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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 180, de 25/10/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
PLENO Y DIPUTACION PERMANENTE
Año 1995 V Legislatura Núm. 180
PRESIDENCIA DEL EXCMMO. SR. D. FELIX PONS IRAZAZABAL
Sesión Plenaria núm. 178
celebrada el miércoles, 25 de octubre de 1995



ORDEN DEL DIA:



Debates de totalidad de iniciativas legislativas.

(Continuación.):



--Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 1996.

«Boletín Oficial de las Cortes Generales», Serie A, número 135.1,
de 30 de septiembre de 1995 (número de expediente 121/000120)
(Página 5920)



--Proyecto de Ley de Medidas Fiscales, Administrativas y del
Orden Social. «Boletín Oficial de las Cortes Generales», Serie A,
número 137.1, de 13 de octubre de 1995 (número de expediente
121/000121) (Página 9520)



Página 9518




SUMARIO



Se reanuda la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




Debate de totalidad de iniciativas legislativas (Continuación.)
(Página 9520)



Proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 1996
(Página 9520)



Proyecto de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social
(Página 9520)



El señor Molins i Amat defiende la enmienda de totalidad del
Grupo Catalán (Convergència i Unió). Expone que una vez más llega
a la Cámara el proyecto de ley de Presupuestos Generales del
Estado y el de Medidas de acompañamiento, de acuerdo con las
previsiones constitucionales, si bien en esta ocasión lo hacen en
un momento en que la situación política se mantiene en los
parámetros de complejidad, crispación, confrontación y colapso,
mientras que la situación económica, aunque no exenta de
obstáculos y dificultades, sigue su recuperación y ofrece
perspectivas esperanzadoras. Por segundo año consecutivo la
economía española presenta una evolución de clara recuperación,
que le proporciona unas expectativas muy distintas a las que
presentaba hace dos años.

Como consecuencia del cambio de orientación de la política
económica introducida desde el año 1993, con la participación
activa del Grupo parlamentario de Convergència i Unió, la
evolución de la economía transcurre a su juicio por la senda
adecuada. Consiguientemente, para Convergència i Unió el balance
de los dos años últimos, aun no siendo plenamente satisfactorio,
puede considerarse como positivo, ya que casi todo lo que se ha
hecho en materia económica tiene la adecuada orientación,
encontrándonos hoy mucho mejor que dos años atrás. Alude en este
sentido, en apoyo de sus palabras, a la evolución de los
principales indicadores económicos y de los desequilibrios que
presenta la economía española, estimando que para afrontar los
retos pendientes no son instrumento válido los presupuestos que
presenta el Gobierno, que a su juicio transpiran timidez por
todos sus poros. El propio señor Ministro de Economía y Hacienda
sabe mejor que nadie que para el enorme esfuerzo que la sociedad
española debe realizar no basta con estos presupuestos, ni
previsiblemente con cualquier otro documento presupuestario
preparado en las actuales circunstancias políticas, porque éste
no es tiempo ya de elaboración y debate de unos presupuestos,
sino de clarificación electoral, por la necesidad de recomponer
con carácter previo la situación política. De ahí el anuncio de
su Grupo desde hace ya semanas, incluso antes de conocer el
contenido presupuestario, de presentar una enmienda de totalidad
procediendo en este momento aplicar la correspondiente prórroga
presupuestaria, como ya ha sucedido en otras ocasiones.

Contesta el señor Ministro de Economía y Hacienda (Solbes Mira)
señalando que, a pesar de las teóricas veladas críticas del señor
Molins sobre el presupuesto, cree que no tiene que convencerle
sobre la bondad del mismo, sobre todo si se tiene en cuenta que
se continúa con la misma política económica que el Grupo Catalán
(Convergència i Unió) ha apoyado y compartido hasta ahora, por lo
que el rechazo de hoy no se debe al contenido de estos
presupuestos, dado que ya lo anunciaron incluso antes de
conocerlos. Sin embargo, tiene que decirle que se equivoca en su
planteamiento. Lógicamente tiene que compartir la valoración
realizada por el señor Molins sobre lo que ha sucedido en los dos
últimos años, y añadiría que gracias a la buena y leal
colaboración entre el Grupo Catalán (Convergència i Unió) y el
Socialista durante este período se pudieron adoptar las medidas
necesarias que hicieron posible estos avances. Pero el argumento
del emendante se quiebra cuando, después de valorar de forma muy
positiva lo que ha sucedido, llega a la conclusión de que no hay
que aprobar el presupuesto.

Respecto a la consideración de que estos presupuestos son
necesarios, pero no suficientes por su timidez, entiende que es
un argumento que debería llevar a una conclusión distinta a la
del rechazo, procediendo a discutirlos y mejorarlos introduciendo
los elementos adicionales que corrigiesen tal timidez.

En cuanto a que no es el momento de tomar decisiones económicas
sino de calificaciones políticas, insiste en lo manifestado el
día anterior de que la convocatoria de elecciones generales no se
produce necesariamente por la no aceptación de unos presupuestos,
ya que hay otras medidas constitucionales que permiten obtener
esos resultados. Comprende que no les guste excesivamente la
moción de censura y entiende sus razones, pero cree que la opción
por la que han optado políticamente tiene prácticamente el mismo
coste. Recuerda que el Presidente del Gobierno ha tomado la
decisión de celebrar elecciones en el mes de marzo, lo cual es
coherente con la existencia de unos presupuestos para el año
próximo que permitirían tomar las medidas de corrección necesaria
para que el año 1996 no fuese un



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año perdido. En consecuencia, no es neutral la existencia o no
existencia del presupuesto para alcanzar los objetivos de
convergencia en 1997, con lo cual los riesgos para no estar en la
tercera fase son mayores.

En definitiva, no le han convencido los argumentos de tipo
económico expuestos por el señor Molins, aunque entiende sus
argumentos de tipo político, pero no los comparte. Cree que se
comete un grave error como consecuencia de la opción que adoptan,
pero es a SS. SS. a quienes les corresponde decidir.

Replica el señor Molins i Amat, duplicando el señor Ministro de
Economía y Hacienda.

El señor Zabalía Lezamiz defiende la enmienda de totalidad del
Grupo Vasco (PNV). Señala que no ha sido fácil la decisión de
presentar esta enmienda, ni la han tomado a la ligera, ni se
trata simplemente de una postura testimonial. Lo han hecho siendo
conscientes de la importancia y transcendencia que tiene rechazar
unos Presupuestos Generales del Estado, con la misma
responsabilidad que tuvieron en los dos últimos años no
presentando enmiendas de totalidad e intentando mejorar el texto
del Gobierno a través de enmiedas al articulado. Añade que se
trata de un proyecto de presupuestos que no consideran
globalmente aceptable y en el que no han tenido ninguna
participación en su elaboración los grupos de la oposición,
perdiendo el Gobierno una gran oportunidad para elaborar unos
presupuestos consensuados en un momento clave para la
consolidación del crecimiento de nuestra economía.

El señor Mauricio Rodríguez defiende la enmienda a la totalidad
del grupo de Coalición Canaria. Comienza lamentando tener que
reiterar los argumentos expuestos el año pasado, pero los hechos
les han dado la razón en materias tan importantes como frenar el
déficit público, maneniendo de los gastos sociales, modernización
del sector público y ayudas al crecimiento económico. Considera,
por otra parte, que la situación de crisis política es
insoslayable y que no se pueden discutir unos presupuestos
aislando la crisis política y hablando sólo de números como si
fuera un debate de contables. La carga de la crisis política y la
incertidumbre enorme que vive este país se ha creado por un
Gobierno que ha provocado un deterioro global de las
instituciones democráticas por no saber afrontarla a tiempo.

Agrega que la única manera de que haya presupuestos el año que
viene es que se adelanten las elecciones, porque estos
presupuestos están derrotados desde el mes de septiembre, como se
comprobará dentro de una hora, a la vista de lo cual es necesaria
la convocatoria urgente de las elecciones. Afirma que hoy queda
constancia de que hay un Gobierno en minoría, y un Gobierno en
minoría tiene la obligación de dimitir y convocar elecciones.

La señora Rahola i Martínez, del Grupo Mixto, defiende la
enmienda de totalidad presentada manifestando que se encuentran
ante un debate presupuestario marcado por la grave inestabilidad
en que vivimos, generada por escándalo tras escándalo y que ha
conducido a la actual situación grotesca de etapa agónica que
tiene su colofón en este debate. Afirma que se hallan ante una
moción de censura simbólica, ante la más grave de las censuras
políticas, que emana de perder la votación más importante por
parte de un Gobierno. Como todos los grupos de la Cámara han
dicho, no se pueden aprobar los presupuestos de un Gobierno que
ya prácticamente no gobierna porque ha perdido la confianza de la
Cámara.

El señor Mur Bernad, del Grupo Mixto, defiende la enmienda de
totalidad presentada. Expone que el presente debate se ha
convertido de hecho en una moción de censura y carece de sentido
a estas alturas, tal y como están las cosas, entrar en detalles
sobre cifras, objetivos e inversiones porque a su juicio resulta
irrelevante. El presupuesto, visto desde Aragón, es además
claramente insuficiente, como sucede habitualmente en los últimos
años, y tras este debate y la votación correspondiente piensa que
deben tomarse decisiones porque algo tiene que pasar.

El señor Chiquillo Barber, del Grupo Mixto, defiende la enmienda
a la totalidad presentada. Comienza exponiendo su frontal rechazo
a este proyecto de presupuestos, sobre el cual poco nuevo puede
decir tras la lluvia de críticas que han recibido. Añade que se
trata de unos presupuestos que no han sido ajenos al turbulento
entorno político que nos afecta a todos y del cual el Gobierno
Socialista es el único responsable. Su partido exige la voluntad
política necesaria para que no se prolongue más la actual agonía,
ante la cual lo más sencillo sería convocar elecciones.

En nombre del Gobierno contesta a los enmendantes el señor
Ministro de Economía y Hacienda (Solbes Mira), replicando los
señores Zabalía Lezamiz, Mauricio Rodríguez, la señora Rahola i
Martínez y los señores Mur Bernad y Chiquillo Barber, duplicando
el señor Ministro.

Para fijar posiciones interviene el señor Almunia Amann, en
nombre del Grupo Socialista.

Sometidas a votación las enmiendas de totalidad que postulan la
devolución al Gobierno del proyecto de ley de presupuestos
generales del Estado para 1996



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son aprobadas y, por tanto, rechazado el proyecto de ley, por 183
votos a favor, 158 en contra y una abstención.

Sometidas a votación las enmiendas de totalidad que postulan la
devolución al Gobierno del proyecto de ley de medidas fiscales,
administrativas y del orden social son aprobadas y, por tanto,
rechazado el proyecto de ley, por 185 votos a favor y 158 en
contra.

Se levanta la sesión a la una y cuarenta minutos de la tarde.




Se reanuda la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




DEBATES DE TOTALIDAD DE INICIATIVAS LE-
GISLATIVAS. (Continuación.):



--PROYECTO DE LEY DE PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO PARA 1996
(Núme-
ro de expediente 121/000120)



--PROYECTO DE LEY DE MEDIDAS FISCALES, ADMINISTRATIVAS Y DEL
ORDEN SOCIAL (Número de expediente 121/000121)



El señor PRESIDENTE: Se reanuda la sesión.

Enmienda de totalidad del Grupo Catalán (Convergència i Unió).

Tiene la palabra el señor Molins.




El señor MOLINS I AMAT: Señor Presidente, señorías, como cada año
por esta época y de acuerdo con las previsiones constitucionales
llegan a la Cámara los proyectos de ley de presupuestos generales
y medidas que les acompañan para su debate y en su caso
aprobación, y lo hacen en un momento en el que situación política
y situación económica caminan por vías distintas, como si
sabiamente desearan ignorarse mutuamente. Así, mientras la
situación política se mantiene en los parámetros de complejidad,
crispación, confrontación y colapso, la situación económica,
aunque no exenta de obstáculos y dificultades, sigue su
recuperación y ofrece perspectivas esperanzadoras. (El señor
Vicepresidente, Beviá Pastor, ocupa la Presidencia.)
Por segundo año consecutivo, la economía española presenta una
evolución de clara recuperación que le proporciona unas
expectativas muy distintas a las que presentaba hace dos años.

Como consecuencia del cambio de orientación de la política
económica, introducido desde 1993 con la participación activa de
nuestro Grupo Parlamentario, la evolución de la economía
transcurre, a nuestro juicio, por la senda adecuada. La política
monetaria, la política de austeridad presupuestaria, la política
de moderación de rentas, la política de reducción selectiva de la
fiscalidad y las políticas de transformaciones estructurales se
han planteado hasta hoy en la buena dirección. Y las
discrepancias, que las hay, residen en la intensidad en la
obtención de los objetivos o en aspectos particulares en la
aplicación de estas políticas, mucho más, como digo, que en la
dirección de las mismas.

Así pues, para Convergència i Unió el balance de los dos últimos
años, aun no siendo plenamente satisfactorio, puede concluirse
como positivo. No se ha perdido el tiempo. Casi todo lo que se ha
hecho en materia económica tiene la adecuada orientación.

Existen, con seguridad, muchas cosas que deberían haberse llevado
a cabo y que por falta de coraje o por discrepancias políticas
han dejado de hacerse. Ha habido cosas que, por las mismas
razones, probablemente no se han llevado a cabo con la intensidad
requerida; pero en todo caso, y como decía, se ha trabajado en la
dirección adecuada, hoy estamos mejor, mucho mejor que dos años
atrás.

Evidencia esta conclusión una muy breve comparación entre
indicadores económicos de comienzo de legislatura y los actuales.

Mientras que en 1993 el producto interior bruto disminuyó en un
1,1 por ciento, en 1994 creció ya a un 2 por ciento, y en la
primera mitad de 1995 la tasa de crecimiento se ha situado en el
3,1 por ciento.

Merece igualmente destacarse el cambio cualitativo en la
composición del mismo, puesto que, a diferencia de otras
ocasiones, el crecimiento se basa en la fortaleza de la
inversión, que hoy ya crece a un ritmo del 9 por ciento, mientras
que en 1993 presentaba tasas negativas. Asimismo y frente a una
caída del consumo en 1993, hoy la tasa de crecimiento del consumo
se sitúa ya a un nivel alrededor del 2 por ciento.

Si se observa cuál ha sido la evolución de los principales
desequilibrios que presenta la economía española, puede
concluirse que prácticamente la totalidad de los mismos presentan
en los dos últimos años una evolución positiva.

En lo que se refiere al mercado de trabajo, entre septiembre de
1994 y septiembre de 1995, último dato conocido, el número de
parados inscritos en el Inem se ha reducido en más de 177.000
personas. Si atendemos a la evolución que ha experimentado el
empleo, la previsión para todo el ejercicio de 1995 se sitúa en
un crecimiento de 280.000 personas, 80.000 más de las previstas
inicialmente y que contrasta tremendamente con los 529.000
empleos destruidos en 1993; es decir, una diferencia neta de más
de 800.000 empleos.

La inflación ha presentado evoluciones oscilantes, pero siempre
en un ciclo de progresiva reducción. Así al repunte del primer
trimestre del año en curso, en el que la inflación se eleva hasta
el 5,2, a partir del mes de abril los precios se han ido
reduciendo a una tasa



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de crecimiento del 4,4 por ciento, índice registrado en el mes de
septiembre.

Por lo que se refiere al sector exterior, otro de los
tradicionales desequilibrios de la economía española, se observa
que la balanza de pagos por cuenta corriente registra, en los
ocho primeros meses del año, un superávit de 359.100 millones de
pesetas, que contrasta con el déficit de 340.200 millones de
pesetas que se registraba en idéntico período del año anterior.

En cuanto al déficit público, se han logrado avances en el
objetivo de reducirlo y de minorar las necesidades de su
financiación. Es bien cierto que se ha avanzado menos de lo
posible y que se han dejado de tomar algunas decisiones
estructurales necesarias para garantizar una reducción más
profunda del déficit y garantizar también el nivel exigible para
incorporarnos a la Unión Económica y Monetaria en l999. Pero debe
reconocerse igualmente que, si analizamos la evolución del
déficit público, puede concluirse que los dos últimos años son
los únicos ejercicios presupuestarios que presentan claros
resultados en el esfuerzo de contención del gasto y que
evolucionan de acuerdo con el calendario establecido en el
programa de convergencia. Son precisamente los dos años en que
este Grupo Parlamentario ha contribuido a la aprobación de los
mismos. La previsión es terminar el ejercicio con un déficit
público que represente el 5,1 del PIB, objetivo que permite
augurar una tendencia favorable si se mantiene en los dos
próximos años, para cumplir las exigencias que establece
Maastricht.

No podemos valorar positivamente el comportamiento que ha
experimentado la evolución de los tipos de interés en la economía
española. Tras el gran esfuerzo de reducción que se experimentó
en 1994, con una incidencia claramente positiva en la
reactivación económica, el tipo de intervención del Banco de
España ha ido últimamente aumentando desde el 7,35 por ciento,
que se registró en el cuarto trimestre de 1994, hasta el 9,25 por
ciento vigente actualmente.

Para nuestro Grupo Parlamentario éste es uno de los objetivos
necesarios para consolidar la reactivación de la economía
productiva: crear empleo y, en definitiva, garantizar una mejor
capacidad para competir con las demás economías de otros países
occidentales.

Si bien es cierto que estos tipos de interés relativamente
elevados guardan relación con el éxito, también sólo relativo, en
la evolución del déficit y de la inflación, conocen ya SS. SS. --
como lo conoce el señor Ministro de Economía y Hacienda y el
señor Gobernador del Banco de España-- nuestras puntuales
discrepancias a lo largo de la legislatura respecto de la
evolución del coste del dinero.

Así, pues, el balance que puede hacerse de la evolución de la
situación económica en estos dos últimos años (octubre de 1993-
octubre 1995) es globalmente positivo.

Los gravísimos desequilibrios económicos que nos atenazaban en
1993 han evolucionado favorablemente y hoy estamos en mucha mejor
situación para reducir el paro y afrontar con estabilidad y
posibilidades reales de éxito los retos económicos que nos depara
nuestra incorporación al proyecto europeo de Unión Económica y
Monetaria.

Ahora bien, que la situación hoy sea mejor que la de 1993 no
significa que el reto no sea enorme y que el esfuerzo que la
sociedad española debe realizar en su conjunto no sea
extraordinario. Para valorar ese esfuerzo sólo basta con observar
las enormes dificultades que para superarlo están atravesando
países de nuestro entorno con economías más potentes y
desarrolladas. Pero superar el reto está a nuestro alcance y hoy,
en cualquier caso, lo está más que en octubre de 1993.

¿Qué es lo que, a nuestro entender, se necesita hoy para superar
el reto? En el ámbito estrictamente económico, es necesario
adoptar nuevos compromisos para dar un nuevo impulso al control y
a la racionalización del gasto público que nos garanticen una
inmediata reducción del déficit y evitar así su incidencia
negativa sobre la evolución de la economía.

Es necesario adoptar un conjunto de medidas que afronten las
reformas estructurales que reclaman la economía y la sociedad
para afrontar favorablemente su futuro en el ámbito laboral, en
el ámbito fiscal, en el financiero y en los distintos sectores de
la realidad económica. Hay que continuar adoptando medidas de
incidencia directa sobre la reactivación de la economía
productiva para mejorar su competitividad y garantizar la mayor
capacidad de creación de empleo.

Siguiendo en el ámbito estrictamente económico, ¿son los
presupuestos que hoy presenta el Gobierno a nuestra consideración
un instrumento válido para superar ese reto? ¿Responden a
nuestras necesidades en el ámbito, insisto, de la esfera
estrictamente económica? A nuestro entender, no.

Son ciertamente unos presupuestos que no alteran los ejes básicos
de la política económica introducida a partir de 1993 y que
guardan relación y concordancia con el programa de Convergència,
pero son unos presupuestos que transpiran timidez por todos sus
poros. Probablemente no podía ser de otra manera. Los
Presupuestos marcan la situación política del Gobierno que los
presenta.

El señor Ministro de Economía y Hacienda, responsable de su
elaboración, consiguió --imaginamos--, tras un ímprobo y
perceptible esfuerzo, cuadrar los números. Consiguió que sumaran,
y debió exhalar un profundo suspiro de alivio tras conseguir que,
por lo menos formalmente, el edificio presupuestario,
convenientemente apuntalado, resista el negro sobre blanco.

Quiero reconocer que, dada la situación política, no es pequeño
su éxito, que se ha fundado en un encomiable rigor, que nosotros
hemos reconocido, a lo largo de los dos años en que lleva
ejerciendo esta responsabilidad. Pero él mejor que nadie sabe que
para el enorme esfuerzo que la sociedad española debe realizar no
basta



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con estos presupuestos; que no basta, probablemente, ni con estos
ni con cualquier otro documento presupuestario preparado en las
actuales circunstancias políticas.

Señor Presidente, señorías, como nuestro Grupo Parlamentario
viene expresando desde hace ya semanas, éste no es tiempo ya de
elaboración y debate de unos presupuestos, sino de clarificación
electoral, porque si es bueno disponer de unos presupuestos, hoy,
sin duda ninguna, es previo recomponer el clima político. Y es
que, señor Presidente, señorías, recomponer, racionalizándola, la
estructura del gasto y su control, avanzar en las reformas
estructurales en el campo fiscal, laboral, de la Seguridad
Social, financiero, de las empresas públicas o adoptar con
valentía las medidas selectivas que incidan sobre la actividad
económica, mejorando su competitividad y garantizando una mayor
capacidad de empleo, está, por lo que se ve en los documentos
presentados por el Gobierno, sólo parcial y tímidamente
conseguido sobre el papel. Pero lo que la situación política no
permite es la creación de un clima de confianza en la capacidad
de ilusionar y comprometer voluntades de este Gobierno en lo que,
como decía antes, representa un enorme esfuerzo del conjunto de
la sociedad.

Lo que procede, pues, a nuestro entender, es prorrogar este
debate presupuestario hasta celebradas las elecciones generales y
clarificada la actual situación política, y, en base al resultado
que proporcione la convocatoria electoral, iniciar con toda
urgencia la aprobación de los presupuestos y de las medidas de
política económica que deben afrontarse en los próximos años.

De ahí, señor Presidente, señorías, nuestro anuncio ya hace
semanas, y aun antes de conocer el contenido presupuestario, de
presentación de una enmienda de totalidad para interesar al
Gobierno la devolución de los mismos, voluntad e interés que hoy
reiteramos con la defensa de nuestra enmienda. Porque, insisto,
hoy no es ya tiempo de presupuestos, sino de clarificación
política.

¿Qué sucede ahora si, como todo parece indicar, la Cámara
devuelve al Gobierno los Presupuestos? A nuestro entender, y si
todos actuamos con responsabilidad, no tiene por qué pasar nada
grave. Por el momento, y como ya ha sucedido en tres ocasiones
con anterioridad, procederá aplicar la correspondiente prórroga
presupuestaria, adoptando, si se cree necesario, aquellas medidas
que permitan corregir las posibles incidencias negativas que ello
pudiera comportar para una normal administración de los recursos
públicos.

Vale la pena señalar al respecto que todas las prórrogas
automáticas de los Presupuestos Generales del Estado que se han
llevado a cabo durante los últimos quince años no han alterado el
normal desarrollo de la economía ni han proporcionado
disfunciones en la evolución del gasto público, al contrario, las
diversas prórrogas que se han adoptado han constituido, a su vez,
un marco transitorio de austeridad para poder reducir el gasto y
evitar futuros compromisos a la Hacienda Pública.

Nada hace pensar que no pueda ser así en esta prórroga automática
de los Presupuestos para 1996. Es más, en la última semana no se
ha conocido, a través de los medios de comunicación, ninguna
afirmación del Ministro de Economía ni del Gobierno en general,
en el sentido de que la prórroga automática de los actuales
presupuestos vaya a generar más déficit público a la economía
española, sino más bien se ha insinuado todo lo contrario.

Es cierto que la prórroga automática puede generar otro tipo de
problemas, pero lo que no puede argumentarse es que la devolución
de estos Presupuestos Generales del Estado vaya a ser la razón de
un crecimiento del gasto público o del coste de su financiación.

Nadie, señor Presidente, señorías, debería calificar la decisión
de nuestro Grupo de irresponsable. Ni el Gobierno, ni por
supuesto tampoco los grupos que, como el nuestro, interesan la
devolución al Gobierno de los proyectos de ley que nos ocupan.

