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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 21, de 06/06/1996
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1996 VI Legislatura Núm. 21



D E F E N S A



PRESIDENTE: DON ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO Y LEDO



Sesión núm. 2



celebrada el jueves, 6 de junio de 1996



ORDEN DEL DIA:



Aprobación de la delegación en favor de la Mesa, a la que hace referencia
la Resolución de la Presidencia de la Cámara de 2 de noviembre de 1993,
en relación con el artículo 44 del Reglamento del Congreso de los
Diputados. (Número de expediente 042/000004) (Página 208)



Aprobación de la celebración de las comparecencias del señor Ministro de
Defensa. A propuesta de la Mesa de la Comisión, acordada en su reunión
del día 22-5-96. (Números de expediente 213/000016 y 213/000021) (Página 208)



Comparecencia, a petición propia, del señor Ministro de Defensa (Serra
Rexach), para informar sobre las líneas generales de la política de su
Departamento. (Número de expediente 214/000004) (Página 208)



Comparecencia del señor Ministro de Defensa (Serra Rexach), para informar
de las previsiones y líneas generales a desarrollar en su Departamento. A
solicitud del Grupo Parlamentario Socialista. (Número de expediente
213/000016) (Página 208)



Comparecencia del señor Ministro de Defensa (Serra Rexach), para dar a
conocer las líneas generales y proyectos a desarrollar por su
Departamento. A solicitud del Grupo Parlamentario Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya. (Número de expediente 213/000021) (Página 208)



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Se abre la sesión a las cuatro y cuarenta minutos de la tarde.




--APROBACION DE LA DELEGACION EN FAVOR DE LA MESA, A LA QUE HACE
REFERENCIA LA RESOLUCION DE LA PRESIDENCIA DE LA CAMARA DE 2 DE NOVIEMBRE
DE 1983, EN RELACION CON EL ARTICULO 44 DEL REGLAMENTO DEL CONGRESO DE
LOS DIPUTADOS. (Número de expediente 042/000004.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, buenas tardes.

Vamos a dar comienzo a la primera sesión ordinaria de la Comisión de
Defensa del Congreso de los Diputados --la primera después de la sesión
constitutiva--, que está centrada en la triple comparecencia del Ministro
de Defensa. Previamente, como habrán comprobado por el orden del día,
tenemos que tratar unos asuntos de trámite. En primer lugar, la
aprobación, en su caso, de la delegación en favor de la Mesa a la que
hace referencia la resolución de la Presidencia de la Cámara de 2 de
noviembre de 1983, en relación con el artículo 44 del Reglamento. Como
seguramente saben SS. SS., el artículo 44 del Reglamento dice que las
comisiones, por conducto del Presidente del Congreso, podrán recabar la
información y la documentación que precisen del Gobierno y de las
administraciones públicas, así como la presencia ante ellas de los
miembros del Gobierno para que informen sobre asuntos relacionados con
sus respectivos departamentos y otras autoridades, dicen los puntos 3 y
4.

Por otra parte, la Resolución de la Presidencia a la que se hacía
referencia, la de 2 de noviembre de 1983, dice, en su punto primero, que
las comisiones pueden delegar en sus respectivas mesas la adopción de los
acuerdos a que se refiere el artículo 44 del Reglamento. El primer
acuerdo de la Comisión sería, por tanto, que aprobara esta delegación
permanente de la Comisión en la Mesa para estos asuntos de comparecencias
y petición de documentación. (El señor Ríos Martínez pide la palabra.)
Señor Ríos.




El señor RIOS MARTINEZ: Señor Presidente, nosotros estamos de acuerdo en
esa delegación, pero siempre y cuando se produzca un consenso dentro de
la Mesa. En el caso de que en la Mesa no se produjese ese consenso, sería
bueno que la Comisión pudiera pronunciarse.




El señor PRESIDENTE: Creo que es algo adecuado. Si no hay consenso,
volveríamos a traer a la Comisión el asunto de que se tratara. Con esa
reserva, si no hay ninguna otra intervención o alguna otra reserva, queda
aprobado por asentimiento.




--APROBACION DE LA CELEBRACION DE LAS COMPARECENCIAS DEL SEÑOR MINISTRO
DE DEFENSA. (Números de expedientes 213/000016 y 213/000021.) A PROPUESTA
DE LA MESA DE LA COMISION, ACORDADA EN SU REUNION DEL DIA 22-5-96.




El señor PRESIDENTE: En segundo lugar, la Comisión tendría que aprobar la
celebración de las comparecencias del Ministro de Defensa a las que se
refieren unos determinados expedientes, que son las solicitadas por el
Grupo Socialista y por el Grupo Federal de Izquierda-Iniciativa per
Catalunya, que no estaban todavía sometidas al proceso de delegación.

¿Se aprueba? (Asentimiento.)
Queda aprobado por asentimiento.




--COMPARECENCIA, A PETICION PROPIA, DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (SERRA
REXACH) PARA INFORMAR SOBRE LAS LINEAS GENERALES DE LA POLITICA DE SU
DEPARTAMENTO. (Número de expediente 214/000004.)



--COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (SERRA REXACH) PARA
INFORMAR DE LAS PREVISIONES Y LINEAS GENERALES A DESARROLLAR EN SU
DEPARTAMENTO. A SOLICITUD DEL GRUPO SOCIALISTA. (Número de expediente
213/0000016.)



--COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (SERRA REXACH) PARA DAR A
CONOCER LAS LINEAS GENERALES Y PROYECTOS A DESARROLLAR POR SU
DEPARTAMENTO. A SOLICITUD DEL GRUPO DE IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER
CATALUNYA. (Número de expediente 213/000021.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto tercero del orden del día, que es
la comparecencia, a petición propia, del Ministro de Defensa para
informar sobre las líneas generales de la política de su departamento.

Pero, si les parece adecuado a los miembros de la Comisión, haremos un
tratamiento conjunto de las comparecencias tercera, cuarta y quinta. El
proceso sería el siguiente: En primer lugar, intervendría el señor
Ministro; a continuación, intervendrían los portavoces de los grupos que
han solicitado comparecencias separadas, es decir el Grupo Socialista y
el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, por este
orden, que es el orden de presentación de las comparecencias; y
finalmente intervendrían el resto de los grupos como es habitual, de
mayor a menor.

Por tanto, pasamos a la comparecencia del señor Ministro, a quien, ante
todo, quiero darle la bienvenida a esta Comisión, y espero que ésta, su
comparecencia primera, sea la inicial en un proceso de otras muchas
comparecencias que marquen la colaboración y el buen entendimiento entre
el Ministerio y este Congreso de los Diputados para todos los asuntos que
nos conciernen, así como una colaboración, como es habitual en cualquier
régimen parlamentario.




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Tiene la palabra el señor Ministro, a quien reitero la bienvenida.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señor Presidente, señorías,
ante todo quiero agradecer las palabras de introducción del señor
Presidente, así como decirles a todos, señorías, que, para el Ministro
que les habla es un honor esta su primera comparecencia que, como ha
dicho el Presidente, espero y deseo que sea seguida de otras que
constituyan una continuada colaboración entre el Parlamento y el Gobierno
en las tareas que a todos nos unen de la Defensa.

El propósito y el espíritu de colaboración creo que ya se refleja al
haber sido solicitada esta comparecencia a iniciativa del Gobierno, y
espero que ese propósito y esas intenciones no queden en meras
declaraciones.

Como habrán observado, no he hecho en absoluto ninguna declaración, y,
como he dicho públicamente, ello ha sido así porque entendía que el
primer lugar donde debería expresar cuáles son las líneas generales del
Ministerio de Defensa en esta legislatura deberían ser hechas en esta
Comisión.

Creo que es obligación del Ministerio no sólo exponer sino explicar, aquí
y donde fuese necesario, cuáles son los propósitos últimos que inspiran
nuestra actuación. Espero, por tanto, que ésta sea la primera de otras
muchas comparecencias.

Señorías, comparezco hoy, a petición del Gobierno, para exponerles las
líneas generales de la política de defensa que constituirán los ejes de
actuación del departamento durante la presente legislatura.

La política de Defensa, como política de Estado que es, exige consenso,
continuidad, estudio reflexivo y prudencia a la hora de tomar decisiones,
porque la política de Defensa no puede estar sometida a vaivenes, sino
que exige consenso y continuidad pues, en definitiva, lo que está en
juego es la seguridad, la defensa y el papel de España, de los españoles
y de sus intereses, en el concierto de las naciones.

En una visión general de la trayectoria de los estados a lo largo de la
historia aparecen dos elementos permanentes que les hacen perdurar y
mejorar su situación en el mundo: la política exterior y la política de
Defensa. Ningún Estado puede renunciar a ellas ni delegarlas porque
perdería sus señas de identidad, como quizá le ha pasado a España en
algún momento de su historia contemporánea.

Con esta visión de Estado, en su discurso de investidura, el Presidente
del Gobierno señaló entre los objetivos que definen de manera permanente
nuestra acción exterior --cito entre comillas-- «la seguridad y defensa
nacionales que basaremos en la noción de la suficiencia defensiva y la
protección de los españoles, de sus derechos e intereses en el exterior».

Esta nueva etapa que ahora comienza estará presidida por la decidida
voluntad del Gobierno de conseguir, dentro de su programa de política de
Defensa, los tres grandes objetivos siguientes: Primero, normalizar la
ubicación de la Defensa en el contexto de la sociedad española toda.

Segundo, consolidar la situación de España en las organizaciones
internacionales de defensa, de acuerdo con nuestros intereses
estratégicos. Tercero, mejorar, en la medida de lo posible, la eficacia
de nuestras Fuerzas Armadas.

Para alcanzar estos objetivos es preciso hacer un esfuerzo de coherencia
y realismo, contrastando permanentemente estos objetivos con nuestras
verdaderas capacidades y posibilidades. Es decir, debemos hacer coincidir
fines y medios. Nos proponemos metas ambiciosas, pero también somos muy
conscientes de los esfuerzos que deben realizarse para alcanzarlas.

Nuestra empeño es evolucionar en la medida en que sea necesario para
estar en la mejor disposición posible a la hora de afrontar nuevos
desafíos, y en ese sentido vamos a avanzar con decisión consolidando
metas ya alcanzadas y perfeccionando todo aquello susceptible de ser
mejorado.

En esta primera comparecencia expondré SS. SS. las líneas generales que
seguiremos para lograr los objetivos mencionados y posteriormente volveré
a comparecer ante esta Comisión para exponer más detalladamente, en el
próximo período de sesiones, las acciones concretas en que se
materializará cada una de ellas.

Estructuraré mi intervención en tres grandes apartados. En el primero
expondré lo que considero la piedra angular sobre la que descansa el
edificio entero de nuestra Defensa, que es la voluntad de defender lo que
somos, lo que tenemos y lo que queremos defender a los españoles, sus
derechos y sus intereses. En segundo término, analizaré la dimensión
exterior que pretendemos dar a nuestra política de defensa. En tercer
lugar, expondré las líneas generales que regirán de ahora en adelante la
modernización de las Fuerzas Armadas. Me referiré al planteamiento de la
defensa e informaré a SS. SS. sobre las primeras decisiones adoptadas en
este campo.

La necesidad de la defensa. Conceptualmente, lo primero que cabría
preguntarse es el porqué hay que realizar unos gastos en Defensa que
requieren fondos que deberán ser detraídos de otras necesidades
colectivas concretas. A SS. SS. no se les oculta que la paz, la libertad
y la prosperidad no surgen espontáneamente, se han obtenido con un
ímprobo esfuerzo, con un enorme sacrificio de las generaciones que nos
han precedido. Es nuestra obligación mantenerlas y desarrollarlas para
bien de los que en el futuro nos sucedan, para bien de nuestros hijos y
de nuestros nietos.

La misión de la defensa no es otra que garantizar estos valores, estos
bienes y derechos y estos intereses. Esta participación y esta defensa,
como no se les escapa a SS. SS., no es gratuita, tiene un precio, los
gastos de defensa.

La defensa es un bien público porque alcanza por igual a todos los
ciudadanos y a todas las actividades de la sociedad. Así concebida la
defensa, su coste, los gastos de defensa, no deben ser, a mi juicio,
considerados una alternativa a gastos en otras actividades prioritarias
que tiene nuestra sociedad, la educación, la salud, etcétera, sino como
un soporte de todas ellas, como un cimiento que, por estar oculto, se ve
menos, pero no por ello es menos necesario; se trataría, señorías, más
que de tener una defensa determinada, de ser capaces de defender lo que
nos importa.




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Es un hecho que la sociedad española en su conjunto, hoy, no percibe
claramente la necesidad de la defensa. No somos quizás demasiado
conscientes de que la defensa es la garantía última de nuestra seguridad
y de nuestros intereses. Así se refleja en el Informe Incipe de 1995, en
el que se pone de manifiesto que hay dos áreas de actuación del Estado
cuyas tendencias en la percepción de la opinión pública muestran un
índice negativo desde 1991. Sólo un 11,5 de la opinión pública cree que
el área de defensa debe ser incrementada, mientras que los porcentajes de
incremento en favor de la educación, de la seguridad y de la sanidad
oscilan entre el 75 y el 81 por ciento. Significativamente, por lo que
luego diré, el otro área menos digna de ser incrementada, a juicio de esa
opinión pública, es el de las representaciones diplomáticas: un 13,5 por
ciento.

Ambas, defensa y representaciones diplomáticas, son las únicas que tienen
resultado negativo en el índice «Expansión o reducción del gasto
público». Un rayo de esperanza quizás es el que muestra que en la
encuesta entre líderes, y por primera vez en 1995, el índice de defensa
es positivo, es decir, son más los que piensan que debe ser aumentado que
los que opinan que debe ser reducido. Y ello, señorías, a pesar de que en
ese mismo estudio, el 30 por ciento de la población general y el 90 por
ciento de los líderes considera que, por ejemplo, la situación
conflictiva que actualmente vive Argelia representa un riesgo grande o
bastante grande para España. Más sorprendente es ello aún si consideramos
que en relación con el PIB tenemos los gastos en Defensa más bajos de
todos los países de la Alianza Atlántica.

En conclusión, estamos haciendo el menor esfuerzo defensivo de todos los
países de la Alianza, y, a pesar de ello, un porcentaje significativo de
nuestra opinión cree que hay que seguir disminuyendo este esfuerzo.

Por cierto, que el mismo Informe Incipe revela que el 64 por ciento de la
población cree que en el futuro las Fuerzas Armadas deben estar formadas
exclusivamente por profesionales.

Es una opinión personal, señorías, pero pienso que España es uno de los
países más importantes del planeta. Debemos tener en cuenta --y no
pretendo abrumar a SS. SS. con datos-- que ocupamos el octavo puesto de
las economías mayores del mundo, el noveno, en el índice de desarrollo
humano; el undécimo, en el de comercio exterior; el sexto, en producción
de automóviles; el décimo, en lo que se refiere a productos químicos de
maquinaria y transporte; también en la industria textil; el séptimo, en
alimentación; el noveno, entre los importadores de energía, y que somos,
nada menos, la tercera potencia turística del mundo en lo que se refiere
al número de visitantes.

Pues bien, todo ello contrasta brutalmente en cuanto se refiere al
esfuerzo en Defensa. Baste señalar que en 1993, últimos datos
disponibles, España ocupaba el puesto número 114 en la relación en gastos
de Defensa con respecto al PIB. Señorías, el 114. Ni que decir tiene que
esta posición despertaría los más enérgicos y públicos rechazos si la
ocupásemos en cualquier otro indicador social o económico de nivel de
vida o de nivel cultural.

En resumen, creo que puede afirmarse sin ambages que esta situación no
tiene equivalencia en ninguna otra sociedad desarrollada.

¿Por qué hemos llegado a esta situación? A mi juicio, son dos las grandes
causas que nos han llevado a la situación actual: nuestro aislamiento
histórico y la subsecuente pérdida de autoestima.

En términos históricos, la característica básica de nuestra historia
contemporánea ha sido el aislamiento tradicional de España durante los
últimos doscientos años, sólo muy recientemente superado. Este
aislamiento tiene dos vertientes: la externa, el desinterés por todo
cuanto acontecía fuera de nuestras fronteras y, consiguientemente, la
ignorancia de cuanto ocurría en el mundo exterior. En consecuencia, no
hemos participado en los acontecimientos ni en las decisiones más
importantes que han configurado el mundo que hoy conocemos y vivimos. Y
esta ignorancia ha llegado incluso al desprecio.

En certeras palabras de Antonio Machado, ese precioso verso: Castilla
miserable, ayer dominadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto
ignora.

Y también desinterés, cuando no incomprensión, hacia nuestras Fuerzas
Armadas. Se ignora para qué sirven, pues a nadie se le escapa que es
precisamente hacia el exterior hacia donde debe proyectarse la acción de
la Defensa, si era inexistente --casi-- aquella acción exterior, éstas,
en consecuencia, eran innecesarias.

La otra vertiente es la interna. No sólo no se tuvo o no se ha tenido
conciencia del mundo exterior, sino que la acción, todas las energías se
han volcado, se han concentrado, se han comprimido hacia el interior, lo
que ha provocado un número insólito de conflictos, de confrontaciones e
incluso guerras civiles en las que las Fuerzas Armadas se han visto
involucradas. En este sentido, traigo al recuerdo de SS. SS. el libro del
profesor Carlos Seco Serrano «Militarismo y civilismo en la España
contemporánea», en el que, a mi juicio, se explica magistralmente esta
involucración.

Decía que la segunda gran causa es la pérdida de la autoestima. Creo que
SS. SS. coincidirán conmigo en que habitualmente de cualquier país se
suele oír hablar mejor dentro de sus fronteras que fuera de ellas. A mi
juicio, así acontece al menos con los de nuestro entorno, excepto,
curiosamente, en el caso español. Al menos, quien les habla ha recibido
innumerables muestras de admiración y asombro respecto de España fuera de
aquí, actitudes excepcionales entre nosotros. Y es que el aislamiento
también ha producido una pérdida de relación, de contraste, con otras
naciones, lo que quizás explique un cierto complejo de inferioridad del
español.

Constantemente recibimos desde el exterior muestras de respeto y
reconocimiento por cualidades o hechos que nosotros mismos no somos
capaces de valorar. Tiene que ser el profesor de Oxford, John Elliot,
premio Príncipe de Asturias, quien, después de cinco años de estudios,
equipare, en favor del español, la figura del Conde-Duque de Olivares con
la del Cardenal Richelieu, y tiene que ser él quien lo diga porque
nosotros, sinceros admiradores del Cardenal galo, lo único que queremos
saber del Conde-Duque



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es que era Valido de Felipe IV. O que tenga que ser el Profesor Hugh
Thomas quien ensalce la obra de Cortés, y diga --se lo he oído
personalmente-- que Cortés se fue a América porque era demasiado grande
para Europa; y tiene que ser el propio Thomas el que lo diga porque aquí
nos limitamos a disculparnos por las presuntas «tropelías» que «a buen
seguro» cometió. Digo tropelías y digo a buen seguro entre comillas.

Somos herederos de un pasado esplendoroso, pero parece que tenemos poca
esperanza en nuestro futuro, en nuestro porvenir. Quizá sea una lógica
consecuencia de una trayectoria histórica descendente, de decadencia. Se
ha producido una pérdida de autoestima y no valoramos, o valoramos en
poco, lo que somos (los valores, el pasado), lo que tenemos (los
derechos, el presente), ni lo que podemos (los intereses, el futuro).

Esta pérdida de autoestima conduce finalmente a la pérdida del
sentimiento de identidad y tiene, a mi juicio, otras dos consecuencias:
Primera, si no tiene valor lo que somos y lo que tenemos, no merece la
pena defenderlo y mucho menos gastar dinero en proteger, en asegurar o en
defender algo en lo que no creemos. Si una familia tiene en el recibidor
de su casa un óleo viejo y sucio, seguro que no se gasta dinero en
asegurarlo; si descubre que lo que tiene es un lienzo de Goya,
probablemente decida dedicar una parte de su presupuesto a asegurar ese
bien.

Segunda, la pérdida de identidad conduce a querer ser algo distinto de lo
que somos y, en nuestro caso concreto, a querer ser europeos, como si ser
español fuese no ser europeo, como si ser europeo conllevase dejar de ser
español.

Creo que hoy, y gracias al trabajo de los que nos han precedido, se dan
las circunstancias apropiadas para intentar trasladar nuestro centro de
gravedad desde el pasado hacia el futuro. Creo sinceramente que se dan
las circunstancias para tratar de quebrar esa trayectoria decadente de
nuestra última historia secular.

Como escribía Ortega y Gasset en su imperecedera «España invertebrada»,
es el futuro lo que une a los pueblos, lo que está por compartir. No es
el ayer, decía, el pretérito, el haber tradicional, lo decisivo para que
una nación exista. Las naciones, como los pueblos, se forman y viven de
tener un programa para mañana, un proyecto sugestivo de vida en común.

Los datos que he dado anteriormente a SS. SS. parecen avalar que podemos
hacerlo, que podemos ser capaces de hacerlo, que hay una oportunidad en
las actuales circunstancias.

En efecto, felizmente se ha puesto fin al aislamiento, a ese aislamiento
tradicional y secular. En el año 1982 se produce la entrada de España en
la Alianza Atlántica y en el año 1986 en la Unión Europea.

La transformación experimentada por España en los últimos años ha sido
realmente extraordinaria. Baste señalar algunos datos para darnos cuenta
de ello. En el año 1960 la agricultura representaba casi el 50 por ciento
del PIB. En el año 1993, su porcentaje era del 4,6. Entre los años 1960 y
1990 se ha registrado una migración interior espectacular, más de 10
millones, sin parangón en Europa desde la última guerra. Desde 1970 el
analfabetismo se redujo a la quinta parte, del 10 al 2 por ciento,
mientras que hemos multiplicado por seis el número de estudiantes
universitarios. Entre 1970 y 1990, España ha triplicado el número de
médicos por habitante. Hoy tenemos más médicos por habitante que Francia.

Hemos pasado, para terminar, y SS. SS. son protagonistas de ello, de una
dictadura a un régimen de libertades.

Los que suelen usarse como parámetros fundamentales para dar, en el
resumen más compendiado, el nivel de vida de un país, la renta per cápita
y la tasa de mortalidad infantil, muestran claramente lo que he dicho:
nuestra renta per cápita es de 10.700 dólares, diez veces más de la que
teníamos en 1970. Nuestra tasa de mortalidad infantil, el 0,76 por ciento
de los nacidos, es una de las más bajas del mundo y seis veces inferior a
la que teníamos en 1960.

Si me permiten, finalizo con una referencia a otro aumento espectacular:
el de estatura de los españoles. En 1960, el 12,3 por ciento de los
jóvenes alistados medía menos de 1,60 metros, porcentaje que se redujo en
el año 1994 al 1,3. En ese mismo período, el porcentaje de los jóvenes de
más de 1,80 metros de estatura ha pasado del 2 al 23 por ciento. Por
desgracia, señorías, algunos hemos llegado tarde a ese aumento
espectacular.

En definitiva, España ha pasado de ser un país subdesarrollado, aislado,
tradicional, rural, agrícola, básicamente analfabeto y desinformado, a
ser un país desarrollado, inserto en el mundo occidental, moderno,
urbano, industrial, culto y con cotas de información semejantes a las de
otros países europeos, y ello ha de tener fiel reflejo en nuestra
estructura de defensa. Ocioso es repetir que ha pasado de un régimen
autoritario a un régimen de plenas libertades.

Ello exige, a mi juicio, una nueva ubicación de la defensa. Este cambio,
que ha asombrado al mundo, es el que nos permite ahora, una vez producida
la apertura, considerar llegado el momento de empezar a superar la falta
de confianza en nosotros mismos y, en consecuencia, aunque pueda resultar
paradójica, la falta de confianza en los demás, actitud que quizás
explicaría el tópico de nuestro individualismo.

Si los españoles fuésemos capaces de apreciar y valorar realmente cuanto
tenemos, nuestra forma de vida, nuestras libertades, nuestros intereses
comunes y todo aquello que nos une, llegaríamos, sin solución de
continuidad, a la idea de la necesidad de defensa, a la idea de que vale
la pena defender nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

En esta idea de construcción del futuro, quisiera recordar las palabras
de Su Majestad el Rey, cuando visitando estos días el País Vasco, expresó
su convencimiento de que España está llamada a desempeñar un papel
fundamental en la construcción de una sociedad de progreso y bienestar.

Entre las secuelas históricas que arrastramos de nuestro aislamiento está
nuestra propia indefinición a la hora de establecer claramente cuáles son
los intereses estratégicos que debemos preservar y que no dejan de ser
sino la envolvente de los intereses particulares y concretos de cada uno
de los españoles.

Entre los primeros, los intereses generales, la soberanía e independencia
de la patria, la permanencia y funcionamiento



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de las instituciones, la seguridad de nuestros conciudadanos aquí o donde
se encuentren o la protección de nuestros recursos, son intereses
colectivos que los españoles debemos defender.

