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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 464, de 23/03/1995
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 464
ECONOMIA, COMERCIO Y HACIENDA
PRESIDENTE: DON ANGEL MARTINEZ SANJUAN
Sesión núm. 42
celebrada el jueves, 23 de marzo de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Gobernador del Banco de España (Rojo Duque),
para:
--Informar de la política monetaria que se desarrolla, así como la
evolución de las principales magnitudes, previa remisión del
correspondiente informe. Comparecencia cuatrimestral. (Número de
expediente 212/001428). (Página 14106)
--Dar cuenta de las consecuencias políticas y económicas de la
devaluación de la peseta acordada por el Comité Monetario Europeo. A
solicitud del Grupo Parlamentario Federal IU-IC. (Número de expediente
212/001416). (Página 14106)
--Informar sobre los recientes acontecimientos relacionados con la
paridad de la peseta y la política cambiaria. A solicitud del Grupo
Parlamentario Popular. (Número de expediente 212/001417). (Página 14106)
--Informar de las actuaciones que ha emprendido el citado Banco o tiene
previsto emprender, para que los bancos e instituciones financieras de
crédito reduzcan los tipos de interés efectivos que aplican a sus
productos financieros. A solicitud del Grupo Parlamentario Catalán,
Convergència i Unió. (Número de expediente 212/000333). (Página 14132)



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Se abre la sesión a las cuatro y treinta y cinco minutos de la tarde.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (ROJO DUQUE),
PARA:



--INFORMAR DE LA POLITICA MONETARIA QUE SE DESARROLLA, ASI COMO DE LA
EVOLUCION DE LAS PRINCIPALES MAGNITUDES, PREVIA REMISION DEL
CORRESPONDIENTE INFORME. COMPARECENCIA CUATRIMESTRAL. (Número de
expediente 212/001428.)



--DAR CUENTA DE LAS CONSECUENCIAS POLITICAS Y ECONOMICAS DE LA
DEVALUACION DE LA PESETA ACORDADA POR EL COMITE MONETARIO EUROPEO. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO FEDERAL DE IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA
PER CATALUNYA. (Número de expediente 212/001416.)



--INFORMAR SOBRE LOS RECIENTES ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS CON LA
PARIDAD DE LA PESETA Y LA POLITICA CAMBIARIA. A SOLICITUD DEL GRUPO
PARLAMENTARIO POPULAR. (Número de expediente 121/001417.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, buenas tardes. Se abre la sesión de la
Comisión de Economía con la comparecencia del señor Gobernador del Banco
de España, don Luis Angel Rojo, con el fin de dar cuenta de las
iniciativas parlamentarias que componen el orden del día que SS. SS.

conocen.

En relación con el orden del día distribuido, en el que no se hace
ninguna separación de los temas, tengo que anunciar que el punto que
aparece en segundo lugar, que es la petición de comparecencia del señor
Gobernador del Banco de España a iniciativa del Grupo Parlamentario
Catalán, será visto como tema independiente al final de la sesión, con el
fin de agrupar en un único punto la comparecencia del señor Rojo para
informar sobre la política monetaria y dar cuenta de las diferentes
circunstancias por las que ha atravesado la peseta.

Sus señorías conocen el informe que sobre la inflación y circunstancias e
informaciones complementarias al respecto ha sido distribuido entre los
señores miembros de la Comisión, que puede servir como preámbulo y
ampliación posterior a la comparecencia del señor Gobernador del Banco de
España.

De acuerdo con el artículo 203 del Reglamento del Congreso, se debatirá,
como decía anteriormente, en una única intervención general, el punto
relativo a la comparecencia de carácter cuatrimestral y la petición de
comparecencia hecha por los Grupos de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya y el Grupo Parlamentario Popular. Así pues, en primer lugar
tiene la palabra el señor Gobernador del Banco de España, posteriormente
daré la palabra a los grupos parlamentarios que han solicitado la
comparecencia, y a continuación a los grupos que deseen fijar su
posición, aunque no hayan pedido la comparecencia del señor Gobernador.

Tiene la palabra el señor Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Señor Presidente,
señorías, mi comparecencia ante esta Comisión hubiera debido estar
normalmente dedicada a examinar principalmente la evolución de la tasa de
inflación y la política monetaria instrumentada por el Banco de España,
en relación con dicha evolución y sus perspectivas. Los problemas
cambiarios han irrumpido, sin embargo, en la situación, ocupando el
centro de la escena. En consecuencia, he enviado al señor Presidente de
la Comisión, para su distribución entre SS. SS., la versión recientemente
concluida del informe sobre inflación que el Banco de España publicará
dentro de unos días, con la escasa antelación que han permitido los pocos
días hábiles transcurridos desde la aparición de las últimas cifras del
índice de precios al consumo. Dedicaré la primera parte de mi exposición
inicial a ofrecer un resumen comentado de dicho informe. Pasaré después a
tratar de las magnitudes monetarias y los tipos de interés y centraré la
última y más extensa parte de mi intervención en los problemas
cambiarios.

El año 1994 concluyó con una tasa de inflación del 4,3 por ciento, medido
por el IPC sobre doce meses antes. Este resultado implicaba una
desaceleración del proceso inflacionista en seis décimas de punto
porcentual a lo largo del año e iba acompañado de una considerable
reducción en el período del diferencial entre las tasas de incremento de
precios registradas en los sectores expuestos y los sectores no expuestos
a la competencia. En la segunda parte del año se habían observado, sin
embargo, un conjunto de síntomas inquietantes de que la desaceleración de
la inflación estaba perdiendo fuerza, y de que, incluso, podían
registrarse repuntes en 1995. En los mercados mundiales, la unión de la
mejoría registrada en las economías europeas a la fuerte expansión de la
economía de Estados Unidos y su área de influencia había determinado
elevaciones muy intensas en los precios y en numerosos alimentos y
materias primas. En España, el avance de la economía por una senda de
recuperación reducía los efectos desinflacionistas de la pasada recesión
a medida que pasaban los meses, y los precios industriales al por mayor
iniciaban una aceleración en sus componentes de bienes, intermedios y de
equipo. A todo ello había que añadir los efectos de la sequía sobre
algunos productos agrícolas que podían persistir en el año actual. De
cara a los primeros meses de 1995 había que tener en cuenta, además, el
efecto de la elevación del IVA y de otros impuestos indirectos, con un
impacto teórico que se situaba cerca de un punto porcentual del IPC, y
aunque el efecto sobre la inflación era por su propia naturaleza
transitorio, podía registrarse, como consecuencia de ese impacto,
reacciones inflacionistas permanentes. Todas estas consideraciones
llevaron al Banco de España a elevar en 65 centésimas de punto porcentual



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su tipo básico de intervención el 3 de enero de este año, como medida
preventiva.

Con la información disponible para los dos primeros meses de 1995, la
tasa de crecimiento interanual del IPC en febrero era del 4,8 por ciento,
idéntica, por cierto, a la tasa que señala el ritmo de avance de la
inflación subyacente. La interpretación de esta cifra requiere tratar de
estimar, a pesar de las dificultades que ello implica, el grado en que
ese incremento del IPC recoge la traslación de los efectos inducidos por
la elevación de los impuestos indirectos.

Según las estimaciones provisionales del Servicio de Estudios del Banco
de España, la traslación de dichos efectos hasta el mes de febrero
alcanza aproximadamente al 60 por ciento del efecto teórico. La
repercusión ha sido total en los productos energéticos; muy elevada,
próxima al 90 por ciento, en los alimentos elaborados; moderada, algo más
de 50 por ciento, en servicios; y muy reducida en los alimentos no
elaborados y en los bienes industriales no energéticos. Sin duda, los
efectos de los aumentos de los impuestos indirectos aún no se han
agotado. Parece, sin embargo, que la traslación está siendo algo menor
que la que se preveía al final del pasado año.

Teniendo en cuenta estas estimaciones cabe decir lo siguiente respecto de
la situación actual de los distintos componentes del IPC. Los precios de
los alimentos no elaborados que habían iniciado una desaceleración en la
segunda parte de 1994 y que han venido a registrar una escasa incidencia
del IVA vieron saltar la tasa de crecimiento de sus precios en el mes de
febrero hasta el 5,8 por ciento, como consecuencia del encarecimiento de
algunos productos concretos, especialmente la patata. Cabe esperar que
sus precios vuelvan a desacelerarse en los próximos meses, aunque está
presente la amenaza de la sequía. Los precios de los alimentos elaborados
se han acelerado mucho, hasta alcanzar el 6,1 por ciento en febrero, como
consecuencia del alza de los impuestos indirectos y de los precios del
aceite de oliva y de otros productos como el café, encarecidos en los
mercados internacionales. También aquí cabe esperar una desaceleración en
los próximos meses, aunque de nuevo con la amenaza de los efectos de la
sequía. Los precios de los bienes industriales no energéticos se han
desacelerado desde diciembre a febrero, situando su tasa de crecimiento
en el 3,3 por ciento en febrero, aunque es posible que el impacto de los
impuestos indirectos, hasta ahora escaso en estos productos, se acentúe
en los próximos meses. El rápido aumento de los precios industriales al
por mayor puede, por lo demás, comprometer la evolución futura de este
componente del IPC.

Los precios energéticos continúan dominados por la imposición indirecta,
aunque su futuro se verá afectado por los precios internacionales y el
tipo de cambio del dólar.

Finalmente, la tasa de aumento de los precios de los servicios se ha
situado en un 5,6 por ciento en febrero, con un efecto moderado del IVA y
con posibilidades de reanudar la desaceleración que mostró en 1994.

Dado que la estimación del grado de traslación, hasta el presente, de los
efectos de la elevación de los impuestos indirectos es siempre
imperfecta, por cuidadoso que haya sido el cálculo, y dada la
incertidumbre que rodea la estimación de la traslación que aún pueda
producirse, resulta muy difícil precisar el comportamiento de la
inflación que subyace a estas perturbaciones transitorias. Como ya he
indicado, el Banco de España considera que la traslación de impuestos
está siendo menor que lo esperado y que, en consecuencia, la tasa de
inflación debería iniciar, hacia mediados del año, una suave
desaceleración, que la situaría, en los primeros meses del año 1996, tras
la desaparición del efecto de los impuestos indirectos, en la zona del
3,5 al 4 por ciento. Esto sería acorde con las previsiones iniciales del
Banco de España y con sus objetivos de inflación a medio plazo.

El cumplimiento de estas previsiones depende, desde luego, de que la
demanda privada de bienes y servicios se mantenga en la zona de expansión
inicialmente prevista y de que no haya desbordamiento del gasto público,
de modo que en conjunto el producto interior bruto crezca en torno al 3
por ciento en términos reales durante el año, y de que los salarios y los
costes unitarios del trabajo mantengan su evolución moderada.

Finalmente, dos factores podrían afectar negativamente al logro de estos
resultados: en primer lugar, los efectos de la sequía sobre un conjunto
de productos agrícolas que no puedan sustituirse con importaciones a
precios equivalentes; y en segundo lugar, y más importante, los efectos
de la depreciación cambiaria, que el Banco de España ha tratado de
combatir con la reciente elevación de su tipo básico de intervención en
medio punto porcentual.

Como indiqué en mi anterior comparecencia ante esta Comisión, y como
explicaba el documento de objetivos monetarios del Banco de España para
1995, que presenté ante SS. SS. en aquella ocasión, el Banco de España
considera que como consecuencia de una larga serie de factores y de
perturbaciones, los agregados monetarios básicos han perdido las
características de estabilidad que permitían su utilización como soportes
de los objetivos intermedios de la política monetaria. Ello no significa
que el Banco de España se desentienda de su evolución. El comportamiento
de los principales agregados continúa siendo examinado con atención para
tratar de obtener, a través de perturbaciones que hacen necesarias
interpretaciones considerables, indicaciones relevantes sobre la
evolución de las condiciones monetarias y su influencia sobre la
inflación.

En los primeros meses de 1995, los activos líquidos en manos del público
han mantenido el elevado ritmo de crecimiento que venían registrando en
la última parte del año anterior. El crecimiento interanual de los
activos líquidos en manos del público alcanzó en febrero una tasa del 10
por ciento, similar a la del último trimestre de 1994, pero superior en
dos puntos a la alcanzada en el conjunto del ejercicio anterior. No cabe
duda de que una parte del reciente dinamismo de la liquidez en la
economía española está en relación con la recuperación de la actividad y
del gasto; pero las elevadas tasas de crecimiento que se vienen
produciendo sólo pueden explicarse por la confluencia de una serie de
factores que estimulan el desplazamiento del público hacia posiciones más
líquidas y la tenencia de instrumentos



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financieros incluidos en la definición de ALP. Prueba de ello es que el
comportamiento más expansivo del agregado ALP ha sido la cartera de
valores del Estado a corto plazo en manos del público, que ha
experimentado un incremento de 700.000 millones de pesetas en los dos
primeros meses de este año. Es verdad que a ello se ha superpuesto
también un comportamiento muy dinámico de los depósitos de los bancos y
de las cajas de ahorro, que están creciendo a tasas interanuales del 7,7
por ciento y del 6,6 por ciento, respectivamente. Pero este
comportamiento tampoco es completamente independiente de los ajustes de
cartera decididos por el público. Como ya he señalado en otras ocasiones,
el crecimiento reciente de los depósitos está relacionado con el
retraimiento del público frente a los fondos de inversión, especialmente
frente a los especializados en deuda pública, que han experimentado
caídas importantes en sus niveles de rentabilidad, como consecuencia de
la evolución de las cotizaciones de los valores del Estado. El hecho de
que el crecimiento de los depósitos de los bancos supere, por primera vez
desde 1992, al de los depósitos de las cajas de ahorro tiende a confirmar
la relevancia de este desplazamiento, ya que habían sido los bancos los
que habían promovido con mayor intensidad el desarrollo de los fondos de
inversión.

El crecimiento de la liquidez tiene, por tanto, un componente
significativo, aunque difícil de aquilatar, de carácter puramente
financiero, como consecuencia de un aumento de la preferencia por la
liquidez por parte del público. Esta preferencia que también se muestra
en el renovado dinamismo del efectivo, guarda relación con el clima de
inestabilidad que viven los mercados financieros españoles y que se ha
manifestado en un cambio muy brusco de la estructura de los tipos de
interés por plazos, con un incremento sustancial en los tipos a más largo
plazo, y en un aumento de la variabilidad de los precios de los activos
financieros. Ambos factores determinan una prima de riesgo elevada para
los activos denominados en pesetas que aunque no esté plenamente
justificada por los fundamentos de nuestra economía, inhibe a los
inversores residentes y no residentes, a pesar de las altas tasas de
rentabilidad que los mismos incorporan.

La presencia de estos factores financieros en el comportamiento de la
liquidez se confirma cuando se analizan sus contrapartidas crediticias.

En el clima de incertidumbre que ha dominado el comportamiento de los
mercados de deuda, el Tesoro ha encontrado dificultades para captar
recursos a medio y largo plazo y ha mantenido, como vía fundamental de
financiación, la emisión de instrumentos a corto plazo incluidos en la
definición de ALP, como las letras a seis meses y un año. El crédito
interno de las administraciones públicas que, como es sabido, incluye el
conjunto de recursos financieros que obtienen a través del sistema
crediticio y de los mercados monetarios fue la contrapartida más
expansiva de ALP, registrando un crecimiento interanual en febrero del 26
por ciento. Conviene destacar, sin embargo, que esta tasa tan elevada
refleja en gran medida la menor colocación de deuda pública, de manera
que cuando se considera también la financiación obtenida a través de este
procedimiento y la contratación de créditos exteriores, esa tasa
desciende hasta el 17 por ciento; cifra que, con todo, refleja una
presión muy fuerte de las necesidades de financiación del sector público
sobre el comportamiento de los mercados financieros y de los agregados
monetarios.

El crédito a empresas y familias, que mantuvo una pauta de expansión muy
moderada en 1994, ha empezado a mostrar síntomas de una reanimación
progresiva a comienzos del año 1995, en consonancia con el momento
cíclico de la demanda nacional, de manera que su crecimiento interanual
se situaba en febrero en el 5,4 por ciento, frente al 3,9 por ciento con
que terminó el año 1994. La evolución, todavía contenida, del crédito a
empresas y familias tiende a reducir la significación de la expansión
monetaria de los últimos meses, como posible anticipo de un aumento
inminente de las decisiones de gasto del público. Con todo, la
persistencia de elevadas tasas de crecimiento de ALP que se viene
observando en los últimos meses exige una actitud vigilante y cautelosa
de la política monetaria.

Paso finalmente a ocuparme de los problemas cambiarios. Como SS. SS.

saben, el Comité Monetario de la Unión Europea, reunido en Bruselas, a
iniciativa del Gobierno español, el pasado día 5 de marzo, acordó un
realineamiento o devaluación del tipo de cambio central de la peseta del
7 por ciento dentro del mecanismo de cambios del Sistema Monetario
Europeo. El nuevo tipo de cambio central, 85,07 pesetas por D-Mark se
sitúa entre el definido con anterioridad, 79 pesetas por D-Mark, y el
tipo de cambio de mercado existente inmediatamente antes de la
devaluación, 88,2 pesetas por D-Mark. Desde entonces hasta el día de hoy
la peseta se ha movido en una zona depreciada respecto del nuevo tipo de
cambio central, reflejando básicamente, junto con otras monedas europeas,
las intensas fluctuaciones del dólar frente al marco en este último
período.

No pretendo abrumarles con información que SS. SS. ya conocen. Sí me
gustaría, sin embargo, hacer algunas observaciones de hecho.

Cuando el Ecofin acordó el 3 de agosto del año 1993 la ampliación de las
bandas de fluctuación del mecanismo de cambios del sistema monetario
europeo hasta un más/menos 15 por ciento, el porcentaje de depreciación
de la peseta respecto de la moneda más fuerte era del 3,75 por ciento. En
esa situación se mantuvo, aproximadamente, el resto del año 1993, a cuyo
final se aproximó con una cotización media de 82 pesetas por marco. La
relación marco-dólar estaba entonces situada en 1,75 marcos por dólar.

El año 1994 se caracterizó por una notoria estabilidad de la pesetas
hasta bien avanzado el mes de noviembre. La volatilidad de la peseta
frente al D-Mark fue incluso inferior a la del franco francés en esos
once meses. A pesar de que la relación marco-dólar cayó en ese período
desde 1,75 hasta 1,55 marcos por dólar, a pesar de que el Banco de España
continuó reduciendo con fuerza su tipo de intervención a corto plazo
hasta el mes de agosto y de que los mercados impulsaron al alza los tipos
a largo plazo mostrando una desconfianza relativa sobre el futuro de la
inflación y del déficit público españoles, a pesar, en fin, de la



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inquietud política existente, la peseta sólo registró hasta el mes de
noviembre un proceso suave de depreciación que la situaba en torno a las
83 pesetas por marco a mediados de dicho mes. Era un proceso de
depreciación modesto, inferior incluso al potencialmente justificable por
nuestro diferencial de precios con los países más estables del área.

La situación cambiaria comenzó sin embargo a variar desde finales del mes
de noviembre y se deterioró considerablemente a medida que avanzaba el
mes de diciembre. La cotización de la peseta al concluir el año se
situaba en 85 pesetas por marco, con una depreciación del 2 por ciento en
diciembre. Los dos factores determinantes de este nuevo clima fueron, por
una parte, el aumento de la incertidumbre política; por otra, la súbita
explosión de la crisis mejicana en la segunda parte del mes, que iba a
hacer entrar al dólar en una etapa de rápida depreciación frente al marco
y a inducir a los inversores internacionales a revisar al alza los
riesgos apreciados en las posiciones adoptadas en un conjunto de monedas,
entre ellas la peseta.

