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DS. Congreso de los Diputados, Comisiones, núm. 24, de 28/09/1993
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CORTES GENERALES
DIARIO DE SESIONES DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
COMISIONES
Año 1993 V Legislatura Núm. 24
DEFENSA
PRESIDENTE: DON JUAN MUÑOZ GARCIA
Sesión núm. 2
celebrada el martes, 28 de septiembre de 1993



ORDEN DEL DIA:
-- Aprobación, en su caso, de la delegación en favor de la Mesa, a la que
hace referencia la Resolución de la Presidencia de la Cámara, de 2 de
noviembre de 1983, en relación con el artículo 44 del Reglamento del
Congreso de los Diputados. (Número de expediente 42/000007.) (Página 232)
Comparecencia del señor Ministro de Defensa (García Vargas), para
informar:
-- De las previsiones y líneas generales a desarrollar por el Ministro en
su Departamento en este mandato. A solicitud del Grupo Parlamentario
Federal IU-IC. (Número de expediente 213/000018.) (Página 232)
-- Sobre el programa a desarrollar al frente de su Departamento. A
solicitud del Grupo Parlamentario Popular. (Número de expediente
213/000035.) (Página 232)
-- De las previsiones y líneas generales a desarrollar en su
Departamento. A petición propia. (Número de expediente 214/000007.)
(Página 232)



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Se abre la sesión a las diez de la mañana.




- APROBACION, EN SU CASO, DE LA DELEGACION EN FAVOR DE LA MESA, A LA QUE
HACE REFERENCIA LA RESOLUCION DE LA PRESIDENCIA DE LA CAMARA, DE 2 DE
NOVIEMBRE DE 1983, EN RELACION CON EL ARTICULO 44 DEL REGLAMENTO DEL
CONGRESO DE LOS DIPUTADOS. (Número de expediente 42/000007.)



El señor PRESIDENTE: Se abre la sesión.

Primer punto del orden del día: Aprobación, en su caso, de la delegación
en favor de la Mesa, a la que hace referencia la resolución de la
Presidencia de la Cámara, de 2 de noviembre de 1983, en relación con el
artículo 44 del Reglamento del Congreso de los Diputados.

¿Algún grupo desea intervenir? (Pausa.)
¿Se aprueba por asentimiento? (Afirmación.)
Queda aprobado.

Como está indicado en el orden del día, hay una interrupción hasta que
llegue el señor Ministro. Así que, de momento, suspendemos la sesión.

(Pausa.)



- COMPARECENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE DEFENSA (GARCIA VARGAS) PARA
INFORMAR:



- DE LAS PREVISIONES Y LINEAS GENERALES A DESARROLLAR POR EL MINISTRO EN
SU DEPARTAMENTO EN ESTE MANDATO. A SOLICITUD DEL GRUPO IU-IC. (Número de
expediente 213/000018.)



- SOBRE EL PROGRAMA A DESARROLLAR AL FRENTE DE SU DEPARTAMENTO. A
SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO POPULAR. (Número de expediente
213/000035.)



- DE LAS PREVISIONES Y LINEAS GENERALES A DESARROLLAR EN SU DEPARTAMENTO.

A PETICION PROPIA. (Número de expediente 214/000007.)



El señor PRESIDENTE: Señorías, se reanuda la sesión con los puntos
segundo, tercero y cuarto, que se desarrollarán conjuntamente.

Comparecencia del señor ministro de Defensa para informar de las líneas y
previsiones generales a desarrollar por el Ministerio en su departamento
en este mandato. Comparecencia solicitada por el Grupo de Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, Grupo Popular y, a petición propia, por
el Gobierno.

Señor Ministro, le damos la bienvenida y la palabra.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Señor Presidente, señoras y
señores Diputados, inicio esta primera comparecencia ante la Comisión
expresándoles mi satisfacción por retomar la relación con SS. SS. en esta
nueva legislatura. Reitero ante ustedes mi disposición para que esta
relación haga llegar a todos los españoles los problemas y las soluciones
que afectan a nuestra política de seguridad y defensa con enfoques
realistas, actuales y de futuro, lejos de tópicos o planteamientos
simplistas. España ya es un país moderno con evidentes responsabilidades
internacionales y su política de defensa, complemento indispensable de la
política exterior, debe estar a la altura de los tiempos.

Los trabajos de esta Comisión deberán también materializar la posición
manifestada desde 1982 por los distintos gobiernos socialistas. La
política de seguridad y defensa tiene la dimensión de política de Estado
y requiere siempre la máxima identificación de todos los grupos de esta
Cámara. El Gobierno trabajará siempre con este objetivo, buscando el
mayor consenso.

El punto de partida obligado para buscar esa coincidencia seguirá siendo
el documento parlamentario de junio de 1991. Las líneas generales de las
políticas de seguridad, defensa y militar que contiene ese documento
siguen siendo plenamente válidas, aunque haya que introducir en ellas
alguna matización.

Cuando intervine por primera vez ante esta Comisión, en abril de 1991,
trasladé a todos dos ideas que consideré entonces y sigo considerando
fundamentales: por un lado, intensificar en nuestra ciudadanía la
conciencia de que nuestra seguridad depende de nosotros mismos y no se
circunscribe al territorio nacional; por otro, evitar el error de pensar
que vivimos en una época sin riesgos, provocado sin duda por la sucesión
de acontecimientos y la distensión que han transformado al mundo en el
último lustro. Creo que ambas ideas, muy vinculadas entre sí, han calado
en nuestra sociedad y puede apreciarse ahora un serio interés general por
el papel de España en los problemas de convivencia internacional que
surgen día a día. Atrás va quedando el aislamiento de nuestra nación
durante una buena parte de este siglo y que desinteresó a nuestros
ciudadanos de todo aquello que transcurría más allá del marco de nuestras
fronteras. Cada día, afortunadamente, se incrementa el número de
instituciones públicas y privadas que se acercan a las cuestiones
relacionadas con la seguridad nacional. El foro de esta Comisión de
Defensa ha sido, sin duda, el más importante de todos ellos, puesto que
hemos debatido todas las cuestiones en profundidad y consensuado las más
trascendentales.

En esta comparecencia expondré las líneas generales de la política de mi
Departamento en esta quinta legislatura, líneas que se referirán a los
clásicos ámbitos en que actuamos: perspectivas de paz y seguridad,
medidas de política de defensa y política militar, recursos materiales y
financieros y recursos humanos.

La estabilidad y equilibrio de Europa, los esfuerzos que en este momento
realizan las Naciones Unidas a través de las operaciones de paz, la
evolución de la situación en el Mediterráneo y las relaciones con el
continente americano constituyen las líneas básicas de acción exterior en
las que el Ministerio de Defensa trabaja con el Ministerio de Asuntos
Exteriores.

El proceso de renovación y nueva estructuración de las



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instituciones de seguridad europea siguen su curso, aunque no exento de
ambigüedades y vacilaciones. Una vez más se aprecia la dificultad de
mantener el difícil equilibrio de la prudencia con el rápido curso de los
acontecimientos. A ello se une la dificultad de armonizar la actividad de
todas las instituciones que inciden sobre la seguridad de nuestro
Continente en ámbitos que se superponen. Las crisis internacionales,
intensificadas en los últimos dos años -específicamente la guerra de los
Balcanes y los graves enfrentamientos en el Cáucaso-, parecen poner a
prueba el complejo entramado de organizaciones suprarregionales y
continentales. Cabe incluso que se instale la convicción fatalista de que
los conflictos limitados son inevitables, una vez que ha desaparecido el
control ejercido por los antiguos bloques, y que poco se puede hacer en
conflictos con profundas raíces históricas. Este fatalismo, señorías,
sería muy negativo para Europa, que debe defender el derecho
internacional en cualquier circunstancia y que dispone de instituciones
para ello.

La Unión Europea Occidental, como institución para el desarrollo de la
identidad europea de seguridad y defensa, progresa en su revitalización
en la misma medida que lo hace la homogeneidad política de la Comunidad
Europea, es decir, con un ritmo pausado. No obstante, cada vez parece más
claro que su futuro es inseparable de la OTAN, de la que debe ser un
núcleo sólido.

La Alianza, que ha definido un nuevo concepto estratégico, adoptado
nuevas estructuras de mando y de fuerzas, formulado nuevos conceptos de
fuerzas multinacionales y creado el Consejo del Atlántico Norte, debe
hacer frente ahora a cuestiones tan importantes como su respuesta a los
países que piden integrarse en ella y su relación con los futuros socios
comunitarios y, en general, con los miembros del Consejo de Cooperación
del Atlántico Norte.

También se le pide, incluso por la ONU, que desempeñe nuevas funciones y
misiones en los conflictos internacionales, todo ello cuando la relación
trasatlántica sigue siendo clave para la estabilidad de Europa, como lo
demuestra el deseo de que Estados Unidos no se desentienda del conflicto
balcánico.

Las nuevas crisis y conflictos han constituido un banco de pruebas para
la articulación de todas estas instituciones europeas. Un ejemplo lo
constituye la crisis yugoslava, donde la Comunidad y la CESCE, el Consejo
de Seguridad con sus observadores y la OTAN y la UEO con sus
contribuciones en el marco de Naciones Unidas, se han coordinado
eficazmente. Los acuerdos OTAN-UEO en el Adriático son expresión de esta
capacidad de actuación conjunta en una misma misión.

La sesión del Consejo de la Unión Europea Occidental y del Consejo del
Atlántico Norte, celebrada en Bruselas el pasado 8 de junio, evaluó los
resultados de esta cooperación en el control del embargo en el Adriático
y elaboró disposiciones para garantizar las operaciones unificadas que
pueden realizarse en el futuro bajo el mandato de Naciones Unidas o la
Conferencia de Seguridad en Europa. Esto sucede, en gran medida, a
petición de la ONU, que, en frase de su Secretario General, sufre la
dramática expansión de la demanda de sus servicios en operaciones de paz.

Esta adaptación entre instituciones trata de construir un sistema de
gestión de crisis con carácter global que permita aumentar la seguridad
en Europa. El Gobierno mantiene su decisión de contribuir a estos
objetivos y propiciar la permanente relación entre todas ellas para que
sus capacidades operativas puedan ser eficaces. Debemos incrementar
nuestros esfuerzos para que existan medidas efectivas que contrarresten
los riesgos de conflicto que hoy se extienden con mucha facilidad y
controlarlos en sus inicios. Los Estados de Europa central y oriental han
avanzado hacia su democratización, pero sus perspectivas de estabilidad
parecen fluctuar.

Los acuerdos de asociación firmados por la Comunidad Europea con los
países de Vicegrado permitirán extender hacia el este la unión política y
económica europea. El Gobierno considera que su articulación con la Unión
Europea Occidental debe ser abordada a medida que avance su proceso de
integración comunitaria.

Naciones Unidas, que desde la caída del muro de Berlín ha realizado
tantas operaciones -trece concretamente- como durante todo el tiempo de
la guerra fría, está también sometiendo a revisión el carácter de estas
misiones. Ya no es válido el término «peace keeping operations», que, por
su diversidad, hace que se sustituya por el de «operaciones de paz».

Dentro de este nuevo y más amplio concepto se incorporan en realidad
cuatro tipos distintos de misiones: la diplomacia preventiva, las típicas
operaciones de mantenimiento de la paz, con cometidos tan distintos como
favorecer procesos de pacificación interna, supervisión de elecciones o
establecimiento de zonas de seguridad, las operaciones que garantizan el
cumplimiento de acuerdos de paz y, por último, las operaciones de
carácter humanitario, suministrando ayuda a poblaciones civiles víctimas
de los conflictos. Es evidente que esta complejidad no puede ser atendida
sólo por esta organización. De ahí la importancia del apoyo que puedan
prestar las organizaciones regionales a las que me he referido.

También se debate en estos momentos la propuesta del Secretario General
de establecer en un futuro las llamadas «santad-by forces», concepto
todavía no suficientemente concretado, pero que supone la posibilidad de
desarrollar un sistema de fuerzas de despliegue rápido a disposición del
propio Secretario General. Mientras no fuera necesario su empleo, estas
fuerzas permanecerían bajo control nacional del país de procedencia. Esta
propuesta se encuentra aún en fase inicial de discusión. Conocen SS. SS.

nuestra reciente incorporación a estas misiones y nuestra participación
en todas sus modalidades. Sin embargo, debemos replantearnos -y a ello me
referiré más adelante- algunos de los aspectos operativos de estas
misiones para decidir el tipo adecuado de fuerzas que pueden intervenir
en ellas. El Gobierno prevé nuestra presencia en estas misiones, que
subrayan los caracteres internacionales y solidarios de nuestra defensa,
y por ello incorporo a la Directiva de Defensa Nacional 1/92 el
compromiso de contribuir a la seguridad colectiva a



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través de esa participación en Naciones Unidas. Nuestros ejércitos, en su
proceso de reorganización, tienen muy en cuenta esta nueva
responsabilidad.

Pasaré ahora, señorías, a las políticas de defensa y militar. En la
pasada legislatura informé a esta Comisión de la aprobación y contenido
de las dos nuevas directivas que redefinían estas políticas: la Directiva
de Defensa Nacional, promulgada por el Presidente del Gobierno el 27 de
marzo de 1992, y la Directiva de Defensa Militar, de carácter
ministerial, que desarrolla la anterior y que fue aprobada en diciembre
del año pasado. Sobre ambas directivas debe edificarse el planeamiento de
nuestra defensa. En su contenido, conocido por esta Cámara, se establecen
los ejes de lo que constituirán tanto las directrices de los documentos
de los próximos ciclos -objetivo de fuerza conjunto, el plan estratégico
conjunto, las directivas de planeamiento y planes directores de recursos-
como las acciones de carácter extraordinario destinadas a modernizar la
doctrina, estructura y despliegue de los ejércitos para adecuarlos a los
nuevos escenarios mundiales y a nuestra realidad social.

Como ya saben SS. SS., la directiva de defensa militar ha venido a
constituir el núcleo fundamental del plan estratégico conjunto. Sobre sus
criterios se han elaborado los planes que sobre estructura y despliegue
de los ejércitos han llevado a cabo los cuarteles generales, así como la
determinación de su dimensión, materializada en el proyecto de ley de
plantillas que recientemente ha vuelto a ser aprobado por el Gobierno y
remitido a las Cámaras.

Una vez que el Jefe de Estado Mayor de la Defensa coordine y haga una
propuesta definitiva sobre la configuración de los planes enviados por
los cuarteles generales, el ciclo de planeamiento continuará su normal
proceso.

El estado actual de los trabajos de coordinación de los planes
presentados por los cuarteles generales permite afirmar que estarán
ultimados en el primer semestre del próximo año y se concretarán en el
objetivo de fuerza conjunta, documento fundamental del plan estratégico
conjunto.

Conviene, señorías, no obstante, que repasemos las líneas básicas que
deben orientar nuestra política militar en los años de esta década,
definiendo sus prioridades. Ese es el sustrato de todo el ciclo de
planteamiento.

Aunque un conflicto a gran escala no puede descartarse nunca, se
considera imposible un retorno a la situación militar anterior a 1989 y
de ocurrir dicho conflicto tendría una naturaleza muy diferente. Lo más
probable es que la inestabilidad que vemos a nuestro alrededor nos
obligue a centrarnos en tareas de gestión de crisis limitadas que
comprendan tanto operaciones de mantemimiento de la paz como de
imposición de la paz, entendida ésta como la acción para detener a un
agresor.

Las fuerzas armadas son necesarias para la defensa aliada, para la
estabilidad internacional y para la aportación de ayuda a las áreas en
crisis.

Mientras que en el reciente pasado la seguridad se medía en términos de
recursos militares que podían enfrentarse a una agresión a gran escala,
hoy se define cada vez más en términos políticos, económicos, sociales,
humanitarios y ecológicos. El mantenimiento de la paz depende de la
habilidad para encauzar políticamente conflictos a veces ancestrales,
evitar agresiones localizadas y mejorar las condiciones sociales y
económicas de la población.

El apoyo de la comunidad internacional a través de una combinación de
esfuerzos de contingentes militares y de organización civil puede ser
imprescindible para que la ayuda humanitaria sea eficaz, se reparen los
servicios básicos o se pueda devolver los refugiados a su lugar de
origen. Este es un matiz importante. Las misiones de paz no deben
contemplar sólo el componente militar, sino también el civil y la
coordinación de ambos.

En definitiva, la organización de las fuerzas armadas, sin descartar
nunca un conflicto grave con riesgo para el territorio nacional, si bien
de dimensión y naturaleza distintas, debe orientarse a la gestión de
crisis internacionales que puedan afectar los intereses vitales propios o
poner en riesgo la estabilidad internacional y las leyes internacionales.

Para ello es preciso contar con un arsenal de medios militares para
asegurar el mantenimiento de la paz, así como para la imposición de la
paz, incluso utilizando la fuerza, si es preciso.

La contribución española a estos objetivos debe seguir los siguientes
principios: primero, España debe estar preparada para contribuir a una
amplia gama de actividades de mantenimiento o de imposición de la paz.

Segundo, las fuerzas españolas se pondrán a disposición de la
Organización de Naciones Unidas y de las iniciativas de cooperación
internacional que cuenten con el respaldo de aquélla. Tercero, en caso de
amenaza al territorio español o al de la Unión Europea Occidental, la
prioridad máxima será su defensa. Lo mismo ocurriría con la OTAN a través
de los acuerdos suscritos a partir de 1986. Cuarto, todas las unidades
integradas en las fuerzas de acción rápida, así como los profesionales y
voluntarios de las fuerzas de reacción pueden ser utilizados en las
operaciones internacionales. Igualmente lo podrán ser los cuadros de las
unidades de la fuerza de defensa del territorio. Las unidades que actúen
en misiones internacionales estarán preparadas para hacerlo con las de
otros países y con las organizaciones civiles humanitarias españolas o
internacionales.

Estos principios tienen en cuenta una realidad económica evidente: la
reducción de gastos de defensa en todos los países aliados y en las
principales naciones del centro y el este de Europa. Esta reducción es
estructural y afecta a España en dos formas: en primer lugar, España debe
equilibrar su capacidad militar, actualmente limitada, con la de otros
países aliados o socios que han venido haciendo un gran esfuerzo en este
campo y lo están reduciendo como complemento ineludible de nuestra
política exterior. Eso supone aumentar nuestro esfuerzo en defensa hasta
hacerlo más parecido al de nuestros socios. En segundo lugar, ese aumento
se enfrenta a un problema económico estructural, que es el déficit fiscal
español. Habrá que encaminarse con prudencia al dos por ciento de gastos
militares sobre el PIB, teniendo en cuenta,



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dentro de los mismos, la importante partida de personal en la reserva.

En el horizonte de finales de esta década, las fuerzas armadas españolas
deben ser capaces de: primero, mantener en tiempos de paz unos efectivos
desplegables de forma inmediata equivalentes a una brigada de infantería
ligera aerotransportable, una brigada paracaidista y una brigada mixta
mecanizada, además del tercio de Armada, un grupo operativo naval y tres
escuadrones de aviones de combate.

Esta sería la capacidad de respuesta en una crisis concreta. Todas estas
unidades podrán ser reforzadas tanto en misiones dentro como fuera de
España, según los casos. Ya tenemos experiencia en ello. En Bosnia ha
habido siempre un refuerzo de ingenieros, zapadores, de transmisiones y
de caballería. En Nicaragua y El Salvador hubo oficiales de todo tipo de
unidades. La aviación de transporte ha actuado en todos los casos. No
sólo las fuerzas de élite, señorías, actuarán en misiones
internacionales.

Segundo, considerando que un batallón terrestre equivale a dos fragatas o
a un escuadrón de aviones, mantener una capacidad de participación en
operaciones internacionales respaldadas por Naciones Unidas con el
equivalente de cuatro batallones a la vez. Piénsese que en la actualiad
España mantiene algo más del equivalente de dos batallones en la ex
Yugoslavia, sumando al contingente terrestre los buques y el apoyo aéreo.

La norma será tener un mínimo de dos unidades disponibles por cada una
que se envíe fuera, siempre por períodos de seis meses.

Tercero, mantener la capacidad logística y de infraestructura para
garantizar el esfuerzo descrito en el punto anterior y generar fuerzas
para la defensa aliada en caso de una amenaza a los países de la Unión
Europea Occidental o de la OTAN, en virtud de los acuerdos de
coordinación.

Como ya se ha debatido en esta Cámara, debe aumentarse el número de
profesionales de tropa y marinería, así como el de voluntarios
disponibles en las unidades mencionadas en los tres puntos anteriores.

En la última convocatoria de 3.000 soldados profesionales publicada el
pasado 8 de septiembre se han asignado a las unidades encargadas de la
respuesta inmediata mayor número de plazas que en años y convocatorias
anteriores.

También se debe facilitar que los soldados de reclutamiento universal que
quieran acudir a las misiones de paz puedan formalizar un contrato por el
tiempo de duración de una misión fuera de España.

Esta última medida está propuesta por el Gobierno en el proyecto de ley
de plantillas. Quedará aún otra medida por aplicar, y es incorporar a
estas misiones, también mediante contratos temporales y desde la
voluntariedad previa, a reservistas que puedan aportar la formación y
experiencia adquiridas en un campo concreto durante el servicio militar.

El cumplimiento de la prevista equiparación retributiva de la tropa
profesional al grupo E de funcionarios se realizará reglamentariamente en
dos tramos durante 1994 y 1995. Con estas medidas podrá constituirse un
núcleo de fuerzas especializadas en las principales misiones, dentro y
fuera de España, que puedan, además, permitir relevos en el caso de las
segundas.

Tras la aplicación completa de la Ley de plantillas, el Ejército de
Tierra dispondrá de 115.500 efectivos, de los cuales 10.300 serán
oficiales, 16.600 suboficiales, 26.500 de tropa profesional y 62.000 se
tropa se reemplazo.

La Armada contará con 32.300 efectivos, de los cuales 3.400 serán
oficiales, 5.400 suboficiales, 13.000 de tropa profesional y 15.500 de
tropa de reemplazo.

El Ejército del Aire tendrá 28.300, de los cuales 3.400 serán oficiales,
6.700 suboficiales, 10.500 tropa profesional y 7.700 tropa de reemplazo.

Hablo, señorías, con cifras redondeadas.