Con respecto a los segundos, a los intereses concretos, quizás baste
señalar dos momentos de nuestro pasado reciente: la defensa de los
intereses energéticos durante la crisis del Golfo Pérsico o la defensa de
los intereses pesqueros durante la pasada campaña del fletán.

La defensa de estos intereses, enmarcada en el contexto internacional,
debería indicarnos la dimensión del esfuerzo que es necesario realizar en
defensa, de las Fuerzas Armadas de que debemos disponer para protegernos
en caso de agresión o para apoyar nuestra política exterior, actuando en
una mayor diversidad de escenarios.

En este campo, las líneas de actuación principales pretendo que sean dos:
primera, fomentar el sentido de la necesidad de la defensa, cuya
necesidad tiene que ser conscientemente percibida por el conjunto de la
sociedad. No se puede concebir la defensa sin estar sólidamente asentada
en la sociedad. En nuestra historia pasada hemos tenido demasiados
ejemplos de las trágicas consecuencias de este desencuentro.

Segunda línea, normalizar las relaciones entre las Fuerzas Armadas y la
sociedad.

Estimo que se deben derribar muros de incomprensión mutua levantados por
años de ignorancia o desinterés y dar paso a una nueva etapa de
relaciones fluidas, de mayor conocimiento y confianza.

No se trata, pues, en absoluto, de militarizar la sociedad española, pero
tampoco de desmilitarizar nuestras Fuerzas Armadas. Se trata, en
definitiva, como digo, de normalizar unas relaciones más estrechas entre
el todo y una de sus partes, la más importante en cuanto a su defensa se
refiere.

La segunda parte, les decía, señorías, es la dimensión internacional de
la defensa. La integración plena de España en el sistema internacional
está íntimamente ligada al restablecimiento de la democracia y a nuestro
ingreso en la Alianza Atlántica y en la Unión Europea. A este fin han
contribuido sin excepción todos los gobiernos desde 1977.

España es hoy un país que inspira confianza y cuyo compromiso con la
seguridad y defensa de occidente y con la paz mundial va más allá de las
meras declaraciones programáticas. Este es el camino a seguir a la hora
de definir la proyección española hacia el siglo XXI y nuestra política
de defensa consolidará el papel internacional de España en ese futuro.

La situación política y estratégica en Europa es nueva y radicalmente
distinta de aquella que existía en el momento de entrada de España en la
OTAN. Aquellas circunstancias nos llevaron a la adopción de un
determinado modelo de contribución militar.

Ahora, el fin de la guerra fría, la desaparición del Pacto de Varsovia y
la asunción por la OTAN de nuevas misiones, han cambiado profundamente
las condiciones en las que se diseñó el modelo español de participación.

Buena prueba de ello son las operaciones militares desarrolladas
conjuntamente por los ejércitos de 32 naciones en la aplicación del Plan
de Paz en la antigua Yugoslavia, bajo mando único aliado, ejércitos de la
OTAN y de los antiguos adversarios del Pacto de Varsovia.

La evolución experimentada por la Alianza Atlántica comienza
prácticamente con la desaparición del Muro de Berlín, del Pacto de
Varsovia y de la antigua Unión Soviética.

En efecto, el proceso de adaptación y reforma empezó ya en 1990 en la
Cumbre de Londres y posteriormente fue impulsado en la Cumbre de Bruselas
de 1994. Este proceso ha obtenido unánime respaldo hace sólo tres días,
en la reunión del Consejo Atlántico celebrada el pasado lunes en Berlín.

En esencia, el Consejo Atlántico aprobó las directrices políticas para,
en primer lugar, adaptar las estructuras política y militar de la
Alianza, construyendo una identidad europea de defensa y seguridad dentro
de la OTAN. Segundo, desarrollar la capacidad para realizar las nuevas
misiones de prevención de conflictos y de gestión de crisis, de forma que
se permita la participación de todos los países antiguos miembros del
Pacto de Varsovia. Tercero, impulsar los esfuerzos contra la
proliferación de armas de destrucción masiva. Cuarto, profundizar en las
relaciones con los países socios, en especial con Ucrania y con Rusia.

Estos cambios en las estructuras de la Alianza tienen el triple objetivo
de asegurar la eficacia militar, preservar el vínculo transatlántico y
desarrollar la identidad europea de defensa y seguridad. En particular, y
en lo que se refiere a la estructura militar, las nuevas directrices
implantarán un cambio, que yo me atrevería a calificar de histórico, que
ha sido posible gracias al giro espectacular en las posiciones mantenidas
hasta ahora por nuestros aliados. Se puede afirmar que, a partir de
ahora, la Unión Europea Occidental podrá disponer de la estructura
militar y de los medios colectivos de la OTAN para el planeamiento, mando
y control de sus operaciones militares, proporcionándole así la capacidad
operativa de la que ahora carecía. Esta solución conducirá a una nueva
estructura militar, sustancialmente distinta de la anterior, y en la que
los europeos asumirán responsabilidades relevantes. Quiero resaltar la
importancia de esta decisión ya que, teniendo en cuenta nuestra plena
integración en la UEO, este nuevo diseño nos aboca a una participación
consecuente en la nueva estructura militar. El proceso de adaptación de
la estructura militar que ahora se acomete es realmente profundo. Está
prevista la desaparición de muchos de los mandos hoy en día existentes.

No es de extrañar, por tanto, que el proceso para determinar la
estructura definitiva pueda extenderse durante un período de uno o de dos
años.

El Gobierno tiene el resuelto propósito de cumplir los compromisos
derivados de nuestra pertenencia a la Alianza Atlántica y expresa su
decidida voluntad de contribuir a los instrumentos específicos de defensa
en el ámbito europeo. Pretendemos, señorías, conseguir nuestra plena
participación en ambos foros de seguridad colectiva en un plano de
igualdad con todos nuestros aliados. Para ello, es propósito del Gobierno
propiciar la participación activa de España en el proceso de adaptación
de la Alianza Atlántica a las nuevas circunstancias del mundo y apoyar



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la ampliación del espacio de seguridad europeo a las nuevas democracias
del centro y del este de Europa.

El Gobierno está decidido a promover la participación plena de España en
las nuevas estructuras, siempre que se cumplan determinadas condiciones,
entre las que destacaré tres: Primera, que la estructura sea diferente a
la anterior, segunda, que el estatuto de España responda a nuestros
propios intereses; tercera, que se potencie la identidad europea de
seguridad y defensa.

El Gobierno establecerá próximamente los criterios que deben presidir el
proceso para determinar cuál será la forma definitiva de participación de
España en la Alianza, de acuerdo con nuestros intereses y en función de
las nuevas circunstancias. Una vez quede determinada nuestra posición, es
propósito del Gobierno someterla a la consideración de la Cámara para
obtener el correspondiente respaldo parlamentario. Esta transformación de
la Alianza Atlántica no es más que la traducción a hechos concretos de la
desaparición de la amenaza de un ataque masivo a los territorios de las
naciones aliadas. Subsisten, sin embargo, situaciones de riesgo que han
exigido la participación reciente de los ejércitos aliados en operaciones
de paz y en situaciones de crisis, provocadas por la proliferación de
conflictos de pequeña o mediana entidad.

Permítanme, señorías, que haga ahora un inciso para resaltar la
importancia que concedo en la proyección internacional de la política de
defensa a la actuación del Centro Superior de Información de la Defensa
en el exterior. La necesidad de prevenir y, en la medida en que se pueda,
evitar los conflictos, sean éstos de entidad grande, mediana o pequeña,
hace absolutamente imprescindible la obtención de Inteligencia y para
ello disponemos del despliegue que el CESID mantiene en más de 50 países,
lo que nos permite disponer de una imagen actualizada y fidedigna de lo
que sucede en los países de nuestro interés estratégico.

Puedo asegurarles, señorías, que el CESID está realizando en el exterior
una magnífica labor y cuenta con un insólito prestigio, repito, en el
exterior, reconocido por todos los servicios de Inteligencia con los que
mantiene colaboración. Hablando del CESID, quiero resaltar que, como SS.

SS. conocen, el Centro Superior de Información de la Defensa está siendo
objeto de una reestructuración orgánica que afecta a su dirección, a su
estatuto de personal y a la mejor distribución de sus órganos internos,
con supresión de algunos de ellos y con la creación de una división de
seguridad.

Es propósito del Gobierno remitir a la Cámara un proyecto de ley en el
que se establezcan las misiones, los objetivos, los métodos y los
procedimientos del Centro Superior de Información de la Defensa, para que
a partir de su aprobación cuenten con una norma legal de rango apropiado.

Además, el Gobierno establecerá un sistema de coordinación del Centro con
todos los demás servicios de información, de forma que se multiplique la
eficacia del trabajo de todos ellos.

La proyección internacional de nuestra política de defensa se completará
con nuestro decidido apoyo al mantenimiento y perfeccionamiento del
tratado sobre reducción de fuerzas convencionales en Europa, el tratado
de cielos abiertos y a las medidas de fomento de la seguridad y la
confianza.

España está en Europa, pero no se relaciona solamente con Europa. En la
medida de sus posibilidades e intereses propios, España responderá, en
todas aquellas ocasiones en que sea llamada, para contribuir a las
operaciones de paz que se realicen bajo los auspicios de Naciones Unidas,
de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa o de otras
organizaciones internacionales de seguridad. Mantendremos el impulso en
las relaciones bilaterales con países del norte de Africa para
incrementar el diálogo y la cooperación con ellos. Además, en el marco de
la Asociación para la Paz, y en coordinación con nuestros aliados,
profundizaremos en las relaciones bilaterales con los países del centro y
del este de Europa. Finalmente, dedicaremos una atención especial a los
países iberoamericanos, no sólo por razones evidentes de historia y
cultura comunes, sino también porque España tiene intereses cada vez
mayores en esta zona del mundo: la pesca, otras relaciones comerciales,
nuestra presencia en la Antártida, etcétera.

Permítanme ahora, señorías, que exponga brevemente las líneas generales
del proceso de modernización de las Fuerzas Armadas. Este objetivo
constituye el núcleo fundamental de la política militar, cuya finalidad
no es otra que la de alcanzar y mantener unos ejércitos capaces de
cumplir eficazmente con sus misiones y de constituir un adecuado
instrumento de disuasión. Entendida de este modo, bien podemos afirmar
que la modernización y perfeccionamiento de los ejércitos es una tarea
que no finaliza nunca, ya que debe ser objeto de revisiones periódicas a
fin de asegurar una correcta adaptación de las Fuerzas Armadas a las
circunstancias internas y externas de cada momento. Debemos dar un
impulso renovado al proceso de modernización de nuestras Fuerzas Armadas.

El gran reto, la gran dificultad es que deberemos hacerlo en tiempos, SS.

SS. lo saben de sobra, de dificultades económicas, en los que habremos de
ser solidarios, y lo vamos a ser, con los programas de convergencia y de
reducción del déficit.

La desaparición de la mayor amenaza de conflagración en Europa y la
proliferación de conflictos locales han terminado por definir el sentido
de las transformaciones de las Fuerzas Armadas de los países
occidentales: sustituir progresivamente los ejércitos numerosos, los
ejércitos de masas, por otros mucho más reducidos, más eficaces,
orientados fundamentalmente a la acción en el exterior, integrados en
agrupaciones multinacionales y con un incremento muy significativo en los
porcentajes de profesionalización. Así, junto a las variaciones
introducidas en la estructura y volumen de las fuerzas, la
profesionalización de la tropa y marinería ha cobrado una nueva
relevancia en la práctica totalidad de los países de nuestro entorno.

Estas razones han llevado ya a Bélgica, Holanda y Portugal a tomar la
decisión de profesionalizar sus Fuerzas Armadas, opción por la que
recientemente también se ha inclinado Francia, tras su experiencia en las
crisis del Golfo Pérsico y de los Balcanes, y es también motivo de debate
en Alemania e Italia, entre otros países.




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En España, el Presidente del Gobierno, en su discurso de investidura,
afirmó que para la satisfacción de los fines de defensa precisamos unas
Fuerzas Armadas más operativas, más flexibles, más reducidas y mejor
dotadas. Añadía el Presidente que en la perspectiva de preservar mejor el
valor de la seguridad de España es en la que se encuadra nuestra voluntad
de iniciar la paulatina sustitución del actual modelo mixto de Fuerzas
Armadas por otro estrictamente profesional, que ya no exigiría la
realización del servicio militar.

El Gobierno, en consecuencia, ha asumido el compromiso de impulsar el
progresivo incremento de la profesionalización de los ejércitos hasta
alcanzar el cien por cien de sus efectivos, como parte de su propósito de
consolidar una organización militar adaptada a los nuevos requerimientos
estratégicos, adecuada en su dimensión y mucho más eficaz en el ejercicio
de sus misiones. Alcanzar este objetivo exigirá tiempo, exigirá esfuerzo
y exigirá, señorías, el apoyo de todos. Sólo así seremos capaces de
llevar a cabo las modificaciones organizativas sin perjudicar la eficacia
operativa de las Fuerzas Armadas durante el período de transición. Es
preciso, por ello, contar con el máximo apoyo del Parlamento para llevar
a buen puerto un ambicioso programa, ya que es imprescindible su
comprensión y su colaboración al objeto de establecer el contenido de las
reformas necesarias y el calendario de aplicación que permita alcanzar
ordenadamente ese objetivo, sin rebajar las garantías de nuestra defensa.

En consonancia con el compromiso adquirido por el Gobierno, se deberá
incrementar el ritmo de las incorporaciones anuales de tropa y marinería
profesionales, de modo que los objetivos hoy previstos sean alcanzados en
el plazo más breve posible. No obstante, la futura evolución de nuestras
Fuerzas Armadas habrá de compaginarse necesariamente con la que
experimente el conjunto de la economía española. Debemos ser conscientes
de que el objetivo de la reducción del déficit y el cumplimiento de los
criterios de convergencia con la Unión Europea podrían obligar a modular
el alcance de las reformas militares, para compatibilizarlas con las
previsiones globales del gasto público.

En paralelo con el trabajo parlamentario para el establecimiento de la
fórmula, y los plazos para conseguir la plena profesionalización de las
Fuerzas Armadas, que realizará la Comisión Mixta --cuya propuesta de
creación ha sido presentada ayer mismo, a la que desde aquí ofrezco la
colaboración plena del Ministerio de Defensa, y a la que --añado-- puedo
transmitir la satisfacción del Presidente del Gobierno por la celeridad
con que ha sido presentada--, el Departamento de Defensa pretende
acometer las siguientes líneas de actuación: Primera, definir la
estructura y la composición de las unidades militares, la entidad de los
efectivos, la organización y el despliegue territorial de las Fuerzas
Armadas del siglo XXI, bajo la doble perspectiva de la fuerza necesaria y
la fuerza posible. Segunda, distribuir equilibradamente las
consignaciones presupuestarias del Ministerio de Defensa entre personal y
material, de forma que se consigan unas Fuerzas Armadas debidamente
equipadas. Tercera, incrementar el nivel de la programación actual y
estudiar la mejor forma de adecuarla en el tiempo con las
disponibilidades presupuestarias.

En el campo de personal ello se traduce en establecer un programa gradual
de profesionalización acorde, como he dicho, con las disponibilidades
económicas y con la capacidad de las estructuras de formación y de los
ejércitos. Segundo, actualizar el modelo de tropa y marinería
profesionales en función de las nuevas circunstancias. Tercero,
desarrollar un programa paralelo para una progresiva reducción de los
efectivos de reemplazo y de la duración del servicio militar, con la
intención de alcanzar los seis meses de prestación durante la presente
legislatura. Cuarta, establecer, con carácter transitorio, determinadas
medidas legales de carácter económico, fiscal, laboral y otras que
incentiven la realización del servicio militar durante la etapa de
transición hasta la plena profesionalización.

Por supuesto, el Gobierno tiene la obligación, como no podía ser de otra
manera, de velar por el cumplimiento de la legislación vigente sobre la
materia. El Gobierno, como ha manifestado el Presidente Aznar, tiene la
intención de alcanzar el objetivo de la plena profesionalización en el
plazo de seis años si, como también indicó el propio Presidente, las
disponibilidades económicas lo permiten. De alcanzarse este objetivo,
estaríamos en un escenario en el que los nacidos a partir del día 1.º de
enero de un determinado año no serían llamados a realizar el servicio
militar, lo que dependerá, evidentemente, del año en que pueda alcanzarse
la plena profesionalización, en virtud de lo que acabo de decir. La no
necesidad de la prestación del servicio militar, en circunstancias
normales y con carácter generalizado, no extingue las obligaciones
militares. Es necesario prever cualquier otra circunstancia, porque de lo
contrario sería imposible aportar los recursos humanos necesarios en el
caso desdichado de conflicto generalizado o en tiempos de guerra.

En el campo del material las líneas serían: Primera, revisar el Objetivo
de Fuerza Conjunto en función de estos criterios y de las previsiones
presupuestarias para los próximos años. Segunda --y es muy importante--,
alcanzar un punto de equilibrio entre los gastos de inversión y
sostenimiento, bajo la premisa de que no hay unidad militar más cara que
la que no es capaz de combatir en el momento en que se le exige. Tercera,
establecer una mayor correspondencia entre la fuerza y el apoyo a la
fuerza. (No se puede tener más fuerza que la que podamos apoyar ni
debemos sobredimensionar el apoyo en detrimento de la fuerza.) Cuarta,
incrementar la capacidad de vigilancia estratégica y la logística de
transporte, de forma que se refuerce esa acción exterior de las Fuerzas
Armadas, a la que antes he hecho referencia.

En el aspecto orgánico, en un momento de profunda reorganización y
disminución de los efectivos de las Fuerzas Armadas y en el marco de la
remodelación global de la Administración general del Estado, el
Ministerio de Defensa está realizando ya un gran esfuerzo para
incrementar la efectividad de la organización, mediante las siguientes
líneas: Primera, efectuar una redefinición y «adelgazamiento» de la
organización administrativa de la Defensa, para conseguir una mejor
coordinación de todos sus órganos



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y evitar duplicidades y solapamientos. Segunda, redistribuir tareas y
responsabilidades para reducir el tamaño de los órganos centrales del
Ministerio y simplificar el funcionamiento general de todo el sistema.

Tercera --y concedo mucha importancia a ésta--, acentuar la acción
conjunta y los órganos conjuntos de la defensa, en particular del Cuartel
General del Estado Mayor de la Defensa.

Me gustaría referirme ahora a algunas decisiones ya tomadas con respecto
al planeamiento de la defensa militar. Para materializar este nuevo
modelo de Fuerzas Armadas que nos hemos propuesto, debe reorientarse el
planeamiento de la defensa militar mediante el análisis, entre otros
factores, de cinco aspectos que, siendo esenciales, son complementarios y
están íntimamente ligados. Primero, los criterios estratégicos básicos
que han de presidir el planeamiento de la defensa militar a medio y largo
plazo, en particular del Objetivo de Fuerza Conjunto y, en función de
ellos, determinar las necesidades de fuerza. Segundo, la necesidad de
mantener la inversión en modernización, como base imprescindible para el
planeamiento militar y la consecución del objetivo de fuerza fijado para
cada uno de los tres Ejércitos. Tercero, la evolución que ha de seguirse
a partir de los efectivos actuales para alcanzar la total
profesionalización, de acuerdo con las disponibilidades presupuestarias.

Cuarto, la estimación del presupuesto necesario para alcanzar la meta
propuesta o, en su caso, el establecimiento de la prioridad de obtención
en cada uno de los objetivos de fuerza. Quinta, la valoración de los
riesgos que pueden asumirse en función de las circunstancias políticas y
estratégicas internacionales.

En consecuencia, se ha decidido la cancelación del actual ciclo de
planeamiento de la defensa militar y el comienzo de uno nuevo, adaptado
ya a las directrices generales de la política de defensa del nuevo
Gobierno. Para ello se va a redactar una nueva directiva de defensa
nacional que será sancionada por el Presidente del Gobierno en el plazo
de dos o tres meses. Esta decisión no implica, señorías, en absoluto, que
se haya paralizado el desarrollo del planeamiento operativo. En este
sentido, quiero destacar que, también en un plazo de dos o tres meses,
someteré a la aprobación del Gobierno, y tendrá sanción legal, la nueva
estructura de mando operativo de las Fuerzas Armadas, a la que he dado mi
aprobación el pasado jueves día 30, a propuesta de la Junta de Jefes de
Estado Mayor. Esta estructura será de carácter permanente y estará
constituida por un mando operativo conjunto, que ejercerá el Jefe del
Estado Mayor de la Defensa y del que dependerán los mandos operativos
terrestre, naval y aéreo, así como aquellos otros que puedan establecerse
para el cumplimiento de misiones determinadas.

Asimismo, para analizar los aspectos fundamentales, tanto de la nueva
política de defensa como de las líneas generales de la modernización de
las fuerzas, se ha convocado la Junta de Defensa Nacional para este mismo
mes de junio. Su Majestad el Rey, que presidirá esta Junta, será
informado, como mando supremo de las Fuerzas Armadas, sobre la situación
general de la defensa y de las líneas generales que he expuesto a SS. SS.

Antes de finalizar y aunque no haya sido objeto de mi comparecencia del
día de hoy, me gustaría referirme, siquiera brevemente, a la
participación española en la aplicación del Plan de Paz de
Bosnia-Herzegovina. Las agrupaciones tácticas que hemos enviado se
integraron en las estructuras multinacionales desde el primer día y sin
la más mínima fisura. Las misiones que les fueron encomendadas se han ido
cumpliendo a plena satisfacción, no sólo de las organizaciones
responsables sino también de la propia población civil de los bandos
enfrentados, lo que constituye una particularidad digna de reseñar entre
todas las fuerzas actuantes.

Como muestra de la calidad de nuestra contribución y de la capacidad
operativa de nuestras unidades, puedo mencionar una opinión especialmente
cualificada, la del Presidente Clinton, quien reconoció públicamente el
buen hacer de los aviones españoles que, junto a los de Estados Unidos,
eran --dijo-- los mejor preparados para llevar a cabo misiones de ataque
nocturno contra objetivos terrestres y contra las defensas antiaéreas.

Quiero, señorías, destacar la abnegada labor y el buen hacer de todos
cuantos han contribuido con su esfuerzo personal a establecer las
condiciones necesarias para hacer posible un futuro de paz en
Bosnia-Herzegovina.

Finalizo, señorías. Para mí es un orgullo personal, y creo expresar
también el sentir del Gobierno, dejar constancia de nuestro sincero
reconocimiento y del prestigio a que nuestros militares, miembros de las
Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil, se han hecho, se están haciendo
acreedores por su labor durante su presencia ininterrumpida a lo largo de
los últimos cuatro años.

He dicho que finalizaba y finalizo. Pido excusas por la duración de la
exposición. Les agradezco a SS. SS. la atención prestada y quedo a la
disposición del Presidente y de sus señorías. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

De acuerdo con lo que les había anunciado, tiene la palabra, por el Grupo
Socialista, el señor Moya.




El señor MOYA MILANES: Ante todo quiero darle la bienvenida cordial en
nombre del Grupo Socialista al señor Ministro, viejo y nuevo conocedor de
la tarea a la que se enfrenta. En estas mis primeras palabras quiero
decirle que el Grupo Socialista mantendrá una actitud cooperativa sobre
la base de que somos conscientes de que una gran parte de la tarea de
defensa es una tarea que compete realizarla, en la medida de lo posible,
con el consenso mayoritario de todas las fuerzas. Así lo entendimos y así
lo reclamábamos nosotros cuando éramos Gobireno, y en ese sentido
tendremos esa actitud de lealtad a los intereses de España, lo cual se
traducirá en que mantendremos un consenso básico en aquellos aspectos en
los que el interés de España reclame un esfuerzo mayoritario por parte de
todos, y también, desde una actitud de cooperación con ese interés
general, mantendremos una postura de discrepancia y de crítica en todos
aquellos aspectos que consideremos que no concuerdan con lo que a nuestro
juicio pueda ser el interés general.




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Quiero comentar brevísimamente sus primeras palabras, que han sido una
apelación, por una parte, al consenso y, por otra, una apelación a la
continuidad de la tarea que se ha desarrollado por parte del Gobierno en
los últimos años. Ya me he manifestado respecto al consenso, habrá ese
consenso para todos estos temas básicos en que está en juego la defensa
nacional y los intereses de España en el exterior. En cuanto a la
continuidad, qué duda cabe de que sus palabras de elogio o, por lo menos,
de reconocimiento a que una buena parte de su gestión estará marcada por
una senda de continuidad, reflejan a nuestro juicio un aval en buena
medida --así lo entiendo yo-- a la política del Gobierno socialista en
los últimos años. Si se pregona esa continuidad entiendo que se está
avalando la gestión que se ha realizado por el Gobierno socialista.

