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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 322, de 19/10/1994
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1994 V Legislatura Núm. 322
ASUNTOS EXTERIORES
PRESIDENTE: DON JORDI SOLE TURA
Sesión núm. 26
celebrada el miércoles, 19 de octubre de 1994



ORDEN DEL DIA
Comparecencia del señor Ministro de Asuntos Exteriores (Solana
Madariaga), para informar:
--Sobre el grado de conocimiento acerca de la participación del Gobierno
de Kuwait en el pago a políticos y entidades españolas para asegurar el
apoyo de España en la Guerra del Golfo y sobre las relaciones de España
con Kuwait tras estos sucesos. A solicitud del Grupo Parlamentario
Federal IU-IC. (Número de expediente 213/000244) (Página 9788)
--Sobre las razones de la falta de concreción en la delimitación del área
de aplicación del Acuerdo de Cooperación entre los Gobiernos de España,
Francia, Marruecos, Portugal y la Comunidad Europea (CE) para la
protección de las costas y de las aguas del Atlántico del Nordeste contra
la polución. A solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de
expediente 213/000333) (Página 9788)
--Sobre las líneas generales de la política de su Departamento. A
petición propia. (Número de expediente 214/000067) (Página 9790)
--Sobre evaluación de los comicios celebrados en México y de este modo
proporcionar a los distintos Grupos Parlamentarios elementos para
adopción de una posición sobre los mismos. A solicitud del Grupo
Parlamentario Federal IU-IC. (Número de expediente 213/000408) (Página 9817)



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--Sobre las irregularidades que podrían haberse producido en la
tramitación y la concesión de visados de entrada en nuestro país a
ciudadanos magrebíes. A solicitud del Grupo Parlamentario Popular.

(Número de expediente 213/000300) (Página 9817)
--Explicar los sistemas de prevención, gestión y control de las
situaciones de crisis en el extranjero que afectan a los intereses y a
los ciudadanos españoles. A solicitud del Grupo Parlamentario Popular.

(Número de expediente 213/000301) (Página 9819)
--Sobre la evolución de los acontecimiento en Haití, así como sobre la
postura española ante las medidas que la comunidad internacional podría
adoptar con respecto a dicho país. A solicitud del Grupo Parlamentario
Popular. (Número de expediente 213/000337) (Página 9822)
Dictamen sobre Canje de Notas constitutivo de Acuerdo para modificar
parte de los artículos 6, 13 y 23 del Convenio entre el Reino de España y
el Reino de Gran Bretaña a Irlanda del Norte para evitar la doble
imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de impuestos sobre la
Renta y sobre el Patrimonio, hecho en Londres el 21 de octubre de 1975.

(BOCG, serie C, número 142-1, de 17-9-94. Número de expediente
110/000119) (Página 9826)



Se abre la sesión a las nueve y treinta minutos de la mañana.




--COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES PARA INFORMAR:
SOBRE EL GRADO DE CONOCIMIENTO ACERCA DE LA PARTICIPACION DEL GOBIERNO DE
KUWAIT EN EL PAGO A POLITICOS Y ENTIDADES ESPAÑOLAS PARA ASEGURAR EL
APOYO DE ESPAÑA EN LA GUERRA DEL GOLFO Y SOBRE LAS RELACIONES DE ESPAÑA
CON KUWAIT TRAS ESTOS SUCESOS. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
FEDERAL IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número de expediente
213/000244.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a dar comienzo a esta sesión de la
Comisión de Asuntos Exteriores dando la bienvenida, a esta su casa, al
señor Ministro; tenerlo aquí, entre nosotros, es siempre un placer.

Voy a darles cuenta de algunas modificaciones del orden del día
inicialmente previsto.

El Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya ha solicitado la retirada de la comparecencia que lleva el
número 2 que se refiere a petición de comparecencia para informar sobre
el grado de conocimiento acerca de la participación del Gobierno de
Kuwait en el pago a políticos y entidades españolas para asegurar el
apoyo de España en la Guerra del Golfo y sobre las relaciones de España
con Kuwait tras estos sucesos. Por consiguiente, al existir esa petición
queda retirada esta comparecencia.

El Grupo Popular ha solicitado la retirada provisional, el aplazamiento
en realidad, de varias preguntas que son las que llevan los números 9 a
15, ambos inclusive, preguntas formuladas, todas ellas, por el diputado
don Javier Rupérez que se encuentra enfermo y no puede defenderlas.

¿Aprueba la Comisión esta modificación del orden del día? (Asentimiento.)
Muchas gracias.

Por consiguiente, queda retirada la comparecencia número 2 y aplazadas
las preguntas señaladas con los números 9 a 15.

También a petición del Grupo Popular, se solicita una modificación
temporal, es decir, que uno de los puntos del orden del día,
concretamente del número 5, se vea en primer lugar. El señor Ministro ha
expresado su acuerdo y si a la Comisión le parece, vamos a proceder
también a esa modificación del orden del día.

¿Está la Comisión de acuerdo? (Asentimiento.)



--SOBRE LAS RAZONES DE LA FALTA DE CONCRECION EN LA DELIMITACION DEL AREA
DE APLICACION DEL ACUERDO DE COOPERACION ENTRE LOS GOBIERNOS DE ESPAÑA,
FRANCIA, MARRUECOS, PORTUGAL Y LA COMUNIDAD EUROPEA (CE) PARA LA
PROTECCION DE LAS COSTAS Y DE LAS AGUAS DEL ATLANTICO DEL NORDESTE CONTRA
LA POLUCION. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL CONGRESO.

(Número de expediente 213/000333.)



El señor PRESIDENTE: Por consiguente, veremos en primer lugar el punto
señalado con el número 5 del orden del día, comparecencia del Ministro de
Asuntos Exteriores para que informe sobre las razones de la falta de
concreción en la delimitación del área de aplicación del Acuerdo de
Cooperacion entre los Gobiernos de España, Francia, Marruecos, Portugal y
la Comunidad Europea para la



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protección de las costas y de las aguas del Atlántico del Nordeste contra
la polución. El autor de esta comparecencia es el Grupo Parlamentario
Popular.

Tiene la palabra el señor Soriano Benítez de Lugo.




El señor SORIANO BENITEZ DE LUGO: En primer lugar, quiero agradecer la
benevolencia de posponer la comparecencia del Ministro en los anteriores
puntos del orden del día y anticipar ésta para poder intervenir con
anterioridad.

El día 17 de octubre del año 1990 se firmaba en Lisboa un acuerdo de
cooperación entre los Gobiernos de España, Francia, Marruecos, Portugal y
la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea, para la protección de
las costas y de las aguas del Atlántico del Nordeste contra la polución.

Dicho acuerdo fue incluido ya en esta legislatura --no se pudo incluir en
la anterior en razón a su anticipada disolución-- y publicado en el
Boletín Oficial de la Cámara del día 26 de enero de 1994.

El Grupo Popular solicitó la comparecencia del Secretario de Estado para
las Comunidades Europeas a fin de que explicara el contenido de este
Tratado, de suma importancia para las Islas Canarias, que están incursas
en el ámbito de aplicación, puesto que se trata, por su situación
geográfica, de unas islas ubicadas en el Atlántico del Nordeste;
solicitó, como digo, la comparecencia del Secretario de Estado para las
Comunidades Europeas y el día 3 de mayo de 1994, del corriente año,
compareció en esta Comisión no el Secretario de Estado para las
Comunidades Europeas, sino el Secretario de Estado para la Cooperación
Internacional y para Iberoamérica para dar cuenta del contenido de este
Tratado.

El Secretario de Estado se limitó a hacer un resumen del contenido del
Tratado, pero sin duda alguna no abordó el tema que había preocupado al
Grupo Popular, y en concreto a este Diputado como representante de una de
las provincias de las Islas Canarias, que es el contenido del artículo
3.º del Tratado, donde fija con gran precisión la delimitación del
Tratado. El artículo 3.º dice que la zona de aplicación del presente
acuerdo es la región del Atlántico del Nordeste, definida por el límite
exterior de las zonas económicas y exclusivas de cada uno de los Estados
contratantes. Limita al Norte --y da toda clase de detalles-- con el
paralelo correspondiente, según el Acuerdo de Bonn, y por el Este hace
también toda clase de delimitaciones, de acuerdo con el Convenio de
Barcelona, que establece, a los efectos del presente convenio, que la
zona del Mar Mediterráneo comprende las aguas marítimas del Mediterráneo
propiamente dicho, con sus golfos y mares tributarios, limitada al Oeste
por el Meridiano que pasa por el faro del Cabo Espartel, en la entrada
del Estrecho de Gibraltar, pero al llegar al límite Sur se limita a decir
que el ámbito de aplicación del Tratado por el límite Sur son las aguas
dependientes de la soberanía o de la jurisdicción del Reino de Marruecos.

Bien es cierto que en otros artículos del Tratado, en concreto en el
artículo 11, se habla de que en ningún caso la división en zonas
mencionadas en los artículos 8 y 9 del presente acuerdo puede ser
invocada como precedente o argumento en materia de soberanía o
jurisdicción y que en el artículo 8.º se establece que a los solos fines
del presente acuerdo, la región del Atlántico Nordeste está dividida en
las zonas definidas en el Anexo I del presente acuerdo. Si nos vamos al
Anexo I del presente acuerdo, se habla de que, salvo lo establecido en
acuerdos bilaterales concluidos entre los Estados contratantes, las zonas
previstas en el artículo 8.º del presente acuerdo corresponden a las
zonas económicas exclusivas de cada uno de los Estados contratantes, con
lo cual, como se habla del Reino de Marruecos y que al Sur delimita con
las aguas dependientes de la soberanía o jurisdicción de este Reino de
Marruecos, nos encontramos con que afecta únicamente a la zona económica
exclusiva de Marruecos, por lo cual podría entenderse que las Islas
Canarias quedan fuera del ámbito de aplicación de este acuerdo. Tengo que
indicar que no sólo coincidimos con el fondo del acuerdo, sino que lo
consideramos vital para las Islas Canarias, puesto que se trata de un
acuerdo tendente a proteger el medio ambiente humano en general y el
medio marino en particular, en relación con la contaminación del Océano
Atlántico del Nordeste por los hidrocarburos y otras sustancias nocivas
susceptibles de amenazar el medio marino, en general, y los intereses de
los Estados ribereños, en particular.

Asimismo trata de proteger en caso de accidente y otros incidentes de
contaminaciones provocadas por buques, así como por plataformas fijas y
móviles e incluso por cualquier derrame o amenaza de derrame de
hidrocarburos u otras sustancias nocivas en el medio marino.

Teniendo en cuenta la importancia que para Canarias tiene el turismo con
la preservación de sus playas y la pesca, como se comprenderá el
contenido de este Tratado es de vital importancia para las Islas
Canarias. Como digo, existe la duda de si en este punto 3 se encuentran
incluidas las Islas Canarias y en este sentido, el Partido Popular
presentó --y también Coalición Canaria-- una enmienda para que este
extremo se aclarase. En todo caso lo cierto es que el Consejo de
Ministros, en su reunión del 20 de mayo de 1994, después de la
comparecencia del Secretario de Estado en esta Comisión y de la
presentación de las enmiendas del Grupo Popular, adopta el acuerdo de
retirar de su tramitación en el Congreso de los Diputados este acuerdo de
vital importancia para las Islas Canarias.

Recordará el señor Ministro que en el Pleno del día 22 de junio de 1994
pregunté las razones por las que este Convenio se había retirado y el
señor Ministro, después de indicar que este Tratado es asumible y
defiende perfectamente los intereses de España, hizo referencia a que
quizás fuera necesario, positivo o mejor, en aras de un buen
entendimiento entre todos, tratar de negociar este Tratado.

En estas circunstancias, señor Ministro, insisto en que en el punto
tercero no se hace ninguna referencia a las aguas territoriales españolas
de las Islas Canarias, por lo cual hay que entender que las Islas
Canarias quedan fuera, puesto que se habla sólo de las aguas dependientes
de la soberanía o de la jurisdicción del Reino de Marruecos y los autores
del Tratado alguna referencia deberían tener cuando se vieron obligados a
introducir una resolución relativa a la protección de la zona marítima
sensible anexa a



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este acuerdo, una referencia a que era conscientes igualmente de la
sensibilidad especial de los archipiélagos de Canarias y de Madeira,
cuyas aguas están comprendidas en el campo de aplicación del Acuerdo de
Lisboa. Esto no está incluido dentro del Tratado en sí, sino que se hace
una referencia en una resolución anexa de un valor relativo, porque lo
que está claro es que las aguas de Madeira son aguas portuguesas y, en
consecuencia, están dentro del ámbito de aplicación del Tratado, pero no
las Islas Canarias.

En definitiva, todos sabemos que las Islas Canarias están situadas en el
límite sur, al norte del paralelo 27º 40Õ, con lo cual si en este
supuesto las aguas del Reino de Marruecos están situadas en el territorio
marroquí hoy reconocido, sin incluir el Sáhara, que aquí es donde está el
problema, al norte de este paralelo, es obvio que parte de las Islas
Canarias quedan fuera del Tratado.

A la vista de cuanto antecede, la preocupación del Grupo Popular está en
saber la situación en que se encuentra actualmente este Tratado; si está
siendo renegociado puesto que, insisto, el fondo del acuerdo es de la
mayor importancia para las Islas Canarias y quiera Dios que no haya un
accidente que pueda contaminar las playas sin posibilidad de aplicar el
Tratado, puesto que al no haber sido ratificado por esta Cámara no está
aún vigente, la preocupación, como digo, del Grupo Popular es saber en
qué situación se encuentra este Acuerdo; si se está renegociando; si se
va a volver a traer para su ratificación en esta Cámara; en definitiva,
señor Ministro, si lo tiene a bien nos informe sobre la situación actual
de este Tratado.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro para contestar.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Su Señoría
conoce bien el estado en que se encuentra el Tratado porque como ha
reconocido no hace muchos minutos, en el Pleno del 22 de junio tuve
ocasión de explicar a S. S. personalmente el porqué de la retirada y el
porqué de las cuestiones que habían tenido lugar alrededor de este
Tratado. Le vuelvo a reiterar lo que le dije en aquella ocasión. El
Gobierno de España no comparte la posición del Grupo Popular, pero
entiendo que al Grupo Popular le gustaría llegar al máximo acuerdo en
relación con ese Tratado, lo hemos retirado para con los demás socios
firmantes del mismo intentar si se puede dar una clarificación mayor a la
preocupación de S. S. y del grupo que representa. Esto es lo que le puedo
decir.

Puedo entrar, si quiere S. S., con más detalle, para conocimiento más
profundo de las señoras y señores Diputados, del contenido del mismo,
pero S. S. lo ha explicado quizá con mayor precisión de la que yo podría
hacer en la longitud y en la profundidad. Por tanto, quizás lo mejor que
puedo hacer es reiterar, una vez más, lo que dije en el Pleno del día 22
y llamar su atención en el sentido de que la preocupación que tiene S. S.

quizá por algún momento debiera ausentarse de su mente, porque no existe
tal problema y vamos a seguir trabajando para encontrar fórmulas que
permitan que S. S. se quede más tranquilo, pero, insisto, desde la
perspectiva de los servicios jurídicos del Estado S. S. no debiera estar
preocupado.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea hace uso de la palabra?
(Pausa.)



--SOBRE LAS LINEAS GENERALES DE LA POLITICA DE SU DEPARTAMENTO A PETICION
PROPIA. (Número de expediente 214/000067.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al siguiente punto del orden del día que
será retomar el orden inicial y empezando por el punto número 1,
comparecencia, a petición propia, del Ministro de Asuntos Exteriores,
para informar sobre las líneas generales de la política de su
departamento.

Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Señor
Presidente, señorías, comparezco hoy en esta Comisión a petición propia,
en una decisión de carácter más general que en otras ocasiones, para
tratar de enmarcar la política que estamos realizando en el Departamento
de Asuntos Exteriores. Es mi deseo comparecer ante SS. SS. con cierta
frecuencia, más o menos anualmente, más allá de las comparecencias que
con motivo de acontecimientos internacionales SS. SS. tengan a bien
solicitarme o el Gobierno, a iniciativa propia, desea hacer, con idea de
enmarcar desde una perspectiva temporal más amplia que la coyuntura de
cada momento la política exterior de España.

En este caso trataré de enmarcar el horizonte del año 1995, año de una
determinada importancia para nuestro país porque formaremos parte de la
«troika» europea en la primera parte del año y pasaremos a presidir la
Unión Europea en el segundo semestre del año; por tanto, tendremos
obligaciones y compromisos que se van a derivar de esta situación.

Entre estos compromisos y obligaciones, aparte de asumir la
representación de la Unión y la ejecución de las acciones comunes,
figuran de manera preeminente expresar la posición de la Unión en
organizaciones internacionales y en las conferencias internacionales,
como determina el artículo J.5 del Tratado de la Unión. Durante ese
período de tiempo, durante el año 1995, tendremos que hacer compatibles
las propias prioridades de la Unión Europea con las prioridades de
política exterior de España, y a eso me quiero referir en esta
convocatoria, para tener un poco tiempo antes de que entremos en el año
1995 y tratar de encontrar el máximo consenso posible, si es que se puede
encontrar, entre los distintos grupos de la Cámara.

Voy a recordar muy brevemente cuáles son las directrices generales
esenciales de la política exterior y de seguridad de la Comunidad, que,
como recordarán SS. SS., vienen recogidas en el artículo J.1 del Tratado.

En primer lugar, preservar la paz y contribuir al reforzamiento de la
seguridad internacional, de acuerdo con los principios de la Carta de
Naciones Unidas y del Acta final de Helsinki y



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con los objetivos de la Carta de París. Ese es uno de los primeros
objetivos que tiene la PESC. El segundo es promover la cooperación
internacional; el tercero, desarrollar y consolidar la democracia y el
imperio de la ley; y, cuarto, promover el respeto de los derechos humanos
y las libertades fundamentales. Estos son los objetivos que están
contenidos en el artículo J.5 del Tratado para la política exterior y de
seguridad común.

Naturalmente, una política exterior y de seguridad común presupone una
evaluación previa común de la situación política, así como es nuestra
obligación identificar los objetivos y los intereses comunes.

En lo que se refiere a la seguridad común, hay que reconocer que todavía
se encuentra en sus inicios, aunque el Tratado adopta un enfoque global
que abarca estas cuestiones y posibilita que se llegue un día no sólo a
una política de defensa común, sino incluso a una defensa común. A todo
ello debe contribuir, sin duda, la Unión Europea Occidental en el doble
carácter que tiene: componente de defensa de la Unión e instrumento para
el reforzamiento del pilar europeo de la Alianza.

Como saben SS. SS., el principal instrumento de que se ha dotado la PESC,
la política exterior y de seguridad común, es lo que hemos dado en llamar
acciones comunes, cuyas orientaciones generales competen al Consejo
Europeo y cuya adopción y aplicación práctica dependen del Consejo de
Ministros de la Unión. Hasta la fecha, SS. SS. conocen las acciones y
sabrán también que algunas de ellas tienen un plazo limitado en el
calendario y, por tanto, no estarán en vigor en 1995, pero,
desgraciadamente, otras, por no haberse resuelto todavía, estarán en
vigor en el año 1995. Nos corresponderá también tratar de ampliar el
ámbito de las acciones comunes a lo largo de dicho año 1995.

Como es lógico, las prioridades españolas tenderán a concentrarse en lo
que constituye nuestro ámbito natural de proyección hacia el exterior;
esto es, Europa por un lado, el Mediterráneo, por otro, e Iberoamérica.

Pero no podemos olvidar que tendremos responsabilidades de un grupo más
amplio, del Grupo de los Doce, o en aquel momento seguramente ya de
dieciséis, y, lógicamente, tendremos que modular nuestras inclinaciones
naturales con la defensa de los objetivos e intereses comunes, que están
en la base de la definición de la política exterior y de seguridad común.

Por tanto, paso a referirme brevemente a los tres apartados --Europa,
Mediterráneo e Iberoamérica-- en que nos gustaría encontrar el máximo
consenso posible con los grupos parlamentarios de la Cámara.

Empezaremos por la Vieja Europa. A nuestro juicio son tres las grandes
prioridades que debemos enfrentar en Europa durante el año 1995; en
primer lugar, consolidar la Unión Europea y preparar la Conferencia
intergubernamental de revisión de 1996; en segundo lugar, continuar el
proceso de integración progresiva de los países de Europa central y
occidental, los llamados PECO en las instituciones políticas y de
seguridad europea; y, en tercer lugar, contribuir a la definición de lo
que hemos dado en llamar la nueva arquitectura europa de seguridad.

Pasaré a referirme a los tres apartados brevemente. Primero, respecto a
la consolidación de la Unión Europea, la ampliación que está en este
momento en curso, de Austria, Finlandia, Noruega y Suecia, no cabe duda
--por lo menos no nos debe caber duda a nosotros-- que enriquecería a
Europa en el ámbito político, en el ámbito económico, en el ámbito
cultural, a la vez que debe contribuir a la estabilidad en Europa de una
manera clara. España, por tanto, debe congratularse de que este proceso
de ampliación se realice, bien es cierto que con las reservas que en este
momento tenemos planteadas con el acuerdo mayoritario, unánime entiendo,
de la Cámara.

Las discusiones que han tenido lugar durante el complejo proceso de
negociación han demostrado dificultades existentes para que una
comunidad, una comunidad que está pensada inicialmente, o estaba pensada
inicialmente para seis miembros, pueda funcionar correctamente con
dieciséis y posiblemente con más; los equilibrios complejos que afectan a
la representación y a la ponderación de los votos se ven trastocados y es
cada vez más difícil presidir un colegio de comisarios que debe crecer
con cada nueva incorporación a la Unión Europea.

Al mismo tiempo, no debemos olvidar que la Unión es afortunadamente un
proyecto vivo, un proyecto en marcha, hasta el punto que les recuerdo,
señorías, que hay una lista de espera de más de trece países que desean
adherirse --los recuerdo brevemente para que tengamos una idea de lo que
estamos hablando--, seis de los llamados PECO, tres mediterráneos,
Chipre, Malta y Turquía; tres bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, y
Eslovenia. A ellos cabría también incorporar Suiza.

Según el Consejo Europeo de Corfú, en junio de 1994, Malta y Chipre deben
participar en la próxima ampliación de la Unión mientras que, como saben
ya, el Consejo Europeo de Copenhague de 1993, del mes de julio, decidió
que los países asociados de Europa Central y Oriental que lo deseen
podrán convertirse en miembros de la UE tan pronto como reúnan las
condiciones para ello.

El problema por tanto, independientemente del tiempo que estos países
necesitan para integrarse, es que la Unión necesita prepararse para
recibirlos en su seno, adaptando sus estructuras e instituciones a las
necesidades derivadas de la entrada de los nuevos miembros, a menos que,
desde nuestro punto de vista, se desee diluir lo que hoy tenemos en una
vaga y equivocada zona de libre cambio. Sería el fin del ideal europeo
tal y como lo concebimos en este momento. Por eso, España, que es firme
partidaria de la ampliación, porque está convencida de que beneficiará a
una Europa que es patria común y no patria de unos pocos, cree que, antes
de una nueva ampliación de la Unión, deberá llevarse a cabo una reforma
institucional que la prepare adecuadamente para el futuro. Esto, como
saben SS. SS., deberá hacerse en la conferencia de 1996, que debe ser
preparada por un grupo de representantes personales de los Ministerios de
Asuntos Exteriores, que se creará en junio de 1995 y cuya presidencia
corresponderá a nuestro país.

El debate, como saben, ya ha comenzado con mayor o menor éxito y con
mayor o menor oportunidad, según quien lo interprete. Se habla ya de
Europa a la carta, de



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geometrías variables, de velocidades más o menos rápidas, de círculos más
o menos concéntricos, de solidaridades reforzadas, de todos estos
términos que están en boga estos días. Es un debate lógico, desde nuestro
punto de vista, un debate sano, es un debate enriquecedor y, por tanto,
no deberíamos escandalizarnos de él. Prácticamente, ha dado sus primeros
pasos y de aquí al año que viene surgirán sin duda alguna muchas ideas
nuevas, unas ideas nuevas serán inocentes y buenas, otras serán menos
inocentes y menos buenas, y nos corresponderá a nosotros saber espigar de
entre las buenas y las malas para avanzar en la dirección que más nos
interese a España. Nos jugamos mucho en todo ello y la esencia de nuestra
posición, como saben SS. SS., tuve ocasión de decirlo el otro día en la
Comisión Mixta y lo reitero en este momento, es que no debe haber
exclusiones y que cada país debe poder estar allí donde le lleve su
voluntad política. Por tanto, es la esencia de la posición que el
Gobierno tiene y entiendo que es del mismo modo compartida por los grupos
parlamentarios, de acuerdo con el debate que tuvimos no hace muchas
fechas en la Comisión Mixta Congreso-Senado.

España es uno de los países grandes de la Comunidad, también es un país
periférico, no está en el centro de Europa, es un país mediterráneo y
tenemos que llevar a este debate nuestro peso, nuestra sensibilidad y,
lógicamente, defender nuestros intereses desde una óptica solidaria y
desde una óptica también de europeísmo convencido.

El segundo gran objetivo que tenemos será continuar con el proceso ya
iniciado de integrar progresivamente a los PECO, a los países de la
Europa Central y Oriental, en las estructuras política y de seguridad de
la Unión. De acuerdo con lo establecido en el Consejo Europeo de Corfú,
estas negociaciones sólo podrán comenzar --y me importa subrayarlo--
después de la Conferencia intergubernamental de 1996. Por tanto, el
proceso no puede comenzar hasta que la Conferencia intergubernamental no
haya alcanzado un acuerdo. ¿Qué se puede hacer desde ahora hasta
entonces? Pretendemos que bastante, mucho. España está trabajando para
desarrollar el «diálogo estructurado» --lo pongo entre comillas-- con
estos países, que se aprobó ya en el Consejo de asuntos generales de hace
muy pocas fechas. Un ensayo general lo tendremos el último día de este
mes de octubre, el día 31, en Luxemburgo, donde por primera vez nos
reuniremos todos los Ministros de Asuntos Exteriores de todos los países
que acabo de mencionar: los Doce, más los cuatro, más los PECO, y
tendremos que ver cómo somos capaces de manejar esa reunión más grande y
tratar de sacar conclusiones de este ensayo general que nos permitan
seguir avanzando hacia adelante.

España también debe trabajar en el desarrollo de los acuerdos europeos
que esos países han firmado ya con la Unión, en aspectos tales como la
aproximación de legislaciones en materia social, de protección de los
consumidores, de ayudas públicas, etcétera, preparando el futuro mediante
trabajos de investigación, como puede ser el estudio del impacto que la
adhesión de estos países pueda tener en dos políticas fundamentales: la
política agrícola común y las políticas estructurales. También será
imprescindible tratar de avanzar en el ámbito del llamado tercer pilar,
en temas de cooperación judicial, en temas de seguridad ciudadana,
visados, derechos de asilo o inmigración; por tanto, la armonización
progresiva de legislaciones en estas materias es de gran importancia.

Durante el año 1995, también tenemos que hacer más eficaz el programa
Phares (programa de ayuda y cooperación con estos países, que este año
tiene ya una dotación de 1.040 mecus), permitiendo la financiación de
proyectos plurianuales y reservando un 15 por ciento para financiar la
extensión de las grandes redes transeuropeas. Tendremos que pelear en
esta dirección, porque nos parece que es un tema importante. He tenido
ocasión de hablarlo con algunos de los representantes políticos de los
países PECO y creo que podremos encontrar fórmulas que nos permitan
avanzar en este 15 por ciento, lo que nos parece de gran importancia.

Igualmente, debemos defender nuestros intereses en el plano comercial, en
el sector agrícola y en los fondos estructurales y de cohesión. No
insisto en ello, tendremos ocasión de hablar en múltiples sesiones, pero
aquí habrá dos temas de la mayor sensibilidad, en relación con la
ampliación a los países del Este y del Centro de Europa: los relativos a
la política agrícola común y los relativos a las políticas de cohesión.

Tampoco podemos olvidar a Malta y a Chipre, y en estas horas las
declaraciones que se formulan por parte de los dirigentes políticos
europeos, están quizá olvidando que hay un compromiso con Malta y Chipre
para incorporarles a la futura ampliación comunitaria.

La tercera prioridad en el ámbito europeo, en el proceso de construcción,
es la denominada arquitectura de seguridad europea. La Europa de nuestros
días, sin duda, puede ser más segura, pero ciertamente, también puede ser
más inestable. Entre todos debemos hacer una Europa más estable y esto
exige varias cosas. Exige no aislar a Rusia y exige también no levantar
nuevas barreras en sustitución de las que, afortunadamente, ya hemos
derribado.

La Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa la CSCE, ofrece
posibilidades en este sentido, que debemos explotar al máximo. Como saben
en los primeros días del mes de diciembre habrá una cumbre de jefes de
Estado en Budapest, de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en
Europa, donde esperamos poder avanzar en esta dirección.

A lo largo de 1995 nos gustaría también dar un mayor calado a la relación
trasatlántica de la Unión Europea con Estados Unidos que, como saben,
está basada en la declaración de 1990. Trataremos de trabajar para una
mayor calidad en esta relación y seguiremos en esa línea que está
marcando la actual Presidencia alemana y que entendemos podrá seguir la
Presidencia francesa. Sin embargo, España debe aprovechar una
circunstancia nueva que se va a dar en 1995. Por primera vez, en 1995,
coincidirá la Presidencia de la Unión Europea con la Presidencia de la
Unión Europea Occidental en un país, que será España. A partir de ese
momento las dos presidencias irán juntas; por tanto, seremos el primer
país que tendrá al mismo tiempo la doble responsabilidad de presidir la
Unión Europea y la Unión Europea Occidental.




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Nuestra participación en la Unión Europea Occidental es bien conocida,
nuestra participación en el Eurocuerpo también es conocida y estamos
participando también en las iniciativas europeas tendentes al
establecimiento de una fuerza de acción rápida, tanto de carácter
aeronaval como terrestre, en la fuerza de policía de Mostar o en las
labores de vigilancia del embargo en Serbia y Montenegro, en el Danubio y
en el Adriático. Así estamos cubriendo una buena parte de nuestras
responsabilidades en relación con la Unión Europea Occidental. Sí nos va
a corresponder dar un impulso en la interrelación entre la Unión Europea
Occidental y la Unión Europea. Como saben SS. SS., los PECO han sido ya
aceptados como socios asociados a la Unión Europea Occidental, lo que les
permite no sólo participar en las reuniones de su Consejo sino también
asociarse a las operaciones de carácter militar que la Unión pueda
emprender en mantenimiento de la paz. Participan también en el programa
las asociaciones para la paz de la OTAN y ambas vinculaciones
contribuirán, sin duda, a la incorporación progresiva de estos países en
las estructuras europeas de seguridad.

En opinión de España, es deseable que los países que se integran en la
Unión Europea lo hagan también en la Unión Europea Occidental. Es cierto
que los cuatro que se van a incorporar en la primera ampliación no van a
cumplir con este requisito, pero sería nuestro ideal, un ideal al que hay
que tender, que los países que forman parte de la Unión Europea lo sean
también de la Unión Europea Occidental.

Permítanme, antes de dejar este apartado de la vieja Europea, realizar
una brevísima intervención en relación con Yugoslavia.

Desgraciadamente, muy posiblemente en el año 1995 tengamos todavía vivo
el problema de Yugoslavia. No parece que en las fechas que nos quedan
desde ahora hasta 1995 el conflicto de Yugoslavia haya entrado en
resolución definitiva. Por lo tanto, tendremos que seguir trabajando
desde la Presidencia, desde troika, para intentar encajar y resolver el
problema de la vieja Yugoslavia y entre todos tratar de que ese tremendo
conflicto encuentre una vía de solución. Seguiremos trabajando en nuestra
cooperación en Mostar, seguiremos manteniendo por el momento nuestras
fuerzas desplegadas sobre el terreno y seguiremos trabajando par
encontrar fórmulas en el ámbito de la Unión Europea y en la cooperación
con los demás países del Grupo de Contacto para intentar reconciliar a
los todavía combatientes y encontrar fórmulas que permitan una paz
duradera en este territorio.

Paso al segundo bloque de cuestiones que quería mencionar a SS. SS., que
tiene que ver con el Mediterráneo. Respecto al Mediterráneo, quisiera
referirme a tres cuestiones. En primer lugar, los temas referentes al
Magreb; en segundo lugar, el proceso de paz en Oriente Medio y, en tercer
lugar, el Mediterráneo en el sentido más amplio, es decir, la política
mediterránea renovada.

Empiezo por lo primero, temas referentes al Magreb. España desea impulsar
una relación privilegiada entre la Unión Europea y el Magreb. Estamos
convencidos de que tenemos intereses vitales, no solamente desde la
perspectiva de España o de los países del sur de la Unión Europea sino
desde la perspectiva global de todos los países de la Unión Europea. El
Consejo Europeo de Lisboa sentó las bases para esa relación de asociación
euromagrebí en una declaración en cuya redacción y aprobación tuvo
bastante que ver nuestra diplomacia. Como saben SS. SS., es una relación
privilegiada, que tenemos que profundizar fundamentalmente en los
siguientes pilares: el diálogo político, con especial insistencia en los
derechos humanos y las libertades democráticas; la ayuda financiera, la
cooperación económica y el establecimiento progresivo de una zona de
librecambio industrial.

Por tanto, nos corresponderá, a lo largo del año 1995, seguir trabajando
en esta dirección.

Estamos, hace tiempo ya, empeñados en transmitir a nuestros socios
europeos este mensaje, un mensaje importante desde nuestro puntos de
vista; socios europeos que a veces han escuchado menos de lo que
hubiéramos deseado, «distraídos» como han estado --uso de la palabra
distraídos entre comillas-- con otros temas de preocupación mayor para
ellos. Tengo que decir, con satisfacción, que en los últimos meses hemos
conseguido que la preocupación fundamental que tenemos sea compartida ya
por los socios de la Unión Europea, es decir, la preocupación y la
prioridad sobre la frontera sur de la Unión.

Desde la Unión Europea a la CSCE, desde la OTAN a la UEO, cada vez son
más las iniciativas que se toman y la atención que se presta al Magreb.

En el caso de Marruecos y Túnez, progresan las negociaciones para la
conclusión de los acuerdos de asociación, que es buen lógica deberían
concluirse antes o durante nuestra Presidencia.

Argelia, como SS. SS. saben, nos preocupa hoy especialmente y, aunque hay
algunos signos alentadores que se puedan referir al inicio de un diálogo
del Gobierno con la oposición islamista, desgraciadamente la situación no
parece mejorar. Nos parece que el diálogo es el camino correcto y Argelia
necesita, sin duda, emprender un diálogo con todas las fuerzas
representativas que ponga en marcha un proceso político consensuado que
debe desembocar en elecciones en un plazo determinado. El terrorismo no
es aceptable. Los derechos humanos deben ser respetados. Si Argelia se
ayuda a sí misma y pone en marcha un proceso hacia la democracia, la
Unión Europea debería tratar de ayudarla también apoyando políticamente y
económicamente este proceso. En ese caso contaría sin duda ninguna y de
forma definitiva y clara con nuestro país.

Sobre el proceso de paz en Oriente Medio que también deberá ser un tema
abierto todavía durante 1995 tendremos que seguir trabajando para que la
estrategia del diálogo sea la que domine. En estos días hemos tenido la
gran satisfacción, de que se encontrara una fórmula para avanzar en la
paz entre Israel y Jordania. Nuestro deseo, lógicamente, es que se avance
también en las otras vías, en la vía siria y libanesa, y nuestro deseo es
seguir cooperando de la manera más eficaz posible a que esa vía de
negociación sea la que culmine en un tratado de paz, en una paz global en
la zona.

La Unión Europea ha adoptado, como saben, una acción común en el marco de
la PESC para apoyar este proceso, en el que participa de manera activa
tanto en cada



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uno de los cinco grupos, en su vía multilateral, como por medio de una
política financiera en favor de la naciente autonomía palestina.

Trataremos de impulsar una involucración europea mayor, no sólo desde el
punto de vista político sino también económico, en favor, como he dicho
antes, de una paz que lleva ya, desgraciadamente, casi 50 años de
retraso. España es partidaria, y seguirá apoyándolo, de que los 500 mecus
que destina actualmente la Unión al proceso de paz en Oriente Medio se
aumenten de manera sensible.

Paso al tercer bloque de cuestiones con las que deberíamos enfrentarnos
durante el año 1995, del Mediterráneo en sentido amplio, es decir, el de
la política mediterránea renovada.

Les recordaré que el Consejo de Corfú decidió que debería evaluarse la
política global de la Unión en la región mediterránea con el objeto de
ver si era posible reforzarla, y cito, teniendo en cuenta la posibilidad
de convocar una conferencia sobre estas cuestiones con participación de
la Unión Europea y sus asociados mediterráneos. España cree que la
política mediterránea renovada debe ser revisada, y debe ser revisada con
el doble objetivo de hacerla más flexible y de incrementar su dotación
presupuestaria que actualmente alcanza los 4.400 millones de ecus para el
período 92-96, cumpliendo así el mandato del Consejo de Edimburgo que,
les recuerdo, exige mantener un equilibrio adecuado en la distribución
geográfica de las acciones exteriores de la Unión. En este momento la
ayuda per cápita de la Unión Europea a los PECO es casi cuatro veces
mayor que la de los países mediterráneos: 9,31 mecus contra 2,33 mecus en
1994. Pero un enfoque simplemente más generoso a nuestro juicio no es
suficiente.

La política mediterránea de la Unión necesita un marco institucional
diferente en el que los aspectos políticos de la relación mediterránea
reciban también un tratamiento adecuado de forma que se cree un
entramado, un entorno político más estable en esta región. Es posible que
la Unión deba convocar una conferencia mediterránea sobre estas
cuestiones y, desde nuestro punto de vista, España trabajará con
entusiasmo para hacerla posible, pues está absolutamente convencida de
que las crecientes diferencias económicas entre las dos riberas, la norte
y la sur, de la cuenca mediterránea constituyen hoy la principal fuente
de inestabilidad en una región donde las amenazas militares parecen cada
día, afortunadamente, menos probables. Por lo tanto, nos puede
corresponder durante el año 1995 contribuir a la formación o a la
convocatoria de esta conferencia entre los países de la Unión Europea y
los países del Mediterráneo y tendremos que prepararla con tiempo
suficiente, y así lo haremos.

Paso al otro gran bloque al que quería hacer referencia, que es el tema
iberoamericano, el reforzamiento entre las políticas de la Unión Europea
y países iberoamericanos. Debe ser otra de las grandes prioridades de
nuestra Presidencia, como lo ha sido desde que entramos en la Comunidad
Europea y como se merece el esfuerzo enorme que han hecho estos países a
lo largo de los últimos años para conseguir sociedades más
participativas, regímenes más democráticos y economías más abiertas en
diferentes marcos de integración regional. No en vano tres de los diez
países con más potencial de crecimiento durante los próximos años están
en esa región, son iberoamericanos: Méjico, Argentina y Brasil. Es verdad
que las cosas han mejorado bastante y que quedan ya lejos aquellos datos
del año 1987, en que esa región, Latinoamérica, contaba tan poco para
Bruselas que la Comisión tenía menos funcionarios destinados a ese
continente que en su delegación en Benin, por poner un ejemplo, pero
sigue sin ser suficiente.

Nuestros objetivos deben dirigirse, en línea con el mandato de Corfú, a
potenciar a corto plazo las relaciones con Méjico y con Mercosur; me
importa subrayar estas dos cuestiones. Méjico es un país que ha hecho un
gran esfuerzo de modernización en los últimos años, ha sido admitido en
la OCDE y ha firmado el Tratado de cooperación de libre comercio con
Estados Unidos y con Canadá. Por estas razones, España es favorable --y
vamos a seguir impulsándolo a lo largo de 1995-- a que la Unión
desarrolle una relación más estrecha con Méjico, que debería inspirarse
en los acuerdos de asociación euromagrebíes, contemplando la creación a
plazo de una zona de librecambio, para productos industriales, y dotada
de un componente fuerte de diálogo político.

Me voy a referir brevemente, porque hay una solicitud de comparecencia en
esta materia, que ha formulado el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida,
a las elecciones en Méjico. Como recordarán, el pasado 21 de agosto se
celebraron en Méjico elecciones para la presidencia de la República, así
como para el Congreso de los Diputados, el Senado y algunas gobernadurías
y municipios. Se registró una elevada participación, que alcanzó el 77,4
por ciento, un acontecimiento inédito en la historia electoral de Méjico.

Como SS. SS. saben, el vencedor de las elecciones fue Ernesto Zedillo,
con el 48,77 por ciento de los votos, y en las legislativas el PRI
alcanzó 300 escaños en el Congreso de los Diputados, el PAN 119 y el PRD
71 escaños; el Partido del Trabajo consiguió los 10 escaños restantes.

Los movimientos que reclamaban el fin del Partido del Estado y el mismo
despegue de la economía exigían reformas electorales importantes en favor
de una mayor equidad y limpieza en el proceso electoral. Estas reformas,
a nuestro juicio, se han ido produciendo, aunque la oposición ha
denunciado irregularidades significativas, tales como la parcialidad en
los medios de comunicación y la desproporción en los recursos utilizados
en los diversos partidos. Los analistas, sin embargo, señalan que estas
denuncias carecen de una cuantificación y formulación precisas,
exactamente igual que han hecho público los propios observadores de
distintas organizaciones internacionales. En conclusión, nadie puso en
tela de juicio el triunfo de Ernesto Zedillo. Lo que sí se discutía no
era su victoria sino el porcentaje con el que se obtuvo y el grado de
calidad del proceso electoral. A nuestro juicio, la reforma política
impulsada por las exigencias de la sociedad civil, de los intelectuales y
de los partidos de la oposición, deberá seguir adelante, y ése es el
compromiso que públicamente ha manifestado el propio Ernesto Zedillo. El
ganador de las elecciones ha formulado ya, como he dicho, propuestas para
la



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reforma política; reformas que no serán fáciles de realizar, ya que para
lograrlas deberán enfrentarse a fuertes resistencias dentro de su propio
Partido. Los recientes y trágicos acontecimientos que han puesto fin a la
vida del Diputado Ruiz Massieu así lo ponen de manifiesto. Con eso doy
una primera contestación al Diputado de Izquierda Unida, que me pedía una
explicación sobre nuestro comportamiento.

En la misma línea, señorías, deberíamos negociar el acuerdo de Mercosur,
para que amplíe el actual marco del acuerdo de cooperación
interinstitucional de 1992 y para cuya preparación la Comisión está ya
elaborando un documento de estrategia, que podría discutirse en el
Consejo de asuntos generales el próximo día 31 de este mes, para abrir la
posibilidad de que a lo largo del año 1995 se pudiera continuar. La
importancia económica y comercial de los países que lo integran, los
avances hacia la unión aduanera y, en su momento, el establecimiento de
instituciones capaces de comprometer internacionalmente a la organización
son otros argumentos a favor de esa elevación del marco jurídico de las
relaciones entre la Unión Europea y Mercosur.

Chile, que está en este momento en proceso de asociación con Mercosur,
nos ha pedido también un acuerdo de asociación con la Unión, que prevé a
medio plazo la creación de una zona de librecambio. Ya hemos dicho que, a
lo largo de nuestras responsabilidades en 1995, apoyaremos sin reservas
esta solicitud, que esperamos poder terminar durante el período de
nuestra Presidencia.

Una palabra sobre Cuba. Cuba es un caso especial porque la Unión Europea
no ha negociado ningún acuerdo con este país. España, como saben, apoya
el establecimiento de un acuerdo de cooperación, de características
similares al firmado el año pasado por la Unión Europea con Vietnam,
condicionándolo a la mejora sustancial en la situación del respeto de los
derechos humanos en la isla. No obstante, son importantes algunos avances
realizados en la Unión para facilitar ayuda humanitaria a Cuba, en los
que hay que destacar la labor española, que proseguirá a fin de que la
ayuda se incremente y llegue directamente a la población.

España está propiciando un papel más activo de la Unión para avanzar en
el objetivo común de impulsar una transición pacífica de Cuba hacia la
democracia. En este sentido, es importante alcanzar una postura
coordinada de los socios, tanto frente a las medidas de coerción
económica, que repercuten negativamente sobre la población y son
contrarias al libre comercio internacional, como para favorecer la
consecución del diálogo entre las fuerzas políticas cubanas y el respeto
a los derechos humanos, todo ello en el camino de la integración de Cuba
en las corrientes democráticas iberoamericanas.

Una palabra, ya que estamos hablando del Caribe, para contestar a la
pregunta que me formulaba un Diputado, que creo que en este momento no se
encuentra en la sala, sobre Haití. Por tanto, lo dejaré para el final.

Paso, por tanto, con carácter más general, dejando ese paréntesis para el
final, a decirles que España deberá guiar su acción en la Presidencia de
la Unión Europea procurando que la Comisión haga una reflexión global
sobre nuestras relaciones con Latinoamérica, con objeto de extraer las
conclusiones oportunas. Paso a decirles algunas concretas que nos
gustaría tratar de llevar a cabo durante ese año 1995.

En el plano más concreto, nos esforzaremos para mantener el adecuado
equilibrio entre los compromisos financieros exteriores de la Unión
Europea, lo que deberá reflejarse en la negociación de un nuevo paquete
para la cooperación con los países en vías de desarrollo de América
Latina y Asia. Como saben, desde el año 1993, hay un techo de 750 mecus
para el período 1993/95 en préstamos del Banco Europeo de Inversiones
para esos países. A nuestro juicio, no es una cantidad suficiente, pues
prácticamente se agota todos los años. Es necesario, por tanto, trabajar
en todo caso para aumentar esa cantidad, ya que el BEI es uno de los
instrumentos más adecuados para la cooperación con economías abiertas y
de renta media, como son las iberoamericanas.

Una palabra sobre el sistema de preferencias generalizadas. Este es
prácticamente el único instrumento que tienen los países latinoamericanos
para corregir la preferencia de la que gozan otros países en vías de
desarrollo en su acceso al mercado comunitario. En su día se incorporó al
tratado de países menos avanzados a los países andinos y
centroamericanos. Esto se hizo por un período de cuatro años que finaliza
justamente en diciembre de este año. Por tanto, nuestro compromiso debe
ser el de extender este sistema a lo largo de 1995 e intentar ampliarlo
no solamente a los países de los que estamos hablando, países andinos y
centroamericanos, y ponerlos en el mismo nivel, porque existe en este
momento una diferencia en cuanto a productos y aranceles en relación con
los países andinos y los países centroamericanos.

Voy a decirles muy brevemente unas palabras sobre otras líneas de acción
que sin duda tendremos que seguir promocionando durante el año 1995. Me
refiero al sudeste asiático y al Africa subsahariana. Sobre el sudeste
asiático, como SS. SS. saben, a lo largo del año 1994 hemos hecho, desde
la perspectiva de la política exterior de España, un gran esfuerzo. Desde
enero de 1994 hasta el día de ayer hemos cumplido ya con nuestro
compromiso de tener visitas a lo largo de todo este año, ya sean nuestras
hacia esos países o recíprocamente de esos países hacia España,
prácticamente con todos los países asiáticos. Hemos abierto vías de
comercio a lo largo de este año 1994 muy significativas. Ayer, con el
último país que nos quedaba, con Vietnam, llegamos al acuerdo de abrir ya
una representación diplomática en Hanoi, y recíprocamente ellos una en
Madrid. Por tanto, durante el año 1994 hemos tratado de sembrar la
semilla para que durante todo el tiempo de nuestra Presidencia las
relaciones de España y la Unión Europea con esos países se acrecienten.

Estamos hablando de países con tasas de crecimiento extraordinarias, con
gran dinamismo, donde desgraciadamente España no había estado presente
con la intensidad que hubiéramos deseado y donde tenemos que hacer el
esfuerzo, en cierta manera, para recuperar el tiempo perdido. Lo estamos
haciendo durante el año 1994 y a lo largo de 1995, con las
responsabilidades



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que tendremos en la Unión, trataremos de aproximarlas más a la Unión
Europea y aprovechar esa circunstancia para hacerlo también desde ese
punto de vista con España.

Con respecto al Africa subsahariana, le diré que el desarrollo de esta
cooperación debe ser también uno de los objetivos de nuestra Presidencia
y de todo el año 1995, al igual que el desarrollo de las relaciones entre
la Unión y los países del South African Development Conference, de la
Conferencia de Desarrollo de Africa del Sur, a la que se ha incorporado
--es una magnífica noticia-- Suráfrica, tras haber puesto fin al
abominable sistema de apartheid. España deberá presidir la segunda
Conferencia entre la Unión Europea y este grupo de países, tras su
primera edición celebrada en Berlín. La Presidencia española y la troika
continuarán desarrollando esa acción común que la PESC ha puesto en
marcha sobre Suráfrica y que tiene por objeto contribuir a la
consolidación de las bases sociales y económicas de la transición hacia
un sistema democrático y libre de prejuicios en aquel país.

Señor Presidente, señorías, hemos empezado a trabajar ya con gran ilusión
para preparar ese año de 1995 en los dos trimestres; prepararlo desde la
perspectiva de nuestras responsabilidades con la Unión Europea y
prepararlo también desde la perspectiva de nuestras responsabilidades con
la Unión Europea Occidental. Hemos mantenido reuniones de coordinación,
como saben SS. SS., con Francia, Alemania e Italia, que será el país que
seguirá, en 1996, primer semestre, en la Presidencia europea. Juntos
trabajaremos para que la Unión Europea sea una Unión más segura, más
próspera, más libre y más solidaria y para seguir defendiendo los
intereses de nuestro país en ese ámbito de la Unión Europea.

He tratado en esta comparecencia, señorías, brevemente, de dar algunos
brochazos de lo que debe ser la preparación que tendremos que hacer los
españoles para 1995 desde la perspectiva de la política exterior y de
seguridad, política que debemos hacer compatible, siendo los responsables
de dirigir la de la Unión Europea durante este año debemos contribuir a
ello, y también mantenerla coordinadamente con lo que son las prioridades
de política exterior de nuestro país.

Antes de terminar sí quisiera decirles que el Gobierno está dispuesto a
tratar de encontrar los máximos acuerdos posibles con la oposición en
estas materias, a tratar, por tanto, de preparar, de la manera más
coordinada posible, un año de capital importancia para nuestro país, y
las formas concretas, las formas precisas las podremos ir tratando de
hablar a lo largo del tiempo que nos queda hasta 1995, tanto para la
preparación de la troika y de la Presidencia cuanto para la preparación
de la Conferencia intergubernamental de 1996. Nos jugamos mucho en ello
en todas las fuerzas políticas de la sociedad española y la sociedad
española en su conjunto, y por nuestra parte estamos dispuestos a
intentar encontrar los máximos consensos posibles, los máximos puntos de
contactos posibles para que sea un éxito para España y un éxito también
para la Unión Europea.

Nada más, señor Presidente. Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Vamos a dar paso al turno de intervenciones de los grupos.

Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra el señor
Muñoz-Alonso.




El señor MUÑOZ-ALONSO LEDO: Muchas gracias, señor Presidente.

Ante todo, quiero comunicar la ausencia del portavoz de mi Grupo
Parlamentario en esta Comisión, señor Rupérez, que me encarga muy
especialmente, señor Ministro, que le comunique que su no presencia aquí
se debe a un caso de fuerza mayor y de ninguna manera a una descortesía.

Quiero agradecerle, señor Ministro, su presencia y sus palabras, su
explicación sobre las líneas generales de la política exterior, de la
política de su Departamento. Como no es una novedad, ya lo conoce muy
bien, coincidimos básicamente en los principios y en las líneas
generales, aunque después tengamos algunas discrepancias en su
aplicación. No se trata, como digo, de un hecho nuevo. Desde que el PSOE
a mediados de los años 80 rectificó sus orientaciones en política
exterior y de seguridad, lo cierto es que hemos tenido una amplia
coincidencia en muchas de las cuestiones más importantes de nuestra
política exterior.

Ha aludido en varios momentos de su intervención al consenso, y como bien
sabe nosotros estamos dispuestos a llegar a ese consenso, entendiendo que
el mismo no es nunca una adhesión a una política establecida desde el
Gobierno, sino el fruto de un diálogo y de un encuentro de posiciones
entre las diferentes fuerzas políticas.

Yo anoche, para preparar esta intervención, leía su comparecencia de hace
un año, exactamente trece meses, al principio de esta legislatura, ante
esta Comisión, y lo cierto es que las coincidencias no pueden ser
mayores. Pero sucede como cuando se lee una partitura, que sobre el papel
gusta, aunque uno no haya participado al cien por cien en su composición,
pero después, a la hora de la interpretación, defrauda un tanto, es una
intepretación en la que quizá los instrumentos no entran a tiempo, cuando
fuera preciso, o en la que quizás algunos desafinan. Eso es lo que
observamos con alguna frecuencia, no puedo decir que en todos los casos,
pero sí con alguna frecuencia, en la política exterior y de seguridad que
usted dirige, señor Ministro. En nuestra opinión falla, en ocasiones, la
ejecución. Entendemos que en muchos aspectos falta energía en nuestra
acción exterior. Estamos presentes en los foros internacionales, y eso
nos satisface, pero esa presencia no va acompañada, en algunas ocasiones,
de una influencia y de un peso al que creemos que como nación tenemos
derecho. En ocasiones tampoco nos adelantamos a los acontecimientos y
reaccionamos cuando nos golpean, cuando no hay más remedio. En suma, como
bien sabe, gobernar es prever y quisiéramos que en muchas ocasiones se
previeran esos acontecimientos mucho antes de que se produzcan. En
cualquier política, no hace falta insistir en ello, lo importante son los
resultados, y esa coincidencia en los planteamientos no nos impide decir,
señor Ministro, que,



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en ocasiones, creemos que los resultados son escasos, son pobres y que
desearíamos unos resultados más ricos en esa acción exterior de nuestro
país. Al decir esto, no pretendemos, en absoluto, descalificar la
política exterior, sino contribuir, en el marco de ese consenso al que
aludíamos hace un momento, a ayudar a la aplicación de esos principios
que compartimos.

Voy a referirme a algunas de las áreas más importantes. No voy a tocar
todos los aspectos a los que el señor Ministro se ha referido en la
comparecencia de esta mañana, en algunos de ellos estamos plenamente de
acuerdo y no vale la pena insistir en ellos, pero sí quisiera aludir a
los que entendemos, desde nuestra perspectiva, que son más importantes.

En primer lugar, la política en relación con la Unión Europea.

Evidentemente, estamos en una situación muy diferente de la de hace ahora
un año, cuando todavía el Tratado de Maastricht no había empezado su
vigencia, el momento es otro, pero estamos con la cuestión de la
ampliación y han surgido problemas, y todos los grupos de esta Cámara, a
iniciativa del Grupo Popular, hemos tenido que plantear que se supedite
la ratificación del Tratado de ampliación al reconocimiento de nuestros
históricos derechos pesqueros, al reconocimiento, en suma, de la
aplicación a España de la política pesquera común. Da la impresión de que
en este ámbito, en algunas ocasiones, por ejemplo cuando se ha debatido
el problema de las redes de arrastre, etcétera, nos hemos quedado solos,
y parece que a veces nos conformamos con ladrar a la luna, sin obtener
resultados en esa acción exterior en el ámbito de la Unión Europea. ¿Qué
va a pasar, en suma, con esos intereses pesqueros? ¿Vamos a tener
garantías de ser escuchados y de que se cumplan los compromisos que la
Unión tiene con nuestro país? Al mismo tiempo, en el ámbito de la Unión
Europea, ¿cuál va a ser la situación de España en esa futura arquitectura
europea y, en concreto, en la estructura que va a tener que asumir la
Unión Europea como consecuencia de esa ampliación, de la que ya está en
marcha y de las futuras que se produzcan? Porque cada vez está más
extendido el temor de que nos quedemos en un segundo plano en toda esa
Europa de velocidades y de geometrías variables; nos parece que nos va a
tocar, en suma, la peor de las partes.

Bien sabe el señor Ministro que cuando se planteó, por ejemplo, el
problema de la minoría de bloqueo apoyamos muy calurosamente la posición
del Gobierno, y, sin embargo, después todo quedó en aquello que se llamó
el compromiso de Ioannina. Menos da una piedra, pero realmente parece muy
poco, y, desde muchos puntos de vista, tenemos que decir que fue una
frustración.

Nosotros queremos lo mejor para la Presidencia española en el segundo
semestre de 1995 y lo que sí quisiéramos es que no se tratara sólo de una
operación de imagen, sino que España sirviera por supuesto los intereses
de la Unión Europea pero aprovechara para defender también, y hacerlo con
todo calor y con toda contundencia, nuestros propios intereses
nacionales. Por ejemplo, en el reparto de puestos en la Comisión --de lo
que ahora las informaciones periodísticas se hacen eco casi a diario--
resulta que habíamos pensado siempre que lo primero y principal, casi
diríamos lo único, eran los intereses globales de la Unión Europea, pero
parece que se están introduciendo determinados intereses nacionales a la
hora del reparto de carteras. En ese reparto da la impresión de que no
nos va a tocar la mejor parte. Quiero preguntar al señor Ministro qué va
a pasar con nuestra posición dentro de la Comisión. ¿Vamos a tener una
justa atención a lo que son nuestros intereses y nuestras
reivindicaciones o se nos va a dar lo que los otros hayan dejado de lado,
lo que los otros no quieran? En suma, ¿qué vamos a obtener?
Algo parecido decimos de la Conferencia intergubernamental de 1996; es
muy satisfactorio que el grupo de reflexión que va a prepararla esté bajo
presidencia española. Usted ha aludido a que ya hay un debate, pero ese
debate se está produciendo fuera de nuestras fronteras, se está
produciendo en los otros países, sin embargo, en España prácticamente
todavía no se ha iniciado. ¿Se han puesto en marcha las primeras fases
para establecer una doctrina española sobre cuál debe ser la futura
arquitectura de la Unión Europea? Un debate y una doctrina que nosotros
entendemos que hay que llegar a ellos a través de la vía del consenso.

