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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 23, de 12/06/1996
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



COMISIONES



Año 1996 VI Legislatura Núm. 23



SANIDAD Y CONSUMO



PRESIDENTE: DON FELICIANO BLAZQUEZ SANCHEZ



Sesión núm. 2



celebrada el miércoles, 12 de junio de 1996



ORDEN DEL DIA:



Aprobación de la delegación en favor de la Mesa, a la que hace referencia
la Resolución de la Presidencia de la Cámara, de 2 de noviembre de 1983,
de las facultades previstas en el artículo 44 del Reglamento del Congreso
de los Diputados. (Número de expediente 042/000004) (Página 280)



Aprobación de la celebración de las comparecencias del Ministro de
Sanidad y Consumo (Romay Beccaría). A propuesta de la Mesa de la
Comisión, acordada en su reunión del día 29-5-96. (Números de expediente
213/000006 y 213/000023) (Página 280)



Comparecencia del señor Ministro de Sanidad y Consumo (Romay Beccaría),
para informar de las previsiones y líneas generales a desarrollar en su
Departamento. A solicitud del Grupo Socialista. (Número de expediente
213/000006) (Página 280)



Comparecencia del señor Ministro de Sanidad y Consumo (Romay Beccaría),
para dar a conocer las líneas generales y proyectos a desarrollar por su
Departamento. A solicitud del Grupo Parlamentario Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya. (Número de expediente 213/000023)
(Página 280)



Comparecencia, a petición propia, del señor Ministro de Sanidad y Consumo
(Romay Beccaría), para informar sobre las líneas generales de la política
de su Departamento. (Número de expediente 214/000013) (Página 280)



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Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana.




--APROBACION, EN SU CASO, DE LA DELEGACION EN FAVOR DE LA MESA, A LA QUE
HACE REFERENCIA LA RESOLUCION DE LA PRESIDENCIA DE LA CAMARA, DE 2 DE
NOVIEMBRE DE 1983, DE LAS FACULTADES PREVISTAS EN EL ARTICULO 44 DEL
REGLAMENTO DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS. (Número de expediente
042/000004.)



El señor PRESIDENTE: Señoras y señores Diputados, benos días.

Damos comienzo a la primera sesión de la Comisión de Sanidad y Consumo
durante este período de sesiones.

El punto primero del orden del día, como conocen SS. SS., es la
aprobación, en su caso, de la delegación en favor de la Mesa a que hace
referencia la resolución de la Presidencia de la Cámara, de 2 de
noviembre de 1983, de las facultades previstas en el artículo 44 del
Reglamento del Congreso de los Diputados.

Respecto a ese tema, esta Presidencia somete al Pleno de la Comisión la
propuesta que aprobamos en la reunión que tuvo la Mesa el día 29 de mayo
de 1996 y la someto a consideración de la Comisión en los términos
siguientes: Solicitar a la Comisión que delegue en la Mesa el ejercicio
de las facultades establecidas en el artículo 44 del Reglamento. Si no
existiese unanimidad en la Mesa, la decisión final, como no puede ser de
otra manera, la tendría siempre y en cualquier caso la Comisión.

¿Están de acuerdo SS. SS. en la delegación de estas competencias?
(Asentimiento.)
Muchas gracias.




--APROBACION DE LA CELEBRACION DE LAS COMPARECENCIAS DEL MINISTRO DE
SANIDAD Y CONSUMO NUMEROS DE EXPEDIENTES 213/000006 Y 213/000023. A
PROPUESTA DE LA MESA DE LA COMISION, ACORDADA EN SU REUNION DEL DIA 29 DE
MAYO DE 1996.




El señor PRESIDENTE: Como punto segundo del orden del día, al no estar
delegadas estas facultades en la Mesa, someto a la aprobación de la
Comisión las comparecencias solicitadas por los Grupos Parlamentarios
Socialista e Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, sobre la
comparecencia de don José Manuel Romay Beccaría para informar de las
previsiones y líneas generales a desarrollar en su departamento.

¿Se aprueba este orden del día? (Asentimiento.)
Gracias.




COMPARECENCIAS:



--DEL MINISTRO DE SANIDAD Y CONSUMO, DON JOSE MANUEL ROMAY BECCARIA, PARA
INFORMAR DE LAS PREVISIONES Y LINEAS GENERALES A DESARROLLAR EN SU
DEPARTAMENTO. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA. (Número de
expediente 213/000006.)



--DEL MINISTRO DE SANIDAD Y CONSUMO, PARA DAR A CONOCER LAS LINEAS
GENERALES Y PROYECTOS A DESARROLLAR POR SU DEPARTAMENTO. A SOLICITUD DEL
GRUPO PARLAMENTARIO IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número de
expediente 213/000023.)



--DEL MINISTRO DE SANIDAD Y CONSUMO, A PETICION PROPIA, PARA INFORMAR
SOBRE LAS LINEAS GENERALES DE LA POLITICA DE SU DEPARTAMENTO. (Número de
expediente 214/000013.)



El señor PRESIDENTE: Sin más preámbulos, pasamos al tercer punto del
orden del día que, como conocen SS. SS., es el relativo a las
comparecencias citadas anteriormente, así como la comparecencia
solicitada por el Gobierno y por el Ministro a petición propia.

Damos la bienvenida a don José Manuel Romay Beccaría, Ministro de Sanidad
y Consumo, a quien invito a ocupar su puesto en la Mesa e iniciar la
comparecencia. (Pausa.)
Tiene la palabra el señor Ministro de Sanidad y Consumo, don José Manuel
Romay Beccaría.




El señor MINISTRO DE SANIDAD Y CONSUMO (Romay Beccaría): Agradezco mucho
la cordial acogida que se me dispensa en esta Comisión del Congreso de
los Diputados, ante la que comparezco por primera vez y a la que expreso
mis respetos y mi disposición, como no podía ser de otra manera, al
diálogo y a la colaboración más constructiva.

Señor Presidente, señoras y señores Diputados, para mí ésta es una
comparecencia querida y, a la vez, obligada. Obligada por quien asume la
responsabilidad de hacerse cargo de una gestión que va a afectar a
aspectos de algo tan importante como la salud y la enfermedad de los
españoles y debe expresar ante los representantes legítimos de nuestro
pueblo lo que piensa hacer con el poder y los recursos que le son
otorgados. Pero es, también, una comparecencia deseada personalmente,
porque en una sociedad moderna e informada los Parlamentos no sólo son el
ámbito donde se elaboran las leyes, donde se producen actos de la máxima
trascendencia constitucional, sino también una excepcional caja de
resonancia; son la primera instancia, el lugar donde debe encontrar eco
lo que se realiza en el silencio de los despachos para llegar después a
toda la sociedad.

Quiero que lo que anuncie hoy aquí, al comienzo de la gestión, llegue
también a los lugares que son realmente beneficiarios de la gestión, a
las calles, a los quirófanos, a los consultorios llenos de gente --en
ocasiones más de los que todos desearíamos--, a los centros rurales, a
los enfermos



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que están siendo tratados, etcétera. Que llegue como un mensaje de que
nos vamos a esforzar por mejorar un servicio tan importante como es el
sanitario, porque si no se trata de eso, no valdría la pena que
estuviéramos aquí.

Antes de entrar en el desarrollo de mi intervención quiero hacer dos
precisiones metodológicas. La primera se refiere a la doble condición que
concurre --transitoriamente, es cierto-- en el Ministerio de Sanidad y
Consumo. Por una parte, es el titular de competencias estatales y de un
papel nuclear en el Sistema Nacional de Salud; pero, además, es
circunstancialmente el máximo responsable de la asistencia sanitaria que
se presta desde el Insalud en las comunidades autónomas --en este momento
son diez-- que no han recibido las transferencias de estos servicios.

La segunda precisión metodológica sería que, como norma general,
trataremos de identificar los problemas, cuantificarlos en la medida de
lo posible y, después diseñar las medidas necesarias, organizativas o
directamente operativas, que reduzcan el impacto de los problemas
detectados.

¿Cómo vemos el papel del ministerio en el Sistema Nacional de Salud?
España optó por un sistema descentralizado de asistencia sanitaria. A
pesar de que los procesos transferenciales no hayan concluido, lo cierto
es que la organización sanitaria de nuestro país se configura como un
Sistema Nacional de Salud que es el conjunto de los servicios de salud de
las distintas comunidades autónomas. Este planteamiento implica tanto que
situamos como uno de nuestros objetivos el diseño de lo que finalmente ha
de ser el ministerio en este Sistema Nacional de Salud totalmente
descentralizado en lo que a la atención sanitaria se refiere. No es éste
un objetivo hacia el que podamos encaminarnos solos; la legitimidad de la
autoridad sanitaria estatal nacerá del acuerdo acerca del papel que le ha
de corresponder. En este sentido, solicitamos la colaboración de los
departamentos de sanidad de las comunidades autónomas para constituir una
organización coherente y equilibrada.

El Ministerio de Sanidad, como financiador en último extremo del Sistema
Nacional de Salud, trabajará conjuntamente con las comunidades autónomas
en el marco de financiación que debe servir para garantizar la
suficiencia de las comunidades para atender a su población con todas sus
especificidades, pero sin olvidar, porque estamos obligados a ello, la
racionalidad que debe presidir la oferta de servicios, especialmente los
de alta tecnología, en el conjunto del país. Es básico resolver
definitivamente el modelo de financiación del sistema sanitario para que
puedan elaborarse unos presupuestos reales, suficientes, equitativos y
solidarios. Igual que en el caso anterior, el consejo interterritorial
debe ser el foro donde inicialmente se debata esta cuestión. La ponencia
que se constituyó ayer mismo en el Congreso sin duda deberá afrontar este
mismo tipo de problemas.

Este nuevo y necesario papel de financiador en último extremo del Sistema
Nacional de Salud determina que el ministerio debe tener como misión
fundamental establecer las grandes prioridades nacionales de la política
sanitaria, buscando también activamente el acuerdo de las comunidades. A
mi juicio, el Gobierno central también debe actuar como promotor del
marco normativo, capaz de propiciar las reformas que han de llevarse a
cabo en las diferentes comunidades y eventualmente por la Administración
central en el territorio que el Insalud conserva competencias, siempre
respetando las peculiaridades organizativas que las comunidades planteen
en el ejercicio de sus competencias.

Asimismo, el Gobierno se propone actuar con la mayor flexibilidad sobre
la normativa estatal para evitar que dificulte una verdadera
descentralización y autonomía de gestión de los diferentes servicios de
salud de las nacionalidades y regiones. Difícilmente puede avanzarse en
lo expuesto con anterioridad si ello no es así.

Por lo demás, la normativa estatal debe reservarse para determinar con el
mayor consenso posible qué debe hacerse en Sanidad y los recursos que han
de soportar esa decisión, así como garantizar la defensa de los
principios básicos de equidad y universalidad. En ningún caso debe
interferir en cómo desarrolla cada comunidad sus competencias en
organización ni menos, por supuesto, constituirse en un molde rígido que
impida toda evolución.

Como resumen de todo lo dicho en este punto concreto, quiero asumir el
compromiso de dedicar el mayor esfuerzo en esta primera etapa para
culminar el proceso de definición del papel del ministerio como elemento
central del Sistema Nacional de Salud, así como de los mecanismos con que
esta labor puede ser llevada a cabo.

La situación sanitaria en España. La sanidad en un entorno social
cambiante. Como saben SS. SS., hay una serie de hechos que condicionan la
situación y el desarrollo de nuestro sistema de salud: los avances en
tecnología médica, las nuevas fórmulasa organizativas, los cambios
demográficos y los cambios sociales.

En lo que se refiere al desarrollo tecnológico, a medio plazo habremos de
enfrentarnos con el manejo económico, y sin duda también ético, de los
avances diagnósticos y terpéuticos en el ámbito de la genética molecular.

Por otro lado, la cirugía está cambiando rápidamente. Igual que sucede en
otros países occidentales, la estructura demográfica española presenta un
incremento relativo de la población de mayores de 65 años. Si no se
producen modificaciones en el tipo de recursos ofrecidos, la atención
inadecuada a pacientes que básicamente precisan cuidados mínimos o
atención social producirá un bloqueo de los centros de agudos.

Lógicamente, crecerá de manera notable la demanda para residencias
asistidas, centros de día, programas de teleasistencia y atención a
domicilio y otros servicios sociales.

Aunque ya se ha repetido en muchas ocasiones, desde los estudios de
Lalonde, en Canadá, resulta evidente que la salud está influida por un
cúmulo de factores sanitarios --no precisamente los más importantes-- y
no sanitarios. Estos últimos factores son de índole ambiental, social y
económico; factores, en general, del tipo de contaminantes ambientales,
vivienda, empleo, estilo de vida, educación y apoyo familiar y social.

Una parte importante de la patología infecto-contagiosa, cuyo
recrudecimiento observamos en estos momentos, está relacionada con la
marginalidad y/o la inmigración en grandes núcleos urbanos.




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España tiene una baja mortalidad infantil y una alta esperanza de vida en
relación con los países industrializados. Igual que en esos países, la
mortalidad por enfermedades cardiovasculares sigue una tendencia
descendente y ascendente la mortalidad por cáncer, si bien la magnitud de
ambas es de las más bajas. Hemos de congratularnos, aunque ello no
signifique que no se trate de problemas de salud importantes en nuestra
sociedad. Por otro lado, España presenta una de las frecuencias más altas
de casos de sida. El tabaquismo y el consumo de alcohol están
descendiendo y las admisiones a tratamiento ambulatorio por abuso o
dependencia de opiáceos o cocaína se han estabilizado.

No obstante lo anterior, hemos de priorizar y definir como principales
problemas de salud los ligados a aquellas enfermedades de alta
prevalencia, que constituyan una causa importante de mortalidad
prematura, y aquellas otras que determinen elevados costes sociales, para
las que existen tratamientos adecuados. En fin, otras en las que, sin
existir tratamiento curativo, son causa de enorme preocupación social,
provocan sufrimiento y existen métodos de prevención y formas de mejorar
la situación de los enfermos, así como su superviviencia y calidad de
vida. En este sentido, el Ministerio quiere centrar su atención en cinco
áreas clave: las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades
neoplásticas, la infección por VIH y sida, la tuberculosis y la salud
mental.

Al estar transferida la sanidad, higiene y otros servicios a todas las
comunidades autónomas, los problemas que presenta el desarrollo de estas
áreas clave y, en general, las distintas actividades de salud pública
desde la óptica del ministerio, son principalmente de coordinación, ya
que los desarrollos estructurales y funcionales varían en las distintas
comunidades autónomas en función de la importancia que les sea concedida
por los gobiernos regionales.

En este campo, la coordinación con las comunidades autónomas se realiza a
nivel técnico desde la Comisión de Salud Pública del Consejo
Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. El ministerio hará un
esfuerzo conjuntamente con los departamentos de sanidad de las
comunidades autónomas para impulsar la actividad y la utilidad de las
propuestas y decisiones del Consejo, porque creemos que un esfuerzo
conjunto en estas áreas clave será beneficioso para todos y mucho más
efectivo.

De acuerdo con el plan de salud, nuestra intervención será más decidida
sobre los factores de riesgo. La actuación sobre el tabaquismo, el
consumo de alcohol, la nutrición y el ejercicio físico, serán las claves
sobre las que concretaremos la intervención del ministerio, sin olvidar,
claro está, la intervención sobre la hipercolesteremia, la hipertensión y
el desarrollo en los aspectos sanitarios de la salud laboral, factor de
importancia en el desarrollo de los cánceres de etiología profesional.

En estos momentos, como ejemplo de lo que puede ser nuestra actuación,
estamos elaborando el material educativo para difundir entre los
profesionales sanitarios los principales aspectos de la hipertensión,
tanto para la prevención como para el diagnóstico, tratamiento y
seguimiento una vez se ha consensuado a través de la Dirección General de
Salud Pública con los profesionales y las sociedades científicas las
claves de la misma.

Como no puede ser menos, nuestra dedicación se deberá orientar tanto a la
población, elemento básico en todo lo que constituye la adquisición de
hábitos saludables, en la que todos los elementos de la sociedad deben
colaborar, como sobre los profesionales.

La orientación que daremos a nuestra actuación como autoridad sanitaria
se dirigirá tanto a la prevención como a la asistencia mediante
protocolos de enfermedades, como en el caso de la hipertensión,
consensuados con los profesionales y las sociedades científicas. En este
punto, haremos un especial hincapié en la importancia de la actuación de
los profesionales como transmisores de información cualificada en la
adquisición de hábitos. El consejo médico a las personas que acuden a los
servicios sanitarios debe constituir un aspecto esencial de la asistencia
y de la relación del personal sanitario, médico y de enfermería con la
población.

Evidentemente, todas las actuaciones que llevemos a cabo,
independientemente de que se trate de tuberculosis, cáncer, enfermedades
cardiovasculares o salud mental, las realizaremos contemplando las
competencias de las distintas administraciones sanitarias. De nosotros se
debe esperar que seremos el motor decidido de la intervención sanitaria,
el elemento coordinador que nos asigna la Ley General de Sanidad, siendo
además éste el marco que trazaremos para la actuación desde los servicios
de la asistencia sanitaria del Insalud.

Unas palabras sobre el sida. Es absolutamente necesario que todas las
administraciones --general, autonómica y muy especialmente local--
dediquen esfuerzos contra el sida de forma prioritaria y urgente. Para
ello, vamos a trabajar en un plan de acción para los años 1997-2000, para
el que buscaremos el mayor respaldo político, considerando la epidemia en
España como un problema de Estado, y por tanto trataremos de plantearlo
desde esa perspectiva.

En trasplantes, España es con diferencia y de forma mantenida el país con
una mayor tasa de donación de órganos de todo el mundo, con unos índices
que son prácticamente el doble que la Unión Europea y muy superiores a
los de los Estados Unidos. Todo lo conseguido en materia de donación de
trasplantes durante los últimos años es la suma de la solidaridad de
nuestra sociedad junto con el buen hacer de unos profesionales sanitarios
de primera línea a los que se une la labor encomiable que realizan las
organizaciones de autoayuda. El objetivo del ministerio en esta materia
es seguir potenciando tanto las actividades de coordinación que efectúa
la Organización nacional de trasplantes, como apoyar e impulsar la labor
de estas organizaciones de autoayuda, sin cuya colaboración es difícil
imaginar que España hubiera alcanzado los niveles que en la actualidad
ocupa.

Política farmacéutica. En todos los países el crecimiento del gasto
farmacéutico es superior al de gasto sanitario, que a su vez experimenta
un incremento mayor al de la riqueza nacional. En estos momentos, el
gasto sanitario se está constituyendo en un elemento preocupante en lo
que respecta al crecimiento del gasto sanitario. No es el



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único y por ello el control sobre esta partida no debe hacer olvidar lo
imprescindible de abordar otras causas de crecimiento. Por otra parte, el
papel de los distintos elementos que componen la cadena de la prestación
farmacéutica es importante para el sistema de salud. En algún caso, como
sucede con la industria, es importante también para la propia riqueza del
país y para su posición tecnológica en la esfera internacional. La
industria sostiene casi 40.000 puestos de trabajo, lo que representa el
3,2 por ciento de la población ocupada. Por oro lado, el mecanismo de
distribución y dispensación es eficaz y bien aceptado por la población,
aunque sin duda puede ser ampliado y mejorado.

Una política en esta área debe ofrecer medidas en relación con todos los
agentes que intervienen en el proceso y, como resultante de un esfuerzo
equilibrado por parte de todos, es subjetivo del ministerio mantener el
crecimiento del gasto farmacéutico en paralelo o muy próximo a la
inflación. En relación con ese objetivo, con la industria y con la
colaboración farmacéutica, el pacto es la herramienta de primera
elección.

Se introducirá también la vía de los medicamentos genéricos, una
modalidad de prescripción que tiene escasa tradición en España, donde el
consumo en estos momentos no llega al dos por ciento. Impulsar la
prescripción, la dispensación y la fabricación de medicamentos genéricos,
supone un estímulo a la competencia de precios, una prescripción por
denominación científica que evita confusiones, y una disminución del
gasto farmacéutico total.

En relación con la distribución y dispensación, se trabaja para dictar
normas básicas que permitan la ampliación de la oferta. Se tomarán
asimismo medidas para que aumente el número de farmacéuticos en las
oficinas de farmacia, aumenten las horas de atención, los horarios sean
más flexibles y los mínimos de guardia serán superiores a como lo son en
la actualidad. El ministerio elaborará a corto plazo un marco-norma que
someterá a consideración de las comunidades autónomas.

