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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 344, de 27/11/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1997 VI Legislatura Núm. 344



ASUNTOS EXTERIORES



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FRANCISCO JAVIER RUPEREZ RUBIO



Sesión núm. 24



celebrada el jueves, 27 de noviembre de 1997



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Matutes Juan)
para informar sobre:



--Resultados de la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de
Gobierno iberoamericanos, celebrada en Venezuela los días 8 y 9 de
noviembre de 1997. A petición propia (Número de expediente 214/000054)
(Página 10174)



--La VII Cumbre Iberoamericana celebrada los días 7 y 8 de noviembre de
1997 en Isla Margarita (Venezuela). A solicitud del Grupo Socialista del
Congreso (Número de expediente 213/000424) (Página 10174)



--La reciente Cumbre de Estados iberoamericanos. A petición del Grupo
Parlamentario Federal de Izquierda Unida (Número de expediente
213/000419) (Página 10174)



--Posición del Gobierno ante los recientes acontecimientos con relación a
Irak y, en particular, sobre la decisión unilateral del Gobierno de Irak
de excluir a los inspectores de nacionalidad estadounidense y la
Resolución 1137/97 del Consejo de Seguridad. A petición propia (Número de
expediente 214/000056) (Página 10183)



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--Dar cuenta de la posición del Gobierno español ante la crisis de Irak
con las Naciones Unidas. A solicitud del Grupo Parlamentario Federal de
Izquierda Unida (Número de expediente 213/000421) (Página 10183)



--Posición del Gobierno ante el conflicto entre los Estados Unidos de
Norteamérica e Irak. A solicitud del Grupo Mixto (Número de expediente
213/000435) (Página 10183)



--La crisis entre Irak y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A
solicitud del Grupo Socialista del Congreso (Número de expediente
213/000439) (Página 10183)



Se abre la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (MATUTES JUAN)
PARA INFORMAR SOBRE:



--RESULTADOS DE LA VII CUMBRE IBEROAMERICANA DE JEFES DE ESTADO Y
GOBIERNO IBEROAMERICANOS, CELEBRADA EN VENEZUELA LOS DIAS 8 Y 9 DE
NOVIEMBRE DE 1997. A PETICION PROPIA (Número de expediente 214/000054).




--LA VII CUMBRE IBEROAMERICANA CELEBRADA LOS DIAS 7 Y 8 DE NOVIEMBRE DE
1997 EN ISLA MARGARITA (VENEZUELA). A SOLICITUD DEL GRUPO SOCIALISTA DEL
CONGRESO (Número de expediente 213/000424).




--LA RECIENTE CUMBRE DE ESTADOS IBEROAMERICANOS. A PETICION DEL GRUPO
PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA (Número de expediente
213/000419).




El señor PRESIDENTE: Buenas tardes, señoras y señores diputados. Comienza
esta sesión de la Comisión de Asuntos Exteriores. Antes de nada, quiero
dar la bienvenida a la misma al señor ministro de Asuntos Exteriores.

Como saben ustedes, tenemos seis puntos del orden del día que, en
realidad, se reducen a dos. Tenemos, en primer lugar, los temas relativos
a la celebración de la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de
Gobierno y, en segundo lugar, los referentes a la reciente crisis en
Irak. En ambos casos, el Gobierno y los grupos políticos han solicitado
las mismas. Quiero decirles a tales efectos, que, con respecto a la
cumbre iberoamericana, además de la petición del propio Gobierno se
encuentra la solicitada por el Grupo Socialista del Congreso, así como
otra que no figura en el orden del día pero que ha sido recientemente
dictaminada por la Mesa del Congreso y que corresponde al Grupo
Parlamentario Federal de Izquierda Unida. La Presidencia, naturalmente,
tendrá en cuenta ambas solicitudes a la hora de ordenar el debate
correspondiente.

Sin más, doy la palabra al señor ministro de Asuntos Exteriores para
informar sobre los resultados de la VII Cumbre Iberoamericana de Jefes de
Estado y de Gobierno, celebrada en isla Margarita, Venezuela, los días 8
y 9 del presente mes de noviembre de 1997.

Señor ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Señorías, los
días 8 y 9 de noviembre tuvo lugar en la isla Margarita la VII Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Estas cumbres
constituyen para España hitos de singular importancia en el quehacer de
su política exterior.

Iberoamérica, junto con el Mediterráneo y Europa, constituye uno de los
pilares básicos de la política exterior española. Esto es así por nuestra
propia historia y por todos los vínculos (culturales, lingüísticos,
incluso personales y afectivos) que desde hace tantos siglos nos unen a
las naciones iberoamericanas. Estos lazos se han reforzado con la
creciente intensidad de las relaciones económicas entre ambos lados del
Atlántico. Asistimos a un incremento sostenido en los flujos de
importaciones y exportaciones y a un aumento muy considerable en la
cuantía y calidad de nuestras inversiones en la zona. España hoy es el
primer inversor europeo en Iberoamérica y es también el segundo país
europeo en cuanto al volumen de ayuda al desarrollo con destino a
Iberoamérica. En la cumbre ha habido el habitual foro de concertación
política al más alto nivel existente entre todos los países
iberoamericanos. Ha habido también las habituales entrevistas bilaterales
que mantienen los mandatarios y la sesión informal, a puerta cerrada, que
celebran los jefes de Estado y de Gobierno, sin agenda previa, en la que
se debaten aquellos temas que estiman oportunos.

El documento de conclusiones consta de tres partes diferenciadas. La
primera centra su atención en el lema de la cumbre, que fue el de los
valores éticos de la democracia, tema elegido por las autoridades
venezolanas. Se ha continuado con la reflexión sobre la democracia,
cuestión constante en todas las cumbres, que ha servido, además, para
consolidar el proceso democrático iberoamericano. Se ha



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hecho hincapié en la revalorización de la política en la vida diaria y en
los valores de la transparencia y la tolerancia. La redacción definitiva
de estas conclusiones nos resulta satisfactoria. Se reconoce el derecho a
la información, sin restricciones ni censuras. Se hace referencia a la
pluralidad de medios de comunicación libres. Se señala el papel que
juegan los medios informativos en la formación de la Comunidad
Iberoamericana, en la difusión de nuestros valores comunes y en la
necesidad de asegurar la coexistencia de las nuevas tecnologías con la
preservación de nuestra identidad cultural. Se condenan enérgicamente los
actos de violencia o las coacciones contra los periodistas y los medios
de comunicación.

La segunda parte de la declaración se centra en la cooperación. La
cooperación internacional constituye un verdadero vínculo ético entre
nuestras sociedades. Debe incorporar a las más diversas instituciones
iberoamericanas, públicas y privadas; debe seguir los principios de
participación amplia, responsabilidades compartidas y eficacia; y debe
imponerse objetivos para lograr avances reales y resultados tangibles. A
lo largo de las sucesivas cumbres se han ido adoptando una serie de
programas que dan contenido a esta cooperación y que se caracterizan por
su diversidad, sus diferentes orígenes y mecanismos de ejecución, así
como por las dificultades propias para su financiación. Entre ellos
destacan la televisión educativa iberoamericana, las becas Mutis, el
programa de alfabetización y educación básica de adultos y el Cideu,
fondo indígena que se ha reforzado notablemente en esta cumbre. Se han
aprobado nuevas iniciativas en el ámbito de la cultura, de la
preservación de nuestra historia común y en el de la pequeña y mediana
empresa. Estos nuevos programas son el de promoción a la lectura, el
Ibermedia, los archivos iberoamericanos y el Ibercyme.

La tercera parte, el final de la declaración, se refiere a los asuntos de
especial interés, entre ellos hay cuestiones especialmente significativas
para España y que también han sido aprobadas unánimemente. Se ha hecho
mención al problema del terrorismo. Se apoya expresamente el proceso de
negociación entre España y el Reino Unido para que se encuentre al
contencioso de Gibraltar una solución negociada sobre la base del
principio de la integridad territorial como prevalente sobre el de
autodeterminación. Se apoya la iniciativa de celebrar una cumbre entre la
Unión Europea y América Latina y el Caribe, propuesta por el presidente
Aznar durante la VI cumbre en Viña del Mar.

Esas cumbres ni se agotan ni se limitan a los dos días en que se reúnen
los jefes de Estado y de Gobierno. La cumbre no es sino la culminación de
todo un amplio conjunto de reuniones, seminarios y foros, que se celebran
a lo largo de todo el año y en la que participan representantes de las
administraciones y de la sociedad civil. Sirven para fomentar el rico
entramado de relaciones entre entidades y organismos públicos y privados,
empresas, universidades y organizaciones multilaterales de ámbito
iberoamericano que definen y consolidan esa llamada Comunidad
Iberoamericana de Naciones. España se ha consolidado como un interlocutor
privilegiado entre todos los países que forman la Comunidad de Naciones
Iberoamericanas por una parte, y la Unión Europea por otra. Para España,
estas cumbres son parte de la política de Estado que debe surgir de la
concertación en esta sede parlamentaria. Nos permiten armonizar las
posiciones de los países iberoamericanos ante los grandes desafíos
globales y reflexionar conjuntamente para afrontar esos retos y, muy
especialmente, los retos que, tanto la aparición de nuevas tecnologías,
como los de la globalización de la economía, representan para todos
nosotros.




El señor PRESIDENTE: Como decía anteriormente, existen dos grupos
parlamentarios que han solicitado la comparecencia del señor ministro a
estos efectos: el Grupo Parlamentario Socialista y el Grupo Parlamentario
de Izquierda Unida. En primer lugar, por el Grupo Parlamentario
Socialista, tiene la palabra su portavoz, don Luis Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Me quedo callado porque no sé cómo
comentar al ministro la petición de información que habíamos hecho,
comparecencia que luego el Gobierno ha hecho propia. Si no he contado
mal, su intervención ha durado cuatro o cinco minutos, mucho menos tiempo
del que ha dedicado a la prensa en la puerta, seguramente para otros
temas de especial importancia... (El señor Yáñez-Barnuevo García
pronuncia palabras que no se perciben.)



El señor PRESIDENTE: Señor Yáñez, ya sabe que esta sala tiene una pésima
acústica, por lo que le rogaría que se acercara más al micrófono.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Sí, señor presidente.

Sólo el respeto personal y el afecto que le tengo al ministro me hacen no
expresar con voz más alta --incluso no se oía hace un momento-- o con
mayor indignación el sentimiento que me produce su informe sobre la VII
Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, celebrada el 8 y
el 9 de noviembre en isla Margarita. Sus palabras confirman la impresión,
los análisis, el diagnóstico que tantos y tantos observadores y analistas
e incluso muchos de los propios participantes han hecho de una cumbre que
ha sido calificada de frustrante, de oportunidad perdida e incluso de
fracaso sin paliativos.

Su propia exposición ha sido una explicación cansina, poco entusiasta y
poco convencida --al menos, ésa es nuestra impresión-- de una serie de
conceptos vertidos en el documento, que en su mayor parte son tópicos ya
recogidos en cumbres anteriores, reiterados en ésta, con cuyo contenido
nadie puede estar en contra, pero cuya reiteración la convierte en poco
operativa. Cuando le oía estaba pensando que quizá tendrían que haber
aprobado en una de las primeras cumbres una declaración de principios que
sirviera para todas, pero a condición de que no se repitiera. Es como si
todos los años celebráramos una reunión en el Parlamento y el primer
debate fuera sobre la Constitución misma. La Constitución se aprobó en
1978, hay un Tribunal Constitucional para interpretarla y tenemos debates



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donde hacemos, de vez en cuando, referencia a ella. La constitución de la
cumbre debió realizarse en las primeras declaraciones, pero reiterarla
sin avanzar aparentemente, por lo que usted ha dicho en su primera
intervención, es lo que produce en los múltiples periodistas,
observadores y analistas que ha habido esa sensación a que acabo de hacer
referencia.

Los malos resultados de la cumbre no son sólo responsabilidad del
Gobierno anfitrión, que en este caso ha recibido especialmente críticas
por la desorganización o el caos que se vivió esos días en isla
Margarita, hasta el punto de que media docena de presidentes o jefes de
Estado se fueron antes de su finalización. Yo creo que también hay una
especial responsabilidad, como siempre en estas cumbres, para bien o para
mal, en el Gobierno de España. Este Gobierno ha perdido, a todas luces
--por lo menos, a la mayor parte de las luces--, la capacidad de
iniciativa, de energía y de convicción latinoamericanista que tenían sus
predecesores desde los tiempos de Adolfo Suárez, quizá con un paréntesis
en el corto período de Calvo Sotelo.

