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DS. Congreso de los Diputados, Pleno y Dip. Perm., núm. 268, de 26/10/1999
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CORTES GENERALES



DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



PLENO Y DIPUTACIÓN PERMANENTE



Año 1999 VI Legislatura Núm. 268



PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. FEDERICO TRILLO-FIGUEROA MARTÍNEZ-CONDE



Sesión Plenaria núm. 258



celebrada el martes, 26 de octubre de 1999



ORDEN DEL DÍA:



Debates de totalidad de iniciativas legislativas (continuación):



- Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año
2000. «BOCG. Congreso de los Diputados, serie A, número 186-1, de 29
de septiembre de 1999. (Número de expediente 121/000186.). . . .

(Página 14306)



- Proyecto de Ley de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden
Social. «BOCG. Congreso de los Diputados, serie A, número 187-1, de 7
de octubre de 1999. (Número de expediente 121/000187.) . . .

(Página 14306)



Página 14306




S U M A R I O



Se reanuda la sesión a las nueve y cuarenta minutos de la mañana.




Debates de totalidad de iniciativas legislativas. (Continuación) . . .

(Página 14306)



Proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2000
. . . (Página 14306)



Proyecto de ley de medidas fiscales, administrativas y del orden
social . . . (Página 14306)



En turno de fijación de posiciones interviene el señor Mauricio
Rodríguez, del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria. Contesta el
señor vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía
y Hacienda (De Rato Figaredo), replicando el señor Mauricio Rodríguez y
duplicando el señor vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de
Economía y Hacienda.




En turno de fijación de posiciones interviene el señor Zabalía
Lezamiz, del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV). Contesta el señor
vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y
Hacienda, replicando el señor Zabalía Lezamiz y duplicando el señor
vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y
Hacienda.




En turno de fijación de posiciones interviene el señor López de Lerma
i López, del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió).

Contesta el señor vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de
Economía y Hacienda, replicando el señor López de Lerma i López y
duplicando el señor vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de
Economía y Hacienda.




En turno de fijación de posiciones interviene el señor De Grandes
Pascual, del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.




Concluido el debate se procede a las votaciones.




Sometidas a votación, en primer lugar, las enmiendas de totalidad de
devolución del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado
para el año 2000, se rechazan por 151 votos a favor y 177 en contra.




Sometidas, en segundo lugar, las enmiendas de totalidad de devolución
del proyecto de ley de medidas fiscales,
administrativas y del orden social, se rechazan por 148 votos
a favor, 177 en contra y tres abstenciones.




Se levanta la sesión a la una y diez minutos de la tarde.




Se reanuda la sesión a las nueve y cuarenta minutos de la mañana.




El señor PRESIDENTE: Buenos días señoras y señores diputados.

Se reanuda la sesión, que tiene por objeto el debate de la totalidad
del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para el año
2000 y del proyecto que le acompaña de medidas fiscales y
administrativas y del orden social.

En la tarde de ayer se debatieron las enmiendas de totalidad
presentadas por tres grupos parlamentarios y, en consecuencia, esta
mañana pasamos a los turnos de fijación de posición de los grupos
parlamentarios que no optaron por pedir la devolución de los
presupuestos al Gobierno.

Teniendo en cuenta que han de intervenir cuatro grupos
parlamentarios, el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, el Grupo
Nacionalista Vasco, el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i
Unió) y el Grupo Parlamentario Popular, y que el vicepresidente del
Gobierno, al menos ayer tarde, usó de la réplica de manera
sistemática y exhaustiva, y dada la duración de los debates de ayer,
la Presidencia puede calcular que la votación no se producirá en
ningún caso antes de la doce y media de la mañana, entre las doce y
media y la una pueden calcular SS.SS. que llamaríamos a votaciones,
no antes, en consecuencia, pueden distribuir sus dedicaciones
parlamentarias.

Comenzamos, por tanto, con el turno de fijación de posiciones que
iniciará el Grupo de Coalición Canaria a través de su portavoz, don
José Carlos Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Muchas gracias, señor presidente.

Señorías, en este turno de fijación de posiciones del Grupo de
Coalición Canaria al proyecto de Presupuestos Generales del Estado
nosotros queríamos fijar nuestra posición, explicarla y aprovechar
para hacer algunas reflexiones sobre temas que aparecen en los
presupuestos de cara a los problemas que se plantean para el futuro.

Creo que ayer, de manera exhaustiva, como acaba de decir el
presidente de la Cámara, se ha hecho un debate que, como el señor
Rato reconocía, me parece que ha sido la cuarta vez que se produce,
es decir, lo que ha pasado en la política económica y en la política
presupuestaria en los últimos cuatro años ha sido undebate sobre tres
o cuatro claves fundamentales, y ayer



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se ha vuelto a repetir porque está en la filosofía y en los
planteamientos de este presupuesto.

En mi opinión, era bueno decidir hace cuatro años que la política de
convergencia europea exigía una política de rigor y una política de
estabilidad, reducción de déficit público, de inflación, de tipos de
interés, que eso generaría crecimiento económico, que el crecimiento
económico crearía empleo, que el empleo es la base principal para el
mantenimiento del marco social del Estado de bienestar, y que
conjuntamente habría que ir a acometer reformas estructurales de
modernización económica para que España se integrara en el proyecto
europeo en las mejores condiciones de competitividad. Al mismo
tiempo, había que plantear una modernización de nuestro sistema
fiscal y un proceso de descentralización de competencias en el
desarrollo del Estado de las autonomía, que es en definitiva la base
del pacto por el cual Coalición Canaria ha apoyado a este Gobierno
durante los últimos cuatro años.

Yo creo que, aunque se ha repetido cuatro veces, los hechos son los
que son, la realidad es la que es, como decía Machado, aunque se
piense al revés, y discutir lo que son hechos y ya no son
planteamientos de futuro a mí me parece un error. En cualquier caso,
ya tenemos un primer aperitivo de lo que va a ser la campaña
electoral. El Grupo de Coalición Canaria piensa que sería mucho más
interesante que debatir sobre realidades del pasado, que siempre son
la base -por supuesto- de la credibilidad de un proyecto de futuro;
sería más interesante, repito, hablar de problemas de futuro.

Lo que ha quedado claro es que, en general, las líneas
presupuestarias elementales sobre las que se ha basado la política
del Gobierno en los últimos cuatro años han sido fundamentalmente una
serie de objetivos que se han cubierto y que el Grupo de Coalición
Canaria ha participado en su cumplimiento. Esa es la razón por la que
nosotros no presentamos enmiendas a estos presupuestos, y, por el
contrario, sí vamos a votar a favor del proyecto que presenta el
Gobierno.

Aunque sea a estas horas de la mañana y SS.SS. ya tendrán la prisa
natural de acabar un debate que prácticamente ya está hecho, el grupo
de Coalición Canaria quiere introducir algunas reflexiones de cara al
futuro, porque los presupuestos son también un arma cargada de
futuro, como decía el poeta. Yo creo que en estos presupuestos ya
empiezan a aparecer los primeros problemas, no sólo los que ya han
sido superados del escenario político económico de los últimos cuatro
años, sino los problemas básicos que van a empezar a aparecer a
principios del siglo, a principios de una etapa política que se va a
iniciar en abril del año próximo, porque en definitiva son
presupuestos que cubren hasta diciembre del año 2000, por tanto, más
allá de las elecciones generales.

Los compromisos que teníamos en estos cuatro años del reto europeo
han sido cubiertos, pero una vez superados esos problemas se nos
abren otros nuevos, como es lógico en una etapa política nueva.

Europa ha
aprobado en la cumbre de Berlín su marco presupuestario 2000/2006,
por decirlo de alguna manera, y el primer problema que se nos plantea
es que España tiene todavía una financiación europea importante,
todavía recibe transferencias importantes de recursos europeos; la
política agrícola y la política regional y estructural de inversión
van a seguir contando con financiación europea, pero a España, que
supongo que tiene el objetivo claro de lograr en el año 2006 la
superación del 90 por ciento de la renta europea, o sea, caminar
hacia la convergencia nominal, se le va a plantear el problema de que
no podemos seguir siendo protegidos de la Unión Europea porque Europa
se abre hacia la ampliación, hacia países nuevos que se van a
incorporar, con necesidades nuevas, y España se va a encontrar,
repito, con que este marco europeo de ayudas en el que se encuentra,
que es favorable, no lo va a tener igual de ninguna manera en los
próximos años.

Aprovecho para decir que si los compromisos europeos han sido
cubiertos, señor Rato, y aunque al final del debate y de la votación
de hoy prácticamente se termina esta legislatura y empezamos la
campaña electoral -no se nos olvide, el Gobierno va a estar en
campaña electoral muy pronto, como ayer se demostró, y la oposición
también-, aún nos queda una pequeña asignatura pendiente que para los
canarios es enormemente importante, y es que en la cumbre de Helsinki
de este año, por mandato de la cumbre de Berlín, se nos va a plantear
el tema del estatuto especial canario y de la situación de Canarias
en ese marco de financiación europea y reconocimiento del régimen
económico fiscal, es decir, el estatuto de regiones ultraperiféricas.

Hace dos años, en una de las cumbres europeas más importantes, España
planteó el tema canario, de ahí la convalidación del REF como uno de
los temas básicos y la aparición del estatuto de regiones
ultraperiféricas como una cuestión central, de los tres temas
centrales que la presidencia europea llevó como una de las
necesidades que planteaba España, y por cierto, desde los líderes de
la oposición fue criticado por qué un tema tan secundario -para
nosotros tan importante- como Canarias pasaba a ser un tema central.

Así fue dicho por el líder de la oposición, yo creo que por falta de
entendimiento de la importancia que tiene para una región
ultraperiférica la articulación en el proyecto europeo. Por tanto,
quiero recordarles que uno de los retos europeos del futuro, muy
importante, de política de Estado es la articulación de Canarias en
el marco europeo, y yo pediría que este Gobierno no olvidara esta
asignatura pendiente por razones de campaña electoral de fin de
legislatura.

He sacado el tema europeo porque lo que quiero plantear es que vamos
hacia un marco de financiación de España progresivamente menor en la
medida que se abre la ampliación europea y aumenta paralelamente el
crecimiento económico de España, la mejora de nuestras rentas y de
nuestra economía, y que tenemos que estar preparados para ese nuevo
marco. Vamos hacia la Europa política, no sólo la Europa del euro,
que ya está



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consolidada y en la que la circulación de la moneda nueva, que será a
principios del 2002, va a crear una nueva etapa política y económica
en Europa, sino que vamos hacia la Europa política, en la que se nos
han planteado este año dos grandes temas: uno, el tema de la
seguridad, que ha sido tratado en la cumbre de Finlandia de estos
días, y dos, el tema de la defensa por la crisis de Kosovo.

A mí me hubiese gustado que nos dijera, señor Rato, cuáles son los
criterios de política de defensa que están dentro de este
presupuesto, debate que prácticamente no hemos tenido aquí y que a
nosotros nos preocupa mucho, porque en el marco de la integración en
la Organización del Tratado del Atlántico Norte y de la necesidad de
una política de defensa y una política exterior europea, el papel de
España dentro de un ejército profesional, que ha sido uno de los
objetivos de este periodo, no es tener un enorme ejército, ni tener
papeles que no le corresponden en el concierto europeo, sino tener un
ejército moderno, un ejército preparado para políticas de cooperación
con la paz en el marco de las Naciones Unidas, como se dice en los
presupuestos, y ahí he leído que se va hacia un ejército profesional
con la posibilidad de que haya 120.000 soldados profesionales. A mí
esto me ha parecido una exageración, ya que se habla entre 100.000 y
120.000 y ahora tenemos 138.000 reclutas. Estar entre 95.000 y
100.000 soldados serían suficientes para un ejército profesional. La
idea de que tenemos que avanzar hacia el 2 por ciento del PIB para
nuestro ejército profesional, dentro del ejército europeo, me parece
imposible, dentro de los objetivos de equilibrio presupuestario de
los próximos años. Por tanto, ese es un debate que tenemos que tener.

Yo creo que puede haber un ejército y una política exterior europea,
y no tener las humillaciones y las vergüenzas de la guerra de Kosovo,
sin necesidad de inflar el gasto, y que tengamos, como sí aparece en
estos presupuestos, algunas políticas de tecnología militar -el
cazabombardero, las fragatas, etcétera- metidos en el Ministerio de
Industria, que nos llevan a una reflexión sobre las políticas de
defensa en el futuro.

Segunda cuestión, el papel de Europa en el marco internacional. En
estos presupuestos aparecen, primero, en una comunidad como la
Canaria, que es comunidad frontera, todos los problemas de
cooperación y de relación internacional. A mí me parece que la cifra
de cooperación que hay en estos presupuestos -cifras que aquí han
sido duramente criticadas en otros debates, pero luego no aparecen
nunca en el debate presupuestario, apenas hay 50.000 millones en
políticas de cooperación- me parecen insuficientes. Es necesario
avanzar en política de cooperación internacional, no sólo con países
de latinoamérica, con los que nos unen elementos de relación
histórica y sentimental muy importantes, sino también con los países
de África, que son frontera de España, de Canarias, y si nosotros no
llevamos una política de cooperación en esos países, nos vamos a
encontrar con problemas muy importantes,
cooperación de control de inmigrantes en la entrada y problemas
de seguridad.

Los temas de seguridad en estos presupuestos aparecen también
insuficientemente tratados. Son problemas que vamos a tener que
plantearnos en el futuro muy seriamente. Los problemas de seguridad
de las políticas de policía 2000, de la política de conexión entre la
policía y los ciudadanos, pero sobre todo de control de fronteras, de
lo que nosotros en este momento tenemos déficit importante, y de la
política de extranjería, de los derechos de los extranjeros en
España, que nos preocupa muchísimo. Frente a otros que creen que los
problemas del mercado de trabajo en España se consiguen con
incrementos de natalidad, el problema lo va a resolver objetiva,
necesaria y razonablemente la política de inmigración planificada,
controlada y con defensa de los derechos de los inmigrantes.

Estos son temas que plantea hoy el marco europeo y sobre los que me
gustaría que se colocara el debate porque, en definitiva, este
presupuesto es el primero que hacemos después de la cumbre de Berlín
y, sin duda, cada vez más los presupuestos estatales, nacionales,
europeos van a estar mucho más condicionados por el marco europeo,
porque inevitablemente avanzamos hacia la Europa política.

En el debate de ayer alguien aludió a los políticos provincianos. Ya
sé que no se refería a mí, pero yo me he sentido aludido. Pues bien,
a estos políticos provincianos nos gusta más hablar del marco europeo
de España que de esos debates insulsos sobre si la Seguridad Social
está en crisis o no, que evidentemente no lo está.

El segundo gran tema que aparece en el presupuesto es la
modernización económica, que ha sido tratado ayer, y las reformas
estructurales. Creo que razonablemente hemos avanzado en estos años
en estas cuestiones. Hemos ido a la creación de competencias, a la
ruptura de monopolios estatales absolutamente obsoletos; hemos ido a
crear eficiencias en beneficio de los consumidores, de los ciudadanos
en una nueva sociedad civil más madura y donde sus derechos son, como
consumidores, los que marcan el futuro. Hemos avanzado
razonablemente, y yo creo que aunque la tasa de inflación que estamos
teniendo este año es una pequeña advertencia no sólo del crecimiento
de los costes de las materias primas internacionales, de la apuesta
por una demanda interna y un crecimiento alto, también hay alguna
pequeña observación de la necesidad de avanzar en esas reformas
estructurales que yo creo que están planteadas. Pero lo que a mí me
preocupa es que un país moderno, para competir en el marco europeo,
no sólo tiene que crear empresas de dimensión europea
e internacional, y en ese sentido la economía española ha avanzado bien
y el aumento de cuotas del mercado internacional, al que usted aludió
ayer, me parece que es un síntoma interesante, pero tenemos que
incrementar nuestra inversión en infraestructuras.

La inversión pública es fundamental para un paísmoderno, y en estos
últimos años no hemos invertido



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todo lo que era necesario por otras razones y por otras prioridades,
que yo justifico, pero en el futuro tenemos que invertir más; está
todo el problema de la red de carreteras, el problema de nuestra red
de ferrocarriles de alta velocidad, que es un problema muy
importante, pero está sobre todo algo que a nosotros los canarios,
como región alejada, nos angustia, que es el tema del transporte
aéreo y de todo el sistema aeroportuario. Yo creo que en eso vamos
mal. Los colapsos que se producen en el sistema aeroportuario del
Estado son un ejemplo evidente de que ahí tenemos problemas serios,
que la planificación de las infraestructuras se hace a largo plazo, y
por las razones que sean no hemos podido concentrarnos en esa
prioridad en este último período. Nosotros, los canarios, que tanto
dependemos de nuestro sistema aeroportuario, pero también de las
conexiones por la centralización del sistema aeroportuario del
Estado, de Madrid, nos encontramos con unos problemas que pueden ser
auténticos cuellos de botella para nuestra modernización, para
nuestras relaciones económicas y simplemente para el transporte de
nuestros viajeros. El transporte aéreo a nivel internacional está
creciendo de forma exponencial, y las previsiones que han hecho los
organismos públicos especializados, concretamente AENA, han sido
erróneas en estos últimos años. De ahí que nos hayamos encontrado con
situaciones de colapso que a nosotros nos preocupan muy seriamente.

Por tanto, un tema de reflexión es que hay que mejorar nuestra
inversión en infraestructuras y planificarlas, porque un país que
tiene que invertir en I + D, que tiene que mejorar la competitividad
en nuestra economía, que tiene que modernizar nuestras empresas, que
tiene que hacer reformas estructurales, tiene que tener unas
infraestructuras modernas, y modernos son también nuestra
infraestructura hidráulica y nuestro plan de costas.

Los canarios estamos obligados a decirle aquí que este país depende
más de lo que parece del turismo, lo decimos de pasada, casi no
hablamos de ello, parece que sólo tenemos problemas agrícolas, que
son muy importante, o industriales, que también lo son, pero, como ha
demostrado la cumbre mundial del turismo recientemente celebrada, el
turismo no es un fenómeno coyuntural sino de la cultura
contemporánea, y se va a un crecimiento enorme del turismo a nivel
mundial. ¿Cuál es la cuota de España en ese crecimiento? Podemos
perder cuota en los próximos años si no somos competitivos. Nosotros
vamos a 70 millones de turistas, es la previsión internacional. Una
economía de pleno empleo en España, que es el objetivo de los
próximos cuatro años, no es posible si no tenemos 70 millones de
turistas. ¿Cómo tener 70 millones de turistas sin invertir en
elementos complementarios de la infraestructura turística, es decir,
en todo el ocio turístico, en el aprovechamiento del mar para el
turismo, etcétera? Nosotros los canarios tenemos ya esa experiencia,
y quiero repetir hoy aquí algo que ya planteé en el debate sobre el
estado de la Nación: una incomprensión de
sectores del Gobierno central sobre que el territorio, que es una
competencia de las comunidades autónomas, son también las costas, y
las costas no pueden ser ni agredidas ni abandonadas, sino que tienen
que ser remodeladas en nombre de la calidad de la vida de los
ciudadanos y en defensa del medio ambiente. El proyecto
medioambiental de España, combinado con el proyecto turístico de
potenciación de nuestro patrimonio histórico y cultural, son las
bases para ser una de las primeras potencias turísticas del mundo,
que ya lo somos, pero de lo que se trata es de mantenerlo, y ese es
un objetivo estratégico y básico porque el sector del turismo y los
servicios son los que crean más empleo en el futuro, son los sectores
de más empleo del futuro. Tenemos que no perder empleo en el sector
industrial, perder poco en el sector agrícola, pero sobre todo crecer
mucho en el sector turismo y en el sector servicios, que es donde
crece el empleo a nivel mundial.

La siguiente cuestión que queríamos plantear es que la defensa del
Estado de bienestar es una de nuestras obsesiones y compromisos aquí.

En estos presupuestos aparecen algunas cuestiones que nosotros
apoyamos claramente. Primero, en estos años hemos defendido el
sistema público de pensiones, el sistema de la Seguridad Social.

Hemos pasado del déficit que tenía inicialmente a una situación de
superávit que permite la creación de un fondo de reserva. Hasta ahí
está bien. Hemos logrado en estos presupuestos, a pesar de que hay
críticas de sectores empresariales, que haya una mejora de las
pensiones más bajas, tanto contributivas como no contributivas. Yo
quiero decir aquí que las críticas de determinados sectores, que
dicen que eso se ha debido al oportunismo de las elecciones en
Cataluña o a otras presiones de no sé qué y no sé cuántos, me parece
que no están fundadas. Yo creo que el objetivo central de un Estado
moderno es la cohesión social. Y las pensiones lamentables que a
veces tiene nuestro sistema de Seguridad Social, cuando sea posible
-y ya es posible-, hay que irlas mejorando y acercando al salario
mínimo interprofesional. Por tanto, nuestro sistema de Seguridad
Social está en este momento consolidado, y en el futuro debemos
consolidarlo con la renovación del Pacto de Toledo. Yo no he oído
aquí ningún debate, por lo visto eso se deja para después, se ha
creado la Comisión y se deja para después de las elecciones. Nosotros
nos pronunciamos aquí y decimos que estamos a favor de la mejora de
las pensiones mínimas; estamos a favor de la creación de un fondo de
reserva que vaya incrementándose hasta alcanzar un nivel de 500.000
millones de pesetas en varios años, que es simplemente el pago de la
Seguridad Social en un mes; estamos a favor de resolver temas de los
complementos de mínimos y estamos a favor, sobre todo -y esta es una
de las cuestiones básicas-, de una política de empleo muy importante
realizada en estos últimos años, pero que, en mi opinión (decía el
señor Rato ayer: critíqueme la oposición que hemos avanzado pero que
es insuficiente), es insuficiente. Bueno, pues yo digo aquí que hemos
avanzado



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mucho pero que es insuficiente. Creo que en estos cuatro años nos han
faltado, por lo menos, 300.000 ocupados. Alguien podrá decir que se
han creado dos millones de incorporaciones a la Seguridad Social y
1.600.000 empleos, pero, en mi opinión, nos faltan unos 300.000 ó
400.000. Porque se ha hecho una buena política de empleo, pero hay
que mejorarla. Aprovechemos la cumbre de Lisboa del próximo semestre,
el debate de la Unión Europea sobre políticas de empleo,
y actualicemos políticas de empleo. Porque debemos conseguir el
equilibrio de que por cada dos cotizantes de la Seguridad Social haya
un pensionista, ese es el punto de equilibrio, y ese equilibrio lo
deberíamos alcanzar en el año 2000, pero creo que no lo vamos a
conseguir, señor Rato. Y esto no lo planteo con el ánimo de decir que
la política de empleo ha sido negativa. Nosotros hemos colaborado, en
Canarias hemos logrado avances importantísimos en políticas de
empleo, pero nos tenemos que sentir inseguros todavía, insatisfechos,
porque todo el equilibrio de nuestro sistema del bienestar social
está basado en el éxito de la política de empleo. Es verdad que eso
depende del crecimiento económico, que vamos a seguir creciendo, que
el escenario internacional apunta hacia el crecimiento económico,
pero ese crecimiento económico hay que convertirlo en empleo. Usted
hablaba del 80 por ciento, pues intentemos llegar al cien por cien.

