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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 262, de 24/06/1997
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL



CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES
Año 1997 VI Legislatura Núm. 262



CONJUNTA DE ASUNTOS EXTERIORES
Y DE DEFENSA



PRESIDENTE: DON FRANCISCO JAVIER RUPEREZ RUBIO



Sesión núm. 18



celebrada el martes, 24 de junio de 1997



ORDEN DEL DIA:



Comparecencia de los señores Ministros de Asuntos Exteriores (Matutes
Juan) y de Defensa (Serra Rexach), para informar sobre el Acuerdo entre
la OTAN y la Federación Rusa sobre las decisiones que se tomen en la
reunión ministerial del Consejo Atlántico en Sintra en preparación de la
cumbre de Madrid. A petición propia. (Número de expediente 214/000044.)
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Se abre la sesión a las nueve y treinta y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS (Trillo-Figueroa
Martínez-Conde): Se abre la sesión conjunta de las Comisiones de Asuntos
Exteriores y de Defensa para la comparecencia de los Ministros de Asuntos
Exteriores y de Defensa, a efectos de informar a las Comisiones sobre el
acuerdo entre la OTAN y la Federación Rusa, así como sobre las decisiones
de la reunión ministerial en el Consejo Atlántico de Sintra, preparatorio
de la cumbre de Madrid.

La convocatoria que he cursado de ambas Comisiones conjuntamente se
deduce tanto de la solicitud del Gobierno, que expresa su voluntad de que
comparezcan ambos Ministros, como de la solicitud del Grupo Socialista
del Congreso, que ya había solicitado, a su vez, la comparecencia del
Gobierno para informar sobre el tema. En consecuencia, en primer lugar se
producirán las exposiciones de los Ministros de Asuntos Exteriores y de
Defensa y, a continuación, se dará la palabra al portavoz del Grupo
Socialista y al resto de los grupos que quieran fijar su posición o
plantear algún interrogante.

En primer lugar, tiene la palabra el Ministro de Asuntos Exteriores,
señor Matutes.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Señor Presidente,
señorías, mi presencia y la de mi colega el Ministro de Defensa ante
estas Comisiones responden a la voluntad del Gobierno de seguir
cumpliendo con el compromiso que ha asumido de mantener informado al
Parlamento sobre la Cumbre de la Alianza Atlántica que se celebrará en
Madrid los próximos 8 y 9 de julio.

El Gobierno, por medio de las comparecencias de los pasados 18 de
diciembre y 9 de abril, ya ha tenido ocasión de exponer ante esta
Comisión los temas clave de la cumbre y la posición de España respecto de
los mismos. Quiero subrayar aquí que el Gobierno agradece muy
especialmente las valiosas opiniones expresadas por SS. SS. a lo largo de
estas reuniones, que han servido para una mejor definición de la posición
de España. Me remito a los antecedentes citados y, por lo tanto, limitaré
mi exposición de hoy a los aspectos más novedosos en el planteamiento y
preparativos de la cumbre. En particular expondré la posición del
Gobierno sobre el proceso de adaptación o de reforma externa de la
Alianza, incluyendo el debate sobre la ampliación, que tendrá su
desenlace en Madrid, así como sobre las perspectivas para el desarrollo
de la identidad europea de seguridad y defensa. Por su parte, el Ministro
de Defensa expondrá a SS. SS. la posición del Gobierno sobre la
adaptación interna de la OTAN, incluida la nueva estructura de mandos y
el desarrollo concreto de la identidad europea de seguridad y defensa
dentro de la Alianza.

Todos somos conscientes de la amplitud y complejidad de los temas que se
plantean ante esta cumbre. En Madrid culmina un largo proceso de
adaptación de la OTAN al nuevo contexto europeo y mundial de seguridad,
un proceso que ya comenzó en la Cumbre de Londres de 1990 y que recibió
su último impulso al máximo nivel en la de Bruselas de 1994. Además, esta
adaptación afecta, no sólo a la Alianza, sino también a los fundamentos
mismos de la nueva arquitectura de seguridad y defensa y al tipo de
relación que mantienen entre sí todos los países del continente.

Afortunadamente, en los últimos meses hemos logrado importantes avances,
especialmente visibles en algunos aspectos de esa adaptación externa, que
permiten enfocar la cumbre con razonable optimismo. En particular cabe
citar aquí la firma del acta fundacional Otan-Rusia, en París, el pasado
27 de mayo; la creación del Consejo de asociación euroatlántico, con
todos nuestros socios de Europa central y oriental, en la reunión que
celebramos los Ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN en Sintra los
pasados 29 y 30 de mayo.

El Gobierno valora positivamente estos logros parciales, preparatorios de
una cumbre para la que despejan el camino que culminará en Madrid. Un
proceso que sin duda continuará después de la cumbre con el nuevo impulso
político aportado por los jefes de Estado y de Gobierno. Naturalmente,
estos progresos van a simplificar, en gran medida, el orden del día de
Madrid.

Como se recordará, inicialmente en la cumbre se planteaba la posibilidad
de que en Madrid se concentrasen en un solo acto las grandes decisiones
pendientes en relación con los diferentes aspectos de adaptación interna
y externa. En la práctica, el ritmo específico de los distintos procesos
negociadores ha ido imponiendo su propio calendario. Algunas cuestiones
difíciles, como el entendimiento con Rusia, se han resuelto ya en
vísperas de la cumbre; otras, incluyendo los detalles de la nueva
estructura de mandos, todavía quizá no estén maduras para la cumbre y
sólo algunas, aunque muy importantes, serán decididas formalmente en
Madrid, entre ellas la histórica apertura de la Alianza a nuevos miembros
de la Europa central y oriental, así como la firma de la carta que regula
las relaciones especiales con Ucrania.

Las decisiones adoptadas por la Alianza en los últimos meses en París y
Sintra deben verse precisamente como preparación y garantía de éxito para
las decisiones que adoptaremos en Madrid, y las complejas cuestiones que
aún siguen en fase de negociación serán debatidas al máximo nivel en la
cumbre para recibir la orientación política de los Jefes de Estado o de
Gobierno. Al fin y al cabo la cumbre no es solamente los dos días de
reunión en Madrid, sino también todos sus preparativos y todo su
seguimiento posterior.

Con vistas a la cumbre, el Gobierno ha insistido en que el orden del día
cubra debidamente todos los aspectos del proceso de adaptación interna y
externa de la Alianza, es decir, las decisiones sobre la ampliación, el
desarrollo de las relaciones ya acordadas con los socios de cooperación,
tanto en general, como de forma más específica con los aspirantes a la
ampliación, también de un modo muy especial con Rusia y Ucrania. El
futuro del diálogo mediterráneo, como otro punto importante, ya que
España tiene un gran interés en él, y por último las negociaciones sobre
la nueva estructura de mandos, sobre el desarrollo de la entidad



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europea dentro de la OTAN y sobre el concepto estratégico de la Alianza,
que quizá no estén listas, como decíamos, para tomar decisiones en la
cumbre de Madrid.

En relación con la ampliación, probablemente ésta será la decisión más
importante a adoptar en la cumbre de Madrid, es decir, la invitación a
determinados países de Europa central a iniciar negociaciones de
adhesión. Aunque en ningún momento ha estado en entredicho esa histórica
decisión, es obvio que se verá notablemente facilitada por la nueva
relación establecida entre la OTAN y Rusia con el acta fundacional del
pasado 27 de mayo.

Con ello la Alianza abrirá por primera vez sus puertas a antiguos
adversarios, borrando así definitivamente la línea divisoria que escindía
en dos el continente europeo y, básicamente, la posición del Gobierno
sobre la ampliación sigue siendo la misma que ya se expuso a esta
Comisión en la comparecencia del mes de abril. En concreto, de entre los
doce países que han declarado su interés en incorporarse a la Alianza,
España apoya, en primer lugar, el ingreso de Polonia, de la República
Checa y de Hungría, que son los tres aspirantes respecto de los que
parece decantarse un mayor consenso en Madrid sin necesidad de mucho
debate. Pero, además, España, al igual que otros países europeos, y muy
especialmente mediterráneos, considera positiva la posibilidad de no
limitar a estos países la ampliación y, en concreto, ha manifestado su
respaldo a las candidaturas de Rumanía y Eslovenia. En efecto, según
criterios objetivos parece que también estos dos países, y no sólo los
tres primeros, reúnen las condiciones para ser invitados ya en Madrid, al
margen de la importancia que tienen en tanto que países mediterráneos y
balcánicos, en el caso de Eslovenia, además, perteneciente a la ex
Yugoslavia, lo que es una señal inequívoca de cara a la voluntad de
seguir presentes en ese proceso de consolidación de la paz en la
región.

Naturalmente, estamos abiertos a la discusión con nuestros aliados.

Aunque muchos de ellos todavía no han formulado su posición definitiva,
de las consultas informales que están teniendo lugar parece desprenderse
la existencia de un considerable respaldo a una ampliación que incluya
los cinco países citados. Sin embargo, como ustedes saben, para la
decisión final se requiere el consenso de los dieciséis países miembros,
y este consenso parece perfilarse para los tres primeros, mientras que
continúa la discusión respecto a Rumanía y Eslovenia.

La opinión de Estados Unidos merece la mayor atención por nuestra parte,
y es la que no tiene de momento decidido extender la ampliación a Rumanía
y Eslovenia. Esa opinión merece especial interés tanto por la fuerza de
sus argumentos, especialmente el mayor coste que puede representar la
ampliación a cinco, como por la gran contribución que Estados Unidos
presta a la seguridad aliada, incluyendo la de los futuros miembros.

Entendemos que, al reservar la ampliación a los tres países más
preparados, el deseo de Washington es no sólo limitar los costes, sino
también hacer creíble el mensaje de que habrá nuevas oportunidades para
todos los aspirantes. Son argumentos de gran peso, aunque también admiten
distintas interpretaciones.

Por ello España y la mayoría de los aliados consideran que Rumanía y
Eslovenia reúnen objetiva y suficientemente los diversos factores que, en
nuestra opinión, hay que tener en cuenta a la hora de seleccionar a los
candidatos. Han realizado las necesarias reformas internas de orden
político, económico y militar, han desarrollado buenas relaciones con sus
vecinos, están contribuyendo activamente a la paz internacional y
cooperan ya desde hace tiempo estrechamente con la Alianza. Además, con
la inclusión de Rumanía y Eslovenia se lograría un mayor equilibrio
norte-sur en la ampliación. En efecto, si una finalidad fundamental de la
ampliación es consolidar nuevas áreas de estabilidad, es evidente que no
sólo Europa central, sino también los Balcanes y Europa del sur debieran
beneficiarse de este proceso, y por ello España desea que no se descarte
a priori la oportunidad que ofrece la cumbre para proyectar hacia los
Balcanes y el Mediterráneo la seguridad y estabilidad que genera la
Alianza.

Socios de cooperación. La ampliación, como he dicho antes, es sólo uno de
los elementos de esa adaptación externa a la nueva situación de la
Alianza. El propósito de dicha adaptación es también contribuir a la
creación de estructuras de seguridad en Europa que sean realmente
cooperativas y que no excluyan a ningún país interesado en esta
cooperación. En este sentido España ha defendido desde el principio la
necesidad de que la Alianza desarrolle relaciones con los socios de
cooperación de Europa central y oriental y, como consecuencia, en este
marco de los preparativos de la cumbre hemos apoyado firmemente la
constitución del Consejo de asociación euroatlántica y el reforzamiento
de la asociación para la paz. El Consejo de asociación euroatlántica, que
hemos creado en la reunión del pasado 30 de mayo, sustituye al Consejo de
Cooperación del Atlántico Norte como foro y marco para las actividades de
cooperación. El nuevo consejo permitirá a los socios establecer una
relación política directa no sólo en grupos en el marco multilateral,
sino también individualmente con la Alianza y, por tanto, ofrece mayores
oportunidades para consultas políticas y cooperación práctica, así como
una mayor participación en el proceso de toma de decisiones. De ahí que
sea un salto cualitativo respecto del antiguo Consejo de cooperación.

Por otra parte, se estrecharán los lazos con los países asociados,
manteniendo la ya creada asociación para la paz, pero haciéndola más
operativa, reforzando su elemento de consulta política e involucrando más
a los socios en el planteamiento de operaciones y en el proceso de toma
de decisiones. Este nuevo marco de relaciones, en el que todos los socios
tendrán las mismas oportunidades de consulta política y cooperación
práctica, y en el que cada socio decidirá individualmente el nivel de
cooperación con la OTAN, es desde nuestro punto de vista una respuesta
práctica e imaginativa a esa estructuración de lazos entre la Alianza y
un amplio grupo de países europeos.

No debemos olvidar que en este consejo coinciden socios de la Alianza de
todo tipo y con planteamientos de seguridad muy distintos: Rusia y
Ucrania, por un lado; los países que ingresarán en la Alianza, por otro;
los candidatos no admitidos en la primera ampliación; las repúblicas



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centroasiáticas; los países neutrales, etcétera. Para recalcar la
importancia que da la OTAN a esa relación con los países del Consejo de
asociación proatlántica, está previsto que sus jefes de Estado y de
Gobierno celebren una reunión con los de la Alianza en la segunda jornada
de la cumbre de Madrid.

Rusia. Otro elemento de enorme importancia en el proceso de reforma
externa de la Alianza ha sido la firma de ese compromiso político
duradero y sólido. Ese Acta del pasado 27 de mayo es una contribución
decisiva al éxito de la cumbre de Madrid. Facilitará, obvio es, las
decisiones sobre la ampliación y, al propio tiempo, permitirá dar un
mensaje equilibrado en la cumbre. En opinión del Gobierno, el Acta no
debe verse solamente en el contexto de la oposición rusa a la ampliación,
sino que pretende incorporar a Rusia a la nueva arquitectura de seguridad
europea que se está desarrollando a través de esa estrecha relación de
cooperación.

Por tanto, el Acta, como ustedes saben, es el resultado de una larga y
difícil negociación. El texto obtenido es satisfactorio y equilibrado. No
es, como podríamos llamar, un tratado propiamente dicho, jurídicamente
vinculante, pero sí un documento de alto valor político que sienta sobre
nuevas bases una relación de cooperación entre la OTAN y Rusia, concede a
Moscú la posibilidad de hacer oír su voz en la Alianza en las cuestiones
de interés mutuo y de concertar en pie de igualdad determinadas acciones
conjuntas. Esto supone una relación privilegiada, que es la que merece un
país de tanto peso específico en la seguridad de Europa como es
Rusia.

