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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 335, de 24/11/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1997 VI Legislatura Núm. 335



AGRICULTURA, GANADERIA Y PESCA



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSE CRUZ PEREZ LAPAZARAN



Sesión núm. 22



celebrada el lunes, 24 de noviembre de 1997



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia de la señora Ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación
(De Palacio del Valle-Lersundi) para informar sobre:



--Posición que mantendrá el Gobierno de España ante la Agenda 2000. A
solicitud del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso (Número de
expediente 213/000343).




--Contenido de la política agrícola común en la Agenda 2000. A petición
propia (Número de expediente 214/000051).

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Se abre la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde.




El señor VICEPRESIDENTE (Isasi Gómez): Buenas tardes.

Se abre la sesión de la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca con la
comparecencia de la señora ministra de Agricultura, a petición del Grupo
Socialista y también de la ministra para informar a la Comisión sobre el
contenido de la Agenda 2000.

Para exponer la posición o la justificación del Grupo Socialista, tiene
la palabra su portavoz.




La señora LEIVA DIEZ: El Reglamento marca que primero expone la ministra,
puesto que se solicita la comparecencia a la ministra y, a continuación,
los grupos tenemos un tiempo para intervenir, aunque por mi parte no hay
objeción.




El señor VICEPRESIDENTE (Isasi Gómez): Perdón, señora portavoz, me
comunican que se había acordado con el presidente titular de la Comisión
que empezaría el responsable del Grupo Socialista como peticionario de la
comparecencia. De todas formas, no hay ningún inconveniente.




La señora LEIVA DIEZ: Señor presidente, no sé con quién habrán llegado al
acuerdo, porque yo soy la portavoz del Grupo Socialista y nadie me ha
comentado nada. Por tanto, pido que se ajuste al Reglamento.




El señor VICEPRESIDENTE (Isasi Gómez): Como comprenderá, con este
presidente accidental no, pero me han comunicado eso. Por tanto, sin más
discusiones, damos la bienvenida a la señora ministra de Agricultura,
Pesca y Alimentación a la Comisión y le concedemos la palabra para que
formalice su intervención.




La señora MINISTRA DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACION (De Palacio del
Valle-Lersundi): Señor presidente, señoras y señores diputados, buenas
tardes.

Es para mí una satisfacción poder comparecer hoy aquí para exponerles
cuál es la postura del Gobierno en torno a la Agenda 2000, documento
presentado por la Comisión con este título, sobre el que se están
desarrollando distintos trabajos y debates en el ámbito de diferentes
consejos y que va a ser además analizado por los presidentes de Gobierno
y jefes de Estado en el próximo Consejo Europeo de Luxemburgo.

Como muy bien saben SS. SS., en 1999 concluyen las perspectivas
presupuestarias acordadas en Edimburgo y, por tanto, la Comisión y el
Consejo, en su momento, tienen que hacer frente a esa situación y
preparar una nueva posición para después de ese año, en orden a regular
la financiación de las distintas políticas dentro de la Unión Europea. En
ese marco aparece el documento llamado Agenda 2000. Además de esa
necesidad ineludible, existen circunstancias que marcan el contenido del
documento, fundamentalmente la circunstancia de la previsible ampliación
de la Unión Europea a distintos países del este y centro de Europa, es
decir, las adhesiones de nuevos países.

Entrando en el documento, me voy a limitar hoy a analizar lo que son los
aspectos relacionados específicamente con la agricultura. Es decir,
obviamente --y es lo razonable-- excluyo de mi explicación otros aspectos
que contiene el documento llamado Agenda 2000 y sólo voy a referirme a
los aspectos agrarios que contiene. Hay unos puntos de carácter general a
los que querría referirme primero. Dentro de los presupuestos
comunitarios, el 48 por ciento de los mismos corresponde al
Feoga-Garantía. Por tanto, al hablar de esas perspectivas financieras
para el próximo período, hasta el 2006, es obvio que se le dedique un
capítulo importante a lo que corresponde a los gastos agrícolas y, muy
especialmente, a los gastos que financia el Feoga-Garantía. Se introduce
ahí un tercer elemento clave, desde el punto de vista de la Comisión, que
se complementa con los dos señalados anteriormente. Es decir, además de
la necesidad ineludible de establecer las perspectivas financieras hasta
el año 2006 y de contemplar las nuevas adhesiones --la ampliación de la
Unión Europea--, al hablar del capítulo agrícola se plantea otro
elemento: el entorno de la Organización Mundial de Comercio y sus
previsibles negociaciones y el temor, más que temor la afirmación por
parte de la Comisión, de la aparición de excedentes en las producciones
agrarias europeas en los próximos años. A estas cuestiones me voy a
referir a la hora de hablar de los planteamientos generales.

Si hablamos de las perspectivas a largo plazo de los mercados y del temor
que se contempla, que se afirma por la Comisión en relación a los
excedentes y el comportamiento de la demanda internacional, tenemos que
decir que, en nuestra opinión, las previsiones que manifiesta el
documento llamado Agenda 2000 en cuanto a un crecimiento de la demanda
mundial, a un cierto estancamiento de la oferta y a un cierto
mantenimiento de los precios, incluso en algún caso una pequeña subida de
cara a los próximos tiempos, nos parece una previsión bastante aceptable
y que, además, es la que se contempla en los documentos, por ejemplo, de
la OCDE respecto al sector agrario. No obstante, la diferencia de precios
entre los mercados interiores comunitarios y los mercados internacionales
no puede ser tan importante como plantea la Agenda 2000, precisamente por
estas razones que se han planteado.

En cuanto a la producción comunitaria, sobre todo en cuanto a los
cereales, plantea la aparición de excedentes en los próximos años que en
nuestra opinión no puede ser realista. Primero, porque las previsiones
que plantea el documento llamado Agenda 2000 se hacen con una precisión
asombrosa para una proyección demasiado dilatada en el tiempo. Una cosa
es establecer líneas generales de comportamiento con las cuales nosotros
estamos de acuerdo, es decir, en cuanto al crecimiento de la demanda a
nivel mundial; en cuanto al mantenimiento de los precios incluso un
pequeño incremento; en cuanto a un menor desarrollo de la oferta casi un
estancamiento; en todo eso estamos



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de acuerdo, pero no podemos coincidir en cuanto a las precisiones y
concreciones que plantea la Agenda 2000 por cuanto entendemos que no es
factible hacer una previsión con ese detalle a tan largo plazo.

En cuanto a la oportunidad temporal de las reformas de la OCM que plantea
la Agenda 2000, diré que el modelo previsto por la Comisión para la
adhesión de los países del este y del centro de Europa, con negociaciones
y períodos transitorios relativamente amplios, permite mantener que no
sería ésa la cuestión que urgiría las reformas inmediatas de distintas
OCM. Respecto a la posición negociadora en el marco de la Organización
Mundial de Comercio, nosotros entendemos que, frente a lo que plantea el
documento de la Agenda 2000, que es llevar a cabo una bajada de precios
para estar mejor preparados de cara a esa negociación nosotros entendemos
que adelantar nuestras propias modificaciones debilita la posición
europea frente a lo que plantea la Comisión por cuanto cualquier rebaja,
por ejemplo, en el nivel de precios o cualquier concesión que hagamos por
adelantado será un suelo y no un techo de donde partir a la hora de
negociar con los países terceros en el ámbito de la Organización Mundial
de Comercio. Además, tenemos que recordar que si bien las negociaciones
empiezan a 31 de diciembre de 1999, hay un margen temporal suficiente, al
existir una cláusula de paz, hasta el año 2003, para tener margen para
negociar dentro de la Organización Mundial de Comercio y, en función del
desarrollo de esa negociación, tomar las medidas internas y no
anticiparnos, como digo, entregando por adelantado bazas que luego nos
colocarían en la situación de pagar dos veces por lo mismo.

En conclusión, entendemos que las reformas planteadas no son urgentes;
que tenemos tiempo suficiente para debatir en profundidad sobre la
identidad de la agricultura europea que deseamos para el futuro, teniendo
en cuenta no sólo los elementos sugeridos por la Comisión, tales como
competitividad, desarrollo rural, medio ambiente, seguridad alimentaria y
bienestar animal, sino también otros principios que deben inspirar la
política agrícola común, como son la preferencia comunitaria, la
solidaridad financiera y el principio de cohesión recogido en el artículo
130 A del Tratado. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) Tengo que
decir que estos puntos a los que me he referido, estos principios básicos
de lo que debe ser la agricultura europea no están recogidos en el
documento Agenda 2000 y, cuando al final de todo me refiera a la
declaración de la Presidencia aprobada el otro día en Consejo de
Ministros de Agricultura, haré referencia a esto.

En cuanto al campo de aplicación de la reforma, tengo que decir que la
reforma, en el momento en que se aborde, tiene que contemplar la
totalidad de los productos agrarios, como no podía ser de otra manera, y
en ningún caso se puede contemplar llevar a cabo la reforma de la reforma
sin haber concluido previamente la reforma de 1992. Hay que evitar que se
repitan cosas que han pasado ya y, en ese sentido, entendemos que la
Agenda 2000 debería contemplar, desde el punto de vista de las
perspectivas financieras, los fondos necesarios para la reforma de los
productos mediterráneos, puesto que no podemos admitir que, una vez más,
se pretenda aplicar la idea de neutralidad financiera en los sectores
mediterráneos. Por otra parte, teniendo en cuenta que la reforma de 1992,
como he dicho antes, todavía no ha sido terminada, tendría que
culminarse, habría que dar preferencia a los productos mediterráneos a la
hora de contemplarlos en la reforma.

Dentro del documento comunitario de la Agenda 2000 se hace una evaluación
de la reforma de 1992. Me voy a referir a ella brevemente. Entendemos que
el desarrollo de las medidas de acompañamiento no ha tenido a nivel
comunitario la importancia que les dio la Comisión en los debates sobre
la reforma de 1992. En el ejercicio del Feoga-Garantía de 1995 las
medidas de acompañamiento supusieron sólo el 2,2 por ciento del
presupuesto total, cifra que sólo se elevó al 4,5 a lo largo del año
1996. Especialmente en las medidas agroambientales la exigencia de la
cofinanciación nacional y la falta de criterios objetivos y comunes para
la atribución de ayudas y para la fijación de su importe ha conducido a
una distribución absolutamente errática en la utilización de esta línea
por los diferentes Estados miembros. Así, por ejemplo, España utilizó el
3,2 por ciento de la línea de ayudas agroambientales en el año 1995 y el
2,4 en 1996, mientras que durante el año 1996 Austria obtenía una
absorción de recursos equivalente al 38 por ciento de los mismos.

Respecto a la reforma de los grandes sectores, si se contempla que uno de
los argumentos de la Comisión para el cambio introducido en la reforma de
1992 era que el 20 por ciento de los agricultores absorbían el 80 por
ciento de los recursos --afirmación que nunca ha quedado claramente
demostrada--, lamentablemente no se puede constatar que eso haya cambiado
en absoluto. Probablemente, en el planteamiento general de la reforma, y
eso quizá sería una crítica a dicho planteamiento, esta ausencia de
cambios reales es debida a que ha faltado la decisión para introducir con
mayor fuerza unos criterios de cohesión, tal y como están previstos en
los tratados, que facilitaran el que las regiones o tipos de agricultura
con más dificultades puedan hacer el esfuerzo para superar el diferencial
con las más desarrolladas. Partir del statu quo de rendimientos
históricos cuando además no se han tenido en cuenta circunstancias
excepcionales, como ha sido el caso de España --quizá porque no lo
planteamos adecuadamente en su momento-- o determinados censos ganaderos,
puede ser muy cómodo en términos de ejercicio de reparto, y a lo mejor es
al final la única solución posible, pero indudablemente coloca a las
regiones más desfavorecidas en una situación complicada.

En cuanto a los productos mediterráneos, en el Consejo jumbo de 20 de
septiembre de 1993, se convino que la reforma de los productos se haría
con los mismos principios agrícolas y financieros que los de los
continentales. No obstante, ello no se ha cumplido por cuanto, para
empezar, todavía están pendientes la mayoría de dichos productos y,
concretamente, elementos tan importantes como pueden ser el vino, el
aceite de oliva, el sector del tabaco, por no hablar que la reforma de
1995 del arroz, que ha demostrado que deja mucho que desear y que hay que
reconsiderarla. Todo esto en cuanto a la evaluación de 1992.




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En cuanto a los criterios de complejidad y simplificación, entendemos que
hablar de esos problemas en cuanto a la reforma de la PAC es un falso
debate, en cierto modo. En primer lugar, hay que señalar que un cambio
cualitativo tan importante como el que se acordó, implica inevitablemente
la necesidad de hacer ajustes y correcciones que pueden llevar a la
sensación de una mayor complejidad o de un cierto desconcierto, pero que
adquieren rango de normalidad y se mantienen posteriormente a lo largo de
los tiempos. La realidad es que ahora las administraciones --ésa es la
experiencia de las administraciones españolas-- ya sean las comunidades
autónomas o la Administración general del Estado coordinando esa labor,
han ido adquiriendo el conocimiento y el desarrollo suficiente para que
la puesta a punto de la PAC, el desarrollo concreto administrativo de la
misma no plantee mayores problemas.

En cuanto a la posible complejidad intrínseca del modelo establecido por
la reforma también hay que hacer algunas matizaciones. Se trata de
importantes recursos públicos concedidos a los agricultores para los que,
igual que sucede con los recursos nacionales de los Estados miembros, es
necesario establecer los oportunos mecanismos de control. La reacción de
algunos agricultores ante esta evidente complejidad, en nuestra opinión,
ya ha sido superada y hoy los agricultores son perfectamente capaces de
llevar a cabo ese tipo de tramitaciones. La cuestión de fondo es que lo
que no puede, en ningún caso, suponer una eventual simplificación y una
errónea aplicación del principio de subsidiariedad es romper los
principios básicos de la PAC, como es el del tratamiento semejante a
agricultores en situaciones semejantes. Igualmente una subsidiariedad mal
aplicada puede conducir a una renacionalización de la PAC, cosa que,
desde luego, nosotros entenderíamos que sería muy negativa.

Respecto a las modalidades de la reforma de la PAC en la situación
actual, con una reforma que, como antes señalaba, entendemos que no es
urgente --lo cual no quiere decir que no haya que realizarla--, en el
Consejo Europeo se deben pronunciar los presidentes de Gobierno y jefes
de Estado sobre las líneas y orientaciones generales de la reforma y, por
tanto, resulta prematuro entrar en cuestiones de detalle que, quizá,
deberían postergarse para otro momento. Si hay una orientación general de
reducción de precios, ésta debe ir acompañada de ayudas que compensen
íntegramente la pérdida de renta, siguiendo la filosofía de lo que fue la
reforma de 1992.

También como criterio general he de resaltar, una vez más, el olvido y el
desequilibrio que dentro del documento referido a la política agrícola
común plantea la Agenda 2000 en cuanto al tratamiento de los productos
mediterráneos, prácticamente citados de pasada, mientras se veían
perfectamente desarrollados lo que eran los tres grandes sectores
continentales, como son herbáceos, lácteos y carne de vacuno.

En cuanto a la estrategia de la Unión Europea en el marco de las futuras
negociaciones multilaterales entendemos que es exigible una actitud
prudente, compatible con una posición de firmeza ante la Organización
Mundial de Comercio. Cuando alguna de las partes, como el grupo Cairns,
pide el desmantelamiento de las ayudas agrícolas y la apertura de los
mercados, cualquier concesión que se haga antes de empezar las
negociaciones será tomada como punto de partida y nos obligará a pagar
dos veces por lo mismo. Lo que manifiesta el documento de la Agenda 2000,
que es que hagamos esas rebajas y esos desmantelamientos para ir con una
mayor posición de fuerza a esa negociación, es el mayor error que podamos
aceptar. Si antes de empezar las negociaciones se sacrifica ante Estados
Unidos, por ejemplo, el sector europeo de semillas oleaginosas --como, de
hecho, se deduce del documento agrícola de la Agenda 2000-- y la
dependencia de nuestra ganadería en proteínas, habrá que ver qué nuevo
sacrificio nos va a ser exigido durante el proceso negociador. Europa,
por el contrario, en nuestra opinión, debe tomar la iniciativa ante la
Organización Mundial de Comercio y exigir que los niveles europeos de
seguridad alimentaria, calidad, bienestar de los animales y condiciones
sociales de los trabajadores sean reconocidos como una parte integrante
de la especificidad de la agricultura europea y de la seguridad de los
consumidores.

