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DS. Cortes Generales, Comisiones Mixtas, núm. 68, de 15/03/1995
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DIARIO DE SESIONES DE LAS
CORTES GENERALES
COMISIONES MIXTAS
Año 1995 V Legislatura Núm. 68
DE LOS DERECHOS DE LA MUJER
PRESIDENTA: DOÑA MARTIRIO TESORO AMATE
Sesión núm. 11
celebrada el miércoles, 15 de marzo de 1995,
en el Palacio del Senado



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia:
--De la Presidenta de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de
Viudas Hispania, doña Mercedes García de López Amor, para exponer los
problemas de la citada Federación y las propuestas de resolución de los
mismos. (Números de expedientes: S. 715/000044; C. D. 219/000368).

(Página 1412)
--De la Presidenta de la Confederación Española de Organizaciones de Amas
de Casa, doña Juana González Cavada de Cuenca, para exponer los problemas
de los miembros de la citada Federación, así como de sus propuestas de
resolución a los mismos. (Números de expedientes: S. 715/000045; C. D.

219/000369). (Página 1420)



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Se abre la sesión a las doce horas y diez minutos.




--COMPARECENCIA DE LA PRESIDENTA DE LA CONFEDERACION DE FEDERACIONES Y
ASOCIACIONES DE VIUDAS HISPANIA PARA EXPONER LOS PROBLEMAS DE LA CITADA
CONFEDERACION Y LAS PRO-PUESTAS DE RESOLUCION DE LOS MISMOS. (S.

715/000044.) (C. D. 219/000368.)



La señora PRESIDENTA: Señorías, se abre la sesión.

Buenos días, señoras y señores Diputadas y Diputados, Senadoras y
Senadores.

Hoy comparece ante nosotros la Presidenta de la Confederación de
Asociaciones de Viudas Hispania, que amablemente aceptó la petición que
le hicimos de venir a comparecer a esta Comisión para que, con su
esfuerzo y representatividad, nos acerque más al problema de un amplio
colectivo de mujeres existente en este país, que es el de las viudas.

Desde mi perspectiva de Presidenta, le doy efusivamente las gracias
porque todo lo que hemos encontrado en ella han sido facilidades para que
podamos realizar mejor nuestro trabajo y gran colaboración y
disponibilidad para el día que le hemos dicho que viniera. Así que,
reiterando las gracias, tiene la palabra doña Mercedes García de López
Amor.




La señora PRESIDENTA DE LA CONFEDERACION DE FEDERACIONES Y ASOCIACIONES
DE VIUDAS HISPANIA (García de López Amor): Muchas gracias, señora
Presidenta.

Señoras, señores, Diputados, Senadores, Diputadas, Senadoras, en primer
lugar quiero agradecer a esta Comisión que me haya citado para comparecer
e informar sobre las repercusiones que unas leyes, a mi parecer injustas,
pueden producir en un colectivo tan numeroso como es el de las mujeres
viudas. En España somos 2.132.400 mujeres viudas, según las últimas
estadísticas, un colectivo de los más numerosos del Estado, pero hasta
hace muy poco desconocido como grupo, y, por tanto, marginado.

Me van a permitir que haga un poco de historia de cómo, cuándo y por qué
nacieron las asociaciones de viudas. La primera asociación de viudas nace
en 1959, cuando un pequeño grupo de mujeres viudas se da cuenta de su
desprotección ante los organismos oficiales y la sociedad, y deciden
unirse para defender sus derechos y los de sus hijos. Esta unión les dio
fuerza, y diez años después nace la Federación de Asociaciones de Viudas
Hispania. Se implanta en todas las provincias, y en 1993 se forma la
Confederación de Federaciones y Asociaciones de Viudas Hispania (CONFAV),
que agrupa a diecisiete federaciones, una en cada Autonomía, cada una con
sus características específicas, siendo el objetivo principal de esta
Confederación luchar por los derechos de estas mujeres y de sus hijos,
siempre teniendo en cuenta a los más necesitados. Somos una organización
no gubernamental, de voluntariado social, sin ánimo de lucro, que
aglutina cerca de 400.000 mujeres.

Estoy aquí como portavoz de todas, ya que en España --repito-- existen en
estos momentos 2.132.400 viudas. Por tanto, son 2.132.400 hogares
españoles regentados por una mujer viuda que, en solitario, tiene que
hacer frente a todos los problemas que supone sacar un hogar adelante, en
un mundo donde todo gira alrededor de la pareja, y para el que no está
preparada, pues la viudez es un estado de vida que no se elige, y para el
cual no hay aprendizaje previo, como es el noviazgo para el matrimonio y
el noviciado para la vida religiosa. Es un estado que, sin quererlo, sin
elegirlo y sin esperarlo, sobreviene. La mujer viuda se ve enrolada en
una etapa de vida llena de dificultades en su hogar que aun siendo las
mismas que las de la familia completa, como son hijos en paro,
alcohólicos, drogodependientes, discapacitados, etcétera, tiene que
sacarles adelante con unos ingresos disminuidos considerablemente. Es
totalmente injusto que la pensión de viudedad se fije tomando como
cómputo el 45 por ciento de la base reguladora del sueldo que cobraba el
marido.

Pregunto, ¿es que el hogar no sigue existiendo? Hay que seguir pagando
renta de piso, teléfono, agua, luz, etcétera. Para poder atender todos
estos gastos estas mujeres necesitan, además de la pensión, un trabajo
remunerado, aunque en la realidad hay dificultad para encontrarlo, porque
solamente trabajan el 7,1 por ciento de las viudas, y la mayoría en los
trabajos más precarios y peor pagados. De todos es conocido que a igual
trabajo, el salario de la mujer está por debajo del que percibe el varón.

Esta mujer con su trabajo y la pensión nunca llegará a lo que aportaba al
hogar su marido. Esto produce un desequilibrio que, añadido al efectivo y
psicológico, origina en estas familias monoparentales un desequilibrio
total, por lo que estas familias necesitan el apoyo de la sociedad y del
Estado, pues gracias a estas madres que hacen de padre y madre se
mantiene la continuidad del hogar, de la familia, y se garantiza la
educación de los hijos, su futuro y el de la sociedad. Esta Confederación
valora que las pensiones de viudedad, gracias a nuestra lucha tenaz y
constante, hayan subido algo en los últimos años, pero eran tan bajas que
siguen siendo totalmente insuficientes para que estas familias puedan
tener una vida medianamente digna.

Vuelvo a preguntar, ¿es justo que una viuda menor de 60 años cobre 34.075
pesetas mensuales; la de 60 a 64, 44.670, y las mayores de 65 años,
51.180? Estamos hablando únicamente del Régimen General de la Seguridad
Social, porque es al que pertenecen la mayoría de las mujeres viudas. Es
un colectivo en el que entre el 68 y 70 por ciento cobra estas pensiones
mínimas. ¿Se han parado a pensar sus señorías cómo quedarían sus familias
con estas pensiones? Seguimos hablando siempre del Régimen General de la
Seguridad Social. No ignoramos que hay un 1 por ciento escaso que cobra
la pensión máxima, 266.322 pesetas; y otro grupo, que oscilará entre el
15 y el 20 por ciento, que percibe una pensión media, entre 50.000 y
90.000 pesetas, cantidades brutas.

Las viudas más jóvenes, con hijos menores de 18 años, cobran por orfandad
15.135 pesetas por cada hijo. Pero al cumplir los 18 años, precisamente
el momento más difícil y cuando es más necesario, les suprimen esta
pensión de



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orfandad; los hijos empiezan a incorporarse a la universidad y los gastos
se multiplican por las matrículas, libros, transporte, etcétera, y los
que no estudian están tratando de encontrar un trabajo, que les origina
gastos de transporte, teléfono, ropa, etcétera.

El seguro escolar debía revisarse seriamente para que ampare a estos
hijos hasta que encuentran un trabajo. Hoy podemos decir que el Estado,
con el sistema de la Seguridad Social y Muface, tiene garantizada de
momento la pensión de viudedad, aunque existen lagunas, pues diversas
mujeres viudas no han conseguido la pensión de viudedad causada por su
marido, a pesar de que cuando ellos fallecieron estaban encuadradas y
cotizando en la Seguridad Social. La denegación de dicha pensión estaba
amparada en la legislación anterior, la Ley 24/1972, de Financiación y
perfeccionamiento de la Asociación protectora de la Seguridad Social, en
la que se exigía para causar pensión de viudedad que había que tener
cumplidos 40 años y con hijos.

Igualmente se encuentran sin derecho a pensión de viudedad las
pertenecientes al Régimen Especial Agrario, que para causar dicha pensión
debían tener cumplidos los 50 años. Como se ve, esta Confederación ha
recogido muchos casos que no perciben la pensión de viudedad
correspondiente causada por las cotizaciones de su marido, y, por tanto,
existe un agravio comparativo con el resto de las viudas que hoy perciben
la pensión.

Esta Confederación viene haciendo distintas e insistentes peticiones al
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a otros ministerios y al
Defensor del Pueblo, para que, de alguna manera, se subsanen estas
anomalías y se dicte una normativa para que aquellas viudas a las que les
fue denegada la pensión por el requisito de no tener cumplida la edad,
puedan ahora solicitarla y les sea concedida, al igual que el Estado ha
procedido con otros colectivos, como presos políticos, guardias de
asalto, militares de zona roja, etcétera, que en su momento no percibían
pensión del Estado y que actualmente, por una nueva legislación, han
podido ejercitar el derecho a solicitar esta pensión.

Queremos, por tanto, que se dicte una normativa para que estas mujeres
viudas, que actualmente no cobran la pensión de viudedad por el requisito
de la edad, puedan solicitarla en un determinado plazo ante el organismo
de la Seguridad Social, que es el competente para resolver dicha
situación.

Igualmente esta Confederación viene solicitando reiteradamente ante el
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y distintas instituciones del
Estado el apoyo para corregir la Ley de Seguridad Social vigente, y que
se suprima el requisito de alta de cotización en el momento del hecho
causante, toda vez que la Ley 26/1985 suprimió el requisito de alta para
la jubilación e invalidez, por lo que entendemos que nuevamente existe un
agravio comparativo, con la prestación de muerte y supervivencia,
teniendo en cuenta que en los países comunitarios tampoco se exige el
requisito de alta para causar la pensión de viudedad. Por ello, expongo
ante sus señorías las necesidades de un colectivo que requiere toda su
atención y todo su apoyo a la hora de legislar.

Seguidamente cito las peticiones que afectan al mayor número de personas
en situación de viudedad y las propuestas de resolución de las mismas.

Pedimos que la pensión de viudedad se calcule sobre el 60 por ciento del
sueldo que cobraba el marido, y no sobre el 45 por ciento, como se viene
haciendo hasta ahora; que la pensión mínima de viudedad se equipare en
cuantía al salario mínimo interprofesional; que la mujer viuda con cargas
familiares y en igualdad de condiciones tenga prioridad a la hora de
acceder a un puesto de trabajo; que se suprima el requisito de alta de
cotización en el momento del hecho causante; que las mujeres viudas
privadas de pensión por razones de edad --Ley puente 24/1972--, de menos
de 40 años y sin hijos y del Régimen Especial Agrario con menos de 50
años, puedan ejercer su derecho a pensión; necesidad de un régimen de
viviendas asistidas para mujeres solas o incapacitadas o centros de día
donde acogerlas mientras sus hijos cumplen un horario laboral; guarderías
subvencionadas o gratuitas de horario continuado para que estas mujeres
puedan trabajar en horarios distintos de los corrientes, pues la mayoría
trabajan en limpieza de empresas, hospitales, o cuidando enfermos; que la
ayuda por orfandad, con prioridad a los huérfanos totales, se prolongue
hasta el primer empleo. Finalmente, confiamos que ahora, cuando a la
familia completa se la considera numerosa con tres hijos, se tenga en
cuenta su adaptación a la viuda con dos hijos, puesto que hasta ahora se
le consideraba familia numerosa a la viuda con tres hijos.

Mi comparecencia en esta Comisión sólo quiere dejar constancia de las
carencias más prioritarias --hay muchísimas más, pero éstas son las más
urgentes-- que se han detectado en nuestro colectivo a través de nuestro
contacto permanente con la diferentes asociaciones.

Muchas gracias, señora Presidenta.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña Mercedes García, por sus
palabras.

A continuación iremos concediendo la palabra a los portavoces de los
grupos que deseen hacer uso de la palabra.

Por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergència i Unió,
tiene la palabra el señor Tubert i Alsina.




El señor TUBERT I ALSINA: Gracias, señora Presidenta.

En primer lugar, quiero dar la bienvenida a esta Comisión a la señora
García.

Me va a permitir que disculpe la no asistencia hoy de la portavoz
habitual de este Grupo, la señora Joaquina Alemany, que, por
circunstancias de última hora, por aquello que puede ocurrir de vez en
cuando, y que sucede hoy con ella, así como con el señor Codina; además
se da la coincidencia de que intervengo hoy por primera vez. Y quiera o
no, entrar en un compromiso como es la Comisión Mixta de los Derechos de
la Mujer y que hoy sea el primer día para mí da cierto grado de
responsabilidad personal.

Lo que sí es verdad es que en algunos de mis planteamientos puedo pecar
de profundidad, pero le aseguro que ya sea por respeto a su colectivo, ya
sea por sensibilidad,



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voy a canalizar con toda profundidad a mi Grupo lo que se plantee hoy en
esta Comisión.

Por otro lado, le he dado la bienvenida y quiero que entienda que es
especialmente sincera. Desde nuestro grupo entendemos, evidentemente, el
éxito en la política, por tener conceptos claros, valores profundos y
consolidados y por tener una filosofía de actuación que pueda ser eficaz.

Desde el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergència i Unió
si una cosa tenemos clara es el creer y confiar en la sociedad
estructurada y participativa, en los colectivos que son especialmente
dinámicos en recoger las necesidades de dicha sociedad, en debatirlos,
pulirlos, ser capaces de hacer propuestas, canalizarlos y llevarlos a las
plataformas que sean especialmente eficaces en reforzar el trabajo de
estos colectivos.

En este sentido, evidentemente, es un ejemplo de madurez el propio hecho
de que su asociación llegue hoy a esta comparecencia. Las organizaciones
y asociaciones que tienen este grado de madurez implican planteamientos
sólidos, que, como es lógico, tienen que ser asumidos por las personas
que tenemos la responsabilidad de llevar adelante intereses de la misma
sociedad, lo que, en definitiva, refuerza y enriquece nuestros
planteamientos.