Si añadimos 4.000 cuadros de mando de los cuerpos comunes, tendremos un
ejército de 180.000 efectivos. A estos efectivos totales cabría sumar
hasta otros 120.000 en tiempo de guerra mediante movilización hasta
llegar al tope de 300.000 suscrito por España en los acuerdos FACE, de
Viena, sobre desarme covencional. Es muy improbable, señorías, que esto
sea necesario.

No obstante, para cumplir con los principios antes enunciados, se ha de
actualizar nuestro sistema de movilización. La vigente Ley de abril de
1969 se encuentra desfasada y no puede ofrecer respuesta a las
necesidades del nuevo modelo de Ejército. No hablo únicamente de una
movilización de reservistas, sino de la aportación de los recursos de la
sociedad, cualquiera que sea su naturaleza, para complementar la
dimensión y medios de las Fuerzas Armadas en casos de crisis o conflicto
y situaciones excepcionales, identificadas en grandes catástrofes en las
que son necesarios todos los medios disponibles.

Es lógico que si se ha acordado una menor entidad de ejércitos y si
existen menos aportaciones presupuestarias para su dotación la sociedad
contribuya, en casos extremos, con sus propios medios y recursos evitando
la duplicidad de esfuerzos e inversiones.

Señorías, sé que en nuestra tradición no se encuentra esa especial
imbricación de la sociedad y ejércitos y que tampoco será fácil superar
la inercia social porque esta contribución supondrá contar tanto con la
voluntad de los ciudadanos como con la disponibilidad de las
administraciones públicas de las empresas y de las entidades privadas en
general. Por ello la movilización deberá redefinirse en su concepto y
estructurarse con una organización que responda a cada emergencia, lo que
exigirá, por ejemplo, la posibilidad de disponer de la identificación de
recursos humanos y materiales -medios de transporte, maquinaria de obras
públicas, medios de comunicación, carburantes- requeridos en cada
supuesto.

Esta es la reflexion que lleva a plantear un proyecto de ley de
contribución de recursos personales e industriales de la defensa
nacional, que el Gobierno remitirá a las Cámaras en esta legislatura. Un
proyecto de esta naturaleza necesita el acuerdo político porque debe
percibirse que no estamos ante una limitación de derechos o intereses
públicos o privados, sino ante un esfuerzo de previsión



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de recursos necesario y positivo para toda la sociedad y, en la medida en
que sea posible, siempre voluntario.

Como pueden apreciar SS. SS., estamos ante un proyecto ambicioso que
requerirá medidas sociales, jurídicas y de organización. Dicho proyecto
es esencial para disponer de unos ejércitos más acordes con los tiempos
actuales. Como es conocido, sus cuarteles generales tienen muy avanzados
sus planes para una nueva organización de la fuerza, como he mencionado
antes.

En el caso del Ejército de Tierra, uno de los tres tipos de unidades
previstas, la de defensa del territorio, tendrá una reducida dotación en
tiempo de paz y se completará precisamente con movilización.

Pasando a la organización de los ejércitos, el sobredimensionamiento es
una de las principales dificultades para conseguir una operatividad
elevada, especialmente en el Ejército de Tierra. Puede, señorías, que sea
posible mantener la mayoría de las actuales unidades esgrimiendo para
ello razones históricas, corporativas o de política local, y estoy seguro
de que hay presiones en ese sentido, pero el resultado es un ejército que
no puede entender las necesidades que hoy se le exigen.

La reducción de unidades viene produciéndose desde los años 80 y su
adaptación a unos ejércitos de 180.000 efectivos ya fue abordada por el
Jefe del Estado Mayor de la Defensa en mayo de 1991 y más recientemente
por los jefes de Estado Mayor de los tres Ejércitos. Como dije antes, el
Estado Mayor de la Defensa está articulando ahora las propuestas de los
tres cuarteles generales que se recogerán en un solo documento dentro del
ciclo de planeamiento. En cualquier caso, no puede mantenerse el actual
número de brigadas y de bases ni su dispersión por todo el territorio
nacional.

Todos los Grupos aquí representados, señorías, apoyan este proceso e
incluso lo reclaman. Sin embargo, conviene que todos ellos estén
preparados para hacer llegar a las autoridades autonómicas, provinciales
y locales lo inevitable del mismo, para que no se mezcle con argumentos
políticos de carácter local ajenos a la política militar.

También conviene que los Grupos de la Cámara apoyen el cumplimiento
estricto de la Ley de Gerencia e Infraestructura en lo que se refiere a
la transmisión, necesariamente onerosa, de los bienes militares
desafectados.

Por otra parte, como antes se mencionó, y aunque en 1994 se va a producir
una prudente inflexión al alza en el gasto militar, hay que tener muy
presentes las limitaciones presupuestarias con que deberán enfrentarse
nuestras Fuerzas Armadas. Ello obliga a establecer prioridades.

El Ejército de Tierra ya tiene redactado su plan de futuro, que establece
sus efectivos en tres brigadas integradas en la Fuerza de Acción Rápida,
más una división completa asignada a la OTAN, una brigada de caballería y
otra de montaña, hasta completar el equivalente de un máximo de quince
brigadas, incluidas dentro de este número las agrupaciones de tropas
extrapeninsulares.

El grado de dotación variará según estén asignadas a cada uno de los tres
niveles de fuerza: de acción rápida, de reacción o de defensa del
territorio.

Con respecto a los planes de los otros dos Ejércitos, la Armada y el
Ejército del Aire, no tendrán que experimentar transformaciones tan
profundas como las iniciadas para el Ejército de Tierra, porque sus
características se prestan en menor medida a redespliegues o a ser
completadas desde la reserva.

En la Armada está previsto mantener a medio plazo su actual capacidad
operativa con unas fuerzas de combate y protección integradas en el grupo
de combate y completadas con las fuerzas auxiliares necesarias. Esta
estructura no exige cambios orgánicos de importancia y, en consecuencia,
será menor la reducción de sus efectivos. Su planificación requerirá
continuar los programas de construcciones navales y ultimar el proceso de
reducción de sus instalaciones en tierra, medida que se está viendo
ampliada por la transferencias de las actividades de las Comandancias de
Marina a la Dirección General de la Marina Mercante, acordadas por la Ley
de 24 de noviembre del pasado año.

La Infantería de Marina incrementará los niveles de profesionalidad para
poder incorporarse a las operaciones de paz.

El Ejército del Aire seguirá pautas similares a las de la Armada, que
incluye un nivel de medios similar al actual: diez escuadrones de caza y
ataque, de los que parte estarán disponibles en condiciones de fuerza de
reacción y otros adscritos a una fuerza de defensa principal. Contará
también con fuerzas auxiliares, entre las que se incluyen los medios, las
bases de enseñanza. Tendrá siete bases principales y cinco secundarias,
además de otras tres de despliegue en aeropuertos civiles.

Debo informar a SS. SS. que el programa de plena incorporación al
Ejército del Aire de las antiguas bases de utilización conjunta
hispanoamericana se está llevando a cabo satisfactoriamente y con buenos
resultados de administración, a pesar de los problemas presupuestarios.

Es preciso significar que la modernización proyectada afectará
fundamentalmente a la fuerza en sí, pero los cuarteles generales y el
apoyo a la fuerza deberán también adaptarse a esta reforma para
simplificar las cadenas de mando y administrativas.

A diferencia de planes similares, que afectaron aisladamente a cada
Ejército, los actuales se conciben como un conjunto que afecta a todos,
lo que permitirá una organización única, determinando áreas comunes a dos
o a los tres Ejércitos, que generará aumento de eficacia y, sobre todo,
ahorro de recursos. Estas áreas comunes existen en campos como el
abastecimiento o el mantenimiento.

En definitiva, señorías, las prioridades identificadas son el refuerzo de
la acción conjunta, la reducción cuantitativa general y el incremento
cualitativo, especialmente en las siguientes áreas: movilidad y capacidad
de transporte, por un lado, y sistemas de mando, control y
comunicaciones, por otro.

En cuanto a la dotación de material, es preciso también establecer
prioridades. No pueden mantenerse los mismos listados de necesidades
generales cuando los



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escenarios han cambiado tan radicalmente y los recursos son mucho más
limitados.

En todos los Ejércitos de Tierra se discute ahora sobre el nuevo tipo de
conflictos, dando por superada la filosofía bidimensianal de frente
contra frente. Los Estados Mayores prevén ahora campañas rápidas, sin
líneas claras de posiciones, con acciones en profundidad contra puntos
importantes o vulnerables. Las comunicaciones son esenciales. La
capacidad de movimiento, de alzarse en vuelo y de actuación entre
distintos tipos de fuerza es ahora fundamental.

Por su parte, los misiles reducen la necesidad de tantas unidades propias
en ciertas áreas de riesgo.

Los carros de combate, aunque necesarios, ya no serían tan decisivos. Por
el contrario, la capacidad aérea de transportes en helicópteros o aviones
de transporte táctico ganaría peso.

También aumentaría la importancia del transporte blindado sobre cadenas o
sobre ruedas. Este último está recuperando aceptación debido a su papel
en las operaciones de paz.

El Ejército de Tierra tiene en consideración estos cambios doctrinales.

Por esta razón ha dado prioridad a las comunicaciones con radioteléfonos
tácticos avanzados y a los misiles «mistral» y «tow». No obstante,
continuará con otros programas clásicos, como el TLE de modernización de
carros, si bien en un número menor de carros de combate que el previsto
inicialmente, y la modernización de la artillería.

En el futuro deberá dotarse de un vehículo acorazado de infantería y
caballería sobre cadenas, además de mantener buena parte de los actuales
BMR y ampliar el número de helicópteros. La renovación de vehículos de
transporte -que viene sufriendo retrasos por problemas presupuestarios-
debe proseguir. El armamento ligero medio, así como la adquisición de
municiones tienen también el mayor interés.

En la guerra en el mar hay también una evolución de planteamiento. Los
buques contraminas, logísticos, anfibios y de desembarco son objeto ahora
de mayor atención. Por el contrario, los submarinos parecen ahora menos
vitales; siguen siendo necesarios. La construcción de un buque logístico
está avanzada y pronto se iniciará la de cazaminas. Se están estudiando
varias posibilidades para dotarse de los buques anfibios y de desembarco,
de los que se carece actualmente, y que pueden ser muy eficaces en
misiones internacionales. También se ha reducido la necesidad de contar
con numerosos patrulleros por asunción de competencia por organismos
civiles, lo que llevó a dar de baja recientemente a los de la clase
«Alsedo».

En cualquier caso, las inversiones en la Armada siguen siendo superiores
a las de los otros dos Ejércitos, debido a la construcción de dos nuevas
fragatas de la clase «Santa María» y la adquisición de nuevos aviones
«Harrier», programas ambos de elevado coste e imprescindibles en una
Armada moderna. Otros programas de construcción de buques o adquisición
de helicópteros deberá, por ahora, demorarse.

En el Ejército del Aire, además de continuar con los programas de mando y
control y radares, se seguirá con el nuevo avión europeo de combate. Se
está estudiando la forma de reponer parte de los F-1 perdidos y se
adquirirán nuevos aviones CASA 235, cuyas misiones aumentarán en el nuevo
escenario estratégico, y se modernizarán los actuales. Los aviones de
transporte han adquirido una importancia creciente que habrá que atender.

Todo lo anterior supone potenciar medios de transporte tanto terrestres
como navales y aéreos, en consonancia con la movilidad y la capacidad de
intervención requeridas por la gestión de crisis, así como los medios de
defensa, individual o colectivo, representados por los sistemas de
misiles. Esta identificación cualitativa quedará reflejada inicialmente
en el objetivo de fuerza conjunto y posteriormente incorporada al Plan
estratégico conjunto que se aprobará en el año 1994.

El Estado Mayor de la Defensa centra básicamente su programación en el
sistema de mando, control y comunicación C-3, con sus componentes
esenciales: sistema conjunto de comunicaciones e instalaciones en tierra
de comunicaciones por satélite -sin los satélites sería imposible dirigir
eficazmente las operaciones internacionales-, el Programa «Helios» o de
reconocimiento por satélite y un sistema conjunto de obtención de
información.

En cuanto a los programas de investigación y desarrollo, su número se ha
reducido muy sensiblemente en los últimos años; de 100 en el año 1990 a
28 en el año 1993, y no aumentarán debido a la necesidad de controlar
gastos.

En el Ejército de Tierra se mantienen los programas para la dotación de
un nuevo vehículo blindado de infantería y caballería sobre cadenas -ya
muy avanzado-, un nuevo modelo de misil anticarro de nueva generación, el
«Macan», y de radares de vigilancia. En la Armada se mantienen los
sistemas de enlace naval, el sistema de comunicaciones, un nuevo
simulador táctico antisubmarino y un modelo de buque anfibio LPD. En el
Ejército del Aire, el Programa de I+D más importante continúa siendo el
nuevo avión europeo de combate y un radar tridimensional transportable.

Estas líneas que les acabo de describir, señorías, orientarán la política
de armamento y equipo, teniendo también en cuenta consideraciones de tipo
empresarial en defensa de nuestra industria militar, de electrónica y de
comunicaciones. La necesidad de contar con una programación a medio y
largo plazo ha determinado que el Ministerio elabore un proyecto de ley
que sustituya a la de dotaciones y mantenimiento, de modo que permita un
modelo estable, que sea vinculante y aprobado por las Cámaras. Con ello
pretendemos conseguir una relación clara entre los objetivos de nuestra
Defensa, los recursos económicos y las adquisiciones, que sea a la vez
marco de referencia para las actividades empresariales. Será, además, un
buen instrumento para la transparencia y el ejercicio del control
parlamentario.

En el campo de la infraestructura, los actuales programas se están
revisando. También en una línea menos ambiciosa y dirigida a mantener,
modernizar y a



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ampliar, en ciertos casos, las bases y acuartelamientos ya disponibles y
la disminución de unidades -si así lo permite-, siempre en la dirección
de reducir la presencia en las ciudades.

Infraestructura ha asumido también el control de los planes directores de
medio ambiente, con el fin de disminuir o neutralizar el impacto
ecológico que instalaciones u operaciones militares puedan ocasionar.

Pasaré a comentar ahora, señorías, diversos programas de gestión que
deben culminarse en esta legislatura; la mayor parte corresponden a la
política de personal, que en la organización militar siempre es
especialmente valorada. Su complejidad le viene dada por los aspectos
principales que comprende: efectivos y plantillas, régimen de personal
militar profesional, enseñanza militar, personal civil, servicio militar,
tropa y marinería profesionales, y por sus políticas de apoyo:
retribuciones, viviendas, asistencia sanitaria. Todo ello exige una
acción de conjunto.

El modelo mixto de Fuerzas Armadas decidido por esta Cámara supone una
organización heterogénea de personas con diferentes estatutos que deben
armonizarse. Este principio va a suponer un análisis de todos los puestos
de la organización que debe traducirse en la identificación de las
plantillas orgánicas y destinos de los Ejércitos, en las relaciones de
puestos de trabajo de los órganos centrales y periféricos del Ministerio,
así como de los cuadros numéricos del personal laboral. Este proyecto
culminará con un registro general actualizado, elemento para la gestión y
decisiones de futuro.

Respecto a efectivos y plantillas, disponen ya SS. SS. del proyecto de
ley que los determina. Deseamos alcanzar el máximo acuerdo con todos los
grupos sobre el contenido que nos permitirá concretar una entidad de los
Ejércitos en el horizonte de la próxima década de acuerdo con posiciones
comunes alcanzadas en la pasada legislatura.

Otra de las líneas de acción que han constituido preocupación permanente
es la aplicación de la Ley Reguladora del Régimen Militar Profesional que
entró en vigor el 1 de enero de 1990. En su desarrollo se han dictado 36
disposiciones, 18 de rango de decreto, 12 órdenes ministeriales y 6
normas complementarias. De 152 escalas antiguas se ha pasado a 17 cuerpos
constituidos por un conjunto de 29 escalas. Se ha regulado, además de su
contenido básico, el estatuto profesional y de enseñanza, el servicio de
asistencia religiosa, el reglamento del soldado profesional, los derechos
del antiguo cuerpo de mutilados, la normas referentes a la incorporación
de los militares de la Guardia Real en la Guardia Civil y otros muchos
aspectos singulares.

En esta legislatura deberán promulgarse también las normas de provisión
de destinos redactadas con los cuarteles generales y prácticamente
ultimadas, en las que se definirán los conceptos de plantilla orgánica y
plantilla de destinos, los procedimientos de anuncio de vacantes y los
criterios para su asignación con mayor garantía en su objetividad,
contabilizando las expectativas de los militares con las necesidades del
servicio. En igual plazo se propondrá al Consejo de Ministros el
reglamento de los militares de empleo en la categoría de oficial, antigua
IMEC, que regulará el régimen de los oficiales que adquieren compromisos
temporales con los Ejércitos, y el nuevo reglamento de la Real y Militar
Orden de San Hermenegildo, que reconocerá esta recompensa a los militares
de carrera de todas las categorías, sin distinción de empleos,
incorporando así a los suboficiales, excluidos en su anterior regulación.

Se ha iniciado también la redacción de un nuevo reglamento general de
recompensas, del que tal vez se adelanten algunas medidas, como la
singularización de los méritos acreditados en operaciones de paz. Con
respecto a este reconocimiento, recientemente se ha publicado la orden
ministerial que regula el distintivo que pueden llevar sobre el uniforme
todos los que han participado o participen en estas operaciones.

Si importante ha sido, señorías, este desarrollo, lo ha sido aún más la
gestión y aplicación de la Ley. Para ello se ha definido un plan cíclico
de actuaciones en materia de personal militar profesional que tiene una
aplicación anual, de 1 de junio a 30 de junio del año siguiente, que
permite efectuar una previsión y sequimiento de cada escala y determinar
con exactitud la oferta de plazas para el ingreso anual, los cupos de
pase voluntario a la reserva, las plantillas anuales, las zonas de
evaluación para el ascenso y la regulación requerida por todos los
efectivos. Desde la aplicación de este Plan -junio de 1991- se han puesto
en práctica en todos los Ejércitos los nuevos sistemas de ascenso por
selección que modifican el único criterio tradicional de la antigüedad.

Merece especial atención un programa muy directamente conectado con la
doctrina y empleo de los ejércitos, que es el que se refiere a la
formación y especialidades de los cuadros de mando, sean estas últimas
fundamentales o complementarias, que van a facultar el ejercicio
profesional en los diferentes campos de actividad. Este programa está
prácticamente concluido con los cuarteles generales y se enfoca con
flexibilidad para que las propias actitudes se concilien con las
necesidades operativas funcionales y orgánicas de cada uno de los
ejércitos. En estas decisiones se incluye también un proyecto de ley, que
se está preparando conjuntamente con el Ministerio del Interior; será
remitido en breve a esta Cámara y tiene como finalidad adaptar al Cuerpo
de la Guardia Civil los criterios de la Ley del Régimen del Militar
Profesional, adaptación ya prevista en dicha Ley y orientada también por
la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

La reforma del sistema de enseñanza militar, base de esta profesión,
puesto que por ella pasan todos sus miembros, incluso varias veces a lo
largo de su carrera, se ha construido sobre cuatro fundamentos básicos:
planes de estudio, régimen de quienes tienen la condición de alumno y
régimen de los centros y del profesorado. En el pasado año, un Real
Decreto estableció las directrices generales que debían definir los
planes de estudio para los grados superior y medio. En este año académico
se van a impartir estos planes, en el primer y segundo curso, en el grado
superior. La formación del grado básico será



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regulada también mediante un real decreto que sigue en paralelo el
proceso que el Ministerio de Educación y Ciencia lleva a cabo para la
formación profesional. Se ha reglado ya el régimen del alumno, homologado
con el del sistema educativo general, e incluye una tabla de derechos y
deberes y normas específicas para su evaluación y calificación. En los
centros, y de forma análoga a los de carácter universitario, se han
creado departamentos como órganos básicos que dirigen y desarrollan las
enseñanzas de cada una de las áreas de conocimiento, agrupando a los
docentes por especialidades.

El profesorado es, tal vez, el pilar sobre el que debe apoyarse esta
reforma, y para la identificación de su estatuto se está culminando un
acuerdo marco con el Ministerio de Educación y Ciencia e iniciada la
redacción de la norma de su régimen general, que incluirá a militares de
carrera de empleo y profesorado civil.

Los principales centros de enseñanza militar ya han firmado con las
universidades más próximas acuerdos de intercambio que harán posible esta
presencia de profesorado civil procedente del sistema educativo general,
o profesorado militar en las universidades civiles.

No deseo cerrar este apartado sin hacer referencia a la promoción
profesional en sentido amplio. Presentaremos en su momento al Parlamento
las propuestas que materialicen el objetivo de intensificar la promoción
interna, de modo que se consolide la permeabilidad entre escala; se
pretende incentivar para ello los procesos de formación y reconocer las
enseñanzas recibidas en el sistema general.

Creo, sinceramente, señorías, que la enseñanza militar ha dejado de ser
esa asignatura pendiente que, en frase gráfica, se reprochó por parte de
algunos grupos al Ministerio por no haber adoptado decisiones completas
sobre su reforma. Hoy están perfectamente definidos sus fines y esta
reforma está en marcha.

El servicio militar ha sido también profundamente renovado, como saben
bien SS. SS. Esta relación primordial del ciudadano con sus estructuras
de defensa militar ha constituido preocupación permanente para mi
Departamento, para todos ustedes y para la sociedad. Creo que el debate
que protagonizó esta Comisión sobre su futuro ha disminuido la coyuntural
resistencia ciudadana a su prestación, porque desde entonces existe una
mayor conciencia sobre su necesidad y una mayor voluntad de participación
en la seguridad.

El objetivo de la presente legislatura, una vez que ya ha sido regulado y
modernizado el reclutamiento, es abordar plenamente la propia realización
del servicio. Aunque no tenga antecedentes en nuestro ordenamiento
jurídico, pretendemos abordar un reglamento que ordene los diferentes
aspectos de la prestación desde el momento de la incorporación a las
unidades militares. Su complejidad, que nos ha llevado a dividir el
desarrollo de la Ley en dos partes diferenciadas, tendrá que resolver
aspectos relacionados con los planes de instrucción y adiestramiento, el
régimen y condiciones de vida del acuartelamiento y bases, el mejor
ejercicio de los derechos y deberes reglados en las leyes y la
racionalización de los servicios.