En realidad, la concepción y la creación de esta cumbre, que nació en los
años 80 del V Centenario, fue una brillante e histórica iniciativa que
permitió, por primera vez, hacer realidad la Comunidad Iberoamericana de
Naciones, instaurar mecanismos de concertación política, establecer una
red de cooperación horizontal entre los 23 países de habla española y
portuguesa de Europa y de América, y consolidar un vínculo entre Europa y
América Latina a través de esa cumbre. Ya las primeras, en Guadalajara,
Méjico, en 1991 y en Madrid en 1992, cristalizó esa filosofía, ese
concepto de las cumbres. Tal éxito tuvieron las primeras que llevó a los
Estados Unidos, ya en la Presidencia de Clinton, a crear lo que
diplomáticamente no se reconoce, pero periodísticamente es clarísimo, que
es una cumbre competitiva, la cumbre de las Américas, que, si no he
contado mal, va ya camino de su tercera edición. Ya la VI cumbre
iberoamericana, de Viña del Mar, fue bastante controvertida. Se
inauguraba allí en sus funciones el Gobierno del Partido Popular, y la
verdad es que tampoco pasará a la historia como una cumbre de especiales
contenidos, de éxito o de satisfacción de los propios participantes. El
mismo hecho de que se conozca como la cumbre de la corbata, indica de qué
otras cosas se acuerda uno ya de Viña del Mar.

Estas cosas no son sólo un conjunto de anécdotas. Yo creo que responden a
una situación que se ha ido produciendo en el Gobierno y en el Ministerio
de Asuntos Exteriores en el último año y medio. El nuevo equipo
diplomático, tanto en el Ministerio como en las embajadas de España en
Iberoamérica, ha perdido la consistencia, la profesionalidad y la
competencia que tenían los equipos anteriores, que fueron sustituidos
radicalmente. Es lógico que un Gobierno sustituya a algunos, pero comete
un grave error --no lo hace ningún país avanzado, moderno y seguro-- si
cambia a todos. De tal manera que no quedó ningún embajador de los
anteriores en América Latina. Yo creo que de los veintitantos alguno
habría de centroderecha. ¿O todos los diplomáticos era rojos peligrosos?
Habría que haber dejado alguno que se acordara de las cumbres anteriores.

Eso se ha notado en el equipo que lleva los temas de Iberoamérica en el
Ministerio de Asuntos Exteriores. Ya no hay, obviamente, un Yago Pico de
Coaña, que era el cerebro gris de las cumbres anteriores. Está el
embajador en Colombia, pero no está en el equipo que prepara y organiza
las cumbres. Pregúntele usted, señor ministro, a los diplomáticos
iberoamericanos por Yago Pico de Coaña y le dirán qué es lo que hizo en
las cumbres anteriores, o que Pico de Coaña dé a los diplomáticos
anteriores que ahora se encarga de los temas de Iberoamérica un curso
intensivo de cómo se organiza una cumbre iberoamericana.

Además, señor ministro, España no tiene el mismo interés que los demás en
esa cumbre iberoamericana. Es el país más interesado en que sean eficaces
y operativas, porque los países de América Latina, socios nuestros en
esas cumbres, tienen otros foros, el Grupo de Río o la propia cumbre de
las Américas que acabo de citar. Para nosotros es nuestro instrumento,
nuestra posibilidad de actuar de manera colectiva y coordinada con el
conjunto de los países de América Latina en una idea iberoamericanista.

Por eso, de nuestro Gobierno nuestros socios iberoamericanos esperan el
papel de locomotora de las reuniones, de motor de propuesta, e incluso de
asistencia logística al propio país anfitrión en la organización de las
reuniones anuales de alto nivel, que para que resulten bien tienen que ir
precedidas de un laborioso trabajo de los funcionarios en los meses
anteriores. Todo eso se ha ido diluyendo en los dos últimos años, según
toda la información que recibimos, señor ministro, que no es sólo de los
medios de comunicación, sino que es también de las propias cancillerías y
embajadas iberoamericanas que nos hablan de la pérdida, una vez más, de
presencia y de iniciativa del papel que juega España en esas cumbres.

Algo que también ha distorsionado el papel de España en esa cumbre ha
sido el tema obsesivo de Cuba, todo el conjunto de anécdotas en relación
a la mala química entre Aznar y Fidel Castro. La verdad es que lo que ha
hecho eso ha sido alterar un instrumento, una institución que tiene
funciones y objetivos muy superiores a la supuesta penalización de un
régimen determinado.

En esta cumbre percibió --todo el mundo lo ha percibido menos el señor
presidente y el señor ministro-- el disgusto del propio presidente del
Gobierno el último día en la rueda de prensa cuando unos periodistas le
recordaban elogiosamente el oportuno gesto de su Majestad el Rey en la
apertura de la cumbre, acercando al presidente del Gobierno español y al
jefe de Estado de Cuba para romper un cierto hielo siempre necesario en
estas situaciones. Entendimos y entendemos que hubo un ataque de celos,
como que no le gustaba al presidente que la interpretación fuera que el
Rey tenía una capacidad de diálogo y de interlocución que él había
perdido y que el Rey tenía que sustituir ese papel. Esta misma mañana oía
en la radio que al señor ministro no le gusta que le recuerden eso y que
lo desmiente, pero la evidencia y la unanimidad de los que lo vieron y lo
interpretaron tiene más fuerza de convicción que la propia interpretación
del presidente del Gobierno español y del ministro de Asuntos Exteriores.

No es por el camino que llevan las dos últimas cumbres como se puede
convertir esa institución en un instrumento



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operativo y eficaz para la cooperación y para la coordinación política en
el seno de los países iberoamericanos. Creo que no estamos en la buena
dirección ni en el buen camino. Habría que rectificar, si se tiene la
modestia de reconocer los errores, condición sine qua non para poder
rectificarlos, porque si se considera que no hay error y que todo está en
el mejor de los mundos, evidentemente no se puede rectificar. Ha habido
unos años de importante presencia de España en América Latina, en la
recuperación de la democracia en el cono sur, en la recuperación de las
democracias de América central, en la asistencia diplomática, logística y
de las fuerzas de paz en los procesos de paz de Centroamérica, que fue
continuada con la creación de una densa red de cooperación al desarrollo,
con una política de créditos blandos, y, por último, se fomentaron las
inversiones que el propio ministro ha reconocido en su primera
intervención. La presencia de Telefónica, de Endesa, de Argentaria, de
Renfe, de Iberia, de Repsol y otras importantes empresas y bancos
españoles hicieron que España pasara de ser el sexto país europeo en
inversiones en la región, en el año 1990, al primero en 1995, puesto que
conservamos todavía hoy. Para conservar ese papel relevante no se puede
ir diluyendo el diseño de una política con relación a las cumbres que se
mostró eficaz. Si para ello hay que emprender cambios en la propia
estructura de la cumbre, para, una vez cumplida una etapa, variar el modo
de funcionamiento y de preparación, hágase, pero, desde luego, no con el
discurso de que todo va bien, eso sí, dicho en un tono bajo y cansino,
porque así no lograremos que las cumbres cumplan la función para la que
fueron creadas.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida, tiene la
palabra el señor Navas.




El señor NAVAS AMORES: Señor ministro de Exteriores, no podemos
acostumbrarnos --yo creo que ni el Gobierno, seguro que la oposición no
lo va a hacer-- a que una comparecencia, tanto si la solicitan los grupos
de la oposición y de una forma mucho más clara cuando la solicita el
propio Gobierno, como en este caso, se pueda circunscribir a las cuatro
palabras que usted ha expresado sobre un acontecimiento que el propio
Gobierno considera que es relevante, puesto que él mismo solicita su
presencia aquí. Por el respeto que merecen los grupos que lo han
solicitado, debería haber contenido una explicación lo suficientemente
completa, generosa --si usted quiere aplicarle otro adjetivo-- de lo que
se puede considerar en esta Cámara como una comparecencia. No con un
detalle excesivo, pero sí lo que usted y yo consideramos con toda
seguridad que debe ser una comparecencia del Gobierno para explicar un
asunto tan importante. No sé si, al final, vamos a tener que reclamar una
traducción literal, una interpretación, de lo que todos podemos
considerar que debe ser el contenido de una comparecencia.

Si relamente ésta es la conclusión principal que usted nos quiere
expresar de lo que ha ocurrido en la VII cumbre iberoamericana, la
impresión que traíamos antes de oír sus palabras se reafirma
notablemente. Conocen nuestra valoración del resultado de la cumbre
también por los medios informativos. Consideramos que no ha aportado
absolutamente nada a la evolución de las cumbres anteriores. Seguimos con
una declaración de principios bastante obvios, que no va más allá de la
afirmación de los valores tradicionales, que se supone que no deberían
ser algo relevante, puesto que se deben considerar de aplicación normal y
regular en todos los países.

Hablamos de una cumbre que, circunscribiéndose al ámbito iberoamericano,
parte ya de un elemento positivo, y es que participamos una serie de
países a los que nos unen una serie de valores que consideramos muy
importantes. El propio Gobierno, en la definición de su política
exterior, los recoge como una de las prioridades. En ese ámbito en el
cual nos unen muchas más cosas que nos separan, no sólo el idioma y
nuestra presencia secular en aquella zona, debería existir la posibilidad
de una comunicación mayor y más profunda sobre distintos aspectos, que
son los que deberían abordar cumbres de estas características.

La resolución que se recoge después de la finalización de la cumbre, un
comunicado que es una declaración genérica sobre la defensa del
pluralismo político, de los valores democráticos, de la ética de los
dirigentes, una condena expresa de la Ley Helms-Burton y soluciones
dialogadas para Timor, Malvinas y Gibraltar, algunas de cuyas cuestiones
ya se habían visto en cumbres anteriores, y otros aspectos que se podían
considerar como novedosos para esta cumbre, no dejan de ser algo así como
la reafirmación de lo obvio.

¿Realmente es necesaria una reunión de tan alto nivel para llegar a este
tipo de conclusiones? ¿No sería necesario quizá plantear una serie de
objetivos que pudiesen suponer una gratificación, una satisfacción, en el
sentido de que se llene de contenido importante, de peso político
relevante a estas reuniones? Yo no entiendo por qué el Gobierno español
no ha tenido en esta cumbre un protagonismo que le corresponde como
referencia obligada para todos esos países, como puente que tenemos que
tender entre Iberoamérica y la Unión Europea. Tampoco entiendo por qué no
ha sido posible, porque en las manos del Gobierno estaba haber iniciado
una serie de encuentros bilaterales para dotar a la cumbre de un
contenido mayor.

Para nosotros es absolutamente necesario que en la próxima cumbre, que se
celebrará en Oporto, se dé un giro de ciento ochenta grados a la actual
situación de las cumbres. La importancia de los temas que se van a
tratar, que girarán en torno a los procesos de integración regional y a
la mundialización, debe servir para afianzar la Comunidad Iberoamericana
y asentar y profundizar las relaciones con la Unión Europea, como
alternativa al proyecto de hegemonía auspiciado por los intereses que los
Estados Unidos tienen en la zona.

El papel que ha jugado España respecto a la posibilidad de mejorar la
relaciones con el único país con el que tenemos abierto, de forma casi
permanente desde que llegó el Partido Popular al Gobierno, un frente
diplomático, un desencuentro diplomático, que es Cuba, tampoco ha sido
algo de lo que nos podamos sentir orgullosos, no sólo



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desde el punto de vista de lo que nosotros pensamos que deberían ser
nuestras relaciones, sino ni siquiera desde el punto de vista del papel e
imagen del presidente en ese escenario. Que haya sido el Monarca, el Rey,
el que sirva de puente, la persona que posibilite el encuentro entre el
presidente del Gobierno español y Fidel Castro --me parece que debería
haberlo podido utilizar el propio presidente para zanjar, o por lo menos
limar, la principal aspereza de la política que tenemos contra Cuba--,
que tenga que ser el Rey el que se mueva de la fila, de la foto; que
tenga que ser el Rey el que posibilite el encuentro entre los dos, me
parece otro de los elementos penosos de esta cumbre.

Necesito que usted me explique, ya que si se lo pido por pregunta escrita
va a ser contestada con mucho retraso, qué valoración hace de la huida,
del pánico que les entró a los presidentes de Brasil, Uruguay, Paraguay y
Perú, que abandonaron precipitadamente la reunión antes de la clausura.