Sin embargo, tiene que quedar claro que esa situación de privilegio no
implica un derecho de veto ni disminuye en modo alguno la capacidad y la
autonomía de la Alianza de adoptar sus propias decisiones y,
naturalmente, realizar todas las funciones que le son propias.

Ucrania. El cuarto componente del proceso de adaptación externa recibirá
un impulso definitivo en Madrid con la firma solemne al máximo nivel de
la carta para una asociación específica entre la OTAN y Ucrania. Supone
el reconocimiento por la Alianza de la importancia estratégica de Ucrania
y de la influencia de la estabilidad de Ucrania para la seguridad de
Europa. Por eso establece esa carta mecanismos de consulta y cooperación,
que también suponen un trato especial a Ucrania respecto al que reciben
los otros socios de cooperación, porque especiales son también el
contenido y las circunstancias de Ucrania.

Mediterráneo. La adaptación externa precisa asimismo de una mayor
profundidad en sus relaciones con los países de la ribera sur del
Mediterráneo. España ha sido uno de los principales promotores del
diálogo que en la actualidad la Alianza mantiene con seis países de la
zona --Mauritania, Marruecos, Túnez, Egipto, Jordania e Israel--, y en
mis recientes visitas a estos países (he estado en Túnez el pasado jueves
y el pasado viernes y recientemente en Egipto, así como en Marruecos) yo
les puedo asegurar que su interés en incrementar ese diálogo era un
factor decisivo no sólo para la estabilidad en el Mediterráneo, sino para
la estabilidad interna de esos propios países. Por ello, a iniciativa de
nuestro país, los jefes de Estado y de Gobierno aprobarán la creación de
un grupo de cooperación del Mediterráneo según la recomendación que
formulamos los ministros aliados en la reunión de Sintra, en la que
además acordamos nuevas posibilidades de cooperación que complementan las
ya existentes.

Adaptación interna, identidad europea de seguridad y defensa. Sobre los
aspectos técnicos, yo prefiero que sea mi colega, el Ministro de Defensa,
quien les dé detalles. Hay algunos aspectos políticos sobre los que
quiero insistir. Ustedes saben el papel que ya desde la Conferencia de
Maastricht hemos querido reservar a la Unión Europea Occidental como
pilar de la identidad europea de defensa. A ese respecto, a la
Conferencia Intergubernamental, España, junto con Francia, Alemania y
otros socios, planteamos una iniciativa de integración de la UEO en el
seno de la Unión Europea. Esa idea no se ha retenido con la profundidad
que deseábamos los proponentes de la iniciativa debido a las reticencias
que todavía plantea a esa cuestión países como Reino Unido, de vocación
sobre todo atlántica, a pesar de que en ningún momento se ha presentado
como una alternativa a la OTAN, sino como un reforzamiento, como
decíamos, la identidad europea de defensa, así como por los problemas que
todavía hoy plantea a otros países de la Unión Europea con gran tradición
neutralista. No olvidemos, además, que entre la Unión Europea y la UEO es
necesario producir algunos ajustes porque ni son todos los que están ni
están todos los que son. No coinciden los socios de una y otra
organización. No obstante, después de un largo debate, se retuvo el
principio, la posibilidad, la voluntad de proceder a esta integración; es
un programa de mínimos que tiene la virtud de que por primera vez
incorpora a tareas de defensa --se mencionan, además, específicamente las
misiones Petersberg-- a países neutrales que nunca habían querido
involucrarse en este tipo de afirmaciones y de compromisos, si bien en el
largo plazo y de un modo un poco difuso, pero todo ello supone un gran
salto cualitativo que a mí me hace por lo menos pensar que ya estamos en
una senda en la que todos somos conscientes habrá que seguir perseverando
para conseguir esa plena afirmación.

Para no cansarles, voy a cerrar mi exposición, pero antes de pasar la
palabra a mi colega, quisiera aprovechar, con el permiso del Presidente,
la oportunidad que esta comparecencia me brinda para aportarles un nuevo
dato en relación con la fuerza multinacional de protección para
Albania.

Países participantes consideraron conveniente solicitar al Consejo de
Seguridad una breve prórroga del mandato de dicha fuerza para que el
proceso electoral que va a tener lugar en Albania el próximo domingo
contara con la seguridad que la fuerza está proporcionando a aquel
país.

Iba a coincidir, por un lado, el proceso electoral con la salida de estas
fuerzas, lo que no era un buen precedente para que ese proceso electoral
y su asunción por la población albanesa se haga en las mejores
condiciones. Por ello me complace informarles que el Consejo de
Seguridad, apreciando lo fundado de estas razones, y tras valorar
positivamente la manera en que la fuerza multinacional está llevando a
cabo su mandato, aprobó el pasado jueves, día 19, la Resolución 1.114 por
la que se prolonga por un plazo



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adicional de 45 días la presencia de la fuerza en Albania; plazo de 45
días que ya anticipo que para España, a priori, es desde luego
improrrogable.




El señor PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS: Tiene ahora la palabra
el señor Ministro de Defensa. (El señor Presidente de la Comisión de
Asuntos Exteriores, Rupérez Rubio, ocupa la Presidencia.)



El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Después de la exposición del
Ministro de Asuntos Exteriores, que ha abarcado los aspectos políticos y
de política exterior objeto de la comparecencia, me corresponde hablar a
SS. SS. de cómo están los aspectos más estrictamente militares, lo que se
ha venido en denominar adaptación interna de la Alianza, que, junto a los
procesos de relaciones especiales con Rusia y de ampliación, son los tres
que están en curso y que serán tratados en la próxima cumbre, a celebrar
en Madrid en los primeros días de julio.

Voy a comenzar mi exposición refiriéndome a las causas de la adaptación
interna. Hay que tener en cuenta que, desde la creación de la Alianza
Atlántica, tanto la doctrina estratégica como la estructura militar de la
organización evolucionaron relativamente poco. Los conceptos, la cadena
de mando y los despliegues se consideraban adecuados para garantizar la
disuasión y la defensa frente al potencial agresor soviético. La caída
del muro de Berlín, en 1989, y la extinción del Pacto de Varsovia van a
simbolizar el derrumbe de un orden estratégico basado en la bipolaridad y
el enfrentamiento militar, muy acentuado enla división de Europa. Como
digo, la desaparición del Pacto de Varsovia y las transformaciones
ulteriores de la URSS en un conjunto nuevo de países en torno a Rusia van
a trastocar el mapa militar, que fue típico de la guerra fría. Aparece un
nuevo clima de distensión y cooperación, que permite un relajamiento
militar, un acelerado proceso de desarme, así como reducciones
importantes en los presupuestos de defensa. No obstante, el conflicto del
Golfo, la necesidad de recurrir a la fuerza en un teatro de operaciones
alejado de Europa y, sobre todo, la erupción de los nacionalismos y la
subsiguiente guerra en la antigua Yugoslavia, podrán de relieve la
dificultad de usar las estructuras y procedimientos de la guerra fría en
los nuevos conflictos. La experiencia de Bosnia es un acicate de la
necesidad de reformar internamente la Alianza.

Por tanto, el escenario estratégico que preside la segunda parte del
siglo XX, desde prácticamente el final de la segunda gran guerra hasta la
caída del muro de Berlín, deja paso a un nuevo orden. Si aquél estaba
caracterizado por la bipolaridad, por la existencia de dos polos
enfrentados con mayor o menor tensión, el nuevo puede ser simbolizado
mediante la representación de círculos concéntricos en los cuales,
conforme uno se va alejando del centro, va disminuyendo la
estabilidad.

Por tanto, más que la ubicación entre dos polos, la principal
preocupación estratégica de las naciones será el acercarse lo más posible
a ese epicentro de la estabilidad y de la seguridad que hoy puede
considerarse la Alianza Atlántica.

Por último, el deseo de abrir la organización a nuevos miembros también
exige una acomodación de las estructuras, adecuando la geografía militar
de mandos y despliegues a la nueva geografía política, a la geografía
política de la nueva situación que ha sucedido a la guerra fría, de tal
forma que los nuevos miembros puedan, por una parte, contribuir
eficazmente a la defensa colectiva y, por otra parte, recibir las
garantías militares como el resto de los aliados.

En relación con estas causas de la adaptación interna, veamos cuáles son
los hitos fundamentales que ha habido. Creo que de la exposición que voy
a hacer se concluye que la Alianza ha sido especialmente rápida en
adaptarse a la nueva situación. Todavía no hace un decenio de la caída
del muro y ya estamos a punto de consagrar la nueva estructura militar
que presidirá lo que puede llamarse la posguerra fría.

La Alianza comienza a pensar en su reforma ya en la cumbre de Londres de
junio de 1990, donde encargó una revisión global para adaptarse al nuevo
entorno. En noviembre de 1991, en Roma, la Alianza presenta su nuevo
concepto estratégico, donde ya se dieron cuenta de las nuevas
circunstancias; por ejemplo, se sustituye la noción de amenaza por el
concepto de riesgos y se plantea una estructura de fuerzas capaz de dar
respuesta al amplio espectro de contingencias a las que hacer frente:
gestión de crisis, prevención de conflictos y mantenimiento de la paz,
todo ello sin abandonar las misiones tradicionales de defensa territorial
de los Estados miembros. Además, la OTAN concebía sus fuerzas según tres
categorías, dependiendo de su estado de disponibilidad: fuerzas de
reacción rápida, fuerzas de maniobra y fuerzas de reserva.

El tercer hito es en enero de 1994, la cumbre de Bruselas, en la que los
jefes de Estado y de Gobierno acordaron continuar con la adaptación de
las estructuras y de los procedimientos, a fin de que la Alianza
condujese sus operaciones de manera más flexible y eficiente.

Reconocieron la necesidad de reforzar la identidad europea de seguridad y
defensa, de la que ya ha hablado el Ministro de Asuntos Exteriores,
facilitando el uso de las capacidades militares de la OTAN en operaciones
de la Unión Europea Occidental; es decir, se permitía la utilización de
fuerzas de la Alianza bajo la dirección política y la conducción
estratégica de órganos típicamente europeos, así como asumió el concepto
de fuerzas operativas combinado conjuntas, lo que en la jerga de la
Alianza se llama CJTF.

El uno de junio de 1994 se dan pasos concretos hacia la simplificación de
la estructura y, así, desaparece el mando aliado del Canal, ACCHAN, y se
reorganizan los tres mandos subordinados del mando europeo. Igualmente,
el Consejo del Atlántico Norte, el día 9 de ese mismo mes de junio, en
Estambul, instruye al comité militar para que elabore un estudio a largo
plazo, el long term study, sobre la adaptación de las estructuras de
mando aliadas. Dicho trabajo es iniciado por el comité militar el 20 de
septiembre de 1994, va a hacer ahora cerca de tres años. En junio de 1996
se aprueba definitivamente el desarrollo del concepto de las CJTF, de las
fuerzas operativas combinado conjuntas, adoptado dos años antes. Por
último, en diciembre de



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1996, los ministros de Defensa instruyeron al comité militar para que
preparara una propuesta de revisión de la estructura militar en la
dirección de establecer una nueva estructura de mandos que sea única, que
refleje la nueva situación estratégica en Europa y que permita a todos
los aliados participar plenamente en ella. De todo ello se refleja que
quizá el punto capital es el estudio a largo plazo. Vamos a ver sus
principios y objetivos.

El 28 de noviembre de 1995 el comité militar aprobó el documento 400/1,
como resultado de la primera fase de dicho estudio, definiendo en ese
documento los principios en que, en opinión del comité militar, debería
basarse la nueva estructura militar de la Alianza, que eran los tres
siguientes. Primero, conexión de misiones; esto es, que no se distinga
entre misiones del artículo 5, defensa del territorio, y no artículo 5 a
la hora de fijar las contribuciones militares de los aliados. Segundo, lo
relativo al área de interés OTAN; es decir, que las operaciones aliadas
puedan realizarse, de ser necesario, más allá de los límites marcados por
el Tratado de Washington. Y, tercero, el enfoque regional. La nueva
estructura militar debería desarrollarse desde la perspectiva de una
defensa regional, no global, frente a riesgos que pueden afectar a parte
de la organización, no a toda, pero sin que ello suponga una
renacionalización de la defensa ni un peligro para la cohesión
interna.

El estudio a largo plazo ha pasado por diversas revisiones y, en la
actualidad, nos encontramos en la tercera fase.

En el terreno de los principios, el estudio persigue que la nueva
estructura militar sea capaz de hacer frente a todos los posibles papeles
y misiones señalados por el comité militar en el documento antes citado
MC-400/1; esto es, primero y fundamental, la defensa colectiva, tal y
como se define en el artículo 5.º del Tratado de Washington; segundo,
operaciones de apoyo a la paz, que requieren el uso selectivo de
capacidades de la Alianza; tercero, expansión de la estabilidad a través
esencialmente de la cooperación y el diálogo, la alianza para la paz,
ampliación y control de armas y desarme y contraproliferación. Asimismo,
el estudio a largo plazo ha considerado como requisito de la nueva
estructura militar que cumpla los siguientes criterios: primero y
fundamental, la flexibilidad, esto es, que pueda adaptarse a una variedad
indeterminada de situaciones; segundo, efectividad de la fuerza para
cubrir los posibles riesgos; tercero, cohesión interna; cuarto,
multinacionalidad y, quinto, consideraciones presupuestarias que sean
asequibles. Asimismo, y como condición sustancial, se exige que la nueva
estructura militar permita un desarrollo tangible de la identidad europea
de seguridad y defensa.

Así las cosas, señorías, ¿qué se ha conseguido hasta el momento y qué
problemas quedan vigentes? Hasta el momento hay que decir que todo el
principio de discusión, que ha sido de ritmo semanal y que ahora es más
que semanal, es casi diario, todo el trabajo de la Alianza está presidido
por el principio de que nada está acordado mientras todo no esté decidido
y que, por tanto, aunque hayamos logrado avanzar en ciertas áreas y el
consenso sea un hecho, formalmente todo queda abierto hasta la toma final
de decisiones. Desde el punto de vista de la estructura de mandos, la
Alianza mantendrá dos mandos estratégicos, el del Atlántico y el de
Europa --Saclant y Saceur--, de los cuales dependerá un número reducido
de mandos regionales, y de éstos, diversos mandos, o bien subregionales o
bien componentes. Los mandos subregionales, señorías, tienen más un
concepto territorial, mientras que los mandos componentes tienen más un
concepto funcional. Los mandos componentes serán navales, serán aéreos,
mientras que los mandos subregionales se identificarán por el marco
geográfico de referencia.