Podemos entrar en el debate de los tres sectores contemplados con detalle
o, por el contrario, dejarlo para un debate posterior. Antes de entrar en
lo que son las perspectivas financieras para el sector agrario, que creo
que es uno de los problemas más graves que plantea este documento y sobre
el cual me extenderé un poquito más, querría señalar algunas cuestiones
muy brevemente, sin perjuicio de que, en función de la declaración y de
cómo va el debate en el seno del propio Consejo de Agricultura, parece
ser que en ningún caso se podrá acordar por parte de los presidentes de
Gobierno y jefes de Estado ninguna decisión específica sobre alguno de
estos tres sectores.

En relación a los cultivos herbáceos se plantea una reducción del precio
de intervención de los cereales, con una compensación únicamente parcial
de los mismos. Además se plantea que esa reducción del precio de
intervención de los cereales y las ayudas compensatorias --que, insisto,
no es una compensación total desde el punto de partida actual-- fueran
modificadas en caso de que se produjera una elevación de los precios
mundiales. En cuanto a las oleaginosas se origina una situación que nos
parece muy peligrosa al plantear la unificación de las ayudas a los
cereales y a las oleaginosas, lo que, en nuestra opinión, puede producir,
especialmente en algunas zonas españolas y en lo que respecta al girasol,
un desplazamiento clarísimo a los cereales y gravísimos problemas desde
el punto de vista de rentas en esas zonas. Como muy bien saben, en cuanto
a la retirada de tierras de cultivos, en nuestra opinión, debe seguir
siendo considerada como un instrumento de gestión de la oferta y, por
tanto, debe mantenerse en la reglamentación la necesidad de fijar cada
año un determinado porcentaje de retirada, que puede ser cero, pero que
puede variar en función de una regulación del mercado. En cuanto a la
retirada extraordinaria y voluntaria, coincidimos en que la retirada
extraordinaria debe suprimirse, ya que entendemos que es una doble
sanción, y es algo que hemos planteado en distintas ocasiones y a lo que
me he referido en alguna otra comparecencia ante esta Comisión, mientras



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que la retirada voluntaria entendemos que debe mantenerse para facilitar
la gestión por parte de los agricultores en los casos en que no exista
retirada obligatoria, así como hacer frente también a problemas de
cultivos alternativos derivados de situaciones climáticas excepcionales;
es algo que a España le interesa de manera importante.

En cuanto al sector lácteo, la rebaja de un 10 por ciento en el precio de
garantía, si bien puede suponer unos ahorros, desde el punto de vista de
las restituciones a la exportación va a tener unos costes muy superiores.

No va a solucionar el problema de fondo, que es que producimos con unos
costes distintos, no en un precio mundial sino con un sistema de cuotas
asignadas para mantener unos precios especiales internos dentro de la
Unión Europea y, sin embargo, va a aumentar la dependencia de un sector
más de lo que son las finanzas, los presupuestos comunitarios, con lo
cual, en un momento dado, puede añadir un elemento más de incertidumbre
al sector, sobre todo cuando estamos hablando de problemas como los
actuales, donde hay unas dificultades presupuestarias claras, y a ello me
referiré al extenderme sobre las perspectivas financieras.

En cuanto al sector de vacuno, en general, se comparte el análisis de la
Comisión, aunque insisto en aquello a que me he referido de manera
genérica, las cifras se pueden compartir en sus líneas pero no en las
concreciones, sobre todo al hacer una proyección a tan largo plazo. No
obstante es cierto --y lo hemos hablado en algún momento en
comparecencias mías al hablar del problema de la crisis del sector
vacuno, agravada por el problema de la encefalopatía espongiforme
bovina-- que existe un cierto desequilibrio estructural entre oferta y
demanda dentro de la Unión Europea. El enfoque de la Comisión relativo a
reducción de precios para aproximarlos al mercado mundial puede ser
correcto a medio plazo, aunque en nuestra opinión sea excesivo. En
cualquier caso, cualquier reducción de precios en este terreno debería
ser compensada de manera total y universal. ¿Y qué quiero decir con
compensada de manera total y universal? Que, como muy bien saben SS. SS.,
en el sector del vacuno arrastramos una situación de discriminación
respecto a las producciones en otros países, al tener un número de primas
muy inferior a lo que es la realidad de nuestro sector productivo, por lo
que nuestros ganaderos obtienen una compensación de renta en torno al 70
por ciento de la obtenida por otros ganaderos de la Unión.

En cuanto a las medidas de protección en frontera y las relativas a las
exportaciones, debería exigirse a las importaciones que respeten los
mismos requisitos que se exigen a nuestros propios productores.

En cuanto a la extensificación, la reforma de 1992 ya fue muy lejos en
este terreno, por lo que entendemos que no se puede seguir aumentando la
diferenciación entre extensivo e intensivo. Sobre todo no se puede hacer
algo que a veces se hace, que es asimilar extensivo a vacuno de calidad y
dejar intensivo como vacuno de peor calidad. Eso no es verdad. Hay vacuno
intensivo de la máxima calidad y, además, es uno de los elementos de
absorción de cereal y de proteínas vegetales más importante dentro de
Europa. Por tanto, hacer este tipo de discriminaciones entendemos que
puede ser peligroso.

Entro, señorías, en las perspectivas financieras. Las perspectivas
financieras que plantea el documento llamado Agenda 2000, en su aspecto
agrícola, se basan en una línea directriz agraria donde se contempla una
hipótesis de crecimiento acumulado y sostenido del 2,5 anual del producto
interior bruto de la Unión Europea a Quince, y del 4 por ciento con los
países candidatos, lo que nadie puede garantizar, en verdad. De hecho, la
experiencia que tenemos es que eso no se ha producido. Un crecimiento
continuado durante seis años de un 2,5 por ciento en el conjunto de los
países es algo que no se ha dado. Entendemos que la cifra de 3.700
millones de ecus de ahorro en restituciones e intervenciones ofrece
serias dudas, teniendo en cuenta el bajo nivel de que se parte, por estos
conceptos, en los últimos ejercicios. Ni tan siquiera estamos utilizando
el potencial exportador que nos permite la Organización Mundial de
Comercio. En el sector lácteo, por ejemplo, se podría exportar más
todavía, por parte de la Unión Europea, de lo que se está haciendo este
año.

La inclusión tanto de las ayudas de preadhesión como de las nuevas
medidas de desarrollo rural dentro del campo de la cobertura de la
directriz agraria, sin que se produzca un aumento paralelo de la misma,
implicaría automáticamente una disminución de la cobertura real para el
resto de las medidas. Los países de Europa del este y del centro tienen
un encaje en el horizonte del año 2000, en la medida en que se prevé que
en esta fecha no estarán todavía totalmente integrados, y se consideran,
en ese momento, unos gastos de 1.000 millones de ecus para los costes de
los países recién incorporados, lo cual nos parece una previsión
altamente optimista.

Frente a lo que propugna la Agenda 2000 de que el Feoga-Garantía también
contemple gastos que en este momento son pagados a través del
Feoga-Orientación en lo que son regiones fuera de Objetivo 1, entendemos
que eso iría en detrimento de la actual función de financiación de
medidas de regulación de mercados y rentas agrícolas, por lo que pensamos
que sería un error mezclar dentro de los gastos del Feoga-Garantía los
gastos que ahora son cubiertos por el Feoga-Orientación, además de que
supondría una nueva obligación por parte del Feoga-Garantía, existiendo
un techo, con lo cual habría que ver si habría suficiencia presupuestaria
una vez incorporados dichos gastos. Además, en nuestra opinión, supondría
en gran medida una discriminación para las regiones Objetivo-1, por
cuanto, como muy bien saben SS. SS., es mucho más ágil el método de
funcionamiento del Feoga-Garantía que el del Feoga-Orientación.

Por tanto, en cuanto a las actuales medidas de acompañamiento, entendemos
que debería distinguirse entre aquellas que tienen un carácter
estructural y entre las que predomina un aspecto de apoyo a las rentas,
incluyéndolas en una u otra sección del Feoga en función del criterio
según el cual el campo de cobertura de la línea directriz del Feoga
debería incluir las medidas de intervención y únicamente las ayudas
directas compensatorias a las rentas. En cualquier caso, sobre todo para
las medidas agroambientales, deben fijarse criterios homogéneos
comunitarios para la determinación del importe de las ayudas y aplicar el



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principio de solidaridad financiera. Las ayudas agroambientales
orientadas a las ayudas a las rentas podrían incluirse en cada una de las
distintas OCM, o recogerse en un nuevo reglamento horizontal al efecto.

El Feoga-Garantía podría financiar las indemnizaciones compensatorias a
los que se pretende compensar, siempre que se realice una definición
comunitaria homogénea de las dificultades, que exista una financiación
completamente comunitaria y, por tanto, que no se produzcan, de facto,
unas discriminaciones en función de la necesidad de cofinanciar de los
Estados miembros.

Respecto a la posible limitación de las ayudas a percibir por cada uno de
los agricultores, entendemos que es prematuro --y lo hemos señalado en
algunas ocasiones-- pronunciarse sin saber exactamente qué tipo de techo
hay a este respecto. En cuanto a la modulación tampoco tenemos un
criterio cerrado, pero sí ciertos reparos de que a través del sistema de
la modulación se pretenda plantear una nueva renacionalización de la
política agrícola común que rompa el mercado interior y, por tanto, que
termine en una situación que generaría una cierta competencia desleal
entre distintas zonas de Europa. La posibilidad de diferenciación, por
tanto, de las ayudas por Estados miembros o de condicionar las mismas a
cierto tipo de condiciones, por ejemplo las medioambientales, entendemos
que constituiría un riesgo importante y que cualquier medida de estas
características debiera ser analizada con gran detalle y con garantías de
que en ningún caso eso supusiera al final, insisto, una discriminación y
una ruptura de las condiciones de equilibrio y de igualdad que tiene que
haber para garantizar una situación de mercado interior con una
competencia leal y para que no se genere una competencia desleal.

Señorías, la Agenda 2000 también se refiere a los problemas relacionados
--como no podía ser de otra manera-- con el desarrollo rural. El
desarrollo rural debe considerarse como un objetivo prioritario de la
Unión al que deben contribuir toda las políticas sectoriales y
horizontales, en particular la política agrícola común, tanto en sus
medidas de mercado como en las socioestructurales. Hay que dejar muy
claro que el desarrollo rural no puede ser un sustitutivo y que la base
esencial de la estructura rural es, y sigue siendo, la política agrícola
y la actividad agraria.

Entendemos que, además de la política agrícola común, a ese desarrollo
rural tienen que contribuir los instrumentos financieros estructurales,
así como la política de competencia en todo lo relativo a las ayudas de
Estado para evitar distorsiones, como he referido antes, en las
actuaciones relativas a las infraestructuras y a los servicios de interés
general, incluyendo la financiación de las inversiones públicas
medioambientales. En cualquier caso, la PAC como política horizontal
dirigida al sector productivo, que caracteriza a las zonas rurales
--insisto--, es y debe seguir siendo el eje principal de cualquier
iniciativa de desarrollo rural.

En cuanto a los aspectos concretos de sustitución de distintos tipos de
fondo y de creación de nuevos objetivos, respecto a los Objetivos 1 y 3
entendemos que parece adecuado mantener el sistema de programación
actual, tal y como propone la Comisión. No parecen necesarias normas
comunitarias especiales para las zonas rurales afectadas para estos
objetivos, aunque entendemos que, dentro del Objetivo 3, habría que
diferenciar claramente los fondos rurales de los fondos urbanos, así
como, en el caso del Objetivo 2, la delimitación de las zonas cubiertas
por este objetivo, incluyendo las zonas rurales, debe hacerse sobre la
base de criterios socioeconómicos objetivos, comparando la situación de
cada zona con el promedio comunitario.

Respecto a las acciones horizontales de desarrollo rural fuera del
régimen de Objetivo 1, a las que me refería antes al hablar de las
perspectivas financieras, entendemos que sería inaceptable la
financiación por el Feoga-Garantía de las medidas que hasta ahora se
financiaban en los objetivos 5.a y 5.b por el Feoga-Orientación. En el
ámbito del desarrollo rural y de la política agrícola común, tenemos que
defender de manera clara y decidida un modelo de agricultura europea, con
sus peculiaridades propias; peculiaridades que tienen que ver con las
formas de producción y con la función que cumple esa agricultura.

Entendemos que ese modelo de agricultura europea básicamente se sustenta
sobre la explotación familiar. No es que sea exclusivamente la
explotación familiar, pero indudablemente juega un papel decisivo dentro
del modelo de agricultura europea. Para ello deben combinarse todos los
instrumentos de la política agrícola común para contemplar con especial
atención este tipo de cuestiones.

Además de esta parte estructural, a la agricultura europea se le exige un
respeto al bienestar de los animales que no es exigido en otros países; a
la agricultura europea se le exige un respeto al medio ambiente que no es
exigido en otros países. Ese respeto exige la limitación en el uso de
pesticidas, limitación en el uso de herbicidas, limitación en el uso de
abonos y de manera especial, al medio ambiente, cuestión que limita
nuestras posibilidades y que aumenta los costes de producción, lo que
debe ser defendido en los foros internacionales correspondientes.

En cuanto a la ampliación, entendemos que las negociaciones de adhesión
deben iniciarse de manera global con todos los países, pero habrá que ir
viendo cómo se desarrollan. Entendemos que hay que plantear períodos
transitorios relativamente amplios, con mantenimientos de control
mientras existen los mismos, que permitan que se vayan aproximando las
situaciones estructurales y de precios entre los nuevos países que se
adhieran y la situación interna de la Unión Europea. Además, en ese
ámbito deben ser analizadas las consecuencias que, dentro de la
Organización Mundial de Comercio, tendrá la incorporación de estos países
para todo lo que son contingentes, limitaciones, ayudas a la exportación,
etcétera. Por supuesto, entendemos que esas adhesiones deben contemplarse
con suficiencia presupuestaria y no se pueden hacer a costa únicamente
del sector agrario europeo en este momento.

Después de este breve repaso a la situación de la Agenda 2000 --he
intentado no alargarme demasiado--, de la que han tenido conocimiento a
lo largo de todo ete tiempo, me voy a referir al documento que se aprobó
el otro día en el ámbito del Consejo de Ministros, haciéndoles unas
cuantas reflexiones.




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El documento de la Agenda 2000, en su aspecto agrícola, plantea
fundamentalmente, por lo que he venido señalando, tres tipos de
cuestiones. Primero, una clara ambigüedad en cuanto a qué se quiere para
el futuro de la agricultura europea. Como les he señalado, no se hace
referencia al artículo 39, no se hace referencia al principio de
preferencia comunitaria, no se hace referencia al principio de
solidaridad financiera, etcétera. Unicamente se hace referencia a
competitividad, respecto a lo que todos estamos de acuerdo, y a
limitaciones por respeto al medio ambiente y al bienestar de los
animales. Sin embargo, a esos otros aspectos, en nuestra opinión básicos,
que forman parte de la esencia de la política agrícola comunitaria y de
la agricultura europea, no se hace referencia, sino que se mantiene una
clara ambigüedad en el concepto de política agrícola o de agricultura
para Europa puesto que, como digo, por un lado se habla de aumentar la
competitividad de nuestras producciones y, por otro lado, se imponen
todavía más exigencias a nuestros productores hablando de aumentar
todavía más las limitaciones para el respeto del medio ambiente o para el
bienestar de los animales.