Por otro lado, no se nos escapa, por su propia idiosincrasia como
asociación, las enormes dificultades que seguramente les acompañan para
llevar adelante sus objetivos, ya sean dificultades por falta de recursos
humanos --lo que, por desgracia, suele ser constante, pero en este
colectivo probablemente lo sea aún más-- ya sean, cómo no, las
dificultades especiales ante los recursos económicos, lo que, además, se
entrevé por la propia exposición que usted ha hecho.

Por todo ello, sólo quiero trasladarle la predisposición de nuestro Grupo
para reforzar el trabajo que usted viene desarrollando. Desde nuestra
responsabilidad de gobierno en la Comunidad Autónoma lo tenemos
estructurado y creo que venimos trabajando con seriedad, ya sea por el
Consejo de Mujeres de Cataluña, como por el propio papel que juega el
Instituto Catalán de la Mujer, que creo que usted conoce muy bien,
instrumentos algunos de ellos incentivados precisamente desde la propia
Administración para ser eficaces en ese terreno.

Le ha trasladado nuestra predisposición y le emplazo a que recoja usted
mi palabra para llevar todo esto adelante.

Muchas gracias.




La señora PRESIDENTA: Gracias.

Por Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la palabra doña
Presentación Urán.




La señora URAN GONZALEZ: Gracias, señora Presidenta.

En primer lugar, quiero agradecer la comparecencia de doña Mercedes
García y decirle que desde le Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya venimos desde hace tiempo planteando en el Congreso de los
Diputados algunas de la peticiones que usted hace en esta Comisión, sobre
todo en las modificaciones que solicitamos en los Presupuestos Generales
del Estado.

Seguimos intentando que se equipare la pensión mínima al salario mínimo
interprofesional y que se modifique el porcentaje por el que se basan las
pensiones de viudedad.

Me gustaría, además, decirle que nosotros también estamos reivindicando
la necesidad de las guarderías, pero no solamente para las mujeres viudas
y con cargas familiares, sino, en general, para todas las mujeres,
independientemente de su situación, por la sencilla razón de que
consideramos que es uno de los elementos necesarios para que la mujer se
pueda incorporar en mejores condiciones al mercado laboral.

Me gustaría que me aclarara, porque no sé si lo he entendido bien, el
hecho de que solicite que se considere familia numerosa cuando la viuda
tenga dos hijos a su cargo. Me gustaría que nos lo explicara un poco
mejor, porque nosotros partimos de la base de que las necesidades de los
hijos y de la familia son iguales, independientemente del número de
hijos. Por tanto, me gustaría que me explicara en qué se basan para
solicitar este cambio.

Quisiera también que explicara un poco más la situación de las mujeres
viudas que, teniendo una pensión mínima, necesitan especiales cuidados
por su particular situación. Quisiera saber qué noticias tienen ustedes
de la situación de las mujeres mayores viudas, cuyo número parece ser que
está aumentando, y que viven solas. Quisiera que nos explicara cuál es la
situación en la que están viviendo y cómo se canaliza este hecho, si
estas mujeres tienen acceso, para información, a su Asociación o a este
tipo de asociaciones; qué necesidades básicas son las que están
demandando y, concretamente, qué tipo de equipamientos consideran ustedes
como mejores para que las mujeres mayores tengan estas atenciones, pero
que, al mismo tiempo, esto no signifique que otra mujer u otra persona se
tenga que quedar en casa para cuidarlas.

Nada más. Sólo deseo volver a agradecer su comparecencia.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña Presentación Urán.

Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra su portavoz, doña
María Jesús Celinda.




La señora CELINDA GARCIA: Buenos días.

Muchas gracias por su presencia aquí y nuestra más cordial bienvenida en
nombre del Grupo Parlamentario Popular.

Su exposición nos ha parecido muy interesante, puesto que, por ser
representante de un colectivo, es usted la que conoce perfectamente los
problema que ustedes tienen y que nosotros sabemos que en determinados
casos son dramáticos, injustos, lo que hace que nuestro Grupo, a través
de iniciativas, intente paliar en un momento determinado lo que usted ha
planteado como resolución final y con lo que estamos totalmente de
acuerdo.

Nuestro Grupo, a partir de 1994, que fue cuando con más preocupación vio
lo que aparecía reflejado en muchos diarios que usted conocerá,
coincidiendo, incluso, con el Día de la Mujer Trabajadora, percibió que
había una gran



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alarma social porque en los medios de comunicación se decía que los
borradores iniciales sobre la reforma del sistema de pensiones que
estaban elaborando los Ministerios de Trabajo y de Hacienda contemplaban
la supresión de algunas pensiones de viudedad cuando los receptores o
receptoras obtuvieron otras pensiones de renta alta.

Nuestro Grupo piensa que los derechos adquiridos por el causante, el
cónyuge fallecido, deben respetarse a ultranza, ya que, si ha trabajado
toda la vida, ha estado cotizando por ello. Ningún gobierno tiene
potestad para suprimir pensiones porque está clarísimo que éstas son de
los trabajadores, puesto que a lo largo de su vida activa se lo han
ganado con sus cotizaciones. Por otra parte, si una viuda goza de otras
rentas, será por su capacidad de ahorro y por su buena administración,
cuestiones que son primarias y quedan fuera del juego que se está
planteando sobre la supresión de derechos.

Como usted bien ha dicho, la cuantía media de las pensiones no supera en
ningún caso el salario mínimo interprofesional, excepto las cifras que
usted nos ha dado y que son mínimas. Usted también ha comentado que
solicitan que haya un incremento para llegar, al menos, al 60 por ciento,
y no al 45, que es lo que ahora se está contemplando. Es muy preocupante
lo que sería el tercer nivel de pensiones porque el nivel más bajo supone
479.920 pesetas anuales, que no llega a 33.000 pesetas al mes, como usted
ha dicho, y aquellas que perciben las viudas menores de 60 años. En la
mayoría de los casos, precisamente las viudas más jóvenes son las que,
por causa de accidentes de trabajo o de circulación, sin pensarlo ni
buscarlo, como usted bien ha dicho, quedan, de la noche a la mañana,
convertidas en cabeza de familia con hijos menores y teniendo que
afrontar todos los gastos que hasta ese momento tenían, porque por el
hecho de convertirse en viudas no dejan de tener que pagar gastos de
vivienda, sanidad, educación y alimentación.

Es evidente, como usted bien ha dicho, que la actual pensión es
insuficiente, aunque se sumen las 210.000 pesetas por orfandad, que se
perciben en 15.000 pesetas mensuales por hijo menor de edad. Tenemos que
decir que nuestro grupo también ha pedido que se amplíe esta protección
--que ustedes han pedido que se extienda hasta el primer trabajo del
hijo-- a los mayores de 18 años, por lo menos hasta los 21 ó 23, aunque
no es difícil que puedan llegar hasta los 30 años sin encontrar su primer
trabajo, pero lo que pretendemos es cubrir varios años más y no cerrarnos
en los 18, como hasta ahora.

No sé si usted sabrá que nuestro Grupo presentó en los Presupuestos de
1995 una enmienda para que las pensiones de viudedad se igualaran y las
que percibían las viudas mayores de 60-65 las percibieran también las de
menor edad. Yo tengo que decirle que, aunque no se aumentaban, como
nosotros queríamos, hasta el salario mínimo interprofesional, nuestra
enmienda fue rechazada con los votos en contra de dos grupos, como es de
todos sabido: el Grupo Parlamentario Socialista y el Grupo Parlamentario
Catalán en el Senado de Convergència i Unió. Me gustaría saber,
aprovechando su comparecencia, si a usted le parecía buena esta medida,
ya que, aunque no venía a paliar lo que ustedes demandan, sí pretendía
que se hiciese una subida hasta el 60 por ciento, y no al 45 por ciento,
con lo que se les daría a ustedes una posibilidad no de vivir bien, sino
de subsistir, que es de lo que se trata en muchos casos.

También quiero preguntarle cuánto tiempo tarda una viuda en percibir la
pensión una vez que fallece el marido. Porque parece que en muchos casos
tiene que endeudarse bien con la familia, bien con amigos, hasta que se
arreglan los papeles. Desde su punto de vista, ¿cree que la
Administración es ágil en estos trámites?
Por otro lado, también ha puesto usted aquí de manifiesto que las ayudas
familiares por parte de los poderes públicos son escasísimas en España,
sobre todo en el caso de las viudas con hijos menores de edad, para las
que ustedes han solicitado que tengan acceso a viviendas, a trabajo,
etcétera. ¿Usted considera que se podrían hacer más cosas y que en estos
momentos los poderes públicos contemplan a las viudas menores de 60 años
y con hijos menores a su cargo como un colectivo que tiene unas
necesidades fundamentales, prioritarias, al convertirse en familias
monoparentales, no buscadas por ustedes?
Desde su punto de vista, ¿podrían aplicarse reducciones fiscales en la
declaración que contemplen estos casos? Yo le pregunto a usted, como
Presidenta de este colectivo, ¿tiene conocimiento de que una viuda con
hijos menores pueda afrontar los gastos familiares con las pensiones que
en estos momentos perciben?
Usted sabe que España tiene las tasas de desempleo femenino más altas de
la Unión Europea. En estos momentos estamos a 14 puntos de Irlanda, el
país que va detrás de nosotros. Por consiguiente, éste es un problema que
no solamente afecta a este colectivo, sino a todas las mujeres en
general, independientemente de su estado social o civil. Si una viuda,
dedicada exclusivamente a su casa e hijos antes de fallecer el marido,
necesitara trabajar para sacar a su familia adelante, ¿usted considera
que en estos momentos hay posibilidad de conseguir un trabajo?
También me gustaría que opinara sobre el hecho de que la Ministra de
Sanidad, el pasado año --porque nos estamos refiriendo al año 1994--,
consideraba que los medicamentos que los pensionistas reciben totalmente
gratis se concedieran solamente a las pensiones por jubilación porque
estaba demostrado que las pensiones de viudedad u otras tenían unos
ingresos adicionales. Si consideramos que la pensión que el colectivo
recibe es, como usted ha dicho, bajísima, es normal que se trate de
buscar un trabajo adicional para poder subsistir hasta que los hijos sean
mayores, e incluso con hijos mayores es imposible si no reciben también
ayudas de la familia. A nosotros nos parece injusto, porque además, como
usted acaba de decir, casi siempre la mujer que ha quedado en esta
situación familiar a lo único que puede recurrir, porque se ha dedicado
al cuidado de los hijos y de la familia, es a fregar suelos, escaleras o
a trabajos a los que pueden acceder fácilmente, y que merecen todos mis
respetos, pero que están muy mal remunerados. Esto es lo que sucede y lo
que parece que la Ministra contemplaba, aunque, afortunadamente, no hemos
vuelto a saber nada sobre ello; esperemos que no vuelvan a tocar este
tema.




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Usted ha hablado de las guarderías, y yo estoy totalmente de acuerdo con
lo que usted ha dicho no solamente respecto a este colectivo, sino a
todos. El otro día hemos debatido en esta Cámara una ley de permiso
parental por maternidad, y una de las cosas que esta Senadora puso de
manifiesto no es, como alguna de mis compañeras entendió, la falta de
guarderías públicas, sino la imposibilidad de compaginar los horarios de
las guarderías públicas con los horarios laborales, porque, como usted
decía antes, hay guarderías públicas a las que la mujer trabajadora no
puede acceder, puesto que su horario es de nueve y media de la mañana
hasta las cinco de la tarde. Estoy de acuerdo con lo que usted ha dicho,
y nuestro partido va a hacer todo lo posible para enmendar esta situación
a través de proposiciones.

También me gustaría saber si piensa usted que la Conferencia de Pekín
sobre la Mujer, a la que el Instituto de la Mujer dedica gran parte de
presupuestos y esfuerzos --que no criticamos porque creemos que es muy
bueno que estemos en todos los foros--, alcanza a solucionar en parte los
problemas cotidianos de los dos millones y pico de viudas que usted ha
dicho que hay en España. Vuelvo a repetir que nosotros pensamos que es
bueno, incluso necesario, que estemos en todos los foros. Pero, ¿tiene
usted noticia de que a este foro se lleve algún tema relacionado con el
colectivo al que usted representa?
Quiero decirle, por si no lo sabe, que fue el Grupo Popular el que
presentó la iniciativa de que se dé consideración de familia numerosa a
las familias con tres hijos, o con dos si uno de ellos tuviera alguna
minusvalía. ¿Cree usted que con este tipo de medidas que he mencionado,
así como la que usted ha puesto aquí de manifiesto, en un momento
determinado se podrían solucionar o paliar los graves problemas que tiene
el colectivo al que usted representa?
Por último, le voy a comentar que nos ha encantado escuchar todo lo que
usted ha puesto aquí de manifiesto, primero, como Comisión que se dedica
al seguimiento del tema de la mujer; y, en segundo lugar, porque, como
mujeres, aunque esperemos no tener que pasar por ese trance, en un
momento determinado podemos pasar a pertenecer a ese colectivo. Por
consiguiente, no tenga usted la menor duda de que con nuestra solidaridad
como mujeres y como Grupo Popular haremos todo lo posible, a través de
iniciativas parlamentarias, para poder sacar adelante, en mayor o menor
medida y con el apoyo de ciertos grupos, estos temas que usted ha puesto
aquí de manifiesto.

Muchas gracias, señora Presidenta.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, Senadora doña María Jesús Celinda
Sánchez, por sus palabras.

En nombre del Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra su
portavoz, doña Isabel Alberdi.




La señora ALBERDI ALONSO: Muchas gracias, señor Presidente.

En primer lugar, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista quiero dar
las gracias a la señora García, Presidenta de la Confederación de Viudas
Hispania por haber venido a esta Comisión a explicarnos cuál es en este
momento la situación en nuestro país de las viudas y cuáles son los
problemas que ustedes detectan como más prioritarios.

También le agradezco que nos haya recordado la trayectoria hasta llegar a
tener hoy un Confederación de viudas con representación en 17
Federaciones, correspondientes a las 17 Comunidades del Estado español.

Creo que es importante el trabajo y el esfuerzo que ustedes han hecho,
desde el desconocimiento y la invisibilidad que cualquier colectivo de
mujeres tiene todavía en la sociedad --y antes más--, para estar
presentes, y no sólo por agruparse y trabajar, sino ayudarse unas a otras
y, como usted decía, hacer un trabajo de voluntariado y un trabajo de
organización no gubernamental. Porque es cierto que usted nos habla de
una serie de problemas que son específicos de su condición de viudas,
pero habla usted de otros problemas --a los que luego me referiré y sobre
los que daré la opinión de mi Grupo-- que son generales de las mujeres de
este país y que, en cierta manera, han sido mejorados y, en muchos
aspectos, resueltos, pero todavía nos queda un camino largo para
conseguir que las mujeres, sean o no viudas, tengan un estado civil u
otro, podamos tener una igualdad de derechos, que tenemos, pero, sobre
todo, de oportunidades reales en la vida diaria en la que nos
desenvolvemos.