Señor Solbes, éste es el debate presupuestario número dieciocho
que se realiza en esta Cámara desde la aprobación de la
Constitución de 1978. En estas dieciocho ocasiones ningún grupo
de la Cámara ha votado favorablemente unos presupuestos
presentados por un Gobierno del que no formaba parte, excepto,
como usted sabe muy bien, nuestro Grupo Parlamentario.

Comprendemos, señor Ministro, y además compartimos, sus
apelaciones a la necesidad de que 1996 no sea un año perdido en
el proceso hacia la Unión Económica y Monetaria. Es bien cierto
que de este año depende, en buena medida, el que España esté en
condiciones de incorporarse en 1999 a la tercera fase de la Unión
Monetaria. Pero, ¿cree usted de verdad, señor Ministro, que
necesita recordárnoslo a nosotros que, por esa poderosísima razón
y contra toda costumbre parlamentaria, como antes le recordaba,
hemos dado apoyo a los presupuestos de su Gobierno durante los
dos últimos años? ¿Cree usted, señor Solbes, que nosotros hemos
encontrado alguna satisfacción en el deterioro continuado de la
situación política o en el de su Gobierno? Porque ésas y no otras
son, como le decía antes, las razones por las cuales ni estos
presupuestos ni cualquier otros probablemente de los preparados
por su Gobierno en la situación actual, permiten adoptar las
medidas y compromisos necesarios para entrar en la Unión
Económica y Monetaria. Es la situación política que provoca el
colapso del Gobierno y que se traduce en el contenido del
proyecto, lo que impide tomar las medidas necesarias para superar
el reto. En ningún caso, señor Presidente, señorías, la enmienda
que presenta nuestro Grupo Parlamentario.

Y no amenace usted, señor Ministro. Ya sé que ayer comentó que no
eran amenazas, que era simplemente descripción de la realidad. No
nos amenace usted ni



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desde dentro: autonomías y sanidad sufrirán un colapso financiero
en enero si se rechaza el presupuesto; ni desde fuera: Solbes
advierte ante el Fondo Monetario Internacional que la tentación
electoralista amenaza la economía española. Señor Ministro, una
vez superado el mal trago personal y político --que eso sí lo
comprendo-- que supone para el Ministro del ramo la devolución al
Gobierno de un proyecto de presupuestos, siga usted transitando
por los senderos de la sensatez y del sosiego, que es por donde
usted ha transitado siempre y en los que se ha ganado, además,
justa y merecida fama, porque --y con esto acabo, señor
Presidente-- si todos, Gobierno y grupos políticos, actuamos con
sensatez y responsabilidad, las consecuencias de la votación de
hoy no tienen por qué ser negativas ni para la reactivación
económica ni para la convergencia europea.

Para nuestro Grupo actuar hoy con responsabilidad significa
comprometerse firmemente de forma clara, rotunda, que no dé lugar
a dudas, a dos cosas: en primer lugar, a propiciar, en la medida
de nuestras posibilidades, que el Gobierno resultante del ya
próximo proceso electoral presente cuanto antes un proyecto de
presupuestos. Y en segundo lugar, a procurar, también en la
medida de nuestras posibilidades, que la mayoría resultante de
esos comicios, con la fuerza que le dé esa mayoría, bien sea ésta
reconfirmada, o recién conquistada, disponga del coraje necesario
para presentar ese proyecto con contenidos que sí aseguren, no
como los que hoy se nos presentan, una opción decidida y valiente
en favor de la recuperación económica y la creación de empleo y,
sobre todo, que indiquen claramente la voluntad y la capacidad de
conseguir formar parte de la Unión Económica y Monetaria en 1999.

Señor Presidente, señorías, nuestro Grupo Parlamentario está
firmemente convencido de que si hoy y en los próximos meses,
también durante la campaña electoral, los grupos de la Cámara,
particularmente ustedes, y ustedes, señores del Grupo Popular,
somos capaces de trasladar a la opinión pública y a los mercados
esa decidida voluntad, la recuperación y la convergencia europea
están a nuestro alcance; lo están si, como digo, trabajamos todos
sensata, responsable y rigurosamente.

Vaya por delante, señor Presidente, señorías, nuestro compromiso
para así hacerlo. Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Gracias, señor Molins.

Señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas
gracias, señor Presidente, señorías.

Con sosiego en todo caso --no me corresponde a mí evaluar la
sensatez-- voy a intentar responderle a los temas que S. S. me
acaba de plantear. Le debo reconocer que esta intervención es,
posiblemente, la más fácil y la más difícil que tendré que hacer
en la sesión de hoy.

La más fácil, porque a pesar de sus teóricas veladas críticas
añadidas --y luego haré algún comentario al respecto-- sobre el
presupuesto, yo creo que no tengo que convencerle sobre la bondad
del mismo. Me resultaría difícil, si tenemos en cuenta que
continúa con esa misma política económica que ustedes han apoyado
y compartido hasta ahora. De hecho, su rechazo, que usted hoy
intenta también presentarnos como de contenido económico, no es
debido al contenido de este presupuesto, dado que ya lo
anunciaron antes de conocerlo. Pero también es posiblemente mi
intervención más difícil, porque tengo que decirles, con toda
honestidad, que se equivocan en su planteamiento.

Hechos estos comentarios voy a intentar seguir su misma línea
argumental. Quiero hablarle de los elementos económicos y
políticos del presupuesto, de sus efectos y de qué es lo que
puede suceder.

En primer lugar, ayer hacía referencia a que en el año 1994
conseguíamos salir de la crisis; en el año 1995 consolidamos la
mejora de la situación económica y en 1996 preveíamos poner al
país en condiciones de acceder a la tercera fase de la Unión
Económica y Monetaria. No puedo más que compartir sus cifras, su
valoración sobre lo que durante este período ha sucedido. Y
añadiría más, la buena y leal colaboración entre su Grupo y el
Grupo Socialista durante este período para adoptar las medidas
necesarias que hicieran posible estos avances.

Sin embargo, su argumento se quiebra cuando, después de valorar
todo eso de forma muy positiva, llega S. S. a la conclusión de
que, en consecuencia, no hay que aprobar el presupuesto.

Sí querría hacer un pequeño comentario respecto a sus referencias
anteriores sobre la buena situación económica. Su señoría lo
valora todo muy bien excepto que no valora --valga la
redundancia-- positivamente la evolución de los tipos de interés
en la economía española. Querría recordarle dos cosas: primero,
los tipos de interés tiene problemas cuando tomamos la decisión
de modificar la fiscalidad indirecta y sustituirla por
cotizaciones sociales, tema que ya sabe que su Grupo propone, que
nosotros aceptamos --y en ese sentido somos corresponsables de la
decisión--, aunque S. S. conoce también las reticencias que sobre
este punto hubo en su momento. Por tanto, si su parte es la buena
del proceso, también acepten lo que pueda tener de negativo.

Entramos ya en un segundo --puede así considerarlo S. S.-- juicio
de valor, pero del que estoy absolutamente convencido: creo que
con un apoyo a los presupuestos para el año 1996, la posibilidad
de reducir los tipos a partir del mes de septiembre hubiera sido
mucho más clara. Ya sé que este tema a SS. SS. no les gusta que
se lo recordemos, pero es un hecho y creo que con



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apoyo a los presupuestos ahora tendríamos tipos de interés más
bajos.

Decía que de su línea argumental me sorprendía que después de
esas afirmaciones S. S. llegase a la conclusión de que rechazaba
los presupuestos y esperaba que con un mínimo de coherencia nos
dijera: Rechazamos los presupuestos no por razones económicas,
sino por razones políticas. Sin embargo, se ha atrevido a ir un
poquito más lejos y dice: Son presupuestos necesarios pero no
suficientes, porque tienen una gran timidez. A mí ese argumento
me parecería espléndido para sacar una conclusión distinta y no
de rechazo. La conclusión debería ser: Estamos de acuerdo en
discutirlos, estamos de acuerdo en mejorarlos, estamos dispuestos
a introducir elementos adicionales que corrijan esa timidez.

Su señoría dice que no somos suficientemente ambiciosos en
algunas cosas como reducción del déficit, reformas estructurales,
etcétera. Puede ser que fuesen necesarias algunas reformas
estructurales adicionales, y compartiría ese punto de vista, lo
que sucede es que la enumeración que S. S. hace no me parece
especialmente adecuada.

Creo que se ha avanzado bastante en reforma del mercado laboral.

¿Se pueden corregir algunos elementos? Sin duda alguna. En temas
fiscales todavía tenemos, y discutiendo precisamente con el Grupo
de S. S., el Impuesto de Sociedades, que significa una
transformación sustancial respecto al sistema preexistente. Como
también han sido cambios muy importantes los que se han producido
en lo que se refiere a toda la normativa general tributaria, que
sin duda alguna será muy beneficiosa para conseguir adecuar el
sistema fiscal a la realidad de nuestra sociedad.

También hay medidas en el presupuesto de otra naturaleza --estoy
pensando en la ley de acompañamiento-- que afectan a temas tan
importantes desde el punto de vista estructural, como son la
reforma de colegios profesionales, el suelo, el precio del agua,
etcétera, elementos todos ellos que, evidentemente, van en la
línea de lo que S. S. dice, que son tímidos, pero en vez de
corregirlos y mejorarlos, los rechazan para que el resultado sea
todavía más tímido. De ahí que yo crea que su posición, desde el
punto de vista técnico, desgraciadamente no está justificada; la
puedo entender por otros argumentos y sobre esos otros argumentos
querría también hacer alguna consideración.

Todos conocemos la posición de su Grupo --y S. S. ha hecho una
referencia a ello-- sobre que no es el momento de tomar
decisiones económicas sino el de clarificación política. Es
cierto que, nuevamente, en su Grupo se suscita una cierta
contradicción. Ayer hicimos referencia a este tipo de análisis y
hoy tengo que volver a insistir. La convocatoria de elecciones
generales no se produce necesariamente por una no aceptación de
presupuestos, sino que hay otras medidas constitucionales que
permiten obtener esos resultados. Su señoría ha optado por este
tipo de censura, que no voto de censura, que exige o no moción de
censura, que exige otras características, y está en su derecho,
pero es cierto que, al utilizar este instrumento, generamos otro
tipo de dificultades de las que no nos podemos sustraer en este
debate, a pesar de que se intente presentar el tema como que la
situación de presupuesto o no presupuesto es exactamente la
misma, ya que los resultados finales que se pueden alcanzar son
de las mismas características. Comprendo que a SS. SS. no les
guste excesivamente la moción de censura; entiendo las razones,
pero creo que la opción por la que SS. SS. han optado
políticamente tiene prácticamente el mismo coste.

Su señoría ha hecho una referencia muy explícita a prorrogar el
debate presupuestario para un momento posterior. Creo que éste es
un tema que nos permite hacer una reflexión, que ya inicié ayer y
que me gustaría volver a desarrollar esta mañana. El Presidente
del Gobierno ha tomado una decisión: elecciones en el mes de
marzo. Esa decisión es coherente con la existencia de unos
presupuestos para el próximo año, porque ésa es la fórmula que
nos debería permitir, con unos presupuestos en marcha, no
necesariamente los del Gobierno pero con unos presupuestos en
marcha, tomar las medidas de corrección necesarias que
permitiesen que el año 1996 no fuera un año perdido.

Su señoría, con otros grupos parlamentarios, dice: No, mejor
vayamos a elecciones inmediatas. Mejor dicho, no ha sido ésa su
opción, tampoco ha definido ese problema, pero podría ser la
conclusión lógica de lo que S. S. ha dicho. Imaginemos, decía
ayer, que tengamos elecciones el día 25 de diciembre. Por parte
del Partido Popular se me decía: no, el 25, no, puede ser otro
día. Pues no puede ser otro día. Mejor dicho, sí puede ser otro
día. No puede ser el lunes, tiene que ser el domingo, el domingo
24. Por lo tanto, ése es el día que podríamos convocar
elecciones. Tendríamos otra alternativa, hacerlo la semana
siguiente, el día 31 de diciembre. Incluso, podríamos tener otro
día magnífico, el 7 de enero, para convocar elecciones.

Cualquiera de esas fechas es, sin duda alguna, enormemente
atractiva para una campaña electoral.

Hablo de este tema para llevar al absurdo el argumento, porque
cuando el argumento lo vayamos retrasando, será todavía más
absurdo por lo que voy a comentar. Supongamos que las elecciones
son el 24 de diciembre, tal como algunos plantean. La
constitución de las Cámaras más la elección del nuevo Gobierno,
como decía ayer, exigen aproximadamente un mes y diez días;
estaríamos hablando, por lo tanto, de nuevo Gobierno a primeros
de febrero. La elaboración de un presupuesto, lo decía ayer, por
muy claras que se tengan las ideas --y tengo dudas de que esas
ideas se tengan tan claras, excepto si es el Partido Socialista
el que gobierna, que volverá a presentar exactamente el mismo
presupuesto que ahora planteamos--, necesitaría un período mínimo
de tres meses, pero muy mínimo. Por lo tanto, estaríamos en el
mes de abril: febrero, marzo, abril. A finales de abril, primeros
de mayo, entraría en esta Cámara un presupuesto, presupuesto



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que, en una discusión normal, acelerada, con el proceso normal de
tramitación, exige tres meses más. Por lo tanto, abril, mayo,
junio. Y, en consecuencia, en el mejor de los casos,
dispondríamos de un presupuesto a principios del mes de julio o,
tal vez más fácilmente a principios del mes de agosto.

Podríamos decir, como S. S. ha dicho, que esto ha sucedido en
otras ocasiones. Luego volveré a este tema para ver que las
circunstancias del pasado no tienen nada que ver. En
consecuencia, este Gobierno, suceda lo que suceda, va a tener que
preparar un presupuesto, va a tener que discutirlo y considera
que debería ser aprobado, porque si como además nosotros creemos,
las elecciones deben ser en marzo, y parece bastante probable que
así sea, este Gobierno seguirá en funciones hasta el mes de mayo
o junio y, en consecuencia, habrá que contar durante seis meses,
en todo caso, con un presupuesto que creemos que es mejor que la
prórroga. La prórroga plantea otros problemas a los que volveré
posteriormente.

Pero en el supuesto al que anteriormente hacía referencia, es
evidente que un presupuesto en el mes de julio lo que evita es la
posibilidad de hacer el trabajo para el presupuesto del año 1997,
que es el clave y fundamental para concluir el plan de
convergencia en el año 1997 en buenas condiciones. Dicho en otros
términos, no es neutral la existencia o no existencia de los
presupuestos para alcanzar los objetivos de convergencia en 1997,
y si no es neutral, quiere decir que los riesgos para no estar en
la tercera fase son mayores. Y si no estamos en la tercera fase,
evidentemente, los riesgos de derrapaje de nuestra política
monetaria y de nuestros tipos de interés serán mayores también.

Evidenteme ésta no es una responsabilidad de CiU; es una
responsabilidad de todos aquellos grupos que optan por la
prórroga y no optan por un presupuesto, el que sea, para el
próximo año. Esa es la situación y ésos son los elementos que se
nos plantean como opción en esta Cámara en el día de hoy. Hay la
posibilidad de seguir adelante con un presupuesto que puede ser
modificado, en que se puede corregir la timidez en las reformas
estructurales que S. S. plantea, y, seguramente tendrá nuestro
apoyo total para que esa timidez se corrija, y creemos que es la
mejor fórmula para todos cara al futuro.

A partir de ahí, es cierto que no les voy a convencer por razones
de tipo económico de ir en una u otra dirección, y SS. SS.

tendrán que tomar la decisión que estimen oportuna por otro tipo
de valoración. Ya decía anteriormente que SS. SS., por otro tipo
de argumentos, ya habían tomado la decisión de la enmienda a la
totalidad antes de conocer los presupuestos. Sin embargo, lo que
no puedo aceptar es esa tesis de que el no presupuesto no
significa nada grave y que hay modos de corregir los problemas.

Yo creo que significa, desde luego, algo grave en términos
económicos. Ya he planteado los riesgos que se suscitan en
términos de plan de convergencia. Pero hay también riesgos de
otra naturaleza que no querría olvidar.

Su señoría utiliza un argumento que, en mi opinión, no es
trasladable al contexto actual. Dice dos cosas, y son ciertas: en
15 años sólo ha habido dos años que un grupo distinto apoya al
del Gobierno. Ha sido CiU en estos dos últimos años, lo que yo
agradezco, y que reconozco que ha permitido una colaboración
excelente. Evidentemente, por las razones que sean, ahora se
dice: no habrá apoyo; habrá prórroga, y ha habido prórroga en
otros casos y no ha sucedido nada. En ningún caso ha sido como
éste, ni en términos del momento en que se produce la prórroga,
ni en las perspectivas en que ésta se produce. La prórroga
siempre se ha producido con elecciones en momentos anteriores y,
en muchos casos incluso, con gobiernos que iban a repetir,
lógicamente, en función de las urnas. No sabemos cuál será la
opción en este caso, pero no cabe duda de que no hay una
distancia tan absolutamente evidente entre el mes de marzo y el
momento en que se produce la prórroga presupuestaria como en el
año de referencia.

¿Y qué se va a producir? Decía ayer que no era chantaje ni era
amenaza. Es simplemente una constatación de hechos. La
Constitución nos permite elegir entre presupuestos o prórroga de
presupuestos. La primera diferencia entre el presupuesto de 1996
con el del año 1995, y éste es uno de los puntos que sí suscita
algún problema en la prórroga del presupuesto, es que el de 1996,
en términos generales, tiene menos gastos para las diferentes
partidas que el del año 1995. En consecuencia, la prórroga
significaría para esas partidas un presupuesto expansivo,
exactamente lo contrario de lo que queremos conseguir. Para esas
partidas de naturaleza expansiva, es evidente que no tendremos
ninguna dificultad, porque el Gobierno, haciendo frente a sus
responsabilidades, tomará la decisión de limitar las obligaciones
reconocidas, de tal forma que en ningún caso se supere el
porcentaje de reducción que estaba previsto en el presupuesto del
año 1996. Hay otras partidas en las que está previsto, sin
embargo, un crecimiento de ingresos; muy pocas: pensiones,
funcionarios, administración territorial, administración europea
y sanidad. En cada una de ellas por razones distintas. En el caso
de sanidad, que le preocupa a mucha gente en esta Cámara, porque
hay un pacto que permitía que en el año 1996, de una vez por
todas, clarificásemos la financiación futura del sistema
sanitario. Cuando SS. SS. dicen no al presupuesto y sí a la
prórroga, lo que están diciendo es no al incremento de estas
partidas. Y el Gobierno dice que, evidentemente, de esas partidas
hay dos que pueden generar una cierta preocupación social, que
son, por supuesto, pensiones y funcionarios, y que en ambos casos
plantearemos la modificación para elevar los créditos
correspondientes y permitirnos llegar a una solución de esos
problemas concretos. El resto no es que el Gobierno elija o no;
es que las Cámaras eligen,



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y el Gobierno tendrá que ser coherente con la decisión de las
mismas.

A partir de ahí, es cierto que ello no quiere decir
--quiero dejarlo muy claro-- que el acuerdo de sanidad o el
acuerdo con comunidades autónomas se ponga en tela de juicio. El
acuerdo sigue en vigor. Se generarán derechos, pero no se podrán
financiar por falta de los correspondientes créditos. Esa será la
situación. ¿Cuándo se resolverá el problema? En mi opinión, la
única solución que tiene es, evidentemente, que se ponga en
marcha el presupuesto del año 1996. Si no tenemos ahora
presupuesto del año 1996, lo tendremos en el segundo semestre del
año. Si es el Partido Socialista a quien le corresponde
gobernar --y esperemos que así sea, porque todo será mucho más
fácil--, evidentemente plantearemos el mismo presupuesto y las
mismas ofertas que actualmente existen, porque nos parece que es
el sistema correcto para financiar la sanidad y el acuerdo con
las comunidades autónomas. Cualquier otra opción podría
replantear la aceptación o no del régimen pactado, que espero que
no sea así, porque me parece que el régimen pactado es
francamente correcto.

Pero, como decía antes, lo que me preocupa de todo este proceso
es, sin duda alguna, que vamos a poner en tela de juicio no sólo
el cumplimiento del déficit en 1996 sino sobre todo la
elaboración del de 1997. En 1996, y en la parte que al actual
Gobierno corresponda, desde luego no van a existir derrapajes de
ningún tipo en cuanto al cumplimiento del déficit.

Y a partir de ahí creo que la elección para su Grupo es muy
clara. No me han convencido para nada sus argumentos de tipo
económico; entiendo sus argumentos de tipo político, pero no los
comparto. Creo que cometen un grave error como consecuencia de la
opción que adoptan, pero a SS. SS. les corresponde decidir. Lo
que no aceptaremos después, evidentemente, es que las
responsabilidades de una decisión errónea tengamos que
resolverlas de una forma no acorde con la coherencia de lo que
hemos presentado.

Por tanto, ustedes deben votar lo que estimen oportuno, están en
su derecho, evidentemente, no faltaría más, pero yo creo que toda
decisión --y lo decía ayer-- tiene sus consecuencias y a esas
consecuencias tendrán que hacer frente.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Gracias, señor Ministro.

Tiene la palabra el señor Molins.




El señor MOLINS I AMAT: Muchas gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, lo que más se pone de manifiesto en su
intervención es que olvida una cosa --que conste que comprendo
que la quiera olvidar--, que el señor Presidente del Gobierno es
el que ha convocado elecciones para marzo (Rumores.) y el que ha
dicho que en marzo habrá elecciones. Por algún motivo habrá sido,
es decir, por alguna razón el Presidente de su Gobierno cree que
hay que dar por acabada la legislatura en el mes de marzo. Esta
no es una responsabilidad que nos corresponda a nosotros. Después
le comentaré algo al respecto.

Voy a intentar ir por el mismo orden que ha seguido en su
intervención, señor Ministro. Dice que no está de acuerdo en que
nuestro Grupo Parlamentario pueda tener dificultades para la
aprobación de estos presupuestos por su contenido, al margen de
las razones políticas. Usted mismo lo reconocía y yo lo he dicho
en mi intervención: no es tanto lo que dicen como lo que dejan de
decir los presupuestos. Es, en definitiva, la misma crítica del
señor Rojo, excactamente la misma, que dice: Estos presupuestos
aseguran en cierta manera, por los números, que éstos cuadran,
que el déficit disminuye en esos niveles, pero no existe ninguna
reforma estructural que asegure el cumplimiento de esos números.

Eso es en parte lo que yo le decía en mi intervención: los
números le cuadran, pero no existen las reformas estructurales
que puedan asegurar que esos números, ciertamente y en el
cumplimiento del presupuesto, van a seguir cuadrando. No existen
decisiones respecto a la estructura del gasto de las empresas
públicas. No existe absolutamente nada en una línea de actuación
de cuya necesidad de acometer usted sabe, señor Ministro, que no
ahora, sino en los años anteriores también, le hemos hablado, que
es la reforma de la Administración periférica para evitar
duplicidades no sólo de tipo político, que también, obviamente,
nos ocupan, sino de tipo económico. Tampoco se acometen las
reformas de la Seguridad Social, ni tan siquiera las que se
contemplaban en el Pacto de Toledo.

Tampoco estamos de acuerdo en los aspectos del presupuesto que
hacen referencia a la reactivación económica. Usted sabe que ha
sido pieza fundamental año tras año en la intervención de nuestro
Grupo Parlamentario, tanto en la discusión presupuestaria de 1993
para 1994 como en la de 1994 para 1995. Hace usted algo en el
propio presupuesto --para entrar también en datos concretos--
que, por otra parte, ya ha hecho en otras ocasiones: para que le
cuadren los números, retoca la fiscalidad de aquello que le
parece a usted menos sensible, como los impuestos especiales,
incrementando algunos --tabaco, alcohol, etcétera-- el cien por
cien. Ya sabe usted que a nuestro entender ésa no es la manera de
hacerlo.