No podemos tomar medidas en relación con la industria y oficinas de
farmacia si no entramos en los problemas del fraude y la estructura de
incentivos en la prescripción. Identificaremos en breve plazo el perfil
de consumo de fármacos dispensado con tarjeta de pensionista.

Desconocemos el impacto real que puede suponer el fraude en esta
cuestión, pero sea cual sea éste, estamos obligados a contenerlo y
penalizarlo.

Por otro lado, es necesario que el profesional médico se involucre en la
valoración del coste-efectividad de los diferentes productos. Un sistema
de no presupuestación global en los centros de salud es una solución
teóricamente impecable y que ha dado buenos resultados cuando se ha
puesto en práctica.

Política de ordenación profesional. Los profesionales sanitarios
constituyen el principal activo del sistema. Todos ellos, en mayor o
menor medida, además de prestar atención sanitaria, desarrollan
actividades de prevención y promoción de la salud.

Durante la presente legislatura, la ordenación de las profesiones
sanitarias deberá ocupar un lugar prioritario entre las políticas del
ministerio. Si en el pasado inmediato se ha puesto el énfasis en la
ordenación de los recursos financieros del sistema sanitario público y en
su suficiencia y reparto, en la presente legislatura, sin olvidar ese
objetivo, uno de los ejes de la nueva política sanitaria ha de basarse en
la promoción de los recursos humanos, en su formación, en su ordenada
articulación y en el sistema de incentivos, de la que formará parte
esencial la carrera profesional.

Es objetivo del ministerio establecer criterios generales, con la
participación de los sectores interesados, que eventualmente pueden tener
desarrollo legislativo, sobre el ejercicio de las profesiones sanitarias,
especialmente las de formación universitaria superior, aunque sin olvidar
las titulaciones universitarias medias y la formación profesional.

Se pretende dar respuesta a lo que se entiende son los principales retos
que, en materia de ordenación profesional, están presentes en la
situación actual. Estos retos pueden resumirse en cinco grandes
proyectos: una adecuada definición de los perfiles profesionales,
ordenando los grupos de titulaciones y estableciendo de modo equilibrado
sus competencias profesionales; una universalización del régimen de la
formación especializada, previa la determinación de los campos de
profesionales que correspondan a cada una de las titulaciones sanitarias,
con mención especial, por tratarse del gran reto pendiente en la
situación actual, a la exigencia profesional de la formación continuada,
base de la mejora de calidad en la prestación de los servicios
sanitarios; la articulación de la carrera profesional, especialmente
necesaria en las titulaciones sanitarias superiores, pero imprescindible
en los restantes segmentos, con el fin de incentivar la constante mejora
y especialización de los recursos sanitarios. Por último, el ajuste entre
la oferta y demanda de profesionales, previo a una adecuada planificación
de las necesidades de profesionales sanitarios, con objeto de optimizar
los recursos y minimizar los efectos del paro y el desempleo en el sector
sanitario, especialmente en medicina y enfermería.

El Instituto Carlos III, sin perder la científica e investigadora, debe,
además, reforzar su vocación estatal, por lo que se estimulará el
desarrollo de otros centros ubicados en las comunidades autónomas que
puedan liderar la referencia científica en campos concretos y dará
entrada en sus órganos rectores a una representación adecuada del consejo
interterritorial.

Finalmente, en aras de la racionalidad, promoveremos la complementariedad
y colaboración entre las distintas agencias de valoración de tecnologías
y reforzaremos el papel coordinador del Centro Nacional de Epidemiología,
en la interconexión de los sistemas de información sanitaria.

Consolidación y reforma del Sistema Nacional de Salud. Nuestros servicios
sanitarios presentan, como es lógico, luces y sombras. En lo positivo, es
preciso reconocer el alto nivel técnico alcanzado, sin duda comparable al
de cualquiera de los países más avanzados, y que se acompaña de un enorme
empuje por parte de importantes sectores profesionales, que nos permite
asumir un papel relevante en múltiples foros internacionales.




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El grado de equidad conseguido convierte, además, a nuestro sistema
sanitario en un instrumento importante de cohesión social que es preciso
mantener y que ayer fue cumplidamente subrayado en el debate que se
celebró en este Congreso de los Diputados. Ninguna reforma debe hacernos
perder los beneficios del aseguramiento universal, y la garantía de que a
los ciudadanos se les atienda según sus necesidades.

Tampoco es desdeñable la contribución del sistema sanitario al bienestar
de la población. Un sistema con la cobertura del nuestro y su
relativamente bajo gasto no sólo supone una enorme tranquilidad para los
ciudadanos frente a riesgos médicos que resultan imposibles de predecir,
sino que constituye un factor contributivo importante a la productividad
del propio país.

La eficiencia de los servicios también ha mejorado, siquiera
parcialmente, a lo largo de los últimos años. La introducción de técnicas
de gestión originarias del mundo de la empresa privada, en el entorno de
los hospitales públicos ha mejorado áreas como la gestión de compras, el
manejo de los stocks, la organización de los servicios centrales y los
sistemas de información. Si bien queda mucho camino por recorrer, esta
gestión estructural ha originado algunos avances en la productividad de
los centros. Sin embargo, nuestro sistema asistencial público, hechas las
debidas salvedades, se caracteriza por un modelo organizativo de
estructuras rígidas y burocráticas, por la situación de monopolio de los
centros sobre sus áreas de influencia y, consiguientemente, por la
carencia de estímulos científicos, profesionales o retributivos para el
personal, que son esenciales en organizaciones donde los recursos humanos
son el principal activo. Nada tiene, pues de extraño que con carácter
general nuestro sistema se muestre incapaz de atender con la agilidad
debida las demandas crecientes de los ciudadanos, con respuestas rápidas
y con la calidad deseada.

Los presupuestos poco realistas que ha padecido durante muchos años la
sanidad han supuesto una dificultad sobreañadida por una buena gestión.

Una de las secuelas más acusadas de ese modelo organizativo de nuestro
sistema sanitario es frecuentemente el trato no suficientemente
personalizado que reciben los pacientes en más ocasiones de las
deseables. El servicio al paciente depende de la voluntad, del interés y
del buen hacer de personas concretas, pues no existen mecanismos formales
que influyan fuerte y positivamente en que las instituciones sanitarias,
y cuantos en ellas trabajan, se ocupen prioritariamente de lo que
necesitan los pacientes. Estos desean un trato más personalizado, menores
demoras y mejor información.

Las listas de espera constituyen, en efecto, otro de los síntomas más
claros de que algo no funciona suficientemente bien en nuestro modelo.

Sin embargo, usando un paradigma médico, hay que decir que se trata de un
síntoma, no de la enfermedad subyacente. La lista supone un desajuste
entre los servicios ofertados y los demandados. Al margen de lo que el
país decida dedicar a sanidad, la oferta puede mejorar incrementando
notablemente la productividad global, algo difícil en una organización
carente de una estructura adecuada de incentivos.

La experiencia internacional demuestra que las listas son consustanciales
en modelos organizativos como el nuestro, donde el paciente no arrastra
directamente tras de sí sus recursos económicos, todo ello
independientemente de que el presupuesto global tenga necesariamente un
techo definido.

Todo lo dicho explica la conciencia distendida de que nuestro modelo
organizativo y de gestión del sistema sanitario necesita una adecuada
puesta al día.

Mejorar la sanidad pública es nuestro objetivo básico y presidirá nuestra
aportación a lo que pueda ser el trabajo de la ponencia ayer constituida
en el Congreso.

La reforma que nosotros propiciamos para la consolidación de este sistema
público se orienta básica y primordialmente por la vía de buscar una
mayor eficiencia de los servicios públicos de salud, complementados
ciertamente pero no sustituidos por los privados. Aceptamos gustosos la
colaboración del sector privado en este campo y queremos aprovecharlo más
racionalmente, pero nuestra mayor preocupación es hacer más eficiente el
sector público.

Los principios de universalidad, financiación pública y solidaridad deben
seguir siendo, como hasta ahora, los pilares básicos de nuestro Sistema
Nacional de Salud.

No voy a extenderme en el análisis de lo que pudieran ser, a nuestro
juicio, las soluciones que cabría propiciar para afrontar estos
problemas, porque realmente es en el seno de la ponencia constituida ayer
por unanimidad en el Congreso, con tan buenos augurios por ese conseguido
no sólo formal en el hecho de la votación sino en el espíritu que inspiró
prácticamente todas las intervenciones, en el que debemos profundizar en
estas ideas y trabajar, tratando de continuar con ese mismo espíritu de
consenso; pero sí me parece ineludible anticipar alguna línea de trabajo
que debe ser tenida en cuenta, desde nuestro punto de vista, al afrontar
estos trabajos de reforma del modelo organizativo de nuestro Sistema
Nacional de Salud.

A nuestro juicio, en la línea que aconseja la experiencia de cambio
sanitario acometido en otros países y sin perder de vista sus tropiezos
--también hay que aprender de esos tropiezos--, la reforma de los
servicios sanitarios públicos en España se debe plantear sobre las
siguientes claves: separación entre los órganos que financian y los que
prestan los servicios; autonomía de los centros y competencia regulada
entre ellos y libertad de elección de los ciudadanos. Todas estas medidas
están vinculadas entre sí. La separación de funciones entre los órganos
que financian y los que prestan los servicios es necesaria para que el
dinero pueda seguir al paciente. La competencia sólo se puede establecer
entre centros autónomos y sólo será efectiva si los ciudadanos pueden
elegir y el centro elegido se beneficia de esa elección del ciudadano,
porque el mecanismo de financiación la tiene en cuenta; por consiguiente,
la autonomía de los centros, con profesionales vinculados a los propios
centros y oportunamente motivados y la libertad de elección, con un
sistema de financiación en el que el dinero sigue al paciente, son a
nuestro juicio claves en el proceso de reforma.

En este momento, las profesiones sanitarias se encuentran vinculadas a un
orden estatal que no sólo trasciende al



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centro donde trabajan, sino a la propia comunidad autónoma, cuando tiene
competencias transferidas. De esta manera, la gestión de los recursos
humanos, un elemento crítico en las organizaciones que prestan servicios,
queda fuertemente socavada en las instituciones sanitarias.

Además, la necesaria concordancia entre los objetivos de los
profesionales sanitarios y la institución donde desarrollan su actividad
apenas existe; ni es creíble para los primeros que sea posible alcanzar
significativos logros profesionales y económicos si la institución es
eficiente y comparativamente ofrece más calidad que otras; ni la
institución es capaz de generar incentivos específicos al margen de las
reglas generales que rigen el sistema. De nuevo, como en el caso de la
elección de los pacientes, se han intentado algunos avances en este
campo, pero con esquemas complicados, de difícil elaboración que suelen
terminar en formulaciones que a nadie agravian pero que por lo mismo, a
nadie estimulan.

Pensamos que no es cuestión de medidas puntuales alrededor de conceptos
retributivos, medidas de las que nuestro país tiene larga y no muy
productiva experiencia. Tampoco es cuestión de mecanismos de
participación, que son más bien de control y de homogeneización, ya que
en ningún caso se asume el riesgo de que las decisiones tomadas a través
de esos mecanismos de participación puedan tener consecuencias negativas
para los que participan. Hay que promover, por ello, una fuerte
descentralización de los servicios asistenciales públicos tanto en
atención primaria, como especializada, para dotarlos de la necesaria
autonomía y que sobre esa base puedan desarrollar la competencia posible
en este campo. La autonomía de los centros tiene que ir acompañada
obviamente de una mayor participación de los profesionales en la gestión
y de los estímulos necesarios para que los propios profesionales
participen también en los beneficios que se obtengan de la mayor
preferencia de los usuarios y de las mejoras en la productividad.

Cuantos trabajan en una institución deben sentir que sus objetivos
personales están estrechamente vinculados a los de su hospital o centro
de salud. Los pacientes, y los ciudadanos en general, deben tener también
más voz en un asunto que les afecta profundamente. Hemos de esforzarnos
en ofrecer información rigurosa a los pacientes para que éstos tengan una
capacidad real de elección y no una mera capacidad nominal. Al mismo
tiempo, en los órganos de gobierno de las instituciones sanitarias debe
entrar con más fuerza la sociedad civil.

Con este cambio estructural se alcanzan, a mi juicio, varios objetivos,
se puede poner un techo al gasto mediante contratos y presupuestos
globales que regulen la relación de los órganos que financian con los
centros que prestan servicios. Las necesidades sociales expresadas por el
ciudadano orientan el uso de los recursos y no al revés, como sucede
actualmente. Se generan incentivos para responder de forma rápida las
demandas de atención, además de prestar más cuidado al trato
personalizado. Y, finalmente, cada uno de los niveles del sistema se
especializa en una función concreta: estudiar necesidades, evaluar su
satisfacción y regular la actividad, en su caso, y gestionar servicios,
en otro.

Respecto del Insalud, la consolidación del sistema sanitario público del
Estado español es --lo he dicho ya varias veces-- la prioridad del
Departamento. Esta prioridad nos obliga a dedicar los mayores esfuerzos a
mejorar la gestión del Insalud a quienes tenemos la responsabilidad de
dirigirlo y mientras tengamos esta responsabilidad. Es sabido, porque así
lo anuncié ya también en el Congreso de los Diputados, la decisión del
Gobierno de completar el proceso de transferencias de los servicios
sanitarios a las comunidades autónomas que todavía no los han recibido.

Trabajamos con un horizonte temporal de llevar a cabo esta transferencia
al final de esta legislatura o a principios de la próxima. Entretanto,
nuestra obligación obviamente es gestionar del mejor modo posible estos
servicios y prepararlos incluso de esa manera para llegar en las mejores
condiciones posibles a la esfera del poder político de las comunidades
autónomas receptoras de los servicios.

Presento ahora las primeras conclusiones de un primer análisis de la
situación actual del Instituto Nacional de la Salud no transferido, el
cual nos permitirá adoptar medidas inmediatas para abordar las
ineficiencias que hemos percibido. No obstante, somos conscientes de que
deberán ser los centros sanitarios los que, a través de su maduración
organizativa con la participación y voluntad de sus profesionales, vayan
consiguiendo mejores cotas de autonomía. Las mejoras organizativas no se
consiguen con actuaciones sintomáticas, sino con aportaciones
significativas. Es decir, si por una parte la Administración actúa
mediante la paulatina dotación de herramientas de gestión a los centros
asistenciales y, por otra parte, los miembros de las organizaciones se
implican en la gestión de las instituciones mediante la correcta
utilización de las herramientas incorporadas a la gestión de los centros
sanitarios. Sin duda, es el Insalud gestión directa, como se llama en la
jerga del sector, el servicio de salud más amplio del Estado español; en
él convergen las necesidades asistenciales de más de quince millones de
habitantes. Para su atención, el Instituto dispone de 81 hospitales;
36.000 camas; 99 centros de especialidades periféricas; 964 centros de
salud; 1.041 equipos de atención primaria, y trabajan 132.000 personas
entre personal sanitario y no sanitario y, además, dispone de la
utilización de 93 centros concertados con 18.168 camas.

Analizando la actividad realizada a 31 de marzo de 1996, y aplicando los
sistemas de análisis existentes actualmente en el Insalud, se prevé, a 31
de diciembre, un incremento de efectivos sobre los pactados de un 2,74
por cien; un descenso de población global de 2,61 por cien; un descenso
de la producción por efectivo de un 5,21 por cien; y un descenso de la
calidad de los índices habituales de utilización de los recursos.

La situación financiera que atraviesa el Insalud gestión directa se ha
beneficiado, sin duda, de las mejoras de la financiación de la sanidad,
que fueron evidentes en estos últimos años. Lo que nosotros nos
encontramos no es una situación que pudiéramos llamar preocupante en
grandes términos, dadas las magnitudes que se manejan en el Instituto
Nacional de la Salud, pero, en aras de la mayor transparencia, lo que
puedo decir es que tenemos alguna preocupación



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por algunas obligaciones sin financiación, pero cifras realmente poco
significativas, como pueden ser 1.255 millones que, en un presupuesto de
un billón 300.000 millones de pesetas, ya comprenderán ustedes que no es
una cifra de preocupar.

También hay ahí unas reclamaciones pendientes con algunos suministradores
que pueden arrojar un déficit sin financiación de 10.600 millones en lo
que se refiere a los años pasados. En cuanto al ejercicio 1995-1996,
tenemos algunos problemas con algunas incorporaciones pendientes del
Ministerio de Economía, que debían producirse de conformidad con los
acuerdos de financiación, pero lo cierto es que había 18.000 millones de
pesetas pendientes de estas incorporaciones; otra cifra de 4.000 millones
de pesetas está pendiente de incorporar a los presupuestos del Insalud
como consecuencia del ajuste al escenario presupuestario, en relación con
los acuerdos de financiación; y, por último, hay una desviación prevista,
según la evolución del gasto de dos meses, por eso incrementos en el
capítulo I y en el gasto farmacéutico, que podrían llegar a final de año
a una desviación de 21 mil millones de pesetas. si se producen esa
incorporaciones, que deben producirse, porque realmente corresponden a
acuerdos de financiación y negociamos con Fenin en las mejores
condiciones para que esos intereses que nos reclaman puedan ser reducidos
y, sobre todo, si se reajusta una cantidad que se redujo en el marco
gestable de financiación como consecuencia de unos ahorros del Instituto
Nacional de Salud y que afectaron a todo el sistema sanitario, creo que
estos problemas de financiación del Instituto Nacional de la Salud se
podrían superar sin quebrantos especiales.

La lista de espera, según los datos suministrados por el sistema de
información del Insalud, al 31 de marzo de 1996 se sitúa en 168.265
pacientes. Estas cifras se descomponen en los distintos tramos de la
siguiente manera: pacientes con una espera superior a dos años, 5.095;
pacientes con una espera entre uno y dos años, 16.430; pacientes con una
espera entre seis meses y un año, 29.594. En total, en espera superior a
seis meses, 51.119. El resto, hasta 168.265 pacientes, son los que están
en una espera inferior a seis meses. La demora media es de 217 días, y
hay un dato que sí es preocupantes, y es que el índice de entrada y
salida es superior a uno. Eso quiere decir que ahora mismo están entrando
más pacientes que los que salían de la lista de espera.

Conscientes de la importancia y de la gravedad de este problema, nos
proponemos acometer un plan de reducción de estas listas de espera --que
creo aprobará el Consejo de Ministros mañana--, que consistirá en
intervenir, antes del 31 de diciembre, a los 21.525 pacientes que llevan
más de un año en lista de espera y que en esa fecha no haya nadie con una
espera superior a 12 meses. Se trataría de intervenir a 15.954 pacientes,
de los que llevan esperando entre seis y 12 meses, de forma que el 31 de
diciembre quedaran en ese grupo sólo 14.000 pacientes. Con esas medidas
se podría reducir la demora media de 207 a 121 días.

Para llevar a cabo este plan nos proponemos adoptar las siguientes
medidas. En primer lugar, un incremento de la producción quirúrgica en
jornada ordinaria en los hospitales que tienen lista de espera de más de
12 meses. Realizado el correspondiente análisis de los hospitales en que
concurren esas circunstancias y sus potencialidades de incremento de la
producción quirúrgica, hemos llegado a la conclusión de que ese
incremento posible de la actividad quirúrgica en esos hospitales nos
permitirá intervenir a 4.286 pacientes de aquí a fin de año.

Otra medida sería incrementar la producción de tres hospitales que
realizan en este momento funciones de apoyo aquí en Madrid: Santa
Cristina, Carlos III y Cruz Roja. El hospital Carlos III, con tres
quirófanos, podría realizar 3.300 procesos de julio a diciembre de esa
lista de espera, y los hospitales Santa Cristina y Cruz Roja podrían
absorber mil pacientes más. En total, estos hospitales podrían asumir
4.300 pacientes de esa lista de espera a que antes me he referido.

Pondríamos en marcha un proceso de autoconcertación regulada, sujeta a
los siguientes requisitos: no se podrán intervenir en ese programa más
que pacientes con lista de espera de más de seis meses. El índice de
entrada y salida del servicio correspondiente será igual o menor a uno.

El rendimiento quirúrgico debería ser óptimo en una jornada normal. Las
intervenciones de enfermos serían exclusivamente de lista de espera desde
el más antiguo. Pacto de los procesos diarios. No autorización de ninguna
actividad extraordinaria que no esté dentro de este programa. Con este
plan de autoconcertación, creemos que se pueden intervenir 15.708
personas en 50 hospitales durante seis meses. La valoración económica de
este parte del proyecto sería de 780 millones, y concertaríamos con
centros privados 12.825 procesos, que son los restantes hasta llegar a la
cifra de todos los que deben ser intervenidos dentro del plan. Esto
estimamos que puede tener un coste de 1.410 millones.