Da también la impresión de que estamos perdiendo demasiado tiempo y de
que sería bueno que iniciáramos ya ese cambio de impresiones, ese debate
público entre todas las fuerzas políticas para saber qué es lo que justa
y lógicamente podemos aspirar a tener cuando se establezca esa
conferencia intergubernamental y las nuevas líneas de la estructura
europea, y cuál va a ser, en suma, la posición de la delegación española
en esa conferencia.

Decía el señor Ministro que tenemos un principio que aceptamos todos, el
de que cada país pueda llegar donde su voluntad política quiera, que no
haya primeras ni segundas filas, y ese principio lo compartimos, pero
creemos que no nos podemos quedar ahí; tenemos que ir un poco más allá
para que el peso de España en la futura Unión Europea sea el que debe
ser. Cada vez está más claro que la Unión Europea, por una parte, mira
hacia el norte, y por otra parte, mira hacia el Este; parece que el Sur
cada vez pesa menos, cada vez cuenta menos en la arquitectura interna de
la Unión Europea.

Quería decir algunas cosas en torno a la política de seguridad. En ese
aspecto, señor Ministro, nosotros insistimos en la importancia de la OTAN
como mecanismo básico de nuestra seguridad colectiva. Entendemos que la
OTAN continúa siendo hoy el pilar fundamental en el que asentar la
seguridad española y europea, pero entendemos también que sería un error
considerar que por el mero hecho de pertenecer a la Alianza nuestra
seguridad está garantizada automáticamente. Más bien al contrario, la
fijación de la OTAN en el Este, cada vez también más clara, y la
aparición de nuevos riesgos en el norte de Africa, puede suponer para
nuestro país un descenso progresivo de la fiabilidad de la Alianza como
garantía última de seguridad.

La reflexión anterior cobra especial relevancia a la vista del grave
deterioro de nuestras capacidades defensivas propias, lo que incrementa
nuestra dependencia de la OTAN al tiempo que nos hace crecientemente
irrelevantes



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para la Alianza en términos de poder militar. Todo el mundo sabe que
somos, de todos los países de la Alianza, el que hace menor esfuerzo
defensivo.

Decía el señor Ministro que nuestros aliados empiezan a escucharnos en
nuestra insistencia en que hay que atender a la frontera sur. Lo cierto
es que nos felicitamos de que se nos empiece a escuchar, pero, hasta
ahora, ese planteamiento español no parece que haya tenido eco y que se
haya concretado en realidades; no se ha concretado, en suma, en hechos.

Nos preocupa mucho esa frontera sur. Creemos que es un flanco importante
de la seguridad colectiva europea, y de Occidente en general, y
quisiéramos que de una o de otra manera se insistiera en esa línea todo
lo que sea preciso.

En esta misma línea, como sabe el señor Ministro, mi Grupo ha presentado
una proposición no de ley sobre la política española de seguridad, desde
el planteamiento de que el decálogo que aprobó este Congreso hace ya diez
años fue coyuntural, respondía a un momento histórico y político
diferente, y que, escapando --decimos en la propia exposición de
motivos-- a las necesidades circunstanciales en que se produjo aquel
decálogo, establezcamos, a partir de ahora, las bases de un posible
entendimiento común entre amplios sectores de la opinión pública y de las
fuerzas políticas mayoritarias sobre una cuestión tan trascendente para
el presente y el futuro de España como es la política nacional de
seguridad y de defensa.

El documento que hemos presentado, la proposición no de ley, que por
supuesto está abierto al debate y a las mejoras de todas las fuerzas
políticas de esta Cámara, creemos que podía ser un buen punto de partida
para establecer esa nueva doctrina, esa nueva política de seguridad de
nuestro país.

Quisiéramos decir, además, señor Ministro, unas palabras en torno al
Mediterráneo. Es obvio que el señor Ministro se ha referido al
Mediterráneo y también al problema de Oriente Medio. Sin duda nos
felicitamos de que en el programa de Oriente Medio se vaya avanzando y se
vayan consiguiendo resultados muy positivos, como es el reciente tratado
entre Israel y Jordania. Pero por lo que hace al Mediterráneo, y
centrándonos, sobre todo, en el aspecto del Magreb, no cabe duda de que
la situación ha cambiado; que no estamos hablando del mismo Magreb que
hace unos pocos años; que el problema del fundamentalismo es un problema
muy serio; que quizá en este momento no parece que sea una amenaza
inminente, ni mucho menos, por fortuna, pero que lo puede ser en el
futuro, y que hay algunas personas que están advirtiendo que ese problema
puede ser el más grave del próximo siglo. Ante eso, ¿qué estamos
haciendo? ¿Nos estamos preparando? ¿Estamos diseñando, en suma, una nueva
política exterior y de seguridad para el Mediterráneo que interesa a toda
Europa, pero que, evidentemente, nos interesa a nosotros mucho antes que
a ningún otro país? Nos da la impresión de que estamos en una posición de
dejar que las cosas sucedan sin empezar a poner las bases de esa política
que, entendemos, es absolutamente necesaria.

Quiero pronunciar unas palabras también sobre Iberoamérica. He escuchado
con mucha atención lo que el señor Ministro ha dicho a ese respecto, y ha
hablado de la política de la Unión Europea con relación a Iberoamérica.

Nos parece perfecto, y creemos que en esa línea, desde la Unión Europea,
es nuestra misión apoyar cuanto podamos para mejorar las relaciones con
los países de ese ámbito y la Unión Europea. Pero también debemos tener
una política propia con relación a Iberoamérica, y a eso apenas el señor
Ministro se ha referido en su exposición.

Iberoamérica significa para nosotros por lo menos --creo que incluso
mucho más-- lo que significa la Commonwealth para Gran Bretaña, o de lo
que significa la llamada francofonía para Francia. Nuestra relación con
ese ámbito iberoamericano nos parece enormemente desproporcionada a lo
que hacen, por ejemplo, Gran Bretaña y Francia con esos otros ámbitos a
los que acabo de referirme. Es decir, estamos en una política de
seguimiento de los acontecimientos cuando ya se producen y estamos, al
mismo tiempo, en la pura retórica. Hemos criticado muy a menudo la
retórica con relación a los países iberoamericanos, pero en muy buena
medida nos hemos quedado ahí, y no estamos haciendo mucho más, aunque lo
podíamos hacer.

Ayer mismo tuve la oportunidad de hablar con un importante diplomático
iberoamericano no residente en España, y me decía lo que ya hemos oído en
otras ocasiones: que desde que nos hemos metido en el proceso europeo
hemos dado la espalda a nuestros parientes iberoamericanos y que España
está ausente prácticamente de todos los ámbitos de la política.

El señor Ministro se ha referido de pasada al problema de Cuba. Creemos
que ahí hay un enorme compromiso español. ¿De verdad, señor Ministro,
estamos haciendo todo lo que podemos para que Cuba avance hacia la
democracia, o estamos esperando lo imposible, y es que un día don Fidel
Castro se levante y diga: voy a poner en marcha la transición hacia la
democracia, cosa que, evidentemente, no va a ocurrir nunca?
Al mismo tiempo que un problema político, en Cuba hay planteado un
problema humanitario importantísimo, que es el problema de los balseros.

Parece que nos hemos olvidado de ese problema que hace unas semanas
ocupaba los titulares de los periódicos, y creo que en ese aspecto es
importante que también tengamos una actitud muy clara y que asignemos
responsabilidades; desde luego, el primer responsable es, sin ninguna
duda, el Gobierno cubano.

No ha dicho nada, señor Ministro, en torno a Gibraltar. Quiero recordarle
que en su comparecencia de hace un año aquí decía literalmente que la
cuestión de Gibraltar va a movilizar, durante esta legislatura, el
esfuerzo no sólo de mi Departamento, sino de toda la Administración y,
sin embargo, nos da la impresión --creo que está a la vista muy
claramente-- de que no se avanza en la solución de ese contencioso; que
estamos instalados en la inercia; que nos resignamos al incumplimiento
flagrante, por parte de la potencia que tiene la obligaciones, de los
acuerdos firmados con ella, y especialmente el de la utilización conjunta
del aeropuerto, que estamos, en suma, aceptando pasivamente el «statu
quo». También en ese terreno, que es tan importante y que ha sido siempre
un capítulo destacado



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de nuestra política exterior, quisiéramos una acción más enérgica y más
contundente de su Departamento.

Tampoco ha dicho nada de Guinea, que tanto nos importa desde muchos
puntos de vista. Simplemente le hago una pregunta, señor Ministro:
¿estamos haciendo algo más que esperar y ver qué sucede? Porque da la
impresión de que estamos instalados en esa pura situación de espera.

Quisiera decir unas breves palabras respecto a Naciones Unidas y a las
operaciones de mantenimiento de la paz. Somos conscientes de que estamos
haciendo un gran esfuerzo, pero también quería preguntarle: ¿hay una
correspondencia real entre ese esfuerzo que estamos haciendo y lo que
obtenemos a cambio? Va a terminar la presencia de España en el Consejo de
Seguridad como miembro no permanente. Creemos que se puede hacer un
balance globalmente positivo de esa presencia, pero, ¿cuál va a ser la
posición y el peso de España en el ámbito de las Naciones Unidas en el
futuro? No lo podemos fiar todo a una hipotética reforma de la Carta de
San Francisco, porque, como bien sabe el señor Ministro, una Ponencia de
esta Comisión estuvo hace poco en Nueva York y llegamos a la conclusión
de que la reforma va a ser más bien de detalle, si es que se produce. En
todo caso, las reformas de una cierta profundidad quedan para muy lejos;
de aquí para el año 2000 empezaremos a hablar, nos decían en algún caso.

Eso quiere decir que España va a tener que resignarse, a partir de ahora
en que abandona el Consejo de Seguridad, prácticamente a desaparecer del
escenario en este ámbito.

Por lo que hace a las operaciones de mantenimiento de la paz, nosotros
creemos que en algunos casos han sido muy satisfactorias y muy eficaces,
especialmente en Centroamérica: Onuca u Onusal, pero a la vista está que
no podemos decir lo mismo de Bosnia, y a la opinión pública le llega una
sensación de impotencia, de fracaso, de ineficacia. Ya sé que es muy
difícil, señor Ministro, pero creo que tengo la obligación de decirle que
eso piensan muchos españoles; es decir, que estamos allí pero, al final,
no conseguimos nada, como hacen nuestros aliados, y habría que hacer algo
para que esas presencias tengan una mayor eficacia que la que tienen.

Voy terminando, señor Presidente. Entendemos, sin ninguna duda, que la
política exterior es el ámbito fundamental de la política de Estado. Como
decía al principio, un ámbito que se debe configurar desde el consenso
entendido como diálogo y como diálogo permanente.

Nosotros queremos, señor Ministro, que se proyecte una imagen positiva de
España, pero una imagen basada en hechos, en realidades y no en
operaciones de relaciones públicas.

Entendemos, en suma, señor Ministro, que es conveniente que se trascienda
de lo inmediato para ir diseñando una política a medio y largo plazo que
es absolutamente necesaria que nuestro país tenga, no estar simplemente
al día a día y a los acontecimientos tal y como se van produciendo, sino
diseñar, con calma y desde el marco del consenso, esa política que
nuestro país requiere en tantos ámbitos de su acción exterior.

Debe estar seguro, señor Ministro, de que a la hora de configurar ese
consenso puede contar, sin ninguna duda, con nuestro Grupo Parlamentario.




El señor PRESIDENTE: La mecánica que vamos a seguir es que los grupos
intervengan, el señor Ministro pueda replicar y luego abrimos un segundo
turno para todos, si les parece.

Tiene la palabra el señor Vázquez, en nombre del Grupo de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Es verdad, señor Ministro, que resulta difícil
oírle a usted cosas nuevas y que usted nos las oiga a nosotros, porque
las cosas son como son, y nos vemos en tantas comisiones que tocan temas
parecidos que nos escuchamos casi siempre lo mismo; alguna cosa diferente
vamos a abordar hoy, fundamentalmente el tema de Méjico porque, que yo
recuerde, no ha sido tratado recientemente.

Siguiendo un poco el hilo de su intervención tengo que decirle que es
evidente que nosotros también compartimos buena parte de los objetivos de
política exterior del Gobierno y, por tanto, me voy a centrar
fundamentalmente en aquellos aspectos en los que la discrepancia existe y
no en los que hay, digamos, consenso.

Al empezar a hablar usted de la PESC y referirse al artículo J.5 del
Tratado de la Unión, cuyos objetivos pueden ser en abstracto compartibles
y referirse también a la UEO como componente de defensa de la Unión
Europea y más o menos pilar europeo de la OTAN, aparece nuestra primera
discrepancia.

Nosotros podríamos entender y aceptar una Unión Europea comunitaria, es
decir, que sirviera realmente a los intereses de defensa de la Unión
Europea y que fuera ese instrumento real de la PESC. Pero sin interpretar
esto como oposición a otro gran país del otro lado del Atlántico, nos
parece que la Unión Europea como ese embrión de lo que debería ser la
política de defensa europea, debería ser comunitario, es decir, con
participación de los miembros actuales o de los que se pueda ampliar, y
mantener el tipo de relación que tuviera que mantener con la OTAN, pero
siempre, digamos, de soberanías mutuas, no de supeditación de la Unión
Europea a la OTAN. No ponga usted cara extraña, señor Ministro. Usted
sabe bien que en la configuración actual de OTAN y UEO, UEO es un
apéndice supeditado absolutamente a la OTAN. Lo que yo estoy defendiendo
es una UEO que pueda ser el embrión de esa política de defensa europea.

Creo que eso se entiende más fácilmente.

Usted ha citado la proposición que el otro día aprobamos por unanimidad
en el Congreso respecto al condicionamiento de la ratificación de la
ampliación al cumplimiento de los preacuerdos de pesca, es decir, la
inclusión de España en la política de pesca comunitaria. Veremos qué
curso sigue eso. La semana pasada hablamos de este asunto en la Comisión
mixta y esperamos que se resuelva adecuadamente, posibilitando la
ampliación en la fecha prevista porque previamente España esté, como
todas las de la ley, incluida en esa política de pesca común.




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Respecto a las posibilidades de ampliaciones futuras, que sin duda van a
significar problemas importantes para la economía española, habrá que
enfrentarlos desde la óptica doble de solidaridad con los países que lo
necesitan y, al mismo tiempo, defensa de los intereses españoles,
básicamente en los temas de agricultura, reparto de fondos de cohesión o
de fondos estructurales, fundamentalmente pensando en los pecos. Pero
tiempo tenemos por delante para ir perfilando esa situación. No nos
importaría, al contrario, estaríamos de acuerdo en que fuera posible
hacerlo encontrando el mayor consenso posible en esta Cámara.

Ha citado usted la necesidad de aumentar las relaciones con Estados
Unidos. Nos parece bien, siempre que --y repito lo mismo que decía
anteriormente respecto a la UEO-- esas relaciones con Estados Unidos se
produzcan desde unas soberanías idénticas y no desde relaciones de
supeditación. Yo sé que en nuestro país se puede estigmatizar esto como
una especie de sentimiento primario o primitivo ante-yanki. No es el caso
del que le habla ni de la mayoría de la gente de mi formación política.

En todas las formaciones políticas podemos encontrar de todo, pero yo le
aseguro que la mayoría de mi formación no tiene una posición primaria
anti-yanki, sino una posición que pretende que Europa, como entidad
política, mantenga relaciones con todos los países del mundo,
naturalmente también con los Estados Unidos, pero, repito, desde esa
posición de soberanía idéntica en todos los terrenos, no sólo en el
militar, sino también en el económico, etcétera.

Se ha hablado de pasada --es un asunto del que hablamos hace una semana--
del documento de la CDU alemana y de las tensiones respecto a la Europa
de geometría variable, de doble velocidad o cualquiera de los adjetivos
que se han utilizado. Ya dejamos clara nuestra posición en aquella
ocasión, diciendo que somos partidarios de que cada país llegue a donde
quiera llegar y que no haya ninguna posibilidad de que nadie vete a nadie
llegar a donde quiera. En la práctica cotidiana ya tenemos instalada una
doble velocidad, no sólo en las diferentes organizaciones en las que se
participan, por ejemplo, en la UEO, sino en algo mucho más conceptual; la
propia construcción de la Unión Europea avanza asimismo con dos
velocidades: una velocidad de crucero --con dificultades, pero a
velocidad de crucero-- en todo lo que son temas económicos, mientras que
está en movimiento cero o casi cero en todo lo que significa dimensión
social, cohesión social y dimensión política. Creo que sería
absolutamente necesario que España, en esa Presidencia del segundo
semestre de 1995, hiciera todo el esfuerzo posible para implementar esos
aspectos de la dimensión social y política, acompasando el paso, digamos,
respecto a la dimensión económica.

En cuanto al Mediterráneo, estamos prácticamente de acuerdo con los
objetivos en el Magreb, en Oriente Medio y la política mediterránea.

Sería deseable la cooperación de la Unión Europea respecto del Magreb
--que coincido con usted en que es un tema absolutamente prioritario, no
sólo para nosotros, que somos frontera inmediata, sino para el conjunto
de la Unión Europea--, porque si progresan los aspectos sociales y
políticos, el que uno esté en el sur o en el norte tendrá, digamos, menos
entidad conceptual, y acabará siendo un problema importante para todo el
conjunto de la Unión la situación en el Magreb. Esa cooperación deberá
hacerse desde una óptica, no neocolonial, no esperando que la cooperación
en terrenos económicos con el Magreb signifique obligatoriamente retornos
para la economía española o para la economía comunitaria, sino que habrá
que estár dispuestos a ser lo suficientemente solidarios y generosos
--generosos en propio interés, no en interés abstracto o espurio de
crecimiento del Magreb, sino por propio interés de España y de la Unión--
para que ese crecimiento se produzca convenientemente en todo el Magreb,
única forma quizá de desactivar la bomba de relojería de tiempo que
existe en esos países; no sólo el fundamentalismo, sino también el
crecimiento demográfico y la desigualdad económica.

Respecto a Oriente Medio, nos felicitamos, como todos, de los acuerdos de
Israel y la OLP; también de los acuerdos recientes entre Israel y
Jordania. Ojalá encuentren la misma vía y sea posible llegar a acuerdos
entre Siria e Israel. Siria es un país fundamental en esa estabilidad del
Oriente Medio, Jordania también lo es, pero Siria yo creo que
especialmente.

La cifra que usted ha dado de ayuda a esa política mediterránea, tanto en
calidad global como «per capita», en relación con la que se dedica a los
pecos, deja bien evidente cuáles son o cuáles han sido hasta ahora las
prioridades en el seno de la Unión. A nosotros nos parece que es muy
importante conseguir estabilidad en los países de la antigua Europea del
Este, pero, como ya decíamos hace un momento, hay que intentar conseguir
un desarrollo importante en el Magreb para desactivar esa bomba de
relojería, y desde luego con esos 4.400 mecus, no es posible; me parece
que usted ha dicho que la cantidad es insuficiente, pero yo creo que
podríamos aventurarnos más y decir que es casi ridícula esa cifra de
cooperación.

Respecto a Iberoamérica, me voy a detener en el tema de Méjico, que usted
ha citado un poco de pasada. Sobre el reparto de escaños, 300 para el
PRI, 119 para el PAN, 71 para el PRD y 10 para el Partido del Trabajo, a
nosotros nos parece --las informaciones de que disponemos así parecen
probarlo-- que no nos podemos conformar con el hecho de que haya habido
menos fraude. Yo creo que ahora mismo lo que se discute no es si el PRI
tiene que tener unos cuantos escaños menos o más, si al PAN o al PRD le
puede suceder lo mismo; el problema es que ha habido fraude, aunque sea
de menor entidad que el que hubo en 1988, que fue no sólo grande en
cantidad sino basto en calidad; esta vez probablemente el fraude ha sido
mucho más fino en calidad y menor en cantidad, pero en cualquier caso
fraude. Yo creo que estamos ante un problema político y ético y no
solamente podemos discutir unos cuantos escaños arriba o abajo de unos u
otros, yo creo que conceptual y democráticamente el problema es otro; si
aceptamos una elección fraudulenta, aunque sea menos fraudulenta que las
del pasado, o no la aceptamos; si no aceptamos, probaremos relaciones
diplomáticas para intentar resolver todo eso.

Nosotros disponemos de información que procura demostrar, aunque está en
un período de elaboración, que la



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fase de preparación de las elecciones, las campañas y las propias
votaciones se han llevado a cabo con condiciones de falta absoluta de
equidad. Usted decía antes que faltaba cuantificación precisa de esa
falta de equidad en los medios, y que exista una falta de cuantificación
precisa no significa que sea evidente que esa desproporción ha existido.

Por tanto, ése es un elemento previo a la votación que señala ya un
componente importante de fraude.

Después, en la propia votación, hay detalles, digamos, técnicos que
también parecen demostrar eso; han sido eliminados, rasurados, como dicen
ellos, alrededor del 20 por ciento del total de los ciudadanos del país,
alrededor de 9,5 millones de los que deberían estar en el censo. Las
cifras totales del padrón no variaron a pesar de diversas depuraciones.

En el Registro Federal de Electores se reportaba un total de 45.729.000
ciudadanos, pero luego, en las listas que se entregaron para utilizarse
en los colegios electorales, sólo aparecían 44.900.000 ciudadanos, es
decir, alrededor de algo más de 800.000 ciudadanos excluidos de esta
posible votación.

En el padrón de Méjico, distrito federal, aparecían más de un millón de
homónimos, es decir, grandes cantidades de personas con el mismo nombre
repetidos en diferentes colegios hasta 126 veces. En todo el país se
cuantifican estos homónimos falsos en 4.800.000, lo que significa
condiciones técnicas difíciles para hacer posible esa votación limpia y
que, de hecho, acaban siendo expresión de ese fraude producido.

Por no alargarme excesivamente, el informe de una de las entidades que
estuvo controlando estas elecciones, que fue la Alianza Cívica
Observación 94, acaba dando porcentajes de irregularidades en el momento
de la votación, y señala cómo el 3,27 de los colegios electorales no se
instalaron en los lugares previamente anunciados; que en el 7,67 de los
colegios electorales se permitió votar a ciudadanos sin credencial; que
en el 69,5 por ciento de los colegios electorales se registró una
eliminación fraudulenta de ciudadanos; que en el 38,5 de los colegios
electorales no se votó en secreto, lo que también es una condición
democrática, y que, aunque esto es más difícil o más abstracto de
precisar, en más del 25 por ciento de los colegios se ejerció presión
sobre los votantes.

Todas estas cosas que, repito, están siendo estudiadas por uno de los
partidos, en concreto por el PRD, creo que demuestran que si bien la
calidad del fraude ha sido menor que en 1988, la existencia del fraude es
evidente. Y, repito, el problema ético que se le presenta a la comunidad
internacional, en concreto a España, es el de si aceptamos como buenas
unas elecciones que se demuestran objetivamente como fraudulentas, a
pesar de que haya habido menos fraude. Yo creo que el tema de fondo está
en esa situación.

En una entrevista que se publica hoy en varios periódicos de tirada
nacional, el líder de ese partido, cuando se le pregunta el porqué de la
violencia política en Méjico, de los asesinatos recientes a que usted ha
hecho referencia, dice --y se destaca en titulares-- que la
descomposición del régimen hace que las disputas terminen a balazos. Esto
puede parecer exagerado, pero creo que es un buen resumen de lo que es
una situación bastante descompuesta.

Todos entendemos que Méjico es un país muy importante; que es importante
en su recientemente firmado Tratado NAFTA con Estados Unidos y Canadá;
que es importante en el contexto latinoamericano, y que es importante en
el contexto de las relaciones exteriores de España, como otras veces nos
ha ocurrido con países más cercanos geográficamente.

También es evidente que Méjico cuenta, en general, con nuestras
simpatías. Yo creo que cualquier español, de cualquiera de las Españas de
que se hablaba antes, tiene una deuda de gratitud con Méjico por el
pasado reciente de la historia de nuestro país, pero eso no nos debe
hacer mirar hacia otro lado. Para aumentar la talla moral de España y
aumentar la calidad de nuestra presencia en la comunidad internacional,
tenemos que tener la capacidad y la posibilidad de denunciar aquellas
cosas que moral o éticamente nos parecen inadecuadas, que nos parecen
fuera de las normas democráticas que todos decimos defender. Y me
gustaría que en su respuesta usted me haga alguna precisión respecto al
tema mejicano.

Cierro el paréntesis de Méjico y seguimos.

Respecto a Cuba, nos parece importante que España apoye ese acuerdo de
cooperación de la Unión Europea, similar al que se tiene actualmente con
Vietnam. Todos en esta Cámara estamos a favor de que se produzca una
transición pacífica y tranquila en Cuba, pero condición indispensable
para que eso tenga validez es que todos deberíamos dedicar los mismos
esfuerzos que dedicamos a hablar de la transición democrática en Cuba a
eliminar uno de los factores que están haciendo si no imposible sí muy
difícil el avanzar en ese camino, que es la existencia de ese bloqueo
--no sólo injusto, no sé que adjetivo utilizar, pero imagínense el más
grueso que quieran-- que dura ya más de 30 años, que está condicionando
la economía y la vida cotidiana de esa pequeña isla y que está siendo
impuesta al margen de cualquier tipo de consideración de Derecho
internacional. Lo primero que los demócratas españoles tendremos que
conseguir respecto de Cuba es que se levante el bloqueo, y que, una vez
levantado el bloqueo, exijamos el tránsito pacífico a través de la senda
democrática, pero eliminemos el bloqueo, repito, hagamos todo el esfuerzo
necesario para que eso se produzca.

Coincido con usted en que la Unión Europea necesita una reflexión global
respecto a las relaciones con Iberoamérica. A mí también se me ha dicho
en más de una ocasión lo que ha referido antes el señor Muñoz Alonso: que
España, desde nuestra entrada en la antigua Comunidad, actual Unión
Europea, de alguna manera ha dado la espalda a Latinoamérica, lo que él
ha llamado nuestros parientes americanos.

Creo que eso, en cierta medida, es verdad. No creo que sea una verdad
absoluta, pero, en cierta medida, es verdad, y la política exterior
española también debería hacer esfuerzos para obligar a esa reflexión en
el seno de la Unión Europea respecto a las relaciones con Iberoamérica en
todos los terrenos, especialmente en el terreno del desarrollo económico.

Las cantidades que se dedican ahora mismo, esos 750 mecus a los que ha
hecho referencia, se consideran insuficientes. Yo también utilizaría otro
adjetivo un



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poco más fuerte, pero en este caso no importan los adjetivos, sino los
sustantivos.

A mi Grupo le parece una actitud correcta que se hayan abierto relaciones
en el Sudeste asiático. Esa próxima apertura de una oficina diplomática o
de representación diplomática en Vietnam y, recíprocamente, de Vietnam en
España, nos parece un hecho positivo. Creo que es un camino que hay que
seguir explorando.

Respecto al Africa subsahariana, es poco lo que ha dicho. Creo que lo que
hemos estado viendo en estos últimos meses debería obligarnos a hablar
más del Africa subsahariana. Quizá no por relación geoestratégica, sino
por la propia condición humana, deberíamos dedicar más esfuerzos a
intentar paliar de la forma más inteligente posible la cuota enorme,
terrible, de sufrimiento en toda esa gran región del planeta.

Acabo como empecé. Nos parece bien que haya un ánimo de consenso por
parte del Ministro o de su Departamento para hacer posible que la mayor
parte de las áreas de la política exterior pueda ser consensuada con
todos los grupos, en ese camino nos podremos encontrar, señalando los
aspectos de las discrepancias de mi Grupo, que he intentado explicitar.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Convergència y Unió, tiene la
palabra el señor Molins.




El señor MOLINS I AMAT: Quisiera, en primer lugar, agradecer al señor
Ministro su intervención, por el enorme esfuerzo de síntesis que tiene
que representar necesariamente una intervención de prácticamente cuarenta
o cuarenta y cinco minutos para intentar explicar la política de su
Departamento referida a sus competencias, sobre todo cuando, en este
despliegue que ha habido de ministros explicando la política
gubernamental, algunos no nos hemos recuperado todavía de las
intervenciones de algún compañero de gabinete que han durado dos y tres
horas. Por tanto, quiero agradecer este esfuerzo de síntesis, que
necesariamente debe comportar un esbozo de los problemas y no una
profundización en ellos, pero se lo agradezco porque nos da pie a
intervenir y fijar nuestras posiciones al respecto.