Ha dicho algo que sí le quiero comentar, señor Ministro: aducir
que el coste del dinero no ha funcionado bien en 1995 porque por
iniciativa o exigencia nuestra se rebajó un punto en la
cotización de la Seguridad Social porque la quisimos sustituir
por fiscalidad indirecta. Señor Ministro, usted sabe muy bien que
lo que pedíamos no era sustituirla por nada: sustituirla por
ahorro del gasto, no por cambio en la fiscalidad. Fue usted, a
pesar de que nosotros le decíamos que creíamos que no era
acertado, el que



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decidió subir un punto la fiscalidad del IVA. Es más --usted lo
recordará--, nos dijo que eso le iba muy bien para preparar las
posibles subidas de años siguientes si el mercado reaccionaba
bien. Porque usted sabe mejor que yo que uno de los impuestos en
los cuales España tiene un camino a recorrer es el IVA, en el que
estamos por debajo de la media europea. A usted le fue muy bien,
senor Ministro, sustituir los costes sociales no exactamente por
el IVA, porque, como usted sabe muy bien, entre el IVA más la
fiscalidad especial sustituyó una disminución de ingresos de,
aproximadamente, 150.000 millones, que significaba la rebaja en
las cotizaciones de la Seguridad Social, por un incremento de,
aproximadamente, 320.000 millones, que significaba el punto de
IVA más la fiscalidad especial. Por tanto, aunque nuestro Grupo
Parlamentario, obviamente, asumió la decisión, la propuesta no
fue nuestra, no fue idea nuestra. Obviamente, señor Ministro,
creemos que debemos ser capaces de reducir las cotizaclones
sociales, que gravan los productos y van directa e
irremediablemente en contra de la competitividad de nuestros
productos, porque los gravan por encima de lo que son gravados
los productos de nuestros competidores europeos; usted sabe que
la media que carga sobre nuestros productos es superior a la
media que carga sobre los productos en los países europeos. Por
tanto, nosotros asumimos absolutamente lo que se hizo, pero que
quede bien claro que nuestra opinión era disminuir cotizaciones
sociales en la medida de lo posible, en la medida en que la
reducción del gasto lo hiciera posible.

Comenta después el señor Ministro todo lo que hace referencia a
lo que sería una prórroga presupuestaria o a las consecuencias
que podría tener esa prórroga presupuestaria y dice no estar de
acuerdo con mi opinión de que si se actúa con una cierta
responsabildad por parte de todos --otra cosa es que confíe más o
menos en que eso se haga-- las consecuencias no tienen por qué
ser graves. Usted nos decía que estos presupuestos son
relativamente iguales a los de 1995, a los que nosotros dimos
apoyo. Convendrá conmigo, señor Ministro, en que cuanto más
iguales sean, la prórroga o los presupuestos de 1996 tienen menos
diferencias, porque se está prorrogando algo que es prácticamente
idéntico --y son sus palabras, que no las mías-- a lo que ahora
se intenta aprobar. Cuanto más cierto sea que los presupuestos de
1996 son la continuación de los presupuestos de 1995, más cierto
es también que las consecuencias de una prórroga son menores
respecto a las consecuencias de la aprobación de un proyecto de
presupuestos.

Y ahora viene, señor Ministro, algo que tampoco podemos asumir
nosotros. No nos diga a nosotros que no habrá presupuestos hasta
junio. Esa no es nuestra responsabilidad. Nosotros asumimos los
beneficios económicos de los dos años de colaboración, nosotros
asumimos también la parte alícuota que nos corresponda en el
hecho de que hoy los presupuestos sean devueltos al Gobierno,
pero no asumimos ninguna, porque no nos corresponde, en la fecha
de las elecciones. Esa es decisión, como usted muy bien
recordaba, del señor Presidente del Gobierno, que conoce, como
conoce su Grupo, desde el mes de septiembre la decisión de
nuestro Grupo de que éste no era momento de presupuestos sino
momento de elecciones; eso lo conocen desde el mes de septiembre.

Si el planteamiento es Navidades, es porque hemos llegado hasta
hoy, y si el planteamiento es marzo, que quiere decir junio para
unos nuevos presupuestos, es porque el señor Presidente del
Gobierno, haciendo uso de una prerrogativa que la Constitución le
confiere a él y sólo a él, ha decidido convocar las elecciones
para marzo, pero no es, señor Ministro, nuestra responsabildad.

Por último, hablaba del colapso, diciendo que no es una amenaza,
que es una descripción de un hecho. De acuerdo, no sé si es una
amenaza o no. Curiosamente lo del 15 por ciento del IRPF lo dijo
al día siguiente. ¿Se acuerda usted? Fue en septiembre, en el
lejano septiembre. Ahora dice lo de las autonomías, lo de la
sanidad, etcétera. Vamos a ver, señor Ministro, si usted cree que
una vez devueltos los presupuestos al Gobierno existe alguna
posibilidad de solucionar legalmente ese conflicto que dice usted
que pueden tener las autonomías y la sanidad, su obligación es
intentarlo solucionar, y si cree que no existen esos mecanismos
legales, no se preocupe, señor Ministro: las autonomías y la
sanidad no estarán peor que durante los once años en que tuvieron
mayoría absoluta y, sin pestañear, no solucionaron el problema.

Señor Sobes, cuando formulé mi petición respecto al consumo
interno --determinadas cuestiones, las comprendemos y aceptamos;
la crítica política no es sólo legítima sino conveniente--, decía
que una cosa que creo que no debemos hacer --sin embargo, hoy lo
ha hecho también-- y, además, ante un auditorio en el exterior,
ante el Fondo Monetario Internacional, es plantear un cierto
tremendismo, que usted y yo criticamos el año pasado cuando lo
hacía algún otro grupo político de esta Cámara --aunque es lícito
criticar y debemos hacerlo--, de que sólo con el Gobierno hay
salvación o de que sólo con una determinada política el país
tiene solución. Creo que no es bueno --insisto, aunque como
consumo interno es lícito y legítimo; como consumo externo creo
que no, porque no nos conviene a nadie-- que se pongan en duda
las posibilidades reales del cumplimiento de la Unión Económica y
Monetaria porque falte un presupuesto. La economía del país puede
funcionar bien, aunque no haya presupuesto, señor Solbes. Creo
que a nadie conviene dramatizar una situación que no
necesariamente tiene por qué ser dramática para la economía del
país, no para su Gobierno, señor Sobes, para la economía del
país.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Señor Molins, vaya
concluyendo, por favor.




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El señor MOLINS I AMAT: Gracias, señor Presidente. Voy
concluyendo.

En primer lugar, sabe, señor Ministro, que todos los analistas
económicos están de acuerdo en que da la sensación de que los
mercados han descontado ya los efectos de la no aprobación
presupuestaria. Parece ser que, excepto en algunos --entre ellos
en cierto momento usted, que parecía tener la esperanza de que
cambiáramos de una opinión expresada no hace dos años, sino hace
exactamente dos meses, respecto a que presentaríamos una enmienda
a la totalidad interesando la devolución al Gobierno de estos
presupuestos--, ese efecto en los mercados ya se ha descontando.

Yo le decía que las consecuencias sobre la economía de esta
devolución al Gobierno, sean graves o no, dependen de todos
nosotros, señor Ministro. De ustedes --insisto--, no dramatizando
una situación que no tiene por qué ser negativa; de los grupos
políticos de esta Cámara, de los mayoritarios fundamentalmente,
porque no existiendo un presupuesto, la gente, los mercados
reaccionarán por las expectativas que puedan crearse a través,
obviamente, de la opinión expresada por los grupos que tienen
posibilidad, a través de esa confrontación electoral, de llegar
al poder. Por ello es muy importante que hoy se encuentren ante
la responsabilidad de que los mercados reaccionarán por lo que se
diga, para que determinadas opciones no puedan hacer según qué
planteamientos económicos que saben ellos los primeros que no
conducen a nada. Esa es, creo yo, una buena situación. Yo confío
en la sensatez y en la responsabilidad de todos.

Creemos, señor Ministro --como decía al principio de mi
intervención-- que la clarificación política que representa una
confrontación electoral y un gobierno recién confirmado,
nuevamente confirmado o un gobierno nuevo, con una mayoría nueva,
que parte de la fortaleza que le da esa confianza política recién
estrenada, puede hacer lo que para 1996 y 1997 es necesario que
se haga en este país, como son, por ejemplo, las reformas
estructurales que nos aseguren nuestra convergencia para la
tercera fase de la Unión Económica y Monetaria para 1999. Insisto
en que esa confrontación electoral puede dar al gobierno
resultante la fortaleza política de que este Gobierno creemos
sinceramente que no dispone y, por tanto, pensamos que no sólo no
tiene por qué suceder nada grave después de esta devolución
presupuestaria, sino que si todos actuamos responsablemente, es
posible que este país confirme su reactivación económica y, sobre
todo, confirme la posibilidad y la realidad de converger con
Europa en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria en
1999.

Muchas gracias, señor Presidente, señoras y señores Diputados.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Gracias, señor Molins.

Señor Ministro.

El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Sobes Mira): Gracias,
señor Presidente.

Señor Molins, es cierto que la responsabilidad de convocar
elecciones corresponde al Presidente del Gobierno y que, por
tanto, es él quien toma la decisión de que las elecciones sean en
marzo. Las razones son bien conocidas, no volveremos a repetirlas
ahora. Evidentemente, una de las razones por las que pensábamos
que marzo era un buen momento era porque parecía razonable
discutir unos presupuestos para el año que viene. Esa razón ha
decaído, pero había otras, y no olvidemos un hecho: ese
calendario se pactó con el señor Pujol. Ese es un punto que no
conviene olvidar cuando uno hace afirmaciones de este tipo.

Segundo punto. Su señoría hace referencia --y otra vez la hace
mal-- a las afirmaciones del señor Rojo; se suele producir con
cierta frecuencia. Su señoría dice: el presupuesto es tímido y
hasta el señor Rojo lo dice. Para que no haya ese tipo de
interpretaciones, le voy a decir textualmente lo que manifestó el
señor Rojo, que, por otra parte, figura en las actas del
Congreso: A la economía del país y al Gobierno de la nación,
cualquiera que éste sea, le interesa disponer en 1996 de un
presupuesto restrictivo y orientado a lograr una reducción
sustancial del déficit. Y a continuación, después de un párrafo
que no le leo porque hace referencia a otro tema, dice: Tal y
como están las cosas, tales recortes de gasto son necesarios en
el corto plazo, pero resultan insuficientes en el medio plazo
para reducir el déficit público de modo estable y significativo.

En economía, el medio plazo son dos o tres años, como todo el
mundo sabe; en consecuencia, está diciendo algo que no es
distinto de lo que viene diciendo el Gobierno: que es
absolutamente imprescindible disponer de reformas estructurales
adicionales para consolidar las reducciones de gasto que ahora
estamos planteando.

¿Que se podían hacer muchas cosas? Evidentemente, no lo discuto,
desde administración periférica, empresas públicas, Pacto de
Toledo, etcétera. Mi discusión con usted no es si el presupuesto
es tímido o no --podría aceptarle que pueda ser tímido--, mi
discusión con usted es si la timidez es un argumento suficiente
para presentar una enmienda de devolución o si la fórmula para
resolver el problema, en vez de la enmienda de devolución, es la
discusión del presupuesto y la corrección en la dirección de
hacer mayores reformas estructurales. Le decía antes, y se lo
vuelvo a decir ahora, que ahí seguramente encontrarían todo
nuestro apoyo; no creo que ustedes estén dispuestos a llegar más
lejos que nosotros en lo que a reformas estructurales se refiere.

En cuanto al problema del dinero y nuestro viejo debate sobre
cotizaciones sociales-IVA, diré que yo he planteado el debate de
una forma y S. S. de otra; S. S. no comparte mi visión y yo no
comparto la suya. Es cierto que ustedes plantearon la reducción
de las cotizaciones sociales a cambio de nada, pero ese
planteamiento es muy fácil; ustedes sabían que una reducción



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de cotizaciones sociales sin compensación sería tanto como decir:
cotizaciones sociales a la baja, problemas adicionales para la
Seguridad Social. Esa es una solución que nosotros nunca
aceptaríamos. Era evidente que teníamos que poner en marcha un
elemento de compensación, que formaba parte de un todo, y la
elevación del IVA era una consecuencia de esas cotizaciones
sociales.

Su señoría da unas cifras y lo que ha dicho es cierto, pero, como
tantas veces en estos casos --y no digo que lo haga con mala fe;
seguramente cada uno recordamos mejor aquello que nos preocupa
más-- olvida algo. Es cierto que hablamos no de 150.000 millones,
un punto de cotizaciones sociales, sino de 230.000 millones, y es
cierto que hablamos de unos ingresos de IVA, teóricamente
posibles, de 350.000 millones, lo que S. S. olvida es que en
aquella discusión también puse de relieve mi enorme preocupación
sobre que esos 350.000 millones teóricos se consiguieran, y la
práctica nos está demostrando que, efectivamente, no se han
conseguido; de hecho, la recaudación está siendo sustancialmente
menor que la prevista inicialmente. Por tanto, desgraciadamente,
se han confirmado mis temores de que, al final, esa reducción de
cotizaciones sociales iba a ir con cargo a gastos adicionales y
no a los ingresos adicionales del IVA, que no se han producido.

Hay un problema adicional que sí me gustaría que quedase claro y
es el famoso tema de las contribuciones sociales. Yo acepto el
argumento de que reducir las contribuciones sociales puede ser
bueno para generar empleo, lo que nunca he aceptado es que las
contribuciones sociales en España sean inferiores a las de los
países de la Unión Europea. Esto lo he dicho por activa y por
pasiva, y como lo mejor es hablar con datos en la mano, le leeré
el último informe que ha emitido la Dirección General 21 de la
Comisión Europea que, sobre datos del «Eurostat» de «prélevèment»
obligatorios, da las cifras correspondientes a España en 1992,
que no han variado mucho, y si lo han hecho ha sido más a favor
nuestro que al contrario. Dice lo siguiente: Contribuciones
sociales. La media de los países de la Unión Europea es del 14,66
por ciento; en España, el 13 por ciento. Son los datos oficiales,
señor Molins, aunque yo comprendo que no le gusten. (El señor
Presidente ocupa la Presidencia.) Sin embargo, siempre hemos
dicho --y ése es un punto distinto-- que la distribución en
España era peor que en el resto de Europa en la medida en que el
equilibrio trabajadores-empresarios independientes no
correspondía de la misma forma y que, en consecuencia, lo que
habría que hacer no es rebajar las cotizaciones sino plantear su
distribución de forma más razonable. Yo creo que ése es un punto
que conviene tener claro para saber lo que estamos planteando.

Su señoría dice que si el presupuesto de 1996 y el de 1995 es el
mismo por qué va a haber problemas con la prórroga. Por una razón
bastante evidente, señor Molins, porque una cosa es la filosofía
y otra las cifras del presupuesto, y se lo he dicho bastante
claro, la filosofía sigue siendo la misma en cuanto a lucha
contra el déficit, generación de empleo, fomento actividad-
productividad, etcétera, pero sin embargo las cifras son
distintas porque, como le he señalado, en la mayor parte de las
partidas hay una disminución del gasto, excepto en cuatro o cinco
en las que el gasto crece. Es evidente que esa modificación es
bastante sustancial porque significa ver el anverso y el reverso
de una misma moneda, con los problemas que ello suscita.

Su señoría dice que no están dispuestos a aceptar la
responsabilidad de que no haya presupuesto para el año próximo, y
yo le doy toda la razón; no es responsabilidad de su Grupo, será
la responsabilidad de todos los grupos que planteen enmiendas a
la totalidad. Ha dicho también que ello no supone la amenaza de
un colapso, aunque plantee unas dificultades mayores que en todo
caso corresponde resolver al Gobierno. Eso es lo que pretende el
Gobierno, y por eso hemos presentado un presupuesto para
resolverlas. Lo que SS. SS. no nos pueden decir es no a la
solución que presentamos y al mismo tiempo añadir que resolvamos
el problema. Si es que desgraciadamente no hay alternativa de
solución, la Constitución nos dice que o hay presupuesto o hay
prórroga presupuestaria; la idea del decreto-ley evidentemente
que es utilizable --lo dicen los constitucionalistas-- en la
medida en que no signifique de hecho un nuevo presupuesto. En
consecuencia, podremos hacer algunas cosas por decreto-ley, lo
que no podemos hacer por decreto-ley es un presupuesto que al
final signifique poner en marcha el presupuesto de 1996 por vías
indirectas. Esa es nuestra limitación jurídica mayor y ése es mi
problema. Yo no tengo ningún interés en crear dificultades a la
sanidad, ni a las administraciones territoriales, ni a nuestra
financiación a la Unión Europea; hemos dedicado demasiados
esfuerzos a resolver estos problemas como para ahora desmontarlos
como consecuencia de un voto negativo al presupuesto. Y desde
luego esa afirmación suya de que no van a estar peor que en los
once años de mayoría absoluta, de verdad que me parece
tremendismo, ese tremendismo al que S. S. hace referencia
posteriormente, sobre todo si recordamos que todos esos sistemas
se pactaron con las comunidades autónomas, entre ellas Cataluña.

Por último, S. S. hace referencia al tremendismo y dice que yo he
dicho que sólo con el Gobierno hay salvación. No, no es ése mi
planteamiento, y si lo ha entendido así, quizá es porque no he
sido capaz de expresarme de forma correcta. Yo lo que estoy
diciendo es que con presupuesto es relativamente posible llegar a
la convergencia en el año 1997; sin presupuesto es mucho más
difícil. ¿Imposible? No; imposible, no, mucho más difícil, sí.

Ese es el problema que yo planteo.

Su señoría hace una afirmación que yo, desgraciadamente, me
gustaría compartir, pero que no estoy seguro, porque dice que el
rechazo del presupuesto ya está dado por descontado en los
mercados. ¡Ojalá sea



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así y ojalá S. S. tenga razón! Yo estaría encantado de que ése
fuese el resultado final. Desgraciadamente, no estoy convencido
de que eso sea así y me preocupa.

Al final, S. S. plantea el problema en unos términos que yo creo
que eran los originales de su intervención, que es que, al final,
lo que desean es una clarificación política y una confrontación
electoral que resuelva los problemas. Yo le digo que no estoy en
contra de esa tesis, que esa tesis la ha asumido el Gobierno y su
Presidente, quien ha decidido que para el mes de marzo haya esa
confrontación política; lo que le digo es que esa confrontación
política no es incompatible con la existencia de presupuestos y
que la existencia de presupuestos es claramente una mejor opción
que la no existencia.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro. (El señor Molins i
Amat pide la palabra.)
Señor Molins, le ruego la máxima brevedad, porque ya es un turno
excepcional en el desarrollo de este debate.




El señor MOLINS I AMAT: Gracias, señor Presidente.

Me voy a atener a su observación, y muchas gracias por concederme
la palabra.

Señor Ministro, volvamos otra vez a lo de las contribuciones
sociales. No hablo del coste sobre la empresa, hablo del
porcentaje; hablamos nosotros, y así siempre lo hemos hecho, del
porcentaje del coste de la Seguridad Social que carga sobre las
empresas y del que carga sobre los presupuestos generales. La
media europea, también en el año 1992 --por utilizar las mismas
series estadísticas que me imagino que utilizaba el señor
Ministro--, de los costes sociales a cargo de la empresa es del
47 por ciento y a cargo del Estado del 53 por ciento, mientras
que en España la media que carga sobre la empresa es el 52 por
ciento y la que carga sobre el Estado el 48 por ciento. Es a ese
porcentaje al que yo me estoy refiriendo, y es el que confiere,
por la mayor contribución porcentual media de los presupuestos
europeos al coste de la Seguridad Social, menos cargas sobre los
productos de la que en España están asumiendo.

Sobre el segundo tema que plantea el señor Ministro, el de las
autonomías y la sanidad, para mí está claro, usted lo decía y yo
también se lo he dicho, que no sé si tiene solución jurídica o
no; no sé si la tiene, es usted quien debe decírnoslo. Lo que le
digo es que, si la tuviera, tiene la misma obligación de
encontrarla como ha dicho que la encontrará para las pensiones,
etcétera, creo yo, es mi opinión, porque, como usted muy bien
decía, usted no encuentra ninguna satisfacción en que la sanidad
y las autonomías lo pasen mal. Por lo tanto, estoy seguro, porque
sé que usted es sensato y responsable, de que usted lo intentará
solucionar, y, si no tiene solución, como usted decía ayer, la
realidad es la que es, y lo que no puede ser no puede ser y,
además, es imposible. Por tanto, le digo que no estaremos peor,
lo digo porque también se ha oído en Cataluña que por culpa
nuestra la sanidad catalana no tendrá 60.000 millones este año.

Pues serán los mismos 60.000 millones que no tuvo durante diez
años de mayoría socialista. Eso es lo que le digo, y se lo
repito, señor Solbes, porque no hubo sólo un acuerdo entre las
autonomías respecto a la sanidad, sino que, como usted muy bien
conoce, la sanidad de las autonomías que tienen traspasada esa
partida cobran por un porcentaje del gasto sanitario, y el gasto
sanitario se reestructuró, como usted sabe muy bien, y se
reconoció en su realidad prácticamente total, en el año 1994, no
antes, y era consecuencia de ese no reconocimiento por el que las
comunidades autónomas que tenían trasladada la sanidad no tenían
cubiertos sus gastos reales. Eso fue simplemente lo que ocurrió,
porque, insisto, durante once años, no once porque no todas
tuvieron la sanidad traspasada hasta el año 1985/86, pero desde
ese momento, se había estado intentando solucionar ese problema
sin que --insisto-- al Ministro de turno que le precedió en
ocupar ese sillón le temblaran para nada las piernas.




El señor PRESIDENTE: Señor Molins, le ruego concluya.




El señor MOLINS I AMAT: Señor Ministro, decía usted que este
calendario se pactó con el señor Pujol. Olvida un pequeño
detalle, señor Solbes: que eso fue antes de que ocurriera la
acumulación de escándalos de los meses de junio y julio y, en
particular, antes de que llegara ante el Supremo la petición de
un suplicario para cuatro personas aforadas. Por carta de 7 de
septiembre y públicamente el 12 del mismo mes, saben ustedes cuál
es la posición de nuestro Grupo Parlamentario. No me haga
recordarle por qué está pasando eso. Como le decía en mi
intervención anterior, señor Ministro, ¿cree que encontramos
algún gusto en lo que está sucediendo? ¿Cree que es por falta de
nuestra voluntad el que no dispongamos de un Gobierno que
gobierne y se encuentre colapsado por esa situación política?
¿Cree que disfrutamos con esta situación? No me haga recordar,
señor Ministro, por qué están pasando las cosas que nos están
pasando. Y, desde luego, no diga lo que no he dicho. No he dicho
que sea por la timidez del contenido presupuestario, sino por el
colapso, y no he dicho que ésa sea razón suficiente; he dicho
que, además, los presupuestos son tímidos, y lo vuelvo a decir.

Pero ésa no es la razón. La razón es el colapso del Gobierno, que
no tiene en este momento, a nuestro entender, la capacidad para
hacer lo que conviene en este instante, que es clarificación
electoral y no discusión presupuestaria.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Molins.

El señor Ministro tiene la palabra.




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El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas
gracias, señor Presidente.

Señor Molins, le voy a contestar muy rápidamente.

Las cifras se pueden presentar de muchas formas, pero en la que
usted me presenta el tema del coste laboral no es correcta, y S.

S. lo verá inmediatamente. Lo que importa a la empresa es cuánto
paga, no qué porcentaje del presupuesto financia la Seguridad
Social y qué parte la empresa. Evidentemente, la fórmula que yo
le puedo plantear inmediatamente es muy simple: vayamos a los
mismos porcentajes y elevemos la fiscalidad, que es la situación
que existe en Europa, solución que seguramente no le gustará.

En cuanto al problema de la sanidad, lo que le planteo es que
hemos avanzado y conseguido resolver un sistema que planteaba
problemas de todo tipo en el pasado y hemos entrado en un sistema
más lógico. Es un sistema que nos va a permitir regular mejor el
control del gasto y que los gestores conozcan «a priori» cuánto
pueden gastar. En el primer año de aplicación del sistema, por la
no existencia de presupuestos, volvemos al sistema anterior, ése
que usted dice que era tan malo y planteaba tantas dificultades.

A mí me hubiera gustado evitarlo, pero desgraciadamente no me
corresponde.

Su señoría hace referencia a que lo que hay que hacer es buscar
la solución. La solución existe, está en la Ley de Presupuestos
de 1996, se apruebe ahora o cuando sea. Lo que digo es que el que
se apruebe más tarde no va a evitar el efecto financiero que sin
duda alguna se va a plantear como consecuencia de no tener
créditos disponibles para esa financiación Y ése,
desgraciadamente, es un hecho. Yo puedo estar tan a disgusto como
ustedes en este debate.