En tales circunstancias una elevación del tipo de interés de intervención
del Banco de España en 0,65 puntos el día 3 de enero, elevación adoptada
como medida preventiva ante posibles aceleraciones inflacionistas
derivadas del rápido crecimiento de las magnitudes monetarias, del avance
observado en el índice de precios industriales y de la entrada en vigor
de la subida del IVA, fue interpretada por los mercados como un intento
de defender la cotización de la peseta, y ello, unido en los días
siguientes a noticias políticas adicionales en el interior y a una fuerte
caída del dólar en los mercados mundiales, llevó a la peseta a la zona de
las 87 pesetas por marco en las semanas siguientes. La cotización mejoró
en los primeros días de febrero. Para entonces, sin embargo, la debilidad
del dólar, cuya relación con el marco había caído desde 1,55 marcos por
dólar al comenzar el año hasta 1,45 marcos por dólar, y la huida hacia el
marco como moneda de refugio, que es la otra cara del mismo problema,
eran absolutamente dominantes en la evolución de un conjunto de monedas
europeas y, en primer lugar, de la peseta. Superada la cota de 88 pesetas
por marco bajo gran presión, el Gobierno español solicitó la convocatoria
del Comité Monetario, donde se acordó la devaluación del tipo de cambio
central de la peseta. El dólar, sin embargo, había de continuar su caída
en los días siguientes, alcanzando en algunos momentos cotas tan bajas
como 1,34 marcos por dólar, que implicaban una depreciación del 15 por
ciento respecto de la situación a comienzos de año, a través de
fluctuaciones que se han reflejado puntualmente en varias monedas
europeas y, desde luego, en la peseta, que en este último período ha
fluctuado entre las 90,3 pesetas por marco y las 93 pesetas por marco; es
decir, depreciada respecto del nuevo tipo de cambio central.

Los sistemas monetario y financiero mundiales se encuentran en unos
momentos de confusión y de nerviosismo. Como trasfondo estructural se
está viviendo una escasez relativa de ahorro a escala mundial,
determinada por las fuertes necesidades de financiación procedentes del
mundo en vías de desarrollo y de las anteriores economías socialistas y
por la intensa absorción de ahorro necesaria para atender los elevados
déficit públicos en los países industriales. El mundo se encuentra con la
anómala situación de que dos de las tres grandes economías, Alemania y
Estados Unidos, que normalmente deberían ser exportadoras netas de
capitales, no lo son, sino que presentan, por el contrario, déficit en
sus balanzas por cuenta corriente. Sólo Japón presenta un superávit en su
balanza de pagos por cuenta corriente y está en condiciones, por tanto,
de actuar como exportadora neta de capitales. La creciente posición
deudora neta de Estados Unidos frente a resto del mundo constituye un
factor persistente de debilidad de la moneda americana frente al yen y al
marco.

El trasfondo institucional de la actual situación es un mercado
financiero mundial más amplio, complejo e integrado que en ningún momento
del pasado. La libertad de movimientos de capitales la rapidez y
complejidad crecientes de las transacciones internacionales de capitales
que las innovaciones basadas en las tecnologías de comunicaciones y de
procesamiento de datos han hecho posibles; la ampliación consiguiente de
la gama de activos financieros a disposición de los inversores, tanto en
los mercados nacionales como en los internacionales, y el rápido
desarrollo de los grandes inversores institucionales, todos estos
factores han llevado en los últimos años a una fortísima expansión de las
transacciones internacionales de capitales con volúmenes inmensamente
superiores a las transacciones por cuenta corriente, y a un especial
crecimiento de las inversiones de cartera, con una amplia diversificación
y una gran preocupación por la cobertura de riesgos.

Estamos ante mercados inquietos, sobreinformados, reelaboradores
continuos de la información disponible en la formación de sus
expectativas, mercados que a menudo aciertan, pero que también a veces se
equivocan, y cuando se equivocan sufren pérdidas. En su deseo de evitar
pérdidas, cualquier cambio negativo de expectativas sobre una economía o
una divisa les induce a vender con rapidez los activos correspondientes o
a cubrirse del riesgo tomando a préstamo y vendiendo la divisa afectada.

Las operaciones de cobertura se distinguen con dificultad de las
especulativas, aunque su naturaleza y finalidad sean diversas, y en unos
mercados inquietos las noticias y los rumores, a veces lanzados por
quienes buscan la obtención rápida de beneficios, ponen en marcha uno y
otro tipo de operaciones generando ataques de formidables proporciones
sobre una o varias divisas.

Los mercados se han convertido, en definitiva, en jueces exigentes,
aunque a veces perturbadores. Con frecuencia presionan sobre las
economías para que adopten medidas de ajuste convenientes y aun
necesarias y entonces ejercen una función positiva. Pero también hay
casos en los que los errores y los excesos de los mercados y las tomas de
posiciones estrictamente especulativas pueden perturbar fuertemente una
economía, como ha ocurrido, en mi opinión, en la reciente crisis
mejicana, cualesquiera que hayan podido ser las equivocaciones de las
autoridades. En todo caso, creo que hay que tener algunas ideas claras.

Primero, que el proceso de globización, integración y liberalización del
mercado financiero mundial continuará avanzando,



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no retrocediendo. Su fundamento no es ideológico, como algunos creen,
sino tecnológico. Segundo y, en consecuencia, es inútil soñar con un
mundo en el que los movimientos internacionales de capitales sean una
fuente de ventajas sin generar con frecuencia problemas. Más bien habrá
que preguntarse, con ese futuro a la vista, si las actuales dimensiones
nacionales son adecuadas desde un punto de vista financiero, argumento
que es, en mi opinión, el más importante en favor de la creación de una
unión monetaria en Europa. Tercero, que es extraordinariamente difícil
introducir regulaciones orientadas a evitar los efectos negativos de
determinados movimientos de capitales sin dañar a otros cuya conservación
es beneficiosa y sin que se generen rápidamente mecanismos que permitan
eludir las intervenciones o prohibiciones introducidas.

En todo caso, si alguna vez se llega a un acuerdo sobre estos temas
deberá tener como protagonistas a las grandes economías y tener un
alcance mundial. Nunca podrá ser el resultado de iniciativas nacionales
unilaterales.

Para concluir, el Banco de España considera indeseables, ineficaces y
extremadamente costosas cualesquiera limitaciones unilaterales a los
movimientos de capitales y, por tanto, no existe el menor riesgo de que
las introduzca. Es impensable hoy en la Unión Europea que un país pueda
mantener una posición distinta de ésta e intentar actuar de modo aislado,
y si lo hiciera, estaría actuando, además, en contra de las normas
básicas de la Unión.

Vuelvo a la línea central de mi exposición, la actual situación de
inquietud en los mercados. Sobre el trasfondo de los factores
estructurales e institucionales a lo que me he referido están operando de
modo inmediato factores cíclicos. Para decirlo de un modo más concreto,
está actuando perturbadoramente sobre los mercados de cambios la
disparidad de la posición cíclica entre Estados Unidos y el resto,
prácticamente, de los países industriales. Dicho en palabras más
precisas, está actuando perturbadoramente la dispar situación de Estados
Unidos y Alemania. El tema es bien conocido y no me detendré en él a
pesar de su importancia. Existen unas expectativas generalizadas, aunque
no desde luego unánimes, de que en Estados Unidos, pasada la fase álgida
del auge, los tipos de interés no continuarán subiendo y tal vez puedan
descender, y de que en Alemania, ante un proceso de recuperación con
algún potencial inflacionista, los tipos de interés pueden elevarse.

Hay que añadir otras consideraciones que refuerzan las expectativas
debilitadoras de la relación dólar-marco. Primera, se entiende por los
mercados que los Estados Unidos no se preocupan en exceso por una
depreciación del dólar, que puede mejorar su déficit comercial y cuyo
efecto inflacionista se ve moderado por la proporción relativamente baja
de comercio exterior respecto de producto interior bruto americano, y que
Alemania no se alarma en exceso por una apreciación del marco, que si
bien erosiona su competitividad favorece el logro del objetivo básico de
estabilidad de precios.

Segunda consideración, los Estados Unidos temen que subidas de sus tipos
de interés y del dólar --tan adversamente afectado por la crisis
mejicana-- podrían aumentar las dificultades de Canadá, Méjico y otros
países de su área de influencia monetaria. Alemania, por su parte,
considera que los esfuerzos por mantener la estabilidad y su credibilidad
son la mejor contribución que puede hacer al área del Sistema Monetario
Europeo.

Estamos, en definitiva, en unos momentos muy complicados de la escena
monetaria y financiera mundial, en los que sobre un trasfondo de serios
problemas estructurales, la disparidad de situación entre las grandes
economías, agravada por la crisis mejicana y sus repercusiones, genera
fuertes perturbaciones financieras y cambiarias, intensificadas por los
comportamientos de un mercado financiero mundial globalizado y libre. Y
esas perturbaciones han afectado, como es natural, especialmente a las
monedas con debilidades propias, entre ellas, a la peseta.

Ya me he referido a los avatares de nuestra moneda en los últimos meses y
no volveré sobre ellos. Quiero insistir, sin embargo, en algunos puntos
que me parecen de interés.

En primer lugar es importante señalar las diferencias entre la actual
situación y la que vivimos en el período anterior de dificultades del
mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo en 1992 y 1993. En
aquella ocasión, en la que había sin duda ajustes nacionales pendientes,
pero también problemas del sistema que tal vez hubieran podido corregirse
mediante un ajuste general y cooperativo de paridades y tipos de interés
con menores costes, nuestra moneda recuperó holgadamente la
competitividad perdida, y los tipos de interés bancarios registraron una
reducción sustancial que ha contribuido sin duda a la recuperación de la
economía. Ahora, por el contrario, no tenemos problemas de competitividad
por razones cambiarias, y los tipos de interés bancarios están en una
zona que estimo coherente con la situación cíclica de nuestra economía.

Insistiendo más en el tema cambiario, desde comienzos de 1994 hasta ahora
el D-Mark se ha apreciado un 20 por ciento respecto del dólar y en ese
mismo período la peseta se ha depreciado un 10,7 por ciento respecto del
marco y se ha apreciado un 11 por ciento respecto del dólar. En términos
de tipo de cambio efectivo nominal la peseta se ha depreciado un 3 por
ciento frente al conjunto de las monedas de los países industriales en
esos 15 meses, y en términos de cambio efectivo real, indicador
aproximado de la competitividad, nuestra competitividad ha mejorado en
ese período, cualesquiera que sean los índices de precios por los que se
corrija el tipo de cambio nominal para obtener el tipo de cambio real.

Así que, en este caso, la desconfianza en la peseta no ha estado basada
en una insuficiente competitividad que hubiera de ser corregida ni en la
creencia de los mercados de que los tipos de interés estuvieran
desajustados con las condiciones de la economía. El problema está
centrado en esta ocasión en la inquietud de los mercados ante lo que de
modo general denominamos incertidumbre política y en los efectos de una
inadecuada coordinación monetaria internacional en un mundo con
disparidades cíclicas y shocks frecuentes que los mercados financieros se
encargan de amplificar, intensificando la desconfianza en unas monedas y
la confianza en otras y generando así círculos viciosos gravemente
perturbadores.




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Poco es lo que España, con su dimensión económica y financiera, puede
hacer para lograr una mayor cooperación monetaria internacional y, en
todo caso, debe hacerlo, a través de la Unión Europea. Por otra parte, ni
el Banco de España ni yo mismo como Gobernador de la institución podemos
adentrarnos en valores de la situación política o en la propuesta de
soluciones a los problemas políticos planteados. Sí hay algo, sin
embargo, que quizá podamos o pueda yo decir en relación con la situación
económica y cambiaria actual. Me refiero al hecho de que cuando se habla
de la inquietud de los mercados respecto de lo que denominamos
incertidumbre política de un país nos estamos refiriendo a que los
mercados temen que los problemas políticos existentes lleven a diferir
las decisiones necesarias para enderezar los problemas económicos que ese
país tiene planteados. En los momentos actuales, el principal de esos
problemas en un buen número de países y desde luego en España es el
déficit público. Si observamos los países cuyas divisas han sido más
atacadas en las últimas semanas, concluiremos que se trata en general de
países que tienen pendientes ajustes fiscales importantes. El temor de
los mercados de que las circunstancias políticas dificulten los ajustes
necesarios se expresa, por un lado, en altos tipos de interés a medio y
largo plazo en los mercados de bonos y, por otro, en presiones
depreciatorias sobre las monedas correspondientes.

El temor de los mercados al diferimiento de los ajustes fiscales es
comprensible. Cuanto mayor es la tardanza en corregir el déficit público
importante, más rápido es el crecimiento de la deuda en circulación y de
la carga fiscal que soporta el presupuesto, más difícil se hace el
proceso de financiación de los déficit y refinanciación de la deuda a su
vencimiento, más altos son los tipos de interés que es preciso ofrecer a
los inversores y más se tiende a depender de los inversores no
residentes. Los tipos de interés elevados tienden a situarse por encima
de las tasas de crecimiento de la economía, y cuando esto sucede, el
avance de la relación deuda-producto se hace acumulativo y sus
dificultades progresivas de refinanciación amenazan con conducir a una
aceleración inflacionista. En todo caso, los tipos de interés crecientes
ejercerán un efecto de expulsión de la inversión privada, desalentando el
crecimiento sostenido del producto y el empleo nacionales, y el esfuerzo
de reducción del déficit primario --es decir, del déficit público menos
la carga de intereses-- habrá de ser tanto mayor, con todas las
dificultades que ello comporta, cuanto más se difiera el proceso de
ajuste.

La economía española es una economía sólida que, tras una dura recesión,
vive una fase de recuperación que necesita consolidarse en una etapa de
crecimiento sostenido y duradero para que el paro pueda descender a
niveles razonables. Y para que esto suceda y para que los mercados crean
que esto va a suceder es preciso que continúe el proceso de reducción del
déficit público con energía. Se trata de un problema cuya importancia
para la economía y la sociedad española lo sitúa --si me permiten
expresarme así-- por encima, aunque no ciertamente al margen, de las
tensiones políticas a más corto plazo.

El Gobierno se ha comprometido a contener el déficit público en el 5,9
por ciento del PIB previsto como máximo para 1995, compensando las
posibles desviaciones de algunos gastos con recortes de otros y dedicando
a la reducción del déficit las desviaciones positivas que puedan
producirse del lado de los ingresos. Esto está sin duda en la buena
dirección. Parece preciso, sin embargo, afrontar con decisión las
importantes reducciones del déficit contempladas en el Programa de
Convergencia para los años 1996 y 1997. Son reducciones de cuantía
sustancial, reducciones necesarias y que han de ser además reducciones
creíbles. Tales reducciones sólo pueden lograrse en la mayoría de los
casos, si no se quiere dañar la inversión pública, mediante
modificaciones legislativas que requieren tiempo e implican una innegable
dificultad política. Esto haría aconsejable que el problema se abordase
abiertamente cuanto antes y que todos los implicados en las decisiones
políticas afrontasen con sereno realismo el examen y la discusión de ese
conjunto de temas presupuestarios, cuya importancia para la economía y la
sociedad los convierten en prioritarios. Soy consciente de las
dificultades, en estos momentos, de lo que estoy diciendo y no querría
parecer entrometido, impertinente o sesgado, pero Max Weber escribió que
la política es el arte de las grandes y nobles decisiones.

No puedo estar seguro de que una actuación de este tipo tuviera un efecto
cambiario positivo en el muy corto plazo. Sí lo tendría desde luego a
medio y largo plazo, tanto sobre el tipo de cambio sobre los tipos de
interés, y es una actuación necesaria --como he subrayado-- para que la
economía española pueda avanzar por una senda continuada de expansión
productiva y de reducción del paro con estabilidad.

Muchas gracias, señorías, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Además del Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya y del Grupo Popular, que son los solicitantes de la
comparecencia, ¿grupos que deseen fijar su posición? (Pausa.)
Dado que el señor Espasa no está en la sala, voy a conceder la palabra,
en primer lugar, al portavoz del Grupo Popular, señor Montoro. El señor
Espasa intervendrá después, pero la intervención estaba prevista por
orden de petición de la comparecencia.

Tiene la palabra el señor Montoro por un tiempo máximo de quince minutos.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Gobernador, gracias por su comparecencia
en esta Comisión de Economía cumpliendo el requisito de presentación del
informe cuatrimestral sobre la inflación en nuestro país y la
intervención del Banco de España en su objetivo --reconocido
estatutariamente-- de controlar los precios y también en virtud de la
comparecencia solicitada por el Grupo Parlamentario Popular para realizar
unas consideraciones conjuntas relativas al comportamiento del Banco de
España en materia de tipos de interés, en definitiva, de intervención
monetaria y política cambiaria. Anticipo también las gracias por su
intervención porque, como es habitual, el señor



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Gobernador ha aunado el rigor que se le exige, en un momento enormemente
difícil y complicado, con un compromiso como el que se espera de una
institución tan importante como es la del Banco de España.

Señor Presidente, estamos atravesando momentos muy difíciles dotados de
una enorme confusión. Son momentos difíciles, puesto que lo que está en
juego --y tenemos que decirlo sin ningún ánimo de dar a nuestras palabras
un dramatismo inoportuno-- es el futuro de la economía española. Está en
juego, por un lado, la recuperación de nuestra economía, la consolidación
de esa recuperación, demasiado incipiente hasta ahora, y está en juego la
integración de España en ese proyecto europeo que llamamos la Unión
Económica y Monetaria, está en juego el hecho de poder entrar con
plenitud en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria. La
principal amenaza que pone en juego estos elementos fundamentales para
todos los españoles es la crisis financiera que está desencadenada sobre
nuestro país. Es un fenómeno, como mi Grupo Parlamentario ha advertido
desde los primeros momentos en que estalla, no pasajero, es un fenómeno
que tiene un calado, una magnitud que hace advertir que va a permanecer
entre nosotros en tanto que no resolvamos una de las causas principales
que lo desencadenan.

Respecto a sus manifestaciones sobre esa crisis financiera son altamente
preocupantes, como sucede con la elevación de los tipos de interés que
supone un obstáculo, es más que una amenaza, es un obstáculo directo a la
recuperación de nuestra economía y al proceso de creación de empleo, como
también lo supone la depreciación de la peseta, que es la peor forma de
ganar competitividad, puesto que ya no ganamos ninguna competitividad a
través de este mecanismo y sí es una forma eficaz de incrementar
desequilibrios básicos de nuestra economía, como es el caso de la
inflación.

Otra de las manifestaciones sumamente graves es la pérdida de valor de la
Bolsa, la crisis de la deuda implícita en esa pérdida de los mercados
bursátiles, y la última de las manifestaciones --sobre cuya gravedad cara
al futuro no nos cansaremos de insistir-- es el deterioro de la imagen
internacional de España, que es manifestación explícita de esa crisis
financiera.

Sin duda la crisis financiera es una revelación de las nuevas
circunstancias económicas en las que estamos jugando, en la que se está
desarrollando nuestra actividad. El señor Gobernador se ha referido con
propiedad a ellas. Es la circunstancia, en primer término, de esa
libertad de circulación de capitales, cuyos valores y efectos positivos
el Grupo Popular reconoce sin ningún tipo de ambage, sin ningún tipo de
ambigüedad; produce, sin duda alguna, perturbaciones, problemas, riesgos,
pero son muchas más las ventajas, y, sobre todo, como ayer advertía en el
Pleno de la Cámara, la libre circulación de capitales es una realidad que
va a permanecer y va a ir a más entre nosotros y, por tanto, tenemos que
ser coherentes con lo que significa esa libre circulación de capitales.

Además de ser una realidad, es una necesidad, es una obligación impuesta
por esa integración económica global que estamos viviendo, es una
necesidad para que en Europa podamos contar con lo que es también uno de
nuestros objetivos y deseos irrenunciables, como es la consecución de una
Unión Monetaria Europea. No es factible que se instale una Unión
Monetaria Europea definitiva en Europa si no vamos acercándonos al
concepto de lo que llamamos en economía una zona monetaria óptima; no va
a ser posible conseguirlo si no nos vamos acercando a esa zona monetaria
óptima, y una de las condiciones casi previas, una de las cláusulas
irrenunciables es que haya libre circulación de capitales, junto a otras
libertades de funcionamiento de esa zona, pero la primera es la libre
circulación de capitales. Por tanto yerran los que anuncian controles de
capitales para prevenir o para ir construyendo y anticipando esa Unión
Monetaria Europea. Esta es una equivocación de concepto, como otras
equivocaciones conceptuales que se introducen en las decisiones políticas
de España, una equivocación por lo demás muy grave, porque no han
entendido quienes anuncian esos controles de capitales ni siquiera lo que
significa la construcción de esa Unión Monetaria Europea.