Por seguir el mismo orden que ha utilizado el señor Ministro, en cuanto a
la política europea, simplemente un comentario, que ya se ha dicho por
otro interviniente. Precisamente por las responsabilidades que en la
Presidencia de órganos europeos nos corresponde en el segundo semestre
del año próximo y en tanto que componentes de esa Presidencia a tres
durante todo 1995 y en el primer semestre de 1996, y también como
responsables de la preparación de la conferencia intergubernamental, creo
que deberíamos ser capaces de suscitar un diálogo interno mayor del que
se está suscitando sobre las cuestiones que en esa conferencia
intergubernamental deben suscitarse, en un doble ámbito, hacia dentro y
hacia fuera. Es decir, qué opinión tenemos nosotros sobre esa ampliación
futura, sobre esos 13 países, que ha mencionado el señor Ministro que
están esperando. Estamos de acuerdo con este límite de la voluntad
política de esos propios países. Creo que deberíamos ser capaces de tener
una opinión propia no sólo a la defensiva; es decir, obviamente, como
mínimo debemos tener ésa, o sea, qué consecuencias pueden tener para los
intereses españoles los fondos agrícolas, los fondos de cohesión a los
que hacía referencia el señor Ministro. A esta política la llamo «a la
defensiva» respecto a esa ampliación. Deberíamos ser capaces de elaborar
una más positiva. Es un proceso que, en cierta forma, nuestro grupo
parlamentario nos recuerda aquello del «café para todos» que al final se
convierte en aguachirle. Ese es el fondo de debate, y creo que deberíamos
ser más capaces, como lo hemos sido en otras cosas, al menos ésa es mi
opinión, de producir nuestra propia opinión, aun a riesgo de que no sea
la que prospere. Recordamos aquellas palabras que se le atribuyen a un
político ya hoy desaparecido, y que era muy buen amigo de todos nosotros,
al que todos recordamos con mucho cariño. Dicen que, en un congreso de su
partido en el que había grandes divisiones, le preguntaron: Quién ganará,
y él iba repitiendo sistemáticamente: Ganaremos, ganaremos. Le decían:
Pero quién. Y respondía: No sé todavía quién, pero ganaremos, es decir,
yo estaré con ellos.

A veces nuestra política se parece a esta actitud, que tiene algo
positivo, porque cuando uno tiene la responsabilidad de presidir un grupo
de trabajo probablemente está más obligado que otros a no exponer muy
claramente su política en el sentido de no pretender su política propia,
sino intentar el consenso entre todos y encontrar el camino. Pero creo
que deberíamos ser más capaces de provocar incluso. Lo que más encuentro
a faltar probablemente es suscitar, desde su ámbito de competencias, en
el interior del propio país, la generación de ideas al respecto, que no
sea estrictamente una posición del Gobierno español en el momento en el
que llegue, como fruto de un consenso de la opinión de los países
comunitarios, sino también que la propia sociedad española haya sido
capaz de generar una opinión al respecto, una opinión abierta, no una
opinión cerrada, estricta, sino abierta, pero en la que se haya suscitado
un debate en el que salgan a relucir los pros, los contras, con todo lo
que hay que tener en cuenta, que es muchísimo y es complejo; un debate en
el que deben intervenir no sólo las fuerzas políticas, que, obviamente,
han de intervenir, sino también las fuerzas sociales, las universidades,
los expertos, etcétera. Ese es el debate interno que echamos en falta y
que creo que su Departamento podría impulsar en ese sentido.

Repito lo que he dicho respecto a su esfuerzo de síntesis, es decir, si
pudiera ampliar algo más, puesto que en las últimas semanas, en los
últimos meses está habiendo relativos cambios en la situación en
Yugoslavia, quisiera que nos explicara un poco cuál es la situación
actual y, sobre todo, en qué forma esto va a implicar a las fuerzas que
España tiene desplegadas en ese proceso de paz en las repúblicas ex
yugoslavas.

Pasando a la política mediterránea, haré dos comentarios. Estamos muy de
acuerdo con lo que usted comentaba. Creemos que la política europea
respecto al flanco sur o a la frontera sur no es en este momento una
política en la que lo que preocupe sea la política defensiva, sino más en
ese ámbito de la seguridad, sobre todo la política que sea capaz



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de provocar el desarrollo político, social, económico de esos países para
que no tenga que ser necesario después resolver un problema estrictamente
defensivo.

Quisiera que hiciera alguna referencia a un conflicto en un país de esa
zona, al conflicto de la República Saharaui, de los territorios saharauis
respecto a Marruecos. ¿Qué está haciendo España en la resolución de ese
problema y en el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas?
Respecto a la política con Iberoamérica haré una breve referencia a
Méjico, porque interpreto que, probablemente, el Grupo que ha solicitado
la comparecencia se dará por satisfecho con el debate que se está
produciendo en este momento respecto a Méjico. Yo creo que en Méjico hay
un doble problema: uno es el del contexto electoral de las elecciones,
evidentemente; el otro es que es un país en el que algunos de los
componentes exigibles a un Estado de Derecho tampoco se dan. En este
sentido, querría llamar la atención al Ministro de Asuntos Exteriores
español porque, como usted sabe, en esa política de contactos y de
intensificación de relaciones con Méjico no estoy muy de acuerdo en el
análisis que ha hecho respecto a que es un país emergente, que es un país
que ha hecho un esfuerzo en los campos político y económico, pero
probablemente con mejores resultados en el cambio económico que en el
cambio político, evidentemente. Se ha incitado a la intensificación de
las relaciones económicas con Méjico y tengo que señalar que esas
relaciones a las que hemos incitado a nuestros empresarios no están dando
buenos resultados, porque el contexto en el que se realizan allí los
negocios no es el que normalmente estamos acostumbrados y el que
normalmente debería ser en un Estado de Derecho. A mi entender, eso
requiere una especialísima tutela por parte del Ministerio de Asuntos
Exteriores español respecto a esos intereses que, incitados por la
política exterior española, acuden a esta llamada del Gobierno español y
después tienen determinados conflictos, que yo creo que pueden provocar
gravísimos quebrantos en nuestros intereses.

Nada que decir respecto a la posición en el sureste asiático y en los
países africanos subsaharianos. Un tema al que no ha hecho referencia
--ya lo ha mencionado el señor Muñoz Alonso-- es el relativo a la reforma
de la ONU. Este es un tema en el que, no sólo por la existencia de una
ponencia que está estudiándolo, creo que España podría y debería tener un
papel importante en la necesaria reforma de la ONU, correspondiente a los
nuevos retos que Naciones Unidas tiene que acometer ante la desaparición
de los bloques. Todo el mundo está de acuerdo en que Naciones Unidas debe
tener un nuevo papel; falta ver si nos ponemos de acuerdo en qué reformas
estructurales debe acometer Naciones Unidas para poder hacer frente a
esos nuevos retos. Insisto en que creo que España podría y debería tener
una intervención muy decidida en esa reforma, directa o indirectamente.

Directamente, a través de sus propios esfuerzos, e indirectamente, a
través de la Unión Europea. Entiendo que también podría ser una línea de
acción el intentar que la Unión Europea tenga una posición común respecto
a las reformas necesarias dentro de Naciones Unidas. Ese es el doble
esfuerzo en el que yo creo que deberíamos insistir.

Acabo, señor Ministro, deseando haber sido tan sintético como usted.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Socialista, tiene la palabra el señor
Yáñez.




El señor YAÑEZ-BARNUEVO GARCIA: Señor Presidente, voy a tratar de ser muy
breve, para contribuir a acortar esta probablemente larga sesión.

Empezaré por excusar por mi parte también al portavoz habitual del Grupo
Socialista, don Miguel Angel Martínez, que está ausente por razones de
trabajo parlamentario.

En segundo lugar, creo que debemos felicitarnos por el alto grado de
consenso que despierta la política exterior. Hace ya muchos años que
venimos diciendo, yo creo que todos, que responde a altos intereses
nacionales y a una política de principio, en la que hay una coincidencia
muy extendida entre el arco parlamentario constitucional y democrático
del país, lo que es bueno porque fortalece la acción de quien está
encargado de la ejecución de esa política, que no puede ser otro que el
Gobierno. Aunque también es bueno que a la formación de una opinión y de
un criterio en política exterior contribuya el conjunto de los grupos
parlamentarios, cuando es una política consensuada, e incluso la propia
sociedad. Porque, insisto, eso fortalece la consecución de nuestros
objetivos y fortalece nuestra voz en el exterior, que, de otra manera,
estaría debilitada, si hubiese discrepancias importantes o disidencias
sustanciales, que no he encontrado. Lógicamente, sí hay críticas
concretas sobre algunos aspectos por parte de algunos grupos. El Grupo
Socialista apoya plenamente esa política exterior que ha expresado el
Ministro señor Solana. Aprovecho la ocasión para elogiar y agradecer su
disposición plena, en todo momento, para comparecer ante ésta y ante
otras comisiones; el otro día decía él mismo que son cinco las comisiones
a las que comparece, con lo cual su trabajo parlamentario casi equivale,
en tiempo y en dedicación, al resto de su tarea, que es mucha, de
ejecución precisamente de esa política exterior. Por tanto, quiero
felicitarle y agradecerle su presencia aquí.

A continuación, quisiera hacer un breve comentario sobre el proceso de la
Unión Europea. El Ministro ha centrado su intervención fundamentalmente
alrededor de ese eje, y me parece bien porque es lo que sirve de marco no
sólo para la evolución de esa unión del viejo continente, sino también en
relación al resto de nuestra política exterior, de nuestra política
internacional. Creo que la presidencia española de la segunda mitad de
1995 va a ser un momento especialmente importante que el Ministro ha
destacado y que yo no voy a glosar porque coincido plenamente, sobre todo
en lo que tiene de coordinación con Alemania, actual presidente; con
Francia, en el primer semestre de 1995 y --la novedad que él ha
introducido, que al menos yo personalmente no conocía-- con Italia. Sí
conocía que Italia presidía, pero no que iba a haber también
--es lógico que la haya-- una coordinación con otro gran país de la Unión
Europea como es Italia. Creo que el hecho



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de que Alemania presida ahora, con un gobierno experimentado y duradero,
que parece marcar la pauta actual en los países de la Comunidad Europea,
es buena señal de lo que puede ser esa presidencia comunitaria en el
segundo semestre de 1995.

Breve comentario también sobre los temas de seguridad y nuestro papel en
la Alianza Atlántica y en la UEO. Solamente decir, quizá como un ligero y
tangencial comentario a la intervención sobre ese tema del portavoz del
Grupo Popular, que yo, personalmente al menos, y creo que mi Grupo
también y el Gobierno, más que hablar negativamente de un menor esfuerzo
defensivo en seguridad por los temas presupuestarios, pienso que hay que
verlo positivamente, es decir, hay un mayor esfuerzo de nuestro país en
un movimiento por menor armamentismo, por un mayor desarme, que es la
visión progresista, sobre todo a partir de 1989, de la desaparición de
los bloques. Yo creo que en eso somos pioneros o encabezamos; si se ve en
términos negativos, estamos al final; si se ve en términos positivos,
estamos a la cabeza de ese esfuerzo, que creo que es bueno.

Me parece también muy bien que se cite el decálogo de hace diez años en
su propia glosa; significa que fue una gran contribución a la definición
de nuestra política exterior en unos momentos, y, en segundo lugar,
porque ese decálogo fue de tal éxito que se cumplió en sus diez puntos en
su desarrollo. ¿Que hay ahora que hacer nuevos decálogos imitando aquello
o nuevos avances? Desde luego, la sociedad cambia, la realidad es
cambiante, van apareciendo nuevos datos y con toda seguridad hace falta
la actualización de ese tipo de políticas en todo momento.

Voy a ir terminando, señor Ministro. Creo que la política exterior debe
responder a la defensa de los intereses nacionales, desde luego, pero sin
olvidar nunca los principios, que a veces coinciden con los intereses y a
veces no coinciden tanto. Es decir, el principio de la defensa de la paz,
de la democracia, del desarrollo de los países del Tercer Mundo, en
ocasiones puede estar --normalmente no-- en contradicción con algunos
intereses particulares de sectores o de grupos en nuestro país, pero esa
contradicción debe ser superada por el bien mayor en todo momento.

Por último ya, y termino, en cuanto a la política en relación con
Iberoamérica, estoy de acuerdo, hay que hacerla teniendo en cuenta
nuestra bilateralidad y no sólo en relación a la Unión Europea. Quizá un
comentario del Ministro sobre la futura cumbre de Argentina, aunque
todavía quedan unos meses, podía ser oportuno, y también sobre una cumbre
en la que no participamos por lo menos como país en pleno derecho, que es
la convocatoria del Presidente Clinton a la cumbre de las Américas en
Miami en diciembre. Por cierto, como los Grupos han hablado del tema de
Méjico, casi sustituyendo un punto que venía después, no puedo eludir el
comentario de mi Grupo sobre ello.

Creo que la explicación del Ministro sobre Méjico es muy correcta. Todos
los observadores coinciden en que ha habido algún tipo de fraude, algún
tipo de alteración tanto cualitativa como cuantitativa, utilizando las
palabras del Diputado señor Vázquez, pero no ha alterado sustancialmente
el resultado.

Eso es importante, pero no suficiente. Debe llegarse a un sistema en
Méjico donde no haya ningún tipo de fraude, ningún tipo de alteración,
pero ya es un avance que no modifique el resultado global. Es evidente
que el candidato del PRI, Ernesto Cedillo, ha ganado, y lo ha hecho
holgadamente, las elecciones presidenciales en Méjico y que la
composición de las Cámaras responde globalmente a la correlación de
fuerzas que en Méjico se ha producido, aunque todavía quede mucho camino
por andar, sobre todo en la democratización del Estado y del PRI en
Méjico hasta llegar a una democracia plena. De eso son conscientes el
propio Presidente actual, Salinas, y el Presidente entrante, Ernesto
Cedillo.




El señor MILIAN MESTRE: Señor Presidente, un tema de procedimiento.

Todos los Grupos han manifestado su opinión respecto a la cuestión
mejicana, menos el nuestro, puesto que hemos participado en primer lugar
y, consecuentemente, no sabíamos que se iba a hacer la agregación de ese
punto del orden del día.




El señor PRESIDENTE: Si le parece, señor Milián, como luego vamos a tener
un segundo turno, puede usted participar en él. Lo digo porque yo creo
que el señor Ministro debería contestar a todo lo que se ha dicho ya.

En fin, como prefieran ustedes. Señor Milián, aquí no se trata de que
nadie quede privado del uso de la palabra, ni mucho menos. De modo que si
usted desea intervenir en este momento, hágalo.




El señor MILIAN MESTRE: Gracias, señor Presidente. Yo prefiero intervenir
antes que el Ministro.

Le agradezco esta oportunidad de poder anticipar nuestros puntos de
vista, puesto que a lo mejor serán ligeramente matizables o matizados
respecto a lo que ha dicho mi buen compañero el señor Narcís Vázquez.

Yo quisiera decirle que a nuestro Grupo le preocupa el tema mejicano
sobre todo por la alta incidencia que pueden tener los intereses
españoles. Evidentemente, los estados, cuando hacen política exterior,
suelen fijarse más en los intereses que en las ideas. En este sentido,
señor Presidente, señor Ministro, es evidente que las recientes
elecciones han ofrecido una cierta sorpresa, cual ha sido el éxito del
PRI, hasta cierto punto inesperado en la magnitud que se presenta.

Nuestro Grupo no dispone de datos suficientes para decir si ha habido
fraude o no en cuantía o en calidad; no lo sabemos. Nosotros carecemos de
datos, salvo lo que la prensa ha podido revelar. Lo que sí es evidente es
que se ha producido una insuficiencia social de otras fuerzas políticas
que, al parecer, tenían mayores posibilidades «a priori», pero esto ha
tenido un proceso de causas que han llevado a una situación muy peculiar
y que nosotros quisiéramos subrayar haciendo un ligero análisis de los
temas.

La situación actual de Méjico procede de una serie de medidas que se han
tomado, en el buen sentido, como ha sido el deseo o el afán de Salinas de
Gortáriz de modificar el escenario político y administrativo de su país.




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Evidentemente, eso ha producido grandes cambios en su mandato, cuales han
sido: el cambio de escenario general respecto a la idea de reforma y no
de estabilidad; el cambio de estructuras económicas importantes, cuales
han sido: privatizaciones --por ejemplo, la de la banca y otras grandes
empresas-- y el cambio en la dinamización de la economía abriéndola a
grandes mercados. Eso ha derivado en el AFTA, que ha sido lo que ha
provocado una auténtica revolución y, como yo mismo le oí a la propia
Margaret Thatcher en Méjico en el mes de marzo, eso era la revolución
moral del sistema, puesto que acabaría liquidando lo que es el problema
endémico de la corrupción.

Por tanto, algo muy importante está ocurriendo en Méjico, y los
observadores que hemos podido conocer ese proceso, como digo, en la
primavera pasada, hemos apreciado, por ejemplo, que la apertura de
mercados hacia América del Norte supone una revolución interna de gran
magnitud que provoca muchos de los posibles males, en repercusión
negativa, que se están originando en este momento dentro del propio
sistema político y del propio PRI: integración en las economías, como he
dicho, con efectos sociales de mercado de trabajo evidente, Méjico tenía
un problema muy serio en el mercado de trabajo, puesto que prestaba mano
de obra a Estados Unidos en condiciones más que precarias, las famosas
empresas maquilladoras del Norte; sustitución de las empresas
maquilladoras, en este caso, por otras que sean de rentabilidad directa
en la economía mejicana y que incrementen la aportación en el producto
interior bruto de Méjico, cosa importante, creo yo, y, evidentemente, la
apertura a una competencia abierta y, en consecuencia, un tanto feroz.

Esto, como digo, entendemos que ha tenido un efecto moralizador sobre las
estructuras administrativas del Estado y sobre la economía de Méjico,
incluso en el enfoque político y económico de Méjico hacia lo que es la
dinámica económica de expansión hacia el Pacífico, que, obviamente, a
nosotros, españoles vinculados a los intereses comunes mejicanos y
españoles, nos puede favorecer el día de mañana a la hora de buscar
nuevos mercados.

Todo ello, pues, ha atraído como consecuencia reformas en el conjunto de
la situación política mejicana y en la sociedad mejicana; reformas que,
evidentemente, merecerían que se profundizara en ellas y que entiendo que
es ahí justamente donde incidía la política de Salinas de Gortáriz y el
deseo de ese sector del PRI en este momento y en las recientes elecciones
generales.

¿Qué ha ocurrido? Que no se puede continuar en esa situación con un 80
por ciento del producto interior bruto en manos de un sector minoritario
de la población; creo que son unas mil familias. No se puede seguir con
la masificación --porque es una masificación de la miseria-- que se está
produciendo en Méjico en estos momentos, y especialmente con esa bomba
social que es la ciudad de Méjico, cuya demografía ha sido simplemente
cortada en el cómputo al llegar a los 22 millones de personas, en unas
condiciones más que infrahumanas y subdesarrolladas.

Estas exasperantes diferencias sociales, vinculadas a una economía
todavía subdesarrollada y que eminentemente afecta al sector primario,
hacen que se produzcan situaciones muy peculiares y peligrosas. En este
sentido, queremos subrayar dos datos: el dato de Chiapas, que instaba en
la situación mejicana a una reflexión necesaria acerca de los cambios
imprescindibles (y en ese sentido creo que hay que subrayar el buen
proceso que se puede iniciar tras las elecciones generales), revolución
indigenista, como bien sabemos, revolución que no tiene precisamente
características típicas o tópicas en el hemisferio iberoamericano de
origen marxista, sino más bien de origen cristiano, vinculadas a la
teología de la liberación en muchos casos, según parece, y,
evidentemente, como me decía no hace mucho tiempo el presidente de la
comunidad judía de Méjico, tenemos un Chiapas en cada esquina de Méjico
y, consecuentemente, es un gran problema, no sólo por el hecho en sí
mismo, sino por la simbología que adquiere en ese contexto.

Todo esto ha llevado a unas revoluciones políticas que se han acrecentado
con los necesarios cambios sociales que quería acometer el Presidente de
Méjico. Esos cambios los estaba tratando de proponer a la sociedad
mejicana a través del gran debate del señor Colosio en la campaña
electoral, que cortó su asesinato en los últimos días del mes de marzo.

Ciertamente, la postura de Salinas de Gortáriz respecto a lo que él
entendía que debían ser los cambios necesarios, después de los cambios de
estructura económica, era hacer los inevitables cambios sociales; esos
cambios venían derivados, y era el común denominador de todos los
planteamientos políticos y el «leit motiv» de campaña del señor Colosio.

Ahí se produjo una primera ruptura de ese proceso que a nosotros nos
inquieta. Esa primera ruptura se acaba de una forma violenta, cosa que
dificulta algunos de los entendimientos posteriores que dan lugar al
confuso proceso electoral que se ha derivado.

Esta primera ruptura tiene elementos que no voy a enjuiciar ahora, porque
el señor Presidente me pide brevedad, pero que son altamente
significativos y de gran interés. Por ejemplo, era un proceso rupturista
con la tradición laicista del sistema revolucionario mejicano, era el
primer presidente que iba a aparecer como católico confeso, cuando todos
sabemos que después de la revolución poco menos que era un pecado mortal
en la sociedad mejicana...




El señor PRESIDENTE: Señor Milián, vaya terminando.




El señor MILIAN MESTRE: Voy a terminar, señor Presidente; pero es que
quiero subrayar algunos datos porque entiendo que pueden ayudar un poco
al entendimiento del problema.

Esto nos ha llevado a una situación repetida después con el proceso
electoral. En el proceso electoral, después del asesinato de Colosio,
ciertamente se han advertido ciertos síntomas muy curiosos. Por ejemplo,
estos resultados estabilizan la situación política, pero están lejos de
tranquilizar. El PRI está más que fatigado y tiene una lucha interior que
se revela recientemente con el asesinato de Ruiz Massieu, que es otra
evidencia de este proceso de lucha interior.




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En segundo lugar, la oposición ha mejorado sustancialmente su papel y su
presencia, pero no ha cristalizado su alternativa, tal vez por los
antagonismos extremos que produce el PAN, por una parte, y el partido
izquierdista de Cuauhtémoc Cárdenas, por la otra. Por tanto, difícilmente
dos extremos tan marcados pueden ofrecer una alternativa. Eso obliga a
una reflexión seria y ponderada respecto al resultado electoral y a lo
que supone el PRI, aún en crisis, en este momento.

En tercer lugar, la crisis interna gravísima del PRI puede suponer un
alto coste de inestabilidad política en Méjico en los próximos años. Creo
que, en este sentido, hay que tener muy presente que había una lógica
interna en el proceso de Salinas de Gortáriz y Colosio y que lo ha
heredado --y así lo ha manifestado-- Zedillo. Por tanto, creo que hay que
entender que ese proceso va a mejorar las condiciones sociales y a
reformar las estructuras internas frente al interés de los llamados
dinosaurios del Partido Revolucionario en el poder. De ahí que vemos que
se están produciendo, en este análisis sintético, dos datos apodípticos
en la argumentación. Uno ha sido el asesinato reciente de Massieu, como
decía, y otro ha sido la existencia de demasiadas similitudes en este
proceso con el atentado de don Luis Donaldo Colosio. ¿Por qué? Porque
creemos que se trata del mismo fenómeno de la misma tipología de
procedimiento y, a la postre, la evidencia del mismo síntoma, el mismo
cáncer interno del sistema político mejicano.

Termino. Digamos que, por nuestra parte, o hay una reforma profunda del
sistema político o difícilmente Méjico saldrá de su actual estancamiento.

Este es un principio que nuestro Gobierno entendemos tiene que considerar
seriamente en su impulso a la política mejicana.

En segundo lugar entendemos que las reformas estructurales, económicas
deben dar paso a otras profundas, complejas y muy difíciles de llevar a
cabo por la dimensión demográfica del problema, cuales son las reformas
sociales que eviten procesos revolucionarios de cualquier signo en la
sociedad mejicana y Chiapas es algo más que un aviso en este sentido. En
este segundo punto entendemos que hay que favorecer y aprovechar esas
reformas porque son muchos los intereses económicos que puedan estar en
juego en esa zona.

Tercero, y último, creemos que nuestro país, España, debe apoyar el
proceso en este sentido progresista, habida cuenta de que una reforma
interna mejorará el escenario nacional mejicano y los muchísimos
intereses españoles en la zona serán protegidos o fortalecidos. Será una
manera de ayudar ineludiblemente al país hermano por antonomasia de
Iberoamérica y hacer que este proceso vaya por la vía de la reforma
profunda y no por la vía de la ruptura y de la violencia.

Creo que el dato es muy serio y en eso estaremos de acuerdo con la
política del Gobierno si sigue esas pautas eficaces para el sentido común
y la mesura.




El señor PRESIDENTE: Esta Presidencia es muy socialista liberal (Risas.)
en el otorgamiento de los tiempos y en la facilidad con que todo el mundo
puede expresar sus ideas, pero rogaría a todos un poco de contención para
no alargarnos demasiado y poder ver el resto del orden del día.

Señor Ministro, tiene usted la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Trataré de
contestar a los distintos portavoces de los grupos parlamentarios que han
intervenido de una manera muy constructiva, todos ellos, pero permítame
que haga una brevísima reflexión inicial sobre el sentido de la
comparecencia para ver si también tenemos un consenso sobre esa materia.

El Ministro de Asuntos Exteriores comparece en esta Comisión cuantas
veces se solicita, dentro de los apretados calendarios que tiene, y trata
de desarrollar los temas de actualidad, en ese momento, ya sea por
solicitud de los grupos parlamentarios a los que representan SS. SS., ya
sea por deseo expreso del Gobierno. Lo que yo trataba de hacer, y trato
de hacer hoy, es enmarcar la política exterior de España de cara a 1995
para que tengamos tiempo, si es que así lo deseamos, de encontrar los
máximos consensos posibles. Por tanto, no se debe esperar que haga un
pormenorizado análisis de todos y cada uno de los puntos de la política
exterior de España, que lo hago con toda la frecuencia que SS. SS.

desean, sino que tratemos de diseñar el marco sobre el cual deberíamos
trabajar en políticas concretas durante 1995. Soy perfectamente
consciente de que eso no lo vamos a resolver en un día ni vamos a
encontrar seguramente el consenso en un día, pero no estaría de más que
empezáramos a hablar sobre esas cuestiones, a partir de este momento. Ese
ha sido el sentido de mi comparecencia.

En segundo lugar, les diré que el Ministro de Asuntos Exteriores
comparece, como ha dicho el Diputado don Luis Yáñez, en cinco comisiones
en este Parlamento y, por tanto, los días que no viaja y está en Madrid,
prácticamente comparece en alguna comisión del Parlamento. Los señores
diputados y senadores que pertenecen a esas comisiones muchas veces
forman parte de más de una y si eso supongo que para SS. SS. --en algunas
caras veo así acontece-- puede ser un aburrimiento, se pueden imaginar lo
que supone también de perjuicio para quien les tiene que hablar que ha de
repetir lo mismo en cinco comisiones, ante las misma personas, a veces
con presencias numerosas y otras veces con presencias menos numerosas.

Por ponerles un ejemplo, en la Comisión Mixta Congreso-Senado, donde tuve
la oportunidad y satisfacción de comparecer no hace muchos días,
estuvimos prácticamente tres horas hablando de algo que hoy se dice que
no se debate. Señoría, yo lo he debatido con gran longitud, con la
longitud que los grupos parlamentarios me han solicitado y no me dejará
mentir la Presidenta de esa Comisión que afortunadamente nos honra con su
presencia esta mañana para oír lo mismo que dije en otra comisión un
poquito más breve. Esta es la situación en que nos encontramos. Yo no soy
quien para resolver este problema, pero sí rogaría a los portavoces de
los grupos parlamentarios y a los presidentes de las distintas comisiones
que encontráramos una fórmula para hacer más eficaz el trabajo de todos y
que nos sintiéramos más satisfechos. Desde la



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perspectiva de quien les habla, a mí no me importa nada comparecer
cuantas veces soliciten mi presencia. Saben SS. SS. que una de las pocas
cosas que me divierten en el mundo de la política, la que más
seguramente, es la comparecencia parlamentaria. Mi vocación frustrada es
portavoz del grupo parlamentario, como saben ustedes bien. (Risas.)
Desgraciadamente, no pude llegar tan alto y me he tenido que quedar aquí.

Les digo que, por mi parte, no hay ninguna dificultad, pero es por no
aburrir a S. S. y no encontrar en sus intervenciones a veces la
frustración que se puede encontrar al no haber escuchado todas y cada una
de las aseveraciones que hubiera gustado escuchar.

