Ruta de navegación

Publicaciones

DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 426, de 22/02/1995
PDF





CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1995 V Legislatura Núm. 426
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 32
celebrada el miércoles, 22 de febrero de 1995



ORDEN DEL DIA:
Comparecencias:
--Del señor Ex-Embajador de España en Cuba (San Gil Agustín), para
explicar las razones que le han llevado a presentar su dimisión. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
219/000735). (Página 12946)
--Del señor Director del Instituto Cervantes (Sánchez-Albornoz y Aboin),
para informar sobre la situación actual del Instituto Cervantes, del
grado de cumplimiento del proyecto inicial, de los problemas de
definición jurídica, financiación y gestión, así como de las perspectivas
de dicha actividad en el futuro. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 212/001366). (Página 12955)
Dictámenes sobre:
--Enmienda de protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan
la capa de ozono, adoptada en la Cuarta Reunión de las Partes del
Protocolo de Montreal, celebrada en Copenhague del 23 al 25 de noviembre
de 1992. (BOCG serie C, número 162-1, de 19-12-94. Número de expediente
110/000117). (Página 12972)



Página 12946




--Acuerdo entre el Reino de España y los Estados Unidos de América en
materia de cooperación educativa, cultural y científica, hecho en Madrid
el 27 de octubre de 1994. (BOCG serie C, número 157-1, de 2-12-94. Número
de expediente 110/000129). (Página 12974)
--Acuerdo sobre el transporte internacional por carretera entre el
Gobierno del Reino de España y el Gobierno de la República de Lituania,
hecho en Vilnius el 6 de julio de 1994. (BOCG serie C, número 158-1, de
2-12-94. Número de expediente 110/000130). (Página 12976)
--Protocolo número 1 al Convenio Europeo para la prevención de la tortura
y de las penas o tratos inhumanos o degradantes, hecho en Estrasburgo el
4 de noviembre de 1993. (BOCG serie C, número 159-1, de 2-12-94. Número
de expediente 110/000131). (Página 12978)
--Convenio entre el Reino de España y la República de Venezuela sobre
ejecución de sentencias penales, suscrito en Caracas el 17 de octubre de
1994. (BOCG serie C, número 160-1, de 2-12-94. Número de expediente
110/000132). (Página 12979)
--Acuerdo entre España y el Banco Interamericano de Desarrollo para la
financiación paralela de programas y proyectos de inversión y para la
modificación del Convenio del Quinto Centenario. (BOCG serie C, número
163-1, de 19-12-94. Número de expediente 110/000133). (Página 12980)
--Acuerdo formalizado mediante Canje de Cartas de 10 de octubre de 1994
entre el Reino de España y el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), acerca de la reunión de expertos sobre el
Protocolo relativo a los Fondos Marinos, 11 y 12-10-94, la Conferencia de
Plenipotenciarios sobre el Protocolo relativo a los Fondos Marinos, 13 y
14-10-94, que se celebrarán en Madrid (España) y la reunión de expertos
sobre la revisión del Convenio de Barcelona y sus Protocolos conexos y el
PAM, 14 a 18-11-94, que se celebrará en Barcelona (España). (BOCG serie
C, número 172-1, de 23-12-94. Número de expediente 110/000140). (página
12982)



Se abre la sesión a las nueve y treinta y cinco minutos de la mañana.




COMPARECENCIAS:



--DE DON JOSE ANTONIO SAN GIL AGUSTIN, EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA,
PARA QUE EXPLIQUE LAS RAZONES QUE LE HAN LLEVADO A PRESENTAR SU DIMISION.

A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de
expediente 219/000735.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a esta Comisión, cuyo
primer punto del orden del día es la comparecencia de don José Antonio
San Gil Agustín, ex-embajador de España en Cuba, a quien le doy la
bienvenida, para que explique las razones que le han llevado a presentar
su dimisión, petición de comparecencia que llevó a cabo el Grupo
Parlamentario Popular.

Siguiendo la costumbre que tenemos en esta Comisión, pregunto al Grupo
que ha solicitado la comparecencia si desea introducir el debate o
prefiere que sea el propio señor embajador el que lo comience.

El señor Rupérez tiene la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Como ha indicado el señor Presidente, sigamos la
práctica habitual. Yo creo que la razón de la petición de la
comparecencia está muy clara, y nosotros preferiríamos que fuera el señor
embajador el que expusiera las razones de su dimisión, tal como figura y
tal como fue nuestra razón, insisto, para pedir esa comparecencia.




El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, le doy la palabra al señor San Gil
Agustín.




El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Buenos días a
todos.

El día 28 de noviembre último yo envié una carta al señor Ministro de
Asuntos Exteriores, en la que, si mi memoria no me es infiel, venía más o
menos a decir lo siguiente: Señor Ministro, una acumulación de
circunstancias negativas, que nunca pude sospechar encontraría en este
puesto, viene haciendo mi trabajo cada vez más penoso y difícil, y yo
creo que pierde incluso su sentido. Ante ello, yo quisiera señalar al
Gobierno mi agradecimiento por la confianza puesta en mí con ocasión de
mi nombramiento como embajador de España en Cuba, confianza que he
tratado, desde luego, de honrar en todo momento, y presentar, por otro
lado, mi dimisión. Yo agradecería, por este motivo, señor Ministro, que
se me comunique la fecha más conveniente para mi cese, con el fin de
preparar el traslado y la despedida. Queda a tus órdenes, José Antonio
San Gil.

Puedo asegurarles a ustedes que ésa fue para mí una decisión difícil,
fue, sin duda, una decisión amarga; no fue una decisión nada fácil de
tomar.




Página 12947




¿Qué había detrás? Detrás había sentimientos, convicciones. Detrás había,
a mi juicio, una comunicación con mis autoridades que se había hecho muy
esporádica; había una sintonía que yo sentía que estaba en alguna medida
quebrada; había --yo sentía, no afirmo, digo lo que sentía-- un respaldo
que me parecía que flaqueaba, y había alguna discrepancia de fondo de la
que, por deber de lealtad, yo había venido informando regular y
ordenadamente a mis autoridades.

¿Qué quiero decir con ello? Quiero decir que fui a Cuba lleno de ilusión.

Dejé Cuba con el mismo ardor y la misma ilusión que el día que llegué
para servir una política que yo entiendo estaba perfectamente diseñada y
que fue cifrada en más o menos las siguientes palabras: Tratar de ejercer
la influencia de España cuanto se pudiera para que el país, para que el
sistema, el régimen evolucionara en paz y con rapidez hacia la
democracia, no hacia el caos, hacia el golpe militar, ni hacia ninguna
situación de violencia; evolución propiciada con nuestros medios de
influencia. Una evolución, repito, del sistema que llevara al país a la
libertad, a la democracia, pero que le llevara en paz y sin revanchismos.

Yo creo que la política estaba muy bien diseñada y que tiene hoy
exactamente la misma validez. Creo, sin embargo, y así lo he hecho saber,
que hay dos cosas: que en algunas medidas hay falta de coherencia en
servicio de esa línea y que hay una percepción que a mí me inquieta, que
no es beneficiosa para España por cuanto, dadas las circunstancias, con
monopolio informativo en la isla de Cuba por parte del sistema y con una
información desde Miami que reitera a menudo lo que el sistema ha hecho
--y ustedes, señores Diputados, conocen bien el tema, porque casi todos
han estado en Cuba--, hay una percepción, insisto, que no es la mejor
sobre lo que España está haciendo. De ahí la importancia de que la
generosidad y rectitud de miras de España en Cuba sea conocido; de ahí la
importancia del artículo del señor Solchaga en la revista de Comercio
Exterior, en el mes de octubre, que explica muy bien qué nos mueve.

Tenemos unos objetivos nobles y tenemos una táctica y una estrategia
limpia, pero, honradamente, esto no ha llegado por completo al pueblo de
Cuba y yo creo --es mi opinión y así la expongo-- que sería muy útil una
reflexión serena, madura, muy de acuerdo --no de confrontación-- sobre
nuestro hacer en Cuba, partiendo de la base de que ineluctablemente a
Cuba va a llegar el día «D», el día en que el Presidente Castro, que es
el eje mismo de la política en Cuba, no esté en el poder, y yo creo
--repito que es mi modesta opinión-- que sería conveniente para los
intereses de España fijar una política en base al día «D+1», qué es lo
que España querría tener en su activo, en su haber ese día «D+1» y qué es
lo que España no querría que se le adjudique a su debe el día «D+1»; que
se adjudique a su debe con razón o sin ella es irrelevante, lo importante
es que no se le adjudique.

En estas circunstancias de tensión interna la única forma de hacer
compatible mi lealtad y subordinación al Gobierno, que me honró con el
nombramiento, y mi sentido de futuro de servicio al país era, a mi modo
de ver, presentar mi dimisión, cosa que hice. Quisiera subrayar aquí que
lo hice sin deseo alguno de escándalo ni de confrontación --nada hubiera
sido más fácil para mí, que prácticamente he sido llamado por medios
informativos de todas partes--, sino simplemente con la esperanza de
cumplir con mi deber y de que, tal vez, esta Cámara y el Gobierno
reflexione un poco más y en conjunto sobre lo que España puede y debe
hacer en defensa y promoción de sus intereses en la isla de Cuba al
acabar el siglo XX.

Esto es, señor Presidente, todo lo que tengo que decir por ahora.




El señor PRESIDENTE: Vamos a empezar el turno de intervenciones de los
grupos.

Por el Grupo Popular, el señor Rupérez tiene la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias por su presencia aquí, señor embajador.

Usted es perfectamente consciente de la rareza de su gesto, en el sentido
más positivo de la palabra, creo que lo ha venido a subrayar con su misma
intervención. Es raro que un funcionario público, por razones que tengan
que ver con una determinada visión de cómo deben ser las cosas, presente
su dimisión ante el Gobierno. Es raro y también ejemplar, y por eso nos
ha parecido importante convocarle aquí para que nos transmitiera, de
primera mano, las razones de esa rara y ejemplar dimisión. Lo de ejemplar
no quiere decir que necesariamente tenga que ser seguida por otros
funcionarios, sino que quería subrayar su carácter alentador en cuanto a
lo que supone el respeto a la conciencia de uno mismo en el cumplimiento
de sus obligaciones.

Creo que, escuchándole, todos hemos tenido constancia clara, incluso en
la brevedad de sus palabras, de la importancia de su presencia aquí, de
su comparecencia, porque las razones de su dimisión parecen ser
importantes. La dimisión, naturalmente, tiene unos componentes
personales, pero, como usted acaba de manifestar, tiene también una serie
de componentes que hacen relación a los intereses de España, a la
política exterior española, a esa política exterior española en un sitio
determinado, cual es Cuba, y, consiguientemente, al cumplimiento de una
serie de objetivos que los españoles debiéramos habernos marcado con
respecto a un proceso claramente ligado a la democratización de la isla
del Caribe. Presumimos --usted lo acaba de decir claramente-- que la
dimisión está directa o indirectamente relacionada con lo que usted
consideraba la falta de instrumentos adecuados o de cumplimiento de esos
objetivos. De manera que no son tanto las razones personales, con lo que
puedan tener de amargo, de difícil, sino también la trascendencia de su
gesto lo que nos ha llevado a convocarle aquí para que nos explique con
claridad y precisión cuáles son las razones últimas de ese gesto.

Dice usted que en la carta que escribió el 28 de noviembre de 1994 al
Ministro de Asuntos Exteriores le habla de circunstancias negativas, de
cómo su trabajo se había tornado penoso, de cómo la decisión que tomaba
era difícil y amarga, pero, al mismo tiempo, consideraba que, en las
circunstancias en que se encontraba, el cumplimiento de ese trabajo no le
era ya posible. Me gustaría que



Página 12948




nos explicara cuáles eran las circunstancias negativas que se han
producido en el cumplimiento de sus funciones como embajador y que le
llevaron a escribir esa, imaginamos, difícil carta, para comprender
exactamente cuál es el trasfondo de la misma.

Nos dice también, fuera del contenido de la carta, que usted estimaba que
la comunicación con el Gobierno se había tornado cada vez más esporádica,
que estimaba también que la sintonía que un embajador debe mantener con
el Gobierno que le envía se había quebrado, que el respaldo que un
embajador debe y tiene derecho a esperar de su gobierno era flaqueante y
que se estaban produciendo graves discrepancias de fondo con respecto a
los planteamientos que --imaginamos-- separaban su visión de la del
Gobierno. Me gustaría que nos ampliara todos esos conceptos: por qué la
comunicación se torna más esporádica, por qué se quiebra la sintonía, por
qué flaquea el respaldo, por qué existen esas discrepancias de fondo. Es
de imaginar que usted llegó a Cuba en un contexto determinado marcado por
unas instrucciones más o menos explícitas por parte del Gobierno e
imaginamos que esas instrucciones que le llevaron a aceptar la
realización de su tarea en un momento determinado dejaron de cumplirse o
de responder a aquello para lo cual inicialmente usted estaba preparado
para trabajar. Nos gustaría saber cuáles eran esas instrucciones, cuál
era su entendimiento de los objetivos que el Gobierno tenía con respecto
a Cuba, al régimen dictatorial castrista de Cuba, a la evolución de Cuba
hacia la democracia y cuáles son las razones que en el camino de su, por
otra parte, corta misión le llevaron a pensar que, a lo mejor, esas
instrucciones no se estaban cumpliendo, porque lo que yo no puedo creer
es que usted hubiera cambiado con respecto a su creencia de que lo que la
isla necesitaba era la democratización; de manera que si usted no ha
cambiado, es posible que el que hubiera cambiado fuera el Gobierno, y a
lo mejor no había cambiado en cuanto a los objetivos finales, pero sí en
cuanto a los ritmos o en cuanto al tratamiento de los problemas o,
simplemente, se había producido esa falta de sintonía entre los objetivos
y los instrumentos correspondientes.

Nosotros, ciertamente, participamos de la última parte de su exposición
en lo relativo a la necesidad de ver cuáles son las medidas, las
aportaciones que España debía realizar precisamente para que los cubanos,
en un plazo que no se torne eterno, puedan vivir en paz y en democracia
y, al menos, en relativa prosperidad y, efectivamente, todos nos
planteamos cuáles deben ser los planteamientos que España, en su política
exterior, debe hacer para que el día «D+1» los cubanos no se sientan
obligados a pasarnos una factura, sino más bien algún tipo de carta de
reconocimiento por nuestras acciones para haber llegado a ese tipo de
situación. Pero lo que revela su dimisión, lo que revelan sus palabras
--palabras apenas veladas, pero también necesitadas de una posterior
ilustración-- es que algo en ese camino se había roto. Usted,
consiguientemente, con unas obligaciones que creía de conciencia, ha
entendido su deber el presentar la dimisión ante el Gobierno.

Le agradeceríamos que nos explicara con más detalle cuáles son esas
circunstancias negativas, cuál era la penosidad del trabajo que le llevó
a tomar esa decisión, cuáles son las razones por las cuales las
relaciones, por otra parte necesarias entre el Gobierno y sus embajadores
se habían tornado, en su caso cada vez más esporádicas, la sintonía se
había quebrado, el respaldo era flaqueante y, finalmente, que nos
explique cuáles eran las discrepancias de fondo que se habían producido
entre lo que, calculo, eran las instrucciones que usted había recibido o
había imaginado recibir y la evolución de las instrucciones consiguientes
por parte del mismo Gobierno español.




El señor PRESIDENTE: El señor Embajador tiene la palabra.




El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Lógicamente
debo contestar. Y quisiera, ante todo, hacer una matización importante.

En lo que he dicho hay cosas que son hechos, que son realidades. Cuando
he dicho que la comunicación había quedado reducida de forma muy sensible
era un hecho; cuando he hablado de sintonía, que yo sentía quebrada, de
respaldo, que yo sentía flaqueante, estoy hablando de impresiones
personales mías y, por tanto, no son una realidad objetiva presentable
«erga omnes»; es simplemente la impresión que vive el hombre que es
terminal de este país en una misión diplomática en un país como Cuba.

Lo primero --repito-- es verificable: escasas comunicaciones telefónicas
escasas comunicaciones telegráficas y sintonía y respaldo que yo sentí
quebrados y flaqueantes. A mí me llegaban noticias de que la información
que yo enviaba era una información que no agradaba mucho. Ya en el mes de
septiembre yo sabía esto y dije textualmente a mis autoridades: Como
embajador trato de ser un espejo plano, de presentar la realidad del país
donde sirvo de la forma más objetiva posible. Lo que pasa es que la
realidad de ese país, desgraciadamente, es una realidad dramática y
dolorosa.

En el mes de junio, en una carta mía al Ministerio, hablaba de que los
cubanos tenían tendencia a votar con los pies. En el mes de agosto y
septiembre votaron con los pies por decenas de miles. Es una realidad muy
desagradable que, por deber de lealtad, yo entiendo que un embajador, que
siempre tiene obsesión por agradar, no puede al menos en mi caso,
deformar, aunque se sepa que no guste. Esto va por un lado.

Las instrucciones y los objetivos. Yo recibí instrucciones claras,
precisas y concretas que consideré absolutamente acertadas y un honor
servirlas. Los objetivos eran, como dije antes, contribuir, mediante el
ejercicio de la influencia de España, a que ese sistema se moviera en paz
y con rapidez hacia la democracia. Yo creo que esos objetivos siguen
siendo válidos. España, el Gobierno español se ha volcado --y ha hecho
bien, a mi juicio-- con Cuba. Ha habido un asesoramiento económico por
parte del equipo de Solchaga, y soy testigo de la calidad, de la entrega
espléndida de ese equipo y del señor Solchaga en sus informes al Gobierno
de Cuba y, como dije antes, celebro muchísimo que hubiera aparecido en
una revista de amplia difusión



Página 12949




un artículo, porque aunque solamente se hable de lo económico, queda muy
claro cuáles son los objetivos y los móviles que han empujado al Gobierno
español en su acción con Cuba, y yo creo que de eso todos debemos
sentirnos honrados.

Ahora bien, señalaba antes un debe y un haber. Yo decía que no hay en
Cuba, por desgracia, una percepción adecuada de lo que el Gobierno
español y la sociedad española tratan de hacer por su bienestar y por su
acceso a la libertad. He dicho muchas veces en Cuba que los problemas de
aquel país, aunque pueda parecer una verdad de Perogrullo, son sólo los
problemas de Cuba, del pueblo cubano, no son los problemas de España, de
los españoles, ni de los canadienses, ni de los mejicanos. Corresponde
única y exclusivamente al pueblo de Cuba adoptar las decisiones que
consideren necesarias, en el marco de sus instituciones, tal vez más allá
de sus instituciones, para dotarse del sistema que deseen. Por respeto de
la soberanía de Cuba, por respeto permanente de deber de no injerencia,
nosotros, los españoles, la Embajada de España y las autoridades
españolas se abstienen de injerencia alguna en asuntos internos. Eso sí,
predicamos un sistema de valores que está en nuestra Constitución, que
está, además, en la Carta de Naciones Unidas, y ese sistema de valores
habla de libertad, de democracia, de Estado de Derecho, y tenemos que
servirlo.

¿Qué es lo que ha pasado, a mi juicio? Pasa que la visión que el pueblo
cubano tiene de España, y perdonen la dureza, es que los españoles van a
Cuba a hacer turismo, los españoles van a Cuba a hacer negocios, con
independencia de cuáles sean esos negocios, lógicamente con el único
interlocutor, que es el sistema, que es el Gobierno y con independencia
de cuál sea el trato que el Gobierno da a sus propios súbditos o
ciudadanos, más súbditos que ciudadanos.

Saben que España desea lo mejor para Cuba, pero no están muy seguros de
que realmente estemos poniendo la carne que podemos poner en el asador
para contribuir a su libertad. Yo creo que no importa si tienen razones o
no válidas para ese sentimiento. Lo importante, a mi juicio, es reflejar
que ése es un sentimiento muy importante en la calle.

Nuestra política no tenemos ocasión de explicarla al pueblo cubano,
porque hay un monopolio de los medios informativos, medios informativos
que el sistema utiliza, como es lógico, para presentar cualquier acción
que venga de España, cualquier visita, etcétera, como un respaldo, un
aval de su normalidad y que, con frecuencia yo diría que enojosa, es
recogido por radios desde los Estados Unidos. Esto lleva a pensar a
muchos cubanos que realmente nosotros lo que estamos haciendo es una
especie de nuevo colonialismo. Es injusto, pero es así.

Mi idea o mi sentimiento es que cuanto más haga un Gobierno de España por
ayudar, por cooperar, por asistencia humanitaria --que debemos hacer
cuanto podamos--, más clara debe de ser la actitud de respeto con las
autoridades, con el sistema, pero de firmeza en los principios básicos
que constituyen nuestro ordenamiento y, por ello, que informan nuestra
política exterior.

Yo no sé si eso se hace siempre así; en algunos casos creo que no ha sido
así. Pero, repito, esa política, a mi modo de ver, un año y medio después
de la cumbre de Bahía, en la que generosamente el Presidente González
ofreció ayuda a Fidel Castro para ver si se movía, la Cuba de hoy no se
parece, por desgracia, a la Cuba que nosotros y que el Presidente de
nuestro Gobierno ha tratado de promover. Yo resumiría la situación de
Cuba de hoy como una sociedad quebrada, en la que hay una acción de
Gobierno, en la que el cambio está en el aire. El cambio económico cada
vez es más grande y vendrán más cosas, pero está dirigido, como el propio
Ministro Lage reconocía, a consolidar el sistema, que entiendo es la
causa última de las dificultades y de los problemas de la sociedad
cubana, y no, en definitiva, a sacar a Cuba de la postración en que se
encuentra. Simultáneamente, so pretexto de mantener el orden, porque hay
que hacer un proceso evolutivo ordenado, de hecho lo que se está
manteniendo es a un pueblo muy sometido. Esa es hoy, a mi juicio, y creo
que al juicio de ustedes, señoras y señores Diputados, la situación.

Decía antes a un compañero de ustedes, como dije en el mes de septiembre
al señor Presidente, que pocas veces en mi carrera diplomática, que ya es
muy larga --cuestiones de edad--, he tenido tanta satisfacción como en el
mes de septiembre en la reunión que tuvieron ustedes con el señor
Ministro de Asuntos Exteriores en este Congreso de los Diputados. Allí oí
unas palabras que reflejaban la verdad con amor a Cuba, con respeto a las
instituciones y autoridades, pero con auténtica primacía de interés por
la suerte del pueblo de Cuba. Y como embajador de España me sentí muy,
muy confortado. Me sentí entonces totalmente en línea con el sentimiento
de esta Comisión; hoy me siento en línea, si no ha cambiado --que yo no
he cambiado--, con esos criterios y objetivos, y creo, por ello, que,
dado que, la situación de Cuba es muy distinta de la que nosotros hemos
venido esforzándonos en promover, entiendo que sería conveniente --como
dije antes-- una reflexión serena por quienes deban --y éste es un
régimen parlamentario-- influir sobre la acción de España en Cuba, para,
a la vez que se tiende la mano, todas las manos que se puedan a pueblo de
Cuba, dejar muy claro ante ese pueblo y ante sus autoridades que nosotros
perseguimos, deseamos y tratamos de influir, en lo posible, para esa
marcha rápida y en paz hacia la libertad, la democracia y el estado de
derecho.

Pero es difícil que el asunto prospere, porque en Cuba, a mi juicio, la
clave es el miedo; miedos distintos, miedos por doquier. Lo que se ha
aconsejado, esa evolución en paz del sistema hacia otras cosas, hacia
otra Cuba, es visto por los responsables del sistema, y en especial por
el Presidente Castro, que es un hombre muy inteligente y muy coherente,
es visto, decía, en alguna medida, como una invitación a negarse a sí
mismo, a hacer prácticamente cosas muy distintas de las que ha hecho
durante 35 años, en algunos casos incluso lo opuesto; que se niegue a sí
mismo. Y ese negarse a sí mismo sería para él, tal como lo ve, una
especie de canto de sirena para que se ponga en marcha un proceso
político que lleve a un sistema distinto, en el cual él sabe muy bien que
no tendrá lugar, no tendrá sitio. Ello



Página 12950




implicaría, insisto --porque la metamorfosis del sistema, al final, lo
que conlleva es que el sistema sea distinto--, que el Presidente Castro
quedara fuera del poder, a merced de las venganzas, del revanchismo, y en
situación de indefensión. Este es un asunto muy serio, en el cual él no
está solo y que merece ser tomado y abordado con el mayor cuidado. Yo
creo que esa evolución en paz desde dentro del sistema es difícil que se
produzca si no hay más presión exterior, y aun así entiendo que no se va
a producir. Lo que sí se va a producir, se está produciendo, es un
proceso de reforma, hoy por hoy exclusivamente económico, pero que viene
dictado por el peso apabullante de la realidad. Ese proceso de reforma va
a seguir, porque la realidad de Cuba pesa y pesa mucho. Y yo, señoras y
señores Diputados, no sé cómo podríamos contribuir a acelerarlo más, pero
sí creo que deberíamos de hacer algo en alguna medida distinto de lo que
estamos haciendo. Esta es mi opinión.

El Gobierno de España, todo gobierno tiene derecho a fijar su línea
política, no tiene que dar explicaciones a sus embajadores, pero los
embajadores, como representantes, necesitan saber que están en sintonía
con el representado. ¿Qué puede hacer un representante si se siente --con
razón o sin ella-- que no tiene sintonía con el representado, que no
tiene ya la confianza del representado como tenía antes?
Por ello, consideré mi deber de lealtad a mi Gobierno y a mis
convicciones presentar --como he dicho-- mi dimisión, que fue una
decisión amarga y que yo quería, en todo caso, reservada y sin conflicto
alguno ni con las autoridades ni con las fuerzas políticas españolas.

España tiene que tener una política con Cuba y Cuba --como dije--
necesita que España tenga una política muy clara con respecto a ella.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: El señor Rupérez tiene la pa-labra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, querría hacer algunas
brevísimas consideraciones.

Le agradezco sus palabras, porque, la verdad, reflejan un sentido de
respeto a la conciencia que --como antes dije-- es raro y ejemplar.

Quizás al señor embajador lo que le ha pasado es que estaba más en
sintonía con Solchaga que con Solana; lo que pasa es que Solchaga ya no
está en el Gobierno y Solana sigue estando todavía. Al final, eso es lo
que le ha producido el estallido de su conciencia.

Se pregunta usted cómo podemos ayudar. Yo creo que usted ha hecho mucho
para ayudar, porque sus palabras revelan bastante más incluso de lo que
ellas mismas dicen, y no tanto ni exclusivamente por lo que puede ser un
choque producido en su conciencia entre las apreciaciones que usted hacía
sobre la situación y las apreciaciones del Gobierno, sino porque esas
apreciaciones son graves y serias.

Dice usted que, con independencia de la no injerencia en los asuntos
internos, cualquier país, y ciertamente éste, España, tiene derecho a
plantearse con la máxima firmeza posible las relaciones con las
autoridades del país receptor. Es usted perfectamente consciente, señor
embajador, que alguna de las especulaciones que han rodeado su dimisión
tienen que ver con la falta de respeto que las autoridades del país
receptor, Cuba, habrían tenido con usted, o más bien con la falta de
respeto y de consideración que esas autoridades habrían tenido para su
función, o más bien, incluso, por la falta de gusto con la que hubieran
considerado y, finalmente, hubieran presionado para que usted hubiera
sido sustituido. En la medida en que el Gobierno español hubiera podido
aceptar, oír, escuchar siquiera ese tipo de planteamientos, tenemos una
situación en la que esa premisa, que nosotros compartimos y seguramente
otros grupos de esta Cámara, no se ha cumplido. No es posible realizar
una misión diplomática difícil, una política exterior complicada si no se
parte de esa misma noción de respeto.