Segunda ambigüedad que plantea el documento Agenda 2000 en cuanto a la
agricultura. Mientras hay unas grandes precisiones respecto a tres
sectores muy concretos, a los productos mediterráneos únicamente se les
cita de pasada y no tienen el desarrollo equilibrado, cuando hay que
señalar que esos productos mediterráneos, para colmo de males, están
todavía pendientes de la primera reforma.

Tercera ambigüedad que plantea la Agenda 2000: cómo se van a financiar
las nuevas adhesiones y la suficiencia presupuestaria para hacer frente a
las modificaciones contempladas, por cuanto que sólo se especifican y
determinan más o menos, en nuestra opinión de manera bastante optimista,
los costes reales de los tres grandes productos o sectores que contempla
la Agenda 2000, dejando en la nebulosa el resto y, muy especialmente, los
productos mediterráneos. No sólo eso sino que, además, no se dice
claramente cómo se van a financiar los Pecos, por cuanto se hace una
cuantificación muy optimista para lo que previsiblemente va a suceder.

Tampoco se contempla la hipótesis de que, a la hora de esas adhesiones,
se produzca una aceleración de la incorporación de dichos países, y que
los gastos derivados de esas adhesiones no sean muy superiores a los
contemplados en la propia Agenda 2000.

Pues bien, a todas estas indeterminaciones, a todas estas incertidumbres,
queríamos dar respuesta los ministros de Agricultura en el último Consejo
celebrado la semana pasada. Así, se elaboró por la Presidencia un primer
documento donde se recogían estos puntos de una manera, en nuestra
opinión, muy insuficiente. Nosotros, mientras tanto, habíamos enviado un
documento, cuya copia ha sido repartida y tienen ustedes, sobre lo que
debía contemplar el que se iba a remitir por parte del Consejo de
Agricultura a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. Con ese
documento, con las negociaciones que se llevaron a cabo a lo largo del
Consejo de Agricultura --que duraron hasta las dos de la madrugada del
martes--, se consiguió mejorar sensiblemente la propuesta inicial y
precisar algunas de las ambigüedades que contemplaba el primer documento,
a las cuales me he referido.

Para empezar, se señala claramente que, en relación con las medidas
específicas contempladas, no nos pronunciamos al respecto y que ya se
llevarán a cabo más adelante. Es decir, a los jefes de Estado y de
Gobierno se les dice que esto es algo que ya se desarrollará, que ya se
trabajará, pero que no nos digan si a la vaca nodriza le subimos la prima
o si bajamos el precio de los cereales, porque sobre esa cuestión nos
pronunciaremos más adelante.

En cuanto al tipo de agricultura, se incorporan una serie de elementos
que, para nosotros, eran esenciales. Muy especialmente, la referencia al
Tratado de Roma, al artículo 39, a la preferencia comunitaria, a las
formas de producción y a la especificidad de la agricultura europea, así
como a su defensa en los foros internacionales y muy claramente ante la
Organización Mundial de Comercio. Tienen ustedes el punto 1, que se
aprueba en la declaración del Consejo, así como toda la parte de la
cuestión relativa a la Organización Mundial de Comercio y otros puntos,
concretamente los números 2 y 3, a lo largo de los cuales se desarrolla
la necesidad de una agricultura propia.

Otra incertidumbre se refiere a los productos mediterráneos. En nuestra
opinión, los productos mediterráneos quedan perfectamente recogidos en el
punto 3, apartado 4, de la versión definitiva, donde se señala que es
importante culminar la reforma de 1992 con los productos mediterráneos y,
por lo tanto, asegurar la globalidad del ejercicio de la reforma. En ese
contexto, se recuerda las conclusiones del Consejo jumbo, de asuntos
generales de agricultura, de fecha 20 y 21 de septiembre de 1993, y
considera, por una parte, que los principios equivalentes deberían ser
aplicados a los diferentes sectores contemplados y, por otra, que el
objetivo a alcanzar debería ser el de un resultado globalmente
equilibrado. Se complementa con el apartado 9, donde se señala que,
teniendo en cuenta igualmente la necesidad de completar la reforma de
1992, el Consejo ha invitado a la Comisión a formular en el menor plazo
posible propuestas formales en base a las orientaciones comunes antes
explicitadas.

Por lo tanto, en cuanto a los productos mediterráneos, había un
llamamiento claro dentro del documento que se proponía al Consejo de
Ministros para dar un tratamiento equilibrado a dichos productos y,
además, prioritario, lo cual a nosotros nos parecía de extraordinaria
importancia. En nuestra opinión, desde el principio había unas
afirmaciones --luego incluso fueron mejoradas-- sobre el desarrollo rural
que nos parecían razonables en el documento de compromiso.

Llegamos al punto de la discordia, al número 6. Discúlpenme porque les
haya dado el texto en francés, pero es que, al no habernos llegado, no
tenía la copia en español, pero de todas formas se lo voy a leer. El
punto 6, y se lo leo textualmente, decía que el Consejo ha subrayado que
el problema de financiación de la futura PAC es crucial y que es
necesario disponer de medios apropiados y suficientes para llevar a buen
término el proceso de reforma sobre las bases de las orientaciones antes
citadas y para realizar el modelo deseado de agricultura europea. Y ahora
viene la



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frase más polémica, la cual, al no poder aceptarla la delegación
española, convirtió este documento, que debería haber sido unas
conclusiones del Consejo, únicamente en una declaración de la
Presidencia. La frase dice que el Consejo ha confirmado su firme voluntad
de continuar gerenciando o desarrollando la política agrícola común, así
como de realizar su reforma respetando la disciplina presupuestaria
aplicada a nivel de la Unión Europea, y ha estimado que, sin perjuicio de
lo que ésta cubre y financia, sería necesario mantener la línea directriz
agrola como un techo en sus principios y en sus modalidades actuales de
cálculo. En relación con esta frase, nosotros solicitamos lo siguiente:
que se añada en el marco de la Europa a Quince.

Repito que la frase dice: El Consejo ha confirmado su firme voluntad de
continuar gerenciando la política agrícola común y de realizar su reforma
respetando la disciplina presupuestaria aplicada a nivel de la Unión
Europea. Hasta aquí no hay problema. La parte conflictiva es que ha
estimado que, sin perjuicio de lo que financie, sería necesario mantener
la línea directriz agrícola como techo, tanto en sus principios como en
sus modalidades actuales de cálculo. Nosotros dijimos que había que
quitar «sin perjuicio de lo que financie», porque, en teoría, lo ponían
para darnos más tranquilidad y, sin embargo, lo que hacían era crearnos
más incertidumbres, y luego añadir en la Europa a Quince.

Señorías, me alargo un poco en esta cuestión porque he oído muchas
declaraciones y he leído mucho sobre la decisión que adopté en ese
Consejo de Ministros. Pero tal y como está redactada esta frase, quiere
decir que, con la línea directriz agrícola en su actual cálculo y
modalidad, es el techo de gasto agrícola sin contemplar, sin determinar
qué se va a financiar con eso. Con eso se pueden financiar las nuevas
adhesiones u otras líneas relacionadas con la agrícola, como, por
ejemplo, fondos que ahora están contemplados para el sector agrario, para
el Feoga-Orientación. Si dejamos la misma dotación presupuestaria, pero
incorporamos muchos más gastos, está claro que el mismo pastel da unas
porciones más pequeñas.

Obviamente, el siguiente párrafo no cierra la posibilidad de reconsiderar
la situación actual --ahora voy a leerlo--, pero siempre disponiendo de
datos fiables. Nosotros aceptábamos que se mantuviera el párrafo que dice
que en este contexto el Consejo ha tomado nota de las sugerencias de la
Comisión relativas a la financiación o a la cobertura de la línea
directriz agrícola, así como de las motivaciones que ha suministrado la
Comisión para apoyar estas sugerencias, y ha convenido --el Consejo--
pronunciarse a este respecto en un estadio ulterior cuando disponga de
elementos de preparación más completos y detallados respecto a las
medidas susceptibles de ser financiadas por el Feoga-Garantía.

Señoras y señores diputados, tengo que decir que, por parte de diversas
delegaciones, lo mismo que por parte de la delegación española, habíamos
denunciado que las incertidumbres eran demasiadas y que las imprecisiones
en cuanto al respaldo financiero de toda la operación que se nos había
propuesto también eran demasiadas como para poder admitir esta situación.

Y tengo que decir que fue esa frase la que impidió que nosotros
respaldáramos este documento, porque el resto lo suscribíamos. Asimismo,
tengo que decir que algunos países insistieron en mantener la frase,
siendo el resultado final, como muy bien saben, que hubo una declaración
y no unas conclusiones respecto a esta cuestión.

Por lo tanto, los ministros de Agricultura estamos de acuerdo en la
determinación de gran parte de las incertidumbres; sin embargo, se
mantiene con toda su virtualidad la incertidumbre mayor, porque, si se
dice que se va a defender una política agrícola común, si se dice que a
los productos mediterráneos se les va a dar un tratamiento equilibrado
equivalente a los otros productos, pero no se garantiza el respaldo
presupuestario para esas medidas, para esa política, estamos diciendo
bastante poco. Porque sólo de verdad se podrá garantizar esa política y
esa especificidad de la agricultura europea a la que estamos exigiendo
limitaciones importantes, sólo se podrá dar ese respaldo y tratamiento
equilibrado a los productos mediterráneos si hay una suficiencia
presupuestaria detrás que lo garantice. Esa suficiencia presupuestaria
--insisto-- es la única manera también de que podamos garantizar por
ejemplo que, si se rebajan los precios, se les va a dar una cobertura y
compensación suficiente o que, si los países pecos se incorporan --pero
eso sería un segundo nivel--, se hará sin grave detrimento para la
agricultura de la Europa actual.

En función de todo esto España presentó una declaración. En ella se decía
que la delegación de España declara que no está en condiciones de
asociarse a las conclusiones de la Presidencia, fundamentalmente, porque
el texto no precisa que el mantenimiento de la línea directriz agrícola,
en sus principios y modalidades actuales de cálculo, debe ser entendido
en el marco de una Comunidad a Quince y con una cobertura limitada al
campo de aplicación actual. Esto es lo que ha pasado y no quiere decir ni
quedarse aislado ni no quedarse aislado, ni quedarse solo ni no quedarse
solo. Esto, señorías, en mi opinión, es defender los intereses de la
agricultura europea y los de la agricultura española. Como tal se adoptó
esta decisión. Y creo, señorías, que si, por el contrario, hubiera
aceptado este texto tal cual, quizá algunos de los que ahora dicen que me
quedé sola y aislada estarían dando sus quejas, sencillamente, porque
dirían que había comulgado con ruedas de molino y que había vendido a la
agricultura española.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos parlamentarios que deseen formular preguntas
o hacer algún tipo de observación? (Pausa.) Como grupo solicitante de la
comparecencia, tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista,
la señora Leiva.

Indico a todos los señores portavoces que, por favor, para que esta
Presidencia pueda actuar más conforme al Reglamento, se atenga a los
tiempos disponibles.




La señora LEIVA DIEZ: Señor presidente, lo vamos a intentar, teniendo en
cuenta que la ministra ha hecho una exposición casi de 50 minutos. Vamos
a intentar ser breves.




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También quiero decir que he escuchado y seguido su intervención y, según
eso, voy a hacerle ahora una serie de observaciones. Lo primero que
quiero decir es que la Agenda 2000 se presenta el 16 de julio de 1997, el
día de la fiesta de nuestros pescadores; parece que puede ser indicativo
para España.

Tras un amplio y prolongado debate interno, de acuerdo con la función de
la Unión Europea, se inicia este proceso previo a los dictámenes que en
su día emite el Parlamento Europeo y negociaciones formales de los
consejos de ministros europeos. En el calendario que se ofrece, desde el
16 de julio que se presenta la Agenda al 12 ó 13 de diciembre --y estoy
hablando únicamente del calendario de la Agenda 2000 para el año 1997--
hay una serie de actividades que pasan por la reunión del Consejo
informal de Luxemburgo, la reunión restringida de ronda de posiciones de
cada uno de los Estados miembros; se reúne el Consejo de asuntos
generales y comienza la presentación y discusión en el Comité especial de
agricultura, diferentes secciones del Comité especial de agricultura, el
Consejo de agricultura de septiembre, el Consejo de asuntos generales del
6 de octubre, el Coreper sobre la PAC y políticas estructurales de 9 de
octubre, el Consejo Ecofin en octubre, también entonces la reunión
informal de los ministros de Exteriores y, finalmente, el 17 y 18 de
noviembre el Consejo de Agricultura. Y hoy, 24 de noviembre, también
tiene lugar, si no tengo mal entendido, según he visto en Internet, el
Consejo de Ministros de asuntos generales y paralelamente se pronuncia
aquí, en el Parlamento, la ministra de Agricultura. Menos mal, porque lo
único que queda para el año 1997 es la cumbre europea de ministros de
Asuntos Exteriores para el 12 y 13 de diciembre; menos mal, porque por
poco se pasa el año sin que la ministra nos informe en este Parlamento.

¿Por qué queríamos que viniera a informar a este Parlamento? Por algo muy
importante. De los debates agrarios que se han producido en la Unión
Europea, el más importante desde la reforma de 1992 ha sido, después de
la integración de España en la Unión Europea, el de la ampliación de los
países del este y centro Europa y el de la modificación de la PAC, el que
denominamos como Agenda 2000, donde se contempla la modificación de las
futuras políticas tanto continentales como mediterráneas. No habrá otro
debate importante hasta final del 2006.

Ministra, como verá, el calendario empieza el 16 de julio; hoy es 24 de
noviembre. Le voy a hacer una pregunta: ¿Para qué ha venido usted hoy
aquí, después de que le pedimos la comparecencia a primeros de septiembre
del año 1997, si España ya ha fijado su posición sin tener en cuenta la
opinión ni de comunidades autónomas, ni de organizaciones agrarias, ni de
las organizaciones cooperativas, ni siquiera de organizaciones
empresariales, de la FIAB de la que también tenemos aquí algún artículo
en el que se queja de su procedimiento? No ha escuchado previamente a los
grupos políticos. No sé si ha venido aquí a decirnos qué opina el
Ministerio de Agricultura sobre la Agenda 2000. Si es a eso, desde luego,
no lo ha conseguido.

Tenemos constancia, según se le acusa en diferentes medios de
comunicación --y nos basamos también en eso, porque usted se ha referido
en algún acto público a titulares de medios de comunicación como un
documento fiable--, de que la posición de España se ha fijado en un mes
escaso. ¿Qué ha ocurrido? Que en los diferentes foros el Comité especial
de agricultura o en los consejos de ministros ustedes han mantenido
posiciones totalmente contradictorias o, por lo menos, no iban en la
misma línea de lo que ha resultado del Consejo de agricultura del 17, 18
y 19 de noviembre. Porque en ningún momento, ministra, se hace alusión a
esa famosa frase por la que usted no firma el acuerdo; en ningún momento.

Tengo todas las actas del Comité especial de agricultura y la posición
española en los diferentes consejos de ministros e incluso en el Consejo
de Ministros de Exteriores. ¿Qué es lo que ha pasado, ministra? Si quiere
empezamos por el final. Vamos a empezar por el final de su intervención,
no vaya a ser que luego el presidente no me deje tiempo.

Empezando por el final y leyendo la documentación que usted me presenta
aquí, también la traduzco, tal vez no tan bien como usted; no sé por qué
nos la ha traído en francés; desde luego, yo la tengo en español y, si
quiere, se la paso ahora mismo para que la pueda distribuir. Decía que
cuando veo la nota de la delegación española, cuando leo la declaración y
la nota oficial en la que se dice que catorce delegaciones se ponen de
cuerdo, ministra, me da mucha pena. No nos ofrezca cuentos chinos; no nos
tome por lo que no somos. Catorce delegaciones se ponen de acuerdo y
votan sí a unas conclusiones. ¿Qué pasa con la ministra de Agricultura?
¿De quién obedece instrucciones de última hora, ministra? ¿A qué
intereses supedita los intereses de la agricultura española? Díganoslo en
esta comisión, ministra; se lo vamos a agradecer. Por lo menos será una
Comisión de la que podremos considerar que se nos da información, porque
hasta ahora lo hemos tenido que mendigar en revistas especializadas o en
las actas del Consejo de Ministros o en las de las comisiones especiales
de agricultura.

