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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 383, de 14/12/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 383
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 30
celebrada el miércoles, 14 de diciembre de 1994



ORDEN DEL DIA:
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar:
--Sobre los últimos acontecimientos en torno a la seguridad europea:
Reunión ministerial de la OTAN y Cumbre de la CSCE en Budapest. A
petición propia. (Número de expediente 214/000088) (Página 11793)
--De la evolución, de la situación política, económica y social en Guinea
Ecuatorial, así como de las relaciones bilaterales entre dicho país
africano y España en el curso de los últimos seis meses. A solicitud del
Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente 213/000436) (Página 11817)
--De la evolución reciente de las relaciones entre España y Marruecos. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
213/000451) (Página 11821)
--Sobre las circunstancias que han rodeado el asesinato de dos religiosas
españolas en Argel, de las medidas previstas en relación con los súbditos
españoles que residen en Argelia, así como de la evolución de la
situación argelina y su influencia sobre las relaciones bilaterales entre
España y Argelia y sobre los intereses de nuestro país en todo el área. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
213/000460) (Página 11829)



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Preguntas:
--Del señor Vázquez Romero (Grupo Parlamentario Federal IU-IC), sobre
posición del Gobierno en relación con las denuncias de violación de
derechos humanos en Colombia. (BOCG serie D, número 120, de 1-7-94.

Número de expediente 181/000866) (Página 11837)
--Del señor Rupérez Rubio (Grupo Parlamentario Popular), sobre
acusaciones vertidas por la organización colombiana «Abogados Demócratas»
contra el Gobierno español por haber supuestamente vetado en varias
organizaciones internacionales algunas iniciativas para condenar al
Gobierno colombiano por violación de los derechos humanos. (BOCG serie D,
número 133, de 16-9-94. Número de expediente 181/000896) (Página 11837)
--Del mismo señor Diputado, sobre razones por las que el Gobierno se
niega a proceder a la delimitación de las aguas territoriales en la Bahía
de Algeciras (Cádiz). (BOCG serie D, número 133, de 16-9-94. Número de
expediente 181/000895) (Página 11838)
--Del mismo señor Diputado, sobre reconocimiento por el Gobierno español
de la existencia de aguas territoriales no españolas en la Bahía de
Gibraltar. (BOCG serie D, número 133, de 16-9-94. Número de expediente
181/000897) (Página 11838)
--Del mismo señor Diputado, sobre concesión de facilidades portuarias a
la colonia británica de Gibraltar por el Tratado de Utrecht. (BOCG serie
D, número 133, de 16-9-94. Número de expediente 181/000898) (Página 11838)
Dictámenes sobre:
--Acuerdo entre el Gobierno del Reino de España y el Gobierno de la
República de Croacia sobre transporte internacional por carretera,
firmado «ad referendum» en Madrid el 28 de junio de 1994. (BOCG serie C,
número 150-1, de 17-10-94. Número de expediente 110/000122) (Página 11840)
--Acuerdo de cooperación y de unión aduanera entre la Comunidad Económica
Europea y la República de San Marino, hecho en Bruselas el 16 de
diciembre de 1991. (BOCG serie C, número 151-1, de 17-10-94. Número de
expediente 110/000123) (Página 11841)
--Convenio Internacional del Café de 1994, hecho en Londres el 30 de
marzo de 1994. (BOCG serie C, número 152-1, de 17-10-94. Número de
expediente 110/000124) (Página 11841)
--Acuerdo entre la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de
la Energía Atómica por una parte, y por otra parte el Reino de España,
sobre el establecimiento del Instituto de Prospectiva Tecnológica en
Sevilla, firmado en Sevilla el 15 de abril de 1994. (BOCG serie C, número
153-1, de 17-10-94. Número de expediente 110/000125) (Página 11842)



Se abre la sesión a la nueve y cinco minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a la sesión y quiero
empezar saludando la presencia del señor Ministro.

De acuerdo con el artículo 68 del Reglamento, tenemos que proceder
primero a consultar a esta Comisión sobre una variación del orden del
día. Como ustedes saben, después de previstos unos puntos concretos entró
en esta Cámara una petición del Gobierno de comparecencia para informar
sobre los resultados de las últimas reuniones de la OTAN y la CSCE. La
Mesa calificó este escrito, le dio su aprobación y se reunió ayer
decidiendo incluir este punto en el orden del día. De acuerdo con el
artículo 68, apartado 2, repito, el orden del día puede ser alterado,
como ustedes saben, si media un acuerdo de la Comisión. Por consiguiente,
someto a su consideración esta variación en el orden del día y la
inclusión en primer lugar de la petición del Gobierno de comparecencia.




El señor MARTINEZ MARTINEZ (don Miguel Angel): Nosotros estamos
perfectamente de acuerdo en que se incluya en el orden del día; lo que no
creo perentorio es que sea como punto 1 o como punto 2 del orden del día.

Yo preferiría que fuera como punto 2, puesto que, desde luego sin que
sepamos por qué, se ha convocado la Comisión de Cooperación a las 10. Si
podemos ver el punto relativo a Guinea en primer lugar, que es como está
en el orden del día, los colegas que tienen que ir a la reunión de la
Comisión de Cooperación podrán intervenir, y no se perturbará la
situación porque veamos en el punto 2 del orden del día la explicación
del Ministro sobre el tema CSCE-OTAN. Esa es la propuesta que yo hago,
señor Presidente.




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El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, ayer, cuando a través de
nuestros representantes en la Mesa fuimos informados de la petición del
Gobierno, éramos en principio partidarios de que fuera cumplimentada al
final de las comparecencias ya previstas incluidas como tales en el orden
del día. De hecho, me parece que la práctica seguida hasta ahora,
repetida en este caso por el señor Presidente, es la adecuada. El
Gobierno tiene derecho a pedir su comparecencia y nosotros tenemos la
obligación de considerarla positiva o negativamente. En cualquier caso,
no existe por parte del Gobierno ningún derecho previo para ser
solventada esa petición de comparecencia en primer lugar. Se nos hicieron
una serie de consideraciones por las cuales el Gobierno desearía que esa
comparecencia se cumplimentara en primer lugar, incluso por parte del
señor Presidente. Nosotros, a pesar de nuestra reticencia inicial, lo
aceptamos. Si alguna otra postura se hubiera manifestado ayer mismo, la
hubiéramos tenido en cuenta, porque la nuestra inicial era la que he
manifestado. Pero en las actuales circunstancias, señor Presidente,
prefiero que nos atengamos a lo que ayer, a través de los miembros de la
Mesa, se decidió, y es que la comparecencia pedida por el Gobierno para
hablar de la seguridad europea sea la vista en primer lugar.




El señor PRESIDENTE: Efectivamente, la Mesa contempló ayer este problema
en los términos que se acaban de exponer ahora mismo. Es decir, se pedía
por el Grupo Popular que la comparecencia solicitada por el Gobierno se
celebrase en cuarto lugar, después de las tres primeras ya previstas.

Este Presidente se opuso y en la Mesa se llegó al acuerdo de que la
comparecencia solicitada por el Gobierno fuese en primer lugar. Tiene
usted razón, señor Rupérez, cuando dice que no existe en el Reglamento
ningún precepto que diga que las peticiones de comparecencia tienen lugar
preeminente en relación con el orden del día ya establecido, pero yo
entiendo que tratándose de un asunto de la dimensión de éste, de carácter
general, y tratándose de una comparecencia solicitada para ser celebrada
en breve, nuestro deber es seguir una especie de orden de prelación, por
el cual esta comparecencia tiene que ir en primer lugar. Así se acordó en
la Mesa. Entiendo que existen las razones expuestas, pero son ajenas a la
Comisión. En la Mesa hemos hecho una consulta rápida y mantenemos lo que
decidimos ayer.




COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (SOLANA
MADARIAGA), PARA INFORMAR:



--SOBRE LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS EN TORNO A LA SEGURIDAD EUROPEA:
REUNION MINISTERIAL DE LA OTAN Y CUMBRE DE LA CSCE EN BUDAPEST. A
PETICION PROPIA. (Número de expediente 214/000088.)



El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, el primer punto del orden del día
será la comparecencia del señor Ministro para informar sobre los últimos
acontecimientos en torno a la seguridad europea: reunión ministerial de
la OTAN y Cumbre de la CSCE en Budapest.

El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, quiero dar a SS. SS. una información lo más detallada posible
sobre los acontecimientos que han tenido lugar la semana pasada, que creo
que son de gran relevancia para la arquitectura de seguridad europea y
más allá, incluso para la propia construcción europea.

Como SS. SS. saben, en el curso de las últimas semanas han tenido lugar
una serie de reuniones internacionales en las que, como he dicho, se han
debatido cuestiones a nuestro juicio de gran importancia para la propia
seguridad en Europa. En particular, la reunión ministerial del Consejo
Atlántico, el 1.º de diciembre, y la Cumbre de la Conferencia de
Seguridad y Cooperación en Europa, el 5 y el 6 de diciembre, creo que han
puesto de manifiesto que estamos atravesando un momento decisivo y a la
vez delicado en el diseño de la futura arquitectura de seguridad en
nuestro continente. En primer lugar, porque cuestiones como la ampliación
de la propia Alianza Atlántica o la consolidación de la Conferencia de
Seguridad y Cooperación en Europa como estructura paneuropea de seguridad
afectarán de forma directa no sólo a los países de Europa Central, sino
también al futuro de esas mismas organizaciones y a nuestras propias
relaciones con Rusia. En segundo lugar, porque el punto crítico al que
hemos llegado en la antigua Yugoslavia y las distintas versiones que de
ese conflicto tienen unos y otros países influyen directamente sobre ese
entramado de relaciones y hace aún más compleja la definición de la nueva
arquitectura de seguridad en nuestro continente. Les daré información por
el orden cronológico en que las reuniones se produjeron. Por tanto, paso
a darles una visión de la reunión ministerial del Consejo Atlántico del
1.º de diciembre y posteriormente de la reunión del propio Consejo de
Ministros de Asuntos Exteriores de Rusia, el señor Kózirev, la tarde de
ese mismo día.

Señorías, junto con la situación en Bosnia, a la que trataré de referirme
en punto aparte más adelante, la ampliación de la Alianza Atlántica hacia
el Este y las relaciones con Rusia han sido los temas centrales de la
reunión que celebramos los Ministros aliados el 1.º de diciembre en
Bruselas; también lo fueron, lógicamente, de la reunión que la tarde de
ese mismo día mantuvimos con el Ministro de Asuntos Exteriores, señor
Kózirev. Me voy a referir, en primer lugar, a las decisiones que allí se
tomaron y aludiré a las que no se pidieron adoptar; como saben ustedes,
algunas no se llegaron a adoptar. Después me permitiré hacer algunas
consideraciones para valorar lo que sucedió aquel día. Empezaré por las
decisiones.

En primer lugar, las decisiones de ampliación de la Alianza Atlántica.

Como SS. SS. recordarán de mi intervención del día 25 de enero pasado
ante esta Comisión, la Cumbre celebrada el día 10 y el 11 de enero por
los Jefes de Estado y de Gobierno de la propia Alianza, en Bruselas,
afirmó que la ampliación de la Alianza a los nuevos países



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democráticos de Europa era no solamente posible sino que también
deseable. Recordarán SS. SS. la afirmación que estaba contenida no sólo
en el debate sino en las propias conclusiones de aquella sesión. Pero al
mismo, como SS. SS. recordarán, la Cumbre no planteaba una perspectiva de
expansión inmediata. Antes bien, decidió promover un acercamiento
progresivo a la Alianza Atlántica de los países de Europa Central y
Oriental a Través de un sistema de consultas y un sistema de cooperación
militar que denominamos, si recuerdan SS. SS., Asociación para la Paz, el
Partnership for Peace. Ante los avances logrados en el desarrollo de esta
Asociación para la Paz y en la misma lógica de la Cumbre de enero, en la
reunión del 1.º de diciembre los Ministros aliados hemos decidido
encargar a nuestros embajadores en el Consejo Atlántico un estudio sobre
las tres cuestiones siguientes: cómo se producirá la ampliación de la
Alianza, los principios que guiarán dicho proceso de ampliación y las
implicaciones que tendría el ingreso de nuevos países para la seguridad
de Europa, para la de los países aliados y para la de los propios países
candidatos. Esas eran las tres cuestiones fundamentales que se han
encargado al Consejo Atlántico a nivel de embajador para que se hagan.

Sin perjuicio de que en el próximo mes de mayo se nos presente un primer
informe preliminar, el estudio deberá estar finalizado en diciembre de
1995. Con anterioridad a dicha fecha la Alianza deberá también informar
del resultado de esa reflexión a los países de Europa Central y Oriental
que estén interesados en compartirla. El comunicado, como recuerdan las
señorías que lo conocen, habla de informar, pone en inglés, a todos los
«interested Partners», término que me gusta subrayar y que incluye
también potencialmente a Rusia. Cabe resaltar que este estudio no incluye
la discusión de un calendario para la ampliación de la Alianza. Tampoco
se propone identificar a los países a los que se podría invitar a
incorporarse a la Organización. Es decir, me importa subrayarlo también,
tan sólo vamos a analizar el cómo y el porqué de la ampliación y no el
cuándo ni el quién cuestiones estas últimas que todos consideramos
prematuras.

Convinimos, además, que toda la ampliación de la Alianza debería hacerse
sobre la base de los siguientes principios, que son cuatro. Primero, la
ampliación debe contribuir a la estabilidad y seguridad de toda la región
euro-atlántica. Segundo, la ampliación debe reforzar la eficacia de la
Alianza. Por ello debe realizarse de tal manera que la OTAN mantenga
tanto su capacidad para cumplir su función esencial en la defensa
colectiva como su aptitud para realizar las nuevas funciones de
mantenimiento de la paz. Tercero, los nuevos miembros lo serán de modo
pleno, con todos los derechos y con todas las obligaciones que
corresponden a un aliado. Cuarto, finalmente, el ingreso de nuevos países
en la Alianza debe decidirse caso por caso. Por ello es de esperar que
unos países se incorporen antes que otros a diferente ritmo. En ese
sentido, la ampliación de la Alianza comenzaría seguramente por algunos
países, en función del grado de preparación que tengan y del contexto en
que se encuentre cada uno de ellos.

Paso brevemente, señorías, a expresarles las reflexiones que en las
relaciones con Rusia ha tenido todo este debate. Como saben,
paralelamente a estas decisiones sobre la ampliación, la reunión
ministerial del mes de diciembre reitera la voluntad aliada de establecer
con la Federación Rusa un sistema especial de relaciones que complemente
la cooperación que Rusia ya desarrolla con la OTAN en el marco de la
Asociación para la Paz. Por tanto, un grado más de relación que aquella
que se tiene con los países que han firmado la Asociación para la Paz.

Sus señorías recordarán de mi intervención en esta Comisión en junio
pasado que se prevé que esa relación específica con Rusia se concrete en
tres elementos cuyo contenido ha sido ya acordado con las autoridades de
la Federación Rusa. Los tres elementos son los siguientes: Primero, un
intercambio de información sobre cuestiones de seguridad que tengan una
dimensión europea. Pongo como ejemplo el papel de la Alianza y de Rusia
en la seguridad continental, doctrinas y estrategias militares,
diplomacia preventiva, etcétera. Segundo, consultas políticas a nivel de
ministros y de expertos sobre cuestiones de interés común. Pongo como
ejemplo la proliferación de armas de destrucción masiva, temas de
seguridad nuclear y conflictos regionales, por citar algunos. Tercero, la
cooperación en determinadas materias de seguridad. Por ejemplo,
mantenimiento de la paz, seguridad medioambiental, aspectos humanitarios,
etcétera. Estos serían los tres vectores o ejes de este tipo de relación
más allá de la Asociación para la Paz que la Alianza desearía tener con
Rusia.

Como saben SS. SS., al objeto de adoptar formalmente el documento en el
que se detalla esta relación, los Ministros convinimos celebrar una
reunión especial con el Ministro ruso, señor Kózirev, en la tarde de ese
mismo día, el 1.o de diciembre. En esta reunión Rusia presentaría a la
Alianza, además, el programa de actividades a desarrollar por ella en el
marco de la Asociación para la Paz. En otras palabras, el Ministro
Kózirev firmaría lo que en la jerga de la Alianza Atlántica se denomina
el Programa Individual de Cooperación con la Alianza. Como SS. SS. saben,
no fue así. Las autoridades rusas --Kózirev y al parecer el propio
Presidente Yeltsin-- estimaron que ante las decisiones adoptadas en la
reunión ministerial sobre la ampliación de la OTAN no les era posible, al
menos en ese momento, adoptar el documento sobre relaciones específicas
entre la Alianza y Rusia, ni tampoco firmar el Programa Individual de
Cooperación. Según el Ministro Kózirev, el comunicado del Consejo
Atlántico era en su terminología --y cito textualmente-- ambiguo;
planteaba --cito textualmente-- más preguntas que respuestas y suponía
--y vuelvo a citar textualmente-- un abandono de la lógica de la
Asociación para la Paz en favor de la lógica de la ampliación --cierro la
cita-- para la que además establecía, de acuerdo con sus ideas, un
calendario. Las decisiones sobre la ampliación suponían, por otra parte,
la aceptación de determinados candidatos y la exclusión de Rusia del
proceso, cuando Moscú no había descartado el poder adherirse un día al
Tratado de Washington. Estas eran las ideas de Kózirev que, como SS. SS.

saben, fueron refutadas en el Consejo Atlántico.

¿Cuál es la valoración, señorías, que nos gustaría hacer en este
Parlamento sobre estos acontecimientos? He descrito



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los hechos y querría, señorías, hacer algunos comentarios y algunas
valoraciones tanto sobre las cuestiones de la ampliación de la Alianza
Atlántica como sobre las relaciones entre la Federación Rusa y la propia
Alianza.

En primer lugar, me gustaría decir que todos los aliados seguimos estando
de acuerdo con el principio de la ampliación de la Alianza. Como SS. SS.

saben esto no es nuevo. Ese acuerdo fue tomado en la reunión celebrada en
enero con los Jefes de Gobierno y Jefes de Estado. Estimamos que con la
ampliación contribuimos tanto a la estabilidad de los países candidatos
como a la estabilidad del continente en su conjunto.

En segundo término, me gustaría decir que ningún país europeo está
expresamente excluido de la ampliación. Otra cosa estaría en
contradicción con lo que el propio Tratado de Washington establece en su
artículo X. En la expresiva formulación del propio Secretario General,
señor Willy Claes, nadie está dentro pero nadie está fuera. Estos son los
términos en que se expresó.

En tercer lugar, precisamente por esta razón, la Alianza ha decidido que
el proceso de reflexión que se inicia sobre la ampliación debe ser un
proceso transparente. Antes ya me he referido a nuestro propósito de
trasladar a todos los países europeos interesados los resultados de los
análisis que se van a producir a lo largo de todo el año 1995.

En cuarto lugar, me gustaría afirmar que, sin perjuicio de todo ello,
seguimos convencidos de que la ampliación de la Alianza es una cuestión
extremadamente compleja que sólo debemos llevar a cabo de forma gradual y
de manera prudente. Esa es la razón del estudio encomendado al Consejo
Permanente. De ahí también, a nuestro juicio, la necesidad de continuar
utilizando la Asociación para la Paz, el Partnership for Peace, creado
tan sólo hace once meses --les recuerdo a SS. SS.-- como mecanismo de
homologación de los países candidatos con la Alianza.

En quinto lugar, nos parece que por ello la lógica de la Asociación para
la Paz no es contradictoria sino que, por el contrario, complementa las
decisiones adoptadas ahora sobre el proceso de ampliación. Aún más a mi
juicio, a medida que avancemos en el camino de la ampliación se hace más
necesaria la preparación que supone la Asociación para la Paz. Por ello a
nuestro juicio no es correcto afirmar, como se ha hecho en alguna
ocasión, que con la decisión de la Cumbre de enero de establecer la
Asociación para la Paz hayamos retrasado un año la incorporación de
nuevos países a la Alianza.

En sexto lugar, al mismo tiempo es evidente que los desafíos que plantea
en sí misma la incorporación a la Alianza son, sin duda, mayores para
unos países que para otros. Por ello, como decía anteriormente, algunos
países ingresarán antes que otros. Ello es particularmente cierto en el
caso de Rusia, cuya dimensión y características propias impiden
contemplar, al menos por el momento, la integración en la Alianza.

Precisamente por todo ello la Alianza debe seguir, a nuestro juicio,
manteniendo con todos los países europeos las relaciones de cooperación
política y militar que supone la Asociación para la Paz y en el caso de
Rusia es preciso, a nuestro juicio, dada su importancia para la seguridad
europea y mundial, establecer esa relación especial a la que antes he
hecho referencia.

La debida consideración, señorías, del peso real de la Federación Rusa en
el contexto europeo no significa y no debe significar, en absoluto, que
se esté admitiendo un derecho de veto por parte de Rusia sobre la
ampliación de la Alianza a terceros países. Admitirlo equivaldría a
admitir que la soberanía de los países centroeuropeos es una soberanía
limitada, y esto sí que sería la paz fría, por utilizar la terminología
del Presidente Yeltsin en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en
Europa celebrada en Budapest y, por lo tanto, algo que no deseamos. Por
otro lado, señorías, si aplicamos, como a nuestro juicio es preciso
hacerlo, este mismo criterio de no vetos a Rusia, parece claro que
tampoco deberíamos a priori excluir su futuro ingreso en la Alianza si un
día ese país se decidiese soberanamente por la integración y cumpliese
las condiciones que la misma exige.

Señor Presidente, señorías, en cualquier caso quisiera hacer algunas
consideraciones sobre la negativa rusa a firmar el pasado día 1 los
documentos relativos a su relación con la Alianza Atlántica. En primer
lugar, porque no es de extrañar que importantes estamentos de la sociedad
rusa tengan dificultades para asimilar lo ocurrido en Europa en tan
brevísimo espacio de tiempo con la disolución del Pacto de Varsovia y de
la Unión Soviética. De ahí lógicamente se deriva un sentimiento de
marginación de las estructuras de seguridad (les recuerdo que Rusia sólo
permanece como miembro de pleno derecho a la Conferencia de Seguridad y
Cooperación en Europa) que añadido, quizá, a la percepción falsa de la
OTAN como algo hostil hace que algunos sectores consideren una amenaza
para Rusia la expansión de la Alianza hacia sus fronteras. Las decisiones
del Gobierno ruso toman en consideración, sin duda, estos factores
internos. El calendario electoral ruso hasta mediados del año 1996
también es significativo a este respecto y merece la pena tenerlo en
consideración. Además, la reacción rusa es también consecuencia de una
cierta sorpresa causada por la interpretación según la cual determinados
aliados han querido imprimir una cierta urgencia a la cuestión de la
ampliación en los últimos meses y que podría incluso abrir la perspectiva
de una ampliación inmediata. A pesar de todo ello, es de esperar que,
tras haber manifestado las inquietudes que le causa la ampliación --y lo
hizo claramente el Ministro Kózirev en Bruselas, así como el Presidente
Yeltsin en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa en
Budapest--, Rusia les puedo decir que sí se decide a firmar pronto los
documentos que materializan su relación con la Alianza Atlántica. Así se
nos ha comunicado y estoy seguro de que así se hará.

Señor Presidente, señorías, antes de pasar a informarles de la Cumbre de
Budapest, de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, hoy ya
Organización de Cooperación y Seguridad en Europa, no quisiera dejar de
referirme a otras decisiones adoptadas por la última reunión ministerial
de la Alianza Atlántica que, desde la perspectiva española, son
especialmente importantes. Como resultado de una iniciativa de nuestro
país, la OTAN ha decidido dar los primeros pasos hacia el establecimiento
de un



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diálogo en materia de seguridad con los países de la ribera sur del
Mediterráneo. Se trata de contactos informativos, como SS. SS. saben,
todavía de carácter preliminar, pero que servirán para explicar a esos
países los objetivos y las actividades de la Alianza en el nuevo contexto
estratégico y para conocer mejor sus propias preocupaciones de seguridad.

Estamos seguros de que a partir de ahí se podrá desarrollar un diálogo,
que desearíamos fructífero, que contribuya a la seguridad y estabilidad
de una región tan importante no solamente para España sino también para
toda Europa.

Paso, señor Presidente, a darles una información precisa sobre la Cumbre
de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa que tuvo lugar en
Budapest los días 5 y 6 de diciembre de este año. La Cumbre de Jefes de
Estado y de Gobierno de los países participantes en la Conferencia
estuvo, como SS. SS. saben, condicionada en gran medida por los
acontecimientos que tuvieron lugar en la Alianza Atlántica unos días
antes, a los que acabo de hacer referencia, y en buena parte también por
la situación en Yugoslavia. Por tanto, la ampliación de la Alianza y la
crisis de Bosnia planearon en todo momento sobre la Cumbre de Budapest.

El presidente Yeltsin aprovechó esta reunión para manifestar de nuevo su
insatisfacción --la insatisfacción de la Federación Rusa-- con la forma,
a su juicio, inadecuada en la que se venía planteando la ampliación de la
Alianza Atlántica. Al mismo tiempo, Rusia, llevada por su análisis del
conflicto de la antigua Yogoslavia, pero también seguramente por su deseo
de hacer sentir su voz de gran potencia en todos los foros
internacionales, impidió la aprobación por la Cumbre de toda declaración
que supusiera una condena de la reciente actuación de los
bosnios-serbios. Lo conocen SS. SS. pero no quería dejar de subrayar este
hecho. Esta situación señor, Presidente, produjo, sin duda, en Budapest
un ambiente de una cierta tensión y, por qué no reconocerlo, de una
cierta frustración. Contribuía a ello también la falta de acuerdo sobre
otras dos cuestiones que hasta el último momento, hasta la madrugada del
último día, se pensaba que quizá podrían ser aprobadas. Por un lado, les
reitero, el establecimiento de un sistema destinado a permitir a un
Estado de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa a llevar a
cabo, con la legitimación y financiación de la Conferencia, operaciones
de mantenimiento de la paz en el territorio de otro Estado, en este caso
de Estados euroasiáticos, y el temor de los países occidentales, y en
particular de Turquía, a que de esta forma pudiera otorgarse a Rusia una
carta blanca para su actuación en los territorios de la antigua Unión
Soviética, que hicieron que el acuerdo se frustrara. Sin embargo, es
lamentable que no fuera posible llegar a una decisión de forma
equilibrada, que permitiese al mismo tiempo contar con Rusia para
operaciones de mantenimiento de la paz en dicha zona y limitar a la vez
su actuación, a través de determinados procedimientos de control de la
propia Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. Por tanto,
primera cuestión que no pudimos resolver.

Segundo, tampoco pudo aprobarse la iniciativa de la Unión Europea de
otorgar a la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa una
preferencia respecto a otras instancias internacionales en la gestión de
las crisis europeas. Recordará S. S. que uno de los temas era «CSCE
primero», o «CSCE first», por el cual los países participantes se
comprometían a no recurrir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
hasta haber agotado las posibilidades de solución que ofrece la propia
Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. Paralelamente, esta
iniciativa preveía la posibilidad de recurrir al Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, incluso sin el consentimiento de las partes involucradas
en un conflicto. El temor de Armenia, que, como SS. SS. saben, está
involucrada en el conflicto de Nagorno-Karabaj, a aceptar esta regla del
«consenso menos uno», es decir, que no tuviera que haber consenso total
sino que pudiera hacerse sin el consentimiento de un país, impidió la
aprobación de esta propuesta.

Tampoco, señor Presidente, señorías, puede calificarse de satisfactorio
lo decidido en relación precisamente con lo que acabo de decir, con
Nagorno-Karabaj. Las propuestas de la presidencia de la CSCE, la
presidencia italiana, de que la CSCE iniciara una operación de paz en
Nagorno-Karabaj, se adopta pero se hace depender su puesta en práctica de
una nueva decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en Nueva
York. Ello posibilitaría, quizá, un eventual veto de Rusia, por lo que
esta iniciativa no ha sido visto con buenos ojos ni por nosotros ni por
Rusia.

A pesar de ello, creo que no cabe minimizar, señor Presidente, señorías,
lo logrado en Budapest. Me voy a referir a las decisiones, a nuestro
juicio, más importantes que se acordaron. En primer lugar, como símbolo
de la voluntad de los Estados miembros de continuar el proceso de
fortalecimiento y de institucionalización de la Conferencia, ésta, como
saben, pasará a denominarse a partir de este momento Organización de
Seguridad y Cooperación en Europa. Existirá también un Consejo
Ministerial, el antiguo Consejo de la CSCE y cambian de nombre también
otros organismos de la propia Conferencia. Se refuerzan las atribuciones
del Presidente en ejercicio, del Secretario General y del Alto
Comisionado para las Minorías Nacionales, y se incrementan de forma
importante los contactos con la Asamblea Parlamentaria de la
Organización. Por lo tanto se da un paso, a nuestro juicio, en el buen
camino de la institucionalización de la Conferencia. Lógicamente todavía
queda mucho por hacer, pero intentamos que ésta sea la dirección y el
camino a seguir.

En segundo lugar, se adopta un código de conducta en materia de seguridad
que regula las relaciones de los Estados participantes entre sí y en
relación con sus propios ciudadanos, fundamentalmente en lo que se
refiere al control democrático de las Fuerzas Armadas. Es otro paso
importante. Sus normas deberán servir de guía para la actuación de los
gobiernos de las nuevas democracias europeas. Entre otros principios
consagra el de la aprobación de los gastos de defensa por el Legislativo
y la obligación de que las Fuerzas Armadas sean políticamente neutras y
actúen siempre dentro del marco constitucional.

En tercer lugar, se aprueba también en la Conferencia un marco de
referencia para los futuros trabajos en materia



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de control de armamentos, poniendo un énfasis especial en el tratamiento
de los conflictos regionales.

En cuarto lugar, todos los países participantes suscriben un documento
sobre los principios que gobiernan la no proliferación de armas de
destrucción masiva. Se trata de una especie de código de conducta en
dicho ámbito para todos los países de la organización.

En quinto lugar, como ya indiqué anteriormente, se decide la elaboración
de un modelo de seguridad, el modelo de seguridad europea para el siglo
XXI, que debe definir las grandes líneas de la futura seguridad europea
en su conjunto.

En sexto lugar, la Cumbre de Budapest perfecciona el sistema de medidas
de fomento de la confianza y la seguridad que constituye uno de los
logros principales de Helsinki desde sus inicios. Lo complementa con la
adopción de nuevas medidas sobre intercambio de información militar a
nivel mundial.

En séptimo lugar, en el ámbito de la dimensión humana, como saben, se
toman medidas diversas para reforzar la Oficina de Instituciones
Democráticas y de Derechos Humanos. El documento final contiene también
una clara condena de toda forma de tortura y de limpieza étnica, abogando
asimismo por una mejora de los derechos de las minorías nacionales, con
especial mención a los ciudadanos de raza romaní.

En octavo lugar, en lo referente a la dimensión económica, los Estados
participantes se comprometen a apoyar una progresiva integración de los
países ex comunistas en el sistema de libre mercado. Se refuerza asimismo
la institución del Foro Económico como centro de discusión y encuentro y
se expresa el compromiso de otorgar una atención prioritaria a los
problemas de medio ambiente y a la lucha contra el narcotráfico.

En noveno lugar, las ideas españolas sobre el fortalecimiento de las
relaciones económicas y de seguridad con los países de la ribera sur del
Mediterráneo también encontraron en Budapest una acogida favorable. Como
consecuencia de ello, la Cumbre establece un cauce de diálogo entre ella
misma y los llamados Estados mediterráneos no participantes --les
recuerdo que son Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto e Israel--, a través
de una especie de grupo de contacto que se va a reunir periódicamente con
los representantes de dichos países, y la celebración de consultas al más
alto nivel entre estos países, el Secretario General y la troika de la
antigua CSCE, hoy Organización de Cooperación y Seguridad en Europa.

Señor Presidente, señorías, más allá de lo ocurrido tanto en Bruselas
cuanto en Budapest, más allá de las decisiones adoptadas en la Alianza
Atlántica o en la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa, las
últimas reuniones internacionales han puesto de manifiesto la necesidad
que tenemos, quizás hoy más que nunca, de definir una arquitectura nueva
de seguridad para nuestro continente, para Europa. Supone ello, en primer
lugar, mejorar el sistema de relaciones que hoy unen a las distintas
organizaciones de seguridad. Las Naciones Unidas, la Organización de
Cooperación Europea, a la que acabo de hacer mención, la Alianza
Atlántica, la propia Unión Europea, la Unión Europea Occidental e incluso
el Consejo de Europa deben no sólo perfeccionar su interacción, sino
también posiblemente encontrar una división del trabajo más adecuada.

Ello redundará, sin duda, en que se complementen de manera más adecuada y
más eficaz. Al mismo tiempo, esta nueva arquitectura debe permitir que
todos los países del continente encuentren el lugar que les corresponde
en ella. En ese sentido, es preciso subrayar que la eventual ampliación
de la Alianza es tan sólo un elemento en la futura arquitectura de
seguridad europea. Precisamos de un enfoque más general que bien pudiera
iniciarse con la elaboración del modelo de seguridad para el siglo XXI al
que hemos hecho referencia en la propia Organización de Cooperación y
Seguridad en Europa y que ha decidido emprender para el año 1995.

Confío, señor Presidente, señorías, en que sepamos también actuar con la
cautela y con la prudencia necesarias para incorporar debidamente a la
Federación Rusa a este proceso. Para ello es preciso quizá dar tiempo al
tiempo y continuar trabajando para disipar viejos recelos que,
desgraciadamente, todavía campan por nuestros territorios. Creo que sólo
de esta forma podremos pasar de unas relaciones destinadas a evitar vetos
y sorpresas; que no haya vetos y que no haya sorpresas para un sistema
europeo que debe responder a una visión común de nuestro continente en
esta hora de finales del siglo XX y de principios del siglo XXI.

Señor Presidente, señorías, tengo que referirme al conflicto de la ex
Yugoslavia que, como les dije anteriormente, formó parte y estuvo
planeando a lo largo de las dos sesiones: la sesión de la Alianza
Atlántica y la sesión de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en
Europa. Señorías, desde la última comparecencia que tuve ocasión de
realizar en esta sala el 17 de noviembre, tengo que reiterar y reconocer
que la situación no ha mejorado. La crisis de Bihac ha puesto de
manifiesto las debilidades del proceso negociador. Sin embargo, señor
Presidente, señorías, nuestra obligación es hacer un análisis sereno, un
análisis alejado de un voluntarismo excesivo, pero también un análisis
alejado de un pesimismo inducido por las imágenes y por las declaraciones
de todos y cada uno de los días. Permítame, señor Presidente, que resuma,
con ánimo de suscitar una reflexión conjunta en el seno de esta Comisión,
los últimos acontecimientos --ha habido también numerosos contactos
diplomáticos en los últimos días-- y, por qué no decirlo, las
perspectivas actuales.

Señor Presidente, en Bihac se puso de manifiesto, una vez más, la
dificultad de articular un mecanismo de uso de la fuerza que complemente
de manera adecuada el proceso de gestión política del conflicto. La
inutilidad e impotencia de los ataques aéreos para situaciones como la de
Bihac generó, sin duda, grandes frustraciones e incluso recriminaciones
mutuas entre la Alianza Atlántica y Naciones Unidas. También generó
disensiones internas en el seno de la propia Alianza Atlántica, que
pueden muy bien no ser ajenas a un cambio de postura por parte de algunos
países, más concretamente por parte americana, que se aproximó en los
últimos días a las tesis europeas, en vísperas de la reunión del Consejo
Atlántico del día 1 de diciembre. Si el



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cambio de la posición americana es táctico o es un cambio estratégico es
algo que sólo el tiempo nos dirá. La revisión explícita de la posición
norteamericana facilitó la reunión ministerial del Grupo de Contacto (la
troika comunitaria, el Reino Unido, Estados Unidos y la Federación Rusa)
celebrada el pasado día 2 en Bruselas. En esta reunión se confirmó la
decisión de relanzar el proceso negociador ante la renovada convicción de
que esta guerra no tiene una solución militar y de que la reconciliación
es un objetivo al que no debemos ni deseamos renunciar. También se avanzó
en la fijación de los elementos básicos de la estrategia negociadora, a
los que posteriormente haré referencia.

Por otra parte, los Ministros de Asuntos Exteriores, como saben, de
Francia y de Gran Bretaña viajaron a Belgrado el domingo 4 de diciembre
--dos días después, por tanto, de la reunión de la Alianza-- para
entrevistarse con el Presidente Milosevic y tratar de que se
intensificara su presión sobre los serbios de Bosnia, únicos que
actualmente se oponen al Plan de Paz de la comunidad internacional. Me
importa subrayar que es la única parte que en este momento --los serbios
de Bosnia-- no reconoce o no acepta el Plan de Paz de la comunidad
internacional. El Ministro francés nos informó sobre este viaje el día 6
de diciembre a todos los miembros de la Unión Europea, aprovechando un
aparte en la Cumbre de Budapest. Durante esta reunión --los días 5 y 6 de
diciembre-- hubo, como se pueden imaginar SS. SS., una desbordante
actividad diplomática en torno a los problemas de Bosnia-Herzegovina. Yo
tuve ocasión de mantener contactos bilaterales prácticamente con todos
los agentes involucrados en el conflicto, y muy particularmente una muy
larga conversación --de la que puedo darles luego referencia a SS. SS.--
con el Presidente de Croacia, el señor Tudjman. Teníamos sobre la mesa en
aquel momento, como SS. SS. quizá recuerden, dos textos: uno sobre Bihac
y otro sobre el conjunto de Bosnia-Herzegovina que, como saben SS. SS.,
fueron finalmente vetados por la Federación Rusa. Puedo asegurarles,
señor Presidente, señorías, que España se esforzó por lograr un texto de
compromiso que, como antes indiqué, desgraciadamente no fue posible. La
Conferencia funciona por consenso y la oposición rusa impidió la adopción
de estos textos que tenían el apoyo de los otros 52 de los 53 miembros de
la Organización. Una situación que pone claramente de relieve la
fragilidad y las dificultades que desde todos los ángulos acechan a este
delicado proceso negociador.