Hay algunos problemas como, por ejemplo, el contrato a tiempo parcial
aunque con carácter estable. No está funcionando como debería
funcionar y este problema lo tenemos que resolver. En la política de
empleo se ha tenido un acierto extraordinario desde este Gobierno y
es hacerlo en una política de pacto social, pacto con los sindicatos
y, si es posible, pacto con los empresarios, que a veces tienen una
actitud no suficientemente avanzada en las políticas de empleo. Por
tanto, nosotros creemos que se nos va a plantear un tema central si
queremos avanzar en la sociedad de pleno empleo dentro de cuatro o
cinco años, se nos va a plantear la necesidad de potenciar los
recursos de políticas de empleo, que es lo que va a permitir soportar
un sistema de Seguridad Social equilibrado y con mejoras y es lo que
va a permitir mantener el carácter público de la sanidad y de la
educación.

Quisiera decirle que el problema de la educación no es sólo un
problema de financiación. Ayer se hacía un estudio muy interesante en
un diario nacional sobre el problema de las eficiencias a las que
estamos llegando -después de haber resuelto el problema de la
cantidad de dinero que se invierte, aunque hay que invertir algo más-
en la Logse y la LRU. Estamos ante el problema de la eficacia de la
gestión para hacer ese dinero mucho más eficiente. Ese es un problema
planteado en toda Europa, planteado en todos los sistemas públicos
y en los conciertos privados, y tanto en la educación como en la
sanidad hay que ir a procesos de corresponsabilización, a una buena
combinación de política de tasas y becas, a una buena financiación
pública y a unas mejoras en la LRU y en la Logse que permitan una
gestión del sistema tanto educativo como sanitario basada no sólo en
la democratización -avance muy importante- y en la participación de
los sectores, sino también en estructuras mucho más eficientes. Ese
es un debate importantísimo que se nos va a plantear a partir del año
que viene, un debate que va a estar ligado al que yo quiero plantear
hoy como cuestión central de mi intervención -y voy terminando, señor
presidente-, que es el tema del futuro pacto fiscal.

Estamos bastante satisfechos de algunas cosas que han pasado en estos
años, pero se nos va a plantear un problema muy serio a partir del
año próximo, sobre todo a partir del 2001, donde acaba el acuerdo de
sanidad, el acuerdo con los ayuntamientos y las corporaciones
locales, los acuerdos de educación, etcétera, y es el problema de la
financiación y del pacto fiscal que plantean algunos grupos
políticos. Ahí vamos a tener que hacer una discusión muy seria,
basada en el equilibrio territorial. Coalición Canaria defiende un
modelo de Estado federal con hechos diferenciales -el nuestro tiene
un encaje claro en la Constitución española y en el Tratado de
Amsterdam-, necesitamos la diferenciación clara de nuestro régimen
económico y fiscal histórico como elemento de financiación propia. Si
se avanza en una dirección incorrecta, vamos a exigir simplemente un
acuerdo específico para los canarios en el terreno bilateral Estado-
Canarias, pero nosotros somos partidarios de seguir avanzando en la
línea que en esta legislatura se ha planteado, que es en la cesión de
tramos del IRPF con corresponsabilidad fiscal real y con capacidad
normativa para las comunidades autónomas.




A mí me parece que se nos va a plantear un tema muy serio. Yo he
planteado el tema europeo y los recursos que vamos a tener, he
planteado la necesidad de mayor inversión y modernización, así como
la defensa del Estado de bienestar con políticas de empleo; estoy
planteando todo un conjunto de problemas que están coordinados,
porque no es posible una política económica sin un proceso de
equilibrio. El arte de la política económica de estos cuatro años es
que los equilibrios han sido inteligentes, los equilibrios
macroeconómicos, los equilibrios políticos y los equilibrios
sociales, por eso funcionó bien este proceso, pero ahora se reabre
todo el debate, y donde se va a reabrir después de las elecciones
catalanas va a ser con el famoso pacto fiscal, lo que nos va a llevar
a los problemas de descentralización de impuestos, a la
corresponsabilidad, a los equilibrios territoriales y a la cohesión
social del mercado interior español. Un debate muy importante porque
estamos en Europa y dentro de poco más de un año vamos a estar
pagando en euros. Estamos en el marco europeo, por tanto ese debate
hay que hacerlo en el marco del debate europeo. Y ahí, dentro del
nuevo reto europeo que se abre a partir de haber cubierto el
anterior, del nuevo debate de infraestructuras, de las inversiones en
la mejora y modernización de la competitividad económica, de los
problemas del mantenimiento del Estado de bienestar sobre la



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base de la corresponsabilidad de los ciudadanos en los pagos, del
manteniendo del sistema público, del reparto de impuestos -en el que
el señor Zaplana plantea una cosa y los señores de Convergència i
Unió plantean otra hipótesis, que por supuesto todos estamos
dispuestos a considerar porque tienen todo el derecho del mundo a
plantearlo-; ahí, la reforma fiscal, que ha sido un éxito, la reforma
fiscal del Impuesto sobre la Renta, que se ha producido con un
crecimiento de ingresos en una fase de crecimiento económico sobre la
base de reducir los tipos del impuesto, nos plantea la distribución
de recursos, porque todo al mismo tiempo no cabe. Por eso he
planteado los problemas de la política de defensa, de seguridad o de
cooperación, porque todo al mismo tiempo no cabe. Y podríamos
encontrarnos en un futuro próximo que lo que ha sido el gran éxito de
estos cuatro años puede significar problemas para los próximos, como
son: marcar mal los equilibrios económicos, que ahora se ha hecho
bien; marcar mal nuestra posición en el marco de las políticas
europeas, que hasta ahora se ha hecho bien; plantear mal nuestros
problemas del consenso y del diálogo social para avanzar en España
sobre la base de la cohesión social, y sobre todo crear un marco de
desequilibrios territoriales en España que nos planteen problemas
graves para avanzar como uno de los Estados importantes de la Unión
Europea, reconociendo al mismo tiempo los hechos diferenciales y la
necesidad de la corresponsabilidad; y, por último, lograr la mayoría
política estable, que es la clave de todo -y es donde yo termino-,
que posibilite plantear los nuevos retos. Porque la clave de los
éxitos que hemos tenido en estos cuatro años -de los cuales Coalición
Canaria se siente corresponsable, y por eso vota a favor de estos
presupuestos- ha sido ese conjunto: equilibrio económico, diálogo
social y un marco político estable. ¿Estamos en condiciones de tener
una nueva mayoría, un nuevo pacto para plantear los retos del próximo
futuro? Ese es el debate que esperan los ciudadanos españoles y por
supuesto los canarios en el próximo período. ¿Cuáles son los retos
del futuro y qué respuestas dar? ¿Cómo resolver la reforma del Pacto
de Toledo? ¿Cómo resolver los problemas de las modernizaciones? ¿Cómo
resolver el tema del pacto fiscal? ¿Cómo resolver una política de
defensa y seguridad en el marco de la cooperación europea? Son los
grandes retos, señor Rato, y como nosotros ya estamos planteando
también nuestro debate electoral, porque estamos dispuestos
a integrarnos en la nueva mayoría que decidan los ciudadanos españoles,
en esta nueva mayoría quiero adelantarles ya cuál es el proyecto de
futuro, porque, como he dicho antes, los presupuestos son un arma de
futuro y creo que ayer sólo hablamos del pasado.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Mauricio.

Señor vicepresidente del Gobierno.

El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y
HACIENDA (De Rato Figaredo): Buenos días, señor presidente, señorías.

Señor Mauricio, difiero de S.S. en que el debate de ayer fuera sobre
el pasado, creo que el debate de ayer se hizo sobre modelos
económicos, en los que indudablemente se hacen referencias a lo que
sucedía antes, entre otras cosas como manera de explicar las ventajas
o los inconvenientes de cada propuesta; pero ayer por la tarde desde
luego hubo, en mi opinión, una clara diferencia que cada vez se
perfila de forma más importante dentro y fuera de esta Cámara.

Tenemos consensos básicos en muchas cosas en este país que a veces
pueden parecer no tan obvios, pero que son muy importantes, como los
de la política social; hace muchos años que esta Cámara vota
prácticamente con unanimidad en las políticas de protección social y
en las políticas sociales, y eso no puede considerarse simplemente
como un hecho relacionado con lo que pudiéramos llamar lo
políticamente correcto, sino que está relacionado con un consenso
general que impregna a todos los electorados. Las diferencias
importantes están en quién garantiza eso, quién es capaz de dar a los
españoles lo que éstos quieren. Creo que el debate de ayer por la
tarde -sin que yo ahora pretenda reabrirlo, no me parecería legítimo
porque ya tuvimos tiempo suficiente ayer con siete horas de debate-
fue precisamente ese, qué opciones macroeconómicas y microeconómicas
somos capaces de ofrecer a los españoles, lo que los españoles
consideran imprescindible en estos momentos en nuestra sociedad.

Usted me plantea un debate distinto, lógicamente, que es el debate
sobre qué hacemos a partir de ahora y qué hace este presupuesto para
conseguir lo que tenemos que hacer a partir de ahora. Partiendo de la
base de que en esta legislatura hemos compartido una visión de cuál
debe ser la respuesta a lo que los españoles quieren, tenemos puntos
en común en esa dirección.

Su señoría ha diseñado muy bien -y al final, además, ha hecho un
magnífico resumen- lo que representan los equilibrios económicos,
Europa, la creación de empleo, diálogo social, cohesión social, los
equilibrios territoriales, y, por último, ha introducido un tema
eminentemente político, que es la mayoría estable. Quisiera empezar
por el tema de los equilibrios macroeconómicos. Creo que en estos
momentos España -iremos dándonos cuenta de la trascendencia que ha
tenido nuestra incorporación al euro- se ha asentado en una zona en
la que la estabilidad macroeconómica es una realidad. No diré que
está garantizada, porque garantizado en este mundo no hay casi nada,
pero sí que es una clara realidad y que sólo una transformación muy
profunda de la realidad económica europea y de la realidad social
permitiría que eso no fuera así. Existen suficientes instrumentos e
instituciones para pensar que el mercado interior europeo va a ser un
mercado en el que la estabilidad macroeconómica será una regla
mantenida. Y el creciente proceso de coordinación de políticas
económicas, del que todavía sólo estamos empezando



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a ver un esbozo pero que será una constante de las relaciones
europeas entre los gobiernos, asentará esa estabilidad. En ese
sentido, el cumplimiento de los objetivos de Maastricht y la
aceptación social de los mismos, que es más importante que el
cumplimiento, el hecho de que Maastricht se haya convertido en países
como el nuestro en un objetivo común, desde el punto de vista social
y político, hasta que lo obtuvimos, demuestra hasta qué punto está
calando esa mentalidad. Por tanto, en Europa el reto no está tanto en
la estabilidad como en la competencia y en la competitividad dentro
de Europa. A España no le basta con ser un país de estabilidad
macroeconómica, ese es uno de los objetivos de esta legislatura y es
un objetivo cumplido. España necesita competir dentro de esa
estabilidad. Como S.S. muy bien ha dicho, el objetivo es la
convergencia real, y para la convergencia real tenemos que mantener
una tasa de crecimiento superior a la de nuestros competidores
durante mucho tiempo. España tiene que apostar seriamente por un
ciclo largo de crecimiento, no tiene otra oportunidad, no tenemos
otra opción. Y en ese sentido, este presupuesto apunta en una
dirección de la que la Cámara debe ser consciente porque limita sus
posibilidades, que es la dirección de un equilibrio presupuestario
mantenido en el tiempo. Ya sé que desde el punto de vista inmediato
de cada uno de nosotros el equilibrio presupuestario puede chocar con
proyectos concretos. Su Señoría hablaba de aeropuertos, otras
señorías hablaban ayer de ferrocarriles, otras hablaban de políticas
sociales, pero hemos de ser conscientes de que si nuestra prioridad
es la convergencia real y para alcanzarla tenemos que tener una tasa
de crecimiento intensa durante mucho tiempo, tenemos obligatoriamente
que hacer clarísimos esfuerzos para que la financiación de ese
crecimiento esté garantizada con una alta tasa de ahorro, tanto
pública como privada. Y si no partimos de esa base -y me gustaría
saber si hay una alternativa a esa base-, pura y simplemente nos
estamos equivocando en cuál es nuestro horizonte y nuestro escenario.

En ese sentido, estos presupuestos continúan siendo muy ambiciosos en
el déficit público. Ha habido críticas de algunas de SS.SS. en el
siguiente sentido: ¿por qué un 0,8 de déficit público cuando con una
décima podemos solucionar este o aquel problema? Porque si no
avanzamos con claridad en esa dirección, nuestro ciclo de crecimiento
será corto, ya que podemos estar en el euro, podemos tener el mismo
tipo de interés que nuestros vecinos, podemos tener la misma
inflación que nuestros vecinos, pero pura y simplemente podemos
crecer bastante menos de lo que crecemos hoy, y está sucediendo en
países europeos. En el euro todos tenemos el mismo tipo de interés,
todos queremos tener la misma inflación, pero no todos tenemos el
mismo crecimiento ni todos tenemos -y ahora voy a la segunda parte-
la misma traslación a empleo. Por tanto, en estos presupuestos
indudablemente se apunta una dirección que es básica para los que
vayan a dirigir la política económica de este país en el próximo
decenio.

En segundo lugar, la competitividad de nuestra economía no está
garantizada exclusivamente con un saldo primario positivo muy
importante, que al final es la consecuencia de la reducción del
déficit público. Nuestra competitividad está garantizada más allá de
lo que ha sido el debate de esta legislatura, el de las
liberalizaciones, debate en el que, como hemos podido comprobar, creo
que ha habido un gran éxito. Hoy, todos los grupos parlamentarios le
piden al Gobierno que haya más liberalizaciones, que se compita más,
que se luche contra los oligopolios, que no se consientan posiciones
de dominio. Eso me parece un paso de gigante, porque era un debate
inexistente en nuestra Cámara. Hoy, los grupos parlamentarios exigen
y espolean al Gobierno para que en ningún caso se mantengan
privilegios. Es cierto, como pasa siempre en política, que cuando
llegamos a los casos concretos, como a lo mejor en la Ley de
Enjuiciamiento Civil, todavía hay posiciones dentro de los grupos
parlamentarios menos exigentes que respecto a las tarifas
telefónicas, pero es algo equivocado, porque desde el punto de vista
de la competitividad tan importante es una cosa como la otra.En
cualquier caso, el camino en el que está la opinión pública es que la
liberalización y la competencia son imprescindibles, pero no basta
con eso tampoco. El paso tecnológico es, sin duda, el gran desafío de
esta sociedad. Señoría, mucho más importante que nuestro diferencial
de servicios, mucho más importante que los problemas que podamos
tener en la evolución de los alimentos no elaborados, mucho más
importante es nuestro diferencial tecnológico, porque no estamos en
una zona europea de países de baja tecnología ni de bajo valor
añadido; al contrario, estamos en una zona extraordinariamente
desarrollada, donde la tecnología contra la que tenemos que competir
es muy superior a la nuestra. Y en ese proceso imprescindible de
acercamiento a la convergencia real, que quiere obligatoriamente
decir que las rentas de los españoles tienen que ir mejorando más
deprisa que la de nuestros competidores, no sólo desde el punto de
vista agregado, sino individual, en esa competencia la tecnología es
la única respuesta. Si este país no dedica cantidades ingentes -no
sólo de dinero, sino de atención y de presión política y de
convergencia entre administraciones y entre sectores públicos y
privados- a hacer un auténtico salto tecnológico, tiene perdida la
batalla dentro del euro, sin ninguna duda.

Por lo tanto, en estos presupuestos, señoría, claro que se apuntan
cuestiones de futuro, probablemente ayer no eran las cuestiones a
debatir porque lo que estábamos debatiendo ayer era el modelo
económico, y hay divergencias, tiene que haber divergencias, este es
un Parlamento democrático. Pero hoy S.S. nos introduce en otro
debate, y en ese debate estos presupuestos apuntan claramente en dos
direcciones que, en mi opinión, son imprescindibles para el futuro:
la estabilidad del presupuesto desde el déficit y, por consiguiente,
del saldo primario y, por tanto, de la contribución del presupuesto a
la expansión económica sostenida, y la



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tecnología y la revolución tecnológica, incluida la innovación, el
desarrollo, la educación, etcétera, que es, sin duda, nuestro
principal desafío.

Es verdad que las inversiones públicas son importantes, pero España
tiene ya un ritmo de crecimiento de inversiones públicas de tres
billones 300.000 millones de pesetas, y S.S. puede perfectamente
plantear que hay que dedicar más -quién puede discutirlo-, y que hay
que hacerlo mejor -quién puede discutirlo-, y que nos hemos centrado
demasiado en las infraestructuras viarias y tenemos que hacer un
debate aeroportuario, absolutamente de acuerdo, pero eso es una
diferencia cuantitativa, no cualitativa. Las que yo le estoy
planteando son diferencias cualitativas, y la última que este
presupuesto apunta también es la necesidad de reducir. Al mismo
tiempo que mejoramos nuestra renta, tenemos que reducir nuestros
costes laborales no salariales, porque la otra alternativa sería
reducir nuestros costes laborales salariales, en cuyo caso no
estaríamos acercando nuestra renta, y ahí las administraciones
públicas tienen mucho que decir. Ya sé que es muy incómodo, porque si
reducimos nuestros costes laborales no salariales tenemos menos
dinero en el presupuesto para tomar decisiones políticas, y una
Cámara normalmente lo que quiere es tener más dinero en el
presupuesto para tomar más decisiones políticas. Pero lo que nosotros
tenemos que garantizar es que a través de un diálogo social
constante, que tiene que estar basado en la confianza -no en la
coincidencia de políticas económicas, pero sí en la confianza de que
el Gobierno es coherente con sus objetivos-, nuestros costes
laborales no salariales vayan siendo cada vez más competitivos. Esto
nos tiene que permitir, por un lado, competir, y, por otro, evitar
que cualquier variación en el ciclo nos vuelva a colocar en un
crecimiento exponencial del desempleo. Para ello, no sólo son
importantes los costes laborales, sino también el mercado laboral. En
ese sentido, esta legislatura ha abierto un camino de reformas del
mercado laboral que debe continuar.

Respecto al reto europeo, S.S. me quiere llevar de paseo por temas
que se escapan de mi modesta condición. No seré capaz de entrar en
temas tan complejos como la defensa europea y otras cuestiones, pero
indudablemente Europa está en una nueva definición, muy compleja, en
la que juegan cuestiones que S.S. ha planteado y cuestiones que yo le
voy a plantear, que hacen todavía más importante esa dedicación, me
refiero a la ampliación europea. Es el gran desafío, no sólo
económico, sino político, de nuestra comunidad. España está hoy en
condiciones de jugar un papel como el que más, no más que los demás,
pero no menos. Nuestra pertenencia al euro y nuestra condición de
economía sólida son imprescindibles para un país como España que en
Europa está en un situación un poco especial, porque ni es grande ni
es pequeña. Por lo tanto, sus aspiraciones, sus necesidades y sus
pesos en todo son lo suficientemente grandes como para que no puedan
ser solucionables fácilmente, y eso lo hemos visto en
toda la negociación de la Agenda 2000. Desde el punto de vista
cualitativo, nuestras necesidades no eran muy distintas de las de
países mucho más pequeños, pero sí considerablemente mucho más
grandes en términos cuantitativos. Eso nos ha hecho mantener una
negociación especial en la Agenda 2000, que la tendremos que tener
siempre por el tamaño de economía que tenemos. Al mismo tiempo, no
somos una economía desarrollada dentro de la Unión Europea y
mantenemos todavía posiciones de países que necesitan ayudas. Pero
eso nos lleva a otros temas. En cualquier caso, es indudable que el
reto europeo requiere una inmensa atención por parte de la sociedad
española, una inmensa atención en términos institucionales y en
términos políticos. Y S.S. apunta un tema especialmente importante en
la nueva definición de la defensa europea: qué va a suponer, después
de las experiencias de Kosovo y otras, lo que quiere hacer Europa en
términos de su defensa. Es un debate mucho más allá de la política
económica y de primera magnitud, en el que o sólo nosotros, sino el
resto de Europa, está empezando a entrar.

Respecto a las regiones ultraperiféricas, esta legislatura ha sido
satisfactoria. Es más que probable, y S.S. es consciente de ello, que
podamos conseguir una finalización de nuestros pequeños contenciosos
con la Comisión respecto al REF. En una negociación flexible, en la
que yo tengo que dar las gracias a los grupos parlamentarios, tanto a
los que apoyan al Gobierno como a los de la oposición, porque creo
que se ha mantenido una visión realista de los temas, vamos a llegar
a una solución satisfactoria. Ese no es el final sino el principio.