El Grupo Popular desde el principio ha identificado como causas --y nos
felicitamos del análisis que ha hecho el señor Gobernador aquí, esta
tarde, aquí en el Parlamento--, en primer lugar, la tormenta financiera
internacional que, evidentemente repercute sobre nosotros, pero si lo
hace tan negativamente es porque reunimos unas causas de naturaleza
interna que provocan esas manifestaciones negativas a las que antes me he
referido. En definitiva, las causas de naturaleza interna son esa pérdida
de credibilidad internacional que está sufriendo nuestro país, esa trampa
de credibilidad, como la ha llamado el profesor Donges atinadamente, que
obedece a una mezcla de razones políticas y de razones económicas, y que
desde el primer instante en que se desencadena esa crisis financiera es
la tesis que sostiene el Partido Popular ante la sociedad española. En
primer término es la incertidumbre política la que está explicando lo que
está ocurriendo en nuestro país, es lo que usted ha llamado esta tarde
aquí incertidumbre política, que nosotros llamamos crisis del Gobierno
socialista, y después explicaré exactamente por qué conviene acotar ese
término, conviene que no avance, que no cobre demasiada dimensión. Yo
quería destacar ese hecho que es el que usted ha reconocido en sus
palabras, que, por cierto, también está reconocido en el informe sobre la
inflación y sobre la política cambiaria que nos ha remitido previamente.

Es esa crisis política la que efectivamente impide una corrección más
rápida y decidida de los fundamentos de la economía española que desde
esos mercados internacionales que nos juzgan como fundamentos demasiados
débiles. Lo que se está penalizando es la incapacidad para reducir el
déficit público a la vista de la crisis del Gobierno socialista y es la
incapacidad de aplicar lo que son reformas estructurales que flexibilicen
nuestro sistema productivo y de esa manera eviten la malformación de los
precios y, por tanto, eviten la presencia de desequilibrios básicos que
son fuertemente penalizados, entre los que se encuentra otro elemento,
que consideramos fundamental, como es la insuficiencia de la
competitividad de nuestra producción.




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Por tanto, éstas son las causas que el Partido Popular desde el primer
momento ha enunciado y, por tanto, no tenemos más que felicitarnos de que
efectivamente haya esa coincidencia, porque para resolver los problemas,
en primer lugar, lo que hay que hacer es identificar las causas correctas
y saber de dónde provienen esos problemas.

Usted, señor Gobernador, ha hecho al final una llamada a un
comportamiento político a sabiendas de las dificultades que tenía esa
llamada, creo recordar de sus palabras. La cita de Max Weber ha sido
bastante ilustrativa. Nos satisface que cite a Max Weber, no sé si
exactamente es una cita de su obra principal, «Economía y sociedad», o si
la ha recogido de otras obras menores pero muy interesantes como «El
político y el científico». Me dice que sí, que es de este tipo de obra.

Bien, ahí, en esta obra, recuerdo que este maestro de la sociología
moderna, en definitiva maestro también de la defensa de las libertades,
Max Weber, lo que intenta es advertir que los científicos en la política
lo que deberían es no mezclar nunca lo que son juicios de valor con
juicios de hecho, y deberían advertir lo que son sus juicios de valor
antes de promover iniciativas políticas que resuelvan los problemas que
intentan acometer.

Hecho este breve excurso a la luz de sus palabras, lo que tenemos que
advertir es que no debemos hablar de incertidumbre política general en
nuestro país, puesto que en nuestro país no hay una crisis política
general. Las instituciones en España están funcionando, está funcionando
el Parlamento, está funcionando la justicia, están funcionando los medios
de comunicación en el control de la vida pública y está funcionando el
sistema de partidos, y hoy día es posible la alternancia del Gobierno en
España sin mayores traumas.

Dentro de este comportamiento de las instituciones, es muy importante que
funcione plenamente el Banco de España. El Banco de España es una
institución clave en el orden institucional español. Debemos tener un
Banco de España realmente autónomo en su funcionamiento, porque eso
incrementa la credibilidad de nuestro país; por eso, reiteradamente,
hemos insistido en que el Grupo Popular promueve esa autonomía que
entendemos absolutamente necesaria, básica, me atrevería a decir, del
Banco de España. Lo que ocurre es que el Banco de España tiene lo que
debemos llamar una capacidad de actuación en política monetaria limitada,
una determinada capacidad de actuación, esa capacidad de actuación no es
infinita.

Ustedes en su informe, en ese excelente informe que han elaborado sobre
la inflación y la política cambiaria y que nos han remitido, en la página
23, en el párrafo primero, advierten que la política monetaria es incapaz
de estabilizar por sí sola el tipo de cambio, en la misma medida en que
no puede por sí misma determinar la evolución de los precios, y que esto
sólo puede lograrse mediante la aplicación de un conjunto coherente de
políticas orientadas hacia la estabilidad. Esta es una excelente
advertencia sobre los límites de la política monetaria, sobre la
necesidad de que la política monetaria se apoye en el conjunto, en el
resto de las políticas económicas, sin las cuales la política monetaria
no puede actuar. Ya advirtió usted en otras intervenciones anteriores que
incluso intentar corregir desequilibrios básicos de la economía
únicamente con políticas monetarias eso se hace a un coste económico muy
elevado.

En segundo lugar, para diseñar una política monetaria correcta es
fundamental identificar con toda claridad cuáles son las causas de los
problemas sobre los que se quiere incidir, y a ese respecto en el
informe, en las páginas 20 y 21, aparecen párrafos también muy
significativos sobre las causas principales que explican, en primer
lugar, la evolución de los tipos de interés a largo plazo (página 20,
párrafo primero), donde se afirma (leo textualmente siempre): Parece que
es consecuencia, sobre todo del clima de creciente incertidumbre política
y de un aumento considerable de las primas de riesgo que se asignan a las
monedas más débiles en un contexto financiero internacional. Está
perfectamente expresada la causa de por qué suben los tipos de interés a
largo plazo en España, con el efecto negativo que ello tiene sobre la
actividad económica. Aquí se dice con precisión que es la creciente
incertidumbre política, y conviene precisar a continuación en qué
consiste esa creciente incertidumbre política.

Pero es que en la página siguiente, en la página 21, siempre buscando las
causas, se señala, en relación a la depreciación sufrida por la peseta
(insisto, leo textualmente el contenido del informe), la creciente
incertidumbre política y la inestabilidad en el contexto internacional
(incluso expresado por este orden), como causantes de la depreciación
sufrida por la peseta. Esta es una identificación correcta de las causas
que están sustentando, que están propiciando la presencia de esos
problemas tan graves de nuestro país.

En tercer lugar, también conviene precisar cuáles son los límites de las
actuaciones de la política monetaria en un país como España, en un país e
incluso en un marco jurídico como el que se mueve el Banco de España. A
este respecto, en la página 22, último párrafo (perdone, creo que no es
tedioso leer exactamente el contenido de este informe, porque es un
informe que se emite en unas circunstancias especialmente graves como son
las que estamos atravesando), el Banco de España recuerda la tarea de
ejecutar la política de tipo de cambio en el marco del régimen cambiario
establecido por el Gobierno, «lo que obliga a conciliar» (aquí comienza
el entrecomillado) «la orientación a medio plazo de la política monetaria
con los requerimientos inmediatos de la política cambiaria», y cuando
estamos asistiendo a una depreciación de la peseta que exige
intervenciones prácticamente diarias en favor de esa pesetas, en lo que
conviene insistir, como hace este informe (como recuerda, porque no es
más que un recuerdo de lo que es la Ley de Autonomía del Banco de España)
es en que la decisión de intervención sobre la peseta corresponde al
Gobierno, y por tanto es el Gobierno quien tiene que asumir esa
responsabilidad, y no corresponde al Banco de España.

Ciertamente es compleja esa convivencia, al menos en mi opinión, entre
política monetaria que busque el control de estabilidad de precios
internos y políticas cambiarias que, en definitiva, son decisiones de
ámbito gubernamental. Este es un grave asunto sobre el que tendremos que
reflexionar



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en el futuro y sobre el que yo quisiera también pedirle su opinión, de
cómo está viviendo usted esa experiencia de que el control de cambios
esté determinado por el Gobierno y que eso evidentemente condicione de
una manera muy importante la política monetaria.

También a ese respecto hay otra afirmación en el sentido de que la
política monetaria del Banco de España está condicionada por esa política
cambiaria que, además, se reconoce incapaz de ejecutar con eficacia. En
su intervención anterior en esta Cámara, donde nos presentaba los
objetivos y la instrumentación de la política monetaria ya advertía sobre
la dificultad de ejecutar esa política cambiaria, dificultad que se está
acrecentando hasta un punto difícilmente sospechable por aquellos días.

¿Qué quiero decir con esto, señor Gobernador? Quiero decir que el Banco
de España tiene una tarea fundamental, y no nos hartaremos de reiterar
esta expresión, porque es fundamental que ejerza con plenitud, con
autonomía, esa tarea; pero también tenemos que reconocer que esa tarea
del Banco de España se hace en condiciones muy difíciles ahora y
francamente comprometidas. Usted esta tarde ha hecho un excelente
ejercicio de clarificación de extremos; lo ha hecho cuando ha señalado
efectivamente la variable política y le ha dado la importancia que tiene
a la clave política, porque es así objetivamente. Son los países que
tienen problemas políticos los que están sufriendo con mayor dureza esa
crisis financiera; por eso no tienen razón los que advierten que saquemos
del debate político la crisis financiera. Eso es imposible, porque es la
variable política la que está jugando un papel determinante a la hora de
explicar por qué la tormenta financiera descarga con especial fiereza
sobre determinadas zonas del mundo y sobre determinados países.

Lo ha hecho cuando ha advertido --nos felicitamos de ello-- que no
debemos implantar controles de cambio ya tuvimos la experiencia negativa
de 1992 y además ya supimos lo que era intentar aplicar esa medicina y
registrar efectos negativos que en modo alguno impidieron las siguientes
devaluaciones de la peseta.

No debemos, no deben, y esto creo que el Banco de España lo está haciendo
correctamente, subir los tipos de interés para sostener a la peseta.

Claramente, no es ésa la actitud del Banco de España, lo sabemos y por
eso lo que quiero es aprovechar esta oportunidad para decirlo delante de
usted y decirlo en público. Cuando el Partido Popular critica la subida
de tipos de interés no está criticando la actuación del Banco de España.

Lo que está haciendo claramente es criticar la existencia de las causas
objetivas por las que suben los tipos de interés en nuestro país, que es
bien distinto. El Banco de España tiene la obligación de reprimir la
inflación por los medios de los que dispone, pero evidentemente también
tenemos que lamentar esa subida de tipos de interés, puesto que esa
subida de tipos de interés significa que los españoles van a dejar de
invertir y van a dejar de consumir, van a desestimular la actividad
productiva de nuestro país, y de lo que tenemos que advertir es sobre la
existencia de unas causas objetivas que explican que los tipos de interés
vayan adelante.




El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, vaya concluyendo.




El señor MONTORO ROMERO: Acabo en seguida, señor Presidente.

Y el Banco de España en su informe (dado que el señor Presidente me urge
a terminar no voy a leer más párrafos, pero hay algunos muy interesantes)
advierte que en nuestro país no se está aplicando el resto de políticas
económicas, no hay una política fiscal para corregir la inflación, no se
están haciendo las reformas estructurales para corregir la inflación que
nace en sectores que están aislados de la competencia. En la página 25
critica que no hay una suficiente restricción presupuestaria en nuestro
país, y en otras páginas se advierte que los márgenes de explotación
siguen siendo demasiado altos en el sector servicios, con la amenaza que
ello supone para la inflación futura.

También ha hecho correctamente el señor Gobernador --y hace el informe--
la advertencia sobre los riesgos de la devaluación, esa devaluación que
usted ha llamado, yo creo que buscando un equilibrio en este caso
político, realineamiento. Vamos a llamarla devaluación y vamos a decir a
la sociedad española lo que significa tener devaluaciones de este tipo
por los efectos negativos que implica. Llamémosle también, si quiere,
para obviar este tipo de discusión, depreciación de la peseta. Eso es lo
que está causando problemas y hay que advertir sobre las consecuencias
que tiene sobre la inflación en España y la pérdida de competitividad que
se genera a través de las tensiones inflacionistas perfectamente
descritas en su informe. Además, usted ha advertido en su discurso --esto
no está ya tan desarrollado en el informe-- la experiencia que supuso el
error de política económica que se comete en nuestro país hasta el año
1992, donde se entiende que un tipo de cambio sobreapreciado,
fundamentado en tipos de interés altos, iba a disciplinar a la economía,
como los hechos demostraron que no fue así. Incluso ahora podemos
entender que la durísima crisis que padecimos en el año 1993, y buena
parte del año 1994, obedeció a la sobreapreciación del tipo de cambio y a
los altos tipos de interés, en términos reales, que sufrimos y que
deterioraron nuestra competitividad internacional.

En resumen, y esto quiero expresarlo con la mayor claridad posible, señor
Gobernador, estamos en una situación en la que tenemos una depreciación
de la peseta que proviene de las turbulencias internacionales y de la
trampa de credibilidad en la que nos hemos metido; trampa de credibilidad
de la sociedad española por culpa de esa crisis política como elemento
fundamental. De esa depreciación se generan tensiones inflacionistas, a
cuya represión no colaboran ni una política fiscal suficientemente
restrictiva ni las reformas estructurales que no se ponen en marcha con
decisión por la existencia de esa crisis política del Gobierno
socialista. ¿Qué ocurre? Que el Banco de España está urgido a elevar los
tipos de interés, y eso, a su vez, es malinterpretado por los mercados
financieros. Cada vez el Banco de España sube los tipos de interés, los
mercados financieros interpretan que intenta apoyar a la peseta. Y eso
¿qué hace? Provocar la debilidad de la peseta. Vuelta a empezar:



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debilidad de la peseta, presiones inflacionistas, tipos de interés al
alza. Y ¿dónde vamos, señor Gobernador? ¿Cómo se rompe ese círculo
vicioso? ¿Cómo se acaba con esta situación? ¿Qué quiere decir, por
ejemplo, el Comité Monetario cuando, para aceptar la devaluación de la
peseta, insta al Banco de España a utilizar sus mecanismos para colaborar
en el sostenimiento de la peseta? ¿Dónde estamos en este círculo vicioso?
¿Cómo se rompe? ¿Cómo se detiene esta tendencia al alza de los tipos de
interés que puede impedir la recuperación? Se detiene --y voy a concluir,
señor Presidente-- con esas políticas económicas diferentes, que son las
que ustedes llaman para colaborar con la política monetaria, puesto que
la política monetaria no puede, por sí misma, realizar una tarea tan
importante como la que leva sobre sus espaldas. Y usted lo ha hecho
pidiendo algo así como un pacto, si no le he entendido mal, o un acuerdo
entre grupos parlamentarios para solventar el futuro, lo que serían los
presupuestos para 1996, un futuro muy negro de los próximos presupuestos
para 1996, como consecuencia del enorme coste que supone la subida de
tipos de interés.

¿Por qué no nos preguntamos qué pasa en nuestro país para se apliquen
esas políticas económicas? ¿Acaso no hay una mayoría en este Parlamento
capaz de sacar esos duros presupuestos sin el concurso de los demás? ¿No
hay suficiente número de Diputados en esta Cámara, sumando al Gobierno
sus socios, para decir a los españoles, en primer lugar, lo que está
pasando? ¿Por qué no hablan claro esos grupos parlamentarios? ¿Por qué,
en vez de buscar responsables fuera, no dicen lo que está ocurriendo
dentro de nuestro país y a partir de ahí buscan las soluciones? Por parte
del Partido Popular no quedará, señor Gobernador. El Partido Popular ha
ofrecido en los dos presupuestos de esta legislatura sendos pactos
parlamentarios, y esos pactos parlamentarios, cara a la elaboración de
los presupuestos, han sido rechazados por esta mayoría que es la que, en
definitiva, está provocando la ausencia de políticas económicas. El
partido popular ha negociado, ha llegado a acuerdos en leyes muy
importantes en esta legislatura y ha votado a favor de reformas
económicas y estructurales, como la del mercado de trabajo, advirtiendo
que no era nuestra reforma, que era un reforma insuficiente. Por tanto,
no tenemos por qué considerarnos --digamos-- especialmente aludidos,
puesto que estamos haciendo lo que hay que hacer en una crisis política
como la que estamos viviendo: en primer lugar, es un control del Gobierno
y, en segundo lugar, es una confirmación como alternativa de Gobierno.

Y dicho esto respecto de lo que era su solución política (puesto que
usted, dada la importancia de la variable política, no ha podido
sustraerse a ofrecer esta tarde una solución política) quiero insistirle
aprovechando su presencia, para que, en primer término, traduzca lo que
sería su planteamiento, esto que ustedes en el Banco de España llaman en
el informe incertidumbre política. Yo le pregunto algo así como si usted
está de acuerdo con que en España no hay esa crisis política general y,
por tanto, la crisis política tendría nombres y apellidos. No le digo que
se pronuncie sobre ellos, pero sí quiero...




El señor PRESIDENTE: Termine, señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: Estoy realizando las últimas preguntas al señor
Gobernador, señor Presidente, y concluyo.

En segundo término, me gustaría saber su horizonte de la crisis
financiera y que nos realizara una reflexión esta tarde sobre si estamos
ante hechos pasajeros o estamos ante hechos que pueden permanecer en el
tiempo. ¿Puede esto durar? Y si es así, ¿qué vamos a hacer? ¿Cuáles van a
ser las líneas de intervención futuras? ¿Vamos a estar asistiendo todos
los días a que en los medios de comunicación se nos anuncie que el Banco
de España está interviniendo en favor de la peseta? ¿Cómo se pone
solución a esto? Porque esto es algo que deteriora la imagen
internacional de España, deteriora y debilita la peseta y alguien tiene
que darle respuesta, señor Gobernador; alguien tiene que decir lo que
está pasando. No le estoy preguntando, evidentemente, cuál es el grado de
intervención del Banco de España, puesto que eso no se debe hacer en un
debate público, pero tengo la obligación de instar a quienes son los
responsables a que clarifiquen esta situación. No puede ser que, día a
día, en los mercados financieros aparezcan noticias sobre un empleo de
reservas, que sería muy grave que fuera cierto. Yo estoy seguro, además,
de que no será cierto. No puedo ser la aparición constante de ese tipo de
noticias, de anuncios, de conjeturas que se hacen desde esos mercados.

Eso hay que cortarlo, porque a su vez es causa de la futura debilidad de
la peseta, y se cortaría quizás haciendo una información correcta, nunca
pública, de lo que está ocurriendo con la utilización de las reservas de
divisas de nuestro país.

También quiero preguntarle su opinión respecto de la presencia de España
en la Unión Monetaria Europea, sobre las consecuencias que tendría para
España la expulsión de la peseta del Sistema Monetario Europeo. Esta es
una gran cuestión en cuanto a los costes que se pueden derivar de esa
hipotética salida del Sistema Monetario Europeo. ¿Qué ocurriría en tal
caso? ¿Cuáles serían los costes? ¿Serían asumibles o no lo serían? ¿Qué
requeriría a cambio de la situación en sí misma?
Quería pedirle también una mayor concreción en cuanto a las consecuencias
de la crisis financiera en términos de crecimiento económico. ¿Puede
debilitarse el crecimiento económico si permanece esta crisis financiera?
¿Se ha debilitado ya? ¿Se está debilitando? No me refiero, obviamente, a
los datos de estos últimos meses. ¿Es perceptible que la subida de tipos
de interés desanime a la formación de decisiones de inversión y de
decisiones de consumo?
Otras preguntas, señor Gobernador: ¿Cuál es el impacto que espera el
Banco de España sobre la inflación de esta depreciación de la peseta?
¿Cuáles son las estimaciones del Banco de España relativas al incremento
de la deuda pública y a los problemas de su financiación? Nos gustaría
que nos adelantara algo esta tarde en cuanto a la valoración que se está
haciendo, porque usted ha advertido que los presupuestos de 1996 van a
tener problemas de elaboración, problemas tan importantes como para
solicitar un



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acuerdo entre los grupos políticos. ¿Cuáles son las estimaciones del
Banco de España relativas al comportamiento futuro de esa deuda pública?
Por último, ¿cuál es la estimación del Banco de España del empeoramiento
de la deuda externa de nuestra economía, a raíz de todos estos problemas
financieros y, en concreto, de la depreciación de la peseta, que en parte
está incluida en la pregunta que le he hecho en relación con la deuda
pública?
Más que una pregunta hago una formulación para el futuro. Creo que los
acontecimientos que estamos viviendo, señor Gobernador, tienen tanta
importancia como para que reflexionemos en el futuro sobre el auténtico
significado de la autonomía de una institución clave como es el Banco de
España, sobre todo en materia cambiaria.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Federal de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Presidente, cuando oía al señor Montoro
insistir tanto, una y otra vez, sobre los problemas monetarios y apuntar
la solución que él daría: aún más restricción monetaria, estaba pensando
si él y sus compañeros de grupo no deben llevar un gran cilicio en sus
muslos o en sus torsos, un cilicio monetario (Rumores.) para hacer más
realidad sus voluntades políticas, unas voluntades de restricción a
ultranza del gasto público, pero, claro está, manteniendo, por supuesto,
la Seguridad Social, la sanidad, la educación, el gasto público, el gasto
social, que la izquierda siempre ha defendido y continúa, al menos ésta
que represento yo, defendiendo. Por tanto, supongo que el cilicio
monetario debe estar bajo los ropajes del Grupo Popular. No voy a pedir,
señor Presidente, que nos los muestren, pero creo que ahí deben estar.