Naturalmente, el poner en marcha un plan de esta naturaleza exige revisar
los sistemas de los hospitales para la gestión y control de la lista de
espera, elemento decisivo en estas operaciones. Crearíamos una oficina
centralizada de seguimiento y control de las medidas. Se considera
estratégico monitorizar este proceso, para lo cual se realizaría un
seguimiento de todas las medidas sobre los centros y las direcciones
provinciales. Las funciones de esa oficina centralizada serían el
seguimiento de las situaciones de la lista, el estudio y aprobación de
los proyectos de autoconcertación, seguimiento de la actividad
quirúrgica, análisis de las direcciones y cualesquiera otras.

Una cuestión muy importante en las organizaciones sanitarias modernas es
el aumento y la calidad de los productos alternativos a la
hospitalización. En los últimos años, ante los avances de la técnica y la
necesidad de disminuir los costes de hospitalización, se han diseñado
sistema de atención sanitaria que, manteniendo semejantes criterios de
eficacia y calidad, han demostrado una reducción importante de costes al
evitar estancias hospitalarias mediante tratamientos ambulatorios que han
conseguido ser eficientes. Estas soluciones han aportado asimismo mejoras
sociales de interés que el paciente y su familia valoran, al evitar el
innecesario estrés de ser hospitalizado, minimizando su enfermedad,
manteniendo un mayor contacto



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con su familia y su medio y proporcionando confianza y confort sin
moverse de su domicilio o desplazándose brevemente al hospital.

Las alternativas más frecuentes a la hospitalización, todas ellas de
probada utilidad y competencia y cada día más utilizadas en todos los
países adelantados --algunas de ellas se han puesto en funcionamiento en
España en los años noventa--, son los hospitales de día, médicos y
quirúrgicos, las unidades de corta estancia, la hospitalización a
domicilio, unidades especiales de hemodiálisis, cuidados paliativos,
unidades de dolor, hoteles de apoyo.

De los datos que hemos podido manejar, observamos que los centros
sanitarios de Insalud no están cumpliendo la cifra de intervenciones por
cirugía ambulatoria mayor reflejada en el contrato-programa, presentando
una desviación negativa de un 13 por ciento, que representa 8.408
intervenciones menos. Adoptaremos las medidas necesarias para evitar la
mencionada desviación e incrementaremos las líneas de actuación en la
hospitalización a domicilio, mejorando la relación entre atención
primaria y atención especializada, haciendo especial énfasis en los
programas de cuidados paliativos, en la atención a domicilio.

En el contrato-programa de 1997 se incluirán acuerdos específicos para la
potenciación de la hospitalización a domicilio, mediante esa mejor
coordinación a que antes me refería, y se incrementarán los procesos de
cirugía mayor ambulatoria. Los recursos existentes para realizar estas
actividades son, en principio, suficientes. No obstante, deberemos
estudiar su distribución por centros y por unidades territoriales, con el
fin de determinar su mejor ubicación y analizar los criterios de
asignación de recursos.

En cuanto a la conservación y equipamiento de la red, no puedo ocultar
una cierta preocupación por el estado de las inversiones en los últimos
tiempos, que apuntan a una cierta descapitalización de los centros
sanitarios. Hay deterioro en algunas dotaciones y dificultad consiguiente
para tratar también a los nuevos centros, así como a los centros de
reformas importantes. En alta tecnología también observamos que las
dotaciones existentes no permiten cubrir la demanda y que algunos equipos
empiezan a acercarse ya al límite del período razonable de vida media. No
obstante, no todos los recursos existentes, aun siendo suficientes, se
están aprovechando al máximo, aunque a veces se trate de dotaciones muy
costosas con importantes listas de espera y elevados gastos en
conciertos.

Respecto a la motivación e implicación de los recursos humanos, no
podemos desconocer situaciones frecuentes de desmotivación de los
profesionales que trabajan en los centros asistenciales con las
instituciones que los rigen y retribuyen. Estamos decididos a tratar de
dar solución a este problema antiguo y que condiciona a todos los
colectivos que trabajan en la asistencia sanitaria. El Insalud y todo su
equipo directivo es consciente de que ninguna medida será eficaz si no
implica a todo el colectivo de profesionales, y que las medidas de marco
general no serán eficaces sin una dotación de responsabilidad y necesaria
autonomía a los centros asistenciales.

La carrera profesional se vuelve a evidenciar como otro campo en el que
hay que trabajar para conseguir esa mayor motivación de los
profesionales. El Insalud trabajará en un plan de mejora y motivación de
los profesionales, así como en un plan de desarrollo de la carrera
profesional.

La organización y gestión son los dos puntales en los que se basa la
eficiencia de los centros provisores de servicios. Víctor Pérez Díaz,
sociólogo que muy lúcidamente ha afrontado los problemas de la
organización sanitaria de nuestro país, ha diagnosticado muy bien, a mi
juicio, que los problemas básicos de nuestro sistema sanitario están en
el diseño institucional, esa organización tan centralista que ha acusado
nuestro sistema; en la cultura organizativa, porque ha tardado en entrar
en nuestros servicios sanitarios la cultura organizativa propia de
organizaciones tan complejas como son los servicios sanitarios; y por
último la motivación de personal.

Tenemos que tratar de avanzar en estos campos, en el diseño
institucional, en la cultura organizativa, para lo que los instrumentos
de organización y gestión son absolutamente básicos, y en la motivación
del personal.

La organización y su marco jurídico permiten conocer qué podemos hacer y
mediante qué herramientas. Está claro que con la actual organización,
centralista, burocrática, reglamentista, desincentivadora, que configura
centros sin autonomía, que recibe unos presupuestos sin capacidad para
tomar decisiones y sin apenas participación real en su diseño, es decir,
centros regidos por un modelo de funcionamiento y de gestión
bucrocrática, es muy difícil conseguir esas altas motivaciones a que
antes me refería.

Nos proponemos dotar al Insalud de la habilitación legal para que pueda
constituir centros sanitarios y sociosanitarios públicos, con
personalidad jurídica propia, a través de fórmulas jurídicas admitidas en
Derecho. Nos proponemos poner en funcionamiento algunos de los nuevos
hospitales justamente bajo esas fórmulas que permiten dotarlos de
personalidad jurídica e iniciarlos en el camino de la autonomía y de la
responsabilidad. Nos proponemos, incluso, trabajar en plan piloto con
algún hospital de los existentes para tratar de dar el paso de la
situación actual, centralizada, a una situación de autonomía y
personalidad jurídica en hospitales en funcionamiento.

Por último, nos proponemos constituir unidades de apoyo para los centros
asistenciales también con personalidad jurídica. Nos parece que
experiencias como las de centros de transfusiones, empresas públicas de
radiodiagnóstico, vale la pena incorporarlas a la riqueza organizativa
del Insalud para facilitar fórmulas más eficaces de gestión de estos
recursos y servir al conjunto de los centros sanitarios con instrumentos
más ágiles y eficaces. Naturalmente, sabemos que todo eso lo tenemos que
hacer buscando el mayor consenso posible con todos los profesionales
afectados y para asegurar el éxito de las medidas que se puedan tomar.

Otro de los instrumentos que nos proponemos mejorar es el del
contrato-programa como el mecanismo que regula la relación entre la
entidad compradora de los servicios y la que los presta; en todo caso, la
entidad que aporta los recursos, en este caso el Insalud, y los centros
que proveen los servicios correspondientes. Los contratos-programa tienen
que trabajar con herramientas de medida de la actividad,



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cada vez más sofisticadas y mejores. La UPA, que en algún momento pareció
que era una unidad de medida avanzada, se ha revelado ya insuficiente
para medir con todas sus consecuencias la actividad de las instituciones
sanitarias. Nos proponemos introducir unidades de medida más precisas,
como pueden ser los GRD, y tratar de llegar a presupuestos clínicos y por
centros de responsabilidad, buscando la implicación de los facultativos
en la gestión de los centros y en la aplicación de modelos de incentivos
vinculados a sus resultados y a la calidad de los servicios.

Evidentemente, esta medida requerirá un gran esfuerzo por parte de todos,
dado que la complejidad de dicha herramienta de gestión obligará a que
equipos directivos y facultativos encuentren puntos de equilibrio en las
fases de implantación y desarrollo.

Todo eso necesita avances en el sistema de información actualmente
existente en el Insalud, que adolece de graves inconvenientes y
deficiencias, como es la falta de sistemas de confrontación de la
información entre el receptor y el emisor y falta de concreción de los
procesos y procedimientos del tratamiento de la información. Sin eso,
será muy difícil avanzar en este tipo de relaciones entre los servicios
compradores y los proveedores de los servicios e introducir todos estos
mecanismos de estímulo a la actividad y, al mismo tiempo, de control de
la actividad porque, como bien se sabe, en este campo hay que encontrar
el equilibrio justo entre la actividad que conviene estimular y la que no
conviene estimular. Todas las experiencias de las reformas sanitarias más
avanzadas en el mundo apuntan por ahí. Pienso que los alemanes son los
que mejor han avanzado en esta línea de encontrar mecanismos que
estimulen justamente lo que conviene estimular, una buena atención al
paciente, sin que se deje de hacer nada de los necesario, pero que
tampoco se haga nada por intereses puramente económicos. Encontrar este
equilibrio entre la actividad que hay que estimular y la que hay que
desincentivar es justamente el desafío más difícil de las organizaciones
que prestan estos servicios, con la complejidad que supone la presencia
en estas actividades de profesionales que intervienen con sus decisiones
en los procesos, que tienen que tener como objetivo por encima de todo,
la curación de los enfermos, pero que tampoco se pueden desatender de los
problemas de coste de todas estas instituciones y hay que tratar de
encontrar el marco de relaciones adecuado en la línea de esos contratos
públicos, cada vez más sofisticados y refinados, que regulan las
relaciones de los compradores con los proveedores de servicios, y en los
que, según mi conocimiento, en Alemania se ha avanzado de forma más
significativa.

Para eso, tenemos que mejorar mucho los sistemas de información. Sin una
buena información, no se puede trabajar con estos planteamientos. Ese
sistema de información avanzará en la línea fundamental de los CMDB y de
su explotación en GRD, los conjuntos mínimos básicos de datos, la
codificación. Esta herramienta deberá ser de uso corriente y cotidiano,
revirtiendo su uso en las necesidades de planificación, organización y
evaluación, tan necesarias en nuestros centros.

Hay que destacar que el 49,38 por ciento de los centros hospitalarios del
Insalud no llega al 90 por cien del cumplimiento del CMDB. Este dato
dificulta la incorporación de estos centros al análisis de la casuística
mediante GRD. La prioridad inmediata del Insalud para 1996 es que el 75
por ciento de los centros disponga de niveles de cumplimentación del CMDB
superiores al 90 por cien y, para finales de 1997, el cumplimiento sea
del 100 por cien para todos los centros asistenciales del Insalud.

La dotación y el soporte informático de los sistemas de información
sanitarios es otra de las claves de cualquier proceso de modernización y
mejora de la gestión de nuestros centros.

Tampoco es aquí la situación todo lo buena que quisiéramos. Nos parece
que no existe una política clara informática, convergente y acorde con
las actuales tendencias en las tecnologías y sistemas de la información,
que faltan criterios racionales y homogéneos en la organización, gestión
y seguimiento del proceso informático del organismo, que hay
obsolescencia tecnológica del equipamiento, así como de las herramientas
informáticas utilizadas, que no existe una infraestructura estable de
comunicaciones, una red de datos corporativa que facilite la
intercomunicación con los centros y posibilite un acceso eficaz y cierto
a la información. Por razones fácilmente comprensibles, nos proponemos
trabajar para corregir esas insuficiencias y establecer un modelo
informático orientado a las características generales de la organización,
siguiendo las normas y los estándares establecidos por los organismos
nacionales e internacionales en materia de tecnologías de información
para la administración sanitaria.

El uso racional del medicamento en el hospital va a ser otra de nuestras
preocupaciones. Se ha avanzado razonablemente en atención primaria en ese
campo y hay que avanzar en el uso racional del medicamento en los
hospitales, estableciendo protocolos específicos, coordinados entre
atención primaria y especializada, determinando nuevos indicadores de
evaluación en la calidad, de la prescripción para su incorporación en el
contrato-programa, promover la regulación de los servicios farmacéuticos
y de atención primaria de forma unitaria para el conjunto del ámbito del
Insalud y regular el uso de la receta médica en la atención de urgencias
sanitarias.

En atención primaria tengo que decir que toda la información que se nos
facilita manifiesta un estado claramente satisfactorio de los servicios
de atención primaria del Insalud, lo cual no quiere decir que no tratemos
también ahí de mejorar todo lo que se pueda mejorar. Trataremos de
avanzar en la línea de celebrar acuerdos con las comunidades autónomas en
el ámbito sectorial de la atención primaria; profundizar en los criterios
de asignación de recursos humanos y financieros a las carencias
asistenciales y sus unidades de provisión; elaboración del plan de
finalización de la reforma de atención primaria; elaboración de un
programa de inversiones en futuros ejercicios y análisis y presupuestos
de procedimientos para mejorar la organización de consultas y para
mejorar la organización, relación y coordinación de los niveles
especializados. La calidad total, la atención al paciente, van a ser
también, como no podía ser menos, objeto de nuestras preocupaciones.




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En atención primaria se informatizará la cita con el médico especialista
desde los centros de atención primaria. Se proseguirá con el desarrollo y
las medidas de gestión de las agendas de consulta a demanda en atención
primaria a fin de minimizar tiempos de espera. Agilizaremos el tiempo de
tramitación del servicio de gestoría de prestaciones en los centros de
salud y adecuaremos la oferta de consultas de cara a las expectativas de
la población. Para una mejor coordinación de atención primaria y atención
especializada se implantará de forma generalizada el circuito completo de
la hoja de interconsulta entre primaria y especializada, tanto a efectos
clínicos como de gestión de recursos.

La atención sanitaria, con las perspectivas que supone el envejecimiento
de la población a que antes me refería, es una prioridad en todos los
países de nuestro modelo de sociedad y por lo tanto ahí tendremos que
trabajar para desarrollar distintas estrategias que tienen como objetivo
evitar los ingresos innecesarios en los hospitales generales y mejorar la
continuidad del cuidado. Esto supone coordinación y apoyo desde los
hospitales generales a las residencias asistidas, cuyo fin importante y
labor a desarrollar es facilitar desde el sistema sanitario la asistencia
médica y de enfermería en los establecimientos residenciales que se
desarrollan desde los servicios sociales, actuando como nexo básico para
la continuidad de los cuidados; coordinación y apoyo sanitario a las
redes alternativas en internamiento de los servicios sociales;
coordinación entre los recursos sociales y sanitarios de atención
primaria y desarrollo de los programas de atención domiciliaria.

En la política de conciertos trataremos de planificar mejor la
utilización de los recursos ajenos para evitar incertidumbres al sector,
mejorar los sistemas tarifarios y tratar de aprovechar más racionalmente
esos recursos en beneficio de las dos partes, de los proveedores de los
servicios y de nosotros como receptores de esa colaboración del sector
privado. Para eso el Insalud se ha dotado de una nueva estructura
directiva. Nos parecía claramente insuficiente que la cúpula directiva
del Insalud no tuviera más que un órgano con nivel de dirección general.

Hemos puesto el Insalud bajo la dependencia del Secretario General de
Asistencia Sanitaria, con categoría de subsecretario, y bajo sus órdenes
trabajarán cuatro directores generales especializados en las distintas
áreas o actividades de la gestión del Instituto, organización que nos
parece mínima para gestionar un organismo de la entidad, del tamaño, del
volumen y de la trascendencia que tiene todavía el Insalud no
transferido, y las cifras de presupuesto del personal que trabaja en él,
de centros, etcétera, que antes di creo que excusan cualquier
argumentación adicional sobre ese punto.

Trabajaremos en un plan estratégico del Insalud que esperamos tener
completado antes de fin de año para afrontar todos estos problemas con la
precisión que supone la reducción de un plan, las prioridades, la
cuantificación y la secuencia temporal de las medidas y sus efectos. Ese
plan debe llevar consigo la metodología y estandarización de los planes
estratégicos de todos los centros asistenciales y una mejora en las
líneas de priorización. Tampoco podremos descuidar la inspección
sanitaria, tanto la inspección médica como la farmacéutica, evaluando al
cien por cien los centros del Insalud en cuanto a cumplimiento de los
objetivos de lista de espera y auditando las declaraciones de información
de las gerencias de atención primaria y especializada en lo que se
refiere al cumplimiento de los contratos-programa asistenciales. Se
estudiarán al cien por cien también las reclamaciones y la implantación
del consentimiento informado.

En farmacia nos ocuparemos también de todas las desviaciones que se
puedan producir. Hay 722 prescriptores de más de 2.500 recetas al mes y
663 superan más de un 80 por 100 la prescripción de recetas de
pensionistas, lo que deberá ser objeto del adecuado seguimiento.

Por último, en relación con el consumo, nos proponemos estimular un
diálogo permanente entre la Administración, los sectores económicos y las
asociaciones de consumidores; mejorar la educación y la información de
los consumidores; potenciar la representación de los consumidores y su
participación en las decisiones que les afectan; reforzar y actualizar el
marco normativo para garantizar sus derechos e intereses legítimos;
coordinar el consumo con el respeto al medio ambiente; garantizar la
seguridad de los productos de consumo; facilitar la solución de los
conflictos que puedan surgir entre consumidores y empresarios; cooperar
con los países iberoamericanos que están iniciando el desarrollo de
protección al consumidor; exigir que los bienes y servicios puestos a
disposición del consumidor cumplan con las normas que les sean aplicables
y contribuir a que todas las administraciones con competencias en consumo
cooperen en una acción eficiente sin olvidar la incardinación de nuestras
acciones en la perspectiva de la Unión Europea.

Concluyo, señor Presidente, no sin agradecerles a todos su atención y su
paciencia por escuchar una tan larga intervención.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Pasamos al turno de intervención de portavoces. Quiero someter a la
consideración de SS. SS. la posibilidad de mantener la tradición de la
legislatura, empezando el turno de intervenciones por los grupos de mayor
a menor y cerrando el Grupo Popular. ¿Están de acuerdo sus señorías?
(Asentimiento.)
Tiene la palabra la señora Amador.




La señora AMADOR MILAN. Señor Presidente, me gustaría solicitar a la
Presidencia la interrupción de la sesión por unos minutos, habida cuenta
de la exposición, para facilitar a los portavoces la labor de
preparación. Si la Mesa y la Presidencia lo consideran oportuno, de
acuerdo con la previsión reglamentaria, solicitaría una interrupción por
unos minutos antes de entrar en el turno de portavoces.




El señor PRESIDENTE: ¿Están de acuerdo los señores portavoces?
(Asentimiento.) Interrumpimos por diez minutos. (Pausa.)



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El señor PRESIDENTE: Señorías, reanudamos la sesión.

Tiene la palabra la señora Amador, portavoz del Grupo Socialista.




La señora AMADOR MILLAN: Señor Ministro, permítame que, en primer lugar,
en nombre de mi Grupo, el Grupo Parlamentario Socialista, le dé la más
cordial bienvenida a esta Comisión de Sanidad y Consumo y le agradezca su
comparecencia y su detallada exposición. También quiero agradecerle, de
manera expresa, el ofrecimiento de diálogo y colaboración que ha hecho a
todos los grupos de la Cámara y la valoración que para S. S. tiene el
Parlamento y sus Diputados, y que me permito agradecerle expresamente,
porque no son sino buenos augurios para una labor que se nos presenta en
el horizonte de la legislatura, en la que no dude de que por parte de mi
Grupo recogemos con entusiasmo esa oferta de diálogo y de colaboración.

De su larga exposición, señor Ministro --larga en sentido positivo, no
quiero expresar ninguna otra connotación--, pormenorizada, tratando de
abarcar todas las áreas de su responsabilidad, que es mucha, y dado el
tiempo de que dispongo, voy a tratar de centrarme en algunos grandes
epígrafes de concepto, porque tiempo tendremos de ir analizando algunas
de las cuestiones, todas de interés, que S. S. ha planteado, en algunos
casos a grandes rasgos. Por tanto, cuando se descienda al detalle
tendremos ocasión de debatirlo, pero sí quiero referirme a algunas
cuestiones previas de política sanitaria, en las que me gustaría,
primero, expresar la opinión de mi Grupo y, segundo, pedir algunas
aclaraciones.