Todas las razones que nos ha dado ¿las ve usted y el resto de los
ministros no las ven? ¿Es que todos son tontos? ¿Usted es la lista y los
demás son todos tontos? Estoy en sede parlamentaria y lo digo aquí porque
el Grupo Socialista siente que la ministra española no haya firmado el
acuerdo al que han llegado todos los demás ministros. Si seguimos oyendo
medios de comunicación y leemos recortes de prensa, ¿sabe lo que leíamos
recientemente, el 17 de noviembre? Que la ministra de Agricultura, y esto
lo dice algún colega suyo por los pasillos de Bruselas, cuando defiende a
nuestros productores en el Consejo nos perjudica. Eso es lo que ya está
diciendo algún colega suyo. Usted tendrá que elegir entre dejar aislada a
España, porque esto lo vamos a pagar en el futuro, ministra, lo vamos a
pagar muy caro, o vender aquí la foto; déjese de tantas fotos, lea más
documentos y prepare más la información del Consejo. Esa es nuestra
opinión. ¿Por qué opinamos eso? Porque nos preocupa, y no somos sólo
nosotros los que pensamos esto, lo están pensando muchos más. No nos
hemos quedado solos. En este caso todo el sector agrario le está diciendo
a usted que ha hecho mal en dejar en este aislamiento al Gobierno
español.




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Otra de las cosas que usted decía hoy aquí me parece lamentable. He
escuchado la frase con atención. Usted nos está diciendo que por una
frase no ha votado o no ha apoyado las conclusiones. ¿De verdad se lo
cree? Sólo por una abstención del Grupo Socialista en el aceite de oliva
en este Congreso de los Diputados usted y mucha gente fue capaz de decir
que nosotros rompíamos la unidad, que seríamos los responsables del
fracaso del aceite de oliva. Si ésa es la consecuencia, utilizando los
mismos argumentos, sólo por esa frase y por romper la unidad será usted
la responsable de la reforma de la OCM de los productos continentales que
usted nos ha enumerado. Estoy hablando del vacuno, de la leche, de los
cereales, de los productos mediterráneos, del aceite de oliva, del vino,
del tabaco. Usted dice a continuación que ese documento lo suscribíamos.

Repito que si suscribí el documento, ¿no es mejor estrategia que apruebe
el documento y explique después la frase? ¿No es mejor eso? Desde luego,
a usted le va a costar mucho explicar esto en España, porque lo único que
estamos viendo es que votación tras votación deja usted a España más
aislada en la Unión Europea. No sabe negociar. Creo que ya es hora de que
usted aprenda a negociar.

Usted dice que no se garantiza el respaldo económico, que se dice muy
poco, y todos los demás ministros están pensando lo mismo y, sin embargo,
lo están apoyando. Esto me suena a lo que oímos ayer con respecto a la
cumbre del empleo, donde argumentaban exactamente lo mismo. Pero la
realidad es que España, una vez más, se vuelve a quedar aislada, España
pierde posiciones en Bruselas, a España no se la está considerando y
seremos el hazmerreír de todos los colegas comunitarios.

Me parece que cuando hablamos de la Agenda 2000 nos estamos jugando todos
mucho. Los objetivos principales de la Agenda 2000 en relación con la
política agraria común consisten, fundamentalmente, en establecer las
orientaciones que deberá seguir en los próximos años la Unión Europea de
cara a conseguir la integración de los países del este sin generar
aumento presupuestario, reestructurar los fondos comunitarios en apoyo de
una verdadera política rural y del fomento de medidas agroambientales y
reformar la política agraria común comunitaria que, profundizando en la
reforma de 1992, pretende una serie de objetivos, que también le
enumeraré. Creo que es mejor que España participe en el diseño de todas
estas políticas porque hay que estar decidiendo en los foros de
discusión. Lo más fácil es desmarcarse. Eso es lo más fácil. Hay que
estar decidiendo, y para ello hay que estar participando día a día. Eso
es lo que el Grupo Socialista le está pidiendo a usted, que participe en
las negociaciones.

Como medida complementaria, propone establecer un límite individual de
los pagos compensatorios y la autorización de los Estados miembros para
que introduzcan criterios de diferenciación, o sea la modulación de los
pagos compensatorios. En este aspecto también me preocupa la indiferencia
de España. ¿Qué opina la ministra? Nosotros habíamos pedido la
comparecencia para que nos informase sobre la posición que mantendrá el
Gobierno ante la Agenda 2000. Usted me puede decir que el debate no ha
terminado todavía, que falta mucho. De acuerdo, pero yo quiero que en
este momento el debate sea consensuado. Puede que el documento de la
Agenda 2000 tenga críticas y deficiencias financieras, en eso estamos de
acuerdo con usted; pero creo que no es bueno desmarcarse, que no es bueno
que se quede sola, porque aquí lo puede vender pero allí no.




El señor PRESIDENTE: Señoría, le rogaría fuese finalizando.




La señora LEIVA DIEZ: Dada la importancia económica y social de la
agricultura en España y con una reforma como la que se propone en la
Agenda 2000, en la que Europa se juega el futuro de lo que ha sido y es
hasta ahora su elemento vertebrador del mundo rural, le pedimos un
análisis riguroso de las propuestas y de sus implicaciones, y con esto
voy a terminar para que vea que me ajusto al tiempo que me da la
Presidencia. Queremos una profunda discusión política y social con los
parlamentos regionales, con el Congreso de los Diputados y, si es
necesario, con el Parlamento Europeo --en otros aspectos usted también lo
está reclamando, ¿por qué aquí no?-- y el mayor consenso posible entre
los agentes sociales, económicos y políticos. Nos va a tener a su lado
para negociar, ministra; de verdad que nos va a tener a su lado para
negociar.

Ministra, el Grupo Socialista le ofrece siempre la colaboración. Al Grupo
Socialista no se le llama prácticamente para nada y usted sabe que en las
políticas europeas los socialistas también tenemos qué decir, y los
socialistas españoles estamos participando permanentemente con los
socialistas europeos.

Le repito y termino con lo que he empezado: es el debate agrario más
importante desde la reforma de 1992 hasta el final del año 2006. No sirve
de excusa que en el debate falte mucho; consulte, negocie, hable con
todos los agentes sociales españoles y, de verdad, no se preocupe de la
imagen porque al final si todos estamos implicados, todos estaremos
participando en ello. El Grupo Socialista le dará la participación y su
opinión en muchos aspectos, siempre que se nos requiera por parte de la
ministra de Agricultura.




El señor PRESIDENTE: Como el Grupo Parlamentario Mixto se va a repartir
el tiempo, tiene la palabra su primera portavoz señora Rivadulla.




La señora RIVADULLA GRACIA: Gracias, señora ministra, por su
comparecencia.

Voy a intentar mantenerme en un tono un poco más amable.

En estos temas siempre hemos manifestado desde nuestro grupo
parlamentario, ahora concretamente Iniciativa per Catalunya-Els Verds,
una gran preocupación. Yo me acojo a las últimas palabras que ha
expresado la portavoz socialista Ana Leiva en el sentido de que su grupo
parlamentario ofrece al Gobierno su apoyo, dentro de lo que entienda el
Grupo Socialista que es susceptible de ser apoyado. Creo que ésta ha sido
la tónica de los grupos parlamentarios de esta Cámara cuando tratamos de
defender



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nuestros intereses en relación con el conjunto de la Unión Europea.

Nosotros compartimos la preocupación que ha puesto de manifiesto la
ministra en su exposición en relación a muchos temas. Si la preferencia
comunitaria y la solidaridad financiera no está contemplada, como así es,
realmente es preocupante. Si la línea directriz agrícola se ha de
mantener en los mismos niveles cuando tenemos por delante el hecho de que
los productos mediterráneos prácticamente no absorben nada del gasto
agrícola en comparación con lo que consumen otros productos
continentales, y si decimos que los criterios han de ser --de conformidad
con el acuerdo jumbo-- paritarios y equitativos, parece que ahí hay una
deficiencia y una parte del gasto todavía no cumplida que deberíamos
tener presente en el momento de establecer los techos financieros.

Lo que pasa es que nos encontramos en un momento en que se dice que, ante
las insatisfacciones que había producido la reforma de 1992 de la PAC, se
intenta poner más en el centro de la política agraria a la persona y no a
los productos; pero nosotros también compartimos la idea de que esa
persona en el mundo rural tiene como actividad fundamental la agricultura
y la ganadería y que, por tanto, la financiación destinada a los precios,
al mercado y a la ayuda directa a los agricultores y a los ganaderos debe
ser prioritaria. Es cierto que hay reticencias porque se dice que los
agricultores en este momento son el 5 por ciento de la población activa y
que representan el 0,6 por ciento del PIB, pero también es cierto que
ocupan el 85 por ciento del territorio. Y cualquier persona con sentido
común en la Unión Europea tiene que entender que esos dos puntos tienen
que ser conciliados.

Yo le diría, señora ministra, que no me importa que se haya quedado sola.

Hemos dicho muchas veces que había cantidad de cuestiones que eran
completamente inasumibles. Por tanto, mientras hay vida y esperanza y
mientras hay posibilidades de negociar, hay que actuar teniendo en cuenta
el sentido común y las necesidades a las que tenemos que llegar. Lo que
me preocupa es el timing, la temporalización que viene después.

Usted ha marcado una postura diciendo que con esta línea de directriz
agrícola, con este techo seguramente no tendremos para atender las
medidas que antes correspondían al Feoga-Orientación y que ahora
seguramente van a ir al Feoga-Garantía; y que tendremos que tener también
en cuenta el tema de los Peco y la debida atención a los productos
mediterráneos. Con esto estoy de acuerdo. Pero, a partir de ahora, ¿qué
perspectivas tenemos de que esta posición pueda prosperar dentro de los
debates que se están produciendo en la Agenda 2000 y qué posibles aliados
tenemos del área mediterránea?
Me preocupa también, señora ministra, su indefinición --aunque veo que
hay definición sobre temas que yo comparto-- en relación con el tema de
la modulación. Dice usted que no está comprobado que el 20 por ciento se
llevara el 80 por ciento. Hay estudios que ha hecho la COAG en Aragón y
en otros sitios donde parece ser que la cosa va así. Yo he pedido datos
sobre esto a este Gobierno y a gobiernos anteriores y no me los han dado.

Creo que estos datos son públicos y los podríamos manejar. Lo que es
cierto es que no podemos seguir de esta manera porque, aun manteniendo la
misma línea directriz agrícola, si fuera repartido mejor, de forma más
equitativa, quizá sí podría llegar. Por eso es cierto que tenemos que
hacer estudios rigurosos de las repercusiones que van a tener todas estas
medidas, para ver las variables que podemos tener y el juego que todavía
hay dentro de esa misma línea directriz agrícola.

Si la Reina de Inglaterra, por poner un ejemplo absolutamente anecdótico,
es la que recibe la mayor financiación del Feoga-Garantía, entiendo que
no estamos cumpliendo con los objetivos de la PAC, como es la fijación de
la población al territorio y todos los principios que compartimos. Desde
luego no creo que la Reina de Inglaterra contribuya en mucho. Ahora bien,
lo que se lleva la Reina de Inglaterra lo deberíamos distribuir en lo que
usted ha dicho que debía ser objetivo prioritario, que son las
explotaciones familiares agrarias. Estoy haciendo una caricatura, pero la
línea filosófica política debería ir examinando esas posibilidades que
irían hacia las personas que son agricultores a título principal en la
línea de modular, como están pidiendo algunas organizaciones agrarias,
cuya filosofía comparto, y en la línea de potenciar la modulación sobre
la base al empleo generado en el mundo rural. Esto creo que debería ser
fundamental.

Por otra parte también creo, señora ministra, que debería ser menos tibia
y le debería dar menos miedo todo lo relativo a la asociación de ayudas
directas en relación con el respeto al medio ambiente. Ya sé que esto es
peligroso y que hay que hacerlo con moderación y ponderación, pero no hay
salvación para la agricultura y para el medio ambiente de la Unión
Europea si no hacemos cada vez mayor hincapié en que la agricultura y la
ganadería no pueden convertirse en un factor de agresividad contra el
medio ambiente. Creo que en esa línea el Gobierno español no debería
mantener una posición en contra. Tenemos que llevar adelante esta línea
porque usted ha dicho: no es cierto que la ganadería intensiva sea más
agresiva contra el medio ambiente o que sea de menor calidad. Yo no sé si
es de menor calidad, creo que la ganadería extensiva es de más calidad, y
ésta es una apreciación personal, pero debemos establecer todas las
medidas correctoras que sean posibles, porque hemos tenido muchos sustos:
hemos tenido las vacas locas, estamos teniendo la peste porcina clásica y
esto está produciendo verdaderas catástrofes; catástrofes en las
economías de las personas y catástrofes en relación con el medio
ambiente. Por eso yo no sería tan tibia en cuanto a las medidas que
asocien las ayudas directas con el medio ambiente.

Las medidas de acompañamiento han prosperado más en unos países que en
otros. En Francia han prosperado más que aquí. Hay programas de las
medidas de acompañamiento, pero, como he dicho muchas veces, solamente
uno ha dado más dinero anual que los tres programas del Estado español
desde que se están aplicando. Por tanto, eso requiere también un esfuerzo
en las políticas nacionales y en los presupuestos estatales porque son
cofinanciados.




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En principio no tengo más que decir, aunque seguro que me dejo un montón
de cosas a las que, en caso de que haya un turno de réplica, me podría
referir.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el portavoz del Bloque Nacionalista
Galego, señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ VAZQUEZ (don Guillerme): Efectivamente, en la exposición
que hizo, la señora ministra aludió a muchos problemas que plantea este
famoso documento de la Agenda 2000.

Quisiera decirle, en primer lugar, que nos parece bien, si es verdad que
va a ser así, que esas directrices que traza la Comisión, especialmente
para el sector cárnico y lácteo, a los que luego me referiré brevemente,
se aplacen para una discusión posterior y no se vayan a aprobar en el
Consejo de diciembre.

En todo caso, a mí me parece, señora ministra, que usted hace demasiado
hincapié en el tema de la suficiencia presupuestaria para compensar los
problemas que aparecen para la agricultura en la Agenda 2000 y, sin
embargo, a mi parecer hace poca referencia --y en general cuando se habla
de estas políticas se hace poca referencia-- al derecho a producir, a la
producción como base de la existencia del mundo rural, que en teoría
todos defendemos, y sobre todo del derecho al trabajo, porque a ese mundo
rural, que en algunos lugares va desapareciendo a ritmos acelerados por
las políticas que se están diseñando y aplicando, no hay alternativas de
empleo.

Nosotros podemos compartir, en alusión a otras intervenciones, que usted
podría haber informado antes al Congreso y a los sectores implicados, ya
que eso siempre es deseable. En todo caso también quisiera expresar que
no tenemos ningún problema en que se quede sola, y lo digo así, si es en
defensa de los intereses agrícolas y ganaderos del Estado español, en
general y, desde luego, si lo es más aún en defensa de los intereses
agrícolas y ganaderos de la Comunidad Autónoma de Galicia. En ese sentido
esperamos de usted una defensa clara de los mismos.

En el breve tiempo que me corresponde me gustaría comentar algunas
cuestiones, y usted me corregirá si no son así, que desde nuestro punto
de vista resultan francamente preocupantes en las directrices que se
trazan en esa famosa Agenda. Desde el punto de vista del Bloque
Nacionalista Galego lo que se pretende es profundizar en una política
agraria que nosotros sí que creemos que resultó lesiva en el pasado
reciente, y no en un pasado demasiado pasado, para los intereses
agrícolas del Estado español en general y de una manera particular para
los intereses agrícolas y ganaderos de Galicia.