Evidentemente, volvemos al debate original. Su señoría dice: me
gustaría más que las elecciones se celebraran antes. Es una
opción que me parece muy bien, pero en estos momentos nos
encontramos ya a finales del mes de octubre y tenemos que
trabajar sobre la base de la realidad, como le decía ayer. Yo
sigo sin ver elecciones el día 24 de diciembre. Por tanto, ¿de
qué estamos hablando? ¿De marzo, de febrero? ¿Es tan relevante
ese debate? ¿Vale la pena poner en tela de juicio la existencia
de un presupuesto para el año que viene por ese debate? Ese es el
problema. Mi opinión es que no vale la pena y, por lo tanto, sigo
pensando que ustedes se equivocan.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Enmienda del Grupo Vasco (PNV). Tiene la palabra el señor
Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Gracias, señor Presidente.




Señorías, señor Ministro, el Grupo Parlamentario Vasco, junto con
el señor Albistur, del Grupo Mixto, a través de su enmienda a la
totalidad rechaza globalmente el proyecto de ley de Presupuestos
Generales del Estado para 1996 y solicita su devolución al
Gobierno. Créame que no ha sido una decisión tomada a la ligera
ni simplemente una postura testimonial. Lo hemos hecho
conscientes de la importancia y de la trascendencia que tiene
rechazar unos presupuestos generales del Estado, con la misma
responsabilidad que tuvimos en los dos últimos años no
presentando enmienda a la totalidad e intentando mejorar su texto
a través de las enmiendas al articulado. Eran momentos de
profunda crisis económica en la que una medida de este tipo podía
empeorar la situación de la economía, creando más incertidumbre
en los mercados e imposibilitando una rápida recuperación y
salida de la crisis. Por otro lado, el talante del Gobierno, a
través del Departamento de Economía y Hacienda, nos permitió
participar en las fases previas a la presentación de los
presupuestos, recogiendo incluso algunas sugerencias y
predisponiendo favorablemente la aceptación de aspectos concretos
de interés para Euskadi a través de los trámites parlamentarios.

Estas razones no se han dado en esta ocasión, la situación
económica es de clara recuperación y, si bien en ninguna
situación es conveniente que unos presupuestos sean prorrogados,
en la actual el impacto negativo sobre la actividad económica
será menor, desde nuestro punto de vista, que el que pudiera
haber sido en los años anteriores. Por lo que respecta al talante
dialogante y receptivo del Gobierno, tampoco en esta ocasión ha
sido como los años precedentes. Si en los dos años de esta
legislatura el Gobierno ha pactado los presupuestos con
Converència i Unió y ha buscado nuestro apoyo, esta vez no lo ha
hecho, con lo cual se puede llegar a la conclusión de que no ha
habido un interés excesivo en sacar adelante los presupuestos, no
sé si por la proximidad de unas elecciones generales anunciadas,
por la dedicación prioritaria del Gobierno a otros menesteres,
apagando fuegos por todas las esquinas, o por la razón que sea.

Lo cierto es que así ha sido y ya advertimos en su día al
Gobierno que estos presupuestos deberían tener una participación
mayor de los partidos de la oposición, teniendo en cuenta que
iban a ser ejecutados por el nuevo Gobierno salido de las
próximas elecciones. No se nos ha hecho caso y ésta es la
consecuencia, todos los grupos parlamentarios, menos el Grupo
Socialista, hemos presentado enmiendas a la totalidad.

Pero al margen de estas consideraciones, que han influido en
nuestra toma en consideración del proyecto de ley de Presupuestos
Generales del Estado para 1996, existen otros aspectos que a mi
entender son decisivos y que tienen relación con los objetivos y
las medidas que contemplamos. Dando un repaso a las magnitudes
macroeconómicas vemos, por ejemplo, que la tasa real de
crecimiento de la economía estimada para 1996 por el Ministerio y
que se recoge en estos presupuestos generales es del 3,4 por
ciento. Francamente



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nos parece demasiado optimista, no hay más que compararla con las
estimaciones realizadas por organismos de reconocido prestigio
que señalan un crecimiento medio para la economía española en
torno al 3 por ciento. Los indicadores de actividad productiva
revelan síntomas de agotamiento en los últimos meses, al igual
que está ocurriendo en los países industrializados de nuestro
entorno.

Desde el Grupo Parlamentario Vasco creemos que la estimación del
crecimiento real del producto interior bruto debe ser más
moderada, en base a un casi seguro menor incremento del consumo.

Es de todos conocido que la apatía por el consumo está dominando
Europa y el indicador de confianza de los consumidores así lo
refleja. La recesión de los años anteriores ha tenido un efecto
contundente en la disminución de la tasa del consumo y, por ello,
la confianza no renace. Esto quizá sea lógico.

La situación de inestabilidad de la peseta, la temporalidad del
empleo, la moderación de los salarios, el elevado tipo de
interés, las expectativas sobre las pensiones hacen que las
familias seleccionen la alternativa del ahorro en detrimento del
consumo. Ahora bien, es necesario que el consumo privado aumente
a mayor ritmo del que lo está haciendo actualmente. Y no parece
haber, en principio, indicadores lo suficientemente soportados
que así lo garanticen. Es más, los últimos datos nos hacen
estimar que no se va a producir su despegue.

Antes de consumir, las familias, hasta ahora, se preguntan por el
futuro y se responden con el criterio más riguroso de cautela y
de prudencia. Basar el crecimiento de consumo en el buen
comportamiento de los precios y en la evolución favorable del
empleo nos parece poco riguroso, porque la tendencia positiva de
este último se debe fundamentalmente a la contratación del empleo
temporal, hecho que redunda en lo que he mencionado
anteriormente: El consumo sigue estancado mientras crece
notablemente el ahorro.

En cuanto al control de los precios también tenemos nuestras
dudas. El crecimiento positivo del consumo, que en estos
presupuestos se estima, no ayudará a dicho control. Además, cabe
añadir que tradicionalmente nunca ha existido una política
integral de lucha contra la inflación. Sólo se han corregido
puntualmente determinados detalles para tratar de atajar repuntes
súbitos de los precios. Hoy en día, únicamente la vigilancia del
Banco de España garantiza con restricciones monetarias algún tipo
de control de los precios. Por todo ello, no pensamos que el
índice de precios al consumo, al final de diciembre de 1996, se
sitúe en el 3,5 por ciento.

Por otro lado, el dinamismo de la inversión, motor de arranque
hasta ahora de la economía, puesto que ha sido el elemento que
más contribuye al avance de la demanda interna y al producto
interior bruto en su conjunto, parece ralentizar su crecimiento.

Además, la demanda externa tiene su aporte nulo a la tasa de
crecimiento del producto interior bruto, como así lo ponen de
manifiesto en las últimas cifras sobre importaciones y
exportaciones. Por tanto, en base a qué se espera que la tasa de
crecimiento de la economía, en términos reales para 1996, y que
se recoge en este proyecto de ley de Presupuestos, sea superior a
la registrada en 1995. No existen, desde nuestro punto de vista,
argumentos que así los justifiquen.

No podemos esperar que la instrumentación de una política
monetaria expansiva, caracterizada por una reducción de los tipos
de interés, actúe como acicate para el crecimiento del consumo y
de la inversión y, en definitiva, de la economía. Como todos
sabemos, el Banco de España dispone de autonomía, y en las
últimas declaraciones de sus responsables no parece que estén a
favor de una relajación de los tipos de interés, mientras no esté
asegurado un control sobre el índice de precios al consumo y
sobre el déficit público.

No se puede llevar a cabo una política monetaria expansiva hasta
no haber desarrollado previamente una política fiscal
contractiva, con un riguroso control del gasto público. Con este
comportamiento ambiguo la economía tiende a ser todavía más
inestable, lo que da lugar a que tenga que ser mayor el papel que
las expectativas juegan en la toma de decisiones de los
inversores; expectativas referidas a la posibilidad de conseguir
determinados objetivos. Con una política monetaria expansiva que
implicará una reducción de los tipos de interés, se lograrán
mayores tasas de inversión y de consumo, duraderas en el futuro.

En definitiva, nos permitiría aumentar la tasa de crecimiento del
producto interior bruto. Ahora bien, esto puede darse sólo si
previamente se han controlado tanto el déficit público como la
tasa de inflación, puesto que si se pone en marcha la política
monetaria expansiva sin haber controlado estas últimas variables,
el aumento del consumo público provocará tensiones
inflacionistas. Lo cual añadiría dificultades para cumplir los
criterios de convergencia con Europa.

Además, y como consecuencia de la evolución de la economía, que,
sin duda, creemos, no será tan halagüena como se presentan en
estos Presupuestos Generales del Estado, hay que añadir, por un
lado, la repercusión negativa que, sobre los ingresos fiscales,
se va a producir como consecuencia del menor consumo y la menor
creación de empleo, redundando en una menor recaudación de las
principales figuras tributarias, como el Impuesto sobre la Renta,
el IVA y el Impuesto sobre Sociedades. Por otro lado, la
dificultad de llevar a cabo una disciplina férrea del gasto
público. Ambos casos llegarían a poner en entredicho también el
cumplimiento del objetivo sobre el déficit público recogido en el
Plan de Convergencia.

En nuestra opinión, el gasto público no se está controlando de
verdad, no se están tomando las medidas oportunas, a veces
drásticas, que se requieren, ni se está haciendo un
replanteamiento serio del sector público.

¿En qué queda, señor Ministro, la modernización de la
Administración del Estado, después de haber transcurrido



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más de tres años desde su inicio? Quizá cabe preguntarse si
alguna vez se tuvo la intención de llevarla a cabo. En caso
afirmativo, ¿cuál ha sido el resultado? ¿Qué reformas
estructurales ha llevado a cabo el Gobierno?
Con todo ello tenemos nuestras dudas de que el déficit de todas
las administraciones públicas se sitúe en el 4,4 por ciento del
producto interior bruto a finales de 1996, lo que supondría, como
bien sabemos todos, la pérdida de los fondos de cohesión, cuya
previsión para este año asciende a 147.400 millones de pesetas.

Siendo España un país que no se caracteriza precisamente por
estar a la cabeza de Europa, no podemos permitirnos este lujo.

No me gustaría terminar este repaso de las magnitudes
macroeconómicas sin hacer una breve referencia al principal
problema, al cual este Gobierno no ha sido capaz de dar solución,
como es el problema del paro.

Tienen que admitir que los altos niveles de tasa de paro se deben
fundamentalmente más a la escasa capacidad de creación de empleo
de la economía que a cambios en la fuerza de trabajo. Los últimos
datos sobre las cifras de paro así nos lo indican. Los meses de
agosto y septiembre muestran claramente un cambio de tendencia
producido en el mercado laboral. Coincide con la desaceleración
del crecimiento económico. Ello nos induce a predecir que las
próximas cifras de paro registrado continuarán la senda de los
últimos meses, es decir, un aumento progresivo de la cifra de
parados.

La reducción del número de desempleados, que tanto se preocupan
en dar a conocer, no nos merece una valoración muy positiva, ya
que se debe principalmente a factores estacionales.

El Gobierno tiene que ser consciente de las repercusiones
sociales que tiene el problema del paro, por lo que desde el
marco presupuestario hay que impulsar y dar prioridad a un modelo
de crecimiento económico que reporte disminución del paro. Hemos
perdido un tiempo precioso. Hemos comprobado cómo este Gobierno
ha sido incapaz de reducir la tasa de paro drásticamente y de
desarrollar suficientemente la capacidad de creación de nuevos
empleos, aprovechando la inercia del crecimiento económico, tanto
de la propia economía del Estado como de los países del entorno.

Una cosa es clara: hay que aumentar la capacidad de creación de
empleo de la economía española. Para ello es necesario potenciar
la competitividad, lo que requiere la puesta en práctica de
políticas dirigidas a los mercados de productos y a la
desregularización. En términos generales, la competitividad
resulta ser el reto fundamental para no quedarnos fuera del
contexto internacional de los países desarrollados. En este
sentido, desde el Grupo Parlamentario Vasco volvemos a solicitar
una vez más el desarrollo estatutario en esta materia, que
consideramos clave para poder luchar de manera efectiva contra el
paro en Euskadi.

En resumen, el modelo fiscal que nos sigue proponiendo el
Gobierno Socialista está agotado. El gasto público debe
orientarse adecuadamente mediante la adopción de medidas
estructurales, de forma que se establezcan las prioridades y
replanteen las acciones del sector público del Estado.

Deseamos una reducción de la incertidumbre, tanto económica como
jurídica, a través de una definición clara y precisa de los
ámbitos en que los sujetos económicos han de tomar sus
decisiones, y una formulación e interpretación de las leyes que
no tiendan a aumentar la arbitrariedad del poder, sino a
limitarla. Ha dispuesto de muchos años el Partido Socialista para
llevar a cabo dicha reflexión, obteniendo un resultado no
satisfactorio para los ciudadanos.

Por todo ello, consideramos que el proyecto de ley de
Presupuestos Generales del Estado en su conjunto no es
globalmente aceptable.

Entrando ya estrictamente en el campo de las medidas de política
tributaria contenidas en estos proyectos, analizaremos las que
consideramos más relevantes.

Se han deflactado las tarifas del Impuesto sobre la Renta en un
porcentaje del 3,5 por ciento, al igual que en los presupuestos
del ejercicio pasado, medida mínima que por lo menos evita que se
incremente la presión fiscal por este impuesto. Pero nuevamente
no se ha ido más allá de esta mera corrección de la inflación.

Han pasado más de cuatro años desde la reforma de este Impuesto y
sigue incumpliéndose la premisa básica que guió aquella reforma:
la disminución de la presión fiscal en el Impuesto sobre la
Renta. Además, se ha incorporado una corrección en el cálculo de
la renta presunta por la propiedad de bienes inmuebles que
realizará a partir de un único valor, el catastral, y no sobre el
máximo de tres, como hasta ahora se venía realizando. En el
Impuesto sobre Sociedades sólo se contemplan, dado que la reforma
del Impuesto sigue su propia tramitación --en estos momentos está
en el Senado--, los coeficientes de actualización para el cálculo
de las ganancias de capital. En el IVA, además de algunas
incorporaciones de carácter técnico, se incluyen las adaptaciones
a la normativa comunitaria aprobada el presente año.

Como puede observarse, se han ido implementando un conjunto de
medidas tributarias que deben calificarse, sin ambajes, de
insuficientes. No se abordan en estos proyectos de ley, ni en
ningún otro, las reformas que, a nuestro entender, exigen los
tiempos en nuestro sistema tributario, de las que destacamos
fundamentalmente dos aspectos. El primero de ellos se refiere al
trasvase del peso de la recaudación desde los tributos directos a
los tributos indirectos. Esta medida ya se abordó, aunque de una
forma tímida y parcial, el ejercicio pasado, sustituyendo un
punto en las cotizaciones sociales por un punto en el IVA. Sin
embargo, esta medida, como ya nos temíamos y pusimos de
manifiesto en su día, sólo cabe calificarla de parcial. En esta
materia se está perdiendo un tiempo precioso sin acometerse,
tomando el toro por los cuernos, la reforma estructural de
nuestro sistema impositivo, incluyendo



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las cotizaciones sociales. Nuestros impuestos indirectos son
relativamente inferiores a los existentes en los países de
nuestro entorno, lo que todavía concede cierto margen de
maniobra. Ofrecen la ventaja de incrementar de forma directa
nuestra competitividad exterior. También es cierto que el
incremento de los tipos del IVA e impuestos especiales suponen un
impacto inicial sobre los precios, debido a la rigidez a la baja
de los mismos. Pero este problema debe ser estrictamente
coyuntural. Este efecto inicial no debe suponer un rechazo
sistemático de esta medida si ella es buena, y creemos que lo es.

Debemos apostar por ello, con la confianza de que el resultado
final, agregado de la misma, será positivo en la economía
española. Desgraciadamente carecemos de datos necesarios que nos
permitan estructurar adecuadamente esta medida, por lo que no voy
a seguir insistiendo en este punto. Pero, a pesar de ello,
estamos convencidos de su eficacia a medio y largo plazo.

La segunda gran cuestión que queremos mencionar se refiere a la
fiscalidad del ahorro. La fiscalidad actual del ahorro se ha
convertido en un elemento determinante en el mercado de productos
financieros, cuando en buena ley el sistema tributario debería
ser absolutamente neutral respecto del ahorro, con la lógica
excepción de la incentivación del ahorro-provisión y de los
sistemas que den lugar a prestaciones complementarias a la
Seguridad Social. Estos hechos motivan que en la actualidad la
fiscalidad del ahorro propicie asignaciones inadecuadas de
recursos, así como toda una serie de prácticas ilusorias, cuando
no fraudulentas, de los tributos que aprovechan perfectamente el
río revuelto en el que la Administración del Estado ha convertido
nuestro sistema tributario.Y para arreglar esta situación hay que
recurrir a Mortadelo y Filemón.

El Gobierno, señor Ministro, ha presentado un proyecto de
presupuestos en el que plantea, de acuerdo con la senda de
convergencia prevista, una reducción del déficit público del
Estado hasta situarlo en el 4,4 por ciento del producto interior
bruto. Dado el fuerte incremento, cerca del 19 por ciento, que
experimenta la carga financiera en 1996, la contención se basa en
la obtención de un saldo positivo de déficit primario. Esta
voluntad de ahorro del Ejecutivo, que rompe la tendencia de los
últimos años, debe ser considerada en principio como un aspecto
positivo a destacar del presupuesto presentado. Sin embargo, es
necesario matizar esta primera impresión, dado que, como todo
saldo, su análisis esconde la adopción de criterios y objetivos
no tan elogiables como el resultado.

Así, podemos observar que en relación con el presupuesto de
ingresos se ha previsto un incremento de los no financieros del
8,3 por ciento, alcanzado en base al aumento de los tipos de
impuestos especiales, a la privatización de las empresas públicas
y, también, en gran medida, a algunas estimaciones, más
voluntariosas que realistas, sobre la evolución de la recaudación
de los principales tributos. Así, el Gobierno, a pesar de que va
a deflactar las tarifas del Impuesto sobre la Renta, estima que
la recaudación de este Impuesto crecerá el 9,1 por ciento, cuando
los datos del ejercicio de 1995 indican crecimientos más
moderados y situados alrededor del 6 por ciento, frente a las
previsiones presupuestarias iniciales del 10,4 por ciento.

En lo que respecta al IVA el crecimiento durante el presente año
tampoco va a alcanzar el 6 por ciento, a pesar de la subida
registrada en un punto en los tipos, cuando el presupuesto
preveía el 10,6 para 1995. Para 1996, el Gobierno está
presentando unas estimaciones de incremento del 14 por ciento en
la recaudación de este impuesto.

Respecto a los ajustes que se introducen en la política de gasto
no financiero, su contención en cifras, prácticamente iguales a
las previstas para 1995, se ha conseguido con una reducción del
10,1 por ciento en los créditos destinados a la inversión,
mientras que el recorte previsto en los gastos corrientes no
alcanza el 5 por ciento. En ningún caso puede admitirse que en
una situación en la que la actividad del Estado debe dirigirse a
mejorar la competitividad, el potencial de crecimiento y de
creación de empleo de la economía española, se reduzca el
porcentaje que representan sobre el producto interior bruto los
gastos de inversión, ya que ello estaría hipotecando el futuro.

El escenario presupuestario y, de manera específica, la política
de control del déficit público, que hoy presenta, se basan en
unas previsiones de evolución de la economía que tienen más de
objetivo deseable que de realidad cierta. Consideramos, por
tanto, que la política presupuestaria plantea un panorama
excesivamente optimista respecto a la evolución de los ingresos,
lo que conlleva que no se adopten mayores ajustes en los
capítulos de gasto. La reducción de los gastos debería ser
superior, señor Ministro, a la que se presenta y afecta
exclusivamente al gasto corriente.




El señor PRESIDENTE: Señor Zabalía, le ruego concluya.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Voy terminando, señor Presidente.

En Euskadi existe una carencia de infraestructuras importantes
que dinamicen la actividad productiva, como son aeropuertos bien
acondicionados y adecuadas líneas de ferrocarril, entre otros.

Según se desprende del anteproyecto del presupuesto para 1996,
las inversiones reales que el conjunto del sector público estatal
ha territorializado en la Comunidad Autónoma del País Vasco
asciende a 6.437,1 millones de pesetas, lo que supone el 0,8 por
ciento del total de las inversiones. De estos datos claramente se
desprende que de nuevo la Administración central sigue demorando
los grandes proyectos en infraestructuras que en estas materias
requiere urgentemente el País Vasco.

En definitiva, señorías, señor Ministro, ésta es, de forma muy
resumida, la crítica global que podemos



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hacer a los Presupuestos Generales del Estado para 1996 que
presenta el Gobierno a esta Cámara. Se podrían realizar más
consideraciones, por supuesto, y entrar en aspectos más
puntuales, pero creo que lo apuntado hasta ahora es suficiente
para justificar el rechazo a unos presupuestos por parte de
nuestro Grupo Parlamentario. Creo que el Gobierno ha perdido una
gran oportunidad para elaborar unos presupuestos consensuados en
un momento clave para la consolidación del crecimiento de nuestra
economía. Y no es cuestión de tachar de irresponsables o de poco
solidarios a los que rechazamos lo que en definitiva es la
política económica que propone el Partido Socialista para que la
ejecute el nuevo Gobierno el próximo año. Al menos, nuestro Grupo
Parlamentario no acepta esta crítica. Creo que hemos demostrado,
a lo largo de esta legislatura, nuestra coherencia y nuestra
responsabilidad intentando aportar, con nuestra oposición seria y
constructiva, la necesaria estabilidad a la gobernabilidad en
unos momentos trascendentales para el futuro del Estado. Hemos
dado reiteradas pruebas de ello y usted, señor Ministro, lo sabe.

En su momento --en el debate de investidura-- anunciamos nuestra
postura y adelantamos cuál iba a ser nuestro talante en esta
legislatura: lo estamos cumpliendo y lo seguiremos cumpliendo
hasta el final. Los que no cumplen son ustedes, señor Ministro.

Su Gobierno no cumple con sus deberes y sus promesas y,
concretamente, con su obligación de culminar el desarrollo del
Estatuto Vasco de Autonomía. Aún quedan pendientes de transferir
a la Comunidad Autónoma del País Vasco competencias fundamentales
a la hora de dar pleno contenido a lo recogido en su Estatuto.

Estas competencias pendientes, entre las que se encuentran el
régimen económico de la Seguridad Social, el Inem y otras medidas
más, son básicas y necesarias para la regeneración del tejido
industrial vasco, y deberán ser asumidas bajo las condiciones que
determina el concierto económico a la hora de concretar los
flujos financieros que se producen en cada nuevo traspaso de
competencias que asume el País Vasco. Y todo esto es lo que
ustedes siguen sin cumplir. Por eso, para nosotros, para el Grupo
Parlamentario Vasco, han perdido toda credibilidad. En
definitiva, sus presupuestos se quedan solos, señor Ministro, sus
presupuestos se quedan solos igual que su Gobierno, que también
se está quedando solo.

Nada más y muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Zabalía. Enmienda del Grupo
de Coalición Canaria. Tiene la palabra el señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados. El Grupo de Coalición Canaria interviene en este
debate de totalidad a los Presupuestos Generales del Estado para
explicar su enmienda a la totalidad y las razones que le llevan a
votar en contra y pedir la devolución de los presupuestos.

He oído con la máxima atención las intervenciones --tanto la de
ayer como las sucesivas que ha hecho hoy-- del señor Solbes, y
nos ha llamado a todos los grupos parlamentarios de la Cámara a
la responsabilidad política, a hacer un ejercicio de
responsabilidad, a poner por delante los intereses del Estado,
los intereses públicos y a pensar en España y no en los intereses
electorales de ninguno de los grupos políticos, por muy legítimos
que éstos sean.

Desde esa óptica el señor Solbes nos presenta unos presupuestos
que dice que tienen --él los ha defendido así-- cuatro grandes
objetivos: frenar el déficit público; mantener los gastos
sociales; modernizar el sector público y ayudar al crecimiento
económico. Nos ha dicho que es consecuente y coherente con lo que
ya defendió el año pasado y que los grupos de la oposición
dijimos lo contrario.