Se ha referido S. S., en primer lugar, al papel del Ministerio de Sanidad
y Consumo dentro de la organización sanitaria de todo el Estado, que
tiene mucho que ver con la organización de su estructura y, por tanto,
con alguna de las decisiones que ya ha tomado el Gobierno y a las que S.

S. también ha hecho referencia: la reestructuración del Ministerio de
Sanidad. Es verdad que las estructuras administrativas son meros
instrumentos para el desarrollo del trabajo que cada institución tiene
encomendada, pero esos instrumentos cobran importancia, y enorme
trascendencia en ocasiones, en la medida en que un diseño ajustado
permite acortar la realidad que existe, y que se produce a veces, entre
lo que los poderes públicos tienen que hacer por imperativo
constitucional y lo que realmente se está haciendo.

Desde esa perspectiva, yo quiero expresarle alguna preocupación, señor
Ministro, en relación con la reestructuración del Ministerio. Es evidente
--S. S. lo ha dicho y yo lo celebro, porque a veces parece que se pierde
en el debate esa consideración-- que el Insalud está transitoriamente en
el Ministerio de Sanidad. La Ley General de Sanidad exclusivamente cita
al Insalud, porque el horizonte, de acuerdo con el diseño, es su
transferencia, y S. S. de hecho ha confirmado la voluntad política de
transferir el Insalud en esta legislatura o al principio de la siguiente,
de manera que coincidimos en la consideración de que el Insalud está
transitoriamente en el Ministerio. En todo caso, el Insalud no requeriría
la existencia de un Ministerio de Sanidad, el Insalud requiere una buena
gestión, un buen funcionamiento en la prestación de los servicios
sanitaros, pero lo que justifica la existencia del Ministerio de Sanidad
como autoridad sanitaria del Estado no es la prestación de servicios
sanitarios, en mi opinión.

Por tanto, el Ministerio de Sanidad y Consumo, que transita con la
perspectiva de que el Insalud se transfiera, es autoridad sanitaria del
Estado no porque sea el tutelador de la asistencia sanitaria del 38 por
ciento de la población en este momento, sino porque ejerce funciones
fundamentales de autoridad sanitaria, funciones que le encomienda la Ley
General de Sanidad que tienen una enorme trascendencia y que seguramente
de forma gráfica se sintetizan en que el Ministerio debe orientar sus
actuaciones a garantizar la igualdad sustancial de todos los españoles en
el ejercicio del derecho a la protección de la salud, con independencia
de la entidad, el establecimiento o la administración que tenga a su
cargo la gestión de las prestaciones a través de las cuales ese derecho
se hace efectivo.

Desde esa perspectiva hay funciones del Ministerio de Sanidad que
constituyen una garantía del cumplimiento de este derecho, y es aquí
donde yo tengo una cierta preocupación que quiero transmitir a S. S.,
porque la reforma que se ha hecho en el Ministero de Sanidad con la
supresión de algunas direcciones generales que formaban parte del núcleo
de autoridad sanitaria nos plantea la preocupación de si esas funciones
van a ser desarrolladas, suprimidas o minimizadas, lo cual nos
preocuparía. Con la premisa, señor Ministro, de que las estructuras
administrativas, como digo, son un instrumento y que no merecerían una
reflexión tan de fondo si no fuera por los argumentos que acabo de
explicar, y naturalmente con el reconocimiento de que como responsable
usted tiene toda la legitimidad para diseñar los instrumentos de la forma
que mejor considere, sí quiero expresarle mi preocupación por cómo se van
a desarrollar en el futuro esas funciones que desempeñaban direcciones
generales que constituían el núcleo de la autoridad sanitaria; cómo se va
a hacer la propuesta de los presupuestos de la asistencia sanitaria del
Sistema Nacional de Salud, porque, como S. S. ha recogido, el Ministerio
es el que propone y el financiador de los presupuestos de todo el
Sistema, no sólo del Insalud; cómo se van a establecer las relaciones
necesarias con las entidades de aseguramiento públicas y privadas ajenas
al Sistema Nacional de Salud; cómo se van a analizar y proponer las
actuaciones para la compensación de servicios entre las distintas
administraciones públicas; cómo se van a definir y a modificar las
prestaciones sanitarias financiadas públicamente para todos los españoles
y las demás funciones que desarrollaban esas direcciones generales que se
han suprimido en el Ministerio.

Por decirlo de una manera gráfica, a partir de ahora el Insalud cuenta
con una dirección general financiera para un presupuesto que es de un
billón doscientos y pico mil millones, y sin embargo el presupuesto de
todo el Sistema Nacional de Salud, que son los tres billones y medio, ha
perdido el centro directivo, que era el responsable directo de la
elaboración de ese presupuesto. Hay ahí una discordancia



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que a mí me preocupa, en la medida en que repercuta en esa garantía de
igualdad sustancial de todos los españoles, que se traduce en muchas
actuaciones de ordernación, de coordinación, que trataban de llevar a
cabo esas direcciones generales suprimidas.

Por otra parte, en cuanto a la reestructuración del Insalud, al margen de
las consideraciones generales respecto a la política del Gobierno en
relación con los altos cargos, yo espero y le deseo que la nueva
estructura del Insalud, mucho más importante que la que tenía hasta
ahora, permita hacer una gestión más eficaz y resolver los problemas que
hasta ahora verdaderamente se han afrontado con medios mucho más
reducidos.

Dicho esto, en el tema de la financiación, el Ministerio de Sanidad como
financiador de todo el Sistema Nacional de Salud, hay otro asunto, señor
Ministro, que no quiero perder la oportunidad de poner de manifiesto
porque nos suscita también preocupación, y se refiere a algunas
manifestaciones que se han hecho desde el ámbito del Gobierno, no desde
el ámbito del Ministerio de Sanidad, y que inducen a alguna confusión en
relación con las fuentes de financiación de la sanidad. Desde el
Ministerio de Trabajo y por algún alto responsable de ese Ministerio se
ha hecho referencia a alguna relación entre los avatares de los
presupuestos de la Seguridad Social y el gasto sanitario que carece de
todo fundamento, y me gustaría, señor Ministro, que como responsable del
presupuesto sanitario aclarara, en relación con esas manifestaciones del
Ministerio de Trabajo, que carecen de fundamento y que la aportación de
las cuotas de Seguridad Social a la financiación de la sanidad, lejos de
haber constituido un motivo de perturbación del gasto sanitario, lo que
ha hecho ha sido reducirlo sustancialmente en cumplimiento, por otra
parte, de una decisión política en la que todos los grupos han
coincidido, que está en el Pacto de Toledo y que evoluciona hacia la
financiación vía impuestos. De manera que ésa es otra cuestión que
también me gustaría mencionar.

Su señoría ha hecho referencia a todas las grandes áreas de la política
sanitaria, ha hecho una valoración de la situación sanitaria y de la
situación del Insalud que yo no puedo sino agradecerle en la medida en
que pone en su sitio cuestiones importantes que han sido objeto de
debate. Yo celebro que esta legislatura y las personas que hoy ostentan
la máxima responsabilidad en materia sanitaria hayan asumido con
seriedad, con un sentido político que yo quiero poner de manifiesto, que
la sanidad es un asunto de todos, que no debe ser utilizada
demagógicamente, y que, por tanto, empecemos a coincidir cuando decimos
cosas tan importantes como cuál es la situación financiera del Insalud,
cómo está el problema de las listas de espera, cuál es la situación de
los hospitales, cómo es la atención primaria... Hasta ahora, señor
Ministro --y usted me permitirá que haga una mínima referencia--, los
portavoces del Partido Popular no han mantenido una actitud mínimamente
justa en relación a esas apreciaciones, por hacer una valoración suave.

Por tanto, oír a S. S., que es el máximo responsable del país en materia
sanitaria, decir aquí cosas que eran conocidas, sobre todo por los que
hemos ostentado responsabilidades, pero que eran permanentemente
controvertidas, yo quiero agradecérselo expresamente, y desde esa
perspectiva estoy segura de que su valoración va a despejar
definitivamente algunos de los bulos, algunas de las controversias
sanitarias, que no sólo --porque sería lo de menos--, desgastan
políticamente a quien van destinadas --que, digo, sería lo de menos--,
sino que generan en la población una valoración negativa, injusta, por
debajo de lo que realmente significa el sistema sanitario, que yo creo
que perjudica a todos. El sistema sanitario hoy en España, señor Ministro
--y hemos tenido ocasión de compartir esa reflexión muchas veces--, es
una extraordinaria realidad, y por tanto denostarla, sobre todo con
argumentos y con cifras que además son falsas, yo creo que perjudica a la
sociedad en su conjunto, genera incertidumbres, y por consiguiente le
agradezco que ponga las cosas en su sitio y que ratifique que en el
Insalud no hay deuda, que no hay agujero, que se han cumplido los
presupuestos.

Por cierto, que en la referencia pormenorizada y exacta que S. S. ha
hecho, y que yo le agradezco, el único comentario que quiero hacer es que
en relación con los intereses de la deuda de proveedores de años pasados
--estoy segura de que lo conoce, pero quiero hacer hincapié-- ha habido
discrepancias en la aceptación de esas facturas y que ésa es la razón de
que, aunque han estado en discusión permanentemente, en ningún caso
constituyan deuda. Por tanto, le agradezco el repaso que S. S. ha hecho,
que podía haber omitido pero que sitúa las cosas en su sitio.

También quiero referirme a las listas de espera y quiero agradecerle que
haya facilitado pormenorizadamente el detalle de dichas listas de espera,
que se corresponde exactamente con los datos que hemos venido manejando.

Quiero agradecerle la explicación sobre el plan de listas de espera. Las
listas de espera son un problema del sistema sanitario y lo son más
cuando en el debate político entre unos y otros se agudiza el problema en
lugar de explicarlo. Yo le aseguro, señor Ministro, que mi grupo no va a
hacer uso de las listas de espera como elemento de descalificación del
sistema. Nos preocupa, igual que le preocupa a usted, y, por tanto, vamos
a intentar hacer un seguimiento del tema alejado de la utilización
demagógica que hasta ahora se ha hecho.

El plan que S. S. ha expuesto es realista, es posible y, por tanto, yo
deseo que se cumpla y que sigamos avanzando en ese objetivo de situar las
listas de espera en el término aceptable para poder calificar de servicio
de calidad y razonable el de los pacientes en su acceso a los servicios
sanitarios.

También ha dicho S. S. que las listas de espera son algo sustancial a los
sistemas nacionales, y yo se lo agradezco, porque me he pasado años
intentando hacer pedagogía con eso, y no es fácil. De manera que la lista
de espera es una preocupación, sobre todo para los pacientes que la
padecen, para sus familias, y de la misma manera que yo le ofrezco y le
garantizo que este grupo no va a hacer demagogia con la lista de espera,
le ruego que también por parte del Gobierno no se utilice la misma a la
hora de hacer titulares. En este sentido, frente a la seriedad con la que
S. S. ha expuesto el plan de lista de espera, algunos otros anuncios en
relación con dicha lista de espera sí se han utilizado



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como objetivos que no se corresponden con lo que de verdad estamos en
condiciones de hacer desde el sistema sanitario para resolver ese
problema en un plazo inmediato.

En los distintos ámbitos de política del Ministerio S. S. ha hecho una
enumeración. En muchos casos coincidimos; en otros nos preocupan algunas
cuestiones. Por ejemplo, me gustaría, señor Ministro, que en materia de
política de farmacia, que es uno de los capítulos importantes de la
autoridad sanitaria del Ministerio, por la trascendencia que tiene no
sólo en el funcionamiento del sistema sino también como autoridad de todo
el Estado, que además del ofrecimiento de diálogo que S. S. ha puesto de
manifiesto con los agentes y con los sectores, nos explicara que va a
hacer con la ordenación farmacéutica o cuál es la posición del Ministerio
en la ordenación farmacéutica, habida cuenta que están empezando a
proliferar legislaciones en las comunidades autónomas que desarrollan tal
competencia en algunos casos con muy poco en común, y ésta es la peor de
las situaciones, que se produzca en el territorio una divergencia tan
absoluta en cuanto a la regulación de la ordenación farmacéutica.

Todas las consideraciones en torno al Sistema Nacional de Salud y la
reafirmación de los principios que S. S. ha hecho a mí me tranquilizan
mucho, y es así, señor Ministro, porque el modelo del Partido Popular en
materia sanitaria ha sufrido distintos avatares, evoluciones,
discrepancias, hasta el punto de que a veces tiene uno la sensación de
que según quien sea el responsable político que lo expresa se dicen cosas
muy distintas. Siendo usted, señor Ministro, el máximo responsable
político de la sanidad en este país, me tranquiliza que haga usted
declaraciones como las que ha hecho en relación con el Sistema Nacional
de Salud, y espero que en los demás ámbitos donde el Partido Popular
tiene responsabilidades sanitarias se vea el reflejo que debería tener
cuando el Ministro de Sanidad hace esas afirmaciones.

Quiero preguntarle, señor Ministro, por el plan de salud, cuál es la
perspectiva que S. S. tiene respecto al plan de salud. En cuanto al plan
del sida y la Organización Nacional de Trasplantes no puedo sino
compartir las valoraciones que se han hecho respecto a los avances que se
han producido en estos ámbitos.

Por lo que se refiere a las modificaciones que ha anunciado, señor
Ministro, estructurales, de organización, de naturaleza jurídica del
Insalud, quiero decirle, en primer lugar, que yo creo que hay que
introducir modificaciones, sobre todo cuando se aspira a mejorar
sustancialmente el funcionamiento de los servicios sanitarios. Con los
datos que ha dado, señor Ministro, me parece prematuro hacer ningún tipo
de valoración, porque, como S. S. conoce, la trascendencia de algunas de
las modificaciones que ha apuntado implica modificaciones legislativas de
primer orden, de manera que me parece prematuro en esta primera
intervención hacer valoraciones de esa naturaleza y espero que tengamos
ocasión de analizar en profundidad cuáles son esos cambios que sin duda
van a comportar, dada la naturaleza jurídica del Insalud como entidad
gestora de la Seguridad Social y dada la necesidad de seguir garantizando
como autoridad sanitaria del Estado que la asistencia sanitaria reúna las
condiciones que la legislación establece; digo que tendremos ocasión de
debatirlo y, por tanto, dejo para una fase posterior la valoración de
cuál es ese plan de transformación del Insalud, partiendo de la base,
como le digo, de que para abordar de manera ambiciosa una mejora
sustancial del funcionamiento de los servicios sanitarios es razonable
pensar que haya algo que modificar, el asunto es en qué dirección, con
qué objetivos, con qué garantías y desde qué premisas.

Quiero agradecerle expresamente la valoración que ha hecho de la atención
primaria, teniendo en cuenta que para el grupo político que represento,
como S. S. sabe, la atención primaria ha sido uno de los objetivos en los
que ha centrado más sus esfuerzos, de manera que la valoración positiva
que ha hecho S. S. del estado de la atención primaria nos produce el
reconocimiento que le expreso.

Me gustaría preguntarle si va a seguir el proyecto de libre elección de
especialista. Su señoría ha hablado de libre elección del ciudadano, pero
no ha concretado si la libre elección se refiere al profesional, al
centro, etcétera. Es pronto, pero sí me gustaría saber qué perspectivas
tiene respecto a la libre elección de especialista, que es un proyecto
que iniciamos.

En definitiva, señor Ministro, la constitución de la ponencia que ayer
efectivamente se aprobó por la unanimidad de todos los grupos políticos
yo creo que sitúa el debate sanitario para esta legislatura en un ámbito
en el que, en mi opinión, debió estar siempre, y del que nunca debió
haber salido, pero no ha sido posible. Nunca es tarde. Desde el Grupo
Parlamentario Socialista queremos contribuir de manera decisiva a que la
sanidad sea de verdad un asunto de todos. Desde este grupo y en esta
primera comparecencia, señor Ministro, yo le ofrezco todo el apoyo para
que sigamos avanzando en lo que ayer dijimos que vamos a avanzar: en la
consolidación de un modelo en el que creemos, que vamos a defender. En la
medida que las posiciones del Gobierno, sustentadas por el Partido
Popular, se acerquen a esa concepción, nos encontrará colaborando. En la
medida en que discrepemos, señor Ministro, lo haremos muy explícito.

En esta primera ocasión quiero expresarle algunas preocupaciones, algunas
inquietudes, pero ningún prejuicio. Por tanto, atendiendo a lo que S. S.

ha expresado hoy aquí, atendiendo a las declaraciones que desde que ha
asumido la máxima responsabilidad sanitaria viene haciendo, quiero
esperar a sus hechos y prestar la mayor atención a cuáles son sus
decisiones y sus manifestaciones. Como le digo, a veces no es fácil,
porque en el conjunto del Partido Popular la política sanitaria, según
desde donde se exprese, ofrece matices muy distintos, y ése es un
problema, señor Ministro, que también nos afecta y nos importa, porque la
salud en todo el territorio debería tener la misma consideración.




El señor PRESIDENTE: A continuación tiene la palabra la portavoz del
Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, señora
Maestro.




La señora MAESTRO MARTIN: Gracias, señor Presidente.




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Gracias, señor Ministro, por su comparecencia, por lo detallado de la
exposición, que evidentemente se refiere a una diversidad de aspectos que
tienen que ver con algo tan complejo y que responde a tantos
determinantes extrasanitarios, como es la salud de la población y no
exclusivamente los servicios sanitarios públicos. En cualquier caso, la
comparecencia del señor Ministro en la Comisión de Sanidad, como ya ha
sido señalado, es continuación del debate sobre aspectos sanitarios que
tuvo lugar ayer en el Pleno del Congreso y que se saldó con una voluntad
política expresada por parte de todos los grupos parlamentarios de
debatir sobre el sistema sanitario público, sobre su mejora, sobre los
niveles de equidad, sobre la aceptación de premisas básicas, como es la
lucha por la disminución de las desigualdades en materia de salud,
manteniendo la universalidad de la atención y, sobre todo, el carácter
esencialmente público de un servicio social básico como son los sistemas
sanitarios.

Probablemente, muchas de SS. SS. que pudieron escuchar ayer mi
intervención en el Pleno del Congreso quizá se sorprendieron de que en
representación del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya yo tuviera una intervención cargada de preocupaciones por lo
que parece ser el eje rector de la actuación del Gobierno del Partido
Popular en materia de servicios sanitarios, en un marco --que desde luego
es muy de agradecer-- en el cual los llamamientos al consenso, al debate,
no solamente en aspectos sanitarios sino en otros aspectos del Gobierno,
están caracterizando los primeros pasos del Gobierno del Partido Popular.

No obstante, yo creo que, sin prejuicios, es un ejercicio de
responsabilidad política por parte de los grupos parlamentarios recordar
la historia, recordar el contexto en el cual se producen determinadas
manifestaciones, es decir, saber que no partimos de cero y que, sobre
todo, en la sanidad hay una historia reciente, a nivel europeo y en
nuestro país, que, en opinión de mi grupo parlamentario, actúa a través
de mecanismos cuya sutileza y a veces jerga impide a la población saber
cuál es la trascendencia de las medidas que se están tomando cuando sin
embargo está habiendo reformas estructurales muy serias dentro de la
sanidad pública.

Evidentemente, yo desconocía el contenido de la intervención del señor
Ministro, la ponencia va a ser un órgano de encuentro, de debate, de
información, de consenso y de dictámenes, lógicamente de resoluciones
acerca de las recomendaciones a tomar por el Gobierno para la mejora de
la sanidad pública. Sin embargo, usted hoy anuncia ya líneas generales
básicas que van encaminadas --y he de agradecerle la claridad-- a
transformar los servicios sanitarios públicos en un enorme mercado
interno, es decir, a introducir todos y cada uno de los aspectos
fundamentales que exige el funcionamiento del mercado en la sanidad
pública y la toma de decisiones, desde el punto de vista jurídico, que
permitirán en su momento que ese mercado interno pase a ser un mercado
externo, es decir, la privatización de los servicios sanitarios públicos.

Yo insisto --y los Diputados y Diputadas que me conocen saben que es una
preocupación constante por parte de mi grupo parlamentario-- en saber qué
ejemplo, qué modelo de servicios sanitarios existente en el mundo permite
avalar la mayor eficacia, la mayor eficiencia del modelo que ustedes
proponen. Todos los servicios sanitarios que han avanzados antes que el
nuestro en la dirección en que se encamina el Partido Popular, así como
en la dirección que algunas medidas tomadas anteriormente por el Partido
Socialista lo hacían, de gestión empresarial de la sanidad pública, es
decir, de gestión de la sanidad pública con criterios prioritarios de
rentabilidad económica, de ahorro en el proceso y de obtención de
beneficios, en detrimento de la rentabilidad socio-sanitaria que debe
caracterizar a un servicio público, han supuesto incrementos enormes en
la burocracia --usted lo ha señalado, señor Ministro--. Que el dinero
siga al cliente --como, en mi opinión, sin ningún pudor ha dicho aquí
usted esta mañana--, perseguir las facturas, exige un incremento de la
actividad burocrática, de la actividad administrativa del sistema
sanitario público --yo lo decía ayer con datos bien concretos-- que
supone que en Estados Unidos ese sistema conlleve que más de la mitad de
los trabajadores por médico que existen en su sistema sanitario estén
destinados a actividades burocáticas. ¿Qué mayor burocracia quieren
ustedes? Evidentemente, esa burocracia es rentable. Esa es la diferencia.