Lo importante es la definición de región ultraperiférica que
tendremos que debatir en Helsinki. Como S.S. sabe, el grupo de
trabajo, en el que está representado el Gobierno canario y la
Administración nacional del Estado, va a tener en el próximo mes de
noviembre -si no me falla la memoria, el 22 y el 23- una reunión a la
que van a asistir los presidentes de las regiones ultraperiféricas.

Esto para España es de gran importancia. Lo hemos demostrado y lo
vamos a seguir demostrando. Tenemos un cierto crédito de realismo en
el planteamiento, y quiero felicitarme por la madurez de la sociedad
canaria, que dentro de sus necesidades y de sus ambiciones es también
consciente del marco europeo y mundial en el que nos movemos. Esa
estrategia, junto con un respaldo social y político razonable, es la
que nos ha permitido ir ganando puestos, ir solucionando problemas y
no convertirnos en un eterno problema imposible de resolver, que yo
creo que es una posición que no interesa nadie y que hasta ahora
hemos sido capaces de evitar.

El sistema público de pensiones y la cohesión social, señorías, están
ligados a muchas cosas, están ligados sin duda al empleo. Su señoría
ha dicho muy claramente que a esta legislatura le faltan 300.000
empleos, aunque yo creo sinceramente que no, que 1.800.000 empleos es
una cifra considerable, y además hemos de ser conscientes de que
nuestra baja productividad, o



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por lo menos aparente, no es mantenible en el tiempo. Lo que S.S.

quiere de que el crecimiento se traslade al cien por cien al empleo
no es posible, y yo ni siquiera estoy seguro de que sea aconsejable.

Las cosas tienen sus límites. Seguramente hay una gran cantidad de
población sumergida, de empleo ilegal que está aflorando en estos
momentos y que es muy bueno que aflore. La creación de empleo es muy
compleja, y creo que en esta legislatura se ha demostrado hasta qué
punto la política económica nunca tiene que perder de vista la
creación de empleo.

El papel de la tributación -que ha sido un debate de ayer por la
tarde- es esencial. Frente a la pretensión de que los tributos son
exclusivamente un elemento recaudatorio o de redistribución de la
renta, los tributos son un elemento básico de política económica, lo
cual no quiere decir que no sean las otras dos cosas, que lo son,
pero hay un punto en el que son algo más que las otras dos cosas.

Desde luego, la política tributaria juega un papel determinante en la
capacidad que tiene una sociedad de emprender, y emprender y emplear
son la misma cosa. Sin emprendedores no hay empleadores. Seguramente
esto puede parecer incómodo para quien pretende dirigir desde la
política muchas cosas, pero en el mundo en el que vivimos la política
tiene sus límites cada vez más claramente marcados. En ese sentido,
la política social tiene que ser primero una política de empleo y,
segundo, una política de justicia, y la justicia tiene que ir contra
el fraude. Ya sé que muchas veces puede parecer un complemento de la
política social permitir el fraude, que al fin y al cabo complementa,
pero seamos conscientes -y esta legislatura y las anteriores en
España lo han demostrado- de que cuando no se exige el cumplimiento
de la ley en la política social se acaba en el recorte de
prestaciones para todos. Es decir, cuando en cuestiones como la
incapacidad temporal, el gasto farmacéutico o el subsidio de
desempleo se permite una adición de la política social para aquellos
que son capaces de encontrar la puerta de atrás a las reglas, eso
acaba siempre en quitar derechos a todos y pagan justos por
pecadores. Por tanto, hemos de ser conscientes de que la lucha contra
el fraude, en un Estado como el español, es una responsabilidad
compartida con comunidades autónomas. En esta legislatura hemos dado
pasos importantes en esa dirección, con un sistema de financiación
sanitaria en el que hay un compromiso de administraciones autonómicas
y nacional de luchar contra el fraude en la incapacidad temporal, que
se ha reducido pero que todavía está a niveles extraordinariamente
altos, y la necesidad de establecer cada vez una mayor relación entre
políticas y actividad. Esa es la otra consecuencia. Si queremos tener
un Estado del bienestar hay una gran cantidad de políticas pasivas
que tenemos que transformar en políticas activas; si no lo único que
tendremos será un Estado del bienestar intermitente. Cuando el ciclo
económico lo permita, con los que tengan la suerte de coincidir con
ese momento el Estado será generoso, y cuando el ciclo económico no
lo permita, pues
qué le vamos a hacer. Ese es el viejo discurso del corazón y la
cabeza, que a mí me parece que es un poco cínico porque lo que se le
debe pedir a un Gobierno no es que tenga en un lado el corazón y en
otro la cabeza, lo que se le debe pedir al Gobierno es que resuelva
los problemas de los ciudadanos con el corazón y con la cabeza;
porque la excusa de yo quisiera hacer un cosa pero no puedo ya la
hemos escuchado bastante en este país con respecto al desempleo y a
otras muchas cosas. Las cosas se pueden hacer y se deben hacer.

En el sistema de protección social, en el sistema de cohesión social,
la discusión, la flexibilidad y el diálogo son imprescindibles. Hay
que estar abiertos a escuchar y a consensuar con la sociedad y hay
que ir a un proceso de descentralización de políticas activas. Las
comunidades autónomas y los ayuntamientos pueden jugar papeles muy
importantes en políticas activas y también en nuevas políticas
pasivas para gente con la que no podemos pretender hacer políticas
pasivas. Ayer se planteaba aquí de manera tangencial el debate sobre
los nuevos proyectos de políticas sociales para ayudar a ciertos
tipos de enfermos, etcétera. Creo que ahí hay un mundo de gente a la
que efectivamente tenemos que ayudar y tenemos que respaldar, pero
para eso necesitamos que otra mucha gente, que podemos tener anclada
en políticas pasivas, se integre al empleo y a la actividad.

La eficiencia del dinero público en la prestación de servicios es
imprescindible. Su señoría decía que es imprescindible la
participación y la democratización. Estoy de acuerdo, pero es
imprescindible también la competitividad. No nos engañemos. Ya sé que
es muy bonito decir que va a participar todo el mundo que está
involucrado: los usuarios, los trabajadores, los padres, las madres;
todo el mundo. Todo eso es imprescindible en la sociedad moderna pero
además tiene que ser competitivo, tiene que serlo. La discusión -que
me parece estéril- de si en la sanidad no vamos a utilizar criterios
que permitan gerenciar hospitales de manera que podamos saber si todo
el dinero se administra bien me parece imprescindible, y la prueba de
que es imprescindible es que todas las administraciones que tienen
competencias directas sobre la sanidad lo están haciendo,
independientemente de su adscripción política partidista. Ese camino
es imprescindible, como lo es también la participación ciudadana y la
participación de la sociedad en la gestión o al menos en el diseño y
en la discusión de proyectos en esa dirección.

Con respecto al pacto fiscal creo, señoría, que es muy peligroso
hablar a la gente de cosas que no van a poder suceder. Estoy
plenamente dispuesto a discutir, como miembro del Gobierno o como
miembro de un partido político, las cifras de un pacto fiscal, pero
seamos conscientes de que la financiación de las administraciones en
nuestro país está en unas posiciones en las que las evoluciones van a
ser muy leves. Si sus señorías hacen un ejercicio y comprueban este
presupuesto verán que los gastos que son directamente administrados



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por el Gobierno, lo que es decir por la Cámara, crecen el cero y
menos del cero, y son los gastos que administran otras
administraciones los que crecen el 9 ó por encima del 9. Veamos la
financiación europea. España ha salido beneficiada de la cumbre de
Berlín, es verdad, y hay más fondos de cohesión, más fondos
estructurales que van a ser debatidos, discutidos con las
administraciones territoriales, ayuntamientos, comunidades autónomas.

Pero al mismo tiempo en el presupuesto de este año aumentan las
contribuciones de España a la Unión Europea, como no podía ser de
otra manera. Hemos crecido más, tenemos que poner más. Eso no se
traslada a los presupuestos de otras administraciones, pero sí al de
ésta de la que nosotros somos responsables, ustedes y nosotros. Por
tanto, si usted comprueba el grado de financiación en este momento de
las administraciones territoriales -y todos somos conscientes todos
los días de que el pago de funcionarios es mucho más generoso en una
administración territorial que en la Administración central, y que el
grado de ofertas de servicios públicos también-, verá que el debate
de la corresponsabilidad no es sólo para decidir, sino para que los
parlamentos autonómicos empiecen a explicar a los ciudadanos lo que
hacen con su dinero, porque el debate de la corresponsabilidad
planteado como que el corresponsable es el Parlamento nacional y los
que deciden políticamente son los parlamentos autonómicos yo creo que
ha llegado a su límite. Ya sé que todo es discutible, y seguramente
esta es de las cosas más discutibles, pero piensen ustedes que el
debate de la futura financiación autonómica, de la futura
financiación local, no se va a hacer exclusivamente desde una
perspectiva. Yo sí creo que en esta legislatura hemos caminado en una
dirección: la corresponsabilidad. Es bueno que los parlamentos
autonómicos tomen decisiones sobre sus ingresos y ahora toman
decisiones sobre el 50 por ciento de sus ingresos, o por lo menos
están ligados a su territorio y a la evolución económica de su
territorio; es bueno también que los ingresos sean suficientes y hoy
creo que lo son; y es bueno que sean también solidarios y también
creo que lo son. A partir de ahí las cifras no indican ya grandes
divergencias entre sistemas de financiación. La política puede
pretender que haya grandes divergencias pero las cifras ya no lo
indican. Por tanto, será muy interesante el debate que empezará en el
2001 y S.S. tendrá la oportunidad de ser uno de los protagonistas de
ese interesante debate.

Entro en el final. Su señoría habla de una mayoría política estable;
eso depende de la voluntad de los electores. Creo que esta
legislatura ha sido estable, ya lo dije ayer. Esta legislatura llega
hoy al debate de presupuestos -que S.S. dice que es el final de la
legislatura pero todavía le quedan un par de meses, como S.S. sabe-,
pero llega con un grado de estabilidad política y social similar o
mayor al de su comienzo. Eso no es casualidad. Los grupos
parlamentarios somos todos iguales y estamos dispuestos a acuerdos
cuando los compromisos y los resultados los producen. Es muy llamativa
la diferencia entre cómo finalizó la legislatura anterior y
cómo va a finalizar ésta. Se ha demostrado que se puede gobernar en
consenso con grupos parlamentarios que compiten en las elecciones,
con grupos que no están de acuerdo en mucho temas y que sin embargo
se ponen de acuerdo en cuestiones concretas, mantienen lealtad, son
capaces de entenderse y, además, generan capacidad de entenderse con
otros grupos dentro y fuera de la Cámara. En ese sentido,
modestamente, los que han tenido responsabilidades en ese consenso
político -y S.S. las ha tenido, como otros miembros de esta Cámara-
pueden sentirse satisfechos. En España se puede gobernar en una
coalición parlamentaria, se pueden conseguir resultados que se pueden
comparar tranquilamente con los de cualquier otras legislatura, y no
diré más -a lo mejor se puede decir más pero yo no diré más-; y se
puede durar todo el tiempo necesario que marca la ley. Yo creo que
los grupos parlamentarios han demostrado que su madurez está a la
altura de la madurez de los ciudadanos.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Gracias, señor vicepresidente.

Señor Mauricio.




El señor MAURICIO RODRÍGUEZ: Gracias, señor presidente. Intervendré
muy brevemente.

El señor Rato casi me reprochaba que calificara el debate de ayer de
debate del pasado. He dicho que ha habido un debate sobre proyectos
de política económica, sobre proyectos de presupuestos, que se ha
repetido durante cuatro años. Creo que hay un avance importante en la
cultura económica española. Ha quedado claro -es uno de los elementos
de consenso y, por tanto, cimiento para el futuro- que la política
del rigor, de la disciplina, de los equilibrios, del crecimiento
basado en eso y de la realidad, ha sido el gran éxito de esta
legislatura. Lo he calificado así -no lo discuto- y he dicho que
justificamos nuestro voto favorable a estos presupuestos como hemos
aprobado los tres anteriores. No es una buena cosa mecernos ahora en
la autocomplacencia; es un elemento muy positivo de cara al futuro,
es un elemento de consenso en la cultura económica española.Tenemos
que seguir por esa senda de rigor, de disciplina, de equilibrio, de
sensatez, de diálogo social, de consenso social y de mayorías
parlamentarias estables que se basen en el principio de
responsabilidad. Lo que es ya una realidad del pasado no hay nadie
que la cambie. Dicen que el pasado no lo puede cambiar nadie, ni
siquiera el cielo; aunque los ingleses también dicen, con una cierta
ironía, que a veces lo cambian los historiadores y, por lo que se ve
aquí, a veces también lo pueden cambiar los políticos, pero la
realidad no hay quien la cambie. Los hechos son tozudos, los datos
son claros y la política económica de estos últimos años ha sido
positiva. (El señor vicepresidente, Fernández-Miranda y Lozana,ocupa
la Presidencia.)



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Dice el señor vicepresidente del Gobierno que yo he abierto nuevos
debates. Lo he hecho con toda intención. Nosotros hemos coparticipado
en el consenso, nos sentimos partícipes de ese éxito en la medida de
nuestra dimensión política y hemos querido abrir otros debates que
están en estos presupuestos; por ejemplo, el debate europeo. Tenemos
que ir -y así lo ha reconocido el señor vicepresidente- hacia la
convergencia real en unos años en que hay un marco: el presupuesto
europeo. Esto plantea unos desafíos y unas prioridades porque, en
definitiva, el éxito de la política económica es fijar bien las
prioridades, fijar los equilibrios y lo que es posible en cada
momento; es un arte del equilibrio político y del equilibrio social.

La reflexión sobre Kosovo, su relación con los problemas de seguridad
y defensa europea no es un debate que se salga de estos presupuestos,
señor Rato; está en estos presupuestos. Cuando leo en estos
presupuestos -no recuerdo la página, pero seguro que usted la sabe-
que el debate que hay es si tenemos un ejército profesional de
100.000 ó de 120.000, me pregunto si hay un debate de qué ejército
vamos a tener en el futuro y qué política de defensa y cuál es el
papel de España en esa política de defensa europea, lo cual tiene un
problema de costes que son decisión de estos presupuestos. Yo
simplemente estaba señalando cuál sería la línea de mi grupo a la
hora de hacer una política exterior y de defensa europea, como hemos
defendido cuando la crisis de Kosovo. Nosotros pensamos que no es
necesario que Europea tenga más del 70 por ciento del presupuesto
norteamericano de defensa y que con el 70 por ciento, haciendo los
gastos de forma eficiente y sobre todo dimensionando el gasto
a escala europea, se puede tener una política exterior de defensa y
cooperación en la paz internacional. Las políticas de cooperación al
desarrollo también serán problemas del futuro, como las políticas de
inmigración o los problemas de seguridad en el marco interior
europeo, que también tienen unos costes. Ya sé que se es un debate
que nos llevaría muy lejos y que está dentro del marco presupuestario
porque es uno de los costes del futuro, como es otro coste enmarcado
en la convergencia real el mantenimiento del Estado de bienestar.

El sistema de Seguridad Social ha quedado consolidado. Yo le planteé
algunos debates que ya estamos discutiendo en el Pacto de Toledo:
cuál es el fondo de reserva, complementos a mínimos, en qué escala se
pueden ir subiendo las pensiones mínimas, etcétera, y lo vinculé,
igual que lo ha hecho el señor Rato, a la política de empleo. ¿Por
qué le he dicho que faltan 300.000 empleos? Es una cifra muy
discutible. Yo creo que la política de empleo ha sido positiva, pero
si no mantenemos la atención en que la generación de empleo, los
problemas de las reformas laborales, el diálogo social y la creación
de empleo son básicos para el futuro no lograremos los equilibrios
sociales necesarios para conseguir un presupuesto equilibrado y para
que España siga manteniendo el éxito de su crecimiento.

Luego está el asunto del pacto fiscal. No me entienda mal, señor
Rato. Yo lo he ligado a los problemas de
las mayorías políticas estables; lo discutiremos en el 2001 o en
abril del año que viene. No me entienda mal. Coalición Canaria es muy
prudente. Cada vez que nos oyen a un grupo nacionalista hablar de
esos temas dicen: estos van a avanzar de manera incontrolada a toda
velocidad. No. Mucha prudencia. Precisamente estamos hablando de que
el debate no es sobre el censo de Andalucía o si la financiación
autonómica ha funcionado por el censo de población, que fue el debate
de ayer. El futuro del debate tiene que ser sobre un Estado
equilibrado, un debate de equilibrio territorial, de cohesión social,
de unidad de mercado y de cómo las políticas de armonización fiscal
europea también influyen sobre la armonización fiscal española. El
concierto vasco o los problemas que ponen al impuesto sobre
sociedades en Euskadi no se los pone el Estado español en el marco
constitucional sino, por así decirlo, Bruselas; y ese es un debate
que tenemos que hacer los españoles, un debate de equilibrios
territoriales y de cohesión social. Nosotros, Coalición Canaria,
somos muy prudentes en ese tema. Tendremos ese debate al que
contribuiremos, aportaremos nuestra opinión para conseguir tener un
Estado federal de hechos diferenciales y descentralizado y, al mismo
tiempo, mantener las cohesiones y una política fiscal que ayude al
crecimiento económico.

Por último, le diré, señor Rato, que en lo único en que me he salido
del debate presupuestario planteando interrogantes de futuro que
ahora están sólo apuntados y que tendremos en el próximo debate de
investidura es con relación a la cumbre de Helsinki y el problema
canario. En primer lugar, le agradezco mucho que haya dicho que aún
faltan dos meses de legislatura antes de entrar en el proceso
electoral y que este Gobierno tiene una gran preocupación por
aprovechar esa cumbre para avanzar en la consolidación del estatuto
de región ultraperiférica de Canarias. Espero que se cumpla así. En
segundo lugar, le agradezco que haya felicitado la madurez del pueblo
canario. Lo transmitiré como espero que lo hagan otros grupos
parlamentarios, entre ellos el suyo. Espero que diga en el debate
electoral que tengamos en Canarias -estoy seguro de que lo dirá- que
la madurez de nuestro pueblo ha sido importante en la gobernabilidad
del Estado. No plantee problemas de intermediación de quién
representa o no a ese pueblo. Lo importante es el pueblo y que esté
bien representado. Ya lo planteó en las últimas elecciones y le salió
el tiro por la culata, le salió mal. Por tanto, aprenda de sus
errores como nosotros aprendemos de los nuestros. Creo que el pueblo
canario ha tenido aquí una buena representación que ha logrado
avanzar extraordinariamente bien junto con los diputados socialistas
y del Partido Popular en su progreso económico y social y su actitud
de madurez ha sido la que el Grupo de Coalición Canaria ha estado
representando a lo largo de esta legislatura, y usted, sin duda, ha
sido el primero en reconocerlo.

Muchas gracias.




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El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Mauricio.

Señor vicepresidente.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y
HACIENDA (De Rato Figaredo): Intervendré muy brevemente, señor
presidente.

Señor Mauricio, efectivamente una parte del debate de presupuestos
-no puede ser de otra manera por los grupos de oposición- es un
debate que se repite. Al fin y al cabo los modelos económicos son
distintos. Vuelvo a decir que estoy convencido de que el debate
económico en España es quién es capaz de garantizar a los ciudadanos
lo que los ciudadanos quieren. En este sentido, no es cierto que se
trate de dividir a la sociedad española en que unos quieren una cosa
y otros quieren otra. Los españoles quieren una sociedad cohesionada,
solidaria y emprendedora, y se trata de saber quién es capaz de dar
eso a los ciudadanos. Ese es un debate político puro que se repite en
las elecciones y se repite durante la legislatura cuando hay una
oposición, como no puede ser de otra manera.

Efectivamente, S.S. ha abierto hoy un debate en otra dirección, un
nuevo debate, más lógico también entre grupos que han contribuido a
la gobernabilidad juntos. Simplemente para insistir en algunas de las
ideas que hemos intercambiado y en algunos puntos de vista que hemos
planteado, quisiera decir que el tamaño de la defensa es sin duda un
debate de primerísima importancia para España y para Europa y que
tiene que venir enmarcado en el debate europeo. Mi impresión -y es
una impresión absolutamente personal- es que, si avanzamos, lo
haremos en un concepto de seguridad común y no en una nacionalización
de las políticas de defensa. ¿Cómo será ese avance? No tengo la menor
idea, no se lo puedo decir a S.S. porque no soy un experto ni le
dedico tiempo a estas cuestiones, pero mi impresión es que ese será
el avance. Europa tendrá que definir cuál es su estrategia de
defensa, y eso requiere decisiones de todo tipo, políticas,
económicas y presupuestarias. España tiene que opinar en ese debate y
después cumplirlo. Estoy convencido de que ésa va a ser una realidad
de primera magnitud en los próximos años. La importancia que se ha
dedicado en la nueva Comisión a temas de seguridad y a temas de
exteriores indica la preponderancia política que va a tener.

Su señoría dice que el sistema de Seguridad Social está consolidado.

Está todo lo consolidado que esté nuestro modelo de crecimiento
económico y lo que esté nuestro círculo actual de evolución de los
acontecimientos. Vuelvo a repetir algo que le he dicho antes, que
dije ayer y que como ministro de Economía me toca decir muchas veces
pero que además es absolutamente cierto: el déficit público es
esencial y el tamaño del gasto público en la economía es esencial.