Al mismo tiempo, sin embargo, usted se pregunta si estamos poniendo toda
la carne en el asador para que los cubanos adquieran su libertad. Cuando
uno se hace esa pregunta es que la respuesta implícita es negativa, y eso
es lo que también le lleva a reflexionar y, al mismo tiempo, a presentar
la dimisión que usted, en su momento, presenta.

Dice que la información que usted transmite no agradaba mucho. Me imagino
que no agradaba mucho en Madrid y posiblemente tampoco en La Habana.

Pero son todas esas razones, señor embajador, con independencia de las
últimas de conciencia que le han llevado a su dimisión, con independencia
de los sentimientos que le embargan, con independencia de la dificultad
psicológica y política del momento, las que reflejan algo que para
nosotros es enormemente importante: la inadecuación de la política que el
Gobierno socialista español está siguiendo con respecto a Cuba;
inadecuación de la que usted, quizás involuntariamente, se ha convertido
en un testigo ejemplar, raro y posiblemente molesto.

Nosotros le deseamos, y vamos a procurar que eso sea así, que su carrera
administrativa no sufra en absoluto por este incidente de camino, en
donde una conciencia alertada o alarmada ha creído necesario poner su
cargo a disposición del Gobierno. Pero lo que queda de sus palabras,
señor embajador, lo que queda de su experiencia, lo que queda de esa
carta de dimisión es precisamente esto que nosotros habíamos denunciado
varias veces en el curso de las reuniones de esta Comisión y del mismo
Pleno de la Cámara en estos últimos años, y es que esta política está mal
enfocada, que tiene altos objetivos y malas realizaciones, que tiene
instrucciones más o menos precisas y poca voluntad de seguirla y que, al
final, efectivamente, ni se practica con la suficiente firmeza con
respecto a las autoridades de un régimen dictatorial, ni se tiene en
cuenta la necesidad de perseguir adecuada y consistentemente ese fin
último, que es promover la democracia en Cuba; en definitiva, no se están
siguiendo los dictados de nuestros intereses nacionales y los intereses
del pueblo cubano. Al final --es cierto--, puede quedar esa tremenda
preocupación, que nos debe embargar a todos, y es que los cubanos, cuando
todo pase, y deseemos que sea rápido, al final, con respecto a los
españoles, tengan una visión amarga: la visión de alguien --como usted ha
dicho-- que no fue a Cuba a ayudarles a recuperar su libertad, sino a
realizar negocios, a practicar



Página 12951




turismo (o algún tipo de otros turismos de los cuales en este momento
desgraciadamente tanto se habla) y, en definitiva, a aprovecharse de los
cubanos y no a beneficiar su libertad.

Su testimonio es importante, señor embajador. Yo le animaría a que
siguiera ayudando a las mismas relaciones entre España y Cuba, diciendo
exactamente lo que nos ha dicho, que seguramente tendrá la publicidad que
deben tener las actuaciones parlamentarias, pero, al mismo tiempo,
también ayudando a todos los españoles, y fundamentalmente a todos
aquellos que en el Gobierno y en el Ministerio de Asuntos Exteriores
realizan esa política para cambiar de rumbo, no para cambiar de
objetivos, porque al fin y al cabo presumimos que los objetivos son los
que usted dice, pero sí a cambiar de rumbo, a cambiar de actividad, a
cambiar de intensidad, en definitiva, a poner de acuerdo los medios con
los fines. En este momento eso es lo que usted nos dice, esos medios no
están de acuerdo con los fines, por eso usted ha decidido irse. Le
alabamos su coraje, le alabamos su decisión, le alabamos su ejemplaridad
y le deseamos que siga en el servicio exterior de España prestando su
colaboración más allá o más acá de cualquier gobierno, porque esto tiene
que ver con una determinada visión de lo que es la labor civilizadora,
democratizadora de ese país en su política exterior.

Gracias.




El señor PRESIDENTE: El señor San Gil tiene la palabra.




El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Simplemente,
si se me permite, una precisión. Se ha dicho, y se ha dicho sin razón,
que las autoridades cubanas actuaron conmigo de forma irrespetuosa,
desairada, etcétera. Yo dije que no era verdad en honor a la justicia.

Las autoridades cubanas han actuado conmigo siempre de forma
extremadamente correcta.

Otra cosa es --y es legítimo que sea así-- que ellos vieran en el
representante de España una persona más o menos peligrosa que
educadamente postula lo que postula su Gobierno: la reconciliación, el
respeto, el derecho, la tolerancia, y que eso fuera visto con alarma. El
artículo del señor Solchaga debo decir que está muy medido. Posiblemente
la cosa que más haya irritado a las autoridades cubanas es precisamente
el tono de corrección y de afecto con que está escrito, que hace, «a
sensu contrario», más intolerable las posiciones oficiales.

Quiero, por ello, repetir que conmigo se portaron siempre de forma muy
correcta y faltaría a la justicia si yo no llamara la atención a este
respecto. Otra cosa es que presionaran o no para mi sustitución, cosa de
la que he oído hablar pero que, desde luego, a mí no me consta.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, tiene la
palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Quiero empezar por saludar la presencia del
señor San Gil entre nosotros.

En los últimos días de agosto o primeros de septiembre del año 1994,
formando parte de una delegación de Diputados de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, tuve ocasión de visitar Cuba y de tener
varias conversaciones con el señor embajador. En todo momento fuimos
magníficamente tratados por él y por la delegación española en Cuba, y de
eso dejamos constancia en una carta al Ministro de Asuntos Exteriores
para que se lo hiciera llegar, o para que surtiera los efectos oportunos,
como se suele decir.

Yo respeto profundamente su decisión, me parece que es una decisión
coherente en alguien que no acaba de estar de acuerdo con una determinada
línea política, o que cree que lo que es una línea de política exterior
respecto a un país concreto, en este caso Cuba, no es compartida por él,
dimite y me parece, como se decía antes, que es una actitud ejemplar. Yo,
insisto, respeto profundamente su actitud y su decisión.

De la misma forma respeto absolutamente sus palabras aquí y sus análisis.

Otra cosa es que podamos tener mayor o menor grado de acuerdo con el
análisis que usted personalmente hace y que respeto también
profundamente.

Yo creo, señor San Gil, que usted ha sido testigo directo de una etapa
muy difícil del pueblo cubano, de extrema agudización de contradicciones
de tipo económico. La crisis de los balseros la vivió usted en primera
fila, yo tuve ocasión en ese viaje de ser también observador directo de
la misma, que sin duda agudizó contradicciones importantes en el seno de
la sociedad cubana.

Afortunadamente hoy esas contradicciones han perdido sus perfiles más
agudos, porque las reformas económicas que se han introducido en la
economía cubana, que son muchas y algunas de muchísima profundidad, han
mejorado sensiblemente la situación del día a día de los cubanos.

Muchas de esas reformas económicas hace sólo muy poquito tiempo, algún
año, parecerían impensables, y ya se han producido, y seguramente ha sido
por muchas razones, que sin duda los propios gobernantes cubanos podrían
aquilatar con más precisión que yo mismo, pero el hecho es que esas
reformas, insisto, se han producido y que han tenido los ritmos de
producción que ellos han considerado.

De la misma manera, compartiendo el objetivo de que la democracia sea un
bien deseable para el pueblo cubano, y como respeto a los derechos
humanos también para la sociedad mundial, etcétera, creo que las reformas
de tipo político que se puedan introducir en Cuba serán primero los
cubanos los que tendrán que decidirlas, y, por supuesto, el ritmo de las
mismas también tendrá que ser la propia sociedad cubana, a través de sus
instrumentos, la que tenga que ir marcándolos. España tiene la
obligación, por razones históricas y por razones de nuestro propio
interés, de mantener las mejores relaciones posibles con Cuba, y en
aquello en que sin injerencia y sin adoptar un papel de hermano mayor o
de tutela sobre la sociedad cubana, se pueda ayudar, pero no más.




Página 12952




Decía usted que tiene dudas respecto a la percepción que haya entre la
sociedad cubana del papel de España. Yo he tenido ocasión de leer hace
unos días una encuesta que se publicó en el «Miami Herald», alrededor del
veintitantos de diciembre del año pasado, encuesta hecha en Cuba, con
autorización de las autoridades cubanas, con la expresa prohibición de
hacer preguntas sobre personas concretas --el Presidente Castro o sobre
algún otro miembro de su Gobierno--, pero con la libertad de preguntar
sobre un amplio abanico de temas.

Respecto a la percepción del pueblo cubano del papel de España en esa
encuesta, que supongo conocen, hecha por Ipsa Gallup, es que de un
listado de países amigos de Cuba, el primero es Méjico y el segundo es
España, en lo que son respuestas personales de los cubanos y de las
cubanas. En general, el papel de España está bien valorado por la
sociedad cubana. Otra cosa es que usted, en su análisis personal --porque
yo puedo tener unas áreas de acuerdo y otras de desacuerdo--, crea que el
futuro día «D» o día «D+1» se vaya a producir un cambio de tal naturaleza
que lo que hoy es blanco en Cuba se vuelva negro y que, por tanto, España
debería de jugar a situarse bien respecto a ese día «D+1» para que nadie
nos pueda pasar factura por haber apoyado a un determinado sistema. Ese
es un análisis personal suyo, que yo respeto y que no comparto,
obviamente. Es una percepción, repito, que usted tiene, que tiene todo el
derecho a mantener, por supuesto, y no seré yo quien se la discuta, pero
no es más que eso, una percepción, un análisis, que estará equivocado o
no, y el tiempo nos dirá a cada cual quién tiene más o menos razón.

En cualquier caso, en ese tránsito con el tiempo que la sociedad cubana
establezca, hay que tener en cuenta, y en ese análisis hay que introducir
como factores sin duda muy importantes para una persona como usted,
observadora en primera fila de la realidad cubana, hay que introducir
cosas que ya parecen un tópico a fuerza de decirlas tantas veces, pero
que siguen siendo una realidad evidente, que es el embargo y el bloqueo
económico a Cuba desde hace más de 30 años, es la Ley Torricelli, que
sigue estando en vigor, es la amenaza reciente, todavía no concretada,
del Senador americano, señor Helms. Es decir, hay un contexto geográfico
en el que se desenvuelve la vida cubana; hay un contexto de política
internacional en el que también se desenvuelve. Y todo eso, sin duda,
tiene un peso importante en ese ritmo, en esos tiempos, en esa evolución
hacia donde sea que tiene que tomar la sociedad cubana, y cualquier
análisis tiene que tener en cuenta todos esos factores.

Yo supongo que todos estamos preocupados por el futuro de Cuba, por la
obviedad de los lazos de todo tipo que tenemos con Cuba, pero una de las
preocupaciones que tendríamos que poner en la primera línea de nuestra
actuación sería intentar, por todos los medios diplomáticos, políticos,
etcétera, denunciar, condenar e intentar levantar ese embargo económico,
que posiblemente permitiría, en una situación distinta, una evolución
hacia otras cosas mucho más tranquila, mucho más adecuada.

Yo creo que a Cuba y al pueblo cubano se le ayuda hoy más denunciando el
bloqueo, condenando esa actitud por parte de las autoridades
norteamericanas que pidiéndoles que ya, inmediatamente, introduzcan una
serie de cambios políticos en su sociedad, que, repito, son ellos los que
tienen que decidir cuándo, cómo y hasta qué nivel.

Decía antes que usted hace un análisis desde la objetividad, y estará de
acuerdo conmigo en que la objetividad es una tendencia que todos debemos
practicar, pero lo que es exigible a todos es que los análisis sean
honestos, y yo le considero lo suficientemente honesto como para que su
análisis parta de esa honestidad. La objetividad, repito, es un criterio
mucho más opinable, es una tendencia deseable pero no cumplible siempre.

Pienso que usted ha jugado un papel importante en Cuba, digamos como rama
terminal de la política exterior de España con respecto a Cuba. Por las
razones que usted ha expresado --por la contradicción entre su forma de
entender cuál debería ser el papel de España y el papel real de España--,
usted opta por darle la razón a su conciencia --y yo le aplaudo el
gesto-- y dimite, y me parece, repito, absolutamente coherente y
respetable. Otra cosa es, como decía al principio, que sus análisis sean
totalmente coincidentes con los que pueda hacer yo o los que pueda hacer
otra fuerza política o cualquier otra persona individual, y en esta
diferencia es en la que está nuestra discrepancia.

Creo que cada vez está más claro que en Cuba se están introduciendo
cambios de todo tipo, cambios que han conseguido mejorar sustancialmente
el día a día de la vida de los cubanos, y son ellos mismos los que tienen
que decidir, repito una vez más, sus tiempos, sus ritmos, y para que esos
tiempos y esos ritmos sean los adecuados, los que todos podríamos
compartir, lo primero que habría que hacer sería evitar las presiones
externas, fundamentalmente las que más han condicionado su evolución
económica, para que esos cambios se puedan producir, digamos, de forma
tranquila, razonable y pacífica. Mientras eso no sea así, estaremos
pidiéndole a alguien pequeño que haga cosas que no somos capaces de
pedirle a uno grande. Yo creo que también deberíamos medir bastante
nuestras pretensiones respecto a Cuba en su contexto geográfico, en el
contexto político y en el contexto económico en que se mueve.

De momento, nada más, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: El señor embajador tiene la palabra para contestar.




El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Brevemente,
quisiera señor Vázquez aquí, en público, agradecer la elegancia de
ustedes conmigo --fue un placer conocerles y atenderles en La Habana-- al
escribir diciendo que así había sido.

En segundo lugar, quiero decirle que, desde luego, la objetividad no es
sino una pretensión, una querencia. Todos partimos de la subjetividad.

Nadie posee, ni siquiera yo, la verdad. Son aproximaciones que agradezco
que haya dicho que quieren ser honestas.

Podemos disentir o no, pero señala muy acertadamente el tema del bloqueo,
tema sobre el que habría mucho que hablar. También quisiera decirles que,
aprovechando la excelente relación con mis colegas norteamericanos en
Cuba,



Página 12953




les he comentado lo siguiente: Celebro mucho que el Gobierno americano y
el Gobierno de España coincidan en sus objetivos últimos. Quieren que en
Cuba exista un sistema de libertades y de derecho; celebro mucho que
coincidamos en ello. Segundo, no discuto en absoluto el derecho que
tienen los Estados Unidos a fijar su política con respecto a Cuba o con
respecto a cualquier país con absoluta libertad en el marco, desde luego,
de lo que son las obligaciones internacionales. Lo que sí puedo decir, y
lo digo con mucha sinceridad, es yo echo de menos coherencia entre la
declaración de objetivos de los Estados Unidos, que coinciden con la del
Gobierno español, y los hechos. Porque nosotros estamos tratando de
servir unos objetivos, a lo mejor lo hacemos mal, pero estamos tratando
de hacerlo activamente, mientras que Estados Unidos señala un objetivo
que coincide con el de mi Gobierno, pero luego no hay acción, hay
pasividad, y eso es lo que me parece incoherente.

Todo esto lo he dicho desde la amistad a mis colegas norteamericanos
porque creía que con eso prestaba un servicio a Cuba y prestaba un
servicio a España, que también tiene intereses en ella.

Muchas gracias, señor Vázquez.




El señor PRESIDENTE: Señor Vázquez, tiene la palabra.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Era no sólo natural, sino además absolutamente
voluntario el escribir esa carta al Ministro en respuesta a las
atenciones que usted nos dispensó en nuestro viaje a Cuba.

Dice usted que no discute el derecho de los Estados Unidos --este tema
nos daría mucho que hablar-- para dibujar una determinada política
exterior. Yo sí discuto el derecho de los Estados Unidos a elaborar una
ley como la Ley Torricelli, que no tiene que ver sólo en la relación
exterior de los Estados Unidos para con cualquier país, sino que implica
la política exterior de muchos otros países respecto a quien sea, en este
caso es respecto a Cuba.

Que el objetivo de la política de los Estados Unidos sea llevar la
democracia, la libertad a Cuba, yo creo que queda bien como expresión
oral, pero por la mínima constatación de los hechos yo creo que no es
así. Yo creo que se trata de rendir a un enemigo que está muy cerquita, y
además de rendirlo por hambre. Eso ha sido yo creo que demostrado más de
mil veces.

Respecto a la política exterior norteamericana en Centroamérica podemos
utilizar la frase --ya digo que esto nos daría para mucho que hablar--
«ItÕs a son of bitch, but itÔs our own son of bitch», es un tal, pero es
nuestra tal. ¿Esa es la libertad, la democracia que exportan los Estados
Unidos a Centroamérica? Yo creo, sinceramente, que es insostenible esa
posición por parte de los Estados Unidos; opino que más bien es lo
contrario. Si por contra --y de eso tuvimos ocasión de hablar bastante en
Cuba y usted y yo mismo-- la posición de la política exterior
norteamericana fuera realmente llevar democracia y libertad a Cuba, lo
primero que tenían que haber hecho era levantar el bloqueo y dejar que
esa evolución se produjera sin la presión que obliga y que da
contraargumentos a quien pueda mantener posiciones más inmovilistas.

Pero, en fin, esto, repito, nos daría para mucho que hablar y se aparta
de lo que es el tema de su comparecencia.

Nada más, y repito que quiero saludar su presencia entre nosotros.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor embajador.




El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Sólo diez
segundos. Creo haber dicho que Estados Unidos, como cualquier país, tiene
derecho a fijar su política exterior como quiera, siempre y cuando se
respeten las obligaciones internacionales. Omití decir que también
comenté a mi colega que obviamente existe una opinión pública
internacional en contra de ese bloqueo, que mi Gobierno lo ha condenado
como otros muchos gobiernos, y eso es una cosa que los Estados Unidos no
deberían de ignorar; es decir, que hay una conciencia universal en contra
de eso.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Estoy muy agradecido, señor San Gil, por su
presencia en esta Comisión.

El Grupo Parlamentario Socialista, el grupo que apoya al Gobierno, no
tiene nada que decir sino respetar su decisión de solicitar su cese o
dimisión, porque entendemos que, en primer lugar, tenía todo el derecho,
si usted personalmente creía que debía solicitarlo. En segundo lugar,
porque, como ha hecho público el propio Ministro en una respuesta a
pregunta del Partido Popular, el Gobierno no tiene más que considerar
correcto su cumplimiento como embajador en Cuba, con lo cual no habría
más que decir sino constatar que nuestro Grupo, junto con el Gobierno,
entiende que usted, en su función de embajador, cumplió, llevando a cabo
las instrucciones que el Gobierno le dio. Por tanto, no habiendo alegado
tampoco discrepancias de fondo en la solicitud de dimisión, considerando
que hay que respetar también sus consideraciones personales y sus
motivaciones, no habría, le repito, más que decir. Sin embargo, hoy aquí,
después de escucharle, sí que hay algo que decir. Hay que agradecerle
alguna o muchas de las cosas que ha dicho, porque planteaba en esta
comparecencia suya la idea de que quizá se esperaba de usted que hiciera
una crítica a lo que ha venido siendo la política del Gobierno en Cuba,
que mostrara unas discrepancias en el diseño de la política de España con
respecto a Cuba, o que en su intervención pudiera haberse hallado eco a
ciertas noticias aparecidas en la prensa, que usted mismo ha desmentido.

Es decir, usted, con su comparecencia, refuerza a nuestro Grupo en
relación a la política que el Gobierno lleva a cabo en Cuba cuando nos
habla de una política cubana bien diseñada por el Gobierno español,
cuando nos habla de objetivos nobles, cuando nos habla de ciertos
objetivos ya conseguidos, es decir, de una evolución interna que también
juzga imparable a pesar de los que la quieren



Página 12954




parar; cuando a través del elogio sobre la postura del señor Solchaga nos
habla de una línea abierta de ayuda a Cuba en materia de transformación
económica, cuando reconoce el esfuerzo económico que hace España con
respecto a Cuba, cuando está de acuerdo con la disidencia que ha llevado
a cabo este Gobierno --probablemente usted sabe más que nadie de eso-- y
la presión que ha ejercido nuestro Gobierno en general sobre Cuba, desde
el Presidente del Gobierno al Ministro pasando por todo el escalafón del
Ministerio, para la democratización de Cuba, y usted ha sido una de las
armas básicas de esta presión en los últimos tiempos.

Me parece muy importante que usted haya definido como bueno el diseño
político de nuestro Gobierno. Creo que ello disipa cualquier idea de que
pudiera haber una confrontación respecto a las posiciones políticas del
Gobierno desde el punto de vista de un embajador, cosa que nos llevaría a
considerar la idea que éste tiene de cuál es la función de un embajador
en un país. Puesto que no es así, no ha lugar esa consideración.

También le agradecemos que haya desmentido la falsedad, que se ha dado
como buena incluso esta mañana aquí, de que hubo presión del Gobierno
cubano sobre usted o sobre el Gobierno español para que se le
destituyera. Usted ha desmentido que tuviera presión. Ya lo había hecho
ante los medios de comunicación y le agradecemos que lo haya hecho aquí.

Tengo que decir que, tal como el Ministro ha contestado a una pregunta
parlamentaria, al contactar con las autoridades del Ministerio hemos
sabido que nunca ha habido una presión del Gobierno cubano para que fuera
cesado usted. Esto me parece bastante interesante.

El Gobierno no ha cambiado su política; ha mantenido esa política que,
como todas las políticas, siempre puede ser mejorable. Aquí puede venir
cualquier grupo parlamentario a contarnos todo lo mejorable que podría
ser esa política y, desde luego, un embajador en cualquier país debe
saber y sabe todas las cosas que podrían hacerse más allá de lo que se
hace. Luego está la realidad concreta, están los presupuestos, la
capacidad de cada país y de cada Ministerio que ha veces nos obligan a
ser más realistas, más posibilistas y más pragmáticos, y no se puede
hacer todo lo que desearíamos o consideraríamos bueno. Pero la política
del Gobierno no ha cambiado. Quizá sea pertinente hacer un elogio de su
antecesor en el cargo, señor Rico, porque llevó a cabo duras tareas,
delicadísimas tareas frente al Gobierno cubano en la línea de exigir la
democratización, de pedir libertades, de presionar al Gobierno cubano.

Cuando usted recibió instrucciones conocía esta política y naturalmente
estuvo de acuerdo con ella puesto que aceptó el cargo. Hoy día no ha
cambiado esa política. Es más, durante su estancia como embajador en Cuba
quizá se hayan producido los momentos más importantes de la actuación de
España en Cuba en materia de evolución y presión para el proceso de
democratización. No sólo es la cumbre a la que usted aludía, en la que el
Presidente del Gobierno ofrecía ayuda y criterios en materia económica
para el cambio político, sino que hay una serie de visitas en Cuba y en
Madrid. No olvidemos la visita del Ministro Robaina, en la que usted
estuvo presente, que dio sus frutos y que tuvo una relevancia importante;
tampoco olvidemos la visita del Secretario de Estado en Cuba que también
significó algunas cosas, unas agradables y otras no tan agradables, que
ponían de manifiesto el nivel de firmeza del Gobierno español en materia
de presión para el cambio político en Cuba.

A veces se nos achaca, creo que en falsedad --y esta mañana ha vuelto a
suceder-- que este Gobierno es tibio con el Gobierno cubano, que no actúa
con la dureza con que debería hacerlo. Estoy seguro de que, mientras
usted fue embajador, como instrumento de este Gobierno sí actuó con la
firmeza y la dureza con que debía hacerlo, y ésta es una demostración. La
otra demostración es que muchas de las cosas que hace este Gobierno no
complacen demasiado al Gobierno cubano porque entienden que es demasiada
dureza, demasiada firmeza y no les gusta. Pero nosotros estamos en lo
nuestro, en un diseño político que no puede separarse de la necesidad de
una evolución y de un cambio político de sentido democrático en Cuba. En
la visita del señor Dicenta hubo entrevistas que no se realizaron y cenas
a las que no asistieron. Si algo se puede colegir de ahí es que España no
está dando lugar a complacencias de los cubanos ni cejando en su firmeza
para mantener una posición que entendemos inequívoca.

Usted nos habla de sus sentimientos y de su percepción, y nosotros lo
vamos a respetar porque ha sido su decisión personal. Es verdad que
podemos decirle, consultado el Gobierno desde nuestro grupo político, que
también pueden existir percepciones distintas. Por ejemplo, existe la
percepción de que sus notas y sus opiniones fueron atendidas en muchos
casos, quizá no en todos. Sin embargo, hemos encontrado una gran
consideración sobre su persona y su función en el Ministerio de Asuntos
Exteriores, con lo cual la idea de que se ha quebrado la confianza, de
que no existe suficiente comunicación, desde el punto de vista de la
percepción del Gobierno no sería exactamente la misma, aunque hemos de
respetar sus sentimientos. También hemos de respetar sus sentimientos en
relación a lo que usted piensa que se podría hacer en Cuba y no se ha
llegado a hacer, aunque la verdad es que usted mismo se contesta --y le
agradecemos la honestidad y la claridad de sus palabras-- cuando nos
habla de que ciertamente no han cambiado las cosas tanto como pretendía
cambiar el propio Gobierno español o su política hubiera querido hacer
cambiar. Sin embargo, también nos dice que la situación es muy difícil e
incluso nos dice, creo que textualmente, que aunque haya más presión
exterior, aun así es muy difícil que las cosas cambien rápidamente,
aunque creamos con usted que el cambio es ineluctable; es cuestión del
tiempo y, como decía el señor Vázquez, de una decisión de pueblo cubano,
al que debemos ayudar, pero siempre tenemos que respetar.

Desgraciadamente la situación es la que es.

Señor San Gil, le agradecemos en general su intervención de hoy, aunque
podamos discrepar en los elementos subjetivos de su criterio personal al
tomar la decisión de dimitir. Podemos tener una percepción distinta de
los mismos problemas, aunque también creemos que las dificultades con las
que usted se encontró en Cuba pueden dar lugar a agobio y consideraciones
personales que se nos escapan



Página 12955




como grupo político. Lo que nos interesa es que usted cree que la
política diseñada por este Gobierno y la acción de este Gobierno, la que
usted ha realizado, es correcta, aun cuando siempre podamos considerar
que se puede hacer más.

Y tengo que terminar, señor Presidente, diciendo que, puesto que ha
habido en la intervención del representante del Partido Popular muchas
referencias críticas a la acción del Gobierno en Cuba, no voy a
contestarlas a todas (creo que muchas de ellas están faltas de realismo,
de seriedad y de rigor), pero sí hay una que me ha disgustado
especialmente, y es la que habla de la incoherencia que pueda existir
entre la posición del señor Solchaga y la del señor Solana. Nosotros
creemos que no hay incoherencia, que la política del Gobierno es una.