Si me permiten SS. SS., señor Presidente, brevemente expondré las líneas
básicas de la estrategia negociadora actual, lo que podríamos denominar
la estrategia post-Bihac. Aunque este frente siga aún abierto, entiendo
que las relaciones que podemos sacar ya las podemos asimilar. Partimos,
señorías, señor Presidente, de dos ideas fundamentales. La primera, sólo
los serbios de Bosnia rechazan el Plan de Paz. Por tanto, hay que poner
la presión sobre ellos, atraerles utilizando todos los medios de presión
disponibles. La segunda, es necesario mantener la cohesión de la
comunidad internacional. La unidad de acción tanto del Grupo de Contacto
como de todas las instancias internacionales, de la Unión Europea, de
Rusia y de los Estados Unidos, resulta absolutamente imprescindible para
alcanzar un acuerdo viable y que sea aceptado por las partes. A partir de
ahí, señor Presidente, se perfilan, a nuestro juicio, cuatro líneas
básicas de potencial actuación que han sido asumidas por la Unión
Europea:
En primer lugar, pueden admitirse negociaciones entre las partes que
conduzcan a arreglos territoriales complementarios. Esta es la vieja idea
del canje de territorios, pero siempre --y me importa subrayarlo-- dentro
de los porcentajes 51-49 del mapa presentado a las partes. Es decir,
aceptar y hacer de catalizador, si es posible, de probables intercambios
territoriales aceptados por las partes siempre, insisto, dentro del
porcentaje 51-49 que está contenido en el Plan de Paz.

En segundo lugar, se podría aceptar el principio de equidad para los
futuros arreglos constitucionales de las entidades en las que se
organizan los serbios de Bosnia y los croatas de Bosnia. Ello podría
incluir el establecimiento de relaciones especiales paralelas --y cito
textualmente, es la terminología que está en los documentos-- con sus
países vecinos, con la condición de que sean compatibles --y subrayo--
con la integridad territorial de Bosnia-Herzegovina.

En tercer lugar, se pueden considerar las sanciones --más exactamente su
posible suspensión o su posible elevación-- como un elemento de
flexibilización en la propia negociación, en la línea que siempre ha
defendido la Unión Europea.

Y cuarto y finalmente, el reconocimiento mutuo --me parece que es uno de
los temas capitales-- entre las distintas repúblicas sucesoras de la ex
Yugoslavia que, a nuestro juicio, continúa siendo un objetivo fundamental
y que, como saben sus señorías, todavía, desgraciadamente, no se ha
producido.

Señor Presidente, señorías, a la luz de estas líneas básicas que acabo de
exponer, es evidente que la clave del proceso está fundamentalmente en la
actitud que adopte Pale, pero también en la que mantenga Belgrado. Se
impone así, por tanto, combinar la firmeza en los principios con la
flexibilidad en la ejecución. A este respecto cabe hacer las siguientes
reflexiones, a mi juicio.

Primera. Aunque se haga con la máxima cautela, es necesario que apoyemos
los esfuerzos de Belgrado para presionar a los serbios de Bosnia. Según
las informaciones disponibles a través de la Misión de la Conferencia de
Londres, las autoridades de Belgrado están en este momento cumpliendo sus
compromisos de sellar y de cerrar la frontera con la parte de Bosnia
ocupada por los serbios.

Segunda. Hay que analizar todas las posibilidades de negociación con los
serbios de Bosnia, con objeto de convencerles de que acepten el Plan de
Paz. Hay salidas para la situación de aislamiento en la que se encuentran
y cuya continuidad sólo depende de ellos.

Tercera. Dicho esto, he de manifestar el rechazo total a las tácticas de
hostigamiento a las fuerzas de Unprofor y a la continuación de las
hostilidades por parte de los serbios de Bosnia. Tampoco es aceptable la
vinculación de un posible y deseable acuerdo de alto el fuego a
concesiones en



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las negociaciones políticas. El alto el fuego debe ser una opción
inmediata y previa.

Finalmente, entiendo que han de apoyarse los esfuerzos para consolidar la
federación croata-musulmana y para mantener a estas comunidades --la
croata y la musulmana-- en la lógica de la paz.

En suma, señor Presidente, señorías, aunque el momento es delicado --a
nada conduciría negarlo-- y aunque no hay razones para el optimismo, el
proceso político de negociaciones continúa vivo. Como vivo continúa
también el esfuerzo realizado día a día por Unprofor. La presencia de
Unprofor en Bosnia y en Croacia es, a nuestro juicio, un factor de
estabilidad. Cada día que pasa, señor Presidente, Unprofor coloca un
ladrillo para construir la casa de la paz y de la reconciliación en la ex
Yugoslavia. Por muchos ladrillos que tiren los extremistas son más los
que gracias al esfuerzo de Unprofor se siguen manteniendo en pie en
relación con la población civil.

Como saben SS. SS., el Consejo Europeo de Essen aprobó el sábado pasado
una declaración en la que se califica de crucial la misión de Unprofor.

En verdad lo es. Por ello hemos de realizar todos los esfuerzos
necesarios para que pueda continuar cumpliendo sus misiones en un clima
aceptable de seguridad. Si a pesar de esos esfuerzos la situación se
deteriorara, señor Presidente, señorías, el Gobierno español, como el
Presidente del Gobierno, el Ministro de Defensa y yo mismo hemos
explicado en diversas ocasiones, tomaría las medidas adecuadas, en
concertación con las Naciones Unidas y con el resto de los países que
contribuyen con fuerza sobre el terreno, para asegurar la vuelta de las
tropas españolas en las mejores condiciones a nuestro país. El Gobierno,
como saben SS. SS., ha tomado algunas decisiones en los últimos días. Ha
enviado al Adriático parte del Grupo Alfa de la Armada, compuesto por el
Príncipe de Asturias, las fragatas Cataluña y Reina Sofía y el buque
anfibio Hernán Cortés. Su misión, como se pueden imaginar, es
familiarizarse con la zona y realizar los ejercicios de coordinación con
el resto de los buques que ya operan en el Adriático, por si fuera
necesario su utilización en el caso de la retirada.

Señor Presidente, señorías, desgraciadamente vendrán todavía tiempos
difíciles. Hemos de estar preparados para ello. Hemos de tener siempre
muy presente que es mucho lo que está en juego en la ex Yugoslavia, lo
que nos obliga a este esfuerzo adicional. Y hemos de lograr el equilibrio
entre la obligada cautela que nos impone la presencia de nuestras tropas
sobre el terreno y la necesidad de continuar construyendo, a pesar de las
dificultades, los pilares básicos que deben sostener una paz justa, una
paz duradera, una paz estable en los Balcanes.

Señor Presidente, señorías, con esto doy por terminada esta primera
comparecencia, agradeciéndoles su atención.




El señor PRESIDENTE: Vamos a proceder al turno de intervenciones de los
grupos.

Por el Grupo Popular tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, quería hacerle una pregunta
sobre una cuestión metodológica: ¿Qué orden va a seguir, de mayor a menor
o de menor a mayor?



El señor PRESIDENTE: Según es costumbre en estos casos, empezaría el
Grupo Popular, seguirían de mayor a menor y finalmente intervendría el
Grupo Socialista.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Presidente.

Gracias, señor Ministro, por su presencia aquí. Su intervención tiene
algunas carencias. En cualquier caso, quiero decir que a nosotros nos
parece oportuno, saludable y de agradecer, aunque sea su obligación, que
el Gobierno siga mostrando los reflejos suficientes como para comparecer
en esta Cámara inmediatamente después de los acontecimientos que
consideramos importantes y que se han producido en el curso de las
últimas semanas. Me refiero a estas dos importantes reuniones y sus
proyecciones sobre la seguridad europea, tanto la reunión del Consejo
Atlántico como de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa
celebrada en Budapest. Yo hubiera querido que más allá de la narración
que nos ha hecho, y que en el fondo se podía haber ahorrado en gran parte
porque ya nos hemos leído los documentos, hubiera introducido una mayor
profundidad en las reflexiones políticas de las consecuencias de esas dos
conferencias porque son importantes, por razones no exactamente
coincidentes aunque en el fondo de las dos se haya producido exactamente
el mismo entramado de cuestiones, y sobre todo porque es importante
también que en esta Cámara, a través de los correspondientes contactos
parlamentarios con el Gobierno, vayamos en lo posible y en lo deseable
delineando posturas que puedan ser identificadas como españolas, y no
únicamente como consecuencia de los mínimos comunes denominadores que son
los que reflejan, al fin y al cabo, los documentos correspondientes.

Comenzando por la reunión del Consejo Atlántico, tengo que decirle que
para nosotros esa reunión es especialmente significativa porque es
indudable que encarna, en muchos sentidos, la decisión operativa de la
Alianza Atlántica de proceder a su ampliación. Esta cuestión no estaba en
la Cumbre del pasado mes de enero, señor Ministro, y es conveniente
también que conozcamos y guardemos un poco las perspectivas y las
proporciones. Es evidente que más allá o más acá, debajo de los
correspondientes lenguajes de los comunicados finales, hay realidades
políticas a las cuales nos tenemos que referir y a las que nos referimos
en la reunión del 25 de enero de este mismo año aquí, en esta Comisión de
Asuntos Exteriores. Es cierto que la decisión que en aquel momento tomó
la Alianza Atlántica de crear la Asociación para la Paz era, dijérase lo
que se dijera, una decisión retardataria de la que procedería a la
ampliación. Ya sabemos que eso no estaba dicho así. Ya sabemos que la
Alianza no excluía de principio la ampliación; no podría ser así ya que
sería tanto como ir en contra de su misma Carta fundacional. Pero la
realidad política del momento es que los 16 Gobiernos de los países
miembros de la Alianza decidieron, en enero de 1994, aplazar cualquier
consideración tendente a la ampliación



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o dejarla en las calendas graegas habituales, que era tanto como no
considerarla. Lo primero que tendría que haber dicho el señor Ministro es
que en esta reunión de la Alianza Atlántica del 1 de diciembre de 1994 se
ha tomado la decisión de proceder a la ampliación. Esa es una decisión
importante, nos guste o no nos guste, estemos de acuerdo o no estemos de
acuerdo con ella, sean cuales sean las matizaciones con las cuales esa
ampliación se vaya a realizar, que son otras cuestiones. Tan es así,
señor Ministro, que esa decisión se ha tomado ahora y no entonces que el
señor Ministro, en su comparecencia aquí el 25 de enero de 1994, al
narrar cuáles eran las posturas que se habían producido respecto al tema
de la ampliación o de la no ampliación, decía describiendo una de las
posturas: El segundo (el segundo aspecto de las posturas
correspondientes), el que entendía que el verdadero problema no era que
la Cumbre decidiera una ampliación inmediata de la Alianza, por mucho que
algunos planteasen esa opción en términos de polémica casi dramática,
sino más bien sentar las bases para el desarrollo de un nuevo sistema de
seguridad cooperativa en el que tuviesen cabida todos los Estados
europeos sin exclusiones. Señorías --decía el señor Ministro--, la
preferencia de los 16 aliados se decantó pronto por este segundo enfoque
que todos estimamos que era más ambicioso, más solidario, pero también
más realista y conveniente. Más ambicioso y solidario --sigo citando--
porque lo que queríamos era diseñar un sistema que nos permitiese seguir
avanzando hacia el logro de una mayor seguridad en el continente europeo
en su conjunto, evitando la creación de una nueva división de Europa o el
riesgo de debilitar los todavía precarios procesos de reforma política y
económica en países como Rusia o como Ucrania. Lo contrario --y aquí
acabo la cita que podría ser bastante más larga-- podría ser
contraproducente no sólo para nuestra propia seguridad sino también para
la seguridad de los mismos países de la Europa Central.

Es decir, el Gobierno español se congratulaba de que la Alianza hubiera
decidido no ampliarse. El Gobierno español se congratulaba de esa
decisión porque estimaba que la decisión de la ampliación hubiera sido,
en una lectura a contrario, menos ambiciosa, menos solidaria, menos
realista y menos conveniente. Además, también hubiera conducido a la
nueva división de Europa, hubiera conducido al debilitamiento de los
todavía precarios procesos de reforma política-económica en países como
Rusia y Ucrania, y hubiera sido, en definitiva, contraproducente. Ahora
esa misma Alianza, en la cual participa como representación de España el
Gobierno español, dice no diría yo que justamente lo contrario de lo que
dijo en enero de 1994, pero cosas políticamente muy diferentes.

Si me permite una brevísima autocita, señor Ministro, ya que le he citado
a usted ampliamente, el 25 de enero de 1994 dije lo siguiente: Quería
comenzar mi intervención por decir, de una manera muy clara, que el
Partido Popular es partidario de proceder durante un tiempo razonable y
sin prisa, pero sin pausa, a la ampliación de la Organización del Tratado
del Atlántico Norte. Creemos, desde ese punto de vista, que la cumbre
extraordinaria de la Otan, celebrada hace pocos días en Bruselas, debía
haber respondido a un reto histórico. Añadí que, desde ese punto de
vista, considerábamos decepcionante los resultados de la cumbre
extraordinaria. También decíamos que la Otan, por primera vez en su
historia, ha hecho caso de una manera directa a un veto ruso. Nos alegra
saber que el señor Ministro no está dispuesto a tolerar vetos rusos. Lo
dice ahora, no lo dijo en aquel momento.

La Alianza Atlántica ha decidido dar los pasos instrumentales necesarios
para proceder a su ampliación. Esa decisión nos parece importante, y con
la cual estamos de acuerdo, una decisión positiva que, por otra parte,
responde a muchas razones históricas y políticas cuyo examen en detalle
no tiene lugar aquí porque ya la hicimos precisamente en aquel momento,
pero responde fundamentalmente, a nuestro modo de ver, a la necesidad, en
la cual coincidirá seguramente el señor Ministro, de ir procediendo por
afirmaciones sucesivas a crear un ámbito de estabilidad en toda Europea
basada inexcusablemente en el respeto a lo que es el Estado de Derecho, a
lo que es la democracia parlamentaria, a lo que son sistemas basados en
el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. Eso,
y no otra cosa, es la Alianza Atlántica, la Unión Europea, y tantas otras
instituciones políticas o de seguridad que existen en este momento en
Europa.

Por otra parte, señor Ministro, y sin necesidad de escandalizar a nadie o
de provocar ningún tipo de reacción, deberíamos de ir examinando las
consecuencias y las posibilidades concretas de la ampliación de la
Alianza. Esas cautelas que tienen como consecuencia la creación de esos
lenguajes diplomáticos de mínimos comunes denominadores, no deberían
llevarle al señor Ministro y al Gobierno español a ocultar en esta Cámara
cuáles son las posibilidades concretas de esas ampliaciones, cuáles son
los candidatos y cuáles son los plazos. Le diré que en una reciente
reunión de la Asamblea del Atlántico Norte, hace muy pocas semanas, la
decisión fundamental que tomó la Asamblea, que, como sabe, está compuesta
por parlamentarios de países miembros de la Alianza Atlántica, se decidió
muy claramente optar por esa ampliación de la Alianza. Se decidió incluso
con todo los riesgos que eso trae consigo, riesgos políticos --al fin y
al cabo la política también tiene la necesidad de adoptar los riesgos
correspondientes--, se decidió marcar un calendario que indicaría que
entre dos y cinco años a partir de este momento esas ampliaciones
deberían estar negociadas y completadas. Se decidió, al mismo tiempo
señalar a cuatro países como eventuales primeros candidatos a la
ampliación, que son Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia,
enumeración que tiene un valor puramente ejemplar y no excluyente y que
no supone que que nadie esté excluido «a priori» de esa posibilidad. Se
decidió también, porque era una de las preocupaciones básicas que
embargaban a todos los miembros de la Asamblea del Atlántico Norte,
indicar que en la perspectiva de esa futura ampliación era absolutamente
imprescindible crear un marco de entendimiento político, táctico y
estratégico con la Federación Rusa, a través de la firma eventual de un
tratado estratégico entre la Otan ampliada y la misma Federación Rusa.




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Son temas que están hoy en el tapete, con independencia de que el
comunicado del Consejo Atlántico los comunique o no. Me gustaría
incitarle a que narrara con más precisión los interiores de la reunión de
ese Consejo Atlántico, pero seguramente sus miembros se han inclinado
hacia esas posibilidades y sobre las consideraciones de las mismas. No
todo ha podido quedar en una descripción puramente formal de las cosas
que son políticamente correctas e incorrectas el decírselas a la opinión
pública. De manera que la primera constatación, de la que nos alegramos,
es que la Otan, que al fin y al cabo no es más que la suma de la voluntad
de los estados miembros, ha cambiado significativamente de actitud. Al
hacerlo, creemos que ha respondido a una demanda que está en el orden
histórico de las cosas y que responde ni más ni menos que a esa necesidad
de estabilizar democráticamente a toda Europa y, fundamentalmente, a
todos aquellos países que, en su momento, tuvieron que soportar durante
demasiados decenios la garra del autoritarismo soviético.

En segundo lugar, es evidente --y nadie pretende otra cosa-- que esa
ampliación no se haga en contra de nadie y pensando que se va a dañar a
nadie. Sería un tremendo error psicológico y no correspondería ni a la
realidad presente ni a la realidad pasada. Uno de los tintes mayores de
gloria que puede tener la Otan, y que de hecho tiene, es que nunca ha
sido una alianza agresiva, sino la voluntad muy firme, eso sí, de
defender unos determinados sistemas de vida a través de los intereses
militares y defensivos de los estados miembros. En consecuencia, es
cierto que ningún análisis racional de las cosas podría concluir que esa
ampliación estuviera dirigida en contra de la Federación Rusa. Claro es
que una cosa son las voluntades de unos y otra cosa son las percepciones
de otro; claro es que hay países, y Rusia es no de ellos, que tienen una
larga y significativa tradición de paranoia internacional; y claro es que
los países que no sufren de esas afecciones psicológicas o políticas
deben tener muy en cuenta, por razones de interés propio y ajeno, cuáles
son los posibles comportamientos del paranoico.

Al mismo tiempo, es importante que todos coincidamos en una noción
absolutamente básica. Desgraciadamente, lo que los países occidentales y
los países miembros de la Alianza Atlántica puedan hacer, y mucho están
haciendo para estabilizar la situación en la Federación Rusa, poco será
con la capacidad de los mismos rusos para hacerlo. Es decir, nuestra
capacidad para realizar esa estabilidad es limitada. Toda esa
construcción de teorías en función de las cuales lo que hagamos o, sobre
todo, lo que dejemos de hacer los miembros de la Alianza y los países
occidentales en general tendrá efectos positivos o negativos en relación
de causa a efecto con respecto a la situación rusa, desgraciadamente no
es así. Todos aquellos temores que tenemos sobre el resurgimiento de un
poderoso y nada positivo neonacionalismo ruso, dirigido por el señor
Zhirinovsky, desgraciadamente poco tiene que ver con la nueva ampliación
de la Alianza Atlántica.

En consecuencia, es importante adoptar una línea muy sólida al respecto
en función de lo que nosotros creemos nuestros propios intereses y los
intereses en general de esa estabilidad democrática, pensamos que, al fin
y al cabo, otros son los que tienen que ocuparse de sus propios intereses
y estabilidades. No podemos cargar con la responsabilidad exclusiva de la
estabilidad o inestabilidad de la Federación Rusa, aun teniendo en cuenta
que los esfuerzos que se han venido desarrollando tienen que seguir
siéndolo en la misma dirección.

Con respecto a la Conferencia sobre la Seguridad y hacia la Cooperación
en Europa, hoy organización, tenemos una visión básicamente positiva
sobre lo que ha ocurrido en Budapest. Me explico inmediatamente para no
producir algún tipo de extrañeza al respecto. No han sido positivos los
resultados. Quizás lo más negativo, desde el punto de vista de la
descripción real de los mismos, haya sido precisamente, y a ello se ha
referido el señor Ministro, el uso ruso del veto de la negación del
consenso para no adoptar las propuestas y resoluciones sobre la situacion
en Yugoslavia. Coincido también con el señor Ministro en que la decisión
de otros países por rechazar la noción de la CSCE es una solución
negativa. Yo creo que, desde ese punto de vista, lo que tenemos que tener
en cuenta --y me parece importante subrayarlo-- es que, quizá, estemos
volviendo a otros momentos de la CSCE. La CSCE nació en una descripción
de sus trabajos en donde era fundamentalmente el consenso por negociación
la marca principal de la casa. En el momento en que desapareció la Unión
Soviética y se produjeron los acontecimientos históricos que todos
recordamos, se pasó de ese consenso por negociación a un consenso por
confluencia y por acuerdo. Quizá en este momento volvemos de nuevo al
consenso por negociación. A nosotros eso nos preocupa, por lo que pueda
suponer de falta de acuerdo en temas vitales, pero no nos escandaliza,
porque nos parece que la existencia de una organización en donde se puede
llegar al consenso a través de la negociación supone volver a caminos
mucho más difíciles, mucho más arriesgados, pero no imposibles. Y lo que
ha demostrado la CSCE, en su reunión del día 3, es que su valor como foro
de negociación, como foro de constatación, como foro, si se quiere,
barométrico o termométrico de la situación internacional es absolutamente
imprescindible y necesario en una situación internacional.

Desde ese punto de vista, es evidente que la CSCE ha respondido a unas
expectativas frustradas; es evidente también que las líneas de
pensamiento que hicieron creer que quizá la oferta de la organización a
cambio de la ampliación de la Otan, como manera de calmar algunos de los
temores rusos, no ha funcionado, con lo cual nos encontramos ante una
situación en la que, dígalo quien lo diga --y lo ha dicho el señor
Yeltsin--, efectivamente volvemos a una constatación de la paz.

Lo que nos parece importante, señor Ministro, reafirmando el valor de la
Conferencia y de la Organización de la Seguridad y la Cooperación en
Europea, es no confundir los planes en los cuales se produce la
construcción de la seguridad europea. La CSCE no está en situación actual
de convertirse en un consejo europeo de seguridad; la CSCE no está en
situación de reemplazar, como quisieran algunos círculos rusos, las
funciones de la OTAN; la CSCE no está en situación de jugar el papel que
juega la OTAN; la



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CSCE es un instrumento importante para desarrollar tareas de diplomacia
preventiva, para desarrollar tareas de prevención de conflictos, para
desarrollar eventualmente tareas --aunque, desde ese punto de vista, la
reunión de Budapest no haya sido especialmente brillante-- de
mantenimiento de la paz. Pero la confusión de la CSCE como un sistema de
seguridad, comprendido en su sentido más estricto, llevaría a graves
confusiones.

Tengo que decir, señor Presidente, que, desde ese punto de vista, nos han
parecido altamente ambiguas las manifestaciones del Presidente del
Gobierno en la Cumbre de Budapest, porque lo que no quedaba claro en sus
palabras, o por lo menos en las que los medios de comunicación han
reproducido, si el señor González estaba en la OTAN o estaba
exclusivamente en la CSCE, y de sus palabras tampoco se deducía si lo que
quería era atribuir a la CSCE esas capacidades de gestión de seguridad
que no tiene o simplemente hacer algún tipo de gesto diplomático amable
hacia el representante de la Federación Rusa, señor Yeltsin.

En el contexto político en que se producía la reunión de Budapest, decir
que deberíamos evitar decisiones que puedan conducirnos a situaciones
potencialmente creadoras de nuevas divisiones y que, en cambio,
deberíamos concentrarnos en acentuar las vías que puedan conducirnos a
una casa común europea, son afirmaciones que o bien están mal pensadas o
bien están mal redactadas o bien responden a intencionalidades que
nosotros tendríamos alguna dificultad en compartir. No creo que deba ser
de este Gobierno, no creemos que deba ser del Gobierno español, no
creemos que deba ser de ningún gobierno miembro de la Alianza Atlántica
la expresión de la casa común europea, más allá de la descripción
bienintencionada y posiblemente cargada de buena voluntad de algún tipo
de intencionalidades de que todos nos entendamos. En la vida política
internacional, en la diplomacia internacional, las palabras tienen el
peso que tienen literalmente y el peso que les da su uso, y la casa común
europea responde a usos que no deberían ser los del Presidente del
Gobierno español.

No voy a entrar en cualquier otro tipo de consideraciones, en donde
también, según informaciones de prensa, se le ponía al señor González en
una situación bastante más próxima a las manifestaciones del señor
Yeltsin y de algunos otros líderes de países del Centro y del Este de
Europa que de los líderes de los países miembros de la Alianza Atlántica.

Seguramente debió ser una concepción bien intencionada, como decía
anteriormente, aunque marcadamente errónea de lo que en aquel momento se
debería decir, porque lo que sí nos parece importante, señor Ministro, es
que, para entendernos, en esa voluntad común de construcción de la
seguridad europea en diversos niveles y en círculos concéntricos, cada
uno de esos círculos sea conocido por la adjudicación precisa de las
misiones que le corresponden. Nos preocuparía que se produjera, por parte
del Gobierno español, esa ambigüedad entre quién hace qué, en qué momento
y bajo qué condiciones.

Finalmente, quería decirle, señor Ministro, que hemos oído con interés la
única parte realmente novedosa de su intervención, que ha sido la
relativa a la información sobre los últimos acontecimientos en torno a la
crisis en la ex-Yugoslavia. Tuvimos ocasión de examinar esa situación
hace pocos días, no tenemos nada más específico que decir al respecto,
salvo que, en líneas generales, compartimos lo expresado por el señor
Ministro, que corresponden a las líneas mantenidas por la Unión Europea,
y esperamos y deseamos que de la adecuada combinación de los factores
negociadores, de los factores de la utilización correspondiente de la
fuerza, de los factores también correspondientes del mantenimiento de los
embargos y de las sanciones internacionales, efectivamente se pueda
llegar a una situación en la que los contendientes lleguen a sentarse de
una manera efectiva en torno a la mesa de negociación.




El señor PRESIDENTE: Antes de dar la palabra al señor Ministro, quisiera
decir a SS. SS. que deberíamos ir limitando nuestro tiempo de
intervención porque el orden del día es muy largo; llevamos ya más de una
hora en este punto y, si seguimos a este ritmo, desde luego no podremos
terminar el orden del día.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Como SS. SS.

saben, siempre que puedo comparezco ante esta Comisión; a veces no puedo
hacerlo, pero las veces que vengo aquí me gustaría que las intervenciones
de cada uno de los grupos parlamentarios y del propio Gobierno fueran lo
más clarificadoras posibles. Tengo toda la mañana disponible para
permanecer en la Cámara y, por tanto, para mí es una gran satisfacción
poder hacerlo por el orden del día tan pesado que tenemos, pesado en el
sentido de densidad, no de peso físico ni molesto.

Señor Presidente, quería agradecer al señor Rupérez la forma en que se ha
expresado, pero sí quisiera decirle algo sobre algunas posiciones que por
lo menos yo no las encuentro en la posición clásica de su partido y en la
posición clásica con la que nos hemos estado manejando en estos temas tan
importantes como son los de la seguridad europea.

Le agradezco que S. S., a su vez, haya agradecido mi comparecencia, pero,
sinceramente, después de oírle, su afirmación de que ha habido en la mía
más narración que valoración creo que se sostiene con dificultad, no por
la cantidad de narración que ha habido en sus palabras, que ha sido poca,
sino quizá por la ligereza de los planteamientos y de las reflexiones.

Por tanto, le rogaría que tratase de analizar con mayor profundidad las
cosas; yo, modestamente, también trataré de hacerlo.

Sí le diré que su preocupación fundamental en la primera parte de su
intervención es dejar bien claro algo que a mí me parece que es
totalmente secundario. Su señoría ha dedicado buena parte de su
intervención a decir: Oiga, la reunión de enero de jefes de gobierno no
es lo mismo que esta reunión. Yo creo que ha dedicado siete minutos,
según mi reloj, a tratar de demostrar eso, y es tan obvio que la reunión
de enero de jefes de gobierno no es lo mismo que ésta que era suficiente
dedicarla un minuto y creo que lo podríamos haber ventilado mucho antes.

No es lo mismo. En la reunión de enero de jefes de gobierno le digo
sinceramente que el elemento más importante que se pone



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de manifiesto es la Asociación por la Paz; es el ingrediente fundamental.

¿Con qué objetivo? ¿Con el objetivo que S. S. dice y afirma, único y
exclusivo, de posponer, «ad calendas graecas», la posible ampliación de
la Alianza Atlántica? Ahí se equivoca S. S. No es ése el objetivo. El
objetivo está perfectamente claro y definido. No voy a citarme yo en las
palabras que dije allí y las que SS. SS. conocen del Jefe de Gobierno de
España. El propio Presidente Clinton dijo claramente que la Asociación
para la Paz no era un mecanismo para poner trincheras ni verjas a un
camino, sino, al contrario, era un camino para que se pudiera discurrir y
se pudiera hacer de la mejor manera posible para no precipitar
acontecimientos, pero no para cerrar la posibilidad de esos
acontecimientos. Por tanto, ahí me parece que lo que hay en la primera y
en la segunda reunión, es decir, un año de diferencia, existe sin duda
ninguna una maduración mayor de una reflexión. Pero sí le quiero decir --
y se lo digo con toda franqueza, porque es mi profunda convicción-- que
cometeríamos un gravísimo error en no dejar crecer la Asociación para la
Paz. La Asociación para la Paz es una criatura joven, que tiene
escasamente once meses de vida, y cometeríamos un gravísimo error si no
fuéramos conscientes de que es una criatura que debe seguir respirando y
debe seguir creciendo, porque la vamos a necesitar.

Su señoría ha manifestado su idea de la Asamblea de la Alianza Atlántica
de decir quiénes y cuándo. Yo creo que S. S. comete un gravísimo error en
decir quiénes y cuándo, porque decir quiénes y cuándo quiere decir
quiénes no y quiénes no pronto, y si lo que estamos tratando de hacer
entre todos es buscar estabilidad, me da la impresión de que ese tipo de
reacciones no corresponden a generar mayor estabilidad en Europa y mucho
menos en este momento histórico en el que estamos viviendo, en el que la
Alianza Atlántica, en su reunión de diciembre, creo que ha hecho algo muy
importante, que es no decir ni quiénes ni cuándo, sino decir qué y cómo,
y, como S. S. sabe bien, el objetivo fundamental de la reflexión de 1995,
que nos hemos planteado como tal, es encontrar las implicaciones y las
obligaciones que se derivarían de una ampliación de la Alianza Atlántica,
y hemos tenido mucho cuidado, mucho cuidado todos --y no por dar
satisfacción a unos o a otros, sino a todos, incluido el que ha sido el
motor que ha acelerado más este proceso, que ha sido Estados Unidos de
América--, en no fijar ni quiénes ni cuándo. ¿Por qué razones? Por
razones que le van a sonar muy familiares, señor Rupérez. Mire usted,
todavía hace muy pocos días, Polonia formalmente, ha presentado su
solicitud de adhesión a la Alianza Atlántica, decía S. S. el 22 de
septiembre de 1993 en esta Cámara. No sería extraño que en el curso de
los próximos tiempos otros países del centro y del Este de Europa
hicieran lo propio. Nosotros, decía el señor Rupérez, adelantamos lo que
es nuestro pensamiento. Sería gravemente erróneo que en este complicado
mapa de la seguridad europea, en donde, afortunadamente, la OTAN sigue
teniendo esa capacidad de atracción que demuestran estas solicitudes de
adhesión, procediéramos a la ligera, a una poco pensada ampliación de sus
mecanismos de seguridad, cuando, en el fondo, la OTAN ha tenido
precisamente su gran éxito no en la atención de la seguridad en igualdad
de sus países miembros, sino en la cobertura y la adhesión colectiva de
seguridad. Su ampliación a esos miembros --decía el señor Rupérez-- sin
pensamiento, sin explicarles exactamente cuál es el éxito de la OTAN a él
y a los rusos podría traer consigo el incorporar a dicha organización
tensiones y problemas que no deberían ser los de ella.

Señoría, las palabras que acabo de leer, que no son de hace un siglo, son
del 22 de septiembre de 1993, se compadecen poco con las que S. S. acaba
de decir, y se compadecen mucho más con las que el Gobierno está
manteniendo, porque son más sensatas. Y como S. S. en estos momentos
mantenía una sensatez mayor, son las posiciones que nosotros hemos estado
defendiendo con rigor y con seriedad, con rigor y seriedad, siendo
conscientes de que el proceso de ampliación de la Alianza se tiene que
mantener, pero se tiene que mantener con pausa, con serenidad, con
tranquilidad, porque el objetivo de todos es más estabilidad en Europa y
no generar ingredientes de inestabilidad en Europa, y la ampliación con
precipitación, sin pausa, sin hacer una buena reflexión, sin saber bien
las implicaciones y las obligaciones seguramente sería una decisión
equivocada y todo el mundo lo piensa, incluido su señoría.

Por tanto, la creación del partenariado para la paz es la buena dirección
y el compromiso de que, una vez conozcamos las implicaciones y las
obligaciones, a todos y de manera transparente se les va a hacer ver las
posibilidades que tiene el futuro de la Alianza Atlántica. A mí me parece
que ésa es la posición sensata y es la posición que estamos tratando de
mantener, es la posición, no el mínimo común denominador de las
posiciones de los socios. A S. S. le gusta mucho decir que aquí siempre
estamos en el mínimo común denominador. No es así, es el máximo común
múltiplo. La posición que estoy defendiendo es el máximo común múltiplo
de los socios, y solamente hay un socio que se sale de este máximo común
que tenemos los demás. Yo creo, sinceramente, señorías, que éste es el
planteamiento sensato y responsable que hay que tener, mantener viva la
Asociación para la Paz, mantener vivos también estos análisis de
implicaciones y de obligaciones y decirle lo siguiente, señoría: los
países que en este momento tienen un tratado de asociación con la Unión
Europea, los países de Visegrad, cuatro, países bálticos más adelante,
Eslovenia más adelante, son todo países que en la Europa que queremos
construir, y estoy seguro de que S. S. coincide conmigo, tendrán que
incorporarse en su día a la Unión Europea y también tendrán que
incorporarse a las instancias de seguridad de la Unión Europea, a la
Unión Europea Occidental y a la Alianza Atlántica, tal y como nosotros
contemplamos el entramado complejo de círculos concéntricos en que la
seguridad europea se tiene que plantear.

Por tanto, el proceso de integración de estos países a la Alianza
Atlántica es irreversible, es inexorable. Lo que estamos pensando ahora.

--y creo que merece la pena pensarlo bien-- es la velocidad a la cual ese
camino se discurre y ver cuánta inestabilidad tratas de evitar que se
genere en el camino, y si al tratar de generar estabilidad por dar a este
o a aquel país, a lo mejor sin toda las garantías, una estabilidad



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que a lo mejor no es tan real se genera una inestabilidad potencial
mayor, hay que pensarlo y pensarlo con seriedad. Ese es el planteamiento
que todos tenemos, es convergente en todos los países de la Unión Europea
y no se le busquen dobles pensamientos ni dobles lecturas, porque es así
como se pretende y entiendo que es así como se debe hacer.

Si me pregunta mi personal visión, le diré que creo que se precipitaron
en las últimas semanas del mes de diciembre, de una manera, a mi juicio,
exagerada, algunas decisiones no bien pensadas, y no lo digo yo
solamente, sino que lo han dicho prácticamente la totalidad de los
gobiernos europeos. Ahora bien, en aras de la estabilidad y en aras del
bien colectivo, hicimos todo lo posible para que en esa semana se pudiera
trabajar rápidamente, pero seguramente hubiera sido mejor tomárselo o
haber iniciado antes todo este debate o haberlo pospuesto durante algún
tiempo. Esa era la posición mayoritaria en todas las posiciones
defendidas por los países de la Alianza Atlántica en el seno de la
reunión. No le voy a contar todos los entresijos de la reunión, por
razones que S. S. comprenderá perfectamente, y mucho más una persona que,
como usted, ha sido embajador en la Alianza y sabe muy bien que algunas
de las cosas que allí se hablan tienen algún elemento de secreto del
sumario, pero su señoría se los puede imaginar con la cultura diplomática
que tiene.

La segunda cuestión se refiere al acuerdo OTAN-Rusia. Sin duda, todos
deseamos el acuerdo OTAN-Rusia. La posición de Rusia en el entramado de
defensa y de seguridad europeas no puede ser sólo el partenariado para la
paz. Yo creo que todos estamos de acuerdo en que, además de eso, tiene
que tener una relación singular. Todos lo defendemos, y lo desgraciado
del caso es que estábamos a punto de llegar incluso a la firma de ese
documento, y por las razones que he apuntado, narrativas, pero también de
fondo, ha sido imposible hacerlo así.

Respecto a la CSCE, estoy totalmente de acuerdo con su señoría. La CSCE
es una organización de consenso. No sé si alcanzo, quizá porque no ha
desarrollado la idea, que seguramente es rica, de las diferencias entre
el consenso por negociación y el consenso por asignación, me parece que
era la terminología, no sé muy bien cuáles son las diferencias, pero, en
cualquier caso, es una organización de consenso y de esa manera va a
seguir funcionando. Sí le diré que es una organización muy particular
también. Piense por un momento que es una organización donde se sienta el
75 por ciento de las contribuciones a Naciones Unidas. En esa mesa, en
esos 53 países está más del 75 por ciento de los contribuyentes a
Naciones Unidas, y están sentados cuatro de los miembros permanentes del
Consejo de Seguridad, es decir, no es una organización regional
cualquiera, sino que es una parte significativa, es decir, tres cuartas
partes de Naciones Unidas en cuanto a presupuesto y más, si cabe, en
cuanto a miembros permanentes que se sientan en la mesa. Por tanto, es
una organización importante.

Y sobre las ambigüedades de las palabras del Presidente del Gobierno, no
sé si S. S. ha leído el discurso, creo que es asequible a todo el mundo,
se lo mandaré para que lo lea con precisión. Algunas de las expresiones
que aparecen en el discurso y que a S. S. le han chocado le recuerdo que
son expresiones que prácticamente estaban en la totalidad o, por lo
menos, en una gran mayoría de las intervenciones de los miembros de la
Unión Europea. En este caso, el término concreto «casa común europea» se
utilizó incluso por el Presidente de la Comisión en el debate. Por tanto,
tampoco me parece que sea un elemento perturbador para una reflexión
genérica. Es un término acuñado y que no solamente es utilizado por el
Jefe del Gobierno de España, sino que se utilizó también por el
Presidente de la Unión Europea, el canciller Kohl, que no le deberá
despertar ninguna sospecha a S. S.