Ahí es donde está el nudo gordiano de la cuestión. Es muy difícil
pretender hacer ciertas cosas si se olvida el punto de partida. Esta
Cámara seguirá siendo la más responsable
de todas sobre ese tema. Sobre el urbanismo, sobre la calidad
de los alimentos, sobre la existencia o no de fundaciones sanitarias,
sobre la política activa de empleo a nivel municipal o sobre la ayuda
a los desfavorecidos, otras cámaras y otras instituciones van a tener
mucho que decir, pero sobre la política de déficit público nosotros
tendremos mucho que decir o lo máximo que decir. Esa política está en
el centro de lo que puede suceder en la economía española en los
próximos años, no sólo en lo que puede suceder en el presupuesto del
Estado o en las variables macroeconómicas, sino en lo que puede
suceder en la Seguridad Social, porque la consolidación de la
Seguridad Social está ligada al empleo, no hay otra cosa. En un
momento en el que nos tenemos que plantear seriamente reducir costes
laborales no salariales, en el que hay colectivos, como ayer se
apuntaba por parte de algún portavoz del Grupo Mixto, que se
resienten de la necesidad de incorporarse en cuotas reales al sistema
de Seguridad Social, los equilibrios macroeconómicos, el déficit
público y la creación de empleo van a ser imprescindibles para que
podamos completar el proceso de modernización de nuestro país.

Dice S.S. que el pacto fiscal estará ligado a mayorías parlamentarias
estables. Estoy de acuerdo, pero esta experiencia y este modelo de
financiación que tenemos hoy demuestra que los grupos parlamentarios
nacionalistas ven también el conjunto de la película. Frente a lo que
se nos decía cuando celebramos el acuerdo fiscal del año 1996 de que
estaba exclusivamente pensado para esta o aquella comunidad, los
datos indican que no es así. Esto me parece muy importante porque
creo que con ello se puede trabajar para poder llegar a nuevos
acuerdos que sean buenos para todos. Pero vuelvo a repetir que el
grado de evolución del sistema es ya muy considerable. En ese sentido
usted, que tiene buenas conexiones con la Administración autonómica
canaria, podrá comprobar cómo ha mejorado la financiación de las
administraciones territoriales en este país, entre otras cosas, por
el cambio de la inflación. Sólo eso ha sido tan importante como
cualquier otra cosa.

Voy a referirme a lo que usted ha denominado el problema canario. En
la cumbre de Helsinki España va a defender la necesidad de cumplir el
mandato de la cumbre de Colonia. No creo que sea un tema imposible,
ni muchísimo menos, será complejo como todos los temas europeos, pero
nuestra capacidad de adaptación y negociación en los temas del REF en
los últimos años nos permite hoy decir que podemos negociar cosas
desde un punto de vista razonable y que, sin abdicar de principios
básicos como el de la ultraperificidad y la necesidad de reconocerlo
como un hecho diferencial constante, al mismo tiempo la sociedad
canaria ha sido capaz de demostrar su grado de madurez.

En cuanto a la intermediación, yo para nada pretendo intermediar en
el pueblo canario que tiene más que altísimos representantes en esta
Cámara. Sabe S.S. queme refería a otro tipo de intermediación que no
tiene



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nada que ver con el pueblo canario, más bien tiene que ver con grupos
políticos.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor vicepresidente.

En nombre del Grupo Parlamentario Vasco (EAJPNV), tiene la palabra el
señor Zabalía.




El señor ZABALÍA LEZAMIZ: Señor presidente, señorías, cuando nos
enfrentamos al análisis y discusión de unos presupuestos generales
estamos tomando posición desde una concepción ideológica de política
general y económica determinada. El distinto enfoque sobre el modo y
la forma de elaborar unos presupuestos es, en ocasiones,
diametralmente distinto desde unas posiciones políticas o desde
otras, aunque los fines y los objetivos que se persigan sean los
mismos para la sociedad: crecimiento económico, creación de empleo,
prosperidad, bienestar social. Nadie puede estar en desacuerdo con
estos objetivos. Este planteamiento previo sobre una concepción
determinada de entender nuestra sociedad puede marcar ya, desde el
inicio, una posición de rechazo o de aceptación de las reglas de
juego que sirven de base a la elaboración de los presupuestos. En
nuestro caso, en el caso del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), los
Presupuestos Generales del Estado deben enmarcarse en el contexto
económico de pertenencia a la Unión europea económica y monetaria,
asumiendo los parámetros macroeconómicos que fueron establecidos en
los diversos tratados, concretamente en el Tratado de la Unión
Europea, en el Programa de Convergencia y, posteriormente, en el
Pacto de estabilidad y crecimiento aprobado en Bruselas. Estos
principios se traducen en el cumplimiento de unos objetivos
presupuestarios basados en el saneamiento de las finanzas públicas,
la estabilidad de los precios y un crecimiento de la economía
suficiente y sostenido que favorezca la creación de empleo y el
mantenimiento al menos de los niveles del Estado del bienestar. Pero
también debe contemplarse como un proyecto de financiación de las
administraciones de un Estado de las autonomías. Este es uno de los
elementos más importantes de análisis que nuestro grupo parlamentario
hace de los presupuestos: deben contemplarse como un proyecto de
financiación de la Administración de un Estado de las autonomías, y a
esto me referiré al final de mi intervención. ¿Cuáles eran, por
tanto, las referencias macroeconómicas para la elaboración de los
presupuestos? Por una parte, el entorno económico internacional y sus
tendencias; además, la evolución de los parámetros económicos
nacionales y, fundamentalmente, el programa de estabilidad para el
período 1998-2002, donde se establecía que la media del crecimiento
iba a ser del 3,3 por ciento, que la inflación iba a ser del 1,9 por
ciento, que la tasa del paro sería del 12,8 por ciento y la creación
de empleo del 2,3 por ciento. Con estas referencias, el Gobierno ha
elaborado un cuadro
macroeconómico para el próximo año en el que se establece como
objetivos que el crecimiento de la economía llegará al 3,7 por
ciento, que el déficit público se establecerá en el 0,8 y que la
inflación será del 2 por ciento, además de conseguir una tasa de paro
del 14,7 y una creación de empleo del 2,7 por ciento. Como vemos, ha
trasladado, con algún ajuste, prácticamente la previsión del Plan de
estabilidad a los objetivos de los presupuestos. Esto podría ser
correcto, incluso es necesario si entre tanto no se hubieran dado una
serie de circunstancias que ponen en peligro desde ahora, es decir,
incluso antes del debate presupuestario, el cumplimiento de este
marco macroeconómico. Por ejemplo, uno de los determinantes
principales del crecimiento económico es el consumo, y a este
respecto las propias estimaciones de la contabilidad trimestral para
el primer semestre del año en curso dan un media del 4,25 por ciento
con un perfil que podría intuirse como descendente. Por ello, se hace
muy difícil mantener una estimación del 4,4 por ciento de media para
el conjunto del año, como así aparece en el cuadro macroeconómico
previsto. Por lo tanto, de mantenerse el comportamiento previsto para
el año 2000, esto es, un menor crecimiento del consumo, éste debería
de ser del 3,7 por ciento inferior al previsto. Por otro lado, la
desaparición del efecto comparativo de reducción de la presión fiscal
en el año 2000 supondría una disminución del ritmo de crecimiento de
la renta real disponible de las familias del orden del 1 por ciento
respecto al habido en el año 1999. Este argumento refuerza la
imposibilidad de que sólo se reduzca el crecimiento del consumo
privado siete décimas; creemos de debe ser más abultado. Eso es lo
que nosotros vemos.

Otra de las variables a tener en cuenta es la formación bruta de
capital. Por lo que respecta a la construcción, las expectativas
sobre la evolución de los tipos de interés en la zona euro apuntan a
una elevación de los mismos para el año 2000, lo que unido a la menor
renta real disponible puede definir un perfil de mayor desaceleración
que el contemplado en el escenario macroeconómico. Asimismo, el menor
efecto de la riqueza, derivado de los mercados de valores,
determinará un menor empuje de esta variable.

En cuanto a la formación bruta de capital en bienes de equipo, el
propio cuadro de contabilidad trimestral para el primer semestre de
1999 del Instituto Nacional de Estadística muestra un perfil de
desaceleración de esta variable, el cual se inició en el primer
trimestre del año anterior, del año 1998.Por lo tanto, sólo un cambio
sustancial de expectativas para el año 2000 podría compensar el
agotamiento derivado de la fase de menores tipos de interés, incluso
de subidas, y de, por ahora, atonía de la demanda de los países
europeos.

Si contemplamos las expectativas del sector exterior, por lo que
respecta a las exportaciones, en septiembre el Gobierno central
revisó al alza el crecimiento para el año 1999, basándose, entre
otros factores, en una mejora del sector exterior, que se apoya
exclusivamente en el dato de las exportaciones en el mes de junio,
que



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resultó ser más elevado que los meses anteriores y, en general,
porque las ventas a las economías de la Unión Europea se
incrementaron a lo largo del primer semestre del año. Conociendo la
aleatoriedad que caracteriza las series de comercio exterior, es
bastante arriesgado pronosticar, en base a tan escasos datos, una
recuperación tan intensa de las exportaciones como la que se ha
previsto para el año 2000.

En cuanto a las importaciones, a tenor de las consideraciones
efectuadas sobre consumo privado y formación bruta de capital,
podrían crecer menos de lo estimado. Ahora bien, dada la elasticidad
hacia ciertas importaciones y la rigidez respecto de otras, es muy
posible que el menor crecimiento de las importaciones no se separe,
en exceso al menos, de la cifra inicialmente prevista. Por tanto, de
verificarse el dinamismo previsto de las importaciones y el menor
empuje de las exportaciones, la aportación exterior sería más
importante que la que está prevista en los presupuestos. Estas
apreciaciones nos hacen ser cautos en los objetivos de crecimiento
previstos por el Gobierno en los presupuestos, y no lo decimos sólo
nosotros, está avalado por otras previsiones discrepantes del cuadro
macroeconómico oficial que establecen organismos relevantes en los
ámbitos financiero, económico y universitario, que varían en una
horquilla entre el 3 y el 3,5 por ciento, pero que en ningún caso
alcanzan el 3,7 previsto por el Gobierno.

Otra de las previsiones macroeconómicas para el año 2000 que es
motivo de preocupación -y creo que en esto hay una coincidencia
general- es la tasa de inflación. El Gobierno ha ajustado al alza la
previsión de inflación, pero no suficientemente. El 2 por ciento es
una tasa difícil de alcanzar si se tiene en cuenta un crecimiento
económico estimulado por una fuerte demanda. Ya en estos momentos la
tasa interanual está en el 2,5 por ciento, en un proceso creciente en
los últimos meses, con el agravante del diferencial con la media del
IPC armonizado en la unión monetaria, del 1,2 por ciento, y que en el
conjunto de la Unión Europea también es del 1,2 por ciento, con una
evolución prácticamente estable. A nadie se le escapa la importancia
de este diferencial de inflación con respecto al nivel de
competitividad de la economía española. Es cierto que el Gobierno es
consciente de esta preocupación y que ha tomado recientemente una
serie de medidas para contener la escalada de la inflación,
principalmente en aquellos sectores más inflacionistas, como la
energía y los combustibles, pero nos tememos que no son medidas
suficientes, en primer lugar por su escaso componente estructural y,
en segundo lugar, por el tiempo que se tardará en notar sus efectos.

El mayor crecimiento de la economía española está generando mayores
rentas y mayor consumo, pero es necesario que este crecimiento no se
refleje en los precios de los productos. Para ello el Gobierno deberá
ser más contundente en las reformas estructurales de la economía, de
forma que se puedan abaratar los costos de producción y se introduzca
una mayor competencia en los mercados.

Precisamente con respecto a esto último habrá que estar muy
vigilantes para que el proceso de privatización del sector público,
por una parte, y la concentración empresarial, por otra, no
desemboquen en unas situaciones de monopolio o de oligopolio que
dificulten la lucha contra la inflación.

La reducción del déficit público ha sido otro de los objetivos
prioritarios de estos presupuestos. Su evolución descendente ha sido
significativa en los últimos años, no así en los últimos meses, lo
que ha motivado que desde Bruselas se pida al Gobierno mayores
recortes del déficit. En cualquier caso, el esfuerzo de contención,
incluso por encima de la senda prevista en el Plan de estabilidad, no
puede hacerse a costa de mayores ingresos por la buena marcha de la
economía ni por reducir el esfuerzo inversor, absolutamente necesario
para la modernización de las infraestructuras, sino a través de la
contención del gasto. Hay que huir de la tentación de incrementar
gastos, dado su alto grado estructural, en momentos como los actuales
de euforia en ingresos tributarios. Es fácil, incluso muy popular,
aumentar algunos gastos; es muy difícil, y desde luego totalmente
impopular, bajarlos. En este ejercicio se va a ingresar por
tributación un billón más de lo presupuestado, y el crecimiento
esperado en los presupuestos para el año próximo es del 6,2 por
ciento sobre los resultados obtenidos este año.

Hay que reconocer el buen comportamiento que han tenido el impuesto
sobre sociedades y sobre el valor añadido debido al crecimiento
económico, lo que va a permitir contrarrestar la menor recaudación
por el impuesto sobre la renta de las personas físicas, motivado por
la reforma en este impuesto, que ha sido realizada recientemente,
pero no sin reconocer también -y esto es de justicia- el esfuerzo
realizado por parte de la Administración tributaria en la gestión y
reforma de sus órganos internos y en la lucha contra el fraude, que
en nuestra opinión ha contribuido a conseguir estos resultados. En
este sentido, nos parecen adecuadas las medidas contempladas en la
ley de acompañamiento, si bien propondremos algunos ajustes para el
cumplimiento de mandatos recogidos en acuerdos parlamentarios y que
no han sido adoptados por el Gobierno, entre ellos los relacionados
con la previsión social complementaria. Sabe el Gobierno que el
desarrollo de la previsión social complementaria fue aprobado en esta
Cámara a través de una proposición no de ley; ya se han tomado
algunas de las medidas allí indicadas, pero ha habido otras que no.

Ese es un incumplimiento que nosotros pondremos de manifiesto en las
enmiendas a la ley de acompañamiento.

También nos parecen adecuadas las medidas recogidas en la nueva
regulación de la deducción por investigación y desarrollo e
innovación. Desde nuestro grupo parlamentario siempre hemos propuesto
medidas de apoyo a las empresas en este sentido. No sólo lo hemos
propuesto, sino que lo hemos llevado a efecto a través de las normas
forales de beneficios fiscales para la inversión en investigación y
desarrollo. Sin embargo,



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consideramos que estas medidas de incentivos a la investigación y a
la innovación deben enmarcarse en una política más amplia, donde se
conjuguen y se coordinen los esfuerzos de la Administración, de las
empresas y de la Universidad. Es necesario hacer un esfuerzo en un
campo fundamental para el desarrollo tecnológico y la competitividad.

Hoy aún estamos lejos del gasto per cápita en investigación y
desarrollo en la media europea, que alcanza el 28 por ciento. El
ratio entre el gasto en investigación y desarrollo y producto
interior bruto en el Estado está por debajo del 1 por ciento,
mientras que en la Unión Europea alcanza el 2,2 por ciento. Hay que
potenciar, por tanto, las políticas tecnológicas del Gobierno,
desarrollando planes de investigación científica y de desarrollo
tecnológico.

Volviendo a la contención del déficit, decíamos que donde se debe de
incidir es en el capítulo del gasto. En este sentido, el crecimiento
previsto para los gastos totales, como del subsector Estado, que se
reduce el 0,4 por ciento, como del consolidado, que aumenta el 2,5
por ciento, es inferior al incremento esperado del producto interior
bruto nominal, que es del 5,8 por ciento. Un análisis desagregado por
capítulos económicos pone de manifiesto, en primer lugar, que si
excluimos los gastos de intereses y amortizaciones de la deuda, el
crecimiento en el subsector Estado, del 5,4 por ciento, es
prácticamente igual al crecimiento del producto interior bruto y el
del consolidado lo supera porque es el 6,5 por ciento. En segundo
lugar, las operaciones corrientes, eliminando los gastos financieros,
crecen por encima del producto interior bruto, el 6 por ciento en el
consolidado. La caída de los gastos de personal se debe
fundamentalmente al proceso de transferencias en materia educativa a
las comunidades autónomas y sorprende que, además de dicha
circunstancia, no se derive una caída similar en los gastos
corrientes que en el consolidado ofrecen no sólo variaciones
positivas, sino incluso muy por encima de su índice de referencia,
que debe de ser el índice de precios al consumo. En tercer lugar, que
aunque las operaciones de capital avanzan a un mayor ritmo, teniendo
en cuenta que éstas han sido las paganas en los ejercicios
presupuestarios anteriores, el esfuerzo debe de ser mayor si queremos
lograr algún día la convergencia real con Europa.

Señor presidente, señorías, he pretendido señalar los aspectos que
desde la perspectiva macroeconómica mi grupo parlamentario estima que
son relevantes, aunque un análisis de los presupuestos requiere mucha
mayor dedicación, pero todos somos conscientes de las limitaciones
del tiempo, lo que nos hace elegir los aspectos más importantes y,
entre ellos, está el análisis de los Presupuestos Generales del
Estado desde la óptica de un partido como el nuestro, partido vasco y
nacionalista. No podemos sustraernos a una realidad que está
enmarcada en un ámbito jurídico-político vigente, donde la
distribución competencial del Estado y de las comunidades autónomas
debe de ser contemplada en todos sus aspectos. No nos referimos a
cuestiones
microeconómicas o de tratamiento presupuestario de partida de gasto,
que tienen su destino en el ámbito territorial, incluso de gestión, y
en concreto en Euskadi, nos referimos a la valoración de todo aquello
que se encuentra en este instrumento de gestión pública que es el
presupuesto, y que queda recogido de forma impropia a tenor del orden
constitucional vigente. Este orden constitucional llama a un reparto
del poder político entre los distintos entes territoriales que
conforman hoy el Estado. Por tanto, la falta de desarrollo de los
estatutos de autonomía, como es el de Euskadi, hace que después de 20
años sigamos valorando la propuesta de cuentas, entre comillas, para
la gestión de un aparato administrativo aún no adoptado. La
consecuencia es la mala planificación estratégica y de gestión que,
desde este punto de vista presupuestario, presentan hoy para la
comunidad autónoma de Euskadi cada una de las partidas
presupuestarias que financian competencias pendientes de transferir y
que se reflejan en estos presupuestos en muchos ministerios. Por
poner un ejemplo: Sobre un tema tan importante como es el problema
del desempleo, los mismos partidos políticos que aquí piden
planteamientos estratégicos también los piden al Gobierno vasco. ¿Con
qué proyecto puede el Gobierno vasco contestar desde Euskadi? ¿Con la
devaluada y recortada transferencia de políticas activas de empleo,
que está dispuesto a discutir el Ministerio, sin poder diseñar ni
decir una palabra del sistema de la Seguridad Social, a pesar de que
el Estatuto de Autonomía de Guernica contempla la competencia de su
desarrollo legislativo de ejecución y de gestión en su régimen
económico?
Ahora posiblemente se van a producir grandes debates dentro del Pacto
de Toledo sobre cumplimientos o incumplimientos; se debatirán también
las partidas estatales sobre la financiación de la acción protectora
del desempleo, sobre si se deben financiar políticas activas de
empleo, incluidas las políticas de formación ocupacional o continua
que se deseen, con las cuotas de desempleo, o si es correcto seguir
con la técnica de las bonificaciones en la cuota empresarial a la
Seguridad Social, y con todo ello, las oscilaciones a las
aportaciones del Estado a los presupuestos del Instituto Nacional de
Empleo. Todo ello será parte de los planteamientos y debates entre
las fuerzas políticas y los agentes sociales, y estos debates se
harán de forma natural, como así se viene haciendo desde hace 20
años, sin pararse a pensar que la ejecución de la legislación laboral
pueda ser competencia de las comunidades autónomas.

Este debate centralista, y desde luego incumplidor de sus leyes, de
esas leyes tan manoseadas como son la Constitución y el Estatuto,
tiene que cambiar si queremos verdaderamente una sociedad justa y
tolerante donde todos quepamos. Y esta reflexión es válida para todos
los partidos estatalistas, para todos, para el Partido Popular y
también para el Partido Socialista, si bien lógicamente el que tiene
la responsabilidad en estos momentos sea el Partido Popular. Pero
esta concepción



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tiene que cambiar, porque si no siempre nos van a tener enfrente al
Partido Nacionalista Vasco.

Con este debate de totalidad, desde luego, comenzamos un trámite
parlamentario que esperamos sea fructífero como resultado de los
ajustes en los textos de estos proyectos de ley, y también esperamos
que mejoren los textos actuales. No hemos presentado enmienda a la
totalidad; por tanto, no hemos rechazado los presupuestos con
devolución al Gobierno, pero no olvidemos que en este trámite sólo se
van a votar las enmiendas a la totalidad de los grupos que las han
presentado, y que aún queda mucho trámite parlamentario y muchas
enmiendas a debatir y votar; veremos cómo quedan al final los
presupuestos para decir qué opinamos de ellos. En principio, lo que
sí vamos a anunciar es que son unos proyectos de ley sobre los cuales
podremos trabajar e intentar, y así lo espero, que al final podamos
votar a favor de estos presupuestos, pero tendremos que esperar a que
vengan del Senado. En estos momentos lo que sí anuncio es que vamos a
rechazar las enmiendas a la totalidad presentadas por el resto de los
grupos parlamentarios.

Nada más y muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Zabalía.

Señor vicepresidente del Gobierno.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y
HACIENDA (De Rato Figaredo): Señor presidente, señorías, señor
Zabalía, indudablemente, como S.S. ha dicho, los Presupuestos
Generales del Estado, los de cualquier Administración, demuestran un
enfoque político distinto de qué se quiere hacer con esos
presupuestos y al final qué se quiere hacer con los instrumentos que
tiene cada Gobierno para conformar la realidad política, social y
económica de sus ciudadanos.