Así, la opción más viable prevé la existencia de tres mandos regionales
bajo Saclant y dos mandos regionales norte y sur en Europa. Cada uno de
los mandos regionales de Europa tendrá tres mandos subregionales
--todavía no está decidido pero, en principio, son tres mandos
subregionales-- y dos mandos componentes, todos ellos bajo la dependencia
de Saceur. Por tanto, desaparecen --y esto es extraordinariamente
importante-- los mandos del llamado cuarto nivel, con el resultado global
de una reducción en dos tercios de los cuarteles generales de la
estructura, por lo que se cumple sobradamente con el requisito de que sea
una estructura más reducida, más ligera.

Desde el punto de vista de la visibilidad de la identidad europea de
seguridad y defensa, la figura reforzada del adjunto al Saceur, del
llamado deputy Saceur, garantiza una mayor responsabilidad de los
europeos en la cadena de mandos. Igualmente, el desarrollo y la
aplicación de las fuerzas operativas combinado conjuntas permitirá una
mayor capacidad de acción de los europeos en aquellas misiones donde no
participen norteamericanos y canadienses, se cumplirá el principio de
rotación en puestos clave y de mando de los distintos cuarteles
generales, y se da satisfacción al requisito de la multinacionalidad así
como al reforzamiento de la cohesión interna y de la solidaridad.

Para sus procedimientos y operaciones, el estudio a largo plazo apunta
que la nueva estructura militar sea orientada a misiones --Missions
Oriented--, establece unas nuevas áreas de interés y delimita las
responsabilidades entre mandos regionales, mandos subregionales y mandos
componentes. Prima que los mandos sean conjuntos además de
multinacionales, es decir, que participen los tres ejércitos, Tierra, Mar
y Aire, además de que participen multinacionales de distintas
naciones.

Así, se asegura la eficacia de la planificación y el mejor empleo de las
capacidades militares. Se establece una nueva relación de mandos, mandos
de apoyo y mandos apoyados --Supported supporting en la terminología de
la Alianza--, que redunda en beneficio de la eficacia de la Alianza en sí
como un todo. Así, un mando que esté desarrollando una operación y que
requiera de apoyo para la ejecución de la misma puede encontrarlo incluso
en otro mando estratégico, independientemente del área de responsabilidad
en la que se encuentre. Todos los recursos se aplican a la Alianza de
manera global. Por tanto, se consagra así una vez más el principio, a mi
juicio esencial, quizá el que podría resumir la nueva Alianza mejor, que
es el de flexibilidad.

Esto es lo conseguido. Repito que todo ello bajo el principio de que nada
esté acordado mientras todo no esté decidido, pero, aun así, a la fecha
de hoy quedan problemas



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pendientes. El primero es la decisión final de Francia sobre su
participación. Desde que en diciembre de 1995 el Presidente Chirac
hiciese público su deseo de reincorporar a Francia en la estructura
militar de la Alianza, Francia ha participado en los trabajos de la
adaptación interna, favoreciendo el principio de que la nueva estructura
militar debía reflejar claramente el peso de los europeos en la
organización; principio que, como ha expuesto el Ministro de Asuntos
Exteriores, cuenta con las simpatías del Gobierno español. Francia
impulsó la idea de un adjunto al mando europeo, el deputy Saceur, así
como el carácter reforzado de este elemento. Apoyó también la opción de
que el mando sur de Europa recayese en manos de un general europeo. Esta
segunda idea chocó frontalmente con la posición americana y sigue sin
resolverse. Mientras esto no se resuelva, el Gobierno francés se reserva
el derecho de no adoptar ninguna decisión sobre su participación final en
la nueva estructura de mandos.

El segundo problema es la objeción turca. Turquía ha objetado las últimas
recomendaciones sobre la estructura de mandos en el sur de Europa,
paralizando momentáneamente su adopción por la Alianza. En la última
versión del estudio a largo plazo se establecía que bajo mando
estratégico europeo hubiera, como les he dicho, dos mandos regionales: el
del norte y el del sur. El sur instalado, como lo está en la actualidad,
en Nápoles. De éste dependerían tres mandos subregionales, uno de ellos
ubicado en España, otro en Italia y otro en Turquía, más dos mandos
componentes, uno naval y uno aéreo. De acuerdo con la objeción turca, los
mandos subregionales deberían limitarse a dos, uno en España para el
Mediterráneo occidental, y el otro en Turquía para el Mediterráneo
oriental. Asimismo, pone objeciones a la ubicación prevista de los mandos
componentes. Estas aspiraciones han sido contestadas en primer lugar por
Grecia.

El tercer problema es la demarcación del nuevo límite entre los mandos
estratégicos Saclant y Saceur. Es un problema de menor envergadura que
los anteriores, pero, desde luego, la incorporación de España a la
estructura militar supone una alteración clara de los límites en los
mandos estratégicos que hasta el momento venía recayendo a la altura del
Meridiano 5,55, lo que en la geografía española quería decir
aproximadamente por Barbate. Este es un problema que afecta a España, por
lo cual me van a permitir SS. SS. que me refiera a él a continuación.

Hay que enmarcar, en lo que respecta a España, el deseo del Gobierno,
respaldado por el Parlamento, para participar plenamente en la nueva
estructura militar. Conocen sobradamente SS. SS. las recomendaciones del
Congreso y, hasta ahora --repito una vez más que bajo el principio de que
nada está acordado mientras todo no esté decidido--, bajo ese principio,
lo conseguido es, como acabo de exponer, un mando subregional ubicado en
España, dependiente del mando regional de Nápoles y, por tanto, del mando
estratégico europeo; la dependencia de todo el territorio nacional de
dicho mando y, por tanto, de las islas Canarias; el desplazamiento del
límite estratégico, al que me acabo de referir, desde Barbate al de
Ayamonte, es decir, a la frontera con Portugal, y también se puede hacer
referencia en este punto a lo ya comentado anteriormente relativo a la
desaparición del cuarto nivel de mandos. Queda pendiente la definición de
la relación entre los mandos estratégicos de Saceur y Saclant en el área
de aguas existentes entre Canarias y la Península. Estos son, señorías,
los tres problemas que quedan pendientes, con distinto grado de
probabilidad de ser resueltos antes de la cumbre de Madrid. Pero quizá el
obstáculo más a considerar sea ese principio que les he repetido, que
hace que toda la negociación de la estructura se considere parte de un
todo, de modo que, hasta el final, es muy difícil obtener firmeza en
jalones, en cortes intermedios.

Como conclusiones, señorías, presidente, la cumbre de Madrid, con la
adaptación interna y la adaptación externa o ampliación, marca un hito
histórico en la vida de la Alianza, no sólo porque se van a adoptar
decisiones de tal importancia que son equiparables a las del propio
acuerdo constitutivo, sino porque significan la consagración del
nacimiento de la Alianza para la nueva situación estratégica, que
sustituye a la guerra fría y que, como he dicho en esta Cámara alguna
vez, supone la iniciación del siglo XXI en materias de seguridad y
defensa. La adaptación de estas estructuras militares permitirá que su
eficacia continúe como garante de estabilidad y de la paz, y que ésta así
siga estando asegurada. En un período breve para las reformas abordadas y
las incertidumbres del momento, la Alianza ha modificado su concepto
estratégico, ha reconfigurado las fuerzas armadas de sus miembros, está
aligerando sustantivamente sus estructuras y, de acuerdo con las últimas
opciones estudiadas por el comité militar, se pretende pasar, en el
Atlántico, de los actuales 25 mandos a seis y, en Europa, de los actuales
40 a un total de 14, así como a la expansión de la estabilidad, la
ampliación de esos círculos concéntricos de los que hablaba
anteriormente, a través no sólo de los mecanismos de ampliación a nuevos
miembros, sino también --como ha expuesto el Ministro de Asuntos
Exteriores-- por el establecimiento de mecanismos de cooperación con el
resto de los países, incluidas las actas firmadas recientemente con Rusia
y también Ucrania.

Para España, supone la posibilidad de participar plenamente en la nueva
OTAN, lo que es un enorme paso adelante, se rompe la relativa
excentricidad de la participación española y supone la normalización
plena de las relaciones que manteníamos con nuestros aliados. Pasamos a
ser artífices y actores de la reforma, con todo nuestro peso como nación,
y estamos convencidos de que los resultados de la cumbre que celebraremos
como anfitriones en Madrid nos situarán en mejor posición para encarar
los retos del mañana.

Señorías, para terminar, quiero decirles que la posición española, no
sólo como parte interesada de la estructura de la nueva OTAN, sino como
elemento de la nueva alianza, está consiguiendo dos metas que nos
parecían, desde hace mucho tiempo, importantes. Una de ellas es que, poco
a poco, la Alianza, que durante 50 años ha fijado cuasi obsesivamente su
atención en el Este, vaya mirando a la zona que merece una especial
atención, por los riesgos que puede haber en ella y por las tensiones que
se pueden producir, que es el sur. La segunda --también ha hecho
referencia



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a ella el Ministro de Asuntos Exteriores como una iniciativa
sustancialmente apoyada por España--, no nueva, es la cooperación en el
área del Mediterráneo. Esto, señorías, a mi juicio, constituye dos logros
ya de la aportación española a la Alianza, que por sí mismos deberían ser
dignos de tener en cuenta y que también, a buen seguro, serán objeto de
conversación en la próxima cumbre de Madrid.




El señor PRESIDENTE: Como ha indicado el Presidente del Congreso al
comenzar esta sesión, existe una petición de comparecencia del Grupo
Parlamentario Socialista. En consecuencia, procederé a dar la palabra, en
primer lugar, a los portavoces del Grupo Socialista. Quiero indicar
también que, a continuación, seguiremos el orden habitual de menor a
mayor y, naturalmente, procederé también a dar la palabra a los
portavoces de ambas Comisiones, en el caso de que comparezcan ambos.

Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra, en primer lugar,
el señor Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Muchas gracias, señores ministros, por su
presencia y por sus exposiciones.

Desde el Grupo Socialista, no querríamos dejar pasar estas primeras
palabras sin saludar la presencia en la Comisión del Ministro de Asuntos
Exteriores en los días en que se vienen a cumplir los seis meses de su
última comparecencia, y felicitarnos de que se le vea en plena forma,
aunque --eso sí-- privado de algunos pequeños placeres de los que sí
disfruta el Ministro de Defensa. (Risas.)
Querríamos que nuestras segundas palabras fuesen también para reiterar
algo que hemos venido diciendo hace tiempo, y es que para nosotros la
política exterior y de seguridad constituye una de las áreas en las que
no sólo consideramos necesario que se conforme un consenso lo más amplio
posible entre el conjunto de las fuerzas parlamentarias, sino que también
estamos dispuestos a realizar todos los esfuerzos necesarios para que ese
consenso sea posible y sea efectivo. Por eso, cuando se anunció la
celebración de la cumbre de Madrid, en esta Comisión, fuimos los primeros
en felicitar al Gobierno por haber conseguido que esa cumbre se celebrara
en España, por lo que supone de reconocimiento a nuestro país, y dijimos
algo más. Dijimos que España no se podía conformar con ser un anfitrión
amable, sino que tendría que contribuir, en primer lugar, a que esa
cumbre fuese un éxito y, en segundo lugar, a que esa cumbre no entrase en
contradicción con los intereses españoles. Entendíamos que ese papel de
anfitrión le daba a España un papel añadido de responsabilidad más activa
en todo el proceso previo a la cumbre. Nos da la impresión de que no ha
sido exactamente así y que el Gobierno ha preferido tener un cierto nivel
bajo en su acción en el conjunto de los preparativos de la cumbre, y a
ello me referiré más adelante.

El Ministro de Asuntos Exteriores ha explicado algunos aspectos y el
Ministro de Defensa, también. Ha habido alguna interrelación en las dos
intervenciones, puesto que hay zonas que se entremezclan. Eso va a ser
también inevitable en mi intervención pero, en cualquier caso, será mi
compañero el Diputado Pedro Moya, portavoz en la Comisión de Defensa,
quien responda después de manera más específica a la intervención del
Ministro de Defensa.

Nosotros creemos que de los distintos objetivos que planteó el Congreso
de los Diputados en su resolución del otoño pasado, el horizonte de la
cumbre se va perfilando de una manera bastante positiva. Hay ya un
acuerdo con Rusia, acuerdo que responde a esos objetivos del Congreso;
que establece una asociación estable, fuerte y duradera y en pie de
igualdad entre Rusia y la OTAN para reforzar la seguridad en la región
euroatlántica; que incorpora no sólo el respeto a la soberanía, sino
también aspectos referidos a la voluntad de ambas partes de que ese
acuerdo sirva para la profundización de la democracia y de las
libertades; que se basa en el respeto mutuo y, por tanto, en que no
existirá derecho de veto en las decisiones que soberanamente tomen cada
una de las partes.

Nos parece importante destacar también el papel que se asigna como marco
de esos acuerdos al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y a la Carta
de Naciones Unidas y en el contexto de esa Carta, en su capítulo VIII, a
la Organización de Cooperación y Seguridad en Europa.

Todo ello da un entramado muy importante en la arquitectura de seguridad
europea. Lamentablemente los procesos de toma de decisiones en la OTAN y
la dinámica de las decisiones está provocando que lo que tendría que
haberse acordado en Madrid se vaya acordando previamente. Así pues, no va
a haber tantas sorpresas, no va a haber tantas decisiones adoptadas en
Madrid. Algunas, como el Acta con Rusia, ya se han firmado al máximo
nivel y otras que se van a firmar en Madrid al máximo nivel ya han sido
anunciadas. Si iba a haber alguna sorpresa, el globo ha sido
pinchado.

Eso no es culpa del Gobierno, es simplemente consecuencia del proceso de
toma de decisiones. Hemos visto cómo en Sintra ya se ha anunciado el
Consejo de asociación euroatlántica, se han puesto las iniciales de las
dos partes en el acuerdo con Ucrania, pero en cualquier caso es
importante señalar que será en Madrid donde se dará formalidad a ambos
acuerdos. Quiero aprovechar esta ocasión para llamar la atención de los
ministros sobre una de las peculiaridades o una paradoja del
funcionamiento de estas organizaciones, que dos días antes de que se
acordara la creación del Consejo de asociación euroatlántica se firmaba
un acuerdo con Rusia en el que se decía que Rusia se iba a integrar en
ese Consejo que todavía no existía.