En el escaso tiempo de un año se ha implantado también el modelo de tropa
profesional y en estos momentos disponemos, con la última convocatoria,
de 24.000 soldados y marineros profesionales. Los presupuestos para 1994,
como dije antes, reflejarán esta voluntad del Gobierno de continuar la
profesionalización para que a finales de este período de sesiones
concluyamos con una cifra superior a 27.000 (período del próximo
presupuesto, 27.000).

Como mencioné antes, el Gobierno, haciendo un gran esfuerzo en estos
momentos de dificultades económicas, ha decidido la adaptación de las
retribuciones de estos profesionales para su aplicación en dos
anualidades.

Aunque no deseo extenderme más, señorías, quisiera dar unas breves
pinceladas sobre la acción social, viviendas y asistencia sanitaria,
sobre las que, sin duda, podrán existir comparecencias específicas.

El Instituto para la Vivienda de las Fuerzas Armadas ha superado el
pequeño bache que ocasionó la suspensión cautelar decidida por el
Tribunal Supremo (me refiero al Decreto que regula su actividad
actualmente). Puedo afirmar que tanto su organización como la aplicación
de sus programas, calificación y adjudicación de viviendas logísticas,
compensaciones económicas y apoyo económico a la adquisición de
viviendas, han alcanzado la normalidad. El Ministerio ha realizado una
campaña informativa orientada a todos los usuarios y la aplicación de
disposiciones, básicamente desalojos, se está efectuando gradualmente y
con tacto. Se han resuelto ya dos concursos públicos para adjudicación de
solares a cooperativas integradas por miembros de las Fuerzas Armadas en
la modalidad de precio tasado. El Instituto continuará la promoción de
viviendas coordinadamente con los nuevos planes de despliegue y tiene
previsto contratar inmediatamente la obra nueva de 400 viviendas, por
importe de unos 2.000 millones de pesetas.

La red hospitalaria militar está siendo objeto de estudio para adaptarla
a las necesidades logísticas, de modo que exista equilibrio entre niveles
de atención y estancia solicitadas. Esta red cuenta en la actualidad con
dieciocho hospitales y casi siete mil camas instaladas para una población
potencial de seiscientas mil personas. Estos datos requieren corrección,
porque ciertamente se necesita una menor capacidad y además la calidad de
los centros es muy desigual. El pasado año se firmó un acuerdo marco con
el Ministerio de Sanidad y Consumo para realizar convenios de utilización
civil por centros y por servicios concretos, y se está avanzando en su
aplicación práctica.

Cierro mi intervención sobre los programas de gestión de recursos humanos
anunciándoles la creación de una ponencia en el seno del Departamento
para revisar las normas que rigen la jurisdicción militar. No sólo es
necesario adecuar las normas penales y disciplinarias a los principios
rectores del nuevo Código Penal general, sino incorporar también las
experiencias adquiridas desde su vigencia, hace ya nueve años, y sobre
todo modificar



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normas procesales para dar mayor impulso de celeridad a los
procedimientos. Es propósito del Gobierno trasladar a las Cortes un
proyecto de ley que contenga los resultados de esta revisión.

Concluyo, señorías. Estamos en un período de cambio del escenario
internacional y de transición a los ejércitos. En los últimos tres años
se ha pedido a nuestras Fuerzas Armadas un gran esfuerzo de adaptación a
dichos escenarios y de funcionamiento con recursos presupuestarios más
reducidos. Lo han llevado a cabo con responsabilidad dentro de nuestras
fronteras y con brillantez fuera de ellas. Debemos agradecérselo.

En estos últimos años, nuestros militares se han desenvuelto en áreas del
mundo tan diversas como el Mar Rojo y el Oceáno Indico durante la crisis
del Golfo; Nicaragua y El Salvador, Africa Austral, Norte de Irak y ahora
el Mar Adriático y la antigua Yugoslavia, donde colabora también la
Guardia Civil, a través del bloqueo del Danubio. Su profesionalidad y
calidad humana han atraído la atención de todos los españoles y se ha
producido un claro reencuentro de la sociedad española con sus Fuerzas
Armadas. En muchos momentos ha habido motivo sobrado para sentirnos
orgullosos de nuestros militares.

Espero, señorías, que los trabajos de esta Comisión consoliden el proceso
de modernización de las Fuerzas Armadas y de identificación social con
ellas, que culmina una larga década de política de defensa, con consenso
entre todos nosotros y acuerdo en las líneas básicas.

Muchas gracias.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.)
Por el Grupo Popular, tiene la palabra el señor Cortés Muñoz.




El señor CORTES MUÑOZ: Muchas gracias, señor Ministro, por su
intervención. En nombre del Grupo Parlamentario Popular quiero agradecer,
en primer lugar, su presencia esta mañana en esta Comisión de Defensa
para dar una explicación, en principio aceptablemente completa, en
materia de defensa. Pero también destacar que, al fin y al cabo, tanto
usted, como Ministro, y nosotros, como parlamentarios, no estamos
haciendo otra cosa que cumplir mínimamente con nuestra obligación en este
caso y en este momento.

Ha terminado usted con una referencia a la calidad y a la preparación de
nuestros militares, del material humano de nuestras Fuerzas Armadas, y
aunque ha sido el final de su intervención, quiero también que sea el
comienzo de la nuestra. En este sentido, al fin y al cabo medianamente
iniciados en esta materia, sino creo que para todos los españoles en
general, que el nivel de preparación y la calidad de nuestros militares
está bastante por encima de los medios y de la estructura en la cual
tienen que moverse día a día.

Una vez dicho esto, añadiría, en primer lugar, que su exposición, siendo,
como ya he apuntado anteriormente, exhaustiva, ha sido fundamentalmente
mirando hacia el futuro, lo cual no sólo es positivo, sino deseable en la
mayor parte de los casos, pero tiene un pequeño aunque grave
inconveniente. Ha hablado usted de las cosas como deben ser, como
debieran ser, como usted quiere que sean y probablemente como todos
nosotros queremos que sean, pero la realidad es que en la actualidad no
son
así, y la realidad, tozuda también es que ha habido once años de gobierno
de su Partido en los que ustedes podrían haber hecho que gran parte de
estos futuribles de los que ha hablado hoy pudieran ser una realidad
virtual y no un proyecto.

Ha apuntado usted al principio una nueva referencia hacia lo que todos
conocemos como consenso en materias que muchas veces se identifican o se
dice que son materia de Estado, con lo cual parece que se está implicando
necesariamente la opinión de que tanto Gobierno como oposición en
cualquier caso deben trabajar unidos en la misma dirección y sin
disparidad de criterios. No es nuevo hablar de consenso en éstas y en
otras materias. Tampoco es necesariamente algo creado o inventado en
estos últimos años de vida democrática en España. Es tan viejo como la
historia y no es patrimonio exclusivo de la historia de España, sino
probablemente de la historia del mundo.

Hemos estado, y así lo han repetido los distintos portavoces en esta
Comisión a lo largo de los años, y estamos siempre a favor del consenso
razonable e inteligente en materias como puede ser defensa. Ahora bien,
no debe entenderse el consenso como un abdicar de lo que son también las
obligaciones de quien está en la oposición, es decir, quien debe
controlar, quien debe criticar positivamente y quien debe aportar
iniciativas positivas para mejorar eso que se está precisamente
criticando. El consenso ni es ni puede ser un cheque en blanco. No basta
con el esfuerzo positivo de quienes están en la oposición; necesita la
contrapartida, naturalmente también positiva, de quien está y ejerce la
labor de Gobierno. Hay tres pilares básicos que creo que todos entendemos
que deben ser en los que se tiene que apoyar cualquier principio de
acuerdo o de consenso en temas puntuales, como son la transparencia,
naturalmente en los foros adecuados -y entendemos que éste es uno de
ellos-, como es la información, y como es, lógicamente, el diálogo.

Reconocía usted, señor Ministro, algo que nos pareció especialmente
grave, a lo cual tampoco queremos darle un matiz de mayor importancia que
la que puede tener por estar recogido en medios de comunicación y no
haber estado nosotros presentes, por tanto, no conocemos textualmente la
virtualidad de las palabras que usted enunció, pero venía a decir en unas
declaraciones que reconocía que nuestro país carece en estos momentos de
los mecanismos de movilización necesarios para hacer frente a una
hipotética agresión externa. Entendemos que esta declaración, si fuera
cierta -y lo he matizado, señor Ministro, usted después me dirá si es o
no así-, quiebra el principio, quiebra la razón de ser de cualquier
sistema de seguridad en cualquier Estado; es decir, la razón de ser es
naturalmente garantizar la seguridad del territorio nacional. Si se
reconoce que esto no es posible, todo lo demás



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parece que es secundario o, por lo menos, que debiera quedar en un nivel
secundario.

Hemos vivido estos tiempos hechos ciertamente importantes y novedosos. En
los últimos años, fundamentalmente en los últimos dos o tres años, ha
habido una participación de tropas españolas bajo la bandera de las
Naciones Unidas en distintas misiones de paz y en distintos países,
naturalmente diferentes al nuestro, lo cual quiere decir en el
extranjero. No es un hecho nuevo en la Historia de España; sí es un hecho
nuevo en la Historia reciente que nosotros estamos viviendo y
construyendo día a día. Estamos absolutamente a favor de nuestra
participación en misiones de paz allá donde se requiera. Entendemos que
la imagen o muchas de las imágenes que se han transmitido a través de
esta presencia de nuestras tropas -ya haya sido en la Guerra del Golfo,
como puede haber sido en otros momentos en Namibia o como es ahora en
Bosnia-, han aportado un caudal de datos y de hechos positivos a lo que
es el conocimiento por parte de los españoles de nuestras Fuerzas
Armadas, y naturalmente también a la valoración que los españoles hacen
de dichas Fuerzas Armadas. Digamos que ése sería el gran factor positivo,
al margen, naturalmente, del prestigio internacional que España haya
podido adquirir con esta presencia y que nosotros también entendemos que
está ahí, que es real y que ha sido ciertamente positivo. Pero esto no
debe servir para tapar todas las angustias y todas las penurias que sufre
todo nuestro sistema de seguridad en España, todo nuestro sistema de
defensa y toda la penuria y escasez que sufren también nuestras
infraestructuras a las que antes he hecho referencia.

Usted ha hecho mucho hincapié en distinguir entre conflictos locales o la
posibilidad de un gran conflicto bélico a escala mundial, y creo que lo
ha hecho razonablemente. Las posibilidades de una gran guerra o de un
gran conflicto son, por lo menos en apariencia y con los datos que
tenemos en estos momentos, menores que lo que parece ser algo ya
cotidiano en los últimos años y a nivel internacional, que son los
conflictos locales. Eso no obsta para que, desde un punto de vista
español, estemos siempre preocupados -porque la preocupación es buena
consejera- con la posibilidad de que algo de esto pudiera en algún
momento por lo menos apuntar como un peligro incipiente. No cabe duda de
que lo que a lo largo de siglos y de milenios ha sido importante en la
Historia de España, que es su posición geográfica, no sólo no ha perdido
virtualidad pese a los avances tecnológicos de este siglo, sino que sigue
siendo un candente problema, con su parte positiva, como es lógico, y su
parte negativa. No podemos olvidar que en el siglo VIII, cuando el Islam
entra en Europa por Occidente, lo hace precisamente por esta Península
Ibérica, y que el Mediterráneo es un mar que, junto a enormes
aportaciones a la cultura y a la civilización, aporta también, o puede
aportar en algunos casos, una serie de peligros. Creo que hay que tener
una enorme delicadeza y no frivolizar cuando se está hablando de posibles
riesgos o confrontaciones de futuro, y naturalmente huiré en todo momento
de calificar con nombre y apellidos a quienes podrían ser hipotéticamente
enemigos de España. Ha soslayado una referencia concreta a un tema que
para nosotors, y creo que para todos los españoles, es importante. Así
como hemos dicho que estamos absoluta y plenamente de acuerdo con la
presencia de tropas españolas en las misiones de paz en distintos países
donde sea necesaria, tenemos muy claro que debe ser tropa profesional, y
no tenemos en absoluto clara cuál es la posición del señor Ministro a
este respecto. Hemos oído reiteradamente, y nos ha parecido también
entreverlo en las palabras del señor Ministro, la posibilidad de que
jóvenes que estén haciendo el servicio militar en su reemplazo puedan, en
algún momento, participar en estas misiones fuera de nuestro territorio
nacional; naturalmente se añade siempre la palabra VOLUNTARIO, es decir,
se basa en el voluntariado que estos jóvenes previamente manifestarían.

Pero entendemos que, en cualquier caso, eso no sería suficiente, sino que
hay que exigir unos niveles de preparación que no pueden ahora mismo
garantizarse con los escasos meses que estos jóvenes estarán cumpliendo
su servicio militar.

Nosotros creemos -y volvemos a repetirlo- que el camino profesional debe
seguir avanzando y ahondando en nuestras Fuerzas Armadas, y que debemos
llegar a ese 50 por ciento de fuerzas profesionales, que en nuestra
opinión, al día de hoy, sería el ideal en España. Y para conseguir eso,
ciertamente, hay que hacer que la participación, la profesionalización o
el trabajo para un joven en nuestras Fuerzas Armadas sean no sólo una
salida más de las posibles, sino que, además, tenga un atractivo lo
suficientemente importante como para que ese número cercano a los 25.000
efectivos que tenemos en la actualidad pueda verse aumentado de forma
considerable, y me consta que algo se está haciendo. Todos vemos la venta
de imagen que se hace a través de algunos medios de comunicación y
estamos, naturalmente, a favor de ello, pero creo que hay que hacer aún
más para poder llegar a conseguir esto de forma total.

Cuando hablamos de profesionales, de forma absolutamente sintética quiero
hacer una brevísima referencia a la Ley 17/1989, Reguladora del Régimen
Personal del Militar Profesional. Es una Ley sin duda conflictiva, que ha
acarreado graves problemas, y usted también ha hecho referencia a que las
soluciones que va a aportar van a ser definitivas y casi perfectas. Por
ejemplo, ha hecho referencia a los mutilados -que nosotros entendemos que
es un tema sin terminar, o por lo menos sin terminar de forma plenamente
satisfactoria-, así como al personal de las escalas especiales y, cómo
no, al problema de las casas militares, que, a nuestro juicio, todavía no
está cerrado.

No estamos de acuerdo con el sistema de ascensos por selección, porque
creemos que, objetivamente hablando, no hay razones positivas o negativas
suficientes, en la mayor parte de los casos, para poder definirse a favor
o en contra.

En el tema de presupuestos, señor Ministro -por razones fácilmente
entendibles y sabiendo que vamos a debatir en profundidad y
minuciosamente todos ellos en los próximos días- no voy a incidir de una
forma especial. Simplemente, y como recordatorio, le diré que en los



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últimos diez años en defensa se han gastado siete billones de pesetas. Si
vemos lo que parece que se ha hecho -y lo que parece es que se ha hecho
poco- ciertamente podremos pensar que siete billones era insuficiente
dinero. Más bien nos inclinamos a pensar que no sólo se debe a las
cantidades, sino también a la jerarquización de los problemas y a la
utilización del dinero y de los recursos que hay disponibles.

También quiero hacer una brevísima referencia -y no me gusta utilizar
palabras negativas, pero creo que es inevitable hacerlo así- a nuestra
maltrecha industria de defensa. Usted ha hecho una mención a la misma,
bien es cierto que positiva, al mencionar lo que se va a hacer,
precisamente desde el Ministerio de Defensa, para intentar resolver este
grave problema, pero vuelvo a repetir lo que dije al principio: está
usted hablando de un futuro que ya debiera ser pasado. Es decir, han
tenido ustedes tiempo suficiente para que esto, que anuncia ahora que se
va a hacer, se hubiera hecho con anterioridad y no tuviéramos ni siquiera
que hablar de ello en estos momentos.

Nada tenemos que objetar a lo que nos ha explicado usted sobre armamento.

Naturalmente, estamos de acuerdo en todo lo que sea modernización, porque
si de algo hemos adolecido a lo largo ya de muchísimos años ha sido
precisamente del desfase o de la no puesta a punto de gran parte de
nuestro armamento.

Veo que hace usted un hincapié muy especial en todo lo que se refiere al
transporte y creo que es correcto. Tanto el transporte por tierra, como
por mar, como, naturalmente, por aire es de vital importancia en estos
momentos; por tanto, plena coincidencia en ese sentido.

Ha expuesto, igualmente, unas referencias muy concretas al volumen o al
número de efectivos que deben tener nuestras Fuerzas Armadas. Ha hablado
usted de 180.000 efectivos, cosa que nos parece absolutamente razonable,
y, sin embargo, no entiendo muy bien cuando habla usted de tope y señala
el de 300.000 efectivos en caso de guerra. Afortunadamente, por edad, yo
no he conocido ninguna guerra, pero me figuro que en ese caso no hay
topes. Habrá el número de efectivos que tenga que haber; inevitable y
desgraciadamente será así. Luego hablar de un tope en caso de guerra me
parece, en cualquier caso, medianamente surrealista.

Ejército no sobredimensionado. Naturalmente, ¿para qué vamos a
sobredimensionarlo? Tendrá que tener la dimensión adecuada.

Habla usted de sistemas de movilización y parece que es algo que le
preocupa, y que le preocupa bastante. Y si a usted le preocupa, a
nosotros nos preocupa que le preocupe. Por tanto, sin duda alguna,
entendemos que debe ser y es un tema importante, y nos gustaría tener más
información a ese respecto, porque aunque la intuición quizá no sea una
característica básica en mi persona, sí tengo la suficiente como para
darme cuenta de que es un problema aceptablemente importante.

Señor Ministro, quiero terminar con una referencia -aunque sea breve
también- al sistema de servicio militar, y concretamente al Reglamento de
reclutamiento, que aunque ha nacido con buenas intenciones, con buena
voluntad, con un afán de mejora, y se ha hablado del servicio a la carta,
etcétera, parece que no ha cumplido, por lo menos hasta el momento, las
expectativas que en él se habían puesto, lo cual tampoco es excesivamente
grave porque no tiene demasiados años de experiencia y creo que puede
corregirse lo que hasta ahora no ha funcionado.

Se ha endurecido gravemente, o por lo menos de forma importante, la
concesión de prórrogas de segunda clase. Coincidimos en el planteamiento
previo de que hay que evitar el fraude a la ley, y que cuando decimos que
es una prórroga para que se pueda estudiar, lo que no puede ser es que se
amparen en ella quienes no estudian y bajo la etiqueta de estudiantes
pretenden acogerse a este derecho. Entendiendo esto, sin embargo quizá se
ha ido demasiado lejos y se está, si no rozando la injusticia, sí por lo
menos acercándose a ella.

Las prórrogas de cuarta clase de residentes en el extranjero creo que
merecerían un análisis muy en profundidad y una reflexión por parte del
señor Ministro y creo que de todos los que tenemos algo que ver con esta
historia. Muchos españoles que son residentes en el extranjero tienen
enormes problemas para encontrar un acomodo, para encontrar un trabajo,
para abrirse camino en la vida, y puede ocurrir que el servicio militar
español les pueda provocar un retraso en lo que es el asentamiento del
futuro de su vida. Por tanto, creo que esto debiera examinarse nuevamente
de forma muy especial y que se debería tender a facilitar las exenciones
a todos aquellos casos en que se considere razonable, que estoy
absolutamente convencido de que serán muchos.

Echo en falta -y a mi juicio no es un tema cerrado o no debe serlo- una
referencia a los objetores de conciencia e insumisos, fundamentalmente a
los objetores de conciencia. Y si antes he hecho mención a los
estudiantes -he dicho que debe evitarse el fraude a la ley cuando bajo la
etiqueta de estudiante se pretende algo que no se es para eximirse del
cumplimiento del servicio militar-, tengo que decir que con los objetores
de conciencia pienso que está pasando algo parecido. Está claro que quien
de verdad su conciencia le impide la realización del servicio militar
debe estar eximido de hacerlo, pero debemos intentar evitar su
utilización por todos aquellos que no están en esa situación y que su
conciencia nada les impide, pero que, sin embargo, se acogen a esa
posibilidad legal para no hacerlo. Entendemos que ahí hay algo cercano al
fraude a la ley y que es algo que también debiera, por lo menos,
estudiarse en profundidad nuevamente.

Termino, señor Ministro, diciendo que, como es obvio y casi innecesario
decir, si hay una materia en la cual nosotros queremos que el Gobierno
funcione bien y que usted mismo tenga éxito a nivel personal, pero sobre
todo a nivel -digamos- profesional, es en materia de defensa. Todos somos
españoles y todos queremos que nuestro sistema de defensa sea el
adecuado, y ojalá fuera el mejor de Europa. En cualquier caso, sepa
usted, señor Ministro, que desde la oposición, cumpliendo con nuestra
obligación, apoyando al Gobierno en todo aquello en que consideremos



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justa y honradamente que debemos hacerlo, y criticando, pero criticando
de forma positiva en todo lo demás, estamos siempre dispuestos a
colaborar.

Nada más.




El señor PRESIDENTE: Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya, tiene la palabra la señora Maestro Martín.




La señora MAESTRO MARTIN: Señor Presidente, señorías, señor Ministro, yo
también quiero agradecerle muy sinceramente, en nombre del Grupo
parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, su
comparecencia y la exposición de principios, objetivos y planes que su
Ministerio se propone desarrollar en el futuro.

Quiero adelantar que en algunos aspectos de los enunciados por el señor
Ministro hay plena coincidencia por parte de mi Grupo Parlamentario, y en
este tema, como en otros, me congratulo de poder expresarlo así, sobre
todo en aquellos proyectos que tienen que ver con la adaptación de las
Fuerzas Armadas a una estructura fundamentalmente defensiva y a la
colaboración de las Fuerzas Armadas en el mantenimiento de la paz en el
mundo.

Hay otros aspectos que, como es lógico -pertenecemos a grupos
diferentes-, no compartimos. Algunos de ellos se refieren a análisis de
tipo general a los que el señor Ministro ha aludido al principio de su
intervención y que yo no puedo por menos que reseñar.

La desaparición de uno de los dos bloques militares que han regido la
vida de los países en el mundo desde después de la II Guerra Mundial no
llevó, desgraciadamente, a la desaparición del otro gran bloque militar,
del bloque militar de la OTAN, ni tampoco a una disminución de las
tensiones y del militarismo a nivel mundial.