Quisiera que explicase si está de acuerdo con la declaración del ministro
de Exteriores de Nicaragua, Emilio Alvarez, de que la cumbre no es una
institución, sino que es un club de amigos que se reúne de manera
periódica y por eso no hay que exigirle demasiado; si cree que va a ser
ése el camino que van a seguir las cumbres o si, de alguna forma, podría
cambiar rotundamente. ¿Se puede considerar como fracaso el resultado
obtenido por la propuesta de Venezuela y Bolivia para unificar la lucha
contra la corrupción? Es una de las propuestas que estaban definidas por
parte de estos dos países. Además, se hacen estas propuestas cuando siete
de los veinte países más corruptos del mundo estaban representados en
isla Margarita.

Quiero que nos explique por qué el presidente Aznar duda de si debe
quejarse ante Fidel Castro por las cuestiones relacionadas con Cuba. Se
lo pregunto a usted porque el presidente no supo o no quiso contestarle a
Fidel Castro cuando éste le reclamó por qué el presidente Aznar podría
tener alguna queja respecto al régimen cubano.

La cuestión clave permanece inalterable. En Iberoamérica la riqueza que
se genera con el crecimiento se concentra en una reducida capa social.

Hasta ahora, en el proceso impulsado por el Fondo Monetario Internacional
no se ha conseguido --creo, además, que no se ha buscado-- la
redistribución de la riqueza. La desigualdad social, económica y jurídica
es aún en muchas partes especialmente grave. El crecimiento debe suponer
beneficios sociales. La miseria que se vive en esos países es una de las
principales amenazas para la estabilidad democrática e, incluso, para la
propia paz interna de esos países. Nosotros entendemos que esa democracia
no sólo debe ser política, sino también social. Mientras no se aborden en
profundidad las cuestiones que estas cumbres deberían tratar y a las que
deberían dar una solución, difícilmente se va a progresar en la solución
de los problemas que tanto afectan a todos los países de Iberoamérica.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra el señor
Guardans.

El señor GUARDANS I CAMBO: Señor ministro, voy a ser breve, precisamente
también en base a la brevedad de la intervención del señor ministro.

Quitando lo que pueda tener de acritud alguna de las palabras --que
tampoco creo que la tuviera, pero por si se pudiera interpretar que la
tenía-- de los portavoces que me han precedido en el uso de la palabra,
debo decirle, señor ministro, que comparto buena parte de su
planteamiento en cuanto a la comparecencia en sí misma considerada. Es
cierto que cada ministro puede utilizar el estilo que le parezca más
oportuno cuando comparece ante una Comisión de esta Cámara. Algunos, por
el hecho de pertenecer a grupos minoritarios, tenemos el trabajo de
formar parte de más de una Comisión y, por tanto, estamos acostumbrados a
ver estilos muy diversos en la forma de plantear una comparecencia ante
una Comisión. Pero, insisto, sin acritud y con el debido respeto, señor
ministro, la sobriedad tiene un límite. Yo creo que la comparecencia de
hoy ha quedado un poco por debajo de lo que es ese límite, puesto que
efectivamente el contenido de las explicaciones puede entenderse como
escaso.

Es cierto que la cumbre, en sí misma, ha tenido un contenido escaso, por
tanto, enlazando con una de las palabras del portavoz socialista, el
señor Yáñez, quizá la comparecencia es una oportunidad de ilustrar de
forma clara y para que entre por los ojos lo que ha sido el propio
contenido de la cumbre que provoca la comparecencia. Donde discrepo del
portavoz socialista, señor ministro, es en que eso sea una
responsabilidad del Gobierno español; ahí sí que nos podremos poner más
de acuerdo. No es cierto, al menos no es nuestra visión, que fuera
responsabilidad suya el hecho de que la cumbre de la isla Margarita fuera
absolutamente irrelevante, inútil, vacía, pomposa. Incluso podríamos
bajar a la anécdota sobre las azafatas que estuvieron paseando, ya que
ese hecho llenó más páginas de periódicos --y perdón por ese comentario,
que no pretende tener un tono machista, pero es ilustrativo--; hubo más
líneas de periódicos dedicadas a si las azafatas procedían de tal o cual
escuela de modelos que al contenido de la propia cumbre. Eso, en lo que
tiene de anécdota, sí refleja que esa cumbre no ha sido una cumbre seria,
y eso no es responsabilidad exclusiva del Gobierno español, evidentemente
no lo es, pero algo de responsabilidad sí tienen, por lo menos en lo que
los juristas llaman lucro cesante, como contrapuesto al daño emergente.

Es decir, podría ocurrir que si el Gobierno pusiera más empeño y más
capacidad de iniciativa en estas cumbres, en general, quizá se les podría
dar algo de contenido. Ir ahí para firmar un documento, y ni siquiera
firmarlo todos, en el que no se alegan más que unos cuantos lugares
comunes, unas cuantas frases que podría suscribir cualquiera, no tiene
especial sentido.

La cumbre de los Balcanes, que ha tenido un peso histórico en la medida
en que era la primera vez que se reunían una serie de jefes de Estado de
países que nunca se habían encontrado juntos y que aunque geográficamente
tienen mucho en común, políticamente no tienen nada en común, ha tenido
más contenido y más solidez, a todos los efectos, que la cumbre
iberoamericana. La cumbre iberoamericana ha sido poco más que una
reunión, ni siquiera de



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intelectuales, de una serie de personas comentando lo interesante que es
reunirse y quedando en reunirse para otra vez.

Por tanto, comparto la crítica a la cumbre misma, al planteamiento,
comparto el enfoque que han hecho los portavoces socialista y de
Izquierda Unida. El matiz es que nosotros no cargamos esa responsabilidad
exclusivamente sobre los hombros del Gobierno español o de su ministro de
Asuntos Exteriores, aunque sí entendemos que quizá se podría, con un poco
más de iniciativa política, intentar dar más contenido a esas cumbres en
el futuro.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra
el señor Robles.




El señor ROBLES FRAGA: Señor ministro, gracias por su comparecencia. Por
si algunos ilustres portavoces no lo saben, el ministro de Asuntos
Exteriores respondió ayer en el Pleno, pero temo que esos portavoces que
tanto se quejan no estaban ayer allí. Por lo tanto, es la segunda vez que
el señor ministro comparece en esta Cámara para informar sobre la cumbre
iberoamericana, y probablemente les hubiera salido mejor su intervención
si hubieran asistido al Pleno de control de la sesión de ayer.

La discusión sobre cuándo se fastidió el Perú, parafraseando a Vargas
Llosa --aunque la frase no es exactamente así--, decir que las cumbres
iberoamericanas se fastidiaron cuando llegó el señor Matutes, que era al
parecer muy buen comisario pero es un pésimo ministro de Asuntos
Exteriores, es un tanto bizantino. El arbitrismo aquí no sirve y desde
luego no vale el argumento de que las cumbres no funcionan porque el
Partido Socialista no gobierna este país. El mecanismo de las cumbres no
fue inventado en los años ochenta, empezó a funcionar el año 1991 y ésta
es la séptima cumbre. Por lo tanto, si hay defectos estructurales, alguna
responsabilidad tendrán los que crearon ese mecanismo, un mecanismo que
ha suscitado siempre --por lo menos cuando el Partido Popular estaba en
la oposición-- el consenso de las principales fuerzas políticas. Si eso
tiene que cambiar ahora, lo lamentaría mucho, aunque imagino que los
portavoces socialistas no intentan llegar tan lejos.

Aquí se han repetido toda una serie de viejas acusaciones sobre
incompetencia, etcétera. Tal como indicaba la cara del señor ministro,
los antiguos directores generales nombrados por el Partido Socialista son
ahora embajadores en Iberoamérica, por lo tanto, si eran buenos
directores generales, parece poco serio decir que son malos embajadores.

Y algo tienen que ver los embajadores, que, entre otras cosas, se
reunieron con el presidente del Gobierno y con el ministro de Asuntos
Exteriores a lo largo de la VII cumbre en isla Margarita.

Atribuir al Partido Popular menos americanismo es sencillamente absurdo,
sobre todo cuando se empieza hablando desde la época de Suárez, se pasa
por Calvo Sotelo y se llega hasta la larga época de Felipe González.

Hemos apoyado siempre el mecanismo de las cumbres, el proyecto nacional
de una Comunidad Iberoamericana de Naciones, que pasa por un instrumento
político de diálogo, por un foro de primer orden como son las cumbres
iberoamericanas. No vamos ahora desde el Gobierno a desdecirnos de lo que
afirmábamos cuando estábamos en la oposición. Las cumbres iberoamericanas
son un mecanismo muy importante para España, lo son para la comunidad
iberoamericana en sí y lo son, desde luego, también para las propias
naciones iberoamericanas. Reforzar sus modos de coordinación, sus
sistemas de preparación, el seguimiento de las cumbres y los programas de
cooperación que de ellas nacen, o incluso de aquellos que han nacido en
cumbres anteriores, son propuestas muy positivas pero no deben llevarnos
a decir, en ningún caso, que las cumbres son poco importantes porque
solamente se aprueban programas de cooperación. Los programas son un
elemento fundamental y España es en este momento el principal impulsor y
financiador de esos programas, y cualquier labor de zapa o de
deslegitimación del sistema puesto en marcha en el año 1991 no es útil,
positivo ni inteligente para los intereses exteriores de nuestro país, y
mucho menos para el proyecto iberoamericano de España.

Ha habido unas menciones al papel de Su Majestad el Rey. Yo creo que no
es éste el momento ni el lugar, ése es un camino que no deben seguir SS.

SS. y, por lo tanto, no comentaré nada más sobre ello. Lo que sí creo es
que hay un argumento que se derrumba por su propio peso: si los
documentos no sirven para nada, entonces tendrá que haber alguna relación
entre los documentos y la consolidación de las democracias, en el mayor
respeto y mayor institucionalización democrática y en materia de derechos
humanos en la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Si la cooperación
aumenta y la ayuda al desarrollo aumenta, España tendrá algo que ver en
todo ello, y si las inversiones no solamente aumentan sino que España es,
en este momento, el primer país inversor europeo en Iberoamérica, ¿dónde
está la decadencia, señor Yáñez y señor Navas?, ¿cuándo se ha fastidiado
el invento? Da la impresión de que no se ha fastidiado. (El señor
Yáñez-Barnuevo García: Es el ministro el que comparece.)



El señor PRESIDENTE: Señor Yáñez, déjele seguir.




El señor ROBLES FRAGA: Yo creo que el argumento es un poco patético y,
por lo tanto...




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Pido la palabra para una cuestión de
orden. Podía haberlo hecho en otra Comisión. O el presidente pone orden
en esta Comisión, o deja de tener sentido.




El señor PRESIDENTE: Señor Yáñez, está en el uso de la palabra el señor
Robles. No tiene usted la palabra.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: La pido por una cuestión de orden.




El señor PRESIDENTE: No tiene usted la palabra.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Para una cuestión de orden sí la puedo
tener.




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El señor PRESIDENTE: ¿Para qué orden?



El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Para decir cómo regula el presidente los
debates de la Comisión.




El señor PRESIDENTE: Dejando que la gente hable, señor Yáñez, como le he
dejado a usted. No tiene usted la palabra, la tiene el señor Robles.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: No tiene sentido. Se va a cargar la
Comisión.




El señor PRESIDENTE: ¡Señor Yáñez!



El señor ROBLES FRAGA: Creo que ha sido una cumbre importante, relevante,
en la que no cabe hablar de frustración, de fracaso ni de pérdida de
oportunidades. Es una cumbre que continúa un camino emprendido por
nuestro país hace ya seis años, que debe ser profundizado y desarrollado
y en el que, sin duda, es fundamental el apoyo y el respaldo de las
fuerzas políticas. Desde luego, en ese camino el Gobierno tiene el apoyo
del Grupo Popular.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Señorías, no
quisiera en modo alguno dar la sensación de falta de interés en informar
extensamente a SS. SS., máxime cuando esta comparecencia se produce a
instancia del propio Gobierno. Quiero recordarles que ayer por la mañana,
a petición propia, estuve informando sobre la utilización de los fondos
reservados por parte del Ministerio, pasé toda la tarde en el debate
sobre la cumbre de Luxemburgo y en la posterior sesión de control y hoy
voy a pasar toda la tarde en esta sesión de la Comisión de Exteriores.