Por último, respecto a Yugoslavia, quiero agradecerle muy sincera y
personalmente a S. S. el planteamiento que está manteniendo estos días,
porque me parece que han sido enormemente clarificadoras las palabras
contundentes y claras que S. S. ha dicho en relación con las tropas. Se
lo agradezco muy de corazón, porque de verdad entiendo (y lo creo
profundamente) que es una decisión correcta la de, en estos momentos,
seguir manteniendo el despliegue de nuestras tropas en tanto en cuanto
puedan realizar su función en unos ámbitos de seguridad y de protección
suficientes. En el momento en que esos dos elementos no se dieran, creo
que estaríamos de acuerdo también los distintos grupos políticos en que
quizá sería el momento de iniciar la retirada, coordinada con otros
países de Naciones Unidas.




El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez, brevemente.




El señor RUPEREZ RUBIO: Brevísimamente. Señor Ministro, el consenso es un
resultado. El resultado siempre se obtiene, naturalmente, porque hay un
acuerdo. Pero se puede obtener porque hay un acuerdo previo, sobre la
base de coincidencias previamente establecidas en torno a los temas, o se
puede obtener a través de la negociación. La Carta de París es claramente
el resultado del consenso por acuerdo, porque es el momento más dulce de
la historia reciente. La Carta de Helsinki de 1975 es el resultado del
consenso por negociación. Mi análisis es que creo que volvemos al
consenso por negociación como consecuencia de la aparición de
divergencias que antes no se daban.




El señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Le agradezco
a S. S. la clarificación. En ningún caso es una clarificación con
segundas; es una clarificación real, porque me parece que es importante
clarificar estos conceptos. Al fin y al cabo, lo que es al final el
consenso, «ex ante», o «ex post» o en el momento, que es más o menos lo
que S. S. quiere decir, me parece bien.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Ministro, señorías, realmente produce casi
sorpresa, aunque no es la palabra



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más exacta, ver el fervor otanista del señor Rupérez, cuando uno tiene
delante la declaración final de los jefes de Estado y de Gobierno de la
reunión de la Asamblea del Atlántico Norte del 1.o de diciembre en
Bruselas, y ve cómo el señor Rupérez, en nombre de su Grupo
parlamentario, quiere que nuestro país, España, vaya más allá de lo que
son los acuerdos de la propia reunión de Bruselas, y este fervor por
adelantar los acontecimientos le lleva incluso a ponerse a la cabeza de
lo que son los acuerdos de los dieciséis miembros de la Alianza
Atlántica, que, aunque se reafirman en el proyecto de la Asociación para
la Paz en el punto 5.o, inmediatamente después, en el punto 6.o, ponen
todas las cautelas necesarias para que este supuesto proceso y esta
supuesta oportunidad de dicho proceso vaya adelante.

Con independencia de que el Diputado que les habla, y el Grupo
parlamentario que representa, no está de acuerdo en esta línea de
actuación política, ésta es la simple constatación de los hechos y de los
que están de acuerdo en propiciar la expansión de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte a través de la Asociación para la Paz, y
produce una cierta sorpresa ver cómo hay quienes quieren ir más rápidos,
quienes quieren ponerse por delante de lo que es el consenso en el seno
de esta organización militar, la Organización del Tratado del Atlántico
Norte.

Dicho esto, se entenderá perfectamente cómo en esta gran opción en la que
estamos todos, es decir, construir un nuevo sistema de seguridad en
Europa y en el mundo, en un mundo nuevo, un mundo que emerge del trienio
89/91, haya opciones distintas, y haya opciones que miran más hacia el
pasado (creo que es la del señor Rupérez, creo que en parte es también la
del Partido Socialista Obrero Español y la del Gobierno de España), es
decir, las que piensan que esta nueva estructura de paz y seguridad
compartida en Europa, y en todo el mundo, a poder ser, debe construirse
sobre instrumentos del mundo de la bipolaridad (es decir, la Organización
del Tratado del Atlántico Norte, la Unión Europea Occidental), y haya
quienes pensamos que, de una forma evolutiva, por superación de los
instrumentos militares del pasado, del mundo bipolar, mantenido sobre la
base de de la disuasión mutua y de la amenaza nuclear mutua, sea mejor
explorar nuevos caminos; nuevos caminos que para nosotros son,
inequívocamente, la Organización de la Conferencia de Seguridad y
Cooperación en Europa y una definición o una creación «ex novo»,
aprovechando lo aprovechable de la Unión Europea Occidental, de una
entidad europea de defensa sometida al poder civil de la Unión Europea.

Es decir, unas políticas que miran hacia atrás, hacia lo antiguo, y que
son antiguas y anticuadas, y unas políticas que pretenden mirar hacia lo
nuevo, hacia la nueva realidad; una realidad basada en tres grandes
bloques económicos en el mundo: la Unión Europea, Estados Unidos, Japón,
y una nueva estructura de seguridad compartida, que se quiere
multilateral, que no se quiere monopolar y, sobre todo, no se quiere
asentar sobre principios de supuesta disuasión militar, cuando no existe
esta gran disuasión militar. Evidentemente, existen problemas militares y
guerras regionales cruelísimas y cruentísimas (el caso de la ex
Yugoslavia, que después comentaré), pero no estamos en la situación de
antes de 1989. Y produce sorpresa a nuestro Grupo Parlamentario y al
Diputado que les habla esta persistencia en revitalizar, e incluso
ampliar, instrumentos que creemos superados; instrumentos que no estamos
diciendo que deban desaparecer de hoy para mañana, que no estamos
proponiendo su mera y simple dinamitación, pero sí que debemos apuntar
políticamente a su clara superación.

En este sentido, aun no compartiendo ni la estructura ni la toma de
decisiones ni el objetivo de la propia asociación para la paz, creo que
es importente tomar nota (y el Ministro lo ha hecho, aunque muy de
pasada) de que, al final, nos guste o no nos guste, y por razones de lo
que tantas veces se repite en política exterior, de «real politic», una
federación, o un estado tan importante como la Federación Rusa, al final
se niega a firmar la Asociación para la Paz, porque lo percibe como una
actitud hostil de la Alianza Atlántica.

Por tanto, yo creo que debemos tomar nota de esta situación, y los que
queremos de verdad ampliar la seguridad y cooperación en toda Europa, los
que queremos de verdad integrar a todos los Estados de Europa, desde San
Francisco a Vladivostok, en una organización común de seguridad
compartida, hemos de tomar nota de esta realidad; creo que no podemos ni
debemos demonizarlas, sino simplemente tomar nota, por la propia entidad
de quienes ven en la expansión de la OTAN una posible amenaza. Y éste es
un elemento que debería llevanos (al menos a nosotros nos lleva, no es la
única razón, ni mucho menos, es una opción de nuestra estrategia de
política exterior, tomada de tiempo atrás) a apostar por la Organización
de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, en lugar de
apostar por una ampliación de la OTAN, como elemento fundamental de
construcción de este vasto sistema de seguridad y cooperación en toda
Europa.

Por tanto, en cuanto al primer punto, que planteaba el señor Ministro en
su exposición, yo simplemente subrayaría el hecho de que, no tomando nota
adecuadamente de la percepción que tiene la Federación Rusa de esta
expansión de la OTAN a través de la Asociación para la Paz como una
posible amenaza o como un posible signo de hostilidad, no estemos
contribuyendo a que este importante Estado involucione a posiciones de
automarginación, de posible regresión a presupuestos del pasado y, en
definitiva, a encerrarse en sí mismos, e incluso los que han visto a este
Estado y a su predecesor como la misma encarnación del mal, les debería
llevar a la reflexión de que, a veces, el querer ir demasiado deprisa
puede producir los efectos exactamente contrarios.

Por consiguiente, sería un elemento más a tomar en consideración para, en
nuestra opinión, cambiar de tercio, dirigir nuestra estrategia como
Estado (y me refiero ahora a la posible construcción de una política
exterior consensuada española como Estado) a apuntar a una superación de
OTAN y de Unión Europea en el marco de la Conferencia de Seguridad y
Cooperación en Europa. Para nosotros ésta sería la reflexión y éstas
serían las consecuencias a extraer de la Conferencia de Bruselas de los
países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.




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Respecto a la reunión de Budapest, vemos, un poco, la otra cara de la
moneda. En la reunión de Budapest, leyendo los puntos de la declaración
final, se ve muy claramente hasta qué punto por la vía del consenso se
llega a unos acuerdos de transformación --como ha explicado el señor
Ministro-- de la Conferencia en organización, es decir, la potenciación
de esta estructura. Por cierto, es de subrayar, como decía el señor
Solana, que reúne a las tres cuartas partes de los miembros de Naciones
Unidas, reúne a cuatro miembros del Consejo de Seguridad, es decir, es la
organización regional de seguridad más importante después de Naciones
Unidas. Sin embargo, en todos --creo que son 22-- los puntos de su
declaración final de Budapest, del 6 de diciembre, en ningún momento
menciona a la OTAN ni a la Unión Europea. Aunque se respeta y aunque se
dice que se deben respetar los compromisos trasatlánticos preexistentes
en Europa --se dice en el punto octavo exactamente-- no se mencionan por
su nombre a la Unión Europea Occidental ni a la OTAN, lo que para
nosotros es todo un signo revelador de hacia dónde va, de hacia dónde se
inclina el consenso de la mayoría de los estados miembros de la
Organización de Seguridad y Cooperación Europea. En este caso quiero
subrayar la que sería, la que es la posición de nuestro Grupo
Parlamentario. Como decía al inicio de mi intervención, entre lo viejo y
lo nuevo nosotros apostamos por lo nuevo; nosotros apostamos por la Unión
Europea, por una identidad de defensa en el marco de la Unión Europea,
aprovechando 1996 para la posible reforma de los tratados fundacionales
de la UEO y convertir a la UEO en una auténtica identidad europea de
defensa, sujeta al poder civil de la Unión Europea, y apostamos
claramente por la Organización de Seguridad y Cooperación Europea, en una
voluntad política explícita de superar lo que supone la Organización del
Tratado del Atlántico Norte, que para nosotros continúa representando una
opción de monopolaridad en el mundo.

Nosotros no creemos que la OTAN sea un elemento neutral en cuanto a su
dirección. Quizá las críticas más importantes que hacemos a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte sean dos: por un parte, el
ser una estructura militar heredada de una situación del pasado que hoy
no se sostiene en la realidad del mundo de 1994 y, en segundo lugar, ser
una organización que está hegemonizada por una gran potencia mundial, por
los Estados Unidos. Estas son las dos razones que nos llevan a no estar
en favor de su persistencia como organización y, sobre todo, a no estar
en favor de que sea esta organización, más militar que política, más
militar que civil, la que dirija la política de seguridad en Europa.

Estas son las dos razones fundamentales por las que nosotros queremos
superar esta estructura por la vía de colocarnos en la nueva situación y
adecuar los instrumentos de paz y seguridad a la nueva situación del
mundo de hoy que creemos que queda mejor reflejada en las tres
organizaciones que he citado: Naciones Unidas, Unión Europea y
Organización de Seguridad y Cooperación Europea.

En tercer lugar, señor Ministro, respecto de Bosnia-Herzegovina, estamos
de acuerdo con el relato de los hechos. Quiero insistir una vez más hasta
qué punto --porque ha sido una línea constante en nuestro Grupo y en el
Diputado que les hablar el recordar a esta Comisión la complejidad enorme
del problema yugoslavo--, incluso en Bihac, las fuerzas «atacantes»
--entre todas las comillas que se deban poner a los atacantes en el
complejo puzzle ex yugoslavo-- no son serbias, señor Solana, hay también
fuerzas musulmanas; es decir, hay gente que está luchando contra sus
compañeros de la federación croata-musulmana. Por tanto, recuerdo, una
vez más, que se trata de un problema enormemente complejo, que no puede
limitarse a una disección étnica, cultural, lingüística o de alfabeto,
cirílico o no; es mucho más complicado. Sin embargo, dicho esto, estamos
de acuerdo en los dos hechos fundamentales que usted planteaba: son los
serbios de Bosnia los únicos que aún no aceptan el marco del plan de paz
del grupo de contacto y se debe mantener la cohesión del propio grupo de
contacto; se debe mantener esta cohesión y, por tanto, los cuatro
elementos que ahora apunta el grupo de contacto nos parecen positivos. Es
decir, la posibilidad de canje de territorios, y creo que ahí se ha dado
un paso positivo adelante, este reconocimiento de la equidad de arreglos
de posible confederación de todas las partes en conflicto. Hasta ahora se
había aceptado una posible confederación y no otra --y no es que me guste
más una u otra; estoy hablando en términos de la posible solución lo más
rápida y pacífica posible del conflicto--; creo que en esto se ha dado un
importante paso adelante, al reconocer la equidad de todas las partes en
sus posibles confederaciones; en el tema de levantar progresivamente las
sanciones y en el tema del reconocimiento mutuo.

Finalmente, y para terminar --ya sabe que lo hemos dicho repetidamente--,
quiero señalar que nosotros mantenemos la posición de que las tropas
españolas deben permanecer en aquel territorio mientras sea posible su
acción humanitaria y que sólo cuando esta acción humanitaria no sea
posible estamos de acuerdo en que puedan ser retiradas. Pero nosotros
creemos que las decisiones que se han tomado hasta ahora son correctas...

Veo que se sorprende el señor Ministro de que diga lo que estoy diciendo,
pero es lo que hemos dicho siempre, señor Ministro. Creemos que mientras
sea posible el papel de Unprofor ahí deben estar los soldados españoles y
estamos de acuerdo en que se tomen todas las decisiones oportunas para
que si esto no fuese posible estuviésemos en las mejores condiciones,
como país, para evacuar a nuestras propias fuerzas del territorio.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar a algunas de las sugerencias o preguntas que ha dejado
pendientes el portavoz de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya y
hacer algunas reflexiones al hilo de las suyas.

Estoy totalmente de acuerdo con S. S. en que hay que construir un nuevo
sistema de seguridad en Europa. Creo que eso lo piensa todo el mundo --no
sé si lo afirma todo el mundo, pero todo el mundo lo piensa--, pero la
cuestión



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es cuál es el mejor camino para conseguirlo, para así hacerlo. Su señoría
dice que el mejor camino seguramente es olvidar todo lo existente y
empezar «ex novo», aunque quizá esto es una caricatura de su
presentación. Yo disiento de ese planteamiento. Creo que lo mejor sería
aprovechar lo existente y hacerlo evolucionar de la manera más eficaz
posible hacia la definición posterior de una nueva estructura de
seguridad. ¿Y por qué lo digo? Porque estamos hablando de cosas muy
serias. No estamos hablando de instituciones medioambientales o de
instituciones dedicadas a la filantropía, estamos hablando de la
seguridad y de la defensa en el continente; en un continente que a lo
largo de los años ha dado muestras de crueldad enorme y de enormes
dificultades para conseguir la paz. Por tanto, ser prudentes con cómo se
va construyendo, poco a poco, esa estructura de seguridad me parece que
debe estar dentro del sentido común que las personas que tienen alguna
responsabilidad política debemos tener.

Por consiguiente, siendo partícipe del objetivo final que S. S. apunta
--insisto que ahí prácticamente todo el mundo estaría de acuerdo--, la
cuestión es cómo se construye ese camino. Y yo entiendo que es mejor
utilizar las instituciones existentes, irlas adaptando y adaptando poco a
poco y, de esa manera, ir convergiendo hacia una situación nueva. ¿Con
qué mimbres? Con los mimbres que en este momento están vivos. Está viva
la Alianza, está viva la Unión Europea Occidental, está viva la
Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, está viva, y muy viva,
y la Unión Europea, y con todos estos mimbres tenemos que ir construyendo
una seguridad en Europa; seguridad y arquitectura de seguridad que no
tiene que ser exclusivamente una seguridad militar. La seguridad, en el
tiempo en que vivimos, se configura por muchos ingredientes; seguridad
que tiene que ver con la seguridad militar, que tiene que ver con la
seguridad en las condiciones de estabilidad medioambiental, que tiene que
ver con la seguridad en las condiciones de vida de los ciudadanos, que
tiene que ver con la seguridad en el perímetro que rodea la Unión Europea
o la vieja Europa. Es decir, todos estos ingredientes deben estar
incorporados a una reflexión más profunda sobre el concepto de seguridad
en el tiempo en que vivimos, dando los últimos pasos en el siglo XX y
empezando los primeros del siglo XXI. Por eso es ahí donde podemos,
quizá, tener un matiz de diferencia y quizá merecería la pena que
siguiéramos profundizando en la reflexión, porque, muy probablemente, si
siguiéramos profundizando en la reflexión, encontraríamos puntos de
encuentro quizá mayores de los que encontramos a lo mejor en un debate
parlamentario.

Sí le diría que Rusia sí ha firmado la Asociación para la Paz. Había
dicho que no la ha firmado. Sí la ha firmado. La firmó el 26 de junio. Lo
que no ha firmado el día 2 de diciembre es el acuerdo bilateral que va
más allá de la Asociación para la Paz que tiene específicamente Rusia con
la Unión Europea.

Le diré ahora sobre los países que quieren ampliar la Alianza Atlántica.

No les quiero aburrir contándoles las conversaciones que he tenido con
los Jefes de Gobierno y los Ministros de Asuntos Exteriores de los países
que se sabe que tienen una vocación de tener una Alianza Atlántica
ampliada, pero me limitaré a uno: Hungría --lo digo porque es el último y
porque Budapest ha sido la sede de la Conferencia para la Seguridad--,
cuyo primer Ministro es Horn, a quien usted conoce bien y yo conozco bien
desde hace muchos años. Le diré que por estas cosas que la vida tiene y
que creo que merece la pena recordarlas porque son enormemente positivas,
en la mesa del Consejo de Ministros de la República de Hungría se sientan
--creo que son-- 117 años de Comité Central del Partido Comunista, 117
años de tradición, y estos miembros, estas personas que han evolucionado,
que están en este momento en la posición que están, igual que la que
tenemos nosotros, están pidiendo este tipo de cosas. Sin embargo, yo creo
que esto no es un signo negativo, sino enormemente positivo. La Historia
se mueve y se mueve en una dirección en la que además vamos alcanzando
consensos cada vez más amplios. A mí esto me produce una gran
satisfacción. Con el primer ministro Horn tengo una profunda amistad, con
el ministro de Asuntos Exteriores Kovacs tengo una profunda amistad y le
conozco desde hace veintitantos años. He ido a su lado, he visto cómo ha
evolucionado y sus razonamientos me tienen que hacer pensar quizá
doblemente. Cuando me dice Horn: «Es que yo quiero que mi país esté en la
Alianza Atlántica porque me da más seguridad», puedes hacer todos los
razonamientos que quieras diciéndole: «A lo mejor te da a ti más
seguridad en el corto y a lo mejor creamos en el medio y largo plazo una
inseguridad muy superior para nosotros, para todos y para ti también.»
Estas son las reflexiones que tenemos que hacer. Yo creo que el gran
dilema que nos tenemos que plantear --y es un dilema difícil de
contestar-- es que aquí hay dos posiciones en relación con Rusia, que en
cierta manera es el corazón del problema.

En este momento Rusia no es la potencia que era. Todos estamos de acuerdo
en ello, y Rusia en este momento no atraviesa la máxima fortaleza
posible, ni desde el punto de vista político ni desde el punto de vista
económico. Hay dos tentaciones o dos posibles enfoques. Un enfoque sería
decir: Aprovechemos que Rusia es una potencia débil y frágil y hagamos
todo aquello que nos gustaría hacer cuando Rusia está débil y frágil.

Primera posición. La segunda posición es: Aprovechemos que en este
momento Rusia está como está e incorporémosla a la construcción de una
Europa donde todos quepamos. Porque Rusia ha sido Europa. Miren SS. SS.

la Historia de Europa. En ella Rusia ha formado parte de las grandes
alianzas de siempre. A favor o en contra de uno, a favor o en contra de
otro, pero no se puede pensar que Rusia no ha formado parte de la
historia profunda de lo que es Europa.

Por tanto, esas dos alternativas que tenemos, la primera --aprovechemos
que Rusia está frágil y débil y hagamos todo aquello que nos gustaría
hacer contra Rusia-- yo creo que es una posición equivocada, o hagamos al
contrario
--aprovechemos que Rusia está en este momento frágil y débil y quiere
incorporarse a la construcción común europea--, y tendámosla una mano
para incorporarla. ¿Con qué objetivo? Con que no tenga marcha atrás. Se
puede pensar que este segundo argumento que estoy diciendo



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puede ser un argumento que tiene unos ciertos elementos de ingenuidad. Es
posible y es la respuesta que te da el Primer Ministro Horn: ¡Hombre!
Usted lo ve casi desde el otro extremo, y desde el otro extremo usted
puede hacer reflexiones tan bellas como las que podamos hacer en este
Parlamento. Yo lo tengo más cerca, lo he vivido más de cerca, he vivido
lo que han sido años no muy buenos en relación con Rusia y me apunto no
tanto a la primera hipótesis --aprovechémonos ahora...--, pero casi casi
me apunto a ella. Es comprensible. Esta es un poco la reflexión que
tenemos que hacer en profundidad porque ahí está, a mi juicio, el corazón
del debate.

Hablamos de Rusia, pero esta mañana, cuando hablábamos de ampliación, no
hemos dicho ni una palabra sobre Ucrania. ¿Qué hacemos con Ucrania?
¿Extendemos la frontera de la Alianza Atlántica hasta Ucrania?
¿Incorporamos Ucrania? ¿Qué hacemos con Bielorrusia? ¿Dejamos Bielorrusia
incorporada a la Alianza Atlántica? ¿No? Nadie se plantea ese problema,
pero le rogaría que echara una mirada al mapa. Vean lo que es Ucrania.

Ucrania es un país que tiene dificultades, es un país que está pidiendo
que se le dé ayuda humanitaria, ayuda alimentaria; el país que fue el
gran granero de la vieja Unión Soviética, pero no va a ser así siempre.

Ucrania es un país que tiene grandes potenciales, que no digo que tenga
en su subsuelo todo el sistema periódico de los alimentos, como le pasa a
Kazajstán, pero casi. Es un país potencialmente rico y será rico. Por
tanto, tenemos que pensar también cómo encajamos todas estas piezas.

Creo que todas estas cosas hay que hacerlas --y en eso estoy de acuerdo
con S. S.-- pensando en el futuro, pero pensando que cada paso que demos
no sea algo que nos debilite o que nos impida el objetivo definitivo de
construir unos instrumentos de seguridad en Europa lo más estables
posibles.

Estos instrumentos de seguridad no pueden olvidar el vínculo
transatlántico, señoría. Fíjese que en este momento estamos pensando en
incorporar al Mediterráneo porque su seguridad nos es muy importante para
nosotros. Pero sería absurdo que estemos pensando en incorporar al
Mediterráneo y decir que ahora no queremos nada con el vínculo
transatlántico. Sería una contradicción de dimensiones enormes. Por
tanto, el vínculo transatlántico debe ser potente, que hay que
fortalecer, lógicamente en pie de igualdad, pero hay que fortalecerlo. De
la misma manera que queremos fortalecer la frontera sur de esta Europa
nuestra y de esa manera generar la máxima estabilidad en el continente.

Respecto a la Conferencia de Budapest, estoy de acuerdo con el
planteamiento. Sí le diré que la posición maximalista (maximalista no se
lo tome como ofensa) que mantiene a la Conferencia para la Seguridad y
Cooperación en Europa como el gran paraguas bajo el cual aniden o tengan
cabida todas las demás instancias de seguridad, es un punto de partida
que ya no defiende hoy nadie. Es decir, hubo un momento, hace un año, que
se defendió, e incluso el Gobierno ruso defendía eso como hipótesis. El
diálogo, la reflexión, el poner en común bastantes ideas ha puesto de
manifiesto que esa sugerencia fuera retirada incluso por parte de la
Federación Rusa por considerar que no es posible que una organización de
estas características tenga la autoridad o sea el paraguas de
organizaciones que tienen fundamentalmente una estructura de carácter
militar. Ahí hay que hacer otro tipo de equilibrios y ésta es la posición
que está teniendo incluso la Federación Rusa, pensando sobre estas
cuestiones.

En cuanto a Bosnia, señoría, nunca he negado la complejidad.

Desgraciadamente, por eso estamos en esta complejidad. Les ruego que
miren en el «Diario de Sesiones», porque no tengo en la cabeza las cifras
exactas ahora mismo, pero en la primera comparecencia que yo tuve, en el
verano de 1992, sobre Yugoslavia di unas cifras que me gustaría volver a
repetir, pero no las tengo en la cabeza. La duración del conflicto en
Eslovenia, la duración del conflicto en Croacia y la duración del
conflicto en Bosnia, que, desgraciadamente --y estoy hablando dos años
después--, todavía sigue en relación con la distribución de población
distinta, es algo que verdaderamente nos tiene que hacer reflexionar de
nuevo sobre esas cifras. La complejidad es enorme y por eso estamos
desgraciadamente donde estamos. Yo creo que una aproximación simplista a
este conflicto no conduce más que a cometer errores innumerables. Algunos
se han cometido por tener una aproximación elemental y simple. Yo creo
que se está recuperando algo de complejidad en el análisis e incluso
también por parte de los Estados Unidos de América. Lo que sí quiero
decirle es que el respeto de Bosnia-Herzegovina es un acuerdo que no
podemos quebrar. Bosnia-Herzegovina tiene unas fronteras que han sido
reconocidas por Naciones Unidas, que han sido reconocidas por la
Conferencia de Londres, y cualquier arreglo político-jurídico tiene que
ser capaz de mantener las fronteras de Bosnia-Herzegovina. Si luego ese
país puede tener, como tiene la Federación musulmano-croata, relaciones
de Confederación o relaciones jurídico-constitucionales complejas con
Croacia o con Serbia, se puede considerar, pero siempre que las fronteras
de Bosnia-Herzegovina se mantengan. Creo que éste es un requisito que la
comunidad internacional no puede abandonar.

Con respecto a las tropas españolas, no mostraba ninguna sorpresa.

Conozco bien la posición de S. S. y no sólo la conozco, sino que la
aprecio.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, también yo quiero agradecerle
la exposición que ha hecho usted hoy, casi al filo de los
acontecimientos, viniendo a esta Comisión para darla con la mayor rapidez
y eficacia posible.

Comienzo por el primer punto que usted ha tocado, la reunión ministerial
de la OTAN. A mí, señor Ministro, lo que está ocurriendo me parece
patético, dentro del «totum revolutum» en que se encuentran todos los
países de la Alianza Atlántica para responder al reto de la desaparición
de la Unión Soviética y, por tanto, de la bipolaridad en la política de
bloques y todo lo que plantean ahora los antiguos



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países satélites o componentes de la desaparecida Unión Soviética de la
zona europea, para reagruparse de una manera u otra.

Pues bien, se ha recordado aquí que en enero los países miembros de la
OTAN toman el acuerdo de no ir a la ampliación porque hay unas
reticencias tremendas y se inventa el subterfugio de la Asociación para
la Paz, para poder un colchón, una sala de espera, de entretenimiento
ahí, ahora resulta que en diciembre usted nos ha anunciado --y le
agradezco la información, porque esto viene a corroborar, a nuestro
juicio, la situación de incertidumbre y confusión que hay-- que se
encarga a un comité de expertos un estudio informe sobre las
repercusiones o la reflexión de las repercusiones de la ampliación de la
OTAN en los países actuales miembros de ella o los que se puedan
incorporar. Y a este comité de expertos se les da las consignas más
extrañas que yo he escuchado que se puedan dar a un gabinete de análisis
y es: cómo y por qué de la ampliación, pero sin que tengan que hablar ni
del cuándo ni con quién.

Esto es como hacer un estudio de mercado en el que se encarga a un
gabinete de estudios que vea dónde ponemos la tienda, pero para saber qué
es lo que queremos vender se dice: No, usted no sabe ni quién tiene que
vender ni a quién se lo tiene que vender. Esto ya es rizar el rizo del
arte abstracto, señor Ministro. Es un informe abstracto totalmente en ese
sentido.

Quiero manifestar en este momento que Coalición Canaria quiere apoyar al
Gobierno español en su política exterior o de defensa, frente a este
confusionismo al que otros miembros de la OTAN, o sus expertos, u otros,
nos puedan llevar. La definición propia de una política española. Estoy
haciendo una crítica a esa situación que usted ha expuesto; yo le estoy
dando un diagnóstico sobre esta incertidumbre, confusión y cuestiones
abstractas que se está planteando la propia OTAN. Veo que la Asociación
para la Paz les está quedando obsoleta, porque eso no puede ser una sala
de espera «sine die» para la ampliación, irlos embalsando allí como una
lista de espera en los hospitales de la Seguridad Social. Y ya veremos
cuándo le operan a usted y de qué le operan, si no se confunden.

Señor Ministro, me parece que la diplomacia española tiene que hacer un
esfuerzo bilateral, con respecto a la Federación Rusa, porque estoy de
acuerdo con usted en que es imprescindible la integración rusa en el
contexto de la política europea, tanto de paz y de seguridad como de
cualquier otro orden. Esos esfuerzos no le están cerrados a la diplomacia
española hacerlos por vía bilateral en gestos de aproximación y de
solución, porque también tenemos que entender que tanto los generales
rusos como sus autoridades están legitimadas para dudar de una
aproximación de las fronteras de la OTAN, incluida Ucrania, como usted ha
dicho bien; era para preocupar al Estado Mayor ruso y a las autoridades
políticas rusas que les coloquen una bandera en la frontera con Ucrania,
de un pacto, de una alianza militar, que es lo que sigue siendo la OTAN,
junto a sus justificaciones de paz y de seguridad, pero, a final de
cuentas, mandos integrados de fuerzas armadas.

Paso al segundo punto que ha tocado usted, la Conferencia o ahora
Organización de Seguridad y Cooperación en Europa. Traslado aquí el
diagnóstico del que he hablado antes, lo patético en que se ha encontrado
esta Conferencia recientemente celebrada en Budapest. Usted ha dicho algo
par mí importante, señor Ministro, una valoración, un juicio de valor,
los resultados pobres, decepcionantes. Se le ha atribuido, por una parte,
a la postura rusa de no firmar los documentos como había hecho en la de
la OTAN. Quisiera escucharle, señor Ministro --y se lo pido-- si usted da
una valoración de haber contribuido a esos pobres resultados, y
decepcionantes, la postura norteamericana, porque, desde luego, incluso
cronómetro en mano, la presencia del Presidente Bill Clinton en la
Conferencia de Budapest es de lo más parca y austera posible. Es una
pobreza de presencia ante un foro de esas dimensiones.

Qué quiere decir esto traduciendo la política de gestos, incluso sobre el
reloj calendario del Presidente norteamericano. Da la sensación de que
los Estados Unidos o su Gobierno en este momento tiene una incertidumbre
tremenda en política exterior y en política de defensa. No sé lo que le
ocurrirá cuando empiece a funcionar a partir de enero el todopoderoso
Comité de Defensa y el de Asuntos Exteriores del Senado norteamericano,
con los nuevos reajustes de representantes del Partido Republicano y el
aminoramiento de los demócratas que sustentan al Gobierno de Clinton ante
la Cámara de representantes y el Senado norteamericano, al perder su
mayoría. Pero da la sensación de que el Presidente Clinton ha ido allí a
cumplir un mero trámite de presencia y que no le interesa la Conferencia,
ahora Organización de Seguridad y Cooperación en Europa. Porque ni ahí
hay un Consejo de Seguridad, como tiene la ONU, en que sigue manteniendo,
vía veto, un control sobre decisiones de intervención militar en el mundo
y sabe que en ese amplio espectro de países de la Organización de
Seguridad y Cooperación en Europa no hay esa capacidad de dominio y sigue
siendo un «totum revolutum» en que no hay ni homogeneización de doctrinas
militares entre todos los que se le incorporan.

Me gustaría oír una valoración suya sobre la actuación del comportamiento
del Presidente norteamericano, porque decir que se han conseguido avances
de organización, que habrá un código de conducta de relaciones de
seguridad, un control democrático de las fuerzas armadas... pero ¿quién
garantiza en muchos de estos países, hoy día, un control democrático de
las Fuerzas Armadas, de estos países que han quedado al garete después de
la descomposición de la Unión Soviética y de la desaparición del Pacto de
Varsovia? Si lo estamos viendo. Al señor Clinton, a juicio de este
Diputado, le sale muy bien la postura que tiene el señor Yeltsin ahí. Y
hay que hacer una valoración, señor Ministro. Hace escasos días, el
Presidente Bill Clinton, al preguntársele sobre la invasión rusa de la
República secesionista de Chechenia, se le ha ocurrido decir, ni más ni
menos, que es un asunto interno de Rusia, cuando unas divisiones
acorazadas están penetrando en la República de Chechenia, para entrar a
sangre y fuego, una guerra con divisiones, con unidades acorazadas y
helicópteros, dice que es un asunto interno y se lava las manos; pero es
que se las



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ha dejado libres a Yeltsin. Supongo que habrá una contraprestación por
parte del señor Yeltsin a alguna otra operación norteamericana, porque el
mejor regalo que han recibido el Presidente Yeltsin y el ejército ruso es
la declaración del señor Clinton de que eso es un asunto interno de la
Federación Rusa. Eso hay que ponerlo ahí delante, porque parece que nadie
quiere hablar de ello.

De lo que sí me congratulo, señor Ministro, y volvemos a apoyar la
política del Gobierno, es de que en todos estos foros, OTAN, Organización
de Seguridad y Cooperación, lleve adelante el tema prioritario para
España que es paz y seguridad en el Mediterráneo, incluso cuando se
emplea esa especie de lenguaje de la ribera sur del Mediterráneo, los
países árabes que se han señalado, en este momento, Marruecos, Argelia,
Túnez, Egipto e Israel.

Señor Ministro, lo que me gustaría saber es por qué eluden colocar en la
situación de que hay que atender por parte de la Alianza Atlántica o por
parte de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa a esos
países ribereños, que son los países árabes, con una omisión doble: la de
Libia y la de Sudán, donde hoy están radicados unos determinados
regímenes. Egipto no puede dejar de tener una preocupación por lo que
ocurra en el integrismo árabe, porque lo tiene debajo de sus propias
fronteras en el Sudán en este momento. ¿Qué grado de compromiso vamos a
adquirir? Eso sí que es una razón muy suficiente para que la diplomacia
española tenga el apoyo --lo tiene de mi Grupo-- para reiteradamente
hacer el planteamiento --ya discutiremos otro día su grado de
obsolescencia o no--, siendo en este momento lo que hay una política
pragmática, que la diplomacia española utilice sus sillones en la
Conferencia de Seguridad y Cooperación o en la Alianza Atlántica para
reinsistir machaconamente en la preocupación y, por tanto, que España
juegue un papel prioritario en esa política de paz y seguridad en la
ribera sur del Mediterráneo de los países árabes.

Voy, señor Presidente, con el tercer punto que ha tocado el señor
Ministro, que es el asunto de Bosnia-Herzegovina. Aquí la situación ya
está llegando verdaderamente a lo kafkiano, a juicio de este Diputado.

Por ejemplo, usted ha hablado de la inutilidad e impotencia de los
ataques aéreos que ha realizado la OTAN. Aquí le hago una recriminación,
porque Coalición Canaria está en contra. Así como está a favor de la
presencia de los «cascos azules» españoles, y lo apoyaremos hasta el
último momento en que se decida multilateralmente por las Naciones Unidas
la retirada de los «cascos azules» de todas las fuerzas multinacionales
que están allí, no entendemos cómo el Gobierno español manda los F-18. Si
usted ha calificado --y sus palabras han quedado en el «Diario de
Sesiones»-- de inutilidad e impotencia los ataques aéreos, --me parece
que se están haciendo allí auténticas escenificaciones teatrales-- no
entiendo por qué España manda los F-18, que no van como «cascos azules»,
van como fuerzas de la OTAN, y no quiero abrir ahora una discusión de si
eso roza, conculca o no el referéndum OTAN sobre la no integración de
España en el mando militar integrado de la Alianza Atlántica.

Ha dicho usted otra cosa importante --y yo le agradezco su sinceridad,
señor Ministro--, y es que no hay una solución militar a la guerra que
sea diplomática. Pero yo tengo la sensación de que esto lo saben los
serbios, porque los serbios tienen un objetivo muy claro, tanto los
serbios de la Serbia actual como los serbios bosnios --y ha habido voces
autorizadas de mandos militares incluso de las potencias occidentales
allí comprometidos que han pasado, como Unprofor, que tienen esa
sensación-- y es que hasta que no consigan el territorio para establecer
la Federación Serbia en primera fase y la gran Serbia, que es su proyecto
político, allí no cesará la guerra. A ellos, en este momento, les tiene
sin cuidado que la OTAN tenga en Aviano más o menos aviones, porque
cuando se hace la evaluación de los resultados del ataque de aviones OTAN
al aeródromo militar, al final son ridículos, y los mandos militares
saben
--y lo ha denunciado el General Rose-- que los serbio-bosnios operan con
Fuerzas de tierra, infantería y unidades acorazadas y artillería, y ahí
tienen definida su doctrina militar, y van a terminar precisamente
aprovechándolo todo, mientras que Occidente parece que carece en este
momento de una doctrina de parar ese evento, y se está dando hilo a la
cometa hasta que las unidades serbias o serbio-bosnias consigan ya la
unidad territorial; esto lo saben los expertos militares. Basta consultar
a cualquier profesor de táctica o de técnica militar, para que diga que
van concentrando unidades de artillería, de blindados o de infantería
territorio por territorio y objetivo por objetivo y van a acabar haciendo
el territorio de la gran Serbia.