Señor Gobernador del Banco de España, yo quisiera contestar a su
intervención y al importante documento que nos ha entregado, el informe
sobre la inflación, yendo en sentido inverso de su intervención. Es
decir, intentaré hacer unas reflexiones y propuestas en tres aspectos
fundamentales. El primero, la globalización de los mercados financieros y
su efecto sobre las economías nacionales y sobre la economía española; el
segundo, el Sistema Monetario Europeo y sus efectos sobre la economía
española y la depreciación, devaluación y realineamiento de la peseta; y,
tercero, lo que ha sido la parte inicial de su intervención, es decir,
las consideraciones sobre la inflación y las formas de atajarla.

Sobre globalización de mercados financieros internacionales, usted lo ha
dicho, es ya un dato conocido que, al día, en los mercados de divisas 120
billones de pesetas circulan en transacciones cambiarias, mucho más que
la capacidad de los productos interiores brutos de los clásicos
Estados-nación; no digamos ya de las reservas de los bancos centrales,
autónomos o no, de estos Estados-nación. ¿Qué solución hay a eso? ¿Un
cierre de fronteras, un impedimento al progreso tecnológico que ha
representado y que está en la base de esta globalización de los mercados
financieros? Por supuesto que no. Sería imposible. Pero sí debe haber una
solución, esto es, la marcha decidida hacia los grandes agregados
económicos, hacia la Unión Europea y, dentro de ella, hacia la moneda
única. En lo que no coincidimos ya tanto derecha e izquierda --y a usted
no le ubico ahora en ninguna parte puesto que tiene ya otorgado un
estatuto de autonomía-- es en cómo ir hacia allí. Diferimos en las
políticas concretas que vamos a seguir. Pero creo que es bueno que
algunos coincidamos en que --utilizando una palabra más gruesa que la que
usted ha usado-- la dictadura de los mercados financieros
internacionales, la dictadura monetaria de la globalización financiera
(que no vamos a cambiar, ya lo sé, pero démosle su calificativo político,
al menos el que nosotros creemos que tiene) está haciendo lo que un
magnífico periódico del país vecino, Le Monde Diplomatic, decía en un
gran artículo: fuego cruzado sobre los Estados-nación. ¿Qué son los
Estados-nación? Grandes receptáculos de solidaridad social, con su 46,
48, 56 por ciento, en el caso de Suecia, de gasto público, y de éste, 30,
35, 40 por ciento gasto social. Lo que siempre ha defendido la izquierda
y el progreso en Europa.

Pues bien, contra esta solidaridad que representa la construcción de los
Estados-nación, de los Estados del bienestar, y un futuro e hipotético
Estado del bienestar, un eurokeynesianismo a 15 para la futura Europa,
que yo al menos quisiera ver. Sobre esto están imponiendo su dictadura
los mercados financieros. Por tanto, no es neutral la actividad de estos
mercados financieros. No lo voy a negar, porque no la puedo parar, ya lo
sé, está en la realidad de los hechos, pero esto (quizá no es usted quien
debe decirlo, otros líderes políticos que se reclaman de la izquierda en
España sí deberían decirlo) es una dictadura ejercida desde los mercados
financieros sobre los aspectos de solidaridad que representa --para
decirlo brevemente-- lo que es el Estado-nación. ¿Qué salida hay?
¿Encerrarse en el pequeño Estado, en el 1,8 por ciento que representa la
economía española respecto de los doce? Naturalmente que no. Ir a los
grandes agregados económicos para resistir esta dictadura de los mercados
financieros. La segunda conclusión, para nosotros, es ir no a una
regulación o limitación del flujo de capitales, pero sí a un nuevo
sistema cambiario internacional, ideal --ya lo sé-- hoy, entre el ecu, el
yen y el dólar. Bretton Woods ha estallado, lo sabemos, hace diez años
que ha estallado, pero ahora estamos a merced de la dictadura de los
grandes operadores financieros internacionales; usted lo ha dicho, yo
quizá lo digo con mayor contundencia o con mayor vehemencia política,
pero creo que en esto coincidimos. Hemos de recuperar una estabilidad
cambiaria controlada y tutelada desde las grandes economías y controlada
y tutelada desde la responsabilidad política que dirige estas grandes
economías.

Un esquema posible y simplificado --naturalmente sólo a beneficio de
inventario-- sería una nueva paridad entre el futuro ecu, el dólar y el
yen, que pusiese al abrigo de esta dictadura, repito, los mercados
internacionales. Y en estos mayores agregados económicos en la Europa a
15, nuestra opción, una opción de progreso, de solidaridad social, de
impulso de la demanda adecuadamente, con un déficit suficientemente
controlado, pero una economía política cargando sobre la demanda, no
restringiendo la oferta



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sino cargando sobre la capacidad de demanda, un eurokeynesianismo a 15,
por decirlo de forma breve y simplificada. No se puede hacer en un solo
país. Se debe poder hacer y los que están por esa labor deben anunciarlo
como propuesta de su europeísmo para ir hacia Europa. Porque si ir hacia
Europa se percibe como ir con más cilicios monetarios, la mayoría, sobre
todo la izquierda, no se va a poner el cilicio monetario, o hará todo lo
posible para no ponérselo.

Quizá coincidimos en el objetivo final, pero seguro que no coincidimos
tanto en la forma de llegar a él para zafarnos de esta dictadura de los
mercados financieros, que evidentemente actúan en una lógica de
beneficio, usted lo ha dicho, y ha dicho también muy acertadamente que no
con grandes estudios económicos sino marcando unos límites de riesgo a
los dealers, y sobre aquellos límites de riesgo jugando con mucha
intuición, a veces acertando y a veces equivocándose, y despreciando
absolutamente lo que pueda repercutir en las economías reales de los
distintos países sobre los que se decide el tiro a pichón cuando se va
sobre una moneda.

Paso al segundo bloque de mis consideraciones. Una brevísima historia del
Sistema Monetario Europeo que, se ha dicho --y yo quiero repetirlo hoy
aquí--, es un club perverso porque obliga a unas cuotas pero que hoy por
hoy no tiene servicios. Es decir, no hay una cesta de los bancos
centrales de los miembros del Sistema Monetario Europeo para ayudarnos
solidariamente cuando una de nuestras monedas es atacada, sea la peseta,
sea la lira, sea la libra, sea la que sea. Esta es la perversidad del
Sistema Monetario Europeo. Es una convergencia y unas bandas, primero del
2,5 --recuerdo-- para unas determinadas monedas, del 6 por ciento cuando
entró la peseta, del 15 desde agosto de 1993, pero sin ninguna
contraprestación. Esto para los operadores financieros es tiro a pichón
parado. Cuando una moneda está acercándose a la banda baja, se sabe que
el banco central va a comprar su moneda, va a intentar defender su moneda
y es tiro a pichón parado. No hay mecanismos de ayuda y de solidaridad.

Por tanto, si queremos avanzar de forma positiva y progresista a esta
unidad europea, a esta moneda única, deberíamos reivindicar que el
Sistema Monetario Europeo se dotase ya, en el camino hacia la moneda
única, de una cesta de solidaridad para las monedas más débiles. Lo que
no puede ser es que nuestro socio --los alemanes, los franceses, quien
sea-- pague la misma cuota que nosotros pero después no nos da ningún
servicio. Es pagar la cuota y recibir algún servicio. No recibimos --no
ya los españoles, sino quien sea-- ningún servicio. Se recibe una prima
de riesgo cuando la moneda flota y se acerca hacia la banda posible de
depreciación.

Se ha dicho hasta la saciedad --pero es bueno volverlo a decir porque así
quizá no se repetirán errores-- que los errores de los años 1989-1992
fueron muy caros y se pagaron muy caros. Los cometió un Ministro de
Economía, el señor Solchaga, y un Gobierno entonces en mayoría absoluta,
el Gobierno del PSOE. ¿Qué era eso? La peseta sobrevalorada e hicimos la
machada, entre comillas, de decir que un marco valía 60 pesetas. No era
cierto. Sobrevaloramos la peseta, apostamos a los altos tipos de interés,
apostamos a que la inversión y el ahorro internacional se convertiría
todo en inversión productiva en nuestro país y no fue cierto. Aquellos
polvos han traído esos lodos y las cuatro depreciaciones que ha habido.

Ahora dicen ustedes que quizá las 85 pesetas-deutsche mark es un cambio
real y razonable. Estoy de acuerdo con usted. Lo que no era real y
razonable eran las 60 pesetas por marco del año 1989, cuando por una
cuestión de prestigio personal, de partido y de Gobierno, se cometió un
tremendo error político en este país, es decir, entrar a 60 pesetas marco
en el Sistema Monetario Europeo, con una banda del 6 por ciento. ¿Se
acuerdan ustedes cuando en nuestro país se nos decía que podíamos entrar
en el G-7? ¿Se acuerdan ustedes que se dijo esto desde el Gobierno? Vale
más no insistir en esta cuestión.

La depreciación de la peseta --estoy de acuerdo con usted, señor
Gobernador-- ha sido tres cosas a la vez: depreciación, devaluación y
realineamiento, y quien quiera ver sólo una se está equivocando. Son
sobre monedas distintas y sobre puntos de referencia distintos --el dólar
y el resto de monedas del Sistema Monetario Europeo-- y, por tanto, las
tres formulaciones tienen el mismo sentido. Simplemente quiero recordar
que debido a los mecanismos de mercado, que algunos tanto celebran, a
esta depreciación de la peseta y a esta venta de pesetas desgraciadamente
están contribuyendo, se están enriqueciendo con ella nuestras entidades
de crédito con nuestros depósitos. Recuerden ustedes los resultados
extraordinarios de las entidades financieras españolas del año pasado
después de las devaluaciones. Verán ustedes, en los resultados de las
entidades financieras de este año, los pingües beneficios que con nuestra
moneda y desde nuestros depósitos han hecho nuestras entidades de crédito
en un sistema de mercado, claro está, porque tienen que ganar dinero,
claro está también, pero ayudan un poco a hundir la economía de España o,
al menos, a depreciar uno de los signos externos del valor de nuestra
economía, cual es el valor cambiario de nuestra peseta.

Sobre la depreciación y la devaluación añadiría algo a lo que ha dicho
usted, señor Gobernador. Usted ha dicho que fundamentalmente es un
desajuste entre Estados Unidos y Alemania. Creo que hay también mucho de
la guerra comercial entre Estados Unidos y Japón. Estados Unidos dejando
el dólar en caída libre en su guerra con Japón. Sabe usted que la mitad
del déficit comercial estadounidense es con Japón, y ahí está una de las
claves de esta caída libre del dólar. ¿Por qué? Porque los americanos no
quieren subir los tipos de interés y los alemanes no quieren bajar los
suyos. ¿Por qué no bajan los alemanes sus tipos de interés? Lo sabe usted
tan bien como yo. Porque revaluando el marco financian la reconstrucción
de la DDR sin impuestos. Este ha sido el gran éxito de KÜlh. La
socialdemocracia alemana creyó que no se podía hacer una reunificación
rápida, porque sería muy costoso en términos de impuestos, y apostó por
una más lenta. La derecha alemana --KÜhl-- apostó por el éxito político y
después ya veremos. Después la revaluación del marco le ha ayudado y
puede reconstruir la ex DDR con la revaluación del marco y sin aumentar
impuestos. Por eso Alemania no bajará



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los tipos de interés, o costará mucho, y porque no hay mecanismos y no
existe esta cesta compensatoria que yo reclamaba.

Sobre el IPC he de reconocer, como han hecho otros Diputados, que el
informe que nos ha presentado es muy riguroso, muy serio, que incluso
resulta difícil comentarlo rápidamente después de una primera lectura con
el tiempo que hemos tenido para examinarlo. Lo estudiaremos más a fondo.

En líneas generales, en sus elementos descriptivos estamos de acuerdo con
él. Repito que es un buen informe. Simplemente quiero hacer dos o tres
acotaciones de valoración política. Primera, se reconoce --y quiero
subrayarlo-- cómo los costes laborales no paran de bajar en España. Es
decir, por suerte estamos ya dejando de oír que toda la culpa de la
inflación está en las rentas y en los salarios. Los costes laborales
unitarios, como defendíamos nosotros hace uno y dos años, están bajando,
y mucho. En segundo lugar, las empresas españolas han ganado muchísimo
dinero este año. No nos parece mal, pero tengámoslo presente: costes
laborales unitarios a la baja, grandes beneficios empresariales. Por
tanto, no culpemos ya más --no lo ha hecho usted hoy-- a los salarios
como responsables de la inflación. Hay muchos otros elementos --usted los
ha citado-- como las tensiones cambiarias, las tensiones en los tipos de
interés que el Banco de España se ve obligado a elevar debido a la
depreciación-devaluación de la peseta, así como los otros que usted ha
citado.

Voy a terminar con una consideración sobre el déficit público, a mi
entender de gran calado político. Usted, el Partido Popular, por
supuesto, otros partidos de la Cámara en general también, sólo hablan del
déficit público para señalar su desmesura, su presión sobre los precios,
sobre la inflación, sobre los tipos de interés --lo cual en términos
descriptivos es real y cierto--, pero nunca se plantean si este déficit
público no podría reducirse también por la vía de los ingresos. Y no
hablo de mayor presión fiscal. Precisamente esta mañana hemos tenido una
actuación tendente a que no desaparezcan los ingresos fiscales. Me falta
en su reflexión, y en la de otros grupos parlamentarios, la posibilidad
de equilibrar las cuentas. No es que Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya o desde la izquierda en general estemos por los déficit
incontrolados y que el déficit es igual. Nunca ha sido igual, pero en una
economía globalizada como la de hoy en el mundo es evidente que cada vez
es menos igual tener o no déficit o fijarse un límite. ¿Por qué siempre
hemos de hablar del lado del gasto, de la ineficiencia de ese gasto, de
lo superfluo de ese gasto, cuando además forma parte del complemento
agregado de la demanda este gasto público? ¿Por qué no hablamos también
de los ingresos para equilibrar el 3 por ciento mítico de déficit, que
podríamos compartir si viésemos una actuación más equilibrada de las
instituciones, en este caso del Banco de España, y de otras fuerzas
políticas con voluntad de reducir el déficit público por el lado del
gasto, pero también por el lado de los ingresos? Es injusto, es
antisocial, es insolidario y, además, al final deprime también la
demanda, aunque hoy día esta demanda se traslada hacia otros países
porque las economías son abiertas y también la deprimen.

Termino, señor Presidente, señor Gobernador del Banco de España. Estas
eran las reflexiones que nos ofrecía el panorama político y económico que
usted nos ha dibujado sobre las incertidumbres políticas. Es cierto que
algunos las creen ver sólo en el final de una etapa y al inicio de otra,
pero uno a veces se pregunta si debajo o por encima de los ropajes, con
cilicio o sin cilicio, las incertidumbres políticas no serían más en
función de los futuros conductores de la economía española. (El señor
Montoro Romero pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: A los efectos de la apelación que ha hecho el señor
Espasa respecto a los cilicios financieros o monetarios, tiene la palabra
el señor Montoro. Sólo a esos efectos. (Rumores.) Señorías, el Grupo
Popular me ha pedido la palabra por alusiones y no quiere interferir esta
circunstancia en el debate.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente, sólo quiero hacer una
precisión que me sugieren las palabras del señor Espasa porque se ha
dirigido a este portavoz, además de al Grupo Popular. Hay determinadas
ideologías que se corrigen con alguna lectura de economía. A ese respecto
le recomiendo los apuntes de «Introducción a la macroeconomía» e
«Introducción a la teoría monetaria» que publicó el profesor Rojo en el
año 1970. Es un excelente manual para situar determinados elementos y, a
partir de ahí, poder progresar en el debate político sobre lo que
significa el cilicio monetario.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Comienzo agradeciendo al señor Gobernador del
Banco de España su presencia y la información que ha tenido a bien
suministrarnos, así como la que se nos ha aportado por escrito en el
informe sobre la inflación.

Entro inmediatamente en materia. En esta segunda parte (que el señor
Gobernador sabe que es donde está centrada ahora la preocupación por la
economía española, en razón del componente de la política monetaria que
corresponde, con su nueva autonomía, al Banco de España) quisiera centrar
el núcleo de mi preocupación, lo que preocupa a mi Grupo en estos
momentos, sobre todo en una comunidad autónoma donde las paridades de la
moneda tienen gran repercusión por ser el sector del turismo el más
indicativo de su economía y que se refleja en la política de precios y,
en segundo lugar, el sector de exportación agrícola.

Señor Gobernador, en su comparecencia del pasado día 8 el señor Ministro
de Economía y Hacienda, don Pedro Solbes, se vio obligado a hacer una
intromisión en el campo de la autonomía del Banco de España, porque
explicando lo que había ocurrido en la reunión del Comité Monetario
celebrada a solicitud de España el día 5 dijo que hubo dos
representantes: por parte de la Administración, del Gobierno, el señor
Director General del Tesoro y por parte del Banco de España el
Subgobernador. Las preguntas



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que yo le dirigí al señor Ministro buscaban una correlación en la
devaluación de la peseta, dado que él presentaba una valoración positiva
en la balanza de pagos, en el comercio exterior, en la exportación en una
palabra. Por parte del sector empresarial español esa medida se
justificaba beneficiando, pero al mismo tiempo se produce la segunda
actuación del banco emisor, del banco que usted gobierno, señor Rojo, con
la subida de los tipos de interés, con lo cual el sector empresarial se
ve menoscabado porque aquel beneficio de la devaluación queda
contrarrestado por el encarecimiento del coste financiero, al dirigirse
en busca de recursos para capital circulante en su empresa al crédito
bancario. El señor Solbes dijo en su intervención que iba a explicar más
o menos, aunque le correspondería a usted hacerlo, cuál había sido la
línea directriz del Subgobernador en la reunión del Comité Monetario.

Dijo --y espero que usted lo pueda corroborar-- que el objetivo expuesto
por don Miguel Martín era la estabilidad de precios para mantenerse por
debajo del tres por ciento en los próximos tres años. La estabilidad del
tipo de cambio --dijo el señor Solbes-- tiene una extraordinaria
relevancia para la consecución de dicho objetivo final de estabilidad de
precios. Seguidamente añadió que el Subgobernador del Banco de España
reiteró que el banco emisor actúa en esta materia con autonomía plena del
Gobierno y que cualquier eventual subida de tipos de intervención se
adoptaría tomando en consideración el efecto inflacionario que pudiese
tener la evolución de los acontecimientos recientes.

Señor Gobernador, mi primera pregunta es: ¿Tiene en previsión el Banco de
España una nueva intervención sobre la subida de los tipos de interés por
una presunción inflacionaria? Segunda, ¿podría actuar el criterio del
Banco de España no en razón de recalentamiento inflacionario, sino en las
medidas de acompañamiento que el Comité Monetario exigió a la
representación española? Supongo que a los dos, al Director General del
Tesoro en lo que le correspondiese y al Subgobernador del Banco de España
en lo que le tocase. ¿Qué le puede tocar, señor Gobernador, al Banco de
España en las medidas de acompañamiento de la devaluación exigidas por el
Comité Monetario? ¿Solamente subida de los tipos de interés? Aunque los
periódicos económicos dan cifras del coste de las intervenciones que para
apoyo de la peseta ha realizado el Banco de España --tercera pregunta--,
¿eso puede ser objeto de que crean llegado el momento los gobernadores de
los bancos emisores de los países que tienen la moneda en el Sistema
Monetario Europeo de tener una reunión de coordinación para una actuación
conjunta para el sostenimiento o la equiparación de sus monedas? Digo
esto porque tal vez España, usted, podía estar en la legitimidad de
exigir este criterio de los gobernadores de los bancos emisores para
sujetar las ayudas a las distintas monedas en un principio de
solidaridad, dado que usted, en base objetiva, dijo que la peseta estaba
infravalorada. Yo he leído con detenimiento el penúltimo boletín
económico del Banco de España en el que acertadamente han hecho ustedes
un análisis sobre la paridad del poder de compra. Yo creo que ahí es
donde se sustenta su afirmación de que la peseta está infravalorada. Y
cuando se va al análisis, con las otras monedas y los mercados, de la
paridad del poder de compra de la peseta parece lógico deducir que está
infravalorada. ¿Se puede llevar eso a un marco de los países que están
dentro del Sistema Monetario Europeo, salvo Inglaterra e Italia, para que
se tenga algún compromiso por parte del banco emisor, que también dé
certidumbre a los mercados financieros y a los empresarios? Es decir, que
no tengan que estar los empresarios en este momento tratando de hacer un
cálculo para, basándose en la devaluación de la peseta, ir a captar
nuevos mercados exteriores de exportación, porque como tienen que
endeudarse financieramente quieren saber a cómo les va a costar el
dinero.