Pero si hemos de hablar de incoherencias, para que todo el mundo sea
capaz de realizar su propia autocrítica, me pregunto si exactamente el
señor Fraga y su política con respecto a Cuba responde también a otras
opiniones del Grupo Popular; o diré simplemente si el señor Rupérez está
de acuerdo con su compañero señor Gortázar, que nos decía hace muy pocas
semanas que España es la nación europea que más apoya la transición
democrática y, en la práctica, la evolución económica y democrática de
Cuba. Yo, como el señor Gortázar, también lo creo. Por eso me ha
disgustado, y critico, el planteamiento que ha hecho hoy aquí el señor
Rupérez.




El señor PRESIDENTE: Señor Embajador, ¿desea hacer uso de la palabra?



El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Brevemente
quisiera agradecer al señor De Puig sus palabras, así como las del
Ministro sobre mi persona. Pueden estar seguros SS. SS. de que, desde
luego, este Embajador se ha movido siempre estrictamente de acuerdo con
las instrucciones y en el marco que le ha sido fijado. Nunca fui más
lejos; siempre me quedé en el marco estricto de las instrucciones
recibidas, por supuesto con el mayor respeto para las instituciones y las
personalidades en Cuba.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Embajador.

El señor Rupérez me ha pedido la palabra, supongo que por alusiones. La
tiene S .S.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, sabe usted y saben los miembros
de la Comisión que normalmente nosotros no venimos, cuando se trata de
comparecencias, a dialogar con otro que no sea el compareciente. Por eso
evitamos cualquier tipo de referencia que produzca estos cruces.

Naturalmente que estamos dispuestos a aceptar los cruces e incluso a
escucharlos con gusto del señor De Puig. Pero yo le diría al señor De
Puig que se fije en el compareciente, que no se fije en nosotros; que no
he comparecido yo, que no ha comparecido el Partido Popular, sino un
señor al cual el Partido Popular ha convocado. Un señor embajador de
España en un determinado sitio que, en un momento determinado, entiende
que debe presentar su dimisión al Gobierno porque se están produciendo
circunstancias negativas que impiden la realización de su tarea tal como
él la intenta realizar. Eso es lo que nos interesa políticamente, señor
De Puig. Y este mismo señor nos dice que la comunicación con el Gobierno
era cada vez más esporádica, que se había quebrado la sintonía, que el
respaldo era flaqueante, que se habían producido discrepancias de fondo,
que no estamos poniendo toda la carne en el asador para la libertad en
Cuba, que el Gobierno no siempre trata con firmeza a las autoridades
cubanas, etcétera. Usted nos dice que le consta que los cubanos no han
presionado. A mí no me consta ni eso ni lo contrario. No sé si tiene
usted fuentes especiales procedentes de los mismos cubanos. Pero ése es
el tema, señor De Puig. Todo lo demás es poesía o, como diría el Príncipe
de Dinamarca, es silencio.




El señor PRESIDENTE: El señor De Puig tiene la palabra, pero quiero
decirles, señorías, que aquí estamos ante una comparecencia del señor
Embajador, y no creo que sea pertinente tampoco utilizar las palabras del
señor Embajador para polemizar entre nosotros. De todas maneras, tiene la
palabra el señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Presidente, aunque efectivamente el
compareciente era el señor Embajador, y no me he dirigido prácticamente a
él, a mí me parecía que no podía silenciar las constantes y reiteradas
alusiones del señor Rupérez a la acción del Gobierno, a las incoherencias
del Gobierno; incluso por respeto al hecho de que citara con tanta
profusión al Gobierno, alguna cosa había que decir. De todas maneras, el
silencio (ya que habla del Príncipe de Dinamarca), señor Rupérez, con
respecto a las incoherencias en el PP, de las que yo he hablado, me
basta.




El señor PRESIDENTE: Señor Embajador, le liberamos, no sé si de la pesada
tarea de tener que contestar o no. En todo caso creo que la sesión se ha
desarrollado en términos muy correctos por parte de todos, le agradecemos
una vez más su presencia aquí y le deseamos lo mejor para el futuro.




El señor EX-EMBAJADOR DE ESPAÑA EN CUBA (San Gil Agustín): Muchas
gracias, señor Presidente.




--DEL SEÑOR DIRECTOR DEL INSTITUTO CERVANTES (Sánchez-Albornoz y Aboin),
PARA INFORMAR SOBRE LA SITUACION ACTUAL DEL INSTITUTO CERVANTES, DEL
GRADO DE CUMPLIMIENTO DEL PROYECTO INICIAL, DE LOS PROBLEMAS DE
DEFINICION JURIDICA, FINANCIACION Y GESTION, ASI COMO DE LAS PERSPECTIVAS
DE DICHA ACTIVIDAD EN EL FUTURO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 212/001366.)



Página 12956




El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a proceder a la comparecencia del
señor Director del Instituto Cervantes, don Nicolás Sánchez-Albornoz, a
quien doy la bienvenida, para informar sobre la situación actual del
Instituto Cervantes, del grado de cumplimiento del proyecto inicial, de
los problemas de definición jurídica, financiación y gestión, así como de
las perspectivas de dicha actividad en el futuro, a petición del Grupo
Parlamentario Popular en el Congreso.

Pregunto a su portavoz si desea comenzar el debate.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, preferiríamos que comenzara el
señor Sánchez Albornoz con la exposición del contenido de la
comparecencia que hemos solicitado.




El señor PRESIDENTE: Por consiguiente doy la palabra al señor Director
del Instituto Cervantes.




El señor DIRECTOR DEL INSTITUTO CERVANTES (Sánchez-Albornoz y Aboin):
Señor Presidente, señorías, los titulares de la prensa han calificado en
las últimas semanas la situación del Instituto Cervantes de crítica.

Espero que mi comparecencia pruebe hoy que la realidad no corresponde a
ese término efectista. Agradezco, pues, a sus señorías la oportunidad que
me dan para despejar dudas sobre el Instituto, lo he venido haciendo
periódicamente y me temo que mi exposición preliminar resulte esta vez
algo más extensa que de costumbre.

Las cuestiones fundamentalmente aireadas tienen que ver, para empezar,
con la misión y con el estatuto del Instituto Cervantes. De las
manifestaciones recogidas se desprende que no existe en muchos casos un
conocimiento claro de lo estipulado en la ley, aunque la ley de creación
del Instituto no es ambigua. Entre las diversas opciones que se hallaban
sobre el tapete a la hora de configurar el Instituto, esta ley zanjó la
cuestión; el período deliberativo quedó cerrado con su aprobación por las
Cámaras y por su promulgación. Al Instituto sólo puede exigírsele hoy el
cumplimiento de los fines fijados en la ley y no la satisfacción de
deseos particulares no recogidos entonces. Toda legislación es, desde
luego, modificable, pero no es de aconsejar que se introduzcan cambios
hasta no acumular una experiencia que justifique las propuestas que se
hagan. A este respecto, la vida del Instituto es todavía más corta y ha
podido desenvolverse con eficacia dentro del marco definido. Los
problemas que el Instituto tiene planteados no son de objetivos, de su
estatuto, sino los propios de toda institución joven que necesita, por un
lado, afianzarse, y, por otro lado, de lo limitado de los medios puestos
a su disposición.

Permítanme recordar a sus señorías que la misión encomendada al Instituto
es doble: enseñar el español como segunda lengua y proyectar con ella la
cultura del mundo español e hispanohablante. Una y otra deben ir, a mi
modo de ver, unidas. Enseñar la lengua sin asociarla a una cultura sería
mutilarla y convertir al Instituto en una academia de idiomas, lo que SS.

SS. se negaron a sancionar en su momento. Para enseñar el español, a
secas, está el sector privado que el Instituto ni quiere ni debe
suplantar. Asimismo, el modelo diseñado en su día por las Cámaras no
atribuye al Instituto el monopolio de la enseñanza del español ni el de
la proyección cultural en el extranjero. El Ministerio de Educación y
Ciencia sigue teniendo a su cargo la enseñanza reglada en el exterior en
sus tres niveles, primario, secundario y universitario, ya sea en centros
educativos propios, escuelas, institutos o la educación a distancia, ya
sea apoyando la docencia de los sistemas educativos de diversos países,
para lo cual cuenta con convenios, asesores lingüísticos y centros de
recursos. Por el lado de la acción cultural, la Dirección General de
Relaciones Culturales y Científicas del Ministerio de Asuntos Exteriores
y la Dirección de Cooperación Internacional del Ministerio de Cultura
realizan una labor de un alcance más amplio, superior a la que el
Instituto desarrolla en sus centros para sus alumnos y para quienes
quieren acudir a los centros.

El Instituto ha recibido, pues, un cometido especializado, dentro de un
entramado complejo --admito que difícil de entender para el público en
general--, de ahí las demandas ocasionales que se hacen al Instituto, que
no está en sus manos atender. Este entramado debe estar, sin embargo,
claro para la Administración pública. Las competencias no se superponen
sino que se complementan. Por su naturaleza el Instituto es una especie
de agencia interministerial, como otras que existen, aunque por su ámbito
de actuación tiene una relación más asidua con las esferas que se ocupan
de la acción en el extranjero, como son el Ministerio de Asuntos
Exteriores o en las Cortes la Comisión de Asuntos Exteriores. Ante una
situación compleja, la solución simple es cortar por lo sano y pedir que
el Instituto deje de ser una agencia interministerial para depender de
uno solo de los tres ministerios con los que mantiene una estrecha
vinculación. La solución, a mi modo de ver, debe ser otra: la
coordinación de las acciones. La adscripción única no aseguraría, por lo
demás, una mayor operatividad sobre el terreno, como tampoco la irrupción
del Instituto Cervantes en escena ha venido a enturbiar la cooperación ya
existente; yo diría que al revés. De cualquier modo, la programación
conjunta de las consejerías de educación, de cultura y el Instituto
resulta ejemplar ya en Inglaterra, en Marruecos, por citar un par de
casos. A ello debe tenderse en los demás. Mi ambición es, por
consiguiente, la opuesta. Mi deseo es que este carácter interministerial
del Instituto se amplíe a otros departamentos interesados en la difusión
de la lengua y de la cultura. Pienso, por ejemplo, en el comercio
exterior. Los negocios encuentran, en efecto, una acogida más favorable
allí donde nuestra lengua y nuestra cultura son conocidas y apreciadas y,
al revés, una presencia empresarial española en determinado país puede
abrir puertas a la difusión de nuestra lengua y de nuestra cultura. Aun a
falta de una relación orgánica, el Instituto cuenta con desarrollar
programas conjuntos y tomar en cuenta las prioridades de la Secretaría de
Comercio Exterior.

Otra parte de las cuestiones aireadas últimamente se refiere a la gestión
realizada. Aquí me veré obligado a entrar en detalles. Empecemos por la
enseñanza. En el curso 1991-1992, año en el que el Instituto se hizo
cargo de los



Página 12957




centros antes dirigidos por la Dirección de Relaciones Culturales y
Científicas, el número de matrículas en los centros ascendía a 13.008, en
tanto que en el último año se elevó a 19.314; es decir, aumentó el 48 por
ciento, y eso que en varios centros se han estado realizando entre tanto
obras de remodelación, lo que ha impedido la plena utilización del
espacio disponible, o también por circunstancias especiales, como es el
caso de Argelia, donde ha parecido oportuno no arriesgar la vida de
alumnos y de docentes. El crecimiento medio que acabo de mencionar se
convierte en un aumento espectacular en algunas partes. Las 975
matrículas pasan en Atenas a 1.782; y las 764 de Casablanca pasan a
1.650, también en un par de años. Otro tanto cabe decir de los diplomas
de español como lengua extranjera, los DELE, que acreditan el grado de
dominio de nuestro idioma. De 632 inscritos en los exámenes de 1989,
primer año en el que se celebraron las pruebas, se ha pasado, en 1994, a
8.819 candidaturas.

El éxito, que los números cantan, viene acompañado por una mejora notable
de la calidad de la enseñanza debido a cuatro iniciativas: un nuevo plan
de estudios, un cambio en la composición del profesorado, la introducción
de la figura del jefe de estudios y un equipamiento moderno de las aulas.

El Instituto ha elaborado, y luego implantado, un plan didáctico propio
con objetivos, contenidos y sistemas de evaluación acordes con los
últimos avances en la enseñanza de idiomas como lengua extranjera,
tomando en cuenta la experiencia recogida en otros países.

En lo que se refiere al profesorado, si en 1991 nos encontramos en 38
centros con 31 profesores de plantilla, apoyados por una pléyade de 167
docentes en arrendamiento de servicios, en la actualidad la plantilla se
ha más que triplicado, es de 120 profesores con otros 89 que bien
atienden temporalmente las épocas y los horarios de mayor demanda, bien
figuran en centros de nueva creación hasta que se verifique allí cuál es
la demanda estable. Por tanto, la relación entre ambas dotaciones,
profesor de plantilla y profesores en arrendamiento de servicio, se ha
invertido con una notable elevación de la capacitación y la dedicación
del equipo docente. Los cursos de formación del profesorado han
contribuido, por lo demás, a la mejora de esta capacitación. Los jefes de
estudio que coordinan la labor docente constituyen una figura nueva en
los centros. De uno que había en toda la red transferida al Instituto
Cervantes han pasado a ser 14, más 10 coordinadores, o sea, 24 al cabo de
tres años, un esfuerzo que espero que SS. SS. admitan que ha sido
considerable. Resta, sin duda, la generalización de esta figura.

Ante las limitaciones presupuestarias el Instituto ha otorgado prioridad,
naturalmente, a los centros mayores. Algunos centros como Nueva York o
Abidján no realizan de momento docencia, de modo que mal pueden necesitar
estos cargos, y en algunos menores la coordinación docente es llevada
desde un centro próximo. Las aulas han sido dotadas, por otra parte, de
medios audiovisuales, lo que permite superar la enseñanza libresca. Es
así como los alumnos quedan expuestos a voces, dicciones y conversaciones
reales que enriquecen su comprensión, su vocabulario y su propia dicción.

En aquellos lugares y horarios en que llega la señal de Televisión
Española, los alumnos siguen asimismo en las aulas segmentos de programas
que los sumergen en situaciones vivas y luego, en salas especiales,
prosiguen la ejercitación por su cuenta.

En la misma línea de incorporar a la enseñanza nuevas tecnologías quiero
mencionar otras iniciativas: el programa «Un idioma sin fronteras»,
seguido por 10 millones de oyentes, que el Instituto emite seis veces al
día a través de las ondas de Radio Exterior de España; el curso de
español para hablantes de árabe que saldrá al aire en marzo por las
mismas ondas; el acuerdo con IBM con el propósito de elaborar un vídeo
digital interactivo para la enseñanza del español asistida por ordenador,
así como el curso multimedia de español para los negocios. Consciente,
pues, del alcance limitado que tiene la enseñanza cara a cara y, por otro
lado, de la avidez mundial por aprender el español, el Instituto
Cervantes se ha propuesto, con toda claridad, acortar distancias y
explorar las nuevas posibilidades que la tecnología abre para llegar a un
público amplio fuera de las aulas. Permítanme, sus señorías, que precise
brevemente que el Instituto no excluye la enseñanza de otras lenguas
cooficiales en España en el momento en que identifica una demanda y
dispone de personas capacitadas para enseñarlas. Es así como en los
centros de Munich y de Bucarest se dan clases de catalán y algunas de
nuestras videotecas cuentan ya con obras en esta lengua. En otro orden de
cosas, el Instituto Cervantes participa activamente en las acciones de la
Unión Europea para la difusión en ella de las lenguas comunitarias. El
Instituto gestiona las acciones tres y quinta del programa Lingua. Es
más, forma parte de la Oficina de asistencia técnica que lo administra,
junto con el Instituto Goethe, con el British Council, el CIEP francés y
el Instituto Camoens.

El Instituto es responsable del proyecto Eagles, encargado de formar
corpus textuales. Por mandato de la Conferencia Lengua y Tecnología 2.000
ha puesto en marcha el observatorio español de industrias de la lengua.

Ahorro a SS. SS. el listado completo de estas iniciativas, pero sí quiero
hablar de una reciente de gran alcance. El Instituto ha fundado, junto
con la Asociación Lulli, que engloba varias instituciones francesas, con
el Instituto Camoens y la Asociación de Regiones Europeas, el consorcio
Didaxis, al que se han sumado posteriormente una docena de instituciones
educativas europeas. El consorcio se ha presentado al concurso abierto
para la gestión en el próximo quinquenio de los proyectos Sócrates y
Juventud por Europa; proyecto cuyo monto es de 160.000 millones de
pesetas y que está destinado a promover la enseñanza de las lenguas y los
intercambios universitarios y de jóvenes en 25 países europeos. En el
caso de que se adjudique a Didaxis la gestión de estos programas, el
Instituto se hallará entonces en un lugar estratégico en la ejecución de
la política lingüística europea.

En lo que se refiere al otro mandato recibido, la acción cultural, el
Instituto prefiere, antes que volcarse en actividades efímeras,
desarrollar estructuras duraderas, sin por ello dejar de ofrecer en sus
centros conferencias, encuentros, exposiciones, actos musicales y
sesiones de cine atendidas por un público fiel. Un boletín mensual
distribuido



Página 12958




entre personalidades de la cultura y medios de comunicación viene dando
cuenta por adelantado de estas actividades que han aumentado en calidad y
en número, pero que no voy a cuantificar aquí. El mayor esfuerzo se ha
centrado, sin embargo, en las bibliotecas. El modelo elegido no es el de
un fondo voluminoso de libros sino el de una unidad funcional y
actualizada en la que los materiales audiovisuales: cintas, películas,
discos compactos y bases de datos informatizados gozan de un espacio
creciente. Sólo dos bibliotecas constituyen una excepción a esta norma:
la de Tánger, con 55.000 volúmenes, la mayor biblioteca pública de la
ciudad, y la de Nueva York, con 44.000 volúmenes, que se ha especializado
en la narrativa española e hispanoamericana contemporánea y sirve, por
medio del préstamo, a más de 300 centros universitarios de los Estados
Unidos. Las bibliotecas transferidas al Instituto carecían de orientación
coherente. Sus fondos no siempre catalogados profesionalmente se hallaban
anticuados y las consultas solían ser escasas. En la imposibilidad de
poner remedio de una vez se ha seguido un plan escalonado. El primer paso
consistió en la contratación de bibliotecarios cualificados que llevaran
la gestión integral de la biblioteca con la colaboración de ayudantes y
apoyados técnicamente desde Alcalá de Henares. Son ya 18 estos
bibliotecarios más cuatro en proceso de selección. La cifra aumentará a
medida que SS. SS. refuercen las dotaciones presupuestarias al Instituto.

A continuación se han remodelado diez bibliotecas y se ha adquirido
mobiliario y equipos adecuados y modernos. La informatización alcanza a
una veintena de ellas. Dos nuevas bibliotecas se han abierto, las de
Leeds y Varsovia. Los fondos bibliográficos se han incrementado en un 9,5
por ciento en 1993 y en un 27,5 por ciento en 1994. A todas ellas llegan
regularmente los periódicos y las principales revistas culturales
españolas. Los usuarios han reaccionado favorablemente al mejor servicio
ofrecido, las bibliotecas se hallan más concurridas y los préstamos han
aumentado.

Uno de los mayores beneficiarios de la renovación emprendida ha sido el
grupo de hispanistas, a los que la ley manda que el Instituto atienda. En
las bibliotecas encuentran los libros, materiales e información de que
carecían, y en las manifestaciones culturales un contacto vivo con el
país del que se ocupan. Los hispanistas han encontrado en los centros la
ocasión de exponer sus propias investigaciones y reflexiones, al mismo
tiempo que la de encontrarse entre ellos. El Instituto aspira también a
constituirse en nexo entre los hispanistas del mundo. Como primer paso
está realizando una compilación general de los hispanistas, los centros
de enseñanza del español y demás información útil para el conjunto.

De lo expuesto hasta aquí estimo que se desprende que el Instituto ha
perseguido los objetivos fijados por la ley, de acuerdo con una acción
coherente que se ha traducido en resultados positivos. Me atrevo a decir
que supera los que cabe esperar de una institución todavía en su
infancia. La coherencia viene dada por la profesionalización de las
actividades docentes y culturales que se realizan en los centros, más en
busca de una oferta de calidad que de los números, criterio que tuve el
honor de exponer en la reunión constitutiva del patronato y que fue
adoptado allí como una directriz. Los resultados confirman que esa
directriz ha sido seguida puntualmente y que a la mejora introducida en
la calidad han respondido, como era de esperar, los números, es decir, el
alumnado y el público.

Estimo también que queda demostrado, por lo expuesto, que el Instituto
explora las estrategias de difusión del español que le abren las nuevas
tecnologías y la cooperación internacional, en particular en Europa. Esta
exploración distancia al Instituto de las academias de idiomas, cuyos
fines son limitados y mercantiles. Por eso no deja de ser sorprendente
que todavía haya quienes quisieran ver reducido el papel del Instituto a
uno próximo al de una academia.

Otra fuente de equívoco reciente en la opinión pública es la que se ha
venido a llamar la indefinición jurídica del Instituto Cervantes. A mi
modo de ver no hay tal cosa. La ley ha dotado al Instituto Cervantes, con
buen criterio, de un estatuto de ente público, y no digo esto por
congraciarme con SS. SS., que votaron el estatuto, sino porque otorga al
Instituto la flexibilidad que necesita por la complejidad de su gestión,
con regímenes distintos, y por la necesidad de coordinar su acción con la
que realizan varios departamentos interministeriales. El ente público no
es una novedad administrativa. Ultimamente han sido creados varios entes
públicos, provocando en un principio desconcierto en los departamentos a
los que fueron adscritos, hasta que encontraron el debido ajuste. El
Ministerio de Asuntos Exteriores se encuentra sumido en él, pero no hay
razones para pensar que no hallará la fórmula para este ajuste. Esta
situación nada tiene que ver con la cooperación del Instituto con los
ministerios que tutelan su gestión y que se lleva a cabo en el Consejo de
Administración, en el que los tres (Asuntos Exteriores, Educación y
Cultura) están representados, junto con la Dirección de Presupuestos del
Ministerio de Hacienda y los vocales designados por el patronato. Ahora
bien, la cooperación concreta se da necesariamente en el exterior, donde
se suman esfuerzos para evitar duplicaciones y solapamientos. Ya he
citado antes algunos casos. No son casos únicos, pero los cito a modo de
ejemplo de lo que debe ser en otras partes. Por lo demás, allí donde la
misión diplomática española no cuenta con consejería cultural o de
educación, como es el caso de Manila o Ammán, los institutos locales han
sido llamados a apoyar las iniciativas de las embajadas, lo que ha
supuesto un refuerzo de la actividad cultural o lingüística. La división
de trabajo establecida entre tres acciones exteriores del Estado español
no ha impedido la confluencia y el incremento de actividades, aunque no
hay duda que cabe mejorarlas.

Cuando se habla de identificación jurídica se está refiriendo más bien a
la de los centros. Esta no es una situación nueva o exclusiva nuestra.

Antes de su adscripción al Instituto, los centros culturales de las
embajadas operaban en régimen de tolerancia. Contados son los acuerdos
bilaterales que ha suscrito España para regular su situación. Otro tanto
ocurre en las redes extranjeras, salvo quizá en el caso de Francia que,
una vez más, en una actuación ejemplar de la diplomacia de ese país ha
suscrito o renovado, en



Página 12959




el último medio siglo, acuerdos bilaterales que regulan la presencia de
sus institutos o alianzas. Nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores
deberá impulsar la negociación de estos acuerdos, pero para acelerar una
tramitación por su naturaleza lenta se ha aceptado la propuesta del
Instituto de que éste opere bajo tres regímenes distintos.

En primer término, se está negociando la posible adopción por la Unión
Europea de un estatuto tipo que cubra la actuación dentro de la
Comunidad. Europa tiende a la homologación de sus instituciones, y no
tiene por qué hacerlo en lo que se refiere al campo más restringido en el
que operan los institutos culturales y lingüísticos. Esa medida favorece
los objetivos que se ha marcado de difundir las lenguas comunitarias,
dentro de la Unión Europea, y de defender la pluralidad cultural de esta
última. El Instituto Cervantes reunió, por cierto, a las instituciones
homólogas en Alcalá de Henares, el 12 de enero, para promover una acción
conjunta. El éxito de esta iniciativa resolvería gran parte de los
problemas de todos. En Estados Unidos y Brasil el régimen jurídico de los
centros será otro, en razón de la imposición o de las ventajas que
establece la legislación local. En ambos casos el Instituto ofrecerá
asistencia técnica y financiera a establecimientos no lucrativos
sometidos a la hospitalaria legislación del país, tal y como operan allí
otras instituciones europeas. En el resto de los países, el Instituto
Cervantes estará sometido a los acuerdos bilaterales mencionados,
teniendo en cuenta que forma parte de la acción exterior del Estado. Un
programa de esta envergadura y complejidad, que el Instituto no puede
impulsar por sí mismo, sino que depende de la actuación de otras
instancias nacionales o internacionales, no se concluye de la noche a la
mañana. Entretanto, es lógico que algunos directores y miembros del
personal de los centros en el exterior se hayan resentido por los efectos
que conlleva esta situación transitoria. La dirección del Instituto ha
hecho cuanto está en sus manos para transmitir estas inquietudes y paliar
sus efectos.

Paso ahora a hablar de la implantación de la red en el exterior. Como se
sabe, fueron transferidos 38 centros al Instituto, principalmente por
parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, en las condiciones que he
señalado en el curso de mi intervención. Una de las primeras medidas fue
cerrar nueve centros por estar inactivos, por haber cambiado su situación
o por no parecer viables. Ese sacrificio en aras de la racionalización
dejó reducida la red a 29, sumando ahora los activos 31. En el curso de
tres años la mayoría se ha inaugurado como centros del Instituto
Cervantes. Restan sólo por recibir este título los centro de El Cairo,
Alejandría, Burdeos y Abidján. Las presentaciones han tenido lugar una
vez que los centros habían sido remozados físicamente, lo que en algún
caso ha supuesto el traslado a un edificio nuevo, como ha sucedido en
Manila, Tánger y Viena, o cuando se han ampliado los espacios
disponibles, como ha ocurrido en Bucarest y en Atenas, o si no cuando se
había renovado el personal, el mobiliario y el equipamiento audiovisual o
informático. ¿Qué quedan cosas por hacer? Qué duda cabe. La diferencia
entre cómo estaban y cómo están los centros es, sin embargo, tangible
para quienes hayan conocido los antiguos. Así me lo han manifestado en
mis visitas los hispanistas con quienes he hablado, así como el propio
personal de los centros. Esta diferencia se ha reflejado asimismo en un
incremento de actividad. Añádanse los centros de Leeds y Varsovia, así
como los de Bremen, San Antonio, Manchester, Toulouse y Bruselas, de
próxima apertura.

En los primeros meses el Instituto elaboró un plan de expansión para
establecer prioridades. La aplicación de este plan, que sigue siendo
válido, hubiera exigido la provisión de abundantes recursos de los que el
Instituto no ha dispuesto en estos años. La crisis económica mundial ha
repercutido sobre España y ha obligado a la contención general del gasto
público. Como ciudadano apruebo esta contención, pero como responsable
del Instituto Cervantes no dejo de lamentar que esta situación esté
demorando la ampliación de la red. El horizonte está claro, pero la
apertura de nuevos centros queda sujeta de momento, por una parte, a los
ofrecimientos de espacios de instituciones públicas o de grupos privados
locales y, por otra, a las posibilidades con que el Instituto cuente para
dotar a estos centros de personal y de equipo. La falta de recursos
propios queda suplida de esta manera por la oferta de colaboración que el
Instituto Cervantes recibe debido al prestigio que ya ha ganado. La
cartera de pedidos y de ofertas es considerable. Naturalmente, no todos
estos pedidos podrán ser atendidos y habrá que escalonar las
intervenciones. La expansión no se encuentra, a pesar de todo, detenida.