En su parte introductoria ha incidido en un tema que yo diría que ha sido
obsesión del Gobierno anterior, obsesión del Grupo Socialista: la
necesidad de implicar más a la sociedad en las tareas de la defensa
nacional con el convencimiento de que la trayectoria y la situación de la
historia política española nos había llevado a un tradicional
aislamiento, y que eso había tenido como consecuencia negativa que
nuestra sociedad en buena parte ha estado muy alejada de todos los temas
referentes a la defensa nacional. También es justo reconocer que en estos
últimos años por parte del Gobierno, por parte de todos los grupos, se ha
hecho un esfuerzo importante por provocar un acercamiento mucho más
intenso entre la sociedad y las Fuerzas Armadas; creo que se ha
conseguido bastante en ese terreno aunque, indudablemente, todavía queda
un camino por recorrer. Basta echar una ojeada al papel que nuestras
Fuerzas Armadas realizan en misiones en el exterior, no solamente en
Bosnia sino a todas las que ha realizado en operaciones de procesos de
paz, en operaciones humanitarias, para darnos cuenta del calado social de
aceptación que yo creo que estas imágenes han tenido en beneficio de las
Fuerzas Armadas, de la defensa y de la sociedad española, que han
colaborado muy positivamente a estrechar y a hacer más real esa simbiosis
que un país democrático y un país moderno debe tener entre la sociedad y
sus Fuerzas Armadas. Por tanto, nosotros vamos a seguir en esa tarea y
vamos a impulsar y apoyaremos todo lo que vaya en esa dirección
consistente en hacer ese acercamiento cada vez más intenso sobre la base
del reconocimiento de lo que se ha realizado en estos últimos años.

Su primera parte introductoria me ha dado la impresión de que ha tenido
más de reflexión sociológica, del papel de España en el mundo, de
situación comparativa de nuestros índices en muchos aspectos en relación
con otras potencias europeas, pero he notado una cierta ausencia de un
programa de gobierno más concreto. A lo largo de una buena parte de ese
discurso introductorio he tenido la sensación de que de la misma forma
que se estaba pronunciando en el seno de esta Comisión podía haberse
pronunciado en el seno de cualquier otra comisión, pero, en cualquier
caso, lo que sí reclamo es que esta filosofía general de enmarcar el
proceso de reforma dentro de la situación real de España desde el punto
de vista económico y social debe tener su traducción en el programa
concreto y en la gestión a desarrollar por el Gobierno, que sí he echado
en falta a lo largo de su intervención.

Es verdad que usted ha dicho que hoy venía a hacer una introducción de
carácter más general y que dejaba para una próxima comparecencia el
detalle de la acción de gobierno, pero qué duda cabe --usted es
consciente de ello-- que en esta primera comparecencia, en la que se
reclama la presencia del Gobierno para exponer los ejes de su política,
los ejes de su programa, los ejes de su actuación, es lógico que nosotros
reclamemos una mayor concreción, y tendremos que valorar su intervención
de esta tarde casi más por sus silencios que por sus propias palabras,
sobre todo en algunos aspectos a los que me referiré posteriormente, ya
que todos somos conscientes de que constituyen el núcleo, la médula sobre
lo que va a ser el debate estelar en esta legislatura en el ámbito de
esta Comisión, y me refiero a todo el proceso de un modelo de
profesionalización, con usted ha anunciado. Me referiré a este aspecto
pero, de entrada, pongo de manifiesto una excesiva generalización, que
nosotros hemos advertido en su presentación a la hora de exponer las
líneas de gobierno y de gestión en esta importante materia.

Es difícil no estar de acuerdo con prácticamente todo lo que ha dicho en
sus palabras introductorias en cuanto a reflexión sociológica, en cuanto
a la necesidad de implicar a la sociedad en las tareas de la defensa y
respecto a los compromisos internacionales de España. Esta puede ser una
materia de consenso básico entre las dos fuerzas políticas mayoritarias y
espero que entre la inmensa mayoría de las fuerzas políticas.

Ha hecho usted referencia, de una manera más explícita, al proceso de
adaptación y de reestructuración que está experimentando la Alianza
Atlántica y nosotros manifestamos coincidencia con sus palabras, porque
usted ha mencionado --y nosotros así lo creemos-- que se produce una
nueva situación y que la Alianza Atlántica está experimentando un proceso
de adaptación enormemente interesante, que tiene dos ejes básicos: el
reforzamiento del proceso de identidad de defensa europea, lo cual ha
sido una tarea y una prioridad muy importante para nuestro grupo político
y para nuestro Gobierno, el fortalecimiento de una identidad de defensa
europea en el ámbito de la defensa y de la seguridad internacional. Al
mismo tiempo asistimos --creo que lo anunciamos de una manera muy
positiva en nuestra posición al respecto-- a un proceso de adaptación de
la Alianza Atlántica a nuevas estructuras como consecuencia de la nueva
situación internacional: proceso de ampliación de la Alianza Atlántica,
proceso de dar paso a una nueva estructura militar, proceso de dar paso a
nuevos socios, proceso de dar paso a nuevas misiones, de dar paso a
nuevos escenarios. Es la OTAN la que está cambiando, creo que de una
manera muy positiva, en nueva dirección, y creo que es acertado que
nosotros estemos en ese proceso como país que tiene intereses de defensa
de la seguridad internacional con sus aliados y de defensa de la propia
seguridad española.

Nos parece que es prudente en este momento entrar más en el tema porque
tendrán que pasar algunos meses todavía para que algunos detalles
esenciales, como el que se refiere



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a la adaptación de la nueva estructura militar, tengan un contenido
concreto, y habrá que valorar, una vez que se conozca esta nueva
situación, el papel que España estaría llamada a jugar en esa nueva
estructura, el papel que España estaría llamada a jugar en la nueva
Alianza, así como también una serie de aspectos indudables para nuestra
soberanía en este ámbito que muchas veces han sido explicitados por
muchos grupos políticos y por nosotros mismos en relación con Gibraltar y
de los mandos o de los submandos en cuanto a la estructura operativa de
la Alianza. Por tanto, hay aspectos que requerirían un detalle y un
estudio pormenorizado por parte del Gobierno y de los grupos
parlamentarios sobre las condiciones en las que se produzca esta
colaboración española (en nueva situación); las condiciones concretas
vendrán delimitadas en su momento, a la vista de cómo cuaje
definitivamente esta nueva situación. Siempre con el norte de la defensa
de los intereses españoles adoptaremos en ese momento la situación que
creamos más conveniente para esos intereses. Creo que en esta materia no
tienen por qué existir discrepancias esenciales entre su Gobierno y el
Grupo Socialista, ya que en lo que se refiere al papel de España en la
defensa y la seguridad internacional nos mueven objetivos similares, y
espero que en la concreción de la nueva Alianza que se configura, y que
será la del próximo milenio, España tenga también un papel destacado a
realizar en la misma.

Ha hecho usted referencia al proceso de modernización de las Fuerzas
Armadas, y fundamentalmente al nuevo modelo de Fuerzas Armadas en cuanto
a la profesionalización anunciada. Voy a dejar para la última parte de mi
intervención este aspecto, que me parece más esencial y creo que va a
concitar casi con seguridad gran parte del interés de esta Comisión para
el próximo futuro. Me voy a referir a otros aspectos antes de tratar este
tema, aunque usted en su intervención lo haya colocado en este momento
del debate. Solicitaríamos que nos despejara algunas incógnitas
referentes a los aspectos de reorganización administrativa,
fundamentalmente sobre la supresión que se ha producido en el ámbito de
su Ministerio de un órgano de control político importante, como era la
Secretaría de Estado de Administración Militar, que por su propia
naturaleza y por el papel que venía desempeñando en los últimos años,
estaba llamada a tener el peso que un órgano de ese rango debe tener nada
menos que en tareas como la configuración de un nuevo modelo de Fuerzas
Armadas, todos los aspectos relacionados con la carrera, en definitiva
con los problemas de personal, o materias tan importantes para un
ejército moderno como puede ser todo lo relativo a enseñanza, programas
de enseñanza, enseñanza militar, conexión con la universidad civil,
etcétera. Nosotros hemos entendido que todo esto debía estar residenciado
en una Secretaría de Estado y que ése era el rango que debía tener ante
unas funciones de esta naturaleza.

Nos gustaría que nos despejara algunas incógnitas y en ese sentido las
preguntas irían en la línea de una cierta preocupación, ya que al hilo de
la campaña electoral por parte del Grupo Popular se dejó trasludir --creo
que de una manera bastante explícita por parte de sus responsables-- que
en el ámbito de la reorganización administrativa convenía proceder a un
cierto reequilibrio de autonomía administrativa convenía proceder a un
cierto equilibrio de autonomía de poderes, por decirlo de alguna forma,
entre lo que es el ámbito de autonomía del poder político y lo que podía
ser el poder de gestión de los cuarteles generales o de los jefes de los
ejércitos. Nosotros hemos percibido, con una incerta preocupación en la
campaña electoral, que el Grupo Popular anunciaba una cierta intención de
proceder a una revisión de un status y de un modelo en el que en los
últimos años creíamos que se había producido un avance muy cualitativo en
la línea del reforzamiento de la autoridad y del poder político en el
ámbito de la defensa, precisamente dando pie a una serie de
reorganizaciones administrativas, que son ahora las que se ponen en
cuestión concretamente con este ejemplo que le acabo de poner de la
Secretaría de Estado. Dentro de la propia reorganización administrativa
usted ha puesto especial énfasis --y nosotros estamos de acuerdo-- en la
necesidad de incrementar el grado de compenetración entre sociedad y
fuerzas armadas, y así se ha entendido desde el Gobierno anterior.

Precisamente un órgano encargado de hacer esa tarea de una manera más
eficaz y más operativa podía ser el Drisde. También constatamos con una
cierta sorpresa que en su proceso de reorganización administrativa se
produce una reducción de rango en cuanto a Drisde, ya que está llamado en
buena parte a tener un papel relevante, como usted mismo ha destacado y
nosotros compartimos. En ese sentido querríamos que usted nos ofreciera
alguna explicación a esas interrogantes, que para nosotros tienen un
cierto tinte de preocupación.

Ha hecho usted referencia a aspectos económicos presupuestarios. No es mi
intención ahora abrir un debate presupuestario que, por otra parte, lo
tendremos en los próximos meses. Tengo la impresión, bastante fundada y
creo que compartida por usted y por su grupo, de que ustedes se van a
mover en los próximos años en unos parámetros de austeridad
presupuestaria. Usted ha hecho mención a la necesidad de converger con
los criterios de Maastricht, ha hecho mención a la necesidad de reducir
el déficit público y a la necesidad de acompasar los procesos de reforma
en defensa, como en otras áreas, a esas prioridades. También por parte
del Presidente del Gobierno se ha hecho referencia a que otras áreas,
como puede ser la política social, no van a sufrir detrimento en cuanto a
sus políticas. Nosotros sacamos como conclusión que el panorama
presupuestario en el que ustedes se van a mover será de austeridad
presupuestaria.

Quiero decirle algunas cosas al respecto muy brevemente. De entrada,
nosotros vamos a ser bastante más comprensivos de lo que el Grupo Popular
fue con el Gobierno anterior en cuanto a lo que se refiere a materia
presupuestaria. No vamos a hacer el catastrofismo que con una cierta
frecuencia se produjo por parte del Grupo Popular, siempre en el debate
presupuestario, en las frases de muchos Diarios de Sesiones, en el
sentido de que el presupuesto de Defensa de los gobiernos socialistas
conllevaba a que el ejército se hundía, a que los aviones no volaran, a
que la moral estuviera por los suelos. Toda una retahíla frecuente, por
parte de portavoces del Grupo Popular, bastante



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catastrofista en relación con unos presupuestos que nosotros entendíamos,
a la vista del contexto económico-social, que no podían ir más allá de lo
que iban, a pesar de que nosotros compartimos la necesidad de que la
defensa española necesita una dotación significativa. Insisto, no vamos a
hacer esa política catastrofista, pero sí vamos a exigir al Gobierno y
vamos a ser muy vigilantes con el rigor presupuestario, con el rigor en
el gasto y con que no se produzca detrimento a otras prioridades,
fundamentalmente en el ámbito de la política social, que pudieran ser
dañadas y perjudicadas en aras de una política de incremento del gasto
que, repito, tengo la impresión de que ustedes se van a ver bastante
abocados a que sean dentro de unos márgenes de austeridad. Y quiero
decirle que en estos márgenes de austeridad en los que nosotros nos
movimos como Gobierno se hizo mucho en programas de modernización, como
usted sabe --no es cuestión de mencionar ahora todos ellos, ni siquiera
los más importantes, creo que están en la mente de todos--, se hizo un
esfuerzo enorme, dentro de un rigor presupuestario notable, por dotar a
nuestras Fuerzas Armadas, en un proceso de modernización, de unos
programas, sobre todo en aspectos esenciales, en nuestras Fuerzas Aéreas,
en nuestra Armada y en nuestro Ejército de Tierra.

No ha hecho referencia, por lo menos de una manera muy significativa, a
la política industrial en el Ministerio de Defensa. Querría hacerle
algunas preguntas al respecto. ¿Qué efecto va a tener --si es que lo va a
tener-- la política de privatizaciones que anuncia su Gobierno en las
industrias de defensa? ¿Va a incidir esta política de privatizaciones en
industrias como CASA, Indra, Bazán, Santa Bárbara? ¿Va a haber
influencias de recortes presupuestarios futuros --que de alguna manera ya
se insinúan-- en programas de modernización de nuestras Fuerzas Armadas?
Creo que en esto conviene que haya también unas palabras de tranquilidad
para nuestra industria nacional. Pero en la medida en que su Gobierno ha
anunciado un ambicioso programa de privatizaciones para la industria
nacional en su conjunto, para las empresas públicas, mi grupo quisiera
saber en qué medida las industrias de defensa estarían incluidas o
afectadas por ese programa de privatizaciones.

Ha hecho referencia rápida a los aspectos relacionados con el Cesid, los
servicios de seguridad. Han anunciado un órgano de coordinación y una ley
sobre servicios secretos. Nuestra pregunta es en qué medida se va a ver
alterada, si es que a criterio del Gobierno se va a ver alterada o no
como consecuencia de esta reestructuración que ustedes apuntan, la
dependencia del Cesid de Defensa. Al mismo tiempo, si ustedes van a poner
el énfasis en una reestructuración que prime los objetivos de seguridad,
reconocerá su Gobierno, creo, que la reforma emprendida por el Gobierno
socialista en los últimos meses en el Cesid, el ámbito de reforzamiento
de la seguridad va orientada precisamente hacia ese reforzamiento de la
seguridad y a esa modernización de toda la estructura interna. Por tanto,
supongo que las reformas que ustedes planteen en ese terreno irán en la
línea y en la orientación de las reformas que ya se han producido por el
anterior Gobierno.

Entro en el último tema: modelo de Fuerzas Armadas y ponencia de
profesionalización o comisión de estudio, comisión mixta, como ustedes
quieran llamarle, cualquiera que sea la articulación que se le dé en el
ámbito parlamentario para estudiar el modelo de Fuerzas Armadas de los
próximos años. Ustedes saben que los logros del Gobierno anterior y del
consenso parlamentario llevaron a nuclear un acuerdo en torno a una
profesionalización gradual que nosotros habíamos estimado en un
porcentaje determinado para esta legislatura, a la vista del escenario
económico en el que preveíamos y prevemos que se va a mover el ámbito
presupuestario, y planteamos ya en nuestro programa electoral (le invito
a que lo constate), acompasados con este ritmo de profesionalización en
esta legislatura, la conveniencia de un ulterior debate para delimitar, a
un plazo si se quiere más definitivo o más largo, el proceso ulterior, el
ritmo, el coste y todos los parámetros que se encuentran inmersos en ese
proceso. Y le quiero decir que los ejes de esta etapa, en la que el
consenso se ha nucleado en torno a ese proceso, el Grupo Socialista creo
que no ha caído en la tentación, y yo que he sido portavoz también en la
legislatura anterior siempre he tenido cuidado, cuando se han planteado
debates de esta naturaleza, de no sacralizar ni de satanizar ningún
modelo de defensa y de no hacer ningún enfoque ideológico o maniqueo.

Bueno, sí, ideológico, indudablemente, porque todo está teñido, pero no
enfoque maniqueo de los modelos de defensa, entre otras cosas porque creo
que en todo el espectro político español y europeo se podrá encontrar
legítimamente en todas las fuerzas políticas partidarios de un modelo o
de otro, de un modelo mixto o de un modelo profesional. Encontrará usted
en el ámbito de la izquierda española, en el ámbito de la izquierda
europea, en el ámbito del centro europeo y del centro español y de la
derecha española y de la derecha europea, que hay una indudable
heterogeneidad. Incluso en parámetros que para España tienen una
significación o una escenificación determinada en cuanto a adscripciones
de grupos políticos en un modelo o en otro, luego los homólogos de otros
países no se corresponden de una manera mimética. Eso quiere decir que en
el terreno de las preferencias, al no tratarse tampoco de unos modelos
antitéticos sino de unos modelos que tienen una cierta naturaleza de
proceso, es lógico que en el terreno filosófico haya esa cierta fluidez.

Creo que nosotros hemos adoptado siempre, por la vía del consenso, lo que
en cada momento hemos considerado más adecuado para las necesidades
españolas desde un punto de vista pragmático, porque hemos pensado que en
el terreno de las prioridades económicas y sociales no se daban las
condiciones suficientes y necesarias para ir más allá de donde hemos ido
en estos momentos en el modelo de Fuerzas Armadas. Una vez que ustedes
han llegado a un pacto con Convergència i Unió para anunciar un salto de
naturaleza, si se quiere, más cualitativa, proponiendo una
profesionalización completa a plazo fijo, porque han indicado la fecha
del 2001 dentro de ese compromiso, le querría hacer tres consideraciones,
alguna de ellas muy cargada de preguntas o de interrogantes.




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En primer lugar, nosotros somos conscientes de que hay indudablemente un
importante sector de nuestra sociedad que está en esa demanda de
profesionalización de nuestras Fuerzas Armadas, y nosotros, como elemento
de reflexión para el debate que se anuncia, qué duda cabe que somos
conscientes de esa situación. Por tanto, no vamos a convertirnos en
adversarios ideológicos de ese proceso de profesionalización. No vamos a
caer en apriorismos dogmáticos ni en rigideces conceptuales, entre otras
cosas porque hemos sido pioneros de ese proceso, por supuesto que con
consenso, pero desde el Gobierno socialista hemos sido los que hemos
puesto en marcha ese proceso de profesionalización e incluso en el
programa electoral hemos dejado un debate abierto de futuro en esa
materia. Por ello creo que estamos legitimados para decir estas palabras
que estoy diciendo. Y en lo que se refiere a la filosofía o al terreno
conceptual, no nos vamos a colocar en un apriorismo cerrado ni dogmático,
ni nos vamos a situar en posiciones de adversarios ideológicos de ese
proceso de profesionalización que ustedes anuncian. Ahora bien, creo que
usted estará de acuerdo conmigo en que no basta hacer la declaración de
intenciones ni hacer una propuesta más o menos genérica, ni siquiera
hacer un debate filosófico sobre la materia en un tema de la naturaleza y
la trascendencia que éste tiene. Y es que, antes de proceder a tomar una
decisión definitiva, a la adopción de un modelo que acabe cuajando en una
estructura definitiva, creo que se necesitan despejar bastantes
incógnitas. Me parece que usted comprenderá perfectamente lo que le voy a
decir.

En primer lugar, ¿cuánto cuesta ese proceso de profesionalización? Es
indudable que a lo largo de la legislatura anterior se han manejado
muchas cifras por parte de todos los grupos. Yo conozco documentos que
ustedes, el Grupo Popular, han publicado durante la campaña electoral y
también la prensa ha publicado datos en relación con costes, datos desde
el propio Grupo Popular anunciando los incrementos previsibles que podría
conllevar un proceso de esa naturaleza, y daban algunas cifras concretas.

Se decía por el Grupo Popular que habría que elevar en un 5 ó 6 por
ciento el presupuesto anual de defensa. Por tanto, ahí hay un problema
serio, sobre todo en un escenario presupuestario de austeridad, como será
el escenario presupuestario de los próximos años, precisamente por los
parámetros en los que su Gobierno se va a mover, según ha anunciado, que
vienen constreñidos por todo lo que hemos hablado anteriormente en
relación con el déficit público y con los criterios de Maastricht. En
consecuencia, ésa es una pregunta esencial para nosotros a la hora de
tomar una decisión definitiva sobre un modelo determinado. Qué duda cabe
de que todo Gobierno tiene que saber lo que va a costar ese proceso antes
de tomar una decisión de esa naturaleza.

También, antes de tomar una decisión definitiva de esa naturaleza, tiene
que saber el tamaño, en cuanto a efectivos, que van a tener esas Fuerzas
Armadas, y ahí las cifras tampoco son aleatorias. No basta empezar a
reducir hacia atrás hasta que cuadren las cifras desde el punto de vista
económico y que dé igual una cifra que otra desde el punto de vista de
los efectivos militares. Por tanto, y haciendo un símil con las preguntas
que mi grupo realiza al Presidente del Gobierno en relación con los
aspectos de financiación autonómica y en cuanto a los topes, aquí también
le preguntaría si tiene o no topes el número de efectivos de nuestras
Fuerzas Armadas. ¿Dónde consideran ustedes que está el límite razonable
que no se debe transgredir o eso es flexible hasta dónde las cifras
encajen mejor presupuestariamente? Creo que es importante saberlo porque
también están en juego los intereses de nuestra defensa y no se ventilan
de la misma manera con un tamaño determinado de ejército que con otro.

También nos gustaría saber, dentro del ámbito de su Gobierno, qué
prioridades en el gasto público se van a producir cuando haya --si
ustedes lo proponen así-- que recurrir a unos incrementos presupuestarios
para la financiación de este proceso de profesionalización. ¿Se va a
hacer a costa de otras prioridades sociales? ¿Va a sufrir el gasto social
como consecuencia de la necesidad de atender a este proceso? Mi grupo
tiene mucho interés en conocer la respuesta a esas preguntas. Además,
ustedes saben perfectamente que en este aspecto nuestro grupo siempre ha
defendido y va a seguir defendiendo que hay unas prioridades desde el
punto de vista social, del gasto social, que o deben verse perjudicadas
como consecuencia de otros procesos en otros ámbitos. Me gustaría saber
su criterio, de dónde extraerían ustedes lo que previsible y
razonablemente habría que producir en cuanto a incrementos financieros
para atender a este coste de profesionalización. Después de todo esto
usted me dirá: Bueno, para eso está la Ponencia; convoquen ustedes la
Ponencia. Pero eso tiene un problema, y no es que tenga un problema la
Ponencia en sí --ya en nuestro programa electoral se decía que es bueno
que haya un estudio sobre la materia--, sino que ustedes han escrito ya
el resultado final de la Ponencia e incluso le han puesto fecha. El
problema es que yo creo que ustedes han escrito una novela y han escrito
el capítulo final, el desenlace, sin tener todavía mínimamente atados
--ésa es la impresión que yo obtengo de sus silencios en la materia--
todos los capítulos anteriores que conducen a ese final. Ustedes han
llegado a un acuerdo con Convergència i Unió que dice: En el 2001,
profesionalización total. Yo tengo que entender que si ustedes han
llegado a ese compromiso a fecha fija es porque tienen escritos los
capítulos anteriores, porque tienen realizado el diseño. Si no me
costaría mucho creer que se han lanzado a la aventura de dar una fecha
fija y un proceso y un calendario determinado sin saber si ese proceso se
va a llevar a término, a lo mejor, por falta, entre otras cosas, de
posibilidades presupuestarias.

Usted me dirá que, lógicamente, todo proceso de esta naturaleza requiere
un tiempo, tiene desajustes en el camino. El problema, insisto, es que yo
creo que ustedes han anunciado una decisión final, han anunciado el
corolario de ese debate de una manera apresurada, con una cierta
frivolidad, y, a mi juicio, no tienen absolutamente claro si eso va a ser
posible, al menos en el calendario y con los plazos que ustedes han
manifestado. Creo que un compromiso de esta naturaleza y a plazo fijo
exige tener y haber tenido más atados los cabos sueltos, y me parece que
no están mínimamente



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atados como para haber hecho la aseveración final que ustedes han
realizado.

Indudablemente, nosotros queremos contribuir a todo este proceso de una
manera consensuada. De la misma manera que en la legislatura anterior
reclamamos un consenso en torno al modelo vigente, entendemos que un
modelo de fuerzas armadas debe tener el consenso parlamentario máximo.

Somos conscientes de eso, pero yo le insisto en que es necesario dar
respuesta a muchas interrogantes, porque de esas respuestas a esos
interrogantes se podrá derivar, si se llega a ese final, en qué
condiciones se llega, cuándo y cómo, y a mi juicio todas esas preguntas
todavía están sin responder.