Por tanto, señor Ministro, si esto llega a ocurrir así, y Unprofor tiene
que retirar sus fuerzas --también apoyo la presencia de las fuerzas
españolas en Unprofor ahí, como «cascos azules», no a los F-18, que nos
gustaría que el Gobierno español retirase, porque creo que es una
complicación además innecesaria por la inutilidad y la impotencia de las
fuerzas aéreas de la OTAN en ese escenario de guerra-- lo que sí le digo
es que también apoyamos que el Gobierno español, en el foro de los países
de Occidente, sobre todo ante Francia y el Reino Unido, la Gran Bretaña,
no vaya en inferioridad de condiciones. Estamos dispuestos a mantener el
tipo y no retirarnos unilateralmente, pero España tiene que hacer ver que
llegará un momento --y España debe apoyar fuertemente ahí, y ahí apoyamos
al Gobierno español y a usted, señor Ministro-- en que tendrá que abogar
por la retirada, no la retirada unilateral, pero sí ser un voto más en
decir: Señores, vamos a retirarnos de esta merienda de negros y de este
caos, porque esto conduce nada más que a un sacrificio estéril y a una
irracionalidad total frente al objetivo trazado por los generales
serbios, que obedecen a la misma disciplina militar, diga lo que diga
ahora Belgrado, y de que traten de impermeabilizar fronteras, ¿entre qué?
¿Entre Serbia y la parte serbio-bosnia de Bosnia-Herzegovina? Pero si no
funciona ni el embargo, ni en gasolina, ni en armas, ni en municiones, en
todo el contexto de la antigua Yugoslavia. Vamos a poner eso con una
racionalidad para que el sentido común prevalezca en la toma de
decisiones.

Señor Ministro, ésta es nuestra línea de apoyo a una política exterior
del Gobierno, de presencia contundente y de protagonismo, porque el
compromiso de España con las fuerzas que tenemos allí lo puede hacer
valer después en



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la mesa de negociación diplomática y mantener este principio.

En lo demás, estamos de acuerdo con las afirmaciones del señor Ministro.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Voy a ser muy
breve, señorías. Quiero agradecer el apoyo del Diputado, señor Mardones,
en su planteamiento al Gobierno, y voy a hacerle tres matizaciones sobre
OTAN, Budapest y Bosnia.

Sobre OTAN, S. S. cree que hay una contradicción en pedir que se haga un
análisis sobre las implicaciones y obligaciones que traería consigo una
eventual ampliación de la Alianza Atlántica al no fijar el cuándo y el
quién. Yo creo, señorías, que es perfectamente posible hacer ese análisis
de implicaciones y obligaciones sin fijar el cuándo y el quién, porque el
argumento se puede volver al revés; es difícil fijar el cuándo y el quién
si no se sabe previamente las implicaciones y las obligaciones. Como el
cuándo no está fijado, no se sabe más o menos en qué tiempo se puede
estar pensando, no se está pensando en unidades de medida de siglos, sino
en unidades de medida de años, y el quién también más o menos no se está
pensando en países desconocidos, sino en países que se sabe más o menos
cuáles son. Pero, insisto, la oración se podría volver por pasiva,
difícilmente se puede saber el cuándo y el quién sin saber las
implicaciones y las obligaciones. Y esto es lo que se ha pedido que se
haga a lo largo del año 1995, de manera que en diciembre, en la Cumbre
del Consejo Atlántico de invierno, haya la posibilidad no solamente de
analizarlo, sino también de analizarlo con los países que les interese
analizarlo conjuntamente con la Alianza.

Sobre las relaciones bilaterales con Rusia, le quiero decir que tuve
--como sabe muy bien-- la oportunidad de viajar a Moscú días antes o
semanas antes de la Cumbre de la Alianza, y lo quise hacer, y tuve una
entrevista con el Presidente Yeltsin y con el Ministro Kózirev para
palpar sobre el terreno la posición real, no por intermediarios, de la
Federación Rusa en cuanto a los acontecimientos que venían las semanas
siguientes, OTAN y CSCE.

Sobre la CSCE de Budapest, he dicho que me decepcionaron algunos
resultados, y es verdad, me quedé decepcionado al no poder llegar a un
acuerdo en una declaración sobre Yugoslavia, y me decepcionó también que
las operaciones de mantenimiento de la paz organizadas por CSCE no
pudieran quedar suficientemente establecidas, pero comprendo que es una
organización por consenso, comprendo que hay países que pueden tener
dificultades para aceptar estos planteamientos, y que lo que hay que
seguir es trabajando para que ese consenso, al que hacíamos referencia
esta mañana, se pueda ir construyendo por negociaciones.

La posición de Estados Unidos de América yo no la miro por el cronómetro,
cuánto tiempo estuvo el Presidente de Estados Unidos allí físicamente. No
soy yo quién para culparle ni para disculparle por su presencia, pero sí
es verdad que, desde mi punto de vista, obligaciones que yo quería que
fueran bien cumplidas por el Presidente de los Estados Unidos en
Washington las tenía que hacer, empezaba la Cumbre de Miami a las pocas
horas, y a lo mejor eso le incitó a regresar con una mayor celeridad de
lo que hubiera sido deseable. Le puedo decir también que el Presidente
Yeltsin no aguantó la segunda sesión de la Conferencia tampoco. Con esto
no quiero ni felicitar a uno ni condenar al otro, sino demostrar que a
veces los calendarios hacen difícil el estar permanentemente durante
todas las sesiones.

Quiero recordarle una vez más --no voy a opinar en este momento
formalmente sobre la situación en Chechenia-- que Chechenia es parte de
la Federación Rusa, es un territorio que está dentro, es uno de los
ochenta y tantos sujetos de la Unión que está dentro de las fronteras de
la Federación Rusa, y eso hay que tenerlo en cuenta, cualquiera que sea
el análisis que se hace sobre la situación.

Sobre el Mediterráneo, estoy de acuerdo totalmente con la seguridad del
Mediterráneo. Estamos consiguiendo por la tenacidad española, no solos,
pero sí, sin duda, por la tenacidad española, que empiece a ser un motivo
de preocupación en los foros internacionales que tienen que ver con
Europa su seguridad económica, su seguridad desde el punto de vista
militar.

Sobre Libia y Sudán, me gustaría hablar con más calma que el tiempo que
me va a permitir la presidencia, pero creo que está bien que no estén
introducidos en este momento entre los países para negociar.

Sobre Bosnia quiero decirle que yo lo que he afirmado es que los ataques
aéreos no han funcionado en Bihac. Eso yo creo que es una constatación y
no es que yo tenga ninguna visión especial de futuro y de estrategia
militar. No ha funcionado. Es una constatación de hecho. Lo mismo que le
puedo decir que sí funcionó en Sarajevo. Sí funcionó. Por tanto, no es
que las operaciones militares nunca funcionen. En Sarajevo funcionaron y
funcionaron muy bien. El cerco a Sarajevo, recuerden SS. SS., después del
bombardeo al mercado funcionó y funcionó bien y se creó una zona
desmilitarizada en función de una actitud de la Alianza Atlántica de
amenaza de bombardeo.

Por lo que se refiere a los F-18, tengo que decir que, a nuestro juicio,
están cumpliendo dos misiones que son importantes: La primera, dar
cobertura potencial a nuestras propias tropas en el momento en que se
pueda realizar la retirada. Y, en segundo lugar, como sabe SS. SS. --y
eso no se prepara en 24 horas-- llevamos algún tiempo preparando la idea
de un corredor humanitario que pudiera estar defendido con Fuerzas
aéreas. Esta es una decisión que todavía está madurándose. Es posible que
en futuras fechas no muy lejanas se pueda concentrar. Hoy están reunidos
los Ministros de Defensa de la Alianza Atlántica y uno de los temas que
están considerando también es la posibilidad de un corredor humanitario
defendido, incluso, por el aire. Por tanto, esas decisiones hay que
tomarlas con mucha anticipación para que puedan entrar en funcionamiento
cuando se deciden. No quiero adelantar acontecimientos porque, a lo
mejor, no se alcanza este acuerdo, pero me parece



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que es bueno la presencia española, que nuestras Fuerzas Aéreas estén
allí.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Mixto, tiene la palabra el señor
Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: Señorías, en primer lugar quiero agradecer la
presencia del Ministro en la sesión de la Comisión de Asuntos Exteriores
del día de hoy.

El punto en contra de ser el último interviniente es que muchos de los
argumentos que pensaba comentar ya han sido comentados. Por tanto, en
aras a la brevedad, voy a ir al grano e intentar acabar lo más
rápidamente posible esta comparecencia.

En primer lugar, quiero que quede claro, para que el señor Ministro lo
tenga presente y en su propia concepción que Unión Valenciana, desde su
modesta aportación, apoya la política exterior, la política de seguridad
europea y los impulsos que, desde su departamento, se están llevando a
cabo en los últimos años. Quedando esto bien claro, quiero hacer algunas
matizaciones respecto a la reunión de la OTAN y la Cumbre de Budapest,
sobre lo que quiero exponer algunos puntos de vista.

En primer lugar, respecto a la OTAN, querría manifestar el apoyo de Unión
Valenciana a esa filosofía, a ese planteamiento, corto y a medio plazo,
de ampliar los países que integran la OTAN, en aras a fortalecer el papel
de la Alianza, en pro de la consecución de la paz y la seguridad
internacional y, en particular, en Europa. Pero nos gustaría que esas
decisiones, si tienen que adoptarse, se adopten con firmeza, sobre todo,
con cautela, respecto a los países de la Europa central y oriental que se
integren en la Alianza, evitando traumas en la ampliación, entradas
precipitadas de algunos países o que no asuman las responsabilidades que
tengan que asumir.

Respecto a la Cumbre de Budapest querría, como se ha manifestado por
todos los grupos, lamentar que no haya habido grandes acuerdos y
resultados, sobre todo, en aquello que preocupa a la comunidad
internacional y a la Comunidad Europea en particular, que es el tema de
la antigua Yugoslavia, el tema de Bosnia. Quiero animar al Ministro para
que se intensifique por parte de España, incluyendo en esa espiral al
mayor número de países posibles, la negociación diplomática para que se
dé un impulso definitivo y se consiga ese plan de paz. Es evidente que
ese plan de paz, como usted ya ha comentado, los serbios de Bosnia son
los más violentos y los más reacios a aceptarlo y a aprobarlo. Pero
también se ha puesto de manifiesto en esta cumbre que la Federación Rusa
tiene ciertas dudas a asumir o no los planteamientos de la mayoría de los
países para lograr esta paz tan esperada.

El tema de Bosnia se está haciendo excesivamente largo. Todos lo sabemos.

Pienso que no debemos escatimar esfuerzos. Por eso, le animo a que
intente que la Federación Rusa entre en el redil del resto de los países
de la Unión Europea y de la comunidad internacional para conseguir esta
paz.

Es evidente que cuando hablamos de seguridad europea estamos todos de
acuerdo en que la Federación Rusa tiene mucho que decir. Por tanto, y
repitiendo unas palabras de mi compañero de Coalición Canaria, se debe
ampliar al máximo los esfuerzos, intentar ampliar las conversaciones y no
escatimar esfuerzos para que la Federación Rusa asuma el planteamiento de
la mayoría de los países y se consiga la estabilidad, seguridad y paz en
Europa, en particular en los Balcanes.

Y un ruego, que no escatime esfuerzos, a pesar de que le pedimos que los
vuelque especialmente en los temas que le he comentado anteriormente, en
impulsar todo tipo de medidas e iniciativas que garanticen la paz y la
seguridad en el Mediterráneo, que nos preocupan a todos y, en particular,
a las regiones ribereñas por algunos problemas que tenemos con diversos
países, no sólo de índole bélico, sino pesquero, etcétera. Por ello le
ruego que haga caso a estos humildes planteamientos y peticiones del
Diputado que le habla.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Agradezco al
Diputado del Grupo Mixto de Unión Valenciana su apoyo en términos
globales. No tome a mal si no le contesto más extensamente, pero como
todo lo que ha dicho, más o menos, lo he contestado a lo largo de la
sesión, le agradezco su planteamiento. Quiero decirle, sobre las
preocupaciones que tiene su Grupo desde el punto vista estrictamente
valenciano, que, como S. S. sabe, no le ha faltado el apoyo y la
comprensión por parte de quien le habla.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Moya.




El señor MOYA MILANES: Quiero agradecer el tono realista, cargado de
preocupación en muchos momentos como consecuencia de la actual situación
en los distintos escenarios que se han contemplado esta mañana por parte
del señor Ministro.

En primer lugar, en relación con la descripción que nos ha realizado
sobre el proceso de ampliación de la Alianza Atlántica, a mi juicio,
tengo la impresión de que se ha producido un salto cualitativo en
relación con la situación anterior, que yo calificaría más de fuga hacia
adelante, que de salto hacia adelante. Da un poco esa impresión.

La descripción de los hechos, a mi juicio, está perfectamente clarificada
en la intervención que el propio señor Ministro ha realizado, en la
réplica a Izquierda Unida, cuando ha hablado de las dos tesis. Una tesis
en la que estaba instalada toda la Comunidad internacional, con Estados
Unidos también como protagonista. La tesis del «partnership for peace»
hasta sus últimas consecuencias, de ampliación controlada, de ampliación
pausada, de ampliación contando con todos los elementos y con todos los
actores de la seguridad internacional, incluyendo a Rusia en el proceso.

Esta es nuestra tesis, es la tesis de Europa y es la tesis de todos.

A mi juicio, ha confluido una segunda tesis en los últimos tiempos que
parece que ha emergido con fuerza en los



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últimos meses y que, en este momento, parece predominar como consecuencia
de la descripción y de los acontecimientos del último Consejo Atlántico;
la tesis de ir a una ampliación más rápida; la tesis de aprovechar la
situación de debilidad de Rusia para alcanzar los logros que se pretende
alcanzar, como consecuencia de esa ampliación, antes de que se produzca
un fortalecimiento en el tiempo futuro de la Federación Rusa, tesis, por
otra parte --lo digo anecdóticamente--, que fue expuesta en la Asamblea
de la Alianza Atlántica, celebrada en Washington, con todo lujo de
detalles, por el señor Brzezinski, ex consejero de Seguridad de Estados
Unidos, como tesis emergente.

Yo querría que el señor Ministro nos clarificara no lo que ha ocurrido,
que lo ha hecho perfectamente, sino por qué ha ocurrido esta nueva
situación. ¿Se puede atribuir, y lo digo como interrogante, a la nueva
situación de Estados Unidos como consecuencia del triunfo republicano en
las Cámaras? Hay otros factores y es que el papel indudable de
protagonista que Washington asumió en la defensa de la primera tesis del
«partnership for peace» lo está asumiendo también en esta segunda tesis
con el mismo protagonismo y con la misma decisión, dando un salto
cualitativo que, en cierto modo, no deja de suscitarnos una seria
preocupación. Seria preocupación porque entendemos que los elementos de
seguridad global, los elementos de arquitectura europea de seguridad, los
elementos de contar con todos los actores del proceso y de incorporar a
Rusia a este proceso no deben perderse nunca de vista y que con el auge
de esta segunda tesis parecen tener ahora de alguna manera una mayor
predominancia.

En segundo lugar, el señor Ministro ha expresado con claridad su
preocupación, la preocupación del Gobierno español ante los
acontecimientos y el clima que se ha generado en la última cumbre como
consecuencia de este proceso. Quisiera preguntarle en la medida de lo
posible, si este tono de preocupación que sostiene el Gobierno español en
este aspecto es compartido por la mayor parte de los socios europeos, que
contemplan con cierta preocupación que el proceso de ampliación pudiese
tener unas connotaciones de fuga hacia adelante, que se alejasen de los
principios de cautela y de moderación que están contenidos en el
«partnership for peace».

En tercer lugar, la reacción rusa nos causa la preocupación que el propio
señor Ministro ha expresado con toda claridad que se manifiesta en la
semántica y que va más allá del propio carácter verbal de las
manifestaciones cuando, por parte del señor Yelstin, se manifiesta la
nueva situación como la entrada en una nueva era de paz fría. No sé si
esto es simplemente una exageración semántica o está empezando a dar
frutos. Da la impresión de que está empezando a dar frutos negativos como
consecuencia de lo que con posterioridad hemos visto en cuanto al papel y
a las posiciones de Rusia en el tema de Bosnia y en la cumbre de la CSCE,
como el señor Ministro nos ha relatado. Si estamos entrando --a lo mejor
es una expresión exagerada-- en esta nueva era, como el Presidente
Yelstin ha calificado, de paz fría, si eso fuera así, el precio de una
ampliación apresurada sería alto y sería motivo de reflexión.

En cuarto lugar, de la intervención del señor Ministro me queda la duda
de si se pudiera estar generando la impresión de que la asociación para
la paz se encuentra en una situación de crisis. Pregunto. Si estamos en
una situación de crisis. El señor Ministro ha manifestado que la nueva
situación no es contradictoria con el «partnership for peace»;
evidentemente, no lo es; es una situación complementaria, probablemente
con un carácter cualitativo diferente, a lo mejor me equivoco, no lo sé.

En cualquier caso, si supusiera un enterramiento de lo que significan en
principio los ritmos y los enfoques que estaban contenidos en la
asociación para la paz, sería un motivo de preocupación.

Al hilo de esta reflexión, quisiera decir que, en todo el proceso que
supone la búsqueda de una arquitectura europea de seguridad, se me
ocurren dos reflexiones que a veces no están suficientemente explícitas
en el acontecer de los elementos que en este momento estamos
contemplando.

Por una parte, tengo la impresión de que en algún momento se producen
algunos sobresaltos en este proceso que queman etapas que no han tenido
suficiente tiempo de maduración. El señor Ministro decía, refiriéndose a
la Asociación para la Paz, que es una institución y un instrumento joven,
a mi juicio demasiado joven, para la envergadura que lo que supone el
«partnership for peace», como para enterrarlo. Yo no digo que se esté
enterrando, no digo eso, creo que es más complementario que
contradictorio. En cualquier caso, sí tengo la impresión, no sé si el
señor Ministro lo corrobora, de que se producen sobresaltos o altibajos
que queman etapas que no han tenido la suficiente maduración como para
dar los frutos para los que estaban pensados.

En segundo lugar, tengo también la impresión de que a veces, en este
proceso de creación de la arquitectura europea de seguridad --y comprendo
que es una relación dialéctica la que se tiene que producir en este
fenómeno--, determinados hechos o acontecimientos puntuales que se
presentan como perentorios condicionan excesivamente el futuro modelo.

Comprendo que no se trata de un análisis de laboratorio en el que las
potencias y la comunidad internacional dibuje un modelo teórico al cual
tengan que ir ajustándose los acontecimientos, eso sería absolutamente
utópico e irreal, pero a veces da la impresión de que determinadas
situaciones, desde el punto de vista decisorio, fáctico, como
consecuencia de elementos ajenos a la propia arquitectura del modelo de
seguridad, condicionan excesivamente la configuración definitiva de ese
modelo, que tendría que tener más relación con los elementos más
inherentes de lo que es la seguridad internacional, participación de
todos, presencia de todos los actores, elementos globales de seguridad
compartida, etcétera. Son las dos reflexiones que se me ocurren al hilo
de lo acontecido en los últimos días en relación con la Cumbre de
Washington en cuanto al diseño de una arquitectura europea de seguridad.

Segundo elemento: Cumbre de CSCE. Comparto ese atisbo de cierta decepción
que el señor Ministro ha expresado en relación con los resultados. Se
dibujan perfectamente dos bloques clarísimos. Ha hecho una exposición de



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desacuerdos y otra de acuerdos. Los desacuerdos coinciden todos en
acuerdos sobre elementos concretos. No ha habido acuerdo sobre Bosnia en
relación con la condena a los serbios, no ha habido acuerdo sobre la
iniciativa de la Unión Europea en relación con CSCE y no ha habido
acuerdo sobre Nagorno Karabaj. ¿Dónde han estado los acuerdos? En los
principios, en los elementos teóricos, en los elementos de reflexión, y
no lo digo despreciativamente. Me parece que en sí son importantes, pero
da la impresión de que es fácil en este momento en la CSCE llegar a
acuerdos de esa naturaleza y es muy difícil llegar a acuerdos de
plasmación concreta incluso de esos principios.

Me pregunto si la razón de este fenómeno es por la naturaleza y
estructura de la CSCE, que ya sabemos exactamente cuál es y cuáles son en
ese sentido sus limitaciones, o si ya estamos empezando a ver los
resultados de la paz fría, de la que hablaba el Presidente Yelstin.

Por último, situación en Bosnia. Comparto la reflexión del señor Ministro
de que no hay especiales razones para el optimismo, por cuatro elementos,
a mi juicio importantes. En primer lugar, es verdad que la acción
diplomática está enfrentándose, una vez más, con el muro serbio, difícil
de franquear y eso genera en el ámbito de lo que es la presión
diplomática elementos de frustración. Es verdad también que el elemento
disuasorio, que tiene siempre la amenaza de la fuerza, ha experimentado
en los últimos tiempos una cierta inflexión en declive, lo cual, si
hacemos el análisis de las intervenciones OTAN, desde Sarajevo, pasando
por Gorazde y llega a Bihac, uno aprecia una cierta inflexión en el
sentido de la disminución del carácter disuasorio, como consecuencia
probablemente del carácter limitado, obligadamente limitado de las
acciones, pero que ha generado en las fuerzas de los serbios de Bosnia
una impresión de falta de credibilidad o de respeto, al menos, en la
utilización de la fuerza como elemento disuasorio importante.

Si a eso le añadimos estos dos elementos, que, a mi juicio, están ahí, el
hecho de la fisura que se ha producido en los últimos tiempos en la
estrategia Estados Unidos-Europa, en la visión sobre el problema como
consecuencia de una serie de factores que ahora no hace al caso entrar en
ellos y, por último, el elemento de la nueva situación de Rusia como
consecuencia probablemente también de la cumbre en relación con la
ampliación y la puesta en práctica de la nueva doctrina, por decirlo de
una manera un tanto exagerada, de la paz fría que está teniendo también
sus repercusiones en el escenario de Bosnia, todo eso dibuja un escenario
final preocupante y pesimista.

Quisiera terminar diciendo que compartimos plenamente el apoyo a las
decisiones del Gobierno sobre el envío de la flota, la actitud de
continuar en tanto haya posibilidades expresadas por la Unión Europea de
realizar la ayuda humanitaria que se está realizando y que en ningún caso
compartimos, y el Gobierno lo ha dicho de manera manifiesta, la toma de
decisiones unilaterales. Estamos comprometidos y hemos entrado con la
comunidad internacional en ese conflicto y no se puede uno salir
unilateralmente de él.

Quisiera, por último, apoyar en este sentido, de manera explícita, las
manifestaciones que ha hecho el señor Ministro en relación con que es
necesario, en primer lugar, responsabilizar a los serbo-bosnios en cuanto
a las dificultades del exilio diplomático y la necesidad de buscar
compromisos con Belgrado para forzar a estos serbo-bosnios a aceptar el
plan de paz de la comunidad internacional. En ese sentido, me congratulo
en este momento en afirmar y manifestar que el Grupo Socialista español,
de la Internacional Socialista, presentó en la última reunión una
resolución en esta misma línea, plenamente coincidente con las
expresiones que el propio señor Ministro ha manifestado anteriormente
como estrategia a seguir en el futuro inmediato sobre Bosnia.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar a las cuatro o cinco cuestiones que ha hecho el Diputado señor
Moya, a quien agradezco el apoyo y la comprensión de la posición que he
mantenido esta mañana aquí, que el Gobierno mantiene.

Las preguntas que me formula tienen a veces difícil contestación; uno
puede tener intuiciones de por qué las cosas han sucedido de la manera
que han sucedido y cuáles han sido los elementos que han incidido de una
manera sustancial en los cambios de posición que se han producido en las
últimas semanas. Le quiero decir que en los meses de junio y julio los
contactos que tuvimos entre los aliados no prefiguraban lo que aconteció
después o la celeridad con la que se empezó a trabajar una vez acabado el
verano, es decir, los primeros días de septiembre o el mes de octubre.

¿Por qué aconteció todo eso? Yo no tengo el fundamento preciso de por
qué; algunas ideas sí puedo aportar.

Desde el principio se tuvo conciencia de que la cumbre de la Alianza
Atlántica y la cumbre CSCE eran dos instrumentos importantes para tratar
conjuntamente en la construcción de seguridad europea en el año 1994.

Siempre se consideró que había que aprovechar la oportunidad de tener la
Cumbre de revisión de Budapest, que es una cumbre que se celebra cada dos
años, y la Cumbre de la Alianza Atlántica. Sí le puedo decir que al
inicio, meses antes, las posiciones eran casi al contrario. La presión
era por parte de la Federación Rusa que la Cumbre de Budapest, la cumbre
de revisión tuviera un sentido, si me permiten, más profundo, «más
revolucionario», entre comillas, que lo que luego ha sucedido y, en
cambio, que la cumbre de la Alianza Atlántica fuera menos dramática o que
tomara resoluciones menos dramáticas de lo que luego ha acontecido. Es
decir que, si nos ponemos en una situación del mes de marzo, abril o
mayo, las tornas parecían estar casi inversas. Recuerdo todavía la cumbre
de la Unión Europea en Usedom, durante la Presidencia Europea, los
primeros días del verano, cuando uno de los temas que tratamos era,
lógicamente, la posición común europea en Budapest. La preocupación en
ese momento era que el documento que lideraba todo el debate de Budapest
era el de la Federación Rusa que, recordarán SS. SS., era un documento de
la



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CSCE como gran paraguas, por llamarlo de alguna manera, con una especie
de Consejo de Seguridad, etcétera. Todo eso en pocas semanas giró.

Su señoría ha puesto sobre la mesa algunas reuniones donde se han dicho
cosas muy significativas, la reunión a que se hacía referencia y la
persona que ha citado su señoría. Sí es verdad que ha habido una presión
--no diría un «lobby»-- de algunas personas muy significativas de la vida
americana, con buenas relaciones en algunos países del centro de Europa,
que han tratado de incidir para que la velocidad que el proceso pudiera
tener fuera más rápida. Se ha llegado a pensar, y se ha escrito --su
señoría seguramente lo habrá leído-- por la persona que usted ha
mencionado, que había una ventana de oportunidad para hacer todo esto
rápidamente antes de las elecciones presidenciales de Rusia. Eso está por
escrito, está en el «New York Times», como su señoría sabe bien. Es una
operación de mucha presión para intentar que todo ese proceso estuviera
más bien en la lógica que yo llamaba anteriormente de aprovechemos la
debilidad para conseguir todo lo que podamos, antes de que, a lo mejor,
la debilidad se torne en fortaleza y no tengamos capacidad de hacer lo
que queremos hacer. Esto está escrito en el mes de septiembre en la
prensa internacional, algunos artículos firmados y otros sin firmar, en
la línea editorial de alguno de los grandes periódicos.

Si es eso lo que ha acontecido, sin duda ninguna, fue un cambio que fue
poco a poco teniendo lugar, del peso que se daba, de la importancia que
se daba a la CSCE y de la importancia que se daba a la reunión de la
Alianza Atlántica. Al final, durante los meses de septiembre, octubre y
noviembre, la preocupación que todos tuvimos, los americanos incluidos,
fue: ¡Ojo!, las dos cosas tienen que seguir en paralelo. Por tanto, si se
toma una decisión en OTAN que puede ser percibida de la manera que
desgraciadamente fue percibida, hay que hacer un gesto en la CSCE para
que compense esa percepción, en la idea de que la Federación Rusa debe
ser perfectamente consciente de que nada se hace contra nadie y que nada
se hace contra la Federación Rusa. Por tanto sí es verdad que ese cambio
se ha producido en el calendario del año 1994.

Sí le diré que no me atrevería a dar el peso que ha tenido la victoria
republicana en los Estados Unidos en la toma de decisiones. Muchas de las
decisiones se tomaron antes de las elecciones, bien es cierto que eran
elecciones en las que se tenía alguna idea sobre potenciales resultados.

Ciertamente, los resultados han sido distintos, más negativos de lo que
se contempló en una primera instancia para la propia Administración
americana. Sí ha tenido consecuencias y va a tener consecuencias en
Bosnia. Y permítame que entre ahora a decirle brevemente lo que sí
percibo de Bosnia. Ahí sí va a haber consecuencias y consecuencias
importantes.

El Senador Dole, que ha hecho unas declaraciones muy claras defendiendo
una posición radicalmente distinta de la del Gobierno americano, la
estrategia del «lifting withdrawal», golpear y retirada, sigue siendo la
estrategia del Senador Dole, que va a ser seguramente el líder de la
mayoría en el Senado americano. No solamente eso. Sí les puedo decir que
la estrategia de levantamiento unilateral del embargo está todavía sobre
la mesa y que en el momento en que se ponga en marcha el Congreso
americano, después de la pausa navideña, no sabemos qué va a pasar. Sí se
nos ha anunciado ya por el Secretario de Estado americano, Warren
Christopher, que será muy difícil que el Gobierno americano vuelva a
votar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el levantamiento de
las sanciones que se impusieron a Bosnia, de actividades culturales,
deportivas y vuelos que, como sabe, tenían 100 días de validez; los 100
días están a punto de terminar y sería muy difícil para el Gobierno de
Estados Unidos mantener la misma posición que mantuvo en el Consejo de
Seguridad.

De ahí la prisa, de ahí la necesidad de imprimir una mayor velocidad a
las iniciativas diplomáticas que se están tomando en este momento. Porque
si nos encontráramos ya en el Consejo de Seguridad con una decisión de
estas características, las posibilidades de jugar con el apoyo o el
aliento que pudiera dar Belgrado a las fuerzas de Pale para que aceptaran
el plan de paz, nos quedaríamos sin una palanca importante para utilizar.

Esto sí le puedo decir que es así y, desde ese punto de vista, los
resultados de las elecciones americanas ya se nos ha comunicado que
tendrán consecuencias.

Sobre si se comparte o no la tesis que su señoría ha mantenido en el seno
de la Unión Europea, le diré que en este momento en la Unión Europea hay
dos maneras de ver el análisis de Rusia, tanto es así que en la próxima
reunión informal que vamos a tener los Ministros de Asuntos Exteriores va
a ser uno de los temas estrella tratar de poner en común nuestra
reflexión sobre Rusia. Hay quienes opinan que en estos momentos se está
dando un cambio sustancial en la política exterior de Rusia y hay quienes
opinan --en ese caso se encuentra España-- que no hay un cambio
sustancial de política, que lo que hay son elementos de política
interior, de política doméstica, que están siendo compensados con
posiciones de política exterior que en el fondo no son del todo deseadas.

Las conversaciones y los contactos que hemos tenido con los dirigentes de
la Federación Rusa, en las últimas horas, ponen de manifiesto que van a
firmar el acuerdo que no firmaron en Bruselas y que tampoco quisieran en
este momento que hubiera una percepción de cambio profundo en la política
exterior de Rusia.

Lo que sí es verdad es que Rusia va a querer jugar un papel más
significativo en la esfera internacional. No les oculto que ha habido
visitas muy significativas, no solamente la conocida por todos a Irak por
parte de Kózirev, intentando modificar la posición de Naciones Unidas en
el tema de Irak, sino que también ha habido una presencia muy activa de
Kózirev en Siria para tratar de estar presente en el proceso de paz de
Oriente Medio. Por tanto, van a querer jugar un papel más significativo
en el concierto internacional de lo que han jugado en los últimos meses.

Sobre lo que S. S. decía del «Partnership for Peace», la Asociación para
la Paz, en las resoluciones de la Alianza de diciembre verá usted que se
sigue subrayando la gran importancia que tiene, porque en la Asociación
para la Paz hay otros muchos países de los que no hemos hablado hoy,



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algunos se van a incorporar a la Unión Europea y han firmado la
Asociación para la Paz --piense en los Países Bálticos, piense en algunos
otros países que necesitan de manera inexorable ese cordón umbilical con
la Alicanza a través de la Asociación para la Paz-- bien porque en este
momento no desean ser parte de la Alianza Atlántica de forma total o bien
porque saben que tendrán dificultades en poner a tono sus estructuras
militares, sus estructuras de homologación, o incluso sus estructuras
políticas con esa realidad.

Por lo tanto, sí es verdad que la Asociación para la Paz debe seguir
siendo un instrumento vivo. Digo siempre que es una criatura que no la
hemos dejado respirar suficientemente para desarrollarse, para crecer, y
hay que dejarla.

Es verdad, señoría, que a veces acontecimientos coyunturales --entre
comillas-- adquieren una dimensión en sus consecuencias en decisiones
mucho más importantes, que van más allá de lo que hubiera deseado incluso
el iniciador de esa pequeña acción coyuntural que, una vez que toma
autonomía, no se sabe a dónde nos puede llevar.

Esto es lo que quería decir, señoría. Le agradezco una vez más su
intervención constructiva. Creo que el debate que se estaba haciendo y
que debiéramos continuar es un debate enriquecedor para todos; desde
luego lo es para el Gobierno escuchar a SS. SS. sus planteamientos,
porque sigo diciendo, en nombre del Gobierno, que nuestro deseo sería
tener una política lo más consensuada posible en temas de la
trascendencia de los que estamos tratando hoy, que, al fin y al cabo, son
la seguridad en el continente en el que queremos vivir. (El señor Rupérez
Rubio pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez, ¿qué desea?



El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Presidente, pediría un brevísimo turno por
alusiones.




El señor PRESIDENTE: ¿Por alusiones?



El señor RUPEREZ RUBIO: Sí, he sido aludido varias veces por el señor
Espasa, portavoz de Izquierda Unida.




El señor PRESIDENTE: Brevísimo turno, señor Rupérez, dos minutos.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Presidente.

Primero, yo quería recordar al señor Espasa que el compareciente no soy
yo, sino que es el señor Ministro de Asuntos Exteriores; oyendo la
primera parte y gran parte de su intervención, uno tenía la impresión de
que era yo el compareciente y, en función de ello, se ha referido a toda
una serie de cosas que yo he dicho cuando efectivamente yo no soy el que
ha comparecido sino simplemente el que ha manifestado algunas opiniones.

A mí me gustaría que en el futuro se mantuviera la sana norma de
dirigirse al compareciente y de rebatir o no rebatir sus afirmaciones, no
la de otros comparecientes, porque si no se da lugar a este tipo de
turnos que son, por otra parte, perfectamente obligados.

Segundo, el señor Espasa se extraña de una serie de afirmaciones que yo
he hecho. Yo no me extraño de nada de lo que ha dicho el señor Espasa. A
mí no me extraña nada que, viniendo de donde viene el señor Espasa, se
refiera y utilice abundantemente el viejo concepto leninista de lo viejo
y de lo nuevo. A mí no me extraña nada que el señor Espasa, viniendo de
donde viene y militando donde milita, muestre esas enternecedoras
solicitudes por lo que en su momento fue la Unión Soviética y ahora es la
Federación Rusa. A mí no me extraña nada que el señor Espasa, viniendo de
donde viene y militando donde milita, se refiera constantemente a
planteamientos que son precisamente los de la Federación Rusa, que en su
momento fue la patria de la gran revolución de octubre. A mí no me
extraña nada que el señor Espasa haya perdido completamente de vista que
lo viejo y lo nuevo, gracias a Dios, está en este momento radicalmente
cambiado por los vientos de la Historia, que ha acabado con lo viejo y
donde en este momento prima precisamente lo nuevo. Yo no voy a discutir
cuál es lo viejo y lo nuevo sino simplemente quiero decir que
efectivamente los vientos de la Historia acabaron con lo viejo.

Yo no sé si el señor Espasa necesita de alguna manera psicológica
librarse de eso que el Gobierno les acusa, de la pinza, pero sería
conveniente que lo hiciera de otra manera, porque ese tipo de recursos la
verdad es que nos lleva a recordar de dónde vienen, dónde están, qué es
lo que piensan, y a qué tipo de valores se adhieren los miembros del
Grupo del señor Espasa. (El señor Espasa Oliver pide la palabra.)



El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez, señor Espasa, podemos entrar ahora en
un círculo vicioso de alusiones y contraalusiones y no acabaremos nunca.

Yo entiendo que es un debate muy importante el que acabamos de tener,
entiendo sinceramente que es uno de los debates más importantes que se
puedan celebrar en esta Casa, y creo que todos deberíamos tener en cuenta
su significación y no entrar en otras cuestiones.

De todas maneras, el señor Espasa me ha pedido la palabra, supongo que
por contraalusiones; por consiguiente, se la doy, pero diciendo que no
voy a conceder ninguna palabra más sobre esto.




El señor ESPASA OLIVER: Señor Presidente, voy a ser muy breve,
simplemente, porque a veces hay alusiones que casi merecen no contestar y
he estado dudando si sentirme aludido o no por la improcedencia y
absoluta inoportunidad de las palabras del señor Rupérez. Creo que ha
perdido una magnífica ocasión para callarse el señor Rupérez.

Pero, hablando de lo viejo y de lo nuevo, y de dónde hemos estado y dónde
estamos, yo quiero recordar al señor Rupérez, como saben todos los
miembros de esta Comisión, que yo he estado siempre en la lucha contra la
dictadura, que esta lucha contra la dictadura me ha costado incluso la
cárcel y que estoy en la misma lucha, por la libertad,



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por el socialismo y por construir una sociedad más justa en mi país, que
es Cataluña y España.




El señor PRESIDENTE: Damos por terminada esta comparecencia.

Debo decirles, señorías, que, existiendo lo que acabo de señalar, yo,
como Presidente, no he limitado el uso de la palabra a nadie ni he
cortado por razones de tiempo, porque entendía y entiendo que éste, como
decía, es uno de los grandes debates que se puede tener en este Congreso
de los Diputados, es uno de los grandes temas, y si de algo debo quejarme
es de que a veces no sepamos ni siquiera nosotros mismos dar la
trascendencia y la importancia que esto tiene.

El hecho es que hemos tardado exactamente dos horas y cuarenta y siete
minutos en este primer punto del orden del día y ahora nos toca iniciar
el orden del día que teníamos previamente. Por consiguiente, después de
cambiar impresiones los miembros de la Mesa, nuestra posición es que
vamos a seguir con el orden del día, procurando, eso sí, ahora, ser
absolutamente estrictos en el uso del tiempo y, en función de cómo veamos
que se desarrolla el debate, o terminaremos el orden del día o nos
veremos obligados a modificarlo o acortarlo en un momento para no alargar
excesivamente la reunión.