Por otro lado, creo que su postura es muy razonable desde el momento en
que admite y reconoce --y se lo agradezco, porque así lo veo yo también y
lo ve mi Grupo-- que ha habido una mejora y un avance en un tema que sí
es específico de la condición de las viudas, que es el tema tan
discutido, tan traído y tan llevado de las pensiones. Es cierto que las
pensiones han mejorado tremendamente, por lo menos en lo que concierne a
los gobiernos socialistas. Es cierto que todavía muchas pensiones son muy
reducidas, y en circunstancias distintas pueden provocar situaciones de
difícil desarrollo de la unidad familiar que las mujeres, en este caso
viudas y, por lo tanto, hogares monoparentales, pueden tener que afrontar
en la sociedad.

Esto es cierto para las viudas y para cualquier hogar monoparental.

Sabemos que en las sociedades modernas, los grandes núcleos de pobreza
tienen que ver con las unidades monoparentales, con las familias
monoparentales, donde la única proveedora es una mujer. Y, como usted
bien decía, normalmente las mujeres tenemos una discriminación salarial,
muchas veces, incluso, por lo que se refiere al tema de igual trabajo,
igual salario. Ya hemos cambiado esto para que sea trabajo de igual
valor, igual salario, y no se den esas discriminaciones. De cualquier
manera, la mayor dificultad que tenemos las mujeres para ingresar en el
mercado laboral se acrecienta también en el caso de las viudas. Aunque
creo que usted no ha hablado de tramos de edad, las viudas tienen una
edad mucho más dificultosa para insertarse en el mercado laboral. Me
gustaría que si usted puede, o quizá en otro momento, nos diera datos
acerca de cómo se reparten por tramos de edad esos 2.132.400 viudas que
existen en España. Porque es importante que, entre todas las personas
razonables que creemos que hay que mejorar las condiciones



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de vida de las mujeres en general, y de las viudas en este caso
particular, podamos solucionar los problemas que ustedes ven como
prioritarios. Porque hay problemas que se plantearán de distinta manera a
las viudas de distinta edad. Yo creo que, afortunadamente, aunque las
mujeres tenemos mayor dificultad para insertarnos en el mercado laboral
que los hombres, este hecho se está corrigiendo, y tiene que ver con
tramos de edad diferentes. Usted quizá tenga hijas y podrá apreciarlo;
pero aunque no las tenga, lo puede apreciar por el cambio generacional
que se está dando. Las mujeres tenemos en este momento un nivel de
formación equiparable al de los hombres y, por lo tanto, aunque tengamos
dificultades para acceder al mercado laboral, son menores que antes.

Y, por otro lado, las expectativas que tienen en este momento las mujeres
con respecto a lo que son sus deseos, sus actitudes, sus capacidades y lo
que quieren hacer en la vida, han variado totalmente en nuestro país en
escasos 25 años. Es decir, hoy cualquier mujer, sea cual se su estado
civil, aspira a tener un trabajo, a desarrollar una profesión que sea
compatible también con otra aspiración que puede tener y tiene derecho a
desarrollar, crear una familia, sea esta familia de carácter monoparental
por deseo, sea de carácter tradicional con dos progenitores o sea
monoparental sobrevenida, como decía usted, porque haya habido una
defunción en la familia, bien sea la de la madre o la del padre.

De todas formas, en la cuestiones que usted plantea como prioritarias
para el colectivo al que usted representa, creo que hay cosas diferentes.

Se refiere usted en primer lugar a que la pensión de viudedad se calcule
sobre el 60 por ciento del sueldo. Pero yo relacionaría esta petición
--que habría que estudiar, a lo que está dispuesto nuestro Grupo, como
hemos venido haciendo hasta ahora: estudiar y buscar soluciones a los
problemas del colectivo que usted representa-- con los tramos de edad.

Porque, evidentemente, es distinto calcular una pensión de viudedad sobre
el 60 por ciento en un régimen claramente contributivo, a como ahora, que
a los 500 días de cotización, se tengan 500 días o se tengan 20 años la
base por la que se regula es la misma. Y esto está unido también a la
equiparación con el salario mínimo, porque no es lo mismo hablar de una
mujer de 30 años o 35 años, que tiene otra profesión o que tiene otro
trabajo, que una mujer cuyo marido haya cotizado pocos años, y tenga la
misma pensión, regulada sobre el 60 por ciento, que una mujer de 60 o más
años, o en tramos de edad más difíciles de acceder al mercado laboral y
que además ha dedicado toda su vida a la esfera de lo familiar, porque ha
tomado esa opción o bien porque no tenía otras oportunidades por edad o
porque así libremente lo ha decidido. En este momento mi Grupo piensa que
solucionar este tipo de problemas tendría que hacerse de una manera
discriminada, es decir, habría que actuar de forma individualizada.

Por otro lado, habla usted de prioridad en el trabajo para las mujeres
viudas. Yo creo, y nuestro Grupo lo ha defendido, a veces con muchas
dificultades, que a las mujeres solas con cargas familiares, es decir, a
las mujeres que están al frente de lo que llamamos una unidad familiar de
carácter monoparental, sí habría que darles prioridad en el trabajo. Y,
en algunos casos, así se hace; pero, evidentemente, de una forma
minoritaria, porque hay una discusión muy grande acerca de si esto es
constitucional o no lo es. Yo creo que es profundamente constitucional
ayudar con medidas desiguales a las personas que tienen situaciones
desiguales.

Por lo que se refiere a suprimir el requisito del alta, le digo lo mismo
que respecto al cálculo sobre el 60 por ciento. Suprimir este requisito
en circunstancias de edad en las que ya es imposible que se haga sobre
una base contributiva, o que no haya ninguna contribución, puede suponer
lo mismo que con las pensiones no contributivas en un tramo de edad alto.

Pero si por 500 días de cotización se calcula igual que por 10 años,
suprimir indiscriminadamente el alta no me parece la solución más clara,
aunque, evidentemente, todo es discutible y a todo hay que buscarle la
solución mejor, teniendo en cuenta que las viudas forman parte de una
sociedad que tiene unas prioridades y, sobre todo, que tiene unos
recursos escasos, y sobre recursos escasos hay que ponerse de acuerdo
razonablemente para ver qué se prioriza.

Se ha referido usted a que las viudas de menos de 40 y 50 años tienen
dificultad en este momento con el régimen que existe, y que aunque sean
una minoría de viudas a usted, como representante de su Asociación, le
preocupan. A mí me gustaría conocer el asunto con más detalle si es
posible porque, evidentemente, si tienen derecho conforme a la
legislación, habrá que ver si lo que les impide ejercer ese derecho es
una discriminación que no tiene sentido que perviva o si, por el
contrario, es un tema de regímenes especiales, porque sabe usted que la
Seguridad Social es una cosa complejísima.

Respecto al tema de vivienda para viudas solas y con problemas, hay que
buscar una solución. Pero excede el carácter de la condición de viuda,
porque hay mujeres solteras y mujeres casadas que llegadas a una cierta
edad tienen problemas, incapacidades, y hay que ir buscando soluciones en
esta línea. Así se está haciendo no ya sólo desde el Gobierno central
--que es de lo que podemos hablar aquí--, sino también desde las
Comunidades Autónomas en coordinación con los ayuntamientos. Este es un
tema importante en una sociedad en la que la expectativa de vida de las
mujeres aumenta tremendamente --también la de los hombres, pero aumenta
más la de las mujeres--, y puesto que se puede conseguir una vida más
larga, hay que buscar los medios para que la sociedad ayude a las
personas mayores cuando tienen incapacidades, que incluso no tengan que
abandonar el hogar dándoles ayudas alternativas y que no pase lo que
muchas veces ocurre con personas mayores, que las depositan en las
urgencias de los hospitales. Este problema de las personas mayores con
ciertas incapacidades existe en esta sociedad más allá de que sean viudas
o viudos, solteras o casadas, es decir, más allá de cuál sea su condición
civil, pero resuelto de una manera razonable puede dar como resultado que
las condiciones de vida de estas personas mejoren.

En cuanto a las guarderías, ocurre lo mismo. En las guarderías --por
ejemplo, así funcionan en la Comunidad



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de Madrid-- hay prioridades según la situación social de la familia, no
sólo ya por viudedad, porque puede haber personas viudas --con todos los
problemas que esto trae-- que tengan mucha más facilidad para que les
cuiden los niños que a lo mejor personas que integran un hogar de dos
progenitores, trabajan los dos, pero tiene escasos recursos económicos. Y
también se ha hecho referencia aquí al problema de los horarios, de
difícil solución porque hay intereses contrapuestos entre los
profesionales que trabajan en guarderías, en colegios, y las necesidades
de muchas mujeres que están incorporadas al mercado laboral, pues sus
horarios de trabajo no encajan con los horarios de los sitios donde les
cuidan los niños o no encajan con los horarios comerciales; problemas
todos ellos que, desde el punto de vista de esta Comisión, son
importantísimos de resolver, porque con ello se resolvería, además, el
que cualquier persona, pero las mujeres en particular, puedan
compatibilizar su vida profesional con su vida familiar.

Respecto a la ayuda de orfandad, coincido con el pensamiento que usted
nos ha expuesto de que realmente son bajas y que, además, tienen un
problema añadido, y es que cesan a los 18 años. Ello es debido a que
antes, con carácter general, la gente terminaba su formación a los 18
años, pero ahora las trayectorias formativas se han alargado y a eso hay
que buscarle una solución dentro de los escasos recursos que tenemos y de
que hay que ser austeros en el gasto y hay que contener el déficit; hay
que solucionar este problema buscando, a lo mejor, una forma, como decía
antes, discriminada, porque no es igual la situación de todas las viudas,
si bien de los datos que usted nos ha dado se desprende que son una
minoría las viudas que tienen recursos, pues es lógico que si incluso en
situaciones con dos ingresos familiares baja el nivel si uno se reduce,
si encima en la mayoría de los hogares sólo trabajaba una persona, que es
la causante, evidentemente, el nivel de ingresos y de renta baja de una
manera mucho más fuerte.

En cuanto a que a la viuda con dos hijos, al igual que a la familia que
tiene dos, uno de ellos minusválido se le considere como familia
numerosa, ni mi grupo ni yo tenemos una opinión hecha sobre ello, pero
creo que la situación de las viudas más importante a solucionar en este
momento es el de las viudas con más edad, puesto que hay menos viudas y,
además, éstas tienen más recursos para salir adelante, para encontrar un
trabajo, aun admitiendo --porque es un hecho incuestionable-- que las
mujeres tenemos más dificultad para acceder al mercado laboral. Por otro
lado, lo que le quiero decir es que, dado el pacto que hay entre todos
los grupos políticos sobre reforma de la Seguridad Social, no hay ninguna
idea --por lo menos mi Grupo no la tiene-- de echar para atrás todo el
avance y la mejora que se ha ido realizando, con el esfuerzo de todas las
personas de este país, respecto a las pensiones de viudedad, sino todo lo
contrario, la idea sería más asegurar las pensiones que existen en este
momento y, además, buscar soluciones de manera más individualizada y de
forma más discriminada, porque probablemente si se pone todo el esfuerzo
en buscar soluciones más generalizadas no se pueda solucionar nada y, sin
embargo, si discriminamos a lo mejor se pueden solucionar los temas más
importantes. En cualquier caso, insisto, nuestra línea es buscar solución
a todos los problemas que usted nos plantea.

Por otro lado, vuelvo a agradecer su presencia aquí y le comunico que el
Grupo Parlamentario Socialista está abierto, como siempre ha estado, a
tratar con ustedes, como representantes de las viudas de este país, todas
las problemáticas específicas que tengan en cada momento y buscar, dentro
de las necesidades generales del país y de los recursos presupuestarios,
que siempre son escasos, la solución a todos sus problemas.

Nada más y muchas gracias.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Alberdi.

Para contestar a todos los portavoces, tiene la palabra doña Mercedes
García.




La señora PRESIDENTA DE LA CONFEDERACION DE FEDERACIONES Y ASOCIACIONES
DE VIUDAS HISPANIA (García de López Amor): Muchas gracias, señor
Presidente.

En primer lugar, quiero agradecer al representante del Grupo
Parlamentario Catalán en el Senado de Convergència i Unió su
sensibilización ante los problemas que he planteado y espero, como él ha
dicho, que los lleve a su Grupo y que se vayan dando cuenta de que es un
colectivo con reivindicaciones que no suponen pedir una cosa del otro
mundo, son necesidades que están ahí, son familias que tienen a su cargo
hijos --a veces padres-- pequeños o hijos drogadictos, con muchos
problemas a los que tienen que hacer frente en solitario. Por esto
agradezco la sensibilidad del representante del Grupo Parlamentario
Catalán en el Senado de Convergència i Unió y le agradezco que transmita
todos estos problemas que he planteado a su Grupo, de los que, por otra
parte, ya tienen conocimiento. Tenemos buenas palabras de que van a hacer
todo lo posible, aunque buenas palabras tenemos de todos; vamos a ver si
se llevan a efecto, si entre todos logramos que estas mujeres puedan
tener una vida digna puesto que hasta ahora, con esas pensiones, no
pueden vivir dignamente. Muchas gracias.

Ahora voy a contestar a la representante del Grupo Parlamentario Popular.

Respecto a las pensiones, vuelvo a insistir en que son unas pensiones
totalmente indignas, tan indignas, que hace unos años la Comunidad
Europea consideró a las viudas como las pobres más pobres de Europa;
quiere decir eso que no es que lo diga la Confederación de Viudas, sino
que hasta la Comunidad Europea se percata --a pesar de que en otros
países de nuestro entorno las pensiones son un poquito más altas-- de las
necesidades que tenemos. La subida de pensión tomando como cómputo el 45
por ciento me parece una injusticia total, porque, ¿es que el marido
consume el 55 por ciento?
Respecto a cuánto tiempo se tarda en percibir la pensión, hasta ahora se
tardaba medio año y a veces casi un año, pero en la actualidad se ha
agilizado y, dependiendo de las Autonomías, vienen a tardar tres meses,
un mes en algunas, en otras siete meses, pero se ha agilizado y ha
mejorado. Las viudas, ni menores ni mayores, no tienen desgravación



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fiscal. Tenemos que hacer nuestra aportación fiscal con nuestras mínimas
pensiones. No hay ninguna medida que nos pueda librar de esto. Se le ha
pedido al delegado de Hacienda, pero hay un vacío legal. No pueden
rebajarlo. Yo pienso que deberían rebajarlo, por lo menos, a las viudas
mayores de 65 años.