Hay un aspecto importante que nos preocupa seriamente, y es que el
anuncio, el compromiso que ustedes han adoptado de fecha fija para ese
proceso de profesionalización puede tener problemas desde el punto de
vista de crearse un efecto de descontrol del período de transición, del
período intermedio; un efecto que se podría llamar de desbandada, pero
como no quiero dramatizar vamos a llamar de descontrol. Nos tememos que
esto sea un problema serio, y es un problema del que serían responsables
ustedes por haber anunciado ese compromiso a fecha fija, lo que ha
desatado muchas especulaciones.

Hoy vemos en la prensa nacional que los índices de objeción de conciencia
adquieren un repunte significativo, y eso ligado al anuncio de compromiso
a fecha fija de un ejercito profesional, lo cual incrementa esa
tendencia. No digo que sea científicamente así, pero se dice, como no
hace mucho algunos otros medios de comunicación incluso esgrimían entre
sus páginas unos cuadernillos de cómo librarse de la mili a la vista del
anuncio del Partido Popular y de Convergència i Unió, haciendo jugar los
efectos de las prórrogas, los efectos de la objeción de conciencia,
etcétera, y casi estaban dando un manual para que desde el punto de vista
legal, adecuándose al anuncio realizado por parte del Gobierno y de
Convergència i Unió, el joven, simplemente haciendo una escenificación de
los años que tiene por delante, pueda llegar a un escenario de constatar
con bastante tranquilidad la manera de librarse del servicio militar
desde un punto de vista absolutamente legal --repito-- incluso sin
necesidad de recurrir a la objeción de conciencia, simplemente con el
manejo oportuno del sistema de prórrogas.

Usted me dirá que todo proceso transitorio tiene desajustes, y yo lo
comprendo. No es un proceso que se hace de la noche a la mañana, no es un
proceso de hoy para mañana el cambiar un modelo, soy consciente de eso.

Pero usted convendrá conmigo en que habrá algunas maneras de paliar esos
efectos y que se podía haber hecho de otra manera, y eso es lo que
nosotros propusimos en nuestro programa electoral: continuar el proceso
de profesionalización y, a la vista de esa evolución y de lo que las
circunstancias económicas fuesen determinando, abrir ese debate
específico sobre el modelo y el ritmo. Ustedes han escogido otra vía. La
escogieron no en su programa electoral, sino después, y a nuestro juicio
empezaron por donde no han debido empezar, por el resultado final. Y eso
ha desatado y desata especulaciones, porque ustedes ya anuncian un
compromiso que les ata, y lógicamente eso produce unas expectativas que
serán difíciles de controlar.

Por último, tengo una curiosidad, no simplemente intelectual sino que
creo que también tiene su trascendencia desde el punto de vista de los
compromisos programáticos. Su Gobierno cuenta con un programa electoral
en el que, simplificando muy esquemáticamente algunas cosas, se hablaba
de mili de seis meses y 30.000 pesetas de sueldo mensual para los
soldados de reemplazo. Posteriormente hacen un pacto con Convergència i
Unió, dan un salto cualitativo más allá y hablan de proceso de
profesionalización. Mi pregunta es la siguiente: ¿El pacto suplanta o
sustituye al programa? ¿Se sienten ustedes ya liberados de su programa
electoral, siguen manteniendo los compromisos en cuanto a las 30.000
pesetas y a los seis meses de mili o eso ya está olvidado? La pregunta no
es trivial, porque podría ocurrir que ustedes dijeran: No, no, el proceso
de profesionalización es un compromiso más ambicioso y ya libera de otros
compromisos de tono menor que estaban en el programa electoral. Pero ¿y
si el proceso de profesionalización, por todas las razones que hemos
visto antes, no llegara al puerto al que ustedes han anunciado que va a
llegar en una fecha determinada? ¿Qué ocurriría? Que al final ni el pacto
ni el programa. Liberados ustedes, por una apelación al pacto, de la
necesidad de llegar al programa, nos podríamos encontrar al final con el
fiasco de que ni se ha cumplido el pacto ni se ha cumplido el programa.

Yo quisiera una aclaración en el sentido de si ustedes mantienen sus
prioridades programáticas o si eso ya constituye un terreno olvidado a la
vista de la nueva situación que ustedes anuncian.

Termino mi intervención haciendo referencia a mi reconocimiento de
absoluta gratitud y de absoluto merecimiento que nuestras Fuerzas Armadas
están haciendo en Bosnia. Nosotros siempre, desde el Gobierno, hemos
advertido que por parte de todos los grupos parlamentarios de la
oposición se ha producido ese reconocimiento a la importante, arriesgada
y generosa labor que están realizando allí nuestras Fuerzas Armadas. Hoy
nosotros, en esta primera comparecencia desde la oposición, queremos
decir que seguirán contando, desde el Grupo Socialista, con el mismo
fervor, la misma adhesión y el mismo cariño que tuvieron desde el
Gobierno. Estoy convencido de que en ese sentido iremos de la mano todos
los grupos parlamentarios y el propio Gobierno.

Con estas palabras doy por terminada mi intervención. Le deseo que en
toda la gestión que tiene por delante tenga suerte en lo personal, ya que
en la medida en que tenga suerte en lo personal supongo que se traducirá
en una gestión política en beneficio de los intereses generales. Tenga la
seguridad de que todas las medidas encaminadas en esa dirección tendrán
nuestra cooperación y nuestra comprensión, y las que entendamos que no
vayan en esa dirección tendrán nuestra crítica y nuestras propuestas
alternativas.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Voy a ver si soy capaz,
señoría, de contestarle a todas sus



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preguntas en menos tiempo del que ha utilizado S. S., que me ha hecho
escribir casi más folios que los de la intervención.

Gracias por sus palabras de bienvenida. Es verdad que pasé épocas muy
felices en el Ministerio de Defensa, y déjeme que le diga una cosa. Hoy
hace un mes que juré mi cargo, y a mí el programa del Partido Popular me
ha parecido extraordinariamente sugestivo y lo acometo como propio.

Señoría, yo no tengo mucha experiencia en las lides Gobierno-oposición.

Mi trayectoria profesional es sobradamente conocida y no puedo dar
lecciones a nadie de los aquí presentes sobre esa materia. Tampoco puedo
dar avales. Yo he sido testigo de los esfuerzos con los que se ha
trabajado en pro de la defensa de España y no puedo avalar que no se
hayan cometido errores, ni en esto ni en nada de lo que en mi vida me he
ocupado.

Agradezco a S. S. la actitud, que se traduce de la mayor parte de sus
palabras, cooperativa y de consenso básico. Estoy seguro de que
trabajaremos juntos con lealtad a España, que es nuestra obligación, y
también probablemente es la obligación parlamentaria que en materia de
Defensa sobre un consenso básico exigible haya discrepancias en lo
accesorio.

Continuidad, pero etapas. Hay que continuar en lo básico y hay que abrir
nuevas etapas. El camino, a mi juicio, es de zig zag, no es una línea
recta. Por tanto, puede haber nuevas maneras de abordar, nuevas actitudes
y nuevos compromisos. Luego me referiré a los compromisos.

Es verdad que he dedicado mucha parte a unas reflexiones porque me parece
que lo básico, lo que todavía falta, a pesar de los esfuerzos, es que se
entienda mejor por la sociedad, no sólo que se venda sino que se entienda
mejor por la sociedad por qué es necesaria la Defensa. Es verdad que se
han hecho esfuerzos, los he visto desde dentro y desde fuera, pero esos
esfuerzos unas veces se corresponden con el éxito, señoría, y otras veces
no.

Me gusta mucho oír hablar de esa mayor simbiosis, pero si hay simbiosis,
si queremos que haya simbiosis, tenemos que empezar por la confianza, y
la confianza tiene que ser recíproca.

En el tema de la OTAN, señoría, me parece que no sólo hay coincidencia
básica, sino que la falta de concreción, que admito que pueden tener mis
palabras, está previamente justificada porque todavía en el proceso de
elaboración de la nueva estructura difícilmente podemos dar nuestra
aceptación a algo que, como he dicho, tiene por delante --S. S. lo conoce
sobradamente-- un período de muchos meses, incluso años.

Respecto a la modernización, a la reorganización administrativa, el
Gobierno ha dicho que va a hacer y ha hecho un esfuerzo en reducción de
altos cargos. El Ministro de Defensa ha dicho que va a ser solidario,
como no podía ser de otra manera, con la política del Gobierno y ha
reducido altos cargos. No debemos confundir la brillantez del titular de
un órgano determinado, como la Secretaría de Estado de Defensa, con la
necesidad de que continúe con ese rango administrativo.

Sólo ha habido una palabra, señoría, que si me lo permite no me ha
gustado: autonomía. No hay autonomía, nadie quiere autonomía. Si en el
Ministerio de Educación y Ciencia se nombra como titular a un
catedrático, eso no supone dar autonomía a los catedráticos. Si se estima
que la doctrina militar quizá la conoce mejor un teniente general que un
profesional civil, no es dar autonomía, es dar confianza.

Se ha rebajado también el nivel orgánico de la Dirección de Relaciones
Informativas y Sociales de la Defensa. Tampoco creo, de verdad, que sea
un problema de nivel orgánico. Su señoría ha utilizado la palabra
simbiosis y yo repito que es un problema de confianza. Tal como lo ha
expuesto S. S., me pide cuadrar el círculo. De verdad que eso no lo sé
hacer. Austeridad, claro, porque es necesaria, y los programas de
convergencia son bastante consensuados en la Cámara.

Agradezco el no catastrofismo, pero me pregunta en detrimento de qué
otras satisfacciones o necesidades colectivas. Eso, señoría, no es
pregunta para el Ministro de Defensa. El Ministro de Defensa se limitará
a exponer al Consejo que no es adecuado, para un país que está entre los
diez primeros del mundo, tener una relación de defensa-PIB del ciento
catorce, porque me da vergüenza citar a qué nivel de países estamos. Hay
que reducir el déficit, sin duda. Hay que incrementar para tener una
relación más presentable entre los gastos de defensa y el PIB, y me dice
que no se detraigan de otros. Yo creo que las prioridades en la labor de
un gobierno se reflejan básicamente en el presupuesto, y es obvio que el
presupuesto no lo presenta el Ministro de Defensa. Ahí se reflejarán las
prioridades del Gobierno y ahí se verán en detrimento de qué se hacen los
gastos de defensa. Yo he intentado, sin duda sin éxito, exponer que los
gastos de defensa, si son entendidos como partida a discutir, tienen muy
difícil la comprensión de la sociedad. Es mucho más fácil comprender la
necesidad de una escuela o de un hospital que sentir la necesidad de un
buque. Pero la necesidad de un buque, para que no vuelvan a repetirse
episodios como los que he dicho en la intervención, es evidente, por lo
menos para los que tienen las responsabilidades públicas en sus manos.

Por eso he pretendido --repito--, sin éxito, explicar que la defensa es
un concepto horizontal que avala, soporta, apoya toda la actuación
exterior del Estado.

Me ha preguntado por la política industrial. No me gusta polemizar en
exceso, señoría. Hay un programa claro de privatizaciones, pero las
privatizaciones no exigen menor eficacia. La primera potencia militar del
mundo tiene todas sus empresas de defensa privadas y no se conoce que
vaya en detrimento de la eficacia de sus fuerzas armadas. No me gusta
mucho decirlo, pero aquí se vendió la primera empresa privada de defensa
a una potencia extranjera. Prefiero privatizar que trascender las
fronteras en lo que a industrias de defensa se refiere. Haremos lo que
decida el Gobierno, pero le digo claramente mis preferencias: prefiero
privatizar que exportar, por decirlo de una manera no del todo correcta.

El deseo es dotar a las industrias de defensa de la capacidad suficiente
para que tengamos la menor dependencia del exterior compatible con
nuestros programas de integración en Europa.

Respecto al Centro Superior de Información de la Defensa va a seguir
dependiendo del Ministerio de Defensa,



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señoría. ¿Es verdad que se han hecho últimamente planes para reforzar la
seguridad y regular el régimen del personal? No vamos a decir por qué se
han tenido que hacer, pero vamos a seguir en esa línea que se vio que era
necesario hacer.

Vamos con la profesionalización. Yo le aseguro que desde la primera
llamada que tuve del Presidente del Gobierno para ser Ministro de Defensa
jamás he oído nada que se parezca a una satanización de ningún modelo;
jamás. Por el contrario, todo lo que he oído ha estado muy lejos del
maniqueísmo. Pero si me permite S. S., con toda cordialidad, me parece
que me quiere poner en un callejón sin salida. El Presidente del Gobierno
dijo en el discurso se investidura, y yo he repetido literalmente, entre
comillas, que se haría en un período de seis años si las disponibilidades
presupuestarias lo permitían. Y he repetido, señoría, seis veces que
hemos fijado la fecha. Eso no es cerrar antes de empezar el debate, eso
es anunciar un propósito. Y yo creo que entre la trampa saducea y la
indefinición hay un largo trecho que está plagado de convicciones,
convicciones que pueden tener distinto ritmo. El Presidente del Gobierno
en su discurso de investidura ha expresado exactamente una convicción, y
ha dicho con cautela, señoría --lo ha dicho con cautela--, en qué período
quiere que eso se realice.

Luego S. S. ha disertado sobre lo que para mí con toda candidez le digo
es casi un proceso de intenciones, y es ese debate entre el programa
electoral de antes-después, el discurso de investidura, unos pactos,
etcétera. No tengo cualificación para decir qué pasó en ese interregno
temporal. Como ciudadano creo que se podrían explicitar notorios
incumplimientos o contravenciones del programa electoral en relación, por
ejemplo, con la pertenencia de determinados organismos de defensa
internacionales, en donde ni siquiera se adoptaron cautelas que en este
caso se han adoptado sobradamente. Yo creo que es mejor no entrar en un
proceso de intenciones de entre programa y discurso de investidura y
propósitos del gobierno. Yo creo, por el contrario, que es mucho mejor,
como ha dicho S. S., fijarnos en los ritmos. Hay una convicción, vamos a
ver si somos capaces en seis años de llegar a la plena
profesionalización.

Su señoría ha dicho palabras muy serias. Yo comparto parcialmente su
criterio en cuanto a los riesgos del proceso de transición. Pero,
señoría, los manuales para ver cómo se escapa uno del cumplimiento del
servicio militar no se han escrito después del anuncio del Partido
Popular; se han escrito antes, porque hay sistemas, y S. S. los conoce
muy bien.

No hay --repito-- un plazo ineluctable, hay un plazo razonable. En mi
exposición he dicho los nacidos el primero de enero de un determinado
año, y no he dicho el año. Es el propósito hacerlo y vamos a ver la
confección de este presupuesto y de los siguientes, la evolución de la
economía para entonces, conjuntamente, en esa Comisión mixta que se ha
creado, poder llegar razonablemente a poner el punto final.

Tiene también razón S. S. cuando dice que hay factores que deben tenerse
en cuenta, pero hay más de los que ha dicho S. S.: el volumen de la
fuerza, el tamaño de los efectivos, es verdad. ¿Tiene tope? Tiene tope
por la profesionalización, por las amenazas y por las disponibilidades
presupuestarias. Habrá prioridades en el gasto. Ha vuelto a repetir S. S.

que de dónde. Me gustaría terminar mi mandato en el Ministerio de Defensa
dejando a España en un lugar mejor del ciento catorce.

Consensuada la Ponencia, preocupación por el período transitorio, por el
descontrol, naturalmente. Yo creo que hay una convicción del Gobierno,
convicción expuesta a mi juicio con toda prudencia, una convicción
expuesta con prudencia, y lo siguiente --no ha habido nada en medio-- es
llegar aquí y decir: Señores, con esta convicción, vamos a ver cómo
podemos ir trabajando, porque hay un propósito. Si me permite S. S., hay
una frase de Virgilio que traducida al castellano dice: Pueden porque
quieren poder. Creo que el Presidente del Gobierno expresó una convicción
y un propósito, y vengo aquí a invitar a hacer posible ese propósito.

Creo que enredarnos en discusiones de ritmos y plazos a priori es menos
efectivo que ponernos a trabajar conjuntamente y ver cuándo y cómo es
posible ese ritmo, teniendo en cuenta todos esos factores, unos citados
por S. S. y otros que creo que están citados en mi exposición.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la
palabra el señor Moya, por tres minutos.




El señor MOYA MILANES: Voy a ser brevísimo, porque ya fui excesivamente
largo en mi intervención inicial.

De mis palabras en relación con los problemas que yo había manifestado
respecto a la reorganización administrativa, no quisiera que viera ningún
asomo de desconfianza hacia los militares, las Fuerzas Armadas o los
responsables militares. Lo que sí he querido poner de manifiesto es si la
pérdida de rango de esa reforma, en cuanto a la Secretaría de Estado, con
las competencias que lleva subsumidas, desde el punto de vista de
naturaleza política, de tanta envergadura como la de nuclear todo el
problema de nuevo modelo, de personal, de enseñanza, etcétera, tiene o no
algún significado. No convierta usted la oración en pasiva y me atribuya
que yo tenga alguna desconfianza hacia las Fuerzas Armadas en el terreno
de la reorganización administrativa. No es desconfianza por nuestra
parte. Si creemos que el modelo que se había consagrado en el ámbito
administrativo había supuesto, a nuestro juicio, un salto importante,
desde el punto de vista de nuestra situación democrática, en el terreno
de la defensa y no nos parecía oportuno proceder a una revisión de ese
esquema organizativo.

Me dice que el Gobierno ha adoptado unos compromisos determinados en los
Presupuestos, que el Presidente del Gobierno ha manifestado un propósito,
pero que no ha ido más allá. Vuelvo a insistir en mi preocupación: en
política, las decisiones de gran envergadura deben tener en cuenta
también, lógicamente, cuáles son los efectos de los anuncios y de los
compromisos. No basta pensar que el mero enunciado de ese compromiso al
que se pone fecha debe



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quedar simplemente en una declaración beatífica de intenciones.

Lógicamente, la ciudadanía hace lecturas y eso hay que tenerlo en cuenta
a la hora de adoptar decisiones políticas. A mí me sorprende el anuncio y
el compromiso de esa envergadura y tengo la impresión de que no tiene
todos los cabos atados como para haberlo hecho ya, porque vemos que hay
interrogantes sin responder en muchos terrenos, como en el económico, que
le dejan a uno con una sensación de incertidumbre. Estando invadidos de
incertidumbre sobre el proceso, en cuanto a sus posibilidades reales, me
sorprende que se haya hecho una afirmación tan rotunda en cuanto al
resultado final. Creo que no ha habido prudencia ni se ha procedido con
cautela en ese compromiso.

Cabía el otro camino, el que nosotros anunciábamos en el programa
electoral. Hagamos un debate abierto sobre cuándo, cómo, etcétera, pero
no creemos expectativas con el anuncio de un compromiso que, se diga lo
que se diga, es cerrado. En el momento en que se le pone una fecha tiene
un sesgo de compromiso a plazo fijo, que indudablemente tiene sus
consecuencias desde el punto de vista político.

Habla usted de la privatización. No creo que necesariamente haya que
hacer una ecuación entre empresa pública igual a no eficacia o
privatización igual a eficacia. No creo que haya que ser dogmáticos en
ese sentido y no vea otras intenciones en mi pregunta. Yo quería saber,
puesto que el Gobierno estaba dotándose de un ambicioso programa de
privatizaciones, en qué medida afectaba a nuestra industria de defensa.

Supongo que en otras comparecencias iremos teniendo más concreciones al
respecto, puesto que es un tema importante.

También ha vuelto a hacer referencia a lo que se puede entender como una
coletilla del compromiso del Presidente del Gobierno, en el sentido de
que el Presidente adopta ese compromiso y le pone una coletilla, que es:
siempre que las posibilidades económicas presupuestarias den lugar a...

No dejará de reconocer que esa coletilla da mucho juego porque siempre
queda la posibilidad de decir: quisimos hacerlo, pero las posibilidades
presupuestarias no daban para ello. Mientras tanto se ha creado un cierto
descontrol, tampoco quiero dramatizar más y ojalá que no se produzca. Qué
duda cabe que esa coletilla puede servir de salvaguarda o de subterfugio
para luego justificar que ese compromiso estaba supeditado. Con coletilla
o sin ella, el compromiso está ahí y las consecuencias también. Nosotros
seremos exigentes a la hora de pedirles cuenta de si ese compromiso se
cumple o no, o si hay posibilidades de que se cumpla o no se cumpla.

Nada más, muchas gracias y espero que en futuras comparecencias entremos
mucho más en los detalles apasionantes que tiene todo el proceso que
tenemos por delante.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Si cabe, voy a ser más breve
que el señor Diputado.

Es verdad que S. S. no ha deslizado la palabra desconfianza; ha deslizado
la palabra autonomía y a nadie se le oculta que hay unas concatenaciones
y unas reminiscencias poco felices.

Privatizaciones. Las iremos viendo. Es mi propósito tener informada
puntualmente a la Cámara de lo que se haga.

¿Se van a privatizar o no se van a privatizar? Me parece que era Huizinga
el que en el siglo XIX escribió que el precio justo era el precio de
mercado. La inmensa mayoría de las empresas de defensa tienen hoy unos
niveles de pérdidas abrumadores. Para privatizar hace falta, por lo
menos, el consenso de dos voluntades: del vendedor y del comprador. Yo
creo que sería frívolo decir cuál va a ser el resultado final.

El propósito es mejorar la eficiencia y, enmarcado en un propósito mucho
más amplio del Gobierno, devolver competencias a la sociedad civil, quizá
asumidas, por ese temor a la autonomía que S. S. citaba antes, por éste y
otros sectores. El propósito es privatizar, veremos si las circunstancias
lo hacen posible.

No quiero polemizar: hay un riesgo de descontrol, pero no olvidemos que
ya lo hay actualmente, que el número de personas que por diversos motivos
no lo hacen es incomparable con el de otros países de nuestro entorno que
tienen legislaciones parecidas, pero no iguales a la nuestra.

Al final, me da la sensación, seguro que por mi inexperiencia
parlamentaria, de la ratonera. Si no se toman cautelas hay frivolidad y
si se toman hay subterfugio, tertium non dator, me parece. Creo que es un
compromiso razonablemente matizado por la posibilidad.

Eso es todo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra el señor Meyer.




El señor MEYER PLEITE: Señor Ministro, en primer lugar es obligado
desearle suerte en el cometido que se le ha encomendado y en la
responsabilidad que va a desempeñar.

A continuación, le plantearé directamente que esta comparecencia nos
produce un sentimiento contradictorio: por un lado de satisfacción, en
cuanto a que compartimos plenamente el objetivo señalado en el debate de
investidura de intentar alcanzar el modelo de Ejército profesional en el
horizonte del año 2001. Nos parece tremendamente positivo que para ello
se habilite un debate, tanto en Ponencia como en Comisión Mixta
Congreso-Senado, para que las fuerzas políticas que estamos de acuerdo
--incluso si se pudiera adelantar la fecha, mejor-- podamos alcanzar ese
objetivo de ejército profesional. Compartimos plenamente, por tanto, ese
objetivo y le expresamos que nuestra colaboración va a ser total, en
cuanto al trabajo parlamentario en esa Comisión, en la medida de nuestras
posibilidades, para alcanzar ese compromiso que hoy tiene un inmenso
consenso en la sociedad española, teniendo en cuenta que la mayoría de
las fuerzas políticas queremos concretar ese modelo de ejército
profesional.

En cuanto a las preocupaciones, ese sentimiento contradictorio que
anunciaba, he de manifestar en primer lugar una preocupación en relación
con los acontecimientos que



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se están derivando de la decisión --que, al parecer, ya está tomando--
sobre nuestra permanencia y entrada en la estructura militar de la OTAN.

Preocupación porque en los debates de cancillería e intervenciones en
Berlín de los Ministros de Asuntos Exteriores, se pretende que estamos
ante una OTAN distinta. Nosotros no compartimos ese criterio. Creemos que
lo que se está haciendo desde el año 1991, fecha en que desaparece el
Pacto de Varsovia, es, como decía textualmente un general español: «Se
están buscando nuevos objetivos para garantizar el futuro de la OTAN», y
añadía que la OTAN se ha convertido en una organización con medios pero
sin misiones. Desde 1991 hasta aquí lo que se está intentando hacer es
utilizar una estructura, resultado de la guerra fría para, de alguna
manera, darle continuidad, refundarla, maquillarla, sin resolver lo que,
desde nuestro punto de vista, es el debate que habría que plantear, tanto
en el continente europeo como en la Unión Europea sobre el modelo
defensivo autónomo que se tiene que resolver a partir de los propios
criterios de construcción europea, como establece incluso el propio
Tratado de Maastricht.

Tenemos ese criterio de preocupación porque hay un compromiso de la
sociedad española del referéndum de 1986 donde, con claridad, la sociedad
española dio un sí condicionado a nuestra entrada en la OTAN.