Es curioso que usted diga que no se habla de las cuestiones de la
agricultura mediterránea y a nosotros, al contrario, nos resulta curioso
que se hable de unas determinadas directrices para unos temas que nos
afectan mucho como son los cárnicos y lácteos, a los que me voy a referir
brevemente.

Sobre el sector cárnico no le voy a decir a usted algo que no sepa.

Efectivamente es un sector que está en situaciones muy límites en este
momento y que, junto con el lácteo, es fundamental en la producción final
agraria, especialmente en algunas comunidades. Y si estamos en desacuerdo
con lo que se viene practicando hasta ahora, lo que se está proponiendo
en esa Agenda 2000 es una política basada en esa disminución de precios
que en el caso del vacuno quieren que llegue nada menos que al 30 por
ciento sin que se compense con ayudas. Por eso insistimos en que lo que
no defendemos es no producir a cambio de ayudas, para que quede de una
vez claro, porque podemos hacerlo a la inversa: producimos nosotros y les
damos las ayudas a ellos. A mí me parece que este asunto está un poco
gastado, es decir, que no se produzca y dénle ayudas. No, hay que
equilibrar un poco más la cuestión o, si no, lo hacemos al revés. Por
tanto, estas ayudas por encima --y usted mismo lo reconocía--, resultan
discriminatorias en su aplicación práctica, por ejemplo, en sectores como
nuestra comunidad. No voy a insistir, porque usted ya sabe de sobra qué
pasa con el tema de las vacas nodrizas, los vacunos machos, las lecheras,
etcétera; incluso podríamos considerar el tema de los precios estancados
y si resulta rentable en este momento producir. Con las directrices que
plantea la Agenda 2000, señora ministra --y si no lo comparte, por lo
menos, téngalo en cuenta-- caminamos, naturalmente, a la desaparición
casi total de este sector en el marco que nos plantea ese documento.

En cuanto al sector lácteo, se mantiene el sistema e cuotas hasta el año
2006. Aquí quisiera hacer una consideración, porque constantemente se
está hablando de que el sistema de cuotas es positivo para nuestros
productores de leche. Quisiera que esta discusión, que se repite
cíclicamente en este Congreso, no se hiciera de una manera abstracta;
tenemos que hablar del sistema de cuotas actual, no del sistema de cuotas
en abstracto. Creo que este sistema de cuotas actual, que es injusto para
el Estado español y más en concreto para una comunidad autónoma como la
nuestra, no solamente no ayuda a fortalecer ese sector sino que, al
final, lo va a reducir. Por tanto, no quiero entrar en si el sistema de
cuotas en abstracto es bueno o malo, sino en que este sistema de cuotas a
nosotros no nos beneficia, y no es que me lo esté inventado, sino que es
una cuestión que se puede constatar. Cuando abordemos la discusión sobre
el sistema de cuotas habrá que hacerlo en el sentido de si sirve para
fortalecer el sector productor o transformador del Estado español o sirve
justo para lo contrario; a nosotros nos parece que, en este momento, está
sirviendo para lo contrario. Además, en ese documento que aparece de la
Agenda 2000 se traza otra vez una línea basada en disminución de precios,
otro 10 por ciento que tampoco se va a compensar con ayudas. No obstante,
insisto en que nosotros no contraponemos nunca producción con ayudas
porque es como jubilar los países anticipadamente, y nosotros no estamos
por países subvencionados, sino por países que tengan su derecho a
producir.

Con esas líneas que se trazan, nos parece preocupante que no se trace,
por ningún lado, la posibilidad de ampliar la cuota láctea al Estado
español; eso es muy curioso. Ahí se ve claramente que no hay ninguna
intención por parte de la Unión Europea de redistribuir mejor esas cuotas
o esa situación injusta que hay en este momento. Por tanto, para



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nosotros ese documento distorsiona, por lo menos a primera vista, y nos
parecen inaceptables las directrices que traza. Nosotros animamos a
combatirlo y no tendríamos ningún problema en que usted vetase o
bloquease ese tipo de directrices, ninguno; todo lo contrario.




El señor PRESIDENTE: Le rogaría que fuese finalizando, señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ VAZQUEZ (don Guillerme): Concluyo, señor presidente,
diciendo lo siguiente. Señora ministra, me parece que lo que hay que
discutir es un problema de base: qué modelo agrario se quiere. Ese es el
problema fundamental que hay que discutir. ¿Hay que reformar la PAC?
Efectivamente, pero una reforma de fondo que, desde nuestro punto de
vista, --y concluyo de verdad, señor presidente-- debería contemplar
algunos aspectos, entre ellos que se busque en la producción de alimentos
de calidad según la tierra, un modelo que evite el productivismo a
cualquier precio; y ahí están las consecuencias de las vacas locas, el
problema de hormonas, antibióticos, todo eso que usted tan bien conoce.

Por tanto, en primer lugar, un modelo que, respetando el medio ambiente
en el sentido minucioso que se quiera, defienda también el derecho del
consumidor a una alimentación de calidad. En segundo lugar, me parece que
ese modelo tiene que contemplar una retribución digna de los productores,
que garantice el nivel de renta de los mismos, que signifique que haya
cohesión económica y social y que equilibre los territorios. No podemos
estar con un modelo donde unos salen beneficiados y otros, por ejemplo,
en la periferia, salgan perjudicados. En la defensa de ese modelo o de un
modelo cercano a estos planteamientos, estaremos dispuestos a apoyarlo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán de Convergència i Unió, tiene
la palabra su portavoz, señor Burballa.




El señor BURBALLA I CAMPABADAL: Señora ministra, muchas gracias por su
comparecencia.

Tomo la palabra, en nombre del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència
i Unió), agradeciéndole sus explicaciones, y le voy a intentar hacer
llegar algunas de nuestras reflexiones respecto a todo lo que S. S. ha
planteado.

Cada vez que nos encontramos abocados a una reforma --y estoy de acuerdo
con mi colega, la portavoz del Grupo Socialista de que ésta es una de las
más importantes encrucijadas de la política agraria común-- surgen
preguntas sobre este sector agrario; preguntas que reflejan muchas veces
preocupación y muchas veces incertidumbre. ¿Van a acabarse las
subvenciones? ¿Hasta cuándo será posible vivir exclusivamente de la
agricultura? ¿Qué tenemos que hacer con nuestras explotaciones? ¿Cómo
podremos defender mejor nuestros intereses? Aquello que puede interesar a
unas comunidades o regiones, ¿será interesante para todas las demás?
¿Cómo nos va a afectar la propuesta del paquete Santer a los diferentes
sectores productivos? Quizás también hay algunas otras, con un poco más
de calado político: ¿Van a compensar las subvenciones la bajada de
precios propuesta por la Agenda 2000? ¿Va a romperse el principio de
preferencia comunitaria? ¿La aplicación del principio de subsidiariedad
en el campo va a significar la renacionalización de la política agraria
común? ¿La modulación de las ayudas a la renta mejorará la distribución
de las subvenciones a los agricultores profesionales? ¿Va a seguir
primando la política agraria común reformada a los sectores
característicos de la agricultura del norte, al lácteo, al vacuno y al
cerealístico, en detrimento de las producciones mediterráneas? Con estas
y otras preguntas nos encontramos constantemente cuando andamos por
nuestras comarcas y por nuestros territorios.

Usted sabe, señora ministra, que cuenta con el apoyo de nuestro grupo. Le
hemos concedido y le concedemos un amplio margen de confianza para que
siga defendiendo los intereses de nuestra agricultura, de la agricultura
española, ante el Consejo de Ministros comunitarios. No obstante, le
queremos manifestar algunos de los puntos de vista que nuestro grupo
entiende, respecto a los planteamientos que usted ha hecho, que deben
tenerse en cuenta. De entrada, nuestro grupo le pide, señora ministra,
después de haber escuchado muy atentamente su exposición, dos cosas que
no son antitéticas: firmeza y flexibilidad. Le pedimos firmeza para
defender los intereses de la agricultura española y de la agricultura
mediterránea y, en este sentido, coincidimos con los demás portavoces que
así se han manifestado en que no nos importa que usted se quede sola si
defiende y mantiene posiciones en temas como el de la suficiencia
presupuestaria, que son absolutamente fundamentales; éste y otros, pero
éste concretamente, merece que se marque una posición, y que se marque
una posición firme. Por otro lado, le pedimos flexibilidad en aquellos
planteamientos que nos pueden concitar voluntades y unir a otros países y
que, en definitiva, nos pueden indicar hacia qué modelo de agricultura
vamos, qué planteamientos se hacen y qué camino es el que se debe
recorrer. La no dependencia de los precios institucionales, la
liberalización de los mercados, la competitividad, el respeto al medio
ambiente, cómo estos y otros conceptos pueden afectar a otros como el de
la preferencia comunitaria que usted ha citado.

Usted ha hablado de ambigüedades en el documento de Luxemburgo y ha
hablado de tres tipos de ambigüedades. Yo le voy a responder al primero,
al tipo de agricultura que nuestro grupo entiende que deberíamos hacer,
porque con los otros dos estamos absolutamente de acuerdo con su señoría.

Nuestro grupo entiende que la agricultura de futuro que debe hacerse se
basa en una convivencia --quizá usted prefiera coexistencia-- de dos
tipos de agricultura: la productivista, sobre la base de explotaciones
con dimensiones acordes a las dimensiones medias de nuestros principales
países competidores, que, al mismo tiempo, coexista o conviva y, con una
agricultura de explotación familiar en donde la actividad productivista
no tiene por qué ser el elemento fundamental de sus ingresos económicos
ya que éstos, en nuestra opinión, tendrán que complementarse con
actividades alternativas de otro tipo que permitan el mantenimiento
económico de estas familias y del entorno. Esto es, señora ministra, un
tipo de



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agricultura que nuestro grupo entiende, en visión de futuro, que
deberíamos plantear, y en los otros dos, evidentemente, tanto en lo que
significa los productos mediterráneos y a su tratamiento del documento,
como en lo que es la financiación de las nuevas adhesiones y la
suficiencia presupuestaria, no le hago ninguna otra reflexión porque
estamos absolutamente de acuerdo con lo que ha dicho su señoría.

He ido tomando apuntes mientras usted hablaba y, en el contexto de
mercados que tenemos cada vez más abiertos y con menos trabas a la
circulación de productos --me estoy refiriendo al planteamiento global de
la reforma de la PAC-- y con una liberalización de tierras y de
productores --y ahí tenemos el ejemplo de los Estados Unidos--, es
evidente que una de las pocas vías para la posible subsistencia de
nuestro sector agrario es precisamente la de la competitividad; y en esto
creo que coincidimos absolutamente. Competitividad, señora ministra, no
es sólo, y usted lo sabe bien, producir a menor coste, sino también
situar nuestros precios a un nivel que nos permita esta misma
competencia. De hecho, producir a menos coste tiene que llevar implícito
una reducción, sin ningún problema, de los precios institucionales. De
hecho, no podemos estar siempre pensando en precios garantizados, sino en
precios de mercado, y éstos los marca o vienen dados en gran parte por
los propios sistemas de producción, por la calidad, por la presentación,
por toda esa serie de factores en los cuales todos estamos trabajando.

Siendo coherentes con lo anterior, no tiene ningún sentido la fijación de
cuotas de producción ni los sistemas de control de la producción; tiene
que haber una liberalización en superficies y no existir, limitaciones,
como hasta ahora, como en el caso del viñedo, o restricciones de
producción, como en el caso del aceite. Esta es una de las opiniones que
le queremos manifestar. La competitividad no tiene que tener ningún
problema específico, la competitividad tiene que ganarse, en el día a
día, señora ministra, usted lo sabe bien, y es el propio sector el que
tiene que hacer ese esfuerzo. Por tanto, el que hagamos esos
llamamientos, siempre y cuando estemos dispuestos también a defenderlos a
partir de las condiciones actuales, tampoco debe extrañar ni sonar mal a
nadie. En consecuencia, no todo tiene que basarse en la vía de los
precios; la calidad, la presentación, las garantías sanitarias --y le
estoy hablando de un tema que en estos momentos estamos sufriendo en
algunas partes de nuestro territorio, como usted bien sabe-- tienen que
ser el elemento clave de nuestra competitividad, y no dudamos de que
nuestra industria agroalimentaria así lo sabrá apreciar. Cada vez más
debemos ser capaces de ser menos dependientes de la Administración y más
de las condiciones generales del mercado. El sector tiene que
autocontrolarse y conseguir de esta manera una mayor competitividad y
presencia en los mercados, y hasta la entrada de los Peco, señora
ministra, esto nos da una ocasión única para que hagamos un esfuerzo en
ese sentido, ya que quizás dentro de seis o diez años lleguemos demasiado
tarde. A nuestro entender, la producción debe respetar también los
aspectos medioambientales, y en ese sentido también coincidimos
ampliamente con lo que usted dice y con lo que han dicho otros portavoces
parlamentarios.

Por otro lado, nuestro grupo está en contra totalmente de la
renacionalización. Nuestro grupo no quiere, en un planteamiento de
futuro, restricciones ni de la Unión Europea con el Estado español ni del
Estado español con las comunidades autónomas. Entendemos que lo que
debemos hacer es un sistema equilibrado, coordinado, y en esa línea
también vamos a trabajar. Creemos que la dinamización de las zonas
rurales tiene que realizarse íntegramente a cargo de los fondos
comunitarios, ya que es una parte importante del entorno que es preciso
preservar. El que sea por el Feoga-Garantía o por el Feoga-Orientación no
tendría que suponer ninguna repercusión, lo importante es que sea con
fondos comunitarios, provengan de donde provengan.

Respecto a la línea directriz agrícola, en primer lugar coincidimos en
que se tiene que conseguir que el presupuesto que actualmente se destina
a la PAC no disminuya, y mucho menos para los productos mediterráneos.

Entendemos que es bueno desligar las ayudas compensatorias de la
producción, sobre todo en los productos continentales. No estamos tan
convencidos de que este desacoplamiento sea bueno en el caso, como
tenemos en este momento en ciernes, de la OCM del aceite de oliva o de
los productos mediterráneos. Por eso coincidimos con usted en que no se
puede hacer la reforma de la reforma sin antes haber reformado los
sectores que tenemos pendientes y que tanto nos afectan.

Voy a hacerle algunas consideraciones mínimas sobre el tema de los
cultivos herbáceos y sobre el sector lácteo. El criterio más correcto
respecto a los cultivos herbáceos sería que las ayudas compensasen
totalmente la disminución de precios, pero únicamente en los casos en que
los precios de mercado se situasen por debajo de los precios
institucionales. No debe ocurrir como hasta ahora, que las ayudas han
sido más complementarias que no propiamente pagos compensatorios. Es
evidente que no sólo deberían mantenerse las superficies de base --y en
eso creo que también coincidiremos--, sino que deben incrementarse en lo
posible para adaptarlas a nuestra realidad. Por otra parte, la reducción
o eliminación de las ayudas a los cereales ensilados no debería comportar
en ningún caso la disminución de las superficies de base. Igualmente
deben mantenerse las ayudas a este tipo de cereales, ya que, de lo
contrario, el sector ganadero --y usted lo sabe bien-- se vería
perjudicado. Las ayudas a los cultivos herbáceos no tienen que
desvincularse de los rendimientos, aunque sí deberían actualizarse y
adaptarlos a la realidad.

Por otro lado, coincidimos en los planteamientos que ha hecho del ganado
vacuno, del sector lácteo concretamente y, para no extenderme, le diré
que estamos totalmente de acuerdo con el mantenimiento que se prevé de
cuotas, pero intentando, eso sí, conseguir lo que es objetivo de todos.