Mi siguiente pregunta se refiere a algo que usted ha diagnosticado
certeramente que está ocurriendo por parte del Tesoro. Ha señalado usted
las dificultades que está teniendo el Tesoro para captar recursos en el
medio y el largo plazo. En cambio, tiene que irse a la emisión de títulos
de las letras a seis meses y un año. ¿Usted cree, señor Gobernador, que
habrá que adoptar por parte del banco emisor que usted preside alguna
medida de coordinación, dentro de su autonomía, para que el precio del
dinero y los intereses que ustedes vayan a señalar puedan permitir al
Director General del Tesoro colocar títulos a medio y largo plazo para
captar recursos? Porque ése tiene que ser otro de los fondos en que
tienen que nutrirse las medidas de acompañamiento --entiendo yo--, porque
si las medidas de acompañamiento, las exigencias que ha hecho el Comité
Monetario al Gobierno español son fundamentalmente de ajuste económico,
como reducción del déficit público y también presupuestario, dejo aparte
el estructural, nos gustaría que usted nos pudiera explicitar si hay
algún proyecto de política por parte del Banco de España, en coordinación
con el Tesoro, con el Ministerio de Economía y Hacienda, para que no haya
ninguna oscuridad o duda, dentro de la incertidumbre en que se están
moviendo los mercados financieros.

Por último, ¿cree usted, señor Gobernador, que al día de la fecha podemos
esperar que en las próximas semanas la presión especulativa sobre la
divisa española pueda verse reducida prácticamente a cero o desaparecer,
o cree usted que vamos a seguir estando sometidos a presiones
especulativas que obligarían al Banco de España a intervenir en apoyo de
la peseta o a volver a elevar el tipo de interés de la misma?



El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Vasco (PNV), tiene la palabra el señor
Zabalía.




El señor ZABALIA LEZAMIZ: Quiero agradecer también la presencia del señor
Gobernador del Banco de España en esta Comisión y las aclaraciones y
explicaciones que nos ha dado sobre los temas que hoy estaban en el orden
del día.

A la vista del informe que sobre inflación nos ha presentado hace unos
días el Banco de España y las explicaciones que ha dado el Gobernador,
parece evidente que, entre otras cosas, el proceso de reducción de la
inflación y los objetivos previstos para el año 1995 presentan riesgos de
estancamiento o incluso de retroceso, lo que pone más



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en cuestión el alcanzar los objetivos de inflación que están previstos
para el año 1996 --entre el 3,5 y el cuatro por ciento-- con el fin de
llegar al año 1997 al tres por ciento, objetivos establecidos en el Plan
de convergencia. Si, como parece, las previsiones de tasas de inflación
de los países de la Unión Europea tienden a disminuir, con mayor motivo
es necesario cumplir con los objetivos de inflación para, al menos, no
incrementar el diferencial con estos países. Desde este punto de vista se
entiende la necesidad de que el Banco de España esté permanentemente
vigilante sobre los acontecimientos que pueden repercutir negativamente
en la tasa de inflación y tomar, en su caso, las medidas oportunas para
evitar estas situaciones.

Es cierto que además de la estabilidad de precios, que es uno de los
objetivos prioritarios del Banco de España dentro de la ejecución de la
política monetaria, en este contexto se puede entender que la decisión de
elevar el tipo básico de intervención en dos ocasiones en estos últimos
días ha sido una medida adecuada, fijando este tipo en estos momentos en
el 8,5 por ciento. Decisión que, desde luego, no ha sido discutida; no es
querida, pero tampoco creo que haya sido discutida. Ha tenido que ser
tomada tras la crisis del Sistema Monetario Europeo y, en concreto, tras
la devaluación o realineamiento, como queramos llamarlo, de la peseta en
cumplimiento precisamente de los objetivos del Banco de España. Se ha
cortado con ello el proceso de reducción de tipos de interés. Esta es
precisamente una de las consecuencias más graves. Se ha paralizado esa
reducción de los tipos de interés producida durante el año 1994
aprovechando la mejora de las expectativas de la economía y de una cierta
contención de la inflación. Es cierto que la crisis monetaria que están
viviendo las divisas del Sistema Monetario tiene en gran parte su origen
en la depreciación del dólar frente al marco y al yen, pero también es
cierto que estas turbulencias del Sistema Monetario están afectando en
mayor medida a nuestra moneda. Y nos está afectando porque, al margen de
esa influencia del dólar por los problemas que en estos momentos tiene la
economía mexicana y el apoyo que le está dando la economía americana,
existen también unos movimientos especulativos que todos conocemos que
afectan a las monedas más débiles y, desde luego, también está afectando
la situación política que estamos viviendo, que tiene una incidencia
clara en la economía. Esto está poniendo en grave peligro la propia
recuperación económica que ya se apreciaba y que parece que estaba siendo
sostenida, así como el mantenimiento de la moneda española en el Sistema
Monetario Europeo.

De nuevo vuelve el debate, en el que me voy a centrar más en estos
momentos, sobre la conveniencia o no de permanecer en el sistema. Debate
que puede quedar incluso frustrado por una salida obligada del mismo de
persistir las actuales circunstancias. Las últimas turbulencias del
Sistema Monetario Europeo están cuestionando la insuficiencia del
establecimiento incluso de la banda de más/menos 15 por ciento, que ya
significaba de hecho un alejamiento de los criterios de estabilidad
monetaria de cara a la tercera fase de la unión monetaria. Ante esta
situación, o se toman medidas excepcionales contra las turbulencias
monetarias que restrinjan la libertad de inversión para frenar la
especulación de acuerdo con la Directiva comunitaria sobre la libertad de
movimientos de capitales --bien entendida desde una óptica que ya ha
apuntado el Gobernador del Banco de España referente a que tiene que ser
realizado no en el ámbito de un país, sino de una globalidad de países--
o, en caso contrario, el futuro de la peseta, desde nuestro punto de
vista, está en serio peligro. ¿Es prudente seguir aferrados a permanecer
dentro del sistema, con todas estas consecuencias? Si persisten los
ataques especulativos contra la peseta, ¿hasta cuándo va a poder sostener
la paridad el Banco de España? ¿Por qué no plantearnos decididamente el
abandono temporal de la peseta del sistema monetario? Porque al margen de
algunos aspectos ciertamente negativos que esto podría producir --el
abandono momentáneo del calendario de convergencia, la propia imagen del
país que se puede dar, y desde luego podría interpretarse como el fracaso
de la política económica del Gobierno--, al margen, como digo, de estos
aspectos negativos, no debemos seguir manteniendo, desde nuestro punto de
vista, a ultranza una postura inflexible sobre nuestra participación en
el Sistema Monetario Europeo. Fuera del sistema ya están la libra y la
lira. Y ¿qué ha pasado? No se conocen efectos negativos. Muy al
contrario, en el caso británico vemos que para el crecimiento económico,
incluso sobre el empleo, ha tenido repercusiones positivas. No debemos
tener miedo de salir del Sistema Monetario Europeo temporalmente. ¿Qué
nos puede pasar? ¿Que vamos a acceder más tarde a la tercera fase de la
Unión Monetaria? Pues sí. Pero es que permaneciendo dentro ¿vamos a poder
cumplir los requisitos que establece el Plan de convergencia? Yo creo que
en estas condiciones no. Desde luego, evitaríamos estar permanentemente
en una situación de inestabilidad como la que se está produciendo en
estos momentos. Evitaríamos la sangría que para el Banco de España está
suponiendo --y eso lo sabrá usted mejor que nadie-- el mantenimiento de
nuestra paridad con las continuas inyecciones de divisas que, por cierto,
no sé hasta cuándo se podrían mantener, hasta que se agoten las reservas.

Daría una mayor estabilidad al sistema financiero. Pondría, desde nuestro
punto de vista, la economía española en el sitio que le corresponde,
liberándola de las ataduras que en estos momentos supone el mantenimiento
artificial en una banda de fluctuación que, por otro lado, desvirtúa
completamente el sentido del propio sistema y que está alejando a todos
los países de la Unión con monedas débiles de la moneda única.

El mantenernos tercamente dentro del sistema va a poner en peligro el
control de la inflación --ya lo está haciendo--, lo que va a conllevar un
aumento de los tipos de interés --ya se están produciendo-- y un freno a
la inversión y a la recuperación económica. Todo ello con una repercusión
negativa en el empleo. Este es el sacrificio que podemos pagar si no
cambiamos de prioridad: economía española por mantenimiento de la ilusión
de estar entre los primeros. A este respecto cito una frase del profesor
americano William Branson, que decía que el peor de los supuestos sería
perder la oportunidad de recuperar el crecimiento por culpa del continuo,
entre comillas, machismo



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existente en Europa en lo referente al tipo de cambio. Si no se llega a
un acuerdo para contener la caída del dólar, si Alemania no aprecia el
marco y baja los tipos de interés, si no hay una verdadera voluntad de
todos los países de la Unión que demuestre una mayor solidaridad en el
objetivo común de llegar al proyecto europeo, si no es así, es necesario
pensar que, sin abandonar la idea de una Unión Europea y nuestra
participación plena en ella --algo que no pongo en cuestión, por
supuesto--, en este momento la salida temporal del Sistema Monetario
Europeo no debe ser un trauma si con ello podemos resolver los problemas
de la economía española. Problemas que todos conocemos y que pasan por el
control del déficit público a través de la reducción del gasto público,
por acelerar y profundizar en las reformas estructurales, por impulsar el
crecimiento de nuestra economía a través de una política económica
adecuada y diseñada de acuerdo con nuestras posibilidades reales, para el
país que somos, y enfocada por tanto a resolver nuestros problemas. Todo
ello será mucho más eficaz y proporcionaría una posibilidad de corrección
de nuestros desequilibrios macroeconómicos. Podríamos corregir estos
desequilibrios, como digo, que son el déficit público, el endeudamiento
público, la inflación, los tipos de interés, todas estas magnitudes
macroeconómicas en las que en estos momentos, entre otras cosas, no
cumplimos las exigencias del Plan de convergencia, así como la tasa de
paro, que en estos momentos también la Comisión Europea se cuestiona
introducir. Una vez conseguida esta convergencia con los países de la
Unión, sería el momento de acceder al grupo de países con moneda única.

¿Que se puede conseguir para el año 2000? Pues estupendo. ¿Que tiene que
ser el 2015? ¡Pues bienvenido sea! No hipotequemos nuestro desarrollo
económico y demos una solución al paro, que es nuestro verdadero
problema. Mientras tanto, sigue la presión sobre la divisa española, que
sin el apoyo del Banco de España y de otros bancos centrales se habría ya
desbordado dentro de las bandas del sistema monetario, con lo cual se
puede decir que en la práctica estaríamos fuera.

Como digo, lo peor no es tanto una nueva devaluación y el peligro que
tenemos que salirnos del sistema. Lo peor es que esta situación de
incertidumbre está provocando la caída de la Bolsa, está provocando el
freno a la entrada de capitales, el freno a la inversión y, en
definitiva, el ir perdiendo el tren de la recuperación económica, que es
lo que nos puede pasar a lo largo del año 1995. Esta es nuestra cruda
realidad. Y debo decir que hasta el momento no veo actitud clara y
definida del Gobierno (tengo que hacer referencia al Gobierno, por eso
aunque se lo diga a usted, señor Gobernador, entiéndalo tal y como es)
para hacer frente a esta situación.

En la comparecencia del Ministro de Economía y Hacienda en esta misma
Comisión, hace unos días, tuvimos ocasión de escuchar las explicaciones
del Gobierno sobre la situación de la peseta, los motivos de la nueva
devaluación o realineamiento y el futuro del Sistema Monetario Europeo.

Pero no dijo nada nuevo. Siguen y seguimos con los mismos objetivos: el
Plan de convergencia, el mantenimiento de la peseta en el Sistema
Monetario Europeo, la convergencia nominal con los demás países de la
Unión. Todo ello es perfecto. Coincidimos. A esto no se puede poner
ninguna objeción, en teoría. Queremos estar en cinco años con los
primeros, indudablemente. ¿Quién no va a querer estar con los primeros
dentro de cinco años? En cinco años nuestra economía debe estar a la
altura de la de Alemania, Gran Bretaña, Italia y El Benelux, por
supuesto, ¿quién no quiere estar ahí? Sin embargo, yo no he oído cuál va
a ser el plan estratégico para que esto pueda producirse. Se va a seguir
con la misma política económica establecida. ¿Esto quiere decir que el
plan de convergencia nominal va a prevalecer sobre el plan de
convergencia real? Seguiremos esperando que se solucionen los problemas
de Méjico para que la divisa americana se fortalezca; seguiremos
esperando a que los especuladores se olviden de nuestra peseta;
seguiremos esperando que nos entre a todos la cordura y terminemos con la
imagen de país que estamos dando; seguiremos esperando que a pesar de
todo nuestras empresas y nuestro sistema productivo se olviden un poco de
nosotros, vayan por delante y consigan impulsar la economía, que es lo
que están haciendo; seguiremos esperando que la exportación y el turismo
vuelvan a ser también este año los factores determinantes en la
composición del crecimiento económico; seguiremos esperando que, como
viene siendo habitual, se nos arreglen los problemas desde fuera.

Mientras tanto la inflación subyacente sigue ahí enquistada y con
perspectivas de no bajar del cuatro por ciento. El déficit de caja no
financiero del Estado ya hemos visto que en estos dos últimos meses se ha
incrementado en un 376,2 por ciento. No cumplimos ninguno de los
requisitos del Plan de convergencia.

Ante esta situación, yo creo que el Gobierno no se puede quedar con los
brazos cruzados. Es necesario un pacto político y económico si lo que
verdaderamente importa es el bien de la sociedad, porque lo demás son
palabras, y las palabras convencen si detrás hay hechos que lo
demuestren. Por eso en estos momentos tendríamos que replantearnos un
gran debate de política económica sobre lo que queremos hacer en estos
momentos y que se contemple en un gran acuerdo para un futuro inmediato.

Estamos a un paso de la presidencia europea y ante la reunión del próximo
año de la Comisión Intergubernamental que va a reformar el Tratado de
Maastricht. Son puntos de referencia importantes para tener las cosas muy
claras. Sobre todo, lo que tenemos que saber es qué prioridades queremos
dar a este país. Todo esto, desde luego, es algo muy importante que no se
está acometiendo con la debida seriedad y con el rigor que se debería
hacer.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió) tiene la
palabra el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: Gracias señor Gobernador por su informe.

Quiero empezar por donde usted ha acabado --coincido plenamente en todo
su análisis y luego le haré algunas observaciones-- porque comparto la
propuesta que ha hecho. Usted ha finalizado su exposición instándonos a
todos los grupos a un acuerdo político, porque de su análisis sólo



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se desprende una acción inmediata en lo político para poder incidir
positivamente en la actual situación coyuntural de nuestra moneda y de
nuestra economía. No puedo más que compartir con usted esta propuesta.

Nuestro Grupo desde hace unas semanas viene formulando la conveniencia de
alcanzar un pacto para poder defender la peseta. Yo creo que ésta es una
buena recomendación del Banco de España, que curiosamente no la hace al
Gobierno; la hace por primera vez ante el Congreso de los Diputados y la
dirige a los grupos parlamentarios. Yo creo que eso también forma parte
de sus funciones y, además, coincido en la oportunidad el planteamiento.

Yo creo que sería positivo que en España las fuerzas políticas fuéramos
capaces de alcanzar un acuerdo en torno a la actual situación económica y
especialmente para actuar de forma inmediata y directa en la situación
monetaria.

Usted ha dicho algo más sobre ese pacto político al que instaba a las
fuerzas políticas y se ha atrevido a marcar un elemento básico de su
contenido, que es el control del déficit público. Ha dicho usted que no
atañe tanto al Gobierno --que sí--, pero que como debe afrontarse con una
reforma legislativa compete a esta Cámara hacer modificaciones
legislativas que puedan favorecer la reducción del gasto público. Estoy
totalmente de acuerdo. Sin duda uno de los elementos de ese acuerdo
político podría ser alcanzar unas propuestas de modificación legislativa
que pudieran implicar una contención real del gasto público.

Analizando la primera parte de su intervención sobre la inflación y la
coyuntura actual, quisiera hacerle algunas breves reflexiones. Usted ha
hecho una reflexión sobre el impacto de la inflación en estos momentos y
su relación sobre la política monetaria. He sacado una conclusión, aunque
puedo estar equivocado. Al parecer, la política presupuestaria para 1995
y la evolución que está teniendo la inflación está siendo, digamos,
moderadamente aceptable. Concretamente, los temores inflacionistas que
había generados en torno al presupuesto de 1995, al parecer, de momento
no son tan graves como se apuntaban. El efecto sustitución imposición
directa por indirecta, para incidir en la mejora de la recuperación y de
la competitividad, parece ser que está siendo bien aceptado por los
mercados en nuestra economía, y aunque sí están teniendo incidencia, no
con la intensidad que parecía que podían tener por las valoraciones que
se hacían a finales de 1994. No obstante, nos alerta sobre la alteración
que podría tener esa valoración sobre la inflación si tuviéramos una mala
sequía --es uno de los elementos que usted nos ha apuntado-- y también
por si tuviéramos que incrementar tipos de interés como consecuencia de
toda la alteración cambiaria. Yo creo que son dos reflexiones oportunas
que podrían tener, en los meses sucesivos, una incidencia negativa, pero
de momento no la tienen y, al parecer, enero y febrero están dando una
moderada aceptación de la evolución.

Todo ello me lleva, señor Gobernador, a transmitirle que nuestro grupo
invitaría al Banco de España --no sé si en estos momentos lo ha hecho--
pero sería muy interesante que realizara un análisis sobre el impacto que
tuvieron las tres devaluaciones a finales de 1992-93 sobre la economía
española, cuál ha sido su incidencia sobre la coyuntura económica y, con
una perspectiva a medio plazo, cuál ha sido su incidencia en 1994, porque
al parecer 1994 ha sido un año en que se contiene la inflación, se
contiene el gasto público y se crece más de lo que se preveía. Sería
interesante que por el Banco de España, que hace análisis muy rigurosos,
se hiciera una reflexión sobre el efecto que han tenido o van a tener
aquellas tres devaluaciones y sobre lo que sucedería a partir de ahora
con la actual coyuntura monetaria y las actuales depreciaciones o
devaluaciones. Si tienen hecho este análisis sería interesante que nos lo
transmitieran y, si no, les invito a que lo realicen porque sería
interesante conocer sus conclusiones.

Nuestro Grupo quiere trasladarle que somos partidarios de que el Banco de
España haga el esfuerzo que el marco económico le permita para no subir
los tipos de interés. Le insto a más, a no pronunciarse por las cautelas
en la subida de los tipos de interés más que en ejercer las presiones
convenientes para reducir eficazmente el déficit público. El Banco de
España debería alentar más intensamente la necesidad de contener y
reducir el gasto público y, en todo caso, generar más seguridad para no
incrementar los tipos de interés a corto plazo.

Nos transmite también una radiografía de la situación económica
productiva que yo me atrevería a calificar de positiva. Usted nos dice en
su informe que la economía real da buenos signos de evolución, no muy
entusiastas, pero, por los datos que usted nos ha expuesto, se deduce que
no son negativos; repito que de la economía real. También nos ha indicado
que crecen los activos líquidos en manos del público, crece la liquidez
de la economía española y crecen los depósitos bancarios y de las cajas
de ahorros, el primero a un 10 por ciento y los demás a un seis o un
siete por ciento. Yo creo que ahí se están dando las condiciones
objetivas necesarias en la economía española en cuanto a un proceso
previo de acumulación. La economía española está acumulando, y ese
proceso previo de acumulación siempre viene seguido, si se dan las
condiciones necesarias, de un proceso de inversión, con lo cual yo creo
que, políticamente, hay que poner los elementos necesarios para que, tras
ese proceso de acumulación, pueda realmente relanzarse la inversión,
podamos crear puestos de trabajo y reactivar la economía.