Espero llegar a tiempo de tomar el avión que me permitirá trasladarme a
Canarias donde se celebrará el Consejo de Ministros de mañana. Teniendo
en cuenta que estoy menos de quince días al mes en España y que dedico a
las Cámaras más de la mitad del tiempo que estoy en España, creo que no
se puede en propiedad insinuar siquiera que podría faltar interés.

Simplemente creo, como nuestro clásico Gracián, que lo bueno si breve,
dos veces bueno. Ya que lo mío no es bueno, al menos procuraré ser breve.

Por tanto, les eximo de explicaciones largas y engorrosas. Justamente
para que cada cual, después, pueda insistir y precisar su información en
aquellos aspectos que susciten más su interés, he acompañado mi
intervención con un informe prolijo, de 23 páginas de letra bien prieta,
que ya había entregado al presidente de la Comisión para que lo haga
circular entre SS. SS.

En mi primera intervención he planteado el tema, como es obligado --y es
el estilo que me parece más propio de una intervención de este tipo--, y
después he quedado a la espera de sus preguntas para profundizar en
aquellos aspectos que pudieran merecer en mayor medida su interés. Tengo
que observar, con el mayor respeto y el tono más constructivo posible,
que han sido muy pocas las preguntas que se me han formulado y muchos los
comentarios, que supongo que igualmente se habrían formulado aunque mi
intervención hubiera sido más larga. En todo caso, valen más cuatro
palabras con contenido que toda una larga declaración huera y negativa,
como a veces se da.

Quiero contestar al señor Navas que el Gobierno español no ha tenido en
esta cumbre menos protagonismo que en ocasiones anteriores, en absoluto.

Lo niego y me ratifico en mi negativa, y desearía que me pudiera precisar
en qué otra cumbre anterior el Gobierno español ha tenido un mayor
protagonismo que en ésta. Yo he asistido a la primera, a la segunda y a
la tercera, como comisario europeo; en las primeras, además, encargado de
las relaciones exteriores, muy en particular con América Latina, y
participé seriamente de lo que entendía, y sigo entendiendo, que es una
política de Estado.

Me gustaría que fuera un poco más concreto a la hora de hacer sus
críticas porque no puedo destacar sino una pregunta. Me pide una
explicación de la partida, la noche anterior, de algunos presidentes.

Aunque no es mi obligación conocer estos detalles, resulta que los
conozco porque me dieron la explicación a mí mismo, igual que al
presidente Aznar. Afortunadamente; el primer día, a lo largo del sábado,
se llegó a un acuerdo total en cuanto a las conclusiones, por tanto, ya
no había nada que discutir, quedaban actos más bien protocolarios y, en
segundo lugar, en aquel fin de semana se había desatado una fuerte
especulación contra el real brasileño y otras monedas de la zona, y el
propio presidente Cardoso me manifestó su interés en llegar cuanto antes
a Brasil y preparar un paquete que no sólo fuera monetario sino que
tuviera además medidas de tipo fiscal para lanzar una señal a los
mercados lo suficientemente positiva para tranquilizarles, lo que
efectivamente hizo desde el mismo domingo por la mañana. De manera que
ésa es una buena explicación, muy convincente, máxime teniendo en cuenta,
como les decía, que ya se había logrado un acuerdo sobre el escrito de
conclusiones.

La otra gran cuestión que parece plantear es el tema de Cuba, del que
afirma que existe un frente diplomático abierto, un desencuentro.

Permítame que le desmienta con palabras del propio Robaina. El propio
canciller cubano dejó muy claro que había un clima de corrección y de
diálogo creciente por ambas partes y que, aunque existían motivos de
desacuerdo --no sólo lógicos sino obligados; diría yo--, esas
discrepancias se estaban dialogando en un clima de mutuo respeto y de
cada vez mayor comprensión. Como parece que también hay una cierta
recriminación intrínseca al hecho de que no se hubiera decidido nombrar
embajador a lo largo de esta cumbre, también utilizando palabras del
canciller Robaina, permítame que le conteste que no era éste el lugar en
el que tiene que tomarse una decisión de este tipo.

Por lo demás, hubo muchísimos encuentros bilaterales, hubo una reunión
muy importante con los amigos de Colombia y muchos otros encuentros
bilaterales con prácticamente todos los presidentes y cancilleres. De
modo que me permito disentir de su valoración y desearía que fuera un
poco más preciso a la hora de hacer comparaciones entre unas y otras.

Repito, yo que he asistido a casi todas ellas, no he visto en ningún
momento que ésa fuera menos



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decisiva y en la que el papel de España no fuera por lo menos igual de
positivo que en otras ocasiones.

Lo mismo quiero contestar al señor Yáñez, diciéndole que conozco estos
ejemplos y no me apunto, ni me apuntaré nunca, a ningún bombardeo. He
observado que en todas estas cumbres se ha seguido un proceso creciente
de concreción sucesiva de proyectos y de ideas. Efectivamente, cada año
hay declaraciones, yo no conozco ninguna cumbre, ninguna reunión
ministerial ni ningún tipo de convención donde no se haga alguna
declaración. Lo deseable sería que las declaraciones, sobre todo aquellas
que afectan al pluralismo y al respeto a los derechos humanos, se
cumplieran por todos, pero eso ya es harina de otro costal y de lo que se
trata aquí es de intentar sacar todas las posibilidades que tienen esos
encuentros anuales de la gran familia iberoamericana y, desde luego,
dejando de lado anécdotas e historias. Cuando oigo hablar de ciertas
desavenencias y de determinadas actitudes, lo único que tengo que decir,
afortunadamente, es que me producen hilaridad, ni siquiera me molestan
porque están carentes de base; conociendo además el magnífico tacto de
todas las personas participantes en estos procesos, no me producen más
que hilaridad y ni siquiera merecen otros comentarios. En todo caso,
reitero los respetos que me merecen las opiniones de SS. SS. y reitero
que disponen de una información bastante exhaustiva al respecto. Me
brindo, una vez más, a contestar cualquier otra pregunta que quieran
formularme en estos momentos para profundizar no importa en qué aspectos
y les reitero, como viejo participante en estas cumbres --con las que
procuré colaborar siempre con todas mis fuerzas poniendo en marcha
programas de becas en las primeras porque entiendo que forman parte de
una política de Estado y que ésta es una cosa muy seria--, que quedo, una
vez más, abierto a sus críticas y cuestiones.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: El señor ministro ha dicho que no se han
hecho preguntas, pero se ha formulado una pregunta general que el señor
ministro no ha despejado en su respuesta. Yo le aseguro que en este caso,
como en otros de política exterior, el Grupo Socialista no tiene ningún
interés, ni ideológico ni en función del papel clásico que se le atribuye
a la oposición, en crear dificultades al Gobierno o hacer la crítica por
la crítica. Pero si ni el señor ministro ni el presidente del Gobierno ni
el Grupo Popular ven lo que es una voz unánime en los medios de
comunicación, en los observadores o analistas más independientes de este
país y de todos los países de América Latina sobre el fracaso de esta
cumbre, no del proceso de la cumbre, no del concepto de la cumbre, no de
las primeras cumbres, sino de esta cumbre, si eso no lo ven, nos produce
una sensación de desesperación en el sentido de que no podemos
transmitirle que hay que corregir algo. Si eso no se hace, nos
desesperaremos o nos resignaremos con que no haya modificación. En esta
cuestión, como en otros temas, el ministro niega la mayor. Pues bien,
tomamos nota, qué le vamos a hacer. Eso lo dicen todos los grupos de este
Parlamento, salvo el Grupo Popular, que se dedica a descalificar al resto
de los grupos parlamentarios en lugar de fijar su posición con relación a
la cumbre, cosa bastante insólita en los hábitos parlamentarios. Pero
tomamos nota porque vemos que es como chocar con una pared. Si de este
debate o de debates posteriores no podemos sacar conclusiones operativas
para mejorar la celebración de las cumbres, lamentablemente --y es lo que
queremos evitar-- las cumbres se extinguirán y habrá ocho, nueve o diez
cumbres pero no tendrán un espíritu de perdurabilidad en el futuro.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Navas.




El señor NAVAS AMORES: Señor presidente, voy a intervenir solamente dos
minutos para corresponder a la invitación del señor ministro y al menos
satisfacer ese análisis que ha hecho sobre algunas de las cuestiones que
este portavoz ha expuesto.

Yo creo que esta cumbre se debía haber aprovechado para seguir en la
senda en la que yo creo que se está caminando, que es la posibilidad de
intentar normalizar las relaciones con Cuba. Creo que el Gobierno
realmente tiene sobre la mesa esa posibilidad, está actuando de esa
forma, las referencias que ha hecho al ministro cubano van en esa misma
línea. Es la clara respuesta de la voluntad del Gobierno de cambiar la
actitud que expuso en los primeros meses de su Gobierno, y en esa línea
está nuestro grupo.

A lo largo de mi intervención en ningún momento ha habido cuestiones
ideológicas sobre la mesa. Como han dicho otros portavoces, lo que aquí
estamos expresando es la voluntad que tenemos por intentar extraer el
máximo jugo a unos encuentros de tan alto nivel como son estas cumbres
iberoamericanas. Esto nos ha impulsado a algunos portavoces a solicitar
su valoración, señor ministro, sobre la conveniencia o no de modificar la
estructura de estas cumbres, de plantear una serie de objetivos previos a
la realización, sobre la necesidad de que en la próxima cumbre de Oporto
se pueda profundizar en aspectos que en la definición, en el enunciado,
son tan importantes para el futuro de Iberoamérica y para la relación de
España y de Europa con ellos.

Yo creo que la exposición del señor ministro ha estado perfectamente
centrada en la problemática de las relaciones entre la comunidad
iberoamericana y creo que hemos extraído --por lo que he escuchado y ha
expuesto-- cualquier matiz ideológico al respecto. Los problemas de
Iberoamérica son complejos, pero va siendo hora de abordarlos, y su
explicación nos lleva a la conclusión de que no ha expresado una clara
voluntad de profundizar más y conseguir más de una cumbre que ha
mejorado, según su interpretación, respecto a otras cumbres, pero que en
todo caso no cambia profundamente la evolución de cumbres anteriores.

Implícitamente nos está diciendo que no se puede pedir mucho más, que no
son encuentros de máxima categoría, de primera división; que estamos
hablando --no voy a ser tampoco demagógico y no las vamos a bajar mucho
más-- de segunda división. Lo que este portavoz pretende



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es que ascendamos, que juguemos la promoción si hace falta, pero que
subamos. Esa es la clara voluntad de este grupo.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Robles.




El señor ROBLES FRAGA: Señor presidente, he sido aludido en este debate,
pero no quiero reabrirlo ni mucho menos.

Creo que aquí estamos, como no puede ser de otra manera, ante un debate
político sobre política exterior y, por lo tanto, creo que nadie discute
más que los argumentos del contrario. Lamento alguna salida de tono, pero
no responderé, por lo que a mí toca y a este grupo corresponde, con ese
mismo tipo de afirmaciones o discursos.

Lo único que quiero decir es que el Grupo Popular sabe muy bien lo que es
hacer oposición en materia de Asuntos Exteriores, y creo que lo hicimos
con dignidad, con responsabilidad y también con exigencia. Solamente
pedimos que los demás grupos sean capaces, por lo menos, de atenerse a la
experiencia del Partido Popular acreditada en esta materia.

Las cumbres iberoamericanas no empiezan en el año 1996, empiezan en el
año 1991; seguirán, es una apuesta importante para España en la que no
solamente está involucrado el Gobierno, sino instituciones muy altas del
Estado y la propia nación española, que ha demostrado que es capaz de
seguir este empuje político y estos objetivos políticos con el fin de
incrementar y desarrollar una Comunidad Iberoamericana de Naciones basada
en principios comunes de libertad, de derechos humanos, libre comercio,
cooperación, instituciones sólidas, etcétera. Ese es el propósito que ha
movido siempre al Grupo Popular y es el propósito que le sigue moviendo
ahora.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Señor presidente,
voy a hacer algunas aclaraciones que entiendo que implícitamente o
explícitamente, según el caso, me han sido solicitadas.