Es importante también, se anuncia en la reunión de Sintra con lo cual no
va a ser una novedad excesiva en la cumbre de Madrid, el acuerdo de dar
un paso más en ese diálogo con los países del sur del Mediterráneo; un
diálogo que de momento no pretende ir mucho más allá de establecer un
clima de confianza, de entendimiento, que consideramos, y creemos que
también se entiende desde el Gobierno y desde el Consejo Atlántico, debe
corresponder a los países del sur del Mediterráneo para propiciar,
promover, demandar mayores avances, mayor profundización en la
cooperación, pero que va por buen camino. Va por buen camino, entre otras
cosas, porque hasta hace unos meses existía una situación en la cual
había atención casi exclusiva de la Alianza Atlántica y de los escenarios
de seguridad



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europea volcados hacia el este, sin la menor atención hacia el sur del
Mediterráneo, con lo cual al fortalecer la estabilidad y la seguridad en
el este, por los mecanismos de vasos comunicantes, se estaba produciendo
una sensación de inseguridad en el sur, de no atención a la estabilidad
en el sur. Creemos que este acuerdo reequilibra a cada cual en su
correspondiente dimensión y consideramos que va por el camino
adecuado.

Tan sólo quiero hacer un comentario, una observación. Dado el nivel de
mero diálogo que se mantiene, que no va más allá, nos preguntamos si no
sería positivo y estabilizador contemplar la incorporación de Argelia a
ese diálogo. Nos gustaría conocer la opinión del Gobierno.

En Sintra los ministros de Asuntos Exteriores también hicieron una
evaluación de las operaciones en Bosnia y sobre la aplicación de los
acuerdos de Dayton. Sin entrar más en el tema, querría anunciar que es
nuestro deseo que en el mes de septiembre el Gobierno comparezca para
hacer esa evaluación, sobre todo de la Sfor, del cumplimiento de los
acuerdos de Dayton y ver el horizonte del cumplimiento de esos
acuerdos.

Nos da igual solicitarlo. En cualquier caso lo solicitará el Grupo
Socialista, pero nos da igual el formato que el Gobierno estime
conveniente.

Otro aspecto de la adaptación externa se refiere a la ampliación de la
Alianza Atlántica o, si se prefiere, la incorporación de nuevos miembros
a la Alianza Atlántica. Creemos que hemos vivido a lo largo de los
últimos meses y todavía hoy una especie de perversidad simplificadora de
este tema que, quizá por la incidencia y por el tratamiento que estaba
teniendo en Estados Unidos, nos ha privado de un debate serio, de un
debate en profundidad sobre la ampliación. Se ha estado hablando de a
quién se ampliaba, de qué países se incorporaban, pero hemos escuchado
muy poco de cuál era el objetivo político de esa ampliación, no sé si
podía haber distintos objetivos detrás de la voluntad de ampliar, pero la
realidad es que hemos escuchado muy poco sobre eso y cuando uno intenta
encontrar en los medios de comunicaciones, nacionales o internacionales,
información u opinión sobre la ampliación, lo que encuentra son
comentarios de patio de vecinos, incluido que todavía anteayer el primer
Ministro de Eslovenia aterrizaba en un portaeronaves norteamericano para
desde allí mandar un mensaje al presidente de Estados Unidos diciéndole
que su país tiene plena vocación de incorporarse, lo cual es muy
mediático. Seguimos sin tener ese debate sobre el motivo de la
ampliación, sobre cuáles son los objetivos de la ampliación, sobre qué
características ha de tener la ampliación y qué objetivos políticos.

Es evidente que el acuerdo con Rusia disipa la nube que estaba gravitando
sobre la ampliación, aunque no en su totalidad. Volverán a plantearse
problemas el día que se empiece a hablar del papel de los países bálticos
con relación a la Alianza Atlántica o de la Alianza Atlántica con
relación a los países bálticos, pero se han disipado en gran medida las
nubes que se habían cernido sobre el proceso de ampliación.

Sí nos preocupa al Grupo Socialista y queremos decirlo que para nosotros
la incorporación de nuevos países a la Alianza Atlántica es, en primer
lugar, la respuesta a una voluntad expresada por esos países de
incorporarse a Europa en el conjunto de su concepto europeo y eso, desde
un país como España, se puede entender quizá con más facilidad. Son
países que han vivido en una situación bajo el comunismo; que han formado
parte del Pacto de Varsovia; que han recuperado su soberanía y que desean
formar parte de las estructuras europeas en su conjunto, llámese Unión
Europea, llámese Alianza Atlántica; que buscan también en la Alianza
Atlántica ciertas garantías de seguridad, no ya ante una amenaza, que no
existe, sino ante el clima de inseguridad general y evidentemente ante
una situación en la que hay unos países, los miembros actuales de la
Alianza, que sí gozan de esa garantía de seguridad y ellos sienten que no
gozando de esa garantía tienen cierto vacío. Por tanto, en primer lugar,
se trata de responder a una aspiración legítima.

En segundo lugar, se trata de situar esa ampliación en el contexto actual
de la Europa de después de la guerra fría, donde no hay ninguna amenaza a
la seguridad europea, donde lo que se plantea, como se dice en el Acta
fundacional firmada con Rusia, es la necesidad de promover, de proyectar
estabilidad y seguridad no sólo para los países que forman parte de la
Alianza Atlántica, sino para el conjunto del territorio europeo, del
territorio euroatlántico. Por tanto, para nosotros ésa debe ser la noción
que debe presidir el proceso, los objetivos y la presentación de la
ampliación. No es una ampliación contra nadie, no es una extensión hacia
el este de las fronteras de la OTAN en el sentido de avanzar, de mover
una defensa avanzada que ya no existe como concepto operativo en la
OTAN.

Se trata de proyectar estabilidad en beneficio de los que se van a
incorporar, en beneficio de los que no se van a incorporar y también --y
eso lo deben entender en Rusia-- en beneficio de Rusia.

Ha hablado el Ministro de Asuntos Exteriores de cuántos países se podrían
incorporar a la Alianza. Este ha sido precisamente uno de los temas donde
nosotros hemos venido echando de menos --lo dijimos ya hace nueve meses--
una mayor claridad por parte del Gobierno, porque da la sensación de que
el Gobierno ha llegado a la conclusión de que en la ambigüedad está el
éxito. El Gobierno a lo largo de los últimos meses ha eludido
pronunciarse abierta y públicamente sobre cuáles eran sus candidatos, y
cuando uno lee todos los despachos de prensa nacional e internacional
sobre las últimas reuniones --por ejemplo, la última reunión de Ministros
de Defensa-- no aparece España entre los países que han estado en la
línea del frente con unos objetivos políticos definidos. Acabamos de
escuchar aquí que había elementos avalando que España impulsase una
ampliación que incorporase también a Eslovenia y a Rumanía (Rumanía sobre
todo después del último proceso electoral) pero no hemos oído que España
esté en la batalla que están dando otros países por eso. Creemos que si
eso se hubiese producido hace unos cuantos meses hubiera sido posible
conformar un consenso distinto del que ahora mismo existe, que se limita
a tres países, habría sido posible trasladar al Congreso americano, que
parece ser donde se encuentra un poco el mayor obstáculo, la noción de
que no se trataba solamente de ampliar a los tres de



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Visegrado, sino que había también otros dos países que tenía que
contemplar. No ha sido así. De las palabras del Ministro de Asuntos
Exteriores se desprende que el Gobierno español estará con el consenso
mayoritario, no parece que haya mucho más, y nos hubiera gustado que
hubiese una mayor actividad, mayor iniciativa, sobre todo si el Gobierno
piensa, como parece ser, que convendría que esa ampliación hubiese sido
más equilibrada entre el centro y el sur de Europa.

Se ha hablado también de los costes de la ampliación, y nos gustaría
conocer, señores ministros, cuál va a ser el coste para España de la
ampliación en un escenario de ampliación a tres países. En el Congreso
americano el Gobierno ha presentado un informe donde se estima ese coste
entre 9.000 y 12.000 millones de dólares anuales a lo largo de los
próximos doce años, con una distribución que iría: 15 por ciento
financiado por Estados Unidos, 35 por ciento financiado por los nuevos
países y 50 por ciento por los socios europeos de la Alianza. En una
operación meramente aritmética eso nos sitúa en torno a los 100 millones
de dólares, no sé cuál es exactamente la cantidad, estoy convencido de
que el Gobierno habrá hecho estudios al respecto, tendrá una evaluación
de coste, y nos gustaría conocer, dentro de unos márgenes, como ha hecho
el Gobierno de Estados Unidos, las expectativas de coste de la ampliación
de la Alianza para España, costes directos y también costes
indirectos.

Algo se ha hablado de ello en los últimos meses, también en ese informe
que presentaba el Gobierno norteamericano se hablaba de que se iban a
producir unos costes indirectos que se situaban en una cifra muy
parecida, entre 8.000 y 10.000 millones de dólares anuales, y se decía
que Estados Unidos no estaba dispuesto a contribuir a ellos y se tendrían
que hacer cargo los nuevos países y los socios europeos de la
Alianza.

Nos gustaría también conocer cuál será la parte alícuota que
corresponderá a España de esos costes indirectos de ampliación de la
Alianza.

No tenemos muy claro si la decisión está tomada o no, da la sensación de
que después del anuncio del Secretario de Estado de Defensa
norteamericano, ha habido algunas reacciones por parte de dirigentes
europeos --alemanes, italianos y franceses-- diciendo que no es una
decisión tomada, que es una opinión más y que será aquí en Madrid donde
se decida. Nos gustaría una mayor clarificación al respecto.

Paso a referirme al proceso de adaptación interna, empezando por algo que
incorporaba el Ministro de Asuntos Exteriores en su exposición, que es el
papel de la Unión Europea Occidental o, si se prefiere, en qué medida la
Alianza Atlántica debe reformar su propia estructura para hacer posible
el surgimiento de la identidad europea de seguridad y defensa, para hacer
posible que la Unión Europea Occidental pueda realizar operaciones
utilizando capacidades y recursos que son de la OTAN, lo cual nos parece
muy importante porque no se trata solamente de la visibilidad a través de
los mandos, sino de la capacidad operativa de estructura de defensa
europea. Como han dicho los ministros, la cumbre de Amsterdam no ha
producido grandes resultados al respecto, no ha habido grandes avances,
evidentemente entendemos que no es tampoco culpa del Gobierno, no es
nuestra práctica culpar al Gobierno de todo lo que no sale bien, pero
constatamos simplemente este hecho, y constatamos además que al día de
hoy los problemas no están en el lado de la Alianza Atlántica. El día que
se vaya a poner realmente en práctica puede que surjan problemas, pero al
día de hoy la pelota está en el tejado de los europeos y los europeos han
quedado bastante lejos de las expectativas que se habían creado con la
reunión ministerial de Berlín y con la adopción del concepto de fuerzas
operativas combinadas conjuntas. Esto nos preocupa, nos preocupa que
pueda haber una descompensación, tal vez es posible profundizar en esa
identidad europea por la vía de los hechos, aprovechando el concepto,
aplicándolo y creando un cuartel general de fuerzas operativas combinadas
conjuntas de la Unión Europea Occidental que tenga entidad. Esa es una
pregunta que nos gustaría también plantear.

El Ministro de Defensa se ha referido a la parte de esa acción interna
que afecta a España, y yo querría hacer una reflexión de conjunto sobre
la reforma de la estructura integrada. Se ha hablado de la importante
reducción de mandos, el horizonte que tenemos delante es una estructura y
da la sensación de que, si tenían que producirse decisiones que tuviesen
una justificación política pero que respondieran a una lógica militar y
que hubiese cierto equilibrio, han primado bastante más los intereses
políticos, incluidos los intereses políticos de los mandos de la OTAN,
del mando atlántico y del mando europeo, que la lógica militar. No
entendemos en qué amenazas o riesgos en el Atlántico se justifica la
existencia de tres mandos regionales en el Atlántico; por tanto,
interpretamos que se trata de una pura justificación política, una pura
lógica política.

Al referirse a algunos de los problemas que hay con Turquía, etcétera, se
ha aludido al tema de Canarias y no al de Gibraltar. Aquí el Ministro de
Defensa lo ha explicado con bastante claridad, pero la verdad es que
hasta el día de hoy nos da la sensación de que el Gobierno no ha sido así
de claro y de que el Gobierno tal vez sin quererlo o tal vez
deliberadamente, incluso, ha inducido a bastante confusión, en la medida
que incluso el propio Presidente Aznar, en el debate sobre el estado de
la Nación, hace muy pocos días, al hablar de Canarias decía literalmente
que Canarias está bajo mando español, y trasladó cierta satisfacción y
tranquilidad a algunos grupos que estaban inquietos por eso. Yo le puedo
decir, señor ministro, que a mí personalmente y a mi grupo no nos
tranquilizó en absoluto, porque nos pareció una perogrullada. Es evidente
que en Canarias va a seguir habiendo en cualquier caso un almirante
español, pero no se trata de eso, se trata de saber si por fin --y ya era
hora, lo ha dicho usted aquí-- el territorio nacional va a estar bajo un
mismo mando estratégico. Ese es el objetivo que compartimos y ése es el
objetivo que pedimos al Gobierno que consiga.

De sus palabras se desprende que al final la fórmula puede ser la que
algunos han dado en llamar de la burbuja. No voy a entrar en más
profundidad en eso, dado el nivel en que se encuentran las negociaciones,
pero querría recordar que esa propuesta no era rechazada hace ya unos
meses por algunos países próximos en lo territorial; no ha



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habido en ese sentido grandes progresos, pero es importante lo que ha
dicho el Ministro de Defensa de que todo está acordado pero nada está
decidido. Por tanto, habrá que esperar a ver qué ocurre.

Insistimos en que ha habido cierta ambigüedad deliberada, a nuestro
juicio, y en que ha habido cierta confusión, hasta el punto de que
también a veces han faltado instrucciones claras, por ejemplo, cuando un
alto responsable militar español, preguntado por un alto responsable
militar de la OTAN sobre el problema de límites en la zona de Canarias,
respondía: General, en el mar no hay límites. Eso dejaba bastante al
desnudo la argumentación que el Gobierno español venía planteando.