En cuanto al segundo capítulo de su reflexión, ya más dentro del análisis
de los problemas cambiarios, tengo que decirle que coincidimos plenamente
con el análisis que usted hace. Usted ha dicho claramente que el origen
de los problemas cambiarios no está en la economía real española, sino en
el exterior. Nuestra moneda está acusando una serie de incidencias, y
quizá la coyuntura interna del país contribuya a que se produzcan efectos
más negativos de los deseables, pero los impactos que está sufriendo
nuestra peseta no tienen su origen en la economía real española sino en
el exterior. Yo en eso puedo coincidir, lo que pasa es que sí sería muy
necesario abrir una reflexión política en España, al nivel que sea
posible, sobre cuál debe ser la estrategia de la economía española frente
al proceso de la Unión Monetaria Europea. Nuestro Grupo estima que esta
coyuntura debería inducirnos a hacer una reflexión sobre cómo se está
produciendo el proceso de la



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Unión Monetaria, del que se está hablando poco, al menos públicamente; yo
creo que deberíamos hablar más sobre ello, deberíamos reflexionar más
sobre cuál debe ser la estrategia política de España en ese proceso.

Sin duda, la conclusión que obtienen todos los analistas sobre la actual
coyuntura es que hay dos economías que se están reforzando: Japón y
Alemania. En ese sentido, la estrategia del yen y del marco se está
visualizando de una forma muy continua y muy marcada, y quizá sería
interesante empezar a hacer una reflexión profunda y política sobre cómo
debemos orientar la estrategia, en el marco de Europa, en ese proceso de
Unión Monetaria. En este punto, quisiera trasladarle algunas preguntas
por si me las pudiera contestar, si bien entiendo que quizás el marco
actual no se presta para hacer una reflexión profunda, ni para dar una
respuesta amplia, pero, sí puede hacer alguna reflexión al respecto, se
lo agradeceríamos.

Nuestro Grupo entiende que unificar 12 ó 15 monedas, en estos momentos,
es uno de los retos históricos más importantes de nuestros tiempos. Jamás
en el mundo se ha podido observar y analizar un proceso equivalente. La
verdad es que hemos dado un paso en la unificación de mercados, pero no
se podrán mantener durante muchísimos años más unos mercados unificados,
donde circulan libremente mercancías, capitales y personas, con 15
monedas fluctuando, con 15 monedas compitiendo entre ellas en ese mercado
unificado. Hay que adoptar una decisión política. Tenemos que ver si
podemos diseñar un futuro a 10 años, con un mercado en el que fluctúan
monedas con tipos de cambio variables, o si hemos de acelerar el proceso
de congelación monetaria en Europa. Por eso quisiera plantearle las
siguientes preguntas: ¿Es posible acelerar la tercera etapa? ¿Cree usted
que sería acertado escuchar algunas reflexiones, que ya se oyen, en el
sentido de tomar medidas cautelares, acelerar, congelar y estabilizar la
cesta del ecu antes de lo previsto, con los riesgos que esto tiene?
Porque esto tiene unos riesgos, ya que se integran 12 ó 15 economías con
unas desigualdades. Garantizamos una estabilidad monetaria a medio y
largo plazo o, por contrario, ¿alargamos el proceso en el tiempo,
diferimos en el tiempo la entrada en la tercera fase para quitar presión
al sistema y relajarlo? Yo creo, señor Gobernador, que en estas dos
preguntas, que son maximalistas, se configuran estrategias políticas;
estrategias políticas que ya se dan hoy con el yen y el marco en torno a
esas dos tendencias. Yo quisiera que nos hiciese alguna reflexión al
respecto puesto que a nuestro Grupo le preocupa que no tengamos una
orientación clara en este asunto.

Señor Gobernador, termino reiterándole la oportunidad de su mensaje.

Nuestro Grupo sí está por un acuerdo político; sin duda sería positivo
que pudiéramos alcanzarlo. Soy consciente de su dificultad, por la
situación política de España, pero también soy consciente de que, si
pudiéramos alcanzar un cierto acuerdo en torno a algunos elementos
económicos que pudieran estabilizar la situación, tendría un impacto
positivo, toda vez que la economía real está dando buenos signos y
existen buenas perspectivas de recuperación a medio plazo. Coincido
plenamente con usted en que el presupuesto de 1996 debe ser de mayor
contención y reducción del gasto público. Nosotros vamos a poner nuestro
esfuerzo en ello.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra la señora
Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: Gracias, señor Gobernador, por su comparecencia y
por su intervención, siempre importante para el seguimiento de la
política monetaria, así como para dar cumplimiento a la función de
control que ejerce el Parlamento sobre la actuación del Banco de España,
comparecencia que hoy revestía un interés adicional por el hecho de que
se iban a analizar los problemas cambiarios. En todo caso, nuestro Grupo
querría dedicar fundamentalmente su intervención a hacer un análisis de
lo que ha sido la primera parte de la suya, así como el informe sobre la
inflación que nos ha enviado, puesto que ambos aportan datos importantes
para valorar no sólo la evolución de los precios y el cumplimiento del
objetivo de reducción de la inflación, sino también para valorar la
evolución de la economía real, como ha señalado algún otro portavoz
parlamentario.

En primer lugar, me referiré al comportamiento y perspectivas de los
precios. No haré alusión al año 1994, aunque su última comparecencia se
produjo en noviembre de dicho año, puesto que ya hemos tenido ocasión de
analizar suficientemente, en distintas comparecencias de esta Comisión,
el comportamiento y la reducción moderada de los precios que tubo lugar a
lo largo de ese año, pero si al hecho de que hay bastantes aspectos
favorables en esa reducción, aunque haya tenido un carácter moderado.

Quisiera referirme únicamente a la evolución de la inflación en los meses
de enero y febrero de 1995, que es importante señalar que no se ha
apartado de la trayectoria prevista --no ha habido, por tanto, una
evolución desfavorable-- y que el impacto del IVA se ha situado por
debajo de lo previsto. Nos satisface comprobar que no se han cumplido
pronósticos más desfavorables, sino que, por el contrario, se han
cumplido las previsiones del Gobierno en la absorción que el impacto del
IVA y los impuestos especiales iba a producir a lo largo de los primeros
meses del año.

Por lo que se refiere a las perspectivas, el informe realiza, un análisis
equilibrado de los factores de riesgo. Yo quisiera señalar que, además se
los factores de riesgo, también se ponen de manifiesto elemento
favorables que van a incidir en una evolución positiva y de cumplimiento
de las previsiones, como así se señala en el informe.

En este sentido, los dos elementos favorables son la moderación de los
costes salariales y el progresivo y moderado comportamiento del consumo.

Se dice en el informe que de las tendencias actuales del índice de
precios al consumo y de los factores que determinan su comportamiento, no
hay razones para considerar una desviación de la inflación prevista. Esta
es una consideración sumamente importante, que hay que poner de
manifiesto porque en dicha consideración se contempla el efecto de la
devaluación, por lo que es un factor que, sin duda, debe tranquilizar
respecto a algunas incógnitas o preocupaciones que se plantean en cuanto
al impacto de la



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devaluación en los precios, en la subida de los tipos de interés, por
tanto, en la recuperación económica.

Una tercera cuestión que nuestro Grupo quisiera señalar hace referencia
al cumplimiento de los criterios de Maastricht y a si se ha producido o
no un acercamiento en el terreno de la inflación, en la convergencia
nominal en este criterio. Sobre esta cuestión, señor Gobernador, quisiera
decirle que, en nuestra opinión, el informe que nos ha remitido no
refleja adecuadamente lo que ha sucedido en este terreno, puesto que no
se recoge la reducción del diferencial con relación al límite de
Maastricht, que es el elemento al que nos hemos de referir, no a la media
de la Unión Europea. En este sentido, el diferencial se ha reducido,
puesto que ha pasado del 1,7 en 1993 al 1,2 en 1994. Bien es verdad que
esto no se corresponde con lo que ha pasado en relación con la media de
la Unión Europea, pero, insisto, en que lógicamente debemos referirnos al
límite de Maastricht y que, en este sentido, sí se ha producido un
acercamiento en los precios y un avance en la convergencia nominal. En
conclusión y en relación con estas cuestiones, vemos que, por la
intervención que hacía el señor Gobernador sobre el informe remitido por
el Banco de España, se mantiene la tendencia en la reducción de la
inflación y en la convergencia nominal en este terreno.

Hay otro aspecto también importante que se desprende de este informe: que
la evolución de los principales indicadores monetarios y financieros ha
reflejado la recuperación gradual de la actividad y que, además, esta
recuperación se está produciendo por el camino previsto. Es decir, la
demanda interna ha tomado el relevo como motor de la actividad.

El análisis del comportamiento de los precios, de las previsiones y de la
evolución de los principales indicadores monetarios y financieros ha
venido a confirmar, una vez más, conclusiones que ya se han ido avanzando
reiteradamente en esta Cámara, es decir, reducción en los desequilibrios
y confirmación de la recuperación, que avanza por el camino previsto.

Con relación a la política monetaria, también quisiera señalar algunas
consideraciones. Desde su comparecencia, el pasado noviembre, se han
producido estas dos decisiones del Banco de España respecto a la subida
de los tipos de interés --creo que son las primeras que ha habido desde
1992, si no recuerdo mal, señor Gobernador--, que han supuesto el
incremento del tipo básico de intervención en 115 puntos básicos, por
tanto, se ha producido una subida importante. Nuestro Grupo quiere
manifestar, como ya lo hizo en su momento, que estas decisiones han
tenido un carácter preventivo, nos parecen correctas y adecuadas en el
objetivo de prevenir y han sido una demostración clara del cumplimiento
de las funciones otorgadas al Banco de España y del cumplimiento del
compromiso que el señor Gobernador manifestó ante esta Cámara de llevar
adelante con firmeza y con serenidad.

En cuanto al comportamiento de los tipos de interés a largo plazo, aquí
se ha insistido mucho sobre esta cuestión respecto a la incidencia de
determinados factores. Creo que no podemos realizar una valoración de esa
evolución de los tipos de interés a largo plazo en España de una manera
independiente a lo que ha sucedido en otros países europeos y en Estados
Unidos, donde también se ha producido un incremento de los tipos a largo
plazo. En este sentido, señor Gobernador, quisiera plantear si nos
encontramos ante un cambio de la tendencia de un continuado ascenso que
se ha producido en los años anteriores, si nos encontramos en una
situación coyuntural o ante un cambio de tendencia que puede mantenerse
en los próximos años.

En definitiva, señor Gobernador del Banco de España, el Grupo Socialista
valora positivamente el cumplimiento que está llevando a cabo del
programa monetario que en su día presentó en el Parlamento, se han tomado
las decisiones adecuadas y correctas en orden a las facultades y
responsabilidades que tiene el Banco de España y consideramos que debe
seguirse en esa misma línea de firmeza y serenidad y evitar la
hiperreacción ante acontecimientos temporales. Conviene recordar aquí,
para no perder de vista los horizontes, que cuando hablamos de corregir
la inflación, estamos hablando de un objetivo que supone el acercamiento
gradual al tres por ciento en 1997.

Con relación a la segunda parte de su intervención, relativa a los
problemas cambiarios, quisiera agradecer su intervención, siempre
rigurosa, y señalar, como no podía ser de otra manera, que en su análisis
de las causas determinantes de los problemas monetarios hay una
coincidencia con el análisis y el debate producido mayoritariamente en
esta Cámara con ocasión de la comparecencia del señor Ministro de
Economía y Hacienda el pasado 7 de marzo, para analizar la decisión de la
devaluación de la peseta.

No voy a entrar en otros aspectos de su intervención. Reitero nuestro
agradecimiento y el carácter riguroso que, en nuestra opinión, ha tenido.

Por otro lado, quisiera manifestarle, señor Gobernador, que nuestro
Grupo, como ha señalado algún otro grupo, ha acogido con satisfacción su
recomendación para un acuerdo político que preserve la estabilidad y que
suponga un apoyo a las políticas que deben hacerse en ese objetivo y en
los de la Unión Económica y Monetaria. En nuestra opinión, esto no
requeriría tanto un acuerdo político formal y firmado, como parece que
algún grupo lo ha entendido, sino que sería suficiente que recogiera
algunas cuestiones mínimas que quizá son elementales: que de la
confrontación política se pueda eliminar la crispación y que cada uno
realice el papel que le corresponde, el Gobierno su papel de gobernar y
la oposición, desde una actitud leal, el papel que le toca realizar.

También hay que pensar en los agentes económicos y sociales. Quizá
debamos felicitarnos por anticipado por el hecho de que, sin necesidad de
plantear recomendación ni acuerdo alguno, buena parte de los agentes
sociales y económicos están cumpliendo con ese papel de apoyar la
estabilidad y de ayudar al país en estos momentos complicados y
difíciles, como ya se ha señalado.

Quisiera referirme también a alguna reflexión abierta para abordar la
situación actual. Es evidente que hay reflexiones económicas que están
llevando a cabo los expertos de todo el mundo para descifrar las claves
de una crisis financiera internacional, unas claves que no son fáciles,
aunque según los análisis de algunos portavoces, parece que es sencillo y
que hay una causa española que



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seguramente, por la simplicidad con que se explica, puede ser incluso el
origen de la inestabilidad del dólar, de la inestabilidad mundial. Junto
a esas reflexiones económicas de los expertos, hay reflexiones políticas,
que son perfectamente respetables, perfectamente pertinentes y que se
están produciendo en el ámbito de la Comunidad Europea. Son
manifestaciones y reflexiones en las que han coincidido el Presidente del
Gobierno de España, el Presidente de la Unión Europea actual, el señor
Santer; el Presidente de la Unión Europea saliente, el señor Delors; los
tres candidatos a la Presidencia de la República francesa. Son
reflexiones políticas que han sido recibidas --tengo que señalarlo-- con
mayor respeto del que han sido acogidas en nuestro país por algún grupo
político. Introduzco aquí esta reflexión, señor Gobernador, no tanto con
relación a la exposición que usted hacía, sino para pedir que nadie
busque ahora malinterpretar sus opiniones en cuanto a las reflexiones
políticas, perfectamente pertinentes y respetables, que han podido
realizar el Presidente del Gobierno o el Presidente de la Unión Europea.

Le agradezco nuevamente su comparecencia y su intervención y le quiero
realizar únicamente dos preguntas. Usted antes aludía a rumores
interesados, impulsados desde ámbitos económicos, para conseguir una
rentabilidad económica. Yo quisiera preguntarle si usted ha tenido
conocimiento de que se han producido asimismo rumores igualmente
interesados lanzados desde ámbitos no económicos, en los que la
rentabilidad no sería económica sino política.

Otra pregunta que quiere hacer nuestro Grupo es si el Banco de España
conoce si se ha producido especulación contra nuestra moneda, contra la
peseta, por parte de instituciones financieras españolas.




El señor PRESIDENTE: Para contestar, tiene la palabra el señor Gobernador
del Banco de España.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Querría hacer,
antes de abordar la respuesta a las numerosas preguntas que ustedes me
han formulado, no una declaración, pero sí una manifestación.

El Parlamento, ustedes, concedieron un estatuto de autonomía al Banco de
España en junio del año pasado. Ese estatuto de autonomía supone, por
parte del Banco de España, el cumplimiento de una serie de funciones y
también el respeto a una serie de obligaciones y restricciones. Entre
éstas está el tratar de que los órganos rectores del Banco lo mantengan
en una posición neutral y, en cierto modo, al margen de las discusiones
políticas. No sé con qué fortuna lo estaré haciendo. Estoy tratando de
que, en ningún caso, el Banco aparezca politizado o sesgado en uno u otro
sentido, en un período extraordinariamente difícil. Es lo que intento y
es lo que intentan también los órganos rectores del Banco.

Mi autoridad política es nula. Son ustedes quienes tienen realmente
autoridad política. Yo no puedo hacerles a ustedes propuestas políticas,
porque no soy quién para hacerlas y, menos, de la envergadura de algunas
como las que aquí se han mencionado: un pacto político, etcétera. Eso
puede ser el resultado de una reflexión suya a mi deseo de llevar al
ánimo de ustedes las inquietudes del Banco de España sobre los problemas
que están planteados. Cómo pueden ustedes resolver esos problemas, es
algo en lo que yo no tengo absolutamente nada que decir. Quiero que esto
quede totalmente claro. Yo aquí no he hecho ninguna propuesta política.

Si lo ha parecido es que me he equivocado en mi dicción, no en mi
intención. Mi intención es incitarles a que piensen qué se puede hacer.

Por otra parte, no soy de los que creen que la democracia, al final,
tiene que ir a los consensos. Como aquí se ha dicho, cada partido tiene
su función, hay un Gobierno y una oposición. No hay que pensar que hay
que tratar de reducir la democracia, que es una forma pacífica de
resolver conflictos, a consensos. Si los consensos se producen, tanto
mejor, pero ésa no es necesariamente la forma de funcionamiento de la
democracia. Y yo no soy una persona que crea que hay que ir a los
consensos. Si los hay, muy bien. Insisto, entiendan ustedes que yo no he
intentado hacer ninguna propuesta política porque no soy quien, en
absoluto, para hacerla; ni lo es la institución que presido.

Dicho esto voy a tratar de responder a sus preguntas yendo de los
problemas más amplios y generales que se han planteado, a los más
concretos. Voy a empezar con el que yo he denominado en mi intervención
problema institucional básico de los mercados financieros actuales. El
problema de esos mercados con enormes volúmenes de capital que se mueven
libremente, con operaciones extraordinariamente complejas, con una
rapidez en las reacciones ante las más pequeñas noticias o rumores que
uno pueda imaginar.

Yo creo que la libertad de movimientos de capitales tiene, en términos
netos, unas enormes ventajas. Es cierto, sin embargo, que también se
plantean en ocasiones problemas muy importantes. ¿Por qué? Porque los
mercados tienden a sobrerreaccionar. Apuestan por un país o países y el
resultado es que entran enormes cantidades de capitales: entran capitales
para quedarse en inversiones directas, y eso es bueno; entran capitales
para quedarse en inversiones de cartera estables, y eso es bueno; pero
entran también capitales muy volátiles, a veces en inversiones de
cartera, a veces en posiciones muy cortas y muy lábiles. Esto puede
plantear problemas a un país. A veces las equivocaciones, los excesos de
los operadores, llevan a que entren enormes cantidades de capitales en un
país, equivocándose respecto de la capacidad de ese país para recibir
esos capitales. Y ¿qué sucede? Que ese país se siente inundado por esos
capitales. Esa inundación de capitales lleva a un aumento muy fuerte de
reservas. Ese aumento muy fuerte de reservas exteriores lleva a un
aumento muy fuerte de la liquidez interior. Al mismo tiempo, la entrada
muy fuerte de capitales lleva a una sobrevaloración de la moneda, que
afecta negativamente a las exportaciones y que fomenta las importaciones.

Por otra parte, el Banco Central, ante esa acumulación de liquidez, tiene
que desarrollar una política de absorción de liquidez para combatir la
inflación que esas entradas de capitales brutales está produciendo y
tiene que subir los tipos de interés. Esa subida de tipos de interés
puede ser que siga alentando la entrada



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de capitales, pero el problema inicial ha sido el exceso de entrada de
capitales.

Como yo decía antes, creo que esto ha pasado durante tres años en Méjico,
por ejemplo. Los errores que hayan podido cometer las autoridades
mejicanas no son anteriores al mes de marzo del año 1994. De hecho, esa
entrada brutal de capitales ha llevado, al final, al país, a una
situación de colapso. No es éste el único caso.

Entre los años 1989 y 1994, se han multiplicado por cuatro los
movimientos de capitales hacia los países emergentes; es decir, no a
todos los países subdesarrollados, sino a los emergentes, que eran la
crema de los países emergentes. ¿Esa multiplicación de las entradas de
capitales las pueden soportar esos países sin sufrir al final graves
daños? Este es un problema que está puesto sobre la mesa por Estados
Unidos, por la Unión Monetaria y por muy diferentes países del mundo,
porque es un problema que está ahí.