El señor Ministro con mucha amabilidad ha dicho que él está dispuesto a
estar toda la mañana aquí, pero no toda la tarde. Se lo digo porque si él
está dispuesto, yo no. Creo que, en ese sentido, deberíamos todos fijar a
nuestro debate un tiempo limitado, sin que eso signifique reducir la
importancia de los temas que vamos a tratar, pero haciendo un uso
comedido de la palabra.




--DE LA EVOLUCION, DE LA SITUACION POLITICA, ECONOMICA Y SOCIAL EN GUINEA
ECUATORIAL, ASI COMO DE LAS RELACIONES BILATERALES ENTRE DICHO PAIS
AFRICANO Y ESPAÑA EN EL CURSO DE LOS ULTIMOS SEIS MESES. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente
213/000436.)



El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, vamos a entrar en el que era el
punto 1, que ahora es el punto 2, que es la comparecencia pedida por el
Grupo Parlamentario Popular, del señor Ministro de Asuntos Exteriores,
para informar de la evolución, de la situación política, económica y
social en Guinea Ecuatorial, así como de las relaciones bilaterales entre
dicho país africano y España en el curso de los últimos seis meses.

No sé si el Grupo Popular quiere hacer la introducción de la
comparecencia.




El señor RUPEREZ RUBIO: No. Preferiríamos que fuera el señor Ministro
quien empezara.




El señor PRESIDENTE: Entonces, damos la palabra al señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): En aras del
tiempo, estoy dispuesto a ceder mi turno y entrar en el turno de
comentarios a las afirmaciones de los distintos grupos parlamentarios, si
creen SS. SS. que es más rápido.




El señor PRESIDENTE: No, al contrario, nosotros estamos aquí para oírle.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Entonces,
señor Presidente, con la máxima brevedad, haré un primer turno sobre lo
que es el objeto de esta comparecencia, la posición de España en relación
con los acontecimientos de los seis últimos meses, como se dice en la
solicitud del Grupo Popular, sobre Guinea. Empezaré hablándoles en mi
primera intervención de lo que es la situación política, la situación
económica, la situación social y algunos aspectos de carácter bilateral,
para terminar haciendo una valoración global. La situación política la
dividiré, a su vez, en tres o cuatro puntos. En primer lugar, sobre la
situación política y hablando en términos generales, creo que se puede
afirmar que ha disminuido el clima de represión en comparación con lo que
habíamos presenciado en diciembre de 1992 y en el último trimestre de
1993. Creo que eso se debe a que se han ido creando espacios de libertad
que, aunque todavía tienen, desgraciadamente, una naturaleza limitada y
precaria, se van imponiendo como algo ya no diría que natural, pero un
poco más natural, y constituirían sin duda un importante elemento en la
formación de la sociedad civil en ese país, que, desgraciadamente y como
saben SS. SS., es todavía muy precaria. Es cierto que en los últimos días
de septiembre y en los primeros de octubre la situación pareció
degradarse y se registraron incidentes y detenciones que SS. SS. conocen
bien. También es verdad que casi todas las personas detenidas entonces
fueron puestas en libertad poco después, sobre todo gracias a las
gestiones, entre otros, de nuestro Embajador en Malabo y también gracias
a gestiones que se realizaron por Diputados de esta Cámara.

En segundo lugar, se ha asistido a un proceso a mi juicio significativo
de clarificación de los interlocutores políticos. Por tanto, significa
que el espacio de la oposición ha sido ocupado por los partidos que no
concurrieron a las elecciones de noviembre de 1993, yo creo que eso es
bueno, y que aunque sigue funcionando la Plataforma de oposición
conjunta, se ha ido consolidando dentro de ella un núcleo básicamente de
tres opciones: el Partido del Progreso, el PP, el Partido de Convergencia
de la Democracia Socialista y la Unión Popular, con mayor protagonismo
ellos tres, no exentos también, como SS. SS. saben, algunos de ellos, de
crisis internas. Uno de ellos, el CPDS, de Convergencia para la
Democracia Socialista, acaba de celebrar su primer congreso con una
cierta normalidad.

En tercer lugar, creo que conviene señalar que se ha centrado el debate
político en la reconducción del proceso de transición hacia la
democracia. Se trata fundamentalmente de que las elecciones municipales,
que podrían tener lugar a mediados de 1995, se celebren con las garantías
de las que desgraciadamente carecieron las de 1993, de



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manera que participen todas las fuerzas políticas y sean reconocidas como
libres, como democráticas por la propia comunidad internacional. La Mesa
de Donantes, que se celebró este junio pasado con la participación de
Gobierno y oposición, alcanzó un acuerdo sobre la necesidad de revisar el
censo electoral y de reformar la legislación sobre partidos políticos y
normativa electoral. Es cierto que estas decisiones no se están
ejecutando sin problemas, los hay, y algunas veces problemas que se
agudizan, pero el diálogo tripartito entre el Gobierno, la oposición y
los donantes prosigue su curso.

En cuarto lugar, el último elemento que quisiera subrayar es el
mantenimiento de un diálogo todavía tímido entre Gobierno y oposición,
que tiene también naturaleza intermitente, pero que se está imponiendo,
pienso, como algo que empieza a ser natural en la escena política
guineana. El congreso del partido, del CPDS, al que, según tengo
entendido, ha comparecido o en el que ha participado algún miembro de
esta Comisión, constituye a mi juicio una prueba de esta mejoría en el
diálogo Gobierno-oposición al tratarse del primer congreso que celebra un
partido de oposición, sin que los obstáculos hayan sido de mayor cuantía
desde el establecimiento del pluralismo político en Guinea Ecuatorial.

Esto es lo que quería decir en cuatro puntos sobre la situación política.

Paso a la situación económica. La situación económica, por el contrario,
indica que estamos ante una crisis de las más graves que está atravesando
Guinea Ecuatorial desde su independencia, me atrevería a decir que quizá
la mayor. La causa más relevante ha sido, creo, sin duda, la drástica
devaluación del franco CFA, que ha tenido unas consecuencias tremendas
sobre la economía de Guinea, y ha venido a potenciar los efectos
negativos de la gestión económica, muy deficiente y agravada por una
situación internacional de aislamiento en la que el propio Gobierno de
Malabo se colocó al no cumplir sus compromisos respecto a la
democratización y a los derechos humanos.

Después del verano la situación ha empeorado al haber decidido el Fondo
Monetario Internacional aplazar por el momento el libramiento del tramo
segundo de ayuda previsto para apoyar la aplicación del plan de ajuste
estructural, debido a que, al parecer, el Gobierno de Malabo no ha
adoptado las medidas que el Fondo Monetario exige de control del déficit
presupuestario que fueron detectadas por las misiones de expertos
sucesivos.

Como consecuencia de todo ello, Guinea vive un proceso creciente, un
proceso acelerado de desmonetarización de su economía junto a un
alarmante incremento del desempleo que no ha podido paliarse a pesar de
la actividad en el sector maderero, que ha ido en aumento y que se ha
visto favorecido por la propia devaluación, que era el único elemento que
podríamos calificar como de potencialmente positivo. La inflación por su
parte ha sufrido un alza muy importante, pero en cualquier caso quizá se
esperaba todavía una elevación mayor debido a que la propia demanda
interna, por las razones que he apuntado anteriormente, ha disminuido y
ha flexionado a la baja.

Por último y con referencia a lo que podríamos llamar la evolución de la
situación social, quizá los tres rasgos más significativos de estos
últimos meses han sido la aparición de movimientos reivindicativos dentro
de la comunidad bubi, que hay que subrayar, el incremento de las
desigualdades sociales y el aumento substancial de la presión migratoria
principalmente hacia nuestro país, hacia España.

Respecto al primero, a los movimientos reivindicativos dentro de la
comunidad bubi, bien conocidos por la opinión española por el porcentaje
de miembros de esa etnia en la colonia ecuatoguineano residente en
España, el Gobierno opina que conviene evitar la aparición y desarrollo
de procesos que puedan conducir a confrontaciones interétnicas o
separatistas que podrían degenerar inevitablemente en violencias de
difícil control, como se ha visto en otras regiones de Africa. Solamente
en el marco de una democratización auténtica y por vías pacíficas podrán
todos los ciudadanos de Guinea ejercer con garantías sus derechos tanto
individuales como colectivos, tanto políticos como económicos y
culturales.

En la segunda parte de la petición de comparecencia se me solicitaba
información sobre la evolución de las relaciones bilaterales entre Guinea
Ecuatorial y España en el curso de los últimos seis meses. Saben SS. SS.

que después de las tensiones graves que atravesaron nuestras relaciones
en 1993, al final de dicho año y en los primeros meses de éste se
mantuvieron conversaciones diplomáticas a partir del primer trimestre con
el Ministro de Asuntos Exteriores de Guinea, cuyo primer objetivo era la
normalización de las relaciones bilaterales. Creemos que ese objetivo ya
ha sido alcanzado, puesto que durante todo el año no se ha producido
ningún incidente digno de mención, el contacto con las autoridades ha
sido relativamente fluido y los problemas se han ido solucionando por
medio del diálogo y de la negociación. El Viceprimer Ministro y Ministro
de Economía y Hacienda guineano ha visitado Madrid, lo ha hecho en dos
ocasiones durante los últimos meses, ha mantenido entrevistas a todos los
niveles, incluso con el Presidente del Gobierno y con otros miembros,
creo recordar, de esta misma Comisión. Estas reuniones han permitido un
intercambio estimo que útil de informaciones sobre las posiciones y
puntos de vista de cada una de las partes. El Viceprimer Ministro reiteró
la determinación del Presidente Obiang y de su Gobierno de proseguir en
el proceso de democratización, afirmó que sería sin retrocesos y contando
con la colaboración y la ayuda de España y de la comunidad internacional.

También ofreció garantías sobre la evolución y solución satisfactoria de
algunos de los problemas pendientes, que se han ido cumpliendo según el
calendario que se fijó.

España, como SS. SS. saben, es el principal acreedor de Guinea
Ecuatorial, y accedió recientemente a una nueva reestructuración de su
deuda en el Club de París según el procedimiento y las condiciones
habituales que se aplican en el caso de los países menos desarrollados.

Supone que el período de anormalidad que presidió nuestras relaciones
durante el final de 1993 esperemos que haya finalizado. Esta ha sido la
razón del intercambio de embajadores con Guinea que se ha producido en
octubre y en noviembre. Hemos considerado que tras un período de nueve
meses en



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el que la jefatura de nuestra misión diplomática en Malabo ha estado
desempeñada por un encargado de negocios, era conveniente designar un
embajador para que se pudieran reconducir de manera satisfactoria y al
nivel correspondiente las relaciones con el Gobierno de Guinea. Desde la
llegada a Guinea, que tuvo lugar a mediados de octubre, nuestro nuevo
Embajador, José María Otero de León, ha intervenido ya en varias
ocasiones en la solución de problemas tanto de carácter humanitario como
de otra índole, y a nuestro juicio ha contribuido de manera muy activa a
la continuación del proceso democratizador colaborando con los
representantes de los demás países que forman parte de la Mesa de
Donantes y de otras organizaciones internacionales a impulsar la revisión
del censo que, como saben, es una de las preocupaciones que tenemos, y a
allanar el camino para facilitar la celebración del primer congreso del
partido político al que he hecho referencia esta mañana en dos ocasiones.

Estamos convencidos de que la transición democrática en Guinea Ecuatorial
se debe realizar, que debe ser protagonizada por los propios ciudadanos
de Guinea, por medio del diálogo, sin recurrir a la violencia, y con su
actividad política en Guinea y no en España o en otros países
extranjeros; esa es la posición que creemos que es la más correcta. El
Gobierno español continuará aportando la asistencia, a través de la Mesa
de Donantes, y prestando toda la atención necesaria al mantenimiento del
respeto a los derechos humanos y a todo lo que podamos hacer para que el
proceso democratizador continúe sin sobresaltos.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, solicitante de la comparencia,
tiene la palabra el señor Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: Gracias, señor Presidente, gracias, señor
Ministro.

El propósito de esta comparecencia, como la siguiente, será
fundamentalmente informativo, porque nos parece que, en general, es
importante que sobre determinados temas tengamos regularmente una
revisión de los últimos acontecimientos, y en particular en el caso de
Guinea, porque hemos pasado un poco del escándalo de los acontecimientos
al silencio de los mismos, y la verdad es que nos faltaban algunos datos
para saber si efectivamente ese silencio era positivo o era negativo.

Vemos que no es necesariamente negativo --aunque no sea tampoco muy
positivo-- y tengo que decir, en primer lugar, que eso nos satisface y
nos congratula.

En segundo lugar, los puntos a los que se ha referido el señor Ministro
en general cumplen de una manera bastante precisa las necesidades de
información que nosotros teníamos, pero quería pedirle algunas
informaciones adicionales.

Primero. La actitud española con respecto al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Mundial. Efectivamente, la visita del
Vicepresidente del Gobierno ecuatoguineano ha estado directamente
relacionada con la preocupación de su Gobierno por la actitud del
Gobierno español (que a nosotros nos parecía perfectamente plausible,
dicho sea de paso) de detener cualquier tipo de gestión o de entrega
adicional por parte del Fondo mientras no se clarificara la situación
política. ¿Cuál es exactamente la situación, desde el punto de vista del
Fondo Monetario Internacional, en ese punto, cuál es la actitud del
Gobierno español y cuál es la previsible evolución de los acontecimientos
al respecto?
Segundo. No se ha referido el señor Ministro al aspecto de los programas
de cooperación. Estábamos en una reducción drástica de esos programas,
prácticamente al 50 por ciento, de manera que, si no recuerdo mal, los
últimos datos a los cuales nos estábamos ateniendo eran 1.000 millones de
pesetas anuales. Habiendo descendido de los, en general, 2.000 millones
de pesetas anuales. ¿Cómo estamos al respecto, en estos momentos, cuál es
la evolución de esos programas, cuál es la actitud o la planificación
futura del Gobierno?
Tercero. Nos parece también plausible la normalización de relaciones
diplomáticas, no porque se hubieran roto, sino porque estaban reducidas a
un nivel prácticamente mínimo, y nos gustaría que esa normalización
tuviera unas consecuencias inmediatas desde el punto de vista de lo que
creo que nos interesa a los guineanos y a los españoles, que es la
normalización de la situación política.

Cuarto. Nosotros pondríamos un énfasis grande en la celebración, con
todas las garantías posibles, de las elecciones municipales en el año
1995, en la fecha más próxima posible, dado que, como sabemos, no se han
celebrado cuando se tenían que haber celebrado, que debía haber sido
prácticamente en estos momentos, a finales del año 1994.

Punto adicional, la situación económica. Tenemos constancia de algún tipo
de intención informativa, por parte del Gobierno ecuatoguineano,
transmitiendo la noción de que, en el fondo, han conseguido solucionar
sus problemas a través de recursos propios, bien de orden natural, como
sería el petróleo, bien de otro orden, más bien ilícito, como podría ser
la obtención de determinadas rentas a través del narcotráfico. No es la
primera vez que hablamos de esta tema en esta Comisión. Si no recuerdo
mal, el señor Ministro en su momento nos dijo que él tenía la información
de que, sobre los temas petrolíferos, no había en realidad nada
significativo y que no le constaba nada sobre los tráficos ilícitos. Me
gustaría también saber si ha habido alguna evolución al respecto, porque
naturalmente sería radicalmente diferente contemplar una situación en
donde, por la razones que fueran, un Gobierno como el ecuatoguineano dice
ser autosuficiente, a una situación en donde España fuera no únicamente
el mayor acreedor, sino, además, el mayor donante desde el punto de vista
de la cooperación.

Y, en último lugar, yo querría proponer formalmente, más al señor
Presidente que al señor Ministro, pero también en presencia del señor
Ministro que, por parte de esta Cámara, y de esta Comisión de Asuntos
Exteriores, en fechas quizá convenientemente próximas a las celebración
de la elecciones municipales, se produjera una visita oficial
parlamentaria a Guinea Ecuatorial. No es la primera vez que se nos pide;
yo creo que sería excelente obtener de primera mano esa información, y
además sería precisamente



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la ocasión de garantizar o de ayudar a certificar que la celebración de
las elecciones municipales, que pueden ser efectivamente un momento de
evolución clara hacia una democratización, fuera observada de cerca por
miembros de esta Cámara.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Rupérez. Tomo nota de su
última observación, y doy las gracias al señor Ministro, si es que quiere
contestar en este momento.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muchas
gracias, señor Presidente.

Entiendo que este tipo de comparecencias las podemos tener con la máxima
frecuencia. Pero si SS. SS. lo que desean es una comparencia informativa,
lo haría con la mayor brevedad y ahorrando lo que ya parece que sabemos
todos, es decir, que no acumularía toda la información existente en el
tiempo, sino que la haría más breve y podríamos quizá tener una parte de
debate más intenso que no la información de carácter general.

A las preguntas del señor Rupérez contestaría que es verdad que vino el
Vicepresidente dos veces, una vez con motivo del Fondo Monetario
Internacional. No se cumplían los requisitos o criterios del Fondo
Monetario Internacional con el fin de que se pudiera levantar el segundo
tramo de ayuda; ese era un tema de una gran gravedad para ellos. España
accedió, en el Club de París, a renegociar el proceso, somos el primer
donante; creo que hemos hecho bien; vamos a ver si se puede encajar con
algunas posibilidades y potencialidades la situación económica que, como
sabe S. S., es enormemente dramática. Contestaré al final a la quinta
pregunta que me hace.

Sobre la cooperación, marcha bien, hemos hecho los ajustes
correspondientes, se están ajustando en personal y en medios todos los
temas de cooperación y no tengo información relevante que proporcionarle.

Están marchando bien, no está acabado todo el proceso que se inició
cuando venció el primer tramo de la cooperación (cuando venció el antiguo
acuerdo de cooperación), y si un día SS. SS, quieren, podremos dar aquí o
en la Comisión sobre cooperación una información más detallada, pero, en
principio, no tengo ninguna afirmación relevante que compartir con sus
señorías.

Tercero, normalización de las relaciones diplomáticas. Yo creo que esa es
una buena decisión. Yo, señorías, soy bastante poco partidario de retirar
embajadores. Los momentos en que se retiran los embajadores suelen ser
cuando más necesarios son, es decir, cuando hay conflictos, y nunca se
encuentra el momento apropiado para que vuelva el embajador. Por tanto,
haré todo lo posible para que, cuando tengamos conflictos, que no los
deseamos, los embajadores en estos momentos estén en el lugar donde yo
creo que tienen que estar, tratando de ayudar.

Y con respecto a las elecciones municipales, sin duda el problema más
grave ahí, como SS. SS. saben, ha sido el tiempo de los censos. No es una
operación conmutativa, no es lo mismo hacer un censo primero que otro
después, y el riesgo que hemos estado teniendo a lo largo de estos meses
es que se pospusiera el censo electoral bajo la llamada a hacer un censo
de carácter más general que pospusiera la elaboración del censo electoral
y, por tanto, las elecciones. Creo que eso se está resolviendo, que
estamos en la buena dirección, y que hay que estar vigilantes, como S. S.

ha dicho, y me complace que la Comisión y la Cámara tomen medidas en el
tema de las elecciones municipales de 1995.

Sobre la situación económica, vuelvo a reiterarle que, en cuanto al
petróleo o sus derivados, la información que periódicamente me suministra
quien me la puede suministrar (y reitero lo que le dije en la última
comparecencia) es de que no hay en este momento ningún indicio de bolsas
nuevas que pudieran tener alguna incidencia en la economía de Guinea en
el futuro cercano. Me atrevería a decir que las investigaciones que se
siguen haciendo y las informaciones que nos dan no parecen indicar que
haya ninguna bolsa, insisto, que tenga posibilidades de ser explotable en
un futuro cercano.

Y, con respecto al segundo tema, mucho más delicado, le puedo decir que
algunos indicios sí se han producido y que los servicios tanto españoles
como de algunos países amigos han detectado algunas operaciones que,
desde ese punto de vista, pudiéramos calificar como relacionadas con el
narcotráfico. Se han producido también algunas detenciones, pero no
quisiera generalizar, porque me parece que no estamos en disposición de
realizar una acusación global. Sí ha habido algunas pistas que se han
seguido y algunos comportamientos que se han castigado por la comunidad
internacional mediante las detenciones correspondientes, por los
servicios no sólo de España sino también de otros países.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Martínez.




El señor MARTINEZ MARTINEZ: (don Miguel Angel): Señor Presidente, quiero
decir que podemos ratificar la visión de optimismo matizado del Gobierno,
así como afirmar la coincidencia con el análisis que ha hecho el Ministro
sobre que se ha clarificado el espectro político democrático en estos
meses. La presencia de delegados
--como me parece que daba a entender el señor Ministro-- de nuestro
Partido e incluso de Diputados del Grupo en algunos de los congresos que
acaban de celebrarse confirma que se está produciendo una cierta
normalización, todo ello más despacio y más a contrapelo de lo que sería
deseable, pero hay que recordar que la presencia de algunos de estos
colegas nuestros --a pesar de haberse producido con todo tipo de cuidados
y procurando no dar lugar a ningún malentendido-- ha sido tratada --diría
yo-- por lo menos poco generosamente por algunas autoridades guineanas.

También podemos confirmar, por lo que nos dicen distintos amigos que
están visitando el país, que la situación económica no es que esté mejor
ni peor es que está estancada, es decir, no sale ni del marasmo ni del
atraso en que se encuentra. Lo más preocupante a este respecto serían dos
cosas. Primero la tentación --a que también de manera sumamente prudente
se refería el señor Ministro en sus últimas



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palabras, contestando al señor Rupérez--, dentro del caos económico, que
pueden tener algunos de resolver problemas económicos a través de vías
que ciertamente no son aceptables ni legales. Por otra parte, está el
hecho de que este estancamiento económico, en una situación muy mala, no
contribuye a normalizar la situación política sino todo lo contrario, es
un elemento disruptivo.

Hay algo que ha dicho el señor Ministro y que yo querría también recoger,
que es hasta qué punto desde España --desde dentro-- y desde otros países
europeos es muy importante el esforzarse en no propiciar conflictos
interétnicos, que en el caso concreto de Guinea Ecuatorial pueden muy
fácilmente tener el carácter de enfrentamiento también territorial, no
sólo es interétnico sino interterritorial, con el problema que ello
supondría. Creo que tenemos que ser muy cuidadosos y no caer en
tentaciones --nadie, ni fuerzas políticas ni fuerzas sociales--, no caer
en otra cosa que apoyar los derechos humanos por doquier, en la certeza
de lo que ha dicho el señor Ministro, que en una Guinea Ecuatorial
democrática se respetarán los derechos de los distintos pueblos que
conforman aquel país, y, desde luego, no hacer gestos que puedan
interpretarse como aliento a esos conflictos y que incluso pudieran
llevar a la ruptura de la integridad territorial de Guinea.

En la segunda parte de la intervención del señor Ministro, respecto a las
relaciones de España, ¡cómo no!, estamos de acuerdo en cuanto ha dicho
aunque el optimismo matizado que expresa lo veo menos claro. Me parece
que está bien que sigamos esforzándonos y manteniendo los principios de
nuestra cooperación, naturalmente, pero la verdad es que estamos
permanentemente encontrándonos con que nuestra actuación no siempre es
bien entendida ni bien aceptada. Me parece que algo sí está mejor en los
últimos tiempos y es que se ha superado el carácter un poco escandaloso,
el carácter de escándalo con que se estaba proyectando la relación entre
España y Guinea. Creo que ese carácter escandaloso con que se trasladaba
la relación entre los dos países a la opinión pública era francamente
negativo. Es decir, que haya pasado a un segundo, tercero o cuarto plano
esta relación no puede sino tener efectos positivos. Desde el Parlamento
está bien que sigamos el proceso y que sigamos estando todos de acuerdo
en esta perspectiva de que la democracia en Guinea Ecuatorial es
irrenunciable para nosotros, de que una transición razonable y sin
sobresaltos, como la que ha descrito el Ministro, es aquella por la que
nosotros debemos apostar y que, desde luego, ningún interés --ningún
interés de grupo ni de sector-- podría justificar que por nuestra parte,
por parte de España, se cambiara en esta política, mostrándonos más
complacientes o más dispuestos a aceptar lo que pudiera contradecir esta
perspectiva de transición sin sobresaltos hacia una democracia
irrenunciable.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Quiero
agradecer al Grupo Socialista sus palabras y mostrar mi acuerdo con
algunas afirmaciones. A todos nos gustaría que el discurrir de los
acontecimientos fuera más rápido. Entiendo que la presencia de la
Embajada española, al completo en este momento, puede seguir trabajando
en esa dirección y quiero compartir la reflexión que S. S. ha hecho de
que para nosotros sigue siendo muy doloroso --para SS. SS. pero también
para el Gobierno--, porque es verdad que nuestra actuación no siempre es
bien comprendida o bien aceptada. Estamos haciendo todos los esfuerzos
posibles por despejar de sensibilidades no correctas la relación
bilateral entre Guinea Ecuatorial y España, pero se mantienen todavía
sensibilidades, quizás a flor de piel, por razones que en muchos casos
son muy difíciles de comprender, al menos para nosotros, pero que siguen
vivas. Por tanto, debemos hacer lo que podamos entre todos, con nuestra
presencia, con nuestro diálogo, con la cooperación, con todo lo que en
nuestras manos esté para ir tratando de deslindar algo que, a nuestro
juicio, es completamente incorrecto e injusto en relación con nuestro
país. Nuestro país no quiere nada más que lo mejor para los ciudadanos de
Guinea Ecuatorial; no quiere nada más que Guinea Ecuatorial se incorpore
mediante una transición pacífica al grupo de países que puedan tener un
impulso de desarrollo en todos los ámbitos y que tenga la posibilidad de
salir de la postración económica en que desgraciadamente todavía se
encuentra. España está haciendo todo lo posible desde el punto de vista
de la cooperación y desde el punto de vista de nuestro trabajo en los
foros internacionales para ayudar y compensar algunos golpes muy duros,
como ha sido la devaluación del franco CFA, pero para ello también Guinea
tiene que comprender que su colaboración y su buena disposición son
absolutamente fundamentales.




--DE LA EVOLUCION RECIENTE DE LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y MARRUECOS. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de
expediente 213/000451.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al siguiente punto del orden del día.

Comparecencia, solicitada también por el Grupo Parlamentario Popular, del
Ministro de Asuntos Exteriores ante la Comisión, para informar de la
evolución reciente de las relaciones entre España y Marruecos.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Gracias,
señor Presidente.

Voy a intervenir con el mismo tono que en la comparecencia anterior.

Entiendo que SS. SS. quieren tener una información de los últimos
acontecimientos en relación con Marruecos y respecto a cómo marcha
nuestra relación bilateral, así como la relación --en la que podemos
incidir-- de Marruecos con la Unión Europea. Entiendo que ése es el
sentido de la comparecencia y trataré, por tanto, de ser breve.

Quiero decir una vez más --a modo de repetición-- que las relaciones
entre España y Marruecos son fundamentalmente



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positivas, buenas, fluidas y que se apoyan sobre dos pilares, el diálogo
político y las acciones de cooperación. Desde el punto de vista político
se basan en el Tratado de amistad, cooperación y buena vecindad, que data
ya de 1991 y que funciona bien. En este momento, como saben SS. SS., las
reuniones de alto nivel que están pensadas para su ejecución en el ámbito
del tratado o del acuerdo, se van cumpliendo. La última se hizo en 1993,
ya muy entrado el mes de diciembre. Por tanto, nos corresponderá en los
primeros meses del año 1995 tener la próxima reunión que normalmente debe
tener lugar en territorio marroquí, muy probablemente en Rabat.

La fluidez de los contactos a todos los niveles sigue siendo la tónica de
las relaciones con Marruecos. Les tengo que decir que con el Primer
Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores, señor Filali, me encuentro no
menos de dos veces al año. Este año le he visto ya varias veces más
porque, aparte de las visitas bilaterales que hemos hecho, me he
encontrado con él en Nueva York, en larga conversación, y me he visto en
otros foros internacionales. Por tanto, la fluidez de las relaciones es
buena. El contacto telefónico --también se lo quiero decir-- entre el
Primer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores, señor Filali, y yo
mismo, es frecuente.

El Presidente del Gobierno fue, como saben, a la Conferencia de
Casablanca, conferencia económica importante para Oriente Medio, y tuvo
ocasión allí de entrevistarse también con Su Majestad el Rey Hassan,
visita en la que yo tuve el honor de acompañarle. Una visita que tuvo
como ingrediente fundamental, como tuve ocasión de decir a los medios de
comunicación, los temas de relación entre la Unión Europea y Marruecos, a
los que luego haré referencia.

Desde el punto de vista bilateral «stricto sensu» político, el diálogo
político sigue en pie. No hay duda de que es un país vecino con el que
queremos tener unas relaciones lo más fluidas posibles, lo más
cooperadoras posibles, la mayor amistad posible, pero a veces hay
altibajos, como suele pasar normalmente con los países más próximos
geográficamente. Nos ocurre así con Marruecos, pero todo ello dentro de
un valor medio de fluidez en nuestras relaciones, como yo creo que no se
habían conocido en la historia de las relaciones entre España y
Marruecos. Nuestro deseo es que sigan funcionando de esta manera y que
nada ni nadie nos las puedan perturbar. Son muchos los intereses en común
que tenemos. Cuando veamos los últimos datos que he obtenido de los
servicios sobre nuestras relaciones económicas verán SS. SS. la
importancia que tienen ya --importancia creciente, la derivada es
extraordinaria-- nuestros flujos comerciales e incluso nuestros flujos de
inversión con Marruecos.

Respecto a las relaciones entre España-Marruecos vía Unión Europea, es
decir, relaciones entre la Unión Europea y Marruecos, pero que de alguna
manera afectan a España, como saben SS. SS., históricamente tenemos un
conflicto que casi es anual y que tiene que ver con la pesca.

Afortunadamente, el acuerdo pesquero ya no es renovable todos los años,
sino que es un acuerdo de la Unión Europea con Marruecos, que tiene una
determinada vigencia y que a veces nos plantea problemas por el efecto
que tiene sobre nuestra flota y nuestros pescadores.

En lo que respecta al Acuerdo de asociación entre Marruecos y la Unión,
España lógicamente juega un papel muy importante porque es uno de los
países que tiene una participación mayor en la implementación de este
acuerdo. El 25 de octubre, como quizá sepan SS. SS., ha comenzado una
segunda ronda de negociación. El acuerdo de pesca es complicado, como
bien saben SS. SS., pero afortunadamente en este momento parece que se
está encauzando. Saben que tiene vigor hasta el 30 de abril de 1995. El
impulso que se está dando ya en las posibles negociaciones para que no
cause ninguna sorpresa al momento de su vencimiento nos permite albergar
esperanzas de que esta vez la renegociación será lo más positiva y
posible para nuestros intereses. Es verdad que la sensibilidad lógica que
tiene nuestra comunidad pesquera con relación a los acuerdos con
Marruecos hace que tengamos el máximo interés y la máxima sensibilidad,
también desde la perspectiva gubernamental, para hacer hincapié ante la
Unión Europea sobre la importancia que tiene todo esto para nuestra flota
pesquera.

Paso ahora al Acuerdo de asociación entre Marruecos y la Unión Europea,
acuerdo que todavía no está cerrado. En las dos últimas reuniones del
Consejo de asuntos generales dedicamos un cierto tiempo a los acuerdos de
asociación con países como Marruecos, Túnez e Israel. Nos gustaría
--estamos haciendo todos los esfuerzos posibles-- que antes de que
finalice el año, antes de que finalice la Presidencia alemana desde el
punto de vista del tiempo útil, se pudieran cerrar estos tres acuerdos de
asociación con Marruecos, Túnez e Israel. En las últimas semanas han
vuelto a surgir algunos problemas prácticamente con los tres países. Como
SS. SS. saben, los problemas con Marruecos son de índole distinta, de
índole económica y relacionados con los llamados protocolos financieros y
por algunas cuestiones relativas a productos hortofrutícolas, que
intentaremos resolver de la mejor manera posible.

Les digo muy brevemente la posición española en cuanto a los temas
hortofrutícolas y, fundamentalmente, respecto al tomate. Como saben SS.

SS., el acuerdo que había que tener con Marruecos en el tomate había que
ponerlo en relación con los últimos acuerdos relativos a la Ronda Uruguay
del GATT. En la Ronda Uruguay del GATT, como SS. SS. saben, caen algunas
de las limitaciones que existían para los productores españoles de tomate
históricamente y en relación con nuestra presencia en la Unión Europea.

Los calendarios de producción del tomate eran favorables para nosotros.

Eso podía perjudicar de una manera muy sustancial a la producción
hortofrutícola de Marruecos y, muy concretamente a la del tomate, y
deseábamos compaginar las dos cuestiones para no hacer un cambio drástico
en el tiempo.

Para que se hagan una idea, las exportaciones de España a la Unión
Europea en cuanto al tomate, en los últimos años han sido muy buenas,
incluso antes de la ratificación del acuerdo de la Ronda Uruguay del
GATT. Lo que nos ocurre es que nuestra época de producción de tomate, que
es básicamente en invierno, coincide en una



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parte significativa con la época de producción de tomate en Marruecos.

Por tanto, tenemos que ser capaces de compaginar este tipo de no
complementariedad en nuestros calendarios del tomate.

Creo que la última propuesta que ha hecho la Comisión a Marruecos, que es
básicamente la realizada por España, tiene muchas posibilidades de ser
aceptada por Marruecos, aunque las declaraciones de antes de ayer del
Primer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores, señor Filali, en una
comisión restringida, todavía dejaron entrever que no estaban del todo
satisfechos con ello. Entiendo que ésta es más bien una posición
negociadora, porque lo que ahora van más retrasados y de forma más lenta
en la negociación con Marruecos son los temas relativos a los protocolos
financieros.

Lo que sí es verdad es que la reacción de Marruecos ha sido más bien
negativa a este acuerdo de asociación por entender que no daba
satisfacción a las expectativas que Marruecos tenía en cuanto al mismo.

Sin embargo, creo que se verán compensadas por el acuerdo que hemos
tomado en Essen, en el Consejo europeo, para empezar a trabajar hacia una
política mediterránea más intensa por parte de la Unión Europea, que,
como SS. SS. saben, contempla construir, según nos vayamos aproximando a
finales de siglo, una zona de libre cambio de la Unión Europea con los
países del Mediterráneo. Esa perspectiva temporal tan importante, que la
Unión Europea ha adoptado en el último Consejo de Essen, podrá permitir
desbloquear algunos de los extremos que desgraciadamente quedan
bloqueados por una hipersensibilidad de Marruecos, a mi juicio, en cuanto
al sentido, al significado, a la relación privilegiada que el Reino de
Marruecos desea tener con la Unión Europea.

Con respecto a las relaciones bilaterales, quiero decirles que, desde el
punto de vista económico --el político ya lo he tratado--, las cosas
marchan bastante bien, por no decir muy bien. Se ha acordado ya el nuevo
tramo de ayuda financiera, que asciende, como saben SS. SS. y si no se lo
recuerdo, a 150.000 millones de pesetas, a razón de 30.000 millones al
año durante cinco años, de ellos 10.000 en condiciones FAD, y este nuevo
acuerdo, que fue fruto de la última reunión de alto nivel de Madrid, ya
está prácticamente pendiente de firmar y está todo preparado para que se
pueda poner en marcha.

Les diré que la balanza comercial está teniendo unos resultados
enormemente positivos. Los últimos datos que he podido obtener en estas
últimas horas nos permiten afirmar que estamos en niveles cercanos a los
existentes en 1988, con una cobertura a nuestro favor que supera el 170
por ciento con Marruecos. Estuvimos rondando del orden del 150 en el
período 1989-92 y lo más probable es que, para el año 1994, superemos esa
cifra y nos encontremos casi en las cifras de 1988, que se aproximaban al
170 por ciento. Les diré, una vez más, que estas cifras significan tanto
que Marruecos se ha convertido en el décimo cliente de España y el primer
o el segundo --según se pongan las cifras-- fuera de los países de la
OCDE. Por tanto, es una relación bien intensa la que tenemos con
Marruecos. Marruecos absorbe aproximadamente el 1,15 de las exportaciones
españolas y es el segundo socio comercial de España, después de Francia.

Yo creo que hemos afianzado de una manera muy sólida esa posición como
segundo proveedor y cliente de este país. Estos son los temas más
importantes.

Desde el punto de vista económico, les diré que los flujos de inversiones
están aumentando de manera muy significativa. El año 1993 ha presenciado
un impulso extraordinario de la inversión española, que ha superado ya
los 17.000 millones de pesetas, y se están poniendo en marcha también
empresas mixtas, en este momento hay más de doscientas empresas
hispano-marroquíes. Desde los puntos de vista económico, comercial,
etcétera, se pone de manifiesto la importancia que tienen unas relaciones
sólidas de España con este país amigo del otro lado del Mediterráneo.

España y Marruecos siempre tendrán en algunos momentos --como he dicho al
inicio de mi intervención-- focos de tensión. Algunos están en la mente
de todos y no hace falta ni tan siquiera recordarlos. Lo que tenemos que
intentar, a nuestro juicio, es mantener el valor medio de estas
relaciones, de la manera más fluida posible, desde el punto de vista
económico y político.

Les quiero decir que las iniciativas que España está tomando en los foros
internacionales europeos y más allá de los foros europeos, como puede ser
la OCDE, etcétera, para defender la importancia que tiene una sana y
responsable política mediterránea, de los países más prósperos creo que
está calando, ese tema están teniendo una aceptación por parte de todos
los países de la Unión Europea. Entiendo que debe ser también
interpretado de manera correcta y positiva por el Reino de Marruecos, lo
que debe traer consigo unas relaciones mejores, más estables, más
fructíferas y más positivas entre el Reino de España y el Reino de
Marruecos.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Rupérez.