Con las pensiones, si no tienen trabajo, las mujeres jóvenes y mayores no
pueden vivir. Se supone que un porcentaje bastante alto de mujeres
mayores de 65 años necesita ayuda de terceros. Con esas cincuenta y una
mil y pico pesetas que cobra, ¿cómo puede pagar a una persona que le
ayude? Existen las ayudas del hogar, pero es escasa porque son mujeres
que viven solas, que es un peligro que vayan al baño, que se levanten del
sillón, por lo que necesitan constantemente a una persona. De alguna
manera, se tendría que subir la pensión o concederles una ayuda para que
puedan pagar a alguien que les ayude en la vida diaria. Muchas viven
solas, no tienen familia y, si la tienen, los hijos trabajan. Por ello,
también pedimos unas guarderías de día, donde los hijos puedan dejar a
sus madres mientras cubren su horario laboral.

En cuanto a los medicamentos, parece ser que hasta ahora a las viudas
mayores no les han quitado la gratuidad. A veces --en eso estoy de
acuerdo, aunque pida esto--, muchas personas, sobre todo mayores, están
pensando todo el día en el médico. Para eso nuestra Asociación es
fenomenal. Las viudas llegan deprimidas, diciéndonos que les duele aquí o
allá. Al entrar en la Asociación, van con sus pastillas y al tomar el
café sacan doce. Al mes de estar en la Asociación, se quedan en ocho y a
los tres meses no toman ninguna pastilla. (Risas.) Eso lo tenía que tener
en cuenta la Seguridad Social, porque le estamos ahorrando un dinero
tremendo. Además, nuestra Asociación lleva a cabo un gran trabajo. Los
psicólogos nos las mandan y les dicen que vayan a la Confederación de
Viudas. Un psicólogo nos contaba una anécdota de una viuda que le tenía
harto, porque ya no sabía qué mandarle. Era de las de «me duele aquí»,
«me duele allá». Entonces, le dijo que se hiciese de la Asociación de
Viudas. Ella le dijo que ya lo era. El psicólogo le dijo: entonces, no va
usted, porque si fuera allí, no vendría aquí. Esto es interesante.

Para los hijos también es interesante. Para ellos es una tranquilidad
tremenda que la madre esté en nuestra Asociación. Sabe dónde está, sabe
que en nuestra Asociación encuentra acogida, escuchamos sus dolores, sus
preocupaciones, que la mayoría de las veces son ficticias, pero te las
dice y se queda nueva. Creo que la Seguridad Social aquí tendría que
percatarse de la labor que estamos realizando.

La Conferencia de Pekín. Esta Conferencia va a hablar mucho de la mujer,
pero tengo mis dudas de que lo haga de las viudas. Siempre se habla de
familias monoparentales, pero no de viudas. Hasta ahora, las viudas, como
he dicho antes, éramos desconocidas como grupo, a pesar de que es un
colectivo muy numeroso. Nosotras vamos a estar en Pekín. Hemos asistido a
reuniones, como asistimos a todas las reuniones que traten de problemas
de la mujer. Hemos mandado un fax a Nueva York y hemos recibido la
contestación de que nos tendrá en cuenta. Hemos presentado nuestros
problemas. No sé si podremos ir a Pekín, porque carecemos de medios
económicos. Son viajes carísimos y nuestra Confederación no tiene dinero
para cubrir esos gastos. Con las pensiones que cobran, ¿cómo vamos a
cobrar una cuota a las asociadas? Las que pueden, pagan. A veces alguna
asociada con patrimonio y una buena pensión pasa su pensión a otra viuda
que no tiene. Esas pagan, pero les aseguro que más del 40 por ciento no
paga ni se lo podemos reclamar, porque de esas pensiones no puedes quitar
ni mil pesetas, que es lo que se paga al año.

En cuanto a los dos hijos para que nos consideren familia numerosa, yo he
pedido que nos consideren con dos hijos porque antes lo estábamos con
tres. Al pasar ahora las familias completas a ser familias numerosas con
tres hijos, pienso que nosotras tendríamos que serlo con dos, porque en
ciertas cosas hay unas rebajas que podrían paliar un poco la pensión tan
baja.

Creo que ya he contestado al Grupo Parlamentario Popular. Le vuelvo a dar
las gracias. De todas maneras, a todos os digo que esto que he dicho lo
toméis muy en cuenta, que lo llevéis a todos los parlamentarios, que lo
mandéis a provincias, porque nosotros tenemos una Confederación en cada
Autonomía. No solamente la tenemos en la provincia, en la Comunidad
Autónoma, sino en numerosísimos pueblos de Extremadura o de Alicante. Me
parece que en Extremadura, por ejemplo, hay 62 pueblos con asociaciones
de viudas y, generalmente, se están creando más porque las viudas
encuentran apoyo, acogida, se enteran de las cosas y se sienten más
seguras, que es otra de las cosas que le ocurre a la mujer al quedarse
viuda. Tiene una inseguridad total, no sabe por dónde andar y en la
Asociación se encuentra más segura. Por tanto, os agradezco vuestro
interés. Sé que todos lo tenéis y que vais a hacer lo posible por
resolvernos los problemas que tenemos. A todos, en general, os doy las
gracias por haberme escuchado, por haber tomado conciencia de nuestros
problemas y espero que los trasladéis a donde sea pertinente para que
esto mejore.

Tengo que reconocer que los trabajos a los que acceden las viudas son, en
su mayoría, precarios y mal pagados. Se pedían los horarios continuados
de las guarderías porque muchas dejan a un niño de 12 años cuidando de
los más pequeños y ellas se van de noche a trabajar, porque creen que
dejándolos dormidos se quedan más tranquilos, a pesar de la preocupación
que tienen. Una viuda decía que creía que era una mala madre, pero que si
no iba a trabajar esa noche, no tenía que darles de comer mañana. Esta
pobre mujer tenía una preocupación tremenda, pero no le quedaba más
remedio que ir a trabajar a un hospital. Otras cuidan enfermos, porque la
noche la pagan muy bien. Es el momento en que pueden dejar a sus hijos
pequeños dormidos al cuidado del mayor, porque creen que hay menos
peligro.

También me ha preguntado por el requisito de alta. Si no está dada de
alta en el momento de fallecer el marido, aunque haya cotizado los 500
días en los cinco últimos años, no cobra pensión. Ahora tenemos un caso
de una viuda de Leganés cuyo marido se puso enfermo y dejó de cotizar en
la Seguridad Social porque no le llegaba el dinero. El marido ha muerto,
no está dada de alta y no cobra pensión ni orfandad y tiene dos hijos,
uno de 12 y otro de 14 años. No cobrará ni la pensión ni la orfandad si
no liquida



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antes con la Seguridad Social la deuda que tiene, que son 800.000
pesetas. La familia no puede ayudarle porque son económicamente débiles.

Les van a echar del piso. ¿No habría manera de que la Seguridad Social le
fuera descontando, por ejemplo, 25.000 pesetas? Aunque tardaría mucho en
pagar. Ha encontrado un trabajo de cuatro horas, pero con eso no puede
mantener su casa ni alimentar a sus hijos. Por eso es por lo que pedimos
que se suprima el requisito de alta. Además, está suprimido en el entorno
europeo.

Está suprimido para la jubilación y la invalidez, luego pienso que es un
agravio comparativo el que para las viudas no se haya suprimido. Creo que
esto es importantísimo porque a estas mujeres, la mayoría de las cuales
dejan de pagar porque los medios no les llegan, de una forma graciable,
por una vez, les deberían dar una cantidad para ir pagando poco a poco
esa deuda que tienen porque, si no, nunca van a cobrar pensión ya que no
van a poder pagar esas ochocientas mil pesetas habiendo cotizado a la
Seguridad Social. Creo que el requisito de alta se debe suprimir.

Tiene razón en que las viviendas deben ser para todas las mujeres. Yo
aquí represento a las viudas, pero tengan en cuenta que las viudas somos
amas de casa, tenemos cargas familiares, tenemos todos los aditamentos de
la familia completa, más la viudez y la pensión escasísima. Luego, cuando
pido, lo hago para todas las viudas en general, no solamente para las de
nuestras asociaciones, sino para todas las mujeres. Lo que pueda
beneficiar a otras mujeres también entra en mis peticiones.

La ayuda por la orfandad la quitan a los 18 años, cuando más se necesita
por lo que he explicado antes y, sobre todo, porque hay familias, por
ejemplo, con cuatro hijos con edades de 14, 16 y 18 años y en tres años
le quitan a esa mujer sesenta y tantas mil pesetas, cuando más lo
necesita. Nosotros pedimos que se prolongue --ya no me atrevo a pedir
años-- por lo menos hasta el primer empleo.

Agradezco la intervención de la Senadora de Izquierda Unidad Iniciativa
per Catalunya porque ha pedido la subida de pensiones, ha mirado los
sueldos de las viudas y está apoyando a colectivos tan marginados como el
nuestro.

A la señora Alberdi quiero contestarle que, según los datos de 1991, que
son los últimos que tenemos, mujeres viudas menores de 45 años hay
64.074; entre 45 y 65 años hay 435.069; y las mayores de 65 años son
1.442.030.

Muchas gracias, señora Presidenta.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña Mercedes García.

Abusando de su amabilidad, vamos a pedirle todos esos datos para que
puedan ser repartidos entre todos los miembros de esta Comisión.

En esta Comisión estamos convencidos de la ventaja de estar asociados,
por la solidaridad, por el apoyo mutuo, por el afianzamiento. Tenga usted
la seguridad de que sus palabras no han caído en saco roto, que aquí
están los hombres y mujeres que legislan y que tendremos en cuenta todo
su esfuerzo y todo lo que nos ha transmitido a la hora de tomar
decisiones en el Parlamento.

Muchas gracias.

Vamos a suspender tres minutos para reanudar la sesión con la siguiente
comparecencia. (Pausa.)



La señora PRESIDENTA: Señorías, se reanuda la sesión.




--COMPARECENCIA DE LA PRESIDENTA DE LA CONFEDERACION ESPAÑOLA DE
ORGANIZACIONES DE AMAS DE CASA PARA EXPONER LOS PROBLEMAS DE LOS MIEMBROS
DE LA CITADA FEDERACION ASI COMO DE SUS PROPUESTAS DE RESOLUCION A LOS
MISMOS.(S. 715/000045.) (C. D. 219/000369.)



La señora PRESIDENTA: La segunda comparecencia prevista para la sesión
del día de hoy es la de doña Juana María González Cavada de Cuenca,
Presidenta de la Confederación de Asociaciones de Amas de Casa. Creemos
que, al igual que el colectivo que representa la Presidenta de la
Confederación de Viudas Hispania, hay otro muy amplio cuyas opiniones nos
ayudarán también a la hora de legislar, a la hora de hacer proposiciones
y acercarnos de un modo directo a través de sus representantes y del
trabajo que llevan realizado durante muchos años con respecto a las
mujeres que a sí mismas se declaran amas de casa. Le damos la bienvenida
y esperamos sus palabras.

Tiene la palabra la señora González.




La señora PRESIDENTA DE LA CONFEDERACION ESPAÑOLA DE ORGANIZACIONES DE
AMAS DE CASA (González Cavada de Cuenca): Muchas gracias, señora
Presidenta. Quiero saludar a todas las señorías que tienen la atención de
venir a escucharnos.

Voy a hacer brevemente una pequeña presentación de la Confederación
Española de Asociaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios.

Llevamos 25 años caminando; estamos implantadas en 48 provincias, en
Ceuta y Melilla; en 1.180 Delegaciones locales y, por supuesto, en las 17
Autonomías. Formamos un colectivo de cerca de 400.000 mujeres, e
internacionalmente estamos en la Federación Europea denominada Mujeres
Activas en el Hogar --se conoce que otras son pasivas--, que es el nombre
que ellas tienen y nosotras ostentamos también, y en una Confederación
Iberoamericana de Mujeres Amas de Casa, Consumidores y Usuarios.

Dicho esto, les agradezco que nos hayan invitado --y que por fin haya
podido venir, después de tantas vicisitudes--, tanto a mi predecesora en
el uso de la palabra, mi amiga Mercedes, como a mí misma, porque parece
que somos un sector social un poco olvidado --es una realidad social
tremenda--, y la mujer ama de casa me parece que es como la salud, que se
tiene y no se aprecia, y sólo se da cuenta uno de lo que pasa cuando
falta --es una pequeña ironía que me van a permitir--. Brevemente, les
vuelvo a dar las gracias porque, de verdad, es un honor y una
satisfacción estar con ustedes para hablar de la situación general de las
mujeres amas de casa españolas.




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Señorías, me congratulo por el hecho de encontrarme hoy aquí para hacer
oír la voz de aquellas mujeres que, siendo muchas, carecen de cauces
adecuados para manifestar sus inquietudes y presentar sus justas demandas
en cuanto a ciudadanas de un país, España, que se está abriendo cada vez
más a la participación de las organizaciones sociales en la vida pública.

En mi calidad de Presidenta de la Confederación Española de
Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios, puedo hablar de
cerca de esas 400.000 mujeres que en la mayor parte del territorio
nacional se agrupan para apoyarse, detectar problemas y buscar
soluciones. No me arrogo la representación total porque, por suerte,
existen otras organizaciones de índole similar, si bien con menor
implantación, y porque el colectivo de mujeres inactivas amas de casa de
España se cifra en estos momentos en unos 6 millones largos de mujeres.

(Fuente: «La Mujer en Cifras», Ministerio de Asuntos Sociales. Instituto
de la Mujer, año 1994.)
Ahora bien, nuestra organización cuenta con una veteranía de 25 años,
durante los cuales nos hemos ido adaptando a las nuevas demandas que los
acelerados cambios sociales producido en nuestro país han exigido de
nosotras y de nuestras mujeres. Por ello, me atrevería a decir que no
debe haber mucha diferencia entre nuestras aspiraciones y las del resto
de las mujeres no asociadas.