Esta cuestión nos lleva derecho al tema del presupuesto. Del año 1992 en
adelante, o sea desde el primer presupuesto al corriente, éste se ha
mantenido estable y no ha podido ser compensado por otras fuentes de
ingresos. Debo señalar aquí, que el Instituto busca suplementar estos
ingresos con patrocinio privado. La situación por la que han pasado las
empresas españolas, en los últimos años, no ha sido por cierto la más
propicia para su generosidad. Los actos culturales realizados en el
extranjero han sido, no obstante, sufragados en un 30 por ciento por
contribuciones privadas, un resultado que considero halagüeño. Me atrevo
a asegurar que con los recursos que el Instituto ha dispuesto no se
hubiera podido hacer más en tan corto tiempo: en tres años se ha
duplicado la plantilla fija, se ha modificado la composición del cuerpo
docente, como he dicho antes, se han normalizado y homogeneizado las
condiciones de trabajo, se han regularizado las retribuciones, así como
las condiciones de contratación del personal. En un período de
restricciones presupuestarias esto sólo ha sido posible por una gestión
rigurosa. La exigencia de niveles y de mayor cualificación ha provocado
quejas y reclamaciones por parte de algunos miembros del personal. Tales
conflictos son habituales en este tipo de proceso, pero la introducción
de mayor rigor no puede sacrificarse por ingratas que sean sus
consecuencias. Mientras se volcaban recursos a los centros, la sede ha
mantenido una dotación de personal de sesenta y cuatro personas, no sólo
por virtud sino por congelación general de las plantillas. Mientras el
incremento de actividades en los centros forzaba la máquina de la sede
que no siempre ha estado en condiciones de dar respuestas con la agilidad
exigible. La máquina ha chirriado a veces. Ha costado crear un equipo
directivo cohesionado, pero el



Página 12960




entusiasmo del personal del Instituto no ha decaído, y quiero extender mi
felicitación aquí al tesón y a la constancia que ha demostrado en
general.

No debo prolongar más mi exposición. Tiempo habrá para aclarar, en el
turno de preguntas de SS. SS., aquellos puntos que he debido pasar por
alto en mérito a la brevedad. Antes de cerrarla debo poner de manifiesto
cuáles son las perspectivas que a mi modo de ver tiene por delante el
proyecto del Instituto Cervantes, cuyo éxito todos, la sociedad y la
Administración española, deseamos. La preocupación por la suerte que
corre es legítima y preferible a la desatención, fruto de la impaciencia
que compartimos y, por otro lado, de un conocimiento impreciso de la
concepción del Instituto, de los objetivos fijados por la ley y de las
realizaciones que he expuesto. Si las perspectivas son favorables los
objetivos están claros. En primer lugar, el Instituto Cervantes debe
expandirse preferentemente por tres zonas: Europa del Este, la región del
Pacífico y Estados Unidos y Brasil. A la vez debe completar su red de
centros en la Unión Europea. Este esquema estaba ya planteado desde un
principio y se mantiene. En segundo lugar, la presión sobre los
organismos internacionales debe ser constante. El Instituto Cervantes no
puede hacerlo por sí mismo, pero sí está en condiciones de elaborar la
estrategia de desarrollo del español en los grandes foros políticos y
económicos que los países hispanohablantes, y especialmente sus
gobiernos, espero que puedan secundar. El Instituto Cervantes desea,
asimismo, participar activamente en el diseño de la política lingüística
comunitaria. La meta está clara: conseguir que el español sea lengua de
comunicación en Europa, tal como lo es ya en el resto del mundo, y acabo
de mencionar los pasos que el Instituto ha dado en esta dirección. La
cultura española e hispanoamericana estarán permanentemente presentes en
todos los lugares donde haya uno de nuestros centros. Las sedes del
Instituto estarán en condiciones de satisfacer cualquier demanda de
información sobre España que se les plantee. Estos son los grandes
objetivos para los que el Instituto ha sentado las bases y por los que
está trabajando. Lo son porque ponen al descubierto los flancos débiles
de la difusión internacional del español y nuestra tarea es reforzar
estos flancos. Lógicamente, los recursos de que se disponga determinarán
el grado y el ritmo de ejecución.

Hace un par de años invité a las Comisiones de Asuntos Exteriores del
Congreso y del Senado a visitar el Instituto Cervantes en Alcalá de
Henares. Me honro en reiterar esta invitación y espero que esta vez pueda
realizarse.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Sánchez-Albornoz. Tendremos en
cuenta esta invitación y procuraremos realizar la visita.

Por el Grupo que ha solicitado la comparecencia, tiene la palabra el
señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Director, por su presencia aquí, y
gracias por esa invitación que esperamos que las diligentes atenciones
del Presidente de esta Comisión puedan hacer realidad pronto, porque
sería importante para nosotros y me imagino que para todos los grupos de
la Cámara realizar esa visita.

Nosotros habíamos solicitado su comparecencia para dos cuestiones básicas
a las cuales se ha referido usted con cierto carácter minimalista: por
una parte la situación actual del Instituto Cervantes y, por otra, las
perspectivas de la institución y de la actividad en el futuro. Nosotros
querríamos, aunque se ha referido parcialmente a ello, centrar esta
comparecencia en algunos aspectos concretos de la actividad del Instituto
Cervantes: los temas de definición jurídica, que nos parecen importantes,
los temas de financiación, los temas de gestión y también el grado de
cumplimiento del proyecto inicial.

Como no se le oculta al señor Sánchez-Albornoz, la razón de esta
solicitud ha sido precisamente toda una serie de noticias que han
aparecido recientemente en los medios de comunicación, noticias que no
siempre de manera positiva se referían a los problemas internos de la
institución. Contamos, como seguramente tampoco desconoce el señor
Sánchez-Albornoz, con informaciones directas de trabajadores del
Instituto, referencias y denuncias que nos han movido precisamente a
pedir esta comparecencia en solicitud de información y de explicaciones
de primera mano sobre el particular.

Al mismo tiempo --lo quería decir desde el principio--, no querríamos que
esta comparecencia suya se limitara exclusivamente a la enumeración o a
la descripción de un rosario de problemas, sino que también, a unos
cuatro años ya de la fundación del Instituto Cervantes, pudiéramos hacer,
con su ayuda y en su presencia, un balance del grado de cumplimiento del
proyecto inicial y, al propio tiempo, que todo ello sirviera para ir
delineando las líneas de actuación del Instituto Cervantes en el futuro.

Quiero de antemano decirle, señor Sánchez-Albornoz --repitiendo en esta
Comisión lo que en su momento dijimos cuando se producía la aprobación de
la Ley fundadora del Instituto en esta Cámara--, que nosotros concedemos
una gran importancia a la labor del Instituto Cervantes, que la
importancia que en su momento concedimos no ha cedido un ápice con el
transcurso del tiempo y que es precisamente por esa importancia y esa
trascendencia que nosotros concedemos a la actividad del Instituto por lo
que hemos querido realizar esta comparecencia omnicomprensiva y que
deseamos que sea de utilidad para promocionar las actividades del
Cervantes.

Por una parte, nos encontramos con los problemas relativos al desarrollo
de la actividad del Instituto. No quiero referirme en detalle a ellos
porque muchos han sido denunciados con cierta acritud en los medios de
comunicación en el curso de estos últimos días por el comité de empresa
del mismo Instituto, por algunos directores de centros del Instituto en
el extranjero, pero si quisiéramos hacer un resumen de ese tipo de
problemas hoy denunciados nos encontraríamos con los siguientes. Por una
parte, problemas de definición jurídica. Es cierto, como dice el señor
Sánchez-Albornoz, que esos problemas de definición jurídica quizá no
afecten tanto a la misma sustancia del Instituto como sede central, sino
a algunos de sus centros dependientes, pero qué duda cabe que uno de los
temas que



Página 12961




debemos plantearnos en este momento es si la dependencia administrativa y
funcional de tres Ministerios, con competencias poco claras por parte de
cada uno de ellos, no ha hecho que desde un primer momento esté algo
confusa, o por lo menos ambigua, la actividad del Instituto Cervantes.

Nosotros creemos --también lo digo de antemano y lo dijimos en su
momento-- que el Instituto Cervantes debe convertirse en el instrumento
fundamental de la acción cultural exterior del Estado, y nosotros, que no
tenemos ninguna visión mágica de las dependencias ministeriales o
administrativas, sí creemos que esa función fundamental debería tener en
cuenta, mucho más de lo que ahora tiene, la dependencia o la relación
funcional y orgánica con el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Es cierto al mismo tiempo que la falta de personalidad jurídica por parte
de algunos de los centros dependientes del Instituto está provocando
problemas de funcionamiento relativamente graves. Se están produciendo
irregularidades fiscales, se están produciendo irregularidades en las
relaciones con las autoridades locales. Baste recordar como anécdota,
para lo que sirva, que, por ejemplo, el Instituto Cervantes en Lisboa no
tiene NIF y se ve obligado a pedir prestado el NIF, que amablemente le
presta la Embajada de España. Eso trae consigo también una situación
irregular de parte del personal en el extranjero, gran parte del cual no
tiene contrato jurídicamente definible como tal, no tiene Seguridad
Social, a veces no tiene permiso de residencia, precisamente por no
contar con sus contratos correspondientes.

A los problemas de definición jurídica se han sumado, cierto es --y el
señor Director del Instituto se ha referido a ello con precisión y con la
preocupación que nosotros también compartimos--, los problemas de
financiación presupuestaria. Desde luego, 4.500 millones de pesetas
presupuestadas para 1995 no serían suficientes para la realización de esa
gran tarea de acción exterior cultural española. Usted mismo, señor
Sánchez-Albornoz, ha reclamado una cantidad de 30.000 millones de pesetas
en un plan quinquenal, pero es cierto también que, entre lo que usted
reclama y nosotros --no tanto la generosidad de nuestras señorías, que es
más bien la falta de la misma, o cualquier otro tipo de consideración por
parte del Gobierno-- no le damos, el hecho es que las limitaciones
presupuestarias han hecho cerrar en el curso de estos últimos años diez
centros, que nos conste.

Además de los problemas de definición jurídica y de los problemas de
financiación presupuestaria, nos encontramos con problemas de gestión
interna. Usted, señor Sánchez-Albornoz, ha tenido, en el curso de los
últimos tres años, una cascada de dimisiones. Yo no voy a entrar en las
razones de las mismas, pero no deja de producir cierta sorpresa que en el
curso de tres años de funcionamiento del Instituto, si nuestras cuentas
son exactas, sean trece los altos funcionarios del Instituto que han
presentado su dimisión, hasta el extremo de que usted es el único que
queda del equipo inicial. El Instituto ha conocido cuatro secretarios
generales en dos años, y no voy a referirme a las razones públicamente
expresadas por alguno de los dimisionarios, por las cuales expresaban su
descontento con el funcionamiento del Instituto. No es que les creamos
más o menos, simplemente certificamos la existencia de un cierto malestar
que lleva a un altísimo grado de dimisiones en un total de trabajadores
del Instituto, dentro y fuera de España, que, según nuestras cifras, no
llega a los cuatrocientos. Es decir, estamos hablando de una entidad
relativamente pequeña desde el punto de vista de la fuerza de trabajo.

Es evidente, y usted lo sabe y seguramente lo sufre incluso más que
nosotros, que los directores de centros se han quejado de la falta de
coordinación con los Ministerios de Exteriores y de Cultura y, al mismo
tiempo, con la sede central, y lo menos que se puede decir de la sede
central es que no ha sabido resolver las disfunciones que esos
trabajadores y directores de los centros han venido denunciando en el
curso de los últimos tiempos. Usted sabe suficientemente, porque lo han
dado también al conocimiento de la opinión pública, las críticas del
comité de empresa, que ha manifestado su descontento por algunas
anomalías en la contratación, por las fricciones entre los equipos
salientes y entrantes en varios centros, e incluso --y cito literalmente
lo que dice el comité de empresa, sin tomarlo ni dejarlo-- el malestar
producido por amiguismos, despilfarros y oscurantismos en la gestión.

Es notorio, por otra parte, señor Director, que usted tiene problemas con
los responsables del Instituto Cervantes en el Ministerio de Asuntos
Exteriores, con los cuales no tiene prácticamente ningún tipo de relación
o, por decirlo suavemente, la relación no es todo lo fluida que debería
ser entre el Director del Instituto Cervantes y los responsables de la
acción cultural exterior. No quito ni pongo rey, no afirmo ni niego la
razón de unos y otros, simplemente constato datos que son suficientemente
conocidos y que, desde luego, no benefician en absoluto el funcionamiento
regular del Instituto Cervantes.

Si de los problemas de gestión, a los cuales me he referido, pasamos al
grado de cumplimiento del proyecto, nos encontramos con que, siendo
graves esos problemas, los problemas de indefinición jurídica, de
financiación presupuestaria, de dependencia administrativa y de gestión
interna, sin embargo no son los más importantes y, como en gran parte
también ha dicho el señor Director --pero yo voy a insistir porque en
ello sí estamos plenamente de acuerdo--, cuando se van a cumplir cuatro
años desde que en marzo de 1991 se creara por Ley este Instituto
Cervantes, es bueno recordar los motivos por los que se creó y los fines
que debía perseguir para poder hacer un balance del cumplimiento de las
actividades del proyecto inicial.

En el párrafo segundo de la exposición de motivos de la Ley creadora del
Instituto Cervantes se lee lo siguiente: La difusión del conocimiento de
la lengua y de la cultura figura entre los instrumentos que permiten dar
una coherencia y sentido global a una presencia exterior permanente y
activa. El artículo 3 de la Ley del Instituto Cervantes dice que son sus
fines, en un plano de estricta igualdad --y subrayo lo de la estricta
igualdad--, promover la enseñanza, el estudio y el uso del español como
lengua extranjera y fomentar cuantas medidas y acciones contribuyan a la
mejora de la calidad de estas actividades, y contribuir a la difusión



Página 12962




de la cultura en relación con el objetivo fundamental del Instituto, en
coordinación con los demás órganos competentes de la Administración del
Estado. Esas son las dos funciones esenciales del Instituto.

Nosotros, desde un primer momento, ya en el debate sobre la Ley creadora
del Instituto de esta Cámara, tuvimos ocasión de subrayar el carácter
igual de esas dos funciones. No estamos de acuerdo con esas mismas voces,
que veo que el señor Sánchez-Albornoz ha denunciado en el curso de estos
últimos días, voces socialistas, dicho sea de paso, que querrían reducir
la función del Instituto exclusivamente a su proyección docente. No
creemos que el Instituto deba ser una distinguida academia de idiomas.

Eso sí que es no respetar los fines legales inicialmente descritos por la
Ley fundadora del Instituto. Al mismo tiempo, señor Director, nosotros
concluimos, en nuestro balance particular de la actividad del Instituto
Cervantes en estos primeros cuatro años que, a pesar de las excelentes
pruebas de buena voluntad dadas por el señor Director y seguramente por
algunos de sus colaboradores, el Instituto no ha pasado de ser todavía
una buena o mala, según los casos --porque también hay opiniones para
todos los gustos--, academia de idiomas, academia de idiomas con
muchísimos problemas, los acabamos de ver, que no le han permitido
realizar bien esta función, pero, además, y eso sí es lo que nos parece
más grave, sin que esos problemas y esas insuficiencias le hayan podido
permitir realizar una política seria de difusión de la cultura española
en coordinación con otros organismos responsables en la Administración
española.

Se puede decir si cuatro años son suficientes o no. El señor Director
califica al Instituto de criatura todavía en pañales y, efectivamente,
cuatro años no son definitivos para juzgar la potencialidad de una
determinad institución, pero sí son suficientes para ir juzgando la
existencia de determinadas malformaciones y la existencia de determinadas
incapacidades, unas objetivas y otras personales.

Nosotros hemos realizado este análisis de los problemas del Instituto y
el balance de estos cuatro años y nos parece que sería conveniente
realizar un brevísimo alto en el camino y meditar lo que queremos que sea
en el futuro, en lo posible y en lo necesario, replanteándonos y
redefiniendo su actuación. No somos nosotros los que estemos pidiendo en
este momento una alteración de los términos originales de la Ley, tanto
en sus fines como en sus propósitos, pero sí alguna redefinición y algún
replanteamiento de las actividades del Instituto.

Como seguramente el señor Sánchez-Albornoz habrá tenido ocasión de
comprobar, si se ha tomado la molestia de leer las actas correspondientes
a la tramitación de la ley en esta Cámara, nosotros siempre insistimos en
que, como acabo de subrayar, quedara adecuadamente reflejada la dualidad
del proyecto: enseñanza del español y proyección de la cultura española
en el extranjero, ambas simultáneamente, al mismo tiempo, así como la
necesidad de garantizar una unidad de acción en el exterior en el ámbito
cultural para no encontrarnos con que se establecía una nueva estructura,
en este caso la del Instituto Cervantes, que no sólo no solucionara los
problemas anteriormente existentes de falta de unidad en el ámbito
cultural, sino que, además, la fragmentase todavía más, creando como en
gran parte así se ha producido, un centro más de atención o de referencia
en el ámbito cultural.

Ya dijimos entonces, lo dijo mi compañera de escaño y de Grupo
parlamentario, doña Loyola de Palacio, que queríamos ver con el
desarrollo de los años, cuál era la utilización que hacía la
Administración y el Gobierno de este que nosotros consideramos importante
instrumento de la política exterior española. Nos parece que la respuesta
no es especialmente positiva. Por ello, hoy como entonces, volvemos a
insistir en que la finalidad del Instituto Cervantes consiste
esencialmente en la proyección exterior de la cultura española, siendo la
enseñanza del español una parte de esa proyección, pero no la única y
quizá incluso tampoco la más importante. Porque, como también ha
recordado el señor Director, hay otros centros que se dedican de una
manera profesional a ese tipo de enseñanza en los público o en lo
privado.

Nos parece que lo más importante y a lo que el Instituto Cervantes, en la
medida en que le corresponde, no ha sabido dar respuesta es a la creación
de un proyecto político para la proyección de la cultura española en el
exterior. Algo, y lo digo para descargo del señor Sánchez-Albornoz,
conspicuamente brilla tanto en el Ministerio de Asuntos Exteriores como
en el Ministerio de Cultura.

Al mismo tiempo nos parece, y en eso estará usted de acuerdo, señor
Director, que es fundamental que ese proyecto se lleve a la práctica con
unidad de acción y de forma coordinada. Para ello, es nuestro entender y
nuestra opinión, debería utilizarse de una manera mucho más activa y más
coherente el Instituto Cervantes. Esta debería ser una línea de actuación
en el futuro, contando también, cosa que hasta ahora no ha hecho el
Cervantes, con nuestra presencia en Hispanoamérica. Porque si bien es
cierto que no se trata de enseñar español a los habitantes de los países
hispanoamericanos, no es menos cierto que también ellos deben y pueden
participar de la proyección de la cultura común.

Nuestras conclusiones en este panorama son, en primer lugar, que esta
crisis de gestión evidente que se produce en el Instituto Cervantes debe
servir, no para abandonar el proyecto, en el que seguimos creyendo
firmemente y que ha merecido y sigue mereciendo, por lo menos en sus
términos ideales, nuestro incondicional apoyo, sino para suscitar una
reflexión profunda sobre el sentido del mismo, después de esta
experiencia de cuatro años, y para iniciar una nueva etapa en la que se
dé un impulso definitivo al mismo, una vez terminada esa primera tarea,
por demás ingrata, pero no por ello menos importante, a la que se ha
referido el señor Sánchez-Albornoz, de transformación de centros
transferidos.

También, y se lo decimos francamente, señor Sánchez-Albornoz, y con el
respeto y el cariño que nos merece su persona, nos parece que en esta
nueva etapa usted no debería estar al frente de la misma. Las etapas de
creación de las nuevas instituciones traen consigo problemas, tensiones,
roces, desgastes. Usted ha sufrido esas tensiones y esos desgastes. No
nos parece que haya estado siempre a la altura de las circunstancias,
aunque le reconocemos su capacidad



Página 12963




de dedicación y su buena voluntad para la solución de los mismos, pero no
nos parece que usted sea, una vez solucionaros esos problemas de
reconstrucción de algunos de los aspectos de la acción exterior cultural
española, la persona adecuada para dar ese nuevo impulso y orientación
que la Institución requiere. No ha podido resolver los problemas de
gestión, que en cierta parte son lógicos, pero no por ello menos
importantes, no los ha sabido resolver con la eficacia que sería deseable
y todo ello ha repercutido de una manera muy clara en perjuicio del
proyecto.

También se lo decimos con toda claridad, con toda franqueza y con todo
respeto. Sería radicalmente injusto echar sobre sus hombros la
responsabilidad de la falta de funcionamiento del Instituto Cervantes.

Gran culpa de lo que ha pasado y de lo que está pasando está en el
Gobierno, está en el Ministerio de Asuntos Exteriores y en el de Cultura.

En definitiva, en el Gobierno español. Porque son ellos los responsables
de la ausencia de un proyecto unitario de política exterior en el ámbito
cultural. Responsabilidad del Gobierno es el fijarla. Y también si hay
falta de coordinación entre el Instituto Cervantes y las unidades
administrativas, de las cuales depende el Instituto, en gran parte esa
falta de coordinación es achacable a ellos, al Ministerio de Cultura y al
Ministerio de Asuntos Exteriores.

Por eso, al mismo tiempo que queríamos expresar nuestra preocupación por
la evolución y el conocimiento de los acontecimientos que vienen
afectando negativamente la gestión en el Instituto Cervantes y reafirmar
nuestra convicción en la utilidad ideal del instrumento, queríamos
decirle también, señor Director, que si, en efecto, hay una voluntad de
impulso nuevo, seguramente no sea usted la persona más adecuada para
realizar esas nuevas tareas. Vamos a pedir al Gobierno en fecha próxima
que adopte las medidas oportunas de planificación, de reorganización, de
reglamentación y de presupuesto para que España tenga finalmente una
política exterior unitaria en el ámbito cultural, encauzándola y
coordinándola a través del Instituto que usted todavía dirige, el
Instituto Cervantes.




El señor PRESIDENTE: ¿El señor Director desea contestar o prefiere hacer
un turno global de respuestas?



El señor DIRECTOR DEL INSTITUTO CERVANTES (Sánchez-Albornoz y Aboin):
Como sea la práctica.




El señor PRESIDENTE: Como usted desee.




El señor DIRECTOR DEL INSTITUTO CERVANTES (Sánchez-Albornoz y Aboin). Su
señoría ha hecho una exposición larga y ha planteado una serie de
problemas fundamentales para la vida del Instituto. Empezaré mostrando
las coincidencias.

Creo que la reflexión sobre el proyecto que representa el Instituto
Cervantes es buena, en todo momento, es buena al cabo de un tiempo. Y me
permito corregir un dato. El Instituto Cervantes fue fundado en marzo del
año 1991, pero el nombramiento del Director no se hizo hasta septiembre
de ese año y la puesta en marcha efectiva, es decir las primeras medidas,
no fue posible hasta marzo de 1992, por lo que la gestión debe ser
evaluada en tres años y no en cuatro. Pero tres años es un plazo adecuado
para un balance, para la reflexión y coincido plenamente en la necesidad
de hacer un replanteo de la política cultural y de la política
lingüística de España, que hasta ese momento está repartida en tres
ministerios y que, según he señalado antes, crea una cierta perplejidad
en el público en general que no conoce las razones por las cuales esta
acción --que coincido, debe ser unitaria-- está, de hecho, repartida en
tres unidades.

El Instituto Cervantes se ha encontrado con esta definición de la Ley y
ha actuado de acuerdo con los términos que se le han impuesto. Y aquí
insisto en lo que les he señalado antes de que, si bien existen tres
competencias en materia cultural y por lo menos dos en el orden
lingüístico --y me atrevería a decir que tres, porque también el
Ministerio de Asuntos Exteriores tiene lectores de español en el
extranjero--, a pesar de todo, esta cooperación, esta coordinación, se
está dando de una manera ejemplar --y he citado casos-- y la creación del
Instituto Cervantes ha supuesto un incremento de la acción lingüística y
cultural en muchas partes donde los ministerios no alcanzaban.

Coincido en que quizá es hora de reconsiderar toda esta dispersión en
tres partes y de establecer un plan coherente. Lo que me atrevería a
señalar es que esta reconsideración debe llevarse a otro plano, que no ha
mencionado S. S. Si bien un objetivo importante del Instituto Cervantes
es la proyección cultural, creo que es tan importante, o quizá más, la
proyección lingüística. En el país no ha habido un debate suficiente
sobre la acción lingüística en el exterior. No existe una política
lingüística equivalente a la que tienen los franceses, ni de lejos. Y,
sin embargo, la importancia creciente del español en el mundo es
palmaria, al punto de que no se le habrá escapado a S. S. la lectura de
las palabras que el Presidente Mitterrand pronunció en su despedida del
Parlamento Europeo, donde decía que en este momento en el mundo no había
más que dos culturas y dos lenguas, la anglosajona y la española, aunque
él decía claramente que prefería seguir hablando en francés.

La situación es ésta. Hay un crecimiento del bloque hispanohablante en el
mundo y un afán considerable por el conocimiento de este idioma, no por
razones literarias --que también puede haberlas-- sino por unas razones
bien prácticas de comunicación, de contactos económicos y culturales en
general.

Si bien esta alta posición de la lengua española la ha llevado a ocupar
el segundo lugar en el mundo, resulta que en Europa el español no ocupa
ese segundo lugar. De ahí esta acción, que he mencionado antes y que
espero que tenga éxito, de que el Instituto Cervantes intervenga en la
política comunitaria para la difusión de las lenguas dentro de la Unión
Europea. El español debe ocupar ahí un lugar que tiene en el resto del
mundo y no en Europa.

Plan general de acción cultural, bien, pero sobre todo plan de acción
lingüística para que el español ocupe en el conocimiento de los
hispanohablantes el lugar que le corresponde dentro del mundo. Por
consiguiente, coincidencia



Página 12964




plena en un debate, con la salvedad de que este debate debería ampliarse
al campo lingüístico.

El Instituto Cervantes fue creado con esta doble mira, que ha señalado S.

S., y por eso me asombran las manifestaciones que se dan, en dos
sentidos, para romper esta dualidad. No faltan personas que dicen que el
Instituto debe ocuparse solamente de la enseñanza del idioma, pero
también existen personas que piensan que no debe ocuparse de la lengua.

Asumo esta dualidad impuesta por la Ley y, además, coincido plenamente
con esta situación.

Aun preconizando este debate general, creo que el Instituto, tal como se
pensó en su momento, puede funcionar siempre y cuando haya cooperación
entre los ministerios, y ésta, insisto, se da sobre el terreno, que es
donde debe existir.