Esa burocracia permite conserguir la máxima rentabilidad económica en los
servicios sanitarios.

Ustedes se plantean que el hecho de que exista financiación pública es la
garantía de la definición conceptual, de la caracterización del sistema
sanitario como un sistema público. Yo afirmo que el hecho de que la
financiación sea pública no garantiza absolutamente nada; si además se
habla directamente de que la provisión de servicios puede ser pública o
privada, no hace más que institucionalizarse el parasitismo de una
sanidad privada en nuestro país que tiene niveles de calidad bajísimos,
que se ha desarrollado muy insuficientemente, y en estos momentos lo que
se plantea es obtener una porción superior de la que tiene en estos
momentos de la tarta de los Presupuestos Generales del Estado. Insisto,
se trata de una sanidad privada que tiene, según datos del informe Foessa
--ayer no tuve ocasión de citarlo--, cuatro veces menos médicos que la
sanidad pública, en proporción a las camas, y cinco veces menos personal
de enfermería. Es decir, la rentabilidad económica de la sanidad privada
se consigue en detrimento gravísimo de a calidad de la atención.

Afortunadamente, yo creo que la población en nuestro país eso lo sabe. La
población en nuestro país sabe que para intervenciones de poco nivel,
para los partos, para problemas sanitarios no muy graves, aspectos de
hostelería de la sanidad privada pueden ser más aceptable, pero cuando
hay problemas, y los problemas surgen incluso en intervenciones
quirúrgicas en teoría de baja complejidad, pero complicaciones existen,
en la sanidad privada no existe la suficiente dotación tecnológica, no
existen en muchos casos unidades de vigilancia intensiva, y han llevado a
sucesos bien conocidos, como la muerte de un niño de seis años en una
intervención por una amigdalectomía en un hospital privado que carecía de
banco de sangre y de unidad de cuidados intensivos. En su comunidad
autónoma de procedencia, señor



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Romay, usted sabe perfectamente las reticencias de los familiares a
aceptar la alternativa de la intervención en centros privados, y
prefieren estar en camas en los pasillos de los hospitales públicos
sobresaturados antes de aceptar intervenciones en los hospitales
privados. En Madrid, en Alcalá de Henares, un hospital privado al que se
le atribuye la realización de determinadas intervenciones de pacientes en
lista de espera exige para esa intervención que el familiar acompañe al
paciente, es decir, que el familiar asuma el ahorro en gastos de personal
auxiliar de enfermería en función de los cuales la clínica privada
obtiene sus rentabilidades. El problema se planteó cuando la intervención
se propuso a un paciente ingresado en una residencia de ancianos que no
tenía familiares y al que, por tanto, la clínica privada se negaba a
intervenirle. Es decir, la sanidad privada, señor Romay, la introducción
del mercado, reconocido por la Constitución, en el sistema sanitario
público, mercado que mi grupo apoya, a la vez que el conjunto de medidas
constitucionales, es una aberración desde el punto de vista democrático,
desde el punto de vista de equidad, desde el punto de vista de la calidad
de la atención.

Ayer en mi intervención no podía dejar de recordarle lo que ha pasado en
Galicia, porque es un ejercicio de responsabilidad política, recordarle a
usted y, sobre todo, informar a sus señorías, que pueden no estar
relacionados directamente con esa parte del territorio del Estado
español, que su actividad se ha dirigido fundamentalmente hacia la
construcción de esas condiciones de introducción del mercado en la
sanidad pública, hacia una política de desmembración del sistema
sanitario público. No he escuchado ninguna palabra sobre ello en su
intervención; pese a que ha utilizado usted algunos conceptos conocidos
de salud pública, no ha hablado ni de integración de redes públicas ni de
integralidad en la asistencia. Todo lo que se refiere, por el contrario,
a la autonomía presupuestaria, a la competencia, al mercado interno
conlleva inevitablemente la desmembración del sistema sanitario público
en unidades de compra y en unidades en venta para la gestión privada de
la sanidad pública.

Hay otro aspecto que usted ha tocado muy de pasada, e incluso la
vocalización no ha permitido que el mensaje llegara muy bien, y, por
tanto, yo se lo traslado como pregunta. Usted ha planteado que esa
autonomía de los centros se propone con una vinculación laboral
diferenciada específica, es decir, la autonomía de los centros, tal y
como ha pasado en Galicia, supone una alteración unilateral de las
condiciones laborales generales de los trabajadores del sistema público,
que pasan a depender, en condiciones laborales diferentes, de la empresa
adjudicataria de la provisión de determinados servicios sanitarios, de
manera que trabajadores, profesionales, es decir, el conjunto de los
trabajadores sanitarios, ven alteradas las condiciones de su
contratación.

Yo le solicito que concrete el marco jurídico que usted ha señalado y al
que hacía referencia la señora Amador. ¿Va a esperar usted a la
conclusión de la ponencia, o esas decisiones básicas para llevar a cabo
el conjunto de medidas que usted ha anunciado van a ser tomadas con
anterioridad a que la ponencia emita su informe? Se propone usted la
transformación del Insalud en un ente público de derecho privado, es
decir, en un modelo de sociedad anónima cuyas acciones pueden ser
privatizadas de acuerdo con el modelo seguido en otras empresas públicas.

¿Cree usted posible desde el punto de vista jurídico, en el marco
constitucional actual, que el patrimonio del Insalud como entidad gestora
de la Seguridad Social y construido históricamente de forma mayoritaria
con las cotizaciones de empresarios y trabajadores puede ser trasladado
al ámbito del derecho privado? ¿Cómo se va a plantear el Partido Popular
estas transformaciones en el marco jurídico? No lo ha señalado,
probablemente por lo prematuro del término, pero yo se lo planteo, porque
creo que es mi obligación: ¿va a introducir en esos planes piloto, en
esas áreas piloto de las que usted habla, la gestión a través de
fundaciones, tal y como se ha planteado en Galicia, es decir, empresas de
gestión de recursos sanitarios públicos que sustituyen el derecho
administrativo y el régimen de personal estatutario por el derecho
mercantil y por el régimen laboral privado?
Señor Ministro, los plazos en la reforma de la atención primaria están
más que quemados ya. Le recuerdo, porque quizá lo desconozca, que el
Gobierno entonces del Partido Socialista, estando en el Ministerio el
señor García Vargas, se comprometió firmemente ante este Parlamento y
ante los agentes sociales a la culminación de la reforma de la atención
primaria, es decir, el cien por cien de la atención cubierta con el nuevo
modelo, para el año 1992. Estamos en 1996, hay más de un 30 por 100 de la
población que sigue con el viejo modelo de las dos horas del ambulatorio,
cuyos niveles de calidad son absolutamente inaceptables. ¿Para cuándo,
señor Romay, se va a proceder a culminar la reforma de la atención
primaria? Supongo que ahora está en plena elaboración del proyecto de
presupuestos para 1997. En consecuencia, ¿qué medidas presupuestarias se
van a tomar?
He creído entenderle --disculpe, porque tomar notas no teniendo un texto
delante puede inducir a error-- que en materia hospitalaria los recursos
son suficientes. Hay algo que yo creo que cualquier persona que pasara
por la calle le diría: ¿cómo puede haber listas de espera como las que
hay si los recursos son suficientes? Es absolutamente absurdo, a no ser
que piense que el sistema sanitario es suficiente, pero lo que pasa es
que es improductivo. Yo no dudo de que haya niveles de no productividad
en el sistema, pero usted ha hablado de un 13 por ciento de
incumplimientos de contrato-programa, si no recuerdo mal. Evidentemente,
señor Romay, las listas de espera señalan un desequilibrio importantísimo
entre necesidades de la población y recursos sanitarios. Si usted dice
que hay listas de espera, que los recursos públicos son suficientes,
¿cómo se culmina la ecuación? Trasladando el exceso de pacientes en
listas de espera fundamentalmente a la sanidad privada. Los recursos
sanitarios son suficientes porque usted está contemplando un incremento
sustancial de la participación de la sanidad privada en la asistencia
sanitaria del Sistema Nacional de Salud, porque, si no, no lo entiendo.

No entiendo cómo es posible que haya listas de espera y recursos
suficientes.




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¿Entiende usted, señor Romay, que la dotación de nuestro país es
suficiente en cuanto a camas de media y larga estancia? Evidentemente,
no. ¿Qué programa y, sobre todo, qué presupuestos piensa destinar su
Ministerio a un plan indispensable en función de las necesidades de la
población, del envejecimiento de la población, de las patologías
prevalentes en nuestro país, que exigen que no se despilfarren camas muy
caras de hospitales de agudos en la atención de patologías que requieren
menores niveles de complejidad, de sofisticación y, por supuesto, de
gasto?
Usted ha hablado del sida, incluso como una de las preocupaciones
fundamentales de su Ministerio. Yo quiero hacerle una pregunta bien
concreta no solamente con respecto a las modificaciones del plan, que
lógicamente no conocemos, que pueda proponer su Ministerio, sino a un
elemento que está siendo de gran preocupación para la población de
enfermos de sida. Usted sabe que los avances científicos en este campo
están siendo espectaculares en los últimos tiempos y, sobre todo, que hay
unos medicamentos, los antirretrovirales, que producen una espectacular
disminución de la carga viral con un tiempo de tratamiento relativamente
corto para ser una enfermedad crónica y un incremento muy importante de
la capacidad del sistema inmunológico del paciente. Estos medicamentos
están en proceso de evaluación por la Agencia Europea del Medicamento. No
obstante, dado el nivel de efectividad de los mismos, numerosos países de
la Unión Europea han procedido a la compra de estos medicamentos como
medicamentos extranjeros para su uso por las personas afectadas y,
evidentemente, previa indicación médica, de manera que una numerosa
cantidad de vidas humanas pueden salvarse directamente en función de la
capacidad de acceso a este tipo de medicamentos.

Yo también le pregunto por el plan integrado de salud. A mí me ha
sorprendido que un elemento de planificación, de gestión y de evaluación
de los servicios sanitarios como es el plan integrado de salud, tal y
como lo concibe la Ley General de Sanidad, no haya sido objeto de
atención por su parte. Por tanto, no sólo le pregunto para cuándo estará
el plan integrado de salud, sino qué función, como instrumento de
planificación y de gestión de los recursos sanitarios, de definición de
las prioridades y de las formas de funcionamiento de los servicios
sanitarios, va a tener el plan integrado de salud, aunque permítame que
le diga que, con el modelo de autonomía de mercado interno, el plan
integrado de salud no parece que vaya a jugar un papel esencial.




El señor PRESIDENTE: Señora Maestro, le ruego que vaya terminando.




La señora MAESTRO MARTIN: Termino en este momento, señor Presidente.

En cualquier caso, señor Ministro, como no podía ser de otra manera, el
Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya
participará con todo interés en el desarrollo de la ponencia, colaborará
con el Ministerio de Sanidad en algunos aspectos que no quiero dejar de
señalar que nos parecen útiles, especialmente en lo que se refiere a la
utilización de genéricos en las prescripciones farmacéuticas, en lo que
se refiere --veremos cómo se desarrolla-- a la carrera profesional del
conjunto de los trabajadores sanitarios y en algunos otros aspectos
importantes.

Sin embargo, con mi intervención, yo he querido señalar, llamar la
atención acerca de la alarma social que pudieran desencadenar medidas
como las que el señor Ministro ha anunciado, alarma social que viene
precedida por un alto nivel de conflictividad en la comunidad autónoma en
la que el señor Ministro ha desarrollado sus actividades anteriormente.

Su gestión tuvo la virtud de poner de acuerdo a un amplísimo espectro de
fuerzas políticas, de centrales sindicales, de movimientos ciudadanos y
de movimientos sociales en general, lo que ha provocado, en una comunidad
autónoma con una experiencia de movilización que en general es
relativamente menor que la del resto del Estado español, pocos meses
antes de que el señor Ministro se incorporara a sus nuevas tareas --y lo
aclaro por los gestos que veo en el señor Ministro--, una manifestación
de 10.000 personas, según datos de la policía municipal, en la ciudad de
Vigo, en contra de la gestión privada de la sanidad pública; en
definitiva, en contra de medidas de privatización del sistema sanitario.

Para finalizar, señor Ministro, quiero decirle que tendrá toda la
colaboración de Izquierda Unida en el desarrollo del sistema sanitario
público, en la mejora de la calidad, en la mejora de la atención
sanitaria, en la mejora de la equidad, pero también quiero anunciarle en
este momento que, por responsabilidad democrática, por la legítima
responsabilidad de este grupo parlamentario, según su programa electoral
de defensa de los intereses de la población, no dude que en Izquierda
Unida encontrará toda la oposición que seamos capaces de desarrollar en
función de objetivos que creemos que pueden liquidar una de las
conquistas sociales más importantes de la sociedad española en los
últimos años, como es su sistema público de atención integral de la
salud.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Convergència i Unió, tiene la
palabra la señora Riera i Ben.




La señora RIERA I BEN: Señor Ministro, gracias por su comparecencia.

Voy a ser breve en mi intervención, entre otras cosas, porque pienso que
me lo agradecerá el conjunto de la Comisión. Teniendo en cuenta que ayer
se aprobó por unanimidad la creación de una ponencia para el estudio de
las reformas necesarias para la consolidación del sistema sanitario, no
pienso que el día de hoy sea el más oportuno para que cada uno de los
grupos políticos haga un exhaustivo análisis de la problemática que
tenemos, que, sin duda, nos afecta a todos en un grado más o menos alto,
depende de las competencias transferidas.

Querría señalar, señor Ministro, que el tono de su comparecencia me ha
parecido ponderado y objetivo. Le agradecemos que haya sido capaz de
crear este ambiente, que, como decía la señora Amador --comparto lo que
ha dicho--, permite tener grandes esperanzas acerca de su actuación



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al frente de un Ministerio tan importante para el conjunto de la
sociedad. En principio, parece que tenemos garantías de que va a primar
el diálogo, las ganas de alcanzar el consenso, para que seamos capaces de
encontrar soluciones entre todos, más que entrar en un ambiente de
crispación, que difícilmente sirve para conseguir nada positivo.

Además de poner de manifiesto que estamos ilusionados y esperanzados con
la gestión que usted pueda desarrollar en el Ministerio --sabemos, y
usted lo ha manifestado públicamente, que hay una buena sintonía con
nuestra Consellería de Sanidad; usted ha alabado varias veces el modelo
de gestión catalán--, querría aprovechar este momento para volver sobre
un aspecto del que hablé ayer en el Pleno de la Cámara; pienso que,
incluso que por alusiones, por los comentarios de la señora Maestro, es
importante que hoy reitere de manera breve lo que dije ayer.

El Grupo Catalán de Convergència i Unió, que de alguna manera parecemos
los abanderados de este modelo de gestión, tenemos muy claro, lo afirmo
de manera rotunda, que nosotros no renunciamos a ninguno de los
principios que tiene como bandera el modelo de sanidad establecido. Nadie
se puede cuestionar, y desde luego no lo hacemos nosotros, que la sanidad
tiene que ser universal y mantener unos principios de equidad e igualdad
entre todas las comunidades. Esto es incuestionable y quiero reiterarlo.

Cuando nosotros hablamos de modelos de gestión competitivos, estamos
hablando de modelos de gestión que sirvan para incrementar la
productividad, que sirvan para incrementar la mejora del servicio y que,
de alguna manera, sirvan para incrementar la satisfacción de los usuarios
en este servicio. Yo discrepo totalmente, señor Ministro, y he de
manifestarlo, de las consideraciones que acaba de hacer la portavoz del
Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, porque considero que
los criterios de gestión privada, si son bien entendidos y no
manipulados, no sólo incrementan la productividad, lo cual es necesario,
porque si no estaríamos hablando del chocolate del loro. Si nos limitamos
a decir que todos queremos más y, por otra parte, como es sabido, las
políticas de convergencia europea nos obligan a todos a una reducción del
gasto, alguna fórmula tendremos que encontrar para compatibilizar las
premisas de mejorar los servicios y reducir el gasto. Habrá que tener
imaginación. Entonces, estos criterios de gestión privada normalmente
sirven para mejorar la productividad, para reducir --pienso-- el gasto,
ya que si hay competencia, hay interés en poder dar lo mismo a mejor
precio, y además sirven --éste es un aspecto muy importante-- para que
los usuarios, que al fin y al cabo, no lo olvidemos, tienen que estar en
el punto de mira de nuestros objetivos --nosotros no estamos hablando de
un modelo de sanidad como un ente, estamos hablando de un modelo de
sanidad que tiene como objetivo prestar un servicio a los ciudadanos del
Estado--, mediante esta competencia en la gestión, puedan escoger el
mejor servicio y sientan que son el objetivo, el punto de mira de este
servicio de calidad que tienen derecho a percibir.

Para terminar, señor Ministro, he de decirle, una vez más, lo que ya
expuse ayer en mi intervención. En Cataluña, los ciudadanos están
bastante satisfechos de la gestión que la Consejería de Sanidad ha estado
desarrollando en estos últimos años. El nivel de calidad de nuestra
asistencia sanitaria podríamos decir que es bastante alto. Desde luego,
tenemos aspectos por mejorar. Desgraciadamente, también nuestras listas
de espera tienen unos índices superiores a los que serían deseables. Una
vez más, señor Ministro, he de recordarle que, a pesar de que nuestro
modelo de gestión nos autocomplace, por decirlo de alguna manera, tenemos
un problema presupuestario importante. Tanto es así que si no conseguimos
de una vez por todas que el presupuesto que se nos asigne esté de acuerdo
con los gastos que efectivamente conlleva la gestión, nos veríamos
obligados a tener que decir que no podemos dar los servicios al nivel que
los estamos dando actualmente. Esto, como he dicho, señor Ministro,
pensamos que es lo último que tendríamos que hacer. Nuestro objetivo es
mejorar los servicios que actualmente se están prestando.

Por lo tanto, el trabajo que tengamos que hacer en esta Comisión será
seguido con toda la atención por nuestra parte, contará con nuestra ayuda
y colaboración en todo lo que sea posible, pero ya le avanzo desde este
momento que el caballo de batalla que vamos a tener será hablar del
modelo de financiación autonómica, porque si no será inviable seguir con
la gestión que estamos desarrollando.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario del PNV, tiene la palabra
el señor Olabarría.




El señor OLABARRIA MUÑOZ: Señor Ministro, le agradezco la información que
ha expuesto de forma tan prolija y exhaustiva.

La verdad es que la intervención de mi grupo parlamentario no puede ser
sustancialmente diferente a la que se articuló ayer en el debate de la
proposición no de ley que pretendía y consiguió la creación de una
Ponencia para estudiar los graves problemas que afectan al sistema
sanitario.

Tras haberle escuchado atentamente, señor Ministro, creo haber aprendido
y comprendido los grandes trazos y los grandes epígrafes de su política
de Gobierno, en los distintos sectores, que se deben acometer en el
aspecto sanitario, problemas no baladíes y de no fácil resolución, por
cierto. Pero tengo que decirle también, con sinceridad, señor Ministro,
que algunas de las cosas que ha dicho no se terminan de comprender con
claridad.

Ha sido comentado ya por algunas de las portavoces que me han precedido
en el uso de la palabra cómo hay una definición constitucional del modelo
de atención sanitaria, que está consignado en los artículos 41 y 43, que
consagran el derecho a la salud. Me refiero especialmente al artículo 41,
que diseña un sistema público, y esto no es algo que requiera exégesis
especialmente complicada. Un sistema público es un sistema público y eso
quiere decir, señor Ministro, aunque parezca una tautología decirlo, que
el sistema no puede ser privado. Dicho esto, es necesario mantener una
cierta posición vigilante sobre la naturaleza



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o la organización jurídica del sistema, porque su carácter público es un
mandato constitucional que no puede ser discutido desde ninguna
perspectiva, salvo que se reforme la Constitución y esta reforma de la
Constitución sí que sería una reforma grave, porque éste es uno de los
paradigmas del Estado del bienestar, señor Ministro. Siendo esto verdad,
la identificación de un servicio público, de una actividad de naturaleza
pública como tal, no impide la incorporación a su seno, en el ámbito de
la gestión o incluso en otros, tal como la doctrina administrativa y el
Derecho administrativo acredita, de entidades de naturaleza
jurídico-privada. En definitiva, éste es un problema de articulación
jurídica que admite múltiples fórmulas y ninguna de ellas, incluso la
consistente en la incorporación de entidades privadas a la gestión en
otros ámbitos, desclasifica o desnaturaliza el servicio como de carácter
público.