En primer lugar, deseo aclarar que no hay fuentes de información
sistematizadas a donde acudir para aportar datos específicos sobre este
grupo de ciudadanas. En el seno del Consejo Económico y Social, alto
organismo consultivo al que tengo el honor de pertenecer como Consejera,
hemos hecho notar que el tema de la mujer en su conjunto ha sido
estudiado de forma tangencial y que para un trabajo serio era necesario
una sistematización de las fuentes y de los criterios de información. Es
decir, de las mujeres se habla mucho, es un tema que preocupa, sobre todo
en períodos electorales --y no es por señalar--, pero que requiere a
partir de ahora un enfoque propio hasta que se consiga de forma real lo
que la Constitución recoge en su artículo 14: «Los españoles son iguales
ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social.» Con respecto a las mujeres trabajadoras
fuera de casa --lo que en la terminología económica se llama «activas»,
aunque estén en paro-- es posible hacer una radiografía bastante correcta
recurriendo a las encuestas de la EPA (Encuesta de Población Activa), al
Inem y a otras fuentes sindicales. Por el contrario, respecto de las
mujeres mal llamadas «inactivas», tan sólo por exclusión se puede saber
algo en cuanto a su número, su nivel educativo, sus edades, etcétera. El
Instituto de la Mujer también ha hecho grandes y meritorios esfuerzos en
este tema, y para corroborarlo está la serie de publicaciones «La Mujer
en Cifras». Asimismo, dos mujeres del mundo de la docencia se han
aproximado al tema reconociendo la enorme dificultad que ello les ha
supuesto; me refiero a la catedrática de Sociología doña Angeles Durán,
con sus publicaciones tituladas: «La Jornada interminable» y «De puertas
para adentro»; y a la profesora de Teoría Económica doña Cristina
Carrasco, sobre «Valoración del trabajo doméstico». Por último --y que
nosotros conozcamos--, la Cooperativa de Consumo Eroski, con la que
trabajamos muchas veces, realizó un estudio sobre el ama de casa hoy en
el año 1992, que también es una aproximación sociológica al tema que nos
ocupa.

¿Pero qué es un ama de casa? Es, y perdonen sus señorías la licencia del
lenguaje, lo que se ha dado en llamar una «maruja» o una «maría», ¿sí o
no? Si conseguimos definir su figura, creo que todos nos entenderemos
mejor: mujer que, con independencia de su situación económica o nivel
cultural, se dedica a las tareas de gestión de la empresa familiar para
que los miembros de la misma puedan desarrollar sus capacidades y
actividades.

Las características generales de todo el grupo, luego veremos por encima
las diferencias, es la de trabajar sin percibir a cambio remuneración
económica y la de carecer de un estatuto legal que ampare su función,
tanto con respecto a sí misma, sus necesidades y demandas, como con
respecto a la empresa en que desarrolla su actividad de no activa, perdón
señorías, pero es que es así.

Las diferencias, como en cualquier otro grupo social del que se hable
genéricamente, jóvenes, ancianos, funcionarios, etcétera, se basan a
nuestro parecer en al menos cuatro circunstancias. Primera, nivel
educativo de la propia mujer; segunda, nivel económico de la empresa
familiar; tercera, edad de la gerente familiar, y cuarta, hábitat de
residencia, rural o urbana.

Situación educacional. En la única que podemos hacer una aproximación por
edades es de la primera de las características diferenciales apuntadas,
los niveles educativos. Así, de acuerdo con la reciente publicación «La
mujer en cifras», del mencionado Instituto de la Mujer, en 1994, la
población femenina española era en 1992 de 16.110.300, de las cuales el
60,45 por ciento, o sea, 9.738.000 mujeres, se reparten entre
analfabetas, 6,93; sin estudios, el 17 por ciento, y con estudios
primarios, el 36,52 por ciento; siete puntos por debajo de los hombres en
esos niveles mínimos de instrucción. Si tenemos en cuenta que la
población inactiva femenina asciende a 10.565.100, datos de 1992, y que
la activa, ocupadas más paradas, es de 5.545.200, y si cruzáramos esos
datos con los de población activa femenina por grupos de edad, es más que
probable que encontrásemos que las mujeres amas de casa están en el tramo
de edad entre los 40 y más años y que, a su vez, acumulan el menor índice
educativo entre las mujeres. Conclusión: el nivel medio educativo de la
mujer ama de casa es bastante bajo, salvando el extremo de las mujeres
tituladas medias y superiores que, siendo minoría, están mejor situadas
en las tasas de actividad.

Resumiendo, señorías, las amas de casa españolas en su mayoría son
mujeres de más de 40 años que por circunstancias sociales, culturales y
políticas tienen un nivel de instrucción bajo. Esta mujer ha hecho y hace
frente a las situaciones de cambio vivido en nuestro país, a pesar del
escaso bagaje intelectual con que se la preparó para sus funciones en la
vida familiar y social.

Señorías, se habla mucho del sentido común o de la intuición de las
mujeres, pero nosotras reivindicamos educación,



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instrucción, puesta al día, porque las cualidades antes citadas no dejan
de ser los sucedáneos que nos hemos tenido que buscar para suplir lo que
nos corresponde en justicia y se nos ha negado en tiempos no tan
pretéritos.

Nivel económico de la empresa familiar. No se puede hablar de las
necesidades del ama de casa en general, porque esas necesidades vienen
determinadas en términos generales, excepto por lo que se refiere a un
estatuto jurídico general, por el nivel de recursos que la familia posee.

Bien es sabido que una gran parte de los matrimonios españoles se rigen
por el sistema de bienes gananciales, pero en la práctica diaria eso es
papel mojado. Si ese sistema recogido por nuestro Código Civil se
reflejara en la declaración de la renta, en las pensiones de viudedad, en
la titularidad de la Seguridad Social, menos situaciones arbitrarias e
injustas, aunque conforme a derecho, se darían.

La mujer ama de casa dispone únicamente, y como administradora, de parte
de la renta del marido, la que éste le da. Está claro que, a menor renta,
menor cuantía. Una mayoría de ellas creemos que pertenecen --porque la
falta de datos cuantitativos nos obligan a trabajar con sentido común-- a
la clase media y baja trabajadora, en las cuales las situaciones de
infortunio se agravan. Nos referimos al paro, la vivienda, el divorcio,
la invalidez, bien del marido o de ella misma. Son las mujeres del grupo
mayor de los que perciben prestaciones de jubilación e invalidez en el
nivel no contributivo o asistencial porque, señorías, no fueron educadas
para trabajar fuera de casa, sino en ella y, o bien se las recicla y
crean puestos de trabajo para esos millones de mujeres, o se les da lo
que en justicia les corresponde porque ellas han cumplido y cumplen con
la función que la sociedad les encomendó en su momento.

Puede que seamos una escala a extinguir, usando la terminología
funcionarial, pero en tanto no nos extingamos o nuestra tarea sea
admitida por igual por la pareja o miembros adultos de la familia,
exigimos la consideración legal de personas de primera y única categoría.

Pedimos que se estudien las necesidades reales en función de la situación
económica. No es una petición utópica en un mundo informatizado y
tecnificado. No nos olvidemos de las que pertenecen a clases sociales
mejor situadas. Para ellas serían de aplicación cuantas mejoras podamos
conseguir en el terreno legal, educacional y de incorporación al trabajo.

La tercera circunstancia o variable es la que diferencia al colectivo de
amas de casa por edad. La mayoría se encuentran entre las mujeres mayores
de 45 años, dato estimativo a partir de las tasas de actividad y empleo
de la EPA, y con bajo nivel de estudios, como más arriba apuntaba, muchas
de las cuales no van a poder y otras no van a querer incorporarse a la
vida laboral. Por ello, el riesgo de segregación o exclusión social de
estas mujeres es alto, porque hoy día el reconocimiento social de los
individuos viene por la vía del trabajo remunerado. Señorías, ¿se
imaginan el susto del excelentísimo señor Ministro de Economía si todas
--menos, claro está, las mayores de 65 años-- nos apuntásemos en el INEM
como demandantes de empleo? ¿Y por qué no habríamos de hacerlo? Porque
tenemos sentido común y sabemos que no nos va a dar trabajo nadie y que
nadie va a hacer el trabajo de nuestras casas, salvo, claro está, otras
mujeres aún menos cualificadas a las que ocuparíamos en el trabajo
sumergido de las asistentas.

Así pues, quedamos en que esa mayoría de mujeres de 45 años en adelante
van a seguir siendo mujeres amas de casa y a padecer el paro de maridos e
hijos, el síndrome del nido vacío, la depresión del ama de casa, el
famoso DAC, y una larga lista de penurias a cambio de nada. Esta es la
escala a extinguir para la que pedimos reconocimiento de hecho y de
derecho, porque la época de los juegos florales y la oda a la madre nos
parece que está superada.

El otro grupo de amas de casa es el que corresponde al tramo de edad
entre 27 años, edad media para formar pareja, y 45. Pero suponemos, por
los datos que manejamos, que éste es bastante menor porque ahí se
encuentran la mayoría de los 4.051.000 ocupadas y 1.494.000 paradas,
datos de la EPA del cuarto trimestre de 1992. Entre el millón y medio de
paradas hay 200.000 mayores de 35 años, que son paradas de larga duración
al llevar más de dos años buscando trabajo y ejerciendo, mientras tanto,
de amas de casa inactivas, pero de activas paradas. ¿A que parece un
trabalenguas, señorías?
Este grupo de mujeres se diferencia del anterior porque su mentalidad es
diferente. Ellas sí quieren trabajar fuera, aunque ello les suponga la
doble jornada. El papel de amas de casa, si bien lo viven como
importante, no es su papel único y exclusivo, sino algo asumido por su
condición de mujeres y que esperan no se repita con sus hijas. Estas
mujeres necesitarán reciclarse cuanto termine el período de crianza de
los hijos y algún tipo de compensación por los años dedicados a la
familia de cara a las cotizaciones para la Seguridad Social. Y éste es el
gran tema, señorías, la Seguridad Social. ¿Cómo puede ser que esos años
de trabajo en la familia no tengan reconocimiento propio a efectos de
incapacidad transitoria o definitiva, jubilación, ayuda familiar,
etcétera, y sólo sean beneficiarias de la cartilla del marido? ¿No
quedamos en que hay un régimen de gananciales? ¿No se ahorra el Estado en
guarderías, comedores, atenciones a enfermos, cuidados de los ancianos, o
de la Tercera Edad, unas cuantiosas sumas? ¿Cuáles serían las cifras del
PIB si se cuantificaran esas tareas? Se da la paradoja de que una mujer
divorciada, es decir, sin ningún vínculo legal con la persona antes
marido, conserva su tarjeta sanitaria, suponemos que por los derechos
adquiridos durante el matrimonio ya inexistente. ¿Y no hay otros derechos
a conservar? En absoluto pretendemos defender la indisolubilidad del
vínculo civil, pero sí que se perfeccione la Ley del Divorcio para que no
siga perjudicando a lo que en Europa llamamos las nuevas pobres, que son
las mujeres amas de casa de hogares monoparentales.

Pensaba hacer un pequeño recorrido sobre las tareas de la mujer ama de
casa pero, a poco que sus señorías piensen, esa enumeración está de más,
sobre todo, por supuesto, en las mujeres. Todos esos trabajos están
valorados, en términos de mercado, en unas 130.000 pesetas y se realizan
según el número de miembros de la familia, edades, situaciones de salud,
etcétera, con una jornada media de más de 12 horas diarias sin descansos
ni vacaciones. Son más de 33 las actividades desarrolladas dentro del
núcleo



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familiar para las que, por lo general, tenemos escasas ayudas y que si se
contabilizaran en el PIB supondrían el 12 por ciento; en pesetas, cerca
de unos seis billones.

A pesar de este horario laboral y de esta multiplicidad de tareas, aún
tenemos tiempo para participar en numerosos foros sin complejos, porque
en la actualidad nuestro perfil es, por supuesto, notablemente diferente
que el de hace 15 ó 20 años. Buena prueba de ello es la aprobación por el
Parlamento Europeo, el día 25 de junio del año 1993, de una propuesta de
resolución de la Comisión de Derechos de la Mujer sobre la evaluación del
trabajo femenino no asalariado, en la cual se recogen muchas de nuestra
aspiraciones.

Por último, y en cuanto a las diferencias del grupo, está el lugar de
residencia. España ya no es un país rural, pero aún hay muchos pueblos
--muchísimos; creo que en total hay unos 8.000 y pico municipios-- y
muchas pequeñas ciudades donde las oportunidades para la mujer son
menores. En estos núcleos de población es donde nuestra Confederación
está más y mejor implantada, porque ofrecemos a las mujeres la
posibilidad de romper con el aislamiento que su tarea le obliga o porque
no se paga por ello, que es lo mismo; y hoy en día --perdonen que me
repita-- sólo se valora el trabajo remunerado. El ama de casa está
desmoralizada, es objeto de risas, motes --insisto: «marujas», «marías»--
por parte de toda clase de personas --no piensen que sólo por parte de
los machistas, sino por intelectuales; tenemos una lista muy completa de
dónde nos mencionan despectivamente--, manipulaciones publicitarias,
utilizaciones electoralistas. Se le ofrece de todo, menos respeto y
derechos sociales.

No hay país que pueda permitirse el lujo de desaprovechar más de 6
millones de ciudadanos que podrían participar en la vida social y
política a través de asociaciones, de partidos políticos, de
representación institucional en municipios y Comunidades Autónomas. La
mujer ama de casa es una magnífica gestora, hasta el punto de que la
crisis económica española se está administrando sin graves situaciones
sociales gracias al apoyo de la familia, donde la mujer juega su papel
para poder llegar a fin de mes, aunque cada vez tenga que hacer el
milagro de la Virgen de Fátima. Aprovechemos, pues, esos recursos humanos
y hagámosla participar en la vida de su comunidad, pero dándole a cambio
el reconocimiento del que ahora carece. Todo ello tiene que pasar porque
su valoración personal aumente, y lo hará en la medida en que se recojan
sus reivindicaciones en un estatuto social, que ya tenemos elaborado a
escala europea. En este punto, hay que hablar de intervención de la
corresponsabilidad de tareas de la mujer que, biológicamente, sólo tiene
dos innegables: la gestación y la lactancia. Esta última, hasta hace bien
poco, estaba siendo sustituida por lactancia artificial, pero ya son
muchas las voces de expertos que se alzan en defensa de la lactancia
materna como fuente de salud para el niño. Ello supone que, si la mujer
opta por ello, ve prolongada su permanencia en el hogar por varios meses
más y otra vez se ve abocada a una difícil elección: en primer lugar, ser
o no madre, y, en segundo lugar, cómo criar a sus hijos. ¿Qué relación
podemos establecer entre expectativas laborales e índice de natalidad?
¿Cuál es el número de hijos que el país necesita para un desarrollo
demográfico equilibrado? ¿Quién asumirá la responsabilidad última de
aumentar la natalidad? ¿Las mujeres? ¿A qué precio? Sólo una labor
educativa en la corresponsabilidad de tareas permitirá que las actuales
amas de casa puedan ser miembros liberados, en parte, de sus tareas, para
dedicar sus esfuerzos a su realización personal íntegra, y que las
futuras mujeres puedan, si quieren, elegir ser amas de casa durante un
período de tiempo sin que su futuro laboral peligre al carecer de
continuidad en el mercado de trabajo.