Explícitamente en ese referéndum se concretó que no se debía entrar en la
estructura militar.

El debate que plantea una identidad de defensa europea, bajo el concepto
de Fuerzas separables pero no separadas, no tiene nada que ver con lo que
debe ser un modelo europeo propio de defensa, con capacidad y tecnología
no dependiente de los Estados Unidos o de cualquier otra gran potencia y
que, por tanto, debía tener una finalidad exclusiva de misiones de paz,
bajo control de Naciones Unidas y de las estructuras europeas que así se
doten. Esta es nuestra primera preocupación en cuanto a ese modelo de
seguridad europea que, a nuestro juicio, debe de tener un debate propio
en sede parlamentaria en los distintos países europeos. Por otro lado, no
compartimos que se le enmiende la plana al pueblo español que votó en
referéndum la integración condicionada, y en el caso de que el Gobierno
siga sosteniendo la necesidad, desde su punto de vista y su filosofía, se
comparta o no, de la entrada en la estructura militar, a nuestro juicio,
ello debería pasar por un nuevo referéndum.

La segunda preocupación que tiene Izquierda Unida, que no tiene nada que
ver con su Ministerio, es que, al hilo de este debate, una vez que todas
las fuerzas políticas han puesto en el horizonte del año 2001 el ejército
profesional, mientras la sociedad española a través de sus representantes
establece ese modelo de Ejército hay ciudadanos que están en la cárcel
precisamente por adelantarse al objetivo de tener un ejército
profesional. Esta es una preocupación que, repito, no tiene nada que ver
con su Ministerio. En todo caso sería con el Ministerio de Justicia, pero
que creo que es obligado señalarlo al hilo del debate.

Entrando de lleno en la materia de la comparecencia quiero decir, en
primer lugar, que su exposición ha sido coherente a partir de la visión
concreta de lo que entiende usted por la seguridad, la disuasión militar,
pero nosotros tenemos que decir que tenemos una filosofía distinta. Más
quede disuasión militar, nosotros hablamos de seguridad compartida.

Nuestro modelo de defensa, como todos los modelos de defensa --y no voy a
satanizar ningún modelo, ni voy a hacer maniqueísmo--, parte de una
filosofía de seguridad. Voy a concretar cuál es nuestro modelo de
seguridad compartida.

Nosotros partimos de la reflexión que se hizo en el año 1982, en lo que
se denominó el informe Palme, que planteaba que el primer paso encaminado
a resolver el dilema de la seguridad consiste en interpretar el concepto
mismo de la seguridad, dándole una dimensión internacional que sobrepase
los límites estrictos de un país. Las naciones --decía el informe-- deben
organizar sus políticas de seguridad sobre la base de la cooperación,
comenzando por las grandes potencias, y establecía seis principios que
creo tienen total actualidad. Primero, todas las naciones tienen el
derecho legítimo a la seguridad. Segundo, la fuerza militar no es un
instrumento legítimo para resolver conflictos entre naciones. Renunciar
expresamente a la fuerza ofensiva como instrumento de política nacional.

Tercero, renunciar a obtener mediante el ejercicio del poder militar.

Cuarto, la seguridad no se ha de conseguir mediante la superioridad
militar. Quinto, la seguridad compartida requiere reducciones y
limitaciones cualitativas de armamento. Sexto, la función de la
diplomacia es dividir o subdividir los conflictos, no generalizarlos o
ampliarlos.

Por tanto, este concepto de seguridad compartida es un proceso pragmático
que permitiría llegar a una situación de desarme ideal. Indudablemente
esta filosofía de seguridad compartida necesita introducir el concepto de
la cooperación entre los pueblos como la base fundamental de la
seguridad. El subdesarrollo y la desigualdad social se convierten en uno
de los focos de mayor peligro para la seguridad mundial. La cooperación
económica con los desfavorecidos es un deber de justicia social, pero
también una necesidad para la seguridad internacional. La articulación de
un nuevo orden económico internacional, guiado por los principios de
igualdad, solidaridad y cooperación, se convierte en un elemento
fundamental para la paz. Los recursos económicos que libera una política
progresiva de desarme deben orientarse a paliar las desigualdades del
subdesarrollo.

Y entramos de lleno en cuáles deben de ser, a nuestro juicio, los
instrumentos que hagan posible, a partir de esta filosofía, el concretar
lo que entendemos nosotros por seguridad compartida, tanto en el
continente, como en la Unión Europea.

Frente a las fuerzas políticas que proponen la refundación de la OTAN, el
marco de la OTAN como modelo defensivo, el marco de la UEO, nos
distanciamos y planteamos que ese marco, el instrumento para la seguridad
compartida en Europa, debe ser la Organización para la Seguridad y
Cooperación en Europa. Nosotros creemos que éste debe ser el marco idóneo
porque es un sistema colectivo de seguridad para todos los países del
continente y que esta seguridad ha de ser mutua y global, de forma que
ningún país se sienta militarmente amenazado por nadie. Este



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es el marco natural. La Organización de Seguridad y Cooperación en Europa
ha pasado de 35 países, que son los que formaban parte de este organismo,
a más de 50.

En la redacción de la Carta de París de 1990 para una nueva Europa, hay
una cuestión que cobra total actualidad. Esta Carta decía textualmente:
Finalizada la división de Europa nos esforzaremos para conferir a
nuestras relaciones de seguridad..., la seguridad es indivisible y la
seguridad de cada Estado participante está inseparablemente vinculada a
todos los demás, por consiguiente, nos comprometemos a cooperar en el
fortalecimiento de la confianza y la seguridad entre nosotros y a
fomentar el control de las armas y el desarme.

A nuestro juicio, se trataría de avanzar en la institucionalización de
esta organización. Además de los organismos ya creados, como el Consejo
de los Ministros de Asuntos Exteriores, la Asamblea Parlamentaria,
proponemos crear la agencia europea de control y verificación de acuerdos
de desarme, un centro de control y producción de armamentos, un centro de
control de exportación de armamentos a terceros países y una agencia
europea de conversión de la industria militar en civil. A partir de ahí,
estimamos también que la Organización de Seguridad y Cooperación en
Europa debe de plantearse como objetivo una política clara de desarme. El
desarme, desde nuestro punto de vista, es uno de los pilares de la
política de seguridad.

En concordancia con el modelo de seguridad que proponemos para la
Organización de Seguridad y Cooperación en Europa, es necesario abrir
nuevas negociaciones sobre todo tipo de armamentos, profundizar los
acuerdos ya firmados de Star II, Star III. También deberíamos conseguir
la firma de un tratado principal, sobre la base de los acuerdos de
Helsinki y la Cumbre de París, que diera lugar a un marco estable de
seguridad basado en los siguientes principios. Primero, avanzar en el
desarme militar convencional hasta alcanzar niveles que imposibiliten la
agresión militar; eliminación de todas las armas nucleares tácticas en
Europa; Europa como área totalmente libre de armas nucleares. Segundo, la
eliminación de todas las bases extranjeras en el suelo europeo, y de ahí,
lógicamente, nuestra posición clara de la denuncia del Tratado bilateral
con los Estados Unidos y el desmantelamiento total de las bases de
utilización conjunta a nuestro país. Tercero, la disolución de las
estructuras militares provenientes de la guerría fría, tanto de la OTAN
como de la UEO --respecto a la UEO, simplemente habría que esperar a que
caducara el Tratado, que será en 1998-- y establecimiento de una
estructura colectiva no ofensiva.

Nos oponemos --ya lo he dicho-- a la integración en la estructura militar
de la OTAN, por contravenir el referéndum del año 1986. En ese marco,
sería necesario crear el consejo de seguridad de la OSCE, con autoridad
para prevenir y resolver conflictos. Es verdad que una de las materias
fundamentales y de los objetivos claros es un marco de seguridad, pero
con capacidad de intervención, para resolver conflictos, y los Estados
firmantes del Tratado contribuirían con una fuerza conjunta de
mantenimiento de la paz que, tras consultas con los órganos de Naciones
Unidas, podría entrar en acción para prevenir y solucionar conflictos
armados en Europa.

Además del marco general de Europa, también nos preocupa especialmente la
seguridad compartida en el Mediterráneo, por la específica situación
geoestratégica de nuestro país. En ese sentido, tendríamos, también a
partir de la reunión de la Organización de Seguridad y Cooperación del
Mediterráneo, de 1992, en Málaga, que extender el concepto de seguridad
compartida en la zona del Mediterráneo y para ello convendría tener una
conferencia de seguridad en el sentido del control del armamento naval,
la retirada progresiva de las grandes flotas del Mediterráneo y una zona
libre de armas nucleares propias en el Mediterráneo.

Desde esta concreción de la filosofía en organismos propios de defensa
compartida, entendemos que el papel de la Comunidad Europea debe ser
avanzar en la dirección de un espacio comunitario de seguridad con una
estructura subordinada a los poderes políticos de la Comunidad Europea,
es decir, Consejo Europeo, Comisión y Parlamento.

Como estructura de seguridad nueva no debería basarse en ninguna alianza
militar preexistente y debe ser una institución más de la Comunidad
Europea. A partir de ahí tenemos el papel de la Comunidad Europea en
cuanto al espacio comunitario de seguridad, muy incardinado siempre con
Naciones Unidas. También es conocida la posición de Izquierda Unida en el
sentido de reclamar --aunque no compete a su Ministerio-- la lógica
reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para que Naciones
Unidas se convierta verdaderamente en el Gobierno del mundo, cosa que hoy
dista mucho de ser realidad.

En cuanto a lo que nosotros entendemos por seguridad compartida, ésta es
la filosofía y, a partir de ahí, planteamos con claridad cuáles deben ser
los organismos que deben preocuparse y entender de este cometido, y ahora
entraré en el tema propio de la defensa no ofensiva para España.

Antes quiero decirle que nos gustaría conocer su opinión respecto a si
cree conveniente que, como Ministro de Defensa, informe en el Pleno del
modelo por el que usted opta en cuanto a la defensa europea.

Personalmente, creo que sería interesante esa comparecencia para que en
el propio Pleno se pueda debatir con precisión cuáles son las
consecuencias resultantes de la decisión del Ministro de Asuntos
Exteriores en Berlín y podamos conocer exactamente los pormenores de esa
posición.

A partir de la filosofía que he explicado, nosotros planteamos para
España una alternativa de defensa no ofensiva sobre tres grandes ejes. En
primer lugar, la sustitución del concepto limitado de defensa por el de
seguridad. En segundo lugar, el reforzamiento de los aspectos no
militares de la seguridad, así como explicar las limitaciones de la
seguridad nacional, proponiendo el concepto de seguridad internacional.

En tercer lugar, consideración de los intereses del potencial adversario
para incluirlo en un programa de defensa, de cooperación, etcétera.

Creemos que se debían dar pasos unilaterales para adecuar nuestra defensa
a una política progresista, en el marco internacional, que nos permita
salir de la espiral tecnológica,



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política y económica del rearme, subordinando la política de defensa a la
política del desarme.

Proponemos para España una política de defensa exclusivamente defensiva,
tanto en armas como en organización y doctrina, de manera que no pueda
ser amenazadora ni provocativa.

El carácter defensivo del modelo propuesto ha de plasmarse a nivel
doctrinal, operativo y orgánico. Creemos sinceramente que no estamos
amenazados militarmente por nadie, ni es previsible que lo estemos en el
próximo futuro. Por tanto, nuestra preocupación se diferencia de la de su
exposición en que por tres veces ha planteado que le gustaría que el
ranking que ocupa España en el mundo en cuanto al PIB en gasto militar,
cuando usted deje el Ministerio, haya pasado del puesto 114 a uno más
razonable. Nosotros creemos que, entendiendo que no estamos amenazados,
ni es previsible que lo estemos por nadie, ese objetivo no nos ha
supuesto hasta ahora un grave problema a la hora de defender nuestro
territorio. Por tanto, creo que se debían fijar otras prioridades en el
momento de plasmar el objetivo, que compartimos, de ejército profesional
para el año 2001.

Desde ese punto de vista, proponemos organizar unas Fuerzas Armadas de
reducidas dimensiones, para proteger nuestro territorio. Es decir, se
trata de concretar --y creo que tendremos oportunidad de hacerlo en la
Ponencia o en la Comisión Mixta--, a partir de un mismo objetivo:
alcanzar el ejército profesional en el horizonte del año 2001, qué tipo
de ejército queremos. Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya opta por
un ejército reducido, profesional, defensivo, con armas más defensivas
que ofensivas, y dejando claro que ese ejército debería asumir la
recomendación del Consejo de Europa en cuanto al derecho de sindicación
de oficiales y tropa, para que se atenga a las recomendaciones del
Consejo de Europa y se democratice la política de los miembros de las
Fuerzas Armadas con libertad de expresión y con pleno ejercicio de los
derechos civiles.

No sería serio que en esta primera comparecencia pudiéramos concretar,
desde el punto de vista presupuestario y del material, lo que debe ser un
ejército reducido profesional. En todo caso, quiero decirles que se debía
llegar a una reducción efectiva de las actuales Fuerzas Armadas. Creemos
que con unas Fuerzas Armadas cuatro veces más pequeñas que las actuales
sería suficiente, desde lo que entendemos, por la filosofía que he
explicitado, que es la seguridad compartida, y que la abolición del
servicio militar obligatorio es una conquista de la sociedad civil --tal
como lo sentimos, lo explicito-- que resuelve una asignatura pendiente de
este siglo y que podemos empezar el siglo XXI con esa conquista resuelta
y decidida.

En cuanto al coste económico, en el debate que vamos a tener cuando
empiece la Ponencia o Comisión será el momento de explicitarlo. Nuestro
modelo de ejército profesional es un modelo que puede tener un coste
económico sustancialmente menor al que en este momento tenemos, y le
anuncio que nuestra voluntad es ir reduciendo ese gasto de defensa
progresivamente, hasta alcanzar un uno por ciento del PIB. Contando con
inversiones y mantenimiento, si somos capaces de reducir progresivamente,
hasta alcanzar un uno por ciento del PIB, reduciendo a la vez los
efectivos de las Fuerzas Armadas, podríamos conseguir un ejército bien
preparado, bien dotado, para los cometidos que, a nuestro entender,
deberían tener nuestras Fuerzas Armadas en esa doble condición de la
seguridad compartida, tanto en la Comunidad Europea como en el propio
continente.

A partir de ahí, señor Ministro, permítame que le haga una serie de
preguntas. Comprendo que algunas necesitarán de más tiempo de respuesta,
otras podrá contestarlas o podremos resolverlas en el transcurso del
debate que se producirá este año hasta alcanzar el objetivo del ejército
profesional.

En primer lugar, me interesaría conocer si es partidario de la revisión
pública del Plan Estratégico Conjunto dotándole, desde nuestro punto de
vista, de un carácter estrictamente defensivo. Creemos que dicho plan se
debería revisar con carácter público en sede parlamentaria sin ningún
tipo de secretismo para plantear, a partir de ahí, los planes operativos
consiguientes. Nos gustaría saber si usted es partidario de que la Legión
desaparezca como cuerpo militar y que se integre en unidades regulares;
si es partidario de la necesaria reforma de la enseñanza militar a partir
de ese objetivo de ejército profesional y de la creación de un centro de
formación específica de fuerzas de la paz de la ONU y de la Conferencia
de Seguridad y Cooperación Europea.

Ha explicitado la necesidad de la centralización de los servicios de
información. En su comparecencia en la Comisión Constitucional el
Vicepresidente planteó esa centralización en un único servicio bajo
control civil del Gobierno y del Parlamento. Creemos que sería necesaria
una ley orgánica que permitiera resolver esa centralidad de los servicios
de información en un único servicio bajo control civil del Gobierno y del
propio Parlamento.

Nosotros vamos a insistir en esta sexta legislatura --y le pregunto-- en
la necesidad de que la Guardia Civil sea desmilitarizada, y ello porque
en el momento en que abordemos el problema de la reforma de la Ley
Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la Comisión de
Interior, nosotros seguiremos planteando que es absolutamente necesario
iniciar la desmilitarización para alcanzar un único cuerpo estatal o
federal de policía desde la perspectiva de Estado federal. Creemos que es
una irracionalidad seguir planteando que la Guardia Civil, como fuerza a
la que se le encomiendan tareas específicas de servicio de policía, siga
militarizada. Nos gustaría conocer cuál es su opinión sobre esta
realidad.

Respecto a las instalaciones militares no operativas que se suceden por
toda la geografía española, desearíamos saber cuál va a ser la posición
de su Ministerio y si ya tiene concretadas cuántas instalaciones
militares son, qué superficie ocupan y cuál va a ser la posición de su
Ministerio en relación con la devolución, en el caso de que fueran
cedidas por los ayuntamientos.

También nos interesaría conocer qué proyectos tiene usted sobre las
empresas que dependen directamente de Defensa y cuál va a ser su futuro;
si ya tiene previsto el tamaño



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que debe tener el ejército profesional y, por último, si considera que
los gastos militares se deben incrementar en un modelo de ejército
profesional, teniendo en cuenta los actuales gastos de Defensa.

Simplemente me queda terminar por donde comencé, en esa sensación
ambivalente de satisfacción por compartir el objetivo del año 2001 como
es el del ejército profesional, abolición de la «mili», y esa
preocupación doble en cuanto a la necesidad de que se cumplan las
condiciones del referéndum de 1986 y por la situación de los ciudadanos
encarcelados por defender, desde mi punto de vista de forma adelantada,
un modelo que a todas luces se va a abrir en el horizonte de cinco o seis
años. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Meyer.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Señoría, le agradezco los
deseos de suerte, se los agradezco muy de verdad. Me satisface esa
coincidencia y esa oferta de colaboración en lo que a la consecución de
un ejército profesional se refiere. Estoy de acuerdo con S. S. en que en
casi todo lo demás discrepamos.

Alguien dijo que uno de los peores errores que podía cometer la Humanidad
era adoptar las mismas soluciones para situaciones distintas. Su señoría
piensa que la situación actual en relación con la Alianza no justifica la
existencia de la Alianza. Yo creo que sería extraordinariamente
preocupante que eso ocurriera, pero, además, señoría, me parece
incoherente decir posteriormente que la seguridad tiene que ser
compartida. Estamos definiendo la necesidad de internacionalizar la
defensa, y por ese flanco convergemos.

Usted me cita a un general que dijo algunas cosas. Es exactamente la
excepción que confirma la regla de lo que dicen casi todos los generales
europeos, y puedo decirle que conozco a buena parte de ellos. Es un
maquillaje. Eso son opiniones personales, muy legítimas. Creo que no
merece la pena más comentario.

Me preocupan especialmente dos clases de incoherencia que, si me permite,
señoría, yo dividiría de la siguiente manera: las incoherencias internas
y las incoherencias externas. Su señoría dibuja un panorama en el que me
encantaría estar. Alguien lo llamó «La Arcadia feliz», pero ése no es el
que existe en el mundo. A partir de creer que estamos en la Arcadia feliz
se pueden decir que no tienen que existir ejércitos, que no hay que
gastar en Defensa, que no tiene que haber --me extraña que lo diga--
profesionales. Yo creo que en esa Arcadia no debería haber ni
profesionales ni no profesionales. En esa Arcadia no debería haber
ejército. Pero me preocupan más, señorías, las incoherencias externas.

Hablar de un ejército capaz dotado de tecnología y del 1 por ciento de
los gastos de Defensa, eso con todos los respetos no se puede mantener.

Ha dado S. S. algunas cifras. Uno por ciento del PIB. En números
redondos, 750.000 millones. Dice S. S. que el 25 por ciento de los
efectivos actuales. Aproximadamente, cincuenta mil. A millón y medio,
salen 750.000 millones. ¿Qué nos queda para armamento? ¿Qué nos queda
para dotar, aunque hagamos esa distinción sutil --que después de trabajar
diez años de mi vida en Defensa jamás he entendido-- entre armamento
ofensivo y defensivo? Jamás la entendí. Un arma, la mano, puede servir
para atacar o para defenderse. Dice S. S. que unas armas sirven para
atacar y otras para defenderse. Ruego a S. S. que algún día me lo
explique porque ya le digo que he dedicado diez años a Defensa.

Cuando la gente habla de un ejército dotado tecnológicamente se está
refiriendo a un ejército capaz de hacer combate nocturno, capaz de tener
aviones de caza de últimas generaciones. Eso es un ejército dotado de
tecnología. Si se habla de tener tecnología en los hospitales militares o
en las residencias de oficiales, eso será tecnología, pero no es un
ejército dotado tecnológicamente.

Señoría, de profesión soy Licenciado en Derecho. La primera obligación de
un Gobierno es asegurar el cumplimiento de las leyes que emanan del
Parlamento. Considerar desde esta Casa a alguien que está incumpliendo la
legislación vigente como algo a imitar me parece un punto más que
preocupante, señoría.

Seguridad compartida. Sí; seguridad compartida, sí. Esos seis puntos del
documento Palme. No entiendo muy bien la coherencia entre el segundo,
nada militar, y el tercero, que lo militar no sea agresivo. Entonces
puede ser militar defensivo, y el tercero, que lo militar no sea
agresivo. Entonces puede ser militar defensivo, siguiendo con la
distinción a mi juicio maniquea. Dice S. S. al final --y eso lo
compartimos-- que ésa sería la situación ideal. Lo que pasa es que la
situación ideal, las ilusiones son peligrosas de llevar a la práctica,
sobre todo cuando se administran bienes ajenos. Cuando se administran
bienes ajenos lo que hay que ser --alguien lo ha citado antes-- es
pragmático.

Se ha extendido S. S. en la OSCE, que ya hay más de 50 naciones. Yo he
dicho en mi exposición que vamos a seguir cooperando con esa
organización. Hay otras organizaciones de las que también he dicho que
hay que cooperar. Hay diferencias en el grado de eficacia de esas
organizaciones. Si, para defendernos, administramos fondos ajenos, soy de
la humilde opinión de que hay que estar más en las más eficaces.

Me encanta el juego dialéctico de la defensa no ofensiva. Pero
volveríamos otra vez a la dialéctica de los tipos de armas. Me da más
pavor, sin embargo, oír algo como las medidas unilaterales. Las hacemos
nosotros y que no las hagan otros. Si otros no las hacen, todos tontos no
deben ser. Alguna razón deben tener.

Muestra S. S. la necesidad de respetar el referéndum de 1986. ¡Sólo
faltaría! La voluntad del pueblo hay que respetarla siempre. Sin embargo,
afirma tajantemente S. S. que no hay amenazas para España. Una parte no
despreciable --antes he dado algunas cifras-- dice que sí representan
determinadas situaciones. La verdad es que la pregunta que se hizo en la
consulta hablaba de peligro, aunque yo he dicho riesgo. Es verdad una
cosa. Hasta ahora, estando en el puesto 114 no ha pasado nada. Hemos
gastado menos y no ha pasado nada. Si mañana pasara, ¿quién sería



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responsable, el de mañana o el de hoy? La previsión, el pensar antes de
tiempo es algo a lo que los gobernantes estamos obligados.

Creo que lo del coste es suficientemente expresivo de que me parece poco
pragmático el acercamiento de S. S. al problema de la defensa y, sobre
todo, al problema militar. Me hace al final amablemente S. S. algunas
preguntas. ¿Partidario de un PEC público? Nada más lejos de mi ánimo. Se
puede decir más alto, pero no más claro. ¿Un PEC defensivo? Señoría, el
PEC, como toda la política de defensa de España, es defensivo. No tenemos
ninguna reivindicación que hacer por la vía de la fuerza. Se ha dicho
hasta la saciedad por todos los gobiernos democráticos que se han
sucedido.

Personalmente estoy en contra de la desaparición de la Legión. Hay algo
que me ha preocupado especialmente: si soy partidario del control civil
del Cesid. Naturalmente, como está ahora, en control civil. Tengo mucho
afecto por los militares, pero me siento orgulloso de ser civil y el
Cesid está bajo el control del Ministro de Defensa. Hay control civil del
Cesid. Soy partidario de no desmilitarizar la Guardia Civil.

Luego se refiere a las instalaciones militares no operativas. Las tenemos
inventariadas, están estudiadas y las desafectadas, las que no son
necesarias para la defensa, están siendo objeto de un programa de
enajenación, pero yo antes me he extendido en que se necesitan dos partes
para que pueda haber un acuerdo de compra-venta. Si me lo permite,
señoría, le diré que no sólo existe la palabra devolución, sino que hay
otras. Se puede vender, enajenar, permutar. La palabra devolver no se
utiliza sobre algo que se ha adquirido anteriormente por cauces
legítimos.

Habla de algo que no sé muy bien con qué puede tener relación, que son
las empresas que directamente dependen de defensa. De defensa no depende
directamente ninguna industria. Hay industrias públicas y privadas cuyo
cliente principal es el Ministerio de Defensa, pero es esa dependencia
del cliente, como si se le preguntara al que compra en unos grandes
almacenes qué va a hacer con ello. No es el que tiene que dar la última
palabra.