De las palabras de los ministros se deduce que los acuerdos sobre la
estructura de mandos no van a estar en condiciones para la cumbre de
Madrid. Una vez más tampoco es culpa del Gobierno en este caso. Nosotros
estamos convencidos de que si Francia hubiera estado en condiciones de
adoptar una decisión esta semana o la semana anterior sí se hubiera
podido cerrar el conjunto de reforma de la estructura, porque se hubiera
presionado sobre el conjunto de los países. No ha sido así. La necesidad
de incorporar a Francia a la nueva estructura permite y obliga a darse un
poco más de tiempo de reflexión, dárselo a Francia y dárselo al conjunto
de los socios, y ello directa o indirectamente afecta también a los
propios intereses españoles con el tema de Canarias, y entiendo que
también con el tema de Gibraltar, donde nuevamente el Gobierno utiliza un
lenguaje que realmente no nos deja las cosas absolutamente claras. Se
dice --lo dijo también el Presidente del Gobierno en el debate sobre el
estado de la Nación-- que el Gobierno no aceptará nada sobre Gibraltar
que afecte al contencioso. ¿Quiere eso decir que sí aceptará algo que no
afecte al contencioso? O, más concretamente, ¿quiere eso decir que el
Gobierno podría aceptar el levantamiento de restricciones que afecten al
uso del aeropuerto? ¿Considera el Gobierno que eso afectaría o no al
contencioso? Eso es lo que nos gustaría conocer para tener claro qué dice
y qué piensa el Gobierno, si nos lo puede responder.

En este proceso da la sensación de que el Gobierno, quizá por no haber
expresado sus posiciones muy claras, no ha encontrado hasta ahora, hasta
muy recientemente, los apoyos que hubiera necesitado esa posición. Otros
países sí los han encontrado. Realmente no sabemos quiénes apoyan la
posición española, no sabemos si la apoya el comandante supremo aliado,
parecería que sí porque una oposición total de desplazamiento de límites
entraría incluso dentro de una lógica militar. No sabemos, por ejemplo,
si al acordar con Estados Unidos el contrato de las fragatas el Gobierno
aprovechó ese importante acuerdo sobre las fragatas para también generar
una mayor simpatía hacia la posición española, o si no existe esa mayor
simpatía por parte de Estados Unidos.

En definitiva, la negociación está atascada en un nivel que afecta
también a los intereses españoles. En esa situación este grupo, que acaba
de refrescar su experiencia política en las dotes de la negociación, se
permitiría recordarle algo al Gobierno: En cualquier negociación uno
acuerda un paquete, acuerda un segundo paquete, pero si el tercer paquete
se atasca y no progresa, se ha reservado la capacidad de reabrir el
primero o el segundo paquete y, por tanto, no acepta que se dé por
cerrado y por zanjado y, en consecuencia, por ratificado en la cumbre de
Madrid, el segundo paquete. Me estoy refiriendo al paquete regional, por
ejemplo. ¿Es ésa la posición del Gobierno, o el Gobierno está dispuesto a
aceptar un acuerdo formal sobre la estructura regional dejando pendiente
los mandos subregionales? Nosotros creemos que lo inteligente sería
intentar reservarse todas las bazas de negociación, pero es el Gobierno
el que lleva la negociación. Nos gustaría saber, si es posible, cuál es
la posición del Gobierno.

Termino, señor Presidente, dando las gracias al Ministro de Exteriores
porque haya aprovechado esta oportunidad única --única, porque no había
otra-- de anunciar aquí, donde corresponde, la voluntad de Gobierno de
prorrogar el mandato de la misión en Albania. Compartimos la tesis
expresada por el Ministro, diciéndoles que no esté preocupado el Gobierno
por la percepción del éxito de la cumbre. La cumbre es un éxito en sí
desde el momento que en Madrid se van a reunir los jefes de Estado y de
Gobierno de la Alianza Atlántica y de los países de cooperación; es un
éxito en sí, y es un éxito en sí también porque en la cumbre se van a
consagrar una serie de acuerdos sobre ampliación (acuerdo con Ucrania, la
nueva estructura de cooperación, avances en la reforma interna) que van
conformando esa nueva arquitectura de seguridad europea por la que este
Congreso de los Diputados apostó el pasado otoño y en la que España, está
claro, al término de ese proceso desea poderse integrar plenamente en esa
nueva estructura de la Alianza.




El señor PRESIDENTE: También por el Grupo Socialista, tiene la palabra el
señor Moya.




El señor MOYA MILANES: La profusión y la extensión del señor Estrella
hará que mi intervención sea mucho más breve.

Al igual que mi compañero, quisiera agradecer también, en nombre del
Grupo Socialista, la presencia de los dos ministros. También desearle al
señor Ministro de Asuntos Exteriores que prosiga esa evidente
recuperación que muestra su aspecto, y entrar simplemente en algunas
consideraciones, aquellas en las que no se ha entrado por parte de mi
compañero del Grupo Socialista, para no hacer intervenciones
repetidas.

Comprendo la dificultad que tiene el Gobierno, y que puede tener
cualquier Gobierno, a la hora de informar sobre las negociaciones en
curso de una cumbre que tiene una envergadura como ésta, que implica a
tantos socios como ésta, y donde hay tantos temas abiertos, como están
todavía en esta ocasión. Una información previa, cuando todo eso está en
ese escenario, comprendo que se puede mover, o de hecho se mueve, no sé
si inevitablemente, en el terreno de cierta generalidad, de cierta
declaración de principios, o de cierta declaración de intenciones, porque
no quiera o no pueda desvelar en detalle cuáles puedan ser sus posiciones
más en profundidad o cuáles puedan ser sus



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estrategias. En cualquier caso, es la propia petición del Gobierno,
aunque es verdad que también hay una del Grupo Socialista, la que nos ha
traído hoy aquí a esta comparecencia de los dos ministros, y entre la
expectativa producida por la solicitud de comparecencia del Gobierno y el
nivel de información suministrada yo creo que hay cierto desfase, en la
medida que quizá la convocatoria pudo estar pensada para unos momentos en
que se creía que la cumbre de Madrid podría cerrar algunos temas que
después, en las últimas semanas, hemos visto que no va a poder cerrar. En
cualquier caso, quiero agradecer esta presencia, y todo lo que sea
procurar seguir abundando en un mayor nivel de información, bienvenido
sea.

Es verdad y se deduce de las palabras de los señores ministros que
evidentemente se va a producir un retraso, no sé por cuánto tiempo, ni
siquiera sé si el Gobierno tendrá alguna previsión aproximada del tiempo
de negociación que puede durar el definitivo consenso sobre la adaptación
de la estructura de mandos, pero sí parece claro que la cumbre de Madrid
no será probablemente, o casi con toda seguridad, la que consagre este
acuerdo y esta transformación importante. Incluso por el nivel de los
problemas pendientes y por la envergadura de los que se han anunciado,
casi podría uno aventurarse a pensar que pasarán largos meses hasta que
esto cuaje en un acuerdo definitivo.

Son verdad algunas de las apreciaciones que ha hecho el señor Estrella en
relación con el carácter quizá básicamente territorial que parece va
cobrando la estructura de mandos, aunque ha informado el señor Ministro
en relación con los mandos componentes que podrían tener un carácter más
funcional, pero la impronta fundamental parece de una estructura
resultante esencialmente territorial, y la única preocupación, o por lo
menos sugerencia o pregunta que yo le haría a los señores ministros, o al
Ministro de Defensa más en particular, es si al final y en definitiva la
esencia de la estructura reformada tiene este perfil básicamente
territorial, de qué manera considera que puede afectar a unas misiones o
de qué manera puede afectar a una proyección de fuerza, que a veces no
tuviera por qué cuadrar necesariamente mejor con una estructura
territorial que con una estructura funcional. Es decir, podría ocurrir
que en el futuro en el nivel de misiones a realizar en el día a día de la
Alianza, la estructura de mandos, si se perfila como una estructura
básica y esencialmente territorial, que a lo mejor no hay otra
posibilidad de que sea así --y en ese sentido no lo discuto--, podría
producirse cierto desfase entre lo que es el carácter de la estructura y
el nivel de las misiones a realizar.

El segundo bloque de información en el que se ha entrado es en el tema de
la visibilidad de la identidad de defensa europea. Ha mencionado el señor
Ministro los problemas que en este momento están sobre la mesa: por una
parte, las reticencias británicas; por otra parte la actitud de Francia,
que ya lleva tiempo planteada, en relación con el mando sur en el
Mediterráneo y, por otro lado, la posición del Gobierno francés en las
últimas semanas. Simplemente querría obtener algún grado de precisión
mayor sobre qué considera el Gobierno español como perfil mínimamente
razonable para poder decir realmente que el grado de visibilidad de
identidad de defensa europea se ha conseguido dentro de la nueva
estructura de la Alianza.

Hemos hablado también de seguridad en el Mediterráneo. Simplemente quiero
hacer una apreciación. Aquí existe un problema, y es que a veces
percibimos los temas de seguridad en el Mediterráneo con una percepción
de sur a norte, es decir, existe una preocupación de la Alianza por los
problemas que pudieran venir de la frontera sur o de la orilla del
Mediterráneo de los países norteafricanos, y yo creo que la mayoría de
los analistas coinciden en que en este momento, desde el punto de vista
militar, no se puede hablar de una amenaza por parte de los países
ribereños en relación con Europa o en relación con la Alianza. Otra cosa
es la desestabilización que pueda producirse como consecuencia de los
problemas sociales y económicos de la zona, pero eso es diferente. Sí
ocurre a veces que en esta percepción de seguridad --y a veces puede
existir cierta obsesión en Europa en relación con el Mediterráneo-- no
nos damos cuenta que sí existe por parte de los países del norte de
Africa en relación con OTAN, en relación con el Mediterráneo o en
relación con los países del sur, con los países europeos. ¿En qué
sentido? En el sentido de que la preocupación que OTAN expresa sobre el
Mediterráneo a veces se recibe por los países del norte de Africa con
cierta perplejidad o con cierta interrogante, y a veces indudablemente se
traduce incluso en preguntas que nos realizan en foros internacionales
sobre cuestiones que son para nosotros tan sencillas como puede ser la
creación de Eurofor y de Euromarfor, que no tienen ningún sentido de
amenaza, en absoluto, pero que ellos lo reciben con cierta perplejidad y
que requieren explicaciones. Yo creo que los avances en materia de
percepciones de seguridad para las dos orillas deben ser en la doble
dirección, y en ese sentido la pedagogía que hay que realizar por parte
de la Alianza Atlántica debe ser importante. El diálogo iniciado de OTAN
con los países del Magreb va indudablemente en esa dirección, trata de
crear un clima de confianza, un clima donde se despejen todas estas
incertidumbres, pero insistir más en esa dirección me parece oportuno. En
este sentido, me gustaría saber --y es una de las preguntas que querría
hacerle-- si este diálogo iniciado por la OTAN con los países del Magreb
se encuentra ya en una fase en que se pueda aventurar que el perfil, que
en este momento es un perfil diplomático, un perfil bajo en cuanto a las
conversaciones, se va a elevar de rango, se va a elevar de formato como
característica que desde hace ciertos meses viene apuntándose a la hora
de entablar este marco de diálogo con los países mediterráneos.

Por otro lado, quiero hacer una pregunta ya más directamente relacionada
con la incidencia para nuestras Fuerzas Armadas. A mi grupo no le cabe la
menor duda que la incidencia de la integración en la estructura militar
es indudablemente positiva, pero la pregunta va dirigida más que nada al
impacto inmediato que sobre nuestras Fuerzas Armadas va a causar esta
nueva adaptación. También nos gustaría conocer el grado de sintonía, que
estoy convencido que las Fuerzas Armadas españolas tienen depositado en
esta nueva estructura militar, qué efectos tendría a corto plazo en el
momento que esto se produzca y, en definitiva,



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los rasgos más inmediatos de esta adaptación y de este impacto sobre
nuestras Fuerzas Armadas.

Finalmente, termino simplemente aludiendo a la frase repetida que ha
dicho el señor Ministro de Defensa en relación con la negociación, con el
ritmo y con la naturaleza de la negociación de que nada está acordado
hasta que todo esté decidido. Quiero entender que nada es nada, por tanto
que incluso lo que el propio Ministro ha avanzado como lo que ya está de
alguna manera consensuado para España, también eso entra dentro de la
contingencia de la decisión final. Así me parece haberlo entendido, y
quería simplemente una precisión final sobre ese aspecto.




El señor PRESIDENTE: En nombre de Coalición Canaria, tiene la palabra el
señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Comienzo por agradecer a los dos señores
Ministros de Asuntos Exteriores y Defensa su comparecencia aquí y la
información amplia y detallada que nos han dado.

Mi intervención va a estar fundamentada en nuestro compromiso contraído
en el debate de investidura del Presidente del Gobierno, de un apoyo a la
política general del Gobierno. En ese marco, Coalición Canaria se
congratula de que se celebre, en Madrid, el próximo mes de julio, esta
cumbre de la Alianza Atlántica, por muy diversos motivos, pero
fundamentalmente por el propio prestigio de nuestra política exterior y
de compromisos dentro de la política de defensa. Daremos todo nuestro
apoyo al Gobierno para que sea un éxito, porque de ese éxito van a
depender los planteamientos y exigencias que desde Coalición Canaria,
como bien saben los señores ministros, planteamos en aspectos muy
concretos, donde no queremos que nadie se pierda en el magma de ideas
confusas que en estos momentos tiene la propia Alianza Atlántica.

Como bien han señalado los señores ministros (esto lo ha dicho el señor
Ministro de Defensa) y coincido en sus calificativos, se ha producido un
derrumbe del orden estratégico. Si se ha producido un derrumbe del orden
estratégico, nuestra primera pregunta es: ¿cómo se empeñan Estados
Unidos, si esto es una verdad aceptada por todos, en querer mantener el
escenario estratégico de la época en que había una confrontación de
bloques? Hay que ir a la reforma del Tratado de Washington, porque
mientras se quieran mantener los escenarios estratégicos con los dos
mandos estratégicos OTAN, el problema que plantea España en el caso de
Canarias --al que quiero circunscribirme-- es fundamentalmente
irresoluble, porque no es nada más que cambiar el mobiliario dentro del
mismo espacio de la habitación de una casa, cuando aquí se trata de
cambiar ya algo más. Tenían lógica unos espacios o áreas estratégicas, el
área Europa, teatro de operaciones tácticas fundamentales frente a las
divisiones soviéticas, lo que tendría que aguantar en Europa Occidental,
y un escenario estratégico del Atlántico, zona de logística, zona que
había que preservar y resguardar de las agresiones de fuerzas aeronavales
soviéticas, para garantizar a la Europa de la OTAN el avituallamiento y
suministro de todo lo que tenía que venir desde los Estados Unidos. Si
ese escenario ha desaparecido, cómo no se cambia esto. Estados Unidos no
pueden empeñarse en agredir de esta manera y humillar a sus socios en
este caso.