Por lo demás, usted ha señalado algunas disfunciones en la marcha del
Instituto, disfunciones que admito que han podido darse, disfunciones que
proceden, por un lado, de la diferencia entre las esperanzas puestas en
el Instituto y los recursos puestos a su disposición en estos cuatro
últimos presupuestos, disfunciones en el producto de los tanteos que toda
institución nueva va realizando, disfunciones debidas a gestión, y aquí
respeto su opinión, pero creo que en cualquier caso la gestión tendría
tropiezos.

En cuanto a la relación que usted señala problemática con el Ministerio
de Asuntos Exteriores, quiero decir que la relación se da doble. Por un
lado, en el Consejo de Administración, donde el Ministerio de Asuntos
Exteriores está representado; esta relación existe con los responsables
del Ministerio --Ministro, Secretario de Estado-- y creo que es
excelente. Y, por otro, la relación con las embajadas, en las cuales
quizás hubo algún malentendido en el momento de segregación de sus
centros culturales a favor del Instituto, pero ha sido disipado.

He visitado en el curso de mis viajes un número considerable de embajadas
y he recibido siempre el mayor apoyo y muestras del mayor interés de los
embajadores en el éxito del Instituto Cervantes, como proyecto general, y
del Centro que está dentro del mismo.

Indefinición jurídica del Instituto; lo he dicho antes y creo que no hay
tal. Existe la Ley, la Ley es clara. Lo que he manifestado antes, y lo
reitero, es el estatuto de los centros, pero esto creo que es un problema
general, esto ocurre en todas las redes. Vuelvo a repetir, en la reunión
que tuvimos el 12 de enero en Alcalá de Henares, los representantes, los
directivos de todos los centros, llegamos a la misma conclusión, que
todos están en situaciones análogas. Y, por otro lado, a esto hemos dado
una respuesta, una respuesta imaginativa, que he mencionado antes, la
promoción de un estatuto-tipo dentro de la Comunidad, y la insistencia en
que el Ministerio de Asuntos Exteriores llegue a los acuerdos culturales
bilaterales, necesarios para la actuación de los centros.

Por lo demás, esto es una cuestión que queda limitada a muy pocas áreas.

En la mayor parte de los países, la eficaz gestión del embajador ha
resuelto la situación en la mayor parte de los casos. Los casos donde se
mantiene esa indefinición son pocos y algunas veces porque el otro país
espera de una negociación bilateral obtener reconocimientos para el
estatuto de sus propios centros. Es el caso de Gran Bretaña; como usted
sabe, el British Council tiene en Madrid unos problemas, que desearía que
se resolvieran y estaría dispuesto a hacer algunas concesiones a favor
del Instituto Cervantes. Aquí yo no entro en la complejidad de las
gestiones diplomáticas; el Instituto Cervantes no tiene función ni
capacidad para intervenir en ellas.

Pienso que usted ha tomado demasiado al pie de la letra expresiones
vertidas en un documento del comité de empresa, cuya presidenta, en una
publicación reciente en una revista, se ha desdicho del tono con que
había sido interpretado este documento, puesto que reconoció lo cierto,
que es un documento polémico para utilizar en una gestión en procura de
mejoras salariales. Si a este documento, que es instrumental, se le da el
crédito de una definición de la situación del Instituto, no tengo más
remedio que lamentarlo.

El Instituto ha sufrido problemas, algunos como el de la rotación en los
puestos directivos. Aquí insisto en que se utilizan términos inadecuados;
cuando se habla de dimisiones de los directores del Centro de París y del
de Roma, no se trata de tal cosa, se trata precisamente de lo inverso,
puesto que el señor Romà Gubern tenía un contrato que caducaba a fines de
enero y, a la hora de negociar su prolongación, avisó que él deseaba que
no se extendiera más allá de un límite, el mes de septiembre, porque
tiene deseos de reincorporarse a su cátedra. En el caso de París no ha
habido dimisión, sino que ha habido fijación de un plazo en su contrato.

Resulta asombroso que extrañe que profesores universitarios deseen
reincorporarse a su cátedra, a sus acciones habituales, y también el
pánico que suscita la desaparición de altas personalidades, como si éstos
no fueran reemplazables, como si no hubiera, me atrevería a decir,
decenas de personas capaces de cumplir sus objetivos de la misma manera.

El acuerdo inicial con estos directores era un contrato temporal. En
ningún caso se habían comprometido a pasar el resto de sus vidas en el
marco del Instituto Cervantes. Ninguno; yo mismo, tampoco.

En cuanto a la rotación de personal directivo de la sede --y creo que es
una cifra abultada la que ha manejado pero, bueno, vamos a partir de
ella--, en tres años se han producido las situaciones siguientes: ha
habido dimisiones porque esas personas habían recibido mejores ofertas
económicas en otros puestos. Tengo que señalar que el Instituto no ofrece
salarios competitivos en relación con la empresa privada, y me parece
lógico, lo aplaudo, que una persona desee obtener mejoras salariales.

Personas que habían venido para cumplir un proyecto concreto, una vez
terminada su colaboración, quisieron reincorporarse a las actividades de
donde procedían y, en algunos casos, ha habido sustitución negociada de
personas que, a mi juicio, no cumplían satisfactoriamente la labor que se
esperaba de ellos. El Instituto Cervantes es una institución muy
compleja, precisamente por esa imbricación con diversas instituciones de
la Administración, pero sobre todo por su presencia exterior vasta en
unos veinte países. No todo el mundo, por capacitado que haya estado en
un empleo anterior, es capaz de llevar adelante su tarea en el marco del



Página 12965




Instituto; un Instituto que fue creado sin grandes definiciones. Al
Instituto se le dio una Ley y ¡a seguir adelante! Es lógico que esta
indefinición haya creado problemas y haya provocado sustituciones de
personal. Me parece que no es anormal en una institución de estas
características y yo, aficionado a la estadística, pediría que se hiciera
una comparación con instituciones análogas para ver si en sus momentos de
infancia no ha pasado lo mismo.

Al Instituto Cervantes le pide usted que resuelva disfunciones, a su modo
de ver, que no está en sus manos resolver. El Instituto Cervantes no
tiene capacidad de hacer muchas de las cosas que debería hacer, sino que
son otras instituciones del Estado las que deben hacerlo; a lo mejor, la
responsabilidad está en otro lado.

Creo que no han existido irregularidades fiscales en ningún caso. Usted
ha citado el caso de Lisboa y ha dicho que no tiene NIF; por el
contrario, es el único centro que lo tiene. En otros casos se ha estado
operando como lo hacían los centros, por analogía, con los NIF de la
embajada. Estos son temas a resolver y que el Instituto en muchos casos
no puede resolver insisto, por sí mismo.

La situación del personal, en su mayoría, ha sido regularizada. En el
momento de ser transferidos al Instituto Cervantes, muchos tenían
contratos verbales y ahora tienen contratos escritos. Todo el personal,
contra su opinión, está acogido a la Seguridad Social. Lo que sí queda
por resolver es el problema de la residencia de algunos directivos,
porque el Ministerio no ha podido resolverlo; es de negociación
bilateral, en unos términos como he mencionado antes, en los que la otra
parte desea, en reciprocidad, recibir algunos beneficios. El Instituto,
por más que se empeñe, no puede resolver estos problemas por sí mismo.

En definitiva, y sin perjuicio de que si no queda satisfecho con mis
explicaciones pueda hacerme nuevas preguntas o mayores precisiones,
insisto en lo que he intentado transmitir en mi comunicación inicial: El
Instituto ha cumplido yo creo que por encima de lo que se podía esperar
de él en este plazo de tres años; la marcha del Instituto con una mayor
cualificación en su actuación y con unos resultados numéricos positivos
en sus actividades, es también una prueba de buena gestión. Por otro
lado, las perspectivas de la situación son muy halagüeñas, pero
naturalmente respeto las opiniones ajenas.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Director. (El señor Rupérez
Rubio pide la palabra.) El señor Rupérez desea añadir algo, pero le ruego
que lo haga con brevedad, porque realmente los tiempos se nos están
alargando demasiado y deberíamos concentrar mucho más nuestras
intervenciones.

Tiene la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Brevísimamente, señor Presidente.

En primer lugar, quiero agradecer al señor Sánchez-Albornoz sus
explicaciones, minuciosas, como las anteriores explicaciones que, si me
lo permite el señor Sánchez-Albornoz, me confirman nuestro análisis. La
situación no puede seguir así y yo creo usted debería ser el primero
consciente de ello. Quizá porque usted no sea un gestor; a lo mejor, a
usted lo que le va es la definición de la política cultural y no la
gestión de la política cultural. Pero nos confirmamos en que si usted, en
un análisis propio, personal al cual naturalmente nadie le puede forzar y
nosotros no lo vamos a hacer, llegara a la conclusión de que ha pasado su
etapa y presentara su dimisión, sería enormemente favorable para la
gestión del Cervantes.

No voy a entrar en detalles. Simplemente quiero decirle que son trece
altos directivos o personas de dirección las que en el curso de los tres
últimos años, por diversas razones, han abandonado el Instituto. Ha
tenido cuatro secretarios generales, los señores Ullastres, Facal y De la
Torre, actualmente es la señora Gomis, y se han producido ceses y
dimisiones de una directora de gabinete, de una directora de
administración, de dos jefes de prensa, de dos directores culturales, de
dos responsables del área académica, de un director de centros y de un
director de marketing. Salen trece, más o menos; están bien calculados.

Yo no me escandalizo, lo que digo es que, en tres años y en un conjunto
de apenas 400 personas, en esos niveles de responsabilidad (y no he
mencionado ni París ni Roma; no he entrado a ese trapo, respecto al cual
tengo también algún tipo de idea ambigua), cuando se produce esto es que
efectivamente algo falla en la misma gestión del Instituto Cervantes.

Coincidimos --y me satisface-- en la definición general de lo que es la
política exterior cultural y en la importancia de esa política exterior.

Nosotros le damos la máxima importancia. Creemos que no está bien
llevada, que no es únicamente por problemas del Cervantes, pero
entendemos que el Instituto Cervantes necesita en este momento una nueva
dirección.




El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez-Albornoz, ¿desea añadir algo más?
(Denegación.) ¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.) Por el
Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Presidente, haré mi intervención, en
nombre de Coalición Canaria, con gran brevedad, comenzando por agradecer
al señor Sánchez-Albornoz la información que ha tenido a bien facilitar a
la Comisión.

Dado que somos conocedores --y quiero mostrarle mi reconocimiento-- del
envío de la memoria correspondiente a lo años 1993-94, creo que ha
constituido una sustancial mejora, tanto en su calidad expositiva como en
las partes que constan en su índice, para tener una amplia información.

Conociendo ya las contestaciones que ha dado al señor Rupérez y lo que se
dice en la memoria 1993-94, le voy a hacer las siguientes preguntas,
señor Sánchez-Albornoz. En primer lugar, ¿cuántas veces se ha reunido
desde su fundación, es decir desde la aprobación de la Ley 7/1991, el
patrimonio del Instituto? Como usted bien sabe, la Ley de 1991 encomienda
la presidencia ejecutiva al propio Presidente



Página 12966




del Gobierno y quisiéramos saber si se ha ejercido la presidencia
ejecutiva por la persona y no por delegación.

En segundo lugar, con respecto al consejo de administración, qué ritmo o
periodicidad está teniendo en sus reuniones, dado que la Ley no señaló
para ninguno de los organismos del Instituto plazos obligatorios de
reuniones mínimas dentro de cada ejercicio, suponiendo en este caso
anualmente.

En tercer lugar, dado que el artículo 8 de la Ley señala que una de las
responsabilidades del consejo de administración es fijar los criterios
básicos para la firma de convenios y protocolos, le pregunto si existe en
este momento un índice de criterios básicos que haya aprobado este
consejo de administración para firmar convenios y protocolos. Y como en
relación con esto está lo señalado en el artículo 9 respecto a lo que son
competencias y responsabilidades del director del Instituto --es decir,
de usted--, en la formalización de convenios y protocolos, le agradecería
que tuviera a bien informar a esta Comisión de cuántos convenios y
protocolos se han formalizado en estos cuatro años de funcionamiento del
Instituto, por cerrar el ejercicio final en el año 1994, señor
Sánchez-Albornoz.

También quisiera preguntarle por el grado de ayudas que hayan podido
ustedes tener de instituciones extragubernamentales; sin han podido
llegar a los convenios de apoyo financiero, con qué entidades y sobre
todo con qué criterios aceptan estos patronatos. La ley venía a
contemplar la posibilidad de incentivarse por medio de determinados
patronatos externos --no estoy hablando del patronato del Instituto-- que
pudiera colaborar financieramente. Me gustaría conocer si hay restricción
de algún tipo, como ocurre en el deporte en que hay restricciones a la
publicidad de tabaco o alcohol, o no la hay. Eso es lo que le preguntaba.

La disposición final primera la ley de creación del Instituto hablaba de
la aprobación del reglamento por parte del Gobierno. Dado el complejo
organigrama de cargos y estructuras que aparecen en el Instituto, en que
unas veces está la tutela presupuestaria del Ministerio de Asuntos
Exteriores, después aparece un alto cargo presidiendo no sé qué cosa, que
el Ministerio de Cultura o el de Educación y Ciencia copresiden otras, a
su juicio ¿esto se ha instrumentalizado bien dentro del reglamento? Estoy
de acuerdo con usted en lo que decía al principio de su exposición en el
sentido de que no debemos cambiar la ley de entrada. Yo no me estoy
refiriendo a la ley, estoy de acuerdo con ese principio. Vamos a dejar
que la experiencia acumule una serie de circunstancias y de parámetros de
comparación para que en su momento la Cámara, si lo entiende así, o el
Gobierno proponga modificaciones a la Ley de creación del Instituto
Cervantes. Me estoy refiriendo al reglamento, que es lo que hace el día a
día y el funcionamiento. Me gustaría conocer su opinión con respecto a
las peculiaridades del reglamento.




El señor PRESIDENTE: Con el señor Director hemos convenido que hará un
respuesta global, sin perjuicio de que luego puedan ustedes volver a
preguntar si no se sienten satisfechos con la respuesta.

Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió) tiene la palabra el señor
Baltá.




El señor BALTA I LLOPART: Señor Sánchez-Albornoz, mi Grupo contempla su
comparecencia --pedida lógicamente por otro Grupo, en concreto el PP--
desde una perspectiva lo más constructiva posible. Para nosotros el
Instituto Cervantes es una Institución fundamental para la divulgación de
la cultura en el extranjero y consideramos que la historia le ha otorgado
a la lengua española un papel preeminente, como se desprendía de las
palabras del Presidente Mitterrand, que usted mismo ha mencionado, y por
la realidad que todos conocemos.

Las dificultades de gestión que han sido enumeradas por el portavoz del
PP y que usted ha ido desgranando en su intervención no vamos a decir que
nos parecen lógicas, tampoco tiene sentido desde la oposición. Los grupos
que no están en el Gobierno tenemos la obligación de cautelar el buen
funcionamiento de las instituciones y creo que es bueno que en el
Parlamento se plantee esta cuestión, pero no por ello debieran
desanimarse en la función de creación del Instituto. Cuatro años es un
plazo limitado, que cada uno tiene que plantearse desde su propia
experiencia. He tenido ocasión de comprobar en el extranjero, por una
parte, la buena labor que realizan algunas instituciones y, por otra, las
instituciones que heredaron y que tuvieron que cerrar porque tenían una
situación de inactividad y con unas estructuras que eran más un aparato
que otra cosa. Comprendo que la actualización haya sido difícil.

Los problemas que han surgido con los técnicos o con los cargos no los
conozco lo suficientemente bien como para valorarlos y pienso que con las
dos intervenciones que he escuchado ya queda constancia para el «Diario
de Sesiones».

El crecimiento del Instituto, por la memoria y por su propia
intervención, se puede considerar muy importante. Mi Grupo, vuelvo a
repetirlo, contrariamente a lo que pudiera parecer, debe animar al
Gobierno a que el Instituto Cervantes tenga un papel cada vez más
preponderante en el exterior, porque eso es bueno para este país.

Aparte de esta valoración y anoto la expresión: avidez mundial por
aprender el español, lo que realmente hemos comprobado, hay algo en su
intervención que ha sido una buena noticia. En el debate que se produjo
en el Congreso referido a la creación del Instituto Cervantes hubo una
confrontación entre dos expresiones que, en principio, podían parecer
idénticas y que tenían un fondo muy distinto. Se hablaba de la lengua y
cultura españolas, mientras que algunos miembros de la Cámara queríamos
hablar de las lenguas y culturas españolas, es decir, del conjunto de
culturas e idiomas que componen el Estado pluricultural que nos hemos
dado. Desde esta perspectiva para nosotros es una buena noticia que se
estén dando cursos de una de las lenguas minoritarias ha dicho en Munich
y Bucarest. En este caso se refiere al catalán lo que, por lógica,
perteneciendo al Grupo que pertenezco, todavía tiene que tener una mayor
celebración, pero mi Grupo, como ya ha manifestado en otras ocasiones,
desearía que esto se ampliara a las restantes lenguas. Permítame, como
también alguna



Página 12967




vez he hecho, que le hable de las personas de procedencia de comunidades
cataloparlantes, podemos hablar de los vascos, pero sobre todo de los
gallegos que están en multitud en el extranjero y el Instituto Cervantes
puede ser un vehículo de comunicación con su país e incluso con su
cultura.

La personalidad de Cervantes es tan inmensa que puede englobarnos a
aquellos que tenemos una lengua distinta a la que el utilizó en su obra.

Consideramos que el Instituto ha hecho bien en empezar este trabajo y
queremos animarles a que no se hagan solo cursos, sino que los fondos
bibliotecarios, los vídeos que puedan exhibirse en cada uno de los
institutos, los programas de televisión de difusión cultural que puedan
realizarse, las publicaciones, los libros etcétera encuentren en el
Instituto Cervantes la realidad pluricultural de este Estado. Queremos
animarles en esta línea, porque es muy importante.

También queremos decir que no hay que crear una realidad por encima de la
que existe en el país. No vamos a hacer cursos de gallego donde no los
hay o cursos de catalán donde no hay catalanes. Un estudio detallado del
tema es lo que les va a permitir, en el plazo más breve posible, que es
lo que les pedimos, desarrollar esta presencia pluricultural, sin que
ello vaya en menoscabo del castellano. Sería una estupidez no aprovechar
la proyección que en estos momentos tiene en el extranjero.

En esta línea de que lógicamente el castellano tenga esa preferencia y
fortalecimiento exterior quisiéramos animarles, que siguieran por esta
vía, sobre todo porque su gestión ha roto aunque sea de una forma
testimonial en dos ciudades, un problema que se produjo en el debate de
creación del Instituto que no iba exactamente por esa línea. Nos
congratulamos de ello.

Puede estar convencido de que las diversas instituciones autonómicas
estarían complacidas de colaborar con el Instituto y le aseguro que la
Generalitat lo estará especialmente, porque existe una red de casas de
Cataluña en el extranjero que ya hacen en algunos lugares la función que
el Instituto pudiera realizar técnica y profesionalmente de la forma más
adecuada.

Muchas gracias por su información.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el
señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Quiero empezar por saludar la presencia del
señor Sánchez-Albornoz entre nosotros, al tiempo de anunciarle que le
ahorraré a él y al resto de los miembros de la Comisión el repaso de los
temas que han sido tratados anteriormente. Yo también tenía previsto
hablar de los temas de definición jurídica del Instituto, de la falta de
personalidad jurídica y fiscal, parece ser que de todos los centros en el
exterior, excepto el de Lisboa, de los problemas de financiación, de los
problemas de la dependencia administrativa de los tres ministerios, de
los problemas de gestión. De alguna manera, estos problemas han sido
tratados ya, yo me siento representado en el tono y en la forma en que se
ha hecho, y usted ha intentado dar respuesta a las cuestiones planteadas.

Decía usted, con respecto a la posibilidad de que el Instituto Cervantes
acaba siendo una especie de escuela de idiomas sin más, que los dos
vectores fundamentales que animan la función del Instituto Cervantes son
la política lingüística y la política cultural. Yo creo que son dos
vectores absolutamente complementarios y difíciles de separar. No creo
que sea posible hacer una política cultural de España en el exterior sin
política lingüística, ni al revés, es decir, que se pueda hacer
exclusivamente política lingüística si no va acompañada de una difusión
en el exterior de la cultura española. Por tanto, creo que son dos patas
sobre las que debe andar necesariamente el Instituto Cervantes. Y si por
mor de problemas de gestión, o de problemas presupuestarios, cualquiera
de las dos acaba desapareciendo en la práctica, o su función no se
ejerce, tampoco estará ejerciéndose correctamente la otra y, por tanto,
nos tropezaremos con un problema serio, y es que todas las expectativas
que se han generado a partir de la creación del Instituto Cervantes se
verán frustradas en su totalidad. Porque si solamente se dedicara el
Instituto Cervantes a ser una escuela de idiomas, no serviría para nada;
eso ya lo hace la iniciativa privada, ya lo hacen otras instituciones y
no es, en absoluto, la función del Instituto Cervantes. O es
complementaria con la difusión cultural o no lo es, simplemente. Creo que
eso es fundamental. Y a la hora de priorizar, en función de los recursos
presupuestarios, cuál de las dos políticas va a tener más recursos, yo
creo que hay que ser muy equilibrado, porque, repito, creo que son
necesarias ambas, al ser complementarias.

Cambiando de tema, el informe del comité de empresa, al que se ha
referido anteriormente, yo creo que es muy medido. No creo que tenga
usted queja del comité de empresa de su centro. Es cierto que hay algunos
adjetivos un poco duros, pero, según mis datos, lo que la presidenta del
comité de empresa ha hecho es desmentir la utilización que se pueda haber
hecho del informe, y cuando se le pregunta, a través de un medio de
comunicación, dice que son cuestiones reivindicativas internas que están
en vías de solución.

Yo voy a intentar huir de los adjetivos más escabrosos, pero creo que se
citan cosas que son preocupantes por ser ciertas: la falta de
transparencia en todo lo relativo a temas de personal, la
discrecionalidad con la que se han tratado los temas retributivos y
funcionales y la sensación de indefensión en la que se ha movido el
personal del Instituto Cervantes. Yo creo que éstos son tres temas
--repito que huyendo de los adjetivos más escabrosos-- que hay que
resolver, y que hay que resolver contando precisamente con ese comité de
empresa y acabando con esa situación de discrecionalidad. En el propio
informe se cita el caso del Instituto Cervantes en Manila, pero se podía
añadir alguno más. Podíamos hablar, aunque quizá no sea el momento, de
los problemas del Instituto en Dublín, con temas pendientes de solución
por parte de la Magistratura de Trabajo, de situaciones que,
conociéndolas a través de los documentos que se nos aportan, son
difícilmente explicables, pero repito que eso está pendiente de solución
por la vía de magistratura laboral.




Página 12968




Decía usted, refiriéndose a los problemas que se han suscitado en los
centros de París y Roma, que las personas que ostentaban la dirección de
los mismos, tanto Romá Gubert como Pérez de Azúa, son reemplazables.

Obviamente. Usted es reemplazable, todos los que están en esa mesa lo
son, todos los que estamos aquí también. Reemplazables somos
absolutamente todos. Ya hemos discutido sobre lo que es la estructura y
lo que es la coyuntura, y aquí, casi todos, somos coyuntura, y en el
Instituto Cervantes también. Yo creo que el problema de fondo más
importante, desde mi punto de vista, es que, sin duda, a pesar de los no
cuatro, sino tres años de gestión directa del Instituto, la coordinación
entre los tres ministerios, aunque usted diga que en lo funcional ha sido
perfecta, lo cierto es que cada uno de ellos, como es lógico en el
funcionamiento del ser humano, barre para casa. Por tanto, coordinar la
acción de esos tres ministerios significa entrar en negociaciones
complejas, difíciles, de mucho detalle, y para poder hacer todo eso hace
falta no sólo cumplir la ley, sino echarle un plus de empuje,
fundamentalmente político, para que eso funcione. Y yo no voy a entrar en
si usted dispone de ese plus a aportar de más o no, mi Grupo no lo ha
cuestionado de momento, no lo hemos planteado y no lo voy a plantear
tampoco aquí, pero sí señalo que para que eso funcione, para poder acabar
con los problemas de indefinición de todo tipo, todos aquellos que se han
comentado y a los que usted ha dado más o menos respuesta, hace falta un
plus político importante de empuje para que se puedan resolver, para que
se pueda entrar en la negociación de la funcionalidad del Instituto con
mayor fuerza para que sea útil la finalidad para la que se crea el
Instituto Cervantes, tanto la expansión de la política lingüística como
de la política cultural española que ha creado tantas expectativas.

Es cierto --y usted lo señalaba antes-- que los presupuestos de que se ha
dotado el Instituto han sido muy inferiores a las expectativas que él ha
generado; por tanto, habrá que resolver los problemas presupuestarios.

Como también habrá que resolver los problemas de la gestión
presupuestaria diaria, porque también hay alguna denuncia por ahí, si no
de irregularidades de gestión, sí de poca eficacia en la gestión de los
recursos económicos de que se ha dotado el Instituto, que, repito, son
insuficientes para poder cumplir las expectativas que se habían generado
con su creación.

Mi Grupo saluda la docencia en el exterior de las otras lenguas del
Estado (catalán, euskera, gallego, etcétera), pero si nos paramos y
reflexionamos sobre lo que ha sido la funcionalidad del Instituto
Cervantes en estos tres años, yo creo que no podemos aprobar esa gestión.

Es decir, si usted fuera un examinando, no le podríamos aprobar.

Probablemente no le suspenderíamos para siempre, le dejaríamos que
reflexionara y que volviese en septiembre con nuevas ideas y con nuevos
empujes para gestionar mejor el Instituto. Estamos dispuestos a ser un
tribunal benévolo, porque tenemos muchas expectativas cifradas en el
Instituto Cervantes, pero exigimos que esa gestión se incremente en
aquello que necesita, que, repito, es el empuje político necesario como
para poder coordinar todo lo coordinable, que es mucho en el caso del
Instituto Cervantes.

Yo creo que lo que nos debe preocupar, a partir de este momento, y a
partir de las reflexiones que se hagan, es cómo encarar el futuro del
Instituto Cervantes, y eso sin duda pasa por mejorar la dotación
presupuestaria, sin ninguna duda; probablemente pasa por la
reestructuración del funcionamiento del Instituto Cervantes, y pasa por
una mejora sustancial de la gestión. Con esas tres condiciones, el
Instituto Cervantes puede cumplir las expectativas generadas. Si no se
cumplen esas tres condiciones, probablemente dentro de un tiempo nos
volveremos a ver aquí criticando la gestión inmediatamente posterior del
Instituto, cosa que no desearíamos ninguno de nosotros, al menos no lo
desearía mi Grupo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Curiel.




El señor CURIEL ALONSO: Hemos oído con la máxima atención y con el máximo
interés el debate que está teniendo lugar y creemos que está siendo
positivo, en el sentido de que el señor Sánchez-Albornoz está dando
información muy precisa sobre temas que, sin duda, han estado en el ánimo
y preocupación del Partido Popular, que es el que ha solicitado esta
comparecencia. En este sentido, entendemos que es una sesión positiva.