Nosotros entendemos que, desgraciadamente, desde un mundo bipolar se ha
caminado a un mundo unipolar, en el que los objetivos militares muchas
veces -y quiero decirlo aquí sinceramente- han doblegado el derecho
internacional, utilizando a las Naciones Unidas distorsionando los
objetivos de su propia carta de fundación, en la cual basaba su
existencia en ofrecer un ámbito a nivel mundial en el que las
discrepancias entre los estados pudieran dirimirse pacíficamente. Este ha
sido uno de los elementos de la política internacional en los últimos
años.

Quiero decir concretamente que si bien nuestro Grupo Parlamentario -y el
señor Ministro lo sabe- no ha tenido la menor dilación en apoyar al
Gobierno en las actuaciones militares de nuestras Fuerzas Armadas en la
antigua Yugoslavia, Nicaragua o El Salvador, no ha sido así cuando
-repito- los intereses de la OTAN han manifestado de una manera clara su
prevalencia sobre objetivos y principios, a mi juicio irrenunciables, de
las propias Naciones Unidas.

El militarismo, entendido como ideología de la violencia en las
relaciones humanas, desgraciadamente no ha disminuido, sino que ha
aumentado. No ignoro que, evidentemente, el incremento de las
desigualdades económicas y sociales entre los países a nivel
internacional, como los informes de desarrollo humano de Naciones Unidas
han puesto de manifiesto, es decir, la intensificación de las
desigualdades sociales, es el sustento de las ideologías del militarismo,
pero también es verdad que desde la propia sociedad se puede intervenir
para que unos valores u otros prevalezcan.

Izquierda Unida apuesta decididamente por la paz y la desmilitarización
social, y desde una perspectiva utópica, desde una perspectiva
irrenunciable de desaparición de todos los ejércitos, proponemos a la
sociedad un conjunto de medidas tendentes, de forma gradual, a conseguir
un modelo de seguridad no agresiva que no drene innecesariamente recursos
susceptibles de usos sociales y con unas Fuerzas Armadas en las que de
forma rigurosa se respeten los derechos y libertades recogidos en nuestra
Constitución.

En este momento de crisis económica, donde las prioridades sociales
tienen obligatoriamente que redefinirse, es preciso realizar una
reestructuración interna del gasto público que sitúe a las Fuerzas
Armadas en sus objetivos fundamentalmente defensivos -como decía-, de
manera que los presupuestos puedan priorizar necesidades de gastos
sociales en este momento acuciantes.

Nosotros proponemos, de manera concreta, las siguientes medidas: La
primera de ellas es la denuncia del Tratado Bilateral con Estados Unidos
y el desmantelamiento de todas las bases extranjeras. Asimismo,
planteamos la salida de España de la OTAN y de la Unión Europea
Occidental, entendiendo que ésta funciona en la práctica como pilar
europeo de la OTAN. Sin embargo, proponemos, en nuestra política de
construcción europea, el apostar decididamente por una estructura
defensiva europea común e independiente de otras naciones.

Planteamos la reducción anual de un cuatro por ciento del presupuesto de
defensa hasta alcanzar el uno por ciento del producto interior bruto. En
ese sentido, me congratulo de los proyectos que el señor Ministro
anuncia.

Apoyamos la reducción de los programas de investigación y desarrollo que
el señor Ministro ha planteado, y proponemos la puesta en marcha de
planes de reconversión de la industria militar; que en aquellos casos en
los que fuera necesario se adopten las medidas crediticias y fiscales más
convenientes, así como el control estricto de la exportación de
armamento, especialmente a países no respetuosos con los derechos humanos
y a zonas en conflicto por medio de un registro de exportaciones de
armamento. Asimismo, proponemos la puesta en marcha de medidas
crediticias y fiscales para aquellas industrias que se acojan a dicho
registro.

Proponemos también la revisión pública del Plan Estratégico Conjunto,
dotándolo de un carácter estrictamente defensivo. Y proponemos algo que
ya parece un clamor en la sociedad, que es la revisión del Código Penal
Militar, la abolición de la pena de muerte en tiempo de guerra, así como
garantías de presunción de inocencia de los soldados.

Proponemos, igualmente, la reforma de la Ley del Servicio Militar, de
manera que se garantice el ejercicio de



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los derechos humanos y constitucionales, así como la reforma de la Ley
Reguladora del Personal Militar Profesional.

Creemos que debe renunciarse a la creación de fuerzas de intervención
rápida en este marco de principios generales de unas Fuerzas Armadas de
carácter defensivo; la desaparición de la Legión como cuerpo militar y la
integración de sus efectivos en unidades regulares, y el reconocimiento
del derecho de sindicación de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la
Guardia Civil, así como la desmilitarización de todas las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado.

Nosotros proponemos, como le decía, la reestructuración de las Fuerzas
Armadas de acuerdo a estos principios, y entendemos que es posible en
este momento, y probablemente en línea con los objetivos que ha planteado
el señor Ministro, reducir unas Fuerzas Armadas actualmente
sobredimensionadas respecto a nuestras necesidades.

Proponemos unas Fuerzas Armadas profesionales que puedan afrontar con
eficacia los retos tecnológicos del armamento moderno y que no obliguen
al mantenimiento de la conscripción obligatoria.

Propugnamos, como he dicho, el derecho de sindicación para la totalidad
de los miembros de las Fuerzas Armadas al amparo de la Resolución 487 del
Consejo de Europa.

Nosotros planteamos la eliminación del servicio militar obligatorio -como
sabe el señor Ministro- y, en tanto se mantenga el actual modelo, se
plantea la aprobación de un estatuto del soldado en el cual se reconozca
el derecho a la libre afiliación, asociaciones de soldados o a cualquier
otra de índole civil; la prestación efectiva del servicio militar,
entendida como la actividad necesaria para la seguridad y en ningún caso
como un servicio particular a personas o colectivos con fines privados;
el reconocimiento del derecho de reunión pacífica y sin armas a los
soldados, y el reconocimiento de los derechos enunciados en la
Declaración Universal de Derechos Humanos.

Izquierda Unida reconoce la objeción de conciencia como un derecho
fundamental y nos seguiremos oponiendo a la actual Ley de Objeción de
Conciencia por considerarla discriminatoria.

Creemos que debe desaparecer el Consejo Nacional de Objeción de
Conciencia y su sustitución por un mero registro. Quiero indicar, a este
respecto, que en un tema que el señor Ministro sabe que conozco bien, el
tema de objeción de conciencia en la interrupción voluntaria del
embarazo, se está ejerciendo por parte de los profesionales de la sanidad
simplemente como una declaración firmada, sin que ningún consejo ni
ningún organismo extraprofesional investigue acerca de los límites de la
conciencia de los médicos que les permite prestar un servicio protegido
por la ley, como es la interrupción del embarazo.

En cualquier caso, de la prestación sustitutoria debe desaparecer el
carácter punitivo que tiene actualmente, y proponemos que se traspase a
las comunidades autónomas la gestión y organización de la misma.

Nos oponemos a la contratación de objetores en instituciones para la
realización de funciones que tengan una incidencia negativa en el mercado
de trabajo.

Asimismo, en el tema de la insumisión proponemos, de una manera muy
clara, la amnistía para todos los objetores insumisos condenados a
prisión y, por tanto, su inmediata puesta en libertad.

Quisiera terminar mi intervención con dos planteamientos concretos a los
cuales el señor Ministro ha hecho referencia y que me interesa destacar.

En primer lugar, compartimos con el Ministerio de Defensa el objetivo de
sacar, en la medida de lo posible, las instituciones militares del centro
de las ciudades, renunciando al caduco e inadmisible carácter de ejército
de ocupación que fue el principio que les llevó a ubicarse en ellas. Sin
embargo, creemos que a este respecto hay dos matizaciones importantes que
hacer. Una de ellas se refiere, en concreto, a la falta de traducción
presupuestaria de los beneficios obtenidos por la Gerencia de
Infraestructura de Defensa por la venta de estas instalaciones.

Por otro lado, quiero hacer una pregunta muy concreta acerca de los
criterios del Ministerio en relación con la propiedad de los suelos que
sostienen estas instalaciones. El señor Ministro no ignora que en la
inmensa mayoría de los casos, por no decir en su totalidad, estos suelos
proceden de donación, sin contrapartidas, por parte de los ayuntamientos
hace muchos años. En este momento el Ministerio de Defensa está haciendo
uso de la propiedad de estos suelos, traduciéndolos en beneficios
concretos con la venta para actividades privadas, sin tener en cuenta la
procedencia, el origen de la propiedad municipal de estos suelos.

El último punto de mi intervención se refiere a los hospitales militares.

En este momento en el que, repito, tanto la crisis económica como la
carencia de infraestructuras sanitarias parece aconsejar, desde el punto
de vista tanto de la eficiencia como de la justicia social, e incluso de
la calidad científica, la integración de los hospitales militares en la
red asistencial general, entendemos que es un paso positivo el acuerdo
firmado con el Ministerio de Sanidad, pero creemos que se queda muy lejos
de lo que indicaría una gestión razonable de los recursos sanitarios
públicos. En este sentido creemos que no es admisible para el conjunto de
la sociedad que el Ministerio de Defensa, con criterios exclusivamente
militares, proceda al cierre de instalaciones militares que si bien en
algunos casos yo conozco bien que son obsoletas en cuanto a sus criterios
arquitectónicos así como a la calidad de la asistencia que prestan, sí es
verdad que podrían reestructurarse y redifinirse en función de
necesidades sanitarias de la red general.

Quiero terminar mi intervención agradeciendo una vez más al señor
Ministro su comparecencia y decirle que el objetivo de Izquierda Unida es
también encontrar el máximo espacio de consenso político en estos temas,
pero que irrenunciablemente deben partir de principios



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que se acerquen a algunos que compartimos y a otros que desgraciadamente
nos separan en estos momentos.




El señor PRESIDENTE: Señora Maestro, a efectos de posterior réplica le
hago notar que su Grupo ha pedido la comparecencia del Ministro de
Defensa para informar de las previsiones y líneas generales a desarrollar
en su departamento en este mandato.

Por el Grupo Catalán, Convergència i Unió, tiene la palabra el señor
Carrera i Comes.




El señor CARRERA I COMES: Por mi parte, al inicio de mi exposición quiero
agradecer la presencia del señor Ministro en esta Comisión para hablar
sobre política general de su Ministerio.

Mientras iba tomando nota de la exposición del propio señor Ministro hubo
un momento en que me pareció que quizá el contenido no iba a tener la
importancia o el interés que requería su comparecencia. Modifico mi
criterio. (El señor Vicepresidente, Fernández de Mesa Díaz del Río, ocupa
la Presidencia.)
Empezó el señor Ministro hablando de cuestiones pasadas, haciendo
referencia a directrices y documentos que ya están en vigor, y en esta
primera fase fue cuando me pareció que no tenía el contenido suficiente.

Sí creo que ha sido interesante (eso no quiere decir que no discrepe de
algunas de sus manifestaciones) todo el planteamiento futuro que ha hecho
de la actuación a llevar a cabo por su Ministerio. En esta línea general
de planteamiento futuro es donde voy a hacer una serie de observaciones,
así como sobre política presupuestaria, política de personal y política
internacional, y también una breve referencia por mi parte a la Ley del
Servicio Militar, terminando con un corto resumen sobre la exposición del
señor Ministro y sobre mi propia argumentación.

De su planteamiento futuro, que es el que creo que realmente tiene el
interés que requieren los distintos grupos que formamos parte de la
Comisión, resaltaría alguna de sus manifestaciones. Por ejemplo, creo que
es importante, cuando usted cita los contratos temporales, y hace
referencia clarísimamente, entre otros colectivos, a reservistas.

Hay otra cuestión que nosotros entendemos fundamental y a la que usted ha
hecho mención (previa o no, pero la ha hecho) y es la vinculación con la
sociedad civil. Usted hablaba de que era importante, en planes futuros,
que no solamente fuera una aportación desde el punto de vista militar,
sino que la sociedad civil, en conjunto, debía asumir estos
planteamientos, porque así es como debe hacerse en el futuro. Yo entiendo
que eso es fundamental. Ha habido hasta este momento un esfuerzo general
de comprensión, pero existe un «distanciamiento» (digamos entre
comillas), señor Ministro, entre lo que es el estamento militar en
nuestros ejércitos, en nuestros mandos militares, y la propia sociedad
civil. Por tanto, cualquier actuación futura que tienda a motivar a esa
sociedad civil en la toma de decisiones creo que es de suma importancia.

Estoy totalmente de acuerdo en que tenemos un Ejército supradimensionado.

Evidentemente, cuando hace referencia a las cifras, y sobre todo a las
del Ejército de Tierra, uno ve las medidas importantes que deberán
tomarse en este sentido.

Señor Ministro, ha hecho un emplazamiento a las comunidades autónomas (y
yo le diría que no se anticipara tanto), poniendo sobre la mesa un cierto
riesgo al decir que en el momento en que estamos hablando de
equipamientos militares, y que deban reducirse, desplazarse o cambiarse,
habrá que ver cuál es la respuesta de las comunidades autónomas. Yo creo
que no existe el riesgo de que esto pueda provocar trastornos; siempre
que sean decisiones acertadas, correctas y coherentes, entiendo que las
propias Comunidades Autónomas sabrán dar la respuesta adecuada.

Importante, aunque difícil de valorar en estos momentos, por lo menos por
mi parte, es cuando ha hecho referencia a los cambios de criterio sobre
los materiales que deberían aplicarse a los distintos ejercitos a partir
de ahora. Ha hecho referencia a los diferentes equipamientos y
materiales, pero no quisiera entrar en estos momentos en si son los
acertados o no. Creo que esto requerirá distintas iniciativas, preguntas
o comparecencias monográficas para poder valorar correctamente si la
planificación que usted ha dejado encima de esta mesa a nuestra
consideración es realmente la acertada.

Dos temas igualmente importantes que creo que es interesante remarcar de
su exposición de futuro son el nuevo proyecto de ley de dotaciones y los
nuevos reglamentos que en estos momentos se están estudiando. En general,
yo diría que estos planteamientos futuros dejan una cierta expectativa de
modernización y de mejora, aunque cuando estás hablando de futuro siempre
corres el riesgo de ver cómo y cuándo se van a aplicar, por lo que yo
diría que es tan importante el contenido como cuándo se van a aplicar
estas reformas o mejoras. Por tanto, a partir de ahora vamos a incidir en
el factor tiempo, en que sea lo más claro, rápido y encajado en su propia
perspectiva.

Quisiera hacer una referencia a la política presupuestaria. Nuestro
Grupo, y usted lo sabe, señor Ministro, siempre ha dejado plasmado que no
es un Grupo al que preocupe en demasía si el presupuesto de Defensa se
reduce. Entendemos que debe estar en unos límites, fuera de los cuales no
diría que se podían correr riesgos, pero sí que no serían lógicos. Por
ello dejo constancia una vez más de que, en una situación tan delicada en
general como la que padecen nuestro país y los distintos ministerios -que
también tienen sus reajustes- no nos preocupa en exceso que debamos
seguir, por lo menos un tiempo más, una cierta política presupuestaria
«dura» -y digo dura entre comillas-. Se nos dirá que ésta ha venido
siendo la política de los últimos años; es cierto, el presupuesto del
Ministerio de Defensa no se ha incrementado, sino que ha venido
decreciendo, pero son unos momentos en que todos debemos estar a la
altura que requieren los problemas que tiene el país, y también el propio
Ministerio de Defensa.




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Yo sé que es verdad, y debemos entenderlo, que los propios altos mandos
militares están preocupados por esta cuestión, porque les afecta
directamente en unas perspectivas que ellos defienden con toda claridad y
creo que con toda coherencia, pero también estoy convencido de que ellos
entenderán que la situación no es para hacer grandes inversions, y aquí
coincidiría con usted, señor Ministro, en que lo importante a partir de
ahora no sólo serán las inversiones, sino las prioridades que se den a
este presupuesto, a partir de lo cual sabremos exactamente cuál es
nuestro camino futuro.

En cuanto al tema de personal, quizá tampoco tenga gran cosa que decir.

Tenemos encima de la mesa ya el estudio y posible debate del proyecto de
ley de plantillas, que será una buena pauta para saber qué política sigue
el Ministerio en una cuestión tan importante como ésta. No voy a entrar
ahora a debatir, y tampoco es el momento, este proyecto; ya seguirá su
curso y habrá tiempo de hacerlo. Querría hacer algunos comentarios a su
memoria explicativa, y quizá me sirve para marcar un poco la posición de
nuestro Grupo Parlamentairo.

Estamos de acuedo en que hay que lograr, como objetivo primordial, la
consecución de unas Fuerzas Armadas más reducidas y altamente
tecnificadas, por lo que yo diría que en esta fase explicativa ha sido
usted totalmete correcto, aunque sabe el señor Ministro -y ésta continúa
siendo nuestra posición- que nuestro Grupo mantiene que deberíamos tener
unas Fuerzas Armadas con un ejército profesional al cien por cien. Por
tanto, y aunque así sea desde una perspectiva actual, nosotros vamos a
apoyar claramente la consecución del objetivo del 50 por ciento de
profesionalización de nuestras Fuerzas. La racionalización de su
estructura hace necesario un debate de este proyecto de ley, que, repito,
ya llegará en su momento. Mi impresión, en principio, sin valorar el
propio contenido, es que la introducción es correcta y que faltará
comprobar si la plasmación de lo que es la propia explicación también lo
es.

Hay otra cuestión. Existen muchos colectivos, ya que hablamos de personal
-y usted lo sabe, señor Ministro, porque también le llegan las noticias,
más incluso que a nuestros propios grupos parlamentarios-, que soportan,
y nos lo hacen llegar, un gran descontento en cuanto a ascensos,
etcétera. Sin duda ésta es una cuestión presupuestaria de gran
importancia y, por tanto, requiere un estudio mucho más sensible, si
quiere. Yo le diría que nos llegan a «ahogar», entre comillas, con
documentación, y debo decirle que cuando las miras te da toda la
sensación de que está realmente bien estudiada. La repercusión
presupuestaria, sin embargo, quizá produce la sensación de que esta
sensibilidad que requiere por parte del Ministerio no existe, y yo
simplemente digo que faltaría ver cómo se puede aplicar, pero habría que
motivar para que se intentara dar las soluciones más correctas, y parece
que el señor Ministro algo ha anticipado en este sentido.

Por nuestra parte, claramente sí a la participación y colaboración
internacional de nuestras Fuerzas Armadas, siempre con miembros
profesionales, y en esto coincido con el portavoz del Partido Popular en
unos momentos en que casi parece insólito, porque más bien da la
sensación de que discrepamos en conjunto en todos nuestros
planteamientos, pero sí, repito, a su propia exposición y, por tanto, a
esta colaboración, en base siempre a fuerzas profesionales y voluntarios,
al propio tiempo que analizando muy bien el tipo de misiones y evitando
-creo que se está haciendo- al máximo riesgos innecesarios. A partir de
aquí, yo diría que no deberíamos poner ningún reparo a una información
clara y transparente, en absoluto, aunque ello comporte asumir ciertos
riesgos, pero pienso que hay que ser totalmente abierto y transparente a
este tipo de actuaciones.

En cuanto a la Ley del Servicio Militar, dejando al margen el modelo de
Fuerzas Armadas que nosotros hemos venido defendiendo, como lo he hecho
en este momento, creo que la Ley del Servicio Militar es un buen paso;
dejémoslo ahí de momento. El cambio conceptual que la misma ha conllevado
ha sido importante. Pero donde creo que sería necesario poner una
atención especial sería en su aplicación, ya que, repito, es buena, y
debería haber un intento, por parte de todos, y sin duda por parte del
Ministerio, en que dicha aplicación fuera lo más amplia y correcta
posible.

Del último Informe del Defensor del Pueblo, que supongo que todos los
grupos tenemos, remarcaría cuatro puntos, quizá en la línea de intentar
aplicar al máximo esta Ley, como digo: que se dé suficiente publicidad,
cuando estamos hablando de listados definitivos, para conocimiento de
todos; que se abra un período de alegaciones que sea importante, por
entender que así todos comprenderán que tienen sus derechos a estas
alegaciones; que hay un excesivo margen de discrecionalidad del
Ministerio, y aquí será difícil poner un énfasis especial porque la
propia Ley así lo contempla, pero creo que -y acertadamente- de las
quejas recibidas el propio Defensor del Pueblo hace referencia a ésta, y
como cuarto punto, que se aclare un poco el cuadernillo de información al
que hace referencia el Defensor del Pueblo.

Repito que creo que es una buena ley, y si hay un esfuerzo por parte del
Ministerio en ampliarla dentro de sus límites, ayudaremos todos a que
nuestros jóvenes no rechacen, como lo están haciendo en algunos casos, el
servicio militar.

Como resumen, señor Ministro, habrá que ver las actuaciones futuras, como
decía antes, y, sobre todo, cómo se van desarrollando. Hay muchas
iniciativas y propuestas en estudio y habrá que ver cómo se acaban
plasmando.

Dice el señor Ministro, y estoy convencido de que así es, que están
debidamente estudiadas, pero repito lo que le he dicho en otro momento:
la importancia estará no sólo en ver cómo se plasma, sino también en
cuánto se van a plantear, es decir, el factor tiempo.

Quiero incidir en que nuestro Grupo hará un seguimiento y comprobación de
estos planes a través de iniciativas, comparecencias puntuales,
preguntas, etcétera. Hay que reconocer que estamos en un período de
cambio, y estoy de acuerdo, señor Ministro, en que las



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Fuerzas Armadas han estado haciendo un gran esfuerzo y han realizado un
profundo e importante cambio, nosotros también se lo reconocemos, pero yo
diría que no es tanto el problema de nuestros profesionales, que están
dando una gran imagen, sino de darles un marco adecuado para que sus
actuaciones tengan una proyección de futuro todavía más importante.

Repito nuestra plena disposición a colaborar en estos temas de seguridad
y de defensa, y esto sería todo como exposición.




El señor VICEPRESIDENTE (Fernández de Mesa Díaz del Río): Por el Grupo
Coalición Canaria, tiene la palabra el señor Mardones.




El señor MARDONES SEVILLA: Señor Ministro, quiero sumarme al deseo que
han expresado los anteriores portavoces de agradecimiento por la
exhaustiva información que ha dado sobre política de defensa en la
Comisión en su primera comparecencia de esta legislatura.