He tenido la paciencia de leer el debate del año pasado, señor
Solbes, y lo único que lamento es tener que reiterarle los mismos
argumentos del año pasado, cuando los hechos nos han dado la
razón a nosotros y no a usted. Quizá ya no le da tiempo a leerse
mi intervención en el debate del año pasado pero se lo voy a
repetir. Le decíamos el año pasado: Usted quiere frenar el
déficit público, pero sus medidas son insuficientes, y nos
reconocía que eran insuficientes, pero en el fondo que el
Gobierno no le dejaba avanzar más, aunque él creía que había que
avanzar más. Le decíamos que tenía que ser riguroso en el gasto.

Creía el señor Solbes que era necesario, pero que era
insuficiente, porque no podía avanzar más en el Gobierno en que
estaba.

Le decíamos que había que mantener los gastos sociales del Estado
de bienestar, pero que había que hacer el pacto de las pensiones,
una política de empleo donde lo esencial es incentivar el empleo
y no tanto el seguro de desempleo, aunque hay que mantenerlo; es
decir, ir reformando y consolidando el Estado de bienestar e ir
eliminando el Estado clientelar que se ha ido creando en este
país a lo largo de los doce últimos años.

Le decíamos al señor Solbes que hacían falta reformas
estructurales, y hoy nos ha vuelto a decir que es verdad que son
insuficientes, que son tímidas, pero que en el fondo su Gobierno
no le deja avanzar más. No es que no le deje avanzar más, ahí hay
uno de los Ministros, que me da la espalda en este momento, que
no le deja avanzar más.

Nos habla el señor Solbes del problema de mantener el alto nivel
de inversión. Nosotros le planteábamos la necesidad de las
prioridades estratégicas: la política industrial, la inversión,
la inversión pública dirigida a sectores fundamentales
estratégicos de investigación y desarrollo y de nueva política
industrial. Eso se está empezando a plantear ahora con la
propuesta del Ministro



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de Industria en la presentación del Libro Blanco sobre la
política industrial.

Nosotros decíamos ya el año pasado que si este país no avanza en
un punto muy importante que es la reforma y modernización de la
Administración pública, la descentralización del Estado y la
corresponsabilidad fiscal de las administraciones públicas, este
país seguirá siendo un caos administrativo y un desorden fiscal.

El señor Solbes no pudo avanzar más y en este momento lo que hay
es un frenazo, una centralización del gasto y ningún tipo de
corresponsabilidad fiscal. Los tímidos avances del 15 por ciento
del IRPF que se hicieron el año pasado están ahora precisamente
en quiebra y en discusión.

En definitiva, señor Solbes, nuestro miedo el año pasado era que
se daban pasos en la línea positiva, pero insuficientes.

Resultado final: la carga de deuda pública que tiene este Estado.

Los intereses de la deuda de este año son una carga insoportable,
una carga gigantesca, que frena y debilita nuestro crecimiento
económico, nuestras posibilidades de desarrollo. Es cierto que
las responsabilidades de esa enorme deuda pública están en
administraciones anteriores, en el señor Solchaga, en aquellos
tiempos de nuevos ricos, tiempos de vino y rosas, cuando se tiró
la casa por la ventana. Luego, llegó el señor Solbes como una
especie de administrador de empresa en crisis; ha hecho una
especie de expediente de crisis del Estado, aunque es verdad que
sin regulación de empleo --permítame la broma, señor Solbes, que
tiene algo más que broma-- y, al final, resulta que tenemos una
carga de deuda pública insoportable.

La carga de los intereses de la deuda no nos permiten bajar la
inflación. La inflación no nos permite bajar los tipos de
interés; no bajar los tipos de interés frena el crecimiento. Como
no hay rigor en el control del gasto ni reformas estructurales,
este país está frenando las posibilidades enormes de crecimiento
que tiene. Eso es lo que le ha dicho el señor Rojo, es lo que le
ha dicho el Banco de España. Eso no es lo que han publicado los
periódicos, es lo que ha dicho el señor Rojo, todo lo que ha
dicho el señor Rojo. Y el señor Solbes nos dice ayer aquí, con
gran sorpresa por mi parte, que él está de acuerdo con lo que
dice el Banco de España. Yo también estoy de acuerdo, lo único
que ocurre es que su Gobierno no está de acuerdo con lo que dice
el Banco de España, aunque el señor Solbes, tímidamente, pueda
estar de acuerdo porque no tiene fuerza política para imponer el
presupuesto y los avances que necesita el país. El gran problema
de fondo que tenemos en este país desde hace dos años es que se
necesita un Gobierno sólido, con perspectiva política, con
voluntad reformista, con voluntad real de acometer a fondo los
problemas y con la solidez suficiente para no ejercer políticas
oportunistas o demagógicas, sino hacer lo que necesita el país.

Estamos, sin duda, ante un bienio clave para la sociedad
española: 1996-1997. A final de 1997 pasaremos el examen, si
entramos en la Unión Monetaria en la primera o en la segunda
división. El señor Solbes nos ha dicho hoy aquí: es un ejercicio
de responsabilidad el que esta Cámara apruebe un presupuesto,
porque no tener presupuesto para el año 1996 es gravísimo. Estoy
de acuerdo, es gravísimo, no se puede disminuir la importancia de
no tener presupuesto para el año que viene. Nos quedan sólo dos
años de un esfuerzo enorme de la economía y de la sociedad
española para, al final de 1997, estar en las condiciones de
convergencia de la Unión Política y Monetaria Europea.

En ese orden, nos dice: es necesario tener presupuesto. Pero es
que la situación política española, situación de incertidumbre
gravísima, tiene dos cargas que le pesan como una enorme losa: la
carga de deuda pública, que es una herencia histórica, y la carga
de la crisis política, que le impide avanzar. Intentar aislar lo
que alguien llamaría el factor subjetivo, el factor humano, el
factor político de las crisis política y económica es, desde
luego, un ejercicio de irresponsabilidad, sobre todo en un debate
parlamentario.

El factor de la crisis política es insoslayable y no se pueden
discutir unos presupuestos aislando la crisis política, hablando
sólo de números, como si estuviéramos simplemente en un debate de
contables. Este no es un debate de administradores, es el de
parlamentarios de grupos políticos, que se plantean un debate de
extraordinaria importancia para el futuro de este país. ¿España
estará al final de 1997 en los niveles que necesita un país
moderno, un país consolidado, un país en cabeza de la Unión
Europea o no? Ese es el debate y en ese marco están los
presupuestos.

La carga de la crisis política y la incertidumbre enorme que vive
este país, se ha creado por un Gobierno que ha provocado un
deterioro grave de las instituciones democráticas por no saber
afrontarla a tiempo. Y se lo dijimos a usted y a su Gobierno,
señor Solbes, en el debate de julio de este año: tienen la
oportunidad de convocar elecciones. Se lo ha dicho el Grupo
Catalán, desde septiembre han roto ustedes la pareja que
formaban. Hoy hemos asistido a ciertos reproches de pareja en
separación de bienes. A nosotros no nos interesa en absoluto ese
debate, el que nos interesa es el proyecto político de España
para los dos próximos años y hasta 1999. Desde ese proyecto hay
un conjunto de necesidades que cubrir, de objetivos que cumplir:
un presupuesto consolidado, riguroso y austero; cumplir los
criterios de convergencia; incentivar la situación económica;
lograr un gobierno sólido y estable y marcarse los objetivos
europeos de España en la conferencia de abril del año que viene.

Esas son las necesidades. Un viejo tópico dice que la política es
hacer posible lo necesario; si eso es lo necesario, ¿cómo lo
hacemos posible?
Se ha planteado, y nosotros lo pensamos también, que tiene que
haber elecciones pronto, y el Gobierno español nos ha contestado:
las elecciones no son posibles ahora porque estamos en el marco
de la Presidencia



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Europea. La Presidencia Europea les servía como argumento. Por
cierto, aprovecho, ya que se ha hablado muy poco de ella, para
decir que hace falta un gobierno sólido que enfrente los grandes
temas de la Presidencia española y que se está dando una
situación de debilidad, como no podía ser menos en un Gobierno
débil, en un Gobierno a la deriva, como el que tenemos en este
momento, un Gobierno en minoría, que no puede tener la solidez y
la fuerza necesaria para defender los grandes intereses de España
dentro del ejercicio de la Presidencia Europea --ahí tenemos el
acuerdo con Marruecos y otros temas muy importantes sobre el
orden del día de la Cumbre de Madrid, a los que yo no me voy a
referir ahora, ya lo haré en otras intervenciones--. Nos decían
que justificaban el retraso de las elecciones para culminar la
Presidencia Europea. La Presidencia Europea termina prácticamente
en la cumbre del 16 de diciembre. Si termina entonces, ¿por qué
no convocar elecciones inmediatamente? Y hoy el señor Solbes nos
dice aquí que porque las elecciones serían el 25 de diciembre, o
el 24, luego ha corregido, el 31, no sé si para final de año, el
7 de enero, etcétera; una broma de pésimo gusto, señor Solbes.

Porque, evidentemente, usted sabe que se pueden celebrar
elecciones o a finales de enero o a principios de febrero, y esa
decisión tiene una importancia estratégica fundamental para este
país. Y no se hacen elecciones en ese momento, incluso aceptando
el respeto a la Presidencia Europea de España, porque los
intereses partidistas de su Partido lo impiden. Porque los
tiempos no los están marcando las necesidades del Estado y los
intereses generales del país, los tiempos los están marcando los
tiempos de los procesos judiciales y de otras cuestiones, sobre
si nombran o no nombran candidato, que no tienen nada que ver con
los intereses generales del país.

Usted nos dice: es que tiene que haber presupuestos el año que
viene. Bueno, pues, la única manera de que haya presupuestos el
año que viene es que se adelanten las elecciones, porque el otro
camino, que sería que hubiera presupuestos hoy, está ya cerrado.

Los presupuestos estaban derrotados desde el mes de septiembre.

Dentro de una hora verá usted que ya no tenemos presupuestos. No
hable de cara a la galería; hable de cara a este Parlamento y a
la sociedad española. Si ya no tenemos presupuestos y los
necesitamos, convoquemos elecciones urgentemente.

Usted dice: es que un gobierno necesita tres meses para elaborar
unos presupuestos, menos nosotros que ya los tenemos hechos.

Pues, bueno, hagamos un debate electoral. En vez de llevar tanta
gente en guaguas, como decimos los canarios, en autobuses a las
plazas de toros hagamos un debate electoral de verdad sobre los
presupuestos que necesita la sociedad española para converger.

Menos demagogia en las campañas electorales, menos gastos
superfluos en las campañas electorales y hagamos un debate de
democracia madura. Así harán falta menos filesas para financiar
campañas electorales, entre otras cosas.

Se puede hacer unos presupuestos en un mes. Usted dice que ya los
tiene hechos. La oposición supongo que tendrá hechos sus
presupuestos y, si no, expliquen ustedes a los españoles que no
los tiene y busque el voto de los ciudadanos españoles diciendo
que la oposición no tiene presupuestos. Porque usted ha dicho que
ni siquiera los ha pensado. ¿Pero es que es posible que nosotros
no podamos hacer elecciones en la primera semana de febrero, por
ejemplo, tener presupuestos en mayo y la alternativa que usted
nos ofrece ahora, con unos presupuestos ya derrotados, es un
Gobierno en campaña electoral que dice que va a controlar el
déficit público y un Gobierno que está haciendo las maletas para
irse? ¿Cómo va a controlar el déficit público un Gobierno en
campaña electoral con un presupuesto prorrogado y preparando las
maletas para irse? Dice: no, es que yo creo que vamos a ganar.

Pues si van a ganar, convoquen elecciones. Y si van a ganar,
usted resolvió ya el problema, porque en ese caso usted tiene ya
los presupuestos hechos. ¿Es que es posible ir a la Conferencia
Intergubernamental de 1996, en el mes de abril, recuerde señor
Solbes, sin gobierno en España, empezando el debate de
investidura y sin Presupuestos Generales del Estado? Ese es un
problema dramático para este país, porque no podemos perder el
año 1996.

Y tiene razón el señor Solbes --y ahora me dirijo a la oposición-
-, porque no se puede gobernar este país con decretos-ley y
diciendo sólo que la primera cosa que se presenta en este
Parlamento es un Decreto de reforma fiscal para rebajar dos
billones de pesetas los ingresos fiscales, y luego ya no se sabe
si se mantienen las pensiones, si se mantiene el Estado de
bienestar. Hay que hacer unos presupuestos completos. Convoque
elecciones para que la oposición, las posibles alternativas de
gobierno --que yo no lo soy--, las que hay en este país, tengan
la posibilidad de contrastar, de debatir los presupuestos y la
posición europea de España en la conferencia de abril del año que
viene. ¿Se puede entrar en la Conferencia Intergubernamental,
donde se van a resolver los grandes problemas europeos y de
España para muchos años, sin Gobierno en este país?
Señor Solbes, ha empezado la intervención haciendo un llamamiento
a la responsabilidad política y a un pacto de Estado; la única
responsabilidad política es que un Gobierno al que dentro de una
hora le van a derrotar los presupuestos tiene la obligación
política de presentar una moción de confianza en esta Cámara, y
si no la presenta, convocar elecciones. Son los tres mecanismos
que prevé la Constitución. Es posible, también, que hubiese una
moción de censura. ¡Pues no la hay! ¿Sabe usted por qué no la
hay? Porque en esta Cámara no hay una mayoría parlamentaria para
tener un gobierno que sustituya al otro. Pero, entonces, está el
supuesto de las elecciones generales, para que los ciudadanos
españoles



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decidan cuál es la mayoría que gobierna este país; no la bloqueen
ustedes.

Cuando mi grupo parlamentario presenta una propuesta pidiendo que
el Parlamento español, órgano de soberanía popular, vote la
exigencia de elecciones generales, ustedes están boicoteando en
la Mesa de la Cámara la posibilidad de que esa votación se
produzca.

Entramos en el mes de noviembre y en este mes este país se juega
mucho. Y la batalla no se acaba aquí, empieza hoy. Hoy queda la
constancia, se levanta un acta en este Parlamento, de que hay un
Gobierno en minoría y en precario. Un Gobierno en minoría tiene
la obligación de dimitir y convocar elecciones, y no aprovechen
ustedes para hacer conferencias para la defensa de la democracia,
la democracia se defiende haciéndola funcionar, y el mejor
funcionamiento de la democracia es convocar elecciones cuando se
está en minoría y no crear situaciones de insoportable
precariedad que están deteriorando las instituciones políticas.

Termino, señorías. Mi grupo entiende que se va a producir, dentro
de muy pocos minutos, un acto político fundamental: el Gobierno
está en minoría, en el Parlamento hay una mayoría que pide
elecciones. Si España, de acuerdo con los intereses del Estado,
necesita un presupuesto urgente y un proyecto europeo para
defender en abril, no se puede seguir retrasando una convocatoria
electoral, no al 25 de diciembre, no al 6 de enero; sino a
finales de enero o principios de febrero. Y no digan ustedes que
hace frío, que es lo que nos ha dicho el Presidente del Gobierno:
«Es que esos días hace frío.» (El señor García-Arreciado
Batanero: En Soria hace frío.) Sí, porque van a ir a las plazas
de toros. Vayan a la televisión y a los medios de comunicación y
discutan un presupuesto con un debate real; porque seguir
confundiendo la Moncloa con Numancia no ayuda en absoluto al
Grupo Socialista que está en minoría.

El Parlamento pide convocatoria electoral, y mi grupo va a votar
«no» a los presupuestos y pedirá convocatoria electoral en bien
de los intereses del Estado, en bien de los intereses de España.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mauricio.

Enmiendas del Grupo Mixto.

Enmienda de la señora Rahola. Tiene la palabra.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Señor Presidente, señorías, ¿estamos
ante un debate económico o fundamentalmente ante un debate
político? En todo caso, estamos ante un debate presupuestario
marcado por la grave inestabilidad que vivimos y que ustedes,
señorias, han generado escándalo tras escándalo. Una
inestabilidad que nos ha conducido hasta esta situación grotesca
de etapa agónica que tiene como colofón el debate que hoy
protagonizamos.

Señor Solbes, señorías, evidentemente nos podemos perder en
discusiones de forma, y en ese debate tendrían ustedes razón:
esto no es más que un debate presupuestario, no es una moción.

¿Pero tiene alguien alguna duda de que estamos ante una moción de
censura simbólica? ¿Que ustedes hoy van a recibir la más grave de
las censuras políticas, la que emana de perder la votación más
importante que un gobierno puede presentar en una Cámara?¿Que hoy
el Congreso de los Diputados va a decir no a la piedra angular de
su acción de gobierno, a la base fundamental que les permite a
ustedes tener credibilidad como gobierno? ¿Qué agente económico,
qué empresa internacional, qué iniciativa privada va a atreverse
a confiar en un país gobernado por un partido que se ha quedado
sin presupuestos?
Señorías, aunque ustedes decidan resistir contra todo y contra
todos, incluso contra el sentido común, hoy la Cámara les dice
con rotundidad que se ha acabado su tiempo, que esto no da más de
sí, que sólo el empecinamiento de la minoría --y después de hoy
podemos afirmar que ustedes ya son minoría en esta Cámara--, los
intereses de partido o de personas por encima del interés común
pueden justificar alargar la agonía.

Esquerra Republicana ha presentado esta enmienda a la totalidad
por múltiples razones de tipo económico, pero es evidente que la
inestabilidad política es también en clave económica una de
ellas. Cuando un gobierno pierde con rotundidad el consenso en
aspectos fundamentales, pierde la credibilidad a base de sumarios
judiciales, pierde el sentido de futuro demasiado ocupado en
tapiar su propio pasado; cuando un gobierno ya no es creíble, la
economía queda afectada sensiblemente. Y cualquier decisión en
materia económica queda herida por esa falta de credibilidad.

Todos los grupos de la Cámara se lo hemos dicho, señor Solbes: no
se pueden aprobar los presupuestos de un Gobierno que ya
prácticamente no gobierna porque ha perdido la confianza de la
Cámara.

Nuestra enmienda a la totalidad tiene, pues, este primer sentido
político que nos parece la clave del momento que estamos
viviendo. Sin embargo, desde la perspectiva de Esquerra hay más
motivos, entre ellos dos fundamentales: su carácter de
consolidación de la línea socialmente regresiva del presupuesto
anterior y la falta de articulación de un modelo que permita una
fiscalidad territorial más equilibrada para los ciudadanos.

Por falta de tiempo no entraré en el poco crédito que puedan
tener las previsiones macroeconómicas que acompañan el proyecto y
que discrepan claramente de otros organismos, entre ellos el
Fondo Monetario Internacional que plantea previsiones distintas
tanto para el PIB como para la tasa de paro. En cuanto a los
teóricos objetivos fijados por el Gobierno, ¿puede decirnos S. S.

cómo conseguirá con esta política económica armonizar la
convergencia nominal de la economía española con el mantenimiento
de una protección social satisfactoria y con la prioridad teórica
de la reducción de la tasa de desempleo?
Mucho nos tememos que para cumplir el objetivo de consolidación
fiscal del programa de convergencia,



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después de años de alegría presupuestaria, se recortarán
drásticamente, con criterio arbitrario, los gastos en servicios
públicos. La reducción del déficit se confía a una previsión de
incremento de los ingresos fiscales claramente desorbitada. El
presupuesto de 1995 señalaba respecto a 1994 unos incrementos del
10,3 por ciento para la recaudación por impuestos directos y de
un 8,9 para los indirectos. A pesar de que el crecimiento del PIB
será mayor del previsto en 1995, las recaudaciones han sido
inferiores a las previstas en 187.000 millones para los directos
y en 87.000 para los indirectos. ¿Qué ritmo de crecimiento
económico espera el Gobierno en 1996 para conseguir incrementar
la recaudación de impuestos directos un 11 por ciento y la de
indirectos un 12,6 por ciento?
En definitiva, pues, el proyecto de presupuestos no garantiza
suficientemente la reducción del déficit público, con la
consiguiente falta de confianza de los operadores internacionales
y me temo que del propio Banco de España, que está retrasando la
urgente reducción de los tipos de interés, que podría dinamizar
de forma efectiva la economía productiva.

El segundo gran objetivo es, según dicen, garantizar la cobertura
efectiva de los gastos sociales. Es cierto que se incrementa
globalmente el gasto en pensiones y sanidad, pero con algunas
reducciones significativas respecto a 1995 en algunas
subfunciones de ambos agregados, por ejemplo la investigación
sanitaria --reducimos en 100 millones--, la protección de los
derechos del consumidor, la reducción en el 95 por ciento de las
ayudas sociales a enfermos de sida por transfusión, etcétera.

¿Y las prestaciones por desempleo, que experimentan una
considerable reducción, de casi 300.000 millones, que el Gobierno
imputa a perspectivas de crecimiento económico y a moderación
salarial, pero que a nuestro parecer se deben a la desprotección
de la situación de desempleo creada, primero, por las
modificaciones normativas que dificultan el acceso a estas
prestaciones y después, por la regresiva reforma laboral? ¿Y qué
decir al respecto de la ayuda de la economía productiva, de las
drásticas reducciones en los créditos destinados a la
reconversión y reindustrialización, o del recorte en un 33 por
ciento de los incentivos a la organización industrial, o del
recorte en los programas del desarrollo tecnológico-industrial, o
la disminución en un 34 por ciento del programa de mejora de las
estructuras productivas y desarrollo rural? Estos presupuestos,
señoría, ni benefician a los sectores más discriminados ni a la
pequeña y mediana empresa ni a los agricultores.

Una última cosa también fundamental, como mínimo desde la
perspectiva de Esquerra Republicana, es lamentarnos que el
Gobierno no haya querido introducir en el texto del proyecto de
ley de presupuestos nuevos mecanismos de corresponsabilidad
fiscal real que garanticen la suficiencia financiera de las
autonomías. Bien al contrario, ustedes, usted, señor Ministro, ha
tenido la tentación de utilizar esta indefensión autonómica --y
lo lamentamos-- como elemento de presión, y no queremos pensar
como elemento de chantaje.

Señoría, no a estos presupuestos, un no de la Cámara rotundo y
definitivo y más allá incluso del no económico, el no político. A
partir de aquí, ustedes pueden durar lo que quieran, pueden ser
el auténtico duralex de la política española, pero después de un
no a los presupuestos saben que resisten contra la lógica, contra
el sentido común y contra el interés global de los ciudadanos,
que resisten sólo porque a ustedes, partido y personas, les
interesa. Han perdido la mayoría y, por tanto, la credibilidad, y
ustedes lo saben, porque lo saben, y tan sólo presentan una
moción de confianza.

Dejen de resistir y hagan un acto de responsabilidad: disuelvan.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señora Rahola.

Enmienda del señor Mur. Tiene la palabra el señor Mur.




El señor MUR BERNAD: Señor Presidente, señorías, intervengo en
nombre del Partido Aragonés para fijar la posición en este debate
y para defender nuestra enmienda a la totalidad de los
presupuestos generales del Estado.

Este debate, que siempre resulta importante, lo es de manera muy
especial en el día de hoy, pues asistimos a un debate político
que sobrepasa con mucho el debate presupuestario para el año
1996.

Quiero comenzar, señor Ministro, felicitándole a usted por la
brillante defensa que hizo ayer de un proyecto de presupuestos
que, como se ha puesto de manifiesto aquí por todos los
intervinientes, no es posible en las circunstancias actuales.

Aunque usted hubiera elaborado los mejores presupuestos --que
tampoco ha sido así, como luego veremos--, no tenía ninguna
posibilidad de éxito en su tarea. Y es que, señor Ministro, usted
se afana en algo que hoy es imposible. Misión imposible la suya,
la que le ha traído a este Parlamento en esta sesión. Y podría
repetir aquella frase histórica: yo no vine a luchar contra los
elementos, porque realmente hoy usted ha intentado luchar contra
los elementos, no contra el presupuesto. Y es que este debate,
señor Presidente, se ha convertido de hecho en una moción de
censura. Porque, si no ¿qué otra cosa es que el Gobierno vea
rechazada la expresión cifrada de un programa político, que es
como podemos definir el presupuesto, rechazado el instrumento
mediante el cual todo gobierno desarrolla su programa y su acción
política? ¿Qué puede hacer además de transmitir inseguridad,
provisionalidad, precariedad y crisis? Evidentemente, podrían
plantear aquí mañana mismo la cuestión de confianza, para que
queden claros los apoyos con los que ustedes cuentan, además de
que ya quedará suficientemente claro el rechazo al presupuesto;



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o podrían disponer de inmediato y de manera ordenada la
convocatoria electoral.