Sinceramente, no puedo compartir esta idea de fracaso por el simple hecho
de que algunos medios así lo hayan dicho. Conocen SS. SS. que hubo un
gran debate previo sobre el tema de la información veraz o no y que
muchos interpretaron una coyuntura especialmente determinada como un
intento de censurar la libertad de información, dando ello lugar, además,
a algún debate de algún mandatario con medios informativos, lo que quizá
fomentó por parte de algunos --yo creo que pocos-- un enfoque poco
favorable. Ello se unió a una cierta desorganización, yo creo que bien
comprensible en una isla con infraestructuras todavía poco terminadas
como es isla Margarita, con poco alojamiento, lo que obligaba a las
delegaciones a estar alojadas en distintos extremos de la isla y, por lo
tanto, a largos desplazamientos para que tuvieran lugar las reuniones, lo
que quizá dificultaba algunos aspectos logísticos. Dicho esto, que es
donde se han centrado las críticas a las que S. S. se ha referido, yo no
he visto ninguna otra crítica. Repito que no tengo ningún elemento de
comparación para abundar en esta tesis, en cambio tengo muchos elementos
de comparación que me permiten continuar en la mía. Y es lógico, porque
en las primeras cumbres había mucha voluntad política, poca experiencia y
pocos medios y se extinguían en las declaraciones. En las cumbres
siguientes las declaraciones siguen siendo obligadas, pero ya hay algunos
proyectos de cooperación iniciados anteriormente, que están en
funcionamiento y se ponen en el pipeline, en la tubería, nuevos proyectos
de cooperación. Por ello, tampoco obedece a ninguna clase de sectarismo
que les diga con toda franqueza que esta cumbre ha sido mejor que las
anteriores, y es previsible que las siguientes, con cualquier gobierno,
sean todavía mejores que ésta que nos ocupa. Pero en ningún caso están
justificadas algunas actitudes que yo he visto un poco derrotistas
--repito, injustificadamente--. Mi impresión es que a algunos les han
contado la película con muy poco rigor, y como parto de la buena fe de
todos, creo, sinceramente, que alguien ha intentado engañar --por
quedarme aquí-- a algunos en sus informaciones.

El señor Navas se ha referido a la necesidad de aprovechar la cumbre. Ya
he hablado antes de los múltiples encuentros bilaterales, pero quiero
referirme a uno concreto porque el contenido de su intervención denota
una preocupación especial. El domingo tuvimos un interesante almuerzo el
presidente venezolano, el presidente Castro, el Rey, el presidente Aznar,
el canciller Robaina, el presidente de Colombia y yo mismo. Estábamos un
número reducido de personas, lo que nos permitió seguir avanzando en lo
que, sin dejar de ser discrepancias, son fórmulas para ir encauzando
estas discrepancias con corrección y buscando caminos para superarlas en
la vía que todos deseamos. Estamos hablando de una progresiva
normalización --y reitero lo que tuve ya ocasión de declarar hace una
semana o poco más en el Pleno del Congreso de los Diputados-- que no debe
llevar al Gobierno español a fijarse plazos unilateralmente. ¿Por qué?
Porque estamos hablando en este momento de cosas importantes con Cuba;
estamos hablando de la próxima apertura de la Casa de Cultura de España
en La Habana, una vieja y larga aspiración del Gobierno español que hasta
ahora no había encontrado una acogida lo suficientemente calurosa --por
decirlo así-- por parte del Gobierno cubano. Eso está prácticamente
logrado.

Me parece muy importante que creemos allí un foro de diálogo donde puedan
encontrarse distintos sectores de la población cubana para que puedan
dialogar, que puedan darse conferencias, que podamos mandar intelectuales
españoles a hablar con la población cubana. También estoy hablando del
estatuto de que gozaría el futuro embajador de España, de la libertad de
movimientos que tiene que tener para relacionarse con todos los sectores
sociales de Cuba. Su señoría estará de acuerdo en la necesidad de que el
embajador de España disponga de esa libertad de movimientos, y en la
medida en que nos fijáramos un plazo fijo para ese nombramiento, nuestra
capacidad de



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diálogo quedaría forzosamente limitada. Por tanto, le ruego a SS. SS. que
en esos temas den un margen de discreción al Gobierno y continuemos
esforzándonos todos porque la política exterior de España siga siendo una
política de Estado.




--POSICION DEL GOBIERNO ANTE LOS RECIENTES ACONTECIMIENTOS CON RELACION A
IRAK Y, EN PARTICULAR, SOBRE LA DECISION UNILATERAL DEL GOBIERNO DE IRAK
DE EXCLUIR A LOS INSPECTORES DE NACIONALIDAD ESTADOUNIDENSE Y LA
RESOLUCION 1137/97 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD. A PETICION PROPIA (Número de
expediente 214/000056).




--DAR CUENTA DE LA POSICION DEL GOBIERNO ESPAÑOL ANTE LA CRISIS DE IRAK
CON LAS NACIONES UNIDAS. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE
IZQUIERDA UNIDA (Número de expediente 213/000421).




--POSICION DEL GOBIERNO ANTE EL CONFLICTO ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS
DE NORTEAMERICA E IRAK. A SOLICITUD DEL GRUPO MIXTO (Número de expediente
213/000435).




--LA CRISIS ENTRE IRAK Y LA ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU). A
SOLICITUD DEL GRUPO SOCIALISTA DEL CONGRESO (Número de expediente
213/000439).




El señor PRESIDENTE: Pasamos a la consideración del tema relativo a la
crisis iraquí, que está contemplada en los puntos 3, 4, 5 y 6 del orden
del día, que incluyen la petición de comparecencia del Gobierno, la del
Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida, la del Grupo
Parlamentario Mixto y la del Grupo Socialista del Congreso.

Esta mañana el señor Rodríguez, del Grupo Parlamentario Mixto, me ha
informado que no podría estar y entiendo que tampoco ningún otro miembro
de este grupo, de manera que lo tendremos en cuenta a efectos de la
distribución de los turnos en el debate. Y, sin más, paso a dar la
palabra al señor ministro de Asuntos Exteriores para informar sobre la
posición del Gobierno ante los recientes acontecimientos con relación a
Irak y, en particular, sobre la decisión unilateral del Gobierno de Irak
de excluir a los inspectores de nacionalidad estadounidense y la
Resolución 1137/97 del Consejo de Seguridad.

Señor ministro, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Con la concisión
que me es exigible, y sin perjuicio de precisar después cuantas opiniones
quieran SS. SS., voy a referirme a la crisis abierta recientemente, de
nuevo --suponiendo que la anterior estuviera totalmente cerrada--, entre
Irak y las Naciones Unidas, que felizmente perdió mucha virulencia la
pasada semana gracias a la buena mediación del ministro de Asuntos
Exteriores ruso, señor Primakov. De este modo se ha logrado una
desescalada de la tensión, que llegó a amenazar en algunos momentos con
un posible estallido bélico. Está claro que esta salida a la situación
actual no supone el fin de los problemas de fondo, y son ustedes bien
conscientes de las noticias que aparecen cada día --hoy mismo-- respecto
de las discrepancias que surgen de nuevo respecto del papel, la libertad
de movimiento, los plazos en los que la delegación de las Naciones
Unidas, la Unscom, debe realizar su trabajo de inspección y verificación
de posibles depósitos de armas químicas o biológicas de destrucción
masiva en Irak, en cumplimiento de un mandato del Consejo de Seguridad
con el que además estaba de acuerdo, y oficialmente sigue estándolo, el
Gobierno de Irak.

En esa situación, quiero referirme muy precisamente --éste es el
contenido de la comparecencia-- a la posición del Gobierno español.

Quiero decir, en primer lugar, que el Gobierno español ha expresado su
satisfacción por el principio de solución alcanzado en la crisis. Nos
alegramos del retorno, en principio incondicional, de la Unscom a Bagdad
para continuar con sus tareas de inspección interrumpidas hace tres
semanas. Por otra parte, tenemos el firme convencimiento de la necesidad
de Irak de cumplir todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, siendo ésta la única vía para el pleno levantamiento de
todas las sanciones y para su plena reincorporación a la comunidad
internacional. Mantenemos, igualmente, nuestro pleno respaldo al Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas en todas las resoluciones, así como en la
puesta en práctica de las mismas. Este respaldo ha sido permanente a lo
largo de la crisis, como ha expresado el presidente del Gobierno.

Respetamos la soberanía e integridad territorial de Irak como parte
constitutiva esencial de la seguridad y estabilidad regionales. Seguimos
con preocupación el sufrimiento y las carencias que soporta el pueblo
iraquí a consecuencia del embargo y tenemos la firme voluntad de seguir
ofreciéndole ayuda humanitaria mientras no se levanten las sanciones.

España, desde el primer momento, ha sido partidaria de la aprobación de
la resolución Alimentos por petróleo; hemos sido firmes defensores de su
posterior aplicación, en segundo lugar; y, en tercer lugar, hemos sido
firmes defensores de su posterior ampliación, al propio tiempo que
exigimos de Irak el cumplimiento de las resoluciones. En estos momentos
estamos preocupados por la transgresión sistemática de los derechos
humanos en Irak y, por lo mismo, estamos dispuestos a colaborar con este
país en cuanto el Consejo de Seguridad considere cumplidas sus
resoluciones y levante las sanciones, a fin de que la población recupere
cuanto antes los niveles anteriores a la invasión de Kuwait.




El señor PRESIDENTE: La comparecencia del señor ministro fue solicitada,
en primer lugar, por el Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida y,
en su nombre, tiene la palabra el señor Navas.




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El señor NAVAS AMORES: Señor ministro, la nueva crisis de Irak,
continuación de las anteriores en las que se habían fijado una serie de
resoluciones por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para
que Irak fuese cumpliendo un programa prefijado de desarme, de
desmantelamiento de las armas de destrucción masiva, nos sitúa en el
momento en el cual se produce, crisis que, de alguna forma, no sólo es
del Consejo de Seguridad y de Irak, porque para nosotros tiene un
protagonismo especial el papel que juega Estados Unidos tanto dentro del
Consejo como, de una forma unilateral, a la hora de tomar decisiones
sobre su propia política exterior.

En el mes de octubre se presenta el último informe de Unscom, la comisión
encargada del desarme en Irak, y en él se recoge que el desmantelamiento
del programa nuclear lo considera prácticamente concluido, pero que sobre
el programa militar biológico quedan dudas sobre su total cumplimiento, a
pesar de reconocer que son aspectos residuales que tienen solución más a
medio o a largo plazo; lo sitúa claramente en una cuestión residual.

La diplomacia norteamericana ha cogido este argumento para plantear
nuevas sanciones contra Irak en el seno del Consejo de Seguridad,
aprobándose el 12 de noviembre una resolución que sanciona nuevamente al
régimen iraquí. Este tipo de decisión provoca una reacción automática por
parte del Gobierno iraquí y produce lo que se ha venido en llamar la
expulsión de una parte de los observadores de la ONU, en concreto de los
de nacionalidad americana. A partir de ahí, Estados Unidos monta en
cólera y se inicia una escalada de declaraciones, de movimientos de
tropas que sitúan la crisis en una aparente solución abocada a un
conflicto bélico.

Todo este proceso tiene lugar de forma también un tanto incomprensible;
de hecho miembros del Consejo de Seguridad han reclamado al máximo
responsable de Unscom en qué momento y por qué decide el abandono del
resto de los inspectores de Naciones Unidas del territorio iraquí. Eso
parece que es un paso que hace conducir el proceso hacia una solución
militar, y al final nos encontramos con que aparentemente el Consejo de
Seguridad está preparando la solución del conflicto mediante una nueva
acción militar.

Afortunadamente, hay países que no apoyan esa propuesta de Estados
Unidos. No es una reunión como las anteriores en las que se tomaron de
forma unánime una serie de medidas contra Irak; en el Consejo de
Seguridad hay países permanentes y otros que no tienen esa condición que
no apoyan la propuesta americana. Lógicamente hay una variable, esta
nueva crisis no es algo que se produce cuando la parte que tiene que
cumplir las resoluciones de Naciones Unidas vulnera unilateralmente los
compromisos y provoca la reacción unánime del resto de los países, sino
que hay matizaciones sobre la necesidad o posibilidad de una salida a
este nuevo conflicto. Se pone en marcha lo que se puede considerar
diplomacia internacional y hay una serie de países como Francia, China y
sobre todo Rusia, que se muestran partidarios de esta línea y que se
organizan para tener contactos y hacer propuestas de solución del
conflicto.

La propuesta que se concreta por parte de Rusia nos parece de bastante
sentido común, aunque a veces es el sentido que menos prevalece en este
tipo de conflictos: Cumplimiento de las resoluciones de la ONU, no
objetar la presencia de americanos, el número de americanos --de Estados
Unidos-- proporcional al de otros países, luz verde a los reconocimientos
aéreos de distintos países, suavización del embargo, petróleo por
alimentos y medicinas, finalizar las inspecciones sobre misiles cuando
existe la confirmación de los propios observadores de Naciones Unidas de
que se ha cumplido el programa prefijado con antelación.