Mi intervención va a estar sesgada, en el mejor sentido de la palabra, en
tres niveles de la interpretación de la política de defensa española que
hace Coalición Canaria desde el punto de vista tan peculiar de nuestro
archipiélago: el internacional, el nacional y el puramente competente por
su posición geoestratégica específica. Voy a empezar por el nacional.

Quiero hacerle una serie de preguntas sobre las dudas que me han surgido
a lo largo de su intervención. Cuando habla de la Directiva de defensa
nacional (que creo que puede ser un documento muy importante,
fundamentalmente de implicación no de las Fuerzas Armadas o del
Ministerio de Defensa, sino de todas las instituciones y de la opinión
pública española), querría saber, señor Ministro, en la política de
puesta en escena de esa Directiva de defensa nacional con qué
instituciones se va a contar.

En primer lugar, el señor Ministro se ha referido de pasada a las
comunidades autónomas en esas presiones que reciben muchas veces de que
no se quiten instituciones, unidades militares, hospitales militares,
etcétera. Yo entiendo, señor Ministro, que tiene que haber una
permeabilidad, empezando por la Administración territorial de Defensa, en
sus zonas militares con las comunidades autónomas, desde un punto de
vista de diálogo, algo que supere la simple política de puertas abiertas
de los acuartelamientos en determinadas efemérides a lo largo del año
para que los niños se suban a un carro de combate o empuñen un arma, cosa
que parte de la opinión pública no acaba de entender o verlo como
pedagógico; por tanto, tendremos que ir a otros tipo de pedagogía. Hay
comunidades autónomas que tienen en su mano una serie de recursos de tipo
logístico por sus propias competencias, y entendemos que sería útil que
hubiera un diálogo fértil, de simbiosis entre estas comunidades autónomas
que tienen, repito, competencias en recursos logísticos para una eventual
acción de defensa del territorio en combinación con lo que necesitan las
Fuerzas Armadas que operan sobre ese territorio, desde infraestructuras a
aeropuertos, puertos o carreteras. Hay comunidades autónomas que
perciben, a veces, efectos no tan positivos, sino negativos sobre el
coste de mantenimiento de servicios para los acuartelamientos, desde un
simple abastecimiento de aguas hasta una red de acceso a esas zonas.

En segundo lugar, señor Ministro, usted se refería al problema de
equilibrar la capacidad militar con los socios del entorno. He hecho una
lectura puramente continental europea, y cuando ha empleado la frase
EQUILIBRAR CAPACIDAD MILITAR ESPAÑOLA CON EL ENTORNO supongo que está
hablando de países de la OTAN, de países de la UEO. Pero desde Canarias,
como nuestro entorno más inmediato sabe cuál es, el que está a cien
kilómetros de distancia con sede en el poder omnímodo del señor Hassan
II, nos gustaría tener algo de claridad sobre este tema. Si me está
diciendo que es sobre OTAN o sobre contorno europeo, me quedo más
tranquilo en cuanto a la intencionalidad política.

No obstante, quisiera saber, señor Ministro, en qué va a consistir este
equilibrio porque no lo ha explicado. ¿Tenemos que aumentar o reducir
efectivos? ¿Estamos hablando de asimetrías? ¿Tiene algo que ver con los
acuerdos de reducción de armas convencionales, a lo que me gustaría que
el señor Ministro hiciera alguna referencia? ¿Qué repercusiones está
teniendo en este momento, salvo la que hemos visto en determinadas
fotografías de parques de desguace, ya que, por lo que se ve, estamos
haciendo un gran almacén de chatarra, de carros obsoletos? ¿Qué alcance
tiene en este momento el acuerdo de reducción de armas convencionales
sobre los efectivos del ejército español, relacionado con lo que ha dicho
relativo a ahorros económicos o los planteamientos que va a haber sobre
cuestiones de desarrollo, investigación, etcétera?
En otro orden de cosas, y relacionado con este mismo hilo conductor,
señor Ministro, me gustaría que nos dijera, sobre el presupuesto de
Defensa, qué repercusión han tenido las devaluaciones de la peseta en los
sistemas de armas que están importando. Porque esto es fundamental para
entrar, en su día, en un debate sobre los programas de investigación y
desarrollo de equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas. Desconozco en
este momento el material bélico que emplean las Fuerzas Armadas
españolas, qué porcentaje es de importación y, por tanto, sometido a
oscilación de la peseta y de la cotización en dólares o donde se compren
estos sistemas de armas, y cuál es el porcentaje de dotación de
fabricación nacional sobre el cual sería menos impactante esa
devaluación. Pero a precios del dólar, repito, hoy en día, después de las
últimas devaluaciones de la peseta, tengo que pensar que sobre el
presupuesto de dotación de sistema de armas de nuestras Fuerzas Armadas
la repercusión tiene que haber sido bastante importante.

En cuanto a otra cuestión, señor Ministro, me gustaría que nos informara,
en la política de personal, qué quiere decir cuando habla de un grado de
profesionalización de nuestras Fuerzas Armadas. Yo también quisiera
pensar que no estamos hablando sólo de la profesionalización de Fuerzas
Armadas de intervención militar sobre el terreno, sino de aquellos otros
componentes, no de las armas



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pero sí de los cuerpos de nuestras Fuerzas Armadas, que tienen que estar
caracterizadas al máximo, y voy a poner un ejemplo.

En el caso de la sanidad militar me preocupa muchísimo menos en este
momento, siendo algo a lo que usted sabe que Canarias es muy sensible por
los dos hospitales militares que existen, el problema que hay allí
dentro. No es que el militar se vaya, para mejor garantía, a un hospital
de la Seguridad Social, sino que por una aplicación de incompatibilidades
a determinados profesionales de cuerpos nos hemos quedado
descapitalizados de médicos militares. Las tradicionales especialidades
de los profesionales militares en campaña se pueden llamar cirugía,
ortopedia o traumatología, es decir, lo que es el riesgo sanitario o
médico (intoxicaciones, etcétera, del profesional militar), ya que nadie
va a exigir un especialista en cataratas o en estrabismo, y en eso, señor
Ministro, estamos en este momento bajo mínimos.

Quisiera que el señor Ministro me explicitara también, cuando está
hablando de necesidad de información simultánea, si vamos a seguir con
una precariedad en las reuniones informativas entre esta Comisión
parlamentaria, sus portavoces, y mandos directos militares de las Fuerzas
Armadas, cosa que a veces se ha hecho esporádicamente. (El señor
Presidente ocupa la Presidencia.)
Usted sabe, señor Ministro, y creo que sería bueno para la transmisión de
mensajes de todo tipo porque esta Cámara va a soportar la aprobación de
los presupuestos del Ministerio de Defensa que, por lo que usted ha
anunciado, son tremendamente restrictivos. Debe existir un grado de
entendimiento mutuo a través de contactos y mediante visitas de esta
Comisión y sus portavoces a zonas militares españolas, con altos mandos
de las Fuerzas Armadas, en los que nosotros les escuchemos y, a su vez,
ellos nos escuchen desde nuestra lectura política, social, económica,
presupuestaria y de todos los órdenes. Creo que esto iría aproximando
posturas porque el fondo de algunas intervenciones del señor Ministro, de
ahora y de otras de la anterior legislatura, a veces ha sido de queja y
de incomprensión por parte de la sociedad española ante las necesidades
de la Defensa nacional.

Rápidamente, señor Ministro, me voy al renglón territorial canario.

Nosotros pensamos que sería conveniente en la política de Defensa, por
las razones obvias de que allí no podemos contar ni con el apoyo
logístico que existe en el territorio peninsular, ni con la disposición
de las unidades operativas, llámense unidades motorizadas, que existen en
la Península y que nosotros apoyaremos siempre por una solidaridad de
Estado, por la distancia, la lejanía, la posición geoestratégica del
Archipiélago canario, una definición si no de anexos, sí comprendiéndola
dentro de lo que es la política de defensa española, pero con sus
exigencias de territorialidad, de que allí se garanticen precisamente las
mejores condiciones de idoneidad de nuestras Fuerzas Armadas. Creo que
eso sería muy importante para conseguir esos objetivos, porque, si no,
nos resultaría muy difícil entender, por ejemplo, una directiva de
defensa militar, es más, una directiva de defensa nacional aplicada a un
territorio con estas características de lejanía y de la propia autarquía
muchas veces para organizar proyectos defensivos.

Termino ya mi intervención, señor Presidente, señor Ministro,
refiriéndome fundamentalmente a esta implicación de la política de
defensa española en el marco internacional. Nos gustaría, señor Ministro
-nosotros no vamos a repetir ahora los argumentos porque ya hemos
manifestado que apoyamos todas las acciones en las que las Fuerzas
Armadas españolas tengan que intervenir en territorios exteriores en
misiones humanitarias y de paz-, que nos aclarara estas cuestiones,
porque ya no es una preocupación para Coalición Canaria si éstos son, en
un porcentaje determinado, profesionales, o si se manda tal unidad o tal
otra. Lo que nos está empezando a preocupar aquí, ante la intensidad y el
volumen que están tomando estas iniciativas, es quién manda y bajo qué
marco de mando y de coordinación se están efectuando estas actuaciones.

Ya no se trata de casos como aquel de Nicaragua, ya no se trata de casos
de otros países a los que años atrás fueron militares españoles, pero se
les ha visto prácticamente a pie en todas sus actuaciones, sino que aquí
estamos, como ocurre en Yugoslavia, en auténticas operaciones de
ocupación militar, si no del territorio, sí al menos de las vías de
comunicación para llevar los suministros sanitarios o alimenticios. El
señor Ministro al principio de su intervención ha dicho una frase que me
ha preocupado tremendamente. Refiriéndose al conflicto balcánico ha
comentado que los Estados Unidos no se desentiendan de dicho conflicto.

Yo le pregunto, señor Ministro, ¿qué está haciendo Europa? Le quiero
decir una cosa, señor Ministro, a mí lo que me preocuparía es que los
Estados Unidos se comprometieran en el conflicto balcánico -dice usted
que no se desentiendan- en la medida en que lo están haciendo en Somalia.

Si la intervención o el entendimiento norteamericano en los Balcanes va a
ser de caza y captura de supuestos generales rebeldes, como el General
Aidid, mejor que no intervengan, porque me preocuparía tremendamente
tener unas fuerzas militares españolas bajo un mando operacional
norteamericano, como está ocurriendo en Somalia; mejor quedarnos en casa
para no vernos implicados. Si está diciendo el señor Ministro que no se
desentiendan los Estados Unidos y que se entiendan más con operaciones al
servicio de Naciones Unidas, el espectáculo de control y de mando de
Naciones Unidas o del señor Secretario General, Butros Ghali, en el
conflicto de Somalia, es verdaderamente penoso y lamentable, porque ni
manda ni controla y decide directamente el mando militar norteamericano.

Señor Ministro, usted ha dicho que ha habido ya trece operaciones de la
ONU en todas estas acciones de misiones de paz o anteriores. Fíjese el
volumen que esto está tomando. ¿No cree usted que España en este momento
está cargada de razones, puede y debe por su participación generosa en el
conflicto de la ex Yugoslavia exigir en el seno de Naciones Unidas y del
Consejo de Seguridad que de una vez por todas, si tenemos que seguir en
esta intensidad de participación en conflictos internacionales,



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en las denominadas misiones de paz, tengamos ya la garantía de que en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se pone en marcha su Título VII
sobre el Comité del Estado Mayor, para que sepamos por fin en la política
de defensa exterior española quién manda de verdad, bajo un control
político de Naciones Unidas y no del Pentágono, en estas operaciones en
el exterior?
Sin poner en marcha lo que dice el Título VII de la Carta de Naciones
Unidas sobre el Comité del Estado Mayor, no tendremos clarificada la
política de defensa con las garantías suficientes para que aquí, cuando
estamos a favor de que se pongan a disposición de Naciones Unidas, no
estemos empleando una pura frase retórica que nos lleve a tener en el
futuro un disgusto que no quisiéramos tener. No podemos ir a ningún
conflicto internacional, como está ocurriendo en Somalia, de comparsa,
como van las tropas pakistaníes; porque saben de verdad quién tiene el
mando operacional directo en las actuaciones que allí se realizan, que
son prácticamente de cazadores de recompensas.

Creemos, señor Ministro, que España en este momento, y el Gobierno
español, por el compromiso que ha tenido en relación con la situación
yugoslava, puede estar en condiciones de mantener esta exigencia, de
exigir algo que es fundamental en toda operación militar, que el mando
sea claro, que tenga una transparencia y que se sepa dónde reside de
verdad el mando en unos conflictos que tienen que tener siempre el
control de los foros políticos, llámese de los parlamentos democráticos
nacionales, llámese de la Asamblea de Naciones Unidas como foro
internacional.

Por todo esto, señor Ministro, quisiéramos que esta política de defensa
siguiera con este compromiso de apoyo, que es como nosotros en el fondo
lo planteamos, como necesidad vital y primordial de Estado porque, a fin
de cuentas, salvando todos los matices que se puedan realizar, que no
tienen otro afán que perfeccionarla y exponerla ante la opinión pública,
cuando se le piden apelaciones de gasto en los presupuestos de la
política de defensa no tenemos por qué hacer una mal interpretada
solidaridad. Yo he dicho muchas veces que no pido que se gaste más ni
menos, sino que se gaste bien, que se gaste en determinados puntos pues
señor Ministro, que tiene un origen financiero en su formación
profesional, sabe que hay que optimizar recursos. Desde luego, cuando se
está inmerso en una serie de crisis laborales, de empleo, de bienes de
equipo, si puede hacer suministros la industria nacional de fabricación
de armamento, no debemos tener ningún pudor en defenderla, pero al mismo
tiempo hay que exigir a los fabricantes de armamento en España que tengan
una política de conciertos, que sepan que aquí nadie puede ya trabajar en
autarquía en ninguno de estos sistemas, y que debemos tener el mejor
principio de integración. Tenemos que ser unos y otros los que
traslademos este mensaje a una opinión pública que puede estar
sensibilizada en determinados aspectos, muchas veces negativos por
omisión del propio Ministerio de Defensa que no ha sabido poner en
escena, articular o instrumentar un entendimiento de la opinión pública y
de las instituciones, de algo que nos tiene que afectar a todos los
españoles, ciudadanos e instituciones.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra, por el Grupo Socialista, el señor
Moya Milanés.




El señor MOYA MILANES: En primer lugar quiero, como el resto de mis
colegas, agradecer la presencia y la información del señor Ministro en
esta primera comparecencia en esta legislatura en la que, al igual que en
la anterior, mi Grupo le desea que esté llena de éxitos y que sean no
solamente en su beneficio personal, del Gobierno, sino también en
beneficio de todas las Fuerzas Armadas. Estamos convencidos de que el
Ministro va a continuar, por la exposición que ha realizado, en la senda
de dotar a las Fuerzas Armadas de una estructura acorde con los
principios que fueron desarrollados en el documento parlamentario del año
1991 y que va a seguir también por la senda que ha supuesto ese
reencuentro, como él mismo ha definido, entre Fuerzas Armadas y sociedad,
en relación con las misiones de paz. En ese sentido, contará con el apoyo
total de mi Grupo, lógicamente, y por lo que he podido detectar de la
exposición del resto de mis compañeros y colegas, con el de todos los
grupos por lo menos en algunos de estos aspectos.

El Ministro ha iniciado su comparecencia haciendo una apelación a la
necesidad de entender la política de defensa como una política de Estado.

Esa apelación al principio de la legislatura me parece absolutamente
oportuna y yo creo que tenemos en esta Comisión una referencia que puede
servir de marco y de ejemplo de lo que el Ministro ha querido expresar en
dicha apelación.

Sobre la elaboración del documento parlamentario del año 1991, que fue
larga y compleja, solamente me permitiré recordar en este momento cómo
esa experiencia partió en los grupos parlamentarios de una situación que
se podría calificar de orden disperso (no sé si es una terminología
adecuada a este momento), porque cada grupo tenía entonces unos criterios
bastante desencontrados en relación con los modelos que había que
realizar en torno a las Fuerzas Armadas y el servicio militar.

Después de un año de discusiones, de debates y de aproximaciones, hubo
realmente una concienciación por parte de la gran mayoría de los grupos
sobre la necesidad de encontrar un equilibrio de Estado en esta política.

Fruto de esa larga y compleja reflexión fue que lo que había partido de
una situación de dispersión, al final encontró el consenso del 86 por
ciento de la Cámara. Yo creo que eso es un buen ejemplo.

Cuando el Ministro ha hecho referencia a la necesidad de una política de
Estado, obviamente no estaba haciendo apelaciones a que cada grupo no
defendiese, lógicamente, sus propias posiciones, sino a que todos los
grupos -mi Grupo también evidentemente- debemos hacer el esfuerzo por
encontrar el punto de equilibrio en materias de las que todos, por otra
parte, partimos como premisa y con el convencimiento de que deben tener
un cierto consenso de Estado.

Yo creo adivinar -no sé si me equivocaré, espero que



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no-, por el tono del discurso de todos los portavoces en esta mañana y
por el contenido del discurso de la mayor parte de ellos, que ese
equilibrio va a ser posible encontrarlo en esta legislatura. ¡Ojalá sea
así! Mi Grupo no va a ahorrar esfuerzos en ese sentido para intentar
repetir, de alguna forma, la senda que se inició con el documento
parlamentario de 1991, a la hora de poner en aplicación los principios
allí contenidos.

La primera reflexión que querría hacer y que va a estar acompañada de un
par de preguntas al Ministro, es en relación con las referencias que ha
realizado sobre la situación internacional, al papel de España dentro de
los organismos internacionales de seguridad y, concretamente, dentro de
la Alianza Atlántica, la UEO y Naciones Unidas.

El Ministro ha defendido un papel activo de España en todos estos
frentes. Nosotros, a lo largo de toda la legislatura, hemos expresado ya
en multitud de ocasiones -tampoco es necesario volverlo a repetir- la
posición del Grupo, coincidente totalmente con la del Gobierno en la
necesidad de que España siga jugando un papel activo en cada uno de estos
frentes. Lo ha demostrado. No sería en este momento necesario, por otra
parte sería demasiado prolijo, hacer una enumeración de las propuestas
concretas que el Gobierno español ha realizado en estos foros cada vez
que ha habido algún replanteamiento de la estructura y del
dimensionamiento de fuerzas por parte de la Alianza y de la puesta en
marcha del embrión de seguridad en torno a la UEO. En numerosas
situaciones España ha contribuido con posiciones de principio y de
ofertas muy señaladas, a mi juicio, dentro de su dimensión y de su
capacidad para contribuir, de una manera cooperativa, a las propuestas
que en el seno de la Alianza y de la Unión Europea Occidental se han
venido realizando.

Yo querría, simplemente, preguntar al señor Ministro algo relacionado con
la OTAN. Ha hecho referencia a los dos retos que tendrá que afrontar la
Alianza Atlántica en el futuro inmediato, o a medio plazo: uno, el de la
ampliación y, otro, el de las nuevas misiones OTAN. Ya hay algún
precedente de nuevas misiones o de nuevos papeles OTAN que han tenido
operatividad o plasmación en la crisis de Bosnia, etcétera, pero sigue
existiendo todavía una cierta indefinición en este momento sobre el
diseño de las misiones dentro de la Alianza, así como sobre el criterio
de la ampliación.

La doctrina oficialmente mantenida hasta este momento por la Alianza es
el no a la ampliación, desde el punto de vista de la adhesión
jurídica-formal por parte de nuevos miembros, pero me gustaría conocer si
el señor Ministro detecta alguna inflexión en este punto en los últimos
tiempos.

En relación con la UEO, de una manera benevolente el señor Ministro la ha
calificado de encontrarse en una situación de ritmo pausado. Es verdad.

El ritmo que va a llevar la construcción de una entidad europea de
defensa en torno a la UEO necesariamente tendrá que ir acompasado al
ritmo de construcción de la propia Europa y de la unión política europea.

Es cierto que haciendo un poco de historia no muy lejana observamos que
hemos pasado de una cierta etapa de euforia, en un primer momento, sobre
todo en el Tratado de Maastricht sobre la construcción de una Europa de
la defensa en torno a la UEO, a un cierto no diría parón pero sí pausa en
el ritmo de los debates o de las propuestas con relación a la
construcción de la entidad de defensa en torno a la UEO.

Me gustaría conocer -sería mi segunda pregunta- cuáles son, a juicio del
señor Ministro, los mecanismos que podrían relanzar el ritmo de la
construcción de esta entidad de defensa en torno a la UEO y que pudiesen
iniciar un camino de despegue de la situación en la que se encuentra en
este momento.

En relación con Naciones Unidas hay sin duda, como el propio señor
Ministro ha expresado, temas que van a requerir un estudio muy complejo y
que, sin duda, van a afectar a las Fuerzas Armadas de los países
miembros, no sólo por lo que hace referencia a la previsible reforma de
la Carta, sino también a algunos elementos ya más concretos que el propio
señor Ministro ha expresado que están sobre la mesa del Secretario
General, en relación con algún contingente de tropas o de fuerzas a
disposición del Secretario General de Naciones Unidas, como tema de
estudio en este momento.

Mi Grupo quiere reiterar la necesidad de que España, que ha demostrado
también en el foro de Naciones Unidas un papel especialmente activo,
enormemente activo en cuanto a la
implicación en operaciones de paz y de CASCOS AZULES de Naciones Unidas,
siga impulsando ese papel y esa participación en el foro de Naciones
Unidas. Para terminar con esta reflexión en materia internacional,
coincido plenamente con una afirmación que ha realizado el Ministro al
final de su intervención en el sentido de que estamos todavía en una
etapa en la que está por definir la arquitectura definitiva de seguridad
europea, como lógicamente no podía ser de otra manera, porque éste no
podía ser sino un proceso que iba a tener acelerones, ralentizaciones,
algunas marchas atrás, incluso una cierta desorientación en algunos
momentos y una falta de definición. Creo que es tan radical el cambio que
se ha operado en ese sentido en las estructuras internacionales, que
necesariamente el paso de un modelo de seguridad a otro conlleva un
período de incertidumbre, de readaptación y de reajuste de las
estructuras colectivas de seguridad. A mi juicio, hay dos cosas claras.