Voy a finalizar, señora ministra, diciéndole que nuestro grupo sabe que
es muy dada a valorar lo positivo más que lo negativo. Nosotros
entendemos que deberíamos ser muy humildes en los planteamientos, y
además elevar el tono de la voz en aquellas ocasiones en que
verdaderamente haya que hacerlo, pero no en aquellos momentos en que los
antecedentes



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y de donde venimos seguramente nos lleva a pensar que todos hemos puesto
nuestra piedrecita o nuestro gran pedrusco en el camino para que sea más
difícil recorrerlo o, en todo caso, ararlo. La entrada de España en la
Comunidad vino determinada por unas condiciones. Nuestro grupo siempre ha
valorado el ingreso de España en la Comunidad y la labor del Gobierno que
lo hizo posible. Lo hemos dicho siempre. Nosotros consideramos que
globalmente, y también para el sector del campo, la entrada de España en
la Unión Europea ha sido positiva y cuyo valor siempre reconocemos al
Gobierno que lo hizo posible. Sin embargo, algunos de los sectores de
nuestra agricultura quedaron --y mi colega del Grupo Socialista me lo va
a permitir-- un poco tocadillos, quedaron con menos posibilidades de
desarrollarse en buenas condiciones. Prefiero llamarlo de esta manera.

Esto no debe de extrañar. El otro día un colega de su partido, un
ministro que había pertenecido al Grupo Parlamentario Socialista, nos
decía que él había tenido una conversación en el momento de la entrada de
su país en la Unión Europea con Giulio Andreotti, y que éste le había
dicho: un kilo de la industria no pesa lo mismo que un kilo de la
agricultura, para mí es mucho más importante la Fiat que el aceite. Y
estaba hablando de aceite ese ministro socialista. Eso creo que también
debemos tenerlo en cuenta, porque verdaderamente dadas las circunstancias
y las condiciones en que la negociación se puede desarrollar actualmente,
lo que se necesita es del máximo refuerzo y del apoyo de todos los grupos
parlamentarios de esta Cámara y, extrapolándolo, de todas las fuerzas
sociales y sindicales, de todo el mundo de nuestra agricultura, porque
somos lo suficientemente pequeños como para necesitar que todo el mundo
esté empujando del mismo carro. Nosotros no creemos que la señora
ministra tenga ningún interés en ganar ella sola el premio Amigo de
Música del próximo año con una canción de ese grupo que se llama Ella
baila sola, por otro lado un grupo excelente; más bien creemos que la
ministra debe tener mucho interés en ganar ese premio en la línea de una
canción como la que cantaban los Beatles hace algunos años, no tantos
como para que no la recordemos, que se llamaba All together, en
definitiva todos juntos, todos juntos recorriendo ese camino. En ese
sentido, nuestro grupo va a estar siempre apoyando la defensa de los
intereses que pueda hacer nuestra ministra de Agricultura, sabiendo que,
por otra parte, cuando tenemos que decirle cosas que nos nos parecen bien
también se las decimos, y se las decimos con ese tono de cordialidad y de
respeto que siempre caracteriza las posiciones de nuestro grupo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida, tiene
la palabra su portavoz, el señor Centella.




El señor CENTELLA GOMEZ: En primer lugar, quiero agradecer, como no podía
ser menos, la presencia y la explicación que me ha dado la señora
ministra.

Quiero empezar señalando que para Izquierda Unida el tratamiento de la
agricultura dentro de la Agenda 2000 resulta, como también se ha dicho
por parte de otros grupos, por lo menos preocupante, no solamente por la
escasa concreción que da este documento al proceso de ampliación, sino
también por la deficiente descripción de su financiación futura, cosa que
nos preocupa mucho más.

En una primera aproximación, nosotros creemos que los contenidos
agrícolas de la Agenda 2000 tienden más a continuar la senda de la
política agraria común y a preparar la nueva ronda de negociaciones de la
Organización Mundial del Comercio, que a plantearse los resultados o el
proceso de la posible, de la eventual ampliación de la Unión Europea
hacia los países centrales y orientales. En este sentido, hablando de
agricultura, nosotros vemos cómo la Comisión sigue valorando las reformas
de la PAC no como un avance, sino como un gran éxito. No compartimos esta
afirmación y de esta manera se manifiesta que hay que seguir con la
aproximación a los precios de los mercados mundiales y que eso está
asociado a la condición de ayuda directa.

La Comisión justifica este enfoque por el riesgo de los equilibrios en el
mercado, por la necesidad de un mayor respeto por el medio ambiente y por
las perspectivas de la ampliación. No creemos que estas afirmaciones
puedan ser causales y, sin embargo, en la Agenda 2000 no hay propuestas
concretas que las desarrollen, ya que, como aquí se ha dicho, se limita a
tres sectores productivos muy determinados. El documento Agenda 2000 no
analiza las posibilidades reales de la evolución de la PAC y trata de
propuestas de gestión sobre esos sectores productivos que además se
traducen en otorgar más fondos a estos sectores que ya tenían una esencia
presupuestaria mayor en detrimento de las disponibilidades financieras
del resto de estos sectores productivos.

La Comisión apunta una serie de valoraciones que quisiéramos comentar
para entender lo que puede significar el proceso de discusión de la
Agenda 2000 y plantea unos elementos positivos, aunque de difícil
cuantificación, como la reducción de los impagos ambientales y los
efectos positivos que puede tener sobre los precios de consumo. Sin
embargo, queremos centrarnos en tres aspectos que consideramos
importantes, uno concreto, aunque la ministra no lo comparta, es que nos
sigue preocupando la concentración del 80 por ciento de las ayudas en el
20 por ciento de los agricultores.

En cuanto a la mejora de los equilibrios de los mercados y a la
disminución de existencias, la expresión de una mejora del equilibrio del
mercado contrasta con los riesgos de desequilibrio que se formulan cuando
se aborda la agricultura dentro de las perspectivas políticas de la Unión
más allá del año 2000, disminuyendo por tanto el reconocimiento de que no
sólo se han reducido estas existencias, sino que las incidencias
presupuestarias de las intervenciones han minorado también los gastos del
Feoga-Garantía.

La Comisión reconoce que el descenso del empleo agrario ha contribuido a
la mejora de la renta agraria, pero no lo cuantifica en sus justos
términos. Sin embargo, este aspecto debería ser fundamental a la vista
del interés que parece ser se está realizando testimonialmente en la
Unión Europea sobre el empleo. Por tanto, la Comisión no analiza --y lo
dijimos en el debate de presupuestos-- el proceso



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de desaparición de explotaciones agrarias, aunque es verdad que se
reconoce la necesidad de una política de desarrollo rural, a pesar de que
es contradictorio con seguir manteniendo que las explotaciones agrarias
constituyen la base social y económica del espacio rural.

Tomando las encuestas sobre la estructura de las explotaciones agrarias
comunitarias entre el año 1990 y 1995, calculamos que cada año van
desapareciendo unas 200.000, lo que representa la desaparición de un 13
por ciento y la destrucción de empleo en 330.000 unidades de trabajo
agrícola, es decir un 23 por ciento del total del trabajo agrícola a lo
largo del período de 1990-1995.

Cuando desaparece un gran número de explotaciones, se destruye una cuarta
parte de empleo y se incrementa el gasto de regulación de los mercados
agrícolas, por lo que es lógico que la renta agraria suba. Otro problema
distinto es la valoración de los efectos sociales de la reforma y de la
eficacia del gasto comunitario en la agricultura. Entendemos que tanto la
destrucción de empleo como la desaparición de explotaciones habrían hecho
innecesario cualquier otro tipo de valoración porque este elemento es
fundamental a la hora de poder valorar cualquier tipo de reforma y, por
tanto, nos oponemos a la estimación demasiado optimista que pueda hacer
la Comisión.

En otro sentido, quisiéramos señalar que desde la reforma de la PAC del
año 1992 hasta el presupuesto del año 1998, este presupuesto de la Unión
se ha incrementado en un 41 por ciento, mientras que el Feoga-Garantía
solamente se ha incrementado en un 30 por ciento. Además, este incremento
--y es lo peor-- no se ha distribuido uniformemente entre todas las OCM,
sino que se ha concentrado fundamentalmente en los tres sectores que ya
antes de la reforma absorbían más fondos, los cultivos herbáceos, la
leche y la carne de vacuno. El incremento de estos tres sectores supera
el 41 por ciento y llega a absorber el 96 por ciento del incremento
observado en el gasto destinado a la regulación del mercado agrario. Para
nosotros es incomprensible y estos datos siguen siendo tremendamente
injustos.

Esta evolución del gasto configura la política agraria común que está
cada vez más centrada en estos productos, productos continentales que
olvidan, dañan, perjudican a los productos mediterráneos que son los que
tiene nuestro país.

Para resumir, quisiéramos llamar la atención sobre la ayuda a las
explotaciones agrarias de mayor dimensión, a lo que ya se ha referido
otro portavoz. Aunque la ministra dude de los datos, la realidad está ahí
y la realidad es que un 20 por ciento de los agricultores siguen
concentrando un 80 por ciento de las ayudas comunitarias y la evolución
de los efectos de la reforma requeriría --éste fue un elemento que se
sitúa en primer plano para justificarla-- una valoración sobre los
objetivos que se han conseguido antes de continuar avanzando en la
reforma.

Los informes correspondientes a España para los años 1993, 1994 y 1995
indican que la situación no ha mejorado y que en algunos aspectos los
resultados han sido perjudiciales. Según nuestros datos, el 10 por ciento
de los agricultores españoles puede recibir más del 90 por ciento de las
ayudas. Francia durante 1995 se encontraba en una situación de
concentración por la que el 30 por ciento de los agricultores recibía más
del 80 por ciento de las ayudas. Esta es la trampa que presenta, que está
detrás de las ayudas directas. Este tipo de ayudas es el que defiende los
Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio con mucho énfasis,
pero para nosotros presenta riesgo de destrucción de empleo y de
desaparición de explotaciones. El importe de las ayudas directas puede
ser muy reducido para las pequeñas explotaciones y llegar a impedir su
supervivencia, sin embargo, el importe para las grandes producciones
llega a ser astronómico. Por tanto, resulta fácil que estas grandes
producciones lleguen a absorber a las pequeñas explotaciones sin ni
siquiera mantener el trabajo que generan estas últimas. Desde nuestra
postura ideológica, entendemos lógico que Estados Unidos defienda esta
remuneración del capital, aunque nos resulta sorprendente que otras
formaciones políticas europeas, que debieran estar situadas con otros
valores, compartan y defiendan esta posición con el mismo ahínco.

Otra cuestión que nos preocupa es la utilización que se pueda hacer o se
pueda estar haciendo ya de la Agenda 2000 para el futuro próximo. Sabemos
que en el programa de trabajo de la Comisión para el año 1998 se incluyen
otras reformas de OCM a las que no se hace referencia en dicho documento,
pero nuestra postura es conocida y no vamos a ligar las reformas de
ciertas OCM a la Agenda 2000. Nos preocupa que el Gobierno español pueda
ceder ante ciertas presiones que pueda haber y la reforma de la Agenda
2000 se sitúe como un elemento que presione a la hora de defender la
postura española frente a otros tipos de OCM.

Todo indica que se puede emprender esa reforma de la PAC con una mayor
amplitud que la de 1992, pero para ello hubiera sido necesario que un
documento abordase la política agraria con más profundidad y no como se
ha hecho con el documento llamado Agenda 2000. Sobre esta última
afirmación, nos inquieta que se pueda utilizar la excusa de la ampliación
de la Unión Europea para justificar otro tipo de reformas que los países
centroeuropeos no han sido capaces de imponer a los países mediterráneos,
porque el objetivo fundamental de la Agenda 2000 no es la ampliación de
la Unión Europea, sino otros objetivos. En ese sentido nos preocupa que
la postura española pueda ser presionada en la reforma de las OCM, como
la del aceite de oliva, la del vino, o la del tabaco porque sería una
falsa presión en la que nuestro Gobierno no debe entrar.

En definitiva, nos parece que a los tratamientos financieros les falta
rigor. No entendemos cómo desde la Comisión Europea se pueden plantear
con tan poco rigor, salvo que se quieran esconder otras intenciones. Los
datos de partida no están claros, se juega con ecus corrientes y ecus
constantes, no se tiene en cuenta la inflación ni la ampliación del PNB y
no se considera que la política agraria se vaya a aplicar en los países
que amplíen la Unión Europea. Es un cúmulo de temas que deberían estar
resueltos y cuando no se resuelve no creemos que sea ni por despiste, ni
por falta de capacidad de la Comisión, sino porque se



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está intentando atender otros intereses que nos pueden arrastrar a una
vuelta más de tuerca, perjudicial para los intereses de nuestra
agricultura.

Para terminar, quisiera resaltar tres elementos. En primer lugar, para
nosotros la unidad es un valor, fundamentalmente la unidad en España. La
señora ministra debe buscar ante todo la unidad de las fuerzas políticas
y sociales en nuestro país. Como se ha dicho por otra portavoz, creemos
que no se han hecho todos los esfuerzos y que hay que profundizar mucho
más. Las fuerzas políticas del sector tienen que hablar mucho más para
conseguir que el documento de la postura española no venga aquí sólo para
ser o no ratificado, sino para ser elaborado entre todos, por lo que ahí
el Gobierno tiene un trabajo importante que hacer de aquí en adelante. En
este caso quiero repetir nuestro compromiso de participar con lealtad, en
la medida de nuestras posibilidades y también en la medida en que se nos
deje hacerlo. Por tanto, quiero reafirmar nuestro compromiso en la línea
no sólo de ratificar una postura sino de poder participar en su
elaboración.

En segundo lugar, creemos que es fundamental buscar aliados en Europa. No
podemos creer que no exista en Europa ningún país que no tenga intereses
coincidentes con los españoles. Nuestros intereses no pueden ser tan
específicos ni tan especiales que no podamos encontrar aliados para esta
batalla en el resto de países de la Unión Europea. La señora ministra y
el Gobierno entero deben empezar a buscar aliados para que no sea sólo
una batalla de España, sino que sea una batalla de los países
mediterráneos, que estamos convencidos que tienen intereses muy parecidos
a los españoles en el tema agrícola.

En tercer lugar, hay que mantener la firmeza, señora ministra. Este país
ya ha pecado demasiadas veces de bajar la guardia en la Unión Europea, de
anteponer otros intereses políticos --entre comillas-- de prestigio
personal de ciertos líderes que buscaban más su proyección personal en
Europa antes que la defensa de nuestros intereses. Hay que pasar ya de
eso y hay que defender con firmeza los intereses españoles. No queremos
que España se quede sola, pero tampoco que se vendan, como se han
vendido, los intereses de nuestra agricultura, eso eso fundamentalmente
lo que no queremos, que se vendan en función de otros intereses, como ya
se ha hecho demasiadas veces, repito, en otros momentos de nuestra
historia. Por tanto, no se trata de quedarnos o no quedarnos solos; se
trata de defender los intereses de nuestro país frente a otros intereses.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra
su portavoz, señor Madero.




El señor MADERO JARABO: En primer lugar y en nombre del Grupo Popular,
quiero expresar nuestro agradecimiento a la señora ministra de
Agricultura, Pesca y Alimentación por la documentada y completa
información que ha facilitado a esta Comisión sobre un tema tan
importante como es el contenido de la Agenda 2000, así como del estado en
que se encuentra el debate sobre el citado documento. Entiende mi grupo,
señor presidente, que éste es un tema de largo recorrido, que sin duda
alguna tendrá modificaciones sustanciales con el paso del tiempo, pero
aquí está y puesto que lo tenemos sobre la mesa, debemos empezar a
trabajar sobre él; si bien es cierto que la decisión no es de la
Comisión, la capacidad de propuesta sí pertenece a ésta y esa propuesta
está hecha.