En dirección opuesta, se castiga en exceso a una economía y se le lleva a
una situación de depreciación cambiaria tremenda que puede generar
tensiones inflacionistas. Entonces, a un país que no tenía en sí tanto
problema, se le mete en una inflación que luego es muy difícil de
erradicar.

Quiero decir que hay serias dificultades en el mundo con la libertad de
movimientos de capitales y eso lo reconoce todo el mundo. Otra cosa es
que las ventajas de la libertad de movimientos de capitales sean muy
superiores a esas perturbaciones, pero esas perturbaciones existen. ¿Es
posible eliminarlas? Prescindiendo del método, supongan ustedes que se
utilizara el método más burdo de los que se han propuesto, que es el
llamado impuesto Tobin.

Este impuesto sería perjudicial en muchos sentidos, porque afecta a lo
bueno y a lo malo. En todo caso, ésa u otra medida tendría que ser
adoptada a escala mundial, porque no tiene sentido que unos países
adoptaran esa medida y otros, no. Y tendría que ser, naturalmente,
patrocinada por Estados Unidos, Alemania y Japón. Lo que no tiene sentido
es que un país como España unilateralmente trate de resolver el problema,
porque no puede en absoluto. El problema está en que los grandes países
tampoco han encontrado la fórmula de resolverlo.

¿Qué es lo que sería ideal? En un mundo en el cual las carteras
financieras han alcanzado una dimensión internacional, una dimensión que
se extiende a través de las fronteras, donde muchísimos países
industriales y no industriales, pero especialmente los industriales,
tienen una parte de sus activos financieros en manos de no residentes,
esos países tienen que contar con la posibilidad de que, a través de
movimientos de capitales a corto plazo, los no residentes que han
obtenido esos activos puedan cubrirse cuando lo deseen, porque piensen
que hay un riesgo de cambio o cualquier otro tipo de riesgo en ese país.

Si no pudieran cubrirse, cuando tuviesen miedo a sufrir pérdidas no
invertirían y, por consiguiente, se produciría un daño importante al
sistema financiero y económico mundial.

¿Cómo adoptar algún tipo de medida que afecte o castigue sólo al
especulador y que no afecte a esas operaciones, que son prácticamente
iguales, de cobertura de posiciones tomadas a largo plazo? No se ha
encontrado la solución y no hay todavía ningún acuerdo, porque no se ha
encontrado el método de hacerlo. A lo mejor algún día se encuentra.

Nosotros presentamos varios papeles en la Unión Europea sobre este tema
como base de discusión. Se discutió bastante en el Comité de
Gobernadores, pero la verdad es que no se ha encontrado qué es lo que se
puede hacer. Mientras el riesgo sea, como dicen los ingleses, tirar al
niño con el agua del baño, más vale que ni las grandes potencias
económicas hagan nada, ni mucho menos, los países pequeños. Esto es así,
lo cual no quiere decir que no haya problemas, porque sí que los hay.

Este fue, por otra parte --y aquí no estoy de acuerdo con alguno de
ustedes, alguna vez lo hemos discutido--, el caso de España en los año
80. En el caso de España en los años 80 no se trata de que hubiera una
política monetaria muy restrictiva, que llevara a una sobrevaloración de
la peseta. Hubo una entrada formidable de capitales en cuatro o cinco
años, atraídos por la situación de un país que, por una parte, había
mejorado sus expectativas al incorporarse a la Comunidad y que, por otra
parte, después de un período muy largo de recesión, tenía bajísimo el
valor de muchísimos de sus activos. Entran capitales buscando activos
baratos en un país con grandes expectativas, y entran en enormes
cantidades que hacen multiplicarse de forma elevada el precio de esos
activos: las viviendas, los locales de negocio, los activos bursátiles,
etcétera, que es justamente un factor básico de esto que llamamos la
corrupción financiero-moral de este país de los años 80. Tiene ahí su
origen. Entran enormes cantidades de capitales que hacen aumentar
muchísimo las reservas del país e inyectan liquidez en grandes
cantidades, la política monetaria trata de combatir la inflación y, para
ello, suben los tipos de interés. Se produce un círculo vicioso que, al
final, lleva a resultados muy malos. De modo que sí existen dificultades,
pero la verdad es que lo difícil es encontrar soluciones. Hasta ahora no
se han encontrado.

Paso al tema europeo. En los últimos años 80 y en el comienzo de los 90
--insistiría más en los últimos años 80, antes de lo que llamamos de un
modo simbólico la caída del muro--, los países europeos de la Comunidad
diseñaron una política europea para Europa, que estaba basada en unos
determinados supuestos. Una gran parte de esos supuestos se han venido al
suelo, han cambiado totalmente. La caída del muro supone haber abierto
todo el problema tremendo de los países anteriormente socialistas del
este de Europa y de la antigua Unión Soviética. Se han producido también,
como consecuencia de esto, conflictos tremendos como el de los Balkanes o
el de Yugoslavia. Han cambiado muchísimas cosas. Pero la política que los
países de la Comunidad elaboraron a finales de los 80 y principios de los
90 no ha cambiado; política que, en términos económicos, está constituida
por piezas básicas como son el mercado interior, la Unión Monetaria y,
como una pieza hacia ésta, el Sistema Monetario Europeo.

Existen en este momento para todos grandes incertidumbres en Europa
respecto del futuro de esa política. Pero lo cierto es que no se ha
encontrado todavía una alternativa, quizá porque las variaciones que se
han producido, que han sido muy importantes, aún no han sido digeridas
bien por nadie. Por consiguiente, repito, en Europa hay muy severas
incertidumbres respecto al futuro, que intentan resolver, o por



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lo menos se trata de atisbar las vías de solución, en la Conferencia
Intergubernamental del año próximo, que, a lo mejor, resulta prematura
dada la lentitud con la que estos problemas, este cambio de decorado
fundamental se absorbe.

En definitiva, esa política que se fraguó en los años 80 sigue siendo la
política actualmente existente, la política de los países europeos para
Europa. Entre esos países europeos, España. Políticamente es natural que
los gobiernos traten de mantenerse en esa política y, dentro de ella, en
la pieza constituida por el Sistema Monetario Europeo, que es, como digo,
un cauce previsto de avance hacia la Unión Monetaria.

¿En qué va a consistir la Unión Monetaria y cuándo se va a crear? Es un
problema muy difícil de determinar en este momento porque en Europa hay,
utilizando esa frase tonta, muchas velocidades. Mañana se podría crear la
Unión Monetaria entre Holanda, Alemania y Austria. Lo que pasa es que
para crear esto no hacía falta haberse reunido tantas veces, porque lo
pueden hacer el día que quieran. Se trata de hacer una Unión Monetaria
que sea más heterogénea, por así decirlo, y que incluya más países. Pero
en cuanto se amplía el número de países, empiezan las dificultades. El
país equis, con la relación deuda-producto que tiene, ¿cumplirá todos los
criterios de Maastricht en el año 1997, en el año 1999, en el año 2010?
Hay dudas de que lo pueda hacer. ¿Cuántos países realmente van a estar
disponibles de acuerdo con el cumplimiento estricto de los criterios de
Maastricht? Alemania sigue insistiendo en que esos criterio tienen que
cumplirse de un modo estricto. Si se cumplen de un modo estricto quizás
el número de países disponible, de aquí a fin de siglo, va a ser pequeño.

En el extremo opuesto hay autores, bien conocedores del tema, que dicen:
Miren ustedes, cualquier proceso de adaptación o de avance gradual hacia
una Unión Monetaria es imposible. Consigan ustedes que los países tengan
buenas políticas, que los países tengan políticas de estabilidad, pero,
al final, si un país es introducido en la Unión Monetaria cumplirá el
criterio de inflación y el criterio de tipo de interés y lo único que
habrá que asegurar es que cumpla de algún modo el criterio fiscal,
porque, si no, puede generar problemas dentro de la Unión Monetaria. Pero
--dicen estos autores, en otro extremo de la posición rigurosa--, por la
vía del acceso gradual esto va a ser un problema eterno. Y entre esas
dudas, que suponen un abanico de posiciones muy amplio, se debaten en
este momento cuantas personas están discutiendo el futuro de la Unión
Monetaria.

En la situación actual, y mientras tantas incertidumbres no se aclaren,
el mantenimiento de una moneda dentro del Sistema Monetario Europeo es
políticamente lo razonable. Y no deben tomarlo, desde el punto de vista
español, como un empeño del Gobierno español, porque existe igual empeño
por parte de los más importantes países dentro del mecanismo de cambios
del sistema para que España se mantenga en el mecanismo de cambio del
Sistema Monetario Europeo. Como es razonable, porque, insisto, sigue
siendo una pieza importante, dentro de la construcción europea prevista.

Mientras estemos en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo
tenemos que cumplir las normas del club, no sé si maldito o no. Ese club
tiene unas normas y, por tanto, tenemos que cumplirlas en todos sus
aspectos. El problema de fondo es, naturalmente, desarrollar políticas
económicas de convergencia. Eso tenemos que cumplirlo.

Hay personas que dicen que el Sistema Monetario ya no supone ningún tipo
de restricción, ninguna disciplina. Esto no es así, porque, desde el
punto de vista económico, salirse del mecanismo de cambios del sistema
plantea muchos problemas. En primer lugar, plantea un problema de aumento
muy fuerte de la volatilidad de los tipos de interés. Si ustedes han
seguido --yo, naturalmente, tengo la obligación de hacerlo, si no lo han
seguido se lo cuento yo-- el caso de la lira italiana habrán observado
que ésta se salió del sistema y estaba en la zona de 900 liras por marco.

La semana pasada estaba a 1.288 y esta mañana a 1.233.

En el caso de la libra ha habido una gran volatilidad de esta moneda, a
pesar de que la política inglesa es muy ortodoxa, muy dura y muy firme.

Aumenta tremendamente el grado de volatilidad de los tipos de interés, lo
cual, por cierto, sólo se puede impedir también interviniendo. De modo
que las intervenciones no se producen sólo dentro del sistema, sino
también cuando un país se sale de él. A pesar de lo que pueda parecer, el
sistema todavía introduce elementos de disciplina. Aunque tenga bandas
tan anchas, aunque tenga toda clase de problemas, introduce elementos de
disciplina. Lo más preocupante --y no lo digo por aquellas personas que
esta tarde han defendido esa posición, porque sé que no es el caso-- es
que muchas personas que defienden la salida del sistema lo hacen porque
piensan que es por fin la hora de la libertad. Eso sí que es
profundamente falso, porque cuando una moneda se sale del sistema, la
política económica, en general, tiene que ser todavía más estricta, más
dura, porque si no ese país está perdido. Hay ejemplos que se tienen del
asunto, son claros y contundentes, y no quiero referirme a otros países
porque me parece de mal gusto, pero tenemos ejemplos muy claros. De modo
que salirse del sistema no es algo fácil y que implique mayor libertad y
menor disciplina. De verdad, exige mayor disciplina. Si alguien piensa
que hay que salirse del sistema para tener menos disciplina, tiene una
idea de lo que pude ser la evolución económica del país que lleva a la
perdición. Esta es mi opinión.

Hay dificultades, efectivamente. El Sistema Monetario Europeo tiene
muchos problemas. No hay sistemas colectivos de intervención. Se discutió
muchísimo el tema en Maastricht y España fue uno de los países, junto con
Italia, que pidieron que hubiera un sistema colectivo de intervención.

Pero no lo hay. Hay posibilidad de intervención mancomunada, por así
decirlo, algún día determinado, en favor de la divisa de un país. Pero,
naturalmente, con cargo a las reservas del país por el que se interviene.

Esto no es más que window dressing. De manera que no hay un sistema
colectivo de intervención. Tampoco hay un sistema de posibilidad de
resolución colectiva de los problemas. Mejor dicho, teóricamente existe,
pero en la práctica no ha funcionado. La ocasión típica para que
funcionara fue el mes de septiembre de 1992, cuando Alemania estaba
dispuesta realmente a que el marco se revaluase y cuando Alemania estaba
dispuesta a bajar los tipos de interés. Si hubiera habido



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un acuerdo colectivo, que España defendió también, no digo que no
hubiéramos tenido problemas, porque los hubiera habido, pero los
problemas del sistema hubieran sido mucho menores. En vez de durar un
año, que es casi lo que duraron, hubieran durado muchos menos meses. Es
verdad que el sistema tiene defectos, problemas, pero también tiene sus
ventajas.

Cuando estamos dentro del sistema, aunque la cosa se puede extender
también a una situación general, ¿cuál es la actitud del Banco de España
respecto del juego de los tipos de interés? La posición del Banco de
España está bastante clara, y no es compartida por todos los bancos
centrales; es compartida por algunos, no por otros, pero es la posición
del Banco de España. La posición del Banco de España es que los tipos de
interés deben atender básicamente a las necesidades de la evolución
interna de la economía, poniendo énfasis absoluto en la estabilidad de
los precios. Porque, en definitiva, si se consigue la estabilidad de los
precios, se logra la estabilidad del tipo de cambio.

Es posible que surjan situaciones, como de hecho surgen en el corto
plazo, en que la divisa correspondiente sea muy fuertemente atacada. La
posición del Banco de España es que los movimientos de los tipos de
interés, aparte de los efectos básicos que deben tener sobre el tema de
la estabilización de los precios, debe producirse sobre el tipo de cambio
de modo indirecto, a través de esa actuación sobre los precios.

Ciertamente, cuando una economía está teniendo problemas de tipo de
cambio, porque su demanda va mal o porque por el lado de la oferta los
salarios están aumentando muy rápidamente, tiene sentido mover el tipo de
interés, porque entonces el tipo de interés puede tener efecto sobre la
economía e indirectamente sobre el tipo de cambio. Ahora bien, cuando la
moneda está bajo ataque, entonces verdaderamente es más que dudoso que
subidas de los tipos de interés factibles puedan tener efecto sobre la
cotización de la divisa en el muy corto plazo. Cuando una moneda está
sometida a ataques especulativos, está sometida a unos ataques manejados
por unos operadores que están pensando en tasas de beneficio a obtener
del 200, 300 ó 400 por ciento anual, porque son tasas de beneficio a
conseguir en plazo muy breve y en cuantía importante. Para desalentar la
especulación, habría que poner los tipos de interés en el 50, en el 100 o
en el 200 por ciento. Esto, lo recordarán ustedes, lo hicieron algunos
países durante la crisis del sistema. ¿Pero qué sucede? Que no vale para
nada. ¿Por qué? Porque todo el mundo sabe que esa situación es imposible,
no se puede mantener más allá de una semana, porque destroza la economía.

Los mercados se sientan tranquilamente con sus escopetas preparadas
esperando que al final los tipos de interés bajen. Y cuando bajan los
tipos de interés, vuelve el ataque especulativo.

Por otra parte, si no se suben los tipos en esas proporciones brutales,
sino que se trata de mover los tipos en cuantías más reducidas, estando
la moneda bajo ataque, aquellas personas no residentes que tienen activos
a largo plazo en ese país, que no son residentes, que tienen, por
ejemplo, bonos a diez años, cuando estos inversores tienen miedo de que
la moneda se vaya a depreciar se cubren tomando a préstamo pesetas a
corto plazo y pagando el tipo de interés correspondiente y esas personas
se encuentran con que la cobertura se les encarece. Además, tienen miedo
de que se vaya a encarecer más en el futuro. Por consiguiente, ¿qué
hacen? Venden los activos, los bonos a diez años y se van, con lo cual
hunden la cotización de la moneda. En este sentido, la posición del Banco
de España es clara. Cuando la moneda está bajo ataque, es bastante
inútil, y puede ser contraproducente, subir los tipos, aunque de todas
maneras hay que subir los tipos; si se piensa que una depreciación
continuada de la moneda puede tener consecuencias inflacionistas.

¿Es la intención del Banco de España --respondiendo a una pregunta del
señor Mardones-- seguir subiendo los tipos de interés para defender la
peseta? No, porque no pensamos que cuando la moneda está en una situación
como en la que están todas estas monedas europeas en este momento, sirva
para gran cosa. De hecho, otros países en las últimas semanas han subido
los tipos de interés. ¿Evitaron los ataques? No los evitaron, y me estoy
refiriendo a economías muy sólidas, más que la española, aunque no
siempre más grandes que la española. Esta es la posición del Banco de
España.

¿Cómo se puede ir hacia la Unión Monetaria? Creo, en el fondo, que hay
que ir a través de buenas políticas económicas y que no hay otra
solución; es decir, el problema no es tanto la Unión Monetaria, sino las
buenas políticas económicas. Si las políticas económicas son buenas, al
final se llegará a una zona que estará en el umbral de la Unión
Monetaria. Las monedas que queden fuera de un núcleo central de la Unión
Monetaria van a tener muchas dificultades para entrar en ella, excepto
que, efectivamente, la Unión Monetaria, como decía antes, les agarre y
les meta dentro, porque las expectativas serán extraordinariamente
lábiles, habrá toda clase de rumores, etcétera, respecto a si va a haber
ajustes o no; será muy difícil que entren. Creo que lo adecuado es que
las políticas económicas sean buenas, en ese sentido, que las economías
crezcan, pero, sobre todo, que crezcan establemente. Es mucho mejor que
una economía crezca establemente al 3 por ciento, que crezca dos años al
5 por ciento para luego crecer dos años al cero por ciento. Es mucho
mejor el crecimiento estable y sostenido, especialmente desde el punto de
vista de la creación estable de empleo. Esta es mi opinión sobre el
camino hacia la Unión Monetaria.

Como ya he dicho antes, nunca he pensado que los argumentos manejados
especialmente por algunos grupos de Bruselas sobre las ventajas de la
Unión Monetaria, en términos de que se van a reducir los costes de
transacciones, porque va a haber menos monedas o porque pueda reducirse
el riesgo de cambio, porque van a desaparecer los tipos de cambio,
etcétera --todo eso está muy bien, se puede intentar calcular, como ellos
han intentado hacerlo, como porcentajes de ahorro en términos del PIB--,
en mi opinión la gran ventaja de la Unión Monetaria es que podría
aglutinar cambiaria y financieramente, en último término, a un conjunto
de países, la mayor parte de los cuales --y entre ellos nos encontramos--
son países de dimensión media y pequeña. Como he tratado de señalar en mi
intervención, en el mundo actual, de movimientos gigantescos



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de capitales, con libertad por el mundo, los riesgos de los países con
dimensión financiera media o pequeña son muy grandes.

Creo que es cierto, como han señalado los señores Montoro y Espasa, que
sería efectivamente muy deseable que la Unión Monetaria se crease. Ese es
el gran argumento en favor de la Unión Monetaria. Luego hay vías en otros
aspectos que seguirán discutiendo los economistas durante años y nunca se
pondrán de acuerdo. No hay que hacerles mucho caso, porque dependerá del
artículo último que haya leído uno sobre si una unión monetaria de esas
características no es un área monetaria óptima, si hay shocks de un tipo
o de otro, o si va a generar problemas. Eso está muy bien, pero eso nunca
se decidirá adecuadamente. Es cierto que sería mejor que hubiera un
sistema fiscal más centralizado que permitiera ejercer acciones más
equilibradoras o compensatorias entre diferentes países cuando hay shocks
asimétricos. Todo eso está muy bien, pero todo eso acabaría sucediendo.

Mientras que, desde el principio, la creación de la Unión Monetaria
eliminaría una cantidad de problemas cambiarios, por definición, y
financieros tremendos.

Mucho más difícil en el mundo actual es que se vuelva a un sistema de
tipos de cambio fijo entre el yen, el ecu --o como se vaya a llamar esta
moneda-- y el dólar. Esto lo veo extraordinariamente difícil. Una vez que
el sistema se rompió, la verdad es que recomponerlo, como el Fondo
Monetario Internacional sabe muy bien, es en estos momentos una utopía.

Esta es la verdad.

La devaluación del tipo de cambio, de la moneda, obviamente tiene efectos
que, en una primera aproximación, son beneficiosos por lo menos para
determinados grupos: los exportadores y quienes compiten con
importaciones. ¿Cuál es el problema? Que tiene un componente
inflacionista muy grande y que como proporciona, en principio, mayores
beneficios a determinados grupos, hay una gran probabilidad de que detrás
del aumento de beneficios vaya el aumento de costes y, por tanto, aumento
de precios y que, al cabo de poco tiempo, la ventaja de la devaluación
haya sido absolutamente digerida y anulada. Entonces, vuelve a plantearse
otra vez un problema que acaba en otra devaluación, etcétera. De modo que
las devaluaciones puede parecer que, efectivamente, tienen ventajas para
determinados grupos, pero en el fondo hay que procurar evitarlas; el país
tiene que tratar de obtener una estabilidad monetaria y cambiaria y éstas
son perturbaciones que tienen problemas.