Digo eso para centrar un poco la comparecencia. Con sumo gusto, me
comprometo, si a SS. SS. les parece bien, a hacer comparecencias con la
intervención inicial lo más breve posible para sentar básicamente los
temas que se puedan debatir y que el debate sea lo que prospere. Me
comprometo a hacer eso y, a partir de este momento, haré intervenciones
del orden de veinte minutos la más larga, para que podamos tener un
debate y de esta manera avanzar. Por tanto, riesgo de tres o cuatro horas
de intervenciones ministeriales prometo a S. S. que no existirán.

Entro, por tanto, en la contestación o en la reflexión en voz alta sobre
las intervenciones de los distintos portavoces. Al Diputado Muñoz-Alonso,
portavoz del Partido Popular esta mañana, le agradezco mucho las
coincidencias que ha puesto de manifiesto en las materias de fondo.

Lógicamente, no puede ser en el todo. No tendría sentido que hubiera una
identidad de planteamientos, no los hay, pero sí creo que es bueno y
positivo que haya unas líneas maestras de coincidencia entre los
distintos grupos parlamentarios en algo que supone un elemento tan
importante para un país como su política exterior. Lógicamente, no supone
una adhesión como S. S. ha reconocido, y nadie se la pide; lo que sí que
nos parece positivo es que sumemos ladrillo a ladrillo para intentar
construir una política exterior lo más fuerte para nuestro país y, sin
duda, cuando más acuerdo haya internamente más posibilidades tendrá de
defenderse fuera con mayor unidad.

También quiero hacer una reflexión de carácter general sobre algunas
cuestiones que S. S. ha dicho hoy aquí que en algunas otras ocasiones he
visto por escrito y entiendo que representan la posición del Grupo
Parlamentario Popular, puesto que hoy ha sido el portavoz del mismo. Su
señoría tiene cierta tendencia, que no comparto pero que lógicamente
respeto, a considerar que la política exterior de España y de cualquier
país tiene que tener unos ciertos elementos de gesticulación. No puedo
estar de acuerdo con ese planteamiento, no lo estoy, y mucho menos cuando
hablamos de política europea.

No hace mucho tiempo leía un artículo de un buen amigo suyo que forma
parte, por lo menos todavía del Partido Popular, donde venía a defender
esta tesis: los países necesitan algunos elementos de gesticulación para
cohesionarlos internamente. ¿Por qué no utilizar la política exterior
para esos ingredientes de gesticulación, de manera tal que la cohesión de
la sociedad española frente a lo que antes se llamaban enemigos
exteriores, que hoy podemos llamar de otra manera, sea eficaz? Disiento
de ese planteamiento, lo tengo que decir sinceramente. No entiendo que la
política exterior haya de tener unos ingredientes exagerados de
gesticulación y mucho menos la política en relación con la Unión Europea.

Si pudiera tener en algún momento la tentación o el deseo de vertebrar mi
país frente a lo que pudiera ser una posición de política exterior,
señorías, les puedo decir que trataré de no elegir nunca algo que tenga
que ver con la Unión Europea, por una razón muy sencilla, porque cuando
hablamos de política interior y de política exterior quizás deberíamos ya
empezar a poner en consideración que la política de un país ya no se
puede dividir en interior o doméstica y exterior. Hay un ámbito, que es
la política europea, que tiene ingredientes de política doméstica, de
política interior y de política exterior. Por tanto, si me permiten la
expresión, arroparnos en la bandera para defender intereses de la Unión
Europea, donde estamos por voluntad y donde queremos seguir estando por
voluntad, no me parece la mejor fórmula de hacerlo. Puedo comprender que
en algún momento, frente a países más lejanos de la Unión Europea, desde
la perspectiva de la configuración en la que nos encontramos, se pueda
pensar hacerlo así, pero me parece que la defensa de los intereses de
España en la Unión Europea no se debe hacer mediante la gesticulación,
por mucha rentabilidad o por muchos rendimientos que en un momento dado
se pueda pretender que se puede extraer de eso desde el punto de vista
doméstico. Me parece que a medio y a largo plazo es un error y, por
tanto, en la medida de mi capacidad y de mis posibilidades, trataré de no
hacerlo así.

Su señoría ha traído a colación, por ejemplo, el tema de la pesca,
problema, sin duda importante, porque es un problema que actúa y pesa
sobre la vida, comportamientos sociales, incluso, y sobre las rentas de
un buen conjunto de pescadores españoles. Permítame que le haga una
brevísima reflexión. Usted considere por un momento lo que es el volumen
de la pesca española. Considere cuánto faena España en los mares que no
es el Cantábrico. España es la primera o segunda flota de pesca del
mundo. Faena en todos los mares, sus pescadores faenan en todos los
mares; por tanto, el que las normas del mar se cumplan en todos los mares
es absolutamente fundamental para España y para cualquier español.

La flota del Cantábrico supone no más del 2 por ciento de las capturas
que hace España en todos los mares. Tendríamos que ser capaces de poner
en relación todas estas cosas, pensarlas y articularlas bien para seguir
defendiendo los intereses de los pescadores del Cantábrico con toda la
pasión del mundo, pero no hacerlo así por un éxito, por pequeño que sea,
y arriesgar a los pescadores que están pescando en la NAFO de Canadá, o
en los bancos de
Sudáfrica, que están pescando Dios sabe dónde o ellos saben dónde.

En relación con la Unión Europea yo no quisiera que la política tuviera
ingredientes de gesticulación, que a veces los tiene o corremos el riesgo
de tenerlos. En la Unión Europea estamos porque deseamos estar; porque
queremos estar y estamos hablando y dialogando con países con los que
queremos convivir. No son enemigos; no hay enemigos en la Unión Europea.

En la Unión Europea hay países



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con los que uno quiere convivir y, por tanto, tiene uno que tratar de
resolver los conflictos de una manera diferente a como se resuelven con
países de otras latitudes, distancias o de otras concepciones que no son
las de los países de la Unión Europea. Esto sí me gustaría dejarlo claro.

Esa es mi posición y es la posición del Gobierno.

Entramos ahora en un momento extremadamente delicado. Los años 1995 y
1996 van a ser momentos de un debate extraordinariamente profundo sobre
el futuro de la construcción en Europa. No cabe duda de que a lo largo de
este debate van a surgir tentaciones de renacionalización, tentaciones
nacionalistas y van a ponerse sobre el tapete para su debate en muchos
países. El nuestro, afortunadamente, quizás por su juventud en cuanto a
su incorporación europea, ha tenido, y yo creo que tiene todavía, una
visión europea con un sentido político quizás más profundo. A mi juicio
creo que deberíamos mantener esa filosofía, esa tensión defendiendo, sin
duda alguna, los intereses generales de nuestro país y mantener también
el horizonte y el aliento de lo que suponía nuestra incorporación a la
Unión Europa y la filosofía con que la hicimos.

Es muy fácil en cualquier país tratar de movilizar sectores concretos de
la vida nacional; sectores concretos de la vida pública y de la vida
económica para defender un interés concreto; pero es responsabilidad de
todos nosotros, que tenemos afortunadamente la posibilidad y
potencialidad de defender los intereses globales de España en relación
con la Unión Europea, tener una visión un poco más elevada, de mayor
aliento, de mayor alcance, de mayor envergadura para saber lo que estamos
haciendo.

En 1995 tendremos una enorme responsabilidad. En 1996 cuando se ponga en
marcha la Conferencia intergubernamental tendremos que debatir cosas muy
serias sobre el futuro de España y sobre el futuro de Europa; cosas tan
serias no solamente como las que se han apuntado ya; por ejemplo, los
mecanismos de toma de decisiones en la Unión Europea, de gran envergadura
porque las minorías o las mayorías de bloqueo pueden tener un cierto
significado en el hoy. Yo soy de los que creen en el mañana, un mañana,
no muy lejano, todo el problema de las minorías de bloqueo tendrá un peso
diferente en nuestra concepción y en nuestras preocupaciones, pero hay
todavía un tramo del camino de la construcción europea en el que para
España ciertas proporciones en las minorías de bloqueo pueden ser de
extremado interés, insisto que en el corto plazo; en el medio y largo
plazo estoy absolutamente persuadido de que las minorías de bloqueo
serían un instrumento bueno para que desaparecieran para la construcción
de una Europa del mañana.

Quiero decir esto que sí me parece importante. Sobre el tema de las
dobles velocidades, geometrías variables, todas estas cuestiones casi
casi pitagóricas en las que hemos estado involucrados en las últimas
semanas, y vamos a seguir estando involucrados, la posición del Gobierno
de España, que creo es compartida básicamente por los grupos
parlamentarios, la expliqué con cierto detenimiento el otro día en la
Comisión Mixta Congreso-Senado y sí me gustaría, señorías, y lo digo de
todo corazón, que el debate se pusiera en marcha en este país lo antes
posible sobre estas cuestiones. Por parte del ministerio se tratará de
dinamizar el debate en los foros sociales, en las universidades, con los
empresarios, con los sindicatos, etcétera. A SS. SS. y a mí nos
corresponde hacerlo en el ámbito parlamentario. Lo empezamos el otro día
en la Comisión Mixta Congreso-Senado; hoy hemos dado algunas pinceladas
sobre cómo podría discurrir y tendremos que seguir trabajando en esa
dirección para que, de verdad, haya un debate que me parece es un debate
serio sobre temas importantes para el futuro de la Unión Europea y de
España.

Respecto a la ampliación, el Diputado señor Muñoz-Alonso tenía miedo de
que nos tocara la peor parte. Yo creo que no, que no nos tiene que tocar
la peor parte y tendríamos que partir de algunas afirmaciones. ¿Somos o
no somos partidarios de la ampliación de la Unión Europea? Yo creo que
hay un consenso fundamental en esta Cámara para decir que sí, y la Unión
Europea no se puede ampliar hacia el oeste porque no hay --hay mar pero
no hay más países europeos--, y difícilmente se puede ampliar hacia el
sur, ya que tenemos el Mediterráneo como frontera. Si queremos una Europa
más potente, más sólida, no queda más remedio que ampliarla por donde hay
países europeos, es decir, por el norte y por el este, no queda otro
remedio. ¿Viene bien a España? Se puede hacer un debate sobre si nos
viene bien o mal, es un debate que tiene un gran sentido académico, pero
que indefectiblemente nos lleva a decir que irreversible e
irrevocablemente la Unión Europea se va a ampliar y se va a ampliar por
donde puede ampliarse.

¿Nos va a plantear problemas? Algunos. ¿Los vamos a poder resolver?
Entiendo que sí. ¿Nos presenta ventajas? Algunas y muy significativas; a
lo mejor nos permite llegar a una diversificación de nuestras alianzas en
la propia Unión Europea, cosa en la que hoy tenemos mayor dificultad. Nos
va a plantear problemas fundamentalmente en dos cuestiones, pero no sólo
a España; a Francia, como SS. SS. saben bien, le va a plantear unos
problemas extraordinarios. La modificación de la política agrícola común
va a plantear problemas extraordinarios a las agriculturas de muchos de
los países del centro de Europa, a veces más importantes que los que nos
va a plantear a los países del sur, porque, desgraciadamente, la política
agrícola común se pensó cuando España no formaba parte todavía de la
Unión Europea y, por tanto, sobre los países del centro de Europa tiene
un plus extraordinario. Por tanto, su modificación hará más daño a los
países de Centroeuropa.

En segundo lugar, están las cuestiones relativas a las políticas
estructurales. Sin duda, la entrada de países que tienen una renta «per
capita» muy inferior a la media de la Comunidad Europea hace que los
países que estamos ya en la Unión Europea «artificialmente» --entre
comillas-- subamos nuestra renta media. Eso es obvio y, por tanto, si se
mantienen los criterios como están hoy, habrá algún problema que
tendremos que ser capaces de solucionar y yo creo que solucionaremos.

¿Es dramático? No. ¿Para cuándo tenemos que plantearnos estos problemas?
Está bien que nos los planteemos ahora, pero no podrán empezar a ejercer
su influencia en España, tanto positiva como negativa, hasta final de
siglo,



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hasta 1999; tenemos perspectivas financieras aprobadas por Edimburgo
hasta 1999, que tienen bien analizados cuáles son los recursos propios de
la Unión y cómo son las rúbricas de gasto. Por tanto, nuestra
preocupación es una preocupación muy dilatada en el tiempo; hay
suficiente espacio temporal para poderlas, por lo menos, intentar
arreglar.

Una de las cuestiones que me atrae (y perdone el Diputado señor Molins,
porque voy a hacer referencia a una parte de su intervención sin
contestarla directamente) de lo que S. S. ha manifestado es que hay que
poner sobre la mesa posiciones, aunque no ganen. A veces es verdad que
tenemos todos la preocupación, no solamente quien les habla, sino los
distintos grupos parlamentarios, de no poner sobre la mesa en público
posiciones por el riesgo de que puedan no triunfar y estar luego
sometidos a la crítica: la puso usted, pero no ganó y, por tanto, ha
perdido. Hay que tener suficiente coraje para exponerlas. Creo que hay
que tener un poco más de coraje y exponer las posiciones que se creen, al
menos algunas, aunque definitivamente no ganen, porque, en cualquier
caso, enriquecen, formulan, vertebran las posiciones de un país y, aunque
no se gane, se va avanzando en el futuro, en una cierta concepción de lo
que es España.

En la segunda parte de su intervención el Diputado señor Muñoz-Alonso
habla del peso cada vez más pequeño del sur en la Unión Europea; he
tomado textualmente sus palabras: el sur cada vez tiene menos peso en la
Unión Europea. Incluso después lo ha relacionado con los temas defensivos
como la Alianza Atlántica, la Unión Europea Occidental y la Conferencia
de Seguridad y Cooperación en Europa. Quiero negar esa afirmación; en
pocos momentos de nuestra historia europea el sur ha sido una
preocupación mayor, no solamente para los países del sur, y ésta es la
gran diferencia. Hasta hace muy poco tiempo, las preocupaciones del sur
en la Unión Europea estaban concentradas exclusivamente en los países del
sur, en los países mediterráneos; hoy, afortunadamente, la preocupación
del sur, la preocupación mediterránea, es una preocupación, no digo de
los Doce, es una preocupación de los dieciséis, porque los países
nórdicos también se han sumado a esa preocupación sobre los temas del
sur. En Corfú hemos acordado algo que tiene una gran importancia,
impensable dos meses antes de Corfú, tres meses antes de Corfú o cuatro
meses antes de Corfú: Montar una conferencia de todos los países de la
Unión Europea con los países mediterráneos, señorías, era algo
verdaderamente impensable.

Cuando en el mes de enero de 1994 en Bruselas, en el seno de la cumbre de
la Alianza Atlántica, España planteó la necesidad, en el ámbito de la
Alianza Atlántica, de empezar a reflexionar sobre el tema del sur y del
Magreb, de Marruecos, hubo varios países de la Alianza Atlántica que
pusieron prácticamente el grito en el cielo. ¿A dónde va la Alianza
Atlántica a preocuparse por este flanco? No hace muchos días, en Sevilla,
se han reunido los Ministros de Defensa de toda la OTAN, de toda la
Alianza Atlántica, y a sus conclusiones me refiero. ¿Cuántos meses han
pasado? Pocos meses, para que una idea que se puso en marcha en el mes de
enero empiece a dar semilla, a coagular a los pocos meses, en Sevilla,
con los nuevos Ministros de Defensa de la Alianza Atlántica donde se
dicen claramente las responsabilidades en el flanco sur. En el mes de
enero no teníamos garantía de que en la Conferencia de Seguridad y
Cooperación en Europa pudiera haber una preocupación sobre el sur. Hoy,
en la reunión de Roma de no hace muchas fechas saben que han comparecido
en la Conferencia de Seguridad y Cooperación, los Ministros de Egipto, de
Túnez, de Argelia y de Marruecos; han comparecido los Ministros para
expresarse, por tanto, preocupación grande.

Si vamos al siguiente paso de la Unión Europea, ya le he dicho que
durante el año 1995 tendremos al menos dos grandes conferencias, dos
grandes reuniones; una, de países mediterráneos de Europa y de la ribera
sur; y otra de todos los países de Europa y de los países del
Mediterráneo. Por tanto, yo creo que, al contrario, estamos en un momento
en que la sensibilidad... ¿por qué razón?, por razones desgraciadas. Nos
hubiera gustado quizá más que no hubiera sido necesaria esta sensibilidad
porque la estabilidad en el Mediterráneo estuviera mucho más garantizada.

Es verdad que aparecen focos de dificultad, pero en cualquier caso la
sensibilidad de los socios europeos, la respuesta de los socios europeos
a este problema potencial, creo que ha sido rápida, diligente, como a mi
juicio, desde que yo conozco las instancias internacionales, no había
sido en ningún otro momento.

Por fin, señorías, antes de pasar a los temas de Iberoamérica sobre el
Mediterráneo algo que no me cansaré de decir, y aquí sí que pueden SS.

SS. llamarme pesado. Su señoría apunta, y apunta con razón, a que los
temas del Mediterráneo y su estabilidad es absolutamente fundamental para
nosotros, y hablo ya para España. Sin duda alguna, lo suscribo y lo
subrayo. Ahora, la reflexión que les quiero hacer, señorías, una vez más,
es cómo se ayuda a esos países a ser más estables y, sin duda, una
componente fundamental de la ayuda es la ayuda económica.

Hacemos un esfuerzo por desglosar la ayuda económica. La ayuda económica
que se puede dar a estos países es, primero, ayuda directa, ligada a la
ayuda al desarrollo, que se hace con cierta importancia y el año que
viene se hará más. Pero, ¿podemos terminar ahí? No podemos terminar ahí;
hay otros dos vectores fundamentales: flujo de inversiones, que
afortunadamente están marchando y están marchando bien para asentar
población con inversiones, que unas que vengan de nuestro país, otras de
otros países europeos; y la tercera cuestión es el comercio. No lo
podemos esquivar, y aquí es donde a veces encontramos contradicciones en
nosotros mismos, porque predicamos --y predicamos con razón-- que tenemos
que ayudar a esos países, cuando esos países piden como la mejor manera
de ayudarles que me deje usted pasar tal producto durante tales meses,
volvemos a España, nos reunimos en el Parlamento, y los mismos --me
incluyo en ello-- que estamos diciendo que es imprescindible ayudar a
esos países cuando te dicen cuál es la manera más eficaz de hacerlo,
cerramos la puerta, y les cerramos la puerta en esa dirección que antes
apuntaba, porque hay un sector en tal o cual provincia que tiene tal o
cual producto que daña a tal o cual



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circunscripción. Tenemos que empezar a pensar seriamente que la ayuda
humanitaria más importante que podemos dar y la ayuda al desarrollo más
importante que podemos dar está ligada a la apertura de mercados, eso lo
tenemos que saber; eso trae conflictos en nuestro propio país, y lo
tenemos que saber.

Esto que predico para el Mediterráneo, lo puedo predicar exactamente
igual para Latinoamérica. Para bien o para mal tenemos economías que en
grandes tramos de su acción económica productos y líneas de producción
son semejantes, y tenemos que ser capaces de levantar o de encontrar
fórmulas de superar estas contradicciones, de lo contrario, ahí sí que
estaremos haciendo retórica, señorías, mucha más retórica de la que hemos
hecho históricamente con otras zonas de la tierra, porque nos pedirán
ayuda, necesitarán ayuda, tendremos la obligación de darla y no queremos
darla allí donde más eficazmente se podría dar. Este es un problema que
tenemos en nuestra sociedad y tendremos que ser capaces de encajar. No me
cansaré de repetirlo, de reiterarlo, porque me parece bueno que debatamos
sobre esto cuantas veces sea necesario y no lo utilicemos como arma
arrojadiza de unos para otros. Muchas veces tal vez se pensará que, a
corto, se defienden mejor los intereses del país de una manera, pero, sin
ningún género de dudas, a medio y a largo plazo se defienden mejor
haciendo que España --y Europa-- sea un lugar próspero pero que no esté
rodeado, por lo menos en su flanco sur, de una zona de prosperidad muy
inferior a la que nosotros tenemos.

Es imposible, señorías, es absolutamente imposible, pensar que vamos a
poder seguir viviendo así, en una isla de riqueza, rodeados de un mar de
pobreza o de renta «per capita» muy inferior a la nuestra, porque o
fluyen los capitales de norte a sur o será imposible parar moralmente,
incluso más allá que moralmente, los flujos de personas del sur hacia el
norte. Esto lo tenemos que plantear; tendremos que dar una respuesta más
allá de la retórica y, a veces, tendrán que tocarse intereses nacionales
para defender un interés superior, que es el interés de la estabilidad de
España y la estabilidad en el Mediterráneo.

Sobre el Mediterráneo, señorías, el tema del fundamentalismo sí nos
preocupa --¡cómo no nos va preocupar!-- y creo que algunas decisiones se
están tomando y algunos pasos se están dando para que la estabilidad en
todos estos países sea la mayor posible. En eso sin echar las campanas al
vuelo y sin sacar más pecho del que nos corresponde, algo estamos
haciendo y así nos lo reconoce la comunidad internacional. A S. S., que
es buen lector de prensa internacional, le voy a hacer llegar una
editorial de hace muy pocas fechas, que seguramente no ha leído porque si
la hubiera leído lo hubiera comentado en la comparecencia, sobre el
elogio que se realiza a la política de España en el Mediterráneo,
diciendo que es el único país que tiene una visión clara y razonable
sobre cómo deben evolucionar las cosas en el Mediterráneo. No es que
piense yo que los editoriales de los periódicos son el oráculo, no lo
pienso --y aprovecho que hay presentes periodistas para decirlo bien
claro-- pero como algunas veces se dice lo contrario permítanme que yo lo
use hoy a beneficio propio.

Sobre Iberoamérica quiero clarificar una cuestión. Señorías, no es
legítimo, no es justo, no es razonable decir que desde que España se
incorpora a la Unión Europea damos la espalda a Latinoamérica. Vamos a
analizar las cosas en su sentido profundo. España se incorpora a la Unión
Europea y ocurren los siguientes acontecimientos. Primero centroamérica
se incorpora a la cooperación europea, que no había tenido nunca. Piensen
por un momento que he dado dos cifras esta mañana, la ayuda que da la
Unión Europea a dos zonas de la tierra: he dicho los mecus que van a los
PECO y los mecus que van al Mediterráneo. Sin embargo, les quiero decir
que por habitante las ayudas más importantes al desarrollo que da la
Unión Europea --por habitante, repito-- van a centroamérica. Algo tendrá
que ver España con ello. Eso no se produjo en los 1980, no se produjo en
1981 ni en 1982; se produjo a partir del año 1988 cuando España empezó a
trabajar. Primera cuestión.

Segunda cuestión, el sistema de preferencias generalizadas. Si SS. SS.

viajan a latinoamérica les dirán hasta la saciedad que el reto más
importante que tienen es conseguir y mantener el sistema de preferencias
generalizadas; volvemos desgraciadamente, a hablar de comercio. Les puedo
decir que quien les habla ha defendido este tema en todas las cumbres de
la Unión Europea y en todas las cumbres ya sea de los países de San José
ya sea de los países del Grupo de Río, y lo vamos a ganar, señorías, lo
vamos a ganar. Va a vencer el sistema de preferencias generalizadas
dentro de muy pocos meses a final del año. Lo vamos a ganar otra vez. Y
les digo con todo el corazón que si lo ganamos será por el tesón y la
tenacidad que SS. SS. están empleando y que yo estoy acompañando para que
ese tesón sea eficaz. Las relaciones profundas de España con
latinoamérica, que hunden sus raíces en la tierra, que tienen que dar
fruto y que lo están dando, sin ninguna duda se han acrecentado desde que
España está en la Unión Europea, porque han tenido también la posibilidad
de abrirse caminos en el ámbito de la Unión Europea.

Puede haber alguien que sentimentalmente haya podido pensar --como
incluso antes se decía-- que yo no iba por allí, pero creo que ya nadie
tendrá el valor de decir semejante cosa, porque si cogieran la relación
de viajes el Ministro que les habla, en el tiempo que lleva, ha hecho más
viajes a latinoamérica que la suma de viajes de muchos ministros
anteriores. Por tanto, tampoco se puede ir por ahí.

Sí les quiero decir que tratemos de analizar los temas con un poquito más
de detenimiento porque, realmente, la ayuda que para España --y sobre
todo para latinoamérica-- ha supuesto nuestra presencia en la Unión
Europea creo que es importante.

Vuelvo a insistir, la obsesión en este momento para los países
latinoamericanos es el sistema de preferencias generalizadas; para los
países que necesitan ayuda, no lógicamente para los países que tienen ya
una capacidad de desarrollo muy superior.

Sobre Cuba, una palabra también. Pregunta S. S. si hacemos todo lo que
podemos. Seguro que no, siempre hay algo más que se puede hacer. Vamos a
intentar hacer más, se podría pensar en hacer más cosas, siempre se
pueden hacer más cosas.




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Sí le quisiera decir, porque me parece que está en la prensa de hoy, en
algún medio de comunicación, que alguna de las ideas que se están
manejando sobre los balseros en relación con España son erróneas, no son
correctas. Les quisiera decir que tengo buenas relaciones con algunos de
los dirigentes de Miami, sobre todo con los dirigentes religiosos; tengo
relación con el obispo auxiliar de Miami y fue él quien me pidió que
hiciéramos un esfuerzo por acoger a algunos balseros. Me dio la cifra y
me dijo fundamentalmente que tuvieran relación con grupos familiares
españoles. Yo le dije que sí, que lo haríamos, sin consultar con nadie,
ni tan siquiera con el Ministro del Interior --no me había dado tiempo a
hacerlo-- ni con la oposición, con la que consulté después.

Me parece que sí lo debemos hacer y debemos mantener esa puerta abierta.

Les voy a decir, porque me lo contó el propio obispo, que pidió permiso
al Cónsul de España para hacer esta afirmación en el seno de la
celebración eucarística del día --me parece que era una celebración
eucarística, no estoy seguro-- y, cuando el obispo señor Román dijo que
España se ofrecía para recoger a algunos balseros, me cuenta el señor
obispo que los que estaban en la iglesia se pusieron en pie aplaudiendo y
gritando ¡Viva España! Por tanto, las afirmaciones que hayan podido leer
en la prensa de la mañana se compadecen mal con la realidad.

Gibraltar. Hoy no he querido hacer una comparecencia sobre Gibraltar. Lo
que dije hace unos meses lo reitero hoy y lo defenderé como he tratado de
defenderlo siempre. Trataré de gesticular poco, lo quiero decir con toda
franqueza. No creo que gesticulando tengamos más capacidades de resolver
el contencioso de Gibraltar. Trataré de ser eficaz, pero eficaz en la
perspectiva histórica; no pretendo tener el privilegio de resolver el
contencioso que no pudieron resolver viejos amigos suyos. Me gustaría
mucho hacerlo, pero dudo de que fuera capaz. Sin ninguna duda, intentaré
sentar las bases para que un ministro de Asuntos Exteriores dentro de no
muy pocos años lo resuelva.

La ONU. Sobre la ONU tuvimos una comparecencia no hace mucho tiempo, por
lo que solamente voy a decir que la reforma del Consejo de Seguridad es
un tema fundamental. Tuve ocasión de plantear la posición española en la
Asamblea General no hace muchos días y de reiterar que nuestra posición
es hacia una reforma del sistema de Naciones Unidas en general para
adaptarlo a situaciones nuevas, como las operaciones de mantenimiento de
la paz, y también hacia una reforma institucional en cuanto a los
mecanismos de toma de decisiones, muy especialmente en el Consejo de
Seguridad.

¿Cuál es el modelo que beneficiaría más a España? En pocas palabras,
sería un modelo que tuviera una ampliación del Consejo de Seguridad, no
me atrevería a decir de cuántos miembros exactamente, pero del orden de
los veintitantos, que tuviera los permanentes que hoy existen y que
hubiera, digamos, un segundo círculo de países que rotaran con mayor
frecuencia en el ámbito del Consejo de Seguridad de lo que rotan en estos
momentos, por los pesos que tienen en las distintas composiciones
geográficas de Naciones Unidas. Creo que no sería difícil encontrar
criterios objetivos para seleccionar esos países. Si nos pusiéramos a
pensar los que estamos aquí en algunos criterios objetivos,
encontraríamos que no más allá de treinta y tantos o cuarenta países
podrían entrar en este círculo, teniendo en cuenta población, renta per
cápita, contribución al desarrollo y mantenimiento de la paz, algunos
parámetros fácilmente identificables, lo que permitiría que todos los
países que hoy aspiran a estar en el Consejo de Seguridad de manera más
permanente pudieran estar en este círculo y que eso no dañara las
posibilidades que los países de Europa tienen.