Me parece también la cuadratura del círculo intentar reducir los gastos
de defensa con un ejército profesional, un ejército de conscriptos que se
reclutan obligatoriamente y que, por tanto, tiene un coste económico muy
pequeño y que se debe reducir, pensar que se puede convertir en un
ejército profesional de la dimensión que S. S. demanda. Dicho sea entre
paréntesis, tampoco entiendo por qué hay que tener un ejército de la
cuarta parte, si no hay ninguna amenaza. Si la amenaza fuera la cuarta
parte de la existente, deberíamos reducirlo a la cuarta parte; pero si la
amenaza es cero, ¿por qué lo reducimos a la cuarta y no a la octava, a la
décima o a la milésima parte? Como decía antes, la cuarta parte del
actual ejército representa unos 50.000 profesionales, contando desde el
más alto general al soldado y marinería profesional. Con el coste medio,
teniendo en cuenta la situación en que se encuentra hoy España, dejaría
unos márgenes extraordinariamente estrechos para dotar al ejército
español.

Le voy a decir una cosa, y con esto termino. En la proporción entre
equipamiento por miembro de las Fuerzas Armadas, estamos, si no en el
último, en uno de los últimos lugares de Europa. Sin duda, habrá que
hacer un esfuerzo en dotar mejor a nuestras Fuerzas Armadas, equiparlas
mejor y, como dice S. S., con más capacidad tecnológica. Eso haría que la
reducción que S. S. propone fuera menos de la mitad de la necesaria para
poder tener un equipamiento medio de las Fuerzas Armadas del tamaño
resultante. Si me permite parafrasear el refranero popular, la defensa,
como he intentado exponer en toda la primera parte de mi intervención, es
algo muy serio y me parece que no se puede jugar con las cosas de comer
ni con la defensa. Entiendo que mi obligación, con los limitados medios
de que disponemos, es tener unas Fuerzas Armadas con el número de
efectivos y el grado de equipamiento en consonancia con el papel que
España quiera jugar en el mundo. Todo lo demás, con todos los respetos,
señoría, me parece ilusión y Arcadia feliz.




El señor PRESIDENTE: Señor Meyer, muy brevemente, por favor.




El señor MEYER PLEITE: Con brevedad.

Yo no he empleado la palabra maniqueísmo en mi exposición. Usted sí la ha
empleado. Podría caricaturizar la posición que usted defiende. Podría
decir que su modelo es el resultado de la industria militar, del
hegemonismo de Estados Unidos, de la militarización de la sociedad civil.

No lo he hecho ni creo que sea así, pero lo podría caricaturizar.

Efectivamente, nosotros creemos que la defensa de un país es una cosa
seria. No jugamos con ella. Pero tampoco creemos que se debe jugar con la
sociedad. Tampoco. En esta sociedad --y por eso planteábamos lo del plan
estratégico-- se vendió, permítame la expresión, la moto de que podríamos
ser invadidos por el Este, y en función de esa previsión nos incorporamos
a una alianza militar determinada. Esa alianza militar determinada se
construyó, precisamente, ante una posible agresión por parte del Pacto de
Varsovia. Creo que si eso no se ha producido, se podría pensar que
alguien estaba jugando sobre la base de ese objetivo. Por lo tanto,
nosotros creemos y entendemos que efectivamente la defensa es muy seria y
que, a partir de esa seriedad, se trata de que una sociedad, que va
conquistando cada vez más poder civil, con mucho esfuerzo, a base de
mucho desarrollo de la democracia de las libertades, cuanto más
desarrollada es cada vez el lugar que ocupan las Fuerzas Armadas de los
países es menor, debe ser menor, desde mi punto de vista, y optar por un
modelo internacional --lo planteaba en mi exposición-- donde se vaya
resolviendo paulatinamente, en la perspectiva de esa Arcadia feliz,
lógicamente, no renunciamos a ella, un mundo gobernado por los ciudadanos
y las ciudadanas al margen de los bloques militares y al margen de las
guerras. ¿Que usted dice que es un objetivo de Arcadia feliz? Hace 10, 15
ó 20 años se podría decir que a aquel que dijera que en el año 2001 en
España ya no habría mili le llamarían de todo, le dirían utópico,
etcétera. Pero se va a conseguir.




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En política lo que hay que hacer es, con mucha fuerza y a partir de
diagnósticos determinados de la realidad, en este caso del mundo, de
España, de Europa, plantear objetivos concretos. Nuestro objetivo es el
que he señalado, que es posible realizarlo en el sentido de la sociedad
moderna, en la sociedad cada vez más libre, cada vez más
interrelacionada, cada vez más pacífica, cada vez más desarmada.

Usted planteaba, en cuanto a la OTAN se refiere, que nuestra posición, a
partir de esa descripción que hemos hecho de la realidad mundial,
europea, etcétera, es la de seguir defendiendo su existencia. Le quiero
plantear con claridad, ¿qué hubiese pasado si a partir de la
desmembración de la antigua Unión Soviética y de los países de alrededor
todos esos países hubiesen mantenido la estructura del Pacto de Varsovia?
Indudablemente no hubiese sido una cosa positiva. Desde mi punto de vista
no hubiese sido una cosa positiva, aunque se hubiese maquillado. Si el
Pacto de Varsovia redefinido, refundado, se siguiera manteniendo, en
estos momentos no podríamos estar hablando en las mismas condiciones. Por
lo tanto, sensu contrario, seguimos defendiendo que lo mejor que se tenía
que haber hecho con la OTAN en 1991, una vez que su objetivo fundacional
desaparecía, hubiera sido proceder a levantar acta de su defunción. A
partir de ahí, debatir con sinceridad, en un nuevo marco europeo
continental y mundial, cuál debe de ser esa cooperación para alcanzar el
objetivo de la defensa compartida. Eso, desde el punto de vista
intelectual y político, es lo que hubiese sido más razonable.

No quiero tampoco, insisto, plantear cuestiones maniqueas. Podría decir
que eso no ha sido posible por presiones. Esas presiones existen. Estados
Unidos está presionando para que Europa no tenga un marco propio de
seguridad. Es verdad que esa presión se está consiguiendo reducirla cada
vez más, pero, indudablemente, ha existido. Y esa presión, en la cierta
inercia que en la historia también se produce, es verdad que es un
handicap para alcanzar que los europeos pudieran tener un marco propio
dependiente de las instituciones: del Parlamento Europeo, del Consejo
Europeo, de los parlamentos nacionales, en un marco global en donde
Naciones Unidas se convierta realmente en el Parlamento del mundo, con un
Gobierno del mundo, cosa que hoy, cosa que desde mi punto de vista no
existe.

Por ello, creo que nuestra alternativa es realizable. Considero que
España hoy no está amenazada por nadie. Nunca creí que en España nos
fueran a invadir los rusos. Lo digo tal como lo siento. Así lo dije en la
campaña de la OTAN. Se pretendía hacernos creer que el peligro venía del
Este y había que entrar. Nunca lo pensé, nunca lo creí. Sigo pensando y
sigo creyendo hoy que España no está amenazada y que, por lo tanto, sí es
posible tener un ejército profesional con el único cometido de defender
nuestro territorio, según el mandato constitucional; tener una fuerza
preparada para una intervención fuera de nuestro territorio, en misiones
de paz, planteando eso con claridad. Y sigo pensando --en el debate que
tendremos en Ponencia y demás lo podremos plantear-- que no es lo mismo
tener un ejército preparado para responder fuera de su territorio, a
muchas millas náuticas o a muchos kilómetros de distancia, que defender
su territorio. No es lo mismo tener una Armada oceánica o transoceánica
que una Armada que tenga los suficientes medios para defender las aguas
jurisdiccionales o un poco más. No es lo mismo plantear un modelo con
capacidad estrictamente defensiva que un ejército preparado para pasar
los Urales, por ejemplo, con divisiones acorazadas y aerotransportadas.

No es lo mismo. Creo que no es lo mismo. Por ello, deberíamos decir, y lo
haremos en Comisión, que, desde nuestro punto de vista, si se opta por un
Ejército profesional debe ser reducido, estrictamente para los cometidos
encomendados de esa defensa.

Voy a entrar en el último punto para no extenderme, entre otras cosas
porque en mi pueblo hay feria. Les invito a todos ustedes a ir a la Feria
de la manzanilla, que es un vino magnífico de Jerez. Incluso me hubiese
gustado celebrar esta Comisión en mi pueblo. La feria termina el domingo
y si ustedes quieren coger el tren o el avión, con mucho gusto les
invitaremos a degustar ese vino magnífico en la caseta de Izquierda
Unida. Para terminar, quiero decir que, efectivamente, los gobiernos
tienen la misión de hacer cumplir las leyes. Indudablemente. Pero en
determinadas circunstancias, como la que nos ocupa, pienso que no es
justo, no es razonable que, mientras que la inmensa mayoría del pueblo
español, a través de sus representantes, está explicitando que el
ejército sea profesional y se resuelva el tema del servicio militar
obligatorio, haya ciudadanos encarcelados. Entiendo, y lo decía en mi
exposición, que no es materia de su Ministerio, bastante tiene con lo que
tiene, pero indudablemente vamos a seguir planteando --así se hizo en el
debate de investidura-- la necesidad imperiosa de excarcelar a estos
ciudadanos, que han sido unos adelantados, y que, fuera de cuestiones
burocráticas, fuera de cuestiones jurídico-técnicas, por el bien de la
sociedad, una sociedad que ha entendido claramente el mensaje de que hay
que ir hacia la abolición del Servicio Militar obligatorio, no se siga
manteniendo esta situación. Insisto en que sé que no es de su
competencia, pero en la exposición quería dejarlo claro.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Pensar hace 10 años en una
mili profesional no era Arcadia feliz, porque había países que tenían
ejércitos profesionales; era una Arcadia que estaba a 1.000 kilómetros de
nosotros y que existía, además, desde hacía años. Cuando me refiero a eso
no estoy hablando de poder cumplimentar un propósito que, además, el
partido que sustenta al Gobierno ha hecho suyo, que es el de la
profesionalización.

En la previsión sí me gustaría extenderme un poco. Cuento, si me lo
permite el Presidente, una anécdota. Tiene usted razón, durante mucho
tiempo, desde el imperio romano no había habido un tiempo tan largo de
paz en Europa. Dos bloques. Uno era, por democracia, por supremacía de la
sociedad civil, por tecnología, por economía, por integración social, muy
superior al otro. El otro era superior



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en poder militar. Y había guerra fría. No guerra, pero guerra fría.

Entonces, las autoridades de ese país, que era una gran potencia
económica, cultural, tecnológica, etcétera, pensaron que para conseguir
que desapareciera la guerra fría no había más que --es una anécdota que
me contaron allá por los años ochenta, cuando yo tenía también
responsabilidades en Defensa-- igualar el poderío militar y, así, se
terminarían los bloques. Mientras tanto, aquí se pensaba que ésa era una
política belicista y armamentista y que buscaba la tercera guerra; hubo
quienes se lo creyeron de verdad. A la vuelta de diez años, se cumplió la
previsión de las autoridades de aquel país: ha desaparecido un bloque y
no ha habido confrontación. Alguien debería anotar en el debe y en el
haber la eficacia de los gastos de Defensa. Ha desaparecido un bloque y
no ha habido un solo muerto en conflagración en interbloques. Ese tipo de
previsión me gusta porque, como estoy seguro de que le ocurre también a
S. S., no me gustan las confrontaciones y, mucho menos, las guerras.

Ha hablado S. S. otra vez del poder civil y estoy muy de acuerdo. El
poder civil decide el tipo, el volumen y la clase de defensa que quiere y
el tipo, el volumen y la clase de Fuerzas Armadas. Volver a remover en el
baúl de los recuerdos esos conceptos me parece que es, por lo menos, poco
realista. En Francia, en Inglaterra, en Alemania, en Italia, en Austria,
en Portugal, gastan porcentualmente mucho más que nosotros y sería poco
realista decir que es por presiones de un supuesto poder militar. Si se
gasta no es por presiones, sino simplemente porque se cree lo que, sin
éxito, traté de decir en la exposición: que merece la pena gastarse
dinero en defenderse.

Para terminar, le diré, señoría, que Europa ha sufrido en este siglo dos
guerras terroríficas, con millones de muertos. Al terminar una de ellas
se creó la OTAN, en 1949, por el Tratado de Washington. Yo le puedo
garantizar que todo lo que haga este Gobierno en materia de Defensa será
para garantizar esa ya duradera paz y contribuir con las organizaciones
que han hecho posible esa paz.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Mixto, tiene la palabra el señor Rodríguez Sánchez.




El señor RODRIGUEZ SANCHEZ: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, siguiendo la exposición del señor Ministro de Defensa, me
limitaré a hacer unos cuantos comentarios, respetando la estructura
metodológica que empleó en su exposición.

En primer lugar, tenemos que decir que escuchar en boca de un ministro de
Defensa que la política del Ministerio es defender a los españoles, sus
intereses y libertades, apreciar cuanto tenemos, hablar de soberanía e
independencia, no sé si ha dicho de la patria, o incluso llegar a hablar
de normalización de relaciones con la sociedad, en principio puede
parecer esperanzador. Le ruego que tome mi intervención en nombre de este
criterio esperanzador y de la confianza, sobre todo, en la normalización
de relaciones con la sociedad.

Efectivamente, en una sociedad estructurada democráticamente es muy
importante la transparencia a la hora de comunicar lo que pensamos y
asumir, por lo menos, que existe un determinado tipo de realidad y que
todas las instituciones, organismos y órganos del Estado deben estar
integrados en esa sociedad; es decir, que ninguna sea un Estado o una
corporación dentro del Estado. En este sentido, me gustaría plantearle
algunas cuestiones.

Me gustaría saber si hay alguna previsión por parte del Ministerio de
Defensa para adecuar a las Fuerzas Armadas de una manera más clara, de
una manera notoria, de forma que no quede solamente en la voluntad
individual de sus miembros y, sobre todo, de los jerárquicamente
superiores, al Estado de las autonomías, a su diversidad cultural y a su
diversidad lingüística. Piénsese, por ejemplo, lo importante que sería
que en los cuarteles del Estado español, además del símbolo del Estado o,
según la terminología de otras ideologías políticas, de la nación,
figurase también la enseña de la comunidad autónoma o, simplemente, que,
siendo la lengua oficial de todo el Estado el castellano, se tuviese un
respeto individual, repito, individual, no colectivo, no de oficialidad,
por los derechos lingüísticos de todos y cada uno de los miembros de las
Fuerzas Armadas, incluida la tropa, que está desempeñando su servicio
militar obligatorio. O lo importante que sería que el colectivo de las
Fuerzas Armadas educase, fundamentalmente a nuestra juventud, en los
valores de la democracia e incluso que contribuyese a acabar con
determinado tipo de actitudes que podríamos calificar de poco dignas para
las personas. En todos los organismos castrenses y en todas las
instituciones castrenses, parece que de todos los Estados, se da con
frecuencia determinado tipo de actitudes que son vejatorias para las
personas. Esto no es exclusivo, por supuesto, del Estado español, pero
todos conocemos casos que saltaron a la prensa.

En último término, me gustaría que considerase si no sería muy importante
una política de este tipo, sobre todo cuando se anuncia que en un
determinado momento va a haber una profesionalización de las Fuerzas
Armadas. Sería importante llegar a esa profesionalización con estos
valores perfectamente asumidos --y nosotros lo queremos así y estamos muy
de acuerdo con la política de profesionalización de las Fuerzas Armadas--
porque, si no, cabe la sospecha de que se fuese a convertir en un cuerpo
con peligros de clandestinidad o, simplemente, de un aparato policial, lo
cual no pensamos que sea lo apropiado para las Fuerzas Armadas de un
Estado.

En definitiva, en nombre de todos estos criterios, está claro que todos
tenemos que cumplir la ley, pero creemos que habría que ser más
comprensivos en cuanto a las puniciones respecto de aquellas cosas que
tienen secuelas para la vida civil. Imaginemos que alguien está en
prisión por no respetar la ley. Es muy distinto que cumpla esa condena a
que después le quede encima para su vida civil como una especie de losa.

Pensamos que, en estos casos, habría que tener una comprensión, sobre
todo cuando la legislación va a cambiar inevitablemente en función de los
cambios que se avecinan, sea dentro de seis, cinco o diez años.




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En último extremo, hablando de transparencias y de relaciones con la
sociedad, me gustaría hacer un poco de localismo, pero totalmente alejado
de una intencionalidad, digamos, aldeana, conforme a los criterios de los
que me escuchan, no, por supuesto, a los míos.

Yo vivo en una ciudad que estuvo gravísimamente afectada por las
instalaciones de Defensa, y no vamos a negar que existe una ley de
infraestructuras de Defensa, que, según parece, fue votada por este
Parlamento; en aquel momento el Bloque Nacionalista Galego no estaba
presente. Pero usted, que habló de seriedad y de que había que asumir la
política responsablemente, tiene que pensar que no es responsable por
parte de las administraciones públicas, incluido el Ministerio de
Defensa, que pasen a pública subasta bienes de interés cultural.

Comprendemos que el Ministerio de Defensa tenga que sacar fondos que no
tiene vendiendo bienes públicos y que está autorizado legalmente, eso no
lo vamos a discutir, por lo menos en este momento, pero que un castillo
del siglo XVI a XVIII salga en pública subasta y solamente se salve
porque no tiene comprador o que siga en proceso de ruina y de deterioro,
tropezando con toda la legislación de protección del patrimonio
histórico-artístico, es preocupante e indica que si estamos en el puesto
número 114 en los presupuestos de Defensa, respecto a los bienes de
interés cultural debemos estar en el último puesto del mundo, porque esto
no pasa en ningún Estado de Derecho ni en ningún Estado mínimamente
respetuoso con lo que usted dijo, y que apreciamos en todo lo que vale,
de respeto por nosotros mismos y por nuestro pasado. Tampoco podemos
entender que un monasterio pase a pública subasta. Yo creo que en este
caso, en una ciudad como El Ferrol, hay varias cuestiones que deberían,
cuando menos, llevar a la consideración de que los bienes de interés
cultural no se pueden tratar así, sin entrar en la cuestión, que ustedes
conocen perfectamente, de que esa ciudad no tiene capacidad de ningún
tipo, ni siquiera la base social civil, aunque quisiera, para poder
comprar todo lo que el Ministerio de Defensa está desafectando incluso
para operaciones especulativas; es que no hay capacidad, y ustedes tienen
la demostración perfecta de que esto es así. Y yo creo que un mínimo de
racionalidad sería exigible en este aspecto.

En segundo lugar, refiriéndome a la dimensión internacional del problema,
nosotros participamos de su creencia, aunque por motivos totalmente
opuestos, de que no se puede separar la política de defensa del resto de
la política, de la política económica. Nos integraron en la Comunidad
Económica Europea; nosotros pensábamos que eso llevaba consigo la
integración en la Alianza Atlántica. Esto es así, y por tanto, aunque nos
parece un paso nuevamente equivocado la integración en la estructura
militar de la OTAN, si se produce, pensamos que ello es consecuente con
la política que inició el Estado español hace muchos años. De todas
formas, me gustaría preguntarle a usted, como Ministro de Defensa, si no
tiene un poco de reparo o de miedo, sobre todo porque empleó una
terminología que pensé que no se utilizaba ahora por parte de los que
siguen su línea política de soberanía e independencia, y si no cree usted
que la participación del ejército español en actuaciones internacionales,
aunque sean en el mapa europeo, a favor de la paz mundial, no esconden a
veces cierto intervencionismo político que no es muy favorable en todos
los casos para los intereses del Estado, sobre todo los intereses
económicos y políticos.

Yo no soy tan alegre como otros sectores de opinión respecto a nuestro
bien hacer en el caso de Bosnia. Pienso que ha habido actuaciones que,
cuando menos, nos indisponen con una parte importante de la opinión
pública de la antigua Yugoslavia, y no creo que al Estado español se le
haya perdido mucho allí. Mi pregunta es si no se pueden dar más casos de
este tipo en otras partes del mundo; piénsese, por ejemplo, en el norte
de Africa.

Cuando usted habló del número 114 llegamos a ver, detrás de sus palabras,
qué pasará mañana. Y yo creo que esto es preocupante porque, desde
nuestro punto de vista, en Europa se está siguiendo un camino que, sin
discutir que no estamos en un mundo maravilloso, realmente parece que nos
estamos fortificando para sustituir la guerra fría por una guerra contra
el Tercer Mundo o contra otros espacios económicos y políticos, como la
ex Unión Soviética, lo cual no deja de ser también bastante preocupante,
y si no le parece que sería mejor una política económica y diplomática
activa en relación con el norte de Africa más que una política tendente a
la zanahoria y el palo, como la que se está practicando hasta ahora.

En tercer lugar, usted habló de identidad y soberanía del Estado español.

¿No tiene miedo de que la transnacionalización de las Fuerzas Armadas
lleve a un proceso de deterioro de esta identidad y sobre todo de la
soberanía? Y algo que es muy llamativo para un espectador neutral. Si
bien en la época del franquismo el protagonismo de las Fuerzas Armadas
era públicamente notorio, llama la atención hoy en día que ese
protagonismo formal no exista y que exista a su vez un silencio tan
grande respecto a cuál es nuestro posicionamiento estrictamente militar,
o la conducta de nuestras jerarquías militares en los cuarteles
generales, aunque sea a nivel político, de la OTAN, por ejemplo, no
solamente de los respectivos ministros de Asuntos Exteriores. Digo esto
porque, con la profesionalización, no cabe duda alguna que la
transnacionalización también tiene sus riesgos y sus peligros de no poder
controlar, no porque el ejército sea una cosa intrínsecamente perversa,
todas las decisiones que sean interesantes para el propio país.

En último término, querría saber si el proceso de modernización de las
Fuerzas Armadas --y usted acusó al anterior Gobierno de vender al
extranjero determinado tipo de industria vinculada a actividades
militares-- va a servir para contribuir a mantener la industria militar
del Estado español, o va a ir por otros caminos. En definitiva, si, por
ejemplo, va a ser factible a corto plazo el programa de fragatas F100 que
tiene que construir la empresa Bazán --yo creo que tecnológicamente fuera
de toda sospecha--, y si respecto a las municiones del ejército español
se va a optar por mantenerlas por lo menos en una parte de sus líneas
relacionadas con una empresa como Santa Bárbara. En definitiva, queremos
saber si la transnacionalización no va a perjudicar a la industria
española.




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Nada más. Tan solo queremos decirle que hacemos esta intervención desde
una óptica, por supuesto, como usted comprenderá, contraria no a la
relación internacional pero sí a cómo se está produciendo efectivamente
el proceso de internacionalización, no solamente en el mundo militar sino
también en el mundo de la economía.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Sean también mis primeras palabras, como lo
han hecho otros portavoces que me han precedido, de bienvenida a nuestro
nuevo Ministro de Defensa, don Eduardo Serra, con quien volvemos a
reencontrarnos al cabo de muchos años aquí, en esta misma Comisión, usted
entonces en la calidad de Secretario de Estado del Ministerio de Defensa
a partir de 1983.

Señor Ministro, desde el punto de vista de la valoración que de la
defensa del Estado español hace Coalición Canaria, va a contar usted con
nuestro apoyo, nuestro estímulo y nuestra presión también por esa
sensibilidad específica que usted conoce que existe en Canarias, como una
zona que se siente en la inseguridad de su espacio geoestratégico, en esa
distancia con el territorio estatal peninsular y en esa proximidad de
cien kilómetros escasos con el Magreb, con el continente africano, donde
la inestabilidad es noticia frecuente. Por tanto, la política de defensa
ocupa en Canarias, y en este caso concreto en la fuerza política que
represento, Coalición Canaria, un lugar preeminente en el que vuelvo a
decir que contará plenamente con nuestro apoyo y comprensión. Y en
aquellos conflictos o litigios como los que actualmente se están
producido en la Isla de Lanzarote en instalaciones militares que pugnan
con la ecología, queremos buscar, por la vía del diálogo, señor Ministro,
el buen uso de los intereses legítimos y comunes entre las necesidades de
la defensa nacional de tener en Famara, en la Isla de Lanzarote, unas
instalaciones como en su día se planteó en la Isla de Hierro, con un
radar especial para cubrir la retaguardia electrónica del archipiélago
canario por una posible amenaza dorsal sobre la misma. Yo creo que por la
vía del diálogo y del entendimiento entre las autoridades locales, del
Gobierno Autónomo de Canarias y su Ministerio, se podrán subsanar.