El señor RUPEREZ RUBIO: He estado básicamente de acuerdo con la
planificación que hace y las intenciones que el Gobierno alberga. Con
respecto a las relaciones con Marruecos, empezaría por sus últimas
palabras, aquellas donde recuerda al Reino de Marruecos la necesidad de
tener en cuenta los esfuerzos y la dedicación de España a la mejora de
estas relaciones. Compartimos el diseño, por razones específicas, cara a
Marruecos; por razones generales, cara al Mediterráneo Occidental, al
Magreb. Creemos que la estabilidad marroquí es en gran parte nuestra
propia estabilidad, que la mejora en la prosperidad marroquí es también
parte de la mejora de nuestra propia prosperidad y, consiguientemente,
que todos los factores que contribuyen a la estabilidad marroquí, tanto
desde el punto de vista económico --la prosperidad de los marroquíes--,
como desde el punto de vista político --la progresiva democratización del
sistema marroquí--, ayudará a encontrar esos factores de estabilidad en
la vecindad y en todo el área.

Sin embargo, nos gustaría señalar el círculo de esas relaciones, porque
en el círculo de esas relaciones todos ganamos, los dos ganamos. Además,
hemos de tener en



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cuenta esas cifras espectaculares y en el fondo poco saludables, porque
el señor Ministro sabe que las balanzas comerciales demasiado
desequilibradas, al final, tienden a corregirse y no precisamente de
manera adecuada. En cualquier caso, es evidente que todos ganamos,
incluso alguno podría decir que España gana fundamentalmente.

En esa madeja intrincada de relaciones nos encontramos, por un lado, con
lo que son las relaciones puramente bilaterales, a las cuales me referiré
inmediatamente, que están, a su vez, directamente ligadas con las
relaciones multilaterales, en las cuales España participa a través de la
Unión Europea y que desembocan en algo urgentemente demandado por
Marruecos cual es el Tratado de asociación; Tratado de asociación que,
como el mismo Ministro narra, se ve también periódicamente sometido a los
vaivenes de algo que nos interesa, que es el acuerdo de pesca.

Por otra parte, Marruecos también es demandante, un aspecto al cual no se
ha referido el señor Ministro pero que está en nuestras relaciones
bilaterales, de una manera más o menos directa, que es el tema del Sáhara
y que sigue teniendo una pendencia, desgraciadamente, aplazada de nuevo.

Acabamos de tener la ocasión de leer el último informe del relator
especial sobre el tema del Sáhara y la verdad es que los datos no son
especialmente esperanzadores. Esa presencia repentina y brutal de más de
200.000 demandantes de cartas de naturaleza saharaui con el fin de
participar en el referéndum, anuncia cosas no especialmente positivas
para la misma celebración del referéndum y, sobre todo, para la solución
del conflicto. Claro que nosotros estamos interesados en la solución del
conflicto a efectos de la clarificación del tema desde el punto de vista
internacional y nacional. Claro que estamos interesados
--creo que los marroquíes lo saben suficientemente-- en una solución que
no suponga una desestabilización marroquí. Claro que otras partes en el
conflicto, directa o indirectamente implicadas, saben también que
nosotros no estamos interesados en desestabilizarles a ellos. Claro que
ellos saben que nuestra tendencia --ciertamente, la nuestra y
posiblemente también la del Gobierno-- sería buscar acuerdos previos al
mismo referéndum para que no se convirtiera en lo que ya es imposible que
se convierta, en un referéndum con disyuntivas prácticamente opuestas y,
consiguientemente, inaceptables por una de las partes. Pero ahí Marruecos
es demandante. No digo yo que tengamos la clave, en absoluto, del tema
del Sáhara, pero tenemos claves importante para solucionarlo en ese
contexto donde los intereses marroquíes no serían especialmente
desfavorecidos. No digo yo que no nos interese. La solución del tema del
Sáhara es importante porque es nuestra vecindad y, a pesar de todas las
cosas que se pueden decir sobre la colonización, el Sáhara es un terreno,
un territorio, una población que tiene herencia hispánica y eso lo
tendremos que tener en cuenta. En cualquier caso, es Marruecos el
demandante.

Llegamos al último punto del círculo de las relaciones, que es el tema de
Ceuta y Melilla. No digo que tengamos que someter, de una manera
mecánica, todos esos temas a lo que vaya pasando en cada uno de ellos,
pero es evidente --y ésa es una sensibilidad tanto política, como
popular-- que el Gobierno de Marruecos en las últimas instancias se ha
producido, con respecto a Ceuta y Melilla, de una manera que no es
especialmente congruente con las demandas que a España se realizan por
parte de Marruecos en los sectores a los cuales me he referido. Habría
que introducirlo desde ese punto de vista, en el sentido al que el señor
Ministro hacía referencia al final de sus palabras diciendo que habría
que recordar también a Marruecos cuál es el contenido global de los
intereses mutuos en ese tipo de relaciones.

Desde ese punto de vista --lo dijimos públicamente en su momento y lo
decimos ahora--, no nos parecieron especialmente oportunas las palabras
del señor Presidente del Gobierno admitiendo, por indirectamente que
fuera, la idea de la cédula de reflexión. Ese fue quizá un momento de
mala o de indebida reflexión, aunque sabemos por explicaciones
posteriores, tanto del Presidente del Gobierno como de usted mismo, que
no hay absolutamente ningún tipo de dubitación por parte del Gobierno
español con respecto a lo que son los términos constitucionales en los
cuales figuran Ceuta y Melilla en la soberanía nacional.

No nos hubiera parecido desproporcionado que a esa propuesta inaceptable
por parte de España de la cédula de reflexión hubiera respondido España
con una contraoferta, que sería participar en algo que Marruecos necesita
y que a nosotros también nos puede interesar por la situación de Ceuta y
Melilla, que es el desarrollo de la zona norte de Marruecos, el
desarrollo económico y social de la zona norte de Marruecos en la cual
podíamos participar con beneficio para los dos países y, además,
incidiendo en una de las situaciones más deprimidas que en este momento
se está produciendo en Marruecos.

Tengo que decirle, señor Ministro, que tampoco nos parecieron
especialmente oportunas sus propias explicaciones sobre Ceuta y Melilla,
porque cargar la responsabilidad de la aparición del tema a las presiones
que los partidos nacionalistas marroquíes pudieran hacer sobre el
Gobierno marroquí contemplando, al mismo tiempo, cómo el tema ha sido de
nuevo llevado directamente por el máximo responsable en aquel momento de
la política exterior marroquí al mismo foro de las Naciones Unidas, puede
producir una errónea impresión. O bien que estamos descontando la
importancia de lo que el Ministro de Asuntos Exteriores marroquí dice en
las Naciones Unidas --algarearlo pura y simplemente a aspectos
coyunturales en la vida política marroquí por parte de los partidos de la
oposición nacionalista--, o bien estamos dando a estos partidos
nacionalistas una influencia en la definición de la política exterior de
Marruecos que no se correspondería, según sus mismas palabras, con la
anterior.

Me parece que deberíamos no necesariamente hacer en cada hora, en cada
minuto, un tema de reinvindicación. Todos sabemos muy claramente qué es
lo que decimos y qué es lo que pensamos al respecto, pero al mismo tiempo
debemos también dejarles muy claramente presente a los marroquíes y a sus
autoridades que en ese conjunto de relaciones mutuamente beneficiosas la
insistencia en este tema ciertamente no favorece ni a sus intereses ni a
los nuestros, y que tratándose de un tema en donde está directamente



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contemplada la misma integridad soberana y territorial española en la
contexto de la Constitución, no podemos ni queremos permitirnos ningún
tipo de broma al respecto.

En ese conjunto, en donde unos obtienen más, otros obtienen menos, unos
realizan sacrificios, otros también los realizan, es evidente, señor
Ministro --y me imagino que en otros foros de esta misma Casa se le
preguntará con mucha insistencia por lo que pasa con todo el tema
hortofrutícola, que, como sabe el señor Ministro, es de una especial y
legítima sensibilidad para muchos sectores de la población española--,
que unos y otros comprendamos que en estas relaciones no se puede jugar
alegremente con sacar temas que son muy próximos a la sensibilidad
nacional, en este caso española. Por eso es por lo que habíamos traído
este tema, a efectos informativos, para saber cuál es el cuarto de hora
de esta situación, pero también para recordar colectivamente y en este
tono cosas que son importantes para los intereses de unos y de otros.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea hacer uso de la palabra?
(Pausa.)
El señor Espasa, por el Grupo Izquierda Unidad-Iniciativa per Catalunya,
tiene la palabra.




El señor ESPASA OLIVER: La descripción que nos ha hecho el señor Ministro
es comprensiva de los elementos fundamentales de nuestra doble relación
--la bilateral y la multilateral-- con Marruecos y de la enorme
complejidad dentro de un marco de entendimiento global positivo entre los
dos países. Es evidente, como él describía muy bien, que lo que a veces
puede beneficiar al conjunto de la Unión Europea, en el marco del futuro
tratado de asociación, nos puede crear problemas a nosotros con el tomate
y otros que podrían citarse, por el hecho de nuestra vecindad no sólo
geográfica, sino climática y de diversas producciones, fundamentalmente
agrícolas o pesqueras, respecto con Marruecos.

En líneas generales, la actuación exterior española respecto a Marruecos
en el plano de la bilateralidad y de Estado miembro de la Unión Europea,
básicamente es correcta y positiva. No tenemos nada que criticar u
objetar respecto a lo que se está haciendo si no fuera por el tema, para
nosotros más sensible, de nuestra reclamada presión para que el
contencioso del Sahara se resuelva en la línea que en esta Cámara, de
forma repetida o reiterada, se ha aprobado por unanimidad, en algunas
ocasiones a iniciativa de nuestro Grupo Parlamentario y, en otras, de
otros grupos. Hay, en definitiva, una posición muy clara, muy rotunda en
esta Cámara en el sentido de que España haga todo lo posible para
conseguir que el referéndum sobre la autodeterminación del pueblo
saharaui se pueda celebrar en las condiciones en las que fue entendido y
definido en el primer Plan de paz, el del anterior Secretario General de
Naciones Unidas, después heredado por el señor Butros Butros-Gali, a
pesar de que conocemos perfectamente las dificultades que atraviesa la
concreción de este Plan de paz, la concreción de la realización del
propio referéndum. Esta, digamos, subrepticia invasión de demandantes de
carta de nacionalidad es la muestra más palpable de que el proceso,
aunque bien diseñado en sus elementos generales, es de muy difícil
aplicación en su concreción práctica.

Yo creo que España, en la medida que fue potencia administradora de aquel
territorio, debería empeñarse más en recordarle a Marruecos sus
obligaciones ante España, pero también ante la comunidad internacional.

No se trata de dar lecciones a Marruecos desde la posición española, sino
de recordarle que esto es lo que aprobó la comunidad internacional, que
esto es lo que debería cumplirse y que, en la medida en que Marruecos
hace lo posible y lo imposible para no cumplir o desvirtuar esos
acuerdos, pierde fuerza ante la comunidad internacional y también ante
España en sus demandas, en sus reivindicaciones en el terreno de la
pesca, del Tratado de asociación, en los terrenos comerciales y también
en la posición marroquí sobre determinadas ciudades que la Constitución
Española contempla como integrantes de la soberanía española. Me estoy
refiriendo, naturalmente, a Ceuta y Melilla.

Nosotros deberíamos ser más activos en esta globalización de las
cuestiones. Sin menoscabo de lo que contempla y señala nuestra
Constitución incluso en este tema, todas las fuerzas políticas deberíamos
ser capaces de llegar a un consenso más elaborado sobre qué es lo que hoy
debe defenderse --para nosotros, los intereses de los españoles en Ceuta
y Melilla-- y en el caso de que la situación debiera evolucionar, en qué
marco debería contemplarse esta posible evolución. Si no hay un acuerdo
importante entre todas las fuerzas políticas españolas, éste se podría
convertir desgraciadamente en un problema para los propios españoles y
para el entendimiento entre las fuerzas políticas españolas. Creemos que
ahí hay poco avanzado. Es difícil avanzar en la concreción de esta
cuestión, no quiero llamarle problema. Hay unos puntos de partida
clarísimos: la Constitución, que todos acatamos, defendemos y queremos
robustecer, pero es evidente que no se puede ser ciego a lo que son otras
posiciones, que están además expresadas, y otras situaciones que en
aquella área están pendientes de solución, como, por ejemplo, Gibraltar.

Este es un paquete complejísimo, que debe contemplarse en su globalidad y
desde el acuerdo y el consenso de las fuerzas políticas. Utilizarlo entre
nosotros para agredirnos, más o menos de una forma fácil políticamente,
nos parece una falta de sensibilidad y una miopía política de la fuerza
que lo haga bastante digna de ser tenida en consideración y de ser
subrayada, a pesar del peligro que pueda suponer el que esto conlleve la
petición de nuevas alusiones.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Mixto, tiene la palabra el señor
Chiquillo.




El señor CHIQUILLO BARBER: En primer lugar, quiero mostrar mi
preocupación junto con otros compañeros referente al futuro de los
problemas del Sahara y nuestra posición firme de no estar sometidos a
ningún tipo de duda o cuestión referente a la españolidad de Ceuta y
Melilla, que no debe cuestionarse.

En el tema político voy a dejar un poco de lado estas cuestiones de
territorialidad y me voy a centrar más en las



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cuestiones agrícolas que preocupan y mucho, tanto en la vertiente de las
relaciones España-Marruecos, como en las relativas a la Unión
Europea-Marruecos.

Como usted bien ha comentado, en la Comisión Europea, a lo largo de 1994
se ha elaborado y ya se ha presentado un ambicioso documento sobre el
futuro de las relaciones de la Unión Europea con el Mediterráneo, en el
que se propone la idea de una asociación euromediterránea. Esta
asociación comprende la creación de una zona euromediterránea de
estabilidad política y de seguridad, y la creación de un espacio
económico euromediterráneo que contemple la consecución a largo plazo de
una zona de libre cambio y comercio, así como el incremento de la
cooperación y los recursos necesarios para ello.

Estas noticias que llegan como llegan de España y a los sectores
directamente implicados sin ninguna duda han levantado la preocupación y
la sospecha generalizada por parte de algunos sectores --en particular,
el agrícola, asociaciones profesionales agrarias-- de que Marruecos
intenta obtener en las negociaciones que mantiene con la Unión Europea
contraprestaciones para el mercado hortofrutícola a cambio de los acuerdo
pesqueros. Esto ha puesto en alerta a estos sectores agrarios que temen,
una vez más, que los productos agrícolas españoles vuelvan a ser
sacrificados y perjudicados.

Unión Valenciana comprende y apoya que la solidaridad debe extenderse
hacia estos países de la cuenca mediterránea, como Marruecos, que lo
requieren. Comprende estos motivos de solidaridad que mueven a la Unión
Europea a ayudar económicamente a una sociedad que, entre comillas, sigue
anclada en un sistema prácticamente feudal, pero lamenta y no está
dispuesta, y así lo recoge del sentir mayoritario de los sectores
agrarios españoles, a que se lleve a cabo esta solidaridad poniendo en
peligro el futuro de la agricultura española y en concreto de algunos
productos agrícolas de especial importancia para comunidades como la
valenciana, la murciana, la andaluza o la canaria.

Hemos asistido a los acuerdo alcanzados por los ministros de Asuntos
Exteriores de la Unión Europea sobre la negociación con Marruecos
relativa a exportaciones de tomate. También hay cierto temor respecto a
productos hortofrutícolas, como cítricos y otras frutas y verduras. Por
tanto, lo que pide el campo español --y Unión Valenciana de alguna manera
sí quiere advertir, como ya se dijo al Ministro de Agricultura-- al
Ministro de Asuntos Exteriores que esté ojo avizor en las negociaciones
con Marruecos y que de ninguna de las maneras los productos
hortofrutícolas españoles puedan ser perjudicados en este tira y afloja,
en esta negociación con las autoridades de Marruecos. Por consiguiente,
no podemos permitir que la agricultura española sea moneda de cambio en
las ayudas, concesiones u otras componendas que la Unión Europea tenga
que realizar con Marruecos en un futuro. Por tanto, le solicito especial
sensibilidad y que tenga firmeza en la defensa de los intereses de la
agricultura española, por cuanto son de vital importancia para miles y
miles de ciudadanos del Estado español.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor De
Puig.




El señor DE PUIG I OLIVE: El señor Ministro ha contestado cumplidamente,
me parece a mí, a la comparecencia solicitada, y no voy a entrar en los
detalles ni a añadir demasiadas cosas a cuanto nos ha relatado. Como
Grupo que apoya al Gobierno debemos destacar, en primer lugar, la
normalidad de las relaciones bilaterales, el buen funcionamiento del
tratado de amistad y el éxito de las negociaciones económicas y del
tratado de amistad que se han puesto de relieve en la intervención que
acabamos de escuchar y que da cuenta de la rentabilidad de los acuerdos
económicos, de los intercambios económicos con Marruecos con los datos
que nos ha dado el señor Ministro. No se trata sólo de intercambios de
importancia económica, sino muy positivos para España, lo cual puede
deshacer cualquier confusión o prevención mental que pudiera haber
respecto a si el Gobierno defiende o no la causa de la economía española
en su relación con Marruecos y con otros países.

En segundo lugar, quisiera hacer una breve mención a la importancia que
nosotros acordamos dar al papel que juega España en relación al proceso
de asociación de Marruecos con Europa. Naturalmente nosotros no sólo
somos interlocutores privilegiados por estar donde estamos, porque el
resto de la Comunidad Europea nos da esta categoría, sino porque somos
los más interesados en que los acuerdos de asociación satisfagan a todas
las partes, en primer lugar porque seguramente el país más afectado por
estos acuerdos es España, y vamos a intentar, por razones obvias, que nos
vayan bien, pura y simplemente que favorezcan nuestra posición económica
de interlocutores privilegiados entre la Comunidad y Marruecos.

Por otra parte, haciendo alusión a cuanto el señor Ministro ha señalado
sobre el Mediterráneo y la asociación de varios países mediterráneos con
la Unión Europea, he de señalar también el papel de liderazgo que en
alguna medida queremos tener en lo que va a ser todo el proceso de
construcción de la cooperación en el Mediterráneo. En este sentido,
pienso que si la presidencia alemana no puede, durante su mandato,
terminar con los acuerdos, quizá la conferencia anunciada en Barcelona
sobre el Mediterráneo, presidida por España, pueda culminar todo el
proceso de acuerdos con estos países mediterráneos. Es evidente que ahí
también tenemos un papel a jugar, y me congratula que el señor Ministro
haya señalado el interés de nuestro Gobierno por trabajar en profundidad
en este campo.

En la cuestión bilateral, que ha sido señalada por el señor Ministro y
por alguno de los intervinientes, sólo quisiera decir lo siguiente. Por
lo que se refiere al Sahara o al proceso de democratización interna de
Marruecos, creo que debemos seguir haciendo lo que hemos hecho hasta
ahora: con prudencia pero con firmeza mantener unas posiciones que nos
han otorgado ese papel de interlocutor privilegiado, no sólo para la
comunidad internacional, que tiene muy en cuenta lo que dice España en
este sentido, sino para Marruecos, que sabe que España es su mejor
interlocutor para tratar estos temas. En este caso tenemos que seguir en
la línea marcada hasta hoy.

Finalmente, señor Presidente, sólo una frase en relación a Ceuta y
Melilla. A mí me parece especialmente desgraciado



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que se siga hablando de Ceuta y Melilla como si fuera una cuestión
planteada. No hay cuestión planteada en relación con la soberanía de
Ceuta y Melilla; no la ha habido. La mejor respuesta a toda duda, si es
que alguien pudiera tenerla, es lo que vamos a hacer mañana en el
Congreso de los Diputados, que es discutir y aprobar los estatutos de
autonomía de Ceuta y Melilla. A mí me parece especialmente desgraciado
que desde diversos sectores se esté insinuando, se esté atizando, se esté
hablando, porque parece que se le quiere recordar a Marruecos que alguien
en España está dispuesto a replantear nada y, como esto es absolutamente
falso, no tiene ningún sentido. Como digo, me parece especialmente
desagradable que se siga por una vía que es inútil y que, además, no
puede afectar a la credibilidad del Gobierno en esta cuestión ni va a
hacer variar, en absoluto, nuestra política.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Seré muy
breve, porque las reflexiones de los distintos portavoces, aparte de ser
en términos generales constructivas, han reiterado prácticamente los
mismos temas. Empezaré por el Diputado señor Rupérez.

Me alegro del reconocimiento, que por otra parte es obvio, de que la
estabilidad de Marruecos es importante para todos y muy especialmente
para nosotros. Es verdad que las relaciones de España con Marruecos no se
pueden analizar desde un punto de vista parcializado. Es mejor --como S.

S. dice y yo comparto-- tratar de ver el rendimiento global de esta
relación, que tiene un buen número de vectores que no siempre van todos
en la misma dirección. Lo importante es la resultante de toda esta suma
de vectores, que a veces son muy complejos.

Sobre la pesca, es verdad que el tratado de asociación de pesca, que es
con Europa --Europa-Marruecos--, tiene una repercusión importante en
España porque somos la flota más significativa que faena en esas aguas.

Sobre el Sahara no tengo información pertinente que darle en este
momento, la tendré dentro de pocos días y con sumo gusto la trasladaré a
SS. SS., porque es verdad que tras la visita que ha hecho a la región el
Secretario General tendremos oportunidad de hacer, con un poco más de
precisión, la evaluación del viaje y de las propuestas que entiendo que,
antes de hacerlas públicas, tendremos ocasión de intercambiar algunos
puntos de vista con el propio Secretario General de Naciones Unidas.

Sobre las declaraciones en relación con Ceuta y Melilla, a las que S. S.

ha dado un calificativo que no voy a repetir, en el fondo, lo que tienen
en su literalidad es algo que S. S. ha hecho suyo. En las declaraciones
del Presidente del Gobierno y mías posteriormente se trata de poner de
manifiesto el deseo de participar en el desarrollo de la zona norte de
Marruecos, que es lo mismo que S. S. ha hecho. Se puede tener esa
participación, y es bueno para nosotros tenerla en un doble plano:
bilateralmente --lo que yo creo que es bueno--, y desde el punto de vista
de la Unión Europea. Como sabe, también hemos apoyado en la Unión Europea
iniciativas de desarrollo regional de la zona norte, algunas creo que
prometedoras que ya han dado frutos, y otras que todavía están en el
camino de darlos. Por tanto, en este punto, independientemente de la
formulación literal que le haya podido gustar más o menos a S. S., el
fondo de la cuestión es el mismo al que ha hecho referencia desde una
perspectiva positiva y deseable.

Una palabra sobre la globalidad de las relaciones. He dicho en muchas
ocasiones y tengo que volver a decir hoy que en la globalidad de las
relaciones con Marruecos una parte muy importante son los temas
comerciales, y tenemos que darnos cuenta de que algo sobre ello tendremos
que hacer por nuestra parte. Es imposible seguir pensando que en las
relaciones comerciales con países del Magreb, como Marruecos, que tienen
una prosperidad relativa desgraciadamente bastante inferior a la nuestra,
no vamos a tratar de hacer un esfuerzo para que la ayuda real que se les
pueda dar, más allá de las plataformas del 0,7 por ciento, tienen que
encaminarse en esa dirección. No me canso de decirlo. Es una reflexión
que nos tendríamos que hacer y que cuando conteste al representante del
Grupo Mixto la haré con mayor detenimiento. Esto es algo que un Congreso
de los Diputados debe plantearse abiertamente, con honestidad, viendo
cuáles son las implicaciones que tiene para la ayuda a otros países y
para algunos sectores de nuestra propia economía, y si estamos dispuestos
o no a hacerlo.

Por último, haré mías las palabras de don Javier Rupérez y no hablaré más
de Ceuta y Melilla porque entiendo, como él ha dicho, que no debemos
hacer cada minuto una hora de reivindicación. No quiero contribuir ni un
solo segundo a ello y por tanto me callaré.

Al Diputado señor Espasa, en representación de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, le diré que sobre el Sahara no insisto más porque
contestando al Diputado señor Rupérez he dicho lo que puedo decir en este
momento de novedoso, aunque puedo volver a pensar otra vez en el ayer y
repetir argumentos.

Sobre Ceuta y Melilla tampoco quiero contribuir a generar dificultades,
pero sí le rogaría que pensara un poco
S. S. sobre algunos debates y algunas resoluciones que en horas no muy
lejanas se han producido. Su señoría ha apelado al consenso sobre temas
importantes sobre los que estamos hablando esta mañana. A veces es muy
difícil construir los consensos una vez que las posiciones se han
expresado con algún dramatismo que contribuye poco a que se pueda
encontrar ese consenso. Sé del sentido común de S. S. y por tanto no
insisto. Me gustaría que el sentido común de S. S., como la termodinámica
permite, se extendiera a norte, sur, este y oeste de la organización a la
que pertenece. Quiero decirle que al sentido común no se le puede aplicar
el segundo principio de la termodinámica. Cuando se distribuye el sentido
común no se degrada; se puede mantener el mismo aunque se comparta con
más gente.

Respecto a la intervención del Diputado de la Unión Valenciana, sobre
Sahara, Ceuta y Melilla no hablo más, pero le he de decir que sobre la
política agrícola mediterránea S. S. no debería asustarse, al contrario.

Me parece que



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hace bien, no por ser valenciano sino por tener la edad que tiene, en
preocuparse por el futuro, pero hay algo que roza la contradicción en sus
afirmaciones. Su señoría ha hecho una afirmación, no diría yo que a bombo
y platillo, pero con corneta y pequeño tamboril, sobre el concepto de la
solidaridad. Ha dicho que hay que ser solidarios con los países como
Marruecos. Pero al minuto siguiente ha dicho lo contrario: Solidaridad
sí, pero que no nos toquen en Valencia nada que tenga que ver con la
agricultura. No voy a hacer una gran reflexión conceptual ni teórica
sobre ello. Me limitaré a tomar el Diccionario de la Real Academia y
buscar la palabra solidaridad. Le ruego que la lea. De acuerdo con el
Diccionario de la Real Academia --no le leo la primera acepción, sino la
segunda, que coincide con la primera del diccionario de María Moliner--
dice lo siguiente: Solidaridad es posponer el interés de uno para
promocionar y promover el interés de otro. Señoría, sus palabras son
contradictorias con la definición del término solidaridad, lo cual no
quiere decir que le esté pidiendo que abandone la defensa de todos sus
intereses en pro de otros, pero quizá debería considerar alguno. Yo le
ruego que mire la balanza de exportaciones de este año, que seguramente
conoce, pero le pido que coja algunos productos. Coja usted, por ejemplo,
dentro de los cítricos, a los que S. S. ha aludido, la clementina, y verá
lo que han supuesto las exportaciones de clementinas a lo largo de los
años 1993 y 1994. He tenido ocasión de visitar en su tierra tan querida,
en Valencia, uno de los centros de investigación agrícola más importantes
que hay en España, no sé si S. S. lo ha visitado pero, si no lo ha hecho,
le ruego que lo haga para que vea las nuevas especies tan extraordinarias
de clementinas que se están produciendo y que están barriendo en el
mercado europeo. La clementina, como S. S. sabe muy bien, es una fruta
cítrica que tiene una característica fundamental y es que no tiene
pepita, por tanto, se come con una gran facilidad y se pela
magníficamente. Yo he tenido la satisfacción de ver en Essen a los
líderes europeos, todos ellos, comiendo clementinas valencianas con gran
fruición e intensidad. (Risas.) Por tanto, le ruego que también contemple
esos nuevos flujos comerciales muy significativos y muy importantes.

Sobre el tomate --sé que S. S. tiene menos interés por el tomate que por
la clementina y por la mandarina-- le diré dos palabras. Hasta este año,
en el que se ha ratificado el GATT, desde el mes de enero hasta el último
día del mes de marzo, los productos que se producían en España con el
tomate entraban en la Unión Europea sin arancel alguno, como sabe S. S.;
hasta ese momento coincidían con la producción marroquí. Tras la
ratificación del GATT existe la posibilidad, en ese período de tiempo que
va desde diciembre hasta el 31 de marzo, de poner un arancel. El juego
está ahora en que sea un arancel de 900 mecus, o bajarlo quizá a 600 ó
650 mecus para ese período de tiempo. Si usted observa las corrientes de
exportación (en este caso del tomate, por no hablar de la clementina) de
los últimos años, yo creo que podrá comprobar que hemos ido ganando cotas
de mercado en Europa a lo largo de todos los tiempos.

Yo, que soy un gran defensor de la agricultura española, faltaría más,
porque aunque soy de asfalto soy un gran enamorado de la agricultura
española y de los cítricos en concreto, lo que sí les pediría es que, por
la defensa que tenemos que hacer de los intereses de nuestros
agricultores, tuviéramos en alguna ocasión un debate desprovistos del
sombrero que todos nos ponemos en cada momento. Ahora estamos todos con
la cabeza descubierta, pero hay días en los que nos ponemos sombrero. Su
señoría tiene que defender, por definición, los intereses de Valencia
porque representa a Valencia, pero en algún momento deberíamos
intercambiar opiniones desprovistos de ese corsé en el que a veces nos
enfundamos, porque seguramente encontraríamos fórmulas más imaginativas
que permitieran mantener los flujos comerciales en todos los productos
agrícolas de España hacia Europa y permitir también echar una mano a
algunos de los países que lo necesitan, a la parte sur de nuestra
frontera. De no ser así, nos encontraremos ante una situación, a mi
juicio, insostenible a medio plazo. Es imposible pensar que Europa va a
vivir en una isla de una prosperidad relativamente grande, rodeados de un
mar de pobreza. Eso es absolutamente impensable e insostenible.

Yo soy un acérrimo defensor de todo tipo de plataformas, acampen o no
acampen, de plataformas que estén ligadas a números como 0,7, 0,5, 0,35 ó
0,4, pero le quiero decir que todo eso es muy poquito comparado con lo
que podríamos hacer los países que tenemos una prosperidad relativa mayor
para ayudar a los que tienen menos en materias comerciales. Este es un
debate que tenemos que hacer; es el debate de la generosidad, es el
debate de la solidaridad y, más allá de las palabras, es un debate real.

A mí me gustaría mucho llevar al ánimo de SS. SS. el que hiciéramos algún
día una reflexión sobre estas cuestiones conceptualmente y con datos
sobre la mesa, puesto que creo que se pueden compaginar las ideas que
cada uno defendemos con una realidad que puede ser positiva globalmente
para la suma de los intereses que todos defendemos que, al fin y al cabo,
son los intereses de España, pero de una España no alicorta, sino de una
España que quiere ser una potencia importante hoy, mañana, pasado y al
otro, y que no quiere tener dificultades después con relación a los
productos industriales o agrícolas que, en un momento dado de su
historia, tiene como mayoritarios.

Al Diputado señor Puig he de decirle que estoy totalmente de acuerdo con
lo que S. S. ha dicho con respecto a la globalidad de las relaciones,
pero sí me gustaría decir algo que desgraciadamente no ha salido a
colación en la mañana de hoy pero que creo que sería bueno que tomáramos
conciencia de ello, y es lo que está ocurriendo en Casablanca ayer y hoy.

Yo creo que es una reunión extremadamente importante y las noticias que
llegan de la reunión de Casablanca son muy positivas en relación con
todos los temas relativos al mundo islámico. Todo eso también tendrá sus
consecuencias, desde el punto de vista económico. Si el momento es
oportuno o más adelante, si queda tiempo, sí me gustaría hacer algunas
reflexiones sobre lo que está sucediendo en Casablanca en estos días y
las consecuencias que pueden tener son muy positivas a medio plazo.




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El señor PRESIDENTE: Efectivamente, los puntos que el señor Ministro ha
tocado en esta respuesta son todos ellos muy importantes y seguramente
tendríamos que alcanzar acuerdos para llevar a cabo debates sobre estos
temas.




--SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE HAN RODEADO EL ASESINATO DE DOS RELIGIOSAS
ESPAÑOLAS EN ARGEL, DE LAS MEDIDAS PREVISTAS EN RELACION CON LOS SUBDITOS
ESPAÑOLES QUE RESIDEN EN ARGELIA, ASI COMO DE LA EVOLUCION DE LA
SITUACION ARGELINA Y SU INFLUENCIA SOBRE LAS RELACIONES BILATERALES ENTRE
ESPAÑA Y ARGELIA Y SOBRE LOS INTERESES DE NUESTRO PAIS EN TODO EL AREA. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de
expediente 213/000460.)



El señor PRESIDENTE: Vamos a pasar al siguiente punto del orden del día,
que está conectado con el anterior. Es la solicitud de comparecencia,
presentada por el Grupo Popular, para informar sobre las circunstancias
que han rodeado el asesinato de dos religiosas españolas en Argel, de las
medidas previstas en relación con los súbditos españoles que residen en
Argelia, así como la evolución de la situación argelina y su influencia
sobre las relaciones bilaterales entre España y Argelia y sobre los
intereses de nuestro país en todo el área. Siguiendo el hábito, en la
sesión de hoy, le doy la palabra al señor Ministro para que inicie la
comparecencia.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con sumo
gusto se la cedo al señor Milián, que estará más descansado y hablará con
mayor brillantez en la primera intervención.




El señor MILIAN MESTRE: Lo de brillantez lo remito a la experiencia...




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Perdón, señor
Presidente, no soy yo el que concede la palabra.




El señor PRESIDENTE: Exactamente. Si usted quiere introducir el debate,
tiene derecho a hacerlo, aunque desde el punto de vista reglamentario no
es así. Lo que ocurre es que en esta Comisión se había instalado el
hábito de que el que solicita la comparecencia la introduce. Hasta ahora,
el señor Rupérez no ha ejercido este derecho digamos adquirido, pero si
usted quiere puede hacerlo.




El señor MILIAN MESTRE: El único problema es el reloj. Por eso creo que
si hago la introducción del debate probablemente concretaremos mucho más
las cuestiones y, en consecuencia, será más breve la comparecencia,
entiendo yo.




El señor PRESIDENTE: Creo que es más económico, desde el punto de vista
temporal, que el señor Ministro iniciase la comparecencia y después
interviniese usted.




El señor MILIAN MESTRE: Como quiera, me da igual.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con sumo
gusto, trataré de hacerlo con la mayor brevedad.

La comparecencia tiene, a mi juicio, varias partes: las circunstancias
que han rodeado el asesinato de dos religiosas españolas en Argel, las
medidas que el Gobierno piensa tomar o está tomado con respecto a los
súbditos españoles que todavía residen en Argelia y las perspectivas de
evolución futura en relación con Argelia y también las relaciones
bilaterales. Me ceñiré a las cuatro cuestiones que plantea y, como digo,
trataré de hacerlo con la máxima brevedad.

Las circunstancias que han rodeado el asesinato de las religiosas son
bien conocidas, desgraciadamente, por SS. SS. Las hermanas Esther y
Caridad, de la Orden de las Agustinas Misioneras, como saben SS. SS., se
dirigían a misa a pie desde su vivienda, en el barrio de Bad el Oved, el
domingo 22 de octubre y fueron asesinadas. A instancias de la madre
provincial, que antes de regresar a España quería despedirse de ellas,
eran las primeras que llegaban a la iglesia. En ese momento fueron
atacadas por dos terroristas armados, que hicieron cuatro disparos. Según
las investigaciones posteriores de la policía argelina, los asesinatos no
tenían el propósito específico de atentar contra súbditos españoles. Fue
únicamente el hecho de haber llegado las primeras a la iglesia en ese día
lo que convirtió desgraciadamente en víctimas a las dos monjas españolas.

La hermana Esther murió en el acto y la hermana Caridad quedó gravemente
herida con un proyectil alojado en la cabeza. Momentos después llegó al
lugar del asesinato un segundo grupo de religiosas. La policía, para
intentar salvar la vida de la hermana Caridad, la trasladó al mejor
hospital de Argel, el Hospital Militar de Ain Naya, al que acudió
inmediatamente el Embajador de España, acompañado de algunos
colaboradores. Desgraciadamente, los intentos para salvar su vida fueron
infructuosos y, de acuerdo con los deseos de los familiares de ambas
religiosas, se realizó al día siguiente, con la máxima celeridad, la
repatriación de los cadáveres a España. Como saben SS. SS., el Gobierno
les rindió honores a su llegada a Madrid, y no solamente el Gobierno sino
el conjunto de la sociedad española. Desde el primer momento la Embajada
de España en Argel prestó todos los apoyos a las religiosas de la orden a
la que pertenecían las asesinadas y facilitó toda la ayuda a que su
alcance estaba para tratar de hacer esos momentos tan dolorosos quizá más
llevaderos.

Poco más les puedo decir sobre los acontecimientos que rodearon este
asesinato. Hicimos todas las protestas que correspondían hacer y
obtuvimos, desgraciadamente, las



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explicaciones que son tan naturales por parte del Gobierno argelino,
incapaz de evitar que estos asesinatos se produjeran en ese momento.

La segunda cuestión de la comparecencia trata de las medidas que el
Gobierno español toma o piensa tomar con respecto a los súbditos
españoles que todavía residen en Argelia. Como SS. SS. saben, el 12 de
mayo informó ya en esta misma Comisión el señor Subsecretario del
Ministerio. El Gobierno español sigue preocupado por la seguridad de
nuestros conciudadanos en Argelia, y por ello ha realizado todos los
llamamientos que SS. SS. conocen para recomendar a los españoles
residentes en aquel país que lo abandonen y para desaconsejar todo tipo
de viaje a Argelia que no sea absolutamente indispensable. Es verdad,
señorías, que no puedo ocultar que siento una enorme admiración por estas
personas que hacen entrega generosa, incluso de sus vidas, y que trabajan
allí con enorme riesgo, pero también que la responsabilidad del puesto
que ocupo me obliga a volver a hacer el llamamiento que ya hice en su
día.