Yo he insistido, efectivamente, en el déficit público porque me parece
que es muy importante. Fíjense ustedes en una economía como Canadá, por
ejemplo. Este país está creciendo en este momento al 5 por ciento; tiene
una tasa de inflación del 3 por ciento; su moneda está
extraordinariamente débil, hasta el punto de que es uno de los problemas
que tienen los americanos ante la idea de que el dólar suba, porque
realmente el dólar canadiense está muy débil. ¿Por qué está muy débil el
dólar canadiense? Porque tienen un importante déficit fiscal. ¿Por qué ha
sido tan atacada la corona sueca? Suecia tiene una tasa de inflación
baja, pero tiene un déficit público muy elevado. No voy a hablar del caso
de Italia. En el caso de Francia, ante unas elecciones, que tampoco van a
suponer tantas alteraciones si vence uno u otro candidato, los mercados
piensan que alguno de los candidatos puede ser más laxo en política
fiscal y, por consiguiente, el franco francés ha sufrido también ataques.

El déficit público es un factor importantísimo para el comportamiento de
los mercados respecto de la divisa, y por eso creo yo que debería ser
objeto de una enorme preocupación por parte de todos.

¿Qué pasa si el déficit sigue? Que va a seguir planteándose la subida de
la deuda, como ya he indicado en mi intervención. Esto plantea
dificultades de financiación y refinanciación cada vez más grandes. Si
las cosas no se corrigen, los tipos de interés van a más. Como los tipos
de interés van a más, todo se complica más, el déficit público, como muy
bien sabe Italia, que hace tiempo que no tiene déficit primario en sus
cuentas públicas, todo son costes financieros. Resulta
extraordinariamente difícil alargar el vencimiento de la deuda, excepto
pagando tipos de interés muy altos, por consiguiente, la deuda tiende a
acortarse. Esto aumenta mucho las dificultades de financiación, etcétera.

Creo que el déficit público plantea toda clase de problemas.

Ciertamente hay algo que el Banco de España no puede hacer, y esto quiero
subrayarlo. El Banco de España está sometido a unas normas comunitarias
y, por consiguiente, no puede, ni directa ni indirectamente, financiar al
Gobierno o al sector público en general. Además, está también prohibido
adoptar cualquier tipo de medida que facilitara la colocación de la deuda
o la financiación del sector público por parte del sistema bancario. De
modo que desde el 1.º de enero del año pasado se han cerrado
absolutamente las posibilidades de un tratamiento, digamos benévolo de la
financiación del sector público, vía banco central o vía sistemas
bancarios, y esto es algo que hay que tener en cuenta.

No sé si hay algún punto que no haya tocado. Si es así, por favor,
díganmelo ustedes.

No puedo decir si realmente la reactivación está debilitándose. Mi
impresión es que no. Por ejemplo, estamos todavía con pocas cifras del
primer trimestre del año, pero si ustedes ven, las cifras que hay la
verdad es que dan impresión de que la economía real sigue bastante
fuerte. El problema yo creo que no es éste; el problema es conseguir que
esa recuperación se consolide en una expansión que cree empleo; ése es el
problema.

En estos últimos meses --me da la impresión-- las cosas han ido bastante
bien. Hoy se ha acabado la balanza de pagos del Banco de España
correspondiente al mes de enero, que saldrá dentro de dos o tres días,
supongo. Las cifras de exportaciones aumentan el 22 por ciento y las de
importaciones se incrementan el 27 por ciento. Eliminen ustedes ahí
deflactores --no lo he hecho, no sé cuánto sale-- pero, en definitiva,
son crecimientos reales de la exportación y de la importación que indican
un ritmo de ventas muy fuerte, una competitividad muy grande de la
economía española y, al mismo tiempo, una recuperación que, como saben
ustedes además, si efectivamente sucede como en meses anteriores, que se
está centrando en bienes intermedios y en bienes de equipo, quiere decir
que verdaderamente



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esas importaciones están ligadas a un tirón de la inversión y al
crecimiento de la economía.

Sigue todo el mundo quejándose mucho de que el consumo va lento. Puede
uno considerarlo lamentable en la medida que le gustaría que los
consumidores incrementaran sus gastos en bienes de consumo. Por alguna
razón se sienten restringidos o reprimidos, pero la verdad es que para la
recuperación no hay nada mejor que la inversión vaya por delante, con las
exportaciones, y el consumo vaya detrás. De modo que, aparte de que yo lo
siento por los consumidores, estoy bastante satisfecho de que ésa sea la
estructura de esta recuperación.

No sé si alguno de ustedes piensa que no he contestado a alguna pregunta.

Me lo dicen ustedes y lo haré con mucho gusto.




El señor PRESIDENTE: Un breve turno, como ha pedido el señor Rojo, de
aclaraciones o apreciaciones sobre algo que no haya contestado, no para
reabrir el debate inicial. (El señor Montoro Romero pide la palabra.)
Señor Montoro.




El señor MONTORO ROMERO: En primer término, sí me permitirá el señor
Presidente que felicite al Gobernador, al señor Rojo, por las
aclaraciones que ha hecho relativas a cuestiones tan importantes como qué
es la libre circulación de capitales, qué significa para un país, sobre
todo para un país que depende de esa circulación, que es demandante neto
de esos fondos; qué es la Unión Monetaria Europea o qué significa salir
de la Unión Monetaria Europea. De estos factores depende nuestro futuro,
y es lo que me hace insistir en la idea de que un Banco de España
autónomo tiene que comprometerse con la emisión de sus opiniones en los
momentos que, por circunstancias políticas, al máximo nivel, por los
máximos responsables políticos de nuestro país --me refiero nada menos
que al señor Presidente del Gobierno-- se están produciendo declaraciones
que van en contra de lo que significa la pertenencia de España a ese
proceso de libre circulación de capitales, a ese proceso de integración
monetaria, o se están produciendo incorrectas interpretaciones sobre lo
que significaría la salida de nuestra moneda en cuanto al grado de
libertad, algo así como que no pasaría nada. Pues sí pasa, es una pérdida
de credibilidad y la profundización en esa pérdida de credibilidad haría
que los tipos de interés que tengamos que soportar fueran permanentemente
elevados. Por eso decía que explicaciones como las que usted acaba de
facilitar --yo no sé si el día de mañana serán grandes titulares-- son
absolutamente necesarias que se hagan desde instituciones que tienen
responsabilidad como el Banco de España y desde la autoridad que usted
tiene como gobernador e incluso como científico español.

Tiene razón en que yo le he preguntado acerca de la concreción de lo que
usted llamaba en sus informes y en sus palabras incertidumbre política.

No pedía que le pusiera nombres y apellidos; me refería a aclarar y creo
que eso es importante que lo haga, que en España no hay crisis política
general. En España está funcionando el sistema político y, por tanto, eso
no es motivo de inestabilidad financiera. Hay una crisis política
localizada en nuestro país, eso sí, con grandes consecuencias y usted,
como bien ha precisado, como ciudadano puede emitir una opinión, pero no
es la autoridad política que pueda dar soluciones.

Con eso nada más pretendo recordar que precisamente esta argumentación,
la seriedad de los acontecimientos financieros y lo que significan en
cuanto a consecuencia de futuro, es lo que lleva al Partido Popular a
solicitar el adelanto de elecciones generales --ya no lo puedo decir más
claro--, pero es que una crisis política no se resuelve con medidas
técnico-económicas; es imposible.




El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, he dicho que este turno era para
aclaraciones.




El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente, estoy pidiendo la aclaración
de lo que es... (Rumores.)



El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, está reabriendo el debate y es muy
consciente de que solo usted había pedido la palabra para un turno de
aclaraciones. Estoy convencido --y no me juego nada-- de que algún grupo
parlamentario, después de su intervención, posiblemente pida la palabra.

Señor Montoro, ¿sabe para qué es este turno?



El señor MONTORO ROMERO: Señor Presidente, precisamente lo estoy
utilizando para aclaración. O, ¿no es pedir aclaración al señor
Gobernador que precise los términos de lo que es la incertidumbre
política?



El señor PRESIDENTE: Señor Montoro, usted y yo sabemos cómo está
utilizando este segundo turno.




El señor MONTORO ROMERO: ¿Me deja continuar el señor Presidente?



El señor PRESIDENTE: En los estrictos términos para los que le había
concedido este segundo turno sí.




El señor MONTORO ROMERO: Un turno de aclaración exactamente, y
concretando algunos elementos de lo que ha sido la intervención del señor
Gobernador.




El señor PRESIDENTE: Era para plantear los temas que quizá el señor Rojo
no había contestado formalmente o si había quedado alguna cuestión por
aclarar después de las intervenciones de sus señorías.




El señor MONTORO ROMERO: Exacto. Es precisamente lo que estoy haciendo,
señor Presidente, cuando insisto en que yo he formulado la pregunta al
señor Rojo en los términos en que lo he hecho. Además, he dicho que
efectivamente el señor Rojo no tiene autoridad política para pronunciarse
en cuanto a solución. Por eso le he aclarado la solución de mi grupo
parlamentario, pero insisto en la idea de que se debe al argumento que le
he expresado. (Risas.) Lo digo porque si no se entiende siempre como un
interés partidista, un interés político; y estamos



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hablando de que son razones económico-financieras las que nos llevan a
solicitar ese adelanto de las elecciones generales.

Aclarado este punto --la importante ligazón entre política y economía--,
que explica la zozobra sobre el futuro, yo también quisiera pedir al
señor Rojo algo más de precisión sobre lo que es el comportamiento del
Banco de España en ese círculo vicioso que le he descrito antes. Es
decir, ¿cómo se sale de este círculo vicioso? ¿Cómo se sale de la
situación que estamos con depreciaciones de la peseta, que alimentan
inflaciones, que llevan a perspectivas de mayores tipos de interés no
deseados por nadie en esta Cámara, y menos por el Gobernador del Banco de
España, pero sobre las que no vamos ahora a ponernos la venda cuando
vemos que los mercados financieros están anticipando subidas del tipo de
interés a corto? Eso es lo que están haciendo los mercados financieros
como sabemos perfectamente quienes los seguimos. Entonces, ¿cómo se sale
de este círculo vicioso? Esta es la cuestión fundamental respecto de lo
que es el papel del Banco de España, el papel de un Banco de España
autónomo que debe insistir en revalidar su condición autónoma rompiendo
ese círculo vicioso en el que --insisto-- es arriesgado permanecer.

Tampoco he preguntado al señor Gobernador por los últimos datos de la
coyuntura económica española, sino por los efectos que esta situación de
devaluaciones y subidas de interés va a tener sobre la recuperación
económica. Se lo hago más claro. Según su criterio, ¿es posible que
España registre un crecimiento económico vigoroso con tipos de interés
reales tan altos como los que amenazan venir si seguimos en esta
situación financiera, en esta crisis financiera? ¿Es posible esperar
esto? ¿Es posible que si no recuperamos rápidamente otras políticas
económicas para luchar contra la inflación vamos a domeñar la inflación
con la limitación que tenemos en la política monetaria y con
circunstancias tales como es esa depreciación de la peseta, que además no
obedece a causas estríctamente económicas?
Eso es lo que le he preguntado, además de que como usted ha expresado
preocupación por el déficit público, le he preguntado si tenían alguna
estimación que pudiera hacer pública relativa a la evolución de la Deuda
pública en el futuro venidero. ¿Cuánto esfuerzo hay que hacer en España
en cuanto a contención de ese gasto público?
Por último, le he preguntado también sobre el impacto de estas
depreciaciones de la peseta sobre la deuda externa de la economía
española, que es otro gran asunto en el que sencillamente nos estamos
jugando nada más y nada menos, el futuro en cuanto a la credibilidad de
los mercados financieros. Como usted sabe perfectamente, el último valor
en función de lo que se le presta a un país es de acuerdo con esa
evolución y creo que la concreción que estoy pidiendo es relativa a dar
información a los mercados financieros, aparte de agradecerle muy
sinceramente esas afirmaciones o esas valoraciones que nos ha hecho, que
creo son muy útiles para establecer los parámetros sobre los que se debe
conducir en el futuro la sociedad española. (La señora Aroz Ibáñez pide
la palabra.)



El señor PRESIDENTE: ¡Ve, señor Montoro, cómo sabía exactamente para qué
era este segundo turno! ¡Ve cómo la Presidencia también sabía que después
de su intervención varios grupos parlamentarios, que no habían pedido
anteriormente la palabra, la iban a solicitar después!
Tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Muy brevemente, de verdad, para apreciar que de
los tres bloques en que he distribuido mi intervención en dos puedo
constatar una línea de coincidencia de las reflexiones del Gobernador del
Banco de España con las mías. En el tema de globalización de los mercados
financieros quizás discrepamos en algún mecanismo ideal de disfunción
sobre cómo arreglarlo, pero en el análisis yo he coincidido con él, no
usted conmigo naturalmente. También en la valoración del Sistema
Monetario Europeo y en sus defectos aunque no está en nuestra mano ni en
la suya arreglarlos, pero yo creo que a mí me corresponde políticamente
señalarlos y denunciarlos e intentar trabajar por mejorarlos en el
sentido de esa mayor solidaridad en la cesta del conjunto de monedas
europeas que usted ha descrito tan bien.

Respecto del IPC simplemente quiero señalar que no se ha referido usted
(no le pido que lo haga ahora simplemente lo valoro políticamente como se
merece) al tema que yo he apuntado de control de los tipos de interés no
demasiado altos mirando a la economía real española. Hay otras formas de
reducir el déficit más equilibradas, más equitativas y más justas; esto
es, mirando también por el lado de los ingresos. Ya he dicho que no se
trataba de aumento de presión fiscal, sino de incremento de recaudación
fiscal.

Dicho esto, señor Presidente, permítame consuma los treinta segundos
siguientes porque como diría el rancio «noblesse oblige», para decir que
el señor Montoro me ha recomendado un libro y yo voy a hacer algo más
para incrementar el sentido de humor del señor Montoro y del grupo
parlamentario. No le voy a recomendar ningún libro; le voy a regalar un
libro de un malogrado y gran humorista catalán y español, el señor
Perich, que hizo un libro memorable en respuesta a otro que en un momento
dado tuvo mucha venta en nuestro país. El libro del señor Perich se
llamaba «Autopista».




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra la señora Aroz.




La señora AROZ IBAÑEZ: También quiero felicitarle, señor Gobernador, por
su magnífica exposición aunque a la vista de la intervención que ha
tenido el portavoz del Grupo Popular, señor Montoro, quizás debería
volver a repetirla y a lo mejor nuestro grupo pida su comparecencia para
que pueda volver a repetirla a ver si así traspasa determinados
planteamientos que impiden que razonamientos económicos, como los que
usted ha hecho, lleguen a la consideración del portavoz del Grupo
Popular. Creo que estamos ante una incapacidad manifiesta del portavoz
del Grupo Popular, porque lo hemos venido observando en



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otras comparecencias, para entender y atender a razonamientos económicos.

En relación con otras cuestiones ya avisaba de las malas interpretaciones
o de las interpretaciones interesadas que se iban a producir en relación
a reflexiones que se habían hecho (burdamente interesadas, diría yo),
sobre un asunto en el que usted, señor Gobernador, ha venido a coincidir
con el señor Ministro de Economía y con las reflexiones que ha hecho el
Presidente del Gobierno.




El señor PRESIDENTE: Por último, tiene la palabra el señor Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Comenzando por lo
más breve, debo decirle al señor Espasa que no creo haya que actuar por
el lado de los gastos, sino también por el lado de los ingresos, sin
entrar en qué vías, por qué tipo de ingresos, etcétera.

El señor Montoro me preguntaba cómo se sale de este círculo. He de
decirle que el Banco de España tratará de mantener su política de tipos
de interés atendiendo, básicamente, al problema de los precios. Espero
que las aguas cambiarias se calmen, aunque no puedo estar seguro de si va
a suceder así, cuándo y en qué cuantía. El problema está ahí, porque yo
me voy cada día del Banco de España bastante tarde --dicho sea de paso--
y cuando llego por la mañana no sé qué me voy a encontrar en las
pantallas. De pronto, el dólar se desploma frente al yen, como esta
mañana, entonces caen todas las monedas, interviene otro banco central en
nombre del Banco del Japón, sube otra vez el dólar y vuelve a tirar de
las monedas para arriba. Es una situación extraordinariamente difícil de
seguir, de juzgar y es muy difícil prever lo que puede suceder, aunque es
una situación que no puede mantenerse mucho tiempo porque verdaderamente
es una situación muy complicada, demasiado complicada, creo yo. Por
consiguiente, no sé qué va a ocurrir. Yo aspiro a que realmente las cosas
se vayan tranquilizando y todo se calme; si eso es así, ciertamente de
algún modo la peseta tendería a recuperarse. Tampoco sé en qué cuantía,
pero tendería a recuperarse.

Respecto al tema de la deuda, sabe S. S. que en los programas de
convergencia hay un compromiso de reducción del déficit público en punto
y medio del PIB para los dos próximos años. Yo creo que las reducciones
de propuestas para los déficit tienen que ser creíbles, por consiguiente,
preferiría que se cancelase el déficit en un año, pero ya sé que eso es
increíble. Por tanto, con que se cumpliera el programa de convergencia me
contentaría. No recuerdo las cifras de la deuda pero son las que se
deducirían del programa de convergencia con el escalonamiento de los
déficit hasta la reducción al 3 por ciento a finales de 1997. No recuerdo
en este momento a cuánto asciende, pero creo que llega al sesenta y
tantos por ciento, después se supone que estabiliza y luego baja. Que
esto sea así o no es muy complicado. No estoy planteando que nadie espere
reducciones terribles en el déficit público porque hay unos límites a lo
que se puede hacer de año en año, pero ciertamente se deberían tratar de
cumplir, por lo menos, los programas de convergencia.




--INFORMAR DE LAS ACTUACIONES QUE HA EMPRENDIDO EL CITADO BANCO O TIENE
PREVISTO EMPRENDER, PARA QUE LOS BANCOS E INSTITUCIONES FINANCIERAS DE
CREDITO REDUZCAN LOS TIPOS DE INTERES EFECTIVOS QUE APLICAN A SUS
PRODUCTOS FINANCIEROS. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO CATALAN (CiU).

(Número de expediente 212/000333.)



El señor PRESIDENTE: A efectos puramente de cuestión de acta de la
Comisión y en relación con el tema que al principio de la Comisión
decidimos separar respecto a la comparecencia específica del Gobernador
del Banco de España, a petición del Grupo Parlamentario Catalán
(Convergència i Unió), el portavoz de dicho Grupo... (El señor Homs i
Ferret pide la palabra.) ¡Ah! Pensaba que se había ido, señor Homs, iba a
decir lo que habíamos decidido.

Tiene la palabra el señor Homs.




El señor HOMS I FERRET: A fin de dar la explicación que usted iba a
hacer, señor Presidente.

La iniciativa de mi grupo se suscitó en octubre de 1993. En ese momento
era razonable plantear una pregunta al señor Gobernador para que dijera
cómo podíamos incidir en el sistema para ir bajando los tipos de interés
no solamente en el mercado oficial, sino en las instituciones
financieras. Por consiguiente, yo creo que la solicitud ha quedado
integrada en la reflexión y en el debate de hoy, me doy por satisfecho,
señor Presidente, con las explicaciones que ha dado el señor Gobernador y
no ha lugar para iniciar ninguna comparecencia más.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Gobernador.




El señor GOBERNADOR DEL BANCO DE ESPAÑA (Rojo Duque): Al llegar, he
revisado todas las cuestiones que estaban pendientes y he comprendido que
era una petición antigua. De todas maneras pienso que les puede interesar
saber cómo han evolucionado hasta el mes de febrero todos los tipos
importantes de interés de banca y cajas de ahorro, tanto en el activo
como en el pasivo. Por consiguiente, se lo entrego al señor Presidente
para que se lo pase a todos ustedes.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Rojo.

A efectos de que conste en acta, quiero decir que esto no se había visto
antes porque en una comparecencia anterior no pudo ser defendido por el
Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) como consecuencia de un
problema que fue comprendido por todos. Ese fue el motivo de que se haya
demorado. Lo digo porque, siendo una petición de comparecencia tan
antigua, quiero explicar la causa de que se haya incluido en el orden del
día.

Sin más temas que tratar, se levanta la sesión. Muchas gracias.




Eran las siete horas y cincuenta y cinco minutos de la noche.