Entrando en su exposición, señor Ministro, yo he hecho una síntesis de
tres problemas que tiene usted encima de la mesa, y ahí también va unida
la oferta de nuestra cooperación. En primer lugar, un tema
presupuestario. Afortunadamente, yo conozco bien, como otros muchos
Diputados y la opinión pública, el currículum profesional del señor
Ministro. Va a ser usted, fundamentalmente, no un militarista sino un
hombre que tiene que adjudicar y optimizar recursos económicos. Todo
nuestro problema, en el fondo, va a estar en una cuantificación, que
veremos pronto en los Presupuestos Generales del Estado supongo, y en lo
que usted nos pueda decir sobre cómo va a adscribir los recursos con que
cuente en el Ministerio de Defensa, en los distintos programas que tenga
que hacer.

Usted se ha referido al gasto en su primera intervención y ha añadido una
frase que me ha gustado mucho porque aporta sentido común y racionalidad:
defender lo que nos importa. Y con lo que tentamos que defender, lo que
nos importa es donde está el coste.

En primer lugar, yo le digo que nunca me ha preocupado que en el
Ministerio de Defensa en los debates dialécticos se diga que se gasta
mucho o se gasta poco, la cuestión --y yo creo que usted la puede
encauzar muy bien-- es gastar bien. No en el debate maniqueo de si
gastamos mucho, si es mucho presupuesto el que hay en Defensa, si es
poco, si se puede reducir o si se puede aumentar. Ese será siempre un
debate abierto y según los gustos o las necesidades se podrá hacer. Lo
importante es gastar bien. Y usted se va a encontrar con unos retos
importantísimos. En primer lugar, la profesionalización del Ejército, que
fuera de su lenguaje político al que más adelante me referiré cuenta con
una cuestión económica. No se deje usted presionar por los que le
planteen los términos de evitar la profesionalización o ralentizarla por
cuestiones económicas. Aquí se ha discutido, desde primeros de siglo, qué
iba a pasar con el gas del alumbrado porque iba a ser costosísimo
sustituirlo por iluminación eléctrica. Pues bien, ahí está la iluminación
eléctrica, porque no habrá cosa más costosa, señor Ministro, que mantener
un ejército de conscriptos de leva obligatoria que no estén motivados.

Eso es lo más caro para un ejército defensivo. Fuerzas sin motivación es
lo más peligroso en cualquier situación, desde una fábrica hasta una
universidad o un ejército.

En segundo lugar, será siempre más barato poner el sofisticado material
de los sistemas de defensa que hoy día la tecnología oferta a las
políticas de defensa, y será siempre más caro tenerlo en aprendices
permanentes anuales, que tenerlos en fuerzas profesionales que tendrán
además la ventaja de la familiarización con los sistemas de armas. O se
está hoy día familiarizado con un sistema de armas, o no hay ejército
defensivo que sea útil, rentable y eficaz. Todas las demás fórmulas, por
muy engañosas que sean, serán siempre mucho más caras, a la larga, para
todos los intereses nacionales, incluido el del erario público.

Ya en este punto, me gustaría escuchar alguna opinión del señor Ministro
sobre qué va a pasar con las inversiones en I+D, y le adelanto que yo no
estoy en la línea de privatizar o no industrias porque coincido con lo
que ha dicho el señor Ministro: que el mejor armamento del mundo se
fabrica en industrias privadas. La primera potencia militar del mundo,
los Estados Unidos, tienen encomendado su suministro de armamento a
industrias privadas. Lo que sí ocurre allí, señor Ministro --sobre esto
me gustaría oír su opinión-- es que los programas de I+D a través de los
presupuestos del Estado, se dirigen para el estudio de prototipos y
proyectos industriales de los sistemas de armas avanzados. Esto sí me
preocupa porque eso sí lo podrá escuchar la industria española (usted es
sensible y conoce perfectamente el sector), que no está pidiendo entrar
en una dialéctica de privatizar o no, sino de que se le encarguen
proyectos en electrónica militar, en sistemas de armas, en aviónica,
etcétera, que es donde está precisamente la actuación, en un inteligente
y racional Ministerio de Defensa que haga una política adecuada. Me
gustaría saber si se pueden hacer líneas I+D.




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En esta misma línea de respeto, me gustaría saber qué va a pasar con los
proyectos en que está colaborando el Ministerio de Defensa español con
fuertes presupuestos, con el futuro avión de combate europeo, de la
fragata y, sobre todo, en relación sobre todo con la noticia con la que
nos acaban de sorprender hace unos días el Presidente Chirac y el
Canciller KÜhl sobre si cancelan o siguen ayudando en la investigación
del gran avión de transporte europeo, precisamente el FLA, en que también
está implicada España. Quisiéramos saber cuál es la postura que el
Gobierno español puede tener sobre estos sistemas.

Yo creo, señor Ministro, que usted podrá dar una respuesta adecuada,
porque usted, ante esta Comisión, debutó en aquel debate sobre F18 o
Tornado, que usted condujo muy inteligentemente, con gran eficacia, la
política de adquisición de un sistema de armas como fue del F18 (incluso
yo tuve un debate con usted porque considerábamos que el Tornado también
reunía unas características, incluso su europeidad para estos sistemas).

Pero ahora se encuentra usted encima de la mesa con el problema del
acuerdo franco-alemán de suspender los programas sobre el avión de
transporte, y qué va a pasar también con respecto a los programas I+D.

Seguidamente, paso al segundo gran problema que tiene encima de la mesa,
del que ya se ha hablado aquí, sobre la OTAN. Sobre este tema, señor
Presidente, hago la sugerencia de que, dado que se acaba de celebrar en
Berlín, el día 3, la reunión de los ministros de exteriores de la
Asamblea del Atlántico Norte, donde se han tomado una serie de
decisiones, que conocemos nada más por los comunicados de prensa, que
pueda haber, como ha sido tradición en este Congreso de los Diputados,
sesiones conjuntas de los dos señores ministros de Defensa y de
Exteriores en la Comisión que se decida, tanto en la de Defensa como en
la de Exteriores, la comparecencia de los dos ministros para hablar
monográficamente de este tema y del alcance que tiene.

Vaya por delante, señor Ministro, que cuando me refiero al tema OTAN,
quiero decirle, primero, políticamente la postura de Coalición Canaria.

Lo que se hizo por referéndum, se tiene que deshacer por referéndum. Esto
es una norma democrática, no se puede soslayar ni conculcar, ni hacer
fraude de ley sobre un referéndum; si es necesario cambiar esas
condiciones, el principio referencial es fundamental en el respeto
democrático. Otra cosa será que tengamos en el Parlamento y en las
reuniones con los ministros del Gobierno, con usted y con su colega de
Asuntos Exteriores, debates y conversaciones para ver cómo solucionamos
esto, porque el tema me preocupa políticamente. No podemos llevar al
ánimo de la sociedad española un debate de división nuevo, como ocurrió
en el año 1986, y que conste que fui de los que votó no a la adhesión a
la OTAN en el referéndum de 1986, en las circunstancias en que estaba
planteado. Pero no podemos permitirnos el lujo de llevar a una división
político-social al pueblo español en un asunto de esta envergadura
cuando, además, el escenario parece que ha cambiado. Por tanto, o se
hacen todos los esfuerzos para cambiar la OTAN, o se la sustituye por
otra cosa y se buscan las fórmulas con las que puede haberse empezado a
caminar en Berlín con la creación de estas fuerzas combinadas conjuntas
de intervención inmediata, que parece que vienen a sustituir un poco a
las fuerzas IFOR, como se ha empleado ahí, y ver de qué manera podemos
hacer la europeización de la política de defensa.

También quisiera decirle, señor Ministro, que usted va a contar con
nuestro apoyo en lo que se refiere a la europeización de la defensa del
Estado español, porque o estamos dentro del marco de la Unión Europea o
no estamos en la realidad, y nuestro marco internacional, en primerísimo
lugar, es la Unión Europea, y la política exterior y de defensa conjunta
deba motivar que se le apliquen los instrumentos racionales, llámese
modernización de la UEO, llámese adaptación de la UEO o llámese el
sentido de responsabilidad para los conflictos internacionales.

¿Cómo se puede hacer esto con las fuerzas de intervención conjuntas, si
podemos disponer de material norteamericano en uso, cedido a la UEO?
Aváncese sobre el programa, pero quiero decir que de las noticias que
tenemos de la Asamblea de Berlín hay algo que consideramos positivo, que
es la creación del denominado grupo de coordinación de normativas, para
dar criterios políticos a las autoridades militares. Esto es muy
importante: reconducir por carriles de opinión política a las autoridades
militares que tengan que hacer ejercicios o relaciones con la UEO y en el
empleo precisamente de estas fuerzas de intervención inmediata.

En esto, señor Ministro, usted también va a tener que jugar un papel de
resonancia, de repetición de lo que sabe o conoce, porque si hay que
utilizar material OTAN de control norteamericano, hágase con toda la
responsabilidad, incluso con el apoyo a la política de satélites europeos
de defensa, ya que uno de los temas fundamentales para no tener que
depender realmente de la tecnología norteamericana es que las
comunicaciones y el transporte tengan también una identidad europea. Si
no disponemos de ello, no sé cómo el último presidente de Airtel puede
aportar un nuevo conocimiento de causa al nuevo Ministro de Defensa
--espero que me entienda, señor Ministro--, porque se va a encontrar con
el mismo modelo: el teléfono móvil que tenga en la mano, venga pintado de
negro en Airtel, venga pintado de color caqui en la política de defensa
es la misma telecomunicación vía satélite.

Quisiera que se nos explicara en esa reunión, yo no lo pido aquí, qué es
la identidad europea de defensa y en qué podemos avanzar, pero creo que
eso está centralizado ahí.

El tercer punto que usted va a tener ahí es precisamente la
profesionalización. Si hay Ponencia conjunta Congreso-Senado para
estudiar las líneas en que se lleve adelante, hágase con una voluntad de
estar cumpliendo un compromiso de modernización, europeización y de
internacionalización de la política de defensa. No entro en el tema de la
inteligencia militar del CESID --lo podríamos dejar para una sesión
monográfica--, pero quiero decirle, señor Ministro, que me parece muy de
sentido común la información, dentro de lo telegráfico, que nos ha dado
(usted ha dicho que en sesiones venideras se podrán hacer aquí), que es
todo lo que se refiere a la modernización interna de las cadenas de
mando, de la organización de nuestras Fuerzas



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Armadas, donde están, en primer lugar, la directiva de defensa nacional.

Ha hablado de un plazo de tres meses, y tiene usted ese plazo por
delante; creemos que hay que ser prudentes, pues estos temas no se pueden
llevar a salto demata, porque si la defensa --repito-- es un problema de
Estado y es una política de responsabilidad de Estado, hay cosas que hay
que hacer con cuidado y meditación suficientes para que esta directiva de
defensa nacional, en el marco que se decida en esta Comisión, o por el
señor Ministro, o por el señor Presidente, o por la Mesa del Congreso, lo
podamos debatir.

Qué duda cabe que, después de lo que ha ocurrido en Berlín, tener una
nueva directiva de defensa nacional es positivo porque o nos europeizamos
en este tema o estamos ajenos al fenómeno y nos quedamos atrás. Creemos
que el Plan Estratégico Conjunto necesita una modernización, en todo lo
que le afecta ahí. Y, por supuesto, señor Ministro, ha dicho usted una
cosa que tiene un gran sentido común y que a veces se olvida: no tengamos
más fuerzas que las que podamos apoyar. Hay un binomio fuerza, con apoyo
a la fuerza, en el que si mantenemos una distorsión en el mismo, ni los
presupuestos nos resistirán; estaremos malgastando el dinero, no digo
derrochando, algo peor que derrochar, malgastar...




El señor PRESIDENTE: Vaya terminando, señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Termino, señor Presidente.

Unicamente quiero preguntarle sobre la nueva estructura de mando
operativo conjunto, porque los profesionales que están en la cúpula
militar necesitan también sosiego y seguridad. Quisiera conocer los
criterios que sobre la cúpula militar pueda tener en este momento el
señor Ministro, en las renovaciones que la propia ley marca, y que se
haga siembre bajo los criterios de prudencia que el señor Ministro ha
expuesto. En esa línea va a tener, como digo, el apoyo de este portavoz
de mi Grupo de Coalición Canaria.

Muchas gracias, señor Presidente por su benevolencia.




El señor PRESIDENTE: Tomo nota, señor Mardones, de su sugerencia, pero,
como bien sabe, los grupos parlamentarios tienen plena capacidad para
solicitar comparecencias de la manera que quieran, incluidas
comparecencias conjuntas.

Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra el señor
Nadal.




El señor NADAL I MALE: Sean estas primeras palabras, en nombre del Grupo
Catalán (Convergència i Unió), señor Ministro, para felicitarle por el
nombramiento y para desearle la máxima suerte posible en la nueva
responsabilidad que usted va a tener.

Creo, señor Ministro, que pocas veces un representante del Gobierno había
comparecido ante una Comisión y había obtenido tantas posibilidades de
consenso como se le han ofrecido en ésta. Ha actuado muy concretamente al
hablar de la necesidad de la continuidad en determinadas actuaciones
dentro del Ministerio y la respuesta que le ha dado el representante del
Partido Socialista en la Comisión ha sido muy positiva sobre estos temas.

No creo que valga la pena que entremos a justificar hechos pasados o
futuros en esta Comisión y sí decir que el trabajo realizado por el
anterior Ministro de Defensa fue correcto y que el que usted pretende
efectuar todos deseamos que lo sea y que permita que las cosas avancen
con eficacia.

Dicho esto, señor Ministro, he de manifestar que hemos observado un
consenso amplio e importante sobre determinados asuntos. Pero antes de
hablar de lo que quiere ser la estrella del debate, quisiera plantearle
dos o tres cuestiones, saliéndome de las cuestiones que usted ha
expuesto, como ha hecho el señor Mardones.

Le voy a señalar, señor Ministro, las cuestiones en las que no estoy de
acuerdo. La primera es la Legión. Usted ha dicho que no es partidario de
que la Legión desaparezca. Yo no le digo que tenga que desaparecer, pero
sí que algo hay que hacer con la Legión. Las noticias que últimamente han
aparecido sobre la Legión son bastante negativas y lo que quizá sí tenga
que cambiar es al representante de las relaciones públicas de la Legión,
pero no creo que sea una cuestión del representante o de su capacidad de
comunicación, sino de que la Legión se integre dentro del Ministerio de
Defensa y de lo que son los ejércitos de una manera más acorde con la
realidad en la que nos movemos.

Norte de Africa y Magreb. Este tema es importante porque afecta a la
defensa europea, a los planteamientos generales de la Alianza. No digo
que tengamos que recibir del Magreb una invasión --no entraré en los
términos que ha empleado Izquierda Unida-- o si seremos invadidos por los
rusos o no, ya que no es ésa la cuestión. Pero sí le quiero indicar,
porque creo que es mi responsabilidad, que el tema que afecta al norte de
Africa no está claro y que el Ministerio de Defensa algo tiene que decir
o proponer en su orientación futura.

Los presupuestos, señor Ministro, siempre serán objeto de amplio debate,
desde la comunidad de vecinos --y perdone la comparación-- hasta el
Gobierno de la nación. Siempre será objeto de debate a qué aplicamos las
prioridades presupuestarias. Esto lo conocemos todos. Muchas veces las
prioridades presupuestarias son los elementos que están más próximos a la
ideología y algo alejados de la racionalidad presupuestaria. Déjeme que
haga un paréntesis y deje esto colgado.

Industrias de armamento. Señor Ministro, las industrias de armamento,
como cualquier otra que esté en manos del Estado, tienen que entrar en un
proceso de clarificación, y no vale decir que la industria tal, en la que
hay determinados operarios que no trabajan para el Ministerio de Defensa,
puede ser privatizada porque en ella se encuentran unos señores en unas
determinadas circunstancias y la industria tal en la que otros están
trabajando en armamento y construyendo aviones no puede ser privatizada
porque trabajan para el Ministerio de Defensa. Lamento comunicarle, señor
Ministro, que ésta no es una atribución que corresponda a la Comisión de
Defensa; esto es un tema industrial



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de todo el país, general, de aritmética económica. Nosotros ya no vamos a
comprar al sitio más caro; tenemos que comprar donde más barato podamos y
donde la competitividad sea más eficaz.

CESID. Es evidente, señor Ministro, que el CESID tiene que estar en manos
de la sociedad civil. Yo creo que lo está, que lo ha estado en diferentes
momentos. Incluso creo que siempre ha estado controlado por la sociedad
civil y, por consiguiente, por el representante de la sociedad, que es el
Gobierno. Otra cosa es que dentro del CESID puedan o no existir
problemas. La responsabilidad dimanante de estos problemas tiene que
llegar el señor Ministro con sus soluciones, pero el CESID tiene que
continuar estructurado en los ámbitos a los que objetivamente se tenga
que dedicar. Esto no quiere decir que el CESID no pueda trabajar en los
ámbitos en que ha tenido fracasos estrepitosos.

Llega el momento, señor Ministro, de decir que aquí hay un amplio
consenso. Este amplio consenso puede ser bueno para que sus cinco
propuestas de actuación puedan desarrollarse y llegar a acuerdos
importantes.

Desde mi punto de vista, es importante definir la estructura y
despliegue, como usted ha dicho, así como cuáles son las consignaciones
presupuestarias, que es un problema del Parlamento. La progresiva
reducción del reemplazo también puede ser un problema de planteamiento y
de Parlamento, incentivar el Servicio y los seis años. Estos son temas,
señor Ministro, que en posteriores comparecencias debería aclarar.

Y llega, señor Ministro, la cuestión que más amplio debate ha suscitado.

Por lo que he visto, todos ustedes son muy eruditos citando sociedades y
mundos mejores. Yo, que he estudiado letras y traducido a los griegos,
nunca me hubiera atrevido a hacer traducciones de los griegos en el
Parlamento, pero bienvenido sea si es para elevar el nivel. Hay un tema
que, con la pequeña erudición que yo pueda tener, quisiera exponer.

Cuando usted ha comparado el PIB con respecto al gasto en armamento y
dice que es el 114, no se lo voy a discutir, porque probablemente la
ecuación es correcta, pero no lo es cuando habla de industrias químicas y
se refiere a la posición número 10 del Estado español. Esto sí que no
tiene que ver con el PIB. No utiliza usted el mismo rango. Por tanto, no
valen los parámetros. Si se refiere al PIB y dice 114 gasto de armamento,
no vale decir que ocupamos el décimo lugar en la industria química,
porque no utiliza el mismo parámetro, seguro. No lo digo con respecto a
la energía, aunque tampoco creo que se utiliza el parámetro del PIB
cuando habla de la energía y de la industria química.

Usted ha dado unas cifras interesantes sobre qué es lo que piensa la
sociedad respecto a su sistema de defensa y de su ejército. La
calificación que se tiene respecto al ejército es baja. También ha dicho
que es lógico que la sociedad piense que más vale invertir en enseñanza
que en ejército. Pero fíjese que a partir de un momento determinado la
cualificación y la revalorización del ejército empieza a notarse en la
sociedad, y es, desgraciadamente, es a partir de la guerra de Bosnia.

¡Qué triste es que tenga que recurrirse a una guerra para medirse la
eficacia de un ejército y que la sociedad empiece a valorar al ejército
que tiene a partir del momento en que efectúa una intervención de
pacificación en este caso, no militar! Es triste que tengamos que ver un
sistema europeo quebrado para saber que nuestro ejército es más valorado
por nuestra sociedad. Sobre esto tiene que realizar usted un amplio
trabajo.

Usted nos ha dicho que el 64 por ciento de la sociedad manifiesta que el
ejército tendría que estar compuesto por profesionales. Muy bien. La
clase política coincide con la sociedad. ¡Qué bien, qué suerte tenemos!
En un momento en que la sociedad civil se distancia de la clase política
hemos encontrado un punto de contacto enorme. Y desde Izquierda Unida al
Grupo Socialista, al Grupo Nacionalista Galego, al Grupo de Coalición
Canaria, al Grupo Popular y al Grupo Catalán estamos coincidiendo todos
en la necesidad de que el Ejército sea profesional.

Déjeme que, con el permiso del Presidente, le explique una anécdota
personal. Yo llevo algunos años en este Parlamento y yo creía que era el
Grupo Catalán, o los catalanes --etiqueta puesta-- los que preguntábamos:
Esto cuánto cuesta, how much; que los catalanes estábamos preguntando
siempre cuánto cuesta. Pues bien, desde que los catalanes hemos dado
soporte a la gobernabilidad de este país con el Gobierno del Presidente
González, el Partido Popular no ha parado de preguntar cuánto cuesta. Ya
no éramos los catalanes los que preguntábamos, era el Partido Popular.

Ahora que por necesidades de la gobernabilidad de este país apoyamos un
Gobierno del Presidente Aznar es el Partido Socialista el que pregunta
cuánto cuesta. Quizá ha llegado el momento de que nos preguntemos si vale
la pena empezar a pensar en que las ideas aún son elementos importantes y
que son necesarias de vez en cuando. Aquí hay una idea que racionalmente
tiene que estar sobre la mesa. Si todos políticamente y desde un aspecto
ideológico estamos de acuerdo en que el Ejército tiene que ser
profesional, será correcto que, partiendo de esta idea, aceptándola y
marcándola como un objetivo que ilusione a la sociedad, a partir de este
momento dispongamos lo necesario para cubrir esta idea. Pero es que ya
será terrorífico que en un Parlamento las ideas estén por debajo de la
práctica económica. Yo no me atrevería a explicarlo en una campaña
electoral. No sería capaz de decir: Haré unas buenas escuelas, pero ¡ojo!
siempre que tenga dinero. No. Vamos a hacer unas buenas escuelas y vamos
a buscar el dinero para hacerlas.

Lo que no es justo es hablar todos de ejércitos profesionales durante la
campaña electoral y, a continuación, cuando estamos en el Parlamento
decir: Todo esto, dependiendo de quien haya tenido la idea, es correcto o
incorrecto. Pues miren, la idea puede ser que esté en los programas
electorales de todos ustedes, pero la idea ha sido puesta encima de la
mesa por Convergència i Unió, ha sido aceptada por el Partido Popular,
suscrita por los dos y propuesta a este Parlamento, por lo que yo confío
en que usted defienda, señor Ministro, esta idea.

Para terminar, quisiera decirle otra cosa, señor Ministro. Yo no sé
evaluar exactamente qué es lo que diría la sociedad, pero yo creo que en
estos momentos la sociedad dice dos o tres cosas. La primera, que está de
acuerdo con



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un ejército profesional y que probablemente estaría dispuesta a
sacrificarse en otros objetivos a cambio de que sus hijos, su clase de 18
a 20 años, no fuera a prestar el servicio militar. ¿Qué pasa? ¿Que por
primera vez a partir del momento en que la sociedad política,
correspondiendo a la sociedad civil, lanza la idea de profesionalizar el
Ejército aparecen más objetores de conciencia? Es posible: pero, sensu
contrario, hemos de coincidir todos que iban a la mili los chicos
simplemente porque estaban obligados. Esto es evidente. Por tanto, no nos
engañemos. (Un señor Diputado del Grupo Socialista pronuncia palabras que
no se perciben.)
Señor Presidente, por falta de tiempo no contesto a lo que dice el
representante socialista.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor
Fernández de Mesa.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Señor Ministro, como
representante del Grupo Parlamentario Popular en esta Cámara y en esta
Comisión de Defensa quiero darle la bienvenida, felicitarle por su
nombramiento y hacer una valoración bien positiva de lo que ha sido su
primera intervención en esta primera Comisión de Defensa para marcar las
líneas básicas y los ejes fundamentales de lo que va a ser la política de
la defensa que el Gobierno de España se propone llevar a cabo durante los
próximos años, en las próximas legislaturas.

Yo creo que su intervención ha sido lo suficientemente genérica como para
que todos hayamos podido coincidir en este momento en que habrá tiempo de
descender a todas aquellas cuestiones puntuales, que serán las que vayan
definiendo el camino, y a cada una de las cuestiones que queramos
despejar en el futuro. De su primera exposición comparto totalmente esas
frases que ha dicho usted de que, en líneas generales, la política de
defensa necesita del consenso, necesita de una reflexión importante,
necesita de una prudencia indiscutible, necesita de una continuidad en lo
básico, que no continuismo. Estamos totalmente conformes y de acuerdo en
que esto es una cuestión de Estado, y así lo ha hecho el Grupo
Parlamentario y el Partido Popular durante los años que como oposición,
leal oposición, ha ejercido en materia de defensa en este Congreso de los
Diputados, sin que ello quiera decir que, cuando en cuestiones puntuales
de planeamiento de inversiones hayamos considerado que el Partido
Socialista se ha equivocado, hayamos tenido la obligación de poner en
claro cuáles eran nuestros posicionamientos. Realmente, lo que puedo
concluir de su intervención, señor Ministro, es que se plasman las líneas
básicas no sólo del discurso de investidura del Presidente del Gobierno,
sino también las líneas básicas y maestras del programa electoral con que
el Partido Popular concurrió a las últimas elecciones generales.