Dígale al señor Presidente, ausente en este momento, que se fije
en qué paradojas tiene a veces la vida. El, que quería terminar
con éxito el semestre de la Presidencia española de la Unión
Europea, y de hecho parece ser que está haciendo grandes
esfuerzos en este sentido --hoy mismo no está aquí y parece que
va a hacer una escala técnica para el momento de la votación--,
sin embargo está fracasando aquí, en su país, en el Parlamento,
en donde no logra sacar adelante los presupuestos, algo que, por
otra parte, resulta novedoso e inusual en los gobiernos de
nuestro país y en los gobiernos de los países de la Unión
Europea. A partir de hoy todos somos conscientes de que el señor
González estará un poco más en precario en la Presidencia
europea.

El señor Ministro apelaba ayer al sentido de la responsabilidad
de esta Cámara. Decía que son los únicos presupuestos posibles en
las actuales circunstancias, los presente quien los presente. Los
objetivos planteados y los medios dispuestos son los mismos que
en los últimos años y le extrañaba a usted que ahora, hoy, no
pueda contar con los apoyos que tuvo en el pasado, ya que en
todos existe la misma filosofía política. Esto denota, señor
Ministro, dos cosas: que el clima político ha cambiado y que su
credibilidad --la suya no, la del Gobierno en su conjunto-- está
bajo mínimos.

No puede usted apelar a la responsabilidad de la oposición cuando
ustedes, poco tiempo después de aprobar los presupuestos de este
año 1995, los modificaron sustancialmente. Eso sí, sin contar con
que el grado de cumplimiento de los mismos es bastante mejorable.

No se puede apelar a la responsabilidad simplemente cuando
existen problemas.

A estas alturas del debate, y tal como están las cosas, entrar en
detalles, en rebatir cifras, objetivos, inversiones, yo creo que
resulta irrelevante. Estos presupuestos adolecen de los defectos
que tenían los anteriores. El Gobierno gasta mucho y gasta mal y,
por consiguiente, invierte poco; no dan respuesta a los grandes
retos que España tiene planteados; no mejoran nuestra
competitividad; no atienden las demandas de las clases sociales
más necesitadas; no se atiende al reequilibrio territorial como
manda nuestra Constitución; no se plasma la existencia de un
verdadero y aceptado Estado autonómico; no se consigue la
eficacia de las administraciones.

¡Y qué voy a decirle desde Aragón, de este presupuesto visto
desde Aragón, señor Ministro!, pues que claramente insuficiente,
como sucede habitualmente en los últimos años. Nunca los
presupuestos han estado acordes con nuestras necesidades reales,
ni para atender las inversiones directas, que son competencia del
Gobierno del Estado, tantas veces prometidas y tantas veces
retrasadas, ni siquiera para cumplir los compromisos contraídos
con las administraciones aragonesas, con la Comunidad Autónoma,
con la universidad y con el Ayuntamiento de la ciudad de
Zaragoza. En la previsión para 1996 no hay presupuesto suficiente
ni siquiera para cumplir algo que creo que es importante para
todos, no solamente para los aragoneses, el tan traído y llevado
Pacto del Agua, algo que debería ser vital si de verdad,
sinceramente, queremos, de una vez por todas, acometer el grave
problema de la regulación y de la distribución de los recursos
hidráulicos.

No se contemplan las inversiones necesarias previstas para la
Universidad de Zaragoza, en un año en el que posiblemente se
negociará el traspaso de competencias y como consecuencia de ello
habrá más dificultades que las habituales. Sin embargo, señor
Ministro, en Aragón está prevista una inversión que no nos gusta,
porque no es una inversión que beneficie a los aragoneses. Hay
2.839 millones para construir una macrocárcel en Zuera, una
macrocárcel que no nos gustaría que se construyera allí y que ha
tenido la contestación de toda la ciudadanía y de toda la
población.

En definitiva --y termino, señor Presidente--, hoy es un día
especial, un día en el que se ha quebrado una tendencia de los
últimos años, de todos los años de los gobiernos socialistas.

Nada puede ser igual mañana y supongo que ustedes, señores del
Gobierno, son conscientes. Tras este debate y votación hay que
tomar decisiones porque tienen que pasar cosas. Y dígale al señor
González --si tiene ocasión de verle-- que comparezca a partir de
mañana rápidamente ante los ciudadanos, que dé la cara, si puede,
que explique cuáles son sus intenciones, que tranquilice a la
opinión pública, a los mercados financieros, a los inversores, a
los empresarios, porque si no, vamos hacia la quiebra inmediata.

Fijen un calendario de actuaciones que ofrezca garantías. Hoy más
que nunca deben ustedes asumir las responsabilidades y no
solamente con los que les votaron y les trajeron aquí, sino con
todos los ciudadanos españoles.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mur.

Enmienda del señor Chiquillo. Tiene la palabra S. S.




El señor CHIQUILLO BARBER: Señor Presidente, señorías, Unión
Valenciana, ante la discusión de los Presupuestos Generales del
Estado para 1996, tiene que manifestar, una vez más, su frontal
rechazo a la aprobación de los mismos.

Tras la lluvia de críticas que han realizado a los presupuestos
el resto de los grupos que me han precedido, ¿qué más puedo
añadir? Unión Valenciana, considerando que los presupuestos
correspondientes a 1995 estaban marcados por un elevado grado de
incertidumbre --ahí están las dos modificaciones récord que se
realizaron en el mes de enero de 1995--, puede afirmar que los
presupuestos que hoy se debaten tienen serias posibilidades --más
que serias-- de que ni siquiera lleguen a ver la luz. Nunca como
ahora los presupuestos son papel mojado. Los Presupuestos
Generales del Estado no han sido ajenos al turbulento entorno



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político que nos afecta a todos y del que ustedes son los únicos
responsables.

La debilidad del Gobierno actual se ha trasladado al ámbito
presupuestario, generando un clima de desconcierto y desasosiego
social nada deseable para el futuro de nuestro país. Los
presupuestos de 1996 continúan con la misma filosofía de sus
antecesores: incremento de la presión fiscal, aunque usted lo
niegue; incremento del gasto público, que aumenta más de un 12
por ciento; disminución de las inversiones reales en un 5 por
ciento, e incremento de los gastos financieros en más de 550.000
millones de pesetas, un 19 por ciento. No son unos presupuestos
restrictivos ni todo lo contrario; usted sabrá lo que ha hecho.

Señor Ministro, ¿es así como piensan recuperar las tasas de
crecimiento en nuestra economía? ¿De esta manera convergemos con
Europa? ¿Creen que en lo que queda de siglo nuestro país formará
parte de los que pertenezcan al club de la moneda única,
circulando el ecu, el euro o como lo quieran llamar, en nuestro
territorio? ¿Qué me dice del objetivo de mantener el 5 por ciento
del PIB en las inversiones reales? Todos estos elementos
condicionan e hipotecan seriamente la consecución de los
objetivos de futuro en los próximos años. ¿Es así como el
Gobierno plantea su estrategia para paliar el problema del paro
que asola nuestra sociedad?
Unión Valenciana considera que nos encontramos ante unos
presupuestos que no son austeros, que nos alejan de Europa, que
exigen mayor esfuerzo fiscal a los ciudadanos, que tiran la
toalla en la modernización de las infraestructuras públicas de
nuestro país y que no solucionarán el problema del paro; unos
presupuestos que no tienen en cuenta los efectos derivados de la
conclusión de la Ronda del GATT sobre nuestra economía, que
olvidan el proceso de internacionalización en el que está
envuelto nuestro sector productivo y que tampoco aportan
soluciones al incremento de competencia de procedencia exterior
que se nos viene encima.

Ante este hecho, queremos manifestar en esta Cámara la
preocupación con la que se están viendo en la Comunidad
Valenciana y en otras comunidades del Estado español,
preocupación que estamos viviendo en nuestra propia piel, los
recientes acuerdos llevados a cabo con Marruecos y las
condiciones en las que se está perfilando la organización común
de mercados de nuestros productos agrícolas, frutas y hortalizas
y del vino, que tanta desesperación y desconcierto está generando
en nuestro agricultor. Unión Valenciana rechaza frontalmente el
reciente acuerdo alcanzado con Marruecos en la Unión Europea,
donde se ha vuelto a utilizar nuestra agricultura como moneda de
cambio. Con ésta ya van demasiadas veces y pedimos al Ministro de
Agricultura, señor Atienza --también ausente--, que vete esa
reforma de la OCM de frutas y hortalizas. A nuestro juicio, con
estos hechos, además de malvender la parte más importante del
tejido básico y social de la Comunidad Valenciana, que tantas
divisas reporta a nuestro país, se quiebra flagrantemente el
principio de preferencia comunitaria y el de solidaridad
financiera. El resultado es claro: un incremento de la
desconfianza y del denominado euroescepticismo que ustedes están
fomentando, precisamente cuando nuestro país atraviesa el ecuador
de la presidencia europea.

En la Comunidad Valenciana no vamos a notar el que no entren en
vigor estos presupuestos, porque si por algo se caracterizan los
de 1996 es porque, al igual que los 13 --vaya número-- que
ustedes han presentado ante esta Cámara, coinciden en una cosa
muy clara respecto a la Comunidad Valenciana: se olvidan
sustancialmente de ella, consagrando ese olvido y agudizándolo
durante casi 14 años.

Además, son unos presupuestos en los que no se avanza en la
corresponsabilidad fiscal y en los que, una vez más, asistimos al
olvido de la financiación del área metropolitana de Valencia,
mientras otras zonas similares continúan gozando de esas ayudas
compensatorias, y así le podría poner otros cientos de ejemplos
de asignaturas pendientes de su Gobierno para con la Comunidad
Valenciana.

Respecto a las infraestructuras, Unión Valenciana manifiesta su
indignación ante el olvido del trazado del tren de alta velocidad
por el corredor mediterráneo, ante la ausencia de inversiones en
los aeropuertos del Altet y de Manises, ante los nuevos retrasos
en la Nacional III, con cenas de ministros-consejeros incluidas,
y ante el abandono de la conservación de otros sectores vitales
para nuestra economía.

También hemos de denunciar las gravísimas consecuencias que está
ocasionando en el sur de Alicante y en el norte de Castellón la
paralización del Plan Hidrológico Nacional, la no consignación
presupuestaria para paliar esos efectos, donde la primacía de los
intereses políticos está causando graves problemas en toda la
cuenca mediterránea. Desde un punto de vista sectorial, hemos de
señalar que sectores de crucial importancia para la economía de
la Comunidad Valenciana son sistemáticamente olvidados en estos
presupuestos, empezando por el pequeño y mediano comerciante, por
el pequeño y mediano empresario, que ve cómo se cierran las
puertas y esas ayudas para la modernización y el relanzamiento de
su sector se retrasan año tras año, a pesar de haberles hecho una
promesa detrás de otra.

Respecto al sistema de financiación autonómica, como he dicho
anteriormente, el actual no nos vale, y he de señalar que siempre
hemos demostrado nuestra solidaridad cuando ha hecho falta, pero
también hemos de decir que su Gobierno ha demostrado no servir a
los intereses generales de las comunidades autónomas sino a otros
bien extraños. No pretendemos ser insolidarios, nunca lo hemos
sido, Unión Valencia propugna unos conciertos económicos en los
que se contemple la solidaridad interregional, pero apoyamos
firmemente un esquema de federalismo fiscal en el que las
administraciones



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económicas gestionen sus impuestos y asuman la responsabilidad de
financiar sus propios gastos. De esta manera --y usted bien lo
sabe--, además de conseguir una reducción del déficit público, se
eliminaría el coste que supone para las comunidades autónomas el
retraso de las transferencias del Gobierno, lo que supondría un
ahorro de miles de millones para la hacienda autonómica.




El señor PRESIDENTE: Señor Chiquillo, le ruego concluya.




El señor CHIQUILLO BARBER: Voy concluyendo.

Por último, Unión Valenciana exige la voluntad política necesaria
para que no se prolongue más la agonía no sólo de todos los
españoles, sino de esa parte tan importante del Estado español
que es la Comunidad Valenciana y se dé solución al problema de la
presa de Tous, que sigue paralizado tras 13 desesperantes años de
espera. La reciente absolución de los implicados y la nula
voluntad política para la solución de este asunto ha provocado la
crispación y la desesperanza en la comarca de La Ribera en
Valencia. (Un señor Diputado: ¡Ya está bien!) No, no está bien
todavía. Por ello solicitamos la devolución de este proyecto de
presupuestos del Estado para el año 1996, por estar redactado de
espaldas a la Comunidad Valenciana, por estar redactado de
espaldas a las necesidades del Estado español, por estar
redactado de espaldas a la realidad nacional e internacional y a
la problemática social, económica y laboral del conjunto de los
ciudadanos del Estado español, en particular de la Comunidad
Valenciana, que, a pesar de sus esfuerzos como Ministro, sin
olvidar su origen valenciano, es la gran discriminada
sistemáticamente por este Gobierno.

Por todo ello, haciéndome eco creo que del sentir mayoritario de
los grupos parlamentarios de esta Cámara, así como de la mayoría
de los ciudadanos del Estado español, aparte de retirar y
prorrogar, lo más sensato sería convocar.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Chiquillo.

Señor Ministro de Economía y Hacienda, tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas
gracias, señor Presidente.

Señorías, voy a intentar contestar las intervenciones de los
distintos grupos parlamentarios que defienden sus enmiendas a la
totalidad.

Señor Zabalía, debo reconocer que de su intervención no se me
alcanza cuál es la razón por la que su Grupo plantea una enmienda
a la totalidad. Su señoría ha hecho un comentario con el que
podemos estar de acuerdo o no; opinan que no tuvieron
participación en la elaboración del presupuesto, y yo le debo
decir que tuvimos un primer contacto que luego no continuó, pero
ello no me parece razón suficiente para solicitar la devolución
del presupuesto, como tampoco me lo parece las referencias que S.

S. ha hecho a algunos aspectos técnicos sobre evolución del
consumo, expectativas de tipos de interés u otros argumentos.

Hay un punto que sí me gustaría destacar, y es el problema del
fondo de cohesión y su riesgo de pérdida, temor y preocupación
que yo también comparto.

En cuanto al tema del paro, no es éste el momento de discutirlo,
pero sin duda alguna podríamos hacerlo en otra ocasión de forma
seria. ¿Se genera o no se genera empleo? En mi opinión, se ha
generado empleo de forma clara en los últimos años, sin que se
puedan aducir las cifras de agosto y septiembre, que son cifras
temporales, porque la estacionalidad normalmente provoca una
caída y una incapacidad para crear empleo y disminuir la tasa de
paro.

Su señoría habla también de que el modelo fiscal está agotado y
de que no hay nuevas ideas. No hay nuevas ideas porque hemos
planteado fuera del presupuesto reformas importantes en el
sistema fiscal. Anteriormente, he hecho referencia a la nueva Ley
de Sociedades y a la nueva normativa tributaria, que sin duda
alguna son significativas. Su señoría hace referencia a que hay
una insuficiencia en dos direcciones: en primer lugar, respecto a
la transferencia de impuestos directos a los indirectos y, en
segundo lugar, sobre la fiscalidad del ahorro. Estos son puntos
que están encima de la mesa permanentemente, que es evidente que
no tendrían por qué resolverse en el ámbito del presupuesto y, en
todo caso, no me parece que sea un argumento importante para
tomar su decisión. Como tampoco lo veo en esa afirmación de que
los ingresos crecen de forma excesiva, sobre todo cuando vemos
cuál es el comportamiento del presupuesto en el País Vasco, en el
que se plantea un incremento de los gastos del 5,6, dos puntos
por encima de lo inicialmente previsto, y no sabemos si es
consecuencia o no de un mayor margen de ingresos que en su
comunidad autónoma han planteado como posible, y todo ello a
pesar de reducir la fiscalidad en el Impuesto sobre Sociedades.

No acabo de ver muy bien su línea argumental de por qué los
presupuestos en el caso del País Vasco pueden crecer los ingresos
de forma muy rápida, a pesar de la disminución de la fiscalidad,
y no en el Estado.

Al final tal vez encotramos las razones para que
SS. SS. planteen un problema con los presupuestos. Dicen que era
una gran oportunidad para presupuestos consensuados que tiene que
ejecutar otro Gobierno. Yo creo que es un juicio de valor. Su
señoría puede mantenerlo. No necesariamente ese hecho se va a
producir. Más bien yo creo que no. En todo caso, lo que me parece
como única justificación, que tampoco creo que sea de ámbito
presupuestario, es que no se cumple con dar pleno desarrollo
autonómico al Estatuto Vasco. Su señoría conoce perfectamente
cuáles son las dificultades respecto a ese punto y, como siempre,
una negociación es tema de dos, por tanto no se puede suponer



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que SS. SS. tienen razón en los puntos que plantean, que no
siempre es así.

Señor Mauricio, de Coalición Canaria, usted primero me atribuye
algunas cosas que yo no he dicho, pretendiendo, de forma
excesivamente caricaturesca, introducirme en un debate que no es
el que yo he planteado pero que sí me gustaría comentar. Su
señoría hace referencia al presupuesto del año pasado y a su
debate, diciendo que yo no avanzaba más porque no me lo permitía
el Gobierno. Nunca he hecho esa afirmación. He podido decir que
yo personalmente podría estar dispuesto a ir más lejos en algún
tema, pero nunca me insolidarizo con el Gobierno al que
represento, sino todo lo contrario. Cuando no se ha podido ir más
lejos es porque evidentemente el acuerdo es de otra naturaleza y,
por supuesto, siempre aceptado por mí.

Su señoría me atribuye una frase que yo no he dicho,
evidentemente, y es que vuelvo a decir que las reformas
estructurales son tímida. Quien lo ha dicho ha sido Convergència
i Unió. Yo he dicho que si consideran que son tímidas se puede ir
más lejos y que estoy dispuesto a ir tan lejos como Convergència
i Unió quiera ir en sus reformas estructurales. A partir de ahí
plantea una serie de problemas referidos a la reforma de la
Administración, a la descentralización del gasto, y hace
referencia a un tema que no ha entendido bien, como tantas veces
en este tipo de debates. Yo comprendo que hay temas complejos que
no siempre se alcanzan a entender bien, y es que el resultante
final de deuda insoportable es consecuencia de la política de mi
predecesor. No, señoría. Evidentemente se ha incrementado la
deuda en ese período, pero le he dicho de forma muy clara que el
problema básico, como consecuencia de la carga de los intereses,
es la sustitución de una política no ortodoxa. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Ministro. (Pausa.)
Señorías, ruego guarden silencio.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Como
decía, es consecuencia de una política de financiación no
ortodoxa, recurriendo al Banco de España, a sustituir esa
financiación por una financiación en el mercado, a principios del
año 1994, absolutamente ortodoxa. Ese no es un problema del señor
Solchaga; viene de mucho tiempo atrás. En consecuencia, esas
afirmaciones no son correctas, como tampoco lo que atribuye al
señor Rojo. He leído lo que ha dicho el señor Rojo y estoy
totalmente de acuerdo con lo que ha manifestado, aunque a S. S.

le parezca que eso es contradictorio. Le aseguro que no plantea
ninguna contradicción. El señor Rojo lo que dice, primero, es que
lo que hacemos es necesario y, segundo, que consolidarlo en el
futuro exige reformas estructurales adicionales, puntos que
comparto totalmente. (El señor Vicepresidente, Beviá Pastor,
ocupa la Presidencia.)
A partir de ahí S. S. hace un exordio muy largo, en el cual,
sobre la base de unos argumentos de defensa de la democracia, de
replanteamiento de todo el sistema constitucional, etcétera,
llega a una conclusión final, y es si las elecciones tienen que
ser a primeros de febrero o marzo. Ese es el resumen de todo su
debate. Realmente para ese viaje no necesitábamos tantas
alforjas. Nuestra posición es que deben ser en marzo; la suya
puede ser que sean en febrero. Pero le aseguro que ninguno de los
restantes argumentos me parece relevante para llegar a esa
conclusión final.

La señora Rahola plantea también tres temas de importancia
distinta. ¿Que el ambiente económico se pueda ver afectado por el
contexto político? Sin duda alguna. ¿Que, sin embargo, estamos
obteniendo unos resultados económicos bastante razonables?
Tampoco me cabe la menor duda en el momento actual.

Su señoría dice que le preocupan algunos temas, como son algunos
de los problemas de tipo económico que el presupuesto no tiene, y
hace algunas referencias que a mí me parecen, desde luego, de muy
poca enjundia para plantear una enmienda a la totalidad de los
presupuestos.

En cuanto al problema de los ingresos, no me parece que sea un
problema mal calculado. Ayer tuvimos ocasión de debatir este
tema. Está bastante claramente explicada la razón del incremento
en la memoria de los presupuestos y si S. S. tiene interés en ver
cuáles son las razones por las que esos incrementos se producen,
están claramente justificadas.

Le preocupa la caída del gasto social, y me pone tres ejemplos:
la investigación sanitaria, el derecho a los consumidores y el
sida. Seamos realistas. Estamos hablando en investigación
sanitaria y en derecho a los consumidores de cifras de decenas de
millones de pesetas, que no me parece que en un presupuesto
consolidado de cerca de treinta billones sea el elemento
fundamental. Desde luego, me parece mucho menos fundamental esa
referencia que S. S. hace a la supresión de la partida del sida,
entre otras razones porque era para un solo año, que lógicamente
desaparece en el año en que caduca. Si lo que preocupa a S. S. es
la financiación respecto al sida, evidentemente va por otras
partidas presupuestarias, que no a la que S. S. ha hecho
referencia.

Y en cuanto a la financiación autonómica, está planteada desde el
año 1993. Hay un estudio, ya terminado, y un debate abierto. Ese
será el momento para plantearnos de forma seria cuál es el
sistema futuro de cofinanciación. Ahí no hay, desde luego,
indefensión autonómica, sino todo lo contrario. El grupo de
trabajo se definió de acuerdo con las autonomías, y ese grupo de
trabajo ha elaborado un documento que debe ser ahora discutido,
negociado y pactado.

Por lo que se refiere al señor Mur, no me siento luchando contra
los elementos y tampoco acepto la tesis de que estamos ante una
moción de censura. Ayer decía que podría aceptar que es una
censura al Gobierno, pero no una moción de censura. La moción de
censura nos hubiera parecido la fórmula lógica para aquellos que
quieren plantear una alternativa al Gobierno



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actual, que es la que implica dos cosas que el debate de hoy no
tiene: primero, un candidato alternativo que tenga una mayoría
suficiente; segundo, un programa. De nada de eso estamos
hablando. En consecuencia, S. S. dice: Si no hay moción de
censura, vayan a la moción de confianza o a la convocatoria
electoral, que es mucho mejor. Yo dije ayer que se puede gobernar
en minoría y también dije que corresponde al Presidente del
Gobierno tomar la decisión en su caso de adelantar o no las
elecciones. Es evidente que el Presidente ya se ha pronunciado
sobre este tema concreto. Su señoría termina su discurso
diciendo: Fijen un calendario de actuaciones, lo cual es bastante
contradictorio con su enmienda a la totalidad, en la medida en
que ese calendario de actuaciones está ya claramente definido. Y
si usted, como otros, lo que plantea es elecciones anticipadas,
vuelvo a recordar que no es ninguna boutade, como decía el señor
Mauricio, lo de las elecciones el 24, el 1 o el 7. Son fechas
posibles en la medida en que son domingos, y evidentemente el 24
sería la primera fecha posible a partir de hoy. Si nos vamos a
más tarde, SS. SS. me reconocerán que este gran debate y estas
enmiendas a la totalidad al final se plantean si convocamos a
primeros de febrero o en marzo, como el Presidente del Gobierno
ha expresado ya reiteradamente. Ese es el gran debate que parece
que queremos llevar a la opinión pública del país, pero no tengo
la impresión de que sea el debate que realmente interesa a esa
opinión pública.