Lo importante, tras esta digresión un poco farragosa y de Derecho
administrativo, señor Ministro, es preguntarse dónde se va a hacer la
definición del modelo. ¿Se va a hacer unilateralmente por parte de su
Ministerio, o de su Gobierno, o va ser uno de los trabajos que vanos a
endosar a esta Ponencia, en la cual todos ciframos grandes expectativas y
grandes esperanzas por el debate de ayer en cuanto a la articulación de
los grandes consensos políticos que la resolución de los graves problemas
sanitarios requieren en el país, consensos políticos que no serán fáciles
de articular, porque los grupos que están aquí representados mantenemos
posiciones legítimas y filosóficamente diferentes? Desde esa perspectiva,
¿dónde se va a diseñar el modelo en las múltiples vertientes atinentes al
modelo, a la organización, a su naturaleza jurídica y a la incorporación,
integración o síntesis de su naturaleza jurídica que ha de ser
necesariamente pública por mandato constitucional, también de
instituciones de Derecho privado, de naturaleza jurídico-privada? Esa
sería la primera cuestión que nos interesa conocer.

Las demás se las comentamos ayer. Nosotros sintonizamos con la filosofía
que ha expuesto a grandes trazos. Yo creo que todos sintonizamos con
algunos de sus principios filosóficos. ¿Quién duda de que se tiene que
mejorar la eficiencia del sistema público y del sistema privado, a través
de los elementos de complementariedad en los que se tiene que basar la
articulación o juego conjunto de ambos sistemas? ¿Quién duda de que tiene
que darse mayor autonomía a las instituciones sanitarias? Es un principio
filosófico sobre el que por lo menos mi grupo parlamentario no tiene
duda: Que hay que incorporar a los ciudadanos de alguna manera en la
gestión del Sistema Nacional de la Salud. ¿Quién duda de que hay que
mejorar la gestión, que hay que descongestionar y descentralizar o
desconcentrar la gestión material del sistema, desde los aspectos de
gestión administrativa pura y simple? ¿Quién duda de que todos tenemos
que luchar por un crecimiento del presupuesto sanitario que sea
razonablemente armónico con el crecimiento nominal de la economía? Yo no
creo que ésa sea una filosofía dudosa, salvo que las dificultades
presupuestarias y los requerimientos del plan de convergencia nos
coloquen ante situaciones absolutamente insalvables. Pero hay cuestiones,
señor Ministro, sobre las que sí existen dudas respecto a la metodología
de actuación. Me estoy refiriendo ya a temas concretos, delicados, como
el de la deuda sanitaria. Yo no he entendido muy bien si ha sido muy
prolija o muy clara su exposición respecto a la metodología de
afloramiento y de financiación de la deuda sanitaria y su cuantificación.

Aquí andamos con un problema incluso de desconocimiento de cifras en
temas tan elementales como cuál es el volumen de la deuda sanitaria. Esto
no es un problema de consenso político; es un problema de hacer los
números en serio, de una santa vez, conocer cuánto se debe en el ámbito
de la sanidad y ver cómo se puede acometer un problema
financiero-estructural de todo el Estado, de gran magnitud, que además va
creciendo y lo hace en alguno de sus ámbitos en que se desagrega de forma
desordenada, señor Ministro, particularmente en el ámbito farmacéutico.

Incrementos de crecimiento del gasto en el ámbito farmacéutico del 12 ó
14 por ciento son presupuestariamente inadmisibles. Empiezan o pueden
terminar afectando a la estabilidad financiera de un país. Hay que tomar
en serio este problema y también hay que ver si este tipo de estudios, de
trabajos y evaluación se va a endosar a la Ponencia. Quisiéramos conocer
cuáles son las primeras medidas de cirugía correctiva, si me permite la
expresión, dada la naturaleza o la dimensión del problema, que va a
acometer su Ministerio. Asimismo, qué actuaciones tiene previstas para
acabar con el viejo y lacerante problema en algunos casos de la demora en
los pagos, de esos 445 días que se tarda en pagar en algunas comunidades
autónomas. Estamos hablando de cifras verdaderamente escandalosas.

Sobre el régimen de personal, las portavoces que me han precedido en el
uso de la palabra se han referido también a él. Pero no le he podido
comprender cuáles son sus alternativas en este ámbito y cómo se vincula
la autonomía de los centros sanitarios a la nueva configuración del
estatuto de personal, en definitiva de la vinculación del personal
sanitario a las instituciones sanitarias. Si su pretensión es, como algún
periódico o algún medio de comunicación ha indicado, citando
declaraciones suyas, entrar en un proceso de laboralización del personal,
de alguna forma haciendo desaparecer el carácter estatutario que tiene en
este momento la mayoría del personal de la sanidad. También los aspectos
sanitarios que no afectan --y éste sería el problema-- a las relaciones
contractuales laborales o al régimen laboral, al estatuto de los
profesionales, del médico, en cuanto a la naturaleza jurídica del acto
médico, la relación con los enfermos, etcétera.

También quisiéramos saber qué planes --si su pretensión es ir avanzando
progresivamente hacia un proceso de laboralización del personal-- tiene
sobre este aspecto, si se van a incrementar las consignaciones
presupuestarias para establecer algún tipo de compensación económica a
fin de facilitar la voluntariedad en este tipo de decisiones, por parte
de los profesionales que van a ver novada o modificada su relación o
vinculación contractual con las instituciones sanitarias. Asimismo,
desearíamos conocer si va a mantener, y en algún sitio se está haciendo,
algunos derechos, como la posibilidad de mantener una situación de
excedencia respecto a su condición de personal estatutario



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o algunas de estas cuestiones que afectan al modelo de relaciones
laborales en este ámbito de nueva recomposición del sistema sanitario
público que usted propugna.

El tema de las listas de espera es una cuestión no fácil y tampoco han
sido demasiado prolijas sus explicaciones en este ámbito. Hay un problema
hasta de cuantificación de las listas de espera, que son diferentes en
unas y otras comunidades autónomas, en virtud de los criterios
metodológicos utilizados para su identificación. Yo no quiero ser
petulante ni hacer apología de lo que realiza una comunidad autónoma como
la mía, pero creo que el procedimiento correcto para la evaluación y
cuantificación es el de considerar que la lista de espera se produce
desde el momento en que se diagnostica una enfermedad que requiere
intervención quirúrgica hasta el momento en que esa intervención
quirúrgica se produce. Los demás son elementos maquilladores,
cosméticamente, de los sistemas de cuantificación de las listas de
espera. Sea cual sea el volumen de espera, nos gustaría saber qué
procedimientos a corto plazo, al margen de lo que se determine en la
Ponencia para el estudio de los problemas de la sanidad, estima usted
convenientes, como alternativa o complementariamente, para uso
complementario, si la contratación de nuevos profesionales exclusivamente
o con otras medidas, si la partición del actual horario continuado que
existe en la mayoría de los centros, o mediante la ampliación voluntaria
de la jornada laboral. Me parece que usted ha enfatizado esta última
medida a través de una normativa de autoconcertación. La verdad es que en
el gobierno vasco los responsables sanitarios están satisfechos del buen
funcionamiento. La reducción en Euskadi de las listas de espera ha sido
verdaderamente espectacular a través de un sistema de autoconcertación y,
sin embargo, ha generado problemas y críticas en algunos sectores del
mundo sanitario que afortunadamente, como suele pasar con las críticas
poco fundadas y demagógicas, han ido decayendo, han ido degradándose y
han terminado por desaparecer, señor Ministro. No tenga miedo tampoco a
críticas desaforadas en ocasiones porque lo que hay que hacer es tomar
decisiones valientes en problemas estructurales y difíciles, y luego, si
los resultados son los que son previsibles, las críticas quedan
deslegitimadas, internamente deslegitimadas.

En este ámbito me gustaría saber si va a hacer alguna política de
detracción de presupuestos adicionales, de recursos presupuestarios
adicionales, o se detraerán de otros conceptos presupuestarios las
cantidades que va a ser necesario consignar para reducir este lacerante
problema de las listas de espera. El problema financiero tampoco en este
ámbito es baladí.

En cuanto a la política farmacéutica, ayer le planteábamos tres grandes
cuestiones que deben ser objeto de valoración no sé si en la Ponencia. La
verdad es que estamos en una situación político-administrativa un poco
complicada, porque está su Ministerio y sus líneas de actuación y de
repente se interfiere una ponencia que va a trabajar sobre todo lo que
corresponde a sus competencias propias. Luego veremos cómo se articula un
poco la coordinación entre lo que usted tiene que hacer, tiene que
planificar, y lo que tiene que estudiar e intentar consensuar esta
Ponencia. Estas cosas se van articulando también sobre la marcha y
esperemos que el funcionamiento sea, en todo caso, armónico, señor
Ministro. Pero sí nos gustaría saber si en materia de gasto farmacéutico
tiene planificadas actuaciones mucho más intensas de las que hemos
conocido hasta ahora, con todos los respetos a los anteriores
responsables de la política sanitaria del país, en materia de supresión
del vademécum financiado por el Sistema Nacional de Salud de medicamentos
de dudosa utilidad terapéutica, el restablecimiento de un marco diferente
con la industria farmacéutica mediante la ampliación del convenio o
reducción, en su caso, con Farmaindustria; de la autorización, pero no
necesaria financiación por esa autorización, de nuevos medicamentos de no
contrastada utilidad. Podría citar algunos, pero no quiero entrar en un
debate de esta naturaleza tan pormenorizada. Hay medicamentos que pueden
ser autorizados, pero no tienen que ser necesariamente financiados.

Podemos desagregar estos dos discursos conceptualmente. Una de las
propuestas que mi grupo va a hacer a la Ponencia es la nueva política de
genéricos y actuaciones sobre la distribución y dispensación mediante la
aprobación de un decreto que no le he oído anunciar sobre márgenes,
aunque sé que está en sus planteamientos políticos aprobar una nueva
normativa sobre esta importante materia.

Habrá que plantearse también --no quiero imprimir carácter ideológico a
mi debate, como tampoco quiero incorporar elementos de alarma que todavía
serían prematuros e impertinentes a la población-- si van a estudiar
ustedes la posibilidad de introducir mecanismos de contención del gasto,
soportados por el usuario de alguna manera, sin que esto suponga ningún
tiempo de afectación a la accesibilidad a estos medicamentos.

Por último, señor Ministro, hay un problema que nos sigue preocupando --y
nos debería preocupar a todos--, que es la falta de sintonía entre los
nuevos profesionales que van formando las facultades de medicina y la
capacidad de absorción profesional del Sistema Nacional de Salud, así
como el tema del desempleo de nuevos licenciados que está adquiriendo
unas dimensiones también pavorosas. Se calcula que puede haber en el año
2005 más de 40.000 licenciados en medicina sin empleo, sin posibilidades
materiales de empleo alguno, cuya formación ha costado en algún momento,
mientras duró el sistema MIR, más de cuatro millones de pesetas a la
Administración pública. Existen 26 facultades en el Estado español y
todavía hay ciudades que piden la creación de otras nuevas, y casi ningún
tipo de numerus clausus a través de aplicación de principios de autonomía
universitaria. Este es un problema muy serio y hay que tomárselo muy en
serio también, señor Ministro. Nos gustaría conocer qué opinión y qué
tipo de actuaciones tiene previstas realizar también en este ámbito:
papel del usuario, papel de los profesionales en la gestión.

Son múltiples cuestiones, señor Ministro, y no le voy a agotar tampoco en
esta primera intervención de mi grupo parlamentario y casi la suya.

Estamos en el preámbulo, en el frontispicio, como se suele decir en esta
Institución, de sus actuaciones públicas en este ámbito y vamos a esperar



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que del consenso de la Ponencia, del buen funcionamiento y de la suerte
puedan derivar los elementos que reformen razonablemente los graves
problemas estructurales que el Sistema Nacional de Salud padece en estos
momentos.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Coalición Canaria, tiene la palabra
el señor Gómez Rodríguez.




El señor GOMEZ RODRIGUEZ: Señorías, nuestro grupo está muy satisfecho con
la comparecencia del señor Ministro por muchas razones, entre ellas
porque, iniciando un camino que yo creo que va a continuar, ya comenzó el
diálogo con los responsables del gobierno de Canarias en materia
sanitaria. Desde mi puesto como parlamentario, puede contar con nuestro
democrático apoyo y colaboración.

Al igual que le decíamos ayer a su paisano señor Rajoy, no vamos a hacer
preguntas. Más que nada algunas puntualizaciones desde la óptica o
atalaya canaria, mezcladas con temas genéricos de todo el país porque
tenemos que ser solidarios ante esta problemática nacional. Pero sí
quisiera una aclaración, que redundaría en la pregunta que le hace el
señor Olabarría, sobre el déficit del organismo sanitario, el alcance del
mismo y cómo será tras la incorporación de esas partidas negativas, así
como su valoración con respecto a la lógica existencia de déficit en
todos los regímenes sanitarios como el nuestro, que es de sanidad
pública, que existen en la Unión Europea. Por ejemplo, usted citó el
alemán.

Ahora permítanme que entre en mi pequeña intervención. Quiero decir por
anticipado que vaya mi admiración y agradecimiento a la sanidad pública
de Canarias, especialmente en mi ciudad de Las Palmas de Gran Canaria por
unas circunstancias personales, pues gracias al magnífico servicio hoy
tienen ustedes la desgracia de estar soportándome y yo la suerte de estar
escuchándoles. Parto de la base de que esto es importantísimo, es una
conquista social que forma parte del Estado de bienestar y es algo
irreductible e irrenunciable.

Coalición Canaria tiene que reconocer también por anticipado el esfuerzo
que han hecho en la anterior legislatura el Ministro de Administraciones
Públicas, nuestro paisano Jerónimo Saavedra, y la señora Ministra de
Sanidad, doña Angeles Amador, por cuanto que la materia sanitaria ya está
transferida a la comunidad canaria. Nuestro agradecimiento porque ha sido
una transferencia bien hecha, tanto en material de personal, como
financiera y administrativa.

Desde esa responsabilidad que supone haber asumido recientemente las
transferencias sanitarias del Insalud, Coalición Canaria apuesta
claramente por la protección del servicio sanitario público al
considerarlo vital para las clases más desfavorecidas y desprotegidas de
la sociedad. Se trata de una protección que se ha convertido en un logro
de las sociedades occidentales al incidir directamente en la solidaridad
e igualdad entre los ciudadanos. En este sentido entendemos que el modelo
sanitario español reúne las características esenciales de lo que debe ser
este servicio en una sociedad democrática y avanzada. Por tanto, sin que
neguemos la posibilidad de que el sistema actual sea mejorable desde el
punto de vista de la organización y de la gestión, existen elementos
esenciales en este Sistema Nacional de Salud que no deben ser modificados
bajo ningún concepto. Estos elementos son la financiación pública a
través de los presupuestos generales del Estado, un amplio catálogo de
prestaciones gratuitas y la universalidad. Nosotros defendemos la
continuidad del sistema en estos términos, sin olvidar al sector privado,
que puede complementar al sector público en la prestación de servicios a
los ciudadanos, como venimos haciendo en Canarias desde la asunción de
las transferencias en materia de sanidad. Es decir, por un sistema
público concertado con la privada, que está consiguiendo --es uno de los
caminos-- la minorización de las lamentables y vergonzosas listas de
espera. Desde luego, señor Ministro, aplaudimos fervorosamente ese plan
de reducción que nos ha anunciado hoy con toda clase de detalles.

La descentralización de los servicios sanitarios a las comunidades
autónomas, por otro lado, ha supuesto un importante avance para los
ciudadanos y parece evidente que este proceso ha contribuido a mejorar el
servicio público en aquellos territorios donde las transferencias se han
materializado.

Por lo que respecta a Canarias, nos sentimos satisfechos de una andadura
iniciada hace más de dos años, ya que este Gobierno ha desarrollado una
política sanitaria propia que ha permitido corregir un manifiesto
abandono de varias décadas por parte de la Administración central. En
este sentido creemos que las transferencias de las competencias a los
gobiernos autónomos debe constituir --como ha dicho el señor Ministro--
una parte de la política sanitaria general.

Sin embargo, el principal problema que preocupa a Coalición Canaria en
relación al Sistema Nacional de Salud lo conforma el modelo de
financiación de la sanidad pública en España debido a que
tradicionalmente ha sido insuficiente. No obstante, hay que reconocer que
el acuerdo de financiación firmado entre las comunidades autónomas y el
Ministerio de Economía y Hacienda para el período 1994-1997 establece un
marco financiero más realista que en etapas anteriores. A pesar de ello
este acuerdo ha quedado en cierta medida desvirtuado debido a las medidas
de ajuste que se establecieron para el período 1994-1995 y que representó
una reducción del presupuesto de ese período en 149.000 millones de
pesetas. Además creemos que en materia de financiación el sistema actual
no considera algunas especificidades que son determinantes en el gasto
sanitario y que afectan directamente a nuestra comunidad autónoma. Estas
son: Primero, efecto --y usted, señor Ministro, lo conoce porque ha
prometido estudiarlo-- de la población flotante sobre el sistema que, al
consumir servicios sanitarios no expresados en el modelo de financiación,
agrava el gasto. Esta población no contemplada supone un 10 por 100 más
de la población de derecho. Me explicaré. Canarias tiene una población de
1.600.000 habitantes. Recibimos 10 millones de visitantes al año. Sabemos
que los estados a los que pertenecen los súbditos a los que atendemos,
casi todos, el 99 por 100 de la Unión Europea,



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satisfacen los gastos que se originan en nuestras islas, pero los
satisfacen al Estado español y el Estado español no compensa, no remite
los fondos. Quizá haría falta una solución sanitaria para los
responsables que se olvidan de remitir adonde se ha producido el gasto,
Canarias, esos importes que --fíjense bien-- pueden suponer cifras muy
importantes, del orden de los 10.000 millones de pesetas anuales, como
mínimo.

Segundo, coste de la insularidad. Sabemos todos que la insularidad está
reconocida como un hecho diferencial en la Constitución española y
enotras leyes, que en el caso de Canarias representa la necesidad
ineludible de generar servicios asistenciales en el ámbito especializado
atendiendo exclusivamente a circunstancias geográficas y que no se
justificaría en un territorio continental atendiendo únicamente a
criterios poblacionales. En la actualidad, la distribución de los
recursos financieros de la sanidad pública en base a la población
protegida no considera este hecho diferencial canario, pese --repito-- a
estar reconocido en la Constitución española y en la Ley orgánica de
Financiación de las Comunidades Autónomas o LOFCA. Esta ley ofrece
posibilidad en otros campos y ámbitos competenciales que, de haber sido
aplicada en el sector sanitario, representaría un 30 por 100 más de
recursos de los que con el método actual obtiene Canarias. Por otro lado,
nos parece que, aunque debemos seguir insistiendo en mejorar la
eficiencia de los servicios públicos en general y de los sanitarios en
particular, es evidente que en materia sanitaria hemos implementado
mejoras en la organización y gestión que han supuesto en los últimos años
un avance indiscutible.

Sin embargo, no hay ninguna duda de que algunos de los elementos del
gasto sanitario deben corregirse, como, por ejemplo, el gasto
farmacéutico, que representa el elemento más distorsionador de la
evolución del gasto sanitario. En España sucede así, ya que mientras que
el crecimiento del gasto sanitario se sitúa en el siete por ciento anual,
el farmacéutico crece a razón del 15 por 100 anual. Por esta razón, desde
Coalición Canaria entendemos que en este momento es clave el debate sobre
el control del gasto público y, obedeciendo a los criterios asumidos por
España en Maastricht en lo relativo al gasto farmacéutico en España, hay
que buscar una solución a este gran problema. Es preciso destacar la
necesidad imperiosa de introducir medicamentos en formulación genérica,
como se ha dicho aquí, que en algunos países ha representado una
reducción de este gasto en un 30 por 100. No hay que olvidar que en el
caso español menos del uno por ciento de los productos está en
formulación genérica, mientras que en los países de nuestro entorno este
porcentaje se eleva a alrededor del 30 por 100. Además de esta medida se
deberían establecer mecanismos de control en la eficacia de gestión del
gasto público más rigurosos en la introducción de nuevos productos en el
Sistema Nacional de Salud. La salvedad de estos controles quedaría
justificada por la eficacia demostrada de estos nuevos productos. El
control de precios es muy necesario y también sería conveniente la
promulgación de esa norma sobre los márgenes.