Antes de entrar en el tema específico de la Agenda 2000 me va a permitir,
señora ministra, que le pida excusas de antemano y le exprese el más
profundo pesar porque cada vez que S. S. está ante los grupos políticos
del Congreso, concretamente ante los portavoces de los grupos Socialista
y Popular, tenga que hacer inevitablemente, algunas puntualizaciones que
le aseguro que no son nada agradables para este portavoz.

El Grupo Popular apoya de manera indubitable al Gobierno. Su señoría y yo
pertenecemos al mismo partido, que rechaza de plano perlas como las que
aquí se han oído: cuentos chinos; ministra lista, los demás tontos; usted
no quiere más que hacerse la foto; no prepara los consejos y no sabe
negociar. Esas cosas, dichas con ese estilo agrio e impropio del debate
en el que estamos, sólo conducen --y lo digo de manera irónica-- a la
conclusión de que la señora portavoz del Grupo Socialista lo que ha
pretendido es dar una clase de cómo debe actuar un ministro. Lo podía
haber hecho antes, en legislaturas anteriores, porque casi pone en duda
quién es la ministra. ¿Es usted, señora portavoz, o es doña Loyola de
Palacio y del Valle-Lersundi? (La señora Leiva Díez: Ella, ella.) Con sus
palabras casi pretendía hacérnoslo dudar, porque no sólo dice lo que hay
que hacer, por cierto sin saber hacer oposición y no pretendo dar
lecciones (Rumores.); dice lo que pasa en foros en los que S. S. no está
presente y la señora ministra sí. Usted se creerá o no lo que diga la
señora ministra, pero quien está en los foros europeos y en el Consejo de
Ministros de Agricultura es la señora De Palacio y no S. S., señora
portavoz --o portavoza-- del Grupo Socialista. Además, señora ministra, y
con esto concluyo este paréntesis, da igual lo que diga, da igual porque
al final se hace un vulgar maniqueísmo, ponen en su boca palabras que S.

S. no ha pronunciado y así seguimos marchando. Desde luego, con estilos
así, con perlas como las que he citado y que consta en el «Diario de
Sesiones», entiende mi grupo que se está cuasi rozando, si no se cae de
lleno en la falta de respeto al Gobierno y a la cortesía parlamentaria, y
desde luego --y esto sí que lo digo salvando la capacidad intelectiva de
los miembros de mi grupo-- se atenta contra el grado de inteligencia
cuando además se pretende ofrecer --lo que para mí es un cinismo total--
un apoyo y un consenso que al final nunca jamás se ha explicitado en una
votación en lo que va de legislatura. Señora ministra, si estuviera en su
lugar --me permito este consejo-- no me creería ese apoyo. Tampoco haría
caso, porque S. S. es cualquier cosa menos ingenua, de lo que se pide,
unas veces con buena fe y otras con no tanta, de que diga aquí lo que va
a hacer en futuras negociaciones. Cuando la señora ministra se sienta a
negociar en el Consejo de Ministros el resto de los representantes de los
gobiernos de la Unión Europea ¿van enseñando las cartas o las llevan bajo
de la manga? Se negocia allí y no se puede ingenuamente decir previamente
lo que se va a hacer y lo que se va a decir.




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Señor presidente, como lo importante no son las supuestas discrepancias
entre grupos, sino lo que aquí hemos oído por boca del Gobierno, al Grupo
Popular, en coincidencia con la señora ministra, no le parece muy lógico,
hablando de la Agenda 2000 de lleno, que la Unión Europea se adelante en
el diseño de la PAC del futuro o de la agricultura del futuro sin conocer
previamente el resultado de la Organización Mundial de Comercio de
finales de siglo, sobre todo, como ha señalado la señora ministra, sin
aprovechar las ventajas de la cláusula de paz que tiene una vigencia
hasta finales del año 2002 o principios del 2003. En cuanto a las
orientaciones generales hemos tomado nota de cuanto se nos ha dicho,
coincidimos con la señora ministra y estamos preocupados sobre el hecho
de que se detallen de manera exhaustiva tres OCM sin decir prácticamente
nada del resto, y a ello me referiré posteriormente.

Otro de los puntos, y quiero ser muy breve, por los que la Agenda 2000
pasa inevitablemente y además de manera difícil hasta que se sepa encajar
es la integración de los países PECO. Estos son diez; parece que se
proponen iniciar las conversaciones de ampliación con cinco de ellos y
con los otros cinco piensan reforzar los mecanismos de la llamada
preadhesión. Pues bien, estos diez países, con una cifra global de más de
100 millones de habitantes, con un PIB que es aproximadamente el 3 por
ciento de toda la Unión Europea a Quince y con un PIB per capita que es
sólo el 11 por ciento de los de la Unión Europea, plantean de cara al
sector primario y de cara al sector agrario problemas muy serios. Sin
embargo, debo decir que nuestro grupo asume sin reservas esa ampliación o
integración, porque es la esencia de la Unión Europea y por solidaridad
con los países citados, los países del este y del centro de Europa, si
bien es verdad que esa adhesión no debiera ser automática sino modulada
en el tiempo, incluso con una reducción del período de convergencia si
ello fuera necesario.

En cuanto a la financiación --y es prácticamente el último punto que
toco-- entendemos que el límite de gasto, en coincidencia con la posición
española y que mantiene la señora ministra, es el primer condicionante,
puesto que además de que la LDA sea el 1,27 del PNB de la Unión Europea a
Quince, se hacen unas especulaciones que consideramos excesivamente
optimistas, porque en el caso de no producirse ese crecimiento del 3 o
del 4 por ciento que se indica en la Agenda 2000, se vería seriamente
afectada la propia financiación de la futura PAC. Tampoco se puede
especular con lo que para nosotros es una rechazable renacionalización de
las ayudas al sector primario, es decir, a la agricultura, la ganadería y
la pesca. Se deberían abordar separadamente las perspectivas financieras
de la política agraria comunitaria en el período 2000-2006, tal como
viene manteniendo la representación española, es decir, habría que
separar la Unión Europea a Quince de aquellos que eventualmente puedan
integrarse en la nueva Unión ampliada.

En cuanto a la liberalización mundial que se plantea de los productos y
de los precios agrícolas, coincidimos con el Gobierno de España y con la
postura mantenida de manera genérica ante las instancias comunitarias en
que la propia Unión Europea está legitimada para defender la
supervivencia de sus agricultores frente a la mayor competitividad de
países terceros, bien porque tengan mejores estructuras de producción,
bien porque tengan un ínfimo nivel de salarios, haciendo una especie de
dumping comercial, que es lo que de hecho se viene produciendo en algunos
casos. Desde luego, para nuestro grupo --y nos apuntamos del lado del
optimismo-- es impensable que la Unión Europea pueda permitir la
desaparición de las agriculturas menos competitivas y dejar a los
agricultores abandonados a su suerte. No ha ocurrido, no ocurre y
entendemos que no ocurrirá. No queremos hacer análisis pesimistas porque
pensamos que la postura apoyada por países como el Reino Unido o Suecia
no prosperará. Incluso creemos que no prosperarán las posturas de
aquellos que preconizan como uno de los ejes que la actividad en el
sector sea diversificada de tal manera que se tengan ingresos por
actividades que no son puramente agrarias, con un abandono progresivo de
la agricultura entendida en el sentido tradicional. Dicho de manera
telegráfica, creemos que en el documento de Cork se preconiza que existen
unos ingresos a añadir a las rentas que tiene el sector, pero en ningún
caso serían unos ingresos sustanciales.

Señora ministra, respecto a la información que nos ha dado del Consejo de
Luxemburgo de la semana pasada, nuestro grupo entiende que ha sido una
información puntual y muy actual y estamos absolutamente de acuerdo con
la postura mantenida por España. Entendemos, sencilla y llanamente, que
es mejor que no haya firmado. Ese punto sexto era inaceptable para España
y S. S. ha hecho bien en defensa de los intereses españoles. ¿Que hay
quien no lo cree así? Que lo manifieste abiertamente. ¿Que hay quien
incluso duda de que usted crea que con eso defiende la postura española?
Ese es problema de quien duda. Nuestro grupo cree que su actuación ha
sido impecable y legítima y que de verdad se ha realizado una auténtica
defensa de los intereses de los agricultores españoles, no se ha tratado
de tragar porque sí, como se hacía antes, porque, como aquí se sostenía
hace años, lo primero era decir que sí para entrar y, luego, ya veríamos.

No, es mejor ver lo que dicen los papeles y, luego, decir sí o no, o
negociar eventualmente.

Termino, señor presidente, reiterando desde el Grupo Popular nuestro
agradecimiento a la ministra --acabo con las mismas palabras con que
empecé-- por la documentada y exhaustiva información que ha facilitado a
esta Comisión. Sepa, señora ministra, que nuestro grupo apoyará
decididamente y sin ambages la posición española en las numerosas y
difíciles negociaciones que tendrán lugar en el futuro. Nos sentimos bien
informados y bien defendidos. (Un señor diputado: ¡Faltaría más!) y
hacemos oídos sordos a las tonterías que se dicen en esta sala de
Comisión por nuestra derecha geográfica. No solamente la apoyaremos,
señora ministra, sino que buscaremos el consenso con todos los grupos
políticos de la Cámara --con todos aquellos que quieran consensuar, no
con los que lo dicen y luego hacen lo contrario--, además, con la
legitimidad que nos da el hecho de haber apoyado sistemáticamente en las
legislaturas anteriores al ministro de Agricultura de turno que no
hablaba en nombre de ningún grupo



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en concreto sino en nombre de los intereses españoles. (La señora Leiva
Díez: Entonces, ¿por qué les critica?) Podría haber críticas a
posteriori, pero nunca antes de una negociación el ministro de
Agricultura de España ha ido sin el consenso total y absoluto de todos
los grupos, incluido el Grupo Popular. Sobre la base de ese antecedente,
trataremos de recabar el consenso total y absoluto antes de cualquier
negociación que S. S. emprenda en las instancias europeas.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a las diferentes preguntas y
manifestaciones realizadas por los grupos parlamentarios, tiene la
palabra la señora ministra.




La señora MINISTRA DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACION (De Palacio del
Valle-Lersundi): En primer lugar, quiero dar las gracias a todos los
grupos por sus aportaciones a lo largo de este debate. Entiendo que les
hubiera gustado que yo hubiera comparecido antes; a mí también, pero no
siempre se dispone de todo el tiempo que a uno le gustaría. La verdad es
que comparezco con gran asiduidad, tanto en el Congreso como en el
Senado, dicho todo lo cual, como bien saben SS. SS., aunque cada uno es
muy libre de presentar las iniciativas que quiera, siempre hay una que
fuerza el debate de manera inmediata, que son las interpelaciones, que
están para producir el debate parlamentario cuando se pretende una
inmediatez. Creo que es un instrumento muy adecuado, pero cada uno es
libre de utilizar los que en cada momento juzgue más adecuados.

De todas formas, como he manifestado, estamos en el principio del debate
de la Agenda 2000. Este asunto va a durar todavía bastante tiempo. En el
próximo Consejo europeo únicamente se van a adoptar posiciones genéricas
de principios y de conjunto, no sólo sobre el asunto agrario sino sobre
las perspectivas financieras, sobre el nuevo paquete Santer, como muy
bien ha dicho uno de los portavoces, que tendrá que tomar el relevo de
las perspectivas de Edimburgo, con el hecho fundamental para el futuro de
la Unión Europea del horizonte de las nuevas adhesiones de otros países
europeos.

Hay una cuestión que no termino de entender. Unas veces se me achaca que
me quedo sola y aislada y otras se me pide que vete. Esto es un veto,
señoras y señores. Sepan SS. SS. que cuando se veta se hace exactamente
esto. Eran unas conclusiones que o se adoptaban por unanimidad o, si
alguien no las aceptaba en sus términos, las vetaba. Eso es exactamente
lo que hice. He explicado a todas SS. SS. el porqué. En mi opinión, había
razones más que sobradas. Obviamente, puede haber valoraciones distintas
y ya he tomado nota de que el Grupo Socialista entiende que hay que
incorporar a los PECO sin generar aumento presupuestario. (El señor
Chivite Cornago: No manipule, señora ministra.) He tomado muy buena nota,
está en las actas y me he quedado realmente sorprendida porque eso es lo
que se ha dicho. De eso es de lo que estamos hablando, exactamente es ése
el debate. Con las nuevas adhesiones, se está hablando de unas
estimaciones de gastos agrarios suplementarios de más del 30 por ciento
del gasto agrícola total actual y de si se asumen o no con el actual
sistema de financiación. Ese es el meollo. Por eso, ni siquiera quisieron
suprimir esa última parte de la frase, dejando todo en la más absoluta de
las indefiniciones. Querían un pronunciamiento positivo según el cual se
aceptaban precisamente las nuevas integraciones sin un aumento
presupuestario. El debate de verdad de fondo es ése. Esa es la razón por
la que veté. Antes de vetar un documento en la Unión Europea hay que
pensárselo mucho. En mi opinión, lo que estaba en juego era muy
importante, crucial y clave. Todo está muy bien, pero si al final no hay
un respaldo presupuestario, de poco va a servir. Les sorprende a SS. SS.

que yo vetara por una única frase, de un documento de cinco o seis
páginas. Pues sí, señores, veté por una sola frase todo el documento de
seis páginas, porque no querían suprimirla y porque era la frase clave y
crucial del conjunto del documento, la única que de verdad garantizaría
que todo lo demás va a ser cierto. Esa es la realidad.

En cuanto a mi imagen, me da la impresión de que hay a quien le preocupa
más que a mí; a mí me preocupa bastante poco, pero indudablemente parece
que hay a quien le preocupa mucho más.

Sobre el aislamiento o no de España, les quiero decir a SS. SS. que estén
muy tranquilos. España no está aislada para nada. Hay países que vetan de
vez en cuando documentos que consideran sensibles y eso es lo que hizo la
delegación española el otro día. Eso no quiere decir que nadie esté
aislado. En mi opinión, España está negociando mejor de lo que lo había
hecho nunca antes. Yo supongo que, probablemente, habrá alguien que
considere otra cosa, pero, personalmente, creo que se está negociando
mejor de lo que se había hecho nunca antes, desde luego en el Consejo de
Agricultura. Tengo que decirles a SS. SS. que no tengan cuidado, porque
ayer mismo, domingo, y anteayer el ministro holandés, por ejemplo, daba
personalmente un respaldo pleno y total a la postura española en el
aceite de oliva, cosa que creo nos alegra a todos, puesto que en este
asunto tenemos una postura común. Tengo que señalar a SS. SS. que el
asunto de la financiación de todas las políticas agrícolas es la base de
todo lo demás.

Por último, hay una cuestión a la que quisiera referirme, en relación con
la única persona que la ha señalado, que ha sido la portavoz del PSOE,
cuando ha dicho que todo el mundo rechaza la postura del Gobierno
español. Le voy a decir a S. S. que yo he oído otras cosas por parte de
representantes y de responsables del sector agrario. Incluso le diré que
el otro día, en la manifestación en París, a mi colega francés lo que le
pedían era precisamente eso, lo que yo había hecho. Lo que el sector
agrario francés le echaba en cara a mi colega es que no hubiera hecho lo
que había hecho yo (La señora Leiva Díez: ¡Claro!), exactamente eso. Esa
es la realidad.

En cuanto a la señora Rivadulla, quiero agradecerle sus palabras sobre
distintas cuestiones y contesto también a los señores Centella y
Burballa, que se han referido a la cuestión de los productos
mediterráneos. En estos momentos, el nivel de ayuda de los productos
mediterráneos está entre el 18 y el 19 por ciento --en función de las
producciones, porque, por mucho que haya estabilizadores, hay cierto



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tipo de mecanismos que sólo se desencadenan en determinadas
circunstancias-- del gasto agrícola total y, sin embargo, dichos
productos suponen el 23 y pico de la producción agraria. Anteriormente,
la proporción era más próxima. Es cierto que después de las últimas
reformas de la política agrícola comunitaria y fundamentalmente de la
modificación de los cereales la proporción de apoyos financieros al
sector mediterráneo ha disminuido respecto a otros sectores y a lo que
representa dentro de la producción final agraria europea. Eso es verdad y
es una de las cuestiones que nosotros hemos planteado reiteradamente. En
la declaración del Consejo jumbo, hemos conseguido que se diga que se
aplicarán unos criterios homogéneos para la modificación con relación a
los anteriores.