Ha dado usted contestación sobrada (contestación que evita a este
portavoz realizar algún tipo de comentario a determinadas intervenciones
de otros grupos parlamentarios) y ha dado usted contestación puntual a lo
que desde mi punto de vista debería haber contestado y, sobre todo, en
los términos en los que yo lo podría haber hecho como portavoz de un
grupo parlamentario, como portavoz de, en este caso concreto, un partido
político, del Grupo Parlamentario Popular. Sin embargo hay algunas
cuestiones, a las que han hecho referencia determinados grupos
parlamentarios, ligadas a su intervención, a las que hay que referirse no
por dar contestación, sino por fijar la postura del Grupo Parlamentario
Popular en lo sucesivo.

Todos hemos coincidido en la importancia de la dimensión internacional de
la defensa y de la participación de España en los foros internacionales,
con los que estamos comprometidos de la forma que nos corresponde. Se ha
hablado de la OTAN y se ha hablado de esa nueva estructura militar de la
OTAN que parece va a surgir y va a salir adelante después de la reunión
del día 3 de junio en Berlín. Si hay una cosa clara en estos momentos es
que el escenario mundial ha cambiado. Y como España forma parte
indiscutible de ese escenario internacional deberá de adaptarse a ese
nuevo cambio. No es baladí reiterar aquí lo que como portavoz en la
Comisión de Defensa en otras legislaturas ya decía: España ha pasado de
ser un país de retaguardia a ser un país de vanguardia. Quizá algunos
portavoces de otros grupos políticos se hayan referido a unos problemas
fundamentales e importantes, que son los del Magreb y del Mediterráneo,
cuestiones fundamentales para España por la situación estratégica en el
concierto internacional. Pero lo que está claro, pero para algunos
portavoces convendría aclarar más, es que lo que ha sido el evangelio de
la OTAN hasta este momento, es decir el Tratado de Washington, la defensa
mutua ante cualquier agresión de los socios y que el enemigo potencial
era la Unión Soviética y que era el blanco de todas las estrategias, de
las planificaciones, de los cálculos, etcétera, realmente eso ha cambiado
y es indiscutible que habrá que adaptarse a las nuevas formas.

De todas maneras, hay que aclarar que en estos momentos se está a un
nivel, que se ha citado, de concepto base. Lo importante es dejar
trabajar a militares, expertos y planificadores durante el período que se
les ha dado de más de seis meses para que concreten lo que van a ser esas
fuerzas combinadas y entonces poder pronunciarnos sobre algo que de
momento es un proyecto ilusionante que consideramos necesario y por el
que todos tenemos que apostar. Porque no olvidemos que estas nuevas
fuerzas que saldrán, las Combined Joint Task Force, están basadas en
estas fuerzas militares internacionales de interposición que han
funcionado de una manera muy importante y satisfactoria en la antigua ex
Yugoslavia. Por tanto, dejemos que trabajen los expertos; dejemos que los
políticos, una vez trazada la dirección de lo que queremos que sea la
OTAN en el futuro, aquellos que son técnicos y expertos en la materia,
den forma a lo que nosotros queremos que sea, en definitiva, la OTAN del
futuro.

Sin extenderme mucho, porque creo que todo está contestado, quiero
señalar que efectivamente se ha hablado del Cesid y que el Ministro ha
contestado. Nosotros queremos decir que sabemos del aprecio y del
prestigio internacional del Cesid; que estamos convencidos de que tiene
una función que cumplir, y que precisamente habrá que evitar que el Cesid
cumpla funciones que no tiene que cumplir, sino que se centre
específicamente en aquellas



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cuestiones que tiene encomendadas. Probablemente con eso no tendremos
problemas como los que desgraciadamente han dado origen a que el propio
Partido Socialista, al final de la legislatura --como muy bien reconocía
aquí su portavoz--, se empezara a plantear la reorganización y la
reestructuración del Centro de Estudios Superiores de Inteligencia de la
Defensa.

Querría decir que también se puede hablar, sin duda alguna, de que el
Grupo Parlamentario Popular, el Partido Popular quiere cumplir los
criterios de convergencia. Es indiscutible que queremos profesionalizar
las Fuerzas Armadas; que queremos tener unas industrias de la defensa;
que no se quieren privatizar las industrias de la defensa. Pero todo eso,
traducido a pesetas, tiene que plasmarse en el modelo de Fuerzas Armadas
del año 1991, que aquí se ha citado, que tenía como objetivo conseguir un
presupuesto para defensa cercano al dos por ciento del producto interior
bruto, pero tengo que recordar que lamentablemente desde el año 1991 ha
pasado de 1,50 al 1,34, al 1,24, al 1,14, al 1,12, es decir en cadena
descendente permanentemente. Por tanto, no ha sido el Gobierno del
Partido Popular, no ha sido el Grupo Parlamentario Popular el que se ha
alejado del modelo de Fuerzas Armadas del año 1991 aprobado en este
Congreso de los Diputados; sin hablar del porcentaje real en cuanto a
participación de los presupuestos generales del Estado, que de ser del
10,60 por ciento en el año 1982 ha pasado a estar, en este momento, en el
3,32 por ciento de los presupuestos generales del Estado.

Todo esto viene a colación de: ¿profesionalización del Ejército, en
primer lugar? Evidentemente. Existe una demanda social de
profesionalización de los ejércitos, sobre todo y más que en ningún otro
sitio entre la juventud. Pero existe también una necesidad de nuestras
Fuerzas Armadas, cada vez más sofisticadas, cada vez más modernas, cada
vez con equipos electrónicos más difíciles de operar y de manipular, que
demanda una profesionalización para la mayor rentabilidad de esos equipos
modernos, de ese producto en que se ha convertido el I+D invertido, que
es necesario rentabilizar al máximo con esa demanda que a su vez proclama
la sociedad civil.

Profesionalización de las Fuerzas Armadas; mantenimiento de la industria
de la defensa. Creo que el Ministro de Industria, que es de quien
dependen en este caso concreto la Empresa Nacional Bazán, CASA y Santa
Bárbara, ha sido lo suficientemente claro respecto a que las industrias
de carácter estratégico habrá que hacerlas rentables antes de pensar en
privatizar. Es imposible tratar de privatizar en estos momentos una
empresa como la Empresa Nacional Santa Bárbara, que está en el 98 por
ciento de subactividad; es imposible. Es imposible hablar de
privatizaciones cuando en este momento hay una caída permanente de la
inversión en defensa por una mala planificación, como ahora diré. Además,
por otro lado, aquellos que proclaman y preconizan la reducción de los
presupuestos de la defensa se han olvidado de que este discurso
demagógico de finales de la década de los setenta ha terminado con 50.000
puestos de trabajo directos que existían en la industria de la defensa,
que hoy en día ni tan siquiera se acercan a los 15.000. Recuerden los que
había en la Bazán, en CASA y en Santa Bárbara y los que quedan hoy: Santa
Bárbara prácticamente aniquilada, la Empresa Nacional Bazán con menos de
5.000 trabajadores y la empresa de Construcciones Aeronáuticas, S. A.,
CASA, no llega a los 7.000. Por tanto, si hay algunos partidos, como
Izquierda Unida o como otros que se han manifestado aquí, que quieren
mantener la industria de la defensa, que sean coherentes a la hora de
programar lo que será en el futuro, en definitiva, el presupuesto de la
defensa.

Está realmente claro lo que pide el Partido Popular porque aquí lo ha
dicho, señor Moya, y yo le voy a recordar palabras de uno de los
portavoces de la Comisión de Defensa en los últimos años. En el fragor de
la dialéctica parlamentaria y en un debate parlamentario más o menos
fuerte había siempre un tono constructivo, y yo recuerdo al señor Rupérez
diciendo en esta Cámara en un debate presupuestario: Los 860.000 millones
de pesetas de presupuesto de defensa para el año próximo pueden ser una
barbaridad o pueden ser escasísimos, todo depende de que estén bien o mal
invertidos. Ese es el auténtico problema que el Partido Popular ha venido
encontrando, pero está convencido de que este Gobierno va a ser capaz de
realizar la mejor gestión de los recursos que el Estado ponga en manos
del Ministerio de Defensa.

Lo que no se puede admitir, señorías, es que en estos últimos años un
plan estratégico del Ejército de Tierra, el Plan Norte, el Plan Altamar
de la Armada o el Plan 2000 del Ejército del Aire no se hayan cumplido en
ninguno de sus términos. Y lo que tiene que estar claro es que hemos
abandonado proyectos internacionales después de haber hecho inversiones
multimillonarias. Ahora nos encontramos con la inversión prevista de
120.000 millones de pesetas de los Léopard-2, nos encontramos a la vez
con el Pizarro, nos encontramos con que tenemos los M-60 A-1 y A-3 del
desarme europeo, nos encontramos con los M-48 A-5, y nos encontramos con
los 210 AMX-30, sin tener definido todavía con cuántos carros de combate
nos íbamos a quedar a finales de esta década. No es este el momento de
plantear al Ministro de Defensa --porque otras comparecencias habrá, más
técnicas y más cualificadas en este caso concreto, de cada uno de los
ejércitos para hablar de ello-- qué es lo que está pasando con las
fragatas F-100 de la Armada. Es un proyecto multinacional con el que
España ya va desfasado y del que este Gobierno tendrá que tomar
conciencia de la necesidad de dar vía libre a la orden de ejecución o no
de las fragatas F-100.




El señor PRESIDENTE: Señor Fernández de Mesa, vaya terminando, por favor.




El señor FERNANDEZ DE MESA DIAZ DEL RIO: Voy concluyendo, señor
Presidente.

Y lo mismo pasa con los programas, que no voy a citar, del Ejército del
Aire, que aquí se han atisbado pero que serán motivo de otra
comparecencia.

En líneas generales, quiero terminar diciendo que al Partido Popular y al
Grupo Parlamentario Popular les parecen muy acertadas las líneas maestras
de la política de defensa que acaba de trazar el Ministro de Defensa, en
este



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momento y en esta Comisión, y que basados en el consenso, en el diálogo y
sobre todo en la prudencia estamos convencidos de que conseguiremos el
mayor apoyo de las fuerzas políticas para tratar de hacer unas Fuerzas
Armadas más versátiles, más operativas y, en cualquier caso, mejor
dotadas. Señor Ministro, le deseo los mayores éxitos al frente del
Ministerio de Defensa. Quiero terminar diciéndole algo en terminología
militar. Cuando un comandante de un barco o de una unidad es relevado su
máxima aspiración al dar la novedad es decir: Sin novedad en el
acuartelamiento, sin novedad a bordo. Yo espero que cuando sea usted
relevado de su cargo de Ministro de Defensa, como mayor orgullo y como
mejor depósito de la labor bien realizada en sus años --que sean muchos--
al frente del Ministerio de Defensa, pueda decir al Ministro que le
releve: Sin novedad en este departamento, sin novedad en el Ministerio de
Defensa.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a los portavoces tiene la palabra el
señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (Serra Rexach): Permítanme, señorías, que
comience mi última intervención de hoy felicitándome por felicitarles.

Les confieso que estaba muy preocupado antes de venir aquí, pues era mi
primera comparecencia como Ministro, aunque me he pasado prácticamente
toda mi vida profesional sirviendo intereses públicos o intentando
conciliar intereses privados. Por definición, la Cámara, el Parlamento es
lugar de confrontación y de debate, y algún portavoz lo ha hecho. Quiero
agradecerles a todos, señorías, ese tono, ese consenso; no ya la
felicitaciones o los buenos deseos, sino ese tono de comprensión que
entiendo debe presidir las labores de la defensa de un país serio, y
España es un país
serio.

Al portavoz del Bloque Nacionalista Gallego quiero decirle que en el tema
concreto del castillo de San Felipe de El Ferrol o del monasterio le
puedo asegurar que vamos a intentar respetar al máximo los intereses
culturales. Sólo dos matices: uno, hay una legislación, que tampoco es de
mi departamento, de protección de los bienes culturales, y España también
es una primerísima potencia mundial en patrimonio cultural; y dos, porque
no lo he hecho yo y porque es de justicia reconocerlo, muchísimos de los
bienes que integran el patrimonio cultural están en un magnífico estado
de conservación porque los han tenido a su cuidado las Fuerzas Armadas,
muchísimos. No lo he hecho yo ni tengo nada en ello, pero es de justicia
reconocerlo y así lo quiero hacer constar aquí.

Señoría, me habla de algo en lo que yo soy absolutamente lego:
diversidades, reconocimiento de distintas lenguas dentro de la
Constitución española, como bien sé. Lejos de mi ánimo poner ni siquiera
en tela de juicio eso, pero déjeme solamente decir algo que por esencia
debe tener una fuerza armada, con comprensión de todo, como ha dicho un
portavoz, que una fuerza armada para valer tiene que estar sólidamente
asentada. Los valores máximos de cualquier fuerza armada son unidad,
jerarquía y disciplina. Esos son los requisitos básicos para lo que se ha
dicho repetidamente en esta Cámara, para que las Fuerzas Armadas que
tengamos, sean cuales sean --porque esta Cámara decide las que tengan que
ser--, sean útiles, sean eficaces y valgan para lo que tienen que valer.

No se está fortificando el mundo. Todas las naciones desarrolladas, las
naciones de la Alianza han experimentado un descenso de los gastos en
defensa no tan sensible como el español, que ha sido bien expuesto por el
portavoz del Grupo Popular, pero sí han tenido un descenso. Por suerte no
estamos en épocas de agravamiento de la tensión, pero por eso mismo no
hay que dejarse llevar por tentaciones fáciles. Hablaré posteriormente,
si me lo permite el señor Presidente, del norte de Africa.

Trasnacionalización de los ejércitos. Si España ha decidido --nadie nos
ha metido--, si España ha decidido, y creo que por unanimidad, integrarse
en una comunidad que ahora se llama Unión y que a lo mejor solidifica,
robustece y consolida vínculos de unión, he de afirmar que no sería la
primera vez que eso acontece en la historia de nuestra patria, y si esa
es la voluntad de nuestro pueblo, nuestra obligación será cumplirla, y en
mi caso gustosamente.

Se ha referido a las fragatas. Creo que es difícil decirlo mejor que lo
ha dicho el portavoz del Grupo Popular. No se puede mantener una
industria de defensa, que ha venido debilitándose por escaseces
presupuestarias, profesionalizar el ejército, dotarle de tecnología y
reducir los gastos en defensa. Yo, quizá, como amablemente ha dicho algún
señor diputado, no soy mal gestor, pero le aseguro que milagros no sé
hacer, y ese círculo no hay quien lo cuadre. Si necesitamos, y creo que
necesitamos, tener un ejército profesional, si necesitamos, y creo que
necesitamos, tener industria de defensa, si necesitamos, y creo que
necesitamos, tener unos ejércitos eficaces, hagámoslo con los mejores
elementos de gestión posible, pero no nos engañemos, eso requiere fondos
económicos.

Permítame, señor Presidente, que al portavoz de Coalición Canaria le
agradezca no sólo su amabilidad, que de antemano contaba con ella, sino
algo que, les puedo asegurar, me reconforta internamente de modo
extraordinario, ver la competencia que existe en temas de defensa. Ha
sido tradicional --yo he utilizado la palabra cimientos porque son poco
visibles-- ver que personas que profesionalmente no tienen que dedicarse
a la defensa, que son ni más ni menos que los representantes de la
soberanía nacional, demuestren un conocimiento tan profundo y tan
detallado, y eso no puede por menos que halagar y agradar al titular del
departamento de Defensa. Agradezco y cuento con el apoyo y comprensión,
como puede contar con la actitud de diálogo y comprensión cuando choquen
dos bienes jurídicamente protegibles, la defensa de la patria y el
patrimonio ecológico.

Su señoría ha enumerado, mejor de lo que yo podría hacer, los tres
problemas que existen. Gastar bien es lo que importa. Yo he pretendido
decir algo semejante. No hay unidad más cara que la que no vale para lo
que se necesita cuando se la necesita.

Agradezco y procuraré no ralentizar porque podamos convencer de la
necesidad de recabar medios para que la profesionalización llegue de modo
rápido.




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Me encanta la familiaridad con la que se ha expresado sobre los sistemas
de armas. Tradicionalmente tuve un orgullo después de mi primera época en
Defensa. Cuando entré se gastaban 100 millones de pesetas en I+D; cuando
salí se gastaban más de 15.000 millones. Me parecía que era un orgullo. A
lo mejor ahí fui un poco optimista. Hoy nos estamos encontrando --ha
descrito magníficamente bien la situación el portavoz del Grupo Popular--
con un ejército con enormes dificultades no de equipamiento, de
sostenimiento, y gastando cantidades ingentes para asegurar el año 2003,
que será cuando recibamos el primer avión de combate europeo si todo
sigue bien, fondos que comprometimos hace diez o quince años y que han
seguido sosteniéndose por gobiernos ulteriores.

Del norte de Africa, no última alusión pero una de ellas. Cuando se
decidió, porque el Ejército del Aire lo propuso, que el sistema de armas
adecuado para la defensa fuera el F-18 y no el Tornado es porque se juzgó
--y así consta en los documentos oficiales-- que el Tornado era eficaz
para la potencial amenaza de ataque masivo en Centroeuropa. Para ésa más
la nuestra específica no tenía esa utilidad, y parece que fue acertada la
elección.

Intentemos continuar los programas, pero --y anticipo una contestación al
portavoz de Convergència i Unió-- en ningún momento he pretendido
comparar la potencialidad de la industria química o textil, y si ha dado
esa impresión ha sido errónea. He cogido datos de una prestigiosa revista
extranjera como es The Economist, que hace un anuario que se llama The
world in figures. El mundo en números. He pretendido decir cuál es el
nivel que España ocupa en el mundo: el tercero, el quinto, el séptimo, el
noveno; en términos absolutos el lugar en el mundo. Alguien ha utilizado
la palabra no castellana de ranking. Después de sentar esa imagen, que me
congratulo de pertenecer a uno de los países más importantes del mundo,
he dicho: En un parámetro, no en términos absolutos, en un parámetro
somos enormemente incoherentes, y es en la proporción. Unica vez que lo
he utilizado. No he utilizado para ninguno de los demás términos
relativos sino términos absolutos.

Segundo problema: La OTAN. El Gobierno hará lo que diga este Parlamento.

He dicho: Es propósito no incumplir, no vamos a incumplir, no se va a
incumplir ningún acuerdo adoptado en referéndum.

No puedo estar más de acuerdo en no a nuevas divisiones. Gracias por el
apoyo en la europeización. Creo que he hablado suficientemente del apoyo
del Gobierno de España a la identidad europea en materia de defensa y
seguridad.

Ya se ha dicho algo sobre la profesionalización y el trabajo conjunto.

Sólo me resta añadir que el equilibrio entre fuerza y apoyo a la fuerza
no es más que otro de los equilibrios que los gestores de la defensa
deberemos conservar como frontispicios en nuestros despachos.

Quiero dar las gracias al portavoz de Convergència i Unió por sus amables
palabras, por entender la diferencia --que luego ha sido remachada--
entre continuidad y continuismo y, sobre todo, por subrayar lo que nos
une. A veces en las relaciones públicas se falla, pero las unidades que
han sido citadas aquí han dado muestras, en paz y en guerra, de un valor
incalculable. No querría de ninguna manera que por fallos en relaciones
públicas o de otro tipo sin más, de un plumazo, se borraran páginas
gloriosas. Por otro lado, no tenga la menor duda, señor Diputado, de que
están tan incardinadas en la organización de la defensa como cualquier
otra unidad. Y no confundamos un exceso o un incumplimiento con una
categoría y una sustancia.

Se ha hecho una nueva referencia al norte de Africa y al Magreb. Es
verdad. Cuando no contábamos en el concierto mundial, entonces nadie nos
quería atacar. Pero ahora, si no tenemos una defensa análoga a la de los
países de nuestro entorno, de nuestra riqueza, de nuestra cultura, de
nuestra potencia, si hay un problema atacarán al más débil. Atacar
(siento que no estén presentes ahora los que antes hablaban de armas
ofensivas o defensivas) puede ser cortar un gasoducto, y hay que estar
preparados para que no sea España el primero que sufra ese tipo de
consecuencias. Es por eso por lo que decía que debajo de la política
energética, como debajo de la política comercial, están los gastos de
defensa.

No lo lamente S. S. porque me he debido expresar fatal. He puesto hasta
el ejemplo del cliente de los grandes almacenes. He dicho que no hay
ninguna industria que dependa directamente de Defensa; que cuando
dependen es como cliente. El Gobierno tiene una política con las
industrias. Se ha matizado lo que van a ser las industrias de Defensa y
no me cabe la menor duda de que la última palabra ahí ni puede ni quiere
tenerla Defensa. Pero le diré algo más a S. S. Fue este Ministro el que
transfirió las últimas fábricas militares que dependían del Ministerio de
Defensa al de Industria a través del Instituto Nacional de Industria.

Perdóneme la referencia a Virgilio. Hubiera sido imperdonable el hacerla
en latín y me he conformado con darla traducida. Ha dicho algo que luego
ha sido objeto de debate. Sólo en momentos de crisis se suele decir en el
estamento militar, pero también en otros estamentos civiles, que nos
acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Y ahora hay que tener eso muy
en cuenta no sólo en relación con Santa Bárbara.

¿Cuánto cuesta la profesionalización? No puedo, ni debo, ni quiero entrar
en debates sobre las vicisitudes parlamentarias o entre partidos en esta
materia. Pero entiendo que no es incompatible con una gestión el poner
imaginación a las cosas. Muy solapadamente he expresado a SS. SS. que a
lo mejor podemos adoptar medidas de índole fiscal, legal, laboral u otras
para que no sea una ecuación que choque frontalmente. Tendremos tiempos
de reducciones y de ajustes presupuestarios, de necesidad de nuevas
dotaciones y nuevos equipamientos, así como de multiplicar el gasto en
personal como consecuencia de la profesionalización. A lo mejor hay
alguna que nos facilita, nos encaja, nos lubrica los términos de la
ecuación y nos permite que se lleve a término, y ojalá que así sea en
plazo o antes.

Quiero dar las gracias al portavoz del Grupo Popular por su felicitación
y sus palabras. Le agradezco su conocimiento del programa. Debo decirle
que en algún caso hoy es superior al del Ministro al mes de su toma de
posesión. Quiero hacer un solo comentario si me lo permite, señoría. El
que les habla fue invitado por el ex presidente francés



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Giscard d'Estaing a dar una conferencia, cuando ya había abandonado las
responsabilidades en Defensa, para hablar de la defensa europea. Es mi
criterio --lo ha sido siempre-- que si uno es socio de cualquier
organización debe serlo de pleno derecho, que España no debe volver a
tolerar hipotecas, limitaciones ni restricciones. Entramos costosamente,
porque costó, como ha dicho el portavoz de Coalición Canaria --ni más ni
menos que la división de la opinión pública--, en la Alianza. Somos
socios leales y fieles de la Alianza, pero como ya estamos en la mesa,
sentados como todos los demás y no llamando a la puerta, queremos que se
escuchen nuestras propias preocupaciones. En diciembre de 1987 se dijo:
hay una amenaza para nuestros socios en el este de Europa. Estaremos los
primeros para cooperar lealmente con nuestros socios. Una seguridad
colectiva, hablando en términos reales. Seremos los primeros, pero si
tenemos un riesgo, si podemos pasar a ser de la base logística la
vanguardia, la primera línea, entonces reclamaremos que los demás socios
sean igual de leales son nosotros. Hoy ha devenido el mar muestro en una
zona --creo que nunca lo dejó de ser-- de prioritario interés
estratégico. Las diferencias demográficas, económicas, culturales y
religiosas son muy considerables. Pensar que eso puede ser tratado a la
ligera, a mi juicio sería algo más que una irresponsabilidad.

El Ministerio de Defensa --no este Ministro de Defensa-- tiene desde hace
muchos años estudiado lo que se ha podido llamar la amenaza más cercana,
la más próxima, por contraponerla a la más grave o a la común. Está muy
estudiado. Se ha dicho aquí y repito que es voluntad del Gobierno
incrementar la cooperación, asegurar en la medida de nuestras fuerzas la
estabilidad de la zona, cooperar con ellos y saber que España es un país
que, ayudando en la medida de nuestras posibilidades, quiere y puede ser
respetado, y a ello, señorías, contribuirá el Ministerio de Defensa, al
menos mientras este Ministro no dé el sin novedad al siguiente, con todas
sus fuerzas.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro, por su presencia tan
prolongada en la Comisión y por su minuciosa respuesta a las cuestiones
que han ido planteando los portavoces. Hemos asistido a un espléndido
debate sobre defensa, que me parece que ha estado en buena medida bajo el
signo del consenso, o por lo menos de la búsqueda de coincidencias entre
todos los participantes, y espero que sea el pórtico de futuros debates
sobre la defensa.

Se levanta la sesión.




Eran las ocho y cincuenta minutos de la noche.