Apoyamos la libertad de elección, apoyamos la formación y reciclaje del
personal, pero también pedimos, como también ha dicho otro portavoz, la
resolución urgente y grave del problema del universitario. Creemos que se
deben aprovechar todos los avances tecnológicos para las mejoras
sanitarias, que pueden llegar de la aplicación de la informática, que
todos los ciudadanos tengan y utilicen ese carné informático que, aparte
del ahorro que pueda suponer, puede salvar muchísimas vidas y que existe
ya en otros países, como en Suecia.

Señor Ministro, aunque somos fervientes admiradores de la economía de
mercado, abogamos también fervientemente que educación y sanidad sean un
sistema público, que aquí no se ha negado. Nadie ha pedido convertir las
instituciones públicas en sociedades anónimas. Aquí lo que se ha dicho y
lo que nosotros aplaudimos es la aplicación de técnicas empresariales en
una gestión óptima de servicio público. Eso es lo que se pide y es lo que
está en todos los sistemas racionales europeos occidentales públicos.

Hay que señalar también que estamos hablando de algo que es
incuestionable. Se ha dicho que es algo que está por mandato imperativo
de la Constitución española en su artículo 43. Señor Ministro, pedimos
que a través de ese plan integral de salud se consiga de una vez para
siempre --a ver si lo logramos-- una mejora del nivel de vida y una
mejora del Estado del bienestar, que es lo que se está haciendo y que se
debe, hay que reconocerlo, al Gobierno anterior, y que se continúe en
esta línea a ver si conseguimos más vida a los años y más años a la vida.

No quisiera terminar mi intervención sin felicitarnos por el carácter
unánime del acto de ayer tarde, que fue emocionante, al conseguir una
uniformidad de criterio de todos los grupos políticos ante un
importantísimo tema como es el sanitario. Y en esa felicitación incluyo
también al compañero Villalón.

Por último, como decían los romanos a sus amigos, señor Ministro, salutem
plurimam.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Gómez.

Para cerrar el turno de intervenciones de portavoces, tiene la palabra el
portavoz del Grupo Popular, señor Villalón.




El señor VILLALON RICO: Señor Presidente, señoras y señores Diputados,
señor Ministro de Sanidad y Consumo, mis primeras palabras en esta
intervención lógicamente tienen que ser de saludo hacia el señor Ministro
en su primera comparecencia en esta Comisión de Sanidad y Consumo, pero
no solamente saludo al Ministro sino al equipo ministerial que hoy le
acompaña. Y quiero que el saludo no sólo sea en representación del Grupo
Popular, sino, como me han transmitido los Diputados de este grupo, de
una forma personal, manifestándole a usted nuestro apoyo y más
inquebrantable lealtad a su persona y al proyecto sanitario que usted
representa. También le deseo una eficaz gestión a lo largo de esta
legislatura al frente del Ministerio de Sanidad que, como algunas
ilustres señorías



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conocen, es un ministerio complicado, difícil de satisfacer y con grandes
niveles de responsabilidad al tratar uno de los grandes valores que
tienen los hombres y mujeres, como es la salud.

Le queremos transmitir asimismo el deseo de que la Comisión de Sanidad y
Consumo se constituya como uno de los pilares básicos de la política
sanitaria en el ámbito del Estado español, según se puso de manifiesto en
el día de ayer a través de la propuesta de creación de la ponencia cuya
primera iniciativa partió del Gobierno de la nación. El Ministro cuenta,
lógicamente, con la colaboración de los Diputados del Grupo Popular y,
por lo que hemos visto y oído a lo largo de esta sesión, con los
Diputados de la Comisión de Sanidad y Consumo.

Entrando ya en lo que el Ministro ha dicho al explicar la política
general de su Ministerio, habría que señalar que la intervención del
señor Ministro ha sido intensa y extensa. Ha sido una visión
pormenorizada de lo que es la realidad sanitaria de nuestro país. Ha ido
tocando los problemas y las situaciones conflictivas que tenemos en
nuestro país desde el punto de vista sanitario. También tendría que
decir, señor Presidente, que, a lo largo de mi experiencia parlamentaria,
he visto varios ministros de Sanidad y, sin lugar a dudas, ésta ha sido
la comparecencia más extensa y mejor estructurada de todas las que he
tenido la satisfacción de oír.

Señor Presidente, voy a hacer un simple paréntesis para decir que al
Grupo Popular le gustaría que estas intervenciones se remitieran al
artículo 203 del Reglamento de esta Cámara, donde se establece que los
grupos fijarán su posición respecto a los comparecientes, en este caso
respecto a la intervención del Ministro. Y no quiero yo, por supuesto, en
esta primera intervención en la Comisión, hacer un turno en contra o un
turno de réplica a las intervenciones de otros portavoces. Tendría que
decir a alguna de las ilustres Diputadas que hay que olvidar tiempos
pasados, que hay que afrontar la realidad y el futuro de nuestro país
desde el punto de vista sanitario y también que la política sanitaria del
Partido Popular la marca el Gobierno y no la marca nadie más.

Dicho todo esto, me parece oportuno hacer un pequeño balance de la
intervención del señor Ministro en la Comisión, respecto a las líneas
generales que ha planteado. Creemos que el señor Ministro ha puesto de
manifiesto una visión de lo que es la política sanitaria desde el
Gobierno y ha establecido la situación sanitaria desde los distintos
parámetros y desde los cambios que se están dando en nuestra sociedad,
cambios de hábitos de la sociedad española, cambios por las nuevas
tecnologías y los avances científicos, y ha establecido unas grandes
líneas de actuación. Quizás olvide mencionar alguna, pero podrían ser los
siguientes: sistemas de información en el ámbito sanitario, ordenación
sanitaria, reordenación de los recursos sanitarios, tanto humanos como
materiales, y política de concertación.

Desde el punto de vista de lo que es el Ministerio de Sanidad en sí
mismo, se ha referido lógicamente a la salud pública y ha aludido no
solamente a medidas de prevención de la enfermedad, sino también
actuaciones sobre otras áreas claves, como él ha denominado: cáncer,
enfermedades cardiovasculares, tuberculosis, sida y salud mental. Ha
hecho referencia a la política de trasplantes, y quiero hacer también
aquí un pequeño inciso para señalar el talante con el que el Partido
Popular ha llegado al Gobierno y, en particular, el Ministro señor Romay
ha llegado al Ministerio. Cuando se ha visto que había personas
competentes en distintos aspectos de la administración, cuando se ha
visto que había personas que eran capaces de llevar a cabo un buen
programa sanitario a lo largo de los próximos años, se les ha mantenido
en sus puestos. No se ha llegado al Ministerio con la sensación de borrón
y cuenta nueva. Y digo esto al hablar de los trasplantes porque se ha
mantenido al coordinador nacional de trasplantes, de la misma forma que
se han mantenido en altos cargos del Ministerio a otras personas que han
trabajado con eficiencia de cara a la sociedad española.

Dentro del papel del Ministerio, me parece oportuno hacer referencia a
algunos de los aspectos fundamentales que ha indicado el señor Ministro.

Por ejemplo, la descentralización del Sistema Nacional de Salud; el
acuerdo con las comunidades autónomas, no solamente de cara al futuro y
en relación con las transferencias del Insalud, sino también respecto al
marco y al modelo de financiación; la potenciación del consejo
interterritorial y la defensa de los principios básicos de equidad y de
universalización para los españoles, desde el punto de vista sanitario.

Da la sensación de que, en estos momentos, las actuaciones del Gobierno y
del Ministro van en la línea que yo creo que se ha marcado en los últimos
años desde el Partido Popular.

Con referencia a la política farmacéutica, ha expresado su preocupación
por el aumento del gasto, por la desviación del presupuesto por este
gasto farmacéutico, por el hecho de que se establezca la vía de los
medicamentos genéricos o la relación con lo que se denominan oficinas de
farmacia. Ha aludido al establecimiento de normas básicas con respecto a
los horarios, a las guardias, a que haya más farmacéuticos en las
oficinas y ha señalado la necesidad de establecer una norma estatal sobre
la regulación de las oficinas de farmacia. Creo que son pautas que nos
hacen ser optimistas desde el punto de vista de lo que va a ser la
gestión del Ministerio.

El Ministro se ha referido también al establecimiento de objetivos en
relación con la ordenación de las profesiones sanitarias, en el gran
marco de lo que sería la ordenación sanitaria, desde el punto de vista de
lo que es la promoción de los recursos humanos y la incentivación de la
carrera profesional. Ha establecido grandes retos para el Ministerio,
como pueden ser los perfiles profesionales, el régimen de formación
especializada, la formación continuada, la carrera profesional, como
decía antes, y el ajuste entre la oferta y la demanda en los
profesionales. Otro reto sería regular la situación del sector de
enfermería o diplomados universitarios de enfermería, establecer las
especialidades y homologación a tenor de lo que ya existe en otros
países, fundamentalmente en la Unión Europea, la formación y docencia, la
relación entre la formación universitaria y la formación de postgrado.

Estos son algunos de los aspectos fundamentales a los que el Ministro se
ha referido y que a



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nosotros, sin dejarnos llevar por la pasión, nos hacen sentirnos
optimistas. Ha aludido al Instituto de Salud Carlos III, desde el punto
de vista de lo que es el aspecto científico de la sanidad, al Consejo
interterritorial y a la colaboración de las agencias de evaluación
tecnológica. Y, por supuesto, dos aspectos importantísimos de la
intervención del Ministro han sido el Sistema Nacional de Salud y el
Insalud. El Sistema Nacional de Salud ha mantenido la universalidad, la
eficiencia de los servicios y las técnicas de gestión, pero cree el
Ministro --y nosotros con él-- que hay que mejorar las estructuras desde
el punto de vista de la organización y de la gestión. Decíamos ayer --y
lo ha repetido el Ministro-- que es una estructura seguramente rígida y
burocratizada, que hay deficiencias en la libre elección de los
ciudadanos, en conseguir que la calidad y la rapidez de los servicios que
requieren los ciudadanos sea un poco el denominador común de lo que los
ciudadanos españoles desean. Ha hecho referencia, como no podía ser de
otra forma, a las listas de espera y al modelo de organización y gestión,
y ha esbozado algunas de las soluciones que desde el Ministerio se
plantean. Pero bien es verdad, como han manifestado algunos de los que me
han precedido en el uso de la palabra, que hay que esperar a los acuerdos
de la ponencia para establecer las soluciones definitivas, desde el punto
de vista de la financiación y provisión, estableciendo dos líneas de
actuación administrativa diferenciadas, la autonomía de gestión de los
directores y gestores de los centros sanitarios y la libre elección. Y ha
dicho textualmente --y alguno de los Diputados lo ha criticado--: El
dinero sigue al enfermo. El Ministro ha intentado establecer lo que
significa la descentralización en las profesiones sanitarias, el hecho
del límite en el gasto y la orientación de los recursos según las
necesidades del ciudadano.

Un apartado importante es el referido al Instituto Nacional de la Salud.

Por supuesto, cuenta con nuestro apoyo a la reestructuración
administrativa del Instituto Nacional de la Salud, al establecimiento de
la secretaría general de asistencia sanitaria, con cargo de
subsecretario, y los cuatro directores generales que establece el
organigrama de este órgano de gestión.

Completar las transferencias y la autonomía de los centros sanitarios han
sido las dos grandes líneas de actuación desde el punto de vista de lo
que es el Insalud. Ha hecho referencia --y no ha ocultado cifras-- a lo
que es la situación financiera, a las listas de espera, a las medidas que
se pretenden adoptar para mejorar los problemas que suponen las listas de
espera, el incremento de la actividad quirúrgica y el aumento de
colaboración con otros centros sanitarios --ha puesto el ejemplo de tres
centros en Madrid, la capital de nuestro país: el Carlos III, Santa
Cristina y la Cruz Roja-- y ha hablado de autoconcertación, de conciertos
con centros privados, del establecimiento de una oficina central que
regule o coordine todo aquel seguimiento sobre la gestión de estas listas
de espera.

Yo creo que es difícil esquematizar en pocas palabras la extensa
intervención del Ministro, como decía antes. Ha hablado --me parece muy
importante-- de un plan piloto sobre la autonomía hospitalaria. Se han
establecido pautas sobre el contrato-programa, las unidades de medida
como puede ser el GRD, sistemas informáticos, uso racional del
medicamento en los hospitales, y no ha escatimado palabras en alabanzas a
aquellas cosas de administraciones anteriores que el Ministro considera
que están bien hechas y aquellas que hay que mejorar. La atención
primaria, la atención especializada, la estructura administrativa, la
relación entre la atención primaria y la atención especializada y el
establecimiento de un plan estratégico del Insalud son, en resumidas
cuentas, señor Presidente, algunos de los aspectos importantísimos que el
Ministro ha anunciado como programa del Gobierno en política sanitaria.

Voy a terminar, señor Presidente, y creo que a modo de resumen se puede
decir que lo que plantea el señor Ministro en esta Comisión es hacer más
eficiente el sistema sanitario, potenciar el Consejo Interterritorial,
concluir las transferencias sanitarias, en resumidas cuentas, mejorar la
calidad asistencial de los ciudadanos de nuestro país.

Ya para finalizar quiero hacer referencia a la afirmación de un
prestigioso político y pensador de la Europa Oriental, como es Vaclav
Havel. Decía, hablando de los políticos: «Es mucho más importante para un
político saber comunicarse y conservar el sentido de la medida, tener
capacidad de percepción y comprensión de los problemas y la mentalidad de
la gente.» Yo creo que el Ministro Romay tiene esas cualidades y por eso
nosotros confiamos plenamente en él.




El señor PRESIDENTE: Para contestar a las distintas intervenciones de los
portavoces, tiene la palabra el señor Ministro de Sanidad.




El señor MINISTRO DE SANIDAD Y CONSUMO (Romay Beccaría): Yo quiero
agradecer a todos sus intervenciones y sus críticas, cuando las hubo, que
han sido todas constructivas y de las que yo, estoy seguro, voy a
aprender mucho, y nada más lejos de mi ánimo que tratar de rehusarlas,
sino, por el contrario, recibirlas todas con espíritu de quien quiere
aprender.

A la señora Amador le agradezco especialmente su oferta de diálogo, su
entendimiento de la política sanitaria como una política de Estado, que
evidentemente lo es, pues la salud es un bien demasiado importante y la
política sanitaria una actividad demasiado trascendente y demasiado
costosa como para que no tratemos de preservarla de cualquier debate que
no sea estrictamente motivado por estas razones básicas del Estado, y por
tanto espero que todo esto se traduzca en hechos constructivos a lo largo
de la legislatura.

Con respecto a las observaciones que ha tenido la amabilidad de hacer,
podría hacer algunas precisiones. En cuanto al papel del Ministerio, yo
comprendo que una reforma de la profundidad de la que hemos afrontado
pueda suscitar las dudas que le suscitó a ella acerca de si quedaría
suficientemente dotado el Ministerio para ejercer el papel que le
corresponde en el Sistema Nacional de Salud. Pienso que, dentro de la
política de austeridad, las funciones de todos los órganos que ejercían
actividades relacionadas con el Sistema Nacional de Salud se mantienen,
unas han pasado a depender directamente de la Subsecretaría



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y otras de la Secretaría General de Asistencia Sanitaria --las que tenían
más conexión con lo que es la asistencia sanitaria--, cerca del Insalud,
donde está todavía una parte de la asistencia sanitaria global del
estado; algunos de esos órganos, que no han salido del Ministerio, están
en la Secretaría General de Asistencia Sanitaria como parte del
Ministerio, de modo que no han salido del Ministerio, se han situado,
dentro del Ministerio, en la parte más relacionada con la asistencia por
razones de operatividad. Desde allí ejercerán funciones en relación con
el Sistema, en relación con el Insalud, y a ese criterio responde
básicamente esta operación.

En estas cosas siempre hay un problema de elección, y todos nos vemos en
la necesidad de optar. Seguramente sería mejor tener dos directores
generales, uno que pudiera hacer sólo lo del Sistema Nacional de Salud y
otro que pudiera llevar la actividad presupuestaria, el seguimiento del
presupuesto del Insalud, su redacción, control y gestión. Puestos a
elegir, nosotros elegimos tener un director general de presupuestos y de
gestión económica en el Insalud, que tiene que hacer el presupuesto del
Insalud, que es muy complejo, y en el que hay que tener una participación
muy activa, que tiene que llevar con los centros de una clase y de otra
la gestión de ese presupuesto del billón 300.000 millones, en vez de
tener un director general en el Ministerio que en realidad recoge ese
presupuesto del Insalud, que le viene prácticamente hecho, porque es muy
difícil que se pueda hacer fuera del organismo, y que eleva esos gastos
al conjunto del Sistema Nacional de Salud, con funciones que yo no quiero
minimizar, pero, puestos a elegir, nosotros elegimos tener ese director
general en el Insalud y una oficina presupuestaria de menor nivel bajo la
tutela del Subsecretario para extrapolar al Sistema Nacional de Salud las
cifras presupuestarias dentro del marco de financiación de la sanidad.

En cuanto a la financiación, es verdad que por parte de algunos
representantes del Ministerio de Trabajo hubo esas referencias, que yo
entiendo que fueron coloquiales, de quien está gestionando los recursos
básicamente de la Seguridad Social y que hace unas cuentas un poco
elementales: si no fuera por esto de la sanidad, la Seguridad Social iba
muy bien, nos llegaban los recursos, podíamos pagar sin problemas las
pensiones. Pero yo no creo que tenga más trascendencia que ésa, es una
manifestación coloquial.

Todo se tiene que financiar, es verdad que las cuotas de la Seguridad
Social están concebidas para sostener en parte los servicios sanitarios y
que esa parte sostenida por las cuotas ha ido disminuyendo, hasta hay un
acuerdo para que toda la financiación del Ministerio de Sanidad salga de
los presupuestos, y yo estaría contentísimo de que eso se aplicara cuanto
antes y nuestros amigos de Trabajo se quedaran muy contentos con sus
cuotas y sus pensiones y las otras obligaciones que tienen del Sistema de
Seguridad Social. Creo que el tema no tiene mayor trascendencia que ésa.

El sistema sanitario yo creo que nos merece a todos la consideración de
un sistema que ha prestado un enorme servicio a la población y que ha
contribuido --y creo que lo hemos dicho todos-- a la cohesión social del
país, a la convivencia pacífica, en la medida que la paz es la obra de la
justicia, y la solución solidaria y justa de los problemas de la sociedad
y de la sociedad más débil frente a las demandas de salud es un
componente de estabilidad, de paz, de solidaridad y de cohesión social
que creo que justifica que todos tengamos por nuestro sistema de salud el
afecto y la admiración que tenemos, lo cual es compatible con que algunas
manifestaciones de la forma en que se prestan esos servicios y de su
gestión creen también algunas exasperaciones en algunas personas que
lamentablemente no pueden ser atendidas siempre con la diligencia, la
puntualidad y la facilidad a que aspiran muchas veces los ciudadanos,
pero creo que el sistema sanitario español goza de un aprecio básico de
la población, aunque se produzcan en ocasiones estas circunstancias a las
que me refiero.

Yo diría que las listas de espera, más que consustanciales con los
sistemas nacionales de salud, son consustanciales con una forma de los
sistemas nacionales de salud que tiene una base fundamentalmente de corte
administrativo, burocrático, con poca competitividad dentro del propio
Sistema Nacional de Salud, y creo que eso sería lo que tendríamos que
tratar de resolver y de mejorar para que también en ese punto de las
listas de espera el incremento de las actividades dentro del sistema y la
mayor competitividad de las instituciones permitiera esa atención más
rápida a los ciudadanos.

La señora Maestro se refirió también a esta cuestión. Yo no creo que sea
tanto un problema de desajuste cuantitativo de los recursos con las
necesidades como de un mejor aprovechamiento de los recursos. En
ocasiones se ha visto --y no quiero poner de ejemplo el caso de Galicia--
cómo en otras comunidades autónomas un aprovechamiento más intenso de los
recursos y más eficiente ha permitido, con los mismos medios, conseguir
resultados más satisfactorios para la población y alcanzar niveles muy
estimables, como es el caso del País Vasco, al que luego me puedo referir
también.