Fíjense, señorías, que como tenemos dos miembros permanentes europeos en
el Consejo de Seguridad, el aumentar el número de permanentes,
independientemente de que Alemania lo desee, del ámbito europeo es muy
difícil porque los desequilibrios con otras zonas del mundo son cada vez
más intensos, y ya no estamos en el año 1945, estamos a finales de siglo
y no puede haber ese desequilibrio de peso entre unas zonas y otras.

Sobre el final de su comparecencia, estoy completamente de acuerdo.

Tratamos de hablar de un elemento fundamental de la política de Estado y
lo que podamos hacer por sumar los esfuerzos de todos los vectores que
componen la plural Cámara en la que nos encontramos esta mañana, mejor
que mejor. Por mi parte, haré todo lo posible para que el año 1995 haya,
por lo menos, una comunicación fluida. Si además de la comunicación
fluida se puede llegar a acuerdos, mejor que mejor, pero que no quede
porque no haya comunicación.

Al Diputado señor Vázquez le responderé muy brevemente también. Sobre la
PESC S. S., hace una afirmación por la que entiendo que, en el fondo,
anhela que la PESC pasara al primer pilar. En el anhelo de S. S. está esa
idea, pero eso, desgraciadamente, no lo vamos a ver. La PESC no va a
pasar al primer pilar en mucho tiempo. Desde luego, no va a pasar durante
la Conferencia intergubernalmental de 1996. No hay consenso suficiente.

Si no hubiera modificación en profundidad, como le dije el otro día, del
artículo N del Tratado, no habrá posibilidad ninguna de que la PESC pase
al primer pilar o a ser una política no intergubernamental. Por tanto,
ahí, difícilmente lo vamos a conseguir. Que toda la PESC pasara al primer
pilar tampoco seguramente sería un horizonte razonable. Algunos elementos
podrían pasar al primer pilar, pero el que toda la PESC, que toda la
política exterior pasara a ser el primer pilar seguramente es
incompatible para varios países de la Unión Europea que quieren mantener
un cierto ámbito intergubernamental para la política exterior y de
seguridad.

Sobre las relaciones entre la UEO y la OTAN quiero decirle que en 1994 el
inicio de esa reflexión que dimos en llamar «las fuerzas separables pero
no separadas», como recordarán, nos abre unas posibilidades enormes de
relación entre la Alianza Atlántica y la Unión Europea Occidental, con el
pilar europeo de la Alianza. Ese concepto puede ser muy rico para ello.

Como saben ustedes, los países no europeos de la Alianza,
fundamentalmente Estados Unidos y Canadá, han aceptado ese planteamiento,
y es un planteamiento que abre sin duda unas posibilidades enormes para
todo ello.




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Acerca de la relación entre la Unión Europea y los Estados Unidos de
América, el vínculo transoceánico estoy totalmente de acuerdo con S. S.

en que tiene que ser un vínculo, lógicamente, de igual a igual y no puede
ser un vínculo de sumisión. No lo puede ser ni lo debe ser. Desde luego,
por mi parte no lo habrá.

Paso muy brevemente a contestar a su interpretación sobre las elecciones
en Méjico. Señoría, quiero decirle que las elecciones que se han
producido en Méjico este año han sido las más transparentes de la
historia de ese país, sin ningún género de dudas, y son elecciones que
todos los observadores internacionales --quizás alguno no, cuando digo
todos quizás me paso--, una buena parte de los observadores
internacionales, ya sean de la OEA, ya sean de la ONU, o algunos miembros
de esta Cámara, de España, han dicho claramente que eran perfectamente
aceptables por parte de la comunidad internacional, como así ha sido.

Le quiero decir que con el nuevo Presidente de Méjico, como S. S. sabe,
nos une una gran amistad, por lo menos a quien les habla de hace ya
tiempo. Tengo la certeza absoluta de que don Ernesto Zedillo va a poner
en marcha todos los mecanismos que estén en su mano para reformar el
sistema político y continuar la reforma del sistema económico de Méjico.

Estoy totalmente persuadido y convencido y creo que nuestra obligación es
ayudar más que no ayudar. Se puede ser parte del problema o se puede y se
debe ser parte de la solución. Creo que a nosotros, los españoles, nos
compete la responsabilidad de ser parte de la solución del problema.

Tenemos la fortuna de tener unos dirigentes mejicanos en este momento que
mantienen buenas relaciones prácticamente con la totalidad de los grupos
parlamentarios de la Cámara. Tenemos unas relaciones empresariales ya muy
potentes, muy profundas; tenemos también la posibilidad de, a través de
Méjico, abrir para España los mercados en vertical, es decir, hacia el
norte y hacia el sur. No hay que olvidar que la entrada de Méjico en el
Tratado de Libre Comercio abre para España unas posibilidades de
concatenación de subconjuntos muy importante, incluso de mantenimiento de
relaciones con Méjico hasta desde el punto de vista financiero --como
sabe S. S., hace muy pocas horas se ha dado la primera autorización para
que una institución financiera española estuviera realmente asentada en
Méjico--, que abre la posibilidad de comunicación vertical, sobre todo
hacia el norte --hacia el sur la teníamos por otras razones-- que creo
que puede ser de enorme importancia para España si la jugamos bien. Por
lo tanto, esto es lo que me preocupa.

Soy perfectamente consciente de que hay un camino que Méjico tiene que
recorrer en cuanto a sus transformaciones políticas y económicas, pero
creo que, no solamente por la hermandad que tenemos con Méjico, sino por
el interés real que tenemos en nuestras relaciones con Méjico, deberíamos
ser capaces de ayudar. Ayudar no quiere decir cerrar los ojos; ayudar no
quiere decir mirar para otro lado; ayudar quiere decir ayudar, decir las
verdades y ayudar para que esas verdades de hoy no se conviertan en
falsedades mañana. Ese es nuestro esfuerzo y en esa dirección creo que
nos gustaría trabajar.

Sobre el Africa subsahariana es verdad que he hablado poco. Lo único que
he hecho es aludir a la conferencia con los países del sur de Africa, que
nos va a tocar presidir. Quizá más adelante, en otras sesiones, tengamos
ocasión de hablar de ello.

Al Diputado señor Molins le agradezco sus primeras palabras sobre la
síntesis. Yo trataré de ser incluso más sintético, con el riesgo que eso
tiene de que critiquen el dejarme muchas cosas fuera, pero me parece que
de esa forma el debate es más rico. Es verdad, como decía S. S. --una
palabra nada más, porque ya me referí a ello anteriormente--, que
deberemos ser capaces de presentar nuestra opinión propia, una opinión
que no sea solamente del Gobierno o del Parlamento, sino que debemos ser
capaces de haber que sea asumida por la sociedad, aunque no prospere en
el cien por cien. Creo que eso es también un signo de un país moderno y
de un país maduro, que es capaz de poner sus posiciones encima de la
mesa, aunque sepa que no van a prosperar todas, y sin tener esa especie
de pánico a que se pueda decir: no han ganado ustedes. No hemos ganado
hoy, pero hemos hecho camino. Ya ganaremos otro día.

La preocupación fundamental que S. S. tiene, y que yo comparto, es la
dilución de Europa. Sin duda ninguna, una Europa que pasa de doce a
dieciséis y después a veintitantos el riesgo de dilución que tiene es
enorme. Por lo tanto, la variable profundización, el envés de la moneda
ampliación, tenemos que jugarla muy fuerte; de lo contrario, vamos
abocados a una dilución de la Unión Europea, o de lo que sea la Unión
Europea en el futuro, que yo creo que para España no es bueno. Yo creo
que para España no es bueno, como país periférico que es, como país
grande que es y como país que tiene muchas preocupaciones por el sur y,
por lo tanto, en una Europa que sea estrictamente una zona de libre
comercio, tendremos menos beneficios que los que podemos obtener de una
construcción europea que tenga ingredientes políticos.

Decía el otro día, me parece que era el Diputado Arias-Salgado, en nombre
del Grupo Popular, algo que yo le dije que compartía totalmente. La
ventaja y el beneficio que tiene el documento de la CDU alemana es que
hace afirmaciones muy significativas para Alemania. Si me permiten la
expresión, el documento de la CDU --les ruego que reflexionen sobre
ello-- es casi también un grito que nos lanza Alemania, de una mano
tendida, y nos viene a decir: éste es el modelo que a mí me gustaría, el
modelo de una Alemania comprometida en la construcción europea. Y los
dirigentes de la CDU, quizá sin darse cuenta de lo que nos dicen, nos
vienen a decir: no estamos seguros de que, si esto no va deprisa, seamos
capaces de mantenerlo con las nuevas generaciones de alemanes. Ahí hay
algún grito, una cierta llamada del Partido de la CDU alemana, de los
dirigentes políticos, aunque luego se hayan separado de él, porque la
parte política más importante del documento es decir: Alemania quiere
trabajar en la construcción europea y no quiere aislarse, no quiere mirar
de reojillo al Este y olvidarse de la Unión Europea. Y en cierta manera,
pide que contestemos afirmativamente a ese deseo y que ayudemos, para que
no tenga tentaciones ni veleidades de abandonar



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el barco. Es una reflexión que también creo que deberíamos hacernos, con
una lectura un poco más reposada del documento. Aunque les repito que,
desde el punto de vista práctico, lo más importante que tiene el
documento es que solicita una interpretación distinta del artículo N del
Tratado, ése es el corazón de la cuestión, porque no hay ninguna
posibilidad de avanzar en geometrías variables si no es por unanimidad,
de acuerdo con el artículo N del Tratado. Sería necesaria, y el documento
prácticamente lo dice, una interpretación o una modificación del artículo
N del Tratado para poder avanzar, con minorías cualificadas, en las
geometrías variables, en los círculos concéntricos o como quieran SS. SS.

denominarlo.

Su señoría me pide algunas informaciones sobre Yugoslavia de las últimas
horas. Le puedo decir fundamentalmente tres cosas que han pasado desde el
mes de septiembre hasta ahora, que quizá no he tenido ocasión de
comentarlas en la Cámara. La primera, sobre las Krajinas. En septiembre
aprobamos definitivamente la ampliación de un mandato nuevo para las
fuerzas de Unprofor en las Krajinas. Costó mucho esfuerzo, pero lo hemos
conseguido y creo que eso es de enorme importancia, porque yo sí creo que
uno de los riesgos más importantes que tenemos todavía en el viejo
conflicto de Yugoslavia --que empieza a ser viejo--, es el tema de las
UNPAS de las Krajinas. Si no resolvemos ese problema acertadamente, nos
quedará siempre ahí un absceso difícil de solucionar. Por lo tanto, el
haber conseguido la renovación del mandato de las fuerzas de Unprofor
para las Krajinas, que no fue fácil, ha sido importante y se hizo todavía
durante la Presidencia española del Consejo de Seguridad, en los últimos
días de septiembre.

En segundo lugar, durante la última semana del mes de septiembre y la
primera de octubre tuvimos que debatir todo el tema del levantamiento de
armas a Bosnia. Como saben ustedes, estábamos atrapados entre tres cosas:
primero, la posición del Gobierno americano, que tenía un compromiso en
su Parlamento, Congreso y Senado, de hacer ese debate antes del 15 de
octubre; segundo, la posición de los demás países de la Unión Europea que
tienen fuerzas desplegadas sobre el terreno, que entienden que con el
levantamiento del embargo de armas se hace imposible la presencia de las
tropas de Unprofor sobre el terreno, que es incompatible el levantamiento
del embargo de armas y el mantenimiento de la paz, son dos conceptos
completamente antitéticos, y tercero, el posicionamiento del Presidente
Izetbegovic, con quien tuve ocasión de hablar en Nueva York, de, ante esa
disyuntiva, preferir el mantenimiento de las fuerzas de Unprofor sobre el
terreno al levantamiento del embargo de armas. Ese era el trípode que
teníamos que armonizar.

¿Cómo se ha armonizado? Posponiendo la decisión del levantamiento del
embargo de armas a seis meses, posponiendo el debate. Quiero decir que la
pelea fundamental que tuvimos que sostener, y nos correspondía una parte
--éramos los presidentes del Consejo de Seguridad--, para pasar esa
resolución, tenía como ingrediente fundamental que tanto Izetbegovic como
la posición americana afirmaban que dentro de seis meses el embargo de
armas debería ser automático, sin mayor debate, y conseguimos que no
fuera así, que no se pusiera una fecha y la fecha tope fuera para debatir
otra vez el tema en función de los acontecimientos que hubieran acaecido
desde ahora hasta el invierno y principio de la primavera.

Lo que sí les puedo decir es que tenemos que hacer durante el mes de
octubre --posiblemente no se apruebe hasta noviembre-- una nueva
resolución sobre este tema. El Gobierno americano, a partir del 15 de
octubre, ha empezado ya a trabajar sobre ella, la Presidencia del Consejo
de Seguridad por parte de los Estados Unidos de América es en noviembre y
querrán seguramente tenerla preparada en la segunda mitad de octubre para
que la aprobación o rechazo de la resolución se produzca en el mes de
noviembre, cuando ellos tengan la Presidencia del Consejo de Seguridad.

Estamos trabajando sobre ella, no les puedo avanzar qué contenidos tendrá
la resolución todavía, pero lo más probable es que no fije una fecha
límite para que automáticamente se tenga que poner en marcha el
levantamiento del embargo de armas, sino que vamos a ver cómo conseguimos
una formulación que deje todas las acciones abiertas y dé satisfacción a
los bosnios, a Izetbegovic, porque lo que sí es verdad es que no podemos
permitirnos que Izetbegovic se descuelgue del proceso. Izetbegovic, al
fin y al cabo, representa a la parte más delicada, que ha sufrido más, y
no podríamos, bajo ningún concepto, por lo menos desde nuestro punto de
vista, dar razones ni justificaciones para que Izetbegovic y los bosnios
musulmanes se desengancharan del proceso.

La tercera cuestión es Belgrado, y aquí sí que es verdad que hay, desde
el punto de vista político y moral, debates potenciales tan largos como
queramos tenerlos, pero no hay duda en la práctica de que hay en este
momento una ruptura entre Belgrado y Karadzic. Entre los serbios de
Bosnia y los serbios de Serbia se ha producido la ruptura y no hay duda
de que eso es así. No solamente lo digo por los observadores que tenemos
ahí de la Unión Europea, sino porque en ello coinciden todos los
observadores que se han enviado de todos los países, incluido Estados
Unidos. Uno de ellos, uno de los más importantes rabinos de la comunidad
judía de Nueva York, que fue mandado a investigar un poco esta cuestión,
me dijo el otro día en Budapest clarísimamente que no le cabe la menor
duda de que hay una ruptura en este momento entre Milosevic y Karadzic.

Eso, desde la perspectiva de la paz, sin duda es una noticia positiva.

¿Será suficientemente positiva para que el conflicto se termine o para
que los serbios de Bosnia entren en razón? Pues no les puedo contestar
esa pregunta, pero es verdad que se ha producido esa ruptura.

Al Diputado señor Yáñez le agradezco sus palabras y le diré que estoy
totalmente de acuerdo sobre que el consenso es bueno. No es bueno porque
sean más gratas estas comparecencias, sino porque refuerza la posición de
España fuera de nuestras fronteras. Es verdad que en los temas de
seguridad España está en estos momentos con unos gastos militares muy
estabilizados, y eso tiene dos lecturas, la que hace don Alejandro
Muñoz-Alonso y la que hace el Diputado señor Yáñez. Es verdad que en un
mundo donde la confrontación parece que puede bajar, donde la



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temperatura parece que puede disminuir, tampoco se entendería muy bien
que los gastos militares de los países desarrollados vaya creciendo. Las
guerras que vamos a tener son guerras regionalizadas, y la gran guerra
que vamos a tener es la guerra del hambre y de la tragedia, la guerra de
las operaciones de mantenimiento de la paz, y valga la redundancia de
llamar guerra a eso, pero esa es la gran batalla que vamos a tener, las
operaciones de mantenimiento de la paz y de la ayuda humanitaria, donde
realmente la sofisticación de los ejércitos seguramente será distinta el
día de mañana de lo que tenga que ser en el día de hoy.

Sobre el decálogo, me satisface su afirmación sobre los diez años que han
pasado desde el decálogo, o los que hayan pasado, pero aproximadamente
estamos jugando con diez en todas las dimensiones. Sobre el decálogo que
está contenido en la proposición no de ley que ha presentado el Grupo
Parlamentario Popular y que he leído lógicamente con mucha atención,
quiero decirle al Diputado Muñoz-Alonso que no sé si su pluma está en la
redacción del mismo. Entiendo que no debe estar. Con todo el cariño y
todo el respeto, la materia gris del Partido Popular, que es mucha, no se
ha concentrado en escribir esta proposición no de ley.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

¿Algún Grupo desea añadir algún elemento? Les ruego que lo hagan con la
máxima brevedad. En este momento llevamos casi tres horas en esta
comparecencia inicial, y estamos en el punto primero del orden del día.

El señor Muñoz-Alonso, por el Grupo Popular, tiene la palabra.




El señor MUÑOZ-ALONSO LEDO: Muy brevemente, para no alargar
innecesariamente este trámite.

Señor Ministro, ante todo muchas gracias por su prolija explicación y
respuesta a mi intervención. Entiendo muy bien que su comparecencia
estaba centrada en las tareas que va a llevar a cabo su Departamento en
el año 1995. Yo no le pedía ni mucho menos un detalle de todas las
vertientes de la política exterior, y si he hablado de algunas cuestiones
a las que usted no se ha referido como, por ejemplo, Gibraltar, es porque
en la comparecencia a la que aludía yo de hace trece meses usted mismo
había dicho que iba a ser una de las tareas fundamentales de esta
legislatura. No tenía más finalidad que esa.

Nadie mejor que nuestro Grupo entiende que habría que racionalizar sus
comparecencias o sus relaciones con las Cortes. No nos parece adecuado
que vaya de Comisión en Comisión repitiendo las mismas cosas. Cualquier
medida que se tome para racionalizarlas nosotros estaremos de acuerdo con
ello, respetando, creo, la primacía y el carácter de esta Comisión, que
es la Comisión, por sus características y casi diría por su tradición en
éste y en otros Parlamentos, donde las líneas maestras de todas las
cuestiones de Exteriores deben ser tratadas.

Señor Ministro, permítame que le diga, con toda cordialidad, que no me
reconozco en la visión que ha dado de mí cuando ha hablado de los
elementos de gesticulación, por ejemplo. No estoy en absoluto en esa
línea desde ningún punto de vista. No quiero gestos. No me parece que una
política exterior se tenga que centrar en gestos. Me da casi la impresión
de que me ha vestido de maniqueo y después se ha dedicado a alancearme
dialécticamente. No, no quiero gestos. Yo creo que de mi intervención
quedaba claro que nuestra preocupación es, por una parte, una defensa
adecuada de los intereses de España, que nos parece evidentemente el
punto de partida de cualquier acción hacia el exterior; y, en segundo
lugar, le he pedido y he insistido en ello, resultados, no gestos,
resultados; es decir, todo lo que se haga en esa línea desde luego tendrá
nuestro aplauso. Los gestos podemos prescindir de ellos, o hacerlos
indispensables y en el momento y medida en que sean necesarios, pero
nunca centrar en eso la política exterior. En eso estaría claramente de
acuerdo.

He hablado de que nos satisface la presencia de España, pero que lo que
queremos es una influencia y un peso de esa presencia, y ahí nos
quedaríamos.

Por lo que hace a la ampliación, que quede muy claro, estamos totalmente
a favor de ella y estamos totalmente a favor de una Europa amplia donde
no haya europeos de primera y de segunda, donde el afortunadamente caído
telón de acero no se sustituya por otros telones de otra clase, y donde,
por tanto, todos los europeos quepan. Lo único que queremos es que, aun
sabiendo que va a haber problemas, esa ampliación no se haga a nuestra
costa o sólo a nuestra costa. Pero por supuesto que sí a la ampliación,
en el sentido más generoso que se pueda entender.

Respecto a nuestra preocupación por el sur, yo me felicito de que me diga
que la preocupación por el sur va creciendo y que casi me atrevería a
decir que podemos hablar de un espíritu de Corfú-Sevilla, que yo quisiera
que fuera positivo, y ahí sí que me gustaría que no se quedara en puro
gesto, que no fuera una pura afirmación dialéctica de nos preocupa el
sur, y que no llegara más allá; es decir, que la preocupación por el sur
se concrete y que verdaderamente llegue a ser algo positivo y real.

Sobre Iberoamérica, también muy rápidamente. Claro que yo también le
decía a esos amigos iberoamericanos que no es verdad que hayamos dado la
espalda a Iberoamérica, pero me preocupa que exista esa sensación, que
exista esa impresión. Entonces, lo debemos considerar como un problema.

Algo tenemos que hacer para que esa impresión en personas destacadas deje
de existir, porque sencillamente significa una cosa, esperan más de
nosotros. Y creo que podemos darles todo eso que esperan, y es lo que yo
pedía e intentaba en mi primera intervención. Yo mismo insistía en que lo
que ha hecho España en Centroamérica creo que es muy notable y que merece
toda clase de parabienes.

De pasada he dicho al final lo de los gastos de defensa y casi nos ha
querido contraponer. ¡Si yo no estoy a favor, por supuesto, de ninguna
carrera armamentista! No se trata de eso. Disminuyamos los gastos de
defensa, por supuesto que sí, pero sin bajar de un nivel al que todavía
no hemos llegado. Creo que casi hay un acuerdo en que ese nivel debe
acercarse lo más posible al 2 por ciento del PIB. Ahí deberíamos llegar y
creo que todavía nos falta bastante para que tengamos una defensa que
debe ser la adecuada a la naturaleza y a las dimensiones de nuestro país.




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Para terminar, sencillamente le diría que si tratara de sintetizar lo que
he querido decir esta mañana, sería muy simple: hagamos un esfuerzo común
--y hemos hablado todos de consenso y de diálogo-- para establecer una
doctrina común española, en la medida en que sea posible, en cuatro o
cinco temas: la reforma institucional de la Unión Europea, la propia
reforma de la OTAN, por lo menos el nuevo planteamiento de la OTAN en
esta situación, con esa especial referencia de que hemos hablado al
flanco sur; el problema del Mediterráneo y del Magreb, que a nosotros nos
debe interesar más que a nadie; lo de la política de
seguridad --y dice S. S. que nuestra proposición no de ley no le gusta;
en todo caso, utilicémosla como punto departida para seguir discutiendo.

Le he dicho desde el primer momento que estamos dispuestos, desde luego,
a admitir cualquier sugerencia y, por supuesto, a establecer el
diálogo--; y por último, en cuanto a la reforma de la ONU, creo que
estamos básicamente de acuerdo en dicha reforma para que España no pierda
peso en esa institución y para que consiga, por así decirlo, una serie de
satisfacciones, si se quiere, paralelas al esfuerzo que sin duda está
haciendo en el ámbito de las operaciones de mantenimiento de la paz. Ese
era el sentido de mi intervención y en lo que quisiera insistir
especialmente.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Muy
brevemente, señor Presidente.

Unicamente para decir que tomo el guante del Diputado señor Muñoz-Alonso
y que desde ahora hasta finales de 1996, y probablemente durante más
tiempo, estoy dispuesto a hacer ese esfuerzo.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Vázquez, en representación
del Grupo Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya.




El señor VAZQUEZ ROMERO: También brevemente.

Personalmente no me puedo sentir muy satisfecho por las respuestas que a
mi modestísima intervención ha dado el señor Solana, por la que ha pasado
rapidísimamente.

Entiendo que usted diga que la PESC no pueda pasar nunca al primer pilar,
ya lo hemos hablado alguna vez y seguramente lo hablaremos más en el
futuro. Sí coincido con usted en que puede que no sea estrictamente
razonable que toda la PESC pudiera pasar al primer pilar y que cada país
querrá mantener unas áreas en su política exterior; eso es perfectamente
razonable.

No me ha dicho una sola palabra respecto a un tema que a mí personalmente
y a mi Grupo nos preocupa fundamentalmente, que es esa doble velocidad
instalada ya --no hace falta que lo diga ningún documento de la CDU-- en
lo que es la construcción europea en todos los temas económicos versus
temas sociales, políticos, etcétera.

No coincido con usted respecto a las relaciones UEO-OTAN. Entiendo que
puede haber relaciones separables pero no separadas --es esa vieja
disquisición--; lo que cree mi Grupo es que la UEO podría servir como
embrión de esa defensa europea. ¿Que debería tener unas magníficas
relaciones con la OTAN y con otras organizaciones militares de otras
partes del mundo? De acuerdo, pero no con el nivel de supeditación
vergonzante --si me permite la expresión-- que existe actualmente entre
esas dos instituciones.

Lo de Méjico sinceramente me parece inaceptable. Reconociendo que hay
fraude, aunque también reconozcamos que el fraude ha sido menor que en
épocas anteriores --lo cual no era difícil de superar, porque conseguir
superar el nivel de fraude a la baja en Méjico en estas últimas
elecciones era relativamente fácil, ya que el nivel anterior era
escandalosamente alto--, me parece inaceptable que, repito, reconociendo
que hay fraude, aunque sea menor que en ocasiones anteriores, se dé,
digamos, el espaldarazo de la comunidad internacional, en la parte
alícuota que le corresponde a España, a ese resultado; todo ello,
entendiendo las relaciones importantísimas que hay que mantener con
Méjico, la importancia de Méjico a través del NAFTA en la comunidad
internacional, en la comunidad iberoamericana, etcétera. Pero que en esa
contradicción entre intereses económicos e intereses, digamos, éticos,
morales, políticos --profundamente políticos--, siempre sean los éticos
los morales y los políticos los que acaben perdiendo en beneficio de los
criterios económicos me parece que no es un buen camino. Todo esto,
entendiendo, repito, la importancia de Méjico y de nuestras relaciones
con Méjico.

No me ha dicho ni una palabra sobre algo que me parece también una
obligación política, moral y ética de todos los demócratas españoles
respecto al esfuerzo para levantar el bloqueo de los Estados Unidos a
Cuba.

Finalmente, respecto a la reforma de Naciones Unidas, yo también estoy en
esa Ponencia y no voy a explayarme en el tema, pero me da la impresión,
después del viaje a Nueva York, de que la reforma que se «podrá» hacer
--digo podrá entre comillas--, será meramente cosmética, suprimir del
texto de la Carta aquellas cuestiones que están radicalmente obsoletas:
considerar Estados enemigos a Japón y Alemania, etcétera; pero que no se
entrará en profundidad a cambiar lo que debería ser el mecanismo de
funcionamiento de Naciones Unidas, que después de la caída del muro
levantó unas grandes expectativas en todo el mundo, como un instrumento
utilísimo para resolver conflictos, para establecer criterios razonables
en las relaciones internacionales. Me da la impresión, después de ese
viaje, de que la reforma que se va a hacer va a ser meramente cosmética,
no se va a entrar en profundidad en los temas que harían de Naciones
Unidas lo que hoy creo que necesita el mundo, un organismo (sin caer en
las utopías del gobierno mundial, etcétera), bien colocado en la
resolución de los conflictos de la humanidad. Eso es tema de una ponencia
y ya veremos qué hacemos con ese papel.

Nada más, señor Presidente.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




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El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): No sé si no
me explicado bien al contestar a S. S., porque no entiendo que haya unas
divergencias tan profundas entre lo que S. S. ha dicho y lo que yo he
intentado decir. Que la PESC no va a pasar a ser el primer pilar no
quiere decir que ése sea mi deseo. No me he definido sobre si eso es
bueno o malo. Lo que sí le puedo decir es que no va a ser, porque
requiere unas mayorías que no existen. Le puedo expresar que, en su
totalidad --aquí me voy a definir--, no debería pasar, lo cual no empece
para que haya algunas cosas que pudieran tener nuestro apoyo, pero no veo
posibilidades de que la PESC pase al primer pilar. Creo que en el año
1996 habra mejoras en su funcionamiento, habrá mayor coordinación, habrá
una especie de secretariado, habrá un mecanismo de toma de decisiones más
eficaz, pero para el año 1996 llevará todavía muy pocos años de vida.

Creo que se mejorará, pero dudo mucho de que haya suficiente quórum para
pasar la PESC, insisto, al pilar comunitario. Se lo digo con toda
franqueza, aunque no es necesariamente mi posición.

Sobre la UEO, le diré que estoy de acuerdo en que no es en este momento
más que un embrión de lo que debe ser; así lo pienso. Pero creo que se
han abierto posibilidades para que ese embrión se desarrolle y pase a
tener unas dimensiones mayores. Las decisiones que se han tomado en la
cumbre de Bruselas de la OTAN, en enero, van en esa dirección, y las
decisiones que se han ido tomando a partir de ese momento van también en
esa dirección. En cuanto al mecanismo de separables pero no separadas,
nos puede permitir el desarrollo de ese embrión hacia la adolescencia con
mayor rapidez. Esto es lo que le quería decir.