Nosotros creemos que en la conferencia de Madrid, si el Gobierno sabe
llevarla adecuadamente y con prestigio --y ahí tendrá nuestro apoyo--,
tendremos una baza para inclinar los argumentos a nuestro favor, esos
argumentos que nosotros circunscribimos fundamentalmente en dos aspectos:
uno de política general, y ahí apoyaremos plenamente al Gobierno, en el
principio teórico, político y de doctrina que debe calar en la estructura
de la Alianza Atlántica y en los mandos, sobre todo en los
norteamericanos, de la identidad europea de seguridad y defensa. Seremos
nosotros, los europeos, los más interesados en mantener los principios de
solidaridad y de flexibilidad, pero seremos también los más interesados
en dotarnos de una identidad europea de seguridad y defensa. ¡Pero cómo
no! ¡Si estamos al lado de ese sitio! ¿Por qué Canarias a veces
reivindica esta posición europea de seguridad y defensa? Sencillamente,
porque estamos a 100 kilómetros de la costa africana; porque hemos sido
testigos, desde la guerra de los seis días y el bloqueo del Canal de
Suez, de que en los momentos más álgidos de confrontación --y estoy
recordando los años 1975 a 1978 y 1979-- entre la costa africana y la
costa canaria pasaba prácticamente el 70 por ciento del petróleo crudo
que venía desde el Golfo Pérsico y que consumían las refinerías europeas
y tenía que prestarle la logística de la OTAN, llámese aviación naval
norteamericana, frente a la presencia de sumergibles soviéticos en la
zona de custodia y seguridad de uno de los puntos más vulnerables en el
suministro de aprovisionamiento de combustible de petróleo crudo a
Europa, porque es un escenario estratégico. Aprovecho aquí la ocasión
para decirle al Ministro de Defensa si puede recuperar algo que hace unos
años se suprimió --yo le hice la crítica al señor Ministro, don Julián
García Vargas-- que era el mando conjunto que existía en el archipiélago
canario de las fuerzas españolas de tierra, mar y aire. Era una
experiencia de actuación que hoy día se contrapone a estos principios que
nos ha dicho el señor Ministro de Defensa --y que yo comparto-- de que la
estructura de mandos militares tiene que ser única, que refleje la
situación actual y que todos participen. Estoy plenamente de acuerdo,
porque está concebido bajo una lógica, pues trasládese esa lógica a la
realidad política que tenemos, por ejemplo, en este espacio
geoestratégico fundamental que constituye por su situación el
archipiélago canario, donde existen los apoyos logísticos más importantes
de toda esa zona.

Cuando digo esto, señores ministros --ustedes lo conocen porque lo he
reiterado--, desde Coalición Canaria no estamos haciendo ningún menoscabo
en la calidad de socio de la Alianza Atlántica de Portugal, del Gobierno
portugués; pero que la reunión de Madrid sirva también para poner de
manifiesto, desde un realismo pragmático, estas evidencias, de la propia
Alianza Atlántica. No creería tan torpe al comandante supremo aliado del
Saclant de pensar que las fuerzas españolas aeronavales y de tierra no
van a garantizar... (Rumores.)



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El señor PRESIDENTE: Por favor, señor Yáñez, le pediría un poco de
silencio, porque si no el resto de los miembros de la Comisión no son
capaces de seguir la intervención del señor Mardones.

Señor Mardones, continúe por favor.




El señor MARDONES SEVILLA: Muchas gracias, señor Presidente.

Por tanto, esta realidad hay que reflejarla con pragmatismo, si no
estaríamos en algo que ha dicho el señor Estrella, que me ha llamado la
atención porque participo de ello y es nuestra alarma, y es que la
estructura de división de mandos subregionales no es un criterio de
doctrina militar, es un criterio político. Si esto es así, corríjase
desde una presión fuerte del Gobierno. La estructura subregional de
mandos, como es el caso del mando portugués de Oeiras sobre esta zona, es
por una decisión política, porque nosotros sabemos que desde que se
crearon los submandos regionales, los mandos regionales, Estados Unidos
siempre primó la lealtad de su gran socio, el Reino Unido de la Gran
Bretaña entregando al Gobierno británico el control de unas zonas
estratégicas, y ellos pudieron descansar porque era una concesión
política en última instancia.

Entendemos que el Gobierno español debe manejar dos conceptos, y tendrá
todo nuestro apoyo; le apoyamos y le empujamos a ellos. Primero,
criterios de logística militar, criterios de doctrina militar y de zonas
estratégicas, que se pinte de verdad el nuevo mapa estratégico de esa
zona del Atlántico; y, por otro lado, las cuestiones políticas puras en
las que creo también tenemos la razón de nuestra parte.

En esa línea constructiva, señores Ministros, nos inclinamos desde
Coalición Canaria. Que este espacio esté integrado en lo que entendemos
para nosotros fundamental: la identidad europea de seguridad y
defensa.

Nosotros no podemos pasar desde la defensa de Canarias a la defensa de la
OTAN sin estar en la pieza intermedia de la identidad europea de
seguridad y defensa. Cuando visita España el comandante supremo aliado
para Europa, el General Joulwan, se le escapan las razones. Como
comandante europeo, diría, me gustaría tener a Canarias directamente
dentro de mi mando, porque Canarias, situada en el globo terráqueo y en
el espacio de seguridad del que yo tengo que responder, es la retaguardia
estratégica y logística de todo este sistema europeo de defensa, no del
comandante de Norfolk, en Virginia. Esta es una lógica que en la
mentalidad de nuestro Gobierno, de los señores ministros, creo que
debemos defender con toda seguridad.

Para terminar, señor Presidente, entendemos que este principio hay que
hacérselo comprender al Presidente Clinton, en una palabra, a los
intereses norteamericanos. No estamos jugando en su contra sino a favor
de un principio de lealtad, de flexibilidad, de efectividad y de
coherencia, que son principios que nosotros no discutimos y que los ha
anunciado perfectamente. Esta es la razón por la que creo que el Ministro
de Asuntos Exteriores ha reconocido que no está madura la situación para
resolver este problema en la cumbre de Madrid, pero en la cumbre de
Madrid estos señores deben ver cuál es el fondo, la forma, la seriedad y
la potencia que tiene en este momento España con su grupo aeronaval de
combate y con su fuerza. Que haya un mensaje que no nos tenga preocupados
a los ciudadanos canarios que como ciudadanos españoles no queremos ser
más que nadie en este momento, pero tampoco menos, porque cualquier
ciudadano de Madrid, de Cuenca, de Coruña o de Almería, sabe que va a
estar siempre bajo mando español directo en sus espacios de tierra, mar y
aire. Ese tema no lo tenemos claro los canarios, porque decir, como se ha
recordado aquí, que Canarias estará bajo mando español, qué significa,
¿qué Canarias, la geográfica, la volcánica? Hombre, suponemos que bajo el
mando de los militares españoles que hay ahí; pero Canarias, en un
concepto estratégico no son solamente siete islas volcánicas, es un
espacio estratégico con una dimensión tridimensional --valga la
expresión-- de tierra, mar y aire. Eso define precisamente una estructura
conjunta de mando y es lo que decía al señor Ministro que recupere,
porque hubiera sido un bastión; ahora estamos en circunstancias de
inferioridad por haber retirado lo que fue siempre el mando conjunto que
había en Canarias bajo las órdenes del Capitán General, que tenía,
además, un Estado Mayor conjunto de tierra, mar y aire para la defensa
integral del archipiélago y no depender de un Estado mayor centralizado
en Madrid que en circunstancias teóricas de paz todo funciona bien con
ordenador y sobre el papel, pero en circunstancias de confrontación real
las situaciones podrían ser muy diferentes de las que se han planteado
ahí.

Con nuestro apoyo a que se consiga en la reunión de Madrid la defensa de
estos legítimos intereses españoles, sabe el Gobierno que cuenta con
nuestro apoyo crítico y con nuestra exigencia permanente, porque creemos
que defender nuestro pabellón es cuestión no solamente de flexibilidad,
sino de solidaridad y de firmeza.

Nada más, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Nadal.




El señor NADAL I MALE: Agradecer, en primer lugar, la presencia de los
señores Ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa. Felicitar al
Ministro de Asuntos Exteriores por su amplia y visible recuperación y
desearle toda clase de éxitos, no sólo en salud, sino en política
exterior en el futuro.

Señor Presidente, la verdad es que quisiera partir de un concepto que en
sí mismo ha sido reiterado aquí en varias ocasiones: Madrid será un
éxito. Evidentemente Madrid será un éxito, porque cualquier reunión que
se pueda realizar dentro de la capital del país y con los objetivos que
se plantean sobre las estructuras, sobre los escenarios de futuro y sobre
lo que son las cuestiones que en estos momentos preocupan a todo el
contexto europeo y americano de defensa, lógicamente tendrá que dar unas
facilidades o unas situaciones que en el futuro sean rentables. Lo que
ocurre es que cada vez que se produce una reunión de cualquier tipo
dentro del Estado español y en la capital, parece que eventualmente tiene
que ser un éxito garantizado. Sería muy positivo que, de una u otra
forma, no nos



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diéramos por satisfechos, no nos ennorgulleciéramos tanto del hecho de
que se realice una sesión en Madrid por el simple hecho de que se haga,
como pueden ser unas reuniones entre palestinos y judíos, sino que
simplemente contemplemos las reuniones de Madrid como puedan ser las
reuniones de París o Bruselas, como unos escenarios donde se puedan
formular planteamientos que de futuro movilicen y restituyan el concepto
del Estado español.

Señorías, parece que la reunión de hoy se desarrolla de manera
monográfica, y tiene lógica dentro del conjunto de los hechos que se
están produciendo sobre la situación de Canarias. En definitiva, saben
los señores ministros y sabe el Gobierno que, como consecuencia de los
pactos de gobernabilidad y por convicción propia el Grupo Parlamentario
Catalán (Convergència i Unió) apoyará al Partido Popular, y al Gobierno
del Partido Popular en este caso, en todos aquellos aspectos que plantean
la situación de Madrid y especialmente, la situación de OTAN. Reiterar lo
que han planteado el Grupo Socialista y el Grupo de Coalición Canaria en
este acto sobre el tema de Canarias, sería abundar sobre estos
extremos.

Ahora bien, señores ministros, yo quisiera decirles una cosa y
especialmente al Ministro de Defensa. Cuando planteamos el tema de OTAN
lo estamos haciendo desde una amplitud de miras que hace cinco años no
era posible. Estamos viendo la ampliación de OTAN hacia países en los que
hace tres o cinco años habría sido absolutamente impensable e imposible
traer a este Congreso de los Diputados estas cuestiones. Hablar de
Polonia, hablar de Albania o de Rumanía son temas nuevos; hablar de Rusia
es un tema muy nuevo. Nadie se podía imaginar que G-7 por un arte
especial hubiera pasado, a G-8 y nadie se podía imaginar que tanto
dependiera el mundo en ciertos aspectos sobre la salud de una persona. El
aspecto saludable del Presidente de Rusia ha dado una sensación de
confort y de tranquilidad al Presidente Clinton y ha dado una sensación
de confort y tranquilidad a G-7 e incluso en estos momentos da una nueva
visión a lo que es OTAN.

Por tanto, señores ministros, se exige y se debe plantear una reforma, o
como mínimo se tiene que producir una adecuación del Tratado de
Washington, si no estamos intentando colocar dentro de un tratado
aspectos que nunca se plantearon en el propio tratado y que son tan
cambiantes que van a hacer que el tratado se autodestruya por necesidad
propia o bien que cree unas tensiones tan importantes que sea
difícilmente soportable su continuidad.

El señor Ministro de Asuntos Exteriores ha planteado que el Presidente
Clinton en política exterior, de momento está optando, por realizar una
ampliación a tres y más adelante plantear una ampliación a dos. Yo creo
que el Gobierno español tiene algo que decir sobre estos temas, algo
tendrá que ponerse de manifiesto en el Congreso de los Diputados sobre
esta ampliación cada vez más rápida de la OTAN, pero en estos momentos es
más importante el planteamiento canario, observándose que vamos desde el
este más profundo a una tierra, como es la tierra canaria, que en un
momento de dificultades en Oriente Medio gana una posición importante. Si
nosotros queremos defender, como ha planteado el señor Mardones o como ha
planteado el señor Estrella, lo que significa la órbita de Canarias
dentro del marco de OTAN, teníamos una oportunidad única para presionar
sobre Estados Unidos en un tema tan concreto como la compra de las
fragatas. Difícilmente nosotros podremos presionar a Estados Unidos sobre
el tema del flanco sur, sobre la posibilidad de que en un momento
determinado pueda mandar o no un europeo o un norteamericano, pero en la
compra de las fragatas, de una u otra forma, se podía hacer un
planteamiento un poco más extenso en el consenso sobre Canarias.

En estos momentos también el Gobierno español tendría que tomar una
posición determinante sobre lo que el Gobierno francés va a plantear en
Madrid, porque vamos a encontrarnos con que un país tan importante como
Francia va a venir a Madrid en una situación de conformidad, diciendo que
está bien como está, planteando que es necesario hablar más sobre el tema
y mientras tanto estamos incorporando por el este determinados países que
bueno será que entren; bueno será que entren porque a partir de su
incorporación podremos estar exigiendo o modelando situaciones especiales
dentro de estos países, no tanto por lo que representan como futuro de
defensa, porque son más problema que solución en sí mismos. Ahora bien es
posible que mirar al este e incluir a estos países dentro del contexto
nos permita hacerles reflexionar sobre lo que significan las democracias
europeas.

Finalmente, señores ministros, creo que su presencia aquí hoy se ha
escorado mucho hacia lo que representa Canarias, bueno es si en estos
momentos es lo que debe debatirse. Yo creo que su presencia aquí tendría
que dar un sentido más amplio a tres aspectos. Primero, la eventual
situación de reforma, querida o no, del tratado. Segundo, saber cuál es
nuestra identidad dentro del conjunto, es decir la estructura en general
que vamos a aceptar definitivamente. Finalmente, cuáles son los
planteamientos que en el futuro se puedan realizar en Madrid.

Personalmente creo que en Madrid se tendría que hacer valer el prestigio
del Estado español para hacer algunos planteamientos que inclinasen más a
los americanos, a las situaciones económicas y políticas americanas, en
el sentido de aceptar los planteamientos europeos en temas relativos a la
defensa. Yo creo que Madrid tendría que centrarse mucho en insistir sobre
Washignton, insistir sobre el Gobierno americano en que los
planteamientos europeos han de tener un protagonismo relevante en lo que
significa la defensa europea y que efectivamente, si el Gobierno gana
prestigio en estos aspectos, que deseamos lo gane y tiene nuestro apoyo
para que lo gane, es posible que todo lo que estamos hablando sobre el
Mediterráneo y todo lo que estamos hablando sobre Canarias, que es en
definitiva lo que más nos interesa o lo que tiene que ser prioritario en
las decisiones de futuro, tengan un camino más fácil del que se plantea
actualmente.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra, en primer
lugar, el señor Robles.