Al señor Chiquillo le diría que he tenido la impresión de que su
discurso era una especie de recoger quejas de damnificados de una
u otra razón, lo cual no está mal, y es función de cualquier
parlamentario percibir exactamente qué es lo que sucede en la
sociedad y traer las demandas de esa sociedad al Parlamento. Pero
también un buen parlamentario debe filtrar algunas cosas, y
dentro de los temas que S. S. ha planteado, mientras que algunos
tienen una cierta lógica y son perfectamente discutibles y
debatibles, hay otros que me resultan de difícil comprensión. Por
ejemplo, no sé cuál es la reacción del presupuesto a los acuerdos
del GATT. Hay que echarle bastante imaginación para buscar esa
interrelación.

En otros casos creo que S. S. hace un enfoque incorrecto. No es
el momento de hablar de agricultura, de la OCM de frutas y
hortalizas, pero estaría encantado de debatirlo con S S. y
demostrarle por activa y por pasiva que ese discurso negativo que
SS. SS. vienen haciendo de forma permanente en la Comunidad
Valenciana es absolutamente falso. Y lo es porque no cabe la
menor duda de que SS. SS. parten de una situación estática, años
sesenta, que no tiene nada que ver con la realidad actual. Para
SS. SS. no pasa el tiempo y quieren mantener una agricultura en
condiciones que ya no responden a las de este momento.

Su señoría hace referencia a Tous. Es cierto que este es un tema
de preocupación para el Gobierno, lo ha sido siempre, tanto que
puso en marcha un sistema al que pudieron acogerse aquellas
personas que lo consideraron oportuno. Hoy el problema es
precisamente de aquellas personas que no se han acogido.

Evidentemente sigue siendo un problema que nos preocupa, pero no
nos digan que el Gobierno no ha sido sensible y no tomó en su día
las medidas oportunas.

El tema de la financiación autonómica ya lo he comentado
anteriormente. Y esa afirmación de que la Comunidad Valenciana es
la gran discriminada no deja de ser un juicio de valor sin mucha
base real. Yo creo que esas afirmaciones es mejor demostrarlas
con números que hacerlas de forma genérica.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Gracias, señor Ministro.

Para un turno de réplica tiene la palabra, en primer lugar, el
señor Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, usted dice que no entiende la razón de nuestra
enmienda a la totalidad. Pues usted me ha frustrado. He estado
media hora diciéndole las diferencias y las cosas negativas que
tienen los presupuestos generales del Estado este año. Además,
creo que he hecho un discurso centrado en lo que son los
presupuestos generales del Estado. Yo no he venido a realizar un
debate sobre el estado de la nación, aunque es difícil eludirlo.

Usted sabe, y no hace falta demostrarlo porque entraríamos en la
dinámica de estar discutiendo sobre todas las magnitudes
macroeconómicas, que aquí tenemos un problema fundamental que la
política económica del Partido Socialista no ha resuelto en los
12 años que lleva gobernando: el paro. Tenemos una tasa de paro
del 22 por ciento; el doble que el resto de la media de los
países de Europa; el triple aproximadamente de los de la OCDE.

Solamente con esto es suficiente para no aprobar unos
presupuestos generales del Estado. A partir de ahí podemos estar
discutiendo las horas que usted quiera.

Cuando le digo que van a ser unos presupuestos que va a ejecutar
otro gobierno, no estoy diciendo que va a ser otro gobierno de
otro partido. Estoy diciendo otro gobierno porque parece ser que
en marzo va a haber elecciones. Lo que pasa es que últimamente
estoy empezando a sospechar, después de algunas reacciones que ha
habido en esta Cámara ayer y hoy, que tampoco en marzo haya
elecciones generales. Tenga en cuenta que cuando yo decía, señor
Ministro, que estos presupuestos realizados por ustedes y por un
equipo iban a ser ejecutados por otro gobierno, me refería al
hecho de que si hay elecciones generales este mismo Gobierno
tendrá unos cambios.

Hay una cuestión que he anotado porque me ha parecido importante;
importante para nosotros, para el Grupo Vasco y para Euskadi.

Usted está de acuerdo en



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que no se cumple el pleno desarrollo del Estatuto de autonomía. A
partir de ahí dice que no son cuestiones que se puedan
desarrollar en unos presupuestos, que hay muchas dificultades.

Efectivamente hay dificultades. Yo le puedo decir, y usted lo
sabe, que las dificultades en el tema de las transferencias, que
en algunos casos se llevan años discutiendo, se desbloquean en
dos minutos. Por tanto, no hablemos de dificultades. Hablemos de
voluntad. Y lo que le falta a su Gobierno es voluntad; voluntad
de llegar a esos acuerdos. Desde luego hay una cosa que está
clara. No sólo es cuestión de hacer unos presupuestos justos,
creíbles y realizables, sino que hay que desarrollarlos dentro de
unas condiciones que creen estabilidad y credibilidad; unas
condiciones que en este momento no tenemos. Porque cualquier
presupuesto que se pueda poner en marcha necesitaría, además, un
sosiego en la situación social. Necesitaría que los problemas
políticos no estén continuamente interfiriendo en nuestra
sociedad.

Señor Ministro, yo creo que el rechazo a los presupuestos se lo
han ganado a pulso. No han movido ni un dedo para intentar
conseguir el apoyo de ningún grupo parlamentario, por lo menos
del nuestro. Ninguno. ¿Saben cuál es su problema? (Y permítame
que le diga que aunque me dirija a usted, señor Ministro, la
crítica no va por usted precisamente) El problema es que ustedes,
el Gobierno, no saben conjugar algunos verbos. No saben conjugar
el verbo cumplir: cumplir con los compromisos adquiridos, con las
obligaciones. No saben cumplir con las leyes, con la Ley Orgánica
de desarrollo del Estatuto de Autonomía. No saben cumplir, no
saben dialogar, no saben consensuar, negociar, algo que es clave
en la vida política. Y no saben porque no están acostumbrados,
porque no lo han necesitado, porque han tenido muchos años en que
no hacía falta ni consensuar ni dialogar ni negociar.

Nosotros ingenuamente pensamos hace dos años, cuando el debate de
investidura, que había un nuevo talante, que las cosas habían
cambiado, que se habían dado cuenta perfectamente de que no
pueden estar gobernando como hasta ahora, que necesitaban de la
ayuda y el apoyo de los otros grupos políticos. Eso entendimos,
creímos que era así. Sin embargo, a lo largo de toda la
legislatura vemos que no es cierto. Vemos que no cambian ustedes;
vemos que tienen una inercia enorme de mayoría absoluta, que en
estos momentos todavía están diciendo que van a presentar los
mismos presupuestos generales, que van a ganar las elecciones.

Siguen con la misma inercia de mayoría absoluta. No cambian, y
así no puede ser. Además, no es que no cambie el talante del
Gobierno; es que no cambia el talante del Gobierno ni de todo el
entramado administrativo. Yo creo que ustedes tienen que mandar
una circular a todos los secretarios, a todos los subsecretarios,
a los directores generales, diciendo: Señores, hemos perdido la
mayoría absoluta, tenemos que dialogar; sean conscientes de esto:
tenemos que negociar. Esto no lo están haciendo, y al final
repercute en que lleguen unos presupuestos, que es la política
económica del Gobierno, y no sean aceptados por ningún grupo
parlamentario. Pero es que esto es normal, esto tiene que
ocurrir. Ustedes se lo han ganado a pulso. El problema es que
todavía no se dan cuenta de esta situación. Sólo saben negociar
en el último minuto del último momento para ver si pueden sacar
adelante una ley, un proyecto. Esto no es así. No se puede
gobernar de esta forma. Yo lo siento mucho pero no se puede
gobernar de esta forma.

Por tanto, señor Ministro, independientemente de las diferencias
sustanciales de criterio y filosofía que nosotros tenemos con
respecto a los presupuestos generales del Estado, tenemos una
cosa muy clara, y es que en esta situación difícilmente vamos a
poder llegar a un crecimiento económico suficiente, no sólo por
la necesidad de la sociedad española sino porque en estos
momentos no cumplimos ninguno de los requisitos de convergencia
con Europa, ninguno.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Señor Zabalía, vaya
concluyendo, por favor.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Termino, señor Presidente.

No cumplimos ninguno. El año pasado cumplíamos uno; este año
ninguno. Eso sí, hay algunos países que tampoco cumplen, como
Grecia, Portugal e Italia. Pero eso no debe ser para nosotros
algo que nos deje tranquilos. No puede ser así.

Señor Ministro --y el mensaje que le estoy enviando no es sólo
para usted, como comprende--, o cambian de talante, o cambian de
forma de gobernar, o desde luego lo que hoy va a pasar va a
suceder en muchas más ocasiones.

Nada más. Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): Gracias, señor Zabalía.

El señor Mauricio tiene la palabra.




El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Señor Presidente, señorías, uso este
turno de réplica con la intención de repetirle esquemáticamente
al señor Solbes las razones que intenté exponerle antes, que
nosotros creemos que son del interés de España y del interés del
Estado.

Usted, en nombre de la responsabilidad política que tiene, hizo
un llamamiento a todos los grupos parlamentarios de esta Cámara.

Yo simplemente le he dicho que usted ha presentado unos
presupuestos a los que les ha faltado durante todo el año
pasado --y ya se lo dije en el debate del año anterior-- fuerza
política y voluntad reformista. No acometen ustedes los grandes
problemas de reforma de la organización territorial del Estado,
del Estado de bienestar, las reformas estructurales, con el
impulso político que hace falta. No afrontan ustedes los
problemas del déficit con la fuerza



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que hace falta, y el resultado es que presentan una carga de
deuda pública que rompe y crea un peso gigantesco al Estado
español y una hipoteca del Estado. Si a esa carga de deuda
pública se le suma la carga de la crisis política, este país está
en una situación crítica que necesita urgentemente elecciones.

Ya sé que usted tiene que contestar a problemas políticos muy
complejos sustituyendo al Presidente del Gobierno, que se nos ha
convertido en una especie de presidente globe-troter que no sé si
tendrá tiempo, en una escala técnica, de acercarse a votar los
presupuestos, en un momento importantísimo para la vida política
de este país, porque hoy se va a producir el acto de la derrota
política del Gobierno socialista ante este Parlamento. Esa
derrota obligaba a que el Presidente del Gobierno hiciera una
declaración ante este Parlamento, al final de su intervención,
pidiendo el turno que le corresponde, para explicarnos que está
dispuesto a pactar la fecha electoral de acuerdo con los
intereses del Estado, que es necesario terminar la presidencia
europea con el orden del día de la Cumbre de Madrid, de acuerdo
con los intereses del Estado, y que la fecha no la decide él. Un
gobierno en minoría la debe pactar con todos los grupos
parlamentarios, de acuerdo con los intereses del Estado.

La realidad es la que es, ha dicho usted ayer, señor Solbes,
aunque se piense al revés, como decía Machado. La realidad de los
números, de la política y de la minoría parlamentaria que ustedes
representan es enormemente tozuda. La realidad incluso es más
tozuda que el Presidente de su propio Gobierno que se empeña, que
se encierra, que se enrosca, intentando frenar lo que es una
decisión política que interesa al Estado: la convocatoria
electoral. Porque esa convocatoria electoral plantea dos
cuestiones fundamentales para este Estado: que el Partido Popular
ofrezca a los españoles, y ustedes por otro lado, la posibilidad
de qué presupuestos vamos a tener el año que viene para tener
presupuestos. Porque tiene usted toda la razón: este país no
puede perder el año 1996. Sería un suicidio político. Y no lo
puede perder sin tener presupuestos y sin tener posición en la
Conferencia Intergubernamental de abril. Ese debe ser el fondo
del debate político que tenga la campaña electoral, que tiene que
ser lo antes posible. Por tanto, ésa es la propuesta del interés
del Estado.

Y luego, por razones humanas, por razones del interés del Estado,
por razones de las instituciones democráticas, acabemos con esta
cacería política. Hablaban ustedes de un acoso al Presidente.

Acabemos con la cacería política. El día ocho viene el Presidente
a responder del Cesid. Hoy ha perdido los presupuestos, sin estar
presente. A lo mejor el día 21 tiene que presentarse ante esta
Cámara para que ésta le diga que convoque elecciones. Está
abierta la Comisión GAL. ¿Cuánto tiempo va a seguir la cacería
del zorro? La cacería del zorro es un juego cruel de señoritos
aburridos que se entretienen los fines de semana. Yo quisiera
decir que ni creo que el señor Aznar tenga los gustos de la
cacería del zorro, ni que el señor Presidente es el zorro, dicho
con todo el respeto y en la forma con que los griegos hablaban de
los animales y los políticos y de sus cualidades. Este no es un
problema de zorrería política, no es un problema de astucia, no
es un problema de ganar tiempo, porque este país ya ha agotado
las reservas que tenía. El tiempo se ha acabado. El tiempo exige
elecciones. El tiempo exige que el Parlamento vote hoy contra
estos presupuestos para convocar elecciones. Transmítale usted al
Presidente del Gobierno que tiene que convocar elecciones en el
mes de noviembre para que tengamos elecciones a final de enero o
en febrero. (Rumores.) Esa es una condición inexcusable para que
España no pierda el año político de 1996. En este momento, en
este país el recurso más escaso no son los recursos económicos
públicos, sino el tiempo político, y ustedes lo han agotado.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): La señora Rahola tiene la
palabra.




La señora RAHOLA I MARTINEZ: Gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, hay tres aspectos fundamentales en la respuesta.

El primero, el que se refiere al gasto social. Desde su alta
cátedra ha bajado a la condición humana y me ha dicho que tenía
poca enjundia aquello que planteábamos precisamente respecto a la
reducción del gasto social. Sólo le voy a comentar tres cosas.

300.000 millones de reducción en prestaciones por desempleo, ¿le
parece poca enjundia? ¿Me está usted diciendo, por ejemplo, que
no pasa nada por que se reduzca 100 millones de pesetas en
investigación médica? ¿Podemos hablar de un país que tiene una
investigación médica puntera, satisfactoria? ¿Hablamos con los
médicos y preguntamos exactamente en qué situación está la
investigación médica como para ir reduciendo también una partida
como ésta? ¿Podríamos prescindir de los 1.900 millones dedicados
al sida en una partida concreta? ¿Hablamos de los enfermos del
sida? ¿Realmente podemos plantear como cosas de poca enjundia
aquello que para algunos y para colectivos sociales concretos es
de una gran importancia? ¿Que el Fondo Monetario Internacional
considere que puede haber más de 75.000 parados más de los
previstos en la tasa de paro, le parece también que tiene poca
enjundia?
Señor Ministro, por falta de tiempo, evidentemente, mi Partido no
puede exponerle como mínimo todos los aspectos de estos
presupuestos que nos parecen regresivos, pero indiscutiblemente
creemos que siguen en la línea de continuismo del año anterior,
por tanto, en la línea de profundizar la regresión social en el
sentido de ser más insolidarios y de desproteger aún más a los
más desprotegidos.

Por lo que se refiere a la corresponsabilidad fiscal, dice que
las autonomías no estamos en indefensión,



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pero usted ha jugado con esa indefensión, ha jugado en
declaraciones públicas, ha jugado con el hecho de que los
Presupuestos Generales del Estado precisamente no contemplaban la
corresponsabilidad fiscal, no tranquilizaban a las autonomías en
esta materia. No está el tema resuelto. Dice: lo haremos más
adelante de forma más seria. ¿Cuándo? Si no tienen tiempo
político, si están desaprovechando las oportunidades históricas
que tienen para resolver temas que también son históricos. ¿Para
cuándo? ¿Para cuando gobierne el Partido Popular que en esta
materia sabemos lo que opina? También en esto están perdiendo el
tiempo político.

Fundamentalmente, señor Ministro, quiero plantear el aspecto
político del debate de hoy. A usted --creo que es un hombre muy
sensato y prudente-- hoy le toca el papel delicado de sustituir a
un Presidente de Gobierno que ha decidido que un día histórico
como hoy, el día en que esta Cámara va a votar contra los
presupuestos de su Partido y de su Gobierno, el día, por tanto,
que se crea una situación absolutamente insólita, preocupante
desde el ámbito político y económico de absoluta inestabilidad;
un Presidente de Gobierno, como decía, que considera que no hace
falta estar hoy aquí. Bien, un diez, y un diez para usted que
tiene que hacer ese triste papel de sustituir al Presidente huido
o que está volando por ahí.

En todo caso, no me diga usted, una persona que se mueve bien en
el ámbito económico, que conoce tan bien el ámbito económico, que
no influye la inestabilidad política en la consolidación
económica; no me diga que una Comisión parlamentaria abierta en
el Senado para investigar un caso de terrorismo de Estado; no me
diga que un suplicatorio que está a punto de venir a esta Cámara
contra un ex ministro; no me diga que varias dimisiones de
vicepresidentes y de ministros; no me diga que diversos sumarios
judiciales; no me diga que perder un debate de Presupuestos y,
por tanto, perder la mayoría de la Cámara, no influyen en los
agentes económicos. Me parece indiscutible que la situación
económica podría ser de otra naturaleza con un interlocutor
político fuerte, consolidado, y que no estuviera en la situación
de inestabilidad en que está ahora.

Señoría, quiero decirle que ha hecho dignamente su papel de
defender estos presupuestos que no podían salir adelante, porque,
sobre todo, lo que se ha perdido hoy aquí es la confianza
política, el crédito político, el tiempo político. Hoy, un día
histórico --pienso que para todos, para su partido, para el mío,
para todos los que estamos aquí representados, para los
ciudadanos, el momento en el que realmente empieza a acabar esta
legislatura--, el Presidente del Gobierno no está sentado en esta
Cámara. Esto es lo grave, usted dignamente hace lo que puede.




El señor VICEPRESIDENTE (Beviá Pastor): El señor Mur tiene la
palabra.

El señor MUR BERNAD: Muchas gracias, señor Presidente.

Señor Ministro, yo comprendo la dificultad de captar todos los
matices de los intervinientes y de responder con precisión. Las
respuestas suyas son genéricas, globales, a nuestras
intervenciones y quizá no puedan ser de otra manera. (El señor
Presidente ocupa la Presidencia.) Pero lo que más me sorprende de
usted, señor Ministro, es que usted ni se inmuta, impasible el
ademán, sigue sin enterarse de lo que ocurre a su alrededor. Es
posible que sea su papel aquí y ahora, pero a usted le han
enviado a cumplir con un difícil trámite en el que ni siquiera se
encuentra usted arropado por la presencia del máximo responsable
político, del Presidente del Gobierno, que hoy debería dar aquí
algún tipo de explicación política, porque éste es un debate
político, no es un debate presupuestario. Pero evidentemente, no
debe ser interesante para el señor Presidente venir aquí a dar
cuenta de lo que está ocurriendo.

Lo que está ocurriendo tiene muchas causas, señor Ministro, es
complejo, es el resultado de muchos tiempos de malos hábitos, de
tantas cosas mal hechas. Es el resultado de la prepotencia, de
esa mayoría absoluta de la que ustedes han usado y han abusado
durante tantos años, que les ha hecho adquirir unos hábitos, de
los que, fíjese usted si es grave, no han aprendido ni siquiera a
perder. Ustedes lo han demostrado y lo van a demostrar después de
esta votación, ni siquiera van a saber perder esta votación.

Sin embargo, ustedes tienen que seguir adelante, tienen que
llevar este agónico Gobierno, esta etapa terminal del Gobierno
socialista hasta que convoquen unas elecciones que usted ha
reiterado muchas veces que van a ser en el mes de marzo.

Permítame que tenga una seria duda, que todavía piense que puede
usted quedar en mal lugar y no se convoquen en marzo. Ha sido
tanto el hincapié que usted ha hecho en eso que nos hace
desconfiar. En cualquier caso, sean cuando sean las elecciones, a
partir de ahora todo van a ser dificultades, más dificultades
todavía para ustedes, pero las vamos a sufrir todos los
españoles. Esta etapa que ahora se abre va a ser mala para la
economía, para los ciudadanos, para la confianza, para las
inversiones, para los trabajadores, para la visión que de
nosotros tienen en el extranjero y de eso es usted consciente,
porque es una persona sensata, al que le toca hoy hacer un
difícil y diría que triste papel. De aquí a marzo lo vamos a
pasar muy mal todos, pero la responsabilidad será de ustedes,
señor Ministro.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mur.

Tiene la palabra el señor Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: Gracias, señor Presidente.

Muy brevemente, quiero, en primer lugar, manifestar aquí la
discrepancia con los planteamientos de la



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réplica del señor Solbes, porque creo que el papel es el que
tenemos que jugar cada uno. Usted tiene la responsabilidad del
Gobierno y yo tengo la responsabilidad y la obligación de traer a
esta Cámara el mandato de aquellos ciudadanos que confiaron en
una opción política distinta a la suya. Tenemos que traer aquí
los planteamientos que esa sociedad o los colectivos mayoritarios
o minoritarios que intento representar me exigen que exponga en
este debate, que vienen a cuento y que proceden, una serie de
reivindicaciones, peticiones y demandas.

Sí, en este momento asumo con mucha satisfacción el papel de
damnificado o representante de los damnificados, el papel de
representante de esos colectivos de perjudicados por sus trece
años de desgobierno; no me eche a mí la culpa de nada, porque son
sus trece años de gobierno. El tema agrícola, el de los pequeños
empresarios, Tous, las infraestructuras, el turismo, el textil,
el juguete, el calzado, en representación de todos estos
colectivos de damnificados --como usted define, a los que en
teoría represento, y me honro en representar-- tenemos la
obligación de exponer en el debate presupuestario unos
planteamientos que vienen a cuento, porque en la materia
presupuestaria se pueden adoptar esas decisiones importantes,
vitales para que colectivos que están enfadados, discriminados,
apartados puedan ser tenidos en cuenta y afrontar, con mayores
garantías de éxito, unos problemas que se les vienen encima,
llámese el GATT, la OMC, la falta de voluntad política para
resolver el tema de Tous, las infraestructuras, la Nacional III o
el tren de alta velocidad.

Por tanto, si aquí hay una comunidad que está damnificada o unos
colectivos de damnificados ha sido, única y exclusivamente,
debido a su gestión de trece años de Gobierno.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Chiquillo.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Muchas
gracias, señor Presidente.

Señor Zabalía, parece que ya he entendido el problema básico por
el cual rechaza el presupuesto, el punto fundamental es el paro.

Me temo que van ustedes a rechazar muchos presupuestos en los
próximos años, excepto si establecemos un debate sobre el paro y
clarificamos exactamente lo que quiere decir ese 22 por ciento,
tema difícil, pero sin duda alguna se puede hacer. En el fondo,
lo que a S. S. le preocupa más es el desarrollo autonómico. Dice
que no ha habido progresos, que entiende que haya dificultades,
pero que se desbloquean en un momento. Se desbloquean cuando se
pueden desbloquear, cuando es posible llegar a soluciones
aceptables, pero en su interpretación del Estatuto es cierto que
eso no siempre es posible. Creo que voluntad para intentarlo
hacer no ha faltado. En consecuencia, piensen que, tal vez,
cuando se quiere llegar a un acuerdo, que es tema de dos, y no
hay tal acuerdo, es que alguna dificultad de fondo puede existir.

No estoy de acuerdo con sus tesis de que no hayamos movido un
solo dedo para ganar apoyos presupuestarios. Sobre esa teoría
suya de nuestra falta de capacidad para hablar y negociar con
otros, sólo le haría una referencia. El Partido Socialista ha
demostrado claramente su capacidad para negociar y gobernar con
otros, y Euskadi es un ejemplo.

Señor Mauricio, vuelve S. S. a un planteamiento que no reproduce
más que su debate inicial. Usted prefiere elecciones a primeros
de febrero, no le es suficiente que sean en marzo. Todo su
argumento, en el fondo, gira alrededor de esa idea, pero me
gustaría hacerle un comentario adicional. Haciendo unas
referencias posteriores, dice: Acabemos ya con las cacerías
políticas y evidentemente la cacería del zorro debe terminarse.

Creo que la mejor forma de acabar con las cacerías es no
participar en ellas.

Señora Rahola, le he dicho que sus argumentos eran de poca
enjundia para aprobar el presupuesto o presentar una enmienda a
la totalidad, no que los temas que haya planteado no sean
relevantes. Los 300.000 millones de desempleo --no son 300.000
sino 400.000-- son consecuencia no de modificación del sistema de
prestaciones sino de mejora de la situación de empleo. Parece
como si a S. S. le preocupara que se redujese el paro y que
disminuyésemos el gasto de desempleo; en vez de estar enormemente
satisfecha por esa situación, parece que le preocupa lo
contrario.

