Andrés de Jáuregui es el primer presidente cubano que accede al cargo, el 24 de septiembre de 1812, justo dos años después de aquella primera sesión de las Cortes en la Isla de León. Nacido en La Habana de una familia criolla de ricos propietarios fue Alguacil Mayor y Teniente Regidor de su ayuntamiento. Colaboró con Alexander de Humboldt en su famoso ensayo sobre la isla de Cuba.

Es elegido diputado por La Habana, que pertenecía a la Capitanía General de Cuba, el 31 de diciembre de 1810. Sustituye al diputado Joaquín Santacruz y Chacón, por lo que no llega a la Cámara hasta el 27 de febrero de 1811. Su viaje desde La Habana a Cádiz lo realiza en el navío inglés "El Implacable", llevando con él las instrucciones que le había proporcionado Francisco de Arango y Parreño.

De los 303 diputados que forman las Cortes de Cádiz, 63 fueron americanos y diez de ellos presidentes de las mismas, pero sólo Jáuregui procede de la Gran Antilla. La elección de los diputados americanos se realiza según las instrucciones especiales que se dictan el 14 de febrero y el 8 de septiembre de 1810. Las islas antillanas envían a todos los diputados que le correspondían, 4 para las Cortes Extraordinarias y 6 para las Ordinarias. Las elecciones en Cuba fueron reveladoras de las tensiones locales y de los desequilibrios regionales.

Jáuregui llega asesorado por el reformista agrario Francisco de Arango, anteriormente citado, marqués de la Gratitud, y por el profesor José Agustín Caballero que le hace entrega de un proyecto de gobierno autónomo dirigido a las Cortes nacionales. Este profesor y escritor era conocido en Cuba por el sobrenombre de "El amigo de los esclavos y de los encarcelados".

Antes de presidente, Jáuregui es elegido vicepresidente de las Cortes el 24 de marzo de 1811, obteniendo 77 votos y bajo la presidencia de Diego Muñoz Torrero. En su mes de presidente se nombra al catalán Francisco Morros como vicepresidente y al canario Santiago Key Muñoz como secretario.

Formó parte de las comisiones siguientes: Comercio de negros, Petición del Consulado de México, Creación de una Audiencia, de Honor para acompañar a la Regencia provisional del Reino para felicitar a S.M. con motivo del aniversario de la Constitución y Comisión Americana para proponer en unión de la Comisión de Hacienda un nuevo sistema de rentas en Ultramar.

Sus intervenciones en la Cámara giraron en torno a los problemas de Ultramar: el 10 de marzo de 1811 participa en el debate sobre organización de las provincias, el 2 de abril en el de la abolición de la esclavitud y el 19 de julio en el debate sobre venta de bienes raíces en Cuba en el que se manifiesta en contra de la proposición del señor Mejía: "... ¿será justo que a tantos hombres que de buena fe vinieron después de muchos años a nuestro territorio convidados por la oferta de ser protegidos por las leyes, se les prive hoy de sus propiedades?..." (Sesión de 19 de julio de 1811).

En la obra de Labra sobre los presidentes americanos, se selecciona como discurso principal el que pronunció sobre la abolición de la Inquisición. En él se explica el sentido y el alcance de sus opiniones templadas que sirvieron para redactar el proyecto de Constitución: "... ella es de una naturaleza y trascendencia tan grande que me veo precisado a no guardar silencio... hablemos de lo que nadie puede negar. Desde Recaredo hasta los Reyes Católicos ¿tuvo la España necesidad de Inquisición para que en ella floreciese la religión católica?... ¿Qué época más gloriosa ha tenido la Iglesia de España, que aquella en que brillaron los Leandros, los Fulgencios, los Isidoros, los Eugenios y tantos otros santos e ilustres prelados, lumbreras de la Iglesia y honra de nuestra Patria? ¿Y había entonces Inquisición?..." (Sesión de 15 de enero de 1813).

Aprovecha para defender los intereses de Ultramar en el debate constitucional e insiste en una más adecuada representación de los miembros americanos en todas las instituciones. En cuanto a la discusión sobre la abolición de la esclavitud, recomienda que ésta debe hacerse de forma progresiva.

Belda y Labra en su obra sobre "Las Cortes de Cádiz en el Oratorio de San Felipe" así nos lo recuerdan: "... Ilustrado propietario cubano, de opiniones templadas. Nunca fue opuesto a la abolición de la esclavitud, pero sí tímido y receloso de una medida radical e inmediata...".

Su última intervención en las Cortes es durante la sesión de 2 de septiembre de 1813 pocos días antes de ser clausuradas. Advierte a las Cortes que el decreto de Montes y plantíos no ha podido ponerse en práctica en la isla de Cuba, pues al parecer entraba en contradicción con la legislación que existía para las Indias.

En la obra de "Los diputados doceañistas", García León le sitúa en el ala más españolista de los diputados de Ultramar, aunque siempre se mostró partidario de la igualdad política entre peninsulares y americanos.

Don Andrés de Jáuregui vivió cómodamente en Cádiz en compañía de sus secretarios, dos esclavos y tres criados, pero fue de los diputados que disgustado con la reacción absolutista volvió a Cuba en 1814, donde más tarde fue elegido Prior del Real Consulado en 1818. Falleció en La Habana en torno a 1838.

La biografía procede de la publicación "Los presidentes del Congreso de los Diputados, 1810-2010" (2010), coordinada por Sofía Gandarias Alonso de Celis y Mateo Maciá Gómez, y editada por el Departamento de Publicaciones del Congreso de los Diputados. Los textos fueron realizados por ambos coordinadores, con la colaboración de Esperanza Prieto Hernández.