La mujer joven tiene grandes expectativas; en muchos casos, se está
preparando más y mejor que los hombres, pero sigue condicionada si no
favorecemos los cambios sociales necesarios y a la misma velocidad que se
van produciendo los cambios en la mentalidad y aspiraciones de las
propias mujeres.

Por último, señorías, como ustedes bien saben, esta comparecencia se ha
visto aplazada por causas ajenas a esta Cámara. En este espacio de tiempo
ya ha sido de dominio público el borrador del documento que se aprobará,
previa discusión, en la IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres, que
tendrá lugar en Pekín el próximo mes de septiembre. Este documento emana
directamente de la Resolución 3810 del informe sobre el XXXVIII período
de sesiones de la Comisión de la Convención Jurídica y Social de la
Mujer. En dicha resolución de la ONU, a través de su Comisión, observamos
con agrado que también se recogen casi todas nuestras propuestas en los
siguientes apartados de dicho documento, que podría enumerarlos --me
parece que son 13 ó 14--, pero no les quiero cansar. Es una gran
satisfacción, porque precisamente por lo que hemos estado luchando desde
tiempo inmemorial se está recogiendo en los grandes foros. Ahora lo
llevan las mujeres, pero en otros foros internacionales, en los que
también participan hombres, el verdadero problema que se plantea a
hombres y mujeres es quién va a trabajar en el hogar.

Muchas gracias por su atención, señorías.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña Juana María González, por su
intervención.

A continuación, voy a conceder la palabra a los portavoces de los
distintos grupos.

Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la
palabra su portavoz, doña Presentación Urán González.




La señora URAN GONZALEZ: Gracias, señora presidenta.

En primer lugar, quiero agradecer la comparecencia de doña Juana María
González y la información que nos ha transmitido.

Quiero plantearle que, en principio, esta organización política a la que
pertenezco lleva muchos años luchando para que se dé el valor que se
merecen, no sólo a las mujeres que participan en la vida social, sino a
las propias amas de casa, porque, entre otras cosas, nosotras no
parcializamos la defensa de los derechos de las mujeres, sino que los
defendemos en general. Nos da lo mismo que una mujer



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sea ama de casa, trabajadora fuera del hogar, una pensionista o una
jubilada. Consideramos que todas las mujeres padecemos una determinada
discriminación y, por tanto, todas tenemos el derecho a reivindicar la no
discriminación y la participación.

Llevamos muchos años trabajando en estos temas, intentando que las
mujeres amas de casa, que en el tramo mayor, que son las que tienen 45
años o más, no lo son por opción --usted misma lo ha reflejado--, sino
por cultura, queremos que se revaloricen y que se revaloricen a sí
mismas. Estamos cansadas de decir que, precisamente, las amas de casa, a
pesar de su bajo nivel cultural --es cierto que esto se da en la mayoría
de ellas y, sobre todo, en ese tramo de edad--, son economistas,
enfermeras, educadoras, cuidadoras y ejercen todas las ramas
profesionales que nos podamos imaginar en esta sociedad, porque,
precisamente, están gobernando un hogar. Pero a partir de ahí, nosotras
somos partidarias de concienciar y sensibilizar a las mujeres amas de
casa con importantes deficiencias, para que puedan acceder --en estos
momentos no es que sean muchos los recursos que se tienen, pero sí que se
han puesto en marcha algunos-- a un entorno totalmente diferente, que no
sea sólo y exclusivamente el del hogar. Precisamente porque nosotras
también hemos estudiado en muchísimas ocasiones el síndrome del «nido
vacío» y lo que repercute en la salud de las propias mujeres.

Existen escuelas permanentes de adulto que, a pesar de que se hicieron
para todos los adultos, fundamentalmente son utilizadas --me alegro-- por
mujeres y, sobre todo, en los tramos de alfabetización, mujeres mayores,
mujeres a las que se les han abierto unas expectativas que no habían
contemplado nunca y que en ese tramo, debido a su edad, prácticamente no
se plantean el poder incorporarse al mercado laboral. Pero otras mujeres
más jóvenes están acudiendo a los cursos prelaborales, incluso, de
formación laboral que, dentro de esas escuelas de adultos, se están
practicando en muchos sitios. El esfuerzo es todavía escaso; hay que
incidir muchísimo más en todos estos temas y yo creo que, en estos
momentos, lo más importante es el esfuerzo que debemos de hacer todas las
mujeres para que las que decidan ser amas de casa lo hagan por sí mismas.

Es evidente que hay que compartir las labores domésticas y que la mujer
no debe quedarse metida en casa, pero todas las mujeres son libres de
decidir qué es lo que quieren libremente; que tengan la oportunidad de
opción, pero que no se queden en casa porque se haya venido haciendo así
tradicionalmente. Creo que en eso hemos avanzado bastante. La gran
mayoría de las mujeres jóvenes tiene como meta el compaginar el trabajo
doméstico o la crianza de los hijos con el trabajo fuera del hogar. Donde
yo creo que tenemos que hacer más hincapié es en compartir las
responsabilidades domésticas y en la corresponsabilidad en la crianza de
los hijos, tanto por parte de las mujeres como de los hombres.

Me gustaría que me explicara algunas cuestiones o que indicara hacia
dónde quieren ir. Ha hablado del reconocimiento de la Seguridad Social de
los años dedicados a la familia. ¿Se refiere usted a las mujeres que
están en los tramos de edad que no han podido cotizar nunca a la
Seguridad Social, o a todos los tramos en general, a la situación de las
mujeres en general? Me gustaría que nos dijera hacia dónde o en qué
sentido hablan ustedes de la modificación de la Ley del Divorcio para que
no sea discriminatoria o no pueda perjudicar a las mujeres. ¿Hacia dónde
dirigirían ustedes las modificaciones de la Ley del Divorcio?
Cuando una mujer está ocupando un puesto de trabajo y decide tener un
hijo, la crianza del hijo depende del tiempo en el que se quede en el
hogar. Habría que ver las posibilidades que tenemos desde las Cámaras
para arbitrar el reciclaje para que su incorporación de nuevo al mercado
de trabajo o a su puesto de trabajo no le resulte discriminatorio o le
perjudique a la hora de hacer optar a mejores puestos de trabajo.

Me gustaría, por último, que nos explicara a qué se refiere cuando habla
de reconocimiento de hecho y de derecho. El reconocimiento de hecho lo
tengo claro, pero quiero que nos explique el de derecho.

Por mi parte, nada más. Quiero volver a darle las gracias.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Urán.

Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra su portavoz, doña
María Jesús Sainz.




La señora SAINZ GARCIA: Muchas gracias, señora Presidenta.

Quiero agradecer, en nombre de mi Grupo, la presencia de la Presidenta de
la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, doña Juana
María González.

Nuestro Grupo, como quizá ya sepa, solicitó su presencia porque
consideraba que en esta Comisión de los Derechos de la Mujer no se podía
dejar de escuchar a la Presidenta de un grupo, de un colectivo de mujeres
tan amplio, por no decir, en definitiva, universal porque, de una u otra
manera, todas las mujeres somos amas de casa. También quiero señalar que
nuestro Grupo tiene muy claro que impone, poner sus problemas sobre la
mesa, informarse, formarse como consumidora, relacionarse, etcétera. Creo
que esta labor también ha sido señalada por mi predecesora en el uso de
la palabra. Por tanto, hay que potenciar el asociacionismo con
independencia de las ideologías políticas, de los partidos, de los
períodos electorales; hay que trabajar para la mujer con la mujer ama de
casa, para que ella tenga cauces de participación y expresión, y así
robustecer el tejido social.

Recientemente, el día 17 de octubre de 1994, la excelentísima señora
Ministra de Asuntos Sociales ha dicho en Viena: «El regreso de la mujer a
sus tareas del hogar al modo tradicional es impensable, pues se ha
producido un avance inevitable en este terreno.» Ojalá que esta
afirmación sea una meta a medio plazo que alcancen todas las mujeres de
este país, pero en tanto duren las actuales condiciones económicas, habrá
amas de casa, aunque no se consideren como tales.

¿Por qué no se acepta ese papel? Porque carece de valoración social. No
se aprecia su contribución al bienestar social, a la economía de consumo,
a la adecuación en la



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convivencia, al cuidado de los ancianos, enfermos, niños. Y no se
aprecia, señorías, porque no se cobra por ello; mujeres trabajadoras son
todas, trabajadoras dentro o fuera del hogar, y, por tanto, el ama de
casa es trabajadora. Es más, en muchas ocasiones hemos comentado la
conveniencia de que el Día de la Mujer Trabajadora llevase a continuación
una coma que dijese: trabajadora, fuera o dentro del hogar, porque lo que
no podemos olvidar es el tremendo trabajo y esfuerzo que realiza la mujer
en cualquiera de sus ámbitos.

Es una satisfacción, por otra parte, escuchar su intervención, y se lo
digo desde la sinceridad, porque creo que ha sido una intervención
cargada de realismo, de sentido común, que es el primero de los sentidos,
y además suele decirse que las mujeres tenemos una sobredosis de sentido
común, que es importante. Su intervención ha estado cargada de sentido
común y de voluntad de superación de las diversas dificultades que
afectan a los distintos grupos de mujeres, amas de casa, desde aquellas
que tienen la economía más precaria hasta las que tienen una situación
económica más desahogada y han salido también a trabajar al mundo laboral
activo, que también se cargan con una sobredosis de esfuerzo importante,
y las mujeres que tienen más dificultades o que carecen de una formación
mínima y, por tanto, fundamental. Quiero felicitarle por su trabajo
decidido desde la Asociación para apoyar a un grupo de mujeres muy
importante pero que, por otro lado, por extensión, se refiere a seis
millones de mujeres, cifra que es ya de por sí suficientemente alentadora
para trabajar por este grupo de personas.

Creo que nadie duda de que el Partido Popular siempre ha valorado y ha
considerado el trabajo realizado por el ama de casa. En ocasiones se ha
denominado ese trabajo como «salario sombra» por la importante función
social que cumple. Reconocimiento de un trabajo, por otro lado --como
usted muy bien decía-- sin descanso. Una mujer invierte un horario sin
límites en la educación de los hijos, en la atención de los mayores, en
el cuidado de un hogar. Creemos que cada vez más debe ser tenido en
cuenta y valorado por la sociedad. Reconocemos que el trabajo en el hogar
es de gran importancia para el bienestar del individuo, para la familia,
para la sociedad, para el rendimiento también en el trabajo; es decir,
tanto en esa empresa familiar como en el trabajo fuera del hogar que
realizan una serie de personas --como muy bien ha dicho usted-- porque no
han tenido otra oportunidad, porque no tenían una formación para acceder
a otro tipo de puesto de trabajo, o porque libremente así lo han elegido.

Nuestro Grupo, que considera importante que la mujer pueda integrarse en
términos de igualdad en todos los ámbitos de la vida, empezando por el
terreno laboral, considera que es importante el trabajo que realiza una
mujer y el bien que puede representar para un hogar y para la sociedad
dentro del hogar, y si libremente así lo decide, debe ser respetado,
valorado y considerado socialmente.

Representa, en primer lugar --como aquí se ha apuntado-- un ahorro
importante para el presupuesto del Estado destinado a infraestructuras
sociales como guarderías, comedores escolares, residencias y hasta
incluso trabajos sanitarios. En una Ponencia que se ha creado en el
Congreso de los Diputados sobre la familia, el sociólogo Amando de Miguel
decía precisamente que la mujer representaba la Seguridad Social bis,
porque hay que ver los recursos que ahorra a la Seguridad Social cuando
un paciente, en lugar de estar en un centro sanitario, está en el hogar
porque detrás hay una mujer que puede darle unos cuidados especiales.

Recientemente, en un caso muy cercano que he vivido, se recomendaba a un
enfermo que estuviese en casa porque tendría menos riesgos de contraer
cierto tipo de infección, y el tratamiento lo podría seguir perfectamente
en casa. Eso es posible si detrás hay alguien en el hogar, y ese alguien,
hasta ahora, casi con carácter universal, en España, somos las mujeres.

Por tanto, quiero preguntarle qué le parecería a usted --y de hecho
nuestro Grupo ha presentado algunas resoluciones en el Congreso de los
Diputados-- que en España se iniciase un estudio para la valoración de la
repercusión en el Producto Interior Bruto, en concreto en nuestro país,
del trabajo no remunerado del ama de casa; es decir, la valoración
económica de los bienes y servicios que aporta ese trabajo en el hogar al
Producto Interior Bruto de nuestro país. De la misma manera, nuestro
Grupo está estudiando, considerando y reflexionando acerca de la
posibilidad para articular algún tipo de prestación social para el ama de
casa. Las razones las ha comentado perfectamente, y el interés y la
justicia las avala cuando se solicita. Me gustaría que nos aportara
directamente algunas de las prestaciones que usted consideraría más
importantes y fundamentales para recoger en esa articulación una posible
prestación de la Seguridad Social.

Por otro lado, creo que se ha señalado aquí, y me parece importante
incidir en ello, que hay una parte de mujeres amas de casa que realizan
una actividad profesional y que tienen una serie de problemas. Realizan
parte de su trabajo profesional, un trabajo adicional de muchísimas horas
dentro del hogar y, por tanto, se les presenta una serie de dificultades
para la promoción en su trabajo, para un ascenso en el área laboral y
profesional y para tratar de que se vaya reconduciendo esa doble
responsabilidad o esa responsabilidad compartida en las tareas que hasta
ahora casi en exclusividad está desarrollando la mujer. Me gustaría que
en este sentido nos dijese qué acciones o medidas le pueden parecer más
eficaces para ser impulsadas en ese objetivo último de llegar a la
corresponsabilidad, que ha sido recogido, efectivamente, dentro del
documento que se va a presentar en la Conferencia de Pekín, y que hoy las
mujeres consideramos importante, aunque es necesario todavía que se
realicen una serie de cambios sociales. ¿Qué medias o actuaciones
considera más importantes y, por tanto, más incisivas para conseguir ese
objetivo?
Usted ha dicho --y yo tengo en mi poder el documento-- que existe una
resolución elaborada por la Comisión Europea sobre la evaluación del
trabajo femenino no asalariado. ¿Qué piensa sobre el reconocimiento
profesional de las capacidades --que también se apunta en el documento--
adquiridas en el hogar para facilitar y posibilitar la formación de
determinados servicios sociales comparables al trabajo de familia, como
puede ser el cuidado de los



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niños, de los minusválidos, etcétera? ¿Conoce alguna experiencia en este
terreno o algún país que haya dado ya un paso adelante en esa línea tan
importante?
Por otro lado, pensamos que es necesario dar otro paso adelante en el
reconocimiento de las prestaciones realizadas en el hogar cuando la mujer
se haya incorporado al mundo laboral activo después de una etapa en la
que se ha dedicado al cuidado de la familia y de los hijos en concreto.