El señor ROBLES FRAGA: Señor Presidente, me sumo a este coro entusiasta
de agradecimientos y salutaciones a los ministros que hoy comparecen.

Permítanme



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matizar que no es la primera ocasión, desde la enfermedad del señor
Ministro de Exteriores, en que éste comparece en la Cámara. Ya ha tenido
oportunidad de acudir a este Congreso de los Diputados y no sería justo
dejar de aclarar este punto. Trataré de no repetir lo que aquí se ha
dicho, entre otras cosas porque algunos de los temas que se han tratado
yo no podría repetirlos y procuraré hacer algo nuevo, que es ser
breve.

Señorías, nos encontramos en vísperas de la cumbre de Madrid y creo
importante señalar que no podemos ser pesimistas ni excesivamente
impacientes si vemos el proceso de evolución histórica desde la caída del
muro de Berlín, que creo es el hecho que cambia el panorama y el entorno
geoestratégico y que obliga a este profundo proceso de transformación. La
alianza --hay que reconocerlo-- ha sabido hacer dos cosas a la vez. En
primer lugar, dar los pasos necesarios, como ya ha recordado el señor
Ministro de Defensa, para la adaptación interna y externa; y, al mismo
tiempo, seguir garantizando, incluso en zonas o lugares no previstos, la
paz y la seguridad europea. Ese es un hecho que demuestra la fiabilidad
del mecanismo atlántico, la fortaleza y la firmeza de la Alianza
Atlántica como eje de la seguridad y de la paz continentales.

Esta constatación es la mejor ratificación posible de que España tomó las
decisiones adecuadas cuando debió responder, una vez recuperada su
libertad, a la pregunta de para qué es España una nación importante en el
mundo. En ese esfuerzo de recuperación de su papel y de su vocación en el
concierto de las naciones, para mí está claro que su lugar estaba
correctamente situado en la Alianza y que se tomaron en su día decisiones
en el sentido correcto.

Hoy esta decisión, especialmente tras el 14 de noviembre del año pasado
en que esta Cámara aprueba una resolución declarando conveniente y
respaldando la decisión del Gobierno de que España participe en la nueva
estructura de mandos de la Alianza, está además amparada --y no era el
caso hace quince o veinte años-- por un amplio consenso en política
exterior. Podemos entender el consenso como una actitud general que todo
lo transforma, y los diputados, cuando entran en la Comisión de Asuntos
Exteriores o de Defensa, dejan fuera algunas discrepancias que mantienen
quizá en otras comisiones. No obstante, el consenso es algo muy concreto
también, es un documento aprobado por amplísima mayoría en esta Cámara en
el que se establecen los criterios a los que el Gobierno español deberá
prestar atención a lo largo del proceso de adaptación interna y externa
de la Alianza, y es a ese consenso preciso al que quiero referirme. Se
trata de impulsar la configuración de una nueva estructura de mandos
única, más reducida y flexible, de atribuir a España responsabilidades de
mando y operativas acordes con nuestra contribución militar y peso
político, especialmente en las zonas de nuestro interés estratégico en el
Atlántico y en el Mediterráneo, reflejar en esta nueva estructura de
mandos la identidad europea de seguridad y defensa, tomar en cuenta los
legítimos intereses de los países de Europa Central y Oriental,
especialmente si desean participar en la Alianza Atlántica en las mismas
condiciones que los miembros actuales, y apoyar las negociaciones entre
la Alianza Atlántica y Rusia.

Gran parte de lo que queda reflejado en este documento, que cristaliza y
expresa de forma clarísima el consenso en esta materia, ya está logrado,
ya está conseguido, especialmente en lo que se refiere al acuerdo entre
la Alianza Atlántica y Rusia y lo que se refiere a la ampliación.

Es verdad que Madrid es el eje de esos procesos complejos que empujan en
una misma dirección a la Alianza Atlántica y a los países socios y
miembros de la Alianza a una nueva estructura, a una nueva arquitectura
de seguridad europea. Sin embargo, la cumbre de Madrid es el eje, el
gozne de ese proceso, pero tampoco es el fin. Por tanto, discutir sobre
si las cosas se consiguen un poco antes o un poco después me parece fuera
de lugar. La cumbre en sí es un hecho importantísimo que se celebra en
España y nuestro país, en su doble condición de anfitrión y socio, tiene
un doble papel que jugar y sería bueno no mezclar. Como socio tenemos
intereses y como anfitrión tenemos obligaciones. Naturalmente,
cumpliremos con nuestras obligaciones y defenderemos nuestros
intereses.

Termino, señor Presidente, porque en esta faena al alimón le corresponde
hablar a continuación a mi compañero Arsenio Fernández de Mesa. En la
cumbre de Madrid existirá el impulso y el mandato político para resolver
y debatir todos los aspectos de la adaptación interna y externa, y muy
especialmente en lo que se refiere a la ampliación y a la nueva
estructura de mandos. Ahí queda clara la posición española y creo que es
una posición ampliamente compartida. Todo lo demás son dimes y diretes
que no añaden nada, salvo ilustrar la impaciencia que todos tenemos por
conocer el resultado final antes de que éste se produzca, pero como
ustedes saben eso es difícil y la adivinación no es buena consejera en
materia de seguridad y política exterior.

Termino señalando que probablemente gracias a este consenso y a la
decisión de participar plenamente en la Alianza Atlántica renovada
nuestro país está mucho mejor servido en términos de seguridad, de
estabilidad política y de relación con nuestros vecinos socios y aliados,
que están mejor salvaguardados nuestros intereses de esta manera que no
cuando no teníamos consenso y no habíamos tomado la decisión de
participar plenamente en la Alianza Atlántica. En ese sentido, España
lleva quince años de retraso y se trata de recordarlo --no hay que
olvidarlo tampoco, no hay que arrojarlo al pozo oscuro del olvido--, de
tener en cuenta que todos los asuntos que ahora nos preocupan hubieran
podido ser resueltos antes. A este Gobierno y a esta mayoría
parlamentaria le corresponde solucionarlos con una base política
ampliamente acordada y consensuada, y estoy seguro no solamente de que la
cumbre de Madrid será un éxito en tanto que España es el país organizador
y anfitrión, sino en tanto que España será finalmente país socio de pleno
derecho de la nueva estructura que nazca del proceso que se desarrolle
alrededor de la cumbre de Madrid.

Señores Ministros, muchas gracias por su comparecencia; señor Presidente,
gracias por su indulgencia.




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El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Fernández de Mesa.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Señor Presidente, señorías,
señores ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa, el Grupo
Parlamentario Popular quiere empezar por resaltar que considera que los
puntos aprobados en el Congreso de los Diputados en el pasado mes de
noviembre están perfectamente recogidos en la actuación del Gobierno, en
esta cuenta atrás para la cumbre de Madrid y en su sostenimiento
permanente en los foros en los que se producen los debates para conseguir
razonablemente los objetivos que el Gobierno español se había planteado
y, sobre todo, al darnos cuenta definitivamente de los objetivos
planteados en la próxima cumbre del mes de julio.

Se ha hablado esta mañana de los factores que marcan el fin de la guerra
fría, de las cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno iniciadas en
Londres en el año 1990, en las que se trazaba la estrategia general de la
OTAN para hacer frente a los cambios experimentados por el contexto
estratégico y político. Todas las cumbres habidas, en Londres, en Roma,
en Bruselas, van a tener la constatación plástica en este momento, se va
a producir la ejecución de las directrices emanadas durante todas estas
cumbres, la consecución de una serie de objetivos que han sido
ampliamente debatidos en el Congreso de los Diputados y que son conocidos
a todos lo niveles en los que se produce la discusión que hoy ha traído
aquí la comparecencia de los dos Ministros.

No voy a hablar en profundidad de los procesos de adaptación interna o
externa de la Alianza Atlántica, pero lo que parece y se desprende de las
intervenciones de los Ministros de Asuntos Exteriores y Defensa es que
evolucionan favorablemente y a un ritmo que no solamente corresponde a
España marcar, sino sin duda al ritmo que engarce los intereses de todos
los países que están involucrados en esta nueva discusión.

Se ha hablado en profundidad del proceso de adaptación interna, de que
estamos en una fase decisiva para la configuración de la nueva estructura
de mandos y el desarrollo de la identidad europea de seguridad y
defensa.

Parece lógico, desde nuestro punto de vista, que estos trabajos
relacionados con la estructura de mandos avancen de una manera lenta, por
la complejidad técnica de la materia y la necesidad de engarzar, de
concatenar los intereses de todos los países aliados. Sin embargo,
teniendo bien en cuenta que nada está decidido hasta que todo esté
decidido, se ha aportado aquí esta mañana el esquema de los niveles de
mando y ha quedado por lo menos acreditado que se va a constituir con dos
mandos regionales, tres regionales en el Atlántico, dos regionales en
Europa, tres subregionales y dos mandos componentes, por lo que acaba de
decir el Ministro de Defensa. Parece que es un paso definitivo la
definición de las misiones y responsabilidades de los distintos niveles
de mando de la nueva estructura y que por ello, precisamente, se
encuentren importantes dificultades a la hora de continuar avanzando en
estos temas.

España ha pretendido dos objetivos y así ha sido expuesto en reiteradas
ocasiones en esta Cámara: asegurar una adecuada presencia en la nueva
estructura de mandos, acorde con nuestra contribución militar y con
nuestro peso político en la Alianza, con nuestra presencia en la
estructura de mandos, complementándola con la presencia de personal
español en los tres niveles y la participación en los distintos niveles
de mando al verse facilitada por la aplicación del principio de rotación
en los puestos clave, que ha sido ya aceptado por los aliados. Por tanto,
uno de los objetivos, el primero, aun teniendo en cuenta ese principio al
que hacía referencia el Ministro de Defensa, parece que está
perfectamente consolidado.

El segundo gran objetivo español, que era la ubicación en España de un
cuartel general aliado que fuera sede de un mando subregional combinado y
conjunto, a nuestro entender, y por lo que han explicado aquí los
Ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores, es un objetivo que también
parece consolidado y constatado.

El Grupo Parlamentario Popular, aunque comprende que desde el Grupo de
Coalición Canaria se haga incidencia y reiteración permanente de los
intereses de las islas Canarias, entiende las islas Canarias como parte
no segregable del territorio nacional. Cuando el Gobierno español se
refiere a los intereses nacionales lo hace incluyendo las islas Canarias
sin una mención especial ni específica a ellas. Sin embargo, el Gobierno
español ha recogido de manera clara una voluntad total de que las islas
Canarias, queden bajo el mando subregional español del que nos va a dotar
la nueva estructura de la Alianza.

En cuanto al Comgibmed, el mando aliado situado en Gibraltar, al que se
ha referido también el Ministro de Defensa, no puedo olvidar las palabras
del Presidente del Gobierno el pasado 28 de abril diciendo que era una
cuestión completamente diferente el uso que el Reino Unido reserve a las
instalaciones nacionales en Gibraltar. En este asunto recordaba la
petición que realizaba en Naciones Unidas solicitando el apoyo de nuestra
reivindicación de la soberanía española sobre el Peñón de Gibraltar.

Se han producido importantes avances, como han dicho aquí los Ministros,
sobre la identidad europea de seguridad y defensa y sobre el proceso de
ampliación y de adaptación externa de la Alianza. Yo creo que el Gobierno
ha mantenido un comportamiento claro desde el principio, que su política
debía estar inspirada, como se ha reiterado en varias ocasiones, en los
principios de no exclusión, de gradualidad, de objetividad y de refuerzo
de la seguridad y la estabilidad en Europa. Consideramos que el Gobierno,
sin generar ninguna falsa expectativa y cumpliendo y ateniéndose a lo
mandado por el Pleno del Congreso de los Diputados con un amplio
respaldo, está contribuyendo a que España vea satisfechas y recogidas sus
aspiraciones en esa cumbre de Madrid de los próximos días 8 y 9 de
julio.

Termino, señor Presidente, recordando que el Gobierno español, a través
de su Ministro de Defensa, decía claramente en unas declaraciones
públicas que Europa ha de dotarse de capacidad real de defensa porque la
OTAN está evolucionando más que nunca y se está convirtiendo en el mayor
eje de apoyo a la Unión Europea.




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El Grupo Parlamentario Popular, consciente de las dificultades que
entraña el engarce, como he dicho al principio, de todas las voluntades y
de sumar los esfuerzos de todos los países, está convencido de que la
cumbre de Madrid será, en cualquier caso, el cierre de un ciclo iniciado
hace tiempo. Esperamos todos que los éxitos de esa cumbre en absoluto
sean la cesión de ninguno de los intereses de España, como también ha
expresado el Gobierno, y en definitiva recojan todo aquello que los
españoles esperamos de cara a nuestra nueva integración en esta nueva
estructura de la Alianza Atlántica.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos
Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): Voy a intervenir
muy brevemente para dar las gracias, en primer lugar, a los señores
diputados por sus buenos deseos en relación con mi salud, unos deseos que
espero que se cumplan; de momento se están cumpliendo. En segundo lugar,
para darles las gracias también por el carácter constructivo, tanto de
tono como de contenido, de todas sus intervenciones.

Es una constante preocupación del Gobierno y del Ministerio que les habla
hacer de la política exterior una política de Estado, por lo tanto, como
bien decía el señor Estrella, un área de consenso, tanto más cuanto
justamente está bordeando muy directamente aspectos relacionados con la
seguridad y la defensa.

Les agradezco también por sus felicitaciones en relación con la
celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid, que traerá a nuestro país
al mayor número de jefes de Estado y de Gobierno de la historia. Ello es
en sí mismo, como ya se ha destacado, un éxito, más que para el Gobierno
para España toda entera, que no sólo tiene que esforzarse en actuar como
anfitrión amable sino también como anfitrión imparcial y animador, en la
medida que haga falta, de la propia cumbre.