La primera -y el señor Ministro lo ha dicho claramente-, es que no
estamos exentos de riesgos; Europa no está exenta de riesgos, el mundo no
lo está, y por tanto no podemos caer en la ingenuidad de permitirnos
vacíos de seguridad. Todo lo que vaya en la línea de cuestionar o de
debilitar de una manera sistemática estructuras colectivas de seguridad
(tipo Alianza Atlántica), o ralentizaciones de la Unión Europea
occidental, etcétera, camina en favor de la inestabilidad, camina en
favor de los vacíos de seguridad. Indudablemente, hacen falta estructuras
de seguridad.

Hay un elemento que también está absolutamente claro, y es que tienen que
ser estructuras colectivas de seguridad. A mi juicio, no cabe -sería un
error tremendo por parte de la historia de los países europeos- una
vuelta a



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una renacionalización de las políticas de seguridad. Yo creo que está
absolutamente demostrado que la experiencia histórica y el éxito de las
estructuras colectivas de seguridad dan la lección de que nada sería peor
que un resquebrajamiento de los organismos colectivos efectivos de
seguridad y la vuelta a unas políticas nacionalistas de seguridad que, al
margen de que serían difíciles de mantener por sí mismas, desde el punto
de vista presupuestario, conllevarían una política de alianzas
bilaterales que, sin duda, traerían más quebraderos de cabeza que
soluciones. Basta comprobar la situación de Yugoslavia, donde el propio
panorama de la situación en Bosnia no ha sido demasiado halagüeño para
las perspectivas europeas, para pensar que habría sido mucho peor si a
Europa le hubiese cogido en un momento de políticas nacionalistas de
seguridad, con alianzas bilaterales por parte de los socios occidentales
con cada uno y por separado de las partes implicadas dentro del conflicto
yugoslavo, porque ello hubiese llevado a una internacionalización, a una
europeización del conflicto que hubiese complicado mucho más el panorama.

Entrando en las demás materias muy rápidamente, he de decir que el
Ministro ha hecho referencia a la benevolencia, o a la bondad -por
decirlo mejor- del modelo de Fuerzas Armadas, que se aprobó en el
Congreso, y que ahora está en ritmo de aplicación. Yo creo que la mejor
virtud que tiene este modelo es su existencia. Puede parecer una
ingenuidad pero el habernos dotado, de una manera consensuada, de un
modelo claro, con unos horizontes despejados, en el sentido de unos
ritmos a alcanzar y, sobre todo, con una clara conciencia de la
viabilidad de ese sistema, es la mejor garantía de que hemos acertado en
un modelo que tiene características de perdurabilidad.

En relación con el servicio militar, el Ministro ha hecho un anuncio que
me parece importante destacar y al que el resto de los portavoces no le
han prestado demasiada atención pero que, a mi juicio, la tiene de manera
muy positiva. Hasta ahora, el Gobierno ha regulado de manera
reglamentaria muchos aspectos en relación con el servicio militar, todos
ellos a las puertas del servicio militar; es decir, ha regulado el
reclutamiento; ha habido regulación en relación con el cuadro médico; ha
habido, en definitiva, toda una batería reglamentaria que ha ordenado de
una manera muy eficaz y positiva todo lo que es el acceso al servicio
militar. El reglamento de la prestación es absolutamente necesario y
oportuno, por ello, me parece un anuncio de primera magnitud que se haya
expresado de una manera formal el compromiso del Gobierno de entrar en su
desarrollo y en su realización. Lo mismo hay que decir en relación con lo
expresado sobre la movilización y la necesidad de regular de una manera
modernizada y adaptada a las circunstancias todos estos temas que ya se
habían expuesto en otras ocasiones y que otra vez vuelven a ser
expresados aquí.

Me parece muy útil la apelación que ha hecho el Ministro y el guante que
nos ha lanzado en cuanto a los criterios sobre los que como
parlamentarios de la Comisión de Defensa deberíamos reflexionar, con
relación a las implicaciones territoriales que pueden tener, y que sin
duda tendrán, no solamente en todo lo que es materia de la gerencia de
infraestructuras, que ya lo está teniendo desde hace bastante tiempo,
sino también en todo lo que va a suponer el nuevo despliegue en la
estructura de Fuerzas Armadas. Esa apelación a superar localismos, esa
apelación a concordar ideas y principios con las aplicaciones
territoriales, me parece útil porque al Ministro no se le escapa que, a
la vez que somos parlamentarios en la Comisión de Defensa, también somos
territoriales, y tenemos las presiones de los territorios. Es oportuno
que el Ministro haya lanzado esa reflexión aquí porque todos -qué duda
cabe que los socialistas también- tenemos que hacer, a mi juicio, un
ejercicio de responsabilidad, ya que fundamentalmente debería primar la
idea de que el Gobierno debe sacar, con el apoyo de las Cámaras, un plan
de despliegue que sea aceptable, coherente y que, en definitiva, responda
a las necesidades de la Defensa nacional. Ese es el principal criterio,
el principal objetivo. No se trata de hacer un plan que responda a las
necesidades de la suma de gobiernos autonómicos y locales, no se trata de
eso; se trata de hacer un plan que responda a las necesidades de la
Defensa. Yo sé que, en la medida en que ayudemos, por parte de los
miembros de esta Comisión, a cooperar en ese criterio y a trabajar en esa
dirección, el Gobierno lo agradecerá. Mi Grupo está dispuesto a
reflexionar sobre ello, así como a trasladar a las instancias oportunas
esa reflexión, en el convencimiento de que no caiga en saco roto. Ha
habido una descripción pormenorizada, en la que yo no entraré ahora
puesto que vamos a tener un debate presupuestario en Comisión y en Pleno
donde tendremos ocasión de discutirlo, sobre prioridades en materia
presupuestaria, programas concretos, instrumentos, cambio de doctrinas o
utilización de medios de Defensa, con insistencia en medios de
transportes o en sistema de misiles. Nosotros compartimos esas
reflexiones y no vamos a entrar ahora en el comentario pormenorizado de
cada una de ellas. Lo que sí haría es una reflexión o referencia, porque
me parece un anuncio importante que ya se había expresado en algún
momento pero que ahora se hace con más claridad y rotundidad, a la
necesidad de proceder a una ley que sustituya a la actual de dotaciones,
con las características que expresamente ha dicho el Ministro. Creo que
el Ministro ha empleado las palabras: estabilidad, vinculante y aprobado
por las Cámaras. Precisamente ésas son las tres notas que requiere un
plan de dotaciones, un plan de aprovisionamiento o de equipamiento, en el
sentido de que hace falta dotar de credibilidad a ese plan, de realismo,
de carácter vinculante para despejar incertidumbres, de dar seguridad a
todo el proceso de equipamiento y de dotar también de un marco de
seguridad al entramado empresarial en armamento. Por tanto, es
absolutamente necesario y muy oportuno, a mi juicio, acometer una nueva
ley que, con arreglo a esas premisas y a esos criterios que el propio
Ministro ha expresado, se presente a la Cámara.

Finalmente, me voy a referir a las misiones de paz. El Ministro ha
expresado con acierto una idea que a mi Grupo le preocupaba sinceramente
hace dos o tres años



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cuando se inició el debate del documento parlamentario al que antes me he
referido. Planeaba sobre aquella Comisión parlamentaria el convencimiento
de que en algunos sectores de la sociedad existía una imagen concreta del
papel de las Fuerzas Armadas. Indudablemente, los parlamentarios
coincidíamos en que una buena parte de la sociedad mantenía un
cuestionamiento del papel de esas Fuerzas Armadas en función muchas veces
de su comportamiento a lo largo de la historia de España, en otras, de
atavismos ancestrales y, en otras, existía una desconfianza congénita
hacia la profesionalidad de las mismas y hacia su capacidad para actuar
con eficacia en operaciones internacionales. Creo que eso era algo que se
detectaba en muchos sectores de la sociedad española hace dos o tres
años. Recuerdo que una de las preocupaciones que mi Grupo siempre
manifestó en la discusión de ese documento fue la necesidad de conseguir
mecanismos para encontrar el punto para recuperar este reencuentro e
intentar que la aproximación de sociedad y Fuerzas Armadas se hiciese de
una manera palpable, efectiva, real y claramente detectada por los grupos
políticos y por toda la sociedad. Al cabo de dos años, esto se ha
producido y me llena de satisfacción comprobar que tan sólo dos años
después de aquellos análisis un tanto sombríos sobre la relación entre
sociedad y Fuerzas ARmadas españolas que hacíamos en aquella Comisión, el
panorama hoy ha cambiado radicalmente. Y creo que en ello el papel que ha
jugado la intervención de las Fuerzas Armadas españolas en misiones de
paz en el exterior ha tenido una importancia absolutamente primordial. Si
el papel jugado por España ha tenido efectos fuera del territorio
nacional, también los ha tenido, casi al mismo nivel, dentro del
territorio nacional. Porque le ha dado una dimensión internacional a
nuestros ejércitos; ha roto la imagen aislacionista que tenían nuestros
ejércitos, y se ha recuperado de una manera muy positiva el prestigio de
la eficacia y de la profesionalidad de nuestras Fuerzas Armadas,
demostradas en la Guerra del Golfo, en Bosnia y en El Salvador. Sin duda,
se ha producido un reencuentro absolutamente positivo entre una buena
parte de sectores de la sociedad española con las Fuerzas Armadas, cuya
imagen ha dado un cambio radical. Se ha engrandecido esa imagen y creo
que proseguir en esta política -el señor Ministro ha expresado que el
Gobierno va a insistir en ella- de la participación en misiones de paz es
la mejor garantía para, por una parte, contribuir a la pacificación de
los conflictos internacionales y, por otra parte, de puertas adentro,
porque es lo que está produciendo mejores resultados en esa capacidad de
aproximación y de reencuentro entre la sociedad y las Fuerzas Armadas
españolas.

Finalmente quiero expresar una vez más, en nombre de mi Grupo, el
reconocimiento de la labor que en estos momentos están realizando
nuestros militares fuera del territorio nacional, en todos los frentes,
especialmente en Bosnia; y también quiero felicitar muy especialmente al
señor Ministro por la parte que le toca, que indudablemente es mucha,
porque el éxito de la política que se ha llevado a cabo en este terreno
merece el reconocimiento público y mi Grupo lo quiere expresar de una
manera sincera.




El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Señorías, debo agradecer el
tono de todas las intervenciones y el apoyo general que los grupos han
expresado en las líneas básicas que mencioné y resumí en mi intervención,
haciendo honor a esta política de Estado que en varias intervenciones se
ha mencionado debe tener la política de seguridad y de defensa.

Agradezco, por tanto, el clima en el que comienza la legislatura en esta
Comisión.

Empiezo por responder al portavoz del Grupo Parlamentario Popular.

Siguiendo el orden de las intervenciones, debo agradecer el apoyo y la
crítica positiva que ha expresado el señor Cortés y, naturalmente, me
satisface ver que estamos de acuerdo en los principios y en las líneas
esenciales, aunque me parece lógico que exprese críticas sobre lo que
-incluso dentro de estas líneas- pudiera no ser compartido.

Me ha dado la impresión de que, al principio, el señor Cortés pretendía
separar lo que es la demostrada calidad profesional y humana de nuestros
militares de lo que ha sido la política militar, como si fuera algo
completamente disociado. Naturalmente, esta demostrada calidad, adquirida
a lo largo del tiempo, no es sólo fruto de la propia institución militar,
algo tiene que ver con ella la política llevada a cabo. Cuando se cambia
la organización del personal y se racionalizan, por ejemplo, las escalas,
cuyo número era a todas luces excesivo; cuando se cambia la organización
y todos los procedimientos de enseñanza; cuando se da una apertura al
mundo, bajo un punto de vista diplomático y, a continuación, se acompaña
de una apertura de la política militar; cuando se moderniza el material;
cuando se facilita la formación técnica, el resultado es el aumento de la
calidad profesional de nuestros militares.

Cuestión distinta es la calidad humana, que sí que la aportan sus
miembros. Sí que la aportan -y lo he dicho en más de una ocasión- con
unas virtudes vocacionales, que tienen un carácter muy tradicional, y a
las que ahora se presta una mayor atención por parte de la sociedad.

Virtudes que, al margen de los avatares históricos, han ido siempre
aparejadas a la profesión militar, aquí y fuera de nuestro país. Por
tanto, sí creo que se debe reclamar una cierta responsabilidad o
participación en la mejora de la calidad profesional, dejando al margen
esta calidad humana que todos conocemos.

Señoría, sí existen unas carencias lógicas en la dotación de material y
financiera. Ya mencioné que en los últimos tres años hemos sometido a las
Fuerzas Armadas a un esfuerzo muy grande para enfrentarse a una reducción
considerable de los presupuestos -y ahora lo recordaré una vez más,
porque lo he dicho muchas veces-, pero también deberíamos dar un paso más
y matizar las cosas más exactamente. Deberíamos preguntarnos con



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respecto a qué existen esas carencias. Porque si estamos hablando de las
carencias que hay con respecto a una dimensión excesiva del Ejército,
diré que tienen una importancia relativa: irán desapareciendo a medida
que esa dimensión excesiva se corrija. Si hablamos de las carencias -que
también existen- respecto a una dimensión más reducida, más ajustada, de
acuerdo con las cifras que hoy hemos mencionado, ésas importan mucho y a
ellas tendremos que irnos refiriendo en sucesivas comparecencias.

Si hablamos de defectos de personal, de defectos de mantenimiento, de
defectos de material en unidades que se deben concentrar con otras, el
problema me preocupa pero temporalmente. Lo que me preocupa es que haya
carencias en las Fuerzas de Acción Rápida, que haya carencias en la
Armada, o que haya carencias en la fuerza de reacción del Ejército del
Aire.

Insistí mucho también en que el riesgo de confrontación global ha
disminuido, pero que nunca se debe excluir, entre otras cosas porque la
política de seguridad debe tener siempre una perspectiva de tiempo muy
dilatada. Tenemos que estar pensando casi en términos de una generación,
y en un lapso temporal como ése es muy difícil hacer previsiones, sobre
todo en el tipo de mundo que vivimos ahora. Señor Cortés, por supuesto
que estamos teniendo en cuenta el que nuestro país, precisamente debido a
su posición estratégica a la entrada del Mediterráneo, debe tener siempre
muy presente en todos sus planteamientos esa posibilidad de que la
confrontación no sea exclusivamente local y fuera del territorio o del
espacio que nos afecta más directamente.

Me gustaría repetir lo que he leído, porque hubo un problema de megafonía
y, aunque procuré alzar la voz, reconozco que casi siempre hablo muy
bajito. Si me lo permiten SS. SS., repetiría lo esencial, los principios
en los que tenemos que basar todo el planteamiento estratégico y en los
que deberíamos basar también nuestra perspectiva de política de defensa a
largo plazo. Dije concretamente: En definitiva, la organización de las
Fuerzas Armadas, sin descartar nunca un conflicto grave con riesgo para
el territorio nacional, si bien de dimensión y naturaleza distinta (me
estoy refiriendo a que probablemente el riesgo de amenaza nuclear nunca
volverá a ser como el que existía hace cinco años, entre otras cosas,
porque gran parte del armamento nuclear ya está en proceso de
destrucción), debe orientarse a la gestión de crisis internacionales que
pueden afectar los intereses vitales propios -los de España- o poner en
riesgo la estabilidad internacional y las leyes internacionales. Para
ello, es preciso contar con un arsenal de medios militares para asegurar
tanto el mantenimiento de la paz como la imposición de la paz, incluso
utilizando la fuerza si es preciso. La contribución española a esos
objetivos debe seguir los siguientes principios, que son (como ha
escuchado S. S., bastante elementales): Primero, España debe estar
preparada para contribuir a una amplia gama de actividades de
mantenimiento o de imposición de la paz. Segundo, las Fuerzas españolas
se pondrán a disposición de la ONU y de las iniciativas de cooperación
internacional que cuenten con un respaldo de aquélla. Tercero, en caso de
amenaza al territorio español o al de la Unión Europea Occidental, la
prioridad máxima será su defensa; lo mismo ocurriría con la OTAN, a
través de los acuerdos suscritos a partir de 1986. Cuarto, todas las
unidades integradas en la fuerza de acción rápida, así como los
profesionales y voluntarios de las fuerzas de reacción pueden ser
utilizados en las operaciones internacionales. Igualmente, lo podrán ser
los cuadros de las unidades de la fuerza de defensa del territorio. Y,
quinto, las unidades que actúen en misiones internacionales estarán
preparadas para hacerlo con las de otros países y con organizaciones
civiles humanitarias españolas o internacionales. Se partía del hecho de
que había que tener muy en cuenta, aunque fuera remoto, ese riesgo de
confrontación global.

Lo que sí quiero resaltar -y creo que en esta legislatura volveremos a
hablar de ello muchas veces- es que España tiene responsabilidades
nuevas; por eso, consideraciones como las que ha hecho la Diputada
Maestro están fuera de lo que es la realidad de la vida. España tiene
unas responsabilidades que comparte con otros países y que son producto
del esfuerzo colectivo que hemos hecho los españoles para tener un papel
con trascendencia en la comunidad internacional.

En cuanto a las operaciones de paz, quisiera evitar -y aquí hago un
especial llamamiento a los medios de comunicación- que hubiera polémica
sobre la utilización de voluntarios no profesionales, porque estamos
hablando de algo que aplica Francia, los países nórdicos, los países que
tienen mayor experiencia en estas misiones. Estamos hablando de disponer
de profesionales que tengan una especialización en un tipo de misión
concreta y de los cuales no siempre disponemos en número suficiente. La
carencia que aparece con más frecuencia es la de conductores, y
especialmente la de conductores de vehículos blindados, vehículos de BMR.

Por tanto, se trata de que voluntariamente los que no son profesionales
puedan convertirse en profesionales a través de contratos específicos de
corta duración. A nadie se le va a exigir si voluntariamente no se quiere
convertir, de forma temporal, en un profesional, o si haciendo el
servicio militar no quiere acudir, por su propia voluntad expresada
libremente y con todo tipo de formalidades. Señorías, quiero insistir en
que tenemos muchas más peticiones de soldados que están haciendo el
servicio militar y quieren participar en las misiones de paz que plazas;
muchas más. Estamos en este momento en una proporción de cinco o seis a
uno; obviamente, se tiene que hacer una selección.

Quiero llamar la atención de SS. SS. sobre un hecho evidente. Las
organizaciones civiles que trabajan en paralelo con los CASCOS AZULES en
estas operaciones de paz están compuestas de voluntarios a veces también
muy jóvenes y que también corren riesgos. Ha habido bajas, y a veces
mortales, entre funcionarios o colaboradores de ACNUR, del Alto
Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas, o de organizaciones
no gubernamentales no integradas en ACNUR. Insistiré en ello a
continuación.

Por supuesto, señoría, que la Ley 17 no es perfecta, es,



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además, una Ley extraordinariamente compleja y los que tenemos que
aplicarla diariamente tenemos que hacer incluso un esfuerzo de
flexibilidad para que una ley tan complicada se pueda adaptar
adecuadamente a cada caso. Tiene razón S. S. en expresar una cierta
preocupación en ese sentido. Yo la comparto, pero hay algunas reflexiones
que tengo la impresión de que en una conversación específica S. S. no las
expresaría. Concretamente, ha mencionado las escalas especiales.

El problema de las escalas especiales, al margen de que haya habido
expectativas de derecho no consolidado que no se han confirmado después,
es que teníamos un ejército en el que el número de oficiales era
claramente superior al de suboficiales. Esto no es normal en un ejército
moderno y tampoco en un ejército tradicional; no es normal. Se producía
precisamente porque el sistema de promoción no consolidaba un modelo de
carrera específico para los suboficiales, con un empleo superior, el de
suboficial mayor, debidamente retribuido, considerado y con el peso
profesional que debe tener, sino que había una promoción a oficiales en
los empleos inferiores de oficial, con lo cual se producía una
acumulación en tenientes y capitanes muy grande, sin expectativas de
promoción. Sabe S. S., por otra parte, que el empleo tope que podían
alcanzar era el de comandante.

Se trata, por tanto, de que cada una de las escalas tenga el cometido que
debe tener y sus expectativas propias de promoción. Creo que deberíamos
ir olvidando la situación que se creó. Insisto en que al Ministerio
tampoco le ha gustado. A mí no me ha gustado el que ciertas expectativas
de derecho no se hayan consolidado. Se ha creado algún problema humano
que otro, por supuesto, yo soy el primero en lamentarlo, pero teníamos
que evitar el que se siguiera repitiendo, año tras año y época tras
época, esta situación de falta de equilibrio entre oficiales y
suboficiales.

Lo mismo nos sucede con los ascensos por selección. Su señoría no ignora,
con toda seguridad, que la Armada los utiliza desde hace mucho tiempo, y
la Armada es modelo de la política de personal en ciertos aspectos.

También el Ejército del Aire utiliza estos sistemas. Por tanto, ¿por qué
no se van a aplicar en el de Tierra? Me puede decir su señoría: Háganlo
con cautela, háganlo con prudencia, cerciórense de que los criterios que
se utilizan son los correctos, y en eso estamos. Si S. S. tiene alguna
sugerencia que hacer sobre los criterios a aplicar, por supuesto que
estamos abiertos a considerarlos. Es probable que algún detalle se haya
olvidado, es probable que los cuarteles generales en algún momento hayan
utilizado una lista de criterios de valoración que esté incompleta, pero
podremos mejorarla. Desde luego, lo que no se puede es dudar de la
oportunidad de sustituir, de una vez para siempre, criterios de estricta
antigüedad por criterios de valoración del personal. Esto se hace en las
empresas todos los días. Imagínense una empresa en la que el que ingresó
en un concurso y sacó el número 1 fuese el número 1 de ese grupo para
siempre, sin valoración de lo que hizo en los 30 ó 20 años siguientes. No
tendría lógica, ¿verdad? Pues tampoco la tiene en las Fuerzas Armadas.

Así lo consideran la Armada y el Aire y así lo considera también, en el
fondo, el Ejército de Tierra, lo que ocurre es que supone romper
realmente con una tradición muy arraigada.

En cuanto a los siete billones que se han dedicado en los últimos diez
años a las Fuerzas Armadas, yo le brindo a S. S. la oportunidad de
revisar todos los datos de ejecución del presupuesto, pero también esos
siete billones han tenido una relación directa con las Fuerzas Armadas
que tenemos actualmente, que en casi todo son diferentes de las que había
hace diez años, pienso que casi siempre para mejor.