Les diré también que la Embajada de España en Argel aplica, como SS. SS.

saben y el señor Subsecretario explicó en esta Comisión, un plan global
para garantizar la seguridad de los españoles que trabajan en la Embajada
de Argelia, que fue aprobado el pasado mes de septiembre. Existe también
un plan de concentración de españoles en la Embajada y en el Consulado de
Orán para casos de máxima gravedad, coordinado por el Gabinete de crisis
de la Presidencia del Gobierno, en el que quedan integradas las embajadas
y los ciudadanos iberoamericanos y de los países de la Unión Europea que
lo soliciten. Por tanto, no solamente atendemos a nuestros conciudadanos
sino que abrimos estos planes para los iberoamericanos y ciudadanos de la
Unión Europea que estimen necesario hacer uso de ellos. El plan de
evacuación se está elaborando y está ya prácticamente ultimado con el
Estado Mayor de la Defensa. La Embajada cuenta con sistemas de
comunicación, vía satélite, con los servicios centrales de la
Administración española, que pueden asegurar en cualquier momento el
enlace, con independencia de las circunstancias de Argelia. Desde la
sección consular de la Embajada y desde el consulado en Orán se mantienen
contactos periódicos, escritos y orales, con todos los españoles
residentes y se siguen impartiendo todas las iniciativas, las
sugerencias, los consejos prácticos para situaciones de crisis. No
existen límites para las exigencias de seguridad, lo saben bien SS. SS.,
y ello quizá es más verdad aún en la situación actual de Argelia.

Tratamos de llegar al límite de nuestras posibilidades, pero ciertamente
son limitadas.

Paso a la tercera cuestión de la comparecencia: Evolución futura y la
probable situación de Argelia. No es fácil, señor Presidente, predecir
con exactitud el rumbo de los acontecimientos en Argelia. Este país,
vecino y amigo, atraviesa por una crisis multidimensional en la que
inciden por igual problemas de carácter político y de índole económica y
social. A nuestro juicio, incumbe al pueblo argelino y a sus dirigentes
la búsqueda de las mejores maneras de abordar eventualmente y de resolver
pacíficamente estos problemas. Sin embargo, España y la Unión Europea,
los países con los que Argelia mantiene las relaciones más intensas,
pueden y deben ayudar, en la medida de sus posibilidades, a este
esfuerzo. Me parece que el futuro argelino puede depender de cuatro
variables, a mi juicio todas igualmente importantes. En primer lugar, de
la puesta en marcha y eficacia de las reformas en el terreno económico.

Es conocido el modelo de planificación central e industrialización
pesada, inspirado en el de la Unión Soviética, que entró en crisis de
forma definitiva a mediados de los años ochenta, y las reformas de
carácter liberalizador emprendidas desde entonces no han tenido, a
nuestro juicio, el ritmo deseado. A partir de 1994, Argelia ha puesto en
marcha un programa con el apoyo del Fondo Monetario, ha renegociado su
deuda exterior y puede decirse que, a partir de ese momento, se han dado
pasos sustanciales realmente positivos en las reformas de carácter
económico. Espero y confío en que esa tónica se mantenga y que Argelia
pueda entrar pronto en una dinámica de crecimiento económico. Les puedo
decir que los últimos datos proporcionados por el Fondo Monetario
Internacional, de hace pocas fechas, en relación con la economía son
esperanzadores en cuanto a la tasa de crecimiento global de la economía
argelina.

En segundo lugar, la mejoría de la situación de Argelia pasa por un
tratamiento adecuado de lo que pudiéramos denominar problema social. La
crisis económica, una demografía galopante, el éxodo rural, desordenado y
masivo hacia los núcleos urbanos, han provocado la reducción de los
niveles de vida de la población y han agravado el paro y, de una manera
muy especial, desgraciadamente, el paro juvenil y, por tanto, los
problemas de vivienda y de educación.

En tercer lugar, en el ámbito que pudiéramos llamar más de carácter
cultural, la sociedad argelina se ve inmersa en la recuperación de su
propia identidad. Requeriría, por tanto, que se conciliaran los deseos de
la mayoría de la población de preservar la rica herencia del Islam y, al
mismo tiempo, que se propiciara una reinserción de Argelia en el mundo
moderno, en el mundo actual. El éxito o fracaso en esta empresa tendrá,
sin duda, consecuencias muy importantes para el futuro del país.

Y en cuarto lugar, señor Presidente, hemos de atender a la variable
estrictamente política, que quizá sea la más importante. El futuro de
Argelia está en buena medida determinado por la capacidad que tengan los
principales actores políticos y el pueblo en su conjunto para decidir y
para guiarse por un sistema político institucional que garantice
adecuadamente las bases de la convivencia pacífica entre sus ciudadanos.

El descontento creciente de la población argelina con el Gobierno
autoritario que está vigente desde la independencia creo que se puso
claramente de manifiesto en las elecciones de 1988. A partir de esa
fecha, las autoridades argelinas reconocieron la necesidad de dotar al
Estado argelino de una nueva legitimidad e iniciaron un proceso de
reformas políticas y económicas.

Durante el trienio 1989/1992 quizá asistimos con una cierta esperanza a
ese proceso, que trajo consigo las primeras reformas liberalizadoras de
la economía y la ampliación del escenario político, en el que irrumpieron
nuevos actores junto al histórico Frente de Liberación Nacional,



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entre otros diversos partidos de corte modernista y en el campo
islamista, el FIS, y otros grupos. No necesito describir a SS. SS. los
hechos que culminaron en la dimisión del Presidente Benyedid, a
principios de 1992, a partir de cuyo momento la dinámica política comenzó
a empañarse de una manera desgraciada por la violencia.

Apuntados de esta forma los distintos factores que inciden en la crisis
argelina que, como he dicho antes, son de gran complejidad, se impone
cierta prudencia a la hora de predecir con exactitud el curso que van a
tener los acontecimientos. El Ministerio de Asuntos Exteriores, y de modo
general el Gobierno, trata de hacer una lectura serena, siempre que sea
posible, de la situación y llevar a cabo acciones en todas las
direcciones que puedan cooperar a la estabilidad de Argelia. La magnitud
de los intereses españoles que están en juego, pero también del conjunto
de la Unión Europea, aconseja, a nuestro juicio, mantener esta actitud.

Junto a nuestros socios europeos, España intenta ayudar a la superación
de los desafíos, desafíos plurales, como he dicho, que se presentan en
Argelia: desde el punto de vista del ámbito político, la paz civil, la
convivencia, el desarrollo económico de la sociedad argelina que todos
deseamos, por la ampliación de los espacios de libertad y el
perfeccionamiento de los mecanismos de legitimación democrática.

En cuanto a la estabilidad socioeconómica, España ha apoyado el proceso
de reformas económicas emprendidas por el régimen de Argel en apoyo de
los debates que tuvo con el Fondo Monetario Internacional, algunos de
ellos aquí, y en la Unión Europea; ha negociado con España en el mes de
octubre la refinanciación de la deuda, por un importe que se aproxima a
los 700 millones de dólares, que están renegociados, y en la actualidad
el Gobierno está dispuesto a estudiar un nuevo esquema financiero. Le
diré que mientras las exportaciones españolas, en general, hacia Argelia
siguen siendo muy activas, la tasa de cobertura de nuestra balanza ha
mejorado sustancialmente en los últimos años y, por vez primera en mucho
tiempo, el período enero/septiembre de este año 1994 arroja ya un saldo
favorable. Insisto en que, en contraposición con Marruecos, somos
importadores importantes de productos energéticos. Llegar a una situación
comercial equilibrada con un país que es exportador de productos
petrolíferos supone un esfuerzo exportador por nuestra parte
extraordinario. España ha afianzado su posición como tercer proveedor y
quinto cliente de Argelia, mientras que Argelia es nuestro primer cliente
fuera de los países de la OCDE, en competencia con Marruecos. Para que se
hagan una idea, los intercambios comerciales, aproximadamente, al año, en
ambos sentidos, alcanzan los 100.000 millones de pesetas, es decir,
tenemos tasas muy importantes de intercambios comerciales. Lógicamente,
merece una especial mención para nuestro país el proyecto tan ambicioso
que se realiza en las dos riberas del Mediterráneo: el gasoducto que
unirá al Magreb con Europa. Las obras, como saben, del tramo argelino
marchan a buen ritmo y todo parece indicar que entrará en funcionamiento
en el plazo previsto.

¿Podrán todas estas cuestiones que he descrito --sería la cuarta pregunta
que debiéramos formularnos en la propuesta de presentación de este
informe-- afectar a los intereses españoles en toda el área? Yo creo que
de todo lo que he dicho se desprende que los intereses de España en
Argelia no son coyunturales, sino intereses permanentes. Su preservación
se sitúa, por tanto, por encima de posibles avatares políticos
coyunturales, por graves que éstos puedan parecer. Somos países vecinos,
somos países muy interdependientes, ligados por muchos vínculos y cuya
potenciación debe contribuir no sólo a la estabilidad de ese país, sino
--lo que es igualmente importante-- a la estabilidad del Magreb en su
conjunto y a la estabilidad de la zona. En ese escenario de
interdependencia creciente en el Mediterráneo, yo creo que se hace
necesario, incluso inevitable, el mantenimiento de este compromiso por
parte de España en favor del desarrollo político, económico y social de
este Magreb querido para nosotros al que no podemos dar la espalda.

La última información, señoría, que le puedo dar viene de la recientísima
reunión que hace menos de una semana he tenido otra vez con el Ministro
de Asuntos Exteriores de Argelia en Budapest, con motivo de la
Conferencia de Seguridad, y de las dos reflexiones que podría compartir
con S. S. --sin hacer valoración alguna de las mismas, solamente se las
transmito porque fue la información que me dio--, la primera tiene que
ver con las iniciativas de carácter político: el Gobierno de Argelia, a
partir del 1 de enero, va a concentrar todo su esfuerzo fundamentalmente
en las futuras elecciones presidenciales de 1995, y a ese efecto va a
intentar poner en marcha, si fuera posible, algunos elementos de diálogo
con otras formaciones políticas o grupos, pero le insisto en que con la
mirada puesta en que a lo largo de 1995 tengan lugar las elecciones
presidenciales, a las cuales el Presidente Zerual, como S. S. sabe, ha
dicho ya que no será candidato.

La segunda reflexión que me transmitió --con la misma franqueza con que
me la transmitió se la transmito a SS. SS.-- fue un cierto desencanto,
una cierta queja por la reunión que tuvo lugar en Italia no hace muchas
fechas con los distintos grupos de la llamada oposición de Argelia. No
hago una valoración sobre el tema, pero les transmito la preocupación que
el Gobierno argelino tenía sobre esa reunión, que entendía que es una
reunión que lanza un mensaje equivocado a las fuerzas políticas de la
oposición de Argelia. Insisto, esta no es una valoración --la valoración
del Gobierno no coincide con la valoración que hace el Gobierno
argelino--, pero sí es una información que quisiera compartir con sus
señorías.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Milián.




El señor MILIAN MESTRE: Señor Presidente, yo había dicho antes que si la
intervención hubiera empezado al revés, hubiéramos cortado algún aspecto,
como el económico, al que no me voy a referir por cuanto en el orden del
día de la próxima sesión creo que entrarán dos preguntas específicas
sobre este tema. Por tanto, obvio parte del debate sobre una valoración
de la información del señor Ministro con respecto al gas, tema muy
importante en nuestros intereses bilaterales, y al gasoducto...




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El señor PRESIDENTE: Señor Milián, se le oye fatal desde aquí. Creo que
las señoras taquígrafas también le oyen muy mal. Nosotros, desde luego,
le oímos muy mal.




El señor MILIAN MESTRE: Procuraré esforzarme un poco más, señor
Presidente.

Digo que no voy a entrar en la cuestión económica de la relación
bilateral, por entender que en el orden del día de la próxima sesión hay
dos preguntas específicas sobre el tema y, en concreto, avanzo que no
entraremos en esa cuestión, aunque agradezco mucho la información del
señor Ministro.

Sin embargo, los dos puntos fundamentales a los que me voy a referir de
su información van a ser justamente, primero, el de las garantías de
seguridad para los españoles en Argelia y en la política de la zona y,
segundo, el de la evolución política interna de Argelia respecto a las
garantías de futuro y perspectivas que pueda ofrecer a nuestros intereses
generales. No voy a entrar, por tanto, en nada más.

Respecto al primer punto que dio lugar a esta comparecencia, el asesinato
de las dos religiosas españolas, poco vamos a poder añadir a lo que ha
dicho el señor Ministro por cuanto creo que esta vez la intervención del
Gobierno después de los hechos fue muy acertada en su planteamiento. Su
actitud fue francamente positiva en el sentido de reconocer la magna obra
--y hay unas frases muy bellas del señor Ministro sobre el trabajo en
silencio-- y el sacrificio de las religiosas, dos ciudadanas españolas
que de alguna manera escenifican una realidad dramática, que es el enorme
esfuerzo con poca ayuda de tanta gente procedente del ámbito religioso en
el Tercer Mundo, específicamente en el mundo del Islam. Consecuentemente,
creo que la desgracia se cebó en dos religiosas españolas. La respuesta
que se dio por parte del Gobierno fue francamente aleccionadora y
esperanzadora en el sentido de que se reconocía la magna obra. Poco se
pudo hacer previamente al atentado, dada la razón casual de este hecho
que usted ya ha explicado.

Sin embargo, hay un aspecto, señor Ministro, que quisiera tratar con
detenimiento. Hay ciertos problemas inherentes a la situación específica
del Magreb, especialmente a la de Argelia, que afectan a muchos intereses
españoles, como antes ha quedado claramente manifestado al referirnos a
Marruecos. Pero hay cuestiones directamente implicadas en el aspecto
personal de supervivencia. Hay españoles en situaciones comprometidas
--caso de la colonia española en Argel, a la que pertenecían estas dos
religiosas ejemplares-- y yo creo que el esfuerzo del Gobierno ha sido
notable, puesto que, si mis datos no son falsos, ha descendido de 600 a
200 ciudadanos la colonia española en Argel. En este caso ha habido una
intervención del Gobierno en la repatriación de muchos de ellos. La
primera cuestión es si a pesar de lo que usted ha dicho del plan de
seguridad para los españoles, del plan de concentración en la embajada,
etcétera, en casos de emergencia, hay garantía de protección de los que
permanecen aún allá, bien sean los religiosos que trabajan en estas
tareas humanitarias y solidarias o bien sean los dedicados al campo
específico de la economía real, la del gas y el petróleo, pues los
grandes intereses nacionales argelinos impiden a lo mejor la salida de
los técnicos españoles y de otros países que están implicados en el
soporte de la economía. Mis noticias son que si salieran estos técnicos,
se paralizaría absolutamente la principal fuente nutricia de la economía
argelina, por tanto la hecatombe se magnificaría mucho más. Me gustaría
que nos dijera hasta qué punto está garantizada la seguridad de estos
españoles implicados directamente en el mantenimiento del proceso
económico.

En segundo lugar, nos preocupa la incidencia del terrorismo para los
ciudadanos españoles, un terrorismo fanatizado, obviamente, por la razón
religiosa, a la que me voy a referir a continuación, que ha tenido
expresiones varias que nos tienen francamente inquietos. Esto ya hace
referencia directamente a la política de tutela o de seguridad del
Gobierno español. Concretamente, en Argelia son cuatro las muertes de
españoles, incluyendo la de un librero nacionalizado francés, en el curso
del último año. Al decir el último año parto del 2 de diciembre de 1993,
curso natural del último año. En estos casos se ha visto cómo la
xenofobia clarísima de la directriz terrorista por parte del FIS o del
GIA, del movimiento terrorista islámico, afectaba claramente a unos
ciudadanos por el mero hecho de ser de otros países y no argelinos, por
el mero hecho de ser soportadores de una economía foránea que beneficiaba
directamente a la sociedad argelina o por el hecho de ser portadores de
una cultura ajena a la propia, que ésa es la clave, el nexo de la
cuestión en la mayor parte de estos caso.

En segundo lugar, este fenómeno no se puede aislar al caso específico de
Argelia. Se ha trasladado ya a otras áreas del norte africano, no
solamente al Magreb: el caso de Turquía, con un español muerto y varios
heridos en Estambul, también este año; caso de Egipto, con un niño muerto
y varios heridos, y el caso de Marruecos, el más apodíctico, el más
axiomático, con dos muertos y algunos heridos en Marraquech, donde se dan
todas las connotaciones que me hacen pasar a la segunda consideración.

¿Cuál es la segunda consideración? Aquí hay un problema que supera la
dimensión del puro terrorismo. Aquí hay una incipiente acción que está
basada en una fundamentación claramente coránica sobre la acción de la
guerra santa y sobre la consideración teológica de alcanzar el paraíso a
partir de las acciones violentas que se producen sobre «infieles»
siguiendo la estricta acepción coránica del término. ¿Por qué digo esto?
Porque en Argelia se da un dato terriblemente dramático, sobre todo
cuando incide en personas religiosas como es el caso que hemos conocido.

Pero es que también en Marruecos está claramente tipificado este dato por
lo que se sabe de las declaraciones que han hecho los propios interesados
al juez encargado de la causa de los asesinatos de los españoles en
Marraquech. Clarísimamente lo dicen ellos, o sea que en este caso no hay
nada que dudar, cuando, por ejemplo, uno de ellos, Stéphane Aït Idir,
dice: «He venido para participar en la guerra santa, me han prometido que
ocuparé enseguida una de las mejores plazas del paraíso.» Es lo que ha
declarado al juez al introducir su declaración en el sumario. Es decir,
no hay ninguna duda respecto a la consideración religiosa, que es



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mucho más «fanatizable» por supuesto, de una situación violenta que
afecta seriamente a nuestros ciudadanos en el norte de Africa.

Tercero. Dentro de esta motivación de la violencia, obviamente se está
planteando otra nueva dimensión, que es no sólo cómo afecta a ciudadanos
españoles en el área, sino cómo desde fuera del área se introducen
elementos de distorsión y de persecución de ciudadanos españoles en la
zona. Esto queda tipificado no sólo en el caso de Argel, donde el
Gobierno argelino está reclamando una vigilancia específica sobre ciertos
centros de entrenamiento, según dice el Gobierno de Argel, en el sur de
Francia y específicamente en la zona de Marsella, donde se entrenan y
preparan elementos que luego se trasladan a la lucha o a la guerra civil
fáctica que existe en Argel, sino que en el caso arquetípico, como he
dicho, de Marraquech se ve claramente que es un comando formado en París,
enviado por un tal Rachid, cuyos elementos detenidos --ocho hasta ahora
según mis noticias-- confiesan su pertenencia a una acción programada
desde París y ejecutada en Marraquech contra ciudadanos españoles. Es
decir, estamos ante la consideración de un problema que empieza a
replantearse también dentro de nuestra propia dimensión europea
occidental, tal como ha demostrado muy bien la acción del Gobierno
francés. Yo se lo he oído directamente al ex Ministro Pasqua y más
concretamente a su asesor diplomático, Bernard Guillet, en el mes de
julio en París, donde él clarísimamente denunció lo que él creía que era
ya un incipiente temor a las redes integristas en la Europa occidental
que están afectando ya a nuestra seguridad en nuestra casa, no de
nuestros ciudadanos fuera de nuestra casa. Por tanto, ésta sería mi
tercera consideración a sus palabras.

Mi cuarta...




El señor PRESIDENTE: Señor Milián, vaya terminando.

El tiempo ha concluido y le voy a cortar justo cuando lleguen los diez
minutos.




El señor MILIAN MESTRE: Estoy terminando.

La cuarta sería simplemente, señor Ministro, considerar la importancia
del problema a partir de estos hechos.

En el pasado se han dado aquí planteamientos que dejan un cierto temor a
la falta de prospectiva o análisis de las situaciones, y voy a ser muy
concreto.

Hay un error de la Comunidad Europea en su día cuando legitimó de facto
el golpe de Estado de mano blanca llevado a cabo por el sistema del FLN
en una clara contradicción con lo que se entendería por legitimidad
democrática, cuya plasmación electoral se daba en las elecciones
generales que se deslegitimaron. Por tanto, creo yo que hay un primer
error de perspectiva en ese dato por parte de los gobiernos de la
Comunidad.

Un segundo posible error de perspectiva --y lo digo en boca pequeña
porque considero que a veces la presión sobre el Ministerio de Asuntos
Exteriores puede obligar a ciertas precipitaciones-- se da cuando hace
algún tiempo --creo que fue hace algo menos de un año-- usted mismo,
señor Ministro, calificó la evolución del problema argelino con una frase
que los hechos --en la experiencia posterior-- han demostrado que estaba
en cierto modo huera de contenido o que era inexacta en la proyección.

Dijo usted: Argelia va más o menos por buen camino. Sinceramente esto me
preocupa porque realmente estamos viendo cómo están haciendo una guerra
civil a una hora escasa de nuestras fronteras o de nuestras aguas
territoriales. Por tanto, éste es un pequeño detalle sobre el que me
gustaría que usted reflexionara y nos dijera cuál era realmente la
precisión respecto a esta previsión.

En tercer lugar, dentro del último punto...




El señor PRESIDENTE: Señor Milián, se ha cumplido el tiempo. Lo siento,
tengo que quitarle el uso de la palabra.




El señor MILIAN MESTRE: Espero que otra vez sea más generoso conmigo,
puesto que lo ha sido mucho con los anteriores.




El señor PRESIDENTE: Señor Milián, he advertido anteriormente que en este
debate seríamos absolutamente estrictos en el uso del tiempo, porque si
no no vamos a acabar, queda todavía un largo orden del día por delante y
tenemos que concluirlo.

Por el Grupo de Izquierda Unida tiene la palabra el señor Espasa.




El señor ESPASA OLIVER: Yo creo que de las cuestiones que ha planteado el
Ministro en respuesta a la solicitud de comparecencia del Grupo Popular
la más importante y compleja, como él mismo subrayaba y sobre la que el
señor Milián nos ilustraba con reflexiones profundas que empezaban desde
la teología del Islam --y creo que no es ocioso recordar el marco
religioso en el que se mueven muchos de los problemas que afectan hoy a
la sociedad argelina--, el elemento fundamental para las democracias
europeas son los puntos tercero y cuarto que señalaba el Ministro como
claves de la posible evolución futura, es decir, cómo compaginar la
preservación de una identidad musulmana, es decir, de matriz religiosa,
en una religión de conducta, no de creencia y que, por lo tanto, tienen
mucho más aherrojados a sus fieles, puesto que se trata --repito-- de una
religión de conducta no de creencia --como es el cristianismo--, con la
variable política de evolución hacia sociedades o arquitecturas
participativas y democráticas. En esta disyuntiva estamos todos un poco
atrapados --no seré yo el que dé aquí la solución y nadie la tiene--,
pero hemos de constatar la complejidad enorme del problema cuando los que
hemos estudiado esta cuestión o hemos visitado países del Magreb y nos
hemos entrevistado con fuerzas políticas de estos países. Sabemos que una
reflexión que aflora repetidamente en boca de los propios líderes
políticos es que en el Islam hace falta una reforma, hace falta un Lutero
en el Islam para desbloquear la compatibilidad entre religión y
democracia. Esto lo hemos oído repetidamente en Túnez y en Marruecos en
boca de pensadores y dirigentes políticos que ven esta inextricable
imbricación.




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Por otra parte está la posición «occidental» de apoyar la no aceptación
de un resultado electoral en un determinado momento, con lo cual se
legitimó, sin querer quizá, la posición que defienden los terroristas del
FIS (que no terroristas musulmanes; deberíamos acostumbrarnos a no
calificarles de terroristas y añadir el calificativo de musulmán,
terroristas que utilizan el Islam para sus acciones) al decir que la
supresión del resultado electoral en Argelia fue una imposición de
Occidente y, por lo tanto, una imposición antiislámica y antimusulmana.

En esta contradicción nos estamos debatiendo todos y es dificilísimo
avanzar.

La reunión de San Egidio, a la que el Ministro hacía referencia, creemos,
como observadores externos, que no se debería echar en saco roto. Otra
cosa será la opinión del Ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, pero
creemos que allí había una parte importante del arco de la sociedad civil
argelina expresada en forma de fuerzas políticas digna de ser tenida en
cuenta.

Después de hacer estas reflexiones más académico-políticas que de
solución política, poco más podemos avanzar. Las formulaciones generales
son fáciles: apostamos por la democracia en Argelia; los caminos los han
de dibujar ellos mismos, y este pecado original inicial de haber apoyado
la deslegitimación de unos iniciales resultados electorales es un
hándicap que tiene la Unión Europea y sus países miembros frente no sólo
a los fundamentalistas islámicos sino seguramente frente a una gran
mayoría de la población. Esta es la gran disyuntiva que ninguno de
nosotros hemos discutido en otras ocasiones; ni el Ministro ni ninguna de
las fuerzas políticas hemos conseguido definirnos por una u otra
posición. Hemos reconocido como mal menor aquella posición, sabemos que
no era del todo buena y no tenemos más solución para avanzar en el futuro
que la de estar en una actitud comprensiva y constructiva, lo más atentos
posibles, apoyando todo lo que sea emergencia de arquitectura democrática
en Argelia.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Estrella.




El señor ESTRELLA PEDROLA: Quiero destacar la importancia, como señalaba
el Ministro, de que, aunque se tomen todas las precauciones, en una
situación como la que vive actualmente Argelia, de violencia
indiscriminada, no es fácil, no es posible proteger a todos y cada uno de
los ciudadanos. Entiendo que se están haciendo todos los esfuerzos, que
se han adoptado todas las medidas necesarias, probablemente no todas las
posibles, porque siempre habrá una situación en la que no se habrán
podido tomar medidas porque la actuación indiscriminada se salta
cualquier
regla.

Nos encontramos además ante una situación difícil, que arranca, como se
decía, del momento en la que una fuerza política obtiene, en función de
un sistema electoral, unos resultados en las elecciones que le dan la
mayoría, y se propone utilizar el sistema democrático para eliminar el
sistema democrático. Ante eso, es difícil adoptar una posición. ¿Debemos
aceptar como una fórmula, como una expresión democrática el uso de la
democracia para su propia supresión?
Creo que, en ese sentido, la actitud del Gobierno ha sido, por una parte,
extremadamente cauta y, por otra, extremadamente clara. Los pasos que se
han dado en Argelia, los intentos fracasados, vienen a dar la razón a
quienes piensan que no se puede ser complaciente con quienes practican la
violencia o quienes reivindican la islamización, la asunción del ámbito
social y político por la religión, pero que tampoco se puede ser
complaciente con quienes ejercen el poder autoritario y con quienes, de
acuerdo con el último informe de Amnistía Internacional, tienen también
un cierto grado de responsabilidad en las violaciones de los derechos
humanos que se han producido en Argelia. Esa es la realidad. A partir de
ahí, los cambios económicos que se han producido en Argelia son
importantes.

Hay un factor que querría destacar de lo que ha venido siendo la política
del Gobierno con relación a Argelia que me parece esencial. Quienes
reivindican que lo que hay que hacer con estas situaciones es
encapsularlas, aislarlas, cometen un error tremendo, porque procesos de
raíz cultural, social, etcétera, como los que se están produciendo en
Argelia o en otras zonas del norte de Africa no conocen fronteras. Por lo
tanto, pretender cerrar los ojos sería absolutamente ingenuo. Habría que
recordar --y el Ministro ha hecho referencia a ello-- la reunión de Roma.

Creo que es importante no el foro de Roma en sí sino foros de ese tipo.

Tenemos una experiencia relativamente reciente con cómo se inició un
diálogo entre elementos de la sociedad palestina y de la sociedad
israelí, que probablemente contribuyó a eliminar determinadas asperezas,
contribuyó a crear una plataforma de entendimiento, y me parece que eso
debiera fomentarse. Quizás una de las contribuciones españolas podría ser
favorecer foros de encuentro, con la composición que tuvo el de Roma, con
otra composición diferente, con personas próximas al Gobierno, lo que,
evidentemente, sería necesario. Querría destacar que el Gobierno argelino
tenía un diseño y muchas veces, en esa tendencia que tenemos a ver las
cosas en blanco y negro, parece que en Argelia sólo hay dos opciones: o
islamización o régimen autocrático de base militar, y, evidentemente,
ninguna de las dos opciones es la conveniente ni es la deseable. Esa
situación que se pretendía con el diálogo nacional no es más que la
reproducción del antiguo pacto entre la mezquita y la caserna en tiempos
del FLN.

Querría terminar, señor Presidente, destacando que una iranización de
Argelia no convendría a los intereses españoles, pero desde luego no
parece ser tampoco la voluntad de la inmensa mayoría de los argelinos.

Quiero plantear dos cuestiones de ámbito regional. La primer de ellas con
relación a las relaciones --valga la redundancia-- entre Argelia y
Marruecos. Con el antecesor del actual Presidente se había establecido un
clima de muy buenas relaciones, que no parece ser la situación ahora. Me
gustaría oír algo por parte del Ministro sobre esto. Y en segundo lugar,
el Ministro ha hecho referencia a la Cumbre de Casablanca. Una de las
cosas de las que se está hablando que podría surgir de esa Cumbre es una
decisión de los países



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islámicos de actuar facilitando armamento, etcétera, a
Bosnia-Herzegovina. Curiosamente, de las tres opciones que había
contemplado el Departamento de Estado de Estados Unidos para cumplir la
resolución del Congreso, una de ellas, la tercera, la más suave, era
precisamente que fuesen los países árabes los que armasen, violando,
evidentemente, el embargo impuesto por Naciones Unidas; otra, la más
dura, era transferir 5.000 millones de dólares y entrenar unidades
completas fuera del territorio de Bosnia. Me gustaría que el Ministro
también valorara eso, y con ello le invito a hacer una valoración de la
Cumbre de Casablanca.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Voy a hacerlo
si SS. SS. me dan tiempo de hacer reflexiones y no me llaman al orden por
el momento en que nos encontramos ya. Voy a tratar de contestar a los
portavoces de los Grupos Parlamentarios y, al hilo de sus afirmaciones,
dibujar algunos retazos de lo que puede ser el debate que,
desgraciadamente, no lo vamos a poder hacer hoy en su totalidad.

Al Diputado señor Rupérez, portavoz del Grupo Parlamentario Popular, le
diré, contestando a las tres cosas que fundamentalmente ha dicho, que la
comunidad española en Argel tiene garantías suficientes, garantías
totales, aunque difícilmente se pueden dar garantías totales. Es verdad
que la colonia española tiene básicamente tres componentes: el componente
de personas que están allí impulsadas por un deseo de generosidad y de
ayudar a los ciudadanos de Argelia, que muchos de ellos llevan muchos
años allí; segundo, son personas que tienen lazos familiares con
argelinos, y tercero, son personas que están trabajando en obras civiles
o en actividades productivas que tienen que ver con empresas españolas o
con contratos españoles de empresas argelinas. Difícilmente se puede
garantizar absolutamente a todos su bienestar, garantías totales,
desgraciadamente, como hemos dicho, no podemos dar. Se hace todo lo
posible. En las obras españolas en que están estrictamente empresarios y
trabajadores españoles, sí hay protección, y los ciudadanos españoles que
viven en Argel u otras provincias tienen las instrucciones que la
embajada o los consulados, en Teherán fundamentalmente, han dado a los
ciudadanos. Pero no puedo decir, sin faltar a la verdad, que podemos dar
garantías totales y absolutas a todos y cada uno de ellos.

En segundo tema es sobre el terrorismo. Yo sí le quiero decir que es
verdad que la evolución de Argelia en los últimos años ha ido,
desgraciadamente, hacia una incidencia cada vez mayor de los grupos
terroristas y algún otro que S. S. ha puesto de manifiesto. Sí le puedo
decir que hay una cooperación, entiendo que muy buena, entre los
servicios de lucha antiterrorista españoles, franceses, italianos,
argelinos y marroquíes, incluidos los tunecinos, y no le oculto que ha
habido alguna reunión, incluso de todos los Ministros del Interior o
personas delegadas de los Ministerios del Interior de estos países, para
intentar no solamente poner en común las informaciones que tienen, sino
para diseñar, a lo largo de los próximos meses, acciones comunes que
impidan que el terrorismo se extienda. La lucha contra el terrorismo creo
que la tenemos que distinguir de lo que es la evolución política y los
elementos políticos de la evolución de Argelia. Y ahí sí que quería hacer
la misma reflexión que se ha hecho por parte, creo entender, del Diputado
señor Espasa. Tenemos que ser muy cuidadosos con la terminología que
utilizamos. El terrorismo no es islámico, el terrorismo no es
fundamentalismo. Yo creo que debemos ser muy cuidadosos, porque la mala
utilización de los términos puede conducir a herir sensibilidades que en
este momento están a flor de piel entre personas con las que debiéramos
cooperar para construir unas relaciones entre Europa y el Magreb lo más
consolidadas posible.

Su señoría ha leído una frase de un periódico que ponía en boca de una
persona que acababa de matar o que iba a matar. Le rogaría que esas
frases las pensara por un momento, porque no son muy distintas de las que
hemos escuchado desgraciadamente en nuestro país a alguno de los
criminales de ETA. Por tanto, seamos cuidadosos con no involucrar a todo
el Islam en una idea de carácter fundamentalista-terrorista, que
afortunadamente no es el caso. La Cumbre de Casablanca de hoy es un buen
ejemplo; todos los líderes políticos de los países islámicos, de lo que
es la Liga, están haciendo reflexiones que bien merecen ser escuchadas
por la comunidad internacional y muy concretamente por los europeos, bien
merecen ser escuchadas y tenidas en consideración.

Desgraciadamente, va a haber españoles que sufran atentados en algunos de
estos países. Yo no dramatizaría, porque, afortunadamente, España es uno
de los países europeos que ha tenido un coste en atentados terroristas,
en general, más pequeño, pero el número de ciudadanos españoles que
viajan fuera de nuestras fronteras todos los veranos es mucho mayor y,
por tanto, el riesgo de que algún atentado se pueda producir en algún
ciudadano español, desgraciadamente, existe. Pondremos todos los
servicios a disposición del Servicio Exterior, pero es imposible prevenir
todos y cada uno de los posibles actos de bandolerismo o de terrorismo
que se puedan hacer.

Sobre la falta de perspectiva o de prospectiva, ciertamente nadie hemos
acertado en cuál ha sido la evolución de Argelia. Desgraciadamente, la
historia no es como el vídeo, en el que puedes dar a la moviola para
atrás y volver a reescribirla, no se puede volver a reescribir. Ha habido
acontecimientos en Argelia que a lo mejor se podrían haber encauzado de
otra manera por parte de la ayuda o de la cooperación de la comunidad
internacional, pero lo que sí se puede decir es que reuniones de los
servicios de información de los países europeos con Estados Unidos y de
los responsables políticos del área de Europa y de Estados Unidos se
están teniendo con muchísima frecuencia para analizar y tratar de ayudar
en la situación de Argelia y más ampliamente en toda la situación que
puede traer brotes de terrorismo en relación con el Mediterráneo o más
allá del Mediterráneo. Le puedo decir que no hay mucha luz para arrojar;
realmente es un problema en el que nos encontramos



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con grandes dificultades para ayudar a su desarrollo en la dirección
adecuada, no solamente desde el ámbito español, francés o italiano, sino,
en general, desde el ámbito europeo, y más allá con relación a los
servicios de información y a los servicios diplomáticos de los Estados
Unidos de América.

Le diré que forma parte de nuestras preocupaciones, sin duda ninguna, y
que seguirá formando parte de ellas, y mucho más de aquí al año 1995, en
que vamos a tener los españoles la responsabilidad de poner en marcha una
conferencia con todos estos países donde alguno de los elementos vectores
fundamentales que tendremos que tratar tendrá que ver con estas
cuestiones de carácter económico, político y de cooperación.

Al Diputado señor Espasa le diré que tiene razón en la reflexión que
hace, que no somos capaces de convertirla, ni S. S. ni, quizá, casi
nadie, en operativa, pero es verdad que cómo compaginar las cuestiones
que S. S. apuntaba es el problema que tenemos delante de nosotros. Lo que
sí creo que se puede decir es que estamos adquiriendo una mayor madurez
en el conocimiento, no solamente nosotros, sino los propios líderes de
los países musulmanes, mayor madurez en el análisis de las situaciones y
de las consecuencias que pueden tener decisiones que se han tomado o que
se puedan tomar. Desde ese punto de vista, sí creo que se puede ser más
optimista. La madurez de los planteamientos de alguno de los dirigentes
políticos de estos países realmente es de quitarse el sombrero, si me
permite la expresión.

La reunión de San Egidio no la voy a valorar más de lo que ha valorado el
Ministro de Asuntos Exteriores argelino, no quisiera hacer yo una
valoración en nombre del Gobierno español; creo que no es el lugar ni el
momento para hacer una valoración sobre este tipo de reuniones desde la
perspectiva gubernamental.

Al Diputado señor Estrella le diré que, en cuanto a las dos primeras
reflexiones, las comparto totalmente. Lo que sí quisiera contestar es a
las dos preguntas que me formula, ya que las dos son de gran calado.

La primera pregunta es la de Argelia y Marruecos. Argelia y Marruecos,
desde el verano, mejor dicho, desde hace mucho más tiempo, se ha elevado
la temperatura un poco más con los conflictos que S. S. conoce bien. Su
señoría me pregunta que cuáles son las perspectivas. Pues bien, yo creo
que hay un deseo por parte de Argelia y de Marruecos de cerrar las
diferencias coyunturales que existen en este momento. Es verdad que
existen unas diferencias de fondo que están muy ligadas al problema del
Sahara. El problema del Sahara pesa de una manera sustancial en las
relaciones de fondo entre Argelia y Marruecos. Pero se me ha transmitido
por las dos partes el deseo de tener un encuentro al más alto nivel
posible para tratar de desbloquear una situación, sobre todo fronteriza,
que ni el uno ni el otro desean. Pero ahí está el problema. Lo que
podamos hacer por nuestra parte, para ayudar a que se convierta en una
solución más fluida en las relaciones que las que existen ahora, tenga la
certeza de que lo haremos.

La segunda cuestión es muy delicada. Se refiere a la situación derivada
de la reunión de Casablanca y algunas declaraciones que se han hecho ayer
y hoy; declaraciones que no son nuevas, que se hicieron el jueves en
Ginebra, como S. S. sabe, con motivo de la reunión en esa ciudad de
representantes muy cualificados de países islámicos en relación con
Bosnia. Esto sí me preocupa, porque creo que no deberíamos consentir que
el problema de Yugoslavia, de la situación en Bosnia se convirtiera en un
problema de índole religioso. Yo creo que haríamos bien en hacer todo lo
posible para que eso no fuera así.