Quería empezar diciendo que nuestro Grupo expresa su agradecimiento por
la presencia del señor Sánchez-Albornoz hoy aquí, por la información
completa, precisa y exacta que ha dado, y que probablemente seguirá
dando, puesto que la sesión no ha terminado, sobre algunos temas que han
planteado algunos colegas de otros grupos parlamentarios, y le quiero
añadir que nuestro Grupo le anima a seguir en ese camino; le anima a
seguir en su firmeza, en su decisión, en su actitud ejemplar, y estamos
absolutamente orgullosos de que usted esté en la Dirección del Instituto
Cervantes. En ese sentido, no solamente le aprobamos, sino que, además,
le invitamos a que siga en esta actitud todo el tiempo que usted desee,
porque creemos que éste es un proyecto de largo aliento y que usted lo
está desarrollando con un trabajo muy importante y que nosotros le
agradecemos muy sinceramente.

Han surgido bastantes cuestiones a las que me voy a referir, como es
obvio, que han estado en la preocupación, me consta, del Director, el
señor Sánchez-Albornoz, de los portavoces y también de algunos medios de
comunicación, que se han referido, como usted muy bien ha dicho, a la
situación del Instituto en las últimas semanas o en los últimos meses.

Empiezo por decir que expreso nuestro agradecimiento, nuestro acuerdo,
nuestra satisfacción porque de las intervenciones de los diferentes
portavoces creo que se puede constatar un acuerdo básico, un consenso
general, en cuanto al proyecto de fondo que significa el Instituto
Cervantes.

Como otros colegas, he repasado la ley de 1991 y, tanto como ya se ha
dicho en su exposición de motivos cuanto en el articulado, básicamente en
el artículo 3, se pone de manifiesto esta visión global, moderna diría
yo, de un Instituto



Página 12969




como el nuestro, como el Instituto Cervantes, que pretende ser una pieza
fundamental de la acción exterior de nuestro país, que, por consiguiente,
tiene esa doble vertiente a la que usted se ha referido y ratificamos, en
este momento, el espíritu y la letra de la Ley que dio nacimiento al
Instituto Cervantes en 1991.

Han sido tres años de gestión y, como era lógico --y ahora entramos en lo
que podríamos llamar los problemas del Instituto--, una tarea de este
calado, que no es precisamente una enseñanza del idioma, sino que
pretende ser algo que forma parte de la presencia exterior de nuestro
país, no podía ser de otra manera, que no naciera, como nacieron otras
experiencias a las que luego me referiré, en una situación de
dificultades en la consolidación de este proyecto, repito, porque estamos
en un proyecto de largo aliento, necesitamos tiempo para que se
consolide, para que resuelva problemas de procedimiento formales o de
consolidación del propio proyecto, pero, sin duda, nada pone en cuestión
la directriz fundamental con la que la Dirección del Instituto Cervantes
está trabajando.

En este sentido, ¿qué creemos que ha ocurrido?, ¿cuáles son esos
problemas? En nuestra opinión, problemas de consolidación. Claramente,
además. Y creo que en su propia intervención y en los requerimientos y
las opiniones de los demás portavoces está claro que si no está en
cuestión el fondo del problema y la orientación general, estaremos
discutiendo problemas diversos de orden presupuestario, de dificultades
en cuanto, como usted ha dicho, a la situación del «status» jurídico de
los centros en algunos países, etcétera, pero todos estos son problemas
de consolidación y de confirmación y ampliación del trabajo del Instituto
Cervantes.

Es evidente que si hacemos un análisis comparativo, que no es el momento
ni, probablemente, sea la ocasión, respecto a las experiencias de otros
países que nos llevan un gran adelanto en esta tarea --caso del Instituto
Británico y caso del Liceo Francés--, vemos que la presencia
internacional y nuestra potencia cultural no son menores que en el caso
británico o en el caso francés, que han tardado décadas en consolidarse,
en abrirse camino, en organizarse más y mejor, en lograr una mayor
sensibilidad de sus Cámaras para tener más presupuestos, es decir, toda
una tarea que afecta a esa iniciativa de largo aliento a la que me he
referido.

Por eso en esto sí hay algún diseño con algún portavoz, porque creemos
que no solamente no hay que poner en cuestión lo hecho hasta aquí, sino
que hay que alentarlo y, señor Sánchez-Albornoz, lo vamos a hacer en la
responsabilidad que nos corresponde aquí, como es apoyar al ejecutivo y
proporcionarle a usted los medios oportunos para que esta tarea se pueda
consolidar y se puedan resolver las dificultades que podamos tener.

¿Cuáles serían estas dificultades? Creo que básicamente podríamos hablar
de las siguientes. Sin duda aparece una, que es la presupuestaria. Esto
es una verdad que usted mismo ha dicho, que los demás portavoces han
constatado y que yo afirmo. Es evidente que nuestra actitud, nuestro
talante y una de nuestras preocupaciones era, como ha sido ya --y ahora
me referiré a ello--, dotar al Instituto Cervantes de mayor asignación
presupuestaria, a los efectos de que se pueda resolver y ustedes puedan
gestionar adecuadamente un mayor esfuerzo, que dependerá de la
sensibilidad de esta Casa y del Senado para que pueda ser así. Nosotros
estamos esforzándonos en esto.

Al respecto quiero decir que, en el presupuesto vigente en este ejercicio
1995, fue iniciativa del Grupo Socialista, a la Sección 12, que hubiera
un incremento de trescientos millones de pesetas en cuanto a la dotación
presupuestaria del Instituto Cervantes para el ejercicio de 1995. Y,
además --lo digo para precisar la filosofía de la enmienda que fue
aprobada--, recogíamos la preocupación de que la mayor parte de esa
cantidad, en concreto 167 millones de pesetas, fueran dedicados a
resolver problemas de retribuciones básicas de las personas que están
trabajando en el Instituto Cervantes y, básicamente, para personal
laboral fijo. Es decir, coincidimos en el criterio de hacer un esfuerzo
presupuestario, pero, además, que ese esfuerzo presupuestario
cualitativamente vaya orientado a mejorar las condiciones de trabajo de
las personas que están allí, lo cual, sin duda, repercutirá positivamente
en la propia estabilidad, en su función y en los altos cargos que dirigen
el Instituto.

No voy a cansarles, señorías, señor Presidente, explicando aquella
enmienda, está vigente, consta en los archivos de esta Casa, pero sí
quiero poner de manifiesto nuestra preocupación, nuestra sensibilidad y
nuestro compromiso de que en los próximos ejercicios presupuestarios
seguiremos enmendando, reclamando más sensibilidad para apoyar esta
política de incremento presupuestario del Instituto Cervantes. Debo decir
también, para no ocultarlo, que ha habido otro grupo parlamentario que
enmendó esta cuestión, que fue el Grupo Popular, con dos enmiendas, por
cierto, técnicamente, me permitirán los señores del Partido Popular decir
que están mal hechas, pero recaban una voluntad de un incremento de 400
millones de pesetas, concretamente las enmiendas 1.077 y 1.079, que
figuran en el «Diario de Sesiones.»
En todo caso, tema presupuestario. ¿Que querríamos más? Sin duda. ¿Que
usted va a tener el apoyo de este grupo en cuanto al mantenimiento de
esta pretensión para incrementar las partidas presupuestarias del
Instituto Cervantes? Sin duda. Y, como es lógico, y por responsabilidad
como grupo parlamentario, haremos este esfuerzo en concordancia con el
esfuerzo general presupuestario que reclaman otras actividades y
responsabilidades del ejecutivo. Quiero dejar esto perfectamente claro a
los efectos oportunos.

Otro tema que creo que ha sido aludido en bastantes intervenciones es el
problema de la dependencia orgánica del Instituto Cervantes. Le decía
ahora mismo a mi compañero de escaño el señor Puig que sería una
contradicción, por una parte, afirmar este carácter global del Instituto
Cervantes en cuanto a esa presencia de acción exterior y, al mismo
tiempo, recabar una dependencia orgánica unidireccional en el Gobierno.

Cualquiera que se haya aproximado al Derecho Administrativo moderno sabe
que las técnicas de coordinación transversal en las Administraciones
públicas contemporáneas es clave, como las comisiones interministeriales,



Página 12970




cuando abordamos el diseño de organismos que, como el suyo, tienen una
acción diversa y que, por consiguiente, siendo así que el artículo
correspondiente establece la dependencia orgánica del Ministerio de
Asuntos Exteriores, no es menos cierto que es lógico que exista una tarea
transversal y una responsabilidad creciente de Departamentos como Cultura
y Educación, que tienen mucho que decir en la propia configuración y
acción del Instituto Cervantes. Es una técnica legislativa y
administrativa perfectamente moderna, absolutamente consonante con lo que
hacen otros países y, por consiguiente, en este sentido no podríamos,
sería una contradicción en los términos, decir que estamos de acuerdo con
el proyecto del Instituto Cervantes recogido en la exposición de motivos
o en la letra de la Ley y, al mismo tiempo, revisar su dependencia porque
no estamos de acuerdo con ello. Sería tanto como negar la afirmación que
hemos hecho previamente.

Por consiguiente, nosotros reafirmamos, como dije al principio, ese
carácter del Instituto Cervantes, y por eso ratificamos en este momento
que creemos que es buena la técnica administrativa, y la técnica jurídica
por consiguiente, que se utilizó en la Ley vigente de 1991, que da
nacimiento al Instituto Cervantes.

Tercera cuestión. Yo creo que el profesor Sánchez-Albornoz ha explicado
con mucha precisión y claridad que hay que diferenciar entre la presunta
indefinición jurídica del Instituto, que no existe, y la situación, que
esperemos que se resuelva rápidamente, de algunos centros, que
efectivamente dependen también de nuestra acción diplomática, y vamos a
animar en ese sentido para que se resuelvan las disfunciones que puedan
existir en cuanto a la situación de los centros, no del Instituto, que
está perfectamente establecido. En ese sentido comprendemos que haya
estos desajustes o disfunciones, que tienen que ver con esta impresión
general que tenemos nosotros de tareas o trabajos de consolidación del
propio Instituto.

Para ir terminando, señor Presidente, quisiera referirme a dos cuestiones
concretas. Una es el informe elaborado por el comité de empresa, que
tengo en mi poder y he leído con mucha atención, y el propio informe, sin
hacer ningún juicio peyorativo --faltaría más--, dice en su párrafo sexto
que los problemas del informe tienen más que ver (sic) «con personal, en
primer lugar porque es en ese terreno donde el comité de empresa se mueve
y puede aportar una visión más propia y, en segundo lugar, porque
consideramos, de acuerdo con las más modernas concepciones de las
relaciones laborales, que el patrimonio más valioso de una empresa no son
sus edificios, ni su imagen corporativa ni sus activos bancarios, sino
las personas que en ella trabajan, sin las cuales ninguna empresa puede
funcionar». Es decir, estamos ante un informe del comité de empresa que
reconoce en el frontispicio de su declaración que su motivación es una
reflexión sobre los problemas laborales del personal del Instituto, que
no negamos.

Se ha citado ya, pero conviene hacer la cita exacta para que conste así
en el «Diario de Sesiones», que la propia presidenta del comité de
empresa, doña Blanca García Minguela, realiza unas declaraciones en las
que dice: «... ya que se trata de cuestiones reivindicativas internas,
que están en vías de solución. Sufrimos los problemas normales de una
institución creada recientemente, con unos conflictos que hay que
resolver y que estamos recordando a los responsables del Cervantes.»
Naturalmente, faltaría más. Me imagino que el Director estará incluso
satisfecho de tener un comité de empresa activo que le plantee problemas
a los efectos de mejorar la gestión del Instituto Cervantes. Lo que no
creo es que podamos convertir un informe del comité de empresa, muy
respetable sin duda, en una categoría parlamentaria para desaconsejar o
hacer un juicio general sobre toda la responsabilidad de las personas que
dirigen el Instituto Cervantes. Creo que hay que poner cada cosa en su
sitio y que el Parlamento tiene que tener otro criterio más amplio,
naturalmente con otros criterios políticos de gestión más generales que
aquello que siempre significa una cierta parcialidad, repito, muy
respetable, como es el informe de un comité de empresa sobre problemas
laborales de la casa en la que trabaja.

Termino, señor Presidente. ¿Qué actitud creemos nosotros que hay que
adoptar en este momento? Yo creo que el señor Sánchez-Albornoz lo ha
dicho con mucha claridad: mirar hacia el futuro y trabajar, y reitero que
nuestra actitud va a ser invariable en el apoyo al Director del Instituto
en este momento en las líneas maestras que ha presentado: expansión del
Instituto --si he recogido bien--, presión --creo que ésta fue la palabra
que usted mismo utilizó--, a los efectos de conseguir la resolución de
las disfunciones que puedan existir en la casa que usted dirige, y
tercero, un tema muy importante que nos interesaría subrayar, que es, por
decirlo así, la presión también para que el español en el seno de la
Unión Europea juegue un papel cada vez más importante. Nosotros nos
sentimos corresponsables, copartícipes y, desde luego, con iniciativa
para que en todos los organismos de la Unión Europea y en otros
colindantes con ella --y lo estamos haciendo-- defendamos el uso cada vez
mayor del español en una estrategia que nos parece indispensable, repito,
porque tenemos esa potencia cultural, tenemos la suerte de ser una
potencia cultural, como decía el ya citado Presidente Mitterrand en ese
célebre discurso, y lo podemos hacer. Naturalmente, deberemos poner
medios para que esto sea así.

Repito: mirar hacia el futuro, confianza política, confianza personal,
que la tiene usted señor Sánchez-Albornoz. Es más, incluso pediría que
hiciéramos un esfuerzo todos los Grupos Parlamentarios por coincidir en
este talante. No pido con ello que se cese en la crítica, en los juicios
que cada Grupo, naturalmente, es libre e independiente para hacer
--¡faltaría más!--, pero sí que hiciéramos un esfuerzo por hacer lo que
otros países y otros parlamentos, que en estos temas, que no son de
gobierno ni de partido, sino de interés general, como éste que nos ocupa,
hiciéramos un esfuerzo de consenso importante, que se sepa en esta Casa y
fuera de ella que el Instituto Cervantes goza de un amplio consenso en
cuanto a esa tarea de desarrollo, de consolidación y de expansión. Nos
parece que en términos políticos sería de una gran ayuda para una
institución que está luchando por consolidarse y por abrirse camino.




Página 12971




Yo me atrevería a solicitar ese apoyo de todos los Grupos Parlamentarios.

Espero que en el próximo ejercicio político del año 1996 los Grupos nos
ayuden en las enmiendas a los presupuestos para que podamos ser más los
que pedimos más presupuesto para su Instituto, que haya tranquilidad para
que usted pueda trabajar y que ese horizonte de proyectos al que usted se
ha referido se pueda ver coronado por el éxito. Yo estoy convencido, y mi
Grupo así lo expresa, de que en una comparecencia próxima, bien cuando
sea requerido o bien si usted quiere estar con nosotros, constataremos
que esta sesión ha sido positiva, favorable y clarificadora, y que sin
duda habremos dado un apoyo al trabajo que ustedes están desarrollando,
que nosotros, repito, como Grupo Socialista, agradecemos y constatamos, y
sepa usted que goza de todo nuestro apoyo y todo nuestro agradecimiento.




El señor PRESIDENTE: Antes de que el señor Sánchez-Albornoz haga uso de
la palabra para contestar, vamos a proceder a una breve interrupción para
que pueda resolver, él y quizá otros, un pequeño problema personal e
intransferible. (Pausa.) El señor PRESIDENTE: Señorías, reanudamos la
sesión.

Tiene la palabra el señor Sánchez-Albornoz.




El señor DIRECTOR DEL INSTITUTO CERVANTES (Sánchez-Albornoz y Aboin):
Espero ser más breve en la intervención que me corresponde ahora. Noto,
además, que los puntos de coincidencia entre los representantes de los
grupos políticos que han hecho uso de la palabra son mayores.

En primer lugar, quiero contestar al señor Mardones que me preguntó sobre
las reuniones del Patronato. Estas han sido tres. Es una reunión anual
que suele realizarse en torno al 12 de octubre, vísperas o al día
siguiente. Se ha establecido un consenso para que ocurra en esas fechas.

Tengo que reconocer que el Presidente ha asistido a todas las reuniones
como también el Presidente de honor, que es S. M. el Rey, que no ha
faltado a ninguna cita. En cuanto a la periodicidad de las reuniones de
consejo de administración, el criterio, en términos generales, es
celebrar una reunión por trimestre, es decir cuatro veces al año. Pero la
urgencia de decisiones ha hecho que se reúnan, por término medio, unas
seis o siete veces por año, con lo cual la frecuencia es de cada seis o
siete semanas.

En cuanto a los convenios, si lo desea, puedo hacerle llegar un índice de
todos los que se han suscrito. La variedad de convenios es muy amplia,
porque a veces es con instituciones españolas y otras con instituciones
extranjeras. No existe un criterio único, sino que el consejo de
administración ha tomado la decisión de acuerdo con los contenidos.

En cuanto a las ayudas extrainstitucionales, es decir, el patrocinio, es
un campo, como decía en mi intervención, que estamos explorando, en el
que, por desgracia, las circunstancias económicas no han permitido
conseguir frutos, pero sí existen algunos convenios que nos han permitido
determinadas actuaciones. Le señalaba en mi intervención el convenio con
la empresa IBM para la elaboración de un plan de enseñanza del español
asistido por medio de ordenadores, en lo cual es experta. Esto no se
traduce en unos ingresos que puedan quedar reflejados en el presupuesto,
pero sí en un aumento de las actividades que realiza el Instituto, en
algunos casos tan importantes como ésta de la enseñanza asistida por
ordenador que, estratégicamente, es muy importante.

El último punto del señor Mardones es el reglamento. Todavía no ha sido
aprobado. Existe un reglamento para la constitución del Patronato, que
fue aprobado en su momento, de acuerdo con el cual se ha reunido el
Patronato, pero el reglamento general no está aprobado, aunque está
previsto. He pedido información a varios profesionales, a varias
instituciones, para tener una visión de lo que debiera ser. Las opiniones
no han sido coincidentes, lo que ha llevado a prolongar el período de
reflexión que ya termina. En breve podrá ser debatido en el consejo de
administración y luego elevado a su aprobación. La necesidad de
rodamiento de la institución me ha parecido que no impedía la
prolongación de una interinidad en cuanto al reglamento, por cuanto no
tendría sentido aprobarlo y que después los hechos demostraran que tenía
que ser revisado en poco tiempo. Por lo demás, la acción del Instituto es
reglamentaria porque a falta de reglamento se rige por las normas
generales del Derecho.

En cuanto a la intervención del señor Carrera, quiero agradecérsela muy
sinceramente por la valoración que ha hecho de la labor del Instituto y
por el encaje perfecto que ve en la acción exterior del español y de
otras lenguas. Quisiera ampliar al señor Diputado que parte de las
cuestiones que ha solicitado están ya resueltas. Los libros en otras
lenguas nutren, si no todas las bibliotecas, muchas de las más
importantes. En la biblioteca de Nueva York que he mencionado antes,
existe un fondo de literatura y de obras en todas las lenguas
comunitarias. En otras bibliotecas existe lo mismo. En cuanto a
actividades culturales, no hemos discriminado cuáles pertenecen a una
comunidad o a otra, sino que todas ellas representan la actividad de
España. Coincido plenamente con el criterio que ha enunciado de que no
hay que crear enseñanzas artificialmente, sino responder a las demandas
que se presenten. Ese ha sido el criterio que ha presidido la actuación
del Instituto Cervantes.

Al Diputado, señor Vázquez, le agradezco todo lo que en su actuación ha
tenido de apoyo al Instituto, aunque me permito discrepar en algunas de
las observaciones que ha hecho en cuanto a la difusión de un documento
del comité de empresa. La situación del personal del Instituto en España
no es indefinida, sino que el personal que entró con contratos temporales
ha visto confirmada al cabo de tres años su pertenencia al Instituto.

Quedan fuera de esta situación sólo aquellas personas que han sido
contratadas a través de empresas. En cuanto a la transparencia en la
contratación del personal creo que es meridiana, por más que otras
personas puedan opinar lo contrario, dado que se han hecho siempre
convocatorias públicas para la selección del mismo. Las únicas personas
que trabajan en el Instituto por



Página 12972




designación directa son los directores de área y los directores de
instituto, que me parece que son cargos de confianza.

En cuanto a la supuesta discrecionalidad, en los casos a que se ha
referido creo que no existe tal cosa. En ambos casos había problemas en
el personal, que los directores no han dejado de señalar a la Dirección.

En el caso de Dublín se ha llegado --como usted ha mencionado-- a la
prescindencia de una de las personas. Y en este caso, lo que me confirma
la existencia de un problema y me confirma también en la decisión tomada
es que el personal del centro, unánimemente, envió una carta a la
Dirección suscribiendo la medida. Por tanto, éste es un problema de
encaje que no tiene otra significación.

Creo que la apreciación de que la rentabilidad del Instituto es inferior
a la esperada se puede contradecir con los hechos. Habría que hacer un
estudio más detenido, pero de momento tenemos que basarnos en dos
opiniones contrapuestas, aunque esto puede dar lugar a un estudio de lo
hecho, que, insisto, ha sido mucho.

Respecto a que se necesita añadir a la gestión --que por cierto no
siempre tiene que estar directamente a cargo del Director del Instituto--
un plus político, no sé si lo tengo o no lo tengo, pero desde luego, ese
plus político necesario, que podría venir por la pertenencia al partido
del Gobierno, no lo tengo.

En cuanto a las palabras del señor Curiel -- que han sido de apoyo al
Instituto y quiero agradecérselo aquí-- me quiero detener en ese vocablo,
pero también concepto, que ha utilizado que es el de la transversalidad
de las acciones administrativas. Transversalidad que, con otras palabras,
había señalado que va en aumento dentro de la Administración española.

Además, quiero señalar que éste es uno de los vocablos más usados en la
Administración europea. Precisamente uno de los puntos de este programa
«Sócrates y juventud», al cual, a través de Didaxis, el Instituto se ha
presentado, es el de la transversalidad de la acción lingüística a lo
largo de todo el programa.

De momento nada más.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún Grupo desea hacer uso de la palabra para
alguna aclaración? (Pausa.)
Señor Vázquez, tiene la palabra, pero le ruego la máxima brevedad.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Con la máxima brevedad, señor Presidente.

En aquellos temas en que se trata de su opinión y mi opinión o la opinión
de mi Grupo, usted tiene unos datos y yo tengo otros.

Respecto al plus político, no significa en absoluto que le esté incitando
a que se haga miembro del Partido del Gobierno, ni lo apoyo ni lo dejo de
apoyar (El señor Rupérez Rubio: Por otra parte, a destiempo.) es un
problema suyo. Me refería a lo que se ha dicho anteriormente. Una cosa es
el diseño de la gestión cultural, de la política cultural, y otra cosa es
la gestión. Esa gestión necesita un plus político, no tener un carnet u
otro, sino tener el empuje, la fuerza necesaria para ese difícil
ensamblaje de los intereses del Estado y los intereses más pequeños, los
intereses de tres ministerios. Esa es la gran dificultad. Por tanto, ese
plus viene a ser necesario para poder empujar en la dirección correcta
para que el Instituto funcione. No me refería en absoluto a tenencia de
carnet, eso no tiene nada que ver.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Curiel, también con la máxima brevedad.




El señor CURIEL ALONSO: Para reiterar nuestro agradecimiento al profesor
Sánchez-Albornoz y decirle, por eso he solicitado la palabra, que quizá
pueda ser de utilidad la petición del señor Mardones de la remisión de
los convenios o proyectos que estén en marcha. Creo que sería bueno para
todos los miembros de esta Comisión tener información exhaustiva al
respecto. En este mismo sentido, creo que sería oportuno que los miembros
de esta Comisión tuvieran las memorias correspondientes a los años
1992-1993 y 1993-1994 de las actividades del instituto.

Por otra parte, creo que sería muy útil materializar en cuanto podamos
esa visita al centro de Alcalá porque probablemente sería muy provechosa
para conocer «in situ» los trabajos, las dificultades y sus
preocupaciones.




El señor PRESIDENTE: ¿Desea añadir algo más, señor Sánchez Albornoz?



El señor DIRECTOR DEL INSTITUTO CERVANTES (Sánchez-Albornoz y Aboin):
Reitero la invitación a visitar Alcalá.




El señor PRESIDENTE: Tomamos buena nota de ello y le agradecemos su
presencia. Señor Sánchez-Albornoz, le liberamos ya de la pesada carga de
responder a tantas preguntas. Espero que haya sido una carga leve. En
todo caso, sabe que ésta es su casa y que le esperamos para otras
ocasiones.




DICTAMEN SOBRE:



--ENMIENDA DEL PROTOCOLO DE MONTREAL RELATIVO A LAS SUSTANCIAS QUE AGOTAN
LA CAPA DE OZONO, ADOPTADA EN LA CUARTA REUNION DE LAS PARTES DEL
PROTOCOLO DE MONTREAL, CELEBRADA EN COPENHAGUE DEL 23 AL 25/11/92.

(Número de expediente 110/000117.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al siguiente punto del orden del día y
entramos en la discusión de dictámenes. El primero de ellos es el que
lleva el número 3: Enmienda del Protocolo de Montreal relativo a las
sustancias que agotan la capa de ozono, adoptada en la Cuarta Reunión de
las Partidas del Protocolo de Montreal, celebrada en Copenhague del 23 al
25 de noviembre de 1992.

¿Qué Grupo desea hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Izquierdo.




Página 12973




El señor IZQUIERDO JUAREZ: Dado lo avanzado de la hora, en esta
intervención no me voy a referir a los contenidos concretos de la
enmienda de la Cuarta Reunión de las Partes del Protocolo de Montreal que
nos trae aquí, pero sí quiero decir que desde nuestra posición
consideramos acertado y muy importante el que el Gobierno de España
acepte los contenidos de dicha enmienda, sobre todo si se tiene en cuenta
que en la Quinta Reunión de la Partes del Protocolo de Montreal,
celebrada en Bangkok, se mostró que la situación de la capa de ozono
seguía degradándose. Este deterioro, señorías, seguirá, según los
expertos, hasta el año 1998 e incluso el 2000 y a partir de ese momento
comenzará una lenta recuperación, pero llevará más de 50 años restituir
la situación original.

En 1992 el agujero de la Antártida alcanzó una extensión de 59,8 millones
de kilómetros cuadrados y un adelgazamiento del 60 por ciento respecto a
mediciones anteriores. Cada uno por ciento de disminución del ozono
contribuye a un incremento del 1,3 por ciento de los rayos ultravioletas
que llegan del sol. El ritmo de disminución del ozono es ahora de un
cuatro por ciento a un cinco por ciento por década en las alturas medias
de los dos hemisferios, con una baja más marcada en invierno y en
primavera que en verano. En la zona tropical la disminución es
prácticamente imperceptible.

Una vez restringido el uso de los CFC el mayor peligro estaba en los usos
de los HCFC y los HBCC y el metilbromuro, no regulados por el Protocolo
de Montreal. Por ejemplo, baste decir que las fuentes fundamentales de la
producción de estos compuestos, de este último compuesto en concreto, del
metilbromuro, son el empleo y el uso de plaguicidas, los incendios
forestales y los automóviles que emplean gasolinas con plomo.

