me extienda
especialmente.


Por lo tanto, a partir de este planteamiento, que es sobre el que
girará lo que les voy a contar, lo que les voy a decir en estos minutos,
creo que también hay que tener en cuenta que es difícil trabajar en una
corporación que es el foco constante de críticas permanentes de todo
tipo, de ruido y de conflicto. Que conste que la crítica me parece que es
fundamental para cualquier situación, pero también hay que tener en
cuenta que esa crítica imprescindible puede ser una crítica que habrá que
hacer con fundamento, con criterio, con rigor, que sea un poco
enriquecedora y que sirva para avanzar. No hay ninguna duda —yo
creo que no hay ninguna duda— de que la inmensa mayoría de los
trabajadores —yo soy un trabajador de Radiotelevisión
Española— hacemos nuestro trabajo con un alto nivel de
autoexigencia; que buscamos también la calidad, cada uno en la pequeña
parcela en la que trabaja, y en todos los casos con honestidad y con
sentido de profesionalidad. Por lo tanto, reitero que no quiero plantear
esto como una crítica ni a la dirección o presidencia actual, ni a la
anterior, ni a la anterior de la anterior, solamente es para que pueda
servir por si alguien cree interesante recoger alguno de los elementos
que aquí se plantean.


Además, teniendo en cuenta la situación del país, la situación que
estamos viviendo por la pandemia, la situación de crisis en la que ya
estamos y que, desgraciadamente, se alargará en el tiempo, creo que lo
que hay que hacer desde Radiotelevisión Española es sumar para mejorar,
para trabajar y para que esto funcione mejor. Ese es el tema y creo que
es absolutamente claro. O sea, que aunque salgamos de aquí con dolor y
con agotamiento —espero que superemos en los próximos meses la
situación sanitaria y, de la mejor forma posible, la crisis
económica—, la televisión, la radio, los medios interactivos, la
Orquesta de RTVE tienen que ayudarnos a ser un poco mejores ciudadanos,
en la medida de lo posible.


Ustedes saben que los medios de comunicación, teóricamente, tienen
tres objetivos fundamentales: la información, el entretenimiento y
aumentar el nivel de conocimiento, lo que en algunos sitios se llama
también formación. Respecto a la información, creo que hemos sido y somos
un medio informativo que hemos estado en los últimos sesenta años siempre
en primera línea para contar a los ciudadanos lo que ha ocurrido. Han
pasado numerosas administraciones, numerosos grupos de dirección, pero
por unos motivos u otros la obligación se ha cumplido, mejor o peor; se
pueden hacer todo tipo de críticas, pero ahí ha estado siempre
Radiotelevisión Española a través de la televisión y de la radio, y en
los últimos años a través de su web. Para informar, lo único que yo pido
a las personas que vayan a formar parte de este nuevo consejo y de la
presidencia de la corporación es que se fomente el periodismo. El
periodismo, si lo entendemos como tal, no tiene matices; el periodismo no
tiene matices; el periodismo, si es periodismo, es periodismo riguroso,
es periodismo de credibilidad, es periodismo en el que uno puede o debe
confiar. Uno se pone a ver un telediario, se pone a ver un programa
informativo y sabe que lo que te están contando es cierto. Tiene una
versión de quien lo cuenta, naturalmente, y no existe esa asepsia
increíble de la objetividad, pero, en cualquier caso, es algo creíble y
confiable. Y no podemos renunciar a ello de ninguna forma.


Pero, dentro de un grupo tan amplio, un grupo donde trabajan 6500
personas, que tiene más de 1000 millones de euros de presupuesto, hay
otra parte, que es la parte del entretenimiento, y es fundamental que
trabajemos también esa parte. Estamos hablando de la radio, la televisión
y la web públicas, y no podemos hablar solo de informativos. Yo trabajo
en los servicios informativos, mi trabajo habitual es hacer programas
informativos; ayer estuve haciendo en la Gran Vía el telediario que
conmemoraba el año que llevamos de estado de alarma y para mí es la parte
central de mi trabajo y de mi vida. Pero, insisto, la televisión, la
radio, los elementos sobre los que trabaja Radiotelevisión Española,
tienen que fijarse especialmente el entretenimiento. Esto lo relacionaré
dentro de un momento con el tema de la producción: si Radiotelevisión
Española debe producir, si debe coproducir con otros elementos externos o
si debemos abandonarnos a una producción externa, en lo que no estoy de
acuerdo. También tengo que decirles que, además de cuidar especialmente
el tema del entretenimiento, hay una parte que imprescindiblemente tiene
que hacer Radiotelevisión Española a través de su radio, su televisión,
su web y demás, que es lo que yo llamo el aumento del conocimiento, el
tema de la cultura, el tema del fomento de la ciencia, de la tecnología,
de la sostenibilidad, de la igualdad, del medio ambiente que se nos viene
encima y que va a ser un tema prioritario en los próximos años, y que ya
lo es de hecho.