¿Qué opina --esto no lo he abordado antes, pero para mí es un motivo
constante de reflexión y a veces uno se mueve en una contradicción--
sobre las jornadas de trabajo a tiempo parcial? ¿Cree que este tipo de
trabajo ayuda a las mujeres amas de casa? Se nos dice que esta situación
permite que la mujer se incorpore al mercado laboral, pero, por otro
lado, cuando una analiza las encuestas que van llegando se encuentra con
que la mujer --la inmensa mayoría-- accede a ellos porque no encuentra
otro tipo de trabajo, porque, de lo contrario, hubiese optado por un
trabajo que le pudiera dar mayores seguridades en el futuro y acceso a un
nivel de remuneración también mejor. Por tanto, me gustaría conocer su
opinión sobre los trabajos a tiempo parcial.

Desde luego comparto totalmente, no sólo por mi deformación --por así
decirlo-- profesional, sino porque es lo esencial y fundamental, la idea
de la necesidad de hacer esfuerzos en el terreno educativo y formativo.

Los datos que usted ha dado, que son absolutamente elocuentes, revelan
que hay mucho todavía por hacer, y ya no solamente pensando en que la
mujer ama de casa vaya o no a integrarse en un trabajo profesional, que
entonces sí sería necesario, como nuestro Grupo lo ha venido solicitando
reiteradamente a través de numerosas resoluciones. Hay que hacer un
esfuerzo importante en la formación profesional para la reinserción de la
mujer en el mundo laboral activo cuando ha dejado abandonado su trabajo o
profesión para dedicarse durante unos años al cuidado de los niños. Hay
unas cifras elocuentes que hablan de la necesidad de un esfuerzo
importante en el terreno de educar y formar a la mujer, pero no solamente
para que pueda acceder a un puesto de trabajo, sino, simplemente, por
autoestima, valoración e integración en el mundo social y cultural, al
que tiene derecho en términos de igualdad y para lo que es necesario
realizar, repito, un esfuerzo. Por eso quisiera saber qué cursos y qué
planteamientos consideraría oportunos que se realizaran en este terreno,
que me parece fundamental, e, insisto, no sólo pensando en que puedan
integrarse en el mundo laboral activo.

Por otro lado --usted lo ha apuntado--, en Europa se habla ya de pobreza
total cuando se hace referencia a ese grupo de mujeres amas de casa que
durante una serie de años han estado cuidando el hogar e incluso ayudando
al marido en el trabajo profesional, y de repente viene la separación o
el divorcio y se encuentran en una crítica situación, con hijos a los que
tienen que seguir educando, dándoles de comer, vestirles y, sin embargo,
en ocasiones esa pensión no llega. Nuestro Grupo ha pedido reiteradas
veces la creación de un fondo de garantía de pensiones. ¿Considera usted
que esto puede ser, si no la solución --tampoco lo cree así nuestro
Grupo--, por lo menos sí una garantía para contar cada mes con el
anticipo de un dinero que el marido posteriormente tiene la obligación de
pasar a la mujer?
Por último --es una cuestión que tampoco se ha abordado, pero que esta
Diputada y mi Grupo consideramos muy importante--, la familia es el
centro fundamental de consumo, por lo que creo que también es fundamental
reconocer también el trabajo de ama de casa en el terreno de los
consumidores. Ustedes han actuado en este campo de una manera muy activa
y en muchas ocasiones, reclamando calidad en una serie de productos y,
por tanto, velando, en última instancia, por el bienestar de la sociedad,
y en otras, en el terreno, incluso, de los contenidos televisivos, donde
creo que ha habido unas respuestas importantes. Me gustaría que hiciese
alguna reflexión por lo que se refiere a esta cuestión, al tiempo que
apuntase qué medidas echa en falta o qué respuestas considera que sería
importante incentivar y obtener de la Administración y que en este
momento no tienen.

Para nuestro Grupo es importante e interesante conocer a través de usted
los problemas reales de las amas de casa y consumidores, y nos gustaría
recibir todas aquellas propuestas de resolución que la Confederación que
usted preside considere oportuno que puedan ser transferidas a las leyes.

Y no dude que nuestro Grupo, de la misma manera que ya ha venido
impulsando otras iniciativas que consideramos beneficiosas para toda la
sociedad y, de una manera importante, para las mujeres, las tendrá muy en
cuenta.

Muchas gracias.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña María Jesús Sainz.

En nombre del Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra su
portavoz, doña Isabel Alberdi.




La señora ALBERDI ALONSO: Gracias, señora Presidenta.

En primer lugar, quiero dar las gracias a la señora González Cavada, en
nombre del Grupo Parlamentario Socialista, por venir a esta Comisión, así
como por la exposición tan interesante que nos ha hecho.

Realmente, su Asociación tiene una implantación a nivel territorial muy
interesante y comparto con usted la importancia de que las mujeres se
asocien, en este caso las mujeres amas de casa o mujeres activas en el
hogar, como usted las ha denominado, haciéndose presentes en la sociedad
y planteando sus reivindicaciones. De su análisis se desprende que,
evidentemente, todas las mujeres somos amas de casa, es decir, todas las
mujeres somos activas en el hogar, lo que ocurre es que con distinta
situación, unas activas en el hogar a tiempo total y otras activas en el
hogar a tiempo parcial, combinando esa actividad familiar y doméstica con
otras actividades externas a dicho ámbito.

Realmente, las claves que usted da para este análisis son las que nos
permiten analizar también al conjunto de las mujeres españolas: nivel
educativo, edad, estatus económico, hábitat rural o hábitat urbano.

Teniendo todas una misma condición genérica de mujeres y una problemática
global, esas claves que usted da para las amas de casa son



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las que permiten determinar que tal grupo o colectivo de mujeres tiene,
aparte de su condición genérica de mujeres, unas cuestiones o situaciones
específicas, esto es, problemáticas sectoriales o por grupos, como antes
refería la Presidenta de la Federación de Asociaciones de Viudas
Hispania, estado civil, o cualquier otro tipo de condicionamiento que
separa de una forma específica la problemática general de otra concreta.

Por tanto, compartimos el análisis que usted hace, pero creemos que la
cuestión que nos ha detallado se deriva de una situación social de las
mujeres en nuestro país --aunque también en otros muchos-- diferente de
la que tenemos en estos momentos y de la que aspiramos a tener lo más
rápidamente posible o en el futuro más cercano. Las mujeres españolas
hemos logrado un cambio tan grande en el sistema educativo que,
evidentemente, se transforma la situación según los tramos de edad de
unas y otras, cambio educativo que abre nuevas expectativas sociales y
permite su incorporación al mercado laboral, así como la incorporación a
la decisión política para que las mujeres podamos introducir en las
agendas de las personas que deciden sobre la suerte del conjunto de la
sociedad nuestras propias reivindicaciones y aspiraciones.

Por tanto, como usted decía, se puede hablar de un colectivo a extinguir,
pero no porque nos vayan a extinguir, sino porque las mujeres no
queremos, ni admitimos, ni estamos dispuestas a seguir soportando lo que
se había decidido que las mujeres teníamos que ser y, sin embargo,
queremos, tanto para las generaciones futuras como para las que no
tuvieron oportunidades en el pasado, una situación social totalmente
diferente. Aspiramos a que las mujeres tengamos, por nuestra propia
condición de mujeres, una dignidad social reconocida y no seamos
invisibles o no se reconozca nuestro trabajo, porque es evidente el
trabajo que todas las mujeres realizamos, aunque sea a tiempos distintos.

Hablaba usted de que hay datos muy concretos de la catedrática Durán, de
Cristina Carrasco, de la Cooperativa Eroski, sobre las mujeres que tienen
la actividad en el hogar como única actividad, pero siempre se trata de
un trabajo para sostener la sociedad, sea el doméstico y familiar y
tengan o no jornada laboral fuera del hogar, y que, finalmente, es mucho
mayor que la de los hombres.

Por tanto, creo que éste es un cambio tan grande que ya no podemos
referirnos a cambios parciales, si bien habrá que seguir buscando
soluciones concretas a problemas concretos. Pero realmente estamos
hablando de un cambio estructural, de que la sociedad se basaba en un
contrato social en el que los hombres eran los proveedores, los que
lograban la renta pero no se ocupaban del hogar, al tiempo que tenían un
hogar donde les solucionaban la vida a todos los niveles y que les
permitía poder ocupar el ámbito público, mientras que las mujeres
ocupábamos el ámbito privado. Este contrato se ha roto, y evidentemente
tenemos que buscar un ajuste estructural, un cambio en los papeles de los
hombres y las mujeres. Porque el problema que tenemos en este momento las
mujeres, como amas de casa, es que nosotras sí que hemos roto, las que
hemos podido --otras no han podido porque no se les ha dado oportunidad
histórica, que es una injusticia, pero es así--, ese espacio reducido de
lo familiar y lo doméstico no porque no nos interese, que nos interesa,
sino porque nos interesa también el espacio público, el desarrollo
profesional y otra serie de actividades para las que estamos tan
capacitadas, como se ha demostrado ya, como estar los hombres. No se ha
producido en esta sociedad la inversa, es decir, los hombres no se han
planteado: «que limitado es estar sólo en el campo de lo público, ¿por
qué no vamos un ratito a compartir y a asumir de verdad las
responsabilidades que hemos asumido desde el momento en que formamos
parte de una familia o constituimos, incluso, otra familia?». Yo creo que
aquí es donde está realmente la clave para que pueda cambiar la situación
de las mujeres en su conjunto y, por lo tanto, la de todas las mujeres
que somos amas de casa.

Comparto con usted que hay muchas mujeres que ya van a tener otra opción
porque, por tramos de edad, a lo mejor ya no se van a incorporar al
mercado laboral, pero siempre pueden incorporarse al mundo social, más
allá del ámbito puramente doméstico, y por lo tanto en ese campo es
importantísima la educación o subsanar, de alguna manera, el déficit
educativo que han tenido estas mujeres. Si no se les dio su oportunidad
en un momento determinado fue por su condición de mujeres, porque dentro
de un «status» social con recursos y con posibilidades, estudiaban los
hombres y no las mujeres. El problema no es sólo de las familias con
menos recursos o más débiles, en las que este problema se acrecienta,
sino que incluso en familias con recursos, las mujeres, por su propia
condición, seguían una trayectoria formativa diferente. Por ello, creo
que es importante el trabajo en educación de adultos, el que hacen los
ayuntamientos, sobre todo, y las Comunidades Autónomas para intentar
interesar otra vez a las mujeres, que están interesadísimas, porque, como
decía la portavoz de Izquierda Unida, deberíamos hablar más bien de
educación de adultas, ya que son mayoritariamente las mujeres las que se
dedican a cubrir el déficit formativo que, por injusticias históricas,
les ha tocado sufrir.

Es muy importante también la participación social de las mujeres, y su
inserción en procesos de formación permanente, de educación de adultas,
es también el camino para que entren en las asociaciones, para que
participen en la vida social. Porque, evidentemente, están participando
en sostener la estructura social. Yo no sé si se puede cuantificar lo que
aportamos las mujeres al producto interior bruto y qué se puede derivar
de ello. En todo caso, si se pudiera cuantificar sería interesante, pero
no nos cabe ninguna duda a nadie que tenga sentido común de que si las
mujeres nos palarizáramos, se paralizaría realmente todo el país porque
se paralizarían las unidades primarias, que son las familias, y el caos
sería mayor que el que originan las huelgas generales, que normalmente
son huelgas de los activos fuera del hogar, pero nunca se han parado
todas las personas que sostienen la actividad cotidiana, que somos
normalmente las mujeres.

Mi Grupo está abierto a cualquier propuesta que ustedes tengan para
mejorar la condición de todas las mujeres, porque es un objetivo
fundamental de nuestro Grupo, y pensamos que hay que seguir trabajando
por el cambio,



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dándonos cuenta de que el cambio es para todas las mujeres pero va a
tener consecuencias distintas en la mujeres que hoy tienen menos de 40
años y en las que tienen más de 40, y que las mujeres jóvenes,
evidentemente, tienen unos problemas diferentes, aunque todos tienen el
mismo origen: la división sexual del trabajo, pensar que el mundo público
es una cuestión de hombres, aunque pueden entrar las mujeres, pero eso no
cambia nada. Esto no es verdad. Eso tiene que producir, necesariamente, y
está produciendo --lo que pasa es que yo creo que de forma lenta--, un
ajuste en los papeles sociales de hombres y mujeres no en lo público,
sino en lo privado. Porque no se trata ya sólo de que se mantenga el
hogar, de que todos coman, etcétera, sino que está el tema del cuidado de
las personas mayores, de atenderlos, de escuchar, de sostener
afectivamente a la gente, y esto hay que revalorizarlo porque está
devaluado, simplemente porque lo hemos hecho tradicionalmente las
mujeres. El día en que consigamos que lo hagan hombres y mujeres estará
revalorizado, porque si bien es cierto, como decía la anterior
compareciente, que las mujeres muchas veces hacemos una serie de trabajos
sociales que van más allá de lo familiar, lo doméstico, contribuimos a
mejorar también prestaciones que debían ser o son públicas, como decía
también la portavoz del Grupo Parlamentario Popular, como es atender en
casa a una persona mayor de la familia que cae enferma y que precisa el
cuidado de alguien, que normalmente es una mujer. Pero es cierto que hay
cuestiones que las prestaciones sociales no van a poder nunca cubrir, ni
lo deseo yo así, ni nadie lo puede desear, como son el afecto, la
atención, el cariño... Y eso, evidentemente, hay que desarrollarlo desde
la más tierna educación en hombres y en mujeres, y hay que educar a los
niños y a las niñas para que asuman que, indistintamente de su condición
genética, pueden desarrollar todas las capacidades en su vida. Y habrá
que dar a las niñas seguridad, fortaleza y confianza en el ámbito
público, que no es donde tienen modelos más claros de mujeres, y a los
hombres habrá que darles confianza para que sean capaces de desarrollar
sus capacidades y sus aptitudes en el mundo doméstico y familiar, donde,
evidentemente, también carecen de modelos, lo que les genera un déficit.