En estas horas, y en horas no muy lejanas, ha habido varias reuniones en
las cuales se están haciendo unas apelaciones muy dramáticas. Yo no sé si
S. S. escuchó el discurso del Presidente Izetbegovic en Budapest. Este
discurso fue de un dramatismo, una pasión y una emoción tremendas, pero
cargado de una llamada a los hermanos musulmanes; fue una denuncia al
mundo cristiano y una llamada a los hermanos musulmanes, porque era una
guerra, la guerra de Bosnia, que, en el fondo, era una guerra religiosa.

Este planteamiento, que es el que se dio dos días después en Ginebra se
ha visto, en cierta manera, en las últimas horas en Casablanca, es
preocupante. Hay una llamada a la participación de tropas de esos países
en el caso de que las fuerzas de Unprofor se retiraran. Esta es una
reflexión más para meter en la coctelera de elementos que nos deben hacer
pensar sobre la necesidad del mantenimiento de las fuerzas de Unprofor en
el conflicto de Yugoslavia.

Nada más, señor Presidente. Con esto creo que he contestado a SS. SS. Es
verdad que el tema merecería mucha mayor atención y tiempo de reflexión y
ocasión tendremos, en algún otro momento, de hacerlo.




El señor PRESIDENTE: Concluimos con esto el punto cuarto del orden del
día, que se refiere a comparecencias.

Llevamos en este momento cinco horas y cinco minutos de debate y nos
quedan todavía por delante varios puntos del orden del día, concretamente
ocho preguntas y cuatro dictámenes. La única posibilidad que tenemos de
terminar esto en un tiempo razonable sería que concentrásemos
--ya lo hemos hablado en la Mesa y los portavoces están de acuerdo-- las
preguntas en bloques.

Un primer bloque sería el que se refiere a la pregunta número 4, del
señor Vázquez, de Izquierda Unida, y la número 6, presentada por el señor
Rupérez, ya que ambas se refieren al tema de los derechos humanos en
Colombia.

El segundo bloque sería el de las preguntas que ha presentado el señor
Rupérez, que tienen los números 5, 7 y 8, que se refieren todas ellas, de
una manera directa o indirecta, al tema de Gibraltar y a la bahía de
Algeciras.

Luego quedan otras preguntas referidas a la zona económica canadiense,
especialmente al tema de la pesca. Estas tres preguntas, a solicitud del
Grupo Popular, podrían quedar aplazadas para la próxima sesión, con lo
cual tendríamos dos bloques de preguntas.

Si les parece, con esta solución vamos a seguir adelante y a ver si
podemos concluir luego con los convenios y tratados internacionales.




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CONTESTACION A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:



--POSICION DEL GOBIERNO EN RELACION CON LAS DENUNCIAS DE VIOLACION DE
DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA. FORMULADA POR EL SEÑOR VAZQUEZ ROMERO
(G. IU-IC). (Número de expediente 181/000866.)



--ACUSACIONES VERTIDAS POR LA ORGANIZACION COLOMBIANA «ABOGADOS
DEMOCRATAS» CONTRA EL GOBIERNO ESPAÑOL POR HABER SUPUESTAMENTE VETADO EN
VARIAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES ALGUNAS INICIATIVAS PARA CONDENAR
AL GOBIERNO COLOMBIANO POR VIOLACION DE LOS DERECHOS HUMANOS. FORMULADA
POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO. (Número de expediente 181/000896.)



El señor PRESIDENTE: Doy la palabra al señor Espasa, que defenderá la
pregunta número 4: posición del Gobierno en relación con las denuncias de
violación de derechos humanos en Colombia y, a continuación, al señor
Rupérez, para formular su pregunta sobre las acusaciones vertidas por la
organización colombiana «Abogados demócratas» contra el Gobierno español
por haber supuestamente vetado en varias organizaciones internacionales
algunas iniciativas para condenar al Gobierno colombiano por violación de
los derechos humanos.

El señor Espasa tiene la palabra.




El señor ESPASA OLIVER: En aras de la larga duración de esta sesión,
intentaré ser breve en la formulación de la pregunta, pero no quisiera
que la brevedad, que también aceptaré por parte de la respuesta del
Ministro, quitase importancia al tema que viene a plantear nuestra
pregunta, coincidente en este aspecto con una similar del Grupo Popular.

El señor Ministro lo sabe perfectamente, lo sabemos la mayoría de los
comisionados: en Colombia se está dando una aparente y falsa situación de
normalidad democrática cuando se han producido, por razones de todos
conocidas y por razones complejas, que no son fáciles de erradicar, la
existencia de movimientos guerrilleros de larga tradición en todo el
problema del narcotráfico y las bandas armadas vinculadas al
narcotráfico, una situación social explosiva, con una dualización
terrible de aquella sociedad. Pero lo cierto y verdad es que se están
produciendo en los últimos años cantidad de muertes, desapariciones,
violaciones, en definitiva, de los derechos humanos que han venido siendo
denunciadas por cantidad de asociaciones civiles, no gubernamentales,
colombianas, entre las que podríamos citar la Unión Patriótica, la
Central Unitaria de Trabajadores, la Asociación Nacional de Campesinos,
la Asociación Social Indígena, el Comité de Derechos Humanos y diversas
personalidades, una de las cuales ha recibido el premio Derechos Humanos
de la Asociación Pro Derechos Humanos española recientemente, que viene a
decir, en síntesis, y en aras de la brevedad, pero que, insisto, no
quiere decir quitarle ninguna importancia a la preocupación que nos
plantea la cuestión, que el Gobierno español no estaría ejerciendo todo
lo que debería en cuanto a la tutela y a la vigilancia del respeto a los
derechos humanos con un país amigo, que tiene firmado un Tratado de
Amistad y Cooperación con nosotros y en el que, después de la firma del
mismo, se han incrementado de forma sensible nuestros intercambios
comerciales.

La preocupación de estas organizaciones y estas personalidades
colombianas, que nos han hecho llegar su consternación, es la de no
comprender la actitud, al parecer benevolente, con esta situación grave,
complicada y difícil que atraviesan los derechos humanos en Colombia. Se
ha citado, y aparecerá también en otra pregunta, supongo, que ha habido
momentos en los que España hubiese podido aportar su grano de arena a la
denuncia de esta situación: agosto de 1993, Naciones Unidas, más
concretamente en Ginebra, informes, vetados o no, facilitada su
emergencia en la Unión Europea. Esta es la preocupación que nos mueve a
plantearle al Ministro la cuestión:
¿Cuál es la posición del Gobierno español ante la violación de derechos
humanos en Colombia y ante la difícil situación que atraviesan esos
derechos humanos en Colombia?



El señor PRESIDENTE: El señor Rupérez tiene la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Dos palabras. El sentido de la pregunta está muy
claro. Es preguntar al Gobierno si efectivamente, como la Asociación
«Abogados Demócratas» de Colombia había denunciado, es cierto que el
Gobierno español, en alguna ocasión, en alguna instancia, hubiera
impedido la tramitación o el conocimiento de acusaciones relativas a la
violación de derechos humanos en Colombia. Tengo que decirle, señor
Ministro, que, después de la realización de esta pregunta, hace ya
bastantes meses tuve ocasión de asistir a la cena en donde la Asociación
de Derechos Humanos de España concedía el premio al representante de una
de estas asociaciones y su narración era realmente estremecedora, tanto
por la barbarie cualitativa que se está cometiendo en este momento en
Colombia, según la narración de esta persona, que, por otra parte, merece
plena confianza, como por la pura cuantificación de las víctimas. En
menos de dos años se han producido, según esa cuantificación, más de
14.000 víctimas en una guerra que no es ya la guerra contra el
narcotráfico, que no es una guerra contra el terrorismo, son otras
muertes producidas por otras razones a las cuales organizaciones próximas
al Gobierno colombiano no serían plenamente ajenas.

La situación en Colombia, que hasta ahora había pasado por ser un país en
donde, con todas las dificultades consabidas, relacionadas,
fundamentalmente con el narcotráfico, sin embargo tenía un récord
razonable desde el punto de vista de la calidad democrática no parecía
ser el caso. En este sentido, por parte de nuestro grupo, y espero que
por parte del Gobierno, estaríamos dispuestos a informar



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de la situación y tomar las medidas para que estos hechos acaben cuanto
antes.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro de Asuntos
Exteriores.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): El Gobierno
sigue con preocupación y con la máxima atención la evolución de los
derechos humanos en Colombia. Pero sí quiero decirle que no me consta que
el Gobierno español se haya opuesto a la tramitación de ninguna
reivindicación con relación a los derechos humanos. Trataré de mirar en
los archivos, pero no me consta.

Es verdad que la situación de Colombia es extremadamente compleja. No es
necesario reiterar a SS. SS. la situación social, debida a los problemas
de la guerrilla que todavía existen y a los que quiero referirme después,
a los temas del narcotráfico y al problema de carácter social que hay en
la sociedad colombiana. Sí quisiera decir, si la pregunta fuera si el
Estado colombiano mantiene una política deliberada de represión y
violación de los derechos humanos, me atrevo a decir en esta tribuna que
la respuesta es no, y lo quisiera decir con toda claridad. Me parecería
una afirmación tremendamente injusta que se vertieran acusaciones sobre
las autoridades, sobre el Presidente de la República, a quien conocemos
bien, ya que ha sido embajador en España durante mucho tiempo, que se le
pudiera estar acusando institucionalmente al Gobierno colombiano de estar
cooperando con la violación de los derechos humanos. Ahí sí quisiera ser
tajante y decir que no tengo ningún dato; antes bien al contrario, me
consta el esfuerzo y el sacrificio de muchísimos altos funcionarios
colombianos que, como SS. SS. saben, han sido asesinados vilmente, bien
por las fuerzas del terrorismo, bien por las fuerzas ligadas al
narcotráfico.

Sí quiero decir que seguiremos con la misma atención que lo hemos venido
haciendo hasta ahora, pero con la llamada que me han hecho SS. SS.,
trataré de que ningún caso de reivindicación se paralice por parte de la
Administración española en aras de la defensa de los derechos humanos.

Debo decir, en nombre del Gobierno y en el mío propio, que no podríamos
aceptar una acusación de política deliberada de represión o de violación
de derechos humanos por parte del Gobierno de Colombia. Vuelvo a insistir
en que la lista de altos funcionarios colombianos asesinados y de altos
dirigentes políticos asesinados en los últimos años por lo contrario, por
la defensa de los derechos humanos, es mucha.

Antes de terminar, una brevísima reflexión sobre la nueva iniciativa del
Presidente Samper. Hace pocas fechas, ha realizado el anuncio de un plan
de paz que incide precisamente en el temor de la humanización de esta
terrible guerra que atraviesa Colombia, con observación internacional,
que ya ha propuesto, de la Cruz Roja Internacional, y con la intención de
aplicar los protocolos de Ginebra. Es una iniciativa radicalmente nueva
en la historia reciente de Colombia, a la que nos gustaría cooperar. Se
nos ha preguntado si estaríamos dispuestos a ayudar en ese proceso de
paz, en ese llamamiento que ha hecho el Presidente Samper. Hemos
contestado, lógicamente, de manera afirmativa. Esperemos que esta
iniciativa noble de Ernesto Samper pueda llevar a la solución de uno de
los problemas tremendos que tiene Colombia.




--RAZONES POR LAS QUE EL GOBIERNO SE NIEGA A PROCEDER A LA DELIMITACION
DE LAS AGUAS TERRITORIALES EN LA BAHIA DE ALGECIRAS (CADIZ). FORMULADA
POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (GP). (Número de expediente 181/000895.)



--RECONOCIMIENTO POR EL GOBIERNO ESPAÑOL DE LA EXISTENCIA DE AGUAS
TERRITORIALES NO ESPAÑOLAS EN LA BAHIA DE GIBRALTAR. FORMULADA POR EL
SEÑOR RUPEREZ RUBIO (GP). (Número de expediente 181/000897.)



--CONCESION DE FACILIDADES PORTUARIAS A LA COLONIA BRITANICA DE GIBRALTAR
POR EL TRATADO DE UTRECHT. FORMULADA POR EL SEÑOR RUPEREZ RUBIO (GP).

(Número de expediente 181/000898.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos, por consiguiente, al siguiente bloque de
preguntas, que son las que vienen señaladas en el orden del día con el
número 5, 7 y 8. Las tres han sido presentadas por el señor Rupérez, a
quien le doy la palabra.




El señor RUPEREZ RUBIO: Señor Ministro, las preguntas tienen el contenido
que usted bien conoce y no hace falta que las reitere, las tres se
refieren a aspectos técnico-jurídico-políticos relativos a la
delimitación de las aguas en la bahía de Algeciras, con respecto a
Gibraltar, y le agradecería una contestación que tampoco exijo que sea
demasiado larga o profunda al respecto, entre otras razones porque soy
consciente de la delicadeza de los temas y tampoco querría crear más
dificultades de las debidas al Gobierno.

Sí querría, aprovechando esta circunstancia --y seguramente el señor
Ministro comprenderá la urgencia del caso-- que, estando prácticamente a
una semana de la reunión prevista entre los dos Ministros de Asuntos
Exteriores de España y del Reino Unido, pudiera el señor Ministro
informarnos de las perspectivas que se presentan ante esa entrevista y,
al mismo tiempo, transmitirle, por un lado, como el señor Ministro sabe,
nuestro deseo de que el Gobierno se comporte con la máxima contundencia y
razonabilidad en la defensa de los intereses españoles y, por otro lado,
que lo haga también de manera exitosa, porque nada nos podía producir más
satisfacción y más alegría que saber que de esa reunión o de las
siguientes --tampoco se trata de resolver el tema de la noche ala
mañana-- se pudiera producir lo que todos deseamos, que es la retrocesión
de la soberanía sobre el Peñón de Gibraltar a España.




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Desde ese punto de vista, como le dije ya hace unos días en el Pleno de
la Cámara (por cierto, recibiendo por parte de S. S. una respuesta harto
escueta, que bordeaba la descortesía), nos gustaría que el señor Ministro
repitiera a su interlocutor británico lo que son los planteamientos
españoles, que se resumen en la solicitud de la descolonización de
Gibraltar en los términos previstos en las resoluciones de las Naciones
Unidas; que se resumen en explicar a la población gibraltareña cuáles son
las amplias posibilidades, desde el punto de vista del «status» personal
y colectivo que tendrían en ese escenario de la retrocesión de la
soberanía en el marco de la Constitución española. Que se reconsidere
también todo lo realizado en tiempos anteriores, en función de las
circunstancias actuales. Que, ciertamente, se exija del Gobierno
británico una compostura y una conducta conforme con sus obligaciones
internacionales en lo que se refiere a la represión de los tráficos
ilícitos, sean cuales sean los mismos, y desgraciadamente múltiples son
los que se han generado en los últimos tiempos en relación a Gibraltar.

Que el gobierno español, al mismo tiempo, también tuviera ese tipo de
lenguaje con todos aquellos ciudadanos, personas físicas o jurídicas
españolas que puedan contribuir directa o indirectamente a la
generalización de esos tráficos y que, al mismo tiempo, también --y
sabemos que el señor Ministro se va a reunir dentro de poco con
representantes españoles en el campo de Gibraltar que les explique cuál
es la postura española y, en el caso concreto de la Línea de la
Concepción, haga buenas las medidas que en su momento el Gobierno español
ofreció para paliar alguna de las consecuencias residuales, y ciertamente
no queridas, que sobre la población de la Línea se pudiera producir como
consecuencia de la política española con respecto a la reivindicación en
torno a Gibraltar.

Sepa el señor Ministro también que las recientes medidas tomadas por la
Administración española con respecto a la represión de esos tráficos, con
independencia de que estén adecuadamente o no dirigidas o sean mas o
menos exitosas en la represión de los mismos tráficos, cuentan con
nuestro apoyo y esperemos y esperamos que el Gobierno ponga en movimiento
todos los elementos que están al servicio de la Administración española
para conseguir la represión de esos tráficos que, en definitiva, por unas
vías y por otras, utilizando todos los recursos bilaterales, unilaterales
o multilaterales que a nuestro alcance se encuentran, se pueda conducir y
llegar a esa retrocesión de la soberanía que no puede ser otra que la
culminación de nuestra reivindicación.

Una última pregunta. Quizá por error nuestro o mío, creímos recibir
alguna información reciente, con respecto a las decisiones tomadas en la
cumbre de Essen, el Consejo Europeo de Essen, sobre Gibraltar, resolución
que, según esas informaciones de prensa, habría supuesto una
manifestación por parte del Consejo Europeo dirigida a España y a Gran
Bretaña para que resolvieran el conflicto de gibraltar como vía para
solucionar otros temas pendientes en el Consejo de la Unión.

He leído con toda la atención que me ha sido posible las conclusiones de
la Presidencia del Consejo Europeo y otros documentos anejos y no he
encontrado esa referencia. Me gustaría que el señor Ministro nos
confirmara o nos denegara si efectivamente esa decisión, que de haberse
producido sería muy importante, se ha producido.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
ser breve y claro en la contestación a las preguntas que formula el
Diputado, señor Rupérez. Pero antes de entrar en ellas, sí quisiera
pedirle disculpas si el miércoles pasado o hace dos miércoles --no sé
cuándo fue--, en la sesión parlamentaria le parecieron escuetas mis
respuestas.

Si le parecieron escuetas no estaban carentes de respeto y de
reconocimiento por la tenacidad con que S. S. sigue defendiendo a
implicando el tema de Gibraltar, que en ocasiones no por ser más tenaz
son más útiles para la resolución de los problemas de España; pero la
tenacidad es una virtud que, desde luego, no le voy a negar a su señoría.

Le pido disculpas si entendió usted que era una falta de cortesía, porque
no lo era. Lo que le dije --y debe estar en el «Diario de Sesiones»-- era
que tomaba buena nota de las posturas que S. S. estaba desgranando, no me
acuerdo en número de cuántas, y que las hacía mías para reflexionar sobre
ellas y tratar de llevarlas a buen puerto.

Dicho esto, sí le quisiera decir que las tres preguntas que S. S. me
formula tienen una contestación sencilla, simple y escueta. La primera
es: Cuáles son las razones por las que el Gobierno español se niega a
proceder a la delimitación de las aguas territoriales en la bahía de
Algeciras? Yo no voy a entrar en las razones jurídicas que asisten a
España para así hacerlo, y no voy a entrar tampoco en las razones que han
asistido a todos los gobiernos democráticos que ha habido en España para
así hacerlo. Entendemos que el no hacerlo beneficia la posición
negociadora española hoy y mañana. Si S. S. quiere más razones se las
aporto, pero ésta es la filosofía por la cual el Gobierno de España de
hoy, igual que el de ayer y el de anteayer, todos los democráticos, han
tomado la misma posición: porque entienden que es la mejor manera de
seguir defendiendo, desde la mejor posición jurídico-formal, las
reivindicaciones de España.

La segunda es: ¿Reconoce el Gobierno español la existencia de aguas
territoriales no españolas en Gibraltar? Como saben SS. SS., la
contestación a esa pregunta es también que no. España no reconoce la
existencia de aguas territoriales no españolas en la bahía de Algeciras
ya que ésta sólo contiene aguas interiores y no mar territorial.

La tercera es: ¿Conoce el Tratado de Utrecht aguas territoriales y/o
facilidades portuarias a la colonia británica de Gibraltar, en particular
a la bahía de Algeciras? Señoría, la contestación también es muy clara.

En el Tratado de Utrecht no se cede a la colonia británica de Gibraltar
ni facilidades portuarias ni aguas territoriales, ya que el destinatario
de la cesión del Peñón fue la Corona Británica, nunca la colonia de
Gibraltar. Entiendo que con estas contestaciones breves pero contundentes
S. S. se dará por satisfecho, en el buen entendimiento de que tanto S. S.

como



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yo lo que estamos tratando de hacer es mantener abiertas todas las
opciones más importantes para una mejor negociación en el contencioso de
Gibraltar con los británicos.

Con respecto a la cumbre de Essen, le diré que en esa cumbre lo que
existe es un mandato para que a lo largo de la presidencia --no le puedo
recordar la página-- francesa, es decir, antes de la cumbre de Cannes, se
trate de resolver el tema para nosotros tan importante del Convenio de
fronteras exteriores, para que se resuelva bien. Ahí lo que se decía
estrictamente era eso. Lo que conseguimos que se introdujera es la misma
terminología que está contenida en la cumbre de Lisboa, que S. S. quizá
recuerde bien, que se introdujo por primera vez, y decía: Salvándose
antes el último problema que impide su resolución. No sé cuál es la
terminología exacta; pero es la misma que viene arrastrándose desde la
cumbre de Lisboa y que esta vez se trataba de que no se incluyera y que
hubiera un mandato de guillotina temporal en la cumbre de Cannes. No le
puedo decir en qué página de la resolución está, pero figura así
textualmente.




El señor PRESIDENTE: Señor Rupérez, ¿quiere añadir algo?



El señor RUPEREZ RUBIO: ¿Podría encargar a sus servicios que nos hicieran
llegar exactamente el párrafo en cuestión? Y una brevísima repregunta, si
me permite, señor Presidente. ¿Considera el señor Ministro que esa
fraseología utilizada en la cumbre de Essen supone un paso significativo
o importante en la multilateralización del problema de Gibraltar?



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): A nuestro
juicio, supone dos cosas. Su no existencia sería un enorme paso atrás, y
su existencia supone mantener el «statu quo», tal y como se había
descrito en la cumbre de Lisboa. Por tanto, el poner un límite temporal
durante la presidencia de Francia para que se resuelva el Tratado de
fronteras exteriores, quiere decir que habrá que hacer, por parte de
todos, esfuerzos mayores si se quiere cumplir ese compromiso, porque está
estrictamente escrito que la ratificación del Tratado de fronteras
exteriores queda pendiente de la solución de ese conflicto que, como todo
el mundo sabe, es el conflicto de Gibraltar.




El señor RUPEREZ RUBIO: ¿Estaría el Gobierno dispuesto a seguir
manteniendo el veto sobre el Tratado de fronteras exteriores en el caso
de que al final de la presidencia francesa no se hubiese llegado a un
principio de acuerdo sobre la solución del tema de Gibraltar?



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Entiendo,
señoría, que eso es lo que explícitamente aparece reflejado en las
resoluciones de Essen. La terminología utilizada es exactamente la misma
que se empleaba desde la cumbre de Lisboa y que no se volvió a utilizar
más.




El señor PRESIDENTE: Como he señalado anteriormente, las preguntas que
llevan los números 9, 10 y 11 del Grupo Popular, referidas todas ellas a
la zona económica exclusiva canadiense, a solicitud del propio Grupo, han
sido aplazadas para la sesión del próximo día 21. Por consiguiente,
adquirimos el compromiso de incluirlas en el orden del día del próximo
día 21 en primer lugar para que se puedan discutir en la citada sesión.

Concluida esta parte del orden del día, quedan los dictámenes sobre
convenios y acuerdos, pero el señor Ministro queda ya liberado. Le
agradecemos sinceramente su presencia en esta Comisión y el esfuerzo que
ha realizado y le deseamos un merecido descanso.




DICTAMEN SOBRE:



--ACUERDO ENTRE EL GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA Y EL GOBIERNO DE LA
REPUBLICA DE CROACIA SOBRE TRANSPORTE INTERNACIONAL POR CARRETERA,
FIRMADO «AD REFERENDUM» EN MADRID EL 28 DE JUNIO DE 1994. (Número de
expediente 110/000122.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, pasamos al punto 12 del orden del día:
Acuerdo entre el Gobierno del Reino de España y el Gobierno de la
República de Croacia sobre transporte internacional por carretera,
firmado «ad referéndum» en Madrid el 28 de junio de 1994.

¿Grupos que desean hacer uso de la palabra. (Pausa.)
Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor Santos.




El señor SANTOS JURADO: Simplemente quería decir que el presente acuerdo
que contiene y regula las relaciones sobre transporte internacional por
carretera entre España y la República de Croacia tiene un texto similar a
otros acuerdos firmados entre España y otros países y que han sido
autorizados por la Cámara. También quería resaltar la obligación mutua de
respetar y cumplir cualquier acuerdo concluido en la Unión Europea o que
tenga su origen en la pertenencia a la misma de una de las partes, como
es nuestro caso.

Tras la entrada en vigor de este acuerdo, queda ya sin efecto el anterior
suscrito con la antigua República de Yugoslavia y, por tanto,
consideramos correcto y conveniente expresar nuestro apoyo al mismo.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor
Durán.




El señor DURAN NUÑEZ: Confirmo las palabras del señor Santos. Es un
tratado que se firmó «ad referendum» el 28 de junio de 1994, que
sustituye al vigente con la antigua Yugoslavia. Como dice el mismo,
contiene la regulación del transporte de viajeros y mercancías por
carretera, así como facilita los trámites necesarios para el desarrollo
de los transportes.

Es un convenio interesante, con un país de nuevo acceso a su ciudadanía
como país en sí, al que nuestro Grupo da su voto favorable.




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El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, pasamos a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobado por unanimidad.




--ACUERDO DE COOPERACION Y DE UNION ADUANERA ENTRE LA COMUNIDAD ECONOMICA
EUROPEA Y LA REPUBLICA DE SAN MARINO, HECHO EN BRUSELAS EL 16 DE
DICIEMBRE DE 1991. (Número de expediente 110/000123.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 13; Acuerdo de Cooperación y
de Unión Aduanera entre la Comunidad Económica Europea y la República de
San Marino, hecho en Bruselas el 16 de diciembre de 1991.

¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra la señora Pulgar.




La señora PULGAR FRAILE: En abril de 1990, la República de San Marino
dirigió a la Comunidad un memorándum con vistas a comenzar las
negociaciones para la firma de este Acuerdo. Estas comenzaron en febrero
de 1991 y concluyeron en mayo del mismo año. Se trata de un Acuerdo de
naturaleza mixta, ya que, por cubrir la cooperación en materia de turismo
y la cooperación cultural, el Acuerdo sobrepasa el cuadro de las
competencias comunitarias y abarca materias de competencia estatal.

El 3 de julio de 1994 se rubricó el Acuerdo entre la Comisión y la
República de San Marino, y se puso en marcha un acuerdo interino hasta la
plena entrada en vigor del acuerdo.

Los motivos que aconsejan la firma de este Acuerdo son los siguientes. La
República de San Marino formaba parte del territorio aduanero de la
Comunidad y el establecimiento de la Unión Aduanera se dirige a reforzar
la eficiencia y la seguridad jurídica que emana de dicha situación
previa. Además, la situación geográfica de San Marino, junto con su
condición de miembro del Consejo de Europa, la Conferencia para la
Seguridad y la Cooperación en Europa prueba que esta República comparte
los principios generales de Estado democrático y social de Derecho en los
que se funda España y los demás miembros de la Unión Europea. En
numerosos fueros y acuerdos internacionales, San Marino se ha adherido a
los compromisos internacionales asumidos por la Unión Europea.

Para finalizar, quiero decir que el Comité de Cooperación Unión
Europea-República de San Marino y el Comité de Cooperación Aduanera,
encargados de la puesta en marcha y gestión del Acuerdo durante su
aplicación provisional, se constituyeron en diciembre de 1992 sin que
hasta la fecha haya habido ningún problema ni roce.

Estas razones avalan un pasado y presente de amistad y cooperación entre
San Marino y los miembros de la Unión Europea, por todo lo cual el Grupo
Popular da su voto favorable.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor de Puig, por el Grupo
Socialista.




El señor DE PUIG I OLIVE: Señor Presidente, ocurre que hay en Europa
algún país singular que, por su situación geográfica y por su dimensión,
es un país que como Estado no ha podido acceder a algunas de las uniones
internacionales, concretamente a la Unión Europea. Es el caso de Andorra,
que también hemos visto en esta casa. Aunque San Marino ya formaba parte
del territorio aduanero de la Comunidad, hacía falta este Acuerdo de
cooperación y de unión aduanera para determinar finalmente cuál era la
posición, la ubicación y el encaje de este país en el ámbito ya sea
económico, ya sea político de la Unión Europea.

Se firmó en su momento el Acuerdo --como ya se ha dicho anteriormente, no
voy a entrar en detalles--, cuyo título I se refiere a la constitución,
precisamente a la Unión Aduanera; cuyo título II se dedica a la
cooperación en distintos ámbitos, con especial referencia a turismo,
medio ambiente y relaciones culturales; y cuyo título III se dedica a
disposiciones en el ámbito social, en especial el principio de no
discriminación y tratamiento nacional a favor de trabajadores procedentes
de la CEE, que, aunque sea un país pequeño, también nos interesa a
nosotros.

No hay ninguna duda que hay que dar el apoyo total a este acuerdo, que
nos proporciona una gran alegría a aquellos que como S. S., señor
Presidente, tiene buenos amigos en San Marino, a quienes nos encontramos
en las organizaciones internacionales y a quienes vamos a dar una alegría
al saber que hemos ratificado, por unanimidad, este Tratado.




El señor PRESIDENTE: Vamos a proceder, por consiguiente, a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobado por unanimidad.




--CONVENIO INTERNACIONAL DEL CAFE DE 1994, HECHO EN LONDRES EL 30 DE
MARZO DE 1994. (Número de expediente 110/000124.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto número 14. Convenio Internacional
del Café de 1994, hecho en Londres el 30 de marzo de 1994.

¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)



La señora BALLETBO PUIG: Gracias, señor Presidente...




El señor PRESIDENTE: Un momento, señora Balletbó. He dicho grupos que
desean hacer uso de la palabra.




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La señora BALLETBO PUIG: Perdón, señor Presidente. Pensaba que me daba la
palabra.




El señor PRESIDENTE: Existe un pequeño detalle: que la palabra la doy yo.

(Risas.)
Tiene la palabra la señora Balletbó.




La señora BALLETBO PUIG: Gracias, señor Presidente, pero es evidente que
a estas horas los problemas gastronómicos nos hacen invadir el orden del
día. (Risas.)
Señor Presidente, este Convenio Internacional del Café es el quinto
convenio y el vigente hasta hace escasos meses, de 1983, tuvo que ser
prorrogado en sucesivas ocasiones por discrepancias entre los países
consumidores y los países productores.

En realidad, España ya forma parte de este convenio, en la medida en que
nos incorporamos hace unos meses...




El señor PRESIDENTE: Perdone, señora Balletbó, me da la impresión de que
no se oye muy bien. Si es posible, vaya un poco más lenta.




La señora BALLETBO PUIG: Las razones que llevaron a las sucesivas
prórrogas de este convenio eran esencialmente los desequilibrios en los
precios del café entre los países productores y los países consumidores.

Este convenio es la base de la cooperación entre estos países y el Grupo
Socialista pide a la Cámara la aprobación de este convenio por múltiples
razones. En primer lugar, el convenio que en estos momentos estamos
debatiendo mantiene una estructura casi idéntica al del año 1983, pero
elimina las cláusulas económicas, que eran precisamente el motivo de las
discrepancias. Justamente porque este convenio tiene menores ambiciones,
ha cosechado la casi unanimidad entre los países que tienen que firmarlo
y, por tanto, es de esperar que también encuentre la unanimidad de los
diferentes grupos parlamentarios de esta Cámara.

Debo decir también que se trata de un acuerdo de naturaleza mixta, por
cuanto lo firma la Comunidad Económica Europea, por una parte, y, por
otra, los países miembros. ¿Por qué? Porque, como muy bien saben SS. SS.,
la materia que regula este convenio excede en parte a las competencias
atribuidas a la Unión Europea. Hay materias que son de competencia de la
Unión Europea y, por tanto, los países miembros tienen cedida a la Unión
Europea estas competencias y hay otras que, no. En la medida en que este
convenio es un acuerdo mixto, es necesario que, además, los países
miembros lo ratifiquen también en sus respectivos Parlamentos, como
sucede en el caso de España.

Nosotros recomendamos la firma porque su no ratificación provocaría una
situación de conflicto con la Unión Europea, porque, además, este
convenio es necesario para la cooperación entre los países, como ya he
dicho y, finalmente, por los aspectos económicos, que son los que nos
obligan a traer este convenio a la Cámara. La contribución de España, a
título de ejemplo, para el ejercicio de 1993-94 en dólares
norteamericanos se cifraría en torno a los 118.000, por lo que no es una
cantidad que afecte sustancialmente a nuestros presupuestos.

Por tanto, pido el voto unánime, si es posible, para la ratificación de
este convenio, y espero que así se produzca.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Durán.




El señor DURAN NUÑEZ: Poco hay que añadir a la documentadísima exposición
que ha hecho la señora Balletbó. Unicamente deseo comentar que, desde un
punto de vista político, la pertenencia a la Organización Internacional
del Café es conveniente pues son miembros de esta organización los
principales países productores, como es natural, de los cuales una buena
parte son los Estados Unidos y los Doce de la Unión Europea. Sin embargo,
poniendo énfasis en el tema de Iberoamérica, he de manifestar que es una
de las razones más importantes para que nuestro Grupo se adhiera a la
petición de la señora Balletbó por una aprobación unánime.




El señor PRESIDENTE: Vamos a pasar a la votación.

Se somete a votación dicha propuesta.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobada por unanimidad. Crea usted, señora
Balletbó, que nos ha convencido.




--ACUERDO ENTRE LA COMUNIDAD ECONOMICA EUROPEA Y LA COMUNIDAD EUROPEA DE
LA ENERGIA ATOMICA POR UNA PARTE, Y, POR OTRA PARTE, EL REINO DE ESPAÑA,
SOBRE EL ESTABLECIMIENTO DEL INSTITUTO DE PROSPECTIVA TECNOLOGICA EN
SEVILLA, FIRMADO EN SEVILLA EL 15 DE ABRIL DE 1994. (Número de expediente
110/000125.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto siguiente del orden del día, punto
número 15: Acuerdo entre la Comunidad Económica Europea y la Comunidad
Europea de la Energía Atómica por una parte, y, por otra, el Reino de
España, sobre el establecimiento del Instituto de Prospectiva Tecnológica
en Sevilla, firmado en Sevilla el 15 de abril de 1994.

¿Grupos que desean hacer uso de la palabra? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO LEDO: En virtud de este Acuerdo se traslada a
Sevilla el Instituto de Prospectiva Tecnológica, que había sido creado en
1989, a su vez dependiente del Centro Común de Investigación, creado por
el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía Atómica. Es
un instituto más bien modesto en sus planteamientos. No se trata de una
institución de investigación y desarrollo y yo creo que su influencia en
la investigación española en principio no va a ser muy fuerte, porque



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las finalidades de este Instituto de Prospectiva son más bien de
seguimiento y análisis de las tecnologías que se utilizan en otras partes
del mundo y su posible incidencia o impacto en el medio ambiente, en la
calidad de vida o en el desarrollo regional. Es más que nada un
observatorio del desarrollo tecnológico, que al mismo tiempo hará un
análisis de dicho desarrollo. Creo que va a tener una incidencia
relativamente escasa en nuestro país.

En virtud de este acuerdo, España aporta las instalaciones, en concreto,
un edificio situado en la Isla de La Cartuja, uno de los edificios de la
Exposición de 1992 y, por supuesto, los gastos de funcionamiento de la
institución corren por cuenta de la Comisión Europea.

Me ha sorprendido lo que se señala en el artículo 13 del Acuerdo, en el
que se dice que la legislación española especialmente en materia de
seguridad y orden público se aplicará en el interior del Instituto de
conformidad con las normas que se establecen en el Anexo IV. Y en ese
Anexo IV nos encontramos con que en dos o tres ocasiones, por ejemplo,
uno de los puntos establece los siguiente: sin perjuicio de lo dispuesto
en la letra a) del artículo 11 del Protocolo sobre los privilegios e
inmunidades de las Comunidades Europeas, la Comisión, dentro de lo
razonable --insisto en que esta expresión se repite varias veces--,
permitirá a las autoridades españolas desempeñar dentro del Instituto las
misiones que les incumban. Es una idea de la extraterritorialidad de este
tipo de centros que me sorprende mucho. Me sorprende todavía más, aparte
de esa idea de extraterritorialidad, que el criterio que se siga sea el
que corresponda dentro de lo razonable. De lo razonable ¿para quién? ¿Qué
significa eso? No es un criterio jurídico que se maneje mucho en este
tipo de acuerdos. No tiene mayor importancia. Yo creo que, al final, este
tipo de instituciones siempre producen algunos beneficios, pero me
resulta sorprendente, y no quiero dejar pasar la ocasión de destacarlo
porque es sorprendente en este tipo de documentos, de acuerdos.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Yáñez, por el Grupo
Parlamentario Socialista.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: En primer lugar, dada la hora y la larga
sesión de esta mañana en la Comisión de Asuntos Exteriores y, en segundo
lugar, dado que ya ha explicado el contenido de este Convenio el
representante del Grupo Popular, mi intervención va a ser muy breve para
anunciar el apoyo del Grupo Socialista y congratularnos de que se decida
la instalación de una institución comunitaria en Sevilla, en la capital
de Andalucía. Aunque esa institución sea modesta, más vale algo que nada.

Me parece importante tener un organismo comunitario que se dedique a la
observación y al seguimiento de algo tan relevante como son las nuevas
tecnologías y el desarrollo tecnológico en el mundo.

Tercera observación. Se va a instalar en un edificio de la isla de la
Cartuja aprovechando uno de los pabellones de la Exposición Universal de
1992, con lo cual esta Exposición sigue dando sus frutos. A diferencia de
lo que ha ocurrido con otras exposiciones universales, aquello no es ya
--y lo va a ser menos en el futuro-- ningún terreno baldío, ruina de un
antiguo esplendor, sino algo que, tanto en lo que tiene de parque
temático como de parque de investigación y desarrollo, está teniendo un
contenido realmente interesante.

Por último, va a suponer para el sur de España y Andalucía poner una
pequeña pica en Flandes. Que eso sirva de ejemplo para futuras
instalaciones de organismos o instituciones comunitarias en el sur.




El señor PRESIDENTE: Vamos a proceder a la votación.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Se aprueba por unanimidad.

Señorías, hemos llegado al término de nuestro orden del día. Muchas
gracias por su resistencia física. Se levanta la sesión.




Eran las tres de la tarde.