Ahí también hay que trabajar pensando en grandes públicos. Tenemos
canales especializados —creo que están muy bien y se deben
mantener—, pero tenemos canales generalistas, tenemos canales para
enormes audiencias, para enormes públicos. Y de verdad que no podemos
fallar en el tema de la comunicación cultural, del entretenimiento y de
la información. En cuanto al tema de la cultura, yo veo un telediario y
me alegra enormemente que en Televisión Española, por ejemplo, tengamos
un bloque de información cultural, cosa que no existe en la mayoría de
las televisiones comerciales. Yo escucho una pieza de cualquiera de mis
compañeros de cultura, pero ahora hablo de Carlos del Amor, donde
transmite información, sensibilidad, una mirada propia, una forma de
plantearlo diferente, y me siento orgulloso de trabajar en esa empresa
que fomenta esos valores, que son valores que creo que pueden ser
compartidos por una enorme mayoría de las personas que vivimos aquí.
Efectivamente, habrá planteamientos muy radicalizados y muy extremos,
pero a la mayoría de las personas, en un amplio abanico —creo yo al
menos—, nos interesa ampliar nuestros conocimientos —sea con
la televisión, la radio, la web— para ser un poco más felices y
participar un poco mejor del mundo, de la ciudadanía donde vivimos.


En este punto, en el proyecto que he presentado —que
posiblemente hayan ojeado o hayan leído— hay un planteamiento de
cómo hacer la programación de Televisión Española, que es lo que conozco
mejor, porque tenemos que recuperar programas y tenemos que producir
nuevos programas; tenemos que dar paso a los documentales; tenemos que
dar paso a los programas musicales; tenemos que dar paso a los programas
de entretenimiento en general pero que aporten algún valor añadido. No
podemos estar todo el día haciendo una programación de realities. ¿Qué
beneficio social conseguimos? Es verdad que puede haber alguno, por qué
no, somos una sociedad muy variada, somos muchos y hay público para todo,
pero no podemos tener una programación que sea un reality 24 horas, ni
podemos tener una programación que sea un concurso permanente. Tenemos
que pensar en que nos ven y nos escuchan muchas personas con situaciones
particulares. Hay que tender a transmitir a esas personas y hacerles
llegar lo que realmente es el servicio público que las leyes nos
encomiendan y que tenemos que cumplir. Para eso están los diversos
canales y en mi proyecto les planteó la creación de un nuevo canal
internacional de noticias, que es una idea que me planteó mi compañero
Antonio Parreño. En mi presentación se recoge un poco el desglose de cada
uno de ellos.


Respecto a los elementos de gestión empresarial, comento brevemente
dos notas. Creo que haría falta un portal de transparencia, que vendría
muy bien —existe en muchas administraciones públicas, sin ninguna
duda—, pero, además, podríamos ser una referencia en ese aspecto o
tener un cierto liderazgo que nos vendría muy bien para recuperar o
aumentar la confianza de los espectadores. Ese tipo de actividades
complementarias, no estrictamente relacionadas con los medios de
comunicación, son realmente importantes.


En el programa que presenté hace dos años y medio, que ha quedado
ligeramente anticuado en alguno de los casos porque esto evoluciona de
una forma increíble, hay una definición de cómo organizar el personal de
Radiotelevisión Española, de definir bien la plantilla, de la plena
ocupación de todos... Mis compañeros, ya sean redactores, realizadores,
productores, reporteros gráficos, técnicos, personal de gestión, en
general hacemos una labor lo más honesta y lo mejor posible, pero, por
qué no, hay programas, hay secciones en las que quizás necesitemos un
talento exterior que se podría incorporar, pero de una forma controlada,
prudente, no exagerada y no despilfarrando ni un euro de dinero
público.


En cuanto al presupuesto, dos palabras y voy terminando. Necesitamos
una cierta estabilidad presupuestaria, como pueden suponer. No solo hay
que pensar en este año, en el que hay un presupuesto que es el que
es, 1200 millones de euros, una cantidad suficiente para hacer un montón
de proyectos interesantes e innovadores, pero tenemos que tener también
un poco de visión a medio y a largo plazo, porque si no, en este mundo
donde la tecnología está tan presente, es imposible construir nada.