No disminuye la investigación médica sino que aumenta. En todo
caso, 100 millones son más fáciles de debatir en una discusión
presupuestaria en Comisión que conseguirlos a través de una
enmienda a la totalidad. En cuanto al sida, es evidente que lo
que se puso en marcha el pasado año eran indemnizaciones
específicas para un año concreto, que no tiene sentido que se
reproduzcan posteriormente.

Su señoría habla de que las comunidades están en una situación de
indefensión. En absoluto. Hemos dado todas las fórmulas para
pactar y para llegar a un acuerdo y estamos en condiciones de
enmendar el presupuesto e introducir el 15 por ciento de
corresponsabilidad fiscal. Es imprescindible, lo he dicho
siempre, acuerdo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera y
una norma con rango de ley que permita ponerlo en marcha. Este
año, la fórmula propuesta era exactamente la misma que en el año
1993 para el presupuesto de 1994: una enmienda en el presupuesto
que, si se rechaza, desgraciadamente no podrá tener lugar.

Nuestro compromiso existe, pero la fórmula legal para ponerlo en
marcha tendrá que ser distinta.

Finalmente, S. S. hace un alegato muy preocupado para que los
temas políticos no influyan en economía. Evidentemente influyen,
pero lo hemos manejado razonablemente bien como para que la
situación económica vaya bien. Parece que a S. S. le molesta y
seguramente tendría que introducir más incertidumbres



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políticas a ver si consigue que la economía vaya mal. Lo digo
porque seguramente esa filosofía es compartida por alguno en
estas Cámaras.

Lo lamento mucho, pero la economía va bastante bien y esperemos
que así siga.

Señor Mur, el debate es básicamente presupuestario.

Evidentemente, se ha transformado en un debate político. Le
aseguro que sí sabemos perder perfectamente. Tanto sabemos perder
que se han tomado una serie de decisiones, entre ellas una muy
importante, la de adelantar las elecciones generales. Su señoría
dice que duda de mi palabra y que me pueden dejar mal. Yo estoy
convencido de que no, pero S. S. tiene el derecho a opinar lo que
quiera.

En cuanto al señor Chiquillo, le repito lo que le he dicho
anteriormente. Me parece muy bien que usted sea el transmisor de
las preocupaciones de damnificados. Lo que le he dicho antes y
repito ahora es que esas peticiones conviene cribarlas y ver cuál
es su valor real. Y S. S. me recordaba algunos de esos viejos
chistes cuando pretende atribuir al Gobierno socialista
prácticamente todos los males del mundo. Le aseguro que nosotros
no participamos en la crucifixión de Jesucristo ni tampoco en los
problemas que la Comunidad Valenciana puede tener por razones
históricas.

Muchas gracias. (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Almunia.(El
señor Mauricio Rodríguez pide la palabra.) Un momento, señor
Almunia. ¿Señor Mauricio?



El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Creo que nos corresponde un turno de
réplica. (Rumores.) Mi Grupo Parlamentario tiene la misma
Constitución en esta Cámara que cualquier Grupo Parlamentario y
le corresponde un turno de réplica.

Además, he sido aludido...




El señor PRESIDENTE: ¡Señor Mauricio!, un momento.

Sé que se me oye mal desde ahí, por eso tengo que gritar alguna
vez.

Su Grupo tiene derecho a un turno de réplica, si lo solicita.

Como en todos los turnos de réplica, si lo solicita, la
Presidencia se lo concede. Deberá ser muy breve a estas alturas
del debate y dado el contenido también de la intervención del
señor Ministro.




El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Muy brevemente, señor Presidente.

Lo que quisiera decir, como resumen de mis intervenciones y en
orden a la alusión que me ha hecho el señor Solbes, es que creo
que hoy se va a producir, dentro de escasos minutos, un hecho
político enormemente relevante, que no puede pasar desapercibido
y, ante la derrota del Gobierno en funciones, nos gustaría
escuchar una propuesta del Presidente del Gobierno --que está
aquí presente por fin-- ofreciéndonos un pacto parlamentario de
responsabilidad de Estado y de responsabilidad política para
acabar este proceso legislativo de la manera más adecuada al
servicio de los intereses de España.

Nuestra posición, por tanto, es que deberíamos de pactar la fecha
de las elecciones generales, la posición española... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: ¡Silencio, señorías!



El señor MAURICIO RODRIGUEZ: Están ustedes en minoría, por tanto,
ya no pueden decidir. (Rumores.-- Risas.)
Deberíamos pactar, digo, las elecciones generales, de acuerdo con
el interés de España y el interés de España en Europa, y la
necesidad de una transición responsable hasta las elecciones
entre todos los grupos parlamentarios. Creo que cabe hoy, y no en
otro momento, una declaración del Presidente del Gobierno sobre
qué opina él ante el nuevo hecho político de su derrota
parlamentaria.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mauricio. (El señor Chiquillo
Barber pide la palabra.)
¿Señor Chiquillo?



El señor CHIQUILLO BARBER: Muy brevemente. Los 30 segundos de
réplica o dúplica del Grupo Parlamentario Mixto se los cedemos al
Presidente del Gobierno para que conteste a la pregunta de
Coalición Canaria. (Rumores.--El señor Zabalía Lezamiz pide la
palabra.)



El señor PRESIDENTE: ¿Señor Zabalía?
Un momento, señor Zabalía. El turno de réplica es para contestar
a la intervención del señor Ministro.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Solamente es para ver si he anotado
bien las tres cosas que me ha contestado el señor Ministro.

Primer tema. Me ha dicho que hemos rechazado los Presupuestos por
la tasa de paro que tiene la economía española. No, la tasa de
paro es consecuencia de una política económica. A raíz de eso, me
dice: Si es por eso, van ustedes a rechazar muchos más. ¡Hombre!,
eso ya me preocupa. Simplemente, quería precisar si lo he anotado
bien.

Dice que el desbloqueo competencial es cosa de dos. Por supuesto.

Todas las negociaciones son cosa de dos, pero el señor Ministro
sabe, y hay experiencia además, que competencias negociadas
durante muchos años se han desbloqueado en dos minutos porque una
de las partes quería; una: ellos.

Desde luego, la actitud del Partido Socialista



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en Euskadi demuestra que lo que yo antes citaba, la falta de
diálogo, es distinto; indudablemente, es diferente. Hay que
pensar que la situación del Partido Socialista en Euskadi no es
la que tiene en el Estado; es muy distinto. Allí tiene que venir
a dialogar, no tiene que venir a ofrecer nada. No son
equiparables las dos situaciones y, por tanto, las consecuencias
tampoco son iguales.

Simplemente quería hacer esas precisiones, por saber si es que no
he anotado bien las contestaciones del señor Ministro.

Nada más. Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Zabalía.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ECONOMIA Y HACIENDA (Solbes Mira): Gracias,
señor Presidente.

Señor Mauricio, he anotado por tercera vez su petición.

Señor Zabalía, es evidente que la tasa de paro se reducirá, pero
lo hará de forma progresiva; en consecuencia, tendremos que
seguir viviendo y conviviendo con esa tasa de paro durante algún
tiempo.

Desde luego, los desbloqueos competenciales son cosa de dos, pero
también la negociación es cosa de dos, en el País Vasco y aquí.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Almunia.




El señor ALMUNIA AMANN: Señor Presidente, señoras y señores
Diputados, a lo largo de la tarde de ayer y de esta mañana, he
escuchado con atención las intervenciones de los portavoces de
los demás grupos parlamentarios anunciando su rechazo al proyecto
de presupuestos que ha presentado ante esta Cámara el Gobierno.

Los votos de los Diputados de esos grupos son suficientes para
hacer triunfar sus enmiendas, por lo que el resultado de este
debate es obvio que a estas alturas ya está decidido.

No obstante, quiero comenzar mi intervención manifestando que el
Grupo Socialista comparte el contenido de los presupuestos que
debatimos y que, por tanto, nuestro voto será contrario a las
enmiendas de devolución que han sido presentadas. Creo, además,
que hay muchas razones que avalan nuestra posición. Estos
presupuestos son la continuación lógica de los que esta Cámara
aprobó con anterioridad en esta legislatura para los ejercicios
de 1994 y de 1995. A la vista están los resultados muy positivos
obtenidos gracias a ellos.

La economía crece por encima del 3 por ciento, lo hace a un ritmo
superior al de la media de la Unión Europea ya en este año 1995,
superando en varias décimas las propias previsiones del Gobierno.

Por primera vez salimos de la crisis a la vez que los países más
avanzados del continente. La economía está creciendo de forma
sana, primero arrastrada por el tirón de las exportaciones, ahora
por una demanda interna en la que sobresale el crecimiento de la
inversión, y en los próximos meses, y gracias al aumento del
empleo, será el consumo privado quien contribuya decisivamente al
crecimiento.

El diferencial de inflación, con los tres mejores países de la
Unión Europea, disminuye año tras año, y lo va a hacer de manera
más clara en cuanto se inicie 1996, cuando se compense el impacto
de la subida del IVA y de los impuestos especiales. La evolución
de las rentas salariales se acomoda a los crecimientos de
productividad, gracias a la moderación de los interlocutores
sociales en la negociación colectiva. A su vez, el déficit
público también disminuye, conforme a las previsiones y al
programa de convergencia. El cumplimiento de lo presupuestado en
ingresos y en gastos es muy elevado, como ya ocurrió en el
ejercicio de 1994; incluso los grupos de la oposición lo han
reconocido así en esta Cámara y han llegado a felicitar por ello
a los responsables del Ministerio de Economía y Hacienda. La
balanza por cuenta corriente se ha equilibrado en el año 1995 y
va a mantenerse cercana al equilibrio en 1996, con lo que se
desvanece el principal cuello de botella para aprovechar nuestras
posibilidades de crecimiento. Se ha incrementado de forma
sensible, y con carácter permanente, la participación de nuestras
exportaciones en los mercados mundiales, lo que demuestra las
mejoras de competitividad que han tenido lugar en estos años. Y
por encima de todo, el paro disminuye y el número de puestos de
trabajo aumenta en proporción importante: 330.000 empleos nuevos
en los últimos doce meses y un número similar, o incluso
superior, como previsión realista para el próximo año.

Quienes criticaban en esta Cámara hace un año los presupuestos
para 1995 negaban que todo esto pudiese producirse. Se auguraba
menos crecimiento, más inflación, el incumplimiento de las
previsiones presupuestarias, más paro y menos empleo. Se han
equivocado. Se pronosticaba la divergencia, pero estamos
convergiendo. Desde el Grupo Popular, el señor Aznar decía el año
pasado que con la política presupuestaria el Gobierno nos alejaba
de Europa, y lo cierto es que nos volvemos a acercar a los países
más avanzados de Europa. Decía el señor Aznar que se estaban
limitando nuestras posibilidades de crecimiento y crecemos, sin
embargo, más de lo previsto. El señor Aznar nos anunciaba que el
paro iba a aumentar, pero disminuye en una proporción importante.

Decía que la inflación iba a dispararse y se está conteniendo.

Queda claro quién se equivocaba. Frente a los pronósticos
sombríos del señor Aznar, nuestra política era la adecuada para
lograr esos objetivos. El señor Aznar cedía una vez más a la
tentación de arrojar pesimismo sobre nuestro futuro y la realidad
vuelve a desmentirle y a dejarle en evidencia.

Este año les es más difícil basar sus argumentos en contra de los
presupuestos en razones de tipo económico y por eso éstas se
mezclan, a mi juicio demasiado, con consideraciones estrictamente
políticas. Me referiré



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a ambas y empezaré analizando las de contenido económico.

Como es habitual, se han planteado en este debate ayer y hoy
críticas contradictorias en el terreno de la política económica.

Para unos, el proyecto del Gobierno peca por exceso y hace un
escaso esfuerzo para contener el déficit, mientras que para otros
lo hace por defecto y mantiene una orientación excesivamente
restrictiva.

Para Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya se necesita más
gasto y una orientación menos restrictiva, menos ambiciosa en la
reducción del déficit. No son nuevas esas críticas, aunque sí es
de agradecer el tono moderado empleado ayer por el señor Ribó
para defenderlas. Pero el cambio de tono no implica cambios
sustanciales en cuanto al fondo. Ni el señor Ribó, ni en otras
ocasiones el señor Anguita, parecen preocupados por el hecho de
que ya casi nadie, en casi ningún sitio, mantenga las ideas
económicas que ellos defienden. Creemos que se equivocan.

Seguimos pensando que una reducción del déficit menor que la que
plantea el Gobierno no equivaldría a disponer de más recursos
para poderlos destinar a gastos de carácter redistributivo o de
naturaleza social. Más déficit significaría tipos de interés más
elevados y más dinero para pagar los intereses de la deuda. No
traería más bienestar, sino más cargas a las que hacer frente
cara al futuro. Más déficit tampoco significaría más empleo, sino
menos crecimiento.

En este año, y lo mismo en 1996, el esfuerzo de reducción del
déficit no sólo es plenamente compatible con un aumento
importante del empleo, sino que en una economía abierta cualquier
otra estrategia está destinada al fracaso.

No podemos dar marcha atrás y conducir la política económica en
un sentido divergente a la del resto de los países de la Unión
Europea. Ni podemos ni nos llevaría a ninguna parte si lo
intentásemos. El coste de alejarnos de la Unión Europea,
renunciando a cumplir en 1997 las condiciones de convergencia, no
podría compensarse con los teóricos beneficios a corto plazo de
una política expansiva.

Desde el extremo opuesto, el Grupo Popular sigue pidiendo menos
presión fiscal, menos gasto y la puesta en marcha de reformas
drásticas --ayer el señor Aznar las llamaba globales-- en el
sector público, en el sistema de protección social, en el mercado
de trabajo y en todo lo que se les ponga por delante. Pero cuanto
más repiten esos eslóganes, mejor se puede apreciar lo que
realmente late detrás de su postura.

Cuando desde el Grupo Popular se propone bajar impuestos, hay que
leer que están dispuestos a corregir el sistema fiscal en favor
de las rentas más altas y que los ingresos públicos van a
disminuir. Es verdad que lo primero se oculta y lo segundo se
niega, pero los hechos están ahí. Todas las alternativas de
reforma fiscal que hemos ido conociendo por boca de los
portavoces del PP --y ya no quedan dedos en la mano para
contarlas-- tienen ese denominador común. Si se llegasen a
aplicar esas reformas, las rentas más altas y las rentas del
capital pagarían menos impuestos y las arcas del Estado se verían
privadas de una parte de los ingresos que reciben ahora. Y eso en
un país que tiene todavía una presión fiscal siete puntos por
debajo de la media de la Unión Europea, en la cual sólo en Gran
Bretaña y Grecia es menor.

Ustedes niegan esas cosas, pero no pueden convencer a casi nadie.

Por una lado, no hay más que ver quiénes apoyan entusiásticamente
sus propuestas; por otro, ya sabemos lo que les pasa a los
gobiernos que han seguido sus teorías: o crean un déficit mayor y
anuncian recortes sociales para corregirlo o no las llevan a la
práctica, como en Francia. Y cuando ustedes proponen reducir el
gasto, sus explicaciones se mueven entre la impotencia, la
ambigüedad y la contradicción. Critican el exceso de gastos
corrientes --ayer lo hizo de nuevo del señor Aznar--, pero sus
presidentes autonómicos y sus alcaldes piden más financiación por
parte del Estado. Critican las transferencias a las empresas
públicas, pero se ponen a la cabeza de la manifestación cada vez
que se pretende ajustar alguna de ellas. Quieren reducir las
subvenciones, pero todas las semanas plantean en esta Cámara
nuevas propuestas para aumentarlas. Nos dicen que no les gusta
que se cuestionen sus planteamientos en materia de pensiones,
pero reconocerán que hacen todo lo posible por incitarnos a ello,
porque siguen proponiendo una reducción drástica de las
cotizaciones sociales, que llevaría inmediatamente al
desequilibrio de ese sistema de pensiones en contra de lo que el
propio Pacto de Toledo prevé. En los países en los que se han
planteado políticas similares para controlar el gasto han
sucedido dos cosas. O bien esas políticas se han llevado
realmente a la práctica, en cuyo caso han aumentado las
desigualdades sociales y ha disminuido la protección de los más
débiles, o bien no se han atrevido a hacerlo y han pasado de las
promesas a la frustración en un corto espacio de tiempo.

Su política, tanto en ingresos como en gasto público, o es
manifiestamente injusta o es pura retórica imposible de ser
llevada a la práctica. Eso es lo que se esconde detrás de la
palabrería sobre las reformas que ayer nos expuso el señor Aznar,
y no un programa de Gobierno, como algún ingenuo ha puesto hoy de
titular en un periódico de la capital. Por el contrario, los
resultados que dicen que se obtendrían con sus propuestas se
están logrando aquí, en España, en este año, con creces, gracias
a nuestra política económica, y con un coste social
considerablemente menor. Frente a sus malos augurios y a su
pesimismo, hoy hay en España menos déficit, más inversión, más
empleo y menos desigualdad que hace un año. Los españoles saben
que, en buena medida, el Estado de bienestar se ha construido en
España de la mano de las políticas puestas en marcha por los
gobiernos socialistas y por la mayoría socialista, siempre con su
voto en contra. También saben que una política como la que
orienta



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los presupuestos que debatimos es la mejor garantía para que el
Estado de bienestar tenga garantizado el futuro.

Si durante la última crisis, de 1992 a 1994, se hubiesen aplicado
las recetas que ayer nos proponía el señor Aznar, ahora
tendríamos menos crecimiento, menos bienestar, menos empleo y más
desigualdad. Porque sus prioridades son otras. Entre reducir el
tipo máximo del IRPF o atender a la financiación de servicios
públicos, ustedes optan siempre por la primera posibilidad;
nosotros, no. Entre mantener una legislación socialmente avanzada
o caminar a cualquier precio por la senda de la
desregularización, ustedes optan por esta última; nosotros no.

Entre comprometer una selección rigurosa de los recortes del
gasto para hacer factible la reducción del déficit o esconder sus
auténticas propuestas tras la ambigüedad, ustedes no se atreven a
optar a escasos meses de unas elecciones; nosotros, sí.

Señor Presidente, en esta ocasión no todos los grupos que
enmiendan a la totalidad estos presupuestos aducen críticas a su
contenido. Hemos oído también posiciones contrarias basadas en
argumentos estrictamente políticos. Hay quienes comparten incluso
buena parte de la orientación de estos presupuestos, pero no los
van a votar por supuestas razones de oportunidad. Hay quienes
argumentan su rechazo, al menos en las enmiendas escritas que se
han presentado hace unos días, en el simple hecho de que los
presupuestos van a ser rechazados. Ni uno ni otro argumento
parecen sólidos. Tampoco parece lógico afirmar que el Gobierno no
vaya a tener capacidad política para llevar a la práctica lo que
propone en su proyecto y criticarle a la vez por tratar de poner
en práctica los presupuestos en estos momentos. Ambas cosas no
pueden afirmarse al mismo tiempo.

Lo cierto es que la economía española necesita disponer de un
marco despejado en materia presupuestaria. Lo decía --por no
citar al Gobierno-- el Gobernador del Banco de España hace pocos
días, al que tantas veces han citado ustedes en este debate
tergiversando sus palabras. Ese marco lo necesita la economía
española cuanto antes. No es indiferente cuál sea ese marco. La
proyección hacia el futuro de la actual recuperación económica
exige unos presupuestos en línea con los planteados por el
Gobierno; con una voluntad clara de reducir el déficit, pero sin
poner en cuestión los logros sociales avanzados; con la voluntad
firme de colocar a nuestro país en condiciones de acceder, desde
el primer momento, a la tercera fase de la Unión Económica y
Monetaria y con el coraje de explicar cuáles son los sacrificios
que hay que hacer para conseguirlo. No estamos ante una cuestión
de política partidaria, sino de interés nacional. Las fechas para
la creación de la moneda única ya están fijadas y cada vez se
acercan más. No podemos fijar el calendario que más nos convenga
a cada uno para aproximarnos a esa Unión Monetaria. No hay tiempo
que perder, sea cuál sea la fecha de las elecciones generales.

Debiéramos ser capaces de ponernos de acuerdo entre las
diferentes fuerzas políticas, al menos entre las que compartimos
objetivos en materia de presupuesto y en materia de integración
europea.

Frente a estos retos de poco vale detenerse en cálculos pensados
desde el interés partidario. De poco valen las digresiones sobre
los motivos que han llevado al Presidente del Gobierno a fijar el
mes de marzo como fecha electoral, que alguien le preparó ayer al
señor Aznar, y de verdad no le hizo ningún favor preparándole lo
que el señor Aznar nos leyó ayer. Todas esas digresiones valen
poco, porque si no hay presupuesto el 1 de enero, vamos a tener
que afrontar entre todos algunos problemas de difícil solución, y
las responsabilidades no podrán repartirse por igual entre unos y
otros. Sin presupuestos habrá consecuencias negativas, que todos
conocemos y que se han debatido aquí ayer y hoy.

Es cierto que nuestra voluntad es garantizar en todo caso la
revalorización de las pensiones y el incremento de los salarios
de los empleados públicos, según lo pactado previamente, pero
también hay que advertir a los ciudadanos que muchas cuestiones
no podrán resolverse igual en otras áreas --como si nada hubiera
pasado-- sin presupuestos que con presupuestos. Todos habremos
perdido un tiempo precioso para prepararnos de cara a 1997. Por
todo ello, tanto el Gobierno como el Grupo Parlamentario
Socialista hemos hecho, a lo largo de las últimas semanas,
ofertas de diálogo a la oposición, antes, incluso, de que el
proyecto de presupuestos llegase a esta Cámara y también durante
el período de enmiendas. Siento que hayan caído en saco roto. En
todo caso y sea cuál sea el resultado de la votación, la
orientación de la política presupuestaria no debe variar y el
objetivo de reducción del déficit se debe mantener por una vía o
por otra. Como ha dicho el Presidente del Gobierno y repitió ayer
el Ministro de Economía y Hacienda, en caso de no superar esta
votación, los socialistas anunciamos desde ahora que volveremos a
presentar estos mismos presupuestos si formamos Gobierno al
inicio de la próxima legislatura, y en todo caso esta política
presupuestaria formará parte de nuestro compromiso electoral en
las elecciones de marzo.

Señorías, no hay en esta Cámara una mayoría viable alternativa a
la que representa el Gobierno, ni en materia presupuestaria ni en
general, como bien sabe el señor Aznar cada vez que ha ofrecido
ese simulacro de moción de censura al resto de la oposición. El
señor Ribó preguntaba ayer quién gestiona el «no» a estos
presupuestos. Desde luego no lo van a hacer quienes hoy unen su
voto contra el proyecto del Gobierno, ni ahora y estoy seguro que
tampoco después de las próximas elecciones. Detrás de su apoyo a
la devolución de los presupuestos no se ve una alternativa en
positivo y creo que ello debía haber llevado a la reflexión a
quienes van a votar en contra de sus propias convicciones en
política presupuestaria o en política en general.




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Pese a todo ello, los votos a favor de las enmiendas van a
superar a los favorables a estos presupuestos. Por razones
distintas, incluso opuestas entre sí, ustedes han llegado a la
conclusión de que este debate no debe seguir a partir de la
votación que vamos a celebrar en pocos minutos. Nadie saldrá
ganando con ello. La noticia de la devolución al Gobierno de los
presupuestos no será buena para nadie. Siento que ni su contenido
--que pocos han criticado aquí con rigor-- ni el debate ni las
ofertas de diálogo hayan podido evitarlo.

Nada más y muchas gracias (Varios señores Diputados: ¡Muy bien!--
Aplausos en los bancos del Grupo Socialista.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Almunia.

Vamos a proceder a la votación.

Enmiendas de totalidad que postulan la devolución al Gobierno del
proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 1996.

Comienza la votación. (Pausa.)
Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos
emitidos, 342; a favor, 183; en contra, 158; abstenciones, una.




El señor PRESIDENTE: Quedan aprobadas las enmiendas de devolución
y, por tanto, rechazado el proyecto de ley.

Enmiendas de totalidad que postulan la devolución al Gobierno del
proyecto de ley de medidas fiscales, administrativas y del orden
social.

Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos
emitidos, 343; a favor, 185; en contra, 158.




El señor PRESIDENTE: Quedan aprobadas las enmiendas de devolución
y, por tanto, aprobado el rechazo de este proyecto de ley.

Se levanta la sesión.




Era la una y cuarenta minutos de la tarde.