Respecto a Méjico, saca unas conclusiones de mi intervención quizá más
allá de lo que era mi deseo, pero le preguntaría, no para que me conteste
en público sino para que me conteste en privado, qué es lo que S. S.

pretende que haga, porque no lo sé. (El señor Vázquez Romero: Se lo digo
en público.) No sé si lo que quiere S. S. es que rompa relaciones con
Méjico, o que denuncie las relaciones con Méjico en los foros
internacionales; no sé lo que pretende, pero si me lo dice podría
evaluarlo.

La reflexión moral creo que la compartimos, es una reflexión moral pasada
también por el tamiz y por el cedazo de las relaciones que tenemos con
Méjico y de la importancia que Méjico tiene en la paz mundial, en la paz
de la región, en la paz de la zona. Todos estos ingredientes, señoría,
los tenemos que tener en cuenta cuando se habla de Méjico, cuando se
hablaba de la Chile de Pinochet y cuando se habla de la Cuba de Castro.

En todo momento metemos ingredientes que van un poco más de los
principios morales y políticos estrictamente.

Sobre Cuba, no le he contestado, pero no porque no quiera contestarle, es
que S. S. sabe cuál es la posición de España. Quiero afirmarle que no ha
cambiado. Le diré algo que le va a gustar: dentro de muy pocas horas,
días, se va a producir en la Asamblea General la votación sobre la
resolución histórica que todos los años se plantea referente al
levantamiento del embargo. Le quiero decir que por primera vez el número
de países europeos que van a sumarse a la posición española va a ser muy
alto y que estamos en este momento trabajando sobre la posible posición
común de la Unión Europea para la explicación de voto. Y no va a ser
fácil, porque hay un cambio en algunos países que antes se abstenían que
van a pasar a la posición de España del voto afirmativo a la moción. No
todos los países europeos, pero sí hay un cambio clarísimo.

Le diré también, no sólo para S. S. sino para que lo escuchen otros, que
leyendo algunos periódicos, como «El Mundo», se entera uno de unas cosas
interesantísimas. Por ejemplo, Londres acaba de montar el primer fondo de
inversiones solamente para destinarlo a Cuba. Por tanto, cuando se dicen
todas estas cosas que a veces se dicen sobre la posición de España, en la
city de Londres se está montando el fondo de inversión más importante
para invertir en Cuba directamente. Está puesto en marcha ya desde hace
cuarenta y ocho horas en la misma línea en que pusieron en marcha,
inteligentemente, una cosa similar cuando hablaban de Vietnam; fue el
primer fondo de inversión y de los más importantes del mundo. Ahora han
decidido ya empezar a invertir en Cuba. (El señor Vázquez Romero pide la
palabra.)



El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Menos de un minuto.

¿Qué le pido que haga con Méjico? Desde luego, no le estoy pidiendo que
rompa relaciones con Méjico ni que olvide la importancia de Méjico, en
absoluto. Lo que le estoy pidiendo es que en la comunidad internacional,
con lo que significa el peso de la diplomacia española, no avale por
silencio el resultado de unas elecciones que todos consideramos
fraudulentas, porque es un instrumento de presión sobre quien ha ganado,
creo que fraudulentamente, aparte de que eso aumente o disminuya en equis
número el porcentaje de votos, etcétera, que no es eso lo que me
preocupa. Lo que me preocupa es que en la comunidad internacional la
diplomacia española avale por silencio el resultado de esas elecciones, y
no le estoy pidiendo que rompa relaciones con Méjico ni que olvide la
importancia de Méjico.




El señor PRESIDENTE: No ha sido un minuto, sino 1,30 minutos, un 50 por
ciento más de lo concedido.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Le debo 30 segundos.




El señor PRESIDENTE: El señor Molins tiene la palabra.




El señor MOLINS I AMAT: En primer lugar, para congratularme por una de
las primeras respuestas del Ministro respecto a la no utilización de la
política de gestos en la política europea. Me congratulo no sólo de
oírselo, sino de oírselo en este momento, porque mire si estamos de
acuerdo, e incluso si hilamos fino respecto a la no utilización de la
política de gestos, que si repasa el señor Ministro, dentro de los
múltiples trabajos que tiene, el «Diario de



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Sesiones» del Pleno de hace diez días aproximadamente, en el que se
aprobó, también con nuestro voto, una resolución que enmarco dentro de
una política de gestos, leerá cómo expresamos nuestro voto con tristeza,
entendiendo que si era la posición unánime de la Cámara, debíamos
apoyarla también, pero que no nos parecía el camino adecuado, en ese caso
concreto, el condicionar la ampliación al cumplimiento de la introducción
de España de pleno en la política común de pesca. Creemos que fue
negociado por el Gobierno, que ya estaba puesto ese condicionante y que
no requería ese gesto del Congreso. Insisto en que sé que hilamos más
fino que la mayoría y por eso se produjo esa votación, pero quiero que
sepa hasta qué punto estamos de acuerdo con la no utilización de la
política de gestos en la política europea.

He expresado también mi acuerdo con esta reflexión, que quizás debamos
ser más valientes y repetirla más a menudo, de que la mejor ayuda a
países terceros son muchas veces las inversiones en apertura de mercados.

Recordará el señor Ministro que en un debate que hubo también en el Pleno
de la Cámara sobre el tema del 0,7, en aquel momento nuestro Grupo habló
de la importancia que tiene precisamente la apertura de mercados y cómo
somos capaces de decir que hay que dedicar presupuesto, pero al mismo
tiempo, y con la misma mano, cerrar ayudas que son muy superiores,
infinitamente superiores a ésa, a través de la apertura de mercados.

Quiero agradecer también las explicaciones que me ha dado sobre
Yugoslavia, y recordarle que no me ha parecido oír respuesta al tema del
Sahara en su primera intervención, por si tuviera a bien responderme
ahora.

Por último, quiero expresar lo que creo que es un sentimiento general, y
es la importancia que la Cámara está dando al tema de la reforma de
Naciones Unidas. Con esta política quizás el Gobierno recibirá el
impulso, que creo que es bueno, de debates que deben producirse no sólo
en la sociedad política del país, sino en el conjunto de la sociedad. Ese
es el espíritu que nos anima a la hora de que la Ponencia redacte unas
conclusiones sobre la reforma de la ONU, por la importancia que creemos
que tiene en el nuevo orden internacional --y utilizo palabras un poco
grandilocuentes-- la posibilidad del nuevo papel de Naciones Unidas.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Sobre la
primera parte de mi intervención hemos estado básicamente de acuerdo.

Sobre la política de gestos, entiéndase bien lo que quiere decir. No me
refiero a la política de gestos que en otros momentos hemos entendido,
sino gesticular en demasía sobre los temas sin llegar al fondo de las
cuestiones para resolverlas. Soy perfectamente consciente porque leí --no
tuve ocasión de participar en ese debate porque no estaba aquí-- la
intervención de S. S. en el Pleno.

Respecto al Sahara, quiero decirle que el proceso de inscripción, como
sabe S. S., se ha realizado, y en este momento se está empezando un
proceso de verificación. La posición de España es de apoyo al Secretario
General y a las resoluciones de Naciones Unidas, pero no le podría
precisar en qué momento del mes de noviembre se va a producir el informe
del Secretario General. En el mes de noviembre el señor Butros-Gali va a
visitar la zona, una vez más, para intentar resolver algunos de los
problemas que todavía quedan pendientes. Con el inicio de la inscripción
y verificación no se resuelve todo el problema del referéndum. Quedan
todavía algunos diálogos que hay que tener con las partes para que se
pueda llevar a efecto.

El Secretario General tenía en mente el presentar el referéndum para
finales de febrero. Yo creo que va a ser prematuro. Estoy seguro de que
hoy no mantiene esa fecha por algunos retrasos que se han producido con
los observadores de la OUA, que S. S. conoce bien, ya que son de casi un
mes en alguno de los procesos.

Ahora viene el momento difícil de verificación de las inscripciones, pero
nuestra posición seguiría siendo la misma.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro.

Damos por terminado, por consiguiente, este primer punto del orden del
día.




--PARA EXPONER SU EVALUACION SOBRE LOS COMICIOS CELEBRADOS EN MEXICO Y DE
ESTE MODO PROPORCIONAR A LOS DISTINTOS GRUPOS PARLAMENTARIOS ELEMENTOS
PARA LA ADOPCION DE UNA POSICION SOBRE LOS MISMOS. A SOLICITUD DEL GRUPO
PARLAMENTARIO FEDERAL IZQUIERDA UNIDA-INICIATIVA PER CATALUNYA. (Número
de expediente 213/000408.)



El señor PRESIDENTE: Pregunto al señor Vázquez si considera que el punto
7, que es la comparecencia solicitada por su Grupo en relación con el
problema de Méjico, se puede dar por retirada.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Por retirada no, señor Presidente, por cumplida.




El señor PRESIDENTE: Retirada por subsumida.




--PARA EXPLICAR LAS IRREGULARIDADES QUE PODRIAN HABERSE PRODUCIDO EN LA
TRAMITACION Y LA CONCESION DE VISADOS DE ENTRADA EN NUESTRO PAIS A
CIUDADANOS MAGREBIES. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN EL
CONGRESO. (Número de expediente 213/000300.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al tercer punto del orden del día, que es la
comparecencia, solicitada por el Grupo Parlamentario Popular, para
explicar las



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irregularidades que podrían haberse producido en la tramitación y en la
concesión de visados de entrada en nuestro país a ciudadanos magrebíes.

Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Robles Fraga.




El señor ROBLES FRAGA: Señor Ministro, desde marzo de este año se han
venido produciendo y reproduciendo noticias referentes a posibles
irregularidades, en algún caso más que posibles, que se hubieran
producido en nuestra red diplomática y consular en Marruecos. Esta es una
comparecencia solicitada desde hace tiempo que ha venido retrasándose,
pero vemos que incluso después de solicitada han vuelto a aparecer nuevas
noticias sobre fraudes en materia de visados en nuestra red diplomática y
consular en Marruecos.

En el caso de Tánger ha habido incluso condenas firmes. Posteriormente se
ha hecho mención, en algunos medios de comunicación, de situaciones
dudosas en Casablanca, y ha aparecido en repetidas ocasiones nuestro
consulado en Rabat e incluso nuestra embajada en Rabat.

Esta es, sin duda, una cuestión delicada y sensible, que afecta, no sólo
a nuestras relaciones con Marruecos, sino también a la cuestión
especialmente grave de la presión migratoria del norte de Africa hacia
España, y que afecta también, por lo que tiene de puesta en cuestión, a
la credibilidad de nuestro sistema de visados y a la credibilidad misma
de la capacidad de nuestra red consular de hacer frente a sus compromisos
europeos.

Es evidente que la puesta en marcha de una política común en materia de
visados para hacer frente a esa presión migratoria del norte de Africa no
se ve facilitada por este tipo de noticias. (El señor Vicepresidente,
Muñoz-Alonso Ledo, ocupa la Presidencia.)
Según las informaciones de que dispone la opinión pública española,
porque han sido reproducidas en los medios de comunicación con bastante
profusión, en Marruecos se expide el 20 por ciento de visados,
aproximadamente, otorgados a extranjeros. Se habla de alrededor de 62.000
visados. En Rabat, en la embajada y en su sección consular, se expiden
solamente al año unos 11.000 ó 12.000 visados y en repetidas ocasiones ha
aparecido la cifra de que el 50 por ciento de estos visados habrían sido
dados directamente por la oficina diplomática y no por la sección
consular de la misma.

Mi preocupación es, creo yo, compartida ampliamente por los diversos
grupos de esta Cámara. Y las preguntas que yo le haría, sin que dude el
señor Ministro de que comparto su preocupación por el carácter delicado y
sensible de estos asuntos, se refieren a si los mecanismos de inspección
están funcionando correctamente, si se ha detectado un carácter
generalizado en el incumplimiento de la normativa en materia de
expedición de visados, si se han remitido a los fiscales las posibles
irregularidades cometidas, si es que han existido, y, en fin, si se han
adoptado las medidas por parte de su Ministerio para corregir esta
repetición y evitar que en el futuro sigamos desayunándonos con noticias
de esta naturaleza.

Estoy convencido de que el señor Ministro, que también es --y ésa es una
de las funciones importantes-- ministro de los asuntos consulares,
comprende que la fiabilidad del sistema de visados es una de las mejores
garantías que tiene nuestro país para enfrentarse a la presión migratoria
de fuera de la Unión Europea, y que del mejor funcionamiento de la red
consular española depende algo más que exclusivamente si se cometen o no
irregularidades en materia de visado, depende la credibilidad misma de
esta red consular y, por tanto, del servicio exterior español, de quien
--estoy seguro-- el señor Ministro tiene una opinión tan alta como la que
tengo yo, pero sin duda merece que se adopten las medidas necesarias para
corregir este tipo de asuntos.




El señor VICEPRESIDENTE (Muñoz-Alonso Ledo): Tiene la palabra el señor
Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): No le quepa
la menor duda de que tengo un respeto, una opinión tan alta como la suya
del servicio exterior.

A las cuatro cuestiones que me plantea, sí le puedo contestar con la
máxima precisión, porque es verdad que son temas de una cierta
delicadeza. ¿Los mecanismos han funcionado? Sí. ¿Es generalizable el
proceso? No. ¿Se ha transmitido a los fiscales? Sí. ¿Se han puesto en
marcha todas las medidas? También sí. Con esto contestaría brevemente a
las cuatro cuestiones que me plantea, con toda precisión y con todo
rigor. Imagino que la que más le interesaba era la de los fiscales, y he
contestado que sí se ha hecho. Pero, si a S. S. le interesa, puedo
explicarle con un poco más de detalle, alguno de los temas planteados.

En Tánger se emprendió una investigación sobre el Servicio de Visados de
la oficina consular, de la que es titular, investigación que fue llevada
a cabo por la Inspección de Servicios del Ministerio --por tanto,
funcionaron los mecanismos--, con el asesoramiento de un comisario de
policía de la Dirección General de Policía del Ministerio de Justicia e
Interior. Esas indagaciones pusieron de manifiesto que algunos
contratados locales del Consulado --no funcionarios-- habían cometido
irregularidades en la expedición de visados y que participaron también,
como intermediarios, ciudadanos marroquíes, que fueron detectados. Como
resulta de las diligencias, se tomó la decisión de separar del servicio a
aquellos empleados del Consulado que quedaba comprobado que habían
cometido irregularidades; el Ministerio de Asuntos Exteriores dio
traslado de los hechos al Ministerio Fiscal, como he dicho, por si
hubiera lugar a algún procedimiento en España y, siguiendo instrucciones
del Ministerio, el Cónsul General puso a las autoridades marroquíes en
conocimiento de estos hechos. Las autoridades judiciales de Marruecos
abrieron un procedimiento penal contra esos empleados españoles y los
intermediarios marroquíes. La sentencia condenó a algunos de los
españoles, y a los ciudadanos marroquíes acusados a penas que iban entre
dos y tres años de reclusión. La sentencia fue recurrida y el Tribunal de
Apelación dictó, el 25 de julio pasado, nueva sentencia, que absolvía a
tres



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españoles y confirmaba la pena de prisión --es verdad que con reducción
de su duración-- para los marroquíes intermediarios. (El señor Presidente
ocupa la Presidencia.)
Respecto a Rabat, en julio fueron detectados en la frontera española de
Melilla dos marroquíes, titulares de visados expedidos en Rabat, pero con
signos de haber sido manipulados. La inspección que se ha llevado a cabo
por la misión diplomática en Rabat y por la Inspección de Servicios del
Ministerio ha permitido esclarecer los hechos, en los que había
intervenido exclusivamente un subalterno marroquí que trabajaba como
empleado local en la embajada de España.

Por tanto, respecto a las cuatro cuestiones sobre las que S. S.

preguntaba, afortunadamente podemos contestar tres afirmativamente y una
con una negación. Y, desde luego, quiero decirle que éste no es un tema
que esté generalizado en el servicio exterior y que cuando se produce,
los mecanismos de inspección funcionan para corregir los delitos. Es
verdad que el número de visados que expiden las distintas embajadas de
España está aumentando muchísimo por razones del turismo interior y
exterior y hay que potenciar todo el servicio consular, del que me siento
tan responsable como de otros servicios del Ministerio.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Robles.




El señor ROBLES FRAGA: El señor Ministro ha hecho referencia a la
participación de las oficinas diplomáticas en la expedición de visados.

Creo que una de las cuestiones que yo he citado es el elevado número de
visados concedidos directamente por la oficina diplomática en Rabat, lo
que, como el señor Ministro conoce, no es el caso normal en la mayoría de
las embajadas. Además, yo le diría que en aquellas embajadas en las que
los visados que pueden normalmente conceder los funcionarios diplomáticos
de la sección política son aquellos que se refieren a los visados de tipo
diplomático o de cortesía, incluso, cuando se produce una gran cantidad
de visados de esa naturaleza, se habilita al consulado, a la sección
consular de la embajada (como es el caso de París, el caso de Perpignan o
el caso de Hendaya, un consulado fronterizo con Francia especialmente),
para que puedan expedir esos visados de cortesía diplomáticos.

Lo que no suele ser normal es que se expidan visados turísticos por parte
de la sección política de la embajada, sobre todo cuando existe una
importante sección consular. Es algo que ha aparecido en los diferentes
medios. Yo no comparto, sin duda, muchos de los juicios de valor que se
hacen sobre este asunto, pero sí me gustaría que el señor Ministro me
aclarase un poco más cuáles son los motivos de esta situación y si es una
situación que debe continuar en el futuro, o, por el contrario, deben
proceder a expedirse los visados, de naturaleza turística especialmente,
por parte de la sección consular de nuestra embajada en Rabat.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea hacer uso de la palabra?
(Pausa.)
Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con la máxima
brevedad le contestaré que en las relaciones que tenemos con Marruecos es
verdad que hay un buen número de visados que se expiden por ese
mecanismo, por esa vía, por razones de la función de las personas que
hacen la visita a España. No sé si debo ser más preciso, pero hay,
repito, un buen número de industriales y de personas de distintos
sectores sociales de Marruecos que vienen a España con una frecuencia
relativamente alta y hemos llegado a acuerdos de ese tipo; no sé si son
los mejores o no, pero, en cualquier caso, son los acuerdos a los que
hemos llegado.




--EXPLICAR LOS SISTEMAS DE PREVENCION, GESTION Y CONTROL DE LAS
SITUACIONES DE CRISIS EN EL EXTRANJERO QUE AFECTEN A LOS INTERESES Y A
LOS CIUDADANOS ESPAÑOLES. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR EN
EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000301.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos al punto 4 del orden del día, comparecencia
solicitada por el Grupo Parlamentario Popular para explicar los sistemas
de prevención, gestión y control de las situaciones de crisis en el
extranjero que afecten a los intereses y a los ciudadanos españoles.

Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Robles Fraga.




El señor ROBLES FRAGA: Señor Ministro, otra vez volvemos a cuestiones muy
concretas de la gestión de la política exterior española. Este es, sin
duda, un campo de acción que ha experimentado un importante crecimiento
en los últimos tiempos, con nuevas circunstancias que lo hacen
especialmente sensible a la opinión pública española. Las crisis
humanitarias, las crisis provocadas por guerras, por disturbios, por todo
tipo de situaciones de naturaleza violenta, afectan, especialmente en los
últimos tiempos, a intereses y a ciudadanos españoles en el extranjero.

Digo especialmente porque, por el desarrollo de los medios de
comunicación y de información, la opinión pública está especialmente
sensible, no sólo los del 007
--como decía el Portavoz de Convergència i Unió--, sino en general la
opinión pública, que ve como muchos españoles, familiares y amigos, se
encuentran desarrollando tareas de todo tipo, no solamente de tipo
humanitario --pero sin duda éstas hay que resaltarlas--, en zonas de
crisis, bien a través de la cooperación oficial española, de la
cooperación del Gobierno español o a través de las organizaciones no
gubernamentales.

Frente a esta proliferación de españoles en zonas delicadas, nos
encontramos con una red diplomática, que usted sin duda sabe que en
algunas zonas del mundo es especialmente fina y endeble, que se ve
desbordada por la ausencia de medios materiales o personales, de la misma
manera que también se ven desbordados los medios tradicionales



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con los que contaba o con los que cuenta el Ministerio de Asuntos
Exteriores u otros organismo públicos para hacer frente a la presión
informativa, a la presión incluso afectiva, y al interés de la opinión
pública y de los familiares y amigos de estas personas, que desean
encontrar soluciones, respuestas, consejo, en algún caso exclusivamente
aliento por parte de los que están dedicados a abordar o a lidiar estas
situaciones de crisis. Se trata de situaciones que se producen, además,
normalmente fuera de horas de oficina, que requieren la movilización
rápida de recursos en esas zonas y en la propia Administración española,
y es evidente que nuestra capacidad de respuesta debe estar adecuada a
estas nuevas circunstancias y debe ser capaz de movilizar recursos de la
manera más rápida posible.

Las viejas estructuras del Ministerio de Asuntos Exteriores, sin duda han
ido conociendo un desarrollo importante en los últimos años, pero es mi
impresión y creo que son numerosas las quejas que se elevan a través de
los medios de comunicación sobre la falta de células, pongo el ejemplo
francés, y utilizo el término francés, de información permanente y de
contacto con los familiares amigos de los evacuados o posibles personas
que se encuentran en estas zonas de crisis y con peligro o grave riesgo
para su integridad física, y de contacto también con la red propia y
ajena dedicada de manera concreta a cada situación de crisis que se
presenta. Me gustaría conocer la opinión del Ministro sobre los pasos que
se han dado y se pueden dar para mejorar la atención, no sólo a las
personas que se encuentran en esas zonas de grave riesgo, sino también a
la presión afectiva e informativa y a las necesidades que suscita el
interés de la opinión pública española por los graves casos de crisis
humanitarias en los que España se ve involucrada.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Con sumo
gusto contesto a la preocupación del Diputado, señor Robles, por estos
temas de carácter consular, que son muy importantes, sin duda ninguna.

Para ponerlos en perspectiva le diré que en este momento hay un millón y
medio de ciudadanos españoles residentes fuera, y que los datos que poseo
me permiten afirmar que han salido de España --no me atrevería a decir en
qué calidad, si como veraneantes, empresario o viajeros-- en el último
año más de 20 millones de personas. Esto quiere decir que somos un país
en que ya tendremos una buena parte --en épocas quizá muy concentradas a
lo largo del año-- de nuestros ciudadanos fuera de nuestras fronteras, en
viajes o en acciones de carácter empresarial. Han sido 20 millones las
salidas que se han producido en lo que va de año de España. Por tanto, el
cambio es radical. Un país que no tenía prácticamente personas fuera
--porque se concentraban en los meses de vacaciones o durante largos
fines de semana-- pasa a tener una actividad potencial mucho mayor, y el
número de trastornos que pueden ocurrir fuera de nuestras fronteras,
cuando hay más gente que sale, lógicamente tiende a crecer.

No obstante, y dicho eso, sí le tengo que añadir que --desde la
perspectiva de quien le habla-- estoy perfectamente satisfecho con el
comportamiento de todos los servicios del Ministerio de Asuntos
Exteriores durante los últimos meses --me imagino que se refiere a eso S.

S.-- porque han funcionado, muy bien, haciendo esfuerzos a veces
extraordinarios, teniendo en cuenta, insisto, el aumento que se ha
producido en muy poco tiempo en cuanto a las personas que de España
salen, por razones varias, por nuestras fronteras.

Sí le puedo decir que la velocidad a la que este flujo se ha incrementado
quizá no ha sido la misma con que se ha adecuado nuestro sistema, y
seguramente no se va a poder adecuar. Lo que tendremos que hacer será
coordinar, tener más coordinación, sobre todo en países donde la
representación diplomática, por razones también diplomáticas, no necesita
ser ampliada, pero en los que tal vez, en una determinada parte del año,
por razones estrictamente consulares se pudiera ampliar. También habrá
que llegar a acuerdos con otros países de la Unión Europea para que esos
servicios puedan ser --como está contemplado en el Tratado de la Unión--
colegiadamente prestados.

Sí le diré que, por la lectura de la prensa de estas vacaciones, de este
verano, creo que no se puede concluir que haya habido quejas, aunque
algunas quejas se han producido, sin duda ninguna. Sí le puedo decir que
el número de llamadas afectuosas, agradecidas, de felicitación, supera
con muchísimo el número de quejas que se ha producido, incluso en los
periódicos y en la radio, porque en los periódicos y en la radio ha
habido quejas, sin ningún género de dudas, de familiares, algunas
perfectamente justas y en las que yo he pedido disculpas, y alguna
realizada por una persona que S. S. conoce, y conoce muy bien, que
seguramente ha sido la más grave que hemos tenido.

Pero en otro tipo de cuestiones le diré que sí es verdad que el servicio
exterior de España ha estado siempre dispuesto a prestar esa ayuda
afectiva a la que S. S. hacía referencia, a veces con exigencias enormes,
y le pondré un ejemplo. Yo he recibido una queja de una persona que tenía
una relación de consanguinidad de abuelo con respecto a un nieto que se
quejaba porque no había ido yo directamente a visitar al abuelo, porque
el nieto había tenido un percance. Yo les he llamado por teléfono, pero
no creo que ése es el afecto que tengo que desarrollar. No creo que se
pueda exigir del servicio exterior este tipo de planteamientos.

A veces, quizá también por desconocimiento de muchos ciudadanos que salen
fuera de España con una experiencia menor de lo que pueden dar de sí las
embajadas, se exigen o se piden unos servicios que es imposible que se
den ni en España ni en ningún país. Comprendo que tenemos que hacer el
máximo esfuerzo por brindar a nuestros ciudadanos el apoyo, el afecto, la
ayuda, la cooperación cuando tienen desgracias fuera de nuestras
fronteras. Creo que pocas quejas habrá habido por eso, pero a veces quizá
se piden cosas que no está en nuestras manos dar, ni quizá deban estar en
el servicio exterior, sino que forman parte de otro tipo de actividades.




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Con respecto a las crisis que desgraciadamente se han producido, ya sea
en Ruanda, ya sea en Yemen o en otros países, donde, repentinamente o
quizá conociéndolo ya, están en una situación de crisis y, a pesar de
todo, hay españoles, ya sea por vocación o por amor a la aventura o por
lo que sea, que deciden visitar esos países, lo que hacemos son tres
cosas fundamentalmente. En el orden de la prevención, tener unos
elementos de la crisis y hacer inmediatamente una recomendación;
recomendación que normalmente hace el Ministerio de Asuntos Exteriores
directamente a la Secretaría General de Turismo. La Secretaría General de
Turismo se pone en contacto con las oficinas de turismo, los grandes
touroperadores, las agencias de venta de billetes, etcétera, para
recomendar que quizá no sea ése el sitio más adecuado para pasar las
vacaciones. Este es el mecanismo que se pone en marcha inmediatamente. A
veces se hace incluso con riesgo, porque es verdad que calificar por
parte del Gobierno de España a un país de inseguro para que nuestros
conciudadanos no vayan es una decisión de envergadura. Puede ser una gran
injusticia para ese país recomendar, en todas las oficinas de ventas de
billetes de Iberia o de turismo que existen en España, que a ese país no
se debe ir. Es una decisión --S. S. estará de acuerdo conmigo-- que no es
fácil de tomar, a menos que sea una situación de conflagración, de guerra
o de tragedias, fácilmente detectables.

En segundo lugar, una vez que la crisis se desata, hay una célula de
crisis que se pone en marcha. Me gustaría que tuviera más personas, más
dotación, y creo que lo vamos a conseguir en el ejercicio presupuestario
para 1995, sobre todo para algunas fechas concretas del calendario,
cuando se pueda producir el riesgo de situaciones de estas
características o ante países o situaciones de guerra o de conflicto que
son claramente detectables.

En tercer lugar, prevenir para que la Dirección General de Asuntos
Consulares y la Unidad de Emergencia estén dispuestas a hacer
declaraciones por las vías normales, en el caso de que sea una situación
muy dramática no esperamos a avisar vía Secretaría General de Turismo,
sino que se hacen declaraciones vía Oficina de Información Diplomática en
todos los medios de comunicación a la máxima brevedad.

Por resumir, le diría que va a ser un problema creciente porque el número
de conciudadanos que salen en fechas concretas, por razones comerciales o
de turismo, va creciendo a un velocidad tremenda. Se puede notar no
solamente en la gestión del Ministerio de Asuntos Exteriores, sino
también se va a notar dentro de nada en la balanza comercial, porque en
la balanza turística tendremos que empezar a contabilizar no solamente
los que vienen, sino los que se van.

Con respecto a los mecanismos, se va a un sistema de prevención de
crisis, información a la Secretaría General de Turismo y puesta en marcha
de una célula de emergencia, que está conectada no solamente con el
Ministerio, sino con organizaciones que existen fuera de nuestras
fronteras, organizaciones religiosas, etcétera, que nos pueden echar una
mano como red capilar en algunos países donde nuestra representación
diplomática a lo mejor no es lo suficientemente tupida.