Es verdad que hay una crisis profunda en las industrias que hay que tener
muy en cuenta. Como Ministro de Defensa he dicho algo que frecuentemente
suena impopular y es que en estos tiempos de dificultad presupuestaria he
dicho que no podíamos reducir tan drásticamente los gastos del
Departamento, porque el efecto sobre la industria ha sido tremendo. Decía
algo impopular pero bien justificado, porque estamos hablando de puestos
de trabajo, estamos hablando de incorporación de nuevas tecnologías,
estamos hablando de la capacidad de estar en proyectos internacionales de
gran futuro. Coincidimos, señoría, plenamente. Hay incluso
preocupaciones, que podríamos mencionar en una comparecencia, que tiene
nombre de empresas; empresas que están en este momento en dificultades,
incluso en suspensión de pagos.

Tiene toda la razón S. S. cuando ha mencionado que el tope de 300.000
efectivos no tiene nada que ver con el caso de guerra. Me expresé mal.

Creo que ni siquiera estaba escrito en el texto. Luego, culpa no es de
mis colaboradores ni de mi secretario, sino mía. Quiero decir -la
expresión era incorrecta- que eran los efectivos más la movilización
activable en cualquier momento. Lo que quería expresar es que esta
movilización, esta activación de la reserva mobilizable solamente se
pueda producir en caso de guerra, lo cual es muy improbable. Por tanto,
tiene razón su señoría.

En cuanto al servicio militar, no estoy de acuerdo con S. S. en lo que ha
dicho sobre que España ha endurecido en exceso las prórrogas de segunda
clase. Yo creo que nuestro país tiene que ser moderno. Cuando se exige al
Gobierno que gobierne bien, a SS. SS. que controlen bien al Gobierno y
legislen bien, a los ingenieros que proyecten bien, se tiene que exigir a
los estudiantes que estudien bien. Esto tiene que ver, incluso, con la
polémica que ahora hay sobre las tasas y, precisamente, sobre los
derechos para matricularse una y otra vez en una asignatura. Aquí ocurre
igual. Se tiene que pedir a los jóvenes que estudien bien y, por tanto,
si alguien abusa de las matriculaciones, para ir sumando prórroga tras
prórroga, hay que atajarlo. Hay cosas que son razonables y cosas que no
lo son, y yo creo que es razonable haber establecido un sistema en el
que, le aseguro señoría, que no se ha ido tan lejos. Estamos todavía ante
un sistema bastante más tolerante que el que se aplica en las prórrogas
en otros países, como Francia; lo hemos estudiado muy al detalle. Puede
haber algún problema con las prórrogas de residentes en



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el extranjero. Estoy de acuerdo en que ahí la tramitación, a veces, es
complicada. Los consulados no tienen instrucciones del Ministerio de
Defensa muy claras. Si S. S. me hace llegar casos de países y de personas
concretas donde se haya producido esa dificultad de obtención de la
prórroga, se lo voy a agradecer.

En cuanto a los objetores e insumisos, de manera voluntaria y muy
conscientemente he querido evitar hablar de ello. He querido hablar sobre
cuestiones de seguridad internacional y de la participación de España en
su solución. He querido hablar de planteamientos estratégicos, de planes
para los Ejércitos, ya va siendo hora de que hablemos de política de
seguridad y de defensa en términos de país normal, y que no estemos
hablando siempre de política de defensa centrándonos en los objetores e
insumisos, como si ése fuera el problema básico de nuestra seguridad. No
lo es, señorías. Puede ser un asunto que está más presente en los medios
de comunicación, porque es más fácil de entender y de comentar; pero los
problemas no son éstos. Los problemas son la dimensión de los Ejércitos,
la dotación que tienen, la participación que van a desempeñar en misiones
internacionales, el entorno estratégico en que se mueven en España... Esa
es la política de seguridad de defensa, y no hablar de los objetores e
insumisos que, por cierto, no son de mi Departamento, sino del Gobierno.

A mí me tocan también y me preocupan mucho, pero la responsabilidad de
administrar esa cuestión es de otro Ministerio. Por consiguiente, se
puede tratar en la comparecencia de otro Ministro, concretamente, el de
Justicia. No lo rehúyo, y luego voy a hablar sobre ello, pero, de manera
expresa, señor Cortés, he querido no mencionarlo en mi comparencia,
precisamente, para ir dando mayor altura y amplitud a las discusiones de
esta Comisión que, por cierto, las ha ganado a lo largo de la anterior
legislatura, y pocas veces se ha tratado sobre el problema de los
objetores e insumisos; luego, no volvamos atrás.

Con respecto a la intervención que ha tenido la representante del Grupo
de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, señora Maestro, quiero
agradecer el acuerdo expreso de buena parte de las líneas, en las que
luego se ha contradicho con lo que ha constituido el eje de su
intervención. De hecho, ha propuesto el desmantelamiento de las Fuerzas
Armadas españolas, el desmantelamiento de las organizaciones de seguridad
europeas y el desmantelamiento de medio mundo (no quiero exagerar). Desde
luego, no estoy de acuerdo en que S. S. diga que hay una asimetría en la
disolución de los bloques: que uno se ha disuelto y el otro, no; no es
verdad. Uno de los bloques se ha disuelto por decisión democrática de los
Gobiernos legítimamente elegidos en los países que lo componían. Se ha
disuelto porque la gran potencia que lo sustentaba también se ha
fragmentado y, sin embargo, la otra organización militar, a la que se
estaba refiriendo S. S., la OTAN, se mantiene por decisión democrática de
los países que la componen. La diferencia es bastante sustancial. Tampoco
estoy de acuerdo en que se contraponga las Naciones Unidas a la OTAN.

Esto es algo que quizá exija que S. S. o su Grupo sigan más de cerca las
posiciones del Secretario General de Naciones Unidas, que le está
pidiendo a la OTAN colaboración en la resolución de ciertos problemas.

Por tanto, no debe haber contraposición cuando el propio Secretario
General de Naciones Unidas pide a la OTAN que ayude a resolver ciertos
problemas.

Confieso, una vez más, que no entiendo la diferencia entre ejército
ofensivo y defensivo; no lo entiendo, sinceramente. Y, sobre todo, no
entiendo cómo se pueden defender intereses vitales de una nación
aplicando esa distinción; no lo sé. Por otra parte, en el mundo,
lamentablemente, como consecuencia de la naturaleza humana, siempre habrá
crisis y alguien las tendrá que resolver. Por tanto, no entiendo muy bien
cómo en esa resolución se puede aplicar el carácter ofensivo o defensivo.

En cuanto a las propuestas, hay algunas que me han llamado bastante la
atención, como, por ejemplo, el desmantelamiento de las bases
extranjeras. ¿Hay alguna en España? Porque las bases de utilización
conjunta son sólo de utilización española, y si S. S. supiera el número
de norteamericanos que hay en nuestro país, se asombraría, porque son tan
pocos que, cuando lo digo normalmente, la gente no se lo cree, y es
porque la reducción de efectivos norteamericanos, por virtud de los
acuerdos, ha sido tan rápida, que ha ido mucho más allá de lo que los
propios norteamericanos comunicaron hace relativamente poco tiempo. No
estoy dispuesto tampoco a denunciar el Convenio bilateral con los Estados
Unidos y, sobre todo, no estoy dispuesto a que España se salga de la
Unión Europea Occidental, que sería como salirse de la Comunidad Europea,
ni a salirse de la OTAN, que sería como quedarse al margen de lo que es
la comunidad internacional europea. Yo no lo comparto.

Tampoco comparto disminuir más el presupuesto; de hecho, he dicho que hay
que aumentarlo. Sobre esto tengo una posición bastante clara: en época de
dificultades financieras, todos los Ministerios tienen que colaborar a
reducir el déficit. Es, en mi opinión, el principal problema que impide
la creación de empleo en nuestro país. Por tanto, yo no me lamento. Con
lo que el Parlamento asigna a Defensa, tendremos que trabajar con
profesionalidad, con imaginación y resolver las carencias financieras
probablemente con más trabajo; y así se hará. Yo no me lamento, pero sí
advierto sobre algo que he dicho con bastante claridad y que lo quiero
repetir.

Estos principios -los que leí antes- tienen en cuenta una realidad
económica evidente: la reducción de gastos de Defensa en todos los países
aliados y en las principales naciones del centro y del este de Europa.

Esta reducción es ya estructural y afecta a España de dos formas: en
primer lugar, España debe equilibrar su capacidad militar, actualmente
limitada, con la de otros países aliados o socios (es decir, aumentarla,
aproximarla a la de ellos) que han venido haciendo un gran esfuerzo en
ese campo (y lo están reduciendo), como un complemento ineludible de
nuestra política exterior. Eso supone aumentar nuestro esfuerzo en
Defensa hasta hacerlo más parecido al de nuestros socios. En segundo
lugar, ese aumento se enfrenta a un problema económico también
estructural,



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que es el déficit fiscal español. Habrá que encaminarse con prudencia
hacia el 2 por ciento de gastos militares sobre el producto interior
bruto -está en el documento de 1991-, teniendo en cuenta dentro de los
mismos la importante partida de personal en la reserva.

Por tanto, hay que ser responsable, adaptarse a las circunstancias
presupuestarias de nuestro país, pero saber que no podemos sentarnos en
la misma mesa, con la misma voz y el mismo peso que otros países que
dedican el 3 por ciento del producto interior bruto, con el 1 solamente.

Esto es lo que quiero expresar. Antes o después alguien se acuerda de
esta diferencia y dice que la voz y la influencia están en relación
directa con la capacidad de aportar esfuerzos en el terreno de lo militar
o en el entorno de la seguridad. Propongo aumentar el presupuesto poco a
poco. Y le recuerdo a S. S. que la disminución ha sido verdaderamente
espectacular: en 1982, el presupuesto de Defensa dentro de los
Presupuestos del Estado eran del 11 por ciento, y en este momento, menos
del 5 por ciento. Pero es que nuestro esfuerzo, medido en producto
interior bruto, sólo es equiparable al de Luxemburgo. Un país más
parecido al nuestro, Italia, dedica el 2 por ciento del producto interior
bruto, y ha considerado, en los planes que está haciendo tipo LIBRO
BLANCO o comparecencias de Ministros como la de hoy, el suelo como límite
mínimo en el que se tienen que mover.

¿Y por qué duda S. S. que la justicia militar no esté totalmente adaptada
a la Constitución y a las normas civiles? Sí que lo está. Mírelas
simplemente y mire el Código de Justicia Militar. Estúdielo y no dudará.

Con respecto a otras consideraciones, como la sindicación, la
desmilitarización de los cuerpos de seguridad, el derecho de reunión, no
estoy de acuerdo. Y, por supuesto, rechazo frontalmente que S. S. ponga
en duda que aquí no se respeta la presunción de inocencia de nadie, de
los soldados o de quien sea.

Hablaba S. S. de disolver la Legión. ¿No lee los periódicos y las
revistas y no ve cómo lo está haciendo la Legión en las misiones de paz?
Además, la Legión está en plena reforma a mejor. En dos años el cambio ha
sido sustancial y debe continuar todavía.

Habla de reducir las Fuerzas Armadas. ¿Más aún? Habla de un Ejército sólo
profesional. Ahora hablaremos de esto, porque eso cuesta mucho más
dinero. El señor Carrera también habló de ello. Estoy seguro que ningún
grupo de esta Cámara, desde luego el primero el mío y el Gobierno, no van
a proponer que haya más gasto en disponer de tropa y marinería
profesional a costa de gastos sociales, que son los únicos que podrían
ser susceptibles de disminución para que se produjera una capacidad de
financiación.

En cuanto a los objetores, me va a permitir, señoría, que haga una
reflexión de carácter político que no es militar y que me parece cada vez
más necesaria. Alguien tiene que decir, y no me importa ser yo, que ya
está bien de escuchar en nuestro país que no puede haber voluntariado
porque detrae puestos de trabajo. Usted sabe, señoría, que yo he
trabajado muy directa y personalmente, y por eso tengo ahora cierta
legitimidad para decirlo, en programas como el del sida o como el del
cáncer. Si no hubiera sido por los voluntarios que querían generosamente
participar en esos programas, muchos enfermos no hubieran tenido la
asistencia social de que disponen. Por supuesto que eso disminuye los
puestos de trabajo, porque se lo podíamos encargar a alguien y cobrar.

Ese es un mal argumento. Ya sé que a S. S. no le gusta que se lo plantee
así, pero es que es así como hay que plantearlo.

En todos los países existe voluntariado porque hay gente que
generosamente quiere dar algo a los demás, pero la alternativa existe
también, y es dar asistencia a través de contratos pagados. ¿Qué
diferencia hay entre los voluntarios que hay en la Seguridad Social
inglesa que atienden en su domicilio a los ancianos y los sistemas de
atención al anciano pagados por los ayuntamientos que hay aquí? Ninguna.

Como no tenemos recursos para todo, no nos queda más remedio que ser
generosos y hacer a veces las cosas por nada, simplemente por la
satisfacción de hacerlas.

Me parece mal argumento decir que si se utilizan voluntarios u objetores
disminuyen los puestos de trabajo. Hay países muy serios, como Francia,
que utilizan a los objetores para misiones de paz, y allí están. A mí me
da bastante rabia ver que nuestros cascos azules no tienen a los «médicos
sin fronteras» españoles detrás. A veces la doctora Estébanez, que usted
conoce igual que yo, entra en Sarajevo con camiones españoles, pero con
la bandera francesa, porque quien lo organiza es «médicos sin fronteras»
francés y no español. ¿Por qué? Porque tenemos pocos voluntarios y porque
los que tenemos no están complementados con objetores que dependen de la
secretaría de cooperación, como ocurre en Francia.

¿Es que los objetores sólo pueden estar en su domicilio, en su
ayuntamiento y no se les puede ofrecer plazas para que participen en
estas misiones? Hay muchos que lo quieren hacer, pero no lo tenemos bien
organizado. Igual que hay muchos que están dispuestos a hacer tareas
sociales, como la asistencia a ancianos. Lo que pasa es que no nos
sabemos organizar. Estoy seguro que si hay un ayuntamiento, que los hay,
que organiza estos servicios de asistencia a ancianos a domicilio con
objetores, ese ayuntamiento va a recibir la crítica sindical. Pero si ese
ayuntamiento no tiene presupuesto -que es lo normal- para pagar ese
servicio, los ancianos se quedarán sin ningún tipo de asistencia: ni con
gente pagada, ni con voluntarios, ni con objetores.

El mundo no es blanco y negro y las cosas hay que hacerlas de acuerdo con
las necesidades que tenemos. Por lo tanto, estoy totalmente a favor, por
ejemplo -y así se va a hacer-, de que el número de soldados aportados a
la Cruz Roja todos los años disminuya -ya está disminuyendo- y sean
sustituidos por objetores. Me parece razonable y estoy dispuesto a
ofrecer ayuda a los ayuntamientos que pongan en marcha el sistema de
asistencia a domicilio de ancianos. Insisto una vez más que esto es
responsabilidad del Ministerio de Justicia, pero alguna influencia tendrá
el Ministerio de Defensa. Estoy dispuesto a que se pongan objetores a
disposición de esos ayuntamientos. A ver si conseguimos entre todos que
eso



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funcione y que desde su grupo político o desde la organización sindical
que se trate o desde donde sea no nos opongamos, porque el resultado será
que el más débil se quedará sin asistencia y la objeción no tendrá
contenido y perderá su sentido.

No quiero hablar de los insumisos. Ya he dicho que es un tema que
quisiera que estuviera al margen de esta comparecencia. Además, es del
Ministerio de Justicia. Pero sí quiero decir que los últimos ocho años,
desde que está en vigor la Ley de Objeción de Conciencia, han pasado por
las Fuerzas Armadas unos dos millones de jóvenes españoles y unos dos
mil, aproximadamente, se han declarado insumisos.

En cuanto a las infraestructuras en ciudades, perdóneme, señoría, pero
tampoco estoy de acuerdo con la expresión «Ejército de ocupación». Yo no
sé si cuando se diseñó en los años veinte esa consideración podía estar
presente en alguna cabeza militar. Puede ser. Pero lo que ha sucedido en
la mayoría de los casos es que las ciudades han crecido y los
acuartelamientos que estaban en las afueras se han quedado dentro. Es
algo comprobable.

Aquí puede haber un mal enfoque, y es considerar que los ayuntamientos
tienen siempre razón en reclamar y exigir que la entrega de los inmuebles
desafectados a la Defensa se haga a título no oneroso. Es mal enfoque
porque la Gerencia de Infraestructura tiene un mandato legal que le
obliga a hacerlo con una contraprestación económica. Por lo tanto, si se
enfoca de esa manera no habrá posibilidad de acuerdo y los inmuebles
quedarán sin ninguna utilidad.

Con respecto a los hospitales, señoría, hay un número de ellos que ya no
son imprescindibles para las Fuerzas Armadas que se están ofreciendo al
sistema nacional de salud y que en algunos casos ya han sido aceptados en
propiedad. Otros estamos ofreciendo que sean aceptados, porque las
comunidades o el propio Insalud no tiene recursos, para que sean
utilizados en régimen de alquiler o de convenio. Esto lo estamos
estudiando. Lo que no se va a hacer es integrarlos a todos en la red del
Insalud. Los que sigan siendo militares, lo serán a todos los efectos. Si
hay un servicio que tiene un exceso de capacidad con respecto a las
necesidades militares, se concertará, pero siempre dentro del régimen
militar que siguen teniendo los hospitales. Es decir, seguirán siendo
unos hospitales con una organización jerárquica militar, que creo que es
una de las claves para que dichos centros funcionen, y bastante bien, con
menos personal que los equivalentes del Insalud. Pero esto lo podemos
tratar en otra ocasión.

Señoría, lamento expresar tantos desacuerdos e insisto en lo que dije al
principio: después de un acuerdo de coincidencia en las grandes líneas,
en realidad lo que ha propuesto es ponerlo todo de otra manera y en gran
medida desmantelarlo. No podemos estar de acuerdo.

En cuanto a las consideraciones que ha hecho el señor Carrera,
procuraremos no defraudar esos planteamientos de futuro. Señor Carrera,
en eso consiste precisamente el trabajo de todo el Departamento de
Defensa.

Creo que ya he contestado a la matización de los contratos temporales en
operaciones de paz. He mencionado el caso de los conductores de BMR, o
los conductores de camiones, y he hecho referencia a lo que sucede en
otros países. Recientemente estuve en Suecia y la idea, desde luego, no
es nada novedosa por nuestra parte, porque cada vez que Suecia va a
enviar un contingente realiza una convocatoria, la cual se dirige a todos
los jóvenes que están en el servicio militar o que están en los primeros
tres años de la reserva, y se suele seleccionar a los más idóneos para
cada puesto, estén en la reserva o estén en activo, y tienen un resultado
bastante alentador, porque la relación es de 8 a 10 peticionarios por
cada plaza, lo cual está bien, está bastante bien.

En cuanto al sobredimensionamiento, pienso que es más de instalaciones
que de número de efectivos. En este momento el Ejército de Tierra ya está
muy cerca de 130.000 efectivos totales. Hemos dicho que tiene que tener a
finales de esta década 115.000 y está muy cerca.

El exceso de instalaciones es lo más preocupante, porque esos 130.000,
aproximadamente, están más que dispersos por todo el territorio nacional
y eso hace que haya instalaciones mal cuidadas, porque el personal que
las atiende cada vez es más reducido.

En cuanto a la Ley de Programación, será un elemento a discutir, con
grandes programas de adquisición de material encima de la mesa,
precisamente de eso se trata, y, además, con la perspectiva de largo
plazo. Para eso hay que estar seguros del análisis del entorno
estratégico que hacemos y de las responsabilidades que pensamos que
España tiene, porque de lo que se trata precisamente es de tener seguro
el conjunto de necesidades con el que nos vamos a tener que enfrentar
para llevar a cabo las misiones en las que se materializarán estas
responsabilidades.

Respecto al presupuesto, le repito lo que he dicho, esta doble
consideración: por un lado estamos limitados, pero, por otro lado, no
tenemos más remedio que tratar de equilibrarnos un poco con los otros,
porque estamos demasiado bajos con respecto a ellos; ellos están bajando
y nosotros tenemos que subir ligeramente. Como ven, todo ello dentro de
una gran prudencia y gran cautela; no estoy pidiendo grandes alardes.

He dicho que la postura del Ministerio es plenamente consciente del
momento fiscal y, por tanto, se trata de que el reparto de la seguridad
colectiva cuando se vaya haciendo más equitativamente no nos ponga a
nosotros en evidencia por estar demasiado bajos.

Es verdad que tenemos que cuidar la industria con las adquisiciones de
las propias Fuerzas Armadas españolas. No se vende un vehículo fuera, no
se gana un concurso fuera si previamente ese sistema de armas no está
disponible en el ejército español, porque es lo primero que se pregunta:
Este lanzador de granadas o este vehículo, ¿lo tienen ustedes? Decimos:
No, no, es que, como tengo muchas dificultades presupuestarias, lo tendré
dentro de dos años. Y dicen: Pues dentro de dos años concurse usted.

Con respecto al personal, el Ministerio actúa con la máxima prudencia. Yo
he hablado precisamente de tacto. Ya sé que esto puede ser controvertido
y a SS. SS. les puede llegar en algún momento alguna consideración de



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queja. Les ruego también me la hagan llegar. Estoy seguro de que se ha
hecho bien por parte de los Cuarteles Generales, pero, en fin, por si
acaso.

El señor Mardones ha hecho una larguísima lista de consideraciones. Voy a
tratar de responderlas desde una afirmación que quiero que sea
categórica. Las directivas, ya sean de defensa nacional o de defensa
militar, todos los documentos que marcan las grandes líneas del
Departamento mencionan siempre como territorio esencial de España el
Archipiélago canario; siempre. Además, teniendo en cuenta esta
consideración, el redespliegue de que estamos hablando prácticamente no
les va a afectar.

Desde una perspectiva nacional, decía que la Directiva de Defensa
Nacional tenía que ponerse en relación con las comunidades autónomas.

Creo que aquí hay un pequeño error conceptual. La Directiva de Defensa
Nacional lo que hace es marcar unas grandes líneas, y punto. Esto ya se
desarrolla en la Directiva de Defensa Nacional y luego ya los programas
del conjunto del JEMAT y los programas de cada Departamento, que es un
documento, insisto, programático y está por encima de esto.