Su señoría ha hecho referencia al programa de estabilidad y a que
este presupuesto se enmarca dentro del mismo; indudablemente. Estos
son unos presupuestos en los que una vez más tengo que decir que a lo
largo de esta legislatura hemos cumplido nuestros compromisos
europeos. Tanto el Programa de Convergencia, que heredamos en el año
1996, como el programa de estabilidad que presentamos en el año 1998
a la Comisión Europea, están siendo cumplidos en nuestras
previsiones, y eso indica el grado de fiabilidad que puede tener hoy
la política económica, y sobre todo la adecuación de la actual
política económica y de la mezcla de políticas económicas a los
objetivos europeos, lo que nos permite jugar un papel dentro del
conjunto de los países euro en una cuestión, que ya he mencionado en
la intervención anterior, que va a tener cada vez mayor relevancia,
que es la coordinación de políticas económicas. Vivimos unidos a
países con los que compartimos nada más y nada menos que tipo de
cambio y tipos de interés y, por lo tanto, vamos a tener que
coordinarnos con ellos porque, además, ese compartir tipos
de cambio y tipos de interés nos va a llevar, como lo podemos
apreciar todos los días, a compartir un único mercado, el mercado
interior europeo, que impone sus reglas de competencia, de
transparencia, pero también nos da una grandísima oportunidad de
competir y de poder responder a crisis internacionales con
instrumentos que hasta ahora nos estaban vedados. Los efectos de la
crisis internacional reciente, que ha sido muy intensa y que no sólo
ha afectado a países emergentes, sino que ha afectado incluso a
países miembros del euro, han sido relativamente tranquilos en
nuestro país.

Respecto al cuadro macroeconómico, al final S.S. ha dicho que es
cauto. Yo creo que la cautela nunca es una mala virtud para
enfrentarse a un cuadro macroeconómico, pero tengo que decir que en
cuanto a las críticas puntuales que S.S. plantea, empezando por la
primera, que es la evolución del consumo, efectivamente nosotros
establecemos una desaceleración del consumo privado. En primer lugar,
creo que las cifras del primer semestre indican un crecimiento del
consumo del 4,7, como S.S. ha dicho; yo no creo que vaya a haber una
fuerte desaceleración en el segundo semestre, no hay datos en este
momento que lo indiquen así, el ritmo de creación de empleo sigue
siendo intenso, el ritmo de consumo se mantiene alto y la evolución
del empleo es positiva, como he dicho anteriormente, pero también la
evolución de los efectos de la reforma fiscal se sienten y se van a
sentir a lo largo de todo el ejercicio de 1999. Es indudable que en
el ejercicio del 2000 los efectos de la reforma fiscal y nuestras
previsiones del crecimiento del empleo son más moderadas y, por lo
tanto, creo que estamos en una línea razonable de previsión de
crecimiento. Es cierto que si S.S. hace un cuadro sobre las
principales instituciones españolas que hacen predicciones y
previsiones sobre la coyuntura, podrá comprobar que en el crecimiento
del PIB hay una divergencia de unas tres décimas entre la media de
estas instituciones y lo que prevé el Gobierno, siendo esas
instituciones más moderadas. Sin embargo, en otro tema en el que S.S.

estaba más preocupado, que es el de la inflación, hay un consenso
bastante más estrecho. Es decir, las previsiones de inflación se
mueven en un mínimo del 2 y en un máximo del 2,4. Por lo tanto,
estamos ante una situación en la que los organismos internacionales,
sin embargo, se encuentran más cerca de las previsiones del Gobierno
que de otras previsiones. No haré -que podría hacerlo- referencia a
la credibilidad de las previsiones, porque si S.S., por ejemplo, se
fija en las previsiones del año pasado, la mayoría de las
instituciones en las que hoy estamos fijándonos infraestimaron el
crecimiento y sobrestimaron el déficit público. Yo no digo que estén
cometiendo en este momento el mismo error, pero sí me parece
importante que nos demos cuenta de que las previsiones son
exactamente previsiones y que no siempre las de los organismos
públicos son menos exactas que las de los organismos privados, como
sucedió en el año 1999. Por lo tanto, la evolución del consumo y su
aportación



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al crecimiento no creo que vaya a divergir excesivamente de lo que
nosotros planteamos.

Respecto a la formación bruta de capital, S.S. plantea, en primer
lugar, que el ciclo de la construcción probablemente va a ser más
moderado en el próximo ejercicio. Eso es lo que nosotros también
prevemos. Sin embargo, nosotros establecemos un crecimiento más
intenso de la formación bruta de capital. En este momento, como S.S.

sabe, hay dos teorías y es qué tendrá más efecto sobre la formación
bruta de capital si el crecimiento de las exportaciones y del
comercio mundial o la modificación de los tipos de interés. Nosotros
creemos que la modificación de los tipos de interés, en un entorno
muy estable de inflación europea, es muy moderada y que, por el
contrario, se está produciendo una clara recuperación del comercio
mundial. Y las cifras, no sólo de junio sino también de julio y
agosto -ayer tuve ocasión de destacar las de agosto, que no sé si ya
se han hecho públicas-, nos indican una clara recuperación de las
exportaciones, lo cual indicaría que las previsiones del Gobierno son
razonables. Es decir, vamos a tener una clara recuperación de nuestro
mercado de exportaciones. Hemos sido capaces de mantener un grado de
cobertura razonable del 77 por ciento, incluso con una crisis como la
que se ha producido. Tengamos en cuenta que en el último ciclo
expansivo anterior nuestra tasa de cobertura bajó al 61 por ciento
y que en estos momentos ha bajado sólo hasta el 77 por ciento, lo cual
indicaría que nuestra capacidad de competir es cada vez más sólida,
como también lo indica la participación de España en el comercio
mundial que, como indiqué ayer, ha crecido en los últimos años.

Desde el punto de vista de la inversión en bienes de equipo, el
Gobierno cree que va a haber una clara recuperación a niveles del año
1998 en el año 2000 y que eso será suficiente para que se cumplan
nuestras previsiones de formación bruta de capital, creciendo a un
ritmo de aproximadamente el 9 por ciento, lo cual supondría mantener
el nivel de formación bruta de capital a lo largo de tres años
seguidos.

En cuanto a la evolución de las exportaciones, ya le he comentado a
S.S. que nosotros estamos viendo claramente una recuperación
sostenida desde el principio del segundo semestre, que sería
plenamente acorde con lo que está sucediendo en Europa. Hay una clara
recuperación de las demandas internas en Francia, así como en Gran
Bretaña y en Alemania; los datos de inflación de Alemania que hoy
aparecen en la prensa indican que se está produciendo un incremento
de los precios internos en Alemania, ligada también, como es natural,
a una mejora de su demanda interna que estaba creciendo en límites
muy bajos. En ese sentido, creemos que la capacidad de competencia de
nuestras exportaciones se beneficiará de esta recuperación del
comercio mundial.

En cuanto a los tipos de interés, hemos de ser conscientes de que en
Europa tuvieron una evolución muy fuerte a la baja en el mes de marzo
como consecuencia de una apreciación por parte del Banco Central
Europeo,
no sólo ligada a la inflación sino también a la coyuntura. En
estos momentos, los mercados prevén que va a haber una alteración de
ese sesgo y que se va a producir un sesgo alcista pero, en ningún
caso, nadie prevé un sesgo alcista que nos vaya a llevar a tipos de
interés que no sean más o menos los que teníamos, por ejemplo, hace
12 meses, e incluso inferiores. Con esto no estoy haciendo una
previsión pero me parece que ese es en estos momentos el consenso del
mercado. De lo que no cabe duda es de que o una cosa u otra, es
decir, o tenemos un menor crecimiento y mayores tipos de interés y
entonces seguramente tendremos una menor inflación, o tenemos una
mayor inflación y probablemente entonces tengamos un mayor
crecimiento. Lo que no parece posible es las dos cosas. Yo sí creo
que en el año 2000 España se va a encontrar en un contexto de
política monetaria europea más acorde a sus necesidades y que por
tanto va a contribuir más a la estabilidad de precios en España. En
cualquier caso, también creo que no va a ser una política que impida
el mantenimiento del crecimiento en Europa.

Me plantea S.S. el debate de la previsión social complementaria.

Hemos hecho cosas importantes en esa dirección. Es verdad que hay un
mandato de esta Cámara y creo que S.S. es consciente de que también
tenemos una negociación social en estas cuestiones, pero estoy seguro
de que podemos estudiar las propuestas que S.S. nos plantee.

Me alegra que S.S. comparta -estaba seguro de ello- el esfuerzo en
investigación y desarrollo. Creo, como he dicho en la intervención
anterior, que es uno de nuestros desafíos más importantes, que España
no podrá converger en términos europeos sin un gran esfuerzo en
investigación y desarrollo. En ese sentido, los esfuerzos desde las
administraciones públicas y desde el sector privado, así como la
necesidad de trasladar una nueva conciencia de desarrollo a las
empresas y un mayor protagonismo de las mismas en este proyecto, ya
lo puse de relieve ayer. Los objetivos del Gobierno no son sólo
aumentar el porcentaje de investigación y desarrollo en el producto
interior bruto, el número de personas que en España se dedican a la
investigación y desarrollo y el número de empresas, sino también la
participación de las empresas en la gerencia de esa inversión en
investigación y desarrollo.

Su señoría me plantea algunas críticas a la evolución del gasto.

Quisiera decir que desde el punto de vista de la evolución del gasto,
éste se mantiene claramente, como ha dicho S.S., por debajo del
crecimiento de la economía, y si tenemos en cuenta algunos gastos no
recurrentes como por ejemplo la separación de fuentes, el crecimiento
del gasto es incluso inferior al crecimiento del PIB real previsto.

En ese sentido creo que estamos manteniendo una senda de contención
del gasto que nos permite afianzar la estabilidad de los presupuestos
en el futuro. Además, el Gobierno ha tomado decisiones a lo largo de
los últimos años, y en el año 1999 también, de canjes de deuda que
también afianzanla estabilidad de los presupuestos futuros y los



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cambios en la elasticidad de los impuestos, de los que puse de
relieve ayer un crecimiento del doble de elasticidad de los impuestos
en general y un crecimiento de aproximadamente tres veces la
elasticidad del IVA, creo que también son elementos positivos de
sostenibilidad en el futuro de los presupuestos y por tanto del
equilibrio presupuestario.

En ese sentido, la evolución del capítulo 1 se mantiene dentro de las
previsiones de cumplimiento de la evolución de los salarios en la
inflación prevista; hemos de tener en cuenta que una vez más los
traspasos pueden distorsionar las cifras y que en comportamientos
homogéneos estamos en una evolución razonable del capítulo 1,
claramente en línea con lo que hemos hecho en ejercicios anteriores.

El traspaso de competencias de educación durante el año 1999 supone
un menor gasto para el año 2000 de unos 386.000 millones de pesetas y
una comparación homogénea, es decir quitando el gasto de 1999 que ya
no existe en el año 2000 porque se va a pagar vía transferencias no
vía capítulo 1, reflejaría un crecimiento del 5,2 en el año 1999 que
significaría pasar de 2 billones 700.000 millones a 2 billones
888.000 millones en el año 2000 en términos absolutos; es decir
142.000 millones más.

Desde el punto de vista del capítulo 2, de los gastos corrientes, se
mantiene una política de austeridad. Es verdad que en estos momentos
hay algunas cifras que pueden distorsionar esa política de
austeridad, pero estamos en una cifra claramente descendente.

Pensemos que en los diez últimos años anteriores a 1996 el capítulo 2
había crecido una media del 7 por ciento y en nuestra situación el
capítulo 2 evoluciona en una cifra de menos el 11 por ciento en el
año 1997, el 3,9 por ciento en el año 1998 y el 8,1 por ciento en el
año 1999. Pero hay datos extraordinarios tanto en el año 1999 como en
el año 2000, porque hemos de ser conscientes de que existen
cuestiones de políticas concretas del Gobierno, como es la
participación de las fuerzas armadas en operaciones OTAN o créditos
extraordinarios y suplementarios votados por esta Cámara o la propia
generación de créditos que se produce en la Dirección General de
Tráfico y en el Fondo social europeo que distorsionan la evolución
discrecional, es decir la que decide el Gobierno del capítulo 2.

En cualquier caso, creo que la evolución del gasto público y su
reducción en el peso del conjunto de la economía son favorables. Es
verdad que S.S. me dice que una parte de esa reducción se debe a la
reducción de los tipos de interés, indudablemente, pero es que la
reducción de los tipos de interés forma parte de las consecuencias de
la política presupuestaria e indican, como yo sostenía ayer, la
posibilidad de dedicar prioridades nuevas al gasto público. Para que
podamos seguir manteniendo esta evolución el saldo primario tiene que
continuar siendo excedentario, como he puesto de relieve
anteriormente, y en estos presupuestos se da un paso muy
significativo cuando tenemos en cuenta que la totalidad del
presupuesto, incluido el 60 por ciento de las inversiones, es
financiada ya con los
ingresos del ejercicio y que si descontamos el coste de los intereses
de la deuda tenemos un superávit de más de dos billones de pesetas.

Creo, por tanto, que el objetivo de equilibrio presupuestario es un
objetivo realista y que nos permitirá una constante evolución del
presupuesto dentro de un objetivo de no incremento sino de
disminución de la deuda pública. Considero que todo eso va a
contribuir a una mayor capacidad de atender las políticas que desean
los ciudadanos, sin incurrir en aumentos del déficit ni de la deuda
que distorsionan no sólo generaciones futuras sino presupuestos
inmediatos.




Me plantea S.S. en la parte final de su última intervención la
posición política respecto al reparto de responsabilidades entre el
Gobierno central y los gobiernos autonómicos, en concreto en los
temas de empleo y de Seguridad Social. Su señoría sabe que existe una
negociación en esa dirección entre las dos administraciones que
espero pueda completarse. Puedo reiterarle que nosotros hemos
establecido acuerdos con otras administraciones autonómicas para la
ejecución de las políticas activas y creemos que esos acuerdos son
satisfactorios. Podemos caminar en esa dirección y espero que podamos
hacerlo. Es indudable que acercar las decisiones sobre políticas
activas al ciudadano, por tanto a través de las administraciones
autonómicas, me parece una posición positiva. Es un camino que
deberíamos explorar y poder llegar a acuerdos. Algunas cuestiones que
pueden haber sido motivo de discusión a lo largo de tiempos sobre
desbloqueo de negociaciones pueden resolverse en ese trámite
parlamentario. Quisiera decir que es nuestra voluntad que a lo largo
del trámite parlamentario podamos acercar posiciones en algunas
cuestiones que puedan preocupar a S.S., como las que ha mencionado y
otras.

En cualquier caso, agradezco a S.S. y a su grupo parlamentario el
respaldo inicial al marco presupuestario. En ningún caso lo
interpreto como un respaldo completo a todo el presupuesto, soy
plenamente consciente de que en el trámite de enmiendas su grupo
parlamentario va a plantear iniciativas. El grado de fluidez de
nuestras conversaciones en presupuestos anteriores puede hacernos
creer que podemos llegar a acuerdos -espero que sea así-, en la mayor
parte de los temas no necesariamente en todos.

Vuelvo a agradecer a S.S. y a su grupo parlamentario el acuerdo,
desde el punto de vista de un marco de referencia que es este
presupuesto, que indudablemente da a la Cámara un instrumento para
trabajar en el primer presupuesto de la próxima legislatura, en el
que esperamos la contribución de SS. SS.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor vicepresidente.

Señor Zabalía.




El señor ZABALÍA LEZAMIZ: Gracias, señor presidente.




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Señor Rato, por supuesto no voy a volver a entrar en la discusión
sobre el marco macroeconómico, porque entre otras cosas sería
estéril; podemos tener puntos de vista sobre cómo se puede en estos
momentos concebir que va a ir la evolución de la economía, tanto
internacional como la nuestra, pero al final estamos hablando de
previsiones.

Creo que lo importante de los presupuestos empieza a partir de
diciembre, cuando se aprueban; ahí es cuando empieza la importancia
de los presupuestos; porque lo que el Gobierno debe tener como
prioritario no es tanto la elaboración sino la ejecución, y ahí es
donde tendremos que estar vigilantes a partir del mes de enero. La
evolución de la economía muchas veces es imprevisible incluso para
los especialistas o para los que estamos metidos de lleno en lo
mismo, y hemos visto que este año también ha habido que ir ajustando
unas partidas a la baja y otras al alza. Por tanto, lo importante es
tener suficiente agilidad política para ir tomando las medidas
necesarias que vayan ajustando la marcha de la economía en su
momento. Pero no olvidemos algo. Estamos en el ciclo económico más
alto de crecimiento de los últimos años; estamos en la mejor
situación que hemos podido tener desde hace muchos años. Se está
creciendo por encima de la media europea, algo que debe ser
fundamental si queremos ganar en competitividad; pero, señor Rato,
todavía tenemos como objetivo para el año 2000, el primer presupuesto
del siglo XXI, una tasa de paro del 14,7 por ciento, y esto nunca nos
puede dejar tranquilos. Si en la mejor de las condiciones no somos
capaces de aumentar el crecimiento del empleo por encima del 2,7 por
ciento, deberemos tener mucho cuidado porque todos conocemos que en
política económica o en economía los ciclos económicos tienen su
principio y su fin, y el ciclo de crecimiento económico también va a
llegar a su fin. Señor Rato, usted se está acostumbrando a hacer
política económica en ciclo alcista, pero prepárese también por si en
algún momento gobierna y el ciclo alcista no es el que es. También
hay que estar preparado para eso. Por tanto, hay que estar
vigilantes, a pesar de todo lo que se ha podido lograr hasta ahora -y
hay que tener en cuenta que veníamos de un ciclo de crisis económica-
porque todavía no podemos estar conformes con algunos aspectos, con
unos desajustes en política económica que hay que controlar, y
tenemos que seguir trabajando para reducir de forma más drástica esa
tasa de paro que todavía está en la economía española.




Hay una cuestión que también preocupa, y es que a partir de ahora
vamos a entrar en un ciclo donde lo que va a primar van a ser las
posiciones políticas ante las nuevas elecciones y esto tiene el
peligro de que en tres o cuatro meses la política económica este
condicionada a esa circunstancia. Esto es grave, porque si de un
ejercicio económico de 12 meses cuatro estamos distraídos o estamos
condicionados por otra cuestión, indudablemente podemos perder ahí
unas posibilidades, sobre todo en la adopción de reformas
estructurales muy
importantes. Por consiguiente, ésta es una de las cuestiones que
habrá que tener en cuenta y de alguna forma tendrá que superar el
Gobierno ante la tentación que siempre se produce por un hecho
electoral, un hecho electoral importante porque van a ser elecciones
generales.

Por lo que respecta al último punto que para nosotros es importante,
usted me ha dado muy buenas palabras, señor Rato, pero su Gobierno y
el anterior nos ha estado dando buenas palabras durante 20 años, y no
podemos seguir con buenas palabras otros 20 años. En esto lo que hay
que hacer de forma definitiva es trasladar a la política y a la
política económica de una vez por todas algo que en su momento fue el
espíritu en la creación del Estado de las autonomías, que se está
perdiendo y no hay más que ver todas las iniciativas que vienen a
este Parlamento. Se obvia que existe un poder autonómico, todavía
estamos legislando a través de una concepción centralista del Estado,
y esto es una equivocación, como es una equivocación decirnos que
vamos a llegar a acuerdos porque, por ejemplo, en políticas activas
ya han llegado a acuerdos con otras comunidades autónomas y están
satisfechas. Estoy encantado con que las demás comunidades autónomas
que tienen la transferencia en políticas activas de empleo estén
satisfechas, pero nosotros no, señor Rato. Por tanto, que usted esté
conforme con que los demás estén de acuerdo no quiere decir que me
tiene que trasladar miméticamente los acuerdos de esas comunidades
autónomas porque nuestras reivindicaciones son distintas, porque en
el Estado nuestro estatuto de autonomía es diferente, y eso lo tienen
que tener en cuenta.

Por consiguiente, los que tenemos que estar conformes con las
transferencias somos nosotros y en ese aspecto la verdad es que yo no
soy tan optimista como usted, pero de todas formas el tiempo lo va a
decir. Es cierto que en estos momentos están en fase de negociación
el Gobierno vasco y el Gobierno central sobre las transferencias de
las políticas activas de empleo, pero también le tengo que decir que
con la oferta que ha hecho el ministro de Trabajo a la Comunidad
Autónoma vasca es volver otra vez a la situación anterior. No nos
sirve, eso no es así. Nosotros no somos una sucursal del Estado y esa
concepción se tiene siempre cuando se está hablando de
transferencias. No queremos que nos deleguen a nosotros, no somos
sucursal del Estado. Esa concepción de transferencia de que yo te doy
algo mío y te lo doy a ti es equivocada y ahí nacen todos los
problemas. Espero que poco a poco ustedes vayan dándose cuenta de
esta situación y también lo espero en las próximas negociaciones de
transferencias. Por otra parte, tendrían que ser ustedes los que
propusieran, que ustedes vengan y digan quiero cumplir con el
estatuto de autonomía y quiero darles las transferencias, no que
seamos nosotros permanentemente los que estemos pidiéndolas. Eso es
lo que tienen que hacer. Usted sabe también que al final se llega
a acuerdo, pero ¿por qué? Porque al final siempre prevalece la
concepción política de las cosas y no las técnicas.




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¿Qué quiere decir eso? Que, al final, el cumplimiento de las
transferencias, el cumplimiento del estatuto depende de la voluntad
política.

Nada más. Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor Zabalía.

Señor vicepresidente.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y
HACIENDA (De Rato Figaredo): Muy brevemente, señor presidente.




Estoy completamente de acuerdo con S.S., señor Zabalía, en que la
ejecución del presupuesto es vital. En cuanto a la ejecución de
ingresos, creo que el presupuesto del año que viene está
suficientemente consolidado; nuestra previsión de ingresos es muy
moderada y en más de un capítulo hay elementos más que suficientes
para pensar que ningún cambio razonable de la coyuntura puede
modificarlo, aunque como es natural la coyuntura puede variar de
manera intensa.