En definitiva, y con esto termino —les agradezco su
atención—, creo que lo que hay que hacer es trabajar especialmente
sobre los programas informativos para que sigan siendo, o sean más, si
cabe, rigurosos y que tengan la confianza y la credibilidad de los
espectadores, porque eso es lo que vertebra tanto la programación de la
radio como la de la televisión como, posiblemente, la de la web. Tenemos
que trabajar más en programas culturales y de entretenimiento porque ahí
hemos perdido mucho frente al impulso, sin duda necesario y muy bien
hecho, por parte de las televisiones privadas o comerciales. En el caso
de la radio, tenemos que acercarnos un poco más, si cabe, a la gente, a
la calle, una radio un poco más de cercanía. En algunos canales tenemos
que hacer lo mismo que hacen otros medios de comunicación generalistas,
pero con ese punto especial de servicio público que no se les exige a los
demás. Y, a partir de ahí, lo que tenemos que hacer es trabajar en la
innovación tecnológica, apuntarnos a ella, no perderla y, además, creo
que tenemos la obligación, incluso la obligación legal, de liderarla,
porque todos hablamos de digitalización y, al final, nos vamos a quedar
atrás.


Lo que tiene que hacer Radiotelevisión Española, junto con el resto
de la administración, por supuesto, es hacer que seamos un país mejor;
que la gente seamos un poco más feliz; que, desde el punto de vista de la
comunicación, nos sintamos orgullosos y satisfechos de ese dinero, de ese
presupuesto que dedicamos a unos medios que tienen un compromiso y que
tienen que cumplirlo, con lo cual, tendrá que haber un control y serán el
Congreso y el Senado los que tengan que hacerlo.


Espero que las personas que pertenezcan finalmente al consejo de
administración y a su presidencia recojan, en la medida de lo posible,
este tipo de ideas, que tampoco son excepcionalmente originales, ni mucho
menos, sino que son ideas claras. Y que sepan que van a tener la
colaboración de la inmensa mayoría de la gente que trabajamos ahí, por
varios motivos, uno de los cuales es porque nos interesa —vamos a
dejarnos de historias—, trabajamos allí y queremos seguir
trabajando y nos gusta. Yo llevo treinta y cinco años haciendo programas
informativos; he hecho desde Tengo una pregunta para usted hasta el
Telediario segunda edición durante muchos años, en los años noventa y dos
mil; últimamente, he hecho los debates electorales... Hemos demostrado
que somos personas que trabajamos bien, que somos gente que no hemos
tenido ningún problema con nadie —cuando he hecho los debates
electorales con los partidos políticos jamás me han hecho una indicación,
ni ha hecho falta—. Hemos hecho programas que han quedado bastante
bien, que se han visto, que han tenido éxito, que son necesarios y que
hay que ofrecerlos desde el servicio público para que los ciudadanos se
sientan orgullosos, que no sea solo desde el punto de vista de los
trabajadores; es decir, que los espectadores conecten con La 1, conecten
con La 2 si quieren ver un programa para grupos más pequeños y más
especializados, o conecten con el canal Clan o con el canal Teledeporte.
En la radio pasa lo mismo, hay un montón de canales de radio muy
interesantes y no podemos olvidarnos de Radio Exterior, por ejemplo,
además de las radios más conocidas.


Quiero dedicar solo diez segundos a decirles que hay un centro de
formación, el Instituto de Radiotelevisión Española, que también es muy
importante y que no solo tiene que trabajar para la formación interna de
las personas que trabajamos allí, sino que podemos tomar la referencia de
otras cadenas internacionales, como la academia de la BBC, que, a través
de los medios online, pueden trabajar para el común de la ciudadanía y
aportar a los estudiantes, a las personas que se dedican a trabajar en
los medios de comunicación, valores añadidos que se recogen desde dentro
de la misma empresa. Por supuesto, también tengo que hablar de la
Orquesta y Coro de Radiotelevisión Española.


Como ven, no he planteado en mi intervención ni reproches a los
actuales responsables ni a los anteriores, ni a los anteriores de los
anteriores porque no creo que sea el momento de los reproches. Es el
momento de tomar decisiones, es el momento de avanzar y es el momento de
tener una radio y una televisión pública —con todas las
dificultades de nuevas tecnologías, de plataformas, etcétera, que vamos a
encontrarnos— que funcione, que sea eficaz y de la que nos sintamos
orgullosos.


Muchas gracias.


La señora VICEPRESIDENTA (Narbona Ruiz): Muchas gracias, señor
Casado, por su presentación que, sin ninguna duda, quedará reflejada en
el Diario de Sesiones de esta Comisión y puede ser de utilidad cara al
futuro. Le agradecemos mucho todo lo que nos ha transmitido.


Se levanta la sesión.


Eran las dieciocho horas y cincuenta minutos.