Creo que se refería a los problemas del redespliegue y a los problemas de
infraestructuras. Aquí hay un problema, y es que estamos sometidos a
veces a tensiones contradictorias. Por una parte se nos presiona para
irnos, se nos pide que nos vayamos de ciertos emplazamientos sin darnos
ninguna alternativa. Dicen: Váyanse ustedes de ahí. Pero, claro,
búsquennos ustedes otra alternativa, porque yo necesito un volumen de
metros cuadrados tan grande que sólo la autoridad autonómica me lo puede
conseguir. Esto es lo que precisamente ruego a SS. SS. que vayan
trasladando a los entes territoriales. Otras veces se nos dice: No se
vayan ustedes. Pero si es que este acuartelamiento está prácticamente
vacío, porque ya no hay reclutas, ya no hay suboficiales. ¿Qué hacemos
aquí? Además, ya no es útil. Tenemos muchos problemas en este sentido.

Incluso tengo preguntas parlamentarias de grupos que apoyan el despliegue
y apoyan, además, que la enajenación se haga a título oneroso, pero luego
hacen preguntas diciendo: ¿Por qué este caso, que está en mi provincia,
no se resuelve a petición del alcalde, que es, además, de mi partido?
Esto es lo que tenemos que ir evitando poco a poco, aunque es muy humano
y muy natural.

Ya he contestado con lo que dije respecto al esfuerzo presupuestario, es
decir, estar menos lejos del esfuerzo que hacen los socios de la Unión
Europea Occidental o los aliados. He dicho que los presupuestos de 1994
-todavía no están presentados a la Cámara- probablemente no van a ser tan
restrictivos como los de los años 1992 y 1993; es decir, ahí hay una
pequeña inflexión que es alentadora, porque por lo menos no seguimos en
la misma línea de descenso que ya estaba poniendo en dificultades graves
a los ejércitos. Hay un pequeño esfuerzo dentro de los límites
presupuestarios y fiscales que venimos mencionando.

Respecto de la devaluación, no solamente la devaluación con respecto al
dólar, que no ha sido tan grande, sino, sobre todo, con respecto al
marco, que nos afecta algo menos, pero sí tiene influencia en algunos
programas como en el EFA, la hemos estimado para el año 1994 en unos
20.000 millones de pesetas al cambio del 15 de septiembre; de aquí a
finales de año ya veremos.

En todo caso, es muy difícil contestar la pregunta de cuánto se compra en
el extranjero y cuánto fuera, porque ya esa distinción no es posible. Se
sabe lo que se compra dentro, pero en una fragata que se compra dentro,
los componentes adquiridos en Estados Unidos o en Holanda, que son sobre
todo electrónica, son una parte sustancial de la inversión total. Por
tanto, puede decirse que esa fragata se ha hecho en España, pero hay que
ver qué participación nacional tiene, y esa participación a veces no
llega al 50 por ciento. Piense, por ejemplo, en el caso del famoso avión
sueco el Gripen o el Vigens o los que han venido haciendo los últimos 20
años, que tienen un componente norteamericano, alemán, inglés u holandés
de más del 50 por ciento también. Es decir, los sistemas de armas ya no
son totalmente nacionales en ningún caso y los que se adquieren fuera
siempre tienen compensaciones o forman parte de programas conjuntos; es
decir, se llevan a cabo programas de construcción de un determinado
sistema de armas y cada uno pone una parte. Por tanto, la diferencia es
difícil, y en este momento yo no sabría contestarle, porque tendría que
hacer un análisis con las empresas del «chip», que tienen en cada uno de
los aparatos que nos venden dónde se hizo, en España o fuera de España.

Eso, en este momento, sinceramente, no lo sabemos y probablemente no nos
lo digan tampoco. Por tanto, es difícil. Hace cuatro o cinco años se lo
hubiera podido decir, pero ahora no.

En cualquier caso, agradezco cada vez más que se defienda a estas
empresas, y veo que todos los Grupos Parlamentarios lo han hecho. Lo
agradezco cada vez más porque, además, no son sólo empresas de defensa.

Bazán, que hacía solamente barcos para la Armada, tiene ahora contratos
para hacer «ferries», o Inisel-Ceselsa, que tienen un componente militar
muy elevado, pero no es tan importante como el civil. Con CASA ocurre
igual. Es decir, si vamos viendo las empresas una a una, es lo que
quisiéramos conseguir para Santa Bárbara en el futuro. Santa Bárbara
también hace explosivos para uso civil, aunque en pequeña cantidad.

Ha habido una reflexión que es muy oportuna, y es que la aplicación de
las incompatibilidades ha dejado a los hospitales militares sin
especialistas de áreas muy sensibles para las Fuerzas Armadas suficientes
en muchos sitios de España. Personalmente, lo que me preocupa cada vez
más es el efecto de las leyes generales, que a veces tienen efectos
particulares indeseados.

En cuanto a los contactos con mandos militares, en la anterior
legislatura hablamos de la organización de visitas a los cuarteles
generales. Estoy totalmente dispuesto a retomar la idea y que se
produzca, ya que creo que es muy positiva. Y me parece lógico que,
además, en esas visitas se puedan escuchar quejas por parte de los mandos
militares; por ejemplo, de incomprensión de la sociedad. Creo que ahora
van a ser menos agudas que hace un año,



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que hace dos años, pero, en cualquier caso, es normal que también se
produzca eso.

En cuanto a los mandos de las misiones de paz que pedía su señoría,
naturalmente que el Consejo de Seguridad es el que decide, el Secretario
General. Luego, el Secretario General nombra a un político sobre el
terreno -en el caso de Yugoslavia es el señor Stoltenberg-. Luego, hay un
jefe militar para todo el territorio, un general francés, el general Cot,
y hay un jefe regional para el territorio de Bosnia, que es un general
belga: Briquemont. Es decir que hay una cadena perfectamente establecida.

España tiene una participación en el Cuartel General de Briquemont, para
Bosnia-Herzegovina, con el segundo jefe, el general Feliu.

Esto puede cambiar con el paso del tiempo, ya que cada seis meses hay un
relevo, porque los países también se turnan.

Voy a discrepar con su señoría en algo que ha dicho con bastante énfasis,
y son las consideraciones acerca del papel de los Estados Unidos en las
misiones de paz.

Me parece bastante injusto el tratamiento que se da a la actuación de
Naciones Unidas en Somalia, no siempre, pero con mucha frecuencia. Es
verdad que se puede no haber tenido fortuna en algunas actuaciones, pero
da la impresión de que nos estamos olvidando de los que tienen la
responsabilidad, de que ese país haya tenido centenares de miles de
muertos por inanición; nos estamos olvidando de ellos, y hablamos de los
cascos azules, pero nos olvidamos de quiénes tienen la responsabilidad,
que son los «señores de la guerra» y, dentro de ese conjunto de «señores
de la guerra», especialmente uno; y nos olvidamos de que esos «señores de
la guerra» utilizan a los niños y a las mujeres como escudo humano, y en
manifestaciones se pone a las mujeres y a los niños delante y detrás
vienen los combatientes atacando a los CASCOS AZULES. Bueno, pues nos
olvidamos de la responsabilidad que esta gente tiene y hablamos sólo de
la dirección de las operaciones o del comportamiento más o menos
afortunado de tal o cual contingente. Por ejemplo, se dispara sobre
CASCOS AZULES que pacíficamente y en traje deportivo están haciendo
«footing». Nos olvidamos de ellos también. Creo que no es razonable. Por
tanto, lo tengo que recordar.

Hablando de Estados Unidos, hay que recordar también que aporta el 25 por
ciento del total del presupuesto de Naciones Unidas, y en el caso de
misiones de paz, el 30 por ciento. No aporta soldados -ahora ha empezado
en Somalia-, pero financia con un 30 por ciento esas operaciones de paz.

Estados Unidos está ofreciendo 25.000 hombres para la aplicación de los
acuerdos de paz en Bosnia, y no va a ser fácil que el resto de los
aliados pongamos otros 25.000 para completar el número de 50.000 que ha
planificado la ONU por encargo del Secretario General de las Naciones
Unidas.

Señoría, yo creo que con respecto a los Estados Unidos tenemos que tender
a ser justos y no atribuirles ciertos defectos. No estoy diciendo que no
tengamos que ser críticos como respeto de cualquier país del mundo, pero
no atribuirles ciertos defectos porque hay una especie de ambiente social
propicio para ello. En cualquier caso, pienso que la reforma de estas
operaciones de Naciones Unidas en el terreno del mantenimiento de la paz
o la imposición de la paz -porque en Somalia ya estamos en una frontera
difusa; estamos haciendo uso de la fuerza para proteger a los más
débiles, para proteger a los que pueden volver a morir de inanición si la
situación vuelve a lo que era hace un año- tiene que ser global.

Precisamente el Presidente Clinton hablaba ayer de ello, pero todos los
países -el Gobierno español también participa de esta idea- están a favor
de que se produzca esta reforma, empezando por el Consejo de Seguridad.

Este va a ser uno de los grandes asuntos de discusión internacional en
los próximos años.

Tengo que agradecer al señor Moya, del Grupo Socialista, las reflexiones
sobre el sentido de política de Estado, de la política militar y de
seguridad, y ha sido bueno -me ha parecido muy oportuno- recordar el
esfuerzo que todos los aquí presentes hicimos para terminar y para
acordar el documento de junio de 1991. De ese documento parte toda la
política que hoy les he explicado. Por lo tanto, es bueno recordar que la
base de esa política ha sido obra de todos.

Refiriéndose a la OTAN, preguntaba el señor Moya cuáles son las
perspectivas de la ampliación de la OTAN. Este es un problema
extraordinariamente complicado. ¿Por qué hay una petición, que es lo de
los países de Visegrado -Hungría, Polonia, la República Checa y
Eslovaquia-, y, sin embargo, hay dudas en otros países que sí que quieren
integrarse en la Comunidad Europea y que sí han estado en el entorno de
la OTAN en la época de la guerra fría? Y hay países que están en el
centro de la política de seguridad europea y que no forman parte de la
OTAN. Pienso que hay que tratar todas estas cuestiones también
globalmente, porque si no podemos encontrarnos con una situación poco
racional (que estén unos que hasta ahora -no dudo del derecho que tienen,
por cierto, a estar- estaban alejados de lo que era el mundo occidental
democrático y no estén otros que tradicionalmente han estado en el centro
de ese mundo), poco equilibrada.

Con respecto a las nuevas misiones, la OTAN ya ha redactado documentos en
este sentido, siempre al servicio de las Naciones Unidas, y alguna
experiencia ya empieza a tener como la operación de «no-fly», la
operación de exclusión de vuelos en Bosnia.

Estos asuntos, sobre todo el primero, se van a estudiar en el Consejo
Atlántico de enero próximo, y todavía las posiciones de los gobiernos
están poco definidas.

Con respecto a la Unión Europea Occidental, el ritmo está acompasado al
de la unión política, como no podía ser de otra manera. Pienso que va más
rápido en el campo técnico. Es decir, la UEO ha sido capaz de dotarse de
elementos técnicos ya en su nueva ubicación en Bruselas que le permite
hacer planificación y abordar muchas más iniciativas que antes, pero el
estímulo sólo puede venir de la aceleración del proceso de construcción
de la unión política y también de factores adicionales, como es la
contraposición con la propia OTAN. Si la unión política gana en ambición,
gana en confianza en sí misma, la



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UEO se consolidará, pero, aun así, quedará por resolver algún problema
como el que antes mencionaba: el de la diferente composición de la UEO y
la diferente composición de la OTAN.

Yo pienso, además, que la UEO es el pilar, el fundamento más importante
de la OTAN, y que la OTAN es la Unión Europea Occidental, más Estados
Unidos y Canadá.

Con respecto a la ONU y el Estado Mayor Militar, ya he hecho algunas
reflexiones sobre esa cuestión y creo que la reforma general será la que
produzca una mayor capacidad para organizar misiones de cascos azules o
misiones de otro tipo con participación militar.

Estoy totalmente de acuerdo -y es una opinión muy acertada- en que la
seguridad o es colectiva en estructuras comunes o será un fracaso, y el
riesgo que existe más grande en Europa es que volvamos a políticas
nacionalistas de seguridad, que puede ocurrir, y que haya alianzas
bilaterales, cuyo recuerdo es francamente malo para todos los europeos.

Por lo tanto, el que se debilite la Unión Europea Occidental o se
debilite la OTAN sería un riesgo incalculable. El vacío que se podría
crear sería terrible.

Respecto a la futura ley de programación, coincidiendo con S. S., he
insistido mucho en los cambios doctrinales de los ejércitos para que los
programas de dotación estén consensuados en su orientación general. Creo
que sobre este tema vamos a tener que volver a hablar, es decir, qué
sistema de armas prevemos que van a ser más inprescindibles en el futuro,
sin despreciar a otros, naturalmente; los cambios en el mundo pueden
hacer que se modifique esa relación. Tendremos probablemente que insistir
en qué sistemas de armas prevemos para que la Ley de Dotación esté basada
en decisiones prácticas e identificables.

Por último, agradezco mucho la referencia que ha hecho el señor Moya, así
como todos los demás grupos, al éxito de nuestros CASCOS AZULES que es el
éxito de nuestras Fuerzas Armadas. El Gobierno sólo tomó una decisión que
fue enviarles y decidir quién formaría parte de las mismas, pero el éxito
sobre el terreno es suyo y sólo suyo y el Gobierno, desde luego, no va a
intentar atribuírselo en ningún caso; todo lo contrario, el esfuerzo que
va a hacer será poner en valor ese éxito y que sean las Fuerzas Armadas
las que recojan ese éxito y el aprecio de la sociedad española.




El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Ministro.

¿Algún portavoz desea hacer uso de un muy breve turno de réplica?
(Pausa.)
Tiene la palabra el señor Cortés.




El señor CORTES MUÑOZ: Muchas gracias, señor Presidente. Atendiendo a su
petición intentaré resumir al máximo esta intervención.

En primer lugar, el señor Ministro ha hecho una referencia implícita y
explícita hacia todos nosotros en el sentido de pedir que no hiciéramos
bandera -creo que ha utilizado esa expresión- de determinados temas o
asuntos y también ha hecho una referencia concreta diciendo que no la
hiciéramos fundamentalmente ante los medios de comunicación. Quiero decir
que los grupos parlamentarios -todos y cada uno de ellos- están en su
derecho de utilizar sus opiniones como mejor entiendan que deben hacerlo.

Pero una vez dicho esto, no es menos cierto que la petición del Ministro
también tiene su parte de verdad y que en cierto modo -y en la medida de
lo posible- se puede intentar atender. Ahora bien, una cosa es hablar
dentro y otra cosa es hablar fuera. Una cosa es hablar en el foro
adecuado y otra cosa es hablar ante los medios de comunicación o en la
calle, por entendernos de forma coloquial. Entendemos que éste es foro
adecuado, es un órgano interno de la Cámara y es el lugar adecuado para
que hablemos de todo y con claridad. Distinto es que fuera o en otros
foros, en otros ambientes o en otros lugares no lo hagamos así, pero aquí
inevitablemente es nuestra obligación hacerlo y si no lo hiciéramos
estaríamos haciendo dejación de una obligación fundamental.

En relación con esto, en primer lugar voy a tocar el tema de voluntarios
de reemplazo en misiones de paz, que es uno de los temas sobre los que
usted nos pide que no hagamos bandera o utilización frente a los medios
de comunicación, que yo personalmente voy a atender, pero aquí sí creo
que se puede hablar del tema. Ha dado usted una razón, la ha explicado y
argumentado y ha puesto un ejemplo, el caso de conductores que
naturalmente se supone que saben conducir, es decir, que serían
especialistas en esa materia, y que podrían participar en estas misiones
junto a profesionales. Nosotros creemos que ello no es suficiente. Cuando
se está en misiones de esa envergadura, de una alta dificultad y que
requieren una preparación, lo que precisan es una preparación no sólo de
especialista, sino completa, completa en todos los sentidos y después de
especialización en algo concreto. No basta con que un chico sepa conducir
muy bien para poder enfrentarse a situaciones de toda índole que puedan
surgir y que su nivel de preparación no será igual al de los
profesionales que le acompañan.

Sobre el tema de los objetores de conciencia (que es un tema que
personalmente no me atrae más allá de lo inevitable y por supuesto no
pretendemos centrarnos en esto, en absoluto y creo que tiene usted toda
la razón cuando insiste en que no hay que centrar la política de Defensa
en esto, ¡faltaría más!, coincidimos al 100 por ciento) será necesario
hablar inevitablemente de vez en cuando sobre dichos objetores de
conciencia siempre que siga existiendo el Servicio Militar obligatorio,
porque -insisto- se puede producir un fraude de la ley por determinados
jóvenes en detrimento o injustamente respecto a otros que son más
honestos y no lo hacen.

Ha hecho usted una referencia -a continuación de la que yo hice- sobre
nuestro personal militar. Usted también ha dicho que tienen calidad y que
tienen vocación, la conclusión es la misma -la suya y la nuestra-, la
diferencia es que usted basa las causas en razones de magnífica
enseñanza, en facilitarles medios adecuados, etcétera, y nosotros la
hemos basado más en las cualidades personales y humanas de estas Fuerzas.

Ha hecho usted también referencia a la Ley 17, dice



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que no es perfecta. Coincido plenamente con usted, no esperaba menos que
usted reconociera eso. Y cuando hablamos de las escalas especiales
estamos, naturalmente, hablando de una escala a extinguir; lo que estamos
pidiendo y hemos pedido reiteradamente es que se reconozcan los derechos
-y naturalmente las obligaciones- que tenían con anterioridad a dicha
Ley.

Ascensos por selección. Ahí yo he pecado por omisión, tenía que haber
matizado y referirme concretamente a teniente coronel. ¿Por qué? Porque
entendemos que las razones para poder seleccionar a ese nivel pueden no
ser suficientes en un sentido positivo ni en un sentido negativo.

Lamento, por tanto, la omisión que he pretendido salvar ahora.

Naturalmente que estamos de acuerdo con usted sobre los criterios de
antigüedad. Los criterios de antigüedad deben ser tenidos en cuenta, pero
nunca -sería un grave error- pueden ser los únicos.

En cuanto al presupuesto insisto en que no vamos a hablar ahora más allá
de dos palabras, porque tiempo tendremos de hacelo. Usted ha dicho -y me
he quedado con esta frase- que estos siete billones han tenido influencia
en nuestras Fuerzas Armadas. ¡Caramba, señor Ministro, sólo faltaría que
no la hubieran tenido! Ha hablado usted del 2 por ciento ideal sobre el
producto interior bruto; intentemos llegar a eso o caminemos en esa
dirección.

Prórroga de segunda clase. Aquí o yo me expresado mal o usted me ha
entendido mal o probablemente las dos cosas. Yo he dicho exactamente con
palabras diferentes lo que usted ha dicho; es decir, yo no estoy de
acuerdo con que los estudiantes que no estudien se puedan amparar en ese
derecho para escapar o retrasar su incorporación al Servicio Militar. Lo
único que sí he dicho es que hay que hilar muy fino, puesto que como se
han marcado unas normas más estrictas y más serias -con las que yo
coincido- hay que hilar más fino en su aplicación. Ha puesto usted el
ejemplo de Francia -que me parece bien-; el ejemplo de Francia lo ha
puesto usted en reiteradas ocasiones lo cual demuestra que es país que a
usted le gusta o le subyuga, parece, por la cantidad de veces que lo ha
repetido.

Nada más, señor Ministro, agradecerle, una vez más, su primera
intervención y ahora la segunda que ha atendido los criterios que
nosotros habíamos expuesto.




El Señor PRESIDENTE: Señor Ministro.




El señor MINISTRO DE DEFENSA (García Vargas): Brevísimamente voy a
contestar a S. S. No enfatice mis palabras que yo enfatizo poco,
generalmente hablo bajito y tengo un tono poco enfático y poco teatral.

Suelo tener siempre -como debe hacerse en esta vida- un margen de duda
sobre lo que yo digo, aunque sea pequeño.

En cuanto a la participación de los soldados que hacen el Servicio
Militar en los contingentes va bien y, por tanto en mi opinión, no
debemos debatir mucho más este tema. Se ha hecho con mucha prudencia. En
el primer contingente -que fue el de la «Agrupación Málaga»- hubo apenas
una docena, sin embargo en la «Agrupación Canarias» en algún momento
llegó a haber casi cien, en torno al ocho o nueve por ciento, de ese
orden. En la «Agrupación Madrid» ha descendido un poco, es posible que en
los últimos meses aumente a medida que algunos profesionales concluyan su
contrato; ya veremos cómo se hace. En cualquier caso siempre estamos
hablando en una proporción bastante reducida, va bien, se encajan
perfectamente, hay un criterio de voluntariedad muy bien expresado, sin
ninguna duda por parte de nadie y yo creo que no es un tema que
debiéramos debatir mucho más, si surgiera algún problema ya lo
comentaríamos aquí en la Comisión.

He pedido precisamente ayuda a los medios de comunicación; en realidad ya
me la habían dado, porque se ha informado sobre este tema en días
anteriores y se ha explicado muy bien. Aprovecho para decir a estos
medios que desde el Ministerio se lo agradecemos porque se ha matizado
con bastante exactitud. Agradezco las matizaciones respecto a la objeción
y la segunda prórroga; gracias por el apoyo en ese sentido.

En cuanto al ascenso por selección a teniente-coronel es algo que hay que
analizar con cuidado; podemos verlo en el futuro.

Respecto a Francia, señoría, mi admiración, aparte de la literaria o la
cultural en general, se refiere a aspectos muy concretos y, desde luego,
el servicio militar hay que reconocer que lo tienen bastante bien
montado. Sobre todo hay una cosa que me admira siempre y es el buen
rendimiento que sacan a los recursos de que disponen, así como el buen
rendimiento que también sacan de distintas modalidades del servicio
militar, la flexibilidad con la que eso se plantea y el rendimiento que
obtienen de los objetores. Quizá sea porque han tenido mucha experiencia
de estar en el mundo y de participar en muchas misiones internacionales,
de tener como gran política nacional el estar presentes en todo. Se puede
también poner el ejemplo de otros países, pero me he referido a él porque
supongo que es el que todos nosotros conocemos mejor.

Muchas gracias, señor Presidente, y muchas gracias a todas SS. SS.




El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ministro. Muchas gracias,
señores Diputados.

Se levanta la sesión.




Era la una y cuarenta y cinco minutos de la tarde.