Creo que todos estamos de acuerdo con los distintos puntos que acabo de
mencionar en mi intervención anterior, pero quiero destacar especialmente
la importancia que da el Gobierno a ese necesario incremento del diálogo
con los países del sur del Mediterráneo. En cuanto a la cuestión de la
posible incorporación de Argelia, para España no es problema, pero
todavía no está madura la cuestión. Por descontado, en septiembre tendré,
con mucho gusto, una comparecencia para que podamos hacer un balance de
los resultados iniciales de la cumbre y del seguimiento que esperamos
obtener.

Ha sido en relación con la ampliación donde, al parecer, se han producido
algunas dudas y donde hay lagunas. El Gobierno sí se ha pronunciado, se
ha pronunciado claramente en varias ocasiones. Quisiera destacar, porque
ya no es un secreto por cuanto que ha aparecido en varios medios de
comunicación, que el Ministro que les habla fue el primero que mencionó
la ampliación a cinco, con Rumanía y Eslovenia, en la cumbre de
Sintra.

En un tour de table informal --repito que ha salido en muchos medios de
comunicación--, los dos o tres intervinientes que me habían precedido en
el uso de la palabra habían manifestado la necesidad de que, en esa
primera ampliación, se aceptara solamente a un número muy reducido de
países, sin especificar; cuando le tocó intervenir al Ministro que les
habla compartió ese deseo, pero ya precisó que para España ese grupo
reducido estaba compuesto por cinco países, los tres de Visegrado más
Rumanía y Eslovenia. Por tanto, estamos claramente en esa línea. Ustedes
conocen muy bien que las decisiones se toman por consenso, pero los
Estados Unidos tienen razones cuando argumentan en favor de que esa
primera ampliación se limite a tres, en primer lugar, por el problema de
coste y por la posición de las Cámaras americanas al respecto, que es
bastante determinante. Por otro lado está el carácter irreversible de las
reformas que implica la entrada en la OTAN y, finalmente, el grado de
madurez y preparación que tienen que tener los Estados que se incorporan,
por cuanto lo deseable es que en la próxima cumbre, que tendrá lugar
sobre el año 2000, probablemente en Estados Unidos, ya se pueda
materializar esa ampliación. Por lo tanto, también tiene que haber un
grado de homogeneidad grande entre los distintos aspirantes para que no
se produzcan retrasos y no sea el último, el menos preparado, el que
marque el ritmo. No obstante, la posición de España sigue siendo la de
apoyar, por razones que todos compartimos, el que se haga un esfuerzo y
que esa primera ampliación se extienda a cinco. Aunque tampoco sería un
drama si finalmente es a tres y en una segunda ampliación podemos hacer
una incorporación más equilibrada, que no sólo tenga en cuenta a los dos
que podrían quedar en estos momentos en la puerta sino, además, a otros
países vecinos para los que esa posible incorporación es un factor de
estabilidad interna muy grande, porque ya han manifestado que hasta
cierto punto es un factor de inestabilidad el que entren los vecinos y
ellos no. Por otro lado, el problema se tiene que enfocar con mucha
prudencia, y es así como lo estamos haciendo, no exenta de firmeza.

Para terminar, y dando las gracias, yo quisiera dejar bien claro que los
ciudadanos canarios no tienen absolutamente ninguna razón para
preocuparse. Tengan todos, diputados y ciudadanos compatriotas, la
absoluta seguridad de que Canarias estará naturalmente bajo mando español
con lo que ello comporta.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro de Defensa tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Haré unos comentarios breves
sobre las intervenciones de sus señorías.

En primer lugar, yo creo que nunca se agradecerá bastante el espíritu de
consenso que preside tanto la Comisión de Exteriores como la de Defensa,
porque yo creo --y SS. SS. estarán de acuerdo conmigo-- que ese consenso
redunda en una mayor fortaleza de la posición negociadora de España en
los avatares internacionales.

En segundo lugar, coincido con todos los portavoces --creo que
absolutamente todos-- que han dicho que la cumbre de Madrid es un éxito
ya por el hecho de que se celebre aquí. Ayer nos visitó el Ministro de
Defensa húngaro



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y hablaba de la emoción que le suponía el venir a Madrid donde por
primera vez, de una manera solemne, su país, como muchos de Centroeuropa,
iba a tener las puertas abiertas para su futuro nacional. Como ha dicho
el Ministro de Asuntos Exteriores, el que la reunión que va a convocar a
más Jefes de Estado y de Gobierno se celebre en España es, primero, el
reconocimiento del creciente papel de España en el mundo y, segundo, un
acicate para todos nosotros para perservar en ese relevante papel de
España en el entorno internacional.

Paso a referirme a algunas cuestiones concretas. Hay un error al entender
que cuando el Gobierno dice que Canarias va a quedar bajo mando español
es que va a hacerlo bajo el mando de las fuerzas nacionales, bajo el
mando de las Fuerzas Armadas españolas y bajo la tutela del Gobierno y
del Ministro de Defensa. Naturalmente que sí, pero no es sólo eso,
señorías. Cuando el Gobierno dice que Canarias estará bajo mando español
se refiere a bajo el mando aliado que se radique en España. Eso, que creo
que se ha manifestado con la suficiente claridad y rotundidad en las dos
cámaras, es lo que se pretende decir cada vez, haciendo una elipsis, se
habla de que quedará bajo mando español. No es bajo mando nacional; es
bajo el mando aliado que, conforme se ha dicho, se radique en España. Con
ellos se rearfirma categóricamente lo que acaba de expresar el Ministro
de Asuntos Exteriores. Por lo tanto, no hay que tener ningún temor al
respecto.

Voy a hacer algún comentario, señor Presidente, sobre la identidad
europea de seguridad y defensa. Siento, señor Presidente, no haber hecho
la declaración categórica con el representante de Coalición Canaria
presente. (Varios señores diputados: Que se lea después el «Diario de
Sesiones»).

Yo creo que la primera obligación de un Ministro de Defensa es el
realismo, el pragmatismo. Estamos jugando con la supervivencia y con los
conceptos esenciales. Ayer, el Presidente de la Comisión de Defensa del
Congreso explicaba con detalle cómo era impensable para cabezas tan
señeras como la de Wells, poco antes de 1914, que hubiera una
conflagración bélica, y llegó nada menos que la Primera Guerra Mundial, o
cómo una mente tan preclara como la de Unamuno pensaba que si había algún
peligro erradicado, algún temor disipado definitivamente de España, era
el de una guerra civil, y hablo de 1935. Cuando hablamos de identidad
europea en materia de seguridad y defensa hay que tener en cuenta, sobre
todo, cuál es la capacidad real de defendernos. Porque nadie duda de que
Europa tiene vocación, tiene deseo, tiene el objetivo político de dotarse
progresivamente de capacidad en materia de seguridad y defensa. Pero no
confundamos, porque iría frontalmente contra el realismo del que
hablábamos, el objetivo político con la realidad cotidiana.

Hace pocas semanas, en una conferencia en Madrid, el Secretario General
de la Alianza decía --no sé si digo los números con exactitud-- que de 63
satélites que sobrevuelan el territorio bosnio, 60 son
norteamericanos.

Yo no despreciaría la capacidad de que en cualquier contingencia venga a
apoyar los legítimos deseos de defensa de Europa, si fuere necesario, la
fuerza del supremo comandante estratégico aliado en el Atlántico, del
Saclant, que tiene bajo su mando 1.400.000 hombres. No le excluiría de
ninguna zona. Este Ministro de Defensa, que persigue como el que más la
identidad europea de seguridad y defensa, no querría romper el vínculo
transatlántico, porque sería, señorías, en mi modesta opinión, ir otra
vez frontalmente en contra del realismo que debe prescindir las
actuaciones en materia de defensa.

Se ha avanzado en identidad europea en materia de seguridad y defensa; se
ha avanzado porque la Alianza ha dado ya los pasos necesarios para que
Europa tenga la facultad de actuar, si lo estimare propicio. Pero
acabamos de ver el ejemplo de Albania, donde, por desdicha, los
mecanismos europeos de seguridad y defensa han vuelto a fallar. Luego,
persigamos con ahínco el objetivo de la identidad europea y no nos
olvidemos de la situación actual. Para tener identidad europea hay que
tener capacidad europea, y para tener capacidad europea son precisos
presupuestos de defensa suficientes. Hoy los países europeos claman por
la falta de recursos para hacer frente a esa necesidad y para cubrir ese
objetivo.

Se han mencionado algunos temas concretos. Creo que tanto el Ministro de
Asuntos Exteriores como yo mismo hemos intentado exponer cuál es la
situación de las negociaciones en todos los flancos que afectan a los
intereses nacionales; es cierto que con alguna ambigüedad. Pero la Cámara
conoce que en materia de negociaciones internacionales la ambigüedad es
un requisito. Si se explicitaran públicamente cuáles eran los objetivos
últimos de la negociación, por definición, no se podrían conseguir
objetivos más altos. Pero, salvaguardando esa ambigüedad, se dice que ha
desaparecido el cuarto nivel de mandos, con la restricción genérica,
señorías, que he mencionado al principio; ha desaparecido. Al Ministro
que les habla le hubiera gustado sobremanera que en 1982 pudiera haberse
dicho lo mismo, que había desaparecido el cuarto nivel de mandos, cuando
España ingresó en la Alianza.

¿Afectará o no afectará el contencioso histórico? Hay unas restricciones
--como ya conocen-- tanto navales como aéreas que se están tratando en el
seno de la Alianza, y el Gobierno hará lo necesario para poder limar las
diferencias sin que se tenga que hacer ningún levantamiento de
restricciones en lo que afecten al contencioso histórico.

La ampliación, como se ha dicho --y es verdad, señorías--, es un objetivo
político, pero no sólo para poner condiciones económicas, democráticas,
políticas, defensivas o militares a los nuevos socios a los que se
invitará en la cumbre de Madrid --a lo mejor, en ese aspecto sí queda la
sorpresa para la cumbre de Madrid--; es también un objetivo para aumentar
la seguridad defensiva de Europa, porque a nadie se le oculta que sucesos
como los que están ocurriendo desde hace años en Bosnia son un peligro
para la seguridad europea, y no voy a volver a referirme a 1914 ni a
Sarajevo, pero son un peligro para la seguridad europea. Ampliar la
estabilidad, ampliar geográficamente la seguridad y la estabilidad de
Europa es también un fin para la propia Alianza. Por tanto, la ampliación
se hace en interés de los que lo están solicitando y también en interés
de los que ya estamos en la Alianza.




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Se ha dicho que puede haber retraso en la negociación de la
estructura.

No lo creo, señorías, y lo digo con sinceridad. La negociación de la
estructura por lo menos tiene dos fases: la fase de la estructura de
mandos y la fase de la estructura de fuerzas; y, dentro de ello, la
distribución de los puestos de mando entre las distintas naciones. Por lo
tanto, es un proceso largo que nunca se previó terminar antes de
diciembre de 1997. La importancia histórica de la cumbre de Madrid hace
que se esté estudiando si en ese continuo proceso negociador pudiera
hacerse un alto en el camino en el cual se diera firme garantía del
cumplimiento de los requisitos o de los condicionamientos que el
Parlamento y el Gobierno español han sentado en la Alianza. No hay más
que eso, no es una dificultad en sí, es una dificultad en el
procedimiento, por lo que no creo que se pueda hablar de retrasos. Se
está intentando ver si se puede hacer, como digo, señorías, un alto en el
camino.

¿Es una organización territorial o funcional? Yo creo que en lo militar
nunca se puede olvidar la dimensión territorial, pero, en la medida en
que puede hablarse de disyuntiva entre territorial y funcional, señorías,
creo que la Alianza se está orientando a una organización funcional
reducida, ágil y flexible, por lo que los centros de mando unificados no
sólo no serán objeto de una nueva dispersión; serán objeto de
concentración. Lo que tiene que producirse, porque ya hay garantía de
funcionamiento de los ordenadores, incluso cuando llegue el 2000, es una
tendencia a la concentración y a la existencia de una cadena de mando
única --como no puede ser de otra forma cuando se trata de mando
militar-- reducida, concentrada y flexible.

En este sentido, creo que en la cumbre de Madrid podrá constatarse
también, con la salvedad que se ha hecho tantas veces a lo largo de la
sesión, que se van cumpliendo las condiciones fijadas por el Parlamento
español el 14 de noviembre, que muy someramente repito: Primero,
continuar impulsando la configuración de una nueva estructura de mandos
única más reducida y flexible. He dicho el número de cuarteles generales
objeto de reducción, lo que va a quedar es escasamente un tercio de lo
que había. Se va cumpliendo.

Segundo, atribuir a España responsabilidades de mando y operativas
acordes con nuestra contribución militar. Ya hemos hablado del consenso
existente para que en España se ubique nada menos que un mando
subregional que abarque todo el territorio, y por tanto a las Canarias,
como mando de la Alianza.

Tercero, reflejar la identidad europea de seguridad y defensa. Señorías,
ya se han dado pasos esenciales en la identidad europea, los hemos
expuesto el Ministro de Exteriores y yo. Ya hay una grandísima
visibilidad o, si se quiere, una visibilidad sustancialmente mayor de la
identidad europea de la que había en la vieja estructura. Ya es un hecho
real la facultad de poner a disposición de mandos europeos fuerzas de la
Alianza, y se va consiguiendo.

Cuarto, tomar en consideración los legítimos intereses de seguridad en
los países de Europa Central y Oriental. Se ha repetido que en la cumbre
de Madrid se formulará invitación. Todavía no sabemos, señorías, si serán
tres o serán cinco, como acaba de exponer el Ministro de Asuntos
Exteriores. También se va cumpliendo.

Quinto, apoyar las negociaciones entre la Alianza Atlántica y Rusia para
conseguir un marco estable de seguridad euroatlántica. El 27 de mayo se
ha conseguido.

A cualquier gobierno, señorías, le resulta extraordinariamente más
tranquilizador que a escasamente dos semanas de la cumbre de Madrid los
cinco puntos fijados por la resolución del Parlamento tengan un grado
notable de cumplimiento, no dejando todo abierto para el último
momento.

De manera que, sin perjuicio de que se pueda volver cuantas veces sea
necesario a informar a la Cámara, el objeto de esta comparecencia, señor
Presidente, era informar a SS. SS. que los puntos fijados por la
resolución del Parlamento tienen un grado notable de cumplimiento, de tal
modo --termino como empecé-- que ya se puede asegurar, señorías, que la
cumbre de Madrid será un éxito.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señores Ministros, por sus comparecencias y
por sus muy detalladas explicaciones. Ciertamente, en el futuro tendremos
otras ocasiones para evaluar lo que en la cumbre acontezca. Gracias,
señorías, por su presencia y su atención. Se levanta la sesión.




Eran las doce y diez minutos del mediodía.