Por ello, más allá de que a las mujeres nos interese este cambio,
verdaderamente, porque no nos gusta el papel que se nos ha dado
históricamente, yo creo que aportamos una visión global y buena para el
conjunto de la sociedad, porque también en la educación se está limitando
a los niños, de otra manera, de otra suerte, de una forma menos
manifiesta, puesto que el resultado parece menos desagradable para ello a
corto plazo y, por ello, no lo tienen claro, pero van a tener una
carencia. Y si no se arregla todo esto compensando a niños y niñas desde
que empieza su educación, es decir, desde la familia, desde el sistema
escolar, desde los medios de comunicación, transmitiendo otra idea de los
papeles de hombres y mujeres, no vamos a poder solucionar el problema de
los seis millones de mujeres amas de casa --no sé si es ésta la cifra
correcta-- que hay en este país.

Creemos, pues, que el objetivo debe ser acabar con el papel de las amas
de casa y que existan personas, hombres y mujeres, capaces de asumir
todas las responsabilidades que hayan ido asumiendo en su vida:
familiares, si han formado una familia; de trabajo, realizándolo de la
mejor manera posible, y así podremos generar un ajuste, un cambio
estructural razonable para el conjunto de la sociedad.

Nada más y muchas gracias.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña Isabel Alberdi.

Para contestar a todas las portavoces, tiene la palabra doña Juana María
González Cavada.




La señora PRESIDENTA DE LA CONFEDERACION ESPAÑOLA DE ORGANIZACIONES DE
AMAS DE CASA (González Cavada de Cuenca): Me sirve de satisfacción
oírles, y estoy de acuerdo con todo lo que han dicho, aunque, a pesar de
ese acuerdo, parece que no solucionan las cosas, luego hay algo que no
encaja.

Todas coincidimos, al menos en muchas cosas, en lo básico, aunque luego
haya matizaciones. Y me van a permitir que comente que cuando decimos que
representamos a las amas de casa, en general nos miran diciendo: «Estas
pobres dónde irán.» Pero en esto quizá tengamos bastante culpa las
propias amas de casa porque ella misma no se autovalora.

Me van a permitir la pequeña frivolidad de poner una nota de color.

Ustedes saben, y muchas lo habrán sufrido --y que me perdonen los
señores, porque no se trata aquí del problema hombres-mujeres y del
famoso sexismo, pero hay una gran injusticia, y ustedes, que son muy
honestos, lo tienen que reconocer--, que cuando en una casa se prepara
cualquier menú especial, o corriente, de la alimentación diaria, si todo
va bien, no se oye ni una alabanza, pero como esté un poquito pasado de
sal, todo el mundo dice: «Hija, te has pasado, pues no está tan bueno
como el otro día.» Los propios miembros de la familia no reconocen ni
valoran el papel del ama de casa. Por eso les he dicho al inicio de mi
comparecencia que es como la salud: cuando se tiene no se valora, pero
cuando se pierde...

Aparte bromas, voy a ir contestando a lo que me han dicho. La
representante de Izquierda Unida me ha preguntado cómo se incorpora la
mujer y sobre concursos y reciclajes, y yo le tengo que hablar desde el
punto de vista de mis Asociaciones. Por parte de las representantes de
los diferentes grupos parlamentarios se ha preguntado cómo se podría
hacer esto. Nosotros lo hacemos tanto con cursos de alfabetización como
enseñándoles a superar ese pequeño miedo a participar, porque es algo que
incomoda y se hacía con un cierto hándicap, al no estar la mujer ama de
casa preparada o capacitada.

Se cree que el ama de casa es una mujer con bata de «ouatine», «chichos»
en la cabeza y barra de pan debajo del brazo. Por el contrario, yo creo
que todo ha avanzado mucho, y aquí he escuchado cosas muy cabales al
respecto. Nos damos cuenta de ese papel importante de la mujer y de su
valoración. Por ejemplo, me ha gustado mucho cuando la portavoz del Grupo
Parlamentario Socialista ha dicho que acabemos con el símil «mujeres,
amas de casa». No sé cómo vamos a poder acabar con ello, pero les puedo



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asegurar que, a través del asociacionismo que nosotros iniciamos hace
veintitantos años, han ido desapareciendo perjuicios, luchas, miedos. No
es que tengamos a las amas de casa como si fueran la Pardo Bazán, pero sí
las tenemos bastante formadas e informadas. Y no lo digo en tono
peyorativo.

Respecto de los reciclajes que pedimos, se refiere sobre todo, más que a
solicitarlos masivamente, a que las Administraciones, tanto la autonómica
como la municipal o central nos ayuden, que colaboren, porque la sociedad
siempre va por delante de las leyes. Los cursos de reciclaje los hemos
hecho como hemos podido, con intuición, con equilibrio, con ponderación.

No pedimos cosas absurdas, y permítanme que conteste de manera general,
aunque las cosas específicas las puntualicemos más tarde; pero es que
queremos pasar de lo oscuro oscuro a lo claro claro, y no puede ser,
tiene que haber un término medio de penumbra para poder llegar.

En los tramos de edad que he mencionado es muy difícil y muy compleja la
incorporación de la mujer, pero nos parece injusto que no se les tome en
cuenta o que se les oponga un veto tremendo. La representante de
Izquierda Unida me habla de los cursos de reciclaje. Eso depende de la
geografía española. Si Cataluña tiene una promoción muy grande en casi
todo, por el contrario es muy difícil que se incorporen las mujeres de
los pueblos de Castilla y León y de Andalucía, donde tiene que ser «a
través de ...». A nosotros nos lo han dicho y tenemos experiencias al
respecto. Tenemos anécdotas tremendas y pavorosas de mujeres. Por
ejemplo, una mujer de Candeleda, provincia de Avila. Candeleda es la
Andalucía de Avila, limita con Cáceres, y hay mujeres que se levantan a
las seis de la mañana, arreglan sus cosas, preparan la comida para «el
hombre», como dicen ellas, trabajan en el campo. La pobre mujer con la
que hablé me vino con un espárrago impresionante, y me decía: siga usted
luchando por todas estas cosas. A mí me conmovió. Porque me dijo: mi
hombre se me ha ido con la cartilla. Yo me sorprendí, y le dije que si
con el dinero. Y ella me dijo: no, con la cartilla de la Seguridad
Social. O sea, que hay de todo.

Lo primero que hay que hacer es crear confianza. Porque todos ustedes
reconocerán que, aunque últimamente lo vamos venciendo, en España el
asociacionismo no ha sido nuestro punto fuerte. Y si hemos logrado que
gran cantidad de mujeres --el mérito es de ellas-- haya dado el paso al
frente, será porque algo las haya atraído y conmovido para hacerlo. Les
damos información, formación, ratos de ocio y tantas y tantas cosas que
no se pueden reflejar en los papeles. Esa soledad, ese alcoholismo, sobre
el que tenemos datos impresionantes, porque cada vez, por desgracia, las
mujeres beben más y, además, en solitario, porque se han incorporado al
mundo laboral muchas mujeres, las más jóvenes, pero las mayores tienen su
pequeño mundo, tan respetable como el de cualquiera, y este sector social
apartado supone un compendio tan complejo, que me van a permitir que les
diga que recurren muchas veces, no todas, hasta las mujeres profesionales
o con la vida laboral resuelta. Esto es denigrante, porque es como si
hubiera dos clases de ciudadanas, las de primera y las de segunda; y
quizá las haya de tercera. Todo esto nos ha motivado a hacer la labor que
desarrollamos: jornadas, simposios, etcétera, en primer lugar para
motivarlas y convencerlas a ellas, para, a continuación, convencer a
determinados foros y venir a determinados sitios como éste en el que
estoy ahora, muy satisfecha de poder estar.

Por no alargarme demasiado, aparte del estatuto que tenemos, del que
puedo hacerles entrega, voy a leerles nuestras peticiones.

Primero, que consideren el trabajo doméstico como una realidad
sociológica que requiere estudios, análisis y estadísticas como cualquier
otra actividad. Segundo, estudios para averiguar, tanto cualitativa como
cuantitativamente, los criterios y normas que permitan computar y valorar
los diferentes aspectos del trabajo en el hogar, su utilidad económica y
social y la contribución en el PIB. Tercero, establecer un estatuto
jurídico concretando sus derechos sociales y profesionales --quizá en el
Estatuto Social Europeo, y se lo pasaré especialmente a la representante
de Izquierda Unida, se refleja el apartado referido a la Ley del
divorcio, porque se quiere homologar en todos los países de la Comunidad
Económica Europea, siempre dentro de nuestras Asociaciones; también se
estudia el fondo de pensiones para que lo más grave, que es la
alimentación, el cuidado de los hijos, en definitiva, sobrevivir, se
tenga en cuenta--. Cuarto, es necesaria una legislación sobre la familia
porque la política familiar es una inversión para el porvenir. Quinto,
una política fiscal que tenga en cuenta las obligaciones económicas del
hogar y, sobre todo, los gastos destinados al cuidado de los niños
mediante un sistema de deducciones que se rija por el número de hijos con
derecho a manutención. Sexto, que se reconozca mediante un incremento
proporcional de los derechos a pensión el trabajo no remunerado
desarrollado en el marco de la familia y en particular el tiempo
invertido en la educación de los hijos. Séptimo, posibilidad de un
subsidio por actividades educativas o asistenciales para la persona
responsable de la educación de un niño pequeño. Octavo, el reconocimiento
del trabajo en el hogar a la hora de desarrollar aspectos poco claros de
la Ley del divorcio. Noveno, integrar en la vida profesional las
capacidades adquiridas en las actividades familiares para facilitar el
acceso a trabajos sociales remunerados de similares características.

Décimo, se prevén ayudas transitorias y mecanismos de integración en la
vida profesional por medio de una formación profesional adecuada y de
calidad. Undécimo, tomar las medidas económicas necesarias para tratar
con justicia a aquellas mujeres a las que las tareas de la familia
excluyen de la posibilidad del trabajo remunerado. Duodécimo, acabar con
la dependencia de aquellas personas cuyos derechos a la Seguridad Social
se basan en derechos derivados. Decimotercero, fomentar el
establecimiento a nivel individual de los derechos a la Seguridad Social.

Respecto de este último punto, y contestando a la pregunta formulada por
la señora Senadora, pedimos sólo dos prestaciones, la de jubilación y la
de invalidez, porque como tenemos la cabeza sobre los hombros y sabemos
cómo está la Seguridad Social, sabemos que vamos hacia una población de
mayores y sabemos que los jóvenes o la



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gente en edad de trabajar no va a poder mantener a ese colectivo
impresionante en el que España ya está metida, no sólo los países
europeos, en los que sólo se ven mayores y perritos.

Respecto de otra de sus preguntas, cómo va a ser la mujer ama de casa del
siglo XXI, yo pienso que la mujeres preparadas van a tener una
frustración mayor si el mundo laboral no cambia. La media jornada de que
se hablaba antes la contemplamos con buenos ojos, pero con matizaciones.

Las que hemos luchado y estamos en mitad de la vida, la edad de plata o
la de oro, como se dice, sabemos que nuestras hijas están concienciadas
de que van a fundar un hogar a una edad mayor y que van a tener uno o dos
hijos. Es decir, cosas que nosotras o no sabíamos o no podíamos saber o
nos envolvieron las circunstancias, porque lo nuestro es un «rol»
heredado, ya es historia. Pero aun así, ellas se ven con ciertas
frustraciones.

Y aquí no se ha hablado de la mujer ama de casa «abuela», a la que habrá
que hacer una loa. Por ahora las hijas dicen a sus madres: mamá, ayúdame,
porque tengo un contrato de tres meses, etcétera. Y ahora muchas mujeres
de cincuenta y tantos años para arriba están ayudando para que esas hijas
accedan por fin al puesto de trabajo fijo, no tengan las preocupaciones
que han tenido ellas y estén atendidos sus hijos. En suma, yo apuesto por
la juventud, creo que ellos lo han comprendido todo. Para ellos es mucho
más difícil la situación social, mucho más competitiva; pero son miembros
de una familia, sus hijos son primordiales y ellas, como mujeres, amas de
casa y profesionales tienen que compartir la situación, con ayudas, como
sea, y tienen que demostrar que han luchado por esa igualdad de las
mujeres ante los hombres, ante el mundo laboral, ante la sociedad, ante
la cultura, ante tantas cosas que no van a echarse para atrás. Luego eso
del horario también tiene sus matizaciones.

No sé si he olvidado contestar a alguna cuestión más, perdónenme por todo
este torrente de ideas, pero es un tema vivo, por el que hemos luchado
mucho y en el que algunas veces hemos visto tanta desolación, si bien
tengo que decir que a la vez se reciben esas pequeñas satisfacciones que
son las que mueven y conmueven para seguir trabajando por esas mujeres
que han estado capitidisminuidas y que son una cantidad impresionante: en
Europa hay 81 millones de mujeres amas de casa, más nueve millones que
ayudan a los maridos y de las que no hemos hablado, porque aunque no
estén reconocidas ayudan en el negocio familiar, en la industria o en el
comercio.

Yo espero de ustedes, con su sensibilidad, lo tomen en cuenta; sé que lo
viven y estoy de acuerdo en que no debe haber mujeres amas de casa, pero,
¿qué nombre les ponemos: administradoras del hogar, gestoras, azafatas de
hogar, ingenieras técnicas amas de casa? Más de 33 actividades pasan por
ellas, yo les podría dar ejemplos tremendos, y llega un momento en que
todo se desborda; además, estas mujeres están inquietas, preparadas,
activas, y éste ha sido el mérito de este colectivo tan grande de la
sociedad, porque ya se han dado cuenta de que no son seres pasivos, que
no son ciudadanas de segunda categoría, que pueden y quieren hacer mucho
y que es preciso que las Administraciones las ayuden, de una forma u
otra, según las circunstancias, precisamente por lo que se ha dicho aquí.

A lo mejor algunas sólo quieren ser amas de casa por los motivos que sea,
pero quieren participar como ciudadanas, como personas activas en la
sociedad, en las instituciones, en la política, etcétera. Este es el
clamor, el grito, el deseo.

Repito que si desean alguna matización, la contestaré con mucho gusto.

Perdonen, insisto, por el conglomerado de ideas y, desde luego, les dejo
la ponencia, las solicitudes, el Estatuto Social Europeo y algún otro
documento que puede ser de interés.

Muchísimas gracias.




La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, doña Juana González Cavada, por su
esfuerzo, su entusiasmo, que es digno de alabanza, y no tenga la menor
duda --como le hemos dicho a la Presidenta de la Federación de
Asociaciones de Viudas Hispania-- de que redundará en que cada vez que
tomemos alguna decisión tengamos en cuenta todo lo que usted nos ha
dicho. Nuestro deseo es que el trabajo de ustedes, las presidentas, las
responsables de asociaciones, y el nuestro, como legisladoras, redunde en
beneficio de la colectividad, que somos todas.

Muchas gracias.

Se levanta la sesión.




Eran las catorce horas y treinta y cinco minutos.