Afortunadamente esta propuesta es aceptada por Irak y las valoraciones
que hace Estados Unidos al respecto siguen siendo unas valoraciones de
provocación, de intentar que no se tome en consideración, y la respuesta
militar debe ser la única que se debe implantar; incluso hace una
declaración pública de que es posible que pueda actuar militarmente
contra Irak al margen incluso de Naciones Unidas. Declaraciones
contundentes constantemente por parte de Estados Unidos enviando 200
aviones, dos portaaviones, presionando para que la ONU aprobase una
acción de castigo, a pesar incluso de que había movimientos diplomáticos
que ya estaban iniciados para intentar resolver el conflicto, rechazando
la solución pactada ya de antemano por Rusia e Irak. Con todo esto quiero
decir que nos estamos enfrentando a un conflicto muy peculiar.

El informe de los inspectores de la ONU básicamente reconoce que el
grueso de las exigencias que se tendrían que hacer a Irak va por buen
camino, observa una serie de flecos, que no los considera de suficiente
relevancia como para que haya que hacer una nueva revisión de las
sanciones que hay sobre Irak, pero que hay un país en concreto, Estados
Unidos, que tiene claro interés en seguir actuando militarmente contra
este país. Da la impresión de que para alguien es necesario seguir
manteniendo un enemigo, seguir forzando que haya que luchar contra
alguien, y al final hay que llegar a la conclusión de que tal vez se
realimentan los dos aspectos.

Independientemente de la consideración que cada uno de nosotros tenga
sobre el régimen iraquí, desde luego la situación que se produce con las
aptitudes de Estados Unidos está bien clara, hay una clara unanimidad a
favor de Sadam Husein y su país, quizá igual no la había antes de este
nuevo conflicto, pero cada vez que se actúa de la manera en que Estados
Unidos está provocando, al final llegamos a la conclusión de que el
mantenimiento en el poder de alguien que Estados Unidos considera su
enemigo, que su principal objetivo en las actuaciones contra Irak es
derrocar a Sadam, desde luego no está consiguiendo ese resultado, y
además por goleada.

En este orden de cosas, todos sabemos las consecuencias, o por lo menos
tenemos que subrayar las consecuencias que están provocando en la
población iraquí los embargos dictaminados por el Consejo de Seguridad.

Si no tuviésemos las resoluciones de organismos también relacionados con
Naciones Unidas como puede ser la FAO, como puede ser la Organización
Mundial de la Salud a la hora de valorar esta incidencia, quizá también
se podría



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entender que pueden estar motivadas o influidas por no sé qué hipotética
simpatía hacia el régimen (quiero dejar perfectamente clara que estamos
al margen de cualquier tipo de sintonía), pero lógicamente hay que hacer
mención a esas consecuencias. No se puede entender que en el nuevo orden
internacional pueda actuar para solucionar conflictos importantes,
importantes conflictos --repito--, una potencia que tiene en su poder una
serie de armas importantísimas de destrucción masiva. Realmente es un
problema grave e importante, pero no podemos aceptar que la solución a
esos graves problemas sea la implantación de una realidad que es tan
drástica, tan espeluznante como la que está provocando en Irak. Hoy mismo
se publica el último informe de Unicef que habla de que en el hospital
infantil más importante de Irak durante 1997 han muerto 723 niños menores
de un año, 126 niños de uno a cuatro años, 122 niños de más de cinco
años. Desde que comenzó el cierre de fronteras a la importación de
productos por parte de Irak han muerto casi un millón de niños por
desnutrición y por enfermedades que no han podido ser tratadas en los
hospitales.

Esta clara realidad también viene reafirmada por la Organización Mundial
de la Salud, en la que hace un análisis pormenorizado de los indicadores
básicos de la población iraquí en los períodos anteriores a las
sanciones, el impacto que ha tenido en el producto interior bruto, el
impacto en la situación de los alimentos, el impacto en la nutrición de
la población infantil, el impacto en la salud de la madre del recién
nacido, el impacto medioambiental, el impacto en las epidemias de
malaria, el impacto en los servicios secundarios y terciarios de salud,
el impacto en las enfermedades entéricas, sobre otras enfermedades
zoonóticas, transmisión por vectores, impacto sobre enfermedades
infecciosas. Esto quiere decir, por no ser muy extenso, porque desde
luego la Organización Mundial de la Salud es suficientemente explícita en
cuanto a sus conclusiones, que éste no puede ser el mecanismo de solución
de los conflictos en el mundo. Si realmente hay que castigar a alguien,
no puede ser a toda la población de un país, como está pasando en Irak y,
sobre todo, cuando al final --vamos a ver medio llena la botella-- parece
ser, y eso nadie lo puede negar, hay un avance importantísimo en el
cumplimiento del contenido de las resoluciones impuestas por el Consejo
de Seguridad sobre el desarme en Irak. Por tanto, no hay una relación de
causa-efecto.

Países importantes del Consejo de Seguridad han llegado a la conclusión
de que es necesario suavizar el embargo a Irak, pero además no fruto de
ningún pulso que Sadam Husein haya echado a los países occidentales o a
la comunidad internacional; no, fruto de la humanidad, fruto del
cumplimiento en mayor o menor medida, según quien lo pueda valorar. Desde
luego el informe elaborado por los observadores que están valorando el
cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas posibilita que la
comunidad internacional recuerde al menos esos aspectos de humanidad que
el presidente Clinton mencionaba hace unos días, rodeado de niños en el
despacho oval de la Casa Blanca, y el esfuerzo que iba a hacer para poder
garantizar su futuro. Desgraciadamente el color de la piel no es el
mismo, pero nosotros, desde luego, tenemos que superar ese ámbito de
simpleza en el análisis y exigir lógicamente el cumplimiento de las
sanciones. Hay que exigir que Irak no sea una amenaza para la paz en el
mundo y articular cualquier actuación, que nazca sobre todo de un
organismo, que debe ser Naciones Unidas, que pueda ocasionar males tan
importantes, si no más, como los que pretendemos solucionar.

Por tanto, nuestro partido se vanagloria del acuerdo alcanzado entre una
serie de países que eligieron la vía diplomática con Irak y que el
Consejo de Seguridad tomó en consideración, a pesar de la actitud hostil
de Estados Unidos.

Desde luego, no puedo acabar sin hacer una mención al papel jugado por la
diplomacia española y por el Gobierno español. En la propia estancia en
la cumbre de Isla Margarita, a la que habíamos hecho mención, España, el
Gobierno español, Aznar muestra su clara voluntad de ofrecer las bases
españolas para todo el despliegue que necesiten las fuerzas aliadas
internacionales contra el malvado líder iraquí. Esa es la primera
muestra, y nosotros somos muy simples en nuestro análisis. Hoy hay
crisis; no analizamos su origen; no analizamos la intensidad del
conflicto, pero ya estamos al lado de los halcones, al lado de los que
pretenden que la solución de los conflictos internacionales es la fuerza,
es el que tenga el más rápido despliegue de las fuerzas militares y mayor
capacidad de tiro. No nos gustaría que España hiciese ese papel.

Preferiríamos que estuviese al lado de aquellos países que ya han
demostrado una clara afinidad con el nuevo orden internacional, una clara
militancia dentro del bloque de los demócratas, de los derechos humanos,
y entienden que los conflictos no se pueden solucionar mediante el grito
de que el que más pueda tire antes.

Por tanto, un suspenso de nuevo, y éste más político, a la actuación del
Gobierno y a su disposición para posibilitar nuevas agresiones sobre
cualquier país más allá de un estudio profundo y de un debate. Nos
gustaría que hubiese habido un debate parlamentario, sabiendo que esa
política está en manos del Gobierno, que al menos se tenga la
consideración de poder discutir aquellas decisiones importantes en la
Cámara. Incluso el mismo Clinton llegó a debatir en el Congreso de su
país la política a adoptar respecto a Irak. Ese es un déficit que se va
convirtiendo en crónico pero que, desde luego, reclamamos que se invierta
de una vez por todas.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Señor presidente, nos encontramos ante
una situación que es potencialmente explosiva --no solamente ha sido sino
que sigue siéndolo, aunque hoy más enfriada-- para la paz mundial, para
la estabilidad, el orden y la legalidad internacional.

No voy a hacer una exposición de tipo histórico de dónde partíamos en esa
cuestión, pero es indispensable recordar que en 1990-91 hubo una acción
internacional, bajo el mandato de Naciones Unidas y resoluciones de su
Consejo



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de Seguridad, para restablecer la legalidad internacional violada por el
régimen de Sadam Husein al invadir Kuwait y también con la intención en
la resolución 678, de noviembre de 1990, que sigue estando vigente, de
proteger la paz y la seguridad en la región. Estas palabras de la
resolución son las que se emplean ahora en la situación de crisis que
hemos vivido estas últimas semanas, porque en aplicación de esa
resolución y otras posteriores un grupo de observadores había estado
vigilando la posible proliferación de armamento por parte de Irak. Al
decidir unilateralmente Sadam Husein qué observadores podían seguir y
cuáles no, se produjo esa reacción virulenta de la comunidad
internacional y especialmente de los Estados Unidos, porque una vez más
Sadam Husein no respetaba o parecía tener intención de no respetar la
legalidad internacional plasmada en el Consejo de Seguridad.

Aunque desde 1990-91 ha habido cumplimiento por Irak de algunos aspectos
de las resoluciones del Consejo de Seguridad, sin embargo ha habido
también proliferación de arsenales de armas químicas, probablemente
bacteriológicas y no se sabe si también nucleares. El papel de los
expertos, de los técnicos es fundamental para saber hasta qué punto esa
proliferación está produciéndose y si pone en peligro la paz y seguridad
de la región.

Como decía el portavoz que me ha precedido en el uso de la palabra, las
sanciones impuestas a Irak en los últimos años ha producido, como ocurre
siempre con los embargos, bloqueo y sanciones a países concretos, más
daños a la población que al propio régimen, que no ha hecho más que
fortalecerse en ese tiempo. Es cierto también que no sólo es
responsabilidad de los países que aprueban las sanciones, que tienen la
responsabilidad última, sino del propio régimen que traslada el coste a
la población. Se me ocurre, por sentido común, que si dedicara los
recursos que tiene a alimentos, medicamentos y a dotar bien hospitales, a
prevención y tratamiento de las enfermedades en vez de a tener cada vez
muchas más armas de las que necesita para mantener su paz e integridad
territorial, desde luego no habría esa cifra espantosa, penosa de muertos
y de enfermedades en niños y en la población más vulnerable de Irak.

En cualquier caso, como no podemos ser iguales que Sadam Husein, la
comunidad internacional debería ceder mucho más en esa cuestión, porque
si no la penalización a la población podría llegar a ser, lo es ya,
bastante intolerable.

No es menos cierto, porque aquí hay muchos intereses cruzados, algo de lo
que se habla poco. Hay intereses de los productores de petróleo
norteamericanos de Texas, para mantener bloqueado a Irak y subir el
precio del barril. Por eso y por otros temas, no debemos confundir nunca
los intereses de España y los principios que España defiende ante la
comunidad internacional con los de los Estados Unidos, aunque mantengamos
y queramos mantener unas buenas relaciones con la primera potencia del
mundo.

De todas maneras, quiero hacer una observación, y ahora entro y termino,
sobre el tema del papel de España. La situación no es la misma que la de
1990-91. No hay invasión de un país tercero, caso de Kuwait por Irak,
como ocurrió entonces; no hay que restablecer la integridad territorial
de un país tercero, y eso es muy importante, ni existe la misma
unanimidad en la comunidad internacional o la misma mayoría amplia no
solamente en la comunidad internacional sino en la comunidad árabe, en
los países árabes vecinos de Irak; y, por el contrario, Estados Unidos se
encuentra bastante aislado con el único apoyo incondicional de Gran
Bretaña en esta cuestión. Tendremos tiempo en el futuro de hacer debates
sobre Oriente Medio, pero creo que ha variado fundamentalmente la
evolución del tema de la paz en Oriente Medio.

Si el proceso de paz iniciado en Oslo y en Madrid hubiera evolucionado
favorablemente, estaríamos hablando de otra situación en Oriente Medio.

