"... Como diputado y como político figuró siempre en tercera línea, siendo en su aspecto general persona de mediano relieve, si le comparamos con compañeros ilustres suyos como Inguanzo, Toreno, Argüelles y el mismo Cañedo Vigil...". Este es el retrato que hace de Francisco de Calello Julio Argüelles en "Biografías de los diputados asturianos en las Cortes de Cádiz" (Oviedo 1912).

Calello es otro de los diecisiete diputados asturianos que accede a la presidencia de las Cortes a lo largo de toda su historia. Catedrático de Cánones en la Universidad de Oviedo y abogado de los Reales Consejos. Detentó el grado de General de la Alarma de Salas, "alarma" que era un cuerpo civil de alistamiento que tuvo una gran importancia en la Guerra de la Independencia. Este cuerpo al servicio de la Junta Suprema de Asturias en 1808 tuvo su eficacia especialmente en los servicios de información, observación y enlace. Muchos de estos datos nos los proporciona el profesor Coronas, de la Universidad de Oviedo.

Diputado suplente por el Principado de Asturias, fue también elegido el 16 de diciembre de 1810 en la villa de Castropol, al estar Oviedo ocupado por los franceses. Sustituye a José Valdés Flórez y Bazán, ya que al parecer éste no era natural de la provincia que representaba. Accede a la Cámara el 4 de abril de 1812 y jura ese mismo día, permaneciendo hasta el final de la legislatura. Su actividad es escasa, ya que sólo participa durante diecisiete meses, sin volver a ser diputado.

Ocupa primero la vicepresidencia y, más tarde, la presidencia de las Cortes en la sesión de 24 de marzo de 1813 en la que se le elige para el mes de abril; es en esa misma elección elegido Francisco Salazar como vicepresidente y Manuel Goyanes como secretario.

Sus intervenciones en las Cortes fueron escasas, ya que se había superado la discusión constitucional; pero Calello que era un constitucionalista convencido, levanta su voz para pedir que todos los ciudadanos cumplan con su deber de jurar la Constitución. Presenta, desde su calidad de presidente, la exposición siguiente: "... Señor, creo faltaría al deber más sagrado si no llamase la atención de V.M. para recordarle el lastimoso estado en que la maldad y la negra intriga ha reducido a todas o las más de las provincias de la Península... La Constitución, obra tan grande como la grandeza de V.M.; no se ha jurado por muchos ya ciudadanos ya empleados: los empleos se han provisto sin que constatase el requisito del juramento que debe hacer todo español como ciudadano..." (Sesión de 17 de abril de 1813). A continuación, presenta tres proposiciones en este sentido.

La segunda y última intervención la realiza casi al final de la legislatura, cuando ya no era presidente; en esta ocasión, presenta una exposición y siete proposiciones en defensa de la religión católica y de las retribuciones que deberían tener los párrocos y sacerdotes: "... la Nación misma y V.M. que la representa están obligados a conservar esta religión, a sostener los ministros de ella y del culto, y a que éste sea dado a Dios con aquel decoro y grandeza de que es susceptible una Nación tan católica como la española... Siendo lamentable e indecorosa a la religión y al estado eclesiástico la incongruidad y miseria de los más de los curas, y escandalosa la opulencia de otros, se atenderá ante todas cosas a señalarles a todos uno congrua y dotación decente y uniforme..." (Sesión de 28 de agosto de 1813).

En cuanto a los decretos que se firmaron en su momento, podemos citar los de 8 de abril de 1813 que contenían un nuevo Reglamento del Consejo de la Regencia del Reino más completo que los anteriores y de las atribuciones de los secretarios de estado y del despacho; y aquel por el que instituía la Dirección General de Hacienda Pública.

Cuando finalizan las Cortes vuelve a Oviedo y se reincorpora a la enseñanza en la universidad. En 1815 forma parte de una comisión que se crea en la propia universidad para hacer entrega al asturiano José Hevia y Noriega de las insignias como doctor en cánones. Más tarde, en 1820 se une al levantamiento de Riego y la Junta Revolucionaria de Asturias le nombra juez de primera instancia de Belmonte y después fiscal de la Audiencia de Oviedo.

Falleció en Oviedo alrededor de 1824, un tanto olvidado durante la nueva etapa absolutista.

La biografía procede de la publicación "Los presidentes del Congreso de los Diputados, 1810-2010" (2010), coordinada por Sofía Gandarias Alonso de Celis y Mateo Maciá Gómez, y editada por el Departamento de Publicaciones del Congreso de los Diputados. Los textos fueron realizados por ambos coordinadores, con la colaboración de Esperanza Prieto Hernández.