Su señoría ha hecho referencia a que en esa ejecución es importante
el seguimiento y la flexibilidad; estoy de acuerdo con ello, también
la transparencia, y creo que es bueno que la Cámara conozca las
decisiones que se van tomando. La Ley de disciplina presupuestaria
exige a este Gobierno -y espero que los siguientes mantengan esa
exigencia- venir a la Cámara a explicar, a través de reales decretos-
leyes, decisiones que antes se podían tomar simplemente cambiando
conceptos presupuestarios. Creo que ese debate es enriquecedor y
transparente.

El ciclo y la duración del ciclo. Ésa es la cuestión. Hoy la
diferencia entre los gobiernos está en la capacidad que tengan de
mantener largos ciclos económicos. A mí me parece que la teoría de
que irremediablemente -da igual cómo se gobierne- las cosas suben y
bajan como consecuencia de la ley de la gravedad responde a políticas
económicas de la época de las tijeras o de los dientes de sierra; hoy
estamos viendo cómo hay países que son capaces de mantener ciclos
económicos muy largos a través de políticas saneadas e innovadoras
y países que no lo son. España tiene en estos momentos unas
posibilidades que no ha tenido antes y que se las da el euro: la
posibilidad de una gran estabilidad, la posibilidad de una
estabilidad cambiaria, la posibilidad de unos tipos de interés
moderados y también un mercado con un tamaño como no hemos conocido
nunca de 300 millones de consumidores, un mercado de capitales que
puede financiarnos en esa dirección y un papel distinto de lo que
representa para nuestro país, por ejemplo, el sector exterior; pero
sinceramente creo que la clave de que seamos capaces de ser de las
economías europeas de ciclo largo radica en nuestra capacidad de
transformarnos. Hemos entrado en el euro porque nos hemos
transformado; hemos sido capaces de crear 1.800.000 empleos en la
sociedad española porque la sociedad española se ha transformado;
creo que en esa transformación tiene que profundizar de manera
muy intensa la próxima legislatura, y este presupuesto apunta en esa
dirección. En algo que S.S. ha destacado en su primera intervención,
la investigación y desarrollo, creo que es algo especialmente
significativo en esa capacidad para mantener ciclos largos.

El paro. Indudablemente, coincido con S.S. en que el paro sigue
siendo la prioridad de la economía española y europea, lo que pasa es
que nosotros nos hemos transformado. De ser una de las economías
europeas que entre los años setenta y noventa no crearon empleo neto
hemos pasado a ser una economía que en estos momentos está creando
empleo a un ritmo de tres veces el de la Unión Europea. Nadie puede
negar que la sociedad española se ha transformado; que los
interlocutores sociales, las empresas, los sindicatos, los
trabajadores han aceptado un reto y han sido capaces de realizarlo.

Si en esta legislatura se ha reducido el desempleo en casi siete
puntos, S.S. puede pensar cuál podría ser una reducción similar o
parecida en la próxima legislatura y hasta qué punto hoy, en términos
de desempleo masculino, hay varias regiones españoles, entre ellas la
suya, en que ese desempleo está en tasas perfectamente comparables
con el resto de Europa. Por tanto, ya tenemos problemas distintos de
desempleo. Es verdad que hay 2.500.000 españoles que no tienen
empleo, pero entonces hablamos de parados de larga duración para los
que este presupuesto tiene políticas específicas; hablamos de
jóvenes, aunque con menos problemas que cuando empezó la legislatura,
y hablamos de mujeres sin preparación, para las que este presupuesto
también tiene políticas específicas. Por ese camino tenemos que
continuar en el futuro, dentro de un diálogo social y de una
constante modernización de nuestro mercado laboral.

No es que le quiera dar buenas palabras, creo en lo que le he dicho.

Lo que pasa es que S.S. ha manifestado que puede haber posiciones
políticas divergentes. Estoy convencido de que igual que hemos podido
llegar a acuerdos positivos en temas relacionados con el concierto,
podemos llegar a acuerdos en otros temas en beneficio de los
ciudadanos. No creo que los debates políticos se puedan encasillar
desde el punto de vista de ganadores o perdedores. Al final son los
ciudadanos, y ahí me remito a lo que el Partido Popular ha propuesto
precisamente ayer en el parlamento vasco para el desarrollo del
estatuto de autonomía, que espero podamos avanzar en los próximos
meses y en los próximos años.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor vicepresidente.

En nombre del Grupo Catalán (Convergència i Unió), tiene la palabra
el señor López de Lerma.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Señor presidente,señoras y señores
diputados, venimos observando



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que este debate, de hecho más en la tarde de ayer que en la mañana de
hoy, se está produciendo en términos de confrontación respecto de la
evaluación económica que vive España, la utilidad o no del proyecto
de presupuestos y a la vez el proyecto de ley de medidas
administrativas fiscales y de orden social que lo acompañan, y en
último término, eso sí que lo observamos ayer de manera muy detenida
e incluso entretenida, pensando más en la venidera convocatoria
electoral que en la conveniencia de ofrecer al país y a sus
ciudadanos un marco legal en el que confiar para seguir creciendo
económicamente, asegurar nuevos puestos de trabajo, crear escenarios
que esté en nuestras manos alcanzar y asegurar que ese mundo en fuga
que administramos sea capaz de posibilitar oportunidades para todos,
especialmente para aquellos que no pueden seguir y precisan de
mayores hechos solidarios al estar sobrealimentados de palabras
huecas sin contenido tangible.




Voy a fijar la posición del Grupo Catalán (Convergència i Unió)
diciendo en primer lugar que nunca hemos creído que cuando peor esté
el país mejor para nosotros, recordando que siempre hemos practicado
la obligación ética de todo político de contribuir a la solución de
los problemas, reclamando la autoría impulsora de una economía
productiva basada en el esfuerzo individual, la austeridad de las
administraciones públicas, el marco fiscal y laboral adecuado y que
rotundamente tiene en la estabilidad política su punto de arranque
y su sostén, es decir reclamando la autoría de aquella tipología
económica que ha hecho posible quehoy el país vaya aceptablemente
bien y que además esté en condiciones de alcanzar objetivos de
crecimiento y de ocupación superiores a la media europea, como ayer
expuso el señor vicepresidente, don Rodrigo Rato. Si se me permite,
en la autoría de una ortodoxia económica y presupuestaria, laboral,
fiscal y también social que hoy felizmente integra una cultura
compartida por muchos en esta Cámara, el denominador común consiste
en resolver la tarea mejor que lo han hecho otros, porque en el
conjunto del país finalmente la ambición ha sustituido a la
resignación histórica.

Señor presidente, señorías, no les ofrezco sorpresa alguna cuando
digo que estos dos proyectos legislativos merecerán el apoyo de
nuestro grupo parlamentario. De hecho su redacción y su propia
confección ha venido precedida por nuestra activa intervención en su
preparación y en su redacción. Nada de lo que está escrito en los
documentos aportados por el Gobierno a esta Cámara nos resulta ajeno,
aunque vía enmiendas tratemos de introducir mejoras en las próximas
semanas. Al fin y al cabo asistir parlamentariamente al Gobierno
también es una forma de responsabilizarse en la gobernación del
Estado, porque siempre hemos entendido que no importa tanto estar en
el Consejo de Ministros como incidir decisivamente en sus acuerdos,
también en aquellos que tomamos en el Congreso de los Diputados o se
toman en el Senado. Por tanto, nos interesa más lo sustantivo que lo
circunstancial.

Nuestro apoyo a los Presupuestos Generales del Estado para el año
2000 y al proyecto de ley de medidas fiscales, administrativas y de
orden social que les acompaña descansa en tres términos: coherencia,
responsabilidad y convicción. Trato ahora de explicitarlos.

Cuando en la construcción de un edificio se ha llegado a la cubierta,
al tejado, y se está trabajando ya en el interior para un mayor y
mejor acomodo de sus usuarios, es muy fácil, es una gran tentación
olvidar que todo empezó cimentando con compacta solidez su base, es
decir aquello que no se ve, que ni tan siquiera se aprecia, pero que
da seguridad y es explicación última de todo. Decir ahora que
resultados apreciables en el ámbito económico acompañan la gestión
gubernamental y parlamentaria de esta legislatura puede compartirse,
y de hecho nosotros lo suscribimos lógicamente, pero sería mucho más
exacto decir por equitativo, por justo, que lo alcanzado, lo logrado
hasta el día de hoy, por ejemplo un crecimiento del 3,7 por ciento y
un aumento de ocupación del 3,2, responde a la persistencia de una
política orientada desde el acierto de su elección y practicada desde
la convicción de sus paulatinos resultados que han sido a su vez
plataformas de avance en todos los órdenes. Dicho de otra manera,
nada de lo que hoy damos por conseguido y nada de lo que hoy
debatimos como objetivos alcanzables en los próximos meses, en el
próximo año, nada de todo ello es ajeno a una política económica
coherentemente mantenida desde el ejercicio presupuestario de 1994,
cuando atrás quedaron errores que tuvieron sus costes, desaciertos
que pagamos entre todos y pérdidas económico- financieras y
monetarias que condujeron al país a una larga, dura y profunda
crisis, que nos llevó a cuatro devaluaciones -creo recordar- forzadas
desde el exterior, a la destrucción de millares de puestos de trabajo
-recuerden SS.SS. que en poco más de doce meses se destruyeron
800.000 puestos de trabajo-, a un déficit del 7 por ciento respecto
del PIB y a una caída anual de éste cuantificada en el 1,2 por
ciento; es decir a un empobrecimiento generalizado que destruyó
proyectos y realidades, sobre todo esperanzas creadas bajo la luz de
un cambio que palideció en el transcurrir de su administración
efectiva porque íbamos simplemente a peor.

Atrás quedó todo esto cuando empezó a practicarse una política
económica y presupuestaria distinta. La raya que se trazó entre el
antes y el después vino con la pérdida de la mayoría absoluta por
parte del Grupo Socialista y el papel decisivo de Convergència i Unió
en las Cortes Generales impulsado por nuestro deseo de contribuir
eficazmente a la gobernabilidad del Estado, modificando
sustancialmente -ésa fue la premisa primera y principal, la
fundamental, la básica-, yo diría que acaso radicalmente el rumbo
marcado en 1982 en materia económico-presupuestaria, fiscal y
laboral. Ahí, en ese trecho entre 1993 y 1994 se hizo la zanja y se
pusieron los cimientos del actual edificio, ya que el acuerdo de
investidura del presidente Aznar mantenía y mantiene una línea
congruente con la dirección escogida,



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cuyos frutos se recogen en esos tiempos gracias a una gestión
ejecutiva y una cobertura parlamentaria comprometida con la
minoración del déficit público, la reducción de los tipos de interés,
la austeridad en el gasto, la reforma estructural de varios sectores
y su liberalización, la revisión a la baja de la fiscalidad, el
acuerdo social, la flexibilidad laboral y un largo etcétera que
concluye en el crecimiento económico del conjunto del país y la
modernización del Estado y de la propia sociedad.

Por tanto, damos nuestro apoyo a este proyecto de ley de presupuestos
y a la llamada ley de acompañamiento por coherencia con lo histórico
de un proceso de política económica que data de finales de 1993, que
se robustece, que se fortalece y recibe un gran empujón en 1996, que
ofrece resultados positivos bien tangibles, como ayer fueron
repetidamente ofrecidos a la Cámara, y que nos habla de seis
productivos años, administrados bajo la misma orientación con
gobiernos de distinto color, que han tenido en nuestro grupo
parlamentario la eficiente bisagra que evita el chirrido propio del
encaje de dos legislaturas y asegura la estabilidad política que
siempre es antesala precisa para crear certeza y seguridad; es decir
aquella actitud anímica que infunde la creativa esperanza que ayuda a
apostar por las posibilidades individuales y colectivas. (El señor
vicepresidente, Companys Sanfeliu, ocupa la Presidencia.)
Pero señor presidente, señorías, nuestro apoyo -ya lo he dicho-
también se otorga desde la responsabilidad. En esta legislatura -a la
que quizá hoy no se le dé la importancia histórica que tiene;
seguramente se la reconocerán los historiadores el día de mañana-
España ha dado crédito a la apuesta europea realizada en 1985 con
nuestro ingreso en las entonces Comunidades Europeas, hoy Unión
Europea. Participar en la creación y puesta en marcha de la unión
económica monetaria tiene mucho de apuesta de futuro, pero también de
inteligente renuncia a una errónea cultura basada en cerrar puertas y
ventanas, aislarse y vivir de espaldas a la realidad continental, la
que todos nosotros hemos podido vivir, la que heredamos. Hemos pasado
de ser extraños a ser protagonistas en la construcción europea. De
hecho, todo aquella reorientación económica nacida en las elecciones
generales de 1993, auspiciada por Convergència y Unió, tenía como
finalidad la aparentemente aburrida condición de ser uno más para
alcanzar el grado de progreso material y de bienestar social que
comporta ser uno más en esa Europa unida; situarnos, en definitiva,
en unos irreversibles parámetros de economía productiva que
revirtieran en un compromiso de bienestar.

Ahora, alcanzado el objetivo, nuestra responsabilidad se extiende,
como se ha puesto de manifiesto a lo largo del debate, a llevar a
buen puerto el Plan de estabilidad acordado con Bruselas, fortalecer
la credibilidad internacional lograda y garantizar que la
administración de este final de legislatura se materialice en unos
presupuestos para el año 2000 que sean útiles -
especialmente útiles- respecto de las alentadoras expectativas de
crecimiento económico y de creación de empleo que tenemos ante
nosotros.

Ignoro si este esfuerzo de responsabilidad será del todo comprendido
y valorado porque, lamentablemente, la lacerante crítica a un
problema suele recibir mayores aplausos -y, sobre todo, titulares-
que su acertada solución; es una lástima, pero es la realidad. Alguna
responsabilidad -seguro- deberemos de tener todos nosotros para que
la queja sobre lo que va mal no se vea compensada por el
reconocimiento de lo que va bien. Pero, por otra parte, la arraigada
convicción de contribuir a la estabilidad política nos lleva a cerrar
en positivo un acuerdo de legislatura fecundo en aciertos y abundante
en logros, porque,si algo se ha podido demostrar en este último
lustro, es que lo peor no siempre es inevitable y, ciertamente, el
cuadro macroecónomico de 1993, la realidad de una economía en
situación de caída libre, ni ofrecía confianza alguna ni invitaba a
creen en horizontes esperanzados.

Hoy, cuando el escenario en el que nos movemos tiene como pilares un
crecimiento acumulado del 10,6 por ciento y la creación de 1.300.000
puestos de trabajo, que, probablemente, en un horizonte muy cercano,
alcance 1,8 millones, lo sensato es seguir facilitando la mayoría
parlamentaria que las urnas negaron a quien es hoy Gobierno; lo
prudente es seguir garantizando la estabilidad que el país nos
demanda; la cordura se halla en seguir las pautas de política
económica presupuestaria que nos han asegurado, a través de
escenarios distintos y año tras año -y así llevamos ya siete-, un
innegable progreso y con él una innegable confianza en nuestro propio
futuro.

Señor presidente, estamos sin duda alguna en la era del juicio
práctico, donde a menudo ciertos discursos suenan bien, aunque no se
identifiquen con ninguna de las grandes corrientes europeas que
auspician un crecimiento económico basado en la austeridad de las
administraciones públicas, en la reducción del déficit y de la deuda,
en una fiscalidad no penalizadora de la iniciativa privada y en una
legislación laboral compatible con la existencia de competitividad de
los productos que se ofrecen en el mercado. Esos discursos pueden
agradar pero, llevados a la práctica -ya lo padecimos-, conducen al
disparate, y en la década 1983-1993 se galopó en la crisis mientras
se mantenían las pantallas de los Juegos Olímpicos de Barcelona o de
la Exposición Universal de Sevilla. Por eso a muchos les beneficiaría
-creo yo, con toda sinceridad y humildad- callar, porque predicar la
desilusión cuando las cosas van razonablemente bien es incompatible
con las exigencias de realismo que deben acompañar al quehacer
político.

Vivir, señorías, es, sin duda alguna, aceptar el riesgo del cambio
que la misma sociedad produce, pero administrar un Estado es asumir
responsablemente el papel de motor avanzado de esa situación
inherente a la condición humana. El papel de la confianza activa de
los ciudadanos no es fácil ni de impulsar ni de obtener,



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pero cuando la situación económica en la que se enmarca este debate
presupuestario -el que ayer y hoy estamos produciendo- debe
considerarse positiva, a juzgar por los datos que se desprenden de
los principales indicadores de coyuntura interna y externa, lo propio
es favorecer la existencia de un instrumento, el presupuestario, que
ayude a afrontar nuevos retos, consolide la confianza existente y,
aún más, favorezca el mantenimiento de un crecimiento económico que
debe traducirse, a corto plazo, en una mejora del comportamiento del
mercado laboral. Cuando se ha alcanzado la velocidad de crucero, lo
responsable, al menos por nuestra parte, es ayudar a mantenerla.

Pero no sólo por coherencia y por responsabilidad -que también-
apoyamos el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para
el próximo ejercicio y el proyecto de ley de medidas fiscales,
administrativas y del orden social, sino que también lo apoyamos por
convicción; es decir, por creer en el contenido legislativo objeto de
debate y por entender que existe eficaz insistencia en el camino
escogido en 1994 y potenciado desde 1996.

Aunque pueda compartir aquello de que en la mezcla de lo verdadero y
lo falso lo verdadero resalta la falsedad y lo falso,
lamentablemente, impide creer en lo verdadero, lo cierto es que al
final la realidad sigue siendo objetivable e incuestionable. ¿Cuál es
esa realidad? Pues que los presupuestos del año 2000 son creíbles por
asentarse en un escenario posibilista y motivador del crecimiento del
PIB nominal del 5,8 por ciento, pongamos por caso; un incremento de
la ocupación en un 2 por ciento; reducción del déficit de las
administraciones públicas en un 0,8 por ciento respecto del producto
interior bruto; disminución de la deuda nada más que en un 62,8 por
ciento; aumento de los ingresos no financieros del Estado en un 7 por
ciento; cumplimiento de la llamada regla de oro de toda economía
pública saneada, es decir, que la inversión pública se financie sin
recurrir a un nuevo endeudamiento; que el gasto social sube 3 décimas
por encima del PIB nominal; un crecimiento de un 8,5 por ciento en
actuaciones inversoras; una evolución al alza de los recursos
destinados al fomento de la ocupación; más dinero, más recursos, más
apoyo presupuestario en I+D; nueva rebaja del gasto financiero y un
largo etcétera que, por una parte, refleja el buen momento de la
economía española y, por otra parte, la confianza generada en el
conjunto de la sociedad. Cerramos, señorías, la legislatura
ofreciendo una perceptible recuperación económica y proponiendo su
consolidación mediante un instrumento económico- presupuestario
creíble, el que estamos en estos momentos debatiendo.

Nuestro grupo parlamentario, señor presidente, señorías, jamás se ha
adherido a lo que popularmente se denominaba cultura de los
satisfechos; más bien todo lo contrario, porque, militando como
hacemos nosotros en el catalanismo político, conocemos más de
carencias, dificultades, limitaciones, esfuerzos y perseverancias que
de placenteras complacencias. Quizá por
ello -pero no sólo por ello-, porque la convicción última de actuar
en política es de carácter humanista (recuerden aquello que nosotros
venimos diciendo desde hace muchísimos años de que nuestra finalidad,
nuestro objetivo son las personas) nosotros rechazamos la actitud del
contable, respecto de unos presupuestos, que se limita a cuadrar
números sin interesarse por saber qué hay detrás de ellos o a dónde
van destinados.




Nos importa, claro, que el cuadro macroeconómico sea coherente y
además convincente, es decir, cabal, y lo es. Nos ha interesado
siempre la práctica de políticas sectoriales que ayuden al
crecimiento económico del país como exponente del progreso material y
gran impulsador de la ocupación laboral, pero nos ha motivado
especialmente la vertiente social de todo presupuesto porque, a la
frialdad de los números, hay que echarle humanidad en sus contenidos.

No hay progreso si no se revierte en la gente.

Lo dije una vez y lo repito hoy: este proyecto de presupuestos que
debatimos tiene un nítido perfil social, probablemente el mejor de
esta legislatura, porque la bonanza económica lo facilita, pero
además porque ha habido una convincente actitud nuestra para que así
fuera. ¿Insuficiente, como han dicho algunos? Quizá. Pero mientras
para algunos gobernar parece ser, por los antecedentes, sinónimo de
gastar, para otros, por ejemplo para nosotros, equivale a mejorar la
situación personal de los ciudadanos y la colectiva del país desde la
racionalidad del posibilismo y desde la humildad de aceptar que no
todo es viable o alcanzable de la noche a la mañana.

Que el gasto social disponga de una subida del 6,1 por ciento, en
términos homogéneos, cuando la del producto interior bruto real será
del 3,7 por ciento, es una buena noticia. Que ese gasto social se
sitúe en el 55,1 por ciento del total del Estado, subraya el
compromiso de bienestar adquirido en este proyecto legislativo. Que
las partidas destinadas a pensiones se sitúen en el 5,5 por ciento,
es decir, por encima de las previsiones del IPC, las de sanidad en un
8 por ciento y las de educación en un 9,8 por ciento respecto del
total, y siempre por encima de cuanto administramos en estos momentos
-siempre, siempre, y así ha sido a lo largo de esta legislatura,
durante la cual hemos ido incrementando de manera posibilista las
partidas sociales, en algunos casos, como educación, hasta tres
puntos por encima-, evidencia una clara apuesta social. Que las
políticas dirigidas a crear ocupación persistan en supapel activo -en
dos años crecen un 70 por ciento- en detrimento del subsidio es
apropiado, señorías, si deseamos una sociedad generadora de
oportunidades. Que las pensiones mínimas de jubilación con cónyuge
a cargo crezcan un 5,3 por ciento y se equiparen al salario mínimo
interprofesional, que las pensiones de jubilación sin cónyuge a cargo
se incrementen en un 6,13 por ciento, que las pensiones de viudedad
suban entre un 5,26 y un 15,99, las de incapacidad lo hagan entre un
5,26 y un 5,37, las del SOVI (también las del



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SOVI) lo hagan en un 4,05 por ciento y, finalmente, las no
contributivas en un 6 por ciento, que se haga todo esto, nos habla de
una actitud de solidaridad respecto de los más necesitados fácilmente
reconocible, aunque resulte insuficiente para muchos, también para
nosotros.