Al haberse enquistado o retrocedido gravemente ese proceso de paz, como
ha declarado la propia señora Albright al ministro Netanyahu, las
consecuencias de la interrupción del proceso de paz son muy desfavorables
a los intereses americanos en el próximo Oriente. Eso ha llevado al
aislamiento y a un crecimiento del antinorteamericanismo en los países
árabes, fundamentalmente en los países del entorno de Irak y en Irak
mismo.

Hemos visto con satisfacción la acción mediadora de Rusia para conseguir
que, por una parte, el gobierno iraquí acepte la vuelta de los expertos,
incluidos los norteamericanos, y pedir un aligeramiento del tema de las
sanciones, pero aun así no se descarta hoy la posibilidad de
recrudecimiento del tema con una posible acción militar. Ahí es donde
entro en el tema de la posición española. Yo creo que hay una buena parte
en la que estamos de acuerdo, no ha hecho más que seguir el buen ejemplo
del Gobierno anterior durante años, de respetar la legalidad
internacional, de pedir una resolución política y diplomática, pero hay
un tema que no compartimos si la interpretación que hacemos es correcta.

Cuando el presidente Aznar dice que en la misma situación actuaremos de
la misma manera, a qué misma situación se refiere. No es la de 1990 ó
1991, como he dicho antes; es una situación diferente. Si se produjera
una acción unilateral de Estados Unidos y hubiera una petición a España,
se podría originar una situación semejante a la que hubo cuando intervino
Estados Unidos en Libia, que el Gobierno español negó la autorización de
las bases españolas a Estados Unidos, y tuvieron que utilizar únicamente
las británicas.

No nos gustaría que fuera verdad --como dice mucho el ministro, nos
engañan los periódicos-- que el Gobierno español ha autorizado a Estados
Unidos para desplegar 30 aviones en Morón, si atacase a Irak, noticia del
22 de noviembre, y añade además el periódico: España no quiere quedarse a
la zaga del Reino Unido a la hora de demostrar lealtad a Estados Unidos
en su pulso con Sadam Husein, cuando está en juego el futuro de
Gibraltar. Según esa interpretación, se trataría de competir con Gran
Bretaña en el favor de Estados Unidos en la mediación del papel de
Gibraltar en el tema de la Alianza Atlántica.

Digo que no nos gustaría (y lo diré ahora en condicional para que no se
molesten tanto el señor ministro y los señores del PP) que se hiciera de
nuevo el ridículo tratando de competir en la amistad de los Estados
Unidos nada más y



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nada menos que con el Reino Unido, probablemente el país que tiene una
relación más estrecha, más sólida, más cálida y más profunda de todos los
países del mundo. No pensemos que Estados Unidos va a mover un dedo en
dirección o en favor de España en el contencioso con el Reino Unido en el
tema de Gibraltar; pensamos más bien que nuestra posición debería guiarse
por otros principios y por otras ideas.

Nos gustaría que aquí el señor ministro no hiciera, como en Luxemburgo y
como en isla Margarita, el ridículo, palabra a la que están ya bastante
habituados el presidente del Gobierno, y por lo que veo también el
ministro.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor Guardans.




El señor GUARDANS I CAMBO: Señor ministro, seré muy breve.

No voy a hacer aquí una gran exposición sobre la visión que podamos tener
de la problemática en Irak, porque tampoco comparto sustancialmente la
que puede tener el señor ministro, pero en términos netamente políticos
sí quería dejar constancia, puesto que entiendo que ése es el sentido de
la comparecencia aquí del ministro para hablar de este tema; no es tanto
convertir esto en un foro de debate de política internacional sino fijar
un poco las posiciones de los distintos grupos, y en su caso las críticas
respectivas al Gobierno. En nuestro caso, no hay aquí una crítica al
Gobierno, en absoluto, y en cambio sí me interesa dejar claro, en nombre
de mi grupo, la incomodidad con que nos encontramos en este tema, como ya
ha ocurrido otras veces, enfrentados por un lado a Estados Unidos, que
tienen una visión, esta vez sí se puede decir, netamente imperialista (y
no somos sospechosos de ser un partido de extrema izquierda para utilizar
esa palabra de forma gratuita); en esos casos es una visión del mundo
visto perfectamente desde un solo ángulo y todo bajo su control (Un señor
diputado pronuncia palabras que no se perciben.) Bien, al menos constará
para el «Diario de Sesiones». La realidad de que en Irak hay una
dictadura sanguinaria, que viola constantemente los derechos humanos, y
la realidad también de que la fórmula que están utilizando Estados Unidos
y que están imponiendo al conjunto de la comunidad internacional no sólo
no debilita ese régimen que viola a diario los derechos humanos sino que
perjudica gravísimamente a la población civil, llegando a situaciones
dramáticas, de las cuales las principales víctimas, como hoy aparecía en
la prensa, son los niños.

Esa situación de incomodidad se nos plantea probablemente a muchos grupos
políticos a diario, pero yo hablo en nombre del mío. Cuando nos
enfrentamos a una realidad como la de Irak, y como tal la quería aquí
manifestar, no nos parece que la fórmula militar sea la mejor, entendemos
que Irak no es un régimen que precisamente merezca ser respetado o
alabado, pero el estado de Irak como tal sí merece ser respetado, sí
forma parte del conjunto de la comunidad internacional, sí tiene unas
fronteras que merecen ser respetadas en su integridad, y por tanto la
fórmula del embargo puro y duro o la fórmula de ruptura del principio de
una injerencia hasta puntos realmente insospechados por parte de Estados
Unidos no nos parece lo más convincente.

Sólo quería dejar expresada netamente la posición de mi grupo; decir que
creo no se separa sustancialmente de la que me consta ha expresado el
ministro y que es básicamente la de la Unión Europea, y sí quiero
lamentar una vez más, en éste como en tantos otros casos, que la fuerza
política de la Unión Europea, que en esto tiene netamente una
sensibilidad distinta de los Estados Unidos, y no la de España sola, sino
la de la Unión en su conjunto, sea tan débil y tan escasa que como Unión
Europea no podamos hacer sentir nuestra voz con un poco más fuerza en el
Consejo de Seguridad.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra
el señor Robles.




El señor ROBLES FRAGA: Entiendo que no hay nada de ridículo en lo que nos
ha expuesto el señor ministro, y por tanto me atendré a la seriedad del
tema que nos ocupa.

Viendo al señor ministro, me acordaba de otros ministros que le han
precedido. Me acordaba del ministro Solana, del ministro Westendorp, que
también tuvieron que ocuparse del tema de Irak, y desde luego las cosas
que ellos tenían que escuchar de la oposición eran mucho más sensatas de
las que ha tenido que escuchar ahora el señor ministro. Quizás es que el
señor ministro tiene buen carácter y atrae las iras de la oposición, como
él mismo no suele nunca caer en la ira, quizás atrae todavía más los
batacazos de la oposición, pero entiendo que la actitud del señor
ministro es perfectamente correcta.

Creo que nos encontramos de nuevo con Irak. Irak es un país que ha
declarado dos guerras, que ha atacado dos veces a sus vecinos, que ha
bombardeado incluso con armas biológicas a sus propios habitantes, y si
vemos los últimos informes de derechos humanos es el país que más
gravemente viola los derechos o está entre los que más gravemente violan
los derechos humanos, tiene en este momento el más alto número de
desaparecidos de todos los miembros de Naciones Unidas (más de 16.000
desapariciones no aclaradas), en ese país mientras el pueblo muere de
hambre el ejército se rearma y el dictador construye palacios, como
acabamos de ver recientemente en televisión; es por tanto un país muy
especial.

Estamos hablando, por otra parte, de respetar y defender la legalidad
internacional que existe, mínimamente pero existe, y se concreta en dos
resoluciones del Consejo de Seguridad: la 687, de 1991, que congela los
bienes y las exportaciones de Irak, que no prohíbe las importaciones pero
que las dificulta, y que obliga a Irak a la destrucción de todas sus
armas de carácter militar, de destrucción masiva, biológicas, químicas,
bacteriológicas y nucleares; y la resolución 986, que intenta poner en
marcha un programa de petróleo por alimentos, que hasta ahora no ha sido
aplicado, entre otras cosas porque el régimen iraquí no ha podido
sustraerse a la tentación de detraer esos recursos para sus propias
fuerzas armadas y aparatos estatales.




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En este momento en Irak hay 63 lugares prohibidos a los inspectores, y la
certeza de que Irak mantiene bases con misiles de larga distancia y bases
en las que se almacenan armas químicas y biológicas. En definitiva, Irak
no es ese país seráfico, angélico que aquí ha sido descrito; es un país
muy peligroso. (Risas.--Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Querría pedir a todos respeto para las opiniones del
orador que en cada momento esté en el uso de la palabra; si cabe, luego
tendrán ocasión de refutarle.

Continúe, señor Robles.




El señor ROBLES PIQUER: Quizá no gusten las cosas que digo, pero en
algunas de las frases que he podido escuchar, especialmente al portavoz
de Izquierda Unida, hay cierta tendencia a responsabilizar a la comunidad
internacional lo que es responsabilidad del régimen iraquí. Por otra
parte, está lo que España ha hecho en el pasado y lo que seguirá
haciendo, que en primer lugar es agotar los instrumentos diplomáticos.

España hará lo que pueda, naturalmente, para evitar la guerra y el
conflicto; pero si la guerra estalla, hay que decirlo claramente, el
principal responsable será el régimen del señor Sadam Husein. Es verdad
que Sadam Husein tiene capacidad no sólo para evitar el conflicto, sino
de aliviar la suerte de su pueblo y aliviar el embargo. España tiene un
compromiso con la comunidad internacional, ya demostrado hace seis años,
y demostrado en los últimos seis años con distintos gobiernos. España
tiene obligación de apoyar a Naciones Unidas, no sólo con declaraciones,
sino también con un apoyo real y efectivo, entre otras cosas porque
España es un país importante en la comunidad internacional y lo es
también en Naciones Unidas. Participamos en misiones de paz, tenemos
legítimas pretensiones en el Consejo de Seguridad; esto es, deseamos
contribuir a la estabilidad, a la paz y a la seguridad del mundo, y
creemos que eso se hace desde el respeto a la legalidad internacional, y
en este momento, desde el más escrupuloso respeto a las resoluciones del
Consejo de Seguridad que imponen obligaciones de inspección, que imponen
deberes que el régimen de Irak debe cumplir.

La situación no es fácil. La crisis no se ha despejado. No existe, por
otra parte, garantía de que los acuerdos se mantengan; pero entiendo que
España debe estar donde ha estado, donde siempre estuvo que es en la
defensa de la legalidad internacional y en el apoyo a Naciones Unidas.

Estoy segura de que ésa es la actitud del Gobierno, y por eso puede
contar con el respaldo del Grupo Popular.




El señor PRESIDENTE: Señor ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Con mucho gusto
voy a responder a las cuestiones que se me han formulado. Diré, en primer
lugar, que no estamos para enjuiciar la posición de Estados Unidos, sino
para hablar de la posición de España en el conflicto entre Irak y la
comunidad internacional, representada por Naciones Unidas. Esto no
debemos olvidarlo.

Es evidente que España, que ha sido siempre partidaria de agotar las vías
diplomáticas, sigue siéndolo, y Estados Unidos ha demostrado en esta
crisis un deseo claro de agotar estas vías. El Gobierno de España no es
ajeno a los sufrimientos de la población iraquí, muy especialmente de los
niños. Quiero recordar, al respecto, que España no ha dejado de
suministrar ayuda humanitaria a la población iraquí durante todo este
tiempo; no ha llegado a interrumpirse. Quiero reiterar que España ha
desplegado sus esfuerzos en Naciones Unidas desde el primer momento,
primero para la aprobación de la resolución alimentos a cambio de
petróleo; después para su aplicación inmediata y sin interferencias y, en
tercer lugar, para su ampliación. Todo ello no nos debe hacer ignorar la
gran responsabilidad que tiene contraída al respecto el régimen iraquí.

Es Irak quien invade Kuwait, quien se niega después a retirarse, quien
hace caso omiso a todas las resoluciones internacionales. Finalmente, es
Irak quien en esos momentos está impidiendo una simple verificación de
las condiciones que se supone ya ha cumplido y que, por tanto, tendría
que ser el primer interesado en facilitar que los delegados de Naciones
Unidas cumplan con toda prontitud, diligencia y transparencia en su
misión. Por tanto, si en estos momentos se producen retrasos en la puesta
en marcha de esas resoluciones de cambio de petróleo por alimentos, es
pura y simplemente por la actitud obstruccionista del régimen iraquí, que
asume toda la responsabilidad.