Comparto plenamente la preocupación que ha manifestado S. S. y que ha
subrayado el señor Centella. El abandono de la actividad agraria por
parte de la población está en una reducción de en torno al 3 por ciento.

Tengo que decir que ésta es una preocupación que yo comparto plenamente y
que es un hecho que viene arrastrándose ya desde hace una serie de años,
habiéndose mantenido en este año más o menos igual, sin que se vea
todavía ningún cambio en ningún sentido. Y le diré, señor Centella, que
es verdad que eso es lo que justifica una subida de la renta agraria,
porque la misma cantidad se reparte entre menos, siendo una manera un
poco estadística de subir la renta. Tiene toda la razón S. S. y en ese
sentido no puedo más que dársela.

A la señora Rivadulla le preocupan las insuficiencias financieras de cara
al futuro. Ese es el meollo de la cuestión, porque si se hace una
extrapolación de lo que sería tener hoy día incorporados a los diez PECO,
nos iríamos a bastante más del 30 por ciento, por encima de los 10.000
millones de ecus. No le puedo dar ahora la cifra, la estaba buscando para
dársela con precisión, pero puedo decirle que estamos hablando de unas
cifras mucho más altas.

En cuanto a la parte que supone la agricultura dentro del conjunto de los
gastos de la Unión Europea, saben SS. SS. que la línea directriz crece
conforme al 0,74-0,75 del PIB, o sea que, lógicamente, aunque las fuentes
de financiación no sólo son en función del PIB de los distintos países,
como muy bien saben, sino en función de otros indicadores, como, por
ejemplo, el IVA y otro tipo de derechos arancelarios, indudablemente, en
principio, la proyección es que la agricultura vaya perdiendo peso
poquito a poco con relación a otras políticas, en función de que está
establecida con esas limitaciones.

Sobre la indefinición en la modulación y el techo, hay dos tipos de
modulación, uno en función de lo que es el monto global de una
explotación y otro en función de otros criterios, como puede ser, por
ejemplo, el medio ambiente. Tienen ustedes razón en que no tenemos una
postura cerrada a este respecto, entre otras cosas porque las propuestas
son demasiado imprecisas, siendo demasiado arriesgado dar un sí cuando no
se hacen unas propuestas precisas. Hemos hablado de que si al final se
aceptara un techo, en cualquier caso tendría que considerar el componente
de mano de obra incorporado a la explotación agraria. Eso sí lo hemos
dicho, pero no hemos ido mucho más allá, primero, porque a la hora de
hablar de techos no se nos han dado cifras y eso habrá que verlo; desde
luego, si se habla de techos, habría que relacionarlos siempre con mano
de obra en la explotación. Y luego, en cuanto a otras modulaciones, es
decir, las relacionadas con medidas medioambientales y de otro tipo
expresadas así de manera genérica nos dan mucho miedo, señorías. No es
que yo esté en contra del medio ambiente, al revés, considero que la
agricultura tiene la función estratégica de garantizar una alimentación a
los países europeos. Recuerden SS. SS. que hace relativamente poco hubo
una guerra en donde en gran medida de lo que se estaba hablando era de
unas fuentes de energía en general. La agricultura es la fuente de
energía humana y cuando hablamos de garantizar la alimentación no se
trata de una broma sino que es algo muy serio. Ahora bien, en mi opinión,
tiene una segunda función estratégica, que es la gestión física del
territorio, es decir, no sólo consiste en mantener a la población agraria
--y con esto también contesto a alguna otra intervención anterior que se
ha producido-- en sus pueblos o en zonas diseminadas, porque a veces son
pueblos y otras veces la estructura está mucho más diseminada, sino que
además de que estén físicamente allí instalados, hay que llevar a cabo
una gestión física de ese territorio, máxime en países como el nuestro,
donde tenemos unos problemas de erosión brutales --más del 40 por ciento
del territorio tiene problemas graves--. La gestión física, es decir,
cultivar esas tierras, impedir que crezcan malas hierbas o que crezca
matojo o monte bajo, los cuales en un momento dado pueden dar lugar a
incendios difícilmente incontrolables, como ha ocurrido en algunos
sitios, que haya pastoreo y garantía para el ganado, etcétera, todo eso,
en mi opinión, es también una función estratégica básica de cara a
entregar un país en condiciones a las futuras generaciones. Que conste
que considero vital el medio ambiente. Uno de los retos que tenemos en la
agricultura europea es combinar producción y medio ambiente, respetando
las limitaciones medioambientales y manteniendo a la vez un nivel de
competitividad. El problema es que o somos capaces de introducir en las
reglas de la Organización Mundial de Comercio unos requisitos semejantes
de respeto al medio ambiente o, si no, una de las dos batallas la hemos
perdido. Ahí es donde hay que luchar. A eso es a lo que me refería cuando
decía que había que ir a una postura mucho más ofensiva en la
Organización Mundial de Comercio en la defensa de las especificidades de
la agricultura europea e incorporar limitaciones, por ejemplo, de respeto
medioambiental, importantísimas, no sólo para exigírselas a nuestros
agricultores, sino, por lo menos, a aquellos que comercian con nosotros,
es decir, que no nos vengan a vender no sé qué productos que pueden
producir sin respetar esas exigencias medioambientales que a nuestros
productores le son exigidas, porque automáticamente nuestros productores
quedan en una situación de discriminación con respecto a aquellos que no
las tienen que respetar.

En cuanto a las medidas de acompañamiento, señoría, yo misma he dado las
cifras y son muy escandalosas. Soy consciente de esa situación, pero
también le quiero decir una cosa y es que el problema es de falta de
financiación,



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fundamentalmente de los países mediterráneos, no sólo de España, aunque
España es uno de los que tiene más problemas. Yo soy consciente de ello,
como supongo que lo habrán sido mis predecesores, por algunas notas que
tengo al respecto. Por eso, lo que hay que intentar conseguir es que baje
esa cofinanciación o que se anule totalmente, porque, al final, la
cofinanciación en función de unas limitaciones presupuestarias supone una
limitación a la disposición de ese tipo de fondos.

Al señor Vázquez le quiero decir que tomo buena nota de que no aceptan
ayudas por no producir o que aceptan no producir a cambio de ayudas, si
he entendido bien, más o menos. El problema es que hay veces en que hay
que optar por algo. Cierto tipo de ayudas implican inevitablemente una
limitación en la producción por cuanto están vinculadas a ella, sobre
todo cuando tenemos un entorno como el de la Organización Mundial de
Comercio que nos contingenta las posibilidades de exportación con ayudas.

Si no, hay que producir a niveles internacionales y a precios
internacionales, y, señorías, y contesto en parte al señor Burballa, que
ha planteado el asunto también, hay que saber que es posible que en
algunos sectores seamos competitivos en el ámbito internacional,
fundamentalmente en aquellos que se dirigen a unos consumidores con un
nivel de calidad, que lo pagan, por ejemplo, en los vinos de marca o en
ciertos tipos de quesos, pero en aquellos productos en los que no hay un
componente de calidad muy alto y en los que no hay esa diferenciación no
digo que no seamos competitivos, pero con las limitaciones que tenemos de
tamaño de estructuras tendremos dificultades claramente en otros
sectores.

Señoría, usted tiene toda la razón acerca de la cuota para España. En la
futura modificación de la OCM del sector lácteo, en cualquier caso en el
año 2000, obviamente el objetivo de España es aumentar su cuota y
cualquier posición sobre cualquier propuesta estará en función de
aumentarla. Lo que no puede ser es que se nos proponga la disminución del
10 por ciento del precio, no se nos dé más cuota y lo único que se dé sea
una compensación por vaca en función de los litros asignados, lo que
quiere decir que es una situación más complicada. Ese es el problema y
ahí es donde está la discusión.

Coincido en que lo de producir a cualquier precio hemos visto que puede
generar problemas muy grandes, no sólo como el de las vacas locas sino de
contaminación de suelos y de aguas, así como situaciones difícilmente
reversibles. En cuanto a las cuotas cárnicas ya he contestado.

En otro orden de cosas, al señor Burballa le diré que uno de los
problemas graves que tenemos en la PAC es la incertidumbre y los jóvenes
cuando tienen por delante todas las perspectivas abiertas intentan buscar
algo seguro; no se trata de un problema de dinero inmediato sino de unas
ciertas perspectivas de seguridad, y creo que estos últimos cambios tan
seguidos están generando problemas importantes.

Coincido con S. S. en cuanto a que hay que tener firmeza y flexibilidad.

Sobre el tipo de agricultura, creo que es la combinación de las dos, una
no puede separarse de la otra. El problema es que si metemos este techo,
¿eso va a suponer que a cambio va a subir cierto tipo de rendimientos o
se van a dar mayores cuotas? Ese es el problema. Tal como está planteado,
eso no es lo que dice la Comisión. Lo que dice es que metemos este techo
en general y les llega lo que les llega. No da automáticamente una mayor
cobertura a ciertas situaciones de desequilibrio que se producen, como en
España, que somos, en mi opinión, los que estamos peor, con un
desequilibrio mayor; no es para eso, sino para hacer ahorros. Es muy
distinto. Es decir, si ese planteamiento --y también contesto a la señora
Rivadulla-- fuera acompañado de la declaración de que se va a dar salida
a una serie de desequilibrios y de insuficiencias de financiación que
existen en este momento, estaría bien, pero el problema es que los tiros
no van por ahí; se trata sencillamente de hacer ahorros; ya la cosa es
distinta.

Efectivamente, competitividad se puede conseguir no sólo produciendo a
menos costo sino de otras maneras, dando unas compensaciones o mejorando
la calidad; pero, insisto, la calidad tiene una limitación en cierto tipo
de productos, por ejemplo, en trigo. Está el trigo duro, que tiene unas
utilizaciones específicas, pero si se sale de ahí, existe poco margen,
como en el trigo panificable. En la no renacionalización coincidimos
todos. Respecto a S. S. discrepo en que sea igual Feoga-Garantía que
Feoga-Orientación. No da igual si no nos añaden más dinero en la línea
Feoga-Garantía; si nos suplementan, se podría aceptar, aunque supusiera
cierta discriminación, como he dicho.

En cuanto a desligar las ayudas de la producción, coincidimos todos en
que en algunos sectores sería muy complicado. Creo, por ejemplo, que no
sólo en el sector del aceite, sino también en el del algodón y en algún
otro que está todavía ligado completamente a la producción, podría tener
consecuencias muy complicadas. Hay que tener en cuenta que no pueden ser
unas líneas estándar, sino que hay productos que tienen unas
especificidades que merecen un tratamiento diferenciado. En cuanto al
maíz, coincido con S. S. en que no podría redundar en una disminución de
la superficie de cultivo.

Al señor Centella le he respondido a parte de las cuestiones que ha
formulado. En cuanto a la valoración de la PAC le quiero decir que en el
apartado 2 del primer párrafo se dice que si se puede considerar positiva
respecto a varios extremos, sin embargo se han notado efectos desiguales
en la reforma en diferentes sectores concernidos, así como de una región
a otra entre distintos tipos de explotaciones. Nosotros también hicimos
unas reflexiones no rechazando la PAC pero diciendo que había tenido unos
efectos desiguales y, al final, se recogió de una manera mucho más
matizada. El documento original presentaba efectivamente un cuadro
magnífico en cuanto a la reforma de la PAC; el final fue mucho más
matizado. No he querido extenderme, pero en el documento final había
cantidad de temas sobre los que no sólo se pronunció España sino en los
que coincidimos con otros países.

Le he contestado a la cuestión del abandono, del empleo y al incremento
de la línea directriz.

Sobre la Agenda 2000 y su objetivo de integración de los PECO, el
objetivo de la Agenda 2000 en su conjunto es



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dar unas nuevas perspectivas financieras pero, indudablemente,
financiando los PECO al menor costo posible. Esa es la gran batalla, cómo
se paga. Ese es el meollo de la cuestión.

En cuanto a la unidad de las fuerzas políticas españolas le agradezco su
manifestación. Creo que en estos asuntos es mucho mejor ir con el mayor
respaldo posible.

En cuanto al señor Madero quiero darle las gracias. Creo que
coincidiremos todos en que hay que poner unos períodos transitorios lo
más largos posibles para los PECO. Una vez metidos en esta dinámica,
veremos cómo termina. El problema es que cambie el proceso y nos
encontremos amarrados con unas limitaciones presupuestarias que nos
coloquen en una situación insostenible. He contestado a lo de Cork. En
cuanto a ingresos y gestión del territorio, no es sólo un problema de
ingresos sino también de gestión física del territorio, de arar, de
pastorear, de utilizar este territorio y de mantenerlo.

Por último, señorías, precisamente ahora que estamos dentro, como ha
dicho alguien, de lo que se trata es de intentar mejorar en lo posible
una situación que les aseguro es francamente difícil y que
lamentablemente nos afecta a casi todos los sectores. Ojalá no fuera así
y sólo me tuviera que ocupar del sector lácteo o del aceite y no
existieran otros problemas. Eso es lo que estamos haciendo y,
sencillamente, lo que se produjo el otro día fue que, por una vez, se
vetó una decisión. (La señora Leiva Díez pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señora Leiva, ¿qué desea?



La señora LEIVA DIEZ: Señor Presidente, por alusiones y por malas
interpretaciones.




El señor PRESIDENTE: No, mire, señoría...




La señora LEIVA DIEZ: El Grupo Socialista es el que ha pedido la
comparecencia y le ruego, por favor, que me conceda la palabra, porque
van a ser dos minutos.




El señor PRESIDENTE: Según los antecedentes de esta Comisión, nunca se
han concedido estos turnos. En cuanto a las alusiones, a mi juicio ya
sabe que en este caso...




La señora LEIVA DIEZ: Es el Grupo Parlamentario Socialista quien ha
provocado el debate. Por favor, le pido que...




El señor PRESIDENTE: Le rogaría que dejase explicarse a esta Presidencia
hasta el final.

Ya sabe que el artículo 71 habla de las alusiones. A mi juicio --ya sabe
que puede ser un juicio erróneo--, no se han producido alusiones que
puedan atentar al decoro o a la conducta de la persona. Es cierto que hay
una transcripción taquigráfica, y yo le ofrezco a la portavoz del Grupo
Socialista la posibilidad de que la debatamos. Como usted sabe, el propio
artículo 71 ofrece la posibilidad de contestarla en la sesión siguiente,
si realmente se comprueba en ese acta que ha habido alusiones. A mi
juicio no ha habido ninguna alusión.




La señora LEIVA DIEZ: Me preocupan más las interpretaciones de mis
palabras.




El señor PRESIDENTE: Señoría, le rogaría que guardase el orden en esta
Comisión. Es una interpretación; el artículo 72 otorga al presidente unas
facultades, y ésa es mi interpretación.

Por lo tanto, una vez finalizada la Comisión de Agricultura agradecemos a
la ministra de Agricultura la exhaustiva y detallada información
ofrecida, así como la documentación aportada a esta Comisión. Le
rogaríamos que si tuviese más información la remitiese a esta Comisión.




La señora LEIVA DIEZ: Señor presidente...




El señor PRESIDENTE: Señoría, tiene retirado el uso de la palabra.

Respételo, señora Leiva, que no le tenga que llamar al orden porque sería
muy lamentable para este presidente.

Agradecemos esta documentación y deseamos que en el futuro tengamos más
sesiones informativas sobre la Agenda 2000, ya que, como se ha dicho en
esta Comisión, es un documento que todavía se va a discutir a lo largo
del próximo año. En definitiva, le deseamos una gestión eficaz.

Se levanta la sesión.




Eran las seis y cuarenta y cinco minutos de la tarde