De todo ello se deduce, señorías, la importancia de aceptar la enmienda
al Protocolo de Montreal que se propone.

En 1976 al 90 por ciento de los aerosoles fabricados en España contenían
CFC. Hoy tan sólo un tres por ciento utiliza esta sustancia como
propelente. La industria española, señorías, ha invertido en estos años
más de 3.000 millones de pesetas para producir este cambio.

Hay que señalar que el tema del medio ambiente no es, afortunadamente, un
tema de debate ideológico. Es un tema importante, asumido por todos y
además es un tema sobre el que ya, y en el futuro esperamos que mucho
más, han de girar los procesos productivos y las economías de los países
desarrollados y los que están en vías de desarrollo como fuente de
riqueza y de empleo.

Dicho esto, hay que decir también que el tema del medio ambiente es usado
y utilizado como un arma estratégica por los diferentes países en los
conciertos internacionales. A nadie se le escapará que los costos para
introducir en la industria protección sobre el medio ambiente ya son
evidentemente un costo en los procesos productivos. Son un costo y, por
lo tanto, inciden de manera muy importante en la competitividad del
precio final de los productos que se desarrollan.

Este comentario nos lleva a decir que surge la necesidad de recabar del
Gobierno, dado que vamos a aceptar la enmienda propuesta por el Protocolo
de Montreal, la información de las implicaciones que la firma de la
enmienda va a llevar consigo, como por ejemplo, ¿qué implica esta
disposición para la industria española? ¿Qué sectores van a ser los más
afectados? ¿Qué impacto económico va a tener la medida en cuanto a
inversiones que es necesario realizar? ¿Cómo va a afectar lo dispuesto en
la enmienda a nuestro comercio internacional, tanto en lo referido a
importaciones como a exportaciones? ¿Qué medidas va a adoptar el Gobierno
para asegurar el cumplimiento de lo dispuesto en la citada enmienda,
cuyos efectos deben comenzar a partir del próximo año, 1 de enero de
1996, según --repito-- lo dispuesto en la enmienda? ¿Se van a disponer
mecanismos que ayuden a paliar el impacto económico?
En resumen, señorías, es muy importante y necesario apoyar la
ratificación de la enmienda al Protocolo de Montreal, pero también es
preciso evaluar las repercusiones económicas para nuestra industria y
diseñar una serie de medidas para, por un lado, asegurar el cumplimiento
de la enmienda y, por otro, facilitar a la industria los cambios que se
deben abordar.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Palacios.




El señor PALACIOS ALONSO: Señor presidente, sobre esta cuestión hemos
tenido ocasión de hablar en intervenciones anteriores y nuestro Grupo ya
se ha, digamos, explayado sobre todas las circunstancias que concurren en
la acumulación excesiva de CFC en la atmósfera, cuyos efectos sobre la
capa de ozono son muy duraderos. No son los gases inocentes que en su día
se consideró, sino que se piensa --los científicos así lo estiman
actualmente-- que pueden estar actuando incluso hasta más allá de 40
años. De manera que es posible que los primeros que empezaron a
producirse todavía sigan produciendo su efecto dañoso, una molécula de
cloro por unas 10.000 de oxígeno, y constituyendo ese daño. En todo caso,
señor Presidente, en su día, apuntábamos también la importancia que
habría de tener en su momento la regulación de la actuación de los HCFC y
de los derivados del bromo. Por lo tanto, nos alegra que esto haya sido
tenido en cuenta en esta enmienda, que por supuesto vamos a apoyar, en
tanto que introduce estos nuevos elementos con la denominación de
sustancias de transición, cuyo potencial dañoso ha de ser controlado por
ser sustancias agotadoras del ozono no nulo.

Señor Presidente, hay también un hecho de interés y es que se pretende la
eliminación de los HCFC en un horizonte temporal del 2030. Sin embargo,
hemos de decir que la Unión Europea hace previsiones a más corto plazo,
de modo que se plantea que en los países que la componen este hecho pueda
acercarse al año 2014. Estamos completamente seguros de que nuestro
Gobierno establecerá las medidas oportunas para que podamos cumplir
también aquí nuestro compromiso.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Vázquez.




Página 12974




El señor VAZQUEZ ROMERO: Señor Presidente, intervengo para manifestar la
posición favorable de mi grupo a la aprobación de esta enmienda al
protocolo de Montreal; pero discutir sobre la importancia de la
protección de la capa de ozono a estas alturas me parece que es
innecesario.

Doy por reproducidas las palabras, tanto del representante del Partido
Popular como del Grupo Socialista, respecto a la importancia de esta
enmienda, que incluye dos nuevas sustancias, los HCFC y el metilbromuro,
como agentes destructores de la capa de ozono. Especialmente, me parece
importante señalar que esto es un primer paso porque, siendo sustancial
el aprobarlo, como se ha señalado anteriormente, esto genera unas
repercusiones importantes sobre nuestra industria, que tendrá sin duda
repercusión económica y conviene que sean estudiadas, así como los
mecanismos de que se tiene que dotar el Gobierno para asegurar el
cumplimiento de este Protocolo de Montreal, en el que nos va a todos
muchísimo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la
palabra el señor Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Señor Presidente, manifestamos el apoyo de
nuestro Grupo Parlamentario a esta enmienda y celebramos que finalmente
se produzca su votación en la Cámara. Ante este acontecimiento,
quisiéramos apuntar el hecho de que estamos enmendando un protocolo
reciente, que además tiene su origen en la anterior Conferencia de
Londres, que se celebra como consecuencia de una serie de evidencias que
ponen de manifiesto el deterioro de la capa de ozono estratosférico.

Sucede, sin embargo, en la Conferencia de Londres, que, ante la absoluta
certeza científica del daño irreparable, o reparable a muy largo plazo,
que se está produciendo en dicha capa como consecuencia de las emisiones
de CFC y alones, fundamentalmente, la comunidad internacional adopta unas
medidas, muy tímidas, que, posteriormente y al cabo de muy poco tiempo,
se ve obligada, en la Conferencia de Montreal, a aprobar un protocolo
modificando lo acordado en Londres; un protocolo que, a su vez, estamos
enmendando de nuevo al cabo de poquísimo tiempo.

Con ello quiero decir que deberíamos sacar la consecuencia lógica de que
hay determinados daños medioambientales que se están causando y sobre
cuya solución no deberíamos ser tan dubitativos porque, al fin y al cabo,
las medidas que se acaban adoptando de forma obligada para evitar un daño
irreparable, son medidas que de haberse adoptado anteriormente no eran
perjudiciales --en este caso, para salvaguardar la capa de ozono--, sino
que simplemente tenían un coste derivado de la reconversión de la
industria productora de estos elementos químicos en los países
tercermundistas, fundamentalmente en este caso la India y China, que son
los que disponían de una industria potente en este ámbito.

Termino diciendo que ello nos debe servir de ejemplo para adoptar medidas
en el ámbito internacional para solucionar el problema del cambio
climático que, desde mi perspectiva, constituyó el gran fracaso de la
Conferencia de Río de Janeiro, en el año 1992, y donde llegamos a una
serie de acuerdos importantes. Se habló mucho del fracaso del Convenio de
la biodiversidad en tanto en cuanto no había sido suscrito por los
Estados Unidos de América, pero se está evidenciando --la comunidad
científica internacional está poniendo la nota en ello-- que fue en el
Convenio del cambio climático donde nos quedamos muy cortos o fuimos muy
prudentes en el momento de adoptar medidas para solucionar este grave
problema.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Quiero hacer míos los argumentos de los
Diputados que me han precedido en el uso de la palabra y señalar que por
parte de Coalición Canaria votamos afirmativamente esta enmienda al
Protocolo de Montreal porque significa un nuevo paso, aunque no es el
óptimo, ya que sabemos que hay profundos y fuertes intereses económicos
que a veces se ocultan en este tipo de protocolos.

Creemos que en esto hay que diferenciar dos cuestiones. Por un lado,
están los que fabrican las sustancias propelentes, en este caso los
fluorocarbonados en términos generales, y aquellos otros productos
químicos que aquí se relacionan. Se ha dado un paso adelante respecto a
los países que envasan propelentes de aerosoles, lacas, pinturas,
etcétera, por el sistema sajón denominado «spray». Por otro, aquí se
viene a decir que los países que siguen este Protocolo pueden prohibir la
importación de terceros países que no lo hayan signado, lo cual nos
permite dar el voto positivo porque entendemos que es un paso adelante.

Los países que tienen la industria de propelentes como usuarios de
aerosoles y productos envasados están muy tranquilos porque cumplen el
Protocolo de Montreal no fabricándolos, pero hasta ahora podían
importarlos. Vamos a ver si conseguimos que los países industrializados
avanzados que hayan dejado de fabricar fluorocarbonados, dejen también de
importarlos y, sobre todo, de usarlos.

Esto es lo que para nosotros tiene de positivo esta modificación, vía
enmienda, del Protocolo de 1992.




El señor PRESIDENTE: Concluidas las intervenciones de los Grupos, vamos a
proceder a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobado por unanimidad.




--ACUERDO ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA EN
MATERIA DE COOPERACION EDUCATIVA, CULTURAL Y CIENTIFICA, HECHO EN MADRID
EL 27 DE OCTUBRE DE 1994. (Número de expediente 110/000129.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto cuarto del orden del día; Acuerdo
entre el Reino de España y los Estados



Página 12975




Unidos de América en materia de cooperación educativa, cultural y
científica, hecho en Madrid el 27 de octubre de 1994.

¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Cremades.




El señor CREMADES SENA: Intervengo brevemente en nombre de mi Grupo para
manifestar el voto afirmativo a este acuerdo, que tiene por objetivo
principal actualizar y ampliar el acuerdo ya existente de 1989, con un
nuevo texto que contempla, como decía, la ampliación al área científica,
que no estaba recogida anteriormente, y que a la vez actualiza la
funcionalidad del acuerdo de una manera tremendamente positiva.

En el acuerdo se crea una comisión para el intercambio cultural,
educativo y científico; comisión que estará financiada con un fondo común
creado por ambas partes --Estados Unidos y España--, así como con
dotaciones de otras procedencias. Esta comisión va a gozar de una
autonomía de gestión y de administración importante y los fondos para
financiarla se dedicarán a estudios, investigaciones, enseñanzas,
visitas, intercambios culturales, científicos y educativos. Se amplían
las competencias de la comisión a la planificación, la gestión, la
evaluación y la información, y se exige la elaboración de un plan y un
presupuesto anual. La comisión será paritaria, constará de doce miembros
--seis y seis-- por períodos trienales, con posibilidades de prórroga, y
la vigencia del convenio durará hasta el año 2003, con la posibilidad de
ser prorrogado.

Mi Grupo cree --y lo constatamos-- que esta actualización del Convenio de
1989 con los Estados Unidos va a generar efectos positivos recíprocos
para ambos países y creo que es un buen instrumento para consolidar,
afianzar y profundizar en las relaciones culturales, científicas y
educativas entre un país de las características de los Estados Unidos y
el nuestro.

Por estas razones, el voto de mi Grupo va a ser positivo a este convenio.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO Y LEDO: Como ya ha dicho el señor Cremades, se
trata de la actualización de los programas de intercambio cultural y
educativo que España viene realizando con los Estados Unidos desde 1958.

Han sido 37 años de experiencia, una experiencia que las dos partes
consideran como positiva y, por ello, se trata ahora de poner de acuerdo
con nuevas circunstancias añadiendo, como ya se ha dicho, el aspecto
científico.

Quienes profesionalmente somos universitarios --y el señor Presidente me
va a entender muy bien, como colega que es-- sabemos lo beneficiosos que
han sido para la universidad española estos programas de intercambio que
han permitido a muchos profesores completar su formación y a muchos
alumnos, ampliar sus estudios.

Quería dedicar unas palabras, si me lo permite, a la figura del Senador
Fullbright, que fue el creador de este tipo de intercambios y que ha
fallecido hace unos días. El Senador Fullbright puso en marcha, por una
iniciativa legislativa suya, estos programas en el año 1945, hace ahora
exactamente medio siglo, y lo hizo precisamente dos semanas después de
que la primera bomba atómica cayera sobre Hiroshima. Según explicó en
alguna ocasión, la reflexión a que le llevó este terrible acontecimiento
le impulsó a poner en marcha este programa. Fue una frase de Einstein la
que le inspiró para realizar esta acción. Einstein dijo: «Debemos
adquirir una manera sustancialmente nueva de pensar si queremos que la
Humanidad sobreviva.» Fue esta reflexión la que está en los orígenes de
los programas de intercambio Fullbright en los que han participado, desde
el punto de vista norteamericano, 130 países; países que han firmado
programas similares con los Estados Unidos y de los que se han
beneficiado 120.000 nacionales de otros países distintos a los Estados
Unidos y 90.000 norteamericanos, hasta el punto de que un profesor de
Oxford ha dicho que se trata del movimiento más amplio y más
significativo de estudios que se ha producido sobre la faz de la tierra
desde el siglo XV. Por todo ello, entendemos que es un programa muy
positivo y del que nuestro país puede beneficiarse.

Quiero terminar reiterando ese homenaje al Senador recientemente
fallecido, una persona, como todos sabemos, que tuvo una enorme
importancia en la vida política norteamericana, puesto que fue presidente
de la Comisión de Exteriores durante muchos años, en unos momentos muy
difíciles de la guerra fría, pero para él siempre fue prioritario el
programa de intercambios. En cierta ocasión dijo: «El programa de
intercambios es la cosa que me reconcilia con todas las dificultades de
la vida política.» Y, efectivamente, lo llevó a cabo. Hasta que ya era
nonagenario se siguió ocupando de este programa, cuando ya tenía que
utilizar una silla de ruedas para desplazarse.

Por todo ello, y como homenaje al Senador Fullbright, nosotros vamos a
apoyar la autorización para este convenio.




El señor PRESIDENTE: Creo que todos nos sumamos a ese homenaje, y me
parece muy bien que quede constancia clara de todo ello.

Por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Mi grupo también va a dar su voto favorable a
este acuerdo entre España y los Estados Unidos de América, que, como se
ha dicho, supone la actualización de los viejos programas de intercambio
nacidos en el año 1953.

Obviamente, me sumo al homenaje al Senador Fullbright, hombre conocido
por su talante progresista y, de alguna manera, representante de la buena
izquierda americana, cuyo impulso, sin duda, significó para las personas
de muchos países, también de España, la posibilidad de un intercambio
cultural con aquel país.

Nos congratulamos por este acuerdo, que se realiza en plan de igualdad
entre España y los Estados Unidos de América, con un período de vigencia
hasta el año 2003, fecha en la que esperemos sea renovado.




Página 12976




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Convergència i Unió, tiene la
palabra el señor Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Además de sumarnos al obligado homenaje al
Senador Fullbright, manifestamos nuestro voto favorable a este acuerdo,
por cuanto, de un lado, supone una profundización en las relaciones entre
España y los Estados Unidos de América, lo que nos parece siempre
positivo, y de otro lado, porque entendemos que el mismo va a revertir en
beneficio de ambos países. Por ello, nuestro voto va a ser favorable.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: También en la misma línea de adhesiones, paso
a entrar en el análisis del acuerdo.

Resulta obvio hablar de las bondades y beneficios que entraña para España
la suscripción de este acuerdo con una potencia mundial en estos campos,
si no tanto en el cultural, sí al menos en el científico, aunque aquí se
añade el educativo, como son los Estados Unidos de Norteamérica. Lo que
aquí se crea como nueva comisión de intercambio cultural educativo y
científico viene a sustituir a la vieja y con reminiscencias políticas
muy fuertes Comisión Cultural de 1958, al amparo de los acuerdos
bilaterales en aquella época política entre el régimen español del
General Franco y los Estados Unidos de Norteamérica. Bienvenido sea.

Viene también a sustituir lo que había acordado el Comité conjunto
hispano-norteamericano para la cooperación cultural y educativa, hecho al
amparo del acuerdo de Washington de 1989, si bien este último mantuvo la
Comisión de intercambio cultural, tal y como se recogía por escrito desde
1958. Ahora, al añadirse los calificativos de Comisión de intercambio
educativo y científico, junto a lo cultural, de lo cual nos
congratulamos, supone uno de los factores para dar nuestro voto positivo
a la ratificación y aprobación en esta Comisión de este importante y
trascendental acuerdo. Ahora bien, yo creo que este Parlamento va a estar
obligado a hacer un seguimiento de control del Ejecutivo, a raíz de lo
que se deriva del artículo 5 de este acuerdo. Porque cuando hemos
hablado, con respecto al Parlamento Europeo, del déficit democrático,
aquí puede haber alguna sombra del mismo.

Resulta que la comisión nueva que se crea la van a componer 12 miembros:
seis españoles y seis norteamericanos. A los españoles los nombra
directamente el Ministro de Asuntos Exteriores y a los norteamericanos
los nombra el embajador, jefe de la misión diplomática de los Estados
Unidos de América en España. El acceso al puesto de embajador de los
Estados Unidos en cualquier país tiene unos controles parlamentarios. La
Comisión de Asuntos Exteriores del Senado opina muy directamente sobre la
idoneidad de las personas para estos cargos, y yo hubiera deseado que
también hubiera habido algunas exigencias profesionales de los seis
componentes españoles de la comisión. Por parte de la misión
norteamericana se exige, en primer lugar, que de los seis representantes
norteamericanos, al menos dos sean funcionarios diplomáticos de la
Embajada de los Estados Unidos, mientras que por parte del Ministro de
Asuntos Exteriores español no existe ninguna exigencia profesional o de
carrera para dicho nombramiento.

Cuando se trata de nombrar a los dos copresidentes, el copresidente
norteamericano debe ser diplomático de carrera, según se dice en la letra
c) del artículo 5.º. Y cuando se hace la referencia al español, se dice:
y otro, un miembro español aprobado por el Ministro de Asuntos
Exteriores.

Espero que se preste una cuidada y exquisita atención en la lectura que
haga el Ministerio de Asuntos Exteriores español de estas intervenciones
para que los controles parlamentarios en su día no tengan que sonrojar a
nadie a la hora de nombrar a estas personas, que doy por supuesto que se
hará correctamente. El artículo 5.º del convenio no señala ninguna
exigencia funcionarial o profesional a los representantes españoles y a
la hora de nombrar dos cotesoreros, los norteamericanos vuelven a exigir
que el representante en esta comisión de los Estados Unidos sea un
diplomático estadounidense aprobado por el jefe de la división
diplomática de los Estados Unidos en el Reino de España, y que el otro
cotesorero sea un miembro español aprobado por el Ministro de Asuntos
Exteriores.

Por todo ello, y dado que esta oficina, de acuerdo con el artículo 8.º,
va a tener su sede en Madrid, sería conveniente, dado que el artículo 6.º
dice que se designará un director ejecutivo y que será éste quien fije su
remuneración y condiciones de trabajo de todo el personal de la comisión,
que se adoptaran unas medidas de control muy directas, porque no sabía
que un director ejecutivo de una cuestión oficial --no estoy hablando de
una empresa privada-- podía fijar la remuneración y condiciones de
trabajo.

Esperemos que todo se encuentre dentro de unos parámetros de control
parlamentario, porque repito que esta comisión, con estos requisitos, va
a aprobar todas las competencias que se señalan en el artículo 2.º para
un intercambio cultural, educativo y científico de nuestro país con los
Estados Unidos de Norteamérica.

Nosotros votaremos favorablemente por las razones positivas de fondo que
recoge este acuerdo.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Terminado el turno de intervenciones, vamos a
proceder a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Se aprueba por unanimidad.




--ACUERDO SOBRE EL TRANSPORTE INTERNACIONAL POR CARRETERA ENTRE EL
GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA Y EL GOBIERNO DE LA REPUBLICA DE LITUANIA,
HECHO EN VILNIUS EL 6-7-94. (Número de expediente 110/000130.)



Página 12977




El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 5 del orden del día, Acuerdo
sobre el transporte internacional por carretera entre el Gobierno del
Reino de España y el Gobierno de la República de Lituania, hecho en
Vilnius el 6 de julio de 1994.

¿Grupos que deseen intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Milián.




El señor MILIAN MESTRE: El día 22 de septiembre de 1993 fue rubricado en
Vilna el texto de este acuerdo sobre el transporte internacional por
carretera entre España y el Gobierno de aquella República.

El objeto de este acuerdo es, obviamente, la regulación de las
condiciones del transporte por carretera, tanto de viajeros cuanto de
mercancías entre ambos países.

Las circunstancias geopolíticas han cambiado mucho y este acuerdo marca
una evidente traslación de intereses en el comercio internacional entre
países que habían estado contextualizados en otras normativas jurídicas
de carácter internacional. Por ese mismo sentido, nuestro país ha tenido
que abordar las perentorias necesidades prácticas que evidencian estas
transacciones comerciales, y los 20 artículos, sin anexo, que supone este
acuerdo lo que hacen es definir las habituales condiciones en que se
realizan los tratos en este sentido.

Precisamente, con objeto de atender a los compromisos que se derivan de
esa pertenencia de España a la Unión Europea, en el artículo 3 se prevé
que las partes se atendrán a las disposiciones que se deriven de
cualquier acuerdo que pueda resultar de una de esas partes con la
Comunidad o que resulte de ser miembro de la misma. Este artículo parece
importante porque asegura los compromisos que se deriven de la
pertenencia a la Unión Europea y, mucho más, cuando se están produciendo
ampliaciones cuya dinámica no será lejana en abarcar algunos de los
países del antiguo entorno de la ex Unión Soviética.

El acuerdo define y regula los diversos servicios del Transporte por
carretera de viajeros, estableciendo procedimientos a seguir para
autorizar las líneas regulares de este servicio, así como otros servicios
turísticos de pasajeros conocidos habitualmente como lanzaderas.

En los artículos 6 y 7 se definen los servicios discrecionales de
pasajeros, inhibiéndolos de una autorización previa, como ocurre
habitualmente en el transporte turístico internacional. Sin embargo, en
cuanto a mercancías, está sujeto, en principio, a un sistema de
contingentación de las autorizaciones, tal como se regula en el artículo
10 y que rige normalmente en estos acuerdos de carácter internacional.

La relación del transporte, que por su poca incidencia en el mercado no
está sometido al régimen de autorización previa, obviamente queda
incluida en este acuerdo sin mayor pormenorización. En algunos artículos
se establece que las partes intercambiarán permisos para distribuirlos
entre los transportistas de cada una de esas partes contractuantes. Este
es otro de los compromisos que normalmente los países que tienen
habituales tratos en el comercio por carretera ofrecen, a fin de
compensar las condiciones de los propios transportistas de uno y otro
país. Finalmente, se propone una exención mutua de los impuestos de
circulación por el uso de las carreteras a estos transportistas que
realicen operaciones amparados en dicho acuerdo. Hay un artículo 19 donde
se contempla la constitución de una comisión mixta que velará por la
ampliación de este acuerdo, y tendrá la competencia de fijar anualmente
el número de permisos para transporte de mercancías que intercambiarán
estas partes contratantes.

Creemos que es un acuerdo internacional de evidente imperio práctico o
pragmático y, en consecuencia, no ofrece grandes dificultades, sino que
se ajusta a lo ya especificado en otros acuerdos similares. Por todo
esto, nuestro Grupo se alegra de que España abra este tipo de relaciones
concretas y prácticas con países de la antigua ex Unión Soviética, y
creemos sinceramente que éste es un buen dato para que nuestros
transportistas puedan mejorar el ámbito de su mercado y su comercio.

Evidentemente, votaremos a favor del mismo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Vallejo.




El señor VALLEJO RODRIGUEZ: Brevísimamente, voy manifestar la posición
del Grupo Socialista a favor de este acuerdo. Voy a ahorrar a la Comisión
la explicación reiterativa del contenido del acuerdo, porque ya se ha
hecho. Sólo quiero decir que este acuerdo viene a cubrir los trámites
propios de una intervención de nuestro país con otro país nuevo en una
Europa que está surgiendo nueva. Por tanto, hay que regular todas estas
materias y, en concreto, el tráfico entre países. Simplemente quiero
reiterar el voto a favor del Grupo Socialista.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Convergència i Unió, tiene la
palabra el señor Carrera.




El señor CARRERA I COMES: También voy a ser muy breve. Quiero dejar
constancia del apoyo que va a dar nuestro Grupo a este acuerdo que ahora
se debate. Es un acuerdo amplio, con un contenido suficientemente
explícito para que podamos valorar cuál es su alcance. Tiene artículos
que definen los ámbitos de ampliación o los servicios concretos en que se
basa, de los cuales yo destacaría dos (me parece que también lo ha hecho
otro portavoz que ha intervenido con anterioridad): por un lado, el
artículo 3, por el que ambas partes contratantes se atienen a
disposiciones que están dentro de la unidad europea; y, por otro, el
artículo 19, en el que se constituye la comisión mixta y que, en
definitiva, es el responsable de la aplicación de las disposiciones que
figuran en el presente acuerdo.

Por su contenido, por su importancia y por su amplitud, nuestro Grupo,
repito, va a dar su conformidad a la ratificación de este acuerdo.




El señor PRESIDENTE: Terminado el turno de intervenciones, vamos a
proceder a la votación.




Sometido a votación, dijo:



Página 12978




El señor PRESIDENTE: Se aprueba por unanimidad. (El señor De Puig pide la
palabra.)
Señor De Puig, tiene la palabra.




El señor DE PUIG I OLIVE: Este portavoz ha tenido un olvido y quisiera
subsanarlo. Doña Dolores Pelayo sustituye a don Miguel Angel Martínez en
esta reunión de la Comisión, por el Grupo Socialista.




El señor PRESIDENTE: Espero que en lo sucesivo esos olvidos se subsanen
justo cuando empecemos a votar.




--PROTOCOLO NUMERO 1 AL CONVENIO EUROPEO PARA LA PREVENCION DE LA TORTURA
Y DE LAS PENAS O TRATOS INHUMANOS O DEGRADANTES, HECHO EN ESTRASBURGO EL
4-11-93. (Número de expediente 110/000131.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 6 del orden del día:
Protocolo número 1 al Convenio Europeo para la Prevenciónde la Tortura y
de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes, hecho en Estrasburgo el 4
de noviembre de 1993.

¿Grupos que desean intervenir?
Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor De Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: Se trata del Protocolo número 1 al Convenio
para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o
Degradantes. La iniciativa de la elaboración de este protocolo partió de
la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, más tarde el Comité de
Delegados de los Ministros consultó al Comité Director de Derechos
Humanos para que viera la posibilidad de redactar este protocolo y,
finalmente, se aprobó este texto que no pretende otra cosa que la
posibilidad de que los países que, no siendo miembros del Consejo de
Europa, son miembros de la antigua Conferencia de Seguridad y Cooperación
en Europa, actualmente Organización de la Seguridad y la Cooperación en
Europa, pudieran también adherirse a este convenio europeo y pudieran
tener sus representantes en el comité consultivo que se prevé para la
vigilancia del cumplimiento del convenio.

Como digo, a propuesta de la Asamblea se aprobó. Lo único que dice el
protocolo es que estos países puedan adherirse, se establece la fórmula
por la cual se producirá esta adhesión y, finalmente, se señala que habrá
un seguimiento y se presentará anualmente un informe sobre el desarrollo
de este protocolo en los países que, no siendo miembros del Consejo de
Europa, quieran adherirse.