Señor presidente, señorías, ya he dicho que nuestro apoyo a los
presupuestos para el año 2000 y al proyecto de ley de medidas
fiscales, administrativas y de orden social que lo complementa se
otorga desde la coherencia, desde la responsabilidad y, además, por
convicción respecto de sus contenidos.

Si se sigue la orientación económica impulsada por Convergència i
Unió hace seis o siete años, con los resultados altamente positivos
que se conocen, si la estabilidad política es un bien inherente a la
creación de razonables esperanzas de crecimiento económico sostenido
y si los contenidos, en sus vertientes macroeconómicas, fiscales,
sociales, laborales, inversionistas, etcétera, son los correctos, por
posibles de practicar y, en su caso, de alcanzar a lo largo del año
2000, la justa correspondencia nos debe llevar, y nos lleva, a
facilitar al país, mucho más que al propio Gobierno, es decir, al
conjunto de los ciudadanos, no sólo al Estado, un instrumento legal
útil para seguir creando escenarios de bienestar; dicho de otra
manera: para incrementar el grado de confianza en nuestras propias
posibilidades, si el esfuerzo y no la pasividad acompaña nuestros
actos individuales y colectivos.

Con este trámite, y en las próximas semanas con la aprobación de
estos textos que hoy debatimos, se cierra en la práctica una
legislatura dominada por la estabilidad política y por la eficiencia,
que no es poca, que es importante, en muchos ámbitos. No habrá sido
perfecta, claro está, somos humanos, pero en todo caso ha sido
suficientemente fructífera como para sentirnos satisfechos por haber
facilitado la gobernabilidad precisa para que todo el país avance y
prospere, todo, no sólo Cataluña, todo el país, el conjunto de
España.

Es cierto que el mundo no nos espera y que no se puede escribir recto
en renglones torcidos, por eso cobra especial sentido cuanto se ha
realizado y se ha alcanzado. Atrás quedan ensayos de ciertas
corrientes ideológicas ancladas en análisis de realidades
sociológicas y económicas claramente superadas que resultaron
perturbadoras, incluso destructoras, para el tejido productivo del
país, y ya me he referido a esas crisis. Hoy, afortunadamente, el
panorama es otro, no sólo en sus resultados, sino en las convicciones
que los hacen posible, porque nuestra inserción plena en el espacio
europeo nos ha cambiado a todos.

Si se me permite la sinceridad, que nunca debería ser incompatible
con la práctica política, se ha huido de la resignación histórica
para pelear por el afianzamiento de una realidad esperanzada,
provocando a veces un auténtica revolución mental -también material,
pero sobre todo mental- superadora de actitudes fugitivas,
desertoras, hasta llegar a ejercer cierto magisterio sobre una
generación, la que ya nos acompaña, la
que nos va a seguir, dominada por valores, creencias y seguridades de
legítima ambición de futuro.

Aquí no sólo se ha pasado de un PIB en decrecimiento a otro en
crecimiento, que es cierto, o de una sociedad cerrada a una abierta,
que es igualmente cierto, o de un Estado ensimismado en su pasado a
un Estado dispuesto a construir futuro, que también es cierto, sino
que se ha pasado a crear un cierto ideal -digámoslo así- basado en la
confianza y no frustrado en la conformidad de un papel subalterno
respecto de terceros, que no es poco. Creo que es lo más importante.

Nuestra aportación a este profundo cambio ha sido -creo- importante
y, en ocasiones, en función de la aritmética parlamentaria, además de
importante y además de insistente, incluso decisiva. Siempre hemos
intentado generar flujos de entendimiento y no de confrontación y,
además, señalar horizontes de ilusionante superación y no cercanías
de erróneas conformidades, y hemos podido comprobar que es más fácil
cambiar las leyes que las propias mentalidades o las inercias
existentes en el país, pero algo profundo se ha movido, ha cambiado,
y estamos convencidos de que además para siempre y además para bien.

A partir de ahora, con cuanto de positivo se ha llevado a cabo,
España deberá actuar, de hecho ya actúa -lo ha puesto de manifiesto
reiteradamente el vicepresidente Rato-, en un marco de decisiones que
en gran parte no controlará por sí misma. No podrá utilizar la
política monetaria ni podrá decidir qué déficit o qué endeudamiento
tener. Una parte importante de su diferencial de competitividad, el
nuestro, respecto de nuestros socios propios europeos, deberá basarse
en la política fiscal y en la laboral. También, y a ello se han
referido no pocos de mis predecesores en el uso de la palabra, en el
desarrollo tecnológico, la innovación industrial, la
internacionalización de las empresas, la propia investigación.

El reto no será llegar, como ha sido hasta ahora, sino pertenecer a
la elite de los países más avanzados. Por tanto, deberemos plantear
las cosas de otra manera. Esto queda, naturalmente, para próximas
legislaturas, donde no pertenecer ni identificarse nada más que con
nosotros mismos no es obstáculo, no debería serlo, estoy seguro de
que no lo será, para seguir contribuyendo en positivo a la mejora y
avance del conjunto de España, dejando claro, por supuesto, que la
centralidad del catalanismo político se encuentra en la construcción
y el fortalecimiento institucional de Cataluña como nación, y que su
tradición de participar activamente, responsablemente, en la política
española también integra una larga tradición de positiva presencia en
esta Cámara, que se remonta al siglo pasado, y que ha tenido un papel
tan decisivo en los últimos siete años como electoralmente de riesgo,
porque no siempre - repito- por todos, aquí ni allí, o allí ni aquí,
se entiende o se acepta que para seguir avanzando debe darse la
estabilidad política precisa para crecer económicamente y crear
ocupación para que el progreso se traduzca en bienestar para todos.




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La inhibición, es decir, mantenernos al margen, nos sería muy cómoda,
señorías, y quizá, quizá, quizá, hasta rentable en las urnas, pero
diría muy poco, más bien nada, de una fuerza política, la nuestra,
comprometida con la modernización permanente del Estado y del
conjunto de la sociedad, con la solución de los problemas que afectan
a sus ciudadanos.

Señor presidente, señorías, con este debate se cierra, al menos
técnicamente, la presente legislatura, como hace unos breves momentos
he dicho. El electorado dirá muy próximamente cuál va a ser la
composición de este hemiciclo y naturalmente el papel que en él
deberá tener nuestro grupo político. Desde la convicción de que hemos
sido motor de cambio, motor de progreso, motor de avance, y, tal vez
(tal vez y sin el tal vez también), factor de moderación, nos
sentimos satisfechos por lo realizado y emplazados a seguir en la
senda, clásica ya, del catalanismo político, de contribuir a crear
futuro, sobre todo a promover aquellos cambios ideológicos o
materiales que ese futuro nos va a reclamar. No sabríamos, señorías,
hacerlo de otra manera, porque la responsabilidad aconseja, guía, yo
diría que afortunadamente dirige, nuestra acción política, tanto aquí
como en Cataluña.

Muchas gracias, señor presidente, muchas gracias, señorías.




El señor VICEPRESIDENTE (Companys Sanfeliu): Muchas gracias, señor
López de Lerma.

En nombre del Gobierno, tiene la palabra su vicepresidente Rodrigo de
Rato.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y
HACIENDA (De Rato Figaredo): Señor presidente, señorías, señor López
de Lerma, muchas gracias por su intervención.




Yo creo que la referencia que ha hecho S.S. a que el debate pueda
encuadrarse en un marco electoral, que también la han hecho otros
diputados, otros portavoces, no creo que esté marcando la
presentación ni las líneas del presupuesto, en el que indudablemente
hemos continuado por una línea marcada desde el año 1996, que acentúa
la posibilidades que nos otorga el margen de maniobra que hemos ido
ganando.

Como yo ponía ayer de relieve, el hecho de que en estos momentos
podamos dedicar a políticas como pensiones, sanidad, empleo,
educación, infraestructuras, investigación y desarrollo, 8 pesetas
más de cada 100 que tiene el presupuesto de las que pudiéramos
hacerlo en el año 1995, indica el margen de maniobra que estamos
consiguiendo gracias precisamente a la reducción de la deuda y a la
reducción del gasto, lo cual vendría a romper algunos de los
discursos tradicionales que todavía se escuchan en esta Cámara, como
pudimos comprobar ayer por la tarde.

No puedo estar más de acuerdo en que la ambición, en este momento, la
confianza en el futuro que tienen los empresarios o que tienen los
consumidores en
España ha venido a sustituir, como S.S. decía, a la resignación. El
hecho de que la mayoría de los españoles pensaran en el año 1995 que
el futuro iba a ser peor que el presente se ha convertido exactamente
en lo contrario en estos momentos, y eso nos indica hasta qué punto
esta legislatura ha sido capaz de transformar la realidad.

Su señoría, bajo su posición política, ha pretendido, ha dicho (no ha
pretendido, lo ha dicho claramente) que las orientaciones económicas
se trasladan desde el año 1994. Yo tengo que decirle que no me hago
responsable de nada de lo que sucedió en los años 1993, 1994 y 1995,
habida cuenta de que el déficit público acabó peor que empezó, el
paro acabó peor que empezó, la inflación prácticamente no se movió,
la deuda pública acabó peor que empezó y las reformas estructurales
se limitaron a una licencia de telefonía móvil. Si S.S. y su grupo
parlamentario quieren hacerse cargo de esa cuestión, S.S. y su grupo
parlamentario son muy dueños de hacerlo, pero desde luego no trate de
buscar que nosotros lo consideremos así. Esa legislatura, para ser
suaves, nosotros la podríamos llamar de transición, de transición de
no moverse, no estropear las cosas y mantenernos esperando que
pudieran cambiarse. Si fue inocua o no, yo no sé si ya merece la pena
discutirlo, porque yo tengo la impresión de que perder el tiempo
nunca es inocuo, pero en cualquier caso lo que no cabe duda es de que
las cosas no cambiaban simplemente ni por el mero paso del tiempo ni
por los discursos.

Esta es una legislatura en la que nos hemos comprometido a hacer
cosas; se nos puede juzgar por las cosas que hemos hecho y si las
cosas que hemos hecho juntos han transformado o no la realidad. Ahí
me parece que es donde se produce una colaboración política muy
fructífera con los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno y que
han permitido que con pactos públicos y expresos se hayan cumplido
objetivos de los que nos hemos corresponsabilizado y tomado
decisiones, unas fáciles, otras difíciles, y siempre decisiones que
hemos podido explicar y que además han tenido beneficios para el
conjunto de los ciudadanos, y yo eso lo reconozco, lo he reconocido
antes, en la intervención del señor Mauricio, y lo reconozco desde
luego en la intervención de Convergència i Unió. Empezando por el
sistema de financiación autonómica, el sistema de financiación
sanitaria o las reformas fiscales, creo que todos los elementos o
cuestiones que hemos impulsado conjuntamente son cuestiones que han
beneficiado, como usted muy bien ha dicho, la vida de los ciudadanos
de toda España, y sin duda esta legislatura ha enseñado que se puede
colaborar, y se puede colaborar de manera positiva.

Si usted me lo permite, y entre paréntesis, una cosa que ustedes
tienen que meditar es la siguiente: indudablemente, desde el punto de
vista formal, la colaboración es siempre posible con cualquier grupo
político, pero lo importante es saber si esos resultados son los
mismos para los electores y para los ciudadanos de



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Cataluña con un grupo político que con otro; pero yo creo que
tendremos tiempo -desde luego nosotros- de explicar eso profundamente
durante la campaña electoral.

Creo que S.S. ha reconocido, y es absolutamente cierto, su
colaboración en la elaboración de este presupuesto. Ha sido un
presupuesto en el que hemos trabajado conjuntamente a lo largo de
varios meses, como con otros grupos parlamentarios, es un presupuesto
con el que veníamos a potenciar políticas que hemos tratado de
potenciar a lo largo del tiempo y en el que compartimos una visión
que S.S. ha resumido en esfuerzo individual, austeridad pública y
economía productiva, y creo que esa es una gran definición y que en
esa dirección hemos podido dar grandes oportunidades a sectores
concretos.

Desde luego hemos compartido con ustedes, y con otros, pero desde
luego con ustedes muy intensamente, la creencia de que el sistema
tributario es un elemento esencial de transformación de la sociedad,
y en ese sentido en esta legislatura las reformas que se han
producido en la legislación de pymes, en la internacionalización de
la empresa, en el impuesto sobre la renta de las personas físicas, en
la actualización de balances y en los nuevos impuestos sobre
plusvalías han transformado una realidad que sería un gravísimo error
volver a transformar hacia atrás. Creo que sería una de las peores
equivocaciones que espero que no se produzcan por muchos motivos,
entre ellos porque no haya ocasión.

Coincido con S.S. en que no podemos estar en una cultura de la
satisfacción, nada más lejos de la realidad española. Tres años y
medio, no nos hagamos ilusiones, no son decisivos para nada. Han sido
decisivos para que podamos plantearnos cosas nuevas, sin duda;
tenemos una base y un marco de referencia distinto, que nos abre
nuevas posibilidades, sin duda, pero la población española todavía
tiene delante de sí importantes carencias que se manifiestan en la
lentitud con la que conseguimos converger en términos reales, en la
lentitud con la que conseguimos que nuestras estadísticas de
prosperidad, de política social y de empleo se puedan acercar a las
de los países que son vecinos nuestros, como puede ser el caso de
Francia, o países con los que nos unen ya lazos institucionales y
políticos muy profundos, como puede ser Alemania, Holanda
o Dinamarca. En ese sentido, España no ha hecho nada más que empezar en
un camino en el que indudablemente -y S.S. lo ha dicho muy
claramente- ya no se trata de estar, ya estamos, pero eso no basta;
es más, sería absolutamente estéril y nadie hubiera entendido que
queramos estar nada más que por el hecho de estar. La única
explicación de estar en el euro, de estar en la Unión Europea, es
estar para. ¿Para qué? Para transformar nuestra realidad y para
aprovechar una ocasión histórica que España no ha tenido en mucho
tiempo, y de lo que sin duda no se trata de que los grupos políticos
-desde luego no el mío- se sientan especialmente protagonistas, sino
que ha sido una imposición clara de la sociedad española, que es la
que
nos ha llevado claramente a unos acuerdos y después a una visión que
está respaldada por la mayor parte de la opinión pública.

El diálogo político y el diálogo social, el diálogo con los sectores,
el diseño de políticas hablando con quienes tienen que vivir con
ellas, llámense pymes, llámense exportadores, llámense
investigadores, llámense sindicatos y empresarios, ha presidido esta
legislatura. Ninguna legislatura como ésta ha estado enmarcada, desde
la redacción de la Constitución, en la necesidad de dialogar, y en
ninguna el diálogo ha acabado mejor, porque es verdad que en otras
legislatura ha habido mayorías parlamentarias, pero todos hemos
comprobado que esas mayorías parlamentarias, según se acercaba el
momento electoral, se diluían. Nadie parecía querer llegar al final
del proyecto exactamente con los mismos acuerdos que se había llegado
al principio. Tengo que decir que esta legislatura es un ejemplo de
que eso es un tiempo pasado. Los grupos parlamentarios, las personas
y los electorados, sin duda, a los que representan hoy, lo hemos
podido comprobar esta mañana aquí y lo pudimos comprobar en el mes de
septiembre en el acuerdo de pensiones, lo estamos comprobando
diariamente, estamos colaborando hasta el último día, cumpliendo con
nuestra obligación de los pactos que establecimos y demostrando que
se puede gobernar dialogando plural y eficazmente. Creo que este es
un gran ejemplo y es la primera vez en que la colaboración política
es una colaboración que se mantiene hasta el final.

Aquí quiero reconocer el esfuerzo de flexibilidad, de realismo y de
lealtad que los grupos parlamentarios -lo he dicho antes en el tema
de Coalición Canaria, lo digo en el caso del PNV, y lo digo también
en el caso de Convergència i Unió- han mantenido en esta legislatura.

En ese sentido creo que estos presupuestos son los presupuestos que
hemos hecho entre los grupos parlamentarios y demuestran la política
económica que hemos llevado a cabo.

Es verdad, y S.S. lo ha dicho también, que es más fácil hacer leyes
que cambiar mentalidades. Muchas veces los grupos parlamentarios
tenemos que ser conscientes de la dificultad que integra cambiar
status quo, pero la necesidad está ahí. Sin duda, cuanto más
liberalicemos el país, cuanto mas seamos capaces de desligar las
ataduras de las fuerzas emprendedoras, de la gente que quiere cambiar
la sociedad, de la gente que quiere innovar, de la gente que quiere
avanzar, de la gente que quiere tirar del carro, mayores
posibilidades tendremos de construir una España moderna y una
Cataluña moderna.

En estos presupuestos hay ya indicios claros de cuáles son nuestras
prioridades de futuro. De las más importantes las que están ligados
al empleo y a las políticas activas, al convencimiento, compartido
por varios grupos de esta Cámara, de que, siendo necesarias e
imprescindibles las políticas de solidaridad y las políticas pasivas,
hemos de hacer un esfuerzo para incorporar a las políticas activas al
mayor número de españoles,



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y la renta de inserción es un ejemplo de ello. Como también hay
ejemplos de que tenemos que trabajar conjuntamente en reducir los
costes del empleo, lo hemos hecho ya en la reforma fiscal del IRPF y
lo estamos haciendo en estos momentos con las cotizaciones sociales.

Igualmente hay elementos muy positivos y muy reformadores en el tema
de la tributación de la investigación y desarrollo. Ahí existe un
campo en el que hemos trabajado juntos y en el que creo que hemos
construido una alternativa muy positiva, desde el punto de vista de
un instrumento que tenemos que desarrollar en el futuro, un
instrumento que tiene que permitir a la sociedad y a la empresa
española tener su oportunidad en el euro. No me cabe ninguna duda, lo
he dicho antes y lo vuelvo a repetir ahora, que nuestro problema en
el mercado interior no va a ser unas décimas de inflación y sí va a
ser nuestra situación presupuestaria, sí va a ser nuestra
flexibilidad de mercados, sí va a ser nuestra modernidad en el
mercado laboral, y sin duda va a ser el que seamos capaces de
recuperar el tiempo perdido de nuestra sociedad en la revolución
tecnológica. Si algo diferencia hoy a los países de la OCDE es su
capacidad de crecer durante mucho tiempo y de crear empleo. España ha
sentado bases para que seamos de los que están en buena posición,
pero no hemos acabado, ni muchísimo menos, el camino y el trabajo. En
ese sentido, la contribución de su grupo parlamentario ha sido
fundamental a lo largo de la legislatura, y lo es hoy. No es este un
discurso final, quedan dos meses, queda todo este presupuesto y, por
tanto, queda mucho trabajo por hacer.

Estoy convencido de que las posibilidades que se abren para nuestro
país en el año 2000 y en los siguientes van a ser aprovechadas por
una sociedad que puede hoy plantearse nuevas metas. Como decía ayer
por la tarde, la diferencia de hace cuatro años a hoy no es, siendo
lo importante, en puntos de déficit, en puntos de inflación, o en
millones de personas que tienen empleo; la gran diferencia es que hoy
podemos hablar de cosas distintas, ya no tenemos que hablar de las
mismas cosas. Con toda la modestia que siempre hay que tener en estas
cuestiones y sabiendo que quedan muchas más cosas por resolver de las
que hemos resuelto, sí quiero decir que estos presupuestos abren
puertas y se asientan sobre bases que entre todos, o por lo menos
entre los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno, y en concreto
el de Convergència i Unió, hemos podido construir.

Muchas gracias. (Aplausos.)



El señor VICEPRESIDENTE (Companys Sanfeliu): Muchas gracias, señor
vicepresidente.

Para un turno de réplica, en nombre del Grupo Catalán (Convergència i
Unió), tiene la palabra el señor López de Lerma.




El señor LÓPEZ DE LERMA I LÓPEZ: Muchas gracias, señor presidente.

Compruebo, señor vicepresidente del Gobierno, que las coincidencias
respecto del contenido de mi intervención son afortunadamente mucho
más numerosas que las discrepancias. La discrepancia sólo subsiste en
la fecha en que nace un nuevo caminar en el ámbito económico,
presupuestario, laboral y fiscal, que es el que nos lleva a encontrar
hoy unos réditos, unos logros, algo que es absolutamente reconocido
por nosotros, yo diría que por el conjunto de la sociedad española,
que alcanza el bienestar de cada uno de los ciudadanos, al menos un
bienestar muy generalizado. (El señor Vicepresidente, Fernández-
Miranda y Lozana, ocupa la Presidencia.)
Le agradezco, señor vicepresidente, el reconocimiento que ha hecho en
sus intervenciones, explícito y numeroso, de las aportaciones de
nuestro grupo parlamentario, no sólo a la estabilidad política, que
también, que es base y fundamento de un buen quehacer gubernamental,
sino a todas aquellas otras que forman parte de lo que son
iniciativas legislativas o de impulso a la acción de Gobierno y que
han venido a sumarse a otras, que yo acepto que han surgido del
Gobierno o del Grupo Parlamentario Popular, pero que, juntas también
con el PNV y Coalición Canaria, han dado el resultado que ofrece este
final de legislatura. ¿Cuándo empieza esto? Para nosotros empieza en
el transcurso del segundo semestre de 1993, para ustedes en la
primavera de 1996. En todo caso, lo que decimos es algo obvio: para
alcanzar el ático y casi tocar el cielo, que es lo que se desprendía
de su intervención de ayer -no de la de hoy, que es mucho más
realista-, lo primero que uno debe hacer es la zanja, que la hicimos
en el último semestre de 1993, y poner los cimientos bien trabados,
que es lo que hicimos en los presupuestos de 1994. ¿Con socio
distinto? Pues sí, porque las urnas así lo indicaron en aquellos
momentos, como las urnas indicaron en otro momento, en 1996, quién
era el encargado de formar Gobierno. Pero, reitero, no se puede subir
al ático si no hay una solidez de fundamento, no hay una primera
planta, no hay un seguido de plantas y, por tanto, detrás de cada una
de ellas la solidez final del edificio que es el que hoy, de una
manera reconocida lógicamente por nosotros, como no podía ser de otro
modo, y también por una inmensa mayoría de la Cámara, nos dice que
estamos en unas buenas condiciones, altamente mejores que aquellas
que heredamos en 1993 -lo que usted ha calificado como época de la
transición-, donde suerte que estábamos nosotros, señor Rato, para al
menos parar la caída libre, en picado, de la economía española,
precisamente empujándola hacia una orientación distinta,
presupuestaria, en primer término, luego fiscal y luego laboral.