El señor PRESIDENTE: ¿Quiere añadir algo, señor Robles Fraga?



El señor ROBLES FRAGA: El señor Ministro hace mención a la célula de
crisis. Conozco la existencia de la célula de crisis, pero mi
preocupación es sobre la no existencia, dentro de esa célula de crisis o
alrededor de ella, de un mecanismo de información permanente que permita
solucionar los graves problemas de inquietud familiar y personal que se
produce en algunos casos.

No responderé al pequeño y leve rejón que el señor Ministro me quiere
atribuir. Creo que estamos hablando de algo más serio que de las posibles
responsabilidades en el pasado que, en cualquier caso, creo que se deben
a la ausencia de ese mecanismo permanente de atención al interés
personal, no solamente personal, sino incluso colectivo, de
colectividades y organizaciones importantes que se encuentran en
determinados momentos, fuera de horas de oficina, desasistidos de esa
atención que creo merecen. Señalo que las estructuras tradicionales del
Ministerio, desde la OID, la Dirección General de Asuntos Consulares
hasta la Jefatura de Guardia de Cifra, que el señor Ministro conoce muy
bien, no están preparadas, ésa es la impresión que yo tengo, en esos
momentos de interés instantáneo de la opinión pública, para dar respuesta
y atender a las preguntas sobre el paradero, el destino, la situación en
la que se puede encontrar un colectivo de españoles fuera de España, bien
una excursión, bien un individuo en concreto.

Creo que nuestra actitud es positiva. Me gustaría que se estudiara la
posibilidad de crear, dentro del Ministerio, esa célula de crisis, una
célula, repito, de información permanente que permita solucionar y tratar
mejor esta preocupación social.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Responderé
muy brevemente para decirle que yo creo que las cosas han funcionado
bien, no ha habido ninguna situación que me haga pensar que el mecanismo
que tenemos, perfeccionado y mejorado, no pueda seguir funcionando.

Ciertamente, la célula de crisis, o como queramos llamarla, hay que
potenciarla, porque es verdad que el número de ciudadanos de España que
sale es mayor y, por lo tanto, los potenciales conflictos aumentan. Pero
no creo yo que eso esté en relación con lo que S. S. dice sobre si el que
coge el teléfono es Cifra, etcétera. No; no creo que el problema esté
ahí; el problema está en una dimensión de otro tenor.

Quiero decirle que estamos dispuestos a trabajar en esa dirección con la
mayor eficacia posible, y me alegro mucho de que S. S. tenga esta
preocupación por estos temas. El que el asesor de política exterior del
líder de la oposición se dedique a estos temas no puede significar más
que un sentido de maduración del país.




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--SOBRE LA EVOLUCION DE LOS ACONTECIMIENTOS EN HAITI, ASI COMO SOBRE LA
POSTURA ESPAÑOLA ANTE LAS MEDIDAS QUE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL PODRIA
ADOPTAR CON RESPECTO A DICHO PAIS. A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO
POPULAR EN EL CONGRESO. (Número de expediente 213/000337.)



El señor PRESIDENTE: Pasamos, por consiguiente, al punto 6 del orden del
día: comparecencia del señor Ministro, solicitada por el Grupo
Parlamentario Popular, para informar sobre la evolución de los
acontecimientos en Haití, así como sobre la postura española ante las
medidas que la comunidad internacional podría adoptar con respecto a
dicho país.

Por el Grupo Popular, el señor Milián tiene la palabra.




El señor MILIAN MESTRE: Este es un problema que aparece por tercer vez
por nuestra parte en esta Comisión y que sabe el señor Ministro que ya
fue objeto de un largo debate en la comparecencia hace ocho o nueve
meses, en el que, por lo visto, hubo una fuerte coincidencia de criterios
al respecto. Sin embargo, lo que está sucediendo
en este momento no deja de ser intranquilizador, no digo preocupante pero
sí intranquilizador, especialmente cuando se ha visto la demora que ha
producido la resolución final de esta crisis por parte del gobierno de
los Estados Unidos. Estamos viendo por televisión --esta misma mañana lo
he visto yo en los noticiarios de las ocho en las cadenas
internacionales-- cómo se están produciendo venganzas y situaciones
francamente brutales que a uno le mueven no sólo a inquietud sino a
perplejidad ante cómo se controla la evolución de la crisis o la solución
de la misma.

Sinceramente, creemos que en la situación de Haití hay peligro de una
visión demasiado optimista, porque los casos están saliendo
razonablemente bien, como se ha dicho en una frase recurrente de quienes
han intervenido directamente, pero también entendemos, con criterio
sesudo por parte de nuestro Grupo Parlamentario, que bien está lo que
bien acaba, y hay que ver cómo acaba la crisis en este momento.

Queremos subrayar que no es bueno aislar a veces hechos sin
contextualizarlos en el conjunto de otras posibles situaciones paralelas.

La propia crisis haitiana ha tenido --el señor Ministro lo sabe mejor que
yo-- una evolución verdaderamente sorprendente. Y si atendemos un poco a
la historia, nos referiremos a las primeras alarmantes decisiones de los
Estados Unidos, a la conclusión de las negociaciones en las GovernorÕs
Island, que, a la hora de la verdad, no se concretan con plazos
establecidos para el cese de la propia dictadura militar y a alguna serie
de burlas que se han hecho a las resoluciones de Naciones Unidas,
precisamente, si no recuerdo mal, la 940, que durante mucho tiempo han
ido morando una serie de decisiones que debían ser más o menos inmediatas
para evitar las tropelías a las que después voy a aludir. En estas
situaciones similares hemos visto que tampoco se ha sido muy rápido en
las decisiones, o sea, en aquella comparecencia aludimos a Somalia. El
caso de Somalia era francamente vergonzoso y le digo que la solución
final, por todo lo que voy leyendo, todavía no la veo clara ni acierto a
saber cuál es, de verdad, la solución final de Somalia en este momento.

Este verano acabamos de tener el experimento de Ruanda, francamente
asombroso, y hay que señalar que, en este caso, nuestro país ha sido de
los más ejemplares en su respuesta, incluso la sociedad civil, y no así
otras instituciones internacionales y otros países. Es decir, vamos
viendo cómo hay una cadencia de crisis de este tipo, humanas y políticas,
dramáticas, que no se afrontan con la celeridad suficiente para poder
atajar sus consecuencias.

En la perspectiva de futuro, a través del regreso de Aristide, habría que
considerar que, efectivamente, estamos al final de una crisis generada
por un golpe de Estado del año 1991, si no recuerdo mal, septiembre del
91, y no es menos cierto que todavía existe una situación democrática
dudosa en Haití en este momento, tras la restauración. Ciertamente, señor
Ministro, se han producido errores continuados en la gestión de la
crisis. En primer lugar, tres años largos de amenazas importantes en este
proceso --no digo de derribo-- yo diría de acoso al Gobierno del general
Cedrás, que no ha tenido al final una salida pacífica, puesto que los
resultados de informes recientes asombran. El señor Baker, cuando estaba
todavía al frente de la Secretaría de Estado, habló de que la reacción de
los Estados Unidos tenía que ser firme, fuerte y rápida. Han pasado ya
dos años del mandato de Bill Clinton y nos encontramos con un informe
--que tengo en mi poder-- del Departamento de Estado, sobre derechos
humanos en Haití, fechado el 13 de septiembre de 1994, en el que, entre
otras bagatelas, se dice que, después del golpe, el nuevo régimen
ejecutó, por lo menos, de 300 a 500 personas, especialmente entre los
partidarios de Aristide. Según el informe del 7 de febrero de 1994, el
enviado de las Naciones Unidas en Haití calcula que hay hasta 3.000
civiles haitianos, entre ellos muchos partidarios de Aristide, han sido
ejecutados bajo el régimen de Cedrás. Compara este informe esta situación
tan terrorífica con la conocida por Papa Doc en años anteriores, y hay
algunas afirmaciones verdaderamente asombrosas en datos que ha podido
recoger este informe. Por ejemplo, el 9 de septiembre de 1994, el «New
York Times» informaba que hay casos específicos de terror, verdaderamente
asombrosos, contra huérfanos, muchos de cuyos padres habían desaparecido
previamente, e incluso persecución de personal de orfelinato. ¿A dónde
puede llegar la miseria humana? Es imposible calcularlo, porque llegar a
estos extremos de perseguir a los huérfanos de los ya en su día
liquidados, me parece verdaderamente asombroso. Y digo esto porque es una
llamada a la conciencia, evidentemente a la conciencia colectiva y, sobre
todo, a la extraña manera de comportarse y de entender la gravedad de la
crisis por parte de los Estados Unidos. Yo lo manifesté hace ocho o nueve
meses, en aquella comparecencia, y sigo diciéndolo ahora. Yo no sé qué
más esperaban para intervenir y para aplicar la resolución de las
Naciones Unidas. Porque, por ejemplo, la organización «Human Rights



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World» calculó --éste es un informe muy reciente, del mes de septiembre--
que hasta 300.000 haitianos se han visto forzados a esconderse. Los datos
que uno va recogiendo en estos informes de última hora, que son los que
han precedido justamente a la decisión de los Estados Unidos, del
Gobierno americano, son tan asombrosos que a uno le deja perplejo
comprender cómo es posible calcular fríamente el momento de la
intervención y de las decisiones dramáticas, precisamente cuando aparecen
estos datos encima de la mesa y, a veces, en la propia voz de los altos
funcionarios del Gobierno americano. Tengo aquí una intervención del
asesor de seguridad nacional, Anthony Lake, ante el consejo de relaciones
exteriores, en Washington, cuyo título es «Haití, poder y diplomacia», en
la que, por ejemplo, dice lo siguiente: Hemos aplicado todas las
sanciones posibles sin llegar a aplastar al pueblo haitiano. Nuestros
esfuerzos no han logrado desplazar a los miles de militares. De hecho, su
brutalidad se ha hecho peor. Ellos solos son los responsables de la
terrible situación de Haití. Esta es una intervención de septiembre de
1994. Y podría seguir citando.

¿Qué está ocurriendo aquí? A mí me preocupa todo esto porque,
efectivamente, el acuerdo de la «GovernorÕs Island», del 3 de julio de
1993, no se cumple y se espera todavía a que tenga una manifiesta buena
voluntad y, lógicamente, el 30 de octubre de 1993 no se cumple el plazo
de regreso de Aristide. A mí me preocupa que se produzcan incidentes como
el del «Harbour Country», en octubre de 1993, cuando transportaba a 200
instructores militares, y no se deje desembarcar a este personal que de
alguna manera iba a tratar de clarificar la situación. Nos preocupa que,
cuando la resolución 940 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de
31 de julio de 1994, el Presidente de los Estados Unidos no supiera
explicar a la opinión pública claramente cuáles son los intereses
norteamericanos en juego, es decir, hay un extraño juego, según los
informes que aparecen --no tan confidenciales, porque están apareciendo
incluso en los periódicos--, entre lo que dice la Cía y lo que está
ocurriendo con el famoso grupo que protege al dictador haitiano.

Evidentemente, la comunidad internacional tarda en reaccionar, eso está
claro, y ahora estamos viendo las consecuencias. El embargo ha
enriquecido a una minoría, como ocurre casi siempre, y hemos visto las
escenas patéticas de miseria humana en las calles, rebuscando en los
basureros para encontrar algo de comer, porque ciertamente la situación
era límite, y cuando son dramas humanos de los pueblos enteros a mí me
asombra la frialdad con la que se pueden hacer ciertos cálculos en
ciertas cancillerías, y lo digo porque es coherente con mi discurso de
hace ocho o nueve meses.

En este caso, la política de los Estados Unidos yo no la quiero valorar,
pero ha sido un tanto sorprendente, esa espera al salvamento del honor de
Cedras con las últimas intervenciones, por lo menos las aparecidas en las
cámaras de televisión, su retirada en esas condiciones; a pesar de todo,
me ha parecido un tanto sorprendente tanta delicadeza. Incluso las
críticas de Cristopher tampoco ha sido de lo más sutil.

Después de la invasión pacífica, se produce una evolución favorable,
sobre todo gracias a la habilidad del general Shelton. Parece ser que en
este caso sí ha habido sensibilidad y se están detectando algunos
elementos de intervención policial, no militar, que demuestran un claro
estímulo a los elementos más sensibles del factor humano, y en ese caso
la política americana sí está entrando finalmente en una vía yo creo que
de acción e intervención francamente acertada. Pero aquí surgen otros
problemas de futuro, y es a lo mejor donde usted nos puede aclarar. ¿Qué
está ocurriendo con el personaje Aristide? Aristide es un hombre que a mí
me resulta muy simpático, como católico que soy, por su condición
clerical, aunque esté suspenso «a divinis», pero cuando uno penetra en
los fenómenos de Centroamérica, de esos países corruptos y llenos de
miseria humana, uno se encuentra con ese testimonio admirable de ciertos
sacerdotes que tienen que afrontar situaciones límites, y uno se
encuentra con el caso ya arquetípico de la teología de la liberación, a
la que antes, por cierto, también he aludido en el caso de Chiapas.

Aquí está pasando algo que vuelve a ser la génesis de un nuevo enigma
respecto al entendimiento, que yo conozco muy bien, que tienen los
americanos de la teología de la liberación, y si han puesto a un
personaje del que sospechan y recelan «a priori» respecto de sus propias
ideas y las afinidades o las conveniencias del equilibrio de la zona y de
los intereses norteamericanos, aquí, señor Ministro, vuelven a bailar
datos, y me gustaría ver por dónde pueden ir. Yo lo sospecho, pero me
gustaría mucho que usted nos lo aclarara, porque ciertamente hay muchos
elementos en el enjuiciamiento de esta situación que nos pueden preocupar
de cara al inmediato futuro.

Se está viendo un escaso respeto a los derechos humanos, me limito a lo
que han reproducido las cámaras de televisión anoche y esta mañana los
telediarios, y existe un factor antiamericano cierto en la tradición
haitiana y en estos momentos en algunos sectores de la sociedad.

La otra invasión, si miramos los precedentes históricos de Haití, que se
produjo por el Presidente Wilson el 28 de julio de 1915, tras el
asesinato del Presidente...




El señor PRESIDENTE: Señor Milián, perdone, pero creo que hay una tercera
invasión, y es que está usted invadiendo el tiempo.




El señor MILIAN MESTRE: Estoy terminando.

Sembró unos precedentes no demasiado reconfortantes. Se hizo una
constitución en el año 1918, es cierto que se hizo una reforma del
ejército, y es cierto que hubo la imposición de un control financiero por
parte de los Estados Unidos, pero todo siguió igual, y esas son las
consecuencias finales. ¡Cuánta miseria hemos acumulado después de esa
invasión, después de esa presencia, que creo que fue de veinte años, de
los americanos en Haití! Por tanto, volvemos a tener un precedente que no
me tranquiliza.

Por último, aquí hay unas funciones de la futura misión de las Naciones
Unidas, con un mandamiento creo que es de seis meses. Ciertamente, habrá
que ayudar al Gobierno



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democrático de Haití a cumplir con una serie de responsabilidades en la
situación presente, y yo creo --estoy terminando, señor Presidente; no se
ponga usted nervioso-- que aquí hay una serie de elementos que vuelven a
plantearnos incógnitas. Es decir, ¿se puede mantener una situación
estable, con unas ciertas garantías, en sólo seis meses de intervención
de las Naciones Unidas, para que al menos los elementos clave de la
sociedad haitiana puedan garantizar la permanencia del sistema
democrático, etcétera? Primera cuestión.

La profesionalización de las fuerzas armadas haitianas y la creación de
una fuerza policial, éste es un recurso que a veces me ha sorprendido
incluso en el Bundestag, donde nos apelaban hace un tiempo a que las
misiones que se estaban ejerciendo en algunos países de Africa y de
Iberoamérica en la creación de policías tenía un factor de estabilización
muy grande en esas sociedades. Yo le pregunto, señor Ministro, ¿usted
cree, sinceramente, que con esto bastará para resolver este gran problema
que permanece allí?
Por último, ¿serán suficientes estos seis meses? Haití tiene un gran
problema de educación y unos hábitos democráticos endebles, muy endebles.

Ha habido un fracaso de otras experiencias precisamente en estos casos,
como la de Angola, por ejemplo, y nuestro Grupo Parlamentario entiendo
que hay que formularse muy seriamente el tema de las ayudas, porque lo
que es evidente es que ayudar supone controlar la ayuda porque, de lo
contrario, es un descontrol que favorece, como siempre, a los menos y
perjudica, como siempre, a los más.




El señor PRESIDENTE: El señor Ministro tiene la palabra para contestar.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): El Diputado
señor Milián hace un recorrido por los últimos acontecimientos en Haití
que, con algunas matizaciones, yo podría compartir.

Las preguntas que me formula vamos a ver si soy capaz de contestarlas;
algunas no seré capaz porque forman parte de la evolución de la historia,
que no está en mi mano el saber cómo va a acontecer.

El esquema de su intervención, si lo he entendido bien, es: primero,
Haití es un país pobre y un país con poca solidez democrática; segundo,
debía haberse producido antes la intervención, porque había muchas
matanzas; tercero, el Presidente Aristide no me gusta, no confío en él.

Es un argumento muy difícil de sostener, porque pobreza, es verdad; la
intervención se había de haber producido antes. ¿Para qué, si la única
posibilidad de esa intervención era reponer al Presidente legítimo de
Haití, que es el señor Aristide, pero desconfía de sus capacidades? (El
señor Milián Mestre: No, no. Digo que los americanos desconfían, no yo.)
Bien, pues los americanos desconfían. Su Señoría, como está condenado «a
divinis», aunque es religioso, le apoya.

Déjeme que le diga que yo creo que la fórmula en que se ha funcionado en
Haití es una fórmula a analizar con detenimiento, porque de todas las
posibilidades, casi todas muy malas, que podía haber para Haití, la que
se ha puesto en marcha hasta ahora y cómo ha funcionado no es la peor.

Piense que la resolución 940, por la cual se abre la posibilidad de una
intervención: a) con una fuerza multinacional, b) con una fuerza de
Naciones Unidas, no es una resolución fácil de tomar. Piense que es una
resolución de gran envergadura y que abre unas posibilidades tremendas en
el ámbito de Naciones Unidas. Por eso no tuvo la unanimidad en el Consejo
de Seguridad. Hay muchos países que entienden que no es posible el actuar
así. Nosotros sí lo fuimos y apoyamos votando afirmativamente, pero no es
una resolución fácil como para haberse tomado un año antes. No hubiera
sido aprobada una resolución de esas características.

Una vez puesta en marcha, lógicamente hay que hacer todos los esfuerzos
para que su aplicación sea lo más pacífica posible. Afortunadamente lo ha
sido. Podría no haber sido así, pero lo ha sido. Se ha conseguido que los
tres personajes fundamentales del golpe militar abandonaran el país
pacíficamente. Yo creo que eso es bueno.

¿Qué nos queda de ahora en adelante? Porque una vez regresado Aristide se
ha levantado la resolución anterior que ponía en marcha las sanciones, y
lo que tenemos que hacer es no olvidar que los problemas siguen ahí,
independientemente de que se haya puesto otra vez en su lugar al
Presidente Aristide, le guste más o le guste menos, pero es el Presidente
legítimo de Haití.

Lo que se ha hecho es llegar a unos acuerdos sobre amnistía y un acuerdo
sobre próximas elecciones. No se olvide que las próximas elecciones están
ya fijadas en el calendario a no mucho tiempo de ahora. Por tanto, de lo
que hay que ser capaces es de mantener el apoyo desde todos los puntos de
vista de ayuda. Como S. S. ha dicho bien, no nos podríamos olvidar que
allí es necesario ayuda no solamente desde el punto de vista militar o
policial, sino desde el punto de vista humanitario, porque es una
sociedad que tiene unos grados de desarrollo económico muy pobres, muy
bajos.

La segunda cosa que deberíamos de intentar hacer es generar el clima
suficientemente positivo para que se pueda despegar la misión de la
segunda parte de la resolución 940, es decir, la misión de Naciones
Unidas.

Le puedo decir cuál es la posición de España. La posición de España en
relación con la segunda parte de la resolución 940 es que, si hubiera
necesidad de aportar algún tipo de ayuda para formación policial, lo
haríamos. Lo hemos hecho en otros países de la zona y lo haríamos en este
caso también, siempre que fuera una operación útil. Hay que esperar a que
las próximas elecciones vuelvan a sentar las bases para un futuro
desarrollo más estable de Haití.

Los seis meses son renovables. Dudo mucho que en seis meses se pueda
acabar el proceso. Usted ha leído frases enteras del propio Anthony Lake
y de los militares que están en este momento responsabilizándose de la
operación multinacional de Haití. Usted sabe muy bien que ellos piensan
que en seis meses va a ser imposible su retirada, o si se retiran tendría
que entrar en funcionamiento la segunda parte



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de la resolución, es decir, las fuerzas de Naciones Unidas. Esto es lo
que le puedo decir.

Yo no sería tan pesimista sobre cómo se ha gestionado esta crisis, porque
tiene elementos de incertidumbre muy grandes, pero, al final, si miramos
los resultados hasta este momento, de acuerdo con la vara de medir que su
señoría pone, vemos que se ha conseguido la reposición de un líder, el
señor Aristide, democráticamente elegido, sin necesidad de hacer una
intervención militar de las dimensiones que se pensaba cuando se aprobó
la resolución 940. Vamos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

Tendremos que esperar. La situación no es buena, el país no está maduro
para la instalación de una democracia, tal y como la conocemos, pero
nuestra obligación es ayudar y contribuir a ello.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra, brevemente, el señor Milián.




El señor MILIAN MESTRE: Señor Presidente, una puntualización.

Simplemente quiero que conste en el «Diario de Sesiones» que yo no
desconfiaba del Presidente Aristide; yo tengo una fuerte simpatía por el
personaje, aunque, paradójicamente, creo que hay una serie de elementos
que hacen curiosa la situación y el ejemplo. Lo que sí veo es una
sensibilidad en los Estados Unidos un tanto dubitativa respecto a las
garantías que para los intereses de los Estados Unidos y de la zona puede
ofrecer Aristide como hombre propio de lo que se llama la «teología de la
liberación». Eso es lo que he dicho. Ahí sí que veo un factor de duda
respecto al futuro; si realmente los Estados Unidos encajarán o no
ciertas políticas sociales muy a la izquierda, me imagino, que Aristide
tendrá que acometer ante una situación tan injusta, desde el punto de
vista social y económica, como la que existe en la isla.

Ese era el nexo de la cuestión que yo veía en el análisis, no en mi
interpretación personal. Eso es lo que yo quería puntualizar.

Quiero insistir, una vez más, en que estas ayudas para la educación y,
sobre todo, para el control de la situación, si se buscan en un proceso
electoral próximo me parece que entonces habría que subrayar e
intensificar todavía más el apoyo por parte de los Gobiernos dispuestos a
ayudar ante la situación de Haití, por una razón muy simple, porque no
creo que estén --y ustedes lo acaban de decir-- en las mejores
condiciones objetivas para su democratización con la situación que
actualmente tienen.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Solana Madariaga): Le pido
disculpas porque le entendía mal sobre la figura de Aristide.

Pero, si entiendo bien, su preocupación ahora es que los que han tenido
que intervenir militarmente para reponer a Aristide tengan que volver a
hacerlo mañana para deponerle, porque no les guste su política.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Vázquez.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Señor Presidente, muy brevemente.

Comparto gran parte de las afirmaciones que ha hecho el señor Milián
respecto a esas contradicciones entre intereses USA y lo que es el cuerpo
de doctrina, en lo social, sobre todo, de la «teología de la liberación»,
de la que el señor Aristide es miembro y defensor.

Hablar de uno de los países más pobres de la tierra, crónicamente
expoliado por sus sucesivos dictadores en sus alrededor de 80 años, creo
recordar, de teórica soberanía, daría para mucho. Pienso que España tiene
un papel que jugar en la situación de Haití. Ayer mismo, señor Ministro,
oímos que un grupo de ONG españolas se han coordinado para elaborar
proyectos concretos para llevar cooperación al desarrollo a Haití. En
este caso de Haití, creo que el papel de su Ministerio estaría
fundamentalmente en impulsar la acción de estas ONG, dotarlas de los
medios adecuados y favorecer su acción, además de defender en los foros
internacionales el futuro de Haití; porque la verdad es que hablar de
futuro democrático es un poco sarcástico teniendo en cuenta, repito, que
hablamos de uno de los países más pobres de la tierra. Creo que hay
muchas cosas que hacer en Haití y probablemente el papel fundamental de
España sea el apoyo a este grupo de ONG que ayer mismo nos decían que se
habían coordinado para intentar llevar cooperación al desarrollo.




El señor PRESIDENTE: ¿Señor Ministro, desea hacer uso de la palabra?



El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES: No, gracias.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea intervenir? (Pausa.)
Por consiguiente, damos por terminada esta comparecencia.

Señorías, todavía tenemos una pregunta que no ha sido aplazada y el
dictamen sobre un canje de notas.

Pregunto al señor Vázquez, representante de Izquierda Unida-Iniciativa
per Catalunya, si desea mantener su pregunta o bien aplazarla. Teniendo
en cuenta que forma parte de un bloque que se refiere a un mismo tema y
el resto de preguntas ha sido aplazado, quizá lo más sensato sería
también aplazarla, de modo que las veamos todas juntas el día que se
pueda.




El señor VAZQUEZ ROMERO: Por mí no hay inconveniente en aplazarla.




El señor PRESIDENTE: Por consiguiente, aplazamos esta pregunta y con ello
liberamos al señor Ministro de la servidumbre de la mañana para que pueda
descansar como le corresponde.




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Muchas gracias, señor Ministro, y esperamos verle pronto en esta Comisión
que es la suya y es su casa, como he dicho al principio.




--DICTAMEN SOBRE CANJE DE NOTAS CONSTITUTIVO DE ACUERDO PARA MODIFICAR
PARTE DE LOS ARTICULOS 6, 13 y 23 DEL CONVENIO ENTRE EL REINO DE ESPAÑA Y
EL REINO DE GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE PARA EVITAR LA DOBLE
IMPOSICION Y PREVENIR LA EVASION FISCAL EN MATERIA DE IMPUESTOS SOBRE LA
RENTA Y SOBRE EL PATRIMONIO, HECHO EN LONDRES EL 21 DE OCTUBRE DE 1975.

(Número de expediente 110/000119.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, vamos a pasar al último punto del orden
del día. Se refiere al Canje de Notas constitutivo de Acuerdo para
modificar parte de los artículos 6, 13 y 23 del Convenio entre el Reino
de España... (Rumor.)
Señorías, les ruego silencio. (Continúan los rumores.)
Silencio, señorías.

Convenio entre el Reino de España y el Reino de Gran Bretaña e Irlanda
del Norte para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal,
en materia de impuestos sobre la renta y sobre el patrimonio, hecho en
Londres el 21 de octubre de 1975.

Por el Grupo Popular, el señor Durán tiene la palabra.




El señor DURAN NUÑEZ: Señor Presidente, con la brevedad del momento. Esta
es una cuestión en la que se consideran las rentas derivadas de la
titularidad de los derechos de multipropiedad, también llamado «time
sharing», relativos a bienes inmuebles, fórmula que ha tenido un
desarrollo relativamente reciente en España y muy habitual en otros
países, en este caso Gran Bretaña y por eso se hace el acuerdo de
modificación del Convenio.

Nuestro grupo lo encuentra interesante, supone, en primer lugar, una
cierta cesión de soberanía tributaria, hace que la tributación de los
bienes inmuebles se ceda al Estado de donde es residente el propietario,
pero la formalización, IVA, etcétera, quedará en el país de la fuente,
que es donde están ubicados los bienes que generan el rendimiento, en
este caso es España. Creemos que es interesante y vamos a votar
favorablemente.




El señor PRESIDENTE: ¿Algún otro grupo desea hacer uso de la palabra?
(Pausa.)
Vamos a proceder, por consiguiente, a la votación de este Canje de notas.




Efectuada la votación, dijo:



El señor PRESIDENTE: Queda aprobado por unanimidad. Antes de terminar la
sesión, quiero agradecer al Grupo Popular su presencia masiva en esta
votación, que ha permitido tener el quórum necesario para poder aprobar
este canje de notas, cosa que no han hecho otros grupos, entre ellos, el
mío.

Muchas gracias, señorías.

Se levanta la sesión.




Era la una y treinta y cinco minutos de la tarde.




La Comisión de Asuntos Exteriores, en su sesión número 25, celebrada el
día 18 de octubre de 1994, no contó con la presencia de taquígrafos al
coincidir con reuniones de otras Comisiones de la Cámara, motivo por el
que no existe «Diario de Sesiones» de la referida sesión número 25.