Quiero simplemente señalar, para terminar, señor Presidente, que algunos
parlamentarios de esta Comisión, tanto del Grupo Popular como del Grupo
Socialista y también otros grupos, aunque no estén presentes en esta
Comisión, participamos en los trabajos de elaboración de este convenio y
lo votamos --algunos de ustedes en Comisión y, los demás, en el Pleno--.

También quiero citar los trabajos o la cooperación de dos ilustres
parlamentarios de esta Asamblea: don Leopoldo Torres, que durante años
fue el representante español en el Comité, y don José María Mohedano, que
recientemente todavía lo era. Recuerdo también los trabajos del señor
López Henares, del PP, y de los representantes de otros grupos políticos,
que estuvimos en todo momento de acuerdo en redactar y aprobar este
protocolo, con lo cual, para ser coherentes, debo pedir ahora a la
Comisión que lo votemos en este trámite.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Robles Fraga.




El señor ROBLES FRAGA: Muy brevemente, quiero reiterar nuestro compromiso
con este texto, que demuestra la utilidad y la necesidad de aplicar a los
países que no son todavía miembros del Consejo de Europa los criterios y
los niveles de protección y prevención en materia de derechos humanos,
especialmente, como en este caso, de prevención de la tortura y de las
penas o tratos inhumanos o degradantes. Este debe ser un factor de
estabilidad europea, debe ser uno de los mecanismos establecidos a través
de las iniciativas del Consejo de Europa y, muy especialmente, de su
Asamblea Parlamentaria, para extender la firmeza de la democracia y las
garantías de los derechos individuales y colectivos a esos países. Es una
demostración de la utilidad y la importancia de la labor que se
desarrolla en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, y
felicitamos a quienes en su día participaron en los trabajos de este
primer Protocolo al Convenio Europeo para la Prevención de la Tortura y
de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Convergència i Unió tiene la palabra
el señor Recoder.




El señor RECODER I MIRALLES: Para manifestar evidentemente nuestro voto
favorable a este protocolo, como no podía ser de otra forma, en tanto en
cuanto supone un paso adelante en lo que es el largo camino por conseguir
el pleno respeto a los derechos humanos también en nuestro Continente
europeo.

Nos parece sumamente importante y además oportuna la aprobación de este
protocolo, en tanto en cuanto, como han dicho en anteriores
intervinientes, supone la invitación a otros países del ámbito europeo,
no miembros del Consejo de Europa, a suscribirlo y, por tanto, a observar
los principios que el mismo defiende. Nos parece especialmente oportuno
en unos momentos donde recientísimos acontecimientos ponen de manifiesto
que el total y absoluto respeto a los derechos humanos todavía está muy
lejos de ser cumplido en algunos lugares de nuestro Continente.

Como en el mismo protocolo se habla de la invitación por parte del Comité
de Ministros a otros Estados no miembros del Consejo de Europa, yo
invitaría al Comité de Ministros a que, a su vez, invitara a Estados no
miembros del Consejo de Europa y algunos de ellos sí miembros de la
Asamblea parlamentaria del propio Consejo a suscribir este convenio.

Pienso que estaríamos dando un paso



Página 12979




adelante en el objetivo de conseguir la cohesión europea también en
cuanto al respeto de los derechos humanos.




El señor PRESIDENTE: Pasamos a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobada por unanimidad.




--CONVENIO ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y LA REPUBLICA DE VENEZUELA SOBRE
EJECUCION DE SENTENCIAS PENALES, SUSCRITO EN CARACAS EL 17 DE OCTUBRE DE
1994. (Número de expediente 110/000132.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 7 del orden del día,
Convenio entre el Reino de España y la República de Venezuela sobre
ejecución de sentencias penales, suscrito en Caracas el 17 de octubre de
1994.

¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Popular tiene la palabra la señora Pulgar.




La señora PULGAR FRAILE: El Convenio entre el Reino de España y la
República de Venezuela sobre ejecución de sentencias penales, suscrito en
Caracas el día 17 de octubre de 1994, tiene como finalidad primordial
permitir la posibilidad de que los condenados puedan cumplir las penas
privativas de libertad en su Estado de origen. Con ello se está
facilitando el hecho de que las penas adquieran un verdadero significado
al estar dirigidas a la reinserción y reeducación social, aproximando al
penado a su ambiente social y familiar. La estructura del convenio consta
de 12 artículos, y el principio general se recoge en el artículo 1 al
señalar que las penas o medidas de seguridad privativas de libertad
impuestas en Venezuela a nacionales españoles podrán ser cumplidas en
España en establecimientos supervisados por autoridades españolas, de
acuerdo con las disposiciones del convenio. El mismo régimen se prevé
para las penas impuestas en España a nacionales de Venezuela. Es
condición para la aplicación de este convenio que el penado preste su
consentimiento expresamente y, en caso de incapacidad, se prestará por su
representante legal. Añade que la autoridad central determinada por el
convenio para ejercer las funciones previstas en el mismo será el
Ministerio de Justicia respectivo.

En cuanto a la ejecución de las penas, se establece que el penado
continuará cumpliendo en el Estado receptor la pena o medida de seguridad
impuesta en el Estado trasladante, de acuerdo con el ordenamiento
jurídico del Estado receptor sin necesidad de exequátur. Asimismo se
recoge expresamente el principio de que el penado trasladado para la
ejecución de una condena no podrá ser detenido, procesado ni condenado en
el Estado receptor por el mismo delito que motivó la pena impuesta.

En cuanto a la necesidad o no de previa autorización de las Cortes
Generales, conviene realizar las siguientes precisiones. Las
disposiciones del presente convenio en cuanto se refieren al cumplimiento
de las condenas, afectan el derecho fundamental reconocido
constitucionalmente en el artículo 25.2 de nuestra Carta Magna. Además,
se introducen normas que suponen modificaciones de la legislación
española sobre ejecución y cumplimiento de las condenas. Por eso, para
terminar, decimos que, por todo ello, la prestación del consentimiento
para obligarse por medio de este convenio requiere la previa autorización
de las Cortes Generales, al ser de aplicación lo dispuesto en el artículo
94 de la Constitución, y mi Grupo da su voto favorable a este convenio
entre el Reino de España y la República de Venezuela.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista tiene la palabra la señora
Pelayo.




La señora PELAYO DUQUE: Señor Presidente, brevemente para manifestar el
apoyo de nuestro Grupo a que las Cortes Generales otorguen la
autorización al Gobierno del Reino de España para que se suscriba este
Convenio entre el Reino de España y la República de Venezuela para
facilitar la ejecución de sentencias penales, tal como viene explicado en
el Boletín Oficial de las Cortes número 160.1 en el que aparece
publicado.

Alguna otra precisión añadiré yo a la intervención del Grupo Popular en
el sentido de que este convenio trata de desarrollar lo que se dispone en
el artículo 25.2 de nuestra Constitución cuando habla del derecho de los
penados a una reinserción y a una reeducación como política penitenciaria
a llevar a cabo por el Estado, pero también como desarrollo de los
principios básicos del Convenio Europeo número 112 sobre traslado de
personas condenadas.

Este convenio, por otra parte, es el primero que celebra Venezuela con un
país europeo. Venezuela tiene concertados dos convenios más, uno con
Colombia y otro con Canadá, a los mismos fines, pero es con España con el
primer país europeo con el que lo celebra. Además debo decir como
curiosidad a SS. SS. que en nuestro país existen 110 presos de
nacionalidad venezolana que se puedan ver beneficiados por la aplicación
de este convenio, y que en Venezuela existen 52 nacionales españoles, de
los que 34 están condenados y el resto procesados, que se podrán ver
beneficiados, si entra en vigor este convenio, precisamente con las
facilidades que para la reinserción social de los penados se establecen
en este convenio.

Por tanto, termino, señor Presidente, manifestando el apoyo de nuestro
Grupo a los objetivos que se pretenden con este convenio, para el que
daremos nuestro voto favorable en esta Comisión.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria el señor Mardones
tiene la palabra.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Presidente, también en nombre de
Coalición Canaria quiero mostrar el testimonio de nuestro voto de apoyo a
la convalidación de este convenio, fundamentalmente por una serie de
razones, tanto de formalidad jurídica como en el marco de los derechos
humanos, y sobre todo también en la realidad tangible



Página 12980




de los españoles residentes en la República de Venezuela, tema que
cuantitativamente afecta en gran medida a la población de Canarias, sitio
tradicional de emigración hacia Venezuela.

En los antecedentes que han llevado a ambos Gobiernos, pero refiriéndome
al nuestro, al español, a suscribir este convenio, quiero, porque soy
testigo de excepción de sus preocupaciones al respecto --me estoy
refiriendo al anterior Embajador de España en Caracas, compañero que fue
de razones parlamentarias por el Grupo Socialista en esta caso en el
Senado--, rendir aquí homenaje a don Alberto de Armas, porque quien no
conozca la situación de las prisiones venezolanas no sabe lo que hay
detrás de este tema. Es un país donde a veces la localización de un preso
en lo que llaman las prisiones del interior del país es trabajo harto
difícil, y en los respectivos ministerios venezolanos años atrás no se
sabía la ubicación del penal en que estaba el preso o detenido un
ciudadano con nacionalidad española.

Por otro lado, en cuanto a lo que se pueda derivar de este convenio, creo
que va a ser muy benéfico para los venezolanos que están en prisiones
españolas, y sobre todo para los de nacionalidad española que se
encuentren en prisiones venezolanas. Estos --y no sólo por razones que
tengan que ver con cuestiones políticas-- estarán deseando salir de allí
y venir a cumplir su pena en prisiones españolas, afortunadamente por lo
que quiere decir para el sistema penitenciario español, digno de todo
elogio, sobre todo en comparación con el existente en determinados países
como aquellos a los que afecta este convenio.

Quiero resaltar que en el artículo III hay que reconocer algo muy
importante: que sea el penado quien al solicitar su traslado manifieste
su consentimiento expresamente --es decir, no se va a poder hacer ningún
traslado si el penado no manifiesta expresa y taxativamente, por escrito,
su consentimiento-- y que además su sentencia sea firme. Yo pediría a
nuestras autoridades diplomáticas y al Ministerio de Asuntos Exteriores,
de quien ellas dependen, que en razón del artículo V, que habla de la
obligación de facilitar información, los servicios diplomáticos
españoles, tanto en la Embajada española en Caracas como en los
consulados allí existentes, traten de averiguar de las autoridades
venezolanas el número de presos de nacionalidad española que hay en
Venezuela y les hagan llegar información sobre este derecho, porque si no
hay difusión en el ambiente carcelario (porque aquí no se trata de unas
guías de cine o de espectáculo; es que hay que romper la impenetrabilidad
de las prisiones venezolanas, para que los que están allí detenidos con
nacionalidad española se enteren de esto), cabe nada más que el recurso
de la difusión que puedan tener a través de familiares españoles, y yo
espero que esto se conozca allí, sobre todo por la cantidad de emigrantes
que hay en Venezuela, sobre todo de procedencia de Canarias.

Sin embargo, tengo una reserva, que es la que se deriva del artículo VI
--y reserva no con respecto a España sino con respecto a las autoridades
venezolanas--, porque resulta que según el punto 2, tanto el Estado
receptor como el trasladante en cualquiera de los casos tendrán la
facultad discrecional para rechazar el traslado del penado. No es un
acuerdo de derecho abierto directo para el penado porque, aparte de
manifestar su consentimiento cuando se le vaya a conceder, la facultad
discrecional de concedérselo queda a la autoridad del Estado
correspondiente. Yo hubiera deseado que el punto 2 del artículo VI
hubiera exigido, porque eso es una cuestión democrática en un Estado de
derecho, que la resolución degeneratoria fuera motivada, porque resulta
que el artículo VI, peticiones y respuestas, punto 2, dice que la
resolución degeneratoria del traslado no necesita ser motivada. Desearía
que se mantuviera en Venezuela el Gobierno democrático, que continuara,
que no tuviera que sufrir aquel país ningún avatar de retrotraerse a
épocas pasadas de la dictadura militar, y que cualquiera de los intentos
golpistas no modifique esa circunstancia, porque entonces estaría
negándose un derecho.

En cualquier caso pediría, al aprobar este convenio, que nuestras
autoridades diplomáticas españolas hagan todo lo posible por que el
Gobierno venezolano no ponga ningún veto sobre ningún ciudadano español
que, detenido en prisión venezolana, pudiera cumplir la pena en España.




El señor PRESIDENTE: Vamos a proceder a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Se aprueba por unanimidad.




--ACUERDO ENTRE ESPAÑA Y EL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO PARA LA
FINANCIACION PARALELA DE PROGRAMAS Y PROYECTOS DE INVERSION Y PARA LA
MODIFICACION DEL CONVENIO DEL QUINTO CENTENARIO. (Número de expediente
110/000133.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al número 8 del orden del día: Acuerdo entre
España y el Banco Interamericano de Desarrollo para la financiación
paralela de programas y proyectos de inversión y para la modificación del
Convenio del Quinto Centenario.

¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Cremades.




El señor CREMADES SENA: En realidad el acuerdo que vamos a aprobar y que
mi Grupo va a apoyar es una reforma del ya firmado con el BID en 1990. El
objetivo del mismo era, con motivo del Quinto Centenario, fomentar el
progreso económico y social en América Latina, y los mecanismos
consistían en confiar al BID la administración de unos recursos
financieros españoles para atender los proyectos de desarrollo en
Latinoamérica. Estos recursos constaban de dos fondos: un fondo del
Quinto Centenario para financiar proyectos, así como una cuenta de
compensación que iba destinada especialmente al pago de intereses.




Página 12981




En aquel acuerdo se planteaban algunas cuestiones de procedimiento
difíciles, ya que cuando los países solicitaban al BID financiación para
los proyectos, el Banco Interamericano de Desarrollo los tenía que
estudiar y evaluar. Posteriormente, el BID los tenía que trasladar a las
autoridades españolas. Al final, España los analizaba y evaluaba para su
futura aprobación.

Por otra parte, estos créditos no estaban ligados a las exportaciones
españolas, lo cual implicaba una competencia fuerte a la hora de que las
empresas españolas pudieran pujar por algún proyecto con otras empresas
europeas, bien del país solicitante del crédito, bien de otros países
miembros del BID. Esto hacía bastante difícil la agilidad, que era la
finalidad de este acuerdo con el BID con motivo del V Centenario, que se
firmó en 1990.

Todo ello ha provocado la necesidad de esta reforma, que es en definitiva
el acuerdo que hoy estamos tratando. Esas importantes dificultades de
aplicación y utilización de los fondos han hecho que, existiendo el
convenio, no haya sido satisfactorio en absoluto en los cuatro años de
vigencia que lleva hasta el día de hoy. Hay que convertirlo en un
instrumento mucho más ágil para facilitar las operaciones de préstamo, y
ése es el objetivo fundamental de esta reforma que vamos a aprobar, por
una parte, fomentando las posibilidades de participación de empresas
españolas al mantener operativo el mecanismo de subvención de intereses,
y, por otro lado --y esto es lo importante--, permitiendo la utilización
de la cuenta de compensación para dar créditos concesionales ligados a
bienes y servicios espa-ñoles.

Por todo ello, era necesario hacer esta reforma, también, y termino, por
un procedimiento de tratamiento de urgencia. Nos encontramos en estos
momentos con que el BID puede seguir otorgando préstamos, especialmente a
los proyectos que tiene en cartera, y, por otra parte, los fondos de la
antigua cuenta de compensación han de ser utilizados como un acuerdo
paralelo de cofinanciación entre España y el BID. Este acuerdo va a
permitir que las empresas españolas adquieran más fácilmente proyectos
financiados por estos fondos del BID, entregados por España para la
administración del Banco Interamericano de Desarrollo. La tramitación por
el procedimiento de urgencia del convenio con el Banco Interamericano de
Desarrollo, ante las presiones de numerosas empresas que están esperando
que los fondos estén disponibles antes de final de año, es un compromiso
firme, tanto con el BID como con muchas empresas españolas que están
pendientes de acceder a estos créditos, especialmente con el acuerdo de
cofinanciación de la cuenta de compensación. De ahí las razones por las
cuales creo que es importante aprobarlo por este procedimiento de
urgencia.

Por todas estas razones, mi Grupo votará positivamente este proyecto.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Hernando.




El señor HERNANDO FRAILE: Como ha dicho el señor Cremades, en septiembre
de 1990 se firmaba este convenio, que fue conocido en su globalidad como
Convenio V Centenario. Suponía dos cuentas, una de 377 millones de ecus,
lo que en realidad era el V Centenario, y otra de 139 millones de ecus,
que iban a pagar especialmente los intereses de los préstamos concedidos
con cargo a los recursos del primer fondo que hemos mencionado antes.

Nuestra ayuda en esos momentos, en el año 1990, supuso un importante
revulsivo para el Banco Interamericano de Desarrollo, que tenía alguna
dificultad económica en aquellos momentos. Sin embargo, no se tuvo en
cuenta, cuando se diseñó este instrumento de cooperación, la situación
por la que atravesaban Iberoamérica y el Caribe, no se tuvo en cuenta la
entrada masiva de capitales hacia Iberoamérica y hacia el Caribe que se
produjo en esos años, que hacían que las condiciones financieras de este
mecanismo fueran poco atractivas para las empresas españolas, que tenían
la posibilidad de acceder a fondos en muchas mejores condiciones que las
que ofrecía el BID. Tampoco se pudieron ligar, como se ha dicho, esos
fondos a la exportación de empresas españolas, y de alguna forma se
frustraron además las expectativas que había despertado el propio fondo
también entre los países iberoamericanos, muchos de los cuales pensaron
que este fondo V Centenario no iba a mostrar unas condiciones económicas
como las que al final mostró, sino que al final iban a ser auténticas
donaciones. Nuestras empresas, además, hay que reconocer que no tenían la
costumbre de acceder a estos fondos multilaterales para obtener ayudas
para sus exportaciones.

En definitiva, señorías, si bien los logros que se obtuvieron en ese
momento, logros políticos en cuanto a nuestra presencia e importancia en
el Banco, fueron importantes para España, lo que hay que decir es que
este éxito se vio palidecer de forma importante por los escasos
resultados obtenidos para las empresas españolas y por la escasez casi
mínima, diría yo, de retornos que se han obtenido, hecho que también
hemos venido señalando desde nuestro Grupo desde hace bastante tiempo.

Ahora lo que se nos ofrece es un cambio, un cambio que estimamos que
puede ser positivo, es un cambio que posibilita que el sistema mucho más
flexible y que sí se ligue a las exportaciones españolas. Supone, además,
que se pueda entrar en proyectos iniciados por el Banco suplementando los
mismos y dotando de mayores fondos a lo que se llama la segunda
ventanilla del BID.

En definitiva, nos parece que es un sistema mucho más realista, que está
mucho más evaluado que el sistema anterior y que confiamos que obtengan
mejores resultados de los que ha obtenido el sistema anterior que, a
nuestro juicio --como he dicho antes--, han sido unos beneficios para
nuestras exportaciones nimios e insignificantes.

Por lo tanto, vamos a votar a favor de este convenio, intentando que esta
reforma mejore los retornos que se han obtenido hasta ahora.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió) tiene la
palabra el señor Carrera.




El señor CARRERA I COMES: Señor Presidente, para dejar constancia de
nuestro apoyo a este acuerdo entre



Página 12982




España y el Banco Interamericano de Desarrollo, remarcando del mismo, en
lo que hace referencia a los considerandos, que el acuerdo de
financiación lo es, sin merma de los recursos financieros puestos a
disposición del Banco en el marco del Convenio del V Centenario, que
afecta al importe de los tres tramos pendientes de desembolso de la
cuenta de compensación, contemplada también en el mismo.

Por lo que hace referencia a los artículos, nosotros remarcaríamos dos o
tres cuestiones, como, por ejemplo, que el monto se podrá incrementar, a
discreción exclusiva de España (creo que esto tiene su importancia);
también que la porción financiable por España en cada ocasión no podrá
exceder del 50 por ciento del valor total de la operación
correspondiente, y, finalmente, en cuanto a consultas y cooperación, que
el Banco y España celebrarán reuniones de consulta por lo menos una vez
al año, con objeto de revisar la lista de proyectos y programas que se
contiene en el propio acuerdo que se va a votar.

Por lo tanto, nuestro voto va a ser favorable a este acuerdo que ahora se
plantea.




El señor PRESIDENTE: Pasamos a la votación de este acuerdo.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Se aprueba por unanimidad.




--ACUERDO FORMALIZADO MEDIANTE CANJE DE CARTAS DE 10/10/94 ENTRE EL REINO
UN DE ESPAÑA Y EL PROGRAMA DE NACIONES UNIDAS PARA EL MEDIO AMBIENTE
(PNUMA), ACERCA DE LA REUNION DE EXPERTOS SOBRE EL PROTOCOLO RELATIVO A
LOS FONDOS MARINOS, 11 Y 12/10/94, LA CONFERENCIA DE PLENIPOTENCIARIOS
SOBRE EL PROTOCOLO RELATIVO A LOS FONDOS MARINOS, 13 Y 14/10/94, QUE SE
CELEBRARAN EN MADRID (ESPAÑA) Y LA REUNION DE EXPERTOS SOBRE LA REVISION
DEL CONVENIO DE BARCELONA Y SUS PROTOCOLOS CONEXOS Y EL PAM, 14 A
18/11/94, QUE SE CELEBRARA EN BARCELONA (ESPAÑA). (Número de expediente
110/000140.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto 9 y último del orden de día:
Acuerdo formalizado mediante el canje de cartas de 10 de octubre de 1994
entre el Reino de España y el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente, acerca de la reunión de expertos sobre el Protocolo
relativo a los fondos marinos, de fecha 11y 12 de octubre de 1994, la
Conferencia de Plenipotenciarios sobre el Protocolo relativo a los fondos
marinos, de 13 y 14 de octubre de 1994, que se celebrarán en Madrid, y la
reunión de expertos sobre la revisión del Convenio de Barcelona y sus
Protocolos conexos y el PAM, 14 a 18 de noviembre de 1994, que se
celebrará en Barcelona.

¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Durán.




El señor DURAN NUÑEZ: Cualquiera de SS. SS poco avisado podría pensar que
vamos a votar algo muy importante sobre los fondos marinos, su control,
etcétera. De hecho se comentó incluso a la entrada que cómo era esto de
los fondos marinos, pero realmente --y esto es lo grave del problema que
voy a explicar en este momento-- no vamos a aprobar esto, señor
Presidente, vamos a aprobar una reunión de expertos sobre el Protocolo
relativo a los fondos marinos, del 12 de octubre de 1994, y otra reunión
de expertos sobre la revisión del Convenio de Barcelona y sus Protocolos
conexos, del 14 al 18 de noviembre de 1994. Esto trae consigo nada menos
que la aprobación de gastos ya realizados, porque supongo que el Gobierno
español ya habrá pagado, que son: dos veces 350.000 dólares de los
Estados Unidos; dos veces 210.000 dólares de los Estados Unidos; billetes
de avión en clase económica, dietas y gastos para señores de Albania,
Argelia, Bosnia, Comunidad Europea, Croacia, Chipre, Egipto, Eslovenia,
España, Francia, etcétera; nada menos que importantes gastos en grapas,
cuadernos rayados, bolígrafos, cuadernos lisos de tamaño A-5, frascos de
líquido corrector (10), gomas de borrar (10), reglas (15), etcétera, de
mucho menos monto que los 350.000 dólares dos veces, los 210.000 dólares
dos veces y todos los viajes que han hecho todos estos distinguidísimos
delegados a estupendas ciudades como Madrid y Barcelona.

El problema, señor Presidente, es que esto no puede seguir así, y no es
que lo diga este modesto Diputado, que es poco en esta Cámara aunque
lleva tiempo, sino que lo han avisado distinguidísimos y honorables
colegas como el señor Martínez, como nuestro amado portavoz y otros
muchísimos Diputados aquí. No se puede traer a la Cámara un acuerdo para
contraer gastos de 350.000 dólares de los Estados Unidos dos veces, de
210.000 dólares de los Estados Unidos dos veces, de gomas de borrar,
importantísimas, y todo esto que acabo de describir y además traerlo el
día 22 de febrero de 1995. Si no estuviéramos cerca del carnaval
parecería que se trata a la Comisión de Asuntos Exteriores y al Congreso
y a la Constitución de una manera carnavalesca. Creo que esto hay que
tomarlo bastante en consideración. Sé que distinguidos colegas han tomado
en cuenta el mismo aviso que yo. Desde luego nuestro Grupo no va a votar
negativamente, aunque hubiera podido hacer una pequeña trampa
parlamentaria, dado el «desfleque» que los dos grupos mayoritarios aquí
tenían; pero nosotros no vamos a decir que no se hayan reunido. Si se han
reunido, ¿cómo vamos a votar que no se han reunido? Lo que tampoco vamos
a decir es que se han reunido y que vamos a aprobar algo que se ha
pagado, todas aquellas gomas de borrar que también se han pagado. No,
señor. Yo creo que en este momento el voto de nuestro Grupo debe quedar
bajo el punto de vista de la abstención y que esta abstención sea un
aviso.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Palacios.




Página 12983




El señor PALACIOS ALONSO: En relación con lo que vamos a aprobar a
continuación he de decir que es el resultado de unos acuerdos de las II
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo,
celebrada en Río de Janeiro en 1992, en la que se señalaron las
directrices para los próximos años sobre estas materias y que en tal
sentido se convocaron, en primer lugar, la Conferencia de
Plenipotenciarios para adoptar el Protocolo sobre explotación de fondos
marinos y su subsuelo, conferencia que se celebraría en Madrid, tal y
como su presidencia ya comunicó, los días 13 y 14 de octubre de 1994, y
una reunión de expertos jurídicos y técnicos para la revisión del
Convenio de Barcelona y sus protocolos. Nos parece que son trabajos de
importancia, de actualización de estas situaciones y que obedecen a una
sugerencia de aquella Conferencia de Naciones Unidas. A España le cumplía
en ese momento el papel de organizar y aportar todos aquellos elementos
infraestructurales que garantizaran el éxito de estos encuentros, y, por
otra parte, era la propia dirección ejecutiva del PNUMA la que se
encargaría de designar a los funcionarios del PNUMA-PAM y de las Naciones
Unidas para asistir a esta reuniones.

Nosotros, señor Presidente, considerando de interés el trabajo de estos
expertos y que esto haya tenido lugar en nuestro país, vamos a apoyar la
propuesta que aquí se trae.




El señor PRESIDENTE: Vamos a proceder a la votación.




Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos a favor, 10;
abstenciones, nueve.




El señor PRESIDENTE: Queda aprobado este acuerdo.

Señorías, hemos llegado al término de nuestra sesión. Les agradezco su
paciencia, su resistencia; se ha prolongado más de la cuenta pero creo
que era necesario. Muchas gracias.

Se levanta la sesión.




Eran las dos y treinta y cinco minutos de la tarde.




CORRECCION DE ERROR.--En el «Diario de Sesiones» de esta Comisión número
383, de 14 de diciembre de 1994, página 11.833, intervención del Sr.

Milián Mestre, casi al final del segundo párrafo de la primera columna se
dice: «... he oído directamente al ex Ministro Pasqua», siendo lo
correcto: «... he oído directamente al Ministro Pasqua».