Creo que viendo, como vemos, que desgraciadamente no siempre todo se hace
bien y a veces muchas cosas salen mal, en prestigio del Sistema Nacional
de Salud, si alguna cosa sale mejor no será malo que se sepa también.

Creo que con eso contribuiremos a prestigiar un sistema que presta unos
servicios tan importantes. Si algo de las listas de espera saliera bien
me alegraría, más que por mí, porque se viera que con el Sistema Nacional
de Salud éramos capaces de dar un servicio mejor a los ciudadanos.

En ordenación farmacéutica, a la que se refería también la señora Amador,
tengo algunas ideas que ya anticipé en mi intervención. Trabajamos sobre
la conveniencia de dictar una normativa básica que facilite la ampliación
del número de farmacias, que facilite que las farmacias puedan estar
abiertas más tiempo, puedan tener más servicios de urgencia y puedan
contar con más farmacéuticos, que además de resolver un problema de
ocupación de estos profesionales contribuiría también a un mejor
servicio, en la medida en que serían más profesionales a trabajar en
estas farmacias en que, por su volumen, estuviera justificado el que
contaran con más de un farmacéutico.




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El Plan de Salud es algo sobre lo que trabajamos también. No podemos
perder de vista esa referencia nacional del Plan de Salud como algo que
todos consideremos que debe ser una referencia general en el conjunto de
España y asumido por las comunidades autónomas, y sobre esa base nos
proponemos terminar los trabajos y avanzar, poniendo mucho acento en que,
o es algo que realmente asumen todas las comunidades autónomas como algo
propio que les puede servir de referencia, o valdrá mucho menos. En todo
caso, puede tener que ver con esas prioridades que dejé apuntadas en la
intervención como algo que corresponderá al Ministerio en su papel,
dentro del Sistema Nacional de Salud, de impulsarlas y propiciarlas.

Algunas de esas áreas claves a las que antes me refería están en esa
línea de buscar algunos asuntos en los que haya un consenso entre todos,
porque merecen una atención especial por parte de todos los servicios
sanitarios.

En cuanto a las habilitaciones legales a las que me he referido para que
el Insalud pueda disponer de medios organizativos jurídicos, que le
permitan contar con otras posibilidades de gestión, estoy diciendo lo que
digo: no se trata de hacer una transformación radical de todo el Insalud,
porque no sería bueno ese tipo de medidas, ni es mi forma de entender
cómo se tienen que gestionar estos servicios y cómo se tienen que
introducir las innovaciones, que siempre tendrán que ser gradual y
consensuadamente, y experimentando. Hay que hacer experiencias pilotos;
ver si dan los resultados esperados. En algunas ocasiones sabemos ya, por
experiencias anteriores, que las cosas van bastante bien, pero trataremos
de aplicarlas a los casos concretos con esta mentalidad de hacer la
reforma gradual y consensuadamente, como creo que se debe hacer si
queremos que llegue a buen puerto.

De modo que no hay por qué preocuparse en cuanto a que vayamos a tomar
medidas de difícil marcha atrás. Creemos que no serán necesarias pero, en
todo caso, serán graduales, consensuadas y lo más pacíficas posibles.

Esto tiene algo que ver, y lo anticipo, con algunas de las preguntas.

¿Cómo se entiende esto con una ponencia constituida para estudiar todas
estas cuestiones? Por una parte, nosotros anticipamos algunas de las
ideas que vamos a llevar a la ponencia. Me parecía obligado decir algo de
lo que pensábamos en relación con eso y no quedarme absolutamente callado
por el hecho de que esté una ponencia constituida para estudiar estas
cosas. Nosotros apuntamos estas ideas. Las vamos a debatir allí. Vamos a
ver hasta qué punto merecen el consenso, y estaremos dispuestos a buscar
ese consenso y a tratar de atenernos a las consecuencias del mismo.

En todo caso, creo que algunas de estas medidas que pudiéramos anticipar,
y que no son en ningún caso un cambio radical, son compatibles con ese
planteamiento de que las grandes directrices y las grandes cuestiones
queden remitidas a las conclusiones del trabajo de la ponencia.

En relación con la libre elección, trataremos de avanzar en ese camino.

Es un camino complejo, como la señora Amador sabe, sobre todo a la hora
de pensar en la efectividad de esas medidas, en la realidad práctica y en
la instrumentación de las mismas, en que se lleven a la práctica. Eso nos
parece que pasa por procesos de información muy complejos, pero
trataremos de avanzar, porque creemos en ello y hemos dicho que es algo
en lo que tenemos déficit y tenemos que tratar de superarlos lo antes
posible.

Muchas veces ha hecho la señora Amador referencia a mis compañeros de
grupo, para los que yo le pido comprensión. A veces, si miramos la propia
historia a lo mejor algo aprendemos. Seguro que si la señora Amador
repasa las actas del Congreso de los Diputados de las legislaturas de
hace algunos años y ve algunas cosas de sus compañeros, también tendrá
más comprensión. Los dos hemos tenido responsabilidades de Gobierno. Nos
conocimos ya desde esa posición. Eso condiciona mucho y yo me alegro
muchísimo de que, después de haber pasado los dos por esa experiencia y
de saber lo difícil que es gestionar esos servicios, encuentre en la
señora Amador la misma comprensión que creo que ella tuvo por mi parte,
aunque yo no era la oposición formalmente dicha, cuando teníamos que
debatir cuestiones de esta naturaleza en los órganos en los que estábamos
juntos, y creo que los dos pusimos siempre todo lo que estaba de nuestra
parte para tratar de acertar en las decisiones en bien de la política
sanitaria de España.

A la señora Maestro también la he escuchado con mucha atención. Yo creo
que sabe usted muy bien que cuando todos hablamos de estas cosas y
utilizamos estas palabras que traemos de otros ámbitos de la economía a
este sector de los servicios sanitarios, las usamos con mucho cuidado,
poniéndolas entre comillas, sabiendo --y se lo quiero decir-- que éste es
un bien de unas características tan especiales que yo no creo en la
privatización de estos servicios, pero no lo creo por la naturaleza del
servicio, por el bien que tratan, por el papel que desempeñan en esta
tarea los proveedores de estos servicios. Esto no es un mercado, pero
tampoco es algo que se pueda sustraer totalmente a un poco de
competitividad a esos estímulos.

Si llegáramos a estar de acuerdo en esto, en que esto de verdad no es un
mercado, que es un bien muy especial que hay que sustraerlo de los
avatares de muchas cosas del mercado, pero que es compatible con tratar
de conseguir más productividad, más competitividad, sabiendo muy bien
--creo que antes lo dije-- que éste es un asunto muy delicado y que hay
que tratar de estimular las cosas que hay que hacer y el trabajo de los
profesionales y desincentivar otras, entenderíamos que ésa es la grandeza
y la servidumbre de la gestión de estos servicios, y que hay que
encontrar unos equilibrios exquisitos y unas sofisticaciones muy grandes.

De verdad no sería nada bueno privatizar esto, porque es un bien (aparte
de las connotaciones sociales que se tengan) al que le va muy mal el
mercado, pero algo de competitividad y de competencia yo creo que sí le
va bien, así como la incorporación a la gestión de los servicios públicos
de algunas técnicas que se han revelado más eficientes y que hay que
tratar de hacer compatibles con valores que estoy seguro que para S. S.

son muy estimables. No se trata de eludir criterios de objetividad en la
selección de personal; no se trata de prescindir de ninguna garantía en
políticas de personal. Pero eso es diferente de pensar que debemos
mantener intocable el sistema burocrático administrativo



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con que nacieron estos servicios cuando eran otra cosa. En todo el mundo
--y no en los Estados Unidos, que no es el modelo para nosotros, de
ninguna manera--, en los países de Europa con los que más nos
relacionamos y nos comparamos, todos los que tenían modelos sanitarios
como el nuestro de servicios públicos integrados --y usted ha citado
Inglaterra, pero también Suecia--, han iniciado procesos de
flexibilización de estas estructuras burocratizadas, que se compadecen
mal con la prestación de servicios tan especiales, que no son privados,
pero son públicos muy especiales, como son los servicios sanitarios, con
el papel tan relevante de profesionales en estos servicios, que deciden
cosas tan importantes. Pues yo creo que eso es algo que tenemos que
intentar también aquí en defensa del sistema público, en defensa de esta
conquista que no puede seguir siendo acusada de que tiene ineficiencias
que se pueden evitar, y esto es lo que tenemos que perseguir entre todos.

Yo creo que si nos ponemos de acuerdo en que éstos son los planteamientos
básicos, después podremos encontrar las fórmulas para preservar todos
estos valores, y por eso espero mucho de trabajo entre todos.

La verdad es que en Europa y fuera de Europa --porque Canadá es un
ejemplo también de esto --se puede decir que donde más satisfacción
encuentran los usuarios de estos servicios es realmente donde, sobre
bases de financiación pública y de aseguramiento universal, pueden elegir
más, y en algunos países hasta son capaces de conseguir que eso no se
traduzca en un coste excesivo. Y eso yo creo que es lo más singular del
ejemplo alemán, que consiguen al mismo tiempo satisfacción de los
usuarios con libertad de elección, y esos regímenes básicamente de
aseguramiento público y financiación pública, pero que con este juego de
la competencia interna, dentro del sector público, los ciudadanos pueden
elegir, encuentran más grado de satisfacción, y con esas fórmulas de los
contratos públicos, a que antes me refería, y de los presupuestos
globales consiguen una contención relativa del gasto, que creo que es
algo que todos tenemos que intentar. De modo que la provisión va a seguir
siendo básicamente pública. No se trataba de alterar las proporciones,
sino de aprovechar los recursos que hay. Efectivamente, Povisa lo
aprovechamos. Usted citó algunas de esas experiencias de Vigo. No se
trata de que cerrara un hospital de 600 camas en la ciudad de Vigo.

Preferimos hacer los acuerdos pertinentes, y con muy poquito más dinero,
pero bien aprovechado por las dos partes, Povisa pudo salir adelante y
nosotros pudimos tener más y mejores servicios, y con una satisfacción
aceptable de la población, según todos los indicadores que tenemos. Creo
que ésa fue un forma razonable de afrontar esa situación que, por otro
lado, no vino a alterar allí ninguna proporción de lo público y de lo
privado, porque esa institución ya existía.

Por lo que se refiere a la desmembración que le dicen a usted que hicimos
en el servicio gallego de salud, fue abrir un hospital que se acababa de
construir bajo la fórmula de una fundación, que es de la Comunidad
Autónoma, que es pública aunque luego se llame privada, porque ejercita
el derecho privado, pero que es absolutamente, cien por cien, de la
Comunidad, y que se gestiona con buena satisfacción de los profesionales
que trabajan allí y de los pacientes que atiende, y también tengo que
decir que con menor coste que los hospitales convencionales homologables.

Creo que ésa es una experiencia no sólo nuestra, en otros sitios la ha
habido también, y no la debemos despreciar. Trataremos de salvar todo lo
que haya que salvar de sus planteamientos, que estoy seguro que su razón
tienen también cuando usted los hace. Eso creo que excluye todas esas
preocupaciones, lo que va a pasar con el patrimonio del Insalud. Nada
sale del ámbito de donde tiene que estar. El plan de la primaria
procuraremos terminarlo, así como el plan estratégico, que esperamos
tener terminado y con todos los datos disponibles antes de fin de año.

En cuanto a las listas de espera, yo creo que ya las comentamos. Nuestro
objetivo fundamental es afrontarlas mejorando nuestros recursos. En esta
primera fase tenemos que acudir, todavía a lo mejor en una mayor medida
de lo normal, al apoyo del sector privado, pero el objetivo estructural
sobre el que trabajamos es con mejoras en la productividad, eliminación
de cuellos de botella, viendo dónde falta un quirófano, o si el cuello de
botella está en las camas de reanimación, o dónde se pueden liberar unas
camas con un hotel de pacientes, o dónde podemos hacer más hospital de
día, cirugía mayor ambulatoria, todas estas medidas que S. S. conoce tan
bien. Es decir, por esas vías debemos tratar de resolver los problemas y,
desde luego, nada más lejos de nuestro ánimo que meternos en ningún
proceso de privatización.

En cuanto a la cantidad de recursos, yo creo que es básicamente
suficiente, lo cual no quiere decir que no pueda haber desajustes
territoriales. El número de las necesidades de camas de agudos S. S. sabe
tan bien como yo que están disminuyendo. Plantea usted un problema que
sin duda vamos a tener, que es el de la atención a los ancianos asistidos
que necesitan unos mínimos cuidados sanitarios. Por ahí es perfectamente
previsible que las demandas no estén atendidas con la oferta actual. Ese
es un problema sociosanitario y entre todos tendremos que ir buscando
solución para atender esa necesidad creciente que tenemos en el
horizonte.

En relación con el sida, puedo decirle que el uso de esos nuevos
medicamentos, en la medida en que lo necesiten nuestros pacientes, está
garantizado por las vías a que S. S. se refirió también. Sobre el plan
integrado, yo creo que ya he hablado. No quisiera yo que saliera de aquí
ninguna alarma social. Ninguno de los valores de nuestro sistema
sanitario público está en cuestión con ninguna de estas medidas, ni con
las que podamos discutir en la ponencia, ni con alguna puntual que
podamos hacer para hacer un plan piloto de ver si un hospital lo podemos
cambiar de forma jurídica, que será siempre consensuando con los
profesionales, pactando soluciones, algunas se apuntaron aquí, que se
pueden quedar en excedencia en otro sitio... Yo creo que algo tenemos que
hacer con el marco jurídico del personal que trabaja en nuestros
servicios. También es algo en lo que no es difícil que nos podamos poner
de acuerdo. Espero que entre todos encontremos las mejores soluciones
para dar satisfacción a todos los intereses legítimos que hay en juego en
este tipo de operaciones.




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En relación con el nivel de conflictividad social en Galicia, yo tuve la
satisfacción de hacer todas las reformas importantes que hicimos con un
máximo consenso de las fuerzas sindicales, y quedaba esa espina de la
privatización de Vigo, señora Maestro. Si alguien induce a la gente a
pensar que crear una empresa pública para gestionar unos aparatos de alta
tecnología, que nos parece que eso va a permitir un mayor aprovechamiento
de ese recurso y más facilidades, es privatizar la medicina, produce una
alarma; y seguramente sale la gente a manifestarse si lo que les dicen es
que se va a privatizar la sanidad. Pero si realmente lo que se hace es
crear una empresa pública para gestionar unos aparatos de alta tecnología
y prestar esos servicios con un poco más de flexibilidad, dentro del
sector público, al servicio del sector público, con todo desinterés, pues
realmente creo que no estaría justificada ni la alarma ni la
conflictividad. Nosotros no defendemos más que los intereses de la
población y no tenemos más intereses que los de la población. En la
medida en que el sector privado aporte recursos y medios, que están ahí,
para que, bien aprovechados, redunden en un mejor servicio de la
población, contaremos con ellos, pero sin más objetivo que aprovechar
bien esos recursos para atender bien a la gente.

En cuando a la señora Riera, le agradezco también sus palabras de
aliento, su oferta de diálogo. Es verdad que yo he aprendido muchas cosas
de la sanidad catalana, lo he dicho allí y lo digo aquí. Creo que lo
hicieron ustedes muy bien y con un respeto absoluto a los principios del
sistema de salud, a la defensa del sector público, que consiguieron
ustedes gestionar muy bien y hacerlo más eficiente y más aceptable por
los ciudadanos, pero supieron en el sector público introducir estos
elementos de mejora de gestión. Creo que es algo que lo hicieron ustedes
bien y yo no tengo ningún reparo en aceptar que soy un admirador de esas
políticas, y que creo que, en la medida en que se puedan aprovechar en
otras partes, debemos hacerlo. No renunciamos a ningún principio y,
efectivamente, buscamos esa mayor competitividad.

También comprendo la preocupación financiera. Estos son servicios muy
costosos, las demandas son muy preocupantes, están todas ahí, la
tecnología es costosísima, la demanda aumenta por razones de muy diversa
naturaleza y comprendo la preocupación financiera para atender estos
servicios como es necesario, y naturalmente que me tendrán a su lado para
tratar de concienciar, entre todos, a quienes tienen que tomar las
decisiones últimas sobre el manejo de los recursos públicos para que la
sanidad siga mereciendo la mayor consideración por parte de los poderes
públicos y se pueda mantener y mejorar, como es el deseo de todos, un
servicio tan importante. Es verdad que en Cataluña tienen algunos
problemas que seguramente el actual modelo de financiación no resuelve
con toda equidad, y que existen esos problemas de las gentes que se
vienen a intervenir aquí, que ocasionan unos sobrecostes a la sanidad
catalana porque no están atendidos por el modelo, y creo que eso
tendremos que debatirlo entre todos para ver si, entre todos, avanzamos
sobre los actuales criterios de distribución de recursos sanitarios.

El señor Olabarría planteó muchas cuestiones. Básicamente las que se
refieren al modelo, a la base constitucional del sistema público, están
comentadas en relación con intervenciones anteriores. También comprendo
la preocupación por el gasto farmacéutico y por el gasto sanitario en
general de algunas comunidades autónomas, en alguna medida eso trasciende
lo que son las competencias del Ministerio. Ya hemos hablado del gasto
farmacéutico. En relación con las medidas que comenté, también puedo
decir que algunas de las que él citó estaban consideradas en el texto,
pero yo no pude leerlo todo; también se considera la posibilidad de
restringir la entrada en el Sistema Nacional de Salud de algunos
medicamentos en condiciones que lo hagan aconsejable; y en relación con
el estatuto de personal, creo que lo que he comentado también es
suficiente respecto a lo que él nos había planteado.

Por lo que se refiere a las listas de espera, tengo que decir que en el
País Vasco, aplicando medidas como las que hemos comentado esta mañana,
han conseguido esa reducción; tienen unos tiempos de espera que yo creo
que ya están muy cerca de lo que podría ser deseable; deben estar por
debajo de los sesenta días de espera como media, y eso en patologías de
esta naturaleza, que ninguna es urgente, como todas SS. SS. saben, se
está acercando a lo que son ya unos plazos de espera perfectamente
asumibles por una sociedad de las características de la nuestra. Yo me
congratulo de que en el País Vasco, con una buena gestión y una buena
administración, hayan conseguido estos niveles de eficacia en el sector
público, y también reseño, por lo que conozco, que están en esta misma
línea de aprovechar las posibilidades que el ordenamiento jurídico ofrece
para conseguir estos mayores niveles de eficiencia en la gestión del
sector público.

Al señor Gómez Rodríguez también le agradezco su oferta de colaboración y
su apoyo. Le felicito por la transferencia que recibieron los canarios,
negociaron bien y lo están haciendo bien después de la transferencia; me
consta que hay servicios muy sensibles en los que la comunidad canaria
está consiguiendo niveles de gestión que nos producen admiración a todos.

Por eso creo que se les puede felicitar. También comprendo sus
preocupaciones sobre el sistema de financiación y las peculiaridades
canarias en ese punto, que trataremos de tener en cuenta para conseguir
esos mayores niveles de equidad y de justicia en el reparto de recursos.

Le agradezco ese apoyo a la introducción de estas técnicas de gestión
privada en el sector público --me parece que lo ha dicho así--, que no es
en absoluto privatizar ni caer en ninguna medida de esa naturaleza.

Al señor Villalón, ¿qué le voy a decir? Que sin el apoyo de los grupos
que sustentan al Gobierno, los gobiernos no podrían estar o serían otros.

De modo que para mí el apoyo del Grupo Popular es absolutamente
fundamental, le agradezco sus buenos deseos para mi gestión, el apoyo que
me expresó, y acepto con mucho gusto ese planteamiento de que la Comisión
de Sanidad y Consumo sea un foro en el que nos veamos asiduamente y en el
que podamos debatir con profundidad y con el mejor espíritu constructivo
cuestiones



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de tanta importancia como son las que se refieren a la política sanitaria
de un Estado, que es un sector absolutamente fundamental.

Muchas gracias, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Terminado el orden del día, y antes de levantar la sesión, yo quiero
agradecer profundamente a las señoras y señores portavoces de los
distintos grupos el desarrollo que ha tenido la Comisión, que yo creo que
es una norma que deberíamos implantar a partir de este día, norma de
moderación, de talante dialogante, porque es bueno para la Comisión pero,
sobre todo, es bueno para la sanidad y bueno para la sociedad, y
agradecer al señor Ministro, cómo no, que con su comparecencia también
haya marcado una pauta de moderación, de brillante exposición, de diálogo
y de promesas que espero y deseo que todos podamos ver cumplidas en bien
de la sociedad.

Se levanta la sesión.




Era la una y cincuenta minutos de la tarde.