En relación con la utilización de nuestras bases por parte
estadounidense, España está simplemente aplicando los convenios
existentes. El comité permanente hispano-norteamericano recibe en su día
la solicitud de que se autorice el despliegue en la base de Morón de
cierto número de aviones cisterna y su correspondiente personal,
solicitud que se encuadraba perfectamente en el marco del convenio de
cooperación para la defensa entre España y Estados Unidos, y se concedió
autorización para el despliegue solicitado. Eso es cuanto cabe decir. La
posición del presidente Aznar de decir que en las mismas condiciones de
cumplimiento de la legalidad internacional la actitud de España seguiría
siendo la misma, me parece impecable. Lo demás es buscarle tres pies al
gato.

No tengo aquí ningún portavoz, por tanto soy libre de molestarme o no, y,
desde luego, no me molesto ni siquiera ahora, pero creo, señor Yáñez, que
sus acusaciones merecen una digna respuesta. Su señoría no tiene ninguna
autoridad política, personal, ni moral para acusar a nadie de hacer el
ridículo; ni al presidente Aznar, ni al ministro que le está hablando. No
quiero recordar sus infinitas meteduras de pata; simplemente quiero
manifestarle que cada vez que soy objeto de una de esas críticas, resulta
que al día siguiente los sondeos de opinión nos demuestran que el
Gobierno ha incrementado la valoración que merece su política exterior
para los ciudadanos, y ha subido la valoración política de este ministro
que le habla. De manera, que muchas gracias, y puede seguir criticándome.

Cuando se refiera a Gibraltar conviene que lo haga en términos serios y
no mezclemos nabos con coles ni con



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nuestras actuaciones por aquí o por allá. Sobre Gibraltar en estos
momentos hay una negociación muy seria entre el Reino Unido y España, por
la que el Reino Unido solicita que España levante unas restricciones que
ha venido aplicando siempre y que no tienen nada que ver con la materia
de defensa, son simplemente en defensa de sus derechos de soberanía. Esas
restricciones las aplicaba España antes de su entrada en la OTAN y las
siguió aplicando después. Las aplicaba antes de los acuerdos de
coordinación en la OTAN y las siguió aplicando después. Por tanto, las
seguirá aplicando después de la reforma de la estructura de la OTAN, a
menos que se llegue a un acuerdo que dé lugar a avances en esa
cooperación que queremos entre el Reino Unido y España.

Cuando oigo algunas declaraciones de determinados responsables urgiendo a
España que actúe con prisa y con urgencia en este tema, como el tema de
estructura de la OTAN y el de esas restricciones son temas que nada
tienen que ver, España no tiene prisa. El que tenga prisa que se embarque
en un avión supersónico si quiere, pero a España no la empuja nadie.




El señor PRESIDENTE: Brevísimamente y para un segundo turno, señor Navas.




El señor NAVAS AMORES: Señor presidente, lamento la valoración que han
hecho tanto el Grupo Popular como el ministro sobre las posibles
soluciones que pueden tener conflictos internacionales, en concreto el de
Irak sobre todo. La valoración que hacen de la intensidad de esta nueva
crisis, según su propio criterio, es de tal calibre que una salida
militar puede ser una solución a este conflicto, independientemente, como
no podía ser de otra forma, de decir que España es partidaria de agotar
las vías diplomáticas. Qué poco aguante tiene este Gobierno, señor
ministro, para mantener en un gran puchero la paciencia para las vías
diplomáticas, qué poco se ha gastado esa paciencia para poder buscar una
salida que no sea la militar. En el primer momento de la crisis, ya
tienen ustedes, señores americanos, las bases para desplegar sus aviones,
y como diez son pocos, porque a ello tienen derecho por el propio
convenio, se lo ampliamos; desplieguen sus armas, desplieguen la solución
a los conflictos, al nuevo orden internacional con ese criterio.

En cambio, hay países, como he dicho antes, como Francia, Rusia, China,
que parece que no están dispuestos a que se respete el derecho
internacional, las resoluciones de Naciones Unidas. ¿Es que la única
fórmula para poder estar al lado de occidente, de las grandes potencias,
que van a ser los comisarios del mundo, es posibilitar los despliegues
para actuaciones militares contra países insurgentes? Separo y diferencio
claramente lo que es el gobierno de un país a lo que es el país, la
nación, la que corresponda en cada momento.

Es realmente penoso encontrar esta voluntad del Gobierno a la hora de no
tener en cuenta la intensidad del conflicto, lo que ocasiona el
conflicto. Vuelvo a lo mismo: tenemos que manejar la documentación
oficial de Naciones Unidas. El último informe de Unscom no justifica
ninguna acción militar en la línea en la que Estados Unidos estaba
proponiendo y que España era partidaria de utilizar. Son documentos
oficiales. Y documentos oficiales son los que están reflejando las
consecuencias que tiene para la comunidad internacional el que una
potencia, en el ejercicio del derecho que le otorga el ser vencedora de
una guerra, actúe contra todo un pueblo ocasionando un millón de niños
muertos y el resto de la población con necesidades de todo tipo; y
posibilitar que, como los dirigentes de este país siguen manteniendo una
actitud obstruccionista para el cumplimiento de las resoluciones de
Naciones Unidas, seguiremos con la misma línea. Lo que me sorprende, lo
que me pone la carne de gallina es que no se cuestione, por parte del
Gobierno y por parte del Partido Popular, la actuación internacional en
cuanto a las consecuencias que están ocasionando las medidas que está
aplicando sobre Irak para conseguir que entre dentro de la comprensión de
lo que es la política internacional.

Por tanto, para terminar, ni en la intervención de este portavoz ni en
las de los anteriores se ha podido entrever la posibilidad de
aproximación, acercamiento y justificación del régimen iraquí. Estamos
hablando de que hay un alto grado de cumplimiento según el informe de
Unscom, que hay camino para recorrer, que no hay que acabar ese camino en
este corto y medio plazo, sino que habrá que mantener una vigilancia
constante y permanente sobre ese país y que en esa situación no está
justificada una actuación como la que se pretendía realizar. Desde luego,
España dentro del nuevo orden internacional debería tener un papel
distinto al que está jugando.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Señor presidente, lamento mucho que el
ministro haya perdido los nervios. Quizá su falta de costumbre
parlamentaria le haya hecho llegar a esa inconveniencia, porque no me
estaba insultando a mí, sino a nueve millones y medio de españoles que, a
través del Grupo Socialista, yo represento con la mayor dignidad que
puedo en este acto. Sus palabras suponen una falta de respecto al propio
Parlamento, porque ha faltado a la mitad del mismo. Otra cosa es que en
privado pueda considerar si yo los represento bien, mal o regular, pero
no debería haber hecho, en mi opinión, ese tipo de referencia, que no voy
a contestar. No voy a decir si usted, desde mi punto de vista, tiene
autoridad personal, política o moral; nada más y nada menos que ha dicho
eso con respecto a mí. Le puedo asegurar que no tengo otros intereses más
que los de los electores. Ni tengo fortuna, ni tengo un grupo de presión
detrás, ni tengo negocios, ni tengo nada que defender. Lo mejor que
puedo, a lo mejor mal, defiendo a la opinión pública representada en casi
la mitad de la población votante.

Creo que he citado una información que ni fue desmentida en su momento
--le dije al señor ministro que es del 22 de noviembre, de hace pocos
días-- ni ha sido tampoco desmentida por sus palabras. Hay una
información de un periódico importante que asocia la actitud de España,
en



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relación con los Estados Unidos en el tema de Irak, al intento de
conseguir el favor de Estados Unidos en el tema de Gibraltar frente al
Reino Unido. Lo dije, además, en términos condicionales. Si eso no es
así, el señor ministro tenía oportunidad de desmentirlo no con argumentos
ad hominem ni con insultos, sino con argumentos de fondo, que es lo que
no utiliza ni en ésta ni en ninguna de sus comparecencias.

La trayectoria de este último año y medio no nos ha producido ni a
nosotros, ni a la mayor parte de los grupos parlamentarios, ni de la
opinión pública, ni de los medios de comunicación, el respeto que se gana
con el ejercicio y la legitimidad de la práctica, no solamente de la
legitimidad de origen de las urnas. Hemos tenido aquí durante diez años a
ministros como don Francisco Fernández Ordóñez o don Javier Solana que
han cumplido muy dignamente, diría que brillantemente, su función de
control parlamentario al comparecer aquí para explicar exhaustivamente
los temas de política exterior y política internacional. Pero, señor
ministro, quien no se respeta a sí mismo no puede exigir que le respeten
los demás.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Guardans.




El señor GUARDANS I CAMBO: Señor Presidente, viendo el tono que está
teniendo esta comparecencia me siento obligado, y además lo hago con
gusto, a reiterar nuestro profundo respeto por el ministro de Asuntos
Exteriores, en su persona y en la forma que está ejercitando su cargo, en
mi nombre y en el de mi grupo. Creo que no hace falta decir eso con
demasiada periodicidad porque es obvio, pero hay ocasiones en las que sí
que es bueno que conste. En este momento, después de esta última
intervención que he escuchado, quería que constara así en el «Diario de
Sesiones».




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Robles, por el Grupo
Parlamentario Popular.




El señor ROBLES FRAGA: Señor Presidente, yo he sido, y lo digo, diputado
de la oposición y nunca monté un numerito parecido al que el portavoz del
Grupo Socialista le ha montado hoy a este portavoz y al señor ministro.

Cuando se trata de cuestiones importantes, como son las que hoy nos han
ocupado, creo que es necesario el clima que siempre hemos mantenido en
esta Comisión. Yo lo lamento mucho. Entiendo que no todos tenemos tardes
buenas, pero espero que podamos recuperar para esta Comisión el tono que
es tradición, que ha sido tradición en legislaturas anteriores y que en
ésta, hasta el día de hoy, se había mantenido.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Señor presidente,
en primer lugar, quiero agradecer al señor Guardans sus amables palabras
y su confianza y, asimismo, quiero asociarme a los buenos deseos de
entendimiento a los que se ha referido al señor Robles.

Deseo dejar muy claro que los votantes del Partido Socialista me merecen
el mayor de los respetos, al igual, como no podía ser menos, que los
votantes de las demás opciones. (El señor García-Santesmases
Martín-Tesorero: No se ha visto.)



El señor PRESIDENTE: Señor García-Santesmases, le ruego que guarde
silencio y escuche a los demás como única forma elemental de respeto.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Yo me he limitado
a replicar al señor Yáñez, que ha afirmado que el señor Aznar y el
ministro habían hecho el ridículo y, además, ha abundado en
interpretaciones frívolas sobre Gibraltar, donde, por cierto, yo he
notado a faltar apoyo sólido al Gobierno en sus reivindicaciones. Por
tanto, reitero que me he limitado en mi réplica a recordar al señor Yáñez
que no tiene autoridad moral ni política para acusar a nadie, ni al
presidente Aznar ni a este ministro de hacer el ridículo, y a recordarle
también la importancia que tiene el tema de Gibraltar para España y para
su dignidad nacional.

Por mi parte, el incidente está zanjado.

Muchas gracias, señor presidente. (El señor García-Santesmases
Martín-Tesorero pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: ¿A qué efectos, señor Santesmases?



El señor GARCIA-SANTESMASES MARTIN-TESORERO: Todo diputado, señor
presidente, tiene legitimidad de origen por su voto.




El señor PRESIDENTE: Señor García-Santesmases, ¿a qué efectos?



El señor GARCIA-SANTESMASES MARTIN-TESORERO: A efectos de contestar a lo
que acaba de decir el señor ministro.




El señor PRESIDENTE: No, no. Perdón.




El señor GARCIA-SANTESMASES MARTIN-TESORERO: Ha hecho una alusión al
portavoz del Grupo Parlamentario Socialista absolutamente intolerable.




El señor PRESIDENTE: A esos efectos no tiene la palabra, señor
Santesmases.




El señor GARCIA-SANTESMASES MARTIN-TESORERO: El que no tiene la palabra
es el señor ministro para hablar de autoridad. No puede hablar de
autoridad cuando no está presente el señor diputado.




El señor PRESIDENTE: Señor Santesmases, ¡no tiene usted la palabra!



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Señor Santesmases, le pido que se calle inmediatamente.

¿El señor ministro tiene algo más que añadir?



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Por mi parte,
nada, señor presidente.

El señor PRESIDENTE: Con ello, llegamos al final de la reunión de esta
Comisión de Asuntos Exteriores.

Se levanta la sesión.




Eran las seis y quince minutos de la tarde.