Aquello lo hicimos. Lo lamentable es que, por ejemplo, su grupo
parlamentario en aquellos momentos no estuviera por la labor. Me
referiré a algo concreto. Cuando nosotros, en leyes presupuestarias
de acompañamiento, pudimos incidir en dotar de mayores incentivos
a la sucesión en empresas familiares, su grupo votó



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en contra y esto fue algo decisivo para alcanzar lo que hoy se
reconoce en el ámbito de la sucesión de las empresas familiares, y es
que la fiscalidad -usted lo ha dicho y yo también- nunca puede
castigar a la creación o en este caso al mantenimiento de empresas,
sino que precisamente tiene que apoyarlas. Esto lo hicimos, repito, y
no contamos con su ayuda, pero ha de reconocer que aquellos cimientos
han dado sus logros.

Yo no he citado el sistema de financiación de las comunidades
autónomas porque es algo que no está superado pero está ahí para ser
tratado en la próxima legislatura. Le recuerdo que pusimos también
los cimientos del actual sistema de financiación. Acordamos un quince
por ciento relativo al impuesto sobre la renta de las personas
físicas, que por cierto ustedes nos llevaron al Tribunal
Constitucional, y años después, ustedes y nosotros acordamos que el
quince por ciento era poco -fíjese bien- y que debíamos doblarlo sin
topes y, además, con capacidad normativa para los parlamentos
autonómicos.

A esos cimientos yo me refería en mi intervención. Y esos cimientos
yo le digo que fueron el inicio de un cambio de orientación en la
política económica para salir de un pozo profundo, lo comparto, no lo
ha dicho usted lo digo yo. Pero en todo caso para construir el ático
en el que ahora felizmente vivimos.

Nada más, señor presidente. Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Gracias, señor
López de Lerma.

Tiene la palabra el señor Vicepresidente.




El señor VICEPRESIDENTE SEGUNDO DEL GOBIERNO Y MINISTRO DE ECONOMÍA Y
HACIENDA (De Rato Figaredo): Gracias, señor presidente.

Hago un reconocimiento explícito de la contribución de su grupo
parlamentario en esta legislatura. Y ya que S.S. está de recuerdos,
yo le tenía que decir que hay zanjas que no sirven para nada.

Seguramente toda persona que ha cavado una zanja sabe que hay zanjas
que o las tiene que volver a tapar o simplemente se cae dentro. Y hay
cimientos que no funcionan. Yo sólo quiero recordar el final de la
legislatura. No tenía aquello una solidez envidiable. Precisamente la
legislatura anterior acabó en un día como éste, un día exactamente
como hoy, y SS.SS. debieron comprobar que la zanja no era
suficientemente profunda o suficientemente sólida porque decidieron
que no querían seguir cavando. (Risas.) Yo me limito a comprobar eso.

A partir de ahí, S.S. me puede decir lo que quiera. ¿Suerte que
estábamos nosotros? No lo sé. Las agonías no sé si es bueno que se
prolonguen o no, pero como vamos a tener mucho tiempo y ya estamos en
edad de recordar, seguramente podremos hablarlo.

Ha hecho S.S. una referencia que no me queda más remedio que
contestar porque es muy concreta. Efectivamente, nosotros no votamos
a favor de una modificación del impuesto sobre el patrimonio para
determinadas empresas porque nos pareció que se refería a un
número muy limitado de personas y que, por lo tanto, era
discriminatorio. Fue un debate que tuvimos entonces, no estaban los
profesionales, no afectaba a la mayor parte de los empresarios y nos
pareció discriminatoria. Nos lo pareció entonces y nos lo parece hoy,
y por eso lo hemos cambiado bastante a mejor durante el período
siguiente. No es que nos pareciera mal que se tomara una medida, lo
que nos parecía mal es que se hiciera para unos pocos. Es posible que
fuera uno de los defectos de aquella zanja, que nunca se hacía nada
suficientemente importante para nadie y, por lo tanto, se daban dos
pasitos hacia adelante, dos pasitos hacia atrás y no salían ustedes
nunca de la misma situación y eso les debió llevar al convencimiento
de que no querían seguir cavando en aquel equipo.

En cuanto al sistema de financiación, S.S. sabe que hay una
modificación sustancial que es la corresponsabilidad. Yo no digo que
ustedes no abrieran una puerta en donde tenían que abrirla, pero
nosotros no estábamos ahí. La comunidad autónoma que lleva al
Gobierno al Tribunal Constitucional porque quiere corresponsabilidad
es la comunidad autónoma gallega. Creo que eso es un cambio
sustancial, mucho más importante que el porcentaje que, al final,
todos sabemos que es un porcentaje que se cifra en función de los
resultados que se quieran obtener, y lo importante no es que hablemos
del 25, del 40 o del 30, lo importante es el paso de
corresponsabilidad y de autogobierno que tiene el nuevo sistema de
financiación autonómica y que creo que será la base de lo que podamos
hacer en el futuro, que irá en esa dirección. Por eso es sorprendente
que todavía haya personas que crean que no va a ir en esa dirección.

Otra cosa muy importante que tiene este sistema de financiación
autonómica que no tenía el anterior, y que además me consta que
ustedes no estaban de acuerdo con ello, es el sistema de topes, que
nosotros hemos cambiado por un sistema de garantías. Un sistema de
garantías que permite que nadie se quede descolgado pero que sin
embargo no impide que se pueda ejercer la corresponsabilidad. Yo creo
que el trabajo que se hizo en ese tiempo entre ustedes y nosotros
permitió hacer un sistema en el que no se pone límite al
autogobierno, pero eso no quiere decir que no se contemple la
necesidad de movernos todos en una misma dirección, que me parece
mucho más importante que un sistema bastante rudimentario y brutal de
topes, que al final es otra vez el sistema de dos pasitos adelante,
dos pasitos atrás, con el que, al parecer, ustedes disfrutaron tanto
durante esos tres años, seguramente porque eran más jóvenes y, claro,
era más fácil disfrutar.

En cualquier caso, señor López de Lerma, nos queda un largo trámite.

Estoy convencido que los presupuestos avanzarán satisfactoriamente y
creo que, desde el punto de vista de los resultados, el que podamos
en este momento hablar de cosas nuevas, como es la innovación, como
es la tecnología, o como es el centrarnos en el empleo de las mujeres
o en la protección de los parados de larga duración, representa que,
efectivamente,



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los cimientos que tenemos hoy, no sólo desde el ático sino hasta la
portería, son los que necesita la sociedad española.

Muchas gracias.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández-Miranda y Lozana): Muchas gracias,
señor vicepresidente.

En nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra el señor
De Grandes.




El señor DE GRANDES PASCUAL: Señor presidente, señorías, va
concluyendo el debate. Este es el cuarto año consecutivo en que el
Gobierno del Partido Popular presenta los Presupuestos Generales del
Estado, y una vez más, a la vista de las posiciones de los grupos
parlamentarios, parece que va a contar con los apoyos necesarios para
conseguir su aprobación.

En esta legislatura, en la que según dijo el entonces secretario
general del Partido Socialista, y lo dijo con gracejo, no íbamos a
llegar ni a comernos el turrón, el Gobierno del Partido Popular ha
tenido el apoyo parlamentario suficiente para aprobar los cuatro
Presupuestos Generales del Estado en el tiempo establecido. Y lo digo
porque no es baladí. En toda la historia de la democracia española
sólo este Gobierno ha logrado empezar cada uno de los cuatro años de
legislatura con el presupuesto aprobado. Ello pone de manifiesto la
estabilidad social y política con la que hemos vivido, que ha servido
para alcanzar objetivos económicos impensables al iniciar la
andadura.

Señorías, inevitablemente conviene recordar que en los últimos meses
de 1995 la estabilidad social, económica y política estaba
destrozada. Los ciudadanos tenían una pésima opinión acerca de la
situación política y económica, y sus perspectivas de futuro eran
absolutamente pesimistas. España estaba inmersa en un clima
irrespirable, donde los casos de corrupción llenaban las portadas de
los periódicos día sí y día también, afectando de forma muy grave a
altos cargos socialistas, donde nadie contaba con que España fuera
capaz de entrar en la Unión Europea y en la económica y monetaria por
méritos propios y donde el paro alcanzaba cifras absolutamente
insoportables. Baste recordar que en la primera legislatura del PSOE,
para la que se nos había prometido 800.000 puestos de trabajo, el
señor Almunia, entonces ministro de Trabajo, logró superar todas las
previsiones y elevar el paro hasta una cifra cercana a los tres
millones de españoles.

En junio de 1996, cuando el Partido Popular asumió la responsabilidad
de Gobierno, empezamos a tomar medidas en el área de la política
económica, que ahora, por cierto, todo el mundo alaba, redujimos la
fiscalidad de las pyme, incentivamos el empleo de las pequeñas y
medianas empresas, modificamos la tributación del ahorro, rebajándola
y premiando su movilidad para ayudar a la inversión y al empleo,
mejoramos la fiscalidad de las empresas que se instalaron en España
para atraer la inversión y dejar de ser definitivamente un país de
filiales.

Poco después, en la tramitación de los presupuestos para el año 1997,
abordamos una reforma importante con la Ley de disciplina
presupuestaria. Planteamos reformas estructurales en los mercados de
bienes y servicios y diseñamos una cuentas públicas rigurosas,
eficientes y solidarias. Desde entonces hemos seguido planteando
reformas esenciales que han modificado la estructura económica
española. Hemos abordado reformas en el mercado de trabajo,
liberalizaciones en los mercados de bienes y servicios, reformas en
el sistema tributario para las pyme, para los ahorradores y para
todas las familias, y modificaciones en el control de las cuentas
públicas, y siempre hemos contado con la oposición del Grupo
Socialista. Por tanto, no nos extraña su voto desfavorable para estos
presupuestos. Es lo que han hecho estos años: decir que no, querer
negar la evidencia e intentar sembrar dudas sobre el futuro, aunque
fueran medidas pactadas con los agentes sociales que luego han
copiado otros países europeos y que están demostrando su eficacia; el
Grupo Socialista siempre, erre que erre, sigue manteniendo, con la
teoría del ex ministro Solchaga, que sus recetas son las únicas
posibles.

En esta tribuna, el señor Borrell dijo, en el debate de totalidad de
los presupuestos para 1997: Creemos y tememos que su presupuesto no
va a ayudar al crecimiento y a la creación de empleo. Posteriormente,
Felipe González dijo que iba a ser necesario un recorte. El señor
Almunia, ahora candidato a la Presidencia del Gobierno, el año
siguiente repitió que el proyecto del Gobierno no merecía el apoyo
del Grupo Socialista porque las cifras no eran fiables y no se
adoptaban medidas para favorecer la creación de empleo. Y hace un
año, otra vez el señor Borrell, también entonces candidato a la
Presidencia del Gobierno, expresó que sólo sabíamos actuar con ciclos
favorables y que al estar en un momento frágil de la economía
internacional no íbamos a poder cumplir lo presupuestado.

El Partido Socialista y su Grupo se ha opuesto a los presupuestos
todos los años, unas veces por unas cosas y otras veces por lo
contrario; ha votado negativamente a rebajar los impuestos a los
ahorradores, a las pequeñas y medianas empresas y a las familias; ha
presentado enmiendas de devolución a las reformas de bienes y
servicios, todo sin percatarse de que, les guste o no, la percepción
de que España va bien es hoy compartida por la inmensa mayoría de los
españoles, que aprecian que en estos cuatro años se ha avanzado
notabilísimamente. Los pensionistas reciben mejores pensiones y tanto
ellos como los que ahora están cotizando tienen una plena garantía de
que las seguirán percibiendo en el futuro; los jóvenes gozan de
mayores expectativas y han dejado de pensar que estudian para
engrosar las listas del paro; los emprendedores están montando
pequeñas empresas y contratando nuevos trabajadores, y las familias
tienen mayor tranquilidad. Con las recetas del Partido Socialista
habríamos superado los cuatro millones de parados y la situación se
hubiera tornado insoportable.




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Con el modelo económico del Partido Popular se está creciendo por
encima de la media europea y de una manera estable y sostenida. Se ha
crecido por encima del 3,5 por ciento en los últimos diez trimestres
y la previsión del 3,7 para el año 1999, que desde la oposición se
dijo que era imposible de alcanzar, se ha convertido en una previsión
superada al alza. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) Estamos
controlando el déficit público, que ha pasado del 7,1 por ciento en
1995 al 1,3 por ciento en 1999, de acuerdo con las previsiones que
ayer establecía aquí el propio vicepresidente segundo del Gobierno,
con una previsión del 0,8 por ciento para el 2000 y con garantías de
poder llegar al equilibrio presupuestario en el año 2002, tal y como
señalaba el plan de estabilidad, porque cada año se están adoptando
medidas de sostenibilidad presupuestaria.

Señorías, se está creando empleo con enorme intensidad. Esta
legislatura acabará con más de 1.800.000 nuevos empleos, muchos más
que en cualquier otra época de cualquier Gobierno socialista. En los
trece años de Gobierno socialista se incrementó el paro en más de
1.400.000 españoles, y en la época de mayor crecimiento, entre 1986 y
1990, sólo se generaban 100.000 empleos al año, empleos que se
destruyeron en los años 1992 y 1993 porque se seguían recetas
económicas inadecuadas y obsoletas. Por el Partido Popular se está
creando empleo a un ritmo que alcanza los 400.000 empleos nuevos al
año.

El portavoz socialista ayer tarde hacía mucho hincapié en el dato de
la inflación, que le daba pie para sembrar de nuevo dudas para el
futuro. La inflación en España, señorías, está por debajo del 3 por
ciento desde hace más de 30 meses, y el diferencial de inflación no
se ha incrementado a lo largo de este último año en relación con la
media europea. Es cierto que hay que tomar medidas, para las que
nunca hemos contado, por cierto, con el apoyo del Grupo Socialista,
pero también es cierto que en España el crecimiento y la creación de
empleo tienen un vigor que no tienen en ningún otro país europeo y
además se ha conseguido que la inflación sea inferior al crecimiento
económico, lo cual, sin duda, da estabilidad al crecimiento y al
empleo para el futuro.

Estos datos, señorías, no son consecuencia de coyunturas favorables o
ciclos internacionales de crecimiento, como se pretende hacer creer
para devaluar el éxito desde la oposición. Estos últimos años se han
producido en la economía internacional situaciones de alza y
situaciones de descenso, a las que España ha respondido positivamente
en ambos casos. Se han abierto oportunidades que hemos sabido
aprovechar y ha habido crisis financieras internacionales muy
importantes a las que España ha dado una respuesta adecuada porque
teníamos controladas las cuentas públicas y habíamos hecho reformas
estructurales en los mercados de bienes y servicios.

Con la política económica del Partido Popular hemos dejado de ir al
compás de los ciclos económicos internacionales.

En estos últimos cuatro años hemos crecido más que el
resto de Europa en época de bonanza y hemos seguido creciendo más
cuando se notaron los síntomas de la crisis financiera internacional.

Por ello, se ha avanzado en el proceso de convergencia real,
consiguiendo mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos
españoles y equiparándonos con el resto de los ciudadanos europeos.

El presupuesto para el año 2000, al que algunos grupos han presentado
enmiendas de totalidad, seguramente porque estaba en el guión y no
porque no fuera el presupuesto que a ellos les hubiera gustado hacer,
tiene dos objetivos esenciales que mi grupo comparte plenamente. En
primer lugar, asegurar el crecimiento estable por encima de la media
europea y, por tanto, asegurar la senda de la convergencia real y
conseguir un intensa generación de empleo que permita avanzar hacia
el objetivo que ahora nos hemos fijado, que no es otro que lograr el
pleno empleo, y para el año 2000 se prevé la creación de cerca de
400.000 puestos de trabajo más. En segundo lugar, aumentar la
cohesión social, mejorando los pilares del Estado del bienestar:
pensiones, sanidad y educación. Ni distorsionando la realidad el
Grupo Socialista puede negar que estos son los presupuestos más
solidarios de la democracia española. De hecho, han tenido que decir
que eran electoralistas sin darse cuenta de que estaban incurriendo
en una contradicción, por su propia afirmación de que eran
antisociales.

Estos objetivos están enmarcados en un contexto de rigor
presupuestario que queda plasmado en un dato: la previsión de un
déficit del 0,8 por ciento, que es el déficit más bajo de los últimos
20 años y que desacredita la afirmación de que se trata de
presupuestos electoralistas. Para conseguir estos objetivos, en el
presupuesto del año 2000 se hace una apuesta intensa para mejorar la
competitividad española. La mayor preocupación de mi grupo
parlamentario no son los datos macroeconómicos en los que nos estamos
moviendo muy bien gracias a una política económica adecuada, sino
garantizar las condiciones de competitividad para asegurar un futuro
halagüeño a medio y largo plazo. Es necesario competir en calidad, en
diseño y en marca. Por ello los presupuestos hacen un enorme esfuerzo
en políticas de I+D y de innovación e impulsan las inversiones en
infraestructuras que mejoren la modernización de España. Para el año
2000, señorías, se ha incrementado la inversión en infraestructuras
en más de un billón de pesetas en relación con el año 1995. En los
presupuestos del 2000 se refleja también la voluntad del Partido
Popular de crear más empleo, y empleo de calidad. Actualmente lo más
importante no es simplemente crear puestos de trabajo; de hecho, ya
se están produciendo carencias de trabajadores en algunos sectores
y en algunas provincias. Estamos en el momento de intensificar el
esfuerzo para ajustar la oferta y la demanda de los puestos de
trabajo, garantizando a nuestros jóvenes un empleo de calidad que se
adapte asus expectativas. Para cumplir esos objetivos se destinan



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casi 800.000 millones de pesetas a políticas activas. Dice el Partido
Socialista que esto se ha hecho con cargo a las cotizaciones.

Efectivamente, se hace con cargo a las cotizaciones que percibe el
Inem, pero esto lo podemos llevar a cabo porque estamos creando
empleo y porque estamos creciendo con evidente vigor. Más empleados
significa, señorías, más cotizaciones y menos prestaciones por
desempleo. Este es el círculo positivo, que se contrapone al círculo
negativo de la época socialista: menos empleo, menos cotizaciones
y más prestaciones y, por tanto, menos margen para solucionar los
desequilibrios.

El segundo objetivo del presupuesto es conseguir una mayor cohesión
social. Se hace en este presupuesto un gran esfuerzo para mejorar las
pensiones, esfuerzo que ha contado con el respaldo de las
organizaciones sindicales y con el de los grupos políticos que apoyan
al Gobierno. No sólo se han incrementado las pensiones actuales, sino
que se ha comenzado con el equilibrio de las cuentas de la Seguridad
Social y la creación del fondo de reserva para garantizar las
pensiones de los que actualmente son cotizantes. Se ha hecho,
señorías, un gran esfuerzo en sanidad para conseguir que todos los
ciudadanos españoles, vivan donde vivan, puedan disfrutar de una
sanidad de calidad y gratuita, eliminando progresivamente las listas
de espera. Se va a hacer también un gran esfuerzo en educación para
ir consiguiendo una aplicación idónea de la Logse, ley elaborada en
la legislatura pasada y a la que no acompañó una ley de financiación
porque no tenían dinero para afrontar ese reto.

Señorías, estamos en condiciones de ser uno de los países que lideren
la Unión Europea del siglo XXI. Con la política económica del Partido
Popular España ha subido, sin duda, al vagón de cabeza del tren
europeo. Hace cien años, en esta misma tribuna, presentó las cuentas
públicas para el año 1900 el ministro Raimundo Fernández Villaverde.

España estaba en esos momentos alejada de la cabeza europea y
atravesaba una época de profunda depresión. Hoy, cien años después,
el ministro Rodrigo Rato ha presentado los presupuestos del 2000
estando plenamente integrados en
Europa, compartiendo una moneda con el resto de los países y con una
sociedad más cohesionada y más moderna. Aprobar los presupuestos para
el año 2000 es caminar hacia el futuro. Los votos negativos del Grupo
Socialista y de Izquierda Unida significan, señorías, lo siento,
regresar al pasado.

Nada más y muchas gracias. (Aplausos.)



El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor De Grandes.

Concluido el debate, vamos a proceder a las votaciones. Llámese a
votación.

Votación de las enmiendas de totalidad de devolución al proyecto de
ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2000.

Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos emitidos,
328; a favor, 151; en contra, 177.




El señor PRESIDENTE: Quedan, en consecuencia, rechazadas las
enmiendas de totalidad de devolución al proyecto de ley de
Presupuestos Generales del Estado.

Votamos ahora las enmiendas, también de totalidad de devolución, al
proyecto de ley de medidas fiscales, administrativas y del orden
social.

Comienza la votación. (Pausa.)



Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: votos emitidos,
328; a favor, 148; en contra, 177; abstenciones, tres.




El señor PRESIDENTE: Quedan rechazadas las enmiendas de totalidad de
devolución al proyecto de ley de medidas fiscales, administrativas y
del orden social.

Se levanta la sesión. (Aplausos.)